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Prólogo: sobre la libertad, su experiencia y objetivos de la charla

KU, 91
«Los objetos de conceptos cuya realidad objetiva puede ser demostrada (sea por la razón pura o por
la experiencia, y en el primer caso por datos teóricos o prácticos y en todos casos, empero, por medio
de una intuición que les corresponda) son hechos (res facti).[…] Pero, cosa muy notable,
encuéntrase incluso una idea de la razón (que en sí no es capaz de exposición alguna, y, por tanto,
tampoco de prueba alguna teórica de su posibilidad) entre los hechos, y ésta es la idea de
LIBERTAD, cuya realidad, como una especie particular de causalidad (cuyo concepto sería
trascendente en el sentido teórico) se deja exponer por leyes prácticas de la razón pura, y, conforme a
ellas, en acciones reales; por tanto, en la experiencia. Es la única idea, entre todas las de la razón, cuyo
objeto es un hecho y debe ser contado entre los scibilia [lo cognoscible].»

-Kant nos dice aquí que tenemos experiencia de la libertad, que es un hecho. El concepto de libertad es un
concepto puro de la razón, trascendente para la filosofía teórica (y, por tanto, no puede dársele ejemplo en la
experiencia).
-Los conceptos puros o ideas son conceptos de la totalidad de las condiciones para un condicionado que está
dado, o sea, son conceptos de lo incondicionado. Su necesidad se basa en que les dan unidad a los conceptos
del entendimiento (son como las “categorías” para la razón) y sobrepasan la posibilidad de la experiencia.
Son las ideas de Mundo, Alma y Dios. Dentro de estas, Kant se ocupa de la libertad dentro de las ideas
cosmológicas, referidas al “mundo como totalidad”. En su sentido estricto, la libertad trascendental es la
causalidad incondicionada empíricamente, una causalidad independiente de otras causas fenoménicas,
responde a la espontaneidad absoluta e incondicional que la razón busca en la síntesis regresiva de las causas.
-Esta es la definición negativa de libertad, desarrollada en la tercera Antinomia. Su definición positiva, como
facultad de determinarse a uno mismo, es la llamada libertad práctica (causalidad de la razón determinando la
voluntad) y se expone en los textos llamados prácticos, como la KpV, la Fundamentación o La religión. En
cualquiera de ambos casos no entramos en el terreno de lo cognoscible, bien sea porque dentro de la KrV
estamos hablando de “ideas” (y las ideas no proporcionan conocimiento, sobrepasan la experiencia) o del uso
práctico de la razón, separado del uso teórico, de la experiencia o conocimiento. ¿Cómo es posible, pues, que
tengamos experiencia de la libertad?
—>Una vía posible de respuesta a esta cuestión es mostrar la unidad necesaria entre el discurso cognoscitivo
y el discurso práctico (pues “sensible” e “inteligible” son respectos y sólo en su diferencia y relación el uno con
el otro reciben sentido y se sostienen) cuestión que podemos rastrear en Prolegómenos, IV, resolución de la
tercera antinomia, KpV, V, 48, introducción a la KU o cuando en los textos póstumos se habla de la
“actualidad de la existencia” (XXI, 411) o de la unión necesaria de Dios, el mundo y los habitantes del
mundo dentro del “Sistema de filosofía trascendental en tres secciones”. No es a lo que nos vamos a dedicar
aquí. Vamos a analizar dos casos en los que, dentro de nuestra vida sensible, la libertad comparece, y a buscar
la sintonía entre ambas.
—>Estos casos son dos: el sentimiento de respeto y la experiencia de lo sublime. El objetivo de esta ponencia
será mostrar la relación que existe entre lo sublime y el sentimiento del respeto en la obra de Kant.
-->Esto es interesante porque:

1. Son dos “experiencias” de la libertad.


2. Permite comprender mejor el sentimiento de lo sublime, que el propio Kant califica como “oscuro”
y que es una de las partes menos estudiadas de la Crítica del Juicio y de la obra kantiana en general
3. En un desarrollo posterior de la tesis se tratará de mostrar que lo sublime es un “lugar de paso” que
permite el tránsito de lo sensible a lo inteligible y como lugar de manifestación de la libertad en el
mundo
4. Caracterizar el sentimiento de respeto en su relación con la experiencia de lo sublime también
permite comprender mejor el llamado “formalismo ético” o “rigorismo moral kantiano”;
asumiendo un sentido distinto y preparándose para contestar a algunas objeciones que tendrá la
ética kantiana durante su tiempo o posteriormente.
5. Por último esto permitirá, también, en un desarrollo posterior de la tesis, contrastar algunos
pronunciamientos de la filosofía contemporánea sobre la ética de las imágenes relativa a su
sublimidad, la función del arte en relación a la polí­tica o a la ética o poner a la vez límites y
fundamentos a la idea de una educación estética

-Precisamente vamos a comenzar desde una objeción comúnmente planteada a Kant cercana al proyecto de
una educación estética, que es la que le hace Schiller en Sobre la gracia y la dignidad (y ya con esto entramos
en el análisis del sentimiento de respeto).
Sobre el respeto. Problema y lugar
Lugar común: el sentimiento es totalmente excluido de la moralidad en Kant, no es relevante su papel en la
“vivencia moral”, y que de hecho esa es su gran virtud respecto a los moralistas ingleses, relegando el papel
del sentimiento a algo “patológico”. A esto parece conducir los dos primeros capítulos de la Analítica de la
razón pura práctica, véase, como determinación negativa, cuando por ejemplo Kant señala la diferencia entre
lo bueno y lo agradable y cómo «el filósofo que pone como fundamento de su dictamen práctico un
sentimiento de placer denominaría bueno a lo que supone un medio para lo agradable, y malo a lo que
constituye una causa de inconvenientes o dolor» (KpV, Ak. 58), lo cuál asimilaría a lo bueno con lo útil; o al
análisis de la “buena voluntad” con el que se abre la Fundamentación de la metafísica de las costumbres. En
general, la caracterización que se hace de la voluntad es que es libre, negativamente hablando, cuando es
independiente de factores heterónomos, sean estos empíricos (como si la vergüenza o el miedo son aquello
que nos hace obrar moralmente o si nos movemos por nuestros deseos más oscuros y obramos contra el
deber) o racionales (la perfección de Dios, el miedo al castigo divino, etc):
-«Los principios empíricos no sirven en modo alguno para fundamentar sobre ellos leyes morales, pues esa
universalidad con que las leyes deben valer para todos los seres racionales sin distinción, esa necesidad
práctica incondicionada que por ello se les impone queda suprimida cuando su fundamento es tomado de la
peculiar organización de la naturaleza humana o de las contingentes circunstancias en que se ve emplazada.
[y luego dice que la felicidad propia, el egoísmo, es lo más reprobable, y luego continúa con el de perfección]
» (Ak. IV, 442, GMS, “División de todos los principios de la moralidad a partir del concepto de
heteronomía”)
-Nada ajeno a la ley moral, que encontramos en el análisis de la buena voluntad, es un fundamento válido
para la acción. Esto excluye principalmente al sentimiento pero también a cualquier idea racional de
perfección o mística religiosa, calificándolos ambos como patológicos. Una voluntad está patológicamente
determinada cuando sus actos dependen del impulso sensible (aunque luego volveremos a esto).
-Muchas veces la recepción que se hace de esto es que se trata de una “dureza impuesta sobre las
circunstancias”, un embite necesario contra el materialismo empirista dominante o una revolución necesaria
sobre las teorías del sentimiento moral del XVIII inglés. Es la lectura que hace por ejemplo Schiller en Sobre
la gracia y la dignidad1 (aunque es solidario con Kant), en el que propone que son necesarios elementos de
“gracia” para conciliar la acción humana, más allá de la frialdad objetiva de la ley moral «El hombre no sólo
puede, sino que debe, enlazar el placer al deber; debe obedecer alegremente a su razón», la moral en sí misma
debe ser objeto de inclinación, y esta gracia es lo que permitirá reconciliar al ser humano consigo mismo».
Otras críticas a Kant menos amables también lo acusan de falta de mediación entre lo racional y lo sensible,
negando la capacidad del imperativo categórico para adecuarse a las decisiones morales fácticas, por lo cual el

1
Basado en el comentario de González Hernández, L.A. “El sentimiento y la razón. La crítica de
Schiller a la moral kantiana”, en Revista Laguna, 27 (noviembre 2010, Universidad de La Laguna),
pp. 35-41.
imperativo categórico «o no significa nada o significa cualquier cosa», como si se tratase de una mera pirueta
lógica. Sin embargo, en el tercer capítulo de la Analítica de la razón pura práctica aparece algo que parece
contravenir esta visión “fría y descarnada” de la vivencia moral, y es que la ley moral por sí misma causa un
sentimiento, y vamos a ver por qué.
1. Sobre el respeto. Análisis fenomenológico del sentimiento de respeto
En el tercer capítulo se nos habla del respeto: el respeto es un sentimiento que se origina en la razón práctica,
un sentimiento moral (el único que hay). Se trata de una receptividad del ánimo que se basa sólo en la
conciencia de la concordancia entre nuestras acciones o el deber. Este sentimiento comparece siempre que lo
hace la ley moral.
-->Decíamos antes que los sentimientos (Lust/Unlust) son tratados como elementos heterónomos a
depurar en la ética kantiana, que, en el caso de los sentimientos no-morales (todos los demás) son más bien
un obstáculo para la libertad que algo que la fomenta. Además de caracterizar este sentimiento tenemos que
preguntarnos: ¿por qué incluimos el sentimiento de respeto hacia la ley y en qué medida determina la acción
moral? ¿Cuál es su función dentro de la analítica? Mi tesis es que esta es una forma que Kant tiene de
mostrar cómo la ley moral se hace práctica o cómo es posible que, de hecho, la libertad se dé en el mundo.
-->El sentimiento de respeto es un sentimiento moral que comparece a la vez que la ley moral, de forma
inmediata. No es causa de la ley moral, sino que es suscitado por ella. No puede no sentirse, es inmediato.
Es el motor de la acción, el motivo sentido, el principio subjetivo del obrar (frente a la objetividad de la ley
moral).
-->A diferencia del resto de los sentimientos, el del respeto no es algo patológico (esto es: no depende de la
sensibilidad, sino que lo ocasiona ). Una voluntad está patológicamente determinada cuando sus operaciones
dependen del impulso sensible, cuando lo que la determina es el apetito. También es patológico el efecto de la
ley moral cuando conlleva disgusto en su cumplimiento, por la frustración que acarrea. Esto reposa en la
distinción entre obrar conforme al deber o por deber (la voluntad también está patológicamente determinada
cuando actúa conforme al deber con frustración, pues la máxima subjetiva no se alinea con el respeto).
-->El espacio para que exista una voluntad no determinada patológicamente se gana en la Dialéctica de la
Crítica de la Razón Pura. Allí, Kant conquista el espacio de la libertad trascendental --que es la que luego
dará lugar a la libertad práctica, y que tiene un carácter negativo--, pues permite que exista una causa ajena a
la posibilidad de comenzar un efecto o una serie de fenómenos sin que la causa de esta sucesión tenga en sí
misma otra en el orden del fenómeno. Sin esta definición negativa de la libertad no podría sustentarse la
libertad práctica, que llena este espacio con la ley moral, y por tanto toda determinación de la voluntad sería
patológica.
-->Así, en la solución a la tercera antinomia se dice: «en su sentido práctico, la libertad es la independencia
de la voluntad respecto a la imposición de los impulsos de la sensibilidad. Una voluntad es sensible en la
medida en que se halla patológicamente afectada por móviles de la sensibilidad. La voluntad humana es
arbitrio sensitiva, pero no brutum, sino liberum, ya que la sensibilidad no determina su acción de modo
necesario, sino que el hombre goza de la capacidad de determinase espontáneamente a sí mismo con
independencia de la imposición de impulsos sensitivos.» (KrV B 562) Si toda causalidad que hay en el
mundo sensible fuese mera naturaleza, todo acontecimiento estaría temporalmente determinado por otro
según leyes naturales y toda voluntad estaría patológicamente determinada (por algo empírico)
—>El problema de la libertad (y el del respeto) en Kant nunca es una cuestión psicológica “el problema no es
fisiológico, sino trascendental. De ahí que la cuestión sobre la posibilidad de la libertad afecte a la psicología
pero, teniendo en cuenta que se basa en los argumentos dialécticos de la mera razón pura, es exclusivamente
la filosofía trascendental la que ha de ocuparse de ella y de su solución (…) Si los fenómenos fuesen cosas en sí
mismas y espacio y tiempo fueran, consiguientemente, formas de existencia de las cosas en sí mismas,
entonces las condiciones y lo condicionado serían siempre miembros pertenecientes a una misma serie”
(B563)—> y por tanto toda voluntad sería patológica. Pero afirmamos que hay algo más, cuya positividad se
llena por la existencia de una ley moral pura y autónoma que además es sentida y no sólo pensada.
—>En el tercer capítulo de la Analítica (Ak, V, 74-75, móviles): «en cuanto entes sensibles nuestra
capacidad se halla constituida de tal manera que la materia de la capacidad desiderativa (objetos de la
inclinación, ya sea de la esperanza o del miedo) se impone primero, y nuestro yo patológicamente
determinable aún cuando sea totalmente incapaz de forjar una legislación universal a merced a sus máximas,
pretende hacer valer de antemano nuestras pretensiones como primordiales u originarias, como si se
constituyera íntegramente nuestro yo».
-->Hay que aclarar que no se trata de que los sentimientos sean patológicos y la razón nunca la sea: aunque
pareciera que todas las inclinaciones sensibles son siempre egoístas (solipsistas) y llevan a la satisfacción de la
felicidad propia, el egoísmo también puede ser comprendido de forma racional (siguiendo un imperativo de
prudencia). No se trata de que una voluntad está patológicamente determinada cuando no hay racionalidad,
depende de su móvil y que “sentimiento” sea siempre sinónimo de “hipotético”: hay un sentimiento que es
en sí mismo un sentimiento moral.
-->¿Por qué es el “respeto” un móvil válido para la ley moral? Otros sentimientos presuntamente morales,
como el amor al prójimo, son desechados. Ahora vamos a ver su diferencia.
—>El respeto es el “sentimiento” que origina la razón práctica y significa
1) Conciencia de una subordinación de la moral bajo la ley y reconocimiento de que debe estarlo. Es el móvil
subjetivo de la determinación del apetito por la ley, pero no es un móvil distinto a la ley (si no, sería
hipotético). No es el fundamento de la ley moral (si lo sientes, encuentras la ley moral) sino que es posterior
pero, a la par es un sentimiento a priori. Que el sentimiento de respeto sea el aspecto subjetivo frente a la
objetividad de la ley no implica que sea un sentimiento empírico como los demás: si no se tratase de un
sentimiento a priori entraríamos en un sistema moral heterónomo. En la redacción del capítulo a veces
parece que el triebfeder es el respeto como algo subjetivo mientras que lo objetivo es la ley moral, pero en
otras que la ley moral es el mismo triebfeder. Esto se debe a que es la ley moral la que se hace práctica.
-->Cuando hablamos de respeto no hablamos de algo mecánico (se produce respeto-se obra bien), sino de la
susceptibilidad a obrar por la ley moral, a la mera posibilidad de hacerlo.
-->En cualquier caso, Kant es consciente de que los seres humanos no realizan la ley por su mera existencia
(necesitan algo que los mueva). Los sentimientos cumplen esa función en otro tipo de imperativos (el mover
a la voluntad en su búsqueda del placer y la evitación del dolor).
-->La existencia del respeto sólo puede ser pensada en seres a la vez racionales y finitos (un ser totalmente
racional no tendría o necesitaría de sentimientos, y un ser sin voluntad racional no puede sentir respeto). El
problema que resuelve el sentimiento de respeto es averiguar cómo se manifiesta, para un ser finito, la
determinación a priori de mi voluntad.
2) No es un sentido moral, en el sentido de una indicación de la acción (o sea, un sentir que fundamenta la
acción moral o que nos lleva a reconocer la ley, como tener frío nos hace darnos cuenta de que tenemos que
ponernos un abrigo -y si no tengo frío, no me lo pongo-). El sentimiento de respeto es inseparable a la ley
moral, sólo es una forma de ver cómo ésta se hace práctica. Cumpliría a nivel práctico un papel similar a la
intuición pura dentro del discurso de la razón teórica y, en todo caso, explica la acción moral a posteriori: «si
para Aristóteles la Teología se ocupa de lo que sucede “siempre” y la Física se ocupa de lo que sucede la
mayoría de las veces, bien podría decirse que para Kant la Moral se ocupa de lo que la mayoría de las veces no
sucede y sin embargo, cuando sucede y en la medida en que sucede, no sucede por accidente.» No es algo
mecánico (si sientes respeto cumples, todos sentimos respeto, ergo se cumple) y de hecho la mayoría de las
veces no sucede.
-->Actuar por respeto a la ley es lo que nos permite dirimir entre las acciones conformes al deber y las que
suceden por deber. El respeto es el único motor válido de la acción moral, y tiene que existir porque si no no
sabríamos por qué obramos moralmente (componente “sentimental” y a la vez a priori)
3) El respeto no es un sentimiento ni de placer ni de dolor, es un sentimiento mixto. Primero resulta
doloroso (pues me humilla en mi inclinación sensible, rompe mi egoísmo) pero luego me descubre mi
propia dignidad.
→El egoísmo puede darse de dos formas (sigo a Heidegger en Los conceptos fundamentales): como amor a
uno mismo o como arrogancia o satisfacción consigo mismo. La ley moral, en la forma del respeto, destruye
a este último (pues la derrota en su arrogancia o autosatisfacción) y debilita el egoísmo (no hace que
desaparezca el deseo de felicidad o de conservación, sólo hace que se “ponga en perspectiva” con la ley moral
--si merezco la felicidad, la felicidad es para cualquiera) «Todas las inclinaciones sensibles cuyo quebranto
courre, son las inclinaciones en el sentido del amor propio y de la presunción. La ley moral derriba la
presunción, pero, como esa ley, sin embargo, es en sí algo positivo, a saber, la forma de una causalidad
intelectual --es decir, la libertad-- resulta que, al debilitar la presunción, oponiéndose a la resistencia
subjetiva, es al mismo tiempo un objeto de respeto, y al derrotarlas completamente, es decir, humillándolas, es
un objeto de sumo respeto y por tanto también el fundamento de un sentimiento positivo, que no es
empírico y es conocido a priori.”
-->Además, hay una restauración positiva de este sentimiento: “El sentimiento moral, en tanto que respeto
ante la ley, no es más que el ser responsable el yo respecto de sí mismo y para sí mismo. Este sentimiento
moral es un modo peculiar en el que el yo se comprende a sí mismo directamente como yo, puro y libre de
toda determinación sensorial” (Los problemas fundamentales de la fenomenología)”
4) El respeto sólo lo ocasiona la ley moral en sus distintas formulaciones. Por supuesto que sentimos
respeto por los otros o por nosotros mismos en tanto que tienen personalidad moral (2ª formulación IC)
pero sentir respeto por un objeto, una actitud o unos actos concretos sólo es una forma de subrepción.
Veremos que también sucede lo mismo en la cuestión sublime. Ejemplo de la persona muy moral. “El
deber significa que una acción es necesaria por respeto hacia la ley. Hacia el objeto, como efecto de mi acción
proyectada, puedo tener ciertamente inclinación, mas nunca respeto, precisamente por ser un mero efecto y
no la tarea de una voluntad. Igualmente a una inclinación en general, ya sea mía o de cualquier otro, no
puedo tenerle respeto; a lo sumo puedo aprobarla en el primer caso y a veces incluso amarla en el segundo, al
considerarla como favorable a mi propio provecho. Sólo aquello que se vincule con mi voluntad
simplemente como fundamento, pero nunca como efecto (…) puede ser objeto de respeto (Ak. IV, 400)
5) El respeto por la ley moral, como revelará su análisis, no es otra cosa que respeto por nosotros mismos
-->Todo sentimiento posee una estructura dual. Por una parte es un objeto el que nos hace sentir algo y por
tanto todo sentimiento se refiere a algo fuera de sí. Por otra parte va acompañado, inseparablemente, de un
sentirse a sí mismo. En este tercer capítulo de la Analítica Kant analiza esta estructura doble: el sentimiento
de respeto, como venimos diciendo, está ocasionado por la ley moral de forma inseparable y, como hemos
dicho, aquel que siente respeto es un ser que no es ni puramente racional (una voluntad divina o infinita no
necesita motores) ni un ser empírico sin voluntad (pues no puede recibir la ley moral). Sin embargo, cuando
siento respeto también me siento a mí mismo y, como comentábamos, el primer sentimiento es negativo (de
humillación o rechazo). Lo que se rechaza aquí es toda inclinación sensible, tomándome a mí mismo, para
esta circunstancia como una unidad absoluta en tanto que fenómeno (Apéndice crítico). Sin embargo
enseguida emerge un sentimiento positivo de esta humillación o este rechazo doloroso: me descubro, al ser
capaz de sentir respeto, como un ser capaz de estar sujeto a una causalidad intelectual, por la que, a pesar de
ser finito, puedo atenerme a una legislación diferente a la del orden de los fenómenos, revelándose aquí mi
personalidad moral.
-->Volviendo al inicio, el hecho de que sienta un sentimiento tal es lo que me permite cambiar mi máxima de
tal forma que, siguiendo al respeto como motor subjetivo, puedo hacer efectiva la libertad en el mundo.
Precisamente el darme cuenta de mi agencia (que es un término horrible, pero bueno) se revela la dignidad
de mi propio ser, más allá de la contingencia empírica. Se revela que mi motor puede ser algo distinto al
egoísmo, como ser responsable de mí mismo y capaz de libertad (el IC es la ratio cognoscendi de la libertad,
pero la libertad es la esencia del mismo).
-->Mi personalidad moral es aquello que me define, además de como un ser finito y racional, como un ser
responsable al que se le pueden imputar acciones. Al someterme a mí misma a la ley, me someto como razón
pura y a la vez me enaltezco como libre, como ser que se determina a sí mismo: «me doy a mí mismo como
ser libre»
-->No debe pensarse aquí en una relación despótica (pues la ley me la doy a mí misma, es una autoafección
pura de mí sobre mí pues aunque la razón pura me done la ley moral, es el sujeto de la razón pura práctica su
legislador (KpV, 75)). Lo que de hecho aquí encuentra Heidegger es el “ser por mor de sí mismo”.
2. Sobre lo sublime. Problema y lugar
-->El análisis kantiano de lo sublime se da dentro de la Crítica del Juicio, entre los parágrafos 23 a 29. En ellos
Kant se hace cargo de un discurso que parte de Longino pero que otros contemporáneos suyos habían
desarrollado (Dennis, Addison, Hutcheson, Burke). Se suele decir que Kant parte de Burke en su
conceptualización pero esto no está tan claro, aunque aquí no vamos a ocuparnos de esto. También algunos
lectores han surgerido que la Analítica de lo sublime está redactada con posterioridad a la de lo bello y que
por ello no se le aplican algunas distinciones que sí que se le aplican a lo bello, como la de belleza
libre/independiente, su interés empírico intelectual, etcétera. Aquí no vamos a ocuparnos de eso tampoco,
ni tampoco de una caracterización amplia del juicio reflexionante (aquellos que deben subsumir un objeto
bajo un concepto que no está dado, que van de lo particular a lo universal, la validez de estos juicios es sólo
subjetiva y su universalidad sólo análoga a la lógica).
→ El juicio estético de lo bello se define en la KU por cuatro momentos: «El gusto es la facultad de juzgar de
un objeto o de una representación, por medio de una satisfacción desnuda de todo interés» (3); «agrada
universalmente sin concepto» (9), «la belleza es la forma de la finalidad del objeto, en tanto que la
percibimos como representación del fin (sin que haya fin)» (17) y «y lo bello se conoce sin concepto como
objeto de una satisfacción necesaria.» (22). En el parágrafo 59 Kant establece que lo bello funciona como
símbolo de la moral. El símbolo, en contraposición al esquema, es un instrumento del entendimiento para
conocer algo de forma indirecta, por analogía con ciertas intuiciones (pues el concepto es vacío si no tiene
una intuición que le corresponda, y el símbolo en estos casos ofrece una representación intuitiva analógica,
lo cuál proporciona un conocimiento indirecto o simbólico.
-->Así, parágrafo 59 1. Lo bello gusta inmediatamente (pero sólo en la intuición reflexionante, no en el concepto como la
moralidad). 2. Gusta sin interés alguno (el bien moral está ligado necesariamente con un interés, pero no con uno que preceda al
juicio sobre la satisfacción, sino con uno primeramente producido por él). 3. La libertad de la imaginación (así pues, de la
sensibilidad de nuestra capacidad) se representa en el enjuiciamiento de lo bello como concordante con la legalidad del
entendimiento (en el juicio moral la libertad de la voluntad se piensa como coincidencia de esta última consigo misma según leyes
universales de razón). 4. El principio subjetivo de enjuiciamiento de lo bello se representa como universal, esto es, como válido para
todo el mundo, pero no como cognoscible mediante concepto universal alguno […]
-->Precisamente por este simbolismo analógico podemos tomar un interés en lo bello aunque el juicio en sí
de lo bello sea desinteresado: lo bello nos interesa no sólo como como símbolo de la moral, sino como el
faktum de una universal y necesaria adecuación de lo sensible al objeto, pero el objeto bello en sí no nos
importa, tomantdo en este segundo caso “interés” en el sentido de “existencia” fáctica del objeto, o su
posesión.
-->El juicio de lo sublime, no me voy a extender, es el de las grandes montañas, las fuerzas que nos
sobrepasan, la tormenta, etc. Algunos teóricos encuentran en Kant aquel que permite el paso teórico que
permitirá un desarrollo estético más ligado al caos, lo informe, lo irracional, lo romántico, lo siniestro, etc.
No nos vamos a dedicar a eso, un texto que expone esta cuestión de forma muy sencilla es Lo bello y lo
siniestro (Trías).
→ ¿En qué se parece lo sublime a lo bello y en qué se diferencia?
a) Se juzga por medio de juicios de gusto puros relativos a principios subjetivos
b) Podemos aplicarle los cuatro momentos del juicio de gusto si estiramos un poco (libertad, validez
universal, desinterés e inmediatez del placer): lo sublime nos enseña a estimar lo contrario al interés
sensorial al revelarse la imaginación como inadecuada (y así se expone y revela la libertad humana);
el juicio sublime es subjetivo pero no privado, sino universal para todo ser racional finito (y permite
la comunicabilidad: de hecho tendemos a considerar “sublimes” las mismas cosas y reconocemos ese
sentimiento); el desinterés y la distancia son esenciales para que la experiencia de lo sublime se dé; y
el conflicto entre nuestra imaginación y las ideas de la razón me llevan a descubrir mi propia
dignidad, lo cuál satisface necesaria e inmediatamente. (aunque la descripción de lo sublime
respecto a la tabla de juicios se hace desde otra división, que a su vez divide el trabajo entre sublime
matemático y dinámico)
→ Y se diferencian:
3. En el tipo de objetos o eventos que los permiten. El objeto bello descansa en la forma teleológica del
objeto, que concuerda con nuestras facultades, fomenta la vida y el orden; lo sublime se da con
objetos informes o sin medida, de tal forma que sus objetos no son conformes a un fin y no expresan
una adecuación del objeto para nuestro juicio (tema de lo Unform).
4. Lo bello se asocia con la representación armónica, lo sublime con lo (en cierto modo)
irrepresentable. El juicio de lo bello tiene una correspondencia objetiva (y por eso es necesaria su
deducción, que lo sublime no tiene), mientras que el juicio de lo sublime nos lleva a una
“imaginación sin imágenes” o a una “fenomenología de la nada”. Es una imaginación que no puede
dar nada que ver, pues en lo sublime ésta encuentra su máximo. En lo bello encontramos analogía y
concordancia, asombro por la forma. En lo sublime un asombro por la magnitud (un pasado
trascendental de la imaginación que ensancha nuestra relación con el mundo). Lo sublime es
contrario a la finalidad, violento para nuestra capacidad de representar (pues choca con la idea de
todo). Lleva a la imaginación a un sentimiento de impotencia para presentar la idea del Todo.
5. Aunque lo estético y lo moral están separados (heautonomía frente a autonomía) hay una conexión
simbólica entre belleza y moralidad. La relación entre sublimidad y moralidad, en cambio, nos lleva
a «a abandonar la sensibilidad y a ocupar(nos) con ideas que contienen una finalidad más elevada».
Ahora vamos a ver qué tiene en común este último punto con el respeto.
Nota: La relación entre respeto y sublimidad, además de ser obvia, aparece dibujada por el propio Kant (no
es algo propio, en la Fundamentación ya caracteriza al respeto como un sentimiento moral con una
predisposición de ánimo sublime). Esto, aunque tampoco cabe desarrollarlo, marca una diferencia con el
Kant precrítico, que no separa de forma clara estética y moral y que además vincula la sublimidad con el
ánimo melancólico (en el Kant crítico, diría yo, si tenemos que vincular con una predisposición del ánimo a
lo sublime, esta sería el entusiasmo).
6. Sobre lo sublime. Análisis fenomenológico del sentimiento sublime
«Sublime es aquello que, sólo por poder ser pensado, hace patente una capacidad del ánimo que sobrepasa
cualquier patrón de medida de los sentidos» (Ak. V, 250)
Vamos a hacer el análisis de lo sublime siguiendo los ejes temáticos que hemos planteado en el del respeto
a) La insuficiencia de la razón lleva al descubrimiento de la destinación moral. Descripción
—>Lo sublime tiene que ver con lo ilimitado/informe, y en este sentido está emparentado con la razón.
—>Belleza: ligado al juego o el impulso de juego (de ahí proviene su placer). El placer de lo sublime es mixto
(negativo, vinculado con un sentimiento de admiración.
—>24: mismos caracteres.
—>Sublime matemático y dinámico. Cada vez que nos es dado un objeto que se escapa a nuestra capacidad
de limitar, que no podemos agrupar en una totalidad consistente y clara, sentimos lo asumible, ya sea por
extensión (matemático) o por su poder (dinámico). La imaginación fracasa tratando de proporcionar un
esquema y no podemos aprehenderlo en una representación. La magnitud o el poder del “objeto sublime”
no tiene medida, no se alcanza por un juicio teórico de cantidad: es sólo idéntica a sí misma.
—>Sin embargo no hay nada en la naturaleza que, siendo objeto de los sentidos, pueda ser considerado
sublime (por los límites a las magnitudes infinitas puestos en la KrV), pero ciertas representaciones en la
naturaleza lo despiertan, ¿por qué?
—>Cita: “En nuestra imaginación reside una tendencia a la progresión hacia lo infinito, y en nuestra razón,
una pretensión de absoluta totalidad como idea real, esa misma inadecuación de nuestra facultad de
estimación de magnitudes de las cosas del mundo sensorial para esta idea es lo que despierta el sentimiento
de una facultad suprasensible en nosotros; y es el uso que de modo natural hace la facultad de juzgar de
ciertos objetos en pro del último (sentimiento) y no, en cambio, el objeto de los sentidos, lo que es
absolutamente grande, y ante él, todo otro uso es pequeño. Por lo tanto, ha de ser llamado sublime el temple
del ánimo debido a una cierta representación que da que hacer a la facultad de juzgar reflexionante, y no el
objeto (Kant, 1991:164).
—>La imaginación alcanza un maximum cuando experimenta su incapacidad de proporcionar un esquema o una representación
unitaria. Al intentar ensancharse, dado su fracaso (que es desagradable, humillante para ella) el sujeto llega a un placer que, si bien es
La armonía entre imaginación y razón que da por resultado el
estético, es distinto al provocado por lo bello.
displacer-placer de lo sublime se da por antagonismo. La cualidad del sentimiento de lo sublime reside en ser
un sentimiento de displacer acerca de la facultad de juzgar estética, que -por su limitación-, descubre la
conciencia de una potencia ilimitada en el sujeto mismo, provocando placer. De lo que se desprende que ese
placer, "solo por medio de un displacer es posible" (CJ/A102).
—“>Para poder siquiera pensar el infinito dado sin contradicción se requiere de una facultad en el ánimo
humano que sea ella misma suprasensible" (Kant, 1991:168). Cuando la imaginación encuentra sus límites,
al tratar de comprender algo que no alcanza, prueba el destino del humano. El sentimiento de lo sublime hace
intuible o presentable la superioridad de la razón (y su ley) respecto a la sensibilidad.
—>Este sentimiento se emparentó con el respeto en el encuentro de nuestra propia destinación
suprasensible (y esto nos produce placer).
—>Aunque el desinterés o la distancia estética es preciso para sentir lo sublime (no hablamos de algo enorme
que se nos viene encima y desciframos, ni tampoco de un grandísimo obstáculo que vencemos, en lo
matemático y dinámico respectivamente) esto no debe caer en la explicación psicológica. Esto es lo que
diferencia a Kant de sus predecesores ingleses (como a Burke, al que critica al final) tratando lo sublime como
una versión del instinto de conservación (que es lo que genera temor o dolor). Lo sublime tampoco puede ser
producto de algo ajeno que nos pone lo divino ante nosotros y el “sagrado terror que acarrea” como de
hecho sucede en los textos de otros autores “precríticos”, véase Mendelssohn (lo divino como el más sublime
conocimiento aprehensible por la percepción humana, liga lo perfecto, la virtud y lo sublime)
-->El juicio de lo sublime, por implicar un sentimiento, conlleva emotividad y a la vez una personalidad
moral, así que sólo tiene sentido pensarlo en seres racionales finitos.
b) El sentimiento de lo sublime no proporciona ni conocimiento teórico ni dirección o sentido
moral
-->El juicio de lo sublime no es ni conclusión lógica, tampoco es un veredicto sobre la cualidad de algo, ni un
juicio sobre el arte. De hecho Kant señala que lo relativo a la sociabilidad no es sublime propiamente, ese sería
el “uso lato” del término
Ámbito de la heautonomía: «un juicio puro sobre lo sublime no ha de tener como fundamento de
determinación absolutamente ningún fin del objeto, sí debe ser estético y no confundirse con ningún juicio
del entendimiento o de la razón» (Ak. V, 253) El ámbito de la heautonomía es por el cual la facultad de
juzgar se da una regla a sí misma. La facultad de juzgar no da leyes a la naturaleza ni a la libertad sino que
reflexiona sobre objetos particulares dados para enunciar condiciones subjetivas a priori. Para su propio uso
presupone que todo lo que según nuestro entender se nos presenta contingente en lo empírico posee sin embargo
una unidad según leues. No es una ley objetiva, sino subjetiva de la facultad de juzgar. es el siguiente:
-->Estética y moral están separados en el Kant crítico (no así en el precrítico). Decíamos que lo bello es
símbolo de lo moral y lo sublime es un espacio de presentación de la libertad humana, pero no son
reductibles uno a otro.
-->Tampoco es un juicio de conocimiento. Eso se ve muy bien en la diferencia del juicio matemático y el
juicio sin infinito. Estimar magnitudes por medio de números es hacer matemática y es lo que nos permite
definir “cuán grande es algo”, pero la estimación aproximativa es estética. En lo sublime nos encontramos
con objetos que no son fruto de la comparación, sino de algo “grande sin más” y sin comparación, que es el
infinito (pues comparado con él es pequeño todo lo demás). El poder pensar algo como un todo infinito
«muestra una capacidad del ánimo que sobrepasa todo patrón de medida de los sentidos» (Ak. V 254) y
«exige en el ánimo una capacidad que es ella misma suprasensible» (Id) para poder pensar sin contradicción el
infinito dado (en el encuentro son lo sublime o lo colosal), lo cual no se puede hacer con conceptos
numéricos. Infinito entendido en un sentido trascendental, como concepto racional de una cantidad cuya
medición se realiza por una síntesis sucesiva de la unidad, que nunca puede estas completa. Mediante esta
síntesis no se puede pensar una totalidad, pues el concepto de totalidad es, en este caso, el concepto de
consumación de la síntesis de las partes y esa consumación es imposible. Lleva a lo incondicionado, que no es
en sí mismo conocimiento.
c) Igualmente en lo sublime caemos en la subrepción
-->Cuando hablábamos del respeto podemos caer en considerar que una persona o un acto o incluso un
objeto (por ejemplo, de índole religiosa) es objeto de respeto, cuando Kant deja claro que lo único que es
objeto de respeto es la ley moral (y el descubrimiento de la personalidad moral). En el ámbito religioso Dios
puede ser objeto de respeto tomándolo desde un punto de vista de la teología racional, pero no cayendo en lo
que Kant denomina “clericalismo” o “ilusión religiosa” (las personas morales son fines en sí mismas, no
pueden ser medios siquiera para Dios)
-->La KU se expresa así: «el sentimiento de lo sublime en la naturaleza es de respeto por nuestra propia
determinación, respeto, empero, que mostramos ante un objeto de la naturaleza mediante una cierta
subrepción (confusión de un respeto por el objeto en lugar del respeto por la idea de humanidad en
nosotros), un objeto que, por decirlo así, nos hace intuible la superioridad de la determinación racional de
nuestras facultades cognoscitivas sobre la mayor capacidad de la sensibilidad.» (Ak. V 257).
-->La sospecha aparece en el Kant precrítico (confundir lo sublime como algo en los objetos) pero no está
desarrollada.
-->En lo sublime el objeto sublime no es la presentación de la ley moral en el mismo objeto, sino el
sentimiento que surje de la inadecuación de la imaginación a la demanda de la razón, que me lleva a
descubrir mi propia humanidad.
-->Es interesante que algunos autores (Allison, Grier) piensen o trabajen en la dirección de conectar la
subrepción de lo sublime como una modalidad de la ilusión trascendental, aunque quizá es pasarse (no hay
dialéctica de lo sublime y Kant mismo no lo hace). También algunos comentaristas, como Guyer, piensan
que incluso cayendo en la subrepción experimentamos la libertad (si bien consideramos al objeto como causa)
-->Ejemplaridad de la persona moral y fetichismo
d) Se trata de un sentimiento mixto entre dolor y placer
"una violencia que la razón ejerce sobre la imaginación solo para ampliarla a la medida de su dominio propio
(el práctico) y dejarla atisbar hacia el infinito que para ella es un abismo" (Kant, 1991:178).

e) Toda sublimidad provocada por un objeto es sublimidad por mi propia destinación moral

FINAL. Relación homóloga entre respeto/sublimidad y conclusiones

SIMILITUDES
1) Estructura positiva/negativa
2) Presuponen algo a priori, las ideas morales
3) Necesitar concreción (situación u objeto)
4) Ambos pueden caer en la subvención
5) Universal en los seres racionales
Diferencias
1) Lo sublime es desinterés del todo, no implica acción
2) Se presupone lo moral
3) El respeto se basa en la ley moral, lo sublime en ideas de la razón en general (revela que existe)
4) Lo sublime no puede ser base del sistema crítico (es colofón, no base)
5) Subrepción de lo sublime es más grande (no tan mal respetar al hombre perfecto)
Podemos caer en el error de enfatizar sólo no de ambos lados (obviando el carácter moral o negando su
especificidad a lo sublime). La interpretación correcta es que lo sublime es un juicio estético que se basa en
una predisposición moral.

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