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Chantal Maillard l Ta mvetiicyest He aceptado el encargo y me siento responsable. He de‘res- ponder, Hallar respuesta, Darla, A pesar de haberme prome- lido no volver a dar ninguna conferencia. Paradoja de quien ho se resigna a dejar de promunciar; de pronunciarse. Responder, pues, tla pregunta por la ereacién. La creaci6n: palabra obstructora, palabra que dice al mi que quiere ante- ponerse, que se esfuerza en ello. Responder, A pesar del dnimo que se resiste al reto de mantener en el sire, como tn experto malabar, las ideas desde el inicio, man- ‘enerlas alli, tres, cuatro, seis, veinte, en un circulo perfecto, ‘odas a un tiempo, sin perderias de vista, para lnego recogerlas vuna a una y devolverlas de nuevo, juntas, aunque dispuestas de ‘119 modo, al cesto del que provinieron. A la vieja usanza, Someter la experiencia al uso del impersonal, y ponderar otorgarle al decir el peso que una pluralidad anénima per mite, Decir «Crear es...», Decir «En la Grecia clisica...» Yo no estuve en Grecia en aquellos tiempos. Lo que puedo decir La mano del malabar, 1¢ hablar en tono impersonal, amparada tras la es de segunda mano, o de tere ePermitir historia, amalgamando el antes en el ahora, dando fe de lo que no he sido? Mi escritura y mi voz me dicen mientras hablo, yes una ingenuidad suponer que pueda evitar mencionarme mientras acudo a mis bancos de datos y digo «El arte es...», cuando utilize la eépula indiscriminadamente para enlazar términos, caducos en su mayor parte, No obstante, he de responder. ¥ lo haré, porque creo que sialgo merece ser trafdo a los foros para su revisin son aque- los conceptos que nos acompaiian como si hubiesen existi- do desde si ser aplastado por una esta- tua», advertia Nieusche. Se referia a aquellos conceptos que se han solidificado. Cuando esto ocurre es fécil que se conviertan en ideas, trasladndose ilegitimamente al mbi- to moral cl uso que de ellos hacemos legitimamente en el mbito practico, Cargados de valor, entonces, su solidez es aplastante, Lo que llamamos cultura, en esta sociedad nuestra cuyos pardmetros exportamos al resto del mundo, se asemeja mucho al patio de un palacio, lleno de estatuas colocadas pre, «Cuidad de n sobre pedestales inestables 2 los que apuntalamos como pode- mos para que el patio ~y el palacio- permanezean abiertos. Una de estas estatuas es el Arte que, como el Laocoonte, se mn y el Artista, las artes actual entre la Ch yergue formando tri 2Qué significa crear? . que el término «crear» vino a atribuirse al artista (a partir del xv1t, aunque se wtiliz6 \ealmente en el x1x). Formé parte de esas nociones, como la innovaci6n, que acompafaron el desarrollo incustral del XIX. Pero lo curioso es que por «artista creador» (0 sea, literal- nente «el que produce produciendo») no se entendié aquel «que, como el ieknic, posefa una destreza (idind sino aquel que luviese las cualidades del poites el creador era un ser enthr siasmmado, un mediador inspirado que actuaba sin reglas. La ‘conocida maxima de que el arte es aquello que se da a si mi sus reglas es una extrapolacién efectuada desde el mbi- poiesis al de las artes manuales en su afin’de consti- uisse como reino independiente. Lo curioso, también, es que, al tiempo que el artesano se tansformaba en artista y éste en un ser «i pirado» (culmi- nando esto con la nocién de genio, en el x1x), tenia lugar, paralelamente, otra transferencia: ¢l poeta se convertia en lun artista de la palabra, alejandose con ello de su condicién de mediador. Mientras el artista se convertia en poietes, el poeta el hacer peiético ensi6n constructiva, ejercitindose en aquello “que el campo semantico del adquiria la condicién de tékniza, Por esa vi aleanz6 una din rmino «arte» indica: el buen ajuste (artus), la buena articulacién de las partes, Con una dife- 1 10 poco importante: zno era exterior a Ja obra misma; el fi ‘Cuando el artista articula y luego contempla su obra, ya no ia finalidad ya no era prictica, era la obra sisma, Ja contempla con esa idea de correspondencia con la fun- én que se espera de ella; lo que contempla ¢s la articula i6n misma, yeso le produce placer, el mismo placer que halla 1 el receptoral contemplarla, Porque ahora hay un receptor, un sujeto capaz de upreciay, ya esa apreciacién es alo que el artista apela, ‘embargo, no es suf bado. No acaba aqui la funciGn de la obra, 0 del poema. Hace iente con que algo esté bien tra- falta algo més, Quiero llamar la atencién sobre la capacidad de elaborar, de constr Para el constructivista (que conste que utilizo el término fuera de especial referencia a escuelas artisticas u otras que: Jleven este nombre), la realidad no esta dada sino que se cons- lruye, Su tarea consiste en acotar fragmentos en na totalidad cadtica, Como el augur, que trazaba con su bastén un marco (lomplum) en el cielo para acotar el lugar de la representa- el lugar en el que lo que iba a acontecer iba a ser signo y ntiende el constructivista que su tarea Wesignaria el suceso, asf consiste en designar. Quiero ver aqui al poeta (el poetaartista y el artista-poeta) omo aquel augur, fragmentando una totalidad que también es Infinita, como lo era en la teorfa de la revelaci6n, pero de otro iodo, Ininito, aqui, es todo aquello que no estd cercado, des- lindado, delimitado, Y no es que designando se muestre, no; tifico (el augur era ilesignando se hace, El poeta, come el un cientifico avant la tbe), es un hacedor de mundo. Claro que las designaciones ti \ In-corporarse. Vienen a tomar cu sn una extrafia tendencia rpo, y Su cuerpo es un, potente anestésico, Al utilizarlos nos olvidamos del hacer ini- ‘aly ereemos que designan cosas de por sf eternas. El miste- tio atae, indudablemente, Las paries del gato Lin su libro Un antropologn en Marte, Oliver Sacks relata el caso le Virgil que, ciego desde muy nifio y durante mas de cuarenta ios, recupera la visién después de una operacién quintrgica. La vision. uuse-en las cosas; otros ain viven, piensan y escriben en el Es dificil mantenerse en el espacio entre las palabras y cosas. Tendemos a congelar las palabras creyendo que, de: ‘manera, poseeremos las cosas. La palabra hace de la cosa ob 0, y el objeto es manejable; la cosa no. —«eCémo se llama esto?», preguntaba un niiio pequeiio se Jando una flor. Pasaron algunos aos. EI nitio fue al colegio —*2Qué es esto?», preguntd, sefialando otra flor. Lo que las cosas «sons De esto» hacemos cosas, y de las cosas, objetos. Detener _tener. Detener en eltérmino (en el fin yen la palabra) lo que pet _tenece al curso, el estarsiendo de las cosas, Detener el procesd interrumpir las trayectorias. Internumpir en ver de Intranquiliza enormemente pensar las cosas en su estar-sie! do, procesos mis que cosas, que al cabo advienen hilos, aqua los que formamos en Ia representacién de las trayectorias, Recordemos la niusea de Sartre ante la raiz. del castaiio, Eran las seis de a tarde. Sartre estaba en un parque content plando ta raiz de un castafio cuando, de repente, se dio cue! ta de que aquella raiz «exitia», que, mas alld de sus earacte risticas empiricas, existia. Y esa existencia hacia que cobras tuna dimensiGn espantosa. Cuando lo reffere no puerde evita revivir la angustia; habla de «éxtasis horrible», de «fascinal i6n», de «goce atroz, de aniquilacién personal, incluso. « hhubiera deseado que [las cosas] existieran con menos fuerza slo una manera més seca, mas abstracta, con mas moderacién», ‘eribia el filésofo, Pero no habia vuelta atrés, Eran las seis de In tarde: un tiempo concreto en un lugar muy concreto, ‘iii tair-concreta. Una rafz que, de repente, no es algo cono- diy sino algo que desborda los limites de la «raiz», algo que ‘ese, Pntonces, el vértigo. Aquella raizestaba siendo-ratz, Su taba siendo raf con mucha ‘vty plenitud en su singularidad de To que pudiese serio en el eonwveptorratz. You que, en la singularidad de su estarsiendo, cualquier {0 es infinita, Esa infinitud, la mente, la tejedora, no puede Altera; cuando por casualidad se desgarra la trama, advie- ie el vértigo, y la nausea. La niiusea como respuesta somatica Al Vertigo de la razén en sus confines, Nausea ante esa infini- {iil que asoma cuando las cosas pierden los limites que los Huimnbres les confieren. ¥.con las cosas, el mi, que sesiente per- BENDIBLY cs que cse cxistir es idénticn en toda lo viviente y, ‘sipnilo asi, no podia, no puede el filésofo no asimilar esa tota- Jil w la nada, una nada que, al fin yal cabo, remite aun no- se) )go, um algo de-tenido en el nombre. Yhe aqui que sien- W660) peligro el mi, el que destiene y es ahora de-tenido por HyeHligo. A punto de existir, a punto de sentirse existiendo, Welenilo, el mise siente invadido, ocupado por eso que late ‘i {oilo y que, indefinido, le deja sin control. Permitanme ‘$6/ lu niusea sartriana como un movimiento de rechazo ante Ja propia pérdida, un acto de supervivencia del sujeto, su horrd como un intento desesperado cel mfenando, asomado al abi mo dello singular, delo que es sin concepto, sin limites, se si te a punto de perder pie, a punto de resbalar sobre las cu das sonoras que el poeta adivina 0, mejor dicho, escuchi una vibracin, una pulsién, un ritmo, al que él acudi Respirando. Yes que las «cosas» no tienen limites. Los objetos, limites, las cosas son terribles. Su intensidad es terrible. sin concepto, un objeto es una cosa. Un individuo, sin cof cepto, es terrible porque es infinito. Un hombre muerto 4 terrible; es infinito. «La muerte» no lo es, Podemos hablar d Ja muerte; no podemos hablar de um hombre muerto, de tuerto que teriemos ante los ojos, que muere o que hia mueg to, ante nosotros, que acaba de «mori». No cabe. No es posi (C_ Bien, puesa este tipo de infinitud, que no es ni el Infinit met + fisico de una realidad verdadera» nila nofinitud de la ausend de designacién es a lo que entiendo que apunta el poema. Una gota de agua sobre una hoja es infinita. Esa gota dl | agua en esta hoja, ahora, en este instante. Es la experienc + del hail Quien fuuese capaz de mantenerse en cio, preguntando, como aquel nitio ¢como se lama esto?, vie docl seston anes de que el conceptol enturble,lo.-vela recurriria a grandes palabras en sus escritos. En vez de escrib Jy muerte, por ejemplo, harfa intervenir una persona muet 14, jnfinitamente ausente, o en vez de escribir ef amor, escribi Hii. equé eseribiria? Fis dificil escribir sin ideas. Las palabras que dicen los sen- {ijpientos estan cargadas de ideologia. Los sentimientos s Jnyyentan, se fabrican de acuerdo con los modos y Tos usos de ‘ula epoca. ¥, kxego, rodando, como pelotas empujadas por Jos evearabajos, aumentan de tamaito. ¥acumulamos el lastre, ‘Senlimos como pensamos, ¥lega un momento en el que somos Jeapaces de saber qué podria haber si prescindiés de ello. No quiero pecar de purista: el ojo no es inocente, nunca, Vs widdente que ver es reconocer, que sin cierta «decoracién {le inleriores» en la mente, no pereibirfamos nacla, Que la ‘old est cargada de teorfa es un hecho. No existe eso de per Hibir'el mundo en su original pureza. Jini en vacfo. Pero por eso, precisamente, esti el poema. Reema ers Bf, la mente, mds poletiea en ai hacer tebrico qu cee Ie de {ragmentar, de cosificar, y de la forma en que la gra- ifion de las lenguas indocuropeas asegura una determinad 1 _articulacién del mundo (a su imagen ysemejanza) que no s ‘mos capaces de soportar el halito que surge de entre las d _garraduras del tejido? -) v © Aquictarse. Escuchar: Respirar Tal vex sea cucstiGn de elegir otro contexto, otro universo se sorial. Reemplazar los mapas viswales (cosas, lugares, et.) p tapas auditivs, por ejemplo, Recordemos, en Grecia, la noc «musical» del hacer poético, eI poeta «inspirado» actuando dictado... La inspiracién es una recepcién. El poeta recibe a ylo wansmite. Recibe oyendo. Previo al ofr, hay una escuchi La escucha es lo que le permite al poeta tener algo que deci "

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