ALEJANDRO CASTRO».
A todo eso, seguta insultandolos. Blandiendo la
terrible navaj, les gritaba que se vinieran, si eran
‘hombres; que les iba a sacar las tripas; todo lo que se
profiere en los ambientes tabernarios cuando la ira o
‘lalcoholoscurecen laraz6n deloshombres.Los otros
le coreaban desde la esquina soeces invectvas, pero
cera evidente que daban por terminada la batalla. Por
‘limo, el diminuto campeén los incre
{As les voy a hacer!
‘Tras estas palabras, alz6 el bols6n escolar para
‘ensafarse con la inocente prenda, propinindole te-
‘mendos tas, Por las heridas empezaron a sare las
cenirafas, toda la usilerfa de un alumno de primati
‘euadernds,lipices,borrador, compas. Todo fue met6-
dlicamente pisoteado, triad, desgarrado. Yestafaena
la hacfa entre un acerar de animal rabioso.
En tanto,el cicgoandaba desorientado,tanteando
l pavimento con su bastén:
“No pels, Casimiro! ~imploraba con vor latime-
ra, {Casimiro, no pel...
Casimiro ~joh extraia ironia de los nombres!
‘estaba tratando dereparar su sombrero de paja.Porfin
se decidié a encasquetirselo, tal como estaba. La tapa
se al un poco y por laabertura asomé una mecha de
Cabello que fue balancedndose como un airén.
“Vengal-le dijo al ciego, con acento protector. Le
‘tomé la mano libre y la pos6 en su hombro.
En la proxinfs puerta, con dulce vocecita, que
parecfa lade un Angel necesitado, salmodi:
“Una limosnita para el pobre ciego...
2
Casas vecinas
os casas habfan establecido una vecindad
‘especial, determinada por el sello peculiar de aquella
‘cudad que sube siempre como en busca de are respi-
rable. Una era achaparrada, tal si ubiera doblado el
cspinazo para arrebujarse en modesto chal. La otra se
cerguia con la firmeza erecta de un pequetio bastion
ue defiende comodidades burguesas. La més alia
ddominaba el lugar con aplastante predominio. Sus
‘muros asomaban sobre el patio de la vecina, viendo
con despectivo soslayo el pequefio mundo que ali se
agitaba
“Habitaban la casa grande res sefioritas protegidas
‘ensusolteriacrénicaporeldoble escudodeunaviriud,
ireprochable y un apellido use, Mas de medio siglo
twanscurria desde que la familia Landivar se estable-
‘era en la propiedad. Una abuela, el padre, la madre
yy otros moradores se fueron despidiendo del mundo
con solemnidad y en gracia de Dios. Solo quedaban
quella tres mujeres, la nifia Concha, lanifia Socorro
6[NEJANDRO GASTRON
_ylinifa Rosario, absorbidas por sus devociones aSan
Antonio de Padua, por los euidados de un patrimonio
bien saneado y por su celo para repeler las tentacio-
nes que suelen cruzarse por el camino de ls almas
pias. Por fuera, la casa era impenetrable yadusta. Por
dentro olia a tapices vejos, a sacrisia y a chocolate
‘dominguero, sorbido entre comentos sobre la degra-
daci6n de las costumbres, la confusién social de la
{poca con tanto advenedizo surgido por alli sin que
se supiera de dénde como decia la nifia Conchita-y
‘labandonoimperdonable que el pueblo hacia delos
templos.
=iNo, ya no hay f... ya no hay fe! ~repetia ania
Socorro, repasando la aguja con dulces ademanes,
‘mientras un rollzo franciscano ~cuyos pulgaresrosi-
‘eos ponian una nota alegre en la pardaalfombra- y
lun coronel mostachudo, pretendiente inconfeso,
asentian parsimoniosamente asomando los belfos so-
bre las taras humeantes
En la casa de abajo, el rio tumultuoso de la vida
sequia pasando. Las seioritas Landivar ~como las
amaban en el barrio- nunca sabian a cencia cierta
quién habitaba al lado, Los ruidos de la casa chica
legaban hasta ella en confuso rumor, como un es
amortiguado de existencias que se suceden en trope
Corriente turbia que discurria salpicando los muros
de la vivienda seporal, gente innumerable se habia
cobijadocen ta casadealquiler.Losinguilinosllegaban
y desaparecian arrastrados por el viento de la necesi-
‘dad, En Tos rincones iba quedando el sedimento de
‘esas vidas sin historia, el astro de la misera y un olor
“
CASAS VECINAS
oom musi, Tan prin eral aplacién de un ev
Pastore. tL etal ah ara i
euna ancaned demain Un dae evento de
A, camo rela de aes excursion de gente
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°[NELANORO CASTRO.
‘cas el historial menudo de los pucblos, hacian Ia
ronda en el hogar de las seiortas Landivar.
=:Cémo van de vecindari...? ~interpel6 el coro-
nel, repitiendo una pregunta queen eleirculose habia
hecho de rutina
‘Como siempre que se trataba de cosas serias, la
nia Concha tomé a su cargo la respuesta
“Mall ~sentenci6 con vor seea,cruzando con sus
hhenmanas repentinamenteserias, una mirada de atur-
dimiento.
“Han llegado dosmujeres-agreg6 lanifia Socorro,
‘con los ojos bajor~ que al parecer Tlevan una vida
‘desordenada.
Hubo una pausa inquieta. Queda, muy queda, la
cola del diablo se habia arrastrado por la alfombra.
“Habria que hacer algo... se podria intervenir...
[Noes buena la vecindad del Maligno ~sugiri el fran-
‘iscano, con acento que destlaba aricar celestial
Ta situacién quedé planteada en esos términos.
Dos golondrinas venidas de ignoto horizonte se ha
ban aposentado juntoal bastién dela vrtud que erala
casa de las sefortas Landivar. Las waia un halito de
‘pecado, eran mensajeras de lo mundano, enviadas del
aquelarre,
Los dias siguientes fueron de prueba para las tres
virgenes. En la vvienda de abajo empezaba a organi-
zane la exstench de ls nuevas moradoras. Los peo-
res presentimientos de las seioritas Landivar se vefan
‘curnplidos con exceso, Lasmujeresdelavecindad eran
lo que ellas pensaron y algo mas. Aquellos tres corazo-
nes pudibundos empezaron avivirensantohorror. Sus
“
(CASAS VECINAS
caras se pusieron tensasy en sus mejillas, palidas de
costumbre, aparecieron sibitos arreboles, cuando el
fuego de las pasiones que llameaba ahi cerca lamfa los
‘tes pechos contritos,
"Nunca las convenienctas se vieron peor tratadas.
Nunca el vicio se arrastr6 tan cerca del pudor. Los
‘dos at6nitos de ls res céibes recogfan toda suerte
de ecos inauditos. Riss estridentes. Chocar de crsta-
les. Voces entrecortadas por ardor culpable. Murmu-
Ilgs sordos del hombre que sinsinia. Yde cuando en.
‘cuando negativas fementidas:“Déjeme usted... DE
Jeme usted..." dichas por una mujer que est punto
‘de entregarse. Cuanto mas capitoso era el vaho carnal
‘que ascendia de abajo, arriba se muliplicaban las pre-
es, crujian los rosarios bajo el apreton dela fe teme-
08a, se despabilaban las velas del altar, Sobre todo la
nifiaRosario,lamenor delashermanas,dabamuestras
{de lamayor turbacin. Tal vez por mas piadosa, tal vez
‘porque en ss corazén aleteaban todavia dulees uefos
‘primaverales, que no agotaron nila vida claustral nel
peso agobiante del escapulario. En sus noches de vir
‘gen desamparaa sofiaba que algo fascinador y teri-
bie Ia ceafa toda, sorbiéndole con el aliento la vida
Despertaba en sobresalto. Oraba, apretando una me-
dalla contra sus senos clidos.
“La Providencia ha querido poner frente a noso-
rasese cuadro de perdicion. Ella tapbién proveerdel
remedio, Hay que soportar esto con paciencia cristia-
Los ojos de la nifta Concha despedian sombrioful-
‘gor, cual los de un predicante que abomina de la ear-
”ALEIANORO CASTRO
ne. Corazén enjuto, frio mirmol donde nunca se
‘enredara la hiedra de una caricia, quel repentino
‘estllide de pasiones atroces, a la puerta misma de su
castorefugio, conmovia hondos repliegues desu sr.
Ella no podia aspirar al amor, pero la yordgine del
pecado atraia sus miradas fascinadas, arrastraba su
couriosidad entre un heladoestremecimiento detemor
religios..
Ciera coms se hacen sn preva calficaciin des
Iimportancia moral. Sehacen,yesoestodo, Asani
Rouaric habia tomado la costumbre de expiar la casa
vecina. En la pared divisoria encont6 un parapeto
hecho ala medida de ss propéitos. Pobre coraxin
eridoporlgelido opi de sbsracionesteologicss,
fos ojor se dlaaban expantados cuando ocasional:
mente desflaba ante ells la procesn biquica dl
pacer desenfrenado. Eta acechanea furtive termin
Por alterar sus nervios. Expiaba su corosdad con el
Scio de una vied sombray clamaba al clo descr
Deradamenteporaquel desperarrepentinoy bral
Econciencia dela came. En la noche, sential vbr
clin de cada vno de los poros de au pel y hubira
‘exeado entonces que una mano nerds y cruel
mmalratara hasta la muerte.
‘Unanocheellatigaro cmocional fue superioraaus
fuerza. Elaie exhalaba un densa olor vida, Bogan
doen aquelaatriafers lar, veteada de mistromas
fragancias mimido el everpo ent dulce sopor que lo
immer cud transita por Elunlicordeanainesera
mis punzante que nunca la angus de exar 10.
"
(CASAS VECAUAS
Abajo, ls fauces del pecado se desartculaban en la
‘miveca del goce exasperado. Un libertino elegante
sentaba sobre sus piemas a una de las cortesanas, Con
‘un brazo le rodeaba el tlle. Sus dedos crispados
alcanzabanlaorillade un seno, que surgiaamediasde!
‘corpo como tersa amapola. La mano libre tenia
arresios de pequetia fiera en los flancos del muslo
poderoso. Entre el claroscuro de lanoche lacarne era
rosada y mérbida,
La nifia Rosatio se apretaba convulsa contra el
parapeto. Sin saberlo,lastimaba sus senos contra la
dura piedra. Calido rocio perlaba sus mejilla adien-
tesy entre el agitado vavén de su pecho sonaba elleve
retintin de las medalas, como la vor agonizante de la
virtud amenazada.Baj6 temblando de su observatorio,
‘como hembra en celo que presiente la cercania del
‘macho. Intuia con delicioso horrorqueen ese instante
‘esha a merced del pecado.
Lana Rosario tuvo que guardar cama. Elfrancis-
«ano diagnostic6 anemia, peto la paciente sabia que
cra falta de amor, no el amor desfallecente de las es
posas de Cristo, sino el otro, el que pone rubies en la
sangre y ilar de esmeraldasen elalma. Tendida en el
echo parce‘a un lirio. Tenfalabelleza transparentede
cesasarucenseque enlosaltaressearropan enfragancia,
Esta nia necesita tanquilidad, mucha tranquil
‘dad -afirmaba el coronel, que le habia tomado tre-
‘mend ojeriza a las vecinas de al lado La autoridad
°[ALEJANDRO CASTRO N _
debe imtervenir para acabar con ese escindalo de
abajo.
{Cuminos misteriosos de la virtua! la austera nia
(Concha se negaba a tomar ninguna accin contra las
‘moradoras de la casa contigua. Esa negativa parccia
ins6lita, lo mismo incorrupable militar que al vene-
rable padre, pero la nifa Concha tenia un quemante
‘Coma, aquellas pecadoras eran bonitas, como sus
senostenian un airealtivoyvibrador,como suspiernas
pparecian las bien tommeadas columnas de un templo
‘consagradoa recéndlitosgoces, casino habiaen a ciu-
‘dad galin moro 0 amante provecto que no hubiese
pagado su tributo a aquellos dos ardientes pedazos
{de humanidad. asi, cuando el alcohol o la pasion
fenturbiaban sus cerebros y aligeraban sus lengua,
‘surgla con cinica desnude2 lahistoria drolitica de mil
{yun macho eabrios que en laexistencia convencional
‘ela comunidad se excondian tra el antifar del Sefior
‘Abogado, el Sefior Doctor o el Sefior General
Pero ti. que le sacas el dinero a ese imbsécil
‘del Ministro para regalirselo al sinvergienza de.
Elchasquido de aquella lenguas luciferinasasper-
Jaba el ambiente de fango ponzofioso.
‘La nifia Concha estaba horrorizada. El mundo de
‘us viejos conceptos se derrumbaba entre lamas del
infiemo, ;Cuintos nombres conocidosaparecian asus
‘ojos marcados con el estigma de fuego! ;Dios mio! s
hasta el adusto coronel salié un diaa bailar en aquella
zarabanda dionisiaa, Por eso estaba tan interesado en
alejar a las *pijaras", como él mismo deci
50
‘CASAS VECINAS
‘Tal ver ignoraba la nia Concha que Dios tienta a
Jos suyos por el anco del orgullo, Pues de aquella
bancarrota general de la templanca, revelada a su
conocimiento por modo tan inesperado, dio en sacar
el envanecimiento, la satisfaccin Tunitica la bo
chera de su virud feroz y desalmada. Todos los dias
‘echaba la red de su curiosidad insaciable en busea de
nuevos pecadores, de mas vilezas sexuales. Aque! ais.
‘bomorboso se habia convertidoen larazén de su vida.
Sa vrginidad era fruto descompuesto. Su corazdn se
‘cubria de hongos venenosos.
‘Silasdosmujeres dela casa vecina prosiguieronun
‘ia su inacabable migracién, no fue porque la nif
Concha se interesaraen ello. Desaparecieron porque
peregrinar es el destino de estas mariposas cuyas alas
‘oloridasagitan hoy laire en un chispeanteremolino
de pélenes brillantes, paraaletear mariana, con fatiga
ineurable, ent la sombra moribunda.
Desde que se marcharon, la casa vecina parece la
‘misma en su exterior sido y tranquilo. Pero en su
interior deambulan con paso sigiloso los fantasmasce
ta duda y el pecado...
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