Comte

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Comte: El Científico y el Reformador Social, Rafael Silva Vega.


Profesor: Juan Camilo Ospina Deaza
Presentado por: Juan Felipe Ramírez Hernández, Juan David Rincón Gutiérrez Y Marlon
Andrés Guzmán
Inicialmente, dando cabida inicialmente al autor central, Rafael Silva Vega, es un profesor
de nacionalidad Colombiana, que posee titulación en licenciatura de Filosofía, y anexo a
ello, cuenta con un magister del mismo eje de estudios filosóficos, el cual fue radicado en
la Universidad del Valle, también posee el doctorado en lo que refiere el estudio de las
Ciencias Sociales, y en secuencia a todo lo anteriormente mencionado, en la actualidad
ejerce como docente de tiempo completo en el departamento de artes y facultad de
humanidades en la Institución de Educación Superior/Universidad ICESI en Cali, la cual
es de carácter privado.
Por otra parte, el protagonista del hecho literario a tratar en el texto, realmente, es el
francés Isidore Marie Auguste François Xavier Comte, nacido en 1798 Montpellier, y
difunto en 1857 Paris – Francia, el cual es denominado como “el padre del positivismo y la
sociología”, título otorgado con la publicación de su curso de filosofía positivista,
produciendo así mismo, un nuevo movimiento cultural cuya raíz data en la concepción de
una sociedad reorganizada a partir de la ciencia positiva como punto unidireccional en lo
que respecta orden y progreso.
Subsecuentemente, el énfasis se emplaza en un punto clave de comprensión, es decir, el
referente base del producto de Comte, es una interpretación canónica y de relato,
traspasada de generación a generación, y sin adquirir una revisión a manera critica,
cuestión que se podrá visualizar en la exposición textual y analítica por parte del autor
Rafael Silva Vega, creando de tal forma, una vía alterna de lectura a la postura del
interprete francés, en base a un constructo de contraposición a sus nociones positivistas.
Además de ello, en primera instancia, las bases centrales del texto, van dictaminadas en
lo que se denomina “Discurso sobre el espíritu positivo”, discurso compuesto por el mismo
pensador francés Comte, que ha servido como un punto direccional, y motivo de
inspiración de la ciencia social moderna, en donde se pone en tela de juicio las evidentes
inquietudes que rozan la interrelación entre científico y reformador social, que por lo tanto,
crean un enfoque permisivo a discernir la lectura entre practicantes y defensores del
positivismo expresado por Comte.
Así pues, el cuerpo y forma del texto se divide en tres partes, las cuales, se encuentran
posicionadas en la necesidad de construir un ideal social por parte de comte, en primer
lugar, los argumentos centrales del discurso sobre el espíritu positivo, donde se da pie de
página a la tensión entre el científico y reformador social, después de ello, la división del
trabajo se centra en dicha tensión, entre lo que conlleva la ciencia y la utopía social
concebida por el panel ideológico que expone la lectura en cuanto al positivismo, y
finalmente, un análisis conclusivo de la crítica opositora de los pensadores alemanes de
Frankfurt, Adorno y Horkheimer.
Ahora bien, como punto de partida, el positivismo de Comte se construye inicialmente
como una reacción critica al estado de las cosas sociales, cosas principalmente
referenciadas en la revolución francesa, donde Comte discrepa de dicha “revolución” por

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generar mayormente una servidumbre en igualdad y no una libertad, “La liberación se


basa en la construcción de la conciencia, de la comprensión imaginativa de la opresión y,
también, de lo posible” (Haraway, 1985), de ahí surge dicha necesidad de edificar una
concepción social basada en el positivismo, y estructurada en un opúsculo tripartito, en
los que se halla la superioridad mental y social del espíritu positivo y unas condiciones de
advenimiento de la escuela positivista.
A raíz de ello, se presenta, el pensar principal manifestado de su discurso de superioridad
mental del espíritu, en donde se focaliza la evolución de la humanidad, y la idea del
progreso en donde la marcha central se radica en tanto el individuo, como en la especie,
una ley inexorable de colectividad en la que se instiga el alcance a un perfeccionamiento
intelectual y social, de ahí se es presentado una concepción definida como “los tres
estados teóricos”, en donde, se dictamina como fundamento el pensamiento y la
naturaleza del entendimiento humano sobre el mundo natural y social.
Por lo tanto, el primero declara sustancialmente los conocimientos absolutos, lo insoluble,
la imaginación como instrumento para la explicación (fetichismo, politeísmo, etc.), seguido
a ello, el segundo aun parte del saber absoluto y lo insoluble, sin embargo, suple la
imaginación por el razonamiento de la “naturaleza”, apuntando más a la anarquía que al
orden social, y finalmente, se tiene la subordinación de la imaginación a la observación,
se renuncia a lo insoluble y a la conquista de lo absoluto, y da privilegio a las diversas
conexiones naturales, aquello que es relativo del mundo sin importar el problema de
origen.
Dicho de otra manera, el acto presenta una concepción de la realidad entre nodos de
sentido y eficacia, donde los razonamientos humanos están destinados a satisfacer las
necesidades esenciales del hombre, no de manera individual e intrínsecamente, sino en
colectividad, una proyección de sociedad universal donde predomina la certeza, y donde
las ideas se transfieren en costumbres y de ahí en instituciones, ejemplificando esta
ideología, se plasma a manera referencia, en la revolución francesa, según Comte, y en
general, en que una crisis social es producto de un estado mental, un desorden moral
causado por el “yo”, el individualista dominante de un régimen antiguo.
Por otro lado, el último apartado consta en su explicación en respuesta a la solución de
una crisis social, mediante el remplazo de la anárquica revolución política, con una
revolución mental, moral, y en efecto, luego de todo esto, Comte presenta una vez más
su eje central, la sociedad como fenómeno natural observable y anticipable,
“Pensamientos, sentimientos y acciones”, relaciones inmutables impartidas por lo natural,
de ahí, ahora, se deriva una interrogante algo problemática, planteada por el mismo
Comte, la cual es, ¿Cuál es el límite de la razón humana?, vinculado a ello, tal incógnita
implica hablar de cierto evolucionismo, entonces, ¿A que velocidad se alcanza un estadio
evolutivo?
Conclusivamente, tal problematización radica en el acto de que en el transcurrir de los
años, e incluso, hoy en día, se intenta reducir el conocimiento científico a una logística de
simplicidad y abarcar el mundo social a partir de lo incuestionable y el progreso continuo,
todo, en el afán de lograr una sociedad “justa” sin desigualdades, un campo quimérico,
una sociedad utópica, cuestionada por su instauración en el reconocimiento unificado de
las leyes naturales, que todavía son propiamente inmutables, que, sin embargo, y con

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todo ello, no logran crear una amplificación total de la sociedad en un área de balance
equitativo y sin disparidades, ejemplo, los sistemas políticos y económicos, no hay un
sistema perfecto, sumándose a la ley natural, un despliegue de conciencia no lo es todo.

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