AÑO II.
NERVION
menoDencins
y er terminó la semana náutica, durante la cual hemos
sido todos los del oficio hombres al agua y nos he­
mos estado bañando continuamente en nuestra pro­
pia tinta. ¡Rediez qué semanita!
Para quitar el mal gusto de boca hoy empieza la semana
grande, según aquí se la denomina, y creo que el que tal
calificativo la dió le sobró la razón, por dos cuartas más arri­
ba de la coronilla.
Todas las semanas son iguales; ni aun se pueden llamar
más grandes la del 20 al 26 de Junio porque los días son más
largos, pues en cambio las noches son más cortas; ni las en
que figuran el Jueves Santo, la Ascensión y el Corpus, por­
que sean los días más grandes del año
Todas estas razones de «Pero Grullo» se las he oido ex­
poner muy serio á un portero que es muy filósofo, además
carabinero retirado y además tiene una penetración para co
nocer á los transeúntes mirándoles por encima de los anteo­
jos que, ríanse ustedes de Mr. Arrow y de su policía espe­
cial.
Pues á pesar de todo esto, si esta semana no es la más
larga, á mí por lo menos me lo parece; es más, me parece
una semana sin fin, como las correas de los motores.
Una de las cosas que más influyen en ello son los foras­
teros que nos dispensan el honor de visitar nuestra casa, pa­
ra de paso ver lo mucho que encierra la invicta villa.
Verdaderamente los forasteritos son de oro, y no hay más
remedio que complacerles en todo, la educación, la galante­
ría, las formas sociales, el qué dirán... pero, señor ¿quién
habrá inventado estas tonterías?
Hace días topé con un individuo que sin respetar la chi­
charra que caía, convirtiéndonos á todos en estado líquido,
me abrazó efusivamente, así como para espachurrarme,
exclamando: «¡Cuánto me alegro verte!»
Yo, estupefacto, le miré, replicándole: «Caballero, usted
se ha equivocado... no tengo el gusto de...
—Hombre, ¿no te acuerdas de mí? Si yo soy Fufí; el Fu-
fí, hombre; si fuimos juntos al colegio; aun recuerdo el día
que mientras dabas la lección en cátedra te metí un puñado
de perdigones en el bolsillo, sin saber que le tenías roto,
y cayeron todos rodando por el suelo y á mí me castigaron
á cogerlos con la boca.
—Bueno, hombre, basta que tú lo digas.
Todo podía resultar el timo de los perdigones, pero no
había más remedio que ser complaciente con Fufí, con mi
antiguo condiscípulo; y me puse á su disposición. ¿Qué dirán
ustedes que se le ocurrió? Todo su afán era quererse poner
á que le cogiera un tranvía, simulando un suicidio, para dar
una broma á los de su pueblo. Los periódicos hablarían de
Fufí y de su fatal resolución. Y ¡cómo se iba á divertir!
Yo estuve en duda de entregarle á unos paralelos ó á un
EDICION
BILBAO
ESPECIAL
23 DE AGOSTO
ILUSTRADA
1908
En el Concurso Hípico: el rey en la tribuna regia, con su acompañamiento
(Fot.a de Guerequiz)
guardia municipal; pero pude darle esquinazo lo más cor-
tesmente posible.
❖ **
Llego á casa después de este encuentro y me sorprende
una carta de un pariente, anunciándome su venida. Afortu­
nadamente me decía: «no puedo estar más que 24 horas y
quiero aprovecharlas bien».
Menos mal, me dije; en un día no puede dar mucho que
hacer, y n e resigné á ser servicial con mi pariente, para
que fuese verdad lo de las 24 horas.
En la estación, al verme, me saludó cariñosamente di-
ciéndome: «¡Querido primo!» Esto sí que fué una verdad
como un templo; después, sin dejarme respirar, sin darse á
razones, no hubo más remedio que aprovechar el tiempo,
0*
Nú m e r o . 52 (2.a Serie)
pues su regreso al día siguiente era inevitable; vean ustedes
qué día más divertido pasamos:
Desde la estación, á las nueve de la mañana, á ver el
Ayuntamiento, la Diputación, Portugalete, Altos Hornos y
el Certamen del trabajo, todo con rapidez vertiginosa. Co­
mimos de pié en un restaurant, y para terminar más pronto
mi querido primo llevaba de intento un soplillo para enfriar la
sopa; después á Guernica, Chacharramendi (sitio que oyó
era delicioso), vuelta á Bilbao y al nuevo Hospital. Compra­
mos un tente en pié que le fuimos tomando en el tranvía, y
á las barracas, en las que se dedicó por asuntos del comercio
á que se dedica, á preguntar á todos los barraqueros el
punto de su procedencia, años que tenían y si hay carretera
en el pueblo. Finalmente, por la noche, á Arriaga, el Circo,
una sección en los Campos y otra en Olimpia.
Nada, el caos; cuando llegué á casa, si me
estrujan, sale agua de mis poros lo mismo que
de un trapo recién enclarado.
¡Cuánto hubiera ganado si al ir al Certa­
men del trabajo le hubiera dejado allí con el
siguiente letrero colgado del pescuezo: «De­
vanadera automática!»
Agreguen ustedes á esto el barullo de las
barracas con pitos, tambores, organillos, or-
questófones, voces, timbres y campanillas, los
toros, concursos, carreras, fuegos y otras mil
cosas que uno tiene que ver para contarlo y
digan sino as esto para irse al hogar domés­
tico en cuanto termine la semanita y hacerse
una cruz en el cogote *con ácido prúsico.
**
Afortunadamente para consolarnos ten-
premos el 8 de Septiembre, ya descansadi-
tos, un verdadero acontecimiento taurino.
Ahí es nada; el doctorarse taurinamente
un chico de casa y darle la borla otro chico
de casa también, y que á ambos es hemos vis­
to desde que cogieron el biberón del arte.
Los dos,de la celebrada anteiglesia de Be-
goña y además despachar ganado de casta
escogido y poderlo ver todo emocionados por
un precio increíble.
De estos acontecimientos caen pocos en
tonelada.
En cuanto se supo lo de la alternativa
del chico de Begoña dada por el Cocherito y
en las condiciones que va á darse la corrida,
hubo quien me preguntó con los ojos humede­
cidos por las lágrimas y temblando de placer.
Pero ¿se ha vuelto loco el empresario? ¿Es po­
sible que sea verdad tanta belleza?
A mí ya me han hecho varios encargos pa­
ra que les busque localidades, y lodiento, por­
que voy á tener que aprender á boxear, por­
que ese día va á haber que conseguirlas á
puñetazos
Con seguridad, desde el día 8 de Septiem­
bre próximo habrá un matador de toros más y
una bodega menos, porque la fresca de Ba
rrencalle se cerrará, de fijo.
Tonto será el dueño en seguir trabajando.
P. P.

Nuestra información gráfica
El gran Concurso hípico internacional organizado para este
año por la Real Sociedad hipica de Bilbao, de reciente fundación
en nueátra villa, ha sido importantísimo número de nuestro pro­
grama de fiestas.
Ha quedado bien demostrado que merece figurar ese número
en los programas venideros.
La Junta directiva de la Sociedad mencionada, presidida por
el general de brigada Excmo. Sr. D. Manuel Castellón y Com­
puesta en unión de él por los señores don Enrique de Ibarrola,
don Horacio Díaz, don Fernando Villabaso, don Trino Hurtado
de Mendoza, don Luis Echevarría, don Julio Arteche, don Luis
de Olaso, don Eduardo Barandiarán y don Tomás Urquijo, ha
obtenido todo el éxito que correspondía á sus arduas tareas de
organización y ejecución, y á la importancia de los premios, que
gracias á la generosidad del rey, familia real, representantes de
Vizcaya en Cortes, Corporaciones varias y algunos particulares,
han alcanzado una cifra de mucha consideración.
S. M. D. Alfonso XII, entusiasta por los sports, ha dado hon­
rosas pruebas de su real aprecio á los organizadores del Con­
curso, asistiendo á la inauguración de éste y ó otras pruebas y
mostrando, á la vez que su atención é interés por el desarrollo de
las aficiones hípicas, su competencia en todo lo que con las ca­
rreras de caballos se relaciona.
A consignar un recuerdo del Concurso hípico, y de la presen­
cia en él de don Alfonso, está dedicado el primer grabado de este
número.
Del plan de actividades, energías y grandes afectos para la
progresiva Vizcaya, puesto en práctica por el rey desde que lle­
gó á nuestro puerto, ha formado parte una visita al caserío pro­
vincial de Abadiano, visita de la que ya dió S. M. lisonjero anun­
cio cuando presidió el reparto de premios del último Concurso
nacional de ganadería en Madrid, donde la instalación vizcaína
alcanzó un señaladísimo triunfo.
Las impresiones que en esa visita expresó el rey ante todas
las perssnas que allí le aguardaban y las que con él fueron, no
pueden ser más satisfactorias de lo que son para el servicio que
nuestra Diputación provincial inició hace años y viene sostenien­
do en beneficio de los cultivos y de la reproducción y fomento
del ganado.
Dos grabados de este número tienen realación con esta nota
de actualidad.
***
El día 26 de este mes se celebrará la carrera pedestre orga­
nizada por la Federación Atlética Vizcaína y por el periódico
El Liberal, y en la que serán disputados la Copa de este periódi­
co y otros premios.
Como recuerdo de la misma carrera del año pasado ofrece­
mos un grupo de la tertulia «La Sirena», en que figura su socio
Benjamín Lago (X) que ganó la copa nn 1907.
A los demás grabados acompaña en otro lugar de este número
al texto que les corresponde.
LOS JUEGOS DE SPORT
( e l problem a d e la educación f ís ic a )
Cuál es el objetivo de la educación física? Desenvolver los
órganos y las fuerzas del cuerpo humano para el más perfecto
equilibrio de sus funciones, dando á éste la belleza, la agilidad
y destreza de que es susceptible, y conservar la salud y restable­
cerla si se halla alterada.
La indiferencia de un pueblo respecto de su educación física
supone un grado muy bajo de cultura y un defecto de educación
intelectual.
Atendiendo á la cultura del cuerpo, ponemos en práctica el
sabio aforismo de Juvenal, Mens sana in corpor e sano, según
el cual debe atenderse al desarrollo de las facultades físicas si
queremos que el desarrollo del espíritu se desenvuelva en las
debidas condiciones de equilibrio y armonía que conviene haya
entre las facultades humanas.
Si descuidamos la educación física, el resultado es inmediato
y pernicioso para la edncación intelectual: más aún, sin la prime­
ra no se comprende la segunda; del desequilibrio entre éstas re­
sulta ese estado conocido por surmenaje intelectual que carac­
teriza á las generaciones decadentes.
La educación física merece especial atención; asunto más que
para tratado en un artículo es para tratado en muchos volúmenes,
y mucho más cuando la juventud necesita ser estimulada para
que adquiera los hábitos que han de constituir sus legitimas y
únicas aspiracio-°.s: el amor al trabajo.
EL HERVI ON
Se nos dirá que exageramos al decir que la educación física
de una generación futura debe comenzar en la generación ante­
rior, á semejanza del labrador que prepara las tierras y las cul­
tiva con esmero esperando obtener después el fruto de sus fati­
gas. Así. pues, debemos educar á la mujer bajo el punto de que
la naturaleza le tiene enconmendadas importantísimas funcions
en la reprodución de la especie humana.
Si alguien cree que exageramos, le contestaremos que el hom­
bre, en su afán de mejorar razas como la canina, bovina, caba­
llar, ete., etc., se olvida de sí mismo, lo que constituye gran
perjuicio para la raza humana, cuando tanto le falta para su de­
sarrollo físico, moral é intelectual,
La salud, la robustez y el perfeccionamiento físico de las ge­
neraciones futuras y el porvenir de un pueblo, dependen en gran
parte de la educación de la mujer: pero ya que no nos es posible
educar á priori, edúquese al ser racional desde el mismo instan­
te de su existencia, puesto que la educación empieza con la vida
y dura toda ella, teniendo presente que la educación física ha de
preceder á toda otra educación, pues que las facultades físicas
del niño exigen muchos cuidados, cuando las demás facultades
inherentes al hombre no se manifiestan todavía.
Reflexionen los padres, los legisladores, las pedagogos, y so­
bre todo los que nos gobiernan, sobre el problema ae la educa
ción física de sus hijos y no duden que por medio de ella han de
alcanzar un desarrollo uniforme de sus músculos y sus órganos,
á la vez que serán más inteligentes y más fuertes de voluntad.
Entre las muchas ventajas que reportan los ejercicios gim
násticos en el niño, es una de ellas que corrige ciertas deformi­
dades congénitas ó adquiridas, procurando por su robustez evi­
tando enfermedades y Beneficiando la salud en general.
La palabra educación envuelve en sí la idea del destino del
hombre, disponiéndole para el cumplimiento de sus deberes, pa­
ra llegar á la perfección de que es susceptible en este mundo y
hacerse digno del fin para que fué creado. Esto es lo que consti­
tuye la educación en el sentido más lato y general, así se refie­
ra á la existencia del hombre, sus relaciones con la familia, la
patria, la sociedad, la inteligencia y el ennoblecimiento y perfec­
cionamiento de la especie,
La educación física ent-iaña grandísimo interés, ya se la con­
sidere desde el punto de vista del individuo, de la familia ó de la
sociedad.
Bajo el punto de vista del individuo, la salud y el trabajo de­
penden en gran parte del desarrollo corporal; resulta un estado
económico en beneficio de la familia, y así todas las ventajas pue
la educación física reporte al individuo, se traducen en beneficio
de sus semejantes.
En cuanto se refiere á la vida social no es menos su importan­
cia, puesto que la prosperidad de un pueblo depende de la salud
y robustez de sus individuos: la mortalidad que en los primeros
años de la vida del niño se origina, lastima los intereses naciona­
les, mejor dicho sociales.
Si pasamos á otro orden de consideraciones, en lo que atañe
á la importancia de la educación física, diremos que en la lucha
por¡¡la existencia la victoria es del que tiene más vigor físico; es­
to acontece en las industrias y con especialidad en las guerras.
Sucede frecuentemente que el éxito de una batalla depende
de la juventnd y destreza de los combatientes; podríamos citar
algunos casos, pero en honor á la verdad citaremos uno solo ocu­
rrido en nuestra última guerra civil. Mandaba un bizarro gene­
ral atacar un reducto en una de las montañas del Norte; el bravo
oficial, que se esforzaba por tomarlo, no podía conseguirlo; los
soldados á sus órdenes eran quintos de último reemplazo; cansa­
do ya el ofidial de excitar á su gente y recibiendo aviso de su Je­
fe, hubo de contestar que los soldados á sus órdenes estaban
educados para correr cuesta abajo.
Hechos como éste y el no menos triste de cada cinco ó diez
años se rebaje la talla para servir en las filas del ejército, por los
muchos mozos que se eximen de servir á la patria por no dar la
talla, son para tenidos muy en cuenta por los que tienen la obli­
gación de velar por la educación popular para contrarrestar esta
degeneración física de nuestro pueblo; hacer costumbres nuevas
y leyes sabias, á fin de que los ejercicios corporales ocupen en
la enseñamza el lugar que les corresponde.
La educación física principia con la vida, y desde la infancia
deben consagrarce el padre y el maestro á desenvolver las dis­
posiciones del hombre físico, mientras que otras facultades no
reclamen la atención de los encargados de educar al niño.
Siempre á sido útil el desarrollo de las fuerzas físicas, pero
en la época que alcanzamos, en que qne con frecuencia se atien­
de á las facultades del espíritu, en que se cultiva la inteligencia
y no se ejercitan los músculos, á la vista de las generaciones re­
lativamente débiles y anémicas que nos venimos sucediendo, es-
sbsolutamente indispensable y de toda necesidad la práctica de
los ejercicios de sport como único medio de contrarrestar los
efectos del surmenaje intelectual.
La moralidad es un objeto sublime á que todos aspiramos, y
es preciso conseguirla á costa de cualquier esfuerzo, y por esto
pedimos la educación física, que forzosamente es moral.
Conviene que la educación física proceda á la intelectual, y
siempre en armonía con los sabios preceptos de la higiene. La
salud y la robustez de los músculos constituyen el único patri­
monio del hombre que se ve obligado á ganar el precioso susten­
to con el sudor de su frente; sólo una buena educación racional
proporciona al hombre ese vigor físico para la lucha por la exis­
tencia, y esta es hoy la esperanza de nuestra patria y será maña­
na el origen de su prosperidad.
M arcelo S anz ,
C A R ID A D
En medio del fragor de la pelea
vierte en los corazones el consuelo;
cubre la peste la ciudad de duelo
y ante el peligro impávida pasea.
Del incendio al brillar la roja tea ejercer
sofocarla ó morir busca en su anhelo, tan elevadas disquisiciones filosóficas.
al débil dá valor y alza del suelo
á quien cansado y trémulo flaquea.
¡Sublime caridad! ¡Virtud preclara! porque
La huella de tu paso á Dios nos guía el individuo obedece á los deseos de la mujer, que prefiere ver á
y es venturoso aquel que en tí se am su
(para. apéndices
De todo eres capaz, y si algún día
el sol que nos alumbra se apagara,
la llama de tu amor lo encendería
A.
FEOS CELEBRES
Es un hecho singular que cuando se examina una série de re­
tratos de hombres célebres se encuentran entre ellos muy pocos
que llamen la atención por su varonil belleza, siendo, en cambio,
bastante crecido el número de los feos. Teniendo en cuenta que
los grandes hombres viven para la posteridad y que suele decir­
se que los hombres más feos son los que quedan más guapos
cuando mueren, la cosa no tiene, después de todo, gran impor­
tancia para los interesados; pero al fin y al cabo es un hecho que
merece tomarse en consideración. Feo como él solo era el anti­
guo poeta Tinteo y es fama que tampoco tuvieron gran cosa que
agradecer á la Naturaleza Sócrates y Eurípides.
Francisco Mantegna, el famoso pintor italiano del siglo XV,
que supo trasladar más de nna vez al lienzo la belleza femenina
y la celeste hermosura de los ángeles, era de lo más feo que
puede darse. Por que no hay que creer que en aquellas épocas
de calzas y gregiiescos eran guapos todos los hombres, como
tratan de hacernos ver los autores de novelas de época.
Otro feo célebre fué Descartes; tan feo, que hasta llegó á
dudar de que existiese la belleza, condición propia de todo el que
adolece del mismo defecto en modo superlativo. Hablando con
algunos de sus amigos, el célebre filósofo dijo en cierta ocasión
que, según su propia experiencia, un buen predicador, un buen
libro y una mujer hermosa, eran las cosas mas difíciles de en­
contrar en el mundo; y. efectivamente, debía creerlo así, puesto
que, aunque tuvo relaciones más ó menos íntimas con varias da­
mas, las abandonó pronto y murió soltero. Es fama que, en cam­
bio, las mujeres en general le miraban con buenos ojos, lo cual
no tiene nada de particular, pues es cosa frecuente que las mu­
jeres aprecien en los hombres el talento más que la belleza.
Según confesión de un escritor inglés, la Gran Bretaña ha
sido fecunda en grandes hombres feos. El más feo de todos fué
tal vez el barón Dowse, notable legista; cuando el periódico
Vanity Fuir publicó su caricatura, el barón se apresuró á huir
de Londres á donde no volvió hasta que todo el mundo hubo
echado en olvido el terrible dibujo. Darwin tambián podría ser
incluido en una galería de hombres feos. A propósito de él, Dis-
raeli, que no tenía nada de guapo, dijo en cierta ocasión:
—Junto á ese gigante de la ciencia yo estoy entre los ángeles.
Bulwer Lytton, el autor de Los últimos días de Pompeya,
era otro tipo de inglés feo, que aumentaba su propia fealdad lle­
vando el cabello revuelto y la barba descuidada; pero tenía un
aíre muy aristocrático, y esto le hacía en extremo agradable,
porque así como una mujer fea lo parece menos si es elegante,
la fealdad masculina disminuye, mncho cuando el feo tiene bue­
na figura.
Hay en la revolución francesa tres grandes figuras que, si
hemos de juzgar por los retratos, por todo pudieron llegar á la
celebridad excepto por sus prendas físicas. Fueron esos perso­
najes Danton, Mirabeau y Robespierre. Es verdaderamente cu­
rioso que los tres presentan un rasgo común de fealdad: la fren­
te deprimida y las cejas levantadas hacía á las sienes.
En muchos casos un rasgo de estos es suficiente para afear
una fisonomía que de otro modo sería hasta simpática. La frente
demasiado grande, por ejemplo, aun cuando se considere como
signo de.inteligencia, desfigura notablemente.
De ejemplo puede servir el retrato de Ibsen, que indudable­
mente gana mucho si se tiene cuidado de tapar la parte superior
de la cabeza.
Un l e c t o r .
La desaparición de la barba
La barba muere y con ella desaparece el bigote, que sustituye
á aquélla la mayor parte de las veces.
El hecho es indudable y basta la más ligera observación para
convencernos de ello. Cada día es mayor el número de los hom­
bres rasurados con que tropezamos, y en cambio van escaseando
aquellas luengas barbas que aún observamos en los rostros de
nuestros abuelos, y aquellos largos bigotes á la borgoñona que
constituían el ensueño de4as niñas románticas y ojerosas.
Pero la moda se impone siempre, y hoy por hoy hay que
confesar que se inclina por el afeitado, y á ella hay que obede­
cer, renunciando á la barba y al bigote, signos externos de nues­
tra virilidad.
¿A qué obedece esta moda? He aquí una pregunta que ha mo­
tivado no pocos artículos en periódicos y revistas. En la mayor
parte de ellos se sienta la conclusión de que este hábito de llevar
la cara completamente afeitada, es un nuevo triunfo de la anglo-
manía, que va introduciéndose en todas partes, infiltrando las
costumbres inglesas.
Esta conclusión vulgar es, sin embargo, rechazada por un re­
dactor del periódico Le Journal deGenéve, el cual, remontándo­
se á causas más científicas y dignas del intelecto humano, afir­
ma nada menos que en la desaparición de la bprba y del bigote
debe verse ante todo la acción profunda y lenta del pensamien­
to de Schopenaucr y la influencia de éste en el mundo occiden­
tal.
El filósofo alemán—continúa diciendo el autor del artículo á
que nos referimos -detestaba la barba, y contra ella ha lanzado
las frases más duras en su obra Pasersa y Paralipomena; y en
su rostro, siempre pulcramente afeitado, podía leerse, cuando
se hablaba de la barba, su odio profundo hacia este conjunto
capilar.
Confesamos sinceramente, aun á riesgo de pasar por torpes,
que apesar de haber meditado acerca de este asunto, no hemos
podido descubrir la influencia que Shopenhauer haya podido
sobre los toreros y los camareros de café, si bien noso­
tros, por ser meridionales, somos incapaces de remontarnos á
A pesar de esta modestia nos permitimos añadir, sin embar­
go, nuestra opinión, y es que muchas veces el hombre se afeita
no posee un hermoso bigote y una atractiva y abundante
barba, y que en otras ocasiones la causa de afeitarse totalmente
marido ó á su novio con el rostro totalmente desprovisto de
11a, cod su
capilares. Y como diría en esta ocasión el señor Caru-
acostumbrada diafanidad poética:
A insistencia femenina,
barba desaparecida.
Todo esto, dicho como es natural, con todos los respetos de­
bidos al filósofo de Alemania.
C urioso .

Del Certamen del Trabajo
Continuamos la Galería de retratos comenzada en nuestro
número anterior, y en la que rindiendo culto á la actualidad, nos
proponemos dejar publicados los de los expositores que alcanza­
ron los primeros puestos en las nobles lides del trabajo al que
dedican, con tanta inteligencia como habilidad material, sus es­
fuerzos y sus honradas aspiraciones.
Luis de Lerchundi
que ha obtenido el primer premio en la sección primera.
El joven Luis Lerchundi, que ha alcanzado en el Certamen
de este año el primer premio de la sección primera (500 pesetas
y medalla de plata), por variascomposiciones decorativas, tiene
ya, á sus pocos años, un historial de premios sumamente honroso.
En el primer Certamen de esta clase, hace precisamente un
año, los trabajos caligráficos que presentó merecieron el primer
premio en la sección á que pertenacian.
Posteriormente ha conseguido las siguientes distinciones:
En la Exposición de agricultura, ganadería, industrias y ar
tes celebrada en Salamanca (Septiembre de 1907) Diploma dJ
Cooperación (fuera de Concurso).
En el Concurso de diplomas organizado por la Escuela de
Artes y Oficios de Bilbao (Enero de 1908) el primer premio.
En la Exposición de Bellas Artes de Madrid (Mayo de 1908)
una Mención honorífica.
En el Concurso de carteles murales anunciadores del Certa­
men del Trabajo de Bilbao (Julio de 1908) Primer premio.
Y últimamente la señalada recompensa á que en el comienzo
de estos apuntes nos hemos referido.
Por ella, por todas las anteriores, y anticipadamente por las
que ha de conseguir, enviamos á ese joven muy afectuosa en­
horabuena.
Amparo Muro
que alcanzó el primer puesto en la sección cuarta
(Ktog.a de G. Novillo).
En los comienzos de la adolescencia, una joven bilbaína,
María del Amparo Muro y Urcanga, ha alcanzado en el Certa­
men del Trabajo el puesto primero de la cuarta sección, hacién­
dose acreedora á un premio de 250 pesetas y medalla de plata
por una sábana bordada que ha llamado la atención de las perso­
nas inteligentes en el arte de bordar.
La señorita Amparo Muro, hija del jefe de la estación de Las
Arenas, á donde la llevaron sus padres cuando contaba pocos
meses de edad, demostró siendo muy niña grande afición y nota­
bles facultades para los trabajos en que la inició su señora ma­
dre, nacida también en Bilbao. Los conocimientos que al lado de
ella había adquirido, alcanzaron el grado de perfeccionamiento
desde que Amparito, á los once años de edad, se convirtió en
discipula de las Religiosas de la Divina Pastora, establecidas en
aquel pintoresco barrio del término municipal de Guecho.
EL N E R V I O N
Socios de la Teftulia “ La Sirena,, entre los cuales está Benjamín Lago
que ganó la "Copa de Cl Liberal,, elj año último
(Ftog.a <le Fulgencio Hernández).
Una inteligente habilidad puesta bajo una dirección tan inte­
ligente como la que tienen tan acreditada esas apreciadísimas
Religiosas, tenía que dar muy pronto frutos provechosos y
asi ha sucedido, pues Amparo Muro ha hecho, á los trece años
de edad, la excelente y delicada labor que le ha valido el primer
puesto entre todas las numerosas concursantes que pertenecen á
la sección.
Los méritos de esta niña como bordadora eran bien apre­
ciados hace algún tiempo en la esfera de las relaciones particu­
lares. Ahora han quedado de manifiesto públicamente en un
Concurso que abarca trabajos de personas residentes en un
territorio que oomprende ocho provincias. Es el triunfo que Am­
parito ha conseguido muy honroso para ella, para sus buenos
padres, para las Religiosas, quienes con tanto interés y tanto
éxito han perfeccionado las especiales aptitudes de la laboriosa
niña. A todos alcanza nuestra sincera felicitación. Esperamos
que el retrato de la simpática criatura que ha obtenido un justo
premio, sea un estímulo poderoso para otros muchos seres
que en la infancia y en la adolescencia aspiran á esa grande
satisfacción que se experimenta al alcanzar, por el propio es­
fuerzo, el aplauso del público y la pública distinción.
YUMURINA
(BOCETO CUBANO)
Era hija del valle, de este valle qne dora el sol cuando, lu­
ciendo en lo alto del cielo diáfano é incomparable de Cuba, besa
con sus rayos ardientes las copas de los palmares verdes y ondu­
lantes que se yerguen sobre el suelo feraz como penachos que
flotan al viento.
La niña era entonces delicada y bella; tenía en sus ojos la luz
de aquel sol, tenía en su boca las mieles del colmenar cercano á
su bohío y la fresca color de las rosas nuevas, esas flores que
atraen las errantes mariposas que liban en el rojo aroma de sus
corales; tenía en su voz la música del platanar cuando susurra
entre sus hojas enormes y pasa suspirante entre ellas la brisa del
alba; tenía el gorjeo melodioso de su voz el ritmo del sinsote
cuando canta en lo hondo del guayabal; tenía el eco dulce del
agua que corre serpenteando á lo largo del valle y viene, loma
abajo, naciendo del monte en manantial clarísimo y puro; tenía
en su cuerpo la ligera elegancia del pájaro que escapa nadando
en los aires y en su alma la dulce poesía de su valle risueño.
Ha pasado el tiempo; he vuelto al bohío, y he visto á la niña
aquella. Una sombra parece velar su rostro, aquel bello rostro.
En sus ojos, que no han perdido la luz centellea el dolor; su voz
no tiene ya el timbre fresco y sonoro de laalegría; pausada habla,
y como suspirante; y he visto el negro túnico que se ajusta á su
cuerpo como una mortaja. Me ha dicho, sollozante, que sus amo­
res se los llevó la muerte en la guerra, y me ha enseñado el re­
cuerdo glorioso que conserva del soldado de España: la escara­
pela roja y gualda de aquel héroe del deber que duerme para
siempre en los hermosos campos de Cuba.
Y al contemplarla en su dolor y al oir su voz, que asemeja el
doliente suspiro de una ilusión muerta, yo he evocado también e-
pasado con sus glorias y sus lágrimas, y me ha parecido enton­
ces la Yumurina criolla del valle más bella, más adorable en su
dolor intenso, que aquella niña gentil y alegre de otros tiempos
ya muertos.
E nrique V a l e n c ia .
E 21
fl mi hermanito Guillermin
El niño repasa en el piano su wals favorito del que él es autor,
y con el cual piensa recoger lauros y triunfos. Las notas argen­
tinas que el artista hace salir del interior de aquel instrumento,
vibran y se esparcen por la sala, perdiéndose en el espacio, tras­
pasando las paredes; y es un sonido dulce y armonioso. Los pe­
queños dedos del precoz artista déjanse caer muellemente sobre
las teclas del piano, impotentes para producir el eco que el niño
PENSAMIENTOS
No es, por cierto, de sus enemigos de quienes debe
tener miedo la sociedad, sino de sí misma.—Goncourt.
Eljtrabajo paga las deudas, la ociosidad las aumen­
ta.—Fran-klin.
I ***
El amor no tiene espíritu crítico.
Si fuéramos capaces de juzgar á las personas que
queremos ¡cuán pocas encontraríamos dignas de tal ca­
riño!
***
No se enriquece el hombre con lo que gana, sino con
lo que ahorra.
***
Merece su desgracia todo el que no sabe sacar par­
tido de ella.—Damas.
Las ideas son capitales que no producen interés
sino en manos del talento.—Rivarol.
***
Dar es amar; recibir es aprender á amar; las almas
privilegiadas aman ya, y no poco, en el mero hecho
(X) de recibir. El placer de dar y de recibir constituyen el
secreto y la vida del mundo moral.—De Gerardo.
deseara, y por eso engendran un musiquetear semiapagado, len­
to, propio para ser oido en las soñolientas noches estivales.
Da risa verlo sentado en el.piano, con esa gravedad de quien
cree sobresalir sobre todos los mortales, con ese orgullo que en
el artista nace, y que solo el artista sabe►ostentar.
... „ » »
t
El teatro no tiene un asiento vacío. Los de la casa dicen que
nunca vieron así la sala. Sobre ella pesa un ambiente de impa­
ciencia por oir al artista que produce entusiasmo. Una tras otra,
va tocando el precoz pianista sus más queridas obras, á lasque
sigue una salva de aplausos, producto de una admiración indes­
criptible. Pero el público aun espera una sorpresa mayor, está
como sobrecogido, esperando, esperando...
Y lo que esperaban llega. Lentamente empieza á oirse un
wals qne parece un arrullo de lamentos de quien sueña, que
adormece, que hace concebir la pereza de los climas tropicales,
con esa indolencia de los eternos soñadores á quienes ahoga con­
tinuamente una pena que les achica el corazón... Las teclas si­
guen produciendo esos sonidos quejumbrosos, acariciadas por los
pequeños dedos del artista, que á compás de las notas eigue so­
ñando, quizá en la gloria que le espera...
Por el teatro reina un silencio curioso; parece que nadie res­
pira, y el wals síguese oyendo, pero como un sonido lejano, co­
mo una queja que viene de lejos, que nace de lo profundo... Y así
dulce, insensiblemente, deja de oirse, desaparece allá, allá... No
se sabe dónde.
Fué una explosión de entusiasmo, un completo triunfo . . .
Hoy, ya es aquel precoz niño el artista mimado de la fortuna.
Su nombre se pronuncia con respeto por todos: Ya aquel tempe­
ramento sensible y soñador se ha vuelto fuerte y varonil; el ar­
tista mudó como todo en el mundo muda.
Y lo encontramos ahora en su despacho, rodeado de retratos
por doquier y objetos de valor, muestras todo de un cariño poco
común. Está inclinado, revolviendo papeles, buscando quizá algo
de importancia. Las manos y sus ropas se hallan cubiertas de
polvo; pero él ahonda, introduce la mano con impaciencia por
entre los papeles, con un gesto de disgusto cada vez que no
halla lo que busca. Y por fin, allá en el fondo, muy hondo,encuen­
tra un papel amarillento, lleno de polvo, comido por los años.
Lanza un grito, y rápido, se sienta al piano, y sus dedos ya
ágiles, parecen adrede entorpecerse, y su temperamento ner­
vioso desaparece... Y se oye un wals que, lentamente tocado,
parece un recuerdo de algo viejo, muy viejo, una queja del
tiempo, un lamento de su alma temprana, amarguras de quien
nace y entrevé lo que es el mundo... El artista llora conmovido
por ese recuerdo, las lágrimas corren silenciosas por su rostro;
pero sigue tocando, y si él llora, llora el recuerdo de quien vi­
niendo al mundo, lloró amarguras.
A ntonio C a ses .
Lance p e lia g u d o
(Historieta muda)
 EL NERVION

C o ñ a c u B a r b ie r ,, En la calle.
MESA REVUELTA Se acerca un viejo con aires de conquistador, á una señorita
El colmo de la distracción. y la dice:
Una señora se encuentra en la calle á una amiga suya vestida —¡Ah! ¡Sí tuviera usted la bondad de aceptar mi compañía!
de luto riguroso. — ¡Pero, hombre de Dios!... Con la edad que usted tiene ya se
FLO RES DE ALM ENDRO
( continuación ) —¿Por quién vas de luto? puede ir solito por la calle sin que á nadie le choque.
49 —He perdido á mi esposo.
Dice el hombre, cuando sale —¿Y no tenías más que ese? Cemento Portland artificial de doble cocción
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51
Duda; pero yo te advierto M e n u d e n c ia s
Un sombrero, por favor, Puso el sastre Fantasía
que es nna dicha el creer; compró Juan á Nicanor; á su puerta este letrero:
porque dudando, de cierto, le ha reclamado el dinero, Aquí se hacen con esmero
nadie feliz podrá ser. ¡y Nicanor... y el sombrero trajes á gusto del día.
52 han cambiado de color. Y una muy guasona mano
Te amo con tal frenesí, escribió debajo así:
que para mí no hay más gloria Naciste en Gracia, Gracia te pusieron; A gusto del día, sí,
que encontrarme junto á tí por graciosa en el mundo te admiraron,
ó tenerte en la memoria. y gracias á tus gracias te quisieron pero no del parroquiano.
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cha estaba que la tiré al rio y se fué á fondo. R. C A M I N A . — Especialista en las vías urinarias. Bai­ llevamos á bordo?
—Pues yo—añadió el segundo—puse ayer un termómetro jun­ lón, 9, 2." —Me paese á mí que no.
to al paisaje de las regiones polares que acabo de pintar y marcó —¿Les tendrán ustedes miedo?
enseguida veinte grados bajo cero. En el Campo de Volantín. —¡Miedo nosotros! ¡Ay qué grasia!
—Eso no es nada—replicó el tercero.—Mi retrato del marqués —Papá, cómprame un tambor. —¿Pues entonces?...
de X. está tan al vivo, que le crece la barba y tengo que afeitar­ —No, hijo mío, porque me mortificarías con el ruido. —No los mataremos por amistad particular. ¿No ve usted que
le cada dos dias. —No lo creas, papá; no lo tocaré más que cuando estés dur­ son nuestros compañeros --------- de viaje?
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