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Trabajo Final Historia de Colombia Siglo XX.
Trabajo Final Historia de Colombia Siglo XX.
La higienización en Bogotá desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad
del siglo XX
Docente
Gilma Ríos Peñaloza
Para 1911, una descripción de la época mencionaba que las habitaciones eran
estrechas, sin ventanas y tenían una puerta baja y angosta que servía para la renovación del
aire y de la chimenea. En aquel entonces se calculaba que un individuo necesitaba como
mínimo 10 metros cúbicos de aire, las condiciones de las habitaciones no permitían que esa
cantidad estuviera disponible. Esos ranchos estaban compuestos por una sola habitación
sucia, donde estaban amontonados en completa confusión utensilios de toda especie con los
escasos víveres de la familia. ( Gaitán Hurtado, J. p. 8, 1913, citado por Elías Sánchez, 2014)
La higiene era la solución, no solo para mejorar el espacio público, sino que también buscaba
influenciar la vida familiar, mejorando la vida de las clases populares, no solo a nivel físico,
sino también en lo moral, ya que el objetivo sobre todo por parte de los médicos más
ilustrados era poder controlar el brote de enfermedades, mediante la supervisión de los
sectores de la población que tiraban los excrementos a la calle o hacían sus necesidades en
sitios públicos y que no tenían conciencia alguna acerca de cómo mantener su cuerpo limpio,
suscitando un montón de repudios y de medidas que serán explicadas a continuación, ya que
lo que se buscaba por medio de estas prácticas higienistas era conducir al país hacia un
modelo más civilizado que tuviera una conciencia acerca del buen manejo del espacio en que
habitaban y poder disminuir el contagio de estas epidemias, pues esto demostraba una cultura
atrasada e ignorante, pero que con la llegada del periodo de la Regeneración, la higiene y la
medicina tomarán un papel principal a la hora de cómo educar a estas clases desadaptadas.
El Poder Ejecutivo, con el objeto de obtener los datos científicos necesarios para resolver
las cuestiones que se rocen con la salubridad pública, establecerá una Junta de Higiene
Central, residente en la capital de la República, y Juntas Departamentales de Higiene
residentes en las capitales de los Departamentos o en sus ciudades principales. (p. 8)
Con la creación de la Junta Central de Higiene se quiso reglamentar la higiene para que las
medidas que fueran implementadas se les adjudicaran un carácter obligatorio. En este sentido,
me parece pertinente dividir en dos periodos el proceso de institucionalización de la higiene,
ya que el primero va desde la Regeneración hasta 1920, el segundo va desde 1920 hasta la
mitad de los años cuarentas. Anteriormente ya había mencionado cómo desde la
Regeneración, la conciencia de higiene y de los cuidados sanitarios tomaron un papel
relevante en el contexto socio-político, así que en este primer periodo quiero entrar más en
materia acerca de cuáles fueron las principales estrategias que se emplearon. Para controlar
los fuertes olores y la acumulación de las heces humanas, primero se reglamentó el control y
la vigilancia de las heces humanas en los espacios públicos de la ciudad, como también la
contratación de vigilantes que estuvieran pendientes de mantener el espacio público limpio y
multar cuando las personas incumplieran esta orden; y lo segundo, fue que se establecieron
urinarios y retretes en diferentes sectores de la ciudad, al igual que el uso de letrinas en las
casas independientes. Para poder combatir esta acumulación de residuos de todo tipo, se
implementó en 1887 por parte de la Junta Central de Higiene, un acueducto para poder
construir unas alcantarillas y poder conectarlas con las tiendas-habitaciones que manipulaban
alimentos por medio de cañerías o tubos, como también la creación de un sistema de
depuración de aguas sucias y por otro lado, se buscaba desocupar los desperdicios de las
habitaciones, la plaza de mercado y los edificios públicos, por lo cual la alcaldía designó
unas personas que se transportaban en unas carretillas encargadas de recorrer los diferentes
barrios de la ciudad para recoger todos los desperdicios.
Respecto al tema del contagio de las epidemias, la Junta de Higiene formó una comisión de
médicos, que se encargaron diseñar las políticas de higiene para poder enfrentar la alta tasa de
contagios, comenzando con el establecimiento de una casa Hospital para los enfermos de
sarampión y nombró a unos agentes especiales para inspeccionar cada domicilio del cual se
tuviera sospecha de que ahí habitaba alguien que estaba contagiado y que no tomaba las
medidas necesarias de prevención. Otro medida que ayudaba a reducir los contagios de estas
enfermedades mencionadas anteriormente fue la prohibición de personas reunidas con
animales en sitios donde hubiera ventilación y también la normalización del aseo de los
espacios comunes, el acueducto y también al interior de los hogares, pues en 1897 se
desencadenó una epidemia de viruela, la cual alertó a los diferentes médicos, obligándolos a
tomar medidas relacionadas con el aumento personal de aseo, la vacunación inmediata y
obligatoria de todos los habitantes de la ciudad de Bogotá y la ampliación de los Hospital los
Alisos para recibir a los enfermos con las debidas medidas de limpieza, pues era menester,
mantener a los enfermos en cuarentena, alejados de todo contacto humano, a excepción del
sacerdote y el médico; como también desinfectar sus habitaciones y sus utensilios personales,
tanto como su ropa, sábanas y cubiertos, los cuales eran desinfectados con una solución de
mercurio; sin embargo en 1900, la aparición otra vez de la viruela y el tifus alarmaron los
médicos, debido al permanente desaseo de la ciudad, las consecuencias de la guerra civil y de
la producción y manipulación de alimentos, lo cual se debía al sistema precario del
recogimiento de basuras y la costumbre de los bogotanos de arrojar todo tipo de desecho a las
calles, e incluso, a los ríos que atravesaban la ciudad. Por esta razón, la Junta decidió enviar
médicos a que atendieran gratis a los barrios más pobres de la ciudad en donde se observaban
las condiciones más precarias y los mayores focos de contagio; aunque las habitaciones de las
clases más pobres no eran el único de lugar de contagio, ya que el gobierno le puso
demasiada atención a las carnicería, pues la la mayoría eran sitios clandestinos, en donde la
carne era de dudosa procedencia, no había desinfección regularmente del espacio, ni tampoco
cuando se sacrificaban a los animales, razón por la cual dictaminó una serie requisitos que
debían cumplir estos espacio como: la ventilación, el uso de ganchos de acero para colgar los
pedazos de la carne y tablas de mármol para cortarlos, y también, se tenían que recoger todos
los restos de animales en un cubo para entregarlos al personal de limpieza y era de suma
importancia de los demás habitantes compraran solo la carne en la plaza de mercado.
Ya para finalizar con este periodo, cabe resaltar que el control de la higiene no solo quería
transformar el espacio físico, ni acabar con la suciedad y los contagios, sino que buscaba
acabar también con la suciedad y degenere moral, pues estas hacian parte del alcoholismo y
la prostitución; pues por el lado del alcoholismo, las chicherías fueron el lugar en donde se
desarrolló este, pues según las observaciones de los médicos e intelectuales, la chicha
embrutecía las mentes de quienes las consumían y los volvía ignorantes, alejándolos del
orden y de los buenos modales; pero que además, este espacio era también un gran foco de
contagio, pues se establecieron visitas regulares aproximadamente en 30 chicherías en la
ciudad, y dos tuvieron que ser cerradas, porque no cumplían con medidas de sanidad, pues
esta bebida fermentada se le adjudicó que era la causa de una tuberculosis abdominal, ya que
la mayoria de bogotanos eran sucios y realizaban muy poco aseo a la hora de fabricar la
chicha, debido a que esta bebida tenía contacto contacto con diferentes secreciones humanas
y los barriles de fermentación jamás eran lavados. Por el lado de la prostitución, estaba la
sífilis, pues las autoridades públicas creían que si se combatía contra la prostitución, por
medio del control y la vigilancia se podría frenar el contagio de esta enfermedad venerea;
puesto que con la profesionalización médica, se pretendió entender este fenómeno social y
cómo frenarlo, por lo que se propusó el establecimiento de un dispensario, el cual funcionaría
con un médico jefe y otros médicos de cabecera que reportarían al jefe médico, los informes
y avances sobre la contención de la sífilis. Esta constante preocupación por la propagación de
la sífilis se puede observar en el artículo Cuadro de las enfermedades de las mujeres que se
han inscrito en el libro del servicio de sifilíticas del Hospital San Juan de Dios en los años de
1886 a 1892, publicado en la revista de medicina y escrito por el doctor Gabriel Castañeda.
Con esta anterior cita del doctor Gabriel Castañeda se puede dar cuenta de los resultados
desastrosos a nivel moral y biológico para poder causar también un impacto a la población y
con la retórica de las pruebas y estadísticas científicas se quería advertir a la gente que la
mayoría de quienes padecían esta enfermedad eran los más miserables, pues con las
estadísticas que sacó el Hospital San Juan de Dios se demostraba que la mayoría de mujeres
sifilíticas eran sirvientas, costureras, lavanderas, aplanchadoras y jornaleras, sucitando una
gran preocupación en los médicos, ya que la prostitución se consideraba una actividad libre,
pero que para estos, era de suma importancia que se ejerciera el control policial sobre las
prostitutas y la identificación de quienes estaban enfermas para poder recluirlas en
cuarentena, pues esto atentaba contra la moral pública.
Difícil conseguir el ideal sanitario en climas como los nuestros, pero para buscarlo no han de
faltar a este gobierno ni entusiasmo ni constancia en el esfuerzo; porque sabe que al
perseguirlo defiende y acrecienta el único capital invaluable de que disfrutan las naciones: el
hombre, como núcleo permanente de la raza, como proyección, seguirá hacia el porvenir.
(Jaramillo Sánchez, p. 10. 1938, citado por Guitérrez, 2010)
Para alcanzar ese objetivo de progreso, se tenía que legalizar la profesión de higienista por
todo el sacrificio que había hecho para mejorar las condiciones de la ciudadanía, lo cual se
pudo lograr en 1946 cuando se creó el ministerio de Higiene como tal, pues se hizo la
separación de las cuestiones de higiene, frente a las de asistencia públicas y las del trabajo,
logrando que por un lado se declarara obligatoriamente las enfermedades transmisibles, y que
por el otro lado, se implementara por fin una carrera pública de higienista. Esto último, da
paso para seguir con el otro tema, que trata sobre la importante figura de uno de los
higienistas más prestigiosos de ese entonces, Jorge Bejarano Martínez, quien se destacó en
todos los campos de la higiene, logrando diversificar y aplicar diferentes medidas a ciertas
clases que al principio del siglo XX casi no se les había prestado mucha atención.
Conclusión:
Para finalizar con este ensayo quiero hacer una pequeña reflexión sobre la relación de la
higiene con el cuerpo, pues como se sabe, esta no siempre ha sido igual, ya que el cuerpo
posee diferentes representaciones en contextos específicos y obedece siempre a un discurso;
demostrando que la higiene ha sido un instrumento de civilización, ya sea de forma directa o
indirecta, que va transformando progresivamente, pues como lo menciona George Vigarello
en su libro de “lo limpio y lo sucio”, durante las epidemias en Europa, el único recurso para
evitar el contagio era la huida, ya que las enfermedades no se enfrentaban con la higiene o el
auto cuidado como se tiene entendido hoy en día, puesto que la higiene estaba relacionada
con la apariencia y el adorno. La higiene era un tema tratado sólo en los manuales de
comportamiento y por lo cual, la mayoría de normas y de recomendaciones solo hacían parte
de una clase distintiva, ya que las clases de abajo no podían concebir la higiene, no tenían los
medios y la indumentaria para poseer el estatus que se necesitaba y por tal, esta concepción
de higiene se utilizaba para marcar una distinción social. Durante el siglo XIX, con el auge
del método positivista y científico, el concepto de higiene adquiere un cambio, en el caso
estudiado, la higiene empieza a ser un tema abordado en los libros y artículos de medicina, al
mismo tiempo se crea una conciencia de lo limpio y desarrollan medidas para combatir contra
esos microbios y gérmenes, además del esparcimiento de enfermedades; como también el
desarrollo urbano y el crecimiento poblacional empezaron a ser objetos de estudio por parte
de las políticas higienistas, las cuales fueron encaminadas por los médicos. Eran los
encargados de proporcionar el orden y las soluciones para contrarrestar ese malestar, no sólo
físico, sino también moral, ya que no sólo se buscaba prevenir enfermedades, sino que
también actuaba como un medio hegemónico que buscaba ejercer un dominio y control sobre
la población y que a la vez, la higiene fue un factor excluyente que ayudó a reforzar esa
brecha de la desigualdad social, logrando intervenir en la esfera privada y pública, mediante
la implementación de hábitos de higiene y de organización; pues esto demostraba que iba
acorde de una nación en progreso.
El interés de este trabajo se centró en cómo y cuáles fueron las medidas de higiene que se
desarrollaron en Colombia, teniendo en cuenta como determinantes al periodo de la
Regeneración y la influencia del pensamiento científico y también cómo el gobierno adoptó e
implementó estas medidas al caso específico de Bogotá, pues la higiene se le adjudicó un
papel central para mejorar ese degeneramiento de la sociedad y cómo se convirtió en una
práctica relevante en la cotidianidad de la sociedad bogotana, ya que se siguió
implementando con mayor frecuencia en los gobiernos venideros, pero siempre respondiendo
a unos intereses y necesidades específicas, tal y como se puede observar hoy en día con esta
coyuntura de la pandemia, pues la higiene hoy más que nunca ha retomado su papel relevante
a nivel mundial, pues es mediante esta que se puede prevenir y combatir directamente el
virus.
Bibliografía:
- Sánchez Catañeda, Elías. (2014). La higiene durante el periodo de la Regeneración (1886-
1905): El posicionamiento de los médicos profesionales frente a los empíricos y la población
bogotana. Maestría en Historia. Universidad Javeriana. Disponible en:
https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/14974/SanchezCastanedaElias201
4.pdf?sequence=1&isAllowed=y
- Shering Torres, Max. (2018).1892: un año insignificante. (1 ed.) Bogotá. Editorial Critica.
- Vigarello, George. (1991). Lo limpio y lo sucio: la higiene del cuerpo desde la Edad Media.
(1 ed.) Madrid, España. Editorial Alianza.
- Márquez Valderrama, J; García, V; Del Valle Montoya, P. (2012). La profesión médica y el
charlatanismo en Colombia en el cambio del siglo XIX al siglo XX. Quipu, vol. 14, núm. 3.
Disponible: : https://www.academia.edu/10287250/La_profesi%C3%B3n_m
%C3%A9dica_y_el_charlatanismo_en_Colombia_en_el_cambio_del_siglo_XIX_al_XX
- Pedroza, Z.( 2013). Cap. Jorge Bejarano Martínez. El pensamiento colombiano del siglo
XX. (pp. 389-414). Bogotá, Colombia. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Disponible: https://www.academia.edu/10434951/Jorge_Bejarano_Mart%C3%ADnez