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Necesitamos un Avivamiento

Texto Biblico: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y


oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo
oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados, y sanare su tierra. Ahora estarán
abiertos mis ojos y atentos mis iodos a la oración en este lugar.” (2 Crónicas 7:14)
Introducción
La realidad de las cosas es que estamos viviendo en unos tiempos terribles.
Necesitamos despertar de este sueño profundo en que estamos y necesitamos un
avivamiento. Los cristianos por la mayor parte se han quedado dormido en sus
casas y bancos de la iglesia. Estamos todos cómodos sentados y confiados que
somos salvo. En nuestro estudio bíblico de hoy vamos hablar acerca de esto,
vamos hablar acerca del avivamiento y de ¿quién lo necesita?

Ahora tenemos que preguntarnos: ¿quién necesita avivamiento?


La respuesta es muy fácil, y la encontramos en las primeras palabras de la escritura en el día de
hoy. Esas palabras son: “mi pueblo”. Los estudios bíblicos y sermones cristianos nos dejan
claramente ver que Dios nos está diciendo que nosotros somos Su pueblo, y que debemos
volvernos a Él. Los cristianos hoy en día no están haciendo lo suficiente para la obra de nuestro
Rey y Salvador. Como dije anteriormente, muchos hemos encontrado un lugar cómodo y estamos
pacientemente esperando la llegada del Señor.
Para muchos cristianos es suficiente saber que estamos salvos, y nada más nos
mueve. Por eso es que están las cosas como están, porque no habido un
avivamiento en el pueblo de Dios. Todos podemos hablar de las grandezas del
poder de Dios, de los milagros y bendiciones, pero no tenemos el avivamiento que
tanto necesitamos. Pero sé que muchos nos preguntamos, ¿qué falta? Los
estudios bíblicos y sermones cristianos no revelan que existen tres condiciones
para que suceda un avivamiento genuino.

La primera condición: “se humillare.”


Los cristianos somos el pueblo de Dios. Lo que sucede en muchas ocasiones es
que nuestro orgullo humano evita que hagamos muchas cosas. Nuestro orgullo no
deja que obremos como Dios quiere que lo hagamos. Muchas veces tratamos de
resolver nuestros problemas y preocupaciones por nuestras propias fuerzas.
Fallamos en humillarnos ante Dios. ¿Pero qué quiere decir el humillarse? Esto es
muy fácil de explicar.

Humillarse es admitir nuestros pecados. Es el confiar en Dios para todo. A


nosotros se nos fue dada la gran comisión, esto quiere decir que nosotros
tenemos la responsabilidad de llevar el evangelio a todas las partes del mundo.
Si nosotros no estamos cumpliendo con esto, entonces estamos completamente
desobedeciendo lo que Dios nos llama a hacer a través de los estudios bíblicos y
sermones cristianos. Y si deliberadamente ignoramos lo que Dios nos revela a
través de los mensajes cristianos, entonces estamos pecando.

Aquí en este lugar hoy en día estamos viendo el comienzo de un gran


avivamiento. Si no fuera así, pues entonces no estuviéramos todos los que
estamos aquí. Alguien nos dijo de este lugar, alguien nos habló de la palabra de
Dios, y nos hemos humillados y venido a los pies de nuestro salvador. Todo tiene
un comienzo, y el avivamiento comienza con el humillarse ante Dios.

Hermanos es hora que todos nos humillemos ante nuestro Dios. Si no le estamos
hablando aunque sea a una persona diaria del Reino de Dios, entonces no
tenemos el avivamiento que Dios quiere que tengamos. A si que la primera
condición para que exista un avivamiento genuino es que tenemos que
humillarnos, reconocer nuestros pecados y vivir haciendo la voluntad de Dios.

La segunda condición: “y oraren, y buscaren mi rostro.”


Esto es muy importante para cada uno de nosotros. En muchas ocasiones se nos olvida orar, se
nos olvida buscar el rostro de nuestro Dios. Porque eso en sí es lo que esto quiere decir. El orar o
la oración, es el arma más poderosa que los cristianos tenemos. Nosotros oramos por la sanidad
de un hermano y Dios se glorifica. Oramos por un problema o situación y Dios se glorifica.
Pero no estamos orando continuamente. Una persona que ora continuamente es
una persona que esta buscando el rostro de Dios. Que esta buscando las
respuestas en el lugar mas debido. Y es exactamente por eso que en casi todo
sermón cristiano y mensaje cristiano se nos llama a orar continuamente.

Los estudios bíblicos y predicas cristianas nos instan a orar por todas esas almas
que están siendo arrebatadas por Satanás diariamente. Por todas esas almas que
Él Señor quiere en su Reino pero que la palabra no les esta llegando.

Tenemos que buscar el rostro de Dios y pedir que Él sea quien nos dirija. Que Él
dirija nuestra vida tal como lo que Él quiere. Que nos dirija a las almas que Él
quiere que entren en su Reino. Pero esto solo lo logramos usando las dos
primeras condiciones del avivamiento.

Humillarnos ante nuestro Dios y buscar de su rostro. Arrepentirnos de nuestros


pecados y orar para que nos perdone y nos guíe en nuestro diario vivir.

La tercera condición: “convirtieren de sus malos caminos.”


Aquí es donde el verdadero arrepentimiento entra en lugar. Tenemos que cambiar
nuestra vida, tiene que haber un cambio genuino. Un cambio tan grande que
cuando otras personas te vean, no vean tu imagen si no el imagen de Cristo
reflejado en ti.

Nosotros tenemos que ser el ejemplo en el mundo, tenemos que llevar el mensaje
más importante de todo el mundo, cual es la salvación a través de nuestro Rey y
Salvador Jesucristo.

Es hora que nosotros hagamos la voluntad de Dios y hagamos que los que están
a nuestro alrededor despierten a la realidad. Basta ya de mentiras de Satanás,
basta ya de sufrimientos, enfermedades y problemas.

Tenemos que seguir el avivamiento que Dios esta mandando a Su pueblo.


Tenemos que llevar el avivamiento al mundo. Si no llevamos el avivamiento al
mundo no estamos haciendo la voluntad de Dios.

¿Qué nos dice el Señor cuando hacemos su voluntad?


“oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados, y sanare su tierra. Ahora estarán
abiertos mis ojos y atentos mis iodos a la oración en este lugar.”
En esta pequeña porción del versículo, y a través de los estudios bíblicos, Dios
nos asegura que cuando hacemos su voluntad el estará en ese momento con
nosotros. Nos asegura que perdonara nuestros pecados y sanara nuestra tierra.

Eso es lo que necesitamos, necesitamos que Dios sane nuestra tierra.


Necesitamos que Dios rescate a nuestra juventud cual esta siendo arrebatada por
Satanás y sus promesas mentirosas.

Para Concluir
Necesitamos un avivamiento, necesitamos conocer las tres condiciones para que
Dios envíe un avivamiento.

Tiene primero que todo tenemos que humillarnos. Tenemos que dejar el orgullo y
la arrogancia a un lado y humillarnos ante Dios. Muchos en el mundo piensan que
ellos no tienen problemas porque son buenas personas. Están completamente
engañados por Satanás; el ser una buena persona no sirve de nada si no esta
Cristo en un corazón.
Segundo tenemos que orar y buscar el rostro de Dios. Si no oramos y buscamos
el rostro de Dios no estamos haciendo nada. Tenemos que estar orando
continuamente por todos esos hermanos y hermanas que están en el mundo.

Orar para que el Señor tenga misericordia de ellos tal como tuvo con cada uno de
nosotros. Orar para que el Señor les permita que escuchen la palabra. Tenemos
que orar para que al mundo llegue un avivamiento tal como el que esta llegando a
esta pequeña comunidad de Dios. Porque eso es lo que nosotros estamos
teniendo, un avivamiento mandado por Dios. Orar para que los hermanos y
hermanas a cuales les llevamos el mensaje de Dios se conviertan de sus malos
caminos.
Tercero, tenemos que convertirnos de nuestros malos caminos y hacer la voluntad
de Dios. ¿Quién necesita un avivamiento? Todos lo necesitamos. Ahora le
pregunta es: ¿Lo quieres tú?

La fe mueve montañas
Lectura Bíblica: Santiago 1:1-8
Introducción
En el vocabulario de alguien que profesa fervientemente el Evangelio, la “fe” es una palabra crucial.
Vivimos a través de ella y en su virtud, permitimos que se haga una voluntad superior a la nuestra:
la de Jehová.
Gracias a la fe podemos adquirir sabiduría y sin ella cualquier cosa que hagamos es en vano. Pues
de nada sirve hacer actos en los que no creemos.
No solo es una cualidad más, es preciso que trabajemos y prestemos atención a nuestro nivel de
fe. En realidad se trata la parte central que nos permite entregar nuestra existencia por un
propósito qué no vemos, pero sentimos.
Sí somos capaces de creer con una fe inamovible, somos capaces de hacer todo lo que Dios nos
proponga. Es la raíz de la confianza y el amor; para hacer qué permanezca debemos saber
cuidarla. Pues cómo se nos explica en Hebreos 11:6 “sin fe, es imposible agradar a Dios”.
I. La fe mueve montañas – Característica de la fe
1. Certeza y convicción (Hebreos 11:1)
En éste fragmento se nos ilustra brevemente aquello que contiene el significado de la fe: certeza y
convicción.
Generalmente en la vida estamos en constante espera. Sabemos que van a pasar distintas
situaciones y etapas. Esperamos que los niños crezcan, que las estaciones pasen, que el día
termine. ¿Podemos verlo? No, nos es imposible mirar el futuro, pero tenemos convicción de qué va
a suceder.
La fe es una garantía de que estamos existiendo, vivos, presentes aquí y ahora. Es la manera en
que Dios se manifiesta ante nosotros de manera soberana y poderosa.
2. Vivimos en la fe (2 Corintios 5:6-7)
La fe es central en nuestras vidas porque andar en ella significa despojarnos del mundo. Sí bien
existimos en el cuerpo, las Escrituras nos exhortan a no vivir haciendo caso al cuerpo. En cambio
debemos prepararnos para estar presentes en el Señor. Esto solo puede conseguirse creyendo
firmemente la palabra de Dios.

Creer va de la mano con la manera en la que vivimos. Mas allá de ser una condición para seguir a
Dios, se convierte en el camino para seguirlo. No solo debemos “tener fe”, sino vivirla, habitarla y
no olvidarnos de ella.
3. La fe es constancia (Santiago 1:3)
Cuando uno cree realmente en algo, no lo abandona. En la fe hay también una paciencia
persistente y en calma. Ella crea constancia y nos invita a creer que todo es posible.
Lo primero que necesitamos entender, para poder manifestarnos a través de la fe, es disposición.
Sí encontramos afán en la espera de que “algo suceda”, no estamos habitando la fe con
honestidad. En este aspecto, nuestra fe debe ser humilde, como la de un niño. Esperando porque
sabemos que algo va a suceder, no con incertidumbre ó miedo.
No existe espacio para la duda cuando se trata de la fe.
II. La fe mueve montañas – La fe como armadura
1. La fe nos arma de valentía (Mateo 8:23-27)
Ante la aflicción, Jesús uso la fe como su mayor armadura. En éste pasaje incluso les dijo a sus
discípulos “hombres de poca fe”, por asustarse ante la tormenta.
El susto es una reacción natural del cuerpo en situaciones de peligro. Sin embargo, cuando
tenemos fe en que Dios puede salvarnos, ese miedo se disipa.
La fe nos hace valientes para atravesar cualquier problema. Pero lo mas importante es saber
que esto no ocurre por nuestros propios méritos. Tener fe es una acto humilde, pues
2. La fe como salvación (Juan 11:25-26)
La resurrección de Lázaro es uno de los pasajes mas maravillosos que encontramos en las
Escrituras. Nos enseña que realmente Jesús es fuente de vida, pero qué para ver esa inmensa
gloria, necesitamos tener fe.
Marta creyó tan fuertemente que Jesús hizo el milagro. Su hermano fue salvado gracias a esa
convicción. De igual manera también nuestra propia salvación consiste en vivir la fe. Debemos
creer que Jesús ha vencido al mundo y en esa certeza, nos apropiamos de su promesa.
Para poder transitar éste mundo conforme a los preceptos de Dios, necesitamos que sean sus
promesas las que guíen nuestros actos. Es parte de nuestro camino guardarlas y compartirlas en
comunidad. De eso se trata la salvación.
3. Pedir con fe (Mateo 21:20)
Jesús enseñó la manera correcta de orar a Dios. Siempre desde la fe y la humildad, jamás
exigiendo nada. Sabemos que podemos pedirle pues el como Padre, conoce nuestras
necesidades. Sin embargo, se nos recuerda que debemos pedir creyendo con verdad.

Para el Creador no hay nada imposible o difícil. Cuando aceptamos ésta verdad, entendemos que
en sus manos no hay nada que temer.
III. La fe mueve montañas – ¿Cómo debe ser nuestra fe?
1. Como un grano de mostaza (Mateo 17:20)
La fe no es algo que podamos medir, es un don de Dios y como tal su dimensión supera los límites
de aquello que conocemos. Sin embargo, las Escrituras en dos ocasiones usa ésta metáfora.
Debemos tener al menos la fe como un grano de mostaza. ¿Qué significa esto?
Un grano de mostaza es en definitiva bastante pequeño. Lo particular de él, es que si es cuidado
debidamente, crece y se expande como un árbol enorme.
De ésta manera nuestra fe debe asemejarse a una semilla que sembrada correctamente, es capaz
de transformarse en la manifestación de la obra de Dios. Empieza muy pequeña y humilde, para
convertirse en algo grandioso.
Así nosotros en el Evangelio, debemos proyectar que nuestra fe nos haga crecer sin límites.
2. La fe debe ser firme (Santiago 1:6)
El inicio del libro de Santiago, se extiende sobre éste tema. Explica que quiénes todavía tienen
dudas son como las olas de mar, yendo de un lado para otro. Cuando estamos firmes en la fe pasa
lo contrario. Encontramos seguridad en el Evangelio y entre mas fe tenemos, mas difícil es que nos
apartemos de el.
Sí estamos seguros en nuestro Dios y lo que profesa su palabra, ningún tipo de pecado podrá
atravesar nuestra fe. Ella nos mantiene enraizados, sin que desviemos nuestro camino.
Esto no significa que el pecado deja de existir, sino que ahora tenemos la fuerza de Dios y su
poder a nuestro lado.

CONCLUSIÓN
Conclusión
Cuando algo es realmente importante en nuestras vidas, lo cuidamos con esmero y queremos que
permanezca. Siendo Dios nuestra mayor prioridad, es necesario qué en nosotros habite una fe
cuyas dimensiones hagan justicia a ese nivel de importancia.
La fe debe ser un tema que cultivemos en oración y ayuno constante. Debemos sustentarnos
en ella cómo árboles plantados, siendo fuertes y honrando a Dios con nuestra existencia.
Recordemos que sin ella, es imposible acercarnos al Padre y entender ese inmenso amor.
Ella es sobrenatural y encontramos repuestas qué el mundo no puede responder. En esa verdad
hay regocijo y refugio, pues el mundo tiene sus aflicciones y soledades, pero como no actuamos
según el mundo, podemos sentirnos a salvo. A través de nuestra fe, somos salvados.
Es necesario preguntarnos cómo está nuestra fe todos los días de nuestra vida. De ella depende
nuestro crecimiento y desarrollo cómo cristianos. Aspiremos a ser como el grano de mostaza, y en
esa irremediable transformación, seremos capaces de sentir lo qué predicamos.

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