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CAPITULO XxxIV LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 1, EL SECRETO DE LA ACUMULACION ORIGINARIA Hemos visto como el dinero se transforma en capital, cémo gracias al capital se produce plusvalor y del plusvalor mas capital. Sin embargo, la acumulaci6n de capital presupone el plusvalor, el plusvalor, la produccién capitalista, y ésta, a su vez, la existencia de grandes masas de capital y fuerza de trabajo en manos de los productores de mercancias. Por tanto, todo este movimiento pare- ciera girar en un circulo vicioso, del cual sdlo salimos si suponemos una acumulacién “originaria”, previa a la acumulacién capitalista (“previous accumulation” como dice Adam Smith), una acumula- cién que no es resultado del modo de producci6n capitalista, sino su punto de partida. Esta acumulacién originaria desempefia en la economia poli- tica mds o menos el mismo papel que el pecado original en la teologia. Adan mordié la manzana, y con ello el pecado se apoder6 del género humano. Se explica su origen, contandolo como una anécdota del pasado. En tiempos muy remotos habia, de un lado, una élite labo- riosa, inteligente y ante todo ahorrativa y, del otro, una pandilla de descamisados y holgazanes que dilapidaban todo to que tenian y aun mas. Es cierto que la leyenda del pecado original teolégico nos cuenta como el hombre se vio condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente; en cambio, la historia del pecado original eco- nomico nos revela cOmo hay gente que no necesita sudar para lograrlo. Pero da lo mismo. Result6 asi que los primeros acumularon riqueza, y los mos no ¢ ron ente nada que vender salvo su propia piel. Y de este pecado original data la pobreza de las grandes masas que atin hoy, pese a todo su trabajo, no tienen nada que vender salvo a si mismas, y la riqueza de unos pocos, que crece constantemente, aunque éstos hace mucho que han dejado de tra- bajar. El sefior Thiers predica, por ejemplo, en defensa de la pro- priété (propiedad} esas insulsas nifierias a los otrora tan ingeniosos franceses, haciéndolo ademas con la seriedad y solemnidad del estadista. Pues, no bien entra en juego la cuestién de la propiedad, es una obligacién sagrada atenerse al punto de vista de la fabula infantil como la dnica correcta para todas las edades y niveles de desarrollo. Como se sabe, en la historia real el gran papel lo desem- CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 653 pefian la conquista, la subyugacion, el despojo, en una palabra, la violencia. En la economia politica, tan apacible, desde siempre imperé el idilio. El derecho y el “trabajo” fueron permanentemente los Gnicos medios de enriquecimiento, por supuesto, siempre a excepcién de “este afio”. En los hechos, los métodos de la acumulaci6n origi- naria son cualquier cosa menos OS. El dinero y la mercancia no son capital desde un comienzo, como tampoco lo son los medios de produccién y subsistencia. Re- quieren ser transformados en capital. Pero esta transformacién misma sdlo puede transcurrir bajo determinadas circunstancias que se reducen a lo siguiente: deben enfrentarse y entrar en contacto dos especies muy distintas de poseedores de mercancias, de una parte, los propietarios de dinero, de medios de produccién y de subsistencias, quienes pretenden valorizar la suma de valor de la que se han apropiado mediante la compra de fuerza de trabajo ajena; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, vendedores de trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que ni ellos mismos pertenecen directamente a los medios de produccién, como los esclavos, siervos, etc., ni tampoco los medios de produccién a ellos, como en el caso del campesino que produce de manera auténoma, etc., hallandose en cambio libres y desembarazados de esos medios. Con esta polarizacién del mercado de mercancias estan dadas las condiciones basicas de la produccién capitalista, La relacién capitalista presupone la escisién entre los obreros y la propiedad sobre las condiciones de realizacién del trabajo. No bien ya esté parada sobre sus propios pies la produccién capitalista, no solo conserva aquella escisién, sino que’ la reproduce en escala cada vez mayor. El proceso que crea la relacién capita- lista no puede ser, pues, otra cosa que el proceso de separacién del obrero con respecto a la propiedad de sus condiciones de trabajo; proceso que, de una parte, transforma en capital los medios de sub- sistencia y producci6n sociales y, de otra, convierte a los producto- res directos en obreros asalariados. La llamada acumulacion origi- naria no es, por tanto, otra cosa que el proceso histérico de escisién del productor y los medios de produccién, Aparece como “origina- ria”, porque constituye la prehistoria dei capitai y dei modo de pro- duccién correspondiente. La estructura econémica de la sociedad capitalista surge de la estructura econémica de la sociedad feudal. La disolucién de ésta ha liberado los elementos de aquélla. El productor directo, el obrero, s6lo pudo disponer de su persona cuando dejé de estar atado a la gleba y de ser siervo o vasallo de otra persona. Para convertirse en vendedor libre de su fuerza de trabajo, que lleva consigo su mercancia a todas partes donde ésta encuentra mercado, debié ademas emanciparse del dominio de los gremios, de sus ordenanzas sobre aprendices y oficiales y de las prescripciones 654 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL laborales restrictivas. Con ello, el movimiento histérico que transforma al productor en obrero asalariado aparece, de una parte, como su liberacién de la servidumbre y de la coercién gremial; y es sdlo este aspecto el que existe para nuestro historidgrafo burgués, Pero, de otra parte, estas personas recién liberadas slo se convierten en vendedores de si mismas después de habérseles arrebatado todos sus medios de produccién y todas las garantias de existencia que les ofrecian las viejas Instituciones feudales. La historia de esta expropiaci6n ha sido escrita en los anales de la humanidad con caracteres de sangre y fuego. Los capitalistas industriales, estos nuevos potentados, debieron, por su parte, desplazar no sélo a los maestros de los gremios, sino también a los sefiores feudales, quienes se encontraban en posesién de las fuentes de la riqueza. En este aspecto, su surgimiento se representa como el fruto de una lucha victoriosa contra el poder feudal y sus indignantes privilegios, asi como contra los gremios y las ataduras que éstos habian puesto al desarrollo libre de la produccion y a la explota- cién libre del hombre por el hombre. Sin embargo, los caballeros de la industria lograron desplazar a los caballeros de la espada sélo explo- tando sucesos en los cuales no les cabia participacion alguna. Ascen- dieron a través de medios tan innobles como aquellos que otrora permitieron al liberto romano convertirse en sefior de su patronus. El punto de partida del desarrollo que cre6é tanto al obrero asa- lariado como al capitalista fue la servidumbre del trabajador. El avance consistié en un cambio de forma de esta servidumbre, en la transformacion de la explotacién feudal en capitalista. Para com- prender su curso no necesitamos remontarnos muy atrds. Aunque en los siglos XIV y XV, en algunas ciudades del Mediterraneo encontra- mos ya, esporddicamente, los primeros inicios de la producci6n capita- lista, la era capitalista solo data del siglo XVI. Alli donde aparece hace ya tiempo que se ha abolido la servidumbre y que se ha eclipsado el aspecto mas brillante del medioevo, la existencia de ciudades soberanas. En la historia de la acumulaci6n originaria hacen época todos los cambios empleados como palancas por la clase capitalista en forma- y, sobre todo, aquellos Ss en que grandes masas son arrancadas siibita y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas —como proletarios plenamente libres— al mercado de trabajo. La expropiacién que despoja de la tierra al productor rural, al campesino, constituye la base de todo el proceso. Su historia adopta distintos matices en paises diferentes y recorre diversas etapas en secuencias y épocas historicas distintas. Sélo en Inglaterra, y es por eso que la tomamos como ejemplo, reviste la forma clasica'®*, ‘*? En Itatia, donde la produccién capitalista se desarrolla més tempranamente, ¢s también donde primero tiene lugar la disolucién de la servidumbre de Ia gleba. EI siervo se emancipa aqui antes de asegurarse algan derecho de antigtiedad sobre la tierra. Su emancipacién lo convierte de inmediato en proletario plenamente CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 655 2, EXPROPIACION DE LA POBLACION RURAL En Inglaterra, la servidumbre de hecho habia desaparecido a fines del siglo XIV. La inmensa mayoria de la poblacién'®” se com- ponia entonces, y atin mas en el siglo XV, de campesinos libres, econémicamente auténomos, sean cuales fueren los rétulos feudales que encubrian su propiedad. En las grandes haciendas sefioriales, el arrendatario libre habia desplazado al bailiff [baile], siervo él mismo en otros tiempos. Los asalariados agricolas se componian, en parte, de campesinos que valorizaban su tiempo libre trabajando para los grandes propietarios de la tierra, en parte, de una clase independiente, relativa y absolutamente poco numerosa, de obreros asalariados. Pero también estos ultimos eran, de hecho, al mismo tiempo, campesinos econémicamente aut6nomos, pues ademas de su salario recibian tierras de labor con una extensién de 4 y mas acres, y una cottage. Disfrutaban también, junto a los campesinos propiamente tales, del usufructo de las tierras de la comunidad, en las que pastaba su ganado ¥, que les proporcionaban a la vez el combustible: lefia, turba, etc'”', En todos los paises europeos, la producci6n feudal se caracteriza por la reparticién de la tierra entre el mayor nimero posible de campesinos vasallos. El poder del sefior feudal, como el de todo soberano, no se fundaba en la longitud de su registro de rentas, sino en el nimero de sus sibditos, y éste dependia de la cantidad de campesinos econémicamente auténo- libre, que ademas encuentra ya listos a sus nuevos amos en las ciudades procedentes, en su mayor parte, de la época romana, Cuando la revolucién en el mercado mundial" destruyera, a fines del siglo XV, la supremacia comercial del Norte de Italia, surgié un movimiento en sentido opuesto. Los obreros de las ciudades fueron empujados masivamente al campo y dieron alli un impulso nunca visto a la agricultura en pequefia escala, practicada segin las normas de la horticultura. ‘99 “Los pequefios propietarios, que labraban sus campos con sus propias manos y disfrutaban de un madesto bienestar... constituian entonces una parte de la nacién mucho més importante que ahora... No menos de 160.000 propietarios las, que con sus familias debian haber conformado ms de 1/7 de la poblacién total, vivian del cultivo de sus Pequefias fincas freehold” (freehold significa propiedad plenamente libre de la tierra). “El ingreso medio de estos pequefios propictarios 60 2 £70. Se caleulé que el numero de Personas que cultivaban su propia tierra era superior al de los arrendatarios de tierras ajenas” (Macaulay. History of England, 10° edicién, Londres, 1854, tl, pp. 333, 334). ‘Aun en el dltimo tercio del siglo XVII, 4/5 de ta poblacién inglesa era agricola (Lc., p. 413). Cito a Macaulay porque, en su calidad de falsificador sistematico de la historia, procura “podar” los hechos de esta naturaleza. "" Nunca se debe olvidar que incluso el siervo no s6lo era propietario —si bien sujeto al pago de tributo— de la parcela perteneciente a su ca también copropietario de la tierra comunal. “El campesino es” (en Silesia) “ Sin embargo, estos serfs [servos] poseen tierras comunales. “Hasta el momento no se ha podido inducir a los silesianos a repartir la tierra comunal, mientras que en la Nueva Marca apenas hay aldea en que esta particion no se haya ejecutado con el mayor éxito” (Mirabeau. De la Monarchie Prussienne, Londres, 1788, t.ll, pp. 125, 126). 656 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL mos'®?, Por eso, aunque después de la conquista normanda se dividié el suelo inglés en inmensas baronias, una sola de las cuales abarcaba a menudo 900 de los viejos sefiorfos anglosajones, estaba sembrado de pequefias parcelas campesinas, interrumpidas sélo aqui o alla por grandes haciendas sefioriales. Tales relaciones, junto al florecimiento simultdneo de las ciudades, caracteristico del siglo XV, permitian esa riqueza popular, tan elocuentemente descrita por el canciller Fortescue en su Landibus Legum Angliae, pero excluian la riqueza capitalista. E] preludio del cambio que establecié las bases del modo de produccién capitalista tuvo lugar en ej Gltimo tercio del siglo XV y los primeros decenios del siglo XVI. Una masa de proletarios plenamente libres fue Janzada al mercado de trabajo por la disolu- cién de las mesnadas feudales que, como sefialara acertadamente sir James Steuart, “en todas partes colmaban indtilmente casas y castillos”"93!, Aunque el poder real —producto del desarrollo burgués— en su aspiracién de alcanzar la soberania absoluta aceleré violentamente la disolucién de esas mesnadas, no fue en modo alguno la causa tnica de ésta, Mas bien, el gran sefior feudal, en obstinado conflicto con el rey y el Parlamento, creé un proletariado incomparablemente mayor, al expulsar violentamente al campesinado de la tierra pobre sobre la cual éste poseia el mismo titulo legal feudal que aquél y usurpar las tierras comunales. En Inglaterra, el impulso directo para ello lo dio el auge de la manufactura lanera flamenca y el correspondiente aumento de los precios de la lana. La vieja aristocracia feudal habia sido devorada por las grandes guerras feudales; la nueva aristocracia era hija de su época, para la cual el dinero era el poder de todos los poderes. Transformar la tierra de labor en pastizales era, pues, su consigna. Harrison en su Des- cription of England. Prefixed to Holinshed’s Chronicles resefia como arruinaba al pais la expropiacién de los pequefios campe- sinos. “What care our great incroachers!” [iQué les importa a nuestros grandes usurpadores!] Las viviendas de los campesinos y las cottages de los obreros eran demolidas violentamente o entregadas alar “Si se comparan” —dice Harrison— “los mas viejos inventarios de cualquier finca sefiorial, se descubriré que han desaparecido innumerables casas y pequefias parcelas campesinas, que la tierra alimenta a mucho menos gente, que numerosas ciudades se han arruinado, aunque florecen algunas nuevas... Podria contarles de ciudades y aldeas destruidas para convertirlas en pastizales para ovejas y donde s6lo quedan las casas sefioriales.” ‘8? Japon, con su organizacién puramente feudal de la propiedad de la tierra y su desarrollada economia de pequefios campesinos, proporciona un cuadro mucho més fiel del medioevo europeo que todos nuestros libros de historia, dictados la mayoria de las veces por prejuicios burgueses. Es demasiado cémodo, sin duda, ser “liberal” a costa de la Edad Media. CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 657 Las quejas de aquellas viejas crénicas son siempre exageradas, pero describen con exactitud la impresién causada en los hombres de la época por la revolucién en las relaciones de produccién. Una comparacién entre los escritos del canciller Fortescue y los de Tomas Moro ilustra el abismo entre el siglo XV y el XVI. La clase trabajadora inglesa se precipité, sin transicién alguna, como acerta- damente dice Thornton, de su edad de oro a la de hierro. La legislacion se aterrorizé ante esa transformacién. No se en- contraba atin a esa altura de la civilizacién, en la cual la wealth of the nation [riqueza de la naci6n], o sea, la formacién de capital y la brutal explotacién y el empobrecimiento de las masas popu- lares se considera como la Ultima Thule de toda sabiduria politica. En su historia de Enrique VII, Bacon sefiala: “En aquel tiempo” (1489) “aumentaron las quejas contra la transformacion de la tierra de labor en pastizales” (para cria de ovejas, etc.), “facilmente vigilables por unos pocos pastores; y los predios arrendados temporal, vitalicia y anualmente” (de los que vivia gran parte de los yeomen) “eran convertidos en dominios sefioriales. Esto condujo a una decadencia del pueblo y, como causa de ello, a la decadencia de ciudades, iglesias, diezmos.. Fue sorprendente la sabiduria mostrada en aquella época por el rey y el Parlamento en la cura de esos males... Tomaron medidas contra esas usurpaciones despobladoras de las tierras comunales (depopulating inclosures) y contra los pastizales despobladores (depopu- lating pasture) que les segufan de cerca”. Un acta de Enrique VII, 1489, cap. 19*, prohibié la demolicién de toda casa campesina a la que pertenecieran por lo menos 20 acres de tierra. En un acta 25 Enrique VIII** se reitera la misma ley. Se establece, entre otras cosas, que “muchos predios arrendados y grandes rebafios de ganado, principalmente ovejas, se acumulan en pocas manos, por lo que han aumentado considerablemente las rentas y disminuido mucho los cultivos (tillage), se han demolido iglesias y casas, y enormes masas populares han sido privadas de los medios para mante- nerse a si y a sus familias”. La ley ordena, por eso, la reconstruccién de las fincas deterio- radas, establece cul debe ser la proporcién entre la tierra cerealera y la de pastos, etc. Un acta de 1533 se queja de que algunos pro- pietarios poseen 24.000 ovejas y restringe su numero a 2.000'°. Tanto las quejas populares como la legislacién promulgada desde Enrique VII contra la expropiacién de los pequefios arrendatarios y los campesinos, que perduré durante 150 ajios, fueron igualmente indtiles. El secreto de su ineficiencia nos lo revela, sin saberlo, Bacon. * O sea, se refiere al acta promulgada en 1489, —Ed. ** © sea, un acta promulgada en el vigésimo quinto afio del reinado de Enrique VIII. —Ed. | 3 En su Utopia, Tomés Moro habla de un extrafio pals en donde “las ovejas devoran a los hombres” (Utopia, traduccién de Robinson, ed. Arber, Londres, 1869, p. 41). 42-0625 658 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL “BI acta de Enrique VII" —sostiene en sus Essays, civil and moral, seccién 29— “era profunda y digna de admiracién, pues establecia la existencia de fincas y casas turales de determinada medida normal, esto es, les asignaba una proporcién de tierra que les permitia traer al mundo sibditos en una plenitud satisfactoria, y no en condicién servil, y conservar el arado en manos de propietarios y no de jornaleros (to keep the plough in the hand of the owners and not hirelings).”'** Lo que requeria el sistema capitalista era, inversamente, un estado servil de las masas populares, su transformacién en jornaleros y la conversion de sus medios de trabajo en capital. Durante este periodo de transici6n, la legislacién procuré también mantener los 4 acres de tierra junto a las cottages del asalariado rural, y le prohibié a éste que recibiera a inquilinos en su cottage. Aan en 1627, bajo Carlos I, Roger Crocker de Fontmill fue condenado por haber construido una coftage en su finca de Fontmill sin asignarle los 4 acres de tierra como anexo permanente; y en 1638, bajo Carlos I, se nombré una comisién real con la misién de imponer el cumplimiento de las viejas leyes y, en particular, la ley de los 4 acres; incluso Cromwell prohibié la construccién de casas en 4 millas a la redonda de Londres si no se las dotaba de 4 acres de tierra. Todavia en la primera mitad del siglo XVIII se formulaban quejas si la coftage del obrero rural no tenia una dependencia de 1 a 2 acres, En la actualidad, el obrero rural se considera afortunado si su casa esta dotada de una huertecilla o si, lejos de ella, puede alquilar un par de varas de tierra. “Los terratenientes y los arrendatarios” —dice el Dr. Hunter— “actéan aqui conjuntamente, Unos pocos acres junto a la coftage convertirian al trabajador en una persona demasiado independiente.”"™ ‘9 Bacon expone el vinculo existente entre un campesino libre y acomodado y una buena infanteria. “Era extremadamente importante para el poderio y la solidez del reino tener fincas arrendadas de una extensién suficiente para mantener a todos los hombres hdbiles exentos de penurias y relacionar gran parte de las tierras del reino a su posesién por la yeomanry, es decir, por personas de situacién intermedia entre los nobles y los coftagers y peones.., Pues la opinién general entre las personas mas competentes en las artes de la guerra... es que la fuerza principal de un ejército consiste en la infanteria 0 soldados de a pie. Y para conformar una buena infanteria se requiere gente que no haya crecido en condiciones serviles o indigentes, sino libres y acomodadas. Por eso, cuando un Estado se distingue mas que nada por sus nobles y gentilhombres, mientras que los campesinos y labradores quedan reducidos a simple mano de obra o braceros agricolas, o incluso a cottagers, esto es, a mendigos hospedados, ese Estado podrd tener una buena caballerfa, pero nunca una buena infanteria... Ello se ve en Francia, en Italia y en algunas otras comarcas extranjeras donde en los hechos todos son o nobles o campesinos pobres... hasta tal punto que esos paises se ven obligados a emplear bandas mercenarias de suizos o similares para constituir sus batallones de infanteria: de donde se desprende también que estas naciones cuentan con mucha poblacién, pero con pocos soldados” (The Reign of Henry VII etc. Verbatim Reprint from Kennet’s England, edited 1719, Londres, 1870, p. 308). Dr. Hunter, Lc., p. 134. “La cantidad de tierra asignada” (por las viejas leyes), “seria considerada hoy como excesiva para el trabajador y serviria més bien para convertirlo en pequefio arrendatario” (George Roberts. The Social History of the People of the Southern Counties of England in Past Centuries, Londres, 1856, p. 184). CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 659 En el siglo XVI, la Reforma y, como consecuencia de ella, el colosal despojo de los bienes eclesidsticos, brindaron un nuevo y te- rrible impulso al violento proceso de expropiacién de las masas popu- lares. En la época de la Reforma, la Iglesia Catélica era propietaria feudal de una gran parte de las tierras inglesas, La supresién de los monasterios, etc., lanz6 a sus habitantes al proletariado. Las pro- pias fincas eclesiasticas fueron, en su mayor parte, regaladas a los rapaces favoritos del rey 0 vendidas por un precio irrisorio a arren- datarios y especuladores urbanos, los cuales expulsaban masiva- mente a los antiguos usufructuarios de subtenencias hereditarias, unificando sus predios. Fue abolido tacitamente el derecho, legal- mente garantizado, de los campesinos empobrecidos a una parte del diezmo eclesidstico'™. “Pauper ubique jacet”'™!, exclamé la reina Isabel al concluir una gira por Inglaterra, En el cuadragésimo tercer afio de su gobierno, finalmente, se impuso la necesidad de reconocer oficialmente el pauperismo, introduciéndose el impuesto de benefi- cencia. “Los autores de esta ley estaban avergonzados de formular sus motivos por lo cval, en contra de toda tradicién, fue promulgada sin preamble [preémbulo] al- guno.”" Por 16 Carlos I, 4*, se establecié la perpetuidad de dicha ley y, en los hechos, s6lo en 1834 se adopté una nueva forma aan mas rigida'*’. Estos efectos directos de la Reforma no fueron los '85 “BI derecho de los pobres a participar del diezmo eclesistico estd establecido por los antiguos estatutos” (Tuckett, l.c., v. Il, pp. 804, 805). 186 William Cobbett. A History of the Protestant Reformation, § 471, * O sea, la cuarta de las actas promulgadas en el decimosexto afio del reinado de Carlos 1. —Ed. ‘87 El “espfritu” protestante se infiere, entre otras cosas, de lo siguiente. En el sur de Inglaterra, terratenientes y arrendatarios acomodados realizaron un concilidbulo y formularon 10 preguntas acerca de la interpretacién correcta de la ley de beneficencia de Isabel, interrogantes que sometieron al dictamen de un renombrado jurista de la época, Sergeant Snigge (luego juez, bajo Jacobo 1). “Novena pregunta: algunos de los arrendatarios més acomodados de la parroquia han elaborado un inteligente plan de como evitar toda confusion en la ejecucion de la ley. Proponen la construccion jan en la parroquia. A todos los pobres que se opongan a dejarse prisién se les negar el soc Luego, se anunciaré al que cualquier persona dispuesta a tomar en arriendo a pobres de esta parroquia presente en determinada fecha una oferta sellada, al precio mas bajo por el cual los retiraria de nuestras manos. Los autores de este plan suponen que en los condados vecinos hay personas reacias a trabajar y carentes de fortuna o crédito como para tomar en arriendo un predio o adquirir un barco, pudiendo asi ir sin trabajar (so as to live without labour). Estas personas debieran ser jadas a efectuar proposiciones muy ventajosas a la parroquia. Si, ocasionalmente, un pobre pereciera bajo la tutela del contratista, el pecado recaeria sobre éste, pues la parroquia habria cumplido su deber con respecto de los pobres. Sin embargo, tememos que el acta actual no permite tomar medidas prudentes (prudential measures) de este tipo; pero usted debe saber que el resto de los freeholders {propietarios libres} de este condado y de los condados vecinos se uniré 8 nosotros para incitar a sus representantes en la Cémara de los Comunes a presentar un aur 660 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL mas importantes. La propiedad eclesidstica constituia el bastion reli- gioso de las relaciones tradicionales de propiedad de la tierra. Con el derrumbe de aquélla, éstas ya no podian mantenerse en pie! Ain en los iltimos decenios del siglo XVII, la yeomanry, el campesinado independiente, era mas numerosa que la clase de los arrendatarios. Habian constituido la fuerza principal de Cromwell y se distinguian ventajosamente, como reconoce el propio Macaulay, de los merdosos hidalgos borrachos y sus sirvientes, los curas rura- les, que debian casar a la “moza favorita” del sefior. Aun los asa- lariados rurales mismos eran copropietarios del dominio comunal. En 1750, aproximadamente, la yeomanry'®° habia desaparecido, y en los altimos decenios del siglo XVIII se habian eliminado las iltimas huellas de la propiedad comunal de los’ campesinos. Prescindimos aqui de los resortes puramente econdmicos de la revolucién agri- cola. Consideramos sélo sus medios violentos. Bajo la restauracién de los Estuardos, los terratenientes ejecu- taron de manera legal una usurpacién que en el continente se realizé, por todas partes, sin formalidades legales. Suprimieron el régimen feudal de tenencia de la tierra, es decir, abolieron sus deberes proyecto de ley que permita aplicar la reclusion y los trabajos forzados a los pobres, de modo que cada persona que se oponga a la reclusién sea privada del derecho de recibir el socorro. Esto —asi esperamos— hard desistir a personas en la miseria a reclamar socorros (will prevent persons in distress from wanting relief)" (R. Blakey. The History of Political Literature from the Earliest Times, Londres, 1855, v. II, pp. 84, 85). —En Escocia, la abolicién de la servidumbre tuvo lugar varios siglos después que en Inglaterra. Todavia en 1698, Fletcher de Salton declaraba en el Parlamento escocés: “El numero de los mendigos se calcula en Escocia en no menos de 200.000. El inico remedio que yo, republicano por principio, puedo proponer consiste en restaurar el antiguo régimen de servidumbre convirtit todos aquellos que sean incapaces de proveerse su propia subsisten similar sostiene Eden, 1.c., libro 1, cap. I, pp. 60, campesinos data el pauperismo... Las manufacturas y el comercio son los verdaderos padres de los pobres nacionales”. Eden, como aquel escocés, republicano por Principio, sélo se equivoca en que no fue la abolicién de la servidumbre, sino la en proletario y, dado el caso, en indigente—. A las leyes de beneficencia en Inglaterra corresponde i Ja expropiacién se realizé de otra manera, la ordenanza de 1566, y edicto de 1656. El sefior Rogers, aunque era en aquel entonces profesor de economia politica en la Universidad de Oxford, sede de la ortodoxia protestante, destaca en su introduccién a la History of Agriculture la pauperizacién de las masas populares como consecuencia de la Reforma. "8 4 Letter to Sir T. C. Bunbury, Brt.: On the High Price of Provisions. By a Suffolk Gentleman, Ipswich, 1795, p. 4. Incluso el fandtico defensor del sistema de arrendamiento de grandes fincas, el autor [J. Arbuthnot] de Ia Inquiry into the Connection of Large Farms etc, Londres, 1773, p. 139, observa: “Lo que més deploro es la pérdida de nuestra yeomanry, de ese conjunto de hombres que realmente mantenia en pie la independencia de esta nacidn; y lamento ver que sus fincas —hoy en manos de lores monopolizadores— se arriendan a pequeflos granjeros, quienes mantienen sus predios en condiciones tales que son poco menos que vasallos listos para comparecer a la primera orden en cualquier circunstancia adversa. CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 661 tributarios para con el Estado, “indemnizaron” a éste mediante impuestos sobre el campesinado y las demas masas populares, reivindicaron la propiedad moderna sobre fincas de las que sdlo posefan un titulo feudal y; finalmente, impusieron esas leyes de asentamiento (laws of settlement) que, mutatis mutandis [con los cambios correspondientes], operaron sobre los campesinos ingleses como el edicto del tartaro Boris Godunov sobre el campesinado ruso!l!95), La “Glorious Revolution” (Revolucién Gloriosa)!'%! Ilevé al poder, con Guillermo III de Orange”, a los terratenientes y capi- talistas productores de plusvalor, Ellos consagraron la nueva era realizando en escala colosal el robo de dominios fiscales, perpe- trado hasta el momento en dimensiones modestas. Estas tierras eran regaladas, vendidas a precios irrisorios 0 bien anexadas por usurpa- cién directa a fincas privadas””', Todo esto ocurria sin que se observaran en lo mas minimo las formas legales. El patrimonio estatal, apropiado de manera tan fraudulenta, mas el despojo de las tierras eclesidsticas, en la medida en que éstas no se habian perdido nuevamente durante la revolucién republicana, constituyen las bases de los actuales dominios principescos de la oligarquia inglesa”?, Los capitalistas burgueses favorecieron las operaciones, entre otras razones, para convertir la tierra en un articulo puramente comer- cial, expandir el territorio de la gran produccién agricola, incre- mentar la afluencia de proletarios plenamente libres del campo, etc. Ademés, la nueva aristocracia terrateniente era aliada natural de la nueva bancocracia, de las altas finanzas acabadas de salir del huevo, y de los grandes manufactureros, apoyados en aquella época en los aranceles proteccionistas. La burguesia inglesa actuaba en defensa de sus intereses tan correctamente como los ciudadanos suecos, los cuales, a la inversa, lo hacian mano a mano con su aliado econé- 2 Acerca de la moral privada de este héroe burgués préstese atencién, entre otras cosas, a lo siguiente: “La gran donacién de tierras a Lady Orkney en Irlanda, en 1695, es una prueba pablica del afecto del rey y de la influencia de la dama.. Los preciosos servicios de Lady Orkney, segin se supone, consistian en foeda lablorum ministeria {sacios servicios labiales}” (En la Sloane Manuscript Collection, gue se conserva en el Museo Briténico, Ne 4224. El manuscrito se tkula The character and behaviour of King William, Sunderland etc. as represented in Orlginal Letters to the Duke of Shrewsbury from Somers, Hallfax, Oxford, Secretary Vernon, etc. Esté lleno de datos curiosos.) 201" «La ilegal alienacion de fincas de la Corona, en parte vendidas y en parte regaladas, constituye un capitulo escandaloso de la historia inglesa... un fraude Bigantesco a la nacion (gigantic fraud on the nation)" (F. W. Newman. Lectures ‘on Political Economy. Londres, 1851, pp. 129, 130). (Véase detalladamente en IN. H. Evans.] Our old Nobility. By Noblesse Oblige, Londres, 1879 cémo tomaron el control de sus propiedades ios grandes terratenientes ingleses de la actualidad. —FE| 262 Léase, por ejemplo, el panfleto de E. Burke!’®”! sobre la casa ducal de Bedford, cuyo vastago es lord John Russell, “the tomtit of liberalism” [el reyezuclo del liberalismo]. 662 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL mico, el campesinado, ayudando a los reyes a recuperar por la vio- lencia, del control de la oligarquia, las fincas de la Corona (desde 1604, y luego bajo los reinados de Carlos X y Carlos XI). La propiedad comunal —absolutamente distinta de la propiedad estatal que acabamos de examinar— era una institucién germanica antigua que subsistia bajo el alero de la feudalidad. Hemos visto cémo la violenta usurpacién de la misma, la mayoria de las veces acompafiada por la transformaci6n de tierras de labor en pastizales, se inicia a fines del siglo XV y se prolonga en el XVI. Pero en ese lapso el proceso se realiz6 como acciones de violencia individuales contra las cuales la legislacién luché en vano durante 150 aifios. El progreso obtenido en el siglo XVIII se revela en que la ley misma se convierte en vehiculo del robo de las tierras del pueblo, aunque los grandes arrendatarios empleen, a la par, sus métodos privados menores e independientes”. La forma parlamentaria que adquiere el despojo es la de las Bills for Inclosures of Commons (Leyes para el cercamiento de la tierra comunal], en otras palabras, decretos por medio de los cuales los terratenientes se regalaban a si mismos, como propiedad privada, las tierras del pueblo, decretos expropiatorios del pueblo. Sir F. M. Eden refuta su propio y astuto alegato abogadil —en que procura presentar la propiedad comunal como propiedad privada de los grandes terratenientes que han ocupado el lugar de los feuda- les— al exigir una “ley general parlamentaria para el cercamiento de las tierras comunales”, 0 sea, reconoce que se requiere un golpe de Estado parlamentario para convertir dichas tierras en propiedad privada; y de otra parte, empero, demanda de los legisladores una “indemnizacién de pérdidas” para los pobres expropiados’™’. Cuando el lugar de los yeomen independientes fue ocupado por tenants-at-will, pequefios arrendatarios que podian ser desalojados al cabo de un ajio, ese grupo servil y dependiente de la arbitrariedad del terrateniente, el despojo sistematico realizado contra la propiedad comunal, junto al robo de los dominios estatales, ayud6é a formar, en particular, los grandes predios arrendados que en el siglo XVIII se denominaban fincas de capital” o fincas de comerciantes’”® a la poblacién rural en proletariado disponible para la industria. 203 “Los arrendatarios prohiben a los coftagers [inquilinos] mantener ninguna criatura viva, excepto ellos mismos, bajo el pretexto de que si criasen ganado o aves robarian forraje de los graneros. Dicen, también: mantened pobres a los cottagers y los mantendréis laboriosos. La razén real consiste, sin embargo, en que asi los arrendatarios usurpan plenamente el derecho sobre las tierras comunales” (A Political Inquiry into the Consequences of Enclosing Waste Lands, Londres, 1785, p. 75). 208 Eden. Lc. Prefacio, [pp. XVII, XIX]. ™8 Capital farms (Two Letters on the Flour Trade and the Dearness of Corn. By a Person in Business, Londres, 1767, pp. 19, 20). 26 Merchant farms (An Inquiry into the Present High Prices of Provisions, Londres, 1767, p. 111, nota). El autor de este buen escrito, publicado anénimamente, fue el Reverendo Nathaniel Forster. CAPITULO XXIV. LA ASL LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 663 Sin embargo, el siglo XVIII todavia no comprendié tan bien como el XIX la identidad existente entre riqueza nacional y pobreza del pueblo. De ahi la virulenta polémica desarrollada en la literatura econémica de aquella época sobe el inclosure of commons [cerca- miento de tierras comunales]. Del inmenso material que tengo ante mi, presentaré algunos pocos pasajes en los que se ilustra de una manera muy viva la situacién. “En muchas parroquias de Hertfordshire” —escribe una pluma indignada— “24 predios arrendados, los que contaban en promedio $0-150 acres, han sido redu- cidos a tres.”°” “En Northamptonshire y Lincolnshire, el cercamiento de las tierras comunales se ha efectuado en gran escala, y !a mayoria de los nuevos sefiorios sur- gidos de los cercamientos se han transformado en praderas; a causa de ello, muchos sefiorfos que antes cultivaban 1.500 acres ni siquiera tienen 50 acres arados... Ruinas de viviendas, graneros, establos, etc.” son las huellas dnicas de los habitantes de antafio. “Cien casas y familias se han reducido, en algunos lugares... a 8 6 10... En la mayoria de las parroquias donde el cercamiento sdlo tuvo lugar hace 15 4 20 afios, los terratenientes son muy pocos en comparacién con el nimero de los que cultiva- ban la tierra en el régimen de campo abierto. No es nada exraordinario ver como 46 5 ricos ganaderos usurpan sefiorfos recién cercados, que antes se encontraban en manos de 20 a 30 arrendatarios y de otras tantos pequefios propietarios e inquili- fos. Todas ellos y sus familias han Sido expulsadas de su propiedad, junto a muchas otras familias a ias que daban ocupacién y mantenian.” Los terratenientes vecinos no s6lo anexaban tierras baldias bajo el pretexto de cercamiento, sino, a menudo, tierras arrendadas por un cierto pago a la comuna 0 cultivadas comunalmente. “Hablo aqui del cercamiento de campos y tierras abiertos ya cultivados. Incluso los autores que defienden los inclosures reconocen que éstos incrementan el mono- polio de las grandes fincas, elevan el precio de los medios de vida y producen des- poblacion... y aun el cercamiento de tierras baldias, como el que se efectia en la actualidad, arrebata a los pobres una parte de sus medios de subsistencia y acre- cienta fincas que ya son demasiado grandes."" “Cuando la tierra” —dice el Dr. Price— “cae en manos de unos pocos grandes arrendatarios, los pequefios” (denominados por é1 antes como “una multitud de pequeiios propietarios y arrenda- tarios, que se mantienen a si mismos y a sus familias con el producto de la tierra que cultivan y con las ovejas, aves, cerdos, etc. que apacientan en las tierras comu- nales, de tal modo que casi no tienen necesidad de comprar medios de subsistencia”) “se convierten en personas que deben ganarse el sustento trabajando para otros y estan obligados a recurrir al mercado en procura de todo lo que necesitan... Tal vez se realice més trabajo, porque hay més compulsién en tal sentido... Creceran las ciudades y las manufacturas porque més gente, en busca de ocupacion, se vera empujada hacia ellas. Esta es la direccién en que opera, en forma natural, fa con- centraci6n de las fincas y en que efectivamente ha operado, desde hace muchos aiios, en este reino, 27 Thomas Wright. A Short Address to the Public on the Monopoly of Large Farms, 1779, pp. 2, 3. * Reverendo Addington. Enquiry into the Reasons for or against Enclosing Open, Fields, Londres, 1772, pp. 37-43 passim. © Dr, R. Price, Lc. v. Il, pp. 155, 156, Léase a Forster, Addington, Kent, Price y James Anderson y comparese con la pobre charlataneria, propia de un sicofante, de MacCulloch en su catélogo The Literature of Political Economy, Londres, 1845. 7° Lic, pp. 147, 148. 664 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL El citado autor resume asi los efectos generales de los inclosures: “En suma, la situacién de las clases populares inferiores ha empeorado en casi todos los aspectos; los pequefios propietarios agricolas y arrendatarios han sido reducidos a la situacion de jornaleros e inguilinos; y al mismo tiempo se ha vuelto més dificil la subsistencia en esa condicién"”' En la practica, la usurpaci6n de las tierras comunales y la revo- lucion en la agricultura que la acompafié tuvieron un efecto tan agudo sobre los trabajadores agricolas que, segin el mismo Eden, entre 1765 y 1780 su salario comenzé a caer por debajo del minimo y debié ser complementado por el socorro oficial de beneficencia. Su salario, dice Eden, “sélo alcanzaba para satisfacer las necesida- des vitales mas imperiosas”. Escuchemos un instante a un defensor de los inclosures y enemigo del Dr. Price. “No es correcto concluir que existe despoblacién porque no se vea més gente desperdiciando su trabajo en campos abiertos... Si al convertir a los pequefios campesi- nos en personas que deben trabajar para otros se produce més trabajo, ésta es una ventaja que la nacién” (a la cual no pertenecen, naturalmente, quienes son “converti- dos") “debe desear... El producto seré mayor si se emplea su trabajo combinado en una sola finca, de este modo habré un plusproducto para las manufacturas, y asi éstas —una de las minas auriferas de la nacién— aumentarén en proporcién a la cantidad de grano producido."?' La imperturbabilidad estoica con que el economista politico observa la violacién mas desvergonzada del ‘“‘sagrado derecho de propiedad” y los actos de violencia mas burdos contra las personas, cuando son requeridos para echar las bases del régimen capitalista de 21" Lic, pp. 159, 160. Recuérdese lo que acaecia en la Roma Antigua. “Los ricos se habian apropiado de la mayor parte de las tierras indivisas. Confiaban en las circunstancias de la época, consideraban que no les serian confiscadas y por ‘eso compraban las parcelas circundantes de los pobres, en parte con el consentimiento de ellos y, en parte, se las arrebataban por la fuerza, de tal modo que cultivaban s6lo dominios muy extensos, en vez de campos aislados, En la agricultura y en la ganaderia empleaban esclavos, porque los hombres libres eran lamados al servicio militar. La posesién de esclavos les trafa otra gran ganancia, ya que éstos, liberados del servicio militar, podian multiplicarse sin obstdculos y criar una multitud de nifios. De este modo, !os poder riqueza y en todo el pais pululaban los esclav jicos era cada vez menor, consumidos por la pobreza, los tributos y el servicio . Pero, ademés, cuando advenian épocas de paz, estaban condenados a una inactividad completa, pues la tierra estaba en posesion de los ricos, y éstos en vez de hombres libres empleaban esclavos en la agricultura” (Appian. Ronysghe Bilrgerkriege, |, 7). Este pasaje se refiere a la 6poca anterior a la ley licinia EI servicio militar, que tanto acelerd la ruina de los plebeyos romans, fue también un método por medio del cual Carlomagno foment6, como en invernadero, la conversién de los campesinos alemanes libres en vasallos y siervos. 212 TJ, Arbuthnot.) An Inquiry into the Connection between the Present Prices of Provisions etc., pp. 124, 129. Algo similar, pero en una tendencia opuesta: “Los traba- jadores son expulsados de sus cottages y obligades a buscar ocupacién en las ciudades; Pero, entonces, se obtiene un excedente superior, y asi aumenta el capital” (ER. B. Seeley.] The Perils of the Nation, 2° ed., Londres, 1843, p. XIV). CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 665 produccién, nos la muestra, entre otros, el “filantrépico” sir F. M. Eden, que ademés es de tendencia tory. Toda la serie de robos, crueldades y miserias populares que acompafiaron a la expropiacién violenta del pueblo desde el ultimo tercio del siglo XV hasta del XVIII, no hace mas que Ilevarle a esta “confortable” conclusién: “La proporcién acertada (due) entre tierra arada y pastizales tenia que ser establecida. Durante todo el siglo XIV y gran parte del XV, por cada acre de pastizales correspondian 2, 3 € incluso 4 acres de tierras de labor. A mediados del siglo XVI, la proporcién varié a 2 acres de pastizales por 2 de tierras laborables, luego a 2 acres de pastizales por 1 de tierra arada, hasta que finalmente se establecié la proporcién correcta de 3 acres de pastizales por 1 acre de tierra arada”. En el siglo XIX, naturalmente, se perdié hasta el recuerdo de la conexién existente antiguamente entre los campesinos y la pro- piedad comunal. Para no hablar de épocas posteriores, dcudntos farthings de indemnizacién obtuvo ia poblacién rural por los 3.511.770 acres de tierras comunales que le fueron robados entre 1810 y 1831 y que los terratenientes se regalaron a través del Parlamento? El ultimo gran proceso expropiatorio de los campesinos, que los despoja de la tierra, es el llamado clearing of estates (despejamien- to de fincas, consistente, en la practica, en barrer de ellas a la gente). Todos los métodos ingleses examinados hasta aqui culminan en el “despejamiento”. Como se ha visto en la secci6n anterior, al describir la situacién actual, por cuanto ya no hay mas campesinos independien- tes que expulsar, se trata de “despejar” la tierra de cottages, de modo que los obreros agricolas ya no encuentren el espacio necesario para una vivienda ni siquiera en la tierra que trabajan. El significado de “clearing of estates”, en el sentido propio del término, sdlo lo averiguaremos en la tierra prometida de la literatura novelesca moderna, en los Highlands (Tierras Altas) de Escocia. El proceso se distingue alli por su cardcter sistemdtico, por la magnitud de la escala en que se aplica de un solo golpe (en Irlanda, los terratenientes legaron al extremo de barrer simultaneamente varias aldeas; en los Highlands de Escosia se trata de territorios con la superficie de los ducados alemanes) y, finalmente, por la forma particular de la propiedad agricola incautada. Los celtas de los Highlands escoceses estaban organizados en clanes, cada uno de los cuales era propietario de la tierra que habitaba. El representante del clan, su jefe o “gran hombre”, sdlo era propietario titular de dicho territorio, del mismo modo que la reina de Inglaterra es propietaria titular de la totalidad de las tierras de la nacién. Cuando el gobierno inglés logr6 reprimir las guerras entre estos “grandes hombres” y sus constantes ataques a las Ilanuras de la Baja Escocia, los jefes de los clanes no abandonaron, ni mucho menos, su antiguo oficio de bandoleros; sélo cambiaron la forma. Basdndose en su autoridad personal, convirtieron su derecho titular 666 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL de propiedad en derecho de propiedad privada y, como los miembros de los clanes opusieron resistencia, decidieron expulsarlos haciendo uso abierto de la fuerza. “Con igual derecho, un rey de Inglaterra puede adjudicarse la autoridad de arrojar a sus subditos al mar”, dice el profesor Newman’!®, Esta revolucién, que comenz6 en Escocia después del dltimo levantamiento del Pretendiente!'®*!, puede seguirse en sus primeras fases por los escritos de sir James Steuart’! y James Anderson’'®. En el siglo XVIII, a los gaeles!°!! expulsados de la tierra se les prohibié ademas emigrar, con el fin de empujarlos por la fuerza a Glasgow y otras ciudades fabriles”'®. Como ejemplo de los métodos imperantes en el siglo XIX?!’ baste con sefialar aqui los “despejamientos” de la duquesa de Sutherland. Esta dama, versada en economia, apenas tomé el poder resolvié aplicar una cura econé- mica radical y transformar en pastizales de ovejas todo el condado, cuya poblacién ya habia sido reducida por procesos anteriores simila- res a 15.000 personas. De 1814 a 1820, esos 15.000 habitantes, cerca de 3.000 familias, fueron sistematicamente expulsadas y desarraiga- das. Todas sus aldeas fueron destruidas y quemadas; todas sus tierras fueron transformadas en praderas. Soldados britanicos, a los que se dio la orden de apoyar esta empresa, se enfrentaron con los naturales. Una anciana murié quemada en una choza que se nego a abandonar. De este modo, la duquesa se apoderé de 794,000 acres que desde tiempos inmemoriales pertenecian al clan. A los naturales desplazados les asigné cerca de 6.000 acres a orillas del mar, a razén de 2 acres por familia. Hasta el momento, los 6.000 acres eran tierras baldias y no 213 «4 king of England might as well claim to drive his subjects into the sea” Le, p. 132). : compardis la renta de esas tierras” (erronpamente incluye en esta categoria econémica el tributo que cancelaban los saksmen’ al jefe del clan) “con su territorio, ella parece muy pequeiia. Pero si la comparais con el niimero de personas que habitan en ellas, encontraréis que una parcela en los Highlands de veces mds personas que una del mismo valor en las provincias mas cap. XVI, p. 104). ames Anderson. Observations on the means of exciting a spirit of National Industry etc, Edimburgo, 1777. 8 En 1860, las personas violentamente expropiadas fueron exportadas bajo falsas promesas a Canadé. Algunos huyeron a los montes e islas vecinas. Perseguidos por la policia, lucharon con ella a brazo partido y lograron escapar. 217 “En los Highlands” —sefialo Buchanan, comentarista de A. Smith, en 1814— “cada dia se revoluciona violentamente el antiguo régimen de propiedad... El terrateniente, sin consideraciones por el arrendatario hereditario” (también esta es una categoria empleada aqui erréneamente) “‘ofrece la tierra al mejor postor, y éste, cuando es un mejorador (improver), introduce directamente un nuevo sistema de cultivo, La tierra en la que antes pululaban los pequefios campesinos estaba poblada en proporcién a su producto; bajo el nuevo sistema de cultivo mejorado y de rentas acrecentadas se obtiene el mayor producto posible con los menores costos posibles, y con esta finalidad se prescinde de la mano de obra que se ha vuelto inservible... Los expulsados de su tierra natal buscan su sustento en las ciudades CAPITULO XXIV, LA ASE LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 667 arrojaban ingreso alguno a sus propietarios. En sus nobles sentimien- tos, 1a duquesa fue tan lejos que arrendé el acre por una renta media de 2 chelines y 6 peniques a la gente del clan, que desde hacia siglos vertia su sangre por la familia Sutherland. Dividié toda la tierra robada al clan en 29 grandes fincas, destinadas a la cria de ovejas, cada una de ellas habitada por una sola familia, la mayoria de las veces braceros ingleses. En 1825, los 15.000 gaeles habian sido ya remplazados por 131.000 ovejas. La parte de los aborigenes arrojada a la orilla del mar procuré vivir de la pesca. Se convirtieron en anfi bios y vivian, como dice un autor inglés, a medias en tierra y a medias en el agua, subsistiendo, con todo, sdlo a me : Pero los bravos gaeles debian expiar ain mas duramente su romantica idolatria de montafieses por los ‘grandes hombres” del clan. El olor a pescado lleg6 a las narices de los grandes hombres. Estos husmearon la posibilidad de beneficiarse con el asunto y arrendaron la orilla del mar a los grandes comerciantes londinenses de pescado. Los gaeles fueron desalojados por segunda vez"'*. Finalmente, una parte de los pastizales para ovejas se convirtid, a su vez, en cotos de caza. En Inglaterra, como es conocido, no hay bosques propiamente tales. Los venados, en los cotos de los grandes sefiores, son animales incuestionablemente domésticos, gordos como los aldermen |regidores] de Londres. Por tanto, Escocia es el iiltimo asilo de la “noble pasién”. “En los Highlands de Escocia” —sefiala Somers en 1848— “los bosques se han extendido mucho. Aqui, a un lado de Gaick, tengis el nuevo bosque de Glenfeshie y alld, del otro lado, el nuevo bosque de Ardverikie. En la misma direccién, esté la fabriles” (David Buchanan. Observations on etc. A. Smith's Wealth of Nations, Edimburgo, 1814, vol. IV, p. 144). “Los grandes de Escocia expropian a las familias como si desmalezaran; han tratado a aldeas completas y a su poblacién como Jos indios, en su venganza, lo hacen con tas cuevas de las bestias salvajes... El hom- bre se trueca por un cuero de oveja o una pata de carnero, y hasta por menos... Cuando la invasion de las provincias chinas septentrionales, en el Consejo de los Mongoles se propuso exterminar a los habitantes y convertir sus tierras en praderas. Muchos terratenientes de los Highlands de Escocia han aplicado esta propuesta en su propio pais y contra sus propios compatriotas” (George Ensor. An Inquiry concerning the Population of Nations, Londres, 1818, pp. 215, 216). ® Cuando la actual duquesa de Sutherland recibid en Londres con mucha pompa a Mrs. Beccher-Stowe, la de Uncle Tom's Cabin [La Cabafta de! Tio Tom], para evidenciar sus simpatias por los esclavos negros de la republica norteamericana —simpatia que junto a otras aristocratas, prudentemente olvidé de expresar durante la guerra civil, cuando todo cpyagén inglés “noble” latia por los esclavistas—, expuse en el New York Tribune” las condiciones de existencia de los esclavos de Sutherland. (Articulo citado parcialmente por Carey en The Slave Trade, Filadelfia, 1853, pp. 202, 203.) Mi articulo fue reproducido en un Periddico escocés y suscité una polémica entre éste y los sicofantes de los Sutherland. Datos interesantes sobre el comercio del pescado se puede encontrar en la obra del sefior David Urquhart. Portfolio, News Series, Nassau W. Senior, en su escrito péstumo anteriormente citado, caracteriza ‘‘el procedimiento en Sutherlandshire coma uno de los despejamientos (clearings) més caritativos que guarda la memori humana” (Lc., [p. 282]). 668 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL Bleak-Mount, un yermo inmenso, recientemente inaugurado. De oriente a occidente, desde las vecindades de Aberdeen hasta las rocas de Oban, tenéis ahora una linea ininterrumpida de bosques, mientras que en otras regiones de los Highlands se encuentran los nuevos bosques de Loch Archaig, Glengarry, Glenmoriston, etc. La transformacién de sus tierras en pastizales de ovejas ... arrojé a los gaeles a tierras estériles. Ahora, el venado comienza a remplazar a las ovejas y empuja a aquéllos a una miseria adn més espantosa... Los cotos de caza’! y el pueblo no pueden . Uno de los dos debe invariablemente desaparecer. Dejad que durante el proximo cuarto de siglo los cotos aumenten en nimero y extensién, como lo han hecho en los iltimos 25 afios, y no encontraréis més a ningGn gael en sus tierras natales. Este movimiento entre los propietarios de los Highlands se debe, de una parte, a la moda, a la ambicién aristocrética, a la aficién a la caza, etc.; pero, de otra Parte, ejercen el negocio de la caza con los ojos puestos exclusivamente en las ganancias, Es un hecho que un lote de tierra montafiosa convertido en vedado de caza es en muchos casos incomparablemente més lucrativo que praderas para ovejas. EI cazador que busca un coto de caza sélo limita su oferta al volumen de su bols: En los Highlands se han infligido sufrimientos no menos crueles que los causados en Inglaterra por la politica de los reyes normandos. El venado disfruta de amplias extensiones, mientras que los hombres son recluidos en circulos cada vez mas pequefios... Una tras otra son confiscadas las libertades del pueblo... ¥ la opresion aumenta dia tras dia. Los propiet: practican los despejamientos y la expulsion de la gente comosi fuesen principios establecidos, como una necesidad de la agricultura, tal como se despejan las planicies de América y Australia de arbotes y arbustos, y la operacién transcurre de manera tranquila y rutinaria.”*?° 21% Los deer forests [bosques de venado] de Escocia no tienen ni un solo rbol. Se quita de en medio a las ovejas y se introduce a los ciervos en los montes pelados, y a eso se le llama un deer forest. INi siquiera forestacién! 720 Robert Somers. Letters from the Highlands; or, the Famine of 1847, Londres, 1848, pp. 12-28 passim. Estas cartas aparecieron originariamente en el Times. Los economistas ingleses explicaban la hambruna de 1847 entre los gaeles, natural- mente, como debida a su ... sobrepoblacién. En todo caso, éstos “presionaban™ sobre sus alimentos. El clearing of estates 0, como se denomina en Alemania, Bauern- legen [expulsion de los campesinos} se hizo en este pais particularmente patente “después de la Guerra de los Treinta Afios, y ain en 1790 provocaba levantamientos campesinos en el electorado de Sajonia. Imperaba particularmente én Alemania Oriental. En la mayoria de las provincias de Prusia, Federico II asegur6 por pri vez el derecho de propiedad a los campesinos. Después de la conquista de Silesia, obligé a los terratenientes a restituir las chozas, graneros, etc., y a proveer de ganado y aperos de labranza a las fincas campesinas. Necesitaba soldados para el ejército y contribuyentes para el erario pablico. La apacible vida que, con todo, llevaba el campesino bajo el caético sistema financiero de Federico HI y su mezcla guberna- menta! de despotismo, burocraciz y feudalism, se infiere del siguiente pasaj Mirabeau, uno de sus admiradores: “El lino constituye una de las mayores riquezas de los campesinos de Alemania del Norte. Desgraciadamente para la especie humana, es s6lo un recurso contra la miseria, mas en absoluto un camino hacia el bienestar. Los impuestos directos, las prestaciones personales, las servidumbres de todo género arruinan al campesino alemdn, que ademds paga impuestos indirectos por todo lo que compra... Y para completar su ruina, no osa vender sus productos dénde o cémo quiera; no se atreve tampoco a comprar lo que necesita a los mercaderes que podrian suministrérselo a precios més baratos. Todas estas causas lo arruinan lenta pero Seguramente; y no estaria en condiciones de cancelar los impuestos directos al vencer el plazo si no hilara; la hilanderia es para él una fuente auxiliar, ocupando Gtilmente a su mujer, sus hijos, sus sirvientes, sus criados y a él mismo. Pero, ese a este socorro, Iqué penosa es su vidal En verano trabaja como un condenado en la labranza y en la cosecha; se acuesta a las nueve de la noche y se levanta a las dos de la madrugada para dar abasto en su trabajo; en invierno debiera reparar CAPITULO XXIV, LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 669 El despojo de los bienes eclesiasticos, la enajenacién fraudulenta de las tierras estatales, el robo de las propiedades comunales, la transformaci6n usurpatoria de la propiedad feudal y la de los clanes en propiedad privada moderna, realizada apoydndose en el terrorismo més brutal, fueron diferentes métodos idilicos de la acumulacién originaria. Dichos métodos conquistaron el campo para la agricultura capitalista, incorporaron Ja tierra al capital y crearon para la industria urbana el necesario suministro de un proletariado plenamente libre. sus fuerzas déndose un reposo més largo; pero si se deshiciera de los productos que tiene que vender para poder pagar los impuestos, le faltaria el grano para ¢] pan y las semillas, Para llenar esta brecha, debe hilar.. y, por cierto, con la mayor asiduidad. Asi, en invierno el campesino se acuesta a medianoche o a la una y se levanta a las cinco o a las seis; o bien se acuesta a las nueve y se levanta a las dos, y asi todos los dias de su vida, menos los domingos. Este exceso de vela y de trabajo desgasta la naturaleza humana, y de alli proviene que hombres y Mujeres envejezcan més rdpido en el campo que en las ciudades” (Mirabeau, Ley t. IM, pp. 212 y ss.). Agregado a la 2 edicién, En abril de 1866, 18 afios después de publicarse el escrito citado de Robert Somers, el profesor Leone Levi dicté una conferencia en la Society of Arts!) sobre la transformacién de los pastizales de ovejas en cotos de caza; en ella describio el progreso de la devastacién en los Highlands escoceses. Sefiala, entre otras cosas: “La despoblacién y la transformacion en pastizales eran los medics més convenientes para obtener un ingreso sin realizar gastos... Un coto de caza, en lugar de los pastizales, era un cambio comin en los Highlands. Las ovejas fueron desplazadas por animales salvajes, lo mismo que antes se habia desplazado a los hombres para dejar espacio a las ovejas.. Se puede caminar desde las fincas del conde de Dalhousie en Forfarshire hasta John o'Groats sin salir en ningin instante del bosque. En muchos” (de estos bosques) “se han naturalizado el zorro, el gato salvaje, la marta, el hurén, dreja y la liebre alpina, mientras que et conejo, la ardilla y la rata desde ha se han abierto camino hacia la regién. Inmensas comarcas, que en las estadisticas de Escocia figuraban como praderas de fertilidad y extension excepcionales, estén privadas ahora de todo cultivo y mejoramiento, y sirven solamente al placer cinegético de unas pocas personas durante un breve periodo del afio”. El Economist londinense del 2 de junio de 1866 escribe: “Entre las nove- dades de la altima semana publicadas por un periddico escocés leemos... ‘Una de las mejores fincas ovejeras en Sutherlandshire, por la cual se ofrecia reciente- mente una renta de £1.200 anuales, al expirar este afio el contrato existente, Iseré convertida en un deer forest". Los instintos feudales actian... como en los tiempos cuando los conquistadores normandos... destruyeron 36 aldeas para crear el New Forest... Dos millones de acres, que incluyen algunas de las tierras més féniles de Escoci ahora erisles #: te abandonades. Los pastos natu- rales de Glen Tilt eran considerados entre los ms nutritivos del condado de Perth; el deer forest de Ben Aulder era el mejor suelo para pastos en el extenso distrito de Badenoch; una parte del Black Mount Forest era la mejor pradera escocesa para las ovejas caramoras, Nos podemos formar una idea de las tierras que han quedado abandonadas por la aficién a la caza, partiendo del hecho de que éstas abarcan una superficie mucho mayor que la de todo el condado de Perth. Se puede calcular cudnto pierde el pais en fuentes de produccién a causa de esta desolacién forzada. Consideramas que las tierras del forest [bosque] de Ben Aulder podian alimentar a 15.000 ovejas y que éste sdlo constituye 1/30 de los cotos de caza de Escocia... Todos estos bosques son totalmente improducti- vos... del mismo modo que si se hubiesen sumergido en las aguas del mar del Norte. La decidida interferencia de la ley debiera poner fin » tales pdramas o desier- tos improvisados”. 670 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL 3, LEGISLACION SANGRIENTA CONTRA LOS EXPROPIADOS, DESDE FINES DEL SIGLO XV. LEYES REDUCTORAS DEL SALARIO Los expulsados por la disolucién de las mesnadas feudales y por las violentas y reiteradas expropiaciones de la tierra, ese proletariado plenamente libre, no podian ser absorbidos por la naciente manufactu- racon la misma rapidez con que eran lanzados al mundo. De otra parte, estos hombres, sibitamente arrojados fuera del curso habitual de sus vidas, no podian adaptarse de repente a la disciplina de su nueva Situacion. Se convirtieron masivamente en mendigos, ladrones, vagabundos, algunos por inclinacién, pero en la mayoria de los casos por la fuerza de las circunstancias. De ahi que a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI proliferara en toda Europa Occidental una legislacion sangrienta contra la vagancia. Los padres de la actual clase obrera fueron castigados, en primer lugar, por haber sido con- vertidos en vagabundos e indigentes. La legislacién los trataba como a criminales “voluntarios”, suponiendo que dependia de su buena voluntad continuar trabajando en condiciones antiguas ya inexistentes. En Inglaterra, esa legislacién se inicid bajo el reinado de Enrique VII. Enrique VIII, 1530: los mendigos viejos e incapaces de trabajar reciben una licencia de mendicidad. En cambio, son condenados a azotes y reclusion los vagabundos fuertes. Deberan ser atados a una carreta y azotados hasta que la sangre corra por sus cuerpos, luego prestaran juramento de regresar a su lugar de nacimiento 0 alli donde vivieron durante los Gltimos tres afios y “ponerse a trabajar” (fo put himself to labour). iQué ironia mas cruel! En 27 Enrique VIII* se repite el Estatuto anterior, reforzado con nuevos agregados. En caso de una segunda detencién por vagancia, se repetiran los azotes y se le cortara al detenido media oreja y, si reincide por tercera vez, el reo sera ejecutado como criminal inveterado y enemigo de la cominidad. Eduardo VI: un Estatuto del primer afio de su reinado, 1547, dispone que si alguien se niega a trabajar sera condenado a servir wo de la persona que lo denuncie come vago. El patrén alimentard a sus esclavos con pan y agua, caldos poco sustanciosos y los desperdicios de la carne que le parezcan convenientes. Tiene derecho de obligarlos, a través de latigos y cadenas, a realizar cualquier trabajo por repugnante que sea. Si el esclavo se escapa y permanece ausente por 14 dias, se le condenaré a la esclavitud de por vida y se le marcard con hierro candente una letra S [de slave, esclavo] en la frente o la mejilla; si se fuga tres veces, sera ejecutado como reo de alta traicion. El patron lo puede vender, legar o alquilar como esclavo, * © sea, por ley del vigésimo séptimo afio del reinado de Enrique VIII. En las referencias posteriores el nimero que precede al nombre indica el afio de reinado en que se promulgé la ley correspondiente. CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 671 exactamente igual que otro bien mueble o un animal doméstico. Si los esclavos emprenden alguna acci6n contra sus sefiores, deberdn también ser ejecutados, Los jueces de paz, a peticién de los sefiores, buscaran a los fugitivos. Si se establece que un vagabundo ha estado holgazaneando durante tres dias, debe ser conducido a su lugar natal y marcarsele con hierro candente la letra V, sobre el pecho, utilizando- lo encadenado en trabajos callejeros u otros servicios. Si un vagabundo indica un falso lugar de nacimiento, se le impondra como castigo ser esclavo vitalicio de ese lugar, de los habitantes o de la corporaci6n, marcandosele con hierro candente una S. Todas las personas tienen el derecho de quitarles a los vagabundos sus hijos y a tenerlos como aprendices;, a los muchachos hasta los 24 afios y a las jévenes hasta los 20. Si escapan, se convertirén en esclavos de sus patrones hasta la edad sefialada, pudiendo éstos encadenarlos, azotarlos, etc., segin sea su voluntad. Cada patr6n tiene la atribucién de poner a su esclavo un anillo de hierro en el cuello, los brazos 0 las piernas, para reco- nocerlo mejor y estar seguro de él”?', La altima parte de este Estatuto establece que ciertos pobres pueden ser empleados por la localidad o los individuos que les den de comer y beber y que deseen encon- trar trabajo para ellos. Este tipo de esclavos de parroquia se conservé en Inglaterra hasta bien entrado el siglo XIX bajo el nombre de roundsmen. Isabel, 1572: los mendigos sin licencia, mayores de 14 aifios, deberdn ser azotados rigurosamente y marcados con hierro candente en la oreja izquierda, en caso de que nadie quiera tomarlos a su servicio por el plazo de dos afios; si reinciden, siendo mayores de 18 afios, serdn ejecutados, en caso de que nadie quiera tomarlos por dos afios a su servicio; en una tercera reincidencia seran eje- cutados sin compasién como por delito de alta traicién. Estatutos similares: 18 Isabel cap. 13 y 1597°*!", #1 BI autor del Essay on Trade etc, 1770, afirma: “Bajo el reinado de Eduardo VI, los ingleses parecen haberse dedicado realmente y con toda seriedad a alentar las manufacturas y a darles ocupacién a los pobres. Esto se infiere de un Estatuto notable, el cual dice que todos los vagabundos deben ser marcados con hierro candente", (ce, p. 5). 2218 -Tomés Is en su Utopia {pp. 41, 42]: “Ocurre asi que un glotén dvido e insaciable, peste efectiva de su pais natal, puede reunir en sus manos miles de acres y cercarlos con una empalizada o un seto, o por la fuerza y el fraude acosar tanto a sus propietarios que éstos se sientan obligados a ven- derlo todo. Por un medio 0 por otro, a todo trance, son compelidos a partir, Ipobres almas sencillas y desdichadas! Hombres, mujeres, maridos, esposas, huér- fanos, viudas, madres quejumbrosas con sus nifios de pecho, toda la famili escasos en recursos pero numerosos, ya que la agricultura reclama muchos brazos. Se alejan arrastrandose, digo, de sus lugares conocidos y acostumbrados, sin encontrar un sitio donde descansar, La venta de todos sus bienes domésticos, aunque no son de mucho valor, en otras circunstancias les arrojaria algtn ingre- So; pero al ser puestos sibitamente en la calle, se ven constreftidos a venderlos a precios irrisorios. Y cuando han vagabundeado hasta gastar el Gltimo centavo, 2qué otra cosa pueden hacer sino robar?, y entonces, oh, Dios!, ser ahorcados con 672 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL Jacobo I: toda persona que ande vagando y mendigando de un lado para otro serd declarada vagabundo. Los jueces de paz en las Petty Sessions! estan autorizados para mandarlos a azotar y con- denarlos a prision, la primera vez por 6 meses y la segunda, por 2 afios, Estando recluidos seran azotados con la frecuencia y en el nimero de veces que el] juez de paz considere necesario... A los vagabundos incorregibles y peligrosos se les marcara con hierro candente una R en el hombro izquierdo, envidndoseles a trabajos forzados, y si se les vuelve a sorprender mendigando serdn ejecutados sin compasién. Estas disposiciones, en vigor hasta los inicios del siglo XVIII, fueron revocadas sélo por 12 Ana, cap. 23. Leyes similares se promulgaron en Francia, donde a mediados del siglo XVII, en Paris, se habia establecido un reino de los vagabun- dos (royaume des truands). Ain en los primeros tiempos del reinado de Luis XVI (ordenanza del 13 de julio de 1777), se establecié que todo hombre de constitucién saludable, desde los 16 a los 60 ajios, privado de medios de existencia y sin desempefiar profesién alguna, debia ser enviado a las galeras. Similares son el Estatuto de Carlos V para los Paises Bajos, fechado en octubre de 1537; el primer edicto de los estados y ciudades de Holanda del 19 de marzo de 1614; el bando de las Provincias Unidas del 25 de junio de 1649, etc. De este modo, la poblacién rural, expropiada de la tierra violenta- mente, expulsada de ella y convertida en vagabundos, fue sometida, mediante leyes grotescas y terroristas y a fuerza de latigazos, hierro candente y tormentos, a la disciplina requerida por el sistema del trabajo asalariado. No basta con que en un polo se presenten las condiciones de traba- jo como capital y en el otro se encuentren seres humanos que no tienen otra cosa que vender sino su fuerza de trabajo. Tampoco es suficiente que se los obligue a venderse voluntariamente. En el curso de la produccién capitalista se desarrolla una clase obrera que, por todas las de la ley, do dedicarse a pedir limosnas? Pero también en este caso son arrojados a prisién como vagabundos, porque holgazanean y no trabajan: eltos a qui nadie proporciona trabajo por mucho que lo quieran”. De estos pobres fugitivos, de quienes Tomas Moro dice que son obligados a robar, “fueron ejecuta- dos 72,000 ladrones mayores y menores bajo el reinado de Enrique VIII" (Holin- shed. Description of England, vol. I, p. 186), En tiempos de Isabel, ‘a los vags- bundos se los ahorcaba en hileras; y no pasaba un afio, usualmente, sin que se Mevara a la horca a 300 6 400 en un lugar o en otro” (Strype. Annals of the Reformation and Establishment of Religion, and other Various Occurrences in the Church of England during Queen Elisabeth's Happy Reign, 2" edicién, 1725, vol. TE). Segdn el mismo Strype, en Somersetshire, en un s6lo afio fueron ejecu- tadas 40 personas, 35 marcadas con hierro candente, 37 azotadas y 183 “malhe- chores incorregibles” puestos en libertad. Sin embargo, agrega, “el gran nimero de los acusados no incluye ni siquiera una quinta parte de los criminales, lo cual se debe a la negligencia de los jueces y a la necia compasion de la gente”. Strype afiade: “Los demés condados de Inglaterra no estaban en mejor situacién que Somersetshire y muchos estaban incluso todavia en un estado peor”. CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 673 educacién, tradicién y costumbre, reconoce las exigencias de dicho modo de produccién como leyes naturales comprensibles por si mismas. La organizacion del proceso capitalista de produccién ya formado vence toda resistencia; la constante generacién de una sobrepoblacién relativa mantiene la ley de la oferta y la demanda de trabajo, y por tanto el salario, en los marcos que corresponden a las necesidades de valorizacién del capital; y la muda compulsién de las relaciones econémicas completa el dominio del capitalista sobre el obrero. Es empleada aun, por cierto, la violencia directa, extraeconémica, pero sdlo excepcionalmente. Si las cosas siguen su curso normal, el obrero puede ser confiado a las “leyes natura- les de la produccién”, es decir, a su dependencia del capital, la cual surge de las condiciones de produccién mismas, siendo garantizada y eternizada por éstas. De otra forma ocurrian las cosas durante la génesis historica de la producci6n capitalista. La burguesia naciente necesita y emplea el poder del Estado para “regular” el salario, esto es, para comprimirlo a los marcos que se avienen a la produccién de plusvalor, para prolongar la jornada laboral y mantener al propio obrero en el grado normal de dependencia. Es este un momento esencial de la llamada acumulacion originaria. La clase de los obreros asalariados, surgida en la segunda mitad del siglo XIV, sdlo constituia entonces, y en el curso del siglo siguiente, una fraccién muy reducida de la poblacién; su situacién estaba fuertemente protegida por la economia campesina independien- te en el campo y la organizacién gremial en la ciudad. En la ciudad y el campo, el patron y el obrero estaban cerca, socialmente, el uno del otro. La subordinacién del trabajo al capital sdlo era formal, esto es, el modo de producci6n mismo no revestia atin un cardcter especffi- camente capitalista. El elemento variable del capital era muy prepon- derante sobre el constante. Por eso, la demanda de trabajo asalariado crecia con rapidez al acumularse capital, mientras que la oferta de trabajo seguia lentamente este crecimiento. Una gran parte del pro- ducto nacional, transformado luego en fondo de acumulacién de cap’ tal, todavia formaba gptonces parte del fondo de consumo del obrero. La legislacion relive al trabajo asalariado —orientada desde un ‘omienzo a la explotacion de! cbrero y siempre enemiga de 4ste en su desarrollo??? — se inaugura en Inglaterra por et Statute of Labourers (Estatuto de trabajadores}] de Eduardo III, en 1349, En Francia, es concordante con ella la ordenanza de 1350, promul- gada en nombre del rey Juan. Las legislaciones inglesa y francesa se desarrollan de manera paralela y son idénticas en cuanto a su conteni- do, En la medida en que los Estatutos de trabajadores procuran impo- ner la prolongacién de la jornada laboral, no me detendré en ellos, 22 “Siempre que los legisladores procuran regular las diferencias entre los patrones y sus obreros, sus consejeros son tos orien sefiala A. Smith!205), «By espiritu de las leyes es la propiedad”, dice Linguet!* 43-0625 674 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL Pues este punto ya fue expuesto anteriormente (capitulo VIII, 5). El Statute of Labourers fue promulgado a causa de las quejas constantes de la Camara de los Comunes. “Antes” —observa un tory ingenuo—, “los pobres exigian un salario tan alto que amenazaban a la industria y a la riqueza. Ahora, su salario esta tan bajo que amenaza igualmente a la industria y a la riqueza, pero, tal vez, de un modo mucho més peligroso que antes.”” Se establecié una tarifa salarial legal para la ciudad y el campo, para el pago a destajo y por jornada. Los obreros rurales debian contratarse de por aiio; los obreros urbanos, “en mercados abiertos”. Se prohibia, so pena de cércel, pagar salarios superiores a los establecidos en los Estatutos, pero la percepcién de salarios mayores se castigaba mas vigorosamente que su pago. De este modo, aun en las secciones 18 y 19 del Estatuto de aprendices de Isabel se establecia una pena de diez dias de reclusion para quien pagara un salario superior al legal y de 21 dias, en cambio, para quien lo recibiera. El Estatuto de 1360 extrem6 las penas y autorizaba al patrén incluso arrancar trabajo a la tarifa legal, empleando la violencia fisica. Todas las combinaciones, acuerdos, pactos, etc., por medio de los cuales se vinculaban entre si los albafiiles y carpinteros, fueron declarados nulos y sin ningiin valor, Desde el siglo XIV hasta 1825, afio en que fueron revocadas las leyes contra las coaliciones!?”), las coaliciones obreras eran consideradas un delito grave. El espiritu del Estatuto de trabajadores de 1349 y los Estatutos posteriores se visualiza del hecho de que el Estado establece un maximo salarial, pero, por nada del mundo, un minimo. Como es conocido, en el siglo XVI la situacién de los obreros empeoré notablemente. El salario en dinero aumenté, pero no en relacién a la depreciacién del dinero y a la correspondiente subida de los precios de las mercancias. Por tanto, en los hechos, el salario disminuy6. Sin embargo, perduraron las leyes referentes a su re- ducci6n, junto al corte de oreja y al sefialamiento con hierros canden- tes de aquellos a quienes “nadie queria tomar a su servicio”. El Estatuto de aprendices (5 Isabel, cap. 3) autogjz6 a los jueces de paz a fijar dete: ados salarios y a modificarlos @gan los precios de las mercancias y las épocas del afio. Jacobo I extendio dicha regulacién laboral a ios tejedores, hilanderos y a todas las categorias posibles de obreros’™*; Jorge II extendié la aplicacién de las leyes contra las coaliciones obreras a todas las manufacturas. 2 (J.B, Byles.] Sophism of Free Trade. By a Barrister, Londres, 1850, p. 206. Maliciosamente afiade: “Siempre estuvimos dispuestos a intervenir a favor de los empleadores. 2No se podré hacer nada por los obreros?” * De una cldusula del Estatuto 2 Jacobo |, cap. 6 se infiere que determi- nados fabricantes de pafios se permitian ellos mismos, en calidad de jueces de paz, dictar oficialmente en sus propios talleres las tarifas salariales. En Alemania, sobre todo después de la Guerra de los Treinta Afios, fueron frecuentes los Esta- tutos que mantenian bajos los salarios. “Era muy molesto para los terratenientes, CAPITULO XXIV. LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 675 En el periodo manufacturero propiamente dicho, el modo de pro- ducci6n capitalista habia cobrado fuerza suficiente para hacer tan incumplible como superflua la regulaci6n legal del salario, pero no se queria prescindir, en casos de necesidad, de las armas del viejo arsenal. Todavia 8 Jorge II prohibe, en Londres y sus alrededores, que a los oficiales de sastreria se les pague un jornal mayor de 2 che- lines y 7'/2 peniques, salvo en casos de duelo general; ain 13 Jorge III, cap. 68 asigna a los jueces de paz la regulacién del salario de los tejedores de sedas; todavia en 1796 fueron necesarios dos fallos de los tribunales superiores para decidir si las 6rdenes de los jueces de paz referentes al salario eran validas también para los obreros no agricolas; ain en 1799 una ley parlamentaria confirma que el salario de los mineros de Escocia estaba regulado por un Estatuto del periodo de Isabel y dos leyes escocesas de 1661 y 1671. Hasta qué punto, entre tanto, habian cambiado las circunstancias, nos lo de- muesira un suceso inaudito ocurrido en la Camara de los Comunes inglesa. Aqui, donde desde hacia mas de 400 ajios se fabricaban leyes sobre el maximo que, lisa y Ilanamente, no podia superar el salario, Whitbread propuso, en 1796, que se estableciera un minimo salarial para los jornaleros agricolas. Si bien Pitt se opuso, reconocié que “la situacién de los pobres es cruel”. Finalmente, en 1813 se revocaron las leyes sobre la regulacién salarial. Constituian una anomalia absurda desde que el capitalista regulaba la fabrica a través de su legislacién privada, haciendo completar el salario del obrero rural por medio del impuesto de beneficencia, hasta alcanzar su minimo indispensable. Las disposiciones de los Estatutos de trabajadores sobre contratos entre patrones y asalariados, sobre los términos de rescisisn y similares, las cuales permiten demandar slo por lo civil al patr6n que viola el contrato, pero por lo criminal al obrero que hace otro tanto, estan en plena vigencia hasta hoy. Las crueles leyes contra las coaliciones fueron derogadas en 1825, ante la actitud amenazadora del proletariado, A pesar de ello, sdlo duefios de tierras despobladas, la falta de sirvientes y obreros. A todos los habi- tantes de las aldeas se les prohibié alquilar cuartos a hombres y mujeres solteros; todos los inquilinos en esta condicion debian ser dados a conocer a las autoridades y encerrados en prisién en caso de que no quisieran convertirse en sirvientes, aun en el caso de vivir de otra actividad, por ejemplo sembrdndoles a los campesinos por un jornal, o incluso si comerciaban con dinero y granos (Kaiserliche Privile- gien und Sanctionen fiir Schlesien, 1, 125). Durante todo un siglo, en las ordenanzas de los principes se repiten una y otra vez amargas quejas contra la chusma malvada insolente que no quiere someterse a sus duras condiciones ni darse por satisfecha con el salario legal; al terrateniente individual se le prohibe pagar mas de lo que ha establecido la autoridad en una tarifa para toda la region. Y sin embargo, después de la guerra, las condiciones del servicio eran a veces mejores de lo que fueron 100 aitos después; en Silesia, adn en 1652, tos criados recibian carne dos veces a la semana, mientras que en nuestro siglo en esa misma region hay lugares donde los sirvientes comen carne tres veces al aiio, También el salario era, después de la guerra, més alto que en los siglos posteriores” (G. Freytag. [Neue Bilder aus dem Leben des deutschen Volkes, Leipzig, 1862, pp. 35, 36)). 43° 676 SECCION SEPTIMA. EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL fueron revocadas parcialmente. Algunas bellas reminiscencias de los viejos Estatutos no desaparecieron hasta 1859. Por ialtimo, la ley parlamentaria del 29 de junio de 1871 pretendié erradicar las tltimas huellas de esta legislaci6n de clase a través del reconocimiento legal de los Trade Unions [sindicatos]. Pero una ley de la misma fecha (An act to amend the criminal law relating to violence, threats and molestation) {Acta de enmienda de la ley penal sobre la violencia, las amenazas y los hostigamientos]) restablecié, de hecho, bajo nueva forma, el antiguo estado de cosas. A consecuencia de ese escamoteo parlamentario, los medios de que se podian servir los obreros en una strike [huelga] 0 lock-out (strike de los fabricantes unidos, realizada mediante el cierre simultaneo de sus fdbricas) fueron sustraidos al derecho comin y sometidos a una legislacién penal de excepcién, cuya interpretacién compete a los mismos fabricantes, en su calidad de jueces de paz. Dos afios antes, la misma Camara de los Comunes y el mismo sefior Gladstone, con la conocida honradez que los distingue, habian presentado un proyecto destinado a abolir todas las leyes penales de excepci6n contra la clase obrera. Pero nunca se le dejé ir mds alld de la segunda lectura, dandose de este modo largas al asunto hasta que finalmente “el gran Partido Liberal”, gracias a una alianza con los tories, cobré el valor necesario para volverse decididamente contra el mismo proletariado que lo habia llevado al poder. No estando satisfecho con esta traici6n, el “gran Partido Liberal” permitié a los jueces ingleses, que constantemente menean la cola al servicio de las clases dominantes, desenterrar nuevamente las afiejas leyes sobre “conspiraciones”!?°* y aplicarlas contra las coaliciones obreras, Como se ve, el Parlamento inglés sélo a disgusto y bajo la presién de las masas prescindié de las leyes contra las strikes y los Trade Unions, después de haber desempefiado con desvergonzado egoismo, durante cinco siglos, el papel de un sindicato permanente de los capitalistas contra los obreros. En los mismos comienzos de la tormenta revolucionaria, la burguesia francesa se atrevid a despojar nuevamente a los obreros del recién conquistado derecho de asociacién. Por decreto del 14 de junio de 1791, teda coalicién obrera fue ci “atentado contra la libertad y la Declaracion de los Derechos del Hombre”, punible con una multa de 500 libras mas la privacion de los derechos civiles activos por un afio’®. Esta ley, que reduce con métodos estatal-policiacos la lucha competitiva entre el capital y el trabajo a los marcos cémodos para el primero, sobrevivié a revoluciones y cambios de dinastias. Incluso el régimen del Terror!) la dejo intacta. * EI articulo primero de esta ley sefiala: “Siendo una de las bases fundamen- tales de la Constitucion francesa el aniquilamiento de las corporaciones de ciuda- danos del mismo estado y profesién de cualquier naturaleza, se prohibe restable- cerlas bajo cualquier pretexto y bajo cualquier forma”. El articulo IV declara que si “los ciudadanos pertenecientes a una misma profesién, arte y oficio efectian CAPITULO XXIV, LA ASI LLAMADA ACUMULACION ORIGINARIA 677 Sélo hace muy poco se la borré del Code Pénal. Nada mas caracteri- zador que el pretexto de este golpe de Estado burgués. “Aunque es deseable” —dice Le Chapelier, autor del informe— “que el salario aumente algo por sobre su nivel actual para que de esta manera quien lo perciba se encuentre fuera de la dependencia absoluta causada por la carencia de los medios de subsistencia necesarios, dependencia casi equivalente a la de la esclavitud”, los obreros no deben, sin embargo, llegar a acuerdos con respecto a sus intereses, ni actuar en comin ni moderar, por este medio, su ‘dependencia absoluta, que casi equivale a la esclavitud”, porque asi coartan la “libertad de sus ci-devant maitres [antiguos maestros], de los empresarios actuales” (ila libertad de mantener a los obreros en la esclavitud!), y porque la coalicién contra el despotismo de los antiguos maestros de las corporaciones constituiria —iadivinese!— jel restablecimiento de las corporaciones abolidas por la Constitucién francesa”?! 4, GENESIS DEL ARRENDATARIO CAPITALISTA Después de haber examinado la creacién violenta de proletarios plenamente libres, la disciplina sangrienta que los transforma en obreros asalariados, la sucia accién estatal que incrementa policiaca- mente, junto al grado de explotacién del trabajo, la acumulacién del capital, surge la pregunta: éde donde provienen originariamente los capitalistas? Pues la expropiacién de la poblacién rural crea, directamente, slo a grandes terratenientes. En lo que se refiere a la génesis del arrendatario, la podemos palpar con la mano, por asi decirlo, porque constituye un proceso lento, que ha evolucionado en el transcurso de muchos siglos. Los mismos siervos, y junto a ellos los pequefios propietarios de la tierra libres, se encontraban enfren- tados a condiciones de propiedad muy diferentes y, por tanto, fueron emancipados bajo condiciones econdémicas muy diversas. En Inglaterra, la primera forma del arrendatario es la del bailiff [baile], también un siervo. Su posicién es similar a la del villicus de la Roma antigua, sélo que su campo de accién es menor. Durante la segunda mitad del siglo XIV es sustituido por un arrendatario que el terrateniente provee de semillas, ganado y h jenitas agricolas. Su situacién no difiere mucho de la del campesino. Sélo que explota mas trabajo asalariado. Pronto se convierte en métayer, mediero. El proporciona una parte del capital agricola, el terrateniente la deliberaciones, adoptan convenciones tendientes a rehusar en conjunto a prestar los servicios de su industria 0 de sus trabajos 0 a no concederlos més que a un precio determinado, dichas deliberaciones y convenciones... seran declarades in- constitucionales, atentatorias a la libertad y a la Declaracién de los Derechos del Hombre”, etc., 0 sea delitos de Estado, como en los antiguos Estatutos (Révo- lutions de Paris, Paris, 1791, t. Il, p. 523). 26 Buchez et Roux. Histoire Parlementaire, t. X, pp. 193-195, passim.

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