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S1 - 06. Tarea 1 - Fuente 1, 2 y 3 - 1083766806
S1 - 06. Tarea 1 - Fuente 1, 2 y 3 - 1083766806
La apariencia física siempre ha sido importante para los y las jóvenes, por lo que suele ser
también motivo de burlas. Muchas de las formas de violencia se manifiestan a través de
sobrenombres peyorativos que aluden a alguna característica física que destaque. Apelativos
como «narigón», «guatón», «cabezón», «negro» y «chancho» suelen ser considerados como
bromas inofensivas por los grupos de jóvenes y aceptadas (a veces promovidas) por parte de los
adultos, aun cuando se trata de expresiones que dañan significativamente la autoestima y dignidad
de la víctima. Esto sucede, porque el agresor considera que su apariencia física es mejor que la de
la víctima, y esto está determinado por los estereotipos que lo domina.
Este tipo de discriminación, también, se refiere a la forma de vestir, lo que en ocasiones
está relacionado con la condición socioeconómica. Expresiones como «pituco», «calabacita»,
«achorado» y «misio» encierran una variedad de significados que profundizan la discriminación.
De este modo, «achorado» es asociado a características de pobreza, delincuencia y peligrosidad,
en tanto que «calabacita» se relaciona con ser superficial y con baja capacidad intelectual. Se
juzga sin conocer a la persona y, en efecto, eso limita las oportunidades de trabajo, de tránsito, de
estudios, de la víctima.
Las adolescentes madres o embarazadas muchas veces son excluidas del sistema educativo, ya
sea directa o indirectamente. Se produce una discriminación directa cuando se les niegan las
facilidades para rendir pruebas o ponerse al día con las asignaturas, cuando se entorpece su
tiempo de amamantamiento, cuando se les excluye de determinadas actividades o cuando no se
respetan los tiempos establecidos por los médicos tratantes, lo que obstaculiza su permanencia en
el sistema educativo.
Referencia
Adaptado de https://educrea.cl/wp-content/uploads/2016/07/DOC2-discriminacion.pdf