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Óscar Gutiérrez Peña

2009
La Infancia de Alejandro Magno

Las conquistas de Alejandro el Grande han sido ampliamente


estudiadas. Autores como Flavio Arriano y Plutarco desde la
antigüedad, hasta autores contemporáneos, todos tienen algo que
decir de este verdadero personaje histórico. Sin embargo, el genio de
éste hombre se encuentra en lo más profundo de su infancia, forjado
por sus distintas experiencias de niño y por quienes fueron sus
maestros y compañeros de vida.

Academia de Guerra
Departamento de Postgrado e Investigación
Programas de Postgrado
Magister en Historia Militar y Pensamiento
Estratégico 1
1112as
PRÓLOGO

Alejandro III de Macedonia, El Grande. La historia del hombre que conquistó todo el mundo
conocido en su tiempo está rodeada de historias, mitos y anécdotas.

Este hombre cuyo genio militar no tiene paragón, fue retratado por numerosos “historiadores”
que se preocuparon de conservar una imagen, la vida y la obra de este conquistador. Escritores
como Ptolomeo, Marsias Macedón, Aristóbulo, Clitarco y Calístenes de Olinco, son autores de las
obras que sirven como principal base para el conocimiento de la vida más íntima de Alejandro.

Ahora bien, si tenemos conocimiento de estas obras, es gracias Arriano y principalmente Plutarco,
que las mencionan y hacen supuesto uso de ellas a la hora de escribir su Anábasis y la biografía de
Alejandro en Vidas Paralelas, respectivamente, puesto que ninguna de los escritos realizados por
contemporáneos de Alejandro, sobrevivieron hasta el día de hoy.

Uno de los relatos más conocidos, y que refleja en gran medida la naturaleza y genialidad del
joven Alejandro es la doma de Bucéfalo, relatada por Plutarco y que probablemente debamos a un
testigo presencial, Marsias Macedón, que fue un contemporáneo de Alejandro y que unos años
más tarde escribió un libro titulado La Educación de Alejandro.1

A través de los relatos como el anteriormente mencionado, así como las experiencias y personas
que tuvieron a su cargo la educación del joven rey, es posible ir trazando una línea que siga los
pasos del joven Alejandro como hijo, alumno, Strategos y rey del imperio más grande que alguna
vez haya forjado un sólo hombre y de este modo intentar comprender las acciones que logró.

Se pretende en las siguientes páginas, adentrarnos en la mente de Alejandro Magno, sus hazañas,
sus victorias y fracasos que llevaron a este filantrópico conquistador, a convertirse en una leyenda.

1
Nicholas Hammond, “The Genius of Alexander the Great”, pág. 18. Editorial Vergara, 1997

2
INFLUENCIA DE SUS PADRES Y LA ÉPICA DE SU ORIGEN.

La leyenda de este hombre comienza antes de su propio nacimiento. Alejandro, descendiente de


Hércules por la línea de su padre, y de Aquiles por parte de su madre, trayendo el linaje de
Neoptólemo, no podía ser algo menor. Así mismo, se contaban toda clase de historias alrededor
de la concepción de Alejandro. Se decía que a Olimpia le había caído un rayo en el vientre, que de
golpe se encendió mucho fuego, el cual, dividiéndose después en llamas, que se
esparcieron por todas partes, se disipó.2 La noticia del embarazo de Olimpia habría llegado a
Filipo a través de sueño, donde vio que a ella se le sellaba el vientre, y el sello tenía grabada la
imagen de un león. Esto anunciaba que Filipo sería padre de un niño valeroso y parecido en su
índole a un león3.

Continuaba forjándose el mito del nacimiento de Alejandro. Según cuenta Plutarco, el día en que
Filipo tomó la ciudad de Potidea, recibió otras tres noticias: Parmenio había vencido a los ilirios en
batalla, un caballo suyo había vencido en los Juegos Olímpicos y que había nacido su hijo. “Estaba
regocijado con ellas, como era natural, y los adivinos acrecentaron todavía más su alegría
manifestándole que aquel niño nacido entre tres victorias sería invencible.”4

La primera y probablemente más importante influencia en la formación de Alejandro recae sobre


sus padres Filipo y Olimpia (u Olimpíade, como le denomina Plutarco).

La vida de Filipo se vio con una Macedonia al borde del colapso, “después de haber perdido 4.000
hombres en combate, mientras que las fuerzas de Bardilis habían ocupado pueblos en Pelagonia y
Linco y amenazaban con invadir la propia Macedonia”5. Asumió como regente entonces, de su
sobrino Amintas IV, quien en ese momento era menor de edad, en el año 359 a.C. Para el 355 a.C,
la asamblea lo nombra Rey, probablemente por la exitosa labor que estaba logrando, expandiendo
las fronteras del reino, aumentando de esta manera no sólo territorio y capital, sino que un
poderoso componente humano del cual se serviría para levantar, renovado, un nuevo ejército. La
2
Plutarco, “Vidas Paralelas”. Pág. 167
3
ídem
4
Plutarco, Op.Cit. Pág. 169
5
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 35

3
política exterior de Filipo pudo ser una influencia poderosa en el joven Alejandro, su padre integró
de manera exitosa a las tribus aledañas al reino, ofreciéndoles “abolir sus monarquías e
incorporarse a Macedonia con iguales derechos que los macedonios”6.

Llevando a cabo programas de entrenamiento militar y educativo, Filipo fue seleccionando a los
mejores graduados e incorporándolos como miembros de la asamblea, en calidad de macedonios,
aumentando rápidamente (en sólo 22 años) el tamaño del ejército, de 10.600 a 29.800. “Alejandro
iba a heredar el ejército más formidable de Europa”7

Ahora bien, Filipo se mostró como un excepcional gobernante, sabiendo perfectamente cómo
combinar la política y la acción militar, y cuando era necesario usar una sobre la otra, logrando no
sólo estabilizar la propia macedonia, sino que extender los límites de la misma. Se dice que las
victorias de Filipo no eran muy celebradas por su hijo quien, cuando le llegaban noticias de algún
triunfo glorioso de su padre comentaba a sus compañeros “¿Será posible, amigos, que mi padre se
anticipe a tomarlo todo y no nos deje a nosotros nada brillante y glorioso en que podamos
acreditarnos?”8. Desde ya comenzaba a advertirse el espíritu ambicioso y sediento de gloria del
joven Alejandro. El genio militar de su padre, por otro lado, debió empujarlo hacia lo más alto de
la excelencia, deseando no sólo completar la labor que había dejado inconclusa al momento de su
muerte, sino que también buscaba superarle. Ser más que su padre.

Mientras la persona de Filipo generaba el deseo más íntimo de Alejandro de competir por la gloria,
su madre por el otro fundaba las bases de la profunda religiosidad que lo guiaría por el resto de su
vida. A esto también pudo ayudar Eurídice, su abuela por parte paterna, quien como la reina
madre “gozaba de la más alta estima”9 y tenía una fuerte dedicación a los dioses locales. Olimpia
provenía de la casa real de Molosia, era huérfana de padre y de madre y su matrimonio fue
concertado por su tío, el Rey Aribbas10(o Arimbas). Era intensamente religiosa, y como todas las
mujeres de su país fue iniciada en ritos arcanos dedicados a Dionisio, así como en los Misterios
Órficos. Sin embargo pareciera ser que Olimpia era especialmente fanática, y más entusiasta que
sus pares durante las fiestas y sacrificios religiosos, y que “llevaba en las juntas báquicas unas
serpientes grandes, domesticadas por ella, las cuales, saliéndose muchas veces de la hiedra y de la

6
Ídem.
7
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 37
8
Plutarco, Op.Cit., pág. 171
9
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 19
10
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 21

4
zaranda mística, enroscándose en los tirsos y en las coronas, asustaban a los concurrentes”11. Con
respecto a los “cultos báquicos”12, eran muy conocidos en Macedonia, en gran parte gracias a la
obra de Eurípides13. Consistían en grandes celebraciones y orgías en honor al dios Dionisio quien
se presentaba a las mujeres y las poseía. Se dice que Olimpia había sido inspirada y poseída más
que ninguna otra”14.

Durante sus primeros años, Alejandro se crió en casa muy cerca de su madre, formando una
espiritualidad religiosa que marcaría su vida y su forma de hacer las cosas, con una disposición a
creer en que los dioses se manifestaban en muchos cultos y lugares y con variados nombres,15lo
que facilitó a Alejandro abrazar la cultura persa y respetarla, así como rendir culto y ofrecer
sacrificios a muchos de sus dioses, los que consideraba suyos también.

La cercanía de Alejandro con su madre no queda en duda; Plutarco relata una fuerte discusión
entre padre e hijo:

“Pero las inquietudes que sobrevinieron en la casa con motivo de los


amores y los matrimonios de éste(Filipo), haciendo en cierta manera
que enfermara el reino a la par de la unión conyugal, produjeron
muchas quejas y grandes desavenencias, las que hacía mayores el
mal genio de Olimpíade, mujer suspicaz y colérica, que procuraba
acalorar a Alejandro. Las hizo subir de punto Átalo en las bodas de
Cleopatra, doncella con quien se casó Filipo, enamorado de ella fuera
de su edad. Átalo era tío de ésta, y, embriagado, en medio de los
brindis exhortaba a los Macedonios a que pidieran a los dioses les
concedieran de Filipo y Cleopatra un sucesor legítimo del reino.
Irritado con esto Alejandro: “¿Pues qué- le dijo-, mala cabeza, te
parece que yo soy bastardo?”; y le tiró con la taza. Levantase Filipo

11
Plutarco, Op.Cit. Pág. 168
12
Por “Baco”, entiéndase el dios griego Dionisio. Los romanos, y por lo tanto Plutarco, adoraron la gran
parte del panteón griego y se limitaron a cambiar los nombres.
13
Las Bacantes o Báquides, es una de las obras del trágico griego Eurípides. Data aproximadamente del año
409 y comenzó a ser representada a partir del año 406, luego de su muerte. No es de extrañar que llegase a
Macedonia, y que causase gran atracción a Olimpia.
14
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 21
15
Ídem.

5
contra él, desenvainando la espada; pero, por fortuna de ambos, con
la cólera y el vino se le fue el pie y cayó; y entonces Alejandro exclamó
con insulto: “Este es ¡Oh Macedonios! el hombre que se preparaba
para pasar de la Europa al Asia, y pasando ahora de un escaño a otro
ha venido al suelo”16

Luego de sucedido esto, Alejandro toma el partido de su madre, y abandona Macedonia junto con
ella, marchándose a Iliria. Sin embargo, y gracias a los consejos de Demarato de Corintio, Filipo
volvió en sí y envió a llamar a Alejandro.

Si bien podríamos pensar que éste era fuertemente influenciado por su madre, incluso más que
por su padre, Alejandro nunca se dejó dominar por ella o por su fuerte y marcado carácter, pues
en materias de estado, Alejandro tomaba sus propias decisiones, y Olimpia tuvo poco o nada que
ver en eso; de hecho, una vez partiendo al Este con su ejército, Alejandro jamás volvería a ver a su
progenitora, y en todos sus años en Persia, jamás le mandó a llamar, acabando sus días asesinada
en Macedonia, en 315 a.C, a manos de Casandro17.

16
Plutarco, Op.Cit. Pág. 176
17
Luego de la muerte de Alejandro Magno, se inició una lucha de más de dos décadas entre sus Generales y
antiguos Compañeros para reclamar los distintos territorios conquistados, ya que Alejandro no había
nombrado sucesor alguno. Casandro era uno de ellos, quien, luego de tomar Macedonia, mandó a matar a
Olimpia para eliminar toda opción de reclamar el trono. Pagaría caro su traición, pues luego de su muerte,
sus tres hijos se matarían entre sí, y uno de ellos a su propia madre.

6
LA EDUCACIÓN DE ALEJANDRO

Al cumplir los siete años de edad, Alejandro conoció a quien sería su primero maestro, su
preceptor, Leónidas. Era hermano de Olimpia, varón austero18 y un hombre de carácter severo y
que fue descrito como el segundo padre de Alejandro y su profesor personal.19El hecho de que
fuese considerado como el segundo padre de Alejandro tiene mucho sentido, si se analiza la idea
de que Filipo debió pasar gran parte de la infancia de su hijo en campaña, ya sea contra los ilirios,
los tracios u otras tribus bárbaras del norte. Como profesor era sumamente estricto y la
austeridad era parte importante del entrenamiento, llegaba incluso a abrir los arcones de
vestimenta y trajes del joven príncipe para comprobar que no contenían adornos y ropas
superfluas, y prohibía al joven comer el rico alimento que preparaban los cocineros de palacio.20
Despertaba al joven príncipe antes del alba para desayunar y le daba muy poca comida a la cena, y
como diría el propio Alejandro: Él mismo solía abrir mis cofres y mis guardarropas para ver si mi
madre no me había puesto cosas de regalo o de lujo21.

Leónidas estaba siempre presente, incluso durante las ceremonias religiosas. Prueba de esto es el
reproche que le da a Alejandro por que éste quemaba demasiado incienso en el Altar, diciéndole
Cuando domines la tierra que lleva los aromas, entonces sahumarás con profusión: ahora es
menester conducirse con parsimonia.22 Entonces Alejandro, habiendo conquistado Egipto a los
años después, le envió 16 toneladas de incienso, junto con una nota que decía: Te envío incienso y
mirra en grande abundancia, para que en adelante no andes escaso con los dioses.23

Otra figura de suma relevancia en la educación de Alejandro es, sin duda, Aristóteles.

Aristóteles llegó a Macedonia por orden de Filipo, para que educara al joven Alejandro no sólo en
filosofía, sino que también en varios temas como política, ética, gramática, geometría, astronomía,
medicina y conocimientos de aquellas enseñanzas graves reservadas, que los filósofos llaman, con

18
Plutarco, Op.Cit. Pág. 171
19
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 22
20
Roger Caratini, Alejandro Magno. 2000, Plaza & Janes Editores, S.A .Pág. 144
21
Plutarco, Op.Cit. Pág. 195
22
Plutarco, Op.Cit. Pág. 199
23
Ídem.

7
nombres técnicos, acroamáticas y epópticas, y que no comunican a la muchedumbre24.
Obviamente Alejandro desarrolló un gran aprecio y respeto hacia Aristóteles, a quien claramente
consideraba su maestro. Favoreció el amor que el joven príncipe profesaba por Homero25 y deben
de haber discutido por largas horas temas relacionados con La Ilíada, su libro favorito y, que por la
noche, colocaba bajo su almohada junto a su puñal26.

Sin embargo, grande fue su enfado cuando Aristóteles publicó un libro sobre las teorías
Acroamáticas. Cuenta Plutarco que al enterarse de esto, Alejandro escribió una carta desde Asia a
su maestro, recriminándole la publicación de tan íntimas teorías

“No has hecho bien en publicar las doctrinas acroamáticas; porque ¿en qué
nos diferenciamos de los demás, si las ciencias en que nos has instruido han
de ser comunes a todos? Pues yo más quiero sobresalir en los conocimientos
útiles y honestos que en el poder.”

Según se dice, estas doctrinas acroamáticas sólo pasaban de maestro a alumnos en forma oral y
que por lo tanto volvían privilegiados a los mismos. He ahí el enfado de Alejandro hacia
Aristóteles.

LOS COMPAÑEROS

A los 14 años de edad, Alejandro estaba listo para ingresar en la Escuela de Pajes Reales. Los
orígenes de esta institución se remontan al pasado remoto, pero su conocimiento detallado
proviene de los reinados de Alejandro y Filipo27. En la Escuela de Pajes, asistían los hijos de los
macedonios nobles y más notables, y se les educaba y entrenaba en el arte de la guerra, y
permanecían hasta los 18 años. Durante su último año, servían como guardias personales del Rey,
su servicio consistía, sobre todo, en velar el sueño del rey, en ayudarlo a montar en su caballo
cuando iba de caza o a la guerra y en seguirle en las cacerías. 28 Pero el trasfondo verdaderamente

24
Plutarco, Op.Cit. Pág. 174
25
Roger Caratini, Op.Cit. Pág. 52
26
Ídem
27
Nicholas Hammond, Op.Cit. Pág. 22
28
Roger Caratini, Op.Cit. Pág. 247

8
importante en esto es que, los hijos de los otros nobles macedonios que Alejandro tenía como
compañeros de Escuela, estaba siendo preparados para servir, algún día, como sus generales. Sus
compañeros…Sus Hetairoi.

Estos Compañeros formarían parte algún día de su caballería pesada de Élite, la Caballería de
Compañeros. Serían participes de su consejo de guerra, compartiendo sus conquistas y glorias.
Esta profunda relación de amistad para con algunos de sus generales, que los convertía en iguales,
macedonios todos, marcó de sobremanera a Alejandro quien mostró una lealtad casi fanática a
algunos de ellos. Es este el caso de Filipo de Acarnania, uno de sus médicos, y que cayendo
enfermo Alejandro en Cilicia, se encargó de cuidarle. Sin embargo, Parmenio, escribió una carta al
joven rey, advirtiéndole que Filipo había sido seducido por las inmensas riquezas de Darío, quien
incluso había ofrecido la mano de su hija en matrimonio, a cambio de que envenenándolo, le
quitase la vida. Según cuenta Plutarco, probablemente extraído de la historia escrita por
Ptolomeo, Alejandro leyó la carta, y sin mostrarla a ninguno de sus amigos la puso bajo su
almohada. Llegada la hora, entró Filipo con los amigos, trayendo la medicina en una taza. Al
tiempo que recibía la taza, Alejandro le entregó la carta a Filipo y al mismo tiempo tomó la
medicina con grande ánimo y sin que mostrase ninguna sospecha. Después se miraron uno a otro,
aunque de muy diferente manera. Alejandro miraba a Filipo con semblante alegre y sereno, en el
que estaban pintadas la benevolencia y la confianza que le tenía a éste.29.

Así mismo, Alejandro confiaba ciegamente sus amigos más cercanos, como Crátero y Ptolomeo, y
guardaba en la más alta de sus estimas a Hefestión, su más grande amigo, junto con quien leía las
cartas que su madre le enviaba desde Macedonia, y a quien solía considerar como Patroclo, siendo
él mismo Aquiles. A pesar de esto, es interesante notar como en la batalla del Gránico, Crátero y
Pérdidas –que en el futuro serían grandes generales– sólo eran comandantes de falange. Tolomeo
y Hefestión aún no tenían mando. Como cabe a un auténtico profesional, en pie de guerra
Alejandro no tenía favoritos.30

La muerte de su padre a manos de Pausanias, uno de sus pajes y guardia real, debió marcar
tremendamente a Alejandro, haciéndolo consciente de que la posibilidad de un asesinato, podía
venir incluso desde sus círculo más cercano. Y así ocurrió. Filotas, hijo de Parmenio, y comandante
de la Caballería de Compañeros fue hallado culpable por la asamblea de macedonios por tramar

29
Plutarco, Op.Cit. pp. 189-190
30
Mary Renault, The Nature of Alexander the Great, 1998, Salvat Editores, pág. 63

9
un complot para asesinar al Rey, y sentenciado a muerte por lapidación. Así mismo, como
demandaba la tradición macedónica, Parmenio, como padre y cabeza de la familia era responsable
por lo que ocurría en ella, también fue asesinado, aun que nunca se supo si en verdad estaba o no
involucrado en el complot de su hijo.

Esto debió causar muchas dudas entre los compañeros de Alejandro. Algunos consideraban la
muerte de Parmenio como un asesinato disfrazado, y, para muchos otros, el proceso y
la condena a muerte de Filotas les habían parecido demasiado expeditivos.31

Los roces con sus Compañeros no acabaron ahí. Estando en Sogdiana ocurrió otro desastre
personal para Alejandro. En una de las muchas fiestas y banquetes, se encontraba éste reunido
con sus Compañeros y otros cortesanos persas. Entre la borrachera y los exaltados ánimos, Clito,
el general más querido por Filipo y de la más alta consideración de Alejandro, armó una discusión
en torno a la hipocresía de los cortesanos persas, y burlándose de los ropajes y costumbres que
Alejandro había adquirido con el tiempo. Alejandro irritado repuso que Clito defendía su propio
pleito al llamar desgracia a la cobardía; a lo que, puesto ya en pie Clito: “Pues esta cobardía- le
dijo- te salvó a ti, descendiente de los dioses, cuando ya tenías encima la espada de Espitridates, y
a la sangre de los Macedonios y a estas heridas debes el haberte elevado a tal altura, que te das
por hijo de Amón, renunciando a Filipo.”32

Alejandro ya irritado le arrojó una manzana y paso siguiente buscó tomar la espada, que sin
embargo no halló, habiéndola tomado uno de los guardias, Aristófanes, con previsión de lo que
ocurriría. Clito por su parte no cedía y continuaba cuestionando a Alejandro a viva voz. Finalmente
éste no pudo contener más su ira, y arrebatando una lanza a un soldado, atravesó con ella a Clito,
quien al instante, cayó muerto.

En aquel mismo punto se acabó en Alejandro la ira, y vuelto en sí, al ver a su lado a todos los
amigos sin aliento y sin voz, se apresuró a sacar el dardo del cadáver, yendo a clavárselo en el
cuello; pero los de la guardia le cogieron las manos y a la fuerza lo condujeron a su dormitorio.33

Durante los próximos tres días, Alejandro se la pasará encerrado, sin comer ni dormir, llorando la
muerte de Clito y lamentando su actuar. Más tarde relacionará este trágico evento con la

31
Roger Caratini, Op.Cit. Pág. 242
32
Plutarco, Op.Cit. Pág. 234
33
Plutarco, Op.Cit. Pág. 235

10
destrucción de Tebas, argumentando que era un castigo de los dioses, por la forma inclemente en
que trató a los habitantes de esta ciudad, años atrás.

Como hemos visto, independientemente de los problemas que pudieron generar con el tiempo, y
las desavenencias que tuvo con sus Compañeros, Alejandro mostró siempre un cariño
incondicional con sus amigos, de los que escuchaba consejos y siempre tuvo presente lo que ellos
tuvieran que decir a la hora de planificar las batallas, aun que al final, siempre prevalecía su
pensar.

11
CONCLUSIONES

Como hemos podido apreciar a lo largo de estas páginas, Alejandro es un sujeto muy particular,
cuya historia está repleta de historias anecdóticas y mitos relacionados con la divinidad de
Alejandro. Sin embargo esto no es nada nuevo, y los grandes personajes de la historia jamás
carecen de mitos que respalden sus casi inhumanas hazañas.

Pero sin duda el caso de Alejandro es muy particular, pues no existe otra figura histórica cuya
juventud, educación, enseñanzas y experiencias de vida marcaran tanto a un sujeto y se verían tan
reflejadas en sus acciones futuras, como en el caso de Alejandro el Grande.

El caso de sus padres es emblemático, especialmente el de su madre, quien parecía tenerle un


aprensivo amor y formó acérrimamente el carácter religioso de Alejandro, así como las historias
de su origen, las cuales llegó a creen y honrar, jamás cuestionándolas y dándolas por ciertas.

Por otro lado las figuras de Aristóteles, Leónidas y Lisímaco fueron fundamentales para educar al
joven rey durante sus primeros años, formando su interés por la ciencia, el intelecto y la disciplina.

Finalmente, sus compañeros de aventura y Generales determinaron el rumbo de su vida, y


entregaron al conquistador un ligar firme en donde apoyarse en muchas ocasiones. Teniendo sus
favoritos, confiaba en ellos hasta el límite de la razón, con una fanática devoción.

En definitiva, se ha intentado adentrar en lo más profundo de este verdadero personaje histórico,


y la serie de eventos que lo llevaron a ser el hombre que fue. Conquistador, pacificador y
unificador, portador del helenismo al resto del mundo. Portador del fuego al igual que Prometeo.

12
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

 Nicholas Hammond, “The Genius of Alexander the Great”. Editorial Vergara,

1997

 Nicholas Hammond, “Alejandro Magno. Rey, General y Estadista”,

Traducción de Federico Villegas, 1980

 Roger Caratini, “Alexandre Le Grand”, Traducción de Mauro Armiño, 2000,

Plaza & Janes Editores, S.A.

 Mary Renault, The Nature of Alexander the Great, 1998, Salvat Editores

 Plutarco, “Vidas Paralelas”

 Flavio Arriano, “Anábasis de Alejandro Magno”

13

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