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‘PARADERO UNO €LSUJETO CHICHA = A este nifio nacido en 1986, en plena época de violencia politica, lo Hamaron Jackson Lee Wiracocha Charin. Hijo de cholo huancavelicano y de mulata chinchana que se co- nocieron en el Emporio Comercial de Gamarra cuando las bombas empezaban a derrumbar este pais y ambos eran ja- ladores de clientes. Eran los tiempos terribles de Alan Garcia y Abimael Guzman. El no pudo resistirse ante ese tono de piel acanelada y ella vio en él a un cholo power de “los que quedan pocos”. Entonces, cuando la hiperinflacién impedia ahorrar y los perros eran colgados en los postes de alumbra- do publico, se juntaron dos arboles frondosos con miiltiples raices para hacerse un solo arbol. Reynaldo, su padre, le puso Jackson como nombre en homenaje a Michael Jackson cono- cido como el Rey del Pop. No queria que pasara la vergiienza de Ilamarse Melanio, Tiburcio, Fortunato, Amancio, Orlando o Jacinto, como sus ancestros pucallpinos, o Nepomuceno, Teodomiro, Artidoro, Mauro, Wenceslao, Gervasio, Pedro 0 Celestino, como sus ancestros huancavelicanos. A Manuela, la madre, le correspondié elegir el segundo nombre: Lee, pues era fanatica de las peliculas de Bruce Lee y, ademas, tenia.un ancestro chino y otro japonés que habian dejado 51 como herencia genética los ojos rasgados en los miembros de las familias Harada Illescas y Li Torres, tios abuelos de Manuela. La nueva familia se instalé en el tercer sector de Villa El Salvador donde Jackson Lee crecié recibiendo la visita de tios y primos negros, indios, cholos, mulatos, “chinos” y blancos que veian cémo él era la sintesis de toda la familia y de todo el pais. Todos eran parte de la masa que se alimentaba en los comedores populares, que recibia donaciones de ropa, que no tenia jubilacién digna y que hacia largas colas para intentar, casi siempre en balde, ser atendido por el seguro social. Eran obreros de la construccién sin trabajo por la recesién, comerciantes empobrecidos por la inestabilidad econémica, profesores que ganaban un sueldo equivalente a ciento veinte dolares, despedidos de pequefias y medianas empresas quebradas, empleadas del hogar que ganaban el sueldo minimo, ambulantes que vendian toda clase de pro- ductos. Este nifio fue creciendo y reconociendo que tenia el cabello ensortijado igual que su tio Alfredo, quien le ensefid a bailar festejo; la nariz aguilefia como su tia Antonia, que tejia mantos multicolores, los ojos jaladitos parecidos a los de sus primos Jairo y William; que migraron al Japén donde trabajan de cocineros; la piel cobriza y el cuerpo de ropero de su padre, y, sorprendentemente, los ojos verdes que nadie sabia de donde habian salido. “No soy limonada, pero si soy chicha’”, les decia Jackson Lee a sus amigos del barrio, que como él también eran chi- chas, con los cuales estudié toda la primaria y parte de la se- cundaria. Todos, excepto John Wilson, eran genéticamente 52 chichas en el tercer sector de Villa El Salvador. Cholos cru- zados con chunchos, chinos mezclados con mulatos, zambos combinados con mistis, indios mixturados con todo y de to- das partes. Sin embargo, John Wilson, que habia llegado en una misién de los mormones a predicar la palabra del Sefior, era un converso, un hombre chicha desde el punto de vista cultural; tal vez el mas chicha de todos. Dejé de ser mormon por culpa de Valentina, quien licud su cerebro y amasé su cuerpo blanco. Se hizo devoto creyente de Sarita Colonia’ después de salvarse de un atentado terrorista. Valentina le ensefié a bailar al ritmo de la misica tropical andina; apren- dié con ella a comer el aeropuerto (plato bandera de la co- mida chicha); combiné en su vestir diversas ropas de varios estilos y de distintas procedencias; hablaba como la gente del barrio, a pesar de la interferencia del inglés. Ambos pa- searon en combis por los lugares mas alejados del centro y pelearon con choferes y cobradores de combis piratas. John decidié quedarse a vivir en Villa El Salvador cuando Sende- ro Luminoso cercaba Lima. Le encantaba la solidaridad de la gente pobre, la reciprocidad generosa del que tiene poco, la capacidad de sobrevivir con casi nada. Tenia que ser par- te del progreso de este pueblo antes que un funcionario en Nueva York, Eso —dijo— era darle sentido a la vida. Un dia Jackson Lee, igual que un quinto del total de peruanos, se fue del Pert y regres convertido en Norah Evans. Vestia como mujer, pero ain mantenia rasgos que denotaban su hombria. “Cuidado con alienarse en Italia’, le habia dicho su mejor amiga Cintia cuando él todavia no era ella. Jackson regresé al cabo de cinco afios —cuan- do Alberto Fujimori era el dictador del Peri y Vladimiro Montesinos presidia el poder factico de la corrupcion— con el cabello pintado de verde, con las pestafias postizas, con una falda pantalon arabe, con un rostro afinado por las ci- rugias, con un cuerpo voluptuoso, con un lenguaje sen- sualmente entonado, con un maquillaje que ocultaba los defectos de la cara y con una profesién técnica que lo o la hacia imprescindible en la empresa donde trabajaba. Y al mismo tiempo, volvié a las costumbres de sus padres, a las fiestas patronales, a la pollera y el manto, al quechua huancavelicano, a la mascara del baile y a cocinar con lefia y carbon. Jackson Lee se habia hecho de lo que heredo, de lo que quiso ser y de lo que pudo ser. Ahora es comin verlo con jean azul, zapatillas blancas, blusa rosada, sombrero ayacuchano y chaleco taquilefio, yendo a trabajar de lunes a viernes. Pero, cuando acaba la “chamba” —el viernes por la tarde—, Norah Evans aparece lista para abrir la peluque- ria Encantos. Entonces, usa lentes de sol, polleras de lujo, zapatos dorados, maquillaje de vedete, mantos punefios y sombrero huancaino. Sin lugar a dudas él 0 ella es uno de los personajes chichas mas cosmopolitas de Villa El Salvador. jCuantas identidades confluyen en Jackson Lee o en Norah Evans? Negros, blancos, orientales, indios, mestizos, mulatos, zambos, nisei, tusan y todas las combinaciones po- sibles. ;Cudntas capas de pintura identitaria ha soportado el actual territorio peruano? Caral, Chavin, Paracas, Vicus, Moche, Nasca, Tiahuanaco, Lima, Wari, Lambayeque, Caja- marca, Chachapoyas, Chincha, Chimi, Pachacamac e Inca fueron las culturas prehispanicas que intentaron imponer 54 su lengua y sus patrones culturales a las otras culturas en el vasto y riquisimo territorio peruano. Siempre es el ven- cedor el que impone su lengua y sus reglas. Después lle- garon los espafioles que ambicionaron hispanizar el Pera y no lo lograron debido a que los indios resistieron gracias a las fronteras naturales con climas dificiles. El mestizaje fue planteado, entonces, como un nuevo proyecto homogenei- zador que tampoco tuvo mucho éxito porque no todos nos consideramos mestizos y porque existen diversos tipos de mestizajes. A la saz6n, se agregé la cholificacién entendida como el proceso que representaba a la mayoria de los pe- ruanos que se supone somos cholos modernos. Finalmente, aparecié el fendmeno chicha cual huaico que ha caido como una nueva capa de pintura sobre (casi) todo el territorio pe- ruano. Cada capa de pintura en este mural llamado Pert nos prueba que nuestra identidad evoluciona y que, al mismo tiempo, permanece a pesar de los cambios. ¢Quién tiene la identidad en un mundo donde todos se reconocen como mestizos? ;Quién tiene la identidad en un.mundo donde todos estén mezclados con todos? ;Quién tiene la identidad en un mundo donde todos estén comu- nicados con todos a través del Internet o de los medios de transporte que nos permiten desayunar en Lima, almorzar en Cuzco y cenar en Piura el mismo dia? Para responder a estas preguntas nos basaremos en los planteamientos de Serge Gruzinski, quien, en su libro El pensamiento mestizo, distingue tres conceptos: mezcla, mestizaje y matriz cultu- ral. Estos conceptos son fundamentales para entender el fe- nomeno chicha que trasciende las mezclas y los mestizajes. La matriz cultural aglutina a varias culturas que tienen basicamente los mismos patrones culturales. Nos referimos, por ejemplo, a la matriz cultural occidental de la que forman parte espafioles, portugueses, ingleses, franceses, italianos o alemanes que, siendo diferentes, comparten los mismos postulados griegos, romanos, judeocristianos con los que ri- gen su accionar en el mundo. Para el caso peruano, podemos mencionar como ejemplo a los quechuas y aimaras que son cultural y lingitisticamente distintos, pero que comparten la misma matriz cultural andina, esto es, la misma cosmovi- sin heredada de las culturas prehispanicas. Y lo mismo se puede decir de las matrices culturales negra, oriental y me- dioriental que también estan presentes en el Peri y que en su interior son profundamente heterogéneas. Cuando dos personas pertenecientes a dos culturas distintas que forman parte de una misma matriz cultural se casan y tienen hijos, se produce una mezcla porque no se altera la matriz cultu- ral. Asi, el hijo de espafiol e italiano sigue siendo occidental por los cuatro costados como el hijo de aimara y quechua sigue siendo “indio” por donde se le mire. En cambio, si dos personas, pertenecientes a dos matrices culturales distintas, se casan y procrean hijos, estos seran mestizos porque afec- tan a las dos matrices culturales en juego. Asi, el hijo de es- pafiol y aimara o el hijo de japonés y negro tienen el mismo dilema del Inca Garcilaso de la Vega. & la cultura chicha? El mestizaje del mestizaje no tiene nombre definido. Usaremos el término chicha para designar- Jo. Por Jo tanto, la cultura chicha puede ser definida como una mezcla de mezclas, como una mezcla de mestizajes, 56 como un mestizaje de mezclas, como un mestizaje de mes- tizajes, como la articulacién de lo incompatible, como la fu- sién de lo que se repele, como lo discordante estructurado. Sin embargo, es importante subrayar que la cultura chicha se vincula mas con la matriz cultural andina que ha sido modificada por mezclas y mestizajes previos. Que una ma- triz sea heterogénea no implica su inexistencia o anulacién. En ese sentido, la identidad la tiene o el que sabe a qué ma- triz cultural pertenece o aquel que se identifica con una de las matrices culturales que lo constituyen. Una matriz cul- tural puede adaptarse a los nuevos tiempos sin dejar de ser esencialmente la misma. Es chicha aquel que genética y culturalmente tiene to- das las mezclas y todos los mestizajes posibles sin dejar de reconocer la matriz cultural andina como la principal y fun- damental. Chicha es una persona fuertemente influenciada por el desarrollo moderno sin que esto anule sus tradiciones locales, de manera que hablamos de continuas adaptaciones, transformaciones y recreaciones. El chicha sabe que la tni- ca forma de preservar sus costumbres o tradiciones es inte- grandolas a la “modernidad” de manera original y auténtica. : No es un melancélico que se resiste a mantener invariables sus tradiciones y objetos culturales; es mas bien consciente de que la tradicién tiene que ser cambiante para sobrevi- vir. En consecuencia, es alguien inmerso en la produccién industrial, electronica e informatica. Sin embargo, no todo migrante es necesariamente un hombre chicha como vere- mos mas adelante. La migracion es histérica en el Pert porque a la fuerza 0 por causas voluntarias grupos culturales migraron de una 57 region a otra. La cultura chicha, en cambio, es la manifes- tacién de un nuevo actor social que entra en escena en el Pert basicamente a partir de los afios cincuenta en pleno siglo veinte. Por lo tanto, el migrante no és igual al chicha. El sujeto migrante, del que hablaba el maestro Antonio Cor- nejo Polar, es como cualquier migrante de primera genera- cién, oscilante, escindido y melancdlico porque ha dejado un lugar para asentarse en otro; es bicultural y bilingiie o multilingiie y pluricultural si es que flucttia entre dos matri- ces culturales distintas; es desarraigado, disgregado, difuso, inestable, descentrado y conflictivo debido a que tiende a mantener las diferencias y promover las heterogeneidades; es aquel que comunica sus desgarramientos, nostalgias y triunfos a los amigos y parientes que se quedaron en el lugar de origen a donde intimamente anhela volver; es, en conse- cuencia, el primer estadio del hombre chicha. Los hijos de los migrantes son los hombres chichas por- que han superado ya los conflictos del migrante de mane- ra que son, mas bien, integradores, sincretizadores, agluti- nantes, amalgamadores de diferencias sin hacer que estas desaparezcan. El hombre chicha ha convertido el lugar de destino de los migrantes en el lugar donde surge la nueva cultura chicha. Ambos, el migrante y el chicha, son colecti- vos porque son el reflejo de una nueva cultura urbana y ru- ral al mismo tiempo. En consecuencia, chicha es un hombre de segunda o tercera generacién heredero de la migracién. Es chicha quien incrusta el mundo dentro de su propia cul- tura, quien transculturiza y no acultura. Siendo un integra- dor de tradiciones es a la vez un diferenciador que construye 58 su propia identidad personal y colectiva. El chicha no es un traidor, es mas bien alguien que crea vinculos entre esfe- ras culturales separadas, alguien que piensa en el futuro sin descuidar su historia y su memoria, alguien que conjuga el pasado con el presente, lo local con lo global. Ser llamado chicha puede ser hasta ofensivo dependien- do de quién lo diga y a quién se dirija porque el término tie- ne una connotaci6n despectiva; pero uno también puede ser y estar orgulloso de ser chicha si es que lo asume como una cultura nueva con valores nuevos. Ser chicha es,,en buena cuenta, ser bien peruano, y lo peruano es el resultado de la confluencia de varias matrices culturales previamente mez- cladas. Lo chicha es marginado por su origen andino, serra- no o cholo, por ser una practica cultural suburbana desliga- da de lo intelectual, de lo culto y hasta de lo civilizado. Ade- mas, hay que reconocer que la cultura chicha es una cultura hibrida siguiendo lo planteado por Néstor Garcia Canclini. Es hibrida, por su origen urbano-marginal, por la mezcla y desterritorializacién de elementos que antes estaban sepa- rados, por la creacion de nuevos géneros llamados impuros, por ser una cultura popular urbana que no se opone a lo rural debido a que, mas bien, promueve el tinkuy o encuen- tro de contrarios, porque los paradigmas son cuestionados constantemente a través de la irreverencia, por la migracién del capital simbdlico de manera que se generan nuevas es- tructuras culturales. Sin embargo, lo chicha promueve una hibridez que no se cierra en espacios propios o gettos. No estamos frente a una cultura fundamentalista que margina los otros espacios culturales, sino mas bien frente a una cul- tura que abre sus fronteras a la integraci6n. 59

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