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R evisión

Personalidad, resiliencia y otros factores


psicosociales asociados al consumo de sustancias
psicoactivas en la adolescencia: propuesta
etiológica
María de la Villa Moral Jiménez
Universidad de Oviedo

Resumen
Se propone un análisis comprehensivo del fenómeno de la experimentación juvenil
con sustancias psicoactivas, incidiendo en la elaboración de una propuesta etiológica
de marcado cariz psicosocial. Se considera que el uso/abuso de drogas constituye un
fenómeno complejo causado por la interacción de diversos factores interrelacionados
entre los que se incluyen los factores personales tales como los estilos de personalidad o
la vulnerabilidad individual, junto con otros microsociales (refuerzo social, redes sociales,
modelos negativos del grupo de iguales o familia, presión social, etc.) y macroestructu-
rales (disponibilidad, publicidad, cultura de la droga, etc.). Contexto, individuo y sustancia
-todos a un mismo nivel, como si de una suerte de determinismo recíproco se tratara-
constituyen una triada de elementos determinantes del fenómeno. Dado nuestro interés
investigador, en esta oportunidad el análisis más exhaustivo se centra en la personalidad y
la resiliencia como factores psicosociales de riesgo/protección. Se exploran variables tales
como el hedonismo, la impulsividad y búsqueda de sensaciones, la abulia, fluctuaciones
en el estado anímico, búsqueda de atención o locus de control, entre otros, así como un
constructo de carácter psicosocial como la resiliencia. Se concluye que en un fenómeno
como el de la experimentación juvenil con sustancias psicoactivas se requiere adoptar
un posicionamiento desde el que se aborden factores etiológicos interrelacionados
mediante los que se posibilite un análisis integrador.

Palabras Clave
Adolescencia, sustancias psicoactivas, etiología, personalidad, resiliencia.

Correspondencia a:
María de la Villa Moral Jiménez.
Departamento de Psicología. Área de Psicología Social. Facultad de Psicología.
Plaza de Feijóo, s/n - despacho 211, 33003 Oviedo (ESPAÑA)
TELÉFONO: (98) 5103282 FAX: (98) 5104144 - (98) 5104141
E-mail: mvilla@uniovi.es

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Revista Española
de
Drogodependencias 32 (3) 2007
32 (3) 250-291.
María de la Villa Moral Jiménez

Summary
A comprehensive analysis of the phenomenon of the young experimentation with psychoactive
substances is proposed, affecting in the elaboration of a psychosocial etiological proposition.
We consider that use/abuse of drugs a complex phenomenon caused by interaction of several
related factors included the personal one like personality styles or individual vulnerability, next
to other micro social (social strengthening, social networks, negative model of peer-group or
family, social pressure, etc.) and macro structural one (availability, publicity, drug culture, etc).
Context, individual, and substance –all to a same level, like a reciprocal determinism- constitute
a triad of determinants resources of the phenomenon. Given our research interest, in this
one opportunity the more exhaustive analysis is concentrated on the personality and the
resilience like risk/protection psychosocial factors.Variables like hedonism, the impulsiveness
and the search of sensations, fluctuation in mental state, search of attention, or locus of
control, between others, as well as a construct of psychosocial character like resilience are
explored. We conclude that in a phenomenon like young experimentation with psychoac-
tive substances it is necessary approve a positioning that approach related etiological factors
through will be feasible an integration analysis.

Key Words
Adolescence, psychoactive substances, etiology, personality, resilience.

Résumé
On propose une analyse compréhensive du phénomène de l’expérimentation juvénile
avec des substances psycho-actives, en influençant l’élaboration d’une proposition étio-
logique d’aspect psycho-social marqué. On considère que l’utilisation/abus de drogues
constitue un phénomène complexe causé par l’interaction de divers facteurs interreliés
entre lesquels on inc lut les facteurs considérés comme individuels comme des styles de
personnalité la vulnérabilité individuelle, avec des facteurs microsociales (renforcement
social, réseaux sociaux, modèles négatifs du groupe d´ égaux ou famille, pression sociale,
etc..) et macro-structurels (disponibilité, publicité, culture de la drogue, etc..). Contexte,
individu et substance - tous à un même niveau, comme si d’une chance de déterminisme
réciproque il était traité – constituent une triade sont mis en communication comme
des éléments déterminants du phénomène. Vu notre intérêt investigateur, dans cette
occasion l’analyse plus exhaustif se centre dans la personnalité et la résilience comme
des facteurs psycho-sociaux de risque/protection. On explore des facteurs comme le
hédonisme, l’impulsivité et la recherche de sensations, l’aboulie, fluctuations dans l’état
animique, recherche d’attention ou locus de contrôle, entre autres, ainsi qu’un construc-
to à caractère psycho-social comme la résilience. On conclut que dans un phénomène
comme celui de l’expérimentation juvénile avec des substances psycho-actives on re-
quiert d’adopter une positionnement dans laquelle on intègre des facteurs étiologiques
interreliés au moyen desquels on permet une analyse intégratrice.

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Mots Clés
Adolescence, substances psycho-actives, étiologie, personnalité, resilience.

“Y no pocas creencias decaídas parecen haber Se plantean dudas radicalmente críticas


experimentado una revitalización trasladándose acerca del por qué ha florecido en las últimas
de esfera: donde se creyó que la masturbación décadas una cultura estereotípica juvenil de la
produce ceguera, demencia y parálisis, se cree que droga asociada a consumos recreativos (Bellis y
ciertas drogas (o ‘la’ droga) ciegan, enloquecen y Hughes, 2003; Fernández Cruz, Comas, Bayés,
paralizan” Musitu, Marina, Grisolía y Elzo, 2007; Moral y
Ovejero, 2006) impulsados por la extensión de
Antonio Escohotado. un tempus sobreactivado de divertimento fruto
Las drogas: de ayer a mañana. de la estimulación hedónica. Los hábitos de
consumo de alcohol y otras drogas se han ido
INTRODUCCIÓN afianzando entre los jóvenes españoles como
seña identificativa de prácticas lúdicas de fin de
El denominado problema de la droga repre- semana compartidas con el grupo de iguales, ya
senta una construcción social mediante la que sea en espacios vivenciales a través de la mani-
se encubren cuestiones coadyuvantes bajo la festación de prácticas ritualizadas de consumo
apariencia de problematicidad tergiversada, grupal de alcohol bajo el fenómeno denomi-
en el caso de que se juzgue como algo que nado botellón (Aguilera, 2000), como parte
atañe únicamente a lo individual, o si restringe de fiestas dionisíacas (Parra, 1994a, 1994b) o
su aplicación a la sustancia en sí desvinculada diversiones nocturnas en ágoras lúdicas (bares,
del usuario y su contexto. Ello es un ejemplo discotecas, etc.) (Calafat et al., 2000; Elzo y La-
espada, 1996; Elzo, Comas, Laespada, Salazar y
inequívoco de que supone una sinécdoque
Vielva, 2000; Moral y Ovejero, 2005a, b, 2006)
de la compleja realidad sociocultural de las
que han de ser interpretadas atendiendo a la
drogas. Se designa ya sea un objeto por alguna
propia funcionalidad psicosocial de las mismas
de sus partes (problema de la droga por las entre el colectivo juvenil. Aun así, las identidades
drogas: su cultura, usos, costumbres, rituales, de la cultura, estilo de ocio y tipologías juveniles
efectos, etc.), una pluralidad por algo singular son multifacéticas y heterogéneas.
(el término reificante droga por las drogas)
Desde un posicionamiento crítico, como el
o el género por la especie (el binomio joven-
adoptado en esta exposición, nos cuestionamos
droga o marginados-droga por consumidores o acerca de si, a pesar de todo, este mundo de
drogadictos) (Moral y Ovejero, 2003). Cuando la droga es funcional o si el consumo abusivo
se hace lo primero, esto es -personalizar una de sustancias institucionalizadas por parte de
cuestión con raigambre social, histórica y jóvenes que se suman a una inercia sociocultural
cultural que adopta apariencia de problema o que lo utilizan como mecanismo de integración
en un ente individual (casos-problema)-, las grupal forma parte de estrategias orquestadas
responsabilidades e implicaciones colectivas por mecanismos distractores actuando como
se diluyen. señuelo de libertades.

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La adolescencia representa un estadío del diversidad, a pesar de que por diversos


ciclo vital conflictuado, caracterizada tradicio- motivos y efectos de poder la droga (mis-
nalmente por la transitoriedad y sometida en la tificación reificada en sus términos), con
actualidad a un proceso de moratoria psicosocial toda su carga estereotípica, sigue siendo
-en los términos planteados hace décadas por socialmente funcional;
Erikson (1959a, 1959b)-, a modo de adquisisión
b) es preferible aludir a la problemática so-
ralentizada de una identidad psicosocial plena
cial de las drogas menos excluyente que
que la define por lo que es como estado que
la referencia sin más al problema de la
opta a una identidad propia, y no por lo que
droga, de modo que semejante tendencia
ha dejado de ser (infancia) ni por lo que anhela
conseguir llegar a ser (condición de adultez). a la simplificación no es anecdótica, sino
Semejante condición de ambivalencia e indefini- plenamente interesada, ya que engloba
ción se agudiza dadas las características propias bajo una etiqueta mistificada la sustancia
de la sociedad occidental contemporánea, de y los consiguientes usos, prácticas, daños,
manera que se propone una retroalimentación usuarios, contextos, etc., bajo un discurso
de las crisis de la adolescencia en una sociedad falaz;
adolescente en crisis (Moral y Ovejero, 2004). En c) resulta conveniente la conceptualización
efecto, vivimos tiempos de cambio entrópico del phaenomenon de las drogas como
a múltiples niveles que afecta a cuestiones de constructo/realidad psicosocial más que
marcado cariz psicosocial tales como las rela- meramente como producto de una sus-
ciones humanas, de modo que cada vez más se tancia química, refutando el axioma tauto-
acrecienta la falta de correspondencia esperable lógico relativo a que las drogas son ilegales
entre la mejora de la calidad de vida instrumen- porque son malas y son malas aquellas
talizada y el propio bienestar psicosocial, que que están prohibidas. En este sentido, al
mas bien ha devenido en desórdenes persona- mismo tiempo que se desproblematizan
les y sociales (Chomsky, 2001; Fukuyama, 2000; ciertos usos ritualizados amparados en
Giddens, 2000; Kaplan, 2000; McGuigan, 1999;
el imaginario popular se reinventan cru-
Myers, 2000; Sennet, 2000).
zadas sobre otros consumos de drogas
Sometida la adolescencia a un proceso de no autóctonas;
mistificación ideológica, preferentemente ha de
d) rehuir de cualquier intento de personalizar
hablarse de los adolescentes, de su pluralidad
el conflicto exclusivamente en el usuario
reficada bajo diversas tipologías adscriptoras, de
sus peculiaridades diferenciales intra e intergru- (vulnerabilidad, predisposición, antede-
po, tratando de no personalizar sus conflictos centes, etc.) reemplazándolo por una vi-
patologizándoles innecesariamente (Moral, sión comprehensiva de una problemática
2006a). De manera similar a la conveniencia de compleja como la de la experimentación
hablar de jóvenes, más que de juventud (Castillo, infanto-juvenil con sustancias psicoactivas;
1997, 1999; Coleman y Hendry, 2003; Crosera, y, finalmente, entre otras cuestiones,
2001; Elzo, 1999; Feixa, 2001, 2003; Funes, 1999, e) repensar el discurso ideologizado sobre la
2003) proponemos que: droga que se retroalimenta de actitudes,
a) ha de aludirse a las drogas en plural, en tendencias de consumo, representaciones
vez de sesgar estereotípicamente su sociales, etc., ya que como constructor de

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verdades que se toman como tales, me- drogas (Basabe y Paéz, 1992; Páez et al., 1992;
diante el discurso se imponen de forma Pascual, 2002; Rodríguez y Megías, 2001; Vélez,
insidiosa a través de persuasiones que se 2005) determina en parte la percepción de
familiarizan sus prerrogativas sobre las riesgo del consumidor, modulada por variables
más diversas cuestiones que son acep- actitudinales y por el propio consumo asociado
tadas por convención, máxime en temas a la mentalidad del usuario (Cerrato y Palmo-
tan controvertidos como aquellos que in- nari, 2005; De Epalza e Irazabal, 1997; Moral y
volucran la mentalidad de los usuarios de Ovejero, 2003; Navarro, Gil y Ballester, 2007).
sustancias psicoactivas así como diversos Por su parte, el joven que distorsiona a conve-
formalismos y convenciones asociadas. niencia los riesgos de unos usos ritualizados o
Durante la adolescencia es frecuente la ex- de otros demonizados socialmente no es una
perimentación con sustancias psicoactivas, bajo mera circunstancia anecdótica, ni exclusivamen-
manifestaciones de consumos normativizados te un caso-problema con lo que se personaliza
que actúan ya sea como fuente de integración el conflicto, sino un agente participativo y un
grupal, bálsamo de malestares personales o producto participado.
búsqueda hedónica, entre otras posibilidades. La Descrito nuestro posicionamiento, el objeti-
normatividad de ciertos consumos rituales con vo que nos planteamos es desarrollar una pro-
sustancias tales como alcohol, tabaco y cannabis puesta etiológica de la experimentación juvenil
-ya sea bajo influencia, presión o conminación con sustancias psicoactivas, centrándonos en la
grupal, o por iniciativa propia, aunque social- acción de riesgo o protección de ciertas varia-
mente condicionada-, distorsiona la percepción bles de personalidad, psicosociales e identitarias,
de riesgo asociada a tales usos. Los adolescentes familiares, grupales y escolares, así como ma-
mantienen creencias interesadas sobre los efec- croestructurales concebidas como productos
tos no perjudiciales o potencialmente inocuos singularizados socialmente condicionados y ex-
de ciertas experimentaciones, a pesar de que poner la importancia del constructo resiliencia
dispongan de información preventiva, de modo como habilidad para la vida ante situaciones de
que semejantes creencias, opiniones y cognicio- crisis, adversas o estresantes, como en sentido
nes conforman una dimensión actitudinal básica laxo ha sido considerada tradicionalmente la
que puede no verse reflejada en una conducta propia adolescencia.
saludable. De igual manera, de la sensibilización
(plano socioafectivo) frente a esta problemática
no se desprende una disposición conductual
PLANTEAMIENTO. Bases
de resistencia, ni de hecho necesariamente explicativas de la
un consumo responsable (Moral, Rodríguez y experimentación juvenil
Sirvent, 2004a, b, 2006a, b).
con drogas
La tan manida alusión a la calificada como
mentalidad del usuario resulta sumamente perti- En una propuesta comprehensiva de los
nente como variable explicativa de la distorsión factores etiológicos implicados en la expe-
de las percepciones de riesgo asociadas a la rimentación infanto-juvenil con sustancias
experimentación con sustancias psicoactivas. psicoactivas ha de aludirse a la interrelación de
En este sentido, la representación social sobre las diversos factores que conforman una suerte

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de continuum etiológico (Moral, 2002; Moral, macrosocial (condiciones de mercado de la


Rodríguez y Sirvent, 2004a, 2006a). Resulta sociedad postindustrial, valores imperantes en la
pertinente el estudio riguroso de la etiología sociedad postmoderna, etc.). Es la interrelación
como análisis de las causas de un orden deter- de todos estos factores la que determina la
minado en un intento de cumplir la máxima compleja realidad de esta problemática. Desde
de Kant relativa a que quien conoce el por qué la predisposición/vulnerabilidad genética y los
puede afrontar cualquier cómo. Mientras que las estilos de personalidad al modelado paterno,
causas de unos efectos permanezcan a modo desde la abulia personal a la inercia social con-
de totum revolutum, se complica la obtención trolada, desde la búsqueda de integración grupal
de ciertos resultados que se desprenden del a la acción de los mecanismos de control, en
proceso explorativo. En cualquier caso, el ex- definitiva, desde lo genético a lo macrosocial,
plicar representa un despliegue de intentos de los factores que influyen/determinan la inicia-
comprensión-interpretación de una compleja ción y habituación al consumo por parte de
realidad multicausada mediante la apelación a los jóvenes abarcan un amplio espectro que
presuntas razones individuales, socioculturales analizaremos con posterioridad.
y colectivas que la fundamentan y que se de- Previo a ello es necesario manifestar nuestra
rivan de ella. crítica hacia los modos habituales de disociar
La mirada interpretativa sobre la etiología explícitamente los factores individuales y socia-
del fenómeno del consumo juvenil de drogas les. Desde un planteamiento psicosociológico
se ejerce a modo de labor constructiva al en- como éste ha de aludirse a un continuum
focar el problema desde distintos encuadres. etiológico, tal como se ha explicitado. Los lin-
Baste recordar que los factores que modulan des que separan lo biológico y lo cultural o lo
la iniciación, vinculados a diversos planos individual y lo social son meros simbolismos
interrelacionados, así como la magnitud del de un universo discursivo, de conciencias in-
problema, han sido analizados desde distintos dividuales y representaciones colectivas que
posicionamientos tales como aquellos desde se retroalimentan. Aludir a factores centrados
los que se prioriza lo fisiológico (vulnerabilida- en el individuo o en la sociedad es un modo
des individuales heredadas, predisposiciones a eufemístico de hablar que, sin embargo, cons-
reacciones fisiológicas, etc.); lo psicológico (refe- truye realidades, de manera que semejante
rencia a variables de personalidad a modo de disociación ha de entenderse en únicamente
perfiles caracteriológicos o rasgos comunes en en aras de la claridad expositiva. Siendo así, los
consumidores, etc.); lo psicoafectivo (apelación factores relacionados con el consumo de drogas
a oscilaciones en el estado anímico, habilidades pueden ser tanto individuales-sociales como
comunicacionales, etc.); lo denominado como sociales-individuales. Los primeros son factores
psicosociológico en sentido estricto (presión del centrados en el individuo aludiendo a caracte-
grupo de iguales, conformación de una identi- rísticas propias del sujeto o a factores internos
dad psicosocial, etc.); lo microsocial (centrado tales como predisposiciones o vulnerabilidades
en el análisis de la socialización en el ámbito a influencias sociales y de la sustancia en sí.
familiar y las interacciones entre el grupo de Los contextos más inmediatos (véase familia,
iguales); lo sociocultural (disponibilidad de la grupo de iguales o escuela) y aquellos otros
sustancia, persuasión publicitaria, etc.) o lo más globales (cultura, estructuras económicas

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o mecanismos de control social) son escenarios ducida por deficiencias psicoafectivas o inade-
vitales que influyen en el proceso de iniciación cuados aprendizajes) o el educativo (consumo
al consumo de sustancias psicoactivas. y habituación como desviación individual por
Rastrear los antecedentes e indagar sobre una inadecuada socialización que ha de ser
los efectos derivados de cualquier conducta es corregida mediante medidas reeducadoras).
un paso inexcusable para desarrollar posibles Junto a los anteriores se trata de superar
vías explicativas de la misma. En este sentido, otros modelos etiológicos como el obsoleto
se han formulado multitud de teorías mediante modelo tradicional (ritualización del uso de
las cuales se procede a ofrecer una explicación drogas ligado a prácticas mágicas, curativas,
tentativa del consumo de drogas (véase Lettieri, sacras o alimentarias, siendo el consumidor un
Sayers y Pearson, 1980). Como apuntó en su mero instrumento) que cobra un renovado
revisión Botvin (1995), desde hace décadas ha sentido al vincular esos usos al modelo socio-
habido enfoques centrados en el aprendizaje cultural (definición de usos y costumbres en
social (Bandura, 1977), en las propias conduc- función de las tradiciones vigentes en cada
tas-problema (Jessor y Jessor, 1977, 1980), en la cultura) o el casi olvidado modelo consumista
infravaloración y menosprecio hacia uno mismo (transformación de la droga en mercancía
(Kaplan, 1980), en las comunicaciones persuasi- con lo que leyes macroestructurales influyen,
vas (McGuire, 1968), en la acción de los grupos léase manipulan, la génesis del consumo), entre
de iguales (Oetting y Beauvais, 1986, 1987) o otros, los cuales confluyen en sentido laxo
en la búsqueda de sensaciones como causa de en el modelo ecosistémico (o bio-psico-social)
la iniciación (Zuckerman, 1979). Sin embargo, que se define como mucho más que un mero
dado que la experimentación juvenil con drogas modelo ecléctico.
representa un fenómeno multideterminado, la Asumida la complejidad multicausal del
apelación en exclusividad a un sólo enfoque fenómeno, el apelar a unas razones cuya
como teoría explicativa supone incurrir en la acción es sucesiva (no simultánea) o a un
reificación del mismo y el necesario reajuste determinado modelo etiológico no es sino
(reconstrucción) del fenómeno con el fin de comparable a la alusión de Botvin (1995)
encuadrarlo en unas bases teóricas previas. referente a que la imagen de instantáneas de
Han de ser postergados a un segundo tér- la etiología del consumo supone retener en
mino ciertos modelos etiológicos simplistas, imágenes “momentos” que no conforman, ni
de evaluación y tratamiento tales como el éti- mucho menos, el complejo entramado de
co-jurídico (desviación individual de las normas influencias, la naturaleza recurrente del pro-
siendo la droga el agente activo y el consumi- ceso de adquisición del hábito, los circuitos de
dor una mera víctima, de ahí que se incida en retroalimentación o las relaciones recíprocas
la posterior corrección de la transgresión); el entre los factores implicados.
médico-sanitario (drogas, personas y contexto La conveniencia del empleo como modelo
con la consideración del binomio antitético etiológico del bio-psico-social (modelo deno-
enfermedad-salud en términos de riesgo-re- minado también ecológico, ecosistémico o mul-
compensa controlado por los profesionales ticausal) ha sido sostenida desde hace décadas
de la salud); el psicologista (drogodependencia por parte de diversos autores (Engel, 1977,
como desviación de la conducta normal pro- 1980; Gallegos, 1996a, b; Santacreu y Froján,

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1994; Santacreu, Zacagnini y Márquez, 1992; Análisis comprehensivo de la etiología del consumo:
Schwartz, 1982). Se propone que el uso/abuso acerca del principio de Symploké
de sustancias psicoactivas constituye un fenó-
meno complejo causado por la interrelación Abarcar la totalidad de factores etiológicos
simultánea de factores macroestructurales (pre- implicados en la génesis del consumo juvenil
disposición, disponibilidad, publicidad, cultura de sustancias psicoactivas ha de plantearse
de la droga, etc.) junto a factores microsociales no de una forma simplista, ni siquiera como
(refuerzo social, redes sociales, modelos ne- una sucesión de influencias, sino como acción
gativos del grupo de iguales o familia, presión retroalimentadora, donde prevalezcan los
social, etc.) y otros considerados como indi- análisis comprehensivos sobre otros mono-
viduales tales como la sensibilidad o ciertos causales con pretensiones globalizantes. En
rasgos de personalidad. temáticas tales como las que nos ocupa se
Asumimos un modelo de investigación hace necesaria la apelación al principio de la
ecosistémico calificado como bio-psico-socio- symploké, como acción de todo contenido en
cultural como variante del modelo etiológico todo, donde lo humano se reconstruye por
bio-psico-social que en los últimos años lo social, simultáneamente a como esto se va
parece estar más en boga. Se supone la inte- reformulando recursivamente y donde no es
rrelación de factores de diversa índole, dada posible una disociación de factores pues se
la imposibilidad de que todos los comporta- explican en el otro del cual son parte consti-
mientos del individuo pudieran ser explicados tutiva. Aplicamos ese concepto de la filosofía
desde un modelo centrado en la persona. La presocrática en un sentido similar al otorgado
integración de su constante retroalimentación por Harré (1983) a las ciencias sociales, al
con el medio sociocultural conduce a que se designarlas como ciencias estructurales cuyos
organice cada experiencia de una forma de- objetos de estudio están estructurados por
terminada. El ambiente, en el sentido laxo del variables internamente relacionadas en las que
término (condiciones macroestructurales, so- cada variable adquiere parte de su identidad
cioeconómicas, culturales, etc.), y en concreto, en función del conjunto de relaciones que las
las condiciones socioculturales, confluyen con las vinculan a otras. Por analogía, tal y como se
características personales (bio-psico-sociales), expuso en El árbol del conocimiento (Maturana
que se van reconstruyendo por mediación y Varela, 1984), admitimos que los sistemas
de la relación dialéctica con el ecosistema. sociales pueden ser interpretados como
En este complejo entramado de influencias sistemas autopoiéticos, siendo lo peculiar que
se van gestando y modificando los factores en su organización el único producto sea sí
relacionados con la génesis del consumo de mismo, sin separación alguna entre productor
sustancias psicoactivas. Contexto, individuo y y producto, concibiéndose como inseparables
sustancia -todos a un mismo nivel, pues no el ser y el hacer.
debe haber ordenación jerárquica de ningún Dada nuestra orientación, la búsqueda
tipo entre estos tres elementos, como si de de factores etiológicos ha de concentrarse,
una suerte de determinismo recíproco se simultáneamente, en un complejo entramado
tratara- se interrelacionan como elementos multifactorial de influencias, en un estado de
determinantes del fenómeno. pulsiones y motivaciones, junto a acciones pro-

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pias de mecanismos de poder social políticos o de mediatizar la interacción de factores relacio-


fácticos representados en la acción de factores nales de acuerdo a un determinado contexto
intra e interindividuales, sociales, históricos y macrosocial.
culturales que, precisamente, son tales por el Proponemos una clasificación de factores
proceso dialéctico que los reconstituye. etiológicos con fines expositivos y sin inten-
Existe abundante literatura en la que se alude ción reificante alguna, en virtud de la cual se
a diversos factores tales como ciertos rasgos incluyen diversas categorías de adscripción
de personalidad que predisponen/favorecen tales como los factores de riesgo personales,
la iniciación en el consumo de sustancias psi- micro-sociales y macro-estructurales, aun siendo
coactivas, si bien únicamente se citan factores conscientes de que se tergiversa su esencia
moduladores que hacen referencia a vulnerabi- al adscribir factores a compar timientos
lidades genéticas o predisposiciones biológicas, estancos, ya que cada uno de ellos es dialé-
por ejemplo alteraciones en la ADH de los hijos cticamente reformulado por su interrelación
de alcohólicos u otro tipo de riesgos añadidos constitutiva.
con respecto a la población general que se tra- Lo personal desligado de lo social no existe,
ducen al plano emocional, cognitivo-conductual de manera que es en la discusión dialéctica
y psicosocial (Alonso-Fernández, 1981; Berman entre individuo y sociedad donde se construye
y Noble, 1993; Cadoret et al., 1995; Frone, Rus- la idiosincrasia del ser. Lo intra e interindividual,
sell y Cooper, 1993; Hawkins, Jenson, Catalano lo posicional y lo ideológico se interrelacionan.
y Lishner, 1988; Rodríguez-Martos, 1978;Tarter Permítasenos aludir a la interpretación de Ba-
y Edwards, 1988) o se alude a predisposiciones rriga (1986) del problema de la droga, desde
a la adicción que pueden tener bases genéticas un planteamiento eminentemente psicosocial,
y constitucionales (Ambrosio, 2003; Lester, en donde utiliza la clasificación propuesta por
1989; Hoenicka, Ponce, Jiménez-Arriero y Doise (1982) aplicándolo a la explicación de
Rodríguez-Jiménez, 2007) a título ilustrativo, ya la conducta de consumo de drogas: a) nivel
que, nuestro interés investigador se centra en intraindividual: conducta como fenómeno
otro tipo de variables. A lo anterior se suma el dependiente de los procesos internos al
análisis de factores de protección ante el consu- propio sujeto, desentendiéndose de otro
mo de drogas en adolescentes (Graña y Muñoz, tipo de determinantes; b) nivel interindividual:
2000; Hombrados y Domínguez, 2004; Llorens, conducta refleja, siendo en los otros en donde
Perelló y Palmer, 2004; Martínez y Robles, 2001; el individuo se construye como respuesta
Navarro, 2000), si bien se ha de reconocer que, especular ; c) nivel posicional: la conducta
de acuerdo con Moncada (1996), la ausencia puede interpretarse como una necesidad
de un factor de riesgo no se considera como de afirmación en una posición concreta, en
un factor de protección ni viceversa. Además, unos determinados grupos de pertenencia
convendría puntualizar que los factores de que, sin embargo, representan una minoría;
riesgo/protección mediante los que se tiende d) nivel ideológico: se refiere a las creencias,
a personalizar el conflicto únicamente deben representaciones e ideologías que subyacen
ser entendidos como variables predisponentes a la práctica social (Barriga, 1986, pp. 86-88).
(no en el sentido simplista de vulnerabilidades Estando las expectativas individuales modula-
individuales constitutivas) que son susceptibles das por tendencias de grupo y colectivas, se

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conviene en que las drogas cumplen ciertas desajustes de personalidad sobre la génesis del
funciones de integración, al mismo tiempo que consumo de sustancias psicoactivas, aquélla se
desvían de las normas explícitas que regulan torna en aceptación del hecho de que en los
sancionando los usos/abusos, básicamente, de consumidores se constatan desajustes que, o
sustancias no institucionalizadas. bien son previos y motivadores del consumo,
Una vez apuntado lo anterior, se procede a o bien se producen como consecuencia del
desentrañar la imbricada red de influencias de hábito. A este respecto, de acuerdo con lo
diversos factores de riesgo y de protección, expuesto por Berjano y colaboradores (1990),
interesándonos especialmente por los cons- se advierte de que la abundante información
tructos personalidad y resiliencia, así como por acerca de la personalidad del toxicómano
la implicación de otras variables de cariz más (Bergeret, 1982; Oughourlian, 1977; Varo y
psicosocial. Aguinaga, 1982) debe ser utilizada con re-
servas pues, aún no se sabe si es el consumo
a) El constructo Personalidad. La es-
de drogas el que da lugar a modificaciones
tructura de los rasgos de personalidad ha sido
del comportamiento, o si, por el contrario,
descrita en adolescentes de acuerdo al modelo
son determinadas características que influyen
de los cinco factores en diversas investigaciones
en el individuo las que pueden inducir a un
(Del Barrio, Carrasco y Holgado, 2006; Pons-
determinado consumo. Para proceder a la
Salvador, Cerezo y Bernabé, 2005; Romero,
dilucidación de lo anterior se han propuesto
Luengo, Gómez-Fraguela y Sobral, 2002), así
diversos modelos teóricos mediante los que
como ha de hacerse una mención al hecho de
se tiende a explicar la interrelación entre los
que en la literatura sobre el tema abundan los
trastornos de personalidad y la dependencia
análisis de los perfiles de personalidad Millon en
a sustancias psicoactivas.
adictos a sustancias psicoactivas (Ezquerro, et al.,
2007; Mestre, Risco, Catalán e Ibarra, 2001; Pe- Bajo nuestro punto de vista no existe una
drero, 2003). A partir de peculiares configura- personalidad preadictiva-tipo, planteamiento
ciones de rasgos pueden ser caracterizados los mantenido por diversos autores (Alfonso e
trastornos de personalidad, cuya patología en Ibáñez, 1987, 1992; Alonso-Fernández, 1985;
drogodependientes ya diagnosticados u otras Esbaugh, 1982; Lang, 1986; Macià, 1995; Mon-
referencias a la comorbilidad psiquiátrica se tañés, 1992; Orte, 1993; Rodríguez-Martos,
recoge profusamente en la literatura española 1985, 1996; Sánchez Hervás y Berjano, 1996),
al uso (Barron, Mateos y Martínez, 2004; Bricolo, con el que mostramos nuestra conformidad,
Gomma, Bertani y Serpelloni, 2002; Cuadrado, a pesar de las discusiones infructuosas que
2000; Gutiérrez et al., 1998; López-Torrecillas, se han generado en torno a la existencia
Riscos, Araque y De la Casa, 2004; Pedrero y de una personalidad pretoxicómana y de una
Segura, 2003; Pedrero et al., 2004; Pérez de vulnerabilidad ante ciertas sustancias, que ha
Heredia, González, Ramírez, Imaz y Ruiz, 2001; de complementarse con la necesaria distin-
Roncero, Matalí yYelmo, 2006; Sánchez,Tomás y ción entre marcadores biológicos y factores
Climent, 1999; San Narciso, et al., 1998; Santos, de riesgo ofrecida en análisis como los de
Forcada y Zamorano, 2001). Guardia (1995). Algunos apelan, no obstan-
te, a una morbilidad psiquiátrica preadictiva
A pesar de la controversia que existe en
(Khantzain, 1985). Aunque no se constate la
relación a la implicación de rasgos internos y

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existencia de una personalidad pretoxicómana 1992; Marecceau, 1992; Mirin, 1991; Pedrero y
se afirma que determinadas características de Segura, 2003; Roncero, Matalí y Yelmo, 2006;
personalidad, tales como la sociopatía en el Sanchez-Hervás y Berjano, 1996). En cualquier
género masculino o trastornos afectivos en el caso, de acuerdo con Ambrosio (2004), los
género femenino, dependencia-independencia trastornos de personalidad en adictos pue-
de campo o locus de control externo, entre den ser caracterizados a partir de peculiares
otros, favorecen una mayor vulnerabilidad configuraciones de rasgos, lo que además
individual con respecto al consumo de drogas; de tener repercusiones para los sistemas
principalmente, en lo que se refiere a su valo- clasificatorios, es de especial relevancia para
ración respecto a los efectos reforzantes de el diseño de intervenciones psicoterapéuticas
las mismas (véase Spielberger, Reheiser, Foreyt, y farmacológicas.
Poston y holding, 2004). Y, a posteriori, tras la De esta forma, se apela a rasgos intrínsecos
habituación al consumo, durante el proceso desde diversas corrientes, tales como la psico-
de desarrollo de la dependencia alcohólica patología psicodinámica, para etiquetar a un
u otro tipo de adicción, las descripciones consumidor abusivo como adicto de forma que
tienden a reflejar similitudes en los rasgos de cuando se consume por otras razones de índo-
personalidad y patrones conductuales. le social tales como presión ambiental por moda
En las últimas décadas se ha impuesto social, o incluso para protegerse psicológicamente
posturas tales como las defendidas en el de circunstancias sumamente estresantes, en
modelo de adaptación de Peele (1985) (la términos de González de Rivera (1993), no
condición adictiva sería una consecuencia de se le considera como adicto, de ahí que en su
los problemas personales, familiares y sociales etiología se prioricen factores constitucionales
que padecen los individuos en su entorno, de y de personalidad sobre otros juzgados como
forma tal que las variables externas interac- circunstanciales. Se utilizan las conclusiones de
cionan con los efectos de la droga a la que Kandel (1978, 1989) como apoyo explícito a
están habituados conformando lo que el autor estas consideraciones.
denomina la experiencia personal adictiva) y En nuestra opinión, aludir a una personalidad
en el modelo de la automedicación que tiene preadictiva-tipo aplicable a los adolescentes
en Khantzian (1985) su máximo exponente consumidores abusivos o claramente adictos
(selección de drogas de abuso en función de resulta análogo a manifestarse a favor de ob-
determinantes internos, concretamente rela- soletas teorías preformacionistas o tipologías
cionada con variables intrínsecas y de modula- caracteriológicas en las que se obvian otras
ción de aspectos afectivos). Si la psicopatología interrelaciones e implicaciones, lo cual no
coexiste con el fenómeno del consumo y obsta la necesaria indagación sobre ciertos
actúa como factor de riesgo-predisponente factores de personales que actúan a modo
o si ciertos desajustes psicoafectivos y de de riesgo/protección, tal como proponemos
personalidad se producen como consecuencia en esta aportación. Evidentemente, se puede
de la habituación es una cuestión todavía con- afirmar que representarán un grupo de riesgo
trovertida que ha sido abordada en diversas aquellos individuos con problemas de sociali-
investigaciones (Earleywine, 1993; González zación, bajo umbral de frustración, buscadores
de Rivera, 1993; Hesselbrock y Hesselbrock, de satisfacciones inmediatas, deficientes en

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habilidades de enfrentamiento a los problemas la hipótesis que contempla ambas posibilidades


vitales y demandas sociales, etc. De este modo no excluyentes es la más viable. Se observa una
los estilos y rasgos de personalidad en los tendencia general a considerar que el consumi-
adolescentes pueden actuar como predicto- dor habitual parece estar más motivado por la
res de la conducta de consumo de sustancias búsqueda del placer o la evitación del displacer
psicoactivas, tal como se afirma en recientes que el consumidor meramente esporádico,
estudios (Fantin, 2006; Llorens, 2005). En nues- observándose, asimismo, que el usuario de
tro caso, tales riesgos se vinculan especialmente sustancias no institucionalizadas prioriza esta
a adolescentes con desajustes psicoafectivos dimensión placentarista, en comparación a los
y sociocomportamentales y problemas en la consumidores de drogas legales, según exponen
construcción y sucesivas reformulaciones de su Alonso-Fernández (1999, 2003) o Echeburúa
identidad psicosocial (Moral y Ovejero, 1998a, (2000), entre otros.
b, 2003, 2005a, b). Precisamente, esta pulsión hedónica es
En la fundamentación etiológica de la ex- considerada por los jóvenes como la principal
perimentación infanto-juvenil con sustancias motivación de consumo, de acuerdo a los re-
psicoactivas se alude con profusión a algunos sultados contenidos en el Informe de Febrero
de los rasgos/estados internos que se exponen de 2007 del Plan Nacional sobre Drogas, de
a continuación, entre otros: modo que entre los motivos para beber de-
a.1.) Hedonismo. Se hace referencia al claraban que les “gustaba el sabor” (71,0%) y
componente narcisista o hedónico latente la “diversión y el placer” (63,6%), con lo cual
como posible factor de riesgo implicado en en virtud de ello se confirma la motivación
la compleja multifactorialidad de la génesis del placentera de la experimentación y en menor
consumo. La alusión a rasgos de personalidad medida su uso como factor de integración
tendentes a la satisfacción de esa búsqueda ha grupal o paliativo de malestares personales.
de hacerse, únicamente, vinculándolo al con- a.2.) Impulsividad y búsqueda de sensaciones.
texto que los reformula. Se ha constatado que Parece que los jóvenes que puntúan alto en
la baja tolerancia a la frustración (Flórez, 1984; escalas en las que se evalúa la impulsividad y
González Audikana, 1995; Montañés, 1992; la necesidad de saciar el deseo de búsqueda
Rodríguez-Martos, 1985;Vega, 1981) represen- tienen más tendencia a experimentar con dro-
ta un factor asociado. Esta teoría relativa a la gas sobre todo en edades tempranas (Comas,
búsqueda de placer en cualquier acto humano 1985; Flórez, 1984; Galizio y Stee, 1983; Gonzá-
fue muy empleada a principios del siglo XX, lez Audikana, 1995; Moncada, 1996; Montañés,
de forma tal que como expusieron Alfonso e 1992; Rodríguez-Martos, 1985). La curiosidad
Ibáñez (1992) incluso se acuñó la frase “en las potenciada por la exposición a modelos refor-
drogas se entra por la puerta del dolor o del pla- zados por la conducta de exploración y/o por
cer”. Este factor hedónico puede manifestarse, una historia personal de reforzamiento también
ya sea como consecuencia de la adquisición es uno de los factores que contribuye a explicar
del hábito de consumo de sustancias psico- la iniciación y mantenimiento del consumo de
activas o como potenciación de un rasgo de drogas, según las apreciaciones de Carrasco y
personalidad determinado que actúa como Luna (1995). En este sentido, Martínez-Lorca
inductor a la experimentación tal cual, si bien y Alonso-Sanz (2003) se interrogaban acerca

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de la relación hipotetizada entre búsqueda de variables, incluyéndose la acción de facto-


de sensaciones, autoconcepto, asertividad y res constitucionales y otros derivados de la
consumo de drogas. Asimismo, la alusión a la interpretación de la aprobación/rechazo del
iniciación en el consumo asociada a la búsqueda grupo de iguales en relación con las crisis
de sensaciones se ha realizado desde diversos que durante la adolescencia se producen a
enfoques en los que se contempla la acción de diversos niveles. Se ha investigado sobre la
componentes cognitivos, afectivos y orécticos, posibilidad de que la depresión sea un factor
como expusieron Alfonso e Ibáñez (1992). predictor del consumo de sustancias psicoac-
En suma, siendo el joven un ser en constante tivas (Kaplan, 1985; Huba, Newcom y Bentler,
experimentación (Galliard), esta tendencia es 1986), si bien se debería adoptar una postura
aplicable al terreno de la iniciación al consumo desde la que se reconozca la recursividad del
de drogas. fenómeno, ya que puede que sea la droga la
a.3.) Abulia. La abulia no es un rasgo de que “les hace depresivos” (Alfonso e Ibáñez,
personalidad sensu stricto, sino un estado 1992). Como si de un círculo vicioso se tratara,
emocional transitorio que actúa a modo de el consumo parece aliviar esa alteración del
trastorno/disregulación de la voluntad. Re- estado anímico (Aneshensel y Huba, 1983). Se
presenta uno de los factores etiológicos que ha hecho referencia a la intolerancia psicofísica
modulan la iniciación y posterior habituación al estrés (Braverman, 2001) o distrés emocional
al consumo. Siendo el sentimiento de apatía, (respuesta fisiológica y conductual provocada
disminución o anulación de la voluntad e por el desbordamiento/inadaptación de los
impotencia para actuar los síntomas que de- mecanismos de afrontamiento del individuo
finen este estado emocional negativo, se ha ante una demanda del entorno). En efecto, el
constatado su implicación en el consumo de estrés personal, potenciado por las propias
sustancias psicoactivas. Hay quienes aluden al condiciones de la adolescencia en la que el
letargo emocional (Vallejo-Nágera, 1997) como individuo debe hacer frente a un mayor nú-
uno de los factores de riesgo. En ese mismo mero de fuentes potenciales de estrés, puede
continuo se encuentra la sobreestimulación provocar que las drogas se conviertan en una
vinculada a la iniciación al consumo (Cánovas, forma de escapar de estas interacciones ca-
1997; Moral et al., 2004) que no se opone, racterizadas por un conflicto continuo (Wills,
tal cual, al primer factor aludido, sino que, 1986, 1990), y que parece estar causado por
más bien, el exceso de estimulación estaría una autoimagen negativa o la baja autoestima
relacionado con la propia indecisión ya que un del adolescente, en opinión de Macià (1995).
incontable número de opciones y la necesidad También se ha apelado a la acción interviniente
de vivencias intensas imposibles de disfrutar de la conducta impulsiva y la vulnerabilidad a
conduce a una permanente insatisfacción. Al la adicción (Torres, Crespo, García-Lecumberri
estar situado el nivel de exigencia demasiado y Ambrosio, 2001). Otros han aludido a la an-
alto, la anulación de la voluntad podría re- siedad rasgo y estado o tendencias depresivas
lacionarse con la frustración derivada de la como factores precipitantes (Barnea,Teichman
imposibilidad de elegir libremente. y Rahav, 1992; Rivera y Prados, 2001). A modo
de defensa específica, al recurrir al consumo
a.4.) Fluctuaciones en el estado anímico. El
de drogas el adolescente interpreta que se
estado de ánimo está modulado por multitud

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palia la carencia o empleo desadaptativo de Margolis, 1988; Chassing, Presson, Sherman,


sus recursos individuales, aun cuando lo cierto McLaughlin y Giorgia, 1985). En el caso de la
es que se potencia la vinculación al exterior adicción a otras drogas puede constituir un
como mecanismo de afrontamiento/huida. comportamiento anómalo asociado a una
a.5.) Agresividad. Habitualmente interpreta- forma de burla a los imperativos sociales,
do como un mal aprendizaje o una tendencia lo cual, no ha de conducirnos a calificar, sin
socialmente alentada e interiorizada mediante más, la autodestrucción como una forma de
modelado, la agresividad se ha descrito como manifestación de la rebeldía, de acuerdo con
factor etiológico asociado al consumo de la interpretación de Alfonso e Ibáñez (1992).
sustancias psicoactivas. Se ha constatado que En cualquier caso, tales experimentaciones
la agresividad temprana (Martínez, García, se utilizan como un medio de trasgresión de
Domingo y Machín, 1996; Kellan et al., 1983) normas endógenas y sociales.
es uno de los factores que muestran una a.7.) Locus de control externo. Quien depo-
mayor asociación con el uso problemático de sita en el exterior las causas de una conducta
drogas, sobre todo en estudios longitudinales, poco puede hacer por controlarla. No es, en
a lo que se suman otros problemas de conducta sí, preocupante que se hagan inadecuadas
como predictores tales como: hiperactividad, atribuciones causales externas, sino el empleo
rebeldía, pobre autocontrol, dificultad para sistemático de ellas incurriéndose en sesgos
relacionarse, alienación, conducta antisocial, atribucionales. Semejante cuestión relativa
búsqueda de placer y disconformidad con al control externo e interno vinculada al
las normas. consumo de drogas fue objeto de estudio
a.6.) Búsqueda de atención. Rebeldía. Un en investigaciones como la de Calafat, Mejías,
estado de rebeldía y búsqueda de atención, a Amengual y Palmer (1992). Se ha constatado
modo de proyección individual ante los otros, que los adolescentes con locus de control
se relaciona en la literatura sobre el tema con externo y baja tolerancia a la frustración son
el consumo de drogas en jóvenes (Alfonso más influenciables por los amigos, lo cual
e Ibáñez, 1992; González de Audikana, 1995; actúa como factor de riesgo, de ahí que la
González-Calleja et al., 1996; Moncada, 1996; dependencia del exterior asociada a la nece-
Montañés, 1992). Se supone que actúa como sidad de aprobación social se haya esgrimido
un mecanismo en virtud del cual se busca como factor predisponerte (Calleja et al,
la aprobación grupal mediante un intento 1996; Orte, 1993). También se alude a la baja
de destacar en el grupo, se busca aparente tolerancia a la frustración o al bajo control de
independencia o se atrae poderosamente la impulsos como uno de los factores que, junto
atención de los otros. En el caso particular del a los mencionados, mediatiza la interrelación
tabaco la sustancia puede interpretarse que entre factores personales y situacionales y la
actúa como signo de madurez e indepen- presunta superación de ese estado a través
dencia así como de búsqueda de atención, del consumo. El sentimiento de vulnerabilidad
aceptación y apoyo por el grupo de iguales es aplicable a los usuarios de drogas ya que
(Barton, Chassing y Sherman, 1982; Becoña, atraviesan por situaciones vitales estresantes
2006a, b; Burton, Sussman, Hansen, Johnson que interpretan como incontrolables, con lo
y Flay, 1989; Chassing, Presson, Sherman y que desencadena una sensación de pérdida de

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control que puede impulsar el mantenimiento por parte de quienes no son consumidores
del hábito del consumo. En cambio, se ha (Novacek, Raskin y Hogan, 1991). La sensación
confirmado la importancia como factor de de invulnerabilidad va asociada a la mentalidad
protección del autocontrol en la experimen- del usuario (Echeburúa, 1985): mientras los
tación con drogas (López-Torrecillas, Peralta, no consumidores valoran negativamente las
Muñoz-Rivas y Godoy, 2003). consecuencias derivadas del consumo e incluso
b) Factores cognitivos y orécticos. Se se muestran intolerantes, los usuarios reelabo-
apela a una compleja interrelación entre acti- ran creencias falseadas que se adecuan a su
tudes, conocimientos y expectativas a la hora necesidad de minimizar los efectos nefastos
de ofrecer una constatación: los abundantes que provoca el consumo abusivo, al mismo
conocimientos sobre las drogas no garantizan tiempo que valoran con más vehemencia las
una actitud contraria al consumo, ni tampoco consecuencias positivas.
una actitud permisiva se fundamenta sobre c) Variables “más” psicosociológicas.
una escasez o tergiversación intencional de Puesto que el hombre no existe en su indivi-
conocimientos sobre los efectos. Las creencias dualidad, sino que se contempla su naturaleza
sobre las sustancias, las percepciones de riesgo como un producto social, las variables impli-
y las distorsiones de sus efectos influyen sobre cadas en lo que afecta a lo humano son por
la iniciación y habituación al consumo, así como ende psicosociológicas, aunque se propongan
las propias intenciones de uso. Se discute acerca clasificaciones relativas a variables persona-
de la vinculación entre actitudes y creencias les/sociales. En este caso, al aludir a la génesis
específicas respecto a las drogas y la conducta y mantenimiento del consumo de sustancias
de inicio al consumo, conviniéndose en que ésta psicoactivas, se tiende a priorizar la acción de
se predice por valores favorables al consumo variables de riesgo/protectoras tales como las
(Kandel et al. 1978). crisis de identidad, la necesidad de integración
En todo caso, aunque no se ha constatado en el grupo o el concepto de uno mismo mo-
una correspondencia biunívoca entre actitud y dulado socialmente, entre otros factores.
conducta, de modo que las propias actitudes c.1.) Crisis de identidad. La construcción de la
expresadas pueden no corresponderse con un identidad psicosocial es una de las necesidades
supuesto comportamiento que cabría derivar priorizadas por el adolescente que se siente so-
de las mismas, en algunas investigaciones se ha metido a una creciente presión para desarrollar
hallado un estrecho vínculo entre las actitudes una identidad unificada. En el joven adquiere un
favorables/de rechazo hacia las drogas y la renovado sentido la necesidad de cosificar su
conducta de consumo (Botvin y Botvin, 1992; yo desde el convencimiento de la dificultad de
Lignell y Davidhizar, 1991). De este modo, las forjar una imagen de sí mismo con continui-
creencias sobre las consecuencias del consumo dad en el tiempo y en multitud de situaciones
y las actitudes asociadas al significado social de sociales a las que se enfrenta. Asimismo, se ha
las propias sustancias se relacionan frecuente- conectado el inicio en el consumo de drogas
mente en la literatura sobre el tema. Se constata en adolescentes con diversas dimensiones del
que aquellos individuos que abusan de las dro- autoconcepto (Esnaola, 2006). Mientras que
gas tienen unas expectativas diferentes respecto el ansia por encontrarse a través de los otros
a los probables efectos derivados de su empleo constituye un factor de riesgo, la conformación

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de una identidad personal y social adaptativa al (Wills, 1986, 1990). En cualquier caso, el uso
escenario vital puede actuar como elemento intencional de las drogas como vía de escape
protector ante la dependencia de sustancias ha de interrelacionarse con la acción de otros
psicoactivas (Moral y Ovejero, 1998c). factores de riesgo tanto intrapersonales como
Algunos grupos de jóvenes que no han socioculturales que inducen al adolescente a
logrado identidades consistentes necesitan experimentar con drogas, a modo de refugio
identificarse con algo y se integran en grupús- de las incertidumbres que percibe e interpreta
culos minoritarios, tal como expone González que le acosan cotidianamente.
Blasco (1994) mediante los cuales se dota a c.3.) Necesidad/dificultad de establecer relacio-
los jóvenes de una pseudoidentidad individual nes interpersonales. Se aduce como uno de los
reflejo de una resatelización grupal. El deseo factores implicados en la iniciación al consumo
de encontrar y reafirmar sus identidades se de sustancias psicoactivas tanto la necesidad
vehicula a múltiples intentos de hallar los meca- de integración como las dificultades derivadas
nismos de resolución efectiva de esa búsqueda. de ella, reales o supuestas, que se ponen en
Se encuentra suficiente apoyo en el supuesto juego en los procesos interactivos con el grupo
de que el recurso de las drogas parece estar de iguales y el deseo de identificación grupal.
conectado con los intentos infructuosos de re- La influencia social normativa ejercida por el
solución de sus crisis de identidad (Aberastury, grupo sobre el individuo se interrelaciona con
1976; Alonso-Fernández, 1985; Cánovas, 1994; la necesidad imperiosa de construcción de
Carrasco y Luna, 1995; De la Garza yVega, 1983; una identidad psicosocial. Precisamente, una
González de Audikana, 1995; Moral y Ovejero, explicación de cómo las normas y las creen-
1998b, c; Ovejero, 2000; Rodríguez-Martos, cias sociales normativas actúan para facilitar el
1985, 1996). inicio al consumo de drogas se aporta desde
c.2.) Mecanismo de evasión. Tradicionalmen- el teorema del proceso del vínculo social, citado
te en la literatura sobre el tema se ha aludido por Hansen (1995, p. 372), en el que se postula
con vehemencia al refugio en las drogas, siendo que el entorno social es el factor básico hacia
el mecanismo de evasión utilizado a modo de el que se dirige la atención de los adolescentes,
huida hacia delante. Aquellos individuos que considerándose los grupos de amigos como
suelan disfrazar la realidad y suplantarla, al me- la unidad básica de su organización social y el
nos temporalmente, se considera que serían deseo de conseguir aceptación, estatus social
más vulnerables ante la posibilidad de empleo y respeto de sus amigos, el motivador principal
de las sustancias psicoactivas. Se propone que que impulsa su conducta. Se ha relacionado
durante la adolescencia el miedo a las respon- la iniciación al consumo con el acto de so-
sabilidades y la imposibilidad de aceptarlas cialización en el grupo de iguales (Oetting y
y/o resolverlas adaptativamente actúa como Beauvois, 1986) y resulta ser contingente la
factor de inducción al consumo. Ello puede pertenencia al grupo con la adopción de sus
responder a la búsqueda de nuevos valores normas reguladoras (Opp, 1982; Heckathorn,
frente a su posible estandarización, de ahí que 1990). El recurso de la droga como signo de
se aluda a la propia evasión de la realidad y la independencia personal al tiempo que sujeción
búsqueda de nuevos ideales, lo cual representa al grupo, símbolo de integración y aceptación
un factor de riesgo y una propuesta explicativa de unas normas de actuación, ha sido suficien-

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temente estudiado desde hace años (Barton vinculados a la experimentación y uso de


et al., 1982; Burton et al., 1989; Chassing et al., sustancias psicoactivas entre adolescentes,
1985, 1988; Grube, Rickead y Getzlaf, 1990; si bien se trata de un fenómeno multicausal,
Kniskern, Biglan, Litchtenstein, Ary y Baury, 1983; de acuerdo con las valoraciones del National
Sussman, 1995). Institute on Drug Abuse (1997, 2006a, 2006b).
c.4.) Baja Autoestima. Un concepto de uno De este modo, los conflictos personales e
mismo infravalorado conduce a ciertos senti- interaccionales derivados de la insuficiencia/
mientos de impotencia que podrían ser suplidos inadaptación de las habilidades sociales de
mediante el recurso a ciertas sustancias que algunos adolescentes representan factores de
proporcionan falsos sentimientos de superio- riesgo para el consumo de drogas.Asimismo, los
ridad o de estatus de igualdad con respecto déficits en habilidades sociales actúan como un
a aquellos con quienes se relaciona el joven. elemento concurrente en diversos problemas
Igualmente, la implicación de sentimientos de entre los que se halla la drogadicción. Por otro
inseguridad e inferioridad ha sido propuesta lado, la conformación de una identidad personal
de modo que un adolescente con autoestima y social adaptativa al escenario vital puede actuar
positiva será capaz de planificar y afrontar de- como elemento protector ante la dependencia
terminados retos, los cuales otro con déficits de sustancias psicoactivas. Se ha demostrado
dará por perdidos (Clark, Clemens y Bean, que un eficaz grado de competencia en las
1998). Más allá de explicaciones tentativas, se habilidades emocionales (Mayer y Salovey, 1993;
constatan bajas correlaciones entre el consu- Salovey y Mayer, 1990; Salovey y Sluyter, 1997;
mo y la autoestima (Kaplan, Martin y Robbins, Goleman, 1996, 2004, 2006) es fundamental
1984; White, Johnson y Horowitz, 1986), si para un satisfactorio funcionamiento social y
bien convenimos con Paul, Barrón y Graña adaptación psicosocial y escolar. También se
(1993), en que, estando la autoestima de los ha argumentado por parte de autores como
adolescentes determinada situacionalmente y Botvin (2000) que las habilidades de asertividad
siendo modulada socialmente, la baja relación y afrontamiento pueden contribuir a mejorar
hallada tal vez se deba a la complejidad de las la resistencia a la presión ante el consumo de
variables implicadas, más que a la inexistencia, drogas por parte del grupo de iguales.
tal cual, de la relación. A pesar de lo anterior, en Mientras que la ausencia de competencia
estudios como el de Crokett y Petersen (1993) social en la edad escolar se ha relacionado
se ha identificado la baja autoestima como un con conductas problemáticas tales como el
precursor del uso de sustancias, así como del abandono en la asistencia a la escuela, el bajo
comportamiento delictivo en la adolescencia. rendimiento escolar, la delincuencia juvenil y
Y es que los sentimientos de inferioridad están las conductas adictivas, una adecuada com-
relacionados con ciertas transgresiones de petencia social en la edad escolar se asocia
normas mediante las cuales se tiende, en último a un buen rendimiento académico y a la po-
extremo, a compensar déficits en la valoración pularidad del sujeto entre sus iguales (Green
de uno mismo. y Lemanek, 1983; Moral et al., 2004; Ovejero,
c.5.) Habilidades sociales. Los déficits inter- 2000;Vallés y Vallés, 1996). Según lo expresado
personales parecen favorecer la aparición y/o por Sussman (1995), se afirma que aquellas
mantenimiento de una serie de problemas personas que adoptan comportamientos de

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riesgo en lo relacionado al consumo de drogas constatado que, mientras que el apoyo social
muestran una mayor pobreza en habilidades explícito brindado por los grupos informales
sociales, al menos en la habilidad relativa al es un factor de protección ante muy diversos
rechazo asertivo, con respecto a quienes no trastornos (Cameron, 1990; Garbarino, 1983;
se implican en los mencionados compor- Litwak, 1985; Litwak y Meyer, 1986; Litwak,
tamientos. En cambio, de acuerdo con lo Messeri y Silverstein, 1990; Turner et al.,
expuesto por Suelves y Sánchez-Turet (2001), 1992; Wills y Vaughan, 1989), la ausencia y/o
en estudios transversales se ha encontrado inadecuación del mismo constituye un factor
una asociación positiva entre asertividad y de riesgo para diversos trastornos de salud
consumo de tabaco (Carvajal, Wiatrek, Evans, física y mental (Barrón, 1988, 1990) tales como
Knee y Nash, 2000) y en algunos de tipo los problemas de adicciones. En población
longitudinal se indica que el uso de drogas adolescente se ha observado que el apoyo
en la adolescencia suele ser anterior a la vin- por parte del grupo de iguales correlaciona
culación a un grupo de iguales consumidores positivamente con la no iniciación al consu-
(Iannotti, Bush y Weinfurt, 1996). Asimismo, mo (Wills y Vaughan, 1989). Son factores de
se ha demostrado el factor protector de las protección tanto para el uso de drogas como
habilidades asertivas y las relativas a la toma para otras conductas desadaptadas los lazos
de decisiones sobre el consumo de drogas establecidos con la sociedad normalizada
ilegales (Barkin, Smith y DuRant, 2002), lo cual (Catalano, Kosterman, Hawkins, Newcomb y
se vincula a la pertinencia del entrenamiento Abbot, 1996).
en habilidades de resistencia a la presión de En todo caso, no todo apoyo explícito fun-
grupo como estrategia preventiva. ciona a modo de factor protector. Es posible
c.6.) Falta de Apoyo social. El apoyo social que el apoyo del grupo de iguales consumi-
es a la salud física y psicológica algo así como dores de alcohol sea más decisivo y actúe en
el respirar al funcionamiento vital. Los efec- relación inversa con el apoyo brindado por
tos sobre el bienestar individual también se parte de la familia y la escuela. Con respecto
producen a la inversa, esto es, la adecuada al apoyo familiar, parece constatarse que los
disposición personal favorece la búsqueda y consumidores se sienten menos apoyados por
establecimiento de redes de apoyo. De acuer- sus padres respecto a los no-usuarios (Brook,
do con Cobb (1976), el apoyo social comienza Whiteman, Gordon y Brook, 1990; Hoffman,
en el útero y el desarrollo del mismo a través 1995; Spoth, Shin, Guyll, Redmond y Azevedo,
de la adolescencia, mediante la acción de las 2005), aunque habría que indagar sobre si este
redes sociales formales e informales, consti- sentimiento era previo a la iniciación. Se insiste
tuye un factor de protección que ha de ser en que el apoyo familiar y el del grupo de igua-
convenientemente valorado y cultivado. les interactúan, de manera que el mayor efecto
A pesar de constituir un metaconcepto del apoyo del grupo sobre el consumo de
(Vaux, 1992), el término apoyo social se em- tóxicos del adolescente recae sobre aquellos
plea, tal y como recoge Gracia (1997), para individuos con menor apoyo familiar. Siendo los
designar una característica abstracta de las dos estamentos socializadores por excelencia,
personas, conductas, relaciones o sistemas resulta obvio que se produzcan interrelaciones
sociales (Veiel y Baumann, 1992). Se ha en los mecanismos de influencia.

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Familia, iguales y escuela como escenarios vitales de c) la acción del modelado paterno y la tole-
riesgo/protección rancia al consumo representan un poderoso
factor de reforzamiento explícito o vicario para
Bajo la etiqueta de factores de riesgo/protec- la iniciación y mantenimiento del consumo de
ción propios de escenarios vitales se incluye la alcohol y otras sustancias psicoactivas (Catala-
acción socializadora de la familia y del grupo no, Gainey, Fleming, Haggerty y Johnson, 1999;
de iguales, así como la implicación de múltiples Schinke, Botvin, y Orlandi, 1991;Tarter, Schultz,
factores escolares. Kirisci y Dunn, 2001), así como la ausencia
Cambios en la estructura familiar, patrones de normas familiares sobre el uso de drogas
socializadores, actitudes paternas hacia las (Muñoz-Rivaas y Graña, 2001);
drogas, estilos educativos paternos, dinámi- d) la no identificación con las figuras parenta-
ca sociofamiliar, conflictos generacionales, les y el rechazo de la imposición de sus normas
psicoafectividad paterna, normas y valores, de actuación y valores también constituyen
hábitos de consumo paternos, identificación factores de riesgo para la iniciación al consu-
con figuras parentales, déficits comunicacio- mo de drogas (Donovan, Jessor y Costa, 1990;
nales o modelado social, entre otros muchos, Jessor y Jessor, 1977, 1980; Secades, Fernández
se adscriben a la etiqueta factores familiares y Vallejo, 2004);
que actúan a modo de mecanismos que con- e) las influencias de los hermanos también ha
tribuyen a dilucidar el por qué de la génesis sido objeto de análisis, constatándose que los
del consumo mediante un cómo que pasa hermanos mayores consumidores representan
indefectiblemente por el entorno familiar un claro factor de riesgo (Brook et al.1990);
como agente socializador primario, tal como
f) la dinámica sociofamiliar, baja comunicación
se constata en la literatura sobre el tema. Han
familiar, la insistencia en las normas de actuación,
sido abordados aspectos tales como (véase
los valores o límites poco claros y las expecta-
Moral, 2006b): tivas poco realistas sobre sus propios hijos son
a) los conflictos y disturbios familiares laten- factores que modulan este acercamiento a las
tes o manifiestos, familias desestructuradas y sustancias psicoactivas (Dishion, Patterson y
la iniciación al consumo de drogas, de modo Reid, 1988; Gracia y Musitu, 2000;Vielva, Pantoja
que se ha confirmado la relación que con la y Abeijón, 2001);
génesis del consumo mantiene la ausencia de g) la particular acción de los estilos educativos
lazos familiares, así como la baja implicación paternos mediatiza la percepción de las actitu-
materna para con sus hijos (Brook et al. 1990; des y conductas relacionadas con el consumo
Hoffman, 1995); parental, la cual, a su vez, influye sobre actitudes
b) los cambios en la estructura familiar (tales y conductas del adolescente en relación al con-
como los que derivan en familias monopa- sumo de drogas (García-Pindado, 1992; Gracia
rentales) también constituyen un factor de y Musitu, 2000; Orte, 1993; Pons y Berjano,
riesgo, de modo que han sido consideradas 1994; Pons y Buelga, 1997); finalmente, entre
las consecuencias de la separación familiar y otras cuestiones;
el conflicto familiar (Bray, Adams, Getz y Baer, h) junto a la acción de los factores psicosocia-
2001; McQueen, Getz y Bray, 2003); les precedentes se ha aludido a cuestiones de

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influencia genética (Ambrosio, 2004; Hoenicka, macrosociales que modulan la génesis y ha-
Ponce, Jiménez-Arriero y Rodríguez-Jiménez, bituación al consumo. Se muestra acuerdo en
2007, constatándose que el riesgo de los que el grupo social de iguales es un predictor
hijos varones de padres alcohólicos padecer del consumo de drogas en adolescentes y
alcoholismo duplica al de la población general puede constituir el precipitante más importan-
(Cadoret et al., 1995; Jang et al., 1995; Hawkins te (Bailey y Hubbard, 1991; Bonal, 1985; Brook
et al., 1992). et al., 1990; Coombs, Paulson y Richardson,
Los factores vinculados al grupo de iguales 1991; Epstein, Botvin, Díaz y Schinke, 1995;
abarcan un amplio espectro de influencias que García-Pindado, 1993; García-Señorán, 1994;
tienden a concretarse en algunos supuestos, González-Calleja et al., 1996; Halebsky, 1987;
corroborados en recientes informes insti- Hawkins y Fraser, 1985; Iannotti et al., 1996;
tucionales (D.G.P.N.S.D., 2005, 2006, 2007), Kramer y Cameron, 1975; Moral y Ovejero,
tales como que la información primaria sobre 1998a, b, 2005) de forma tal que la influencia,
las drogas es proporcionada por los amigos, de acuerdo con Eiser (1985), varía según el
la iniciación al consumo se suele producir de tipo de presión ejercida.
la mano de miembros cercanos del grupo La acción protectora o de riesgo de las
de iguales, la incitación explícita o inducción variables escolares también se analiza en la
persuasiva se puede producir por amigos literatura sobre el tema, de modo que diversas
consumidores, la actuación del grupo como variables relacionadas, de un modo u otro, al
facilitador del acceso a las drogas, las modi- mencionado ámbito influyen sobre la génesis y
ficaciones en las percepciones de riesgo se mantenimiento del hábito del consumo juvenil
asocia a una expectativa de aceptación grupal de sustancias psicoactivas.
o la adaptación de creencias grupales como Indiscutiblemente, el clima escolar repre-
representaciones compartidas o la actuación senta un socio-regulador del ambiente, al
del grupo de iguales como elemento alienante tiempo que lo va conformando, de ahí que el
de forma tal que la sumisión al ideal colectivo influjo de variables escolares que actúen como
puede incluso motivar reformulaciones de antecedentes y/o consecuencias derivadas del
identidades en proceso de construcción e consumo ha de ser objeto de análisis. Hay fac-
incluso renuncias expresas a una parte del sí tores de riesgo escolar asociados a conductas
mismo, entre otros factores. evasivas ante el conflicto que se relacionan
La presión e incitación del grupo de iguales, con el empleo de alcohol y otras drogas como
explícita o interpretada por el adolescente intentos de control de la ansiedad experi-
como tal, constituye uno de los factores mentada en situaciones interpersonales, de
psicosociales críticos que influyen sobre la sentimientos de aislamiento o de falta de habi-
iniciación y posterior mantenimiento de con- lidad socioafectiva en situaciones escolares. De
ductas de consumo de drogas. Los vínculos forma preliminar, se podría comenzar citando
que se establecen son tan poderosos que diversos trabajos (Glynn, 1984; Newcomb,
se hipotetiza que actúan como mecanismos Maddahian, Skager y Bentler, 1987; Skager y
elicitadores de deseos de integración grupal Fisher, 1989;Wills, 1990;Wills y Vaughan, 1989)
interpretada como necesidad asociada a un en los que se ha aludido a la acción protectora
complejo entramado de influencias micro y de determinados recursos de la comunidad

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que actúan a modo de factores que facilitan de modo que se evidenciaría la compleja in-
la disponibilidad de alternativas a la iniciación terrelación que interconecta todas las esferas
al consumo (dotación de actividades en los de lo humano.
centros, diversidad de oportunidades para
el ocio, acción de servicios sociales, etc.). La Factores Macro-estructurales
crisis de la educación y el propio clima escolar
asociado a una apremiante insatisfacción insti- Las macrotendencias definidas como
tucional (Moral y Ovejero, 1998c) se vincula a transformaciones tecnológicas, políticas o
semejante cuestión. La asociación entre fraca- culturales definen el hic et nunc de la sociedad
so académico y consumo de drogas también se contemporánea. En el caso concreto de las
ha establecido (Hawkins et al., 1992; Stevens et que regulan el consumo, tales mecanismos de
al., 1996), lo cual puede conllevar la inadapta- acción (publicidad, disponibilidad de sustancias,
ción a la dinámica social, más que institucional. mecanismos de control social, ocio de masas,
También se ha confirmado la conexión entre etc.) pueden constituir la norma. De este
motivación académica, autoconcepto y rendi- modo, los factores macrosituacionales son
miento escolar con la experimentación con aquellos condicionantes culturales, económi-
alcohol (López Frías et al., 2001; Torregrosa cos, geográficos o geopolíticos que influyen
et al., 2007a, 2007b). decisivamente en las tendencias de consumo
Por otra parte, la movilidad escolar constitu- de sustancias psicoactivas, sometidas al ritual
ye un factor de riesgo, de modo que no sólo que imponen estos factores inductores de
los cambios de residencia, sino también los normas colectivas de actuación, manejan
cambios de colegio representan momentos de disponibilidades de sustancias, emplean me-
una cierta vulnerabilidad (Hawkins, Arthur y canismos de persuasión encubierta y aducen
Catalano, 1995). Otra serie de factores como raigambres culturales como normas que
expectativas educativas, tipo de centro o nivel legitiman/demonizan determinados usos. Bajo
de estudios también han sido asociados al esta etiqueta se alude a la acción-reacción de
consumo de drogas (Orte, 1993). Asimismo, variables que moldean socioculturalmente
las características de la escuela, la insatisfacción expectativas individuales, actitudes personales
escolar o el bajo grado de compromiso con las y colectivas, habilidades competenciales o
actividades académicas (González-Calleja et al., estados psicoafectivos.
1996) han sido investigados como factores de Vivimos en una cultura-sociedad basada
génesis y mantenimiento del hábito. Algunos en el uso apaciguador y reconstituyente de
factores, tales como el bajo nivel de expecta- las drogas (farmacolización). La raigambre
tiva, la desmotivación o la propia insatisfacción sociocultural de los usos y rituales se esgrime
institucional, conforman, junto con otros, un como argumento en virtud del cual se apoya
amplio espectro de factores de riesgo que la funcionalidad de ciertas drogas. De la in-
también provocan desajustes en otros terre- terrelación entre las creencias, expectativas
nos como el psicoafectivo, el familiar o el de la y motivaciones con las normas de actuación,
vinculación con el grupo de iguales que, a su tendencias y valores socioculturales surge un
vez, se hallan sujetos a oscilaciones como las paradigma interpretativo. Lo sociocultural, los
que se experimentan en el plano académico, mitos y sus significados, definen las represen-

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taciones sociales sobre las drogas y las propias 2007), se hace necesaria dentro de este am-
tendencias de consumo. La asociación cultura- plio marco de factores macroestructurales
sociedad se desgrana en multitud de factores que tentativamente se ofrecen a modo de
de riesgo/protectores que contribuyen a bases explicativas de la experimentación
dilucidar la etiología del consumo al entrar juvenil con sustancias psicoactivas.
en conexión con otros más psicosociológicos, Ciertamente, la reconstrucción de la repre-
orécticos o conductuales. Por ejemplo, en la sentación simbólica del significado de la droga
exhaustiva revisión de Moncada (1996) se para el adolescente está modulada por muy
alude a la acción de ciertos factores de riesgo diversos factores macroestructurales, sociales
ambientales mediante la alusión a diversos y culturales, entre otros. La percepción social
trabajos en los que se confirma su acción: del riesgo, las representaciones colectivas, las
la deprivación social y diversos factores de actitudes sociocomunitarias, el significado so-
índole socio-económico se ha constatado que cial del consumo, los usos y rituales nacionales
están asociadas a conductas de consumo de y los importados o la acción-reacción de los
sustancias psicoactivas y de índole delictivo mecanismos de control conforman factores
(Smart, Adlaf y Walsh, 1994); asimismo, se macrosociales. La droga es un instrumento
ha asociado la disponibilidad económica a una tanto de integración como de marginalidad
mayor probabilidad de iniciación al consumo que es mistificado en orden a criterios de
(Martínez, García, Domingo y Machín (1996); marcada raigambre sociocultural.
la desorganización comunitaria (Hawkins, Jen- Finalmente, en esta propuesta etiológica
son, Catalano y Lishner, 1988) parece afectar, se considera que los mecanismos de control
igualmente, sobre la génesis por los escasos representados por poderes oficiales y fácticos
referentes en la comunidad en los que apo- otorgan al adolescente una libertad percibida,
yarse y de labores de sensibilización desde aun cuando marcan las tendencias de cómo
la comunidad; la percepción social del riesgo ejercerla. La acción moduladora e impositiva
también ha sido objeto de estudio, hallándose de los mecanismos de control vinculados
que cuanto más baja es la percepción del ries- al fenómeno del consumo de sustancias
go por el uso de sustancias más se extiende psicoactivas, con matices diferenciales y con
su consumo (Johnston, O’Malley y Bachman, planteamientos más o menos críticos, ha sido
1989) y, en este mismo sentido, se apela a referenciada como uno de los macro-factores
la constatación de que cuanto mayor es el implicados en la génesis del consumo (Escoho-
consumo de sustancias en un determinado tado, 1989, 1994, 1995; Márkez, Gurrutxaga y
contexto menor es el grado de peligrosidad Barrios, 1989; Sánchez-Carbonell, 2004; Szasz,
que se adjudica a las mismas (Berenzon, Me- 1992, 1993). La asociación de los significados y
dina-Mora, Carreño, Juárez, Rojas y Villatoro, funciones de la cultura estereotípica de la dro-
1996). Asimismo, la alusión a la disponibilidad ga está inextricablemente unida a la actuación
y accesibilidad a las drogas dentro de un de los mecanismos de poder como factores
mercado de oferta y demanda como factor predisponentes y mantenedores. Convendría
que predispone/facilita el acceso al consumo, aludir, de acuerdo con Romani (1992), a la
tal y como se viene constatando en diversos mitificación del producto conectada con la
trabajos (Berenzon et al., 1996; Saiz Galdós, vinculación de su significado social a plantea-

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mientos moralistas, a la tendencia a judializar 2004), sin embargo, podrían representar un


los comportamientos individuales o a justificar período crítico, en el sentido etimológico del
los usos en función de una supuesta utilidad termino, es decir crisis como cambio adap-
social que tiende a ser medida en relación al tativo. A modo de habilidades para la vida la
ciclo productividad-consumismo, lo cual se adaptación familiar, escolar y grupal representa
asocia “al mantenimiento y la reproducción para el adolescente contemporáneo un aside-
del sistema social imperante” (Romani, 1992, ro en condiciones de cierta entropía.
p. 264). En suma, las representaciones sociales, En la literatura sobre el tema de los últimos
las conciencias colectivas, las tendencias de años ha alcanzado una gran difusión el con-
consumo o el significado reificante imbuido cepto resiliencia, definido como la capacidad
por los mecanismos de control, entre otros de adaptación exitosa por parte de un indivi-
muchos factores, actúan a modo de poderes duo que ha vivido eventos vitales adversos e
fácticos, si bien al ser factores macrosociales, incluso estresores traumáticos en su infancia
paradójicamente, su influjo se nos hace menos (Becoña, 2002, 2007; Fergus y Zimmerman,
evidente que la acción de variables intraindivi- 2005; Garmezy, 1991, 1993; Kumpfer, Szapo-
duales. Permítasenos hacer mención a la refe- cznick, Catalano, Clayton, Liddle, McMahon,
rencia de Sommer respecto a la invisibilidad de Millman, Orrego et al., 1998). Se ha asociado el
lo dado por normativo: “Si le preguntásemos concepto a los factores de riesgo y protección
a un pez algo sobre su entorno, lo último que para el consumo de sustancias psicoactivas
descubriría sería el agua”. (Institute of Medicine, 1994), así como se
ha considerado que podría representar un
Resiliencia como habilidad para la vida macrofator de protección (Morrison, Stori-
no, Robertson, Weissglass y Dondero, 2000),
A nivel psicosociológico siempre se ha
de modo que funcionalmente se considera
considerado sumamente impor tante el
equivalente a la invulnerabilidad y la resistencia
manejo de habilidades cognitivas e inter-
al estrés (Garmezy, 1985) y a la adversidad
personales, así como la posesión y empleo
(Rutter, 1990).
de estrategias de afrontamiento y proyectos
vitales, máxime dada la naturaleza de animal Ya sea considerada como un rasgo rela-
social del individuo, de acuerdo a la máxima tivamente global de la personalidad que le
aristotélica retomada por Aronson en un permite a la persona una mejor adaptación
texto homónimo (1957). Un individuo con a la vida (Masten, 1999), como estrategia de
recursos personales, orécticos y socioafectivos afrontamiento y como habilidad de solución
puede enfrentarse adaptativamente a diversos de problemas y autorregulación (Becoña,
eventos estresores que jalonen su vida y, por 2002, 2006b, 2007) o acaso conceptualizada
extensión, a cualquier conflicto emocional como proceso o fenómeno, no como un rasgo
intra e interpersonal. En sentido laxo, durante (Luthar y Zelazo, 2003) lo cierto es que se
la adolescencia se suceden e interrelacionan conviene en la importancia de este constructo,
acontecimientos estresantes y adversos, que aun cuando no hay un gran consenso acerca
sin incurrir en una innecesaria patologización de su naturaleza (Masten y Powell, 2003).
de las crisis de las adolescencia, a las que ya En opinión de un experto en la materia
se ha hecho mención (véase Moral y Ovejero, como Garmezy (1993) ha de considerarse la

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implicación en toda situación vital estresante mayor resiliencia, variable que se incrementa
de tres factores principales: temperamento con la edad (Becoña, Míguez, Vázquez, López
y atributos de la personalidad del individuo y Lorenzo, 2006; Masten y Powell, 2003).
(nivel de actividad, las habilidades cognitivas, En los análisis de factores de riesgo/protec-
la capacidad reflexiva ante nuevas situaciones ción implicados en la experimentación con
y la responsabilidad positiva hacia otros); sustancias psicoactivas se ha determinado la
apoyo familiar (cariño, cohesión, cuidado acción protectora de las estrategias de afron-
con asunción de rol parental) y, el tercero, tamiento y los proyectos vitales (Minehan,
la disponibilidad de apoyo social en diversas Newcomb y Galaif, 2000), así como de un
redes. En este sentido, factores tales como el adecuado rendimiento escolar o apego a la
temperamento biológico, el locus de control escuela, de modo que de acuerdo con Crum,
interno, la familia y el ambiente de la co- Storr y Anthony (2005) los jóvenes con un
munidad en la que el niño vive, así como el alto nivel de aspiración educativa es menos
número, intensidad y duración de las circuns- probable que consuman alcohol o que tengan
tancias estresantes o adversas por las que ha problemas con el alcohol. Por lo que respecta
pasado el niño, determinan su capacidad de a otro escenario vital de suma importancia
resistencia (Kumpfer et al., 1998). Habilidades como la familia, se ha determinado que el
emocionales, de manejo, sociales, de solución apoyo familiar en eventos traumáticos reduce
de problemas, y estrategias de afrontamiento el riesgo de sufrir trastornos emocionales
varias componen la resiliencia en jóvenes (Feldman, Conger y Burzette, 2004; Kumpfer
(Kumpfer y Hopkins, 1993), lo cual les posibi- y Johnson, 2007; Pereira, 2007; Reis, Colbert
lita desarrollar la capacidad de recuperarse de y Hébert, 2005), factor crítico de cara a la
eventos de vida traumáticos y de resistencia experimentación con drogas.
al estrés crónico. Vivir optimizando nuestros recursos so-
En la literatura sobre el tema se ha analiza- cioafectivos, rehaciéndose ante adversidades,
do la importancia de la resiliencia como factor descubriendo las propias fronteras, entrenan-
de protección (consumen menos y tiene un do nuestras estrategias de afrontamiento o re-
mejor nivel de adaptación) implicado en el pensando nuestros proyectos vitales represen-
consumo de diversas sustancias psicoactivas, tan búsquedas, a modo de desideratum, que se
tales como alcohol (Jones y Benda, 2004; vinculan, de uno u otro modo, al constructo
McCaskill,Toro y Wolfe, 1998; Rew,Taylor-See- resiliencia. Convenimos con Masten (2001) en
hafer, Thomas y Jockey, 2001; Springer y Gas- que podría tratarse de un proceso adaptativo
friend, 1995;Vitaro,Tremblay y Zoccolillo, 1999; normal en todos nosotros, calificado como es-
Werner y Johnson, 2004), tabaco (Braverman, tructura de protección natural por Rojas (2004).
2001), marihuana (Stronski, Ireland, Michaud, Ya se trate de una etiqueta reificante, un
Narring y Resnick, 2000) o drogas ilegales término mistificado, un concepto de moda o
(Becoña, López, Míguez y Fernández, 2006; acaso un constructo comprehensivo lo cierto
Fergus y Zimmerman, 2005; Luthar, Cushing, es que en la satisfacción vital los estilos de per-
Merikangas y Rounsaville, 1998; Kumpfer et al., sonalidad, las metas personales, las habilidades
1998). Asimismo, se ha hallado que los adoles- interpersonales y los apoyos que enriquecen a
centes que no consumen alcohol presentan nivel psicosocial al adolescente en los ámbitos

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familiar, escolar y comunitario se interrelacio- b) la implicación, a modo de continuum, de


nan hasta conformar un entramado protector diversos factores de protección/riesgo
de influencias en las crisis de la adolescencia desde genéticos a socioculturales que
y en la experimentación infanto-juvenil con se retroalimentan;
sustancias psicoactivas. Cultivar semejantes c) la tendencia a ofrecer una “explicación
habilidades para la vida representa un intento probabilística”, de forma tal que a mayor
inexcusable de optimización de nuestra salud concentración de factores mayor será
socioemocional. el riesgo o la protección, si bien se ha
de considerar la singular valencia de
CONCLUSIONES cada cual;
d) la reelaboración de factores explicativos
En materia de drogas, como prácticamente determinantes que influyen sobre la
en cualquier otra de semejante entidad y iniciación en el caso del mantenimiento
trasfondo, no hay relaciones simples entre del hábito;
variables, de manera que en la génesis, man-
e) la constatación de la importancia de los
tenimiento y abuso del consumo de sustancias
factores personales tales como relativos
psicoactivas los factores etiológicos interre-
a la personalidad (hedonismo, impulsivi-
lacionados son múltiples y heterogéneos. El
dad y búsqueda de sensaciones, abulia,
cuestionarse sobre el por qué alguien hace
fluctuaciones en el estado anímico, agre-
algo, al fin y al cabo, no parece constituir una
sividad, búsqueda de atención y locus de
cuestión resoluble, ni siquiera interesante
control externo) y de factores cognitivos
ya que se tiende a personalizar el conflicto
y orécticos (actitudes y conocimientos),
minimizando la implicación de otros factores
junto a otros factores “más” psicosocio-
no estrictamente personales. De acuerdo con lógicos (crisis de identidad, mecanismo
Harré (1983), “la pregunta psicológica, y en de evasión, necesidad/dificultad de es-
particular sociopsicológica, más interesante no tablecer relaciones interpersonales, baja
es por qué esta persona hace precisamente autoestima, pseudohabilidades sociales y
lo que está haciendo, sino por qué ese algo falta de apoyo social);
se está haciendo”. Habiéndonos preguntado,
pues, por qué este algo se produce se ha f) la acción de factores microsociales ha-
biéndose aludido a factores vinculados
aludido a un continuum etiológico del que
al ámbito familiar y al modelado paterno
forma parte lo biológico, psicológico, afectivo,
(conflictos familiares, cambios en la estruc-
cognitivo, social, cultural y macroestructural.
tura familiar, dinámica sociofamiliar, estilos
Nuestra interpretación de la base etiológica educativos paternos, etc.), a la presión del
de la génesis del consumo juvenil de drogas se grupo de iguales (iniciación, relaciones
ha fundamentado sobre lo siguiente: afiliativas, creencias grupales, presión, etc.)
a) la multifactorialidad de la génesis del con- y variables escolares (clima escolar, fracaso
sumo y la interrelación de los factores académico, absentismo, etc.);
intervinientes como en una suerte de g) la implicación de factores macro-estruc-
symploké (todo contenido en todo); turales o ecosistémicos como bases

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etiológicas del consumo, aludiéndose a de la droga no es, sino, un objeto-problema


la acción determinante del marco socio- social que se ha construido sobre la base de
cultural, la disponibilidad de las sustancias mistificaciones ideológicas. La verdad sobre
o el poder de los mecanismos de control la droga entre los jóvenes contemporáneos
oficiales o fácticos; y, por último, es tan sólo una forma eufemística de definir
i) se ha justificado la relevancia explicativa la concepción dominante sobre la misma.
del constructo resiliencia como habilidad Representación, símbolo e imagen se articu-
para la vida que actúa como macrofactor lan de un modo peculiar hasta componer la
de protección frente a diversas conduc- verdad (reificada) de la droga. Mediante una
tas de riesgo, entre ellas la experimenta- dinámica, plenamente simbólica, se construyen
ción juvenil con sustancias psicoactivas. normas de actuación que representan, a la par
El denominado “bien” y “mal” de las drogas que construyen, el pensamiento-acción de la
no reside en las sustancias químicas en sí, ni ideología dominante.
siquiera en las percepciones de riesgo de sus En suma, vivimos en una cultura de drogas,
usuarios sino, más bien, en las atribuciones de donde proliferan usos privados de drogas do-
los poderes representados que construyen mésticas y usos públicos de drogas expansivas
verdades, así como en la legitimación de los a modo de búsqueda de maravillas domésticas
significados dominantes y la exorcización de (Huxley, 1999) en espacios vitales compar-
los desviados. Las construcciones sociales, tidos, ante un fenómeno problematizado y
actitudes estereotípicas, representaciones unos usos reprobados por una conciencia
colectivas y tendencias dominantes crean social represora con las experimentaciones
realidades en la praxis cotidiana. Desde este ajenas, aunque legitimadora de otros usos
posicionamiento se ha sostenido que las integrados. Cualquier tipo de dependencia
consecuencias de las imposiciones sociocul- implica las más amplias esferas de lo humano
turales prevalecen, en cierto sentido, sobre y ha de vincularse con el socavamiento de la
los efectos de lo químico, aun cuando en la libertad individual, la relegación de la misma
convergencia de ambos se halla la tentativa a una inercia social o la aceptación de meca-
de explicación de la drogodependencia como nismos distractores como asidero que palie el
fenómeno-objeto social. De modo análogo a miedo a la libertad, de acuerdo a la celebérrima
como la representación social de la realidad interpretación de Erich Fromm (1976). De ahí
se nos impone, también la relativa a las sus- el reto inexcusable de las sociedades contem-
tancias y sus usos y costumbres se ejercita y poráneas de educar seres para la libertad y sus
reconstruye en cada proceso individual de coadyuvantes.
asimilación de los significados sociales como
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la “verdad” sobre la droga se construye una REFERENCIAS
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