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Modalidad
Ponencia - Ensayo
Línea de investigación
Relecturas del canon literario
Asesor
Armenia
2021
El realismo socialista en Llamarada de Luis Carlos Flórez
Resumen
Palabras claves
Literatura del Quindío, Literatura obrera, novela quindiana, realismo socialista, antiimperialismo,
Llamarada.
Introducción
Luis Carlos Flórez, escritor montenegrino y médico de profesión, nació en 1902 y publicó
su única novela en 1941. Su obra ha sido poco tratada por la crítica, por lo que tampoco ha
sido estudiada en profundidad. La crítica literaria que existe sobre Llamarada son solo
comentarios apresurados. Debido a la inexistencia de un análisis crítico de la novela, esta
investigación ofrece un perfil del espíritu rebelde del autor y un análisis crítico de
Llamarada. Esta investigación pertenece al macro proyecto “Bibliografía crítica de la
novela en el Quindío”, iniciado en el año 2012 por el docente e investigador Carlos Alberto
Castrillón; dicho proyecto tiene como propósito abordar de manera crítica las obras
1
Estudiante de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la Universidad del Quindío. Informe
presentado como producto parcial del Trabajo de Grado sobre el realismo socialista en Llamarada (1941),
dirigido por Ángel Castaño Guzmán (2021), en la línea de investigación en “Relecturas del canon literario”.
publicadas hasta el año 2014 (exceptuando las difundidas únicamente en formato digital) de
novelistas nacidos en el departamento del Quindío. Hasta el momento por medio del
proyecto se tienen algunos trabajos terminados, otros en curso y nuevos trabajos que se van
vinculando.
En esta ocasión se trata al autor Luis Carlos Flórez y su novela Llamarada. Con esto se
pretende mostrar la evolución de la novela regional en dos etapas: el periodo caldense
(1916-1965) y el periodo quindiano (1966-2014). El inventarío parcial de la novela en el
Quindío reporta un total de 82 obras publicadas en un espacio temporal de casi cien años
(1916-2017). Entre la lista de autores nacidos en el territorio quindiano se encuentran
autores como: Eduardo Arias Suárez, Gloria Cecilia Díaz, Susana Henao Montoya, Samaria
Márquez Jaramillo y, por supuesto, Luis Carlos Flórez. En total son 41 autores que hacen
parte de este proyecto. El objetivo del proyecto es revelar mediante el discurso novelístico,
aspectos claves de la evolución política y social del departamento, casi siempre con una
voluntad testimonial y un sentido realista. Es claro que los autores tratados en dicho
proyecto tienen diferencias en cuanto a temática, ideología, año de publicación y
reconocimiento, pero todos se acoplan para darle voz unísona a sus ideas “revolucionarias”
para tratar de construir entre todos una multiculturalidad y una identidad quindiana. De la
poemática de la novela Llamarada, Adalberto Agudelo Duque dice que: “es el trasunto de
la evocación y la nostalgia. Relato de los movimientos obreros y campesinos de los años
treintas en Armenia con todo el anecdotario de injusticias, traiciones y represiones de la
época.” (Agudelo, 2007: 88). Luis Carlos Flórez, mediante el uso de un lenguaje sencillo y
directo, pretende reavivar la llama de la rebelión para encender y no dejar apagar la
llamarada de la revolución, y con la luz emitida por ese fuego guiarnos por un camino de
igualdades y de organización sindical para hacerle frente a la oligarquía y rechazar la
hegemonía estadounidense. Sé que luchar y escribir es lo mismo, decía Eduardo Lalo en su
obra Simone (2011). Y escribir es tal vez el acto más revolucionario, porque allí se plasman
las ideas sin el sesgo de una autoridad. En febrero de 2016, entrevistado por Domingo
Loeda Juan Gabriel Vásquez, dijo: “La literatura como actividad tiene un profundo
contenido subversivo de rebelión”.
La novela de Flórez se estudia siguiendo el objetivo de la línea investigativa de Relecturas
del Canon Literario, cuyo objetivo principal es: “Contribuir a la reescritura de la historia
literaria mediante la identificación, estudio y evaluación de las obras en las que se
representa al otro y a lo otro con función ética y estética.” (Licenciatura en Literatura y
Lengua Castellana, 2012: 19). Y la novela Llamarada cumple de manera eficiente con la
representación de la otredad, por el rechazo al sistema capitalista, y por haber sido poco
estudiada durante sus ochenta años de existencia editorial.
La presente investigación, compuesta de cuatro capítulos, se realizará sobre la obra
novelística del escritor Luis Carlos Flórez, compuesta por una sola novela: Llamarada
(1941). Esta obra cuenta con 13 ilustraciones realizadas por José Ortiz. Vale aclarar que no
se tendrá en cuenta el libro de poemas Canciones del otoño (1964).
2
Esta fecha fue tomada de Salazar (2013). Sin embargo, en la revisión bibliográfica se ha encontrado otra
fecha de la muerte del autor: 1979. Este segundo dato aparece en Castrillón (2017), Carvajal Henao (2018,
mayo 23) y Botero y Castrillón (2006).
Luis Carlos Flórez (tomada del periódico El amigo del pueblo)
Lisímaco Salazar afirma de Luis Carlos Flórez y en alusión a la fotografía anterior que:
La voluntad de Luis Carlos Flórez no fue nunca una de esas estrategias de que hacen gala
los hombres para triunfar en el camino de la vida. No. Esta fue una voluntad mantenida en
las propias tragedias de su venida al mundo, en medio de una pobreza franciscana: una
gota, quizás heredada, que le quería partir sus huesos y después una caída que le partió el
fémur en la cabeza femoral, al penetrar conmigo a un teatro improvisado. Desde este
momento se le agravaron las dolencias hasta el punto de que le fueron doblando sus
vértebras y le dejaron su cuerpo hacia el suelo, a manera de jorobado congénito. (Salazar,
2013: 233-234)
Debido al accidente sufrido Luis Carlos Flórez tiene la postura que se puede apreciar en la
fotografía anterior. Tiempo atrás, Luis Carlos Flórez en su faceta política, junto a su señora
madre doña Elisa Flórez y su amigo Lisímaco Salazar, promueven la lucha de los colonos
de la hacienda Nápoles a principio del siglo XX. Luis Carlos Flórez y su amigo Lisímaco
Salazar fueron los abanderados en las luchas de colonos en la década del 30 del siglo XX,
haciendo frente a la explotación de los perpetuadores del sistema capitalista en la región. La
colonización de la hacienda Nápoles fue ideada por Lisímaco Salazar, poeta, novelista y
concejal, que en su conciencia de clase se aventuró a gestar la apropiación de un terreno
que era baldío en el Río La Vieja. Mauricio Ramírez Gómez relata cómo fue la gesta de los
terrenos de Nápoles:
Cuando Lisímaco Salazar tuvo noticia de que algunas tierras ubicadas en inmediaciones del
río La Vieja figuraban a nombre de hacendados que se las adueñaron, para expandir sus
haciendas, aun cuando se trataba de predios de propiedad de la Nación. Esos propietarios
eran Roberto Marulanda, ‘Tocayo’ Ángel y otros ilustres pereiranos. Se incitó entonces a
una ocupación de esos predios por parte de colonos que vieron la oportunidad de hacerse a
tierras productivas. El abogado Juan Quintero asumió la defensa de los intereses de esos
cultivadores, mientras que Lisímaco, Luis Carlos Flórez y los demás se hicieron
abanderados políticos de esa causa, que tuvo como consecuencia el traslado de tropas del
ejército a esa región del Quindío, el nombramiento de alcaldes militares y una campaña de
prensa que presentaba a los colonos y sus abanderados como integrantes de fuerzas
comunistas que buscaban alterar el orden público y despojar de su pertenencias a ‘gentes de
bien’. (Ramírez, 2018: 98)
En su investigación, Ramírez Gómez, revela que Luis Carlos Flórez fue encarcelado por los
hechos ocurridos en los terrenos del rio La vieja: “Para Lisímaco Salazar y Luis Carlos
Flórez, el asunto derivó en un encarcelamiento, acusados del delito de sedición, y en un
señalamiento directo como jefes de los ‘comunistas del Quindío’. Así se refería a él El
Diario, al dar la noticia de su captura”. (Ramírez, 2018: 99). Los redactores del periódico El
Diario del Quindío, de inclinaciones políticas anticomunistas reportan la captura de Luis C.
Flórez y Lisímaco Salazar como un golpe certero a los cabecillas de las gestas
colonizadoras:
En primer lugar, dijo, oí decir en aquella población que de los cabecillas había algunos
presos, entre ellos Don Lisímaco Salazar, conocido tipógrafo pereirano, poeta muy
apreciado y quien últimamente se ha constituido en el más vibrante de los abanderados de
la campaña de colonización en tierras del Quindío. Salazar es actualmente concejal de la
mayoría socialista del cabildo montenegrino y es uno de los más fervorosos convencidos de
las doctrinas de Lenin. (‘Algunos de los cabecillas de los colonos han sido puestos presos’,
1932)
Por fortuna para los colonos, Luis Carlos Flórez y su amigo Salazar, el litigio se concretó
en favor de los cultivadores. Sin embargo: “Lisímaco cayó en desgracia, y en consecuencia
con toda la élite de esta ciudad, que propagó la versión de que este actuó motivado por la
ambición” (Ramírez, 2018: 99). En la obra póstuma del poeta Lisímaco Salazar Pedacitos
de historia se revela que:
La vida de Luis Carlos Flórez, puede decirse, se confundió siempre con la vida de Jesús de
Nazareth. Tomó lo bueno y desechó lo malo de ella. Se hizo dueño de un taller de
carpintería y sin visitar los esenios o los druidas como lo hizo el Redentor, empezó su
camino de bondad. Los años de medicina en la Universidad y los libros dejados por su
padre, quien era un botánico eminente, más una lotería que vino a su favor, con cuyo dinero
fue hasta México a perfeccionarse en Homeopatía, le permitieron coronar su carrera, por la
que un día se le otorgó un diploma que firmó el entonces Ministro de Educación Jorge
Eliécer Gaitán. (Salazar, 2013: 231-232)
Luis Carlos Flórez fue un personaje político constantemente activo, de claras inclinaciones
socialistas, además, un líder en la región y un ciudadano diligente en las luchas sociales de
sus coterráneos, a quienes dejaría el himno de este terruño como muestra de su aprecio por
el municipio y en gratitud a sus conciudadanos. En la década de 1930 se conforma el centro
de estudios José Antonio Galán, liderado por Flórez, tiempo después, Luis Carlos Flórez
junto a su señora madre alientan y participan en la huelga de las escogedoras de café de la
trilladora La libertad. Las protestas se dieron en todas las trilladoras de café de la región,
aunque nunca se logró una unificación entre las huelguistas, en la mayoría de los casos sí se
lograron conseguir las peticiones realizadas; firmemente se exigían aumento de salarios,
seguridad social, sindicalización, instalación de servicios sanitarios al interior de las
trilladoras, igualdad en el trato respecto a los hombres que también laboraban en las
trilladoras y erradicar la misoginia de la que eran víctimas las escogedoras, también exigían
horarios más justos para así poder encargarse de sus hijos, ya que muchas eran madres
solteras. En la década del 30, el departamento de Quindío fue un destacado centro de
acopio y comercio del grano de café: “Siendo Armenia el centro de la producción cafetera
del país ocupó a más de 800 obreras y tenía hacia 1935 y 1939 7 trilladoras”. (García y
Zambrano, 2012: 71).
De la huelga en las que participó la señora Elisa Flórez y su hijo Luis Carlos las
investigadoras García y Zambrano refieren el siguiente dato:
Por otra parte, en el municipio de Montenegro, Quindío los propietarios de la trilladora
intentaron movilizar el café. En oposición, las huelguistas se manifestaron realizando actos
de protesta por lo cual fueron atacadas con balazos y bayonetas, lo cual dejó dos muertos
Sebastián Carvajal y Félix Leonardo Restrepo y varios heridos. (Diario Popular, marzo 17
de 1935).
Luis Carlos Flórez también tenía otra faceta, en su actuar público desempeñó el oficio de la
medicina homeopática. El historiador Carlos Aurelio González Restrepo en Memorias de
Montenegro (1890 - 2016) afirma que:
Atendió doña Elisa muchos partos y las enfermedades de sus paisanos, en ejercicio de la
homeopatía, conocimientos que le transmitió en gran parte a su hijo Luis Carlos, quien los
puso en práctica y aumentó en beneficio a la comunidad. Elisa Flórez fue recordada por el
dirigente caldense José Jaramillo Giraldo en la última ocasión que visitó los predios de
Montenegro, agitando sus ideas de cambio social, rememoraba Jaramillo las luchas de los
colonos de la hacienda Nápoles y otras extensas propiedades que estaban en litigio;
conflictos económicos y sociales muy comunes en el periodo inicial del siglo XX, lapso de
tiempo en que se estabilizaron las formas de tenencia y propiedad de la tierra. (González,
2016: 40)
El vertiginoso siglo XX en sus inicios se caracterizó por una oleada de luchas sindicales,
disputas por la posesión de la tierra, lucha de clases, crímenes políticos y la separación de
Panamá, además, la guerra de Colombia contra Perú. En contraste, hay un auge de la
cultura
en esa misma época.
En 1915 se crea Los Panidas, el primer movimiento literario modernista en Colombia.
Formado por 15 jóvenes, entre los que se destacan León de Greiff, Fernando González y
Ricardo Rendón, con el apoyo de personalidades como Tomás Carrasquilla y Fidel Cano.
Debido a este auge cultural suceden hechos relevantes que ayudan a la comprensión
sociocultural de la época. En 1924 se publica La Vorágine, de José Eustasio Rivera, obra
que hace visible la problemática vivida en la región amazónica a causa de la explotación de
la tierra y los ciudadanos por parte de las multinacionales para obtener el caucho para las
ruedas del imperio norteamericano.
En 1926 se celebra en Bogotá el III Congreso Nacional Obrero, en el cual la dirigente
política María de los Ángeles Cano Márquez es proclamada la Flor del Trabajo,
convirtiéndose en la primera mujer colombiana comprometida en la defensa de los derechos
fundamentales de la población y los derechos de los trabajadores asalariados. María Cano
encabezó la convocatoria y agitación de las huelgas obreras, la difusión de las ideas
socialistas y participó de forma decisiva en la fundación del Partido Socialista
Revolucionario de Colombia.
Contrastando los hechos y las reacciones sociales se podría concluir que Luis Carlos Flórez
fue un hombre contemporáneo y coherente con la situación que atravesaba el país.
Montenegro no fue ajeno a este auge cultural y salen a la luz periódicos como: Agitación
liberal y Claridad, este último surgido en 1949 bajo la dirección de Jairo Baena Quintero.
El historiador Carlos Aurelio González dice qué:
Se dio en años posteriores el despegue de una actividad cultural y educativa en Montenegro
con la aparición de publicaciones de amplia circulación como los periódicos “El amigo del
pueblo”, El tribuno del pueblo, Bandera roja de Luis Carlos Flórez en 1928. (González,
2016: 11)
Luis Carlos Flórez, en su labor como escritor publica: Llamarada: novela obrera
antiimperialista en la editorial El Libro de la ciudad de Manizales, en el año 1941.
Y pese a los accidentes sufridos, Salazar relata que:
Luis Carlos Flórez no se acobardó, antes bien esta tragedia de su vida lo empujó y fue
cuando su consultorio se amplió y terminó de escribir su novela “Llamarada”, la que envió
a un centro de cultura de Cuba, en donde fue premiada. Los obreros liberales lo llevaron a
ocupar su curul en la Cámara de Representantes, la que ocupó por un período. (Salazar,
2013: 234)
La obra Canciones del otoño está formada por 60 poemas, en su mayoría, de temática
idílica y naturalista. Está compuesto por 192 páginas y cuenta con una dedicatoria a la
madre del autor, a su esposa y a sus tres hijas. Un dato relevante; en dicha obra se encuentra
el himno a Montenegro, se halla en la mitad del libro y cabe resaltar la diferencia de éste
con los demás poemas, ya que está impreso en un papel diferente al del resto del libro.
También se encuentra la partitura musical realizada por Carlos Vieco Ortiz. Inicia con el
poema “Canciones del Otoño” y finaliza con “Arcilla iluminada”. En su mayoría son
sonetos.
Luis C. Flórez hace su aporte a la cultura montenegrina con la realización del himno de
Montenegro, que se estrena por primera vez en 1964 durante la inauguración del teatro
Esmeralda, con la música de Carlos Vieco Ortiz y los coros de Rina Silva.
La obra Llamarada se constituye como una novela obrera antiimperialista, por lo que es
necesario una definición de los términos: novela obrera y novela antiimperialista. La
definición del concepto de literatura obrera es ampliamente discutida, porque la acepción
del término varía, también se definen obras de estas características como novelas sociales,
novelas proletarias y, en algunos casos, como novelas socialistas. Esta designación será
analizada con profundidad más adelante. Veamos entonces una discusión que surge
respecto de la definición de novela social, en la obra: Los Novelistas Sociales Españoles
(1928-1936), de los escritores españoles José Esteban y Gonzalo Santoja que fue publicada
en 1988. En esta antología se debaten los conceptos que circundan la literatura obrera o
social. En un artículo incluido dentro de esta antología titulado El principio vital de la
novela, se debate la idea de sociedad, esta discusión gira en torno a cuál es la verdadera
sociedad, si la que reprime la relación social por medio de la moral o la que se regocija
dentro de los actores que forman la sociedad; el colectivo humano, en el que no somos
iguales, en el que hay privilegios, en el que abundan los desposeídos. La discusión se
inclina al campo literario con una pregunta: ¿Cuál es la literatura social? Aunque no se
establece una definición, sí se da una noción de lo que se podría concebir como literatura
social:
Cierta literatura no puede ser social porque tiene miedo a la vida. Lo reprimido, lo
insuficiente, lo falso y lo enfermizo son las normas sociales de la burguesía, y los novelistas
y los poetas de ese periodo se entregaban, por instinto de sociabilidad desviado, a lo
antisocial.
Al identificar la literatura social con la revolución, los mismos burgueses nos han hecho, sin
darse cuenta, una definición justa. La literatura social es la nuestra. La otra es la antisocial.
Los mismos burgueses, al llamar arte social a nuestras obras, confirman, sin quererlo, varias
cosas: primero, que nuestra literatura tiene una actitud positiva en la vida. Segundo, que esa
actitud es beneficiosa para los hombres; que si se identifica con la ideología de los
trabajadores, es porque solamente en ella está vivo el sentimiento desinteresado de
humanidad; en fin, quien el proletariado representa hoy, con sus luchas, con sus
inquietudes, con sus aspiraciones, la única posición social positiva, la única garantía para el
porvenir de los hombres, para la continuidad del proceso humano y social. Es literatura
social y proletaria a un tiempo, como la otra es antisocial y burguesa. La burguesía, al
llamar literatura social a la nuestra, no puede menos que reconocer que el principio vital nos
lleva a la lucha contra lo antisocial, representado por ellos. ¿Qué mayor satisfacción?
Nuestros enemigos vienen a decirnos nada menos que somos la salud del mundo y que los
somos por estar con los trabajadores. (Esteban y Santoja, 1988: 162)
El concepto de novela social se podría entender entonces como una literatura de los
trabajadores; realizada con historias obreras y pensada y dirigida hacía la clase trabajadora,
quienes son los actores principales de la sociedad. En 1929, el columnista Martin Russak
escribe un artículo titulado “America's first proletarian writer”3 para la revista The New
Masses4, en la que se hace alusión a las características que debe poseer un escritor
proletario: “Un verdadero escritor proletario, no sólo debe escribir para la clase trabajadora,
sino que debe ser leído por la clase trabajadora. Un verdadero escritor proletario no sólo
debe usar su vida proletaria como material para sus libros: en estos debe arder el espíritu de
la rebeldía”. (1929: 13)
3
Primer escritor proletario americano
4
Las nuevas masas
La literatura social de principios del siglo XX aparece como alternativa a la literatura
tradicional que se enfocaba en las elites de la sociedad, narrando historias de generales,
personajes de la corte y líderes políticos, dejando de lado las historias de campesinos y
obreros. La literatura contemporánea de la literatura social se vio objetada porque ayudaba
a perpetuar las elites y su poder hegemónico por lo que los obreros y campesinos no sentían
empatía por dicha literatura elitista. Es así como se da origen a la literatura en la que se
contaba historias de obreros oprimidos en las fábricas y campesinos que luchaban por
poseer algo de tierra, la cual despertó el interés de los sectores populares de la sociedad.
Esta literatura se diferencia de la anterior por lo que la crítica literaria hacía ella la encasilló
con la etiqueta de literatura social, etiqueta que no molesto mucho a los autores de dicha
literatura.
La discusión alrededor de la definición de novela obrera, proletaria o social como también
es designada se torna compleja, puesto que es un término de diversa concepción, en el que
la época, la región y los autores, son factores que tienen un papel importante para lograr
concebir una definición única y precisa de las obras literarias que poseen dichas
características.
Hay diferentes maneras de entender la novela obrera, dado que también se ha catalogado a
las obras que tienen como eje central la narración de las historias de los despojados, los
otros, los inconformes con el sistema político y económico y, en términos generales, la
historia de los rebeldes. De la misma manera, se clasifican dichas obras como: novelas
realistas, socialistas o panfletarias. Respecto al tema el profesor Sergio Gómez Montero en
su artículo “Rebeldía social en Rojo y negro” publicado por la revista de la Universidad de
México, menciona lo siguiente:
La polémica que se genera a partir de lo que se entiende por realismo se prolonga hasta hoy
porque en dicha polémica, como en ninguna otra dentro de la literatura, los argumentos
rebasan los terrenos de lo literario e incursionan, en particular, por los campos de lo
político. Es así, que de lo que se trata entonces, a través de esa polémica, es no sólo de
cuestionar las características del objeto, sino de preguntarle también al sujeto cuál es su
visión del mundo y, por tanto, cuál su posición frente a los fenómenos sociales. Dado lo
anterior, al analizar la novela realista, adquiere una carga específica la definición de ciertos
conceptos (que al interior de la novela pueden ser anécdotas o expresiones lingüísticas), lo
que permitirá que se catalogue, con mayor o menor rigor, lo real o no del objeto (en este
caso, de la novela realista). (Gómez, 1986: 34)
A la luz del estudio de Gómez, se entiende como novela realista los textos que se inclinan
más por el género expositivo qué narrativo, pretendiendo ser un testimonio directo de
hechos que reflejan la realidad de los sectores de la sociedad oprimidos por la clase
dominante, predominando la descripción sobre la narración literaria en obras de dicha
categoría realista. Haciendo de la literatura realista un documento de la realidad, más que
una obra literaria o artística.
Si bien se pueden entablar más semejanzas qué diferencias entre las categorías literarias:
obrera, social, realista y socialista, es necesario una distinción entre éstas para alcanzar un
análisis literario objetivo, porque las obras que pertenecen a dichas categorías poseen
características muy similares. En cuanto al argumento en dichas obras se evidencia la
pretensión de hacer de estas obras un escrito testimonial de las precariedades de la vida
obrera y campesina, también denunciar los abusos que padecen los obreros y campesinos
por sus victimarios, ya sea, un modelo económico representado por el Estado, una empresa
multinacional, un jefe o un terrateniente. Respecto a los personajes, como protagonistas se
presentan obreros jóvenes, familias campesinas y en algunos casos exploradores científicos.
Como antagonistas se hallan personajes ricachones fofos al estilo de John Bull y el Estado
representado en las fuerzas represivas o una clase dirigente déspota, nepotista y corrupta.
Estas son las principales semejanzas en dichas obras de este estilo. Mientras que las
diferencias son principalmente a nivel macro y micro estructural del texto. Haciéndose
tangible en la ideología del autor y qué tanto permeé el texto para hacer de éste una
reflexión, un testimonio o un panfleto.
Hay diferentes maneras de entender la categoría que posee la obra de Luis Carlos Flórez, ya
que esta es una obra con una temática versátil, que explora los tópicos de lo obrero,
político, revolucionario y antiimperialista, por lo que es menester una exposición de las
temáticas que circundan Llamarada. El docente Rubén Pérez Hidalgo refiriéndose al
concepto de novela obrera aporta claridad a la ambigüedad y pluralidad que ha
representado la definición de la literatura obrera en su artículo titulado: “Al margen de la
ideología: Una lectura política de la literatura obrera fuera del esquema de clases”,
publicado en la revista Perífrasis, expone que:
Lo obrero en la literatura se entiende desde un historicismo que sigue los pasos de las
propias aspiraciones político-culturales de los partidos y las organizaciones sindicales de la
época, que dotan a la literatura de un rol exclusivamente activo en términos ideológicos y
en función de cómo la narrativa obrera podía operar sobre los afectos de sus lectores dentro
de la dialéctica de la lucha de clases. Entonces existe la dificultad real de referirnos al
estudio de la literatura obrera o proletaria no solo desde fuera de la Rusia post-zarista o su
contingencia histórica, sino incluso afuera de un orden ideológico en el que la noción de lo
obrero se empareja con la idea de clase (eminentemente pensada desde Marx) y se
constituye como un bloque conceptual sin excesivas fisuras. Sin embargo, la representación
de la subalternidad en esta literatura no es explicable exclusivamente en términos de
diferencias históricas o ideológicas, ya que entiendo que la relación entre la literatura obrera
y la ideología que profesa es una relación discontinua. Es más, sus mecanismos
representativos están marcados más que por una determinada contingencia ideológica o
histórica por una misma base epistemológica. La literatura obrera responde a la creación de
un discurso que se origina en los valores de la Ilustración, especialmente desde el
racionalismo cartesiano, que se depura en la Revolución Francesa y se plasma en los
movimientos utópicos europeos de la primera mitad del siglo XIX (desde el cartismo inglés
al fourierismo francés). Estos códigos de valores éticos y políticos se transfieren, a finales
del siglo XIX, a la literatura española especialmente desde el naturalismo de Zola y la
novela pacifista de Tolstoi, lo que en última instancia por causa de los movimientos
migratorios se instala en América Latina en diferentes grados de influencia y en diálogo con
las literaturas regionales (ya sea el grotesco criollo en Argentina o incluso la novela de la
Revolución en México). Esta trayectoria epistemológica genera una suerte de ontología de
lo obrero que fetichiza a la razón y la dispone como un modo de representación dominante
dentro de un contexto de alteridad y de lucha de clases. Esto responde a una misma
concepción del compromiso político que se reifica en la representación realista y en la fe de
sus atributos político-afectivos, lo que hace indistinguible (en función de cómo operan los
mecanismos discursivos del relato), por ejemplo, a una literatura “anarquista” de una
literatura “comunista”. (Hidalgo, 2015: 22)
De la cita anterior se infiere que la literatura obrera debe estar sometida a un constante
análisis, ya que la cultura obrera, sus intereses, sus preocupaciones y sus oficios están en
evolución. Algunos trabajos han desaparecido; por ejemplo, el oficio de escoger el café y
en contraste han aparecido nuevos trabajos, como los vendedores ambulantes. El concepto
de literatura obrera, está cargado de sinonimia que hace más rica la discusión que se
produce tratando de elucidar una definición precisa, puesto que, definir una literatura de
ideas revolucionarias con una acepción única, exacta y además formal, podría estar al borde
de ser una contradicción al atentar contra su natural rebeldía. En conclusión, no se lograría
una definición formal para lo que se entiende como literatura obrera, empero sí se puede
tener una noción más amplía respecto de la discusión de las características y la finalidad de
ésta literatura. Tal como se afirma en el artículo: “Sender, el novelista y las masas” de
Francis Lough quien explica que:
Siguiendo al autor Patrick Collard, se destaca una observación del porqué las novelas
sociales no han prevalecido en el tiempo y por tal razón hacen difícil un análisis y lograr
obtener una definición de dicho concepto, puesto que para la crítica literaria algunas obras
de este subgénero de la novela, no logran ser reconocidas como obras artísticas y se quedan
solo en un texto panfletario, Collard describe que:
La denominación “novela social” se compone de dos términos. “Social” que se refiere al
tema y a la ideología y “novela” que supone elaboración artística. Entre los dos puede haber
más de un desajuste que haga de los autores que practican este subgénero novelesco testigos
momentáneos, efímeros, cuyas obras no resisten al tiempo porque les faltó lo esencial. Lo
duradero: un sentido artístico que las elevara por encima de su opción ideológica y de los
hechos de los que testimoniaron. (Collard, 1980: 82)
La problemática mencionada por el autor se hace tangible por la misma naturaleza de estos
escritos proletarios, los cuales tienen como finalidad la denuncia de los hechos que
vulneran la dignidad humana; los autores echaban mano de la novela como medio más
efectivo de difusión de su pensamiento. En su afán de divulgar sus ideas y hacerlas
entendibles para la sociedad menos favorecida, los autores dejaron a un lado el toque
artístico que caracteriza a las obras literarias y, en algunos casos, estos escritos eran
elaborados más con un fin ideológico qué artístico, aunque, en su momento resultaban de
gran interés para muchos lectores, lo que no sospecharon fue –quizás a falta de ambición—
que la sociedad se transforma y sus intereses también, y estas obras no lograron prevalecer
en el tiempo. La novela realista se transfigura en una novela social, porque retratar la
realidad en una obra literaria terminará por convertirla en una novela social y dependiendo
de la ideología que incluya dentro de ella repercute en su caracterización, hasta enmarcarla
en un tópico que represente más su contenido. El crítico literario Joaquín Marco en su
artículo: El realismo social en la novela española nutre la discusión afirmando qué:
Novela social, entendida esta última como la que refleja el vivir de la colectividad en
estados y conflictos que revelan la presencia de una crisis y la urgencia de una solución. La
estética de la novela realista y social española ha resultado siempre crítica, puesto que de
dar cuenta de una realidad incómoda se trata. […] la novela pasaba con ellos a convertirse
no sólo en un testimonio crítico del entorno, sino que adquiría actitudes naturalmente
sociales. La novela tenía como misión - al margen de sus virtudes más o menos literarias- el
servir como instrumento político antifranquista y aparecía ligada a concepciones netamente
marxistas, ya que buena parte de tales novelistas militaban o estaban en las proximidades
del partido comunista español. Testimoniaban la clase obrera o los mineros con estructuras
narrativas muy elementales todavía, se enraizaban en corrientes ajenas a la propia evolución
de la novela realista social. […] Si consideramos que el “realismo social”, es una fórmula
abierta a cualquier experimentación, no cabe duda de que las novelas citadas caben en su
ámbito. Porque ¿qué novela no es realista y social en sus resultados? Al final de este
recorrido nos encontramos, como al principio, ante una definición vaga. […] No creemos
que “novela social” pueda emplearse sino como una constante histórica temática, que
adopta distintos valores a lo largo del devenir histórico. Así entendida la calificación no
cabe duda de que una buena parte de la novela queda en su ámbito. El análisis de las
fórmulas que dicha temática comporta, el estudio de las estructuras narrativas, de su
concepción del tiempo, del funcionamiento de sus personajes y del lenguaje adoptado
servirá para diferenciar unos novelistas de otros. La progresiva complejidad de las formas
narrativas que se dan en la joven novela no hacen sino enriquecer algo que es consustancial
a la novela: la relación de ésta con la realidad social viva que la produce. (Marco, 1983 :42)
Para concluir la discusión respecto a las nociones de literatura obrera, realista y social es
necesario ahondar más en el término de literatura socialista o del partido. Ya que, esta es la
categoría que comparte más características con la obra Llamarada de Luis Carlos Flórez y a
la luz de este planteamiento se desarrollará el análisis crítico de dicha obra en el capítulo
siguiente. El escritor ruso Andréi Donátovich Siniavski publicó un libro bajo el seudónimo
de Abraham Terz, titulado: El proceso continúa / ¿Que es el realismo socialista? En esta
obra se realiza un análisis a las novelas enmarcadas bajo el tópico literario de realismo
socialista y también expone las características de algunas obras de esta temática. Terz,
afirma en el ensayo ¿Qué es el realismo socialista? que la literatura del realismo socialista
es:
La definición más exacta del realismo socialista se encuentra en los estatutos de la Unión
Soviética de Escritores. "El realismo socialista es el método fundamental de la Literatura y
de la crítica literaria soviética. Exige del artista una interpretación verdadera y concreta de
la realidad en su desarrollo revolucionario. Y tiene por objetivo el colaborar a la
transformación ideológica de los trabajadores educándolos en el espíritu del socialismo."
Esta fórmula inocua sirve de fundamento a todo el edificio del realismo socialista. (Terz,
1960: 75)
En las obras del realismo socialista hay grandes diferencias estilísticas y temáticas. Pero
todas hablan tanto en sentido propio como figurativo, de manera abierta o disimulada, de la
finalidad. Son un elogio del comunismo y de todo lo que está relacionado con él, o una
sátira de sus numerosos enemigos, o bien una descripción de la vida "en su desarrollo
revolucionario", es decir, en su desarrollo hacia el comunismo. El escritor soviético intenta
tratar su tema con cierto escorzo y descubrir a la vez todas las posibilidades que contiene,
para indicar nuestra finalidad y el camino a seguir. Por lo tanto, la mayoría de los temas de
la literatura soviética sigue la misma trayectoria, bien conocida por añadidura, que emite
ciertas variaciones de lugar, tiempo, circunstancias, etc., pero sin dejar nunca la misma
tendencia fundamental: recordarnos sin cesar el triunfo del comunismo (Terz, 1960: 83)
La obra Llamarada se enmarca dentro del realismo socialista, puesto que se evidencia
dentro de la obra: “Una descripción de la vida "en su desarrollo revolucionario"”. (Terz,
1960: 83). Esto se desarrollará con total profundidad en el siguiente capítulo. Ahora es
necesario definir el antiimperialismo en la literatura.
vosotros no habéis vencido en ninguna parte; sois los hombres del pillaje, pero, no de la
epopeya; sois las frentes sin aureolas; los terribles ladrones sin valor; asaltáis los pueblos en
la noche y, violáis la Libertad, en las tinieblas; la gloria ignora vuestros nombres; como
nación épica, la Historia ignora que existís; el laurel os es extraño; vuestro oro ha vencido
en todas partes, vuestro plomo en ninguna; habéis sido vencidos en México, y, la espada de
Moctezuma os ha cortado la garganta; cabalgáis en la mula de Filipo, pero no en el caballo
de Darío; habéis hecho arrodillar la infamia, pero no haréis arrodillar la Historia; ella, os
guarda acaso, una de esas palabras trágicas, que duermen en los labios del Destino; el
porvenir, es la emboscada; entrad en él. (Vargas Vila, 1930: 169-170)
5
Imagen tomada de: https://www.amazon.es/BARBAROS-yanki-enemigo-Edici%C3%B3n-definitiva/dp/
B00EHDNS6O
Refiriéndose a los Estados Unidos, Vargas Vila escribe estas palabras, en donde deja claro
cuál es el sentimiento que se vivía en la época, en la que ya se denunciaba el expansionismo
barbárico de los Estados unidos.
La literatura ha denunciado desde hace más de un siglo las actuaciones violentas y abusivas
que han cometido los Estados Unidos y de diferentes maneras quiere hacer conservar la
cuestión respecto a la interferencia de los Estados Unidos al llamado de una
autodeterminación de las naciones latinoamericanas. Noam Chomsky en entrevista con
Atilio Borón, para la serie Diálogos para el pensamiento crítico, realizada en el II Foro
Social Mundial en 2002, habla sobre la evolución y las formas de dominación y control, del
antiimperialismo comenta que:
En Estados Unidos existe el fast track que significa, aunque nadie lo diga explícitamente,
que los Estados Unidos deberían transformarse en la Rusia de Stalin. Este mecanismo
otorga al presidente la autoridad para negociar convenios económicos internacionales en
secreto. El congreso solo ratifica lo actuado por el presidente y así la población permanece
desinformada. Este es el fast track o vía rápida. ¿Les suena familiar? Es el kremlin de
nuestros días. Ahora intentan reemplazar el término de vía rápida por el de intensificación
del libre comercio. Pero lo que ellos llaman libre comercio nada tiene que ver con un
intercambio entre iguales. Es por eso que para negociar estos acuerdos recurren al método
del fast track. Porque saben que si la gente toma consciencia no permitirán que suceda. Por
eso actúan en secreto. (Armazém memória, 2021, 22m33s)
Con lo dicho por Chomsky se evidencia la vigencia que tiene la discusión en torno a la
injerencia estadounidense en la autodeterminación de las naciones, a través de un método
imperialista que se anuncia por los Estados Unidos como democracia y libertad, y que en
Latinoamérica se discute la verosimilitud del discurso estadounidense. Con esto Chomsky
evidencia las formas de dominación y control ejercidas constantemente por Estados Unidos
en Latinoamérica y el mundo. A la vez que denuncia, irónica e ilustradamente la semejanza
entre el gobierno estadounidense y su contrario; Rusia, precisamente, informando del
peligro que acecha al resto de naciones por el actuar imperial de los Estados Unidos.
El antimperialismo significa una oposición frente a un imperio. La semejanza entre américa
latina y algunos países árabes respecto a esta posición ideológica y política es su oposición
frente al imperio estadounidense. Empero hay grandes diferencias en la manifestación de
este rechazo entre países latinoamericanos, ya que, cada país tiene sus razones históricas,
políticas y económicas para fundamentar su negativa contra la hegemonía ejercida por los
Estados Unidos. Otra diferencia entre la manifestación antimperialista es que Estados
Unidos no es el único poder hegemónico al cual oponerse. Tal como fue la oposición de
Yugoslavia y Checoslovaquia frente a Rusia.
Continuando con la indagación de las manifestaciones del imperialismo en la literatura L.B.
Klein destaca algunas características del antiimperialismo en la literatura antillana y
presenta un artículo titulado: “Antiimperialismo y literatura en el caribe (1898-1933)” en el
que analiza obras literarias que tienen como eje central el antiimperialismo. Klein
caracteriza el antiimperialismo literario de autores como Américo Lugo (República
dominicana) José De Diego (Puerto Rico) y José Antonio Ramos (Cuba). La autora
determina el antiimperialismo caribeño como:
Una constante de la literatura antiimperialista, desde sus primeras manifestaciones, ha sido
la crítica de la moral en los Estados Unidos, no ya por sus acciones, que pertenecen a lo
político, sino por lo que se considera la hipocresía con que llevan a cabo sus fines. Es por
este cargo que se difunde en la poesía y el ensayo la imagen bifronte del estadista
norteamericano. En esencia se censura que la intervención siempre venga con el disfraz de
la amistad panamericana, con protestas de altruismo, de querer cumplir una alta misión
humana llevando la paz y el progreso al país ocupado, mientras detrás de sus palabras y
promesas se descubre un complejo de superioridad y arrogancia por la que se desdeña al
hispanoparlante. Así lo señala Lugo: «Para colmo de desdichas, se intitulan hermanos
nuestros, salvadores nuestros, regeneradores nuestros, tutores nuestros, maestros nuestros,
cuando, en realidad, nos desprecian profundamente» (73). Al proceder así ~~agrega~,
actuando como «ladrones», «despojan» al país «con dolo, engaño, fraude y violencia» (77).
(Klein, 1973: 212)
Klein continúa describiendo los personajes y situaciones que recorren las páginas de las
obras de estos autores caribeños:
Así, reflejando esa crítica situación nacional, los objetos de análisis de la novela del
momento fueron, tanto en la urbana como en la rural, la corrupción política y la
subordinación del gobierno a los intereses norteamericanos, y en la narrativa vernácula, el
sufrimiento campesino criollo y la indiferencia y abuso de la industria extranjera y sus
representantes en la Isla. Luego, el choque cultural de las costumbres nacionales con «The
American way of life» —la forma de vivir del norteamericano, su escala de valores— y los
efectos perniciosos de la influencia de ésta en el cubano, y la triste realidad de que la unidad
nacional se hacía imposible al juntar sus fuerzas el extranjero y el criollo adinerado,
quedando solos y sin recursos el pobre y los patriotas. (Klein, 1973: 217)
Por último, Klein define la manera como se manifiesta cada interpretación del
antiimperialismo al interior de las obras:
La condición episódica de esta novela permite a sus personajes moverse hacia un desenlace
por situaciones que evocan acontecimientos reales. Claro que las configuraciones históricas
se diluyen más en la novelística rural, pues es más paradigmática que evocadora de un
momento particular la explotación en el cañaveral o la plantación, seguida de la protesta
obrera y su subsiguiente triunfo o derrota. En la novela de ambiente urbano, en cambio,
como en el caso de Coaybay, es de más resonancia el tipo de suceso contado. Así, cuando la
marina neerlandesa invade Coaybay para proteger sus intereses comerciales, asume el
control de las aduanas para afianzar su deuda exterior y las fuerzas armadas de Coaybay se
reorganizan bajo la supervisión del invasor, no es difícil identificar las alusiones históricas a
las intervenciones norteamericanas en Cuba y en la República Dominicana. El recurso, la
convención literaria es fácil de descubrir: las fronteras entre la ficción y la realidad se
desvanecen, y se reaviva así, en el lector, la indignación ante cada uno de aquellos sucesos
históricos. Manejando con habilidad las situaciones al construir el argumento y presentar
los personajes, lo que sacrifica el novelista en originalidad lo gana en el impacto emocional
que produce en el espíritu patriótico del lector el sentimiento anti yanqui. (Klein, 1973:
218)
Tal vez el más evidente era el rol de los autores y lectores de gran parte de esta literatura
antiimperialista. ¿Cuál era el papel de esos sectores medios que por un lado habían asumido
un papel importante en los procesos de modernización social, económica y cultural
promovidos por Estados Unidos, pero simultáneamente albergaban y promovían estos
nuevos discursos antiimperialistas? Por último, en contradicción con sus originales
intenciones, dicha representación del pasado de América Latina como algo inmutable
reducía la agencia histórica de los actores sociales y políticos, y en alguna medida las
posibilidades para futuros cambios. Si la situación de América Latina había permanecido
inalterada durante cinco siglos, resultaba difícil encontrar espacio histórico para el cambio
social en las sociedades contemporáneas. En síntesis, ante las diversas posibilidades que
hubo para conceptualizar las relaciones entre imperialismo y nación, se eligió la "historia
del saqueo" de los últimos cuatro siglos. El desafío de cambiar cuatrocientos años en poco
menos de una década se demostró imposible. Los sueños de revolución se destruyeron por
una reacción conservadora que poco tuvo que ver con el pasado, sino con nuevas
modalidades de represión y autoritarismo que no habían sido previstas por estos
intelectuales. Esta manera de representar el imperialismo tendió a desaparecer en los
ochenta y noventa. No sólo esta particular representación histórica, sino el debate acerca del
imperialismo se esfumó de la agenda pública. Como comentó Halperin Donghi en algún
momento, el fenómeno del imperialismo se transformó en un hecho inevitable y casi natural
que no admitía discusión: "tal como no discutimos la lluvia". Sin embargo, en el nuevo
siglo estamos presenciando la reaparición de esta temática con modalidades de
representación histórica que guardan importantes coincidencias con aquellas construidas a
fines de los 60. (Marchesi, 2006: 154-155)
Chomsky y Aldo Marchelsi pretenden descubrir el antimperialismo manifestado en la
sociedad y las formas de dominación y control estadounidenses, los autores también
procuran traer de nuevo a colación el cuestionamiento respecto a la injerencia
estadounidense en la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos. Por otro lado,
Klein procura evidenciar los relatos de cómo se vive el antiimperialismo y la resistencia
frente a los Estados Unidos en las Antillas. Los autores comparten la idea de la
incoherencia del discurso estadounidense, ya que estos se presentan como el mesías de los
pueblos oprimidos divulgando su idea de libertad, pero en el fondo solo quieren tener
dominio y control de estos pueblos en vía de desarrollo para conseguir su finalidad, la cual
es extraer sus recursos naturales sin importar la atrocidad de sus medios.
Culminada la exposición de los conceptos claves para el análisis de la obra Luis Carlos
Flórez, se dará inició a un enmarque crítico literario de la obra Llamarada dentro de los
tópicos de literatura socialista, a la luz de la teoría de Abraham Terz, además se demostrará
la presencia y afinidad de ideas antiimperialistas, al interior de la obra desde a la luz de las
teorías antes expuestas.
En este ensayo se demostrará la aptitud de Llamarada para ser calificada entre el subgénero
de literatura socialista y se analizará esta relación extrínseca entre literatura socialista y
antiimperialista, logrando así, nutrir el panorama literario de la región, a su vez que, se
acerque dicha obra al canon literario académico.
6
Dato obtenido de: Castrillón. (2017). “Novelas y novelistas del Quindío”. En Gonzalo Alberto
Valencia Barrera (Comp.), Ensayos de Historia Quindiana (pp. 71-136). Armenia:
Universidad del Quindío.
políticas y la figura de líder sindical que este joven representa para la comunidad, y que,
por el contrario, ha suscitado un descontento en su padre por ver a su hijo convertido en un
comunista, algo inusitado para él. Sus diferencias se argumentan y discuten al interior de la
obra. En el trasegar de las protestas y en el desarrollo de la amistad de Antonio y Diego,
emerge un romance entre Nora González y Diego, juntos alientan y participan en las luchas
obreras de la región, aunando una conciencia de la clase trabajadora. Finalmente, Diego
Medina es asesinado en confusos hechos en medio de una protesta social. Dejando las
páginas con un sinsabor por el homicidio y una llama revolucionaria encendida en los
corazones de quienes fueron sus compañeros de lucha.
Llamarada ha sido catalogada por algunos críticos como una obra populista que ha sido
marginada por su contenido, ya que, al igual que las obras de Iván Cocherín, poseen una
retórica de ambiciones proletarias. Aunque Llamarada “no se trata de una construcción de
alta calidad en cuanto a condiciones narrativas”. (Botero, 1996: 64) es innegable la
importancia que representa para la literatura del departamento tener una obra de estas
características, porque simboliza el pensamiento de algunos intelectuales de la época,
además, es válido destacar el “impulso de protesta social”. (Williams, 2009: 186) que
Llamarada hizo continuo en el panorama literario colombiano. También es interesante
conocer el fenómeno de la expansión de ideas revolucionarias que produjo la revolución
rusa de 1917 a lo largo de todo el mundo, llegando a alojarse en la cabeza de un homeópata
y político montenegrino.
El panorama literario de Colombia respecto a la literatura alusiva a la protesta social, el
realismo social, y literatura panfletaria o de denuncia, es amplio, empero, son pocas las
obras existentes de este tipo de literatura. La primera obra que se tiene como faro en la
novela de protesta social es La Vorágine (1924), de José Eustasio Rivera, en la que se
relatan las peripecias vividas por un poeta y su amada en su travesía hacía las Amazonas
por los Llanos colombianos, a la vez que se denuncian los abusos perpetrados contra
colonos e indígenas por las empresas extranjeras, dedicadas a la extracción del caucho. Le
sigue cronológicamente la obra de Cesar Uribe Piedrahita: Toá (1933), en la que se cuentan
las vivencias de un joven galeno que va en misión médica a las caucherías del Caquetá y el
Putumayo. Allí presencia el conflicto vivido en la zona a causa de la disputa del territorio
entre Colombia y Perú, también delata los agravios cometidos a los obreros por parte de las
caucheras transnacionales, además, la novela también cuenta el infortunio del amor entre el
médico y la joven Toá, a quien conocería y perdería en la inmensa selva amazónica.
Seguidamente se publica Barrancabermeja (1934), una obra de Rafael Jaramillo Arango en
la que se narran las experiencias de “Campito”, un muchacho bogotano que viaja en busca
de fortuna y riqueza hacía Barrancabermeja. Siendo embelesado por el frenético
capitalismo imperialista que prevalece en las zonas petroleras. Sistema que favorece el
maquiavelismo para conseguir riqueza propiciando la violencia y la avaricia. En estas
páginas Jaramillo Arango evidencia la injerencia estadounidense y muestra el ritmo de vida
acelerado que se vive en las petroleras. Zonas en las que se consumen las vidas de los
obreros, se practica la violencia indiscriminadamente, se reprime al contrario y la presencia
del Estado es confabulada con los agentes petroleros; haciendo de esta región un caldo de
cultivo idóneo para germinar toda clase de injusticias. Campito sucumbe ante este ambiente
hostil y reflexiona en torno a las perversiones individuales, aunque con ayuda de un viejo
amigo adquiere consciencia de la génesis de esta problemática, es incapaz de adaptarse a
esta sociedad y decide dejarse caer de una lancha acabando con su vida. Es de destacar la
crítica que se hace a la protesta social dentro de la obra, ya que, se crítica la falta de ideales
al interior de la protesta, haciendo de éstas violencia injustificada de la que las elites sacan
provecho. Barrancabermeja Junto a Macha de aceite (1935) de Uribe Piedrahita, son
pioneras en la idea antiimperialista en la literatura colombiana. En Mancha de aceite se
relatan las situaciones que presencia un doctor enviado en misión médica a las petroleras
del Catatumbo. En esta obra se denuncia—con menos vigor qué en Barrancabermeja—las
injusticias y crímenes cometidos por las multinacionales petroleras, sin dejar de lado la
denuncia de casos tan graves como el bombardeo al Catatumbo para acabar con los
indígenas Motilones, ya que éstos asesinaban exploradores petroleros. Uribe Piedrahita
enfatiza en la cultura prepotente, tramposa y ventajosa estadounidense, del mismo modo, se
evidencia la sumisión a la que se someten los políticos colombianos. Aunque esta obra se
embrolla con una novela pacifista por su posición respecto a la violencia ejercida entre
manifestantes y fuerza pública y el tan apacible espíritu de su protagonista. En 1938
Gregorio Sánchez publicaría La bruja de las minas, una obra en la que se denuncian los
crímenes cometidos en Marmato, Caldas. En la obra se testimonian los saberes y creencias
afros en el campo espiritual y médico, a la par que se describe la violencia vivida en aquel
pueblo minero; donde eran constantes las luchas por la tierra, los crímenes estatales contra
campesinos, obreros y el racismo. En esta obra también se muestra la incursión extranjera
en la tradición minera de Marmato. Pueblo en el que nació Jesús González Barahona, más
conocido como Iván Cocherín, quien publica en 1939 su primera obra: Nadie, novela que
tiene como protagonistas a una pareja: un minero y su mujer Natacha, a quienes agobian las
penurias y éstos se cuestionan respecto a su situación, adquiriendo conciencia de clase
obrera: “contradicción, Natacha, de este sistema imperante, los proletarios no tenemos
patria para vivir, pero tenemos patria para defender a costa de nuestra sangre y el bienestar
de los nuestros”. (Cocherín, 1939: 114). En el artículo “Iván Cocherín, caminante poeta de
todas las vidas” publicado en reportajes El aleph II por la editorial de la Universidad de
Caldas, se menciona que Luis Carlos Flórez dijo de la obra de Iván Cocherín lo siguiente:
“Por las páginas de sus libros, desfilan ejércitos de atormentados por la tuberculosis, el
hambre y la persecución de las castas dominantes”. (Ruíz, 2016: 207). Finalmente, en 1941
se publica Llamarada de Luis Carlos Flórez.
Se aclara que novelas como: Lejos del nido (1924) de Juan José Botero, La obsesión (1925)
de Daniel Samper Ortega, Una derrota sin batalla (1933) de Enrique Pardo Farelo
Risaralda (1935) de Bernardo Arias Trujillo, son obras que nutren el panorama literario
colombiano, siendo obras en las que se denuncian injusticias de la sociedad colombiana, en
función de darle voz al oprimido y de evidenciar la precariedad en la vida cotidiana. Sin
embargo, en éstas obras no sobresale la protesta social, ni se evidencian aspiraciones
ideológicas partidistas en sus letras, por tal razón, no se mencionan como antecedentes
literarios de la obra Llamarada.
En el texto Didáctica de la literatura del Quindío: cuento, novela y poesía: historia crítica,
antología y esquemas didácticos de Nodier Botero y Carlos Castrillón se dice de
Llamarada que:
Se trata de una verdadera curiosidad literaria quindiana, pues a dicha obra se le pueden
atribuir las condiciones de novela social-urbana, documento de denuncia, panfleto político
y escrito testimonial de las luchas obreras durante los primeros años de la década del 40 en
la vida colombiana[…] Aunque no se trata de una construcción de alta calidad en cuanto a
condiciones narrativas, sí presenta una indudable importancia testimonial de época que,
junto con el tono panfletario, de denuncia, hicieron que le fuera concebida una mención
especial en la Cuba de Fidel Castro[…] Se trata de la única muestra quindiana de novela
socio-política. (Botero y Castrillón, 2006: 77) 7
Como mencionan Botero y Castrillón, la obra de Luis Carlos Flórez puede ser analizada
desde diferentes enfoques, puesto que, es una obra de múltiples aristas. En la obra de Luis
C. Flórez se evidencian algunos conceptos teóricos aportados por Abram Terz, por ejemplo:
“un elogio del comunismo y de todo lo que está relacionado con él, o una sátira de sus
numerosos enemigos, o bien una descripción de la vida "en su desarrollo revolucionario".
(Terz, 1960: 83). Partiendo de la siguiente cita, en la que el autor nos permite imaginar la
ciudad en la cual se desarrollará la obra:
En los andenes polvosos y malolientes, los perros sarnosos en difusa promiscuidad con los
niños hambrientos y encanijados, son como una viva pincelada en los cuadros de la miseria
proletaria, allá en los suburbios de la ciudad ladrona, repleta de plus-valía, de sangre y de
vitalidad obrera. (Flórez, 1941:5)
Al emplear la palabra: “plusvalía” el autor deja percibir una afinidad por la crítica
económica realizada por Karl Marx. Además, afirmar que la ciudad está llena de sangre y
vitalidad obrera, es un indicio de que en la ciudad del relato se están presentando abusos
contra los trabajadores; una señal clara de que esta ciudad necesita una revolución obrera
para restablecer sus derechos. A continuación, Antonio José, personaje protagónico de la
obra, está afligido por su lamentable situación, puesto que, su hijo está enfermo y los
doctores poco lo han ayudado, con esto se evidencia una situación más que ayudará a
germinar la revolución social:
Hoy más que nunca siento bullir la sangre entre mis venas bajo el fuego de las palabras con
que nuestro gran Lenin arengara a las multitudes de su pueblo, días antes de dar en tierra
con la dinastía de los Zares. He visto la realidad frente a frente; la injusticia social en el día
de hoy se ha mostrado tal como es: hambre y miseria para los que producimos todo,
abundancia y holgazanería para los que nada producen.
-Bravo! ¡bravo! Querido compañero González. Tú siempre, aunque asediado más y más por
la miseria, te portas como un fiel soldado de la revolución social.
-Sí, camarada Ramón; mi hijo se muere víctima del abandono de esta sociedad que todo me
lo ha negado, falto de los recursos necesarios que los hay en demasía, pero que una clase
acaparadora e inhumana hoy atrapa para sí, robándonos lo que nos pertenece y con ello la
felicidad de nuestros hogares. (Flórez, 1941: 7)
7
Se aclara que dicha cita está presente en dos libros diferentes.
Del fragmento anterior se puede dilucidar el elogio por la revolución rusa, al usar palabras
como “camarada”, “gran Lenin”, “soldado de la revolución social” y “la dinastía de los
Zares”, el autor en su obra está haciendo un enaltecimiento del comunismo; demostrando
así la teoría de Terz. También, está induciendo el ambiente para el desarrollo
revolucionario, puesto que, el personaje se está haciendo consciente de las injusticias
sociales e imparte la conciencia de clase entre sus compañeros: “hambre y miseria para los
que producimos todo”.
La descripción del hogar de Antonio José ayuda a recrear una imagen más clara respecto a
este personaje, veamos:
Un cuarto, una sala y una “cairizo” ahumado que forma la cocina son los aposentos de
aquella vivienda de obreros. Una mesa cuadrada, un taburete desvencijado, dos baúles y dos
camas, forman el mobiliario inconfortable. Un cuadro que pende de la pared muestra la
figura de Vladimiro llich Ulianoff que parece dialogar con un Cristo sangrante y frente al
cual un florero pequeño ostenta un ramillete de Narcisos blancos. (Flórez, 1941: 9)
Cosas de Antonio José, dice Virginia, que siempre vive con su palabrerío, dándoselas de
sabiondo. Eso pa la gente bien que se ha quemao las pestañas estudiando.
-Madre. ¿Y cuál es la gente bien qué usted llama?
-Pues los que tienen plata y viven en el marco de la plaza. L'alta sociedá.
-Cómo. ¿De manera qué nosotros, por el delito de ser pobres no somos gente bien?
Nosotros que a nadie hacemos mal y que llevarnos nuestras frentes limpias porque somos
francos y no escondemos el delito bajo el manto del orgullo y de la hipocresía, como lo
hacen algunas altas damiselas que después que han concebido el hijo de sus entrañas, ¿lo
mandan a arrojar bajo los aleros de las calles muertas?
- ¡Ave María purísima! ¡Qué muchacha ésta! Las mismas ideas de Antonio José. (Flórez,
1941: 11)
-Si. Las mismas ideas mías, replica éste, porque ella como yo ha sentido sobre sus espaldas
la explotación capitalista. Ella en la trilladora vendiendo su fuerza de trabajo, yo en el taller
de calzado produciendo plus-valía para el patrón. Así somos dos esclavos atados al odioso
engranaje de la opresión del hombre por el hombre. (Flórez, 1941: 11)
El autor por medo del personaje de Diego, enfatiza en que su interpretación del comunismo
es netamente marxista, y que sus posturas y propuestas socioeconómicas no son las de
expropiar las riquezas individuales, sino de repartir las ganancias de manera justa entre los
obreros. Los enfrentamientos a los vestigios del pasado de Diego se proponen desde un
rechazo a la honorabilidad que concede un título profesional, un apellido y una fortuna
monetaria.
-De modo que es superfluo el que yo haya gastado dinero educándote y haciéndote vivir en
la holgura, procurándome esta hacienda y demás bienes para dejártelos por herencia?
-En cuanto a mi educación, es un hecho común de todo el que tiene una fortuna. Ustedes no
lo hacen por una necesidad social, sino porque entre las familias burguesas se necesita
guardar la trayectoria de hacer doctores, buenos o malos, a fin de que estos a su vez sean
amos de la inmensa mayoría de los explotados. En cuanto a sus bienes, son superfluos,
porque usted que es un hombre, explota a los trabajadores que también lo son, y si en lugar
de los quince mil pesos que ha invertido en ganado buscando una utilidad egoísta, los
hubiera empleado en arreglar esas viviendas miserables y antihigiénicas de sus agregados y
en suministrarles drogas para matar el paludismo que socava sus enclenques organismos y
en ayudarles a levantar un poco su nivel de vida de asalariados, habría hecho una obra, que
sí no definitiva en cuanto a los intereses colectivos de esa clase, al menos de humanitaria se
podría catalogar. (Flórez, 1941: 43)
-Lo que acabas de exponer, Diego, no pasa de ser un brote de ese malhadado comunismo,
de esas teorías extranjeras que aquí en nuestro país no podrán tener campo propicio, porque
la psicología de nuestro pueblo, honrado y trabajador, no es para adaptarse tan fácilmente a
cuanto dicen los filosofastros desocupados de la vieja Europa. Allá en esas tierras, donde la
industria está en completo desarrollo, podrá ser el tal comunismo una realidad, pero aquí
nunca.
-Eso han dicho siempre y al afirmarlo se contradicen. Usted padre, que repudia de las ideas
extranjeras ha sido el primero en acogerlas. Ese liberalismo suyo, por algo se llama
manchesteriano, pues Mánchester no queda en Colombia, ni mucho menos en América. Lo
que pasa en conclusión, es que las clases privilegiadas de las Américas importan con
beneplácito las teorías de los reaccionarios extranjeros porque ellas se adaptan a su
conformación espiritual de explotadores criollos, y la otra clase, que la forma el inmenso
ejército de trabajadores, recibe con regocijo las sublimes teorías de los pensadores del viejo
mundo que le señalan el camino de su libertad y le enseñan a romper la coyunda con la cual
ustedes los amos agrario-feudales, unidos a los imperialismos. los han tenido esclavizados.
Un obrero consciente no podría adaptarse al sistema teórico de la explotación capitalista,
enseñada dentro de las escuelas del Estado en pública mancebía con la Iglesia, ni un
burgués podría ver con buena cara que se le trataba de adaptar a doctrinas que su
conformación mental repudia porque no llenan sus aspiraciones de amos soberanos. De ahí
un principio de la lucha de clases, la cual ustedes temen y tratan de negar con el concepto
de minorías, de esas minorías que han usurpado los derechos de las mayorías, prevalecidas
en el engaño y la violencia. (Flórez, 1941: 44)
En Diego resalta: “la evolución ética y psicológica que tiende a crear el tipo del futuro
hombre ideal”. (Terz, 1960: 85) Enfrentado a la tradición burguesa a la que ha pertenecido,
defiende su ideología, refuta a quien tenga creencias equivocas a cerca del comunismo,
demuestra su conocimiento de los modelos económicos imperantes y denuncia las
injusticas cometidas por el capitalismo, a la vez que desvirtúa a quienes ven en él un
modelo económico que debe hacerse hegemónico.
- ¿De manera que tu persistes en pertenecer a esa clase ínfima y plebeya, condenada por sus
vicios a desaparecer entre los brazos de un agudo pauperismo, a aquellos que predican por
doquiera la violencia contra las instituciones legalmente constituidas, a aquellos que niegan
el principio grandioso de la patria, a aquellos que tratan de destruir la propiedad privada, y
con ello la disolución de la familia?
-Sí. Diego Medina ha pertenecido y pertenecerá al ejército de los miserables que años
soportan sobre sus espaldas los rudos latigazos de los amos. Yo que no aprecio esos
pergaminos que las familias de los Medinas y Robledos dicen haberme trasferido a mí por
herencia, marcho siempre erguido, con mis valientes camaradas que llevare tanta sangre de
galeotes y aventureros españoles, como la que puede llevar la más alta y encopetada familia
burguesa de esta tierra. Nosotros, una mezcla de indio esclavo con sangre de bandido
andaluz, qué podemos cantar de ilustres abolengos cuando al fin y al cabo no somos más
que un puñado de mestizos, entre los cuales los más audaces y ladrones usurparon los
derechos libertarios de los más débiles y sumisos. Que ese ejército de desharrapados y
plebeyos, así como usted los llama, prediquen la violencia armada contra el estado burgués
capitalista que los acoyunda, es un derecho que legalmente les corresponde, porque la
dictadura burguesa no irá a entregar sus fortalezas sin que los obreros y campesinos,
soldados e intelectuales revolucionarios nos las tomemos en abierta lucha en las barricadas
rojas. Sí, esa patria, esa patria burguesa en la cual los proletarios sólo tienen derecho a
sobrellevar una vida de miseria, a morir defendiéndola en los campos de batalla, comidos
por el hambre, esa patria fementida desaparecerá y entonces si tendremos patria: la patria
del proletariado triunfante, donde habrá pan, trabajo y libertad. ¡Y ay! del que intente
contra ella. (Flórez, 1941: 44-45)
El tinte panfletario del que hablaban paginas antes Botero y Castrillón se dilucida en el
fragmento anterior, ya que éste alienta a una lucha violenta para llevar a feliz término el
comunismo, cultivando un ánimo a realizar la revolución social en Colombia, evidenciando
el espíritu rebelde que poseía Luis Carlos Flórez.
- ¿De manera, pues, que tú no irías a defender la patria, si algún osado tratara de agredirla?
-Sí. Iría a los frentes de fuego y la guerra de rapiña que el capital financiero desata en
abierta lucha por los mercados del mundo procuraría convertirla en guerra civil, preparando
así la toma del poder por los obreros insurreccionados.
-No es ese tu deber.
-Entonces usted que es ciudadano como yo, ¿qué haría en este caso?
-Yo le ayudaría a mi patria dándole cuanto poseo, si posible fuera.
- ¿Pero no iría al frente como quisiera que fuesen todos los obreros y campesinos?
-No. Mis ocupaciones no me lo permitirían; harto sería ayudar con cuanto poseo, como
acabo de decírtelo.
-Hemos llegado al punto que yo tanto deseaba; ustedes los patrioteros siempre han querido
salirse con unas monedas que se las ganan y quizás las triplican fomentando ese asesinato
colectivo. Supongamos que usted ayuda con cincuenta reses de su hacienda, ¿no cree que al
encarecerse la carne por efecto de la misma guerra obtendría más pingues utilidades? Claro
que sí. Y de esta manera será para los que venden los demás artículos y que tan
«oportunamente» contribuyen la defensa de la patria. Además, esos cuantos dólares que los
capitalistas aportan, no alcanzan nunca para compensar las vidas de tantos infelices que
expiran en las fronteras defendiendo una patria en la cual no han tenido ni tienen derecho
siquiera a un pedazo de tierra para labrar su sepultura. (Flórez, 1941: 45-46)
Este diálogo hace aportes valiosos, ya que contribuye a la claridad respecto a las
características que hacen de Llamarada una obra del realismo socialista, porque se
muestran las razones para protestar que tiene un obrero consiente de su clase, y a la vez,
confronta los argumentos de un burgués que ve en el comunismo su mayor pesadilla. Es de
resaltar el cambio en la actitud del padre de Diego Medina para lograr entender a su hijo,
llegando al punto de flexibilizar su postura y terminar apoyando a su hijo en esta revolución
obrera. El personaje de Diego se enfrenta a su pasado burgués representado en su padre,
reafirmando así la teoría propuesta por Terz.
En este fragmento es importante ya que en él se hallan más razones del porqué del tópico
novela obrera antiimperialista en Llamarada.
Compañeros, dice Antonio José desde su tribuna improvisada, se hace preciso que todos los
trabajadores reaccionemos contra el imperialismo y sus agentes que nos acogotan y
empujan a la miseria. Todos los compañeros que me escuchan habrán comprendido qué
buscan los imperialismos al querer apoderarse de las fuentes de producción de un país
impotente como el nuestro. El imperialismo, la última etapa del capitalismo agonizante,
extiende sus tentáculos de pulpo hacia los países coloniales y semi-coloniales, ya con el
juego mañoso de la política del “Buen Vecino" y a sangre y fuego, implantando la barbarie,
el despojo, la opresión con sus hordas nazi-fascistas. Los imperialismos en su locura buscan
la manera de subyugar a los países débiles, apoderarse de sus riquezas naturales y hacer de
ellos infelices protectorados, donde se persigue y se mata a todo aquél que trate de libertar
su patria del ignominioso tutelaje extranjero. Ante estos hechos, no queda más que hacer,
que unir nuestros esfuerzos y en un solo haz de voluntades, oponer a las ambiciones
rapiñescas el anhelo decisivo de atajar paso de los modernos conquistadores". (Flórez,
1941, 14)
Primero, Antonio José es un líder sindical o social, abanderado de las protestas y vocero de
los manifestantes. Segundo, su retórica esta permeada por la ideología marxista, utilizando
términos propios de la lucha de clases, tales como. “reaccionemos contra el imperialismo y
sus agentes que nos acogotan y empujan a la miseria”. Tercero, el antiimperialismo
estadounidense nutre el discurso del personaje Antonio José, demostrado en frases como
“El imperialismo, la última etapa del capitalismo agonizante” y “subyugar a los países
débiles, apoderarse de sus riquezas naturales” comprobando la posición antiimperialista de
Llamarada. Flórez fecunda en el lector esa reflexión que se debe realizar en los países
latinoamericanos respecto a la injerencia estadounidense conjuntamente, en la obra se
percibe una alusión a la obra Ante los barbaros de Vargas Vila, evocada en esta frase:
“extiende sus tentáculos de pulpo”. Cuarto, la represión del Estado a quien promulgue ideas
libertarias hace de todo aquel que se oponga a la dominación y la barbarie un héroe trágico.
Abram Terz propone que: “Este desenlace puede ser lastimoso para el protagonista que,
luchando por el comunismo, tiene que cargar con todos los peligros que se puedan
imaginar”. (Terz, 1960: 84). El peligro al que se enfrenta Antonio es un encarcelamiento
por liderar la protesta: “Sobre el asfalto, los polizontes, en su fiebre de vandalaje arrastran a
los heridos que entre ayes de dolor, sangrantes y fieramente ultrajados, son conducidos a la
prisión”. (Flórez, 1941:18).
En cuanto al tópico antiimperialista al interior de Llamarada, Noam Chomsky en entrevista
con Atilio Borón, mencionaba que: “lo que ellos llaman libre comercio nada tiene que ver
con un intercambio entre iguales. Es por eso que para negociar estos acuerdos recurren al
método del fast track. Porque saben que si la gente toma consciencia no permitirán que
suceda”. Y en contraste, las palabras de Antonio José, en un discurso dirigido a los
desempleados que protestan en la ciudad, éste denuncia la injerencia estadounidense en la
política y economía del país, veamos: “el tratado colombo-yanqui, prosigue el orador, es la
causa de que hoy nos encontremos manicruzados en la calle, sin trabajo; ese tratado que los
demagogos del parlamento hicieron pasar a golpes de pupitre contra el querer del pueblo
trabajador”. (Flórez, 1941: 15). La obra deja en evidencia la corruptela de los legisladores
colombianos, quienes emplean lo que Chomsky llama “fast track”, quien además menciona,
es una artimaña empleada por los imperios modernos para ejercer una dominación y control
de países menos desarrollados. Por lo demás, Klein en su artículo ya mencionado, indicia
que: “los objetos de análisis de la novela del momento fueron, tanto en la urbana como en
la rural, la corrupción política y la subordinación del gobierno a los intereses
norteamericanos”. (Klein, 1973: 217). Con esto, Klein da cuenta de la intención de la obra
de Flórez por denunciar la sumisión del Estado colombiano hacía los intereses
norteamericanos, así pues, se demuestra el compromiso antiimperialista de Llamarada.
Isabel Dolores De León Olivares en referencia al antiimperialismo en la literatura sugiere
que, en algunos escritores de principio del siglo XX se dio: “una postura antiimperialista en
términos de lucha de clases, tal como lo harían, en la misma década de los veinte,
intelectuales latinoamericanos cercanos al marxismo”. (De León, 2015: 146), característica
que se evidencia en la obra de Flórez así:
El frente único de los trabajadores, de los sinceros intelectuales revolucionarios de la
izquierda, ¡se encargarán de volver añicos esa negociación entreguista y de gritarle el Alto!
A los gobiernos vacilantes ante la política democrática; locamente enamorados de lo que
los imperialismos maliciosamente aconsejan hacer a los pueblos débiles de la América
Latina (Flórez, 1941: 15)
Dentro de la obra hay un personaje que representa el imperialismo, Míster Williams quien
es el dueño de la trilladora “Imperio”, en la cual trabaja Nora González. En un diálogo entre
ella y Williams se evidencia la perversión de sus actos y las contradicciones morales que
presenta el discurso estadounidense, razones que han motivado el descontento de la
comunidad por este sujeto, comprobando lo dicho por Klein, quien asevera que:
Una constante de la literatura antiimperialista, desde sus primeras manifestaciones, ha sido
la crítica de la moral en los Estados Unidos, no ya por sus acciones, que pertenecen a lo
político, sino por lo que se considera la hipocresía con que llevan a cabo sus fines. Es por
este cargo que se difunde en la poesía y el ensayo la imagen bifronte del estadista
norteamericano (Klein, 1973: 212)
Lo inverosímil del discurso, o la falta de coherencia entre las palabras y los hechos,
constituye la razón principal del argumento antiimperialista.
En estas van, cuando Nora que se encontraba haciendo algunas compras en las tiendas
vecinas, hace irrupción en la sala tarareando un aire popular, alcanzando a percibir las
últimas palabras de míster Williams
...Conque contra el gobierno no se puede. ¿Quién míster? pregunta Nora con cierta sonrisa
maliciosa.
-Su sinor papá, sinorita Nora, contesta entrecortado el míster.
-Eso dirá usted y todos los enemigos de los obreros revolucionarios,
-No sinorita, yo no ser enemigo de vostedes, yo querer mucho vostedes, querer hacerles
harto bien.
-Sí, usted nos quiere mucho a nosotros, porque aquí, en este hogar proletario hay una
muchacha a quien usted pretende hacer su querida, pero comprenda míster, que el día en
que papá llegue a informarse de sus pretensiones, lo arrojará de esta casa como a un perro,
y a mí me prohibirá volver a su trilladora, aun cuando sepa que el hambre nos haga víctimas
a todos.
-No, vostedes no morir de hambre, yo darle carta de recomendación su papá, mandarlo
trabajar Girardot, tener trabajo todos, no necesitar de revolución de obreros y campesinos.
-Ah … ¿Usted ha creído señor Williams, que nosotros los obreros y los campesinos
predicamos la revolución social por puro SPORT? No señor, yo amo la revolución de los
trabajadores porque sé que es un hecho de la historia que nadie, absolutamente nadie, podrá
borrar de sus páginas. Ella la revolución social, es el grito justiciero y soberano de las clases
productoras contra los zánganos de esta sociedad burguesa que chupa nuestra sangre
inmisericordemente.
-Cálmese, sinorita, Nora, yo no venir a pelear con vosté. yo venir a visitarla, yo estar a la
orden de vostedes.
-Hoy que alcanzo a columbrar lo que usted busca conmigo, no quiero más de sus servicios,
contesta Nora airada. Diego Medina, el hombre rebelde, el día que llegare a informarse de
que yo dejaba hacerme la corte de un haragán, apostrofaría contra mi proceder, ya que él
me indicó entre fraternales consejos, cómo se desprecia a los sátiros burgueses que a diario
viven arrojando carne proletaria a los prostíbulos del vicio. […] (Flórez, 1941: 30-31)
A algún lector le podría parecer poco interesante la trama de la novela, pero como afirma
Klein: “lo que sacrifica el novelista en originalidad lo gana en el impacto emocional que
produce en el espíritu patriótico del lector el sentimiento anti yanqui”. (Klein, 1973: 218).
El sentimiento anti yanqui al interior de la obra responde a una tarea a realizar por los
escritores, la cual, según Rodrigo Quesada Longue, radica en: “la labor intelectual en el
Tercer Mundo consiste en abrir sendas hacia la independencia, no en bloquearlas en
nombre de un mimetismo espurio y entreguista”. (Quesada, 1992: 56). Los hechos al
interior de la obra reflejan la intención panfletaria que el autor pretende con su novela, éste
hace un llamado a la acción y fecunda en el lector una idea de rechazo hacía lo
estadounidense, puesto que lo estadounidense representa peligro.
Alto allí, Nora. Seamos un poquito agradecidas con los servicios del señor Williams,
acuérdese de todo cuanto le debemos.
-Sí, madre, la gratitud es una virtud de las personas de nobles sentimientos, replica Nora.
Yo no estoy negando los favores de este señor, pero veo que esos servicios empiezan a ser
el pago por adelantado de algo que él busca, de algo que él necesita.
-Pero qué va a necesitar de nosotros un hombre que tiene lo suficientemente para vivir con
toda comodidad, dice Virginia a su hija, y prosigue: ¿o es que el señor Williams te ha hecho
alguna exigencia mala?
En este momento Nora baja la mirada. Sus ojos que son relámpagos, se apagan. Teme herir
el corazón de su madre, que aun cuando ignorante, no dejaría de sentirte tristemente
ofendida si llegare a escuchar de los labios de su hija alguna revelación sobre lo que aquél
míster ha pretendido desde tiempos anteriores.
El gringo se pone de pie repentinamente y maliciosamente guiña el ojo a Nora que ya se
propone a contar algo de lo mucho que esté montón de concupiscencias le ha propuesto en
las oficinas de la trilladora. (Flórez, 1941: 31-32)
En Colombia se vivía un clima convulsivo por las protestas y la represión, además los
intelectuales agitando a la población a través de periódicos que aprecian y desaparecían con
frecuencia. Partiendo de la actividad intelectual y el compromiso ideológico de Luis
Vidales se puede inferir que el comunismo como tema a discutir estuvo presente en el gran
Caldas, lo que coincide con la creación de Llamarada. Tal como lo demuestra Maryluz
Vallejo Mejía, investigadora de la universidad javeriana, en su artículo titulado: “Los
“padrecitos” fundadores de la prensa comunista en Colombia”:
Luis Tejada era el más formado en la ideología marxista, junto con José Vicente
Combariza, mejor conocido como José Mar. Junto a Luis Vidales fundaron el periódico
político-literario El Sol en 1922, que, aunque duro pocos meses correspondió al periodo
socialista de Luis Tejada, quien apoyó la campaña socialista del general liberal Benjamín
Herrera. Ya desde el periódico El Luchador, de Medellín (1919), Tejada asombró con sus
tempranos escritos de corte revolucionario, donde abogaba por los derechos de los
trabajadores. (Vallejo, 2001: 36)
Queda claro que la obra Llamarada correspondió a su realidad, y su autor asimiló las ideas
que se discutían en la sociedad de su época; dotando a su obra de un tono panfletario e
ideológico, como era común en Colombia. En conclusión, el fragmento que mejor resume
las teorías expuestas en este ensayo es este: “La memoria de los compañeros que acababan
de sepultar, eran símbolos gloriosos de la lucha que avanzaba. Por los campos de
Colombia, la llamarada de la revolución se extendía. La huelga general, continuaba. Era
una gran batalla anti-imperialista de la América Latina”. (Flórez, 1941: 142). Ya que en él
se sintetizan las teorías analizadas; el realismo socialista al afirmar que, a pesar del
asesinato de Diego Medina, el líder ideológico de la protesta, aun seguirán con la esperanza
intacta; y el antiimperialismo se condensa al aseverar que la lucha contra el imperialismo es
un compromiso de toda américa latina.
Conclusión
En cuanto a Luis Carlos Flórez se descubrió a un hombre con una gran cultura que ayudó a
formar la identidad montenegrina y, por ende, la quindiana. De este modo se estima el
trabajo que ha emprendido la “Biblioteca de Autores Quindianos”, que con el soporte de la
literatura busca el fortalecimiento de la identidad, visibilizando las obras y autores propios;
asimismo, se pretende desde el proyecto Bibliografía crítica de la novela en el Quindío
encontrar y exhibir la diversidad de temas en la literatura quindiana para continuar el
constante aporte a la comunidad educativa y cultural. “La literatura contemporánea presenta
de manera continua propuestas para pensar e imaginar el mundo a través de formas
expresivas que recogen la pluralidad”. (Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana,
2012: 13). Flórez fue un hombre rebelde, cuyas acciones respaldan a Llamarada como una
novela hecha a plena conciencia, haciendo de Llamarada una obra de reflexión, que plantea
un cuestionamiento respecto al modelo económico imperante, y la injerencia
estadounidense en la autodeterminación de la republica colombiana. Llamarada es una
novela obrera antiimperialista y este análisis concluye que el tópico antiimperialista se
evidenció en toda la obra, dejando ver que hay lecturas que posiblemente fueron influencia
en Luis Carlos Flórez al momento de escribir su obra, lo que argumenta que Luis Carlos
Flórez fue un montenegrino que rechazó a los yanquis. Finalmente se espera que, al
adscribir a Llamarada dentro de la categoría de novela del realismo socialista, está
encuentre más posibilidades de ser analizada, logrando hacer permanente una reflexión en
cuanto a la política y economía nacional. Por esto, resulta importante determinar cómo las
ideas antiimperialistas y marxistas representan para la literatura regional un importante
punto de inflexión temática, puesto que recuerda la diversidad que se encuentra en la
literatura de cualquier departamento.
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