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Revista Observaciones Filosóficas

De la moral victoriana al goce postmoderno; Freud, Lacan y  Zizek

Lic. Rosa Aksenchuk1 – Universidad de Buenos Aires

En
la actualidad la práctica psicoanálitica se enfrenta con numerosos
interrogantes
ligados a la profunda y creciente transformación de
nuestro mundo. Es cierto que
nuestra clínica, en tanto reconoce la
vastísima enseñanza que Freud y Lacan nos han
legado, no pierde su
brújula que es el sujeto en su singularidad. Aún así, no es menos
cierto que el afincamiento de goce en el hablante no es ajena de las
circunstancias
culturales de su época. En los párrafos que siguen
intentaré examinar algunas
consecuencias que esta particular coyuntura
histórica - llámese capitalismo tardío o
globalización -ejerce sobre la
subjetividad, y delinear cuáles son los obstáculos sobre
los que debe
operar el analista en la clínica de nuestros días y con qué
herramientas
cuenta para transformarlos en oportunidades dentro de la
dirección de la cura.
Sabemos que el nódulo del sufrimiento se
vincula con las vicisitudes en el tránsito por
la maquinaria edípica
que ha de transformar al infans en sujeto de la cultura, siendo el
modo
en que cada sujeto se posicione frente a la castración lo que decantará
en alguna
de las estructuras clínicas fundadas por Freud y ordenadas
por Lacan: Neurosis, Psicosis
o Perversión, con tres mecanismos o modos
de defenderse que le son peculiares,
represión, forclusión o
renegación, respectivamente. Tales estructuras son ahistóricas, la
subjetividad de la época afecta a la escena cultural y se ve reflejada
en nuevos modos de
presentación del padecimiento subjetivo, en otras
palabras, lo que no permanece ajeno a
la permeabilidad del discurso
social es el síntoma2.
Un ejemplo elocuente lo podemos
encontrar en las distintas
connotaciones que ha tenido el rechazo al alimento en las
mujeres con
sintomatología anoréxica y los diversos comportamientos que ha
despertado a lo largo de la historia.
En la Edad Media, el ayuno
tenía por objeto mantener la pureza del espíritu a través de un
cuerpo
asexuado, sin formas; de allí que lejos de ser condenadas a la hoguera
se las
santificó bajo el beneplácito de la época. La anorexia per se3
no constituye una
estructura clínica, ni es un trastorno exclusivo de
la mujer. El rechazo al alimento puede
incluirse dentro de cualquier
estructura clínica, sea como negativa a comer - en la
melancolía -,
como temor a ser envenenada - en la paranoia - o como derrumbe
subjetivo
anticipando la muerte subjetiva- en estados catatónicos.
En
la actualidad, podríamos pensar con toda legitimidad que configura una
respuesta
sintomática al empuje de una sociedad de consumo asentada
sobre la premisa: "no se
prive, no deje para mañana, la plenitud es
posible". Se trata de un Otro que frente a la
demanda, que abre a lo
que no puede darse, ni saciarse, ni colmarse, respondería con un
objeto-gadget, con algo que tiene para dar, esto es algo que el sujeto
anoréxico no
admite. De allí que en su rechazo quiera nada para
preservar su deseo, llama al deseo del
Otro ofertándole a su mirada su
cadaverización. No es que no coma,"come nada", como
dice Lacan, en
tanto la nada es el objeto que interpone frente a la demanda del Otro.
Es
su modo de responder frente a un discurso que no es el del amo
tradicional que reprime
la castración sino aquel que Lacan llama
discurso capitalista4
profundamente
renegatorio y como tal cínico, por supuesto que
profusamente distinto al cinismo de
Antístenes o Diógenes quienes en
una actitud subversiva ante un Amo intentaban
conmover los valores de
la época. Como bien señala Zizek:
"(...) el modo de
funcionamiento dominante de la ideología es cínico... El sujeto cínico
está al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad
social, pero pese a
ello insiste en la máscara. La fórmula sería
entonces: ellos saben muy bien lo que hacen,
pero aún así, lo hacen".
La razón cínica ya no es ingenua, sino que es una paradoja de
una falsa
conciencia ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto
de que
hay un interés particular oculto tras una universalidad
ideológica, pero aún así, no
renuncia a ella" 5
Se
trata de una política del " todo vale ", una incitación al " goce
Uno-Todo es posible "
que provoca un debilitamiento del universo
simbólico y de los ideales sobre los cuales
constituir síntomas,
consecuencia de ello es la gran cantidad de conductas del orden de
la
impulsividad de distintos tipos y gradientes que van desde la manera de
conducir que
lleva a la muerte, a la forma de ingerir alimentos,
bebidas, tóxicos.
La exigencia de prontitud y eficacia en la
remisión sintomática impuesta por el sistema
constituye otro de los
factores con consecuencias nefastas. Asentada en una política de
goce
estratégicamente calculada y apoyada desde los massmedia, que incitan a
un
inescrupuloso consumo de fármacos, suturan toda posibilidad de
apertura a la reflexión
y a los interrogantes que un sujeto pueda
formularse acerca de su padecer. La
contracara de estas grandes voces
superyoicas que instigan al goce supone un precio
muy alto a pagar: la
insatisfacción generalizada y las conductas suicidógenas.
Violencia.
Desocupación. Un mundo mediático que entroniza la hegemonía de imágenes
evanescentes, fugaces, y carente de reflexiones consistentes sobre la
existencia da
cuenta de la desvalorización de la Palabra. Se liquidó la
brecha necesaria entre el mundo
de la intimidad y el mundo del público,
y la vida privada se exhibe descarnadamente sin
un mínimo velo que
pueda otorgarle un despliegue amoroso, erótico o sexual.
Otros
significantes que insisten: "nuevas patologías ", "clínica de los
bordes " o "clínica de
lo real " logran fomentar una práctica basada en
especializaciones donde pre-pagas,
obras sociales, y otras
instituciones, consiguen acallar la angustia, alimentar el síntoma y
engordar el fantasma del sujeto que consulta. Al ofertarse a la demanda
del imaginario
social, algunos profesionales hipotecan sus principios y
convicciones a favor de dar
respuestas funcionales a dicha demanda,
obedeciendo tal vez a una modalidad de
relación con un mercado que les
exige determinadas funciones al servicio de la patología
y no en
oposición a ella.
Además, ¿cómo sostener una práctica cuando la
demanda está dirigida a un servicio y la
transferencia queda del lado
del derivador? Con honorarios prefijados por un pacto
extrínseco al
análisis mismo ¿qué valor puede conferirle a su práctica un analista
cuando
el pago oscila entre la gratuidad y el abuso? Por otra parte, la
aceptación de tales
denominaciones en el acervo discursivo
psicoanalítico ¿no conlleva el riesgo de devenir
tributarios de ideales
sanitaristas y de normalidad como lo plantean los parámetros de la
OMS?
Dado que el síntoma pasaría a constituirse entonces en un " disorder" 6
necesario
de erradicar en el menor tiempo posible debido a su carácter
iatrogénico. Recordemos
las reflexiones freudianas que apuntan contra
el furor curandis . En Los caminos de la
terapia analítica , Freud dice:
"Los
síntomas prestan el servicio de satisfacciones sustitutivas. En el
curso del análisis
se puede observar que toda mejoría del padecer
aminora el tiempo del restablecimiento
y reduce la fuerza pulsional que
empuja hacia la curación. Ahora bien, no podemos
renunciar a esta
fuerza pulsional que se expresa en los síntomas; su reducción sería
peligrosa para nuestro propósito terapéutico. Por cruel que suene
debemos cuidar que el
padecer del enfermo no termine prematuramente, de
lo contrario corremos el riesgo de
no conseguir nunca otra cosa que una
mejoría modesta y no duradera." 7

La época victoriana

En RSI Lacan dice que sin la reina Victoria el psicoanálisis no hubiera existido, ella fue la
causa del deseo de Freud8
Puede que se trate de una broma, pero no sin cierto trasfondo
de
verdad. El nacimiento del psicoanálisis estaba estrechamente ligado a
una sociedad
exacerbadamente moralista y disciplinaria, con rígidos
prejuicios y severas
interdicciones. Incluso algunos conceptos que
Freud acuña - represión y función de la
censura -entre otros, conllevan
las marcas de aquella época. Los varones eran los
ordenadores y
dominadores del espacio público y las mujeres estaban destinadas al
espacio privado, al cuidado del hogar y bajo un status de sometimiento.
Ana Karenina,
escrita por Tolstoi en 1867, constituye un buen referente
de aquel entonces. Después de
gozar de un amor prohibido, Karenina
termina arrojándose a los rieles del ferrocarril;
aquella sociedad no
iba a permitir un resquebrajamiento del orden de esa magnitud. La
persecución y condena a dos años de prisión que soportó Oscar Wilde por
cometer
"sodomía" con lord Alfred Douglas, también ilustra tal
acartonamiento interdictor y
ultraprejuicioso. En este estado de cosas,
la histeria denuncia una realidad cultural
signada por la represión y
la tradición positivista, revelando la carencia de los recursos
en
juego hasta el momento. Con su cuerpo desarreglado por lalengua, la
histeria golpeó
la puerta de una neurología en ciernes subvirtiendo el
saber establecido.

¿En la antesala del Apocalipsis?


Una
nostálgica sombra parece haber caído sobre quienes actualmente
reivindican la
época victoriana como un dechado de virtud y de altos
ideales universales. Sé que no se
trata de anatematizar ni de ser
complacientes; no es un tema menor, y nos interpela y
nos convoca a
repensar cuestiones clásicas y a formular nuevas preguntas e intentos
de
respuesta en tiempos donde la dimisión estructural de la figura del
Padre ha generado un
colapso de ideales simbólicos. Aún así considero
que no estamos ante la antesala del
Apocalipsis. Freud atravesó por
duros episodios: antisemitismo, operaciones, pérdida de
familiares,
quema de libros, carencias económicas, exilio... y en ese horizonte
aciago
nació y prosperó el psicoanálisis. Vale aquí recordar aquella
"función" que Lacan define
en Seminario XI como "deseo del analista"
como el de obtener la máxima diferencia entre
el ideal y el objeto,
hasta la ubicación del "analista como synthõme ".
Me interesa
además citar una respuesta que Colette Soler da en relación a los
tiempos
que corren: "Hay demandas formuladas en otros términos y es
tarea de cada
psicoanalista, ante una demanda, cualquiera sea su
formulación, convertirla en una
demanda analítica ". En el tiempo de
Freud no había ninguna demanda de análisis,
ninguna, y él fue quien
generó la demanda. No hay que olvidar que la demanda del
paciente que
viene nunca es una demanda de psicoanálisis; nunca, incluso cuando
dice:
"Quiero hacer un psicoanálisis" , porque no sabe lo que es el
psicoanálisis, tiene sus
ideas o su idealización, pero nunca es una
demanda de análisis. Necesariamente
debemos producir una conversión.
Lacan llama "rectificación subjetiva " a esa entrada.
Incluso me parece
que la obra de Lacan, más que la de Freud, es realmente adecuada a
la
demanda del siglo actual."9
Y agrega: "Lacan introdujo algo que, sin estar ausente en
Freud, no
había sido el centro de su formulación: la consideración del lazo del
sujeto con
sus arreglos de goce. Y esto es afín con el discurso
moderno."

¿Nos sirven las categorías freudianas para pensar la clínica de nuestros días?

El
sueño tal como nos lo enseñara Freud es la vía regia de acceso al
inconsciente, o en
términos de Lacan la vía regia para hacer frente a
lo real10. No
obstante, si algo marca
una crucial distinción entre el análisis de los
inicios y el actual es que el analista no sólo
toma en cuenta lo que el
inconsciente dice a través de sus formaciones (actos fallidos,
sueños,
equívocos), sino que es una práctica del acto que enlaza Real,
Imaginario y
Simbólico, y un cuarto nudo como condición necesaria para
pasar del síntoma al
synthõme, en una práctica que va más allá de
mejorías modestas y no duraderas.
 

BIBLIOGRAFÍA

DSM IV, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales


Freud, S. El malestar en la cultura

Freud, S. Nuevos caminos de la terapia analítica


Freud, S. Una neurosis demoníaca

Lacan, J. Escritos I - Función y campo de la palabra en psicoanálisis


Lacan, J. Seminario 2 - El yo en la teoría de Freud

Lacan, J. Seminario 11 - Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis


Lacan, J. Seminario 16 - De un otro al Otro
Lacan, J. Seminario 17 - El envés del psicoanálisis
Lacan, J. Seminario 22 - R.S.I.
Onfray, M. Cinismos. Retrato de los filósofos llamados perros
Soler, C. El Otro hoy . Revista Freudiana Nº1
Soler, C. Entrevista . Página 12.
Zizek, S. El oscuro objeto de la ideología
Zizek, S. La metástasis del goce

1 Psicoanalista.
Licenciada en Psicología. Universidad de Buenos Aires. Editora Asociada
de la Revista
Observaciones Filosóficas . Directora de Psikeba, Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires
http://www.psikeba.com.ar/. Coordinadora de Arès Atención Psicológica: http://www.arespsi.com.ar.
2 No me refiero al síntoma analítico, que merece un desarrollo más amplio pero no contradice lo expuesto hasta
aquí
3 El mismo tratamiento se aplica a las categorías del DSM IV
4 Lacan, J. Seminario 17
5 El sublime objeto de la ideología
6 DSM IV
7 Freud, S. Nuevos caminos de la terapia analítica
8 Lacan,
J. Seminario 22 : No obstante, eso podría, me parece, mostrar que quizá
hay más de un origen para ese
fenómeno estupefactivo del descubrimiento
del inconsciente. Si el siglo XIX, me parece, no hubiera sido tan
asombrosamente dominado por lo que es muy necesario que yo llame la
acción de Una mujer, a saber la reina
Victoria, tal vez no nos
hubiéramos dado cuenta de hasta qué punto era necesario, era necesario
esta especie de
estrago para que hubiera al respecto lo que yo llamo un
despertar.
9 Página 12. Reportaje a Colette Soler, El fundamentalismo y el psicoanálisis se excluyen
10 Lacan, Seminario XXIV

Revista Observaciones Filosóficas - Nº 2 / 2006

Director:
| Revista
Observaciones Filosóficas © 2005

2022 

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