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Principios Normativos de La Intercultura
Principios Normativos de La Intercultura
Abstract
Interculturalidad y educación
Referirnos a interculturalidad es, evidenciar grandes problemas que subsisten en nuestra
sociedad, es reconocer la existencia de distintas culturas y asimismo admitir que el
reconocimiento de ellas nos es similar muy por el contrario unas ejercen hegemonía sobre
las otras. Las diferentes culturas son portadoras de su propia cosmovisión del mundo, de
expresiones artísticas ya sea teatro, danza, música, de una forma particular de pensar, de
expresarse, de organizarse, de valorar a cada uno de sus miembros y al grupo mismo. Desde
este punto de vista todas las personas son portadoras de cultura, según Walsh (2005),
interculturalidad a priori significa “entre culturas”, alude al encuentro entre culturas, a un
intercambio en términos equitativos y en condiciones de igualdad, es decir, propone dar fin
a la crónica de una cultura dominante y otras avasalladas con la finalidad de fortalecer las
identidades de aquellas culturas tradicionalmente excluidas, para dar paso a una convivencia
de respeto y legitimidad entre los diferentes grupos. La interculturalidad no sólo debería ser
una meta por alcanzar sino también un proceso permanente de relación, comunicación y
aprendizaje entre personas o grupos de personas, en el cual se ponga de manifiesto los
conocimientos, valores y tradiciones propios de cada quien, en un ambiente de respeto
mutuo, por encima de sus diferencias culturales y sociales.
Aceptar que existe culturas tradicionalmente excluidas nos lleva a reflexionar sobre
las consecuencias que ello trae tales como la discriminación, la pobreza, el racismo y otros.
Yace aquí la importancia de la interculturalidad como proceso que permita cuestionar las
situaciones estructurales y las limitaciones que posibilitan el dominio de unas culturas sobre
otras, de unas comunidades sobre otras, rotulados como disímiles e insignificantes, a partir
de ese reconocimiento formar ciudadanos conscientes de las diferencias y capaces de trabajar
conjuntamente en el desarrollo del país y en la construcción de una democracia justa,
igualitaria y plural. Asimismo, Walsh (2005) señala:
La interculturalidad no puede ser reducida a una simple mezcla, fusión o
combinación híbrida de elementos, tradiciones, características o prácticas
culturalmente distintas. Más bien, la interculturalidad representa procesos (no
productos o fines) dinámicos y de doble o múltiple dirección, repletos de
creación y de tensión y siempre en construcción. (p. 9)
Estos procesos a que hace referencia deben ser funcionales, basándose
principalmente en el respeto a las diferencias, en un marco de tolerancia e igualdad, con un
trasfondo homogeneizador que mantiene las relaciones asimétricas de la sociedad actual. Es
decir, que, respetando las diferencias, se puede observar la situación de asimetría presente
en las relaciones entre culturas, es por ello necesario priorizar su tratamiento como requisito
para un diálogo cultural efectivo y crítico que abra el camino a un futuro diferente en el que
se asuma la diversidad como riqueza y se enfrente la desigualdad, sin ocultar contradicciones
y conflictos de los colectivos sociales aceptando la condición nata de igualdad.
En ese futuro diferente y como en todas las vivencias del ser humano está presente
la educación; por ello, también existe una relación entre interculturalidad y educación,
entendida ésta última según la Ley General de Educación N° 28044, como un proceso en el
que se adquieren conocimientos a partir de experiencias de aprendizaje las que se tiene a lo
largo de toda la vida y que favorece a la formación en las dimensiones de la persona humana.
La educación, para lograr un considerable entendimiento y sobre todo beneficio a ser
útil en la vida, debe iniciarse y ser dirigida a las prácticas vivenciales de los estudiantes y a
los contextos en los cuales se desarrollan. Es necesario tener en cuenta y respetar, las
diferencias entre los diversos contextos socioculturales, así como la demanda de llevar a
cabo prácticas educativas adecuadas a cada contexto y basadas en la conciencia, reflexión
crítica, y en la participación e interacción.
Conclusiones