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Esperanza Fruto de La Palabra
Esperanza Fruto de La Palabra
Su Santidad Juan Pablo II, nos insiste a ‘tiempo y a destiempo’ (San Pablo) que
volvamos a la lectura apasionada del Evangelio en especial y de las Sagradas
Escrituras en general.
Allí vamos a encontrar la fuerza de Cristo para luchar contra el desaliento y lograr
solucionar nuestros problemas y los de nuestra Patria.
Quizás algunos párrafos del libro ‘Testigos de Esperanza’ del Cardenal F. X Van
Thuan, nos ilumine en este sentido.
Esta realidad, fue la que ayudó al Cardenal Van Thuan, durante los 13 años de cárcel
y tortura, a superar la intensidad de sus sufrimientos. Como no tenía en su poder un
Evangelio, escribía los pasajes que recordaba en pequeños trozos de papel que se
pasaban luego, de mano en mano, a los demás misioneros para que los aprendieran
de memoria, logrando así que esta ‘maravillosa Presencia los inundara’.
Ya sabemos que en el camino se les acerca Jesús y conversa con ellos. Como no han
comprendido las escrituras, Él se las explica. Poco a poco recorre todos los textos que
han escuchado frecuentemente pero que no han retenido ni entendido.
Sorprendentemente estos hombres ven a Jesús pero no lo reconocen
Quizás podamos imaginar lo que sucede después, si nos ponemos en el lugar de los
discípulos.
Se han de haber preguntado: ¿Quién es esta persona que sabe tanto, que nos explica
con tanta claridad lo que no comprendemos y que es tan amable y paciente? ¿Quién
será?
A esta altura de los acontecimientos, ambos sentían un gran amor por este nuevo
amigo que se les había acercado, pero no se explicaban por qué.
Es que a Cleofás también le ardía el corazón y sentía un gran amor por este amable
personaje, que aceptó la invitación y entró con ellos a la casa.
Al tomar Jesús el pan, cada uno de los discípulos se han de haber preguntado: ¿pero
esas manos? ¿Qué me dicen esas manos?, entonces habrán recordado lo que los
apóstoles les habían contado acerca de aquella otra cena, del jueves anterior, en que
Jesús tomó el pan con ‘sus santas y venerables manos’, lo partió y lo dio a los
discípulos ‘Tomad y comed’...
Ahí en ese momento se les hizo la luz, ¡Pero si es Jesús!, ¡amado y Buen Jesús! Pero
ya era tarde, había desaparecido.
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Meditemos la Palabra
(Jn 1. 1. 4 . 14)
La Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios, en Ella estaba la Vida... y la
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Compromiso
Meditar la Palabra, que es Jesús entre nosotros, y hacer lo posible para que ella llegue
a los demás.
Proponemos algunas acciones concretas:
Invitar a las charlas que se realizan en las parroquias.
Regalar Evangelios a grandes y chicos, explicando su importancia en el hogar.
Dar sobre todo testimonio con nuestra vida de su contenido