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Importancia de establecer políticas de género que

contribuyan a legitimar una relación de igualdad en la


relación hombre mujer en las instituciones del estado
Las políticas de género constituyen un estímulo importante a la modernización y
democratización de los Estados. Es imposible pensar en políticas de género efectivas sin
la participación de las mujeres en el diseño y evaluación. Por otro lado, el carácter
multicausal de las desigualdades de género exige la elaboración de políticas integrales y
un esfuerzo de coordinación permanente entre los distintos sectores. No se puede, por
ejemplo, favorecer una mejor incorporación de la mujer en el mercado de trabajo y
desarrollo laboral, sin un esfuerzo mancomunado del Ministerio de Educación y el de
Trabajo, sin campañas comuni-cativas que cambien las representaciones sociales
asociadas a cada sexo, sin servicios de cuidado infantil y sin un cambio en la
organización de los servicios sociales. Y, finalmente, tampoco es posible su
incorporación equitativa sin la consulta a las mujeres trabajadoras en los distintos
espacios de negociación social.
¿Por qué son necesarias las políticas de género?
Todos los años en el mes de mayo en su mensaje al país el Presidente da cuenta de los
avances y propuestas del Plan de Gobierno. Forma parte del Plan de Gobierno un Plan
de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres vigente desde 1994, cuya finalidad es
asegurar que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y
participar en todos los espacios de la sociedad. Se trata de eliminar las barreras sociales,
económicas, políticas, legales y culturales de manera de asegurar las mismas
posibilidades de logros a ambos sexos. Asimismo, se busca favorecer un desarrollo más
integral de los hombres al propiciar una relación más íntima con sus próximos y su
incursión en espacios considerados tradicionalmente femeninos. En lo inmediato intenta
dar respuesta a las situaciones de desventaja evidente que sufren las mujeres, derivadas
de su posición y menor poder en la familia y la sociedad tales como la violencia
doméstica, las agresiones sexuales, la pobreza.
Sin embargo, aun en ausencia de políticas explícitas, el Estado siempre influye en las
formas en que se desarrollan las relaciones de género. Textos escolares, que en sus
mensajes asocian a las mujeres con unas pocas actividades sociales y profesionales,
generalmente menos valoradas, y a los hombres con un amplio abanico de realizaciones,
desaniman a las mujeres a incursionar en nuevas actividades porque las consideran
masculinas o creen tener menos habilidades para desarrollarlas.
El Estado tiene entonces la responsabilidad de elaborar en forma consciente y explícita
políticas de género para contrarrestar los efectos negativos de las fuerzas sociales,
culturales o del mercado que producen desigualdad entre los géneros y la mayor
exclusión social de las mujeres.
A través de la Unidad de Género se fortalecen las capacidades internas y nacionales en
materia de género y se apoyan iniciativas para generar análisis y respuestas específicas a
problemáticas del país que contribuyen a reducir las desigualdades y discriminación de
las mujeres, la violencia, la mortalidad materna, el embarazo adolescente, la
desprotección social, la baja participación en puestos de toma de decisión y la
desigualdad económica. Asimismo, se trabaja en dinamizar las políticas públicas que
respondan efectivamente a garantizar la transversalización de género en el Estado, en
cumplimiento con marcos internaciones asumidos por el país como la CEDAW y la
Agenda Global 2030. Se cuenta con un conjunto de iniciativas nacionales
implementadas con otras instituciones del Gobierno, entidades y agencias de las
Naciones Unidas, así como con la sociedad civil y el sector privado.
A continuación ofrecemos una lista de beneficios que tiene establecer políticas de
género que contribuyan a legitimar una relación de igualdad en la relación hombre
mujer en las instituciones del estado:
Mejora el rendimiento: Mejora el rendimiento: Alcanzar la igualdad de género en una
compañía es esencial, ya que mejorará su rendimiento y su imagen como marca, además
de elevar la moral de los empleados.
Incrementa las ganancias: Incrementa las ganancias: Las compañías que cuentan con
una mayor igualdad de género tienen un 15 % de probabilidades de ganar más que la
media de lo que ganan sus competidoras que tienen menos igualdad. Por tanto, la
igualdad de género beneficiaría a la empresa, pues aumenta sus opciones de mejorar su
productividad.
Aumenta los beneficios económicos: Aumenta los beneficios económicos: Cuando una
empresa goza de una mayor diversidad de género en puestos ejecutivos, obtiene
mayores beneficios. Según los datos, por cada 10 % de aumento en la diversidad de
género, el beneficio antes de intereses e impuestos es un 3,5 % mayor.
Favorece la toma de decisiones: Favorece la toma de decisiones: Contar con una
mayor igualdad de género siempre es beneficioso para una empresa, porque un equipo
variado llevará a la empresa a tomar decisiones más equilibradas y pensadas para todos
los sectores de la sociedad, cosa que siempre acabará reportándole beneficios a la
empresa.
Cuentan con puntos de vista más diversos: Las empresas con mayor diversidad de
género cuentan con puntos de vista más diversos, lo que ayuda a encontrar soluciones
más adecuadas para todos los colectivos, especialmente si se cuenta con igualdad de
género en el equipo directivo.
Potencia la imagen corporativa: Potencia la imagen corporativa: La igualdad de
género mejora la imagen de la empresa. La diversidad impulsa a tomar decisiones que
consideran sectores más amplios de la sociedad. Por ello, la imagen de la marca
resultará beneficiada y los clientes estarán más satisfechos4.
Aumenta la retención de cliente: Aumenta la retención de clientes: Cuanto mayor sea la
igualdad en la empresa, mayores serán las posibilidades de retener a los clientes con los
que ya cuenta.
Retener el talento: Ayuda a retener el mejor talento: Además de conservar a los
clientes, con una mayor igualdad de género se conserva, a su vez, a los empleados. Con
una mayor igualdad de género, el entorno laboral será más agradable y los empleados se
sentirán más cómodos en sus puestos. En este sentido, la empresa ahorra en los procesos
de contratación, ya que serán menos habituales, y podrá aprovechar ese dinero en
formar a los trabajadores, que no desearán tanto cambiar de compañía.
Favorece el buen clima laboral: Favorece el buen clima laboral: Una mayor diversidad
de género en el entorno laboral mejorará las relaciones entre los empleados y las
empleadas dentro de la empresa. Esto será bueno para el negocio, pues cuanta mayor
complicidad haya entre los empleados, mejor se tomarán las decisiones y más
beneficios reportará a la empresa. Asimismo, al mejorar las relaciones entre quienes
forman la plantilla, se favorecen las relaciones equitativas entre hombres y mujeres, lo
cual será positivo para el conjunto de la sociedad.
La igualdad de género favorece a toda la sociedad, incluidas las empresas. Ya no solo se
trata de una cuestión de valores, sino que, con una mayor equidad en la empresa, las
compañías mejorarán sus beneficios. Por tanto, alcanzar la igualdad de género es una
cuestión de gran importancia para los negocios.
Políticas públicas con perspectiva de género
Hacer políticas públicas con perspectiva de género significa, en primer lugar, favorecer
la organización y participación de las mujeres como sujetos sociales para asegurar que
sus puntos de vista sobre los distintos problemas públicos y sus demandas sean
considerados. La violencia que se ejerce contra la mujer no habría dado origen a una ley
sin la existencia de numerosas y diferentes mujeres organizadas, dispuestas a reconocer
y compartir sus experiencias de violencia, a superar sus efectos negativos y alentar a
otras a recorrer su propio camino. Resulta casi imposible pensar en políticas de cuidado
infantil sin la presencia de mujeres que afirmen su derecho al trabajo y denuncien la
doble jornada a la que están sometidas la mayoría de las trabajadoras. Tampoco es fácil
imaginar la presencia de más mujeres en política sin el apoyo mutuo entre ellas y sin la
presión sobre los partidos para acceder a lugares de decisión.
Hacer políticas de género implica reconocer el carácter sexuado de la realidad. Obliga a
autoridades y planificadores a preguntarse por la realidad de hombres y mujeres en el
momento de diseñar las políticas. Exige también anticipar los efectos que cualquier
política puede tener en las relaciones de género.
Hacer políticas de género significa realizar esfuerzos sistemáticos para redistribuir en
forma más justa los recursos entre hombres y mujeres a través de reformas legales,
programas y servicios. Significa estar atentos a un acceso más igualitario a los recursos
económicos, la educación, la cultura y la investigación. Y, asimismo, es necesario
asegurar una presencia paritaria de las mujeres en las organizaciones sociales y
políticas.
Hacer políticas de género le significa al Estado abordar problemas nuevos, como el de
la violencia, el embarazo adolescente, la jefatura de hogar femenina entre otros,
definirlos y buscar formas de solución a través de la ejecución de políticas específicas.
Orígenes y expresiones de la desigualdad
Las desigualdades entre hombres y mujeres se construyen en diferentes ámbitos sociales
y en las distintas instituciones. Las ideas y creencias sobre lo femenino y masculino, las
normas que regulan el comportamiento de hombres y mujeres, la división sexual del
trabajo, entre otras, intervienen en la construcción de las relaciones de género y
estimulan el desarrollo de rasgos psicológicos y sentimientos distintos en uno y otro
sexo. Por eso afirmamos que la realidad social es sexuada y que las experiencias de
hombres y mujeres los diferencian a lo largo de toda la vida.
Las desigualdades de género se expresan a nivel socioeconómico y cultural. A nivel
socioeconómico se manifiestan en la división sexual del trabajo, en las menores
oportunidades de las mujeres para acceder al mercado de trabajo, en la baja calidad de la
mayoría de los empleos femeninos y en la privación de bienes materiales indispensables
para llevar una vida independiente. Al mismo tiempo, las mujeres son constantemente
presionadas a interpretar y representar la realidad de la misma manera como lo hacen
los varones. Muchas se han visto obligadas a aceptar una decisión por no tener la
confianza suficiente para proponer una alternativa. Deben hacer más esfuerzos que los
hombres para ser escuchadas y valoradas. Son poco mencionadas en los discursos y sus
puntos de vista rara vez se reflejan en las producciones científicas y culturales. Son
menos invitadas a participar de debates públicos aun cuando cuenten con la calificación
necesaria. Pareciera ser que sólo los hombres fuesen capaces de moverse en los espacios
públicos. Por otra parte, las mujeres son tratadas con menos respeto; se asocia, por
ejemplo, lo femenino a lo débil y cobarde, se estimula la agresión sexual como muestra
de masculinidad y se acepta el acoso sexual. Estas formas de desigualdad constriñen la
libertad de acción de las mujeres y les dificulta una comprensión positiva de sí mismas.
Desde tiempos remotos las mujeres vienen resistiendo y transformando estas formas de
dominio. En las últimas décadas, asociadas entre sí han creado un nuevo discurso, han
elaborado nuevas demandas, han desplazado los límites de lo que se considera privado y
público, logrando que los problemas que se derivan de las relaciones de género sean
considerados públicos y objeto de políticas.

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