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Teoría del Acto Jurídico

Para mayor y mejor entendimiento de qué es un acto jurídico, lo primero que


debemos hacer, es identificar que son los hechos, ya sean jurídicos o materiales y
en qué se diferencian con los actos:

I. LOS HECHOS JURÍDICOS

      Los hechos que acaecen pueden ser de dos tipos:

     1.- Materiales, cuando no generan efectos jurídicos. Estos hechos pueden ser, al


igual que los jurídicos, de la naturaleza y del hombre. Sin embargo, no interesan
mayormente al derecho, por lo que no generan efectos jurídicos, lo que, a su vez,
justifica el que se les denomine materiales.

     2.- Jurídicos, son aquellos que generan efectos jurídicos. Así, hecho jurídico es


todo suceso de la naturaleza o del hombre que produce la adquisició n,
modificació n o extinció n de un derecho subjetivo. Segú n esta conceptualizació n, se
dividen en:
           a) Hechos jurídicos de la naturaleza, o hechos jurídicos propiamente tales o
naturales–como también se les denomina-. Probablemente los má s relevantes sean
los siguientes:
                 i) El nacimiento, pues da origen a la persona natural.
                 ii) La muerte, porque pone fin a la existencia de la persona natural.
                 iii) La demencia, ya que priva al demente de la capacidad de ejercicio.
                 iv) La mayoría de edad, puesto que otorga la plena capacidad de ejercicio.
           b) Hechos del hombre, que pueden ser:                
 i) Sin intención de producir efectos jurídicos, ya sean lícitos o ilícitos. Son
los cuasicontratos, los cuasidelitos y los delitos civiles.
                 ii) Con la intención de producir efectos jurídicos, y lícitos. Bajo este
concepto caen los actos jurídicos, como el contrato, el testamento, el pago, la
ocupació n, la tradició n, etc.1

II. Concepto de Acto Jurídico


     Por consiguiente, acto jurídico es el ejercicio de una facultad que el sistema
jurídico otorga al hombre, y que consiste en la manifestació n de voluntad que se
hace con la  intenció n de crear, modificar o extinguir un derecho subjetivo.
     El acto jurídico no tiene definició n en la ley, sino que ha sido una definició n
otorgada por la doctrina.
El Acto jurídico es una declaración unilateral o bilateral de voluntad,
realizada con el fin de generar un efecto jurídico, ya sea la creación,
modificación o extinción de un derecho
     El acto jurídico puede crear derechos y obligaciones (contrato); modificar
derechos (modificació n del derecho de propiedad mediante la constitució n de un
derecho de usufructo, novació n de una obligació n); transferir derechos (tradició n);
transmitir derechos y obligaciones (testamento); o extinguir derecho y
obligaciones (como el pago o la renuncia de un derecho).
     El acto jurídico es, sin duda, el reconocimiento de la autonomía privada, desde
que es la forma en que se manifiesta el poder de autorregulació n que el
ordenamiento jurídico confiere a las personas.
     El Có digo Civil no sistematiza ni teoriza el acto jurídico. En el libro IV (De las
Obligaciones en General y de los Contratos) señ ala ciertas normas para un
determinado tipo de acto jurídico: los contratos. A partir de dichas normas la
doctrina ha derivado una generalizació n para construir una teoría general de los
actos jurídicos, en general. En el libro IV no se emplea la denominació n de acto
jurídico.

III. CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS JURÍDICOS.

Los actos jurídicos admiten numerosas clasificaciones. En esta oportunidad se


analizará n las clasificaciones má s importantes.
A. ACTOS JURÍDICOS UNILATERALES Y BILATERALES

Atendiendo al nú mero de partes cuya voluntad es necesaria para que se forme el


acto jurídico, éste se clasifica en unilateral y bilateral.

1. Los actos jurídicos unilaterales son aquellos que para nacer a la vida
jurídica requieren la manifestació n de voluntad de una sola parte (por
ejemplo, el testamento, el reconocimiento de un hijo, la revocació n de un
poder, etc.). Una parte pueden ser una o muchas personas (ver artículo
1438 del Có digo Civil).

Desde este punto de vista, los actos jurídicos unilaterales pueden ser
“simples” o “complejos”. El acto jurídico “simple” emana de la voluntad de
una sola persona (por ejemplo, el testamento). Es decir, la parte está
constituida por una sola persona. El acto jurídico complejo emana de varias
personas que manifiestan una voluntad comú n (por ejemplo, la oferta de
una comunidad para vender un objeto comú n). Una parte está constituida
por dos o má s personas.

2. Los actos jurídicos bilaterales son aquellos que para nacer a la vida
jurídica requieren de la manifestació n de voluntad de dos partes (por
ejemplo el contrato, la tradició n, el pago). El acto jurídico bilateral se
denomina “convenció n”.

La convención es, por tanto, el acuerdo de voluntades de dos partes que crea,
modifica o extingue derechos y obligaciones.
Paralelo entre contrato y convención.

El contrato y la convenció n no deben confundirse. Todo contrato es una


convenció n (ya que el contrato crea derechos), pero no toda convenció n es un
contrato (el pago, por ejemplo, es una convenció n que extingue derechos, pero no
es un contrato). La relació n entre ambos es de género a especie. Sin embargo, el
Có digo Civil confunde ambos términos (véanse artículos 1437 y 1438 del Có digo
Civil

B. ACTOS JURÍDICOS ENTRE VIVOS Y ACTOS JURÍDICOS POR CAUSA DE


MUERTE

1. Actos jurídicos por causa de muerte son aquellos que para producir
efectos requieren de la muerte del autor o de las partes (por ejemplo, el
testamento o el mandato otorgado para ejecutarse después de la muerte)
2.

3. Actos jurídicos entre vivos son aquellos que para producir efectos no
requieren la muerte del autor o de las partes (por ejemplo, el contrato de
compraventa, el contrato de arrendamiento)

C. ACTOS JURÍDICOS A TÍTULO GRATUITO Y ACTOS JURÍDICOS A TÍTULO


ONEROSO

1. Actos jurídicos a título gratuito son aquellos que se celebran en


beneficio de una sola parte (por ejemplo, el contrato de donació n, el
comodato por regla general).
2. Actos jurídicos a título oneroso son aquellos que producen la utilidad
o beneficio de ambas partes (por ejemplo, el contrato de arrendamiento,
el contrato de compraventa).
D. ACTOS JURÍDICOS PUROS Y SIMPLES Y ACTOS JURÍDICOS SUJETOS A
MODALIDADES.

1. Actos jurídicos puros y simples son aquellos que producen sus efectos de
inmediato y sin limitaciones.

2. Actos jurídicos sujetos a modalidades son aquellos cuyos efectos está n


sujetos a una modalidad. Son modalidades de los actos jurídicos, por
ejemplo, la condició n, el plazo y el modo.

Condición: hecho futuro e incierto que depende el nacimiento o la extinción de un


derecho, de ahí la condició n suspensiva y resolutoria.

Plazo: hecho futuro y cierto, que depende la exigibilidad o la extinció n de un


derecho).

Modo: la carga impuesta al beneficiario de un acto gratuito; siendo comú n en los


testamentos.
E. CONTRATOS REALES, SOLEMNES Y CONSENSUALES

1. Contratos Reales: Son aquellos que se perfeccionan por la entrega de la


cosa objeto del mismo, pero el legislador da otro concepto: “son aquellos que se
perfeccionan por la tradició n de la cosa”. Hay que hacer esta salvedad porque la
tradició n es un modo de adquirir el dominio y uno de sus elementos es la entrega
material. Lo que ocurre en el caso de los contratos reales es que no siempre va a
haber tradició n al momento de perfeccionarlos, sino lo que ocurre en la
generalidad de los casos es un traspaso material de la cosa, pero sin transferencia
de dominio.

Ejemplo: en los contratos de mutuo, que hay una entrega de la cosa pero no se
constituye dominio.

2. Contratos Solemnes. Se perfeccionan por la observancia de ciertas


formalidades (objetivas) especiales, de manera que son ellas no produce ningú n
efecto civil. Ello ocurre en el contrato de compraventa de inmuebles, en que la
solemnidad exigida es el otorgamiento de una escritura pú blica.

3. Contratos Consensuales. Son aquellos que se perfeccionan por el solo


consentimiento. Por ejemplo, la compraventa de muebles y el arrendamiento

VI. Requisitos del Acto Jurídico

     Los requisitos del acto jurídico se dividen en dos grupos:

     1.- De existencia. Son aquellos cuya necesarios para que el acto exista. Son los
siguientes:

           a)  Voluntad.

           b) Objeto.

           c) Causa.
           d) Solemnidades, en los casos en que las leyes las exigen. Algunos autores
estiman que las solemnidades no son un requisito distinto del de la voluntad, pues
–dicen- en los actos solemnes ésta se manifiesta a través de aquéllas.

     2.- De validez. Son aquellos que le dan una existencia sana al acto, exenta de
vicios. Pueden faltar y el acto existe de todos modos, pero lo hace con en forma
viciada. Son los siguientes:

        a) Voluntad exenta de vicios

           b) Capacidad

           c) Causa lícita.

           d) Objeto lícito.

Voluntad Exenta de Vicios

Voluntad exenta de Vicios: Se refiere a que la voluntad no debe estar viciada, es


decir no debe haber error, fuerza o dolo en la manifestació n de voluntad.

Error: falso concepto que se tiene de la realidad, o de una norma jurídica. Existe
entonces dos tipos de error: de hecho y de derecho. ¿Qué tipo de error es el que
vicia la voluntad o el consentimiento? El error de hecho, pues en el caso del error
de derecho, este no puede invocarse, pues la ley se presume conocida por todos.

Fuerza: “Apremios físicos o morales que se ejercen sobre una persona destinados
a que preste su consentimiento para la celebració n de una acto jurídico”. Es un
vicio de la voluntad que se opone a la libertad, ya que la voluntad supone una
manifestació n libre y sin coacciones.

Dolo: Maquinació n fraudulenta (engañ o) realizada con la intenció n de que una


persona preste su consentimiento en un determinado acto o contrato

El Dolo es un engañ o provocado.

Relación error y dolo.


Dado que el dolo conduce inevitablemente al error, hace que la víctima manifieste
su voluntad en razó n del error a que se le ha inducido, puede uno preguntarse si la
teoría del dolo no está prá cticamente envuelta por la del error.

Sin embargo, lo anterior no significa que dolo y error se confundan, pues el


acto se anula por dolo, sin que sea necesario que concurran, ademá s, los requisitos
del error como vicio del consentimiento. El dolo constituye un vicio del
consentimiento distinto del error y, por lo mismo, es una causa en sí suficiente
para anular un acto, aú n cuando el error provocado por el dolo no sea no sea de tal
magnitud que vicie el consentimiento.

La razones del distingo son claras:

1º En el error hay una falsa representació n de la realidad que surge


espontá neamente del sujeto; mientras que en el dolo, si bien también se produce
una falsa representació n de la realidad, a diferencia del error, ésta no surge
espontá neamente del sujeto, sino que a consecuencia de maquinaciones
fraudulentas fraguadas por otras personas para inducir al error al sujeto. Este
error en lugar de ser espontá neo ha sido determinado a sabiendas por una de las
partes en detrimento de la otra.

En conclusió n, en ambos hay una representació n errada de la realidad, má s en el


primer caso es espontá nea y en el segundo provocado.

2º En el error no hay mala fe; en cambio, en el dolo si. (Aquí se castiga el acto ilícito
que importa el artificio de inducir a contratar a base de engañ o);

3º Los hechos constitutivos del dolo son ordinariamente má s patentes, má s fá ciles


de probar que la existencia de un error que ha podido no exteriorizarse.

Por todas estas razones, los efectos de derecho son diversos: cuando hay error,
vicio del consentimiento, podrá obtenerse la rescisió n; si, ademá s, hay dolo, habrá
lugar también a la indemnizació n de perjuicios.
III. La voluntad en los Actos Bilaterales, o Consentimiento1

A. Generalidades

     En el acto jurídico bilateral no basta la manifestació n de voluntad de una parte,


ni tampoco la de dos partes si se hace en forma aislada. Para que surja el acto
jurídico bilateral se requiere un acuerdo entre las partes, en torno de un objeto y
de los elementos del acto jurídico. Este acuerdo toma el nombre de
consentimiento, porque en el fondo es el asentimiento que cada parte presta a la
voluntad contraria. La palabra consentimiento viene de consentire, que significa
traer un mismo sentimiento.

     Se define al consentimiento como el acuerdo de dos o má s voluntades sobre un


mismo objeto jurídico.

     El consentimiento puede ser fruto de negociaciones o ser instantá neo. Las
negociaciones no generan obligaciones contractuales, salvo que las partes
contraten sobre las reglas bajo las cuales se va a regir la negociació n. Por lo mismo,
el principio es que las partes pueden retirarse de ellas cuando lo deseen, sin
necesidad de justificar el retiro y sin que éste genere ulteriores obligaciones. Nadie
tiene derecho al éxito de la negociació n, dado el cará cter esencialmente aleatorio
de éstas.  Por excepció n, cuando se ha actuado dolosa o negligentemente, el retiro
puede genera responsabilidad extracontractual.

     El consentimiento formado instantá neamente, por su parte, se presenta, en


general, en aquellas situaciones en que una de las partes impone las condiciones de
contratació n a la otra, como sucede en los contratos por adhesió n.

B. Formación del Consentimiento

              (i) Regulación

     El Có digo Civil parte de la base de que el consentimiento está  formado y, por eso,
no lo define ni contiene reglas relativas a su formació n. Este silencio ha sido
suplido por el Código de Comercio, en sus arts. 97 al 106. Estas reglas, en todo
caso, só lo se aplican a la formació n del consentimiento en los actos juridicos

1
Esta materia es para mejor entendimiento de la formación del Consentimiento que corresponde a la
voluntad en los Actos Jurídicos Bilaterales.
consensuales, no aplicá ndose, en consecuencia, a los actos jurídico solemnes ni a los
reales.

     El argumento de texto para aplicar estas normas del Có digo de Comercio puede
estar dado por el art. 24 del Có digo Civil, el que alude al espíritu general de la
legislació n y a la equidad natural. Utilizando estos conceptos, se puede sostener
que reciben aplicació n en materia civil las normas que al efecto consagra el Có digo
de Comercio. Al mismo resultado se puede llegar invocando al contexto general de
la legislació n (art. 22 del Có digo Civil), el que naturalmente incluye a este ú ltimo
cuerpo legal.

              (ii) Cómo se  Forma el Consentimiento

           (a) La Oferta y la Aceptación

     El consentimiento es el resultado de dos actos jurídicos distintos: la oferta y la


aceptació n. Como actos jurídicos que son, deben cumplir con todos los requisitos
civiles que exige la ley: 

           1.- Voluntad exenta de vicios.  

           2.-  Debe tener un objeto lícito.

           3.- Debe tener una causa lícita.

           4.- Solemnidades cuando son exigidas.

           A ellos, el Có digo de Comercio agrega ciertas condiciones particulares.

        (1) La Oferta

     a. Concepto y Requisitos

     La oferta es un acto jurídico unilateral por el cual una persona propone a otra la
celebració n de una convenció n, en los términos definidos por el propio oferente, de
tal forma que para que quede perfecta baste la simple aceptació n del destinatario.

     Para producir efectos legales, a má s de los requisitos generales de todo acto


jurídico, la oferta debe cumplir con los siguientes:

     1.- Debe ser Completa. Para cumplir con esta condició n, la oferta debe contener a
lo menos los elementos de la esencia del acto o contrato. En caso contrario, no es
má s que una propuesta orientada a negociar.
     2.- Debe estar dirigida a persona determinada, pues si está contenida en
circulares, catá logos, notas de precios corrientes, prospectos o, en general,
anuncios impresos, no es obligatoria para el que las hace, quien, en propiedad,
formula una invitació n a hacer ofertas (art. 105 inc 1°).

     Las ofertas genéricas dirigidas a alguien en particular son vá lidas, pero en la


prá ctica ineficaces, porque llevan implícita la condició n de que al momento de la
demanda los efectos ofrecidos (art. 105 inc. 2°):

           a) No hayan sido enajenados.

           b) No hayan sufrido alteració n en su precio.

           c) Existan en el domicilio del oferente.

     Ademá s, como la declaració n de voluntad de todo acto jurídico, debe ser


exteriorizada. Así, en los contratos solemnes y reales se deben realizar las
formalidades que exigen estos actos para que la oferta surta efectos y se forme el
consentimiento. En los no solemnes, en cambio, la oferta puede ser expresa o
tá cita.  Es del primer tipo la efectuada en forma verbal o escrita, y que revela
explícita y directamente el deseo de contratar; y es del segundo tipo la que consiste
en cualquiera acció n que inequívocamente, de acuerdo con los usos, tenga el efecto
comunicativo de ser oferta (como llamar taxi, la señ al en el remate, etc.).

     b. Vinculación de la Oferta

     Este tema incide en determinar si el oferente puede o no revocar su oferta, y en


caso afirmativo, bajo qué  condiciones. Como regla general, puede afirmarse que el
oferente puede revocar su oferta siempre que se cumplan dos condiciones: no se
haya formado aú n el consentimiento, y no haya renunciado a su derecho a hacerlo.

     La aceptació n es el acto por el cual la persona a quien va dirigida la oferta


manifiesta su conformidad con ella. Para que pueda dar origen al consentimiento,
debe cumplir los siguientes requisitos adicionales:

     1.- Debe ser pura y simple. Si no observa este requisito, la aceptació n pasa a ser
una contraoferta, y el primitivo destinatario se constituye en oferente a la vez que
el oferente originario en destinatario. Así lo expresa el art. 102, de acuerdo con el
cual “La aceptació n condicional será considerada como una propuesta”.  
     2.- Debe ser oportuna, lo que significa que ha de prestarse mientras la oferta se
encuentre vigente. La vigencia de la oferta se extingue por alguna de estas
causales: 13

           a) Vencimiento del plazo. El primer plazo que se contempla al efecto es el que


el propio oferente determine (art. 99). Si no existe plazo voluntario, la ley suple
este silencio de las partes señ alando la regla de la naturaleza. Para estos efectos,
distingue entre propuestas verbales y propuestas escritas.

           La propuesta verbal debe ser aceptada en el acto; má s allá , el oferente queda
libre de toda responsabilidad (art. 97).

           Para determinar cuando se extingue el plazo de la propuesta escrita es


preciso efectuar otra distinció n. Si las partes residen en el mismo lugar, concepto
que se ha entendido como misma plaza de comercio, que es el lugar donde se
realizan transacciones comerciales de la misma especie, el plazo es de 24 horas.
Mientras, si las partes no residen en el mismo lugar o plaza de comercio, la oferta
debe ser aceptada o rechazada a vuelta de correo. Esta ú ltima expresió n no es,
como se observa, jurídica, y tampoco existen en el Có digo de Comercio
disposiciones que contribuyan a determinar su alcance y sentido. Corresponde a
una época pretérita en que existían mensajeros que llevaban y traían el correo,
mecanismo que no existe en la actualidad. En definitiva, la tarea de establecer su
alcance y sentido corresponde a los jueces.

           Vencido el plazo, la aceptació n es extemporá nea y carece de relevancia para


el proceso formativo del consentimiento. Sin embargo, el art. 98 inc. 3° señ ala que
en tal caso –aceptació n extemporá nea- el proponente es obligado, bajo
responsabilidad de dañ os y perjuicios, a dar pronto aviso de su retractació n. Esta
norma encuentra su fundamento en labuena fe y, asimismo, en el hecho que el
silencio del oferente puede interpretarse como una presunta aprobació n de la
aceptació n dada fuera de plazo, como consecuencia de lo cual el aceptante puede
incurrir en ciertos costos amparado en su creencia. Arturo Alessandri estima que
este aviso de retractació n só lo debe prestarse cuando el oferente no ha indicado
plazo voluntario de vigencia de la oferta. La cá tedra, en cambio, considera que
siempre, pues el legislador desea proteger a quien yerra en el cá lculo del plazo
sufriendo un perjuicio.
           b) Retractación tempestiva. Es el acto por el cual el proponente revoca la
oferta antes que haya sido aceptada por la persona a quien va dirigida la oferta.

           Existen dos doctrinas tocantes a la facultad del oferente de retractarse de su


proposició n: la francesa y la alemana: la primera, de evidente cará cter
individualista, no concibe que una persona pueda limitar su voluntad mediante
una simple declaració n unilateral. De acuerdo con ella, la retractació n es siempre
posible en cuanto no se haya formado el consentimiento.

           Paralelamente, la doctrina alemana expresa que la oferta es vinculante para


el oferente, quien se ve impedido de retractarse de ella mientras permanezca
vigente, salvo que se haya reservado el derecho de hacerlo. Los alemanes
consideran que la retractació n es una falta de seriedad que provoca desconfianza y
reticencia en el comercio.

           El Có digo de Comercio adopta una posició n intermedia, porque en Chile el


principio es que la oferta no vincula al oferente, salvo menció n en contrario. De
acuerdo con el art. 99, éste puede retractarse en el tiempo medio que corre entre la
formulació n de la oferta y su aceptació n, a menos que:

                 i) La aceptación haya sido ya prestada, pues en tal caso se ha formado el


consentimiento, recibiendo cabal aplicació n el art. 1545 del Có digo Civil (art. 101
primera parte).

                 ii) Renuncie a su derecho de revocar la oferta al formularla, ya sea  (a)


comprometiéndose a esperar contestació n o (b) a no disponer del objeto del
contrato, sino después de desechada o transcurrido un determinado plazo. La
renuncia del derecho a revocar la oferta no se presume (art. 99 inc. final), toda vez
que aquélla le impone al oferente, bajo la fuerza de su propia voluntad, una
obligació n unilateral, cual es esperar respuesta o no disponer de lo suyo. Esto, a su
vez, deposita en manos del destinatario la posibilidad de celebrar el contrato.

           En consecuencia, el oferente puede retractarse siempre que no se haya


formado aú n el contrato y no hubiere renunciado a su derecho de revocar la oferta.
La revocació n efectuada en estas condiciones tiene el cará cter de tempestiva, es
decir, oportuna, adecuada, apropiada, y obsta a que se forme el consentimiento.
Por el contrario, la realizada fuera de estos casos es intempestiva y no impide la
consumació n de éste, el que se entiende formado con la aceptació n del
destinatario.14

           Efectuada la retractació n de forma legal, nace una obligació n para el


oferente: debe indemnizar al destinatario los gastos en que haya incurrido y los
dañ os y perjuicios que hubiere sufrido. Dicha obligació n desaparece si aquél decide
cumplir el contrato propuesto (art. 100).15

           Esta indemnizació n tiene un cará cter precontractual ya que emana de la ley


como fuente de las obligaciones (art. 1437 del Có digo Civil). No es contractual
porque no existe un incumplimiento de contrato, ni extracontractual debido a que
los dañ os no pueden ser atribuidos a culpa o a dolo. El fundamento de esta
responsabilidad se puede encontrar en el abuso de derecho. Ademá s, se puede
afirmar que si bien es cierto que todavía no existe un contrato, no lo es menos que
hay una especie de negociació n en estado de gestació n.

           c) Caducidad de la oferta, que se produce por muerte o incapacidad legal.


Estos hechos jurídicos hacen caducar la oferta aunque se haya fijado un plazo por
el oferente (art. 101). Igualmente, no dan lugar a indemnizació n alguna, salvo que
se pruebe culpa o dolo de los representantes legales o herederos del oferente en
cuanto no hayan dado pronto aviso de su fallecimiento o incapacidad.

           Algunos sostienen que la declaració n de quiebra produciría el mismo efecto


porque implicaría la incapacidad del fallido. Tal opinió n es errada. Lo que sucede
es que éste se ve inhibido y privado de la disposició n de sus bienes (arts. 64 inc. 1°
y 65 de la Ley de Quiebras).  En otras palabras, la oferta caduca en razó n de que el
fallido ha perdido la administració n de sus bienes, no porque pase a ser incapaz.16

           Por ú ltimo, es preciso recordar que la aceptació n debe ser exteriorizada,


como toda declaració n de voluntad. Con ocasió n de esta característica ella puede
ser expresa o tá cita. Es del primer tipo cuando se manifiesta en términos formales
y explícitos; del segundo, mientras, cuando el asentimiento de la persona a quien
va dirigida la propuesta resulta de la verificació n de ciertos actos que involucran
inequívocamente su propó sito de admitirla, como sucede cuando da comienzo a la
ejecució n del contrato. Del art. 103 se lee que “La aceptació n tá cita produce los
mismos efectos y está sujeta a las mismas reglas que la expresa”.

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