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• DOCTRINA

• Diferencias en las agresiones deportivas entre las infracciones deportivas y la


actuación dolosa delictiva en el deporte
• 28/11/2022

• Magro Servet, Vicente

• Se analiza la situación que se está produciendo en algunas competiciones deportivas en torno a diferenciar y delimitar
las agresiones que se producen en encuentros deportivos y cuándo existe una infracción en el ámbito deportivo y
cuándo el hecho concreto podría llevar consigo una actuación dolosa en el terreno delictivo. Todo ello enlazado con el
actual texto de la Ley del deporte en trámite parlamentario actualizando la antigua y caduca Ley del deporte que se
actualiza con este texto.
I. Introducción

Existe un gran debate en la práctica deportiva con relación a dónde poder situar determinadas actuaciones que ocurren en
competiciones deportivas cuando existe un grave exceso por parte de uno de los contendientes a la hora de agredir a otro
contendiente y poder establecer bases diferenciadoras que delimiten lo que sería una mera infracción deportiva con la sanción
correspondiente en este ámbito, o cuándo el exceso determina la necesidad de analizar si la intención del autor de la agresión
fue llevada más con dolo de lesionar en el mero ámbito de la competición deportiva a sancionar dentro de las infracciones de
este ámbito.

Hay que tener en cuenta que no puede admitirse de forma tan tajante lo que algunos exponen que lo que se produce en el
terreno deportivo se debe quedar en ese ámbito. Esa máxima no puede asegurarse en modo alguno, por cuanto sería «encubrir»
un delito de lesiones bajo el «manto» o cobertura de una competición deportiva para delinquir. Y esto no constituye en modo
alguno una causa de exención de responsabilidad criminal. Al menos, el texto penal no configura la «competición deportiva»
como una exención de responsabilidad penal, ni existen lugares en donde se puede agredir con intención de lesionar de forma
clara, salvo que nos encontremos con modalidades deportivas que ya lo lleven consigo, porque, por ejemplo, en el boxeo, en
donde el enfrentamiento lo es para agredirse resulta evidente que el deporte consiste, precisamente, en la agresión, con lo que
si el enfrentamiento se desarrolla dentro de las reglas del juego y las marcadas por el árbitro está en el terreno deportivo.

Cuestión distinta sería, incluso, que en esta modalidad deportiva del boxeo uno de los contendientes burlare las reglas de juego
y fuera de las prevenciones y normas que existen y marque el árbitro arremetiere contra su opositor con intención clara de
lesionarle, o, incluso, algo más grave, por lo que en estos casos sí que tendría que responder ante la jurisdicción penal, por
cuanto ha habido exceso en la modalidad deportiva, y ya no podría utilizar el «salvoconducto» de la competición del boxeo
para escudarse en que se ha tratado de un encuentro deportivo.

Por todo ello, existe una indudable conexión entre las lesiones producidas en la práctica del deporte y la ilicitud penal cuando
la ilicitud deportiva y esta última exigen el análisis de la verdadera intención del autor de la infracción, para tratar de evaluar el
campo concreto donde debe resolverse la infracción que se ha cometido.

Resulta indudable en estos casos, que todo ello nos debe llevar a movernos en el ámbito de campo de la intención, ya que si
esta última tan solo se refiere a la de competir, nos encontraremos en la ilicitud deportiva, en el caso de infracciones en el
deporte, mientras que si se refiere a la de agredir con dolo, nos situaremos en el campo del derecho penal.

Y debemos hacer constar que no debe extrañar la posibilidad de que este segundo ámbito pueda aplicarse en el ámbito de la
competición deportiva, ya que, como decimos, en modo alguno puede suponer un paraguas, o excusa, bajo la que poder utilizar
el terreno deportivo para la comisión de ilícitos penales, cuando la intención es, precisamente, la de lesionar con dolo, a no
confundir con el mero contexto de la competitividad que lleva, a veces, a establecer excesos en la acción de los deportistas, aun
cuando de estos mismos se puedan desprender lesiones deportivas en otros competidores, pero no pueda exceder del ámbito
deportivo al penal, en donde es el dolo de lesionar el elemento determinante del trasvase del campo deportivo al derecho penal

Lo importante es delimitar que no es posible, de salida, excluir que pueda existir una derivación de responsabilidad penal en
eventos deportivos y acciones llevadas a cabo por un competidor frente a otro y que habrá que estar a cada caso concreto, a fin
de poder evaluar si puede ser objeto de sanción la acción en el terreno deportivo, o podría resultar «insuficiente» la misma en
esta vía sancionadora y las circunstancias del caso merecerían que la gravedad del caso tenga una debida respuesta en el campo
del derecho penal del que, ciertamente, hablamos del mismo bajo el prisma de la intervención mínima del derecho penal, pero
este concepto restrictivo de su utilización no puede, ni debe desconocer, que el derecho penal no puede permanecer ajeno a
hechos delictivos que pueden suceder en un terreno de juego, y sin que pueda ser utilizado este como «excusa» para llevar a
cabo conductas delictivas sobre las que fuera del mismo no habría duda alguna que se tratan de un delito de lesiones.

II. La protección de la salud de las personas y su integridad corporal dentro y fuera del terreno deportivo como bien
Diferencias en las agresiones deportivas entre las infracciones deportivas y la actuación dolosa
delictiva en el deporte (laleynext.es)

Las lesiones deportivas han sido calificadas como las grandes olvidadas del derecho
penal español, dentro del conjunto de aspectos violentos que rodean la práctica del deporte.
La legislación deportiva española no define expresamente cuándo la acción agresiva de un
jugador, acaecida en el transcurso de cualquier evento deportivo, debe ser merecedora de
reproche penal. Lo habitual es que esas actuaciones se castiguen sólo con sanciones
administrativo-deportivas.
 
Esto no significa que la impunidad campe a sus anchas por estadios y pabellones. La
jurisprudencia ha considerado reiteradamente que la presencia o no de animus
laedendi (intención de lesionar) es determinante a la hora de castigar penalmente, o no, las
lesiones producidas en el transcurso de cualquier partido.
 
La doctrina jurídica también se ha preocupado de la cuestión. Diversos estudios han tratado
de deslindar los aspectos de la actividad deportiva que deben someterse al derecho penal, de
los que han de permanecer ajenos al mismo. Las teorías al respecto se han agrupado en dos
grandes bloques: las que se basan en el consentimiento individual del deportista
lesionado y las que estiman que son fuentes ajenas a éste las que excluyen la punibilidad
del deportista agresor, siempre que no se superen ciertos límites.
 
El primer tipo de corrientes se fundamenta en
argumentos de carácter subjetivo. El deportista
lesionado participa voluntariamente en una actividad
que lleva aparejada cierto riesgo de lesión. Aquél
otorga su consentimiento y esa circunstancia justifica la
exclusión penal de las acciones fruto de la práctica
usual del deporte en cuestión. Sin embargo, habría que
matizar diciendo que el hecho de asumir el riesgo
propio de algunos deportes no significa hacerse cargo
de la lesión en sí misma, tal y como indica el profesor
José Manuel Ríos Corbacho.
 
 
Las tesis englobadas en el segundo grupo establecen que el estado, la legislación o la
sociedad son los encargados de excluir el reproche penal a los actos deportivos violentos,
siempre que éstos no vulneren el reglamento deportivo, lo socialmente aceptable etc.
 
En cualquier caso, ambas corrientes coinciden en admitir la no inclusión, en el ámbito
penal, de ciertas conductas deportivas violentas, a pesar de encajar en algunos tipos penales.
Igualmente, están de acuerdo en la existencia de límites que no pueden rebasarse, por ir más
allá del riesgo usual que supone la práctica deportiva.
 
La Ley del Deporte establece que los órganos disciplinarios competentes deben comunicar
al Ministerio Fiscal aquellas infracciones que pudieran revestir caracteres de delito o falta
penal. Por tanto, aunque no existe una regulación expresa en torno a este tipo de
comportamientos, ello no es óbice para que, en determinados casos, esas acciones se
subsuman en el tipo penal de lesiones.
 
La jurisprudencia ha abordado la cuestión en varias sentencias. A continuación,
enumeramos algunas de las más destacadas, recopiladas por Francisco Javier Cárdenas
Gálvez en el artículo “La responsabilidad penal por las lesiones deportivas”:
•Sentencia del Tribunal Supremo, de 1 de junio de 1951. Un jugador de un equipo de
fútbol propina una patada a otro del equipo rival, provocándole rotura de hígado y riñón.
El Alto Tribunal condenó al agresor por un delito de lesiones, al estimar que no existió
intención de jugar al balón cuando se produjo el acto.
•Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra, de 2 de mayo de 2002. Un delantero
de fútbol golpea a un defensa, para intentar zafarse del marcaje de éste. La Audiencia de
Navarra condenó al primero por un delito de lesiones, al entender que existió animus
laedendi.
•Sentencias de la Audiencia Provincial de La Rioja, de 8 de marzo de 2002 y de 8 de
septiembre de 2004. En ambos casos, se estimó la existencia de un delito de lesiones,
aunque los jugadores de fútbol intervinientes fueron absueltos, al considerarse estas
acciones simples lances en el desarrollo habitual de un partido.
 
Debe estarse, por tanto, al caso concreto para determinar la necesidad o no de recurrir a la
condena penal. Tengamos en cuenta que los principios que aplicamos al fútbol no pueden
ser los mismos que empleemos en deportes como el boxeo, por ejemplo. En casos en los
que el deportista actúe con animus laedendi, se cumplan los requisitos del delito de
lesiones regulados en el Código Penal y se trate de una acción “no legal” y fuera de los
límites de la deportividad, debería aplicarse la legislación penal, analizando
exhaustivamente el tipo de lesión, su intencionalidad o el resultado de la misma.
 
La conclusión más evidente que extraemos es la necesidad de una legislación más precisa,
que contemple expresamente los requisitos necesarios que debe poseer una acción deportiva
violenta, para ser merecedora de reproche penal. Se despejarían muchas dudas en un
ámbito, el deportivo, lleno de peculiaridades y especialidades desde el punto de vista penal.

Las lesiones deportivas y el derecho penal español - HayDerecho

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