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El Universo conocido se estima que contiene unos cien mil millones de galaxias y cada una de ellas

tiene cientos de miles de estrellas. En una de esas galaxias, a la que llamamos Vía Láctea, se
encuentra una estrella de tamaño y brillo medio a la que llamamos Sol. A su alrededor giran ocho
planetas y otros cuerpos celestes, formando una gran familia, el Sistema Solar. A uno de esos
planetas le denominamos Tierra, en él hace millones de años, apareció la vida, así como la
evolución de esa vida para engendrar organismos cada vez más complejos. Mucho más tarde
apareció el ser humano.

Llamamos Universo a todo aquello de lo cual nos llega alguna información y que es observable y
medible. El Universo es el conjunto de toda la materia y de toda la energía que existe en un
espacio determinado y que se están intercambiando constantemente una en otra.
Según los conocimientos actuales, el universo puede haberse originado a partir de una pequeña
masa única de materia concentrada a gran temperatura y densidad. Esa masa se dispersó como
consecuencia de una gran explosión ocurrida hace unos 13.700 millones de años, conocida
también por la expresión inglesa Big Bang. Según esta teoría, la dispersión o expansión del
universo no habría finalizado aún.
El universo conocido está formado por los siguientes componentes:
Materia visible u ordinaria: Se supone que representa sólo entre el 5 % y el 10 % de la masa total
del universo.
Materia oscura: Puede constituir entre el 90 % y el 95 % de la materia del universo.

La Astronomía es la parte de la ciencia que estudia todo lo que se encuentra más allá de la
atmósfera de la Tierra. Se ocupa de la naturaleza de los objetos que pueblan el espacio, los
astros, de los procesos físicos y químicos que tiene lugar en ellos y de sus movimientos y las
causas que los producen.
La observación del cielo a simple vista sólo permitía estudiar una pequeña parte del Universo.
Por esta razón se desarrollaron aparatos, instrumentos y técnicas de observación que han
permitido obtener información de zonas muy lejanas del Universo o detalles de los astros más
cercanos. Entre ellos destacan: los telescopios y radiotelescopios, las sondas espaciales y las
naves tripuladas.
Los programas espaciales actuales tienen como principal objetivo la creación de
estaciones que hagan posible la permanencia de las personas en el espacio exterior durante
largos periodos de tiempo. La primera gran estación espacial fue la MIR (paz en ruso) que
estuvo en órbita desde 1986 hasta el 2001. Todo el trabajo realizado en la MIR sirvió para
construir la Estación Espacial Internacional (ISS), que será el punto de partida de las conquistas
espaciales en el siglo XXI.
Las galaxias son acumulaciones de estrellas y de otros cuerpos celestes. Se calcula que en el
universo pueden existir en la actualidad en torno a 100.000 millones de galaxias formadas a su
vez cada una de ellas por miles de millones de estrellas y otros cuerpos. La forma de una
galaxia puede ser elíptica, lenticular (forma de lente), espiral (normal o barrada) o irregular.
El sistema solar del que forma parte el Sol, el planeta Tierra y otros planetas y cuerpos celestes,
está situado en una galaxia espiral denominada Vía Láctea, de tamaño medio por el número de
estrellas que contiene: más de 100.000 millones. Pose e un diámetro aproximado de 110.000 años
luz: es decir,
110.000 veces la distancia que recorrería la luz en un año, viajando a la velocidad de
300.000 kilómetros por segundo. A esa velocidad, la luz tarda ocho minutos en recorrer los casi
150 millones de kilómetros que separan La Tierra del Sol.
El Sistema Solar está en uno de los brazos de la es piral de la Vía Láctea, a unos 32.000 años luz
del centro y unos 20.000 del extremo. Cada 226 millones de años el Sistema Solar completa un
giro alrededor del centro de la galaxia
La Vía Láctea forma parte a su vez de un conjunto relativamente “próximo” de unas treinta
galaxias, denominado Grupo Local. La galaxia más cercana a la Vía Láctea es Andrómeda,
también de tipo espiral, situada a 2,2 millones de años luz. Es el doble de grande que la Vía
Láctea. En la actualidad se la conoce con la denominación M31. Se puede ver a simple vista
como una mancha luminosa de aspecto brumoso.

Una estrella se forma cuando una gran cantidad de gas (nebulosas), principalmente hidrógeno,
comienza a colapsarse o cohesionarse sobre sí misma debido a la atracción gravitatoria. El
choque entre las partículas genera temperaturas extremadamente elevadas y, en esas
condiciones, cuando se superan los diez millones de grados centígrados, los átomos de
hidrógeno comienzan a fusionarse para formar átomos de helio. Esas reacciones, denominadas
termonucleares de fusión, generan gran cantidad de energía que aumenta extraordinariamente la
temperatura de la estrella y son las responsables de que brille y emita luz y calor.

En las diferentes fases que atraviesa la vida de una estrella se mantiene ese delicado equilibrio entre
la fuerza gravitatoría y la fuerza expansiva de la fusión termonuclear. Cuando se agota el hidrógeno
de la estrella, ésta disminuye su temperatura, se rompe el equilibrio y gana la fuerza gravitatoria.
El peso de las capas de gas genera la contracción de la estrella. En ese proceso de contracción se
produce un gran aumento de presión y de temperatura lo que hace que se reactiven las
reacciones termonucleares y comienza la fusión del helio, para dar carbono y oxígeno. Esta
nueva fuente de energía (ahora se utiliza el helio) hace que gane ahora la fuerza de la presión de
radiación y la estrella se expande hasta más de 300 veces su radio. Las estrellas pequeñas o
medianas, como el sol, se transforman en gigantes rojas, como Aldebarán (Tauro), Betelgeuse
(Orión) o Antares (Escorpión) y, cuando vuelve a agotarse el nuevo combustible, se colapsan
hasta adquirir un tamaño similar al de la Tierra, convirtiéndose en enanas blancas. Al cabo de miles
de años, las enanas blancas se enfrían y se convierten en astros oscuros (enanas negras).
Las estrellas más grandes pueden pasar por varias de esas fases de contracción y expansión a
medida que se va agotando cada uno de los elementos que utilizan como combustible. Así se
van generando y utilizando elementos químicos cada vez con mayor número atómico (H, He, C, O,
Ne, Mg, Si, etc.), formados en cada fase de una nueva expansión, hasta que se sintetiza el
hierro, el elemento más estable de la naturaleza. Todas estas reacciones de fusión nuclear en las
estrellas desprenden energía, pero la última de ellas, que da lugar a la síntesis del hierro, no libera
energía sino que la consume. Con la fuente de energía desconectada, después de la síntesis
del hierro, actúa la componente gravitatoria y la supergigante roja se colapsa, convirtiéndose,
según su masa, en astros extremadamente densos denominados estrellas de neutrones o
agujeros negros, si la estrella era muy grande. Los agujeros negros se denominan así porque tienen
una gravedad tan grande que absorben todo a su alrededor, incluso la luz.

En las estrellas muy masivas (extremadamente grandes) las ondas de choque generadas por
esa tremenda contracción, rebotan en un núcleo extremadamente denso y se propagan
después a gran velocidad, produciendo una tremenda explosión, que libera enormes cantidades de
energía. Si la fase final de la estrella es una explosión o supernova, en su holocausto nuclear, se
libera tal cantidad de energía, que se siguen fusionando los núcleos atómicos de mayor masa,
sintetizándose los elementos químicos más pesados que el hierro. Todos los elementos
generados en las estrellas han pasado a los planetas como la Tierra y son los ladrillos de toda la
materia ordinaria o visible que existe en el Universo. De la supernova puede quedar una bola de
materia en el núcleo, con una masa superior a la del sol, pero de mucho menor tamaño,
denominada púlsar que, como consecuencia de la explosión, queda girando a gran velocidad

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