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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

ARQUEOLOGÍA Y ETNOLOGÍA

Profa. Lidia Rodríguez Rodríguez

Nombres

Hernández Reveles Rogelio

Morales López Cristian Josué

TRANSFORMACIONES CULTURALES EN TORNO AL MAÍZ


ÍNDICE

I. Introducción.………………………………………………………………..………… 3
II. Estado de la cuestión……………………………………………………………… 7
III. Hipótesis…………………………………………………………………………………… 7
IV. Justificación………………………………………………………………………………. 8
V. Objetivos…………………………………………………………………………………….9
VI. Desarrollo…………………………………………………………………………………10

CAPÍTULO 1
DESARROLLO HISTÓRICO DEL MAÍZ EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA
1.1 El maíz en la ritualidad prehispánica
1.2 Las técnicas agrícolas prehispánicas
1.3 Maíz e identidad

CAPÍTULO 2
CONTACTO CON EL VIEJO MUNDO
2.1 Contacto con China y África.
2.2 Europa, del primer contacto a la revolución industrial.
2.3 Estados Unidos, el imperio del maíz.

CAPÍTULO 3
LA CONCEPCIÓN DEL MAÍZ EN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
CONTEMPORANEOS
3.1 Ritos y simbolismo como agentes identitarios y resistencia
3.2Tancoco: Su ciclo agrícola y su ciclo festivo
3.3 La boda del Maíz

CAPÍTULO 4
CAMPO, URBE Y MAÍZ. POLÍTICA Y ECONOMÍA.
3.1 Política agraria en México.
3.2Maíz y diversidad. Importancia socioeconómica.

VII. Conclusiones
VIII. Bibliografía
INTRODUCCIÓN

El desarrollo de las grandes civilizaciones del planeta en el pasado y en el


presente ha estado fuertemente vinculado a la disponibilidad de los medios de
subsistencia más básicos, históricamente la disponibilidad de alimentos ha
permitido un crecimiento demográfico cada vez más grande, la adaptación
cultural ha sido el núcleo central de este desarrollo de las poblaciones
humanas, la capacidad de cultivo de plantas como las gramíneas se ha tornado
en el pilar fundamental sobre el que descansa la edificación de las grandes
civilizaciones; ejemplo de esto es Asia con el arroz, Europa con el trigo y
América con el maíz.

Desde la llegada de las primeras poblaciones de cazadores-recolectores al


continente americanofue evidente la necesidad de recolectar frutos y granos
disponibles en el nicho ecológico, las mujeres encargadas de esta tarea fueron
quienes tras de años de observación empírica aprendieron a conocer las
distintas variedades de especies aptas para consumo humano, dentro de ellas
la planta conocida como teocintle, utilizada por su abundancia y por la fácil
disposición de sus semillas, fue adquiriendo una presencia cada vez mayor
dentro de la selección de productos que aquellas poblaciones arcaicas tenían
para su consumo. Las mujeres encargadas de la tarea de recolección así como
de la preparación de alimentos fueron quienes hicieron graduales selecciones
de granos del teocintle, tarea que junto con el comienzo del cultivo de esta
planta fue dando como resultado la modificación paulatina de la estructura
genética de lo que sería el maíz; la selección de las plantas con mejor acceso a
los granos cubiertos por hojas y no por gruesas membranas, de los granos
mejor adaptados a los climas imperantes en la región o la selección de plantas
cuyos granos no se desprendieran por si mismos, además de la selección de
mazorcas con mayor tamaño y mayor abundancia de granos, dieron como
resultado una modificación gradual a las plantas de teocintle. En consecuencia
se generó un proceso conocido como domesticación en el cual ambas especies
tanto vegetal como humana se vieron beneficiados de las prácticas de cultivo,
prácticas que volvieron a ambas especies más dependientes una dela otra pues
los granos dependieron más de la mano humana para su germinación y la
especie humana fue cada vez más dependiente de la disponibilidad del grano
para su alimentación.

Este fenómeno de domesticación y dependencia de la planta, gradualmente ya


considerada como maíz, dio como resultado el surgimiento de técnicas de
cultivo cada vez más complejas, el cultivo por temporal para el cual es
necesaria una preparación de la tierra con el uso de hachas y fuego para
despejarla, apareció el sistema de milpa donde se combinan distintos tipos de
cultivo como calabaza y frijol con el cultivo de maíz para la obtención de una
variedad mayor de productos disponibles, las parcelas eran delimitadas con
maguey para evitar la erosión de la tierra y la pérdida de humedad en regiones
donde se practicaba la siembra por sistema intensivo como son las regiones
del altiplano central, el sur y sureste hasta Centroamérica durante el periodo
prehispánico, surgieron sistemas de cultivo más sofisticados tales como la
chinampa, este crecimiento en la disponibilidad de productos agrícolas provoco
que existieran excedentes dando como consecuencia el crecimiento paulatino
de las poblaciones en centros urbanos, la aparición de mayores complejos
arquitectónicos y una agricultura basada en el riego, que es capaz de dar más
de una cosecha al año. Paralelamente al desarrollo de la agricultura se fue
dando un mayor desarrollo en cuanto a las herramientas para uso del maíz, la
aparición de la coa para el cultivo, las trojes para el almacenamiento, el
metate para el molido del grano nixtamalizado, las ollas de cerámica para
llevar a cabo las prácticas culinarias y los comales para la elaboración de
tortillas son ejemplos del desarrollo técnico que acompaño al desarrollo del
maíz.

Otro aspecto que ayuda a resaltar la importancia del maíz tanto para las
culturas mesoamericanas como para los actuales grupos étnicos originarios es
la concepción simbólica de esta gramínea, el hombre comenzó a ser consciente
del fuerte vínculo que existe entre la planta y su propio ciclo de vida, la unión
simbiótica que hay entre estas dos especies, la relación del clima con el trabajo
para obtener buenas cosechas fueron aspectos que fueron dándole al maíz una
significación divina, las distintas etapas del crecimiento del maíz se veían como
análogas al desarrollo mismo de la sociedad humana, la disposición del maíz y
su importancia mutua para el ciclo vital de ambas especies, fueron factores
que le confirieron una connotación de don divino a esta planta, la valorización
que estas sociedades le daban al conocimiento sobre las técnicas de cultivo del
maíz se hizo más fuerte; el conocimiento ancestral dejado por los antepasados,
el vínculo con las fuerzas de la naturaleza y el posterior desarrollo del propio
ser, hicieron que el maíz cobrara un valor central en las cosmogonías
mesoamericanas, las cuales persisten mas o menos modificadas hasta nuestro
tiempo.

Es necesario señalar la importancia económica que el maíz tenía y tiene para


los pueblos mesoamericanos y para los grupos étnicos actuales, factor
fundamental en los cimientos de las sociedades; el maíz constituye la base
para la alimentación, intercambio y en un tiempo de tributo, motivo por el cual
es necesario resaltar su valor como agente de sustento económico, en la
antigüedad el control y almacenamiento de maíz fueron las principales
prácticas de sustento económico de las sociedades, la práctica del trueque
permitió a las personas intercambiar sus excedentes de maíz por diversos
productos de la caza, pesca, siembra de otras especies o bien por bienes de
importancia simbólica o religiosa tales como plumas, collares, piedras,
etcétera. En tiempos más recientes el maíz se convirtió en el sustento
primordial de los pueblos campesinos del país, la introducción de técnicas de
cultivo de origen europeo permitieron, aunque con sus desventajas, la
ampliación de las superficies de cultivo que con el arado fueron explotables,
con la introducción del ganado y en consecuencia la necesidad de grandes
extensiones de tierra para pastoreo, la creciente práctica del monocultivo a la
usanza europea, dieron como resultado que la naturaleza del terreno se fuera
modificando, en la mayoría de los casos provocando una erosión de la tierra,
transformando grandes extensiones de zonas fértiles y de amplia irrigación
natural por extensiones semidesérticas.

Las antiguas prácticas de milpa poco a poco se fueron relegando a las


comunidades étnicas originarias cada vez más desplazadas y socialmente
segregadas, la acaparación de las tierras para los grandes terratenientes y
hacendados fueron factores que irían poco a poco relegando económicamente
a los grupos étnicos, la creciente demanda de mano de obra para cultivo de
henequén, café, algodón o caña de azúcar fueron desplazando el cultivo
familiar por prácticas de esclavitud y más tarde por trabajo asalariado,
situaciones que fueron incrementando la brecha de pobreza de los pueblos
originarios. Con la revolución las tierras de cultivo volverían a manos de los
campesinos, gracias a las reformas agrarias y a la creación jurídica de los
ejidos y en concreto gracias a la posterior creación del artículo 27
constitucional en el año de 1917, sin embargo la creciente demanda de las
nuevas zonas urbanas provoco la extensión del monocultivo de especies por
las cuales había demanda tales como frutas o las anteriormente mencionadas
caña de azúcar, trigo, café o el propio maíz que requería un precio bajo para
su consumo en las zonas urbanas. A mediados del siglo XX con la llamada
revolución verde se inicia la “mejora” de las especies de maíz traídas de los
Estados Unidos, siendo estos modificados para su mayor rendimiento,
aparecen los fertilizantes, pesticidas y plaguicidas que buscaban aumentar la
producción de la gramínea dejando de lado gran cantidad de las especies
nativas, producción que en un principio efectivamente aumentó pero que a la
postre traería como consecuencia una mayor desnutrición de la tierra dada la
práctica del monocultivo y la consecuente disminución en la producción, dando
como resultado la continua pérdida del sustento económico de las familias
campesinas originarias.

En la parte final del siglo XX con el fenómeno de la globalización de los


capitales, la extensión de la política neoliberal y la entrada en vigor del Tratado
de libre comercio de América del norte, han dado como resultado el fenómeno
cada vez más frecuente de abandono del campo, con el tratado entraron en
vigor medidas gubernamentales tendientes a la segregación del campesino y al
acaparamiento de las tierras de cultivo para grandes consorcios
multinacionales; medidas como la creciente reducción a los subsidios al sector
agrícola, la modificación al artículo 27 constitucional que habla sobre la
tenencia de la tierra, o bien a la reducción de instituciones destinadas al apoyo
técnico al campesinado; son medidas mediante las cuales el gobierno
mexicano ha ido segregando al sector campesino en sus prioridades
económicas, consecuentemente las importaciones de maíz han ido en
aumento, la baja disposición de mano de obra destinada al campo, el
fenómeno de la migración y la constante presencia de intermediarios ha
provocado la disminución de la producción de maíz para el consumo interno de
la población mexicana, poniendo en peligro la subsistencia de las diferentes
variedades de maíz originario. El maíz importado es de menor calidad para
consumo humano, con su entrada se ha fomentado también el uso
(momentáneamente solo para consumo) de maíz transgénico, que es un tipo
de maíz modificado genéticamente para su mejor aprovechamiento y
rendimiento industrial, pero presumiblemente dañino para el ser humano así
como para la tierra para su cultivo.

Son muchos los factores que han resultado en el desplazamiento de los


campesinos hacia otras actividades económicas y en consecuencia de las
diversas variedades de maíz, la especulación en los precios del maíz o el
acaparamiento de empresas transnacionales de los cultivos, han traído como
consecuencia un alza de precios cada vez más frecuente para el consumidor,
contribuyendo así a la creciente polarización del capital, los fenómenos sociales
y ambientales han dado como consecuencia una creciente abandono del campo
poniendo en peligro las prácticas culturales heredadas durante miles de años.

En este sentido el vínculo con la significación simbólica y religiosa del maíz


para las comunidades originarias, el vínculo con los saberes de los ancestros y
la fuerte relación con sus prácticas culinarias hacen del maíz un factor de
identidad necesaria para la configuración social de los diversos grupos étnicos
del país, sean estos indígenas o mestizos, el maíz se convierte en un agente de
cohesión cultural necesario para la autodefinición de una comunidad para si
misma como sociedad y para los miembros como individuos configurados.
ESTADO DE LA CUESTIÓN

El maíz es a la fecha uno de los cultivos más importantes del mundo para la
alimentación, las culturas que se desarrollaron con él, lo adoptaron como parte
de su identidad, centro alimenticio y cultural. A lo largo de la historia, el maíz
ha sufrido transformaciones culturales, donde se le ha visto de manera más
utilitaria que sagrada, modificando las técnicas de cultivo ancestrales que
lograron crearlo y perfeccionarlo.

Actualmente la visión productivista ha llevado a modificar el maíz de manera


biogenética, logrando patentarlo para así poder privatizarlo. Este maíz
modificado llamado transgénico u OGM (organismo genéticamente modificado)
pone en riesgo a la diversidad tanto biológica como cultural del maíz. Al ser el
maíz una especie que se reproduce por polinización aérea corre el riesgo de
contaminarse y de que desaparezcan las razas nativas. Además el modo de
producción moderno amenaza el modo de agricultura tradicional que se ha
venido perfeccionado durante milenios.

Las políticas en México sobre el campo, han acarreado una descampesinización


debido a la falta de apoyo y recursos, que generan la necesidad de migrar;
esto es de manera directa, una forma de homogeneizar a la población,
generando más mano de obra barata y desapareciendo a las culturas
minoritarias. Hasta hace poco la siembra de maíz transgénico estaba prohibida
en México por ser centro de origen del maíz, sin embargo la presión de las
corporaciones transnacionales han hecho al gobierno doblegarse y
corromperse, en consecuencia se ha retirado la moratoria a los transgénicos,
además de entregar permisos para su siembra en el norte del país.

En México muchos grupos étnicos conservan las técnicas tradicionales de


cultivo que se han mantenido y mejorado desde la época prehispánica, además
tienen al maíz como mito fundador y como parte identitaria, por lo que un
cambio en la producción, el manejo, y el entendimiento de este, altera toda
una cosmovisión fundada en el maíz.

Lo riesgos que corre el maíz ante las actuales políticas, han despertado la
lucha y la resistencia del campo y en los pueblos indígenas, cuya visión del
maíz más allá de un producto, responde a una historia ancestral, a un pasado
mítico, y a un conocimiento milenario. Como se puede observar, el problema
en torno al maíz es complejo, ya que abarca temas socioeconómicos, político-
culturales, biológicos y agronómicos entre otros. La presente investigación no
pretende dar respuesta a cada problema en particular, sino que busca
encontrar la relación entre todos ellos. A partir de ello se ha buscado la
manera de acercarse al problema de manera general partiendo de un análisis
en el tiempo y espacio, por lo que la arqueología y la etnología serán nuestras
herramientas para trabajar sobre el tema.

La arqueología nos ayudará a ubicarnos en un tiempo distinto, para entender


la importancia del maíz en las sociedades prehispánicas, señalando como han
perdurado ciertos rasgos culturales como formas de resistencia a las
transformaciones socio-económicas de la modernidad.

La etnología por su parte nos ayudará a estudiar el problema de manera


holística, atendiendo principalmente aspectos culturales a través de conceptos
clave como identidad, aculturación y resistencia con la finalidad de vincular las
relaciones entre las diversas problemáticas.

HIPÓTESIS

Afirmamos que las nuevas políticas ponen en peligro no solo al maíz mismo,
sino a todos los grupos étnicos que consideren al maíz como parte de su
identidad y a toda la gente campesina que dependa de este para subsistir.
También afectará al consumidor con los altos precios y con los posibles riesgos
a su salud, a su vez el ambiente recibirá una mayor cantidad de agroquímicos
que lo hacen dependiente, a la larga lo erosionan y lo dejan infértil.
Se espera comprobar que el problema esconde un choque cultural, en el que el
maíz es entendido desde dos polos totalmente opuestos, donde unos le dan
una significación mítica, simbólica y mágica, mientras que otros ven un
producto manipulable que genera ganancias; cada uno atendiendo a sus
propios rasgos culturales.
También se pretende encontrar en la “modernización”, es decir, en el cambio
de las técnicas tradicionales por las nuevas tecnologías de producción, uno de
los modos en que se pierde la identidad.

JUSTIFICACIÓN

La presente investigación surge de la necesidad inmediata de proteger al maíz,


entendiendo a éste como un objeto que encierra muchos aspectos, desde un
alimento central para el mexicano y de gran importancia a nivel mundial, hasta
un ente mítico y sagrado con el que el hombre ha logrado mutuamente un
desarrollo evolutivo.
OBJETIVOS

 Conocer los factores económicos y socioculturales de transformación del


cultivo del maíz.

 Fundamentar y entender la importancia del maíz como agente de


identidad cultural en los grupos étnicos de la actualidad, justificando así,
la necesidad de preservar el maíz nativo.

 Entender los procesos de resistencia que permitirán rescatar y preservar


las tradiciones en torno al maíz.

 Justificar la importancia de preservar el germoplasma del maíz como


reserva mundial, resaltando la importancia de ser el centro de origen.

 Elaborar argumentos que contribuyan en la realización de reformas


políticas agrarias en pro del campo, de la gente que lo trabaja y de los
consumidores.

 Realizar una propuesta enfocada a la sociedad que genere una


conciencia alimentaria.
Capítulo I

EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL MAÍZ EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA

El maíz en la ritualidad prehispánica

Durante los tiempos precolombinos, la transmisión del conocimiento venía por


la vía de la tradición oral, el conocimiento cultural heredado de los
antepasados cobraba una importancia central en el desarrollo de sus
concepciones míticas, donde en un acto mágico-religioso las deidades regentes
transmitían el conocimiento a los hombres de cierta estirpe, como la mítica
transición del conocimiento del maíz de los toltecas a los mexica narrada en La
leyenda de los soles, donde “se simboliza la transición del poder político de los
toltecas a los aztecas como alimento básico, tienen el favor de los dioses, y de
esta manera dispone de los atributos necesarios para adquirir el poder político”
(González, 2011: 227). De esta manera en la época prehispánica la
apropiación del conocimiento sobre el cultivo de maíz tendría una significación
más allá del fin alimentario, mediante el dominio de este conocimiento se tenía
una especie de alianza con las divinidades, se obtenían los medios de
prosperidad para la población y sobre todo servía como una herramienta de
control político sobre su población e incluso sobre otros pueblos conquistados.

Siguiendo con el caso de los mexica, es necesario apuntar las fiestas


relacionadas con el calendario agrícola durante las distintas veintenas
relacionadas a la propiciación de una buena cosecha de maíz, a la petición de
lluvias, a las fiestas del elote y a las fiestas del maíz maduro, en estas fiestas
cobra vital importancia la presencia de varios dioses como Tláloc,
Chalchiuhtlicue, Chicomecóatl y el dios Xipe-Tótec (nuestro señor desollado)
como deidades relacionadas a la obtención del maíz, en estas fiestas se hacían
sacrificios como ofrenda a los dioses o a la tierra que les permitieran gozar de
los beneficios de un abundante maíz, ya que se concebía a la sangre humana
como el objeto más preciado que se le pudiera ofrendar a las deidades para
obtener sus dones, ejemplo de esto es las fiestas del maíz tierno donde se
llegaba a hacer el sacrificio de algún niño para ofrendar al dios, o las fiestas de
la veintena tlacaxipehualiztli, donde se desollaban cautivos de guerra para la
ofrenda al dios Xipe-Tótec, donde los sacerdotes portaban las pieles desolladas
para entrar en contacto con la deidad, situación que para los especialistas
simbolizaría la capacidad de regeneración de la tierra como agente
propiciatorio para la siembra del maíz.

En el caso de la cultura teotihuacana no se conoce a un dios del maíz como tal,


sin embargo en varias representaciones pictográficas como el mural del Palacio
de Zacuala, se observa la imagen de una deidad con anteojeras que ha sido
asociada a Tláloc donde lleva a su espalda una red llena de mazorcas, mientras
que en su mano lleva una planta de maíz, razón por la cual se podría vincular
la presencia del dios como agente propiciatorio del nacimiento del cereal y por
consiguiente la deificación del propio cereal como don de Tláloc.

Para los mayas el maíz tiene una importancia central ya que es el material con
el que es constituido el hombre tras de varios intentos fallidos con otras
sustancias. En esta parte del Popol Vuh se puede observar la siguiente
manifestación: “Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran
sobre los Creadores y Formadores. De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron
las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.

Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida; YacYac (el gato
de monte), Utiú (el coyote), Quel (una cotorra vulgarmente llamada chocoyo)
y Hoh (el cuervo). Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas
amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron
el camino de Paxil. Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la
carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se
hizo, la sangre del hombre. Así entró el maíz (en la formación del hombre) por
obra de los progenitores.

Y de esta manera se llenaron de alegría, por que habían descubierto una


hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas
blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes,
anonas, jocotes, naces, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos
había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá.” En este extracto del Popol
Vuh, se muestra como existe un nexo entre la planta, el hombre y la tierra,
siendo el alimento el constituyente principal de la sustancia con que está hecho
el hombre y por tanto vinculándolo con la naturaleza divina como dadora de
vida y creadora de los medios de subsistencia humana.

A través de estas ejemplificaciones de la concepción del maíz en algunas


sociedades mesoamericanas podemos observar la constante presencia del
cereal en las concepciones divinas del mundo, concepciones que aunque en
cada manifestación particular fueron distintas; en todas ellas se puede
observar la vinculación de los hombres con el medio ambiente, su gratitud para
este así como la legitimación de su saber por vía del respeto al conocimiento
heredado desde los ancestros. Es necesario dar cuenta de que estas
concepciones serían factor de configuración social, de cohesión cultural, rasgos
culturales que servirían como factor de moldeamiento de identidad que fueron
muy característicos de las poblaciones mesoamericanas, y que serían
transmitidos por medio de diferentes prácticas culturales a los diversos pueblos
originarios de la naciente nación mexicana.
Las técnicas agrícolas prehispánicas

Gracias al respeto por el conocimiento heredado de generación en generación


los pueblos mesoamericanos lograron desarrollar métodos de cultivo de gran
productividad para sus condiciones, el conocimiento que tenían de la planta,
los ciclos climáticos, las propiedades de la tierra y con el uso de instrumentos
de relativa sencillez crearon sistemas agrícolas que aprovechaban de manera
muy eficaz las condiciones del medio para la importante producción del maíz.

Se conocen distintos tipos de producción agrícola que se utilizaban al momento


de la llegada de los conquistadores, mismos que serán expuestos de manera
breve a continuación y que serán clasificados bajo tres criterios que son; la
intensidad agrícola que se refiere a la frecuencia de siembra en el mismo
terreno, fuente de humedad que puede ser de temporal, riego o humedad y
métodos agrícolas extensivos que se refiere a la forma de manejar el suelo
durante el ciclo ya sea produciendo o descansando la tierra, es importante
señalar que podría existir la combinación de los criterios en la práctica real. El
primer tipo se refiere a los sistemas de temporal extensivos, “en los que se
empleaban la roza, tumba y quema para despejar la vegetación forestal y
arbustiva que cubría el área que habría de cultivarse; no había labranza del
suelo” (Rojas, Teresa 1997: 27), el tipo de riego utilizado era el de temporal
donde en esporádicas ocasiones habrían modificaciones al terreno como las
terrazas, hacían uso de instrumentos de piedra tales como hachas para el
desmonte y la roza, el fuego para la quema y la coa para hacer hendiduras en
la tierra y depositar las semillas. Este sistema de tipo extensivo fue
ampliamente utilizado en zonas serranas tales como la Sierra Madre oriental y
occidental, la Sierra madre del sur, así como en la planicie costera del golfo
que comprende desde la región huasteca hasta la península de Yucatán, no se
presentaban necesariamente en territorios continuos. Se combinaba el cultivo
de maíz con otras plantas como el frijol, calabaza, chía, amaranto, camote,
yuca o jícama, así como el uso de plantas silvestres útiles aledañas a la zona
que eran respetadas en la práctica de la tumba.

En los sistemas clasificados por su fuente humedad se pueden apuntar los


sistemas de riego de temporal de mediana intensidad (descanso intermedio;
arbustivo o herbazal), estos también fueron de roza y quema en la vegetación
silvestre arbustiva y herbal, pero no de tumba, en ocasiones no se
acondicionaba el suelo más que para hacer las pequeñas excavaciones con la
coa con el fin de depositar las semillas, en esta clasificación si podrían utilizar
terrazas o el uso de delimitación con magueyes con la finalidad de retener la
humedad proveniente de la lluvia, las herramientas utilizadas serían también la
coa y el hacha. Las áreas geográficas donde se hacía uso de este sistema eran
laderas y al pie de los montes, en regiones como la huasteca, la Sierra norte
de Puebla y la llanura costera del golfo, este tipo de siembra podía producir
dos ciclos anuales de cosecha, uno de temporal y otro gracias a las lluvias
invernales, también conocidos como “nortes” muy presentes en la zona del
golfo.

Los sistemas intensivos fueron de amplia difusión en todo el territorio


mesoamericano especialmente en las zonas del altiplano central, sur y sureste,
en tierras altas y bajas en donde había una mayor presencia de la práctica del
riego artificial aunque también con riego de temporal. Se utilizaron
frecuentemente las terrazas delimitadas con magueyes con la finalidad de
atrapar la humedad, en algunas zonas planas contaban ya con formas de
irrigación y en zonas pantanosas y con alta presencia de humedad drenaban la
tierra gracias al uso de zanjas, o bien solucionaban el problema del exceso de
humedad apilando montículos de tierra, vegetación y lodo para elevar el nivel
de la tierra, esto es el uso de las chinampas. En este tipo de sistema el suelo si
era labrado más allá de solo hacer los hoyitos para el depósito del maíz, el tipo
de herramientas utilizadas para esta tarea “fueron los cajetes o pocetas, los
camellones además de los surcos pequeños para conducir el agua a las
parcelas” (Rojas, Teresa 1997: 28). Un punto importante que permitió la
intensificación de la producción fue el uso de riego por irrigación sumado al
aprovechamiento de la humedad natural, así como la importancia de la
rotación y asociación de distintos tipos de cultivo en una sola parcela, el
sistema conocido como milpa, donde se mezcla o se rota el cultivo con otras
plantas como el frijol, la calabaza, el chile, el tomate y los quelites. También se
hizo uso de la fertilización artificial con restos de alimentos, heces de
murciélago o humanas, cenizas, plantas acuáticas entre otros, se hacía el
deshierbe y la poda para acondicionar el terreno.

Maíz e identidad

Las sociedades en general son agrupaciones de personas que tras de periodos


históricos y distintos momentos de interacción producen una serie rasgos
culturales característicos de estas; las distintas formas de difusión de las
concepciones del mundo, del conocimiento, de las formas conductuales, del
lenguaje y de las formas de subsistencia, todas transmitidas por vía del
aprendizaje, la imitación, por la palabra y el conocimiento empírico, forman un
cúmulo de manifestaciones y conocimientos que conforman la cultura, se
convierten en rasgos circunscritos más o menos a cierta área geográfica y en
mayor o menor medida en convivencia con rasgos pertenecientes a otras
sociedades y por tanto a otras áreas geográficas. Producto de estas
interacciones ya sea a nivel inter-social, esto es dentro de la propia
comunidad, o a nivel extra-social, es decir con otras sociedades, surge el
necesario reconocimiento del “yo” y del “nosotros” frente a la otredad,
fenómeno que permite distinguir y comparar las características de los unos
frente a los otros y en consecuencia la posterior construcción de elementos que
configuran a los individuos y a las sociedades como distintivas en referencia a
los otros, se trata de elementos que permiten dar una autodefinición como ser
ante el mundo. A este fenómeno se le puede nombrar con el nominativo de
“identidad” mismo que es definido por Gilberto Giménez como: “La identidad
sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales
que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra
sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera
función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y
no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a
través de una constelación de rasgos culturales distintivos. Por eso suelo
repetir siempre que la identidad no es más que el lado subjetivo (o, mejor,
intersubjetivo) de la cultura, la cultura interiorizada en forma específica,
distintiva y contrastiva por los actores sociales en relación con otros actores”.

Tomando como base esta definición podemos observar que el maíz se volvió
un instrumento de identidad para los pueblos antiguos, la importancia que los
miembros de estas sociedades le conferían al conocimiento heredado por los
antepasados, la relación con sus deidades propiciatorias de este don para los
hombres, o el mismo hecho de considerarlo como sustancia fundamental en la
creación del hombre, le dieron al maíz una profunda significación dentro de su
cosmogonía, se convirtió en un rasgo cultural que cada sociedad bajo su visión
particular la configuraba y la distinguía de los demás pueblos de la región
mesoamericana así como de otras regiones del norte y sur de América, aunque
se trataba de una planta compartida por varios pueblos las concepciones
generadas alrededor de esta fueron particulares o más o menos compartidas
con variaciones en cuanto a su concepción cosmogónica, los distintos periodos
históricos por los que atravesó la región mesoamericana también influyeron en
la concepción que sobre el maíz tenían los pueblos originarios, mientras que
para unos fue más un don divino por si mismo, para otros represento un
instrumento de dominio hegemónico frente a las demás sociedades. De esta
manera el maíz represento a la personificación de un sujeto vivo y
perteneciente al cosmos y la relación que con este mantenían los pueblos les
confería el dominio de un poder o de una facultad, situación que sería sujeto
de configuración identitaria.

Es necesario subrayar que tras la llegada de la invasión española, muchas de


las concepciones simbólicas sobre el maíz fueron modificadas en ciertas
poblaciones sobre todo las más cercanas a centros urbanos, el maíz fue
tomando cada vez más una connotación como mercancía, sin embargo para los
pueblos originarios de las regiones rurales con presencia de rasgos culturales
menos aculturados, el maíz continuó siendo un objeto de culto y conservando
sus cualidades divinas y metafísicas, mismas que se preservaron hasta la
actualidad y que serán objeto de estudio en la presente investigación en
posteriores capítulos.

Capítulo II

CONTACTO CON EL VIEJO MUNDO

Este capítulo busca acercarse a las percepciones de la gente que tuvo contacto
con el maíz después del encuentro con el nuevo mundo, así como la
contribución del maíz en el desarrollo social y económico del Viejo Mundo.

Observaremos un factor en común: que el maíz siempre se vio asociado con la


pobreza, y no porque la generara, sino porque fue un alimento desprestigiado,
o como diría Arturo Warman, fue visto como un bastardo. Era un grano ajeno
al Europeo, proveniente de los bárbaros y que por tanto no era digno de las
clases altas. Fue así como el maíz se aventuró por los nuevos continentes,
desclasado y mal visto, entendido de acuerdo a los prejuicios y a las
necesidades respectivas de cada grupo social con el que se afrontó.

Comprenderemos cómo se integró y pasó a ser parte importante de las


estructuras políticas, económicas y sociales, cómo acompaño al feudalismo y
se convirtió en pre-requisito para las sociedades urbanas e industrializadas,
cómo dio forma al capitalismo y cómo este a su vez lo reformó.

Todo esto para acercarnos a esta otra visión del maíz, la de un producto, una
mercancía con muchas cualidades, una herramienta para conquistar y dominar.

Contacto con el viejo mundo, China y África.

China
Existe un tratado sobre las plantas escrito por Li Shih-Chen publicado en los
primeros años del siglo XVII, aunque escrito a mediados del s.XVI, donde hace
una representación de la planta del maíz, ésta evidencia contribuía a los
difusionistas que rechazaban la idea del origen americano del maíz, y que
propiciaban el origen asiático. Durante años se ha debatido el origen del maíz,
pero han sido las nuevas herramientas tecnológicas las que han dado evidencia
del origen americano.
No existe suficiente evidencia arqueológica o escrita de las rutas que siguió el
maíz durante su recorrido por el viejo mundo, sin embargo se sabe que en el
siglo XVI China era el centro económico más poderoso y con mayor población,
por lo que estaba abastecida con diversas rutas comerciales, se cree que los
portugueses fueron los que introdujeron nuevas especies provenientes de
América, a través de la vía marítima, llegando a Cantón por primera vez en
1516. En ese entoces “China era el país agrícola y agronómicamente más
desarrollado, con una agricultura diversificada y técnicamente variada.”
(Warman, Arturo 1988:51), por lo que el maíz cobra mayor importancia al
llegar a China, sin embargo hay fuentes que dicen que el maíz llegó desde
antes por vía terrestre, y que la hicieron llegar los “bárbaros del occidente”,
prejuicio usado por los Chinos y adoptado por la ciencia occidental para
denominar a grupos étnicos no chinos que poblaban las áreas montañosas de
las fronteras.

El Maíz obtuvo aceptación temprana en las áreas “menos desarrolladas”, en las


zonas montañosas donde no existía la agricultura más avanzada del imperio,
fue alimento de los pobres, es decir de aquellos grupos étnicos a quienes los
Chinos no asumían como parte de su comunidad. Cabe destacar que la
facilidad con la que el maíz fue adoptado por estos grupos se debe a las
bondades de esta planta, a su fácil adaptación y su gran rendimiento, entre
otras.

Hacia 1700 el maíz había logrado filtrarse en los centros agrícolas de China, y
fue hasta la segunda revolución agrícola China que se dio una expansión de los
cultivos americanos, principalmente del maíz. En el s.XVIII hubo una gran
migración que conllevo una colonización agrícola, al ocupar zonas montañosas
y al ser el maíz un grano fácil de transportar, adquirió relevancia y logró
desplazar a los cultivos del Viejo Mundo en las temporadas de verano y de
temporal.

Con el crecimiento demográfico el maíz se legitimó como cultivo importante y


hasta la fecha no ha dejado de sembrarse, siendo el tercer cultivo más
importante en China. A pesar de lograr la autosuficiencia alimentaria, la
pobreza siguió vigente, no por falta de producción, sino por desajustes políticos
y geográficos, así como desastres naturales. Las guerras internas, la
desigualdad social, la desintegración del imperio centralista entre otras cosas,
fueron factores que impidieron el pleno desarrollo económico Chino a pesar de
la buena capacidad agrícola.
África
En África la historia fue distinta pero no menos trágica, se tienen evidencias
lingüísticas que hacen creer que la introducción del maíz fue de nuevo gracias
a los portugueses a comienzos del siglo XVI, ya que al maíz se le otorgaron
nombres como “masinporto” que significa grano de los portugueses. Pero
hablar de África es hablar del sometimiento de su población, resulta imposible
hacer a un lado el tema de la esclavitud. Se calcula que desde comienzos del
s.XVI hasta fin del XIX, cerca de 10 millones de africanos fueron trasladados a
América.

Para el siglo XVII el maíz ya se había extendido y conocido en las costas del
Atlántico, gracias a su adaptabilidad, había sido adoptado por las personas con
gran facilidad, pero el maíz jugó además un papel muy importante
dentro del tráfico esclavista, yaque fue el sustento económico y
alimenticio que lo hizo posible. Con la siembra de maíz se lograba
abastecer a la población y generar excedentes, los cuales eran embarcados
para alimentar a la tripulación esclava con rumbo a América.

A mediados del siglo XIX se prohíbe el tráfico esclavista y aunque no lo frena


inmediatamente, logra reducir el tráfico de manera creciente, en ese mismo
siglo, el maíz ya había adquirido un papel fundamental dentro de las
sociedades agrícolas africanas, convirtiéndose en su principal sustento
alimenticio, incluso se había incorporado al mundo religioso, se le veneraba y
se le incluía en mitos y narraciones. Con la prohibición del tráfico esclavista,
las antiguas estructuras militares y estatales basadas en las ganancias
derivadas, entraron en crisis y desaparecieron. Se crearon nuevas formas
basadas en tecnología importada, se generaron grandes expansiones que a su
vez distribuyeron el maíz en gran escala. El maíz pasó a ser el sustento de la
movilización armada y la expansión militar.

Para la exportación del maíz, surgió una nueva clase intermediaria, se trataba
de los “criollos” que a diferencia del concepto que conocemos en México, se
utilizaba para identificar a los ex-esclavos del continente americano y sus hijos
cristianizados y culturalmente occidentalizados. Esta pequeña clase burguesa
recién nacida, se apropiaba del trabajo de los nativos quedándose con la
ganancia del producto exportado.

En 1880 África sufrió la colonización Europea, donde las grandes potencias se


repartieron el continente. Inglaterra dominó la mitad de la población africana
después de la 1er guerra mundial, Francia una cuarta parte seguida de Bélgica,
Italia y Portugal. El maíz sirvió como sustento para el ejército británico,
además los blancos comenzaron a sembrar maíz al notar sus propiedades
inigualables para introducirlo en el mercado. Esto generaba competencia al
maíz que los nativos cultivaban para exportar, y poco a poco se apropiaron de
todos los excedentes.
La expropiación territorial que sufrieron las naciones y pueblos africanos bajo
el dominio colonial fue severa, se les impuso un espacio delimitado para vivir y
sembrar, que cada vez se veía más reducido, por lo que el índice de
mortandad fue alto, además se les impuso tributo obligándolos a introducirse
en el sistema monetario. El maíz era un producto estratégico en el diseño
colonial, era el sustento de la mano de obra asalariada.

La larga asociación entre el maíz y el mercado y la efectiva asociación entre la


planta y el consumo directo por los productores, que podían sustentar su dieta
y su sobrevivencia física en el consumo directo del grano, le otorgó al maíz una
doble naturaleza, como bien de consumo directo y mercancía. Esa
flexibilidad, ese propósito dual, la tenían pocos productos agrícolas. El
campesino pudo construir una línea de defensa de su sobrevivencia física y de
su reproducción social con el maíz.
… el maíz que fue introducido en África para servir a los intereses europeos, se
convirtió en una de las contradictorias barreras de resistencia campesina al
dominio colonial. (Warman, Arturo 1988:96)

La descolonización de áfrica ocurrió en los 60´s después de la independencia


de Ghana en 1957.

Europa, del primer contacto a la revolución industrial.

Es probable que los primeros granos de maíz llegaran al Viejo Mundo con el
regreso de la primera expedición y que a partir de entonces se iniciara su
propagación. Pero hay certeza de que el maíz fue llevado por Colón y sus
compañeros a España al retornar del segundo viaje, ya que Pedro Mártir de
Anglería remite a su benefactor el manuscrito del segundo libro de La Primera
década del Nuevo Mundo junto con granos blancos y negros de maíz en 1494.
(Warman, Arturo 1988:50)

Al intentar rastrear la introducción de las plantas americanas en Europa nos


encontramos con el poco interés que se les dio a dichos elementos, pues las
fuentes son escasas, y las que hay son confusas e incompletas. Los herbarios
han sido una fuente útil para rastrear al maíz, y demuestran el poco
entusiasmo con que se le recibió al maíz, a continuación cito a un naturalista
inglés de nombre Gerarde, autor de un libro herbario editado en 1597:

… causa indigestión violenta y rinde poca o ninguna nutrición al cuerpo,


desciende lentamente y estriñe el vientre. Todavía no tenemos prueba cierta
respecto a la virtud de este grano aunque los indios bárbaros que no conocen
nada mejor, limitados a hacer una virtud necesaria, piensan que es un buen
alimento. Podemos fácilmente juzgar que nutre poco, que es duro y su
digestión es maligna, un alimento más conveniente para los puercos que para
los hombres… (Finan, 1950:148)

A fines del s.XVII, los herbarios dejan de producirse y se pierde el rastro del
maíz y otras plantas americanas por casi un siglo, hasta la segunda mitad del
siglo XVIII en los Tratados de botánica sistemática y los manuales de
agronomía, donde se buscaba extender la producción del maíz debido al
crecimiento demográfico que demandaba mayor capacidad alimentaria.

El maíz como cultivo agrícola al parecer se dio en los regadíos anadaluces del
río Guadalquivir a comienzos del siglo XVI, pero fue hasta el siglo XVIII cuando
su cultivo y su uso como alimento humano destacaron. Se fue haciendo de
prestigio entre los campesinos que lo usaban para su autoconsumo y como
alimento para el ganado.

A diferencia de España, en Portugal, “abundan” los trabajos referentes al maíz,


aparentemente este se aceptó en Coimbra entre 1515 y 1525. En 1533, su
precio ya cotizaba en el mercado 20% más barato que el trigo pero por arriba
del centeno, la cebada y los mijos. Para el siglo XIX, el maíz ya era el principal
cereal en Portugal. De España el maíz viajó a Francia, donde se adoptó
rápidamente y adquirió mayor importancia que el trigo. Hay evidencias de que
en la península Italiana, en la república de Venecia, había cultivos alrededor
del año 1550. Hacia el siglo XVII el maíz llega a Austria, los Balcanes,
Rumania, la URSS, Yugoslavia, entre otros y a comienzos del XVIII llega a
Bulgaria, Hungría, Ucrania, Kubón y otros países más.

A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX el maíz comienza a ser utilizado
como forraje, fue en estas fechas, en pleno umbral de las revoluciones, cuando
el maíz ya estaba firmemente posicionado en la agricultura europea, aunque
de nuevo, constituía el alimento para las clases más bajas, el maíz era el
alimento de los pobres.

Hay 4 factores que pueden considerarse para la adopción y dispersión del maíz
en Europa:
 Condiciones naturales y las técnicas o sistemas agrícolas
 Población y su dinámica
 Comercio
 Precios y mercados
El maíz logró ir sustituyendo otros cereales debido a características tales como
su alto rendimiento y su precocidad, es decir, el rápido proceso de
fructificación para poder cosechar. Además, antes de la llamada “segunda
revolución agrícola” a la que se refieren como la implementación de los saberes
científicos sobre el campo, existían cultivos rotativos, se aprovechaba el
terreno en primavera, otoño e invierno, sin embargo el verano quedaba
desaprovechado, tiempo al que se le llamaba tiempo de barbecho, debido al
arado que se le hacía en ese tiempo a la tierra. El maíz logró crecer en el
tiempo de barbecho, volviéndolo productivo en vez de tiempo muerto, esto fue
probablemente lo que marcó el éxito del maíz en las sociedades pre-
industriales.

Y mientras el maíz era asociado con pobreza, a su vez significaba riqueza para
los dueños de la tierra, los mercaderes y prestamistas, para los señores y los
nuevos burgueses. El hecho de que la producción de maíz viniera a sustituir el
tiempo improductivo del barbecho significó grandes ganancias económicas para
el capital, traducidas de los excedentes que solo beneficiaron a las clases más
altas que paradójicamente no consumían maíz.

Para el siglo XIX, 40% del territorio Europeo ya estaba bajo la influencia del
maíz, quien jugaba un papel importante en la reproducción de la sociedad, el
maíz contribuyó al crecimiento demográfico y éste a su vez a la reproducción
del maíz. Los procesos de urbanización estuvieron de la mano con la
producción del maíz, que generaba una mayor economía, capaz de sostener el
crecimiento de las ciudades. Se marcó la diferencia entre campo/ciudad y entre
productor/consumidor. Además el maíz se convirtió en el soporte de las dietas
cárnicas, lo que benefició más al capital.

Las unidades agrícolas, es decir, las familias campesinas, eran capaces de


autoabastecerse, en cierta forma, de ser autónomos, así que la manera de
integrarlos al mercado, fue haciéndolos pagar por el uso de tierra, de tal
manera que las ventajas del maíz se traducían en ganancia para el capital,
pero no sólo era un negocio, sino que era base en el proceso de la
reproducción del capital.

La tenencia de la tierra era definida por relaciones feudales, la nobleza, la cual


se adquiría por medio de la herencia, era dueña de las tierras al igual que la
Iglesia, la cuál podía además exigir diezmo o una parte de la producción
agrícola. Las nuevas formaciones estatales, tenían control directo sobre las
tierras de la corona, podían cobrar impuestos que sustituyeron al tributo.
Todas estas formas eran medios del capital para apropiarse del excedente y el
trabajo del campesino.
El despojo de las tierras les dejó a los campesinos su fuerza de trabajo como
única manera de sobrevivencia, era una forma de introducirlos al mercado y a
la monetarización mediante la renta de las tierras y la división de tierra en
pequeñas parcelas, lo que implica una menor producción y un mayor
sometimiento.

Podemos observar una relación directamente inversa, el maíz por sus grandes
cualidades ayudaba a la reproducción del capital y al enriquecimiento de unos,
por otra parte, esto mismo sometía en la pobreza al trabajador, al campesino
que se convirtió en un proletario agrícola. El discurso del desarrollo, de la
modernización y de la revolución industrial y agrícola trajo consecuencias
contradictorias, la poca capacidad del trabajador para autoabastecerse, le llevó
a tener una dieta monótona y escasa, lo que produjo en niveles epidémicos
una enfermedad llamada Pelagra. Durante años se buscó una cura, las
observaciones permitían indagar que el maíz se veía relacionado con la
enfermedad, puesto que ésta azotaba a la gente más pobre, a los campesinos
que en muchas ocasiones solo podían alimentarse con maíz.

Fue hasta el siglo XX que el enigma comenzó a resolverse cuando se observó


que la pelagra era poco común en México a pesar del uso extendido del maíz.
La razón residía en que en México el grano se preparaba de manera diferente,
ablandaban el maíz para hacerlo comestible con una solución alcalina: el agua
de cal. Este proceso liberaba la niacina enlazada y un importante aminoácido,
el triptófano, a partir del cual puede formarse la niacina, y de esta forma, los
hacía "biodisponibles" para la digestión.

En último término, fue el conocimiento del desarrollo químico del proceso lo


que permitió explicar el antiguo enigma. Gran parte del mérito se debe a
Goldberger y sus colegas, que demostraron que la pelagra consistía en una
deficiencia de nutrientes.

La pelagra y la asociación con el consumo de maíz que perduró durante casi


dos siglos en Europa, contribuyó aún más al desprestigio del maíz,
contradictoriamente, las sociedades europeas lograban su “desarrollo” basado
en una economía en la que el maíz era indispensable.

La pelagra fue a fin de cuentas una manifestación de un proceso de


“modernización” brutal en zonas periféricas, donde los cambios se promovieron
desde arriba y desde fuera para recrear a la sociedad conforme un modelo
ideológico: el milenio industrial que perseguía la fundación de un mundo
homogéneo. (Warman, Arturo 1988:166-167)
Estados Unidos, el imperio del maíz.

En 1607 llegan los primeros colonizadores a lo que hoy es Norteamérica,


fundan la primer colonia a la que llaman Virginia, tienen contacto con la tribu
Powhaten, los cuales, según la historia romántica de los vencedores,
transmitieron sus conocimientos a los extraños de manera pasiva y amistosa,
les enseñaron a cultivar el maíz y fue así como en 1609 se obtuvo la primer
cosecha de maíz de los colonizadores. Sabemos que la historia no fue tan
inspiradora, que los nativos Kemps, Tassoro y la nativa Pochahontas fueron
raptados por los ingleses, más allá de la versión caricaturesca de Disney, la
historia está manchada de sangre. Así fue la colonización británica sobre lo que
hoy es Estados Unidos, una fuerza avasallante, destructiva, hegemónica, que
prácticamente no dejó evidencia sobre las formas de vida que habitaban esas
tierras antes que ellos. En 1621 se da aquella cosecha con las contribuciones
de un nativo llamado Squanto, que hoy se celebra como el “Día de Gracias”.
Sin embargo, los peregrinos hacían uso del maíz desde el momento en que
arribaron, a veces intercambiaban, otras tantas lo robaban, de hecho fue el
maíz, el elemento que les permitió conquistar América del Norte.

En 1630 existían 4,500 colonos y 4 colonias; en 1776 existían 13 colonias y


2,800,000 colonos, ese mismo año se da la Declaración de Independencia.
Inicia una expansión territorial acelerada bajo la creencia del “Destino
Manifiesto”, que no es otra cosa que una justificación divina para atropellar,
expulsar y despojar a los bárbaros de sus tierras por destino sagrado. En 1850,
la población había aumentado a 31 millones, de los cuáles, dos terceras partes
se dedicaban a la agricultura; 30 años después ya era menos del 50% de la
población la que se dedicaba a la agricultura; y para 1910, sólo 32 de los 92
millones era agricultor, es decir, una tercera parte.

Durante la colonia británica, la Corona otorgó inmensas extensiones a


compañías, nobles, favoritos y aventureros generando una gran desigualdad.
El Tabaco fue uno de los cultivos mejor remunerados en el comercio
internacional; la mano de obra siempre se vio abastecida por distintos
sectores, en un principio fueron las clases más bajas y con menor prestigio de
Inglaterra, pero rápidamente fueron sustituidas por los esclavos africanos.

A la par de la revolución industrial, E.U. logró desarrollar fábricas textiles,


gracias a la producción de algodón que en ese momento era la rama más
lucrativa dentro de la agricultura. Está de más decir que el maíz era el principal
sustento de los esclavos, siendo ésta una de las razones por las que el maíz no
ocupaba un lugar importante en la exportación. La parte norte de la nueva
formación nacional, se dedicaba a producción industrializada, lo que conllevaba
la urbanización del entorno. Mientras la parte sur se dedicaba a la agro-
exportación, ambas dependían de la mano de obra de los esclavos, a quienes
no se les pagaba, sólo se les daba el sustento para sobrevivir, me refiero a una
dieta conocida como “la dieta M” que consistía en melaza, maíz y manteca. La
manteca aportaba las proteínas que impedían una enfermedad como la pelagra
que se vivía en Europa. Sin embargo, se generaron dos bandos con posturas
distintas respecto a los esclavos: Los abolicionistas (los de norte) y los
esclavistas (los del sur) que los requerían para la producción agrícola.
Vencieron los abolicionistas, lo cual desarticuló la economía del sur, la pobreza
se hizo evidente, los campesinos dejaron de recibir las proteínas necesarias y
la pelagra se hizo presente. A su vez, la economía del norte resultó afectada,
vino una gran crisis pues ni la agricultura ni la industria eran capaces de
sostenerse. Los negros, ya libres, poseían su fuerza de trabajo, su
conocimiento y nada más.

El gran salvador como es de esperarse, fue el maíz. La expansión americana y


el cultivo de maíz fueron factor fundamental para la recuperación y la
producción de excedentes en cantidades inmensas. E.U. encontró en el maíz
una manera de expandirse política y económicamente.

La producción cárnica se vio directamente en proporción con los cultivos de


maíz, estos pasaron de ser de mero consumo humano a dieta de los animales
destinados a producir carne. La abundancia de tierra y maíz permitió que para
antes del siglo XX, E.U. tuviera el consumo de carne más elevado del mundo.
Para el siglo XIX, el 80% del maíz estaba destinado para los animales, hecho
que hubiera sido impensable para cualquier otro país.

La modernización del campo, es decir, el uso de nuevas técnicas como el arado


mecánico y la introducción de máquinas en general, contribuyeron también a la
producción sin precedentes, se logró también requerir menos mano de obra,
aumentar la producción cárnica, y con las nuevas facilidades que el transporte
brindaba (ferrocarril y barcos), los precios se abarataban.

En el año 1844, Colgate comienza a elaborar almidón a partir del maíz, así es
como comienza una gran industria de derivados en torno al maíz, del cual hoy
en díagenera miles de productos. A principios del siglo XX E.U. producía más
de la mitad del maíz del mercado mundial.

En 1903 Hart y Parr crean la primera compañía dedicada a la fabricación de


tractores en serie. (Fueron ellos quienes asignaron la denominación “tractor”)
En 1955 ya existían 4.5 millones de tractores, casi uno por granja.
“La revolución verde” es un elemento primordial en la historia del desarrollo de
la agricultura, y uno muy importante para las corporaciones e industrias
alimentarias, se trata de la implementación de tecnologías diversas en el
cultivo. La creación de las semillas híbridas, es lo que da paso a la revolución
verde, fueron un gran invento, ya que podían aumentar la producción hasta en
un 100%. Prometían resolver las hambrunas mundiales, los E.U. crearon
programas de “apoyo” a naciones que requirieran abastecerse de alimentos,
los programas fueron posteriormente criticados por no solventar ningún
problema, sino agravarlos en beneficio del capital.

Las compañías privadas productoras de semillas se convirtieron en centros


importantes para la investigación agronómica aplicada y hoy son propietarias y
beneficiarias de grandes bancos genéticos, donde ha quedado depositado el
conocimiento milenario de millones de productores como plasma
germinal(Warman, Arturo 1988:203). Los cambios técnicos se vieron
acompañados de cambios institucionales, el Departamento de Agricultura de
los Estados Unidos, se convirtió en una poderosa organización científica que
generaba conocimiento y tecnologías.

El uso de fertilizantes orgánicos y químicos se hacía vigente desde antes de la


segunda guerra mundial, los insecticidas y herbicidas fueron posteriores a
dicha guerra. Los subsidios fueron una estrategia política de transacciones en
el mercado

Todos los avances tecnológicos, políticos y económicos influyeron en cambios


sociales, ya que el campo requería de menos horas de trabajo por producción
de hectárea, por tanto un solo individuo podía trabajar más hectáreas. La era
del granjero declina en los 80´s y 90´s para dar paso a la era de los
agronegocios.

La suprema eficiencia medida por la rentabilidad del capital genera paradojas.


La historia de la agricultura norteamericana está repleta de ellas. Algunas se
preservan como memoria amarga, como cuando se destruyeron reservas de
alimentos mientras muchos pasaban hambre en la más profunda crisis del siglo
XX: la depresión de los años 1930. Se erosionaron tierras que formaron una
nube de polvo a miles de km para especular en un mercado atractivo que no
perduró. La ganancia cuando la manejan las gigantescas corporaciones con
una lógica de escala y de poder planetario, con frecuencia no responde con el
sentido común y la experiencia de un granjero.
La agricultura norteamericana muchas veces conquistó a la tierra
destruyéndola o simplificándola para convertirla en un recurso inerte,
adecuado a la contabilidad pero no siempre a la vida. (Warman, Arturo
1988:213)

En capítulos posteriores hablaremos de cómo se vive este proceso en México,


desde la resistencia indígena, el consumidor mestizo y las políticas neoliberales
para imponer la lógica capitalista.

Capítulo III

LA CONCEPCIÓN DEL MAÍZ EN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS


CONTEMPORÁNEOS

Ritos y Simbolismo como agentes identitarios y resistencia

Los pueblos originarios contemporáneos han sido herederos de una tradición


milenaria transmitida por sus antepasados hasta nuestro tiempo, se trata de
tradiciones que han logrado integrar a su manera las prácticas y concepciones
introducidas por los conquistadores e inmigrantes con las antiguas tradiciones
mesoamericanas, surgiendo así un mosaico todavía más diverso de
manifestaciones culturales alrededor del maíz, hoy en día podemos ver en
distintas zonas rurales una gran variedad de manifestaciones de gratitud hacia
esta planta con la suma de elementos provenientes de la fe católica-cristiana,
de esta manera se puede observar la naturaleza dinámica de las sociedades y
las modificaciones en la cultura que son consecuencia de esta naturaleza
dinámica; se puede dar cuenta de las peregrinaciones, plegarias, cantos,
danzas, ofrendas, elaboración de figuras del cereal, música y diversas formas
de ritualidad que permean la cotidianeidad de la gente proveniente de estas
comunidades. De esta manera en distintos pueblos originarios contemporáneos
todo acto relacionado al manejo del maíz se sacraliza de alguna manera,
puesto que el propio cereal sigue manteniendo su estatus de ser espiritual en
estrecha convivencia con los hombres, las “creaciones” humanas tales como
las deidades o el maíz adquieren una significación preponderante en el seno de
los pueblos originarios de la actualidad.

Al hablar de pueblo originario nos tenemos que remitir a definiciones que nos
permitan esclarecer que queremos decir con esta idea, Andrés Molina propone;
“examinar a cada pueblo como un sistema vivo articulado simbólicamente con
otros pueblos, que manifiestan una enorme vitalidad que reinventa en forma
constantes su vida comunitaria con una lógica mesoamericana.”, a su vez
sugiere rasgos que pueden ser característicos de un pueblo originario: “Son o
fueron comunidades agrarias, con fuerte identidad comunitaria y un desarrollo
histórico con raíz mesoamericana. Existe un patrón de asentamiento, reflejo o
reminiscencia de la colonización, cuando este se ajustaba a las características
del ambiente natural. Toponimia que conjuga el santo cristiano con el nombre
originario, remitente a una geografía sagrada compuesta por cerros, ojos de
agua y formaciones rocosas. Conserva un sistema agrícola mesoamericano o la
memoria de ello, puede ser de forma simbólica en jardines o huertos donde las
flores han sustituido a las verduras. Los pobladores detentan concepciones del
mundo mesoamericano, en las que el trabajo y el ritual son una actividad
gozosa para los habitantes. Existencia de familias troncales o relaciones de
parentesco vinculadas al espacio de los pueblos y barrios. Se organizan
colectivamente para las actividades festivas y otras del bien común en
sistemas de cargos; mayordomos, cargueros, comisiones, etc., donde la
confianza y prestigio se depositan en familias más que en individuos. Tienen
un calendario ritual ceremonial anual iniciado en Candelaria y finalizado con el
ritual de muertos. Poseen una memoria histórica, conservada en los relatos de
las familias y pueblos, la historia viva de cada comunidad.”

Como es posible deducir a partir de estos rasgos propuestos por Molina, los
pueblos originarios gozan de una concepción del mundo resultado de la
memoria colectiva mesoamericana así como de los rasgos, que por necesidad o
por flexibilidad cultural, han ido integrando a su sistema de creencias sobre el
mundo y sobre sus necesidades más básicas, la dinámica de estos pueblos
durante las festividades en donde el trabajo y los insumos son comunales nos
hace reflexionar en torno a los vínculos que alrededor de la festividad se van
tejiendo, resulta un momento de cohesión social y cultural donde los
habitantes del lugar encuentran espacios de interacción y por consiguiente de
construcción cultural, a través de la ofrenda de insumos o de trabajo los
pobladores logran no solo la integración inter-social a través de acuerdos
implícitos, también logran una estructuración de la cultura que los habrá de
distinguir de los demás grupos. La ofrenda es el punto nuclear de estas
relaciones, así como en un tiempo primigenio las deidades ofrendaron su
sacrificio y su sangre por los hombres, los hombres ahora reproducen las
ofrendas para su deidad, para su santo, para sus allegados, se trata de una
concepción que valoriza el trabajo y el producto de este en un contexto donde
las personas ofrecen de sí reproduciendo el sacrificio que sus deidades, santos
o antepasados hicieron por ellos, se comprometen con la comunidad y
establecen lazos de afinidad, en base a un principio de reciprocidad, la
comunidad encuentra formas de reproducción cultural.

Es importante señalar que las comunidades originarias contemporáneas, al


igual que las poblaciones urbanas tienen contacto con los agentes de
propagación ideológica y cultural de otras sociedades, en especial de las
sociedades hegemónicas, inmersos en el fenómeno de la globalización la gente
adopta e integra hasta cierto punto estas manifestaciones ajenas a su sistema,
tal es el caso del fast food, haciendo contrapeso con estos factores de
aculturación, los pueblos originarios suelen crear patrones de resistencia como
forma o método de conservación de sus reproducciones culturales frente a
otras provenientes de otras sociedades.

Partiendo de los textos publicados por Catherine Good, ante los fenómenos de
la modernidad y la globalización, la conservación de las tradiciones emergen
como un baluarte que consiente o inconscientemente les permiten a los
pueblos originarios resistir ante los embates de las estructuras político-
económicas dominantes, la identidad y la cultura se convierten en una
afianzamiento de sus costumbres y tradiciones permitiendo no aceptar, de
manera no violenta y sutil, los rasgos culturales propagados por el grupo
hegemónico. Estas tradiciones y costumbres la mayor parte de las veces son
herencia de una tradición milenaria, donde encontramos rasgos culturales
cualitativamente distintos a los practicados dentro de la lógica de la economía
capitalista, ejemplo de esto son las tradiciones elaboradas alrededor de la
siembra y cultivo de maíz, la ofrenda como forma de manifestación de gratitud
hacia los elementos propiciatorios de la planta, además de la tradición y la
concepción simbólica tejida alrededor de esta son elementos que permiten
continuar con la practica de la resistencia cultural.

Las concepciones míticas-religiosas del maíz son manifestaciones de su


cosmovisión que se han ido reproduciendo por vía de la costumbre y la
tradición, el caso del maíz es fundamental para lograr los procesos de
resistencia, siendo que la planta constituye el principal alimento para sus
consumidores, se ha convertido en un objeto de culto y veneración de gran
importancia dentro de su sistema de significación simbólica y estética, de esta
manera se pueden observar no solo las relaciones directas con la planta del
maíz dentro del sistema de costumbres y tradiciones, se pueden observar la
integración de aspectos económicos y sociales dentro de esta red de
significación, la relación simbiótica con la vida material, con la cotidianeidad,
con el medio ambiente a través del espacio geográfico deificado, o bien se
pueden observar las relaciones de poder que se dan dentro de la dinámica de
la propia comunidad.

En el texto de Good, tomando como referencia las publicaciones de Sidney


Mintz, se propone la idea de resistencia como formas de comportamiento que
se dan fuera de las imposiciones del poder estructural, se valora la acción
creativa como posible respuesta a la reproducción cultural en momentos de
coyuntura, de esta manera se da un “acomodo o negociación con el poder, o
de aparente aceptación de la dominación para asegurar la supervivencia
individual y colectiva, propone que éstos pueden ser formas de resistencia más
eficaces a largo plazo”.
De esta manera los pueblos originarios han creado formas de manifestación en
torno al maíz que han resultado en formas de resistencia ante los embates de
los distintos grupos dominantes históricamente impuestos en la nación, las
tradiciones y costumbres han sido un estandarte de identidad que les permite
diferenciarse de la sociedad occidentalizada y que les permite mantener su
cohesión social y cultural, de esta manera gracias al resguardo de la costumbre
hecho de generación en generación, o bien gracias a las concepciones
simbólicas tejidas alrededor del maíz hoy en día podemos presenciar una gran
diversidad de formas de manifestación particular en distintas comunidades, a
continuación se mencionaran algunos casos particulares para permitir
dimensionar la situación actual con respecto al maíz en las comunidades
originarias mostrarnos su complejidad y permitirnos entrar en un pequeño
espacio de la otredad.

Tancoco: Su ciclo agrícola y su ciclo festivo

El presente texto esta basado en el estudio hecho por Amaranta Castillo


Gómez titulado “El picón y sus interconexiones. Apuntes obre las relaciones de
alimento ritual con otros elementos del sistema cultural.”

Tancoco es una localidad, cabecera del municipio del mismo nombre ubicada al
norte del Estado de Veracruz, en la Huasteca.La población de Tancoco es de
5844, de los cuales 2875 son hombres y 2969 son mujeres. Más de la mitad de
su población económicamente activa se dedica a la agricultura, la ganadería y
la avicultura; otro porcentaje se dedica a la construcción y a la transformación
de alimentos, así como al comercio como actividad complementaria. Una gran
cantidad de miembros de la comunidad ha emigrado hacia el estado de
Tamaulipas, el Distrito Federal o hacia otros destinos. La siembra del maíz, así
como la siembra de otras plantas y el mantenimiento de una milpa, continúan
siendo marcadores importantes en términos rituales, así como un sustento
para las unidades domésticas.

Uno de los ciclos festivos inicia en diciembre con la siembra del maíz en la
temporada de secas, siendo el marcador inicial de dicha temporada el día de la
Virgen de Guadalupe. El conjunto de festividades continúa hasta el 25 de
diciembre, día del nacimiento del “niño Dios”. Esta siembra de maíz se cosecha
en mayo, pero como veremos, los compañeros del maíz siguen sembrándose a
lo largo del año utilizando como marcador el calendario del santoral católico.
Durante esta temporada agrícola, se realiza también la festividad de Semana
Santa, que anuncia la proximidad de la cosecha.

Xantolo es, sin duda, un subsistema dentro del sistema ritual que acompaña a
la siembra y a la cosecha de temporal. Quizás por ello, en esta temporada
agrícola se siembran simultáneamente la flor de muerto y el maíz en junio,
marcando la relación profunda entre el ciclo de temporal o Xopamil y el ciclo
festivo de Xantolo. Es en este periodo cuando las condiciones climáticas son
mas extremas (es en esta época donde se producen huracanes y nortes) y hay
mas riesgo de perder el sustento de la familia. Xantolo se refiere a un
subsistema de festividades donde se despliega una gran cantidad de esfuerzo
humano colectivo para realizar puntualmente cada una de las ceremonias de
ofrenda que constituyen parte del proceso de recoger los frutos de la cosecha
de la milpa y el recordatorio de los muertos. Se cita “La relación entre muerte-
agua-vida esta presente a lo largo de estos meses en los que se recuerda a los
muertos y al espacio mítico habitado por ellos, “el mundo de los muertos”, “el
lugar de la muerte”. El lugar al que accedía un muerto tenía que ver mas con
la forma de morir que con la conducta observada en vida, unos podían
acompañar al sol en su viaje por la bóveda celeste; pero quienes no
alcanzaban esa gracia tendrían que habitar junto a los Maam, guardando las
aguas del inframundo.”

Xantolo concluye con la cosecha a finales de noviembre y es en diciembre


cuando se inicia un nuevo ciclo agrícola, el del tiempo de secas. Durante el
mes de diciembre se realizan rituales relacionados con la siembra, el
nacimiento de nuevas plantas, el surgimiento de la vida y en Tancoco se
realizan festividades relevantes que enfatizan la necesidad de ofrendar a la
tierra y a las divinidades para que “nazca el niño Dios con bien”. Las fechas
para los momentos de la siembra son marcadores temporales ideales,
pudiendo realizarse la siembra hasta cinco días después de esas fechas.

El maíz cobra una importancia central en el desarrollo de las festividades de


Xantolo, la relación que conciben los pobladores de Tancoco con respecto al
propio ciclo de vida humano es importante resaltarlo, de esta manera el maíz
se convierte en don recibido de la tierra, del inframundo y de los entes
protectores de la comunidad, la necesidad del trabajo comunitario para lograr
ofrendar para que las cosechas salgan bien es un punto importante en su
concepción sobre la festividad. De esta manera los pueblos originarios
contextualizan el producto que en este caso es el maíz, lo vinculan con su vida
diaria, con el fruto de su trabajo así como con sus concepciones simbólicas, es
así como los pobladores de Tancoco valorizan el trabajo, la ofrenda y el don
recibido por la tierra para el bien de la comunidad. Su ciclo de siembra lo
empatan con el calendario ritual y de esta manera, los elementos propiciatorios
“sobrenaturales” se conjugan junto con sus festividades y con los factores
climáticos, para que la población coseche los frutos de su trabajo, conjugando
así los aspectos simbólicos y prácticos para una finalidad.
La boda del Maíz

Para los huicholes de Nayarit y Jalisco, la significación del maíz esta


relacionada a su pasado histórico rememorado desde su actividad como
cazadores-recolectores en tiempos muy antiguos, los chamanes huicholes o
“maracame” son los encargados de la transmisión del conocimiento por la vía
del canto, reproduciendo en sus ceremonias en el calihuey las historias sobre
el origen divino de sus deidades, del mundo y de ellos como humanos. Su
pasado remoto es venerado a través de sus grandes símbolos que les han dado
cohesión social y formas de sustento cultural y alimenticio a lo largo de los
siglos.

Existen tres elementos principales motivo de veneración en la sociedad


huichola, estos son el venado, el peyote y el maíz, el primero vinculado a su
pasado como cazadores, en el cual el don divino era recibido por vía de este
animal, en él ven la representación de TamatzKallaumari, su dios principal
también conocido como el bisabuelo cola de venado, de tal manera que al
consumir al venerado animal se hace una comunión directa con su deidad. El
peyote esta vinculado a su pasado recolector, se dice que son las huellas
dejadas por el venado divino primigenio en tiempos de formación del mundo,
de esta manera al consumirlo el peyote se convierte en un vehículo de
comunión con la deidad. Por último esta el maíz ya vinculado a su actividad
agricultora, al igual que otras etnias, los huicholes o correctamente llamados
Wixárika, conciben al maíz como un don divino heredado a ellos bajo una
representación mítica.

Según su cosmogonía Watakame, el primer cultivador, se casó con las cinco


Niwetsika, cinco hermanas diosas del maíz, cada una de ellas es asociada con
los colores del grano y con uno de los puntos cardinales, es a partir de este
matrimonio que el maíz adquiere una relevancia ritual, siendo un punto central
en el pensamiento, la cosmogonía y la vida religiosa de los wixárika. Es así
como el cultivo de maíz y su alimentación están basados en las cinco
variedades de maíz tradicional, los seres humanos para los wixárika están
hechos de maíz, especialmente las mujeres.

Las cinco hermanas asociadas a los colores de los granos como bien se dijo
están asociadas a los rumbos del cosmos; Yuawime, el maíz oscuro del sur,
Tuxame, el maíz blanco del norte, Talawime, el maíz morado del poniente,
Taxawime, el maíz amarillo del oriente y Tsayule, el maíz pinto del centro,
estos deben ser sembrados juntos aunque no revueltas en el coamil o milpa.
La relación ente el hombre sembrador y el maíz equivale a un matrimonio, se
trata de hacer una alianza con los dioses del inframundo, parientes de las
mujeres-maíz.

Esta relación sembrador maíz permea todas las relaciones de los wixárika, los
nombres de ellos en muchas ocasiones tienen que ver con el maíz; Xitakame,
joven jilote o Xauxeme, planta de maíz con las hojas secas. Al igual que el
sembrador mítico, la familia huichola tiene prácticas poligámicas, un hombre
tiene varias esposas con lo que reproducen el matrimonio mítico, sin embargo
pocos son los que llegan al ideal de tener cinco mujeres, el trabajo asociado a
la manutención de una familia así, rebasa las capacidades del hombre en
cuestión. Sin embargo, el hombre también es beneficiado por esta poligamia,
las mujeres son las principales productoras de artesanía, actividad que ha
llegado a convertirse en una actividad muy importante en la economía de los
wixárika.

La siembra del maíz esta vinculada a las fiestas de la comunidad y a sus


calendarios rituales. El ciclo del peyote se inicia con las Fiesta de los elotes y
las calabazas, y termina con la fiesta del Esquite, también conocida como la
fiesta del maíz tostado, al centro de la milpa se hace un agujero con la
finalidad de darle lugar al dios del fuego, Tatevari, elemento que nos permite
hacer una analogía entre la vivienda del maíz y el hogar del ser humano con el
elemento fuego en el punto central del hogar.

Es así como en la comunidad huichola el maíz adquiere una importancia


central, las significaciones alrededor de este nos remiten al igual que los
mayas a entender la concepción del maíz no solo como don divino, sino como
elemento fundamental en los materiales con los que fue creado el hombre, es
así como la sagrada planta con todas sus concepciones y significaciones, ha
logrado resistir ante los embates de la sociedad occidentalizada, primeramente
ante la fe católica, después ante el protestantismo y finalmente en la
actualidad ante la entrada de productos genéticamente modificados. Es
importante subrayar la postura que han asumido los wixárika con respecto a la
siembra de otras variedades de maíz que no sean las pertenecientes a las de
su herencia, aquel que no siembra el maíz o iku sagrado pierde sus derechos
comunales, de esta manera han creado un sistema tradicional capaz de resistir
ante los embates de las transnacionales acaparadoras del maíz, su sistema
mítico religioso asegura la perpetuidad de sus variantes de maíz, de su cultura
y de sus agentes de identidad.

Resumen del Capítulo


Nuevamente como se analizó al inicio de este capítulo las estrategias que los
pueblos originarios han tomado frente a la modernidad, aseguran o por lo
menos defienden su continuidad cultural, transmiten activamente sus
concepciones del mundo, sus sistemas de valores y asegura la diversidad
étnica tan rica en la nación. Las categorías de resistencia e identidad
nuevamente salen a relucir en los dos ejemplos anteriormente expuestos, de
manera que se puede concebir a los pueblos originarios como autosustentables
y autónomos.

La inferencia que debe de tener el estado en estas comunidades debe ser


mínima, tan solo para ofrecer mejores formas de desarrollo respetando sus
tradiciones y costumbres, la situación de pobreza prevaleciente en estas
comunidades nos debe hace reflexionar acerca del papel del estado con
respecto a ellas, papel que debe ser llevado a la práctica respetando en la
medida de los posible sus tradiciones y concepciones del mundo, de lo
contrario se corre el peligro de caer en aculturaciones, etnocidios, perdida de
identidad y de diversidad cultural, esta reflexión concerniente a la antropología
mexicana debe estar presente tanto en los profesionales de la materia como
los funcionarios encargados de la aplicación de programas relacionados a las
comunidades, reflexión que habrá de ser discutida y ampliada en posteriores
debates.

Capítulo IV

CAMPO, URBE Y MAÍZ. POLÍTCA Y ECONOMÍA


Partiendo del desarrollo histórico que hemos hecho en los capítulos anteriores,
aquíse abordará la situación del campo en las últimas 2 décadas en México,
haciendo énfasis en el cultivo del maíz. Se pretende reflejar que la coyuntura
que atravesamos en relación al campo es resultado de un proceso histórico y
global, mostrando como las políticas han beneficiado una economía global,
poniendo en riesgo la propia, así como la soberanía alimentaria y el sustento
de los pueblos de maíz.

Política agraria en México.

El cuadro anterior muestra una serie de cambios y reformas en la estructura


agraria política y en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. A partir
del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y con la firma del TLCAN (Tratado de
Libre Comercio de Norteamérica) ha habido un gran desinterés de parte del
gobierno por ayudar a la gente del campo y por tanto a la economía mexicana,
se ha dado preferencia a la importación de alimentos que al auto-
abastecimiento.

El reparto de tierras quedó en el olvido, en cambio, la privatización se hizo


presente y se le dio la bienvenida a las grandes transnacionales, a las cuales
se les concesionaron grandes pedazos de tierra y se les otorgó subsidios para
atraer la inversión privada, mientras que a los campesinos se les retiraron, a
diferencia de países como Estados Unidos en donde se duplicaron.

El campesino queda desprotegido y frágil ante la importación de un grano


mucho más barato, resultado de una gran producción agrícola, que a su vez se
debe a grandes tecnologías aplicadas al campo –aunque no por ello benéficas
en todos sus aspectos- y políticas del gobierno en pro del capital. Estas
importaciones resultan en una gran migración, pues la gente no puede seguir
viviendo del campo, porque la tierra no les pertenece o porque produce muy
poco.

Recientemente, el gobierno federal ha retirado la moratoria a los transgénicos,


permitiendo así la siembra de estos en el norte del país, cabe recordar que la
moratoria fue instalada por ser México el centro de origen del maíz. Aún así,
las siembras siguen siendo ilegales, cosa que al gobierno parece no importarle,
y en lo cual, los únicos beneficiados son las empresas transnacionales, en este
caso Monsanto, y los funcionarios corruptos que lo permiten.

Los transgénicos van acompañados de políticas que terminan por someter


completamente al campesino a la lógica del mercado y a las empresas
extranjeras, ya que deberá comprar año con año los granos que utilizará para
la siembra.

Maíz y diversidad. Importancia socioeconómica

El maíz es un elemento importante en la vida cotidiana del mexicano,


indispensable tanto para los campesinos y grupos étnicos, como para el
mestizo que vive en la ciudad. Se hace presente en variadas formas desde las
tortillas, el atole, los tamales, los sopes, las gorditas, los chilaquiles, el pan, los
esquites, hasta en el 90% de los productos que encontramos en un centro de
auto-servicio. Esto último se debe a la gran cantidad de derivados que se
extraen del maíz, los cuáles pueden ser usados como endulzantes o
conservadores tratándose de alimentos, pero también se usa para la
preparación de harina de maíz seco y molido. La extracción de almidón, aceite
y subproductos para alimentación animal como el gluten y tortas de germen.
Así como de la hidrólisis del almidón se obtiene: glucosa, dextrosa, y jarabes
ricos en fructuosa, los cuales son utilizados por la industria alimentaria, de
bebidas, textil, minera y adhesiva.

Para México, el maíz no es sólo un bien comercial sino que constituye una
expresión de relaciones que han permitido a las comunidades y los pueblos
rurales de México su subsistencia. Durante más de 300 generaciones, las
comunidades rurales e indígenas mexicanas han sido los guardianes de los
nichos ecológicos brindando múltiples razas de este cereal. Este hecho es
trascendental en la historia y la cultura de los mexicanos y un legado para la
humanidad.

A nivel mundial, se reconoce que somos un centro de diversidad del maíz y ello
no ha sido gratuito, es el resultado de millones de campesinos y grupo étnicos,
quienes durante miles de años lograron la domesticación del maíz y que año
con año realizan un intercambio continuo de sus semillas, con la finalidad de
obtener un grano con mejores propiedades que permita satisfacer sus
necesidades.

Existen más de 300 variedades de maíces nativos, también llamados en


algunas regiones criollos, con características diferentes. Esto permite que el
cultivo se adapte a diferentes ambientes de la República. De esta manera,
encontramos el cultivo en zonas de intenso calor como en el estado de Sinaloa
o en regiones totalmente distintas como en el Estado de México. Cada uno de
estos maíces tiene cualidades propias que nosotros distinguimos por el color de
los granos y su diferente tamaño de la mazorca.

Por toda esta abundancia de variedades, México se circunscribe en el mundo


como un ente plurisocial y cultural, en donde las diversas manifestaciones
religiosas y sociales del maíz se encuentran presentes a diario. Cabe destacar,
que a pesar de que el cultivo del maíz es parte de nuestra cultura, en ciertas
regiones los maíces criollos se cultivan en menor proporción, por diversos
problemas. Ciertamente, la conservación de las especies de maíz en México se
ha visto amenazada por la sustitución de variedades nativas por otras
mejoradas, en algunas regiones han desaparecido razas como la Celaya en el
Bajío y Los Llanos de Jalisco. Asimismo, también se ha contribuido en la
pérdida y conservación del maíz nativo: a partir de la expansión e
intensificación de cambios en los cultivos, por la contaminación con semillas
genéticamente modificadas recientemente, así como por causas
socioeconómicas como la migración de poblaciones campesinas y falta de
apoyos a la producción como se ha mencionado.
 A pesar de las agresiones a la cultura del maíz, ésta no se refiere solamente a
una semilla y su forma de cultivarla, sino a una larga lista de centenarias
dinámicas familiares y comunitarias de siembra, cosecha, intercambio de
jornales, preparación de alimentos, celebración de fiestas.

Por lo tanto, la racionalidad productiva no está dictada puramente por lo


económico, sino ante todo por un complejo entramado de costumbres,
conocimientos, gustos y necesidades subjetivas. Se ha modificado la cultura
del maíz y la tortilla, más no ha desaparecido.

En este proceso de cambios, más de tres millones de familias campesina se


encuentran conservando la diversidad del maíz, en especial son las mujeres
quienes además de seleccionar la semilla durante la cosecha para ser
sembrada en el siguiente periodo, han sido las transmisoras de los
conocimientos ancestrales para utilizar en decenas de formas este grano.
 
Lo expresado anteriormente se confirma cuando se comprueba que el maíz
tiene la capacidad para utilizarse con diferentes fines. Destacan los granos
blancos para la producción de tortillas, el amarillo que ha sido desdeñado para
elaborar tortillas a pesar de su buena calidad y se destina tan solo para
alimentación animal, abunda el maíz morado para antojitos. Los maíces rojos
se utilizan para fines ceremoniales en algunas poblaciones. No hay que dejar
de mencionar el maíz cacahuacintle para producir pozole o los elotes tiernos, el
maíz para la elaboración de tamales, palomitas, totopos, atoles, pinole,
panecillos y otros alimentos. El uso de la hoja de mazorca (totomoxtle) para la
preparación de tamales. De una plaga del maíz, el huitlacoche -Ustilagomaydis
- se ha enriquecido la cocina ya que se utiliza en varios guisos o el gusano
elotero que también es comestible.
 
Además, en las zonas rurales sigue siendo la base de la alimentación no
solamente de los habitantes, sino también de los animales por el uso integral
que realizan los campesinos con todos los subproductos del maíz.

Conclusiones

Hemos podido observar como a lo largo de la historia, el maíz ha sido


despojado de su esencia milenaria, de aquello que lo conforma
simbólicamente, ha sido desprestigiado para después ser reconocido por sus
cualidades alimenticias y económicas, pero ahora carece de significado, de
historia, de magia, de tradiciones y ritos. Alrededor de él se ha generado una
visión distinta, una visión mercantilista, económica y política. Ha servido para
el desarrollo del sistema mundial actual, lo ha legitimado y a la vez se ha
convertido en víctima del mismo. No conforme, el capital busca avasallar a
esas formas de vida que aún otorgan al maíz el respeto que merece, que aún
veneran y reconocen en él, un legado ancestral milenario, que saben que la
historia de ellos y del mundo no sería la misma sin el maíz.

¿Y cómo no habría de querer desaparecer a esas formas de vida? Si son la


resistencia ante un sistema homogéneo y hegemónico, son la historia
encarnecida que busca rescatar la vida y preservarla para el futuro.

El capitalismo ha encontrado en el maíz un elemento que lo ha ayudado a


conformarse como tal, pero también ve en él, una parte que le impide
realizarse por completo, es por eso que muestra tanto interés en
transformarlo, en desaparecer la otra cara del maíz que no es grata para el
sistema.

Con todo esto, el peligro de desaparecer las formas de vida tradicionales, son
inminentes. El capital encontró un elemento que constituye la base de la
cosmovisión y de la historia de muchos grupos étnicos actuales, que resisten
ante los embates de la modernización, sabe que modificando las estructuras en
torno al maíz, puede desaparecer a esas culturas minoritarias, que le impiden
su pleno desarrollo.

Detrás del discurso del progreso, de la solución a los problemas de insuficiencia


alimentaria, de la tecnología y la modernización, se esconde un ataque a las
culturas cuyo modo de vida no genera las ganancias que el capital requiere.
Alterar al maíz es alterar la vida de los grupos étnicos actuales, es transformar
su identidad, su cosmovisión, sus tradiciones, es borrar su historia, sus mitos,
su memoria. Desaparecer la parte simbólica del maíz es desaparecer la esencia
de los pueblos indígenas.

Ante esta reflexión, queda en evidencia la urgente necesidad de proteger,


preservar y resguardar el maíz. Como mexicanos debemos reforzar nuestra
identidad en torno a este preciado elemento y debemos entender los riesgos
que conlleva el dejarlo a expensas de una economía global. Para ello se
requiere una amplia campaña de información, así como actividades que
contribuyan a este objetivo.
Además se deben exigir reformas agrarias que beneficien al campo mexicano y
que fomenten el aumento de los niveles de producción no sólo del maíz, sino
de diversos cultivos, respetando siempre, el entorno ambiental, social y
cultural. Se debe fomentar la investigación científica y los proyectos de
preservación del germoplasma del maíz, atendiendo siempre a la premisa de
ser centro de origen del maíz. Está de más decir que proteger al maíz, implica
el retroceso de los transgénicos y reinstalar la moratoria, así como elaborar
leyes que se aseguren de resguardar nuestro patrimonio biológico y cultural.

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