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La Solidaridad

El hombre en este mundo no está solo, se reconoce y sabe quién es, cuando descubre
al ‘otro’. El ‘tú’, me hace ser ‘yo’ persona, que piensa y actúa, según las circunstancias
que le toca vivir en este mundo.

Cuando nos adherimos a los intereses o necesidades de los demás, ejercemos una
virtud llamada solidaridad. Una persona solidaria es aquella que no solamente se
muestra conforme con la actitud del otro, sino que participa en sus consecuencias.

El hogar constituye un medio natural para la iniciación del genero humano en esta
virtud; luego en el desarrollo de la vida, se van estableciendo intercambios solidarios
entre las personas. El trato con los demás nos lima y pule las aristas del ‘ego’ y nos
ayuda a ubicarnos en la sociedad.

El ‘ego’ en el ser humano es tan fuerte, que su desborde nos lleva al ‘egoísmo’. Esto
es un replegarse en sí mismo, sobre los intereses de los otros, lo cual impide compartir
las cualidades y afectos con el prójimo.

La solidaridad cristiana se basa en la ‘comunión de los Santos’: ‘si sufre un miembro


todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman
parte en su gozo’ (Corintios 12; 26, 27).

Esto nos demuestra que el menor de nuestros actos, hechos con amor repercute en
beneficio de todos. Es por eso que esforzándonos por llevar una vida solidaria al
servicio de los demás, lograremos desarrollar el amor al prójimo. Muchas veces nos
resultará difícil, pero es una virtud básica para la vivencia de nuestro cristianismo.

Para compartir

 ¿Nos cuesta ser solidarios? ¿Por qué?

Ante un hecho cualquiera

 ¿recurrimos al ‘no te metas’? Por pereza, por indiferencia, por rutina, para no
involucrarnos en algo nuevo.

 ¿Compartimos alegrías y tristezas o nos replegamos en nosotros mismos?

 ¿Estamos convencidos que la ‘unión hace la fuerza’?

Escuchemos la Palabra

‘Existe una solidaridad entre todas la criaturas, por el hecho de que todas tienen el
mismo Creador y que todas están ordenadas a su gloria’. (Catecismo de la Iglesia
Católica).

‘Dios creo en un principio todo el linaje humano’ (Hechos 7, 26)

‘El principio de solidaridad, expresada también con el nombre de ‘amistad’ o ‘caridad


social’, es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana’ (Catecismo de la
Iglesia Católica N° 1939)
Para reflexionar

Si recordamos que somos hijos de un mismo Padre ¿nos comportamos como


hermanos?, con los que no nos atraen, con los que piensan de otra manera, con los
de otras razas, con los de distintas culturas, etc., etc.

¿Trabajamos para ayudar a los más carenciados? ¿Cómo?

Tenemos presente que somos miembros del cuerpo místico rezando por el
Papa, la Iglesia, nuestro país, conocidos, desconocidos, etc., etc.

Salmo

¡Qué bueno y agradable que es que los hermanos vivan unidos!


Es como el óleo perfumado sobre la cabeza, que desciende por la barba – la barba de
Aarón – hasta el borde de sus vestiduras.
Es como el rocío de Hermón que cae sobre las montañas de Sión.
Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre

(Salmo 133 (132))


Recurso:

La revista Crecer Nº 20, año 2001, tiene un valioso material para profundizar el tema.
Así como el Cuadernillo Idea Fuerza 2001, Tiempo de Solidaridad, Tiempo de Servicio

Compromiso

Hacer un examen de conciencia para reflexionar como ejercemos nuestro espíritu


solidario. Proponemos gestos concretos de solidaridad

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