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Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA Relatorio del XX Congreso

Geológico Argentino -Tucumán 2017 LOS SALARES DE LA PUNA ARGENTINA Y
SU RECURSO MINERO

Chapter · January 2017

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 Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
Relatorio del XX Congreso Geológico Argentino - Tucumán 2017

LOS SALARES DE LA PUNA ARGENTINA Y SU RECURSO MINERO

Ricardo Narciso ALONSO

CEGA-INSUGEO-CONICET, Universidad Nacional de Salta, Campo Castañares, 4400, Salta, Argentina.

E-mail: rnalonso@unsa.edu.ar

RESUMEN
Los salares de la Puna Argentina son cuencas de intra-arco/intra-plateau, formadas en el interior del orógeno
andino, un complejo volcano-tectónico de tipo no colisional. Las depresiones salinas forman parte de la frag-
mentación endorreica de una cuenca de primer orden, el Altiplano-Puna, que se eleva a unos 4 km sobre el nivel
del mar y está limitado por una cadena volcánica a occidente (Cordillera Occidental) y una cadena montañosa a
oriente (Cordillera Oriental); ambas con picos o cumbres que sobrepasan los 6 km de altura. El orógeno andino
es consecuencia de la subducción de la placa oceánica de Nazca por debajo de la placa continental sudamerica-
na, con un ángulo de 30° E. Las unidades morfotectónicas y la fisiografía general del orógeno son consecuencia
de dicho ángulo de subducción. El origen, evolución y recursos minerales de los salares está relacionado con
el volcanismo, endorreísmo, termalismo y clima árido. Existe una estrecha conexión entre los volcanes y los
salares. Estos provienen en gran parte de aquellos. Los volcanes, junto a bloques tectónicos de orientación sub-
meridiana y generados en distintas etapas diastróficas cenozoicas, bloquearon espacios que fueron ocupados
por los salares. Esas depresiones naturales se rellenaron con los residuos provenientes de sus alrededores y en
donde los materiales de origen volcánico, sean estos sólidos, líquidos o gaseosos, colmataron las cuencas. Las
sales se formaron por concentración de elementos químicos y la evaporación de las aguas por la sequedad del
ambiente en un clima árido y frío. Entre esas sales se encuentran carbonatos, sulfatos, boratos y cloruros, que
se distribuyen según su grado de solubilidad, ocupando los cloruros (halita, sal común) el depocentro de las
cuencas evaporíticas. También se encuentran allí travertinos, ónix, carbonato de sodio, yeso, sulfato de sodio
(mirabilita), boratos (ulexita, bórax), además de salmueras portadoras de elementos químicos valiosos como el
litio y el potasio.
Palabras clave: salares, Puna, halita, boratos, litio.

ABSTRACT
Salars of the Argentine Puna and its mining resources. The salars of the Argentine Puna are intra-arc/intra-plateau
basins, formed at the interior of the non-collisional Andean orogen. They are part of the endorheic fragmenta-
tion of a first order basin: the Altiplano-Puna High Plateau. It lies at 4 km above sea level and is restricted by a
volcanic chain along the western side (Western Cordillera) and a mountain chain along the eastern side (Eastern
Cordillera), both of them with high peaks that reach 6 km in altitude. The Andean orogen is a consequence of
the 30° E subduction of the oceanic Nazca plate below the continental South American plate. Morphotectonic
units and the main physiography of the orogen is a direct consequence of the angle of subduction. The origin,
evolution and mineral resources of salars are related with volcanism, closed basins, endorheic drainage, ther-
malism and arid climate. A strong connection between volcanoes and salars occurs. Volcanoes together with
N-S trending tectonic blocks, formed during different diastrophic stages, originated closed areas that were
occupied by salars. These basins were a receptacle of all the materials from around the geological setting, spe-
cially sediments and fluids of volcanic origin. Salt deposits are the result of chemical elements concentration by
evaporation in an arid and cold climate. The evaporites and evapofacies, from the margins to the depocenter of
the salars, are recognized as carbonates (travertine), sulphates (gypsum, mirabilite), borates (ulexite, borax) and
chlorides (halite). Brines are rich in alkaline elements like lithium and potassium.
Keywords: salars, Puna, halite, borate, lithium.

Alonso, R.N. 2017. Los salares de la Puna argentina y su recurso minero. En: Muruaga, C.M. y Grosse, P.
(Eds.), Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA. Relatorio del XX Congreso Geológico Argentino, 1018
San Miguel de Tucumán: 1018-1038.
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
INTRODUCCIÓN
La Puna Argentina, en las provincias de Jujuy,
Salta y Catamarca, constituye un ambiente geológi-
co de generación evaporítica que da lugar a un im-
portante recurso minero tanto de minerales como
de salmueras ricas en elementos químicos valiosos,
entre ellos el litio y el potasio. Desde el punto de
vista histórico existen menciones sobre los salares
en textos españoles desde la época colonial. Una
de las citas más antiguas corresponde a Alonso de
Ribera y Zambrano, quien fue gobernador del Tu-
cumán entre 1606 y 1611. En 1607 envió una carta
al rey donde hace mención a las “salinas de Casa-
vindo” (sic), las actuales Salinas Grandes de Salta y
Jujuy. En la segunda mitad del siglo XIX algunos
viajeros realizan las primeras observaciones sobre
los salares y su recurso minero (Brackebusch 1883,
Becerra 1887). El estudio científico de los salares
se remonta a las primeras décadas del siglo XX.
Corresponde a Reichert (1907) un primer estudio
integral de los salares y su recurso evaporítico, es-
pecialmente los depósitos de boratos. Numerosos
autores hicieron desde entonces estudios funda-
mentales, especialmente en la cuantificación de los
recursos boratíferos, debiendo destacarse la obra
de Luciano Catalano (Catalano 1926, 1930a, 1930b,
1964a, 1964b, 1964c, 1964d).
A finales de la década de 1970 comenzaron las
investigaciones de las tipologías de salmueras y sus
concentraciones de litio (Nicolli et al. 1980, 1982a,
1982b, Igarzábal 1979, 1982, 1984, Igarzábal y Poppi
1980, Viramonte et al. 1984, Igarzábal y Alonso 1990,
Alonso 1999). Las primeras décadas del siglo XXI
representaron una revolución en el conocimiento
de los salares ya que no solamente se investigó lo
que pasaba en superficie, sino que se realizaron es-
tudios geofísicos y se perforaron pozos profundos
que superaron los 400 m de profundidad. Esto per-
mitió conocer la arquitectura del relleno clástico y
químico, así como el engranaje y la distribución de
las evapofacies. Gran parte de esta información la
representan los informes de las empresas explora-
doras que deben elaborar los llamados NI 43-101 y
ponerlos a disposición del mercado.
Las modernas investigaciones han apuntado a
comprender la relación entre la tectónica y el clima
en el origen y la evolución de los salares de la Puna
(Jordan et al. 2002a, 2002b, Alonso et al. 2006, Strec-
ker et al. 2007, 2009, López Steinmetz 2013, López
Steinmetz y Galli 2015).
MARCO GEOLÓGICO REGIONAL
La Puna Argentina forma parte de la Provincia
Evaporítica de los Andes Centrales (PEAC). Cons-
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
tituye el extremo austral del plateau de altura Alti-
plano-Puna. Los Andes Centrales son el resultado
de la subducción de la placa oceánica de Nazca por
debajo de la placa continental sudamericana. Esta
subducción ocurre con un ángulo de ca. 30° y está
limitada entre los 15° y los 28° de latitud sur. Al
norte de los 15° S y al sur de los 28° S la subducción
es somera y da lugar a las regiones de “flat slab”
conocidas como Segmento Peruano y Segmento
Pampeano (Barazanghi e Isacks 1976, Isacks 1988).
La conformación del edificio andino de los An-
des Centrales es el resultado del ángulo de sub-
ducción de la placa oceánica. Ese ángulo es el que
define que la placa llegue hasta profundidades con
temperaturas de 1.200° C, que se produzca la fu-
sión y que los magmas se eleven hasta la superficie
y entren en erupción formando una extraordinaria
cadena volcánica (Zona Volcánica Central, ZVC).
La corteza caliente se debilita y es más fácil de de-
formar. Este calentamiento produjo el acortamien-
to de la corteza, creando un complejo edificio oro-
génico (Allmendinger et al. 1983, Jordan et al. 1983,
Jordan y Alonso 1987, Isacks 1988).
Esto es muy distinto de otros edificios orogé-
nicos, como el caso del Himalaya, que es el resul-
tado de la colisión entre dos continentes: India y
Asia. De esa colisión continental emergió la cade-
na del Himalaya, con el Monte Everest y con la
extraordinaria meseta elevada del Tíbet portado-
ra de cuencas evaporíticas análogas. La compara-
ción de marcos geodinámicos, aún con resultados
parecidos, muestra que el Himalaya es un edifi-
cio orogénico colisional, mientras que los Andes
Centrales son un edificio orogénico no colisional.
Si ese ángulo sería menor, la placa no se fundiría
tal como pasa al norte y sur de los Andes Cen-
trales (segmentos Peruano y Pampeano), donde el
ángulo de la placa es subhorizontal (5°) y no se
generan los volcanes por lo cual la corteza fría se
rompe y fragmenta en otros estilos tectónicos. Si
el ángulo fuera alto, casi vertical, entonces se ten-
dría un arco volcánico sobre la costa del océano
Pacífico y en ese hipotético caso la configuración
andina sería muy diferente.
Los Andes Centrales muestran, en una vista
desde el espacio, la forma de un bumerang o me-
dia luna, con la parte más ancha en Bolivia y las
más estrechas en sus extremos de Perú y Argenti-
na. Desde la costa pacífica hacia el este se pueden
reconocer las siguientes unidades morfoestructu-
rales: Cordillera de la Costa, Depresión Central,
Cordillera de Domeyko, Depresión del Salar de
Atacama, Cordillera Occidental o Volcánica, Alti-
plano-Puna, Cordillera Oriental, Sierras Subandi-
nas y Llanura Chaqueña (Fig. 1).
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 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
Figura 1. Fisiografía y unidades geológicas y morfotectónicas de los Andes Centrales. La
unidad rayada es la Depresión Central chilena (tomado de Strecker et al. 2007).
En el norte argentino se cuenta con las uni-
dades que median entre la Cordillera Occidental
volcánica que la separa de Chile y la Llanura Cha-
queña que se extiende desde el pie de los Andes y
continúa hasta el Paraguay. Otro punto de impor-
tancia es que el crecimiento vertical y lateral de los
Andes bloqueó el ingreso de los vientos húmedos
orientales creados en ese gran humedal natural
que es el Amazonas, el Mato Grosso y el Gran
Pantanal con lo cual se genera una cara húmeda
con precipitaciones de miles de milímetros anua-
les (Yungas y selva Tucumano-Oranense), mien-
tras al oeste se tiene cada vez menos precipitación
(Valles Calchaquíes, Puna), hasta llegar al desierto
de Atacama y al híper desierto de la costa pacífica
donde se precipitan minerales exóticos como los
nitratos. Esta conjunción de ambientes híper hú-
medos al oriente e híper áridos a occidente, que se
sobreponen a las unidades orográficas, junto con
las fuerzas endógenas van a ser los responsables
del relieve y su evolución. La región centroandina
es el resultado de las fuerzas internas (endógenas)
que generan el crecimiento y la construcción de
las geoformas (montañas, volcanes), mientras que
las fuerzas exógenas (clima) son las responsables
de su destrucción. Dado que el edificio andino es
muy moderno en términos geológicos, las formas
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
del relieve se conservan muy bien y por ello resul-
tan tan atractivas para su estudio científico (Lamb
y Davis 2003, Alonso et al. 2006, Stecker et al. 2007,
Alonso 2013a, 2014, Rohrmann et al. 2016).
UNIDADES MORFOESTRUCTURALES
DEL NORTE ARGENTINO
El norte argentino representa un escenario
geográfico singular. Ello es el resultado de la
concurrencia de muchos factores que abarcan
la policromía de rocas que cubren casi todos los
periodos geológicos (Precámbrico superior-Fa-
nerozoico) (Mon y Salfity 1995, Aceñolaza 2003,
Ramos 2008); la enorme diversidad de litologías
asociadas; los variados ambientes morfoestructu-
rales que van desde los altos volcanes cordillera-
nos hasta las suaves llanuras orientales, pasando
por salares, montañas, valles y sierras; un relieve
quebrado con cumbres elevadas y cañones pro-
fundos. La amplia gama de climas y microclimas
cubren el espectro que va desde las selvas húme-
das tropicales a los resecos y helados desiertos, un
extraordinario despliegue de ambientes naturales
con el que está marcada la singular geografía físi-
ca del norte argentino (Alonso 2014).
Pocas regiones se caracterizan por tener enor-
1020
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
mes rechazos topográficos con montañas que se
elevan a más de 6 km sobre el nivel del mar desde
las que descienden sucesivos escalones ocupados
por valles y quebradas hasta alcanzar una llanu-
ra de escasa altitud. Efectivamente esto es lo que
ocurre entre las altas cumbres volcánicas andinas
que rozan los 7.000 m como en el caso del volcán
Llullaillaco, y que hacia el oriente comienza a caer
en profundos valles tectónicos primero, y luego
en sierras de plegamiento, hasta llegar a la Llanu-
ra Chaqueña (Alonso 2013a).
Cordillera Occidental volcánica (ZVC)
El relieve del norte argentino se inicia desde el
oeste con la imponente Cordillera Occidental vol-
cánica, límite natural de las altas cumbres con Chi-
le. Se conoce internacionalmente como “Central
Volcanic Zone” (CVZ). Allí se encuentran algunos
de los edificios volcánicos más altos del planeta
como el Ojos del Salado (6.891 m) en Catamar-
ca, y en Salta el Llullaillaco (6.739) y el Socompa
(6.051 m). Más de mil volcanes se encuentran en
los Andes Centrales y una porción interesante en
Catamarca, Salta y Jujuy. Los hay de muchos tipos
morfológicos y petrológicos (estratovolcanes, co-
nos basálticos, domos, etc.) y en diversos estados
de actividad. Algunos de ellos colapsaron en el pa-
sado dando lugar a gigantescas calderas. Un ejem-
plo emblemático es la caldera de Galán en la Puna
de Catamarca, con 40 km de diámetro y depósitos
ignimbríticos que llegan hasta los Valles Calcha-
quíes, a más de 100 km del centro de emisión. En la
Puna de Jujuy se encuentra la caldera de La Pacana,
en el paso de Jama, que está fragmentada y defor-
mada, pero que se calcula debió tener un diáme-
tro del orden de los 60 km. También en la misma
región están las calderas de Pairique, Coranzulí,
Panizos, Vilama y otras. A todas ellas están relacio-
nadas extensos mantos de ignimbritas, blancas o
rosadas, con paredes verticales por diaclasamiento
frontal, las que se formaron por erupciones de alta
energía, tipo “nube ardiente”, extruyendo por los
bordes del anillo caldérico al colapsar la superes-
tructura del volcán y hundirse por su propio peso.
Los Andes Centrales contienen la mayor “provin-
cia” ignimbrítica del mundo con más de 500.000
km2 cubiertos por ignimbritas (Allmendinger et al.
1997). El lixiviado de las ignimbritas son una fuen-
te importante del aporte de solutos a los salares.
Además de los volcanes en la cadena principal se
encuentran una serie de ramales transversales que
cruzan la región hacia el este. En Jujuy está la cade-
na del complejo volcánico Coyahuaima, en Salta la
cadena del Rincón, Tul Tul, del Medio, Pocitos y el
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
complejo Quevar, y en Catamarca la cadena del Ar-
chibarca y Galán. Muchos de estos volcanes supe-
ran los 6.000 m y se han formado mayormente en el
Mioceno, entre 10 y 5 Ma. También hay ejemplos de
volcanes aislados como el caso del Tuzgle (5.560 m)
en Jujuy, un estratovolcán con una cámara magmá-
tica activa que produjo una colada basáltica muy
joven, probablemente menor a 10 ka. Numerosas
fuentes termales de la Puna central (e.g. Pompeya,
Incachule, Tocomar, Antuco), estarían relaciona-
das con dicha cámara magmática y evidenciarían
su activo calor interno (Coira et al. 1993, Kay y Kay
1993, Kay et al. 1994, 1999).
Puna
La Puna, amurallada por la Cordillera Occi-
dental y por la Cordillera Oriental, es una región
elevada a 4.000 m sobre el nivel del mar, quebrada
internamente en bloques hundidos y elevados, y
cruzada por volcanes sueltos o encadenados que se
desprenden como ramales transversales de la ca-
dena volcánica principal. Entre esos volcanes y nu-
merosas sierras internas longitudinales se forman
grandes depresiones cerradas a donde confluyen
las aguas que se concentran en los bajos donde se
evaporan para dar lugar a los salares. Precisamen-
te las sales provienen del lixiviado de los edificios
volcánicos y de las aguas termales que los rodean
y nada tienen que ver con el mar ni antiguos ma-
res como está instalado en el imaginario colectivo.
Incluso fue postulado este origen marino por algu-
nos geólogos confundidos por las grandes superfi-
cies blancas y especulares (e.g. Butgenbach 1901).
Desde un punto de vista climático, la Puna es una
región fría, con una temperatura media anual de 8°
C, con inviernos crudos donde la temperatura pue-
de bajar hasta -30° C, con fuertes amplitudes térmi-
cas diarias que pueden alcanzar hasta 50° C entre
el día y la noche, vientos secos e intensos, alta helio-
fanía (horas de sol) y radiación solar intensa por la
ausencia de nubes y por la altura sobre el nivel del
mar, baja presión parcial de oxígeno que genera
malestar y nauseas conocidas como la enfermedad
del “soroche”, fuerte reflectividad en la superficie
de los salares (blanco especular) que puede afec-
tar los ojos por la enfermedad del “surumpio”, con
escasas precipitaciones en el verano y nevadas in-
tensas durante el invierno (aunque esto se modifi-
ca en los años Niño/Niña), entre otros parámetros
que la convierten en una región de clima riguroso
e inhóspita, al punto que tiene uno de los menores
índices de habitantes por kilómetro cuadrado (Tur-
ner 1972, Alonso et al. 1984, 1991, Alonso y Vira-
monte 1987, Marrett et al. 1994, Allmendinger et al.
1021
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA

1997, Alonso 2006, 2013b, Strecker et al. 2007, Alon-
so y Gonzalez Barry 2008, Gibert et al. 2009) (Fig. 2).
Cordillera Oriental
La Cordillera Oriental es una región morfo-
tectónica formada por bloques de montañas que
delimitan valles y quebradas. Alcanza su máxi-
ma expresión en las montañas que limitan con la
Puna como en los nevados de Cachi y Palermo,
cerro Acay, cerro Chañi y sierra de Aguilar, donde
las cumbres se elevan entre 5.000 y 6.000 m. To-
das estas montañas y sus respectivos valles son
el resultado de la fuerte compresión andina que
produjo fallamientos profundos que elevaron las
rocas a gran altura y las sobrepusieron por sobre-
corrimientos dando gruesos apilamientos tectóni-
cos. El fallamiento predomina sobre el plegamien-
to. Entre los grandes valles y quebradas de esta
unidad morfoestructural se tienen los de Huma-
huaca, Calchaquí, Toro, Escoipe, Lerma, Siancas
y Jujuy. La Cordillera Oriental finaliza a la latitud

Figura 2. Elementos geológicos mayores de la Puna Argentina y principales salares.

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Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
de Tucumán donde ya empieza el ambiente de las
Sierras Pampeanas. Salvo excepciones, las sierras
internas se encuentran entre 3.000 y 4.000 m (Jor-
dan y Alonso 1987, Mon y Salfity 1995, Trauth et
al. 2000, Hain et al. 2011, Pingel et al. 2012).
Sierras Subandinas
Las Sierras Subandinas son un conjunto de sie-
rras y serranías que van perdiendo altura hacia
oriente. Esta unidad está limitada por la Cordille-
ra Oriental al oeste y por la extensa planicie Cha-
queña al este. Se caracteriza por grandes pliegues
cortados por fallas. El plegamiento domina sobre
el fallamiento y las estructuras deformadas en an-
ticlinales y sinclinales se van haciendo más suaves
hasta desaparecer por debajo de la llanura oriental.
Tienen mayor vegetación y están atravesadas por
numerosos ríos. Contienen importantes reservo-
rios de petróleo y gas en su interior. En el norte ar-
gentino el sistema subandino acompaña a la Cordi-
llera Oriental hasta la latitud de Tucumán, aunque
se ha propuesto que desde más o menos la latitud
del río Juramento hacia el sur se las denomine Sis-
tema de Santa Bárbara. En general, no pasan de
2.500 m de altura en el sector oriental y de 3.500 m
en el sector occidental (Jordan y Alonso 1987, Insel
et al. 2010, Decelles et al. 2011).
Llanura Chaqueña
La Llanura Chaqueña es una extensa planicie
formada por los materiales erosionados del edificio
andino y que fueron allí depositados. Está atrave-
sada por los ríos Pilcomayo, Bermejo y Juramento.
Pertenece al dominio geológico, geomorfológico y
morfotectónico del antepaís, o “foreland”, de los
Andes Centrales. Desde un punto de vista geodi-
námico, la región de llanura constituye una amplia
cuenca moderna de sedimentación, que responde
a una subsidencia por hundimiento como conse-
cuencia de la compensación isostática por el levan-
tamiento del edificio andino.
En síntesis, el norte argentino es una vasta geo-
grafía modelada en los últimos millones de años
por los agentes exógenos a partir de una geología
compleja y singular. La corteza andina: 1) se calentó
con el ascenso magmático, cuya salida a superficie
produjo la construcción de grandes edificios volcá-
nicos; 2) esos volúmenes de magmas son responsa-
bles de mineralizaciones endógenas y exógenas; 3)
se desgarró formando profundos valles y cañones;
4) se plegó en suaves serranías subandinas, cubier-
tas de vegetación tropical y subtropical, y cuyos
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
núcleos plegados y corridos albergan reservorios
de hidrocarburos; 5) atravesó glaciaciones cuyos
restos aún perduran en algunos picos; 6) permitió
que a una misma latitud geográfica se encuentren
los lagos resecos convertidos en salares a occiden-
te, y una lujuriosa vegetación de epífitas y helechos
arborescentes a oriente.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS SALARES
DE LA PUNA ARGENTINA
Los Andes Centrales en general y la Puna ar-
gentina en particular contienen una gran variedad
de cuencas cerradas con drenaje interior (endorrei-
cas). Estas depresiones varían en forma, tamaño,
relleno y marco geológico. Los tres salares mayores
de los Andes Centrales son Uyuni (Bolivia), Ata-
cama (Chile) y Arizaro (Argentina). Atacama se
encuentra en un bloque tectónico hundido, a 2600
m s.n.m., al oeste de la Cordillera Occidental. Con-
tiene la mayor concentración de sal en el planeta
(3.000 km3), como consecuencia del drenaje orogé-
nico del edificio andino que confluye en esa región
(Bobst et al. 2001, Jordan et al. 2002b). Uyuni y Ari-
zaro se encuentran en el plateau Altiplano-Puna.
Uyuni está en el centro del Altiplano, sometido a
los vientos húmedos orientales, mientras que Ari-
zaro está en la región más seca de la Puna argenti-
na. En general, los salares tienen una orientación
meridiana, con un eje mayor norte-sur y son más
largos que anchos (Fig. 2). En algunos casos la for-
ma es casi cuadrangular como ocurre con los sala-
res de Hombre Muerto y Diablillos (Alonso 1986,
Vinante y Alonso 2006). Un caso especial es el salar
de Antofalla (Catamarca), una faja larga y estrecha
de más de 100 km de largo y un ancho máximo que
no supera los 6 km (Fig. 2).
Algunas depresiones tectónicas contienen dos o
más salares en su interior. La Puna jujeña contiene
la cuenca de Olaroz-Cauchari enmarcada entre dos
bloques tectónicos a oriente y occidente (Lina-Ola-
roz y Tanque) y dos cadenas volcánicas al norte y
sur (Coyahuiama y Quevar). La Puna salteña con-
tiene la cuenca de Centenario-Ratones, enmarcada
entre dos bloques tectónicos a oriente y occidente
y los complejos volcánicos de Quevar y Ratones al
norte y sur, respectivamente. Las sierras que limi-
tan los salares pueden ser de muy diferentes cons-
tituciones geológicas. Hay sierras graníticas como
la de Macón que separa las cuencas de Pocitos y
Arizaro; otras de rocas sedimentarias marinas or-
dovícicas como las que separan el salar de Pocitos
del salar de Pozuelos (sierra de Quebrada Honda),
o la sierra de Copalayo que separa el salar de Po-
zuelos del de Pastos Grandes.
1023
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
La cuenca de Pastos Grandes, Centenario, Ra-
tones y Hombre Muerto está flanqueada a oriente
por un bloque de rocas cristalinas de basamento
ígneo-metamórfico con edades desde Precámbrico
hasta Ordovícico Superior. La sierra que limita a
oriente la cuenca de Olaroz-Cauchari es de rocas
sedimentarias mesozoicas y cenozoicas. El comple-
jo de sierras que limita por el oriente a las cuencas
de Guayatayoc-Salinas Grandes está constituido
por rocas precámbricas (Formación Puncovisca-
na), cámbricas (Grupo Mesón), ordovícicas (Grupo
Santa Victoria), cretácicas-paleógenas (Grupo Sal-
ta) y neógenas. También hay intrusiones graníticas
paleozoicas (Chañi) y jurásico-cretácicas (Agui-
lar-Abra Laite). Asimismo, hay salares limitados
en gran parte de su extensión por rocas volcánicas,
especialmente ignimbritas.
Las sierras presentan litologías de origen ígneo,
sedimentario y metamórfico; rocas sedimentarias
marinas y continentales; clásticas, químicas y eva-
poríticas; granitos, granitoides, pegmatitas, esquis-
tos, gneises, dacitas, andesitas, tobas, tufitas; etc. La
composición de estas rocas va a influir directamen-
te en el relleno de los salares, tanto de los depósitos
sedimentarios clásticos como de los depósitos quí-
micos evaporíticos. El relleno de los salares puede
a su vez ser autóctono o alóctono. Autóctono cuan-
do las clastofacies y evapofacies derivan del marco
rocoso. Alóctono cuando se trata de materiales pro-
venientes del exterior del marco rocoso tal como
cenizas volcánicas de caída, que van a formar to-
bas, o bien polvo eólico (Alonso et al. 2012).
Las clastofacies varían desde gravas gruesas
en las partes altas del abanico aluvial que van
Figura 3. Modelo de una cuenca volcano-tectónica de la Puna y su relleno clástico y evaporítico
conformando un depocentro salino.
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disminuyendo en tamaño por gravedad hasta el
depocentro. Se distinguen las zonas intermedias
de llanura arenosa (“sand flat”) y playa fangosa
(“mud flat”). Esta última puede estar integrada
al ambiente evaporítico o compartir su espacio
como zona de transición entre el medio clástico y
el medio químico. La superficie salina conforma el
depocentro superficial del salar (que puede o no
coincidir con uno o más depocentros profundos)
y está integrada por numerosas evapofacies que
constituyen un tosco arreglo del tipo “bull eye pa-
ttern”. Hacia los bordes precipitan carbonatos de
origen termal, termolacustre o lacustre. La yare-
tilla, una planta halófita del borde de los salares,
coincide con el espacio de mayor concentración
de carbonato de calcio. La evapofacies sulfatífera
dominante es la yesífera. Esta ocurre en distintas
presentaciones, sea como evapocristales holoé-
dricos seleníticos, cristales maclados o bien como
gipsarenitas. Finalmente, la evapofacies halítica
ocupa el centro del depocentro por ser la de ma-
yor solubilidad (Alonso et al. 2012) (Fig. 3).
Las texturas de la halita permiten conocer el
origen de su formación. Por ejemplo, un testigo
del salar del Hombre Muerto permitió definir la
presencia de ciclos húmedos y secos (Godfrey et
al. 1997). Los salares cristalinos son los que tie-
nen un desarrollo de halita en profundidad (e.g.
Hombre Muerto, Arizaro, Pocitos, Pozuelos,
Rincón), mientras que en los terrosos las facies
clásticas son dominantes sobre las evaporíti-
cas (e.g. salares de la Puna jujeña) (Igarzábal y
Alonso 1990). Ellos han sido reclasificados como
maduros (cristalinos) e inmaduros (terrosos) por
1024
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
Houston et al. (2011). Otras evaporitas presentes
son el carbonato de sodio (natrón) y el sulfato de
sodio (mirabilita).
La facies boratífera puede ser muy importante,
ocupando amplias superficies, en general asociada
a las fuentes termales que le dieron origen, o bien
en las zonas deltaicas distales. El material mayori-
tario es ulexita aunque se han encontrado también
lentes dispersos de bórax o tincal. Tanto las clasto-
facies como las evapofacies engranan lateralmente
y tienen como referencia el borde del salar donde
la pendiente cambia a horizontal y donde se pro-
duce la separación entre el medio físico y el medio
químico respectivamente. Ese límite, dinámico,
constituye el nivel de base. La tectónica y el clima
pueden modificar ese nivel de base moviéndolo la-
teralmente aguas arriba del abanico aluvial o bien
hacia el interior del depocentro.
En este sentido, el levantamiento de algunos de
los bloques que limitan el salar pueden rejuvenecer
el relieve y empujar por progradación las clasto-
facies por encima de las evapofacies. En contrario
sensu, un clima más húmedo, con aumento de las
precipitaciones, puede generar un lago efímero
con depositación de arcillas tanto sobre las clasto-
facies distales como sobre las evapofacies. Además
de coadyuvar al rejuvenecimiento del relieve por
penetración y acomodamiento de la red imbrífera,
a lo que se suma la potencial interconexión de sis-
temas lacustres por rebasamiento en función de la
altura y canales potenciales de drenaje.
Un ejemplo muy claro se encuentra en el canal
fluvial que une los salares de Pastos Grandes y Po-
zuelos y que estuvo activo durante el Pleistoceno.
El tema de conexiones lacustres pleistocenas de
salares de la Puna Austral ha sido abordado por
Lanouette (2017). La evolución de los salares está
en gran parte restringida a la disposición, compor-
tamiento y movimiento diferencial de los bloques
tectónicos limitantes, supra e infrayacentes, con lo
cual las cuencas pueden bascularse de oeste a este
(e.g. Centenario-Ratones) o de este a oeste (e.g. Ari-
zaro), o en un juego de componentes norte-sur o
sur-norte; o bien una combinación de todos o de
algunos de ellos. Dicha contingencia y aleatoriedad
es la que otorga características únicas a cada salar.
Los salares pueden tener un diseño simétrico
o asimétrico de acuerdo a la disposición del depo-
centro con respecto a los bloques tectónicos limi-
tantes. El movimiento diferencial de los bloques
tectónicos puede desplazar el depocentro halítico
dentro del espacio de acomodación del salar. O sea
que visto en el tiempo el depocentro es dinámico y
esto queda registrado en la arquitectura de las fa-
cies profundas del salar que han sido visibilizadas
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
por símica, geoeléctrica, magnetotelúrica o directa-
mente con perforaciones profundas. El análisis del
conjunto de los salares puneños permite ver que si
bien todos son iguales bajo la calificación que hace
a salares, todos son a su vez distintos en orden a
su marco rocoso, aportes, edad, facies, quimismo
de las salmueras, evolución, entre otros múltiples
aspectos (Fig. 4).
PROVINCIAS METALOGÉNICAS
Los Andes Centrales constituyen una provincia
evaporítica mayor de edad Neógeno y que abarca
las fajas peruano-chilenas del tras-arco y las fajas
de Perú, Bolivia y Argentina del Altiplano-Pu-
na. Dentro de ella se distinguen tres provincias
metalogénicas exógenas: 1) Provincia Nitratífe-
ra Centroandina (PNCA); 2) Provincia Boratífera
Centroandina (PBCA) y 3) Provincia Litífera Cen-
troandina (PLCA).
La PNCA reúne los depósitos de nitratos que
se encuentran ubicados a lo largo de la Depresión
Central entre la Cordillera de la Costa y la Cordille-
ra de Domeyko. Esos depósitos se han formado allí
en los últimos 8 Ma en razón de singulares condi-
ciones geoquímicas y un ambiente de híper aridez.
Los nitratos están acompañados por carbonatos,
sulfatos, boratos, cloruros y en menor medida por
sales exóticas como los yodatos y cromatos (Chong
1971, 1984)
La PBCA se encuentra localizada entre la Cor-
dillera de la Costa en Chile y el borde oriental del
Altiplano-Puna. Comprende depósitos de boratos
neógenos y cuaternarios, formados en los últimos
7 Ma. Los boratos neógenos yacen en serranías
sobre el flanco de algunos salares mayores como
Antofalla, Hombre Muerto (Tincalayu), Pastos
Grandes (Sijes) y Cauchari, o bien en depocen-
tros aislados (Loma Blanca, Morro Blanco). Todos
ellos responden a secuencias volcaniclásticas, la-
custres, evaporíticas, formadas en un ambiente de
volcanismo activo, cuencas cerradas, termalismo
hídrico y clima árido. Los minerales dominantes
son bórax o tincal (Tincalayu, Loma Blanca), hi-
droboracita y colemanita (Sijes) e inyoita (Sijes,
Loma Blanca). Ulexita está presente en todos los
depósitos neógenos y cuaternarios. Los boratos
cuaternarios se han formado en salares activos al
menos desde el Pleistoceno medio hasta la actua-
lidad. Los depósitos cuaternarios más antiguos
corresponden a la Formación Blanca Lila (0,3 Ma)
en el salar de Pastos Grandes con presencia de in-
yoita y ulexita. Los demás depósitos de boratos
en salares se han estado formando al menos en los
últimos 100 ka. Las especies boratíferas en salares
1025
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA

Figura 4. Principales salares de la Puna Argentina y proyectos de litio. La línea roja

guionada corresponde al borde de la provincia geológica Puna.

corresponden mayormente a ulexita de amplia La PLCA acompaña en su distribución geográ-

distribución y en menor medida a bórax o tincal
(Cauchari, Turi Lari, Lina Lari) e inyoita (Laguna
Salinas, Perú; Lagunita, Jujuy). También tiene im-
portancia la presencia de géiseres y manantiales
boratíferos, activos y extinguidos, que han derra-
mado soluciones boratíferas (Chillicolpa, Tacna,
Perú; Arituzar, Jujuy; Antuco, Salta). Para mayor
referencia sobre la PBCA véase Alonso (1986),
Alonso et al. (1985, 1987, 1990, 2016), Alonso y Vi-
ramonte (1996) y los trabajos allí citados.
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
fica a la PBCA. Está restringida a los modernos sa-
lares donde el ion litio se encuentra en solución. No
se han encontrado especies minerales evaporíticas
de litio tal el caso de la zabuyelita del Tíbet que es
un carbonato de litio natural. Si se han menciona-
do arcillas de litio (hectorita) acompañando a los
boratos en el salar de Turi Lari (Jujuy) (Muessig
1958). Estas arcillas de litio pueden llegar a estar
ampliamente distribuidas en los depósitos neóge-
nos boratíferos y podrían constituir una fuente de
1026
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
litio no convencional. En el edificio orogénico de
los Andes Centrales existen unos 100 salares distri-
buidos desde Perú hasta el norte chileno y argen-
tino. Los mayores reservorios de litio en explota-
ción corresponden a Atacama (Chile) y Hombre
Muerto (Argentina). Se han encontrado salmueras
enriquecidas en litio en la mayoría de los salares
boratíferos. También en salares de la Depresión
Central chilena dentro de la PNCA. En Perú, La-
guna Salinas es un gran yacimiento de ulexita y sus
salmueras son muy ricas en potasio y tienen valo-
res de hasta 300 ppm de litio. Uyuni es el depósito
con mayor volumen de salmueras de litio pero a
su vez de magnesio que lo hace económicamente
inviable por los métodos tradicionales de explo-
tación. Los demás salares del Altiplano boliviano
y en el espacio chileno altoandino son también ri-
cos en salmueras de litio. En la Puna argentina se
tienen salmueras enriquecidas en litio en Olaroz,
Cauchari, Salinas Grandes, Guayatayoc, Vilama,
Jama, Rincón, Pocitos, Pozuelos, Pastos Grandes,
Centenario, Ratones, Diablillos, Hombre Muerto,
Antofalla, Laguna Verde, como así también en Ari-
zaro, Llullaillaco, Incahuasi, Pular, Río Grande, To-
lillar, entre otros. De acuerdo a la geología global
de los distintos salares se encuentran valores desde
50 ppm hasta 3000 ppm.
TIPOLOGÍA DE LAS CUENCAS
Y DOMINIO EVAPORÍTICO
La Puna como región fisiográfica y provincia
geológica forma parte del orógeno andino (Isacks
1988, Allmendinger et al. 1997, Alonso et al. 2006,
Strecker et al. 2007). Aunque se desarrolla a orien-
te del arco volcánico (CVZ), forma parte de éste
por una rara configuración de cadenas volcánicas
transversales que la atraviesan con rumbo ONO-
ESE. El fallamiento en bloques de orientación sub-
meridiana, basculados e inclinados, así como los
cerramientos volcánicos al norte y sur, generan
cuencas de sedimentación endorreicas definibles
como de intra-arco/intra-plateau (Alonso et al.
1991). La elevación a casi 4 km sobre el nivel del
mar y el balance negativo de precipitación versus
evaporación, genera un marco ideal a la sedimen-
tación evaporítica. Volcanes y salares son los rasgos
fisiográficos dominantes del paisaje puneño. Exis-
te una estrecha y directa relación de “generador”
(volcanes) a “generado” (salares), lo que se logra
a expensas de una apropiada condición climática
(Alonso et al. 1991).
La Puna Argentina se caracteriza por poseer
cuencas cerradas, en un clima árido, a unos 3.700
m s.n.m., enmarcadas tanto por edificios volcáni-
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
cos de diferente naturaleza y composición como
también por bloques tectónicos de orientación sub-
meridiana. Este marco geológico de volcanismo
y tectonismo hace que las depresiones se definan
mayormente dentro de una tipología de cuencas
volcano-tectónicas, esto es sus límites laterales
son bloques tectónicos y sus límites al norte y/o
al sur de origen volcánico (e.g. salares del Rincón,
Pocitos, Pastos Grandes). Las excepciones son las
intervolcánicas, esto son las depresiones conteni-
das íntegramente en el eje volcánico principal (e.g.
laguna de Vilama, salar de Pular), intravolcánicas
(laguna Diamante en la caldera del Galán) y las in-
tertectónicas, esto es depresiones limitadas en sus
cuatro direcciones por bloques tectónicos de rocas
pre-cuaternarias (e.g. salares de Diablillos y Pozue-
los, depresión de Salinas Grandes-Guayatayoc).
Una herencia ambiental y metalogénica, válida
desde el Mioceno inferior a la actualidad, produjo
reciclaje y concentración de sales (Viramonte et al.
1984, Alonso et al. 1991). El cuadro actual muestra
fosas asimétricas, subsidentes, con un depocentro
evaporítico dinámico. La interrelación facial entre
los medios clásticos (físico) y evaporítico (químico),
está gobernado por la conjunción tectónica-clima
y un complejo proceso de readaptación ambien-
tal luego de una crisis de expansión lacustre en el
Pleistoceno (Strecker et al. 2009, Lanouette, 2017)
(Fig. 5).
La formación de un espejo de agua produjo un
cambio del nivel de base y por tanto una erosión
hacia las cabeceras de los cauces en los bloques
montañosos. Ello dio como resultado un avance
del medio lacustre sobre el medio fluvial. Con el
retorno a las condiciones de aridez, se produce una
retracción del o los cuerpos lacustres, una erosión
de los sedimentos previamente depositados y un
Figura 5. Imagen 3D de los salares de la Puna Austral,
desde Hombre Muerto al sur hasta Pocitos al norte, du-
rante la expansión lacustre del Pleistoceno (tomado de
Lanouette 2017).
1027
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA

retorno a las condiciones de salar originales. La
readaptación continúa todavía y ello está produ-
ciendo una reorganización de las facies clásticas y
evaporíticas, dando lugar a un tosco diseño “halita
centrado”.
La Puna tiene una gran variedad de salares, sa-
linas, lagunas saladas, playas barrosas, barreales y
otros ambientes similares. La sequedad aumenta
progresivamente hacia el oeste y hacia el sur. De
acuerdo con esto, en la Puna Norte se encuentran
ambientes de lagunas (Pozuelos, Guayatayoc, Vi-
lama) y salinas (Olaroz, Salinas Grandes), mien-
tras que en la Puna Sur se presentan verdaderos
salares como Rincón, Pocitos, Arizaro, Antofalla,
Hombre Muerto occidental, entre otros. Los sala-
res sensu lato están enmarcados por bloques tectó-
nicos orientados meridionalmente y por edificios
volcánicos en sus extremos norte y/o sur. Todas las
aguas confluyen en su interior y descargan su con-
tenido salino el que por la alta sequedad ambiente
se evapora para convertirse en sales. También está
el aporte directo de sales de las fuentes termales,
algunas de ellas representantes de géiseres activos
en el pasado. En base a su solubilidad se tiene un
orden de precipitación de las sales (evaporitas),
entre las cuales se destacan el carbonato de calcio
(travertinos), sulfato de calcio (yeso), boratos de so-
dio y de calcio-sodio (bórax, ulexita) y en el centro
de las depresiones la halita o sal gema. También se
encuentra carbonato de sodio (laguna Santa María)
y sulfato de sodio (salares de Río Grande y Poci-
tos). En el interior de los salares se presentan las
salmueras que en algunos casos contienen eleva-
das concentraciones de litio, potasio y magnesio.
mature” (inmaduros), siendo los primeros del tipo
halita dominante y los segundos del tipo clástico
dominante (Houston et al. 2011). En los cristalinos
la halita está embebida con la salmuera portadora
de los iones litio. En los terrosos las salmueras están
en acuíferos confinados a distintas profundidades.
Un salar, si se considera holísticamente, es una
entidad físico-química compleja, inorgánica, co-
rrosiva, dinámica, activa, y con gran capacidad de
auto organizarse en sus clasto-evapofacies. El salar
es un receptáculo valioso ya que conserva en su
interior la historia geológica y paleoclimática de la
región. Por otro lado son grandes reservorios de
sustancias minerales económicas conocidas (ulexi-
ta, mirabilita, halita), salmueras (Li, K, Mg, B, Cs,
Rb, Sr) y quizás muchas aún desconocidas.
Como ejemplo de un salar típico de la Puna, la
figura 6 es una imagen del salar de Pozuelos en la
Puna de Salta donde los trabajos de exploración
demuestran la distribución de las salmueras de
litio en un mapa de isoconcentraciones. Se puede
observar que este salar de tipo cristalino, con un
depocentro de halita profundo (ca. 90 m), contiene
una zona de máximas concentraciones en los valo-
res de las salmueras litíferas (< 800 ppm) (Figura 6).

SALARES TERROSOS Y CRISTALINOS

Los salares son el reservorio de los materiales

clásticos provenientes de su marco rocoso (autóc-
tonos) como de la llegada de cenizas volcánicas
y polvo eólico (alóctonos). Todo ese relleno se ha
conservado y refleja la evolución tectónica y cli-
mática de cada cuenca durante el Cuaternario. De
acuerdo con el relleno y distribución de las evapo-
facies clásticas y evaporíticas, se propuso llamarlos
“salares terrosos” y “salares cristalinos” (Igarzábal
y Alonso 1990). Los salares terrosos son aquellos
en donde las facies clásticas superan en extensión
superficial y en profundidad a las facies evaporíti-
cas y viceversa los salares cristalinos son aquellos
en donde las facies evaporíticas, principalmente la
evapofacies clorurada sódica, supera en extensión
superficial y profunda a las facies clásticas. Esta
clasificación fue mejorada por otros autores quie- Figura 6. Mapa de isoconcentraciones de litio en el salar
nes los definieron como “mature” (maduros) e “in- de Pozuelos (Salta).

1028
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
EL RECURSO MINERO
DE LOS SALARES DE LA PUNA
El Altiplano-Puna se divide en la Puna peruana
al norte, el Altiplano boliviano al centro y la Puna
argentina al sur. El salar y el desierto de Atacama
en Chile se encuentran un par de kilómetros de al-
tura más abajo, al oeste de la Cordillera Occidental,
y forman parte de una historia geológica diferente.
La Puna argentina está a su vez subdividida
internamente por relieves positivos. Ello acrecien-
ta el grado de endorreísmo y hace que se formen
espacios cerrados o depresiones de tamaños meno-
res. La Puna jujeña está dividida en tres o cuatro
cuencas longitudinales, las que a su vez están tam-
bién divididas dando lugar a los salares de Ola-
roz-Cauchari, Salinas Grandes-Guayatayoc, entre
otros. Las divisiones internas corresponden en mu-
chos casos a la coalescencia de abanicos fluviales
enfrentados que provienen de ríos transversales a
los bloques tectónicos, siguiendo generalmente zo-
nas de debilidad en los lineamientos transversales
ONO-ESE. La Puna salteña también se halla divi-
dida y compartimentalizada en tres cuencas longi-
tudinales que contienen de oeste a este, los salares
de Arizaro, Pocitos y Pastos Grandes. La cuenca de
Pastos Grandes continúa hacia el sur en Centena-
rio, Ratones y Hombre Muerto.
Las depresiones de la Puna son entonces com-
partimentos, más o menos estancos, donde conflu-
yen los materiales que arrastran los ríos y que pro-
vienen de la meteorización y erosión de las rocas
vecinas, a lo que se suman las aguas de infiltración
frías o termales, las sales disueltas en esas aguas y
el polvo eólico y las cenizas volcánicas aportadas
por el viento. Todo se concentra en las cuencas ce-
rradas donde se van formando capas que se acu-
mulan con el correr de los siglos y que guardan
grabada la memoria geológica y paleoclimática de
la región. Incluso se conservan los registros de las
épocas de climas secos y también las de climas hú-
medos, donde muchas de las depresiones se con-
virtieron en lagos, especialmente en los periodos
interglaciares (Blodgett et al. 1997, Bobst et al. 2001,
Placzek et al. 2006, Lanouette 2017).
Por su naturaleza de cuenca endorreica, las de-
presiones concentran las aguas en su centro. Dado
el clima seco, donde la evaporación supera a las
precipitaciones (balance hidrológico negativo), di-
chas aguas se evaporan liberando su carga de sales.
Es así como se forman los salares. El entorno volcá-
nico fue propicio para liberar billones de toneladas
de gases y líquidos ricos en gas carbónico, boro,
azufre, cloro que por unión con otros elementos
químicos alcalinos y alcalinos térreos, tales como
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
el sodio, potasio, calcio y magnesio dieron lugar a
sales variadas, esto es carbonatos, sulfatos, boratos
y cloruros.
Los salares tienen tres componentes mayores
en su relleno. Las gravas, arenas y arcillas de sus
alrededores, las sales sólidas en el centro y las sal-
mueras líquidas en su interior, ricas éstas últimas
en numerosos elementos químicos valiosos, entre
ellos el litio. Los aluviones de gravas y arenas que
bajan de las serranías laterales, formados por de-
gradación física, pueden tener chispitas o polvo de
oro como ocurre en los flancos occidentales de la
laguna de Pozuelos y del salar de Olaroz, ambos
en Jujuy. Las sales y minerales del interior de los
salares son de naturaleza química y evaporítica, es
decir formados por evaporación en razón del fuerte
déficit hídrico antes comentado. Así se encuentran
extensas superficies de capas de carbonato de calcio
en forma de travertinos, con venillas de ónix, en el
borde de algunos salares, especialmente Cauchari
y Pocitos (Alonso 1986, Chanampa y Alonso 2016).
El carbonato de sodio, llamado coipa por los
nativos, se presenta en eflorescencias y también en
la pequeña laguna alcalina de Santa María, al oeste
del salar del Rincón, cerca del límite de Salta y Chi-
le. El sulfato de sodio, especialmente la mirabilita
o sal de Glauber, está en la mayoría de los salares
sea como eflorescencia o formando bancos con as-
pecto de hielo o “ice cake”. Los mayores depósitos
comerciales se encuentran en el salar de Río Gran-
de, próximo a la azufrera de La Casualidad, y tam-
bién en el salar de Pocitos. Mucho más abundante
es el yeso, o sea el sulfato de calcio, que forma una
parte sustancial de las evaporitas de los salares. La
mitad oriental del salar de Arizaro está compuesta
mayormente por yeso en cristales grandes.
También se encuentran en abundancia, y es-
pecialmente en los salares de la Puna oriental,
extensos depósitos de boratos. Comprenden ma-
yormente el mineral ulexita o borato común que
se presenta en nódulos o en bancos macizos, lla-
mados respectivamente “papas” o “barras” por los
mineros de la región. Este mineral se utiliza para
la fabricación de ácido bórico. En menor cantidad
aparecen hermosos cristales de borato de sodio
(bórax o tincal). Completa el cuadro de sedimen-
tación evaporítica el cloruro de sodio o sal común
(halita). Cantidades inimaginables de sal yacen en
los salares de la Puna, como así también en viejas
serranías de sal de roca que reposan junto a los sa-
lares o en su interior.
La sal de los salares se corta en panes, se eva-
pora en piletas (cosecha) o se raspa de la costra
que se forma anualmente a fines del verano (Fig.
7). Además de los travertinos, carbonato de sodio,
1029
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
sulfato de sodio, sulfato de calcio, boratos y sal, de
los cuales algunos se explotan y otros permanecen
como recursos potenciales, los salares son a su vez
portadores de salmueras enriquecidas en elemen-
tos químicos valiosos. La salmuera es agua híper
salada con una concentración de diez a quince ve-
ces superior al agua de mar. Contienen aproxima-
damente los elementos químicos diluidos de todas
las sales presentes en un salar, además de otros que
no precipitan en minerales, como litio, potasio y
magnesio. Mediante una serie de procesos de eva-
poración, concentración y precipitación se pueden
obtener sales como el carbonato de litio o el cloruro
de potasio que tienen valor comercial por sus apli-
caciones especialmente en la agricultura (potasio) y
en baterías (litio). El recurso de elementos químicos
presentes en las salmueras de los salares es muy
grande pero está aún lejos de ser cuantificado.
LOS BORATOS Y SUS USOS
Los boratos son sales del ácido bórico que se
han formado por la concurrencia de numerosos
factores, especialmente las emanaciones volcáni-
cas, las depresiones cerradas que contienen los
salares, las aguas termales ricas en boro, así como
un clima árido desértico. Los boratos yacen en for-
maciones neógenas presentes en el interior de se-
rranías de unos 6 Ma o bien en la superficie de los
salares actuales (Alonso 2016). Cinco son los mine-
rales más importantes y abundantes: tincal, ulexi-
ta, colemanita, hidroboracita e inyoita. Muchos de
ellos se extraen de los yacimientos y se procesan
por métodos físicos secándolos al sol, pasándolos
por zarandas o tromeles, o bien eliminando hie-
rro y arcillas con separadores electromagnéticos.
De esta manera, ya procesados, son enviados para
exportación en unos casos o para la fabricación de
numerosos productos bóricos en distintas plan-
tas regionales. Las provincias del norte argentino
se encuentran en inferioridad de condiciones con
Figura 7. Costra salina y piletas de evaporación para sal
de cosecha (Salinas Grandes, Jujuy).
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
respecto a otros yacimientos como los existentes en
Estados Unidos y Turquía, que están no solo cerca
de los puertos, sino también cerca de los grandes
centros de consumo. Incluso en desventaja con res-
pecto a nuestros vecinos Chile y Perú; estos en me-
jores condiciones geográficas y con salida directa
al mar.
La actividad minera en la Puna argentina se de-
sarrolla en una de las peores condiciones geográfi-
cas, climáticas y geológicas del planeta, a 4.000 m
s.n.m., a 2.000 km del puerto de Buenos Aires y con
temperaturas invernales extremas que bajan hasta
–25° C. La temperatura media anual es de solo 8° C
y las temperaturas nocturnas se encuentran siem-
pre bajo cero con grandes amplitudes térmicas
durante el día. La falta de infraestructura es otro
de los aspectos negativos que condicionan la acti-
vidad, ya que todo debe abastecerse de no menos
de 400 km de distancia. La ausencia del ferrocarril
y el estado de las rutas y huellas mineras también
generan mayores costos que deben asumirse en
la ecuación final. Los mineros puneños trabajan
en condiciones rigurosas, donde la sequedad del
ambiente, el soroche o apunamiento, el surumpio
que ciega, la reflectividad solar y heliofanía, los
vientos secos y eléctricos, el viento blanco invernal,
la hipoxia, etcétera, limitan la capacidad humana.
Por ello resulta sumamente difícil competir con
países con mejores yacimientos, mejor localizados
geopolíticamente y con mayor acceso a tecnologías
de procesamiento de minerales. Sin embargo con
mucho esfuerzo algunas empresas regionales han
logrado fabricar productos de alta calidad que lle-
garon a mercados internacionales y compitieron
contra los del primer mundo.
Los boratos tienen más de 1.500 aplicaciones
conocidas. Se los usa principalmente en los vidrios
para aumentar su resistencia a los cambios bruscos
de temperatura (vidrios borosilicatados tipo pírex),
en el vidriado de las cerámicas (azulejos, porcela-
nas, artefactos sanitarios), como fundente de dis-
tintos metales para bajar el punto de fusión, en de-
tergentes y blanqueadores, en medicina (gotas para
los ojos, talcos para los pies), en cosmética (cremas
faciales, lociones capilares), dentífricos, enjuagues
bucales, fibras de vidrio, chalecos antibalas, como
minerales agrícolas (agrominerales), combustibles
especiales, electroimanes de neodimio-boro para
trenes de levitación magnética e imanes varios,
nylon, caucho, plásticos, papel, pinturas, trata-
miento de maderas, fungicida, bactericida (en naf-
tas de aviones), ignífugo, cucarachicida, aleaciones,
anticorrosivo, abrasivos (la combinación del boro
con el nitrógeno o el carbono dan sustancias que
casi alcanzan la dureza del diamante), y un sinfín
1030
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
de usos químicos e industriales desde los más sen-
cillos a los más sofisticados.
El tincal es el borato de sodio hidratado que
viene mezclado con arcillas o arena y que al ser
soluble en agua se disuelve y puede volver a re-
cristalizar en un material puro decahidratado (bó-
rax). Puede deshidratarse hasta obtener el bórax
pentahidratado o directamente eliminarse el agua
hasta convertirlo en bórax anhidro. Cada uno de
ellos con distintas aplicaciones, especialmente en
vidrios, jabones, detergentes y polvos de lavar. La
colemanita (borato de calcio hidratado) se usa prin-
cipalmente para fibras de vidrio y la hidroboraci-
ta (borato de calcio y magnesio hidratado) como
fundente de metales, especialmente para separar el
hierro y el titanio de las arenas negras magnéticas
de playas marinas. La ulexita (borato de calcio y
sodio hidratado), es el borato común de los salares
donde se encuentra en forma de papas o bolas de
algodón o bien en barras o capas (Fig. 8). La ulexita
cruda se usa para el agro como micronutriente de
boro y para vidrios y fritas de cerámicas. También
sirve para la fabricación del ácido bórico que de
acuerdo a su pureza puede ser de grado técnico,
farmacéutico y nuclear. Todos estos se fabrican en
Salta. También se fabrican numerosos productos
como los octoboratos de sodio para el tratamiento
de las maderas contra las termitas y el fuego; los
perboratos de sodio (boratos combinados con agua
oxigenada) como un potente agente blanqueador;
boratos de zinc (retardantes del fuego en tejidos,
plásticos y pinturas); fosfato de boro (porcelanas
traslúcidas de alta calidad); pentaborato de amonio
(recubrimiento de papel); pentaborato de potasio
(fundente de soldaduras para aceros inoxidables);
y muchos más. Lo importante a destacar es que la
Puna tiene esas riquezas, que las empresas trabajan
en la extracción de los minerales de los salares o en
su procesamiento y que esos productos se expor-
tan al mundo. Salta llegó a exportar a 42 países de
Figura 8. Nódulos, papas o bolas de algodón de ulexita
en el salar de Cauchari (Jujuy).
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
los cinco continentes y el rubro de los boratos fue
siempre el más destacado. El valor agregado de la
materia prima, el cuidado del medio ambiente y el
cumplimiento de normas internacionales de segu-
ridad e higiene, fortalecen una industria responsa-
ble que tiene que superar con ciencia y eficiencia
las enormes asimetrías que convierten al noroeste
argentino en una región lateral y marginal del país
(Alonso et al. 2016).
EVAPOFACIES SULFATÍFERA
En el marco de la zonación existente en el inte-
rior de los salares, la evapofacies sulfatífera es la
segunda en importancia después de los cloruros.
Los sulfatos se presentan como yeso y en menor
medida sulfato de sodio (mirabilita, thenardita).
El yeso está presente en una situación intermedia
dentro de la superficie de las cuencas, así como
también en capas profundas, y ocurre en nume-
rosas presentaciones. Una de ellas es como gipsa-
renita. Cuando se camina sobre estas superficies
corrugadas del salar es fácil darse cuenta de la
diferencia con las costras de halita por el ruido
característico que producen al romperse. Se trata
de un ruido de resquebrajamiento suave al revés
del que produce la halita que es tipo cracker. La
gipsarenita puede confundirse a simple vista con
arena blanquecina salvo cuando se la raya entre
los dedos y se descubre su baja dureza. Se trata
de micro rosetas de granulometría fina y su dis-
tribución puede alcanzar muchos kilómetros de
extensión.
En algunos bordes de salares se pueden en-
contrar verdaderas rosas del desierto. También es
común la presencia de yeso tipo cola de pescado
o bien en cristales holoédricos monoclínicos que
alcanzan hasta 25 cm de largo. Se trata de la va-
riedad transparente selenita. Un depósito excep-
cional de este tipo de yeso lo representa el borde
oriental del salar de Arizaro, donde conforma una
evapofacies yesífera de varias decenas de kilóme-
tros y de millones de toneladas de recurso. Esta
facies cambia hacia halita en el sector medio y oc-
cidental del salar. Por sus características técnicas
se ha usado el yeso en la propia zona para mejorar
los caminos y en pistas de aterrizaje. También es
muy abundante el yeso selenítico en morros en el
salar de Pocitos. El salar de Tolillar prácticamente
tiene una evapofacies extendida de yeso en toda
su superficie. Existen enormes recursos de yeso
en los salares de la Puna y en las capas neógenas
asociadas a sus márgenes. Sin embargo no tiene
aún aplicación, dada la distancia, que no logra so-
portar los costos del flete.
1031
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
El sulfato de sodio decahidratado mirabilita
también aparece en los salares sea en pequeños
lentes o bien formando depósitos mayores. Se pre-
senta con aspecto de manto de hielo y expuesto al
aire se torna blanquecino por deshidratación. Es
un mineral muy soluble, liviano y se deshidrata
convirtiéndose en los que los mineros llaman “plu-
mita”. Su presentación como símil hielo es lo que
llevó a que se lo designara como “ice cake” o torta
de hielo. Es característico su sabor amargo y sus
propiedades laxantes y purgantes (catárticas). An-
tiguamente se lo conocía como “sal de Glauber”.
También se ha mencionado en los salares thenar-
dita y glauberita. El mayor depósito de la Puna y
de América del Sur es el salar de Río Grande cerca
del límite tripartito entre Salta, Catamarca y Chile.
Se han evaluado allí 40 millones de toneladas de
sulfato de sodio de gran pureza. Este yacimiento se
encuentra al pie de la Corrida del Cori, una cadena
volcánica con numerosos yacimientos exhalativos
de azufre nativo en sus cumbres (Fig. 9).
El segundo depósito en importancia de la Puna
es el sector austral del salar de Pocitos (Ruiz 2012).
Allí el sulfato se encuentra en capas mezcladas con
arcillas rojizas. Se calcula en más de 5 millones de
toneladas el recurso en esa área. Otros salares de
la Puna con pequeños lentes o bolsones de sulfa-
to de sodio son Centenario y Cauchari. Recientes
perforaciones en el salar de Pozuelos han atrave-
sado una capa de sulfato de sodio de 1 a 2 m de
espesor por debajo de la halita y a unos 80 m de
profundidad. En Laguna Salinas (Arequipa, Perú)
hay un importante manto de mirabilita que se ex-
tiende por debajo de la ulexita y que constituye su
basamento técnico.
LA EVAPOFACIES HALÍTICA
La sal de los salares puneños ha sido valorada
desde antiguo, no solo por los indígenas que la
Figura 9. Sulfato de sodio en el salar de Río Grande (Salta).
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
explotaron y transportaron a las tierras bajas, sino
también por los españoles que la utilizaron amplia-
mente en los procesos de metalurgia de los metales
preciosos. La sal o halita es uno de los pocos mine-
rales comestibles, insustituible en la dieta humana
y animal y, al mismo tiempo, fundamental para
conservar los alimentos. Su defecto o exceso en el
organismo están directamente relacionados con la
salud. Desde la formación geológica de la Puna y
su proceso de aridización, la sal se ha estado acu-
mulando en sucesivas épocas. Aproximadamente
entre 7 y 5 Ma se formaron grandes salares que
luego fueron deformados por la tectónica andina
y hoy yacen formando serranías de sal gema en los
bordes de algunos de las principales cuencas de la
Puna Austral. Grandes cuerpos de sal, con decenas
de kilómetros de extensión, se encuentran en los
bordes de los salares de Antofalla, Arizaro, Hom-
bre Muerto y Pastos Grandes, acompañados por
yeso y en algunos casos boratos.
Tanto la sal de roca, como la sal de las salinas
y salares, han sido objeto de explotación desde
tiempos prehispánicos. Aún se conservan cicatri-
ces de explotación de los indígenas y algunos de
sus rústicos instrumentos de piedra. En muchos de
los cuerpos de sal de roca se encuentran cavernas y
otros rasgos de disolución. A veces aparecen gran-
des cristales cúbicos de sal transparente o con lige-
ras tonalidades rojizas a raíz de las arcillas que los
colorean. Esos cristales cúbicos perfectos, holoédri-
cos, eran llamados “sal de compa” (sal de compás)
y se les atribuían propiedades medicinales. La sal
de los salares de la Puna se explotan de distintas
maneras comerciales. La más común y artesanal
son los panes cortados con hachas por parte de los
habitantes del lugar.
La otra manera de producir la sal es cavando en
el salar piletas de evaporación en la propia costra
salina y alcanzando el nivel de la salmuera que está
a unos 25 o 30 cm de profundidad. Esa salmuera
está muy concentrada en sales disueltas al punto
que supera en 10 o 15 veces al agua de mar. Ello
hace que al quedar expuesta a la atmósfera y dadas
las condiciones climáticas de sequedad de la Puna,
la salmuera se evapore rápidamente aumentan-
do aún más su concentración. De esta manera se
empiezan a formar unos cristales chatos, llamados
“raft” o balsas, que se hunden y acumulan en el
piso de la pileta. Una manera de acelerar el proceso
es espolvorear sal fina en la salmuera para que los
pequeños cristales actúen como semillas o centros
de nucleación logrando un crecimiento rápido.
Cuando se acumula una cantidad importante se
extrae con una pala y se pone al costado de la pileta
para que se seque. Esa sal es de mejor calidad y se
1032
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
la puede yodar y usar para el consumo humano.
También se puede usar dicha sal para conservar
alimentos, fabricación de pan y otros usos menores
(Alonso 2015).
Un tercer tipo de sal es la de raspado y consiste
en rozar con la cuchilla de una motoniveladora la
costra blanca de sal que se forma por desecación
al final del verano. Se van formando así cordones
laterales de sal, en los sectores por donde pasa la
máquina, los que luego se concentran en una pila
mayor. Esa sal se puede utilizar para muchos tipos
de procesos industriales. Los salares de la Puna
contienen cientos de millones de toneladas de sal.
Atacama en Chile, como se señaló antes, es el lugar
puntual donde más sal se acumuló en todo el pla-
neta (3.000 km3).
POTASIO, MAGNESIO Y
CARBONATO DE SODIO
Los salares de los Andes Centrales son ricos en
potasio. Especialmente se lo explota de las salmue-
ras del salar de Atacama en Chile. En general, to-
das las salmueras de los salares andinos de Perú,
Bolivia, Chile y Argentina tienen al potasio como
uno de sus constituyentes. Algunos salares son
también ricos en litio. La combinación de litio y po-
tasio favorece la ecuación económica a la hora del
cálculo de los recursos económicos de un salar. Los
contenidos de potasio varían fuertemente entre las
distintas cuencas salinas. Hay salares más ricos que
otros. En la Puna argentina las concentraciones en
distintos salares se encuentran entre 4.000 y 9.000
ppm, lo que representa generalmente unas diez
veces la concentración de litio en el mismo salar.
Los valores más altos, por encima de 7.000 ppm,
se encuentran en orden de importancia en los sa-
lares de Diablillos, Llullaillaco, Pastos Grandes,
Río Grande, Rincón y Ratones. Se calcula que en
la Puna argentina existen evaluadas por distintas
compañías mineras unas 50 millones de toneladas
de cloruro de potasio. Si se toma en consideración
el valor internacional actual de 300 dólares la to-
nelada de cloruro de potasio, se tendrían recursos
equivalentes a unos 15.000 millones de dólares.
Los salares de la Puna albergan decenas de mi-
llones de toneladas de magnesio en sus salmueras.
Representan un activo negativo cuando de litio se
trata, ya que concentrar las salmueras de litio con
altos contenidos de magnesio cambia desfavora-
blemente la relación económica de su aprovecha-
miento. Esto en razón de que se necesita una tone-
lada de cal viva (óxido de calcio) por cada punto de
magnesio en la solución. Salares con una relación
mayor a 1:8 en litio y magnesio pueden resultar
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
antieconómicos con los métodos tradicionales de
explotación. Pero a su vez, visto desde otro enfo-
que, el magnesio podría aprovecharse como sub-
producto. En Chile los residuos cloro magnesianos
(bischofita) de las explotaciones de litio del salar
Atacama se utilizan para estabilizar los caminos.
El salar más rico en litio es Uyuni (Bolivia) y, pa-
radójicamente, es también el más concentrado en
magnesio, con una relación de 1:19 e incluso más
alta. Los salares más ricos en magnesio en la Puna
argentina son Incahuasi y Llullaillaco. Esto indica
que hay en los salares puneños un importante re-
curso potencial de magnesio asociado al litio, pota-
sio, boro y otros elementos. Sin embargo, no resulta
económico en la actualidad, tanto por su bajo pre-
cio y porque el mercado está manejado en más de
un 70% por China que cuenta con gigantescas re-
servas, especialmente en el Tíbet, donde la mayoría
de sus salares son netamente magnesianos.
El carbonato de sodio se conoce como coipa,
una palabra quechua que es como se la conoce en
la Puna y en algunos otros lugares de los Andes
Centrales de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Es di-
fícil encontrarla pura sino más bien formando una
mezcla con otras sales tales como sulfatos y cloru-
ros de donde toma el nombre más generalizado de
salitre; que sin embargo no debe confundirse con el
famoso salitre de Chile, el cual está formado por ni-
tratos de sodio o potasio (nitratina, nitro). La coipa
se encuentra mayormente como eflorescencias en
las orillas de los salares. Se distingue por su color
blanco níveo, aspecto pulverulento y su sabor lige-
ramente picante lo que la diferencia del salado de
la sal común (halita o cloruro de sodio) o del amar-
go del sulfato de sodio (mirabilita o sal de Glau-
ber). Los carbonatos de sodio más conocidos son la
trona y el natrón. En la Puna hay una sola laguna
salada con abundante carbonato de sodio y es la
laguna Gerschel o Santa María. Allí se descubrió
además una nueva especie mineral, un fosfato áci-
do de sodio bautizado como catalanoita por Ruiz
(inédito). Los nativos de la Puna y otros sectores
de los Andes Centrales utilizan la coipa para varios
usos domésticos. Uno de ellos es como un jabón o
champú para el lavado del cabello. También se la
utiliza para el lavado de la lana esquilada de las
ovejas o el pelo de los camélidos, especialmente el
de las llamas y las alpacas. Se la aplica como mor-
diente natural en el teñido de los textiles realizados
con lana de ovejas. Se menciona la coipa como un
agregado en algunas comidas junto a arcillas cono-
cidas como chacco o pasalla y que complementan
la dieta de los pueblos altoandinos, la cual es pobre
en oligoelementos. Sus usos en la industria quí-
mica moderna (“soda ash”) tienen que ver con la
1033
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
fabricación de vidrio, jabones, detergentes, papel,
textiles, curtiembres, productos farmacéuticos, tra-
tamiento de aguas, entre otros. En mineralurgia se
la utiliza para transformar las salmueras de litio en
carbonato de litio.
EXPLORACIÓN DE SALARES POR LITIO
El litio se volvió popular en la última década.
Sin embargo, Luciano R. Catalano, un importante
químico y geólogo argentino que recorrió la Puna
argentina, lo señalaba en sus trabajos en la década
de 1920. En los últimos años se comenzó a mencio-
nar que el 80% de las reservas mundiales de litio
en salmueras se encuentran en los Andes Centrales
de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. En el interior
húmedo de los salares se mantiene líquida la sal-
muera que contiene elementos químicos entre los
cuales el litio y el potasio son los que tienen ma-
yor interés económico. La extracción del litio es
amigable con el medio ambiente ya que consiste
en evaporar en piletas las salmueras súper satura-
das aprovechando las energías del sol y del viento
para que estas precipiten el exceso de sal y luego
las salmueras enriquecidas en litio o potasio sean
tratadas para extraer esos elementos y convertirlos
en cloruro de potasio o carbonato de litio. El interés
de lo expuesto radica en que el potasio es absolu-
tamente esencial para la agricultura y el litio lo es
para las baterías de celulares y computadoras.
Los primeros intentos de explotación de un sa-
lar por litio en la Puna argentina fueron llevados a
cabo en el salar del Rincón en la década de 1980. La
escasa capacidad económica para un proyecto de
esa envergadura y los elevados valores en magne-
sio de las salmueras fueron causales de abandono.
El proyecto “Fénix” de FMC-Minera del Altiplano,
en el salar del Hombre Muerto, comenzó su pro-
ducción en 1995. En el año 2000, la empresa Ady
comenzó a explorar nuevamente el salar del Rincón
para la obtención de sales de magnesio. En el 2005
cambiaron el objetivo a litio y en el 2007 instalaron
una planta piloto para la obtención de carbonato
de litio a razón de 1.200 t/año. En 2008, con los nue-
vos anuncios sobre energías limpias, hubo un fuer-
te posicionamiento de empresas internacionales en
los salares de la Puna. De esa oleada de inversiones
sólo se puso en marcha el proyecto salar de Olaroz
de la empresa australiana Oro-Cobre y la japonesa
Toyota-Tsusho. Hubo estudios en numerosos sala-
res pero luego se produjo una caída brusca de las
inversiones que duró hasta 2014. En 2015 volvió el
interés por el litio y en 2016 se alcanzó un nuevo
pico en las inversiones. Todos los salares fueron
nuevamente tomados por diferentes compañías
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
que se encuentran actualmente en distintas etapas
de avance. Incluso se rompió un paradigma que
estaba relacionado con la exploración superficial
de los salares boratífero-litíferos de la Puna orien-
tal para extenderse a todos los salares y buscar los
acuíferos profundos. Ello en razón que la empresa
francesa Eramet encontró salmueras densas ricas
en litio a más de 300 m de profundidad en el sa-
lar Centenario (Salta). También se buscó evaluar
la presencia positiva de potasio a los efectos de su
cálculo en el contexto de los recursos de un salar.
Para cuantificar las salmueras de litio se utilizaron
variadas técnicas de geofísica (sísmica de reflexión,
geoeléctrica, magneto-telúrica, etc.), perforaciones
(aire reversa, diamantina, sónicas), perfilajes de
sondeos, geoquímica de aguas y salmueras (super-
ficiales y profundas), balances hídricos, estudios
meteorológicos, entre otros. La suma de las investi-
gaciones realizadas han permitido conocer por pri-
mera vez la tercera dimensión de los salares, esto es
la profundidad del basamento y la arquitectura de
las facies de relleno tanto físicas (clásticas, piroclás-
ticas) como químicas (evaporíticas).
CONCLUSIONES
Los salares de la Puna argentina representan
la concurrencia y singularidad fenomenológica de
diversos factores geológicos y climáticos en el mar-
co de un orógeno no colisional. Los tres elementos
mayores que se conjugan en la generación de los
salares son el volcanismo, la tectónica y el clima.
Dicha fenomenología es consecuencia directa de la
subducción a 30° de la placa oceánica de Nazca por
debajo de la placa continental sudamericana. El Al-
tiplano-Puna es una cuenca endorreica de primer
orden que está limitada por un arco volcánico con-
tinental a occidente (Cordillera Occidental) y una
cadena montañosa a oriente (Cordillera Oriental).
La Puna argentina es el sector austral del Alti-
plano-Puna y se encuentra compartimentalizada
por cadenas volcánica neógenas con orientación
ONO-ESE (transversales al rumbo andino) y sie-
rras de orientación meridiana, mayormente blo-
ques tectónicos de rocas paleozoicas (Paleozoico
inferior, Ordovícico). Dicha compartimentaliza-
ción genera depresiones cerradas, con drenaje en-
dorreico, a unos 4.000 m s.n.m. que son definidas
como cuencas de intra-arco/intra-plateau. En el in-
terior de dichas cuencas se forman los salares por la
concurrencia del volcanismo, endorreísmo, terma-
lismo y clima árido.
Los depocentros de los salares, dinámicos en el
espacio y tiempo a raíz de la tectónica y el clima,
contienen evapofacies que se ordenan toscamente
1034
 Alonso – Ciencias de la Tierra y Recursos Naturales del NOA
de acuerdo a su solubilidad según un sistema de
“bull eye pattern”, con la evapofacies halítica alta-
mente soluble en el centro del depocentro, rodeada
de las evapofacies sulfatífera, boratífera y carbo-
nática, esta última en el anillo externo. Las evapo-
facies a su vez están rodeadas por las clastofacies
de la llanura fangosa (“mud flat”), llanura arenosa
(“sand flat”) y del abanico aluvial (“alluvial fan”).
Si las clastofacies dominan sobre las evapofacies,
los salares se definen como terrosos o inmaduros
(“inmature”) y viceversa si las evapofacies domi-
nan sobre las clastofacies los salares se definen
como cristalinos o maduros (“mature”).
Los recursos económicos de los salares corres-
ponden a sales y salmueras (“brines”). Entre las
sales destacan boratos (ulexita, tincal), sulfato de
sodio (mirabilita), carbonato de sodio (natrón), ha-
lita (sal gema), yeso (selenita) y carbonato de calcio
(travertinos). La mayoría de ellos han sido explo-
tados y aprovechados para distintos fines, aunque
en el caso del yeso, a pesar de su calidad (selenita),
no paga los costos de transporte. Las plataformas
de travertinos de algunos salares (e.g. Cauchari,
Pocitos), pueden ser un recurso futuro para su uti-
lización como cal de valor para el tratamiento de
neutralización del pH de soluciones ácidas en pro-
yectos metalíferos o en la mineralurgia de salmue-
ras de litio.
Las salmueras de algunos salares están enrique-
cidas en litio, potasio, magnesio, boro, cesio, rubi-
dio, estroncio, entre otros elementos. Entre ellos el
litio ha ganado la atención en la última década aun-
que su explotación en la Puna comenzó en 1994 en
el salar del Hombre Muerto.
La periodización histórica del aprovechamien-
to de los recursos de los salares comienza con sal
común (< siglo XV), boratos (> 1870), sulfato de so-
dio y carbonato de sodio (> 1950), salmueras de li-
tio (> 1990). La exploración científica y explotación
comercial de los salares se remonta a fines del siglo
XIX. La exploración profunda, si bien comenzó en
la década de 1980, alcanzó sus máximos en los últi-
mos años del siglo XX y primeras décadas del siglo
XXI, con pozos entre 50 y 500 m de profundidad.
Estos pozos profundos representan un cambio de
paradigma en la prospección de salmueras de litio.
Los nuevos blancos de exploración son los acuí-
feros profundos con salmueras densas de igual o
mayor enriquecimiento que las de acuíferos super-
ficiales.
Agradecimientos
Este trabaja se encuadra en las investigaciones que
el autor lleva adelante en el marco de la Universidad
Nacional de Salta-CIUNSa y CONICET (CEGA-INSU-
Relatorio - XX CGA - Tucumán 2017
GEO). Se agradece la invitación a participar del relatorio
a la Dra. Claudia Muruaga y autoridades del XXCGA,
así como la colaboración de los siguientes profesiona-
les: Dra. Claudia Galli (UNSa-CONICET), Dr. Carlos
R.M. Sorentino (Sidney, Australia), Dr. Manfred Strec-
ker (Potsdam), Dra. Teresita Ruiz (UNSa), Geól. Walter
Rojas (Eramet Sudamericana SA), Dr. Rodrigo Castañe-
da, Geól. César E. González-Barry (UNJu), Geól. Eliana
Chanampa (Lithea SA), Geól. Rocío V. Martínez y fotó-
grafo Ossian Lindholm.
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