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POBREZA Y EXCLUSION SOCIAL

UNIDAD Nº II
Teorías sociológicas, conceptos y métodos sobre la pobreza y la
exclusión social

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SEMANA 4

Introducción

En el presente documento de la semana 4, abordaremos los conceptos y métodos


acerca de la pobreza y la exclusión social. En este sentido podemos señalar que la
pobreza degrada y destruye, moral, social y biológicamente al más grande milagro
cósmico: la vida humana. La existencia de la pobreza es una aberración de la vida
social, un signo evidente del mal funcionamiento de la sociedad. Durante esta semana
no solo nos centraremos en el concepto de pobreza, sino además estudiaremos sus
enfoques, tanto el enfoque absoluto, que se ha utilizado desde principio en la medición
de la pobreza y el relativo que tiene un eje multidimensional en la medición de este
fenómeno social. Además y siguiendo esta misma línea profundizaremos sobre los
indicadores de bienestar, líneas de pobreza y métodos para definir si una persona es
pobre o no, o si un hogar está por sobre o por debajo de la línea de la pobreza.

No solo nos centraremos en la medición de la pobreza según los ingresos, que ha sido
el método tradicional que se ha utilizado desde comienzo para medir la pobreza, sino
además en otros tipos de mediciones en relación a dimensiones distintas al ingreso,
como es la salud, educación y vivienda y entorno, dimensiones que no se centran solo
en el ingreso, sino más bien miran el problema de la pobreza como un estado relativo
multidimensional de personas y hogares que se encuentran en esta situación. También
veremos el corte y el umbral de pobreza como una forma de asignar una categoría
tanto cualitativa como cuantitativa de este fenómeno social.

Finalmente analizaremos el método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI),


como una forma distinta de poder medir la pobreza y la exclusión social desde otras
vertientes no tradicionales que permitan tener una visión más holística acerca del
fenómeno y permite a los países conocer mejor la cultura de la pobreza en relación a
aspectos geográficos, costumbres, valores y territoriales del mismo.

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Ideas Fuerza

Pobreza: El término “pobreza” tiene distintos significados en las ciencias sociales. En un


trabajo reciente, Paul Spicker (1999) identifica once posibles formas de interpretar esta
palabra: necesidad, estándar de vida, insuficiencia de recursos, carencia de seguridad
básica, falta de titularidades, privación múltiple, exclusión, desigualdad, clase,
dependencia y padecimiento inaceptable

Enfoque Directo de pobreza: En el enfoque “directo”, una persona pobre es aquella que
no satisface una o varias necesidades básicas, como por ejemplo una nutrición
adecuada, un lugar decente para vivir, educación básica, etc.

Enfoque Indirecto de Pobreza: El enfoque “indirecto”, en cambio, clasificará como


pobres a aquellas personas que no cuenten con los recursos suficientes para satisfacer
sus necesidades básicas.

La medición de la pobreza: implica siempre dos elementos, uno positivo (o empírico) y


otro normativo. El positivo se refiere a la situación observada de los hogares y
personas, mientras el normativo se refiere a las reglas mediante las cuales juzgamos
quién es pobre y quién no lo es

La medición tradicional de pobreza: mide carencia en la dimensión de los ingresos. El


marco conceptual de la pobreza según ingresos tiene dos ramas principales, (a) la
identificación y agregación de los pobres en indicadores que cumplan con un conjunto
de propiedades deseables; (b) la comparación (ranking) de distribuciones de ingresos
según la intensidad de la pobreza.

Método NBI: El objetivo del método es proveer un método directo de “identificación” de


los pobres, tomando en cuenta aspectos que no se ven necesariamente reflejados en el
nivel de ingreso de un hogar, y aprovechando el inmenso potencial de desagregación
geográfica que permite la información censal

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Desarrollo
7. Enfoques para la medición de la pobreza

7.1 Definiciones de Pobreza

El término “pobreza” tiene distintos significados en las ciencias sociales. En un trabajo


reciente, Paul Spicker (1999) identifica once posibles formas de interpretar esta palabra:
necesidad, estándar de vida, insuficiencia de recursos, carencia de seguridad básica,
falta de titularidades, privación múltiple, exclusión, desigualdad, clase, dependencia y
padecimiento inaceptable. Todas estas interpretaciones serían mutuamente
excluyentes, aunque varias de ellas pueden ser aplicadas a la vez, y algunas pueden
no ser aplicables en toda situación.

Si bien la medición de la pobreza puede estar basada en cualquiera de estas


definiciones, la mayoría de los estudios económicos sobre pobreza han centrado su
atención casi exclusivamente en las concernientes a “necesidad”, “estándar de vida” e
“insuficiencia de recursos”. Para estas opciones, los indicadores de bienestar más
aceptados han sido la satisfacción de ciertas necesidades, el consumo de bienes o el
ingreso disponible.

La elección de esas variables obedece a su pertinencia teórica respecto al concepto de


bienestar utilizado, considerando además la limitada información disponible en las
encuestas más comunes. La interpretación de “necesidad” se refiere a la carencia de
bienes y servicios materiales requeridos para vivir y funcionar como un miembro de la
sociedad; por lo tanto, bajo este enfoque se limita la atención a artículos específicos. En
cambio, el término “estándar de vida” no se refiere exclusivamente a privaciones
predeterminadas, sino también al hecho de vivir con menos que otras personas. Spicker
lo ilustra con un ejemplo: “una persona no ‘necesita’ té, periódicos o conciertos, pero si
su ingreso no le permite adquirir esas cosas, puede ser considerada pobre”. A la vez, la
pobreza puede ser interpretada como “insuficiencia de recursos”, es decir, la carencia
de riqueza para adquirir lo que una persona necesita. Bajo esta última interpretación, la
satisfacción de las “necesidades” no basta para que una persona deje de ser pobre,
pues esa satisfacción puede no haber sido procurada por medio de recursos propios.

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No siempre es posible clasificar un método de medición de pobreza de manera unívoca
dentro de cualquiera de estas definiciones. Sin embargo, varios de los métodos más
utilizados guardan una relación preferente con alguna de ellas. Así, como veremos más
adelante, el método de los indicadores sociales, cuya modalidad más difundida en
América Latina se conoce como de las “necesidades básicas insatisfechas”, está
basado primordialmente en una concepción de la pobreza como “necesidad”. En este
enfoque no importa si los individuos poseen el ingreso para satisfacer sus necesidades
básicas, sino que efectivamente éstas hayan sido cubiertas. El “método de líneas de
pobreza a partir del costo de las necesidades básicas”, en tanto, se relaciona con la
definición de “estándar de vida”. En él, se considera pobres a las personas cuyo ingreso
o consumo no es suficiente para mantener un nivel de vida considerado mínimo. Por su
parte, el método “relativo” está ligado con la interpretación de pobreza como
“insuficiencia de recursos”, ya que la satisfacción de necesidades específicas es
irrelevante, y lo que importa es que los recursos disponibles permitan llevar una “forma
de vida aceptable” de acuerdo a los estándares sociales prevalecientes.

7.2 Enfoque Absoluto y relativo

De acuerdo al ya mencionado artículo de Spicker (1999), la diferencia entre “absoluto” y


“relativo” no estaría en la definición de pobreza, sino que son más bien “interpretaciones
de la manera en la que se forman socialmente las necesidades”. Mientras el primer
enfoque sostiene que las necesidades, o al menos una parte de ellas, es independiente
de la riqueza de los demás, y no satisfacerlas revela una condición de pobreza en
cualquier contexto, el segundo plantea que las necesidades surgen a partir de la
comparación con los demás, y la condición de pobreza depende del nivel general de
riqueza.

El sustento para el enfoque relativo radica en que las personas tenderían a percibir su
propio bienestar en función del bienestar de los demás. Una persona con un nivel de
ingreso determinado puede no sentirse pobre si vive en una sociedad de recursos
limitados, pero si vive en una opulenta, sus ingresos pueden ser insuficientes para
permitir que se integre en forma adecuada. A medida que aumenta la riqueza de una
sociedad, los estándares sociales son más altos y las restricciones legales más
exigentes, y para cumplirlos se requiere de recursos cada vez mayores.

Por lo tanto, según este criterio la pobreza de una persona dependería de cuánto tenga
su grupo social de referencia, y no tener tanto como él implica una condición de
“privación relativa”. Este hecho ha llevado a muchos autores a analizar el fenómeno de
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la pobreza como si fuera el subconjunto de un tema mayor: la desigualdad en la
distribución del ingreso. Sen (1984) argumenta que la pobreza y la inequidad son dos
fenómenos relacionados, pero diferentes. El siguiente ejemplo ilustra claramente este
punto: si se reduce considerablemente el ingreso de un país y muchas personas dejan
de tener recursos para alimentarse adecuadamente, este hecho no será considerado
como un aumento en la pobreza por un enfoque puramente relativista, si es que la
distribución del ingreso no ha cambiado. Por lo tanto, no basta analizar la pobreza como
un mero problema de distribución del ingreso.

Sin necesidad de plantear que la pobreza es un subconjunto de la desigualdad,


Townsend y otros autores han estudiado la pobreza en función de la noción de
“privación relativa”. Partiendo de la idea de que la pobreza depende de la riqueza
general, y tomando en cuenta que ésta no es constante en el tiempo, ellos concluyen
que el estándar para identificar a los pobres debe definirse en función del nivel general
de ingresos. De esta forma, la medición de la pobreza siempre tomará en cuenta los
nuevos bienes y actividades necesarios para participar adecuadamente en la sociedad,
a medida que crece el nivel general de vida. Los defensores del enfoque “relativo”
critican por esta razón el uso de líneas de pobreza “absolutas”, que no incorporan
adecuadamente los crecientes requerimientos sociales.

Como solución a este debate, el mismo autor propone el uso del enfoque de
“capacidades”: la pobreza es “absoluta” en el espacio de las capacidades, pero
“relativa” en el espacio de los bienes. La falta de una capacidad es “absoluta” porque no
depende de si otras personas la han satisfecho o no. Por ejemplo, “no sentirse
avergonzado ante sus semejantes” es una capacidad que se alcanza
independientemente de si otros la tienen. Sin embargo, los bienes necesarios para
adquirir esa capacidad pueden ser muy diferentes en distintos tipos de sociedades. En
resumen, “la característica de ser ‘absoluto’ no significa constancia en el tiempo, ni
invariabilidad entre sociedades, ni concentración únicamente en alimentos y nutrición.

7.3 Identificación

Para “identificar” a los pobres se requiere comparar el bienestar de distintas personas,


para evaluar si alguna de ellas tiene un nivel menor al “mínimo razonable” fijado
socialmente. Cada forma de medir la pobreza tiene implícito un indicador de bienestar,
y los resultados que se obtengan serán probablemente muy sensibles al indicador
elegido. Luego, una vez escogido un indicador de bienestar, es necesario elegir un
método que permita responder a la pregunta: “¿desde qué nivel de bienestar se
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considera que una persona no es pobre?”. Al respecto existen diferentes enfoques,
según consideren a la pobreza como un fenómeno absoluto o relativo, midan
“capacidad de consumo” versus “consumo efectivo”, o consideren que el concepto de
pobreza puede ser mejor definido por las mismas personas encuestadas que por el
investigador.

7.3.1 Indicadores de bienestar

La “identificación” de los pobres implica realizar una comparación entre distintos niveles
de bienestar. Por lo tanto, se debe elegir una variable cuantificable que actúe como
indicador del nivel de bienestar de las personas.

7.3.1.1 Ingreso versus consumo

Los indicadores de bienestar más utilizados en el análisis de la pobreza son el ingreso y


el gasto en consumo. Esto se debe a que, en general, el análisis económico estándar
define pobreza como “nivel de vida”, y estrecha aún más este concepto restringiéndolo
al ámbito material. Sin embargo, aún bajo esta definición, no es posible declarar a una
variable como “superior” a la otra para representar el bienestar de las personas.

Si se considera que la “utilidad” de las personas depende exclusivamente de su


consumo presente, entonces sería posible decir, tal como lo han hecho Ravallion
(1992), Glewwe y van der Gaag (1990) y otros autores, que el consumo corriente es el
indicador más apropiado del bienestar desde el punto de vista teórico,
independientemente de la forma de financiamiento de ese consumo, y que el ingreso es
sólo una aproximación al nivel de vida. Admitido ese contexto, cabría a su vez afirmar
con Atkinson (1991) que el ingreso corriente puede sobrestimar o subestimar el nivel de
vida. Lo primero ocurre cuando la familia ahorra, ya que no todo el ingreso se traduce
en consumo presente, o en casos de racionamiento, en los que el ingreso no basta para
comprar bienes necesarios. El ingreso corriente puede, en cambio, subestimar el nivel
de vida cuando la familia desahorra o recibe un crédito, ya que el consumo corriente no
se ve restringido por el ingreso.

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7.3.1.2 Ingreso (o consumo) del hogar v/s per cápita

La medición de la pobreza, como se vio recién, se realiza usualmente a través del


ingreso (o el consumo). Este, a su vez, puede ser expresado en términos del hogar
(ingreso total) o en términos individuales (ingreso per cápita). De acuerdo a la primera
opción, dos hogares con igual ingreso total tienen el mismo nivel de bienestar aunque
uno de ellos esté conformado por seis personas y el otro por dos. Sin embargo, es
razonable pensar que las necesidades de un hogar aumentan conforme crece el
número de sus miembros, por lo que un indicador que considere el tamaño del hogar
será preferible al ingreso total.

El ingreso per cápita da cuenta del tamaño del hogar, dividiendo su ingreso total por el
número de miembros. Así, dado que la medición de la pobreza apunta a una
cuantificación del bienestar de las personas, el objeto de estudio pasan a ser los
individuos en sí mismos, más que los hogares en que viven. En este sentido, el ingreso
per capita sería un mejor indicador del bienestar individual que el ingreso por hogar.

7.3.1.3 Ingreso (o consumo) ajustado por “escalas de equivalencia”

Una “escala de equivalencia” es un índice que muestra el costo relativo en el que debe
incurrir un hogar para gozar del mismo bienestar que un hogar de referencia, dado su
tamaño y composición. El concepto de escalas de equivalencia agrupa dos elementos
simultáneamente. Por un lado, la escala considera las diferentes necesidades de los
miembros del hogar, según su edad, género u otras características demográficas o de
tipo de actividad. Por otro, este índice permite tomar en cuenta la existencia de
“economías de escala”, caracterizadas por costos marginales decrecientes para
alcanzar un mismo nivel de bienestar ante la adición de un nuevo miembro al hogar.
Este último punto está relacionado con la existencia de bienes públicos en el hogar, que
pueden ser “compartidos” sin que haya una reducción del bienestar de las personas.

Así, una escala de equivalencia reconoce que un hogar conformado, por ejemplo, por
una pareja y dos hijos necesita gastar más que una pareja sola para mantener un nivel
de bienestar similar, a diferencia del ingreso total, pero no necesita gastar el doble, a
diferencia del ingreso per capita. Duplicar el número de miembros de la familia no
implica una duplicación del costo de manutención, por dos razones: en primer lugar, los
niños consumen menos que los adultos, y en segundo lugar, existen bienes –como

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calefacción, vivienda y otros, que pueden ser utilizados por varias personas a la vez sin
que alguna tenga que renunciar a parte de él.

7.3.1.4 Proporción del gasto en alimentos

Es frecuente utilizar la proporción de gasto en alimentos de un hogar como indicador


del bienestar del mismo. Esto se apoya en la conocida ley de Engel, según la cual la
proporción de gasto en comida tiende a decrecer a medida que aumenta el ingreso. Por
lo tanto, el indicador de bienestar es la proporción de gasto en bienes no-alimentarios.

7.3.1.5 Indicadores nutricionales

La calidad de vida de un hogar puede ser aproximada, por ejemplo, a través del
consumo calórico de sus miembros. Esto tiene sentido ya que, sobre todo para niveles
extremos de pobreza, la desnutrición es parte fundamental del fenómeno. Sin embargo,
la desnutrición es sólo un aspecto del “nivel de vida”, y no un sinónimo de pobreza. Esta
razón, así como el cuestionamiento de que no siempre es posible identificar
requerimientos nutricionales apropiados, ha hecho objeto de críticas a este indicador de
bienestar.

7.3.1.6 Métodos antropométricos

Indicadores tales como “estatura según edad” y “peso según estatura” pueden servir
como aproximación a los indicadores nutricionales, o como indicadores de salud, y
suelen utilizarse cuando éstos no están disponibles. El atractivo particular del método
antropológico es su utilidad en estudios sobre los efectos adversos de la pobreza en la
población más joven, aunque obviamente no permite realizar comparaciones de
pobreza a nivel de toda la población

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7.3.1.7 Necesidades básicas

Este enfoque clasifica a los hogares como pobres si no logran cubrir alguna de sus
necesidades en el ámbito de la alimentación, vestido, vivienda, salud, educación, u
otras; vale decir, el bienestar se relaciona directamente con la satisfacción ex-post de
necesidades básicas. En cierto sentido, ello tiene la ventaja de caracterizar a los
hogares pobres de manera más adecuada que el ingreso u otros indicadores, ya que
ofrece información detallada sobre el tipo de carencias que presentan, cuestión
importante, por ejemplo, a la hora que se requiere identificar grupos objetivo para
políticas que alivien específicamente esas necesidades. Además, generalmente estos
indicadores se construyen a partir de información censal, a diferencia del ingreso o el
consumo, que se obtienen de datos muéstrales, lo que permite desagregar la
información en mayor grado y construir “mapas de pobreza”, en los que se muestre el
tipo de carencias predominantes en distintas zonas geográficas y/o estratos de
población.

7.4 Líneas de pobreza

Para determinar si una persona es pobre, es posible adoptar un enfoque “directo” o uno
“indirecto”. En el enfoque “directo”, una persona pobre es aquella que no satisface una
o varias necesidades básicas, como por ejemplo una nutrición adecuada, un lugar
decente para vivir, educación básica, etc. El enfoque “indirecto”, en cambio, clasificará
como pobres a aquellas personas que no cuenten con los recursos suficientes para
satisfacer sus necesidades básicas.

Podría decirse entonces que, mientras el primer método relaciona el bienestar con el
consumo efectivamente realizado, el método “indirecto” evalúa el bienestar a través de
la capacidad para realizar consumo. Por ende, al fijarse en distintos indicadores de
bienestar, ambos métodos pueden generar clasificaciones de pobreza que no son
necesariamente compatibles. Bajo el método “directo”, una persona que cuenta con
recursos suficientes para satisfacer sus necesidades podría ser pobre; bajo el método
“indirecto”, una persona que no haya satisfecho varias necesidades básicas podría no
ser considerada pobre. El método “indirecto” se caracteriza por utilizar “líneas de
pobreza”, las cuales establecen el ingreso o gasto mínimo que permite mantener un
nivel de vida adecuado, según ciertos estándares elegidos. Es decir, se considera
pobres a aquellas personas con un ingreso menor a la línea de pobreza. A continuación
se presentan diversas metodologías para construir esta línea. Si bien todas ellas
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comparten la noción de “línea de pobreza”, los fundamentos teóricos detrás de cada
enfoque difieren considerablemente entre sí.

7.4.1 Consumo calórico

Bajo este método, la línea de pobreza corresponde al nivel de ingreso (o de gasto) que
permite alcanzar un consumo predeterminado de calorías. Las necesidades calóricas
se obtienen de estudios nutricionales, realizando supuestos sobre el nivel de actividad
física. Debe tenerse en cuenta que este procedimiento no es equivalente a la medición
de desnutrición, la cual pasa por observar directamente si el consumo efectivo de
calorías es insuficiente, sin que se requiera conocer el ingreso correspondiente.

En este contexto, hay dos formas comúnmente utilizadas en la práctica para el cálculo
de la línea de pobreza. Una de ellas es seleccionar una submuestra de hogares con un
consumo calórico cercano al requerido, y utilizar su ingreso promedio como línea de
pobreza. La otra opción es correr una regresión entre consumo calórico e ingreso, y con
la relación encontrada evaluar el ingreso necesario para consumir las calorías
preestablecidas.

7.4.2 Método del costo de las necesidades básicas

A diferencia del método anterior, que está basado en la satisfacción explícita de una
sola necesidad, este método utiliza una canasta básica de consumo compuesta por
diversos bienes y servicios; la línea de pobreza es el gasto necesario para adquirir esa
canasta básica. Asumamos, simplificadamente, que la canasta está compuesta por dos
grupos de bienes: “bienes alimentarios” y “otros bienes”. Respecto de los primeros, la
idea es conformar una canasta que satisfaga las necesidades básicas de nutrición.
Dado que existen muchas combinaciones de alimentos que aportan el mismo contenido
nutricional, se debe decidir la forma en que la canasta será elegida. Una posible
solución es calcular aquella canasta que minimice el costo de los nutrientes, a los
precios vigentes

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7.4.3 Método relativo

Si bien en América Latina el uso de una línea de pobreza absoluta (como ha sido
descrita en los puntos anteriores) está bastante extendido, en los países desarrollados
se tiende a utilizar un criterio “relativo”, que fija la línea de pobreza en relación a los
ingresos medios de un país. De esta forma, la pobreza se considera como una situación
de “privación relativa”, en la cual un individuo es más o menos pobre según cuánto
tengan los demás.

El método relativo, de acuerdo a Sen (1984), se originó como respuesta a los fallidos
estudios de pobreza de mediados de siglo, en los que la línea de pobreza utilizada era
absoluta en términos de bienes, y no reflejaba las nuevas necesidades de las personas
a lo largo del tiempo. Al considerar la condición de pobreza en función de lo que tienen
los demás, este método no necesita de reajustes periódicos al nivel de la línea de
pobreza, ya que se producen automáticamente con la variación de ingresos de un país.
Debe señalarse que esta forma de mover la línea de pobreza supone una elasticidad-
ingreso con respecto al ingreso medio (o mediano) igual a 1; o, en otras palabras, que
la percepción de “privación relativa” de las personas cambia inmediatamente ante
variaciones del ingreso promedio.

7.4.4 Método subjetivo

De acuerdo a Hagenaars y Van Praag (1985), la elección de enfoque entre pobreza


“absoluta” y “relativa” restringe arbitrariamente el problema de acuerdo a la percepción
del investigador. De hecho, dentro de ambos enfoques se requiere de juicios de valor,
como por ejemplo, la fracción de la media o de la mediana de ingresos donde se sitúa
la línea de pobreza (en el método relativo), o la canasta de bienes que satisface
requerimientos nutricionales mínimos (en el método de costo de necesidades básicas).
Por contraste, los autores señalan que el método subjetivo está libre de esas
“arbitrariedades”, ya que en él la definición de pobreza está dada por la población y no
por quien realiza el estudio. En este método estaría implícito, entonces, el supuesto de
que “cada individuo por sí mismo es el mejor juez de su propia situación”.

El método subjetivo no es, por sí mismo, un método “indirecto”: es posible utilizar la


opinión de los encuestados para establecer niveles mínimos para cada necesidad
básica, como en el método “directo”. Sin embargo, en la práctica, el método subjetivo se

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ha relacionado casi exclusivamente con el ingreso, que es un indicador indirecto de
bienestar.

7.5 Método directo

El “método directo” no es sólo una alternativa metodológica al método de líneas de


pobreza, sino que “representa una conceptualización distinta de la pobreza” (Sen,
1981). Como se vio anteriormente, el método “indirecto” utiliza el ingreso (o el consumo)
como una aproximación al nivel de vida de las personas. En cambio, bajo el método
“directo” se observa directamente las condiciones de vida de la población. Qué tan lejos
de los estándares sociales se encuentren esas condiciones de vida determinará la
clasificación de una persona como “pobre” o “no pobre”.

Cabe reiterar que este método relaciona el bienestar con el consumo efectivamente
realizado, mientras que el método “indirecto” lo relaciona con la posibilidad de realizar
consumo. Al respecto, Sen (1981) ofrece un ejemplo particularmente ilustrativo: “El
asceta que ayuna en su costosa cama de clavos será registrado como pobre bajo el
método directo; en cambio, el método del ingreso lo clasificará de manera distinta al
considerar su nivel de ingreso, con el cual una persona típica de esa comunidad no
tendría dificultad para satisfacer sus requerimientos nutricionales básicos”. En América
Latina el método “directo” más utilizado es el que se conoce como “Necesidades
Básicas Insatisfechas” o NBI. Este método consiste en verificar si los hogares han
satisfecho una serie de necesidades previamente establecidas y considera pobres a
aquellos que no lo hayan logrado, profundizaremos sobre este mismo método en los
siguientes párrafos.


Para profundizar más sobre los enfoques para la medición de la pobreza,
visita la siguiente página web:
https://www.youtube.com/watch?v=TJjGodCVVG0

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Pregunta de reflexión

¿Cómo definiría usted la pobreza?

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8. La medición de la pobreza en dimensiones distintas al ingreso

La medición tradicional de la pobreza se ha realizado en base a ingresos. Por una


parte, ello refleja el rol predominante que juega el ingreso como medio de compra de
los bienes y servicios que cubren la mayor parte de las necesidades básicas. Por otra
parte, es coherente con los desarrollos teóricos que a lo largo de los últimos 30 años
han respondido las preguntas fundamentales de la medición de la pobreza en el marco
de los ingresos. Sin embargo, el ingreso no cubre todas las necesidades materiales.
Dimensiones esenciales del bienestar, como la salud y la educación, tienden a quedar
fuera del rango de cobertura de los ingresos. Ello responde a la decisión social de
sustituir el mercado por mecanismos públicos en la provisión de este tipo de servicios,
de modo de garantizar su más amplio acceso. Se efectuara una propuesta de
indicadores de carencias en dimensiones distintas al ingreso, que complementen la
medida tradicional de la pobreza según ingresos.

8.1 Mediciones de la pobreza

La medición tradicional de la pobreza se ha realizado en base a ingresos. En parte ello


responde al desarrollo de un marco conceptual que ha resuelto las preguntas
fundamentales para la medición de la pobreza, también denominado paradigma de la
pobreza según ingresos. En cambio, la medición de la pobreza incorporando otras
dimensiones se ha limitado en el pasado a la identificación de déficit en las respectivas
variables, como es el caso del enfoque de necesidades básicas insatisfechas, así como
la más reciente medición que realiza el PNUD a través del Índice de pobreza humana.
No obstante lo anterior, en los últimos años han existido importantes contribuciones
conceptuales en la medición de la pobreza multidimensional.

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8.2 El paradigma de la pobreza en ingresos

La medición tradicional de pobreza mide carencia en la dimensión de los ingresos. El


marco conceptual de la pobreza según ingresos tiene dos ramas principales, (a) la
identificación y agregación de los pobres en indicadores que cumplan con un conjunto
de propiedades deseables; (b) la comparación (ranking) de distribuciones de ingresos
según la intensidad de la pobreza.

Un primer tratamiento formal de los temas de identificación y agregación está en Sen.


La identificación se realiza a nivel de individuos y consiste en condiciones que señalan
cuando la persona califica como pobre. A tal efecto se define un umbral de ingresos o
línea de pobreza, identificándose como pobre a las personas cuyo nivel de ingreso
(gasto) del hogar, medido en términos per capita o en escalas de equivalencia, esté por
debajo de la línea de pobreza. Ésta representa el ingreso necesario para adquirir una
canasta de bienes y servicios que cubra las necesidades básicas de los miembros del
hogar. La línea de pobreza se puede calcular en base a un estándar absoluto (US$ 1 ó
US$ 2 por día, medido en PPP); como una medida relativa al nivel de ingresos del país
(50% de la mediana del ingreso); o como un múltiplo del costo de la canasta básica de
alimentos.

La segunda rama del paradigma de la pobreza según ingresos son los órdenes
parciales de pobreza. Se trata de ordenar las distribuciones de ingreso según su nivel
de pobreza, donde las distribuciones a comparar pueden corresponder a una misma
población en distintos períodos de tiempo o a distintas poblaciones en un mismo
período

8.3 Experiencias de medición de pobreza en varias dimensiones

Las mediciones de pobreza que integran dimensiones adicionales al ingreso tienen un


menor grado de elaboración conceptual que el paradigma de la pobreza según
ingresos. Por una parte, hay numerosas aplicaciones empíricas consistentes en contar
el número de dimensiones en que existe déficit o carencias. Así por ejemplo, se
identifican dimensiones esenciales del bienestar (por ejemplo: ingreso, educación,
vivienda y salud), para luego definirse umbrales mínimos en cada dimensión y
contabilizar a quienes presentan carencias en cada una de las dimensiones. De allí se
reportan los porcentajes de la población con carencias en las distintas combinaciones
posibles; incluyendo el caso de quienes presentan déficit en todas las dimensiones

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(enfoque de intersección) y quienes tienen déficit en cualquiera de las dimensiones
(enfoque de unión).

Una medida más elaborada de la pobreza multidimensional es el índice de pobreza


humana del PNUD. Ésta es una medida que se deriva de la experiencia previa con el
índice de desarrollo humano, introducido en 1990, el cual evalúa los países a través de
un conjunto de indicadores que miden el logro promedio en tres dimensiones básicas
del desarrollo humano: (a) vidas largas y saludables, medida a través de la expectativa
de vida; (b) conocimiento, medido a través de la tasa de alfabetismo adulto y la
cobertura de educación primaria y secundaria; (c) estándares decentes de vida,
medidos a través del producto per capita (medido en dólares ajustados por paridad de
poder de compra).

8.4 La medición de la pobreza multidimensional

En los años recientes ha habido algunos desarrollos teóricos orientados a derivar


medidas de pobreza multidimensional. En cierto sentido, se trata de generalizar el
marco de la pobreza en una dimensión (ingresos) al plano de diferentes variables. Se
requiere por tanto resolver los problemas de identificación y de agregación, así como
poder comparar distintas distribuciones de los atributos del bienestar en términos de la
medida de pobreza. A nivel de la identificación, se precisa: (a) identificar las
dimensiones del bienestar que serán evaluadas en el indicador de pobreza, y (b) definir
umbrales mínimos para cada una de las dimensiones. La selección de las dimensiones
de la pobreza es un tema esencial, puesto que supone identificar aquellos aspectos del
bienestar que son centrales para que las personas vivan una “vida mínimamente
decente”.

8.5 Indicadores propuestos

Sobre la base de consideraciones analíticas y de disponibilidad de datos se propone un


conjunto de indicadores de déficit o privaciones en las dimensiones de salud,
educación, vivienda y entorno. Estos indicadores pueden ser utilizados como
complementos de la medición de la pobreza según ingresos.

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8.5.1 Salud

El estado de salud de las personas tiene diversas dimensiones y hay una considerable
cantidad de indicadores que pueden ser utilizados para su medición. Hay dos tipos de
indicadores particularmente relevantes: (i) aquellos que miden la esperanza de vida o la
esperanza de vida ajustada por discapacidad; (ii) aquellos que miden dimensiones de la
salud a partir de micro datos en encuestas de hogares o de personas.

El primer grupo de indicadores representa la mejor síntesis del estado de salud de las
poblaciones y como tal es utilizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
otros organismos internacionales para evaluar el estado de salud entre diversos países
y para monitorear la evolución de la salud en el tiempo de un mismo país. El segundo
tipo de indicadores son medidas de la salud contenidas en micro datos, que se prestan
en forma natural para estudiar la interacción de diversas dimensiones del bienestar, así
como para el análisis distributivo. En este caso no se dispone de alternativas simples
que informen sobre el estado de salud, sino que hay que construir indicadores síntesis
a partir de un conjunto eventualmente numeroso de variables.

8.5.2 Educación

La medición de la educación para efectos de su inclusión en el análisis de la pobreza


multidimensional puede realizarse a través de indicadores de acceso o de logros. Entre
los indicadores relacionados con accesos destacan la cobertura del sistema
educacional, las tasas de deserción y de egreso de los distintos niveles educativos, y
los años de escolaridad obtenidos. Por su parte, los logros pueden medirse a través de
los resultados en las pruebas de rendimiento escolar y del nivel de competencias
alfabéticas en la población adulta.

Es preferible trabajar con el segundo tipo de indicadores, aquellos relacionados con


logros o resultados, puesto que se relacionan más cercanamente con el bienestar o los
funcionamientos de las personas. Asimismo, para efectos de la medición de la pobreza
es indispensable disponer de indicadores que informen sobre las competencias
educacionales de la población adulta, para efectos de comparación con los logros en
las otras dimensiones del bienestar. Los indicadores educativos de la población en
edad escolar se relacionan más con la distribución de oportunidades, que es otra
variable de evaluación socioeconómica.

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8.5.3 Vivienda y entorno

Uno de los principales determinantes de la calidad de vida es la vivienda y su entorno.


Hay tres dimensiones aquí relevantes: la vivienda propiamente tal, los bienes y
servicios públicos adyacentes y la composición social de los vecindarios. Entre los
principales atributos de la vivienda destacan la superficie construida, la calidad de los
materiales utilizados y el acceso a infraestructura básica. Una buena vivienda es
aquella que facilita la vida familiar, otorga espacios de privacidad, brinda seguridad,
contribuye al cuidado de la salud a través de ambientes temperados e higiénicos, a la
vez que provee los espacios adecuados para el estudio.

El equipamiento comunitario incluye bienes públicos locales, tales como ambientes


libres de contaminación, áreas verdes, accesos expeditos y otros relacionados.
También importa el acceso cercano a escuelas, servicios de atención de salud, puestos
de policía y otros servicios públicos. Por su parte, la composición social importa en la
medida que las oportunidades que enfrentan los grupos vulnerables que viven en zonas
urbanas son afectadas por la concentración espacial de la pobreza. La segregación en
las ciudades y comunas tiene potenciales impactos negativos sobre la calidad de los
servicios públicos locales (educación, salud), los roles-modelos para niños y jóvenes, la
calidad de las redes sociales, etc.


Pregunta de reflexión

¿Por qué cree usted que es importante medir la pobreza en otras


dimensiones?



Para profundizar más sobre medición de la pobreza distinta al ingreso,
visita la siguiente página web:
https://www.youtube.com/watch?v=gcVOB4Lrg9w

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9. Conceptos y medición de la pobreza. La necesidad de ampliar la mirada

La forma en que se aborda la medición de cualquier fenómeno refleja el nivel de


desarrollo teórico y conceptual alcanzado. A diferencia de otros campos, donde los
fenómenos estudiados y medidos son moralmente neutros, como la distancia entre dos
cuerpos celestes o el nivel del producto interno bruto, en el caso de la pobreza
interviene inevitablemente una dimensión moral. La medición de la pobreza implica
siempre dos elementos, uno positivo (o empírico) y otro normativo. El positivo se refiere
a la situación observada de los hogares y personas, mientras el normativo se refiere a
las reglas mediante las cuales juzgamos quién es pobre y quién no lo es. Estas reglas
expresan el piso mínimo debajo del cual consideramos que la vida humana pierde la
dignidad, que la vida humana se degrada.

9.1 Elementos constitutivos del florecimiento humano y del nivel de vida

La pobreza puede verse como una parte del eje conceptual del nivel de vida. Debajo de
un cierto umbral de éste se presenta la pobreza. El nivel de vida, a su vez, es un
subconjunto del eje conceptual más amplio del florecimiento, bienestar o desarrollo
humano. Para qué nivel de vida y pobreza sean conceptos con su propia especificidad,
deben recortar su campo de interés (reducir su objeto de estudio) para que se refiera
solamente a la dimensión económica del florecimiento o bienestar humanos. Por ello, la
búsqueda de fundamentos para la definición del umbral de la pobreza remite
inevitablemente a la reflexión sobre las necesidades y las capacidades humanas, y
ésta, a su vez, a la pregunta aún más básica sobre la esencia humana, lo que nos sitúa
en el terreno de la antropología filosófica.

Una respuesta a la pregunta sobre la esencia humana permite abordar con mejores
herramientas la pregunta sobre las necesidades y capacidades del ser humano. Al
hacerlo abordamos los elementos constitutivos, o contenido, del eje conceptual de
florecimiento o bienestar humano. Pero no es en este eje conceptual donde tenemos
que hacer el corte que distingue a los pobres de los no pobres, sino en el del nivel de
vida. La diferencia entre ambos ejes consiste en que en el del florecimiento está el ser
humano completo, con todas sus necesidades y capacidades, mientras que en el del
nivel de vida están solamente los elementos económicos de dichas necesidades y
capacidades.

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9.2 Esencia humana y elementos constitutivos del eje del florecimiento humano

Una lectura magistral de la concepción del ser humano de Marx, realizada desde la
perspectiva de la antropología filosófica por Giörgy Markus(1973), permite entender la
manera en que el carácter mediado del trabajo humano (es decir, que se dirige a la
satisfacción de las necesidades humanas de manera indirecta a través de mediaciones,
y que contrasta con la bestia que aprehende directamente la presa que le sirve de
alimento) origina la posibilidad de la ampliación constante de las actividades humanas
hasta hacerlas universales, con lo cual el ser humano convierte en objetos de su
actividad, de sus capacidades y necesidades, toda la naturaleza y los objetos no
naturales creados por él mismo. De aquí se deriva un rasgo esencial del ser humano,
su tendencia a la universalidad, que se manifiesta en la ampliación constante de las
necesidades y capacidades humanas.

Para Marx, es este carácter mediado del trabajo lo que hace posible la historia humana,
no sólo porque permite la acumulación de herramientas y otros medios de producción,
de manera que las nuevas generaciones pueden partir del punto al que llegaron las
anteriores, sino también porque el carácter mediado del trabajo humano hace posible,
al superar la fusión animal entre sujeto y objeto de las necesidades, la conciencia del
ser humano respecto al mundo que lo rodea y la conciencia de sí mismo, de la cual
deriva otro rasgo esencial del ser humano, el de ser consciente, conciencia que tiende a
la universalidad, por lo que el ser humano es un ser con conciencia potencialmente
universal.

9.3 El recorte: el paso del eje del florecimiento humano al del nivel de vida

Terminada esta construcción conceptual apenas comenzaría el camino que conduce a


una adecuada conceptualización de la pobreza. Tenemos que resolver todavía el
recorte para pasar al eje del nivel de vida y el del corte que separa a los pobres de los
no pobres. Como he adelantado, en el eje del nivel de vida debemos conservar aquellos
elementos del eje de bienestar que dependen de recursos económicos (o escasos) para
su satisfacción. Con ello introducimos un nuevo concepto, el de recursos, que juega un
papel central en el concepto de pobreza. El ser humano, como todo ser vivo, requiere
objetos externos para reproducir su propia vida, lo que, en expresión de Marx lo
convierte en un "ser sufriente y doliente", o "necesitante" podríamos añadir. Los más
obvios de estos objetos externos son el agua y los alimentos y los que lo protegen de
las inclemencias del tiempo, como la ropa y la vivienda. Para obtener (casi todos) estos
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objetos externos (y los demás que se van volviendo necesarios al ampliarse las
necesidades humanas y su campo objetual) se requiere un esfuerzo productivo,
recursos económicos. De la enunciación de estos ejemplos resulta evidente que el nivel
conceptual (o espacio, como le llama Amartya Sen) adecuado para llevar a cabo este
recorte no es el de las necesidades, que es un concepto amplio, abstracto, sino el de
los satisfactores, ya que es a este nivel donde puede identificarse si se requiere un
esfuerzo productivo.

Podemos distinguir, siguiendo a Doyal y Gough (1991), quienes a su vez se basan en


Lederer (1980), y a Kamenetzky (1981) tres tipos de satisfactores de las necesidades
humanas: los objetos (bienes y servicios), las relaciones y las actividades. Para algunas
necesidades como la alimentación, los satisfactores fundamentales son bienes; para
otras, como la atención a la salud, son bienes y servicios; para las necesidades
afectivas, en cambio, los satisfactores centrales son las relaciones con otras personas;
hay otras necesidades, particularmente las de autoestima y autorrealización, para usar
términos de Maslow, cuya satisfacción se deriva sobre todo de la propia actividad del
sujeto. Sin embargo, en casi todos los casos, aparte del satisfactor central, intervienen
satisfactores complementarios. En todos los casos mencionados se requiere también
que el individuo invierta tiempo personal. En algunos casos este tiempo es un
satisfactor secundario, como el tiempo que dedicamos a comer o ir al médico, pero
cobra mucha mayor centralidad el requerido para cultivar las relaciones, y es totalmente
determinante el empleado para realizar las actividades que, por ejemplo, sustentan la
autoestima, la autorrealización y el desarrollo educativo de la persona. En algunos
casos, las costumbres determinan que algunas relaciones dependan de la aportación
de ciertos bienes o de una cantidad de dinero, como ocurre con las dotes
matrimoniales.

9.4 El corte o definición del umbral de la pobreza

Logrado el recorte, falta preguntarnos cómo hacemos el corte, cómo determinamos el


nivel de vida mínimo requerido para no ser pobre, el umbral de la pobreza. La actitud
tomada por los economistas ortodoxos, quienes dominan el pensamiento en la materia
en Estados Unidos y en muchos organismos internacionales, es la de aparentar que el
corte no es importante, que es un acto arbitrario del investigador, evitando que se
convierta en el asunto de la discusión, para facilitar así la introducción de umbrales de
pobreza muy bajos, que llevan a la identificación de una fracción pequeña de la
población en pobreza, lo que permite mantener la ficción de que éste es un problema

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menor del orden social y que, por tanto, puede resolverse con transferencias
monetarias.

9.5 Elementos determinantes del florecimiento humano. Una primera


aproximación

El desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción


determinan el nivel de riqueza de la sociedad y las pautas de su distribución entre los
miembros de ésta, para expresarlo en los términos de la teoría de la historia de Marx.
Este elemento macrosocial es el determinante fundamental del nivel de las fuentes de
bienestar de los hogares. Estas, a su vez, son las que determinan la cantidad, calidad y
diversidad de los satisfactores a los que puede tener acceso el hogar, los cuales, dadas
tanto las características de los satisfactores como de las personas, determinan el nivel
de (insatisfacción de las necesidades. Dadas las características personales de los
miembros del hogar (edad, sexo, peso, tasas de metabolismo, necesidades especiales)
el umbral de pobreza del hogar estará por arriba o por debajo del umbral medio. Si el
hogar supera (o iguala) su propio umbral, y por tanto no se encuentra en la pobreza,
habrá cumplido con las precondiciones para el florecimiento humano. Si las condiciones
societales lo permiten, la libertad positiva alcanzada al lograr la satisfacción de las
necesidades individuales, combinada con la libertad negativa que se deriva de la
vigencia de las garantías individuales, permiten al individuo plantearse un proyecto
personal libre. Pero no todo proyecto personal libre lleva al florecimiento humano, cuya
definición más radical es la de Marx-Markus, que lo denomina "realización de la esencia
humana" en los individuos, y que supone el "despliegue de la individualidad humana
libre, multilateral". Muchos proyectos personales pueden quedarse en la unilateralidad
(desarrollan sólo un aspecto del ser humano) o peor aún, no desarrollan ninguno
porque el trabajo involucrado se lleva a cabo no como un acto de libertad sino de
necesidad (se realiza para subsistir) y es enajenante, alienante. Por eso las
precondiciones (digamos la autonomía y la salud, para usar de momento las
precondiciones individuales señaladas por Doyal y Gough) no son suficientes para el
florecimiento humano.

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
Pregunta de reflexión

¿Qué significa que una familia se encuentra arriba o por debajo del umbral
de la pobreza?


10. El método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) y sus aplicaciones
en América Latina

Si bien el término “pobreza” tiene muchos significados y abarca una infinidad de


situaciones, es aceptable definirlo como “la situación de aquellos hogares que no logran
reunir, en forma relativamente estable, los recursos necesarios para satisfacer las
necesidades básicas de sus miembros. A ello puede agregarse que “la pobreza es un
síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la desnutrición, las
precarias condiciones de vivienda, los bajos niveles educacionales, las malas
condiciones sanitarias, una inserción inestable en el aparato productivo o dentro de los
estratos primitivos del mismo, actitudes de desaliento y anomía, poca participación en
los mecanismos de integración social, y quizás la adscripción a una escala particular de
valores, diferenciada en alguna manera de la del resto de la sociedad”

Estas definiciones son compatibles con al menos dos mecanismos para determinar
cuáles hogares son pobres, proceso conocido como de “identificación” de los pobres.
Una primera posibilidad es evaluar directamente si los hogares han logrado satisfacer
sus necesidades básicas, encuestándolos sobre los bienes y servicios de que disponen.
La segunda alternativa consiste en medir los recursos del hogar, usualmente sus
ingresos o sus gastos, y estimar si estos son suficientes para que el hogar pueda gozar
de un nivel de vida aceptable, de acuerdo con los estándares sociales prevalecientes.

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10.1 El método de las necesidades básicas insatisfechas

Tal como se concibió originalmente, el objetivo del método NBI era el de proveer un
método directo de “identificación” de los pobres, tomando en cuenta aspectos que no se
ven necesariamente reflejados en el nivel de ingreso de un hogar, y aprovechando el
inmenso potencial de desagregación geográfica que permite la información censal.

10.2 Proceso de selección de indicadores

La fuente de información utilizada por el método NBI son los censos de población y
vivienda, disponibles en prácticamente todos los países de América Latina. Esto se
debe a que sólo los censos permiten lograr el grado de desagregación geográfica
requerido para que un mapa de pobreza sea útil en la identificación de necesidades
espacialmente localizadas.

10.2.1 Necesidades básicas a considerar

El primer paso en el proceso de selección de indicadores es determinar el conjunto de


necesidades que deben ser satisfechas por un hogar para que su nivel de vida sea
considerado digno, de acuerdo a los estándares de la sociedad a que pertenece. En
este sentido, es posible distinguir entre necesidades “absolutas” y “relativas”. Las
primeras son aquellas cuya satisfacción es indispensable para la existencia humana,
independientemente del medio social en que se desenvuelve la persona. Por ejemplo,
un nivel de nutrición que permita ejecutar actividades físicas mínimas es una necesidad
“absoluta”, ya que su satisfacción es esencial en cualquier sociedad.

A medida que se logran progresos económicos, la satisfacción de ciertas necesidades


“absolutas” se vuelve cada vez más fácil de garantizar. Sin embargo, este proceso trae
consigo el surgimiento de otras necesidades, relacionadas con la “privación relativa”
que pueden experimentar los miembros de una sociedad. Tal es el caso de muchos
bienes de consumo que, si bien no son necesarios para la supervivencia, son
esenciales para que las personas puedan integrarse adecuadamente a su entorno
social. Como ejemplo, un televisor es considerado un bien “necesario” en un país
desarrollado, donde la situación económica ha permitido a la mayor parte de la
sociedad tener acceso a ese bien, pero puede no ser así en un país en vías de
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desarrollo, donde existen necesidades más precarias que aún no han logrado ser
satisfechas.

10.2.2 Variables censales y necesidades básicas

Aunque sería muy útil contar con información sobre el ingreso o el gasto de los hogares
para medir su capacidad económica, los censos suelen no contener información sobre
esas variables y, cuando la contienen, ésta es poco fiable. Indiscutiblemente, el método
NBI también debería considerar necesidades básicas como la salud y la nutrición, pero
las variables respectivas no están disponibles en los censos de la región. Dadas estas
limitaciones, el segundo paso en el proceso de selección de indicadores consiste en
determinar cuáles son las dimensiones factibles de ser medidas dentro de cada
necesidad básica, y qué variables censales serán utilizadas para dar cuenta de dichas
dimensiones.

10.2.3 Indicadores de necesidades básicas y niveles críticos de satisfacción

Las variables seleccionadas hasta aquí definen las dimensiones en las cuales se
evaluará las condiciones de vida de los hogares encuestados. Pero aún hace falta
determinar el grado mínimo aceptable de satisfacción de cada necesidad; es decir, el
“nivel crítico” a partir del cual un hogar deja de ser “carente” para pasar a ser “no
carente”, o viceversa. Por lo tanto, el tercer paso en el proceso de selección de los
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indicadores de NBI consiste en transformar una gama de niveles de satisfacción en dos
alternativas dicotómicas: el hogar satisface sus necesidades básicas o no lo hace. Un
requisito a cubrir en esta etapa es el criterio de universalidad, denominado así de
acuerdo con la clasificación de Kaztman (1995). Dicho criterio estipula que los
satisfactores de la carencia crítica considerada deben ser razonablemente accesibles
para todos los hogares de la población bajo análisis. De esta forma, el “nivel crítico”
fijado, que establece la diferencia entre una necesidad satisfecha y una insatisfecha,
será coherente con las posibilidades económicas de los habitantes de un país.

10.2.4 Representatividad de los indicadores

La utilización de información censal impone restricciones al análisis, debido a la


ausencia de información sobre necesidades básicas como la salud, la alimentación o el
transporte. Por esta razón, es necesario que los indicadores elegidos no sólo den
cuenta de privaciones en la dimensión para la cual fueron escogidos, sino también en
aquellas otras que no muestra el censo. Esto es lo que se denomina el criterio de
representatividad (INDEC, 1984). En el análisis económico, el ingreso (o el gasto) per
cápita es considerado usualmente como el indicador más apropiado del “bienestar” de
un hogar. Bajo esta perspectiva, la “pobreza” se interpreta como la insuficiencia de
ingresos que permitiría a los miembros de un hogar satisfacer sus necesidades básicas.

Por lo tanto, mientras más bajo sea el nivel de ingresos de un hogar, mayor será la
probabilidad que ese hogar presente una situación generalizada de pobreza, en la cual
no logra satisfacer una o varias de sus necesidades básicas. Bajo este supuesto, la
“representatividad” de un indicador de NBI se alcanza cuando las carencias que éste
revela presentan una alta correlación con un nivel insuficiente de ingresos. Por ejemplo,
si el indicador “no asistencia a un centro educativo de un menor en edad escolar” está
correlacionado con ingresos per cápita inferiores a la línea de pobreza, entonces ese
indicador es representativo de otras carencias asociadas a los ingresos insuficientes,
como la falta de acceso a la salud u otras.


Pregunta de reflexión

¿Qué significa para usted una necesidad básica insatisfecha?


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Conclusión
La medición de la pobreza comprende varias etapas. En primer lugar, se debe
especificar la definición de pobreza que se utilizará. “Necesidad”, “nivel de vida” y
“carencia de recursos” han sido las definiciones más utilizadas; aunque estos términos
engloban tanto aspectos tangibles como intangibles, en la práctica se han enfocado
principalmente sobre los primeros. En este sentido, el indicador de bienestar preferido
para “nivel de vida” suele ser el consumo, y el ingreso se utiliza más bien como una
aproximación. Para el caso de “carencia de recursos”, el ingreso es el indicador de
bienestar más apropiado. En ambos casos, la teoría sugiere utilizar indicadores
ajustados por una escala de equivalencia, que refleje las distintas necesidades de las
personas. La identificación de los pobres puede hacerse por varios métodos,
conceptualmente distintos entre sí, que pueden clasificarse en “directos, indirectos”,
“objetivos, subjetivos” y en “absolutos, relativos”. En los países desarrollados, donde el
“núcleo absoluto” de pobreza ha ido cobrando menor importancia, el análisis de la
pobreza ha tomado un enfoque relativo. En países menos desarrollados, la “privación
relativa” no es tan determinante como la imposibilidad de satisfacer necesidades
mínimas, y por eso tiende a preferirse el método de costo de necesidades básicas o el
método de necesidades básicas insatisfechas

El método de Necesidades Básicas Insatisfechas, o NBI, es una herramienta creada a


fines de los años 70 con el objeto de medir y/o caracterizar la pobreza, mediante un
enfoque directo, aprovechando la información censal. A partir de los censos de
población y vivienda, se verifica si los hogares satisfacen o no una serie de
necesidades elementales que permiten a las personas tener una vida digna de acuerdo
con las normas sociales vigentes. Este método tiene la apreciable ventaja de producir
resultados con un altísimo nivel de desagregación geográfica, lo que permite la
elaboración de “mapas de pobreza”.

Lo que finalmente es importante señalar que para medir y estudiar la pobreza no hay un
solo método que permita con una exactitud acercarnos a priori a este fenómeno, hay
formas distintas de medirla y eso dependerá de la metodología que utilice cada país, ya
que la medición de este fenómeno se desarrolla no solo para conocer en forma
cualitativamente o cuantitativamente la dimensión del fenómeno, sino también sirve
como sustento fundamental para la formulación y elaboración de las políticas sociales
de los países.

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Bibliografía

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y Proyecciones Económicas CEPAL, Santiago de Chile, enero de 2001, recuperado:
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División de Estadística y Proyecciones Económicas CEPAL, Santiago de Chile, octubre
de 2007, recuperado: La medición de la pobreza en dimensiones distintas al ingreso
(cepal.org)

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v9n38a2.pdf (scielo.org.mx)

Feres et al. Mancero. El método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) y sus
aplicaciones en América Latina, Santiago de Chile, febrero de 2001, recuperado: El
método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) y sus aplicaciones en América
Latina (cepal.org)

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