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HORA SANTA DE ADVIENTO: “VEN, SEÑOR, JESÚS”

MONICIÓN INICIAL
Monitor(a): Hermanos y hermanas, estamos por iniciar el tiempo de Adviento y
por eso, en esta hora santa pediremos a nuestra Madre del cielo, la Virgen
María, para que nos acompañe en este tiempo especial de espera que la Iglesia nos propone en
este fin de año. El mundo trata de distraernos, de llevarnos por caminos contrarios a los de
Dios; el mundo busca hacernos creer que Adviento y Navidad son tiempos de distracción, de
diversión, de compras, de olvido de Dios. El mundo quiere hacernos creer que la Navidad es
sucumbir al consumismo y a la diversión sin freno.
Pidámosle a la Virgen María experimentar el verdadero espíritu de Adviento, espíritu de
oración, de penitencia, de obras de misericordia, de espera alegre del Mesías que vendrá para
Navidad escondido en la persona de un Niño recién nacido. Les invito a ponerse de rodillas
para recibir al santísimo sacramento de la eucaristía.

CANTO EUCARÍSTICO EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Celebrante: ORACIÓN INICIAL (De pie)


Mira Señor a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele
celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría.
Concédenos Señor, que en este Adviento aumente la firmeza de nuestra esperanza, la fortaleza
de espíritu, la paz y el amor por la caridad con nuestro prójimo; te lo pedimos por el mismo
Cristo Nuestro Señor. Amén

Lector(a): SALMO RESPONSORIAL (Salmo 79) (Sentados/as)


Respondemos diciendo: “Señor, muéstranos tu favor y sálvanos”

▪ Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines,


manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R./
▪ Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tú viña y visítala; protege
la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R./
▪ Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.
Ya no nos alejaremos de ti. Consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R./

Celebrante: Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 18-25) (De pie)

Lector(a): REFLEXIÓN (Sentados/as)


En el Antiguo Testamento, los justos del Pueblo elegido esperaban con ansias la venida del
Mesías. Ellos conocían las Escrituras y los profetas y anhelaban el cumplimiento de las
profecías que anunciaban la llegada del enviado de Dios.
Los justos y los profetas del Antiguo Testamento anhelaban la venida del Rey Mesías, porque
se daban cuenta que este mundo, sin Dios, es un desierto ardiente; se daban cuenta que este
mundo sin Dios, es un valle de tinieblas y de sombras de muerte, lleno de peligros y de
amenazas mortales, y por eso clamaban por su venida, porque al venir a este mundo, lo habría
de iluminar con la luz de su ser divino, luz que es al mismo tiempo vida y amor eternos.

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CANTO: “VEN, VEN SEÑOR, NO TARDES”
CORO: Ven, ven Señor, no tardes. Ven, ven que te esperamos.
Ven, ven Señor, no tardes. Ven pronto Señor.

• El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor. CORO:
• Envuelto en sombría noche, el mundo sin paz no ve, buscando va una
esperanza, buscando, Señor, tu fe. CORO:
• Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz, al mundo le falta cielo, al mundo
le faltas tú. CORO:
Lector(a): MEDITACIÓN (Sentados/as)
Sabiendo que Jesús viene, que ya está cerca, debemos de ir delante de la gente que nos rodea,
iluminándola con la antorcha de estos momentos de adoración con los que queremos preparar la
llegada del Salvador. Debemos ser luz del mundo; nos lo dice Jesús a quien esperamos para que
venga a iluminar nuestra vida. Por ahí se dice que, si no puedes ser estrella, seas al menos una
pequeña y sencilla vela encendida que alumbre el corazón: ¡pero hay que ser luz!
El que ama a los demás y el que ama de verdad, puede preparar el camino del Señor iluminando
el corazón de quienes le rodean, invitándolos a vivir en esperanza la alegre espera del Señor.
Intentemos el arte de acercarnos a los nuestros en este Adviento y revelarles a Cristo que viene
a salvarnos. Allí tenemos una guía para saber si amamos o no, si nuestro amor es verdadero o
fingido y así podremos celebrar el gozo de la Navidad.
Celebrante: PRECES (De pie)
Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos esperamos su llegada, diciendo: “Ven, Señor, Jesús”
• Tú, que existes antes de los tiempos, ven y salva a los que vivimos en este tiempo. Oremos.
• Tú que creaste el mundo y todo cuanto existe, ven a restaurar la obra de tus manos. Oremos.
• Tú que eres nuestro salvador, ven y arráncanos del dominio de la muerte. Oremos.
• Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante, ven y danos tu vida eterna. Oremos.
• Tú que nos quieres congregar en tu reino, ven y haznos contemplar tu rostro. Oremos.
Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro
de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su
derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
Lector(a): REFLEXIÓN (Sentados/as)
Cristo viene a salvarnos y para ello necesita de brazos y pies, de bocas y lenguas, a fin de poder
llegar a todas las personas y que todos le conozcan y le amen.
Cristo sabe que cuenta con nosotros; cuenta con nuestra lengua, para la comunicación del
Evangelio y la extensión de la Iglesia de Dios; cuenta con nuestros pies, para seguir a nuestros
hermanos más alejados, a fin de que para ellos también llegue Navidad y vuelvan al buen
camino; cuenta con nuestros ojos, para poder detectar los ambientes en los que se necesita hacer
espacio para dar cabida a la presencia del Señor; cuenta con nuestro corazón, para prender el
fuego de su amor en nuestro alrededor y recibirle con fe ahora en Navidad o cuando regrese
lleno de gloria al final de los tiempos. Sobre todo, Cristo quiere contar con nuestra entrega sin
límites ni restricciones; con una entrega desprovista de egoísmos. Cristo quiere contar con que
nosotros vamos decir siempre que “sí” a su llamado, como lo hizo María.

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Él espera ese "SÍ" que en la fe renovamos ahora frente a Jesús Sacramentado; Cristo cuenta con
ese "SÍ" que debemos darlo cuando Él nos lo pida, aun cuando implique esfuerzo y sufrimiento.
Cristo quiere contar con nosotros, siempre que se nos pida un pequeño favor, un pequeño
servicio de caridad, un pequeño trabajo apostólico, por difícil que nos parezca. Solo así llegará
el a reinar en los corazones de los habitantes del mundo.

Celebrante: PRECES (De pie)


Invoquemos a Jesucristo, el Enviado del Padre y digamos: “Bendícenos y santifícanos, Señor”

o Jesús, Señor nuestro, que sigues ofreciendo y dando tu vida a los pobres que vienen a ti;
nosotros queremos acogerte siempre en nuestros corazones. Oremos.
o El mundo busca anhelante un salvador, sin reconocer que el Salvador verdadero eres tú, el
Enviado de Dios; haz que todos te reconozcan y den contigo en sus vidas. Oremos.
o Ante los campos con la cosecha ya en sazón; suscita en tu Iglesia muchos evangelizadores,
que anuncien a todos los pueblos la salvación que tú nos has traído y sigues ofreciendo por
tu Iglesia. Oremos.
o Que se elimine la injusticia y la guerra de la faz del mundo; y todas las naciones se
dispongan con más facilidad a acoger el mensaje del amor que cada día nos ofreces como
una novedad con tu presencia viva en el Sacramento del Altar. Oremos.
Señor Jesús que vienes a nuestro encuentro: Cuando dudemos, aconséjanos. Cuando pequemos,
perdónanos. Si nos perdemos, encuéntranos. Si caemos, levántanos. Si nos desanimamos,
aliéntanos. El día que muramos, llévanos contigo.
Señor Jesús: Cuando te llamemos, escúchanos. Cuando te ofendamos, compréndenos. Cuando
te dejemos, búscanos. Cuando te olvidemos, recuérdanos. Cuando te pidamos, danos y cuando
te sirvamos, anímanos. Amén.

Lector(a): MEDITACIÓN (Sentados/as)


El Dios del Evangelio es el Dios cálido, padre, hermano y amigo de todos los hombres.
Es Dios providente que cuida de sus hijos. Es Dios que ama tanto a la humanidad, que viene a
nuestro encuentro para salvarnos y nos espera a cada uno de nosotros con los brazos abiertos
para perdonarnos o premiarnos. Es Dios Padre que nos a su Hijo en la Eucaristía y que quiere
repartir entre todos nosotros en rebanadas infinitas el pan de la felicidad. Es Dios Hijo que mure
para salvarnos. Es Dios Espíritu santo que nos consuela y nos llena de amor.

Celebrante: ACLAMACIONES EN ADVIENTO (De pie)


Jesús, que fuiste el Salvador prometido por el Padre. “Ven, pronto Señor”
Jesús, a quien esperaron anhelantes los siglos.
Jesús, que viniste un día al mundo y naciste en Belén.
Jesús, que viviste en la tierra como uno más de nosotros.
Jesús, que ahora nos visitas cada día en el Sacramento.
Jesús, que volverás glorioso al final de los tiempos.
Jesús, que eres nuestra única esperanza de salvación.
Jesús, que quieres encontrarnos en vela y oración.
Jesús, que eres la prenda de nuestra resurrección.
Jesús, que vienes para llevarnos al Padre.
Jesús, que vienes para darnos vida inmortal.
Jesús, que nos buscas para tenernos siempre contigo.

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Lector(a): LETANIAS DE ADVIENTO (De pie)
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, “Ten Misericordia de nosotros”
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Verbo de Dios, por quien todo fue creado,
Palabra hecha carne,
Mesías prometido en la Ley,
Prefigurado por todos los siglos,
Anunciado por los Profetas,
Deseado por los Reyes,
Anhelado por las naciones,
Enviado al mundo por el Padre,
Concebido por el Espíritu Santo,
Sabiduría enviada de la gloria de Dios,
Deseo de los collados eternos,
Zarza ardiente en fuego incombustible,
Escala de Jacob,
Flor de la raíz de Jesé,
Flor de la vara de Aarón,
Flor que aparece en nuestra tierra,
Olor de campo bendecido por Dios,
Sello puesto sobre el corazón,
Agua saludable sacada del pozo de Belén,
Nuevo vino en nuevo odre,
Agua viva que fluye como torrente,
Árbol de la Vida plantado en el Paraíso,
Fuente que mana del Paraíso,
Agua de la vida en fuente sellada,
Estrella de Jacob,
Cetro de Israel,
Sol del que está vestida la Mujer,
Verdad que brota de la tierra,
Justicia que desciende del Cielo,
Salvador que pasa por la puerta cerrada,
Príncipe sentado en la puerta oriental,
Salvación y esperanza,
Emmanuel nuestro,
Acuérdate de nosotros, Señor, como el pueblo de tu beneplácito. Visítanos con tu salvación.
Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación. Señor, escucha nuestra oración, y
llegue a ti nuestro clamor. Amén

4
Celebrante: ORACIÓN DE PETICIÓN (De pie)
Manifiesta, Señor, tu poder y ven, para que con tu protección merezcamos vernos libres de los
inminentes peligros de nuestros pecados y con tu gracia podamos salvarnos.
Purifica, Señor, nuestras conciencias visitándolas, para que tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro,
encuentre en nosotros al venir una morada preparada para Él.
Oh Dios, que sabes que nuestra humana fragilidad no puede subsistir a tantos peligros como
nos acechan, danos salud de alma y de cuerpo para que, con tu ayuda, podamos superar los
sufrimientos por nuestros pecados.
Todopoderoso e indulgente Dios, sé propicio a nuestras plegarias y libra nuestros corazones de
las tentaciones de malos pensamientos para que merezcamos convertirnos en digna morada del
Espíritu Santo.
Concede, te rogamos, Dios todopoderoso, que los sagrados misterios de nuestra redención nos
otorguen los auxilios necesarios a la vida presente y nos alcancen los premios de la
bienaventuranza eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Lector(a): ORACIÓN DE LOS FIELES (De pie)


Hermanos y hermanas, invoquemos a Dios Padre, origen de todo don; para que nos ayude a
acoger la venida del Salvador. Oremos diciendo: “Padre, escúchanos”

 Por la Iglesia, extendida en el mundo, para que viva en actitud constante de pobreza y de
servicio. Oremos.
 Por quienes no han recibido la Buena Noticia, para que la solidaridad de las comunidades
cristianas los disponga para acoger más fácilmente a Cristo Jesús, el Salvador. Oremos.
 Por la justicia y la paz del mundo, para que los egoísmos y los intereses cedan el paso a una
fraternidad verdadera. Oremos.
 Por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, y por cuantos se encuentran en mayor
necesidad, para que experimenten los bienes que nos ha traído Jesús, a través de la caridad
generosa de los cristianos. Oremos.
 Por nosotros, reunidos en torno al altar, para que mantengamos una actitud de espera
vigilante y serena ante la venida de Cristo Jesús. Oremos.
 Por nuestros difuntos y difuntas, para que el día de la venida gloriosa de Jesucristo, puedan
participar de su Gloria eternamente. Oremos.

Mira Señor a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele
celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa
alegría. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

Celebrante: ORACIÓN CONFIADA (De pie)


El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.
Aclamemos al Señor todos los habitantes de la tierra, sirvamos al Señor con alegría y
preparemos su llegada en nuestros corazones.
Entremos en su presencia con aclamaciones, sabiendo que el que se acerca para salvarnos es
nuestro Dios, que Él nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y sus ovejas, que formamos
su rebaño. Entremos por sus puertas dando gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y
bendiciendo su nombre.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Amén.

5
Lector(a): “EL SENTIDO DEL ADVIENTO” (Sentados/as)
Una palabra podría definir el amor de Dios por nosotros: LA COMPASIÓN.
Todo inició con la compasión y todo terminará con la compasión.
Todo comenzó por la compasión que Dios sintió por el extravío del hombre, y desde esa
compasión decidió enviar a su Hijo a este mundo para iluminar nuestra ceguera y recordarnos
cuánto nos ama Dios.
Eso es lo que celebramos en el Adviento, y en la Navidad: el amor y la compasión de Dios.
La compasión de Dios que quiere despertar la compasión del hombre.

“EL ADVIENTO COMO CAMINO DE VIDA CRISTIANA”


El adviento es la celebración de la esperanza cristiana. Las cuatro semanas del adviento y en
particular, sus domingos, intentan celebrar, por un lado, el horizonte último, la “escatología”, el
final de esta historia de salvación, y, por otro lado, los horizontes intermedios de las sucesivas
intervenciones de Dios en nuestra historia.
Al prepararnos para celebrar la Navidad, estamos celebrando el “hoy de Dios” en esta etapa
que nos toca vivir.
Lo celebramos como el que está con nosotros y lo celebramos también como el que ha de venir.
La espiritualidad del Adviento nos anima a recuperar fuerza y dinamismo para el camino.
Allanar caminos y construir puentes para que pase el Emmanuel. “Preparen los caminos del
Señor” será el grito de Juan Bautista.
El secreto del Adviento está en unir la liturgia con la historia y la celebración con la vida.
Para hacer vida el Adviento, se necesita la perspectiva larga de la esperanza en el Plan global de
Dios y sus intervenciones en la historia, pero sobre todo la venida personal del Hijo de Dios que
quiso vivir en nuestro mundo, celebrado como un recién nacido en la Navidad que se acerca.
Adviento es un tiempo para la vigilancia, es decir para esperar la acción de Dios en la historia,
tanto como en el culto: se trata de ser centinelas en la historia, incluso ayudar a que nazca la
aurora.
Creer en la novedad de Dios, en lo alternativo: para el corazón humano, para cada persona, para
la Iglesia, para todo el pueblo y para todos los pueblos, para la creación entera.

Celebrante: El Adviento nos ayuda a hacer un examen de conciencia porque es tiempo de


revisión y de preparación.
No un tiempo para huir de las tareas del mundo y refugiarse en una esperanza fuera del mundo,
sino un tiempo para celebrar el retorno de Cristo que desea estar también en este “aquí y
ahora”.
Esta venida es triple; Cristo vino en la carne y en la debilidad.
Viene en el Espíritu y en el amor y vendrá en la gloria y en el poder.

I. SU PRIMERA VENIDA se realizó cuando el verbo divino se hizo hombre en el seno de la


Virgen María y nació -niño débil y pobre- en el pesebre de Belén, la noche de Navidad hace
veinte siglos.
II. LA SEGUNDA VENIDA ES CONSTANTE, en la historia por la presencia del Espíritu
santo y, sobre todo, viene a nosotros por medio de su Palabra y de los sacramentos,
especialmente de la Eucaristía.
III. LA TERCERA VENIDA DE CRISTO (por así decirlo) -QUE SERÁ EN LA GLORIA, EL
PODER Y EN EL TRIUNFO- es la que clausurará los tiempos e inaugurará la eternidad.

6
Lector(a): EXAMEN DE CONCIENCIA (De pie)
Apoyados en compasión que Dios tiene por nosotros pecadores y confiados en su perdón y en
su misericordia, examinamos nuestra conciencia sobre el amor, la generosidad y el compartir.
Respondemos diciendo: “Perdónanos Señor”
 Porque estamos quizás demasiado apegados a nuestra imagen y el orgullo nos impide
reconocer nuestra condición. Oremos.
 Porque vivimos obsesionados con nuestra imagen y atemorizados por el qué dirán.
Necesitamos ser más humildes para poder aceptarnos y aceptar a los demás. Oremos.
 Porque pecamos de soberbia al creemos los mejores y superiores a todos. Sacamos a relucir
los defectos de los demás, sin fijarnos en los nuestros. Oremos.
 Porque tenemos lo suficiente para vivir y derrochamos, olvidando que: “dar de lo que nos
sobra es de justicia, dar de lo que necesitamos es caridad”. Oremos.
 Acumulamos dinero y bienes sin darnos cuenta de que se lo estamos quitando a otros.
¿Cuánto tendría que dar yo? ¿Cuánto podría dar yo? Necesito iniciar un camino de
generosidad y desprendimiento. Oremos.
 Porque cuando hablamos de compartir, enseguida pensamos en el dinero, y sin embargo
también tenemos que compartir nuestro tiempo. Tiempo en forma de compañía, diálogo,
presencia y ayuda a los demás. Oremos.
 Porque tenemos de todo, menos tiempo y ganas para estar con Dios y con la familia. Y
también un tiempo con el vecino, el anciano o el enfermo que se sufre de soledad. Oremos.
Celebrante: PETICIONES DE PERDÓN (De rodillas)
Respondemos diciendo: “Señor, ten Piedad de nosotros”
• Por nuestros pecados, por acción u omisión
• Por nuestros gastos superfluos e innecesarios.
• Por nuestros apegos materiales y afectivos.
• Por nuestra indiferencia hacia los demás.
• Por nuestras ansias de tener y de placer.
• Por nuestra apatía en el servicio y la ayuda.
• Por no tener un corazón misericordioso, como el tuyo.
• Por no tener la capacidad para compartir, aun aquello que necesitamos.
• Por no encontrarte en el pobre y en el que sufre.
• Por nuestra falta de solidaridad.
• Por nuestra vida consumista.
• Por la dureza de nuestro corazón.
• Por nuestro rechazo al pobre.
• Por nuestro egoísmo.
Lector(a): ACTO DE CONTRICIÓN (De pie)
Respondemos diciendo: “Perdón, Señor, Perdón”
Señor Jesucristo te pedimos, que perdones el mal que hemos hecho. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona el bien que hemos dejado de hacer. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona, nuestros pecados de orgullo y autosuficiencia. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona, nuestros rencores, odios, envidas y resentimientos. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona, nuestro pesimismo y nuestra falta de esperanza. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona, nuestras dudas, nuestras desconfianzas y nuestra falta de fe. Perdón, Señor, Perdón.
Perdona, Señor todos nuestros egoísmos y la dureza de nuestro corazón. Perdón, Señor, Perdón.

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Celebrante: PETICIONES (De pie)
Ahora, Jesús, queremos pedirte por nuestros amigos, nuestra familia, por el mundo.
Sabemos que siempre nos escuchas y por eso, te decimos: “Ven Señor Jesús”
+ Por los que te esperan, por los que desesperan.
+ Por los que buscan, por los que no buscan.
+ Por los que caminan, por los que se cansaron de caminar.
+ Por los que aman, por los que estropean el amor.
+ Por los que confían en ti, por los que desconfían.
+ Por los que creen en ti, por los que no creen en nada.
+ Porque tú nos quieres y porque te necesitamos.

Lector(a): CON LA VIRGEN MARÍA EN EL ADVIENTO (Sentados/as)


María, queremos convertirnos en auténticos hijos de la espera, que lo esperen todo de Dios con
la valentía de la fe y la certeza de la esperanza. María, concédenos la gracia de entrar en el
misterio del amor, de la esperanza, de la paz del corazón y la alabanza para cantar con tu misma
voz la grandeza de Dios que nos envía a su Hijo.
Queremos seguir, María, tu ejemplo en la espera; que seas tu nuestro modelo; ayúdanos a
prepararnos vigilantes en la oración y alegres en la esperanza para salir al encuentro de tu Hijo.
Ayúdanos a preparar el corazón para recibir las manifestaciones de su presencia en nuestra vida
y acoger con alegría todas las gracias que Él quiera darnos.
Prepara, Virgen María, nuestro corazón a la gracia del Espíritu para acoger
a ese niño Dios que espera y ansía el encuentro con nosotros.
Virgen María, danos un corazón semejante al tuyo, para gozar de esa fe,
esperanza y caridad que residen en tu corazón inmaculado.
Danos tu misma fe ejemplar, Virgen María, para creer con firmeza las
verdades reveladas por Dios y ser capaces de responder a su llamada.
Permítenos pronunciar contigo, las palabras que dijiste al ángel, y estar así
llenos de gracia para recibir a Jesús en esta Navidad y comprender el gran
privilegio de acoger en nuestra vida los planes de Dios.
Concédenos la gracia de aprender de tu humildad y obediencia y a confiar
por completo en la Palabra de Dios. Ayúdanos a crecer en el don de la
escucha y del meditar en nuestro interior para dar frutos abundantes.
Danos la capacidad de estar disponibles a la voluntad de Dios y al proyecto de salvación.
Concédenos el don de la disponibilidad y la prontitud para acoger las cosas de Dios,
comprometernos con Él, abrirnos a su infinita bondad y permitir que Jesús nazca en nuestro
corazón, en nuestra familia, en el trabajo, entre nuestras amistades y en la comunidad eclesial.
Celebrante: EN COMPAÑÍA CON MARÍA DE BELÉN (De pie)
• María de Belén, enséñanos a crecer en amor y amistad.
• María de Belén, enséñanos a construir una nueva Navidad.
• María de Belén, enséñanos a que nuestra fe sea sincera y autentica.
• María de Belén, enséñanos a ser valientes en la vida.
• María de Belén, enséñanos a ser solidarios.
• María de Belén, enséñanos a compartir con generosidad.
PADRE NUESTRO… DIOS TE SALVE MARÍA… GLORIA
RESERVA DEL SANTÍSIMO (De rodillas) COMUNIÓN
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