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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR


UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
FUNDACIÓN “MISIÓN SUCRE”

Febrero del 2011


La psicología cognitiva se preocupa del estudio de procesos tales como lenguaje,
percepción, memoria, razonamiento y resolución de problema. Ella concibe al
sujeto como un procesador activo de los estímulos. Es este procesamiento, y no
los estímulos en forma directa, lo que determina nuestro comportamiento.

Bases fundamentales del aprendizaje

Aprender es el proceso por el cual adquirimos una determinada información y la


almacenamos, para poder utilizarla cuando nos parece necesaria. Esta utilización
puede ser mental (p. ej., el recuerdo de un acontecimiento, concepto, dato), o
instrumental (p. ej., la realización manual de una tarea). En cualquier caso, el
aprendizaje exige que la información nos penetre a través de nuestro sentidos,
sea procesada y almacenada en nuestro cerebro, y pueda después ser evocada o
recordada para, finalmente, ser utilizada si se la requiere.

Por ello, los cuatro procesos que consideramos esenciales, tal como aparecen en
la figura 1, son la atención, la memoria, la motivación y la comunicación.

Al iniciar a los niños en el aprendizaje formal de la lengua escrita y favorecer el


desarrollo de la expresión oral son algunas de las tareas más difíciles que un
maestro enfrenta a lo largo de su carrera profesional. Por ello, es  necesario 
compartir con los docentes de primer grado algunas inquietudes y reflexiones que
se han suscitado a lo largo de muchos años de práctica pedagógica. Durante el
primer grado de primaria, el objetivo más relevante es el aprendizaje de la lengua
escrita y el desarrollo de la expresión oral.
    Con relación a lo señalado, se puede afirmar que la lectura y la escritura en la
Primera Etapa de Educación Básica, permiten al niño sumergirse en un universo
nuevo de experiencias significativas, a través de la creación y del placer,
estimulando su creatividad, imaginación, participación y pensamiento crítico.

Sabemos de la importancia de la escritura como un instrumento para el registro y


comunicación de las ideas. Básicamente se trata de una destreza de tipo motor
que se desarrolla a medida que el niño progresa en su vida escolar. La escritura
se enseña en conjunción con los restantes aspectos del lenguaje. Con la lectura,
el niño aprende a reconocer palabras que luego reproduce y con la escritura se le
faculta para hacer frente a sus necesidades gráficas escolares y extraescolares. El
resultado final de la instrucción del aprendizaje escritor es la automatización del
proceso, hasta un nivel tal que permita al sujeto concentrarse totalmente en las
ideas que desea expresar.

Pero para aprender de forma correcta, un niño debe contar con la necesaria
MADUREZ PARA LA ESCRITURA. Como todo aprendizaje, la enseñanza de la
escritura requiere una maduración neurobiológica previa en el niño para lograr que
dicho aprendizaje tenga éxito. La madurez para el aprendizaje de la escritura
viene definida por las siguientes condiciones:

a) Adecuado nivel intelectual. Sólo un nivel


intelectual normal garantiza la correcta adquisición
de la escritura en sus niveles de tipo simbólico-
conceptual.
b) Desarrollo del lenguaje satisfactorio. Existe
una estrecha relación entre el lenguaje oral y el
escrito. Muchas deficiencias previas al aprendizaje
de la escritura son debidas a patologías en el
lenguaje oral.
c) Normal desarrollo socioafectivo. Es necesaria
una correcta estimulación ambiental y escolar que
facilite el aprendizaje.

d) Desarrollo sensoriomotriz apropiado. Es el conjunto de requisitos que más


directamente permitirán al niño aprender a escribir con éxito. Nos referimos a las
condiciones neuromotrices como: correcta integración visual y auditiva, adecuada
estructuración espacial y rítmica-temporal, establecimiento suficiente del
predominio lateral, motricidad manual con control de movimientos de precisión sin
alteraciones, etc.

Durante el proceso de construcción de la escritura, los niños crean hipótesis


originales y alcanzan logros cognitivos en cada momento del proceso. Atraviesan
un primer nivel presilábico, un segundo nivel silábico, un tercer nivel silábico
alfabético, para finalmente apropiarse del nivel alfabético estricto.

Sin embargo, esto es sólo una cara del proceso. Expresa la generalidad;
importantes investigaciones psicogenéticas informan sobre cómo los niños
aprenden a “leer” y a “escribir” antes de hacerlo convencionalmente. Sin lugar a
dudas, este conocimiento es de sumo beneficio para la práctica docente.

La otra cara del proceso, no está en los libros, no surge como resultado de
investigaciones, la otra cara se inscribe con el deseo puesto en juego en la
singularidad de cada niño.

Generalidad y singularidad no son excluyentes. Si esto se pierde de vista, la


adquisición de la práctica del lenguaje es imposible.

durante mucho tiempo se ha creído que los niños pequeños carecen


esencialmente de pensamiento matemático. Para ver si un niño pequeño pude
discriminar entre conjuntos de cantidades distintas, se realiza un experimento que
fundamentalmente consiste en mostrar al niño 3 objetos, por ejemplo, durante un
tiempo determinado. Pasado un tiempo, se le añade o se le quita un objeto y si el
niño no le presta atención, será porque no se ha percatado de la diferencia. Por el
contrario, si se ha percatado de la diferencia le pondrá de nuevo más atención
porque le parecerá algo nuevo. El alcance y la precisión del sentido numérico de
un niño pequeño son limitados. Los niños pequeños no pueden distinguir entre
conjuntos mayores como cuatro y cinco, es decir, aunque los niños pequeños
distinguen entre números pequeños quizá no puedan ordenarlos por orden de
magnitud.

Cuando los niños comienzan a andar, no sólo distinguen entre conjuntos de


tamaño diferente sino que pueden hacer comparaciones gruesas entre
magnitudes. Ya a los dos años de edad aproximadamente, los niños aprenden
palabras para expresar relaciones matemáticas que pueden asociarse a sus
experiencias concretas. Pueden comprender igual, diferente y más. Respecto a la
equivalencia, hemos de destacar investigaciones recientes que confirman que
cuando a los niños se les pide que determinen cuál de dos conjuntos tiene “más”,
los niños de tres años de edad, los preescolares atrasados y los niños pequeños
de culturas no alfabetizadas pueden hacerlo rápidamente y sin contar. Casi todos
los niños que se incorporan a la escuela deberían ser capaces de distinguir y
nombrar como “más” a el mayor de dos conjuntos manifiestamente distintos.

Los niños, encuentran que el conocimiento intuitivo, simple y llanamente, no es


suficiente para abordar tareas cuantitativas. Por tanto, se apoyan cada vez más en
instrumentos más precisos fiables: numerar y contar. En realidad, poco después
de empezar a hablar, los niños empiezan a aprender los nombres de los números.
Hacia los dos años, emplean la palabra “dos” para designar todas las pluralidades;
hacia los dos años y medio, los niños empiezan a utilizar la palabra “tres” para
designar a muchos objetos. Por tanto, contar se basa en el conocimiento intuitivo y
lo complementa en gran parte. Mediante el empleo de la percepción directa
juntamente con contar, los niños descubren que las etiquetas numéricas como tres
no están ligadas a la apariencia de conjuntos y objetos y son útiles para
especificar conjuntos equivalentes. Contar coloca el número abstracto y la
aritmética elemental al alcance del niño pequeño.

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