You are on page 1of 225

LIN YUTANG

LA IMPORTANCIA DE VIVIR
La importancia de vivir Lin Yutang

Traducción de Román A. Jiménez


Editorial Sudamericana
Buenos Aires
6ª Edición, Julio 1943

Digitalización: Edu
2005

2
La importancia de vivir Lin Yutang

No es la verdad lo que engrandece al hombre, sino el


hombre lo que engrandece a la verdad.
CONFUCIO.

Solamente quienes toman sosegadamente aquello


por lo cual se atarea la gente del mundo pueden
atarearse por aquello que la gente del mundo toma
sosegadamente.
CHANG CH' AO.

3
La importancia de vivir Lin Yutang

PREFACI O
Est e es un t est im onio personal, un t est im onio de m i propia experiencia de pensar y de
vivir. No lleva la int ención de ser obj et ivo ni t iene pret ensión de est ablecer verdades et ernas.
En verdad, desprecio casi las pret ensiones de obj et ividad en filosofía; lo que vale es el punt o
de vist a. Me hubiera gust ado llam arle " Una filosofía lírica" , em pleando la palabra " lírica” en el
sent ido de perspect iva sum am ent e personal e individual. Pero sería ése un nom bre dem asiado
herm oso y debo renunciar a él, por t em or a apunt ar dem asiado alt o y llevar al lect or a esperar
dem asiado, y porque el principal ingredient e de m i pensam ient o es la prosa llana, un nivel m ás
fácil de m ant ener porque es m ás nat ural. Muy cont ent o est oy de no sobresalir, de at errarm e al
suelo, de ser sem ej ant e a la t ierra. Mi alm a serpent ea cóm odam ent e en la t ierra y la arena, y
es feliz. A veces, cuando se em briaga uno con est a t ierra, el espírit u parece t an ligero que cree
que es el cielo. Pero en la realidad pocas veces se alza dos m et ros sobre el suelo.
Tam bién m e habría gust ado escribir el libro ent ero en form a de diálogo, com o los de
Plat ón. Es una form a m uy convenient e para las revelaciones personales, inadvert idas, para
apunt ar las significat ivas t rivialidades de nuest ra vida diaria, y sobre t odo para un ocioso
am bular por los prados del pensam ient o dulce, silencioso, Pero no lo he hecho. No sé por qué.
Por el t em or, acaso, de que por est ar t an poco de m oda hoy est a clase de lit erat ura, nadie la
leería probablem ent e, y al fin de cuent as un escrit or quiere ser leído. Y cuando hablo de
diálogo, no quiero decir pregunt as y respuest as com o en las ent revist as periodíst icas, ni esos
copet es t aj eados en breves párrafos; quiero decir discursos realm ent e buenos, largos,
sosegados, que a veces se ext ienden por varias páginas, con m uchos desvíos y ret ornos al
punt o original en discusión por un at aj o en el lugar m ás inesperado, com o un hom bre que
vuelve a su casa t repando sobre un set o, con gran sorpresa para su com pañero de cam inat a.
¡Oh, cóm o m e encant a volver a casa t repando sobre el set o del fondo, y viaj ar por sendas
lat erales! Al m enos, m i com pañero adm it irá que est oy fam iliarizado con el cam ino a casa y con
la cam piña que m e rodea...Pero no m e at revo.
No soy original. Las ideas m anifest adas aquí han sido pensadas y expresadas por m uchos
pensadores de Orient e y Occident e una y ot ra vez; las que m e prest a Orient e son verdades de
a puño allí. Son, no obst ant e, m is ideas; han devenido part e de m i ser. Si han echado raíz en
m i ser es porque expresan algo original en m í, y cuando las encont ré por vez prim era m i
corazón les dio su inst int ivo asent im ient o. Me gust an com o ideas y no porque la persona que
las expresó signifique algo. Lo ciert o es que he recorrido las sendas lat erales en m is lect uras lo
m ism o que cuando escribo. Muchos de los aut ores que cit o t ienen nom bres oscuros y pueden
sorprender a un profesor chino de lit erat ura. Si algunos result an m uy conocidos, acept o sus
ideas sólo en cuant o despiert an m i aprobación int uit iva, y no porque los aut ores sean m uy
conocidos. Tengo por cost um bre com prar ediciones barat as, de libros ant iguos, oscuros, y ver
qué puedo descubrir en ellos. Si los profesores de lit erat ura conocieran las fuent es de m is
ideas, quedarían at ónit os ant e est e filist eo. Pero hay un placer m ayor en recoger una perla
pequeña ent re las cenizas que en m irar una m ás grande en la vidriera de un j oyero.
No soy profundo, ni m uy leído. Si uno es dem asiado cult o, no sabe cuándo el bien es bien
y el m al es m al. No he leído a Locke, a Hum e o a Berkeley, ni he seguido un curso universit ario
de filosofía. Técnicam ent e, m i m ét odo y preparación est án m al, porque no leo filosofía, sino
que leo la vida de prim era m ano. Es una form a poco convencional de est udiar filosofía: la
form a incorrect a. Algunas de m is fuent es son: la señora Huang, un am a de m i fam ilia que
t iene t odas las ideas que form an la crianza de una buena m uj er en China; una bat elera de
Soochow con su abundant e uso de exclam aciones; un m ot orist a de t ranvías de Shanghai; la
esposa de m i cocinero; un cachorro de león en el zoológico; una ardilla en el Cent ral Park de
Nueva York; un cam arero de a bordo que dij o una frase acert ada; aquel escrit or de una
colum na sobre ast ronom ía ( m uert o hace unos diez años ya) ; t odas las not icias en recuadro; y
cualquier escrit or que no m at e nuest ro sent ido de curiosidad por la vida o que no lo haya
m at ado en sí m ism o. . . ¿cóm o puedo enum erarlas t odas?
Privado así de un aprendizaj e académ ico en filosofía, t engo m enos t em or de escribir un
libro acerca de ella. Por ello, t odo parece m ás claro y m ás sencillo, si eso es una com pensación

4
La importancia de vivir Lin Yutang

a j uicio de la filosofía ort odoxa. Lo dudo. Sé que habrá quej as de que m is palabras no son
bast ant e largas, que hago las cosas m uy fáciles de com prender y, finalm ent e, que carezco de
caut ela, que no hablo en un susurro ni ent ro con paso m elindroso en las sagradas m ansiones
de la filo- so fía, que no parezco t em eroso, com o debiera. La valent ía parece ser la m ás rara de
t odas las virt udes en un filósofo m oderno. Pero he am bulado siem pre fuera de los lím it es de la
filosofía y est o m e da valor. Hay un m ét odo de apelar al j uicio int uit ivo,.de pensar las ideas
propias y form arse j uicios propios e independient es, y de confesarlos en público con infant il
osadía, y a buen seguro algunas alm as sim ilares en ot ro rincón del m undo convendrán con
uno. Una persona que se form a sus ideas de est a m anera se asom brará a m enudo al descubrir
cóm o ot ro escrit or dij o exact am ent e las m ism as cosas y sint ió exact am ent e lo m ism o, pero
expresó quizá las ideas con m ayor facilidad y m ayor gracia. Ent onces es cuando descubre al
aut or ant iguo, y el aut or ant iguo le sirve de t est igo, y para siem pre se hacen am igos en
espírit u. Tengo por colaboradores al escribir est e libro una com pañía de alm as afables, que
espero m e querrán t ant o com o las quiero. Porque en un sent ido m uy real, est os espírit us han
est ado conm igo, en la única form a de com unión espirit ual que reconozco com o verdadera:
cuando dos hom bres separados por las edades t ienen los m ism os pensam ient os y alient an los
m ism os sent im ient os, y cada uno com prende perfect am ent e al ot ro. En la preparación de est e
libro, unos pocos de m is am igos m e han servido especialm ent e con sus colaboraciones y
consej os: Po Chüyi del siglo oct avo. Su Tungp' o del undécim o, y ese gran conj unt o de
espírit us originales de los siglos XVI y XVI I : el rom ánt ico y voluble T'u Ch í ihshui; el j uguet ón,
el original Yüan Chunglang; el profundo, el m agnífico Li Chowu; el sensit ivo y m odernizado
Chang Ch' oo; el epicúreo Li Liweng; ese viej o hedonist a, feliz y alegre, de Yüan Tset s´ ai, y el
bullent e, el brom ist a, el efervescent e Chin Shengt ´ an; alm as poco convencionales t odas,
hom bres con dem asiado j uicio independient e y dem asiado sent im ient o por las cosas para que
gust en a los crít icos ort odoxos, hom bres dem asiado buenos para ser “ m orales” y dem asiado
m orales para ser “ buenos” para los confucianos. La pequeñez de est a select a com pañía ha
hecho t ant o m ás valioso y sincero el goce de su presencia. Puede ocurrir que yo no cit e a
algunos de ellos en- est e libro, pero de t odos m odos est án en él conm igo. Su ret orno a lo que
m erecen en China es sólo cuest ión de t iem po... Ha habido ot ros, nom bres m enos conocidos,
pero no m enos bienvenidos por sus apt as observaciones, porque expresan t am bién m is
sent im ient os. Les llam o m is Am ieles chinos: hom bres que no hablan m ucho pero hablan
siem pre sensat am ent e, y cuyo sent ido com ún respet o. Tam bién hay ot ros que pert enecen a la
ilust re com pañía de los “ Anónim os" de t odos los países .y t odas las épocas, que en un
m om ent o inspirado dij eron algo con m ás sabiduría de la que habían m ost rado j am ás, com o los
padres desconocidos de grandes hom bres. Finalm ent e, hay ot ros m ás grandes aun, a quienes
m iro m ás com o m aest ros que com o com pañeros de espírit u, cuya serenidad de com prensión
es t an hum ana y em pero t an divina, y cuya sabiduría parece haber surgido ent eram ent e sin
esfuerzo porque se ha hecho com plet am ent e nat ural. Tal es Tschuangt sé, y así es T´ ao
Yüanm ing cuya sencillez de espírit u desespera a los hom bres m ás pequeños. He dej ado a
veces que est as alm as hablaran direct am ent e al lect or, y lo he reconocido debidam ent e, y en
ot ras ocasiones he hablado por ellos, aunque parezco hablar por m í. Cuant o m ás ant igua m i
am ist ad con ellos, t ant o m ás probable es que m i deuda con sus ideas sea del t ipo fam iliar,
elusivo e invisible, com o la influencia pat erna en una buena educación fam iliar. Es im posible
apunt ar con el dedo a un punt o definido de sem ej anza. Adem ás, he escogido hablar com o
m oderno, com part iendo la vida m oderna, y no sólo com o chino; dar solam ent e lo que he
absorbido personalm ent e en m i ser m oderno; y no act uar apenas com o un t raduct or de los
ant iguos. Tal procedim ient o t iene sus fallas, pero en conj unt o sirve para hacer m ej or una
t area. Las selecciones son, pues, t an sum am ent e personales com o los rechazos. No se int ent a
aquí una present ación com plet a de un solo poet a y filósofo, y es im posible j uzgarlos a t ravés
de las pruebas de est as páginas. Por lo t ant o, debo concluir diciendo, com o de cost um bre, que
los m érit os de est e libro, si los t iene, se deben sobre t odo a las felices sugest iones de m is
colaboradores, y que de las inexact it udes, deficiencias e inm adureces de j uicio sólo yo soy
responsable.
Adem ás, debo m i agradecim ient o al señor Richard J. Waish y su esposa, prim ero por
sugerir la idea del libro, y segundo por su crít ica út il y franca. Tam bién debo agradecer al
señor Hugo Wade, por cooperar en la preparación del m anuscrit o para la im prent a, y en las
pruebas, y a la señorit a Lilian Peffer por hacer el índice.
lin yu t a ng
5
La importancia de vivir Lin Yutang

CAPÍ TULO I
EL D ESPERTAR

I . ACCESO A LA VI D A
En las páginas que siguen present o el punt o de vist a chino, porque no puedo rem ediarlo.
Sólo m e int eresa present ar un crit erio de la vida y de las cosas com o lo han vist o los m ej ores
espírit us chinos, y com o lo han expresado en su sabiduría popular y su lit erat ura. Es una
ociosa filosofía nacida de una vida ociosa, propugnada en una edad dist int a, bien lo sé. Pero no
puedo dej ar de sent ir que est e crit erio de la vida es esencialm ent e ciert o, y com o som os
iguales baj o la piel, lo que t oca al corazón hum ano en un país lo t oca t odo. Tendré que
present ar un crit erio de la vida com o los poet as y los est udiosos chinos la evaluaron con su
sent ido com ún, su realism o y su sent ido de la poesía. Trat aré de revelar algo de la belleza del
m undo pagano, una sensación de la t ernura y la belleza y el t error y la com edia de la vida,
vist a por un pueblo que t iene firm e com prensión de las lim it aciones de nuest ra exist encia y, no
obst ant e, ret iene un sent ido de la dignidad hum ana.
El filósofo chino sueña con un oj o abiert o, considera la vida con am or y dulce ironía,
m ezcla su cinism o con una bondadosa t olerancia, y alt ernat ivam ent e despiert a del sueño de la
vida y vuelve a adorm ecerse, pues se sient e con m ás vida cuando est á soñando que cuando
est á despiert o, con lo cual invist e a su vida en vela de una cualidad de m undo de ensueños. Ve
con un oj o cerrado y ot ro abiert o la inut ilidad de m ucho de lo que ocurre a su rededor y de sus
propias em presas, pero conserva suficient e sent ido de la realidad para decidirse a seguir
adelant e. Rara vez se desilusiona, porque no t iene ilusiones, y rara vez se decepciona, porque
nunca ha t enido esperanzas ext ravagant es. De est a m anera est á em ancipado su espírit u.
Porque, después de recorrer el cam po de la lit erat ura y la filosofía chinas, llego a la
conclusión de que el m ás alt o ideal de la cult ura china ha sido siem pre un hom bre con un
sent ido de desapego ( t akuan) hacia la vida, basado en un sent ido de sabio desencant o. De
est e desapego viene el alt o espírit u ( k'uanghuai) , un alt o espírit u que nos perm it e ir por la vida
con t olerant e ironía y escapar a las t ent aciones de fam a y riqueza y logro, y event ualm ent e
nos hace acept ar lo que venga. Y de ese desapego surge t am bién un sent ido de libert ad, un
am or por el vagabundeo y el orgullo y la despreocupación. Sólo con est e sent ido de libert ad y
est a despreocupación llega uno event ualm ent e a la aguda, a la int ensa alegría de vivir.
Es inút il que yo diga si m i filosofía es válida o no para el occident al. Para com prender la
vida occident al, sería preciso m irarla com o nacido en Occident e, con su t em peram ent o, sus
act it udes corporales y su conj unt o de nervios. No dudo que los nervios am ericanos, por
ej em plo, pueden soport ar los nervios chinos, y viceversa. Bien est á que así sea, que t odos
hayam os nacido diferent es. Y sin em bargo, t odo es cuest ión de relat ividad. Est oy m uy seguro
de que en m edio de la prisa y el ruido de la vida am ericana hay una gran avidez, un divino
deseo de t enderse sobre el césped baj o alt os árboles en una t arde' ociosa, y no hacer nada. La
necesidad de clam ores t an com unes com o el de " Despert ad y vivid" es para m í un buen
sínt om a de que una sabia porción de la hum anidad am ericana prefiere pasar las horas
soñando. El am ericano, al fin y al cabo, no es t an m alo com o eso. Sólo se t rat a de si t endrá
m ás o m enos de eso, y de cóm o se arreglará para hacerlo posible. Quizá el am ericano est é t an
sólo avergonzado de la palabra " holganza" en un m undo donde t odos hacen algo, pero en
ciert o m odo, t an seguro com o sé que t am bién él es anim al, a veces le gust a est irar los
m úsculos, t enderse en la arena, o quedarse quiet o, acost ado, con una pierna cóm odam ent e
encogida y un brazo puest o baj o la cabeza com o alm ohada* Si es así, no puede ser m uy
diferent e de Yen Huei, que t enía exact am ent e esa virt ud y a quien adm iraba
desesperadam ent e Confucio ent re t odos sus discípulos. Lo único que deseo es que sea honrado
al respect o, y que proclam e al m undo que le gust a hacerlo así cuando le gust a; que no es
m ient ras t rabaj a en su oficina. sino m ient ras est á t endido en la arena, cuando su alm a
pronuncia: " La vida es herm osa" .

6
La importancia de vivir Lin Yutang

Así, pues, est am os por ver una filosofía y un art e de vivir t al com o la m ent e del pueblo
chino en conj unt o lo ha com prendido. Me inclino a pensar que, en buen o en m al sent ido, no
hay en el m undo nada com o eso. Porque aquí llegam os a una m anera ent eram ent e nueva de
m irar la vida por un t ipo de espírit u ent eram ent e dist int o. Es una perogrullada decir que la
cult ura de cualquier nación es el product o de su m ent e. Por consiguient e, donde hay una
m ent e nacional t an racialm ent e dist int a e hist óricam ent e aislada del m undo cult ural occident al,
t enem os derecho a esperar nuevas respuest as a los problem as de la vida o, lo que es m ej or,
nuevos m ét odos de acceso o, aun m ej or, un nuevo plant eo de los m ism os problem as.
Conocem os algunas de las virt udes y los defect os de esa m ent e, por lo m enos según nos la
revela el pasado hist órico. Tiene un art e glorioso y una ciencia despreciable, un m agnífico
sent ido com ún y una lógica infant il, una bella cháchara m uj eriega acerca de la vida, y nada de
filosofía escolást ica. Es sabido, en general, que la m ent e china es una m ent e int ensam ent e
práct ica, t erca, y t am bién es sabido por algunos am ant es del art e chino que es una m ent e
profundam ent e sensit iva; por una proporción aun m enor de gent e es acept ada t am bién com o
m ent e profundam ent e poét ica y filosófica. Al m enos, los chinos se caract erizan por t om ar las
cosas filosóficam ent e, lo cual es decir m ás que la afirm ación de que los chinos t ienen una gran
filosofía o cuent an con unos pocos grandes filósofos. Que una nación t enga unos pocos
filósofos no es ext raordinario, pero que una nación t om e las cosas filosóficam ent e es enorm e.
Es evident e, de t odos m odos, que los chinos, com o nación, son m ás filosóficos que eficient es,
y que si fuera de ot ro m odo, ninguna nación podría haber sobrevivido a la alt a presión de una
vida eficient e durant e cuat ro m il años. Cuat ro m il años de vida eficient e arruinarían a cualquier
nación. Una consecuencia im port ant e es que, m ient ras en Occident e los alienados son t ant os
que se les pone en asilos, en China los alienados son t an inusit ados que los veneram os, com o
at est iguará t odo el que t enga ciert o conocim ient o de la lit erat ura china. Y a eso, al fin y al
cabo, es adonde voy. Sí, los chinos t ienen una filosofía ligera, casi alegre, y la m ej or prueba de
su t em peram ent o filosófico ha de encont rarse en est a sabia y j ubilosa filosofía de la vida.

I I . UN A FORM ULA SEUD OCI EN TI FI CA


Com encem os con un exam en de la conform ación m ent al china, que produj o est a filosofía
de la vida: gran realism o, inadecuado idealism o, un alt o sent ido del hum or, y una gran
sensibilidad poét ica hacia la vida y la nat uraleza.
La hum anidad parece est ar dividida en idealist as y realist as, y el idealism o y el realism o
son las dos grandes fuerzas que m oldean el progreso hum ano» La arcilla de la hum anidad se
hace suave y dócil por el agua del idealism o, pero la m at eria que la t iene unida es, después de
t odo, la m ism a arcilla, pues de lo cont rario podríam os evaporarnos t odos, convert irnos en
Arieles. Las fuerzas del realism o y del idealism o se t ironean una a ot ra en t odas las act ividades
hum anas, personales, sociales y nacionales, y el verdadero progreso se hace posible por la
apropiada m ezcla de est os dos ingredient es, de m odo que la arcilla se m ant enga en su
condición ideal, dócil, plást ica, a m edias seca y a m edias húm eda, ni endurecida e
inm anej able, ni disuelt a en barro. Las naciones m ás sanas, com o la inglesa, t ienen idealism o y
realism o m ezclados en las debidas proporciones, com o la arcilla que se m ant iene m aleable y
no se endurece quedando fuera del est ado en que puede m odelarla el art ist a, ni se hace t an
aguada que no pueda conservar la form a m odelada. Algunos países se ven arroj ados a
perpet uas revoluciones porque en su arcilla se ha inyect ado algún líquido de ideales ext raños
que no est á debidam ent e asim ilado t odavía, y por ello la arcilla no puede m ant ener su form a.
Un idealism o vago, no crít ico, se prest a siem pre al ridículo, y un exceso de él puede ser
un peligro para la hum anidad por conducirla en giros const ant es e inút iles a la caza de ideales
im aginarios. Sí hubiese dem asiados de est os idealist as visionarios en cualquier sociedad o
pueblo, las revoluciones est arían a la orden del día. La sociedad hum ana sería com o una
parej a idealist a que siem pre se cansara de un lugar y cam biara de residencia regularm ent e
cada t res m eses, por la sencilla razón de que ningún sit io es ideal y el lugar donde uno no est á
parece siem pre m ej or porque uno no est á allí. Por fort una, el hom bre est á t am bién dot ado del
sent ido del hum or, cuya función, según la concibo, es la de ej ercer la crít ica de los sueños del
hom bre, y ponerlos en cont act o con el m undo de la realidad. Es im port ant e que el hom bre
sueñe, pero es quizá igualm ent e im port ant e que pueda reírse de sus sueños. Est e es un gran
don, y los chinos lo t ienen en abundancia.

7
La importancia de vivir Lin Yutang

El sent ido del hum or, del que t rat aré con m ayor ext ensión en un capít ulo ult erior, parece
est ar m uy ínt im am ent e relacionado con el sent ido de la realidad, o realism o. Si el brom ist a es
a m enudo cruel al desilusionar al idealist a, cum ple de t odos m odos una función m uy
im port ant e en ese m ism o aspect o, al no dej ar que el idealist a se dé de cabeza cont ra el m uro
de piedra de la realidad, y reciba un golpe m ás rudo. Tam bién alivia gent ilm ent e la t ensión del
acalorado ent usiast a y le hace vivir m ás t iem po. Al prepararle para la desilusión hace
probablem ent e que haya m enos dolor en el im pact o final, porque un hum orist a es siem pre
com o un hom bre encargado del deber de dar m alas not icias suavem ent e a un enferm o
agonizant e. A veces la suave advert encia del hum orist a salva la vida del enferm o agonizant e.
SÍ idealism o y desilusión deben ir necesariam ent e j unt os en est e m undo, debem os decir que la
vida es cruel, y no que es cruel el brom ist a que nos recuerda la crueldad de la vida.
A m enudo he pensado en fórm ulas por las cuales se puede expresar el m ecanism o del
progreso hum ano y del cam bio hist órico. Me parecen ser así:

Realidad - Sueños = = Un ser anim al.


Realidad + Sueños = = Un dolor de Corazón ( com únm ent e llam ado I dealism o) .
Realidad + Hum or = = Realism o ( llam ado t am bién Conservadorism o)
Sueños - Hum or = = Fanat ism o.
Sueños + Hum or = = Fant asía.
Realidad + Sueños + Hum or = = Sabiduría.

De m odo, pues, que la sabiduría, o el m ás alt o t ipo de pensam ient o, consist e en at enuar
nuest ros sueños o idealism o con un buen sent ido del hum or, apoyado por la realidad m ism a.
Com o puras avent uras en form ulaciones seudocient íficas, podem os proceder ahora a
analizar los caract eres nacionales de la siguient e m anera: Digo " seudocient íficas" , porque
desconfío de t odas las fórm ulas m uert as y m ecánicas para expresar cualquier cosa relacionada
con asunt os hum anos o con personalidades hum anas. Poner los asunt os hum anos en fórm ulas
exact as dem uest ra ya una falt a de sent ido del hum or y, por ende, una falt a de sabiduría. No
quiero decir que no se hacen est as cosas: sí, se hacen. Por eso t enem os hoy t ant a
seudociencia. Cuando un psicólogo puede m edir la int eligencia o la percepción de un hom bre
( 1 ) , es porque est am os en un m undo bast ant e pobre, y han surgido especialist as que usurpan
la escolást ica hum anizada. Pero si reconocem os que esas fórm ulas no son m ás que m odos
cóm odos, gráficos, de expresar ciert as opiniones, y m ient ras no arrast rem os el sagrado
nom bre de la ciencia para que nos ayude a dar publicidad a nuest ras m ercancías, no se hace
m al alguno.
Las que siguen son m is fórm ulas para los caract eres de ciert as naciones, ent eram ent e
personales y com plet am ent e al m argen de t oda prueba o verificación. Todos t ienen derecho a
discut irlas y a cam biarlas o agregar ot ras, siem pre que no sost engan que pueden dem ost rar
sus opiniones privadas con una m asa de hechos y cifras de est adíst ica. Hagam os que " R"
represent e al sent ido de realidad ( o realism o) , que " I " valga por sueños ( o idealism o) , " H" por
el sent ido de hum or y —añadiendo un ingredient e de im port ancia— " S" por sensibilidad ( 2 ) . Y,
adem ás, hagam os que " 4" signifique " anorm alm ent e elevado" , " 3" signifique " elevado" , " 2"
" regular" , " 1" , " baj o" , y t endrem os las siguient es fórm ulas seudoquím icas para los siguient es
caract eres nacionales. Los seres hum anos y las com unidades se com port an diferent em ent e,
pues, según sus dist int as com posiciones, com o los sulfat os y sulfuros, o el m onóxido y el
bióxido de carbono se com port an diferent em ent e. Para m í, lo int eresant e es siem pre ver cóm o
las com unidades hum anas o las naciones se com port an diferent em ent e en condiciones
idént icas. Pues no podem os invent ar palabras com o hum orat o o hum oruro, según se hace en

1
No objeto la limitada utilidad de los tests de inteligencia, sino sus pretensiones de exactitud
matemática y constante como medidas de la personalidad.
2
En el sentido de la voz francesa sensibilité.
8
La importancia de vivir Lin Yutang

quím ica, lo podrem os decir así: " 3 granos de Realism o, 2 granos de Sueños, 2 granos de
Hum or y un grano de Sensibilidad hacen un inglés" ( 3 ) .
R3I 2H2S1 = = Los ingleses
R2l3H3S3 = = Los franceses
R3l3H2S2 = = Los am ericanos
R3I 4H1S2 = = Los alem anes
R2I 4H1S1 = = Los rusos
R2I 3H1S1 = = Los j aponeses
R4l1H3S3 = = Los chinos.

No conozco a los it alianos, los españoles, los hindúes y ot ros lo suficient e com o para
ensayar siquiera una fórm ula sobre est e asunt o, y com prendo que las que ant eceden son ya
bast ant e vacilant es, y que de cualquier m anera alcanzan para at raer sobre m i cabeza una
t orm ent a de crít icas. Probablem ent e esas fórm ulas son m ás provocat ivas que aut orizadas.
Prom et o m odificarlas gradualm ent e, para m í uso part icular, a m edida que lleguen nuevos
hechos a m i conocim ient o o se form en nuevas im presiones. Eso es t odo lo que significan hoy:
un regist ro del progreso de m i conocim ient o y de los vacíos de m i ignorancia.
Acaso sean necesarias algunas observaciones. Es fácil ver que considero que los chinos
est án m uy ínt im am ent e aliados a los franceses en cuant o a su sent ido del hum or y su
sensibilidad, com o es m uy evident e por la form a en que los franceses escriben sus libros y
com en su com ida, en t ant o que el caráct er m ás volát il de los franceses viene de su m ayor
idealism o, que t om a la form a de am or por las ideas abst ract as ( recordem os los m anifiest os de
sus m ovim ient os lit erarios, art íst icos y polít icos) . " R4" com o señal del realism o chino hace de
los chinos el pueblo m ás realist a; " I 1" explica algo de la rém ora en los cam bios de su pat rón o
ideal de vida. Las alt as cifras señaladas para el hum or y la sensibilidad de los chinos, así com o
para su realism o, se deben quizá a m í asociación dem asiado est recha y a lo vivido de m is
im presiones. En cuant o a la sensibilidad china, se necesit a poca j ust ificación; t oda la hist oria
de la prosa, la poesía y la pint ura chinas la proclam an. . . Los j aponeses y los alem anes son
m uy parecidos en su com parat iva carencia de hum or ( t al es la im presión general de la gent e) ,
pero es en verdad im posible poner " cero" para cualquier caract eríst ica en una nación, ni
siquiera para el idealism o en el pueblo chino. Es t odo cuest ión de grado; afirm aciones com o la
de una com plet a carencia de est a o aquella cualidad, no se basan en un conocim ient o ínt im o
de los pueblos. Por est a razón doy a los j aponeses y a los alem anes " H1" en lugar de " h0" , y
creo int uit ivam ent e que est oy en lo ciert o. Pero creo que los j aponeses y los alem anes sufren
polít icam ent e en est os m om ent os, y han sufrido en el pasado, por carecer de un m ej or sent ido
del hum or. ¡Cóm o encant a a un Geheim rat prusiano que le llam en Geheim rat , y cóm o am a sus
bot ones y sus alfileres de m et al! Ciert a creencia en la " necesidad lógica" ( a m enudo " sant a" o
" sagrada" ) , una t endencia a volar con dem asiada rect it ud hacia una m et a en lugar de girar en
t orno a ella, nos lleva a m enudo dem asiado lej os. No se t rat a t ant o de lo que uno cree en
est as cosas, com o de la form a en que se cree y se procede a t raducir esa creencia en acción.
Con " I 3" para los j aponeses m e refiero a su fanát ica lealt ad por su em perador y por el Est ado,
que se hace posible por una baj a m ezcla de hum or. Porque el idealism o debe referirse a cosas
diferent es en países diferent es, t al com o lo que llam am os sent ido del hum or com prende en
verdad una am plísim a variedad de cosas. . . Hay un int eresant e t ira y afloj a ent re idealism o y
realism o, en Am érica, y a am bos he dado cifras alt as; eso produce la energía caract eríst ica de
los am ericanos. Sería m ej or que dej ara a cargo de los am ericanos descubrir qué es su
idealism o; pero siem pre est án ent usiasm ados por una u ot ra cosa. Gran part e de est e
idealism o es noble, en el sent ido de que los am ericanos se sient en fácilm ent e at raídos por
ideales o palabras nobles; pero en part e es t am bién sim ple glot onería. El sent ido del hum or en
los am ericanos significa t am bién algo diferent e del sent ido del hum or en los europeos, pero
creo en verdad que, t al com o es ( el am or por las diversiones y un sent ido com ún innat o,
am plio) , represent a el m ayor bien de la Nación am ericana. En los años venideros, de crít icos

3
Con mucha razón, se podrá sugerir la inclusión de una "L", en representación de la facultad lógica o racional, como elemento
importante en la conformación del progreso humano. Esta "L" funcionará a menudo o pesará contra la sensibilidad, una percepción
directa de las cosas. Podría intentarse tal fórmula. Personalmente, creo muy bajo el papel de la facultad racional en asuntos humanos.
9
La importancia de vivir Lin Yutang

cam bios, t endrán gran necesidad de ese am plio sent ido com ún a que se refiere Jam es Bryce y
que, espero, les hará pasar esos t iem pos crít icos. Doy a la sensibilidad am ericana una cifra
baj a porque t engo la im presión de que pueden aguant ar m uchas cosas. Nada vale discut ir
sobre est o, porque sería discut ir acerca de palabras. . . Los ingleses parecen ser, en t ot al, la
raza m ás sana: com parem os su " R3l2" con el " R2l3" de los franceses. Yo prefiero 'R2I 2" . Est o
habla de est abilidad. La fórm ula ideal para m í parecería ser R3I 2H3S2, porque t am poco es
cosa buena un exceso de idealism o o de sensibilidad. Y si señalo con " Si" la sensibilidad
inglesa, y si esa cifra es dem asiado baj a, ¿quién puede t ener la culpa sino los m ism os
ingleses? ¿Cóm o puedo decir si los ingleses sient en algo j am ás —alegría, felicidad, enoj o,
sat isfacción— cuando est án decididos a parecer t an t rist es en t odas las ocasiones?
Podríam os aplicar la m ism a fórm ula a los escrit ores y los poet as. Tom em os unos pocos
t ipos bien conocidos:
Shakespeare
- R4l4H3S4
Heine
- R3I 3H4S3
Shelley
- R1I 4H1S4
Poe
- R3I 4H1S4
Li Po
- R1I 3H2S4
Tu Fu
- R3I 3H2S4
Su Tungp´ o
- R3I 2H4S3

Est as no son m ás que unas cuant as sugest iones im provisadas. Pero es claro que t odos
los poet as t ienen una sensibilidad alt a, pues de lo cont rario no serían poet as. Poe, ent iendo, es
un genio m uy firm e, a pesar de su ext raño don im aginat ivo. ¿No am a Poe la " raciociniación" ?
He vacilado m ucho t iem po ent re dar a Shakespeare " S4" o " S3" . Finalm ent e, sus Sonet os
m e decidieron. Ningún m aest ro de escuela ha experim ent ado m ayor t em or y t em blor al
clasificar un alum no que yo al t rat ar de clasificar a Shakespeare.
De m odo que m i fórm ula para la m ent e nacional china es:
R4I 1H3S3
Em pezam os con un " S3" , que señala alt a sensibilidad y que garant iza un adecuado
acceso cient ífico a la vida y responde por la afirm ación china de que est a vida t errena es
herm osa, y el consiguient e am or int enso por est a vida. Pero significa m ás que eso; en realidad
represent a el acceso, la aproxim ación cient ífica aun a la filosofía. Explica el hecho de que el
crit erio que de la vida t iene el filósofo chino es esencialm ent e el crit erio de la vida que t iene el
poet a, y que, en China, la filosofía est á enlazada con la poesía m ás que con la ciencia, o sea. al
revés de Occident e. Ha de result ar bien claro, por lo que sigue, que est a alt a sensibilidad a los
placeres y dolores, y al fluj o y al cam bio de colores de la vida es la base m ism a que hace
posible una filosofía ligera. El sent ido que t iene el hom bre de la t ragedia de la vida, llega de su
percepción sensit iva de la t ragedia de una prim avera que pasa, y una t ernura delicada hacia la
vida proviene de una t ernura hacia los agost ados pim pollos que se abrieron ayer. Prim ero, la
t rist eza y el sent ido de la derrot a, luego el despert ar y la risa del viej o pillo- filósofo.
Por ot ra part e, t enem os " R4" , com o prenda de int enso realism o, lo cual significa una
apt it ud para acept ar la vida t al com o es y para considerar que un páj aro en la m ano es m ej or
que cien volando. Est e realism o, por lo t ant o, refuerza y com plem ent a a la vez la afirm ación
del art ist a, de que est a vida es t ransit oriam ent e herm osa, y es lo que salva al art ist a y al
poet a de escapar del t odo de la vida. El Sonador dice: " La vida es sólo un sueño" , y el Realist a
10
La importancia de vivir Lin Yutang

responde: " Muy ciert o. Y vivam os est e sueño t an bellam ent e com o podam os" . Pero el realism o
del que est á despiert o es el del poet a, y no el del hom bre de negocios, y la risa del viej o pillo
no es ya la risa del j oven em prendedor que cant a en su cam ino al t riunfo, con la cabeza en
alt o y el m ent ón sobresalient e sino la risa de un hom bre viej o que se acaricia las barbas y
habla en voz baj a, apaciguant e. Tal soñador am a la paz, porque nadie puede luchar m ucho por
un sueño. Se le verá m ás decidido a vivir razonablem ent e y bien con sus com pañeros de
sueños. Así se reduce la alt a t ensión de la vida.
Pero la principal función de est e sent ido del realism o es la elim inación de t odos los
fact ores no esenciales en la filosofía de la vida; significa, digam os, t ener a la vida por el cuello,
por t em or a que las alas de la im aginación la lleven a un m undo im aginario y posiblem ent e
herm oso, pero irreal. Y, al fin y al cabo, la sabiduría de la vida consist e en la elim inación de lo
no esencial, en reducir los problem as de la filosofía a unos pocos solam ent e —el goce del
hogar ( la relación ent re hom bre y m uj er y niño) , de la vida, de la nat uraleza y la cult ura— y en
echar por la puert a a t odas las dem ás disciplinas cient íficas y sin im port ancia, a la inút il
persecución del conocim ient o. Los problem as de la vida, para el filósofo chino, se hacen, pues,
asom brosam ent e pocos y sencillos. Significa t am bién una im paciencia frent e a la m et afísica y a
la búsqueda de conocim ient os que no conducen a ningún. efect o práct ico sobre la vida m ism a.
Y t am bién significa, que t oda act ividad hum ana, ya sea la adquisición de conocim ient os o la
adquisición de cosas, debe ser som et ida inm ediat am ent e a la prueba de la vida m ism a y de su
dependencia del fin de la vida. Adem ás —y aquí llegam os a un result ado significat ivo— el fin
de la vida no es alguna ent idad m et afísica, sino t an sólo vivir.
Dot ados de est e realism o, y con una profunda desconfianza por la lógica y el int elect o
m ism o, para los chinos la filosofía llega a ser una cuest ión de sent ir direct a e ínt im am ent e la
vida m ism a, y se niegan a enclaust rarla en sist em a alguno. Porque hay robust o sent ido de la
realidad, un sent ido puram ent e anim al, un espírit u de razonabilidad que aplast a a la m ism a
razón y hace im posible el surgim ient o de cualquier sist em a filosófico est rict o. Exist en t res
religiones en China —el confucianism o, el t aoísm o y el budism o—, t odas ellas m agníficos
sist em as de por sí, pero el robust o sent ido com ún a que aludo las diluye y las reduce al
problem a com ún de la búsqueda de una feliz vida hum ana. El chino m aduro es siem pre una
persona que se niega a pensar dem asiado, o a creer absolut am ent e en una sola idea o fe o
escuela de filosofía. Cuando un am igo de Confucio le dij o que siem pre pensaba t res veces
ant es de proceder, Confucio le respondió ingeniosam ent e: " Pensar dos veces es ya bast ant e."
Quien sigue una escuela de filosofía no es m ás que un est udiant e de filosofía, pero el hom bre
es un est udiant e, o quizá un m aest ro, de la vida.
El product o final de est a cult ura y est a filosofía es que en China, com parada con el
Occident e, el hom bre vive una vida m ás cercana a la nat uraleza y m ás cercana a la infancia,
una vida en que se da libre j uego a los inst int os y las em ociones, y se les acent úa cont ra la
vida del int elect o, con una ext raña com binación de devoción a la carne y arrogancia del
espírit u, de profunda sabiduría y alocada alegría, de sum a ponderación e infant il candidez. Yo
diría, por lo t ant o, que est a filosofía est á caract erizada por: prim ero, un don de ver la vida
t oda en el art e; segundo, un conscient e ret orno a la sencillez en la filosofía; y t ercero, un ideal
de razonabilidad en la vida. El product o final es, ext raña decirlo, una veneración por el poet a,
el cam pesino y el vagabundo.

I I I . EL BRI BÓN COM O I D EAL


Para m í, que soy espirit ualm ent e un hij o de Orient e y Occident e, la dignidad hum ana
consist e en los siguient es hechos, que dist inguen al hom bre de los anim ales: Prim ero, que
t iene una j uguet ona curiosidad y un genio nat ural para explorar el conocim ient o; segundo, que
t iene sueños y un elevado idealism o ( a m enudo vago, o confuso, o erróneo, es ciert o, pero
valedero de t odos m odos) ; t ercero, y aun m ás im port ant e, que puede corregir sus sueños por
un sent ido del hum or, y rest ringir así su idealism o por m edio de un realism o m ás robust o y
m ás sano; y finalm ent e, que no reacciona m ecánica y uniform em ent e ant e lo que le rodea,
com o hacen los anim ales, sino que posee la capacidad y la libert ad para det erm inar sus
propias acciones y cam biar a volunt ad lo que le rodea. Est o últ im o es lo m ism o que decir que
la personalidad hum ana es lo últ im o que se reduce a leyes m ecánicas; en ciert o m odo, la
m ent e hum ana es siem pre elusiva, incapt able e im predict ible, y consigue escapar de las leyes
11
La importancia de vivir Lin Yutang

m ecánicas o de la dialéct ica m at erialist a que t rat an de im ponerle los psicólogos chiflados y los
econom ist as solt eros. El hom bre, por lo t ant o, es una criat ura curiosa, soñadora, j ocosa y
díscola.
En sum a, m i fe en la dignidad hum ana consist e en la creencia de que el hom bre es el
m ás grande bribón sobre la t ierra. La dignidad hum ana debe est ar asociada con la idea de un
bribón y no con la de un soldado obedient e, disciplinado y regim ent ado. El bribón es
probablem ent e el t ipo m ás glorioso de ser hum ano, así com o el soldado es el t ipo m ás baj o,
según est a concepción. Parece que en m i últ im o libro, My Count ry and My People4 , la
im presión net a de los lect ores fue que yo t rat aba de glorificar al " viej o pillo" . Tengo la
esperanza de que la im presión net a del libro present e será la de que hago t odo lo posible por
glorificar al bribón o vagabundo. Espero t ener buen éxit o. Porque las cosas no son t an sencillas
com o parecen a veces. En est a edad nuest ra de am enazas a la dem ocracia y a la libert ad
individual, probablem ent e sólo el bribón y el espírit u del bribón nos salvarán de vernos
perdidos, com o unidades num eradas en serie, en las m asas de " coolíes" disciplinados,
obedient es, regim ent ados y uniform ados. El bribón será el últ im o y el m ás form idable enem igo
de las dict aduras. Será el cam peón de la dignidad hum ana y de la libert ad individual, y será el
últ im o en ser conquist ado. Toda la civilización m oderna depende ent eram ent e de él.
Probablem ent e el Creador sabía bien, cuando creó al hom bre sobre est a t ierra, que
producía un bribón, un brillant e bribón, es ciert o, pero de t odos m odos un bribón. Las
cualidades de bribonería del hom bre son, después de t odo, sus cualidades m ás prom isorias.
Est e bribón que produj o el Creador es indudablem ent e un t ipo brillant e. Es aún un adolescent e
m uy indócil y desm añado, que se cree m ás sabio y m ás grande de lo que es en realidad, que
t odavía est á lleno de t ravesuras y pillerías, y de am or por una buena refriega. No obst ant e,
hay t ant o de bueno en él que quizá el Creador est é dispuest o t odavía a poner en él sus
esperanzas, t al com o un padre pone a veces sus esperanzas en un hij o de veint e años,
brillant e pero algo irresponsable. ¿Querrá ret irarse Él algún día y ent regar el m anej o de est e
universo a ese irresponsable hij o suyo? Quién sabe. . .
No creo, hablando com o chino, que se pueda llam ar com plet a a ninguna civilización hast a
que haya progresado de la com plej idad a la falt a de com plej idad, y efect uado un conscient e
ret orno a la sencillez de pensar y de vivir, y no llam o sabio a ningún hom bre hast a que baya
hecho el progreso desde la sabiduría del conocim ient o hast a la sabiduría del alocam ient o, y se
conciert e en un filósofo rient e, que prim ero sient e la t ragedia de la vida y luego la com edia de
la vida. Porque debem os llorar ant es de poder reír. De la t rist eza surge el despert ar, y del
despert ar surge la risa del filósofo, con bondad y t olerancia para t odos.
El m undo, creo, es dem asiado serio, y por ser dem asiado serio t iene necesidad de una
filosofía sagaz y alegre. La filosofía del art e chino de vivir puede llam arse por ciert o " la ciencia
alegre" , si es que a algo puede aplicarse esa frase usada por Níet zsche. Al fin y al cabo,
solam ent e una filosofía alegre es filosofía profunda; las graves filosofías de Occident e no han
em pezado siquiera a com prender qué es la vida. Para m í, personalm ent e, la única función de
la filosofía es la de enseñarnos a t om ar la vida con m ás ligereza y alegría que el com ún
hom bre de negocios, porque ningún hom bre de negocios que no se ret ire a los cincuent a años,
si puede, es a m i j uicio un filósofo. No es ést e apenas un pensam ient o casual, sino un
fundam ent al punt o de vist a para m í. Solam ent e cuando los hom bres se hayan im buido de la
ligera alegría de est e espírit u podrá hacerse del m undo un lugar m ás pacífico y razonable para
vivir. El hom bre m oderno t om a la vida dem asiado en serio, y porque es dem asiado serio, el
m undo est á lleno de preocupaciones. Por lo t ant o, deberíam os hacer t iem po para exam inar el
origen de esa act it ud que hará posible un goce cabal de est a vida y un t em peram ent o m ás
razonable, m ás pacífico y m enos acalorado.
Tengo derecho, quizá, a llam ar a est o la filosofía del pueblo chino, m ás que de una
escuela cualquiera. Es una filosofía m ás grande que Confucio y m ás grande que Laot sé, porque
t rasciende a esos y ot ros filósofos ant iguos; ext rae de esa fuent e corrient es de pensam ient o, y
las arm oniza en un t odo, y de la abst ract a delincación de la sabiduría de esos hom bres ha
creado un art e de vivir, visible, palpable y com prensible por el hom bre com ún. Al recorrer la
lit erat ura, el art e y la filosofía chinas en su conj unt o, m e ha result ado m uy claro que la filosofía

4
Mi patria y mi pueblo, EDITORIAL SUDAMERICANA, 2* ed. 1942.
12
La importancia de vivir Lin Yutang

de un sagaz desencant o y de un franco goce de la vida es su m ensaj e y su enseñanza


com unes: el m ás caract eríst ico y el m ás persist ent e refrán del pensam ient o chino.

CAPI TULO I I PUN TOS D E VI STA D E LA H UM AN I D AD


I . CRI STI AN O, GRI EGO Y CH I N O
Hay varios punt os de vist a de la hum anidad: el t eológico crist iano t radicional, el pagano
griego, y el t aoíst a- confucianist a chino. ( No incluyo el punt o de vist a budist a porque es
dem asiado t rist e.) Más profundam ent e, en su sent ido alegórico, est os punt os de vist a, después
de t odo, no difieren t ant o uno de ot ro, especialm ent e cuando el hom bre m oderno, con
m ayores conocim ient os biológicos y ant ropológicos, les da una int erpret ación m ás am plia. Pero
exist en est as diferencias en sus form as originales.
El punt o de vist a crist iano original, ort odoxo, era que el hom bre fue creado perfect o,
inocent e, t ont o y feliz, y que vivía desnudo en el Jardín del Edén. Vino después el conocim ient o
y la sabiduría, y la Caída del hom bre, a la cual se deben los sufrim ient os del hom bre,
not ablem ent e ( 1° ) t rabaj arás con el sudor de t u frent e, para el varón, y ( 2° ) los dolores del
part o, para la m uj er. En cont rast e con la inocencia y la perfección originaria del hom bre, se
int roduj o un nuevo elem ent o para explicar su act ual im perfección, y ese elem ent o es, claro
est á, el Diablo, que t rabaj a sobre t odo a - t ravés del cuerpo, m ient ras su caráct er m ás elevado
t rabaj a por el alm a. No sé cuándo se invent ó el " alm a" en la hist oria de la t eología crist iana,
pero est a " alm a" llegó a ser un algo m ás que una función, una ent idad m ás que una condición,
y separó decididam ent e al hom bre de los anim ales, que no t ienen alm as dignas de salvar. Aquí
se det iene la lógica, porque el origen del Diablo t uvo que ser explicado, y cuando los t eólogos
m edievales procedieron con su acost um brada lógica escolást ica a encarar el problem a, se
vieron en un apriet o. No les caía m uy bien adm it ir que el Diablo, que era No- Dios, viniera de
Dios, ni podían convenir m uy bien en que en el universo original el Diablo, un No- Dios, fuera
co- et erno con Dios. Por eso, desesperados, convinieron en que el Diablo debió ser un ángel
caído, lo cual viene a plant ear la cuest ión del origen del m al ( porque debe haber habido aun
ot ro Diablo que t ent ara a est e ángel caído) , y est o es, por ende, poco sat isfact orio; pero
t uvieron que dej ar las cosas así. No obst ant e, de t odo ello result ó una curiosa dicot om ía del
espírit u y la carne, una concepción m ít ica que t odavía hoy predom ina bast ant e y es poderosa
en cuant o afect a a nuest ra filosofía de la vida y nuest ra felicidad ( 5 ) .
Vino después la Redención, que derivaba aún del concept o corrient e del cordero de
sacrificio, y que se rem ont aba t odavía m ás, a la idea de un Dios que deseaba el olor de la
carne asada y no podía perdonar si no se le daba algo. En est a Redención se encont ró de un
golpe el m edio por el cual se podían perdonar t odos los pecados, y así se halló de nuevo un
cam ino a la perfección. El aspect o m ás curioso del pensam ient o crist iano es la idea de la
perfección. Com o est o ocurrió durant e la decadencia de los m undos ant iguos, surgió la
t endencia a acent uar la post vida, y la cuest ión de la salvación reem plazó a la cuest ión de la
felicidad, o de la vida m ism a. La noción era la de cóm o salir con vida de est e m undo, un
m undo que aparent em ent e se hundía en la corrupción y el caos, y est aba condenado. De ahí la
agobiant e im port ancia asignada a la inm ort alidad. Est o represent a una cont radicción de la
hist oria original del Génesis, donde se lee que Dios no quería que el hom bre viviera siem pre. El
relat o que hace el Génesis de la razón por la cual Adán y Eva fueron echados del Jardín del
Edén no dice que fue por haber com ido del Árbol del Conocim ient o, com o se concibe
popularm ent e, sino por t em or de que desobedecieran por segunda vez y com ieran del Árbol de
la Vida y vivieran para siem pre:

Y el Señor dij o: He aquí que el hom bre se ha hecho com o uno de nosot r os, que conoce el bien y el m al: y
ahora, paca que no ext ienda la m ano, y t om e t am bién de! árbol de la v ida, y com a y v iva por siem pre;
Por lo t ant o, el Señor Dios le echó del Jardín del Edén, para que labrara la t ierra de donde fue t om ado.
Y así echó al hom br e; y colocó al Or ient e del Jardín del Edén unos querubines, y una flam ígera espada
que se volvía a t odos lados, para cuidar el cam ino del árbol de la v ida,

5
Es un hecho feliz que, con el progreso del pensamiento humano moderno, el Diablo es lo primero que se echa por la borda.
Creo que de un centenar .de cristianos liberales de hoy, que aún creen en Dios en una u otra forma, no más de cinco creen en un
verdadero Diablo, salvo en sentido figurado. También desaparece la creencia en el Infierno ante la creencia en un verdadero Cielo.
13
La importancia de vivir Lin Yutang

El Árbol del Conocim ient o parecería est ar en el cent ro del j ardín, pero el Árbol de la Vida
est aba cerca de la ent rada orient al, donde, por cuant o podem os saber, t odavía se hallan los
querubines para evit ar la aproxim ación de los hom bres.
En sum a, t odavía hay una creencia en la depravación t ot al, en que el goce de est a vida
es pecado y m aldad, en que para est ar cóm odo hay que ser virt uoso, y que en definit iva el
hom bre no puede salvarse sino por un poder m ayor y ext erno. La doct rina del pecado es
t odavía la presunción básica del Crist ianism o, com o se le pract ica en general hoy, y los
m isioneros crist ianos que t rat an de lograr conversos com ienzan en general por llevar a quienes
quieren convert ir la im presión de una conciencia del pecado y de la m aldad de la nat uraleza
hum ana ( que es, claro est á, el sine qua non para la necesidad del rem edio prim ario que t iene
guardado el m isionero) . En sum a, no se puede hacer crist iano a un hom bre ant es de
convencerlo de que es un pecador. Alguien ha dicho con ciert a crueldad: " La religión en
nuest ro país se ha reducido t ant o a la cont em plación del pecado, que un hom bre respet able ya
no se at reve a m ost rar la cara en la iglesia."
El m undo griego pagano era un m undo diferent e, por sí, y por lo t ant o su concepción del
hom bre era t am bién m uy diferent e. Lo que m ás m e llam a la at ención es que los griegos
hicieron a sus dioses com o hom bres, en t ant o que los crist ianos desearon hacer a los hom bres
com o dioses. Esa com pañía olím pica es por ciert o j ovial, am orosa, cariñosa, em bust era,
discut idora e irrespet uosa de sus vot os; un grupo de personas que am an la caza, que dirigen
sus carros y arroj an sus j abalinas com o los m ism os griegos; y personas que se casaban y que
t enían una cant idad increíble de hij os ilegít im os. Por cuant o at añe a la diferencia ent re dioses y
hom bres, los dioses apenas t enían poderes divinos para lanzar cent ellas en el cielo y hacer
crecer la veget ación en la t ierra; eran inm ort ales, y bebían néct ar en lugar de vino... las frut as
eran casi las m ism as. Y uno sient e que puede t ener int im idad con est a gent e, que puede ir de
caza, con una m ochila a la espalda, en com pañía de Apolo o At ena, o det ener a Mercurio a su
paso y conversar con él com o con un m ensaj ero t elegráfico, y si la conversación se hace
dem asiado int eresant e, podem os im aginar a Mercurio diciendo: , " Sí. Claro. Lo sient o, pero
t engo que correr a ent regar est e m ensaj e a la calle t al." Los hom bres griegos no eran divinos,
pero los dioses griegos eran hum anos. ¡Qué diferent es del perfect o Dios crist iano! De m odo
que los dioses no eran m ás que ot ra raza de hom bres, una raza de gigant es, dot ados de
inm ort alidad, que no t enían los hom bres de la t ierra. De est e am bient e salieron algunas de las
narraciones m ás inefablem ent e bellas, las de Dém et er y Proserpina y Orfeo. La creencia en los
dioses se daba por sent ada, porque hast a Sócrat es, cuando est aba por beber la cicut a,
propuso una libación a los dioses para que le apresuraran el viaj e de est e m undo al próxim o.
Una act it ud m uy parecida a la de Confucio. Era m enest er que así fuese en aquel período;
desgraciadam ent e, no hay m odo de saber qué act it ud hacía el hom bre y hacia Dios t om aría el
espírit u griego en el m undo m oderno. El m undo griego pagano no era m oderno, y el m oderno
m undo crist iano no es .griego. Esa es la lást im a.
En t ot al, los griegos acept aban que la suert e del hom bre era una suert e m ort al, suj et a a
veces a un Dest ino cruel. Una vez acept ado eso, el hom bre era bast ant e feliz t al com o se
consideraba, porque los griegos am aban est a vida, y est e universo, y les int eresaba
com prender lo bueno, lo verdadero y lo herm oso en la vida, adem ás de est ar plenam ent e
ocupados en la com prensión cient ífica del m undo físico. No había un m ít ico " Período de Oro" ,
en el sent ido del Jardín del Edén, ni una alegoría de la Caída del Hom bre; los m ism os helenos
no eran m ás que criat uras hum anas t ransform adas de las piedras recogidas y arroj adas sobre
el hom bro por Deucalíon y su esposa Pyrrha, cuando baj aban a la llanura después del Gran
Diluvio. Las enferm edades y los m ales se explicaban cóm icam ent e; se producían por el
irrefrenable deseo de una j oven por abrir y ver una caj a de j oyas: la Caj a de Pandora. La
fant asía griega era herm osa. Tom aban el caráct er hum ano casi com o era: los crist ianos
podrían decir que est aban " resignados" a una suert e m ort al. ¡Pero era t an bello ser m ort al! ;
había lugar para el ej ercicio de la com prensión, y del espírit u libre, especulat ivo. Algunos de
los sofist as pensaban que la nat uraleza del hom bre era buena, y algunos pensaban que la
nat uraleza del hom bre era m ala, pero no exist ía la aguda cont radicción de Hobbes y Rousseau.
Finalm ent e, en Plat ón, se veía al hom bre com o un com puest o de deseos, em ociones y
pensam ient os, y la vida hum ana ideal consist ía en vivir j unt os, en la arm onía de esas t res
part es del ser, baj o la guía de la sabiduría o la verdadera com prensión.

14
La importancia de vivir Lin Yutang

Plat ón pensaba que las " ideas" eran inm ort ales, pero las alm as individuales eran baj as o
nobles, según am aran la j ust icia, el conocim ient o, la t em perancia y la belleza, o no. El alm a
t am bién adquiría una exist encia independient e e inm ort al en Sócrat es; nos lo dice en Phaedo:
" Cuando el alm a exist e por sí, y queda librada del cuerpo, y el cuerpo queda librado del alm a,
¿qué es eso sino la m uert e?" Evident em ent e, la creencia en la inm ort alidad del alm a es algo
que los punt os de vist a crist iano, griego, t aoíst a y confucianist a t ienen en com ún. Es claro,
nada hay en ello para que salt en los m odernos creyent es en la inm ort alidad del alm a. La
creencia de Sócrat es en la inm ort alidad no significaría nada, probablem ent e, para un m oderno,
porque m uchas de sus prem isas en apoyo de t al creencia, com o la reencarnación, no pueden
ser acept adas por el hom bre m oderno.
El punt o de vist a chino sobre el hom bre t am bién llegó a la idea de que el hom bre es el
Señor de la Creación ( " Espírit u de las Diez Mil Cosas" ) , y en el crit erio confucianist a el hom bre
figura com o igual del cielo y la t ierra ( en el " Trío de Genios" ) . El am bient e era aním ist a: t odo
est aba vivo o habit ado por un espírit u, las m ont añas, los ríos, y t odo lo que llegaba a una gran
edad. Los vient os y el t rueno eran espírit us t am bién; cada una de las grandes m ont añas y
cada río est aba regido por un espírit u que era práct icam ent e su dueño: cada clase de flor t enía
en el cielo un hada que at endía a las est aciones y al bienest ar de la flor, y había una Reina de
Todas las Flores cuyo cum pleaños caía en el duodécim o día de la segunda luna; cada sauce,
pino, ciprés, zorro o t ort uga que llegaba a una gran edad, digam os unos cent enares de años,
adquiría por ese m ism o hecho la inm ort alidad y se convert ía en un " genio" .
Con est e am bient e anim ist a, es nat ural que el hom bre sea considerado t am bién una
m anifest ación del espírit u. Est e espírit u, com o t oda la vida en el universo ent ero, es producido
por la unión del principio m asculino, act ivo, posit ivo, o yang, y el principio fem enino, pasivo,
negat ivo, o yin, lo cual, en realidad, no es m ás que una conj et ura afort unada y sagaz sobre la
elect ricidad posit iva y negat iva. Cuando est e espírit u se encarna en un cuerpo hum ano se le
llam a p'o; cuando no est á suj et o a un cuerpo y flot a com o espírit u, se le llam a hwen. ( Un
hom bre de poderosa personalidad, o " espírit u" , se dice en China, t iene m ucho p´ oli o energía
p'o.) Después de la m uert e, ese hwen sigue am bulando. Norm alm ent e no m olest a a la gent e,
pero si nadie sepult a y ofrece sacrificios al ext int o, el espírit u se conviert e en un " espect ro
errant e" , por cuya razón se est ablece un Día de Todas las Alm as en el decim oquint o día de la
sépt im a luna para un sacrificio general a aquellos que se ahogaron en el agua o m urieron en
alguna t ierra ext raña y no fueron sepult ados. Adem ás, si el ext int o fue asesinado o m urió
sufriendo un daño que se le infería, el sent ido de la inj ust icia, en el espect ro, le obliga a vagar
siem pre y causar m olest ias hast a que se venga el daño y se sat isface el espírit u. Ent onces,
t odos los inconvenient es se det ienen.
Mient ras vive, el hom bre, que es espírit u hecho form a en un cuerpo, t iene
necesariam ent e ciert as pasiones, deseos, y un fluj o de " energía vit al" , o en lenguaj e de m ás
fácil com prensión, " energía nerviosa" . En y por sí m ism as, est as caract eríst icas no son buenas
ni m alas, sino apenas algo que se ha dado a la vida hum ana y es inseparable de ella. Todos los
hom bres y las m uj eres t ienen pasiones, deseos nat urales y nobles am biciones, y t am bién una
conciencia; t ienen sexo, ham bre, t em or, enoj o, y est án suj et os a enferm edades, dolores,
sufrim ient os y m uert e. La cult ura consist e en producir en arm onía la expresión de est as
pasiones y deseos. Est e es el punt o de vist a confucianist a, que cree que viviendo en arm onía
con est a nat uraleza hum ana que se nos ha dado, podem os llegar a ser los iguales del cielo y
de la t ierra, según se repit e al final del Capít ulo VI . Los budist as, sin em bargo, consideran los
deseos m ort ales de la carne esencialm ent e com o los crist ianos m edievales: son una m olest ia
de la que hay que librarse. Hom bres y m uj eres dem asiado int eligent es o inclinados a pensar
en dem asía, acept an a veces est e punt o de vist a y se hacen m onj es o m onj as; pero, en
conj unt o, el buen sent ido confucianist a lo veda. Asim ism o, y con un t oque t aoíst a, se
considera que las j óvenes herm osas y t alent osas que sufren una suert e áspera son " hadas
caídas" , a quienes se cast iga por t ener pensam ient os m ort ales o haber descuidado sus deberes
en el cielo, y se las envía a est a t ierra a vivir una predest inada suert e de sufrim ient os
m ort ales.
El int elect o del hom bre es considerado com o una corrient e de energía. Lit eralm ent e, est e
int elect o es " espírit u de un genio" ( chingshen) , pero t om ándose esencialm ent e la voz " genio"
en el sent ido en que hablam os de genios de los bosques, genios de las rocas. El equivalent e
m ás cercano en est e idiom a es, com o lo he indicado, " vit alidad" o " energía nerviosa" , que sube

15
La importancia de vivir Lin Yutang

y baj a a diferent es m om ent os del día y de la vida de la persona. Todo hom bre nacido en est e
m undo com ienza con ciert as pasiones y deseos y esa energía vit al, los cuales siguen su curso
en diferent es ciclos durant e la niñez, la j uvent ud, la m adurez, la ancianidad y la m uert e.
Confucio dij o: " Cuando j oven, cuídat e de pelear; cuando fuert e, cuídat e del sexo; cuando
viej o, cuídat e de las posesiones" , lo cual significa sencillam ent e que al niño le gust a pelear, al
j oven le gust an las m uj eres y al viej o le gust a el dinero.
Frent e a est e com puest o de bienes físicos, m ent ales y m orales, com o frent e al hom bre
m ism o y a t odos los dem ás problem as, el chino t om a una act it ud que puede resum irse en la
frase: " Seam os razonables" . Est a act it ud es de no esperar dem asiado, ni m uy poco. El
hom bre, digam os, est á colocado ent re el cielo y la t ierra, ent re el idealism o y el realism o,
ent re pensam ient os elevados y pasiones m uy baj as: t al es la esencia m ism a de la hum anidad;
es hum ano t ener sed de conocim ient os y sed de agua, am ar una buena idea y un buen plat o
de cerdo con gaj os de bam bú, y adm irar una frase herm osa y una m uj er herm osa. Por ser ést e
el caso, el m undo es necesariam ent e un m undo im perfect o. Es, claro que exist e la probabilidad
de encargarse de la sociedad hum ana y m ej orarla, pero los chinos no esperan la paz perfect a
ni la felicidad perfect a. Hay una narración que ilust ra est e punt o de vist a. Había un hom bre
que est aba en el I nfierno, a punt o de ser reencarnado, y dij o al Rey de la Reencarnación: " Si
quieres que vuelva a la t ierra com o ser hum ano, iré solam ent e según m is condiciones" . " Y,
¿cuáles son?" , pregunt ó el Rey. El hom bre respondió: " Debo nacer com o hij o de un m inist ro
del gabinet e y com o padre de un fut uro «prim er graduado lit erario» ( el est udioso que sale
prim ero en los exám enes nacionales) . Debo t ener diez m il acres de t ierra en t orno a m i casa, y
est anques con peces, y frut as de t odas clases y una bella esposa y bonit as concubinas, t odas
buenas y am ant es, y habit aciones llenas hast a el t echo de oro y de perlas, y sót anos replet os
de cereal, y arcas at est adas de dinero, y yo m ism o debo ser un Gran Canciller o un Duque de
Prim er Rango, y gozar honores y prosperidad, y vivir hast a los cien años" . Y el Rey de la
Reencarnación respondió: " Si en la t ierra pudiese haber una suert e así, ¡pues m e reencarnaría
yo y no lo dej aría para t í! "
La act it ud razonable exist e, desde que t enem os est a nat uraleza hum ana: com encem os
con ella. Adem ás, no hay m odo de escapar. Las pasiones y los inst int os son, en su origen,
buenos o m alos, pero no se gana m ucho hablando de ellos, ¿verdad? Por ot ra part e, hay
peligro de que nos esclavicen. Quedem os en el m edio del cam ino. Est a act it ud razonable crea
una especie de filosofía t an llena de perdón que, al m enos para un est udioso cult o, de am plio
crit erio, que vive según el espírit u de la razonabilidad, t odo error o m al com port am ient o
hum ano, sea legal o m oral o polít ico, que pueda clasificarse com o " nat uraleza hum ana com ún"
( m ás lit eralm ent e, " pasiones norm ales del hom bre" ) , es excusable. Los chinos llegan a
presum ir que el Cielo, o el m ism o Dios, es un ser bast ant e razonable; que si se vive
razonablem ent e, según las m ej ores luces de cada uno, no se t iene nada que t em er; que la paz
de la conciencia es el m ás grande de t odos los dones, y que un hom bre con la conciencia
lim pia no t iene por qué t em er ni siquiera a los espect ros. Con un Dios razonable que vigila los
asunt os de seres razonables, y algunos irrazonables, t odo est á bast ant e bien en el m undo. Los
t iranos m ueren; los t raidores se suicidan; se ve al avaro vender sus propiedades; se ve a los
hij os de un poderoso y rico coleccionist a de curiosidades ( de quien se cuent an hechos de
codicia y de ext orsión por la fuerza) cuando venden la colección por la cual perdió el padre
t ant o t iem po y dinero, y esas m ism as curiosidades se dispersan ent re ot ras fam ilias; se
descubre a los asesinos, y hay venganza para los m uert os, para las m uj eres engañadas. A
veces, pero m uy raras veces, una persona oprim ida clam a: " ¡El Cielo no t iene oj os! " ( La
j ust icia es ciega.) Event ualm ent e, t ant o en el t aoísm o com o en el confucianism o, la conclusión
y la m et a suprem a de est a filosofía es una com plet a com prensión de la nat uraleza y una
arm onía con ella, result ant e en lo que puedo llam ar " nat uralism o razonable" , si hem os de
buscar un t érm ino de clasificación. Un nat uralist a razonable se allana, pues, a est a vida con
una especie de sat isfacción anim al. Ya lo dicen las m uj eres analfabet as de China: " Ot ras nos
dieron a luz, y nosot ras dam os a luz a ot ras. ¿Qué m ás hem os de hacer?"
Hay una t errible filosofía en esa frase: " Ot ras nos dieron a luz y nosot ras dam os a luz a
ot ras" . La vida se hace una procesión biológica, y la m ism a cuest ión de la inm ort alidad queda
soslayada. Porque ese es el sent im ient o exact o del abuelo chino que t iene a su niet o de la
m ano y va a las t iendas a com prar dulces, con la idea de que a los cinco o diez años volverá al
seno de la t ierra o a sus ant epasados. Lo m ej or que podem os esperar de est a vida es que

16
La importancia de vivir Lin Yutang

nuest ros hij os y niet os no lleguen a avergonzarnos. Todo el pat rón de la vida china se organiza
de acuerdo con esa única idea.

I I . SUJETO A LA TI ERRA
La sit uación, pues, es est a: el hom bre quiere vivir, pero debe vivir sobre est a t ierra.
Todas las cuest iones de vivir en el cielo deben ser dej adas de lado. No dej em os que el espírit u
cobre alas y se rem ont e a las viviendas de los dioses, y olvide la t ierra. ¿No som os m ort ales,
condenados a m orir? El lapso de vida que se nos concede, set ent a años, es m uy breve, si el
espírit u se encocora y quiere vivir para siem pre; pero, por ot ra part e, es suficient em ent e largo
si el espírit u es un poco hum ilde. Se puede aprender m ucho y gozar m ucho en set ent a anos, y
t res generaciones es un t iem po largo, largo para ver las locuras hum anas y adquirir hum ana
sabiduría. Todo el que sea sagaz y haya vivido bast ant e para presenciar los cam bios de
cost um bres, m oral y polít ica, a t ravés del alza y baj a de t res generaciones, debería quedar
perfect am ent e sat isfecho con levant arse de su asient o y m archarse diciendo, cuando baj a el
t elón: " Fue una buena función" .
Porque som os de la t ierra, nacidos en ella, a ella suj et os. No hay m ot ivo para no ser
felices por el hecho de que, dij éram os, se nos coloca en est a herm osa t ierra com o huéspedes
t ransit orios. Aunque fuese un som brío calabozo, t endríam os que hacer de él lo m ás posible;
seríam os desagradecidos si no lo hiciésem os cuando t enem os, en lugar de un calabozo, una
t ierra t an herm osa para vivir durant e una buena part e de un siglo. A veces nos ponem os
dem asiado am biciosos y desdeñam os la t ierra hum ilde, pero generosa. Mas debem os t ener un
sent im ient o por est a Madre Tierra, una sensación de verdadero afect o y apego por est a
vivienda t em poral de nuest ro cuerpo y nuest ro espírit u, si aspiram os a poseer un sent ido de
arm onía espirit ual.
Necesit arem os, por consiguient e, proveernos de una especie de escept icism o anim al, así
com o de una fe anim al, y t om ar est a t ierra com o es. Y hem os de ret ener la plenit ud de la
nat uraleza que vem os en Thoreau, que se sint ió sem ej ant e al suelo y com part ió largam ent e su
m uda paciencia, esperando en invierno el sol de prim avera; que en sus m om ent os m ás
m ezquinos solía pensar que no era cosa suya " buscar el espírit u" , sino m ás bien cosa del
espírit u buscarle a él, y cuya felicidad, según la describía, era m uy igual a la de las m arm ot as
del bosque. Al fin y al cabo, la t ierra es real, com o el cielo es irreal; ¡ cuán afort unado es el
hom bre porque nació ent re la t ierra real y el cielo irreal!
Toda buena filosofía práct ica debe com enzar con el reconocim ient o de que t enem os un
cuerpo. Ya es hora de que algunos de nosot ros hagam os la franca adm isión de que som os
anim ales, una adm isión que es inevit able desde el est ablecim ient o de la básica verdad de la
t eoría darwiniana y los grandes progresos de la biología, especialm ent e de la bioquím ica. Ha
sido una gran desgracia que nuest ros m aest ros y filósofos pert eneciesen a la clase llam ada
int elect ual, con un caract eríst ico orgullo profesional por el int elect o. Los hom bres del espírit u
eran t an orgullosos del espírit u com o el zapat ero de sus 'cueros. A veces ni siquiera el espírit u
era suficient em ent e rem ot o y abst ract o, y t uvieron que em plear las palabras " esencia" o
" alm a" o " idea" , escribiéndolas con m ayúsculas para at em orizarnos. El cuerpo hum ano fue
dest ilado, dent ro de est a m áquina escolást ica, en un espírit u, y el espírit u fue aun concent rado
en una especie de esencia, olvidando que hast a las bebidas alcohólicas deben t ener un
" cuerpo" —m ezclado con agua pura— si se quiere que se las pueda paladear. Y se suponía que
nosot ros, pobres legos, debíam os beber esa concent rada quint aesencia de espírit u. Est e
exceso de acent uación del espírit u fue fat al. Nos hizo bat allar con nuest ros inst int os nat urales,
y m i crít ica principal es que hizo im posible un punt o de vist a, cabal y redondeado, de la
nat uraleza hum ana. Provenía, adem ás, de un conocim ient o inadecuado de la biología y la
psicología, y del lugar de los sent idos, em ociones y, sobre t odo, inst int os, en nuest ra vida. El
hom bre est á hecho de carne y de espírit u a la vez, y debería ser em peño de la filosofía ver que
la m ent e y el cuerpo vivan arm oniosam ent e j unt os, que haya una reconciliación ent re los dos.

I I I . ESPÍ RI TU Y CARN E

17
La importancia de vivir Lin Yutang

El hecho m ás evident e que los filósofos se niegan a ver es el de que t enem os un cuerpo.
Cansados de ver nuest ras im perfecciones m ort ales y nuest ros salvaj es inst int os e im pulsos, a
veces nuest ros predicadores desearían que est uviéram os hechos com o los ángeles, y sin
em bargo est am os del t odo perdidos cuando querem os im aginar cóm o será la vida de los
ángeles. ' O dam os a los ángeles un cuerpo y una form a com o los nuest ros —salvo el par de
alas— o no se los dam os. Es int eresant e que el concept o general de un ángel sea t odavía el de
un cuerpo hum ano con un par de alas. A veces creo que hast a para los ángeles es una vent aj a
t ener un cuerpo con los cinco sent idos. Si yo t uviera que ser un ángel, m e gust aría t ener cut ís
de colegiala, pero ¿cóm o voy a t ener cut is de colegiala si no t engo cut is? Todavía m e gust aría
beber un vaso de j ugo de t om at e, o de j ugo de naranj a helado, pero ¿cóm o voy a apreciar el
j ugo de naranj a helado sin t ener sed? Y, ¿cóm o voy a gozar de la com ida, cuando soy incapaz
de t ener ham bre? ¿Cóm o pint ará un ángel sin pigm ent os, cóm o cant aré sin escuchar sonidos,
cóm o sent irá el perfum ado aire de la m añana sin nariz? ¿Cóm o gozará la inm ensa sat isfacción
de rascarse una picazón, si no t iene piel que le pique? ¡Y qué t errible pérdida en la capacidad
de felicidad sería t odo eso! O hem os de t ener cuerpo y sat isfacer t odas las necesidades del
cuerpo, o som os espírit us puros y no t enem os sat isfacción alguna. Todas las sat isfacciones
im plican necesidad.
A veces pienso qué t errible cast igo para un ángel o un espect ro sería no t ener cuerpo,
m irar a un arroyo de agua fresca y no t ener pies que sum ergir allí para obt ener esa deleit osa
sensación de frialdad, ver un plat o de pat o de Pekín o de Long I sland y no t ener lengua para
saborearlo, ver unos bollit os y no t ener dient es para com erlos, ver los rost ros am ados de
aquellos a quienes querem os y no t ener em ociones hacia ellos. Terriblem ent e t rist e sería que
un buen día volviéram os a est a t ierra com o espect ros y nos allegáram os silenciosam ent e al
dorm it orio de nuest ros hij os: ver a un niño t endido en su cam it a y no t ener m anos para
acariciarle ni brazos para abrazarle, ni pecho para que en él penet re su t ibieza, ni redondo
hueco ent re la m ej illa y el hom bro para que en él anide su cabecit a, ni oídos para escuchar su
voz.
Se verá que es sum am ent e vaga e insat isfact oria una defensa de la t eoría de ángeles-
sin- cuerpos. El defensor podría decir: " ¡Ah, sí! Pero en el m undo del espírit u no necesit am os
t ales sat isfacciones" . " Pero, ¿qué t ienen ust edes en cam bio de ellas?" Com plet o silencio; o
quizá: " Vacío. . . Paz. . . Calm a" . " ¿Qué ganan ust edes con eso?" " Ausencia de t rabaj o y de
dolor y de pena" . Adm it o que un cielo así t iene una t rem enda at racción para los esclavos que
rem an en galeras. Ese ideal negat ivo, esa concepción de la felicidad est án peligrosam ent e
cerca del budism o, y se rem ont an finalm ent e hast a Asia ( Asia Menor, en est e caso) m ás que
hast a Europa.
Est as especulaciones son, necesariam ent e, ociosas, pero puedo señalar por lo m enos que
la concepción de un " espírit u sin sent idos" , no est á j ust ificada, por cuant o cada vez llegam os a
sent ir m ás que el universo m ism o es un ser sensorio. Acaso el m ovim ient o, y no el quedarse
quiet o, sea una caract eríst ica del espírit u, y uno de los placeres de un ángel sin cuerpo sea el
girar com o un prot ón en t orno a un núcleo, a razón de veint e o t reint a m il revoluciones por
segundo. Tal vez haya en ello un agudo deleit e, m ás fascinant e que un paseo en el t rencit o del
parque de diversiones. Será, seguram ent e, una especie de sensación. O quizá el ángel sin
cuerpo sea disparado com o la luz o los rayos cósm icos en ondas et éreas por el espacio curvo,
a la velocidad de 183.000 m illas por segundo. Aun debe haber pigm ent os espirit uales para que
los ángeles pint en y gocen alguna form a de creación, vibraciones et éreas para que los ángeles
sient an t onos y sonidos y colores, y brisas et éreas que acaricien las m ej illas invisibles de los
ángeles. De ot ro m odo, el espírit u m ism o se est ancaría com o el agua en un pozo ciego, o se
sent iría com o se sient en los hom bres en una t arde cálida, sofocant e, de verano, sin una ráfaga
de aire fresco. Debe haber m ovim ient o y em oción ( en cualquier form a) si ha de haber vida
t odavía; por ciert o que no pueden ser com plet as la quiet ud y la insensibilidad.

I V. UN PUN TO D E VI STA BI OLÓGI CO


El m ej or conocim ient o de nuest ras funciones corporales y procesos m ent ales nos da un
punt o de vist a m ás ciert o y m ás am plio sobre nosot ros m ism os y quit a a la palabra " anim al"
algo de su m al sabor de ant es. El viej o proverbio de que " com prender es perdonar" result a
aplicable a nuest ros procesos corporales y m ent ales. Puede parecer ext raño, pero es ciert o,
que el m ism o hecho de t ener una m ej or com prensión de nuest ras funciones corporales nos
18
La importancia de vivir Lin Yutang

im posibilit a para m irarlas con desdén. Lo im port ant e no es decir si nuest ro proceso digest ivo
es noble o innoble; lo im port ant e es com prenderlo, nada m ás, y con ello, quién sabe por qué,
se hace ext rem adam ent e noble. Est o es ciert o en cuant o a t oda función o t odo proceso
biológico en nuest ro cuerpo, desde la t ranspiración y la elim inación de desperdicios hast a las
funciones del j ugo pancreát ico, la bilis, las glándulas endocrinas y los m ás finos procesos
em ot ivos y cogit at ivos. Uno no desprecia ya el riñón; t rat a solam ent e de com prenderlo; y uno
no m ira ya a un dient e enferm o com o a un sím bolo del perecim ient o final de nuest ro cuerpo y
un recuerdo de que debem os at ender al bienest ar de nuest ra alm a, sino que va sencillam ent e
a ver al dent ist a, lo hace exam inar, explicar y com poner debidam ent e. En ciert o m odo, un
hom bre que sale del consult orio del dent ist a ya no desprecia a sus dient es, sino que t iene un
acrecido respet o por ellos. . . porque va a roer m anzanas y huesos de pollo con crecient e
deleit e. Y a propósit o del m et afísico superfino que dice que los dient es pert enecen al diablo, y
de los neoplat ónicos que niegan la exist encia de dient es individuales, recuerdo que siem pre m e
produce un deleit e sat írico ver a un filósofo que sufre de dolor de m uelas o a un poet a
opt im ist a afect ado de dispepsia. ¿Por qué no sigue con sus disquisiciones filosóficas, por qué
se lleva la m ano a la m ej illa, igual que ust ed, que yo o que la m uj er de la casa vecina? Y, ¿por
qué parece t an poco convincent e el opt im ism o a un poet a dispépt ico? ¿Por qué no cant a m ás?
¡Cuan desagradecido es, pues, al olvidar los int est inos y cant ar acerca del espírit u cuando los
int est inos se port an bien y no le causan m olest ia!
La ciencia, si algo nos ha enseñado, es un m ayor respet o por nuest ro cuerpo, al hacer
m ás profundo el sent ido de ext rañeza y m ist erio de sus t rabaj os. En prim er t érm ino,
genét icam ent e, com enzam os a com prender cóm o est am os aquí, y vem os que, en lugar de
est ar hechos de barro o arcilla, nos hallam os sent ados en lo alt o del árbol genealógico del
reino anim al. Debe ser ést a una herm osa sensación, suficient em ent e sat isfact oria para t odo
hom bre que no se haya em briagado con su propio espírit u. No es que yo crea que hace
m illones de años vivieron y m urieron los dinosaurios a fin de que nosot ros pudiéram os cam inar
hoy erguidos con las dos piernas sobre la t ierra. Sin t an grat uit as presunciones, la biología no
ha dest ruido una pizca de la dignidad hum ana, ni arroj ado dudas sobre el crit erio de que
som os probablem ent e los m ás espléndidos anim ales j am ás aparecidos en est a t ierra. De m odo
que est o es m uy sat isfact orio para t odo hom bre que quiera insist ir en la dignidad hum ana. En
segundo lugar, nos im presiona m ás que nunca el m ist erio y la belleza del cuerpo. El
funcionam ient o de las part es int ernas de nuest ro cuerpo y la m aravillosa correlación ent re
ellas fuerzan en nosot ros una idea de la ext rem a dificult ad con que se producen esas
correlaciones, y la ext rem a sencillez y finalidad con que, de t odos m odos, se cum plen. En lugar
de sim plificar est os procesos quím icos int ernos explicándolos, la ciencia los hace t ant o m ás
difíciles de ent ender. Esos procesos son increíblem ent e m ás difíciles de lo que se im agina por
lo com ún el lego sin conocim ient os de fisiología. El gran m ist erio del universo es sim ilar en
calidad al m ist erio del universo int erno.
Cuant o m ás t rat a un fisiólogo de analizar y est udiar los procesos biofísicos y bioquím icos
de la fisiología hum ana, t ant o m ás aum ent a su asom bro. Sucede así hast a el ext rem o de que a
veces obliga a un fisiólogo con espírit u am plio a acept ar el punt o de vist a del m íst ico, com o en
el caso del doct or Alexis Carrel. Convengam os o no con él en las opiniones que da en El
hom bre, una incógnit a, debem os est ar de acuerdo con él en que ahí est án los hechos,
inexplicados e inexplicables. Com enzam os a adquirir una idea de la int eligencia de la m at eria
m ism a: Los órganos est án correlacionados por los fluidos orgánicos y el sist em a nervioso.
Cada elem ent o del cuerpo se aj ust a a los ot ros, y los ot ros a él. Est e m odo de adapt ación es
esencialm ent e t eleológico. Si at ribuim os a los t ej idos una int eligencia de la m ism a especie que
la nuest ra, com o lo hacen los m ecanicist as y los vit alist as, los procesos fisiológicos parecen
asociados con m iras al fin que debe lograrse. Cada part e parece conocer las necesidades
present es y fut uras del t odo, y procede de conform idad. La significación de t iem po y espacio
no es para nuest ros t ej idos la m ism a que para nuest ra m ent e. El cuerpo percibe lo rem ot o así
com o lo cercano, lo fut uro así com o lo present e ( 6 ) .
Y nos ext rañaría, nos dej aría at ónit os, saber, por ej em plo, que nuest ros int est inos
cierran sus propias heridas, ent eram ent e sin nuest ro esfuerzo volunt ario:

6
El hombre, una incógnita, edición norteamericana, pág. 197.
19
La importancia de vivir Lin Yutang

La vuelt a her ida se hace inm óvil prim ero. Queda t em poralm ent e paralizada, y así se im pide que la m at eria fecal
pase al abdom en. Al m ism o t iem po, alguna ot ra vuelt a int est inal, o la superficie del om ent o, se aproxim a a la herida y ,
debido a una conocida propiedad del perit oneo, se adhier e a ella. Dent ro de las cuat ro o cinco horas la abert ura queda
cerrada. Aunque la aguj a del ciruj ano haya j unt ado los bordes de la herida, la cicat r ización se debe a una adhesión
espont ánea de las superficies perit oneales ( 7 ) .

¿Por qué despreciam os el cuerpo cuando la m ism a carne dem uest ra t al int eligencia?
Después de t odo, est am os dot ados de un cuerpo que es una m áquina que se nut re, se regula,
se repara, se pone en m ovim ient o y se reproduce por sí sola, que se ínst ala en el nacim ient o y
dura com o un buen reloj de pie durant e t res cuart os de siglo, y requiere m uy poca at ención. Es
una m áquina provist a de visión y de oído inalám bricos, con un sist em a de nervios y linfa
m ucho m ás com plicado que el m ás com plicado sist em a t elefónico y t elegráfico del m undo.
Tiene un sist em a de archivo de inform es m anej ado por un vast o com plej o de nervios, con t al
eficiencia, que algunos archivos, los m enos im port ant es, se guardan en la bohardilla y ot ros se
guardan en un escrit orio m ás convenient e, pero los que se guardan en la bohardilla, que
pueden t ener t reint a años y a los que rara vez se recurre, est án siem pre allí y a veces pueden
ser encont rados con la velocidad de un rayo y con eficiencia. Tam bién consigue funcionar com o
un aut om óvil, con am ort iguadores perfect os y absolut o silencio en los m ot ores, y si est e
aut om óvil t iene un accident e y se rom pen sus crist ales o el volant e, el coche exuda
aut om át icam ent e o fabrica una sust ancia para reem plazar el crist al, y hace lo posible por que
crezca un volant e, o por lo m enos logra at ender a la dirección con un ext rem o hinchado del ej e
del volant e; porque debem os recordar que cuando se cort a uno de nuest ros riñones, el ot ro se
hincha y aum ent a sus funciones para asegurar el paso del volum en norm al de orina. Adem ás,
est a m áquina m ant iene su t em perat ura norm al con diferencias de apenas una décim a de
grado, y fabrica sus product os quím icos para los procesos de t ransform ar alim ent os en t ej idos
vivos.
Sobre t odo, t iene sent ido del rit m o de la vida, y sent ido del t iem po, no sólo de horas y
días, sino t am bién de décadas; el cuerpo regula su propia niñez, pubert ad y m adurez, dej a de
crecer cuando ya no debe crecer, y produce una m uela del j uicio en un m om ent o en que
ninguno de nosot ros pensó j am ás en t al cosa. Nuest ra sabiduría conscient e no t iene nada que
ver con nuest ra m uela del j uicio. Tam bién fabrica ant ídot os específicos cont ra el veneno, en
general con asom broso result ado, y hace t odas est as cosas en absolut o silencio, sin el barullo
acost um brado en una fábrica, de m odo que el m et afísico superfino que conocem os no se
pert urba y est á en libert ad para pensar acerca de su espírit u o su esencia.

V. LA VI D A H UM AN A COM O POEM A

Creo que, desde un punt o de vist a biológico, la vida hum ana es casi com o un poem a.
Tiene su rit m o y su cadencia, sus ciclos int ernos de crecim ient o y decaim ient o. Com ienza con
la inocent e niñez, seguida por la t orpe adolescencia en la que t rat a desm añadam ent e de
adapt arse a la sociedad m adura, con sus pasiones y sus locuras j uveniles, sus ideales y
am biciones; luego llega a la virilidad de int ensas act ividades, aprovechando la experiencia y
aprendiendo m ás sobre la sociedad y la nat uraleza hum ana; en la edad m adura hay un leve
afloj am ient o de la t ensión, un endulza- m ient o del caráct er com o cuando m adura la frut a o se
hace m ás suave el vino bueno, y la adquisición gradual de un crit erio de la vida m ás t olerant e,
m ás cínico y a la vez m ás bondadoso; ent onces, en el ocaso de nuest ra vida, las glándulas
endocrinas dism inuyen su act ividad, y si t enem os una verdadera filosofía de la ancianidad y
hem os ordenado el pat rón de nuest ra vida conform e a ella, es ést a para nosot ros la edad de
paz y seguridad y holganza y cont ent o; finalm ent e, la vida se apaga y llega uno al sueño
et erno, para no despert ar j am ás. Deberíam os ser capaces de sent ir la belleza de est e rit m o de

7
Ibíd., pág. 200.
20
La importancia de vivir Lin Yutang

la vida, de apreciar, com o hacem os en las grandes sinfonías, su t em a principal, sus acordes de
conflict o y la resolución final. Los m ovim ient os de est os ciclos son casi siem pre iguales en la
vida norm al, pero la m úsica debe ser dada por el individuo m ism o. En algunas alm as, la not a
discordant e se hace m ás y m ás áspera, y finalm ent e abrum a o sum erge a la m elodía principal.
A veces la not a discordant e gana t ant o poder que ya no puede seguir la m úsica, y el individuo
se m at a con una pist ola o salt a a un río. Pero est o es porque su leit m ot iv original fue apagado
ya sin esperanza, por falt a de una buena aut oeducación. De ot ro m odo la vida hum ana norm al
corre a su fin norm al en una especie de digno m ovim ient o, de procesión. Hay, a veces, en
m uchos de nosot ros dem asiados at accat os o im pet uosos, y porque el t iem po va m al, la m úsica
no es agradable al oído; podríam os t ener algo m ás del grandioso rit m o y el m aj est uoso t iem po
del Ganges, que afluye lent a y et ernam ent e al m ar.
Nadie puede decir que una vida con niñez, virilidad y ancianidad no es una herm osa
concert ación; el día t iene su m añana, m ediodía y at ardecer, y el año t iene sus est aciones, y
bien est á que así sea. No hay bien ni m al en la vida, sino lo que est á bien de acuerdo con la
propia est ación. Y si asum im os est e crit erio biológico de la vida y t rat am os de vivir de acuerdo
con las t em poradas, nadie sino un t ont o envanecido o un idealist a im posible puede negar que
la vida hum ana puede ser vivida com o un poem a. Shakespeare ha expresado est a idea m ás
gráficam ent e en su pasaj e acerca de las siet e et apas de la vida, y un buen núm ero de
escrit ores chinos han dicho casi lo m ism o. Es curioso que Shakespeare no fuese nunca m uy
religioso, ni m uy int eresado en la religión. Creo que ésa fue su grandeza; t om aba la vida
hum ana casi com o era, y se ent rom et ía t an poco en el plan general de las cosas com o en los
personaj es de sus obras. Shakespeare era com o la Nat uraleza m ism a, y est e es el m ayor
elogio que podem os hacer a un escrit or o a un pensador. No hizo m ás que vivir, observar la
vida y m archarse.

CAPI TULO I I I
N UESTRA H EREN CI A AN I M AL

I . LA EPOPEYA D EL M ON O
Pero si est e crit erio biológico nos ayuda a apreciar la belleza y el rit m o de la vida,
t am bién nos m uest ra nuest ras ridículas lim it aciones. Al present arnos un cuadro m ás correct o
de lo que som os com o anim ales, nos perm it e com prendernos m ej or, y com prender m ej or el
progreso de los asunt os hum anos. Una sim pat ía m ás generosa, o aun un cinism o t olerant e,
llega j unt o con una com prensión m ás verdadera y m ás honda de la nat uraleza hum ana, que
t iene sus raíces en nuest ra ascendencia anim al. Si recordam os am ablem ent e que som os los
hij os del hom bre de Neandert hal o del hom bre de Pekín, y nos rem ont am os aun m ás a los
ant ropoides, logram os event ualm ent e la capacidad para reírnos de nuest ros pecados y
lim it aciones, así com o para adm irar nuest ra habilidad de m onos, que llam am os sent ido de la
com edia hum ana. Est a es una bella idea sugerida por el ilust rat ivo ensayo de Clarence Day,
This Sim ian World. Al leer ese ensayo de Day podem os olvidar a t odos nuest ros prój im os, los
censores, j efes de publicidad, redact ores fascist as, radioanunciadores nazis, senadores y
legisladores, dict adores, perit os económ icos, delegados a conferencias económ icas y t odos los
dem ás ent rom et idos que t rat an de inm iscuirse en la vida de ot ras personas. Podem os
perdonarlos porque em pezam os a com prenderlos.
En est e sent ido, llego a apreciar cada vez m ás la sabiduría y la visión de la gran epopeya
china de los m onos, Hsiyuchi. El proceso de la hist oria hum ana puede ser com prendido m ej or
desde est e punt o de vist a: es t an sim ilar a la peregrinación de esas criat uras im perfect as,
sem ihum anas, al Cielo Occident al. El Mono Wuk'ung represent a al int elect o hum ano, el Cerdo
Pachieh represent a a nuest ra nat uraleza inferior, el Monj e Sand represent a al sent ido com ún y
el Abat e Hsüant sang represent a a la sabiduría y el Sant o Cam ino. El Abat e, prot egido por est a
curiosa escolt a, había em prendido un viaj e de China a I ndia para procurar libros budist as

21
La importancia de vivir Lin Yutang

sagrados. La hist oria del progreso hum ano es esencialm ent e com o la peregrinación de est a
diversa com pañía de criat uras sum am ent e im perfect as, que caen cont inuam ent e en peligros y
en risueñas sit uaciones debido a sus t ont erías y sus t ravesuras. ¡Cuan a m enudo t iene que
corregir y cast igar el Abat e al t ravieso Mono y al Cerdo sensual, conducidos siem pre, por sus
m ent es t rist em ent e im perfect as y por sus baj as pasiones, a t oda suert e de líos! Los inst int os
de fragilidad hum ana, de furor, venganza, im pet uosidad, sensualidad, de falt a de perdón y,
sobre t odo, de envanecim ient o y falt a de hum ildad, aparecen siem pre a t ravés de est a
peregrinación de la hum anidad hacia la sant idad. El aum ent o de dest rucción va de la m ano con
el aum ent o de la habilidad hum ana, porque, com o el Mono con poderes m ágicos, podem os
cam inar hoy por las nubes y dar volt eret as en el aire ( en t érm inos m odernos se llam a looping-
t he- loop) , quit ar pelos de m ono de nuest ras piernas de m ono y t ransform arlos en m onit os,
para host ilizar a nuest ros enem igos, golpear a las puert as m ism as del Cielo, hacer
bruscam ent e a un lado al Celest e Port ero y exigir un lugar en la com pañía de los dioses.
El Mono era hábil, pero t am bién vanidoso; t enía suficient e m agia de m ono com o para
abrirse cam ino hast a el Cielo, pero no t enía bast ant e cordura y equilibrio y t em planza de
espírit u para vivir pacíficam ent e allí. Dem asiado bueno quizá para est a t ierra y su exist encia
m ort al, no era em pero bast ant e bueno para el Cielo y la com pañía de los inm ort ales. Había
algo de craso y m aligno y rebelde en él, algunas borras sin refinar en su oro, y por eso es que
cuando ent ró en el Cielo, en el episodio prelim inar, ant es de unirse a la part ida de peregrinos,
causó allí un sust o t errible, com o un león salvaj e que se escapa de la j aula del circo por las
calles de la ciudad. Debido a su incorregible diablura innat a, echó a perder la Com ida Azul
dada por la Reina Madre Occident al del Cielo a t odos los dioses, sant os e inm ort ales en el
Cielo. Furioso porque no se le invit ó a la fiest a, se hizo pasar por m ensaj ero de Dios y envió al
Duende Descalzo, que iba a la fiest a, en ot ra dirección, diciéndole que se había cam biado el
lugar de la fiest a, y ent onces se t ransform ó en igual al Duende Descalzo y fue a la fiest a.
Muchos ot ros duendes y hadas y t rasgos habían sido enviados por él a ot ros sit ios. Al ent rar en
el pat io, vio que era el prim ero en llegar. Nadie había allí, salvo los sirvient es que cuidaban las
j arras de vino celest ial en el corredor. Se t ransform ó ent onces en insect o de la enferm edad del
sueño, y picó a los sirvient es hast a que cayeron dorm idos, y bebió las j arras de vino. Casi
ebrio ya, pasó al salón y com ió los duraznos celest iales t endidos en la m esa. Cuando llegaron
los invit ados y vieron la com ida perdida, ya est aba él haciendo ot ras hazañas en la casa de
Laot sé, donde t rat ó de com er las píldoras de la inm ort alidad. Finalm ent e, aun disfrazado, se
m archó del Cielo, t em eroso en part e por las consecuencias dé sus andanzas de ebrio, pero
sobre t odo enoj ado porque no se le había invit ado a la Com ida Anual. Volvió a su Reino de los
Monos, del que era Rey, y así lo dij o a los m onit os, y alzó bandera de rebelión cont ra el Cielo,
y en ella escribió: " El Gran Sabio, I gual al Cielo." Hubo ent onces t erribles com bat es ent re est e
m ono y los guerreros celest es, en los cuales no fue capt urado el Mono hast a que la Diosa de la
Misericordia le derribó con un dulce ram it o de flores de las nubes.
Tal com o el Mono, siem pre nos rebelam os, y no habrá paz ni hum ildad en nosot ros hast a
que seam os vencidos por la Diosa de la Misericordia, cuyas dulces flores arroj adas desde el
Cielo nos harán caer. Y no aprenderem os la lección de verdadera hum ildad hast a que la ciencia
haya explorado los lím it es del universo. Porque en la epopeya, el Mono se rebeló aun después
de su capt ura y pregunt ó al Em perador de Jade en el Cielo por qué no se le daba un t ít ulo m ás
alt o ent re los dioses, y t uvo que aprender la lección de hum ildad m ediant e una apuest a final
con Buda, o Dios Mism o. Apost ó que con sus poderes m ágicos podía ir hast a el fin de la t ierra,
y el prem io era " El Gran Sabio, I gual al Cielo" , o la sum isión com plet a en caso de perder.
Salt ó, pues, por el aire, y viaj ó con velocidad de rayo a t ravés de los cont inent es, hast a que
llegó a una m ont aña con cinco picos, que j uzgó debía est ar t an lej os que en ella j am ás habían
puest o pie los seres m ort ales. A fin de dej ar prueba de que había llegado al lugar, orinó al pie
del pico cent ral, y sat isfecho ya con su hazaña volvió y relat ó su viaj e a Buda. Abrió ent onces
Buda una m ano, y le pidió que oliera su propia orina en la base del dedo m edio, y le dij o cóm o
durant e t odo ese t iem po no había salido siquiera de la palm a de la m ano. Sólo ent onces logró
hum ildad el Mono, y después de est ar encadenado a una roca por quinient os años, fue
libert ado por el Abat e y se unió a él en su peregrinación.
Al fin y al cabo, est e Mono, que es im agen de nosot ros m ism os, es una criat ura
ext rem adam ent e sim pát ica, a pesar de su vanidad y sus t ravesuras. Así deberíam os nosot ros,
t am bién, ser capaces de am ar a la hum anidad a pesar de t odas sus debilidades y defect os.

22
La importancia de vivir Lin Yutang

I I . A LA I M AGEN D EL M ON O
De m odo que, en lugar de at enernos al crit erio bíblico de que fuim os hechos a im agen de
Dios, llegam os a com prender que est am os hechos a la im agen del m ono, y que est am os t an
alej ados de Dios perfect o com o, digam os, est án alej adas las horm igas de nosot ros. Som os
m uy hábiles, bien seguros est am os de ello; a m enudo nos envanecem os un poco de nuest ra
habilidad, porque t enem os una m ent e. Pero llega el biólogo a decirnos que la m ent e, después
de t odo, es un progreso m uy recient e, en cuant o at añe al pensam ient o art iculado,' y que ent re
las cosas que cont ribuyen a la fact ura de nuest ra fibra m oral t enem os, adem ás de la m ent e,
un j uego de inst int os anim ales o salvaj es m ucho m ás poderosos que aquélla y que son, en
realidad, la explicación de que nos com port em os m al, individualm ent e o en nuest ra vida de
grupos. Podem os com prender m ej or ent onces la nat uraleza de la m ent e hum ana que t ant o nos
enorgullece. Vem os, en prim er lugar, que adem ás de ser una m ent e com parat ivam ent e
inhábil, es t am bién una m ent e inadecuada. La evolución del cráneo hum ano nos dem uest ra
que no es nada m ás que el ensancham ient o de una de las vért ebras dorsales y que, por
consiguient e, la función del cerebro, com o la de la m édula espinal, es esencialm ent e la de
present ir el peligro," afront ar el am bient e ext erno y preservar la vida: no la de pensar. En
general, est o de pensar se hace m uy pobrem ent e. Lord Balfour debería pasar a la post eridad
sólo por haber dicho que " el cerebro hum ano es un órgano para buscar com ida, t al com o lo es
el hocico de un cerdo" . No llam o verdadero cinism o a est o, lo llam o solam ent e una generosa
com prensión de lo que som os.
Com enzam os a com prender genét icam ent e nuest ras im perfecciones hum anas.
¿I m perfect os? Pues sí, pero el Señor no nos hizo j am ás de ot ro m odo. Mas no es ést e el punt o.
El punt o es que nuest ros rem ot os ant epasados nadaban y t repaban y se lanzaban de una ram a
a ot ra en la selva prim it iva a la m anera de Tarzán, o colgaban suspendidos de un árbol com o
m onos, por un brazo o una cola ( 1 ) . En cada et apa, est a act ividad, considerada por sí m ism a,
era casi m aravillosam ent e perfect a, a m i m odo de pensar. Pero ahora se nos pide que
realicem os una t area de reaj ust e infinit am ent e m ás difícil.
Cuando el hom bre crea una civilización propia, se em barca • en un curso de desarrollo
que biológicam ent e podría at errorizar al m ism o Creador. En cuant o se refiere a la adapt ación a
la nat uraleza, t odas las criat uras de la nat uraleza son m aravillosam ent e perfect as, porque ést a
m at a a las que no se adapt an perfect am ent e. Pero ahora ya no se nos exige que nos
adapt em os a la nat uraleza; se nos exige que nos adapt em os a nosot ros m ism os, a est o que se
llam a civilización. Todos los inst int os eran buenos, eran sanos en la nat uraleza;
en la sociedad, en cam bio, llam am os salvaj es a los inst int os. Toda laucha roba —y no es
m ás o m enos m oral por robar—, t odo perro ladra, t odo gat o se escapa de noche y desgarra
aquello en que pone sus uñas, t odo león m at a, t odo caballo huye al ver el peligro, t oda t ort uga
duerm e las m ej ores horas del día, y t odo insect o, rept il, ave y best ia reproduce su especie 8 en
público. Ahora, en t érm inos de civilización, t oda laucha es ladrona, t odo perro hace dem asiado
ruido, t odo gat o es un m arido infiel, cuando no es un vándalo salvaj e, t odo león o t igre es un
asesino, t odo caballo un cobarde, t oda t ort uga perezosa y, finalm ent e, t odo insect o, rept il, ave
o best ia es obsceno cuando cum ple sus nat urales funciones vit ales. ¡Qué t ransform ación en
m asa de los valores! Y ést a es la razón por la cual nos sent am os a ponderar por qué nos hizo
el Señor t an im perfect os.

I I I . D E SER M ORTALES
Hay graves consecuencias producidas porque t enem os est e cuerpo m ort al: prim ero, ser
m ort ales; después, t ener est óm ago, t ener m úsculos fuert es y t ener una m ent e curiosa. Est os
hechos, debido a su caráct er básico, influyen profundam ent e en el caráct er de la civilización
hum ana. Porque est o es t an evident e, que j am ás pensam os en ello. Pero no podem os
com prendernos ni com prender a nuest ra civilización, a m enos que veam os claram ent e est as
consecuencias.

8
Es ésta la razón por la cual, cuando estamos en un columpio y vamos a hamacarnos hacia adelante después de haberlo
hecho hacia atrás, sentimos un escozor en el extremo de nuestra columna vertebral, donde había anteriormente una cola. El reflejo
está aún allí, y tratamos de tomarnos de algo con una cola que ya ha desaparecido.
23
La importancia de vivir Lin Yutang

Sospecho que t oda la dem ocracia, t oda la poesía y t oda la filosofía nacen del hecho, dado
por Dios, de que t odos nosot ros, príncipes y pobres por igual, est am os lim it ados a un cuerpo
de t al alt o y t al ancho y a una vida de cincuent a o sesent a años. En su conj unt o, el arreglo es
m uy cóm odo. No som os dem asiado largos ni dem asiados cort os. Por lo m enos yo est oy
sat isfecho con un m et ro y sesent a de est at ura. Y cincuent a o sesent a años m e parecen un
t iem po t an horriblem ent e largo; es, por ciert o, cosa de dos o t res generaciones. Se halla t odo
arreglado de m anera que cuando nacem os vem os a ciert os abuelos que m ueren con el correr
del t iem po, y cuando llegam os a abuelos vem os a ot ros chiquit ines que nacen. Est o parece la
perfección. Toda la filosofía de la cuest ión est á en el dicho chino de que " Un hom bre puede
poseer m il acres de t ierra, pero duerm e en una cam a de dos m et ros" . No parece que un rey
necesit ara m ás de dos m et ros y m edio, a lo sum o, para su cam a, y allí t endrá que ir a
est irarse por la noche. Yo, por consiguient e, soy t ant o com o un rey. Y por rico que sea un
hom bre, raro es el que excede el lím it e bíblico de set ent a años. Vivir después de esa edad
significa, en China, ser llam ado " ant iguo- raro" , por la frase china de que " es raro para el
hom bre vivir m ás de set ent a años, desde los t iem pos ant iguos" .
Y lo m ism o con respect o a la riqueza. Todo el m undo t iene una acción sobre est a vida,
pero nadie es dueño de la hipot eca. Y por eso est am os capacit ados para t om ar m ás
ligeram ent e la vida; en lugar de ser t errat enient es perpet uos en est a t ierra, som os sus
huéspedes t ranseúnt es, porque t odos som os huéspedes en est a t ierra, los dueños de los
cam pos t ant o com o los que levant an la cosecha. Se priva así de ciert o significado a la palabra
" t errat enient e" . Nadie es dueño en realidad de una casa, nadie es dueño en realidad de un
cam po. Ya lo dice el poet a chino:

Junt o a la colina, ¡qué her m osos cam pos dor ados!


Ot ros labraron lo que cosecha el recién llegado.
No os dé goce, recién llegados, vuest ra cosecha,
Que ot ro recién llegado det rás espera.

La dem ocracia de la m uert e es rara vez apreciada. Sin la m uert e, ni Sant a Elena habría
significado nada para Napoleón, y no sé qué sería de Europa. No habría biografías de héroes o
conquist adores, y aunque las hubiera, los biógrafos, a buen seguro, perdonarían m enos,
sim pat izarían m enos. Perdonam os a los grandes del m undo porque han m uert o. Por est ar
m uert os, sent im os que hem os quedado a m ano con ellos. Todo cort ej o fúnebre lleva un
est andart e en que est án escrit as las palabras: " I gualdad de la Hum anidad" . Cuánt a alegría de
vivir se ve en la siguient e balada que el pueblo oprim ido de China com puso a la m uert e de
Ch'in Shih- huang, el const ruct or de la Gran Muralla y el t irano que, cuando vivo, hizo cast igar
con la m uert e los " pensam ient os calum niosos en el vient re" , quem ó los libros de Confucío y
ent erró en vida a cent enares de est udiosos de Confucio:

¡lCh'in Shih- huang va a m orir ! ( 9 )


Abrió m í puert a
Y se t endió en m i piso;
Com ió m i cena,
Y quiso m ás.
Sin decir por qué era
Paladeó m i vino.
Con m i arco y m is flechas
Le m at aré en la m uralla.
Mi arco le espera
j Y le hará caer en Schach'iu!

9
Por inversión, est as baladas fueron señaladas por los hist oriadores chinos com o oráculos, com o que daban
expresión a la voz de Dios a t ravés de la voz del pueblo. Est o explica el t iem po fut uro. El Em perador m urió en
Shach'iu.

24
La importancia de vivir Lin Yutang

De est o, pues, surgen un sent ido de la com edia hum ana y el m at erial m ism o de la poesía
y la filosofía hum anas. El que percibe la m uert e percibe un sent ido de la com edia hum ana, y se
hace rápidam ent e poet a. Shakespeare llegó a ser un poet a profundo cuando hizo que Ham iet
siguiera el noble polvo de Alej andro " hast a que lo encuent re un aguj ero de t arugo" ; " Alej andro
m urió. Alej andro fue ent errado. Alej andro vuelve al polvo; el polvo es t ierra; de t ierra hacem os
barro, y ¿por qué con ese barro, en que quedó convert ido, no podrán t apar un barril de
cerveza?" Al fin y al cabo, no hay en Shakespeare un sent ido de la com edia m ás espléndido
que cuando hace que el Rey Ricardo I I hable de t um bas, de gusanos y epit afios y del bufón
que t iene su cort e dent ro de la hueca corona que cont ornea las sienes m ort ales de un rey, o
cuando habla de " un gran com prador de t ierras, con sus est at uas, sus reconocim ient os, sus
m ult as, sus dobles vales, sus cobranzas" , y que con t odas sus m ult as t erm ina siendo " un bello
cráneo lleno de t ierra" . Ornar Khayyam y su cont rapart e china. Chia Fuhsi ( alias Mup'it sé, un
oscuro poet a chino) , derivaron t odo su espírit u cóm ico y su cóm ica int erpret ación de la
hist oria, del m ism o sent ido de la m uert e, porque señalaron los zorros que form aban sus
hogares en t um bas de reyes. Y la filosofía china adquirió profundidad y hum orism o, por vez
prim era, con Tschuangt sé, que basó t am bién t oda su filosofía en un com ent ario sobre la vist a
de un cráneo:
Tschuangt sé fue a Ch'u y vio un cráneo vacío, con su cont orno seco y vacío. Lo golpeó con un lát igo y le
pregunt ó: " ¿Has llegado a est o porque am abas los placeres y vivías desordenadam ent e? ¿Eras un fugit ivo que huía de
la ley? ¿Hicist e algo m alo que avergonzara a t us padres y t u fam ilia? ¿O padecist e ham bre hast a m orir? ¿O llegast e a
la ancianidad y m orist e de una m uer t e nat ural?" Después de decir así, Tschuangt sé t om ó el cráneo y durm ió con él
com o alm ohada. . .
Cuando m ur ió la esposa de Tschuangt sé, Hueít sé fue a ex presar sus condolencias, pero encont ró a Tschuangt sé
sent ado en el suelo y cant ando una canción, cuyo rit m o m arcaba golpeando un cuenco de barro. " ¡Qué! Est a m uj er ha
vivido cont igo y t e ha dado hij os. Por lo m enos, no debieras abst ener se de llorar cuando m uere su anciano cuerpo.
¿No es dem asiado, acaso, que golpees ese cuenco y cant es?"
Tschuangt sé r espondió: " Est ás en error. Cuando m urió, no pude dej ar de sent ir m e t rist e y em ocionado, pero
reflex ioné que en un com ienzo 'ella no t uvo vida, y no solam ent e v ida, que t am poco t uvo form a corpórea; y no
solam ent e form a corpór ea, que t am poco t uvo espírit u. Tom ada por est a afluencia siem pre cam biant e de las cosas,
llegó a ser espírit u, el espírit u se^ —o cuer po, y el cuerpo t uvo v ida. Ahora ha cam biado ot ra vez y ha m uert o, y al
hacer lo se ha sum ado a la et erna procesión de pr im av er a, verano, ot oño e invierno. ¿Por qué he de hacer yo t ant o
ruido, y llorar, y lam ent ar m e por ella, cuando su cuerpo est á allí quiet o, en la casa grande? Eso ser ía no poder
com prender el curso de las cosas. Por eso es que dej é de llorar."
Así veo que la poesía y la filosofía com enzaron con el reconocim ient o de nuest ra
m ort alidad y un sent ido de cóm o es pasaj ero el t iem po. Est e sent ido de lo pasaj ero del t iem po
respalda a t oda la poesía china, así com o a buena part e de la poesía occident al: el sent im ient o
de que la vida es esencialm ent e sólo un sueño, m ient ras rem am os, rem am os en nuest ro bot e,
río abaj o, al at ardecer de un herm oso día; que las flores no pueden florecer siem pre, que la
luna crece y dism inuye, y que la vida hum ana m ism a se une a la et erna procesión de los
m undos de las plant as y los aním ales, por cuant o nace, crece hast a la m adurez y m uere para
dej ar lugar a ot ros. El hom bre em pezó a ser filosófico sólo cuando vio la vanidad de est a
exist encia t errena. Tschuangt sé dij o que una vez soñó que era una m ariposa, y m ient ras
est aba en est e sueño sent ía que podía agit ar sus alas, y que t odo era real, pero al despert ar
com prendió que era Tschuangt sé, y que Tschuangt sé era real. Ent onces pensó y ponderó qué
era lo verdaderam ent e real, si en verdad era Tschuangt sé que soñaba ser una m ariposa, o en
verdad una m ariposa que soñaba ser Tschuangt sé. La vida, pues. es en verdad un sueño, y los
seres hum anos som os com o viaj eros que flot am os por el et erno río del t iem po, que
em barcam os en ciert o punt o y desem barcam os en ot ro, a fin de dej ar lugar a quienes, río
abaj o, esperan subir a bordo. La m it ad de la poesía del m undo se habría perdido si no
sint iéram os que la vida es un sueño, o un viaj e con pasaj eros t ransit orios, o sim plem ent e un
escenario en que los act ores rara vez com prenden que est án represent ando sus papeles. Así
escribía un est udioso chino, Liu Tasheng, a su am igo:

De t odas las cosas del m undo, aquella en que som os m ás serios es la de ser un
funcionario, y la que llam am os m ás frivola es la de ser un act or en una pieza t eat ral. Pero creo
que est o es una t ont ería. He vist o a m enudo en el escenario cóm o los act ores cant an y lloran y
se enoj an y hacen brom as, creyendo que son personas reales. Pero lo real en una obra no son
los viej os caract eres que asi se represent an, sino los act ores que los represent an. Todos t ienen
padres, esposas e hij os, t odos quieren alim ent ar a sus padres, esposas e hij os, y lo hacen
cant ando, llorando y riendo y enoj ándose y dirigiéndose brom as. Son los verdaderos

25
La importancia de vivir Lin Yutang

personaj es ant iguos que t rat an de ret rat ar. Tam bién he vist o cóm o algunos de est os act ores,
que llevan una gorra y una capa de funcionario, y por est ar en sus papeles creen ser
verdaderos funcionarios, lo creen t ant o que piensan que nadie en el m undo sospechará j am ás
que est án represent ando. No com prenden que m ient ras se saludan y reverencian uno al ot ro,
y se sient an y hablan y m iran a su alrededor, y hast a cuando son los dignos funcionarios ant e
quienes t iem blan los prisioneros, son solam ent e act ores que con sus cant os y sus llant os y sus
risas y sus enoj os y sus brom as t rat an de alim ent ar a sus padres, esposas e hij os. ¡Gran
desgracia es que haya gent es que se apeguen a ciert a obra, a ciert o papel, a ciert o t ext o y
ciert o acent o o est ilo de enunciación, hast a que t odo el don- de sus int est inos y órganos
int ernos ( vale decir, inst int os y em ociones) est é dom inado por la obra, sin com prender una
sola vez que son realm ent e act ores!

I V. D E TEN ER ESTOM AGO


Una de las consecuencias m ás im port ant es del hecho de ser anim ales es que t enem os
ese pozo sin fondo llam ado est óm ago. Est e hecho ha prest ado color a t oda nuest ra civilización.
El epicúreo chino Li Líweng escribió una prot est a cont ra est e pozo sin fondo, en la not a que
hace de prefacio a la sección sobre com idas de su libro del art e general de vivir.

Veo que los órganos del cuerpo hum ano, el oído, el oj o, la nariz, la lengua, las m anos,
los pies y el cuerpo, t ienen t odos una necesaria función, pero los dos órganos que son
t ot alm ent e innecesarios pero con los que est am os de t odos m odos dot ados son la boca y el
est óm ago, que causan t odas las preocupaciones y los m ales de la hum anidad a t ravés de las
edades. Con est a boca y est e est óm ago, el problem a de conseguir el sust ent o se hace
com plicado, y cuando el problem a del sust ent o se com plica aparecen la ast ucia y la falsedad y
la deshonest idad en los asunt os hum anos. Con la aparición de la ast ucia y la falsedad y la
deshonest idad en los asunt os hum anos, llega el derecho crim inal, de m anera que el rey no
puede prot eger con su m isericordia, los padres no pueden com placer su am or, y hast a el
bondadoso Creador se ve obligado a ir cont ra Su volunt ad. Todo est o proviene de un poco de
falt a de previsión, por Su part e, en Su diseño del cuerpo hum ano en el m om ent o de la
creación, y es la consecuencia de t ener nosot ros est os dos órganos. Las plant as pueden vivir
sin boca ni est óm ago, y las rocas y la t ierra t ienen su ser sin alim ent o alguno. ¿Por qué,
ent onces, se nos ha de dar una boca y un est óm ago, y dot ar de est os dos órganos de sobra? Y
aun cuando se nos t uviera que dot ar de est os órganos, Él podría habernos hecho posible
ext raer nuest ra nut rición, com o lo hacen peces y m oluscos, de las aguas, o el grillo y la cigarra
del rocío, pues t odos ellos pueden obt ener su crecim ient o y su energía de esa m anera, y nadar
o volar o Salt ar o cant ar. Si as; hubiera sido, no habríam os t enido que luchar en est a vida, y
las penas de la hum anidad habrían desaparecido. Por ot ra part e, no sólo nos ha dado Él est os
dos órganos, sino que nos ha dot ado t am bién de m últ iples apet it os o deseos, adem ás de hacer
el pozo sin fondo, de m odo que es com o un valle o un m ar que j am ás puede ser colm ado. La
consecuencia es que t rabaj am os en nuest ra vida con la energía de los ot ros órganos, a fin de
at ender inadecuadam ent e a las necesidades de est os dos. He pensado en est e asunt o una y
ot ra vez, y no puedo dej ar de culpar al Creador. Sé, claro est á, que Él debe haberse
arrepent ido de Su error t am bién, pero ahora piensa sencillam ent e que ya nada puede hacerse,
por cuant o el diseno o pat rón est á fij ado. ¡Cuan im port ant e es para los hom bres ser
cuidadosos en el m om ent o de concebir una ley o una inst it ución!
Por ciert o que nada se puede hacer, ahora que t enem os que llenar est e pozo sin fondo, y
el hecho de que poseam os un est óm ago ha coloreado, por decir lo m enos, el curso de la
hist oria hum ana. Con una generosa com prensión de la nat uraleza hum ana, Confucio reduj o los
grandes deseos de los seres hum anos a dos: alim ent ación y reproducción, o en t érm inos m ás
sim ples: com ida y bebida y m uj eres. Muchos hom bres han eludido el sexo, pero ningún sant o
ha eludido hast a ahora la com ida y la bebida. Hay ascét icos que han aprendido a vivir una vida
de cont inencia, pero hast a los m ás espirit uales de los hom bres no pueden olvidar la com ida
26
La importancia de vivir Lin Yutang

por m ás de cuat ro o cinco horas. El refrán m ás const ant e de nuest ros pensam ient os, que se
produce sin falt a cada pocas horas es: " ¿Cuándo com o?" Est o ocurre por lo m enos t res veces
al día, y en algunos casos cuat ro o cinco veces. Las conferencias int ernacionales, en m edio de
la discusión de las sit uaciones polít icas m ás absorbent es y m ás crít icas, t ienen que
int errum pirse para el alm uerzo. Los parlam ent arios deben aj ust ar sus program as de sesiones a
las horas de com idas. Una cerem onia de coronación que dure m ás de cinco o seis horas o
ent re en conflict o con la com ida del m ediodía, será denunciada inm ediat am ent e com o una
m olest ia pública. Y com o est am os dot ados de est óm ago, el m ej or arreglo que podem os
im aginar cuando nos reunim os para rendir hom enaj e público a un abuelo, es darle una com ida
de cum pleaños.
Est o t iene una razón. Los am igos que se encuent ran en la com ida se encuent ran en paz.
Una buena sopa de nidos de páj aros, o un delicioso chow m ein, t ienen t endencia a suavizar el
calor de nuest ras discusiones y at enuar la aspereza de nuest ros punt os de vist a opuest os.
Pongam os j unt os a dos buenos am igos cuando t ienen ham bre y no com ida, y t erm inarán
invariablem ent e en una disput a. El efect o de una buena com ida no dura solam ent e unas horas,
sino sem anas y m eses. Vacilam os m ucho ant es de hacer una crít ica desfavorable de un libro
escrit o por alguien que nos dio una buena com ida hace t res o cuat ro m eses. Por est a razón es
que, con la profunda perspicacia china de la nat uraleza hum ana, t odas las disput as y peleas se
resuelven en la m esa de la com ida, y no en un t ribunal de j ust icia. El pat rón de la vida china
es t al, que no solam ent e resolvem os nuest ras disput as en la com ida, después de haberse
producido, sino que prevenim os el surgim ient o de disput as por el m ism o m edio. En China,
sobornam os la buena volunt ad de t odos con frecuent es com idas para abrirnos paso. Es, por
ciert o, la única guía segura para el t riunfo en la polít ica. Si alguien se t om ara el t rabaj o de
com pilar cifras est adíst icas, podría encont rar una absolut a correlación ent re el núm ero de
com idas que da un hom bre a sus am igos y la proporción o la rapidez de sus prom ociones
oficiales.
Pero, en la form a que est am os const it uidos, ¿cóm o podem os reaccionar de ot ra m anera?
No creo que est o sea peculiarm ent e chino. ¿Cóm o puede un direct or de correos o j efe de un
depart am ent o en Occident e denegar una solicit ud privada de favor personal, si la hace un
am igo en cuya casa ha com ido cinco o seis buenas cenas? Apuest o a que los occident ales son
t an hum anos com o los chinos. La única diferencia es que aquéllos no t ienen perspicacia en
cuant o a la nat uraleza hum ana, o no han procedido lógicam ent e a organizar su vida polít ica de
acuerdo con ella. Supongo que hay t am bién algo sim ilar a est e m odo de vivir de los chinos en
el m undo polít ico nort eam ericano, digam os, por cuant o no puedo sino creer que la nat uraleza
hum ana es m uy igual siem pre, y t odos som os m uy parecidos baj o la piel. Sólo que no lo veo
pract icar t an generalm ent e com o en China. Lo único que he sabido de est o en los Est ados
Unidos es que los candidat os a una función pública dan fiest as a las fam ilias de sus
circunscripciones, y sobornan a las m adres alim ent ando a sus hij os con ice cream soda. La
convicción inevit able de la gent e después de una alim ent ación pública es la de que He's a j olly
good fellow , y por lo com ún se m anifiest a en cant os. Est o es solam ent e ot ra form a de la
práct ica de los señores y nobles m edievales de Europa que, en ocasión de una boda o
cum pleaños de nobles, daban a sus cam pesinos una fiest a generosa, con carnes y vinos en
cant idad liberal.
Tan básicam ent e gravit a en nosot ros est e asunt o de la com ida y la bebida, que las
revoluciones, la paz, el pat riot ism o, la com prensión int ernacional, nuest ra vida diaria y t odo el
arm azón de la vida social hum ana, est án profundam ent e influidos por él. ¿Cuál fue la causa de
la Revolución Francesa? ¿Rousseau y Volt aire y Diderot ? No, apenas la com ida. ¿Cuál fue la
causa de la Revolución Rusa y el experim ent o soviét ico? Apenas la com ida, ot ra vez. En cuant o
a la guerra. Napoleón m ost ró la profundidad esencial de su cordura al decir que " un ej ércit o
pelea con su est óm ago" . Y ¿de qué vale decir " Paz, Paz" , cuando no hay paz debaj o del
diafragm a? Est o se aplica a las naciones así com o a los individuos. Han caído im perios y se han
derrum bado los m ás poderosos regím enes y reinos de t error cuando el pueblo t uvo ham bre.
Los hom bres se niegan a t rabaj ar, los soldados a com bat ir, las prim a- donnas a cant ar, los
senadores a debat ir, y hast a los president es a gobernar el país cuando t ienen ham bre. Y ¿para
qué t rabaj a y suda durant e t odo el día en su oficina el m arido, sino por la perspect iva de una
buena com ida en casa? De ahí el proverbio de que el m ej or cam ino hacia el corazón de un
hom bre pasa por su est óm ago. Cuando la carne est á sat isfecha, el espírit u est á m ás t ranquilo
y m ás cóm odo, y el hom bre am a y aprecia m ás. Se han quej ado las esposas de que sus
27
La importancia de vivir Lin Yutang

m aridos no not an sus nuevos vest idos, nuevos zapat os, nuevas cej as o nuevas fundas de los
sillones. Pero, ¿se han quej ado j am ás las esposas de que sus m aridos no not an un buen bife o
una buena t ort illa?. . . ¿Qué es el pat riot ism o sino el am or por las buenas cosas que com im os
en nuest ra niñez? He dicho en ot ra part e que la lealt ad al Tío Sam es la lealt ad a los buñuelos
y al j am ón y a las bat at as, y la lealt ad a la Vat erland alem ana es la lealt ad al Pfannkuchen y al
St ollen de Navidad. En cuant o a la com prensión int ernacional, ent iendo que los t allarines han
hecho m ás que Mussolini por nuest ro aprecio hacia I t alia. Es lást im a que, a j uicio de algunas
personas, lo que hicieron • los t allarines fue deshecho por Mussolini en la causa de la
com prensión ent re I t alia y el m undo ext erior. Est o es porque en los alim ent os, com o en la
m uert e, sent im os la esencial frat ernidad de la hum anidad.
¡Cóm o resplandece un espírit u chino después de un buen fest ín! ¡Cuan fácil es que
proclam e la herm osura de la vida cuando est án bien llenos su est óm ago y sus int est inos! De
ese est óm ago bien lleno se desprende e irradia una felicidad que es espirit ual. El chino confía
en el inst int o, y su inst int o le dice que cuando est á bien el est óm ago, t odo est á bien. Por eso
es que adj udico a los chinos una vida m ás próxim a al inst int o y una filosofía que hace posible
un m ás am plio reconocim ient o de él. La idea china de la felicidad es, com o lo he señalado en
ot ra part e, est ar " t ibio, bien lleno, a oscuras y dulce" , con referencia a la condición de ir a la
cam a después de una buena cena. Por est a m ism a razón, dice un poet a chino: " Un est óm ago
bien lleno es en verdad una gran cosa; t odo lo dem ás es luj o."
Con est a filosofía, por lo t ant o, los chinos no t ienen m oj igat erías en cuant o a la com ida, o
en cuant o a com erla con gust o. Cuando un chino t om a una cucharada de buena sopa, da un
gust oso sorbo. Es claro que ést os no serían m odales para la m esa de Occident e. En cam bio,
sospecho firm em ent e que los m odales de la m esa de Occident e, que nos obligan a t om ar la
sopa sin ruido y a com er con quiet ud, sin la m enor expresión de goce, son la verdadera razón
de que se haya det enido el desarrollo del art e de la cocina. ¿Por qué hablan t an suavem ent e y
parecen t an desvent urados y decent es y respet ables los occident ales en sus com idas? En su
m ayoría no t ienen siquiera la sensat ez de t om ar con la m ano un hueso de pollo y roerlo hast a
que quede lim pio. sino que fingen j ugar con él, cuchillo y t enedor en m ano, y se sient en
t erriblem ent e desvent urados y t em en decir algo al respect o. Est o es crim inal cuando el pollo
est á bueno de verdad. En cuant o a lo que se llam a m odales de la m esa, est oy seguro de que el
niño t iene su iniciación en los pesares de est a vida cuando la m adre le prohibe que se relam a.
Es t al la psicología hum ana que, si no expresam os nuest ra alegría, pront o cesam os hast a de
sent irla, y luego vienen la dispepsia, la m elancolía, la neurast enia y t odos los m ales m ent ales
que son peculiares de la vida adult a. Deberíam os im it ar a esos franceses que suspiran un
" ¡Ah! " cuando el cam arero les lleva una buena cost illit a de t ernera, y hacen un gruñido
puram ent e anim al, com o " ¡Om m m ! " después de probar el prim er bocado. ¿Qué vergüenza hay
en gozar la com ida?, ¿qué vergüenza en t ener un apet it o norm al, sano? No, los chinos son
diferent es. Tienen m alos m odales en la m esa, pero gozan grandem ent e un fest ín.
Por ciert o que creo que la razón por la cual los chinos no han desarrollado la bot ánica y la
zoología es que el est udioso chino no puede m irar fríam ent e, sin em oción, a un pez, sin pensar
inm ediat am ent e qué sabor t endrá y sin querer com erlo. La razón por la cual no confío en los
ciruj anos chinos es que t em o que cuando un ciruj ano chino m e cort e el hígado, en busca de un
cálculo, se olvide del cálculo y ponga m i hígado en una sart én. Porque veo que un chino no
puede m irar a un puercoespín sin pensar inm ediat am ent e m edios y m odos de cocerlo y com er
su carne sin em ponzoñarse. No em ponzoñarse es para los chinos el único aspect o práct ico,
im port ant e. El sabor de la carne de puercoespín es de im port ancia suprem a, si ha de sum ar un
nuevo m at iz a los que conoce nuest ro paladar. Las púas del puercoespín no nos int eresan.
Cóm o nacieron, cuál es su función y cóm o est án unidas a la piel del puercoespín y se hallan
dot adas del poder de erguirse al aparecer un enem igo, son cuest iones que para los chinos
parecen em inent em ent e ociosas. Y t am bién con t odos los dem ás anim ales y plant as: el punt o
de vist a adecuado es el de cóm o podem os gozar de ellos los hum anos, y no qué son en sí. El
cant o del páj aro, el color de la flor, los pét alos de la orquídea, el sabor de la carne de pollo son
las cosas que nos int eresan. Orient e t iene que aprender de Occident e t odas las ciencias de
bot ánica y zoología, pero Occident e t iene que aprender de Orient e cóm o gozar de los árboles,
las flores y los peces, aves y anim ales, lograr una plena apreciación de los cont ornos y gest os
de diversas especies y asociarlos con m odos o sent im ient os diferent es.

28
La importancia de vivir Lin Yutang

La com ida, pues, es una de las pocas alegrías sólidas de la vida hum ana. Es un hecho
feliz que est e inst int o del ham bre est á m enos rodeado de t abús y códigos sociales que el ot ro
inst int o, el sexual, y que, en t érm inos generales, no se plant ea ninguna cuest ión m oral en
relación con la com ida. Hay m ucha m enos m oj igat ería acerca de la com ida que acerca del
sexo. Feliz est ado de cosas es el de que los filósofos, poet as, com erciant es y art ist as puedan
unirse en una com ida, y cum plir sin un sonroj o la función de alim ent arse en público, aunque se
sabe de ciert as t ribus salvaj es que han logrado un sent ido de la m odest ia acerca de la com ida,
y sólo com en cuando cada individuo est á solo. El problem a del sexo ent rará en consideración
m ás adelant e, pero aquí t enem os, por lo m enos, un inst int o que, por ser m enos cont enido,
produce form as m ás escasas de perversión, dem encia y com port am ient o crim inal. Est a
diferencia ent re el inst int o del ham bre y el inst int o de la reproducción, en sus inferencias
sociales, es m uy nat ural. Pero sigue en píe el hecho de que t enem os aquí un inst int o que no
com plica nuest ra vida psicológica, sino que es una dádiva pura a la hum anidad. La razón es
que se t rat a de un inst int o acerca del cual la hum anidad es bast ant e franca. Com o aquí no hay
problem a de m odest ia, no hay psicosis, neurosis o perversión vinculada con él. Del plat o a la
boca se pierde la sopa, pero una vez que est á la com ida en la boca hay, com parat ivam ent e,
pocos desvíos. Se adm it e abiert am ent e que t odo el m undo debe com er, caso que no se da con
el inst int o sexual. Y una vez com placido, aquel inst int o no conduce a ningún m al. A lo sum o,
algunas personas com en hast a producirse dispepsia, o úlceras en el est óm ago, o inflam aciones
del hígado, y unas pocas cavan sus t um bas con los propios dient es —hay casos de dignat arios
chinos ent re m is cont em poráneos que así lo hacen—, pero aun así no se avergüenzan de ello
ant es de sus bodas, pero ¿en qué ot ra part e del m undo se hace t al cosa? El t em a de la com ida
goza la luz del sol del conocim ient o, pero el sexual est á t odavía rodeado de cuent os de hadas,
m it os y superst iciones. Hay luz de sol en t orno al t em a de la com ida, pero m uy poca en t orno
al t em a del sexo.
Por ot ra part e, es una gran desvent ura que no t engam os m ollej a, ni buche, ni cuaj o,
com o las aves. En ese caso, la sociedad hum ana quedaría alt erada hast a ser irreconocible; a la
verdad, t endríam os una raza de hom bres ent eram ent e dist int a. Una raza hum ana dot ada de
gaznat es o m ollej a, ya lo veríam os, t endría el caráct er m ás pacífico, cont ent o y dulce, com o la
ovej a o el pollo. Podría crecernos un pico, lo cual alt eraría nuest ro sent ido de la belleza, o t al
vez nos bast aría con abandonar los incisivos y los caninos. Podrían .ser suficient es las sem illas
y las frut as, o acaso podríam os past ar en las verdes colinas, porque la Nat uraleza es t an
abundant e.. . Com o no t endríam os que luchar por nuest ro sust ent o, ni clavar nuest ros dient es
en la carne del enem igo vencido, no seríam os las t erribles criat uras belicosas que hoy som os.
Hay una relación m ás est recha ent re com ida y t em peram ent o —en t érm inos de la
Nat uraleza— de lo que pensam os. Todos los anim ales herbívoros son pacíficos de caráct er: la
ovej a, el caballo, la vaca, el elefant e, la golondrina, et c.; t odos los anim ales carnívoros son
peleadores: el lobo, el león, el t igre, el halcón, et c. Si hubiéram os sido una raza herbívora,
nuest ro caráct er habría sido m ás elefant ino, por ciert o. La Nat uraleza no produce un
t em peram ent o pugnaz cuando no se necesit a com bat ir. Los gallos pelean aún unos con ot ros,
pero no pelean por la com ida, sino por las hem bras. Seguiría habiendo algo de lucha de est a
suert e ent re los m achos en la sociedad hum ana, pero sería sum am ent e diferent e de la lucha
por com idas envasadas de export ación que vem os en la Europa del present e.
Nada sé de m onos que com an m onos, pero sí sé de hom bres que com en hom bres,
porque t odas las pruebas de la ant ropología señalan ciert am ent e a una práct ica m uy universal
del canibalism o. Eso se debe a nuest ra ascendencia carnívora. ¿Es de ext rañar, pues, que
t odavía nos com am os uno al ot ro, en m ás de un sent ido: individual, social e
int ernacionalm ent e? Hay est o que decir en favor de los caníbales: que son sensat os en est a
cuest ión de m at ar. Adm it en que m at ar es un m al indeseable pero inevit able, y proceden a
sacar algo de ello, com iendo los deliciosos lom os, cost illas e hígados de sus enem igos m uert os.
La diferencia ent re los caníbales y los hom bres civilizados parece ser que los caníbales m at an a
sus enem igos y los com en, en t ant o que los hom bres civilizados m at an a sus enem igos y los
ent ierran, ponen una cruz sobre sus cadáveres y ofrecen plegarias por sus alm as. Así
sum am os la est upidez al envenenam ient o y al m al hum or.
Com prendo que est am os en el cam ino a la perfección, lo cual significa que som os
excusablem ent e im perfect os por ahora. Eso, creo, es lo que som os. Mient ras no desarrollem os
un t em peram ent o de buche no podrem os llam arnos verdaderam ent e civilizados. Veo a la vez

29
La importancia de vivir Lin Yutang

anim ales herbívoros y carnívoros en la act ual generación de hom bres: los que t ienen
t em peram ent o am able y los que no lo t ienen. Los hom bres herbívoros hacen su cam ino por la
vida int eresándose por sus cosas, en t ant o que los hom bres carnívoros se ganan la vida
m et iéndose en las cosas de los dem ás. Si abj uré de la polít ica hace diez años, después de
conocer su sabor durant e cuat ro m eses, fue porque hice m uy pront o el descubrim ient o de que
no era, por caráct er, un anim al carnívoro, aunque m e gust a un buen bife a la plancha. La
m it ad del m undo pasa el t iem po haciendo cosas, y la m it ad pasa el t iem po haciendo que los
dem ás hagan cosas para ellos, o haciendo im posible que los dem ás hagan algo. La
caract eríst ica del carnívoro es ciert o deleit e agudo en el pugilism o, en los m alos m anej os
polít icos, en t irar de las cuerdas de los t ít eres, en las t raiciones, en la hazaña de ser m ás
ast ut o que el enem igo, t odo ello con un int erés genuino y una verdadera capacidad, para la
cual, lo confieso, no t engo el m enor aprecio. Pero t odo es cuest ión de inst int o; los hom bres
que nacen con est e inst int o pugilíst ico parecen gozarlo y usarlo con placer, en t ant o que la
verdadera capacidad creadora, la capacidad para realizar sus t areas o conocer sus asunt os,
parece sufrir por lo com ún una falt a de desarrollo. ¡Cuánt os profesores, buenos y t ranquilos
profesores herbívoros carecen t ot alm ent e de rapacidad y de capacidad para ir adelant e en la
com pet encia con los dem ás, y, sin em bargo, cuánt o los adm iro! Por ciert o que yo podría
avent urar la opinión de que t odos los art ist as creadores del m undo son m ucho m ej ores cuando
se fij an en sus cosas que cuando se fij an en las de los dem ás, y son, por consiguient e, de la
especie herbívora. La verdadera solución de la hum anidad consist e en la m ult iplicación del
hom o sapiens herbívoro en m ayor proporción que la variedad carnívora. Por el m om ent o, sin
em bargo, los carnívoros deben ser t odavía nuest ros j efes. Así debe ser en un m undo que cree
en los m úsculos fuert es.

V. D E TEN ER M ÚSCULOS FUERTES


Ot ra consecuencia im port ant e del hecho de que seam os anim ales y t engam os cuerpos
m ort ales es que som os suscept ibles al asesinat o, y al hom bre com ún no le gust a el asesinat o.
Es ciert o que t enem os un deseo divino de conocim ient o y sabiduría, pero con el conocim ient o
vienen t am bién diferencias de punt os de vist a y, por lo t ant o, disput as. En un m undo de
inm ort ales, las discusiones durarían siem pre, porque no puedo im aginar un m odo de resolver
una discusión si ninguno de los inm ort ales que discut en quiere adm it ir que est á equivocado. En
un m undo de m ort ales, la sit uación es diferent e. La part e que discut e se hace generalm ent e
t an m olest a a j uicio de su oponent e —y cuando m ás m olest a parezca t ant o m ás
em barazosam ent e acert ados son sus argum ent os— que el últ im o le da m uert e, y con ello
t erm ínala discusión. Si " A" m at a a " B" , " A" t iene razón; y si " B" m at a a " A" , " B" t iene razón.
Est e, casi no necesit am os recordarlo, es el viej o, viej ísim o m ét odo de resolver discusiones
ent re brut os. En el reino anim al, el león siem pre t iene razón.
Est o es, básicam ent e, t an ciert o en cuant o a la sociedad hum ana, que ofrece una buena
int erpret ación de la hist oria del hom bre, hast a en los t iem pos present es. Después de t odo,
Galileo se ret ract ó de haber descubiert o ciert as ideas acerca de la redondez de la t ierra y del
sist em a solar. Se ret ract ó porque t enía un cuerpo m ort al, suscept ible de asesinat o o de
t ort ura. Habría exigido infinit as m olest ias discut ir con Galileo si no hubiese t enido un cuerpo
m ort al, y j am ás se le podría haber convencido de que est aba equivocado; y eso habría sido un
et erno engorro. Pero, según est aban las cosas, una cám ara de t ort ura, o la celda de una
prisión, para no hablar del cadalso o de la pira, bast aban para dem ost rar cuan equivocado
est aba. El clero y los caballeros de la época est aban dispuest os a decidir las cosas con Galileo.
El hecho de que Galileo se convenció de su error, afirm ó la creencia del clero de aquella época
en que los dem ás t enían razón. Así se resolvió m uy lim piam ent e el asunt o.
Hay algo convenient e, y cóm odo y eficient e, en est e m ét odo de resolver disput as. Las
guerras de depredación, las guerras religiosas, el conflict o de Saladino y los crist ianos, la
I nquisición, la quem azón de bruj as, la m ás m oderna prédica del Evangelio crist iano y la
proselit ización de herej es con cañoneras, la defensa de la Carga del Hom bre Blanco por los
m ism os m edios, la propagación de la civilización en Et iopía por los t anques y aeroplanos de
Mussolini: t odo est o se realiza según est a lógica anim al que ha heredado t oda la hum anidad.
Si los it alianos t ienen m ej ores cañones y apunt an m ej or y m at an m ás gent e, Mussolini lleva la
civilización a Et iopía, y sí, en cam bio, los et íopes t ienen m ej ores cañones y apunt an m ej or y
m at an m ás gent e, ent onces Haile Selassie lleva la civilización a I t alia.

30
La importancia de vivir Lin Yutang

En nosot ros hay algo del noble león que desdeña las discusiones. De ahí nuest ra
glorificación del soldado porque pront o arregla las disensiones. La form a m ás rápida para
hacer callar a un hom bre que cree t ener razón, y que m uest ra ser propenso a discut ir, es
colgarle. Los hom bres recurren al habla solam ent e cuando no t ienen poder para forzar su
convicción sobre los ot ros. En cam bio, los hom bres que proceden y que t ienen poder para
hacerlo, rara vez hablan. Desprecian las discusiones. Al fin y al cabo, hablam os a fin de influir
sobre la gent e, y si sabem os que podem os influir a la gent e o dom inarla, ¿dónde est á la
necesidad de hablar? A est e respect o, ¿no es acaso decepcionant e que la Liga de las Naciones
hablara t ant o durant e las últ im as guerras de Manchuria y Et iopía? Fue en verdad pat ét ico. Hay
algo de om inoso en est a cualidad de la Liga de las Naciones. Por ot ra part e, est e m ét odo de
resolver discusiones por la fuerza puede ser llevado a veces al absurdo, si no hay sent ido del
hum or, com o cuando los j aponeses llegan a creer que pueden t erm inar con el sent im ient o
ant ij aponés ent re los chinos si los bom bardean y am et rallan bien. Por eso es que siem pre
t ardo en adm it ir que som os anim ales racionales.
He pensado siem pre que la Liga de las Naciones es una excelent e Escuela de Lenguas
Vivas, que se especializa en la t raducción de idiom as m odernos y da a los oyent es una práct ica
excelent e, porque prim ero hace que un cabal orador pronuncie un perfect o discurso en inglés,
y después de ent erado así el audit orio del t ono y el cont enido del discurso, lo hace pronunciar
en un francés fluent e, infalible, clásico, por un t raduct or profesional, con ent onación, acent o y
t odo. En verdad, es m ej or que la Escuela Berlit z; es una escuela not able para aprender
idiom as m odernos y la form a de hablar en público. Uno de m is am igos, por ciert o, m e inform ó
que al cabo de seis m eses en Ginebra se había curado de la cost um bre del ceceo, que durant e
años le m olest aba. Pero lo sorprendent e es que aun en est a Liga de las Naciones, consagrada
al cam bio de opiniones, en una inst it ución que no puede t ener ot ro propósit o que el de hablar,
haya una discusión ent re Grandes Habladores y Pequeños Habladores, pues los Grandes
Habladores son los que t ienen Grandes Puños y los - Pequeños Habladores son los que t ienen
Pequeños Puños, lo cual dem uest ra que t odo est e aparat o es m uy t ont o, si no falso. ¡Com o si
las naciones con Pequeños Puños no pudieran hablar t an int eligent em ent e com o las ot ras! Es
decir, sí no querem os decir ot ra cosa que hablar. . . No puedo m enos de pensar que est a
creencia inherent e en la elocuencia del Puño Grande pert enece a esa herencia anim al de que
he hablado. ( No m e gust aría em plear aquí el t érm ino " brut o" , pero parece el m ás adecuado a
est e respect o.)
Es claro que el quid de la cosa reside en el hecho de que la hum anidad est á dot ada de un
inst int o de charla así com o de un inst int o de pelea. La lengua, hist óricam ent e hablando, es t an
viej a com o el puño o com o el brazo fuert e. La capacidad para hablar dist ingue al hom bre de
los anim ales, y la m ezcla de palabrerío y golpes parece ser un rasgo peculiarm ent e hum ano.
Est o parecería apunt ar a la perm anencia de inst it uciones com o la Liga de las Naciones, o el
Senado de los Est ados Unidos, o una convención de com erciant es: t odo lo que dé al hom bre
una oport unidad para hablar. Parece que los hom bres est am os dest inados a charlar a fin de
encont rar quién t iene razón. Bien est á eso: la charla es una caract eríst íca de los ángeles. El
rasgo peculiarm ent e hum ano reside en el hecho de que charlam os hast a ciert o punt o, hast a
que una de las part es de la discusión, aquella que t iene el brazo m ás fuert e, se sient e t an
incóm oda o enfurecida —" la incom odidad conduce nat uralm ent e al furor" , dicen los chinos—,
hast a que esa part e incóm oda y por lo t ant o enfurecida cree que est a charla ya ha durado
bast ant e, golpea la m esa, t om a a su adversario por el cuello, le da un puñet azo, y ent onces
m ira a su rededor y pregunt a al público, que es el j urado: " ¿Tengo o no razón?" Y, com o
podem os verlo en cualquier café, el público responde invariablem ent e: " ¡Tiene ust ed razón! "
Sólo los hum anos resuelven las cosas así. Los ángeles resuelven sus discusiones nada m ás que
con la charla; los brut os resuelven sus discusiones con sus m úsculos y garra; los seres
hum anos son los únicos que los resuelven con una ext raña confusión de m úsculos y charla. Los
ángeles creen decididam ent e en la razón; los brut os creen decididam ent e en la fuerza; y sólo
los seres hum anos creen que la fuerza es la razón. De los dos, el inst int o de charla, o el
esfuerzo por descubrir quién t iene razón, es, claro est á, el inst int o m ás noble. Algún día
deberem os charlar y nada m ás. Esa será la salvación de la hum anidad. Por ahora debem os
cont ent arnos con el m ét odo de café y la psicología de café. No im port a que resolvam os una
discusión en un café o en la Liga de las Naciones; en los dos sit ios som os conscient e y
caract eríst icam ent e hum anos.

31
La importancia de vivir Lin Yutang

He presenciado dos de esas escenas de café, o de casa de t é, una en 1931- 32, y ot ra en


1936. Y lo m ás divert ido es que en est as dos refriegas hubo la m ezcla de un t ercer inst int o, la
m odest ia. En el asunt o de 1931 est ábam os en la casa de t é y había una persona en discusión
con ot ra, y nosot ros, se suponía, éram os los j ueces en el asunt o. La acusación era por algo así
com o un robo de ciert a propiedad. El t ipo de brazo fuert e se sum ó al principio a la discusión,
pronunció un discurso para j ust ificarse, habló de su infinit a paciencia con su vecino: ¡cuánt o
refrenam ient o, cuánt a m agnanim idad, cuánt o alt ruism o de m ot ivos en su deseo de cult ivar el
huert o del vecino! Lo gracioso fue que nos alent ó a seguir con nuest ra charla m ient ras
escapaba subrept iciam ent e de la sala y com plet aba el robo plant ando una verj a en t orno a la
propiedad robada, para venir luego a pedirnos que fuéram os a ver si no t enía razón. Fuim os
t odos, vim os la verj a que era llevada cada vez m ás al oest e, porque aun en ese m om ent o
est aban cam biándola. " Y bien, pues, ¿t engo o no t engo razón?" Dim os el veredict o: " ¡No t iene
razón! " . . . algo de insolencia hubo en nosot ros al decir t al cosa. Ent onces el t ipo del brazo
fuert e prot est ó que se le insult aba en público, que se last im aba su sent ido de la m odest ia, y se
m anchaba su honor. Enfurecido y orgulloso salió de allí, lim piándose el polvo de los zapat os
con burlón desprecio, pensando que no éram os buena com pañía para él. ¡I m aginad un hom bre
com o ése creyéndose insult ado! Por eso digo que el t ercer inst int o de la m odest ia com plica las
cosas. Luego la casa de t é perdió buena part e de su reput ación com o lugar para la cient ífica
solución de disput as privadas.
En 1936 fuim os llam ados a j uzgar en ot ra discusión. Ot ro t ipo de brazo fuert e dij o que
pondría los hechos de la disput a ant e nosot ros, y pediría j ust icia. Oí la palabra " j ust icia" con un
est rem ecim ient o. Y le creím os, no sin ciert a prevención, en cuant o a lo difícil de la sit uación y
a nuest ra dudosa capacidad com o j urado. Decididos a j ust ificar nuest ra reput ación de j ueces
im parciales y com pet ent es, le dij im os llanam ent e que no t enía razón, que no era nada m ás
que un m at ón. Tam bién él se sint ió insult ado; est aba last im ado su sent ido de la m odest ia y
m anchado su honor. Bien, pues: t om ó al adversario del pescuezo, salió y lo m at ó, y luego
volvió y nos pregunt ó: " Ahora, ¿t engo o no t engo razón?" Y nosot ros hicim os com o un eco:
" ¡Tiene ust ed razón! " con una profunda reverencia. No sat isfecho t odavía, nos pregunt ó: " ¿Soy
buena com pañía para ust edes?" , y nosot ros .grit am os com o uno de esos com unes grupos de
casa de t é: " ¡Es claro que sí! " Pero, ¡cuánt a m odest ia por part e del asesino!
Est a es la civilización hum ana en el Año de Nuest ro Señor de 1936. Creo que la evolución
del derecho y la j ust icia debe haber pasado por escenas com o la ant edicha, en su prim era
alborada, cuando éram os poco m ás que salvaj es. De esa escena de la casa de t é a la Cort e
Suprem a de Just icia, donde el convict o no prot est a que se le insult a con la condena, parece
haber un cam ino largo, larguísim o, de progreso. Durant e unos diez años, desde que
em pezam os los j uicios en la casa de t é, pensam os que íbam os por el cam ino de la civilización,
pero un Dios m ás sabio, conociendo a los seres hum anos y nuest ros rasgos hum anos
esenciales, podía haber predicho el revés. Desde el principio debía haber sabido que íbam os a
fracasar y vacilar, porque sólo som os sem icivilizados al present e. Ahora, la reput ación de la
casa de t é ha desaparecido, y hem os vuelt o a caer unos sobre ot ros, a arrancarnos el cabello y
a clavar los dient es en la carne de los dem ás, en el verdadero, en el gran est ilo de la selva. . .
Pero t odavía no es t ot al m í desesperanza. Est o que se llam a m odest ia o vergüenza es al fin de
cuent as una cosa buena, y t am bién lo es el inst int o de la charla. Según m e parece, est am os al
present e casi desprovist os de verdadera vergüenza. Pero sigam os fingiendo t ener un sent ido
de la vergüenza, y sigam os charlando. Sólo charlando lograrem os algún día el bendit o est ado
de los ángeles.

V. D E TEN ER UN A M EN TE
La m ent e hum ana, se dice, es probablem ent e el product o m ás noble de la Creación. Est a
es una proposición que adm it en casi t odos, part icularm ent e cuando se refiere a una m ent e
com o la de Albert Einst ein, que pudo dem ost rar la curvat ura del espacio por una larga
ecuación m at em át ica, o la de Edison, que pudo invent ar el gram ófono y el cinem at ógrafo, o las
m ent es de ot ros físicos que pueden m edir los rayos de una est rella que avanza o ret rocede, o
est udiar la const it ución de los át om os invisibles, o la del invent or de las cám aras
cinem at ográficas para obt ener colores nat urales. Si lo com param os con la curiosidad sin
obj et o, vacilant e y m ovediza de los m onos, debem os convenir en que t enem os un noble, un
glorioso int elect o, que puede com prender el universo en que hem os nacido.

32
La importancia de vivir Lin Yutang

La m ent e com ún, sin em bargo, es encant adora m ás que noble. Si hubiera sido noble la
m ent e com ún, seríam os seres com plet am ent e racionales, sin pecados ni debilidades ni
crím enes, y ¡qué m undo insípido sería el nuest ro! Seríam os m ucho m enos encant adores com o
criat uras. Soy un hum anist a t al que no m e int eresan los sant os sin pecados. Pero som os
encant adores en nuest ra irracionalidad, nuest ras inconsist encias, nuest ras locuras, nuest ras
j aranas y nuest ras alegrías de vacaciones, nuest ros prej uicios, nuest ras int olerancias y olvidos.
Si t odos t uviéram os cerebros perfect os, no t endríam os que prom et ernos nuevas resoluciones
cada Año Nuevo. La belleza de la vida hum ana consist e en que al revisar, el día de fin de año,
nuest ras resoluciones del últ im o Año Nuevo descubrim os que hem os cum plido una t ercera
part e, dej am os sin cum plir ot ro t ant o, y no podem os recordar qué era la ot ra t ercera part e.
Pierde int erés para m í un plan que ofrece la seguridad de ser cum plido hast a su últ im o det alle.
Un general que va a la bat alla y est á com plet am ent e seguro de la vict oria, de ant em ano, y
hast a puede predecir el núm ero exact o de baj as, perderá t odo int erés en la bat alla, y bien
podría renunciar a t odo. Nadie j ugaría al aj edrez si supiera que la m ent e de su adversario —
buena, m ala o regular— es infalible. Todas las novelas serían im posibles de leer sí supiéram os
exact am ent e cóm o va a funcionar la m ent e de cada personaj e y, por consiguient e, pudiéram os
predecir el result ado exact o. La lect ura de una novela no es m ás que la caza de una m ent e
vacilant e e im predict ible que hace sus incalculables decisiones en ciert os m om ent os, a t ravés
de un ovillo de circunst ancias. Un padre severo, que no perdona y en ningún m om ent o se
suaviza, cesa de im presionarnos com o hum ano, y hast a un m arido infiel que es siem pre infiel
pierde pront o el int erés del lect or. I m aginem os a un com posit or fam oso, orgulloso, a quien
nadie puede inducir a que com ponga una ópera para ciert a m uj er herm osa, pero que, al saber
que un odiado com posit or rival piensa hacerlo, em prende inm ediat am ent e la t area; o a un
hom bre de ciencia que durant e su vida se ha negado siem pre a publicar sus escrit os en
periódicos pero que, al ver - que un hom bre de ciencia rival se equivoca en una sola let ra, se
olvida de la regla y corre a aparecer en let ras de im prent a. Ahí hem os puest o el dedo en la
cualidad singularm ent e hum ana de la m ent e.
La m ent e hum ana es encant adora en su irrazonabilidad, sus prej uicios invet erados, y su
vacilación e im predict ibilidad. Si no hem os aprendido est a verdad, nada hem os aprendido de
un siglo de est udio de la psicología hum ana. En ot ras palabras, nuest ras m ent es conservan
t odavía la cualidad sin obj et o, la cualidad chapucera de la int eligencia de los sim ios.
Considerem os la evolución de la m ent e hum ana. Nuest ra m ent e fue originalm ent e un
órgano para present ir el peligro y conservar la vida. Considero sólo un accident e que esa
m ent e haya llegado, con el t iem po, a apreciar la lógica y a com prender una correct a ecuación
m at em át ica. No fue creada con ese propósit o, por ciert o. Fue creada para oler com ida, y si
después de oler com ida t am bién puede oler una abst ract a fórm ula m at em át ica, t ant o m ej or.
Mi concepción del cerebro hum ano, com o de t odos los cerebros anim ales, es la de que est á
const it uido com o un pulpo o una est rella de m ar con t ent áculos; t ent áculos para palpar la
verdad y com erla. Hoy hablam os t odavía de " palpar" la verdad, m ás que de " pensarla" . El
cerebro, j unt o con los dem ás órganos sensorios, const it uye los t ent áculos. Cóm o sient en la
verdad esos t ent áculos, es t odavía en física un m ist erio t an grande com o la sensibilidad a la
luz de la púrpura en la ret ina del oj o. Cada vez que el cerebro se disocia del aparat o sensorio
colaborador y se em barca en lo que se llam a " pensam ient o abst ract o" , cada vez que se apart a
de lo que William Jam es llam ó realidad percept ual y escapa al m undo de la realidad
concept ual, se desvit alíza, deshum aniza y degenera. Todos procedem os según el falso
concept o de que la verdadera función de la m ent e es pensar, falso concept o que ha de
conducir a serios errores en la filosofía a m enos que revisem os nuest ra noción del m ism o
t érm ino " pensar" . Es un falso concept o que puede dej ar desilusionado al filósofo cuando salga
de su est udio y m ire a la m ult it ud en el m ercado. ¡Com o si pensar t uviera m ucho que ver con
el com port am ient o cot idiano!
El ext int o Jam es Harvey Robinson ha t rat ado de m ost rar, en The Mind in t he Making,
cóm o result ó gradualm ent e nuest ra m ent e, y opera t odavía sobre cuat ro capas subyacent es:
la m ent e anim al, la m ent e salvaj e, la m ent e infant il y la m ent e civilizada t radicional, y nos ha
m ost rado adem ás la necesidad de adquirir una m ent e m ás crít ica, si querem os que cont inúe la
act ual civilización hum ana. En m is m om ent os cient íficos m e inclino a convenir con él, pero en
m is m om ent os m ás sabios dudo de la fact ibilidad, o aun de la deseabilidad, de t al paso de
progreso general. Prefiero que nuest ra m ent e sea encant adora por irrazonable, com o al
present e. Me indignaría ver un m undo en que t odos fuéram os seres perfect am ent e racionales.
33
La importancia de vivir Lin Yutang

¿Desconfío del progreso cient ífico? No, desconfío de la sant idad. ¿Soy ant iint elect ual? Quizá sí,
quizá no. Lo único que ocurre es que est oy enam orado de la vida, y por est arlo desconfío
profundam ent e del int elect o. I m aginem os un m undo en que no haya crónicas de crím enes en
los diarios, en que t odos sean t an om niscient es que ninguna casa se incendie j am ás, que
ningún aeroplano t enga un accident e, que ningún m arido abandone a su m uj er, que ningún
past or se fugue con una j oven del coro, que ningún rey abdique su t rono por am or, que ningún
hom bre cam bie de parecer y t odos procedan a cum plir con lógica precisión una carrera que se
preparó a los diez años de edad: ¡adiós, ent onces, a est e feliz m undo hum ano! Toda la
excit ación y la incert idum bre de la vida habrían desaparecido. No habría lit erat ura porque no
exist iría pecado alguno, ni m al com port am ient o, ni debilidades hum anas, ni pasiones violent as,
ni prej uicios, ni irregularidades ni, lo peor de t odo, sorpresa alguna. Sería com o una carrera de
caballos en que cada uno de los cuarent a o cincuent a m il espect adores supiera cuál iba a
ganar. La' falibilidad hum ana es la esencia m ism a del color de la vida, así com o las caídas son
lo que prest a color e int erés a una carrera de obst áculos. ¡I m aginad un doct or Johnson sin sus
prej uicios de int olerant e! Si t odos fuéram os seres com plet am ent e racionales, veríam os
ent onces que, en lugar de elevarnos a una perfect a sabiduría, degeneraríam os hast a ser
aut óm at as, y la m ent e hum ana sólo serviría para regist rar ciert os im pulsos t an infaliblem ent e
com o un m edidor de gas. Eso sería inhum ano, y cualquier cosa inhum ana es m ala.
Mis lect ores pueden sospechar que est oy int ent ando una desesperada defensa de las
fragilidades hum anas, que est oy convirt iendo sus vicios en virt udes, pero no es así. Lo que
ganáram os en corrección de conduct a a t ravés del desarrollo de una m ent e com plet am ent e
racional, lo perderíam os en diversión y en colorido de la vida. Y nada es t an poco int eresant e
com o pasar la vida con un dechado de virt udes por m arido o por esposa. No dudo de que una
sociedad de seres t an perfect am ent e racionales est aría perfect am ent e adapt ada para
sobrevivir, pero dudo de que valga la pena t ener la supervivencia en esas condiciones. Tener
una sociedad que sea bien ordenada, sí, es claro: pero, ¡no dem asiado bien ordenada!
Recuerdo a las horm igas que, a m i j uicio, son probablem ent e las criat uras m ás perfect am ent e
racionales de la t ierra. Sin duda las horm igas consiguieron desarrollar un est ado socialist a t an
perfect o que han podido vivir sobre ese pat rón durant e el últ im o m illón de años. Por cuant o
at añe a la com plet a racionalidad de la conduct a, creo que debem os dar el prim er prem io a las
horm igas, y dej ar que los seres hum anos lleguen segundos ( dudo m ucho que m erezcan eso) .
Las horm igas son t rabaj adoras, cuerdas, ahorrat ivas y frugales. Son los seres socialm ent e
regim ent ados e individualm ent e disciplinados que nosot ros no som os. No les im port a t rabaj ar
quince horas al día por el est ado o la com unidad; t ienen un buen sent ido del deber, y casi
ningún sent ido de los derechos; t ienen persist encia, orden, cort esía y coraj e, y sobre t odo,
disciplina individual. Nosot ros som os pobres ej em plares en aut odisciplina, pues ni siquiera
servim os com o piezas de m useo.
Pasem os por cualquier sala de honor, con est at uas de los grandes hom bres de la hist oria
alineadas en los corredores, y percibirem os que la racionalidad de la conduct a es
probablem ent e lo últ im o que se recuerda de sus vidas. Est e es Julio César, que se enam oró de
Cleopat ra, el noble Julio César, t an com plet am ent e irracional que casi olvidó ( com o lo olvidó
com plet am ent e Ant onio) un im perio por una m uj er. Aquel es Moisés, que en un at aque de
furor rom pió las sagradas t ablas de piedra, cuya escrit ura le había llevado cat orce días en el
Mont e Sinaí en com pañía de Dios, y no fue en eso m ás irracional que los israelit as que
renegaron de Dios y veneraron el Becerro de Oro durant e su ausencia. Ese ot ro es el Rey
David, que fue alt ernat ivam ent e cruel y generoso, alt ernat ivam ent e religioso e im pío, que
veneró a Dios y pecó y escribió salm os de arrepent im ient o y veneró ot ra vez a Dios. El Rey
Salom ón, im agen m ism a de la sabiduría, que nada podía hacer cuando se t rat aba de su hij o.
Confucio, que m andó decir a un visit ant e que no est aba en casa y luego, cuando el visit ant e
acababa de salir, cant ó en una de las habit aciones de arriba para hacerle saber que est aba en
casa. . . Jesús, con sus lágrim as en Get sem aní y sus dudas en la cruz. . . Shakespeare, que
legó a su esposa, no la m ej or, sino " la segunda de sus casas" . . . Milt on, que no podía llevarse
bien con su esposa de 17 años y, por lo t ant o, escribió un t rat ado sobre el divorcio, y, al ser
at acado, est alló en una defensa de la libert ad de palabra en Areopagit ica. . . Goet he, que
realizó en la I glesia la cerem onia de casam ient o, con su esposa, y j unt o a ellos el hij o de
diecinueve años. . . Jonat han Swift y St ella. . . I bsen y Em ilie Bardach ( él siguió siendo
racional: bien por él) ...

34
La importancia de vivir Lin Yutang

¿No es evident e que la pasión y no la razón es lo que rige al m undo? ¿Y que est os
hom bres fueron adm irables, fueron hum anos, no por su racionalidad, sino por su falt a de
racionalidad? Las not icias necrológicas y las not as biográficas chinas, de hom bres y m uj eres,
escrit as por sus hij os, son im posibles de leer, no t ienen int erés ni veracidad, porque t odos
hacen que sus ant epasados aparezcan com o seres anorm ales y t ot alm ent e virt uosos... La gran
crít ica que form ularon m is com pat riot as a m i libro sobre China es la de que hice dem asiado
hum anos a los chinos, que pint é sus debilidades así com o su fuerza. Mis com pat riot as ( por lo
m enos los pequeños burócrat as) creen que si yo hubiese pint ado a China com o un paraíso
habit ado solam ent e por sant os confucianist as, que viven en un m ilenio de paz y razón, podría
haber hecho propaganda m ás efect iva por m i país. En realidad, no t iene lím it e la est upidez de
los burócrat as. . . Pero el encant o m ism o de la biografía, su capacidad de lect ura, depende de
que m uest re el aspect o hum ano de un gran personaj e, que es t an sim ilar al nuest ro. Cada
t oque de com port am ient o irracional en una biografía es un convincent e golpe de realidad. Sólo
de eso depende el buen éxit o de los ret rat os de Lyt t on St rachey.
Un ej em plo excelent e de una m ent e perfect am ent e sana es el que dan los ingleses. Los
ingleses t ienen m ala lógica, pero m uy buenos t ent áculos en el cerebro para palpar el peligro y
preservar la vida. No he podido descubrir nada lógico en su com port am ient o nacional o en su
hist oria racional. Sus universidades, su const it ución, su I glesia Anglicana son conj unt os hechos
de ret azos, pues const it uyen la firm e sum a de un proceso de crecim ient o hist órico. La fuerza
m ism a del I m perio Brit ánico consist e en la falt a de cerebración de los ingleses, en su t ot al
incapacidad para advert ir el punt o de vist a del ot ro, y en su gran convicción de que el m odo
inglés es el único m odo, y la com ida inglesa la única com ida. En el m om ent o en que los
ingleses aprendan a razonar y pierdan su fuert e confianza en sí m ism os, el I m perio Brit ánico
se derrum bará. Porque nadie puede salir a conquist ar el m undo si t iene dudas de sí m ism o.
Absolut am ent e nada se puede sacar en lim pio de la act it ud de los ingleses hacia su rey, de su
lealt ad y su m uy genuino afect o por un rey privado por ellos de la libert ad de palabra, a quien
dicen sum ariam ent e que se port e bien o dej e el t rono. . . Cuando la I nglat erra isabelina
necesit ó pirat as para prot eger el I m perio, pudo producir pirat as suficient es para at ender a la
sit uación, y los llevó a la gloria. En cada período, I nglat erra ha podido luchar la guerra exact a,
cont ra el enem igo exact o, con el aliado exact o, del lado ganador, en el m om ent o exact o, y
llam arla con el nom bre inexact o. No lo hicieron por lógica, ¿verdad? Lo hicieron por sus
t ent áculos.
Los ingleses t ienen un cut is coloradot e, producido, sin duda, por la niebla de Londres y el
cricquet . Una piel t an sana no puede m enos que desem peñar un papel im port ant e en las ideas,
es decir, en el proceso de palpar el cam ino a t ravés de la vida. Y así com o los ingleses piensan
con su sano cut is, los chinos piensan con sus profundos int est inos. Los chinos sabem os que
pensam os con los int est inos; se dice de los est udiosos que t ienen " el vient re lleno de ideas" , o
" de est udios" , " de poesía y lit erat ura" , o " el vient re lleno de pesar" , o " de rabia" ,
" rem ordim ient o" , " pena" , o " anhelo" . Los am ant es chinos que se encuent ran separados se
escriben cart as para decirse que " sus apenados int est inos est án at ados en un cent enar de
nudos" , o que al verse por últ im a vez " sus int est inos quedaron rot os" . Los est udiosos chinos
que han preparado sus ideas para un ensayo o un discurso, pero no las han fij ado en el papel,
t ienen, se dice, list o el " m anuscrit o del vient re" . Allí t ienen sus ideas ya arregladas. Est oy
seguro de que es así. Todo est o, nat uralm ent e, es est rict am ent e cient ífico y suscept ible de
prueba, en especial cuando los psicólogos m odernos lleguen a com prender m ej or la calidad
em ot iva y la com posición de nuest ro pensam ient o. Pero los chinos no necesit an ninguna
prueba cient ífica. Lo sient en allí dent ro. Sólo si se aprecia el hecho de que la calidad em ocional
de las m elodías chinas com ienza t oda debaj o del diafragm a de los cant ant es, se puede
com prender la m úsica china con su profundo color em ot ivo.
No se debe despreciar j am ás la capacidad de la m ent e hum ana cuando se refiere al
universo nat ural o a cualquier cosa que no sea la relación hum ana. Opt im ist a en cuant o a las
conquist as de la ciencia, t engo m enos esperanzas acerca del desarrollo general de una m ent e
crít ica en cuant o a los asunt os hum anos, o acerca de que la hum anidad llegue a una calm a y a
una com prensión m uy por encim a del alcance de las pasiones. La hum anidad, en cuant o
form ada por individuos, puede haber alcanzado aust eras alt uras, pero en cuant o form ada por
grupos sociales, est á. suj et a t odavía a pasiones prim it ivas, a ocasionales ret rocesos y
apariciones de los inst int os salvaj es, y a ocasionales olas de fanat ism o e hist erism o de las
m asas.
35
La importancia de vivir Lin Yutang

Por conocer, pues, las fallas hum anas, t enem os t ant a m ayor razón de odiar a ese m ísero
despreciable que en form a dem agógica em plea nuest ras debilidades hum anas para arrearnos a
ot ra guerra m undial; que- inculca el odio, del que ya t enem os dem asiado; que glorifica el
engrandecim ient o y el int erés personales, de los que no carecem os; que apela a nuest ra
int olerancia anim al y a nuest ros prej uicios raciales; que anula el quint o m andam ient o al
adiest rar a la j uvent ud, y alient a el crim en y la guerra com o cosas nobles,, com o si no
fuéram os ya criat uras suficient em ent e guerreras; y que nos azot a, y agit a nuest ras pasiones
m ort ales, com o si no est uviéram os ya m uy cerca de las best ias. La m ent e de est e m iserable,
por ast ut a, por sagaz, por m undanam ent e sabia que sea, es una m anifest ación de la best ia. El
am able espírit u de la sabiduría est á at ado a una best ia o dem onio en nosot ros, que ya ahora
hem os llegado a com prender no es nada m ás que nuest ra herencia anim al, o m ás bien at a a
est e dem onio con una correa viej a y gast ada, y lo m ant iene en sum isión t ransit oria. En
cualquier m om ent o puede rom perse la correa, y quedar suelt o el dem onio, y en m edio de
hosannas el carro de Juggernaut ( 10 ) pasará brut alm ent e sobre nosot ros, sólo para
recordarnos una vez m ás cuan t erriblem ent e cerca de los salvaj es hem os est ado t odo est e
t iem po, y cuan superficial es nuest ra civilización. La civilización se t ornará ent onces.
Por la m ism a razón, se producen m enos crím enes sociales por la com ida que por el sexo.
El código crim inal t iene com parat ivam ent e poco que ver con los pecados de com er ilegal,
inm oral o infielm ent e, en t ant o que t iene una gran sección dedicada a adult erio, divorcio y
abuso de las m uj eres. A lo sum o, los m aridos pueden saquear la heladera, pero rara vez
colgam os a un hom bre por forzar una Frigidaire. Si alguna vez se present ara ese caso,
veríam os al j uez lleno de com pasión. La franca adm isión de que para cada hom bre es
necesaria la alim ent ación, es lo que hace posih^ est o. Se nos vuelca el corazón hacia los
pueblos que padecen ham bre, pero no hacia las m onj as enclaust radas.
Est a especulación est á m uy lej os de ser ociosa, porque hay m uy poca ignorancia pública
acerca del t em a de la com ida, com parada con la ignorancia pública sobre el t em a del sexo, que
es t errible. Hay fam ilias m anchúes que educan a sus hij as en el art e del am or así com o en el
art e de la cocina

CAPI TULO I V
D E SER H UM AN O
I . D E LA D I GN I D AD H UM AN A
En el capít ulo precedent e hem os vist o la herencia m ort al del hom bre, el papel que
com part e con el m undo anim al y sus consecuencias sobre el caráct er de la civilización hum ana.
Pero t odavía vem os que el cuadro no es com plet o. Falt a algo aún para llegar a un concept o
com plet o de la nat uraleza hum ana y la dignidad hum ana. ¡Ah, dignidad hum ana. . . ésa es la
palabra! Hay necesidad de acent uarlo, y hay necesidad de saber en qué consist e la dignidad,
para no confundir las cosas y perderla. Porque exist e un evident e peligro de que perdam os esa
dignidad en el siglo XX y especialm ent e en la década act ual y en las que sigan
inm ediat am ent e.
" ¿No cree ust ed que el hom bre es el m ás sorprendent e de los anim ales, si insist e en que
som os anim ales?" Est oy m uy de acuerdo. Sólo el hom bre ha invent ado una civilización, y est o
no es cosa de dej ar de lado. Hay acaso anim ales m ás herm osos, de m ej ores form as y
est ruct ura m ás noble, com o el caballo; con m ej ores m úsculos, com o el león; con m ej or sent ido
del olfat o y m ayor docilidad y lealt ad, com o el perro; o m ej or vist a, com o el águila; o m ej or
sent ido de la dirección, com o la palom a m ensaj era; con m ayor frugalidad y disciplina y
capacidad para el t rabaj o pesado, com o la horm iga; con un t em peram ent o m ás dulce, com o la
t órt ola o el gam o; m ás paciencia y cont ent o, com o la vaca; con m ej ores voces para el cant o,
com o la alondra; y hay t am bién anim ales m ej or vest idos, com o el papagayo y el pavorreal.
Pero hay algo en el m ono que m e; hace preferirlo a t odos est os anim ales, y algo de la
curiosidad del m ono y de la habilidad del m ono en el hom bre, que m e hace preferir ser

10
Juggernaut es Krishna, octavo avatar de Vishnu, su ídolo en Puri, llevado anualmente en cortejo sobre un enorme carro,
bajo cuyas ruedas, se dice, se arrojaban los devotos. Por extensión, carro de Juggernaut es una idea o institución a la cual se
sacrifican ciegamente las personas, (N. DEL T.)
36
La importancia de vivir Lin Yutang

hom bre. Adm it ido que las horm igas son seres m ás racionales y m ej or disciplinados que
nosot ros, com o he señalado, y adm it ido que t ienen una form a de gobierno m ás est able que la
de la España act ual, no t ienen una bibliot eca o un m useo, ¿verdad? En el m om ent o en que las
horm igas o los elefant es .puedan invent ar un t elescopio gigant esco o descubrir una nueva
est rella variable o predecir un eclipse solar, o que las focas puedan descubrir la ciencia del
cálculo o los cast ores puedan abrir un canal de Panam á, les reconoceré el cam peonat o com o
am os del m undo y señores de la creación. Sí, podem os est ar orgullosos de nosot ros, pero
m ej or haríam os en saber de qué hem os de est ar orgullosos, cuál es la esencia de la dignidad
hum ana.
Est a dignidad hum ana, com o ya he apunt ado al com ienzo de est e libro, consist e en las
cuat ro caract eríst icas del pillo, que ha sido glorificado por la lit erat ura china. Son: una
j uguet ona curiosidad, una capacidad para el ensueño, un sent ido del hum or para corregir esos
sueños y, finalm ent e, ciert a indocilidad e im predict ibilidad de com port am ient o. Junt as,
represent an la versión china de la doct rina nort eam ericana del individuo. Es im posible pint ar
un ret rat o del individualist a m ás resplandecient e que el que ha hecho del pillo la lit erat ura
china, y no es un accident e, por ciert o, que Walt Whít m an, el m ás grande cam peón lit erario del
individualism o nort eam ericano, sea llam ado el " Magnífico Ocioso" .

I I . D E LA JUGUETON A CURI OSI D AD :


LA ELEVACI ÓN D E LA CI VI LI ZACI ÓN H UM AN A
¿Cóm o inició el pillo hum ano su subida a la civilización? ¿Cuáles fueron los prim eros
signos prom isorios en él, o en el desarrollo de su int eligencia? La respuest a, indudablem ent e,
se ha de encont rar en la j uguet ona curiosidad del hom bre, en sus prim eros esfuerzos por
andar a t ient as con las m anos y dar vuelt a a t odas las cosas para exam inarlas, así com o un
m ono, en sus rat os de ocio, vuelve el párpado o el lóbulo de la orej a de ot ro m ono, para
buscar pioj os o para nada, para volverlo por volverlo. Quien vaya al zoológico y m ire a un par
de m onos que se pellizcan m ut uam ent e las orej as, advert irá la prom esa de un I saac Newt on o
de un Albert Einst ein.
Est a figura de las act ividades j uguet onas, vacilant es, de la m ano hum ana en exploración,
es m ás que una figura. Es una verdad cient ífica. La base m ism a de la civilización hum ana
com enzó con la em ancipación de las m anos, consiguient e a la asunción de un port e erguido
por el hom bre, y a su conversión en bípedo. Vem os hast a en los gat os est a j uguet ona
curiosidad, en el m om ent o en que sus pat as delant eras quedan relevadas del deber de cam inar
y sost ener el cuerpo. Podría haber sido m uy posible que se desarrollara una civilización desde
los gat os, t ant o com o desde los m onos, salvo que en el caso de los m onos los dedos est aban
ya bien desarrollados debido a la necesidad de t om arse de las ram as, en t ant o que las pat as
de los gat os son t odavía garras: apenas t rozos de carne y cart ílago.
Perm ít asem e que olvide por un m om ent o que no soy un biólogo, y que especule acerca
de la elevación de la civilización hum ana desde est a em ancipación de las m anos, porque t engo
algunas cosas que decir aquí, que acaso hayan y quizá no hayan observado los dem ás. La
asunción de una post ura erguida y la consiguient e em ancipación de las m anos t uvieron
result ados sum am ent e im port ant es. Produj eron el em pleo de herram ient as, el sent ido de la
m odest ia, la suj eción de las m uj eres, probablem ent e t am bién el desarrollo del lenguaj e, y por
fin un prodigioso aum ent o en curiosidad j uguet ona y en el inst int o de la exploración. Es bien
sabido que la civilización hum ana com enzó con el descubrim ient o de las herram ient as y que
est o surgió del desarrollo de las m anos hum anas. Cuando el gran m ono ant ropoide descendió
parcialm ent e del árbol, probablem ent e porque su cuerpo era dem asiado pesado, t uvo dos
cam inos: el del m andril, que cam ina en cuat ro pat as, o el del orangut án, que aprendió a
cam inar sobre las pat as t raseras. La ascendencia hum ana no pudo ser el m andril, un
cuadrúpedo ( o cuadrum ano) , porque las pat as delant eras del m andril est aban dem asiado
ocupadas. En cam bio, con el port e erguido que adquirió m ás o m enos felizm ent e el orangut án,
las m anos cobraron libert ad y ¡cuan significat iva fue est a libert ad para t oda la civilización! Por
aquel ent onces, el m ono ant ropoide ya había aprendido por ciert o a recoger frut as con las
m anos, en lugar de sus enorm es m andíbulas. No fue m ás que un solo paso, cuando em pezó a
vivir en una cueva, en lo alt o de una m ont aña, recoger piedras y pedruscos y lanzarlos a sus
enem igos. Esa fue la prim era herram ient a que usó j am ás el hom bre. Debem os im aginar una
const ant e act ividad de t ant eo y m anipuleo de sus m anos, un const ant e t om ar cosas con algún
37
La importancia de vivir Lin Yutang

propósit o o sin propósit o. Habría allí pedernales aguzados e irregulares t rozos de roca que, a
t ravés de esos t ant eos sin obj et o, el hom bre descubrió accident alm ent e eran m ás inút iles para
m at ar que las piedras redondeadas. El sim ple act o de dar vuelt a a las cosas, por ej em plo, de
m irar por am bos lados el lóbulo de la orej a, debe haber aum ent ado ya su poder para
concebirlas en su t ot alidad, y por lo t ant o t am bién el núm ero de im ágenes que llevaba en el
cerebro, est im ulando así el crecim ient o de los lóbulos front ales del m ism o.
Creo que el m ist erio del origen del pudor sexual en el hom bre, t ot alm ent e ausent e en los
anim ales, se debe t am bién a est a post ura erguida. Porque con est a nueva post ura, que la
Madre Nat uraleza nunca int ent ó, probablem ent e, en su plan de las cosas, ciert as part es
post eriores del cuerpo pasaron de golpe a ocupar el cent ro del cuerpo, y lo que est aba por
nat uraleza det rás pasó adelant e. Aliados a est a t errible sit uación nueva hubo ot ros aj ust es
defect uosos, que afect aron principalm ent e a las m uj eres y causan t odavía frecuent es abort os y
pert urbaciones m enst ruales. Anat óm icam ent e, nuest ros m úsculos fueron hechos y se
desarrollaron para la posición del cuadrúpedo. La hem bra del cerdo, por ej em plo, lleva su
lechada de em briones lógicam ent e suspendida de la espina dorsal, que est á horizont al, com o
la ropa t endida a secar de una cuerda, con el peso debidam ent e dist ribuido. Exigir a la m adre
hum ana em barazada que est é erguida de píe, es poner vert icalm ent e la cuerda del lavado y
esperar que las ropas conserven su posición. Nuest ros m úsculos perit oneales est án m al
form ados para ello: si hubiéram os sido bípedos originalm ent e, esos m úsculos est arían
lindam ent e suj et os al hom bro, y t odo est o sería un t rabaj o m ás agradable. Todo el que t enga
un conocim ient o de la anat om ía de la m at riz y los ovarios hum anos se sorprende de que
conserven su posición y sigan funcionando, y de que no haya m ás dislocaciones y
pert urbaciones m enst ruales. Todo el m ist erio de la m enst ruación no ha sido explicado
sat isfact oriam ent e t odavía, pero est oy m uy seguro de que, aun adm it iendo que es necesaria
una renovación periódica de los óvulos, debem os reconocer que la función se cum ple en form a
m uy poco eficient e, innecesariam ent e larga e inj ust ificablem ent e dolorosa, y no dudo de que
est a ineficiencia se debe a la posición bípeda.
Est o, pues, conduj o a la suj eción de las m uj eres y probablem ent e t am bién al desarrollo
de la sociedad hum ana con sus act uales caract eríst icas. No creo que si la m adre hum ana
hubiese podido cam inar en cuat ro pat as habría quedado suj et a por su m arido. Dos fuerzas
ent raron en j uego sim ult áneam ent e. Por una part e, los hom bres y las m uj eres ya eran por
aquel ent onces criat uras ociosas, curiosas y j uguet onas. El inst int o am oroso desarrolló nuevas
expresiones. El beso no era t odavía del t odo placent ero, o del t odo feliz, com o podem os verlo
ent re dos chim pancés que se besan con m andíbulas duras, t iesas, sobresalient es. Pero la
m ano logró m ovim ient os nuevos, m ás sensit ivos y m ás suaves: los m ovim ient os de acariciar,
palm ear, pellizcar y abrazar, t odos ellos com o result ado secundario de la caza de pioj os en el
cuerpo del ot ro com pañero. No m e cabe duda de que la poesía lírica no se habría producido si
nuest ros peludos ant epasados hum anos no hubiesen t enido pioj os en el cuerpo. Est o, pues,
debe haber cont ribuido considerablem ent e a desarrollar el inst int o am oroso.
Por ot ra part e, la m adre hum ana, bípeda y em barazada, quedaba som et ida o un est ado
de penoso desam paro durant e un período considerablem ent e m ás largo. Durant e el ant erior
período de aj ust e im perfect o a la post ura erguida, puedo presum ir que era aun m ás difícil para
la m adre em barazada llevar su carga y andar por ahí, especialm ent e ant es de que las piernas
y los t alones se m odificaran debidam ent e, y que la pelvis se proyect ara debidam ent e hacia
at rás para cont rabalancear la carga del frent e. En los prim eros t iem pos, la post ura bípeda era
t an incóm oda que m ás de una m adre del pleist oceno debe haberse puest o vergonzosam ent e
en cuat ro pat as, cuando nadie m iraba, para aliviar el dolor de su espina dorsal. Pues con est os
inconvenient es y ot ras pert urbaciones de la m uj er, la m adre hum ana em pezó a em plear
t áct icas dist int as y a j ugar por el am or, perdiendo así algo de su espírit u de independencia.
¡Buen Dios, sí que necesit aba que la palm earan y acariciaran durant e esos períodos de
em barazo! La post ura erguida prolongó, adem ás, el período de la infancia, porque hizo difícil
que aprendiera a cam inar la cría hum ana. En t ant o que las crías del elefant e o de la vaca
pueden t rot ar práct icam ent e apenas nacen, la cría hum ana necesit ó dos o t res años para
aprender a hacerlo, y ¿quién era la persona que debía cuidarlo, sino la m adre? ( 11 )

11
Este cuidado tuvo períodos cada vez más largos, de modo que mientras un niño salvaje de seis o siete años es
prácticamente independiente, el niño civilizado necesita un cuarto de siglo para aprender a ganarse el sustento, y aun entonces tiene
que volver a aprender desde el principio.
38
La importancia de vivir Lin Yutang

El hom bre inició un sendero com plet am ent e nuevo de progreso. La sociedad hum ana se
desarrollo por el solo hecho de que el sexo, en el m ás am plio sent ido de la palabra, em pezó a
dar color a la diaria vida hum ana. La hem bra hum ana era m ás conscient e y const ant em ent e
hem bra que una hem bra anim al: la negra m ás que la t igre, la condesa m ás que la leona. La
especialización ent re hom bres y m uj eres en el sent ido civilizado em pezó a desarrollarse, y la
hem bra, en lugar del m acho t radicional, com enzó a adornarse, probablem ent e por el sim ple
sist em a de quit arse cabello de la cara y del pecho. Todo era cuest ión de t áct icas de
supervivencia. Vem os claram ent e esas t áct icas en los anim ales. El t igre at aca, la t ort uga se
esconde, y el caballo huye: t odos para sobrevivir. El am or o la belleza y la dulce ast ucia de la
fem inidad t uvo ent onces un valor de supervivencia. El hom bre t enía probablem ent e un brazo
m ás fuert e, y de nada servía pelear con él; por lo t ant o, ¿por qué no sobornarlo, y halagarlo, y
com prenderlo? Est e es el caráct er m ism o de nuest ra civilización, aun hoy. En lugar de
aprender a rechazar y at acar, la m uj er aprendió a at raer, y en lugar de t rat ar de alcanzar su
m et a por la fuerza, t rat ó en lo que pudo de alcanzarla por m edios m ás suaves. Al fin y al cabo,
la suavidad es civilización. Creo, pues, que la civilización hum ana com enzó con la m uj er m ás
que con el hom bre.
Y t am poco puedo dej ar de pensar que la m uj er desem peñó un papel m ás im port ant e en
el desarrollo del parlot eo, que hoy llam am os lenguaj e. El inst int o del parlot eo es t an profundo
en las m uj eres que creo firm em ent e que deben haber cont ribuido a crear el lenguaj e hum ano
en m odo m ás im port ant e que los hom bres. Los prim eros hom bres, im agino, eran criat uras
m uy m alhum oradas y silenciosas. Supongo que el lenguaj e hum ano com enzó cuando los
prim eros ant ropoides m achos est aban de caza lej os de sus m oradas en las cavernas, y dos
vecinas discut ían ant e sus cuevas si Fulano era m ej or t ipo que Mengano o Mengano era m ej or
que Fulano, y cóm o Mengano se m ost ró horriblem ent e am oroso anoche, y cuan fácil es
ofenderlo. En una form a así debe haber com enzado el lenguaj e hum ano. No puede ser de ot ro
m odo. Es claro que la facult ad de t om ar la com ida con las m anos, al librar así a la m andíbula
de su doble deber original de t om ar y com er los alim ent os, hizo posible que la m andíbula
ret rocediera gradualm ent e y dism inuyera de t am año, y est o t am bién ayudó al desarrollo del
lenguaj e hum ano.
Pero, com o he sugerido, la consecuencia m ás im port ant e de est a nueva post ura fue la
em ancipación de las m anos que em pezaron a volver las cosas y exam inarlas por t odos lados,
com o se sim boliza en el pasat iem po de la caza de pioj os por los m onos. De est a caza de pioj os
t uvo su part ida el desarrollo del espírit u de libre indagación en el conocim ient o. El progreso
hum ano consist e t odavía hoy, m uy principalm ent e, en la caza de una u ot ra form a de pioj os
que m olest an a la sociedad hum ana. Se ha desarrollado un inst int o de curiosidad que obliga a
la m ent e hum ana a explorar libre y j uguet onam ent e t oda clase de t em as y de m ales sociales.
Est a act ividad m ent al no t iene nada que ver con la búsqueda de com ida; es un ej ercicio del
espírit u hum ano puro y sim ple.
Los m onos no cazan pioj os para com erlos, sino por cazarlos. Y est a es la caract eríst ica de
t odo el aprendizaj e hum ano valedero, de t odo su est udio, un int erés en las cosas por sí
m ism as, y un deseo j uguet ón, ocioso, de conocerlas según son, y no porque ese conocim ient o
nos ayude direct a e inm ediat am ent e a llenar el est óm ago. ( Si aquí m e cont radigo com o chino,
soy feliz, com o chino, por cont radecirm e.) Considero que est o es caract eríst icam ent e hum ano,
y que cont ribuye m ucho a la dignidad hum ana. El conocim ient o, o el proceso de buscar
conocim ient o, es una form a de j uego; así ocurre por ciert o con t odos los hom bres de ciencia e
invent ores que algo valen y que en verdad logran result ados valederos. Los buenos m édicos
invest igadores se int eresan m ás por los m icrobios que por los seres hum anos, y los
ast rónom os t rat an de regist rar los m ovim ient os de una est rella dist ant e cent enares de
m illones de kilóm et ros de nosot ros, aunque la est rella no puede t ener en form a alguna un
efect o direct o sobre la vida hum ana de est e planet a. Casi t odos los anim ales, especialm ent e
los j óvenes, t ienen t am bién el inst int o del j uego, pero sólo en el hom bre la curiosidad
j uguet ona se ha desarrollado en grado im port ant e.
Por est a razón es que odio a los censores y a t odas las repart iciones y form as de
gobierno que t rat an de cont rolar nuest ros pensam ient os. No puedo m enos que creer que t al
censor o t al gobernador insult a a sabiendas o sin int ención a la int eligencia hum ana. Si la
libert ad de ideas es la m ás alt a act ividad de la m ent e hum ana, ent onces la supresión de esa
act ividad debe ser lo m ás degradant e para nosot ros com o seres hum anos. Eurípides definió

39
La importancia de vivir Lin Yutang

com o esclavo al hom bre que ha perdido su libert ad de pensar o de opinar. Toda aut ocracia es
una fábrica para producir espléndidos esclavos euripideanos. ¿No t enem os bellos ej em plos, en
Orient e y Occident e, en el siglo XX y en la cuna m ism a de la cult ura? Todo gobierno
aut ocrát ico, cualquiera sea su form a, es, pues, int elect ualm ent e ret rógrado. Lo hem os vist o en
la Edad Media, en general, y en la I nquisición Española en part icular. Los polít icos o los
clérigos m iopes pueden pensar que la uniform idad de creencias y de ideas cont ribuye a la paz
y el orden, pero hist óricam ent e la consecuencia es siem pre deprim ent e y degradant e para el
caráct er hum ano. Tales aut ócrat as deben t ener un gran desprecio por el pueblo en general
cuando no se reducen a ordenar la conduct a ext erna de una nación, sino que proceden
t am bién a regim ent ar los pensam ient os y creencias ínt im os del pueblo. Tienen una ingenua
convicción de que las m ent es hum anas aguant arán esa uniform idad y que les gust ará o no les
gust ará un libro o un conciert o o una película cinem at ográfica, exact am ent e com o se los dice
el propagandist a oficial o el j efe de la oficina de publicidad. Todo gobierno aut ocrát íco ha
t rat ado de confundir la lit erat ura con la propaganda, el art e con la polít ica, la ant ropología con
el pat riot ism o, y la religión con el cult o del gobernant e en vida.
No puede hacerse así, sencillam ent e, y si los que cont rolan el pensam ient o van m uy lej os
en est o de m archar cont ra la m ism a nat uraleza hum ana, siem bran con ello las sim ient es de su
caída. Ya lo dij o Mencio: " Si el gobernant e considera al pueblo com o m at as de césped,
ent onces el pueblo considerará al gobernant e com o un ladrón o un enem igo." No hay m ayor
ladrón en est e m undo que quien nos roba nuest ra libert ad de pensar. Privados de ella, bien
podríam os ponernos en cuat ro pat as, decir que ha sido un error t odo el bípedo experim ent o de
cam inar en dos piernas, y volver a nuest ra t em prana post ura de hace por lo m enos 30.000
años. En t érm inos m encianos, por lo t ant o, el pueblo se sent irá agraviado por est e ladrón
t ant o com o ést e desprecie al pueblo, y exact am ent e en la m ism a proporción. Cuant o m ás robe
el ladrón, t ant o m ás le odiará el pueblo. Y com o nada es t an precioso y personal e ínt im o com o
nuest ras creencias int elect uales, m orales o religiosas, no puede despert arse en nosot ros odio
m ayor que el que sent im os por el hom bre que nos priva del derecho de creer en lo que
creem os. Pero la m iope est upidez es nat ural en un aut ócrat a, porque creo que esos aut ócrat as
son siem pre ret rógrados int elect uales. Y la resist encia del caráct er hum ano y la libert ad
invencible de la conciencia hum ana siem pre rebot an y golpean al gobernant e aut ocrát ico con
t ant a m ayor fuerza.

I I I . D E LOS SUEÑ OS
El descont ent o, dicen, es divino; est oy m uy seguro, de t odos m odos, de que el
descont ent o es hum ano. El m ono fue el prim er anim al m alhum orado, porque j am ás he vist o
una cara verdaderam ent e t rist e, en los anim ales, salvo en el chim pancé. Y a m enudo he
pensado que se t rat aba de un filósofo, ¡porque la t rist eza y el pensar son t an sem ej ant es! .Hay
algo en una cara así que m e dice que su dueño est á pensando. Las vacas no parecen pensar,
al m enos no parecen filosofar, porque siem pre se m uest ran t an sat isfechas. . . y aunque los
elefant es suelen ext eriorizar un furor t em ible, la et erna agit ación de sus t rom pas parece
ocupar el lugar del pensam ient o y proscribir t oda cavilación de descont ent o. Sólo un m ono
puede parecer plenam ent e aburrido de la vida. ¡Grande en verdad es el m ono!
Acaso, después de t odo, la filosofía com enzó con el sent ido del t edio. De cualquier
m anera, es caract eríst ica de los hum anos t ener un anhelo t rist e, vago e inquiet o por un ideal.
El hom bre vive en un m undo real, pero t iene la capacidad y la t endencia a soñar con ot ro
m undo. Probablem ent e la diferencia ent re el hom bre y los m onos es que los m onos est án
sim plem ent e aburridos, en t ant o que el hom bre posee aburrim ient o m ás im aginación. Todos
nosot ros t enem os el deseo de salir de un viej o surco, y t odos nosot ros deseam os ser alguna
ot ra cosa, y t odos nosot ros soñam os. El soldado sueña con ser cabo, el cabo con ser capit án y
el capit án sueña con ser m ayor o coronel. Un coronel, si vale lo que pesa, no piensa que ser
coronel es m ucho. En frases m ás galanas, lo llam a t an sólo una oport unidad para servir a sus
sem ej ant es. Y en realidad no es m ucho m ás. Lo ciert o es que Joan Crawford piensa m enos de
Joan Crawford, y Janet Gaynor piensa m enos de Janet Gaynor que lo que piensa el m undo de
ellas. " ¿No son ust edes not ables?" , dice el m undo a t odos los grandes, y los grandes, si son
grandes de verdad, responden siem pre: " ¿Qué es lo not able?" El m undo, pues, es m uy
parecido a un rest aurant e a la cart e. donde t odos piensan que la com ida que han pedido en la
40
La importancia de vivir Lin Yutang

m esa vecina es m ucho m ás gust osa y deliciosa que la propia. Un profesor chino
cont em poráneo ha pronunciado est e at icism o, en punt o a deseabilidad: " Las m uj eres son
siem pre m ej ores si son las de ot ros, y lo que se escribe es siem pre m ej or si es de uno" . En
est e sent ido, pues, no hay en el m undo nadie com plet am ent e sat isfecho. Todos quieren ser
alguien, en t ant o ese alguien no sea él m ism o.
Est e rasgo hum ano se debe indudablem ent e a nuest ro poder de im aginación y a nuest ra
capacidad de soñar. Cuant o m ayor es el poder im aginat ivo de un hom bre, t ant o m ás
perpet uam ent e est á insat isfecho. Por eso es que un niño im aginat ivo es siem pre un niño m ás
difícil de t rat ar: est á m ás a m enudo t rist e y m alhum orado com o un m ono, que feliz y cont ent o
com o una vaca. Adem ás, el divorcio debe ser necesariam ent e m ás com ún ent re los idealist as y
las personas m ás im aginat ivas que ent re los inim aginat ivos. La visión de un deseable e ideal
com pañero de la vida t iene una fuerza irresist ible, que nunca sient en los m enos im aginat ivos y
los m enos idealist as. En conj unt o, la hum anidad es llevada por m al cam ino, así com o es
llevada hacia arriba, por est a capacidad para el idealism o, pero no se puede pensar siquiera en
el progreso hum ano sin est e don im aginat ivo.
El hom bre, se nos dice, t iene aspiraciones. Es cosa m uy laudable, porque las aspiraciones
se clasifican en general com o nobles. Y ¿por qué no? Sea com o individuos o com o naciones,
t odos soñam os y procedem os m ás o m enos de acuerdo con nuest ros sueños. Algunos sueñan
un poco m ás que los ot ros, así com o en cada fam ilia hay un niño que sueña m ás y quizá uno
que sueña m enos. Y debo confesar un secret o cariño por el que sueña. Generalm ent e es el
m ás t rist e, pero no im port a: t am bién es capaz de t ener m ayores alegrías, y em ociones, y
alt uras de éxt asis. Porque creo que est am os const it uidos com o un aparat o recept or para ideas,
com o est án equipados los aparat os de radio para recibir m úsica del aire. Algunos aparat os con
una recepción m ás fina recogen las ondas cort as m ás finas, que se pierden para los ot ros
aparat os, y es claro que la m úsica m ás bella, m ás dist ant e, es t ant o m ás preciosa, aunque sólo
sea porque es m enos fácil percibirla.
Y esos sueños de nuest ra niñez no son t an irreales com o podríam os pensar. En ciert o
m odo perm anecen con nosot ros durant e t oda la vida. Por eso es que, si yo t uviera la facult ad
de ser cualquier aut or del m undo, sería Hans Christ ian Andersen con preferencia a t odos los
dem ás. Escribir el cuent o de La Sirena, o aun ser la Sirena, t ener los pensam ient os de la
Sirena y aspirar a crecer para llegar a la superficie del agua, es haber sent ido uno de los
deleit es m ás agudos y m ás herm osos de que es capaz la hum anidad.
Y así, en el pat io, en la bohardilla, o en el granero, o t endido j unt o al arroyo, un niño
sueña siem pre, y los sueños son reales. Así soñó Thom as Edison. Así soñó Robert Louis
St evenson. Así soñó Sir Walt er Scot t . Los t res soñaron en su niñez. Y del m at erial de esos
sueños m ágicos t ej ieron algunas de las t elas m ás finas y m ás herm osas que j am ás hem os
vist o. Pero esos sueños son com part idos t am bién por niños de m enor cuant ía. Los deleit es que
obt ienen son t an grandes, aunque sean diferent es las visiones o cont enidos de sus sueños.
Todo niño t iene un alm a que anhela, y lleva un anhelo en su falda y se va a dorm ir con él,
esperando encont rar su sueño hecho realidad cuando despiert e en la m añana. A nadie habla
de esos sueños, porque esos sueños son suyos, y por esa razón son part e de su m ás ínt im o yo
en crecim ient o. Algunos de est os sueños de niños son m ás claros que ot ros y t ienen una fuerza
que exige su realización; en cam bio, con la m ayor edad se olvidan los sueños m enos claros, y
t odos vivim os a t ravés de la vida t rat ando de cont ar esos sueños de nuest ra niñez, y " a veces
m orim os ant es de encont rar el lenguaj e" .
Y así sucede t am bién con las naciones. Las naciones t ienen sus sueños y los recuerdos de
t ales sueños persist en a t ravés de generaciones y siglos. Algunos de ellos son sueños nobles, y
ot ros m alignos e innobles. Los sueños de conquist a y de ser m ás fuert e y m ás grande que
t odos los dem ás han sido siem pre m alos sueños, y esas naciones t ienen que preocuparse
siem pre m ás que las ot ras que t ienen sueños m ás pacíficos. Pero hay ot ros sueños, sueños
m ej ores, sueños de un m undo m ej or, sueños de paz y de naciones que viven en paz unas con
ot ras, y sueños de m enos crueldad, inj ust icia, y pobreza y sufrim ient o. Los m alos sueños
t ienden a dest ruir los buenos sueños de la hum anidad, y hay una lucha y un com bat e ent re
est os sueños buenos y m alos. Las gent es pelean por sus sueños t ant o com o pelean por sus
posesiones t errenales. Y así descienden los sueños del m undo de las visiones ociosas y ent ran
en el m undo de la realidad, y se conviert en en fuerza real en nuest ra vida. Por vagos que
sean, los sueños t ienen un m odo de ocult arse y no dej arnos paz hast a que se han t raducido en

41
La importancia de vivir Lin Yutang

realidad, com o sem illas que germ inan baj o la t ierra, y que han de brot ar en su busca del sol.
Los sueños son cosas m uy reales.
Exist e t am bién el peligro de que t engam os sueños confusos, y sueños que no
correspondan a la realidad. Porque los sueños son t am bién escapes, y un soñador sueña a
m enudo escapar del m undo present e, pero sin saber dónde. El Páj aro Azul at rae siem pre la
fant asía del rom ánt ico. Hay t al deseo hum ano de ser diferent e de lo que som os, de salir de los
surcos present es, que t odo lo que ofrezca un cam bio t iene siem pre una enorm e at racción para
el com ún de la hum anidad. Una guerra es siem pre at ract iva porque ofrece al em pleado de
oficina la oport unidad de vest ir uniform e y usar polainas y de viaj ar grat is, en t ant o que un
arm ist icio o la paz es siem pre deseable al cabo de t res o cuat ro años en las t rincheras porque
ofrece al soldado una oport unidad para volver a su casa y usar, una vez m ás, ropa de civil y
una corbat a del color que le gust a. La hum anidad necesit a evident em ent e algo de est a
excit ación, y si se ha de evit ar la guerra, los gobiernos bien podrían reclut ar a las personas de
veint e a cuarent a y cinco años, según un sist em a de conscripción, y enviarlas en j iras
europeas para ver una u ot ra exposición, una vez cada diez años. El Gobierno Brit ánico gast a
cinco m il m illones de libras est erlinas en su Program a de Rearm e, .una sum a suficient e para
enviar a t odos los ingleses en viaj e a la Rivíera. Es claro que se argum ent a que los gast os para
la guerra son una necesidad, en t ant o que los viaj es son un luj o. Me sient o inclinado a disent ir:
los viaj es son una necesidad, m ient ras la guerra es un luj o.
Hay t am bién ot ros sueños. Sueños de ut opía y sueños de inm ort alidad. El sueño de la
inm ort alidad es ent eram ent e hum ano —nót ese su universalidad— aunque es vago com o el
rest o, y pocas personas saben qué van a hacer cuando se encuent ren con la et ernidad
pendient e de las m anos. Al fin y al cabo, el deseo de inm ort alidad es m uy parecido a la
psicología del suicidio, su exact a oposición. Am bos presum en que el m undo present e no es
bast ant e bueno para nosot ros. ¿Por qué no es bast ant e bueno para nosot ros el m undo
present e? Más nos sorprendería la pregunt a que cualquier respuest a a ella, si hubiéram os
salido a visit ar el cam po en un día de prim avera.
Y así ocurre t am bién con los sueños de ut opía. El idealism o es sim plem ent e ese est ado
de ánim o que cree en ot ro orden del m undo, cualquiera sea la especie de ese orden, en t ant o
difiera del act ual. El liberal idealist a es siem pre el que piensa que su país es el peor país
posible, y la sociedad en que vive la peor de t odas las form as de sociedad. Es t odavía el t ipo
del rest aurant e a la cart e que piensa que los pedidos en la m esa vecina son m ej ores que los
suyos. Com o lo dice el cronist a de " Tópicos" en The New York Tim es, sólo el Dique de Dniéper
en Rusia es un verdadero dique a j uicio de esos liberales, y las dem ocracias j am ás han
const ruido un dique. Y, es claro, sólo los Soviet s han const ruido un subt erráneo. Por el ot ro
lado, la prensa fascist a dice a sus pueblos que solam ent e en su país ha descubiert o la
hum anidad la única form a de gobierno sensat a, cabal y aplicable. En est o radica el peligro de
los liberales ut ópicos, t ant o com o el de los j efes de propaganda fascist a; com o correct ivo m uy
necesario, no puede t ener nada m ej or que un sent ido del hum or.

I V. D EL SEN TI D O D EL H UM OR
Dudo que haya sido plenam ent e apreciada la im port ancia del hum or, o la posibilidad de
su em pleo para m odificar la cualidad y el caráct er de t oda nuest ra vida cult ural: el papel del
hum or en la polít ica, en el est udio y en la vida. Porque su función es quím ica, m ás que física,
alt era la t ext ura básica de nuest ro pensam ient o y experiencia. Podem os dar por sent ada su
im port ancia en la vida nacional. La incapacidad de reír cost ó al ex Kaiser Guillerm o un im perio,
o com o diría un nort eam ericano, cost ó m iles de m illones de dólares al pueblo alem án.
Guillerm o de Hohenzollern podía reír probablem ent e en su vida privada, pero siem pre parecía
t erriblem ent e im presionant e con sus bigot es hacia arriba en la vida pública, com o si est uviera
siem pre furioso con alguien. Y luego la calidad de su risa y las cosas de que reía —risa por la
vict oria, por el buen éxit o, por ponerse sobre los dem ás— fueron fact ores igualm ent e
im port ant es para det erm inar la fort una de su vida. Alem ania perdió la guerra porque Guillerm o
de Hohenzollern no sabía cuándo reír, ni de qué reír. Sus sueños no est aban cont enidos por la
risa.
Me parece que el peor com ent ario que se puede hacer sobre las dict aduras es que los
president es de las dem ocracias pueden reír, en t ant o que los dict adores parecen siem pre t an
serios: con una m andíbula prom inent e, un m ent ón m uy resuelt o y un labio inferior echado
42
La importancia de vivir Lin Yutang

hacia afuera, com o si est uviesen haciendo algo t erriblem ent e im port ant e y el m undo no se
pudiera salvar sino por ellos. Frankiín D. Rooseveit sonríe a m enudo en público: bien por él, y
bien para el pueblo nort eam ericano que quiere ver sonreír a su president e. Pero, ¿dónde est án
las sonrisas de los dict adores europeos? ¿O sus pueblos no quieren verlos sonreír? ¿O es que,
en verdad, deben parecer at em orizados, o sum am ent e dignos, o enoj ados, o, en t odo caso,
enorm em ent e serios a fin de m ant enerse en la silla en que cabalgan? Lo m ej or que he leído
acerca de Hit ler es que procede con com plet a nat uralidad en privado. No sé cóm o rest aura
est o m i confianza en él. Pero algo debe ir m al en las dict aduras si los dict adores t ienen que
parecer enoj ados, o si no, j act anciosos. Todo est e t em peram ent o est á m al.
No nos ent regam os ahora a ociosas t ont erías al hablar de las sonrisas de dict adores; es
t erriblem ent e grave que nuest ros gobernant es no sonrían, porque t ienen t odos los cañones.
Por ot ra part e, la t rem enda im port ancia del hum or en la polít ica sólo puede ser com prendida
cuando im aginam os ( con esa facult ad de soñar que hem os llam ado " I " ) un m undo de
gobernant es brom íst as. Enviem os, por ej em plo, cinco o seis de los m ej ores hum orist as del
m undo a una conferencia int ernacional, y dém osles poderes plenipot enciarios de aut ócrat as, y
el m undo se salvará. Com o el hum or m archa necesariam ent e de la m ano con el buen sent ido y
el espírit u razonable, m ás algunos poderes excepcionalm ent e sut iles de la m ent e para not ar
inconsist encias y locuras y m ala lógica, y com o ést a es la form a m ás alt a de la int eligencia
hum ana, podem os est ar seguros de que cada nación est ará represent ada en la conferencia por
su espírit u m ás cuerdo y m ás sano. Que Shaw represent e a I rlanda, St ephen Leacock a
Canadá; G. K. Chest ert on ha m uert o, pero P. G. Wodehouse o Aldous Huxiey pueden
represent ar a I nglat erra. Will Rogers ha m uert o, pero sí viviera haría un buen diplom át ico en
represent ación de los Est ados Unidos; podem os poner en su lugar a Robert Benchiey o
Heywood Broun. Ot ros habrá de I t alia y Francia y Alem ania y Rusia. Enviem os a est a gent e a
una conferencia en vísperas de una gran guerra, y veam os si pueden iniciar una guerra
europea, por m ucho que lo int ent en. ¿Se puede im aginar a est e grupo de diplom át icos
int ernacionales iniciando una guerra, o conspirando siquiera por una guerra? El sent ido del
hum or lo veda. Todos los pueblos son dem asiado serios y m edio locos cuando declaran una
guerra cont ra ot ros pueblos. Tal es la seguridad que t ienen de est ar con la razón, de que Dios
est á de su lado. Los hum orist as, m ej or dot ados de sent ido com ún, no piensan lo m ism o. Ya
veréis que George Bernard Shaw clam a que I rlanda no est á en lo ciert o, y un caricat urist a de
Berlín sost iene que el error est á del lado de Alem ania, y Heywood Broun afirm a que la part e
principal de las equivocaciones corresponde a los Est ados Unidos, en t ant o que St ephen
Leacock, en la presidencia, pide disculpas generales para la hum anidad, y • nos recuerda
suavem ent e que en punt o a est upidez y pura t ont ería ninguna nación puede decir que es
superior a las dem ás. ¿Cóm o, en nom bre del hum or, vam os a iniciar una guerra en esas
condiciones?
Porque ¿quiénes iniciaron nuest ras guerras? Los am biciosos, los capaces, los hábiles, los
que alient an designios, los caut os, los sagaces, los alt aneros, los pat riot as en exceso, los
inspirados por el deseo de " servir" a la hum anidad, los que t ienen que hacerse una " carrera" y
causar una " im presión" en el m undo, que esperan poder m irar al m undo con los oj os de una
figura de bronce m ont ada sobre un caballo de bronce en alguna plaza. Es curioso que los
capaces, los hábiles y los am biciosos y alt aneros son al m ism o t iem po los m ás cobardes y
confusos, pues carecen de la valent ía y la profundidad y la sut ileza de los hum orist as. Est án
siem pre dedicados a t rivialidades, en t ant o que los hum orist as, con su m ayor alcance de
espírit u, pueden pensar en cosas m ás grandes. Según est án las cosas, un diplom át ico que no
susurra en voz baj a y parece m uy asust ado e int im idado y correct o y caut o no es diplom át ico.
. . Pero ni siquiera t enem os que reunir una conferencia de hum orist as int ernacionales para
salvar al m undo. En t odos nosot ros hay una cant idad suficient e de est a deseable m ercancía
que se llam a sent ido del hum or. Cuando Europa parece est ar al borde de una guerra
cat ast rófica, podem os enviar t odavía a las conferencias a nuest ros peores diplom át icos, a los
m ás " experim ent ados" y seguros de sí m ism os, los m ás am biciosos, los m ás m urm uradores,
los m ás int im idados y correct a y debidam ent e asust ados, aun a los m ás ansiosos por " servir" a
la hum anidad. Si se exige que, al com enzar cada sesión de la m añana y de la t arde, se
dediquen diez m inut os a la exhibición de una película del Rat ón Mickey, y se obliga a t odos los
diplom át icos a est ar present es, se podrá evit ar t odavía cualquier guerra.
Est o es lo que concibo com o función quím ica del hum or: cam biar el caráct er de nuest ros
pensam ient os. Creo, en verdad, que llega a la raíz m ism a de la cult ura, y abre un cam ino para
43
La importancia de vivir Lin Yutang

llegar a la Edad Razonable en el m undo hum ano del fut uro. Para la hum anidad no puedo
im aginar ideal m ás grande que el de la Edad Razonable. Porque eso, al fin y al cabo, es la
única cosa im port ant e: la llegada de una raza de hom bres im buidos de un espírit u razonable
m ás grande, con m ayor predom inio del buen sent ido, con pensam ient os sencillos, un
t em peram ent o apacible y una perspect iva cult a. El m undo ideal para la hum anidad no será un
m undo racional, ni un m undo perfect o en sent ido alguno, sino un m undo en que se perciban
con cert eza las im perfecciones y se resuelvan razonablem ent e las disput as. Para la
hum anidad, est o es francam ent e lo m ej or que podem os esperar, y el m ás noble sueño que
razonablem ent e podem os suponer se hará ciert o. Est o parece im plicar varias cosas: una
sim plicidad en el pensam ient o, una alegría en la filosofía y un sut il sent ido com ún, que harán
posible est a razonable cult ura. Pero ocurre que el sut il sent ido com ún, la alegría en la filosofía
y la sim plicidad en el pensam ient o son caract eríst icas del hum or y deben nacer de él.
Es difícil im aginar est a especie de nuevo m undo, porque nuest ro m undo act ual es t an
diferent e. En conj unt o, nuest ra vida es dem asiado com plej a, nuest ros est udios dem asiados
serios, nuest ra filosofía dem asiado som bría y nuest ros pensam ient os y est udios hacen que el
m undo present e sea hoy t an desgraciado.
Debe darse por sent ado que la sencillez de la vida y de pensam ient o es el ideal m ás alt o
y m ás cuerdo de la civilización y la cult ura, que cuando una civilización pierde su sencillez y los
sofist icados no abandonan la sofist icación, la civilización se pert urba cada vez m ás y degenera.
El hom bre se conviert e ent onces en esclavo de las ideas, pensam ient os, am biciones y sist em as
sociales que son su product o. La hum anidad, recargada con est e peso de ideas y am biciones y
sist em as sociales, parece incapaz de elevarse sobre él. Por suert e, sin em bargo, hay en el
espírit u hum ano un poder que puede t rascender t odas est as ideas, pensam ient os y
am biciones, y t rat arlos con una sonrisa, y est e poder es la sut ileza del hum orist a. Los
hum orist as m anej an los pensam ient os y las ideas com o los cam peones de golf o de billar
m anej an sus palos o t acos, com o los vaqueros cam peones m anej an sus lazos. Hay en ellos
una facilidad, una seguridad, una ligereza de t oque que proviene de la m aest ría. Al fin y al
cabo, sólo el que m anej a ligeram ent e sus ideas es dueño de sus ideas, y sólo el que es dueño
de sus ideas no se ve esclavizado por ellas. La seriedad, al fin de cuent as, es sólo un signo de
esfuerzo, y el esfuerzo es un signo de im perfect a m aest ría. Un escrit or serio es t orpe y est á
incóm odo en el reino de las ideas, com o un nuevo rico es t orpe y est á incóm odo en sociedad.
Es serio porque no ha llegado a sent irse cóm odo con sus ideas.
La sencillez es, pues, paradój icam ent e, el signo ext erno y el sím bolo de la profundidad
del pensam ient o. Me parece que la sencillez es lo m ás difícil de lograr en el est udio y la
lit erat ura. Muy difícil es la claridad de pensam ient o, y, sin em bargo, sólo cuando el
pensam ient o se hace claro result a posible la sencillez. Cuando vem os que un escrit or brega
con una idea, podem os est ar seguros de que la idea es la que brega con él. Est o se dem uest ra
por el hecho general de que las conferencias de un j oven inst ruct or ^ ayudant e, recién
graduado con alt as clasificaciones, son por lo com ún abst rusas y com plicadas, y que la
verdadera sencillez de pensam ient o y facilidad de expresión sólo se encuent ran en las palabras
de los profesores m ás viej os. Cuando un profesor j oven no habla en lenguaj e pedant e, es
posit ivam ent e brillant e, y se puede esperar m ucho de él. Lo que se halla envuelt o en el
progreso de la t ecnología a la sencillez, del especialist a al pensador, es esencialm ent e un
proceso de digest ión del conocim ient o, un proceso que com paro est rict am ent e con el
m et abolism o. Ningún est udioso cult o puede present arnos su conocim ient o especializado en
t érm inos sencillos y hum anos hast a que haya digerido por su part e ese conocim ient o y lo haya
puest o en relación con sus observaciones de la vida. Ent re las horas de su ardua persecución
de conocim ient os ( digam os el conocim ient o psicológico de William Jam es) , ent iendo que hay
m uchas " pausas que refrescan" , com o una bebida fresca después de un viaj e largo y fat igoso.
En esa pausa, m ás de un especialist a verdaderam ent e hum ano se hará la pregunt a t an
im port ant e: " ¿De qué diablos est oy hablando?" La sencillez presupone digest ión y t am bién
m adurez: a m edida que envej ecem os, nuest ros pensam ient os se hacen m ás claros, podam os
los aspect os insignificant es y acaso falsos de una cuest ión, que cesan de preocuparnos, las
ideas t om an form as m ás definidas, y largas series de pensam ient os se aj ust an gradualm ent e
en una fórm ula convenient e que se nos sugiere en una herm osa m añana, y llegam os a esa
verdadera lum inosidad del conocim ient o que se llam a sabiduría. No hay ya un sent ido del
esfuerzo, y la verdad se hace fácil de ent ender porque pasa a ser clara, y el lect or obt iene ese
suprem o placer de sent ir que la verdad m ism a es sencilla y su form ulación nat ural. Est a
44
La importancia de vivir Lin Yutang

nat uralidad del pensam ient o y el est ilo, que t ant o adm iran los poet as y los crít icos chinos, es
t enida a m enudo com o proceso de un desarrollo que m adura gradualm ent e. Cuando hablam os
de la crecient e m adurez de la prosa de Su Tungp'o, decim os que " se ha acercado
gradualm ent e a la nat uralidad" : un est ilo que se ha despoj ado de su j uvenil am or por la
pom posidad, la pedant ería, el virt uosism o y el exhibicionism o lit erario.
Es nat ural que el sent ido del hum or nut ra est a sencillez de pensam ient o. En general, un
hum orist a m ant iene cont act o m ás est recho con los hechos, en t ant o que un t eórico hurga m ás
en las ideas, y sólo cuando t rat a las ideas m ism as se hacen increíblem ent e com plej os sus
pensam ient os. El hum orist a, por su part e, se libra a relám pagos de sent ido com ún o de
ingenio, que m uest ran la cont radicción de nuest ras ideas con realidad y con velocidad de rayo,
y así se sim plifican m ucho las cosas. El cont act o const ant e con la realidad da al hum orist a una
especie de rebot e, y t am bién ligereza y sut ileza. Todas las form as de pose, de t ont ería fingida
o cult a, de est upidez académ ica o de pret ensión social son echadas a la calle, cort és pero
efect ivam ent e. El hom bre se hace sabio porque se hace sut il e ingenioso. Todo es sencillo.
Todo e s claro. Por est a razón es que creo que un espírit u cuerdo y razonable, caract erizado
por la sencillez en la vida y en el pensam ient o, sólo puede ser logrado cuando hay un
predom inio m ucho m ayor del pensam ient o hum oríst ico.

V. D E SER D Í SCOLO E I N CALCULABLE


Parece que hoy el bribón va siendo desplazado por el soldado com o ideal suprem o de un
ser hum ano. En lugar de ser individuos díscolos, incalculables, im predict ibles y libres, vam os a
t ener coolíes racionalizados, disciplinados, regim ent ados, y uniform ados, pat riót icos, t an
eficient em ent e cont rolados y organizados que una nación de cincuent a o sesent a m illones
puede creer en el m ism o credo, pensar las m ism as cosas y gust ar la m ism a com ida. Es claro
que son posibles dos crit erios opuest os de la dignidad hum ana: uno que considera al bribón, y
el ot ro que considera al soldado com o ideal; uno que cree que la persona que ret iene su
libert ad e individualidad es el t ipo m ás noble, y ot ro que cree que una persona que ha perdido
por com plet o el j uicio independient e y ha ent regado al gobernant e del Est ado t odos los
derechos a creencias y opiniones privadas, es el ser m ej or y m ás noble. Am bos crit erios son
defendibles, uno por sent ido com ún, y el ot ro por lógica. No sería difícil defender por la lógica
el ideal del aut óm at a pat riót ico com o ciudadano m odelo, út il com o m edio de servir a ot ro fin
ext erno, que es la fuerza del Est ado, y que exist e a su vez para ot ro fin, que es el de aplast ar
a ot ros Est ados. Todo eso puede ser fácilm ent e dem ost rado por la lógica, una lógica t an
sencilla e ingenua que t odos los idiot as se dej an llevar por ella. Por increíble que parezca, t al
crit erio ha sido sost enido, y es sost enido t odavía en m uchos países europeos " civilizados" y
" cult os" . El ciudadano ideal es el soldado que creyó que se le t ransport aba a Et iopía y se
encont ró en Guadalaj ara. Ent re t ales ciudadanos ideales se pueden dist inguir adem ás dos
clases, " A" y " B" . La clase " A" , consist ent e en los m ej ores ciudadanos desde el punt o de vist a
del Est ado o su gobernant e, es aquella de los que, al descubrir que se les desem barca en
España, son m uy dulces y am ables t odavía y elevan sus gracias a Dios, direct am ent e o a
t ravés del capellán m ilit ar, por haberles enviado, por una suert e de m ilagro providencial, a lo
m ás rudo de la bat alla, para m orir por el Est ado, La clase " B" sería la de aquellos seres
insuficient em ent e civilizados que sient en un ínt im o resent im ient o ant e el descubrim ient o. En
cuant o a m í, ese resent im ient o ínt im o, esa recalcit rando hum ana, es el único signo de dignidad
hum ana, la única chispa de esperanza que ilum ina el cuadro de ot ro m odo som brío y lúgubre;
para m í, la única esperanza en la rest auración de la decencia hum ana en algún m undo fut uro y
m ás civilizado.
Es claro, pues, que a pesar de t oda la lógica est oy aún en favor del pillo. Est oy del t odo
en favor del pillo, o del vagabundo, o del que lleva la cont ra. Nuest ra diversidad de pareceres
es la única esperanza para la civilización. Mi razón es sim ple: que descendem os de los m onos
y no de las vacas, y que por lo t ant o som os m onos m ej ores, m onos m ás nobles, por t ener
pareceres opuest os. Com o ser hum ano soy suficient em ent e egoíst a com o para desear un
t em peram ent o dulce y sat isfecho para las vacas, que pueden ser conducidas al prado o al
m at adero, según el capricho hum ano, con igual m agnanim idad y nobleza de ánim o, m ot ivadas
por el solo deseo de sacrificarse a su am o. Al m ism o t iem po, am o t ant o a la hum anidad, que
no deseo que nos convirt am os en vacas. En el m om ent o en que las vacas se rebelen y sient an
45
La importancia de vivir Lin Yutang

nuest ra m ism a recalcit rancia, o com iencen a act uar en form a díscola y m enos m ecánica, las
llam aré hum anas. La razón por la cual creo que t odas las dict aduras est án erradas, es una
razón biológica. Los dict adores y las vacas se llevan bien, pero no los dict adores y los m onos.
En verdad, m i respet o por la civilización occident al ha dism inuido considerablem ent e
desde m il novecient os veint it ant os. Me había avergonzado de la civilización china, y había
rendido hom enaj e a Occident e, porque consideraba una m ácula en la civilización china el
hecho de que no hubiéram os producido una const it ución ni la idea de los derechos civiles, y
pensaba decididam ent e que un gobierno const it ucional, republicano o m onárquico, era un
progreso en la cult ura hum ana. Ahora, en la cuna m ism a de la civilización occident al, t engo el
placer y la sat isfacción de ver que los derechos hum anos y la libert ad individual, hast a los
derechos de sent ido com ún, la libert ad individual de creencias que gozam os y hem os gozado
siem pre en China, pueden ser pisot eados, que ya no se piensa en un gobierno const it ucional
com o la m ás alt a form a de gobierno, que hay m ás esclavos euripideanos en Europa Cent ral
que en China feudal, y que algunas naciones occident ales t ienen m ás lógica y m enos sent ido
com ún que nosot ros los chinos. ¿Qué sería m ás fácil para m í que j ugar la cart a de t riunfo que
t engo en el puño, y present ar el ideal chino del pillo descuidado, desint eresado, el vagabundo,
que es el m ás alt o ideal de ser hum ano para el concept o chino? ¿Tiene Occident e una cart a de
t riunfo para responder, algo que dem uest re que su doct rina de la libert ad individual y los
derechos civiles es una seria y arraigada creencia o inst int o, con suficient e vit alidad para
em prender una lucha de desquit e y para inclinar el péndulo del pensam ient o en la ot ra
dirección, después de desaparecida la m oda act ual de los coolíes uniform ados, glorificados?
Est oy esperando verla.
Es fácil ver cóm o la t radición europea de la libert ad y la independencia individuales ha
sido olvidada, y que el péndulo se inclina hoy en la m ala dirección. Las razones son dos:
prim ero, las consecuencias del act ual m ovim ient o económ ico hacia el colect ivism o, y segundo,
una herencia de la perspect iva m ecanicist a de la época vict oriana. Parece que en la act ual
edad de nacient e colect ivism o de t odas las clases —social, económ ico y polít ico— la hum anidad
olvida nat uralm ent e y renuncia su derecho a la recalcít rancia hum ana, y pierde de vist a la
dignidad del individuo. Con el predom inio de los problem as económ icos y de pensar en
t érm inos de econom ía, que va eclipsando a t odas las ot ras form as de pensam ient o hum ano,
quedam os com plet am ent e ignorant es e indiferent es a uri conocim ient o m ás hum anizado y a
una filosofía m ás hum anizada, una filosofía que t rat e los problem as de la vida del individuo.
Est o es nat ural. Tal com o un hom bre que t iene el est óm ago ulcerado dedica t odos sus
pensam ient os a su est óm ago, una sociedad con una econom ía enferm a y dolient e est á siem pre
preocupada por los pensam ient os de econom ía. No obst ant e, el result ado es que quedam os del
t odo indiferent es al individuo, y hem os olvidado- casi que exist e. Un hom bre solía ser un
hom bre a pesar de t odo. Hoy, en general, se le concibe com o aut óm at a que obedece
ciegam ent e leyes m at eriales o económ icas. No pensam os ya en un hom bre com o hom bre, sino
com o dient e de una rueda, m iem bro de un sindicat o o una clase, ext ranj ero a quien se
" im port a" por cuot as, pequeño burgués al que hay que referirse con desdén, o capit alist a a
quien se debe censurar, u obrero al que debem os considerar com o cam arada porque es
obrero. Parece que cat alogar a un hom bre com o " pequeño burgués" , o " capit alist a" u " obrero"
es com prenderlo com plet am ent e ya, y que de conform idad con ello se le puede odiar o
aclam ar convenient em ent e com o cam arada. Ya no som os individuos, ya no som os hom bres,
sino clases. ¿Se m e perm it e sugerir que est o es una supersim plificación de las cosas? El pillo
ha desaparecido com plet am ent e com o ideal, y t am bién ha desaparecido el hom bre con sus
cualidades, gloriosam ent e sem ej ant es a las del pillo, de reaccionar libre e incalculablem ent e
frent e a su am bient e ext erno. En lugar de hom bres t enem os m iem bros de una clase; en lugar
de ideas y prej uicios e idiosincrasias personales t enem os ideologías, o pensam ient os de clase;
en lugar de personalidades t enem os fuerzas ciegas; en lugar de individuos t enem os una
dialéct ica m arxist a que cont rola y prevé t odas las act ividades hum anas con infalible precisión.
Todos progresam os feliz y ent usiast am ent e hacia el m odelo de las horm igas.
Es claro que com prendo que no hablo m ás que de un ant icuado individualism o
dem ocrát ico. Pero, ¿se m e perm it e recordar t am bién a los m arxist as que Carlos Marx era un
product o de la lógica hegeliana de hace un siglo, y de la escuela inglesa clásica de la econom ía
que hubo en pleno período Vict oriano? Y nada es hoy t an ant icuado com o la lógica hegeliana o
la escuela precisa y vict oriana de econom ía: nada t an inconvincent e e inexact o, nada t an
t ot alm ent e privado de sent ido com ún, desde el punt o de vist a hum aníst a chino. Pero podem os
46
La importancia de vivir Lin Yutang

com prender cóm o se produj o est e crit erio m ecanicist a del hom bre en un m om ent o en que la
ciencia m ecánica est aba orgullosa de sus realizaciones y sus conquist as sobre la nat uraleza.
Est a ciencia fue birlada, su lógica m aquinist a t ransferida para que se aplicara a la sociedad
hum ana, y el nom bre siem pre im ponent e de " ley nat ural" fue m uy buscado por los est udiosos
de los asunt os hum anos. De ahí la predom inant e t eoría de que el am bient e es m ás que el
hom bre y que las personalidades hum anas pueden ser reducidas casi a ecuaciones. Est o puede
ser buena econom ía, pero es m ala biología. La buena biología reconoce al poder de reacción
del individuo la cat egoría de un fact or t an im port ant e en el desarrollo de la vida com o el
am bient e físico, t al com o cualquier m édico int eligent e adm it irá que el t em peram ent o y las
reacciones individuales del pacient e son un fact or de sum a im port ancia en la lucha cont ra una
enferm edad. Los m édicos reconocen hoy cada vez m ás el fact or incalculable del individuo.
Muchos enferm os que, por t oda la fuerza de la lógica y de los precedent es, deberían m orir, se
niegan sencillam ent e a hacerlo y asom bran al m édico con su m ej oría. Un m édico que prescribe
un t rat am ient o idént ico para una enferm edad idént ica en dos individuos y espera un desarrollo
idént ico, puede ser clasificado debidam ent e com o una am enaza social. No m enos am enaza
social son los filósofos sociales que olvidan al individuo, su capacidad para reaccionar en
diferent e form a que los ot ros, y su com port am ient o generalm ent e díscolo e incalculable.
Quizá no com prenda la econom ía, pero t am poco m e com prende la econom ía a m í. Por
eso es que la econom ía est á naufragando t odavía hoy y apenas se at reve a asom ar la cabeza
com o ciencia. Lo t rist e de la econom ía es que no es una ciencia, si se det iene en las
m ercancías y no va m ás allá, a los m ot ivos hum anos; y si va a los m ot ivos hum anos t am poco
es una ciencia, o a lo sum o es una seudociencia, si t rat a de llegar a los m ot ivos hum anos por
m edio de prom edios est adíst icos. No ha desarrollado siquiera una t écnica adecuada " al
exam en de la m ent e hum ana, y si t raslada al reino de las act ividades hum anas su m anera
m at em át ica de encarar las cosas y su predilección por el t razado de prom edios est adíst icos,
est á aun en peligro m ás grave de naufragar en la ignorancia. Por eso es que cada vez que est á
por adopt arse una im port ant e m edida económ ica, dos perit os o aut oridades en econom ía
surgen exact am ent e en lados opuest os. La econom ía, al fin y al cabo, ret rocede hast a las
idiosincrasias de la m ent e hum ana, y de esas idiosincrasias los perit os no t ienen ni asom o de
idea. Uno creía que, si I nglat erra abandonaba el pat rón oro, se produciría una cat ást rofe, en
t ant o que ot ro creía, con igual suficiencia, que el abandono del pat rón oro por I nglat erra sería
la única salvación. Cuándo la gent e com ienza a vender, y cuándo com ienza a com prar, son
problem as que los m ej ores perit os no pueden predecir razonablem ent e. Se debe ent eram ent e
a est e hecho el que sean posibles las especulaciones en el m ercado de valores. Sigue siendo
ciert o que el m ercado de valores, con el m ej or conj unt o de dat os económ icos m undiales, no
puede predecir cient íficam ent e el alza o la baj a del oro o la plat a o los product os, com o la
oficina m et eorológica puede pronost icar el t iem po. La razón est á, claram ent e, en el hecho de
que hay en lo prim ero un elem ent o hum ano, que cuando vende dem asiada gent e algunos van
a em pezar a com prar, y que cuando com pra dem asiada gent e, unos pocos em pezarán a
vender. Así se int roduce el elem ent o de resist encia hum ana y de hum ana incert idum bre. Es de
presum ir, nat uralm ent e, que t oda persona que vende considera un t ont o al que com pra lo que
él vende, y viceversa. Sólo los acont ecim ient os fut uros pueden dem ost rar quién fue el t ont o.
Est o es solam ent e un ej em plo de la incalculabilidad y la indocilidad del com port am ient o
hum ano, lo cual es ciert o, no sólo para los t rat os duros y com unes de los negocios, sino
t am bién en cuant o a la conform ación del curso de la hist oria por la psicología hum ana, y para
t odas las reacciones hum anas hacia la m oral, las cost um bres y las reform as sociales.

VI . LA D OCTRI N A D EL I N D I VI D UO
El hom bre puede vivir hoy en un país dem ocrát ico am enazado en m ayor o m enor grado
por grandes cam bios sociales, o puede vivir en un país com unist a que t iende cada vez m ás a
acercarse y volver al ideal dem ocrát ico, o puede vivir baj o una dict adura que acaso le
sobreviva o a la que, m ás probablem ent e, él sobrevivirá. De cualquier m odo, su vida individual
sigue siendo un t odo int egrado, conform ado por las corrient es de los t iem pos, pero que aun así
ret iene su individualidad.
La filosofía no sólo com ienza con el individuo, sino que t erm ina t am bién con el individuo.
Porque un individuo es el hecho final de la vida. Es un fin en sí m ism o, y no el m edio para
47
La importancia de vivir Lin Yutang

ot ras creaciones de la m ent e hum ana. El m ayor im perio del m undo, el I m perio Brit ánico,
exist e a fin de que un inglés de Sussex pueda vivir una vida asaz razonable y feliz; una falsa
filosofía presum iría que el inglés de Sussex vive a fin de que pueda exist ir el gran I m perio
Brit ánico. Las m ej ores filosofías sociales no reclam an m ayor obj et ivo que el de que los seres
hum anos individuales que viven baj o t al régim en puedan t ener felices vidas individuales. Sí
hay filosofías sociales que niegan la felicidad de la vida individual com o m et a final y obj et o de
la civilización, esas filosofías son el product o de una m ent e enferm a y desequilibrada.
Por cuant o at añe a la cult ura, m e inclino a pensar que el j uicio final sobre cualquier t ipo
part icular de cult ura es el de qué t ipo de hom bres y m uj eres produce. En est e sent ido, Wait
Whit m an, uno de los m ás sabios y m ás previsores de t odos los nort eam ericanos, lucha en su
ensayo Dem ocrat ic vist as por form ular el principio de la individualidad o " personalism o" , com o
fin de t oda civilización:
Y, si pensam os en ello, ¿en qué descansa la m ism a civilización, y qué obj et o t iene, con
sus religiones, art es, escuelas, et c., sino el personalism o rico, luj uriant e, variado? A ello t odo
se inclina; y es porque hacia ese result ado sólo la dem ocracia, en algo que se asem ej a a la
escala de la Nat uraleza, rom pe los ilim it ados eriales de la hum anidad, y plant a la sem illa, y
hace j ust icia, que los principios de la dem ocracia preceden ahora al rest o. La lit erat ura,
canciones, est ét ica, et c., de un país son de im port ancia principalm ent e porque proveen los
m at eriales y sugest iones de personalidad para las m uj eres y los hom bres de ese país, y los
aplican en m il form as efect ivas.

Hablando de la individualidad com o act o final, Whit m an dice:

Hay, en las horas m ás cuerdas, una conciencia, un pensam ient o que se alza,
independient e, elevado sobre t odo lo dem ás, calm o, com o las est rellas, con brillo et erno. Est e
es el pensam ient o de ident idad: lo suyo para ust ed, cualquiera sea, com o lo m ío para m í.
Milagro de m ilagros, m ás allá de t oda afirm ación, el m ás espirit ual y el m ás vago de los sueños
de la t ierra, y no obst ant e el m ás firm e hecho básico, y ent rada a t odos los hechos. En esas
horas devot as, en m edio de las significat ivas m aravillas del cielo y la t ierra ( significat ivas sólo
por el Yo en el cent ro) , los credos, las convenciones se apart an y pierden im port ancia ant e
est a sencilla idea. Baj o la lum inosidad de la verdadera visión, sólo esa idea t om a posesión,
cobra valor. Com o el som brío enano de la fábula, una vez liberada y cuidada, se expande por
sobre la t ierra t oda, y se ext iende hast a la bóveda del cielo.

Es fuert e la t ent ación de cit ar algo m ás de la m ás elocuent e glorificación del individuo,


hecha por est e filósofo t ípicam ent e nort eam ericano, y resum ida en la siguient e form a:
. . .y, com o event ual conclusión y resum en ( pues de lo cont rario t odo el plan de las cosas
es un despropósit o, una burla, un desast re) , la sim ple idea de que la últ im a, la m ej or
dependencia debe ser sobre la hum anidad m ism a, y sus cualidades inherent es, norm ales,
adult as, sin ningún apoyo superst icioso.
El propósito de la democracia. . . es, a través de muchas transmigraciones, y en medio de interminables burlas,
argumentos y ostensibles fracasos, ilustrar, contra todos los azares, esta doctrina o teoría de que el hombre, debidamente
preparado en la libertad más cuerda y más alta, puede y debe llegar a ser una ley, y una serie de leyes, en sí mismo. . .

Al fin y al cabo, lo que im port a no es lo que nos rodea, sino nuest ras reacciones ant e
ello. Francia, Alem ania, I nglat erra y los Est ados Unidos viven en la m ism a civilización de
m áquinas, pero sus pat rones y sus sabores de vida son diferent es, y t odas resuelven sus
problem as polít icos en form as dist int as. Es t ont o suponer que el hom bre debe ser anulado por
la m áquina en una m anera uniform e, desvent urada, cuando com prendem os que hay t ant o
lugar para la variedad de la vida, cuando vem os que dos peones en el m ism o cam ión
ent ienden en form a dist int a la m ism a brom a. Un padre de dos hij os que les da la m ism a
educación y el m ism o com ienzo en la vida verá cóm o conform an gradualm ent e sus vidas de
acuerdo con las leyes int ernas de sus propios seres. Aunque los dos result an ser president es
de bancos con el m ism o capit al, en t odas las cosas que int eresan, en t odas las cosas que
cont ribuyen a la felicidad, son diferent es, diferent es en su m anera de hablar, en su acent o, en
su t em peram ent o; en sus doct rinas y m odos de resolver problem as; en la form a en que se
48
La importancia de vivir Lin Yutang

conducen con su personal, si son t em idos o am ados, bruscos y exigent es o agradables y


com placient es; en la form a en que ahorran o gast an su dinero; y diferent es en sus vidas
personales, según el color que les dan sus pasat iem pos, sus am igos, sus clubs, sus lect uras y
sus esposas. Es t al la rica variedad posible en un am bient e idént ico, que nadie puede leer la
página necrológica de un diario sin ext rañarse de cóm o personas que vivieron en la m ism a
generación y m urieron el m ism o día han t enido vidas t an ent eram ent e dist int as; cóm o algunas
m archaron hacia una vocación escogida con singular devoción y hallaron la felicidad en ello;
cóm o ot ras t uvieron carreras ent recort adas y varias; cóm o algunas invent aron, algunas
exploraron, algunas hicieron brom as, algunas fueron sat urninas, sin sent ido del hum or,
algunas salieron disparadas hacia la fam a y la riqueza y m urieron en la frialdad y la oscuridad,
y algunas vendieron hielo o carbón y fueron asesinadas en un sót ano donde guardaban veint e
m il dólares en oro. Sí, la vida hum ana es enorm em ent e ext raña t odavía, aun en una edad
indust rial. Mient ras el hom bre sea hom bre, la variedad será el sabor de la vida.
No hay t al det erm inism o en los asunt os hum anos, ya sea en la polít ica o en la revolución
social. El fact or hum ano es lo que t rast orna los cálculos de los que proponen nuevas t eorías y
sist em as, y lo que vence a los originadores de leyes, inst it uciones y panaceas sociales, ya sea
la Com unidad Oneída, o la Federación Nort eam ericana del Trabaj o, o el m at rim onio de
com pañía del j uez Lindsay. La cualidad de la novia y del novio es m ás im port ant e que las
convenciones del casam ient o y el divorcio, y los hom bres que adm inist ran o ej ecut an las leyes
son m ás im port ant es que las m ism as leyes.
Pero la im port ancia del individuo proviene, no solam ent e del hecho de que la vida
individual es el fin de t oda civilización, sino t am bién del hecho de que la m ej ora de nuest ra
vida social y polít ica y de las relaciones int ernacionales procede de la acción y el
t em peram ent o sum ados de los individuos que com ponen una nación, y se basa event ualm ent e
en el t em peram ent o y la cualidad del individuo. En la polít ica nacional y la evolución de un país
de una a ot ra et apa, el fact or det erm inant e es el t em peram ent o del pueblo. Porque por encim a
de las leyes del desarrollo indust rial est á el fact or m ás im port ant e de la form a de hacer las
cosas y resolver los • problem as que t iene cada nación. Tan poco predij o Rousseau el curso de
la Revolución Francesa y la aparición de Napoleón, com o previo Carlos Marx el
desenvolvim ient o de sus t eorías socialist as y la aparición de St alin. El curso de la Revolución
Francesa no fue det erm inado por el lem a de Libert ad, I gualdad y Frat ernidad, sino por ciert os
rasgos de la nat uraleza hum ana en general y del t em peram ent o francés en part icular. Las
predicciones de Carlos Marx acerca del curso de la revolución socialist a han fracasado
lam ent ablem ent e, a pesar de su rigurosa dialéct ica. Por t odas las leyes de la lógica, según
predecía él, una revolución del prolet ariado debió producirse donde est aba m ás avanzada la
civilización indust rial y donde había una fuert e clase de obreros prolet arios: prim ero en
I nglat erra, quizá en los Est ados Unidos y posiblem ent e en Alem ania. En cam bio, el com unism o
t uvo su prim era oport unidad de ser som et ido a prueba en un país agrario com o Rusia, donde
no había una clase prolet aria im port ant e. Lo que olvidó calcular Carlos Marx fue el fact or
hum ano en I nglat erra y los Est ados Unidos, y la m anera de hacer las cosas y de resolver
problem as, del inglés o del nort eam ericano. La gran om isión en t oda la econom ía sin m adurez
es la que no alcanza a reconocer un fact or de j e ne sais quoi en los asunt os nacionales. La
desconfianza inglesa con respect o a t eorías y lem as, la m anera que t iene el inglés de t ant ear
lent am ent e, si es necesario, pero encont rar lent am ent e su cam ino en t odo caso, el am or del
anglosaj ón por la libert ad individual, el respet o por sí m ism o, el buen sent ido y el am or por el
orden, son cosas que result an m ás poderosas en la conform ación de los acont ecim ient os en
I nglat erra y los Est ados Unidos que t oda la lógica del dialéct ico alem án.
De m odo que la conduct a de los asunt os de una nación y el curso de su desarrollo social
y polít ico se basan event ualm ent e en las ideas que rigen a los individuos. Est e t em peram ent o
racial, est o que llam am os en abst ract o " el genio del pueblo" es, después de t odo, una sum a de
individuos que com prenden esa nación, porque no es nada m ás que el caráct er de una nación
en acción, al afront ar ciert os problem as o crisis. No hay nada m ás falso que la noción de que
est e " genio" es una ent idad m it ológica com o el " alm a" en la t eología m edieval, com o si fuera
algo m ás que una figura de dicción. El genio de una nación no es nada m ás que el caráct er de
su conduct a y su m anera de hacer las cosas. Lej os de ser una ent idad abst ract a con una
exist encia independient e y propia, com o pensam os a veces del " dest ino" de una nación, est e
genio sólo puede ser vist o en acción; es una cuest ión de escoger, de t ener ciert as selecciones
y rechazos, preferencias y prej uicios, que det erm inan el curso final de acción de una nación en
49
La importancia de vivir Lin Yutang

una crisis o sit uación dadas. Los hist oriadores de viej o cuño querrían pensar con Hegel que la
hist oria de una nación no es m ás que el desarrollo de una idea, que procede por una especie
de necesidad m ecánica, en t ant o que un crit erio m ás sut il y realist a de la hist oria es el de que
se t rat a en grado sum o de una cuest ión de oport unidad. En cada período crít ico de la nación
hizo una elección, y en la elección vem os una lucha de fuerzas opuest as y pasiones en
conflict o, y un poco m enos de est e sent im ient o o un poco m ás de aquel ot ro decidieron hacia
qué lado debía inclinarse la balanza. Lo que se llam a genio de una nación, expresado en una
crisis dada, es la decisión de la nación de que le gust aría t ener un poco m ás de una cosa, o ya
t iene bast ant e de ot ra. Porque, después de t odo, cada nación ha llevado adelant e lo que le
gust aba, o lo que apelaba a sus sent im ient os, y rechazado lo que no t oleraba. Tal elección se
basa en una corrient e de ideas y un j uego de sent im ient os m orales y prej uicios sociales.
En la últ im a crisis const it ucional de I nglat erra, que llevó event ualm ent e a la abdicación
del rey, vem os m ás claram ent e est o que se llam a caráct er de un pueblo en acción, revelado
por sus aprobaciones y desaprobaciones, su m area de em ociones cam biant es, en un conflict o
ent re m uchos m ot ivos de presunt a validez. Est os m ot ivos eran la lealt ad personal a un príncipe
popular, el prej uicio cont ra una divorciada por part e de la I glesia Anglicana, el concept o
t radicional de un rey que t iene el inglés, la cuest ión de si un asunt o privado del rey era o podía
ser un asunt o privado, y si el rey debía ser algo m ás que un t ít ere o si debía t ener sim pat ías
claras por el laborism o. Un poco m ás de cualquiera de est os sent im ient os en conflict o podría
haber dado una solución diferent e a la crisis.
Y a t ravés de la hist oria de nuest ros días, que Zinoviev, Kam enev y Piat akoff hayan sido
ej ecut ados y Radek apresado, que sean o no am plios los com plot s " cont rarrevolucionarios" y
las rebeliones cont ra el régim en de St alin, que las iglesias Cat ólica y Prot est ant e de Alem ania
puedan o no m ant ener su int egridad en la resist encia cont ra el régim en nazi ( es decir, cuánt a
resist encia hum ana hay en Alem ania) , que I nglat erra se haga laborist a de verdad, y que el
Part ido Com unist a Nort eam ericano crezca o dism inuya en favor público; t odas son cosas que
event ualm ent e se hallan det erm inadas por las ideas, sent im ient os y caráct er de los m iem bros
individuales de los Est ados del caso. En t odo est e m ovedizo panoram a de la hist oria hum ana
sólo veo cam bios det erm inados por la elección díscola, incalculable e im predíct ible, propia del
hom bre.
En ese sent ido, el confucianism o conect ó la cuest ión de la paz m undial con el cult ivo de
nuest ras vidas personales. La prim erísim a lección que, según han decidido los est udiosos
confucianist as desde la dinast ía Sung, deben aprender los niños en la escuela, cont iene est e
pasaj e:
El pueblo ant iguo que deseaba t ener una clara arm onía m oral en el m undo, ordenaba prim ero su vida nacional;
los que deseaban ordenar su vida nacional regulaban prim ero su v ida fam iliar; los que deseaban regular su v ida
fam iliar cult ivaban prim ero sus vidas personales; los que deseaban cult ivar sus vidas personales enderezaban pr im ero
sus corazones; quienes deseaban enderezar sus corazones hacían prim er o sinceras sus volunt ades; los que deseaban
hacer sinceras sus volunt ades llegaban pr im ero a la com prensión; la com prensión proviene de la exploración del
conocim ient o de las cosas. Cuando se gana el conocim ient o de las cosas se logra la com prensión; cuando se gana la
com prensión, la volunt ad es sincera; cuando la volunt ad es sincera, el corazón Be endereza; cuando el corazón se
ender eza, se cult iva la vida personal; cuando la vida personal se cult iva, se regula la vida fam iliar ; cuando se regula la
vida fam iliar, la vida nacional es ordenada, y cuando la v ida nacional es ordenada, el m undo est á en paz. Desde el
Em perador hast a el hom bre com ún, el cult ivo de la vida personal es el cim ient o para t odo. Es im posible que cuando
los cim ient os no est án en orden se halle en orden la superest ruct ura. Jam ás ha habido un árbol de t ronco delgado
cuyas ram as superior es sean pesadas y fuert es. Hay una causa y una secuencia en las cosas, y un com ienzo y un fin
en los asunt os hum anos. Conocer el orden de precedencia es t ener el com ienzo de la sabidur ía.

CAPI TULO V
¿QUI EN PUED E GOZAR M EJOR D E LA VI D A?

I . EN CUÉN TRATE: TSCH UAN GTSE


En la vida m oderna, un filósofo es quizá la persona m ás agasaj ada y m enos not ada del
m undo, si es que exist e t al persona. " Filósofo" ha pasado a ser solam ent e un t érm ino de
cum plim ent ación social. Todo aquel que sea abst ruso e inint eligible es llam ado " un filósofo" .
Todo el que no se int erese por el present e es llam ado t am bién " un filósofo" . Y hay, sin

50
La importancia de vivir Lin Yutang

em bargo, algún significado en la últ im a acepción. Cuando Shakespeare hizo que Touchst one
dij era en As You Like I t : " ¿Tienes alguna filosofía en t i, past or?" , lo decía en la segunda
acepción. En est e sent ido, la filosofía es sólo una com ún, una im provisada perspect iva sobre
las cosas o sobre la vida en general, y cada persona la t iene en m ayor o m enor grado. Todo el
que se niegue a t om ar el panoram a de la realidad según su valor superficial, o se niegue a
creer cada palabra que aparece en el diario, es m ás o m enos un filósofo. Es el t ipo que se
resist e a que le engañen.
Hay siem pre un sabor de desencant o en la filosofía. El filósofo m ira a la vida com o un
art ist a m ira a un panoram a: a t ravés de un velo o una niebla. Los det alles crudos de la
realidad se suavizan un poco para perm it irnos ver su significado. Al m enos, eso es lo que
piensan un art ist a chino o un filósofo chino. El filósofo es, por lo t ant o, lo direct am ent e
cont rario al realist a com plet o que, m uy ocupado en sus negocios diarios, cree que sus t riunfos
y fracasos, sus pérdidas y ganancias, son absolut os y reales. Nada se puede hacer con una
persona así, porque ni siquiera duda, y en él no hay nada con qué em pezar. Confucio dij o: " Si
una persona no se dice: «¿Qué hacer, qué hacer?», por ciert o que no sé qué hacer con una
persona así..." Uno de los pocos at icism os conscient es que he encont rado en Confucio.
Espero present ar en est e capít ulo algunas opiniones de filósofos chinos sobre un plan de
vida. Cuant o m ás difieren est os filósofos, t ant o m ás concuerdan: el hom bre debe_ser sabio y
no t em er una vida feliz. El crit erio m enciano, m ás posit ivo, y el crit erio laot seano, m ás
bribonam ent e pacifist a, se funden en la filosofía de la Mit ad- y- Mit ad, que yo podría describir
com o la religión del com ún de los chinos. El conflict o ent re acción e inacción t erm ina en una
t ransigencia, o en el cont ent o con un cielo en la t ierra m uy im perfect o. Est o da cauce a una
sabia y alegre filosofía de la vida, t ipificada event ualm ent e en la vida de T'ao Yüanm ing, a m i
j uicio el m ás grande poet a y la m ás arm oniosa personalidad de China.
El único problem a que t odos los filósofos chinos presum en, inconscient em ent e, que t iene
alguna im port ancia es: ¿cóm o gozarem os de la vida, y quién puede gozar m ej or de la vida?
Nada de perfeccionism o, nada de brega por lo inasequible, nada de post ular lo incognoscible;
nada de eso, sino t om ar la pobre, la m ort al nat uraleza hum ana t al com o es, y de ¿cóm o
organizárem os nuest ra vida para poder t rabaj ar pacíficam ent e, soport ar noblem ent e y vivir
con felicidad?
¿Quiénes som os? Est a es I a prim era pregunt a. Es una pregunt a casi im posible de
responder. Pero t odos convenim os en que el yo at areado que se ocupa en las diarias
act ividades no es del t odo el yo real. Est am os m uy seguros de que hem os perdido algo en la
pura búsqueda de un sust ent o. Cuando vem os a una persona que corre buscando algo en un
cam po, el hom bre sabio puede plant ear un rom pecabezas para que lo resuelvan t odos los
espect adores: ¿qué ha perdido esa persona? Alguien cree que es un reloj ; ot ro cree que es un
broche de diam ant es; y ot ros avent urarán respuest as dist int as. Después de fracasadas t odas
est as respuest as, el hom bre sabio, que en verdad no sabe qué busca la persona en el cam po,
dice a los espect adores: " Les diré. Ha perdido el alient o." Y nadie puede negar que t iene razón.
Así olvidam os a m enudo nuest ro verdadero yo en la búsqueda del sust ent o, com o un páj aro
que olvida su propio peligro cuando caza a un insect o, que a su vez olvida su peligro por cazar
ot ra presa, com o se ha expresado t an bellam ent e en una parábola de Tschuangt sé:
Cuando Tschuangt sé am bulaba por el parque de Tiao- ling, vio un ext r año páj aro que venía del sur. Las alas
t enían siet e pies de ancho. Los oj os, una pulgada de circunferencia. Y voló cerca de la cabeza de Tschuangt sé para
posarse en un bosquecillo de cast años.
—¿Qué especie de páj aro es ést e? —grit ó Tschuangt sé—. Con alas poderosas, no se alej a volando. Con oj os
grandes, no m e ve.
Ent onces se r ecogió las faldas y cam inó hacia él con su arco, ansioso por cazarlo. En eso v io una cigarra que
gozaba de la som bra, olv idada de t odo lo dem ás. Y v io un cor t ón, un insect o m ay or, que salt aba y la capt uraba,
olvidando en el act o su propio cuerpo, sobr e el cual cayó inm ediat am ent e el ex t raño páj aro, para hacerlo su pr esa. Y
est o fue lo que hizo que el páj aro olvidara su propio ser .
—¡Ay! —exclam ó Tschnangt sé con un suspiro—. ¡Cóm o se last im an unas a ot ras las criat uras del m undo! La
pérdida sigue a la búsqueda de la ganancia.
Ent onces abandonó su ar co y se m archó a su casa, echado por el guar dián del j ardín que quería saber qué
est aba haciendo allí.
Durant e t res m eses, después de est o, Tschuangt sé no abandonó su casa; y por fin Lin Chü le pregunt ó:
—Maest ro, ¿cóm o es que no sales hace t ant o t iem po?
—Mient ras cuidaba de m i arm azón física —respondió Tschuangt sé— perdí de vist a a m i verdadero yo. Por m irar
aguas enlodadas, perdí de v ist a el claro abism o. Adem ás, he aprendido del Maest ro lo que sigue:

51
La importancia de vivir Lin Yutang

" Cuando vayas al m undo, sigue sus cost um bres" . Pues cuando cam inaba por el parque de Tiao- Ling olvidé m i
verdadero yo. Ese ext raño páj aro, que j unt o a m í voló hast a el bosquecillo de cast años, olvidó su ser . El cuidador del
bosquecillo de cast años m e t om ó por ladrón. Por est o no he salido ( 12 ) .
Tschuangt sé era el elocuent e discípulo de Laot sé, com o Mencio fue el elocuent e discípulo
de Confucio, separados am bos de sus m aest ros por un siglo aproxim adam ent e. Tschuangt sé
fue cont em poráneo de Mencio, com o Laot sé fue probablem ent e cont em poráneo de Confucio.
Pero Mencio convino con Tschuangt sé en que hem os perdido algo y que corresponde a la
filosofía descubrir y recobrar lo perdido: en est e caso, " un corazón de niño" , según Mencio. " Un
gran hom bre es aquel que no ha perdido el corazón de un niño" , dice est e filósofo.Mencio
considera el efect o de la • vida art ificial de la civilización sobre el corazón j uvenil nacido en el
hom bre com o algo sim ilar a la deforest ación de nuest ras colinas:

Hubo una vez una época en que los bosques de la Mont aña Níu eran herm osos. Pero ¿se puede considerar
herm osa a la m ont aña desde que, por est ar sit uada cerca de una gran ciudad, los leñadores han t alado los árboles?
Los días y las noches le dieron descanso, y las lluv ias y el r ocío siguieron nut r iéndola, y cont inuam ent e surgía del suelo
una nueva v ida, pero luego las vacas y I zs ovej as com enzaron a past ar en ella. Por eso es que parece t an pelada la
Mont aña Niu, y cuando la gent e ve su calv icie im agina que nunca hubo árboles en la m ont aña. ¿Es ést a la verdadera
nat uraleza de la m ont aña? ¿Y no hay t am bién un corazón de am or y de rect it ud en el hom bre? Pero ¿cóm o puede
perm anecer herm osa la nat ur aleza cuando es t alada cada día, com o der riba el leñador los árboles con su hacha? Es
cier t o que las noches y los días cicat rizan, y exist e el air e nut r icio de la prim era alborada, que t iende a m ant ener le
sano y nor m al, pero est e air e m at inal es débil, y pront o le dest ruy e lo que hace el hom bre durant e el día. Con est e
cont inuo t alar del espírit u hum ano, el descanso y la recuperación que se obt ienen dur ant e la noche no son suficient es
para m ant ener su nivel, y cuando la recuperación noct urna no bast a para m ant ener su nivel, el hom bre se degrada
hast a un est ado no lej ano del de la best ia. La gent e ve que procede com o una best ia, e im agina que nunca hubo en él
un verdadero caráct er . Pero, ¿es ést a la ver dadera nat uraleza del hom br e?

I I . PASI ÓN . SABI D URÍ A Y VALEN TÍ A: M EN CI O


El caráct er ideal m ás capaz de gozar de la vida es un alm a cálida, despreocupada e
int répida. Mencio enum eró las t res " virt udes m aduras" de su " grande hom bre" así: " sabiduría,
com pasión y valent ía" . Me gust aría t aj ar una sílaba y considerar que las cualidades de un alm a
grande son la pasión, la sabiduría y la valent ía. Por fort una, t enem os en est e idiom a la palabra
" pasión" , que en su em pleo corresponde m uy de cerca a la palabra china ch'ing. Am bas
palabras com ienzan con un significado m ás est recho, de pasión sexual, pero am bas t ienen una
significación m ucho m ás am plia. Com o dice Chang Ch'ao: " Una nat uraleza apasionada siem pre
am a a las m uj eres, pero uno que am a a las m uj eres no es necesariam ent e una nat uraleza
apasionada." Y t am bién: " La pasión sost iene el fondo del m undo, m ient ras el genio pint a el
t echo" . Porque a m enos que t engam os pasión, no t endrem os nada con qué com enzar la vida.
La pasión es el alm a de la vida, la luz de las est rellas, el t ono de la m úsica y de la canción, el
j úbilo de las flores, el plum aj e de las aves, el encant o de la m uj er y la vida en el est udio. Es
im posible hablar de un alm a sin pasión, com o es im posible hablar de m úsica sin expresión. Es
lo que nos da calor int erno y esa rica vit alidad que nos perm it e afront ar anim osam ent e la vida.
O quizás m e equivoque al elegir la palabra " pasión" cuando hablo de aquello a que se
refieren los escrit ores chinos cuando dicen ch'ing. ¿Debería t raducirla con la palabra
" sent im ient o" , que es m ás suave y no sugiere t ant as cualidades t um ult uosa com o una
t orm ent osa pasión? O quizá significam os con est a palabra algo m uy sim ilar a lo que llam aron
" sensibilidad" los prim eros rom ánt icos, algo que hallam os en un alm a cálida, generosa y
art íst ica. Es ext raño que, ent re los filósofos occident ales, t an pocos, salvo Em erson, Am iel,
Joubert y Volt aire, t engan algo bueno que decir de la pasión. Quizá est em os discut iendo
solam ent e por palabras que significan la m ism a cosa. Pero ent onces, si pasión es diferent e de
sent im ient o y significa algo t um ult uoso y t urbador, ent onces no t enem os una palabra china
que la iguale, y t endrem os que volver a la viej a voz ch'ing. ¿Es ést e un índice de diferencia en
t em peram ent os raciales, o la ausencia, en el pueblo chino, de pasiones grandiosas y
aprem iant es, que devoran el alm a de quien las sient e y form an el m at erial de la t ragedia en la
lit erat ura occident al? ¿Es ést a la razón por la cual la lit erat ura china no ha desarrollado la

12
De la t raducción del profesor H. A. Giles, Chuang Tzu ( Quat rich»- ' Londres) , que es una
t raducción com plet a de las obra» de Tschuangt sé.

52
La importancia de vivir Lin Yutang

t ragedia en el sent ido griego, por la cual los personaj es t rágicos chinos, en el m om ent o crít ico,
lloran, ent regan sus am adas al enem igo o, com o en el caso de Ch'u Pawang, apuñalan a sus
am adas y se clavan luego el puñal en el pecho? Est a clase de final no sat isfaría a un público
occident al, pero t al com o es la vida china es la lit erat ura china. El hom bre lucha con el dest ino,
renuncia a la bat alla, y la t ragedia viene después, en un cúm ulo de rem iniscencias, de vanos
lam ent os y anhelos, com o lo vem os en la t ragedia del Em perador T'ang Minghuang, que
después de conceder el suicidio de su am ada reina para aplacar a un ej ércit o rebelde, vive en
un m undo de sueños, con el recuerdo de ella. El sent ido t rágico se m uest ra en la part e
rest ant e de la pieza de t eat ro, m ucho después del desenlace, en un grave crescendo de pesar.
Cuando viaj a en su dest ierro, el rey oye la dist ant e m úsica de las cam panit as de las vacas, en
las colinas, un día lluvioso, y com pone la " Canción de la lluvia en las cam panit as de las vacas" ,
en honor de su reina; t odo lo que ve o t oca, un chai perfum ado que m ant iene t odavía el viej o
arom a, o una viej a sirvient a de la cort e, le recuerdan su am ada reina, y la pieza t erm ina
cuando el rey busca el alm a de su reina con la ayuda de sacerdot es t aoíst as en la m orada de
los I nm ort ales. Así, pues, t enem os una sensibilidad rom ánt ica, si no se nos perm it e hablar de
ella com o de una pasión. Pero es pasión dulcificada hast a que es un suave resplandor. Por eso
es caract eríst ico de los filósofos chinos que, si bien desdeñan los " deseos" hum anos ( en el
sent ido de las " siet e pasiones" ) , j am ás han desdeñado la pasión o el sent im ient o m ism o, sino
que lo han convert ido en base m ism a de una vida hum ana norm al, t ant o que consideran " la
pasión ent re m arido y m uj er com o fundam ent o m ism o de t oda vida hum ana norm al" .
Es, desgraciadam ent e, ciert o que est e asunt o de la pasión, o aun m ej or, del sent im ient o,
es algo nat o en nosot ros, y que t al com o no podem os escoger a nuest ros padres, nacem os con
una nat uraleza dada, cálida o fría. Por ot ra part e, ningún niño nace con un corazón realm ent e
frío, sino sólo en la proporción en que perdem os el ínt im o calor en nosot ros. En algún
m om ent o de nuest ra vida adult a, nuest ra nat uraleza sent im ent al es m at ada, est rangulada,
congelada y at rofiada por un am bient e ingrat o, sobre t odo por nuest ra propia culpa, al no
cuidar m ant enerla viva, o porque no podem os m ant enernos fuera de ese am bient e. En el
proceso de aprender la " experiencia m undana" , hacem os m ás de una violencia a nuest ra
nat uraleza original, pues aprendem os a endurecernos, a ser art ificiales y a m enudo a ser fríos
de corazón y crueles, de m odo que a m edida que uno se envanece de ganar cada vez m ás
experiencia del m undo, sus nervios se hacen m ás y m ás sensit ivos y ent um ecidos,
especialm ent e en el m undo de la polít ica y del com ercio. Com o result ado, vem os al gran
" buscavidas" , que em puj a su persona hast a llevarla a la cum bre y hace a un lado a t odos los
dem ás; vem os al hom bre de férrea volunt ad y firm e det erm inación, en cuyo pecho m ueren las
últ im as ascuas del sent im ient o, al que llam a est úpido idealism o o sent im ent alism o. Est a clase
de personas es la que est á por debaj o de m i desprecio. El m undo t iene dem asiada gent e de
corazón frío. Si la est erilización de los inept os ha de cum plirse com o polít ica est adual, debería
com enzar con la est erilización de los m oralm ent e insensibles, los art íst icam ent e est ancados,
los duros de corazón, los que t riunfan sin m isericordia, los fríam ent e det erm inados y t odos
aquellos que han perdido el sent ido de la alegría en la vida, y no con los dem ent es y las
víct im as de la t uberculosis. Porque m e parece que m ient ras un hom bre con pasión y
sent im ient o puede hacer m uchas cosas t ont as y precipit adas, un hom bre sin pasión o
sent im ient o es una burla y una caricat ura. Com parado con Safo, de Daudet , es una lom briz,
una m áquina, un aut óm at a, una m ancha en est a t ierra. Más de una prost it ut a vive una vida
m ás noble que un com erciant e que t riunfa. ¿Qué t iene que Safo pecara? Pues aunque pecó,
t am bién am ó, y a quienes m ucho am an m ucho se perdonará. De t odos m odos, salió Safo de
un am bient e igualm ent e áspero, de negocios, con m ás corazón de niño que m uchos de
nuest ros m illonarios. El cult o de María Magdalena est á bien. Es inevit able que la pasión y el
sent im ient o nos conduzcan a errores por los cuales se nos cast iga debidam ent e, pero hay m ás
de una m adre indulgent e que por su indulgencia dej a a m enudo que su am or prive sobre su
m ej or j uicio y que, sin em bargo, est am os seguros, en su ancianidad ha sent ido que t uvo con
su fam ilia una vida m ás feliz que m uchas alm as aust eras y rigurosas. Un am igo m e relat aba el
caso de una señora de set ent a y ocho años que en ciert a oport unidad le dij o: " Cuando m iro a
est os set ent a y ocho años m íos, m e sient o feliz t odavía al pensar en cuando pequé; pero
cuando pienso que fui est úpida, no puedo perdonarm e ni aun ahora."
Pero la vida es áspera, y un hom bre con un caráct er cálido, generoso y sent im ent al
puede ser engañado fácilm ent e por sus sem ej ant es m ás hábiles. Los de nat uraleza generosa
yerran a m enudo por su generosidad, por considerar dem asiado generosam ent e a sus
53
La importancia de vivir Lin Yutang

enem igos y por t ener fe en sus am igos. A veces, el hom bre generoso vuelve desilusionado a su
casa, para escribir un poem a lleno de am argura. Est e es el caso de m ás de un poet a y
est udioso en China, com o, por ej em plo, el gran bebedor de t é Chang Tai, que dio
generosam ent e su fort una, fue t raicionado por sus m ás ínt im os am igos y parient es, y fij ó en
doce poem as los versos m ás am argos, quizá, que he leído j am ás. Pero t engo la sospecha de
que siguió siendo generoso hast a el fin de sus días, aun cuando est aba m uy pobre ya, pues
varías veces se encont ró al borde del ham bre, y no dudo que esos am argos sent im ient os se
desvanecieron com o una nube, y que siguió siendo m uy feliz.
No obst ant e, est a cálida generosidad del alm a t iene que ser prot egida cont ra la vida por
una filosofía, porque la vida es dura, el calor del alm a no bast a, y la pasión debe sum arse a la
sabiduría y a la valent ía. Para m í, sabiduría y valent ía son la m ism a cosa, porque la valent ía
nace de una com prensión de la vida; el que com prende com plet am ent e la vida es siem pre
valient e. De t odos m odos, no vale la pena t ener ese t ipo de sabiduría que no nos da valent ía.
La sabiduría conduce a la valent ía al ej ercer un vet o cont ra nuest ras t ont as am biciones y
em anciparnos del em beleco de m oda en el m undo, ya sea un em beleco de pensam ient o o un
em beleco de la vida.
Hay una gran cant idad de em belecos en est a vida, pero la m ult it ud de em belecos
pequeños ha sido clasificada por los budist as chinos baj o dos grandes em belecos: fam a y
riqueza. Hay un cuent o de que el Em perador Ch'ienlung subió ciert a vez a una colina que
dom inaba el m ar, durant e su viaj e al Sur de China, y vio una gran cant idad de buques a vela
que surcaba presurosam ent e el Mar de China. Pregunt ó a su m inist ro qué hacían las gent es en
esos cent enares de barcos, y su m inist ro respondió que veía sólo dos barcos, y que se
llam aban " Fam a" y " Riqueza" . Muchas personas cult as han podido escapar al reclam o de la
riqueza, pero sólo los m uy grandes han podido escapar al reclam o de la fam a. Una vez un
m onj e hablaba con su discípulo de est as dos fuent es de preocupaciones m undanas, y dij o: " Es
m ás fácil librarse del deseo de dinero que librarse del deseo de fam a. Hast a los est udiosos y
los m onj es ret irados quieren dist inguirse y ser bien conocidos ent re los suyos. Quieren
pronunciar discursos públicos ant e grandes audit orios y no ret irarse a un pequeño m onast erio
para hablar a un solo discípulo, com o est am os t ú y yo ahora." El discípulo respondió: " Por
ciert o. Maest ro, ust ed es el único hom bre en el m undo que ha vencido el deseo de la fam a." Y
el m aest ro sonrió.
Según m is observaciones de la vida, est a clasificación budist a de los em belecos de la
vida no es com plet a, y los grandes em belecos de la vida son t res, en lugar de dos: Fam a,
Riqueza y Poder. Hay una convenient e expresión nort eam ericana que com bina est os t res
em belecos en Un Gran Em beleco: Success, o buen éxit o. Pero m uchos hom bres sabios
adviert en que los deseos de buen éxit o, fam a y riqueza son nom bres eufem íst icos de los
t em ores de fracaso, pobreza y oscuridad, y que est os t em ores dom inan nuest ras vidas. Hay
m uchas personas que ya han logrado la fam a y la riqueza, pero t odavía insist en en regir a los
dem ás. Son las personas que han consagrado sus vidas al servicio de la pat ria. El precio es a
m enudo m uy alt o. Pedid a un hom bre sabio que agit e su som brero de copa a una
m uchedum bre y pronuncie siet e discursos por día, y dadle una presidencia, y se negará a
servir a la pat ria. Jam es Bryce opina que es t al el sist em a de gobierno dem ocrát ico en los
Est ados Unidos, que es difícil que at raiga a la polít ica a los hom bres m ej ores del país. Creo que
la fat iga de una cam paña presidencial, por sí sola, es bast ant e para at em orizar a t odas las
alm as sabias de los Est ados Unidos. Un cargo público exige a m enudo que quien lo desem peña
asist a a seis com idas por sem ana, en nom bre de la consagración de su vida al servicio de la
hum anidad. ¿Por qué no se consagra a una sencilla com ida en casa y a su cam a y su pij am a?
Baj o el hechizo de ese em beleco de la fam a o el poder, el hom bre es pront o la presa de ot ros
em belecos incident ales. Est o no t endrá fin. Pront o com enzará a querer reform ar la sociedad,
elevar la m oral de los ot ros, defender la iglesia, t erm inar con los vicios, preparar program as
para que los dem ás los cum plan, respaldar program as que ot ros han preparado, leer ant e una
convención un inform e est adíst ico de lo que para él han hecho ot ros baj o su adm inist ración,
sent arse en com isiones que exam inan los planos de una exposición, hast a inaugurar un asilo
para dem ent es ( ¡qué desparpaj o! ) : en general, inm iscuirse en las vidas de los dem ás. Pront o
olvida que est a grat uit a asunción de responsabilidades, est os problem as de reform ar a la
gent e y de hacer est o e im pedir que los rivales hagan aquello, j am ás exist ieron para él, acaso
nunca habían ent rado en su m ent e. ¡Cuan com plet am ent e desaparecen de la m ent e de un
candidat o presidencial derrot ado, aun dos sem anas después de la elección, los grandes
54
La importancia de vivir Lin Yutang

problem as del t rabaj o, la desocupación y los aranceles! ¿Quién es él para querer reform ar a
ot ras personas y elevar su m oral y enviar a ot ros a un asilo de dem ent es? Pero esos
em belecos prim arios y secundarios le m ant ienen feliz y at areado, si t riunfa, y le dan la ilusión
de que en verdad est á haciendo algo y que es, por lo t ant o, " alguien" .
Pero hay un em beleco social secundario, casi t an poderoso y universal com o aquéllos: el
em beleco de la m oda. La valent ía de ser nat urales es una cosa m uy rara. El filósofo griego
Dem ócrit o pensó que hacía un gran servicio a la hum anidad al librarla de la opresión de dos
grandes t em ores: el t em or de Dios y el t em or de la m uert e. Pero aun eso no nos libra de ot ro
t em or igualm ent e universal: el t em or del prój im o. Pocos hom bres que se han librado del t em or
de Dios y el t em or de la m uert e son capaces de librarse del t em or de los hom bres. Conscient e
o inconscient em ent e, t odos som os act ores en est a vida, y represent am os ant e el público un
papel y en un est ilo aprobado por ese público.
Est e t alent o hist riónico, j unt o con el vecino t alent o por la im it ación, que es part e de
aquél, son los rasgos m ás sobresalient es de nuest ra herencia sim iesca. Se pueden obt ener
indudables vent aj as de est e hist rionism o, y la m ás clara de ellas es el aplauso del audit orio.
Pero cuant o m ayores son los aplausos, t ant o m ás alet eos del corazón hay en ent ret elones. Y
est o ayuda t am bién a ganarse la vida, de m odo que a nadie se puede culpar porque
represent a su papel en una form a aprobada por la plat ea.
La única obj eción es que el act or puede reem plazar al hom bre y t om ar ent era posesión
de él. Hay unas pocas alm as select as que pueden soport ar su reput ación y su alt a posición con
una sonrisa y seguir siendo nat urales; son las que saben que est án represent ando cuando
represent an, que no com part en las ilusiones art ificiales de rango, t ít ulo, propiedad y riqueza, y
que acept an est as cosas con una sonrisa t olerant e cuando se les ponen en el cam ino, pero se
niegan a creer que por ese m ot ivo son ellos diferent es de los seres hum anos ordinarios. Son
de est a clase de hom bres los verdaderam ent e grandes de espírit u, quienes siguen siendo
esencialm ent e sencillos en sus vidas personales. Porque no alient an t ales ilusiones, esa
sencillez es siem pre la m arca de los verdaderam ent e grandes. Nada m uest ra m ás
concluyent em ent e un espírit u pequeño que un pobre burócrat a de gobierno que sufre ilusiones
de su propia grandeza, o un advenedizo social que m uest ra sus alhaj as, o un escrit orzuelo que
cree pert enecer a la com pañía de los inm ort ales y se conviert e de inm ediat o en un ser hum ano
m enos sencillo y m enos nat ural.
Tan hondo es nuest ro inst int o hist riónico que a m enudo olvidam os que t enem os vidas
verdaderas que vivir fuera del escenario. Y por eso sudam os y bregam os y pasam os por la
vida, y no vivim os para nosot ros de acuerdo con nuest ros inst int os cabales, sino para la
aprobación de la sociedad, com o " solt eronas que con sus aguj as t rabaj an para hacer vest idos
de boda que usarán ot ras m uj eres" , com o com ent a el viej o dicho chino.

I I I . CI N I SM O, I N SEN SATEZ Y D I SFRAZ: LAOTSE


Paradój icam ent e, la filosofía t an perversa de Laot sé, la del " viej o pillo" , ha sido
responsable por el m ás alt o ideal de paz, t olerancia, sencillez y cont ent o. Est as enseñanzas
com prenden la sabiduría de lo insensat o, las vent aj as del disfraz, la fuerza de la debilidad, y la
sencillez de los verdaderam ent e com plicados. El m ism o art e chino, con su ilusión poét ica y su
glorificación de la vida sim ple del leñador y del pescador, no puede exist ir apart e de esa
filosofía. Y en el fondo del pacifism o chino exist e la volunt ad de soport ar pérdidas t em porales y
hacer t iem po; la creencia de que, en el plan general de las cosas en que la nat uraleza opera
por la ley de la acción y de la reacción, nadie t iene una vent aj a perm anent e sobre los dem ás, y
nadie es " un m aldit o est úpido" para siem pre.
La m ayor sabiduría parece est upidez.
La m ayor elocuencia sem ej a t art am udez.
El m ov im ient o vence al frío,
Pero la quiet ud al calor.
Y así él con su lím pida calm a

55
La importancia de vivir Lin Yutang

Lo corrige t odo baj o el cielo ( 13 ) .

Sabiendo, pues, que en la Nat uraleza nadie t iene una vent aj a perm anent e sobre los
dem ás y nadie es un m aldit o est úpido para siem pre, la conclusión nat ural es que nada vale la
cont ienda. Según las palabras de Laot sé, el hom bre sabio " no cont iende, y por esa m ism a
razón nadie baj o el Cielo puede cont ender con él" . Y t am bién dice: " Most radm e un hom bre de
violencia que llegó a buen fin, y le t om aré com o m aest ro." Un escrit or m oderno podría
agregar: " Most radm e un dict ador que pueda pasarse sin los servicios de una policía secret a, y
seré su discípulo." Por est a razón dice Laot sé:
" Cuando no predom ina el Tao, los caballos son adiest rados para la bat alla; cuando
predom ina el Tao, los caballos son adiest rados para que t iren de carros de est iércol."
Los m ej ores aurigas no se lanzan al frent e;
Los m ej ores com bat ient es no exhiben su odio.
El m ás grande conquist ador gana sin t rabar bat alla;
Quien m ej or usa a los hom bres procede com o si fuera su inferior.
Est o se llam a el poder que proviene de no cont ender.
Se llam a la capacidad para usar a los hom bres.
El secret o de est ar herm anado al cielo, a lo que ot rora fue.

La ley de la acción y la reacción produce la violencia que rebot a en violencia:

Quien por Tao se propone ayudar a un señor de hom bres, Se opondrá con la fuerza de
las arm as a t oda conquist a;
Porque t ales cosas han de rebot ar. Donde hay ej ércit os, crecen espinas y zarzas. La
form ación de una gran huest e Es seguida por un ano de escasez. Por t ant o, un buen general
logra su propósit o y luego se det iene;
No quiere aprovechar m ás su vict oria. Cum ple su propósit o y no se precia de lo que ha
hecho;
Cum ple su propósit o y no se envanece de lo que ha hecho;
Cum ple su propósit o, pero no se enorgullece de lo que ha hecho;
Cum ple su propósit o, pero sólo com o un paso que no se podía evit ar;
Cum ple su propósit o, pero sin violencia;
Porque lo que t iene un t iem po de vigor t iene t am bién un t iem po de
decaim ient o. Est o va cont ra Tao, Y lo que va cont ra Tao pront o perecerá.

Mi im presión es que si Laot sé hubiera sido invit ado a ocupar la presidencia de la


Conferencia de Versalles, no habría exist ido hoy un Hit ler. Hit ler sost iene que él y su obra
deben haber sido " bendecidos por Dios" , y com o prueba da su m ilagrosa elevación al poder.
Me inclino a pensar que el asunt o es m ás sencillo, que Hit ler fue bendecido por el espírit u de
Clem enceau. El pacifism o chino no es el del hum anit ario, sino el del viej o pillo: no se basa en
el am or universal, sino en un convincent e t ipo de sut il sabiduría.

Lo que al fin se debe encoger,


Debe ser est irado prim ero.
Todo lo que se ha de debilit ar,
Debe em pezar por ser hecho fuert e.
Y para derribar algo,
Es necesario alzarlo prim ero.

13
Esta y las siguientes citas del Too Teh King de Laotsé, son de la excelente traducción de Arthur Waller, The Way and Its
Power (Alien & Unwin, Londres).
56
La importancia de vivir Lin Yutang

Quien quiere que se le dé


Debe em pezar por dar.
Est o se llam a suavizar la luz propia.
Asi es cóm o lo suave vence a lo duro,
Y lo débil a lo fuert e.
" Mej or es dej ar los peces en su est anque;
Mej or es dej ar las m ás aguzadas arm as del Est ado donde nadie pueda verlas."
Jam ás ha habido un serm ón m ás efect ivo y m ás efect ivam ent e pronunciado, sobre la
fuerza de la debilidad, la vict oria de los que am an la paz y la vent aj a de est arse quiet o, que el
de Laot sé. Porque el agua ha de ser siem pre para Laot sé el sím bolo de la fuerza de los débiles:
el agua que got ea gent ilm ent e y horada la roca, y el agua que t iene la gran sabiduría t aoíst a
de buscar el nivel m ás baj o:

¿Cóm o obt uvieron su reino sobre el cent enar de corrient es m enores los grandes ríos y los
m ares?
Por el m érit o de est ar m ás baj os que ellos; así es cóm o obt uvieron su reino.

Un sím bolo igualm ent e com ún es el del " Valle" , que represent a el hueco, la ent raña y la
m adre de t odas las cosas, la yin o la Hem bra.

El Espírit u del Valle nunca m uere,


Se llam a la Hem bra Mist eriosa,
Y el Um bral de la Hem bra Mist eriosa
Es la base de donde surgieron el Cielo y la Tierra.
Asi est á, dent ro de nosot ros, siem pre;
Bebed de ella a volunt ad, j am ás se agot ará.

No sería avent urado decir que la civilización orient al represent a el principio fem enino, en
t ant o que la civilización occident al represent a el principio m asculino. De t odos m odos, hay algo
t erriblem ent e parecido a la ent raña m at erna, o al valle, en la fuerza pasiva de China que, en
lenguaj e laot seano, " recibe en sí a t odas las cosas baj o el cielo, y por ser un valle t iene t odo el
t iem po un poder que bast a" .
Cont ra el deseo de Julio César de ser el prim er hom bre en una aldea, Laot sé da el
consej o opuest o: " Nunca seas el prim ero en el m undo." Est a idea del peligro de ser em inent e
es expresada por Tschuangt sé en la form a de una sát ira cont ra Confucio y sus m uest ras de
conocim ient o. Hubo m uchas de est as difam aciones de Confucio en los libros de Tschuangt sé,
porque Confucio había m uert o cuando Tschuangt sé los escribió, y no había ley cont ra las
calum nias en China.

Cuando Confucio quedó encerrado ent re Ch'en y Ts'ai, pasó siet e días sin alim ent o.
El m inist ro Jen fue a condolerse, y le dij o:
—Est uvist eis cerca de la m uert e, señor.
—Por ciert o que sí —respondió Confucio.
—¿Tem éis la m uert e, señor? —inquirió Jen.
—Sí —dij o Confucio.
—Ent onces t rat aré de enseñaros —dij o Jen— la form a de no m orir. En el m ar orient al hay
ciert as aves llam adas i- erh. Se conducen en la form a m ás m odest a y sin pret ensiones, com o si
no t uvieran habilidades. Vuelan sim ult áneam ent e; anidan en conj unt o. Al avanzar, ninguna
procura ser la prim era; al ret irarse, ninguna se avent ura a ser la últ im a. Al com er, ninguna
será la prim era en em pezar; se considera at inado t om ar las sobras de los dem ás. Por lo t ant o,

57
La importancia de vivir Lin Yutang

en sus propias filas est án en paz, y el m undo ext erno es incapaz de dañarlas. Y así escapan al
m al.
—Los árboles rect os —agregó Jen— son los prim eros que se derriban. Los pozos dulces
quedan exhaust os m ás pront o. Y vos, vos hacéis exhibición de vuest ros conocim ient os a fin de
sorprender a los t ont os. Os cult iváis en cont rast e con la degradación de los dem ás. Y vais
luciendo com o si el sol y la luna est uvieran baj o vuest ros brazos; por consecuencia, no podéis
evit ar el m al. . .
—¡Bien, por ciert o! —respondió Confucio, y sin t repidar se despidió de sus am igos, y
despidió a sus discípulos, y se ret iró a las selvas, donde se vist ió con pieles y se alim ent ó de
bellot as y cast añas. Pasó por ent re las best ias y los páj aros, y no se fij aron en él.

He hecho un poem a que para m í resum e el m ensaj e del pensam ient o t aoíst a:

Hay una sabiduría del t ont o,


Hay la gracia del t orpe,
Hay sut ileza de la est upidez,
Hay vent aj a en ser pasivo.
Est o debe parecer a los lect ores crist ianos com o el Serm ón de la Mont aña, y quizá les
result e igualm ent e inefect ivo. Laot sé dio a las Beat it udes un t oque ast ut o cuando agregó:
" Bendit os sean los idiot as, porque son los m ás felices sobre la t ierra" . Luego de la fam osa frase
de Laot sé de que " La m ayor sabiduría parece est upidez; la m ayor elocuencia sem ej a
t art am udez" , Tschuangt sé dice: " Escupe de t u int erior la int eligencia." Liu Chungyüang, en el
siglo VI I I , llam ó a una colina vecina: " la Colina Est úpida" , y a un río cercano: " el Río Est úpido" .
Cheng Panch'iao, en el siglo XVI I I , hizo la fam osa frase: " Es difícil ser t orpe de espírit u. Es
difícil ser hábil, pero aun m ás difícil progresar de la habilidad a la t orpeza." El elogio de la
locura no se ha int errum pido j am ás en la lit erat ura china. La sabiduría de est a act it ud puede
ser com prendida en seguida, a t ravés de expresiones occident ales com o: " No se haga el vivo" ,
o Don't be t oo sm art . El hom bre m ás sabio es a m enudo el que finge ser " un m aldit o
est úpido" .
En la lit erat ura china, por lo t ant o, vem os el curioso fenóm eno de un alt o int elect o que
em pieza a sospechar de sí m ism o y desarrolla, por cuant o yo sé, el único evangelio de la
ignorancia y la m ás ant igua t eoría del disfraz, del cam ou- flage, com o arm a superior en la
bat alla de la vida. Desde el consej o de Tschuangt sé de " escupir la int eligencia" , no hay m ás
que un breve paso a la glorificación del idiot a, que vem os const ant em ent e reflej ada en las
pint uras y en los esbozos lit erarios del m endigo, o del inm ort al disfrazado, o del m onj e loco, o
del recluso ext raordinario, según se m uest ran en Los viaj es de Mingliaot sé ( capít ulo XI ) . El
sabio desencant o con la vida recibe un t oque religioso o rom ánt ico y ent ra en el reino de la
fant asía poét ica, cuando el m onj e pobre, harapient o y m edio loco llega a ser para nosot ros el
sím bolo de la suprem a sabiduría y nobleza de caráct er.
La popularidad de los locos es un hecho innegable. No dudo que el m undo, sea de
Orient e o de Occident e, odia al hom bre que es dem asiado list o en sus relaciones con los
sem ej ant es. Yüan Chunglang escribió un ensayo para dem ost rar por qué él y sus herm anos
decidieron m ant ener a cuat ro sirvient es ext rem adam ent e est úpidos y ext rem adam ent e leales.
Cualquiera puede recorrer los nom bres de sus am igos y allegados y verificar el hecho por sí
m ism o: aquellos que nos gust an no son los que respet am os por su dist inguida capacidad, y
aquellos a quienes respet am os por su dist inguida capacidad no son los que nos gust an, y nos
gust a un sirvient e est úpido porque podem os confiar m ej or en él, y porque en su com pañía
est am os m ás cóm odos y no t enem os que est ablecer una condición de defensa cont ra su
presencia. Casi t odos los hom bres sabios deciden casarse con una esposa no m uy list a, y casi
t odas las j óvenes sabias eligen a un m arido no m uy list o com o com pañero de la vida.
Ha habido buen núm ero de locos fam osos en la hist oria china, t odos ellos sum am ent e
populares y queridos por sus chifladuras reales o fingidas. Ent re ellos, por ej em plo, est á el
fam oso pint or de la dinast ía Sung, Mí Fei, llam ado " Mi Tien" ( " Mi el Chiflado" ) , que obt uvo est e
t ít ulo porque una vez apareció con t única de cerem onias para venerar un t rozo de m ellada
roca a la «que llam aba su " suegro" . Tant o Mi Fei com o el fam oso pint or yüan, Ni Yünlín, t enían

58
La importancia de vivir Lin Yutang

una débil form a de polvo- fobia, o de ext rem ada lim pieza. Hubo t am bién el fam oso poet a-
m onj e Hanshan, que am bulaba con los cabellos despeinados y descalzo, haciendo m enest eres
de cocina en dist int os m onast erios, com iendo las sobras, y grabando poesías inm ort ales en las
paredes del t em plo o de la cocina. El m ás grande m onj e loco que ha at raído la im aginación del
pueblo chino es indudablem ent e Chi Tien ( " Chi el Chiflado" ) , o Chi Kung ( " Maest ro Chi" ) , que
es el héroe de una novela popular que se va alargando siem pre con añadidos hast a que t iene
ya el t riple del t am año de Don Quij ot e, y aun parece no t erm inar. Porque Chi vive en un
m undo de m agia, m edicina, bribonería y ebriedad, y posee el don de aparecer el m ism o día en
ciudades diferent es, separadas varios cent enares de kilóm et ros. El t em plo en su honor se
levant a t odavía hoy en Hupao cerca del Lago Occident al de Hangchow. En m enor grado, los
grandes genios rom ánt icos de los siglos XVI y XVI I , aunque decididam ent e t an norm ales com o
nosot ros, t endieron, por lo inconvencional de su aspect o y su conduct a, a dar a la gent e la
im presión de que eran locos, com o Hsü Wench'ang, Li Chowu y Chin Shengt 'an ( lit eralm ent e,
" el Suspiro del Sabio" , un nom bre que se dio porque dij o que, al nacer él, se oyó un m ist erioso
suspiro en el t em plo de Confucio que había en la aldea) .

I V. " FI LOSOFÍ A D E LA M I TAD - Y- M I TAD " :


TSESSE
No dudo que una filosofía que proclam a la vida libre de cuidados y libre de conciencia
t iene una fuert e t endencia a hacernos prevenidos cont ra una vida dem asiado at areada y
cont ra las responsabilidades excesivas, y por lo t ant o t iende a dism inuir el deseo de acción.
Por ot ra part e, el hom bre m oderno necesit a est e refrescant e vient o de cinism o que no puede
sino hacerle bien. Probablem ent e se hace m ás daño con una filosofía que m ira hacia adelant e,
que ent rega al hom bre a una vida de act ividades inút iles y perniciosas, que con t odo el cinism o
de las filosofías ant iguas y m odernas com binadas. Hay dem asiados im pulsos fisiológicos para
la acción de t odos los hom bres, pront os para cont rarrest ar est a filosofía; y a pesar de la
popularidad de est a gran Filosofía del Pillo, el pueblo chino es aún uno de los m ás indust riosos
de la t ierra. No pueden ser cínicos los hom bres en su m ayoría, sencillam ent e porque los
hom bres no son filósofos en su m ayoría.
Por cuant o puedo ver yo, por consiguient e, hay m uy poco peligro de que el cinism o se
t ransform e en una m oda general para que la siga el rebaño. Aun en China, donde la filosofía
t aoíst a encuent ra una respuest a inst int iva en el pecho chino, y donde esa filosofía act úa desde
hace varios m iles de años, pues nos m ira desde cada poem a y cada t ela donde se ha pint ado
un panoram a, la vida sigue alegrem ent e su m archa, y gran cant idad de personas creen en la
riqueza y la fam a y el poder, y est án m uy decididas y ansiosas por servir a la pat ria. Si así no
fuese, no podría seguir siquiera la vida hum ana. No, los chinos son cínicos y poet as sólo
cuando han fracasado: m uchos de m is com pat riot as son t odavía m uy buenos hist riones. El
efect o del cinism o t aoíst a ha sido solam ent e el de dism inuir el rit m o de la vida, y en los casos.
de calam idades nat urales y m alos gobiernos hum anos, prom over confianza en la ley de la
acción y la reacción, que produce la j ust icia al final.
Y hay una influencia opuest a en el pensam ient o chino en general, que cont rarrest a est a
filosofía del despreocupado: la filosofía del vagabundo nat ural. Opuest a a la filosofía de los
caballeros de la nat uraleza est á la filosofía de los caballeros de la sociedad; opuest o al t aoísm o
est á el confucianism o. En t ant o el t aoísm o y el confucianism o signifiquen solam ent e las
perspect ivas negat iva y posit iva de la vida, no creo que sean chinos sino inherent es a t oda la
nat uraleza hum ana. Todos nacem os m it ad t aoíst as y m it ad confucianist as. La conclusión lógica
de un t aoíst a cabal sería ir a las m ont añas y vivir com o erm it año o recluso, im it ar en lo posible
la vida sim ple y despreocupada del leñador y el pescador, el leñador que es señor de las
verdes colinas y el pescador que es dueño de las aguas azules. El recluso t aoíst a, sem íocult o
en las nubes sobre la cim a de la m ont aña, m ira al leñador y al pescador que m ant ienen una
int rascendent e charla, y señala que las colinas siguen siendo verdes y las aguas siguen
fluyendo sólo por su gust o, olvidando por ent ero a los dos conversadores dim inut os. De est a
reflexión obt iene un sent ido de paz perfect a. Y, sin em bargo, es pobre filosofía la que nos
enseña a escapar del t odo de la sociedad hum ana.
Hay una filosofía aun m ás grande que est e nat uralism o, y es la filosofía del hum anism o.
El m ás alt o ideal del pensam ient o chino es, por lo t ant o, un hom bre que no t iene que escapar
de la sociedad hum ana y de la vida hum ana con el fin de observar su caráct er original, feliz.
59
La importancia de vivir Lin Yutang

Sólo es un recluso de segunda cat egoría, esclavo aun de su am bient e, quien t iene que escapar
de las ciudades y vivir en la lej anía de las m ont añas, en la soledad. " El Gran Recluso es el
recluso de ciudad" , porque t iene suficient e dom inio sobre sí para no t em er lo que le rodea. Es,
por lo t ant o, el Gran Monj e ( el kaoseng) que vuelve a la sociedad hum ana y com e carne de
cerdo y bebe vino y se j unt a con las m uj eres, sin det rim ent o para su alm a. Hay, por ende, la
posibilidad de fundir las dos filosofías. El cont rast e ent re confucianism o y t aoísm o es relat ivo,
pues las dos doct rinas form ulan solam ent e dos grandes ext rem os, y ent re ellos hay m uchas
et apas int erm edias.
Los m ej ores cínicos son los cínicos a m edias. El m ás alt o t ipo de vida, al fin y al cabo, es
la vida de dulce razonabilidad enseñada por el niet o de Confucio, Tsessé, aut or de El Medio
Dorado. Ninguna filosofía, ant igua o m oderna, que se refiera a los problem as de la vida
hum ana, ha descubiert o t odavía una verdad m ás profunda que est a doct rina de una vida bien
ordenada y t razada m ás o m enos ent re los dos ext rem os: La Doct rina de la Mit ad- y- Mit ad. Es
est e espírit u de dulce " razonabilidad" , que llega a un perfect o equilibrio ent re la acción y la
inacción, que se m uest ra en el ideal de un hom bre que vive en m edia fam a y m edia oscuridad;
que es a m edias act ivo y a m edias perezoso; ni t an pobre que no pueda pagar el alquiler, ni
t an rico que no t enga que t rabaj ar un poco o no pueda alent ar el deseo de t ener algo m ás para
ayudar a sus am igos; que t oca el piano, pero apenas para que le escuchen sus am igos m ás
ínt im os, y sobre t odo por su placer; que es coleccionist a, pero apenas para adornar su
chim enea; que lee, pero no dem asiado; que aprende m ucho pero no se hace especialist a; que
escribe, pero ve que sus cart as a The Tim es son rechazadas a veces y publicadas ot ras t ant as:
en sum a, est e ideal de la vida de clase m edia es el que considero el m ás cuerdo ideal de la
vida j am ás descubiert o por los chinos. Es el ideal t an bien expresado en La Canción de la Mit ad
y Mit ad, de Li Mi- an:
Con m ucho, la m ayor m it ad he vist o ya
De est a flot ant e vida. ¡Ah m ágica palabra
Est a " m it ad" ! Tan rica en sugest iones.
Nos invit a a paladear la alegría de nías
De lo que podr em os poseer. La m it ad de cam ino es
El m ej or est ado del hom bre, cuando el paso m ás lent o
Le aut or iza la calm a;
Un am plio m undo yace ent re el cielo y la t ierra;
Vivir a m it ad de cam ino ent re cam po y ciudad,
Tener granj as a m it ad de cam ino del arroyo y la colina;
Ser m it ad est udioso, y m it ad hacendado y m it ad Negociant e; a m edias com o los nobles vivir , Y a m edias com o
el com ún de las gent es;
Y t ener una casa que es m it ad luj osa, m it ad sencilla, Elegant em ent e am ueblada a m edias, y a m edias desnuda;
Traj es y vest idos que no son viej os ni nuevos,
Y de epicúr eo la m it ad de la com ida, y vulgar la m it ad;
Tener sirv ient es ni m uy hábiles ni m uy t ont os;
Una esposa que no es dem asiado sim ple, ni dem asiado list a. .. Y ent onces sient o en el corazón que soy a
m edias un Buda, Y casi a m edias un bendit o espír it u t aoist a. La m it ad de m í al Padre Cielo dev uelvo;
La ot ra m it ad a m is hij os dej o. . .
Pensando a m edias para m i post er idad
Cóm o proveer , y aun a m edias ideando cóm o
A Dios responder cuando se t ienda a descansar el cuerpo. ( 14 )
Es m ás prudent e ebr io quien es ebr io a m edias;
Y las flor es a m edio abrir est án m ás bellas;
Com o navegan m ej or las barcas a m edia vela,
Y m ej or t rot a el caballo a m edia rienda.
Quien t iene una m it ad de m ás, sum a ansiedad,
Pero quien de m enos t iene con m ás ansia posee su m it ad.
Pues la v ida est á de dulce y de am argo com puest a,
Es m ás sabio y m ás hábil qaien sólo la m it ad prueba.

14
Literalmente, "A medias pensando cómo afrontar al Rey Yenlo en el Infierno".
60
La importancia de vivir Lin Yutang

Tenem os aquí, pues, un com puest o de cinism o t aoist a con la perspect iva posit iva
confuciana, para form ar una filosofía de m it ad- y- m it ad. Y porque el hom bre nace ent re la
t ierra real y el cielo irreal, creo que, por ínsat isfact oria que parezca a prim era vist a a un
occident al, con su punt o de vist a increíblem ent e dirigido hacia adelant e, sigue siendo la m ej or
filosofía, porque es la m ás hum ana. Al fin y al cabo, un Lind- bergh a m edias sería m ej or, por
m ás feliz, que un Lindbergh com plet o. Est oy seguro de que Lindbergh sería m ucho m ás feliz si
sólo hubiese volado la m it ad del cam ino sobre el At lánt ico. Después de adm it ir debidam ent e la
necesidad de t ener en nuest ro m edio a unos pocos superhom bres —exploradores,
conquist adores, grandes invent ores, grandes president es, héroes que cam bian el curso de la
hist oria—, el hom bre m ás feliz sigue siendo el hom bre de la clase m edia que ha ganado
escasos m edios de independencia económ ica, que ha hecho un poco, pero apenas un poco, por
la hum anidad, y que es algo dist inguido en su com unidad, pero no m uy dist inguido. Sólo en
est e m edio de bien conocida oscuridad y de com pet encia financiera con apriet os, en* que la
vida es bast ant e despreocupada, pero no del t odo exent a de preocupaciones, sólo en est e
m edio es feliz y t riunfa m ej or el espírit u hum ano. Después de t odo, t enem os que seguir en
est a vida, y por eso debem os t raer la filosofía del cielo a la t ierra.

V. UN EN AM ORAD O D E LA VI D A:
T'AO YÜAN M I N G
Se ha dem ost rado, por lo t ant o, que con la debida fusión de las perspect ivas posit iva y
negat iva de la vida, es posible alcanzar una filosofía arm oniosa de " m it ad- y- m it ad" que se
encuent ra ent re la acción y la inacción, ent re ser llevado de la nariz a un m undo de inút il
at aream ient o y la fuga com plet a de una vida de responsabilidades, y que, hast a donde
podem os descubrir con la ayuda de t odas las filosofías del m undo, ést e es el ideal m ás cuerdo
y m ás feliz para la vida del hom bre sobre la t ierra. Y, lo que es aun m ás im port ant e, la m ezcla
de est as dos perspect ivas diferent es hace posible una arm oniosa personalidad, esa arm oniosa
personalidad que es el obj et o reconocido de t oda la cult ura y la educación. Y,
significat ivam ent e, con est a arm oniosa personalidad vem os una alegría y un am or por la vida.
Me es difícil describir las cualidades de est e am or por la vida; m ás fácil es hablar en una
parábola o narrar la hist oria de un verdadero enam orado de la vida, según vivió en la realidad.
Y el cuadro de T'ao Yüanm ing, el m ás grande poet a y el m ás arm onioso product o de la cult ura
china, se present a inevit ablem ent e ant e m is oj os. ( 15 ) Nadie obj et ará en China al decir yo que
T'ao represent a para nosot ros el caráct er m ás perfect am ent e arm onioso y m ás cabal en t oda
la t radición lit eraria china. Sin realizar una ilust re carrera oficial, sin poder y sin realizaciones
ext ernas, y sin dej arnos m ayor herencia lit eraria que un delgado volum en de poem as y t res o
cuat ro ensayos en prosa, sigue siendo hast a hoy un faro que luce a t ravés de las edades,
sím bolo, para siem pre, para poet as y escrit ores de m enor cuant ía, de lo que debe ser est e
suprem o caráct er hum ano. Hay en su vida, así com o en su est ilo, una sencillez t al que inspira
pavor, y un reproche const ant e a nat uralezas m ás brillant es y m ás com plej as. Y hoy est á com o
ej em plo perfect o del verdadero am ant e de la vida, porque en él la rebelión cont ra los deseos
t errenos no conduj o a un int ent o de escape t ot al, sino que alcanzó una arm onía con la vida de
los sent idos. Unos dos siglos de rom ant icism o lit erario, de cult o t aoíst a de la vida y de rebelión
cont ra el confucianism o habían venido t rabaj ando en China, y habían unido sus fuerzas a la
filosofía confuciana de los siglos ant eriores, para hacer posible la aparición de est a arm oniosa
personalidad. En T'ao encont ram os que la perspect iva posit iva había perdido su t ont a
com placencia, y la filosofía cínica había perdido su am arga rebelión ( un rasgo que aun vem os
en Thoreau: un signo de inm adurez) , y que por prim era vez llega la sabiduría hum ana a la
m adurez plena en un espírit u de t olerant e arm onía.
T'ao represent a para m í esa ext raña caract eríst ica de la cult ura china, una curiosa
com binación de devoción a la carne y arrogancia del espírit u, de espirit ualidad sin ascet ism o y
de m at erialism o sin sensualidad, en que los sent idos y el espírit u han llegado a vivir j unt os en
arm onía. Porque el filósofo ideal es el que com prende el encant o de las m uj eres sin ser bast o,
que am a calurosam ent e a la vida pero la am a con freno, y que ve la irrealidad de los t riunfos y

15
T'ao Ch'ien (alias "Yüanming"), 372-427 de nuestra era. 175
61
La importancia de vivir Lin Yutang

fracasos del m undo act ivo, y se m ant iene algo apart ado y elevado, sin serle host il. Porque T'ao
logró la verdadera arm onía del desarrollo espirit ual, vem os en él una ausencia t ot .al de
conflict o int erno, y su vida fue t an nat ural y t an sin esfuerzo com o su poesía.
T'ao nació hacia fines del siglo cuart o de nuest ra era, niet o de un dist inguido est udioso y
funcionario que, a fin de no m ant enerse ocioso, m udaba una pila de ladrillos de un lugar a ot ro
por la m añana, y la volvía al prim er sit io por la t arde. En su j uvent ud T'ao acept ó un cargo
oficial de poca im port ancia a fin de sost ener a sus viej os padres, pero pront o renunció y volvió
a la granj a, a labrar él m ism o la t ierra, de lo cual obt uvo una especie de m al físico. Un día
pregunt ó a sus parient es y am igos: " ¿Est aría m al que saliera a cant ar com o t rovador a fin de
pagar el sost enim ient o de m i huert a?" Al oírle, algunos de sus am igos le consiguieron un cargo
de m agist rado de P'engcheh, cerca de Kiukiang. Por ser m uy afect o al vino, ordenó que t odos
los cam pos pert enecient es al gobierno local fuesen sem brados con arroz de glut en, del que se
puede hacer vino, y solam ent e las prot est as de su esposa le hicieron adm it ir que una sext a
part e fuera sem brada con ot ras clases de arroz. Cuando llegó a verle un delegado del
gobierno, y su secret ario le dij o que debía recibirle con la t única debidam ent e arreglada, T'ao
suspiró y dij o: " No puedo doblarm e y hacer reverencias por cinco fanegas de arroz." E
inm ediat am ent e renunció y escribió su fam oso poem a: " ¡Ah, a casa vuelvo! " Desde ent onces
vivió la vida de un granj ero, y rechazó repet idam ent e ofrecim ient os de cargos oficiales. Pobre,
vivió en com unión con los pobres, y en una cart a a sus hij os expresó ciert o pesar pat erno
porque est aban t an pobrem ent e vest idos y hacían los m enest eres de un vulgar labrador. Pero
cuando consiguió enviar a sus hij os, porque él est aba lej os, un m ozo cam pesino para que les
ayudara en la faena de port ar agua y recoger leña, les recom endó: " Trat adle bien, que
t am bién él es hij o de alguien" . ( 16 )
Su única debilidad era su gust o por el vino. " Com o vivía m ucho para sí, rara vez t enía
invit ados, pero cada vez que había vino se sent aba con los dem ás, aunque no t uviera relación
con el dueño de casa. En ot ras ocasiones, cuando él era anfit rión en una fiest a y se
em briagaba el prim ero, solía decir a sus invit ados: " Est oy ebrio y pienso dorm ir: podéis iros
t odos." Tenía un inst rum ent o de cuerdas, el ch'in, sin cuerdas ya. Era uno de esos ant iguos
inst rum ent os que sólo se pueden t ocar en form a sum am ent e lent a, y sólo en un est ado de
perfect a calm a m ent al. Después de un fest ín, o cuando se sent ía en ánim o de m úsica,
expresaba sus sent im ient os acariciando est e inst rum ent o sin cuerdas. " Aprecio el sabor de la
m úsica; ¿qué necesidad t engo de los sonidos de las cuerdas?"
Hum ilde y sencillo e independient e, era m uy poco dado a las com pañías. Un m agist rado,
un t al Wang, que le adm iraba m ucho, quiso cult ivar su am ist ad, pero se vio en apriet os para
verle. Con su perfect a nat uralidad le dij o T'ao: " Me .gust a est ar solo porque por nat uraleza no
est oy hecho para la vida de sociedad, y m e quedo en casa por una enferm edad. Lej os est á de
m í proceder de est a m anera a fin de adquirir la reput ación de est ar por encim a y m uy lej os de
los dem ás." Wang, pues, t uvo que conspirar con un am igo para poder verle; est e am igo hubo
de inducir a T'ao a que saliera de casa, invit ándole a un fest ín. Cuando iba a m it ad de cam ino
y se det uvo con el am igo en un pabellón, se le obsequió con vino. Resplandecieron los oj os de
T'ao y se sent ó alegrem ent e a beber; Wang, que había est ado ocult o en la vecindad, se
present ó ent onces. Y T'ao est aba t an feliz que perm aneció allí, hablando con Wang, t oda la
t arde, y olvidó seguir el viaj e a la casa de su am igo. Wang vio que t enía descalzos los pies, y
ordenó a sus subordinados que le hicieran un par de zapat os. Cuando est os funcionarios
pidieron las m edidas, T'ao est iró los pies y les dij o que las t om aran. Y después, cada vez que
Wang quería verle, t enía que esperar en el bosque o j unt o al lago, a fin de encont rar al poet a
por casualidad. Una vez que sus am igos est aban haciendo vino, le quit aron el t urbant e de hilo
para em plearlo com o colador, y después de colado el vino, T'ao volvió a ponerse el t urbant e en
la cabeza.
Había ent onces en las grandes m ont añas Lushan, a cuyo pie vivía el poet a, una gran
sociedad de ilust res budist as Zen, y el j efe, un gran est udioso, t rat ó de hacer que T'ao se
sum ara a la Sociedad del Lot o. Un día le invit aron a una fiest a, y él puso la condición de que se
le perm it iera beber. Se accedió a est e quebrant o de las reglas budist as, y T'ao fue a la fiest a.
Pero cuando se t rat ó de inscribir su nom bre com o m iem bro de la sociedad, " frunció las cej as y

16
Los chinos consideran que es ést a una de sus grandes frases.

62
La importancia de vivir Lin Yutang

se m archó." Tal sociedad era ést a, que un poet a t an grande com o Hsieh Lingyün t uvo siem pre
grandes deseos de ent rar en ella, pero no pudo. Mas el abat e budist a siguió cort ej ando la
am ist ad de T'ao, y un día le invit ó a beber, j unt o con ot ro am igo, un gran t aoíst a. Eran, pues,
t res en un grupo: el abat e, que represent aba al budism o, T'ao que represent aba al
confucianism o, y el ot ro am igo, que represent aba al t aoísm o. El abat e había hecho para t oda
su vida el vot o de no ir j am ás allende ciert o puent e en sus diarios paseos, pero un día en que
él y el ot ro am igo despedían a T'ao, se vieron t an placent eram ent e ocupados en la
conversación que el abat e pasó el puent e sin saberlo. Cuando se lo hicieron not ar, los t res
rieron a carcaj adas. Est e incident e de los t res ancianos riendo pasó a ser el t em a de populares
pint uras chinas, porque sim bolizaba la felicidad y la alegría de t res alm as despreocupadas,
sabias, que represent aban a t res religiones unidas por el sent ido del hum or.
Y así vivió y m urió T'ao, libre de preocupaciones y de dolores de conciencia, hum ilde
cam pesino- poet a, y anciano alegre y sabio. Pero algo en su pequeño volum en de poem as
sobre la bebida y la vida past oral, sus t res o cuat ro leves ensayos, una cart a a sus hij os, t res
plegarias de sacrificio ( incluso una para él m ism o) , y algunas de sus frases legadas a la
post eridad, dem uest ran un sent im ient o y un genio de la vida arm oniosa que llegaron a la
nat uralidad perfect a y j am ás han sido superados. Est e gran am or por la vida es lo que se
expresa en el poem a que escribió un día de noviem bre de 405, cuando decidió abandonar las
cargas del oficio de m agist rado. ( 17 )

¡Ah, a casa vuelvo! ¿Por qué no volver , si veo que m i cam po y m i huer t o de cizaña est án llenos? Yo he hecho
de m i alm a un siervo de m i cuerpo: ¿por qué t ener pesares vanos y doler m e a solas?
No m e inquiet e lo pasado, y cam ino adelant e t om e. Sólo breve dist ancia he hecho el m al cam ino, y hoy sé que
est oy en lo j ust o, si ayer el er ror fue com plet o.
Ligeram ent e flot a y der iva la barca, y suav em ent e cae y alet ea m i t única. Pregunt o el cam ino a un viandant e, y
m e enoj a la sem ioscur idad del alba.
Luego, cuando avist e m is v iej os t echos, la alegr ía dará prisa a m is pasos. Allí habrá servidores para darm e la
bienv enida, y a la puer t a esperarán los hij os para saludar m e.
I nvadidos por la hierba, acaso, est arán los senderos del j ardín, pero ¡aun habrá crisant em os, y m i pino!
¡Llevaré al m ás pequeño niño de la m ano, y en la m esa habrá una copa llena de v ino!
Tendré la copa en la m ano, y beberé, feliz de ver en el pat io las ram as pendient es. Me inclinaré sobre la
vent ana m eridional con una sat isfacción inm ensa, y veré que el lugar cit o es cóm odo, bien cóm odo para cam inar
en su t orno.
El j ardín se hace m ás fam iliar e int eresant e con las diar ias cam inat as. ¿Qué de m alo t iene que nadie golpee
j am ás a la puert a siem pre cerrada? Con un bast ón am bulo en paz, y a rat os m iro al azul de arriba.
Allí las nubes se alej an vagas de sus escondrij os en la m ont ana, sin fin ni propósit o, y los páj aros, cuando se
cansan de sus am bulant es vuelos, pensarán en el niño. Oscuras, pues, caen las som bras, y pront o para el
regreso, acar icio t odavía los pinos solit ar ios, y holgazaneo.
¡Ah, a casa vuelvo! Dej adm e que desde ahora aprenda a vivir solo. El m undo y yo no est am os hechos uno para
el ot ro, y ¿por qué girar en redondo com o quien busca lo que no ha encont rado?
Cont ent o est ar é con las conv ersaciones de los m íos, y habrá m úsica y libros para pasar las horas. Vendrán los
granj eros y m e dirán que ha llegado la pr im avera, y habrá labor que hacer en la granj a occident al.
Algunos piden carret as t echadas; algunos r em an en bot es pequeños. A v eces exploram os est anques t ranquilos,
desconocidos, y a veces t repam os m ont es ásperos, em pinados.
Allí los árboles, feliz el corazón, crecen m aravillosam ent e verdes, y el agua de las fuent es salt a con risueño
sonido. Adm iro cóm o crecen y prosperan las cosas según sus est aciones, y sient o que así, t am bién, hará su giro
m i v ida.
¡Bast a! ¿Por cuánt o t iem po he de guardar est a form a m ort al? ¿Por qué no t om ar la vida según viene, y por qué
darse prisa y quehacer com o quien lleva un recado?
Riqueza y poder no son m is am biciones, y es inasequible la m orada de los dioses. Querria part ir solo una clara
m añana o quizá, clavando el bast ón, em pezar a quit ar las cizañas y a labrar la t ierra.
O querría com poner un poem a j unt o a un claro, o acaso ir a Tung- kao y dar un largo grit o de reclam o en la
cum bre de la colina. Así est ar ía cont ent o de vivir y m orir, y sin int errogar el corazón acept ar ía alegr em ent e la
volunt ad del Cielo.
Cont ent o est ar é con las conv ersaciones de los m íos, y habrá m úsica y libros para pasar las horas. Vendrán los
granj eros y m e dirán que ha llegado la pr im avera, y habrá labor que hacer en la granj a occident al.

17
Est e poem a es en la form a de un fu, y progresa en const rucciones paralelas, com o los
salm os; a veces es rim ado.

63
La importancia de vivir Lin Yutang

Algunos piden carret as t echadas; algunos r em an en bot es pequeños. A v eces exploram os est anques t ranquilos,
desconocidos, y a veces t repam os m ont es ásperos, em pinados.
Allí los árboles, feliz el corazón, crecen m aravillosam ent e verdes, y el agua de las fuent es salt a con risueño
sonido. Adm iro cóm o crecen y prosperan las cosas según sus est aciones, y sient o que así, t am bién, hará su giro
m i v ida.
¡Bast a! ¿Por cuánt o t iem po he de guardar est a form a m ort al? ¿Por qué no t om ar la vida según viene, y por qué
darse prisa y quehacer com o quien lleva un recado?
Riqueza y poder no son m is am biciones, y es inasequible la m orada de los dioses. Querria part ir solo una clara
m añana o quizá, clavando el bast ón, em pezar a quit ar las cizañas y a labrar la t ierra.
O querría com poner un poem a j unt o a un claro, o acaso ir a Tung- kao y dar un largo grit o de reclam o en la
cum bre de la colina. Así est ar ía cont ent o de vivir y m orir, y sin int errogar el corazón acept ar ía alegr em ent e la
volunt ad del Cielo.

T'ao podría ser t om ado por " escapist a" , pero no lo fue. Trat ó de escapar de la polít ica, no
de la vida m ism a. Si hubiera sido un lógico, podría haber decidido escapar del t odo de la vida,
haciéndose m onj e budist a. Con el gran am or que t enía por la vida, no podría haber t enido
volunt ad de escapar t ot alm ent e a ella. Su esposa y sus hij os eran dem asiado reales para él, su
j ardín y las ram as pendient es sobre el pat ío y los solit arios pinos que acariciaba eran
dem asiado at rayent es, y por ser hom bre razonable, en lugar de lógico, a ellos se apegó. Est e
fue su am or por la vida y sus celos por la vida, y desde est a act it ud posit iva, pero razonable,
hacia la vida, llegó al sent im ient o de arm onía con la vida que fue la caract eríst ica de su
cult ura. De est a arm onía con la vida brot ó la m ás grande poesía de China. De la t ierra, y en la
t ierra nacido, su conclusión no fue escapar de ella, sino " part ir solo una clara m añana o quizá,
clavando el bast ón, em pezar a quit ar las cizañas y a labrar la t ierra" . T'ao volvió sencillam ent e
a la granj a y a su fam ilia. El fin fue arm onía y no rebelión.

CAPI TULO VI
EL FESTÍ N D E LA VI D A
I . EL PROBLEM A D E LA FELI CI D AD
El goce de la vida cubre m uchas cosas: gozar de nosot ros m ism os, de la vida hogareña,
de los árboles, flores, nubes, ríos serpent eant es y cat arat as bullent es, y las m il cosas de la
Nat uraleza, y gozar t am bién de la poesía, el art e, la cont em plación, la am ist ad, la
conversación y la lect ura, que son t odas, en una u ot ra form a, la com unión de los espírit us.
Hay cosas obvias, com o el goce de la com ida, de una alegre fiest a o una reunión fam iliar, un
paseo en un herm oso día de prim avera; y cosas m enos obvias, com o el goce de la poesía, el
art e y la cont em plación. Me ha sido im posible llam ar m at erial y espirit ual a est as dos clases de
goce; prim ero, porque no creo en est a dist inción, y segundo, porque m e pierdo cada vez que
procedo a hacer est a clasificación. ¿Cóm o puedo decir, cuando veo una alegre fiest a cam pest re
de hom bres y m uj eres, de ancianos y niños, qué part e de sus placeres es m at erial y qué part e
espirit ual? Veo a un niño que ret oza sobre el césped, a ot ro que hace una cadena de
m argarit as, a la m adre que va a com er un sandwich, al t ío de la fam ilia cuando m uerde una
m anzana roj a y j ugosa, al padre t endido en el suelo y m irando las nubes plácidas y al abuelo
que fum a su pipa. Probablem ent e, alguien t oca un fonógrafo, y de la dist ancia llega el sonido,
de la m úsica y el t rueno lej ano de las olas. ¿Cuál de est os placeres es m at erial y cuál
espirit ual? ¿Es t an fácil t razar una dist inción ent re el goce de un sandwich y el goce del
panoram a am bient e, que llam am os poesía? ¿Es posible considerar que el goce de la m úsica,
que llam am os art e, sea decididam ent e un t ipo de placer m ás alt o que el de fum ar una pipa,
que llam am os m at erial? Est a clasificación ent re placeres m at eriales y espirit uales es, por ende,
confusa, inint eligible e inexact a para m í. Procede, sospecho, de una falsa filosofía, que divide
firm em ent e el espírit u de la carne y que no est á apoyada por un escrut inio direct o y m ás
cercano de nuest ros placeres verdaderos.
¿O he presum ido de m ás, acaso, y he plant eado la cuest ión del obj et o debido de la vida
hum ana? Siem pre he sost enido que el obj et o de vivir es gozar verdaderam ent e la vida. Es así,
sencillam ent e porque es así. Vacilo algo ant e la palabra " obj et o" o " propósit o" . Est e obj et o o
propósit o de la vida, consist ent e en su goce verdadero, no es t ant o un propósit o conscient e

64
La importancia de vivir Lin Yutang

com o una act it ud nat ural hacia la vida hum ana. La palabra " propósit o" sugiere dem asiado las
acciones de procurar y em prender. La cuest ión que afront a a t odos los hom bres nacidos en
est e m undo no es la de cuál debe ser su propósit o, qué debe t rat ar de lograr, sino, apenas,
qué hacer con la vida, una vida que se le da por un período, digam os, de cincuent a o sesent a
años. La respuest a de que debe ordenar su vida de m anera de poder encont rar la m ayor
felicidad en ella, es m ás una cuest ión práct ica, sim ilar a la de cóm o debem os pasar un fin de
sem ana, que una proposición m et afísica en cuant o a cuál es el propósit o m íst ico de su vida en
el plan general del universo.
Por el cont rario, creo m ás bien que los filósofos que se lanzan a resolver el problem a del
propósit o de la vida lo dan por resuelt o al plant earlo, por cuant o presum en que la vida t iene un
propósit o. Es indudable que se da a est a cuest ión, t an llevada a prim er plano ent re los
pensadores occident ales, esa m ism a im port ancia debido a la influencia de la t eología. Creo que
presum im os designios y propósit os en dem asía. Y el hecho m ism o de que t ant a gent e t rat e de
responder a est a pregunt a y disput e por ella y se vean pasm ados por ella, sirve para
dem ost rar que es m uy vana y m uy inj ust ificada. Si hubiese exist ido un propósit o o designio en
la vida, no habría sido t an int rigant e y vago y difícil descubrirlo.
La cuest ión puede ser dividida en dos: la de un propósit o divino, que Dios ha fij ado para
la hum anidad, o la de un propósit o hum ano, un propósit o que la hum anidad debe est ablecer
para sí. En cuant o at añe a lo prim ero, no pienso ent rar en la cuest ión, porque procede
necesariam ent e de nosot ros m ism os t odo lo que creem os que t iene Dios en la m ent e; est o es
sólo lo que creem os que piensa Dios, y en verdad es difícil, para la int eligencia hum ana,
adivinar lo que hay en una int eligencia divina. Por lo com ún, con est a clase de razonam ient os,
t erm inam os por convert ir a Dios en sargent o de nuest ro ej ércit o y en hacerlo t an chauvinist a
com o nosot ros: Él, pensam os, no puede t ener un " propósit o divino" y un " dest ino" para el
m undo, o para Europa, sino para nuest ra am ada Pat ria. Est oy m uy seguro de que los nazis no
pueden concebir a Dios sin un brazal con la svást ica. Est e Got t est á siem pre m it uns, y en
verdad no puede est ar m it ihnen. Pero los alem anes no son el único pueblo que piensa así.
Por cuant o at añe a la segunda cuest ión, el punt o en disput a no es lo que es, sino lo que
debe ser el propósit o de la vida hum ana, y result a, por lo t ant o, una cuest ión práct ica y no
m et afísica. Sobre est a cuest ión de lo que debe ser el propósit o de la vida hum ana, cada
hom bre proyect a sus propios concept os y su propia escala de valores. Est a es la razón por que
disput am os sobre ella, porque nuest ras escalas de valores difieren una de ot ra. En cuant o a
m í, quedo cont ent o con ser m enos filosófico y m ás práct ico. No debo presum ir que t iene que
haber necesariam ent e un propósit o, un significado en la exist encia hum ana. Com o dice Walt
Whit m an: " Soy suficient e com o soy." Es suficient e que yo viva '—y t al vez seguiré viviendo
unos décadas m ás— y que exist a la vida hum ana. Considerado en est a form a, el problem a se
hace sorprendent em ent e sim ple y ya no adm it e dos respuest as. ¿Cuál puede ser el fin de la
vida hum ana sino el goce de la vida m ism a?
Es ext raño que est e problem a de la felicidad, que es la gran cuest ión que ocupa la m ent e
de t odos los filósofos paganos, haya sido ent eram ent e descuidado por los pensadores
crist ianos. La gran cuest ión que preocupa a las m ent es t eológicas no es la felicidad hum ana,
sino la " salvación" hum ana, t rágica palabra. Est a palabra t iene m al sabor para m í porque en
China oigo t odos los días a alguien que habla de nuest ra " salvación nacional" . Todos t rat an de
" salvar" a China. La palabra sugiere los sent im ient os de quienes ocupan un buque que se
hunde, un sent im ient o de condenación final, y el m ej or m ét odo de escapar con vida. El
crist ianism o, que ha sido llam ado " el últ im o suspiro de .dos m undos agonizant es" ( griego y
rom ano) conserva t odavía hoy algo de esa caract eríst ica, en su preocupación por el problem a
de la salvación. La cuest ión de la vida es olvidada por la cuest ión de salir con vida de est e
m undo. ¿Por qué ha de preocuparse t ant o el hom bre por la salvación, a m enos que t enga la
idea de est ar condenado? Las m ent es t eológicas se ocupan t ant o de la salvación, y t an poco de
la felicidad, que t odo lo que nos pueden decir sobre el fut uro es que habrá un cielo m uy vago,
y cuando las int errogam os acerca de lo que harem os allí y cóm o serem os felices en el cielo,
sólo t ienen ideas de las m ás vagas, com o la de que cant arem os him nos y usarem os t únicas
blancas. Mahom a, por lo m enos, pint ó un cuadro de fut ura felicidad con ricos vinos y frut as
j ugosas y doncellas apasionadas, de negros cabellos y oj os inm ensos, un cuadro que podem os
com prender los legos. A m enos que se nos haga m ás vivido y convincent e el cielo, no hay
razón para que procurem os llegar a él, a cost a de descuidar est a exist encia t errena. Alguien ha

65
La importancia de vivir Lin Yutang

dicho: " Mej or un huevo hoy que una gallina m añana." Por lo m enos, cuando planeam os unas
vacaciones est ivales nos t om am os el t rabaj o de conocer algunos det alles sobre el lugar adonde
irem os. Si la oficina de t urism o es absolut am ent e vaga sobre el punt o, ya no m e int eresa ir;
m e quedo donde est oy. ¿Hem os de pugnar y bregar cuando est em os en el cielo, com o deben
presum ir, est oy m uy seguro, los que creen en el progreso y el espírit u de em presa? Pero,
¿cóm o podrem os pugnar y progresar, si ya serem os perfect os? ¿O vam os a holgazanear y a no
preocuparnos, y nada m ás? En ese caso, ¿no sería m ej or que aprendiéram os a holgazanear en
est a t ierra, com o preparación para nuest ra vida et erna?
Si hem os de t ener un punt o de vist a sobre el universo, olvidém onos de nosot ros y no nos
reduzcam os a la vida hum ana. Est irem os un poco el panoram a e incluyam os en él el propósit o
de t oda la creación: las rocas, los árboles y los anim ales. Hay un esquem a de cosas ( aunque
" esquem a'' es ot ra palabra de la que, com o de " propósit o" y " obj et o" , desconfío
profundam ent e) . . . quiero decir, hay un pat rón de cosas en la creación, y podem os llegar a
alguna suert e de opinión, por m ucho que carezca de finalidad, acerca de est e universo, y
ocupar después nuest ro lugar en él. Est e crit erio de la nat uraleza y nuest ro lugar en ella debe
ser nat ural, por cuant o som os part e vit al de ella m ient ras vivim os, y a ella volvem os cuando
m orim os. La ast ronom ía, la geología, la biología y la hist oria proveen buen m at erial para
ayudarnos a form ar un crit erio bast ant e bueno, si no int ent am os dem asiado ni salt am os a las
conclusiones. No im port a que, en est e crit erio m ás am plio del propósit o de la creación, el lugar
del hom bre pierda un poco en im port ancia. Bast a con que t enga un lugar, y al vivir en arm onía
con la nat uraleza que le rodea podrá form arse una perspect iva aplicable y razonable sobre la
vida hum ana m ism a.

I I . LA FELI CI D AD H UM AN A ES SEN SORI A


Toda felicidad hum ana es felicidad biológica. Est o es est rict am ent e cient ífico. A riesgo de
ser m al int erpret ado, lo diré con m ayor claridad: t oda felicidad hum ana es sensoria. Los
espirit ualist as no m e com prenderán, est oy seguro; los espirit ualist as y los m at erialist as no
podrán com prenderse nunca, porque no hablan el m ism o idiom a, o con la m ism a palabra
quieren decir cosas diferent es. ¿Tam bién en est e problem a de lograr la felicidad hem os de ser
engañados por los espirit ualist as, y adm it ir que la verdadera felicidad es solam ent e la felicidad
del espírit u? Adm it ám oslo de una vez, y procedam os en seguida a condicionarlo, diciendo que
el espírit u es una condición del perfect o funcionam ient o de las glándulas endocrinas. La
felicidad, para m í, es en gran part e cuest ión de digest ión. Tengo que refugiarm e j unt o al
president e de un colegio nort eam ericano, para asegurar m i reput ación y respet abilidad,
cuando digo que la felicidad es' principalm ent e cuest ión del m ovim ient o de los int est inos. El
president e de un colegio nort eam ericano, de que hablo, solía decir con gran sabiduría en su
discurso ant e los alum nos en cada iniciación de cursos: " Sólo hay dos cosas que quiero que
t engáis present es: leed la Biblia y t ened libres los int est inos." ¡Qué alm a sabia, am able, debe
haber t enido para decir est o! Si se m ueven los int est inos, se es feliz, y si no se m ueven, se es
desgraciado. No hay nada m ás que decir.
No nos perdam os en lo abst ract o cuando hablam os de felicidad, sino que vayam os a los
hechos y analicem os cuáles son los m om ent os verdaderam ent e felices de nuest ra vida. En est e
punt o nuest ro, la felicidad es m uy a m enudo negat iva: la com plet a ausencia de pesares o
m ort ificaciones o dolores físicos. Pero la felicidad puede ser t am bién posit iva, y ent onces la
llam am os alegría. Para m í, por ej em plo, los m om ent os verdaderam ent e felices son: cuando m e
levant o por la m añana después de una noche de perfect o sueño y aspiro el aire m at inal y hay
una expansividad en los pulm ones, que m e inclina a inhalar hondam ent e, y sient o una bella
sensación de m ovim ient o en t orno a la piel y los m úsculos del pecho, y cuando, por ende,
est oy bien para t rabaj ar; o cuando t engo una pipa en la m ano y descanso las piernas en una
silla, y el t abaco arde lent am ent e, parej o; o cuando viaj o en un día de verano, seca la
gargant a de sed, y veo un herm oso arroyo lím pido, cuyo sonido m ism o m e hace feliz, y m e
quit o los zapat os y las m edias y hundo los pies en la deliciosa agua fresca; o cuando, después
de una com ida perfect a, m e t iendo en un sillón, cuando a m i alrededor no hay nadie que m e
desagrade y la conversación m archa con paso ligero hacia un dest ino ignorado, y est oy física y
espirít ualm ent e en paz con el m undo; o cuando en una t arde de verano veo negras nubes que
se reúnen en el horizont e y sé por seguro que ant es de un cuart o de hora caerá un chaparrón
de verano, pero com o m e avergüenza que m e vean salir en la lluvia sin paraguas, m e

66
La importancia de vivir Lin Yutang

avergüenza que m e vean salir en la lluvia sin paraguas, corro presurosam ent e a recibir el
aguacero en m it ad de los fam ilia, sencillam ent e, que m e sorprendió la lluvia.
Tal com o m e es im posible decir si am o física o espirit ualm ent e a m is hij os cuando oigo la
cháchara de sus voces o cuando veo sus rollizas piernecit as, t am bién soy incapaz, t ot alm ent e
incapaz, de dist inguir ent re las alegrías de la m ent e y las alegrías de la carne. ¿Am a alguien
espirit ualm ent e a una m uj er sin am arla físicam ent e? Y, ¿es cosa t an fácil para un hom bre
analizar y separar los encant os de la m uj er que am a, com o su risa, sus sonrisas, la form a que
t iene de ladear la cabeza, ciert a act it ud hacia las cosas? Y al fin y al cabo t oda m uj er j oven se
sient e m ás feliz cuando est á bien vest ida. Hay ciert a cualidad de elevación del alm a en el lápiz
para los labios y en el .coloret e, y una calm a y una buena disposición espirit uales en el
conocim ient o de est ar bien vest ida, que son cosas reales y definidas para la m ism a j oven, y de
las cuales no t iene ni asom o de idea el espirit ualist a. Por est ar hechos de est a carne m ort al, la
división que separa a nuest ra carne de nuest ro espírit u es sum am ent e delgada, y el m undo del
espírit u, con sus m ás finas em ociones y su m ayor apreciación de la belleza espirit ual, no puede
ser alcanzado sino con nuest ros sent idos. No hay m oralidad o inm oralidad en los sent idos del
t act o, el oído y la vist a. Es m uy probable que nuest ra pérdida de capacidad para el goce de las
alegrías posit ivas de la vida se deba sobre t odo a la dism inución de sensibilidad de nuest ros
sent idos, y a que no los ut ilicem os en form a com plet a.
¿Para qué discut ir sobre est o? Tom em os casos concret os y recoj am os ej em plos de t odos
los grandes enam orados de la vida, occident ales y orient ales, y veam os qué describen com o
m om ent os felices, y cuan ínt im am ent e est án ligados a los sent idos del oído y el olfat o y la
vist a. Aquí hay una descripción del alt o placer est ét ico que obt uvo Thoreau ( 1 ) al escuchar el
sonido de los grillos:

Observem os prim ero el chirrido de los grillos. Es m uy general ent re est as rocas. Es para
m í m ás int eresant e el sonido de uno solo de ellos. Sugiere algo t ardío, pero sólo cuando
llegam os al conocim ient o de la et ernidad, después de haber t rabado ciert o conocim ient o con el
t iem po. Sólo es t arde para t odas las búsquedas t riviales y presurosas. Sugiere una sabiduría
m adura, nunca t ardía, que est á por encim a de t odas las consideraciones t em porales, que
posee la frescura y la m adurez del ot oño ent re la aspiración de la prim avera y los calores del
verano. Dicen los grillos a los páj aros: " ¡Ah! Habláis com o los niños, por im pulso; la Nat uraleza
habla por vuest ra boca; pero con nosot ros es m aduro conocim ient o. Las est aciones no giran
para nosot ros; cant am os para arrullarlas." Así cant an, et ernos, j unt o a las raíces de la hierba.
Cielo es donde est án, y su m orada no necesit a elevarse. Siem pre lo m ism o, en m ayo y en
noviem bre [ ? ] . Serenam ent e sabio, su cant o t iene la seguridad de la prosa. No han bebido
m ás vino que el rocío. No es Un pasaj ero t ono de am or acallado cuando pasa la est ación de
incubar, sino que es glorificar a Dios y gozarle para siem pre. Los grillos se m ant ienen aj enos a
la revolución de las est aciones. Sus acordes son invariables com o la Verdad. Sólo en sus
m om ent os m ás cuerdos oyen los hom bres a los grillos.

Thoreau es el m ás chino de t odos los aut ores nort eam ericanos en su ent era visión de la
vida y, por ser chino, m e sient o m uy sem ej ant e a él en espírit u. Le descubrí hace apenas unos
m eses, y el placer del descubrim ient o est á aún fresco en m i m ent e. Podría t raducir pasaj es
ent eros de Thoreau a m i idiom a y hacerlos pasar com o originales de un poet a chino, sin
despert ar sospecha alguna.

Y veam os cóm o cont ribuyen los sent idos del olfat o y de la vist a y del oído en Walt
Whit m an a su espirit ualidad, y cuan grande im port ancia les da el poet a:
Una nevada por la m añana, que cont inúa casi t odo el día. Pero di un paseo de m ás de
dos horas, por los m ism os bosques y senderos, ent re los copos que caían. Nada de vient o, y,
sin em bargo, se oía el leve m urm ullo m usical ent re los pinos, m uy pronunciado, curioso, com o
de cat arat as, ora acallado, ora despiert o ot ra vez. Todos los sent idos, la vist a, el oído, el
olfat o, delicadam ent e com placidos. Cada copo yacía donde había caído, en las siem previvas,
los acebos, los laureles, la m ult it ud de hoj as y de ram as apiladas, m ont ones blancos definidos
por bordes de esm eralda. . . las alt as colum nas rect as de los abundosos pinos coronados de
bronce. .. un ligero perfum e resinoso m ezclado con el de la nieve. ( Porque hay en t odo un olor,

67
La importancia de vivir Lin Yutang

aun en la nieve, si se le puede dist inguir: no hay dos lugares, ni quizás dos horas, en part e
alguna, exact am ent e iguales. ¡Cuan diferent e es el olor del m ediodía del de m edianoche, o el
de ot oño del de invierno, o el de un m om ent o de brisa del de ot ro de calm a! )

¿Cuánt os de nosot ros podem os dist inguir ent re los perfum es del m ediodía y m edianoche,
o de invierno y verano, o de un m om ent o de brisa y ot ro de calm a? Si el hom bre, en general,
es m enos feliz en las ciudades que en el cam po, es porque est as variaciones y m at ices del
perfum e y el sonido son m enos m arcados, y se pierden en la m onot onía general de las grises
paredes y las calles de cem ent o.
Los chinos y los nort eam ericanos se parecen, cuando sé llega a los verdaderos lím it es y
capacidades y cualidades de los m om ent os felices. Ant es de t raducir los t reint a y t res
m om ent os felices m encionados por un est udioso chino, quiero cit ar, a m odo de com paración,
ot ro pasaj e de Whit m an, que m ost rará la ident idad de nuest ros sent idos:
Un día claro, vivo: aire seco y de brisa, lleno de oxígeno. Ent re est os m ilagros cuerdos,
silenciosos, bellos, que m e rodean y m e funden —árboles, agua, hierba, sol y t em prana
helada—, el que m ás m iro hoy es el cielo. Tiene ese azul delicado, t ransparent e, peculiar del
ot oño, y las únicas nubes son pequeñas y blancas, y dan su m ovim ient o espirit ual, o su
quiet ud, a la gran concavidad. Durant e t odo el día t em prano ( digam os de 7 a 11) guarda un
azul puro, pero vivido. Mas al acercarse el m ediodía se hace m ás ligero el color, gris casi
durant e dos o t res horas, m ás pálido luego por un rat o, hast a la puest a del sol, 'que veo
enceguecedora por los int erst icios de un grupo de alt os árboles: dardos de fuego y una
sunt uosa m uest ra de am arillos claros, de m orados y de roj os, con- un vast o resplandor
plat eado puest o sobre el agua; chispean las som bras t ransparent es, y hay vividos colores m ás
allá de t odas las pint uras j am ás hechas.
No sé cóm o ni por qué, pero m e parece que, debido a est os cielos ( a rat os pienso,
aunque claro est á que los he vist o t odos los días de m i vida, que j am ás he vist o de verdad los
cielos hast a ahora) , he t enido en est e ot oño algunas horas de m aravilloso cont ent o. . . ¿no
puedo decir de perfect a felicidad? Según he leído, Byron, poco ant es de su m uert e, dij o a un
am igo que sólo había conocido t res horas felices en su exist encia t oda. Hay una viej a leyenda
alem ana de la cam pana del rey, en el m ism o sent ido. Mient ras est aba allí en el bosque, en ese
m aravilloso crepúsculo por ent re los árboles, pensé en Byron y el cuent o de la cam pana, y
em pezó en m í la idea de que vivía una hora feliz. ( Aunque nunca anot o m is m om ent os quizás
m ás felices; cuando llegan no puedo allanarm e a quebrar el encant o escribiendo
m em orándum s. Me abandono a est e hum or, y lo dej o flot ar, llevándom e en su plácido
éxt asis.)
¿Qué es la felicidad, pues? ¿Es ést a una de sus horas, o es algo sem ej ant e? ¿Algo así,
im palpable, un suspiro apenas, un m at iz desvanecido? No est oy seguro, de m odo que
déj esem e el beneficio de la duda. ¿Tienes Tú, diáfano, rem edio para casos com o el m ío? ( Ah,
el t em blor físico y el espírit u t urbado que hubo en m í est os últ im os t res anos.) ¿Y lo viert es
invisible por el aire sobre m í, sut ilm ent e, m íst icam ent e?

I I I . LOS TREI N TA Y TRES M OM EN TOS FELI CES D E CH I N


Est am os m ej or preparados ahora para exam inar y apreciar los m om ent os felices de un
chino, según él los describe. Chin Shengt 'an, el gran crít ico im presionist a del siglo XVI I I , nos
ha dado, ent re sus com ent arios sobre la obra t eat ral Cám ara occident al, una enum eración de
los m om ent os felices, que ciert a vez cont ó con su am igo, cuando est uvieron encerrados diez
días en un t em plo a causa de las lluvias. Est os, pues, son los que él considera m om ent os
verdaderam ent e felices de la vida hum ana, m om ent os en que el espírit u est á
inseparablem ent e at ado a los sent idos:
I ( 18 ) : Es un día caluroso de j unio, cuando el sol pende quiet o del cielo y no hay un
hálit o de vient o o de aire, ni una t raza de nubes; el pat io y el j ardín son com o hornos, y ni un

18
Cuando un chino redacta una serie de diecisiete o dieciocho reglas, es su costumbre (modismo de nuestro
idioma) escribirlas como "Artículos I. I, I, I, I, I", etc.

68
La importancia de vivir Lin Yutang

páj aro osa volar. El sudor corre por t odo m i cuerpo en arroyit os. Ant e m í est á la com ida del
m ediodía, pero no la puedo t om ar, por el calor. Pido una est era para est irarla en el suelo y
t enderm e, pero la est era est á em papada de hum edad y las m oscas vuelan com o en un
enj am bre y se m e posan en la nariz, y no quieren irse. En est e m om ent o, cuando m e sient o
t an com plet am ent e desvent urado, hay un t rueno repent ino, y grandes m asas de nubes negras
t apan el cielo y se acercan m aj est uosam ent e com o un gran ej ércit o que avanza a la bat alla.
Com ienza a caer el agua de la lluvia com o cat arat as de los aleros. Cesa el sudor. Desaparece
la pegaj osidad del suelo. Todas las m oscas se m archan para esconderse, y puedo com er m i
arroz. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Un am igo, a quien no he vist o durant e diez anos, llega de pront o, a la puest a del sol.
Abro la puert a para recibirle y, sin pregunt arle si vino por agua o por t ierra, y sin pedirle que
se sient e en la cam a o en la yacij a, voy a la cám ara int erior, y pregunt o hum ildem ent e a m i
esposa: " ¿Tienes un galón de vino com o la esposa de Su Tungp'o?" Mi esposa se quit a
alegrem ent e del pelo su horquilla de oro para venderla. Calculo que nos durará t res días. ¡Ah!
¿No es est o felicidad?
I : Est oy solo, sent ado en un cuart o vacío, y m e va enfureciendo una laucha que sient o en
la cabecera de la cam a, y m e pregunt o qué significa ese ruidit o; qué prenda m ía est á
m ordiendo, o qué volum en de m is libros est á com iendo. Mient ras m e encuent ro en est e est ado
de ánim o, y no sé qué hacer, veo de pront o a un gat o de feroz aspect o, que agit a la cola y
m ira con los oj os m uy abiert os, com o si buscara algo. Cont engo el alient o y espero un
inst ant e, com plet am ent e quiet o, y dfe pront o, con apenas un ruido, la laucha desaparece com o
una ráfaga de vient o. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : He quit ado el hait 'ang y el chihching ( 19 ) que había frent e a m i est udio y acabo de
plant ar diez o veint e verdes bananeros. j Ah! ¿No es • est o felicidad?
I : Est oy bebiendo con algunos am igos rom ánt icos, en una noche de prim avera y m e
sient o a m edias em briagado; m e es difícil cesar de beber, e igualm ent e difícil seguir bebiendo.
Un sirvient e com prensivo, a m i lado t rae de pront o una caj a de grandes cohet es, alrededor de
una docena, y m e levant o de la m esa y voy a encenderlos. El olor del azufre m e ent ra por la
nariz y m t llega al cerebro, y sient o t odo el cuerpo confort ado. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Escuchar a nuest ros hij os que recit an los clásicos t an de corrido, com o el sonido del
agua que se viert e de una j arra. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Por no t ener nada que hacer, después de una com ida voy a las t iendas y m e
encapricho por una cosit a. Después de regat ear un rat o, discut im os t odavía por una pequeña
diferencia, pero el m ozo de la t ienda se niega a vender. Ent onces saco una cosit a de la m anga,
que vale casi lo m ism o que la diferencia, y la arroj o al m ozo. El m ozo sonríe de pront o, y se
inclina cort ésm ent e, diciendo: " ¡Oh, es ust ed m uy generoso! " ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Nada t engo que hacer después de una com ida y t rat o de revisar las cosas guardadas
en viej os arcenes. Veo que hay docenas o cent enares de pagarés de gent e que debe dinero a
m i fam ilia. Algunos han m uert o y ot ros viven t odavía, pero de t odos m odos no hay esperanza
de que devuelvan el dinero. Sin que m e vean, hago una pila con los papeles, y enciendo con
ellos una hoguera, y m iro al cielo y veo desaparecer la últ im a huella del hum o. ¡Ah! ¿No es
est o felicidad?
I : Es un día de verano. Salgo descalzo y con la cabeza descubiert a, con un quit asol, para
ver a los j óvenes que ent onan canciones del pueblo de Soochow m ient ras t rabaj an en la rueda
de agua del m olino. El agua salt a sobre la rueda en un t um ult uoso t orrent e, com o plat a
derret ida o com o nieve fundida en las m ont añas. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Me despiert o de m añana y m e parece oír que alguien suspira y dice que anoche m urió
alguien. Pregunt o inm ediat am ent e quién, y m e ent ero de que es el t ipo m ás ast ut o, m ás
calculador de la aldea. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Despiert o t em prano en una m añana de est ío, y veo que est án aserrando un largo
t ronco de bam bú para em plearlo com o caño de agua, baj o un cobert izo de est eras. ¡Ah! ¿No es
est o felicidad?

19
Hait'ang es de la familia del peral, con frutos como las manzanas silvestres, y el chihching florece en
primavera, con pequeñas flores violetas que salen directamente del tronco y las ramas.
69
La importancia de vivir Lin Yutang

I : Cam ino por la calle y veo a dos pobres t unant es que discut en acaloradam ent e, con las
caras encendidas y llenos los oj os de furor, com o si fueran enem igos m ort ales, aunque
pret enden ser cerem oniosos, pues alzan los brazos y doblan las cint uras para saludarse, y
em plean el lenguaj e m ás cult o; se t rat an de t ú y de t i. y dicen por lo t ant o, y ¿no es así/ El
palabrerío es int erm inable. De pront o aparece un hom bre grande y m orrudo, que agit a los
brazos y se- acerca a ellos y con un grit o les ordena que se m archen. ¡Ah! ¿No es est o
felicidad?
I : Ha est ado lloviendo un m es ent ero, y est oy t endido en cam a, por la m añana, com o un
ebrio o un enferm o, y m e niego a levant arm e. De pront o escucho un coro de páj aros que
anuncian un día claro. Corro rápidam ent e la cort ina, abro la vent ana y veo el sol herm oso que
brilla y resplandece, y el bosque invit a a darse un baño. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : De noche m e parece escuchar que alguien piensa en m í a la dist ancia. Al día siguient e
voy a visit arle. Ent ro por su puert a y m iro en t orno a su cuart o, y le veo sent ado ant e su
escrit orio, cara al sur, leyendo un docum ent o. Me ve, asient e suavem ent e y m e t om a por la
m anga para hacerm e sent ar, diciendo: " Ya que est ás aquí, ven a m irar est o." Y reím os y
gozam os hast a que han desaparecido las som bras de las paredes. Sient e ham bre, y m e
pregunt a lent am ent e: " ¿Tam bién t ú t ienes ham bre?" ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Sin t ener serias int enciones de const ruirm e una casa, em pecé a const ruir, sin
em bargo, porque inesperadam ent e m e llegó una pequeña sum a de dinero. Desde ese día,
t odas las m añanas y t odas las noches se m e decía que necesit aba com prar m adera y piedras y
t ej as y ladrillos y argam asa y clavos. Y he explorado y agot ado t odos los m edios de conseguir
dinero, t odo a causa de est a casa, pero sin poder vivir en ella t odo est e t iem po, hast a que m e
resigné a t al est ado de cosas. Un dia, por fin, est á t erm inada la casa, han blanqueado las
paredes y barrido los pisos; se han pegado las vent anas de papel y colgado pint uras de las
paredes. Todos los t rabaj adores se han m archado, t odos m is am igos han llegado y est án
sent ados en sit ios diferent es, en orden. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Est oy bebiendo, una noche de invierno, y de pront o not o que la noche se ha puest o
sum am ent e fría. Abro la vent ana y veo caer los copos de nieve del t am año de una m ano, y ya
hay t res o cuat ro pulgadas ¿e nieve en la t ierra. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Cort ar con un cuchillo afilado una brillant e sandía verde sobre una gran fuent e
escarlat a, una t arde de verano. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Hace t iem po he deseado ser m onj e, pero m e preocupaba porque ent onces no m e
est aría perm it ido com er carne. Pero si se m e perm it iera ser m onj e y com er carne en público,
¡pues ent onces calent aría un cuenco de agua y con la ayuda de una aguzada navaj a m e
afeit aría la cabeza en un m es de verano! ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Mant ener t res o cuat ro m anchas de eczem a en una part e privada de m i cuerpo, y
quem arlas o bañarlas de vez en cuando con agua calient e t ras puert as cerradas. ¡Ah! ¿No es
est o felicidad?
I : Encont rar una cart a m anuscrit a de algún viej o am igo en un arcón. ¡Ah! ¿No es est o
felicidad?
I : Un sabio pobre viene a pedirm e dinero, pero t iene t im idez ant es de m encionar el
t em a, y por ello dej a que la conversación derive sobre ot ros t em as. Veo su incóm oda
sit uación, lo hago a un lado, adonde est am os solos, y le pregunt o cuánt o necesit a. Luego ent ro
a casa y le doy el dinero, y después de hacerlo le pregunt o: " ¿Tiene ust ed que irse
inm ediat am ent e a arreglar est e asunt o, o puede quedarse un rat o y beber algo conm igo?" ¡Ah!
¿No es est o felicidad?
I : Est oy sent ado en un bot e. Hay buen vient o en nuest ro favor, pero el bot e no t iene
velas. De pront o aparece una gran barca, que avanza t an veloz com o el vient o. Trat o de
enganchar el bot e a la barca con la esperanza de que nos rem olque, e inesperadam ent e el
gancho prende en la barca. Lanzo ent onces una cuerda, y nos rem olcan, y em piezo a cant ar
los versos de Tu Fu: " El verde m e hace sent ir t ernura hacia los picachos, y el roj o m e dice que
hay naranj as." Y est allam os en gozosas carcaj adas. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Hace t iem po que busco una casa para com part irla con un am igo, pero no he podido
encont rar una que nos acom ode. De pront o alguien t rae la not icia de que hay una casa, no
dem asiado grande, sino de unas doce habit aciones, y que da a un gran río y t iene herm osos
árboles verdes en t orno. Pido a est e hom bre que m e acom pañe a com er, y después de la
70
La importancia de vivir Lin Yutang

com ida vam os j unt os a ver la casa, porque no t enem os idea de cóm o es. Al ent rar por el
port ón, veo que hay un gran t erreno baldío de unas seis o siet e m ow, y m e digo: " En adelant e
no t endré que preocuparm e por la provisión de verduras y m elones." ¡Ah! ¿No es est o
felicidad?
I : Un viaj ero vuelve a su casa después de un largo t rayect o y ve la viej a puert a de la
ciudad y oye a las m uj eres y los niños, en am bas m árgenes del río, que hablan su dialect o.
¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Cuando se rom pe una buena pieza de porcelana, ya se sabe que no hay esperanzas de
repararla. Cuant o m ás vuelt as se le dan, cuant o m ás se la m ira, t ant o m ás se exaspera uno.
Yo ent rego ent onces la porcelana al cocinero, y le digo que la ut ilice com o una vasij a viej a, y le
ordeno que no dej e j am ás que esa vasij a vuelva al alcance de m is oj os. ¡Ah! ¿No es est o
felicidad?
I : No soy un sant o y, por ende, no est oy libre de pecado. Por la noche hice algo m alo, y
m e despiert o por la m añana y m e sient o m uy incóm odo. De pront o recuerdo lo que enseña el
budism o, que no ocult ar los pecados es lo m ism o que el arrepent im ient o. Y ent onces em piezo
a cont ar m í pecado a t odos los que m e rodean, sean ext raños o viej os am igos. [ Ah! ¿No es
est o felicidad?
I : Mirar cóm o alguien escribe grandes let ras de un pie de alt ura. ¡Ah! ¿No es est o
felicidad?
I : Abrir la vent ana y hacer que salga del cuart o una avispa. [ Ah! ¿No e s est o felicidad?
I : Un m agist rado ordena que redoble el t am bor, y da por t erm inado el día. ¡Ah! ¿No es
est o felicidad?
I : Ver un incendio en la pradera. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Haber t erm inado de pagar t odas las deudas. ¡Ah! ¿No es est o felicidad?
I : Leer el Cuent o de Cabeza Ensort ij ada ( 20 ) . ¡Ah! ¿No es est o felicidad?

¡Pobre Byron, que sólo t uvo t res horas felices en la vida! Era un espírit u m órbido y
enorm em ent e desequilibrado, o sólo fingía el Welt schm erz de m oda en su década. Me creo
obligado a sospechar que, si no hubiera est ado t an de m oda el sent im ient o de Welt schm erz,
Byron habría confesado por lo m enos t reint a horas felices en lugar de t res. ¿No es evident e,
por lo que ant ecede, que el m undo es en verdad un fest ín de la vida, que se ha dispuest o para
que lo gocem os sencillam ent e con nuest ros sent idos, y que un t ipo de cult ura que reconoce
est os placeres sensuales nos posibilit a con ello para adm it irlos francam ent e? Tengo la
sospecha de que la razón por la cual cerram os volunt ariam ent e los oj os a est e m undo,
glorioso, vibrant e con su propia sensualidad, es la de que los espirit ualist as nos han llevado a
t em er los sent idos. Un t ipo m ás noble de filosofía debería rest ablecer nuest ra confianza en
est e herm oso órgano recept or que t enem os, y que llam am os cuerpo, y dest errar prim ero el
desprecio por nuest ros sent idos, y después el t em or a nuest ros sent idos. A m enos que est os
filósofos puedan sublim ar la m at eria y et erealizar nuest ro cuerpo, para convert irlo en un alm a
sin nervios, sin sabor, sin olfat o y sin sent idos del color y del m ovim ient o y del t act o, y a
m enos que est em os pront os para hacer lo m ism o que los hindúes que se m ort ifican la carne,
debem os enfront arnos valient em ent e con lo que som os. Porque sólo una filosofía que
reconozca la realidad puede conducirnos a la verdadera felicidad, y sólo esa clase de filosofía
es buena y sana.

20
El héroe, conocido como Cabeza Ensortijada, ayudó a la fuga de una pareja de enamorados, y después de
entregarles su hogar, en una ciudad distante, desapareció para siempre.

71
La importancia de vivir Lin Yutang

I V. I N COM PREN SI ÓN D EL M ATERI ALI SM O


La descripción que hace Chin de los m om ent os felices de su vida, nos debe haber
convencido ya de que en la vida hum ana real los placeres m ent ales y físicos est án
inseparablem ent e enlazados. Yo incluiría t am bién los placeres m orales. El que predica
cualquier clase de doct rina debe est ar dispuest o a que se le com prenda m al, com o los
epicúreos y los est oicos. ¡Cuan a m enudo dej a de advert ir la gent e la esencial bondad de
espírit u de un est oico com o Marco Aurelio, y cuan a m enudo la doct rina epicúrea de sabiduría y
const reñim ient o ha sido int erpret ada popularm ent e com o la doct rina del hom bre de placer! Se
dirá en seguida cont ra est e crit erio un poco m at erialist a de las cosas, que es egoíst a, que
carece por com plet o del sent ido de la responsabilidad social, que enseña a gozar solam ent e del
yo. Est a clase de argum ent o proviene de la ignorancia; quienes lo em plean no saben de qué
est án hablando. No conocen la bondad del cínico, ni la suavidad de t em peram ent o de est os
am ant es de la vida. El am or al prój im o no debe ser una doct rina, un art ículo de fe, un punt o
de convicción int elect ual o una t esis apoyada en argum ent os. El am or por la hum anidad que
requiere razones, no es un verdadero am or. Est e am or debería ser perfect am ent e nat ural, t an
nat ural para el hom bre com o es para los páj aros agit ar las alas. Debería ser un sent im ient o
direct o y brot ar nat uralm ent e de un alm a sana que vive en cont act o con la Nat uraleza. Un
hom bre que am e de verdad a los árboles no puede ser cruel con los anim ales o con sus
sem ej ant es. En un espírit u perfect am ent e sano, que obt iene una visión de la vida y de sus
sem ej ant es, y un conocim ient o verdadero y hondo de la Nat uraleza, la bondad es cosa nat ural.
Esa alm a no necesit a ninguna filosofía o religión hecha por el hom bre que le ordene ser buena.
Porque su espírit u ha sido debidam ent e nut rido a t ravés de sus sent idos, algo apart ado de la
vida art ificial y de las enseñanzas aun m ás art ificiales de la vida hum ana, ese hom bre puede
conservar una verdadera salud m ent al y m oral. No se nos puede acusar, pues, de enseñar el
egoísm o cuando est am os cavando la t ierra y agrandando el pozo del que surgirá nat uralm ent e
est a fuent e de bondad.
El m at erialism o ha sido incom prendido, last im osam ent e incom prendido. Sobre est o debo
dej ar que hable por nosot ros George Sant ayana, que se describe com o " un m at erialist a, quizá
el único que vive" , y que, no obst ant e, com o t odos sabem os, es probablem ent e uno de los
dulces espírit us de la act ual generación. Él es quien nos dice que nuest ro prej uicio cont ra la
filosofía m at erialist a es el prej uicio de quien m ira desde afuera. Se obt iene una sensación de
asom bro ant e ciert a deficiencia que sólo es aparent e en la com paración con el viej o credo
propio. Pero se puede com prender de verdad cualquier credo o religión o país ext raño sólo
cuando se ent ra a vivir en espírit u en ese nuevo m undo. Hay un sobresalt o y una alegría, una
t ot alidad de sent im ient os en est o que se llam a " m at erialism o" , que no alcanzam os, por lo
com ún, a verlo por ent ero. Com o nos dice Sant ayana, el verdadero m at erialist a es siem pre,
com o Dem ócrit o, el filósofo rient e. Som os nosot ros, los " m at erialist as involunt arios" , que
aspiram os al esplrit ualism o pero vivim os una egoíst a vida m at erial, " quienes hem os sido, en
general, t orpem ent e int elect uales e incapaces de risa" .
Pero un m at erialist a cabal, nacido con est a fe y no sum ergido en ella a m edias por un inesperado baut ism o en
agua fría, será com o el sober bio Dem ócrit o, un filósofo rient e. Su deleit e por un m ecanism o que puede caer en t ant as
form as m aravillosas y bellas, y puede generar t ant as pasiones excit ant es, ha de ser de la m ism a calidad int elect ual
que el que sient e el v isit ant e en un m useo de hist oria nat ural, donde v e las innum erables m ar iposas en sus caj as, los
flam encos y los peces, los m am ut s y los gorilas. Sin duda hubo dolores en esa,¿" ida incalculable, pero pront o pasaron;
y ¡cuan espléndido fue ent ret ant o el espect áculo, cuan infinit am ent e int eresant e el int erj uego universal, y cuan t ont as
e inev it ables esas pasioncillas absolut as! Algo de est a suert e podría ser el sent im ient o que despert ar ía el m at er ialism o
en una m ent e vigorosa: un sent im ient o act ivo, gozoso, im personal y con respect o a las ilusiones priv adas, no sin un
asom o de desdén.
Jam ás ha sido insensible a los sufrim ient os genuinos de las cr iat uras vivas la ét ica que acom paña al
m at erialism o; por lo cont rar io, com o ot ros sist em as m iser icordiosos, ha t em blado dem asiado ant e el dolor y t endido a
ret irar ascét icam ent e la volunt ad, para que la volunt ad no fuese vencida. El desprecio por los pesar es m ort ales est á
reservado para quienes con hosannas conducen el carro de Juggernaut del opt im ism o absolut o. Pero cont ra los m ales
nacidos de la v anidad pura y el aut oengaño, cont ra la verborragia con que se persuade el hom bre de que es la m et a y
¡a cum bre del univ erso, la risa es la defensa adecuada. La risa posee t am bién la sut il vent aj a de que no t iene por qué
pasarse sin un t ono de sim pat ía y de frat ernal com pr ensión; com o la risa que saluda los absurdos y las desvent uras de
Don Quij ot e no es una burla de las int enciones del héroe. Su ardor era adm irable, pero el m undo debe ser conocido
ant es de que se le pueda reform ar de m odo pert inent e, y la felicidad, para ser logr ada, debe est ar colocada en la
razón ( 21 ) .

21
Del ensayo sobre "Emociones del Materialismo", en Littie Essays of Santayana. compilados por Logan Pearsall Smith. (Las
bastardillas corren por mi cuenta.)
72
La importancia de vivir Lin Yutang

¿Cuál, pues, es est a vida m ent al, o est a vida espirit ual, de la que siem pre hem os est ado
t an orgullosos, y que siem pre ponem os por encim a de la vida de los sent idos?
I nfort unadam ent e, la biología m oderna t iene la t endencia a seguir al espírit u hast a su cueva, y
descubrir que es un conj unt o de fibras, líquidos y nervios. Casi creo que el opt im ism o es un
fluido, o por lo m enos una condición de los nervios que se hace posible por ciert os fluidos
circulant es. ¿De dónde sale la vida m ent al, de dónde obt iene su ser y deriva su alim ent o?
Desde hace t iem po señalan los filósofos que t odo conocim ient o hum ano proviene de la
experiencia sensoria. No podem os lograr conocim ient o de especie alguna sin los sent idos de la
vist a y el t act o y el olfat o, t al com o una cám ara no puede obt ener fot ografías sin un lent e y
una placa sensible. La diferencia ent re un hom bre hábil y un t ipo t ont o es que el prim ero t iene
un m ej or j uego de lent es y aparat os de percepción, con el cual logra una im agen m ás viva de
las cosas y la conserva m ás t iem po. Y para ir del conocim ient o de los libros al conocim ient o de
la vida, no bast a t an sólo pensar o ponderar; hay que palpar el cam ino, t ener la sensación de
las cosas com o son y lograr una im presión correct a de los innum erables aspect os de la vida
hum ana y la nat uraleza hum ana, no com o part es sin relación, sino com o un t odo. En est e
punt o de sent ir la vida y de ganar experiencia cooperan t odos nuest ros sent idos, y es a t ravés
de la cooperación de los sent idos y del corazón con la cabeza com o podem os t ener calor
int elect ual. Después de t odo, el calor int elect ual es lo que im port a, porque es el signo de la
vida, com o el color verde en una plant a. Not am os la vida en el pensam ient o por la presencia o
ausencia de calor en él, com o not am os la vida en un árbol casi seco que lucha después de
algún accident e desgraciado, al ver el verdor de sus hoj as y la hum edad y sana t ext ura de su
fibra.

V. ¿Y LOS PLACERES M EN TALES?


Tom em os los placeres de la m ent e y del espírit u que se suponen m ás alt os, y veam os
hast a qué punt o se hallan vit alm ent e conect ados con nuest ros sent idos, m ás que con nuest ro
int elect o. ¿Qué son esos placeres espirit uales m ás alt os que dist inguim os de los de los sent idos
m ás baj os? ¿No son part es de la m ism a cosa, no se arraigan y t erm inan en los sent idos, no
son inseparables de ellos? Al recorrer esos placeres m ás alt os de la m ent e —lit erat ura, art e,
m úsica, religión y filosofía— vem os qué escaso papel represent a el int elect o en com paración
con los sent idos y los sent im ient os. ¿Qué hace una pint ura sino darnos un panoram a o un
ret rat o y recordar en nosot ros los placeres sensorios de ver un verdadero panoram a o un
rost ro herm oso? Y, ¿qué hace la lit erat ura sino crear de nuevo un cuadro de la vida, darnos la
at m ósfera y el color, el fragant e perfum e de los prados o el hedor de los albañales ciudadanos?
Todos decim os que una novela se acerca a la norm a de la verdadera lit erat ura en la proporción
en que nos da personaj es y em ociones verdaderas. El libro que nos alej a de est a vida hum ana,
o que sim plem ent e, fríam ent e, hace su disección, no es lit erat ura, y cuant o m ás hum anam ent e
verdadero sea un libro t ant o m ej or lit erat ura lo considerarem os. ¿Qué novela gust a a un lect or
si sólo cont iene un frío análisis, si no alcanza a darnos la sal y la aspereza y el sabor de la
vida?
En cuant o a lo dem ás, la poesía no es m ás que la verdad coloreada con em oción, la
m úsica es sent im ient o sin palabras, y la religión es sólo sabiduría expresada en fant asía. Com o
la pint ura est á basada en el sent ido del color y la vist a, la poesía se basa en el sent ido del
oído, del t ono y del rit m o, adem ás de su verdad em ocional. La m úsica es sent im ient o puro, y
carece del t odo del lenguaj e de las palabras, que es el único con el cual puede operar el
int elect o. La m úsica puede ret rat arnos los sonidos de cam panas y de m ercados y de bat allas;
puede ret rat arnos hast a la delicadeza de las flores, el ondulado m ovim ient o de las olas, o la
dulce serenidad de un rayo de luna; pero en el m om ent o en que da un paso fuera del lím it e de
los sent idos y t rat a de ret rat arnos una idea filosófica, debe ser considerada decadent e, y
product o de un m undo decadent e.
¿No em pezó con la razón m ism a la degeneración de la religión? Com o dice Sant ayana, el
proceso de la degeneración de la religión se debió al exceso de razonam ient o: " Est a religión,
desgraciadam ent e, cesó hace m ucho t iem po de ser sabiduría expresada en fant asía, para
convert irse en superst ición recargada de razonam ient o." La decadencia de la religión se debe
al espírit u pedant e, en la invención de credos, fórm ulas, art ículos de fe, doct rinas y apologías.
73
La importancia de vivir Lin Yutang

Nos hacem os cada vez m enos píos, a m edida que j ust ificam os m ás, y racionalizam os nuest ras
creencias, y nos m ost ram os t an seguros de est ar en lo ciert o. Por eso es que t oda religión se
conviert e en est recha sect a, que cree haber descubiert o la única verdad. La consecuencia es
que cuant o m ás j ust ificam os nuest ras creencias, t ant o m ás est rechos de crit erio nos hacem os,
com o es evident e en t odas las sect as religiosas. Est o ha hecho posible que la religión se asocie
con las peores form as de int olerancia, est rechez de crit erio y hast a egoísm o puro en la vida
personal. Tales religiones alim ent an el egoísm o del hom bre, no sólo porque le im posibilit an
para ser ecuánim e con ot ras sect as, sino t am bién porque conviert en la práct ica de la religión
en un negocio privado ent re Dios y él, un negocio por el cual la prim era de las part es es
glorificada por la segunda, que cant a him nos e invoca su nom bre en t odas las ocasiones
posibles, y á cam bio de ello la prim era de las part es bendice a la segunda, le bendice
part icularm ent e, m ás que a cualquier ot ra persona, y a su fam ilia m ás que a cualquier ot ra
fam ilia. Por esa razón vem os que el egoísm o nat ural se lleva t an bien con algunas de esas
ancianas t an " religiosas" y t an frecuent adoras de iglesias. Al fin, el sent ido de la
aut oj ust ificación, de haber descubiert o la única verdad, desplaza a t odas las bellas em ociones
que dieron origen a la religión.
No puedo ver ninguna ot ra razón de la exist encia del art e y la poesía y la religión, salvo
la de que t ienden a rest aurar en nosot ros una frescura de visión y un resplandor m ás
em ocional y un sent ido m ás vit al en la vida. Porque a m edida que envej ecem os se ent orpecen
gradualm ent e nuest ros sent idos, se hacen m ás duras nuest ras em ociones ant e el sufrim ient o y
la inj ust icia y la crueldad, y nuest ra visión de la vida se t uerce por la excesiva preocupación
debida a realidades frías y t riviales. Afort unadam ent e, t enem os unos pocos poet as y art ist as
que no han perdido la sensibilidad agudizada, la bella respuest a em ot iva y la frescura de
visión, y cuyos deberes, por ende, consist en en ser nuest ra conciencia m oral, en sost ener un
espej o ant e nuest ra visión em pobrecida, en elevar el t ono de nuest ros nervios agost ados. El
art e debería ser una sát ira y una advert encia cont ra nuest ras em ociones paralizadas, nuest ros
pensam ient os sin vida, y nuest ra vida sin nat uralidad. Nos enseña la sencillez en un m undo
art ificial. Debería devolvernos salud y cordura de vivir, y perm it irnos sanar de la fiebre y el
delirio causados por el exceso de act ividad m ent al. Debería afinar nuest ros sent idos,
rest ablecer la conexión ent re nuest ra razón y nuest ra nat uraleza hum ana, y volver a unir en
un t odo las part es det erioradas de una vida en dislocación, m ediant e la rest auración de
nuest ra nat uraleza original. ¡Cuit ado es en verdad un m undo en que t enem os conocim ient o sin
com prensión, crít ica sin apreciación, belleza sin am or, verdad sin pasión, rect it ud sin
m isericordia, y cort esía sin t ibieza en el corazón!
En cuant o a la filosofía, ej ercicio del espírit u por excelencia, es aun m ayor el peligro de
que perdam os el sent im ient o de la vida m ism a. Puedo com prender que haya deleit e m ent al en
la solución de una larga ecuación m at em át ica o en la percepción de un orden grandioso en el
universo. Est a percepción de un orden es probablem ent e el m ás puro de t odos nuest ros
placeres m ent ales, y sin em bargo, yo la cam biaría por una com ida bien preparada. En prim er
lugar, es de por sí una rareza, un subproduct o de nuest ras ocupaciones m ent ales, deleit able
porque es grat uit a, pero de ningún m odo t an im perat iva para nosot ros com o ot ros procesos
vit ales. Ese placer int elect ual es, después de t odo, sim ilar al placer de resolver con fort una un
problem a de palabras cruzadas. En segundo lugar, el filósofo, en est e m om ent o, suele
engañarse, enam orarse de su perfección abst ract a, y concebir en el m undo una perfección
lógica m ayor de la que en verdad aut oriza la m ism a realidad. Es un cuadro t an falso de las
cosas com o cuando pint am os una est rella de cinco picos: una reducción a fórm ulas, una
est ilización art ificial, una supersim plificación. Mient ras no nos excedam os es bueno est e placer
por la perfección, pero debem os recordar que m illones de personas pueden ser felices sin
descubrir est a sencilla unidad de diseño. En verdad, podem os pasarnos en la vida sin ella.
Prefiero hablar con una sirvient a negra que con un m at em át ico; las palabras de la prim era son
m ás concret as, m ás anim ada su risa, y en general logro un m ayor conocim ient o de la
nat uraleza hum ana cuando hablo con ella. Soy un m at erialist a t al, que en cualquier m om ent o
prefiero la carne de cerdo a la poesía, y suelo renunciar a un t rozo de filosofía por un t rozo de
lom o, bien asado, j ugoso y guarnecido con una buena salsa.
Sólo si ponem os a la vida sobre el pensam ient o podem os salir de est e calor y del viciado
aire de la filosofía, y recobrar algo de la frescura y la nat uralidad del niño. Todo filósofo
verdadero debería avergonzarse de serlo cuando ve a un niño, o a un cachorro de león en una
j aula. ¡Cuan perfect am ent e le ha form ado la nat uraleza, cor sus garras, sus m úsculos, su
74
La importancia de vivir Lin Yutang

herm osa piel, sus orej as vivarachas, sus brillant es oj os, su agilidad y su sent ido del j uego! El
filósofo debería avergonzarse de que la perfección hecha por Dios pasa a veces a ser
im perfección hecha por el hom bre, avergonzarse de usar ant eoj os, de no t ener apet it o, de
sent irse a m enudo dolorido en el espírit u o el corazón, y de no t ener conciencia alguna de la
diversión en la vida. Nada puede ganarse de est e t ipo de filósofo, porque nada de lo que diga
puede sernos de im port ancia. Sólo puede sernos út il la filosofía que se da alegrem ent e la
m ano con la poesía y est ablece para nosot ros una visión m ás exact a, prim ero de la nat uraleza,
y después de la nat uraleza hum ana.
Toda filosofía de la vida, para ser adecuada, debe basarse en la arm onía de nuest ros
inst int os dados. El filósofo dem asiado idealist a se ve pront o burlado por la m ism a nat uraleza.
La m ás alt a concepción de la dignidad hum ana, de acuerdo con los confucianist as chinos, es la
de que el hom bre llegue finalm ent e a su m ayor alt ura, que sea igual al cielo y la t ierra, porque
vive de acuerdo con la nat uraleza. Est a es la doct rina que se da en El m edio de oro, escrit o por
el niet o de Confucio.
Lo que es dado por Dios se llam a nat uraleza; seguir a la nat uraleza se llam a Tao ( el
cam ino) ( 22 ) : cult ivar el cam ino se llam a cult ura. Ant es de que se exprese la alegría, el furor,
la t rist eza y la felicidad, se les llam a el ser int erior; cuando se expresan en grado debido se les
llam a arm onía. El ser int erior es el correct o fundam ent o del m undo, y la arm onía es el Cam ino
ilust re. Cuando un hom bre ha logrado el ser int erior y la arm onía, el cielo y la t ierra est án en
orden y con ello se nut ren y crecen las m il cosas.
Llegar a la com prensión, desde el ser verdadero, se llam a nat uraleza; y llegar al yo
verdadero desde la com prensión se llam a cult ura; quien es su yo verdadero t iene por ello
com prensión, y quien t iene com prensión encuent ra por ello su yo verdadero. Sólo quienes son
sus propios seres absolut os en el m undo pueden cum plir su propia nat uraleza; sólo quienes
cum plen la nat uraleza de los ot ros pueden cum plir la nat uraleza de las cosas; los que cum plen
la nat uraleza de las cosas m erecen ayudar a la Madre Nat uraleza a que haga crecer y sost enga
la vida: y quienes m erecen ayudar a la Madre Nat uraleza a que haga crecer y sost enga la vida,
son los iguales del cielo y la t ierra.

CAPI TULO VI I LA I M PORTAN CI A D E LA H OLGAN ZA


I . EL H OM BRE, ÚN I CO AN I M AL QUE TRABAJA
El fest ín de la vida est á, pues, ant e nosot ros, y la única cuest ión es el apet it o que
t endrem os para com erlo. Lo que im port a es el apet it o, no el fest ín. Al fin y al cabo, lo m ás
sorprendent e que hay en el hom bre es su ideal del t rabaj o, y la cant idad de t rabaj o que se
im pone a sí m ism o, o que le ha im puest o la civilización. Toda la nat uraleza se dedica a la
holganza, y sólo el hom bre t rabaj a por su sust ent o. Trabaj a porque t iene que hacerlo, porque
con el progreso de la civilización, la vida se hace m ás com plej a, con deberes,
responsabilidades, t em ores, inhibiciones y am biciones, no nacidas de la nat uraleza, sino de la
sociedad hum ana. Mient ras est oy aquí sent ado ant e m i escrit orio, una palom a vuela en t orno
al cam panario de una iglesia, frent e a m i vent ana, sin preocuparse por lo que va a t ener para
el alm uerzo. Sé que m i alm uerzo es cosa m ás com plicada que el de la palom a, y que los pocos
art ículos alim ent icios que t om o afect an a m iles de personas en su t rabaj o y un com plicado
sist em a de cult ivo, vent a, t ransport e, ent rega y preparación. Por eso es que cuest a m ás al
hom bre que a los anim ales conseguir com ida. No obst ant e, si una best ia de la selva quedara
suelt a en una ciudad y obt uviera ciert a com prensión del significado de la at areada vida
hum ana, sent iría m ucho escept icism o y asom bro acerca de est a sociedad hum ana.
El prim er pensam ient o que t endría esa best ia de la selva sería el de que el hom bre es el
único anim al que t rabaj a. Con excepción de unos pocos caballos de t iro y de bueyes, hast a los
anim ales dom ést icos est án privados de la necesidad de t rabaj ar. Los perros de policía son
llam ados rara vez a cum plir su deber; un perro encargado de la vigilancia de una casa j uega

22
Hay un poderoso elemento del taoísmo en el confucianismo, debido quizá a la influencia del pensamiento taoista, hecho que
no se nota por lo común. De todos modos, este pasaje figura en uno de los Cuatro Libros confucianos, y podríamos citar pasajes
similares en las Analectas.
75
La importancia de vivir Lin Yutang

casi t odo el t iem po, y echa una buena siest a por la m añana, cada vez que encuent ra un lugar
t ibio al sol; el gat o arist ocrát ico no t rabaj a por su sust ent o, por ciert o, y com o est á dot ado de
una agilidad física que le perm it e no t ener en cuent a las paredes del vecino, hast a es
inconscient e de su caut ividad: va adonde quiere ir. De m odo, pues, que t enem os a est a
laboriosa hum anidad, sola, enj aulada y dom est icada, pero no alim ent ada, porque —por la
fuerza de est a civilización y de la com plej a sociedad— est á en la obligación de t rabaj ar y de
preocuparse por el problem a de su sust ent o. La hum anidad t iene sus vent aj as, bien lo sé: los
placeres del conocim ient o, los deleit es de la conversación y las alegrías de la im aginación
com o, por ej em plo, presenciar una obra de t eat ro. Pero sigue en pie el hecho esencial de que
la vida hum ana se ha com plicado en dem asía, y la cuest ión de alim ent arnos, direct a o
indirect am ent e, ocupa m ucho m ás del novent a por cient o de nuest ras act ividades hum anas. La
civilización es sobre t odo el problem a de obt ener com ida, y el progreso es ese cam ino que
hace cada vez m ás difícil obt ener la com ida. Si no hubiera sido t an difícil para el hom bre
obt ener su com ida, no habría habido razón alguna para que la hum anidad t rabaj ara t ant o.
El peligro es que nos civilicem os en exceso y lleguem os al punt o, com o hem os llegado ya
en verdad, de que obt ener la com ida sea t an penoso que perdam os el apet it o en el proceso de
conseguirla. Est o parece no t ener m ucho sent ido, desde el punt o de vist a de la best ia de la
selva lo m ism o que del filósofo.
Cada vez que veo el horizont e de una ciudad o m iro a los t echos, m e asust o. Es
posit ivam ent e asom broso. Dos o t res t anques de agua, el reverso de dos o t res arm azones de
acero para anuncios, quizá un cam panario o dos, y una ext ensión de azot eas de asfalt o y
ladrillos que suben en cont ornos cuadrados, agudos, vert icales, sin form a ni orden, rociados
por algunas chim eneas sucias, descoloridas, unas pocas cuerdas con ropa lavada, y líneas
ent recruzadas de ant enas radiot elefónicas. Y al m irar hacia abaj o, a una calle, veo ot ra vez
una ext ensión de paredes grises, o de roj os ladrillos descoloridos, con vent anas pequeñas, y
oscuras, uniform es, en filas iguales, a m edias abiert as y a m edias ocult as por cort inas, y quizá
en un alféizar una bot ella de leche, y unas pocas m acet as con enferm izas florecillas en ot ras.
Una niña sube a la azot ea con su perro y se sient a en un escalón t odas las m añanas para
conocer un poco de sol. Y al levant ar ot ra vez la vist a veo filas sobre filas de t echos, m illas de
t echos ext endidos en feos cont ornos cuadrados hacia la dist ancia. Más t anques de agua, m ás
casas de ladrillo. Y la hum anidad vive aquí. ¿Cóm o vive cada fam ilia det rás de una o dos de
esas som brías vent anas? ¿En qué t rabaj an para vivir? Es pasm oso. Det rás de cada dos o t res
vent anas, una parej a va a la cam a noche a noche, com o las palom as que vuelven al palom ar;
despiert an y t om an el café m at inal, y el m arido sale a la calle, a buscar pan para la fam ilia,
m ient ras la esposa t rat a persist ent e, desesperadam ent e, de barrer el polvo y m ant ener lim pio
su lugarcit o. A las cuat ro o cinco de la t arde salen a sus um brales para conversar con sus
vecinos, para m irarlos y t om ar un poco de aire fresco. Cae después la noche, est án m uert os de
cansancio y ot ra vez van a dorm ir. ¡Y así viven!
Hay ot ras gent es, m ás acom odadas, que viven en m ej ores depart am ent os. Habit aciones
m ás " art íst icas" , m ás herm osas pant allas en las luces. ¡Más ordenados y m ás lim pios! Tienen
un poco m ás de espacio, pero sólo un poco m ás. ¡Alquilar un depart am ent o de siet e
habit aciones, y no hablem os de poseerlo, se considera un luj o! Pero no im plica m ás felicidad,
Menos preocupación financiera y no t ant as deudas en que pensar, es ciert o. Pero, t am bién,
m ás com plicaciones em ocionales, m ás divorcios, m ás m aridos- gat os que no vuelven a casa de
noche, y m ás parej as que van a m erodear j unt as de noche, buscando alguna form a de
disipación. La palabra es diversión. ¡Buen Dios, claro que necesit an una diversión de esas
m onót onas, esas uniform es paredes de ladrillo, y esos pulidos pisos de m adera! Claro est á que
van a m irar m uj eres desnudas. Por consiguient e, m ás neurast enia, m ás aspirina, m ás
enferm edades cost osas, m ás colit is, apendicit ís y dispepsia, m ás cerebros ablandados y m ás
hígados endurecidos, m ás duodenos ulcerados e int est inos lacerados, est óm agos
sobrecargados y ríñones excedidos, vej igas inflam adas y bazos m alt rat ados, corazones
dilat ados y nervios dest ruidos, m ás pechos hundidos y alt a presión art erial, m ás diabet es,
enferm edad de Bright , paludism o, insom nio, art eriesclerosis, hem orroides, físt ulas, disent ería
crónica, const ipación crónica, pérdida del apet it o y cansancio de la vida. Para hacer perfect o el
cuadro, m ás perros y m enos niños. La cuest ión de la felicidad depende ent eram ent e de la
cualidad y t em peram ent o de los hom bres y m uj eres que viven en est os elegant es
depart am ent os. Algunos t ienen, por ciert o, una linda vida; ot ros no. Pero, en conj unt o, quizá
sean m enos felices que la gent e t rabaj adora; t ienen m ás ennui y m ás t edio. Pero poseen un
76
La importancia de vivir Lin Yutang

aut om óvil y quizá una casa de cam po. ¡Ah, la casa de cam po: eso es su salvación! De m odo,
pues, que la gent e t rabaj a m ucho en el cam po para poder ir a la ciudad a fin de ganar
suficient e dinero y volver ot ra vez al cam po.
Y al dar un paseo por la ciudad vem os que det rás de la avenida principal, con salones de
belleza y florerías y agencias de navegación hay ot ra calle con droguerías, alm acenes,
ferret erías, peluquerías, lavaderos, rest aurant es barat os, puest os de diareros. At ribulam os
durant e una hora, y si est am os en una ciudad grande, no hem os salido de ella; sólo se ven
m ás calles, m ás droguerías, alm acenes, ferret erías, peluquerías, lavaderos, rest aurant es
barat os y puest os de diareros. ¿Cóm o se gana la vida esa gent e? ¿Por qué ha venido aquí?
Muy sencillo. Los lavaderos lavan la ropa de los peluqueros y m ozos de rest aurant e, los m ozos
de rest aurant e at ienden a los peluqueros y a los em pleados del lavadero m ient ras com en, y los
peluqueros cort an el cabello a los lavanderos y cam areros. Est o es la civilización. ¿No es
asom broso? Apost aría a que algunos de los lavanderos, peluqueros y cam areros j am ás se
avent uran diez cuadras m ás allá del lugar donde t rabaj an la vida ent era. Gracias a Dios que
t ienen por lo m enos el cinem at ógrafo, donde pueden ver páj aros que cant an y árboles que
crecen y se m ueven en la pant alla. Turquía, Egipt o, los Mont es Him alayas, los Andes,
t orm ent as, naufragios, cerem onias de coronación, horm igas, orugas, rat as alm izcleras, una
lucha ent re lagart os y escorpiones, colinas, olas, arenas, nubes y hast a la luna: ¡t odo en la
pant alla!
¡Oh, sabia hum anidad, t erriblem ent e sabia hum anidad! A t i t e cant o. ¡Cuan inescrut able
es la civilización en que los hom bres laboran y t rabaj an y se preocupan hast a encanecer, por
conseguir el sust ent o, y se olvidan de j ugar!

I I . LA TEORÍ A CH I N A D E LA H OLGAN ZA
El nort eam ericano es conocido com o un gran buscavidas, así com o se conoce al chino
com o gran holgazán. Y com o t odos los que est án opuest os se adm iran recíprocam ent e,
sospecho que el buscavidas nort eam ericano adm ira al holgazán chino t ant o com o el holgazán
chino adm ira al buscavidas nort eam ericano. Se llam a, a est as cosas, los encant os de los
rasgos nacionales. No sé si event ualm ent e se j unt arán Orient e y Occident e; lo ciert o es que ya
se est án encont rando, y se encont rarán m ás y m ás est recham ent e a m edida que se ext ienda
la civilización m oderna, con el aum ent o de facilidades de com unicación. Por lo m enos en China
no vam os a desafiar a est a civilización de la m áquina, y allí habrá que resolver el problem a de
cóm o llegarem os a fundir est as dos cult uras, la ant igua filosofía china de la vida y la m oderna
civilización t ecnológica, e int egrarlas en una especie de m anera aplicable a la vida. Es m ucho
m ás problem át ica la cuest ión de si la vida occident al será invadida alguna vez por la filosofía
orient al, aunque nadie osaría ser profet a.
Después de t odo, la cult ura de la m áquina nos acerca rápidam ent e a la edad de la
holganza, y el hom bre se verá obligado a j ugar m ás y t rabaj ar m enos. Es t odo cuest ión de
am bient e, y cuando el hom bre encuent re los rat os de ocio pendient es de la m ano, se verá
forzado a pensar m ás acerca de los m edios de gozar sabiam ent e de ese ocio, conferido a él
cont ra su volunt ad por la rápida m ej ora de los m ét odos de producción apresurada. Al fin y al
cabo, nadie puede predecir lo que ocurrirá en el siglo próxim o. Ya sería m uy que se at reviera a
predecir la vida que habrá dent ro de t reint a años. La const ant e prem ura del progreso debe
llegar por ciert o algún día a un punt o en que el hom bre est ará m uy hart o de t odo, y em pezará
a hacer invent ario de sus conquist as en el m undo m at erial. No puedo creer que, con el
advenim ient o de m ej ores condiciones m at eriales de la vida, cuando se elim inen las
enferm edades, dism inuya la pobreza, se prolongue la expect ación hum ana de la vida y abunde
la com ida, le int eresará al hom bre ser t an at areado com o lo es hoy. No est oy seguro de la
im posibilidad de que surj a un t em peram ent o m ás perezoso com o result ado de ese nuevo
am bient e.
Fuera de ello, el fact or subj et ivo es siem pre t an im port ant e com o el obj et ivo. La filosofía
llega com o una form a de cam biar la perspect iva del hom bre, y t am bién su caráct er. Cóm o va a
reaccionar el hom bre hacia est a civilización de la m áquina, depende de qué clase de hom bre
sea. En el reino de la biología hay cosas t ales com o la sensibilidad al est ím ulo, lent it ud o
rapidez de reacción, y diversos com port am ient os de diferent es anim ales en el m ism o m edio o
el m ism o am bient e. Algunos anim ales reaccionan m ás lent am ent e que ot ros. Aun en est a
civilización de la m áquina que, ent iendo, com prende a los Est ados Unidos, I nglat erra, Francia,
77
La importancia de vivir Lin Yutang

Alem ania, I t alia y Rusia, vem os que de diferent es t em peram ent os raciales nacen reacciones
diferent es hacia la era m ecánica. No se elim inan las probabilidades de reacciones individuales
peculiares hacia el m ism o am bient e. En cuant o a China, creo que el t ipo de vida result ant e de
ello será m uy parecido al de Francia m oderna, porque los t em peram ent os chino y francés son
m uy sem ej ant es.
Am érica del Nort e es hoy el lugar m ás avanzado en civilización de la m áquina, y se ha
presum ido siem pre que el fut uro de un m undo dom inado por la m áquina t enderá al present e
t ipo nort eam ericano y a su pat rón de vida. Me sient o inclinado a debat ir esa t esis, porque
nadie sabe t odavía cuál va a ser el t em peram ent o nort eam ericano. A lo sum o podem os
describirlo com o un t em peram ent o en m ut ación. No creo im posible, de ningún m odo, que se
produzca una rest auración de ese período de la cult ura de Nueva I nglat erra t an bien descrit o
en el nuevo libro de Van Wyck Brooks. Nadie puede decir que el florecim ient o de la cult ura de
Nueva I nglat erra no fue una cult ura t ípicam ent e nort eam ericana, y nadie puede decir por
ciert o que el ideal que esbozó Walt Whit m an en su Dem ocrat ic vist as, señalando al desarrollo
de hom bres libres y m adres perfect as, no es el ideal del progreso dem ocrát ico. Los Est ados
Unidos necesit an t an sólo que se les dé un breve respiro, y pueden aparecer —est oy
segurísim o de que aparecerán— nuevos Whit m an, nuevos Thoreau y nuevos Lowell, y
ent onces esa viej a cult ura nort eam ericana, int errum pida lit eral y figuradam ent e por la carrera
del oro, podrá florecer 'de nuevo. ¿No será ent onces el t em peram ent o nort eam ericano algo
m uy dist int o del act ual, y m uy próxim o al t em peram ent o de Em erson y Thoreau?
La cult ura, según la ent iendo yo, es esencialm ent e un product o de la holganza. El art e de
la cult ura es, pues, esencialm ent e, el art e de la holganza. Desde el punt o de vist a chino, el
hom bre que es sabiam ent e ocioso es el hom bre m ás cult o. Porque parece haber una
cont radicción filosófica ent re ser at areado y ser sabio. Quienes son sabios no han de ser
at areados, y quienes est án dem asiado at areados no pueden ser sabios. El m ás sabio de los
hom bres, por consiguient e, es el que m ás graciosam ent e t om a la holganza. Trat aré de explicar
aquí, no la t écnica y las variedades de la holganza com o se la pract ica en China, sino m ás bien
la filosofía que nut re est e divino deseo de holganza en China y da cauce a ese t em peram ent o
despreocupado, ocioso, bienavent urado —y a m enudo poét ico— de los est udiosos chinos y, en
grado m enor, del pueblo chino en general. ¿Cóm o nació ese t em peram ent o chino, esa
desconfianza de las consecuciones y los t riunfos, y ese int enso am or a la vida m ism a?
En prim er lugar, la t eoría china del sosiego, según la expresa un aut or com parat ivam ent e
desconocido del siglo XVI I I , Shu Paihsiang, que alcanzó felizm ent e el olvido, es com o sigue: el
t iem po es út il porque no se le usa. " El ocio en el t iem po es com o el espacio desocupado en un
cuart o" . Toda j oven que t rabaj a y alquila un cuart ucho donde debe ser vit alizado cada
cent ím et ro de espacio, se sient e sum am ent e incóm oda porque no t iene lugar para m overse, y
en cuant o obt iene un aum ent o de sueldo se m uda a un cuart o m ayor, donde hay un poco m ás
de espacio sin usar, fuera de aquellos lugares est rict am ent e út iles ocupados por su cam a, su
t ocador y su cocinit a de gas. Ese espacio desocupado es lo que hace habit able un cuart o, t al
com o nuest ras horas de ocio son las que hacen soport able la vida. Tengo ent endido que hay
una acaudalada m uj er que vive en Park Avenue, que com pró un t erreno vecino para im pedir
que const ruyeran un rascacielo j unt o a su casa. Paga una gran sum a de dinero a fin de t ener
un espacio plena y perfect am ent e inút il, y m e parece que j am ás pudo gast ar con m ayor
sabiduría su dinero.
A est e respect o, puedo m encionar una experiencia personal. Nunca llegué a ver la belleza
de los rascacielos en Nueva York, y sólo cuando fui a Chicago com prendí que un rascacielo
puede ser m uy im ponent e y m uy herm oso, si t iene un buen frent e y por lo m enos
cuat rocient os m et ros de espacio desocupado a su alrededor. Chicago es afort unado a est e
respect o, porque t iene m ás espacio que Manhat t an. Los alt os edificios est án m ej or espaciados,
y exist e la posibilidad de obt ener una vist a inint errum pida de ellos, desde una gran dist ancia.
En sent ido figurado, t am bién nosot ros est am os t an am ont onados en la vida que no podem os
gozar una libre perspect iva de las bellezas de nuest ra vida espirit ual. Nos falt a frent e
espirit ual.

I I I . EL CULTO D E LA VI D A OCI OSA


El am or chino por la holganza result a de una com binación de causas. Nació de un
t em peram ent o, fue erigido en cult o lit erario y halló su j ust ificación en una filosofía. Se nut rió
78
La importancia de vivir Lin Yutang

en un int enso am or por la vida, fue act ivam ent e sost enido por una corrient e básica de
rom ant icism o lit erario a t ravés de las dinast ías y, event ualm ent e, una filosofía de la vida, que
en t érm inos generales podríam os llam ar t aoíst a, lo sancionó j ust o y sensat o. La acept ación t an
general de est e crit erio t aoíst a de la vida sólo prueba que hay sangre t aoíst a en el
t em peram ent o chino.
Y aquí debem os aclarar prim ero un punt o. El cult o rom ánt ico de la vida ociosa, que
hem os definido com o product o de la holganza, no fue, decididam ent e, para la clase
acaudalada, según la com prendem os com únm ent e. Habría sido ése un error inexcusable en el
plant eo del problem a. Fue un cult o para el est udioso pobre y sin buen éxit o y hum ilde, que
había escogido la vida ociosa o se vio forzado a llevarla. Al leer las obras m aest ras de la
lit erat ura china, y al im aginar al pobre m aest ro que enseñaba a los pobres est udiosos esos
poem as y ensayos de glorificación de la vida sencilla y ociosa, no puedo dej ar de pensar que
deben haber obt enido con ello una inm ensa sat isfacción personal y un gran consuelo espirit ual.
Las disquisiciones sobre las desvent aj as de la fam a y las vent aj as de la oscuridad result aban
placent eras a quienes habían fracasado en los exám enes civiles, y dichos com o " com er t arde
( con acrecido apet it o) es com er carne" t endían a hacer que el m al ganapán se avergonzara
m enos ant e su fam ilia. No se puede com et er m ayor error de j uicio sobre la hist oria lit eraria
que el de los j óvenes escrit ores prolet arios chinos que acusan a los poet as Su Tungp'o y T'ao
Yüanm ing y ot ros de pert enecer a la odiada int eligencia de la clase holgazana: Su, que cant ó
" la clara brisa sobre el arroyo y la lucient e luna sobre las colinas" , y T'ao, que cant ó al " rocío
que hum edece su falda" y a " una gallina anidada en lo alt o de la m orera" . ¡Com o si la brisa del
río y la luna en las colm as y la gallina anidada en la m orera pert enecieran solam ent e a la clase
capit alist a! Est os grandes hom bres del pasado fueron m ás allá de la et apa de hablar de la
sit uación de los cam pesinos y vivieron por sí m ism os la vida de los pobres cam pesinos y
hallaron paz y arm onía en ella.
En ese sent ido considero que el cult o rom ánt ico de la vida ociosa es esencialm ent e
dem ocrát ico. Podem os com prender m ej or est e cult o rom ánt ico cuando nos im aginam os a
Laurence St erne en su viaj e sent im ent al, o a Wordswort h y Coleridge en su cam inat a por
Europa, con una gran sensación de belleza en el pecho pero m uy poco dinero en la bolsa. Hubo
una época en que no era m enest er ser rico para viaj ar, y aun hoy los viaj es no t ienen que ser
sólo un luj o de ricos. En conj unt o, el goce de la holganza es algo que cuest a decididam ent e
m enos que el goce del luj o. Todo lo que se necesit a es un t em peram ent o art íst ico dedicado a
buscar una t arde perfect am ent e inút il vivida de una m anera perfect am ent e inút il. La vida
ociosa, en verdad, cuest a poquísim o, com o se t om ó el t rabaj o de señalar Thoreau en Walden.
Los rom ánt icos chinos, en general, eran hom bres dot ados de una alt a sensibilidad y una
nat uraleza vagabunda, pobres en posesiones t errenas pero ricos en sent im ient os. Tenían un
int enso am or por la vida, que se m ost raba en su odio por t oda la vida oficial y en una severa
negat iva a hacer al alm a esclava del cuerpo. La vida ociosa, lej os de ser una prerrogat iva de
los ricos y poderosos y t riunfant es ( ¡cuan ocupados est án los nort eam ericanos t riunfant es! ) fue
en China una consecución de la alt ura de ánim o, una alt ura de ánim o m uy cercana al concept o
occident al de la dignidad del vagabundo, que es dem asiado orgulloso para pedir favores,
dem asiado independient e para t rabaj ar, y dem asiado sabio para t om ar m uy en serio los
t riunfos del m undo. Est a alt ura de ánim o surgió y est uvo inevit ablem ent e asociada a ciert o
sent ido de desapego en cuant o al dram a de la vida; provino de la cualidad de poder ver a
t ravés de las am biciones y las locuras de la vida y las t ent aciones de fam a y riqueza. Por algún
m ot ivo, el est udioso de ánim o superior que est im aba m ás su caráct er que sus realizaciones, su
alm a m ás que la fam a o la riqueza, llegó a ser, por consenso com ún, el suprem o ideal de la
lit erat ura china. Era, inevit ablem ent e, un hom bre con gran sencillez de vida y orgulloso
desprecio por el t riunfo t errenal t al com o lo ent iende el m undo.
Los grandes hom bres de let ras de est a clase —T'ao Yüan- m ing, Su Tungp'o, Po Chüyi,
Yüan Chunglang, Yüan Tset s'aí— fueron llevados generalm ent e a cum plir un breve m andat o de
vida oficial, act uaron m aravillosam ent e en ella, y se exasperaron luego por las et ernas
reverencias y recepciones y despedidas de ot ros funcionarios, abandonaron de buena gana las
cargas de la vida oficial y volvieron sabiam ent e a la vida ret irada. Yüan Chunglang escribió
siet e solicit udes sucesivas a su superior, cuando era m agist rado en Soochow, para quej arse de
est as et ernas reverencias, y para rogar que se le perm it iera ret ornar a la vida del individuo
libre y despreocupado.

79
La importancia de vivir Lin Yutang

Encont ram os un ej em plo m uy singular del elogio de la ociosidad en la inscripción que


ot ro poet a, Po Yüchien, escribió para su est udio, al que llam aba El salón del ocio:

Soy dem asiado perezoso para leer los clásicos t aoíst as, porque Tao no reside en los
libros.
Dem asiado perezoso para recorrer las Sut ras ( 23 ) , porque no ahondan m ás en Tao de lo
que parecen.
La esencia de Tao consist e en un vacío, claro y fresco. Pero, ¿qué es est e vacío salvo ser
t odo el día com o un loco? Dem asiado perezoso soy para leer poesía porque, cuando ceso, la
poesía se ha m archado;
Dem asiado perezoso para t ocar el ch'in porque la m úsica m uere en la cuerda donde
nace;
Dem asiado perezoso para beber vino porque allende el sueño del ebrio hay t íos y lagos;
Dem asiado perezoso para j ugar aj edrez porque adem ás de peones se pierden y ganan
ot ras cosas;
Dem asiado perezoso para m irar colinas y arroyos porque hay una pint ura dent ro del
port al de m i corazón;
Dem asiado perezoso para afront ar el vient o y la luna porque dent ro de m i est á la I sla de
los I nm ort ales;
Dem asiado perezoso para at ender asunt os t errenos porque dent ro de m í est án m i choza
y m is posesiones;
Dem asiado perezoso para cont em plar el cam bio de las est aciones porque dent ro de m í
hay cort ej os celest iales.
Han de secarse los pinos y podrirse las rocas; pero yo seré siem pre lo que soy.
¿No es propio que llam e a est o el Salón del Ocio?
Est e cult o del ocio est aba ligado siem pre, pues, a una vida de calm a int erior, un sent ido
de despreocupada irresponsabilidad y un goce int enso y pleno de la vida de la nat uraleza. Los
poet as y los est udiosos se- han dado siem pre nom bres raros, com o " El Huésped de Ríos y
Lagos" ( Tu Fu) ; " El Recluso de la Colina Orient al" ( Su Tungp'o) ; " El Hom bre Despreocupado
de un Lago Nebuloso" , y " El Anciano de la Torre Envuelt a en Niebla" , et cét era.
No, el goce de una vida ociosa no cuest a dinero. La capacidad para el verdadero goce del
ocio se pierde en la clase adinerada y sólo puede encont rarse ent re la gent e que t iene un
suprem o desprecio por la riqueza. Debe provenir de la riqueza ínt im a del alm a en un hom bre
que am a las form as sim ples de la vida y a quien im pacient a a veces el negocio de hacer
dinero. Hay siem pre m ucha vida que gozar para el hom bre decidido a gozarla. Si los hom bres
no alcanzan a gozar est a exist encia t errena que t enem os, es porque no am an suficient em ent e
a la vida y perm it en que se conviert a en una m onót ona exist encia rut inaria. Laot sé ha sido
falsam ent e acusado de ser host il a la vida; por el cont rario, creo que enseñó a renunciar a la
vida del' m undo precisam ent e porque am aba con t ant a t ernura a la vida que no podía adm it ir
que el art e de vivir degenerara en el sim ple negocio de vivir.
Porque donde hay am or hay celos; un hom bre que am a int ensam ent e a la vida debe ser
siem pre celoso de los pocos m om ent os exquisit os de ocio que t iene. Y debe conservar la
dignidad y el orgullo caract eríst icos siem pre del vagabundo. Sus horas de pesca deben ser t an
sagradas com o sus horas de negocios, deben ser erigidas en una especie de religión, com o lo
han hecho los ingleses con el deport e. Le debe im pacient ar t ant o que le hablen del m ercado de
valores en la cancha de golf com o se im pacient an los hom bres de ciencia cuando los m olest an
en el laborat orio. Y debe cont ar los días de la prim avera que se va, con una sensación de t rist e
pesar por no haber hecho m ás viaj es o excursiones, t al com o se sient e apesadum brado el
com erciant e que no ha vendido t ant os o cuant os art ículos en un día.

23
Conjunto de aforismos en literatura sánscrita. (N. DEL T.)
80
La importancia de vivir Lin Yutang

I V. ESTA TI ERRA ES EL ÚN I CO CI ELO

Se añade un t oque t rist e, poét ico, a est e int enso am or a la vida, por la com prensión de
que est a vida que t enem os es esencialm ent e m ort al. Aunque ext rañe decirlo, est a t rist e
conciencia de nuest ra m ort alidad hace t ant o m ás agudo e int enso el goce de la vida por el
est udioso chino. Porque si est a exist encia t errena es t odo lo que t enem os, t ant o m ás debem os
t rat ar de gozarla m ient ras dura. Una vaga esperanza de inm ort alidad dism inuye el goce cabal
de est a exist encia t errena. Ya lo dice Sir Art hur Keit h con un sent im ient o t ípicam ent e chino:
" Porque si los hom bres creen, com o yo, que est a t ierra present e es el único cíelo, t ant o m as
procuraran hacer un cielo de ella" .Su Tungp'o dice: " La vida pasa com o un sueño de prim avera
sin dej ar un rast ro" , y por esa razoh se aferró t an cariñosa y t an t enazm ent e a ella. Una y ot rt
vez encont ram os en la lit erat ura china est e sent im ient o de nuest ra exist encia m ort al. Est e
sent im ient o de la im perm anencia, de la exist encia y de la evaporación de la vida, est e asom o
de t rist eza, es lo que sorprende al poet a chino siem pre en el m om ent o de su m ayor fest ín y su
m ayor alegría, una t rist eza que se expresa en el pesar de que " la luna no puede ser siem pre
t an redonda y las flores no pueden verse t an bellas siem pre" , cuando m iram os a la luna llena
en com pañía de flores herm osas. En el poem a en que conm em oraba un espléndido fest ín, en
Una noche de prim avera ent re duraznos en flor, Lí Po escribió el verso predilect o: " Nuest ra
flot ant e vida es com o un sueño; ¿cuánt as veces puede uno gozar de sí m ism o?" Y en m edio de
una alegre reunión de sus felices e ilust res am igos, Wang Hsichih escribió su breve ensayo
inm ort al. El pabellón de orquídeas, que da, m ej or que cualquier ot ra cosa, ese sent im ient o
t ípico de la t ransi- t oriedad de la vida:

En el noveno año del reino Yungho ( 353 de nuest ra era) nos reunim os en el Pabellón de
Orquídeas en Shanyin de Kweich'i para el Fest ival del Agua, a fin de lavarnos de m alos
espírit us.
Aquí est án reunidas t odas las personas ilust res, y se j unt an viej os y j óvenes. Aquí hay
alt as m ont anas y picos m aj est uosos, árboles de espeso follaj e y alt os bam búes. Aquí hay
t am bién claros arroyos y t orrent es cant arines, que a derecha e izquierda reclam an la m irada.
Nos agrupam os en orden, sent ados j unt o al agua, y bebem os en sucesión de una copa que
flot a por el curvo arroyo; y aunque no hay m úsica de los inst rum ent os de cuerda y de los de
vient o en m adera, con est e alt ernado beber y cant ar nos sent im os bien dispuest os a gozar
cabalm ent e una ínt im a conversación en calm a. Hoy es claro el cielo, fresco el aire y dulce la
'buena brisa. En verdad placent ero es m irar el inm enso universo que nos cubre y las m il cosas
que hay debaj o, recorrer el panoram a ent ero con los oj os y dej ar que nuest ros sent im ient os
am bulen a volunt ad, agot ando así los placeres de la vist a y el oído.
Cuando se reúnen personas para conj et urar sobre la vida m ism a, algunos se sient an y
hablan y viert en sus pensam ient os en la int im idad de un cuart o, y algunos, dom inados por un
sent im ient o, se lanzan a un m undo allende las realidades corpóreas. Aunque elegim os
nuest ros placeres «egún nuest ras inclinaciones—algunos ruidosos y revolt osos, y ot ros
t raaauilos y serenos—, y cuando hem os encont rado aquello que nos place, est am os t odos
felices y cont ent os, hast a el punt o de olvidar que envej ecem os. Y luego, cuando la saciedad
sigue a la sat isfacción y, con el cam bio de las circunst ancia», cam bian t am bién nuest ros
caprichos y deseos, surge ent once» una sensación de punzant e pesar. En un abrir y cerrar de
oj os, los obj et os de nuest ros previos placeres pasan a ser cosas del pasado, que nos obligan a
t ener m om ent os de pesaroso recuerdo. Adem ás, sean largas o cort as nuest ras vidas, t odos
t erm inam os event ualm ent e en la nada. " Grandes en verdad son la vida y la m uert e" , decían
los ant iguos. ¡Ah! ¡Qué t rist eza!
A m enudo est udio los j úbilos y los pesares de la gent e de ant es, y a/ inclinarm e sobre
sus escrit os y ver que se sent ían conm ovidos t al com o nosot ros, m e veo frecuent em ent e
vencido por un sent im ient o de t rist eza y com pasión, y m e gust aría aclarar las cosas, para m i.
¡Bien sé que es m ent ira decir que la vida y la m uert e son la m ism a cosa, y que la longevidad o
la m uert e t em prana no hacen diferencia alguna! ¡Ahí Así com o los del present e m iram os a los
81
La importancia de vivir Lin Yutang

del 'pasado, así nos m irará la post eridad a los del present e. Por lo t ant o, he fij ado un esbozo
de m is cont em poráneos y sus palabras en est a fiest a, y aunque cam bien el t iem po y las
circunst ancias seguirá siendo igual la form a en que evocarán nuest ros est ados de felicidad y de
pena. ¡Qué sent irán los lect ores del fut uro cuando fij en sus oj os en est e escrit o! ( 24 ) .

La creencia en nuest ra m ort alidad, la sensación de que vam os a quebrarnos y


ext inguirnos com o la llam a de un cirio', digo, es algo gloriosam ent e bello. Nos hace sobrios;
nos hace algo t rist es; y a m uchos nos hace poét icos. Pero, sobre t odo, nos hace posible
preparar nuest ro ánim o y arreglar nuest ra vida sensat am ent e, verazm ent e, y siem pre con un
sent ido de nuest ras lim it aciones. Da t am bién la paz, porque la verdadera paz de espírit u
proviene de la acept ación de lo peor. Psicológicam ent e, creo, significa una liberación de
energías.
Cuando los poet as y la gent e com ún de China gozan de la vida, hay siem pre en ellos el
sent im ient o subconscient e de que la alegría no va a durar siem pre, y los chinos dicen a
m enudo al t erm inar una feliz reunión: " Hast a la feria m ás gloriosa, con cobert izos de est eras
t endidos sobre m il m illas, debe llegar a su fin m ás t em prano o m ás t arde" . El fest ín de la vida
es com o el fest ín de Nabucodonosor. Est e sent im ient o de la calidad de sueño de nuest ra
exist encia invist e al pagano de una especie de espirit ualidad. Ve la vida esencialm ent e com o
un art ist a de Sung ve un escenario de m ont añas al pint ar un panoram a: envuelt o en una
niebla de m ist erio, lleno a veces el aire de hum edad.
Privada de la inm ort alidad, la proposición de vivir se hace una sim ple proposición, Es
ést a: que los seres hum anos t enem os un lim it ado plazo que vivir en est a t ierra, rara vez m ás
de set ent a años, y que por lo t ant o hem os de concert ar nuest ras vidas de m anera que vivam os
lo m ás felizm ent e que podam os baj o un j uego dado de circunst ancias. Pisam os aquí t erreno
cont uciano.hay algo m undano, algo t erriblem ent e suj et o a la t ierra en est o, y el hom bre
procede a t rabaj ar con em pecinado sent ido com ún, casi con e l espírit u que George Sant ayana
llam a " fe anim al" . Con est a fe anim al, t om ando la vida t al com o es, hem os adivinado
ast ut am ent e ya, sin la ayuda de Darwin, nuest ra sem ej anza esencial con los anim ales. Nos
hizo aferram os a la vida —la vida del inst int o y la vida de los sent idos— en la creencia de que,
com o t odos som os anim ales, sólo podem os ser verdaderam ent e felices cuando nuest ros
inst int os norm ales est án norm alm ent e sat isfechos. Est o se aplica al goce de la vida en t odos
sus aspect os.
¿Som os m at erialist as, pues? Un chino no sabría cóm o responder a est a pregunt a. Porque
con su espirit ualidad basada en una especie de exist encia m at erial, suj et a a la t ierra, no
alcanza a ver la dist inción ent re el espírit u y la carne. I ndudablem ent e, am a las com odidades
t errenas, pero las com odidades son cuest ión de los sent idos. Sólo a t ravés del int elect o
alcanza el hom bre la diferenciación ent re el espírit u y la carne, en t ant o que nuest ros sent idos
dan la puert a para am bos, com o ya lo hem os vist o en el capít ulo ant erior. La m úsica,
indudablem ent e la m ás espirit ual de nuest ras art es, pues eleva al hom bre al m undo del
espírit u, se basa en el sent ido del oído. Y el chino no logra ver cóm o una sim pat ía de gust os en
el goce de la com ida es m enos espirit ual que una sinfonía de sonidos. Sólo con est e sent ido
realist a podem os considerar los sent im ient os hacia la m uj er que am am os. Es posible una
dist inción ent re su alm a y su cuerpo. Porque si am am os a una m uj er, no am am os la
geom ét rica precisión de sus facciones, sino m ás bien sus m odos y sus gest os en m ovim ient os,
sus m iradas y sonrisas. Pero, ¿son físicas o espirit uales las m iradas y las sonrisas de una
m uj er? Nadie puede decirlo.
Est e sent im ient o de la realidad y espirit ualidad de la vida se ve ayudado por el
hum anism o chino; aun m ás, por t oda la m anera china de pensar y vivir. La filosofía china
puede ser definida brevem ent e com o una preocupación por el conocim ient o de la vida m ás que
por el conocim ient o de la verdad. Dej ando de lado t odas las especulaciones m et afísicas, por
irrelevant es en cuant o a la cuest ión de vivir, y com o pálidas reflexiones engendradas en
nuest ro int elect o, los filósofos chinos se aferran a la vida m ism a y se hacen la única y et erna

24
Incidentalmente, el manuscrito de este ensayo, o más bien su primer borrador, es considerado hoy el más
valioso ejemplo de caligrafía china, porque el autor, Wang Hsichih, es reconocido como Príncipe de la Caligrafía. Tres
veces fracasó en sus intentos por mejorar su letra original, y por eso el manuscrito se ha conservado hasta hoy en
borrador, con todas las tachaduras y enmiendas.
82
La importancia de vivir Lin Yutang

pregunt a: " ¿Cóm o hem os de vivir?" La filosofía en el sent ido occident al parece em inent em ent e
ociosa a los chinos. En su preocupación por la lógica, que se ocupa del m ét odo de llegar al
conocim ient o, y por la epist em ología, que plant ea la cuest ión de la posibilidad del
conocim ient o, ha olvidado t rat ar del conocim ient o de la vida m ism a. Eso es una insensat ez t an
grande y una frivolidad de la m ism a especie que la de hacer el am or y la cort e sin llegar al
m at rim onio y a la producción de hij os, lo cual es t an m alo com o t ener regim ient os de roj os
uniform es que m archan en desfiles sin ir a la bat alla. Los filósofos alem anes son los m ás
frívolos de t odos; cort ej an a la verdad com o ardient es enam orados, pero rara vez se le
declaran en m at rim onio.

V. ¿QUÉ ES LA SUERTE?
La cont ribución part icular del t aoísm o a la creación del t em peram ent o ocioso reside en el
reconocim ient o de que no exist en cosas t ales com o la suert e y la adversidad. La enseñanza
t aoíst a por excelencia es la de acent uar el ser sobre el hacer, el caráct er sobre los logros, y la
calm a sobre la acción. Pero la calm a int erna sólo es posible cuando el hom bre no est á
pert urbado por las vicisit udes de la fort una. El gran filósofo t aoíst a Lieht sé nos dio la fam osa
parábola del Anciano del Fuert e:
Un Anciano vivía con su Hij o en un fuert e abandonado sobre la cum bre de una colina, y
un día perdió un caballo. Los vecinos llegaron a expresar su pesar por est e infort unio, y el
Anciano pregunt ó:
—¿Cóm o sabéis que es m ala suert e?
Pocos días m ás t arde volvió su caballo con una cant idad de caballos salvaj es, y est a vez
vinieron sus vecinos a felicit arle por est a m uest ra de fort una, y el Anciano respondió:
—¿Cóm o sabéis que es buena suert e?
Con t ant os caballos a su alcance, el Hij o em pezó a cabalgar en ellos, y un día se fract uró
una pierna. Ot ra vez llegaron los vecinos a expresar sus condolencias y e l Anciano respondió:
—¿Cóm o sabéis que es m ala suert e?
Al año siguient e hubo una guerra, y porque el Hij o del Anciano est aba lisiado no t uvo que
ir al frent e.
Evident em ent e est a clase de filosofía perm it e al hom bre soport ar unos cuant os golpes
duros en la vida, con la creencia de que no hay golpes duros sin sus vent aj as. Com o las
m edallas, t ienen reverso. La posibilidad de la calm a, el poco gust o por la acción y el
m ovim ient o por sí m ism o, y el desprecio del buen éxit o y de las realizaciones se hacen
posibles con est a especie de filosofía, una filosofía que dice: Nada im port a a un hom bre que
dice que nada im port a. El deseo de un t riunfo m uere a m anos de la corazonada de que el
deseo de t riunfo significa casi lo m ism o que el t em or del fracaso. Cuant os m ás t riunfos ha
conseguido un hom bre, t ant o m ás t em e su caída. Las ilusorias recom pensas de la fam a se ven
puest as frent e a las t rem endas vent aj as de la oscuridad. Desde el punt o de vist a t aoíst a, un
hom bre educado es el que cree que no ha t riunfado cuando ha t riunfado, pero no est á t an
seguro de haber fracasado cuando fracasa, en t ant o que la m arca del hom bre sem ieducado es
su presunción de que sus t riunfos y fracasos ext ernos son absolut os y reales.
Por ende, la dist inción ent re budism o y t aoísm o es ést a: la m et a del budist a es que no va
a necesit ar nada, en t ant o que la m et a del t aoíst a es que no va a ser necesit ado para nada.
Sólo quien no es necesit ado por el público puede ser un individuo despreocupado, y sólo quien
es un individuo despreocupado puede considerarse un ser hum ano feliz. Con est e espírit u,
Tschuangt sé, el m ás grande y m ej or dot ado ent re los filósofos t aoíst as, nos adviert e
cont inuam ent e que no seam os dem asiado prom inent es, dem asiado út iles y dem asiado
serviciales. Cuando engordan dem asiado, se m at a a los cerdos y se les ofrenda en el alt ar del
sacrificio, y los páj aros herm osos son los prim eros que m at a el cazador, por su bello plum aj e.
En est e sent ido, Tschuangt sé narró la parábola de dos hom bres que van a profanar una t um ba
y a robar el cadáver. Dan m art illazos en la frent e del cadáver, le quiebran los póm ulos y
rom pen las m andíbulas, t odo porque el m uert o com et ió la t ont ería de ser ent errado con una
perla en la boca.
La conclusión inevit able de t odo est e filosofar es: ¿Por qué no holgazanear?

83
La importancia de vivir Lin Yutang

VI . TRES VI CI OS N ORTEAM ERI CAN OS


Para los chinos, por consiguient e, con su bella filosofía de que " Nada im port a al hom bre
que dice que nada im port a" , los nort eam ericanos ofrecen un ext raño cont rast e. ¿Merece en
verdad la vida t oda est a m olest ia, hast a el ext rem o de convert ir al alm a en esclava del cuerpo?
La alt a espirit ualidad de la filosofía de la holganza lo veda. El anuncio m ás caract eríst ico que
j am ás he vist o es uno de una firm a de ingeniería que t enía est as palabras, en caract eres
enorm es: " Casi bien no es bast ant e" . El deseo de una eficiencia al cien por cient o parece casi
obsceno. Lo m alo de los nort eam ericanos es que cuando una cosa est á casi bien, quieren
hacerla aun m ej or, en t ant o que para un chino, casi bien ya es bast ant e.
Los t res grandes vicios nort eam ericanos parecen ser: eficiencia, punt ualidad y el deseo
de la realización y el t riunfo. Son las cosas que hacen t an desvent urados y t an nerviosos a los
nort eam ericanos. Les roban el inalienable derecho a la holganza y les birlan m ás de una t arde
buena, ociosa y bella. Se debe part ir de la creencia de que no hay cat ást rofes en est e m undo y
que, apart e del noble art e de lograr que se hagan las cosas, exist e el m ás noble art e de dej ar
las cosas sin hacer. En general, sí uno responde pront am ent e a las cart as, el result ado es t an
bueno o t an m alo com o si j am ás las hubiera cont est ado. Después de t odo, nada sucede, y si
bien se pueden haber perdido unas cuant as cit as buenas, t am bién se pueden haber evit ado
unas pocas desagradables. No vale la pena responder a la m ayoría de las cart as, si se las
guarda en un caj ón durant e t res m eses: al leerlas t res m eses después, puede com prender uno
cuan absolut am ent e inút il y qué pérdida de t iem po habría sido cont est arlas. Escribir cart as
puede llegar a ser un vicio, en realidad. Conviert e a los escrit ores en not ables vendedores a
com isión, y a los profesores universit arios en eficient es hom bres de negocios. En est e sent ido,
puedo com prender el desprecio de Thoreau por el nort eam ericano que va siem pre al correo.
Nuest ra prot est a no es por la eficiencia con que logra hacer las cosas, y hacerlas m uy
bien. Confío siem pre en las canillas nort eam ericanas, m ás que en las que se hacen en China,
porque las canillas nort eam ericanas no pierden agua. Est e es un consuelo. Cont ra la viej a
afirm ación de que t odos debem os ser út iles, ser eficient es, llegar a funcionarios y t ener poder,
la viej a respuest a es que siem pre hay en el m undo bast ant es t ont os que desean ser út iles,
at arearse y gozar el poder, y de t al m anera, no sabem os cóm o, los negocios de la vida podrán
ser realizados y se realizarán. Lo único es saber quiénes son m ás sabios, si los holgazanes o
los buscavidas. Nuest ra prot est a cont ra la eficiencia no es porque hace hacer bien las cosas,
sino porque es una ladrona del t iem po cuando no nos dej a ocios para gozar de nosot ros
m ism os y dest ruye nuest ros nervios al t rat ar de lograr que las cosas est én debidam ent e
hechas. Un direct or nort eam ericano encanece por la preocupación de ver que no aparezca un
error t ipográfico en las páginas de su revist a. El direct or chino es m ás sabio. Quiere dej ar a
sus lect ores la suprem a sat isfacción de descubrir por su cuent a unos pocos errores
t ipográficos. Aun m ás: una revist a china puede em pezar a publicar una novela en follet ín, y
olvidarse a m it ad de cam ino. En los Est ados Unidos, una cosa así haría que se derrum bara el
t echo sobre los redact ores, pero en China no im port a, sencillam ent e porque no im port a. Los
ingenieros nort eam ericanos, al const ruir puent es, calculan t an bien y t an exact am ent e que los
dos ext rem os se j unt an con un décim o de pulgada de diferencia. Pero cuando dos chinos
em piezan a excavar un t únel de am bos lados de una m ont aña, los dos salen por el ot ro lado.
La firm e convicción de los chinos es que nada im port a, m ient ras se excave el t únel, y que si
t ienen dos en lugar de uno, pues t endrán doble vía, que es m ej or. Siem pre que no se t enga
prisa, dos t úneles son m ej or que uno, aunque nadie sepa cóm o fueron excavados ni
t erm inados, y si el t ren puede pasar de algún m odo por ellos. Y los chinos son sum am ent e
punt uales, siem pre que se les dé abundant e t iem po para hacer una cosa. Siem pre t erm inan las
cosas a horario, con t al de que el horario sea bast ant e largo.
El rit m o de la m oderna vida indust rial prohibe est a especie de ocio glorioso y m agnífico.
Pero, peor aun, nos im pone un concept o diferent e del t iem po, m edido por el reloj , y,
event ualm ent e, conviert e al ser hum ano en un reloj . Est o ha de llegar a ocurrir en China,
com o es evident e, por ej em plo, en una fábrica de veint e m il obreros. La luj osa perspect iva de
veint e m il obreros que lleguen a t rabaj ar según les plazca, a cualquier hora del día, es,
nat uralm ent e, algo qu e at erroriza. No obst ant e, aquel afán es lo que hace a la vida t an dura y
agit ada. Un hom bre que t iene que est ar indefect iblem ent e en det erm inado lugar a las cinco en
punt o, ya se ha arruinado la t arde ent era, de la una a las cinco. Todo nort eam ericano adult o

84
La importancia de vivir Lin Yutang

arregla su t iem po según el m odelo del est udiant e: las t res en punt o para hacer est o, las cinco
para aquello, las seis y m edia para cam biarse; las siet e m enos diez para t om ar el t axi y las
siet e para aparecer en el rest aurant e. Con est o no se hace m ás que lograr que la vida no
m erezca ser vivida.
Y los nort eam ericanos han llegado ahora a t an t rist e est ado, que no solam ent e est án
com prom et idos para el día siguient e, o la sem ana siguient e, sino hast a para el m es siguient e.
Una cit a con t res sem anas de plazo es algo desconocido en China. Y cuando un chino recibe
una t arj et a de invit ación, t iene la felicidad de no est ar obligado a decir si va a acept arla o no.
Puede escribir en la list a de invit ación " I ré" , si acept a, o " Gracias" , si declina, pero en la
m ayoría de los casos el invit ado se lim it a a escribir la palabra " Sé" , que es una expresión del
hecho de que sabe que est á invit ado, y no una expresión de int enciones. Un nort eam ericano o
un europeo que se m archa de Shanghai puede decirm e que va a asist ir a una reunión de
com isión en París el 19 de abril de 1938, a las t res de la t arde, y que llegará a Viena el 21 de
m ayo en el t ren de las siet e. Si ha de condenarse y ej ecut arse una t arde, ¿debem os anunciar
la ej ecución t an por ant icipado? ¿No puede nadie viaj ar y ser am o de sí m ism o, llegar cuando
quiera y part ir cuando le gust e?
Pero, sobre t odo, la incapacidad de holganza en el nort eam ericano proviene direct am ent e
de su deseo de hacer cosas y de poner la acción sobre el ser. Debem os pedir que haya
caráct er en nuest ras vidas, com o pedim os que haya caráct er en t odo gran art e que m erezca
ese nom bre. I nfort unadam ent e, el caráct er no es una cosa que se puede fabricar de la noche a
la m añana. Com o la buena calidad del vino añej o, se adquiere con la quiet ud y con el
t ranscurso del t iem po. El deseo de acción en los ancianos y las ancianas de los Est ados Unidos,
que por est e m edio t rat an de ganar respet o propio y respet o de la generación m enor, es lo que
les hace aparecer t an ridículos para un orient al. El exceso de acción en un anciano es com o la
t rasm isión de m úsica de j azz con un m egáfono en lo alt o de una ant igua cat edral. ¿No es
suficient e que los viej os sean algo? ¿Es necesario que siem pre t engan que est ar haciendo
algo? La pérdida de la capacidad para la holganza ya es m ala en los hom bres de edad m adura,
pero esa m ism a pérdida en la ancianidad es un crim en que se com et e cont ra la nat uraleza
hum ana.
El caráct er se asocia siem pre con algo viej o y lleva t iem po para crecer, com o las
herm osas líneas faciales en un hom bre m aduro, líneas que son la firm e im presión del
progresivo caráct er del hom bre. Es algo difícil ver el caráct er en un t ipo de vida donde cada
hom bre renuncia a su aut om óvil del año pasado y lo cam bia por el nuevo m odelo. Según son
las cosas que hacem os, t am bién som os nosot ros. En 1937 t odo hom bre y t oda m uj er parecen
1937, y en 1: 950 t odo hom bre y t oda m uj er parecerán 1950. Nos gust an las viej as cat edrales,
los m uebles ant iguos, la plat a viej a, los diccionarios y los grabados de ant año, pero hem os
olvidado com plet am ent e la herm osura de los hom bres viej os. Creo que una apreciación de esa
clase de belleza es esencial para nuest ra vida, porque la belleza, m e parece, es lo que es viej o
y sabroso y bien ahum ado.
A veces se m e ocurre una visión profét ica, una herm osa visión de un m ilenio en que
Manhat t an será lent a, y en que el " buscavidas" nort eam ericano se convert irá en un holgazán
orient al. Los caballeros nort eam ericanos flot arán con faldas y pant uflas y am bularán por las
aceras de Broadway con las m anos en los bolsillos, si no con las dos m anos m et idas en las
m angas, a la m anera china. Los agent es de policía cam biarán una palabra de saludo con el
pausado conduct or en una esquina, y los m ism os conduct ores se det endrán y se j unt arán y se
pregunt arán por la salud de las abuelas en m edio del t ráfico. Alguien se cepillará los dient es
frent e a su t ienda, hablando plácidam ent e a la vez con sus vecinos, y de vez en cuando se
verá a un est udioso dist raído, que cruzará la calle con un volum en m et ido dent ro de una
m anga. Serán abolidos los m ost radores para t om ar apresuradam ent e el alm uerzo, y la gent e
se recost ará y se dej ará est ar en suaves sillones m uy hondos, en un Aut om át ico, y ot ros
habrán aprendido el art e de pasar t oda una t arde en un café. Un vaso de j ugo de naranj a
durará m edia hora, y la gent e aprenderá a saborear el vino en lent os sorbos, int errum pidos
por deliciosas frases en la charla, en lugar de t ragarlo de un golpe. Se abolirá el regist ro en los
hospit ales, serán desconocidas las salas de em ergencia, y los pacient es cam biarán su filosofía
con los m édicos. Las bom bas de incendio m archarán a paso de caracol, y su personal se
det endrá en el cam ino para m irar al cielo y debat ir sobre el núm ero de gansos salvaj es que
vean volar. Es una lást im a que no haya esperanzas de que se realice j am ás en Manhat t an un

85
La importancia de vivir Lin Yutang

" reino m ilenario" de est a clase. ¡Podría haber t ant as t ardes perfect as de ocio, t ant as m ás que
ahora. . !

CAPI TULO VI I I
EL GOCE D EL H OGAR
I . D E PON ERSE BI OLÓGI CO
Me ha parecido que la prueba final de cualquier civilización es la de qué t ipo de m aridos y
esposas y padres y m adres produce. Fuera de la aust era sencillez de t al cuest ión, t odas las
dem ás realizaciones de la civilización —art e, filosofía, lit erat ura y vida m at erial— palidecen
hast a la insignificancia.
Est a es una dosis de rem edio calm ant e que he dado siem pre a m is com pat riot as
dedicados a la agot adora t area de com parar las civilizaciones china y occident al, y ha pasado a
ser una t ret a m ía, porque el rem edio siem pre da result ado. Es nat ural que el chino que est udia
la vida y las enseñanzas occident ales, sea en China o en el ext erior, quede at ónit o por las
brillant es realizaciones de Occident e, desde la m edicina, la geología y la ast ronom ía hast a los
rascacielos, las herm osas carret eras y las cám aras para fot ografiar en colores. O se
ent usiasm a por t ales realizaciones o se avergüenza de China por no haberlas logrado, o am bas
cosas a la vez. Se inicia ent onces un com plej o de inferioridad, y al inst ant e le veréis convert ido
en el defensor m ás arrogant e y chauvinist a de la civilización orient al, sin que sepa de qué est á
hablando. Com o gest o, probablem ent e, condenará los rascacielos y las carret eras para
aut om óviles, aunque no he encont rado t odavía a uno que condene una buena cám ara. Su
apriet o es casi pat ét ico, porque eso le descalifica para j uzgar con cordura y
desapasionadam ent e a Orient e y Occident e. Perplej o y at ónit o y azorado por t ales
pensam ient os de inferioridad, t iene gran necesidad de lo que llam an los chinos un rem edio
para " calm ar el corazón" , a fin de apaciguar su fiebre.
La sugest ión de una prueba com o la que propongo t iene el ext raño efect o de nivelar a
t oda la hum anidad, al dej ar de lado lo que no es esencial en la civilización y la cult ura, y
ponerlo t odo baj o una ecuación clara y sencilla. Todas las dem ás realizaciones de la civilización
se ven ent onces solam ent e com o m edios hacia el fin de producir m ej ores m aridos y esposas y
padres y m adres. En t ant o el novent a por cient o de la hum anidad est á hecho de m aridos y
esposas, y el cien por cient o t iene padres, y en t ant o el casam ient o y el hogar const it uyen el
aspect o m ás ínt im o de la vida del hom bre, es claro que la civilización que produce m ej ores
esposas y m aridos y padres y m adres procura una vida hum ana m ás feliz y es, por
consiguient e, un t ipo m ás alt o de civilización. La calidad de los hom bres y m uj eres con quienes
vivim os es m ucho m ás im port ant e que la labor que realizan, y t oda j oven debería est ar
agradecida a una civilización cualquiera que le puede present ar un m arido m ej or. Est as cosas
son relat ivas, y en t odas las edades y países pueden encont rarse m aridos y esposas y padres y
m adres ideales. Probablem ent e, el m ej or m edio de obt ener buenos m aridos y esposas es la
eugenesia, que nos ahorra buena cant idad de preocupaciones en la educación de esposas y
m aridos. Por ot ra part e, una civilización que pasa por alt o el hogar o lo relega a una posición
m enor, suele rendir product os m ás pobres.
Com prendo que m e est oy poniendo biológico. Soy biológico, igual que t odos los hom bres
y m uj eres. De nada vale decir " Pongám onos biológicos" , porque lo som os ya, nos gust e o no.
Todo hom bre es biológicam ent e feliz, biológicam ent e desgraciado, o biológicam ent e am bicioso,
o religioso, o am ant e de la paz, t odo biológicam ent e, aunque no est é advert ido de ello. Com o
seres biológicos, no hay m anera de eludir el hecho de que nacim os com o bebés, que nos
alim ent am os del pecho de una m adre, y nos casam os y procream os ot ros bebés. Todo hom bre
nace de una m uj er, y casi t odos los hom bres viven con una m uj er a t ravés de la vida y son
padres de niños y niñas, y t oda m uj er es t am bién nacida de una m uj er, y casi t odas las
m uj eres viven con un hom bre por la vida ent era, y dan a luz niños. Algunos se han rehusado a
procrear, com o árboles y flores que se niegan a producir sem illas para perpet uar su especie,
pero ningún hom bre puede negarse a t ener padres, com o ningún árbol puede negarse a haber
crecido desde una sem illa. Llegam os, pues, al hecho básico de que la relación m ás prim aria en
la vida es la relación ent re hom bre y m uj er y niño, y no se puede llam ar adecuada a ninguna
filosofía de la vida, ni se la puede llam ar filosofía siquiera, a m enos que t rat e est a relación
esencial.

86
La importancia de vivir Lin Yutang

Pero la sim ple relación ent re hom bre y m uj er no bast a, la relación debe result ar en
bebés, o es incom plet a. Ninguna civilización t iene excusas para privar a un hom bre o una
m uj er de su derecho a t ener hij os. Ent iendo que es ést e un problem a m uy real en el present e,
pues hoy hay m uchos hom bres y m uj eres que no se casan y m uchos ot ros que, después de
casarse, se niegan a t ener hij os por una u ot ra razón. Mi punt o de vist a es que, cualquiera sea
la razón, el hecho de que un hom bre o una m uj er salgan de est e m undo sin dej ar hij os es el
m ayor crim en que pueden com et er consigo m ism os. Si la est erilidad se debe al cuerpo,
ent onces el cuerpo est á degenerado, y m al; si se debe a un nivel dem asiado alt o de
casam ient o, ent onces est á m al el nivel dem asiado alt o de casam ient o; si se debe a una falsa
filosofía del individualism o, ent onces est á m al la filosofía del individualism o; y si se debe a
t oda la arm azón del sist em a social, ent onces t oda la arm azón del sist em a social est á m al.
Quizá los hom bres y las m uj eres del siglo XX llegarán a ver est a verdad cuando hayam os
hecho m ás progresos en la ciencia de la biología y exist a una m ej or com prensión de nosot ros
m ism os com o seres hum anos. Est oy m uy convencido de que el siglo XX será el siglo de la
biología, com o el siglo XI X fue el siglo de la ciencia nat ural com parada. Cuando el hom bre
llegue a com prenderse m ej or y adviert a la inut ilidad de com bat ir cont ra sus propios inst int os,
de que le ha dot ado la nat uraleza, apreciará m ás t an sencilla sabiduría. Ya vem os signos de
est a crecient e sabiduría biológica y m édica, cuando sabem os que el psicólogo suizo Jung
aconsej a a las ricas m uj eres, que son sus pacient es, que vuelvan al cam po y críen pollos,
niños y zanahorias. Lo m alo de las pacient es ricas es que no est án funcionando
biológicam ent e, o que su funcionam ient o biológico es vergonzosam ent e baj o de calidad.
El hom bre no ha aprendido a vivir con la m uj er, desde que com enzó la hist oria. Lo
ext raño es que ningún hom bre ha vivido sin la m uj er, a pesar de eso. Ningún hom bre puede
hablar desdeñosam ent e de la m uj er si adviert e que nadie ha llegado a est e m undo sin una
m adre. Desde el nacim ient o hast a la m uert e est á rodeado de m uj eres, com o m adre, esposa e
hij as, y aunque no se case t endrá que depender de su herm ana, com o Willíam Wordswort h, o
depender de su am a de llaves, com o Herbert Spencer. Ninguna filosofía, por bella que sea, va
a salvar su alm a si no puede est ablecer una debida relación con su m adre y su herm ana, y si
no puede est ablecer la debida relación ni siquiera con su am a de llaves, ¡qué Dios t enga
piedad de él!
Hay ciert a t ragedia en un hom bre que no ha logrado la debida relación con la m uj er y
que ha llevado una vida m oral desviada, com o Osear Wilde, que aun exclam a: " ¡El hom bre no
puede vivir con una m uj er, ni puede vivir sin ella! " De m odo que parece que la sabiduría
hum ana no ha progresado un cent ím et ro ent re el aut or de un cuent o hindú y Osear Wilde, en
los com ienzos del siglo XX, porque ese aut or de un cuent o hindú de la Creación expresó
esencialm ent e el m ism o pensam ient o hace cuat ro m il años. Según est a hist oria de la Creación,
al crear a la m uj er Dios t om ó la belleza de las flores, el cant o de los páj aros, los colores del
arcoiris, el beso de la brisa, la risa de las olas, la dulzura del cordero, la ast ucia del zorro, la
im predict ibilidad de las nubes y la volubilidad de la lluvia, y t ej ió t odo en form a de m uj er, y la
present ó al hom bre por esposa. Y el Adán hindú fue feliz, y él y su esposa am bularon por la
herm osa t ierra. Al cabo de unos pocos días. Adán fue a Dios y le dij o: " Llévat e a est a m uj er de
m i lado, porque no puedo vivir con ella" . Y Dios escuchó est e pedido y se llevó a Eva. Adán se
sint ió solo ent onces, y desgraciado, y a los pocos días fue ot ra vez ant e Dios y le dij o:
" Devuélvem e m i m uj er, porque no puedo vivir sin ella" . Ot ra vez escuchó Dios el pedido y le
devolvió a Eva. Unos pocos días m ás t arde, Adán volvió ant e Dios y pidió: " Por favor, t om a a
est a Eva que has creado, porque j uro que no puedo vivir con ella" . En Su infinit a sabiduría.
Dios consint ió nuevam ent e. Cuando por fin Adán se present ó una cuart a vez y se quej ó de que
no podía vivir sin su com pañera. Dios le hizo prom et er que no cam biaría ot ra vez de opinión, y
que iba a unir su suert e a la de su m uj er, y vivir j unt os en est a t ierra com o m ej or pudieran. No
creo que haya cam biado m ucho est e cuadro, aun hoy.'
I I . EL CELI BATO, RAREZA D E LA CI VI LI ZACI ÓN
La adopción de un punt o de vist a biológico t an sencillo y nat ural im plica dos conflict os:
prim ero, el conflict o ent re el individualism o y la fam ilia, y segundo, un conflict o m ás profundo:
ent re la est éril filosofía del int elect o y la m ás cálida filosofía del inst int o. Porque el
individualism o y el cult o del int elect o suelen cegar a un hom bre para las bellezas de la vida
hogareña, y ent re los dos creo que el prim ero no es t an m aligno com o el segundo. Un hom bre
que crea en el individualism o y lo lleve a sus consecuencias lógicas, puede ser aún un ser m uy

87
La importancia de vivir Lin Yutang

int eligent e; pero un hom bre que cree en la cabeza fría cont ra el corazón t ibio, es un t ont o.
Para el colect ivism o de la fam ilia com o unidad social puede haber sust it ut os, pero no para la
pérdida de los inst int os del apaream ient o y el pat erno- m at erno.
Tenem os que part ir de la prem isa de que el hom bre no puede vivir solo en est e m undo y
ser feliz, sino que debe asociarse con un grupo en t orno. El yo del hom bre no est á lim it ado por
sus proporciones corporales, pues hay un yo m ucho m ás grande que se ext iende hast a donde
llegan sus act ividades m ent ales y sociales. En cualquier edad y país, y baj o cualquier norm a de
gobierno, la verdadera vida que algo significa para el hom bre no es coext ensiva, j am ás, con su
país o su edad, sino que consist e en ese círculo m enor de sus relaciones y act ividades, que
llam am os el " yo m ayor" . En est a unidad social vive y se m ueve y t iene su ser. Tal unidad
social puede ser una parroquia, o una escuela, o una prisión, o una casa de negocios, o una
sociedad secret a, o una organización filant rópica. Est as pueden ocupar el lugar del hogar com o
unidad social, y desplazarlo del t odo a veces. La m ism a religión, o acaso un gran m ovim ient o
polít ico, puede consum ir el ser ent ero de un hom bre. Pero de t odos esos grupos, el hogar
sigue siendo la única unidad nat ural y biológicam ent e real, sat isfact oria y significat iva de
nuest ra exist encia. Es nat ural porque cada hom bre se encuent ra ya en su hogar cuando nace y
t am bién porque sigue est ando en un hogar durant e su vida; y es biológicam ent e real porque la
relación de la sangre prest a realidad visible a la noción de ese yo m ayor. Quien no consiga
hacer un éxit o de est a vida nat ural del grupo, no puede esperar que hará un éxit o de la vida
en ot ros grupos. Confucio dice: " Los j óvenes deberían aprender a ser filiales en el hogar y
respet uosos en la sociedad; deberían ser conscient es y honest os, y am ar a t odas las personas
y asociarse con los caballeros bondadosos. Si después de cum plir est os precept os les queda
energía, que lean libros." Apart e de la im port ancia de est a vida del grupo, el hom bre se
expresa y se cum ple plenam ent e y llega al m ás alt o desarrollo de su personalidad sólo en el
com plem ent am ient o arm onioso de un adecuado m iem bro del ot ro sexo.
La m uj er, que t iene un sent ido biológico m ás profundo que el hom bre, lo sabe.
Subconscient em ent e, t odas las niñas chinas sueñan con la roj a falda de bodas y el palanquín
nupcial, y t odas las niñas occident ales sueñan con el velo de novia y las cam panas de la boda.
La nat uraleza ha dot ado a las m uj eres de un inst int o m at ernal dem asiado poderoso para que
se la apart e fácilm ent e del cam ino por una civilización art ificial. No dudo de que la nat uraleza
concibe a la m uj er sobre t odo com o m adre, m ás que com o esposa, y la ha dot ado de
caract eríst icas m orales y m ent ales que at añen a su papel com o m adre, y que encuent ran su
verdadera explicación y unidad en el inst int o m at ernal: realism o, j uicio, paciencia, paciencia
por los det alles, am or por los que son pequeños y desvent urados, deseo de cuidar a alguien,
fuert e am or y odio anim ales, gran prej uicio personal % em ot ivo y una perspect iva
generalm ent e personal sobre las cosas. La filosofía, por lo t ant o, ha errado m ucho el cam ino al
abandonar el concept o de la nat uraleza m ism a y t rat ar de hacer felices a las m uj eres sin t om ar
en cuent a est e inst int o m at ernal que es el rasgo dom inant e y la explicación cent ral de t odo su
ser. Así, en t odas las m uj eres sin educación o cuerdam ent e educadas, el inst int o m at ernal no
est á j am ás suprim ido, aparece en la niñez y se hace cada vez m ás fuert e en la adolescencia
hast a la m adurez, en t ant o que, en el hom bre, el inst int o pat ernal rara vez se hace conscient e
hast a después de los t reint a y cinco años de edad, o en cualquier caso hast a que t enga un hij o
o una hij a de cinco años. No creo que un hom bre de veint icinco años piense j am ás en ser
padre. Se enam ora de una m oza y accident alm ent e produce un bebé y se olvida de t odo, en
t ant o que los pensam ient os de su esposa no se ocupan de ot ra cosa, hast a que un día,
pasados ya los t reint a años, el padre adviert e de pront o que t iene un hij o o una hij a a quien
puede llevar al m ercado y m ost rar a sus am igos, y sólo ent onces em pieza a sent irse pat ernal.
Pocos hom bres de veint e o veint icinco años son los que no se diviert en con la idea de llegar a
ser padres, y fuera de esa diversión poco es lo que piensan en el asunt o, en t ant o que t ener
un hij o, o aun esperarlo, es probablem ent e la cosa m ás seria que ocurre j am ás en la vida de
una m uj er, y cam bia t odo su ser hast a el punt o de efect uar una t ransform ación en su caráct er
y sus cost um bres. El m undo se conviert e en un m undo diferent e para ella, cuando una m uj er
est á por ser m adre. Desde ese m om ent o no le queda duda alguna en el ánim o en cuant o a su
m isión en la vida o al propósit o de su exist encia. Se la necesit a. Y funciona. He vist o la m ás
m im ada y regalona hij a única de una rica fam ilia china convert ida en una m uj er heroica, y la
he vist o perder el sueño durant e m eses m ient ras su hij o est uvo enferm o. En el plan de la
nat uraleza, no es necesario un inst int o pat ernal así, y no se produce t am poco, porque, com o el
pat o o el ganso, t iene poco int erés por su cría, fuera de haber cont ribuido con su part e. Las
88
La importancia de vivir Lin Yutang

m uj eres, por consiguient e, sufren fisiológicam ent e en grado sum o cuando est a fuerza m ot riz
cent ral de su ser no se expresa y no funciona. Nadie debe decirm e cuan buena es la
civilización nort eam ericana con las m uj eres, cuando perm it e que t ant as m uj eres buenas
queden solt eras sin haber t enido culpa.
No dudo que el desaj ust e de los m at rim onios nort eam ericanos se debe m uy
principalm ent e a est a discrepancia ent re el inst int o m at ernal de las m uj eres y el inst int o
pat ernal de los hom bres. Lo que se llam a " inm adurez em ot iva" de los j óvenes nort eam ericanos
no puede t ener ot ra explicación que est e hecho biológico; los hom bres que se crían baj o un
sist em a social de exceso de m im os a la j uvent ud, no poseen el freno nat ural del pensam ient o
responsable que t ienen las niñas debido a su m ayor inst int o m at ernal. Sería ruinoso que la
nat uraleza no proveyera a las m uj eres de suficient e sobriedad cuando est án fisiológicam ent e
pront as para llegar a m adres, pero la nat uraleza lo hace. Los hij os de fam ilias pobres ven
incluido en sus sist em as el pensam ient o de responsabilidad por las circunst ancias m ás
penosas, y de est e m odo sólo quedan los hij os m im ados de fam ilias ricas —en una nación que
venera y m im a a la j uvent ud— en una condición ideal para convert irse en incom pet ent es
sociales y em ocionales.
Después de t odo, sólo nos int eresa la pregunt a " ¿Cóm o vivir una vida m ás feliz?" , y no
puede ser feliz ninguna vida a m enos que allende las consecuencias superficiales de la vida
ext erna j ueguen y encuent ren un desahogo norm al los resort es m ás profundos del caráct er. El
celibat o com o ideal en la form a de " carrera personal" lleva consigo, no sólo una lacra
individualist a, sino t am bién ot ra t ont am ent e int elect ual, y por est a últ im a razón se le debe
condenar. Siem pre sospecho que el solt erón o la solt erona que lo siguen siendo por elección,
son int elect uales inefect ivos, dem asiado ocupados con sus consecuencias ext ernas, que creen
que, com o seres hum anos, pueden encont rar la felicidad en un defect uoso sust it ut o de la vida
de hogar, o que pueden encont rar un int erés int elect ual, art íst ico o profesional profundam ent e
sat isfact orio.
Lo niego. Est e espect áculo del individualism o, de la solt ería y la carencia de hij os, de
t rat ar de encont rar sust it ut os de una vida plena y sat isfact oria en " carreras" y realizaciones
personales o en cam pañas para im pedir la crueldad con los anim ales, m e ha sorprendido
siem pre com o algo t ont o y cóm ico. Est o es fisiológicam ent e sint om át ico en el caso de esas
viej as solt eronas que t rat an de procesar al gerent e de un circo por su crueldad con los t igres,
porque han despert ado sus sospechas las m arcas de lat igazos en el lom o de los anim ales.
Est as prot est as parecen provenir de un inst int o m at ernal m al dirigido, aplicado a una especie
que no corresponde, com o si los t igres verdaderos j am ás se hubieran ocupado de unos pocos
lat igazos. Est as m uj eres t ant ean vagam ent e en busca de un lugar en la vida y t rat an con
m ucho em peño de parecer convincent es, ant e sí m ism as y ant e los ot ros.
Las recom pensas de las realizaciones polít icas, lit erarias y art íst icas producen en sus
aut ores solam ent e una risit a pálida, int elect ual, en t ant o que son im posibles de describir con
palabras, e inm ensam ent e reales, las recom pensas de ver crecer hij os fuert es y sanos.
¿Cuánt os aut ores y art ist as est án sat isfechos con sus realizaciones cuando llegan a viej os, y
cuánt os las consideran sólo sim ples product os de un pasat iem po, j ust ificables sobre t odo com o
m edios de ganarse la vida? Se dice que pocos días ant es de su m uert e Herbert Spencer hizo
apilar sobre su falda los dieciocho volúm enes de La filosofía sint ét ica y que, al sent ir su peso
frío, se pregunt ó si no habría sido m ej or t ener un niet o en lugar de esa obra. ¿No habría
cam biado la sabia Elia t odo el conj unt o de sus ensayos por uno de sus " niños de ensueño" ? Ya
es m alo t ener azúcar- Ersat z, m ant eca- Ersafz, y algodón- Ersafz, ¡pero debe ser deplorable
t ener hij os- Ersafz! No pongo en duda que hubo una sat isfacción m oral y est ét ica para John D.
Rockefeller en la idea de que había cont ribuido t ant o a la felicidad hum ana en t an vast as
regiones. Pero, al m ism o t iem po, no dudo de que esa sat isfacción m oral y est ét ica fue
sum am ent e débil y pálida, t ant o, que sería fácilm ent e cont rarrest ada por un golpe est úpido en
la cancha de golf, y que su sat isfacción verdadera, perdurable, era John D. ( hij o) .
Si m iram os desde ot ro lado, la felicidad es sobre t odo cuest ión de encont rar un t rabaj o
en la vida, el t rabaj o que uno quiere. Dudo que el novent a por cient o de los hom bres y
m uj eres ocupados en una profesión hayan encont rado el t rabaj o que en realidad les gust a.
Sospecho que la t an repet ida declaración de " Adoro m i t rabaj o" , debe ser t om ada con un
grano de sal. Nadie dice " Adoro m i hogar" , porque es cosa que se da por sent ada. El hom bre
de negocios com ún va a la oficina casi con el m ism o espírit u con que las m uj eres chinas

89
La importancia de vivir Lin Yutang

producen hij os: t odo el m undo lo hace, ¿qué ot ra cosa puedo hacer yo? " Adoro m i t rabaj o" , así
dicen t odos. Tal declaración es una m ent ira en el caso de los ascensorist as y las t elefonist as y
los dent ist as, y una burda exageración en el caso de periodist as, agent es de bienes raíces y
corredores de bolsa. Con la excepción del explorador del Árt ico o el hom bre de ciencia que est á
en su laborat orio, dedicado a la labor de descubrim ient o, creo que lo m ej or que podem os
esperar es que nos gust e nuest ro t rabaj o, que nos sea llevadero. Pero aun adm it iendo una
figura de lenguaj e, no hay com paración ent re el am or por el t rabaj o y el am or de la m adre por
sus hij os. Muchos hom bres t ienen dudas acerca de su verdadera vocación, y cam bian de una a
ot ra, pero j am ás hay una duda en el ánim o de una m adre con respect o al t rabaj o de su vida,
que es cuidar y guiar a sus pequeños. Algunos polít icos t riunfant es han abandonado la polít ica,
algunos redact ores afam ados han abandonado el t rabaj o en su revist a, algunos aviadores
conocidos han dej ado de volar, algunos boxeadores adinerados han dej ado el ring, y algunos
act ores o act rices t riunfant es han abandonado las t ablas, pero, ¡ im aginad a una m adre,
t riunfant e o no en su t rabaj o, que renuncie a la m at ernidad! Es inaudit o. La m adre t iene la
sensación de que se la necesit a; ha encont rado un lugar en la vida y t iene la honda convicción
de que nadie en el m undo puede ocupar su lugar, una convicción m ás profunda que la de
Hit ler de que debe salvar a Alem ania. ¿Y qué puede dar al hom bre o a la m uj er una felicidad
m ayor, m ás honda, que la sat isfacción de saber que t iene un lugar definido en la vida? ¿No es
cosa de sent ido com ún decir que en t ant o que m enos del cinco por cient o de la gent e t iene la
fort una de encont rar y dedicarse al t rabaj o que am a, el cien por cient o de los progenit ores
encuent ra que el t rabaj o de cuidar de sus hij os es el m ás hondo y el m ás caut ivador de los
m ot ivos de la vida? ¿No es ciert o, ent onces, que la probabilidad de encont rar la verdadera
felicidad es m ás segura y m ayor para una m uj er si est á dedicada a ser m adre que si est á
dedicada a ser arquit ect o, por cuant o la nat uraleza j am ás falla? ¿No es ciert o que el
m at rim onio es la m ej or profesión para las m uj eres?
Mis lect ores fem inist as deben haber present ido est o hace m ucho, y poco a poco han
com enzado a t em blar de rabia, al ent usiasm arm e yo m ás y m ás por el hogar, sabiendo que la
cruz del hogar debe ser llevada event ualm ent e por las m uj eres. Tal es, exact am ent e, m i
int ención y m i t esis. Queda por ver quién es m ás bueno con las m uj eres, porque nos int eresa
solam ent e la felicidad de las m uj eres, no la felicidad en t érm inos de realizaciones sociales, sino
en t érm inos de profundidades del ser personal. Aun desde el punt o de vist a de la apt it ud y la
com pet encia, no t engo dudas de que hay m enos president es de banco realm ent e apt os para
sus funciones que m uj eres apt as para la m at ernidad. Tenem os j efes de depart am ent o m uy
incom pet ent es, gerent es de negocio incom pet ent es, banqueros incom pet ent es, y president es
incom pet ent es, pero rara vez t enem os m adres incom pet ent es. De m odo que cuando las
m uj eres son apt as para la m at ernidad, la necesit an y lo saben. Ent iendo que ha habido un
m ovim ient o en la buena dirección, en la dirección opuest a al ideal fem inist a, ent re las niñas
universit arias nort eam ericanas del día, de m odo que ahora la m ayoría de ellas pueden m irar a
la vida con suficient e cordura com o para decir abiert am ent e que quieren casarse. La m uj er
ideal, para m í, es la que am a sus cosm ét icos j unt o con sus m at em át icas, y que es m ás
fem enina que fem inist a/ Que t engan sus cosm ét icos, y si t odavía les queda energía, com o diría
Confucio, que j ueguen t am bién con las m at em át icas.
Debe ent enderse que hablam os del prom edio ideal del hom bre o m uj er prom edios. Hay
m uj eres dist inguidas y t alent osas, com o hay hom bres dist inguidos y t alent osos, cuya
capacidad creadora es la causa de los verdaderos progresos del m undo. Si pido a la m uj er
com ún que considere el m at rim onio com o profesión ideal y que t enga hij os y quizá t am bién
que lave plat os, t am bién pido al hom bre com ún que olvide las art es y gane para el pan
fam iliar, cort ando cabellos o lust rando zapat os o capt urando ladrones o rem endando ollas o
at endiendo com ensales. Com o alguien t iene que t ener los hij os y cuidarlos y ver que pasen el
saram pión y criarlos para que sean buenos y sabios ciudadanos, y com o los hom bres no sirven
para nada si se t rat a de t ener hij os y son t erriblem ent e t orpes para alzarlos y bañarlos, pienso
nat uralm ent e en las m uj eres para hacer ese t rabaj o. No est oy t an seguro de cuál es el t rabaj o
m ás noble —com parando los «^ prom edios—: si el de criar niños o el de cort ar el cabello de los
dem ás o luSt rar los zapat os de los dem ás o abrir puert as en las t iendas. No veo por qué t ienen
que quej arse las m uj eres de lavar plat os, si sus m aridos t ienen que abrir puert as para que
pasen unos ext raños en las t iendas. Los hom bres solían est ar det rás de los m ost radores, y
ahora las j óvenes han corrido a ocupar sus lugares, m ient ras los hom bres abren las puert as, y
bienvenidos sean si creen que es un t rabaj o m ás noble. Considerado com o m edio de vida,
90
La importancia de vivir Lin Yutang

ningún t rabaj o es noble y ningún t rabaj o es innoble. Y rio est oy t an seguro de que cuidar
som breros de hom bres desconocidos sea necesariam ent e m ás rom ánt ico que rem endar las
m edias del m arido. La diferencia ent re la j oven del guardarropa y la zurcidora de m edias en el
hogar es que la zurcidora de m edias t iene un hom bre cuyos dest inos es su privilegio presidir,
en t ant o que la chica del guardarropa no lo t iene. Es de esperar, por consiguient e, que quien
usa las m edias m erezca el t rabaj o de la m uj er, pero t am bién sería un pesim ism o inj ust ificado
est ablecer com o regla general que sus m edias no m erecen los zurcidos de la m uj er. No t odos
los hom bres son t an poco com o eso. Lo im port ant e es que no puede denom inarse una act it ud
social cuerda a la presunción general de que la vida hogareña, con su t area im port ant e y
sagrada de criar e influir a los j óvenes de la raza, es dem asiado baj a para las m uj eres. Tal
presunción es posible solam ent e en una cult ura en que no se respet a suficient em ent e a la
m uj er, al hogar y a la m at ernidad.

I I I . D E LA ATRACCI ÓN SEXUAL
Det rás de la fachada de los derechos de la m uj er y de los crecient es privilegios sociales
para las m uj eres, siem pre he creído que no se reconoce lo debido a la m uj er, ni siquiera en la
m oderna Nort eam érica. Esperem os que m i im presión sea incorrect a y que con el increm ent o
de los derechos de la m uj er no haya decrecido la caballerosidad. Porque las dos cosas no van
necesariam ent e j unt as: la caballerosidad, o sea el verdadero respet o por las m uj eres, y el
perm it ir a las m uj eres que gast en dinero, que vayan donde les plazca, que ocupen cargos
ej ecut ivos y que vot en. Me ha parecido ( com o ciudadano del Viej o Mundo con la perspect iva
del Viej o Mundo) que hay cosas que im port an y cosas que no im port an, y que las m uj eres
nort eam ericanas est án m uy por delant e de sus herm anas del Viej o Mundo en t odas las cosas
que no im port an, y siguen est ando en la m ism a sit uación en t odas las cosas que im port an. De
t odos m odos, no hay índice claro de una m ayor caballerosidad en Am érica que en Europa. La
verdadera aut oridad que ej ercit a la m uj er nort eam ericana deriva t odavía de su viej o t rono
t radicional —el hogar—, desde el cual preside com o un feliz ángel guardián. He vist o t ales
ángeles, pero solam ent e en la sant idad de un hogar privado, donde una m uj er revolot ea en la
cocina o en la sala, señora verdadera de un hogar consagrado al am or fam iliar. En ciert o m odo
se desprende de ella una irradiación que sería inconcebible o est aría fuera de lugar en una
oficina.
¿Es solam ent e porque la m uj er es m ás encant adora y m ás graciosa en un vest ido de
gasa que en una chaquet a de negocios, o se t rat a apenas de m i im aginación? La raíz del
asunt o est á en el hecho de que las m uj eres se hallan en el hogar com o peces en el agua.
Vest id a las m uj eres con chaquet as de negocios y los hom bres las considerarán com o co-
t rabaj adores, con derecho a crit icarlas; pero dej adlas flot ar en georget t e o chiffon durant e una
de las siet e horas de oficina que t iene el día, y los hom bres renunciarán a t oda idea de
com pet ir con ellas y se lim it arán a echarse at rás en sus sillas, y ext rañarse y quedar
boquiabiert os. Som et idas a la rut ina de los negocios, las m uj eres se disciplinan m uy
fácilm ent e, y result an m ej ores t rabaj adores de rut ina que los hom bres, pero en cuant o cam bia
la at m ósfera de la oficina, com o cuando el personal de una casa de negocios se encuent ra en
una fiest a de bodas, veréis que las m uj eres vuelven inm ediat am ent e a lo que son,
aconsej ando a sus colegas m asculinos, o a sus pat rones, que se hagan cort ar el cabello, o
dónde pueden conseguir la m ej or loción para curar la caspa. En la oficina, las m uj eres hablan
con civilidad; fuera de la oficina, hablan con aut oridad.
Hablando francam ent e desde un punt o de vist a de hom bre —de nada vale fingir que
hablo en ot ra form a— creo que la aparición de las m uj eres en público ha sum ado m ucho al
encant o y la am enidad de la vida, de la vida en las oficinas y en la calle, para beneficio de los
hom bres; que en las oficinas las voces son m ás dulces, los colores m ás alegres y los escrit orios
m ás lim pios. Creo t am bién que no poco de la at racción sexual o el deseo de at racción sexual
provist o por la nat uraleza ha cam biado, pero que en los Est ados Unidos los hom bres pasan
rat os m ej ores porque las m uj eres nort eam ericanas t rat an de com placer a los hom bres con
m ás em peño que, por ej em plo, las m uj eres chinas, por cuant o se refiere al " sex appeal" . Y m i
conclusión es que en Occident e se piensa dem asiado en el sexo y dem asiado poco en las
m uj eres.

91
La importancia de vivir Lin Yutang

Las m uj eres occident ales pasan casi t ant o t iem po en arreglarse el cabello com o el que
solían em plear las m uj eres chinas; at ienden a su t ocado m ás abiert a, const ant e y
ubicuam ent e; hacen diet a, ej ercicios y m asaj es y con m ás asiduidad leen avisos para
conservar la siluet a; agit an las piernas en la cam a para reducir la cint ura m ás religiosam ent e;
se hacen quit ar las arrugas y t eñir el pelo a una edad en que ninguna m uj er china pensó j am ás
en hacer t ales cosas. Gast an m ás, y no m enos, dinero en lociones y perfum es, y dan su
auspicio a un gran negocio en coloret es, crem as para el día, crem as para la noche, crem as
para quit ar el coloret e, crem as para poner el coloret e, crem as para la cara, crem as para las
m anos, crem as para lim piar los poros, crem as de lim ón, aceit es para quem arse al sol, aceit es
para las arrugas, aceit es de t ort uga, aceit es de palm a y t odas las variedades que se puedan
concebir de aceit es arom át icos. Acaso t odo eso sea sencillam ent e porque las m uj eres
nort eam ericanas t ienen m ás t iem po y m ás dinero que perder. Quizá se vist an para com placer
a los hom bres y se desvist an para com placerse, o t odo lo cont rario, o las dos cosas a la vez.
Tal vez la razón sea solam ent e que las m uj eres chinas t engan m enos disponibilidad de
t rat am ient os m odernos de belleza, porque vacilo m ucho ant es de t razar una dist inción ent re
las razas cuando se t rat a del deseo fem enino de at raer a los hom bres. ¡Bien que t rat aban las
m uj eres de com placer a los hom bres em pequeñeciéndose los pies hace m edio siglo, y ahora
han hecho alegrem ent e el cam ino que va desde los pies at ados a los t acos alt os! No suelo ser
profet a, pero puedo decir con profét ica convicción que en un fut uro inm ediat o las m uj eres
chinas pasarán diez m inut os cada m añana m oviendo las piernas de arriba para abaj o, para
com placerse o para com placer a sus m aridos. Pero el hecho evident e est á ahí: las m uj eres
nort eam ericanas del present e parecen t rat ar con m ás em peño de com placer a los hom bres,
pues dedican m ás pensam ient os a su " sex appeal" corporal y se vist en con una m ej or
com prensión del " sex appeal" . El result ado net o es que la m uj er, en conj unt o, según la vem os
en parques y calles, t iene m ej or siluet a y est á m ej or vest ida, gracias a los cont inuos y
t rem endos esfuerzos diarios de las m uj eres por conservar la siluet a, con gran deleit e para los
hom bres. Pero im agino cóm o debe pesar sobre sus nervios. Y cuando hablo de at racción
sexual, lo hago en cont rast e con at racción de la m at ernidad, o de la at racción fem enina en
conj unt o. Sospecho que est a fase de la civilización m oderna ha est am pado su caráct er sobre el
am or y el m at rim onio m odernos.
El art e ha hecho que el hom bre m oderno t enga conciencia del sexo. No m e cabe duda.
Prim ero el art e, y después la explot ación com ercial del cuerpo fem enino, hast a su últ im a curva
u ondulación m uscular, y hast a la últ im a uña pint ada de los dedos del pie. Jam ás he vist o t an
com plet am ent e explot ada con fines com erciales cada una de las part es del cuerpo de la m uj er,
y m e es difícil com prender cóm o se han, som et ido t an dulcem ent e las m uj eres
nort eam ericanas a est a explot ación de sus cuerpos. Para un orient al, es difícil conciliar est a
explot ación com ercial del cuerpo fem enino con el respet o por las m uj eres. Los art ist as la
llam an belleza, los espect adores de t eat ro la llam an art e, sólo los product ores y gerent es
hablan honradam ent e de " sex appeal" , y los hom bres en general pasan un buen rat o. Es t ípico
de una sociedad hecha por el hom bre y regida por el hom bre, que se desnude a las m uj eres
para la explot ación com ercial, y casi nunca a los hom bres, salvo unos pocos acróbat as. En el
escenario podem os ver m uj eres casi desvest idas, pero los hom bres conservan sus t raj es; en
un m undo regido por las m uj eres veríam os, ciert am ent e, a los hom bres sem idesnudos, y a las
m uj eres con largos vest idos. Los art ist as est udian igualm ent e la anat om ía m asculina y la
fem enina, pero no sé por qué les es difícil dar provecho com ercial a su est udio del cuerpo
m asculino cuando es herm oso. El t eat ro desnuda para excit ar, pero generalm ent e desnuda a
las m uj eres para excit ar a los hom bres, y no desnuda a los hom bres para excit ar a las
m uj eres. Aun en las exhibiciones de clase superior, donde se procura ser art íst ico y m oral a la
vez, se perm it e a las m uj eres que sean art íst icas y a los hom bres que sean m orales, pero
j am ás se insist e en que las m uj eres sean m orales y los hom bres art íst icos. ( Todos los hom bres
que act úan en t eat ros de variedades se lim it an a t rat ar de ser graciosos, aun cuando se
dediquen a la danza, que se supone es " art íst ica" .) Los anuncios com erciales recogen el t em a y
lo ej ecut an en int erm inables variaciones, de m anera que t odo lo que necesit a hacer hoy un
hom bre cuando quiere ser " art íst ico" es t om ar un ej em plar de cualquier revist a y recorrer las
páginas de avisos. El result ado es que las m ism as m uj eres est án t an im presionadas con el
deber de ser art íst icas, que acept an inconscient em ent e la doct rina y pasan ham bre o se
som et en a m asaj es y rigurosa disciplina, a fin de cont ribuir a un m undo m ás herm oso. Las de

92
La importancia de vivir Lin Yutang

m enos claro ent endim ient o se ven llevadas casi a pensar que el único m odo de conseguir un
hom bre y conservarlo es em plear el " sex appeal" .
Considero que est a sobreacent uación de la at racción sexual com prende un crit erio
adolescent e e inadecuado de la nat uraleza t oda de la m uj er, con ciert as consecuencias sobre el
caráct er del am or y el m at rim onio, cuya concepción se hace t am bién falsa e inadecuada. Se
piensa así en la m uj er m ás com o posibilidad de apaream ient o que com o espírit u que debe
presidir el hogar. La m uj er es esposa y m adre, pero si se acent úa el sexo com o t al, la noción
de la hem bra desplaza a la noción de la m adre, e insist o en que la m uj er llega a su est ado m ás
noble sólo com o m adre, y que una esposa que por propia elección se niega a ser m adre,
inm ediat am ent e pierde una gran part e de su dignidad y seriedad y se halla en peligro de
convert irse en un j uguet e. Para m í, cualquier .esposa sin hij os es una am ant e, y cualquier
am ant e con hij os e s una esposa sea cual fuere su sit uación legal. Los hij os ennoblecen y
sant ifican a la am ant e, y la ausencia de hij os degrada a la esposa. Es una verdad de a puño
que m uchas m uj eres m odernas se niegan a t ener hij os porque el em barazo les arruinaría la
siluet a.
El inst int o am oroso t iene una cont ribución propia que hacer al enriquecim ient o de la vida,
pero puede excederse en det rim ent o de la m uj er m ism a. El esfuerzo de m ant ener elevada la
at racción sexual cae necesariam ent e sobre los nervios de las m uj eres, no de los hom bres. Es
inj ust o, t am bién, porque, al dar prim as a la belleza y la j uvent ud, las m uj eres m aduras se ven
ant e la desesperanzada t area de luchar cont ra las canas y el curso del t iem po. Un poet a chino
nos ha advert ido ya que la fuent e de la j uvent ud es un engaño, que nadie puede " at ar un
cordel al sol" y det ener su carrera. El esfuerzo de la m uj er m adura por conservar la at racción
sexual se conviert e así en una ardua carrera con los años, lo cual es insensat o. Sólo el hum or
puede salvar la sit uación. Si de nada vale librar una lucha sin esperanzas cont ra la ancianidad
y las canas, ¿por qué no decir ent onces que las canas son herm osas? Así cant a Chu Tu:
He ganado blancas canas, cent enares, en m i cabeza.
Tan pront o com o las quit o, aparecen m uchas ot ras.
¿Por qué quit arlas, ent onces, por qué no dej arlas solas?
¿Quién t iene t iem po para la lucha cont ra la plat eada hebra?
Todo est o es ant inat ural e inj ust o. Es inj ust o con las m adres y las m uj eres ancianas,
porque así com o un cam peón de peso pesado debe ent regar su t ít ulo a los pocos años a un
desafiant e m ás j oven, y así com o un caballo m ás viej o debe ceder en carrera al que t iene
j uvent ud, t am bién las m uj eres ancianas libran una bat alla perdida cont ra las m uj eres j óvenes,
y al fin y al cabo t odas luchan cont ra su propio sexo. Es t ont o, peligroso y sin esperanzas para
las m uj eres m aduras enfrent ar a las j óvenes en el t erreno de la at racción sexual. Es t ont o,
adem ás, porque hay en la m uj er algo m ás que su sexo, y aunque la cort e y los am oríos se
basan en gran part e, necesariam ent e, en los at ract ivos físicos, los hom bres y las m uj eres m ás
m aduros deberían haber dej ado at rás t al cosa.
El hom bre, ya lo sabem os, es el anim al m ás enam oradizo del reino zoológico. Adem ás de
su inst int o am oroso, sin em bargo, hay un inst int o pat erno o m at erno igualm ent e fuert e, cuyo
result ado es la vida fam iliar hum ana. Los inst int os am oroso y pat ernal est án com part idos en
com ún con casi t odos los anim ales, pero parece que los orígenes de la vida .fam iliar del
hom bre se encuent ran ent re los gibones. Exist e, no obst ant e, el peligro de que el inst int o
am oroso subyugue al inst int o de fam ilia en una cult ura excesivam ent e com plej a que rodea al
hom bre de const ant es est ím ulos sexuales en el art e, el cinem at ógrafo y el t eat ro. En est a
cult ura se puede olvidar fácilm ent e la necesidad del ideal de fam ilia, especialm ent e cuando,
adem ás, hay una corrient e de ideas individualist as. En una sociedad así, pues, obt enem os un
ext raño punt o de vist a sobre el m at rim onio, y pensam os que consist e en et ernos besos, que
t erm inan en general con las cam panas de la boda, y un ext raño punt o de vist a sobre la m uj er,
en la que pensam os sobre t odo com o hem bra del hom bre y no com o m adre. La m uj er ideal,
ent onces, llega a ser una j oven de perfect as proporciones físicas y de encant o físico, en t ant o
que para m í la m uj er no es j am ás t an herm osa com o cuando se halla de pie j unt o a una cuna,
j am ás t an seria y t an digna com o cuando t iene a un niño sobre el pecho y conduce de la m ano
a un niño de cuat ro o cinco años, y j am ás t an feliz com o cuando, según he vist o en un cuadro
occident al, est á t endida en cam a cont ra una alm ohada y j uega con el niño que t iene al pecho.
Tal vez t enga yo un com plej o de m at ernidad, pero no hay que preocuparse, porque los
com plej os psicológicos nunca hacen daño a un chino. Siem pre m e parece ridícula y poco

93
La importancia de vivir Lin Yutang

convincent e cualquier sugest ión de que un chino t enga un com plej o de Edipo, o un com plej o
de padre e hij a, o un com plej o de hij o y m adre. Sugiero que m i crit erio de la m uj er no se debe
a un com plej o de m at ernidad, sino a la influencia del ideal chino de la fam ilia.

I V. EL I D EAL FAM I LI AR CH I N O
Creo, casi, que la hist oria de la Creación en el Génesis debe ser redact ada de nuevo y
por ent ero. En la novela china Sueño de la cám ara roj a, el m ozo, que es su prot agonist a, un
sent im ent al afem inado m uy afect o a la com pañía de las m uj eres, que adm ira int ensam ent e a
sus herm osas prim as y llega a sent ir lást im a de ser varón, dice que " la m uj er est á hecha de
agua y el hom bre de arcilla" , por la razón de que cree que sus prim as son dulces y puras y
hábiles, en t ant o que él y sus com pañeros son feos y t orpes y m alhum orados. Si quien escribió
el Génesis hubiese sido Paoyü y sabido de qué hablaba, habría escrit o un relat o diferent e. Dios
t om ó un puñado de barro, lo m odeló hast a darle form a hum ana y le puso su alient o en la
nariz, y ya est uvo Adán. Pero Adán em pezó a resquebraj arse y a caerse en pedazos, y
ent onces Él t om ó un poco de agua y con el agua m odeló la arcilla, y est a agua que ent ró en el
ser de Adán se llam aba Eva, y sólo cuando t uvo a Eva en su ser fue com plet a la vida de Adán.
Al m enos, ést e m e parece que es el significado sim bólico del m at rim onio. La m uj er es agua y
el hom bre arcilla, y el agua penet ra y m oldea la arcilla, y la arcilla ret iene el agua y le da su
sust ancia, en la cual se m ueve y vive y t iene su pleno ser el agua.
La analogía de la arcilla y el agua en el m at rim onio hum ano fue expresada hace m ucho
t iem po por Madam e Kuan, esposa del gran pint or yüan. Chao Mengfu, y pint ora y m aest ra ella
t am bién en la Cort e I m perial. Cuando, ya m aduros am bos, se enfriaba el ardor de Chao, o por
lo m enos ya pensaba en t om ar una am ant e, Madam e Kuan escribió est e poem a, que llegó al
corazón y cam bió el ánim o de Chao:
Ent r e t ú y yo
Hay dem asiada em oción.
Ese es el m ot ivo
De t al conm oción.
Tom a un m ont ón de arcilla,
Mój alo, fórm alo,
Y de m í habrá algo en t u arcilla.
Y haz una im agen m ía
Y una im agen t uya.
Tíralas luego, róm pelas,
Y agrégales agua.
Une la arcilla y m odélala
En una im agen t uya
Y una im agen m ía.
Ent onces habr á en m i arcilla algo de t í,
Y j am ás nos separará nada;
Vivos, dorm ir em os en la m ism a cam a,
Y m uer t os, j unt os nos sepult arán.
Es cosa bien conocida que la sociedad china y la vida china est án organizadas sobre la
base del sist em a fam iliar. Est e sist em a det erm ina y da color a t odo el pat rón de la vida. ¿De
dónde vino est e ideal fam iliar de la vida? Rara vez se ha pregunt ado t al cosa, porque los
chinos parecen darla por sent ada, en t ant o que los est udiant es ext ranj eros no se sient en
com pet ent es para em prender la t area. Se at ribuye a Confucio haber cont ribuido al fundam ent o
filosófico del sist em a de fam ilia, com o base de t oda la vida social y polít ica, con su enorm e
énfasis en la relación de m arido y m uj er, com o fundam ent o de t odas las relaciones hum anas,
en la piedad filial hacia los padres, las visit as anuales a las t um bas ancest rales, el cult o de los
ant epasados, y la inst it ución del salón ancest ral.
El cult o chino por los ant epasados ha sido llam ado religión por ciert os escrit ores, y creo
que es en gran part e así.
Su aspect o no religioso es la exclusión o el lugar m ucho m enos significat ivo del elem ent o
sobrenat ural. Se dej a casi int act o lo sobrenat ural, y el cult o de los ant epasados puede ir de la
94
La importancia de vivir Lin Yutang

m ano con la creencia en un dios crist iano, budist a o m ahom et ano. Los rit os del cult o de los
ant epasados dan una form a de religión, y son a la vez nat urales y j ust ificables porque t odas
las creencias deben t ener un sím bolo y una form a ext ernos. No creo que los respet os que se
rinden a unas t ablet as cuadradas de m adera, de unos t reint a cent ím et ros de largo y en las que
se inscriben los nom bres de los ant epasados, sean m ás o m enos religiosos que el em pleo de
un ret rat o del Rey en un sello de correos brit ánico. En prim er lugar, se concibe a esos espírit us
ancest rales m enos com o dioses que com o seres hum anos, y se les sigue sirviendo com o lo
fueron por sus descendient es en su ancianidad. No se les hacen ruegos de dones ni plegarias
para que curen enferm edades, y no exist e el acost um brado regat eo ent re el venerado y el que
venera. En segundo lugar, est a cerem onia de cult o no es m ás que una ocasión de piadoso
recuerdo de los ant epasados desaparecidos, en un día consagrado a la reunión de la fam ilia. A
lo sum o, es apenas un pobre sust it ut o de la celebración del cum pleaños del ant epasado
cuando vivía, pero en espírit u no difiere de la celebración del cum pleaños de un progenit or, o
del Día de la Madre en los Est ados Unidos.
La única obj eción que llevó a los m isioneros crist ianos a prohibir a los chinos conversos
que part iciparan en las cerem onias y las fiest as y fest ines com unales del cult o de los
ant epasados es la de que quienes rinden est e cult o se ven obligados a arrodillarse ant e las
t ablet as ancest rales y con ello infringen el prim ero de los Diez Mandam ient os. Est e es quizá el
ej em plo m ás flagrant e de falt a de com prensión por part e de los m isioneros crist ianos. Las
rodillas chinas no son t an preciosas com o las rodillas occident ales, porque nos prost ernam os
ant e em peradores o m agist rados y ant e nuest ros padres, cuando viven, en el Día de Año
Nuevo. Por consiguient e, las rodillas chinas son por nat uraleza m ás flexibles, y no se hace uno
m ás o m enos herej e por arrodillarse ant e una t ablet a de m adera que se parece a un
calendario. En cam bio, los chinos crist ianos de las aldeas y las ciudades se ven forzados a
separarse de la vida general de la com unidad, porque se les prohíbe part icipar en las fiest as, y
hast a dar dinero para las represent aciones t eat rales acost um bradas en t ales ocasiones. Los
chinos crist ianos, por lo t ant o, se excom ulgan práct icam ent e de su propio clan.
No hay duda casi de que en m uchos casos est e sent im ient o de piedad y de obligación
m íst ica hacía la fam ilia llegó a ser una act it ud profundam ent e religiosa. Tenem os, por ej em plo,
el caso de Yen Yüan, uno de los m ás grandes dirigent es confucianist as del siglo XVI I , que ya
anciano em prendió un pat ét ico viaj e en busca de su herm ano, con la esperanza de que ese
herm ano podría t ener un hij o, pues él no lo t enía. Est e discípulo del confucianism o, que creía
en la conduct a m ás que en el conocim ient o, vivía en Szechueü. Su herm ano falt aba desde
hacía años. Cansado de enseñar las doct rinas de Confucio, un día sint ió lo que ent re
m isioneros se consideraría " un llam ado divino" para que fuera en busca de su herm ano
perdido. La sit uación no ofrecía casi esperanzas. No t enía idea de dónde podía est ar su
herm ano, ni siquiera sabía si est aba vivo. Un viaj e era em presa sum am ent e peligrosa en esos
días, y el país est aba en desorden a causa de la caída del régim en Ming. Pero est e anciano
em prendió el viaj e, un viaj e verdaderam ent e religioso, sin ot ros m edios, para encont rar al
herm ano, que los que le proporcionaba la colocación de let reros en las puert as de las ciudades
y en las posadas por donde iba. Así viaj ó desde China occident al hast a las provincias del
Nordest e, cubriendo m ás de m il m illas, y sólo después de m uchos años de desesperada
búsqueda fue conducido al hogar de su herm ano, porque el hij o de ést e reconoció su nom bre
en un paraguas apoyado cont ra una pared m ient ras su dueño est aba en un ret ret e público.
Había m uert o el herm ano, pero Yen logró su m et a, que era encont rar un descendient e varón
para la fam ilia de sus ant epasados.
Nadie sabe por qué hizo t ant o hincapié Confucio en la piedad filial, pero el doct or John C.
H. Wü, en un ilust rat ivo ensayo ( 25 ) , ha sugerido que la razón fue que Confucio nació sin
padre. La razón psicológica es sim ilar, pues, a la del aut or de Hom e Sweet Hom e, que no
conoció un hogar en t oda su vida. Si el padre de Confucio hubiese vivido cuando ést e era niño,
la idea de la pat ernidad no habría sido rodeada por él de t an rom ánt ico resplandor, y si
hubiera vivido su padre cuando él creció, el result ado podría haber sido m ás desast roso
t odavía. Confucio habría podido ver los defect os de su padre, y le habría result ado algo difícil
cum plir el precept o de la absolut a piedad. De t odos m odos, ya había m uert o el padre cuando
nació Confucio, y no sólo est o, sino que ni siquiera sabía dónde est aba la t um ba de su padre.

25
"The Real Confucius", T'ien Hsia Monthly (Shanghai). Vol. I, N" 1.
95
La importancia de vivir Lin Yutang

Había nacido fuera de casam ient o, y la m adre se negó a decirle quién era su padre. Cuando
m urió la m adre, la sepult ó ( cínicam ent e, presum o) en el " Cam ino de los Cinco Padres" , y sólo
después de haberse ent erado, por una viej a m uj er, de la ubicación de la t um ba de su padre,
at endió Confucio a que se les ent errara j unt os en ot ro lugar.
Hem os de dej ar que est a ingeniosa t eoría quede en pie por lo que vale. Pero no falt an
razones en la lit erat ura china para explicar la necesidad del ideal de fam ilia. Com ienza con un
crit erio del hom bre, no com o individuo, sino com o m iem bro de una unidad fam iliar; est á
respaldada por un crit erio de la vida que yo podría llam ar la t eoría de " la corrient e de la vida" ,
y j ust ificada por una filosofía que considera que el cum plim ient o de los inst int os nat urales del
hom bre es la m et a final de la m oral y la polít ica.
El ideal del sist em a fam iliar est á opuest o necesariam ent e al ideal del individualism o
personal. Ningún hom bre, al fin y al cabo, vive com o individuo com plet am ent e solo, y no t iene
realidad alguna la idea de un individuo así. Si pensam os en un individuo y no le consideram os
ni hij o, ni herm ano, ni padre, ni am igo, ¿qué es ent onces? Tal individuo se conviert e en una
abst racción m et afísica. Y por t ener una m ent e t an biológica, los chinos piensan nat uralm ent e
prim ero en las relaciones biológicas del hom bre. La fam ilia se conviert e ent onces en la unidad
biológica nat ural de nuest ra exist encia, y el m ism o m at rim onio pasa a ser un asunt o de
fam ilia, y no un asunt o individual.
En Mi pat ria y m i pueblo he señalado los m ales de est e sist em a fam iliar t an absolut o, que
puede llegar a ser una form a de egoísm o m agnificado, en det rim ent o del Est ado. Pero esos
m ales son inherent es a t odos los sist em as hum anos, al sist em a fam iliar t ant o com o al
individualism o y el nacionalism o de Occident e, debido a los defect os de la nat uraleza hum ana.
En China, se piensa siem pre que el hom bre es m ás grande y m ás im port ant e que la fam ilia,
porque apart e de la fam ilia no t iene exist encia real. Los m ales del nacionalism o son t an
aparent es com o ést os en la Europa m oderna. El Est ado puede t ransform arse fácilm ent e en un
m onst ruo, com o lo est á ya en algunos países, engullendo la libert ad de palabra del individuo,
su libert ad de conciencia y de creencias religiosas, su honor personal y hast a la m et a últ im a y
final de la felicidad individual. Las consecuencias t eóricas de un crit erio t an colect ivist a son
bien aparent es en el fascism o y el com unism o, y por ciert o que han sido form uladas
lógicam ent e ya por Carlos Marx. La aniquilación t ot al del inst int o pat ernal parece ser un obj et o
del Est ado m arxist a, en el cual se censura abiert am ent e el afect o y la lealt ad fam iliares com o
sent im ient os burgueses, que han de ext inguirse en un diferent e am bient e m at erial. ( 26 ) No sé
cóm o est aba t an seguro Carlos Marx en cuant o a est e punt o de biología.
Sabio en econom ía, quizá padeciera de im becilidad en cuant o a sent ido com ún. Un
escolar nort eam ericano habría adivinado que cinco m il años sería un plazo dem asiado cort o
para at rofiar un inst int o que t raía la fuerza de un m illón de años de desarrollo. Pero t al
argum ent o, por ext raño que parezca, pudo present arse com o est rict am ent e lógico al int elect o
occident al. Es, según las palabras del redact or de los " Tópicos" de The New York Tim es,
" consist encia enloquecida" . El concept o de que el hom bre libre una guerra de clases en
obediencia a ciert as leyes m ecánicas priva nat uralm ent e al hom bre de su libert ad individual de
creencias y de acción. Según t an ext rem o crit erio, por lo t ant o, t enem os aún m enos
individualism o que baj o el sist em a, fam iliar.
En lugar de est e individualism o y nacionalism o de Occident e, exist e, pues, el ideal de
fam ilia, en que no se considera al hom bre com o individuo, sino com o m iem bro de una fam ilia,
y com o part e esencial de la gran corrient e de la vida de fam ilia. Est o es lo que quiero decir
cuando hablo de la t eoría de la " corrient e de la vida" . La vida hum ana, en su conj unt o, puede
ser t om ada com o const it uida por diferent es corrient es raciales de la vida, pero es la corrient e
de la vida en la fam ilia lo que sient e y ve direct am ent e el hom bre. De acuerdo con una
analogía que es a la vez china y occident al, hablam os del " árbol de la fam ilia" , y la vida de
cada hom bre no es m ás que una sección o una ram a de ese árbol, que crece desde el t ronco y
cont ribuye con su exist encia m ism a a su m ayor crecim ient o y a su cont inuación. La vida
hum ana, por consiguient e, es considerada inevit ablem ent e com o un crecim ient o o una
cont inuación, en que cada hom bre desem peña un papel o un capít ulo en la hist oria de la
fam ilia, con sus obligaciones hacia la fam ilia en conj unt o, pues da glorias o vergüenzas a sí
m ism o y a la vida fam iliar a la vez.

26
El Manifiesto Comunista.
96
La importancia de vivir Lin Yutang

Est e sent ido de la conciencia y el honor de la fam ilia es probablem ent e la única form a de
espírit u de equipo o de conciencia de grupo en la vida china. A fin de j ugar el j uego de la vida
t an bien o m ej or que ot ro equipo, cada m iem bro de la fam ilia debe t ener cuidado de no echar
a perder el j uego, y de no perj udicar a su equipo con un falso m ovim ient o. Si le es posible,
debe t rat ar de llevar la pelot a a m ayor dist ancia en la cancha. Un hij o perdido es una
vergüenza para sí m ism o y para su fam ilia, exact am ent e en el m ism o sent ido en que un
j ugador de fút bol lo es cuando com et e un error y pierde la pelot a. Y quien ocupa el prim er
t érm ino en los exám enes civiles es com o un j ugador que m arca un t ant o. La gloria es para él,
y para la fam ilia al m ism o t iem po. Los beneficios de ser un chuangyüan ( " N° 1" en los
exám enes im periales) , o aun un chinshih de t ercera clase, son com part idos, sent im ent al y
m at erialm ent e, por los m iem bros de la fam ilia inm ediat a, los parient es, el clan y hast a la
aldea. Durant e cien o doscient os años, los pobladores de la aldea se envanecerán t odavía de
que produj eron un chuangyüan en t al o cual reinado. En com paración con los regocij os de la
fam ilia y de la aldea cuando un hom bre obt enía un chuangyüan o un chinshih y volvía a su
casa a colocar una t ablet a de honor, dorada, a gran alt ura, en su salón ancest ral, en t ant o que
la m adre vert ía lágrim as, probablem ent e, y el clan ent ero se sent ía honrado por t an not able
ocasión, la obt ención de un diplom a universit ario es hoy una alegría bast ant e t ont a e insípida.
En est e cuadro de la vida de fam ilia hay espacio para m uchas variedades y colores. El
hom bre pasa por las et apas de niñez, j uvent ud, m adurez y ancianidad; prim ero le cuidan los
dem ás, luego cuida a los ot ros, y en la ancianidad vuelve a ser cuidado; prim ero obedece y
respet a a los ot ros, y después es obedecido y respet ado a su vez, en m ayor proporción según
envej ece. Sobre t odo, prest a color a est e cuadro la presencia de las m uj eres. En est e cuadro
de la cont inua vida fam iliar ent ra la m uj er, no com o adorno o j uguet e, ni siquiera
esencialm ent e com o esposa, sino com o part e vit al y esencial del árbol de la fam ilia:
precisam ent e lo que hace posible la cont inuidad. Porque la fuerza de cualquier ram a part icular
depende t am bién de la m uj er que ent ra en el hogar y la sangre que ent rega a la herencia
" fam iliar. Un pat riarca sabio t iene buen cuidado de elegir m uj eres de sana herencia, com o un
j ardinero t iene cuidado de elegir la especie debida para inj ert ar una ram a. Se sospecha en
general que la vida de un hom bre, part icularm ent e su vida de hogar, se hace o deshace por la
m uj er con quien se casa, y t odo el caráct er de la fut ura vida fam iliar est á det erm inado por ella.
La salud de los niet os y el t ipo de crianza fam iliar que van a recibir ( sobre lo cual pone m ucha
at ención en China) dependen ent eram ent e de la crianza de la nuera. Hay así una especie de
sist em a eugenésico am orfo y m al definido, basado en la creencia en la herencia y en la gran
preocupación sobre el m ent í ( lit eralm ent e, " puert a y hogar" , o linaj e o posición fam iliar) , pero
basado t am bién, de t odos m odos, en pat rones de conveniencia en cuant o a la salud, la belleza
y la educación de la novia, según la ven los padres o los abuelos de la fam ilia. En general, se
hace hincapié en la crianza fam iliar ( en el m ism o sent ido en que un occident al elegiría a una
niña de una " buena casa" ) , com o represent ación de las bellas t radiciones ant iguas de la
frugalidad, la laboriosidad, los buenos m odales y la cort esía. Y cuando a veces un padre
descubre, apenado, que su hij o ha casado con una nuera inservible, de m alos m odales,
siem pre m aldice en secret o a la ot ra fam ilia por no criar m ej or a sus hij as. Por ende, en la
m adre y el padre recae el deber de preparar a sus hij as de m anera que no se deban
avergonzar de ellas cuando, por casarse, pasan a ot ro hogar: com o, por ej em plo, cuando no
saben cocinar, o cóm o preparar un buen budín de Año Nuevo.
Según la t eoría de la corrient e de la vida, t al com o se la ve en el sist em a fam iliar, la
inm ort alidad es casi visible y palpable. Todo abuelo, al ver a su niet o que m archa a la escuela
con su cart era, sient e que en verdad est á viviendo ot ra vez en la vida del niño, y cuando t oca
una m ano o pellizca las m ej illas al niño, sabe que es carne de su carne y sangre de su sangre.
Su vida no es m ás que una sección del árbol de la fam ilia, o de la gran corrient e de la vida
fam iliar que fluye siem pre, y por lo t ant o es feliz al m orir. Eso explica que la m ayor
preocupación de un padre chino sea ver que sus hij os e hij as est én debidam ent e casados ant es
de que él m uera, porque est a preocupación es aun m ás im port ant e que la ubicación de su
t um ba o la elección de un buen at aúd. Porque no puede saber qué clase de vida vivirán sus
hij os hast a que con sus propios oj os vea qué t ipo de m uj eres y de hom bres se casan con sus
hij os y sus hij as; y si las nueras y los yernos le parecen sat isfact orios, m uy dispuest o est á a
" cerrar los oj os sin pesares" en su lecho de m uert e.
El result ado net o de t al concept o de la vida es que se obt iene una m ayor perspect iva
sobre t odas las cosas, porque ya no se considera que la vida com ienza y t erm ina con la del
97
La importancia de vivir Lin Yutang

individuo. El equipo cont inúa el j uego aun después de quedar fuera de acción uno de sus
com ponent es. El t riunfo y el fracaso com ienzan a asum ir un aspect o diferent e. El ideal chino de
la vida es vivir de m odo de no causar vergüenza a los ant epasados y t ener hij os de quienes no
haya por qué avergonzarse. Un funcionario chino, al renunciar a su cargo, cit a a m enudo est os
versos:
Pues t engo hij os, cont ent o est oy de la vida;
Sin est e cargo, ligero queda m i cuerpo.

Lo peor que puede acont ecer a un hom bre, probablem ent e, es t ener hij os indignos, que
no pueden " m ant ener la gloria de la fam ilia" , o aun la fort una de la fam ilia. El padre m illonario
de un hij o j ugador ve dispersa su fort una, la fort una que le ha llevado una vida const ruir.
Cuando fracasa el hij o, la derrot a es absolut a. En cam bio, una viuda que m ire a lo lej os puede
soport ar años de m iseria e ignom inia y hast a de persecución, si t iene un buen hij o de cinco
años. La hist oria y la lit erat ura chinas est án llenas de est as viudas que soport aron t oda suert e
de dificult ades y persecuciones, pero que vivieron para el día en que sus hij os prosperarían, y
se convert irían acaso en prom inent es ciudadanos. El últ im o caso es Chiang- Kai- Shek en
persona, que cuando niño fue perseguido, j unt o con su m adre viuda, por sus vecinos. La viuda
no decayó m ient ras t uvo la esperanza de su hij o. El buen éxit o de las viudas en cuant o a dar a
sus hij os una perfect a educación, en caráct er y en m oral, debido al sent ido m ás realist a que
t iene la m uj er, m e ha llevado a m enudo a pensar que los padres son t ot alm ent e innecesarios,
en cuant o at añe a la educación de los hij os. La viuda siem pre ríe m ej or, porque ríe últ im a.
Est a concert ación de la vida en la fam ilia es sat isfact oria, pues, porque se t om a buen
cuidado de la vida del hom bre en t odos sus aspect os biológicos. Esa fue, al fin y al cabo, la
principal preocupación de Confucio. El ideal final de gobierno, com o lo concibió Confucio, era
curiosam ent e biológico: " Se hará que los ancianos vivan en paz y seguridad, que los j óvenes
aprendan a am ar y ser leales, que dent ro de la cám ara no haya doncellas solt eras, y fuera de
la cám ara no haya varones solt eros." Est o es t ant o m ás not able cuant o que no se t rat a de una
expresión lat eral, sino de la m et a final de gobierno. Es la filosofía hum anist a llam ada t ach'ing,
o sea " cum plim ient o de los inst int os" . Confucio quería est ar bien seguro de que se sat isfarían
t odos nuest ros inst int os hum anos, porque sólo así podem os t ener la paz m oral a t ravés de una
vida sat isfact oria, y porque sólo la paz m oral es paz verdadera. Es una especie de ideal polít ico
que t iende a hacer innecesaria la polít ica, porque será una paz est able y basada en el corazón
hum ano.

V. D E EN VEJECER GRACI OSAM EN TE


El sist em a fam iliar chino, según lo concibo yo, es principalm ent e un arreglo dedicado
part icularm ent e a los j óvenes y los viej os, porque com o la niñez y la j uvent ud y la ancianidad
ocupan la m it ad de nuest ra vida, es im port ant e que los j óvenes y los viej os vivan una vida
sat isfact oria. Es ciert o que los j óvenes son m ás desvalidos y suelen cuidarse m enos, pero en
cam bio pueden pasar, m ej or que los viej os, sin com odidades m at eriales. Un niño adviert e
escasam ent e las dificult ades m at eriales, con el result ado de que a m enudo un niño pobre es
t an feliz o m ás feliz que ot ro rico. Tal vez ande descalzo, pero est o es una com odidad, m ás que
un inconvenient e, para él, en t ant o que andar descalzos es a m enudo una dureza int olerable
para los viej os. Est o ocurre por la m ayor vit alidad del niño, o del j oven. Quizá t enga sus
pesares m om ent áneos, pero ¡cuan fácilm ent e los olvida! No t iene idea del dinero, ni padece el
com plej o del m illonario, com o padecería un viej o. A lo sum o, colecciona m arquillas de
cigarrillos para com prar una pist ola de j uguet e, m ient ras una anciana colecciona t ít ulos del
Est ado. Ent re la diversión de una y ot ra clase de afán coleccionist a, no hay com paración. La
razón es que el niño no est á int im idado t odavía por la vida, com o lo est án los m ayores. Sus
cost um bres personales no est án form adas, y no es esclavo de una m arca part icular de café;
t om a lo que le dan. Tiene m uy escasos prej uicios raciales, y ningún prej uicio religioso. Sus
pensam ient os y sus ideas no han caído en det erm inados surcos. Por lo t ant o, aunque parezca
ext raño, los viej os dependen de los dem ás m ucho m ás que los j óvenes, porque sus t em ores
son m ás definidos y sus deseos m ás delim it ados.

98
La importancia de vivir Lin Yutang

Algo de est a t ernura hacia la ancianidad exist ía ya en la conciencia prehist órica del
pueblo chino; un sent im ient o que sólo puedo com parar a la caballerosidad occident al y al
sent im ient o de t ernura hacia las m uj eres. Si los prim eros chinos t uvieron alguna
caballerosidad, no se m anifest ó hacia las m uj eres y los niños, sino hacia los ancianos. Est e
sent im ient o de caballerosidad encont ró clara expresión en Mencio, con frases com o: " No debe
perm it irse a la gent e de cabello canoso que port e cargas en la calle" , lo cual se expresó com o
m et a final de un buen gobierno. Mencio describió t am bién las cuat ro clases de gent e m ás
desvalida en el m undo: " Las viudas, los viudos, los huérfanos y los ancianos sin hij os" . De
est as cuat ro clases, las dos prim eras debían ser cuidadas por una econom ía polít ica concert ada
de t al m odo que no hubiera hom bres ni m uj eres sin casarse. No dij o Mencio, por cuant o
podem os saber, qué se iba a hacer con los huérfanos, aunque siem pre han exist ido, en t odas
las edades, los orfelinat os, así com o las pensiones para ancianos. Todos com prenden, no
obst ant e, que los orfelinat os y los asilos para ancianos son pobres sust it ut os del hogar. Exist e
el sent im ient o de que solam ent e el hogar puede proveer algo sem ej ant e a un arreglo
sat isfact orio para los viej os y los j óvenes. Pero en cuant o a los j óvenes, debe darse por
sent ado que no es m enest er decir m ucho, pues exist e el nat ural afect o pat ernal. " El agua corre
hacia abaj o y no hacia arriba" , dicen siem pre los chinos, y por lo t ant o el afect o por los padres
y abuelos es algo que t iene m ás necesidad de ser enseñado por la cult ura. Un hom bre nat ural'
am a a sus hij os, pero un hom bre cult o am a a sus padres. Al final, la enseñanza del am or y el
respet o por los ancianos se hizo un principio generalm ent e acept ado, y si hem os de creer a
algunos escrit ores, el deseo de t ener el privilegio de servir a los padres en su ancianidad llegó
a ser una pasión dom inant e. El m ayor pesar que podía t ener un caballero chino era perder
para siem pre la oport unidad de servir a sus ancianos padres con rem edios y alim ent os en su
lecho de m uert e, o no est ar present e a su fallecim ient o. Sí un alt o funcionario de cincuent a o
sesent a años no podía invit ar a sus padres a que vinieran de la aldea nat al y vivieran con su
fam ilia en la capit al, para " acom pañarles a la cam a t odas las noches y saludarles t odas las
m añanas" , había com et ido un grave pecado del que debía avergonzarse y por el cual t enía que
present ar const ant es excusas y explicaciones a am igos y colegas. Est e pesar fue expresado en
dos versos por un hom bre que volvió dem asiado t arde al hogar, cuando sus padres ya habían
m uert o:
El árbol desea el reposo, pero no se det iene el vient o;
El hij o desea servir, pero sus padres se han ido ya.
Debe presum irse que si el hom bre t uviera que vivir la vida com o un poem a, podría m irar
al ocaso de la vida com o el período m ás feliz, y en lugar de t rat ar de post ergar la t an t em ida
ancianidad debería esperarla con agrado y prepararse para vivir en ella el período m ej or y m ás
feliz de su exist encia. En m is esfuerzos por com parar y cont rast ar la vida orient al y la
occident al, no he encont rado diferencias absolut as, salvo en est a cuest ión de la act it ud hacia la
edad, que es clara y no perm it e posiciones int erm edias. Las diferencias de nuest ras act it udes
hacia el sexo, hacia las m uj eres, y hacia el t rabaj o, el j uego y las realizaciones m at eriales, son
apenas relat ivas. La relación ent re m arido y m uj er en China no es esencialm ent e diferent e de
la que hay en Occident e; t am poco lo es, siquiera, la relación ent re padres e hij os. Ni aun las
ideas de libert ad individual y dem ocracia, y la relación ent re el pueblo y su gobernant e son t an
diferent es, al fin de cuent as. Pero en punt o a nuest ra act it ud hacia la edad, la diferencia es
absolut a, y Orient e y Occident e t om an punt os de vist a exact am ent e opuest os. Est o se adviert e
con m ayor claridad cuando se pregunt a a ot ra persona qué edad t iene, o se dice la propia. En
China, lo prim ero que pregunt a una persona a ot ra cuando hace una visit a oficial, después de
inquirir su nom bre y apellido, es: " ¿Cuál es su gloriosa edad?" Si la persona responde, com o
disculpándose, que t iene veint it rés o veint icinco años, el int erlocut or le confort a generalm ent e
diciendo que t odavía le queda un porvenir glorioso, y que algún día será viej o. Pero si la
persona responde que t iene t reint a y cinco o t reint a y ocho anos, el int erlocut or exclam a
inm ediat am ent e con hondo respet o: " ¡Buena suert e! " ; el ent usiasm o crece en la proporción en
que est e caballero puede anunciar una edad m ayor y m ayor, y si t iene ya m ás de cincuent a
años, el int erlocut or baj a en seguida la voz, con hum ildad y respet o. Por esa razón los
ancianos, si pueden, deben ir a vivir a China, donde hast a un m endigo, sí t iene barba blanca,
es t rat ado con ext raordinaria bondad. La gent e de edad m adura espera, en verdad, con
im paciencia la época en que podrá celebrar el 51° cum pleaños, y en el caso de com erciant es o
funcionarios de buena posición se llega a celebrar el 41° cum pleaños con gran pom pa. Pero el
51° cum pleaños, o sea la m arca del m edio siglo, es ocasión de regocij o para las gent es de

99
La importancia de vivir Lin Yutang

t odas clases. El 61° es una ocasión m ás grande y m ás feliz que el 51° , y m ás aun el 71° , y un
hom bre que puede celebrar su 81° cum pleaños es m irado ya com o persona especialm ent e
favorecida por el Cielo. Usar barba llega a ser prerrogat iva especial de quienes son abuelos, y
el hom bre que se la dej e crecer sin las condiciones necesarias, sea la de ser abuelo o la de
haber pasado de los cincuent a años, est á en peligro de que los dem ás se burlen de él, a
espaldas vuelt as. El result ado es que los j óvenes t rat an de hacerse pasar por m ás viej os,
im it ando el port e y la dignidad y los punt os de vist a de los ancianos, y he conocido casos de
j óvenes escrit ores chinos, graduados en las universidades a los veint iuno o veint icinco años,
que escribían en las revist as art ículos para aconsej ar " qué deben y qué no deben leer los
j óvenes" , y se referían a los t ropiezos de la j uvent ud con pat ernal condescendencia.
El deseo de envej ecer y, en t odo caso, de parecer viej o, es com prensible cuando se
adviert e la prim a que en general se pone a la ancianidad en China. En prim er lugar, hablar es
privilegio de los ancianos, m ient ras los j óvenes t ienen que escuchar y t ener quiet a la lengua.
" El j oven debe t ener oídos y no boca" , dice un proverbio chino. Los j óvenes de veint e años
deben escuchar cuando hablan los hom bres de t reint a, y ést os a su vez deben escuchar
cuando hablan ot ros de cuarent a. Com o es casi universal el deseo de hablar y ser escuchado,
es evident e que cuant o m ás avance uno en años m ás probabilidades t endrá de hablar y ser
escuchado cuando hace vida social. Es un j uego de la vida en que nadie se ve favorecido,
porque t odos t ienen probabilidades de envej ecer a su t iem po. Así, un padre que aconsej a a su
hij o se ve obligado a det enerse repent inam ent e y a m odificar su act it ud en el m om ent o en que
la abuela abre la boca. Es claro que desearía est ar en el lugar de la abuela. Y es m uy j ust o,
porque, ¿qué derecho t ienen los j óvenes de abrir la boca cuando los viej os pueden decir: " He
cruzado m ás puent es que calles has cruzado t ú" ? ¿Qué derecho a hablar t ienen los j óvenes?
Pese a m i vinculación con la vida occident al y la act it ud occident al con respect o a la
edad, siguen asom brándom e cont inuam ent e ciert as expresiones para las cuales no est oy
preparado. Por t odas part es aparecen nuevas ilust raciones de est a act it ud. He oído decir a una
viej a dam a que ha t enido varios niet os, pero que " fue el prim ero el que dolió" . Aun con pleno
conocim ient o de que a los occident ales no les gust a que les crean viej os, no espera uno que se
dé t al expresión .a ese sent im ient o. He adm it ido que personas de edad m adura, m enores de
cincuent a años, quieran dar la im presión, m uy com prensible, de que son t odavía j óvenes y
vigorosas, pero no est oy del t odo preparado para encont rarm e con una anciana de cabello
canoso que lleva m aliciosam ent e el t em a de la conversación hacia el t iem po, cuando la
conversación, sin culpa por m i part e, gira en form a nat ural hacia su edad. Se olvida
cont inuam ent e est a act it ud cuando se perm it e a un viej o que ent re prim ero en un aut om óvil o
un ascensor; en esos casos m e sube a los labios la frase habit ual de " después de los años" ,
pero luego m e cont engo y no sé qué decir en cam bio. Un día lo olvidé y solt é la frase
acost um brada, com o deferencia a un anciano sum am ent e digno y encant ador, y el anciano,
sent ado en su aut om óvil, se volvió a su esposa y le dij o, brom eando: —" ¡Est e j oven t iene la
desfachat ez de pensar que es m ás j oven que yo! "
Todo est o es una insensat ez. No alcanzo a ver su significado. Com prendo que las
m uj eres solt eras, j óvenes o m aduras, se nieguen a decir su edad, porque en su caso es
perfect am ent e nat ural la preferencia por la j uvent ud. Tam bién las j óvenes chinas se asust an
un poco cuando llegan a los veint idós años y no se han casado ni com prom et ido. Los años
pasan sin m erced. Dej an el t em or de quedar afuera, lo que llam an los alem anes un
Torschlusspanik, el t em or de quedar en el parque una vez cerradas las puert as, de noche. Por
eso se ha dicho que el año m ás largo en la vida de la m uj er es el vigésim onono; sigue
t eniendo veint inueve años durant e cuat ro o cinco. Pero, fuera de est o, el t em or de que los
dem ás conozcan nuest ra edad es insensat o. ¿Cóm o nos pueden considerar sabios si no nos
consideran viej os? Y, ¿qué saben los j óvenes de la vida, del m at rim onio y de los verdaderos
valores? Com prendo, t am bién, que la conform ación t oda de la vida occident al signifique prim as
a la j uvent ud y haga, por lo t ant o, que los hom bres y las m uj eres se sient an rem isas ant es de
decir su edad. Una secret aria perfect am ent e eficient e y vigorosa a los cuarent a y cinco años de
edad, es t enida por indigna de su cargo, apenas conocida esa edad, debido a una curiosa
t ergiversación de razonam ient o. ¿Qué de ext raño t iene, pues, que desee ocult ar su edad a fin
de conservar el em pleo? Pero est a m ism a conform ación de la vida y est a prim a que se concede
a la j uvent ud son cosas insensat as. No t ienen absolut am ent e ningún significado, por cuant o yo
puedo advert ir. No hay duda de que est a clase de cosas son product o de la vida de los
negocios, porque seguram ent e ha de haber m ás respet o por la ancianidad en el hogar que en
100
La importancia de vivir Lin Yutang

la oficina. No veo form a de salir de eso hast a que se em piece a despreciar el t rabaj o y la
eficiencia y los lucros m at eriales. Sospecho que cuando un padre nort eam ericano considere
que el hogar y no la oficina es su lugar ideal en la vida, y pueda decir abiert am ent e, com o lo
hacen los padres chinos, con absolut a ecuanim idad, que t iene un buen hij o que ocupa su sit io,
y que le honra ser alim ent ado por él, esperará ansiosam ent e la época feliz y cont ará con
im paciencia los años hast a llegar a los cincuent a.
Parece un infort unio lingüíst ico que los viej os sanos y robust os en los Est ados Unidos
digan a los dem ás que son " j óvenes" t odavía, o que se les diga que son " j óvenes" cuando lo
que se quiere decir en realidad es que son sanos. Gozar buena salud en la ancianidad, o ser
viej o y sano, es la m ayor suert e hum ana, pero decir " sano y j oven" es sólo rest arle brillo e
im put ar im perfección a lo que es en realidad perfect o. Después de t odo, no hay nada m ás
herm oso en est e m undo que un anciano lleno de salud y sabiduría, con " sonroj adas m ej illas y
blancos cabellos" , y que habla con voz calm osa acerca de la vida según la conoce. El chino lo
com prende así, y siem pre ha pint ado a un anciano con " sonrosadas m ej illas y blancos cabellos"
com o sím bolo de la final felicidad hum ana. Muchos occident ales deben haber vist o cuadros
chinos del Dios de la Longevidad, con su despej ada frent e, su rost ro sonrosado, su barba
blanca ¡y cóm o sonríe! Muy vivido es el cuadro. El anciano se m esa las flot ant es barbas que
llegan hast a el pecho, y las acaricia suavem ent e, en paz y cont ent o, digno porque le rodea el
respet o, seguro de sí porque nadie duda de su sabiduría, y bondadoso porque ha vist o t ant as
penas hum anas. Rendim os t am bién a las personas de gran vit alidad el cum plim ient o de decir
que " cuant o m ás envej ecen t ant o m ás vigorosos son" , y en China se llam aría " viej o vivaracho"
a una persona cóm o David Lloyd George, porque con la edad cobra m ayor m ordacidad.
En general, veo que falt an ancianos de blancas barbas en el cuadro de la vida occident al.
Sé que exist en, pero se han unido quizá en una conspiración para ocult arse de m í. Sólo una
vez, en Nueva Jersey, ví a un anciano con una barba que podía llam arse respet able. Quizá sea
la m áquina de afeit ar lo que ha logrado est o, un proceso t an deplorable e ignorant e y est úpido
com o la deforest ación de las m ont añas chinas por agricult ores ignorant es, que han privado a
China del Nort e de sus herm osos bosques y dej ado las colinas t an calvas y feas com o los
m ent ones de los viej os nort eam ericanos. Queda aún por descubrir en los Est ados Unidos una
m ina de belleza y sabiduría, que es placent era a la vist a y conm ovedora para el alm a, cuando
el nort eam ericano haya, abiert o los oj os e inicie un program a general de reforest ación. ¡Ya no
exist en los grandes ancianos de los Est ados Unidos! Ya no exist e el Tío Sam con su barba,
porque ha com prado una navaj a de seguridad y se ha afeit ado, para hacerse igual que un
j oven frívolo y t ont o, con el m ent ón salient e en lugar de graciosam ent e ret raído, y una dura
chispa en los oj os det rás de los ant eoj os de carey. ¡Qué pobre sust it ut o de aquella gran figura!
Mi act it ud sobre lá 1 cuest ión de la Suprem a Cort e de los Est ados Unidos ( aunque no sea cosa
m ía) est á det erm inada puram ent e por m i am or por el rost ro de Charles Evans Hughes. ¿Es el
único anciano grandioso que queda en los Est ados Unidos, o acaso hay m ás? Es claro que
debería j ubilarse, porque así lo quiere la bondad, pero t oda acusación de senilidad que se le
dirij a m e parece un insult o int olerable. Tiene un rost ro que podríam os llam ar " el sueño de un
escult or" .
No dudo de que el hecho de que los ancianos de Occident e insist an en ser t an at areados
y act ivos puede ser at ribuido direct am ent e al individualism o llevado a un ext rem o de t ont ería.
Se debe a su orgullo y a su am or por la independencia y a su vergüenza de depender de los
hij os. Pero ent re los m uchos derechos hum anos que se han est ablecido en la Const it ución de
los Est ados Unidos, por ej em plo, se ha olvidado ext rañam ent e el derecho a ser alim ent ado por
los hij os, pues es un derecho y una obligación derivados de servicios hechos. ¿Cóm o se puede
negar que los padres que han bregado por sus hij os en la j uvent ud, que han perdido m ás de
una noche de sueño cuando los t enían enferm os, que han lavado sus pañales m ucho ant es de
que pudieran hablar, que han pasado un cuart o de siglo educándolos y preparándolos para la
vida, t ienen derecho a ser alim ent ados por ellos, y am ados y respet ados cuando son viej os?
¿No puede uno olvidar al individuo y a su orgullo del yo, en un plan general de la vida
hogareña en que los hom bres son j ust am ent e cuidados por sus padres y, después de haber
cuidado a sus hij os, son cuidados j ust am ent e t am bién por ést os? Los chinos no t ienen sent ido
de la independencia individual, porque t odo el concept o de la vida se basa en la ayuda m ut ua
dent ro del hogar; por ende, no significa vergüenza alguna la circunst ancia de ser servido por
los hij os en el ocaso de la vida. Más bien, se considera buena suert e t ener hij os que cuiden de
uno. Nada m ás que para eso se vive en China.
101
La importancia de vivir Lin Yutang

En Occident e, los viej os se alej an de los dem ás y prefieren vivir en algún hot el con
rest aurant e en la plant a baj a, por consideración hacia los hij os y por deseo, absolut am ent e
alt ruist a, de no inm iscuirse en la vida de su hogar. Pero los viej os t ienen derecho a
inm iscuirse, y si est a ingerencia es desagradable, t am bién es nat ural, porque t oda la vida,
especialm ent e la vida dom ést ica, es una lección de refrenam ient o. Los padres se inm iscuyen
en las vidas de sus hij os, de t odos m odos, cuando son j óvenes, y la lógica de la no ingerencia
se adviert e ya en los result ados de los Behaviourist s, ( 27 ) que creen que t odos los chinos
deben ser separados de sus padres. Si no podem os t olerar a los propios padres cuando est án
viej os y com parat ivam ent e desvalidos, a los padres que t ant o han hecho por nosot ros, ¿a
quiénes podrem os t olerar en el hogar? Hay que aprender a cont enerse, de t odos m odos, pues
de lo cont rarío hast a el m at rim onio naufragará. Y ¿cóm o pueden reem plazar los m ej ores
cam areros de un hot el el servicio personal y la adoración y la devoción de los hij os?
La idea china que sost iene est e servicio personal a los padres ancianos se defiende
expresam ent e con la única base de la grat it ud. Las deudas con los am igos pueden ser
cont adas, pero son incont ables las deudas con los padres. Una y ot ra vez, los ensayos chinos
sobre el cariño filial m encionan el hecho del lavado de los pañales, que adquiere significación
cuando uno llega a ser padre. A cam bio de ello, pues, ¿no est á bien que, en su ancianidad, los
padres sean servidos con los m ej ores alim ent os, para que puedan ver ant e sí sus plat os
favorit os? Los deberes de un hij o que sirve a sus padres son asaz duros, pero es un sacrilegio
hacer com paraciones ent re el cuidado de los propios padres y el cuidado que se da a un
ext raño en un hospit al. Por ej em plo, los que siguen son algunos de los deberes del hij o en su
hogar, según los prescribió T'u Hsishih y com o quedaron incorporados a un libro de inst rucción
m oral m uy popular com o t ext o en las viej as escuelas:
En los m eses de verano debe uno at ender a sus padres, quedarse a su lado y abanicarles, para quit arles el
calor y las m oscas y m osquit os. En inv ier no, debe uno ver que las cobij as de la cam a est én t ibias y que arda bien el
fuego de la est ufa, y at enderlo const ant em ent e para que no arda m al. Debe ver t am bién si hay aguj eros o griet as en
las puert as, y vent anas, para que no haya corrient es, a fin de que sus padres est én cóm odos y cont ent os.
El niño m ayor de diez años debe levant arse ant es que sus padres por la m añana, y después de asearse debe ir
hast a la cam a pat erna y pregunt ar si han pasado buena noche. Si ya se han levant ado sus padres, debe hacer les una
reverencia ant es de pregunt arles por su salud, y debe r et irarse con ot ra reverencia después de haberlo pregunt ado.
Ant es de ir a la cam a, de noche, debe pr eparar el lecho de los padr es cuando ést os vayan a dor m ir, y per m anecer
j unt o a ellos hast a que vea que han quedado dorm idos, y correr ent onces la cor t ina de la cam a y ret ir arse.

¿Quién, pues, no querría ser un anciano, o un padre, o un abuelo en China?


Mucho se ríen de est as cosas los escrit ores prolet arios de China, que las llam an
" feudales" , pero hay en ellas un encant o que hace que t odo anciano del int erior se aferré a la
cost um bre y piense que la China m oderna se est á echando a perder. Lo im port ant e es que
t odo hom bre envej ece con el t iem po, si vive bast ant e, com o en verdad lo desea. Si olvidam os
ese t ont o individualism o que parece presum ir que un individuo puede exist ir en lo abst ract o y
ser lit eralm ent e independient e, debem os adm it ir que t enem os que planear de t al m odo
nuest ro pat rón de la vida que el período de oro est é por delant e, en la ancianidad, y no det rás
de nosot ros, en la j uvent ud y la inocencia. Porque si t om am os la act it ud cont raria nos
com prom et em os, sin saberlo, en una carrera cont ra la despiadada m archa del t iem po,
t em erosos siem pre de lo que hay en el fut uro; una carrera, casi no es necesario señalarlo, que
no nos dej a esperanzas y en la que t odos som os derrot ados. Nadie puede dej ar de envej ecer;
sólo puede hacerse la t ram pa de no adm it ir que se envej ece. Y com o de nada vale luchar
cont ra la nat uraleza, bien podríam os envej ecer graciosam ent e. La sinfonía de la vida debería
t erm inar con un gran final de paz y serenidad y com odidad m at erial y cont ent o espirit ual, y no
con el est am pido de un t am bor que se rom pe o un cím balo que se quiebra.

27
De Behaviourism: sistema que sostiene que la psicología debe fundarse exclusivamente en la observación y el análisis de
los actos humanos objetivamente observables. (Huxley, El fin y los medios.)
102
La importancia de vivir Lin Yutang

CAPI TULO I X
EL GOCE D E LA VI D A
I . D E TEN D ERSE EN LA CAM A
Parece que est oy en cam ino de ser un filósofo de m ercado, pero no lo puedo rem ediar.
La filosofía, en general, m e parece la ciencia de hacer que las cosas sencillas sean difíciles de
com prender, pero puedo concebir una filosofía que sea la ciencia de hacer sencillas las cosas
difíciles. A pesar de nom bres com o " m at erialism o" , " hum anism o" , " t rascendent alism o" ,
" pluralism o" y t odos los ot ros " ism os" m uy largos, sost engo que esos sist em as no son m ás
profundos que m i propia filosofía. La vida, después de t odo, est á hecha de com er y dorm ir, de
encont rar y decir adiós a los am igos, de reuniones y fiest as de despedida, de lágrim as y risas,
de hacerse cort ar el cabello una vez cada dos sem anas, de regar la flor en una m acet a y ver
cóm o cae desde el t echo la del vecino; y vest ir nuest ras nociones relat ivas a est os sim ples
fenóm enos de la vida con una j erga académ ica, no es m ás que una t ret a para ocult ar una
ext rem a escasez o una ext rem a vaguedad de ideas por part e de los profesores universit arios.
La filosofía, por lo t ant o, ha pasado a ser una ciencia por cuyo m edio em pezam os cada vez
m ás a com prender cada vez m enos lo que som os. Lo que han conseguido los filósofos es est o:
cuant o m ás hablan, m ás confusos quedam os.
Sorprende ver cuan pocas personas t ienen conciencia de la im port ancia del art e de
t enderse en cam a, aunque en realidad, a m i j uicio, las nueve décim as part es de los
descubrim ient os m ás im port ant es del m undo,- t ant o cient íficos com o filosóficos, son realizados
cuando el hom bre de ciencia o el filósofo se halla acost ado en su cam a, a las dos o a las cinco
de la m añana.
Algunos se acuest an de día y ot ros se acuest an de noche. Me refiero a la vez a acost arse,
a t um barse o t enderse física y m oralm ent e, porque los dos aspect os coinciden. He not ado que
quienes convienen conm igo en la creencia de que est ar t endido en cam a es uno de los m ás
grandes placeres de la vida, son los hom bres honest os, en t ant o que quienes no creen en la
bondad de t enderse en cam a, son m ent irosos, y en realidad est án m ucho t iem po t um bados de
día, m oral y físicam ent e. Quienes se t ienden de día son los que persiguen la elevación m oral,
los m aest ros de Jardín de infant es y los lect ores de las Fábulas de Esopo, en t ant o que quienes
adm it en francam ent e que se debe cult ivar conscient em ent e el art e de t enderse en cam a son
los hom bres honrados, que prefieren leer cuent os sin m oralej a, com o Alicia en el País de las
Maravillas. ¿Cuál es, pues, el significado de t enderse en cam a, física y espirit ualm ent e?
Físicam ent e, significa ret irarse consigo m ism o, cerrarse al m undo ext erior, cuando uno asum e
la post ura física m ás indicada para el descanso y la paz y la cont em plación. Hay ciert o m odo
adecuado y luj oso de est ar t endido en la cam a. Confucio, ese gran art ist a de la vida, " nunca
yacía derecho" en la cam a " com o un cadáver" , sino doblado hacia un lado. ( 28 ) Creo que uno
de los m ayores placeres de la vida es enroscar o cruzar las piernas en la cam a. La post ura de
los brazos es t am bién m uy im port ant e, a fin de lograr el m ás alt o grado de placer est ét ico y
poder m ent al. 'Creo que la m ej or post ura no consist e en t enderse largo a largo en la cam a,
sino en apoyarse en grandes y suaves alm ohadones a un ángulo de t reint a grados, con uno o
los dos brazos colocados det rás de la nuca. En est a post ura, cualquier poet a puede escribir
poesía inm ort al, cualquier filósofo puede revolucionar el pensam ient o hum ano, y cualquier
hom bre de ciencia puede realizar descubrim ient os que hagan época.
Es sorprendent e ver cuan pocas personas se hallan advert idas del valor de la soledad y la
cont em plación. El art e de est ar t endido en la cam a significa algo m ás que el descanso físico
después de haber pasado un día de esfuerzo, y de com plet o afloj am ient o de los nervios
después de que t oda la gent e que ha encont rado uno, t odos los am igos que han de decir
chist es t ont os, y t odos los herm anos y herm anas que han t rat ado de corregir el
com port am ient o de uno y de llevarle al cielo, le han arruinado del t odo los nervios. Es t odo
eso, lo adm it o. Pero es algo m ás. Si se cult iva debidam ent e est e art e, debe result ar una
especie de lim pieza m ent al. En realidad, m uchos hom bres de negocios que se vanaglorian de
m archar a gran paso por la m añana y la t arde, y de t ener siem pre ocupados t res t eléfonos en
el escrit orio, no alcanzan a com prender que podrían ganar el doble de dinero si se dieran una

28
Analectas, capítulo X.
103
La importancia de vivir Lin Yutang

hora de soledad, despiert os, en la cam a, a la una o aun a las siet e de la m añana. ¿Qué
im port a, aunque se quede uno en cam a hast a las ocho? Mil veces m ej or sería que se
proveyera de una buena caj a de cigarrillos sobre la m esit a de noche, y que dedicara m ucho
t iem po a levant arse de la cam a y a resolver t odos sus problem as del día ant es de lim piarse los
dient es. Allí, cóm odam ent e est irado o encogido, en pij am a, libre de la picant e ropa int erior de
lana o la irrit ación del cint urón o los t iradores, y de la sofocación de los cuellos y los duros
zapat os de cuero, cuando los dedos de los pies est án em ancipados y han recobrado la libert ad
que pierden inevit ablem ent e durant e el día, puede pensar la verdadera cabeza de los negocios,
porque solam ent e cuando est án libres los dedos de los pies se halla libre la cabeza, y
solam ent e cuando est á libre la cabeza es posible pensar de verdad. En esa cóm oda posición
puede ponderar sobre sus aciert os y errores de ayer, y desbrozar lo im port ant e de lo t rivial en
el program a del día que t iene por delant e. Sería m ás convenient e llegar a las diez a la oficina,
dueño de sí m ism o, que aparecer punt ualm ent e a las nueve, o aun un cuart o de hora ant es
para vigilar a sus subordinados com o un pat rón de esclavos, y " at arearse por nada" , com o
dicen los chinos.
Pero para el pensador, el invent or y el hom bre de ideas, significa aun m ás t enderse
t ranquilam ent e en la cam a durant e una hora. Un escrit or puede obt ener m ás ideas para sus
art ículos o su novela en est a posición que sent ándose t ercam ent e ant e el escrit orio t oda la
m añana y la t arde. Porque allí, libre de los llam ados t elefónicos y de los visit ant es bien
int encionados y las com unes t rivialidades de la vida cot idiana, ve la vida a t ravés de un crist al
o de una cort ina de cuent as, diríam os, y se t iende una aureola de poét ica fant asía en t orno al
m undo, al que im part e una m ágica belleza. Allí ve la vida, no en su crudeza, sino t ransform ada
de pront o en un cuadro m ás real que la vida m ism a, com o las grandes pint uras de Ni Yünlin o
Mi Fei.
Lo que realm ent e ocurre en la cam a es est o: Cuando uno est á en la cam a los m úsculos
descansan, la circulación se hace m ás suave y m ás regular, la respiración cobra t ranquilidad, y
t odos los nervios ópt icos, audit ivos y vasom ot ores se encuent ran m ás o m enos en descanso
com plet o, produciendo una quiet ud física m ás o m enos t ot al, y con ello se,, hace m ás absolut a
la concent ración m ent al, sea sobre las ideas o sobre las sensaciones. Aun con respect o a las
sensaciones, las olfat ivas o audit ivas por ej em plo, nuest ros sent idos est án m ás agudizados en
ese m om ent o. Toda buena m úsica debe ser escuchada t endido en cam a. Li Liweng dice en su
ensayo sobre " Sauces" que se debe aprender a escuchar t endido en la cam a el cant o de los
páj aros al am anecer. ¡Qué m undo de belleza nos espera si aprendem os a despert arnos al alba
y escuchar el celest ial conciert o de los páj aros! En verdad, hay una profusión de m úsica de los
páj aros en casi t odas las ciudades, aunque est oy seguro de que m uchos resident es no lo
not an. Por ej em plo, est o es lo que he escrit o sobre los sonidos que escuché una m añana en
Shanghai:
Est a m añana desper t é a las cinco después de dorm ir m uy bien y escuché un glorioso fest ín de sonidos. Lo que
m e desper t ó fue el sonido de las sir enas de las fábricas en una gran variedad de t onos y de fuerza. Al rat o oí un
dist ant e repiquet eo de cascos de caballos: debía ser una fuerza de caballería que pasaba por la calle de Yuyuen; y en
ese t ranquilo am anecer m e causó m ás deleit e est ét ico que una sinfonía de Brahm s. Hubo luego algunos gorj eos
t em pranos de cier t a especie de páj aros. Lam ent o no conocer la ciencia de los páj aros, pero gocé lo m ism o de los
gorj eos.
Hubo ot ros sonidos, es clar o: el " boy" de algún ex t ranj ero, seguram ent e al cabo de una noche de j uerga,
apareció a eso de las cinco y m edia y com enzó a golpear una puer t a. Se oyó después a un basur ero que barr ía una
callej a v ecina con el bisbiseo de su escoba de bam bú. De pront o, un pat o salvaj e, supongo, surcó el cielo, dej ando
ecos de su k u.ng- t u.ng en el aire. A las seis y v eint icinco escuché el dist ant e t rueno de la m áquina del t ren de
Shanghai- Hangchow que llegaba a la Est ación Jessfield. Hubo uno o dos sonidos de los niños que dorm ían en el cuart o
vecino. Em pezó a agit ar se ent onces la v ida y un dist ant e m ur m ullo de act ividades hum anas en la vecindad cercana y
lej ana aum ent ó gradualm ent e en volum en e int ensidad. En la plant a baj a de la casa se habían levant ado ya los
sirvient es. Se abrían las vent anas. Se colocaba un gancho en una puer t a. Una t osecilla. Un suave ruido de pisadas. Un
golpet eo de t azas y plat illos. Y de pront o el bebé grit ó: " ¡Mam á! "
Est e fue el concier t o nat ural que escuché aquella m añana en Shanghai.
Durant e t oda la prim avera, aquel año, m i m ayor placer fue escuchar a una especie de
ave que se llam a, probablem ent e, codorniz o perdiz en est e idiom a. Su llam ado de am or
consist e en cuat ro not as ( do . m i : re \ — : — . si) , de las cuales el re dura dos o t res
com pases y t erm ina en el m edio de un com pás, seguido por un si abrupt o, ent recort ado, en la
oct ava m ás baj a. Es la canción que yo solía escuchar en las m ont añas daban los lugares
com unes confucianos. Sucedió, em pero, que se t raduj o la frase " est ilo fam iliar" por una frase
china que significa " est ilo cachacient o" . Est a fue la señal para un at aque del cam po com unist a,

104
La importancia de vivir Lin Yutang

y ahora t engo la indiscut ible reput ación de ser el m ás ocioso de t odos los escrit ores ociosos de
China y, por ende, el m ás im perdonable, " m ient ras vivim os est e período de hum illación
nat ural" .
Adm it o que m e apolt rono en las salas de m is am igos, pero los dem ás t am bién lo hacen.
¿Para qué son los sillones, de t odos m odos, sino para que se apolt rone la gent e? Si los
caballeros y las dam as del siglo XX t uvieran que sent arse erguidos t odo el t iem po, con
absolut a dignidad, no habría sillones en las salas m odernas, sino que nos sent aríam os en
t iesos m uebles de m adera, y los pies de la m ayoría de las señoras colgarían a buena dist ancia
del suelo.
En ot ras palabras, hay una filosofía en repant igarse en el asient o. La m ención de la
palabra " dignidad" explica exact am ent e el origen de la diferencia en los est ilos de sent arse que
t enía la gent e de ant año y la m oderna. La gent e de ant es se sent aba con el fin de parecer
digna, m ient ras la gent e m oderna se sient a a fin de est ar cóm oda. Hay un conflict o filosófico
ent re las dos porque, según las nociones ant iguas que exist ían hace m edio siglo, la com odidad
era un pecado, y est ar cóm odo era ser irrespet uoso. Aldous Huxley la ha expuest o con
suficient e claridad en su ensayo sobre " Com odidad" . La sociedad feudal que hizo im posible el
nacim ient o del sillón hast a los días m odernos, según la describe Huxley, era exact am ent e lo
m ism o que la que exist ió en China hast a hace una generación. Hoy, t odo hom bre que se diga
am igo de ot ro no debe t ener m iedo de poner las piernas sobre el escrit orio en el cuart o de su
am igo, y t om am os est o com o m uest ra de fam iliaridad, en lugar de falt a de respet o, aunque
poner las piernas sobre el escrit orio en presencia de un m iem bro de la generación m ayor sería
cosa diferent e.
Hay una relación m ás ínt im a de lo que sospecham os ent re la m oral y la arquit ect ura y la
decoración de int eriores. Huxley ha señalado que las dam as occident ales no se bañaban
frecuent em ent e porque t em ían verse el cuerpo desnudo, y est e concept o m oral post ergó
durant e siglos el nacim ient o de las m odernas bañaderas esm alt adas. Podem os com prender por
qué en el diseño del ant iguo m oblaj e chino se prest aba t an poca consideración a la com odidad
hum ana, sólo cuando advert im os el am bient e confuciano en que vivía la gent e. Los m uebles
chinos de caoba fueron ideados para que la gent e se sent ara erguida, porque ésa era la única
post ura aprobada por la sociedad. Hast a los em peradores chinos t enían que sent arse en un
t rono en el cual yo no querría quedarm e m ás de cinco m inut os, y en cuant o a eso los reyes
ingleses no lo pasaban m ej or. Cleopat ra solía andar por ahí reclinada en un canapé llevado por
sirvient es, porque, al parecer, j am ás había oído hablar de Confucio. Si Confucio le hubiese
vist o hacer t al cosa, de seguro que le habría " golpeado los t obillos con un bast ón" , com o hizo
con uno de sus viej os discípulos, Yüan Jang, a quien encont ró sent ado en una post ura
incorrect a. En la sociedad confuciana en que vivíam os, las dam as y los caballeros t enían que
m ant enerse perfect am ent e erguidos, al m enos en ocasiones form ales, y el m enor int ent o de
levant ar una pierna habría sido int erpret ado en seguida com o m uest ra de vulgaridad y falt a de
cult ura. Es m ás: para dem ost rar m ayor respet o, al ver a un funcionario superior, uno t enía que
sent arse delicadam ent e en el borde de la silla, haciendo un ángulo oblicuo, lo cual era una
m uest ra de respet o y la cum bre de la cult ura. Hay t am bién una ínt im a conexión ent re la
t radición confuciana y las incom odidades de la arquit ect ura china, pero no ent rarem os ahora
en eso.
Gracias al m ovim ient o rom ánt ico de final del siglo XVI I I y principios del XI X, est a
t radición de clásico decoro se ha perdido, y est ar cóm odo ya no es pecado. En cam bio, ha
ocupado su lugar una act it ud m ás veraz hacia la vida, debida t ant o al m ovim ient o rom ánt ico
com o a una m ej or com prensión de la psicología hum ana. El. m ism o cam bio de act it ud que
obligó a que se cesara de considerar inm orales las diversiones t eat rales, y " bárbaro" a
Shakespeare, ha hecho posible t am bién la evolución de los t raj es de baño de las m uj eres, de
las bañaderas lim pias y de los sillones y divanes cóm odos, y un est ilo de vivir y de escribir m ás
veraz y a la vez m ás ínt im o. En est e sent ido hay una verdadera relación ent re m i cost um bre
de apolt ronarm e en un sofá y m i int ent o de int roducir una escrit ura m ás ínt im a y fácil en el
m oderno periodism o chino.
Si adm it im os que la com odidad no es un pecado, debem os adm it ir t am bién que cuant o
m ás cóm odam ent e se disponga • un hom bre en un sillón, en la sala de un am igo, t ant o m ayor
respet o m uest ra por su huésped. Después de t odo, est ar com o en su casa y parecer cóm odo
en casa aj ena no es m ás que ayudar al dueño o dueña de la casa a que t enga feliz éxit o en el

105
La importancia de vivir Lin Yutang

difícil art e de la hospit alidad. ¡Cuánt as dueñas de casa han t em ido, han t em blado ant e la
posibilidad de una fiest a en que los invit ados no se m uest ren dispuest os a est ar a sus anchas!
Siem pre he ayudado a los dueños de casa, poniendo una pierna sobre una m esit a de t é, o
cualquier ot ro obj et o cercano, y de ese m odo he obligado a t odos los dem ás a desprenderse de
la capa de falsa dignidad.
Yo he descubiert o una fórm ula relat iva a la com parat iva com odidad de los m uebles. Est a
fórm ula puede ser expuest a en t érm inos m uy sencillos: cuant o m ás baj a es una silla, t ant o
m ás cóm oda result a. Muchas personas se habrán sent ado en ciert a silla de la casa de un
am igo, ext rañados de que fuera t an cóm oda. Ant es del descubrim ient o de est a fórm ula solía
pensar yo que los perit os en decoración int erior t enían probablem ent e una fórm ula m at em át ica
que les daba la proporción ent re la alt ura y el ancho y el ángulo de inclinación de las sillas,
para procurar el m áxim o de com odidad a los que se sient an. Desde el descubrim ient o de est a
fórm ula he vist o que era m ás sencillo. Tóm ese cualquier m ueble de pino de China y córt esele
unos cent ím et ros de las pat as, e inm ediat am ent e se hace m ás cóm oda; y si se le cort an ot ros
pocos cent ím et ros, m ás cóm oda aun se hace. La conclusión lógica es, claro est á, que uno se
sient e m ás cóm odo cuando est á t endido en cam a. Sí, es t an sencillo com o eso.
Desde est e principio fundam ent al podem os ir al corolario de que cuando nos vem os
sent ados en una silla dem asiado alt a y a la que no le podem os cort ar las pat as, t odo lo que
t enem os que hacer es buscar algún obj et o sobre el cual podam os descansar las piernas y
dism inuir así t eóricam ent e la diferencia de nivel ent re las caderas y los pies. Uno de los
sist em as m ás com unes que em pleo es el de abrir un caj ón del escrit orio y apoyar en él los
pies. Pero dej o al sent ido com ún de cada uno la aplicación int eligent e de est e corolario.
Para corregir cualquier falsa idea de que acost um bro a est ar repant igado durant e la
dieciséis horas que paso despiert o en el día, debo apresurarm e a explicar que soy capaz de
est arm e em pecinadam ent e sent ado ant e el escrit orio o frent e a una m áquina de escribir
durant e t res horas seguidas. Cuando quiero exponer claram ent e que el afloj am ient o de
nuest ros m úsculos no es necesariam ent e un crim en, no pret endo decir que debem os t ener los
m úsculos floj os t odo el t iem po, o que es la post ura m ás higiénica que podem os asum ir durant e
t odo el día. Muy ot ra es m i int ención. Al fin y al cabo, la vida hum ana se cum ple en ciclos de
t rabaj o y de j uego, de t ensión y afloj am ient o. La energía cerebral del hom bre y su capacidad
para el t rabaj o se present a en ciclos m ensuales, com o el cuerpo de la m uj er. William Jam es
dij o que cuando se aj ust a dem asiado la cadena de una biciclet a no se consigue que corra
m ej or, e igual ocurre con la m ent e hum ana. Todo, al fin y al cabo, es cuest ión de cost um bre.
En el cuerpo hum ano hay una capacidad infinit a para nuevos aj ust es. Los j aponeses, que
t ienen la cost um bre de sent arse en el piso con las piernas cruzadas, deben sufrir calam bres,
supongo, si se les hace sent ar en sillas. Sólo si alt ernam os ent re la post ura absolut am ent e
erect a, del t rabaj o en las horas de oficina, y la post ura de t endernos en un sofá después de un
duro día de t rabaj o, podem os lograr la m ás alt a sabiduría de la vida.
Una palabra para las señoras: cuando no hay nada cerca para descansar los pies, pueden
encoger las piernas y enroscarlas sobre un sofá. Nunca parecen ust edes t an encant adoras
com o cuando est án en esa act it ud.

I I I . D E LA CON VERSACI ÓN
" Hablar cont igo durant e una noche es m ej or que est udiar libros durant e diez años" , fue el
com ent ario de un viej o est udioso chino después de t ener una conversación con un am igo.
Tiene m ucho de ciert o esa afirm ación, y hoy la frase " una noche de charla" ha llegado a ser
expresión corrient e para referirse a una feliz conversación con un am igo, de noche, ya sea en
el pasado o en el porvenir. Hay dos o t res libros que se parecen a los " óm nibus de fin de
sem ana" , publicados en inglés, con t ít ulos com o Una noche de charla o Una noche de charla en
la m ont aña. Un placer t an suprem o com o el de una conversación perfect a con un am igo, de
noche, es necesariam ent e raro, porque com o lo ha señalado Li Liweng, los que son sabios rara
vez saben hablar, y los que hablan rara vez son sabios. El descubrim ient o de un hom bre, en
un t em plo em pinado en la m ont aña, que com prenda realm ent e la vida y a la vez ent ienda el
106
La importancia de vivir Lin Yutang

art e de la conversación, debe ser, por lo t ant o, uno de los placeres m ás agudos, com o el
descubrim ient o de un nuevo planet a por un ast rónom o o de una nueva variedad de plant as por
un bot ánico.
La gent e se quej a hoy de que el art e de la conversación en t orno a una chim enea o a un
barril de cohet es se est á perdiendo, debido al rit m o de la vida com ercial de hoy. Est oy m uy
seguro de que ese rit m o t iene algo de culpa, pero creo t am bién que la dist orsión del hogar,
convert ido en un depart am ent o sin fuego de leños, com enzó la dest rucción del art e de la
conversación y la influencia del aut om óvil la com plet ó. El rit m o es del t odo falso, porque la
conversación exist e solam ent e en una sociedad de hom bres im buidos de espírit u de ocio, con
su facilidad, su hum orism o y su apreciación de los m at ices m ás ligeros. Porque hay un
evident e dist ingo ent re charlar, sencillam ent e, y conversar. Est a dist inción se hace en el
idiom a chino ent re shuohua ( hablar) y t 'anhua ( conversación) , que im plica que el discurso es
m ás gárrulo y despacioso y los t em as de conversación m ás t riviales y m enos de negocios.
Puede not arse una diferencia sim ilar ent re la correspondencia com ercial y las cart as de
lit erat os am igos. Podem os hablar o discut ir de negocios con casi t odo el m undo, pero hay m uy
pocas personas con quienes podem os sost ener verdaderam ent e una conversación noct urna.
Por eso, cuando encont ram os a un verdadero conversador, el placer es igual, si no superior, al
de leer un delicioso aut or, con el placer adicional de escuchar su voz y ver sus adem anes. A
veces lo hallam os en la feliz reunión de viej os am igos, o ent re relaciones que se dedican a sus
rem iniscencias, a veces en el salón de fum ar de un t ren noct urno, y a veces en una host ería
durant e un lej ano viaj e. Se charlará de duendes y de espírit us de zorros, j unt o con
ent ret enidos relat os o apasionados com ent arios sobre dict adores y t raidores, y a veces, ant es
de advert irlo, un sabio observador y conversador hace luz sobre cosas que ocurren en
det erm inado país y que son prolegóm eno de su inm inent e caída o de un cam bio de régim en.
Tales conversaciones quedan ent re los recuerdos que acariciam os durant e t oda la vida.
Es claro que las de la noche son las m ej ores horas para conversar, porque las
conversaciones de día sufren ciert a falt a de brillo. El lugar de la conversación m e parece
ent eram ent e sin im port ancia. Se puede gozar de una buena conversación sobre lit erat ura y
filosofía en un salón siglo XVI I o sent ado en barriles en una quint a. O acaso sea una noche de
vient o y de lluvia m ient ras viaj am os en barco por el río y las lint ernas de los barcos anclados
en la m argen opuest a lanzan sus reflej os sobre el agua, y oím os que el barquero nos narra
anécdot as de la niñez de la Reina. Por ciert o que el encant o de la conversación est á en el
hecho de que las circunst ancias en que se produce, la hora y las personas que la em prenden,
varían de ocasión en ocasión. A veces recordam os una conversación en una noche llena de
luna y de brisas, cuando est án en flor las acacias, y a veces la asociam os en el recuerdo con
una noche oscura y t orm ent osa cuando arde en el hogar un fuego de leños, y a veces
recordam os que est ábam os sent ados en el t echo de un pabellón m irando las barcas que
surcaban el río y quizá una de ellas se volcó en la rápida corrient e, o acaso que est ábam os
sent ados en la sala de espera de una est ación ferroviaria, y que había pasado la m edianoche.
Est os cuadros se asocian indeleblem ent e con nuest ro recuerdo de ciert as conversaciones
part iculares. Había quizá dos o t res personas en la habit ación, o acaso cinco o seis; t al vez el
viej o Chen est aba algo ebrio aquella noche, o el viej o Chin t enía un resfrío y hablaba con un
leve t ono nasal, que se sum aba a la caract eríst ica placent era de aquella noche. Es t al la vida
hum ana que " la luna no puede ser redonda siem pre, las flores no pueden verse siem pre t an
herm osas, y los buenos am igos no siem pre pueden reunirse" , y no creo que los dioses t engan
celos de nosot ros cuando nos dedicam os a t an sencillo pasat iem po.
Com o regla, una buena conversación es siem pre igual que un buen ensayo fam iliar. Su
est ilo y su cont enido son sim ilares a los del ensayo. Los espírit us de zorros, las m oscas, la
ext raña m anera de ser de los ingleses, la diferencia ent re la cult ura orient al y occident al, las
librerías en las m árgenes del Sena, un aprendiz ninfom aníaco en ciert a sast rería, anécdot as de
nuest ros gobernant es, est adist as y generales, el m ét odo de preservar los " Dedos de Buda"
( una variedad cít rica) : t odos ést os son buenos y legít im os t em as de conversación. El punt o
que m ás t iene en com ún con el ensayo es su est ilo holgazán. Por m ucho peso e im port ancia
que t enga el t em a, aunque signifique reflexiones sobre el t rist e cam bio o el est ado de caos de
la pat ria, o el naufragio de la m ism a civilización baj o la corrient e de alocadas ideas polít icas
que privan al hom bre de libert ad, de dignidad hum ana y hast a de la m et a de la felicidad
hum ana, o aunque com prenda conm ovedoras cuest iones de verdad y j ust icia, t odas las ideas
se expresan en form a casual, despaciosa e ínt im a. Porque en la civilización, por m ucho que se
107
La importancia de vivir Lin Yutang

irrit e y se encone un hom bre cont ra los ladrones de nuest ra libert ad, sólo se nos perm it e
expresar sent im ient os con una leve sonrisa en los labios o en la punt a de la plum a. Nuest ras
t iradas realm ent e apasionadas, en que dam os rienda suelt a a nuest ros sent im ient os, deben
ser escuchadas solam ent e por unos pocos de nuest ros am igos m ás ínt im os. Por ende, la
condición prim ordial de una verdadera conversación es que podam os vent ilar nuest ras
opiniones con calm a, en la int im idad de una habit ación, con unos pocos buenos am igos y sin
t ener alrededor personas que no querem os ver siquiera.
Es fácil ver est e cont rast e ent re el verdadero género de la conversación y las ot ras clases
de cort és int ercam bio de opiniones, si nos referim os al cont rast e sim ilar ent re un buen ensayo
fam iliar y las declaraciones de los polít icos. Si bien se expresa una cant idad m ucho m ayor de
sent im ient os nobles en las declaraciones de los polít icos —sent im ient os de dem ocracia, de
deseo de servir, int erés por el bienest ar de los pobres, devoción a la pat ria, elevado idealism o,
am or por la paz y seguridades de infalible am ist ad int ernacional— y no se hace una sugest ión
siquiera de codicia del poder o del dinero o de la fam a, hay en ellas ciert o olor que nos
m ant iene a la dist ancia, com o una señora vest ida con excesivo luj o y excesivam ent e pint ada.
En cam bio, cuando escucham os una verdadera conversación o leem os un buen ensayo
fam iliar, sent im os que hem os vist o a una doncella cam pesina, sencillam ent e vest ida, que lava
la ropa j unt o al río, un poco desordenado el cabello, acaso, y algún bot ón desprendido, pero
encant adora e ínt im a y agradable de t odos m odos. Ese es el encant o fam iliar y el est udiado
descuido a que t iende el négligé de la m uj er occident al. Algo, de est e encant o fam iliar de la
int im idad debe form ar part e de t odas las buenas conversaciones y t odos los buenos ensayos.
El buen est ilo de conversación es, por consiguient e, un est ilo de int im idad y
despreocupación, en que las part es han perdido su dureza y han olvidado del t odo cóm o
vist en, cóm o hablan, cóm o est ornudan, y en que t odos colaboran y sient en igual indiferencia
en cuant o al cam ino que t om a la conversación. Podem os ent ablar una verdadera conversación
solam ent e cuando encont ram os a nuest ros am igos m ás ínt im os y est am os dispuest os a
abrirnos el corazón. Uno ha puest o los pies sobre una m esa vecina, ot ro se sient a en el alféizar
de una vent ana, y ot ro m ás se ha sent ado en el suelo, apoyado en un alm ohadón que quit ó al
sofá, dej ando así descubiert a la t ercera part e del asient o. Porque solam ent e cuando est án
suelt os los pies y las m anos, y cóm odo el cuerpo, puede est ar cóm odo el corazón t am bién.
Ent onces es cuando:
Ant e m is oj os hay am igos que conocen m i corazón,
Y a m i lado nadie hay que m e last im e los oj os.
Est a es una condición absolut am ent e necesaria para t oda conversación que m erezca el
nom bre de art e. Y com o no nos im port a de qué hablam os, la conversación irá a la deriva, cada
vez m ás lej os, sin orden y sin m ét odo, y los am igos se m archarán, cuando t odo t erm ine, con
el corazón feliz.
Es t al la relación ent re el ocio y la conversación, y el progreso de la prosa, que creo que
la prosa verdaderam ent e cult a de una nación nace en la época en que la conversación ha
llegado a ser ya un art e. Lo vem os m uy claram ent e en el desarrollo de la prosa china y griega.
No puedo im aginar una explicación de la vit alidad del pensam ient o chino en los siglos que
siguieron a Confucio, cuando nacieron las que se llam an " Nueve Escuelas del Pensam ient o" , si
no es la de que se había desarrollado un am bient e cult o, en el cual una especial clase de
sabios t enía por único com et ido el conversar. Com o confirm ación de m i t eoría vem os que hubo
ent onces cinco nobles, grandes y ricos, fam osos por su generosidad, caballerosidad y gust o
por los huéspedes. Todos ellos t enían m iles de sabios com o huéspedes en sus casas, com o por
ej em plo Mengch'ang, del Reino Ch'i, de quien queda la reput ación de que t enía t res m il sabios
o " huéspedes" , que usaban " zapat os perlados" y eran " alim ent ados" en su casa. Podem os
im aginar el m urm ullo de conversaciones que habría en esas casas. El cont enido de la
conversación de los sabios de esos días se reflej a hoy en los libros de Lieht sé, Huainant sé,
Chankuot seh y Luían. Es digno de not ar, con respect o al últ im o, un libro que se adm it e
escribieron los huéspedes de Lü, pero se publicó con su nom bre ( en form a sim ilar a la
cost um bre de los " pat rones" de los aut ores ingleses en los siglos XVI y XVI I ) , que ya en él se
desarrollaba la idea del art e del buen vivir, en la fórm ula de que sería m ej or vivir bien, o no
vivir. Había adem ás una clase de brillant es sofist as o conversadores profesionales, a quienes
cont rat aban los diferent es Est ados en guerra, y enviaban com o diplom át icos para evit ar una
crisis o persuadir a un ej ércit o host il de que se ret irara de las m urallas de una ciudad sit iada, o

108
La importancia de vivir Lin Yutang

para concluir una alianza, com o m uchos hicieron. Est os sofist as profesionales se dist inguían
siem pre por su ingenio, sus hábiles parábolas y su poder de persuasión. Las conversaciones o
los hábiles argum ent os de esos sofist as se conservan en el libro Chankuot seh. De ese
am bient e de libre y j uguet ona discusión surgieron algunos de los m ás grandes nom bres de la
filosofía: Yang Chu, fam oso por su cinism o: Hanfeit sé, fam oso por su realism o ( sim ilar al de
Maquiavelo, pero m ás at em perado) , y el gran diplom át ico Yent sé, fam oso por su ingenio.
Un ej em plo de la cult a vida social que exist ía en el siglo I I I ant es de nuest ra era, hacia el
final de est e período, puede darlo el relat o de cóm o ciert o est udioso llam ado Li Yüan consiguió
present ar su cult a herm ana a la cort e de un rico pat rono en el Reino de Ch'u. El pat rono a su
vet logró para est a niña el favor del Rey, lo cual fue event ualm ent e la causa de la dest rucción
del Reino de Ch'u por el ej ércit o conquist ador del Prim er Em perador de Ch'in, que unió al
I m perio Chino.
Vivió ant año Li Yüan, que servía com o subordinado al Príncipe Ch'unshen, el Prim er
Minist ro del Rey de Ch'u. Li t enía una herm ana de nom bre Nühuan, que le habló un día:
—He sabido que el Rey no t iene heredero. Si m e present as al Prim er Minist ro, por su
int erm edio podré ver al Rey.
—Pero el Prim er Minist ro es un alt o funcionario —respondió el herm ano—. ¿Cóm o m e
at reveré a m encionarle t al cosa?
—No t ienes m ás que ir a verle —dij o la herm ana— y decirle que t ienes que volver a casa
porque ha llegado un noble huésped. Ent onces t e pregunt ará quién es ese noble huésped, y
puedes responderle que t ienes una herm ana, que el Prim er Minist ro del Reino de Lu ha oído
hablar de la reput ación que goza y ha enviado un delegado a pedírt ela, y que un m ensaj ero de
t u casa acaba de t raert e la not icia. Ent onces t e pregunt ará qué sabe hacer t u herm ana. Y le
responderás que sé t ocar el ch'in, que sé leer y escribir, y que dom ino los clásicos. Seguro es
que m e enviará a buscar en esa form a.
Li prom et ió hacer com o se le pedía y a la m añana siguient e, después de ver al Prim er
Minist ro, le dij o:
—Un m ensaj ero de casa m e dice que hay un noble huésped de un país dist ant e, y debo
regresar para recibirle.
El Prim er Minist ro Ch'unshen le pregunt ó ent onces, en efect o:
—¿Quién es ese noble huésped de un país dist ant e? Y Li respondió:
—Yo t engo una herm ana, y el Prim er Minist ro del Reino de Lu ha sabido de su reput ación
y ha enviado un delegado para pedirla.
—¿Puedo verla?—pregunt ó el Prim er Minist ro—. Pídele que vaya a verm e en e l Pabellón
Li.
—Sí, señor—respondió Li, y regresó y dij o a su herm ana que el Prim er Minist ro la
esperaba la noche siguient e en el Pabellón Li.
—Debes ir t ú prim ero, a fin de est ar allí cuando yo llegue —dij o la doncella.
El Prim er Minist ro llegó a su hora y pidió ver a Nühuan. Le fue present ada y t odos
bebieron m ucho.
Nühuan t ocó el ch'in y ant es de que t erm inara su canción, el Prim er Minist ro est aba
grandem ent e com placido, y le pidió que _ perm aneciera allí t oda la noche. . .

He ahí el am bient e social de dam as cult as y sabios desocupados que produj o para
nosot ros el prim er congreso im port ant e de la prosa en China. Había dam as que sabían
conversar y leer y escribir y t ocar un inst rum ent o m usical, que cont ribuían a esa m ezcla
part icularm ent e ligera de m ot ivos sociales, art íst icos y lit erarios que se encuent ra siem pre en
una sociedad donde part icipan a la vez hom bres y m uj eres. Era una sociedad indudablem ent e
arist ocrát ica por su caráct er y su am bient e, porque result aba difícil ver al Prim er Minist ro
Ch'unshen, pero cuando supo de una dam a que podía t ocar un inst rum ent o m usical y
dom inaba los clásicos, insist ió en verla. Era est a, pues, la vida de ociosidad que vivieron los
prim eros sofist as y filósofos chinos. Los libros de esos prim eros filósofos chinos no fueron m ás
que el result ado de las calm osas conversaciones ent re est os sabios.

109
La importancia de vivir Lin Yutang

Es claro que solam ent e en una sociedad donde hay ocio puede producirse el art e de la
conversación, y es igualm ent e claro que solam ent e cuando hay un art e de la conversación
pueden darse buenos ensayos fam iliares. En general, el art e de la conversación y el art e de
escribir buena prosa llegaron com parat ivam ent e t arde en la hist oria de la civilización hum ana,
porque la m ent e hum ana t uvo que desarrollar ciert a sut ileza y ligereza de t oque, y est o sólo
fue posible en una vida de ocio. Est oy m uy bien advert ido de que hoy, desde el punt o de vist a
de los com unist as, gozar rat os de ocio o pert enecer a la odiada clase ociosa es ser
cont rarrevolucionario, pero est oy m uy convencido de que la m et a del verdadero com unism o y
el socialism o es que t odas las personas sean capaces de gozar ocios, o que el goce del ocio se
haga general. Por lo t ant o, el goce del ocio no puede ser pecado, pero por ot ra part e el
progreso de la cult ura m ism a depende de un int eligent e em pleo del ocio, del cual la
conversación es sólo una form a. Los hom bres de negocios que est án ocupados el día ent ero y
se m archan a la cam a inm ediat am ent e después de com er, para roncar com o vacas, no han de
cont ribuir m ucho a la cult ura.
A veces est e " ocio" es forzoso y no se produce porque uno ' lo busque. De t odos m odos,
m uchas grandes obras de la lit erat ura se han producido en un am bient e de ocio forzoso.
Cuando vem os un genio lit erario de gran porvenir, que dispersa su energía en inút iles fiest as
sociales o escribe ensayos sobre la polít ica del m om ent o, lo m ej or y lo m ás bondadoso que
podem os hacer por él es encerrarle en una celda. Porque debem os recordar que el Rey Wen
escribió en la prisión su Libro de los cam bios, una obra clásica de filosofía sobre los cam bios de
la vida hum ana, y Ssem a Ch'ien escribió en la cárcel su obra m aest ra Shihchi
( convencionalm ent e llam ada Shiki) , la m ej or hist oria que se ha escrit o j am ás en chino. A veces
los aut ores veían vencidas sus am biciones de t ener una carrera polít ica, o la sit uación polít ica
era dem asiado decepcionant e, y se producían ent onces grandes obras lit erarias o de art e. Est a
es la razón por la cual t uvim os t an grandes pint ores Yüan y dram at urgos Yüan durant e el
régim en m ongol, y t an grandes pint ores com o Shih T'ao y Pat a Shan j en durant e el com ienzo
de la conquist a m ancha de China. El pat riot ism o en la form a de un sent ido de cabal
hum illación baj o un régim en ext ranj ero hizo posible su t ot al devoción al art e y la cult ura. Shih
T'ao es indudablem ent e uno de los m ás grandes pint ores que ha producido China, y el hecho
de que no se le conozca en general en Occident e se debe a un accident e y a que los
em peradores m anchúes no querían dar crédit o a los art ist as que no sim pat izaban con su
régim en. Ot ros grandes escrit ores que habían fracasado en el exam en im perial com enzaron a
sublim ar su energía y dedicarse a la creación, com o fue el caso de Shih Naian que nos legó
Todos los hom bres son herm anos, y P'u Liuhsien que nos dej ó Ext raños relat os desde un
est udio chino.
Tenem os en el prefacio de Todos los hom bres son herm anos, at ribuido a Shih, una de las
m ás deliciosas expresiones del placer de la conversación ent re am igos:

Cuando t odos m is am igos se reúnen en m i casa hay dieciséis personas en t ot al,


pero rara es la vez que vienen t odos. Pero, salvo en días de lluvia o t orm ent a, es
t am bién rara la vez que no venga ninguno. Casi t odos los días t enem os seis o siet e
personas en casa, y cuando llegan no em piezan a beber inm ediat am ent e; t om an un
sorbo cuando quieren y luego dej an de t om arlo cuando quieren, porque consideran
que el placer consist e en la conversación y no en el vino. No hablam os de la polít ica
de la cort e, no solam ent e porque est á fuera de nuest ra debida ocupación, sino
t am bién porque a t al dist ancia la m ayoría de las not icias se basan en cosas de oídas;
las not icias de oídas no son m ás que rum ores, y discut ir rum ores sería m algast ar
saliva. No hablam os t am poco de los defect os de la gent e, porque la gent e no t iene
defect os, y no debem os calum niarla. No decim os cosas que ofendan a nadie y nadie
se ofende;
en cam bio, deseam os que la gent e ent ienda lo que decim os, pero aun asi la
gent e no ent iende lo que decim os. Porque las cosas de que hablam os yacen en lo
hondo del corazón hum ano, y la gent e del m undo est á dem asiado ocupada para
oírlas.

110
La importancia de vivir Lin Yutang

En est a clase de est ilo y con est a especie de sent im ient o se produj o la gran obra de Shih,
y fue posible t al cosa porque en aquel ent onces se gozaba del ocio.
El surgim ient o de la prosa griega ocurrió claram ent e en la m ism a clase de am bient e
social descansado. La lucidez del pensam ient o griego y la claridad del est ilo griego de la prosa
deben su exist encia al art e de la conversación calm osa, com o se revela t an claram ent e en el
t ít ulo m ism o de los Diálogos de Plat ón: En El Banquet e vem os un grupo de sabios griegos
reclinados en el suelo que conversan alegrem ent e en una at m ósfera de vino y de frut as y
herm osos donceles. Porque est os hom bres habían cult ivado el art e de hablar, su pensam ient o
fue t an lúcido y su est ilo t an claro, dando un cont rast e t an refrescant e con la pom posidad y la
pedant ería de los m odernos escrit ores académ icos. Est os griegos habían aprendido
evident em ent e a m anej ar con ligereza el t em a de la filosofía. La encant adora at m ósfera
conversacional de los filósofos griegos, su deseo de hablar, el valor que at ribuían a una buena
charla y la elección de lugar para conversaciones se ven bellam ent e descrit os en la
int roducción de Fedra. Est o nos da una visión int erior del surgim ient o de la prosa griega.
La m ism a República de Plat ón no com ienza, com o lo harían algunos de los escrit ores
m odernos, con frases com o “ La civilización hum ana, vist a a t ravés de sus sucesivas et apas de
desarrollo, es un m ovim ient o dinám ico que va desde la het erogeneidad a la hom ogeneidad" , o
alguna ot ra t ont ería igualm ent e incom prensible. Com ienza, en cam bio, con una frase afable:
" Baj é ayer al Pireo, con Glauco, el hij o de Arist o, para rendir m is devociones a la diosa y
deseoso de observar, a la vez, en qué form a iban a celebrar el fest ival, pues est aban por
hacerlo por prim era vez" . El m ism o am bient e que encont ram os ent re los prim eros filósofos
chinos, cuando el pensam ient o era m ás act ivo y viril, lo t enem os en el cuadro de los griegos
reunidos para discut ir el t em a de si un gran escrit or de t ragedias debe ser o no un escrit or de
com edías t am bién, según lo describe El banquet e. Había un am bient e de seriedad y alegría y
chispeant es pregunt as y respuest as. La gent e se burlaba de la capacidad de Sócrat es com o
bebedor, pero allí seguía él, bebiendo o no según le diera en gana, sirviéndose una copa
cuando se le ant oj aba, sin preocuparse por lo dem ás. Y así habló Sócrat es la noche ent era
hast a que t odos los com ensales quedaron dorm idos, salvo Arist ófanes y Agat ón. Cuando hubo
hecho dorm ir a t odos m ient ras hablaba, y fue el único que quedó despiert o, abandonó el
banquet e y fue al Liceo para darse un baño m at inal, y pasó el día t an fresco com o siem pre. En
est e am bient e de am ist oso discurrir nació la filosofía griega.
No hay duda que necesit am os la presencia de las m uj eres en una conversación cult a,
para que cobre la necesaria frivolidad, alm a de la conversación. Sin frivolidad y alegría, la
conversación se t orna t ont a y ext raña a la vida. En t odos los países y t odas las edades se ha
vist o que siem pre que hubo una cult ura int eresada en com prender el art e de vivir, se
desarrolló la m oda de dar la bienvenida a las m uj eres en la sociedad. Tal fue el caso de At enas
en la época de Pericles, y así ocurrió en los salones franceses del siglo XVI I I . Aun en China,
donde la com pañía m ixt a era t abú, los sabios exigían la presencia de m uj eres que pudieran
int ervenir en su conversación. En las t res dinast ías. Chin, Sung y Ming, en que se cult ivó y se
puso de m oda el art e de la conversación, aparecieron siem pre dam as m uy cult as, com o Hsieh
Taouyün, Ch'aoyün, Liu Jushih y ot ras. Pues aunque los chinos requerían que sus esposas
fuesen virt uosas y se abst uvieran de ver a ot ros hom bres, no cesaron por eso de desear para
sí la com pañía de m uj eres de t alent o. La hist oria lit eraria china est á m uy m ezclada, al fin y al
cabo, con las vidas de cort esanas profesionales. La dem anda de un t oque de encant o fem enino
en un grupo de gent e durant e la conversación, es una dem anda universal. He conocido
señoras alem anas que podían hablar desde las cinco de la t arde a las once de la noche y m e
he encont rado con señoras inglesas y nort eam ericanas que m e asust an por su fam iliaridad con
la econom ía, t em a que desespero de est udiar j am ás, por falt a de valor. Pero m e parece que
aun cuando no haya señoras que puedan debat ir conm igo acerca de Carlos Marx y Engeis, la
conversación se ve siem pre placent eram ent e est im ulada cuando hay unas pocas señoras que
saben cóm o escuchar y parecer dulcem ent e pensat ivas. Me result a siem pre m ás delicioso que
hablar con hom bres de est úpido aspect o.
I V. D EL TE Y LA AM I STAD
No creo que, desde el punt o de vist a de la cult ura y la felicidad hum anas, haya habido en
la hist oria de la hum anidad invent os m ás significat ivos, m ás vit alm ent e im port ant es y de
m ayor cont ribución a nuest ro goce de la holganza, la am ist ad, la sociabilidad y la
conversación, que los invent os de fum ar, beber y el t é. Los t res t ienen varias caract eríst icas en

111
La importancia de vivir Lin Yutang

com ún: prim ero de t odo, que cont ribuyen a nuest ra sociabilidad; segundo, que no nos llenan
el est óm ago, com o la com ida, y pueden ser gozados, por consiguient e, ent re las com idas; y
t ercero, que los t res pueden ser gozados a t ravés de la nariz, porque act úan sobre nuest ro
sent ido del olfat o. Tan grande es su influencia sobre la cult ura, que t enem os salones de fum ar
j unt o a com edores, y t enem os t abernas y casas de t é. En China e I nglat erra, por lo m enos,
beber t é ha llegado a ser una inst it ución social.
El goce adecuado del t abaco, la bebida y el t é sólo se puede desarrollar en una at m ósfera
de holganza, am ist ad y sociabilidad. Porque solam ent e con hom bres dot ados del sent ido de la
cam aradería, ext rem adam ent e select os en cuant o se t rat a de form ar am igos, y provist os de un
am or nat ural por la vida holgazana, se hace posible el pleno goce del t abaco y la bebida y el
t é. Si se les quit a el elem ent o de sociabilidad, est as cosas no t ienen significado. El goce de
est as cosas, com o el goce de la luna, la nieve y las flores, debe ocurrir en la debida com pañía,
porque considero que ést a es la condición en que m ás frecuent em ent e insist en los art ist as de
la vida en China: que ciert as clases de flores deben ser gozadas con ciert os t ipos de personas,
ciert as clases de escenarios deben est ar asociados con ciert as especies de m uj eres, que el
sonido de las got as de lluvia debe ser gozado, si se le ha de gozar plenam ent e, cuando uno
est á t endido en un lecho de bam bú dent ro de un t em plo m uy m et ido en las m ont añas y en un
día de verano; que, en sum a, el t alant e es lo que im port a, que hay un t alant e apropiado para
t odo, y que una m ala com pañía puede echar a perder por com plet o el est ado de ánim o. Por
ende, el com ienzo de t odo art ist a de la vida es que él, o cualquiera que desea aprender a
gozar la vida, com o condición absolut am ent e necesaria debe encont rar am igos del m ism o t ipo
de t em peram ent o, y preocuparse t ant o por ganar y m ant ener su am ist ad com o se preocupan
las esposas por m ant ener a sus m aridos, o com o un buen j ugador de aj edrez hace viaj es de
m iles de kilóm et ros para encont rarse con ot ro j ugador de aj edrez.
El am bient e, pues, es lo que vale. Se debe com enzar con el debido concept o del est udio
del sabio y el am bient e general en que va a gozar su vida. Prim ero, los am igos con quienes ha
de com part ir ese goce. Debe elegir diversos t ipos de am igos para diferent es t ipos de am bient e.
Sería un grave error salir de cabalgat a con un am igo est udioso y pensat ivo, com o lo sería ir a
un conciert o con una persona que no com prende la m úsica. Un escrit or chino ha expresado
est o así:
Para gozar de las flores hay que asegurarse am igos de gran corazón. Para ir a las
casas de cant o a m irar las m ozas hay que asegurarse am igos at em perados. Para subir
a lo alt o de una m ont aña hay que asegurarse am igos rom ánt icos. Para ir en bot e hay
que asegurarse am igos de caráct er expansivo. Para m irar la luna hay que asegurarse
am igos de fría filosofía. Para esperar la nieve hay que asegurarse am igas herm osas.
Para una fiest a de vino hay que asegurarse am igos con sabor y encant o.
Después de elegir y form ar am igos para el debido goce de diferent es ocasiones, busca
uno el am bient e adecuado. No es t an im port ant e que la casa de cada uno est é ricam ent e
adornada com o que se halle en un herm oso país, con la posibilidad de cam inar por los
arrozales o de t enderse baj o um bríos árboles j unt o a la orilla de un río. Muy sencillas son las
exigencias sobre la casa m ism a. Puede uno: " t ener una casa con varios cuart os, cam pos de
cereales sobre varios m ow, un est anque hecho de un cuenco y vent anas hechas de j arros
rot os, las paredes hast a la alt ura de los hom bros y un cuart o del t am año de una fanega de
arroz, y en el m om ent o de holganza, después de gozar la t ibieza de los colchones de algodón y
una com ida de sopa de verduras, puede uno llegar a ser t an grande que su espírit u se expanda
y llene el universo t odo. Para un quiet o est udio así, debe uno t ener árboles wut 'ung hacia
adelant e y algunos bam búes verdes hacia at rás. Al sur de la casa los aleros se ext enderán
osadam ent e hacia afuera, en t ant o que al nort e habrá vent anas pequeñas, que puedan
cerrarse en prim avera e invierno para abrigo cont ra la lluvia y el vient o, y abrirse en verano y
ot oño para la vent ilación. La belleza del árbol wut 'ung reside en que se caen t odas las hoj as en
el invierno y la prim avera, lo cual nos perm it e el goce pleno de la t ibieza del sol, en t ant o que
en verano y ot oño su som bra nos prot ege del calor agobiant e" . O, según lo ha expresado ot ro
escrit or, debe uno:
" Const ruir una casa de varios aleros, plant ar una cerca de árboles chin y cubrir un
pabellón con un t echado de heno. Tres m ow de t ierra se dedicarán a plant ar bam búes y flores
y frut ales, m ient ras que dos m ow se dedicarán a plant ar verduras. Las cuat ro paredes de un
cuart o est arán desnudas y el cuart o vacío, con la excepción de dos o t res ásperas cam as
112
La importancia de vivir Lin Yutang

colocadas en el pabellón. Se m ant endrá a un m ozo cam pesino para que riegue las verduras y
quit e la m aleza. Y ent onces puede uno arm arse de libros y una espada cont ra la soledad, y
procurarse un ch'in ( inst rum ent o de cuerdas) y un aj edrez para ant icipar la llegada de buenos
am igos."
Una at m ósfera de fam iliaridad dom inará ent onces el lugar. " En m i est udio, t odas las
form alidades quedarán abolidas, y solam ent e serán adm it idos los m ás ínt im os am igos. Se les
dará ricos y pobres alim ent os com o yo los com o, y charlarem os y reirem os y olvidarem os
hast a nuest ra exist encia. No discut irem os lo bueno o lo m alo de ot ras .personas y serem os del
t odo indiferent es a la gloria y a la riqueza m undana. En nuest ra holganza discut irem os los
ant iguos y los m odernos, y en nuest ra quiet ud j ugarem os con m ont añas y con ríos. Ent onces
t endrem os t é floj o y claro, y buen vino para que cuadren en la at m ósfera de deliciosa
reclusión. Est e es m i concept o del placer de la am ist ad."
En t an sim pát ico am bient e, est am os, pues, pront os para com placer los sent idos, los
sent idos del color y el olor y el sonido. Ent onces es cuando debe uno fum ar y debe uno beber.
Transform am os ent onces nuest ros cuerpos en un aparat o sensorio para percibir la m aravillosa
sinfonía de colores y sonidos y olores y gust os que proveen la Nat uraleza y la cult ura. Nos
sent im os com o si fuéram os buenos violines en que est án por t ocar m aest ros violinist as. Y así:
" quem am os incienso en una noche de luna y t ocam os t res com pases de m úsica en un
inst rum ent o ant iguo, e inm ediat am ent e las m il preocupaciones de nuest ro pecho quedan
proscrit as y t odas nuest ras t ont as am biciones o deseos se olvidan. I nquirirem os ent onces cuál
es la fragancia de est e incienso, cuál es el color de est e hum o, cuál es la som bra que pasa a
t ravés de las vent anas em papeladas de blanco, cuál es est e sonido que se alza desde las
punt as de m is dedos, cuál es est e goce que nos hace t an quiet am ent e felices y t an olvidados
de t odo lo dem ás, y cuál es la condición del infinit o universo."
Cast o así de espírit u, t ranquilo de ánim o y rodeado por adecuada com pañía, est á uno en
apt it ud de gozar el t é. Porque el t é se ha invent ado para las com pañías t ranquilas, com o se
invent ó el vino para ruidosas fiest as. Hay en el caráct er del t é algo que nos conduce a un
m undo de quiet a cont em plación de la vida. Sería desast roso beber t é m ient ras en t orno lloran
unos niños, o con m uj eres de voz pot ent e, u hom bres que hablan de polít ica; t al com o recoger
t é en un día lluvioso o nublado. Recogido en la prim era alborada de un día claro, cuando el air e
m at ut ino sobre la m ont aña es aún ligero y despej ado, y t odavía est á en las hoj as la fragancia
del rocío, el t é queda por siem pre asociado con la fragancia y el refinam ient o del m ágico rocío
cuando de él se goza. Dent ro de la insist encia t aoíst a en el ret orno a la nat uraleza, y su
concept o de que el universo se m ant iene en vida por el int erj uego de fuerzas m asculinas y
fem eninas, el rocío represent a en realidad el " j ugo del cielo y la t ierra" cuando se unen de
noche los dos principios, y es corrient e la idea de que el rocío es un alim ent o m ágico, bueno y
claro y et éreo, y t odo hom bre o anim al que beba bast ant e de él t iene grandes probabilidades
de ser inm ort al. De Quincey dice m uy cert eram ent e que el t é " será siem pre la bebida favorit a
del int elect ual" , pero los chinos parecen ir m ás lej os y asociarlo con el recluso de alt a
int eligencia.
El t é es, pues, sím bolo de la pureza t errena; exige la m ás m inuciosa lim pieza en su
preparación, desde que se le recoge, t uest a y conserva, hast a la infusión final, hast a beberlo:
fácil es t rast ornarlo o arruinarlo con la m ás leve cont am inación de m anos grasosas o t azas
grasosas. Por consiguient e, su goce es apropiado en un am bient e donde t oda ost ent ación o
sugest ión de luj o ha sido vedada a nuest ros oj os y nuest ros pensam ient os. Después de t odo,
goza uno de la presencia de las j óvenes en la casa de cant os, con vino y no con t é, y cuando
est as j óvenes son apt as para beber t é con ellas, pert enecen ya a la clase que favorecen los
poet as y los sabios chinos. Su Tungp'o com paró una vez el t é a una dulce doncella, pero un
crít ico post erior, T'ien Yiheng, aut or de Chuch'üan Hsiaop'in ( Ensayo sobre hervir agua de una
fuent e) ( 29 ) puso inm ediat am ent e una condición, añadiendo que si se ha de com parar el t é con
las m uj eres, la com paración debe hacerse solam ent e con el Hada Maku, y que " en cuant o a
belleza de m ej illas con colores de durazno y cint uras de sauce, se las debía encerrar en lechos
con cort inas, y no perm it irlas que cont am inen las rocas y los m anant iales" . Porque el m ism o

29
El clásico sobre el té es Ch'aching, por Lu Yü (m. 804); otros tratados bien conocidos que se mencionan más abajo son
Ch'alu, por Ts'ai Hsiang (1012-1067); Ch'asu por Hsü Ts'eshu; ChucViian Hsiaop'in (aprox. 1570) por fien Yiheng; Ch'achieh por T'u
Lung (aprox. 1592).
113
La importancia de vivir Lin Yutang

aut or dice: " Uno bebe t é para olvidar el ruido del m undo; no es para quienes com en ricas
com idas y vist en pij am as de seda."
Debe recordarse que, según Ch'alu: " la esencia del goce del t é reside en la apreciación
de su olor, fragancia y sabor, y los principios de la preparación son refinam ient o, sequedad y
lim pieza" . Es necesario, pues, un elem ent o de quiet ud para la apreciación de est as cualidades,
una apreciación que proviene de un hom bre que puede " m irar a un m undo acalorado con una
cabeza fría" . Desde la dinast ía Sung, los conocedores han considerado generalm ent e que una
t aza de t é pálido es lo m ej or, y el sabor delicado del t é pálido puede pasar fácilm ent e
inadvert ido para quien est á ocupado con pensam ient os at areados, o cuando la vecindad es
ruidosa, o disput an los sirvient es, o cuando lo sirvan feas doncellas. Debe ser pequeña
t am bién la com pañía. Porque: " al beber t é es im port ant e que los huéspedes sean pocos.
Muchos huéspedes harían ruido, y el ruido le rest a cult o encant o. Beber t é a solas se llam a
beber ret irado; beber de a dos es est ar cóm odos; t om arlo con t res o cuat ro se llam a
encant ador; t om arlo con cinco o seis se llam a vulgar; y beberlo con siet e u ocho se llam a
( despreciat ivam ent e) filant rópico." Ya dij o el aut or de Ch'asu:
" Servir el t é una y ot ra vez de una gran t et era, y beberlo de un sorbo, o calent arlo ot ra
vez al cabo de un rat o, o pedir que t enga un gust o ext rem adam ent e fuert e, sería sem ej arse a
cam pesinos o art esanos que beben t é para llenarse el vient re después de un t rabaj o rudo;
sería im posible hablar ent onces de la dist inción y la apreciación de sabores."
Por est a razón, y por consideración a la m ayor corrección y lim pieza en la preparación,
los chinos que han escrit o sobre el t é insist ieron siem pre en que debe prest arse at ención
personal, o com o est o result a necesariam ent e inconvenient e, que se prepare especialm ent e
para est e t rabaj o a dos sirvient es m ozos. El t é se hierve usualm ent e en una pequeña est ufa,
separada, en la habit ación donde se le t om a o en la vecina, no en la cocina. Los sirvient es
deben ser enseñados a hacer el t é en presencia de su am o y a observar una rut ina de
lim pieza, lavando las t azas t odas las m añanas ( sin secarlas j am ás con un t rapo) , lavándose a
m enudo las m anos y m ant eniendo m uy lim pias las uñas. " Cuando hay dos o t res huéspedes
bast a con una est ufa, pero cuando hay cinco o seis personas se necesit arán dos est ufas
separadas y dos t et eras, y un m ozo at enderá a cada est ufa, porque si se exige que uno solo
at ienda a las dos podrá haber ret rasos o t ropiezos." Los verdaderos conocedores, sin em bargo,
consideran que la preparación personal del t é depara un placer especial. Sin haber cobrado el
caráct er de un sist em a rígido com o en el Japón, la preparación y la degust ación del t é es
siem pre un act o de int enso placer, im port ancia y dist inción. Por ciert o que la preparación es la
m it ad del deleit e de t om ar t é, com o rom per sem illas de m elón con los dient es es la m it ad del
placer de com erlas.
Por lo com ún se pone una est ufa frent e a una vent ana, y se la enciende con carbón de
leña, bueno y duro. Ciert a sensación de im port ancia se invist e en el huésped que abanica la
est ufa y cont em pla el vapor que sale de la m arm it a. Arregla m et ódicam ent e una pequeña
t et era y cuat ro t azas dim inut as, por lo com ún m enores que pocillos de café, en una bandej a.
At iende a que est én en orden, coloca el pot e de pelt re con las hoj as de t é cerca de la bandej a
y lo prepara, conversando siem pre con sus invit ados, pero no t ant o que olvide sus deberes. Se
vuelve a m irar la est ufa, y desde el m om ent o en que la m arm it a em pieza a cant ar ya no la
abandona, sino que sigue abanicando el fuego m ás que ant es. Quizá se incline a ret irar la t apa
y m irar las burbuj it as, que se llam an t écnicam ent e " oj os de pescado" o " espum a de cangrej o" ,
cuando aparecen en el fondo de la m arm it a, y vuelva a poner la t apa. Est e es el " prim er
hervor" . Escucha cuidadosam ent e m ient ras el suave cant o aum ent a de volum en hast a ser una
" gárgara" , cuando las burbuj it as suben por los cost ados del recipient e, lo cual se llam a
t écnicam ent e el " segundo hervor" . Ent onces es cuando vigila m ás cuidadosam ent e el vapor
que em it e el pico de la m arm it a, y apenas ant es de llegarse al " t ercer hervor" , cuando el agua
llega a hervir plenam ent e, " com o olas revuelt as" , quit a la m arm it a del fuego, procede a
escalfar la t et era por dent ro y por fuera con el agua hirviendo, agrega inm ediat am ent e la
debida cant idad de hoj as y hace la infusión. El t é de est a clase, com o el fam oso " Diosa de
Hierro de la Merced" , que se bebe en Fukien, se hace m uy espeso. La pequeña t et era apenas
puede cont ener cuat ro pocillos y un t ercio de ella se llena de hoj as. Com o es grande la
cant idad de hoj as, se viert e inm ediat am ent e el t é en las t azas y se le bebe sin t ardanza. Est o
t erm ina la t et era, y la m arm it a, llena de agua fresca, va ot ra vez al fuego, a fin de preparar la
segunda t et era. Si se habla est rict am ent e, la segunda t et era es la m ej or; la prim era es

114
La importancia de vivir Lin Yutang

com parable a una niña de t rece años, la segunda a una dulce doncella de dieciséis, y la t ercera
a una m uj er. En t eoría, los conocedores desaut orizan la t ercera infusión de las m ism as hoj as,
pero en la realidad t rat a uno de vivir con " la m uj er" .
Lo que ant ecede es una est rict a descripción de los preparat ivos para t om ar una clase
especial de t é, según los he vist o en m i provincia nat al, art e que se desconoce en general en
China del Nort e. En China, en general, se em plean t et eras m ucho m ayores, y el color ideal del
t é es un am arillo claro, pálido, dorado, j am ás el roj o oscuro del t é inglés.
Es claro que est am os hablando del t é com o lo beben los conocedores y no com o se sirve
en general ent re t enderos. No puede esperarse t al delicadeza de la hum anidad en general,
cuando t odos los que llegan t om an t é por galones. Por eso el cit ado aut or de Ch'asu, Hsü
Ts'eshu, dice: " Cuando hay una gran reunión, en que salen y ent ran los visit ant es, sólo se
puede cam biar con ellos copas de vino, y ent re ext raños recién conocidos o ent re am igos
com unes sólo debem os servir t é de calidad ordinaria. Sólo cuando han llegado nuest ros am igos
ínt im os y de igual t em peram ent o, y t odos som os felices, t odos brillant es en la conversación y
t odos capaces de dej ar de lado las form alidades, podem os pedir al sirvient e que haga fuego y
saque agua, y decidir el núm ero de est ufas y de t azas que usarem os de acuerdo con la
com pañía present e." De t al est ado de cosas dice él aut or de Ch'achieh:
" Est am os sent ados de noche en un pabellón de la m ont aña, y preparam os t é con agua
del m anant ial. Cuando el fuego at aca al agua em pezam os a sent ir un sonido sim ilar al cant o
del vient o ent re los pinos. Vert em os t é en una t aza y el suave resplandor de su luz j uega en
t odo el lugar. El placer de t al m om ent o no puede ser com part ido con gent e vulgar."
En un verdadero am ant e del t é, el placer de m anej ar t odos los accesorios es t al que
prefiere gozarlo por sí m ism o, com o en el caso de Ts'ai Hsiang, que ya en su ancianidad no
podía beberlo pero seguía gozando de la preparación del t é com o una cost um bre diaria. Hubo
t am bién ot ro sabio, llam ado Chu Wenfu, que preparaba y t om aba t é seis veces por día, a
horas est ablecidas desde el am anecer al crepúsculo, y que t ant o am aba a su t et era que se hizo
ent errar j unt o con ella cuando m urió.
El art e y la t écnica del goce del t é, pues, consist en en lo siguient e: prim ero, com o el t é
es sum am ent e suscept ible a la cont am inación de ot ros sabores, se le debe preparar con la
m ayor lim pieza, y se le debe t ener lej os de vinos, inciensos y ot ras sust ancias olorosas, y de
las personas que m anej an esas sust ancias. Segundo: se le debe m ant ener en un lugar fresco,
seco, y durant e las t em poradas húm edas hay que t ener una cant idad razonable en recipient es
especiales y pequeños, de preferencia de pelt re, para no abrir los grandes pot es de reserva
sino cuando sea necesario; y si se enm ohece una part e de esa reserva se la debe som et er a
una suave t ost adura sobre un fuego lent o, descubiert o y const ant em ent e abanicado, de
m anera de im pedir que las hoj as se pongan am arillas o descoloridas. Tercero: la m it ad del art e
de hacer t é reside en la obt ención de buena agua con un " filo agudo" ; prim ero viene el agua
de m anant iales de m ont aña, después la de río y después la de pozo; el agua de la canilla, si
viene de un dique, por ser esencialm ent e agua de m ont aña, es sat isfact oria. Cuart o: para
apreciar t azas ext raordinarias, debe t ener uno am igos t ranquilos, y no m uchos a la vez.
Quint o: el buen color del t é en general es un am arillo pálido, dorado, y t odo t é roj o oscuro
debe ser t om ado con leche o lim ón o m ent a, o cualquier cosa que cubra su horrible sabor t an
agudo. Sext o: el m ej or t é t iene un " sabor de ret orno" ( hweiwei) , que se sient e
aproxim adam ent e m edio m inut o después de beberlo y una vez que sus elem ent os quím icos
han t enido t iem po para act uar sobre las glándulas salivales. Sépt im o: el t é debe ser hecho y
bebido inm ediat am ent e, y si se quiere t om ar buen t é no se le debe dej ar m ucho t iem po en la
t et era, porque ent onces se pasa la infusión. Oct avo: se le debe hacer con agua que llegue
apenas al hervor. Noveno: t odos los adult erant es son t abú, aunque pueden adm it irse
diferencias individuales para las personas que prefieren una leve m ezcla de algún sabor
ext raño ( por ej em plo, j azm ín o casia) . Décim o: el sabor que se espera en el m ej or t é es el
delicado sabor de " carne de bebé" .
De acuerdo con la práct ica china de prescribir el m om ent o adecuado y el am bient e m ej or
para gozar de una cosa, Ch'asu, el excelent e t rat ado sobre el t é, dice:
MOMENTOS ADECUADOS PARA TOMAR TE:
Cuando se t ienen el corazón y las m anos ociosas.
Cansado después de leer poesía.

115
La importancia de vivir Lin Yutang

Cuando est án pert urbadas las ideas.


Si se escuchan canciones y cant ilenas.
Cuando se t erm ina una canción.
Encerrado en el hogar durant e una fiest a.
Tocando el ch'in y m irando pint uras.
Dedicado a la conversación m uy t arde en la noche.
Ant e una clara vent ana y un escrit orio lim pio.
Con am igos encant adores y gráciles concubinas.
D e regreso de una visit a a los am igos.
Cuando el día es claro y dulce la brisa.
En, un día de leves chaparrones.
En un bot e pint ado cerca de un puent ecit o de m adera.
En un bosque de alt os bam búes.
En un pabellón que m ira sobre flores de lot o en un día de verano.
Después de haber encendido incienso en un pequeño est udio.
Después de t erm inada una fiest a y m archados los huéspedes.
En un t em plo t ranquilo, escondido.
Ce r ca de m anant iales fam osos y rocas ext rañas.

MOMENTOS EN QUE SE DEBE CESAR DE BEBER TE:

Trabaj ando.
Mirando un j uego.
Abriendo cart as.
Durant e grandes lluvias o nevadas.
En un largo fest ín de vinos con gran com pañía.
Revisando docum ent os.
En días at areados.
En las condiciones cont rarias, en general, a las enum eradas en la sección ant erior.

COSAS QUE SE DEBEN EVI TAR:


Agua m ala.
Ut ensilios m alos.
Cucharas de bronce.
Marm it as de bronce.
Jarras de m adera ( para el agua) .
Madera e n el fuego ( a causa del hum o) .
Carbón de leña blando.
Sirvient e ordinario.
Doncella de m al t alant e.
Trapos sucios.
Toda clase de incienso y rem edios.

COSAS Y LUGARES QUE HAY QUE TENER LEJOS:

Cuart os húm edos.


Cocinas.
Calles ruidosas.
116
La importancia de vivir Lin Yutang

Niños llorones.
Personas acaloradas.
Sirvient es discut idores.
Cuart os calient es.

V. D E FUM AR Y D EL I N CI EN SO
El m undo se divide hoy en fum adores y no fum adores. Es ciert o que los fum adores
causan alguna m olest ia a los no fum adores, pero t al m olest ia es física, en t ant o que la
m olest ia que los no fum adores causan a los fum adores es espirit ual. Hay, claro est á, m uchos
no fum adores que no t rat an de ent rom et erse con los fum adores, y se puede adiest rar a las
esposas hast a que t oleren que sus m aridos fum en en cam a. Est e es el signo m ás seguro de un
m at rim onio feliz y afort unado. Se presum e a veces, sin em bargo, que los no fum adores son
m oralm ent e superiores, y que t ienen algo de qué enorgullecerse, sin com prender que les falt a
uno de los grandes placeres de la hum anidad. Est oy dispuest o a adm it ir que fum ar es ana
debilidad m oral, pero por ot ra part e debem os precavernos del hom bre sin debilidades m orales.
No se puede confiar en él. Es fácil que sea siem pre sobrio y no com et a un solo error.
Seguram ent e sus cost um bres han de ser regulares, su exist encia m ás m ecánica, y su cabeza
m ant endrá siem pre la suprem acía sobre su corazón. Por m ucho que m e gust en las personas
razonables, odio a los seres com plet am ente racionales. Por esa razón est oy siem pre
at em orizado e incóm odo cuando ent ro en una casa donde no hay ceniceros. Suele ocurrir
ent onces que la habit ación sea dem asiado lim pia y ordenada, que los alm ohadones est én en su
debido lugar y que la gent e sea correct a y no em ot iva. E inm ediat am ent e debo asum ir m i
m ej or com port am ient o, lo cual significa el com port am ient o m ás incóm odo.
Los beneficios m orales y espirit uales no han sido apreciados j am ás por est as alm as
correct as y rígidas e inem ot ivas y poco poét icas. Pero com o los fum adores som os at acados
generalm ent e por el aspect o m oral, y no el art íst ico, debo em pezar con una defensa de la
m oral del fum ador, que es, en conj unt o, m ás alt a que la del no fum ador. El hom bre que t iene
una pipa en la boca es el hom bre que at rae m i corazón. Es m ás afable, m ás sociable, t iene
m ás indiscreciones ínt im as que revelar, y a veces es m uy brillant e en la conversación, y de
cualquier m odo se m e ocurre que gust a de m í t ant o com o yo gust o de él. Est oy en un t odo de
acuerdo con Thackeray, que escribió: " La pipa ext rae sabiduría de los labios del filósofo, y
cierra la boca del t ont o; genera un est ilo de conversación que es cont em plat ivo, pensat ivo,
benevolent e y llano" .
Un fum ador puede t ener las uñas m ás sucias, pero est o no im port a cuando su corazón es
cálido; y de cualquier m anera, un est ilo de conversación cont em plat ivo, pensat ivo,
benevolent e y llano es algo t an raro que uno est á dispuest o a pagar alt o precio por gozarlo. Y,
lo m ás im port ant e, un hom bre que t iene una pipa en la boca es siem pre feliz y, al fin y al
cabo, la felicidad es la m ás grande de las virt udes m orales. Maggin dice que " ningún fum ador
de cigarros se ha suicidado j am ás" , y es aun m ás ciert o que ningún fum ador de pipa disput a
j am ás con su esposa. La razón es perfect am ent e clara: no se puede t ener una pipa ent re los
dient es y grit ar a la vez a t odo lo que da la voz. Jam ás se ha vist o a nadie hacer t al cosa.
Porque uno habla nat uralm ent e en voz baj a cuando fum a en pipa. Lo que ocurre cuando un
m arido fum ador se enoj a, es que enciende inm ediat am ent e un cigarrillo o una pipa y queda
m alhum orado. Pero no le durará m ucho. Porque su em oción ha encont rado ya un escape, y
aunque quiera seguir pareciendo enoj ado a fin de j ust ificar su indignación o su idea de haber
sido insult ado, no puede hacerlo, porque el suave hum o de la pipa es dem asiado agradable y
calm ant e, y al dej ar escapar el hum o t am bién parece que dej a salir, alient o t ras alient o, su
furor alm acenado. Por eso, cuando una esposa que es prudent e ve que su m arido est á por ser
dom inado por la rabia, debe ponerle suavem ent e una pipa en la boca y decirle: " ¡Vam os! No t e
acuerdes m ás" . Est a fórm ula siem pre da result ado. Una esposa puede fallar, pero una pipa
nunca.
El valor art íst ico y lit erario de fum ar puede ser apreciado m ej or solam ent e cuando
im aginam os lo que pierde un fum ador al dej ar de fum ar por un breve período. Todo fum ador,
en algún m om ent o alocado, ha int ent ado abj urar de su lealt ad a la Señora Nicot ina, y después
de ciert a lucha con su im aginaria conciencia, ha recobrado los sent idos. Una vez com et í la
117
La importancia de vivir Lin Yutang

t ont ería de dej ar de fum ar durant e t res sem anas, pero al fin de ese período m i conciencia m e
inst ó irresist iblem ent e a que t om ara ot ra vez el buen cam ino. Juré que j am ás reincidiría, que
seguiría siendo un devot o de su alt ar hast a m i segunda niñez, en que puede concebirse que
seré presa de algunas señoras de la Sociedad de Tem planza. Cuando llega esa desgraciada
ancianidad, es claro, ya no es uno responsable de sus acciones. Pero en t ant o m e quede ciert a
fuerza de volunt ad y sent ido m oral, no lo int ent aré de nuevo. Com o si no hubiera vist o la
t ont ería de una cosa así, la absolut a inm oralidad de t rat ar de negarse la fuerza espirit ual y el
sent ido de bienest ar m oral que da est e út il invent o. Porque, según Haldane, el gran bioquím ico
inglés, fum ar se cuent a com o uno de los cuat ro invent os en la hist oria de la hum anidad que
han dej ado una honda influencia biológica en la cult ura hum ana.
La hist oria de esas t res sem anas en que hice el j uego del cobarde ant e m i m ej or yo, y
m e negué volunt ariam ent e algo que sabía era de gran fuerza de elevación del alm a, es por
ciert o una hist oria vergonzosa. Ahora que puedo recordarlo en una form a desaprensiva y
racional, m e result a im posible com prender cóm o duró t ant o ese at aque de irresponsabilidad
m oral. Si fuera a det allar m i odisea espirit ual de día y de noche durant e esas t res sem anas, a
la m anera de Joyce, est oy seguro de que podría llenar t res m il buenas líneas hom éricas en
verso, o cient o cincuent a páginas de priet a im presión en prosa. Es claro que, para em pezar,
era ridículo el obj et o. ¿Por qué, en nom bre de la raza hum ana y del universo, no ha de fum ar
uno? No puedo responder ahora. Pero ocurren al hom bre a veces est os at aques de
irresponsabilidad, supongo yo, cuando desea hacer algo cont ra la corrient e t an sólo por el
placer de vencer una resist encia, y en est a form a em plea un m om ent áneo exceso de energía
m oral. Fuera de ello, no puedo explicar m i repent ina e im pía resolución de dej ar de fum ar. En
ot ras palabras, m e som et í a una prueba m oral, m uy a la m anera de esa gent e que se dedica a
la gim nasia sueca, o sea el m ovim ient o por el m ovim ient o m ism o, sin cum plir un t rabaj o út il
para la sociedad. Fue, aparent em ent e, est a especie de luj o m oral el que yo m e di, y eso fue
t odo.
Es claro que en los t res prim eros días t uve una ext raña sensación de acoquinam ient o en
algún sit io del canal digest ivo, especialm ent e en la part e superior. Para aliviar esa ext raña
sensación t om é gom a de m ascar de m ent a doble, buen t é de Fukien, y past illas de lim a. Vencí
y m at é a esa sensación en t res días, exact am ent e. Esa fue la part e física de la bat alla, y por lo
t ant o la m ás fácil y, a m i j uicio, la m ás despreciable. La gent e que cree que en eso reside t oda
la im pía lucha cont ra el t abaco, no t iene idea de lo que dice. Olvida que fum ar es un act o
espirit ual, y quienes no t ienen una idea de la significación espirit ual de fum ar no deben
m et erse j am ás en est as cosas. Al cabo de t res días llegué a la segunda et apa, en la cual
com enzó la verdadera bat alla espirit ual. Se m e cayó la venda de los oj os y vi que había dos
razas de fum adores, una de las cuales no m erece siquiera el nom bre. Para est as gent es, la
segunda et apa no ha exist ido j am ás. Com encé a com prender por qué oím os hablar de " fáciles
conversiones" de m uchos fum adores que parecen haber abandonado el t abaco sin lucha
alguna. El hecho de que han podido det ener ese hábit o t an fácilm ent e com o si se t rat ara de
t irar un cepillo de dient es gast ado, dem uest ra que nunca aprendieron a fum ar de verdad. Se
les at ribuye una " gran fuerza de volunt ad" , y lo ciert o es que est as personas nunca son
verdaderos fum adores, y j am ás lo han sido en su vida. Para ellos, fum ar es un act o físico,
com o lavarse la cara y los dient es t odas las m añanas: una cost um bre física, anim al, sin
ninguna cualidad que sat isfaga al alm a. Dudo que est a raza de gent e com ún sea capaz de
ent onar el alm a en ext át ica respuest a al Skylark de Shelley o al Noct urno de Chopin. Est as
gent es no pierden nada si dej an de fum ar. Es probable que sean m ás felices leyendo las
Fábulas de Esopo con sus esposas, que pert enecen a la Sociedad de Tem planza.
Pero para nosot ros, los verdaderos fum adores, exist e un problem a del que no t ienen
siquiera sospecha las señoras de la Sociedad de Tem planza o sus m aridos lect ores de Esopo.
Para nosot ros, com o en m i caso, pront o se hace aparent e la inj ust icia que com et em os con
nosot ros m ism os, y la insensat ez de la resolución. En m í, el buen sent ido y la razón pront o
em pezaron a rebelarse y a pregunt ar: ¿por qué razón, social, polít ica, m oral, fisiológica o
financiera, ha de em plear uno conscient em ent e la fuerza de volunt ad para im pedirse el logro
del com plet o bienest ar espirit ual, de esa condición de percepciones agudas, im aginat ivas, y de
plena y vibrant e energía creadora, una condición necesaria para que gocem os perfect am ent e
de la conversación con un am igo a la vera del fuego, o para crear verdadero calor en la lect ura
de un libro ant iguo, o para producir esa perfect a cadencia de palabras y pensam ient os del
alm a que conocem os com o buena lit erat ura? En esos m om ent os, uno sient e inst int ivam ent e
118
La importancia de vivir Lin Yutang

que buscar un cigarrillo es la única cosa m oralm ent e j ust a que se puede hacer, y que m et erse
un t rozo de gom a de m ascar en la boca sería crim inalm ent e perverso. De esos m om ent os, sólo
unos pocos puedo relat ar aquí.
Mi am igo B. . . había llegado de Peiping para visit arm e. No nos habíam os vist o durant e
t res años. En Peiping, que ent onces se llam aba Pekín, solíam os charlar y fum ar durant e t oda la
noche, discut iendo de polít ica y filosofía y art e m oderno. Y ahora había llegado j unt o a m í y
nos dedicábam os a la fascinadora t area de reunir rem iniscencias. Discut im os t odo el grupo de
profesores, poet as y chiflados que solíam os t rat ar en Peiping. A cada frase feliz yo buscaba
m ent alm ent e un cigarro, pero en lugar de hacerlo m e inhibía y sólo m e levant aba y m e volvía
a sent ar. Mi am igo, en cam bio, parlot eaba ent re el hum o de su cigarro, con perfect o cont ent o.
Le había dicho que había dej ado de fum ar, y t enía suficient e am or propio com o para no
renunciar a m i renuncia en su presencia. Pero en lo hondo de m i corazón sabía que yo no
est aba bien, y que m e obligaba inj ust am ent e a parecer frío y racional, cuando deseaba
com part ir la plena com unión de las dos alm as con una rendición com plet a de las em ociones.
La conversación siguió, algo unilat eral, pues sólo la m it ad de m i yo est aba allí, y por fin se fue
m i am igo. Yo había resist ido con ciert a t rist eza. Según esa ficción de " la fuerza de volunt ad"
había " vencido" , pero sólo sabía que era desgraciado. Unos pocos días m ás t arde, m i am igo,
ya en viaj e, m e escribió que no había encont rado en m í al viej o yo, vibrant e, ext át ico, y
sugería que quizá hubiera algo de culpa en vivir en Shanghai. Hast a hoy, no m e he perdonado
por no fum ar aquella noche.
Ot ra noche había en un club una reunión de ciert os " int elect uales" , que, por lo com ún,
daba ocasión para fum ar furiosam ent e. Después de la copiosa cena, alguno de nosot ros leía
generalm ent e un t rabaj o. Est a vez el orador era C.... y hablaba sobre " Religión y Revolución" ,
un t rabaj o salpicado de m uchas frases brillant es. Una era la de que m ient ras Feng Yüshiang se
había unido a la I glesia Met odist a Sept ent rional, Chiang Kai- Shek había escogido la I glesia
Met odist a Meridional. Alguien sugería, pues, que no pasaría m ucho t iem po ant es de que Wu
Peifu se uniera a los m et odist as occident ales. Mient ras giraban est as frases crecía la densidad
del hum o, y m e pareció que la m ism a at m ósfera est aba cargada de pensam ient os perversos,
fugit ivos. El poet a H. . . est aba sent ado en el cent ro y t rat aba de enviar sucesivos anillos de
hum o al aire recargado, casi com o un pez que echa burbuj as de aire por el agua, perdido
aparent em ent e en sus pensam ient os, y feliz. Yo era el único que no fum aba, y t enía la
im presión de ser un pecador olvidado por Dios. Cada vez era m ás aparent e para m í la
insensat ez de lo que hacía. En ese m om ent o de clara visión advert í que era un loco al no
fum ar. Trat é de pensar en las razones por las cuales había decidido dej ar de fum ar, y no se
m e ocurrió ninguna valedera.
Después, m í conciencia em pezó a roerm e el alm a. Porque, m e dij e, ¿qué es el
pensam ient o sin la im aginación, y cóm o puede echarse a vuelo la im aginación con las alas
cort adas de un alm a som bría que no fum a? Por fin, una t arde visit é a una señora. Ya est aba
m ent alm ent e preparado para la reconversión. No había nadie m ás que nosot ros, y al parecer
íbam os a t ener un verdadero t et e- á- t et e. La señora, j oven, est aba fum ando con un brazo
apoyado en la rodilla cruzada, un poco inclinada hacia adelant e, y parecía ávida de conversar
en su m ej or est ilo. Sent í que había llegado el m om ent o. Me ofreció la caj a, y saqué un
cigarrillo, firm em ent e, lent am ent e, sabiendo que con est e act o m e había recobrado de m i
at aque t em poral de degradación m oral.
Volví a casa e inm ediat am ent e envié a m i sirvient e a que m e com prara una caj a de
Capst an Minum . Del lado derecho de m i escrit orio había una m arca regular, quem ada en la
m adera por m i cost um bre de colocar cigarrillos encendidos en el m ism o sit io. Yo había
calculado que se necesit arían de siet e a ocho años para quem ar el espesor de la m adera, y
había lam ent ado observar que después de m i vergonzosa resolución, sólo perm anecía
quem ado hast a m edio cent ím et ro. Con gran deleit e, pues, t uve el placer de poner ot ra vez el
cigarrillo encendido en la viej a m arca, y allí est á t rabaj ando felizm ent e ahora, t rat ando de
reanudar su largo viaj e adelant e.
En cont rast e con el vino, hay com parat ivam ent e pocos elogios del t abaco en la lit erat ura
china, porque la cost um bre de fum ar recién fue int roducida, por los m arineros port ugueses,
hacia el siglo XVI . He recorrido t oda la lit erat ura china desde ese período, pero sólo he
encont rado unas pocas líneas dispersas e insignificant es, indignas por ciert o de la fragant e
hoj a. Tiene que provenir evident em ent e de algún graduado de Oxford una oda en alabanza del

119
La importancia de vivir Lin Yutang

t abaco. El pueblo chino, no obst ant e, t uvo siem pre un alt o sent ido del olfat o, com o se
evidencia en su aprecio por el t é y el vino y la com ida. En ausencia del t abaco ha desarrollado
el art e de quem ar incienso, que en la lit erat ura china se clasifica siem pre en la m ism a
cat egoría, y se m enciona en el m ism o plano que el t é y el vino. Desde la época m ás t em prana,
ya en la Dinast ía Han, cuando el I m perio Chino ext endía su dom inio a I ndochina, el incienso,
t raído com o t ribut o desde el sur, se em pleaba en la cort e y en las casas de hom bres ricos. En
los libros sobre el art e de vivir se han dedicado siem pre algunas secciones a una discusión de
las variedades y la calidad y la preparación del incienso. En el capít ulo respect ivo del libro
K'aop'an Yüshih, escrit o por T'u Lung, t enem os la siguient e descripción del goce del incienso:
Los beneficios del uso del incienso son m últ iples. Los sabios reclusos y m uy int eligent es,
dedicados a sus discusiones sobre la verdad y la religión, sient en que quem ar una ram it a de
incienso les despej a la m ent e y les com place el espírit u. En la cuart a división de la noche,
cuando pende del cielo la luna solit aria y se sient e uno frío y desprendido de la vida, el
incienso em ancipa el corazón y perm it e silbar con holganza. Cuando uno exam ina viej as
m uest ras de caligrafía ant e una vent ana clara, o cant a ociosam ent e una poesía con un
m at am oscas en la m ano, o cuando lee de noche a la luz de la lám para, el incienso ayuda a
dest errar el Dem onio del Sueño. Se le puede llam ar, pues, " el ant iguo com panero de la luna" .
Cuando est á uno j unt o a una dam a de roj o pij am a, y se la t iene de la m ano j unt o al
incensario, y se m urm uran m ut uos secret os, el incienso enciende el corazón e int ensifica el
am or. Se le puede llam ar, pues, " el ant iguo est im ulant e de la pasión" . O cuando ha despert ado
uno de la siest a de la t arde y est á sent ado frent e a una vent ana cerrada en un día de lluvia, y
pract ica caligrafía y prueba el suave sabor del t é, el incensario em pieza a calent ar y su sut il
fragancia flot a en t orno y rodea al cuerpo. Aun m ej or es cuando uno despiert a de un fest ín de
bebidas y luce una luna llena en la clara noche, y m ueve uno de los dedos a t ravés de las
cuerdas, o da un silbido en una t orre vacía, a plena vist a las verdes colinas en la dist ancia, y el
hum o apenas visible de la brasa rest ant e flot a j unt o a la cort ina de la puert a. Tam bién es út il
para dispersar los m alos olores y la m aligna influencia de un pant ano: es út il en t odas y en
cualquier part e adonde uno vaya. El de m ej or calidad es chianan, pero es difícil obt enerlo,
pues no es accesible para el hom bre que vive en las m ont añas. Después de ése est á el áloe, o
m adera de águila, que es de t res grados. El grado superior t iene un perfum e dem asiado
fuert e, que t iende a ser acre y punzant e; el grado inferior es dem asiado seco, y dem asiado
lleno de hum o t am bién; el grado m ediano, que cuest a alrededor de seis o siet e cent avos la
onza, es el m ás calm ant e y fragant e, y se le puede considerar exquisit o. Después de haber
hecho una t aza de t é se puede ut ilizar el carbón en brasas y ponerlo en el incensario y dej ar
que el fuego lo calient e con lent it ud. En ese sat isfact orio m om ent o uno sient e com o si le
t ransport aran a la m orada celest ial en com pañía de los inm ort ales, del t odo olvidado de la
exist encia hum ana. ¡Ah, grande es el placer, por ciert o! La gent e carece hoy de apreciación
para la verdadera fragancia, y se dedica a nom bres ext raños y exót icos; cada uno t rat a de ser
m ej or que el prój im o con m ezclas de diversas clases, sin com prender que la fragancia del áloe
es ent eram ent e nat ural, y que el m ej or de su clase t iene una sut ileza y una suavidad
indescript ibles.

Mao Pichíang, en sus Rem iniscencias de m i concubina. cuando describe el art e de la vida
de est e rico poet a y su am ant e, t an ilust rada y com prensiva, da varias descripciones del goce
del incienso, una de las cuales es la que sigue:

Mi concubina se sent aba a m enudo conm igo en su fragant e alcoba para probar o j uzgar
inciensos fam osos. El " incienso de palacio" es de seduct ora calidad, en t ant o que la m anera
popular de preparar el áloe es vulgar. Las personas ordinarias ponen a m enudo el áloe en
m edio del fuego, y su vapor fragant e se apaga m uy pront o por la resina que arde. De est e
m odo, no solam ent e se im pide que salga t oda la fragancia, sino que se dej a un olor hum oso,
ahogant e, en t orno a nuest ro cuerpo. La especie dura, con vet as horizont ales, llam ada
hengkoch'en, t iene una fragancia soberbia; es una de las cuat ro clases de áloes, pero se
dist ingue porque t iene fibras horizont ales. Hay ot ra variedad de est a m adera, conocida com o
p'englaihsiang, que es del t am año de un hongo y de form a cónica, pues aun no se ha
desarrollado del t odo. Teníam os t odas est as variedades y ella las quem aba sobre arena m uy
fina, con fuego lent o, de m anera que no era visible el hum o. El sut il perfum e llenaba la cám ara

120
La importancia de vivir Lin Yutang

com o el perfum e de la m adera de chianan dispersado por una brisa, o el de las rosas cubiert as
de rocío, o de un t rozo de ám bar calent ado por fricción, o de un licor fragant e que se viert e en
una t aza de cuerno. Cuando la ropa de la cam a se perfum a según est e m ét odo, su fragancia se
funde con la de la carne de la m uj er, dulce y em briagadora hast a en sueños.

VI . D E LA BEBI D A Y D E LOS JUEGOS D E VI N O


No soy bebedor y, por lo t ant o, carezco de capacidad para hablar de vinos y licores. Mi
capacidad es la de t res copas de vino de arroz, shaohsing, y hast a soy capaz de m arearm e con
un vaso de cerveza. Est o es, evident em ent e, cuest ión de un don nat ural, y parece que no
m archan j unt os los dones de beber t é y vino y fum ar. He encontrado ent re m is am igos algunos
grandes bebedores que se enferm an ant es de poder fum ar la m it ad de un cigarro, en t ant o
que yo fum o durant e t odas las horas en que est oy despiert o, sin sufrir efect os apreciables,
pero no soy m uy bueno para los licores. De t odos m odos, Li Liweng ha dej ado escrit a su
opinión j urada de que los grandes bebedores de t é no son afect os al vino, y viceversa. El
m ism o Li era un gran conocedor de t é, pero confesaba que no t enía pret ensiones de ser
bebedor de vino. Es, por lo t ant o, un deleit e especial y una confort ación descubrir t ant os
dist inguidos aut ores, que m e gust an y que no t enían sino una capacidad m uy escasa para el
vino, y lo decían. Me ha llevado ciert o t iem po coleccionar est as confesiones en sus cart as y
ot ros escrit os. Li era uno, Yüan Tset s'ai, Wang Yüyang y Yüan Chunglang fueron ot ros, Todos
ellos, no obst ant e, eran personas que t enían " el sent im ient o del vino" , sin la capacidad de
t om arlo.
A pesar de m i inhabilit ación, no puedo pasar por alt o est e t em a, porque, m ás que
cualquier ot ra cosa, ha hecho una cont ribución im port ant e a la lit erat ura y, en la m ism a
m edida que fum ar, donde se conocía la cost um bre de fum ar, ha ayudado considerablem ent e a
la pot encia creadora del hom bre, con result ados perdurables. El placer de beber vino,
especialm ent e lo que llam an los chinos " un t raguit o" , que encont ram os t an const ant em ent e en
la lit erat ura china, m e pareció siem pre un m ist erio, hast a que una herm osa dam a de
Shanghai, sem iem briagada, se explayó sobre sus virt udes con t al poder de convicción que
finalm ent e pensé que era real la sit uación así descrit a. " Uno parlot ea y parlot ea en un est ado
de sem iem briaguez, que es el est ado m ej or y m ás feliz" , m e dij o est a dam a. Parece darse una
sensación de j úbilo, de confianza en el propio poder de vencer t odos los obst áculos, y una
sensibilidad aguzada, y el poder hum ano del pensam ient o creador, que parece residir en la
front era del hecho con la fant asía, es elevado a un t ono m ás alt o que el norm al. Parece haber
una fuerza de confianza en sí m ism o y de em ancipación, t an necesarias para el m om ent o
creador. Cuando lleguem os a la sección sobre el art e harem os m uy clara la im port ancia de
est e sent ido de confianza y de em ancipación con respect o a las reglas y a la t écnica.
Hay una sabia idea en la indicación de que los m odernos dict adores de Europa son t an
peligrosos para la hum anidad porque no beben. En m is lect uras de lit erat ura corrient e durant e
el año, no encont ré escrit o m ej or ni m ás sabio ni m ás ingenioso que un art ículo de Charles W.
Ferguson sobre " Los dict adores no beben" , en Harper's de j unio, 1937. Vale la pena seguir
est a idea, y se halla t an bien escrit a que m e sient o t ent ado a reproducir el art ículo ent ero,
pero debo abst enerm e de hacerlo. El señor Ferguson part e de la idea siguient e: " St alin, Hit ler
y Mussolini son m odelos de sobriedad. . . Los hom bres que sim bolizan la t iranía en la form a
m oderna, que son los act uales conduct ores de hom bres, son individuos dignos de em ulación
por cualquier j oven am bicioso que desee ir adelant e. Cualquiera de ese grupo sería un buen
yerno y m arido. Represent an el ideal evangelist a de la rect it ud m oral. . . Hit ler no com e carne,
no bebe, no fum a. A est as virt udes sofocant es sum a ot ra y m ás not able, la virt ud de la
cont inencia. . . Mussolini es m ás anim al en lo que com e, pero con em pecinada ent ereza se
abst iene de las bebidas espirit osas, pues sólo de vez en cuando t om a un t ent ador vaso de vino
ligero; pero nada que pueda inm iscuirse seriam ent e en asunt os t an alt os com o el
soj uzgam ient o de un pueblo inferior. St alin vive frugalm ent e en un depart am ent o de t res
habit aciones; vist e m odest am ent e y con enorm e sencillez, com e frugalm ent e algunas cosas
sencillas, y paladea el coñac com o un conocedor." Pero, ¿qué significa t odo est o para
nosot ros? " ¿I ndica que est am os hoy en poder de una cam arilla de hom bres esencialm ent e
presum idos, desast rosam ent e rect os, enconadam ent e conscient es de su t rem enda rect it ud, y
121
La importancia de vivir Lin Yutang

por ende t an peligrosos que el m undo en general est aría m ucho m ej or si pudiera llevarlos a
em borracharse bien?" . . . " Ningún hom bre podría ser un dict ador peligroso si le quedara el
efect o m at inal de una borrachera. Quedaría dest ruida su sensación de ser Dios Todopoderoso.
Se consideraría bast o y hum illado en presencia de sus súbdit os. Se habría convert ido en uno
m ás de la m asa —uno de los m ás baj os de t odos— y la experiencia habría surt ido efect o sobre
su inaguant able engreim ient o." El escrit or piensa que debería realizarse un " cockt ail part y"
int ernacional, sólo con la concurrencia de est os j efes escogidos, en el cual " el obj et o principal
sería sim plem ent e em borrachar a los dignat arios t an t ranquila y t an rápidam ent e com o fuese
posible" . Y a la m añana siguient e, " lej os de ser los irreprochables superhom bres de hoy, los
m ej ores del m undo, habrían pasado a ser t ipos ordinarios, afligidos com o sus m enores
part idarios, y quizá con ánim o de encarar los asunt os com o hom bres y no com o sem idioses" .
La razón por la que no m e gust an los dict adores es que son inhum anos, y t odo lo que sea
inhum ano es m alo. Una religión inhum ana no es religión, una polít ica inhum ana es una polít ica
t ont a, un art e inhum ano es solam ent e m al art e y una m anera inhum ana de vivir es la m anera
de vivir que t iene la best ia. Est a prueba del hum anism o es universal y puede ser aplicada a
t odos los aspect os de la vida y t odos los sist em as de pensam ient o. El m ás grande ideal a que
puede aspirar un hom bre no es el de ser un dechado de virt udes, sino el de const it uir un ser
hum ano afable, agradable y razonable.
Mient ras los chinos pueden enseñar m uchas cosas sobre el t é a los occident ales, los
occident ales pueden enseñarles a los chinos acerca del vino. Un chino se sorprende fácilm ent e
ant e la variedad de bot ellas y et iquet as cuando ent ra en una t ienda de vinos en Occident e,
porque, en su país, en cualquier sit io que se encuent re ve shaohsing, m ás shaohsing y nada
m ás que shaohsing. Hay seis o siet e variedades m ás, y hay t am bién licores dest ilados del
m ij o, el kaoliang, adem ás de la clase de vinos m edicinales, pero la list a pront o se agot a. Los
chinos no han logrado la fineza de servir vinos diferent es con diferent es plat os de com ida. Por
ot ra part e, la popularidad del shaohsing es t al en el lugar que da su nom bre a est e vino, que
t an pront o com o nace una niña sus padres hacen una j arra de vino, de m odo que para cuando
se case t enga por lo m enos una j arra de vino de veint e años com o part e de su aj uar. De ahí
proviene el nom bre huait ao, el nom bre exact o de est e vino, que significa " floralm ent e
adornado" , por los adornos de la j arra.
Los chinos com pensan est a falt a de variedad de vinos con una m ayor insist encia en el
m om ent o y el am bient e en que se debe beber. El sent im ient o en cuant o al vino es
esencialm ent e correct o. El cont rast e ent re el vino y el t é se expresa en est a form a: " El t é se
parece al recluso, y el vino al caballero; el vino es para la buena cam aradería, y el t é para el
hom bre de callada virt ud" . Al especificar los est ados de ánim o y los lugares adecuados para
beber, un escrit or chino dice: " El act o form al de beber debe ser lent o y ocioso; beber sin
rest ricciones debe t ener algo de elegant e y rom ánt ico; un enferm o debe beber poca cant idad,
y una persona t rist e debe beber hast a em briagarse. Beber en prim avera debe t ener lugar en
un pat io, en el verano en las afueras de la ciudad, en ot oño en un bot e y en invierno en la
casa, y de noche se debe gozar la bebida en presencia de la luna" .
Ot ro escrit or dice: " Hay un m om ent o y un lugar adecuados para em briagarse. Uno debe
em briagarse ant e las flores, de día, a fin de asim ilar sus luces y colores; y uno debe
em briagarse con la nieve, de noche, a fin de despej ar las ideas. El hom bre que se em briaga
cuando se sient e feliz por un t riunfo debe cant ar, a fin de arm onizar su espírit u; y el hom bre
que se em briaga en una fiest a de despedida debe pulsar una not a m usical, a fin de fort alecer
su espírit u. Un sabio em briagado debe t ener cuidado de su conduct a, a fin de evit ar
hum illaciones; y un m ilit ar ebrio debe pedir vino en abundancia y poner m ás banderas, a fin de
aum ent ar su esplendor m ilit ar. En una t orre se debe beber en verano, a fin de aprovechar el
am bient e fresco; y en el agua se debe beber en ot oño, a fin de aum ent ar la sensación de
j ubilosa libert ad. Est as son las debidas form as de beber, en cuant o a est ados de ánim o y
escenario, y violar est as reglas es perder el placer de la bebida."
La act it ud china en cuant o al vino y al com port am ient o durant e un fest ín de vino es
incom prensible o reprensible para m í, en part e, y en part e elogiosa. La part e reprensible es la
cost um bre de buscar el placer de obligar a un hom bre a que beba allende su capacidad. No
creo que exist a esa práct ica, o que sea com ún, en la sociedad occident al. Es usual, ent re
bebedores, poner un valor m íst ico en la m era cant idad de la bebida, ya sea la que uno
consum e o la que consum en t odos. No hay duda que se desprende ciert a hilaridad de ello, y

122
La importancia de vivir Lin Yutang

est a incit ación a beber se hace con espírit u j uguet ón o am ist oso, lo cual da generalm ent e por
result ado m ucho ruido y escándalo y confusión, que se sum an a lo divert ido de la ocasión. Es
herm oso ver cuando la com pañía llega a un est ado en que t odos se olvidan de sí y los
invit ados grit an pidiendo m ás vino o abandonan o cam bian sus sit ios, y nadie recuerda quién
es el dueño de casa y quiénes los invit ados. Est o degenera com únm ent e en un desafío a quién
bebe m ás, que j uegan t odos con gran orgullo y sut ileza y finura, y siem pre con el deseo de ver
al cont rario baj o la m esa. Hay que t ener cuidado de que no se hagan t ram pas, y precaverse de
las t áct icas engañosas del cont rario. Probablem ent e en est o est á la diversión, en el espírit u de
lucha.
El aspect o elogioso de est a cost um bre de beber reside en el ruido. Com er en un
rest aurant e chino hace pensar a veces que est á uno en un part ido de fút bol. ¿Cóm o se
produce ese volum en de ruido, y de dónde vienen esos ruidos con herm oso rit m o, que parecen
vít ores y grit os en un m at ch de fút bol? La respuest a est á en la cost um bre de los " dedos
adivinadores" , en que cada una de las part es eleva ciert o núm ero de dedos sim ult áneam ent e
con el adversario y grit a el núm ero de la sum a t ot al de los dedos que opina alzarán las dos
part es. Los núm eros, " uno, dos, t res, cuat ro" , et cét era, se dan en frases poét icas,
polisilábicas, com o " siet e est rellas" ( Ch'ich'iao, la const elación, la Osa Mayor) , u " ocho
caballos" , u " ocho inm ort ales cruzando el m ar" . La necesidad de una acción perfect am ent e
oport una y sim ult ánea al levant ar los dedos fuerza a las frases en claros com pases, en los
cuales hay que com prim ir las sílabas variables, y durant e el int ervalo se acom paña est o con
una frase int roduct ora, fij a, que ocupa ot ro com pás m usical, de m anera que la canción se lleva
rít m icam ent e, sin int errupciones, hast a que una de las part es hace una conj et ura correct a y la
ot ra part e t iene que beber una copa llena, grande o pequeña, o dos o t res, según se haya
convenido previam ent e. Adivinar el t ot al no es sólo una ciega conj et ura, sino que se basa en la
observación de la cost um bre que t iene el rival de seguir o alt ernar los núm eros, y exige un
rápido proceso m ent al. La diversión y el im pulso del j uego dependen ent eram ent e de la
velocidad y del rit m o inint errum pido de los j ugadores.
Hem os llegado al punt o exact o relat ivo al concept o de una fiest a de vino, porque
solam ent e con ello se da una explicación sat isfact oria de la duración de un fest ín chino, el
núm ero de plat os y el m ét odo de servicio. No se sient a uno a un fest ín para com er, sino para
pasar un buen rat o, com o es el de decir cuent os y brom as y t oda clase de rom pecabezas
lit erarios y j uegos poét icos, m ient ras se sirven los diferent es plat os. La reunión parece m ás el
m om ent o de hacer j uegos orales, int errum pidos cada cinco o siet e o diez m inut os por la
aparición de un plat o en la m esa y uno o dos bocados de los com ensales. Est o produce dos
efect os: prim ero, la vociferación de los j uegos orales ayuda indudablem ent e a que las bebidas
espirit osas se evaporen del sist em a, y segundo, cuando uno llega al fin de un fest ín que dura
m ás de una hora, part e de la com ida se ha digerido ya, de m anera que cuant o m ás com e uno
t ant a m ás ham bre t iene. El silencio, al fin y al cabo, es un vicio m ient ras se com e; es inm oral
porque es ant ihigiénico. Todo ext ranj ero, en China, que t enga dudas perdurables acerca de
que los chinos sean un pueblo alegre y feliz, con un t oque de alegría lat ina, que se aferré a''la
preconcebida noción de que el pueblo chino es silencioso, calm o y poco em ot ivo, debe verles
m ient ras com en, porque ent onces est á el chino en su elem ent o nat ural y son com plet as sus
perfecciones m orales. Si el chino no pasa un buen rat o cuando est á com iendo, ¿cuándo lo
pasa?
Fam osos com o son los chinos por sus rom pecabezas, sus j uegos de vino son m enos
conocidos. Con el vino com o prem io o cast igo, se ha invent ado una gran variedad de j uegos
que a la vez son pret ext os para beber. Todas las novelas chinas regist ran debidam ent e los
nom bres de los plat os que se sirven en una com ida, y describen t am bién debidam ent e las
pruebas de poesía, con las que no t ienen dificult ad en llenar un capít ulo ent ero. La novela
fem inist a Chinghuayüan describe t ant os j uegos ent re las lit erat as ( incluso nom bres en
fonét ica) que parece hacer de ellos el t em a principal de la narración.
El j uego m ás sencillo es shehfu, en que una sílaba que form a el com ienzo de una palabra
y el fin de ot ra queda ocult a uniendo las ot ras sílabas en una palabra, y el j ugador t iene que
adivinar cuál es la sílaba que falt a. Así, " bro" es la sílaba com ún a " libro" y " brocal" ; la
adivinanza se form ula en la com binación " lical" , y el ot ro j ugador t iene que proveer la sílaba
que falt a. Si se j uega debidam ent e, la persona que ha adivinado la sílaba cent ral no debe
declararla, sino form ar una cont raadivinanza con la sílaba " bro" , en est e caso, y anunciar

123
La importancia de vivir Lin Yutang

sencillam ent e, por ej em plo, " eneche" ( enebro- broche) , con lo cual quien hizo la adivinanza
puede saber si t iene la respuest a exact a, m ient ras sigue siendo un m ist erio para los dem ás. A
veces hay que acept ar una respuest a que no es originalm ent e correct a pero result a m ej or que
la ideada por el iniciador del j uego. Las dos part es pueden plant earse adivinanzas de sílabas
m ut uam ent e, para resolverlas al m ism o t iem po. Algunas son sencillas y ot ras se ocult an
cuidadosam ent e, com o sería, por ej em plo, " a- m ar" , por la sílaba " ere" , de " acre" y " crem ar" ,
en t ant o que ot ras pueden ser fácilm ent e halladas, com o por ej em plo " gem ilor" , por " gem ido"
y " dolor" . Se pueden em plear palabras raras y difíciles, y cuando los est udiosos pract ican est e
j uego suelen usar raros nom bres hist óricos, que ponen a prueba los est udios del rival:
nom bres de una de las piezas de Shakespeare, o de las novelas de Balzac.
Son infinit as las variaciones de los j uegos lit erarios. Uno m uy popular ent re los
est udiosos consist e en que cada persona, a su t urno, diga un verso de siet e palabras, para que
el ot ro responda con el verso siguient e, hast a que el poem a result a una gran t ont ería. Los
versos com ienzan com únm ent e con algún com ent ario sobre un obj et o o persona present e o el
escenario. Cada persona t iene que decir dos versos, el prim ero de los cuales com plet a un
pareado que com enzó la persona precedent e, y el segundo da pie a un nuevo pareado que
debe t erm inar el sucesor. El prim er verso da la rim a, de m anera que el t ercero, quint o,
sépt im o, y así siem pre, deben conservarla. En un am bient e de lit erat os, que saben de
m em oria cada uno de los nom bres y frases de los Cuat ro libros o del Libro de la Poesía, quien
propone el brindis puede exigir que se hagan cit as ilust rat ivas de un t em a ( por ej em plo: " Niña
t ím ida" , " niña feliz" , " niña llorona" ) . A m enudo se incluyen los nom bres de cuart et as populares
y versos de los poem as de T'ang. O puede exigirse a la ot ra part e que dé nom bres de
rem edios o flores que respondan a la descripción de un t ít ulo de una t onada popular dada. Las
posibilidades de est as com binaciones dependen de la belleza de los nom bres que el idiom a da
a las flores, rem edios, árboles, et c. En los idiom as occident ales, por ej em plo, se podrían usar
apellidos para recordar nom bres de canciones populares ( com o en el caso de " Cast illo" , que
podría dar pie a " En un cast illo de Flandes" ) , La gracia de t ales yuxt aposiciones depende del
ingenio de cada uno, y en est os j uegos la diversión reside en la espont aneidad y la fant asía,
pero no necesariam ent e en la cult ura, de las asociaciones. Los alum nos de universidades
pueden pasar un rat o divert ido haciendo j uegos de vino con los nom bres de sus profesores.
Los j uegos m ás com plicados requieren fichas especialm ent e diseñadas. En la novela
Sueño de una orquídea se encuent ra, por ej em plo, una descripción del siguient e j uego. Tres
series de fichas ( que se pueden hacer de papel) cont ienen la siguient e com binación de seis
personas que hacen seis cosas en seis lugares dist int os:
Un petimetre
anda a caballo
por la avenida
Un abate
reza
en el cuarto del abate
Una dama
borda
en la alcoba de la dama
Un carnicero
pelea
en las calles
Una cortesana
hace el amor
en el barrio de la luz roja
Un mendigo
duerme
en el cementerio

124
La importancia de vivir Lin Yutang

Una persona ret ira fichas de las t res series, que pueden form ar ext raordinarias
com binaciones, com o: " Un abat e hace el am or en la alcoba de la dam a" , " Una cort esana reza
en el cem ent erio" , " Un m endigo duerm e en el barrio de luz roj a" , " Una dam a pelea en el
cuart o del abat e" , et cét era, con los cuales se harían buenos t ít ulos periodíst icos. Cualquiera de
esas sit uaciones form a el t em a principal, y cada persona debe dar un verso de cinco palabras,
de un poem a conocido, seguido por el nom bre de una canción, y rem at ado t odo con un verso
del Libro de la poesía, de m odo que el t al describa cabalm ent e la sit uación t em át ica.
No debe ext rañar, pues, que un fest ín de vino dure dos horas. El obj et o de una com ida
no es com er y beber sino divert irse y hacer m ucho ruido. Por esa razón, quien bebe la m it ad
bebe m ej or; com o el poet a T'ao Yüanm ing que t ocaba m úsica en un inst rum ent o sin cuerdas,
para el bebedor lo que im port a es el sent im ient o. Y se puede gozar del sent im ient o del vino sin
t ener capacidad para beberlo. " Hay personas que no saben leer, pero t ienen el sent im ient o de
la poesía; personas que no pueden repet ir una sola plegaria pero t ienen el sent im ient o de la
religión; personas que no pueden beber una got a pero t ienen el sent im ient o del vino, y
personas que no com prenden una pizca acerca de las rocas pero t ienen el sent im ient o de la
pint ura." Est as son las personas que const it uyen apt a com pañía para poet as, sant os,
bebedores y pint ores.

VI I . D E COM I D AS Y REM ED I OS
Un crit erio am plio de la com ida debe considerarla esencialm ent e com o form ada por t odas
las cosas que nos nut ren, así com o un crit erio am plio de la casa debe incluir t odo lo que se
relaciona con las condiciones de la vida. Com o som os anim ales, es sólo de sent ido com ún decir
que som os lo que com em os. Nuest ras vidas no est án en la falda de los dioses, sino en la falda
de nuest ros cocineros. Por ende, t odo caballero chino t rat a de bienquist arse con su cocinero,
porque una gran part e del goce de la vida depende de él, que t iene el poder de darlo o de
quit arlo según le parezca. Los padres chinos, y supongo que t am bién los occident ales, t rat an
siem pre de obt ener el cariño del am a de leche y de t rat arla regiam ent e, porque com prenden
que la salud del bebé depende del hum or y la felicidad y la vida en general del am a de leche.
Parí passu, deberíam os dar a nuest ros cocineros, que nos alim ent an, el m ism o t rat o regio, si
nos int eresa nuest ra salud t ant o com o la de nuest ros hij it os. Si un hom bre sensat o, una linda
m añana, t endido en su lecho, cuent a con los dedos cuánt as cosas de la vida le causan
verdadero placer, descubre invariablem ent e que la com ida es la prim era. Por lo t ant o, la
prueba invariable para saber si un hom bre es sabio y cuerdo consist e en est ablecer si t iene
buena com ida en su casa.
El rit m o de la m oderna vida ciudadana es t al que cada ve z dedicam os m enos t iem po y
m enos pensam ient o a la cuest ión de cocinar y alim ent arnos. No se puede culpar de nada a la
dueña de casa que a la vez es una brillant e periodist a, si sirve a su m arido sopa y porot os en
lat a. No obst ant e, es una vida m uy dem ent e la que nos lleva a com er para t rabaj ar y no a
t rabaj ar para com er. Necesit am os t ener ciert a bondad y generosidad con nosot ros m ism os
ant es de aprender la bondad y generosidad con los dem ás. ¿Qué bien hace a una m uj er salir a
la calle a pronunciar discursos o m ej orar la sit uación social, si t iene que cocinar en un aparat o
de dos hornallas y perm it irse solam ent e diez m inut os para com er? Confucio se habría
divorciado indudablem ent e de ella, com o se divorció de su esposa porque no cocinaba bien.
No es m uy clara la hist oria acerca de si Confucio se divorció de ella, o fue ella quien t uvo
que huir a fin de librarse de las exigencias de est e exigent e art ist a de la vida. Para él " el arroz
nunca puede est ar bast ant e blanco ni la carne picada suficient em ent e picada" . Se negaba a
com er " cuando no se servía la carne con su debida salsa" , " cuando no se la cort aba cuadrada" ,
" cuando no est aba bien de color" y " cuando no est aba bien de sabor" . Est oy m uy seguro de
que aun así podría haberlo aguant ado su esposa, pero cuando un día, im posibilit ada de
encont rar víveres frescos, la m uj er envió a su hij o Li a que com prara vino y carne fría en una
t ienda, y Confucio anunció que " no bebería vino que no fuese hecho en casa, ni probaría carne
t raída de las t iendas" , ¿qué ot ra cosa podía hacer ella, salvo j unt ar sus cosas y huir? Est e

125
La importancia de vivir Lin Yutang

at isbo en la psicología de la esposa de Confucio es m ío, pero las severas condiciones que él
im puso a la pobre m uj er figuran hoy en los clásicos confucianos ( 30 ) .
Si adopt am os, pues, un crit erio am plio de la com ida com o nut rición, los chinos no hacen
dist inción alguna ent re com ida y rem edio. Lo que es bueno para el cuerpo es rem edio y com ida
a la vez. La ciencia m oderna sólo ha llegado en el siglo pasado a com prender la im port ancia de
la diet a en la cura de enferm edades, y felizm ent e t odos los hospit ales m odernos t ienen hoy un
buen equipo de diet ét icos. Si los m édicos m odernos dieran un paso m ás adelant e y enviaran a
esos diet ét icos a prepararse en China, quizá em plearían m enos frascos de crist al. Un escrit or
m édico prim it ivo, Sun Ssem iao ( siglo sext o de nuest ra era) , dice: " Un verdadero m édico
descubre prim ero la causa de la enferm edad, y una vez descubiert a t rat a de curarla prim ero
con la com ida. Cuando falla la com ida prescribe rem edios." Así encont ram os que el prim er libro
chino sobre com ida cuya exist encia se conozca, escrit o por un m édico im perial en la Cort e
Mongólica en 1330, considera esencialm ent e a la com ida com o régim en de salud, y hace est as
afirm aciones int roduct ivas: " Quien quiera t ener buen cuidado de su salud debe ser frugal en
sus gust os, proscribir sus preocupaciones, at em perar sus deseos, cont ener sus em ociones,
t om ar cuidado de su fuerza vit al, ahorrar sus palabras, considerar con ligereza el t riunfo y el
fracaso, ignorar las penas y las dificult ades, desechar t ont as am biciones, evit ar los grandes
agrados y desagrados, calm ar su vist a y oído, y ser fiel en su régim en int erno. ¿Cóm o puede
uno t ener enferm edades si no cansa su espírit u ni aflige su alm a? Por lo t ant o, quien quiera
nut rir su nat uraleza debe com er solam ent e cuando t iene ham bre, y no llenarse de com ida, y
debe beber solam ent e cuando t enga sed y no llenarse de bebida en exceso. Debe com er poco
y a largos int ervalos, y no m ucho ni m uy const ant em ent e. Debe t ender a sent ir un poco de
ham bre cuando est á lleno, y a est ar un poco lleno cuando sient e ham bre. Est ar bien lleno hace
daño a los pulm ones, y t ener ham bre hace daño al fluj o de la energía vit al." Est e libro de
cocina, com o t odos los dem ás en China, parece, pues, una farm acopea.
Al cam inar por Honan Road en Shanghai y pasar por las t iendas que venden rem edios
chinos, se ve uno en dificult ades para decidir si venden m ás rem edios que víveres o m ás
víveres que rem edios. Porque allí se encuent ra cort eza de canela j unt o a j am ón, t endones de
t igre y ríñones de cast or j unt o con babosas de m ar, y cuernos de ciervos j óvenes j unt o a
hongos y dát iles de Peipíng. Todo est o es bueno para el cuerpo, y t odo nos nut re. La dist inción
ent re la com ida y el rem edio es posit ivam ent e im posible en el caso de una bot ella de " t endón
de t igre y vino de quina" . Felizm ent e, un t ónico chino no consist e en t res gram os de hipo-
fosfat os y 0.02 gram os de arsénico. Consist e en un t azón de caldo de pollo, m uy hervido con
rehm annia lút ea. Est o se debe ent eram ent e a la práct ica de la m edicina china, porque
m ient ras en Occident e se t om an los rem edios en píldoras o sellos, los rem edios chinos se
sirven com o guisos y se llam an lit eralm ent e " sopas" . Y se idea y prepara un rem edio en China
en la m ism a form a que una sopa ordinaria, con debido cuidado para la m ezcla de sabores e
ingredient es. Puede haber de siet e u ocho a veint e ingredient es en un guiso chino, preparado
de m anera que nut ra y fort alezca el cuerpo en general, y no para que at aque a la enferm edad
solam ent e. Porque la m edicina china coincide esencialm ent e con los m édicos occident ales m ás
m odernos al pensar que cuando est á enferm o el hígado no es solam ent e el hígado sino t odo el
cuerpo el que funciona m al. Después de t odo, lo que puede hacer la m edicina se reduce al
principio esencial de fort alecer nuest ra energía vit al, m ediant e una acción sobre ese sist em a
t an com plicado de órganos y fluidos y horm onas que se llam a cuerpo hum ano, y dej ando que
el cuerpo se cure solo. En lugar de dar a sus enferm os sellos de aspirina, los m édicos chinos
les piden que t om en grandes t azones de t é m edicinal para provocar la t ranspiración. Y en lugar
de t om ar t ablet as de quinina, los pacient es del fut uro, quizá, t endrán que beber una rica sopa
de t ort uga con hongos, hervida con t rozos de cort eza de quina. El depart am ent o diet ét ico de
un hospit al m oderno t endrá que ser am plio, y el hospit al del fut uro se parecerá m ucho a un
sanat orio- rest aurant . Event ualm ent e t endrem os que llegar al concept o de la salud y la
enferm edad fundidas una en ot ra, de m anera que los hom bres com an para prevenir las
enferm edades, en lugar de t om ar rem edios para curarlas. No se acent úa bast ant e est e punt o
en Occident e, porque los occident ales van a ver al m édico cuando est án enferm os, y no le ven
cuando est án bien. Ant es de que llegue esa época t endrá que ser abolida la dist inción ent re el
rem edio que nut re el cuerpo y el rem edio que cura la enferm edad.

30
Analectas, capitulo X.
126
La importancia de vivir Lin Yutang

Tenem os que felicit ar, pues, al pueblo chino por su feliz confusión de rem edios y
com idas. Con est o se hace que sus rem edios sean m enos rem edios, pero su com ida m ás
com ida. Parece haber una sim bólica significación en el hecho de que el Dios de la Glot onería
apareció ya en nuest ro período sem ihist órico, pues el Dios T'aot 'ieh se encuent ra com o m ot ivo
predilect o ent re nuest ras prim eras escult uras en bronce y en piedra. El espírit u de T'aot 'ieh
est á en nosot ros. Hace que nuest ras farm acopeas parezcan libros de cocina y nuest ros libros
de cocina parezcan farm acopeas, y hace im posible el progreso de la bot ánica y la zoología
com o ram as de la ciencia nat ural, porque los hom bres de ciencia de China no hacen m ás que
pensar qué sabor t endrá una serpient e, un m ono o la carne de cocodrilo o la j oroba de
cam ello. La verdadera curiosidad cient ífica en China es una curiosidad gast ronóm ica.
Con la confusión de la m edicina con la m agia, que se encuent ra en t odas las t ribus
salvaj es, y com o los t aoíst as chinos han hecho de " la nut rición de la vida" y la búsqueda de la
inm ort alidad o la larga vida su obj et o cent ral, vem os que la com ida y la m edicina descansan a
m enudo en sus m anos. En el Libro de Cocina I m perial de la Dinast ía Mongólica, a que ya se ha
hecho referencia, Yinshan Chengyao, hay capít ulos dedicados a los m edios de vivir m ucho
t iem po y de evit ar enferm edades. Con la apasionada devoción del t aoísm o a la Nat uraleza, la
t endencia consist e siem pre en dest acar las frut as y las com idas de caráct er veget ariano. Hay
una especie de com binación de la poesía y el desapego t aoíst a de la vida, que considera que
com er frescas sem illas de lot o, con ese delicado sabor nacido del rocío, es lo m áxim o del
refinado placer del est udioso. El m ism o rocío bebería, si pudiera. A est a clase pert enecen las
sem illas de pino, arrurruz y china, a las que se considera convenient es para pret ender una
larga vida, porque aclaran el corazón y purifican el alm a. Se presum e que no padece uno
deseos m ort ales, com o el deseo sexual, cuando com e sem illas de lot o. Mas com o rem edios,
t om adas const ant em ent e com o part e de la com ida, y m uy apreciadas para prolongar la vida,
son las siguient es: asparagus lucidus, rehm annia lút ea, lycium chínense, at rat ylis ovat a,
polygonat wn gigant eum , y part icularm ent e ginseng y ast ragalus hoant ely.
La farm acopea china ofrece un inm enso cam po que espera la invest igación cient ífica
occident al. La m edicina occident al ha descubiert o, apenas en la últ im a década, el alt o valor del
hígado com o const ruct or de sangre, en t ant o que los chinos lo han considerado siem pre com o
un t ónico im port ant e para los ancianos. Sospecho que cuando un carnicero occident al m at a a
un cerdo t ira com o desperdicios t odas las part es que t ienen el m ás grande valor nut rit ivo:
riñones, est óm ago, int est inos ( que deben est ar llenos de j ugo gást rico) , sangre, m édula y
sesos. Se em pieza a descubrir ahora que el hueso es el sit io donde se fabrican los glóbulos
roj os de la sangre, y no puedo m enos de pensar que t irar los huesos de cordero y de cerdo y
de vaca sin hervirlos para hacer un herm oso caldo es un t errible desperdicio de valor
alim ent ario.
Hay m uchas com idas occident ales que m e gust an, y en prim er t érm ino debo m encionar
el m elón honeydew ( rocío de m iel) , porque su sugest ión del rocío es t an china. Si a uno de los
t aoíst as ant iguos se le diera un pom elo, podría im aginar el descubrim ient o del elixir de la
inm ort alidad, porque el pom elo t iene el sabor exót ico de las frut as ext rañas y desconocidas
que buscaban los t aoíst as. El j ugo de t om at e debe ser clasificado com o uno de los grandes
descubrim ient os occident ales en el siglo XX, porque los chinos, com o los occident ales de hace
un siglo, solían considerar que los t om at es no servían para com er. Después viene el apio
crudo, que es lo m ás próxim o a la idea china de com er cosas por su t ext ura, com o los brot es
de bam bú. El espárrago es bueno, cuando no es verde, pero nos es desconocido en China.
Finalm ent e, debo confesar una gran inclinación por el " roast beef" inglés, y por t odos los
asados. Toda com ida es buena cuando se la hace y se la saborea en su país original y en la
debida t em porada. Siem pre m e ha gust ado la com ida nort eam ericana servida en los hogares
nort eam ericanos, pero j am ás he probado com ida que m e pareciera buena en los m ej ores
hot eles de Nueva York. No es culpa de los hot eles o rest aurant es, porque aun en los
rest aurant es chinos es im posible obt ener buena com ida a m enos que se avise con m ucha
ant icipación y se la prepare con cuidado individual.
Por ot ra part e, hay grandes deficiencias en la cocina nort eam ericana y europea. Muy
adelant ada en past elería y en la fabricación de dulces y post res, la cocina occident al da la
im presión de ser m uy t ont a e insípida y ext rem adam ent e lim it ada en su variedad. Después de
com er en cualquier hot el o casa de pensión o vapor durant e t res sem anas, y después de haber
t enido pollo a la km g, cost illas de vaca y cost illas de cordero y lom o por décim a vez, la com ida

127
La importancia de vivir Lin Yutang

em pieza a perder sabor en el paladar. La ram a m enos desarrollada en la cocina occident al es


la de preparar verduras. En prim er lugar, las verduras son de variedades m uy lim it adas; en
segundo lugar, se las cocina con exceso, hast a que pierden el color y parecen una pulpa. Las
espinacas, calam idad para t odos los niños, no se cocinan debidam ent e j am ás en occident e; se
las dej a form ar una past a, pero si se las fríe en una sart én m uy calient e con aceit e y sal y se
las ret ira ant es de que hayan perdido su frescura, const it uyen una de las com idas m ás
sabrosas. La lechuga preparada de la m ism a m anera es t am bién deliciosa, y el único cuidado
que se debe t ener es el de no dej arlas dem asiado en la sart én. En Occident e se considera que
el hígado de pollo es una delicadeza, lo m ism o que los riñoncit os de cordero, pero hay una
gran cant idad de com idas de la m ism a clase que no han sido probadas siquiera. Est o explica la
falt a de variedad dé la com ida occident al. La m ollej a de pollo, frit a, j unt o con el hígado de
pollo frit o, con m ucha sal, cuent a ent re los plat os m ás com unes en China. La cabeza de carpa,
con la delicada carne que rodea la boca, se sirve com o plat o especial, de gran delicadeza. Las
t ripas de cerdo son m i com ida favorit a, y t am bién algunas part es de las t ripas de buey. Hacen
una espléndida sopa, con fideos, o se las puede echar en una sopa hirviendo sobre un fuego
m uy fuert e, sacándolas inm ediat am ent e, de m anera que t ienen una fragilidad casi com o la del
apio crudo. Los caracoles grandes ( solam ent e la m at eria espesa que les cubre la boca) son una
delicadeza m uy buscada en Francia, y t am bién son una delicadeza en China. En sabor y
t ext ura y resist encia a los dient es son práct icam ent e lo m ism o que los abalones y las pechinas.
La lim it ada variedad de las sopas se debe a dos causas. Prim ero, la falt a de
experim ent ación sobre m ezclas de verduras con carnes. Mediant e com binaciones y perm ut as,
cinco o seis ingredient es, com o los cam arones secos, hongos, brot es de bam bú, m elón, cerdo,
et c., pueden dar un cent enar de variedades de sopas diferent es. La sopa de m elón es
desconocida en Occident e, y, sin em bargo, hecha con diferent es variedades y preparada con
un poco de cam arones secos, es uno de los plat os veraniegos m ás delicados. En segundo
lugar, • la falt a de variedad en la sopa se debe a que no se em plea plenam ent e el product o de
los m ares. En Occident e las pechinas se com en frit as, siem pre, pero secas son uno de los
elem ent os m ás im port ant es para hacer una buena sopa, lo m ism o que los abalones. En cuant o
al guiso de alm ej as, j am ás he podido oler siquiera las alm ej as que cont iene, y claro est á que
nunca se ve verdadera carne de t ort uga en la sopa de t ort uga. Una verdadera sopa de t ort uga,
hervida hast a que result e pegaj osa en los labios, es uno de los plat os cant oneses favorit os,
preparada a veces con pat as de pat o o de ganso. El pueblo de Shaohsing, en Chekiang, t iene
un plat o favorit o llam ado " las grandes esquinas" , que consist e en alas y pat as de pollos,
porque hay una feliz com binación de piel y t endones y carne en las pat as y las alas de los
pollos. Pero la m ej or sopa que he probado es una hecha de carpa y pequeñas alm ej as de
concha blanda. En general, la prueba a que se debe som et er a la sopa hecha con m ariscos es
la de que no sea grasosa.
Com o ej em plo del sent im ient o chino en cuant o a la com ida, puedo cit ar aquí part e del
ensayo de Li Líweng sobre " Cangrej os" , en la sección que habla de la com ida, de su libro Art e
de vivir:
Nada hay, en com idas y bebidas, cuyo sabor no pueda describir yo con la m ayor
com prensión e im aginación. Pero en cuant o a los cangrej os, las j aibas, m i corazón los quiere,
m i boca se deleit a con ellos, y j am ás puedo olvidarlos por un año y un día; pero m e es
im posible decir en palabras por qué los quiero, m e deleit an y no puedo olvidarlos. ¡Ah, est o ha
pasado a ser en m í una debilidad en la com ida, y es un fenóm eno ext raño del universo! Todos
m is días m e han gust ado ext rem adam ent e. Año t ras año, cuando llega la t em porada de los
cangrej os, apart o algo de dinero para ese fin, y porque m i fam ilia dice que " el cangrej o es m i
vida" , llam o a est e dinero " el rescat e de m i vida" . Desde el día en que aparecen en el m ercado
hast a el fin de la t em porada, j am ás m e han falt ado una sola noche. Mis am igos, que conocen
est a debilidad m ía, m e invit an siem pre a com er en est a época, y por lo t ant o llam o " ot oño de
cangrej os" a oct ubre y noviem bre. . . Tuve una doncella m uy dedicada a at ender al cuidado y
preparación de los cangrej os, y yo la llam aba " m i doncella de cangrej os" . ¡Ahora se ha
m archado! ¡Oh, cangrej o, m i vida com enzará y t erm inará en t i!

La razón que dio finalm ent e Li para est e aprecio suyo por los cangrej os fue que eran
perfect os en los t res requisit os de la buena com ida: color, fragancia y sabor. El sent im ient o de

128
La importancia de vivir Lin Yutang

Li sobre los cangrej os es com part ido m uy generalm ent e hoy por chinos de t odas clases; los
que se com en son los de lagos de agua dulce.
Para m í, la filosofía de la com ida parece reducirse a t res cosas: frescura, sabor y t ext ura.
El m ej or cocinero del m undo no puede hacer un plat o sabroso a m enos que t enga cosas
frescas que cocinar, y cualquier buen cocinero dirá que la m it ad del art e de cocinar reside en la
com pra. Yüan Tset s'ai, el gran epicúreo y poet a del siglo XVI I , escribió bellas cosas acerca de
su cocinero, que era un hom bre que se com port aba con gran dignidad y se negaba
rot undam ent e a hacer un plat o que se le pedía a m enos que sus ingredient es est uvieran en lo
m ej or de la t em porada. El cocinero t enía m al genio, pero confesaba que seguía sirviendo al
poet a porque ést e com prendía los sabores. Hoy hay un cocinero de m ás de sesent a años de
edad en Szechuen, a quien se debe invit ar cortesm ent e si se desea que prepare una com ida en
alguna ocasión especial, y concederle, adem ás, una sem ana de plazo a fin de que reúna y
com pre cosas, dej ándole en com plet a libert ad para que sea el único señor y j uez del m enú que
se ha de servir.
Para la gent e com ún que no puede darse el luj o de t ener cocineros cost osos, exist e
confort ación en el conocim ient o de que t odo sabe bien en su t em porada, y que siem pre es
m ej or confiar en que la nat uraleza y no la cult ura nos ha de proveer los m ayores deleit es
epicúreos. Por est a razón, la gent e que t iene su huert a o vive en el cam po puede t ener la
seguridad de que dispone de la m ej or com ida, aunque no t enga el m ej or cocinero. Por la
m ism a razón, se debe probar la com ida en su lugar de origen ant es de pronunciar un j uicio
sobre ella. Pero es inút il t oda discusión de valores epicúreos con una esposa que no sabe cóm o
com prar víveres frescos o un hom bre que est á dispuest o a pasarse con com idas conservadas.
La t ext ura de la com ida, en lo que at añe a t ernura, elast icidad, fragilidad y suavidad, es
sobre t odo cuest ión de aj ust ar el calor del fuego. Los rest aurant es chinos pueden producir
plat os que no son posibles en el hogar, porque est án equipados con buenas cocinas. En cuant o
a sabor, hay claram ent e dos clases de com idas: las que se sirven m ej or en su propio j ugo, sin
alt eración, salvo la de la sal y la salsa de soya, y las que saben m ej or cuando se las com bina
con el sabor de ot ra com ida. Así, en el caso del pescado, la t rucha fresca o el pez m andarín
deben ser preparados en sus propios j ugos para obt ener el sabor com plet o, en t ant o que los
pescados m ás grasosos, com o el sábalo, t ienen m ej or gust o con habas chinas en vinagre. El
succot ash, un pot aj e nort eam ericano de m aíz t ierno, fríj oles y habas, es un ej em plo de
perfect a com binación de sabores. Hay en la nat uraleza ciert os sabores que parecen hechos
uno para el ot ro, y se logra su m ás alt o grado de deleit abilidad solam ent e en recíproca
com binación. Los brot es de bam bú y la carne de cerdo parecen form ar una parej a perfect a;
pues cada ingredient e quit a sabor al ot ro y le prest a el suyo. El j am ón, no sé por qué, se
com bina bien con los sabores dulces, y uno de los plat os que m ás enorgullecen a m i cocinero
en Shanghai es el j am ón con ricos dát iles dorados de Pekín, hervidos j unt os en una cacerola.
Tam bién se com binan m uy bien los negros hongos de t roncos de árboles con huevos de pat o,
en sopa, y la langost a de Nueva York con el nanj u chino, una salsa de gelat ina de habas en
vinagre. En realidad, hay una gran clase de com est ibles cuya principal función parece ser la de
prest ar sabor a ot ras com idas: hongos, brot es de bam bú, t sat s'ai de Szechuen, et c. Y hay una
num erosa clase de com idas, la que m ás valoran los chinos, sin sabor propio, que dependen
ent eram ent e del sabor que les prest an ot ros ingredient es.
Las t res caract eríst icas necesarias de las delicadezas chinas m ás caras son su condición
de: incoloras, inodoras e insípidas. Est os art ículos son las alet as de t iburón, los nidos de
páj aros y los " hongos plat eados" . Todos son gelat inosos y no t ienen color, sabor ni olor. La
razón de su gust o m aravilloso es que siem pre se los prepara en la m ás cost osa de las sopas
que sea posible hacer.
VI I I . ALGUN AS CURI OSAS COSTUM BRES OCCI D EN TALES
Una gran diferencia ent re la civilización orient al y la occident al es que los occident ales se
est rechan m ut uam ent e las m anos, m ient ras nosot ros nos est recham os las m anos propias. De
t odas las cost um bres occident ales ridículas, creo que la de est recharse las m anos es una de las
peores. Yo puedo ser m uy progresist a y capaz de apreciar el art e occident al, la lit erat ura, las
m edias de seda nort eam ericanas, los perfum es franceses y hast a los acorazados brit ánicos,
pero no puedo concebir cóm o los europeos, t an progresist as, han perm it ido que persist a hast a
hoy est a ridícula cost um bre de est recharse las m anos. Sé que hay en Occident e grupos
part iculares de individuos que prot est an cont ra est a cost um bre, así com o hay gent e que
129
La importancia de vivir Lin Yutang

prot est a cont ra la igualm ent e ridícula de usar som breros o cuellos. Pero parece que est as
personas no progresan y que aparent em ent e se les t om a por gent e que se ahoga en un vaso
de agua y que desperdicia su energía en t rivialidades. Com o chino, debo sent ir m ás fuert e
oposición que los europeos cont ra est a cost um bre occident al, y siem pre prefiero est recharm e
m is propias m anos, cuando encuent ro o m e separo de ot ras personas, según la ant iquísim a
et iquet a del Celest e I m perio.
Claro est á que t odo el m undo sabe que est a cost um bre sobrevive a los días bárbaros de
Europa, com o la cost um bre de quit arse el som brero. Est as cost um bres se originaron en los
barones y los caballeros, los ladrones m edievales, que t enían que levant arse la visera o
quit arse los guant elet es de acero para dem ost rar que est aban am ist osa o pacíficam ent e
dispuest os hacia el ot ro individuo. Claro est á que es ridículo, en los días m odernos, repet ir los
m ism os gest os, cuando ya no usam os cascos ni guant elet es; pero persist irán siem pre las
cosas que sobreviven a las cost um bres bárbaras, com o lo dem uest ra la persist encia de los
duelos hast a nuest ros días.
Me opongo a est a cost um bre, por razones higiénicas y m uchas ot ras. Darse la m ano es
una form a de cont act o hum ano suj et a a las m ayores variaciones y dist inciones. Un est udiant e
nort eam ericano de ideas originales bien podría escribir, para doct orarse, una t esis sobre
" Est udio en t iem po y m ovim ient o de las variedades del apret ón de m anos" , pasarle revist a en
debida form a, en cuant o a presión, duración, hum edad, respuest a em ot iva, y cosas así, y
est udiarlo t am bién en t odas sus posibles variaciones con respect o al sexo, la alt ura de la
persona ( dándonos, seguram ent e, m uchos " t ipos de diferencias m arginales" ) , la condición de
la piel en cuant o e s afect ada por el t rabaj o profesional y la diferencia de clases sociales, et c.
Con unas pocas cart as y t ablas de porcient os, est oy seguro de que el candidat o no t endría
dificult ad en graduarse, siem pre que hiciera suficient em ent e abst ruso y fat igoso t odo ese
est udio.
Considerem os ahora las obj eciones higiénicas. Los ext ranj eros en Shanghai, que dicen
que nuest ras m onedas de cobre son depósit os de bact erias y no quieren t ocarlas, piensan
aparent em ent e que no hay nada de m alo en dar la m ano a Tom , Dick y Harry en la calle. Est o
es en verdad ilógico, porque, ¿cóm o se puede saber que Tom , Dick y Harry no han t ocado esas
m onedas de las que escapan los dem ás com o si fueran veneno? Lo peor es que a veces se ve a
un hom bre de aspect o t uberculoso que se cubre higiénicam ent e la boca con la m ano m ient ras
t ose, y un inst ant e después ext iende la m ano para est rechar am ist osam ent e la de ot ra
persona. En est e sent ido, nuest ras cost um bres celest iales son en verdad m ás cient íficas,
porque en China cada uno se est recha las m anos propias. No sé cuál fue el origen de est a
cost um bre china, pero sus vent aj as, desde el punt o de vist a m édico o higiénico, no pueden ser
negadas.
Exist en t am bién obj eciones est ét icas y rom ánt icas al apret ón de m anos. Cuando uno
est ira la m ano, queda a m erced de la ot ra persona, que est á en libert ad de est recharla t ant o
com o quiera y t odo el t iem po que quiera. Com o la m ano es uno de los órganos m ás delicados
y dúct iles del cuerpo, es posible efect uar t odas las variedades posibles de presión. Se puede
cit ar, prim ero, el apret ón t ipo Y. M. C. A.; est o ocurre cuando el ot ro nos palm ea el hom bro
con una m ano y nos da un violent o sacudón con la ot ra, hast a que nos parece que nos est án
por salt ar t odas las coyunt uras. En el caso de un secret ario de la Y. M. C. A. que sea a la vez
un buen j ugador de cualquier deport e —y las dos cosas suelen darse j unt as a m enudo—, la
víct im a no sabe si reír o grit ar. Junt o a su m anera francachona e im perat iva, est e t ipo de
apret ón de m anos parece decir: " Oiga, ahora est á ust ed en m i poder. Tiene que com prarm e
una ent rada para la próxim a reunión o prom et erm e que se llevará un follet o, ant es de que le
suelt e la m ano." En t ales circunst ancias, siem pre m e m uest ro m uy dispuest o a sacar la
cart era.
Si baj am os en est a escala, encont ram os diferent es variedades de presión, desde el
apret ón indiferent e, que ha perdido t odo significado, hast a esa especie de apret ón furt ivo,
t rém ulo, rem iso, que indica que el dueño de la m ano t iene m iedo de la ot ra persona, y
finalm ent e la elegant e dam a de sociedad que se digna ofrecer las punt it as de los dedos, en
una form a que casi ordena m irarle las uñas pint adas. Todas las clases de relaciones hum anas,
pues, se reflej an en est a form a de cont act o físico ent re dos personas. Algunos novelist as
pret enden poder decir el caráct er que t iene un hom bre por su t ipo de apret ón de m anos, y
dist inguen las m anos dom inant es, las furt ivas, las deshonest as y las débiles y pegaj osas que

130
La importancia de vivir Lin Yutang

nos causan inst int iva repulsión. Yo deseo librarm e de la preocupación de analizar el caráct er
m oral de una persona cada vez que t engo que verla, o saber, por el grado de la presión de su
m ano, el aum ent o o dism inución de su afect o por m í.
Aun m ás insensat a es la cost um bre de quit arse el som brero. Encont ram os aquí t oda
clase de est úpidas reglas de et iquet a. Así, una señora t iene que quedarse con el som brero
puest o durant e la m isa o en un t é servido baj o t echo. No m e at revo a decir si est a cost um bre
de llevar el som brero dent ro de la iglesia t iene algo que ver con las cost um bres de Asia Menor
en el siglo I de nuest ra era, pero sospecho que proviene de un insensat o respet o por la
afirm ación de San Pablo de que las m uj eres deben t ener la cabeza cubiert a cuando est án en la
iglesia, pero los hom bres no; y est o se basa en la filosofía asiát ica de la desigualdad sexual,
que desde hace t ant o t iem po repudian los occident ales. En cuant o a los hom bres, exist e esa
ridicula cost um bre de quit arse el som brero en el ascensor, cuando hay dam as present es. No
puede haber absolut am ent e ninguna defensa de est a inexplicable cost um bre. En prim er lugar,
el ascensor no es m ás que una cont inuación del corredor, y si no se exige a los hom bres que
se quit en el som brero en un corredor, ¿por qué han de hacerlo en el ascensor? Cualquiera
puede advert ir la insensat ez de t odo est o si va de un piso a ot ro del m ism o edificio con el
som brero puest o. En segundo lugar, el ascensor no se puede dist inguir, por ningún análisis
lógico, de ot ros t ipos de t ransport e, el aut om óvil por ej em plo. Si un hom bre, sin reparos de
conciencia, puede conservar el som brero m ient ras va en aut om óvil en com pañía de señoras,
¿por qué se le ha de prohibir que haga lo m ism o en el ascensor?
En conj unt o, nuest ro m undo es m uy loco. Pero no m e sorprende. Al fin y al cabo, vem os
la est upidez hum ana que nos rodea por doquier, desde la est upidez de las m odernas relaciones
int ernacionales hast a la del m oderno sist em a de educación. La hum anidad puede ser bast ant e
int eligent e com o para invent ar la radiot elefonía, pero la hum anidad no t iene suficient e
int eligencia para det ener las guerras, ni la t endrá nunca. De m odo que est oy dispuest o a dej ar
que pase la est upidez en las cosas m ás t riviales y cont ent arm e con m irarlas m uy divert ido.

I X. LA I N H UM AN I D AD D EL VESTI D O OCCI D EN TAL


A pesar de la popularidad de la ropa occident al ent re los t urcos, egipcios, hindúes,
j aponeses y chinos m odernos, y a pesar de su universalidad com o hábit o oficial de la
diplom acia en el m undo ent ero, t odavía m e aferró a la viej a vest im ent a china. Muchos de m is
m ej ores am igos m e han pregunt ado por qué uso ropas chinas y no ext ranj eras. ¡Y esas
personas se dicen m is am igos! I gual sería que m e pregunt aran por qué m e paro en dos
piernas. Las dos cosas est án relacionadas, com o t rat aré de dem ost rar. ¿Por qué debo dar
razones para usar la única vest im ent a " hum ana" en el m undo? ¿Necesit a alguien, cuando en
sus ropas nat ivas puede andar por su casa y fuera de ella en pij am a y zapat illas, dar razones
por las cuales no le gust a est ar m et ido en un sist em a de cuellos, chalecos, cint urones,
t iradores y ligas que le sofocan? El prest igio de la vest im ent a ext ranj era no descansa en base
m ás segura que el hecho de est ar asociado con cañoneras superiores y con m ot ores Diesel. No
se la puede defender por m ot ivos higiénicos, m orales, est ét icos o económ icos. Su superioridad,
sim plem ent e, no es m ás que polít ica.
¿Es solam ent e una pose est a act it ud m ía, o es sint om át ica de m is progresos en el
conocim ient o de la filosofía china? No lo creo. Al t om ar est a act it ud est oy apoyado por t odas
las personas conscient es, de m i generación, que hay en China. La vest im ent a china es usada
por t odos los caballeros chinos. • Adem ás, t odos los est udiosos, pensadores, banqueros y
ot ras personas que han prosperado en China, no han usado j am ás ropas ext ranj eras o han
vuelt o rápidam ent e a sus vest idos nacionales en cuant o " llegaron" , polít ica, financiera o
socialm ent e. Volvieron rápidam ent e cuando t uvieron seguridad de sí m ism os y no sint ieron ya
la necesidad de un saco de aspect o ext ranj ero para ocult ar su m al conocim ient o del inglés o su
inferior preparación m ent al. Ningún secuest rador de Shanghai pensaría siquiera en secuest rar
a un chino vest ido con ropas ext ranj eras, por la sencilla razón de que no vale la pena.
¿Quiénes usan ropas ext ranj eras act ualm ent e en China? Los est udiant es de colegio, los

131
La importancia de vivir Lin Yutang

em pleados que ganan cien dólares por m es, los buscavidas polít icos que est án siem pre a punt o
de pescar t rabaj o, los j óvenes t angpu ( 31 ) , los nuevos ricos, los badulaques, los ret ardados. . .
Y t am bién, es claro, t enem os a Henry P'uyi, que t iene el gust o incom parablem ent e m alo
de adopt ar un nom bre ext ranj ero, ropa ext ranj era y un par de ant eoj os oscuros. Est a
present ación suya, por sí sola, m at ará t odas sus probabilidades de volver al Trono del Dragón,
aunque t enga en su apoyo t odas las bayonet as del Mikado. Porque se puede decir cualquier
m ent ira al pueblo chino, pero no se le puede convencer que un t ipo que usa ropa ext ranj era y
ant eoj os oscuros es su " em perador" . Mient as use esa ropa y m ient ras se llam e Henry, Henry
est ará com o en su casa en los m uelles de Liverpool, pero no en el Trono del Dragón.
La filosofía que inspira a la vest im ent a china y a la occident al es que la últ im a t rat a de
revelar la form a hum ana, en t ant o que la prim era t rat a de ocult arla. Pero com o el cuerpo
hum ano es esencialm ent e com o el del m ono, cuant o m enos de él se revele t ant o m ej or será
por lo general. ¡Pensad en Gandhi y su t aparrabo! Solam ent e en un m undo de personas ciegas
al sent ido de la belleza es t olerable el vest ido ext ranj ero. Sería un lugar com ún decir que
pocas veces se ve la figura hum ana perfect a. Quien t enga dudas sobre est o puede ir a
cualquier playa popular, para ver cuan herm osa es la form a hum ana. Pero la vest im ent a
occident al est á diseñada de t al m odo que cualquiera puede decirnos en la calle si t enem os
set ent a o novent a cent ím et ros de cint ura. ¿Por qué ha de proclam ar uno al m undo que t iene
set ent a o novent a cent ím et ros de cont orno, y si es m ayor que lo norm al, por qué no hem os de
t ener derecho a guardar el secret o com o asunt o privado?
Por esa razón creo t am bién en la vest im ent a ext ranj era para las m uj eres de buena figura
y ent re veint e y cuarent a años, y para t odos los niños cuyo rit m o corpóreo nat ural no ha sido
suj et o t odavía a nuest ra incivilizada form a de vivir. Pero exigir que t odos los hom bres y las
m uj eres revelen su figura a los oj os del m undo, es ot ro cant ar. Mient ras la m uj er graciosa, en
un vest ido de fiest a occident al, resplandece y encant a en form a j am ás soñada siquiera por las
m odist as orient ales, el com ún de las m uj eres de cuarent a años, que han dorm ido y han
com ido con exceso, al encont rarse en la plat ea o los palcos de un t eat ro de ópera, present an
uno de los espect áculos m ás desvent urados que ha invent ado Occident e. Con ellas es m ás
bondadosa la vest im ent a china. Com o la m uert e, iguala a los grandes y los pequeños, los feos
y los herm osos. El vest ido chino es, pues, m ás dem ocrát ico.
Est o en cuant o a consideraciones est ét icas. Veam os ahora las razones de higiene y
sent ido com ún. Ningún hom bre cuerdo puede pret ender que el cuello, que ha sobrevivido a los
t iem pos del cardenal Richelieu y de Sir Walt er Raleigh, es bueno para la salud, y t odos los
hom bres conscient es de Occident e han prot est ado de viva voz cont ra él. Mient ras la
vest im ent a fem enina ha logrado a est e respect o un alt o grado de com odidad que ant es se
negaba al bello sexo, el cuello hum ano m asculino es considerado t odavía por el público
educado de Occident e com o una cosa t an fea e inm oral y t an im present able socialm ent e que
se la debe ocult ar t ant o com o se debe revelar el cont orno de la cint ura. Est e aparat o sat ánico
hace im posible la debida vent ilación en verano, hace im posible la debida prot ección cont ra el
frío en invierno y hace im posible pensar en t odo t iem po.
Del cuello para abaj o, sólo encont ram os un cont inuo e inj ust ificado ult raj e al sent ido
com ún. El hábil ext ranj ero, que puede invent ar las luces Neón y los m ot ores Diesel, no t iene
bast ant e sent ido com ún para ver que la única part e del cuerpo que le queda libre es la cabeza.
Pero ¿a qué m et ernos en det alles: la ropa int erior m uy aj ust ada, que m olest a la libre
vent ilación, el chaleco que no perm it e flexibilidad al cuerpo, y los t iradores o el cint urón que no
adm it en una diferencia nat ural en dist int os est ados de nut rición? De t odo est o, lo m enos lógico
es el chaleco. Todo el que est udie las form as nat urales del cuerpo hum ano desnudo sabe que,
salvo cuando est á en una posición perfect am ent e rect a, las líneas de la espalda y del frent e no
son iguales. Todo el que use una cam isa de pechera dura sabe t am bién por experiencia propia
que se arquea cada vez que se inclina el cuerpo hacia adelant e. Pero el chaleco est á
confeccionado con la presunción de que esas líneas siguen siendo siem pre iguales, lo cual nos
obliga a m ant ener una posición perfect am ent e erguida. Com o nadie puede responder
est rict am ent e a est e pat rón, la consecuencia es que el ext rem o del chaleco sobresale o cae en
arrugas que se apriet an al cuerpo en t odo m ovim ient o. En el caso del hom bre que es víct im a
de la obesidad, el chaleco describe un arco convexo y t erm ina invariablem ent e en el aire, y

31
Empleados del partido Kuomintang.
132
La importancia de vivir Lin Yutang

desde ese punt o el arco es cont inuado por el cint urón y los pant alones. ¿Puede ser m ás
grot esca cualquier cosa invent ada por la m ent e hum ana? ¿Es de ext rañar que haya surgido un
m ovim ient o nudist a com o prot est a y com o reacción cont ra est a grot esca esclavit ud del cuerpo
hum ano?
Pero si la hum anidad est uviera t odavía en la et apa de los cuadrúpedos, habría ciert a
j ust ificación para el cint urón, que se podría aj ust ar ent onces com o se aj ust a la cincha a un
caballo. Mas aunque la hum anidad ha adopt ado la posición erect a, su cint urón est á diseñado
según la presunción de que t odavía es un cuadrúpedo, t al com o la anat om ía de los m úsculos
del perit oneo dem uest ra que est án diseñados para la posición cuadrúpeda, con t odo el peso
suspendido de la colum na vert ebral. La consecuencia desast rosa de est a posición erguida es
que, así com o las m adres hum anas suelen t ener abort os y m alos part os, de que est án exent os
los anim ales, el cint urón de la vest im ent a m asculina t am bién t iene t endencia a gravit ar hacia
abaj o. El único m odo de im pedirlo es aj ust ar t ant o el cint urón que no pueda gravit ar, pero con
el result ado de que m olest a t odos los m ovim ient os nat urales del int est ino.
Est oy m uy convencido de que cuando los occident ales hayan hecho m ás progresos en las
cosas im personales llegarán un día a dedicar m ás t iem po t am bién a sus cosas personales, y a
ej ercer m ás sent ido com ún en la cuest ión de la ropa. Los hom bres de Occident e purgan un
severo cast igo por su conservadorísm o en est a cuest ión de la vest im ent a y por su t em or a las
innovaciones, en t ant o que las m uj eres de Occident e lograron hace m ucho t iem po la sencillez
y el sent ido com ún en la form a de vest irse. No hablo de las décadas inm ediat as, sino de los
siglos dist ant es, pero est oy convencido de que a la larga los hom bres idearán una vest im ent a
lógica y concordant e con su posición bípeda, com o ya se ha logrado en la ropa fem enina.
Gradualm ent e, t odos los cint urones y los t iradores incóm odos quedarán elim inados, y la
vest im ent a m asculina est ará hecha de t al m odo que colgará nat uralm ent e desde el hom bro, en
form a graciosa y adecuada. No habrá hom bros acolchados y solapas insensat as, y en lugar del
t raj e act ual se usará un t ipo m ucho m ás cóm odo, que se parecerá m ás a la bat a de ent recasa.
A m i j uicio, la gran diferencia que habrá ent onces ent re la vest im ent a m asculina y la fem enina
será solam ent e que los hom bres usarán pant alones y las m uj eres usarán faldas. Por cuant o
at añe a la part e superior del cuerpo, predom inará la m ism a consideración esencial, la
com odidad. Los hom bres t endrán el cuello t an libre com o las m uj eres, desaparecerá t am bién
el chaleco, y la chaquet a se em pleará m ás o m enos en la m ism a form a en que ahora usan
sacos las m uj eres. Durant e la m ayor part e del t iem po los hom bres andarán sin chaquet a,
com o lo hacen hoy las m uj eres.
Est o significa, claro est á, una revolución en nuest ro act ual concept o de la cam isa. En
lugar de est a prenda que ahora usam os com o int erior, se hará de un m at erial m ás oscuro y se
usará afuera; será de la seda m ás ligera o del m ás pesado m at erial de lana, según la est ación,
y est ará cort ada de m odo que m ej ore su aspect o. Y ent onces los hom bres podrán ponerse
encim a la chaquet a, cuando quieran, pero m ás por razones de t em perat ura que por ser
form ales, porque est a prenda del fut uro será correct a y acept able en cualquier com pañía. A fin
de dest ruir los cint urones y t iradores t an insoport ables, habrá una especie de com binación de
cam isa y pant alones, que se pondrá por la cabeza, com o hacen hoy las m uj eres con sus
vest idos, con ciert os aj ust es, fingidos o reales, en t orno a la cint ura, para m ej orar la figura.
Aun en nuest ros días es posible una reform a para elim inar el cint urón o los t iradores, sin
cam biar el act ual pat rón del t raj e m asculino. El principio básico es: el peso debe est ar
suspendido de los hom bros y dist ribuido en form a parej a, y no debe est ar pegado a la pared
vert ical del abdom en por la sola fuerza de la adhesión, fricción y com prensión, y la cint ura
m asculina debe ser liberada de sus act uales funciones, para que sea posible un sist em a de
ropa int erior m uy suelt a. Si iniciam os el cam ino del progreso sin el chaleco, los hom bres
podrán abot onar las cam isas a los pant alones, com o se hace hoy con los niños. Con el t iem po,
pues, cuando la cam isa se haga prenda ext erior, se confeccionará en m at erial m ás fino,
probablem ent e del m ism o color y calidad que los pant alones, o haciendo j uego con ellos. O
podem os iniciar la reform a del vest ido m ant eniendo el chaleco com o part e necesaria, y en t al
caso deberíam os t ener una com binación de chaleco y pant alones, sin cam biar su form a act ual,
pero hechos de una sola pieza, y reducida la espalda del chaleco a dos t iras diagonales. Aun
sin t ales reform as, podríam os elim inar fácilm ent e los cint urones y t iradores, con la adopción de
seis pequeños apéndices, cuat ro delant e y dos det rás, cosidos al int erior del chaleco, con
oj ales que calcen en los bot ones de los pant alones. Com o el chaleco queda fuera del pant alón,

133
La importancia de vivir Lin Yutang

no habrá diferencia visible ent re los chalecos que se usan ahora y los que propongo. Una vez
iniciadas las innovaciones, y en cuant o los hom bres com iencen a pensar que su vest im ent a
act ual no es t an et erna com o el universo, será posible m odificar gradualm ent e y elim inar el
chaleco m ism o, haciendo que est a prenda de com binación est é cort ada de m anera que luzca
m ej or que un t raj e de m ecánico, pero respondiendo al m ism o principio.
No se necesit a im aginación para ver que, en cuant o al aj ust e a la variación de las
condiciones clim át icas, la vest im ent a china es la única m oda lógica. En t ant o que el occident al
se ve obligado a usar ropa int erior, una cam isa, quizá un chaleco, y el saco, est é baj o cero o
sobre cuarent a grados la t em perat ura am bient e, la vest im ent a china es infinit am ent e flexible.
Se narra el cuent o de la buena m adre china que pone una t única a su niño cuando est ornuda
una vez, ot ra cuando est ornuda dos veces y una t ercera cuando est ornuda t res veces. Ninguna
m adre occident al puede hacer lo m ism o; se vería en grave apriet o al t ercer est ornudo. Todo lo
que podría hacer sería llam ar al m édico. Me inclino a creer que lo único que salva a la nación
china de ser ext erm inada por la t uberculosis y la neum onía, es la t única acolchada de algodón.

X. D E LA CASA Y LOS I N TERI ORES


La palabra " casa" debe incluir t odas las condiciones de vida o el am bient e físico de la
casa de cada uno. Porque t odos saben que al elegir una casa es m ás im port ant e saber qué se
puede ver desde la casa que lo que se ve en ella. La ubicación y el panoram a que la rodea son
lo que im port a. He vist o en Shanghai algunos hom bres ricos m uy orgullosos de un pedacit o de
t ierra que poseen, con un est anque para peces de unos t res m et ros de ancho, y una colina
art ificial que en t res m inut os puede t repar una horm iga, y esos hom bres no saben que un
pobre que viva en una choza, en la ladera de una m ont aña, es dueño de t odo el panoram a de
la m ont aña, el río y el lago, t ant o com o de su huert o privado. No puede haber com paración
ent re las dos cosas. Hay casas sit uadas en un escenario t an herm oso, en las m ont añas, que no
t iene obj et o cercar un lot e de t erreno com o propiedad, porque vaya uno por dondequiera es
siem pre dueño del panoram a ent ero, incluso las blancas nubes recost adas en las colinas, las
aves que vuelan por el cielo, y la sinfonía nat ural de las cat arat as y el cant o de los páj aros. El
hom bre que así vive es rico, sin com paración con cualquier m illonario que viva en la ciudad. El
hom bre que vive en la ciudad puede ver nubes fugit ivas, t am bién, pero rara vez llega a verlas,
y aun cuando lo consiga, las nubes no se dest acan sobre un fondo de azules colinas, y
ent onces, ¿qué obj et o t iene ver las nubes? El t elón de fondo es falso.
El concept o chino de la casa y el j ardín est á det erm inado, pues, por la idea cent ral de
que la casa m ism a es solam ent e un det alle que form a part e de la cam piña que la rodea, com o
una j oya en su engarce, y que arm oniza con ella. Por est a razón, se deben ocult ar en lo
posible t odos los signos de art ificialidad, y las líneas rect as de las paredes deben ser ocult adas
o cort adas por ram as que pendan sobre ellas. Una casa perfect am ent e cuadrada, hecha com o
una m agnífica pieza de ladrillo, es j ust ificable com o edificio para una fábrica, porque allí se
debe considerar prim ero la eficiencia. Pero una casa perfect am ent e cuadrada, com o hogar para
vivir, es una at rocidad de prim er orden. El concept o chino del hogar ideal ha sido sucint am ent e
expresado por un escrit or, de la siguient e m anera:
Pasada la puerta del jardín hay un sendero y el sendero debe ser sinuoso. Junto al recodo del sendero hay un
tabique al aire libre y el tabique debe ser pequeño. Detrás del tabique hay una terraza y la terraza debe ser bien nivelada.
A los bordes de la terraza hay flores y las flores deben ser frescas. Allende las flores hay un muro y el muro debe ser
bajo. Junto al muro hay un pino y el pino debe ser viejo. Al pie del pino hay rocas y las rocas deben ser raras. Sobre las
rocas hay un pabellón y el pabellón debe ser sencillo. Detrás del pabellón hay bambúes y los bambúes deben ser
delgados y ralos. Donde terminan los bambúes hay una casa y la casa debe hallarse aislada. Junto a la casa hay un
camino y el camino debe tener una encrucijada. En el punto donde se unen varios caminos hay un puente y el puente
debe tentar a que se le cruce. Al extremo del puente hay árboles y los árboles deben ser altos. A la sombra de los árboles
hay césped y el césped debe ser verde. Más allá del césped hay una acequia y la acequia debe ser angosta. Donde nace
la acequia hay un manantial y el manantial debe ser cantarín. Sobre el manantial hay una colina y la colina debe ser
grande. Junto a la colina hay una casa y la casa debe ser cuadrada. En la esquina de la casa hay un huerto de verduras y
el huerto debe ser grande. En el huerto hay una cigüeña y la cigüeña debe danzar. La cigüeña anuncia que hay un

134
La importancia de vivir Lin Yutang

huésped y el huésped no debe ser vulgar. Cuando el huésped llega hay vino y el vino no debe ser declinado. Durante el
servicio del vino hay embriaguez, y el huésped ebrio no debe querer marcharse a su casa.

El encant o de una casa radica en su individualidad. Li Liweng t iene varios capít ulos sobre
casas e int eriores en su libro acerca del Art e de vivir, y en las not as de int roducción acent úa
los dos punt os de fam iliaridad e individualidad. Ent iendo que la fam iliaridad es m ás im port ant e
que la individualidad. Porque, por grande y pret enciosa que sea una casa, siem pre hay una
habit ación part icular que el dueño prefiere y en la que vive realm ent e, y esa habit ación es
invariablem ent e pequeña y sin pret ensiones, desordenada y fam iliar y t ibia. Así dice Li:
El hombre no puede vivir sin una casa, como su cuerpo no puede pasarse sin vestidos. Y tal como es cierto que
la ropa debe ser fresca en verano y abrigada en invierno, lo mismo es cierto de una casa. Es muy imponente vivir en un
salón de diez o veinte metros de largo con grandes vigas en el techo, pero una casa así es adecuada para el verano y no
para el invierno. La razón de que tiritemos al entrar en la mansión de un funcionario es su espacio. Es como usar un
abrigo de piel demasiado amplio que no se puede ajustar al cuerpo. En cambio, la casa de un pobre, con paredes bajas y
espacio apenas suficiente para doblar las rodillas, aunque tenga la virtud de la frugalidad, es adecuada para el dueño,
pero no para atender invitados. Por ese motivo nos sentimos acalambrados y deprimidos sin razón cuando entramos en
la choza de un sabio pobre. . . Tengo la esperanza de que las moradas de los funcionarios no sean demasiado altas y
grandes. Porque una casa y la gente que en ella viva deben armonizar como en un cuadro. Los pintores panorámicos
tienen una fórmula que dice: "montanas de diez pies y árboles de un pie; caballos de una pulgada y seres humanos del
tamaño de una arveja". No estaría bien dibujar árboles de dos o tres pies en una montaña de diez pies, o dibujar un
hombre del tamaño de un grano de arroz o mijo en un caballo de una pulgada de alto. Bien estaría que los funcionarios
vivieran en salones de seis o treinta metros de alto, si sus cuerpos fueran de tres o seis metros. De lo contrario, cuanto
más alto es el edificio, tanto más bajo parece el hombre, y cuanto mayor el espacio, tanto más delgado parece el
hombre. ¿No seria mucho mejor hacer su casa un poco más pequeña y algo más grueso su cuerpo? . . .
He visto altos funcionarios o parientes de funcionarios que despilfarran miles y decenas de miles de dólares para
construir un jardín y que empiezan diciendo al arquitecto: "Para el pabellón, copie usted el proyecto de Fulano, y para la
terraza techada que mira a un estanque, siga el modelo de Zutano, hasta el último detalle". Cuando se termine la
mansión, el dueño dirá orgullosamente a los demás que cada detalle de la casa, desde las puertas y ventanas hasta los
corredores y las torres, ha sido copiado de alguna mansión famosa, sin la menor desviación. ¡Ah, qué vulgaridad! . . .
El lujo y el mucho costo son las cosas que más se deben evitar en arquitectura. Es así por que no solamente la
gente común sino también los principes y los altos funcionarios deben abrigar la virtud de la sencillez. Porque lo
importante en una casa donde se vive no es el esplendor sino el refinamiento; no son los adornos complicados, sino la
originalidad y la elegancia. Las gentes gustan exhibir su rico esplendor, no porque lo quieran, sino porque carecen de
originalidad y, fuera de tratar de exhibirse, se ven perdidos si quieren inventar algo. Por eso también tienen que
conformarse sólo con el esplendor. Pedid a dos personas que se pongan trajes nuevos, uno sencillo y elegante y original
y el otro rico y decorativo, pero vulgar. ¿No se dirigirá la mirada de los espectadores al traje original más que al traje
vulgar? ¿Quién no conoce el valor de la seda y el brocado y la gasa, y quién no los ha visto? Pero un traje sencillo,
simple, con un diseño novedoso, atraerá los ojos de los espectadores, porque jamás lo han visto.
Hay algunos punt os del diseño de casas e int eriores que Li Liweng t rat a con plenit ud en
su libro. Los t em as de que habla se refieren a casas, vent anas, t abiques, lám paras, m esas,
sillas, adornos, gabinet es, cam as, arcenes, et cét era. Por t ener una m ent e excepcionalm ent e
original e invent iva, t iene algo nuevo que decir sobre t odos los t em as, y algunos de sus
invent os han pasado a form ar part e de la t radición china hast a nuest ros días. Sus
cont ribuciones m ás sobresalient es son el papel de cart a, que se vendía en su época com o
" papel de cart a Chieht seyüan" , y sus diseños de vent anas y de t abiques. Aunque su libro sobre
el Art e de vivir no es t an conocido, en general, se le recuerda siem pre con respect o a los
Pat rones de pint ura Chieht seyüan, el m anual de pint ura china m ás usado por los principiant es,
y sus Diez com edias, porque fue dram at urgo, m úsico, epicúreo, diseñador de vest idos, expert o
en belleza e invent or aficionado, t odo en uno.
Li t enía ideas nuevas acerca de las cam as. Decía que cada vez que se m udaba a una casa
lo prim ero que hacía era m irar y at ender a la cam a. La cam a china ha sido siem pre un aparat o
con cort ina y arm azones, parecido a un gran gabinet e o a una habit ación pequeña en sí
m ism a, con post es, est ant es y caj ones const ruidos en t orno a los post es, para colocar en ellos
libros, t et eras, zapat os, m edias y quisicosas. Li t uvo la idea de que se debían poner flores
t am bién en la cam a. Su m ét odo fue const ruir un est ant e de m adera, delgado, pequeño, de
algo m ás de t reint a cent ím et ros de largo pero apenas dos o t res pulgadas de ancho, y
suj et arlo a la cort ina bordada. Según él, el est ant e de m adera debía est ar forrado en seda
bordada, para que se pareciera a una nube flot ant e, con ciert as irregularidades. Allí ponía las

135
La importancia de vivir Lin Yutang

flores de la est ación, o quem aba incienso Saliva de Dragón, o guardaba Dedos de Buda o
m em brillos, por su fragancia. Así, dice: " Mi cuerpo no es ya un cuerpo, sino una m ariposa que
vuela y duerm e y com e ( 32 ) ent re las flores, y el hom bre no es ya un hom bre sino un espírit u
que am bula y se sient a y se t iende en el paraíso. Así he sent ido una vez m ient ras dorm ía, pero
sem i- despiert o, la fragancia de las flores de ciruelo, de m odo que t enía la gargant a y los
dient es y las m ej illas llenos de est a sut il fragancia, com o si m e saliera del pecho. Y sent í t an
ligero el cuerpo que casi pensé que no vivía en un m undo hum ano. Después de despert ar dij e
a m i esposa: —¿Quiénes som os nosot ros para gozar de est a felicidad? ¿No est am os
«reduciendo» el conj unt o de felicidad que se nos ha dest inado? ( 33 ) Mi esposa respondió: —
Quizá sea esa la razón por la cual siem pre som os pobres y baj os. Est o es ciert o, no una
m ent ira."
Creo que la cont ribución m ás sobresalient e de Lí est á en sus ideas sobre las vent anas.
I nvent ó las " vent anas de abanico" ( para las casas de placer flot ant es que se usan en los
lagos) , las vent anas panorám icas y las vent anas de flores de ciruelo. La idea de t ener
vent anas en form a de abanico a los lados de las casas flot ant es se vincula con la cost um bre
china de pint ar y escribir en los abanicos, y coleccionar esas pint uras de abanicos en álbum es.
La idea de Li consist ió en que si se pone una vent ana en form a de abanico en un barco, com o
m arco, t ant o la persona que dent ro del barco m ira al escenario de las m árgenes, com o la
gent e que cam ine por las orillas y m ire a quienes se diviert en t om ando vino o t é en el barco,
verán el espect áculo com o un cuadro en un abanico chino. Porque la significación de la
vent ana reside en el hecho de que es, prim ariam ent e, algo que perm it e m irar a una vist a
ext erna, y por eso decim os que el oj o es la " vent ana" del alm a. Debe est ar hecha de m anera
que dé al m ej or panoram a posible y que nos perm it a percibir esa vist a del m odo m ás
favorable, int roduciendo así el elem ent o de la nat uraleza en el int erior de una casa, por cuant o
hace suyo algo del panoram a ext erior, com o lo ha dicho Li. Así:
Cuando alguien se sienta en el barco, la luz del lago y el color de las montañas, los templos, nubes, neblina,
bambúes, árboles de las orillas, asi como los leñadores, los pastores, los ancianos ebrios y las damas que pasean, estarán
reunidos dentro del marco del abanico y formarán una pieza de pintura natural. Además, es un cuadro vivo y en
movimiento, que cambia siempre, no solamente cuando el barco se mueve y nos da una nueva vista con cada
movimiento del remo y un nuevo espectáculo con cada empujón de la pértiga, sino hasta cuando el barco está anclado,
cuando se mueve el viento y se riza el agua, cambiando de forma a cada momento. Asi podemos gozar centenares y
millares de hermosos cuadros de montañas y agua en un dia, por medio de esta ventana en forma de abanico. . .
He hecho también una ventana para mirar a las colinas, llamada ventana panorámica y conocida también como
"pintura no intencional". Diré cómo llegué a hacer una. Detrás de mi estudio, el Estudio del Blanco Espumoso (que
significa "beber"), hay una colina de unos diez pies de alto y siete de ancho, solamente, adornada con un escenario en
miniatura, de tojos acantilados y agua azul, espesos bosques y altos bambúes, pájaros cantores y cataratas, chozas de
paja y puentes de madera, completa en todas las cosas que vemos en una aldea de montaña. Fue porque al principio un
modelista en arcilla hizo de mi una figura de arcilla, con expresión maravillosa y, además, como mi nombre Líweng
significa "un anciano con sombrero de bambú", también me representó como pescador, con una caña y sentado en lo
alto de una roca. Entonces pensamos que, como había una roca, también debía haber agua, y como había agua debía
haber también una colina, y como había colina y agua también debía haber un retito en la montaña para que el anciano
con sombrero de bambú se retirara a pescar en su ancianidad. Así fue cómo construímos gradualmente todo el
escenario. Es evidente, pues, que la colina artificial nació de una estatua de arcilla, sin la menor idea de que sirviera
para el propósito de dar una vista a la ventana. Más adelante vi que, si bien todas las cosas eran en miniatura, el
universo que sugerían era grande, y parecía recordar el criterio budista de que una semilla de mostaza y los Himalaya
son de igual tamaño, y por lo tanto me quedaba todo el día mirando aquello, y no podía allanarme a cerrar la ventana. Y
un día, inspirado, me dije: "Esta colina puede ser convertida en un cuadro, y este cuadro en una ventana. Todo me
costará apenas el dinero de un día de bebida, para el «montaje» de esta pintura". Pedí, pues, a un sirviente que cortara
varios trozos de papel y los pegara arriba o abajo y a los lados ce la ventana, para que sirvieran como el marco de un
cuadro verdadero. Así quedó completo el montaje, y se dejó vacante tan sólo el espacio que suele abarcar el cuadro
mismo, cuyo lugar ocupaba la colina que había detrás de mi casa. Asi, cuando uno se sienta y la mira, la ventana no es
ya una ventana sino una pintura, y la colina no es ya la colina que hay detrás de mi casa sino una colina de la pintura.
No pude menos que reír a carcajadas, y mi esposa e hijos, al oír mi risa, vinieron a ver y también se rieron de lo que yo
reía. Este es el origen de la "pintura no intencional" y la "ventana panorámica".

32
Un chino rico que pasa una buena noche con su concubina, a menudo se hace servir comida y vino en cama por las
doncellas que le atienden.
33
La idea china es que todo hombre nacido en este mundo se halla predestinado a cierta cantidad de suerte o felicidad, que
no puede cambiar, y si uno goza demasiado de algo se reduce su suerte en otras cosas, o quizá vivirá una vida más breve.
136
La importancia de vivir Lin Yutang

En cuant o a m esas y sillas y gabinet es, Li t uvo t am bién m uchas ideas novedosas. Sólo
puedo m encionar aquí su invent o del sillón con calefacción, para el invierno. Es un invent o
m uy práct ico y m uy út il cuando no hay bast ant e calefacción en un cuart o. Se t rat a de un gran
diván de m adera, sobre una plat aform a de m adera const ruida j unt o con el m ism o diván. La
plat aform a t iene dos o t res pies de fondo, con paneles de m adera a los lados, de la alt ura, m ás
o m enos, de un escrit orio m ás bien baj o. El frent e del diván est á provist o t am bién de dos
paneles de m adera ( 34 ) , com o puert as, y al subir uno a la plat aform a cierra la puert a, que
j unt o con los paneles de los lados form a un apoyo perfect o para una m esa t ransport able. Uno
queda así encerrado det rás de est a m esa o escrit orio. La plat aform a m ism a est á provist a de un
caj ón que cont iene cenizas calient es y carbón de leña, bien encendido ya, para que no haga
hum o. El diván est á hecho de m odo que uno pueda sent arse y t rabaj ar en él, y t enderse
t am bién cuando est á fat igado. Li sost enía que el cost o de un lugar t an perfect am ent e t em plado
y cóm odo para t rabaj ar no subía a m ás de cuat ro t rozos de carbón por día, dos por la m añana
y dos por la t arde. Sost enía, adem ás, que al viaj ar se podían suj et ar dos bam búes fuert es a
los lados, y ut ilizar el diván com o un palanquín com ún, con la cert eza de no t ener los pies fríos
y la vent aj a adicional de m ant ener calient e la com ida o la bebida que se quisiera llevar en el
viaj e. En cuant o al verano, pensó t am bién en un banco parecido a una bañadera, con una
bañadera de porcelana, const ruida de m anera que cont uviera el banco. Ést a podía ser llenada
con agua fría, hast a el respaldo del banco, que se enfriaría ent onces.
El m undo occident al ha invent ado cam as rot at ivas, plegadizas, aj ust ables, y convert ibles,
lo m ism o que sofaes y sillones de peluquería, pero no sé cóm o no ha dado en la idea de las
m esas y los est ant es divisibles. Est o es algo que ha t enido largo desarrollo en China, y
dem uest ra considerable ingenio. El principio de las m esas divisibles, llam adas venchi, se
originó en un j uego sim ilar a los cubos con que los niños occident ales j uegan a const ruir cosas;
según est e principio, una colección de bloques de m adera que form en un cuadrado perfect o
puede asum ir las m ás diversas figuras sim bólicas de anim ales, seres hum anos, ut ensilios y
m uebles, en una superficie chat a. Una m esa venchi de seis piezas podía ser arreglada de m odo
que form ara una o varias m esas de diferent es t am años, cuadradas o rect angulares o en form a
de T, o con las t ablas superiores en diversos ángulos, de m odo que se hace un t ot al de
cuarent a m aneras de arreglarlas. ( 35 )
Ot ro t ipo, llam ado t iehchi, o " m esas m ariposas" , difiere de las venchi en que t iene piezas
t riangulares y líneas diagonales, y por ende las form as result ant es de las piezas j unt as
present an una gran diversidad de cont ornos. En t ant o que el prim er t ipo de m esa venchi
respondía sobre t odo al deseo de que sirvieran com o m esas para com er o j ugar a las cart as,
en dist int os t am años, a veces con un espacio vacant e en el cent ro para los candelabros, est e
segundo t ipo sirve para m esa de com edor y de j uego y para sost én de flores y curiosidades
t am bién, porque los pies para floreros y curiosidades requieren una gran diversidad de
arreglos. Est as m esas m ariposas consist en en t rece piezas, y cuando se las une form an m esas
cuadradas, rect angulares, en form a de diam ant e, con o sin diversas clases de huecos, pues la
posibilidad de hacer nuevos arreglos con las dist int as piezas solam ent e est á lim it ada por el
ingenio de la dueña de casa. ( 36 )
Ent re las dueñas de casa, t ant o de Orient e com o de Occident e, hay un gran deseo de
m odificar el arreglo de los int eriores, y las m esas y m esit as divisibles parecen dar la posibilidad
de infinit as variaciones. Las form as que result an de t ales m esas parecen ext rañam ent e
m odernas, porque los m uebles m odernos acent úan la idea de sencillez de líneas que es
t am bién caract eríst ica de los m uebles chinos. El art e parece residir en la com binación de
variedades de líneas con sencillez. He vist o, por ej em plo, un viej o m ueble chino, en pino roj o,
hecho de t al m anera que las pat as no son perfect am ent e rect as, sino que present an una ligera

34
Seria más práctico poner la puerta corrediza a un lado y no al frente.
35
Las primeras mesas divisibles fueron inventadas por el gran pintor Yiian llamado Ni Yünlin, gran coleccionista también de
curiosidades y muebles antiguos; o, aun antes, por cierto Huan Posse de la Dinastía Sung del sur. Más tarde, otro hombre, Hsüan
Kuch'ing, agregó una pieza más, con la posibilidad de setenta y siete arreglos diferentes, de los cuales dejó dibujos completos. El
diseño es asaz sencillo, pues consiste en siete piezas, todas de una unidad de ancho; tres de ellas son de dos unidades de largo, dos
de tres unidades y dos de cuatro unidades. La dimensión por unidad es de un pie y tres cuartos, de modo que las mesas más largas,
de cuatro unidades, tienen siete pies de longitud.
36
Esto fue inventado por cierto Ko Shan, a fines de la Dinastía Ming, y el libro, que da sesenta y dos diagramas de sus
arreglos, ha sido reimpreso en varias bibliotecas antiguas de China, sobre el arte de vivir.
137
La importancia de vivir Lin Yutang

curva en el m edio. En cuant o a variación de arreglos, el m odo m ás sencillo sería, no encargar


una m esa redonda o cuadrada, sino hacer que la m esa redonda consist a en dos m it ades
sem icirculares, y la m esa cuadrada de dos m it ades t riangulares, que form an un cuadrado
t eniendo com o diagonal la base de los t riángulos. Cuando no se las necesit a para j ugar a las
cart as, est as m esas redondas o cuadradas pueden ser divididas en dos y colocadas cont ra la
pared, con la base del t riángulo o del sem icírculo cont ra ella, y pueden ser usadas para t ener
floreros o libros. Con las m esas m ariposas se puede t ener, en lugar de una m esa t riangular
cont ra la pared, ot ra sim ilar, pero con los vért ices hacia afuera, com o dos picos de una
m ont aña. Es posible agrandar o achicar las m esas de j uego, según las personas que haya
present es. Las m esas de t é pueden sem ej arse a dos cuadrados que se superponen en una de
las esquinas, o asum ir form a de T, o de U, o de S. Podría ser m uy int eresant e reunir a unas
cuant as personas a com er en un pequeño depart am ent o y sent arlas a una m esa en form a de U
o de S.
Exist e hoy una copia perfect a de una bibliot eca desarm able hecha de cedro, que se
encont ró en Ch'angshu, Kiangsu. Las bibliot ecas seccionales son com unes en Occident e, pero
lo novedoso en ést a es que sus secciones est án hechas de t al m odo que cuando se las
desarm a se puede colocar una dent ro de ot ra, y el t ot al no ocupa m ás espacio que una valij a
grande. Tal com o est á arm ada, parece una bibliot eca sum am ent e m oderna. Pero es posible
m odificarla de m anera de hacer dos o t res bibliot ecas pequeñas, de doce, dieciocho o
veint icuat ro pulgadas de largo, para ponerlas j unt o a las cam as o los sofaes, en lugar de una
sola bibliot eca sit uada siem pre en un m ism o punt o de la habit ación.
El ideal de los int eriores chinos consist e en las dos ideas de sencillez y espacio. Una
habit ación bien arreglada t iene siem pre pocos m uebles, que son, por lo com ún, de caoba, con
la superficie m uy lust rada y de líneas sencillas, generalm ent e curvadas en los ext rem os. La
caoba se lust ra a m ano, y est a diferencia en el lust re, que significa enorm e m ano de obra,
im port a una gran diferencia de precio. Generalm ent e se pone una m esa larga, sin caj ones,
j unt o a una pared, y sobre ella un gran j arrón " hígado" . En ot ro rincón quizá haya uno, dos o
t res pedest ales de caoba, para floreros o adornos, de dist int a alt ura t odos, y quizá unos pocos
banquillos que t ienen enredadas raíces com o pat as. A un lado hay una bibliot eca o gabinet e,
con secciones de diversas alt uras y niveles, que le dan un efect o ext rañam ent e m oderno. Y en
la pared hay apenas uno o dos pergam inos, ya sea de caligrafía, para m ost rar la alegría pura
del m ovim ient o del pincel, o de pint ura, con m ás espacio vacío que pinceladas. Y com o la
pint ura m ism a, el cuart o debe ser k'ungling, o " vacío vivo" . El fact or m ás dist int ivo del diseño
de una casa china es el pat io con piso de piedra, sim ilar en efect o a un claust ro español, y que
sim boliza la paz, la quiet ud y el reposo.

CAPI TULO X
EL GOCE D E LA N ATURALEZA
I . ¿PARAÍ SO PERD I D O?
Es curioso que ent re las m il creaciones del planet a, m ient ras t oda la vida veget al se ve
im pedida de t om ar una act it ud hacia la Nat uraleza y práct icam ent e t odos los anim ales se
encuent ran t am bién vedados de t ener una " act it ud" , por así decirlo, haya una criat ura llam ada
hom bre que t iene a la vez conciencia de sí m ism o y conciencia de lo que le rodea y que, por lo
t ant o, puede adopt ar una act it ud hacia ello. La int eligencia del hom bre em pieza por int errogar
al universo, explorar sus secret os y encont rar su significado. Hay una act it ud cient ífica y ot ra
m oral hacia el universo. El hom bre cient ífico se int eresa por encont rar la com posición quím ica
del int erior y de la cost ra de la t ierra en que vive, el espesor de la at m ósfera que la rodea, la
cant idad y la nat uraleza de los rayos cósm icos que andan disparados por las capas superiores
de la at m ósfera, la form ación de sus m ont añas y sus rocas, y la ley que rige la vida en
general. Est e int erés cient ífico t iene una relación con la act it ud m oral, pero en sí m ism o no es
m ás que el deseo de conocer y explorar. La act it ud m oral, en cam bio, varía m ucho, pues a
veces es de arm onía con la nat uraleza, a veces de conquist a y soj uzgam ient o, o de dom inio y
ut ilización, y a veces de alt anero desdén. Est a últ im a act it ud de alt anero desdén hacia nuest ro
planet a es un product o m uy curioso de la civilización y de ciert as religiones en part icular. Nace

138
La importancia de vivir Lin Yutang

de la ficción del " Paraíso Perdido" que, ext raña decirlo, se acept a generalm ent e hoy com o
ciert a, com o result ado de una prim it iva t radición religiosa.
Es asom broso que nadie ponga en duda j am ás la verdad del relat o sobre un Paraíso
perdido. Después de t odo, ¿cóm o era de herm oso el Jardín del Edén, y cóm o es de feo el
act ual universo físico? ¿Han cesado de florecer las plant as desde que pecaron Eva y Adán? ¿Ha
m aldecido Dios al m anzano y le ha prohibido que t enga frut os porque pecó un hom bre, o ha
decidido que sus pim pollos sean de colores m ás feos, m ás pálidos? ¿Han cesado de cant ar las
oropéndolas y los ruiseñores y las alondras? ¿No hay ya nieve en la cim a de las m ont añas ni
reflej os en los lagos? No hay ya rosadas puest as de sol, ni arcoiris, ni am aneceres sobre las
aldeas; no hay cat arat as y arroyos cant arines; no hay árboles um bríos? ¿Quiénes, pues,
invent aron el m it o de que el " Paraíso" est aba " perdido" y que hoy vivim os en un feo universo?
En realidad, som os desagradecidos y m alcriados hij os de Dios.
Hay que escribir una parábola sobre est e hij o m alcriado. Érase que se era un hom bre
cuyo nom bre no m encionarem os t odavía. Llegó hast a Dios y se quej ó de que est e planet a no
era bast ant e para él, y dij o que quería un Cielo de Perladas Puert as. Y Dios señaló prim ero a la
luna en el cielo y le pregunt ó si no era un buen j uguet e, y él sacudió la cabeza. Dij o que no
quería m irarlo siquiera. Ent onces Dios señaló a las colinas azuladas, en la dist ancia, y le
pregunt ó si no t enían herm osas líneas, y él dij o que eran vulgares y ordinarias. Luego Dios
m ost ró los pét alos de la orquídea y el pensam ient o, y le pidió que ext endiera los dedos y
t ocara la at erciopelada superficie, y le pregunt ó si no eran exquisit os los colores, y el hom bre
dij o: " No" . En su infinit a paciencia. Dios le llevó a un acuario y le m ost ró los gloriosos colores y
form as de los peces hawaianos, y el hom bre dij o que no le int eresaban. Dios le llevó ent onces
baj o un árbol um brío y ordenó que soplara una fresca brisa y pregunt ó si no era deleit able
aquello, y ot ra vez respondió el hom bre que no le hacía im presión alguna. Después Dios le
conduj o a un lago en la m ont aña y le m ost ró la luz en el agua, el sonido de los vient os que
silbaban en un pinar, la serenidad de las rocas y los bellos reflej os en el lago, y el hom bre dij o
que t odavía no est aba com placido. Con la idea de que est a criat ura Suya no era de
t em peram ent o t ranquilo y quería vist as m ás excit ant es, Dios le llevó ent onces a la alt o de los
Andes, al Gran Cañón del Colorado, a cavernas con est alact it as y est alagm it as, y géisers y
m édanos de arena, y los cact os con form as de dedos de hadas en un desiert o, y la nieve del
Him alaya, y los riscos de la Gargant a del Yangt sé, y los picos de granit o de los Mont es
Am arillos, y la pasm osa Cat arat a .del Niágara, y le pregunt ó si no había hecho Dios t odo lo
posible por hacer herm oso est e planet a, por deleit arle los oj os y los oídos y el est óm ago, y el
hom bre siguió clam ando por un Cielo de Perladas Puert as.
—Est e planet a —dij o el hom bre— no es bast ant e para m í.
—¡Presunt uoso y desagradecido! —cont est ó Dios—. ¿De m odo que est e planet a no es
bast ant e para t i? Te enviaré, pues, al I nfierno, donde no verás el paso de las nubes ni la flor
de los árboles, ni escucharás el cant o de los m anant iales, y por siem pre j am ás vivirás allí,
hast a el fin de t us días.
Y Dios le envió a vivir en un depart am ent o de la ciudad. El hom bre se llam aba Crist iano.
Es evident e que est e hom bre es m uy difícil de com placer. Exist e la duda de que Dios
pueda crear un cielo que le sat isfaga. Est oy seguro de que, con su com plej o de m illonario,
quedará bast ant e hart o de la Perladas Puert as, durant e su segunda sem ana en el Cielo, y Dios
no sabrá qué hacer para invent ar algo que com plazca a su hij o m alcriado. Debe ser cosa
generalm ent e acept ada ya, que la ast ronom ía m oderna, al explorar t odo el universo visible,
nos va forzando a acept ar est a t ierra com o un cielo, y el Cielo que soñam os debe ocupar
espacio, y por ocupar espacio, debe est ar ent re las est rellas del firm am ent o, a m enos que est é
en el vacío int erest elar. Y com o ese Cielo t iene que encont rarse en alguna est rella, con o sin
lunas, m i im aginación no alcanza a concebir un planet a m ej or que el nuest ro. Es claro que
quizá haya una docena de lunas en lugar de una sola, que sean de dist int os colores, rosado,
púrpura, azul de Prusia, verde, naranj a, t opacio, aguam arina y t urquesa, y que t am bién haya
arcoiris m ej ores y m ás frecuent es. Pero sospecho que un hom bre a quien no sat isface una luna
se cansará t am bién de una docena, y si no le com place alguna escena de nieve o arcoiris
t am bién se cansará de arcoíris m ej ores y m ás frecuent es. Tal vez haya seis est aciones por
año, en lugar de cuat ro, y alguna herm osa alt ernación de prim avera y verano y día y noche,
pero no adviert o qué diferencia puede hacer est o. ¿Si no goza uno de la prim avera y el verano
en la t ierra, cóm o puede gozar de la prim avera y el verano en el Cielo? Debo est ar hablando
139
La importancia de vivir Lin Yutang

ahora com o un gran t ont o o com o un hom bre sum am ent e sabio, pero lo ciert o es que no
com part o el deseo budist a o crist iano de escapar a los sent idos y a la m at eria física
presum iendo que hay un cielo que no ocupa espacio y est á const ruido de puro espírit u. En
cuant o a m í, prefiero vivir en est e planet a que en cualquier ot ro. De seguro que nadie puede
decir que es est ancada y m onót ona la vida en est e planet a. Si no sat isface a un hom bre la
variedad del t iem po y el cam bio de colores en el cielo, el exquisit o sabor de las frut as que
aparecen por rot ación en est aciones diferent es, y las flores que se abren por rot ación en los
dist int os m eses, ese hom bre haría m ej or en suicidarse y no t rat ar de seguir la inút il caza de un
Cielo im posible, que acaso sat isfaga a Dios pero nunca sat isfará al hom bre.
Tal com o se present an hoy los hechos del caso, hay una coordinación perfect a, casi
m íst ica, ent re las vist as, sonidos, olores y sabores de la nat uraleza y nuest ros órganos de la
vist a, el oído, el olfat o y el gust o. Est a coordinación ent re la s vist as y sonidos y olores del
universo y nuest ros órganos de percepción es t an perfect a que const it uye un argum ent o
perfect o en favor de la t eología, que t an en ridículo puso Volt aire. Pero no t odos t enem os que
ser t eólogos. Dios puede habernos invit ado a est a fiest a, o no. La act it ud china es que
part iciparem os de la fiest a, invit ados o no. No t iene sent ido, sencillam ent e, dej ar de part icipar
de la fiest a cuando la com ida parece t an t ent adora y t enem os t ant o apet it o. Que los filósofos
prosigan sus indagaciones m et afísicas y t rat en de descubrir si est am os ent re los invit ados,
pero el hom bre sensat o t iene que servirse la com ida ant es de que se enfríe. El ham bre est á
siem pre acom pañada de sent ido com ún.
Nuest ro planet a es un planet a m uy bueno. En prim er lugar, t enem os la alt ernación de
noche y día, de am anecer y puest a de sol, y un fresco at ardecer que sigue a un día caluroso, y
una alborada silenciosa y clara que presagia una m añana act iva, y nada hay m ej or que est o.
En segundo lugar, t enem os la alt ernación de verano e invierno, perfect os en sí m ism os, pero
aun m ás perfeccionados porque son int roducidos gradualm ent e por la prim avera y el ot oño, y
nada hay m ej or que est o. En t ercer lugar, t enem os los árboles silenciosos y dignos, que nos
dan som bra en verano y no t apan el sol t ibio en invierno, y nada hay m ej or que est o. En
cuart o lugar, hay flores que se abren y frut as que m aduran por rot ación en m eses diferent es, y
nada hay m ej or que est o. En quint o lugar, hay días nublados y neblinosos que alt ernan con
días claros y de sol, y nada hay m ej or que est o. En sext o lugar, hay chaparrones de prim avera
y t ruenos de verano y el vient o seco y vigorizant e del ot oño y la nieve del invierno, y nada hay
m ej or que est o. En sépt im o lugar, hay pavorreales y papagayos y alondras y canarios que
cant an canciones inim it ables, y nada hay m ej or que est o. En oct avo lugar, t enem os el
zoológico, con m onos, t igres, osos, cam ellos, elefant es, rinoceront es, cocodrilos, focas, vacai,
caballos, perros, gat os, zorros, ardillas, picam aderos y anim ales que responden a t al- variedad
e ingenio que j am ás pudim os im aginarlo, y nada hay m ej or que est o. En noveno lugar,
t enem os el pez arcoiris, el pez espada/ anguilas eléct ricas, ballenas, m oj arras, alm ej as,
abalones, langost as, cam arones, t ort ugas y anim ales de t al variedad e ingenio que j am ás
pudim os im aginarlo, y nada hay m ej or que est o. En décim o lugar, hay m agníficos pinos roj os,
volcanes que lanzan fuego, cavernas m agníficas, picachos m aj est uosos, colinas onduladas,
lagos plácidos, ríos serpent eant es y frescas m árgenes, y nada hay m ej or que est o. El m enú es
práct icam ent e int erm inable para at ender a los gust os individuales y lo único sensat o que se
puede hacer es ir a part icipar del fest ín, y no quej arse de la m onot onía de la vida.

I I . D E LO GRAN D E
La Nat uraleza es de por sí, y siem pre, un sanat orio. Aunque no pueda curar ot ra cosa,
puede sanar al hom bre enferm o de m egalom anía. Hay que " poner en su lugar" al hom bre, y se
ve siem pre puest o en su lugar frent e al t elón de fondo de la nat uraleza. Así vem os que en los
cuadros chinos se pint a siem pre a los seres hum anos t an pequeños en el panoram a. En un
panoram a chino llam ado " Mirando a una m ont aña después de la nieve" es m uy difícil encont rar
a la figura hum ana que se supone m ira a la m ont aña después de nevar. Al cabo de una
búsqueda cuidadosa se le descubrirá baj o un pino: su cuerpo es apenas de una pulgada en un
cuadro que t iene quince de alt o, y est á hecho de unas pocas pinceladas rápidas. Hay ot ro
cuadro Sung de cuat ro figuras de est udiosos que am bulan por un bosque ot oñal y alzan las
cabezas para m irar a las ram as ent relazadas de los m aj est uosos árboles que los cubren. Hace
bien sent irse t erriblem ent e pequeño a veces. Una vez pasaba yo el verano en Kuling, y t endido
140
La importancia de vivir Lin Yutang

en lo alt o de la m ont aña em pecé a ver dos criat uras dim inut as, del t am año de horm igas, que a
cien m illas de dist ancia, en Nanking, se odiaban y t ej ían int rigas una cont ra ot ra por una
oport unidad para servir a China, y el t am año hacía que t odo pareciese un poco cóm ico. Por eso
es que los chinos suponen que un viaj e a la m ont aña surt e efect o cat árt ico, pues lim pia el
pecho de una cant idad de t ont as am biciones y de preocupaciones innecesarias.
El hom bre suele olvidar cuan pequeño, y a m enudo cuan in ú t il e s. Un hom bre que ve un
edificio de cien pisos de alt o se sient e envanecido, a m enudo, y el m ej or m odo de curar esa
inaguant able vanidad es t ransport ar con la im aginación ese rascacielo hast a una m ont aña,
pequeña, despreciable, y ganar un sent ido m ás veraz de lo que podem os y lo que no podem os
llam ar " enorm e" . Lo que nos gust a del m ar es su infinit ud, y lo que nos gust a de la m ont aña
es su enorm idad. Hay en Huangshan o en los Mont es Am arillos, picos que est án form ados por
sim ples t rozos de granit o de t rescient os m et ros de alt ura desde su base visible, en el suelo,
hast a su cim a, y que t ienen m edia m illa de largo. Est os picachos son los que inspiran a los
art ist as chinos, y su silencio, su rugosa enorm idad y su et ernidad aparent e explican en part e el
am or de los chinos por las rocas en los cuadros. Es difícil creer que hay rocas t an enorm es
hast a que se visit a Huangshan, y hubo una Escuela Huangshan de pint ura, en el siglo XVI I ,
que se inspiraba en est os silenciosos picachos de granit o.
Por ot ra part e, por asociación con la enorm idad de la nat uraleza, puede ser grande
t am bién el corazón del hom bre. Hay una m anera de m irar a un panoram a com o si fuera una
película; un m odo de m irar a las nubes t ropicales en el horizont e com o el t elón de fondo de un
escenario, y no cont ent arse con nada m enos grande com o t elón de fondo; un m odo de m irar a
los bosques de la m ont aña com o un j ardín part icular, y no cont ent arse con nada m enos grande
com o j ardín; un m odo de escuchar a las rum orosas olas com o un conciert o, - y no cont ent arse
con nada m enos com o conciert o, y un m odo de m irar a la brisa m ont añesa com o sist em a de
enfriam ient o del aire, y no cont ent arse con nada m enos com o enfriam ient o del aire. Así nos
hacem os grandes, t al com o son grandes la t ierra y los firm am ent os. Com o el " Hom bre Grande"
que describió Yüan Tsi ( 210- 263 de nuest ra era) , uno de los prim eros rom ánt icos de China,
" vivim os en el cielo y la t ierra com o si fueran nuest ra casa" . El m ej or " espect áculo" que j am ás
he vist o ocurrió una t arde en el Océano I ndico. Era en verdad inm enso. El escenario t enía un
cent enar de m illas de ancho y t res de alt o, y en él la nat uraleza represent ó un dram a que duró
m edia hora: con dragones gigant escos, dinosaurios y leones que se m ovían por el cielo —
¡cóm o se hinchaban las cabezas de los leones y se ext endían sus m elenas, y cóm o se
inclinaban y se ret orcían los lom os de los dragones! —; y ej ércit os de soldados con uniform es
blancos y grises y oficiales con ent orchados dorados, que m archaban y cont ram archaban y se
unían en com bat e y se ret iraban ot ra vez. A m edida que proseguía la bat alla y la persecución,
cam biaban las luces del escenario, y los soldados de blancos uniform es aparecieron de color
naranj a y los soldados de uniform es grises parecieron ponerse ot ros purpúreos, m ient ras el
t elón de fondo era una llam a de oro iridiscent e. Luego, cuando los t écnicos de la nat uraleza
fueron apagando gradualm ent e las luces, el púrpura venció y t ragó al naranj a, y fue siendo un
m alva y gris m ás y m ás profundo, y durant e los últ im os cinco m inut os se present ó un
espect áculo de inenarrable t ragedia y de som brío desast re, ant es de que se ext inguieran del
t odo las luces. Y no pagué un solo cent avo para presenciar el m ás grandioso espect áculo de
t oda m i vida.
Tenem os t am bién el silencio de las m ont añas, y ese silencio es t erapéut ico: los picachos
silenciosos, las rocas silenciosas, los árboles silenciosos, t odo en m aj est uoso silencio. Toda
buena m ont aña es un sanat orio. Uno se sient e acurrucado com o un niño en su pecho. No creo
en la Ciencia Crist iana, pero sí en las propiedades espirit uales, curat ivas de los árboles
ant iguos y los lugares de m ont aña, no para sanar una clavícula fract urada o una piel infect ada,
sino para curar las am biciones de la carne y las enferm edades del alm a: clept om anía,
m egalom anía, egocent rism o, halit osis espirit ual, t it ulit is, prest am it ís, dirigent it is ( el deseo de
dirigir a los dem ás) , neurosis de guerra, versofobia, m aldad, odio, exhibicionism o social,
t erquedad en general, y t odas las form as de enferm edades m orales.

I I I . D OS D AM AS CH I N AS

El goce de la nat uraleza es un art e, que depende m ucho del ánim o y la personalidad de
cada uno y, com o sucede con t odas las art es, es difícil explicar su t écnica. Todo debe ser
141
La importancia de vivir Lin Yutang

espont áneo y elevarse espont áneam ent e desde un t em peram ent o art íst ico. Es difícil, pues,
fij ar reglas para el goce de est e o de aquel árbol, est a o aquella roca y est e o aquel panoram a
en un m om ent o part icular, porque ningún panoram a es exact am ent e igual. Quien com prende
sabrá cóm o gozar de la nat uraleza sin que nadie se lo diga. Havelock Ellis y Van der Velde
m uest ran sabiduría cuando dicen que lo perm isible y lo no perm isible, y lo que es de buen
gust o y m al gust o en el art e del am or ent re m arido y m uj er, en la int im idad de su dorm it orio,
no es algo que se pueda prescribir con reglas fij as. Lo m ism o pasa con el art e de gozar de la
nat uraleza. El m ej or sist em a es probablem ent e el de est udiar la vida de las personas que
t ienen en sí el t em peram ent o art íst ico. El sent im ient o de la nat uraleza, los sueños de un
herm oso panoram a vist o un año ant es, y el repent ino deseo de visit ar ciert o lugar: t odas est as
cosas ocurren en los m om ent os m ás inesperados. Quien t iene t em peram ent o art íst ico lo
dem uest ra por doquiera que vaya, y los escrit ores que en verdad gozan la nat uraleza han de
em prender descripciones de una herm osa escena nevada o de un at ardecer de prim avera, del
t odo olvidados del relat o o el argum ent o. Las aut obiografías de periodist as y est adist as suelen
est ar llenas de rem iniscencias de acont ecim ient os pasados, en t ant o que las aut obiografías de
lit erat os han de referirse sobre t odo a rem iniscencias de una noche feliz, o a la visit a hecha
con algún am igo a un valle herm oso. En est e sent ido m e parecen decepcionant es las
aut obiografías de Rudyard Kipling y G. K. Chest ert on. ¿Por qué consideran sin im port ancia las
anécdot as im port ant es de sus vidas, y por qué consideran im port ant es las anécdot as sin
im port ancia? Hom bres, hom bres, hom bres por t odas part es y ni una m ención de flores y
páj aros y colinas y arroyos.
Las rem iniscencias de los lit erat os chinos, y t am bién sus cart as, difieren en est e sent ido.
Lo im port ant e es decir a un am igo, en una cart a, la herm osura de una noche en el lago, o
regist rar en la aut obiografía un día perfect am ent e feliz y cóm o pasó. En part icular, los
escrit ores chinos, al m enos m uchos de ellos, han llegado a escribir rem iniscencias de su vida
de casados. De t odos ellos, los m ej ores ej em plos son Mao Pichiang con Rem iniscencias de m i
concubina, ( 37 ) Shen Sanpo con Seis capít ulos de una vida flot ant e, y Chiang T" an con
Rem iniscencias baj o la- lám para. Los dos prim eros libros fueron escrit os por los m aridos,
después de m orir sus esposas, y el últ im o en la ancianidad del aut or m ient ras aún vivía su
esposa. ( 38 ) Com enzarem os con algunos pasaj es select os de Rem iniscencias baj o la lám para,
que t ienen por heroína a la esposa del act or, llam ada Ch'iufu, y cont inuarem os con t rozos de
Seis capít ulos de una vida flot ant e, en que Yün es la heroína. Est as dos m uj eres t enían el
t em peram ent o j ust o, sí bien no eran part icularm ent e educadas ni buenas poet isas. No
im port a. Nadie debe t ender a escribir poesía inm ort al; se debe aprender a escribir poem as
solam ent e com o m edio de regist rar un m om ent o significat ivo, un est ado de ánim o personal, o
para ayudar a gozar de la nat uraleza.

A.) CH´ I UFU


Ch'iufu m e decía a m enudo: " La vida del hom bre sólo dura cien años, y de est e cent enar
se pasa la m it ad en dorm ir y soñar, los días de enferm edad y de pesares ocupan la m it ad, y
los días de pañales y de ancianidad ocupan t am bién la m it ad. ( 39 )
Lo que nos queda es una décim a o una quint a part e. Adem ás, quienes est am os hechos
del m at erial de los sauces no hem os de esperar que vivirem os un cent enar de anos."
Un día en que est aba en su m ej or m om ent o la luna de ot oño, Ch'iufu pidió a una j oven
doncella que t om ara un ch'in y la acom pañara en un viaj e en bot e ent re las flores de lot o del
Lago Occident al. Volvía yo ent onces del Río Occident al, y cuando llegué y vi que Ch'iufu se
había m archado en bot e com pré algunos m elones y salí t ras ella. Nos encont ram os en el
Segundo Puent e de la Orilla de Su Tungp'o, cuando Ch'iufu cant aba el t rist e refrán de " Ot oño
en el Palacio Han" . Me det uve a escuchar, con la t única recogida ent re las m anos. En ese

37
Cit ada en la sección " De fum ar y del incienso" .

38
Hay muchos otros; por ejemplo, Li Liweng también tiene dos ensayos acerca de sus dos concubinas, que cantaban bien y
habían sido personalmente enseñadas por él.
39
Esto no es más que una muestra de matemáticas chinas.
142
La importancia de vivir Lin Yutang

m om ent o, las colinas en t orno est aban envuelt as en la brum a del at ardecer, y se veían en el
agua los reflej os de las est rellas y la luna. Llegaban a m i oído diferent es sonidos m usicales, de
m odo que no podía dist inguir si eran los sonidos del vient o en el aire o los sonidos del j ade
ret int ineant e. Ant es de t erm inar la canción, la proa de nuest ro bot e ya había t ocado la orilla
m eridional del Jardín de las Aguas en Rem olino. Golpeam os ent onces a la puert a del convent o
de la Nube Blanca, porque conocíam os a las m onj as que había allí. Después de est ar un rat o
sent ados, las m onj as nos sirvieron sem illas de lot o. recién recogidas y preparadas en sopa. Su
color y fragancia eran bast ant e para refrescar los int est inos: un m undo diferent e del sabor de
carnes y com idas aceit osas. De regreso, desem barcam os en el Puent e de Tuan, donde
t endim os una alfom brilla de bam bú en el suelo y nos sent am os a conversar largo rat o. El
rum or dist ant e de la ciudad nos m olest aba los oídos, com o el zum bido de las m oscas. . .
Después em pezaron a escasear las est rellas del cielo y el lago quedó cubiert o por una capa
blanca. Oím os el t am bor en lo alt o de la m uralla de la ciudad y com prendim os que ya era la
cuart a guardia ( alrededor de las t res de la m adrugada) y t om am os el ch'in y volvim os en bot e
a casa.
Los bananeros que había plant ado Ch'iufu ya t enían grandes hoj as que hacían som bras
verdes sobre el biom bo. Bast aba para quebrar el corazón haber oído las got as de lluvia que
golpeaban en las hoj as en ot oño, m ient ras uno est aba t endido y apoyado en una alm ohada. Un
día escribí, j ugando, t res versos en una de las hoj as:
¿Qué ent rom et ido plant ó est e ret oño?
¡Golpet ea por la m añana,
Y de t arde golpet ea el biom bo!

Al día siguient e vi ot ros t res versos j unt o a aquéllos, que decían:

¡Tú, solit ario, eres quien prot est a!


Quien bananas com e
Y luego las lam ent a.

Los caract eres est aban delicadam ent e form ados y provenían de la j uguet ona plum a de
Ch'iufu. Pero he aprendido algo de lo que escribió.
Una noche escucham os el ruido del vient o y la lluvia, y las alm ohadas y la ropa revelaron
el espírit u m ás fresco, del ot oño. Ch'iufu se est aba desvist iendo para la noche, y yo, sent ado a
su lado, acababa de recorrer un álbum de cien flores, con inscripciones que est aba haciendo.
Oí el ruido de algunas hoj as am arillas que desde la vent ana caían al suelo, y Ch'iufu cant ó:
Ayer era m ej or que hoy;
Y est e año soy m ás viej a que el pasado.

La consolé, diciendo: " Nadie vive cien años. ¡Cóm o podem os t ener t iem po para enj ugar
las lágrim as de los dem ás ( las hoj as caídas) ?" Y con un suspiro dej é a un lado el pincel con
que pint aba. Est aba avanzada la noche, y Ch'iufu quiso beber algo; descubrí que el fuego en la
est ufa de t ierra ya había m uert o, y las m ucam as est aban t odas en la t ierra de los sueños,
caídas las cabezas. Ent onces quit é la lám para de aceit e de la m esa y la coloqué baj o la est ufit a
del t é y calent é un t azón de sem illas de lot o para Ch'iufu. Ch'iufu sufre una afección en los
pulm ones desde hace diez años, y siem pre t ose cuando avanza el ot oño, y sólo duerm e bien
cuando se recuest a en una alm ohada m uy alt a. Est e año se halla m ás fuert e, y a m enudo nos
sent am os frent e a frent e, hast a m uy t arde en la noche. Quizá se deba a los cuidados y la
alim ent ación debidos.
Hice un vest ido con un dibuj o de flores de ciruelo para Ch'iufu, con nieve fragant e sobre
t odo el cuerpo, y a la dist ancia parecía un Hada de la Ciruela sola en un m undo de seres
hum anos. En los últ im os días de la prim avera, cuando sus verdes m angas descansaban en el
balcón, las m ariposas solían revolot ear en t orno 3 sus sienes, sin saber que la est ación del
Vient o del Est e ya se había m archado.

143
La importancia de vivir Lin Yutang

El año pasado las golondrinas volvieron m ás t arde que de cost um bre, y cuando vinieron
ya había florecido la m it ad de los pim pollos del durazno j unt o al biom bo. Un día cayó la arcilla
de su nido y un pichón de golondrina cayó al suelo. Tem erosa de que un gat o lo sorprendiera,
Ch'iufu lo recogió inm ediat am ent e e hizo un soport e de bam bú para el nido. Est e año las
m ism as golondrinas han vuelt o y cant urrean en t orno a la casa. ¿Recuerdan acaso a quien
prot egió a su pichón el año pasado?
Ch'iufu gust a j ugar al aj edrez, pero no lo hace m uy bien. Todas las noches m e forzaba a
j ugar con ella " la conversación de los dedos" , a veces hast a el alba. Recordé, j ugando, el verso
de Chu Chuchia: " Has perdido ya a t irar la m oneda y a m edir las hoj as de césped. Te
pregunt o: ¡qué vas a pagar est a noche?" Y ella, eludiendo la pregunt a, int errogó a su vez:
" ¿Est ás seguro de que no puedo ganar? Te apuest o est e t igre de j ade" . Jugam os ent onces, y
cuando hubo unas veint e o t reint a piedrit as y ella iba de m al en peor, puso al gat o sobre el
t ablero para que t rast rocara el j uego. " ¿Te consideras igual que Yang Kueifei ( que j ugó la
m ism a t ret a al em perador T'ang Minghuang) ?" , pregunt é. Ella no dij o nada, pero la luz de los
candiles de plat a brilló en sus m ej illas de color de durazno. Después de esa noche no j ugam os
m ás.
Hay varios árboles de acacia en el Manant ial Hupao, m uy baj as sus ram as sobre unas
rocas. En su época, las flores am arillas cubren los peldaños de piedra, y el perfum e hace
pensar que se est á visit ando el Reino de la Fragancia Divina. Tengo debilidad por las flores, y a
m enudo he hecho t é baj o ellas. ( 40 ) Ch'iufu recogía flores y se adornaba el cabello con ellas,
pero a veces las ram as t an baj as se enredaban en sus cabellos, y los desordenaban. Yo se los
arreglaba, y los peinaba con el agua del m anant ial. Al part ir, recogíam os unas pocas ram it as
florecidas y las llevábam os a casa, poniéndolas det rás de nuest ro coche al pasar por las calles
de la ciudad, para que la gent e supiera las últ im as not icias del nuevo ot oño.

B) YÜN

En los Seis capít ulos de una vida flot ant e t enem os las rem iniscencias de un oscuro pint or
chino acerca de su vida m at rim onial con Yün. Los dos t enían alm as sencillas y art íst icas;
am bos t rat aban de aprovechar t odo m om ent o de felicidad que se les cruzaba en el cam ino, y
la narración est á hecha en form a sencilla, sin afect ación. No sé por qué m e ha parecido Yün la
m uj er m ás herm osa en la lit erat ura china. Trist e fue la vida que vivieron los dos, y, sin
em bargo, fue una de las m ás alegres, con el j úbilo que sale del alm a. Es int eresant e ver cóm o
el goce de la nat uraleza form ó part e vit al de su experiencia espirit ual. Van m ás abaj o t res
pasaj es que describen sus goces en los fest ivales del sépt im o de la sépt im a luna y el décim o
quint o de la sépt im a luna, y cóm o pasaron un verano dent ro de la ciudad de Soochow:
En la sépt im a noche de la sépt im a luna de aquel ano ( 1780) Yün preparó incienso,
candiles y algunos m elones y frut as, para que pudiéram os venerar j unt os al Niet o del Cielo ( 41 )
en el Tem plo llam ado " De m i Corazón" . Yo había labrado dos sellos con la inscripción " Paraque
sigam os siendo m arido y m uj er de encam ación en encarnación". Yo guardaba el sello con
caract eres posit ivos, y ella el de caract eres negat ivos, para em plearlos en nuest ra
correspondencia. Aquella noche lucia bellam ent e la luna, y al m irar el arroyo vi que las ondas
pequeñit as brillaban com o cadenas de oro. Llevábam os ligeros vest idos de seda y est ábam os
sent ados j unt os, con un abanico pequeño en las m anos, ant e una vent ana que daba al arroyo.
Al m irar al cielo vim os las nubes que surcaban cam - . blando a cada inst ant e en m il form as, y
Yün dij o: " Est a luna es com ún al universo ent ero. ¿Quién sabe si hay ot ra parej a de
enam orados t an apasionados com o nosot ros m irando est a noche a la m ism a luna?" Y yo dij e:
" Oh, m ucha gent e est ará sent ada en el fresco at ardecer y m irará a la luna, y acaso m uchas

40
El Manantial Hupao es famoso para hacer té.
41
El séptimo día de la séptima luna es el único día del año en que la pareja de amantes celestiales, el Pastor ("Nieto del
Cielo") y la Hilandera, tienen permiso para encontrarse a través de la Vía Láctea.

144
La importancia de vivir Lin Yutang

m uj eres crit icarán t am bién, o gozarán de las nubes en sus alcobas; pero m e cuest a creer que
cuando un m arido y su m uj er m iren j unt os a la luna sean las nubes el t em a de su
conversación" . Poco a poco, las luces de los candiles se apagaron, se hundió la luna en el cielo
y ret iram os las frut as y fuim os a la casa.
El quinceavo dia de la sépt im a luna era el Día de Todas las Alm as. Yün preparó un poco
de com ida, para que pudiéram os com er y beber algo j unt os con la luna de com pañera, pero
cuando llegó la noche se cubrió repent inam ent e el cielo de oscuras nubes. Yün frunció el ceño
y dij o: " Si es deseo de Dios que vivam os j unt os hast a que haya hebras de plat a en nuest ros
cabellos, la luna debe volver a aparecer est a noche" . Por m i part e, yo t am bién est aba
descorazonado. Al m irar a t ravés del arroyo vim os los fuegos fat uos que am bulaban de aquí
para allí com o m il candelas, t ej iendo su cam ino ent re los sauces y los j uncos. Y ent onces
em pezam os los dos a com poner un poem a; cada uno decía dos versos a su t um o, el prim ero
para com plet ar el pareado que había com enzado el ot ro, y el segundo para iniciar ot ro pareado
que el ot ro debía t erm inar, y a las pocas rim as, cnant o m ás cont inuam os t ant o m ás t ont o se
hacía, hast a que fue una confusión de disparat es. Para ent onces, Yün est aba com o sepult ada
por las lágrim as y la risa, y se ahogaba sobre m i pecho, m ient ras yo sent ía que la fragancia de
los j azm ines de su cabello m e llegaba a la nariz. La palm eé el hom bro y dij e en brom a: " Creía
que las m uj eres usaban el j azm ín en el cabello com o adorno, porque e s redondo com o una
perla; no sabía que es porque su fragancia es t ant o m ás fina cuando se m ezcla con el perfum e
del cabello y los polvos de las m uj eres. Cuando así huele, ni la azam boa se le puede
com parar." Ent onces cesó Yün de reír y dij o: " La azam boa es el caballero ent re las plant as
fragant es, porque su perfum e es t an leve que apenas se le not a; en cam bio, el j azm ín es el
hom bre vulgar, porque en part e quit a su fragancia 3 los dem ás. Por lo t ant o, la fragancia del
j azm ín es com o la de un adulador sonrient e." " ¿Por qué, pues —dij e—, t e alej as del caballero y
t e asocias al hom bre vulgar?" Y Yün respondió: " Me diviert e el caballero que am a al hom bre
vulgar" . Mient ras así nos ent ret eníam os con palabras, se hizo m edianoche y vim os que el
vient o había librado al • cielo de nubes y que aparecía la luna llena, redonda com o la rueda de
una carroza, y nos alegram os m ucho. Y así em pezam os a beber j unt o a la vent ana, pero ant es
de que hubiéram os saboreado t res copas escucham os de pront o el ruido de un chapuzón baj o
el puent e, com o si alguien hubiera caído al agua. Miram os por la vent ana y vim os que nada
había, que el agua est aba t an lisa com o un espej o pero oím os el ruido de un pat o que
revolot eaba en el pant ano. Yo sabía que había allí el fant asm a de alguien que se había
ahogado a la vera del pabellón Ts'anglang, pero conociendo la gran t im idez de Yün no m e
at reví a m encionarlo. Y Yün suspiró y dij o: " lAy! ¿De dónde viene est e ruido?" Y se est rem eció
t oda. Sin t ardanza cerram os la vent ana y ent ram os el j arrón de vino en la habit ación. Ardía
t an pequeña com o una arvej a una sola lám para, y las cort inas se m ovían en la oscuridad, y
nosot ros t em blábam os y t em blábam os. Apagam os ent onces la luz y ent ram os dent ro de las
cort inas del lecho, y Yün ya sufría gran fiebre. Pront o t uve alt a t em perat ura yo t am bién, y
nuest ra enferm edad siguió durant e unos veint e días. Bien ciert o es que cuando se derram a la
copa de la felicidad se produce el desast re, com o dice el refrán, y est o fue t am bién una señal
de que no podríam os vivir j unt os hast a la ancianidad.
El libro est á lit eralm ent e sem brado de pasaj es de igual encant o y belleza, que
dem uest ran un enorm e am or por la nat uraleza, pero ha de bast arnos la siguient e descripción
de cóm o pasaron un verano:
Después de habernos m udado a la Calle Ts'angm i, llam é a nuest ro dorm it orio la " Torre
de la fragancia de los huéspedes" , com o referencia al nom bre de Yün ( 42 ) . y a la narración de
Liang Hung y Meng Kuang que com o m arido y m uj er eran siem pre cort eses uno con ot ro
" cohuéspedes" . Nos disgust aba quizá la casa porque las paredes eran dem asiado alt as y m uy
pequeño el pat io. A los fondos había ot ra casa que conducía a la bibliot eca. Mirando por la
vent ana del fondo se podía ver el viej o huert o del señor Lu, en ruinosa condición ent onces. Los
pensam ient os de Yün t odavía est aban fij os en el herm oso escenario del Pabellón Ts'anglang.
Por aquella época vivía una viej a cam pesina al est e del Puent e de la Madre Oro y al nort e
de Kenghsiang. Su casit a est aba rodeada por cam pos de verdura y t enía una puert a de
t roncos. Fuera de la puert a había un est anque de unos t reint a m et ros de ancho, del t odo

42
Yün, en chino, es el nom bre de ciert a plant a fragant e.

145
La importancia de vivir Lin Yutang

rodeado por árboles. . . Unos pocos pasos al oest e de la casit a había un m ont ículo lleno de
ladrillos roj os, y desde su cim a se podía m irar a t oda la cam piña, que era cam po abiert o con
silvest re veget ación en algunos t rechos. Una vez, la viej a m uj er m encionó est e lugar y Yün no
hizo m ás que pensar en él... Al día siguient e fui hast a allí y not é que la casit a sólo t enía dos
piezas que podían ser divididas en cuat ro. Con vent anas de papel y lechos de bam bú, la casit a
sería un lugar delicioso para vivir. . .
Nuest ros únicos vecinos eran dos viej os esposos que cult ivaban verduras para el
m ercado. Supieron que íbam os a perm anecer allí t odo el verano y fueron a visit am os,
llevándonos pescado del est anque y verduras de sus huert os. Quisim os pagarles, pero com o
no quisieron acept ar dinero, Yün hizo zapat os para los dos, que finalm ent e pudim os
persuadirles de que acept aran. Est o era en j ulio, cuando los árboles ponían su som bra sobre el
lugar. La brisa de verano sopló sobre el agua del est anque, y las cigarras llenaron el aire con
sus cant os durant e el día ent ero. Nuest ro vecino t am bién nos hizo una línea de pesca, y
solíam os pescar j unt os baj o la som bra de los árboles. Muy avanzada la t arde, subíam os al
m ont ículo para cont em plar el resplandor del crepúsculo y com poner versos, cuando nos
sent íam os inclinados a ello. Dos de los versos fueron:

Best ias- nubes t ragan el sol caído,


Y el arco- luna dispara las est rellas fugit ivas.

Al cabo de un rat o, la luna cort aba su im agen en el agua, com enzaban a cant ar los
insect os en redor, y colocábam os un lecho de bam bú cerca de la verj a de plant as, para
sent am os o recost am os. La viej a m uj er nos inform aba ent onces que había calent ado vino y
preparado com ida, y nos sent ábam os a beber algo baj o la luna. Después de bañarnos, nos
poníam os las chinelas y buscábam os un abanico, y nos sent ábam os o nos acost ábam os al aire
libre, escuchando los viej os cuent os de ret ribución que nos narraba el vecino. Cuando
ent rábam os a dorm ir, a eso de m edianoche, sent íam os t odo el cuerpo fresco y lindo, olvidados
casi de que vivíam os en una ciudad.
Pedim os al j ardinero que j unt o a la cerca plant ara crisant em os. Las flores se abrieron en
la novena luna, y perm anecim os allí ot ros diez días. Mi m adre est aba m uy com placida
t am bién, y nos iba a visit ar. Com im os cangrej os, pues, en m edio de los crisant em os y dej am os
pasar el día así. Yün est aba encant ada con t odo aquello, y m e dij o: " Algún día debem os
const ruir una casit a aquí. Com prarem os diez m ow de t erreno, y alrededor plant arem os
verduras y m elones para la com ida. Tú pint arás y yo bordaré, y ganarem os así bast ant e dinero
para com prar vino y com poner poem as en las com idas. Vest idos con sencillas t únicas y
com iendo sencillos víveres, podrem os vivir j unt os y felices sin ir a ninguna part e. Convine en
un t odo con ella. Ahora, el lugar sigue allí, m ient ras que ha m uert o aquella que conocía a m i
corazón. ¡Ay, t al es la vida!

I V. D E ROCAS Y D E ARBOLES

No sé qué vam os a hacer ahora. Est am os const ruyendo casas cuadradas, t odas en
hileras, y t enem os calles rect as, sin árboles. No hay ya calles ret orcidas, ni casas viej as, ni
pozos en los j ardines, y suele ser una caricat ura el escaso j ardín part icular que hay en una
ciudad. Hem os podido separar a la nat uraleza de nuest ras vidas, y vivim os en casas sin
t echos, pues el t echo es el descuidado ext rem o de un edificio, que se dej a con cualquier form a
después de cum plidos los propósit os ut ilit arios, pues el cont rat ist a del edificio est á ya cansado
y con prisa de t erm inar su t rabaj o. El edificio com ún parece una pila de cubos de m adera
const ruida por un niño displicent e o caprichoso que se cansa del j uego ant es de haberlo
t erm inado, y dej a su pila sin concluir, sin coronar. El espírit u de la nat uraleza ha dej ado al
m oderno hom bre civilizado, y parece que t rat am os de civilizar a los m ism os árboles. Sí alguna
vez nos acordam os de plant arlos en una avenida, solem os num erarlos en serie, desinfect arlos,
cort arlos y podarlos para que asum an unas form as que los hum anos consideren herm osas.
A m enudo plant am os flores y las t endem os en un cant ero de m anera que parezcan un
círculo o una est rella, o diferent es let ras del alfabet o, y nos horroriza que alguna de las flores
146
La importancia de vivir Lin Yutang

así plant adas se salga de la línea, com o nos horroriza ver a un cadet e m ilit ar que pierde el
paso, y ent onces procedem os a cort arla con una t ij era. Y en Versalles plant am os esos árboles
cort ados en conos, de a pares, y los arreglam os con perfect a sim et ría en un círculo perfect o, o
en hileras perfect am ent e rect ilíneas, en form ación m ilit ar. Tal es la gloria hum ana, y el poder,
y la capacidad de preparar y disciplinar a los árboles com o preparam os y disciplinam os
soldados uniform ados. Si un árbol de un par crece m ás alt o que el ot ro, nos pican las m anos
hast a que le cort am os la cim a para que no pert urbe nuest ro sent ido de la sim et ría y el poder y
la gloria hum anos.
Exist e, por consiguient e, el gran problem a de recobrar la nat uraleza y de t raerla de
nuevo al hogar. Es un problem a exasperant e. ¿Qué puede hacer uno, con el m ás art íst ico de
los t em peram ent os, cuando vive en un depart am ent o, lej os de la t ierra? ¿Cóm o va a t ener uno
algo de césped o un pozo o un bosquecillo de bam búes, aunque sea suficient em ent e rico com o
para alquilar un depart am ent o con t erraza? Todo est á m al, absolut a e irreparablem ent e m al.
¿Qué queda por adm irar, salvo los rascacielos y las vent anas ilum inadas y en hileras, de
noche? AI m irar est os rascacielos y est as hileras de vent anas ilum inadas de noche, se
envanece uno m ás y m ás por el poder de la civilización hum ana, y olvida qué criat uras
pequeñas son los seres hum anos. Me veo forzado, pues, a abandonar el problem a, porque
desespero de encont rarle solución.
Por lo t ant o, debem os com enzar por dar t ierras al hom bre, y m uchas t ierras. Cualquiera
sea la excusa, es m ala una civilización que priva de la t ierra al hom bre. Pero supongam os que
en una civilización fut ura cada hom bre pueda poseer una hect área de t ierra; ent onces t endrá
algo con que em pezar. Podrá t ener árboles, árboles suyos, y rocas, rocas suyas. Ej ercerá el
cuidado de elegir un sit io donde ya haya árboles crecidos, y si no hay árboles bien crecidos,
plant ará árboles que crezcan rápidam ent e, para él, com o los bam búes y los sauces. Ent onces
no t endrá que t ener páj aros en j aulas, porque los páj aros irán a él, y cuidará que haya ranas
en la vecindad, y t am bién, de preferencia, algunos lagart os y arañas. Sus hij os podrán
ent onces est udiar la nat uraleza en la Nat uraleza y no en una caj a de crist al. Por lo m enos sus
hij os podrán ver cóm o salen los polluelos de los huevos, y no t endrán que ser t an
horriblem ent e ignorant es acerca del sexo y la reproducción com o lo son a m enudo los hij os de
las " buenas" fam ilias. Y t endrán el placer de presenciar una lucha ent re lagart ij as y arañas. Y
t am bién t endrán el placer de ponerse sucios cóm odam ent e.
Ya se ha explicado, o se ha aludido al sent im ient o de los chinos sobre las rocas, en una
sección ant erior. 43
Esa explicación bast a para significar el am or que se t iene a los picos rocosos en la
pint ura panorám ica china. Est a explicación es básica, pero no alcanza a dar razón por los
j ardines de rocas y el am or por las rocas, en general, que hay en China. La idea básica es que
las rocas son enorm es, fuert es, y sugieren la et ernidad. Son silenciosas, inm óviles y t ienen
fuerza de caráct er, com o los grandes héroes, y son independient es y separadas de la vida
com o sabios en ret iro. Son invariablem ent e ant iguas, y los chinos am an t odo lo viej o. Sobre
t odo, desde el punt o de vist a art íst ico, t ienen grandeza, m aj est ad, aspereza, y rareza. Exist e,
adem ás, el sent im ient o de m ei, que significa " peligroso" pero es en verdad int raducible. Un
alt o acant ilado que se eleva abrupt am ent e cien m et ros sobre el suelo es siem pre un
espect áculo fascinador, porque sugiere " peligro" .
Pero es necesario ir m ás lej os. Com o no se puede visit ar la m ont aña t odos los días, es
necesario t raer rocas al hogar. En el caso de los j ardines de rocas y las grut as art ificiales —
t em a que los viaj eros occident ales en China t ienen dificult ades para com prender y apreciar—
la idea sigue siendo la de m ant ener una sugest ión de las líneas rugosas, " peligrosas" y
m aj est uosas de los picos rocosos. Los viaj eros occident ales no pueden ser culpados, porque
casi t odas esas rocas est án hechas con un gust o at roz, y no pueden dar la im presión de
grandeza y m aj est ad nat urales. Las grut as art ificiales const ruidas de varios t rozos de roca
suelen est ar unidas con cem ent o, y el cem ent o se ve. Un conj unt o art ificial de rocas debe
t ener la com posición y el cont rast e de una pint ura. No hay duda de que la apreciación art íst ica
de los escenarios rocosos art ificiales y de las peñas de una m ont aña en la pint ura panorám ica
est á est recham ent e asociada, com o lo vem os en el pint or Sung, Mi Fei, que fue aut or de un
libro sobre piedras de t int eros. Y hubo un libro, Shihp'u, sobre rocas, por un aut or Sung, Tu

43
Ver más arriba. Sección II.
147
La importancia de vivir Lin Yutang

Kuan, que daba det alladas descripciones de la calidad de m ás de cien especies de rocas
producidas en diferent es lugares y ut ilizadas en esas const rucciones art ificiales, lo cual
dem uest ra que est e art e ya est aba m uy desarrollado en la época de los grandes pint ores
Sung.
Junt o a est a apreciación de la grandeza de las rocas en los picos de las m ont añas, se
desarrolló ent onces una diferent e apreciación de las rocas o peñas en los j ardines, acent uando
su color, t ext ura, superficie, grano y, a veces, el sonido que producían al ser golpeadas.
Cuant o m ás pequeñas las piedras, t ant o m ás se acent uaba la calidad de la t ext ura y el color
del grano. El progreso en est e sent ido se vio considerablem ent e ayudado por el pasat iem po de
coleccionar las m ás bellas piedras de t int eros y sellos, dos cosas que el lit erat o de China t enía
diariam ent e asociadas consigo. La pulcrit ud, la t ext ura, la luz o la t raslucidez y los m at ices de
colores se hicieron ent onces cosas de prim era im port ancia, com o pasó en el caso de los frascos
de rapé, hechos de piedra, j ade y j adeít a, que se conocieron m ás t arde. Un buen sello de
piedra, o un buen frasco de rapé, solía cost ar de seiscient os a set ecient os dólares.
Para apreciar m erecidam ent e t odos los usos de la piedra en la casa y los j ardines, no
obst ant e, hay que volver a la caligrafía china. Porque la caligrafía no es ot ra cosa que un
est udio del rit m o y la línea y la com posición, en lo abst ract o. Si bien las piezas
verdaderam ent e buenas de roca deben sugerir m aj est ad, o desapego de la vida, es aun m ás
im port ant e que las líneas sean correct as. Con "línea" no se quiere decir una línea rect a, o un
círculo, o un t riángulo, sino las ásperas líneas de la nat uraleza. Laot sé siem pre dest acó en su
Taot e- king la roca no labrada. No nos ent rom et am os con la nat uraleza, porque la m ej or obra
de art e, com o el m ej or poem a o com posición lit eraria, es la que no da señas de esfuerzo
hum ano, t an nat ural com o el recodo de un río o la carrera de una nube, o, según dicen
siem pre los crít icos lit erarios chinos: " sin m arcas de hacha o cincel" . Est o se aplica a t odos los
t errenos del art e. La apreciación consist e en la belleza en irregularidad, en líneas que sugieren
rit m o y m ovim ient o y gest o. La apreciación de las ret orcidas raíces de un roble, ut ilizadas a
veces com o banquet as en el est udio de un hom bre rico, se basa en la m ism a idea. Por
consiguient e, casi t odas las rocas que se encuent ran en los j ardines chinos son peñas sin
cort ar, que acaso sean la cort eza fosilizada de un árbol de t res o cinco m et ros, parada
vert icalm ent e y sola e inm óvil com o un grande hom bre, o acaso rocas encont radas en lagos y
cavernas, que generalm ent e present an perforaciones y t ienen grandes irregularidades en su
cont orno. Un escrit or sugirió que si por acaso son perfect am ent e redondas las perforaciones,
deben insert arse en ellas algunas piedrecillas para quebrar la regularidad del círculo. Cerca de
Shanghai y Soochow est as requerías se const ruyen casi siem pre de peñas del Lago Taihu, que
t ienen m arcas de ant iquísim as olas del m ar. Tales rocas fueron ext raídas del fondo del lago y,
a veces, cuando se necesit aba algo para corregir sus líneas, se las cincelaba hast a que
quedaban perfect as, y se las m et ía ot ra vez en el agua por uno o dos años, de m anera que las
m arcas del cincel se borraran por la acción del agua.
El sent im ient o hacia los árboles es m ás fácil de com prender y es, claro est á, universal.
Las casas sin árboles a su alrededor est án desnudas, com o hom bres y m uj eres sin ropa. La
diferencia ent re los árboles y las casas est á en que las casas son const ruidas, m ient ras los
árboles crecen y t odo lo que crece es siem pre m ás herm oso que lo que se const ruye. Ciert as
consideraciones de conveniencia práct ica nos obligan a const ruir las paredes rect as y los pisos
a nivel, aunque en punt o a pisos no hay razón alguna para que los pisos de piezas diferent es
en una casa no est én a diferent e nivel. No obst ant e, hay una t endencia inevit able a respet ar
las líneas rect as y las form as cuadradas, y t ales líneas rect as y form as cuadradas solam ent e
pueden present arse en placent ero relieve con la com pañía de los árboles. En cuant o a colores,
no nos at revem os a pint ar de verde una casa. Pero la nat uraleza se at reve, y ha pint ado de
verde a los árboles.
La sabiduría del art e consist e en ocult ar el art e. ¡Est am os t an ansiosos de exhibirnos! En
est e sent ido, debo rendir hom enaj e a un gran est udioso de la Dinast ía Manchú, Yüan Yüan,
que com o gobernador hizo const ruir un islot e en el Lago Occident al, conocido hoy com o I slot e
del Gobernador Yüan, y se negó a poner un solo edificio hum ano en el lugar: ni un pabellón, ni
una colum na, ni un m onum ent o siquiera. Se borró com plet am ent e com o arquit ect o. Hoy el
I slot e del Gobernador Yüan est á en m edio del lago, un t recho de t ierra llana que t iene un
cent enar de m et ros de largo y apenas se eleva t reint a cent ím et ros sobre el agua, y lleno de
sauces. Y hoy, al m irar en un día brum oso, la isla m ágica parece alzarse del agua y los sauces

148
La importancia de vivir Lin Yutang

dej an sus reflej os en el agua, quebrando la m onot onía de la superficie del lago, y arm onizando
con ella. Por lo t ant o, el I slot e del Gobernador Yüan est á en perfect a arm onía con la
nat uraleza. No m olest a a la vist a, com o el m onum ent o en form a de faro, cont iguo a la isla,
que const ruyó un est udiant e a su regreso de los Est ados Unidos, y que m e causa una
inflam ación en los párpados cada vez que lo m iro. He hecho pública prom esa de que, si un día
result o ser un general de bandoleros y m e apodero de Hungchow, m i prim er act o oficial será
encargarm e de un cañon y hacer volar en pedazos esa cosa con form a de faro. De las
innum erables variedades de árboles, los crít icos y poet as chinos " han llegado a pensar que hay
unos pocos part icularm ent e buenos para el goce art íst ico, debido a sus líneas y cont ornos
especiales, que son est ét icam ent e herm osos desde un punt o de vist a de calígrafo. Se ent iende
que, si bien t odos los árboles son herm osos, algunos - t ienen un gest o part icular, o una gracia
o una fuerza especiales. Se eligen esos árboles ent re los ot ros, pues, y se les asocia con
sent im ient os definidos. Es claro que un olivo com ún no t iene asperezas, para lo cual
disponem os del pino, y si un sauce es gracioso, j am ás podrem os decir de él que es
" m aj est uoso" o " inspirador" . Hay, por eso, pocos árboles que se pint an const ant em ent e en
cuadros y se cant an en poem as. De ellos, los m ás dest acados son el pino, que da placer por su
grandiosidad; el ciruelo, por su rom ant icism o; el bam bú, por la delicadeza de sus líneas y su
sugest ión de hogar, y el sauce, por su gracia y su sugest ión de m uj eres gráciles.
El goce del pino es probablem ent e el m ás not able y el de m ayor significación poét ica.
Represent a m ej or que ot ros árboles el concept o de la nobleza de m odales. Porque hay árboles
nobles y árboles innobles, árboles dist inguidos por sus m odales graciosos y árboles de m odales
vulgares. Los art ist as chinos, por lo t ant o, hablan de la grandiosidad del pino, com o habló
Mat t hew Arnold de la grandiosidad de Hornero. Sería t an infruct uoso buscar est a grandiosidad
en los sauces com o buscar grandiosidad en la poesía de Swinburne, ent re los poet as. Hay
t ant as clases de belleza: belleza de t ernura, de gracia, de m aj est ad, de aust eridad, de rareza,
de reciedum bre, de pura fuerza, y de lo que sugiere ant igüedad. Est a m anera ant igua del pino
es lo que le da una posición especial ent re los árboles, igual que la m anera ant igua de un sabio
recluso, vest ido con una t única m uy suelt a, con una caña de bam bú en la m ano, y que cam ina
por un sendero de m ont añas, es lo que le present a com o el m ás alt o ideal ent re los hom bres.
Por est a razón dice Li Liweng que sent arse en un huert o lleno de perales y flores y sauces sin
que haya cerca un pino es com o sent arse en com pañía de niños y m uj eres sin la presencia de
un aust ero m aest ro o un anciano a quien podam os m irar com o ej em plo. Por est o sucede que
cuando los chinos adm iran los pinos, prefieren a los ya viej os; cuant o m ás viej os m ej or,
porque ent onces son m ás m aj est uosos. En la m ism a clase del pino est á el ciprés, que t iene la
m ism a m anera, part icularm ent e la especie conocida com o selaginela involvens, de ram as
ret orcidas, en círculos, ásperas y que apunt an hacia abaj o. En t ant o que las ram as que se
ext ienden para arriba, hacia el cielo, parecen sim bolizar j uvent ud y aspiración, las que señalan
para abaj o parecen sim bolizar la post ura de los hom bres viej os que se doblegan hacia los
j óvenes.
Digo que el goce de los pinos es m ás significat ivo art íst icam ent e porque represent a
silencio y m aj est ad y desprendim ient o de la vida, cosas t an sim ilares a la m anera de ser del
recluso. Est e goce se asocia, pues, con las rocas " est úpidas" y con las figuras de personas
ancianas que am bulan sin sent ido baj o su som bra, com o vem os t an a m enudo en las pint uras
chinas. Cuando uno est á baj o un pino, al m irarle se t iene la sensación de la m aj est ad y la
ancianidad y la ext raña felicidad de est e árbol por su propia independencia. Laot sé dice: " La
nat uraleza no habla" , ni habla el pino. Allí perm anece, silencioso e im pert urbable; desde su
alt ura nos m ira pensando que ha vist o crecer a t ant os niños, y envej ecer a t ant as personas
m aduras. Com o un viej o sabio, com prende t odo, pero no habla, y en ello radica su m ist erio y
su grandeza.
Se goza del ciruelo, en part e por su m anera rom ánt ica, visible en sus ram as, y en part e
por la fragancia de sus flores. Es curioso que ent re los árboles elegidos para nuest ro placer
poét ico, el pino, el ciruelo y el bam bú est én asociados con el invierno, y se les conozca com o
" Tres am igos del invierno" , porque el pino y el bam bú no pierden el follaj e y el ciruelo florece a
fines de invierno y com ienzos de prim avera. Por lo t ant o, el ciruelo, en part icular, sim boliza la
pureza de caráct er, la pureza que encont ram os en el aire frío, punzant e, del invierno. Su
esplendor es un esplendor frío, y com o el recluso, cuant a m ás fría es la at m ósfera en que se
encuent ra, t ant o m ás prospera. Com o la orquídea, es t ípico de la idea del encant o en el
encierro. Un poet a y recluso Sung, que se llam ó Lin Hoching, declaraba que t enía por esposas
149
La importancia de vivir Lin Yutang

a los ciruelos, y a una cigüeña por hij o. Hoy, el sit io de su reclusión en el Kushan, en m edio del
Lago Occident al, es sit io de peregrinación para poet as y est udiosos, y baj o su t um ba est á la
t um ba de la cigüeña, su " hij o" . La apreciación del ciruelo, de su t ipo de fragancia y su
cont orno, fue expresada por est e poet a en su fam oso verso de siet e sílabas:

Ah hsiang fou t ung uing heng sheh

" Su leve fragancia flot a en t orno, su som bra inclínase al t ravés." Todos los poet as
adm it en que la esencia de la belleza del ciruelo est á expresada en esas siet e palabras, y no se
puede m ej orar la expresión.
El bam bú es am ado por su delicadeza de t ronco y de hoj as y, por ser m ás delicado,
donde m ás se le goza es en la int im idad de la casa de un sabio. Su belleza es m ás de la
especie de belleza sonrient e, y la felicidad que nos da es ligera y at em perada. Los bam búes
dan m ayor gozo cuando son delgados y gráciles y ralos, y por est a razón dos o t res árboles
son t an buenos com o un bosquecillo ent ero de bam búes, t ant o en la vida com o en los cuadros.
La apreciación de su fino cont orno nos hace posible pint ar dos o t res ram it as de bam bú en un
cuadro, com o t am bién es posible pint ar una sola ram it a de flores de ciruelo. No se sabe por
qué sus líneas gráciles m at izan m uy bien con las ásperas líneas de las rocas; y por eso casi
siem pre se ve que hay una o dos peñas pint adas j unt o a unos pocos bam búes. Se pint a
invariablem ent e esas rocas com o dot adas de la belleza de delgadez. El sauce crece con
facilidad en cualquier part e, y a m enudo a la orilla del agua. ( 44 )
Es el árbol fem enino por excelencia. Por ese m ot ivo Chang Ch'ao cuent a al sauce ent re
las cuat ro cosas del universo que m ás profundam ent e t ocan el corazón del hom bre, y por eso
dice que el sauce hace sent im ent al al hom bre. De las dam as chinas de grácil cint ura se dice
que t ienen " cint ura de sauce" , y las bailarinas, con sus largas m angas y su t única flot ant e,
t rat an de sim ular el m ovim ient o de las ram as de sauce que se agit an y se inclinan al vient o.
Com o los sauces crecen con t ant a facilidad, hay en China lugares donde se ven sauces en
kilóm et ros y kilóm et ros, y ent onces, cuando sobre ellos sopla el vient o, se habla del efect o de
la com binación diciendo liulang u " olas sauces" . Adem ás, com o gust a t ant o a las oropéndolas
posarse en sus ram as, en la vida o en los cuadros se les asocia con la presencia de las
oropéndolas, o con las cigarras, que t am bién suelen descansar en ellas. Uno de los diez
lugares escénicos del Lago Occident al se llam a, pues, Liulang Wen Ting, o sea, " Escuchando a
las oropéndolas ent re olas- sauces" .
Claro est á que hay ot ros árboles, y m uchos de ellos son adm irados por ot ras razones,
com o el wufung ( st erculia plat anifolia) , adm irado por la lim pieza de su cort eza y la posibilidad
de labrar poem as a cuchillo en su suave superficie. Hay t am bién un gran am or por las lianas
gigant escas y viej as, que t ienen dos o t res pulgadas de diám et ro en la raíz y rodean árboles o
rocas. Su m ovim ient o cercador y ondulant e cont rast a placent eram ent e con los rect os t roncos
de los árboles erguidos. A veces una liana part icularm ent e buena recuerda un dragón y lleva
su nom bre. Los árboles viej os, que t ienen t roncos en zigzag y m ás o m enos inclinados, son
t am bién m uy queridos y valorizados por esa razón. En Mut u, un punt o del Lago Taihu, cerca de
Soochow, hay cuat ro cipreses a los que se ha dado, respect ivam ent e, los nom bres de " Puro" ,
" Raro" , " Ant iguo" y " Ext raño" . " Puro" alza un t ronco largo, rect o, y ext iende su follaj e en la
cim a com o un paraguas; " Raro" se recuest a sobre la t ierra y después sigue en zigzag com o la
let ra Z; " Ant iguo" es calvo y desnudo en la copa y ancho, con las ram as m edio secas y
ext endidas com o los dedos de una m ano; y el t ronco de " Ext raño" se t uerce en una form ación
espiral hast a sus m ás alt as ram as.
Sobre t odo, el goce de los árboles no es sólo en y por ellos, sino en la asociación con
ot ros elem ent os de la nat uraleza, com o rocas, nubes, páj aros, insect os y seres hum anos.
Chang Ch'ao dice que " plant ar flores sirve para invit ar a las m ariposas, apilar rocas sirve para
invit ar a las nubes, plant ar pinos sirve para invit ar al vient o, plant ar bananeros sirve para
invit ar a la lluvia y plant ar sauces sirve para invit ar a las cigarras" . Se goza el sonido de los

44
En My Country and My People (Mi patria y mi pueblo, editorial SUDAMERICANA, V ed., 1942) he
traducido un pasaje de Li Liweng sobre el goce del sauce.

150
La importancia de vivir Lin Yutang

páj aros j unt o con los árboles, y se goza el sonido de los grillos j unt o con las rocas, porque los
páj aros cant an donde hay árboles y los grillos cant an donde hay rocas. El goce chino del croar
de las ranas, del chirrido de los grillos y el cant o de las cigarras e s inconm ensurablem ent e
m ayor que su am or por los gat os y perros y ot ros anim ales dom ést icos. Ent re t odos los
anim ales, el único que pert enece a la m ism a cat egoría que los pinos y los ciruelos es la
cigüeña, porque t am bién ella es sím bolo del recluso. Al ver a una cigüeña, o aun una garza,
inm óvil en algún est anque escondido, digna, elegant e y blanca y pura, el sabio desearía ser
cigüeña.
El cuadro final de un hom bre que arm oniza con la nat uraleza y que es feliz porque los
anim ales son felices, ha sido cabalm ent e expresado por Cheng Panch'iao( 1693- 1765) en su
cart a a su herm ano m enor, para señalarle su desaprobación por la cost um bre de t ener
enj aulados a los páj aros:
Con respect o a lo que he dicho acerca de no t ener páj aros enj aulados, deseo añadir que
no es porque yo no am e a los páj aros, sino porque hay una form a de am arlos debidam ent e. La
m ej or form a de m ant ener páj aros es plant ar cent enares de árboles en t om o a la casa, y
dej arles que a su verde som bra encuent ren un reino de los páj aros y un hogar para páj aros. Al
am anecer, cuando hem os despert ado del sueno y t odavía nos revolvem os en la cam a,
escucham os un coro de cant os com o una arm onía celest ial. Cuando nos levant am os y nos
ponem os la t única y nos est am os lavando la cara o enj uagando la boca o saboreando el t é
m at inal, vem os sus gloriosos plum aj es que revolot ean de un lado a ot ro. y ant es de poder
m irar a uno, ya ot ro at rae nuest ra m irada: un goce que no se puede com parar con el de m irar
a un solo páj aro en una sola j aula. Generalm ent e, el goce de la vida debe provenir de un
crit erio que considere al universo com o un parque y a los ríos y lagos com o un est anque, de
m anera que t odos los seres puedan vivir según su nat uraleza, y grande en verdad es t al
felicidad. ¡Cóm o com parar est o, en punt o a bondad y crueldad, y en punt o a la m agnit ud del
goce, con el goce de un páj aro en una j aula, o un pececillo en un frasco!

V. D E LAS FLORES Y SU ARREGLO


Parece haber ciert a vaguedad sobre el goce de las flores y el arreglo de las flores, en
nuest ros días. El goce de las flores, com o el goce de los árboles, debe com enzar con la
selección de ciert as variedades nobles, con una gradación de sus valores relat ivos, y con la
asociación de sent im ient os y am bient es definidos a det erm inadas flores. Para em pezar, est á la
cuest ión de la fragancia, desde la que es fuert e y persist ent e, com o la del j azm ín, hast a la
delicada, com o la de las lilas, y finalm ent e hast a las de especie m ás sut il y refinada, com o la
de la orquídea china. Cuant o m ás sut il y m enos fácil de percibir sea su fragancia, t ant o m ás
noble se ha de considerar a la flor. Tenem os después la cuest ión del color y el aspect o y el
encant o, y t am bién est o varía m ucho. Algunas son com o robust as m ozas y ot ras com o dam as
frágiles, poét icas, calm osas. Las hay que parecen regalar sus encant os a la m ult it ud, y ot ras
son felices dent ro de su propia fragancia y parecen cont ent as con dej ar pasar las horas en
sueños. Algunas prefieren un exceso de color, en t ant o que ot ras t ienen un gust o m ás dulce y
m ás rest ringido. Sobre t odo, las flores se asocian siem pre con el am bient e que las rodea y las
est aciones en que " se abren. La rosa se asocia nat uralm ent e en nuest ro ánim o con un día
brillant e y soleado de prim avera; el lot o se asocia nat uralm ent e con una fresca m añana de
est ío en un est anque; la casia se asocia, nat uralm ent e, con la luna de la cosecha y las fiest as
de m edio ot oño; el crisant em o se asocia con los cangrej os que se com en al t erm inar el ot oño;
el ciruelo se asocia, nat uralm ent e, con la nieve, y j unt o con el narciso form a una part e definida
de nuest ro goce del Ano Nuevo. Cada flor parece perfect a en su am bient e nat ural, y para
quien am a las flores, lo m ás difícil es hacerlas present es en su ánim o dent ro de cuadros
definidos de las est aciones diferent es, com o el abet o represent a a la Navidad.
Com o el pino y el bam bú, se elige a la orquídea, el crisant em o y el lot o por det erm inadas
cualidades, y en la lit erat ura china figuran com o sím bolos para el caballero, m ás
part iculam ent e la orquídea, que represent a a una belleza exót ica. La flor de ciruelo es
probablem ent e la que m ás am an, ent re t odas las flores, los poet as chinos, y a ella nos hem os
referido ya en part e en la sección ant erior. Se dice que es la " prim era" ent re las flores, porque

151
La importancia de vivir Lin Yutang

aparece con Año Nuevo y, por lo t ant o, es la prim era en el cort ej o de las flores que se
desarrolla en el año. Difieren las opiniones, claro est á, y se ha considerado t radicionalm ent e a
la peonía com o " reina de las flores" , part icularm ent e en la Dinast ía T'ang. Por ot ra part e, la
peonía, rica de color y de pét alos, es considerada m ás bien com o sím bolo del hom bre rico y
feliz, en t ant o que la flor de ciruelo es la flor del poet a, y sím bolo del sabio t ranquilo, pobre; y,
por lo t ant o, la últ im a es espirit ual así com o la prim era es m at erialist a. Un sabio expresó su
sim pat ía por la peonía solam ent e por el hecho de que cuando la Em perat riz Wu de la Dinast ía
T'ang ordenó un día, en uno de sus caprichos m egalom aníacos que t odas las flores del j ardín
im perial florecieran ciert o día en pleno invierno, sólo porque así se le ant oj aba, la peonía fue la
única que osó ofender a su Maj est ad I m perial, abriéndose unas horas m ás t arde, y por ello
t odos los m iles de plant as de peonía fueron proscrit os de Sian, la capit al, a Loyang, por un
decret o im perial. Aunque así perdió el favor im perial, se m ant uvo el cult o de la peonía, y
Loyang pasó a ser un cent ro de est as flores. Creo que la razón por la cual los chinos no dan
m ás im port ancia a la rosa, es la de que su color y form a pert enecen a la m ism a clase que la
peonía, pero ha sido superada por la vist osidad de la últ im a. Según ant iguas fuent es chinas, se
dist inguían novent a variedades de peonía, y a cada una se le daba un nom bre sum am ent e
poét ico.
Lo cont rario de la peonía, la orquídea, es com o un sím bolo de encant o escondido porque
a m enudo se la encuent ra en un desiert o valle um brío. Se dice que t iene la virt ud de " gozar de
su propio encant o solit ario" , y que no le int eresa si la m ira la gent e o no, y que t iene m uy
pocos deseos de ser llevada a la ciudad. Si consient e que se la t raslade, se la debe cult ivar
según ella quiera, o m orirá. Por eso hablam os a m enudo de una herm osa doncella encerrada,
o de un gran sabio que vive en las m ont añas desdeñando el poder y la fam a, com o si fueran
" una escondida orquídea en un valle desiert o" . Tan sut il es su fragancia que no parece hacer
esfuerzos part iculares por com placer a nadie, pero cuando hay quienes la aprecian, ¡cuan
divina es su fragancia! Es así un sím bolo del caballero que no se int eresa por buscar al público,
y t am bién de la verdadera am ist ad, porque un libro ant iguo dice: " Después de ent rar y est ar
en una casa con orquídeas un largo rat o, cesa uno de sent ir la fragancia" , al quedar penet rado
de ella. Li Liweng aconsej aba que el m ej or m odo de gozar las orquídeas no es colocarlas en
t odas las habit aciones, sino en una sola, y sent ir ent onces el placer de su fragancia al pasar
por ese cuart o. Las orquídeas am ericanas no parecen t ener esa sut il fragancia, pero en cam bio
son m ayores y m ás sunt uosas de form a y de color. En m i ciudad y m i provincia t enem os,
según es fam a, las m ej ores orquídeas de China, que se llam an " orquídeas de Fukien" . La flor
es de un verde pálido, con m anchas púrpuras, y de un t am año m ucho m ás pequeño, pues los
pét alos t ienen apenas una pulgada de largo. La variedad m ej or y m ás valiosa, la Ch'en
Mengliang, t iene t al color que apenas es visible cuando se la sum erge en agua, pues su m at iz
es igual al de ést a. Cont rariam ent e a lo que pasa con la peonía, cuyas variedades se
denom inan según su lugar de origen, las dist int as variedades fam osas de orquídeas se llam an,
com o t ant as variedades de • flores nort eam ericanas, com o sus dueños: " General P'u" ,
" Com andant e Shun" , " Juez Li" , " Oct avo Herm ano Huang" , " Ch'en Menglang" , " Hsü Chingch'u" .
No hay duda que la ext rem a dificult ad del cult ivo de las orquídeas y la gran delicadeza de
la flor han cont ribuido a su nobleza de caráct er. Ent re t odas las flores, la orquídea es la que
m ás fácilm ent e se seca o se pierde al m enor error de quien la cuida. Por eso, quien am a a las
orquídeas las at iende siem pre con su cuidado personal y no las dej a a cargo de los sirvient es,
y hast a he vist o personas que cuidaban las orquídeas com o a sus propios padres. Una plant a
sum am ent e valiosa solía despert ar t ant os celos com o una pieza de bronce o un j arrón
part icularm ent e bueno, y solía ser m uy am argo el odio que despert aba un am igo al negarse a
regalar brot es nuevos. En los libros chinos se regist ra el caso de un sabio a quien un am igo le
negó brot es nuevos de una plant a y fue condenado a la cárcel por robarlos. Shen Fu expresa
m uy bien est e sent im ient o, en Seis capít ulos de una vida flot ant e, de la siguient e m anera:
La orquídea era la más preciada entre todas las flores por su contenida fragancia y su gracioso encanto, pero
resultaba difícil obtener variedades clásicas realmente buenas. Cuando murió Lamp'o, me legó una maceta de orquídeas
de primavera, cuyas flores tenían pétalos en forma de loto; el centro de las flores era ancho y blanco, los pétalos muy
nítidos y parejos en los "hombros", y los tallos muy delgados. Este tipo era clásico, y yo aprecié la planta como una
pieza de jade antiguo. Cuando yo trabajaba lejos de casa. Yü solía cuidarla personalmente y así creció muy hermosa. A
los dos años murió repentinamente. Extraje las raíces y vi que estaban blancas como el mármol y tampoco había nada
de malo en los brotes. AI principio no lo pude comprender y me limité a atribuirlo, con un suspiro, a mi mala suerte que

152
La importancia de vivir Lin Yutang

me hacía indigno de cultivar tales flores. Después supe que alguien había pedido flores de la misma planta y, ante la
negativa, la mató derramando agua hirviendo sobre ella. Entonces juré que nunca volvería a cultivar otra orquídea.
El crisant em o es la flor del poet a T'ao Yüanm ing, com o la flor de ciruelo fue la flor del
poet a Lin Hochin, y el lot o fue la flor del doct rinario confuciano Chou Liench'i. El crisant em o
florece al t erm inar el ot oño y com part e la idea de " fría fragancia" y " frío esplendor" . Es fácil
ver y com prender el cont rast e ent re el frío esplendor del crisant em o y el vist oso esplendor de
la peonía, digam os. Exist en cent enares de variedades y, por lo que yo sé, un gran sabio Sung,
Fan Ch'engt a, inició la cost um bre de regist rar las diferent es variedades con los nom bres m ás
herm osos. La variedad parece ser la esencia m ism a del crisant em o, t ant o la variedad de form a
com o la de color. Se considera el blanco y el am arillo com o colores " ort odoxos" de la flor, en
t ant o que el púrpura y el roj o son t enidos por desviaciones y, por lo t ant o, se les da m enor
cat egoría. Los colores blanco y am arillo dieron origen a variedades com o " cam panas de plat a" ,
" cuenco de j ade" , " cam panas de j ade" , " bola bordada de j ade" . Se dio a algunas el nom bre de
bellezas fam osas, com o " Yang Kueífei" y " Hsishih" . A veces se parecen por su form a a la
cabellera de una m uj er, y a veces sus pét alos sem ej an rizos. Algunas variedades t ienen m ás
fragancia que ot ras, y las m ej ores deben t ener el perfum e del alm izcle o de un incienso
llam ado " sesos de dragón" .
El lot o o lirio de agua form a de por sí una clase y m e parece, personalm ent e, la m ás
herm osa de t odas las flores, si consideram os la flor, incluso su t allo y las hoj as que flot an en el
agua, com o un t odo. Es im posible gozar del verano sin t ener flores de lot o en las cercanías, y
si no se dispone de una casa cerca de un est anque, se las puede cult ivar en recipient es de
barro. En est e caso, sin em bargo, perdem os t oda la belleza de un t recho de m edia m illa de
flores de lot o cuyo perfum e penet ra el aire y cuyos pét alos blancos con las punt as roj as
cont rast an con las anchas hoj as verdes sobre las cuales corre el agua com o perlas líquidas.
Chou, el sabio Sung, escribió un ensayo para explicar por qué am aba el lot o y señalar que el
lot o, com o un caballero, crece en el agua sucia pero no se cont am ina. Hablaba com o un
doct rinario. confuciano. Desde el punt o de vist a ut ilit ario, sirven t odas las part es de la plant a.
La raíz del lot o se usa para hacer una bebida refrescant e, sus hoj as para envolver frut as o
com ida que se quiere hervir, sus flores para gozar de su form a y su fragancia, y, finalm ent e,
las sem illas son consideradas com o el alim ent o de las hadas, ya crudas, recién arrancadas de
la vaina, o secas y azucaradas.
El peral hait 'ang, cuyas flores se parecen a las del m anzano. goza de t ant a popularidad
ent re los poet as com o cualquier flor, aunque Tu Fu no hizo una sola m ención de est as flores
que crecían en su provincia nat al, Szechuen. Se han dado varias explicaciones, pero la m ás
plausible es la de que Hait 'ang era el nom bre de su m adre y por deferencia a ella evit ó
m encionarlo. Sólo hay dos flores por cuya fragancia est oy dispuest o a olvidar la orquídea, y
son la casia y el narciso. El últ im o es t am bién un product o especial de m i ciudad nat al,
Changchow, y el valor de su im port ación en los Est ados Unidos, en form a de bulbos de cult ivo,
llegó en un t iem po a cent enares de m iles de dólares, hast a que el Depart am ent o de
Agricult ura consideró prudent e privar al pueblo nort eam ericano de est a flor de celest ial
fragancia a fin de prot egerle de posibles gérm enes. Es fant ást ica la noción de que los blancos
bulbos del narciso, lim pios com o un hada, que deben ser plant ados, no en el barro, sino en un
cuenco de crist al o de porcelana lleno de agua y con piedrecillas, y at endido con el m ayor
cuidado, puedan cont ener gérm enes nocivos. De la azalea se supone que es una flor t rágica, a
pesar de su sonrient e belleza, porque dice la leyenda que nació de las lágrim as de sangre del
cuclillo que ant es había sido un niño en busca de un herm ano perdido a quien había echado del
hogar la m adrast ra.
Tan im port ant e com o la selección y la clasificación de las flores es su arreglo en j arrones
o floreros. Es est e un art e qu e se rem ont a hast a el siglo XI . El aut or de Seis capít ulos de una
vida flot ant e, escrit o a com ienzos del siglo XI X, en so capít ulo sobre " Los pequeños placeres
de la vida" , da u na descripción del art e de arreglar las flores de m odo que parezcan un cuadro
de buena com posición.
El crisantemo, sin embargo, era mi pasión en el otoño de cada ano. Me gustaba arreglar estas flores en
jarrones, pero no cultivarlas en macetas, no porque no quisiera tenerlas de esa manera, sino porque no tenía
jardín en mi casa y no podía cuidarlas personalmente. Las que compraba en el mercado no estaban educadas
a mi gusto. Cuando uno arregla crisantemos en los jarrones, debe tomar un número par, no impar, y cada
jarrón debe tener flores de un solo color. La boca del jarrón debe ser ancha para que las flores puedan
153
La importancia de vivir Lin Yutang

hallarse cómodamente juntas. Haya media docena o aun treinta o cuarenta flores en un jarrón deben estar
arregladas de manera que surjan juntas y rectas de la boca, que no estén muy apretadas ni demasiado sueltas,
que no se extiendan mucho a los 'lados ni se inclinen contra la boca del jarrón. Esto se llama "mantener firme
el mango". A veces pueden estar graciosamente erguidas, y a veces desplegadas en distintas direcciones. Al
fin de evitar un efecto desnudo y monótono, se las debe mezclar con algunos pimpollos y concertarlas en una
especie de estudiado desorden. Las hojas no deben ser demasiado espesas ni muy tiesos los tallos. Cuando se
usan horquillas para enderezar los tallos, hay que quebrar las más largas para que no se vean. Esto se llama
"mantener despejada la boca del jarrón". Hay que colocar de tres a siete jarrones en una mesa, según el
tamaño de ésta, porque si hubiera demasiados, estaría atestada y parecería un puesto de crisantemos en el
mercado. Los soportes de los jarrones deben ser de distinta altura, desde tres o cuatro pulgadas hasta dos pies
y medio, para que los distintos jarrones a diferentes alturas se equilibren y pertenezcan íntimamente uno al
otro como en un cuadro con unidad de composición. Poner un jarrón muy alto en el centro y dos bajos a los
costados, o poner uno bajo al frente y uno alto detrás, o arreglarlos en pares simétricos, sería crear lo que se
llama vulgarmente "un montón de vistosa basura". El espaciamiento y el arreglo adecuados deben depender
de que el individuo comprenda la composición pictórica.
En el caso de los cuencos o floreros abiertos, el método para dar apoyo a las flores consiste en mezclar
resina refinada con corteza de olmo, harina y aceite, y calentar la mezcla en cenizas de heno hasta que sea
una especie de cola, y con ella pegar algunos clavos, con la cabeza hacia abajo, en un trozo de cobre. Esta
lámina de cobre debe ser luego calentada y encolada al fondo del cuenco. Cuando se enfría, se atan las flores
en grupos por medio de un alambre y se las fija en esos clavos. Se debe permitir que las flores se inclinen a
los costados y no que suban directamente del centro; también es importante que no estén muy juntos los
tallos y las hojas. Después de hacer todo eso, se pone un poco de agua en el cuenco y se cubre el soporte de
cobre con un poco de arena limpia, para que las flores parezcan brotar directamente del fondo del cuenco.
Cuando se recogen ramas floridas de los árboles para ponerlas en jarrones, es importante saber cómo
hay que cortarlas antes, porque no siempre puede uno ir a recogerlas personalmente, y a menudo son
insatisfactorias las que recogen los demás. Hay que tener la rama en la mano y volverla en diferentes
sentidos para ver cómo queda más expresiva. Después de haberse decidido, hay que podar las ramas
superfinas, con la idea de hacer que parezca delgada y rala y extrañamente hermosa. Piénsese después cómo
va a quedar el tallo en el jarrón y qué curva tendrá, de modo que al ponerlo muestre mejor las hojas y las
flores. Si uno se limita a tomar cualquier rama que esté al alcance de la mano, corta una sección recta y la
pone en un jarrón, la consecuencia será que el tallo quedará demasiado tieso, las ramitas demasiado juntas y
las flores y hojas vueltas en cualquier dirección, desprovistas de todo su encanto y expresión. Para torcer una
rama recta hágasele una marca en el tallo e insértesele un trocito de ladrillo o de piedra. La rama derecha se
torcerá entonces. En el caso de que el tallo sea demasiado débil, úsense horquillas para enderezarlo. Con este
método, hasta las hojas de arce y los gajos de bambú y hasta las comunes hojas de césped y los cardos
quedarán muy bien como adorno. Póngase una ramita verde de bambú junto a unas pocas bayas de viña
matrimonial china o arréglense algunas hojitas de césped con rama de cardo. Quedarán muy poéticas si se las
arregla correctamente.

VI . LOS " JARRON ES D E FLORES'


D E YÜAN CH UN GLAN G
Probablem ent e el m ej or t rat ado sobre la form a de arreglar flores fue el que escribió Yüan
Chunglang, uno de m is aut ores favorit os por ot ros m ot ivos, que vivió a fines del siglo XVI . Su
libro sobre el arreglo de flores en j arrones, llam ado P'ingshih, es alt am ent e considerado en el
Japón, y se sabe que hay una Escuela Yüan de arreglo de las flores. Est e aut or com enzó su
prefacio señalando que com o las colinas y el agua y las flores y los bam búes est án
afort unadam ent e fuera del alcance de quienes luchan por la fam a y el poder, y adem ás, com o
las gent es ocupadas en sus em presas no t ienen t iem po para gozar de las colinas y el agua y
las flores y bam búes, el est udioso que se recluye puede aprovechar est a oport unidad y
m onopolizar ese goce para sí. Explicaba, no obst ant e, que no debe considerarse j am ás com o
norm al el goce de los j arrones de flores, sino a la sum o solam ent e com o un sust it ut o t em poral
para la gent e que vive en las ciudades, y su goce no debe hacernos olvidar la felicidad m ayor,
el goce de las colinas y de los lagos.
Part iendo de la consideración de que es preciso t ener cuidado cuando se adm it en flores
com o adorno en el est udio, y que es m ej or no t ener flores que adm it ir variedades prom iscuas,

154
La importancia de vivir Lin Yutang

seguía describiendo los diversos t ipos de j arrones de bronce y porcelana que se debían
em plear. Se dist inguen dos t ipos. Quienes son ricos y poseen ant iguos vasos de bronce de la
dinast ía Han y disponen de grandes salones, deben t ener flores grandes y ram as m uy alt as,
puest as en j arrones enorm es.
En cam bio, los sabios deben t ener ram as de flores m ás pequeñas, con j arrones m enores,
que t am bién deben ser cuidadosam ent e elegidos. Las únicas excepciones que se perm it en son
la peonía y el lot o que, por ser flores grandes, deben colocarse en vasos grandes.
Cuando se colocan flores en los j arrones:
Uno debe evit ar que sean dem asiado profusas o dem asiado m agras. A lo sum o,
se pueden colocar en un j arrón dos o t res variedades, y sus alt uras relat ivas y su
arreglo deben t ender a la com posición de un buen cuadro. Al colocar floreros, se debe
evit ar su colocación en pares, o uniform es, o en una rect a fila. Tam bién se debe evit ar
la cost um bre de at ar flores con cordel. Porque la nit idez de las flores reside
exact am ent e en su irregularidad y en la nat uraleza de su m anera, com o la prosa de
Su Tungp'o, que fluye o se det iene según le place, o com o los poem as de Li Po, que
no van necesariam ent e en pareados. Est o es verdadera nit idez. ¿Cóm o se puede
hablar de nit idez cuando las ram as y las hoj as solam ent e hacen j uego una con ot ra y
se m ezcla el roj o con el blanco? Est o sem ej a los árboles en el pat io de un funcionario
provincial de m enor cuant ía o las puert as de piedra que conducen a una t um ba.
Al elegir y quebrar las ram as, debe uno elegir las gráciles y exquisit as y no
ponerlas j unt as en gran núm ero. Se debe usar solam ent e una clase de flores, a lo
sum o dos, y las dos deben ser arregladas de t al m odo que parezcan salir de una sola
ram a. . . Generalm ent e las flores deben hacer j uego con los j arrones, y pueden ser
cuat ro o cinco pulgadas m ás alt as que el j arrón m ism o. Para un recipient e de dos pies
de alt ura, ancho en el cent ro y en el fondo, las flores deben t ener dos pies y seis o
siet e pulgadas desde la boca del vaso. . . Si el j arrón es alt o y delgado, se debe
disponer de dos ram as, una larga y una cort a, y t al vez curvadas, y en est e caso es
m ej or que las flores sean unas pocas pulgadas m ás cort as que el vaso m ism o. Lo que
m ás se ha de evit ar es que las flores sean dem asiado delgadas para 'el j arrón.
Tam bién se debe evit ar la profusión, com o, por ej em plo, cuando se at an las flores
j unt as com o un m anoj o, carent es de t odo encant o. Al poner flores en j arrones
pequeños, se debe dej ar que las flores salgan dos pulgadas m ás cort as que el cuerpo
del j arrón. Por ej em plo, un vaso est recho de ocho pulgadas de alt ura debe t ener flores
de sólo seis o siet e pulgadas. Pero si los vasos son de aspect o robust o, las flores
pueden ser dos pulgadas m ás largas que ellos.
L* habit ación en que se colocan las flores debe cont ener una sola m e sa y un
lecho de cañas. La m esa debe ser ancha y gruesa, y de fina m a de r a , y de pulida
superficie. Se deben elim inar t odas las* m esas de laca coa m árgenes adornados, los
divanes dorados y los pedest ales con dibuj os florales coloreados.
Con respect o al " baño" de las flores, o sea a su riego, el aut or dem uest ra una am ant e
visión de los m odos y sent im ient os de las m ism as flores:
Porque las flores t ienen sus t em peram ent os de felicidad y de pena, y sus horas
para dorm ir. Si se baña a las flores en su m añana y su at ardecer, a la hora debida, el
agua es para ellas com o una buena lluvia. Un día de nubes ligeras y sol suave, y el
at ardecer y la luna herm osa, const it uyen la m añana para las flores. Una fuert e
t orm ent a, una lluvia t orrencial, un sol ardoroso y el frío int enso, son su at ardecer.
Cuando se ent ibian al sol y sus cuerpos delicados est án prot egidos del vient o, las
flores t ienen t em peram ent o feliz. Cuando parecen ebrias o quiet as y fat igadas y
cuando el día est á brum oso, las flores t ienen el t em peram ent o pesaroso. Cuando sus
ram as se inclinan y descansan a un lado com o incapaces de m ant enerse erguidas, es
porque las flores suenan dorm idas. En su " m añana" , se las debe colocar en un
pabellón vacío o una casa grande; en su " noche" , se las debe poner en una habit ación

155
La importancia de vivir Lin Yutang

pequeña o una cám ara ret raída; cuando est án cont ent as han de sonreír y grit ar y
hacerse brom as una a ot ra; durant e su sueño han de baj ar las cort inas, y una vez que
despiert an han de at ender a su t ocado. Todo est o se hace para com placer su
nat uraleza y regular sus horas de levant arse y acost arse. Bañar las flores en su
" m añana" es lo m ej or; bañarlas cuando est án dorm idas es lo segundo, y bañarlas
cuando se sient en felices es lo últ im o. En cuant o a bañarlas durant e su " noche" o
durant e sus pesares, m ás bien parecería est o una form a de cast igar a las flores.
La form a de bañar las flores consist e en em plear agua fresca y dulce de un
m anant ial y derram arla gent ilm ent e en pequeñas cant idades, com o un breve
chaparrón que despiert a a un hom bre ebrio, o com o el suave rocío que solía
penet rarles el cuerpo. Se debe evit ar t ocar las flores con las m anos, o arrancarlas con
los dedos, y est a t area no puede ser confiada a sirvient es est úpidos o doncellas
sucias. Las flores de ciruelo deben ser bañadas por sabios reclusos, el hait 'ang por
huéspedes encant adores, la peonía por j óvenes bellam ent e vest idas, la flor de
granado por herm osas esclavas, la casia por niños int eligent es, el lot o por
fascinadoras concubinas, el crisant em o por personas not ables que am an a los
ant iguos, y el ciruelo de invierno por un grácil m onj e. Por ot ra part e, las flores que se
abren en la est ación fría no deben ser bañadas, sino prot egidas con una delgada gasa
de seda.

Según Yüan, ciert as flores se acom pañan por ciert as flores com o si fueran sus m enores o
" m ucam as" en un j arrón. Com o las doncellas personales que at endían a una dam a durant e
t oda su vida eran una inst it ución en la viej a China, se llegó a la noción de que las dam as
herm osas parecían perfect as cuando t enían al lado a sus bonit as doncellas, com o accesorios
necesarios. Tant o las dam as com o las doncellas debían ser herm osas, pero hay un j e ne sais
quoi que m arca la dist inción de la belleza ent re la doncella y su am a. Las doncellas que no
est aban en arm onía con sus am as eran com o est ablos que no hacen j uego con la casa
principal. Llevando la idea a las flores, Yüan vio que, com o " doncellas" en su j arrón, las flores
de ciruelo deben t ener cam elias, el hait 'ang debe t ener flores de m anzano y lilas, la peonía
debe t ener rosas, la peonía albiflora debe t ener m argarit as y girasoles de Szechuen, la flor de
granado debe t ener m irt os rizados e hibiscus syriacus, el lot o debe t ener lirios blancos, la casia
debe t ener hibiscus m ut abilis, el crisant em o debe t ener " haif ang de ot oño" , y el ciruelo de
invierno debe t ener narcisos. Cada doncella es exquisit a a su m odo, y t odas difieren en sus
encant os volupt uosos o elegant es, com o sus am os. No es que se pret endiera dism inuir a est as
flores- doncellas, pues eran com parables a las fam osas doncellas de la hist oria: et éreo hast a lo
m ás profundo el narciso, com o Liang Yüch'ing, la doncella de la Hilandera en el cíelo; la
cam elia y la rosa frescas y j uveniles com o las doncellas Hsiangfeng y Chingwan de las fam ilias
Shih y Yang ( de la Dinast ía Chin) ; la flor de shunt an lim pia y " rom ánt ica" com o la doncella de
la t rágica m onj a- poet isa Yü Hsüanch'i; grácil la lila, fresco el lirio blanco, y t ím ido el " hait 'ang
de ot oño" , pero con el sabor de un poco de pedant ería, com o la doncella de Cheng K'anch'-
eng ( est udioso de la Dinast ía Han y profuso com ent ador de clásicos confucianos) . ( 45 )

At enido a su idea cent ral de que t odo el que logre result ados not ables en una línea,
aunque sea en j ugar al aj edrez, debe am arla hast a el punt o de la locura, Yüan desenvuelve la
m ism a idea con respect o al am or a las flores com o pasat iem po:
He com probado que las personas t ediosas en su conversación, y poco at ract ivas al
m irarles la cara, son las que no t ienen pasat iem pos. . . Cuando las personas de ant año que
t enían debilidad por las flores oían decir que había alguna variedad not able, viaj aban a t ravés
de alt as m ont anas y hondas gargant as en busca de las flores, sin conciencia de la fat iga
corporal, del frío am argo o el calor sofocant e, de sus cuerpos llenos de barro y su t ez
resquebraj ada. Cuando est aba por abrirse una flor, m ovían sus cam as y sus alm ohadas para

45
La mucama de Cheng tenia la reputación de hablar el idioma clásico con su culto amo, lo cual
equivaldría a decir, en el mundo occidental, que hablaba el latín entre sabios medievales.
156
La importancia de vivir Lin Yutang

dorm ir baj o ellas, para m irar cóm o pasaban las flores de la infancia a la m adurez y finalm ent e
caían y m orían. O las plant aban de a m iles en sus huert os para est udiar cóm o variaban, o
guardaban apenas unas pocas en sus cuart os para agot ar su int erés. Algunos podían decir qué
t am año t enían las flores con sólo oler sus hoj as, y algunos podían decir, por las raíces, el color
de las flores. Est as eran las personas que am aban verdaderam ent e a las flores y que en
realidad t enían debilidad por ellas.
Con respect o al " goce" ( o shang) de las flores, se ha señalado especialm ent e que:
Gozarlas con el t é es lo m ej or; después, gozarlas con la conversación, y t ercero, gozarlas
con el vino. En cuant o a t odas las form as de ruidoso com port am ient o y de parlot eo vulgar y
com ún, son un insult o para el espírit u de las flores. Debería uno sent arse, quiet o y callado
com o un t ont o, ant es que ofenderlas. Hay un lugar y un m om ent o adecuados para el goce de
las flores, y gozar de ellas sin respet o por las circunst ancias debidas seria un sacrilegio. En la
est ación fría se debe gozar de las flores al com enzar una nevada, o cuando se ha despej ado el
cielo después de nevar, o durant e la luna crecient e, o en una habit ación t ibia. Se debe gozar
de las flores en la est ación t em plada ( prim avera) en un día claro o en un día levem ent e frío,
en un salón herm oso. Las flores de verano deben ser gozadas después de la lluvia, en una
brisa refrescant e, a la som bra de árboles bellos, debaj o de los bam búes, o en una t erraza con
est anque. Las flores de la est ación fresca ( ot oño) deben ser gozadas baj o una luna fresca, al
at ardecer, al borde de un salón con piso de piedra, en el m usgoso sendero de un j ardín o en
las vecindades de ásperas rocas rodeadas de viej as lianas. Si uno m ira a las flores sin parar
m ient es en el vient o y el sol y el lugar, o cuando vagan los pensam ient os y no t ienen relación
con las flores, ¿qué diferencia hay ent re ello y ver flores en casas de canciones y t abernas de
vino?
Finalm ent e, Yüan expone las cat orce condiciones " placent eras" para las flores, y las
" veint it rés" ( 46 ) condiciones vergonzosas o hum illant es para las flores, que van a cont inuación:

CON D I CI ON ES QUE COM PLACEN A LAS FLORES


Una vent ana clara.
Un cuart o lim pio.
Trípodes ant iguos.
Tint eros de piedra Sung.
" Ondas de pinos" y sonidos de río.
El am o que am a pasat iem pos y poesía.
Un m onj e de visit a que com prende el t é.
Un nat ural de Chichow llega con vino.
Los huéspedes en el cuart o son exquisit os.
Muchas flores abiert as.
Ha llegado un am igo despreocupado.
Copiar libros sobre cult ivo de flores.
La t et era cant a m uy t arde en la noche.
La esposa y las concubinas que corrigen hist orias de flores.

CON D I CI ON ES H UM I LLAN TES PARA LAS PLORES


El dueño que recibe huéspedes
const ant em ent e.
Un sirvient e est úpido que pone

46
Los autores chinos son, al parecer, indiferentes a la aritmética y los números en general. Después de
comparar las mejores ediciones de obras de Yüan, no puedo encontrar todavía las "23" condiciones. En verdad, no
importa que las cifras sean correctas. La exactitud matemática sólo preocupa a un alma mezquina.
157
La importancia de vivir Lin Yutang

ram as de m ás y t rast orna el arreglo.


Monj es ordinarios que hablan zen.
Perros que pelean ant e la vent ana.
Niños cant ores de la Callej a de Lient sé.
Tonadas de Yiyang ( Kiangsi) .
Muj eres feas que recogen flores y
se adornan los cabellos con ellas.
Discut ir prom ociones y descensos
oficiales de la gent e.
Falsas expresiones de am or.
Poem as escrit os por cort esía.
Flores en plena floración ant es de
que uno haya pagado sus deudas.
La fam ilia que pide cuent as.
Escribir poem as consult ando diccionarios de la rim a.
Libros en m al est ado que se dej an al descuido en cualquier part e.
Agent es de Fukien.
Pint uras espúreas de Kiangsu.
Excrem ent os de rat ones y rat as.
Las huellas sucias que dej an los caracoles.
Sirvient es t endidos cerca de las flores.
Cuando se t erm ina el vino después de haber em pezado los j uegos de vino.
Vecindad de una vent a de vinos.
Un t rozo de escrit ura con frases com o el " purpúreo aire m at inal" ( com ún en las
loas im periales) sobre el escrit orio.

VI I . LOS EPI GRAM AS D E CH AN G CH 'AO


Hem os vist o que el goce de la nat uraleza no reside solam ent e en el art e y la pint ura. La
nat uraleza ent ra en nuest ra vida com o un t odo. Es t oda color y sonido y form a y m anera de
ser y at m ósfera, y el hom bre, com o art ist a que percibe la vida, com ienza a seleccionar los
m odos de la nat uraleza y arm onizarlos con los suyos. Est a es la act it ud de t odos los escrit ores
chinos, ya sea de poesía o de prosa, pero creo que su m ej or expresión se encuent ra en los
epigram as de Chang Ch'ao ( m ediados del siglo XVI I ) , en su libro Yu- m engying ( o Dulces
som bras soñadas) . Es un libro de m áxim as lit erarias, de las que hay m uchas com pilaciones
pero ninguna com parable a las que escribió el m ism o Chang Ch'ao. Est as m áxim as lit erarias
est án, en relación con los proverbios populares, com o los cuent os de hadas de Andersen en
relación con los viej os cuent os de hadas ingleses, o com o las canciones de Schubert en
relación con las m elodías folklóricas. Tant o se ha querido su libro, que un grupo de sabios
chinos ha sum ado com ent arios propios a cada una de sus m áxim as, en la m ás deliciosa vena
fam iliar. Me veo obligado, em pero, a t raducir solam ent e algunas de las m ej ores de sus
m áxim as acerca del goce de la Nat uraleza. Unas pocas de sus m áxim as sobre la vida hum ana
son t an buenas y form an part e t an vit al del t odo que he de incluir algunas de ellas al final.
D E LO QUE SE D EBE H ACER
Es absolut am ent e necesario que las flores t engan m ariposas, que las colinas t engan
m anant iales, que las rocas t engan m usgos, que el agua t enga berros, que los árboles alt os
t engan lianas enredadas, y que los seres hum anos t engan pasat iem pos.
Se debe gozar de las flores en com pañía de herm osas m uj eres, em briagarse baj o la luna
en com pañía de am igos encant adores, y gozar de la luz de la nieve en com pañía de sabios
m uy int eligent es.
158
La importancia de vivir Lin Yutang

Plant ar flores sirve para invit ar a las m ariposas, apilar rocas sirve para invit ar a las
nubes, plant ar pinos sirve para invit ar al vient o, t ener un est anque de agua sirve para invit ar a
las algas, const ruir una t erraza sirve para invit ar a la luna, plant ar bananeros sirve para invit ar
a la lluvia, y plant ar sauces sirve para invit ar a la cigarra.
Siem pre se obt iene un sent im ient o diferent e cuando se m ira a las colinas desde lo alt o de
una t orre, cuando se m ira a la nieve desde una m uralla, cuando se m ira a la luna a la luz de
una lám para, cuando se m ira a las nubes coloreadas desde un bot e, y cuando se m ira a las
m uj eres herm osas en una habit ación.
Las rocas cont iguas a un ciruelo deben parecer " ant iguas" , las que est án cercanas a un
pino deben parecer " est úpidas" , las que est án j unt o a bam búes deben parecer " gráciles" y las
que est án dent ro de un cuenco de flores deben ser exquisit as.
Las aguas azules vienen de verdes colinas, porque el agua quit a su color a las colinas; los
buenos poem as vienen de perfum ados vinos, porque la poesía ext rae su inspiración del vino.
Cuando se encuent ra el espej o con una m uj er fea, cuando una rara piedra de t int a
encuent ra un dueño vulgar, y cuando una buena espada est á en m anos de un general
ordinario, no hay absolut am ent e nada ' que hacer.
D E FLORES Y M UJERES
Uno no debería ver cóm o se agost an las flores, cóm o se hunde la luna baj o el horizont e,
o cóm o m ueren en su j uvent ud las m uj eres bellas.
Debe uno ver las flores cuando est án en flor, después de plant arlas; la luna cuando es
llena, después de esperarla; un libro cuando est á t erm inado, después de em pezar a escribirlo,
y las m uj eres bellas cuando est án alegres y felices. De lo cont rario, nuest ro propósit o es
fallido.
Se debe m irar a las m uj eres bellas en su arreglo m at inal, después de que se han
em polvado.
Hay caras que son feas pero a las que se puede m irar, y ot ras caras que no pueden ser
m iradas, aunque no son feas; hay escrit os que son herm osos aunque no gram at icales, y hay
ot ros escrit os que son m uy gram at icales, pero repugnant es. Est o es algo que no puedo
explicar a personas superficiales.
Si uno am a lis flores con el m ism o corazón que am a a las m uj eres bellas, sient e un
especial encant o en ellas; si uno am a a las m uj eres bellas con el m ism o corazón que am a a las
flores, sient e una especial t ernura y un afect o prot ect or.
Las m uj eres herm osas son m ej ores que las flores porque com prenden el lenguaj e
hum ano, y las flores son m ej ores que las m uj eres herm osas porque irradian fragancia; pero si
no se puede t ener am bas cosas a la vez, se debe renunciar a las fragant es y t om ar las que
hablan.
Al poner flores en j arrones de color de hígado, se las debe arreglar de m odo que el
t am año y la alt ura del j arrón hagan j uego con los de las flores, y que hagan cont rast e con ellas
el m at iz y la profundidad de su color.
Casi t odas las flores seduct oras y herm osas no son fragant es, y son casi siem pre m al
form adas las flores que t ienen capa t ras capa de pét alos. ¡Ay, rara es una personalidad
perfect a! Sólo el lot o com bina am bas cosas.
La flor de ciruelo hace que el hom bre se sient a int eligent e, la orquídea hace que el
hom bre se sient a recluido, el crisant em o hace que el hom bre t enga el corazón sencillo, el lot o
hace cont ent o al hom bre, el haifang ( 47 ) de prim avera hace apasionado al hom bre, la peonía
hace caballeresco al hom bre, el bam bú y el bananero hacen encant ador al hom bre, el hait 'ang
de ot oño hace gracioso al hom bre, el pino hace que el hom bre se sient a com o un recluso, el
wut 'ung ( st erculia plat anifolia) hace lim pio de corazón al hom bre, y el sauce hace sent im ent al
al hom bre.

47
Este es un árbol de unos tres metros de altura que da flores. perteneciente a la especie del peral, y
con frutos como las manzanas silvestres.
159
La importancia de vivir Lin Yutang

Si una belleza t iene cara de flor, voz de páj aro, alm a de luna, expresión de sauce,
encant o de un lago en ot oño, huesos de j ade y piel de nieve, y corazón de poesía, yo est aría
perfect am ent e sat isfecho. ( ¡Ya lo creo! , Lin Yut ang) ( 48 ) .
Si no hay libros en est e m undo, nada queda por decir, pero com o los hay, es preciso
leerlos; si no hay vino, nada queda por decir, pero com o lo hay, es preciso beberlo; si no hay
m ont añas fam osas, nada queda por decir, pero com o las hay, es preciso visit arlas; si no hay
floret ni luna, nada queda por decir, pero com o las hay, es preciso gozarlas y " j ugarlas" ; si no
hay hom bres de t alent o y m uj eres herm osas, nada queda por decir, pero com o los hay, es
preciso am arlos y prot egerlos.
La razón por la cual el espej o no llega a ser enem igo de las m uj eres feas es que no t iene
sent im ient os; si los t uviera, se habría rot o en pedazos.
Sient e uno t ernura hast a por una flor en m acet a cuando la acaba de com prar; ¡cuánt o
m ás t ierno ha de ser hacia una " flor que habla" !
Sin vino y poesía no t endría propósit o la exist encia de las colinas y el agua; sin la
com pañía de m uj eres herm osas se desperdiciarían las flores y la luna. Los hom bres de t alent o
que son guapos a la vez, y las m uj eres herm osas que a la vez saben escribir, no podrán vivir
largo t iem po. Est o no es solam ent e porque los dioses t engan celos de ellos, sino porque est e
t ipo de personas no es sólo el t esoro de una generación sino el t esoro de t odas las edades, de
m odo que el Creador no quiere dej arlas dem asiado t iem po en est e m undo, por t em or al
sacrilegio.
D E LAS COLI N AS Y EL AGUA
De t odas las cosas del universo, las que conm ueven m ás profundam ent e al hom bre son:
la luna en el cielo, el ch'in en la m úsica, el cuclillo ent re los anim ales y el sauce ent re las
plant as.
Preocuparse por la luna a causa de las nubes, preocuparse por los libros a causa de la
polilla, preocuparse por las flores a causa de las t orm ent as y preocuparse por los hom bres de
t alent o y las m uj eres herm osas a causa del duro dest ino, es t ener el corazón de un Buda.
Sin pesares m uere uno si en el m undo ent ero hay " un am igo del alm a" , o uno que
" conoce su corazón" .
Un escrit or ant iguo dij o que si no hubiera flores ni luna ni m uj eres herm osas no querría
nacer en est e m undo, y yo podría agregar que si no hubiera plum a ni t int a ni aj edrez ni vino,
no t endría obj et o nacer com o hom bre.
La luz de las colinas, el sonido del agua, el color de la luna, la fragancia de las flores, el
encant o de los hom bres de let ras y la expresión de las m uj eres herm osas son t odas cosas
elusivas e indescript ibles. Hacen que no podam os dorm ir por sonar con ellos y no podam os
com er por pensar en ellos.
La nieve nos recuerda un est udioso m uy int eligent e; la flor nos recuerda dam as
herm osas; el vino nos recuerda buenos espadachines; la luna nos recuerda buenos am igos, y
las colinas y el agua nos recuerdan buena poesía y buena prosa que com placen al m ism o
aut or.
Hay panoram as en la t ierra, panoram as en la pint ura, panoram as en los sueños y
panoram as en el pecho. La belleza de los panoram as en la t ierra reside en la profundidad y la
irregularidad de sus cont ornos; la belleza de los panoram as en la pint ura reside en la libert ad y
el luj o de acción del pincel y la t int a; la belleza de los panoram as en los sueños reside en sus
vist as que cam bian ext rañam ent e, y la belleza de los panoram as en el corazón reside en que
t odo est á en su debido lugar.
Para los lugares que pasam os durant e nuest ros viaj es, no t enem os que ser exagerados
en nuest ras exigencias art íst icas; pero debem os serlo para los lugares en que vam os a
inst alarnos.
El brot e de bam bú es un fenóm eno- ent re las verduras: el lich'i es un fenóm eno ent re las
frut as; el cangrej o es un fenóm eno ent re los anim ales acuát icos; el vino es un fenóm eno ent re
nuest ras com idas y bebidas; la luna es un fenóm eno en el firm am ent o; el Lago Occident al es

48
Esto es a la manera de los comentadores chinos.
160
La importancia de vivir Lin Yutang

un fenóm eno ent re colinas y aguas, y los versos Sung ( t s'e) y los poem as dram át icos Yüan
( ch'ü) t on fenóm enos en la lit erat ura.
A fin de ver colinas y ríos fam osos, hay que t ener suert e predest inada; a m enos que
haya llegado el m om ent o fij ado, no t iene uno t iem po para verlos aunque est én sit uados a una
docena de m illas.
Las im ágenes en un espej o son ret rat os en colores, pero las im ágenes ( som bras) baj o la
luz de la luna son esbozos a plum a. Las im ágenes en un espej o son pint uras con sólidos
cont om os, pero las im ágenes baj o la luz de la luna son " pint uras sin huesos" . Las im ágenes de
las colinas y las aguas en la luna son geografía del cielo, y las im ágenes de las est rellas y la
luna en el agua son ast ronom ía sobre la t ierra.
D E PRI M AVERA Y OTOÑ O
La prim avera es el est ado de ánim o nat ural del cielo; el ot oño es uno de sus m odos pasaj er os.
El pueblo ant iguo consideraba el invierno com o " ext ra" ( o período de descanso) de las ot ras t res
est aciones, pero creo que debem os considerar el verano com o la est ación de los " t res ext ras" : levant arse
en un am anecer de verano es lo ext ra de la noche; sent arse en una noche de verano es lo ext ra del día;
y una siest a de t arde es lo ext ra del int ercurso social. A la verdad, " am o los largos días de verano" , com o
dice un ant iguo poet a.
Debe uno disciplinarse en el espírit u del ot oño y t rat ar a los dem ás con espírit u de prim avera.
La buena prosa y los " poem as T'ang" deben t ener el espírit u del ot oño; los buenos versos Sung y
los poem as dram át icos Yüang deben t ener el espírit u de prim avera. ( 49 )

D E LOS SON I D OS
Se debe escuchar el sonido de los páj aros en prim avera, el sonido de las cigarras en
verano, el sonido de los insect os en el ot oño y el sonido de la nevada en invierno; se debe
escuchar el sonido del j uego de aj edrez de día, el sonido de la flaut a baj o la luna, el sonido de
los pinos en la m ont aña y el sonido de las olas en el agua. Ent onces no se habrá vivido en
vano. Pero cuando un vagabundo com ienza una pelea en la calle, o cuando nos em pieza a
ret ar nuest ra esposa, bien podríam os ser sordos.
Escuchar el sonido de los gansos nos hace pensar en Nankín; escuchar el sonido de los
rem os nos hace pensar en Soochow, Ch'angchow y Huchow ( 50 ) ; escuchar el sonido de las olas
en la playa nos hace pensar en Chekiang, y escuchar el sonido de las cam panit as at adas al
pescuezo de flacos caballos nos hace pensar que est am os en el cam ino a Sian.
Se deben escuchar t odos los sonidos a la dist ancia; sólo los sonidos del ch'in pueden ser
escuchados a la dist ancia y de cerca.
Perciben los oídos un sabor especial cuando escuchan m úsica de ch'in baj o los pinos,
cuando escuchan una flaut a baj o la luna, cuando escuchan una cat arat a j unt o a un arroyo y
cuando escuchan cant os budist as en la m ont aña.
Hay cuat ro clases de sonidos del agua: el de las cat arat as, el de los m anant iales
cant arines, el de los rápidos y el de las acequias. Hay t res clases de sonidos del vient o: el de
las " olas de pinos" , el de las hoj as de ot oño y el de la t orm ent a sobre el agua. Hay dos clases
de sonidos de la lluvia: el de las got as sobre las hoj as de wut 'ung y lot o y el sonido del agua
de la lluvia que del alero cae en los baldes de bam bú.
D E LA LLUVI A
Est o que se llam a lluvia puede hacer que los días parezcan cort os y que las noches
parezcan largas.
Una lluvia de prim avera es com o un edict o im perial que confiere un honor; una lluvia de
verano es com o un escrit o de perdón para un crim inal condenado; una lluvia de ot oño es com o
una endecha.
Un día de lluvia en prim avera es adecuado para leer; un día lluvioso en verano es
adecuado para j ugar al aj edrez; un día lluvioso en ot oño es adecuado para revisar cosas en los
arcenes o la buhardilla, y un día lluvioso en invierno es adecuado para beber.

49
Estas dos formas son poesía sumamente sentimental en su texto y en su espíritu.
50
El Distrito Lacustre de Kiangsu.
161
La importancia de vivir Lin Yutang

Escribiría yo una cart a al Dios de la Lluvia para decirle que las lluvias de prim avera deben
venir después del quince de la prim era luna ( cuando ha pasado el Fest ival de la Lint erna) y
cont inuar hast a diez días ant es de ch'ingm ing ( el t ercer día de la t ercera luna, época en que
em piezan a florecer los perales) y venir t am bién en kuyü ( la época de plant ar arroz) ; que las
lluvias de verano deben venir los prim eros y últ im os diez días de cada m es ( para que no
m olest en nuest ro goce de la luna) ; que las lluvias de ot oño deben venir en los prim eros y
últ im os diez días de la sépt im a y la novena luna ( dej ando la oct ava luna, o m ediados de ot oño,
sin lluvia alguna, para gozar de la luna de la cosecha) ; y que en cuant o a los t res m eses de
invierno no se necesit a lluvia alguna.
D E LA LUN A, EL VI EN TO Y EL AGUA
Se exaspera uno con la luna crecient e porque declina t an t em prano, y se exaspera con la
luna m enguant e en su t ercer cuart o porque sale t an t arde.
Escuchar una lección budist a baj o la luna hace m ás desprevenido el m odo m ent al;
discut ir la habilidad con la espada baj o la luna hace m ás inspirado el coraj e; hablar de poesía
baj o la luna hace m ás encant ador en la reclusión el sabor personal de cada uno, y m irar
m uj eres herm osas baj o la luna hace m ás honda la pasión.
El m ét odo de " j ugar" la luna es m irarla desde un sit io baj o cuando la noche es clara y
brillant e, y m irarla desde una alt ura cuando la noche es brum osa y poco clara.
El vient o de prim avera es com o el vino; el vient o de verano es com o el t é; el vient o de
ot oño es com o fum ar, y el vient o de invierno es com o j engibre.
D E LA H OLGAN ZA Y LA AM I STAD
Solam ent e quienes t om an sosegadam ent e aquello por lo cual se at area la gent e del
m undo, pueden at arearse por aquello que la gent e del m undo t om a sosegadam ent e.
Nada hay que goce m ás el hom bre que la holganza, y est o no quiere decir que uno no
haga nada durant e un t iem po. La holganza perm it e leer, viaj ar a lugares fam osos, form ar
am ist ades beneficiosas, beber vino y escribir libros. ¿Qué placeres m ayores que ést os puede
haber en el m undo?
Cuando una nube reflej a el sol, se conviert e en una nube coloreada ( hsia) , y cuando un
m anant ial se derram a sobre una roca se conviert e en una cat arat a. Por una asociación
diferent e cobra un nuevo nom bre. Por eso e s t an valiosa la am ist ad.
Cuando se celebra el Fest ival de la Lint erna en el quinceavo día de la prim era luna, se
debe beber con am igos desaprensivos; cuando se celebra el Fest ival del Bot e del Dragón en el
quint o día de la quint a luna, se debe beber con am igos guapos; cuando se celebra la reunión
anual del Past or y la Hilandera en el Cielo, al sépt im o día de la sépt im a luna, se debe beber
con am igos que t engan encant o; cuando se m ira a la luna de la cosecha, en el Fest ival de
Medio Ot oño, se debe beber con am igos t ranquilos o de dulce t em peram ent o; cuando se sube
a las alt as m ont añas en el noveno día de la novena luna, se debe beber con am igos
rom ánt icos.
Hablar con am igos cult os es com o leer un libro raro; hablar con am igos poét icos es com o
leer los poem as y la prosa de dist inguidos escrit ores; hablar con am igos que son cuidadosos y
de conduct a apropiada es com o leer los clásicos de los sabios, y hablar con am igos ingeniosos
es com o leer una novela o un cuent o.
Todo est udioso t ranquilo ha de t ener algunos am igos ínt im os. Con " am igos ínt im os" no
quiero decir necesariam ent e aquellos que t ienen una am ist ad j urada, por la vida y hast a la
m uert e, con nosot ros. En general, am igos ínt im os son los que, si bien separados por
cent enares de m iles de m illas, t ienen t odavía una fe im plícit a en nosot ros y se niegan a creer
rum ores que nos son adversos; aquellos que al escuchar un rum or t rat an de explicarlo y
desvanecerlo por t odos los m edios; aquellos que en m om ent os dados nos aconsej an qué
debem os hacer y qué no debem os hacer, y aquellos que en la hora crít ica vienen en nuest ra
ayuda y, a veces sin nuest ro conocim ient o, se encargan por propio acuerdo de arreglar una
cuent a financiera, o hacen una decisión sobre nosot ros, sin pensar por un m om ent o si al
hacerlo se hacen pasibles de la crít ica de que acaso last im an nuest ros int ereses.
Es m ás fácil encont rar am igos ínt im os ( " aquellos que conocen nuest ros corazones" ) ent re
los am igos que ent re la esposa y las concubinas, y es aun m ás difícil encont rar un am igo
ínt im o en la relación ent re gobernant e y m inist ros.

162
La importancia de vivir Lin Yutang

Un " libro not able" es el que dice cosas que j am ás se han dicho, y un " am igo ínt im o" es el
que abre ant e nosot ros sus secret os de fam ilia.
Vivir en el cam po sólo es placent ero cuando se t ienen buenos am igos consigo. Pront o
cansan los cam pesinos y leñadores que sólo saben cóm o dist inguir las dist int as especies de
cereales y predecir el t iem po. Asim ism o, ent re las diferent es clases de am igos, los que saben
escribir poem as son los m ej ores, los que saben hablar o sost ener una conversación vienen
después, los que saben pint ar después, los que saben cant ar en cuart o t érm ino y por últ im o
los que com prenden los j uegos de vino.
D E LI BROS Y D E LECTURA
Leer libros en la j uvent ud es com o m irar a la luna por una rendij a; leer libros en la edad
m adura es com o m irar a la luna desde el pat io, y leer libros en la ancianidad es com o m irar a
la luna desde una t erraza abiert a. Est o se debe a que la profundidad de los beneficios de la
lect ura varía en proporción con la profundidad de la experiencia de cada uno.
Sólo quien sepa leer los libros sin palabras ( o sea el libro de la vida m ism a) puede decir
cosas que sorprendan por lo bellas; y sólo quien com prenda la verdad difícil de explicar con
palabras puede capt ar la m ás alt a sabiduría budist a.
Toda lit erat ura inm ort al, de ant iguos y m odernos, fue escrit a con sangre y con lágrim as.
Todos los Hom bres son Herm anos ( Shuihu) es un libro de ira, La Epopeya del Mono
( Hsiyuchi) es un libro de despert ar espirit ual, y Ciruela en Jarrón de Oro ( una novela
pornográfica) es un libro de pesar.
La lit erat ura es panoram a en un escrit orio, y un panoram a es lit erat ura sobre la t ierra.
Leer es la m ayor de t odas las alegrías, pero hay m ás ira que alegría cuando se lee
hist oria. Más, al fin y al cabo, hay un placer en t al ira ( 51 ) .
Debem os leer los clásicos en invierno, porque ent onces es cuando est á m ás concent rada
la m ent e; leer hist oria en verano, porque ent onces hay m ás t iem po; leer los ant iguos filósofos
en ot oño, porque t ienen ideas t an encant adoras, y leer las obras com plet as de aut ores m ás
recient es en prim avera, porque ent onces vuelve a la vida la Nat uraleza.
Cuando los lit erat os hablan de asunt os m ilit ares, es sobre t odo ciencia m ilit ar en el
est udio ( lit eralm ent e, " hablar de soldados sobre el papel" ) ; y cuando los j efes m ilit ares hablan
de lit erat ura, es sobre t odo de rum ores recogidos de oídas.
El hom bre que sabe leer bien, adviert e que t odo se conviert e en un libro, por doquiera
que vaya: m ont añas y arroyos son libros t am bién, igual que el aj edrez y el vino, igual que la
luna y las flores. Un buen viaj ero adviert e que t odo se conviert e en panoram a por doquiera
que vaya: los libros y la hist oria son panoram as, y t am bién lo son el vino y la poesía, igual que
la luna y las flores.
Un escrit or ant iguo dij o que le gust aría dedicar diez años a la lect ura, diez anos a los
viaj es y diez años a la conversación y arreglo de lo que hubiese obt enido. Creo que esa
conversación no debe llevar diez años, que dos o t res serían bast ant es. En cuant o a la lect ura
y t os viaj es, no creo que ni siquiera el doble, o aun el quínt uplo del período sugerido, sería
suficient e para sat isfacer m is deseos. Para est o habría que vivir t rescient os años, com o dice
Huang Chiuyen.
La gent e de ant año decía que " la poesía llega a ser buena solam ent e después de que uno
es pobre o derrot ado" , ( 52 ) por la razón de que un hom bre vencido suele t ener m uchas cosas
que decir, y es fácil que las diga bien. ¿Cóm o puede ser buena la poesía de la gent e rica y
t riunfant e cuando no suspira por sus propiedades ni se quej a de no avanzar, y cuando sólo
escribe del vient o, las nubes, la luna y el rocío? La única m anera de que escriba poesía una
persona así es viaj ar, de m odo que t odo lo que vea a su paso, las m ont añas y los rios y las
cost um bres de la gent e y sus m odos de vivir, y acaso el sufrim ient o de la gent e durant e la
guerra o durant e un ham bre, puedan ent rar en sus poem as. Si abreva asi en los pesares de los

51
Esta "ira" es el furor que causa leer en la historia el caso de un hombre bueno a quien se hace fusilar, o del
gobierno que cae en manos de eunucos y dictadores. Este sentimiento de enojo es, estéticamente, una sensación
hermosa.
52
La idea es que la poesía adquiere profundidad a través del pesar.
163
La importancia de vivir Lin Yutang

dem ás, para el fin de sus propias canciones y sus suspiros, puede uno escribir buena poesía
sin esperar a ser pobre o vencido.
D E LA VI D A EN GEN ERAL
La pasión sost iene el fondo del universo y el genio pint a su t echo.
Es m ej or ser insult ado por gent e vulgar que despreciado por caballeros; es m ej or ser
reprobado por un exam inador oficial que desconocido para un sabio fam oso.
Debe vivir el hom bre de m odo que sea com o un poem a, y deben ser las cosas igual que
un cuadro.
Hay escenas que parecen m uy exquisit as pero que en verdad son t rist es y
desvent uradas, com o, por ej em plo, una escena de niebla y de lluvia; hay sit uaciones que
parecen m uy poét icas, pero que en realidad son duras de soport ar, com o, por ej em plo, la
enferm edad y la pobreza; y hay sonidos que son encant adores cuando se les m enciona pero
en realidad son vulgares, com o, por ej em plo, las voces de las m ozas que venden flores.
No puedo ser granj ero, y t odo lo que puedo hacer es regar el j ardín; no puedo ser
labrador, y t odo lo que puedo hacer es quit ar la cizaña.
Las cosas que lam ent o, o que m e exasperan, son diez: 1. Que las bolsas para libros sean
t an fácilm ent e com idas por la polilla; 2. Que los m osquit os arruinen las noches de verano; 3.
Que t enga got eras una t erraza de luna; 4. Que se agost en a m enudo las hoj as de los
crisant em os; 5. Que las hoj as de los pinos est én llenas de grandes horm igas; 6. Que las hoj as
de bam bú caigan al suelo en grandes cant idades; 7. Que las flores de casia y de lot o se
m ueran fácilm ent e; 8. Qué la plant a de pilo ocult e a m enudo serpient es; 9. Que t engan
espinas las flores en un arriat e, y 10. Que a m enudo sean ponzoñosas los puercoespines al
com erlos.
Es sum am ent e bonit o est ar fuera de una vent ana y ver que alguien escribe caract eres en
el papel de la vent ana desde adent ro.
Debería ser uno la hsüan ( hem erocalis flava, una plant a que se llam a " olvida- pesar" )
ent re las flores, y no el cuclillo ( que t iene fam a de derram ar lágrim as de sangre que se
conviert en en azaleas) ent re las aves.
Nacer en épocas de paz en una región de colinas y lagos cuando el m agist rado es j ust o y
rect o, y vivir en una fam ilia de m edios acom odados, casarse con una esposa com prensiva y
t ener hij os int eligent es: est o es lo que llam o una vida perfect a.
Tener m ont añas y valles en el pecho nos perm it e vivir en la ciudad com o en un bosque
de la m ont ana, y ser devot os de las nubes t ransform a el Cont inent e Meridional en una isla de
hadas.
Sent arse a solas en una noche calm a. . . invit ar a la luna y cont arle nuest ra pena; est ar a
solas en una buena noche. . . y llam ar a los insect os y decirles nuest ros pesares.
Quien vive en la ciudad debe considerar las pint uras com o su panoram a, los escenarios
en m iniat ura y en una m acet a com o su j ardín, y los libros com o sus am igos.
Pedir a un sabio fam oso que enseñe a nuest ros hij os, ir a una m ont aña fam osa y
aprender el art e de escribir ensayos para un exam en, y pedir a un escrit or fam oso que sea
nuest ro huésped lit erario: est as t res cosas son t ot alm ent e m alas.
El m onj e no necesit a abst enerse del vino, sí sólo de la vulgaridad; una enagua roj a no
necesit a com prender lit erat ura, sólo lo que es art íst icam ent e int eresant e.
Si nos incom oda la llegada de los cobradores de im puest os, debem os pagar t em prano los
im puest os a la t ierra; si nos place hablar de budism o con los m onj es, no podem os m enos que
hacer cont ribuciones a los t em plos de vez en cuando.
Es fácil olvidar t odo, except o el pensam ient o de la fam a; es fácil hacerse indiferent e a
t odo, salvo a t res copas de vino.
El vino puede t om ar el lugar del t é, pero el t é no puede ocupar el lugar del vino; los
poem as pueden ocupar el lugar de la prosa, pero la prosa no puede t om ar el lugar de los
poem as; los poem as dram át icos Yüan pueden ocupar el lugar de los versos Sung, pero los
versos Sung no pueden ocupar el lugar de los poem as dram át icos Yüan; la luna puede ocupar
el lugar de las lám paras, pero las lám paras no pueden ocupar el lugar de la luna; la plum a
puede ocupar el lugar de la boca, pero la boca no puede ocupar el lugar de la plum a; una
164
La importancia de vivir Lin Yutang

doncella puede ocupar el lugar de un sirvient e, pero un sirvient e no puede ocupar el lugar de
una doncella.
Un poco de inj ust icia en el pecho se puede ahogar con vino; pero una gran inj ust icia en
el m undo sólo se puede ahogar con la espada.
El j ardín privado de un hom bre ocupado debe est ar j unt o a su casa; pero un hom bre de
holganza puede t ener su j ardín privado a gran dist ancia de su casa.
Hay personas que t ienen ant e sí los placeres de un recluso de la m ont aña y no saben
cóm o gozarlos: pescadores, leñadores, granj eros, j ardineros y m onj es; hay personas que
t ienen ant e sí los placeres de j ardines, pabellones y concubinas y no saben cóm o gozarlos:
ricos m ercaderes y alt os funcionarios.
Es fácil soport ar un dolor, pero difícil soport ar una picazón; es fácil sobrellevar un sabor
am argo, pero difícil aguant ar un sabor agrio. ( 53 )

Es ciert o que el t int ero de un hom bre de holganza debe ser exquisit o, pero debe ser
igualm ent e exquisit o el t int ero de un hom bre ocupado; es ciert o que debe ser bonit a la
concubina para el placer, pero t am bién debe ser bonit a la concubina para la cont inuación de la
línea fam iliar.
La cigüeña da al hom bre el m odo rom ánt ico, el caballo da al hom bre el m odo heroico, la
orquídea da al hom bre el m odo del recluso y el pino da al hom bre el m odo grandioso de los
ant iguos.
Quiero dar un día un gran baile nudist a, prim ero para propiciar los espírit us de los
hom bres de t alent o de t odas las épocas, y segundo para propiciar los espírit us de las m uj eres
herm osas de t odas las épocas. Cuando encuent re un m onj e verdaderam ent e elevado ( 54 ) voy a
dar est e baile y le invit aré a que lo presida.
Va cont ra la volunt ad de Dios com er de prisa alim ent os delicados, pasar con prem ura
j unt o a vist as gloriosas, expresar superficialm ent e sent im ient os profundos, t ranscurrir un día
herm oso lleno de com ida y bebida y gozar de la riqueza lleno de luj os.

CAPI TULO XI EL GOCE D E VI AJAR


I . D E AN D AR POR AH Í Y VER COSAS
Viaj ar solía ser un placer; ahora se ha convert ido en indust ria. No hay duda que exist en
hoy m ayores com odidades para viaj ar que hace cien años, y que los gobiernos con sus oficinas
oficiales de viaj es han explot ado el com ercio de los t urist as, con el result ado de que el hom bre
m oderno viaj a, en general, m ás que su abuelo. No obst ant e, viaj ar parece haberse convert ido
en un art e perdido. A fin de com prender el art e de viaj ar es preciso conocer prim ero los
diferent es t ipos de falsos viaj es, que no son viaj es.
El prim er t ipo de viaj e falso es el de viaj ar para m ej orar la educación. Se ha exagerado
indudablem ent e est o de viaj ar para m ej orar la educación. Dudo m ucho que se pueda m ej orar
t an fácilm ent e el espírit u de cada uno. Por lo m enos, hay m uy pocas m uest ras de esa m ej ora,
en los cent ros sociales y las conferencias. Pero si solem os ser t an serios para dedicarnos a
m ej orar el espírit u, al m enos durant e unas vacaciones deberíam os dej ar que quedara ociosa la
m ent e, deberíam os darle esas vacaciones. Est a falsa idea de viaj ar ha dado origen a la
inst it ución de los guías de t urism o, la especie m ás int olerable y parlanchina de ent rom et idos
que se puede im aginar.
No se puede pasar por una plaza o frent e a una est at ua de bronce sin que uno de esos
ent rom et idos recuerde de viva voz que Fulano nació el 23 de abril de 1792 y m urió el 2 de
diciem bre de 1852. He vist o herm anas de un convent o que escolt aban a sus alum nas a un
cem ent erio, y cuando t odo el grupo se det enía ant e una t um ba, leían de un libro la fecha del

53
La gran idea de que es más difícil soportar una gran picazón que un dolor no es original de este autor, sino
que se encuentra ya, según recuerdo, en la correspondencia entre Su Tungp'o y Huang Shanku.
54
Un "monje elevado", kaoseng, distinto de los monjes comunes, de todos los días, es una persona
que retorna al mundo, come carne de cerdo y quizá de perro, y bebe en compañía de prostitutas, como lo hizo Jesús.
165
La importancia de vivir Lin Yutang

difunt o, la edad a que se casó, el nom bre y apellido de su esposa, y t ant as t ont erías llenas de
cult ura que, est oy seguro, dieron al t rast e con el placer del viaj e para t odas las niñas. Y
t am bién los grandes se conviert en en grupos de escolares a quienes el guía vocifera una
lección; y cuando los viaj eros son de t ipo m ás est udioso t om an not as, m uy asiduam ent e, com o
buenos alum nos. Los t urist as chinos sufren com o los t urist as nort eam ericanos en Radio Cit y,
con la diferencia de que los guías chinos no son profesionales, sino vendedores de frut as,
conduct ores de asnos y m ozos cam pesinos, cuyas inform aciones result an m enos correct as,
aunque sus personalidades sean m ás vivas. Después de visit ar la Colina de Huch'iu, en
Soochow, un día volví con una t errible confusión de fechas y consecuencias hist óricas, porque
el pasm oso puent e suspendido quince m et ros sobre el Est anque de la Espada, con dos orificios
redondos en las losas de piedra del puent e por los cuales voló una espada convert ida en
dragón, result aba ser, según el vendedor de naranj as que m e acom pañaba, el lugar donde la
ant igua belleza Hsishih at endía a su t ocado m at inal. ( El " t ocador" de Hsishih est aba en realidad
a unos quince kilóm et ros de aquel lugar.) Todo lo que quería el m ozo era venderm e unas
naranj as. Pero yo t uve una oport unidad de ver cóm o se cam bia y m odifica y m et am orfosea el
folklore.
La segunda especie de viaj e falso es el viaj e para la conversación, o sea el que se hace
para poder conversar después. He vist o visit ant es de Hupao, en Hangchow, lugar fam oso por
su t é y el agua de sus m anant iales, que se hacían sacar ret rat os en el act o de alzar t azas de t é
a los labios. Es ciert o que hay un sent im ient o sum am ent e poét ico en m ost rar a los am igos un
ret rat o obt enido cuando bebíam os t é en Hupao. El peligro est á en que piense uno m enos en el
sabor del t é que en la fot ografía m ism a. Est o puede convert irse en una obsesión,
especialm ent e para los viaj eros provist os de cám aras fot ográficas, com o lo advert im os t an a
m enudo en los óm nibus de t urist as que recorren París y Londres. Los t urist as est án t an
at areados con sus cám aras que les falt a t iem po para m irar los lugares que recorren. Es claro
que t ienen el privilegio de verlos en las fot ografías, cuando vuelven a casa, pero es evident e
que se puede com prar fot ografías, de Trafalgar Square o de los Cham pú Elysées, en Nueva
York o en Peiping. Y com o est os lugares hist óricos se conviert en en lugares de los que se habla
después, y no son lugares que hay que m irar, es nat ural que cuant os m ás lugares visit e uno
t ant o m ás ricos serán los recuerdos, y t ant os m ás lugares habrá de los que hablar m ás
adelant e. Est a m anía de aprender y est udiar im pele, pues, a los t urist as a recorrer t odos los
punt os que sea posible en un día. Tienen en sus m anos un program a de sit ios que visit ar, y al
llegar a uno lo m arcan con un lápiz en el program a. Sospecho que t ales viaj eros t rat an de ser
eficient es hast a en sus vacaciones.
Est a t ont a m anera de viaj ar produce necesariam ent e el t ercer t ipo de falsos viaj eros, los
que viaj an a horario, sabiendo de ant em ano cuánt as horas van a pasar en Viena o en
Budapest . Ant es de part ir, est os viaj eros hacen un horario perfect o y lo respet an
religiosam ent e. At ados al reloj y al calendario est án en su casa, y siguen at ados al reloj y al
calendario cuando salen de ella.
En lugar de est os falsos t ipos de viaj es, est im o que los verdaderos m ot ivos de los viaj es
son, o deben ser, ot ros. En prim er lugar, el verdadero m ot ivo debe ser el de viaj ar para
perderse y ser desconocido. Más poét icam ent e, podríam os decir que es el de viaj ar para
olvidar. Todos son m uy respet ables en su lugar nat al, piensen lo que piensen de ellos en los
círculos sociales m ás elevados. Est án at ados allí por una serie de convenciones, reglas,
cost um bres y deberes. El banquero com prende que es difícil que se le t rat e com o a un ser
hum ano com ún, cuando est á en su lugar de residencia, y que no logrará olvidar que es
banquero, y m e parece que la verdadera excusa de un viaj e es la de que podrá encont rarse en
una com unidad en la que es apenas un ser hum ano. Las cart as de present ación est án m uy
bien para la gent e en viaj e de negocios, pero los viaj es de negocios est án, por definición, fuera
de la cat egoría del viaj e puro. Un hom bre cualquiera t iene m enos probabilidades de
descubrirse com o ser hum ano si lleva consigo cart as de recom endación, y de saber
exact am ent e cóm o le hizo Dios, com o ser hum ano, fuera de los accident es art ificiales de la
posición social. Cont ra la com odidad de ser bien recibido por am igos en un país ext ranj ero y de
ser guiado eficient em ent e a t ravés de las capas sociales de la clase de cada uno, exist e una
excit ación m ayor, la de sent irse explorador en la selva, reducido a sus propios m edios. Tiene
así la oport unidad de dem ost rarse que puede ordenar un pollo frit o con el idiom a de las
m anos, o de encont rar el cam ino en la ciudad, com unicándose, sin ayuda, con un agent e de

166
La importancia de vivir Lin Yutang

policía en Tokio. Al m enos, est e viaj ero puede volver a su casa con el sent im ient o de que es
m enos novat o, que no depende t ant o de su chofer y su m ayordom o.
El verdadero viaj ero es siem pre un vagabundo, con las alegrías, las t ent aciones, y el
sent ido de avent ura que t iene el vagabundo. Viaj ar es " vagabundear" o no es viaj ar. La
esencia del viaj e es no t ener deberes, ni horas fij as, ni correspondencia, ni vecinos
inquisidores, ni com isiones de recepción, ni dest ino fij o. Un buen viaj ero es el que no sabe
adonde va, y un viaj ero perfect o es el que no sabe de dónde viene. No sabe siquiera su
nom bre y apellido. Est e punt o ha sido dest acado por T'u Lung en su idealizado esbozo de los
Viaj es de Mingliaot sé, que he t raducido en la próxim a sección. Es probable que est e viaj ero no
t enga un solo am igo en una t ierra ext raña, pero com o lo expresó una m onj a china: " No
est im ar a nadie en part icular es est im ar a la hum anidad en general" . No t ener un am igo
part icular es t ener a t odos por am igos. Est e viaj ero, que am a a la hum anidad en general, se
m ezcla con ella y am bula observando el encant o de la gent e y sus cost um bres. Est a especie de
beneficio se pierde com plet am ent e para los viaj eros que hacen t urism o en óm nibus, que
perm anecen en el hot el, conversan con sus com pañeros de viaj e y, com o se da el caso de
m uchos viaj eros que van a París, se preocupan por com er en el sit io donde se reúnen sus
com pat riot as, donde est án seguros de encont rar a quienes llegaron en el m ism o barco, y de
com er cosas que saben exact am ent e com o en la pat ria. Los viaj eros ingleses que llegan a
Shanghai se preocupan de inst alarse en un hot el inglés donde pueden com er j am ón con
huevos y t ost adas con dulce en el desayuno, y perm anecen siem pre en el salón de cockt ails, y
se asust an cuando se t rat a de inducirles a que den un paseo en palanquín. Son t erriblem ent e
higiénicos, por ciert o, pero ent onces, ¿para qué van a Shanghai? Est os viaj eros no se dan
t iem po j am ás para ent rar en el espírit u del pueblo, y así renuncian a uno de los m ayores
beneficios de los viaj es.
Est e espírit u de vagabundeo hace posible que las personas que salen de vacaciones se
acerquen a la Nat uraleza. Los viaj eros de est a clase, pues, insist irán siem pre en ir a los
balnearios donde haya m enos gent e, y- donde podrán t ener una verdadera soledad y una
com unión con la Nat uraleza. Los viaj eros de est a especie, cuando se preparan para el viaj e, no
van a una t ienda y dedican m ucho t iem po a elegir un t raj e de baño azul o roj o. El lápiz para
labios es adm isible, porque quien sale de vacaciones, com o sigue a Juan Jacobo Rousseau,
quiere ser nat ural, y ninguna m uj er puede ser nat ural sin un buen lápiz para los labios. Pero
est o se debe a que cuando uno va a las playas y balnearios adonde van t odos, se pierde o se
olvida t odo el beneficio de una asociación m ás ínt im a con la Nat uraleza. Vam os a una est ación
t erm al fam osa, y nos decim os: " Ahora vam os a est ar a solas" , pero después de com er en el
hot el recogem os el diario y descubrim os que el lunes llegó la señora B. A la m añana siguient e,
en nuest ra cam inat a " solit aria" , encont ram os a t oda la fam ilia de los Dudley, llegada en t ren la
noche ant erior. El j ueves por la noche descubrim os, con gran deleit e, que t am bién el señor S.
y su esposa est án pasando sus vacaciones en est e m aravilloso valle escondido. La señora S.
invit a ent onces a los Dudley a t om ar el t é, y los Dudley invit an a los esposos S. a un part ido de
bridge, y oím os a la señora S. que exclam a: " ¡Qué encant ador es est o! I gual que en Nueva
York, ¿verdad?"
Me at revo a sugerir que hay ot ra m anera de viaj ar, viaj ar para no ver nada ni a nadie,
sino las ardillas y las rat as alm izcleras y los picam aderos y los árboles y las nubes. Una am iga
m ía, una dam a nort eam ericana, m e cont ó cóm o fue con algunos am igos chinos a una colina de
las cercanías de Hangchow, con el fin de no ver nada. Era una m añana brum osa, y al subir la
colina la niebla se hacía cada vez m ás densa. Se oía el suave golpet eo de las got as de
hum edad en el césped. No se veía nada m ás que la niebla. La dam a nort eam ericana est aba
desalent ada. " Pero t iene que seguir con nosot ros; hay una vist a m aravillosa allí en lo alt o" ,
insist ieron sus am igos chinos. Siguió subiendo, y al cabo de un rat o vio a la dist ancia una peña
m uy fea, envuelt a en nubes, que había sido anunciada com o una gran vist a. " ¿Qué es eso?" ,
pregunt ó. " Es el Lot o I nvert ido" , respondieron sus am igos. Algo m ort ificada, se disponía a
em prender el descenso. " Pero hay una vist a aun m ás m aravillosa desde la cim a" , le dij eron.
Tenía ya casi em papado el vest ido, pero había renunciado a la lucha y siguió el ascenso. Por
fin llegaron a la cum bre. Les rodeaba por t odas part es un conj unt o de nieblas y brum as,
apenas visible en el horizont e el cont orno de dist ant es m ont añas. " Pero si aquí no hay nada
que ver" , prot est ó m í am iga. " Precisam ent e. Subim os para no ver nada" , le respondieron sus
am igos chinos.

167
La importancia de vivir Lin Yutang

Hay una gran diferencia ent re ver cosas y no ver nada. Muchos viaj eros que ven cosas no
ven nada en realidad, y m uchos que no ven nada ven m ucho. Me diviert e sobrem anera
ent erarm e que un aut or va a un país ext ranj ero " para obt ener el m at erial para su nuevo libro" ,
com o si ya hubiera agot ado t odo lo que hay que ver en la hum anidad de su ciudad o su país, y
com o si el t em a se pudiera agot ar alguna vez. ¡Poco rom ánt ica ha de ser " Thrum s" y m uy
aburrida la I sla de Guernsey para hacer una gran novela con ella! Llegam os, pues, a la filosofía
de viaj ar consist ent e en la capacidad de ver cosas, que anula la dist inción ent re viaj ar a un
país dist ant e y andar por los cam pos vecinos una t arde cualquiera.
Las dos se conviert en en una sola cosa, com o insist ió Chin Shengt 'an. El equipo m ás
necesario para un viaj ero es " un t alent o especial en el pecho y una visión especial baj o las
cej as" , com o lo expresó el fam oso crít ico t eat ral chino en su fam oso com ent ario sobre el
dram a Cám ara occident al. Lo que int eresa es saber si uno t iene corazón para sent ir y oj os para
ver. Si no los t iene, sus visit as a las m ont añas son pura pérdida de t iem po y de dinero; en
cam bio, si t iene " un t alent o especial en el pecho y una visión especial baj o las cej as" , podrá
obt ener el m ás grande j úbilo de los viaj es sin ir siquiera a las m ont añas, perm aneciendo en su
casa y m irando a su alrededor, y recorriendo los cam pos para cont em plar una nube fugit iva, o
un perro, o una cerca, o un árbol solit ario. Doy ahora una t raducción de la disert ación de Chin
sobre el verdadero art e de viaj ar:
He leído relat os de viaj es y com prendo que m uy poca gent e ent iende el art e de viaj ar. A
buen seguro, el hom bre que sabe cóm o viaj ar no se at em orizará ant e un largo viaj e para ver
t odas las cosas de la t ierra y el m ar y explorar t oda su grandeza y m ist erio. Pero ciert o t alent o
en su pecho y ciert a visión baj o sus cej as le dicen que no es necesario ir a t odos los lugares
bellos y fam osos de la t ierra y el m ar a fin de explorar las m aravillas y m ist erios de la
nat uraleza. Un día va a una caverna de piedra usando una gran cant idad de la energía de sus
piernas, sus oj os y su m ent e, y una vez que lo ha hecho va ot ra vez al día siguient e a ot ro
lugar bendit o y pierde algo m ás energía de las piernas, los oj os y la m ent e. Los que no le
com prendan dirán: " ¡Qué rat os m aravillosos' habrá pasado ust ed, con sus visit as de est os
días! Después de ver una caverna de piedra, ha ido a visit ar ot ro lugar bendit o" . No han
com prendido nada. Porque hay ciert a dist ancia ent re los dos lugares que ha visit ado, acaso
veint e o t reint a / ( , o quizá ocho, siet e, seis, cinco, cuat ro, t res, dos li, o quizá un solo li, o
apenas m edio li. Con ese t alent o especial en el pecho y esa visión especial baj o las cej as, ¿no
ha m irado acaso a esa dist ancia de un li o m edio li en la m ism a form a que ha m irado a la
caverna de piedra y al lugar bendit o?
Es ciert o que hay algo que at erroriza la m irada y sorprende el alm a, al ver que la Madre
Nat uraleza, con su gran habilidad y sabiduría y energía, ha producido de pront o algo com o una
caverna de piedra o un lugar bendit o. Pero a m enudo he cont em plado' casualm ent e las cosas
pequeñas de est e universo: un páj aro, un pez, una flor, o una plan- t it a, y aun la plum a de un
ave, la escam a de un pez, el pét alo de una flor y una hoj a de césped, y he com prendido que la
Madre Nat uraleza t am bién las ha creado con su gran habilidad y sabiduría y energía. Se dice
que el león em plea la m ism a energía para at acar a un elefant e que para cazar a una liebre, y
en verdad sucede lo m ism o con la Madre Nat uraleza. Em plea t oda su energía para producir
una caverna de piedra o un lugar bendit o, pero t am bién ut iliza t oda su energía para producir
un páj aro, un pez, una flor, una m at a de césped, o aun una plum a, una escam a, un pét alo,
una hoj a. Por lo t ant o, no es solam ent e la caverna de piedra o el lugar bendit o lo que
at erroriza la vida y sorprende al alm a en est e m undo.
Adem ás, ¿hem os pensado alguna vez cóm o fueron producidos la caverna de piedra y el
lugar bendit o? Tschuangt sé ha dicho sabiam ent e:
" Com prender los diferent es órganos del caballo no es com prender el caballo m ism o. Lo
que llam am os caballo exist e ant es que sus diferent es órganos." Hagam os ot ra analogía: vem os
los bosques que crecen en t orno a los grandes lagos, y los árboles y las rocas que cubren las
grandes m ont añas. Causa alegría al viaj ero saber que los grandes bosques, y los árboles y las
peñas, se hallan reunidos para form ar los grandes lagos y las grandes m ont añas. Pero los
im ponent es picos est án form ados por rocas pequeñas, y las cat arat as est án form adas y
nut ridas por pequeños m anant iales de agua. Si las exam inam os una a una vem os que las
piedras no son m ayores que la palm a de la m ano, y los m anant iales son apenas hilos de agua.
Laot sé ha dicho: " Treint a rayos se agrupan alrededor de la t aza de una rueda, y cuando
pierden su realidad individual t enem os un carro en función. Dam os a la arcilla form a de vasij a,

168
La importancia de vivir Lin Yutang

y cuando la arcilla pierde su exist encia t enem os un ut ensilio. Hacem os un aguj ero en la pared
para que sea vent ana o puert a, y cuando las puert as y vent anas pierden su exist encia, ( 55 )
t enem os una casa para vivir." Y de igual m odo, cuando vem os una caverna de piedra o un
lugar bendit o y advert im os los picos que se elevan vert icalm ent e, los pasos m ont añoso» que
se ext ienden horizont alm ent e, los que se alzan y form an un precipicio, los que baj an y form an
un río, los que est án a nivel y form an una m eset a, los que se inclinan y form an una ladera, los
que cruzan y se conviert en en puent es y los que se acercan y se conviert en en quebradas,
com prendem os que, por incom parablem ent e m últ iples que sean en su grandeza y su m ist erio,
est a grandeza y est e m ist erio surgen cuando las part es pierden su exist encia individual.
Porque cuando pierden su exist encia no hay pasos, ni precipicios, ni ríos, ni m eset as, ni
laderas, ni puent es, ni quebradas. Pero precisam ent e en su no exist encia am bulan y flot an a
sus anchas el t alent o especial de nuest ro pecho y la visión especial baj o nuest ras cej as. Y
com o est e t alent o especial de nuest ro pecho y est a visión especial baj o nuest ras cej as pueden
am bular y flot ar a sus anchas solam ent e cuando son inexist ent es est as cosas, ¿por qué, pues,
hem os de insist ir en visit ar la caverna de piedra y el lugar bendit o?
Si, por lo t ant o, con el t alent o especial en el pecho y la visión especial baj o las cej as
puedo am bular y flot ar a m is anchas solam ent e cuando est as cosas pierden su exist encia
individual, ¿no es innecesario que visit e la caverna de piedra y el lugar bendit o? Porque, com o
acabo de decir, en la dist ancia de veint e o t reint a li, o aun de un li o m edio li, ¡no hay t am bién,
por t odas part es, cosas que pierden su exist encia? Un t orcido puent ecit o, un desvaído árbol
solit ario, un at isbo de agua, una aldea, una cerca, un perro: ¿cóm o sé que no est án t am bién
aquí el m ist erio y la grandeza de la caverna de piedra y el lugar bendit o, en que puedo
am bular y flot ar a m is anchas?. . .
Adem ás, no es necesario t ener un t alent o especial en el pecho y una visión especial baj o
las cej as: si se necesit ara un t alent o especial para flot ar por ahí y una visión especial para
am bular a su ant oj o, podríam os no encont rar en el m undo una sola persona que com prendiera
el art e de viaj ar. Según Shengt 'an ( el m ism o aut or) , no hay t alent o especial ni visión especial:
t ener volunt ad de flot ar en el am bient e de cada uno ya es t ener t alent o especial, y poder
am bular a sus anchas ya es t ener visión especial. Los crit erios del Viej o Mi ( Mi Fei) para j uzgar
las rocas son: hsiou, t sou, t 'ou y sou ( delicadeza, ondulación, claridad y delgadez) . Pero una
charca de agua, una aldea, un puent e, un árbol, una cerca o un perro, a una dist ancia de un U
o de m edio U t ienen t am bién gran delicadeza, gran ondulación, gran claridad y gran delgadez.
Si no alcanzam os a verlo, es porque no com prendem os cóm o debem os m irarlos, com o el Viej o
Mi m iraba a las rocas. Y si vem os su delicadeza, su ondulación, su claridad y su delgadez no
podem os m enos que am bular y flot ar en espírit u a nuest ras anchas ent re ellos. ¿Qué hay en la
grandeza y el m ist erio de los picachos y de los pasos de la m ont aña y los precipicios y los ríos
y las m eset as, las laderas, los puent es y las quebradas, en la caverna de piedra y el lugar
bendit o, fuera de que son delicados, ondulant es, claros y delgados? Quienes insist en en visit ar
las cavernas de piedra y los lugares bendit os, por lo t ant o, han dej ado m ucho sin visit ar; el
m is, no han visit ado nada. Porque quienes no llegan a ver el m ist erio y la grandeza de una
sim ple cerca o un perro, han vist o solam ent e lo que no es grandioso ni m ist erioso en las
cavernas de piedra y los lugares bendit os.
Toushan ( am igo de Chin) dij o: " Quien m ej or com prende el art e de viaj ar, en t oda la
hist oria, es Confucio, y el segundo es Wang Hsichih ( reconocido com o m aest ro de la caligrafía
china) " . Al pedírsele que se explicara, Toushan dij o: " Lo sé, en cuant o a Confucio, por las dos
frases de que para él < no puede ser bast ant e blanco el arroz, ni cort arse dem asiado fina la
carne picada», y lo sé en cuant o a Wang por haber vist o ej em plos de su caligrafía. Hay en ella
cosas que ni siquiera su hij o Hsienchih podía com prender." " Lo que has dicho es devast ador
para la hum anidad ent era" , dij e. Toushan m e dij o una vez: " Cuando Wang Hsichih est aba en
su casa, solía cont ar los pist ilos de cada flor en cada ram a de su pat io, y est aba así ocupado el
día ent ero, sin decir palabra, m ient ras sus discípulos le rodeaban con t oallas" . " ¿Dónde has
encont rado la cit a de t al afirm ación?" , pregunt ó Shengt 'an. " La encont ré en m i propio
corazón" , respondió Toushan. Tan m aravillosa persona es Toushan. ¡Ay, el m undo no ha
descubiert o a Toushan ni adm irado su rom ánt ica im aginación!

55
Porque son huecos en el espacio.

169
La importancia de vivir Lin Yutang

I I . " LOS VI AJES D E M I N GLI AOTSE" ( 5 6 )


la RAZÓN D E LA FUGA.

Mingliaot sé fue funcionario en un t iem po, y se cansó de las cost um bres del m undo, de
t ener que decir cosas cont ra su corazón y de cum plir cerem onias cont ra las buenas form as.
¿Qué es " decir cosas cont ra su corazón" ? Un huésped y su visit ant e se hacen una gran
reverencia y después de unas pocas frases t riviales acerca del t iem po no se at reven a hacer
m ás com ent arios. Personas que encont ram os por prim era vez nos est rechan la m ano e insist en
en que son nuest ros am igos del alm a, pero después de haberse separado de nosot ros les
som os y nos son com plet am ent e indiferent es. Cuando alabam os a una persona la com param os
al sant o Poyi, y t an pront o com o se m archa y nos da la espalda le com param os al ladrón Cheh.
Y cuando est am os sent ados, cóm odam ent e, gozando una conversación, t rat am os de conservar
una seca dignidad, aunque t enem os t ant o que nos gust aría decir; y parlot eam os acerca de
nobles ideales, pero t enem os conduct as inm orales. Por el t em or de que abrirnos el pecho sería
revelarla verdad, y que decir la verdad haría daño, echam os a un lado esos pensam ient os y
dej am os que la conversación derive sin obj et o hacia t em as t riviales. A veces llegam os a ser
act ores y a suspirar o grit ar para ocult ar nuest ros pensam ient os, de m anera que nuest ros
oídos, nuest ros oj os, nuest ra boca y nuest ra nariz ya no son nuest ros, y nuest ro furor, nuest ra
alegría, nuest ra risa y nuest ras censuras ya no son aut ént icas. Tal es la convención est ablecida
en la sociedad, y no hay m anera de rect ificarla. Y, ¿qué es " cum plir cerem onias cont ra las
buenas form as" ? Al t rat ar con nuest ros sem ej ant es, de cualquier rango que sean, hacem os
reverencias y saludos el día ent ero, aunque sean viej os am igos nuest ros. Sin razón nos
disociam os de algunos, com o si fuesen enem igos m ort ales, e igualm ent e sin razón t rat am os de
acercarnos a ot ros, aunque no t engan verdadera afinidad con nosot ros. Apenas ha abiert o la
boca un noble cuando ya decim os: " ¡Sí, señor! " , vociferando, porque sólo necesit a alzar una
m ano para que rueden nuest ras cabezas. Observam os a dos personas que se visit an
recíprocam ent e, y aunque les indigne verse las caras pasan los días ocupados en desm ont ar de
sus caballos y dej arse sus t arj et as uno al ot ro. Pero visit ar a un am igo para pregunt ar por su
bienest ar no debería ser solam ent e una fórm ula vacía. ¿Quisieron que fuese así los reyes
ant iguos que est ablecieron est as cerem onias? Nos ponem os las t únicas y los cint urones, con la
sensación de ser m onos enj aulados, hast a el punt o de que cuando un pioj o nos pica en el
cuerpo y sent im os com ezón en la piel no podem os rascarnos. Y cuando m archam os
ociosam ent e por las calles t em em os desobedecer la ley. I nm ediat am ent e, nuest ros oj os m iran
a nuest ra nariz, y no osam os dirigir la vist a m ás allá de una breve dist ancia, y si m iram os m ás
allá de una breve dist ancia, ot ras personas nos m irarán para t rat ar de saber qué est am os
haciendo. Cuando querem os acom odarnos, y la sensación es int ensa, no nos at revem os a
det enernos sin alguna excusa. Los funcionarios superiores siem pre t ienen present e la espada
por delant e y la crít ica de los dem ás por det rás. Las est aciones fría y cálida les causan
m olest ias en el cuerpo, y el deseo de posesiones y el t em or de la pérdida les causan m olest ias
en el corazón. Así sufren pérdidas m ayores que las que vienen del sim ple t em or de ser
incorrect os. Hast a los espírit us m ás nobles y caballerescos, que t ienen ciert o sent ido de sabio
desencant o y se com placen en ser lo que son, caen en la t ram pa una vez que son funcionarios.
Por eso, por el deseo de em ancipar su corazón y liberar su volunt ad, Mingliaot sé se dispone a
viaj ar por el País de los I ndiferent es.
Acaso diga alguien: " He oído que el discípulo de Tao vive en la calm a y no se sient e solo,
y vive en una m uchedum bre y no sient e el ruido. Vive en el m undo y no es del m undo, carece
de esclavit ud y no necesit a la em ancipación, y pront o crece de su axila izquierda un sauce, y
un páj aro hace nido en la cim a de su cabeza. Est o es lo m ás alt o de la cult ura de la quiet ud y
la em ancipación. Ser un sirvient e en la cocina, o recoger desperdicios del suelo, es propio de

56
Esto es una traducción de un esbozo chino que lleva el mismo titulo y que traza un vivido cuadro del
vagabundo glorioso y culto, tan idealizado por los sabios chinos, y presenta una filosofía feliz y despreocupada,
caracterizada por el amor a la verdad, la libertad, y el vagabundeo. Fue escrito por T'u Lung (alias T'u Ch'ihshui),
autor que vivió hacia fines del siglo XVI y que, junto con Hsü Wench'ang, Yüan Chunglang, Li Chowu y otros del
mismo período, no ha sido reconocido jamás en lo que vale por los críticos ortodoxos.
170
La importancia de vivir Lin Yutang

las profesiones m ás baj as, pero el sant o no se pert urba por ellas. ¿No hace ust ed que su
espírit u sea sirvient e de su cuerpo, cuando t em e las rest ricciones de la vida oficial, y cede al
deseo de viaj ar por lugares inusit ados?"
Y Mingliaot sé responde: " Quien ha logrado el Tao puede m et erse en el agua sin m oj arse,
salt ar a las llam as sin quem arse, cam inar sobre la realidad com o si fuera un vacío y viaj ar por
un vacío com o si fuera la realidad. Puede est ar cóm odo doquiera se encuent re, y solo en
cualquier am bient e. Est o es nat ural en él. Pero yo no he logrado el Tao; yo soy solam ent e un
am ant e del Tao. Quien ha logrado el Tao es dueño de sí, y para él se disuelve el universo.
Arroj adle en la com pañía de los ruidosos y los sucios, y será com o una flor de lot o que crece
en agua fangosa, que es t ocada por ella pero no sufre m ácula. Por lo t ant o, no t iene que elegir
donde ir. No soy t odavía com pet ent e para est o, porque soy com o un sauce que sigue al
vient o: cuando est á quiet o el vient o, quiet o est oy yo, y cuando se m ueve el vient o, t am bién
m e m uevo. Soy com o arena en el agua: lim pia o fangosa según lo sea el agua. He logrado a
m enudo la pureza y la quiet ud por un día ent ero, y las he perdido luego en un m om ent o; y a
veces he logrado la pureza y la quiet ud por un año y las he perdido en un día. No m e ha sido
posible dej ar t odo, y no pert urbarm e por las cosas m at eriales que m e rodean. Si un em perador
pudiera seguir el Tao, ¿por qué t uvieron que ir Ch'ao Fu y Hsü Yu a la colina Chi y al río Ying?
Si un príncipe pudiera seguir el Tao, ¿por qué t uvo que ir Sakyam uni a los Him alaya? Si un
duque pudiera seguir el Tao, ¿por qué t uvo Chang Liang que pedir licencia com o enferm o? Y si
un funcionario de m enor cuant ía pudiera seguir el Tao, ¿por qué t uvo que renunciar T'ao
Yüanm ing a su cargo? Voy a em ancipar m i corazón y a liberar m i espírit u y a viaj ar por el País
de los I ndiferent es."
" Hazm e saber de t us viaj es" , dice el am igo, y Mingliaot sé responde:
" Quien viaj a lo hace para abrir los oídos y los oj os, y dist ender el espírit u. Explora los
Nuevos Est ados ( 57 ) y viaj a por los Ocho Países Bárbaros, con la esperanza de poder j unt ar la
Esencia Divina y conocer grandes t aoíst as, y poder com er de la plant a de et erna vida y
encont rar el t uét ano de las rocas ( 58 ) Cabalgando en el vient o y navegando en el ét er, va
fríam ent e por doquiera el vient o le lleve. Después de est as andanzas vuelve, se encierra y se
sient a a m irar una lisa pared, y de est a m anera t erm ina su vida. No soy yo uno de los que han
logrado el Tao. Me gust aría aloj ar el espírit u dent ro del cuerpo, nut rir m i virt ud con dulzura y
viaj ar por el ét er convirt iéndom e en un vacío. Pero no m e es posible. Trat é de aloj ar el espírit u
dent ro del cuerpo, pero de pront o desapareció fuera; t rat é de nut rir m i virt ud con la dulzura,
pero de pront o se convirt ió .en int ensidad de sent im ient os; y t rat é de am bular por el ét er
m ant eniéndom e en el vacío, pero de pront o surgió en m í un deseo. Y así, pues, incapaz de
encont rar la paz dent ro de m í, ut ilicé el am bient e ext erno para calm ar el espírit u, e incapaz de
encont rar deleit e dent ro del corazón, pedí al panoram a que lo deleit ara. Ext raños, pues, fueron
m is viaj es."
b) la M AN ERA D E VI AJAR.
" Em prendo el viaj e con un am igo que am a la brum a de las m ont añas, y cada uno lleva
una calabaza y vist e una sot ana, y llevam os cien m onedas. No querem os m ás, pero t rat am os
de t ener siem pre cien m onedas para afront ar em ergencias. Y los dos vam os m endigando por
las ciudades y las aldeas, j unt o a puert as berm ej as y blancas m ansiones, ant e t em plos t aoíst as
y chozas de m onj es. Tenem os cuidado de lo que m endigam os: pedim os arroz y no vino,
verduras y no carne. El t ono de nuest ro reclam o es hum ilde, no t rágico. Si alguien nos da, le
dej am os, y si no nos da, le dej am os t am bién; porque el obj et o es solam ent e prevenir el
ham bre. Si nos hacen una grosería, la acept am os con una reverencia. A veces, cuando no hay
lugar donde pedir y no nos queda ot ro m edio, gast am os una o dos m onedas de las cien que
llevam os, y las reponem os apenas nos es posible. Pero no gast am os ninguna m oneda a m enos
que nos veam os forzados a ello.
" Viaj am os sin dest ino y nos det enem os donde nos encont rem os, y m archam os m uy
lent am ent e, acaso diez U por día, acaso veint e, o quizá t reint a, cuarent a, cincuent a. No
t rat am os de hacer m ucho, para no fat igarnos. Y cuando llegam os a m ont añas y arroyos, y nos
encant an los m anant iales y las blancas peñas y las aves acuát icas y los páj aros de la m ont aña,

57
Antigua nomenclatura de ciertas partes de China del Norte y del Centro.
58
Estalactitas y estalagmitas.
171
La importancia de vivir Lin Yutang

escogem os un lugar en una islet a del río y nos sent am os en una peña, y m iram os a la
dist ancia. Y cuando nos encont ram os con leñadores o pescadores o aldeanos o rúst icos
ancianos, no les pregunt am os nom bres y apellidos, ni dam os los nuest ros, ni hablam os del
t iem po, sino que conversam os brevem ent e de los encant os de la vida cam pest re. Al cabo de
un rat o nos separam os de ellos sin pesares.
" En épocas de gran frío o m ucho calor t enem os que buscar albergue, para que no nos
afect e el t iem po. En el cam ino nos hacem os a un lado y dej am os que pasen los dem ás, y al
cruzar un río dej am os que los ot ros su'ban prim ero a la barca. Pero si hay t orm ent a no
t rat am os de cruzar el agua, o si aparece la t orm ent a cuando ya est am os a m it ad de cam ino
calm am os nuest ro espírit u, y al dest ino dej am os t odo, con una com prensión de la vida, y
decim os: «Si nos ahogam os cuando cruzam os, es la volunt ad del Cielo. ¿Nos salvarem os acaso
si nos preocupam os?» Si no nos salvam os, allí t erm inará el viaj e. Si, por fort una, nos
salvam os, seguim os com o ant es. Si en el cam ino encont ram os a algún j oven pendenciero y
t ropezam os accident alm ent e con él, y si el j oven es grosero, le pedim os disculpas
cort ésm ent e. Si después de las disculpas no podem os salvarnos de una pelea, allí t erm inará el
viaj e. Pero si nos salvam os, seguim os com o ant es. Si uno de nosot ros cae enferm o, nos
det enem os a at ender a su m al, y el ot ro t rat a de m endigar un poco para com prar rem edios,
pero lo t om a con calm a. Mira para sus adent ros y no t em e a la m uert e. Y, así, una enferm edad
grave se conviert e en una enferm edad ligera, y una enferm edad ligera se cura
inm ediat am ent e. Si est á decidido que est én cont ados nuest ros días, allí t erm inará nuest ro
viaj e. Pero si nos salvam os, seguim os com o ant es. Es nat ural que durant e nuest ras andanzas
podam os despert ar la sospecha de policías o guardias y que se nos arrest e com o espías.
Trat am os de escapar ent onces, sea por ast ucia o por sinceridad. Y si no podem os escapar, allí
t erm inará nuest ro viaj e. Pero si nos salvam os, seguim os com o ant es. Es claro que nos
det enem os a pasar la noche en una choza de t echo de est era o una casucha de piedras, pero
si nos es im posible encont rar un lugar así, nos det enem os por esa noche j unt o a la puert a de
un t em plo, o dent ro de una caverna de roca, o j unt o a la pared de una casa o baj o alt os
árboles. Quizá nos m iren loa espírit us de la m ont aña y los t igres o los lobos, y ¿qué hem os de
hacer? Los espírit us de la m ont aña no pueden hacernos daño, pero som os incapaces de
defendernos cont ra t igres o lobos. Pero, ¿no t enem os un dest ino dirigido desde el cielo? Lo
dej am os t odo, pues, a las leyes del universo, y no m udam os siquiera el color de la cara. Si nos
com en, t al es nuest ro dest ino y allí t erm ina el viaj e. Pero si nos salvam os, seguim os com o
ant es. . ."
c) e n AUSTERAS ALTURAS.
" En cuant o a m is m et as, visit o sobre t odo las Cinco Mont añas Sagradas y las Cuat ro
Aguas Sagradas y generalm ent e los lugares sacros en lo alt o de las m ont añas, y en segundo
t érm ino incluyo t am bién las fam osas m ont añas y los ríos de los Nueve Est ados. Pero m e lim it o
solam ent e a las regiones dent ro de la j urisdicción de los Nueve Est ados, y donde han puest o
pie los seres hum anos. En cuant o a las regiones que est án fuera del Celest e I m perio, com o los
Him alaya y las Diez I slas Pequeñas y las Tres I slas Grandes del Mar de la China, no creo que
podría ir hast a allí, porque no dispongo de un par de alas. Adem ás, espero encont rar
solam ent e est udiosos viaj eros de los lagos y los ríos, u hom bres ret irados en las m ont añas; en
cuant o a los varios inm ort ales, no creo poder cruzarm e con ellos, porque no dispongo de un
cuerpo inm ort al.
" Cuando subo a las Cinco Mont añas Sagradas, allí perm anezco m uy por encim a de los
vient os celest es y m iro a los Cuat ro Mares, y los m il picos de m ont añas parecen caracoles, los
m il ríos parecen ensort ij ados cint urones y los m il árboles parecen brezales. La Vía Láct ea
parece rozarm e el cuello, blancas nubes m e pasan por las m angas, las águilas del aire vuelan
al alcance de la m ano, y el sol y la luna m e acarician las sienes y siguen de largo. Y allí t engo
que hablar en voz baj a, no sólo por t em or de asust ar al espírit u de la m ont aña, sino para que
no m e escuche Dios en Su t rono. Por encim a t enem os el puro firm am ent o, sin una m ácula de
polvo en esa vast a ext ensión de espacio, y por debaj o la lluvia y el t rueno y la t orm ent osa
oscuridad ocurren sin nuest ro conocim ient o, y el eco del t rueno se oye apenas com o el
gorgot eo de un niño. En est e m om ent o m i vist a est á deslum brada por la luz y m i espírit u
parece volar allende los lím it es del espacio, y t engo la sensación de ir cabalgando en vient os
que m e llevan m uy lej os, pero no sé adonde voy. O cuando el sol ponient e est á por ocult arse y
la luna nacient e est alla desde el horizont e, la luz de las nubes resplandece en t odas direcciones

172
La importancia de vivir Lin Yutang

y el púrpura y el azul chispean en el cielo y los picos dist ant es y los cercanos cam bian de
m at iz, de oscuro a claro, en breve inst ant e. O quizá en m edio de la noche escucho el sonido de
las cam panas del t em plo y el rugido de un t igre, seguidos por una ráfaga de vient o, y com o
est á abiert a la puert a del salón principal del t em plo m e pongo la t única y m e levant o y ¡ah! allí
est á reclinado el Espírit u del Conej o ( 59 ) y algunos rest os de la últ im a nevada cubren t odavía
las laderas superiores, la luz de la noche yace com o una m asa blanca e indefinida, y las
m ont anas dist ant es present an un cont orno apenas visible. En un m om ent o así, sient o el
cuerpo penet rado de aire fresco, y se han diluido t odos los deseos de la carne. O acaso veo al
Dios de la Mont aña Sagrada sent ado en su t rono, dando audiencia a los espírit us inferiores.
Hay una profusión de est andart es y doseles, y el aire se llena de la m úsica de flaut as y
cam panas, y los t echos del palacio est án envuelt os en un m ant o de nubes y en gasas de
brum a, y parecen t ener y no t ener un cont orno visible, y da la ilusión de est ar ora t an cerca y
ora t an lej os. ¡Ah, t riple felicidad es escuchar la m úsica de los dioses! Más, ¿por qué la
int errum pe de pront o una ráfaga de frío vient o?
" Adem ás de est as Cinco Mont añas Sagradas hay m uchas ot ras m ont añas fam osas, com o
Szem ing, T'ient 'ai, Chinhua, Kuat s'an, Chint 'ing, T'ienm u, Wuyi, Lushan, Om ei, Chungnan,
Chungt 'iao, Wut 'ai, T'aiho, Lofu, Kweich'i, Maoshan, Chiuhua y Linwu, y lugares sagrados
innum erables, que han sido llam ados albergues de hadas o m oradas de espírit us. A ellos voy,
calzando sandalias y port ando una caña de bam bú, y aunque acaso no pueda visit arlos t odos,
am bulo t ant o com o dan m is energías. Bebo el agua de las Heces de los Dioses, inquiero el
nom bre de Hada Laucha, m ast ico granos de sésam o y bebo el rocío de los pinos. Cuando llego
a un picacho em pinado o a un peñón que se alza abrupt am ent e hast a el cielo, j am ás escalado
por un hom bre, m e at o a una cuerda y t repo a la cum bre. Al llegar a un puent e rot o, o a una
viej a puert a que inesperadam ent e descubro abiert a, paso sin t em or; o al llegar a una caverna
rocosa t an oscura que no se puede ver el fondo, porque apenas hay un rayo de luz que pasa
por una rendij a en el t echo, enciendo una ant orcha y ent ro solo y sin t em or, con la esperanza
de encont rar algún t aoíst a cult o, o plant as inm ort ales, o quizá los rest os m ort ales de algún
t aoíst a que ha ido al cielo.
" Visit o t am bién los ríos y los lagos fam osos, com o el Tungt 'ing, el Yünm eng, el Chüt 'ang,
el Wuhsie, ( 60 ) el Chüch'ü, el P'engli, el Yangt sé, y el Ch'ient 'ang. Est as profundas ext ensiones
de agua son las m oradas de peces, dragones, y de espírit us del agua. Cuando est á en calm a el
aire y lisa com o un espej o el agua, sabem os que el Dragón Divino duerm e pacíficam ent e con
una perla en el pecho. Cuando las luces del agua se funden con el color del cielo baj o una clara
luna, sabem os que la Princesa del Rey Dragón y la Señora del Río salen en cort ej o lleno de
doseles, flaut as en m ano y vest idas con sus nuevas t únicas de leve gasa, pisando con zapat os
bordados las rizadas aguas. Est e cort ej o cont inúa un t iem po y luego desaparece. ¡Ah, cuan
fresco est á t odo ent onces! O un vient o furioso azot a el agua y se elevan olas gigant escas, y
sabem os que est á enfurecido el espírit u de Ch'ihyi ( 61 ) ayudado por T'ienwu ( 62 ) . Ent onces la
gran t ierra se revuelve com o un m olino y nuest ra t errena vivienda se conm ueve y rueda com o
un cedazo, y nos parece ver al Viej o Dragón Chang que se abre paso hast a el cielo llevando en
brazos a sus nueve hij os. ¡Ah, cuan m agnífico es t odo ent onces! O si nos place la gent il belleza
de m uj eres bien vest idas, no hay lugar m ej or que el Lado Occident al de Hangchow, donde los
sauces bordean las m árgenes y las flores de durazno m iran a sus im ágenes en el agua, y
ent onces sabem os que la Consort e I m perial Lihua abre su cofrecit o de t ocador por la m añana.
Cuando florecen los abroj os de agua y las flores de lot o est án frescas y alegres en una lím pida
m añana y t odo se llena de sut il fragancia, sabem os que las bellezas Yichu y Hot eh salen de su
baño. Cuando est á claro el cíelo y brilla el sol y t odo t iene un resplandecient e encant o, y sale
la gent e por la m añana a sus balcones en las t orres berm ej as, o pasean por el lago al
at ardecer en bot es con rem os pint ados, sabem os que est á la Reina Yang Kweifei de ánim o
sonrient e. Cuando penden sobre el lago la brum a y la lluvia y las m uchas colinas se envuelven

59
La luna.
60
Las gargantas del Yangtsí.
61
Un pájaro mítico.
62
El Espírit u del Mar, con ocho cabezas, ocho piernas y ocho colas.

173
La importancia de vivir Lin Yutang

de gris, para cam biar después a los colores m ás inesperados, t am bién sent im os gran deleit e,
porque sabem os que Msishih, la Reina del Reino Wu, frunce el ceño."

d) RETORN O A LA H UM AN I D AD .
Minglíaot sé cam ina despaciosam ent e, después, por los Seis puent es de Hsiling, y sube a
T'ienchu y Lingch'iao, donde, t ras visit ar a algunos sabios ancianos, sale a buscar a la Cigüeña
Salvaj e Ting en alguna caverna de piedra ent re las nubes. Adem ás, exist e Ch'aoyin ( Poo- t oo) ,
que es el hogar m onást ico de Mingliaot sé, y donde se halla sit uado el t em plo en honor de la
Diosa de la Merced. Mingliaot sé va allí a recoger flores de lot o y a m irar al gran m ar. ¡Ah, cuan
grande es est e placer!
Y así, am bulando, m ás y m ás lej os, feliz el corazón, Mingliaot sé prosigue siem pre
despacio, cubriendo una dist ancia de diez m il li a pie. Y cuando le com place lo que ve o
escucha, perm anece diez días en un lugar.
En un t em plo se sient a con las piernas cruzadas y quiet o, para dom inar los Tres Espírit us
Preciosos. Las cinco m il palabras del Taot eking: ¿no es út il y bella est a filosofía? El Cofre
Dorado de libros t aoíst as: ¿se ha perdido ya o t odavía se le ha de encont rar? El Libro de Jade
de Fusang: ¿pregunt ará a los vecinos por su paradero? Los Dos Libros de Yin fu: ¿t endrá el
secret o ant e los oj os? El Suprem o Rey guía su m ent e percept iva, y el Ant iguo Buda dirige su
sabiduría espirit ual. Y t rat ando de com prender la ley del universo cam biant e no est á solo
durant e su cont em plación.
En el t em plo de Buda est á la graciosa aparición de su cuerpo dorado, que irradia una
gloriosa aureola. Los cirios est án encendidos y el hum o del incienso llena el aire de fragancia, y
allí se sient an en orden, sobre sus coj ines de paj a, los t aoíst as o los m onj es, a beber t é y
com er frut a y hoj ear los clásicos. Al cabo de un rat o, cuando t odos est án cansados, dom inan
su respiración y ent ran en la et apa de la quiet ud. Mucho t iem po después se levant an y ven que
luce la luna det rás de las vist arias, en t ant o que el universo yace callado, en silencio. Un
acólit o hace reverencias, con la cabeza cont ra el suelo, y un m ozo sirvient e duerm e cerca de la
est ufa donde se hierve el rem edio de las hadas. En est e m om ent o, ¿cóm o puede perm anecer
en nuest ro ánim o un pensam ient o t erreno, aunque est é allí?
Cuando sale a cam po abiert o, ve m uros baj os que encierran chozas de barro t echadas de
paj a. Un vient o penet rant e sopla por la puert a y un sol t ibio brilla sobre los bosques. Las vacas
y las ovej as vuelven de la colina, y los páj aros ham brient os vuelan ruidosam ent e en los
cam pos de la llanura. Un viej o labrador con ropas harapient as y cabellos despeinados t om a el
sol j unt o a una m orera, y una anciana sost iene una vasij a de barro llena de agua y sirve una
com ida de t rigo. Cuando son t an t rist es el panoram a y el ánim o del m om ent o, sient e uno
t am bién que t odo t iene la herm osura de un cuadro. Si un t aoíst a en viaj e considerara
ordinarias t ales vist as, bien podría dej ar de viaj ar.
Al ent rar en una gran ciudad, donde se apeñuscan las m ult it udes y llena las calles la
bat ahola de carros y caballos, Mingliaot sé sigue su m archa, cant ando y observando a la gent e:
t enderos, carniceros, t roveros, adivinos, gent e ocupada en discut ir, j uglares, dom adores,
j ugadores y caballeros. Mingliaot sé m ira a t odos. Y cuando así lo quiere su espírit u ent ra en un
t ienda de vinos y pide algo de vino fuert e con pescado seco y verduras frescas, y con su am igo
bebe en una m esa. Ent rados así en calor, cant an la cancioncilla Buscando la Plant a I nm ort al, y
m iran en t orno, suprem am ent e sat isfechos de sí m ism os. Las gent es de la calle se ext rañan al
ver a est as dos alm as harapient as que se conducen con t al aire de encant o y felicidad, y
sospechan que quizá sean espírit us encarnados. Al poco rat o, desaparecen de pront o los dos.
En las grandes m ansiones, t ras alt as puert as, duques y príncipes o funcionarios de alt o
rango se han reunido en un fest ín de vino. Se sirve la com ida en plat os de j ade, y en t orno a la
m esa hay m uj eres herm osas. Una orquest a t oca en el salón y el sonido de las canciones
horada las nubes. Un viej o sirvient e con un bast ón en la m ano vigila la puert a. - Mingliaot sé
ent ra a pedir com ida. Con sus oj os brillant es, I m uy abiert os, y su aire digno, grit a a los
com ensales: " Bast a de ruido, y escuchad a un t aoíst a que cant a la canción de Got as de rocío
sobre las flores" :
Got as de roció en las flores

174
La importancia de vivir Lin Yutang

¡Oh, cuánt a alegría!


No t em áis el vient o hirient e,
Mas si el venidero día.
Hacia el est e fluye el Río,
Al oest e la Láct ea Vía.
Ved labrar el cam po donde
La Torre de Bronce yacía.
Mej or es t ener ganado
Un día con t odo lo preciado
Que un fut uro nom bre no recordado.
Mient ras podáis, ¡vivid la alegría!
Got as de rocío en las flores,
¡Oh, vedlas brillar!
En t ant o duran, de las perlas
A la luz m añanera son el par,
Mient ras graves est án los m ont es
Y el vient o noct urno parece llorar;
En álam os espect rales ved los buhos,
Sent id lo» zorros aullar.
Ved las hoj as de ot oño caer,
Y la Acequia Fragant e correr,
Y en el Palacio Ch'inien ved el m usgo crecer.
¡Oh, vivid la alegría m ient ras la podáis gozar!

Cuando Mingliaot sé ha t erm inado est a canción, uno de los invit ados parece enfurecerse y
dice:
—¿Quién es est e t aoíst a para int errum pir nuest ros placeres en m edio del fest ín? Dadle un
t rozo de t ort a de sésam o y echadle.
Mingliaot sé recibe la t ort a y se m archa. Pero ot ro invit ado llam a a quien le at iende y le
dice:
—¡Rápido! ¡Pide a ese t aoíst a que vuelva!
—Pero est ábam os paladeando el vino —dice el prim ero— y ha venido a arruinar nuest ro
placer. Por eso le hice echar con un t rozo de t ort a de sésam o. Es lo j ust o. ¿Para qué queréis
que vuelva?
—Me parece —responde el ot ro— que hay algo ext raordinario en est e t aoíst a, y quiero
pedirle que vuelva para m irarle bien.
—Pero —sost iene el prim ero—, ¡si no es m ás que un m endigo! ¿Qué hay de
ext raordinario en él? Todo lo que necesit a es un plat o de sobras.
Pero ot ro invit ado int erviene:
—No parece, por la canción que cant ó, que sea t an sólo un m endigo.
En est e m om ent o, una cant adora vest ida de gasa roj a se levant a de su asient o y dice:
—Según m i hum ilde opinión, est e t aoíst a es un espírit u caído del cielo. Tiene los oj os y la
frent e delicadam ent e form ados, y la voz es fuert e y clara. Est á disfrazado de m endigo, pero
algo en su port e revela su noble educación. La canción que cant ó es graciosa y de hondo
significado; m ás parece una canción de las hadas en el cielo que de hom bres en la t ierra.
Ningún m endigo podría hacer esa canción. Es un espírit u que anda disfrazado ent re los
m ort ales. Servios pedirle que vuelva, porque no debem os perderle.
—¿Para qué t odo eso? —vuelve a decir el prim ero—. Tal vez lo único que quiera sea una
copa de vino. Pedidle que vuelva, y ya verem os que es un t ipo vulgar.
La j oven de gasa roj a no est á convencida y afirm a:
175
La importancia de vivir Lin Yutang

—Bien: t odo lo que puedo decir es que no t enem os la suert e de encont rarnos con los
inm ort ales,
Ent onces ot ra j oven vest ida de gasa verde se levant a de su asient o y dice:
—¿Quieren hacer los caballeros una apuest a conm igo? Pedid al t aoíst a que vuelva, y si es
una persona ext raordinaria ( 63 ) ganarán la apuest a quienes dicen que es una persona
ext raordinaria, y si vem os que es un t ipo vulgar ganarán quienes dicen que es un t ipo vulgar.
¡Bien! —grit an a una los caballeros. Envían ent onces un sirvient e a que busque a
Mingliaot sé, pero ést e ha desaparecido del t odo y el sirvient e regresa con est a nueva.
—Ya sabía yo que no era t ipo com ún —dice el segundo.
—¡Ay, acabam os de perder a un inm ort al! —dice la niña de gasa roj a—. No ha hecho m ás
que cruzar la puert a y haI desaparecido del t odo.
Mingliaot sé prosigue ent onces con su caña y sale despaciosam ent e por las puert as de la
ciudad. Cruza una docena de grandes ciudades sin ent rar en una sola, hast a que llega a un
sit io donde ve la m uralla de una ciudad que se apoya en una cadena de m ont añas. Hay t orres
herm osas, alt as, y t em plos espaciosos, m agníficos, cuyos t echos se t ocan en form aciones
irregulares, y dom inan un claro est anque. Es un herm oso día de prim avera; cant an los páj aros
en árboles esplendidos, y t odas las flores est án en su plena gloria. Los hom bres y las m uj eres
de la ciudad, vest idos con ropas nuevas y subidos en luj osos carruaj es o m ont ados en sillas
bordadas, han salido de la ciudad para " seguir el paso de la prim avera" , Beben algunos a la
som bra de alt os árboles, y ot ros han t endido una est era en el césped fragant e, y ot ros han
subido a una t orre berm ej a, o rem an en bot es " gorrión verde" ; y ot ros m ás cabalgan j unt os
para visit ar las flores, o cam inan de la m ano y cant an canciones populares. Mingliaot sé se
sient e sum am ent e feliz y perm anece allí m ucho t iem po.
Al cabo, un est udioso de lim pia cara y bello color aparece cerca de él graciosam ent e, con
su larga t única. Se inclina profundam ent e ant e Mingliaot sé y dice:
—¿Tam bién salen los t aoíst as a pasear la prim avera?
Tengo unos am igos con quienes hem os t endido un fest ín baj o los cerezos, frent e a la
t orrecilla que queda al ot ro lado del río. Es alegre com pañía, y m ucho m e com placerá que se
una ust ed a nosot ros. ¿Puede venir?
Mingliaot sé sigue alegrem ent e al j oven, y cuando llega, ve a seis o siet e est udiosos com o
él, t odos guapos y j óvenes. El prim er j oven le present a a los dem ás con una sonrisa: —Am igos
m íos: est a es una fiest a de prim avera ent re nosot ros. Acabo de ver a est e caballero t aoíst a en
el cam ino, y advert í que no era vulgar, y por lo t ant o propongo que com part am os nuest ras
copas con él. ¿Qué os parece?
—¡Bien! —responden t odos.
Ent onces t odos vuelven a ocupar sus asient os en orden y Mingliaot sé se sient a al
ext rem o de la m esa. Cuando se ha servido vino suficient e y t odos se sient en m areados y
felices, la conversación se hace m ás y m ás brillant e, y los com ensales cam bian ingeniosas
ocurrencias acerca de la nobleza y de la dem ás gent e. Algunos declam an poem as para celebrar
la prim avera, ot ros ent onan la canción de recoger flores, algunos discut en la polít ica de la
cort e, y ot ros dicen del escondido encant o de bosques y colinas. Se ent abla una excit ant e
conversación en que cada uno t rat a de superar a los ot ros, en t ant o que el t aoíst a se ocupa
solam ent e en m ast icar su arroz. El prim ero de los m ozos m ira varias veces a Mingliaot sé en
m edio de est a confusa conversación y dice:
—Debem os oír algo de est e m aest ro t aoíst a, t am bién. Y Mingliaot sé responde:
—Pero, si est oy gozando las m uchas cosas bellas y sabias que t odos vosot ros habéis
est ado diciendo, y no he podido com prenderlas t odas. ¿Cóm o puedo cont ribuir en nada a
vuest ra conversación?
Al cabo de un rat o, los com ensales se levant an a cam inar por los arrozales; algunos
recogen flores y ot ros arrancan ram as de sauce que se cruzan en el cam ino. Est á el lugar lleno

63
" Per sona ex t raordinaria" es el t érm ino habit ual que se aplica a un sant o o a un t aoíst a o a un espír it u dot ado
de poderes m ágicos.

176
La importancia de vivir Lin Yutang

de bellezas, y por donde vuelva uno los oj os ve herm osas peonías y m iwa ( 64 ) . Pero
Mingliaot sé cam ina solo por un sendero y vuelve después de un largo rat o.
—¿Por qué ha ido solo? —pregunt a el caballero.
—Fuí con dos naranj as y un galón de vino a escuchar las oropéndolas —responde
Mingliaot sé.
—Es un hom bre en verdad ext raordinario, por la form a en que habla —dice uno de los
caballeros, y Mingliaot sé responde con una frase cort és relat iva a su falt a de m érit os.
Vuelven a sent arse los com ensales, y dice uno:
—No est aría bien que volviéram os a casa de una fiest a así sin escribir algunos poem as. Y
ot ro expresa su aprobación. Pront o t erm ina una persona su poem a, el prim ero, que dice:
Ebrios est án los sauces con la am bient e brum a,
Y las flores de durazno brillant es de rocío.
No t em as si vacías t u fragant e copa;

Pues hay una t aberna allende el claro río.

Ot r o t erm ina su poem a, que dice:

Com part e m i cocina de la m ont aña el aire;


Mi t orre húm eda de espum a est á.
Si no bebes hoy, en prim avera,
Pront o el vient o invernal llegará.

Cuando ot ras personas han cont ribuido con sus versos, se invit a a Mingliaot sé a que
haga lo m ism o. Se pone de pie, y después de algunas expresiones de m odest ia, ant e la
insist encia de los am igos, cant a:

Cam ino por la arenosa orilla,


Donde hay nubes doradas, agua de crist al;
Ladran sorprendidos los m ast ines de las hadas. . .
Yo ent ro y m e pierdo en m edio del peral. ( 65 )

Sorprendidos por est e poem a, los com ensales se levant an de sus asient os y hacen honda
reverencia a Mingliaot sé.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Escuchar t an celest iales palabras a un m onj e! ¡Ya sabíam os que era una
persona ext raordinaria! Y t odos se acercan a pregunt arle nom bre y apellido, pero Mingliaot sé
sonríe, sin responder. Com o insist en, Mingliaot sé dice;
—¿Para qué queréis saber m i nom bre? Soy apenas una rúst ica persona que am bula ent re
nubes y aguas, y con una sonrisa nos hem os conocido. Podéis llam arm e " El Hom bre Rúst ico de
las Nubes y las Aguas" .
Est o int riga aun m ás a los com ensales, que expresan su deseo de invit arle a que vaya a
la ciudad con ellos.
—No soy m ás que un pobre m onj e que goza un viaj e de vagabundo, y el m undo ent ero
es m i hogar —responde Mingliaot sé con una sonrisa—. Pero, com o sois t an bondadosos, os
acom pañaré.
Vuelven j unt os a la ciudad, y Mingliaot sé vive por t urno en la casa de cada uno. Durant e
los días sucesivos, se encuent ra ora en los salones de un hom bre rico, ora en un est udio

64
Una plantita que da flores.
65
la literatura china, los bosquecillos de perales son el retiro de hadas y de espíritus.
177
La importancia de vivir Lin Yutang

pequeño y escondido, ora en un fest ín lit erario y ora cont em plando danzas y oyendo
canciones, y Mingliaot sé va a t odos los lugares donde se le invit a. La gent e de la ciudad oye
hablar del Hom bre Rúst ico de las Nubes y las Aguas, y las personas de act ividad social le
llenan de invit aciones, y a t odas visit a él. Cuando le dan bebida, bebe; cuando hablan de
poesía y lit erat ura, habla de poesía y lit erat ura; cuando salen en excursión, va con los dem ás;
pero cuando le pregunt an nom bre y apellido, se lim it a a sonreír sin responder. En su discusión
de la poesía y la lit erat ura t iene frases m uy cabales sobre los escrit ores ant iguos y m odernos,
y da un análisis penet rant e de sus est ilos y form as. A veces debat e el orden polít ico de los
reyes ant iguos y hace com ent arios, al pasar, sobre cuest iones corrient es, y encant a aun m ás a
quienes le oyen, por sus agudezas.
Especialm ent e versado es en la enseñanza del t aoísm o con respect o a " nut rir el espírit u" .
A veces, cuando cont em pla danzas y cant os que lindan con lo im púdico y los dem ás placen
brom as obscenas para descubrir su act it ud sobre est as prosas, parece que Mingliaot sé gozara
de ellas, com o los sabios rom ánt icos. Pero cuando se t rat a de ext inguir los cirios y el huésped
le pide que se quede con alguna m oza, y cuando la fiest a se conviert e en un desorden, se
yergue en su asient o con aust era prest ancia y nadie puede sacar nada de él. Cuando duerm e
un poco durant e la noche pide un coj ín de paj a al huésped y se sient a en él con las piernas
cruzadas, y se lim it a a dorm it ar cuando est á cansado. Por est a razón crece a su t orno la
adm iración y la ext rañeza.
Después de m ás de un m es de perm anencia en la ciudad, se despide repent inam ent e un
día, cont ra los ruegos persist ent es de los dem ás. Sus am igos le dan dinero y ropas de regalo,
y le escriben poem as de despedida. En la fiest a final, t odos los caballeros quieren despedirle;
t rist em ent e, le t ienen de las m anos y algunos viert en lágrim as. Mingliaot sé llega a la puert a
ext erior de la ciudad y, después de reservar cien m onedas para sí, dist ribuye ent re los pobres
los regalos de los caballeros y se m archa. Cuando se ent eran sus am igos, suspiran y se
ext rañan aun m ás, pues no saben qué creer de él.
e ) filosofía D E LA FUGA.
Mingliaot sé sigue luego su sendero de m ont aña, y se encuent ra en hondas, rugosas
m ont añas. Miles de viej os árboles, cubiert os de enredaderas, t ienden su profunda som bra de
m odo que quien cam ina por debaj o no alcanza a ver el cielo. No hay t raza de habit ación
hum ana, y no se avist a siquiera un leñador o un past or. Sólo escucha Mingliaot sé los grit os de
las aves y los m onos a su alrededor, y una ráfaga de vient o infernalm ent e frío le hace t em blar.
Mingliaot sé sigue con su am igo un largo rat o, hast a que de pront o ven un anciano de frent e
m aj est uosa y rost ro delicado y verdes venas que resalt an en la esfera de los oj os. Le cae la
cabellera hast a los hom bros, y est á sent ado en una roca, rodeadas las rodillas con los brazos.
Mingliaot sé se adelant a y hace una reverencia. El anciano se pone de pie y le m ira fij am ent e
un rat o, pero no dice una palabra. Caído de rodillas, Mingliaot sé le habla:
—¿Es, Padre, una persona ext raordinaria quien ha logrado el Tao? ¿Cóm o, si no, puedo
encont rar el sonido de las pisadas en est a honda soledad de la m ont aña? Tu discípulo ha
am ado siem pre el Tao, y en la edad m adura no lo ha encont rado t odavía. Me ent rist ece la
vanidad de est a vida que arde rápidam ent e com o la chispa de un pedernal, o com o aceit e en
una sart én. ¿Quieres apiadart e de m í y dispersar m i ignorancia?
El anciano finge no oírle. Pero cuando Mingliaot sé insist e en su solicit ud, le enseña
solam ent e unas pocas palabras acerca de ser despreocupado y t ranquilo, y la idea de la
inacción, y al rat o sigue su cam ino. Mingliaot sé le sigue con la m irada m ucho rat o, hast a que le
ve desaparecer del t odo. ¿Cóm o se explica la exist encia de un anciano así en est a honda
soledad de la m ont aña?
Después, siguiendo su am bulant e m archa, da de pront o, casualm ent e, con un viej o
am igo. A veces, cuando piensa en est as gentes con quienes había form ado am ist ad sobre la
base del am or por la prosa y la poesía, o del respet o m ut uo por el caráct er de cada uno, o de
las relaciones de negocios, o de la int im idad personal y recíproca com prensión del fut uro,
em pieza a sent ir deseos de verlos nuevam ent e. Ent onces va direct am ent e a la casa de su
am igo, sin ocult ar su ident idad. El am igo hace una reverencia para saludarle, y al ver que
Mingliaot sé vist e t an ext raño ropaj e se sorprende y le hace pregunt as.
—Me he ret irado ya del m undo, y Chichen de T'ungm ing es m í m aest ro —explica
Mingliaot sé.

178
La importancia de vivir Lin Yutang

—¿Se han casado t odos t us hij os y t us hij as? —pregunt a el am igo.


—No, t odavía no. Cuando est én t odos casados, est aré libre de cuidados, com o cuando se
aclara el agua del Río Am arillo. Tsep'ing ( 66 ) se m archó y no volvió a su casa, pero yo espero
volver t odavía a las colinas de m í t ierra, a fin de vivir en arm onía con m i nat uraleza original.
El huésped le sirve ent onces com ida veget ariana, y com ienzan a hablar de los días de
veint e o t reint a años at rás, y recuerdan el pasado con una carcaj ada, y sient en que t odo ha
pasado com o un sueño. I nclina luego su cabeza el am igo y suspira, expresando su envidia por
la vida despreocupada que vive Mingliaot sé.
—¡Hom bre despreocupado eres, por ciert o —dice el am igo—. La riqueza y el poder y las
glorias de est e m undo son cosas en que se ahoga fácilm ent e la gent e. A veces veo a un
anciano lleno de canas que m archa lent am ent e, encorvado, en un cort ej o oficial, aferrado
t odavía a aquellas cosas, sin deseos de dej arlas ir. Si un día abandona su cargo, m ira a su
rededor con el ceño fruncido. Cuando pregunt a si est á pront o su carruaj e, ret rasa aún la
part ida, y al cruzar la puert a de la capit al m ira aún hacia at rás. Cuando vuelve a su finca,
desdeña ocuparse de plant ar arroz y cáñam o de fríj oles, y de m añana y de noche pide not icias
de la capit al. O sigue escribiendo cart as a sus am igos de la cort e, y est as ideas cruzan
incesant em ent e por su pecho hast a que lanza el últ im o suspiro. A veces, cuando est á
agonizando, llega una orden im perial que le llam a nuevam ent e a su cargo, y a veces el
m ensaj ero oficial llega pocas horas después de que haya cerrado los oj os. ¿No es ridículo?
¿Cóm o t e has educado que puedes em ancipart e de esas cosas a buen t iem po?
—He m irado a la vida en m is ocios —responde Mingliaot sé—. Parece que he llegado a
despert ar por haber sent ido la t ragedia de la vida. He m irado a los cielos, y m e he ext rañado
de que el sol y la luna y las est rellas y la Vía Láct ea corran hacia Ponient e, día y noche, com o
personas at areadas. Hoy pasa y ya no vuelve, y aunque llegue m añana no es ya hoy. Est e año
pasa y nunca vuelve, y aunque hay un año próxim o, ya no es est e año. Y así se alargan y
despliegan los días de la Nat uraleza, en t ant o que los días de m i vida se abrevian diariam ent e,
y fuera de las t reint a y seis m il m añanas el t iem po no m e pert enece. Los años de la Nat uraleza
se despliegan siem pre, m ient ras los años de m i vida se abrevian siem pre, y m ás allá de un
cient o no m e pert enecen. Adem ás, lo que llam am os " un cient o de años" y lo que llam am os
" t reint a y seis m il m añanas" , en la vida no son siem pre com o deseam os que sean, y ent re los
días y años casi t odos t ranscurren en m al t iem po y pesares y preocupaciones y t areas.
¿Cuánt os m om ent os hay en que el día es herm oso y la com pañía placent era, cuando la luna y
el vino son buenos y t enem os el corazón t ranquilo y feliz el espírit u, cuando hay m úsica y
canciones y vino y podem os gozar y dej ar que pasen las horas?
—El sol y la luna —cont inúa diciendo— siguen su curso, veloces com o una bala, y cuando
sus ruedas est án por caer m ás allá de los Precipicios de Occident e, los brazos del hom bre m ás
fuert e de la t ierra no pueden sost enerlas y hacer que giren hacía Levant e; ni la elocuencia de
Su Ch'in y Chang Yi puede persuadirlas de que rueden hacia Levant e; ni el ingenio y la
est rat egia de Ch'ulit sé y Yen Ying pueden cam biar su parecer y hacerlas correr hacia Levant e;
ni la sinceridad de Chingwei que se golpeó cont ra el Arcoiris y se t ransform ó en un páj aro,
t rat ando de llenar de piedrecillas el m ar de su pesar, puede conm over sus corazones y
hacerlas girar hacia Levant e. Los escrit ores de t odas las edades que han discut ido est e punt o
lo han t enido siem pre com o m ot ivo de et erno pesar.
—Y he m irado a la t ierra, donde alt as m árgenes se han aplanado en los valles, y hondos
valles se han alzado en m ont añas, y el agua de los ríos y los lagos fluye et ernam ent e noche y
día hacia Levant e, al m ar. Fang P'ing ( 67 ) ha dicho: “ Desde que t om é m is funciones, he vist o
t res veces que el m ar se m udaba en cam po de m oreras, y viceversa."
—He m irado t am bién a las cosas vivas de est e m undo: cóm o nacen y envej ecen y
enferm an y m ueren, m olidas en el m olino de yin y yang com o el aceit e en una sart én que,
calent ado por el fuego, se seca en breve rat o; o com o un cirio que alet ea al vient o y pront o se
ext ingue, secas ya sus lágrim as y caído su hollín en la m esa; o com o un bot e que se dej a a la
deriva en la m ar picada, adelant ado por olas sucesivas y flot ando no se sabe adonde. Adem ás,
los siet e deseos del hom bre siguen quem ándole y le reducen los placeres de la carne; est á a

66
Un antiguo taoísta que subió al cielo. 471
67
Un espíritu taoísta.
179
La importancia de vivir Lin Yutang

veces dem asiado decepcionado y a veces dem asiado ent usiasm ado, y por lo com ún dem asiado
preocupado. Sin m ás de un cent enar de años a su disposición, proyect a vivir m il años, y
m ient ras est á sent ado, com o aceit e al fuego, sus am biciones se ext ienden allende el universo.
¿Por qué ext rañarse, pues, de que su ser se det eriore rápidam ent e cuando llegue la ancianidad
y se gast e su energía vit al y su espírit u se alej e de su albergue?
—He vist o príncipes y duques y generales y m inist ros cuyos t echos com plicados form an
un horizont e com o el de las nubes. Cuando suena la cam pana de la com ida, se ve a m il
personas que com en j unt as, y cuando se abren sus port ales de m añana, m ult it udes de
visit ant es ent ran por ellos. Día y noche dan fiest as y sus salones est án llenos de m uj eres
pint adas. Cuando pasa de largo un m onj e, le gritan con voz de t rueno, y ni siquiera se at reve a
m irar a la casa. Pero al cabo de veint e o t reint a años el m onj e pasa ot ra vez, y ve sólo césped
silvest re y rot as t ej as cubiert as de rocío y de helada, y un sol frío brilla sobre el lugar y pasa el
gem ido del vient o, y ni un solo t echo ha quedado en pie. Lo que ot rora fue escena de
canciones y danzas y placeres es hoy cam po de past oreo para unos pocos anim ales.
¿Com prendieron acaso aquellos que reían y danzaban, cuando est aban en lo m ej or de su
prosperidad, que llegaría ese día? Y ¿por qué t ranscurrieron en un abrir y cerrar de oj os las
grandes glorias de est e m undo? ¿Fueron acaso solam ent e el Jardín de Chinku, la Torre de
T'ungt 'ai, el Palacio de P'ihsiang, y el Est anque de T'aiyí ( 68 ) los que se convirt ieron
gradualm ent e en ruinas con el pasaj e de cent enares o m illares de años? En m is días de
holganza, he salido de la ciudad y subido las colinas hast a donde veía unos m ont ículos de
t um bas. ¿Pert enecen a Yen o a Han o a Chin o a Wei? ¿Eran príncipes y duques, o eran paj es y
sirvient es ? ¿Eran héroes o eran t ont os? ¿Cóm o puedo saberlo por un m ont ón de t ierra
am arilla? Pensé que t odos ellos, cuando vivían, se aferraban a la gloria y las riquezas, puj aban
unos con ot ros en sus am biciones y pugnaban por la fam a; pensé cóm o proyect aron cosas que
j am ás pudieron lograr, y adquirieron cosas que j am ás pudieron usar. ¿Cuál de ellos no se
preocupó y forj ó proyect os y luchó? Una m añana se cerraron sus oj os para el sueño et erno, y
t ras ellos dej aron t odas sus preocupaciones.
—Me he det enido en las residencias de los funcionarios y m e he pregunt ado cuánt os han
ocupado el lugar de ot ros com o huéspedes de ellas. He m irado los archivos del personal de la
cort e y m e he pregunt ado cuánt as veces se han borrado viej os nom bres e inscrit o ot ros
nuevos. He est ado en pasos de m ont añas y en cruces de ríos, y he subido a una alt ura para
m irar a la llanura, y he vist o cont inuos cort ej os de bot es y carruaj es y m e he pregunt ado
cuánt os viaj eros han conducido. Y así suspiraba yo en silencio, y a veces m e caían las lágrim as
y los deseos de m i corazón se enfriaban com o cenizas.
—He oído decir a Yent sé —responde el am igo— que Sangch'iu era feliz porque no había
m uert e, y que el Rey Ching de Ch'i vert ía lágrim as y se afligía por causa de la m uert e, y que la
gent e sabia crit icábale por no com prender la vida. ¿No t e falt a t am bién a t í la sabiduría de
quienes com prenden la vida, cuando t e ent rist eces y viert es lágrim as porque el t iem po
t ranscurre veloz y porque la vida es inest able?
—No —asegura Mingliaot sé—. Me he ent rist ecido por la Sensación de inest abilidad de la
vida, pero he despert ado de est e sent im ient o de t rist eza. El Rey Ching de Ch'i t em ía que sa
poder y su gloria fueran t em porales y quería gozar de ellos para siem pre y agot ar la felicidad
de la vida hum ana. Yo, por el cont rario, sient o la inest abilidad de la riqueza y el poder y quiero
m ant enerlos a dist ancia, a fin de seguir el curso norm al de m i vida. Nuest ros fines son
diferent es.
—¿Has logrado ya el Tao, ent onces?
—No, no he logrado el Tao. Sólo soy uno que lo am a.
—¿Por qué vagas así, si am as el Tao?
—Oh, no. No confundas m is andanzas de vagabundo con e l Tao —responde Mingliaot sé—
. Est aba cansado de las rest ricciones de la vida oficial y las m olest ias de los asunt os
m undanos, y viaj o t an sólo para librarm e de ellas. En cuant o a concluir el " gran negocio de la
vida" ( 69 ) , t endré que esperar m i regreso y m i encierro.

68
Jardín de Shih Ts'nng, fabulosamente acaudalado; Torre de Ts'ao Ts'ao; Palacio de la Reina Feiyen, muy mimada;
Estanque del Emperador Han Wuti.
69
La muerte.
180
La importancia de vivir Lin Yutang

—¿Te sient es feliz, al am bular com o un vagabundo, con una calabaza y una sot ana,
m endigando y cant ando por el sust ent o.
—He oído decir a m i m aest ro —responde Mingliaot sé— que el art e de lograr la felicidad
consist e en t ener placeres apacibles. Cuando alguien llega a un fest ín donde se sirven corderos
y t erneras y t odas las delicadezas que vienen de la t ierra y del m ar, goza de t odo al principio,
pero cuando alcanza el punt o de la saciedad em pieza a sent ir repulsión. Mucho m ej or es una
com ida de arroz sencillo y verduras, una com ida suave y sencilla y buena para la salud, y que
t iene un sabor duradero, después que uno se acost um bra.
Tam bién goza la gent e, al principio, en las fiest as donde hay herm osas m uj eres y m ozos,
donde algunos golpean el t am bor y ot ros t ocan el sheng y suceden m uchas cosas en la sala.
Pero después de perdido el ánim o prim ero, se gana, por el cont rario, una sensación de
t rist eza. Es m ucho m ej or encender incienso y abrir un libro y sent arse a solas y en holganza
m ant eniendo la calm a en el espírit u, pues el encant o se ahonda con el t iem po. Aunque en un
t iem po de m i vida fui un funcionario, no t enía propiedades ni riquezas, fuera de unos pocos
libros. Al principio viaj é con est os libros, pero t em eroso de que causaran envidia a los espírit us
del agua los arroj é al río. Y ahora no t engo nada m ás que est e cuerpo. ¿No perdura, pues,
para m í el encant o de la vida, cuando han desaparecido m is cargas, cuando lo que m e rodea
es la calm a, cuando est á libre m i cuerpo y ocioso m i corazón? Con una sot ana y una calabaza
voy por doquiera m e plazca, m e quedo en el lugar que elij o, y t om o lo que consigo. Cuando
est oy en un lugar, no pregunt o por su dueño, y cuando m e m archo no dej o m i nom bre. No m e
sient o incóm odo cuando se m e desdeña, y no m e cont am ino cuando est oy en ruidosa
com pañía. Por lo t ant o, el propósit o de m is am bulaciones es, t am bién, aprender el Tao.
Después de oír est o, el am igo dice con una feliz sonrisa:
—Tus palabras hacen que m e sient a com o si hubiera t om ado un rem edio refrescant e. La
m olest a fiebre ha salido de m í cuerpo sin que yo lo supiera.
( Aquí sigue una discusión sobre la ident idad de las Tres Religiones y la exist encia de Dios
y de Buda y de hadas y de duendes.)
Al cabo de un rat o llega un hom bre j oven y, apunt ando un dedo a Mingliaot sé, grit a:
—¡Márchat e de aquí, m endigo! Un m onj e debe irse en cuant o recibe su com ida. Si sigues
diciendo t ont erías t e he de considerar un bruj o y t e denunciaré a los t ribunales.
El m ozo se recoge una m anga, com o si fuera a golpear a Mingliaot sé, pero ést e no hace
m ás que sonreír, sin responder. Algún, t ranseúnt e resuelve la disput a.
Mingliaot sé se alej a ent onando sus canciones. De noche se det iene en una host ería, y allí
hay una m uj er bien vest ida que at isba por la puert a. Gradualm ent e se acerca la m uj er y
com ienza ast ut am ent e a coquet earle. Mingliaot sé piensa para sus adent ros que est a m uj er
debe ser un m al espírit u, y sigue sent ado a solas.
—Soy un hada —dice la m uj er— y he venido a salvart e porque sé que has t rat ado m uy
em peñosam ent e de aprender el Tao. Adem ás, t uve una cit a cont igo en nuest ra encarnación
ant erior. No dudes de m í, por favor. Te acom pañaré a la Tierra Encant ada.
Mingliaot sé recuerda que cuando Lü Ch'engt sé aprendía el Tao en Chingshan, fue
engañado así por una t ent adora, y quedó finalm ent e esclavizado por un m al espírit u. Perdió el
oj o izquierdo, y m urió sin poder lograr el Tao. Hast a los clásicos consideran que el fracaso de
Lü Ch'engt sé se debió a su falt a de dom inio de la m ent e, y a la exist encia de deseos m alignos.
Es nat ural que, cuando los duendes y los espírit us de los zorros t ient an a alguien, dest ruyan su
vida, y por ende se les debe evit ar. Pero si hast a los sabios y los sant os pueden errar y ser
engañados de t al m odo, ha de ser porque no alcanzaron a dom inar su m ent e y conservar su
espírit u. Mingliaot sé sigue, pues, t an aust ero com o ant es, y la m uj er desaparece
repent inam ent e. ¿Quién podrá saber si era un duende o un espírit u de los zorros o una
t ent adora?
Durant e m ás de t res años sigue Mingliaot sé sus viaj es, am bulando por el m undo, casi por
el m undo ent ero. Todo lo que ve con sus oj os o escucha con sus oídos y t oca con su cuerpo, y
t odas las diferent es sit uaciones y encuent ros son em pleados por él para el fin de preparar su
m ent e. Y por eso no result a ent eram ent e sin beneficios est e viaj e de vagabundo.
Vuelve ent onces y se const ruye una choza en las colinas de Szem ing, y no la abandona
ya.

181
La importancia de vivir Lin Yutang

CAPI TULO XI I
EL GOCE D E LA CULTURA
I . BUEN GUSTO EN EL CON OCI M I EN TO
La m et a de la educación, la cult ura, es sim plem ent e el desarrollo del buen gust o en el
conocim ient o y las buenas form as en la conduct a. El hom bre cult o o el hom bre educado ideal
no es necesariam ent e un hom bre que ha leído o aprendido m ucho, sino aquel a quien gust an y
disgust an las cosas que le deben gust ar y disgust ar. Saber qué se debe am ar y qué se debe
odiar es t ener buen gust o en el conocim ient o. Nada exaspera t ant o com o conocer en una
reunión a una persona cuya m ent e est á at est ada de fechas y dat os hist óricos y que se halla
m uy ent erada de las cuest iones corrient es en Rusia o Checoeslovaquia, pero cuya act it ud o
punt o de vist a e s erróneo. He conocido personas así, y he vist o que no había t em a que
pudiera surgir en el curso de la conversación sobre el cual no t uvieran algunos hechos o cifras
que present ar, pero cuyos punt os de vist a eran deplorables. Est as personas t ienen erudición,
pero no discernim ient o, y t am poco gust o. La erudición es sim plem ent e cuest ión de at est ar
hechos o inform ación, en t ant o que el gust o o el discernim ient o es cuest ión de j uicio art íst ico.
Al hablar de un sabio, los chinos dist inguen ent re la erudición, la conduct a, y el gust o o
discernim ient o. ( 70 )
Así ocurre, part icularm ent e, con respect o a los hist oriadores; un libro de hist oria puede
est ar escrit o con la m ás det allada erudición, pero carecer de visión o discernim ient o, y en su
j uicio o int erpret ación de personas y hechos de la hist oria el aut or puede dem ost rar falt a de
originalidad o de profundidad de com prensión. Solem os decir que un aut or así no t iene gust o
en el conocim ient o. Est ar bien inform ado, o acum ular hechos y det alles, es la cosa m ás fácil.
En un período hist órico dado hay m uchos hechos que pueden ser m et idos fácilm ent e en la
m ent e, pero el discernim ient o en la selección de los hechos significat ivos es una cosa
sum am ent e m ás difícil, y depende del punt o de vist a de cada uno.
Un hom bre educado, pues, es el que t iene los am ores y los odios j ust os. Est o es lo que
llam am os gust o, y con el gust o viene el encant o. Tener gust o o discernim ient o requiere
capacidad para pensar las cosas hast a el fondo, independencia de j uicio y resist encia a ser
engañado por cualquier form a de em beleco: social, polít ico, lit erario, art íst ico o académ ico. No
hay duda que en nuest ra vida adult a est am os rodeados por una cant idad de em belecos o
farsas: de fam a, de riqueza, pat riót icos, polít icos; hay poet as de farsa, polít icos de farsa,
dict adores de farsa y psicólogos de farsa. Cuando un psicoanalist a nos dice que la realización
de las funciones int est inales durant e la infancia t iene una relación definida con las am biciones
y la agresividad y el sent ido del deber en la edad m adura, o que la const ipación produce, a la
larga, t acañería de caráct er, t odo lo que puede hacer un hom bre de gust o es sent irse
divert ido. Cuando un hom bre se equivoca, bien, se equivoca, y no hay necesidad de que nadie
se im presione o quede pasm ado por un gran nom bre o por el núm ero de libros ha leído él y
nosot ros no conocem os.
El gust o, pues, est á ínt im am ent e asociado con la valent ía, los chinos siem pre asocian
shih con t an, y la valent ía o independencia de j uicio, com o sabem os, es virt ud m uy rara la
hum anidad. Vem os est a valent ía o independencia int elect ual durant e la infancia de t odos los
pensadores y escrit ores que después han llegado a algo. Est as personas se niegan a que les
gust e un poet a det erm inado aunque sea la grande sensación de su época; pero cuando en
realidad les gust a un poet a, pueden decir que les gust a, y est o es debido a su j uicio ínt im o.
Est o es lo que llam am os gust o en lit erat ura. Tam bién se niegan a prest ar su aprobación a la
escuela corrient e de pint ura, si choca con sus inst int os art íst icos. Est o es gust o en el art e.
Tam bién se niegan a quedar im presionados por una filosofía de m oda o una t eoría recient e,
aunque las respalde el m ás grande de los nom bres del m om ent o. No se dej an convencer por
ningún aut or hast a que se convencen en lo ínt im o; si el aut or les convence, t iene razón el

70
Hsiieh (erudición) ; hsing (conducta) ; shih o shihchien (discernimiento o verdadera visión). El shih, o capacidad de visión en
la historia o los hechos contemporáneos, puede ser más alto en una persona que en otra. Esto es lo que llamamos "poder de
interpretación", o visión interpretativa.
182
La importancia de vivir Lin Yutang

aut or, pero si no les puede convencer, son ellos quienes t ienen razón y no el aut or. Est o es
gust o en el conocim ient o. No hay duda de que est a valent ía int elect ual o independencia de
j uicio requiere ciert a confianza infant il, t rivial, en sí m ism o, pero ese yo es lo único a que se
puede a aferrar uno, y en cuant o un est udiant e renuncia a su derecho al j uicio personal ya
est á dest inado a acept ar t odos los em belecos de la vida.
Confucio parece haber pensado que la erudición sin pensam ient o era m ás peligrosa que
los pensam ient os sin el apoyo de la erudición; fue él quien dij o: " Pensar sin aprender nos hace
caprichosos, y aprender sin pensar es un desast re." Debe haber vist o buen núm ero de
est udiant es del últ im o t ipo en sus días para pronunciar est a advert encia, una advert encia m uy
necesaria en las escuelas m odernas. Es bien sabido que la educación m oderna y los m odernos
sist em as escolares, en general, t ienden a alent ar la erudición a expensas del discernim ient o, y
consideran el acaparam ient o de inform ación com o un fin en sí m ism o, com o si una gran sum a
de erudición pudiera form ar a un hom bre educado. Pero ¿por qué se desalient a, en la escuela,
a quien quiere pensar? ¿Por qué ha t orcido y falseado el sist em a educacional la placent era
búsqueda de conocim ient os para convert irla en un m ecánico, m edido, uniform e y pasivo
am ont onam ient o de inform aciones? ¿Por qué concedem os m ás im port ancia al conocim ient o
que al pensam ient o? ¿Cóm o dam os en decir que un universit ario es un hom bre educado, sólo
porque ha cum plido las unidades u horas de est udio necesarias en psicología, hist oria
m edieval, lógica y " religión" ? ¿Por qué hay clasificaciones y diplom as en las escuelas, y cóm o
ha podido suceder que en el ánim o del est udiant e las clasificaciones y los diplom as lleguen a
ocupar el lugar de la verdadera m et a de la educación?
La razón es sencilla. Tenem os est e sist em a porque educam os a la gent e en m asas, com o
en una fábrica, y t odo lo que ocurre dent ro de una fábrica debe suceder según un sist em a
m uert o y m ecánico. A fin de prot eger su fam a y " st andardizar" sus product os, la escuela debe
darles diplom as com o cert ificados. Con los diplom as nace la necesidad de pasar de curso, y
con est o vienen las clasificaciones, y a fin de que haya clasificaciones debe haber lecciones,
exám enes y pruebas. Todo est o form a una secuencia ent eram ent e lógica y no hay form a de
escapar de ella. Pero las consecuencias de los exám enes m ecánicos son m ás fat ales de lo que
im aginam os. Porque inm ediat am ent e se acent úa la necesidad de m em orizar los hechos, m ás
que el desarrollo del gust o o del j uicio. Yo he sido m aest ro y sé que es m ás fácil hacer un
conj unt o de pregunt as sobre fechas hist óricas que sobre vagas opiniones acerca de vagas
cuest iones. Tam bién es m ás fácil clasificar así a los alum nos.
El peligro est á en que después de inst it uir est e sist em a es fácil que olvidem os que ya nos
hem os desviado, o que quizá desviem os, del verdadero ideal de la educación que, com o digo,
es el desarrollo del buen gust o en el conocim ient o. Es út il recordar t odavía que Confucio dij o:
" La erudición que consist e en la m em orización de hechos no califica a nadie para ser m aest ro" .
No hay t em as obligat orios, no hay libros, ni los de Shakespeare, que uno deba leer. La escuela
parece proceder según la est úpida idea de que podem os delim it ar un volum en m ínim o de la
enseñanza de hist oria y geografía que se puede considerar absolut am ent e indispensable para
el hom bre educado. Yo soy bast ant e educado, aunque m e confundo ant es de decir cuál es la
capit al de España y en una época pensé que Habana era el nom bre de una isla cont igua a
Cuba. El peligro de prescribir un curso de est udios obligat orios es que im plica que un hom bre
que ha seguido el curso prescrit o sabe ipso fact o t odo lo que debe saber un hom bre educado.
Es absolut am ent e lógico, pues, que un universit ario recibido cese de aprender o de leer libros
después de dej ar sus est udios, porque ya ha aprendido t odo lo que t iene que saber. ( 71 )
Debem os abandonar la idea de que los conocim ient os de un hom bre pueden ser
probados o m edidos en una form a cualquiera. Tschuangt sé ha dicho m uy bien: " ¡Ay, m i vida
est á lim it ada, y el conocim ient o no t iene lím it es! " La busca de conocim ient o es, después de
t odo, solam ent e com o la exploración de un nuevo cont inent e, o " una avent ura del alm a" , com o
dice Anat ole France, y ha de ser un placer en lugar de convert irse en t ort ura si se m ant iene el
espírit u de exploración con ánim o desaprensivo, int errogat ivo, curioso y avent urero. En lugar
del am ont onam ient o m edido, uniform e y pasivo de inform ación, t enem os que m ant ener est e
ideal de un placer individual posit ivo y crecient e. Una vez abolidos los diplom as y las
clasificaciones, o considerados solam ent e en lo que valen, la busca del conocim ient o se- hace

71
Se refiere el autor a las universidades de los Estados Unidos, de régimen muy diferente al que impera en los institutos
similares de los países latinos. (N. DEL T.)
183
La importancia de vivir Lin Yutang

posit iva, porque el est udiant e se ve forzado al m enos a pregunt arse por qué est udia. AI
present e, ya se ha respondido a la pregunt a en su nom bre, porque el est udiant e no duda de
que est udia en la escuela prim aria para pasar a la secundaria y en la secundaria para pasar a
la universit aria. Todas est as consideraciones aj enas a uno deben ser dej adas de lado, porque
la adquisición de conocim ient os no es cuest ión de nadie m ás que de uno m ism o. Al present e,
t odos los est udiant es est udian por el t ít ulo, y m uchos de los buenos est udiant es est udian por
sus padres o sus m aest ros o sus fut uras esposas, para no parecer desagradecidos a sus padres
que gast an t ant o dinero para educarlos, o porque quieren parecer sim pát icos a un profesor
que es bueno y sim pát ico con ellos, o para poder salir de la escuela a ganar un sueldo elevado
con que alim ent ar a la fut ura fam ilia. Sugiero que t odas est as ideas son inm orales. La
búsqueda del conocim ient o no debe ser cuest ión de nadie m ás que de uno m ism o, y sólo
ent onces podrá ser un placer, y podrá ser posit iva, la educación hum ana.
I I . EL ARTE COM O JUEGO Y PERSON ALI D AD
El art e es, a la vez, creación y recreo. De las dos ideas, creo que la m ás im port ant e es la
del art e com o recreo, o com o puro j uego del espírit u hum ano. Por m ucho que aprecie, com o
aprecio, t odas las form as de la labor creadora inm ort al, sea en pint ura, arquit ect ura o
lit erat ura, creo que el espírit u del verdadero art e puede hacerse m ás general y penet rar en la
sociedad sólo cuando m ucha gent e goce del art e com o pasat iem po, sin esperanzas de lograr la
inm ort alidad. Es m ás .im port ant e que t odos los est udiant es de un colegio j ueguen a l fút bol o
al t enis con regular habilidad, y no que el colegio produzca unos cuant os cam peones de
at let ism o o de fút bol para los t orneos nacionales; t am bién es m ás im port ant e que t odos los
niños y t odos los m ayores puedan crear algo propio com o pasat iem po, y no que la nación
produzca un Rodin. Yo prefiero que t odos los niños aprendan en la escuela a m odelar arcilla, y
t odos los president e de banco y perit os económ icos dibuj en sus t arj et as de Navidad, por
ridículos que sean sus int ent os, y no que haya unos pocos art ist as que t rabaj en en el art e
com o en una profesión. Es decir, est oy por el am at eurism o en t odos los t errenos. Me gust an
los filósofos aficionados, los poet as aficionados, los fot ógrafos aficionados, los m agos
aficionados, los bot ánicos aficionados y los aviadores aficionados. Tant o placer m e causa
escuchar a un am igo que t oca ni bien ni m al una sonat ina de noche, com o escuchar a un
concert ist a profesional de prim era clase. Y a t odos encant an los m agos aficionados, los am igos
que nos diviert en en casa, m ás que los m agos profesionales en un escenario, y t odo padre
goza m ás con el t eat ro de aficionados que hacen sus hij os que con una pieza shakesperiana en
las t ablas. Sabem os que eso es espont áneo, y sólo en lo espont áneo reside el verdadero
espírit u del art e. Por eso considero t an im port ant e que la pint ura china sea esencialm ent e el
product o de los pasat iem pos de los sabios y no de art ist as profesionales. Solam ent e cuando se
m ant iene el espírit u de j uego puede el art e escapar de la com ercialización.
Cosa caract eríst ica del j uego es que uno j uega sin razón, y que no debe haber razón para
j ugar. Jugar es razón suficient e. Est e crit erio est á confirm ado en la hist oria de la evolución. La
herm osura es algo que no se puede explicar con la lucha por la exist encia, y hay form as de
herm osura que son dest ruct ivas hast a para el anim al, com o los cuernos excesivos del ciervo.
Darwin advirt ió que no podía explicar las herm osuras de la vida anim al y veget al con la
selección nat ural, y t uvo que int roducir el gran principio secundario de la selección sexual. No
alcanzam os a com prender el art e y la esencia del art e si no lo reconocem os sim plem ent e com o
un exceso de energía física y m ent al, libre y sin t rabas y que exist e porque sí. Est o es la t an
censurada fórm ula de " art e por el art e m ism o" . Considero que es ést a una cuest ión sobre la
cual no t ienen derecho a decir nada los polít icos; creo que es solam ent e un hecho
incont rovert ible con respect o al origen psicológico de t oda la creación art íst ica. Hit ler ha
denunciado com o inm orales m uchas form as del art e m oderno, pero yo considero que los m ás
inm orales ent re t odos los art ist as son aquellos que pint an ret rat os de Hit ler, para exhibirlos en
el Museo con el fin de agradar al poderoso gobernant e. Eso no e s art e sino prost it ución. Si el
art e com ercial last im a a m enudo el espírit u de creación art íst ica, el art e polít ico ha de m at arlo
a buen seguro. Porque la libert ad es el alm a m ism a del art e. Los dict adores m odernos int ent an
lo im posible cuando t rat an de producir un art e polít ico. No parecen com prender que no se
puede producir el art e por la fuerza de la bayonet a, t al com o no se puede com prar verdadero
am or a una prost it ut a.
A fin de com prender la esencia del art e, hem os de ret roceder a las bases físicas del art e
com o un exceso de energía. Est o es lo que se conoce com o im pulso art íst ico o creador. El

184
La importancia de vivir Lin Yutang

em pleo del t érm ino " inspiración" dem uest ra que el m ism o art ist a apenas sabe de dónde viene
el im pulso. Es sim plem ent e una cuest ión de incit ación ínt im a, com o el im pulso que sient e el
hom bre de ciencia para descubrir la verdad, o el im pulso del explorador por descubrir una
nueva isla. No hay form a de explicarlo. Em pezam os a ver hoy, con la ayuda del conocim ient o
biológico, que t oda la organización de nuest ra vida m ent al se regula por el aum ent o o
dism inución y dist ribución de las horm onas en la sangre, que act úan sobre los diversos
órganos y el sist em a nervioso que m anej a a esos órganos. Hast a el furor o el t em or se
reducen a una cuest ión de abast ecim ient o de adrenalina. Me parece que el genio m ism o es
solam ent e un sobreabast ecim ient o de secreciones glandulares. Un oscuro novelist a chino, sin
el m oderno conocim ient o de las horm onas, adivinó correct am ent e el origen de t oda la
act ividad al decir que se debe a " lom brices" en nuest ro cuerpo. El adult erio es cuest ión de
lom brices que nos m uerden los int est inos e im pelen al hom bre a sat isfacer sus deseos. La
am bición y la agresividad y el am or por la fam a o el poder se deben t am bién a ciert as
lom brices que no dej an descansar al hom bre hast a que ha realizado el obj et o de su am bición.
Escribir una novela, digam os, es t am bién el result ado de una especie de lom brices que im pelen
e incit an al aut or a crear, sin ninguna razón explicable. Ent re las horm onas y las lom brices,
prefiero caer en las últ im as. El t érm ino es m ás vivido.
Con una superexist encia, o t am bién una exist encia norm al de lom brices, el hom bre est á
dest inado a crear una u ot ra cosa, porque no puede rem ediarlo. Cuando un niño t iene
superexist encia de energía, su form a norm al de cam inar se t ransform a en una serie de salt os o
en una carrera. Cuando e l hom bre t iene una superexist encia de energía, su form a de cam inar
se t ransform a en baile. Así, pues, el baile no es nada m ás que una form a ineficient e de
cam inar, ineficient e en el sent ido de que se pierde energía desde el punt o de vist a ut ilit ario, no
desde el est ét ico. En lugar de ir direct am ent e a un punt o, que es el cam ino m ás rápido, un
bailarín valsa y llega dando un círculo. En verdad, nadie t rat a de ser pat riót ico cuando est á
bailando, y ordenar a un hom bre que baile según el ideario capit alist a o fascist a o prolet ario es
dest ruir el espírit u de j uego y la gloriosa ineficiencia del baile. Si un com unist a t rat a de lograr
un obj et ivo polít ico, o de ser un leal cam arada, debe cam inar y nada m ás, no bailar. Los
com unist as parecen conocer lo sacrosant o del t rabaj o, y no lo sacrosant o del j uego. ¡Cóm o si
el hom bre en la civilización no t rabaj ara ya en dem asía, com parado con t odas las dem ás
especies y variedades del reino anim al, y ese m onst ruo, el Est ado, t uviera que invadir t am bién
con sus reclam os la poca holganza que el hom bre t iene, su escaso t iem po para el j uego y el
art e!
Est a com prensión del verdadero caráct er del art e, en t ant o es sim ple j uego, debe
ayudarnos a aclarar el problem a de la relación ent re el art e y la m oral. La belleza es solam ent e
buena form a, y hay buena form a en la conduct a así com o en la buena pint ura o en un puent e
herm oso. El art e es m ucho m ás am plio que la pint ura y la m úsica y el baile, porque en t odo
hay buena form a. Hay buena form a en un at let a que gana una carrera; hay buena form a en un
hom bre que lleva una herm osa vida de la niñez a la j uvent ud, a la m adurez y a la ancianidad,
cada edad adecuada al m om ent o; hay buena form a en una cam paña presidencial bien dirigida,
bien encauzada y que llega gradualm ent e a un final de vict oria, y hay buena form a t am bién en
reír y en escupir, com o lo pract icaban t an cuidadosam ent e los viej os m andarines en China.
Cada act ividad hum ana t iene una form a y una expresión, y t odas las form as de expresión
yacen dent ro de la definición del art e. Es im posible, pues, relegar el art e de la expresión a los
escasos t errenos de la m úsica y la danza y la pint ura.
Por lo t ant o, con est a int erpret ación m ás am plia del art e, la buena form a en la conduct a
y la buena personalidad en el art e est án ínt im am ent e relacionadas y son de igual m odo
im port ant es. Puede haber un luj o en nuest ros m ovim ient os corporales, com o en el m ovim ient o
de un poem a sinfónico. Dada esa superexist encia de energía, hay fluidez y gracia y respet o de
las form as en t odo lo que hacem os. La fluidez y la gracia provienen de un sent im ient o de
com pet encia física, un sent im ient o de capacidad para hacer m ás que bien una cosa: para
hacerla bellam ent e. En los t errenos m ás abst ract os, vem os est a belleza en t odo el que cum ple
una buena t area. El im pulso de hacer una bella t area o una t area lim pia, es esencialm ent e un
im pulso est ét ico. Hast a un buen asesinat o, una conspiración bien cum plida, es cosa bella de
ver, por condenable que sea el act o. En los det alles m ás concret os de nuest ra vida t am bién
hay, o puede haber, fluidez y gracia y com pet encia. Todas las cosas que llam am os " las
am enidades de la vida" pert enecen a est a cat egoría. Hacer bien y apropiadam ent e un piropo
es hacer bello piropo, y, en cam bio, pronunciar un piropo con m al gust o es grosero.
185
La importancia de vivir Lin Yutang

Est e desarrollo de las am enidades del discurso y de la vida y de los hábit os personales
llegó a un punt o m uy elevado a fines de la Dinast ía Chin ( siglos I I I y I V de nuest ra era) en
China. Fue ésa la época en que est aban de m oda las " conversaciones en holganza" . Las
m uj eres vest ían con sum o cuidado, y m uchos hom bres eran fam osos por su elegancia. Hubo
una m oda de t ener "barbas herm osas" , y los hom bres aprendieron a andar vest idos con
t únicas sum am ent e suelt as. Est aban diseñadas de t al m odo est as ropas que no había en el
cuerpo ningún sit io inalcanzable en caso de que uno quisiera rascarse una picazón. Todo se
hacía graciosam ent e. El chu, un m anoj o de crines de cola de caballo at adas en t orno a un
m ango para espant ar los m osquit os y las m oscas, llegó a ser un im port ant e accesorio de la
conversación, y aun hoy las conversaciones sin prisa, holgazanas, se llam an, en obras
lit erarias, chut 'an o sea " conversaciones chu" . " Debía, uno t ener el chu en la m ano y agit arlo
graciosam ent e en el aire durant e la conversación. El abanico pasó a ser t am bién un bello
adm inículo en las conversaciones: los conversadores lo abrían y cerraban, t al com o en
Occident e los ancianos suelen quit arse los ant eoj os y volver a colocarlos durant e un discurso, y
era cosa digna de verse. En punt o a ut ilidad, el chu o el abanico era poco m ás út il que el
m onóculo de un inglés, pero form aba part e del est ilo de conversación, com o un bast ón es
part e de un est ilo de cam inar. Ent re las m ás bellas am enidades de la vida que he observado en
Occident e se cuent an el choque de los t acos de un caballero prusiano cuando se inclina ant e
una dam a en un salón, y la reverencia de las j óvenes alem anas, con una pierna cruzada det rás
de la ot ra. Considero que am bos son gest os suprem am ent e bellos, y es lást im a que est a
cost um bre haya pasado de m oda.
Muchas son las am enidades que se pract ican en China. Se cult ivan cuidadosam ent e los
gest os de los dedos, m anos y brazos. El m ét odo del saludo ent re los m anchúes, llam ado
t ach'ien, es t am bién m uy bello. Una persona ent ra en una habit ación y, con un brazo caído a
un lado, dobla una de las piernas y hace una graciosa reverencia. En caso de haber varias
personas sent adas en la habit ación, hace un gracioso giro sobre el ej e de su pierna rect a,
m ient ras se encuent ra en aquella post ura, de m anera que saluda a t odos los present es.
Tam bién es digno de cont em plar el cult o j ugador de aj edrez que coloca las piezas en el
t ablero. Cuidadosam ent e balanceada en el índice una de las piedrit as blancas o negras que son
las piezas del aj edrez chino, la em puj a suavem ent e desde at rás con un m ovim ient o hacia
afuera del pulgar y un m ovim ient o hacia adent ro del índice, y la hace descender graciosam ent e
en el t ablero. Los cult os m andarines de ant año hacían gest os sum am ent e herm osos cuando se
enoj aban. Usaban t únicas con las m angas recogidas en los ext rem os, m ost rando e l forro de
seda, las m angas llam adas " m angas de cascos de caballo" , y cuando est aban m uy disgust ados
blandían el brazo derecho o los dos brazos hacia abaj o y, con un sonoro t irón, echaban hacia
abaj o los " cascos de caballo" doblados, y salían graciosam ent e de la habit ación. Est o se llam a
fohsiu o sea " lim piarse las m angas y salir" .
Tam bién es herm oso oír el discurso de un funcionario cult o ent re los m andarines. Sus
palabras surgen con bella cadencia, y los t onos m usicales del acent o de Pekín t ienen un
gracioso alt ibaj o m usical. Las sílabas se pronuncian con gracia y lent am ent e, y en el caso de
los verdaderos erudit os, el lenguaj e est á recam ado de j oyas del est ilo lit erario chino. Y
t am bién debe verse cóm o ríe o escupe un m andarín. Es delicioso, en verdad. El act o de escupir
se hace generalm ent e en t res com pases m usicales; los dos prim eros son los sonidos de aspirar
y de despej ar la gargant a com o preparación del com pás final de escupir, que se ej ecut a con
rápida fuerza: st accat o después de legat o. No m e im port an en realidad los gérm enes que así
pueblan el aire, si el act o de escupir se realiza est ét icam ent e, porque he sobrevivido a esos
gérm enes sin efect os apreciables sobre m i salud. La risa de un m andarín es t am bién un
proceso regulado y art íst icam ent e rít m ico, con un dej o de art ificial y est ilizado, y rem at ado por
un volum en cada vez m ás generoso, placent eram ent e suavizado por una blanca barba, cuando
la hay.
Est a risa es un art e cuidadosam ent e cult ivado en el act or, com o part e de su t écnica
t eat ral, y quienes van al t eat ro se encant an y aplauden cuando aprecian una risa
perfect am ent e ej ecut ada. Claro est á que se t rat a de algo m uy difícil, porque hay m uchas
clases de risas: la risa de la felicidad, la risa de ver que alguien cae en nuest ra t ram pa, la risa
de desdén o desprecio y, la m ás difícil de t odas, la risa de la desesperanza, del hom bre que es
sorprendido y vencido por la fuerza de circunst ancias abrum adoras. Los espect adores chinos
vigilan est as cosas y los gest os de las m anos y los pasos del act or, llam ados t 'aipu o " pasos de
escenario" los últ im os. Cada m ovim ient o del brazo, cada inclinación de la cabeza, cada giro del
186
La importancia de vivir Lin Yutang

cuello, cada inclinación de la espalda, cada m ovim ient o ondulant e de la flot ant e m anga y,
nat uralm ent e, cada paso del pie, es un gest o cuidadosam ent e pract icado. Los chinos clasifican
la acción t eat ral en las clases de cant o y acción, y hay siem pre piezas en que se acent úa el
cant o, y ot ros dram as en que se acent úa la acción de los personaj es. " Acción" quiere decir en
est e caso los m ovim ient os del cuerpo, las m anos y el rost ro, t ant o com o la acción m ás general
de las em ociones y las expresiones. Los act ores chinos t ienen que aprender a sacudir la cabeza
para m anifest ar desaprobación, a levant ar las cej as para dem ost rar sospecha, y a m esarse
suavem ent e la barba para expresar paz y sat isfacción,
Ahora ya est am os pront os para discut ir el problem a de la m oral y el art e. La absolut a
confusión del art e y la propaganda en los países fascist as y com unist as, y su ingenua
acept ación por t ant os int elect uales en una dem ocracia, hacen necesario que t oda persona
int eligent e llegue a una clara com prensión del problem a. Los com unist as y los fascist as hacen
una part ida en falso, ya al com ienzo, al pasar por alt o el papel del individuo, t ant o com o
personalidad creadora com o en su papel de obj et o de la creación, ya al colocar en su lugar los
reclam os superiores del Est ado o de la clase social. Si bien la lit erat ura y el art e deben
const ruirse sobre em ocione» personales, individuales, los com unist as y los fascist as acent úan
solam ent e las em ociones de grupos o de clases, sin post ular la realidad de las em ociones en
los diversos individuos. Expulsada así del t ribunal la personalidad individual, no se puede
em pezar siquiera a discut ir con cordura el problem a del art e y la m oral.
El art e t iene una relación con la m oral solam ent e en t ant o la calidad peculiar de una obra
de art e es una expresión de la personalidad del art ist a. Un art ist a de gran personalidad
produce gran art e, un art ist a de personalidad t rivial produce art e t rivial, un art ist a sent im ent al
produce art e sent im ent al, un art ist a volupt uoso produce art e volupt uoso, un art ist a t ierno
produce art e t ierno, y un art ist a lleno de delicadeza produce art e delicado. Ahí t enem os, en
dos palabras, la relación del art e y la m oral. La m oral, al fin y al cabo, no es cosa que se pueda
sobreim poner desde fuera, según los cam biant es caprichos de un dict ador o el cam biant e
código ét ico del Jefe del Depart am ent o de Propaganda. Debe crecer desde dent ro com o
expresión nat ural del alm a del art ist a. Y no es cuest ión de elección, sino un hecho ineludible. El
art ist a de m ezquino corazón no puede producir una gran pint ura, y el art ist a de gran corazón
no puede producir una pint ura m ezquina, aunque est uviera en j uego su vida.
La noción china del p´ in en el art e es sum am ent e int eresant e: a veces se habla de ella
com o j enp'in ( " personalidad del hom bre" ) o p'inkeh ( " personalidad del caráct er" ) . Hay t am bién
una idea de gradación, por cuant o hablam os de poet as del " prim er p´ in" , o " segundo p'in" , y
t am bién decim os que hacem os " p'in del t é" cuando probam os buen t é. Hay, adem ás, t oda una
cat egoría de expresiones en relación con la personalidad de las personas según se m uest ra en
una acción part icular. En prim er lugar, un m al j ugador, o un j ugador que dem uest ra m al
t alent o o m al gust o, t iene un m al t up'in o una m ala " personalidad de j uego" , según la
expresión china. Se dice que el bebedor que suele com port arse vergonzosam ent e después de
haber bebido m ucho, t iene un m al chiup'in, o una m ala " personalidad de vino" . Se dice de un
j ugador de aj edrez que t iene buen o m al ch'ip'in, o sea " personalidad de aj edrez" . El prim er
libro chino de crít ica poét ica se llam a Shihp'in ( Personalidades de la poesía) ( 72 ) , con una
gradación de los diferent es poet as y, nat uralm ent e, hay libros de crít ica de art e que se llam an
huap'in o " personalidades de la pint ura" .
Vinculada con esa idea del p'in, por lo t ant o, est á la creencia, generalm ent e acept ada, de
que la obra del art ist a se halla det erm inada est rict am ent e por su personalidad. Est a
" personalidad" es a la vez m oral y art íst ica. Tiende a acent uar la noción de la com prensión
hum ana, de la alt ura de ánim o, del desapego de la vida, de la ausencia de pequenez o
t rivialidad o vulgaridad. En est e aspect o es sim ilar a la voz occident al de " m anera" o " est ilo" ,
en el sent ido del m odo de proceder del art ist a. Un art ist a díscolo o inconvencional dem ost rará
est ilo díscolo o inconvencional, y una persona de encant o dem ost rará, nat uralm ent e, encant o y
delicadeza en su est ilo, y un gran art ist a de buen gust o no se allanará a los " am aneram ient os" .
En est e sent ido, la personalidad es el alm a m ism a del art e. Los chinos han acept ado siem pre
im plícit am ent e la creencia de que no puede ser grande un pint or a m enos que sea grande su
personalidad m oral y est ét ica; y al j uzgar la caligrafía y la pint ura, el pat rón m ás alt o no es el

72
Por Chung Yung, que viv ió aproxim adam ent e en el año 500.

187
La importancia de vivir Lin Yutang

de si el art ist a dem uest ra buena t écnica, sino el de'si t iene o no alt a personalidad. Una obra
que dem uest re t écnica perfect a puede señalar de t odos m odos una " baj a" personalidad, y
ent onces, com o diríam os en est e idiom a, esa obra carece de " caráct er" .
Hem os llegado así al problem a cent ral de t odo art e. El gran general y prim er m inist ro
chino Tseng Kuofán, dij o en una de las cart as a su fam ilia que los únicos dos principios vivos
del art e en la caligrafía son la form a y la expresión, y que uno de los m ás grandes calígrafos
de su t iem po, Ho Shaochi, aprobaba est a fórm ula y apreciaba su visión. Com o t odo art e es
concret o, hay siem pre un problem a m ecánico, el problem a de la t écnica, que t iene que ser
dom inado, pero com o el art e es t am bién espírit u, el elem ent o vit al en t odas las form as de
creación es la expresión personal. La individualidad del art ist a, cont ra su m era t écnica, es lo
único significat ivo en una obra de art e. En la lit erat ura, lo único im port ant e en un libro es el
est ilo y los sent im ient os personales del aut or, expuest os en su j uicio y en lo que le place y le
disgust a. Hay un const ant e peligro de que est a personalidad o expresión personal se sum erj a
en la t écnica, y la dificult ad m ayor para t odos los principiant es, sea en la lit erat ura o la pint ura
o el t eat ro, es la de ser personal. La razón, claro est á, es que el principiant e est á asust ado por
la form a o la t écnica. Pero no puede ser buena ninguna form a sin est e elem ent o personal.
Toda buena form a t iene un m ovim ient o libre, y est o es lo que result a bello, sea el m ovim ient o
del palo de un cam peón de golf, o el de un hom bre que sube velozm ent e al t riunfo, o el de un
j ugador de fút bol que corre con la pelot a por la cancha. Debe haber un fluj o de expresión, y
ese poder de expresión no debe ser t rabado por la t écnica, sino que ha de poder m overse libre
y felizm ent e en ella. Hay ese libre m ovim ient o —cosa t an bella de ver— en un t ren que da
vuelt a una curva, o en un yat e que navega a plena velocidad con las velas izadas. Exist e ese
m ovim ient o en el vuelo de una golondrina, o de un halcón que baj a hacia su presa, o en un
caballo de carrera que llega a la m et a " en buena form a" , según se suele decir.
Exigim os que t odo art e t enga caráct er, y el caráct er no es nada m ás que lo sugerido o
revelado por la obra de art e con respect o a la personalidad o el alm a o el corazón o, com o
dicen los chinos, el " pecho" del art ist a. Sin ese caráct er o personalidad, una obra de art e est á
m uert a, es m uert a, y ninguna sum a de virt uosism o o m era perfección de t écnica puede
salvarla de la carencia de vida o vit alidad. Sin esa cosa t an individual que se llam a
personalidad, la belleza m ism a se conviert e en banal. Lo vem os en las m uchas m ozas que
aspiran a ser est rellas del cinem at ógrafo y no lo saben, pues se cont ent an con im it ar a Marlene
Díet rich o a Jean Harlow, con lo que exasperan al direct or que busca personalidades nuevas.
Hay ya dem asiadas caras bonit as pero banales, y m uy escasa belleza fresca, individual. ¿Por
qué no est udian la m anera de act uar de Marie Dressier? Todo el art e es uno y se basa en el
m ism o principio de la expresión o la personalidad, ya sea el art e de un act or cinem at ográfico,
o el de la pint ura, o el de la lit erat ura. En verdad, al ver act uar a Marie Dressier o Lionel
Barrym ore, se puede aprender el secret o del est ilo del escrit or. Cult ivar el encant o de esa
personalidad es la base im port ant e de t odo art e porque, haga lo que haga el art ist a, su
caráct er se m uest ra en su labor.
El cult ivo de la personalidad es a la vez m oral y est ét ico, y requiere a la vez est udio y
refinam ient o. El refinam ient o es algo m ás cercano al gust o, y puede ser innat o en un art ist a,
pero el m ás alt o placer de m irar una obra de art e sólo se sient e con el apoyo del est udio. Est o
es part icularm ent e claro en cuant o a la pint ura y la caligrafía. Por una m uest ra de caligrafía se
puede decir si el aut or ha vist o o no gran cant idad de borradores de Wei. Si es así, t al est udio
le confiere ciert a m anera ant igua, pero adem ás debe poner en la obra su propia alm a o
personalidad, que es variable, nat uralm ent e. Si t iene un alm a delicada y sent im ent al m ost rará
un est ilo delicado y sent im ent al, pero si am a el poder m acizo o la fuerza adopt ará un est ilo
que dest aque la fuerza y el poder m acizo. Así, en la pint ura y la caligrafía, especialm ent e en la
últ im a, podem os ver t oda una cat egoría de calidades est ét icas, o diferent es t ipos de belleza, y
nadie podrá separar la belleza del product o t erm inado de la belleza del alm a del art ist a. Puede
haber belleza en el capricho y en la disconform idad, belleza de áspera fuerza, belleza de poder
m acizo, belleza de libert ad espirit ual, belleza de valent ía e ím pet u, belleza de rom ánt ico
encant o, belleza de refrenam ient o, belleza de suave gracia, belleza de aust eridad, belleza de
sencillez y " est upidez" , belleza de m era regularidad, belleza de rapidez, y, aun a veces, belleza
de fingida fealdad. Sólo hay una form a de belleza que es im posible, porque no exist e, y es la
belleza del esfuerzo o de la vida enérgica.

188
La importancia de vivir Lin Yutang

I I I . EL ARTE D E LEER
La lect ura, o el goce de los libros, ha sido considerada siem pre ent re los encant os de una
vida cult a y es respet ada y envidiada por quienes se conceden rara vez ese privilegio. Es fácil
com prenderlo cuando com param os la diferencia ent re la vida de un hom bre que no lee y la de
uno que lee. El hom bre que no t iene la cost um bre de leer est á apresado en un m undo
inm ediat o, con respect o al t iem po y al espacio. Su vida cae en una rut ina fij a; est á lim it ado al
cont act o y la conversación con unos pocos am igos y conocidos, y sólo ve lo que ocurre en su
vecindad inm ediat a. No hay form a de escapar de esa prisión. Pero en cuant o t om a en sus
m anos un libro ent ra en un m undo diferent e, y si el libro es bueno se ve inm ediat am ent e en
cont act o con uno de los m ej ores conversadores del m undo. Est e conversador le conduce y le
t ransport a a un país diferent e o una época diferent e, o descarga en él algunos de sus pesares
personales, o discut e con él una form a especial o un aspect o de la vida de que el lect or nada
sabe. Un aut or ant iguo le pone en com unión con su espírit u m uert o largo t iem po ha, y a
m edida que lee com ienza a im aginar qué parecería ese aut or ant iguo y qué clase de persona
sería. Tant o Mencio com o Ssem a Ch'ien, el m ás grande hist oriador chino, han expresado la
m ism a idea. Poder vivir dos horas, sobre doce, en un m undo diferent e, y rest ar los
pensam ient os al reclam o del present e inm ediat o es, claro est á, un privilegio que deben
envidiar las personas que est án encerradas en su prisión corporal. Tal cam bio de am bient e es
en verdad sim ilar a un viaj e, en su efect o psicológico.
Pero hay m ás que est o. El lect or se ve llevado siem pre a un m undo de pensam ient os y
reflexiones. Aunque se t rat e de un libro de hechos físicos, hay una diferencia ent re ver esos
hechos en persona, o vivirlos, y leer sobre ellos en los libros, porque ent onces los hechos
asum en siem pre la calidad de un espect áculo y el lect or se conviert e en un espect ador
desapasionado. La m ej or lect ura es, pues, la que nos lleva a est e m undo cont em plat ivo, y no
la que se ocupa solam ent e del regist ro de los hechos. Considero que no se puede llam ar leer a
esa t rem enda cant idad de t iem po que se pierde con los diarios, porque los lect ores com unes
de diarios se preocupan sobre t odo de obt ener not icias sobre hechos y acont ecim ient os.
La m ej or fórm ula sobre el obj et o de la lect ura, a m i j uicio, fue dada por Huang Shanku,
un poet a Sung y am igo de Su Tungp'o, que dij o: " Un sabio que no ha leído nada durant e t res
días sient e que su conversación no t iene sabor ( que se hace insípida) , y su cara se hace odiosa
al m irarla ( en el espej o) " . Lo que quiso decir es que la lect ura da al hom bre ciert o encant o y
sabor, que es el obj et o de la lect ura, y sólo puede llam arse art e a la lect ura con est e obj et o.
No se lee " para m ej orar el espírit u" , porque cuando se com ienza a pensar en m ej orar el
espírit u o la m ent e, desaparece t odo el placer de la lect ura. Est as son las personas que se
dicen: " Debo leer Shakespeare, y debo leer Sófocles, y debo leer Cervant es, para poder ser un
hom bre cult o" . Est oy seguro de que un hom bre así no será cult o j am ás. Una noche se forzará
a leer Ham let de Shakespeare, y saldrá de ello com o de un m al sueño, con el único beneficio
de poder decir que ha " leído" Ham let . Todo el que lea un libro con sent ido de obligación es
porque no com prende el art e de la lect ura. Est e t ipo de lect ura con fines de negocios es igual a
la lect ura de los archivos y ant ecedent es, por un polít ico, ant es de pronunciar un discurso. Es
apenas pedir consej o e inform ación de negocios, y no leer.
Leer para cult ivar el encant o personal del aspect o físico y del sabor en la palabra es,
pues, según Huang, la única especie de lect ura que se puede adm it ir. Est e encant o del aspect o
debe ser int erpret ado, evident em ent e, com o algo m ás que la belleza física. Huang no se
refiere a la fealdad física en su frase. Hay caras feas que t ienen un encant o fascinador y caras
herm osas que son insípidas para quien las m ira. Ent re m is am igos chinos hay uno cuya cabeza
t iene la form a de una bom ba y, sin em bargo, verle es siem pre un placer. La .cara m ás
herm osa ent re las de los aut ores occident ales cont em poráneos, por cuant o he podido apreciar
en las fot ografías, era la de G. K. Chest ert on. ¡Tenía t an diabólico conglom erado de bigot es,
ant eoj os, enm arañadas cej as y fruncido ceño! Al m irarla se sent ía que dent ro de esa frent e
había una buena cant idad de ideas en acción, pront as para salt ar en cualquier m om ent o por
aquellos oj os ext rañam ent e penet rant es. Esa cara era una de las que Huang llam aría
herm osas, una cara que no est aba hecha por el polvo y el coloret e, sino por la pura fuerza del
pensam ient o. En cuant o al sabor del discurso, t odo depende de la form a de leer. Que uno
t enga sabor o no cuando habla, depende de su m ét odo de lect ura. Si un lect or obt iene el sabor
189
La importancia de vivir Lin Yutang

de los libros, dem ost rará ese sabor en sus conversaciones, y si t iene sabor en sus
conversaciones no podrá m enos que t ener sabor en lo que escribe.
Por ende, considero el sabor, o el gust o, com o la llave de t oda la lect ura. Sigue
necesariam ent e de ello que el gust o es select ivo e individual, com o el gust o en la com ida. La
form a m ás higiénica de com er es, al fin y al cabo, la de com er lo que gust a, porque ent onces
t iene uno seguridad de la digest ión. Cuando se lee, com o cuando se com e, lo que hace bien a
uno puede m at ar a ot ro. El m aest ro no puede forzar a sus discípulos a que gust en de lo que él
gust a com o lect ura, y un padre no puede esperar que sus hij os t engan los m ism os gust os que
él. Y si el lect or no t iene gust o para lo que lee, pierde el t iem po. Ya lo dice Yüan Chunglang:
" Podéis dej ar de lado los libros que no os gust an, y que los dem ás los lean."
Por lo t ant o, no puede haber libros que uno debe leer. Porque nuest ros int ereses
int elect uales crecen com o un árbol o fluyen com o un río. Mient ras haya savia adecuada ha de
crecer de algún m odo el árbol, y m ient ras haya agua del m anant ial el río seguirá corriendo.
Cuando el agua choca con un escollo de granit o no hace m ás que girar a su alrededor; cuando
encuent ra un valle baj o y placent ero se det iene y se ext iende por un rat o; cuando se
encuent ra en un hondo est anque de la m ont aña est á cont ent a de quedar allí; cuando se
encuent ra en unos rápidos, corre adelant e. Así, sin esfuerzo alguno, sin propósit o
det erm inado, llegará seguram ent e un día al m ar. No hay en el m undo libros que se deban leer,
sino solam ent e libros que una persona debe leer en ciert o m om ent o en un lugar dado dent ro
de circunst ancias dadas y en un período dado de su vida. Llego a creer que la lect ura, com o el
m at rim onio, est á det erm inada por el dest ino o yin- yüan. Aunque haya ciert o libro que t odos
deben leer, com o la Biblia, hay un m om ent o para hacerlo. Cuando los pensam ient os y la
experiencia de una persona no han llegado a ciert o punt o para leer una obra m aest ra, la obra
m aest ra sólo le dej ará m al sabor en el paladar. Confucio dij o: " Cuando se t ienen cincuent a
años se puede leer el Libro de los cam bios" , lo que significa que no se debe leer a los cuarent a
y cinco años. El sabor ext rem adam ent e suave de las frases del m ism o Confucio en las
Analect as, y su m adura sabiduría, no pueden ser apreciados hast a que el lect or ha m adurado.
Adem ás, el m ism o lect or cuando lee el m ism o libro en períodos diferent es logra un
diferent e sabor. Por ej em plo, gozam os m ás un libro cuando hem os t enido una conversación
personal con el m ism o aut or, o después de haber vist o un ret rat o suyo; y se logra un sabor
diferent e, a veces, después de haber rot o una am ist ad con el aut or. El lect or obt iene un sabor
cuando lee el Libro de los cam bios a los cuarent a años, y ot ra especie de sabor cuando se lee a
los cincuent a, después de haber vist o m ás cam bios en la vida. Por lo t ant o, t odos los buenos
libros pueden ser leídos con provecho y con renovado placer por segunda vez. En m is días de
est udiant e se m e hizo leer West ward Ho! y Henry Esm ond, pero si bien fui capaz de apreciar
West ward Ho! cuando no t enía veint e años, el verdadero sabor de Henry Esm ond m e escapó
com plet am ent e hast a que reflexioné, años m ás t arde, y sospeché que había en est e libro
m ucho m ás encant o que el que había sido capaz de apreciar yo.
La lect ura, pues, no es un act o sim ple; t iene dos caras: el aut or y el lect or. La ganancia
net a proviene t ant o de la cont ribución del lect or, por m edio de su propia visión ínt im a y su
experiencia, com o del aut or m ism o. Con respect o a las Analect as de Confucio, el confucianist a
Ch'eng Yich'uan, de la época de Sung, dij o: " Hay lect ores y lect ores. Algunos leen las
Analect as y sient en que nada ha ocurrido; a algunos com placen uno o dos renglones, y ot ros
com ienzan a sacudir las m anos y a danzar inconscient em ent e" .
Considero que el descubrim ient o del aut or favorit o es para cada uno el acont ecim ient o
m ás crít ico en el desarrollo int elect ual. Hay algo que se llam a afinidad de espírit us, y ent re los
aut ores de los t iem pos ant iguos y m odernos debe t rat ar uno de encont rar a aquél cuyo espírit u
sea sem ej ant e al suyo. Sólo de est a m anera se puede obt ener algo realm ent e bueno de la
lect ura. Hay que ser independient e y buscar a los m aest ros. Nadie puede decir quién será el
aut or favorit o de cada uno; quizá no lo pueda decir el m ism o lect or. Es com o el am or a
prim era vist a. No se puede decir al lect or que am e a est e o aquel aut or; pero cuando ha
encont rado el aut or que am a, lo sabe por una especie de inst int o. Conocem os casos fam osos
de descubrim ient os de aut ores. Hay sabios que han vivido en edades diferent es, separados por
m uchos siglos, pero con m odos de pensar y de sent ir t an sem ej ant es que al reunirse en las
páginas de un libro parecían ser una sola persona que encont raba su propia im agen. En la
fraseología china decim os de est os espírit us sem ej ant es que son reencarnaciones de la m ism a
alm a, com o se decía de Su Tungp'o que era una reencarnación de Tschuangt sé o de T'ao Yüan-

190
La importancia de vivir Lin Yutang

m ing, ( 73 ) y de Yüan Chunglang que era una reencarnación de Su Tungp'o. Su Tungp'0 dij o
que cuando por prim era vez leyó a Tschuangt sé t uvo la sensación de que desde la niñez había
est ado pensando las m ism as cosas y asum iendo los m ism os punt os de vist a. Cuando Yüan
Chunglang descubrió una noche a Hsü Wench'ang, un aut or cont em poráneo a quien no
conocía, en un librit o de poem as, salt ó de la cam a y llam ó a grit os a su am igo, y su am igo
em pezó a leer y grit óla su vez, y luego am bos leyeron y grit aron de t al m odo que el sirvient e
quedó m uy int rigado. George Eliot dice que su prim era lect ura de Rousseau fue un choque
eléct rico. Niet zsche sint ió lo m ism o acerca de Schopenhauer, pero Schopenhauer era un
m aest ro enoj adizo y Niet zsche un discípulo de m al t alant e, y era nat ural que el alum no se
rebelara m ás adelant e cont ra el m aest ro.
Sólo est a clase de lect ura, est e descubrim ient o del aut or favorit o, puede hacer bien.
Com o un hom bre que se enam ora a prim era vist a, t odo es com o debe ser. La novia t iene la
est at ura exact a, el rost ro exact o, el cabello del color exact o, la voz de exact a calidad, y la
form a exact a de hablar y sonreír. Lo m ism o ocurre con el aut or: su est ilo, su gust o, su punt o
de vist a, su m odo de pensar, son exact am ent e lo que se esperaba encont rar. Y luego el lect or
procede a devorar cada palabra y cada línea que escribe el aut or, y com o hay una afinidad
espirit ual, absorbe y digiere t odo lo que lee. El aut or ha puest o su m agia sobre él, y a él le
alegra est ar baj o el sort ilegio, y, con el t iem po, su voz y sus m odales y la m anera de sonreír y
de hablar se van haciendo com o las del aut or. Así se im pregna en su am ant e lit erario y de sus
libros ext rae el sust ent o para el alm a. Al cabo de unos años desaparece el sort ilegio y se cansa
un poco de est e am ant e y busca ot ros am ant es lit erarios, y una vez que ha t enido t res o
cuat ro y lo ha devorado com plet am ent e surge él m ism o com o aut or. Hay m uchos lect ores que
nunca se enam oran, com o esos j óvenes o esas j óvenes que coquet ean m ucho y son incapaces
de sent ir un cariño profundo por una persona part icular. Pueden leer t odos y cualquier aut or, y
j am ás consiguen arribar a algo.
Tal concept o del art e de leer dest ruye por com plet o la idea de la lect ura com o deber u
obligación. En China, se alient a a m enudo a los est udiant es a que " est udien am argam ent e" .
Hubo un fam oso sabio que est udiaba am argam ent e y que se clavaba un punzón en la
pant orrilla cuando se dorm ía de noche m ient ras est udiaba. Hubo ot ro que hacía que una
sirvient a est uviera a su lado m ient ras él est udiaba, de noche, para despert arle cada vez que se
dorm ía. Est o es una insensat ez. Si alguien t iene un libro ant e los oj os y queda dorm ido
m ient ras un sabio aut or ant iguo le est á hablando, hace bien en irse a la cam a. Ni el pinchazo
de un punzón en la pant orrilla ni las sacudidas de la sirvient a le harán bien alguno. Un hom bre
así ha perdido t odo sent ido del placer de la lect ura. Los sabios que valen algo no saben qué
quiere decir " est udiar con em peño" . Am an los libros y los leen porque no pueden evit arlo, nada
m ás.
Resuelt a est a cuest ión, t am bién se da respuest a a la del m om ent o y el lugar en que se
debe leer. No hay m om ent o ni lugar especiales para leer. Cuando se t iene ánim o de leer, se
debe leer en cualquier part e. Si se conoce el goce de la lect ura, se leerá en la escuela o fuera
de ella, y a pesar de t odas las escuelas. Se puede est udiar así en las m ej ores escuelas. Tseng
Kuofán, en una de las cart as a su fam ilia, al referirse al deseo expresado por uno de sus
herm anos m enores de ir a la capit al y est udiar en una escuela m ej or, respondió que: " Si se
t iene deseo de est udiar, se puede est udiar en una escuela de cam po, o aun en un desiert o o
una calle llena de gent e, y hast a com o leñador o porquero. Pero si no se t iene deseo de
est udiar, ent onces no solam ent e es inadecuada para el est udio la escuela de cam po, sino
t am bién una quiet a casa de cam po o una isla de hadas." Hay personas que adopt an post uras
im port ant es frent e al escrit orio cuando quieren leer un poco, y se quej an luego de que no
pueden leer porque el cuart o est á dem asiado frío, o la silla es m uy dura, o m uy fuert e la luz. Y
hay escrit ores que se quej an de no poder escribir porque hay dem asiados m osquit os, o porque
el papel es dem asiado brillant e, o m ucho el ruido de la calle. El gran sabio Sung llam ado
Ouyang Hsiu confesó los " t res en" donde hacía sus m ej oras obras escrit as: en la alm ohada, en
el lom o de un caballo y en el t oilet . Ot ro fam oso sabio Ch'ing, Ku Ch'ienli, era conocido por su
cost um bre de " leer clásicos confucianos desnudo" en verano. En cam bio, si no nos gust a leer,
hay una buena razón para no leer en ninguna de las est aciones del año:

73
Su Tungp'o realizó la hazaña de escribir un conjunto de poemas con las rimas empleadas por T'ao en sus poemas
completos, y al fin de la colección de Poemas de Su sobre Rimas de T'ao dijo de sí mismo que era la reencarnación úe T'ao, « quien
admiraba por sobre todos los demás predecesores.
191
La importancia de vivir Lin Yutang

Est udiar en prim avera e s una t raición;


Y del sueño es el est ío la m ej or razón;
Si el invierno apresura al ot oño, no est udies
Hast a que la prim avera sea la nueva est ación.
¿Qué es, pues, el verdadero art e de la lect ura? La respuest a, m uy sencilla, consist e en
t om ar un libro y leer cuando se t iene ánim o. Para gozarla cabalm ent e, la lect ura debe ser del
t odo espont ánea. Tom a uno un volum en de Lisao o de Ornar Khayyam , y se va de la m ano de
su am or a leer a la orilla de un río. Si hay buenas nubes en el cielo, se puede leer las nubes y
olvidar los libros, o leer los libros y las nubes a la vez. A rat os, una buena pipa o una buena
t aza de t é hace el m om ent o m ás perfect o. O acaso en una noche nevosa, sent ado ant e el
fuego, cuando cant a una m arm it a de agua en el hogar y hay una buena bolsa de t abaco al
alcance de la m ano, uno reúne diez o doce libros de filosofía, econom ía, poesía, biografía, y los
apila en el diván, y después, holgazanam ent e, los hoj ea y se enfrasca suavem ent e en aquel
que m ás at rae su at ención en ese m om ent o. Chin Shengt 'an considera que uno de los m ás
grandes placeres de la vida es leer un libro prohibido t ras puert as cerradas y en una noche de
nieve. El ánim o para leer ha sido perfect am ent e descrit o por Ch'en Chij u ( Meikung) : " La gent e
ant igua llam aba «volúm enes floj os» y «volúm enes suaves» a los libros y pint uras; por lo
t ant o, el m ej or est ilo para leer un libro o abrir un álbum es el est ilo holgazán." Con est e
ánim o, se t iene paciencia para t odo. Ya lo dice el m ism o aut or: " El verdadero m aest ro t olera
errores de im presión cuando lee hist oria, t al com o un buen viaj ero t olera los m alos cam inos al
t repar una m ont aña, o quien va a cont em plar la nieve t olera un puent e m uy frágil, o quien
elige vivir en el cam po t olera la gent e vulgar, o quien se dedica a m irar las flores t olera el m al
vino."
La m ej or descripción del placer de la lect ura la he encont rado en la aut obiografía de la
m ás grande poet isa de China, Li Ch'ingchao ( Yi- an, 1081- 1141) . Ella y su m arido solían ir al
t em plo, donde se vendían libros de segunda m ano y copias de inscripciones en piedra, el día
que él recibía su est ipendio m ensual com o est udiant e en la Academ ia I m perial. Ent onces
com praban un poco de frut a, al regreso, y una vez en casa em pezaban a pelar la frut a y a
exam inar j unt os las ot ras com pras, o a beber t é y com parar las variaciones en ediciones
diferent es. En su esbozo aut obiográfico conocido com o Post dat a de Chinshihiu ( libro sobre
inscripciones en bronce y en piedra) , la poet isa dice:
Yo t engo m ucha m em oria y, sent ados a solas después de com er en el Salón del Regreso
a Casa, solíam os hacer un pot e de t é y, señalando a las pilas de libros en los est ant es,
decíam os en qué línea de qué página de qué volum en de ciert a obra se present aba un pasaj e
det erm inado, para ver quién acert aba, y el que ganaba t enía el privilegio de beber prim ero su
t aza de t e. Cuando uno de los dos adivinaba, alzábam os m uy alt o la t aza y rom píam os en
carcaj adas, t ant o que a veces se derram aba el t é sobre nuest ros vest idos y no lo podíam os
beber, j Qué cont ent os est ábam os de vivir y envej ecer en un m undo asi.! Por eso t eníam os
alt a la cabeza, aunque vivíam os en la pobreza y el pesar. . . Con el t iem po nuest ra colección
aum ent ó y aum ent ó, y los libros y obj et os de art e se apilaron en m esas y escrit orios y cam as,
y los gozábam os con los oj os y con la m ent e, y proyect ábam os y discut íam os sobre ellos,
saboreando una felicidad m uy superior a quienes gozan de los perros y los caballos y la m úsica
y las danzas. . .
Li escribió est o en sus últ im os años, m uert o ya su m arido, cuando era una anciana
solit aria que huía de un lugar a ot ro, durant e la invasión del Nort e de China por las t ribus Chin.

I V. EL ARTE D E ESCRI BI R
El art e de escribir es m ucho m ás am plio que la t écnica de escribir. Por ciert o que sería
m ej or, para t odo principiant e que aspira a ser escrit or, anular prim ero t odo exceso de
preocupación por la t écnica de escribir, y decidirse a no ocuparse de cosas t an superficiales y
llegar a lo hondo de su alm a, con el fin de desarrollar una aut ént ica personalidad lit eraria,
com o cim ient o de su personalidad de aut or. Cuando se est ablece debidam ent e ese cim ient o y
se cult iva una aut ént ica personalidad lit eraria, el est ilo sucede com o consecuencia nat ural y los
punt os de la t écnica se cuidarán por sí solos. En realidad, no im port a que se encuent re algo
confundido por det alles de ret órica y gram át ica, siem pre que pueda producir buen m at erial. En
192
La importancia de vivir Lin Yutang

las casas edit oras hay siem pre lect ores profesionales cuya m isión es at ender a las com as,
punt os y ot ras cosas. En cam bio, por m ucho que sea su pulim ent o gram at ical o lit erario,
ningún escrit or puede llegar a algo si descuida el cult ivo de la personalidad. Dij o Buffon:
" El est ilo es el hom bre" . El est ilo no es un m ét odo, un sist em a, ni siquiera un adorno de
lo que cada uno escribe; es la im presión t ot al que obt iene el lect or de la calidad de la m ent e
del escrit or, su profundidad o superficialidad, su visión o falt a de visión, y ot ras cualidades
com o ingenio, hum or, m ordacidad, com prensión, t ernura, delicadeza, bondadoso cinism o o
cínica bondad, em pecinam ient o, sent ido com ún y act it ud general hacia las cosas. Es evident e
que no puede haber un m anual para m ej orar la " t écnica hum oríst ica" , o un " curso de t res
horas sobre la bondad cínica" , o " quince reglas para llegar al sent ido com ún" , o " doce reglas
para la delicadeza de los sent im ient os" .
Tenem os que ir m ás abaj o que la superficie del art e de escribir, y en cuant o lo hacem os,
- not am os que la cuest ión del art e de escribir com prende a t oda la cuest ión de la lit erat ura, el
pensam ient o, el punt o de vist a, el sent im ient o, la lect ura y la escrit ura. En m i cam paña
lit eraria en China para rest aurar la Escuela de la Aut oexpresión ( hsingling) y desarrollar un
est ilo m ás vivo y personal en la prosa, m e he vist o obligado a escribir ensayo t ras ensayo para
dar m is opiniones sobre la lit erat ura en general y sobre el art e de escribir en part icular.
Tam bién int ent é escribir una^ serie de epigram as lit erarios baj o el t ít ulo general de " Cenizas de
cigarro" . Aquí van algunas de las cenizas:
a ) t é cn ica Y PERSON ALI D AD .
Los profesores de com posición hablan de lit erat ura com o los carpint eros hablan del art e.
Los crít icos analizan una com posición lit eraria por la t écnica con que est á escrit a, com o los
ingenieros m iden la alt ura y est ruct ura de Taishan por m edio de com pases.
No exist e t al t écnica de escribir. Todos los buenos escrit ores chinos que a m i j uicio valen
algo, la han repudiado.
La t écnica de escribir es a la lit erat ura lo que los dogm as a la iglesia: ocupación en cosas
t riviales por m ent es t riviales.
El principiant e se enceguece generalm ent e por la discusión de la t écnica: t écnica de la
novela, del dram a, de la m úsica y del act or t eat ral. No com prende que la t écnica de escribir no
t iene nada que ver con el nacim ient o de un aut or, y que la t écnica del t eat ro no t iene nada que
ver con el nacim ient o de un gran act or. No sospecha siquiera que exist e algo que se llam a
personalidad, y que es el fundam ent o de t odos los t riunfos en el art e y la lit erat ura.
b) la APRECI ACI ÓN D E LA LI TERATURA.
Cuando uno lee una cant idad de buenos aut ores y considera que un aut or describe las
cosas m uy vividam ent e, que ot ro exhibe gran t ernura o delicadeza, que un t ercero expresa las
cosas exquisit am ent e, que el cuart o t iene un encant o indescript ible, que el libro del quint o es
com o buen whisky, y el del sext o com o vino añej o, no debe privarse de decir que t odos le
gust an y a t odos aprecia, si su apreciación es aut ént ica. Después de t an am plia experiencia en
la lect ura t iene la debida base experim ent al para saber qué es la suavidad, el sabor, la fuerza,
el poder, la brillant ez, la m ordacidad, la delicadeza y el encant o. Cuando ha paladeado t odos
est os sabores, sabe qué es la buena lit erat ura, sin leer un solo m anual.
La prim era regla para el est udiant e de lit erat ura es aprender a dist inguir los sabores
diferent es. El m ej or sabor es el de la m adurez y la m oderación, pero es el que m ás difícilm ent e
logra un escrit or. Ent re la m oderación y la chat ura hay un m argen delgadísim o.
El escrit or cuyas ideas carecen de profundidad y originalidad, puede t rat ar de escribir en
est ilo sencillo y t erm inar por ser insípido. Sólo el pescado fresco puede ser cocido en su propio
j ugo; el pescado pasado debe t ener la sazón de salsa de anchoas y m ost aza y pim ient a:
cuant o m ás, m ej or.
Un buen escrit or es com o la herm ana de Yang Kueifei, que podía ir a ver al m ism o
Em perador sin polvo ni coloret e. Todas las dem ás bellezas del palacio los requerían. Est a es la
razón por la cual t an pocos escrit ores se at reven a escribir en lenguaj e sencillo.
c) e st ilo Y PEN SAM I EN TO.
Lo que se escribe es bueno o m alo, según su encant o y sabor, o carencia de encant o y
sabor. Para est e encant o no pueden fij arse reglas. El encant o surge de lo escrit o com o sube el
hum o del hornillo de una pipa, o se eleva una nube de la cim a de una colina, sin saber adonde
193
La importancia de vivir Lin Yutang

va. El m ej or est ilo es el de " las nubes flot ant es y. las aguas fluent es" , com o la prosa de Su
Tungp'o.
El est ilo es un com puest o de lenguaj e, pensam ient o y personalidad. Algunos est ilos est án
hechos exclusivam ent e de lenguaj e.
Muy rara vez se encuent ran pensam ient os claros vest idos con lenguaj e oscuro. Más a
m enudo se encuent ran pensam ient os oscuros expuest os claram ent e; est e est ilo es claram ent e
oscuro.
Los pensam ient os claros expresados en lenguaj e oscuro son el est ilo de un solt ero
em pedernido. Nunca ha t enido que '• explicar nada a su esposa. Ej em plo: Manuel Kant . Hast a
Sam uel But ler se m uest ra a m enudo t an raro.
El est ilo del hom bre est á coloreado siem pre por su " am ant e lit erario" . Cada vez se le
parece m ás en m odos de pensar y en m ét odos de expresión. Est a es la única m anera en que
un principiant e puede cult ivar un est ilo. Más avanzada la vida, uno encuent ra el est ilo propio,
porque se encuent ra a sí m ism o.
Jam ás se aprende nada de un libro si se odia al aut or. ¡Oj alá los m aest ros de escuela
t uvieran present e est e hecho! El caráct er de un hom bre es en part e innat o, y t am bién lo es su
est ilo. La ot ra part e no es m ás que cont am inación.
Un hom bre sin un aut or favorit o es un alm a perdida. Sigue siendo un óvulo sin
im pregnar, un pist ilo sin fert ilizar. El aut or favorit o, o el am ant e lit erario, es polen para el
alm a.
Para t odo hom bre exist e en el m undo un aut or favorit o, sólo que m uchos no se t om an el
t rabaj o de buscarlo.
Un libro es com o un cuadro de la vida o de una ciudad. Hay lect ores que m iran cuadros
de Nueva York o París, pero j am ás ven a Nueva York o París. El hom bre sabio lee libros, pero
t am bién la vida m ism a. El universo es un gran libro y la vida una gran escuela.
El buen lect or vuelve al revés y al derecho a un aut or, com o el m endigo que da vuelt a su
chaquet a en busca de pulgas.
Algunos aut ores provocan a sus lect ores const ant em ent e, y placent eram ent e, com o al
m endigo las pulgas de su chaquet a. Una picazón es una gran cosa.
El m ej or m edio de est udiar cualquier t em a es com enzar a leer libros t om ando un punt o
de vist a desfavorable con respect o al t em a. De ese m odo es seguro que no se acept arán
engañifas. Después de leer un aut or que no es favorable al t em a, el lect or est á m ej or
preparado para leer aut ores que le son favorables. Así es cóm o se puede desarrollar una
m ent e crít ica.
El escrit or t iene siem pre un int erés inst int ivo por las palabras com o t ales. Cada palabra
t iene una vida y una personalidad, que generalm ent e no regist ra el diccionario.
Un buen diccionario es siem pre bueno de leer.
Hay dos m inas del idiom a, una nueva y una viej a. La viej a m ina est á en los libros y la
nueva en el idiom a de la gent e com ún. Los art ist as de segunda cat egoría excavan las viej as
m inas, pero sólo los art ist as de prim era calidad pueden obt ener algo de la m ina nueva. La
ganga de la m ina viej a ya est á refinada, pero no lo est á la de la m ina nueva.
Wang Ch'ung ( 27- 100 de nuest ra era, aproxim adam ent e) , dist inguía ent re " especialist as"
y " sabios" y ent re " escrit ores" y " pensadores" . Creo que el especialist a llega a ser sabio cuando
se am plía su conocim ient o, y que el escrit or se recibe de pensador cuando se ahonda su
sabiduría.
Lo que escribe el erudit o consist e en frases de ot ros erudit os, y cuant as m ás sean las
aut oridades y fuent es que cit e, t ant o m ás erudit o parecerá. Lo que escribe el pensador
consist e en las ideas de sus propios int est inos, y cuant o m ás pensador es un hom bre t ant o
m ás depende de su j ugo int est inal.
Un erudit o es com o el cuervo que alim ent a a sus pichones escupiendo lo que ha com ido.
Un pensador es com o un gusano de seda que no nos da hoj as de m orera sino seda.
Hay un período de gest ación de las ideas ant es de escribir, com o el período de gest ación
del em brión en la ent raña de la m adre ant es del nacim ient o. Cuando nuest ro aut or favorit o ha
encendido la chispa en nuest ra alm a, e iniciado la corrient e de ideas vivas, es com o la
194
La importancia de vivir Lin Yutang

" fecundación" . Cuando un hom bre corre a la im prent a ant es de que sus ideas pasen ese
período de gest ación, se t rat a de diarrea, confundida con los dolores del part o. Cuando un
escrit or vende su conciencia y escribe cosas cont rarias a sus convicciones, com et e abort o
art ificial, y el em brión nace m uert o. Cuando un escrit or sient e violent as convulsiones, com o
una t orm ent a eléct rica en la cabeza, y no conoce la felicidad hast a que expulsa las ideas de su
sist em a y las fij a en el papel y sient e un inm enso alivio, eso es el part o lit erario. Por eso el
escrit or sient e un afect o m at ernal por su product o lit erario, com o lo sient e la m adre por el hij o
recién nacido. Por ende, lo escrit o es siem pre m ej or cuando es de uno, y la m uj er es siem pre
m ás herm osa cuando es la esposa de ot ro.
La plum a se agudiza con la práct ica, com o el punzón del zapat ero, y adquiere
gradualm ent e la agudeza de una aguj a de bordar. Pero las ideas se redondean cada vez m ás,
com o las vist as que se adviert en cuando se sube de un pico a ot ro m ás alt o.
Cuando un escrit or odia a una persona y piensa t om ar la plum a para escribir acerbas
invect ivas, pero no ha concebido t odavía el lado bueno de esa persona, debe dej ar ot ra vez la
plum a, porque no est á calificado t odavía para escribir t ales invect ivas.

d) la ESCUELA D E LA AÜTOEXPRESI ÓN .

La " Escuela de Hsingling" , iniciada por los t res herm anos Yüan ( 74 ) a fines del siglo XVI , o
la " Escuela Kungán" , com o t am bién se llam a ( Kungán es el dist rit o donde nacieron los
herm anos) , es una escuela de aut oexpresión. Hsing significa " la nat uraleza personal" y ling
significa el " alm a" o " espírit u vit al" .
Escribir no es m ás que dar expresión a la nat uraleza propia de cada uno, o a su caráct er
y el j uego de su espírit u vit al. Lo que se ha dado en llam ar " est ro divino" no es m ás que el
fluj o de ese espírit u vit al, y es causado, en realidad, por una superafluencia de horm onas en la
sangre.
Al m irar el cuadro de un ant iguo m aest ro o al leer a un aut or ant iguo no hacem os m ás
que cont em plar el fluj o de su espírit u vit al. A veces, cuando 'se seca est a corrient e de energía
o cuando est á uno abat ido, hast a lo que escribe el m ej or calígrafo o el m ej or aut or carece de
espírit u o de vit alidad.
Est e " est ro divino" se produce por la m añana, cuando uno ha dorm ido bien, con dulces
sueños, y se despiert a por sí solo. Luego de la t aza de t é m at inal, lee uno los diarios y no
encuent ra not icias pert urbadoras, y va lent am ent e a su est udio y se sient a ant e una clara
vent ana y una m esa lim pia, y ve que afuera hay un sol placent ero y una brisa gent il. En ese
m om ent o puede escribir buenos ensayos, buenos poem as, buenas cart as, pint ar buenos
cuadros y escribir buenas inscripciones en ellos.
Ese algo que se llam a " yo" o " personalidad" consist e en un m anoj o de m iem bros,
m úsculos, nervios, razón, sent im ient os, cult ura, com prensión, experiencia y prej uicios. Es en
part e nat uraleza y en part e cult ura, en part e innat o y en part e cult ivado. La nat uraleza de
cada uno est á det erm inada en el m om ent o de nacer, o aun ant es. Algunos son nat uralm ent e
m ezquinos y duros de corazón; ot ros son nat uralm ent e francos y rect os y caballerescos y
bondadosos; y ot ros son nat uralm ent e floj os y débiles de caráct er, o ent regados a las
preocupaciones. Est as cosas est án en la " m édula" de cada uno y el m ej or m aest ro o el padre
m ás sabio no pueden m odi ficar el t ipo de personalidad de cada uno. Ot ras cualidades se
adquieren después de nacer, por la educación y la experiencia; pero en t ant o las ideas y los
pensam ient os y las im presiones provienen de las m ás diversas fuent es y las m ás dist int as
corrient es de influencia en diferent es períodos de la vida, las ideas, prej uicios y punt os de vist a
present an una inconsist encia en verdad pasm osa. Hay quienes am an a los perros y t em en a
los gat os, y quienes am an a los gat os y t ienen t error de los perros. Por ende, el est udio de los
t ipos de personalidad hum ana es la m ás com plicada de t odas las ciencias.
La Escuela de Aut oexpresión exige que expresem os por escrit o solam ent e nuest ros
pensam ient os y sent im ient os, nuest ros am ores genuinos, odios genuinos, t em ores genuinos y
caprichos genuinos. Hay que expresar t odo est o sin int ent ar siquiera ocult ar lo m alo y

74
Yüan Hungtao (más conocido como Yüan Chunglang), el segundo hermano, es considerado como el jefe de esta escuela.
195
La importancia de vivir Lin Yutang

present ar lo bueno, sin t em ores de despert ar la burla del m undo, y sin m iedo de cont radecir
los sabios ant iguos o las aut oridades cont em poráneas.
Los escrit ores de la Escuela de Aut oexpresión gust an del párrafo m ás caract eríst ico de un
escrit or en un ensayo, de su frase m ás caract eríst ica en un párrafo, y de su expresión m ás
caract eríst ica en una frase. Al describir o narrar una escena, un sent im ient o o un hecho,
aborda la escena que él m ism o ve, el sent im ient o que él sient e y el hecho t al com o lo
com prende. Lo que se conform a con est a regla es lit erat ura y lo que no se conform a con ella
no es lit erat ura.
La m oza Lin Taiyü, en Sueño de la cám ara roj a, pert enecía t am bién a la Escuela de
Aut oexpresión al decir: " Cuando un poet a present a un buen verso, no im port a si los t onos
m usicales de las palabras caen o no en el pat rón est ablecido" .
En su am or por los sent im ient os genuinos, la Escuela de Aut oexpresión t iene un
desprecio nat ural por los adornos del est ilo. Por ende, es siem pre part idaria del sabor puro y
suave en la lit erat ura. Acept a el principio de Mencio de que " la única m et a del escrit or es la
expresividad" .
La belleza lit eraria es sólo expresividad.
Los peligros de est a escuela consist en en que el est ilo del escrit or degenere en chat ura
( Yüan Chunglang) , o que el escrit or cobre excent ricidad en sus ideas ( Chin Shengt 'an) , o que
sus ideas difieran violent am ent e de las de las aut oridades est ablecidas ( Li Chowu) . Por eso fue
t an odiada por los crít icos confucianos la Escuela de Aut oexpresión. Pero, en rigor de verdad,
est os escrit ores originales fueron quienes salvaron el pensam ient o y la lit erat ura chinos de la
uniform idad absolut a y la m uert e. Han de ser reconocidos en lo que valen dent ro de pocas
décadas.
La lit erat ura ort odoxa china t endía expresam ent e a m anifest ar las m ent es de los sabios y
no las m ent es de los aut ores y, por lo t ant o, est aba m uert a; la escuela shingling de lit erat ura
t iende a expresar las m ent es de los aut ores y no las m ent es de los sabios, y por lo t ant o est á
viva.
Hay un sent ido de dignidad e independencia, en los escrit ores de est a escuela, que les
im pide salirse de su cam ino para decir cosas que asom bren a la gent e. Si ocurre que Confucio
y Mencio han est ado de acuerdo con ellos, y si su conciencia prest a aprobación, no se
esforzarán por disent ir con los sabios; pero si su conciencia desaprueba, no cederán a Confucio
y a Mencio el derecho de paso. No se les puede sobornar con oro ni am enazar con el
ost racism o.
La lit erat ura genuina no es m ás que una sensación de ext rañeza y de m aravilla frent e al
universo y la vida hum ana.
Quien m ant enga su visión cuerda y clara t endrá siem pre est a sensación de ext rañeza, y,
por lo t ant o, no necesit ará t orcer la verdad para hacerla parecer ext raña y m aravillosa com o el
universo. Las ideas y punt os de vist a de los escrit ores de est a escuela parecen siem pre t an
nuevos y ext raños, solam ent e porque los lect ores est án acost um brados a la .visión falseada.
Las debilidades del escrit or son las que le ganan el cariño de un crít ico hsingling. Todos
los escrit ores de la escuela hsingling est án en cont ra de la im it ación de los ant iguos o los
m odernos, y en cont ra de una t écnica lit eraria de reglas fij as. Los herm anos Yüan creían en
" dej ar que la boca y la m uñeca vayan solas, de lo que result a nat uralm ent e la buena form a" , y
sost enían que " lo im port ant e en lit erat ura es la aut ent icidad" . Li Liweng creía que " lo
im port ant e en lit erat ura es el encant o y el int erés" . Yüan Tset s'ai creía que " no hay t écnica
para escribir" . Uno de los prim eros escrit ores Sung, Huang Shanku, creía que " las líneas y la
form a de escribir se producen t an accident alm ent e com o los aguj eros en la m adera m inada por
los insect os" .
e ) e l ESTI LO FAM I LI AR.
Quien escribe en est ilo fam iliar es com o quien habla desabrochado. Expone
com plet am ent e sus debilidades y, por lo t ant o, desarm a a los dem ás.
La relación ent re el escrit or y el lect or no debe ser la que hay ent re el aust ero m aest ro
de escuela y sus alum nos, sino la que exist e ent re am igos fam iliares. Sólo de est e m odo se
puede generar t ibieza.
Quien t em e usar un " yo" en lo que escribe no será j am ás un buen escrit or.
196
La importancia de vivir Lin Yutang

Me gust a m ás un m ent iroso que quien dice la verdad, y un m ent iroso indiscret o m ás que
ot ro discret o. Sus indiscreciones son signos de que am a a sus lect ores.
Confío en un t ont o indiscret o y desconfío de un abogado.
El t ont o indiscret o es el m ej or diplom át ico de una nación. Gana el corazón de la gent e.
Para m í, la m ej or revist a sería una revist a quincenal, oral: reuniríam os en una habit ación
pequeña a un grupo de buenos conversadores, para dej arles charlar j unt os una vez cada dos
sem anas. Los " lect ores" escucharían esas charlas, unas dos horas por vez. Sería com o t ener
una buena conversación noct urna.
Y después de ella el " lect or" se iría a la cam a, y a la m añana siguient e, cuando se
levant ase para at ender sus deberes com o em pleado de banco o cont ador o direct or de escuela,
sent iría que el sabor de la charla de la noche pasada t odavía persist e j unt o a sus m ej illas.
Hay rest aurant es para dar grandes com idas en salones con espej os de m arcos dorados, y
hay pequeños rest aurant es apropiados para beber un poco. Todo lo que yo quiero es reunir
dos o t res am igos ínt im os y beber un poco, y no ir a las com idas de gent e rica e im port ant e.
Pero el placer que t enem os en un pequeño rest aurant e, al com er y beber y charlar y burlarnos
unos de ot ros, y volcar copas y derram ar vino sobre los t raj es, es algo que no com prenden las
gent es que van a los grandes banquet es, y que ni siquiera pueden echar de m enos.
Hay j ardines y m ansiones de hom bres ricos, pero t am bién hay chozas en las m ont añas.
Aunque a veces est as casit as de las m ont añas est án am uebladas con gust o y refinam ient o, la
at m ósfera es m uy dist int a de la que hay en las m ansiones de los hom bres ricos, con puert as
berm ej as y vent anas verdes y un bat allón de sirvient es y m ucam as. Cuando uno pasa la
puert a no escucha el ladrido de perros fieles ni ve la cara de pret enciosos m ayordom os y
port eros, y al salir no ve un par de " im púdicos leones de piedra" j unt o al port al. La sit uación
ha sido perfect am ent e descrit a por un aut or del siglo XVI I : " Es com o si Chou, Ch'eng, Chang y
Chu ( 75 ) est uvieran sent ados y haciéndose reverencias m ut uas en el Salón de Fuhsi y de
pront o ent raran Su Tungp'o y Tung- fang Su, sem idesnudos y descalzos, y com enzaran a
golpearse las m anos y a cruzarse brom as. Los curiosos quedarían pasm ados seguram ent e,
pero est os caballeros se m irarían uno al ot ro en silenciosa com prensión."

f) ¿QUÉ ES LA BELLEZA?
Lo que se llam a belleza en la lit erat ura y belleza en la cosa, depende en grado sum o del
cam bio y del m ovim ient o y se basa en la vida. Lo que vive t iene siem pre cam bios y
m ovim ient os, y lo que t iene cam bios y m ovim ient os t iene nat uralm ent e belleza. ¿Cóm o puede
haber reglas fij as para la lit erat ura o para escribir, cuando vem os que los picachos y las
gargant as y los arroyos de la m ont aña poseen una belleza de lo díscolo y lo áspero m uy
superior a la de los canales, pese a est ar form ados sin los cálculos de un arquit ect o? Las
const elaciones de est rellas son la wen o lit erat ura de los cielos, y las fam osas m ont añas y los
grandes ríos son la wen o lit erat ura de la t ierra. Sopla el vient o y las nubes cam bian y ya
t enem os el diseño de un brocado; llega la helada y caen las hoj as y ya t enem os el color del
ot oño. Pero, ¿piensan alguna vez las est rellas, que describen sus órbit as en el firm am ent o, en
cóm o las aprecian los hom bres de la t ierra? Y, sin em bargo, el Perro y el Past or en el cielo son
percibidos por nosot ros gracias a un accident e. La cort eza de la t ierra se encoge y est ira y
levant a m ont añas y cava hondos m ares. ¿Creó conscient em ent e la t ierra las Cinco Mont añas
Sagradas para que las veneráram os? Y, sin em bargo, las Mont añas T'aihua y las K'uenluen se
alzan con su rit m o m agnífico y la Doncella de Jade y el Niño Duende est án a nuest ro alrededor
en picos pasm osos, aparent em ent e para que los gocem os. No son m ás que pinceladas libres y
al descuido hechas por el Creador, el gran m aest ro de Art e. ¿Acaso las nubes, cuando zarpan
de las cim as de las colinas y enfrent an el lat igazo de furiosos vient os de m ont aña, t ienen
t iem po para pensar en sus enaguas y sus chales, para que los m irem os nosot ros? Y, sin
em bargo, se conciert an com o una obra m aest ra de la lit erat ura, ora iguales a las escam as de
un pez, ora com o el dibuj o del brocado, ora com o perros a la carrera y leones rugient es o un
fénix danzant e y unicornios encabrit ados.

75
Doctrinarios Sung.
197
La importancia de vivir Lin Yutang

¿Acaso los árboles de ot oño, que sient en la punzada del calor y del frío y la devast ación
de la helada, y se dedican afanosam ent e a cont ener el alient o y a conservar sus energías,
pueden t ener t iem po para pint arse y em polvarse a fin de que los vea el viaj ero que pasa por la
ant igua carret era? Y, sin em bargo, se nos present an frescos y puros y t rist es y desvent urados,
y m uy superiores a las pint uras de Wang Weí y Mi Fei.
Y de igual m odo t odas las cosas vivas en el universo t ienen su belleza lit eraria. La belleza
de una viña seca es m ayor que la de la caligrafía de Wang Hsichíh, y la aust eridad de un
acant ilado es m ás im ponent e que las inscripciones en piedra de la t um ba de Chang Menglung.
Por lo t ant o, sabem os que la wen o belleza lit eraria de las cosas surge de su nat uraleza, y
aquellas que cum plen su nat uraleza se vist en de líneas wen o bellas. Por lo t ant o, wen, o sea
la belleza de la línea y la form a, es int rínseca y no ext rínseca. Los cascos del caballo est án
diseñados para un veloz galope; las garras del t igre, para caer sobre la presa; las pat as de la
cigüeña, para vadear pant anos, y las m anazas del oso para cam inar sobre el hielo. ¿Piensan
alguna vez el caballo, el t igre, la cigüeña o el oso en la belleza de sus form as o proporciones?
Todo lo que t rat an de hacer es funcionar en la vida y adopt ar una apropiada post ura para el
m ovim ient o. Desde nuest ro punt o de vist a, vem os que los cascos del caballo, las garras del
t igre, las pat as de la cigüeña y las m anazas del oso t ienen una sorprendent e belleza, ya sea en
la plenit ud de su cont orno y en su sugest ión de poder, o en la delgadez y la fuerza de sus
líneas, o en la claridad de su perfil, o en la aspereza de sus j unt uras. Las pat as del elefant e
son com o el est ilo lishu de la lit erat ura, la m elena del león com o el feipo, las serpient es que
com bat en escriben m aravillosos y enredados t s'aoshu ( " escrit ura de césped" ) , y los dragones
flot ant es escriben chuanshu ( " caract eres de sello" ) , las pat as de la vaca sem ej an pafen
( escrit ura com parat ivam ent e robust a y sim ét rica) , y el ciervo parece hsiaok'ai ( elegant e
" escrit ura pequeña" ) . Su belleza proviene de su post ura o m ovim ient o, y sus form as corporales
son el result ado de sus funciones corporales, y ést e es t am bién el secret o de la belleza de lo
escrit o. Cuando el shih o post ura de m ovim ient o lo requiere, no debe ser reprim ida, y cuando
no lo requiere, debe det enerse. Por eso, una obra m aest ra de la lit erat ura es com o un t rozo de
la m ism a nat uraleza, bien form ada en su carencia de form a, y su encant o y belleza ocurren
por accident e. Porque est o que llam am os shih es la belleza del m ovim ient o, y no la belleza de
las proporciones est át icas. Todo lo que vive y se m ueve t iene su shih y, por lo t ant o, t iene su
herm osura, fuerza y wen, o belleza de form a y de línea.

CAPI TULO XI I I
RELACI ÓN CON D I OS
I . LA RESTAURACI ÓN D E LA RELI GI ÓN
Tant as personas presum en conocer a Dios y saber lo que Dios aprueba y desaprueba,
que es im posible abordar est e t em a sin hacerse pasible de at aques, com o sacrilego por
algunos y com o profet a por ot ros. ¡Las criat uras hum anas, que individualm ent e const it uim os
m enos de una billonésim a part e de la cort eza de la t ierra, que a su vez es m enos de una
billonésim a part e del gran universo, presum im os conocer a Dios!
Pero ninguna filosofía de la vida es com plet a, ningún concept o de la vida espirit ual
adecuado, a m enos que nos pongam os en relación sat isfact oria y arm oniosa con la vida del
universo que nos rodea. Asaz im port ant e e s el hom bre; es el t em a m ás im port ant e de
nuest ros est udios: est a es la esencia del hum anism o. Pero el hom bre vive en un m agnífico
universo, t an m aravilloso com o el hom bre m ism o, y no puede decirse que t enga una vida
verdaderam ent e sat isfact oria quien ignora el m undo m ayor que le rodea, su origen y su
dest ino.
Lo m alo de la religión ort odoxa es que, en el proceso de su desarrollo hist órico, se ha
m ezclado con m uchas cosas est rict am ent e aj enas al reino m oral de la religión: física, geología,
ast ronom ía, crim inología, el concept o del sexo y la m uj er. Si se hubiera lim it ado al reino de la
conciencia m oral, la obra de reorient ación no sería hoy t an enorm e. Es m ás fácil dest ruir una
noción favorit a de " Cielo" e " I nfierno" que dest ruir la noción de Dios.
Por ot ra part e, la ciencia abre para el crist iano m oderno una visión m ás nueva y m ás
honda del m ist erio del universo y una nueva concepción de la m at eria, en t ant o es un t érm ino
convert ible con la energía, y en cuant o a Dios, según las palabras de Sir Jam es Jean, " el
198
La importancia de vivir Lin Yutang

universo parece est ar m ás 'cerca de un gran pensam ient o que de una gran m áquina" . El
m ism o cálculo m at em át ico dem uest ra la exist encia de lo m at em át icam ent e incalculable. La
religión t endrá que ret raerse y, en lugar de decir t ant as cosas com o solía decir en el reino de
las ciencias nat urales, adm it ir sencillam ent e que no son asunt os de religión; m ucho m enos aun
debe perm it ir que la validez de la experiencia espirit ual dependa de t em as t ot alm ent e
irrelevant es, com o el de si la edad del hom bre es de unos cuat ro m il años o de un m illón, o si
la t ierra es chat a, o redonda, o de la form a de una m esa plegadiza, o sí la sost ienen en el aire
unos elefant es hindúes o unas t ort ugas chinas. La religión debería lim it arse, y se lim it ará, al
reino m oral, al reino de la conciencia m oral, que t iene una dignidad propia com parable al
est udio de las flores, los peces y las est rellas. San Pablo realizó la prim era operación quirúrgica
en el j udaism o, y al separar la cocina ( com er anim ales con pezuñas) de la religión, la benefició
inm ensam ent e. La religión ha de ganar inm ensam ent e si se la separa, no solam ent e de la
cocina, sino t am bién de la geología y de la anat om ía com parada. La religión debe cesar de
avent urarse en la ast ronom ía y la geología y de ser una conservadora de ant iguas cost um bres
populares. Si la religión t iene respet uosam ent e cerrada la boca cuando hablan los m aest ros de
biología, parecerá infinit am ent e m enos t ont a, y ganará inconm ensurablem ent e en cuant o a
respet o de la hum anidad por ella.
Cada individuo t endrá que rescat ar de las iglesias, por sí solo, la religión que pueda
exist ir en la vida m oderna. Exist e siem pre la posibilidad de que nos rindam os al Gran Espírit u
en un am bient e de rit os y cult os, al arrodillarnos a rezar sin palabras y a m irar vent anas de
crist ales pint ados, a pesar de t odo lo que podam os pensar de los dogm as t eológicos. En est e
sent ido, el cult o se conviert e en una verdadera experiencia est ét ica, una experiencia est ét ica
que es de uno m ism o, m uy sim ilar, por ciert o, a la experiencia de ver que el sol se ocult a
det rás de un horizont e de árboles y colinas. Para un hom bre así, la religión es un act o final de
conciencia, porque ha de ser una experiencia est ét ica m uy sem ej ant e a la poesía.
Pero ¡qué desprecio ha de sent ir por las iglesias según son al present e! Porque el Dios
que él venere no será est e a quien se puede halagar con pequeños regalos cot idianos. No
ordenará al vient o que sople hacia el nort e cuando navega al nort e, ni ordenará al vient o que
sople hacia el sur cuando navega al sur. Agradecer a Dios por el vient o favorable es pura
insolencia, y egoísm o t am bién, porque ello im plica que Dios no am a a la gent e que navega
hacia el sur cuando UNO, el individuo im port ant e, va hacia el nort e. Esa religión será una
com unión de espírit us sin que una de las part es t rat e de pedir favores a la ot ra. Est e hom bre
no podrá com prender el significado de las iglesias t ales com o son. Le ext rañarán las raras
m et am orfosis que ha sufrido la religión. Se sorprenderá cuando t rat e de definir las religiones
en su form a present e. ¿Es religión una glorificación del st at u quo con m íst ica em oción? ¿O est á
hecha de ciert as verdades m orales t an m ixt ificadas y adornadas y disfrazadas que el
sacerdocio pueda ganarse el sust ent o con ellas? ¿No est á la revelación en la m ism a relación
con la religión que " un procedim ient o secret o y pat ent ado" est á con ciert os rem edios
indust riales? ¿O es la religión un m anipuleo de lo invisible y lo incognoscible porque lo invisible
y lo incognoscible se prest an t an convenient em ent e a que los m anipulen? ¿Ha de basarse la fe
en el conocim ient o, o sólo com ienza la fe donde t erm ina el conocim ient o? ¿O es la religión una
pelot a de baseball que la Herm ana Aim ée Mac Pherson puede arroj ar cont ra el audit orio con un
palo de baseball, algo que cualquiera puede capt ar y poseer en la form a en que int ercept a una
pelot a? ¿O es la religión una preservación de la sangre aria, nórdica, o es solam ent e una
oposición al divorcio y al birt h- cont rol y la obligación de llam ar a t odo reform ist a social un
" roj o" o un " com unist a" ? ¿Tuvo Jesucrist o que recibir en realidad a Tolst oi en Sus brazos en
m edio de una t rem enda t orm ent a de nieve, después de que le excom ulgó la I glesia Ort odoxa
Griega? ¿O va a est ar Jesús j unt o a la vent ana de la cat edral del obispo Manníng, y llam ar a
los niños de los hom bres ricos que se hallan en sus bancos, y repet ir Su dulce pedido: " Dej ad
que los niños vengan a m í"
Quedam os, pues, con el sent im ient o incóm odo pero ext rañam ent e sat isfact orio, para m í,
de que la religión que quede en nuest ras vidas será un sent im ient o m ucho m ás sim plificado de
reverencia por la belleza y la grandeza y el m ist erio de la vida, con sus responsabilidades, pero
est ará privada de las viej as, las buenas y alegres cert idum bres y agregados que la t eología ha
acum ulado y t endido sobre su superficie. La religión en est a form a es sencilla y, para m uchos
hom bres m odernos, suficient e. La t eocracia espirit ual de la Edad Media ret rocede
decididam ent e, y en cuant o a la inm ort alidad personal, que es la segunda gran razón del

199
La importancia de vivir Lin Yutang

at ract ivo de la religión, m uchos hom bres de hoy se m uest ran cont ent os de no ser m ás que
m uert os cuando m ueran.
Nuest ra preocupación por la inm ort alidad t iene algo de pat ológico. Es com prensible que
el hom bre desee la inm ort alidad, pero si no fuese por la influencia de la religión crist iana no
habría asum ido j am ás una proporción t an exageradam ent e grande de nuest ra at ención. En
lugar de ser una bella reflexión, una noble fant asía, yacent e en el reino poét ico ent re la ficción
y la realidad, se ha convert ido en una cuest ión sum am ent e seria y, en el caso de los m onj es,
la idea de la m uert e, o de la vida después de ella, ha pasado a ser la principal ocupación de
est a vida. En rigor de verdad, casi t odas las personas que ya han pasado de los cincuent a
años, sean paganos o crist ianos, no t em en a la m uert e, razón por la cual no se les puede
asust ar con el Cielo y el I nfierno, y piensan m enos en ello. Muy a m enudo les oím os charlar
anim adam ent e acerca de sus epit afios y sus fut uras t um bas, y los m érit os de la crem ación. No
m e refiero con est o solam ent e a quienes est án seguros de ir al cíelo, sino t am bién a m uchos
que asum en el crit erio realist a de que, cuando m ueran, la vida se ext inguirá com o la llam a de
una vela. Muchas de las m ej ores m ent es de nuest ros días han expresado que no creen en la
inm ort alidad personal, y no se preocupan m ucho —H. G. Wells, Albert Einst ein, Sir Art hur
Keit h, y m uchos ot ros—, pero no creo que se necesit e t ener una m ent e de prim era cat egoría
para vencer est e t em or a la m uert e.
Mucha gent e ha reem plazado est a inm ort alidad personal por inm ort alidad de ot ra
especie, m ucho m ás convincent e: la inm ort alidad de la raza, y la inm ort alidad de la labor y de
la influencia. Es suficient e que, cuando lleguem os a la m uert e, la obra que dej em os siga
influyendo en ot ros y desem peñe un papel, por pequeño que sea, en la vida de la com unidad
en que hem os vivido. Podem os arrancar la flor y arroj ar sus pét alos al suelo: su sut il fragancia
sigue en el aire. Es una especie de inm ort alidad m ej or, m ás razonable y m enos egoíst a. En
est e sent ido, t an real, podem os decir que Louis Past eur, Lut her Burbank y Thom as Edison
viven t odavía ent re nosot ros. ¡Qué im port a que sus cuerpos hayan m uert o, por cuant o el
" cuerpo" no es nada m ás que una generalización abst ract a que se refiere a una com binación
const ant em ent e variable de const it uyent es quím icos! El hom bre co nnenza a ver su vida com o
una got a en un río que fluye siem pre, y se alegra de cont ribuir con su part e a esa gran
com ent e de la vida. Si fuera t an sólo un poco m enos egoíst a est aría m uy cont ent o con eso.

I I . POR QUÉ SOY PAGAN O


La religión es siem pre una cosa individual, personal. Toda persona debe form arse sus
propios punt os de vist a sobre la religión, y si es sincero. Dios no le culpará, cualquiera sea el
result ado. La experiencia religiosa de cada hom bre es válida para él, porque, com o he dicho,
no es algo sobre lo cual se puede discut ir. Pero la narración de la lucha de un alm a honest a
con los problem as religiosos, relat ada en form a sincera, será siem pre de beneficio para los
dem ás. Por eso, al hablar de religión, debo apart arm e de generalidades y narrar m i relat o
personal.
Soy pagano. Est a declaración puede ser t om ada com o im plícit a de una revuelt a cont ra el
crist ianism o; pero " revuelt a" parece una palabra cruda y no describe exact am ent e el est ado de
ánim o de un hom bre que por una evolución m uy gradual, paso a paso, se ha alej ado del
crist ianism o, una evolución durant e la cual se aferró desesperadam ent e, con am or y con
piedad, a una serie de dogm as que, cont ra su volunt ad, se iban alej ando de él. Por lo t ant o, es
im posible hablar de rebelión, porque j am ás hubo odio.
Com o nací en la fam ilia de un past or prot est ant e y se m e preparó en un t iem po para el
m inist erio crist iano, m is em ociones nat urales est uvieron de part e de la religión durant e t oda la
lucha, y no cont ra ella. En est e conflict o de em ociones y com prensión llegué gradualm ent e a
una posición, por ej em plo, en que había renunciado decididam ent e a la doct rina de la
redención, una posición que no podía ser calificada sencillam ent e de paganism o. Era, y es
t odavía, una condición de creencia con respect o a la vida y el universo en la que m e sient o
nat ural y cóm odo, sin t ener que est ar en guerra conm igo m ism o. El proceso fue t an nat ural
com o el dest et e de un niño o la caída de una m anzana m adura a t ierra; y cuando llegó el
m om ent o de que cayera la m anzana, no quise inm iscuirm e en la caída. En fraseología t aoíst a,
est o no es m ás que vivir en el Tao, y en la fraseología occident al no es m ás que ser sincero

200
La importancia de vivir Lin Yutang

consigo m ism o y con el universo, según las luces que uno t iene. Creo que nadie puede ser
nat ural y feliz, a m enos que sea int elect ualm ent e sincero consigo m ism o, y ser nat ural es est ar
en el cielo. Para m í, ser pagano es ser nat ural.
" Ser pagano" no es m ás que una frase, com o " ser crist iano" . No es m ás que una
afirm ación negat iva, porque para el com ún de los lect ores ser pagano significa solam ent e no
ser crist iano; y com o " ser crist iano" es un t érm ino m uy am plio y am biguo, el significado de " no
ser crist iano" est á igualm ent e m al definido. Peor es definir a un pagano com o una persona que
no cree en la religión ni en Dios, porque t endríam os que definir t odavía qué áe quiere decir con
los t érm inos " Dios" o " una act it ud religiosa hacia la vida" . Los grandes paganos han t enido
siem pre una act it ud profundam ent e reverent e hacia la nat uraleza. Por lo t ant o, t endrem os que
t om ar la palabra en un sent ido convencional y significar sencillam ent e un hom bre que no va a
la iglesia ( salvo para una inspiración est ét ica, de la que soy capaz t odavía) , no pert enece al
rebano crist iano y no acept a sus dogm as usuales, ort odoxos.
Del lado posit ivo, un pagano chino, la única especie de que puedo hablar con algún
sent im ient o de int im idad, es el que em pieza est a vida t errena pensando que ella es t odo lo que
puede o debe preocuparnos, desea vivir de firm e y con felicidad t ant o com o dure la vida, t iene
a m enudo una punzant e t rist eza por est a vida y la afront a alegrem ent e, t iene aguda
apreciación de lo bello y de lo bueno en la vida hum ana cada vez que lo encuent ra, y considera
que hacer el bien lleva en sí su recom pensa m ás sat isfact oria. Adm it o, sin em bargo, que
alient a una leve piedad o desdén por el hom bre " religioso" que hace el bien para llegar al cielo
y el que, por inferencia, no lo haría si no t uviera el reclam o del cielo o la am enaza del infierno.
Si est a afirm ación es exact a, creo que en est e país hay m uchos m ás paganos, m ás que los que
ellos m ism os creen. El crist iano liberal m oderno y el pagano est án en verdad m uy cerca uno de
ot ro, y sólo difieren cuando em piezan a hablar de Dios.
Creo conocer las profundidades de la experiencia religiosa, porque creo que se puede
t ener esa experiencia sin ser un gran t eólogo com o el cardenal Newm an; de lo cont rario, el
crist ianism o no valdría la pena, o debe haber sido t erriblem ent e m al int erpret ado ya. Tal com o
lo veo al present e, la diferencia en la vida espirit ual ent re un creyent e crist iano y un pagano es
sencillam ent e ést a: el creyent e crist iano vive en un m undo gobernado y vigilado por Dios, con
quien t iene una const ant e relación personal, y, por lo t ant o, en un m undo presidido por un
padre bondadoso; su conduct a se eleva t am bién a m enudo hast a un nivel consonant e con est a
conciencia de ser hij o de Dios, un nivel, sin duda, difícil de m ant ener const ant em ent e en t odos
los períodos de la vida de un m ort al, o aun de la sem ana, o aun del día; su vida real varía
ent re la vida en el nivel hum ano y el religioso.
Por su part e, el pagano vive en est e m undo com o un huérfano, sin el beneficio de ese
consolador sent im ient o de que hay siem pre en el cielo alguien que se ocupa de él y que,
cuando se est ablezca esa relación personal que se llam a rezo, at enderá a su bienest ar privado
y personal. No hay duda que es un m undo m enos anim ado; pero exist e el beneficio y la
dignidad de ser un huérfano que, por necesidad, ha aprendido a ser independient e, a cuidar de
su persona, y a ser m ás m aduro, com o lo son t odos los huérfanos. Est a sensación, m ás que
cualquier creencia int elect ual —est a sensación de caer en un m undo sin el am or de Dios— fue
lo que m e asust ó en realidad hast a el últ im o m om ent o de m i conversión al paganism o; creía,
com o m uchos crist ianos nat os, que si no exist iera un Dios personal el universo perdería su
base.
Y sin em bargo, el pagano puede llegar a un punt o en que m ira a ese m undo, acaso m ás
t ibio y m ás alegre, com o un m undo a la vez m ás infant il, m ás adolescent e, m e sient o t ent ado
a decir; út il y aprovechable, si uno m ant iene sin t acha la ilusión, pero ni m ás ni m enos
j ust ificable que una m anera de vivir verdaderam ent e budist a; un m undo m ás bellam ent e
coloreado, t am bién, pero por consiguient e m enos sólidam ent e ciert o y, por ello, de m enos
valor. Para m í, personalm ent e, es fat al la sospecha de que algo est á coloreado o no es
sólidam ent e verdadero. Uno debe est ar decidido a pagar un precio por la verdad; cualesquiera
sean las consecuencias, venga la verdad. Est a posición es com parable, es psicológicam ent e
igual que la del asesino: si ha com et ido un asesinat o, lo m ej or que puede hacer después es
confesarlo. Por eso m ism o digo que se necesit a poca valent ía para llegar a ser pagano. Pero,
después de haber acept ado lo peor, queda uno sin t em ores. La paz de la m ent e es la condición
m ent al de haber acept ado lo peor. ( Aquí veo por m í m ism o la influencia del pensam ient o
budist a o t aoíst a.)

201
La importancia de vivir Lin Yutang

Os podría señalar la diferencia ent re un m undo pagano y uno crist iano de est a m anera:
el pagano en m í renunció al crist ianism o por orgullo y hum ildad a la vez, orgullo em ocional y
hum ildad int elect ual, pero quizá en t ot al m enos por orgullo que por hum ildad. Por orgullo
em ocional, porque odiaba la idea de que t uviese que haber alguna razón para com port arnos
com o hom bres decent es, buenos, fuera de la sencilla razón de que som os seres hum anos;
t eóricam ent e, y si queréis dedicaros a las clasificaciones, clasificad est o com o un pensam ient o
t ípicam ent e hum anist a, Pero m ás por hum ildad, por hum ildad int elect ual, sencillam ent e
porque, con nuest ros conocim ient os ast ronóm icos, ya no puedo creer que un ser hum ano
individual sea t an t erriblem ent e im port ant e a los oj os de ese Gran Creador, viviendo com o vive
el individuo, át om o infinit esim al en est a t ierra que es un át om o infinit esim al del sist em a solar,
que a su vez es un át om o infinit esim al del universo de sist em as solares. Lo que m e asom bra
es la audacia del hom bre, y su presunt uosa arrogancia. ¿Qué derecho t enem os a concebir el
caráct er de un Ser Suprem o, de cuya obra apenas podem os ver una m illonésim a part e, y a
post ular acerca de Sus at ribut os?
La im port ancia del individuo hum ano es indudablem ent e uno de los dogm as básicos del
crist ianism o. Pero veam os a qué ridicula arrogancia conduce eso en la práct ica usual de la
diaria vida crist iana.
Cuat ro días ant es del funeral de m i m adre hubo una lluvia t orrencial, y si cont inuaba,
com o solía ocurrir en Changchow en j ulio, la ciudad se inundaría y no habría funeral. Com o
casi t odos nosot ros habíam os llegado de Shanghai, el ret raso significaría inconvenient es. Una
de m is parient as —un ej em plo algo ext rem ado pero no desacost um brado del creyent e crist iano
en China— m e dij o que t enía fe en Dios, que siem pre at endería a Sus hij os. Rezó, y cesó la
lluvia, aparent em ent e con el fin. de que una pequeñit a fam ilia de crist ianos pudiera t ener su
funeral sin t ardanza. Pero la idea im plícit a de que, si no hubiese sido por nosot ros. Dios habría
som et ido volunt ariam ent e a decenas de m iles de habit ant es de Changchow a una inundación
devast adora, com o ocurría a m enudo, o que no det uvo la lluvia por ellos, sino porque nosot ros
queríam os t ener un funeral sin barro, se m e ocurrió que era un t ipo increíble de egoísm o. No
puedo im aginar que Dios at ienda a hij os t an egoíst as.
Hubo t am bién un past or crist iano que escribió la hist oria de su vida, dando fe de las
m uchas pruebas de la acción de Dios en su vida, con el propósit o de glorificar a Dios. Una de
las pruebas que aducía era la de que, cuando había reunido seiscient os dólares de plat a para
com prar el pasaj e a los Est ados Unidos, Dios reduj o la t asa de cam bio el día m ism o en que
est e individuo t an im port ant e debía com prar el pasaj e. La diferencia en la t asa de cam bio
sobre seiscient os dólares de plat a pudo haber sido a lo sum o diez o veint e dólares, y Dios
est aba dispuest o a conm over las bolsas de París, Londres y Nueva York a fin de que est e
curioso hij o Suyo pudiera ahorrarse diez o veint e dólares. Recordem os que est a form a de
glorificar a Dios no es cosa desacost um brada en ninguna part e de la crist ianidad.
¡Oh, insolencia y envanecim ient o del hom bre, cuyo lapso de vida es apenas de t res
veint enas de anos! La hum anidad, en conj unt o, puede t ener una hist oria significat iva, pero el
hom bre, com o individuo, según las palabras de Su Tungp'o, no es m ás que un grano de m ij o
en un océano o un insect o fuyu que nace por la m añana y m uere al at ardecer, com parado con
el universo. No quiere ser hum ilde el crist iano. No se sat isface con la sum ada inm ort alidad de
su gran corrient e de la vida, de la que es ya una part e, que fluye a la et ernidad com o un
poderoso río que se vacía en el gran m ar y cam bia y no cam bia. Una vasij a de arcilla
pregunt ará al alfarero: " ¿Por qué m e has dado est a form a y por qué m e has hecho t an
quebradiza?" La vasij a de arcilla no queda sat isfecha de poder dej ar ot ras vasij as m ás
pequeñas de su especie cuando se quiebra. El hom bre no se sat isface con haber recibido est e
cuerpo m aravilloso, est e cuerpo casi divino. ¡Quiere vivir para siem pre! Y no dej a t ranquilo a
Dios. Ha de decir sus plegarias y ha de rezar diariam ent e para recabar pequeños dones
personales a la Fuent e de Todas las Cosas. ¿Por qué no puede dej ar t ranquilo a Dios?
Hubo una vez un sabio chino que no creía en el budism o, y cuya m adre creía. Era una
m uj er devot a y pret endía adquirir m érit os m usit ando " ¡Nam u om it abha! " m il veces de día y de
noche. Pero cada vez que em pezaba a pronunciar el nom bre de Buda, su hij o la llam aba:

202
La importancia de vivir Lin Yutang

" ¡Mam á! " La m adre se enoj ó al fin. " Bien —dij o el sabio— ¿no crees que Buda se enoj aría
t am bién si pudiera oírt e?" ( 76 )
Mi padre y m i m adre eran devot os crist ianos. Bast aba oír a m i padre cuando dirigía los
rezos noct urnos de la fam ilia. Y yo era un niño sensit ivam ent e religioso. Com o hij o de un
past or, recibí las facilidades de la educación de los m isioneros, aproveché sus beneficios y sufrí
sus debilidades. Siem pre he est ado agradecido a esos beneficios, y convert í en fuerza m ía sus
debilidades. Porque, según la filosofía china, no hay en la vida buena o m ala suert e.
Se m e prohibía asist ir a t eat ros chinos, j am ás se m e perm it ía escuchar a los t roveros
chinos, y se m e separó ent eram ent e de la gran t radición y la m it ología populares. Cuando
ingresé en un colegio de m isioneros se descuidó por com plet o el escaso fundam ent o de chino
clásico que m e había dado m í padre. Quizá haya sido m ej or así, para que m ás t arde, después
de recibir una educación com plet am ent e occident alizada, pudiera volver yo al chino con la
frescura y el vigoroso deleit e de un hij o de Occident e que se adent ra en el país de m aravilla
orient al. La m ayor suert e que he t enido j am ás fue la sust it ución com plet a del pincel de escribir
por la plum a est ilográfica durant e m i período de colegial y de adolescent e, pues conservó sin
m engua para m í la frescura del m undo m ent al orient al, hast a que est uve pront o para él. Si el
Vesubio no hubiera cubiert o a Pom peya, Pom peya no est aría t an bien conservada, y las huellas
de las ruedas de los carros en sus calles no habrían quedado t an claram ent e m arcadas hast a
hoy. La educación en un colegio de m isioneros fue m i Vesubio.
Pensar era siem pre peligroso en aquel ent onces. Más aún, pensar era siem pre aliarse con
el diablo. Durant e m i período de colegial- adolescent e que, según es cost um bre, fue m i período
religioso, ya ocurría el conflict o ent re un corazón que sent ía la belleza de la vida crist iana y
una cabeza que t endía a razonarlo t odo. Curiosam ent e, no puedo recordar m om ent os de
t orm ent o o desesperación, com o los que casi llevaron a Tolst oi al suicidio. En cada et apa m e
sent ía un crist iano unificado, arm onioso en m i creencia, pero un poco m ás liberal que en la
et apa ant erior, y acept ando m enos algunas doct rinas crist ianas. De t odos m odos, siem pre
podía volver al " Serm ón de la Mont aña" . La poesía de un dicho com o " Considerad los lirios del
cam po" era dem asiado buena para no ser ciert a. Est o, y la conciencia de la ínt im a vida
crist iana, fue lo que m e dio fuerzas.
Pero las doct rinas se alej aban t erriblem ent e. Prim ero com enzaron a m olest ar las cosas
superficiales. La " resurrección de la carne" , desm ent ida m ucho t iem po ha, cuando no se
produj o la esperada segunda aparición de Crist o en el siglo I y cuando los Apóst oles no se
levant aron de sus t um bas, est aba t odavía en el Credo de los Apóst oles. Est o era una de esas
cosas.
Después, enrolado en una clase t eológica e iniciado en lo m ás sagrado de lo sagrado,
supe que ot ro art ículo del credo, el part o de la Virgen, est aba en duda, pues diferent es deanes
de sem inarios t eológicos occident ales sost enían crit erios dist int os. Me enfureció que se exigiera
a los creyent es chinos la cat egórica creencia en est e art ículo ant es de ser baut izados, en t ant o
que los t eólogos de la m ism a iglesia lo consideraban en duda. No m e pareció sincero, y no m e
pareció bien.
Ot ros est udios sobre com ent arios sin significado, com o el paradero de la " puert a de
agua" y ot ras m inucias así, m e relevaron com plet am ent e de la responsabilidad de t om ar en
serio esos est udios t eológicos, y t uve m alas clasificaciones. Mis profesores consideraron que yo
no est aba hecho para el m inist erio crist iano, y el obispo opinó que bien podría m archarm e. No
iban a desperdiciar en m í su inst rucción. Tam bién est o m e parece una bendición disfrazada.
Dudo que si hubiera seguido adelant e y hubiese vest ido el ropaj e clerical m e habría sido t an
fácil ser honest o conm igo m ism o m ás t arde. Pero ese sent im ient o de rebelión cont ra la
discrepancia de creencias que se exigía al t eólogo y al converso com ún, fue la sensación m ás
cercana a la " revuelt a" que t uve j am ás.
Para ent onces ya había llegado a la posición de que los t eólogos crist ianos eran los
m ayores enem igos de la religión crist iana. Jam ás pude pasar por encim a de dos grandes
cont radicciones. La prim era era que los t eólogos habían hecho que t oda la est ruct ura de la
creencia crist iana dependiese de la exist encia de una m anzana. Si Adán no hubiera com ido una

76
Al rezar por un enfermo, es irrazonable, evidentemente, rezar una docena o un centenar de veces, como es irrazonable en
el niño pedir una docena o un centenar de veces que le lleven al cinematógrafo. Pedir una vez es bastante, y una promesa es una
promesa, si el padre es un buen padre. Las solicitudes repetidas son molestas, tediosas.
203
La importancia de vivir Lin Yutang

m anzana no habría pecado original, y si no hubiera pecado original no habría necesidad de


redención. Est o m e result aba claro, cualquiera fuese el valor sim bólico de la m anzana. Pero m e
pareció absurdam ent e inj ust o con las enseñanzas de Crist o, que j am ás dij o una palabra acerca
del pecado original o la redención. De t odos m odos, por seguir est udios lit erarios, sient o, com o
t odos los occident ales m odernos, que no t engo conciencia del pecado, y no creo en él,
sencillam ent e. Todo lo que sé es que, si Dios m e am a apenas la m it ad de lo que m e am a m i
m adre, no m e enviará al I nfierno. Est e es un act o final 'de m i conciencia ínt im a, y por ninguna
religión podría yo negar su verdad.
Aun m ás absurda m e pareció ot ra proposición. Se t rat a del argum ent o de que cuando
Adán y Eva com ieron una m anzana durant e su luna de m iel, se enfureció t ant o Dios que
condenó a su post eridad a sufrir de generación en generación por ese pequeño pecado, pero
que cuando la m ism a post eridad m at ó al único Hij o del m ism o Dios, Dios quedó t an encant ado
que a t odos perdonó. Por m ucho que m e expliquen y m e discut an, no puedo eludir est a
sencilla falsedad. Est a fue la últ im a de las cosas que m e t urbaron.
Pero aun después de recibirm e, yo era un celoso crist iano y dirigía volunt ariam ent e una
escuela dom inical en Tsing Hua, un colegio no crist iano en Pekín, con gran desm ayo para
m uchos m iem bros de la facult ad. La reunión de Navidad en la escuela dom inical era una
t ort ura para m í, porque im part ía a los niños chinos el cuent o de los ángeles que cant aban a
m edianoche para pregonar el acont ecim ient o, y yo no lo creía. Todo había desaparecido con el
razonam ient o y sólo quedaban el am or y el t em or: una especie de pegadizo am or hacia un
Dios om nisapient e, que m e hacía sent ir feliz y pacífico, y sospechar que no habría sido t an feliz
y pacífico sin ese am or confort ant e; y el t em or de ent rar en un m undo de huérfanos.
Finalm ent e vino m i salvación.
—Es que —razoné con un colega— si no hubiera Dios, la gent e no haría el bien y el
m undo se t rast ornaría.
—¿Por qué? —respondió m i colega confuciano—. Viviríam os una decent e vida hum ana,
sencillam ent e porque som os seres hum anos decent es.

Est e llam am ient o a la dignidad de la vida hum ana cort ó m i últ im o lazo con el
crist ianism o, y desde ese m om ent o he sido pagano.
Ahora t odo m e result a m uy claro. El m undo de la creencia pagana es una creencia m ás
sencilla. Nada post ula, y " no est á obligado a post ular nada. Parece hacer m ás inm ediat am ent e
at ract iva la buena vida, porque apela a la buena vida por sí sola. Just ifica m ej or el bien, pues
hace innecesario, para hacer el bien, j ust ificarlo de algún m odo. No alient a a los hom bres, por
ej em plo, a hacer un pequeño act o de caridad m ediant e una serie de post ulados hipot ét icos —
pecado, redención, la cruz, hacerse un lugar en el cielo, obligación m ut ua ent re los hom bres a
causa de la relación con un t ercero en el cielo— que son innecesariam ent e com plicados y
ninguno puede ser dem ost rado con la prueba direct a. Si se acept a la afirm ación de que hacer
el bien lleva en sí la j ust ificación, no puede uno dej ar de considerar que t odos los cebos
t eológicos para la buena vida son redundant es y t ienden a nublar el lust re de una verdad
m oral. El am or ent re los hom bres debería ser un hecho final, absolut o. Deberíam os poder
m irarnos y am arnos, sin recordar a un t ercero en el cielo. El crist ianism o, m e parece, hace que
la m oralidad se present e com o cosa innecesariam ent e difícil y com plicada, y el pecado com o
cosa t ent adora, nat ural, y deseable. En cam bio, el paganism o es lo único que parece capaz de
rescat ar a la religión de la t eología y rest aurarla en su herm osa sencillez de creencia y
dignidad de sent im ient o.
En verdad, m e parece poder ver cuánt as com plicaciones t eológicas surgieron en los
siglos I , I I y I I I , y convirt ieron las sim ples verdades del Serm ón en la Mont aña en una
est ruct ura rígida, t ot al, para sost ener a un conj unt o de sacerdot es com o si fuera una
inst it ución becada. La razón est á cont enida en la palabra revelación: la revelación de un
m ist erio especial o un plan divino, hecha a un profet a y m ant enida por una sucesión
apost ólica, que se consideró necesaria en t odas las religiones, desde el m ahom et anism o y el
m orm onism o hast a el lam aísm o del Buda Vivient e, y la ciencia crist iana de Mrs. Eddy, a fin de
que cada uno de ellos m anej ara exclusivam ent e un m onopolio especial y pat ent ado de la
salvación. Todos los sacerdot es viven de la com ida com ún de la revelación. Las sencillas
verdades de las enseñanzas de Crist o en la Mont aña deben ser adornadas, y el lirio que t ant o

204
La importancia de vivir Lin Yutang

le m aravilló debe ser dorado. Por eso t enem os el " prim er Adán" y el " segundo Adán" , y así
t odo lo dem ás.
Pero la lógica paulina, que parecía t an convincent e e incont rovert ible en los prim eros días
de la era crist iana, parece débil e inconvincent e a la m oderna conciencia crít ica, que es m ás
sut il; y en est a discrepancia ent re la rigurosa lógica deduct iva asiát ica y la m ás flexible, m ás
sut il apreciación de la verdad del hom bre m oderno, reside la debilidad del at ract ivo de la
revelación crist iana, o cualquier revelación, para el hom bre m oderno. Por lo t ant o, sólo con un
ret orno al paganism o y la renuncia a la revelación puede uno volver al crist ianism o prim it ivo
( para m í m ás sat isfact orio) .
Est á m al, pues, hablar de un pagano com o de un hom bre irreligioso; irreligioso es
solam ent e com o hom bre que se niega a creer en una variedad especial de la revelación. Un
pagano cree siem pre en Dios, pero no le gust a decirlo, por t em or a que no se le com prenda.
Todos los paganos chinos creen en Dios, y la designación m ás com ún que se le da en la
lit erat ura china es el t érm ino chaowa, o sea, el Creador de las Cosas. La única diferencia
consist e en que el pagano chino es t an honest o que dej a al Creador de las Cosas en una
aureola de m ist erio, y sient e por él una especie de pasm ada piedad y reverencia. Lo que es
m ás, est e sent im ient o le bast a. Tiene conocim ient o t am bién de la belleza de est e universo, de
la habilidad art íst ica de las m il cosas de est a creación, el m ist erio de las est rellas, la grandeza
del cielo, y la dignidad del alm a hum ana. Pero t am bién est o le bast a. Acept a la m uert e com o
acept a el dolor y el sufrim ient o, y los pesa cont ra el don de la vida y la fresca brisa cam pest re
y la clara luna de la m ont aña, y no se quej a. Considera que doblegarse ant e la volunt ad del
Cielo es la act it ud verdaderam ent e religiosa y pía, y la llam a " vivir en el Tao" . Si el Creador de
las Cosas quiere que m uera a los set ent a años, m uere com placido a los set ent a años. Cree
t am bién que " el cam ino del cielo siem pre da la vuelt a" ,- y que no hay una inj ust icia
perm anent e en el m undo. No pide m ás.

CAPI TULO XI V
EL ARTE D E PEN SAR
I . LA N ECESI D AD D EL PEN SAM I EN TO H UM AN I ZAD O
Pensar es un art e, no una ciencia. Uno de los m ayores cont rast es ent re el est udio chino y
el occident al es que en Occident e hay un conocim ient o t an especializado, y un conocim ient o
t an poco hum anizado, en t ant o que en China preocupan m ás los problem as de vivir, y no hay
ciencias especializadas. Vem os en Occident e una invasión del pensam ient o cient ífico en el
reino del conocim ient o hum anizado, que se caract eriza por una alt a especialización y por el
profuso em pleo de t erm inologías cient íficas o sem icient íficas. Hablo de pensam ient o " cient ífico"
en su sent ido vulgar, y no del verdadero pensam ient o cient ífico, que no se puede divorciar del
sent ido com ún por un lado y de la im aginación por ot ro. En su sent ido com ún, est e
pensam ient o " cient ífico" es est rict am ent e lógico, obj et ivo, sum am ent e especializado y
" at óm ico" en su m ét odo y visión. El cont rast e ent re los dos t ipos de est udio, el orient al y el
occident al, se rem ont a a la oposición ent re la lógica y el sent ido com ún. La lógica, privada del
sent ido com ún, se hace inhum ana, y el sent ido com ún, privado de la lógica, es incapaz de
penet rar en los m ist erios de la nat uraleza.
¿Qué encuent ra uno al recorrer el t erreno de la lit erat ura y la filosofía chinas?
Com prueba que no hay ciencias, ni t eorías ext rem as, ni dogm as, y en realidad no hay escuelas
de filosofía m uy divergent es. El sent ido com ún y el espírit u razonable han aplast ado t odas las
t eorías y t odos los dogm as. Com o el poet a Po Chüyi, el sabio chino " ut ilizó el confucianism o
para ordenar su conduct a, ut ilizó el budism o para lim piar su m ent e, y después ut ilizó la
hist oria, la pint ura, las m ont añas, los ríos, el vino, la m úsica y las canciones para calm ar su
espírit u" . ( 77 ) Vivía en el m undo, pero est aba fuera del m undo.
China, por lo t ant o, llega a ser una t ierra donde nadie t rat a m ucho de pensar, y t odos
t rat an m ucho de vivir. Se conviert e en una t ierra donde la filosofía m ism a es una cosa t an
sencilla y llena de sent ido com ún que puede ponerse t an convenient em ent e en dos versos
com o en un pesado volum en. Se conviert e en una t ierra donde no hay sist em a de filosofía, en
t érm inos generales, ni lógica, ni m et afísica, ni j erga académ ica; donde hay m ucho m enos

77
Del epitafio que Po Chiiyí compuso para si mismo.
205
La importancia de vivir Lin Yutang

dogm at ism o académ ico, m enos fanat ism o int elect ual o práct ico, y m enos t érm inos abst ract os
y palabras ext ensas. No es posible j am ás ninguna suert e de racionalism o m ecanicist a, y se
odia profundam ent e la idea de la necesidad lógica. Se conviert e t am bién en una t ierra donde
no hay abogados en la vida de negocios, ni lógicos en filosofía. En lugar de sist em as de
filosofía m uy ponderados, sólo t ienen un ínt im o sent im ient o de la vida, y en lugar de un Kant o
un Hegel sólo t ienen ensayist as, epigram ist as y escrit ores de acert ij os budist as y de parábolas
t aoíst as.
La lit erat ura de China, en conj unt o, nos present a un desiert o de poem as breves y
ensayos cort os, al parecer int erm inables para quien no los aprecia, pero t an llenos de variedad
y de inagot able belleza com o un panoram a silvest re. Sólo t enem os ensayist as y escrit ores de
cart as que t rat an de poner sus sent im ient os de la vida en una breve not a o en un ensayo de
t rescient as o quinient as palabras, por lo com ún m ucho m ás cort o que una com posición escolar
en Occident e. En est os escrit os al descuido, cart as, diarios, not as lit erarias y ensayos, se
encuent ran, aquí un breve com ent ario sobre las vicisit udes de la fort una, allí la hist oria de una
m uj er que se suicidó en la aldea vecina, o el relat o de una placent era fiest a prim averal, o un
fest ín en la nieve, o un paseo en bot e durant e una noche de luna, o un at ardecer pasado en un
t em plo m ient ras fuera bram a la t orm ent a, y generalm ent e con la inclusión de las frases
cruzadas en la conversación, que hicieron m em orable la ocasión. Encont ram os una huest e de
ensayist as que a la vez son poet as, y poet as que son a la vez ensayist as, y que nunca escriben
m ás de quinient as o set ecient as palabras, en que t oda la filosofía de la vida se expresa en
realidad por una sola línea. Encont ram os escrit ores de parábolas y epigram as y cart as de
fam ilia que no int ent an coordinar sus pensam ient os en un sist em a rígido. Est o ha im pedido el
surgim ient o de escuelas y sist em as. El int elect o es m ant enido siem pre a dist ancia por el
espírit u de lo razonable, y aun m ás por la sensibilidad art íst ica del escrit or. En verdad, se
desconfía del int elect o.
Apenas es necesario señalar que la facult ad lógica es un arm a m uy poderosa de la m ent e
hum ana, que hace posibles las conquist as de la ciencia. Tam bién sé que el progreso hum ano
en Occident e sigue esencialm ent e cont rolado por el sent ido com ún y por el espírit u crít ico, que
es m ayor que el espírit u lógico y que, creo, represent a la form a m ás alt a de pensar, en
Occident e. Me es innecesario añadir que hay un espírit u crít ico m ucho m ás desarrollado en
Occident e que en China. Al señalar las debilidades del pensam ient o lógico sólo m e refiero a
una deficiencia part icular del pensam ient o occident al, y a veces de la polít ica occident al
t am bién, com o por ej em plo, la Macht polit ik de los alem anes y los j aponeses. La lógica t am bién
t iene su encant o, y considero el desarrollo de la novela policial com o un product o sum am ent e
int eresant e de la m ent e lógica, una form a de lit erat ura que no ha podido desarrollarse en
China. Pero t am bién t iene sus inconvenient es la pura preocupación por el pensam ient o lógico.
La caract eríst ica sobresalient e del est udio occident al es su especializacíón y su división
del conocim ient o en depart am ent os diferent es. El exceso de desarrollo del pensam ient o lógico
y la especialización, con su fraseología t écnica, ha producido un hecho curioso de la civilización
m oderna: el de que la filosofía ha sido t an relegada a un segundo plano, m uy at rás de la
polít ica y la econom ía, que el hom bre com ún puede pasarla por alt o sin un resquem or de
conciencia. El hom bre com ún, y aun el hom bre educado, sient e que la filosofía es una
" m at eria" sin la cual se puede pasar m uy bien. Es por ciert o una ext raña anom alía de la
cult ura m oderna, porque la filosofía, que debería est ar j unt o al pecho y a la act ividad de los
hom bres, es lo que se ha alej ado m ás de la vida. No ocurría así en la civilización clásica de los
griegos y los rom anos, y no fue así en China, donde el est udio de la sabiduría de la vida
form aba la principal ocupación de los est udiosos. O el hom bre m oderno no se int eresa en los
problem as de la vida, que son el t em a propio de la filosofía, o nos hem os apart ado m ucho del
concept o original de la filosofía. Se ha ensanchado t ant o el alcance de nuest ro conocim ient o, y
t enem os t ant os " depart am ent os" de conocim ient o celosam ent e guardados por sus respect ivos
especialist as, que la filosofía, en lugar de ser el prim ero de los est udios del hom bre, sólo t iene
ahora com o cam po aquel en que nadie quiere especializarse. Típico del est ado de la educación
m oderna es el anuncio hecho por una universidad nort eam ericana: " El Depart am ent o de
Psicología se ha servido abrir las puert as del cuart o curso de Psicología a los est udiant es del
t ercer curso de Econom ía." El profesor del t ercer curso de Econom ía, pues, encarga el cuidado
de sus alum nos al profesor del cuart o curso de Psicología, con su cariño y bendición, m ient ras
que, com o canj e de cort esías, perm it e que los alum nos del cuart o curso de Psicología pisen el
sagrado recint o del t ercero de Econom ía. En t ant o, la Filosofía, Reina del Conocim ient o, < i8
206
La importancia de vivir Lin Yutang

com o el Em perador Chino de los t iem pos de los Reinos en Guerra, que en lugar de recibir
t ribut o de los Est ados vasallos vio que su aut oridad y su dom inio dism inuían diariam ent e, y
ret uvo t an sólo la fidelidad de un pequeño grupo de subdit os m uy leales pero pobrem ent e
alim ent ados.
Porque hem os llegado a un est ado de la cult ura hum ana en que t enem os
com part im ient os del conocim ient o, pero no conocim ient o m ism o; especialización pero no
int egración; especialist as pero no filósofos de hum ana sabiduría. Est a superespecialización del
conocim ient o no difiere m ucho de la superespecialízación en una cocina im perial china. Una
vez, al caer una dinast ía, un rico funcionario chino pudo conseguir com o cocinera a una
sirvient a que había escapado de las cocinas del palacio. Orgulloso de ella, envió a sus am igos
una invit ación para que fueran a saborear una com ida preparada por quien le parecía que era
una cocinera im perial. Al acercarse el día, pidió a la sirvient a que preparara una com ida
im perial. La sirvient a respondió que no podía prepararla.
—¿Qué hacías, ent onces? —pregunt ó el funcionario.
—Ah, ayudaba a hacer las past as para la com ida —respondió la m uj er.
—Bien, ent onces, prepara unas lindas past as para m is huéspedes.
—Oh, no —respondió la sirvient a con gran const ernación del am o—, no sé hacer past as.
Me especializaba en picar la cebolla para el relleno de las past as de la com ida im perial.
Una condición parecida exist e hoy en el cam po del conocim ient o hum ano y del est udio
académ ico. Tenem os un biólogo que sabe un poco de la vida y la nat uraleza hum ana; un
psiquiat ra que sabe ot ro poco; un geólogo que conoce la hist oria prim aria de la hum anidad; un
ant ropólogo que conoce la m ent e del salvaj e; un hist oriador que, si t iene espírit u genial, puede
enseñarnos algo de la sabiduría hum ana y de la t ont ería hum ana, según se reflej an en la
hist oria del pasado; un psicólogo que a m enudo nos puede ayudar a com prender nuest ro
com port am ient o, pero que t am bién suele decirnos una im becilidad académ ica, com o la de que
Lewis Carroll, el aut or de Alicia en el País de las Maravillas, era, un sadist a, o sale de su
laborat orio, después de hacer experim ent os con una cant idad de polluelos, y anuncia que el
efect o de un fuert e ruido sobre los pollos es el de hacerles salt ar el corazón. Algunos
psicólogos educacionales m e dej an est upefact o cuando se equivocan, y aun m ás est upefact o
cuando t ienen razón. Pero j unt o con el proceso de especialización no se ha producido el
proceso, urgent em ent e necesario, de la int egración, el esfuerzo por int egrar t odos est os
aspect os del conocim ient o y hacerlos servir al fin suprem o, que es la sabiduría de la vida.
Quizá est em os ya dispuest os para ciert a int egración del conocim ient o, com o se revela en
algunos signos recient es. Pero a m enos que los hom bres de ciencia de Occident e procedan a
est a t area con un m odo de pensar m ás sencillo y m enos lógico, esa int egración no se podrá
realizar. La sabiduría hum ana no puede ser sim plem ent e la sum a de conocim ient os
especializados, ni puede ser obt enida por un est udio de prom edios est adíst icos; sólo se la
puede realizar con la visión ínt im a, con el predom inio general del sent ido com ún, de la
agudeza y de una int uición m ás sencilla, pero sut il.
Hay, claram ent e, una dist inción ent re pensam ient o lógico y pensam ient o razonable, que
se puede expresar t am bién com o la diferencia ent re el pensam ient o académ ico y el
pensam ient o poét ico. Tenem os buena cant idad de pensam ient o académ ico, pero hallam os m uy
pocas m uest ras de pensam ient o poét ico en el m undo m oderno. Arist ót eles y Plat ón son
sorprendent em ent e m odernos, y sucede así, no porque los griegos se parecían a los m odernos,
quizá, sino porque eran, est rict am ent e, los ant epasados del pensam ient o m oderno. A pesar de
su punt o de vist a hum anist a y de su doct rina del Medio de Oro, Arist ót eles fue est rict am ent e el
abuelo de los m odernos aut ores de t ext os, pues fue el prim ero que separó al conocim ient o en
com part im ient os dist int os: desde la física y la bot ánica hast a la ét ica y la polít ica. Com o era
casi inevit able, fue t am bién el prim er hom bre que lanzó la im pert inent e j erga académ ica
incom prensible para el hom bre com ún, y que est án dej ando m uy at rás los sociólogos y
psicólogos m odernos. Y si bien Plat ón t enía verdadero discernim ient o hum ano, en ciert o m odo
fue el responsable de la veneración de las ideas y las abst racciones, com o ent re los
neoplat ónicos, una t radición que, en lugar de ser at em perada por un m ayor discernim ient o,
nos es t an fam iliar ahora en los escrit ores que hablan de ideas e idearios com o si t uvieran una
exist encia independíent e. Sólo la psicología m oderna, en días m uy recient es, nos est á privando
de los com part im ient os est ancos de la " razón" , la " volunt ad" y la " em oción" , y nos ayuda a
m at ar el " alm a" , que era una ent idad t an real para los t eólogos m edievales. Hem os m at ado el
207
La importancia de vivir Lin Yutang

" alm a" , pero hem os creado un m illar de lem as sociales y polít icos ( " revolucionario" ,
" cont rarrevolucionario" , " burgués" , " capit alist a- im perialist a" , " escapist a" ) , que t iranizan
nuest ros pensam ient os, y hem os creado seres sim ilares, com o " clase" , " dest ino" , " est ado" , y
procedem os, lógicam ent e, a t ransform ar el est ado en un m onst ruo que se t raga al individuo.
Parece que es sum am ent e deseable una form a regenerada de pensar, un pensam ient o
m ás poét ico, que pueda ver la vida firm em ent e, y verla t oda. Ya nos adviert e Jam es Harvey
Robinson: " Algunos observadores cuidadosos expresan la convicción m uy fundada de que, a
m enos que el pensam ient o sea elevado a un plano m uy superior al de ahora, es inevit able un
gran revés para la civilización." El profesor Robinson señalaba oport unam ent e que " La
conciencia y el discernim ient o parecen recelarse m ut uam ent e, y bien podrían ser am igos" . Los
econom ist as y los psicólogos m odernos m e dej an la im presión de que t ienen exceso de
conciencia y falt a de discernim ient o. Est e es un punt o que quizá no acent uem os bast ant e, est e
peligro de aplicar la lógica a los asunt os hum anos. Pero la fuerza y el prest igio del
pensam ient o cient ífico han sido t an grandes en la edad m oderna, que, a pesar de t odas las
advert encias, est a especie de pensam ient o académ ico se inm iscuye const ant em ent e en el
reino de la filosofía, con la est éril creencia de que la m ent e hum ana puede ser est udiada com o
un sist em a de aguas corrient es y las ondas del pensam ient o hum ano m edidas com o las ondas
de radio. Las consecuencias son levem ent e pert urbadoras en nuest ro pensar de t odos los días,
pero desast rosas en la polít ica práct ica.

I I . EL RETORN O AL SEN TI D O COM ÚN


Los chinos odian el t érm ino de " necesidad lógica" porque no hay necesidad lógica en los
asunt os hum anos. La desconfianza de los chinos por la lógica com ienza con la desconfianza de
las palabras, sigue con la desconfianza de las definiciones y t erm ina con un odio inst int ivo
hacia t odos los sist em as y t eorías. Porque sólo palabras, definiciones y sist em as han hecho
posibles las escuelas de filosofía. La degeneración de la filosofía com enzó con la preocupación
por las palabras. Un escrit or chino, Kung Tingan, dij o: " El sabio no habla, los t alent osos hablan
y los est úpidos discut en" ; est o a pesar de que al am igo Kung le encant aba discut ir.
Porque ést a es la t rist e hist oria de la filosofía: que los filósofos pert enecieran al género
de los Habladores y no al de los Callados. A t odos los filósofos les gust a escuchar sus propias
voces. El m ism o Laot sé, que nos enseñó prim ero que el Creador ( el Gran Callado) no habla,
fue persuadido de que dej ara cinco m il palabras a la post eridad ant es de ret irarse, fuera del
Paso Hankukuan, a pasar el rest o de su vida en sabia soledad y olvido. Más t ípico del género
del filósofo hablador fue Confucio, que visit ó " set ent a y dos reinos a fin de obt ener audiencias
de sus reyes; o m ás aun, Sócrat es, que iba por las calles de At enas y det enía a los t ranseúnt es
para hacerles pregunt as con el propósit o de escucharse al dar ingeniosas respuest as. La
afirm ación de que el " Sabio no habla" es, por lo t ant o, sólo una afirm ación relat iva. Pero de
t odos m odos exist e una diferencia ent re los Sabios y los Talent osos, porque el Sabio habla de
la vida, t al com o la adviert e direct am ent e; los Talent osos hablan de las palabras del Sabio, y
los est úpidos argum ent an sobre las palabras de los Talent osos. En los sofist as griegos t enem os
el t ipo puro de Habladores int eresados en el j uego de las palabras com o t ales. La filosofía, que
era el am or por la sabiduría. se convirt ió en el am or por las palabras, y en la proporción en
que creció est a t endencia sofist a se hizo m ás y m ás com plet o el divorcio ent re la filosofía y la
vida. Al correr el t iem po, los filósofos com enzaron a em plear cada vez m ás palabras y frases
m ás y m ás largas; los epigram as de la vida cedieron su lugar a las frases, las frases a los
argum ent os, los argum ent os a los t rat ados, los t rat ados a los com ent arios y los com ent arios a
la invest igación filológica; se necesit aron m ás y m ás palabras para definir y clasificar las
palabras que se em pleaban, y m ás y m ás escuelas para que se diferenciaran y separaran de
las escuelas ya est ablecidas; el proceso cont inuó hast a que ahora se ha perdido ent eram ent e
de vist a el sent im ient o inm ediat o, ínt im o, o el conocim ient o de la vida, y el lego t iene perfect o
derecho a pregunt ar: " ¿De qué est áis hablando?" Ent ret ant o, a t ravés de la subsiguient e
hist oria del pensam ient o, los pocos pensadores independient es que sint ieron el im pact o direct o
de la vida —un Goet he, un Sam uel Johnson, un Em erson, un Willíam Jam es— se han negado a
hablar en la j erga de los Habladores, y siem pre se han opuest o decididam ent e al espírit u de
clasificación. Porque son los sabios los que han m ant enido para nosot ros el verdadero
significado de la filosofía, que es la sabiduría de la vida. En casi t odos los casos han renunciado
a los argum ent os y ret ornado al epigram a. Cuando el hom bre ha perdido la capacidad de

208
La importancia de vivir Lin Yutang

hablar en epigram as, escribe párrafos; cuando no se puede expresar claram ent e en párrafos,
desarrolla un argum ent o, y cuando t odavía no puede hacerse ent ender en un argum ent o,
escribe un t rat ado.
El am or del hom bre por las palabras es su prim er paso hacia la ignorancia, y su am or por
las definiciones es el segundo. Cuant o m ás analiza, t ant o m ás necesidad t iene de definir, y
cuant o m ás define t ant o m ás t iende a una im posible perfección lógica, porque el esfuerzo de
t ender a la perfección lógica es solam ent e una m uest ra de ignorancia. Com o las palabras son
el m at erial de nuest ro pensam ient o, el esfuerzo de definir es ent eram ent e loable, y Sócrat es
inició la m anía de las definiciones en Europa. El peligro es que, después de t ener conciencia de
las palabras que definim os, nos veam os aún forzados a definir las palabras definidoras, de
m odo que al fin, adem ás de las palabras que definen o expresan la vida m ism a, t enem os una
clase de palabras que definen ot ras palabras, que ent onces se conviert en en la preocupación
principal de nuest ros filósofos. Hay evident em ent e una diferencia ent re las palabras út iles y las
palabras ociosas, palabras que cum plen un deber en nuest ra vida diaria de t rabaj o y palabras
que sólo exist en en los sem inarios de los filósofos, y t am bién hay una dist inción ent re las
definiciones de Sócrat es y de Francis Bacon y las definiciones de nuest ros escrit ores m odernos.
Shakespeare, que t enía el m ás ínt im o sent im ient o de la vida, lo pasó m uy bien, por ciert o, sin
t rat ar de definir nada, o m ás bien porque no t rat ó de definir nada, y por esa razón sus
palabras t enían un " cuerpo" de que carecían las de los ot ros escrit ores, y su lenguaj e est aba
im buido de ese sent ido de la t ragedia y la grandeza hum ana que t an a m enudo falt a hoy. No
podem os suj et ar sus palabras a una función part icular, t al com o no podem os suj et arle a una
concepción part icular de la m uj er. Porque en la nat uraleza de las definiciones est á esa m ism a
t endencia a ahogar nuest ros pensam ient os y a privarlos de ese color resplandecient e,
im aginat ivo, caract eríst ico de la vida m ism a.
Pero si las palabras, por necesidad, recort an nuest ros pensam ient os en el proceso de la
expresión, el am or por un sist em a es aun m ás fat al para quien quiere advert ir agudam ent e la
vida. Un sist em a no es m ás que una bizca m irada a la vida, y cuant o m ás lógicam ent e se
desarrolla ese sist em a t ant o m ás horrible se hace ese est rabism o m ent al. El deseo hum ano de
ver solam ent e una fase de la verdad que percibim os, y de elevarla a un sist em a lógico
perfect o, es una de las razones por las cuales nuest ra filosofía est á dest inada a ser cada vez
m ás aj ena a la vida. El que habla de la verdad, la last im a con ello; el que t rat a de dem ost rarla
la m ut ila y la falsea; el que le pone una et iquet a de una escuela de pensam ient o, la m at a; y
quien se declara creyent e la ent ierra. Por lo t ant o, t oda verdad que ha sido erigida en sist em a
est á t res veces m uert a y ent errada. La endecha que t odos cant an en el funeral de la verdad
es: " Yo t engo t oda la razón y t ú t e equívocas del t odo" . No im port a nada qué verdad ent ierren,
pero es esencial que hagan el ent ierro. Porque así la verdad sufre a m anos de sus defensores,
y t odas las facciones y t odas las escuelas de filosofía, ant iguas y m odernas, se ocupan
solam ent e de dem ost rar un punt o: " Yo t engo t oda la razón y t ú t e equivocas del t odo." Los
alem anes, con su Gründlichkeit , que escriben un pesado volum en para dem ost rar una verdad
lim it ada hast a que la han convert ido en un absurdo, ( 78 ) son quizá los peores pecadores, pero
la m ism a enferm edad del pensam ient o puede verse o not arse m ás o m enos en casi t odos los
pensadores occident ales, y se hace peor y peor a m edida que se ponen m ás abst ract os.
Com o result ado de est a lógica deshum anizada, t enem os la verdad deshum anizada.
Tenem os hoy una filosofía que se ha hecho m ás ext raña a la vida, que ha desconocido casi
t oda int ención de enseñarnos el significado de la vida y la sabiduría de la vida, una filosofía
que ha perdido ese sent im ient o ínt im o de la vida, o ese conocim ient o de la vida, de que
hablam os com o esencia m ism a de la filosofía. Est e ínt im o sent im ient o de la vida es lo que
William Jam es ha llam ado " el m at erial de la experiencia" . A m edida que pasa el t iem po, creo,
la filosofía y la lógica de William Jam es se harán cada vez m ás devast adoras para la m oderna
m anera de pensar en Occident e. Ant es de que podam os hum anizar la filosofía occident al,
debem os hum anizar la lógica occident al. Tenem os que volver a una m anera de pensar que
t enga m ás im paciencia por ent rar en cont act o con la realidad, con la vida y, sobre t odo, con la
nat uraleza hum ana, que por ser m eram ent e correct a, lógica y consist ent e. Tenem os que
reem plazar la enferm edad de pensar t ipificada por el fam oso descubrim ient o de Descart es:

78
Un escritor alemán dedicó toda una tesis a demostrar que el genio se debe a la fatiga de la vista. Es espléndida la muestra
de erudición de Spengler, pero su razonamiento es infantil e ingenuo.
209
La importancia de vivir Lin Yutang

" Pienso, luego exist o" , por la declaración m ás hum ana y m ás sensat a de Wait Whit m an: " Soy
suficient e com o soy" . La vida o la exist encia no t iene que ponerse de rodillas y pedir a la lógica
que dem uest re que exist e, o que est á allí.
William Jam es pasó la vida t rat ando de dem ost rar y defender el m odo chino de pensar,
sin saberlo. Sólo hay est a diferencia: que si William Jam es hubiera sido chino, no habría
escrit o t ant as palabras para argüir su posición, sino que la habría expuest o sim plem ent e en un
ensayo de t rescient as o quinient as palabras; o en una not a de su diario, escrit o en la holganza,
habría dicho que así lo creía porque así era. Habría t enido t im idez de las palabras m ism as, por
t em or a que, cuant as m ás palabras usara, t ant o m ayor sería la probabilidad de que no se le
com prendiera. Pero William Jam es era un chino en cuant o est aba agudam ent e advert ido de la
vida y de las variedades de la experiencia hum ana, en su rebelión cont ra el racionalism o
m ecanist a, su ansiedad por m ant ener const ant em ent e fluido el pensam ient o, y su enoj o con la
gent e que cree haber descubiert o la única verdad im port ant e, " absolut a" y universal, y haberla
encerrado en un sist em a acabado. Era chino, t am bién, en su insist encia sobre la im port ancia
del sent ido art íst ico de la realidad percept iva, sobre y cont ra la realidad concept ual. El filósofo
es un hom bre que m ant iene sus sensibilidades en el m ás alt o punt o de foco, y cont em pla el
fluj o de la vida, pront o para quedar sorprendido por nuevas y ext rañas paradoj as,
inconsist encias e inexplicables excepciones a la regla. En su negat iva a acept ar un sist em a, no
porque sea incorrect o sino porque es un sist em a, echa a pique t odas las escuelas de filosofía
de Occident e. En verdad, com o dice Jam es, la diferencia ent re la concepción m onist a y la
concepción pluralist a del universo, es una dist inción m uy fecunda en la hist oria de la filosofía.
Jam es ha hecho posible a la filosofía olvidar herm osos cast illos en el aire y ret ornar a la vida
m ism a.
Confucio dij o: " La verdad no puede abandonar a la nat uraleza hum ana; si lo que se
considera una verdad abandona la nat uraleza hum ana, no se puede considerar que es una
verdad" . Y t am bién dice, en una frase ingeniosa que podría haber salido de boca de Jam es:
" No es la verdad lo que hace grandes a los hom bres, sino los hom bres los que hacen grande a
la verdad." No, el m undo no es un silogism o o un argum ent o, es un ser: el universo no habla,
vive; no discut e: llega, y nada m ás. Lo ha dicho un escrit or inglés bien dot ado: " La razón es
apenas un ít em del m ist erio; y det rás de la conciencia m ás orgullosa que j am ás reinó, la razón
y la est rañeza se sonroj aban frent e a frent e. Lo inevit able se enrancia, en t ant o que la duda y
la esperanza son herm anas. No sin fort una, el universo es silvest re, con sabor de caza, com o
el ala de, un halcón. La nat uraleza es un m ilagro t ot al: lo m ism o no vuelve sino para ser
diferent e" . Parece que los lógicos occident ales necesit an precisam ent e un poco de hum ildad;
su salvación radica en que alguien les cure de esa hegeliana hinchazón de la cabeza.

I I I . SED RAZON ABLES


En cont rast e con la lógica exist e el sent ido com ún o, aun m ej or, el Espírit u de lo
Razonable. Creo que el Espírit u de lo Razonable es el ideal m ás alt o y m ás cuerdo de la cult ura
hum ana, y el hom bre razonable el t ipo m ás alt o del ser hum ano cult o. Nadie puede ser
perfect o; sólo se puede t ender a const it uir un ser agradable, razonable. En verdad, espero el
día en que el pueblo del m undo est ará inform ado de est e espírit u razonable, t ant o en sus
asunt os personales com o en los nacionales. Las naciones razonables viven en paz, * y los
m aridos y esposas razonables viven con felicidad. En la selección de m aridos para m is hij as
sólo t endré un pat rón: ¿es un hom bre razonable? No podem os im aginar m aridos y esposas
perfect os, que j am ás disput en; sólo podem os im aginar m aridos y esposas razonables que
disput en razonablem ent e y se reconcilien razonablem ent e. Sólo en un m undo de seres
razonables podem os t ener paz y felicidad. La Era Razonable, si alguna vez se produce, será la
Edad de la Paz. Será la edad en que predom ine el Espírit u de lo Razonable.
El Espírit u de lo Razonable es lo m ej or que puede ofrecer China a Occident e. No quiero
decir que los señores de la guerra chinos sean razonables cuando cobran im puest os con
cincuent a años de adelant o; sólo quiero decir que el Espírit u de lo Razonable es la esencia y el
m ej or aspect o de la civilización china. Vi accident alm ent e confirm ado est e descubrim ient o m ío
por dos nort eam ericanos que habían vivido largo t iem po en China. Uno, que est aba allí desde
hacía t reint a años, dij o que el fundam ent o de t oda la vida social china est á en la palabra
chiangli, o sea: " hable razonablem ent e" . En una discusión ent re chinos, el argum ent o final,
decisivo, es: " Ahora bien, ¿es razonable est o?" y la censura peor y m ás com ún es la de que un
210
La importancia de vivir Lin Yutang

hom bre " pu chiangli" , o sea, " no habla razonablem ent e" . El hom bre que adm it e sel
" irrazonable" est á ya vencido en la discusión.
He dicho en Mi pat ria y m i pueblo que: " Para un occident al, por- lo com ún es suficient e
que una proposición sea lógicam ent e firm e. Para un chino, no es suficient e que una
proposición sea lógicam ent e correct a, sino que a la vez debe est ar de acuerdo con la
nat uraleza hum ana. En realidad, est ar «de acuerdo con la nat uraleza hum ana», ser chinch'ing
( es decir, ser hum ano) , es una consideración m ayor que ser lógico." La palabra china por
" razonabilidad" es ch'ingli, com puest a de dos elem ent os, ch'ing ( j ench'ing) ( 79 ) o nat uraleza
hum ana, y li ( t 'ienli) o razón et erna. Ch'ing represent a el elem ent o flexible, hum ano, en t ant o
que li represent a la ley inm ut able del universo. Un hom bre cult o es quien com prende
cabalm ent e el corazón hum ano y las leyes de las cosas. Si vive en arm onía con los m odos
nat urales del corazón hum ano y de la nat uraleza, sost iene el confucianist a que puede llegar a
ser sabio. Pero ent onces el sabio no es m ás que una persona razonable, com o Confucio, a
quien se adm it e sobre t odo por su llano sent ido com ún y sus calidades hum anas nat urales, es
decir, por su gran hum anidad.
El pensam ient o hum anizado, es exact am ent e el pensam ient o razonable. El hom bre lógico
es siem pre rect o y por lo t ant o inhum ano y por lo t ant o est á equivocado, en t ant o que el
hom bre razonable sospecha que quizá se equivoque, y por lo t ant o siem pre est á en lo ciert o.
El cont rast e ent re el hom bre razonable y el hom bre lógico se dem uest ra a m enudo en las
post dat as de las cart as. Me encant an las post dat as en las cart as de m is am igos, especialm ent e
las que cont radicen ent eram ent e lo que se ha dicho en el cuerpo de la cart a. Cont ienen t odos
los pensam ient os razonables post eriores, las vacilaciones y los chispazos de ingenio y de
sent ido com ún. El pensador genial es el que, después de proceder em pecinadam ent e a
dem ost rar una proposición con argum ent os de alt o vuelo, llega de pront o a una int uición y,
con un chispazo de sent ido com ún, aniquila sus argum ent os precedent es y adm it e que se ha
equivocado. Est o es lo que llam o pensam ient o hum anizado.
Podem os im aginar una cart a en que el hom bre lógico habla en el cuerpo de la m ism a, y
el hom bre razonable, el espírit u verdaderam ent e hum ano, habla en la post dat a. Acaso un
padre escriba a su hij a, que le ha est ado pidiendo razones perfect am ent e valederas, " prim ero,
segundo, t ercero" , por las cuales no puede enviarla al colegio, con una especie de lógica
consecuent e, acum ulat iva, irrebat ible; razones com o la de que ya t iene t res hij os que sost ener
en el colegio, que la m adre enferm a necesit a alguien que la acom pañe en casa, y ot ras m ás.
Después de firm ar, añade el padre apenas una línea: " Qué diablos, Julia, prepárat e para ir al
colegio est e ot oño. No sé cóm o, pero lo haré."
O im aginem os un m arido que escribe a su esposa, anunciándole su decisión de pedir el
divorcio, y dando una irrecusable serie de razones: prim ero, que su esposa le ha sido infiel;
segundo, que j am ás puede lograr que se le dé una Com ida calient e cuando llega a casa, y
ot ras m ás. Son razones perfect am ent e válidas, hast a j ust as, y si cont rat a a un abogado para
que at ienda el asunt o, la lógica será aun m ás perfect a, y el t ono m ás j ust o t odavía. Pero
después de escribir la cart a, algo le ocurre en la m ent e, y garabat ea una not a apenas legible:
" Al diablo, Sofía querida, yo t am poco soy m uy sant o. I ré a casa con un ram o de flores."
Si bien los argum ent os en las dos cart as son perfect am ent e j ust os y válidos, es el
hom bre lógico quien habla en ellos, en t ant o que en la post dat a habla un espírit u
verdaderam ent e hum ano: un padre hum ano y un m arido hum ano. Porque el deber de la
m ent e hum ana es t al que no se ve llam ada a hacer un argum ent o est úpidam ent e lógico, sino
que debe t rat ar de m ant ener un cuerdo equilibrio en un m ar sin cesar cam biant e de im pulsos,
sent im ient os y deseos en conflict o. Y la verdad es t al en los asunt os hum anos, que es
verdaderam ent e aquello que deseam os que lo sea. El argum ent o irrebat ible puede ser rebat ido
siem pre con algo de com pasión, y la m ism a validez invalidada por el am or. En los asunt os
hum anos, a m enudo el curso ilógico de la conduct a es el m ás convincent e. La m ism a ley
adm it e que es incom plet a su pret ensión de j ust icia absolut a, cuando t iene que volver a

79
Jench'mg es, en realidad, una palabra intraducibie. Todo lo que ayuda a cementar el afecto social o
a lubricar la fricción social «e llama jench'ing. Enviar flores y regalos de cumpleaños es "hacer jench'ing" y
dar un empleo al sobrino de un amigo, o salvarle del castigo que merece un delito leve, es "presentar
jemh'ing" al tío. Todo lo que es normal en la pasión humana, por ejemplo, el deseo de venganza, se
defiende diciendo que es jench'ing o "meramente humano".
211
La importancia de vivir Lin Yutang

m enudo a la " int erpret ación razonable" de una cláusula, o cuando concede al j efe del poder
ej ecut ivo la gracia del perdón, t an bien ej ercido por Abraham Lincoln con el hij o de una m adre.
El espírit u razonable hum aniza t odo nuest ro pensam ient o, y nos hace est ar m enos
seguros de que est am os en lo correct o. Tiende a redondear nuest ras ideas y a at enuar los
ángulos de nuest ra conduct a. Lo opuest o del espírit u razonable es el fanat ism o y el
dogm at ism o de t odas clases en el pensam ient o y el com port am ient o, en nuest ra vida
individual o nacional, en el m at rim onio, la religión y la polít ica. Sost engo que t enem os m enos
fanat ism o y dogm at ism o int elect uales en China. Si bien una m ult it ud china es fácilm ent e
excit able ( la prueba est á en los Boxers de 1900) , el Espírit u de lo Razonable ha hum anizado en
grado sum o nuest ra aut ocracia m onárquica, nuest ra religión y lo que se llam ó " supresión de
las m uj eres" . Todo est o se debe t om ar con ciert as reservas, pero de t odos m odos es ciert o.
Ese espírit u hace que nuest ros em peradores, nuest ros dioses, nuest ros m aridos, sean
m eram ent e seres hum anos. El em perador chino no era un ser sem idivino com o el del Japón, y
los hist oriadores chinos han desarrollado la t eoría de que el em perador gobierna por un
m andat o del Cielo, y que cuando gobierna m al pierde ese " m andat o celest ial" . Cuando
gobierna m al le cort am os la cabeza, y hem os cort ado la cabeza a dem asiados reyes y
em peradores de las m uchas dinast ías que surgieron y cayeron, para que cream os que son
" divinos" o " sem idivinos" . Nuest ros sabios no est án canonizados com o dioses, sino que son
m irados siem pre com o m aest ros de sabiduría, y nuest ros dioses no son m odelos de perfección,
sino venales y corrom pidos, y dispuest os a que se les halague y se les soborne, t al com o
nuest ros funcionarios. Todo lo que va m ás allá de lo razonable es condenado inm ediat am ent e
com o puch'in j ench'ing ( " que se m ueve m uy lej os de la nat uraleza hum ana" ) , y un hom bre que
es dem asiado sant o o dem asiado perfect o puede ser un t raidor ( 80 ) porque es
psicológicam ent e anorm al.
En la esfera de la polít ica, hay algo t erriblem ent e inhum ano en la lógica de las m ent es de
los hom bres y la conduct a de los negocios en ciert os Est ados de Europa. Y m e at em oriza
m enos la t eoría del fascism o y del com unism o que el espírit u fanát ico que las preña, y el
m ét odo por el cual los hom bres llevan em pecinadam ent e sus t eorías hacia absurdos lógicos. El
result ado es una confusión de valores, una rara m ezcolanza de la polít ica con la ant ropología,
el art e con la propaganda, el pat riot ism o con la ciencia, el gobierno con la religión y, sobre
t odo, un t rast orno com plet o de la debida relación ent re los derechos del Est ado y los derechos
del individuo. Sólo una m ent e insana puede erigir en dios al Est ado y hacer de él un fet iche
que se t raga el derecho del individuo a pensar y a sent ir, y a buscar su felicidad.
El com unism o y el fascism o son product os de la m ism a m ent e. Ya lo dice Albery
Pauphilet : " Ningún t ipo de m ent e es t an parecido a la ext rem a derecha, com o el de la ext rem a
izquierda." Son caract eríst icas de am bos regím enes e idearios, prim ero, la creencia pura en la
fuerza y el poder, que considero la m anifest ación m ás est úpida y hueca de la m ent e
occident al, y segundo, la creencia en la necesidad lógica, porque, al fin y al cabo, el fascism o,
t ant o com o el com unism o, se basa en la dialéct ica m arxist a, que est á basada a su vez en la
lógica de Hegel. ¡Oj alá alguien com prendiera cuánt o sufre el hom bre, en la prim era m it ad del
siglo XX, por los pecados en lógica que com et ieron sus padres hace un cent enar de años.
En ciert o sent ido, podem os decir que Europa no est á hoy regida por el espírit u razonable,
ni siquiera por el espírit u de la razón, sino m ás bien por el espírit u del fanat ism o. Mirar el
cuadro de Europa de hoy produce una sensación de nerviosidad, una nerviosidad que no nace
t ant o de la sim ple presencia de conflict os de propósit os nacionales y front eras de Est ados y
reivindicaciones coloniales, pues para eso bast aría el espírit u de la razón, sino de la condición
de ánim o de los hom bres que son los gobernant es de Europa. Es com o ent rar en aut om óvil en
una ciudad ext raña y sent ir una repent ina desconfianza del conduct or. No es t an m alo que el
conduct or parezca no est ar ent erado del plano de la ciudad y no nos pueda llevar a dest ino por
la rut a m ej or; m ás alarm ant e es cuando el pasaj ero oye que el conduct or habla
incoherent em ent e, y em pieza a sospechar de su sobriedad. Est a nerviosidad aum ent a,
decididam ent e, cuando el conduct or ebrio est á arm ado de revólver, y el pasaj ero no t iene
probabilidades de escapar. Tiene uno razones para creer que est a caricat ura de la m ent e
hum ana no es la m ent e hum ana m ism a; que se t rat a de aberraciones, de m eros m om ent os de

80
Pensamiento expresado en un ensayo dirigido contra el reformista social y primer ministro Wang Anshih, que se dice
escribió el padre de Su Tungp'o.
212
La importancia de vivir Lin Yutang

dem encia t em poral, que desaparecerán com o t odas las olas de pest e. Tiene uno razones para
expresar su confianza en las capacidades de la m ent e hum ana, para creer que la m ent e
hum ana m ort al, lim it ada com o es, en realidad es algo infinit am ent e m ás alt o que el int elect o
de los t em erarios conduct ores de Europa, y que event ualm ent e podrem os vivir pacíficam ent e
porque habrem os aprendido a pensar razonablem ent e.

213
La importancia de vivir Lin Yutang

APÉN D I CE A
CI ERTOS N OM BRES CH I N OS

Los est udiosos o sabios chinos t ienen siem pre varios nom bres: un nom bre personal
( m ing) , un nom bre lit erario o de cort esía ( t se) y un nom bre de fant asía ( hao) , que se han
dado ellos m ism os o les han dado los dem ás. En el curso de la vida, a m edida que se
desarrolla su gust o o se ahonda su sabiduría, se encaprichan a m enudo con ciert a palabra o
frase preñada de significado, y se dan ot ro nom bre para indicar su progreso espirit ual o una
experiencia part icular y significat iva: por eso una persona puede t ener varios hao o nom bres
de fant asía. Adem ás, a m enudo se llam a a una persona ilust re con el nom bre de su lugar
nat al, y a los grandes se les confiere t ít ulos post um os. De ahí proviene la sorprendent e
confusión de nom bres para quienes quieren est udiar la hist oria y la lit erat ura chinas. Es
im posible at enerse consecuent em ent e a los nom bres personales o a los nom bres lit erarios en
est e libro, porque ello no sería nat ural ni aconsej able. Algunos personaj es son m ás conocidos
por sus nom bres de fant asía, y ot ros por sus apellidos; est as cosas ocurren así, y lo nat ural es
ut ilizar el nom bre que const it uya la form a m ás com ún de referencia en chino. Si el aut or llam a
Mi Fei a Mi Fei, t endrá que llam ar, para ser consecuent e, Su Shih a Su Tungp'o, o Lí Chi a Li
Chowu, cosas que no se hacen, sencillam ent e. Y nadie, nat uralm ent e, puede llam ar K'ung
Ch'iu a Confucio, o Li Erh a Laot sé, si ha de ser consecuent e.
Por eso se ha hecho la siguient e t abla de referencias, que no t iene pret ensiones de ser
com plet a, sino que da solam ent e las personas hist óricas m ás im port ant es a que se hace
referencia en est e libro. He creído convenient e dar t am bién las fechas. Los apellidos est án en
m ayúsculas. El ast erisco indica el nom bre que se usa com únm ent e en el libro.
Según la cost um bre china, el apellido est á ant es que el nom bre de pila.

APELLI DO Y NOMBRE NOMBRE DE FANTASÍ A, ETC. DATA


NOMBRE LI TERARI O

CHANG Tai * Tsungt sé T" ao- an Apr. 1600

CHANG Ch'ao * Shanlai Hsint sai Apr. 1676

CH'EN Chij u * Chunghsün Meikung * 1558- 1639

CH'EN Yün Suchen 1763- 1803

CHENG Hsieh K'ehj on Panch'iao * ( Puent e de Madera) 1693- 1765

CHENG Hsüan K'angch'eng * 127- 200

CHI ANG T'an* Aich'ing 1ª m it ad s XI X

CHI N Wei Jenj uí Shengt 'an * ( El Suspiro de los Sabios m . 1661

CHUANG Chou Tschuangt sé * , Ch´ iyuan m . apr. 275a.c.

HSI EH Lingyün * K'anglo 385- 433?

W HSÜ Wei w Wench'ang * Ch'ingt 'en ( El Hom bre de la Mont aña de Viña

214
La importancia de vivir Lin Yutang

Verde" ) 1521- 1593

HUANG T'ingchien Luchih Shanku * ( Recluso del Valle) 1045- 1105

KUAN I ng Ch'iufu * 1ª m it ad s XI X

K'UNG Chí Tsessé * 492- 431AC AC

K'UNG Ch'in Chungni K'ungfut sé, Confucio* ( Maest ro Kung) 551- 479 AC

U Chih Chowu * Wenling apr. 1567

LI Ch'ingchao * Yi- an * ( Recluso de Paz y Quiet ud) 1081- 1141

LI Erh Jan Laot sé* , Laoj an 571?- ¿ AC

LI Yü Liweng * ( Anciano con Som brero de Bam bú) 1611- 1679

LI Po* T'aipo Ch'inglien ( Lot o Verde) 701- 762

LI N Pu Chünfu Hoching * Paz y Quiet ud, póst um o) 967- 1028

LI U Tsungyüan * Tsehou Liuchou ( rango oficial) 773- 819

MAO Hsiang Pkhiang * Ch'aom in ( Morador de Caverna) 1611- 1693

MI Fei
Yüanchang
Mi Tiene ( Mi el Chiflado, sobr enom br e
1051- 1107
MENG K´ o
Tseyü
Mengt sé, Mencio
372- 289 AC
PO ( PAI ) Chüyi
Lot ´ ien
Hsiangshan
772- 846
SHEN Fu
Sanpo
1763- desp.1808
SU Shih
Tsechan
Tungp´ o ( Recluso de la Colina Orient al)
1036- 1101
SSEMA Ch´ ien
Tsech´ ang
T´ aishihk ung ( Gran Hist or iador)
145- desp. 85 AC
T´ AO Ch´ ien
Yüanm ing
Liangchieh ( Br illant e I nt egridad, póst um o)
372- 427

215
La importancia de vivir Lin Yutang

TU Fu
Tsem ei
Kungpu ( rango oficial)
712- 770
T´ U Lung
Ch´ angch´ ing
Ch´ ihshui
aprox. 1592
WANG Anshih
Cheihfu
Chingk uang
1021- 1086
WANG Ch´ ung
Chungj en
27- desp. 107
WANG Hsichih
Yishao
Yuchün ( Rango oficial)
321- 379
YEN Huei
Tseyen
521- 490 AC
YEN Yüan
Yishih
Hsit sai
1635- 1704
YÜAN Hungt ao
Chunglang
Shihk ung
( Maest ro Roca)
aprox. 1600
YÜAN Mei
Tset s´ ai
Shiyüan ( Que sea Jardín)
1716- 1797
YÜAN Tsi
Tset sung
Puping ( rango m ilit ar)
210- 263

216
La importancia de vivir Lin Yutang

APÉN D I CE B
UN VOCABULARI O CRÍ TI CO CH I N O
En m is esfuerzos por t raducir lit erat ura china, por ej em plo en la t raducción de Los
epigram as de Chang Ch'ao, m e he encont rado const ant em ent e con frases o t érm inos que son
m uy difíciles de vert er a los idiom as occident ales. Est o m e ha hecho pensar que quizá sería út il
e ilust rat iva una list a de los t érm inos crít icos chinos, con com ent arios explicat ivos. Será
ilust rat iva t am bién porque los crít icos chinos parecen haber logrado una t écnica para el goce
de la nat uraleza y el art e y la lit erat ura, y un exam en de su vocabulario crít ico revelará est a
t écnica y sus sent im ient os est ét icos acerca de las cosas. Se ve uno obligado a escribir m al en
ot ro idiom a cuando t rat a de expresar ideas o nociones est ét icas chinas, com o por ej em plo
cuando se habla de " gozar la nieve" , " cant ar el vient o" , " esperar la luna" , " j ugar agua" ,
" enfrent ar vino" , " dorm ir flores" , " recorrer la luna" , " recorrer la prim avera" , " alm ohadonar
agua" , " viaj ar post rado" , y ot ras m ás. Es preciso explicar que " esperar la luna" quiere decir
que se sale al pat io después de la com ida para m irar a la luna, pero no ha salido y hay que
esperarla, o que " viaj ar post rado" significa em prender un viaj e m ent al m ient ras se est á en
cam a. Y cuando se habla de " la luna suspendida en el rincón del t echo" , o " sobre las copas de
los árboles" , es claro que la frase es una figura. Pero hay ideas m ás abst ract as y esquivas,
m ás difíciles de t raducir, com o, por ej em plo, cuando un art ist a habla de los " cinco grados de
ch'ing" ( pureza) y dice: " puro e inspirado" , cuando m ira la luna sobre las colinas y le
desagrada la vida llena de ocupaciones y piensa convert irse en un recluso; " puro y
encant ador" , cuando uno t iene libros en el est udio y flores bien arregladas en un j arrón; " puro
y pobre" , cuando est á algo t rist e y solit ario, cuando vive en un t rist e valle y le han olvidado los
parient es; " puro y loco" , cuando le gust an los lugares escondidos y las personas y los libros
raros; y " puro y raro" , cuando ha leído los clásicos de t odas las edades y se encuent ra a sus
anchas ent re peñas y m anant iales, y " sus escrit os huelen a brum a y nubes coloreadas, y su
conduct a est á m uy alej ada del polvo del m undo que t rabaj a" .
En lo que sigue t rat o de int erpret ar brevem ent e algunas de esas nociones est ét icas, baj o
siet e t ít ulos. Prim ero, las em ociones y personalidad del hom bre; segundo, nociones est ét icas
que se ext raen de los obj et os físicos en general; t ercero, t ipos de belleza caract eríst icos de la
prim avera; cuart o, t ipos de belleza caract eríst icos del verano; quint o, t ipos de belleza
caract eríst icos del ot oño; sext o, t ipos de belleza caract eríst icos del invierno; sépt im o, la
belleza de la nat uralidad perfect a, que es la m ás alt a form a de belleza asequible para los
art ist as hum anos. Claro es que la list a est á m uy dist ant e de ser com plet a, y se refiere
principalm ent e a las ideas est ét icas m ás caract eríst icas. Pero si bien un est udio int enso de est e
vocabulario crít ico aum ent ará la com prensión y el goce de las pint uras chinas, una gran
m ayoría de los t érm inos t ienen t am bién connot aciones m orales. Todas las personalidades
hum anas pueden ser descrit as en t érm inos est ét icos, y lo suelen ser en idiom a chino. ( 81 )

I . EL ARTI STA QUE PERCI BE

Toda la pint ura, t oda la poesía y t odo el art e se basan en dos elem ent os, que se llam an,
en chino, ching ( N° 31) o escena, el cuadro; y ch'ing ( N° 16) , o el sent im ient o o el ánim o del
hom bre.
A. expresiones RELATI VAS AL ESTI LO DEL HOMBRE Y A LOS ENCANTOS ESPECÍ FI COS DE
LA CULTURA:
1. yün: significaba originalm ent e rim a, ahora significa encant o. Se dice que un hom bre
sin encant o no t iene yün. Se la usa en unión de la palabra N° 2 en la frase fengyü, o " encant o
del vient o" , que significa " encant o de la at m ósfera" , o " est ilo" . En com binación con ch'i, en la
frase ch'iyün ( ch'i, N° 40, significa " at m ósfera" ) , expresa el fin suprem o de los pint ores chinos,
" vit alidad rít m ica" .

81
No he indicado las marcas de tonos, pues este libro es para d lector general.
217
La importancia de vivir Lin Yutang

2. fen: vient o o est ilo. Fengt iao significa el " est ilo" de una persona o de una obra de art e.
Fengyueh ( " vient o y luna" ) significa " t em as sent im ent ales" . Fengkeh significa " est ilo y
caráct er" .
3. t iao: t ono o est ilo, según se explica en N° 2, en fengt iao.
4. t 'ai: expresión de un hom bre o una m uj er, part icularm ent e en la frase t set 'ai o t 'ait u,
que significa " act it ud" física o espirit ual.
5. t se: encant o de expresión, especialm ent e de una m uj er at rayent e, pero t am bién de un
escrit o gracioso.
6. chih: int raducibie, significa originalm ent e " líneas bellas y delicadas" ; y ahora: " la
cualidad de ser int eresant e para que se la m ire" , t am bién " belleza" , " sabor" , " encant o
caprichoso" , " encant o delicado" . Cuando un hom bre o un escrit o t iene un delicado encant o,
decim os que t iene chih o fengchih. Muy aproxim ado al N° 19.
7. ya: refinado, elegant e, no vulgar, exquisit o. Ya j en significa un sabio encant ador o
cult o. En general, ya cont rast a con shu, o vulgar. Cuando se bebe t é en un m anant ial fam oso,
sent ado en una peña con los pies descalzos, se dice que est o es ya. Est a elegancia es siem pre
de buena crianza; wenya, erhya, significan elegancia de buena crianza.
8. sao; poét ico, sent im ent al. Se llam a saoj en o " persona sent im ent al" , al poet a. Fengsao
significa " am oroso" .
9. ye rom ánt ico, separado de la vida, fugit ivo, ocioso. Uno puede ser ch'ingyi, o " puro y
rom ánt ico" , kaoyi o " elevado y rom ánt ico" , kfuangyi o " expansivo y rom ánt ico" . Est a es la
cualidad de la gent e que ya ha vist o la vida y com ienza a t om arla cóm odam ent e,
holgadam ent e. Es t am bién una im port ant e cualidad en la pint ura. Quede ent endido que t odas
las palabras de est a list a pueden usarse indiferent em ent e com o sust ant ivos o adj et ivos, y a
veces com o verbos. Ch'aoyi es " ser superior" , o " planear por encim a del hom bre com ún" , o
" ser em inent e" .
10. t a: la cualidad de com prensión y la consiguient e capacidad de t om ar las cosas a la
ligera. Un hom bre que t om a t odo dem asiado en serio o est á dem asiado enfrascado en los
negocios, " no es t a" o " pu- t a" . Takuan significa " haber vist o a t ravés de la vida" , lo cual
perm it e al hom bre ser m enos am bicioso y soport ar las desvent aj as t em porales o la oscuridad y
la pobreza. Pero t a no significa necesariam ent e " escape" ; significa sencillam ent e
" com prensión" . Uno puede significar " t a el corazón hum ano" , o " los cam inos del m undo" .
Asim ism o, t ach'ing represent a el m ás alt o ideal de la m oral y la filosofía polít ica confucianas, y
significa " perm it ir a los hom bres y m uj eres que sat isfagan sus em ociones o sent im ient os.
11. t 'ung: sim ilar en su significado a t a, con variaciones específicas. T'ungt a significa
" t ener com prensión* ' del corazón hum ano, o de cualquier obj et o part icular. Un hom bre que
t iene com prensión se llam a t 'ungj en o t aj en, indist int am ent e; t 'ungj en se refiere
específicam ent e t am bién a un hom bre que ha leído m ucho y pensado cabalm ent e en las cosas.
Originalm ent e, t 'ung significa " at ravesar" o " t ener el paso libre" . Se dice del hom bre est úpido
que " t iene el paso obst ruido en el est óm ago o los int est inos" . Es int eresant e not ar que ser
t 'ung se considera en general el crit erio y el verdadero fin de la educación. Solem os pregunt ar:
" ¿Ha leído Fulano sus libros t 'ung 7 " , " ¿Es ya t 'ung lo que escribe?" , con lo cual se quiere saber
si Fulano ha llegado al punt o en que t iene las ideas en orden y ha adopt ado una act it ud
int eligent e con respect o a las cosas. Por ende, un t rozo lit erario que dem uest re pensam ient os
confusos o ideas superficiales o com plicadas o no responde al idiom a en sus t érm inos, no es
" t 'ung" , o sea " put 'ung" . Est a es la cualidad de la confusión m ent al. En cam bio, el hom bre que
ha pensado bien las cosas, y, por lo t ant o, puede t om arlas a la ligera, o que dem uest ra rápida
com prensión, es t 'ungt 'uo ( pues t 'uo significa " echar" ) .
B. con RELACI ÓN AL TALEN TO O CARÁCTER O ESPÍ RI TU:
12. t s'ai: t alent o, capacidad innat a. La noción deriva originariam ent e de " m adera" , de la
que se hacen vasij as. Hay diferent es clases de t alent o, o sea t alent o poét ico ( t uat s'ai) .
Ch'ingt s'ai o " t alent o puro" corresponde a la voz " t alent o" , y ch'it s'ai o " t alent o raro"
corresponde casi al t érm ino " genio" , que se expresa t am bién com o t ient s'ai o " t alent o
celest ial" . Tsait se, " un hom bre t alent oso" , es una noción im port ant e si acom paña a chiaj en o
" una m uj er herm osa" . La idea es que un sabio t alent oso debe est ar acom pañado por una
m uj er bella. Tsait iao significa " t alent o y est ilo" . Ts'aich'i ( ch'i: vasij a) quiere decir " t alent o con
respect o a la com pet encia" para t areas grandes o pequeñas. Un hom bre cuyo t s'aích'i es
218
La importancia de vivir Lin Yutang

pequeño no est á calificado para grandes t areas, y no podrá obt enerlas o ret »nerlas,
sencillam ent e por las deficiencias de so caráct er.
13. p'in: caráct er, personalidad, grado, cualidad. Un pint or debe t ener buen j enp'in, o
" personalidad hum ana" . P'inkeh significa " caráct er m oral" . P'in es t am bién un verbo: " p'in t é"
es probar su sabor, o sencillam ent e beberlo en form a t ranquila y ociosa. Más explicaciones se
dan en la sección " El art e com o j uego y personalidad" .
14. shen: espírit u. Cuando un hom bre o un t rozo lit erario carece de espírit u o expresión,
se dice que le falt a shent s'ai ( " espírit u y color" ) . Shench'i significa " espírit u y fuerza" , o
" expresión de fuerza" , o " dignidad" . Hubo una escuela de poesía llam ada " la escuela de
shenyün" que dest acaba las condiciones fugaces del encant o y del espírit u. Se dice qoe t iene
shenyün un hom bre o una m uj er de espirit o encant ador.
C. con RELACI ÓN A LAS EM OCI ON ES Y SEN TI M I EN TOS H UM AN OS:
15. yt ; m odo, inclinación, int ención. Se dice que es piyi o " int ención del pincel" , la
int ención del pint or o el calígrafo, o su concept o general previo a la labor del pincel. Se
at ribuye a m enudo est a " int ención" a la nat uraleza, com o cuando decim os " los cielos t ienen
yüyi" o " int ención de llover; o que " hay un ch'iuyi, int ención, o espírit u de ot oño" , cuando al
t erm inar el verano sent im os que refresca el aire y las hoj as em piezan a am arillear.
Sím ilarm ent e, hay ch'unyi o " int ención de prim avera" cuando com ienza a desleírse el hielo y
las plant as se apront an para brot ar.
16. ch'ing: sent im ient o, pasión, am or, sim pat ía, sent im ient o am ist oso. Poder com prender
a la gent e o al corazón hum ano es " conocer j ench'ing o los sent im ient os hum anos" . Un hom bre
inhum ano, aust ero en exceso, o ascét ico, es puchin j ench'ing, o sea que " ha abandonado la
nat uraleza hum ana o los sent im ient os hum anos" . Toda filosofía que se ha separado de los
sent im ient os hum anos es una falsa filosofía, y t odo régim en polít ico que vaya cont ra los
inst int os hum anos nat urales, religiosos, sexuales, o sociales, est á condenado al fracaso. Un
t rozo lit erario debe t ener, a la vez, belleza de lenguaj e y belleza de sent im ient o ( wen ch'ing
ping m ou) . Se dice que es wuch'ing o que " no t iene corazón" , el hom bre frío, o duro, o desleal.
Es un gusano, o " t iene el corazón y los int est inos hechos de hierro y piedra" .
17. ch'ang: int est inos, sent im ient os, em ociones. De la persona m uy t rist e se dice que
t iene " los int est inos rot os" , o " at ados en cien nudos" . Los int est inos son anchos o est rechos,
según sea generoso o m ezquino el hom bre. Del hom bre cuyas ideas se agot an, y se det iene
const ant em ent e m ient ras escribe, se dice que t iene " int est inos secos" .
18. hsing: inspiración, ánim o feliz, ent usiasm o por hacer algo. Se puede t ener shih- hsing
o " ánim o de poesías" , o chiuhsing, " ánim o de beber" .
19. ch'ü: int eresant e, con sabor, la cualidad de ser int eresant e para quien m ire. Una
escena o un hom bre poseen o carecen de est e ch'ü. En part icular, ch'ü denot a un placer
art íst ico, com o beber t é, o cont em plar las nubes. Se dice de una persona vulgar que " no
com prende ch'ü.
20. sse: pensam ient o, anhelo, idea. Al j uzgar algo escrit o, decim os que es bueno o m alo
el wensse del aut or, o " el fluj o de sus pensam ient os" , o " ideas lit erarias" . Puede uno t ener
" pensam ient os o sent im ient os de prim avera" ( ch'unsse) . o " pensam ient os o sent im ient os de
ot oño" ( ch'iusse) ,
21. m u
22. yüan
23. lien
24. hen
25. hsi
ínt im am ent e relacionados con est a noción de sse, est án varios sent im ient os peculiares y
diferent es. Mu, am ant e adm iración, anhelo desde una dist ancia; yüan, inquiet ud, quej a, odio;
y part icularm ent e t res palabras encant adoras: lien, piedad, t ierno am or, am or por lo que es
pequeño y herm oso; hen, pesar, exasperación, odio por lo am ado. asi', ser t ierno, ser
cuidadoso en los gast os, preocuparse por el t em or de que algo se vaya o se pierda. Todos
est os verbos se pueden em plear con referencia a m uj eres, niños, flores o la prim avera. Así, se
puede decir que uno " odia a la prim avera" por ser t an breve; que " lam ent a la prim avera" , por
llegar t an t arde; " econom iza la prim avera" , para que no se pierda; o " se aflige por la
219
La importancia de vivir Lin Yutang

prim avera" , que significa caer con " fiebre d prim avera" , o sent irse solo y t rist e, o anhelar a l
am ado ausent e.
D . a lgu na s I D EAS GEN ERALES ACERCA D E LA CULTURA:
26. fu: suert e, felicidad predest inada. Se supone que t odo hom bre t iene al nacer una
cant idad det erm inada de suert e, que se le concede para que la goce, y algunos t ienen m ás que
ot ros. Se dice del hom bre cuyos hij os m ueren j óvenes, o del que posee una herm osa casa en
el cam po pero no puede vivir en ella, que " no t iene suert e para gozarla" . En cam bio, del
hom bre que goza m ucho, o que goza desordenadam ent e, o que goza lo que no es debido,
com o, por ej em plo, cuando le hace una reverencia un caballero m ás anciano que él, se dice
que con ello chehfu, o que " reduce su suert e" , o abrevia su vida.
27. yüan: una feliz predest inación, el m at rim onio predest inado. Un hom bre puede desear
su enlace con una j oven, pero a m enos que t enga yüan o yinyüan no lo conseguirá j am ás.
Ot ras personas, con est e yinyüan, se enam oran a prim era vist a y se casan a pesar de t odos
los obst áculos. Un yüanchia ( yüan escrit o con ot ro caráct er) significa " enem igo predest inado" :
es decir, am ant e.
28. shih: j uicio, discernim ient o, gust o. Est o se halla en cont rast e con el sim ple est udio o
aprendizaj e: hsüeh. Un hom bre cult o y erudit o pero sin discernim ient o o j uicio o buen gust o en
el conocim ient o es un t ipo inferior de est udioso, com o se explica en la sección " Buen Gust o en
el Conocim ient o" . Aparece t am bién en la frase shihchien, o chienshih, que significa lo m ism o.
29. Too, el Cam ino, verdad, religión: int raducibie en realidad. Est e es el Tao del t aoísm o,
que significa en general los cam inos o las leyes de la nat uraleza m ism a, y el obj et o de la
sabiduría hum ana es est ar de acuerdo con el Too, o los cam inos y las leyes de la Nat uraleza, y
vivir en arm onía con ellos. Un hom bre que logra est e feliz est ado " ha logrado el Tao" , o t eht ao.
Muy ligado con t eht ao est á t set eh, o " haberse encont rado a uno m ism o" . Quien ha encont rado
el Tao se encuent ra t am bién a sí m ism o con ello. Tset eh, o " haberse encont rado uno m ism o" ,
significa ser feliz.
En cont rast e con est as cualidades cult as, hay unas pocas que expresan desaprobación y
que m erecen ser m encionadas. Algunas son: fu ( podrido, m ohoso) , yü ( cam isa de fuerza) ,
suan ( agrio) , t odas ellas relat ivas al doct rinario o al que sigue com o un esclavo las reglas y
convenciones; suan, o " agrio" , en part icular, se refiere a la pedant ería. Pan ( de m adera) , chih
( rect o) y t ao ( est ancado) se refieren a la" t iesura de est ilo o de conduct a" . Lu ( que se
pronuncia com únm ent e lou en Pekín, y significa " expuest o" ) se refiere a la " sencillez no
art íst ica en la escrit ura, la pint ura o la diplom acia" . Del buen pugilist a se dice que no es lou, o
pulou, es decir, que no dej a que los dem ás sepan cuan bueno es hast a que llega la
oport unidad de poner en j uego t oda su habilidad. La prim era condición en el ent renam ient o de
un boxeador es " no m ost rarse fanfarrón" . Fou, de la idea de " flot ar en el agua" , significa
superficialidad m ás inest abilidad, falt a de profundidad y falt a de seriedad. Lou, shu, p'i, son
t érm inos .com unes por " vulgaridad" en cont rast e con ya, " refinam ient o" o " elegancia" . Est o
parece referirse especialm ent e al est ado incult o, com o la t ierra sin desbrozar, según aparece
en la frase de un sabio Chin: " Después de no haber vist o por t res días a ciert o am igo cult o, el
p'ilou de uno, o sea la vulgaridad, brot a de nuevo" .

I I . N OCI ON ES ESTÉTI CAS D ERI VAD AS D E OBJETOS FÍ SI COS EN GEN ERAL


30. wen: originalm ent e " granos de guij arros, rizos en el agua, ondeadas líneas de
obj et os ( por ej em plo, del brocado) " ; significa ahora " lit erat ura" . La idea fundam ent al es la de
las líneas nat urales del m ovim ient o, o la belleza de las líneas y la form a, y cuando se aplica a
lo escrit o se refiere al m ovim ient o de los pensam ient os y el lenguaj e del aut or. Tam bién
hablam os de " rem olinos" y " rem ansos" de la com posición lit eraria ( wen- chang p'olan) , para
describir la curiosa repet ición y dobleces y vuelcos de los pensam ient os del aut or. Adem ás,
exist e la idea del adorno o refinam ient o, cont enida en la idea del " vest ido" , y part icularm ent e
del brocado o el bordado. En relación con wen, la idea de t sao, " berro" , se refiere a los
" em bellecim ient os" o a las " bellezas int rínsecas" del lenguaj e de un escrit or.
3 1 . ching: un cuadro, una escena, especialm ent e una escena herm osa, com o las nubes
de verano o las est rellas de noche. La idea del " cuadro" es sum am ent e subj et iva, y recibe su
encant o de los pensam ient os y sent im ient os hum anos. Si uno decide ver una cosa com o un

220
La importancia de vivir Lin Yutang

cuadro, ést a se conviert e en un cuadro. Una narración de la convalecencia, o de una t orm ent a
en el m ar, es a m enudo m ás herm osa que la experiencia m ism a.
32. kuang: luz. Es ést a una cualidad esquiva, por ej em plo: " la luz del agua" , o la " luz de
prim avera" . Est á relacionada con lo siguient e.
33. t s'ai: color, un grupo de colores brillant es: brillant ez. Lo que se escribe puede carecer
de brillant ez, o kuant s'ai. Es claro que se puede t ener " brillant ez lit eraria" , " brillant ez m oral"
( " virt ud resplandecient e" ) y brillant ez en la cualidad de la t int a y el pigm ent o en una pint ura.
34. wei: sabor, perfum e. El buen sabor es lo que result a bueno para " rum iar" ; es
" profundo y largo" , y generalm ent e suave. Un libro o una frase superficial carece, pues, de
wei, porque no resist irá que se la " rum ie" . Hweiwei, o " sabor de vuelt a" o " sabor de ret orno" ,
es lo que se sient e un rat o después de com er aceit unas o saborear el t é. Un hom bre puede
carecer de " sabor" ( o ser poco int eresant e) y la am ist ad puede oler dulcem ent e.
3 5 . ying: som bra, im agen en un espej o, reflej o en el agua; algo que sugiere el original.
En la novela Sueño de la cám ara roj a, ciert as doncellas son las som bras, yingt se, de ciert as
m ozas de la clase superior, iguales en calidad, com o flores pequeñas j unt o a las flores
principales en un j arrón. Se dice t am bién que un personaj e de novela es la " som bra" de la
persona verdadera, su original.
3 6 . ching: un est ado, condición, part icularm ent e de vivir y t al com o lo sient e la persona;
at m ósfera creada en un cuadro o un poem a; a m enudo chingchieh. Yiching ( yi, N° 15) ,
lit eralm ent e " condición de la m ent e" , es un est ado de ánim o o un am bient e creado por el art e,
que es de gran im port ancia en la poesía; t am bién se lo expresa por shenching, o lit eralm ent e
" at m ósfera espirit ual" .
37. U: razón, orden ínt im o, form a ínt im a, nat uraleza ínt im a de las cosas. Los pint ores
subj et ivos ( part icularm ent e de la Dinast ía Sung) solían acent uar est e U. I nt im am ent e
vinculado con wen ( N° 30) , especialm ent e en la frase wenli ( t am bién es el nom bre del idiom a
clásico) , en que wen denot a la form a y U denot a la sust ancia del pensam ient o, o su
m ovim ient o.
38. t 'i: cuerpo, lit eral y figuradam ent e, form a general, arm azón, est ruct ura.
39. ku: hueso, esquelet o, ser int erior, en cont rast e con los aspect os t em porales. Lo
im port ant e es lo que t iene un hom bre " dent ro de los huesos" , es decir, com o dem ócrat a o
arist ócrat a, o hedonist a. La filosofía ínt im a o la act it ud de un escrit or es lo que da " los huesos"
a su obra, y un escrit or superficial que t oca t em as t riviales puede carecer de " huesos" . En
caligrafía, ku o kuchia significa el arm azón básico, o el pat rón de los caract eres, cont enido en
unos pocos t razos principales y que sirven de apoyo a los dem ás.
40. ch'i: espírit u, fuerza, ét er, gas, at m ósfera general. Hay ch'unch'i ( espírit u o
at m ósfera de prim avera) , chiuchi ( espírit u o at m ósfera de ot oño) , y un anciano puede t ener
laoch'i si t rat a con dem asiada frecuencia de recordar a la gent e su edad y su aut oridad. Com o
el espírit u de las est aciones, el ch'i de una dinast ía reinant e puede dom inar y desvanecerse;
cuando declina est e ch'i, t odo m archa m al: por ej em plo, quizá no haya herederos. Yiianch'i
significa " fuerza vit al" en el universo y e n el individuo, y sería convenient e nut rirla o buscarla.
Se dice que una obra m aest ra lit eraria o art íst ica ha robado los secret os de la nat uraleza, con
lo cual hay un escape del yiianch'i" , y es cosa que no se debe int ent ar con dem asiada
frecuencia. En relación con yün ( dest ino, suert e) , ch'iyün, o el dest ino dom inant e de una
persona o una casa, es algo que " gira" , precipit ando diferent es acont ecim ient os en diferent es
m om ent os dados ( ver t am bién baj o el N° 1) . Así, un hom bre puede t ener t s'aich'i ( ch'i del
dinero) bueno o m alo para un año cualquiera, y ese dest ino det erm ina si va a ganar o a perder
dinero. Tant o en el confucianism o com o en el t aoísm o exist e la im port ant e enseñanza de
yuangch'i, o " nut rir est e ch'i" . siendo bondadoso, o generoso, o no t rabaj ando de m ás, no
hablando de m ás.
41. li: energía, fuerza. Una pint ura o una obra lit eraria puede t ener o puede carecer de
energía, que se dem uest ra en fuerza, expresada com o ch'ili.
42. shih: gest o, post ura, posición social, form ación de bat alla, aquello que da vent aj as de
posición en cualquier lucha. Est a noción es ext rem adam ent e im port ant e y se vincula con t odas
las form as de belleza dinám ica, cont ra la sim ple belleza de equilibrio est át ico. Así, una roca
puede t ener una " post ura de roca" , una ram a ext endida t iene su post ura de ram a ( que puede
ser buena o m ala, elegant e u ordinaria) ; y t am bién hay " post ura de golpe" , " post ura de
221
La importancia de vivir Lin Yutang

caráct er" y " post ura de pincel" , en la escrit ura y la pint ura, y " post ura de una colina" , " post ura
de una nube" , et c. Una colina que t iene un gest o abrazador o cercador ( huanpao) es elegant e.
Se concibe una sit uación com o est át ica, en t ant o que un shih denot a lo que va a ser la
sit uación, o " la form a en que parece que ha de ser" ; se habla del shih del vient o, la lluvia, la
inundación o la bat alla, com o de las apariencias que present an el vient o, la lluvia, la
inundación o la bat alla para el fut uro, si aum ent ará o dism inuirá su fuerza, si cesará pront o o
cont inuará indefinidam ent e, si ganará o perderá, en qué dirección, con cuánt a fuerza, et c.

I I I . TI POS D E BELLEZA CARACTERÍ STI CA D E PRI M AVERA

De t odos los t ipos de belleza com únm ent e asociados con la s diferent es est aciones, los de
la prim avera y el verano son com parat ivam ent e m enos llam at ivos y peculiares, com o nociones
est ét icas, que los del ot oño y el invierno. Casi t odas est as palabras se em plean
indiferent em ent e com o adj et ivos y sust ant ivos.

43. m ing: brillant e ( una luna brillant e, una m uj er brillant em ent e vest ida) . Hablam os de
" brillant es colinas y aguas graciosas" , shan m ing shui hsiu. Ver m ei, debaj o.
44. m ei: seduct ivo, incit ant e, belleza de la suavidad. Est a cualidad se aplica
frecuent em ent e a las m uj eres, la luna y las flores, y hast a a los ríos. " Cuando las rocas
cont ienen j ade, la colina se hace huí ( resplandecient e) ; y cuando el agua cont iene perlas, el río
se hace m ei ( incit ant e) " , según Lu Chi.
45. chiao: herm oso y desvalido, incit ant e: algo sim ilar a la palabra ant erior, m ei.
46. hsiu: delicado, gracioso, delicado y bello. Un t ipo de belleza sim bolizado por el
bam bú. Una niña o una m uj er debe t ener, sobre t odo, un " aire de delicadeza" , o hsiuch'i. Para
la m uj er sin est e aire de delicadeza ( por ej em plo, la que habla en voz m uy alt a) , t odo el
t iem po que pase en un salón de belleza es t iem po perdido. Nada se puede hacer con una
m uj er de voz poderosa. Algunas clases de árboles y ríos t ienen t am bién est a delicada belleza.
47. yen: sonrient em ent e, elegant em ent e bonit o: casi siem pre se dice de las flores, pero
t am bién de las m uj eres, el agua o las colinas.
48. yen: volupt uoso, gloriosam ent e bello, pasm osam ent e bello, apasionado. Por ej em plo,
la peonía, Mae West .
49. lun: lust roso, t erso al t act o, suave en la gargant a, nut rit ivo en cuant o a líquidos, no
áspero. Se dice, así, del color o la luz del buen j ade que es lun, o lust roso. Com o verbo, la
lluvia lun, o nut re los cam pos, y la sopa de alm endras nut re la gargant a. Un bosque recién
bañado por la lluvia es kuanglun, o brillant e y lust roso. Est a es una cualidad at m osférica.
50. ling ( huo, shengch'i, shengt ung) : vit alidad caract eríst ica de la prim avera. Un cuadro
es linghuo cuando es vit alm ent e anim ado. El exceso de m at erial en la com posición im pide est a
cualidad. De ahí proviene la im port ant e noción de k'ungling, " vacío y vivo" , una cualidad a que
se t iende en las buenas pint uras y en las colecciones de rocas, m ediant e el uso generoso del
espacio.
I V. TI POS D E BELLEZA CARACTERÍ STI CA D EL VERAN O
En general, el verano sugiere algo luj uriant e y lleno de poder. Algunas de las ideas
clasificadas baj o el t ít ulo de verano, com o ch'i, t siao ( Nos. 57, 59) , pueden pert enecer t am bién
al ot oño.
5 1 . hua: florido, esplendor floral. El " Reino Florido" . Se dice de una bonit a com posición,
que no t iene sust ancia, que es " florida sin sem illas" , pues " sem illas" se asocia con la cosecha
de ot oño ( ver N° 72) .
52. m ou: rico, luj uriant e: de árboles, bosques, y sent im ient os.
53. ch'ang: luj uriant e, de fuerza en la expresión, que da un goce pleno. Originalm ent e se
refiere a las plant as, y ahora a las com posiciones lit erarias. Est as com posiciones ch'ang
pueden curar el dolor de cabeza, com o se decía de la filípica de Ch'en Lin. Se sient e el placer
del alivio cuando quedan sat isfechos los int est inos y bien expresados los sent im ient os.
54. ivei: grande, grandioso, en el sent ido com ún de est os t érm inos. Est a palabra y las
cuat ro que siguen son ut ilizadas j unt as, por lo com ún, en diversas com binaciones.
222
La importancia de vivir Lin Yutang

55. hun: t ot al, fuert e, m acizo: de la escrit ura que es honda y m adura, y de la. labor de
pincel que es m aciza.
56. hsiung: heroico, poderoso, m aj est uoso.
57. ch'i: raro: en realidad, una palabra int raducibie. Lit eralm ent e, significa " not able" ,
" ext raño" , " ext raordinario" , pero t iene asociaciones definidas, que no se expresan cabalm ent e
con la voz " not able" . Debe haber j unt o con ella un am or subj et ivo hacia lo inusit ado, lo
ant iconvencional y lo inasequible para los hom bres com unes. Un ch'ishu es m ás que un libro
not able: es una de las pocas obras m aest ras del m undo que no pueden t ener paralelo. " Raro"
es el t érm ino m ás cercano. Cansados de los engaños del m undo y del com ún de los hom bres y
las cosas, est am os siem pre a la busca de libros, rocas, picos, flores, perfum es, delicadeza,
j oyas, curiosidades, et c., que sean ch'i o " raros" .
58. chung: fuert e, poderoso. La com binación peichung. " t rist e y fuert e" , denot a un m odo
t rágico.
59. t s'iao: em pinado, áspero, abrupt o: se dice de los panoram as y de la m anera lit eraria.
60. m ei: lit eralm ent e, " peligroso" , pero en realidad " pasm oso" . Así, un frágil puent e a
t ravés de una gargant a o un precipicio que cae a pico, es m ei. o sea que causa encant o y
t em or m irarlo,
61. bao ( fang) : el m odo caballeresco, libre y despreocupado, desem barazado. Se
dist inguen dos t ipos de m anera poét ica: el haofang o rom ánt ico, que es el expansivo est ilo de
Li Po, y el wanyüeh, que es el est ilo sereno, cont inent e, de Tu Fu. A est e respect o, hay m uchas
expresiones de frecuent e uso en las biografías chinas para el elogio de las personas
rom ánt icas: t 'it 'ang ( " inconvencional" ) , t 'ungt 'uo ( " em ancipado" ) , puchi ( " sin freno" ) , et c. Un
poet a o escrit or que escribe con t odo el vuelo y la m aest ría de su capacidad es com parado a
" un caballo celest ial que galopa en el cielo" .
V: TI POS D E BELLEZA CARACTERÍ STI CA D EL OTOÑ O
En general, la est ación del ot oño significa sencillez, m adurez y conservación; en
cont rast e con el verano luj uriant e, la escena ot oñal índica lo delgado y quebradizo en el ét er, y
la frescura penet rant e, pero vivificant e, del vient o de ot oño. Aquí, la im agen de una clara luna
de ot oño y de un t ent ador lago de ot oño desem peña indudablem ent e un papel im port ant e. El
ot oño sugiere t am bién el ánim o t rágico. Se presum e que en ot oño uno ha dej ado at rás ya la
exuberancia del verano y com enzado a am ar la sencillez, la paz y el cont ent o. Com o el
labrador, ya no t rabaj a uno la t ierra ni corre por los cam pos baj o el sol ardient e, sino que
com ienza a recoger y a cont ar lo que ha recogido. ¡Ah, si pudiéram os aprender a vivir en
arm onía con el rit m o de la nat uraleza! Pero no lo hacem os. Querem os correr siem pre baj o el
sol ardient e.
El sent im ient o que inspira la lóbrega belleza del ot oño fue perfect am ent e expresado por
uno de los grandes dram at urgos Yüan:
Viñas secas, viej os árboles, cae la t arde. . .
Puent e pequeño, corre el agua, planas orillas. . .
Viej o cam ino, flaco caballo, sopla el vient o a levant e. . .
Y al m orir el sol hacia el ocaso
Am or perdido, allá a lo lej os, nadie sabe.
62. t an: suave, de color pálido, com o un lago brum oso. Quizá la cualidad de una pint ura
o una obra lit eraria que cause m ayor placer al hom bre de gust o m aduro es ch'ingt an ( lúcida y
suave) , pingt an ( " parej a y suave" , el arom a nat ural de la escrit ura sencilla) o t anyuan ( yüan.
No 65) : de t ono suave y " dist ant e" en la perspect iva, ya sea en una pint ura o un est ilo de
pensam ient o) . Un hom bre de t em peram ent o suave y ret raído es t 'ient an ( quiet o y fácilm ent e
cont ent o, o que am a las alegrías sencillas) ; adopt a una act it ud, hacia el dinero y la fam a, que
se llam a t anpo ( suave y delgada) .
63. p'u: de gust o sencillo, sin adorno, sin com plicación, cercano a la nat uraleza. Shunp'u
( sencillo y no m im ado) es el caráct er sim ple y la form a de vivir de las personas ancianas,
caract erizadas por su hospit alidad y su bondad nat urales, por no est ar aún echadas a perder
por la civilización. Su im port ancia ha sido indicada ya en t odo est e libro.
64. kao ( shen) : alt o, et éreo, fino ( kao) , y profundo ( shen) . Se habla del " alt o ot oño" , que
es un sent im ient o sem ej ant e a la alt a int eligencia ( kaoyi, " alt o y rom ánt ico) . Se dice que el

223
La importancia de vivir Lin Yutang

int erés o la am bición de un hom bre es kaoyüan, " alt o y dist ant e" , sí t iende a las cosas
superiores del inst int o. O es kaok'uang ( ver No 65) , que se puede em plear con referencia a un
panoram a de ot oño y a una persona de ánim o elevado y am plio.
65. k'uang ( yüan) : t olerant e, em ancipado, expansivo por su caráct er ( del hom bre) o por
sus vist as ( del panoram a) . Yüan significa dist ant e, que t iene una perspect iva dist ant e,
Kuanghuai es t ener un " pecho expansivo" , o asum ir un crit erio desaprensivo de la vida.
66. hsiao ( su) : delgado y ralo, com o un bosque de ot oño, lóbrego. Est a idea est á
ínt im am ent e ligada a la de t an ( No 62) , com o en la frase sut an, " ralo y de t ono suave" , com o
se debe pint ar a los árboles de ot oño. A m enudo un panoram a de ot oño debe ser apreciado
por su lobreguez, com o en el poem a de Ma Chihyüan que he reproducido m ás arriba. Est a
cualidad, precisam ent e, es la que se describe a m enudo com o ch'iuyi, o " int ención o espírit u
del ot oño" .
67. sou: delgado, grácil. Es ést a una palabra ext rañam ent e herm osa del idiom a chino. Se
pint a siem pre j unt o a los bam búes y las peñas gráciles. Expresa una belleza no sensual.
68. chien: sim ple, escaso en palabras o en pinceladas. Se dice que la sit uación polít ica
ideal es la de un est ado en que " la adm inist ración es sim ple ( chien) y los cast igos leves" . El
concept o opuest o es fan o com plicado, com o, por ej em plo, el im puest o a los rédit os. Chwnt an
significa " sim ple y suave" . Un escrit or que no usa m uchas palabras t iene la cualidad chient an
( sim ple y suave) .
69. ch'ing: claro, lúcido, puro, lim pio, no profuso, no obst ruido, no cargado de det alles,
com o un panoram a de ot oño. Ch'ingliang ( claro y fresco) , ch'ingt an ( lúcido y suave) , cb'ingp'in
( puro y pobre) , son com binaciones com unes. Ch'inghsin ( lim pio y nuevo) expresa la cualidad
de " originalidad" o " frescura" en el pensam ient o o la expresión.
70. hsien: holganza, holgazanam ent e, ocio. Palabra m uy em pleada. Así, las " m anos" y la
" m ent e" pueden ser " holgazanas" , o pueden est arlo, o las m anos pueden est ar en holganza
m ient ras se halla ocupada la m ent e, o en holganza la m ent e m ient ras se ocupan las m anos. El
hij o de Ch'en Meikung da indicaciones sobre lo que deben hacer los sabios en las sit uaciones
diferent es. Ot ras expresiones son " asunt os ociosos" ( hsienshih) , " conversación holgazana"
( hsient 'an) , " sent im ient os sosegados" ( hsiench'ing) , " placeres de ocio" ( hsiench'ü) , " chism es
de holganza" ( hsienhua) , " suert e de la holganza" ( hsienfu) . Ch'inghsien significa a la vez
" gozar la suert e de la holganza" y ( eufem íst icam ent e) " est ar sin t rabaj o" . El libro de Li Liweng
sobre el art e de vivir se llam a Hsiench'ing- 0uchi ( Ocupaciones Causales de Sent im ient os en
Holganza) . " Mat ar el t iem po" e s hsiaohsien, o " consum ir" la holganza.
71. liang ( shuang) : lindo y fresco, asociado sobre t odo con la desaparición del calor o de
cualquier especie de opresión. Una filosofía que consist e en desprenderse de las
preocupaciones es com parada a una " dosis de rem edio refrescant e" . Un hom bre que at iende
rápidam ent e a un pedido de ayuda, o firm a un cont rat o sin negociar m ucho sobre los det alles,
es shuangli, " direct o, y placent eram ent e agudo" , com o el vient o de ot oño.
72. shih: sust ancia, t ener sust ancia; originalm ent e, " sem illas" , caract eríst icas del ot oño.
El lenguaj e florido sin ideas es " hua" y no " shih" : flores sin sem illas.
VI . TI POS D E BELLEZA CARACTERÍ STI CA D EL I N VI ERN O
La belleza del invierno es principalm ent e la de la ancianidad, del frío esplendor, de la
quiet ud y la reclusión.
7 3 . han ( leng) : frío, pobre. Opuest o a calor y excit ación. Lengyen significa " frío
esplendor" , caract eríst ico del crisant em o y de la flor de ciruelo. Las blancas flores del peral,
aunque aparecen en prim avera, t ienen t am bién est a caract eríst ica. Hanching es un cóm odo
est ado de " frío y quiet ud" . En el sent ido del rigor invernal, han significa t am bién " pobreza" .
74. ching: quiet ud o calm a, quiet o, soledad, serenidad, una cualidad m uy apreciada,
t ant o com o la idea de la holganza, y ut ilizada a m enudo com o art e del nom bre de una niña o
de un j ardín part icular. Ch'ingching es t ener quiet ud y ret raim ient o, o no t ener dem asiados
visit ant es.
75. ku: anciano, ant iguo, de t iem pos ant iguos, de m anera ant igua, m aduro. Casi t odo lo
que es ku es bueno en China. Un pino viej o, rugoso, o un viej o cam pesino, sencillo, bueno,
t iene " la m anera de los ant iguos" ( kuyi) . La idea de " ant iguo" se asocia t am bién con la de
sencillez ( kup'u) , de elegancia ( huya) , y de excent ricidad ( kukuai) .

224
La importancia de vivir Lin Yutang

76. loo ( m ai) : viej o, m aduro, experim ent ado. Laolien significa " ser experim ent ado" . Un
est ilo m aduro, se dice, es laot ao ( " viej o y que ha llegado" ) , y se dice que e s kulao lo que
parece ant iguo y precioso. Hay una fascinación en lo viej o, que se expresa en la frase t sanglao
cuando se habla, por ej em plo, de un árbol grande y viej o.
77. ku: seco, bellam ent e desolado o desoladam ent e bello, se asocia con la idea de ku ( No
75) .
78. yu: recluido, ret irado, encant ador en el encierro, con la m anera de un recluso,
cont ent o de sí m ism o. Un sabio encant ador y ret raído es yuyün. " Elegancia ret raída" se
expresa con yuya. Es t ípica de est a cualidad la " orquídea ret raída" que crece en un valle
desiert o, " cont ent a de sent ir su solit aria fragancia" .
79. wen ( hanhsü) : recluso, ocult o al m undo, escondido en su significado, no expuest o al
público. La verdadera sabiduría es aquella que esconde la sabiduría; según lo expresó Laot sé:
" La gran sabiduría; es com o la est upidez" . El art e verdadero ocult a el art e. La buena lit erat ura
dej a algo sin decir para que lo píense el lect or. La cualidad opuest a, lou, o " expuest a" , es una
señal de inm adurez, o de vulgaridad lisa y llana. 80. chueb ( yü) : la belleza de la est upidez, de
que son t ipo las rocas y las raíces de árbol, elegidas a m enudo por el placer que causan. Las
rocas parecen significar un ret orno absolut o a la nat uraleza. Est o no es m ás que una
form ulación ext rem a del cult o de la belleza no sensual, com o una reacción cont ra el cult o de la
belleza sensual, por ej em plo, la belleza de las flores. Hay t ipos de caligrafía que t ienden a
propósit o a ser chüeh ( est úpidos) , o kuchueh ( ant iguos y est úpidos) , que dem uest ran en
realidad un m ayor refinam ient o de espírit u que el am or por la caligrafía sensual. Est e t ipo de
caligrafía im it a las líneas de las peñas, de las raíces ret orcidas y de las viñas secas.
VI I . LA BELLEZA D E LA N ATURALEZA COM PLETA
El art e m ás elevado es com o la nat uraleza. Por eso se deben borrar t odas las t razas de
" m arcas de hacha y cincel" . Tales obras sólo pueden ser hechas por un m aest ro, con una
com plet a candidez aparent e, y una ausencia de esfuerzo, com o si al leer un poem a sint iéram os
que no se ha procurado em bellecerlo, porque la sencilla belleza de los sent im ient os es ya
bast ant e.
81. hua: cam biado, t ransform ado, anulada t oda la art ifícialidad. Est e es el m ás alt o
elogio que se puede hacer de un poem a o una pint ura. A veces se usa shenhua, que significa
" divinam ent e t ransform ado" . Es una alabanza m uy superior a ot ros epít et os com o m iao
( exquisit o) , neng ( hábil) . Al graduar diferent es m aest ros u obras de art e, el grado huap'in o
shenp'in est á siem pre en lo m ás alt o de la list a. Se dice que una obra así est á hecha por " el
hacha de un duende y la pericia de un dios" . La m ej or prosa, com o la de Su Tungp'o, se
com para a " nubes fugit ivas y agua fluent e" , que m archan o se det ienen de acuerdo con sus
leyes ínt im as.

225

You might also like