You are on page 1of 49
isicion Sipe er v 'm iY i eae Od i) | Ca) = we) epee eee eer) Vicen¢ Torrens, coordinador Pearson KAO Two KAO Park Harlow Essex CM17 9NA [And associated companies throughout the world Visit us on the World Wide Web at: ‘www.pearson.com/uk © Lecturer 2018 All rights reserved. No part ofthis publication may be reproduced, stored ina retrieval system, er transmitted in any form or by any means, electranic, mechanical, photocopying, recording or otherwise, without either the prior written permission of the publisher or a licence permitting restricted copying in the United Kingdom issued by the Copyright Licensing ‘Agency Ltd, Barnard’s Inn, 6 Fetter Lane, London, EC4A TEN. SBN 9781787265370 Printed and bound in Great Britain by Ashford Colour Press, Gosport, Hampshire. LOS INICIOS DE LA COMUNICACION MAGDA RIVERO! 1. Introduccién Los bebés no hablan, pero se comunican. Esta afirmacién, formulada con estas, © parecidas palabras, habra sido sin duda pronunciada o escuchada por la mayorfa de los lectores. La idea que expresa forma parte de la “psicologia popular” y es, & Su. vez, suscrita por los expertos y los investigadores en los ambitos de la adquisicién del lenguaje y del desarrollo infantil Pero, gqué queremos decir exactamente con esta afirmacién? {Los bebés se comunican desde el nacimiento? ,A partir de una determinada edad? ,Qué cambios significativos se producen a lo largo de los primeros meses de vida? Qué comunican los bebés? ZCémo lo hacen? {Tienen intencién de comunicar? {Sus capacidades de comunicacidn tienen algo que ver con el posterior desarrollo del lenguaje? A lo largo del capitulo trataremos de responder a estas y otras cuestiones, clarificando previamente algunos conceptos para precisar a qué tipo de comportamientos nos estamos refiriendo cuando hablamos de comunicacién. Esperamos poder mostrar que la afirmacién con Ia que hemos iniciado este capitulo, aparentemente simple y ampliamente consensuada, puede enriquecerse con diversos matices, mostrando la verdadera riqueza y complejidad de la mente del bebé que comunica. Sabemos muchas cosas acerca del desarrollo ‘comunicativo en el primer afto de vida, pero todavia hay muchos aspectos en los {que seguir investigando. También haremos referencia a cémo los cuidadores ‘Correspondencia: Magda Rivero, Departamento de Psicologia Evolutiva y de la Edueacién, Facultad de Psicologia, Universidad de Barcelona, Passeig Vall Hebron, 171, Bdifici de Ponent, 8035 Barcelona, E-mail: mriverog@ub.edu 10 Laadauisicién del lenguale principales del bebé, ya sean madres, padres, abuelos o educadores en general, le ayudan en su desarrollo comunicativo, siendo conscientes de ello en ocasiones, tal vez sin serlo la mayor parte de las veces. 2. Comunicacién, significacién y definicién de acto comunicativo Cuando un bebé tlora, {se comunica? {Tiene intencién de ha podemos saberlo si el beb& no puede explicérnoslo? Cuestiones semejantes podriamos también plantearlas en relacién con un adulto, Ese joven, trata de comunicar algo cuando se tifie el pelo? {Qué exactamente? El bolso de marca de esa mujer, zes un signo? {Qué significa? Estas preguntas tienen que ver con las, distintas definiciones que desde Ia semistica se proponen para los téminos comunicacién y significacién, y con las relaciones que se establecen entre ambos procesos. Estaremos de acuerdo en que no hay respuestas simples para esas preguntas No obstante, son importantes para el estudio del desarrollo comunicativo y se relacionan con dos conceptos relevantes: la intencionalidad y el significado. Si bien, desde Ia semistica, tanto los fenémenos de comunicacién como los de ignificacién se definen como fendmenos de transmisién de informacién, “inicamente los primeros consistirfan, para la mayor parte de los autores, en una transmisién intencional (Ekman y Friesen, 1981; Lyons, 1972). Segin esta distincidn, si un bebé Ilora como reaccién fisiolbgica a un dolor de estémago, transmite ~significa~ que siente malestar. En cambio, si el bebé Hora y vocaliza ‘con la intencién de que su madre le oiga y le atienda, comunica que se etcuentra mal. Al mismo tiempo, se suele considerar que el conjunto de fendmenos significativos es mas amplio que el de los fenémenos comunicativos, siendo la significacién un proceso mas general de transmisién de informacién y la comunicacién un proceso mas especifico que requiere intencionalidad por parte del emisor. Pero, zquign decide si un acto de transmisién de informacién es intencional (ignificativo y comunicativo) o no (Gnicamente significativo)? {Quién emite la informacién? ;Quién la recibe? :Ambos? Como ya indicamos, la mayor parte de los autores sittian e! requisito de intencionalidad en el polo de la emisién. Otros, como Buyssens (1978), establecen criterios muy restrictivos para la identificacién de los fenémenos comunicativos, de manera que, para poder hablar de comunitacién, la intencién deberia existir desde el punto de vista del emisor y, ademis, ser reconocida por parte del receptor del mensaje, Una propuesta interesante que huye de planteamientos dic la comunicacién, nos la ofrece Riba (1990), a partir de una reelaboracién pe de los andlisis de Mackay (1972) y Abecassis (1974-1975). En esta propuesta, los un Los inicios de la comunicacién proceso comunicatives no quedarian limitados a los actos intencionales por parte Gel emisor, ni mucho menos a aquellos que fuesen, ademés, reconocidos como tales por el receptor. El abanico de los fenémenos considerados comunicativos se amplia considerablemente, integrando distintos tipos de procesos comunicativos. En algunos casos, existiria intencionalidad por parte del emisor y atribucién de imenci6n por parte del receptor; en otros, attibucién de intencionalidad cuando realmente no existe por parte del emisor; también podria existir intencién de comunicar, pero sin que el receptor la Megase a captar. El campo de la comunicacién quedaria asi expandido, pudiéndose considerar que existe comunicacién en todos los casos mencionados. La significacién pura quedaria limitada a aquellos supuestos de transmisién de informacién en que la intencionalidad de comunicar no existe por parte del emisor, ni es tampoco atribuida a éste por parte del receptor. Este planteamiento nos parece el més adecuado para abordar el estudio del desarrollo comunicativo en el primer aio de vida, por distintas razones. Siguiendo a Vedeler (1991), una concepeién de la comunicacién que va mas alla de la intencionalidad en ia mente del emisor, nos permite abordar [os fendmenos comunicativos como procesos emergentes en la interaccién social, no prefigurados. Por otra parte, esta visién posibilita estudiar el desarrollo comunicativo desde las acciones observables, Ello no implica dejar'de lado las representaciones mentales del bebé que comunica, sino ubicarlas en el ambito de los procesos interpersonales en las que se generan. Reddy (1999) propone caracterizar Ia comunicacién como un proceso “encamado” o “personificado”, es decir, conectado con la accién y la interaccién. Desde este posicionamiento podemos hablar de comunicacion bebé-adulto desde los inicios de la vida del bebé, aunque, como veremos, la intencionalidad comunicativa por parte de este tiltimo se va a ir manifestando de forma gradual, hasta llegar a ser clara, de acuerdo con critetios operacionales, alrededor de los 9 meses, cuando los bebés realizan conductas dirigidas a alcanzar una meta interpretan las acciones de los demas en términos intencionales (Tomasello, 1999a). La comunicacién existe desde el nacimiento, al menos desde el punto de vista del adulto, quien tiene intencién de comunicarse con el beb¢ e interpreta sus Hlantos, sonrisas, movimientos, expresiones facials... Como ya sefialaron Spitz. (1965) y Wallon (1968), entre la madre y el bebé se establece, desde los inicios de |a vida del pequetio, una relacién en Ia que se manifiestan los medios “normales, naturales de la comunicacién” (Spitz, 1965, p. 109). En ese clima originan seflales cenestésicas a las que el niflo responde, provocando a su vez una reaccién por parte de la madre. Por lo que respecta al significado, la concepcién tradicional del signo, la de Saussure (1916), establece que el signo es una entidad de dos caras (significante y significado). El significante corresponderia a una expresin, mientras que el significado podria designar un concepto, una representacién mental o una entidad U objeto. En la interpretacién mas restrictiva del concepto, Saussure atribuye a los 12 La adquisicién del len signos un cardoter intencional y artificial o convencional, limitando los procesos de auténticn significacién a la lengua. Por su parte, Peirce (1987) offece una vision, mas abierta del signo, concebido como relacién triddica entre el propio signo, el objeto o entidad que representa (referente) y el interpretante (interpretable como efecto del signo sobre un receptor (Riba, 1990). La definici de Peirce, a diferencia de la de Saussure, no impone como condicién necesaria del signo ni su uso intencional ni su caracter arbitrario o convencional. Por otra parte, permite introducir en el anélisis del significado el efecto del signo sobre un receptor destinatario del mismo, posibilitando [a incardinacién del signo en el marco de procesos de interaccién entre emisor y receptor, es decir, concibiendo el signo como algo construido en el contexto de la interaceién social Todos estos conceptos y relaciones a las que acabamos de aludir (para un anilisis en profundidad, véase Rivero, 2001, 2003), nos permiten concretar una definicién operacional de acto comunicativo, que se basa en una concepcién de la intencionalidad comunicativa y del significado como procesos graduales y no dicotémicos (de toda 0 nada), y articula elementos de definiciones previas de otros autores (Bruner, 1973; Gémez, 1991; Riba, 1990; Sarrié y Rividre, 1991; comunicativo esti configurado por un grupo de conductas no verbales y/o verbales producidas por un emisor con la intencién (previa y/o en accién) de influir en el comportamiento ylo en el estado mental del destinatario. - Un acto comunicativo esté configurado por un grupo de conductas no verbales y/o verbales con un cierto nivel de organizacién (coherencia conductual) -Un produc ‘© comunicativo tiene un destinatario, que es aquél en 4 un cambio comportamental y/o de estado mental. - Un acto comunicativo esté asociado en su curso observable a una intencién accién, en el sentido propuesto por Searle (1981). Las condiciones de satisfaceién de la intencién son la meta (presentada o representada) del acto comunicativo, Dada la naturaleza social de la comunicacién, la meta del acto comunicativo es una meta social (provocar un cambio comportamental y/o del estaclo mental del destinatario). - Un acto comunicativo esta asociado a un referente observable ¢ identificable en el entorno (significado referencial del acto). = Un acto comunicativo produce un efecto sob ido funcional del acto).” (Rivero, 2003, p. 343) el receptor (signifi La coherencia conductual, la orientacién de la conducta hacia el destinatario, Ja direecionalidad hacia la meta (presentada 0 representada), el referente y el efecto sobre el destinatario constituirian los indicadores observacionales de la 13 Los inicios de la comunicacién intencionalidad comunicativa y del significado, presentes con distintos niveles de articulacién y complejidad en los diferentes actos comunicativos de los bebés. Veamos algunos ejemplos’, procedentes de un estudio longitudinal de tres nifios realizado por nosotros (Rivero, 2003), que ilustran distintos niveles de intencionalidad y significado en los actos comunicativos de los bebés durante la etapa prelingiiis kn el siguiente ejemplo, ia madre interpreta ias protusiones linguaies de Sara (conductas motoras simples, relacionadas con la alimentacién) como referidas al biberdn o a la alimentacién (referente). Dichas conductas actiian como un signo en el contexto de la interaccién, La madre interpreta que expresan la voluntad de la nifia de seguir alimentandose y continéa dindole el biberén (efecto sobre el destinatario). Sara, ala edad de 0;0.14 (afios; meses. dias) @Situacion: la madre hace una pausa durante la alimentacién con bibersn, cuando Ia nifia ya ha bebido bastante y queda poca leche *NIN: 0. (Sin vocalizaciones) ‘Fact: abre la boca y saca la lengua repetidas veces fac: la direccién de la mirada es imprecisa *MAD: ay, pues seguimos! Sint: entonacién ascendente Soact: reanuda la alimentacion a madre de iviaria, en ei ejempio siguieme, iumbigu inierpreia fay aecioues de Ja nifta como una voluntad de seguir alimentindose. Pero en este caso, la nila ‘muestra una mayor coherencia conductual hacia el referente, al coordinar conductas orientadas al objeto (biberén). Maria, a la edad de 0;4.14 (affos; meses. dias) DSituacidn: la madre esta sentada en la cama, con la nifia en brazos mientras sujeta el biberén con una mano “MAD: 0. (No emite palabras) muestra a la nifia el biberén ©, 6 6,6, ‘egpx: mira el biberén, agita muy levemente los braz y tensa el cuerpo jemplos: *NIN = nia; *MAD = mad e; Meact Significado de las abreviaturas de I ogpx = gesto; Ypar = = actividad; Yefac = expressién facial; Ysint ~ entonacién; paralingdistica; Yeom = comentario. 14 La adauisicién del lenguaje NIN: 0. Y%gpx: contintia mirando el bibern Y%par: Moriquea "MAD: 0. ‘Yeact: le introduce la tetina del biberén en la boca El ejemplo que presentamos a continuacién, nos muestra un alto nivel de coherencia conductual, ya que la nila coordina simultineamente distintas jas al objeto. La madre interpreta el acto como una peticiOn 0 conductas orie requerimiento del objeto. Sara, ala edad de 0;9.14 (afios; meses. dis) waza darle dos platos de plistico que tiene entre las @Situaci6n: la madre rech a modo de juego. ‘manos, pata provocar el enfado de la nifia, int: canturrea *MAD: tengo dos. Sint: canturrea *NIN: mmmmnamnam, ‘int: entonacidn de protesta pact: tiende el brazo hacia los dos platos que tiene la madre %apx: mira los platos entre las manos Sara, a la misma edad que en el ejemplo anterior, nos muestra un acto comunivativo que, ademas de tener un alto grado de coherencia conductual y fstablecer de forma clara el referente, se’orienta claramente a un destinatario. En este caso, la nifia coordina acciones dirigidas al objeto y acciones dirigidas a la madre. Alterna la mirada hacia el plato y hacia la madre y acerca levemente su mano a la de esta iiltima. Sara, a la edad de 0;9.14 (afios; meses. dias) @Situaci6n: el plato de plistico con el que jugaba la nifta ha caido al suelo *NEN: 0. hgpx: mira hacia el plato que esti en el suelo %act: aparta la cara de la cucharada de comida que le oftece la madre par: protesta "NEN: 0. Yeact: tiende el braz el mismo %ppat: emite un sonido que denota esfuerzo 10 y la mano hacia el plato, inelinando también el cuerpo hacia Los inicios de la comunicacién 15 oepx: sigue mirando hacia el plato, después mira a la madre y luego mira nuevamente hacia el plato, que sigue en el suelo com: mientras mira a la madre acerca levemente su mano a la de ella Todos estos ejemplos son, de acuerdo con la definicién que hemos establecido, ‘actos comunicativos del bebé en el contexto de la interaceién con su madre. Vemos como a medida que el bebé se desarrolla, sus actos comunicativos son cada vez més complejos desde el punto de vista conductual, avanzando desde movimientos simples, como las protusiones linguales, hasta Ia coordinacién de distintas conductas (extensién de la mano, mirada hacia el objeto, mirada hacia la madre, vocalizaciones...). A la vez, las conductas infantiles evidencian de forma cada vez més precisa cual es el referemte del acto comunicativo, fundamentalmente a través de la orientacién de la mirada, la direceién del cuerpo, é es cada vez més persistente en sus la extensién de los brazos... El comportamientos, que se dirigen hacia una meta y se mantienen hasta lograrla (por ejemplo, conseguir que la madre le dé un objeto). El destinatario, Ia madre en el caso de los ejemplos anteriores, interpreta en todos los casos que los actos del bebé tratan de comunicarle algo y acttia en consecuencia, de manera que los actos, del bebé tienen un efecto social. Y, a su vez, el bebé orienta de forma cada vez ms clara sus conductas hacia el destinatario. Sea cual sea su complejidad, los actos comunicativos prelingiiisticos son actos sociales, en diversos sentidos (Rivero, 2001). La comunicacién tiene lugar entre el bebé y otras personas, siendo, en consecuencia, una actividad social. Adema: la comunicacién persigue objetivos sociales, ya sea compartir la propia experiencia con alguien, influir en el comportamiento del otto, dar a alguien algo roe cobran significacién en el contexto de Ia interaccién. Poco a poco, el bebé ira dominando los sistemas de comunicacién humana, que son en definitiva construcciones sociales que el bebé Hegaré a dominar en el marco de una cultura. Para entender los avances comunicativos que el bebé realiza a lo largo de su primer afio de vida, debemos hacer referencia tanto al desarrollo de sus habilidades (emocionales, afectivas, socio-cognitivas, motrices) como a sus eracciones con los cuidadores principales. Vamos a hacerlo guiados por algunas cuestiones, que se corresponden con las apartados del capitulo que siguen a este Primer punto de introduccién y conceptos generales, En primer lugar, nos interrogaremos acerca de cual es el punto de partida del bebe. Para responder a esta cuestiOn, revisaremos sus capacidades sensoriales y Perceptivas, asi como otras caracteristicas comportamentales que le permiten, sde el nacimiento, mantener interacciones con los adultos. Dichas capacidades Constituyen las bases del desarrollo comunicativo, lingtistico y social y pueden Considerarse mecanismos preadaptados para la comunic En segundo lugar, desde In premisa de que el desarrollo infantil es un proceso ue tiene lugar en un marco sociocultural y en el seno de procesos de interaccién 16 La adquisicién del lenguaje social, trataremos de dar algunas respuestas a las siguientes preguntas: {Qué tipo de interacciones sociales promueven el desarrollo comunicativo de los bebés? {Cémo apoyan los adultos el desarrollo comunicativo? {Existen diferencias a este respecto entre madres y padres? Como veremos, esta tltima cuestién apenas quedard apuntada en nuestro trabajo, pues es un tema todavia poco estudiado en relaciGn con los bebés prelingilisticos y en el cual se hace cada vez. mas necesario profundizar. La coriunicacién es un proceso en el cual se integran tanto habilidades motrices como cognitivas y sociales. Son diversos los autores y los trabajos que profundizan en el estudio de las bases socio-cognitivas de la comunica tratando de responder a preguntas como ;Por qué y para qué trata de comunicarse el bebé con las otras personas? {Cémo les hace saber que desea comunicar algo? {Cuando comunica de forma intencional? Estas cuestiones tienen que ver con las habilidades de atencién conjunta, la intersubjetividad secundaria y la intencionalidad, temas que abordaremos en un tereer apartado. En tltimo lugar abordaremos los aspectos més fenomenolégicos del desarrollo comunicativo, trazando el recortido evolutivo de los principales recursos que el bebé prelingiiistico emplea para la comunicacion: la sonrisa, 1as expresiones faciales, el Ilanto, las primeras vocalizaciones, el balbuceo y los gestos. También trataremos de dar respuesta a las preguntas {Qué intenciones comunicativas expresan los bebés? {Qué conexiones existen entre el desarrollo comunicativo I y el posterior desarrollo del lenguaje? 3. Las bases del bebé para el desarrollo comunicativo y lingiiistico: habilidades perceptivas y otros mecanismos preadaptados para la interaceién social Los bebés bumanos nacen considerablemente inmaduros en comparacién con otras especies animales. Es decir, nacen incapaces de sobrevivir por si mismos sin el apoyo de otros. La biologia nos muestra, a través del concepto de neotenia que, cuanto mayor nivel de plasticidad cerebral muestra una especie al nacer, més lento es su desarrollo. Lewontin (1981) destaca que la neotenia, ademés de vincularse @ ‘un desarrollo mas lento, mas complejo y mas plistico o abierto al cambio, conlleva una mayor dependencia del bebé humano con respecto de sus cuidadores. Las personas que cuidan del bebé, generalmente los padres, desempefian un papel clave en su supervivencia, crianza, educacién y desarrollo. Y cl bebé dispone, desde el nacimiento, de ciertas habilidades. perceptivas 0 capacidades de procesamiento de la informacién que le orientan de forma privilegiada hacia los seres humanos. ;Son esas habilidades totalmente innatas 0 requieren de una minima experiencia? Esa es una cuestién todavia abierta, Lo que nos parece especialmente relevante es que esas habilidades se manifiestan desde 7 Los inicios de la comunicacion Jos primeros dias o semanas de vida, cuando el bebé todavia acumula poca experiencia. Y esta tltima seré relevante para mantener, modificar y ampliar esas capacidades. Son muchas las evidencias de que los bebés humanos muestran habilidades que los orientan, desde el nacimiento, a la interacciéi con las personas, asi como capacidades de procesamiento del habla. Disponen de un repertorio conductual y de ciertas capacidades cognitivas bésicas que facilitan su adaptacién al medio hhumano que es, eminentemente, un medio social. Veamos cuales son esos patrones conductuales, capacidades 0, dicho en ottos términos, mecanismos preadaptados para la interaccién social y la comunieacién, Tal y como muestran numerosos estudios, los bebés se sienten especialmente atraidos por los rostros humanos (Morton, Johnson y Maurer, 1990; Slater y Quinn, 2001; Valenza, Simion, Cassia y Umilta, 1996). Desde los primeros dias de vida, los bebés son capaces de mantener el contacto visual cara-a-cara durante unos segundos (Robson, 1967) y pueden reconocer el rostro de su madre a través, de algunos rasgos como el contomo del rostro y el cabello (Pascalis, de Schonen, Morton, Deruelle y Fabre-Grenet, 1995). Por otra parte, los bebés esperan que exista sincronia entre el rostro y la voz de los humanos. Bebés de tan s6lo 2 meses, muestran extrafieza cuando su madre les habla cara-a-cara y su voz proviene de un lugar distinto (Aronson y Rosenbloom, 1971). Los bebés recién nacidos también muestran una atencién especial hacia la voz humana y hacia tos sonidos que se sitéan en el intervalo de frecuencias propio de la voz humana (Hutt, Hutt, Lenard, Bernuth y Muntjewerff, 1968; Vouloumanos, Hauser, Werker y° Martin’ 2040: y Werker, 2007) habla que ha sido filtrada para que se asemeje a la que se escucha desde dentro del litero materno y discriminan los sonidos del habla de otros sonidos complejos, mostrando preferencia por fos primeros (Vouloumanos y Werker, 2007). Los bebés de pocos dias de edad prefieren oir Ja voz de su madre a la de una extrafia (DeCasper y Fifer, 1980). Los experimentos de Mehler, Betoncini, Barriére y Jassik-Gerchenfeld (1978) con bebés de 3 meses mostraron que dicha Preferencia se muestra tinicamente cuando la madre habla con las earacteristic Propias del habla dirigida al nifio o habla de estilo mateo (tono mas alto, cambios de entonacién muy marcados, enunciados cortos...). Cuando la madre lee un texto al revés o altera sus pardmetros naturales de entonacién y ritmo, los no muestran preferencia por su voz. Esa preferencia no se muestra hacia la voz del padre o hacia voces de extrafios (Kisilevsky ei al., 2003), lo cual sugiere Que la exposicién intensiva a la voz de la madre durante el periodo prenatal podria jugar un papel importante en la determinacién de Ia preferencia, Otros autores han puesto de manifiesto las habilidades de los bebés para diferenciar las lenguas (Mehler et al., 1988) y la predileceién de los bebés por la lengua de su entorno (Moon, Cooper y Fifer, 1993). Los bebés diferenciarian Primero entre lenguas muy distantes, como el catalin y el mandarin, por ejemplo, 18 La adquisicién del lenguaje hacia los cuatro 0 cinco meses entre lenguas préximas como el castellano y el y iguas P catalan, Los bebés de tan solo un mes de edad detectan las diferencias entre los contrastes fonémicos que caracterizan las lenguas y perciben los sonidos del habla de forma categorial (Eimas, Siqueland, Jusczyk y Vigorito, 1971). Ello quiere decir que perciben como el mismo fonema, por ejemplo ‘pl, variantes det mismo pronunciadas en distintas silabas o por distintos hablantes, incluso de distinto sexo. También que diferencian entre los distintos fonemas de las lenguas, incluso entre fonemas con rasgos articulatorios muy parecidos y de lenguas distintas a la de su entorno (Mehler, 1981). Esas habilidades para diferenciar contrastes fonémicos se modifican a partir de la experiencia con las lenguas del contexto. La capacidad de diferenciar entre contrastes fonémicos de In lenguas de la comunidad de habla del bebé aumenta a la par que disminuye la capacidad para distinguir entre contrastes fonémicos de lenguas extranjeras. Esta reorganizacién de las capacidades de percepeién de los fonemas tiene lugar a partir de los 6 meses para las vocales y de los 10 para las consonantes (Rivera-Gaxiola, Silva- Pereyra y Kuhl, 2005: Kuhl, Stevens, Hayashi, Deguchi, Kiritani et al.. 2006) Los bebés de 10 0 12 meses son ya poco hAbiles a la hora de diterenciar fonemas de lenguas extranjeras, a la vez que son més precisos estableciendo distinciones entre los fonemas de las lenguas de su entorno (Kuhl et al., 2006). Este proceso de reorganizacién perceptiva facilitaria la adquisicién de las lenguas del entorno y la interaccidn social jugaria un papel esencial en dicho proceso (Kuhl y Rivera- Gaxiola, 2008). Como ya hemos apuntado anteriormente, los adultos utilizan un registro caracteristico para dirigirse a los nifios pequefios, denominado habla de estilo materno (motherese) 0 Habla Dirigida al Nifio (Infant Directed Speech-IDS 0 Child Directed Speech-CDS). E1 habla de estilo materno, por comparacién con el habla entre adultos, tiene un ritmo més lento, un tono mas alto, presenta una de los contornos prosédicos y una mayor variedad de frecuencias (Broen, 1972; Femald y Simon, 1984; Gamica, 1977; Remick, 1975; Sachs, 1977). Las investigaciones muestran que las madres exageran las diferencias fonéticas en el habla, tanto para las vocales como para las consonantes. Ademds, los bebés con mayor capacidad para discriminar contrastes fonémicos en situacion de laboratorio tienen madres. que exageran més los rasgos aciisticos de los fonemas cuando les hablan (Liu, Kuhl y Tsao, 2003). Por lo que se refiere a los nifios bilingiies o trilingties, los resultados acerea de su proceso de transicién fonética son contradictorios. Algunos estudios sugieren que la especializacién para distinguir mejor los fonemas de las lenguas del entorno seguiria un curso evolutivo similar al de los bebés monolingties (Burns, Yoshida, Hill y Werker, 2007), mientras que otros autores sugieren un patron de desarrollo perceptivo distinto (Bosch y Sebastidn-Gallés, 2003). No obstante, 10 que si sabemos es que los bitingiies mantienen la capacidad de diferenciar todos, Los inicios de la comunicact 19 fos contrastes fonémicos de sus lenguas nativas (Albareda-Castellot, Pons Sebastidn-Gallés, 2011), Algunos experimentos muestran que los bebés prefieren escuchar unidades de ta cadena hablada que se aproximan a una silaba (Aslin, Pisoni y Jusezyk, 1983) y habla segmentada en secuencias que se ascmejan a las oraciones en cuanto a fongivud ( . Los fenémenos que acabamos de comentar sugieren que el sistema de percepcién auditiva del bebé es sensible, desde las primeras semanas de vida, a ciertas distinciones y propiedades relativas al habla, A lo largo del primer afio de vida las habilidades perceptivas del bebé se van modificando, a través de la experiencia con lenguas especificas, ajustindose a las propiedades de las mismas (Werker, Yeung y Yoshida, 2012). Ademis de estas capacidades perceptivas, desde el inicio de la vida, el bebé esti preparado para comenzar a establecer relaciones con sus cuidadores. Dichas relaciones muestran niveles de coordinacién, sincronia y ajuste mutuo tales que pueden ser considerados procesos de interaccién. Los comportamientos de ambos participantes, bebé y adulto, se producen de forma alterna o se encabalgan en algunos momentos. Asi, por ejemplo, Jaffe, Sten y Peery (1973) y Condon y Sander (1974) demostraron que el neonato realiza ligeros movimientos sincronizados con la voz de su madre cuando ésta le habla, al tiempo que dirige la mirada hacia el rostro materno. Stern, Jaffe, Beebe y Bennet (1975) mostraron luna tendencia significativa por parte de las madres a encabalgar sus Yocalizaciones con las de sus hijos para prolongar estas dltimas. Denominaron a esta sincronia acoplamiento conversacional. Bateson (1971) habia sugerido el término protoconversacién para denominar a estos intercambios sincrénicos que serfan las formas més primitivas de interaccién comunicativa. Trevarthen (1977, 1979) propuso la expresién prelenguaje para referirse a los movimientos de los labios y de la lengua que el bebé realiza mirando al adulto. Estos movimientos se combinan generalmente con movimientos corporales y con frecuencia son interpretados por el adulto como intentos de habla por parte del nif. Los bebés también reaccionan a las expresiones emocionales de la madre, Como muestran, por ejemplo, los ya clisicos estudios de Tronick, Als y Adamson (1979). Los investigadores pedian a las madres que mirasen inexpresivamente a Su bebé durante unos segundos, asf como que se mostrasen de perfil. Bebés de tan solo diez semanas de edad daban sefiales de malestar, como interrumpir su actividad, disminuir las sonrisas y las vocalizaciones o adoptar una expresion seria. En esta misma linea, Murray y Trevarthen (1985) Ievaron a cabo experimentos con bebés de entre seis y doce semanas de edad y sus madres. Madre y bebé estaban separados y se Vefan y ofan uno a otro a través de un Circuito de televisién. En condiciones reales, éada participante veia y ofa al otro €n directo, mientras que, en condiciones de repeticién, cada participante vefa imagenes del otro en diferido. Los resultados mostraron un buen ajuste entre e} 20 La adquisicién del lenguajo bebé y su madre en las condiciones reales. Por el contrario, cuando los bebés veian imigenes de sus madres en diferido, mostraban signos de perplejidad y confusidn, debido a la falta de ajuste entre los eomportamientos de la madre y los suyos propios. En otro experimento, Murray y Trevarthen (1986) estudiaron, mediante el mismo procedimiento, los efectos del desajuste comunicativo sobre el habla materna. Observaron que, en condiciones reales, el habla de las madres se ajustaba bien a los comportamientos del bebé, de manera que las madres tendian a imitar al bebé 0 a ampliar sus vocalizé en diferido, cl habla de las madres tendfa a estar poco centrada en el nifio, predominando las preguntas y los enunciados orientados a tratar de restablecer la sincronfa y el ajuste mutuo. Diversos autores, como Maratos (1982), Metlzoff y Moore (1983), Field Woodson, Greenberg y Cohen (1982) 0 Kugiumutzakis (1993) han realizado experimentos que muestran que los neonatos pueden imitar movimientos faciales simples, como sacar la lengua o abrir la boca, pocas horas después de nacer. Como fran dastacado Forhes. Cohn, Allen v Lewinsohn (2004). si bien la inmensa mayoria de las investigaciones acerca de las interacciones entre bebés y adultos se han realizado con madres, la imitacién de los movimientos vocales por parte de los bebés pequefios es uno de los temas que han sido mas estudiados incluyendo a los padres varones (Kokkinaki y Kugiumutzakis, 2000). Algunos autores, como Meltzoff y Moore (1997) interpretan estas imitaciones, denominadas imitaciones ultado de Ja capacidad del recién nacido para relacionar su ‘experiencia visual (el rostro que realiza protrusiones linguales, por ejemplo) con sus propios estados intemos kinésicos y con sus sensaciones propioceptivas (lo que le lleva a reproducir la conducta observada). Reddy (1999), por su parte, también pone en valor las imitaciones neonatales, sefialando que evidencian una general del bebé para reconocer similitudes entre él mismo y los demas. No obstante, otros autores, como. Jacobson (1979) las consideran ‘comportamientos reflejos. A nuestro juicio, en cualquier caso, aun cuando estas imitaciones neonatales pudieran equipararse a las conductas reflejas, ponen en evidencia que el bebé humano cuenta, desde el principio de la vida, con mecanismos que le permiten un cierto nivel de interaccién con otras personas. neonatales como el ‘Ademis, los bebés presentan patrones ritmicos de actividad, como Ja respiracién, los ciclos suefio/vigilia o la succién, siendo este Ultimo un ritmo especialmente estudiado por su significacién evolutiva. Por lo que sabemos, los humanos son, de entre los mamiferos, los dinicos que realizan la succién ico que alterna succiones y pausas. Los bebé alimentaria siguiendo un patrén ci sistematicos andlisis de este patron realizados por Kaye y Wells (1980) muestran que las madres tienden a intervenir durante las pausas _realizando comportamientos como hablarle, ajustar el biberén o mecer al bebe. Las madres no intervienen Gnicamente durante las pausas, ni lo hacen sistematicamente en cada pausa, pero si que se observa una mayor frecuencia de intervenciones al 21 Los inicios de fa comunicacién inicio de las pausas que en otros momentos de la alimentacion. Las intervenciones maternas breves aumentarian la probabilidad de que el bebé reanude la suecién y las madres aprenden, en pocos dias, a reducir la duracién de sus intervenciones. Ante la ausencia de intervenciones maternas o en presencia de intervenciones de més de dos segundos de duracién, el bebé también restablece la succién, aunque después de una pausa més larga. En sintesis, la pausa del bebé tiende a provocar In intervencién materna y Ia interrupcién de esta intervencién leva al hebé a reanudar la succién. De manera que, la alimentacién del bebé por parte de la madre, ya sea mediante amamantamiento, ya sea a través de biberdn, adquiere una estructura dialégica, en la que podemos observar bidireccionalidad, altemancia y ajuste réciproco entre ambos participantes. Dado que las pausas del bebé no obedecerian a ninguna causa fisiolégica, Kaye (1982) interpreta que, dichas pausas serfan un mecanismo preadaptado, innato, que hace posible la adaptacién de la madre al patrén de actividad del bebé. En otros términos, el pautado ritmico de In sui de ésta la primera actividad conjunta entre madre y bebé con alternancia de turnos. En resumen, los distintos estudios que acabamos de comentar en este apartado muestran que el bebé, desde los primeros dias de vida, dispone de capacidades Perceptivas que le orientan hacia las personas y hacia el lenguaje, y de ‘mecanismos que hacen posible su participacién en intercambios bidireccionales y de ajuste mutuo con sus cuidadores. Trevarthen (1980) propuso la expresién intersubjetividad primaria para teferirse a la estrecha sincronia y al ajuste mutuo que se establece entre el bebé y sus cuidadores principales, fundamentalmente la madre, en la interaccién. El Concepto de intersubjetividad tiene una larga tradicién en Ia filosofia del lenguaje. De forma gcuvral, ta iniersubjetividad se eniiende ome ef hecho de vompartn Significado entre personas y se identifica como una condicién sine qua non para la comunicacién. EI concepto de intersubjetividad primaria propuesto por Trevarthen remite a los “motives” del bebé para la interaccién social y a un primer nivel de “significado” compartido con el adulto, entendiendo el témino Significado en un sentido amplio, que se eircunseribe, en las primeras semanas de Vida, a la experiencia sensorial, emocional y motora que tiene lugar en el marco de procesos de la interaccién diidica sincronica y de ajuste mutuo entre el bebé y €l adulto. En ese marco, ambos participantes son receptivos y sensibles a las Sefiales emitidas por el otro 22 La adquisicién del lenguaje 4, El marco social del desarrollo comunicativo: las ayudas parentales en el contexto del juego y de otras actividades de la vida cotidiana Como hemos expuesto en el apartado anterior, en las primeras interacciones de los bebés con el mundo exterior tienen un peso muy significativo las interacciones cara-a-cara con un adulto. Lock (1980) destaca que, si bien desde el nacimiento el bebé esté capacitado para establecer relaciones sincrénicas y ajustadas con el adulto, debemos remarcar que este dltimo incorpora al bebé, de forma progresiva, ‘en interacciones cada vez mas complejas, con significado, intenciones y formas de expresién culturalmente apropiadas. Kaye (1982), en la misma linea, sefiala que los adultos guian al bebé para su integracién en el sistema social y cultural, ‘enmarcando las interacciones en microcosmos o marcos de referencia. En las interacciones cara-a-cara, la sonrisa y, en general, las expresiones emocionales juegan un papel muy importante. Como ya dijimos, en las interacciones con sus madres los bebés observan ¢ imitan las expresiones faciales aduitas (Holodynski y Friedimeier, 2006). Por su parte, ios cuidadores imitan, regulan y refuuerzan las expresiones emocionales de los bebés (Gergely y Watson, 1999). Las sonrisas del bebé promueven respuestas positivas y sentimientos de afiliacién por parte de los cuidadores (Fogel, Nelson y Hsu, 2000). Muchos autores, entre ellos Trevarthen (1980), han descrito o6mo hacia los 3.0 4 meses de vida se inicia un cambio en Ia relacién del bebé con los objetos, a medida que aumenta su interés por la exploracién de los mismos y del entorno. Estos cambios estn relacionados tanto con la mejora de las capacidades visuales del bebé como con sus avances psicomotores. Este interés creciente del bebé por los objetos y por el entorno abre a la diada adulto-niffo nuevas formas de én. Para mantener o recuperar la atencién del bebé, el adulto recurre con frecuencia a las vocalizaciones ritmicas y a acciones que introducen alguna novedad o cambio repentino en la rutina. Las canciones, las rutinas de accién, los Juegos que implican alguna sorpresa, son eficaces a la hora de mantener la atencién del bebs. ‘A partir de los 4 meses los bebés se implican activamente en juegos con un adulto. No abandonan su preferencia por Ios juegos que implican la exploracién del adulto — rostro, cabello, manos... -, asi como por los gestos, el habla y las expresiones faciales de éste, pero van progresando en la participacién en juegos que incluyen algim objeto (el adulto construye una torre de cubos y el bebé la derriba, ef bebé arroja al suelo un objeto y el adulto lo recoge...). Los primeros juegos en los que participan los bebés, hacia los 4 0 5 meses, suelen ser el juego det cucé-tras (el adulto se esconde tras una tela, por ejemplo, y reaparece enfatizando su reaparicién con una expresién, como “tras” 0 cualquier otra, y una sonrisa; el bebé participa en el juego sonriendo o riendo y aguardando expeetante una nueva reaparicién del aduito) o Ia imitacién de movimientos simples de las, manos asociados a canciones infantiles (por ejemplo, “cinco lobitos”). El bebé se ncillos Los inicios de la comunicacion 23 va incorporando progresivamente en juegos que requieren una accién mas ‘compleja por su parte, como derribar una torre construida con bloques apilables, 0 frrojar objetos al suelo y recogerios. En la segunda mitad del primer aio los bebés participan de forme mity activa en estos juegos dé interaccién. Hacia los 8 © 9 heses, sts capacidades imitativas y de atencidn le permiten tratar de hacer cosas que no forman parte de su reperioriv con ., intentar poner un cubo de apilar encima de otro, A esa edad, los bebés tienen interés en que los adultos les muestren nuevas formas de emplear los objetos, nuevas acciones sobre los mismos. El bebé invita al adulto, a través de la mirada, Jas sonrisas, los gestos... a tomar Ia iniciativa en la accién conjunta sobre un foco de atencién comin, Bebé y adulto se centran en el juego 0 actividad que estin realizando, asumiendo que la atencién conjunta se mantiene. uctual espontéiico como, por ej Bruner (1983) prest6 mucha atencién al estudio de este tipo de juegos de interaccién y a su relacién con el desarrollo de la comunicacién y del lenguaje. A estos juegos los denomind formatos, por su estructura predecible y su cardcter rutinario, repetitivo y ritmico. Posteriormente amplié el término formato para referirse a toda interaccién repetida y rutinaria en que adulto y bebé comparten atencién y/o acciones sobre algo. De modo que no tinicdmente los juegos de interaccién serian formatos, sino que éstos incluirian otras situaciones cotidianas como la alimentacién o el cambio de paftal. Los formatos serian, en definitiva, actividades de interaceién entre un bebé y un adulto, rutinarias, repetitivas y ritmicas, fundamentales para la progresiva incorporacién de las intenciones comunicativas del bebé y la construceién de significados en una matriz. cultural. Lo relevante para el desarrollo de la comunicacién es que dichas actividades mle. partic presenien una estuciura viakgica, &5 dois, que yaciin alterna de ambos participantes; que resulten atractivas y motivadoras para el bebé; que los pasos que la integran puedan llegar a ser predecibles para el niflo, por ser frecuentes, estables y claros; y que incorporen gestos, vocalizaciones 0 palabras con valor comunicativo, Construir torres y derribarlas, jugar a esconderse y reaparecer, sumergit un objeto en el agua del bafio y hacerlo reaparecer, hacer Pompas de jabén y explotarlas, dar al nifio la papilla... son situaciones interactivas que favorecen el desarrollo de la comunicacién, Como sefialé Bruner (1983), en esos juegos y situaciones interactivas bebé y adulto toman turmos de forma alterna y desempefian roles que pueden llegar a ser intercambiables cuando el bebé haya desarrollado las habilidades para ello. El adulfo emplea palabras en lun contexto de actividad repetitivo y, por tanto, predecible. De modo que esos contextos de interaccién favorecen el aprendizaje por parte del nitio de las normas bisicas de la conversacién (Ia alternancia de turnos ~ahora ti, ahora yo~ y la alternancia de roles — por ejemplo, ti construyes/yo derribo; yo construyo/ derribas), asi como el aprendizaje de gestos, vocalizaciones y palabras vinculadas @ esos juegos 0 actividades. Favorece a la adquisicién, el hecho de que eterminados gestos, vocalizaciones 0 palabras aparczcan en el marco de Actividades con tas que el bebé est altamente familiarizado, es decir, en un Contexto que para él tiene sentido y que es predecible. 24 La adauisicion del longuaje El formato de lectura conjunta de cuentos merece una mencién especial, por tratarse de una de las actividades conjuntas entre niffo y adulto que més se ha estudiado en relacién con el desarrollo lingiistico. La lectura conjunta de cuentos, entendida, cuando nos referimos a niflos pequeiios, como situacién interactiva en Ja que ambos participantes miran conjuntamente las imagenes y nombran los objetos en el marco de una dinémica conversacional, es més frecuente con nifios que ya han comenzado a hablar. No obstante, la lectura conjunta de cuentos, tal y como la hemos descrito, puede iniciarse en el primer aio de vida y, de hecho, estudios retrospectivos indican que la edad de inicio en dicha actividad, informada por los padres, predice las habilidades lingijsticas de los nifios. Cuanto mas temprana es la edad de inicio en la lectura de cuentos mejor es el posterior desarrollo de las habilidades lingiiisticas y de alfabetizacién de los nifios (DeBaryshe, 1993; Payne, Whitehurst y Angell, 1994). Un trabajo empirico de Karrass y Braungart-Rieker (2005) permite perfilar estas conclusiones. Sus datos muestran que Ia lectura de cuentos a los 8 meses predice el nivel de desarrollo del Ienguaje expresivo a los 12 y a los 16 meses, mientras que no ocurre lo mismo con Ia lectura conjunta de ‘cuentos a los 4 meses. Asi pues, la lectura de cuentos evolutivo, Segiin los datos de Karrass y Braungart-Rieker (2005), en muestras de poblacién norteamericana de clase media, el inicio de la lectura de cuentos con el bebé tiene lugar entre los 7.6 y los 9 meses. En esas primeras interacciones alrededor de los cuentos, los dlbumes de fotografias o los libros de imagenes, los adultos suelen estar atentos a fa mirada del bebé, 0 a aquello sobre lo que pone su mano, para detectar qué es lo que al nifio le interesa y nombrarlo, Bl adulto también suele llamar la atencién del bebé hacia un objeto, nombrandolo después. Como ya observé Bruner (1983) el adulto trata de dar a esas interacciones una apariencia de didlogo, instando al nifio a mirar una imagen (“Mira x”), pregunténdole acerca del nombre de un objeto del cuento (“ZQué es x2), dando nombre al objeto (“Es un x”) y offeciendo retroalimentacién positiva a las vocalizaciones del nitio 0 a la denominacién que el mismo adulto ha realizado (“Si, es un x”). Si bien esta establecido que la participacién del bebé en este tipo de actividades interactivas favorece el desarrollo comunicativo y lingtifstico, hay que considerar, ademas, variables relativas a lo que podriamos denominar la “calidad” de las interacciones que tienen lugar entre bebés y adultos, en el marco de dichas actividades o en otros contextos. Una de las variables més estudiadas en relacién con la calidad de las interacciones entre Jos bebés y los adultos, fundamentalmente sus madres, es la responsividad. En el contexto de la interaccién nifio-adulto, se consideran conductas maternas responsivas aquellas en que la madre responde a las sefiales del nifio de forma répida (inmediatamente) y contingente (de forma vinculada a la accién det nifio), ajusténdose a la iniciativa y a los intereses del mismo, asi como su foco de atencidn y/o aceién (Spiker, Boyce y Boyce, 2002; Tamis-LeMonda, Los inicios de la comunicacién 25 Kuchirko y Song, 2014). Para un mismo comportamiento infantil pueden existir distintas respuestas responsivas. Asi, por ejemplo, si un nifio muestra a la madre tun cochecito de juguete, la madre podria responder responsivamente comentando que es muy bonito, asintiendo, nombrandolo, sefialando alguna de sus caracteristicas, etc. Lo contrario a una respuesta responsiva seria una respuesta directiva (Akhtar, Dunham y Dunham, 1991), consistente en una orden 0 propuesta que no tuviese en cuenta ei foco de imerés del nifio en ese momento como, por ejemplo, indicarle que juegue con una pelota, cuando esté interesado et el cochecito. Que los adultos establezean con el bebé un estilo de intera responsivo promucve el desarrollo comunicativo inicial (Goldstein y Schwade, 2008) y el desarrollo linglistico posterior (Nicely, Tamis-LeMonda y Bornstein, 1999). Tamis-LeMonda et al., (2014) argumentan que las respuestas_maternas responsivas favorecen el desarrollo comunicativo y lingilistico por tratarse de respuestas contiguas, contingentes, didécticas y multimodales. La contigtidad 0 inmediatez de la respuesta favorece que el nifio establezca relaciones entre los objetos, acciones o acontecimientos y los gestos o expresiones verbales, La contingencia hace referencia a la existencia de conexién entre aquello a lo que el nifio atiende o realiza y la respuesta que recibe, hecho que facilita el aprendizaje. E] cardcter didéctico de las respuestas adultas remite al uso de estrategias como la denominacién, Ia deseripcién o la pregunta. Por otra parte, la multimodalidad hace referencia al hecho de que los adultos suelen coordinar comportamientos verbales, como, por ejemplo, dar nombre; y no verbales, como mirar un objeto. sefialarlo u oftecérselo al nifio. Finalmente, las autoras destacan la progresiva para ajustarse a las caracteristicas del nifio, su nivel d nto interactiva, remitiendo a lo que Wood, Bruner y Ross (1976) denominaron “andamiaje” (scaffolding) o a lo que en el dmbito mas fics studio del Habla Dirigida al Nifio se conoce como “ajuste fino” (fine tuning) (Henning, Striano y Lieven, 2005; Kitamura & Burham, 2003). Si bien los beneficios de la responsividad materna sobre el desarrollo comunicativo y lingiistico son claros, diversos estudios han mostrado que Sptimos de responsividad. Unos niveles demasiado altos de ¢ asociarian a evolucién de las respu existirfan niveles responsividad podrian llegar a resultar intrusivos o inapropiad estrés comunicativo ¢ hipervigilancia, y supondrian una sobreactivacién para el nifio (Beebe et al., 2008; Malatesta, Culver, Tesman y Shepard, 1989). Asi, las respuestas répidas a las vocalizaciones que expresan un malestar ligero podrian entorpecer el desarrollo de las habilidades de autorregulacién emocional (van Ijzendoorn & Hubbard, 2000), mientras que la responsividad a las expresiones severas de malestar favorecerian el establecimiento de un vinculo seguro con la ‘madre (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978), También el habla que los adultos dirigen a los nifios pequefios en el contexto de la interacci6n es un factor relevante a la hora de entender cémo los adultos 26 La adquisicién del lenguaje favorecen el desarrollo comunicativo y lingiistico infantil. Las particularidades de este habla han venido siendo estudiadas sisteméticamente desde los cincuenta del siglo veinte, Inicialmente, se denomind a este habla “lenguaje bebé”, por incorporar la presencia de algunas palabras propias del vocabulario infantil inicial como onomatopeyas (p. ¢j.. “pipi”, “guauguau”...), palabras simplificadas (p. ¢j., “tota” por “pelota”) 0 neologismos 0 palabras idiosincraticas (p. ej. “tit?” por “chupete”). Posteriormente se introdujo la expresién “motherese”, que se traduce habitualmente por “habla matemna” y que nosotros preferimos denominar “habla de estilo materno”. La expresién més utilizada en la actualidad es “Habla Dirigida al Nilo” (Child Directed Speech o Infant Directed Speech; CDS 0 IDS). Los andlisis del CDS han mostrado importantes diferencias entre este habla y la propia de las conversaciones entre adultos (para una revisién puede verse, por ejemplo, Rivero, 1993; Serra, Serrat, Solé, Bel y Aparici, 2000). Dichas particularidades se han observado tanto en el habla de las madres como en la de os padres, asi como en el habla que las personas sin hijos y/o con poca cia en el trato con nifios dirigen a los niffos pequefios. Han sido universales, ya que las formas en que cada grupo cultural organiza los intercambios comunicativos con los nifios varia ampliamente de una comunidad a otra y esté en relacién con las distintas formas de socializacién (Ochs y Schieffelin, 1995). De entre el conjunto de caracteristicas propias del CDS, vamos a destacar aquellas mas propias del habla que los adultos dirigen a los bebés pre- lingiifsticos, ya que sabemos que dichas caracteristicas se van modificando a medida que el nifio se desarrolla, ajusténdose progresivamente a sus habilidades comunicativas y lingiisticas (Snow, 1995). sama de fenguas, ain Entre las principales caracteristicas diferenciales del CDS destacan ciettos rasgos referidos a parimetros suprasegmentales del habla, como la elevacién del tono de voz, la exageracién de los contomos prosédicos, una mas amplia gama de frecuencias 0 el enlentecimiento del ritmo (Broen, 1972; Garnica, 1977; Remick, 1975; Sachs, 1977). Estudios més recientes también han identificado que en el CDS ‘se tienden a exagerar las unidades fonéticas del habla, diferenciando de forma marcada los distintos sonidos (Burnham, Kitamura & Vollmer-Conna, 2002; Kuhl et al. 1997), En este sentido, Huei-Mei, Kuhl y Tsao (2003) hallaron. que el alargamiento de las vocales por parte de las madres, que comporta una mayor claridad del habla, facilita Ia diferenciacién de los fonemas por parte del bebé. Broen (1972) y Dale (1974) también mostraron que las madres tienden a separar los enunciados con pausas bien marcadas. El CDS tambi enunciados, con baja presencia de oraciones subordinadas, modificadores y auxiliares del verbo. Esta simplicidad parece jugar un papel importante en la posterior adquisicién del lenguaje. Brent y Siskind (2001) mostraron que la mayor se caracteriza por la simplicidad morfosintéctica de los exposicién de los nifios a una palabra en enunciados de palabra tinica, predecia la probabilidad de que el nifio produjese la palabra posteriormente. Ctra caracteristica del CDS es la redundancia (Furrow, Nelson y Benedict, 1979; Longhurst y Stepanich, 1975; Phillips, 1973; Snow, 1972, 1977). Un cetudio de McRoberts et al, (2009) ha mostrado aue los bebés de 6 meses de edad prefieren escuchar enunciados repetidos a enuneiados nuevos. La repeticién tendria un efecto facilitador de la adquisicién del lenguaje (Newman, Rowe, & Bemstein Ratner, 20 En cuanto a la semantica y al Iéxico, en el CDS predominan las referencias a objetos, personas, acciones y acontecimientos del entomo inmediato, El habla dirigida al nifo esté muy ligada al foco de atencién compartido o a la actividad conjunta que nifio y adulto realizan (Harris, Jones y Grant, 1983; Tomasello y Farrar, 1986; Vibert y Borstein, 1989) Ademés de ajustes suprasegmentales, morfosintécticos, semanticos y Iéxicos, Jos adultos también realizan ajustes pragméticos cuando hablan con nifios pequefios. Los clasicos trabajos de Snow (1977) mostraron que, en la Conversacién con el nifio, el objetivo principal del adulto no es tomar el turno, sino conseguir que sea el niio quien lo tome, es decir, promover la participacion infantil, Durante los intercambios comunicativos, el adulto tiende a promover el equilibrio entre los turnos que é1 toma y los tomados por el nifio (Rivero, Fernéndez-Viader y Gricia, 1995). Entre los smiticos propios del CDS también debemos destacar que, en la interaccién con los nifios pequefios, los adultos tienden a reiterar la €xpresion de un conjunto fimitado de imenciones vomunivativas, yuc s¢ va Modificando a lo largo del desarrollo y que recoge aquellas intenciones que los ios pueden comprender (Pan, Imbens-Beiley, Winner y Snow, 1996). Calmar al niiNo, negociar la actividad conjunta, hacer comentarios acerca del foco de tencién compartida, y sefialar acontecimientos espeeificos, como Ia caida de objetos o su desaparicién, serfan los propésitos comunicativos més frecuentes en be intreambios entre In madre y el bebé durante el primer aio de vide (River, 2010), Este conjunto de caracteristicas propias del habla dirigida a os niiios Pequefios, junto con Ia responsividad materna y los intercambios comunicativos € el marco de rutinas de juego y otras rutinas de la vida cotidiana, serian Clementos facilitadores del desarrollo comunicativo y lingtiistico infantil, El nivel €ducativo de los cuidadores ~ la mayor parte de los estudios se han realizado con adres ~ se ha mostrado relacionado con la cantidad de Habla Dirigida al Nitfo y deri culdad de las respuestas parentales alas acciones, vocalizacionesy gestos <1 bebé (Hoff, 2003a, 2003b). Si bien la mayoria de los estudios realizados acerca del apoyo parental al sarrolio cormunicativo y lingtifstico infantil se han realizado con madres, cada 28 La adquisicién dei engu vez son més las investigaciones realizadas con padres 0 que comparan madres y padres. Diferentes estudios indican que madres y padres mantienen con sus hijos interacciones con caracteristicas distintas, que podrian contribuir de forma diferencial al desarrollo infantil. Buena parte de esta literatura aborda el andlisis del habla dirigida a los nifios a partir de los dos affos (para una revision véase Panesofar y Vernon-Feagas, 2006). Por nuestra parte, vamos a centramos en aquellos estudios que analizan las interacciones de los padres con sus bebés prelingtisticos. Algunos estudios han mostrado que en las interacciones de los padres con sus hijos predominan las interacciones de cardcter Iidico y que los padres realizan un Juego més fisico que las madres (Parke, 2002; Yeung, Sandberg, Davis-Kean y Hofferth, 2001). Gottman (1998) hall que, durante las interacciones con los niffos, las madres verbalizaban més y eran més directivas, mientras que los padres, desarrollaban un juego més fisico y activador o excitante. En una investigacién realizada con bebés de 5 meses, Feldman (2003) mostré que tanto madres como padres establecian relaciones sincrénicas con sus bebés. No obstante, los bebés ‘mostraban mayor atencién y més comportamientos afectivos en la interaccién con sus padres musirabau un mayor nivel de aviivaciba, Los cambios sociales van en la direccién de una creciente corresponsabilidad de madres y padres en la crianza y la educacién de los hijos en el contexto de la familia. Por ello se hace necesario profundizar en el estudio de las intetacciones, parentales de los varones con sus hijos y en el papel de dichas interacciones en el desarrollo infantil. Hoy por hoy, las investigaciones son todavia insuficientes como para extraer conclusiones concluyentes, aunque cada vez son més los datos que indicarian que las interacciones de las madres y de los padres con sus hijos e hijas presentan tanto caracteristicas comunes como diferenciales, realizando contribuciones aditivas y complementarias al desarrollo infantil (Cabrera, Fitzgerald, Bradley y Roggman, 2007). sus madres, siemuas que e 5. El desarrollo de las habilidades de atencién conjunta, la intersubjecti Las habilidades de atencién conjunta son un tema crucial para entender el desarrollo comunicativo y lingiistico, ya que, como ya sefialé Bruner (197: 1975b) estn en la base de todo aprendizaje cultural que implique referencia al mundo exterior. Dichas habilidades se relacionan con la capacidad de coordinar la atencién con otra persona en relacién con un objeto 0 acontecimiento del entorno. La atencién conjunta implica el establecimiento de una relacion triddica entre el bebé, otra persona y un elemento del contexto, Son habilidades de atencién conjunta, por parte del bebé, el seguimiento de la mirada del-adulto, la capacidad de dirigir la mirada de éste hacia algo, el seguimiento y la emisién del gesto de Los inicios de la comunicacién 29 indicaci6n, asi como el uso de Ia informacién emocional que ofrece el adulto para regular la propia respuesta al entorno (referencia social). Dichas habilidades se desarrollan de forma gradual a lo largo del primer afio. Durante los primeros meses de vida, los bebés se orientan, como ya sefialamos aspectos del que destacan por sus caracteristicas (color, brillo, luminosidad, sonido...). La atencién del bebé va evolucionando desde una atencién “cautiva”, muy dependiente de las caracteristicas de los estimulos, hacia una atencién mas voluntaria y endégena (Colombo, 2001). Los adultos son mnsibles a dichos cambios, lo cual se traduce en una progresiva introduccién de objetos y elementos en la relacién bebé-adulto. Entre los 4 y los 6 meses los bebés mantienen e! contacto visual, sonrien y se muestran interesados en lo que el adulto les muestra, siempre que éste se adapte a sus intereses (Rogoff, Malkin y Gilbride, 1984). La interaccién cara-a-cara aleanza su pico maximo alrededor del cuarto mes (Hsu y Fogel, 2001) y, a partir de ese momento, las int. diddicas “bebé-adulto” van evolucionando hacia interacciones triddicas “bebé- adulto-objeto” (Adamson, 1995). Bruner (1983) ya observé que el contacto cara- a-cara, u ojo-a-ojo, sucle ir acompatiado de vocalizaciones, por parte del nifio, del adulto 0 de ambos. Una vez se ha establecido bien el contacto ocular entre el bebé y el adulto, este tltimo tiende a introducir algin objeto en la relacion, interponigndolo entre ambos participantes o acercandolo al nifio, movigndolo y manteniendo el contacto ocular con el bebé. Con frecuencia estos intentos de establecer y mantener Ia atencién del bebé hacia el objeto van acompafiados de indicaciones verbales como “mira. En muchas ocasiones, el adulto muestra al bebé un objeto hacia ei cuai éi ina mostrado imerés previamente, a waves de ia mirada. Bebé y adulto miran a la vez el objeto y después restablecen el contacto ocular con muestras de satisfaccién (David y Appell, 1961). Hacia el quinto mes, el bebé ya puede seguir la linea de la mirada del adulto sin que haya existido contacto ocular previo (Bruner, 1999). Un trabajo de Butterworth y Jarret (1991)' muestra que cuando los bebés de 6 meses no encuentran un objeto en el lugar esperado, vuelven a inspeccionar Ia linea de mirada del adulto. El seguimiento de la mirada del adulto por parte del bebé para €stablecer Ja atencién conjunta es claro hacia el sexto mes (Mundy y Newell, 2007). En situaciones de interaccién cotidiana entre bebé y adulto, el grado de indeterminacién suele ser bajo. El adulto, a través de sus acciones, facilita al bebé el seguimiento de la mirada y la identificacién del objeto, realizando movimientos enféticos con la cabeza, sonriendo, vocalizando hacia el objeto 0 manteniéndolo dentro del campo de visién del bebé. Por otra parte, la fumiliaridad del bebé con determinadas rutinas de juego o interaccién también facilitan las condiciones para ue el seguimiento de fa mirada del adulto se produzca con éxito. Havia los 9 meses de edad, los bebés pueden determinar qué objeto esté ‘mirando un adulto en situaciones experimentales relativamente complejas en las ue, por ejemplo, el objeto esta alejado del niio o éste debe seleccionar el objeto 30 La adauisicién del lenguaje foco de atencién de entre un conjunto (Carpenter, Nagel y Tomassello, 1998 También hacia los 9 meses los bebés inician episodios de atencidn conjunta tratando de dirigir la atencién del adulto hacia un objeto 0 acontecimiento di interés (Mundy y Newell, 2007), El gesto de indicacién, como extensién simultinea del brazo y del dedo indici hacia un objeto, persona o acontecimiento, con el resto de los dedos cerrado: sobre la palma de la mano, es para los humanos un recurso privilegiado para ¢ establecimiento de la atenciGn conjunta. Como Butterworth (1998) y Carpenter ¢ al. (1998) indican, al igual que sucede con el seguimiento de la mirada, el éxite del niffo en el seguimiento del gesto de indicacién del adulto depende de factore: situacionales como la existencia de un Gnico objeto o de diversos, la distancia ak que se encuentra el objeto o el angulo existente en relacién con la linea de mirade dol nifio. Algunos estudios apuntan a que la capacidad de seguir un gesto de indieacion podria ser muy precoz, bajo ciertas condiciones experimentales, muy estructuradas y repetitivas. En esas condiciones, los bebés de entre 4 y 6 meses Podrian orientar su mirada hacia el objeto seiialado (Bertenthal, Boyer y Harding 2014) y cambiar la direccién de la mirada siguiendo un gesto de indicacién siguen los gestos de los adultos en interacciones sociales de la vida cotidiana, siempre y cuando los objetos, personas o acontecimientos sefialados estén cerca o sean claramente identificables en el contexto de la interaccién (Lempers, 1979: Leung y Rheingold, 1981). Entre los 12-15 meses, los bebés siguen con éxito el gesto de indicacién en situaciones mas complejas en cuanto al niimero de objetos que constituyen posibles referentes o en cuanto a la distancia a la que se encuentra el objeto, volviendo la mirada hacia el adulto una vez localizado éste (Carpenter ct al., 1998; Von Hofsten, Dahlstrdm y Fredriksson, 2005). Un estudio reciente de Leavens et al. (2014) realizado con madres y algunos padres~ y bebés de entre 6 y 18 meses, muestra que los adultos suelen expresar emociones positivas, a través de la sonrisa, cuando tratan de conseguir la atenciGn del nifio seialando un objeto. Esta carga emocional positiva introduciria un componente motivacional importante, que animaria al bebé a seguir los gestos de indicacién de los adultos. Como seitalan los autores de este estudio, la atencién conjunta en los humanos debe entenderse en el contexto de interacciones sociales ¢€ indicadores emocionales de las experiencias compartidas. Los bebés siguen los gestos de indicacién de los adultos no tnicamente orientados por un interés hacia los objetos de! entorno, sino también motivados por las respuestas sociales tras lograr la atencién conjunta (Churcher y Scaife, 1982), como la sonri expresiones faciales de sorpresa o los movimientos enfiticos de la cabeza como seial de aprobacién, Por otra parte, hay que tener en cuenta que, en su vida cotidiana, los bebés perciben los gestos de indicacién de los adultos en contextos significativos de interaccién social y comunicativa. En dichos contextos, los Bestos van acompaiiados de habla, asi como de otros ‘indicadores como Ia direceién de la mirada 0 del cuerpo, la entonacién o las expresiones faciales. Un estudio experimental de Daum, Ulber y Gredebick (2013) muestra que el seguimiento del gesto de indicacién por parte de los bebés de 12 meses esti modulado por otras sefiales comunicativas como las mencionadas. La comprensién y la produccién del gesto de indicacién evolucionan bastante en paralelo, aunque la comprensién del gesto sea algo anterior (Carpenter et al, 1998). EI gesto en si, desde un punto de vista motor, se puede ohservar ya = bebés de tan s6lo 3 meses de edad (Fogel y Hannan, 1985). No obstante, no sera hasta alrededor de los 9 meses cuando ese gesto comenzaré a aparecer claramente para establecer la atencién conjunta con un adulto (Carpenter, Nagell, Tomasello, Butterworth y Moore, 1998; Tomasello, Carpenter y Liszkowski, 2007). A esa edad, los bebés pueden dirigir Ia atencién del adulto hacia un objeto alternando la mirada hacia el objeto y hacia la persona, mientras tienden la mano hacia el objeto, se inclinan hacia él y/o voealizan. En ese momento, el bebé integra en una misma secuencia comportamental conductas dirigidas al objeto y conductas dlirigidas al adulto. Asi, por ejemplo, el bebé tiende Ia mano hacia un objeto, lo mira, mira después al adulto, y vuelve a mirar el objeto. Esta integracién del mundo de las personas con el mundo de los abjetos 0, en otros términos, del mundo social con el mundo fisico, es lo que Trevarthen (1980, 2015) denomina intersubjetividad secundaria, La intersubjetividad secundaria se establece cuando el bebé y el adulto comparten su estado atencional e intencional sobre el mundo exterior, lo cual resulta esencial para la cooperacién, Es en este momento, a partir de los 9 meses, cuando el bebé comienza a realizar aceiones intencionales, como ya seftal6 Piaget (1936), a interpretar las Acciones de los demés como intencionales o dirigidas a una meta (Vouloumanos. Onishi y Pogue, 2012), a expresar intenciones comunicativas claras y a interpretar {ss ingcicioues comunivativas de ios demas (lomasello, 1999a, 1999b). La coordinacién entre medios y fines conducta dirigida a una meta es Ia definicién operacional comiinmente aceptada de la conducta intencional, En el diltimo trimestre del primer afio de vida los bebés captan la estructura intencional del comportamiento humano ¢ interpretan las acciones de las personas (imo dirigidas a una meta (Baldwin, Baird, Saylor y Clark, 2001; Brandone y Wellman 2009). En base a su conocimiento acerca del comportamiento, pueden hacer predicciones acerca de las acciones de los agentes intencionales (Brandone, Horwitz, Aslin y Wellman, 2014; Cannon y Woodward, 2012). En el terreno de la Comunicacién, la coordinacién de acciones dirigidas al objeto al mundo exterior ¥ de acciones dirgidas al adulto, son los medios para lograr Ia meta o el propésito Somunicativo, Dicho propésito, para el bebé, puede ser compartir con el adulto la SxPeriencia de mirar un objeto o elemento del entomo, lograr que el adulto le alcance el objeto para manipularlo, 0 conseguir que el adulto realice alguna ‘telén. Las conductas comunicativas del bebé estén claramente dirigidas a un estiriatario, tienen un claro referente en el entorno y pueden definirse en términos ‘= coordinacién entre medios y fines. La alternancia de la mirada hacia el fovo de ‘merés y hacia el adulto seria un indicador claro de intencionalidad comunicativa, 32 La adquisicion dat lenguaje Para Tomasello (2000), las habilidades de atencién conjunta comienzan a consolidarse precisamente hacia el noveno mes porque es a partir de ese momento cuando el bebé fa desarrollado una concepcién de si mismo y de los demas como seres intencionales (Tomasello, 19992, 1999b). La comprensién del caricter intencional de las acciones es una habilidad sociocognitiva que esta en la base de las interacciones sociales y de la comunicacién (Tomasello, 2000). La intencionalidad comunicativa por parte del bebé como emisor, seria posible cuando el niffo se representa a si mismo y al adulto como agentes intencionales, En ese momento, el bebé podria actuar intencionalmente para intentar modificar los estados atencionales/intencionales del adulto, tratando de influir en lo que éste mira o hace. Bretherton (1991) comparte con Tomasello (2000) la propuesta de que la atencién conjunta se fundamenta en la capacidad del bebé para concebirse si mismo y a los demas como seres intencionales. Otros autores, como Moore (2006) 0 Mundy y Newell (2007), en cambio, ponen el énfasis en la importancia de la experiencia del bebé en episodios de atencién y accién conjunta con los adultos, dado que dicha experiencia ayudaria al hebé a comprender que las acciones humanas estén guiadas por intenciones. Para iamis-LeMonda, Kusiirke y Taiure la que aludimos anteriormente, tambign se entiende como el resultado de las acciones del bebé sobre los objetos del entorno y de las respuestas adultas a e acciones. En esos contextos de experiencia compartida con los adultos, los bebés desarrollarian la comprensién de la intencionalidad de los participantes en las interacciones sociales. Por otra parte, la propia experiencia del bebé como agente intencional, capaz de coordinar medios y fines, podria ayudarle a entender el cardcter intencional de las acciones de los demés (Daum, Prinz y Aschersleben, 2011; Gallese, Rochat, Cossu y Sinigaglia, 2009; Meltzoff, 2007). Dentro det conjunto de las habilidades de atencién conjunta, podemos incluir lo que.se conoce como referencia social, que se observa en la segunda mitad del primer aiio de vida. Se entiende por referencia social el recurso, por parte del bebe, a los cuidadores como referentes emocionales para autorregular su conducta en situaciones ambiguas 0 desconocidas (Campos, 1983; Walden, 1993). En contextos que suponen una novedad o un eventual peligro para el bebé, éste busca, dirigiendo la mirada hacia el cuidador, un mensaje emocional que le informe acerca del estimulo, como una sonris al de aprobacién 0, por el contrario, una expresién de miedo o indicacién de riesgo. Posteriormente, el bebé actuaré en base al mensaje del adulto, que éste generalmente habré emitido a través de distintos canales, como la expresién facial, las vocalizaciones 0 los gestos (Vaish y Striano, 2004). La mayoria de las investigaciones acerca de la referencia social recurren a situaciones que pueden provocar desconfianza o miedo al bebé, como el abismo visual de Gibson y Walk (1960). En este paradigma experimental el bebé se sitda sobre una plataforma elevada de cristal dividida en dos partes. Una de ellas, sobre pintada a modo de tablero de ajedrez, con cuadrados de la que coloca al bebé, es Los inicios de ia comunicacion 33 dos colores. La otra mitad es transparente y refleja un patron de cuadrados, ubicado en la base de la plataforma, similar al superior, de manera que se crea una experiencia perceptiva de profundidad, La madre se sitia al otro lado del supuesto abismo y anima o desanima al bebé a atravesarlo, fundamentalmente a través de expresiones faciales (Campos, 1983). Ese dispositivo experimental, y otros que intan estimulas potencialmente amenazantes, reqnieren hahilidades de s para poder comprobar si rehtiyen el potencial peligro o si, por el contrario, se acercan a él, en base al mensaje emocional de un adulto de su confianza. A partir de estos estudios, se concluye que los bebés de alrededor de 9 meses, que ya tienen una cierta experiencia de desplazamiento autdnomo, recurren a la referencia social para decidir cémo actuar desplazamiento por parte de los bebé en ese tipo de situaciones. Miller, Majdandzié_y Bogels (2014) realizaron un estudio en el que se estudiaba la referencia social en el abismo visual de Gibson y Walk (1960) con dos grupos de bebés de entre 10 y 15 meses. En uno de los grupos la madre animaba al bebé a atravesar el abismo, mientras que en el otro grupo quien lo ha \dre. En ambos grupos se controlé el temperamento del bebé. Los resultados mostraron que las expresiones faciales de las madres alentando a atravesar el abismo eran mas claras que las de, los padres. No obstante, no se observaron diferencias significativas entre los grupos por lo que respecta, a la rapidez. con que los bebés atravesaban el abismo nia las muestras de ansiedad. Ahora bien, se encontraron relaciones significativas entre la ansiedad mostrada por el aduito y la ansiedad mostrada por los bebés tinicamente en el caso de lo: padres. A mayor nivel de ansiedad mostrado por los padres, mayor ansiedad y més Fespuestas de evitacién mostraban los nifios. Esta relacién se intensificaba en los bebés con temperamento ansioso, Estos resultados apuntan a matices distintos en la referencia social con padres y madres y a un probable papel diferencial de los padres varones en la transmisién de ansiedad ante el entorno. En situaciones experimentales que no requieren desplazamiento, podemos ver inicios de referencia social por parte de bebés de tan solo 5 0 6 meses de edad. Asi, por ejemplo, en un contexto de juego con objetos desconocidos, se comprueba que los bebés de entre 5 y © meses tenderin a jugar con aquellos objetos hacia los que el adulto haya mostrado emociones positivas (Vaillant Molina y Bahrick, 2012; Walden y Baxter, 1989). Por-otra parte, los bebés de 12 meses de edad no siempre recurren a los cuidadores como fuentes més fiables Para autorregular su conducta. Bajo determinadas condiciones experimentales, ren al experimentador en lugar de a la madre para establecer la referencia ial (Stenberg, 2009). Estos resultados son relevantes porque indicarfan que los bebés de 12 meses son capaces de atribuir distintos niveles de conocimiento wcerca de la situacién a la madre y al experimentador, recurtiendo como rel Social a aquella persona que conciben como mas competente en esa’ situacién Particular. 34 La adquisicién det lenguaje Las habilidades de atencién conjunta, que se van desarrollando gradualmente a lo largo del primer afto y se consolidan entre los 9 y los 12 meses, son cruciales para el desarrollo comunicativo y lingitistico. Diversos estudios han mostrado que los bebés més precoces en el desarrollo de habilidades de atencién conjunta presentan posteriormente un mejor desarrollo del lenguaje (Camaioni y Perucchini, 2003; Mundy et al., 2007). Por otra parte, la cantidad de tiempo que los bebés participan en interacciones de atencidn conjunta con los adultos, es un predictor del desarrollo lingiistico (Carpenter, Nagel y Tomasetlo, 1998). 6. Los recursos del bebé para la comunicacién: evolucién vocailica y gestual Como ya comentamos anteriormente, el bebé dispone desde el nacimiento de capacidades bisicas para comenzar a participar en intercambios comunicativos con los adultos, Dichos intercambios muestran las propiedades de sincronia, reciprocidad y ajuste mutuo entre participantes a las que ya aludimos, lo cual los dota de una estructura conversacional meiptemte, £1 recien nacido emule sonidos vegetativos, que son producidos de forma involuntaria como consecuencia de la satisfaccidn de la sed, del hambre, ete.; lantos, gemidos y gritos que, junto con expresiones faciales y movimientos corporales, transmiten al adulto informacién acerca de sus estados internos (placer, displacer, inquietud, bienestar, etc) Los bebés sonrien desde el nacimiento (Messinger 2002; Wolff, 1963), si bien esas sonrisas no pueden considerarse sociales, ya que aparecen de forma automatica como resultado de movimientos musculares, en ausencia de estimulacién social o incluso durante el suefio. Hacia los 2 meses de edad aparecen las sonrisas sociales, es decir, las sonrisas claramente elicitadas por el rostro humano (Lavelli y Fogel, 2005; Messinger, Fogel y Dickson, 2001) y la frecuencia de las sonrisas se incrementa, La rise aparece alrededor de los 3.0 4 meses (Ruch y Ekman, 2001; Wolff, 1963). Las expresiones faciales del bebé, coordinadas con su actividad corporal, son interpretadas por el adulto, en la medida en que se identifican con emociones especificas (Izard, Huebner, Risser, MeGinness y Dougherty, 1980), Ya durante los primeros seis meses de vida, los bebés producen algunas vocalizaciones asociadas a una determinada expresién facial, expresando sus_estados emocionales positivos © negativos (Yale, Messinger, Cobo-Lewis y Delgado, 2003). Por otra parte, los bebés pueden coordinar sus expresiones faciales con la mirada hacia la madre en el contesto de la interaccién (Weinberg y Tronick, 1994), Ademds, los bebés también pueden expresar sus estados emocionales coordinando de forma conjunta la mirada hacia el adulto, vocalizaciones y expresiones faciales, tal y como muestran Colonnesi, Zijlstra, van der Zande y Bégels (2012) en un estudio realizado con bebés de dieciocho semanas de edad. Este mismo estudio compara las expresiones emocionales de los bebés en Los inicios de la comunicacién 35 interacci6n con sus madres y con sus padres, mostrando que con las madres son més frecuentes los patrones comportamentales que coordinan la mirada hacia el adulto con expresiones faciales positivas. Otras investigaciones realizadas con bebés menores de 6 meses también han mostrado que los bebés sonrien con mas frecuencia en jnteraccién con su madre que con su padre, aun cuando ambos monte responsivos (Braungart-Ricker, Garwood, Powers progonitores sean igual Notaro, 1998; Forbes, Cohn, Alien y Lewinsohn, 2004). Forbes, Cohn, Allen y Lewinsohn (2004) atribuyen estos resultados al hecho de que las madres expresan mis afecto positivo hacia los bebés que los padres, quienes tienden a recurrir con mayor frecuencia al juego fisico. Por otra parte, el llanto tiene un especial valor comunicativo en los primeros meses de vida. Los euidadores responden al tanto del bebé, tratando de inferir las nnecesidades que expresa para tratar de calmarle, EI Ianto presenta una alta variabilidad acistica, reflejando la intensidad del malestar que lo provoca. Los adultos son sensibles a las vatiaciones aciisticas del Ianto y recurren a esas pistas, ademas de al contexto, para interpretar su significado (LaGasse, Neal y Lester 2005), En general, e! Hanto agudo es percibido como un Hanto que requiere una atencién mas urgente y elicita més respuestas de consuelo por parte del adulto (Crowe & Zeskind, 1992; Zeskind, 1980; Zeskind y Marshall, 1988). Wood y Gustafson (2001) han identificado los principales rasgos aciisticos del Ilanto. En primer lugar, la disfonacién se refiere a los movimientos irregulares de las cuerdas voeales, que producen un sonido semejante al de un grito adulto. Una mayor disfonacién se interpreta en términos de mayor malestar. También las medidas temporales son relevantes para interpretar el llanto del bebé. Asi, las pausas cortas entre las oleadas de Ianto se asocian a un mavor malestar. Inicialmente. los cuidadores atribuyen el Manto del bebé a la expresién de necesidades fisicas y afectivas y lo interpretan en clave comunicativa, como equivalentes a “cégeme”, “dame de comer” o “limpiame”. A medida que aumenta el interés del bebé por los objetos del entorno, a partir del tercer mes, los Ilantos del bebé pasan a ser interpretados también, en ciertas condiciones contextuales, como intentos de comunicar propuestas como “dame la pelota” o “haz aquello que tanto me hace reir” Algunos estudios, como el de Mampe, Friederici, Christophe y Wermke (2009) Muestran que el Ianto de los bebés, ya desde el nacimiento, muestra Particularidades prosédicas diferenciales en funcién de la lengua del entomo, por influencia de la exposicién neonatal. Asi, de acuerdo con los datos del estudio Citado, mientras que el Hanto de los bebes franceses tenderia a un contorno Melédico ascendente, en el de los bebés alemanes predominarian los contornos melédicos descendentes. Durante Jos dos primeros meses, el bebé‘emite algunos sonidos vocdlicos y hacia las ocho semanas comienza a emitir algunos sonidos consonanticos cuyo Punto de articulacién es posterior (p. j.. /k/ y /g/). Alrededor de los 2 meses, los bebés emiten, generalmente cuando estin tranquilos y alerta, lo que se conoek 36 La.adquisicién del lenguaje como arrullos, consistentes en la repeticién y el alargamiento de sonidos vocalicos (p. ¢j., 0000"), Hacia las dieciséis semanas aparecen sonidos de articulacién anterior (p. ej. /p/ y /b/). En el contexto de la interaccién, las vocalizaciones pueden coordinar con la mirada hacia el adulto (Kaye y Fogel, 1980). El creciente control articulatorio Hevaré hasta el balbuceo, es decir, hasta la emisién de cadenas sildbicas. El balbuceo aparece comiinmente entre los 6 y los 8 meses de edad (Oller, 2000). Inicialmente, el balbuceo consiste en la repeticion de la misma silaba, Se trata del denominado balbueeo canénico 0 reduplicado como, por ejemplo, “tatata”. Posteriormente, hacia los 9 0 10 meses, el balbuceo se diversifica, incorporando en una misma secuencia o cadena articulatoria silabas, diferentes. Hablamos, en este caso, de balbuceo no reduplicado como, por ejemplo, “dabateke”. Este balbuceo, ademas de incorporar silabas distintas, se diferencia del balbuceo reduplicado por mostrar una mayor riqueza entonativa. Si bien los primeros balbuceos reduplicados tienen un patron de entonacién més bien plano, el balbuceo no reduplicado se emite con una entonacién més rica y matizada, més similar a la de los enunciados adultos. El balbuceo reduplicado Zon el no reduplicado, generalmente hasta finales del primer afio o algo convive segundo aio de vida, coexistiendo con las primeras palabras (Vihman, Macken, Miller, Simmons y Miller, 1985) y disminuyendo a medida que el nifio vaya adquiriendo vocabulario (Karousou y Lépez-Omat, 2013). Paralelamente al desarrollo vocal, el bebé progresara en el dominio de la entonacién, del ritmo y del acento. Los adultos se servirin de esas claves prosédicas para atribuir significado a las vocalizaciones del bebé, ya que, en funcién de los rasgos acisticos de las mismas, las interpretarén como expresion de bienestar, irrita 6 llamadas de atencién (Papaeliou, Minadakis y Cavouras, 2002) El balbuceo tiene una significaeién importante en el desarrollo comun lingtiistico del nifio. Es el resultado del desarrollo madurativo, asi como de la experiencia con Ia lengua. Como han mostrado Oller et al. (2010), los sonidos consondinticos que aparecen en el balbuceo, ef patrén fonolégico y la prosodia estin en telacién con Ja lengua del entomo. La imitacién juega un papel importante en el desarrollo vocélico. Por otra parte, existen similitudes fonoldgicas entre el balbuceo y las primeras palabras que emitiré el nifio (McCune y Vihman, 2001; Stark, 1986; Vihman, Macken, Miller, Simmons y Miller, 1985). Diversos estudios realizados con distintas lenguas, muestran que las vocalizaciones de los bebés en el primer afio de vida se adaptan progresivamente a las propiedades de las palabras (Boysson-Bardies y Vihman, 1991). Los primeros gestos suclen aparecer hacia finales del primer affo, entre los 10 y los 12 meses de edad (Bates, 1976; Butterworth y Morissette, 1996). Uno de los primeros gestos que el bebé realiza es el signo de indicacién, al cual ya nos referimos en el apartado dedicado a Ias habilidades de atencién conjunta, Vimos cémo el nifio recurre a este gesto tanto para pedir un objeto (requerimiento) como para compartir con el adulto la atencién sobre algin elemento del entorno 37 Los inicios de la comunicacién (declaracién). Estos primeros gestos son gestos defcticos, que remiten al contexto y precisan de él para ser interpretados. Otros gestos del bebé pueden ser el de extender el brazo con un objeto en la mano y mostrarlo, u oftecerlo El gesto de indicacién se ha relacionado con la adquisicién del lenguaje Butterworth (2003) y Tomasetlo (2001. 2008) destacan que Ins habilidades casio cognitivas de atencién conjunta, de las cuales el gesto de indicacién seria un buen indicador, estén en la base de la comunicacién y del lenguaje. No obstante, la relaci6n entre el gesto de indicacién y la emisién de las primeras palabras dista mucho de estar clara. Si bien la mayoria de los nifios realizan el gesto de indicacién antes de emitir su primera palabra, esto no siempre es asi (McGillion et al, 2017). Un estudio reciente de McGillion et al. (2017) ha hallado que la edad de aparicién del gesto de indicacién no predice la edad de emisién de las primeras palabras. No obstante, la edad en que aparece el gesto, junto con el nivel edueativo de la madre, si predice el nivel de comprensién de vocabulario a los 18 meses de edad. Esto iltimo probablemente se podria explicar por el hecho de que los gestos de indicacién promueven que fos adultos respondan a los mismos empleando palabras, lo cual facilitaria al nifio la adquisicién de vocabulario (Goldin-Meadow, Goodrich, Sauer y Iverson, 2007; Goldstein y Schwade, 2008). Aquel mismo estudio muestra que la edad de aparicién del balbuceo seria un mejor predictor de la aparicién de tas primeras palabras que el gesto de indicacién. McGillion et al. (2017) sugieren que el balbuceo temprano por parte del bebe clicitaria respuestas verbales por parte de los adultos que reforzarian la Prictica vocélica, enfatizarian el papel de las vocalizaciones para la comunicacién ¥ ayudavian ai bebe a idenuticar la funcion de las primeras palabras, La edad de aparicidn del balbuceo, junto con el nivel educativo de la madre, predecirian el nivel de vocabulario productivo a los 18 meses, pr Por otra parte, la edad de aparicién del gesto de indicacién no parece estar {elacionada con la edad de aparicién del balbuceo. Es decir, un nifio precoz en balbuceo no necesariamente lo seré en la produccién del gesto de indicacién (McGillion et al., 2017). Estos datos sugieren que el desarrollo vocélico y el desarrollo gestual en el primer afto de vida son aspectos diferenciados que no Nevesariamente evolucionan al unisono. Un meta-andlisis Nevado a cabo por Colonnesi, Geert Jan, Stams, Koster y Yoom (2010) concluye que la relacién entre la comprensidn y la produccién del Besto de indicacién y el lenguaje deviene mas fuerte con la edad, siendo Particularmente relevante a finales del segundo afio de vida y més clara para el Besto declarativo, Asi pues, si bien el gesto de indicacién no parece ser un buen predictor de la icién de ias primeras palabras, si que estarfa relacionado con el desarrollo ndo atlo de vida, probablemente debido a las relaciones entre inismo de establecimiento de ta atencién conjunta y al papel de ape lingtistico en el s I esto como meca 38 ——_La.adquisicién del lenguaje las interacciones de atencién conjunta entre nifio y cuidador en la adquisicién del lenguaje. En esta misma linea, un estudio de Igualada, Bosch y Prieto (2015) ‘muestra que la produecién por parte del nifio de combinaciones gesto-palabra para llamar la atencién del adulto hacia un objeto a la edad de 12 meses, predice el nivel de vocabulario y de desarrollo gramatical a los 18 meses. Hacia los 10 0 12 meses, algunos nifios emiten los que se conocen como vocalizaciones fonéticamente consistentes 0 protopalabras. Se trata de vocalizaciones (p. ej., “mmmm”, “asaaaa”) que el nifio utiliza con un propésito comunicativo identificable y estable como, por ejemplo, pedir alimento 0 pedir un objeto (Blake y Boysson-Bardies, 1992). Estas vocalizaciones se consideran un fenémeno transicional hacia las primeras palabras. Un estudio tlevado a cabo por Karousou y Lépez-Omat (2013) con 1005 nifios, cuya lengua familiar principal era el castellano, entre los 8 y los 30 meses, muestra las estrechas relaciones entre las emisiones voedlicas anteriores al habla y las palabras, revelando que la transicién de las vocalizaciones a las palabras es un proceso gradual, Por fo q hemos desarrollado anteriormente, responden a las seftales comunicativas desde muy temprano, en el contexto de la interaccién con los adultos. En el ailtimo trimestre del primer afio, atribuyen a estos tltimos intenciones comunicativas, tratando de interpretarlas en el contexto de la interaccién. En cuanto a la comprensién del habla, los bebés reconocen su propio nombre alrededor de los 4 meses y medio (Mandel, Jusczyk y Pisoni, 1995) y empiezan a comprender algunas palabras comunes hacia los 6 (Bergelson y Swingley, 2013; MeGillion et al., 2017). Su yocabulario receptivo se va incrementando gradualmente hasta alcanzar unas 50 palabras hacia los 12 meses. Es importante recordar que las propiedades del habla de estilo materno facilitan el reconocimiento de palabras (Thiessen y Saffran, 2003). cespecta a la comprensién. cabe resefiar que fos bebés, como ya ‘Como ya comentamos en apartados anteriores, hacia los 8 o 9 meses los bebés realizan propuestas comunicativas con una intencionalidad clara. Para ello recurren a todos los recursos expresivos que acabamos de comentar: la sonrisa, el Ianto, las expresiones faciales, las vocalizaciones 0 los gestos. A través de dichos recursos, en el contexto de la interaccién social, los bebés expresan distintas intenciones comunicativas. O, dicho en otros términos, las producciones prelingiisticas de los bebés desempefian distintas funcionés comunicativas Las intenciones comunicativas de los bebés han sido estudiadas de acuerdo con distintos sistemas de categorias. Segin Halliday (1975), las funciones comunicativas observables durante la etapa prelingtifstica serfan la instrumental quiero"), la reguladore (“haz”), la interactiva (“hagamos”) y la personal (estoy aqui” 0 “me gusta”). Como vemos, Halliday (1975) propone categorias amplias, dentro de Jas cuales serfa posible identificar intenciones comunicativas més especificas. 39 Los iniclos de la comunicacién Coggins y Carpenter (1981).y Carpenter, Mastergeorge y Coggins (1983), utilizando un sistema més amplio de categorfas que el propuesto por Halliday (1975), identificaron el siguiente conjunto de intenciones comunicativas expresadas antes de la aparicién del lenguaje: requerir 0 pedir (objeto, accién), saludar, transferir objetos, mostrar, mostrar acuerdo, protestar, hacer comentarios sobre una accién y hacer comentarios sobre un objeto. Vila (1984), en un estudio longitudinal realizado con tres nifios, identified las siguientes intenciones comunicativas, de acuerdo con una adaptacién del sistema de categorias de MeShane (1980), un sistema también mas amplio y especifico que el propuesto por Halliday (1975): atencién (dirigir la atencién del adulto hacia un objeto, persona, accién o acontecimiento), requerimiento (pedir un objeto © que el adulto reatice una accién), vocativo (requerir la presencia del adulto), rechazo (no aceptar una propuesta por parte del adulto), protesta (expresar de forma intensa malestar o disgusto) y aceptacién (de una propuesta del adutto). Ninio y Wheler (1984, 1988) elaboraron un amplio sistema de categorias para estudiar las intenciones comunicativas expresadas en el contexto de ia interaccién social, Dicho sistema permite estudiar con gran nivel de detalle dichas intenciones. La tabla | recoge, de acuerdo con este sistema de codificacién, las diversas intenciones comunicativas expresadas durante la etapa prelinguistica por tres bebés estudiados por nosotros (Rivero, 2001). Allgunos estudios se han interesado por las intenciones comunicativas de los bebés en interaccién con sus iguales (Bronsom, 1981; Dunn y Kendirck, 198 Eck expresarian hacia otros bebés simpatia, offecimiento de objeto, propuesta de compartir uta actividad, acuerdo y desacuerdo, Asi como diversos estudios, a los cuales nos hemos referido anteriormente, sefialan la continuidad formal existente entre las vocalizaciones anteriores al habla ¥ las primeras palabras, también diversos autores plantean la existencia de una Continuidad funcional entre 1a comunicacién prelingiistica y el lenguaje (Bates, Camaioni y Volterra, 1975; Carpenter et al. 1983; Halliday, 1975; Ninio y Bruner, 1978; Ninio y Snow, 1996; Rivero, 2001; Vila, 1984). Ello quiere decir que las imenciones comunicativas que los bebés expresan mediante los. recursos Comunicativos propios del primer affo de vida, seran expresadas posteriormente a través de palabras, acompaiiadas o no de otros recursos como los gestos. No Sbstante, ef acceso al lenguaje supondré para el nifio un enriquecimiento del "pertorio de intenciones comunicativas que podr expresar, dado que la palabra Abriré nuevas posibilidades como, por ejemplo, la designacién o denominacion de los objetos, las personas o las acciones del entorno: o, més adelante, fa referencia ® expericncias pasadas y futuras. Las experiencias comunicativas durante el Primer aio y las habilidades desarrolladas a través de esas experiencias “onstituyen la base para el desarrollo comunicativo y lingilistico posterior. 40 La adquisicién del lenguaje Tabla 1. Intenciones comunicativas expresadas por tres niflos -eomo grupo- durante la etapa prelingtistica. + Pedir un objeto. (Ex.: Maria, a la edad de 0;9.0; mira una servilleta; después mira a la madre y grita; mira la servilleta de nuevo, intenta cogerla, no puede y llora) ~ Expresar el deseo de iniciar la actividad. (Ej.: Ratil, a la edad de 0;9.13; mira la comida, esperando que su madre se la dé, lloriquea y muestra agitacién corporal) ~ Expresar el deseo de continuar la actividad en curso. (Ej. Sara, a la edad de 0;8.29; la madre ha interrumpido ta alimentacién momenténeamente; la nifia vocaliza “mmm” con una entonacién cantarina, mira hacia la comida y sacude las piernas) ~ Protestar por la interrupcién de la actividad en curso, (Ej: Sara, a la edad de 0;9.14; mira la comida, cuando su madre ha interrumpido la alimentacién, Iloriqueando) de continuar ia actividad en curso, (Ej.: Sara, a la edad de 0;9.14; aparta la cucharada de comida que le ofrece la madre, Horiqueando) ~ Rechazar Ia finalizacién de la actividad, (Ej Rail, a la edad de 0;10.14; la madre da por finalizada Ia comida y comienza a alejarse llevindose el plato; el nifio mira hacia el plato, muestra agitacién corporal y vocaliza “eeee” con entonacién ascendente) - Rechazar la propuesta del otro de realizar una accién o de realizarla de una determinada forma, (Ej.: Maria, a la edad de 0;9.0; esté sentada en la trona; la madre propone jugar un juego de movimientos de las manos; la nifla mira a la madre, vocaliza “mam, ma”, loriqueando) - Pedir ayuda. (Ej: Maria, a la edad de 0;9.0; esti sentada en la trona, mira la madre, vocalizando “mama, mam”, tendiendo los brazos y orientando el cuerpo hacia ella) - Ejecutar un movimiento o paso en un juego. (Ej. Sara, a la edad de 0;10.14; da golpecitos en la mesa, como si fuera una ¢ trata de un juego habitual entre su madre y ella) esar malestar. (Bj.: Maria, a la edad de 0;9.0; mira la camara, lloriqueando) Los inicios de la comunicacién 41 7, Referencias erbales. Conditions “Abecassis, J. (1974-1975). A propos de communications non v hologie, 321, d'une sémiotique de la gestualité enfantine. Bulletin de Psy« Adamson, L-B. (1995). Communication development during infancy. Madison, WI: WCB Brown & Benchmark Akhtar, N., Dunham, F. y Dunham, P, (1991). Directive interactions and early vocabulary development: The role of joint attentional focus. Journal of Child Language, 18, 41-49. Ainsworth, M. D.S., Blehar, M.C., Waters, E. y Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study of the Strange Situation. Mahwah, NI: Lawrence Erlbaum. Albareda-Castellot, B., Pons, F. y Sebastidn-Gallés, N. (2011). The acquisition of phonetic categories in bilingual infants: New data from a new paradigm. Developmental Science, 14, 395-401 [> Aronson B. y Rosenbloom S. (1971). Space perception in early infancy: perception within a common auditory — visual space. Science, 172, 1161-1163. Aslin, RIN., Pisoni, D.B. y Jusczyk, P.W. (1983). Auditory development and speech perception in infancy. En P. H. Mussen (Comps.), Handbook of child psychology (a edicién), Vol. 1, M. Haith y J.J. Campos (Comps.), Jnfant and developmental psychopathology. New York: Wiley y Clark, M.A, (2001). Infants parse 2, 708-117. Bates, E. (1976). Language and context: The acquisition of pragmatics. New York: Academic Press. Bates, E., Camaioni, L. y Volterra, V. (1975). The acquisition of performatives Prior to speech. Merrill-Palmer Quarterly, 21, 205-226. Bateson, M. C. (1971). Quarterly progress report, Research laboratory of , Massachussets Institute of Technology. Cambridge, MA; MIT | Beebe, B., Jaffe, J., Buck, K., Chen, H., Cohen, P., Feldstein, S. y Andrews, H. (2008). Six-week postpartum maternal depressive symptoms and 4-month { ™mother-infant self- and interactive contingency. Jnfant Mental Health Journal, 29, 442-471 Meanings of many common nouns. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 109, 3253-3258. J) Bergetson, E. y Swingley, D. (2012). At 6 to 9 months, human infants know the 42 Laadquisicién det tenguaje Bertenthal, B.L., Boyer, T.W. y Harding, S. (2014). When do infants begin to follow a point? Developmental Psychology, 50(8), 2036-2048, Blake, J. y Boysson-Bardies, B. de (1992). Patterns in babbling: a crdss-linguistie study. Journal of Child Language, 19, 51-74. Bosch L. y Sebastin-Gallés, N. (2003). Simultaneous bilingualism and the perception of a language-specific vowel contrast in the first year of life Language and Speech, 46, 217-43. Boysson-Bardies B. y Vihman, M.M. (1991). Adaptation to language: Evidence from babbling and first words in four languages. Language, 67, 297-319. Brandone, A. C., Horwitz, S. R., Astin, R. N. y Wellman, H. M. (2014). Infants? goal anticipation during failed and successful reaching actions. Developmental Science, 17, 23-34. Brandone, A. C. y Wellman, H. M. (2009). You can’t always get what you want: Infants understand failed goal-directed actions. Psychological Science, 20, 85. 91 ‘raungart-Rieker, J., Garwood, M., Powers, B. R. y Notaro, P. C. (1998). Infant affect and affect regulation during the still-face paradigm, with mothers and fathers. ‘The role of infant characteristics and parental sensitivity Developmental Psychology, 34, 1428-1437, Brent, M. R. y Siskind, J. M. (2001). The role of exposure to isolated words in early vocabulary development. Cognition, 81, 33-44. Bretherton, 1. (1991). Intentional communication and the development of an understanding of mind. En D. Frye y C. Moore (Eds.), Children's theories of mind (pp. 49-75). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum, Broen, P, (1972). The verbal environment of the language-learning. child. American Speech and Hearing Association Monographs, \7. Bronson, W. (1981). Toddlers’ behavior with agemates: Issues of interaction, cognition, and affect. Monographs on Infancy, Vol. 1. Norwood, NJ: Ablex. Bruner, J. (1973). Organisation of early skilled action. Child Development, 44, 1- il Bruner, J. (1975). The ontogenesis of speech act 1-19, Journal of Child Language, 2, Bruner, J. (197 Bruner, J. (1983). Child’s talk. New York: Norton (Ed. cat.: La parla dels infants. Vie: Eumo, 1985). ). From communication to language. Cognition, 3, 255-287, 43 Los inicios de la comunicacién Bruner, J. (1999). The intentionality of referring. En Ph.D. Zelazo, J.W. Astington y D.R. Olson (Eds.), Developing theories of intention (pp. 329-339). Mahwah, Ni: Lawrence Erlbaum, Bumham, D., Kitamura, C. y Vollmer-Conna, U. (2002). What’ On talking to babies and animals. Science, 296, 1435. Burns, T. C., Yoshida, K. A., Hill, K. y Werker, J. F. (2007). The development of phonetic representation in bilingual and monolingual infants. Applied Psycholinguistics, 28, 455-474, new, pussycat? Butterworth, G. (1998). Origins of joint visual attention in infancy. Monographs of the Society for Research in Child Development, 63, 144-166, Butterworth, G. (2003). Pointing is the royal road to language for babies. En S, Kita (Ed.), Pointing: Where language, culture, and cognition meet (pp. 9-33). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum. Butterworth, G. y Morissette, P. (1996). Onset of pointing and the acquisition of language in infancy. Journal of Reproductive and Infant Psychology, 14, 219 231 Butterworth, G. y Jarrett, N. (1991). What minds have in common is space: Spatial mechanisms serving joint visual attention in infancy. British Journal of Developmental Psychology, 9(1), 55-72. Buyssens, E. (1978). La comunicacién y la articulacién linglistica. Buenos Aires: Universitaria, Cabrera, N., Fitzgerald, ILE, Bradley, R.1. y Roggman, L. (2007). Modeling the dynamics of paternal influences on children over the life course. Applied Developmental Science, 1, 1-5 Camaioni, L. y Perucchini, P. (2003). Profiles in declarative/imperative pointing and early’ Word production. Comunicacién presentada en la European Conference for Developmental Psychology, Milan, Italia Campos, J. (1983). The importance of affective communication in social referencing: A commentary on Feinman. Merrill-Palmer Quarterly, 29, 83-87. Cannon, E.N., y Woodward, A.L. (2012). Infants generate goal-based action Predictions. Developmental Science, 15, 292-298. Carpenter, R.L., Mastergeorge, A.M. y Coggins, TE. (1983). The acquisition of Communicative intentions in infants eight to fifteen months of age. Language and Speech, 26, 101-116. Carpenter, M., Nagell, K. y Tomassello, M. (1998). Social cognition, joint attention and communicative competence from 9 to 15 months of age. Monographs of ihe Society for Research in Child Development, 63. 44 La adquisicién del lenguaje ello, M., Butterworth, G. y Moore, C. (1998). and communicative competence from 9 to 15, for Research in Child Development, Carpenter, M., Nagell, K., Tom: Social cognition, joint attention, months of age. Monographs of the Society 63 (Serial No. 255). Churcher, Jy Scaife, M. (1982). How infants see the point. En G.£. Butterworth y P. Light (Eds.), Social cognition (pp. 110-136). Brighton: Harvest Press Coggins, TIE. y Carpenter, R.L. (1981). The Communicative Intention Inventory: ‘A system for observing and coding children's early intentional communication, Applied Psycholinguistics, 2, 235-251 Colombo, J. (2001), The development of visual attention in infancy. Anmual Review of Psychology, 52, 337-367. Colonnesi, C., Geert Jan, J.M., Stams, G.J..M., Koster, I. y Noom, M. J. (2010 The relation between pointing and language development: a meta-analysis. Developmental Review, 30, 352-66. stra, BJH., van der Zande, A. y Bégels, 8.M. (2012), and voedlizations of early infant Colonnesi, C.. Zi Coordination of gaze, facial express: communication with mother and father. Infant Behavior and Development, 35(3), 523-532. Condon, W.S. y Sander, L.S. Neonate movement is synchronised with adult speech. Science, 183, 99-101 Crowe, HP. y Zeskind, PS. (1992). Psychophysiological and perceptual responses (0 infant cries varying in pitch: Comparison of adults with low and high scores on the Child Abuse Potential Inventory. Child Abuse & Neglect, 16, 19-29. Dale, P. S. (1974). Hesitations in maternal speech. Language and Speech, 17, 7 81 Daum, M.M., Prinz, W. y Aschersleben ‘object-directed but uncompleted r Developmental Science, \1, 607-619. Daum, MM, Ulber, J. y Gredebick, G. (2013). The development of pointing perception in infancy: effects of communicative signals on covert shifts of attention, Developmental Psychology, 49(10), 1898-1908. David, M. y Appell, G. (1961). A study of nursing care and nurse-infant interaction, En BM. Foss (Ed.), Determinants of infant behavior. Vol | London: Methuen DeBaryshe, B.D. (1993). Joint picture-book reading correlates of early oral language skill. Journal of Child Language, 20, 455-461 G. (2008). Encoding the goal of an ng action in 6- and 9-month old infants. 38 inicios de la comunicacién 45 Dunn, J. y Kendrick, C. (1982). Siblings: Love, envy and understanding, ‘Cambridge, MA: Harvard University Press, Eckerman, C. Whatley, J. y Kutz, $.L. (1975). Growth of social play with peers during the second year of life. Developmental Psychology, 11, 42-49, Bimas, P.D., Siqueland, E.R., Jusezyk, P. y Vigorito, J. (1971). Speech perception in infants. Science, 171, 303-306. Bkman, P. y Friesen, W.V. (1981). The repertoire of nonverbal behavior: categories, origins, usage and coding. En A. Kendon (Ed.), Nov-verbal communication, interaction and gesture (pp. 57-105). The Hague: Mouton Publishers, Feldman, R. (2003). Infant-mother and infant-father synchrony: The coregulation of positive arousal. Infant Mental Health Journal, 24, 1-23. Field, T., Woodson, R. Greenberg, R. y Cohen, D, (1982). Discrimination and imitation of facial expressions by neonates. Science, 218, 179-181 Fogel, A. y Hannan, T.E. (1985). Manual actions of nine-to fifteen-week-old human infants during face-to-face interaction with their mothers. Child Development, 56, 1271-1279. Fogel A., Nelson-Goens G.C. y Hsu H.C. (2000). Do different infant smiles reflect different positive emotions? Social Development, 9, 497-520 Forbes, E.E., Cohn, J.F., Allen, N.B. y Lewinsohn, P.M. (2004). Infant affect during parent-infant interaction at 3 and 6 months: Differences between mothers and fathers and influence of parent history of depression. Infancy, 5, 61-s Furrow, D., Nelson, K. y Benedict, H. (1979). Mothers” speech to children and syntactic development: some simple relationships. Journal of Child Language 6, 423-442, llese, V., Rochat, M., Cossu, G. y Sinigaglia, C. (2009). Motor cognition and its role in the phylogeny and ontogeny of action understanding, Developmental Psychology, 45, 103-113. Gamnica, 0, (1977). Some prosodic and paralinguistic features of speech to Young children. En C.B, Snow y CH.A. Ferguson (Eds), Talking 10. children: language input and acquisition (pp. 63-88). Cambridge: Cambridge University Press, Gergely, G. y Watson J.S, (1999). ly socio-emotional development: Contingeney perception and the social-biofeedback model. En P. Rochat (Ed.), Early social cognition: Understanding others in the first months of life, (pp. 101-136). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum 46 Laadquisicién del tenguaje Gibson, E.J. y Walk, R.D. (1960). The “visual cliff”. Scientific American, 202, 64- 1 Goldin-Meadow, S., Goodrich, W., Sauer, B. ¢ Iverson, J. (2007). Young children use their hands to tell their mothers what to say. Developmental Science, 10, 18-785. Goldstein, MH. y Schwade, J.A. (2008). Social feedback to infants’ babbling facilitates rapid phonological leaming. Psychological Science, 19, 515-523. Gémez, J.C. (1991). Visual behaviour as a window for reading the mind of others in primates. En A. Whiten (Ed.), Natural theories of mind: Evolution, development and simulation of everyday mindreading (pp. 195-207). Oxford: Basil Blackwell Gottman, J.M. (1998). Toward a process model of men in marriage and families. En A. Booth y A.C. Crouter (Eds), Men in families: When do they get involved? What difference does it make? (pp. 149-192). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum. Halliday. M.A.K. (1975). Learning how to mean: Expiorations in the development of language. London: Edward Amold, Harris, M., Jones, D. y Grant, J. (1983). The non-verbal context of mothers’ speech to children. First Language, 4, 21-30. Henning, A., Striano, T. y Lieven, E.V.M. (2005). Maternal speech to infants at 1 and 3 months of age. Infant Behavior and Development, 28, 519-536. Hirsh-Pasek, K., Kemer Nelson, D.G., Jusczyk, P.W., Cassidy, K.W., Druss, B. y L. (1987). Clauses are perceptual units for young infants. Cognition, sequences of SES- related differences in parent- to-child speech. En M.H. Bornstein & R.H. Bradley (Eds.), Socioeconomic status, parenting, and child development (pp. 147-160). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum. Hoff, E, (2003b). The specificity of environmental influence: Socioeconomic atus affects early vocabulary development via maternal speech. Child Development, 74, 1368-1378. Holodynski M. y Friedimeier W. (2006). Development of emotions and eniotion regulation. New York, NY: Springer. Hsu, H.C. y Fogel, A. (2001). Infant vocal development in a dynamic mother infant communication system. Infancy, 2, 87-109. Hutt, S.J., Hutt, C., Lenard, H.G., Bernuth, H. y Muntjewerff, W.J. (1968). Auditory responsivity in human neonate. Nature, 218, 888-890, Los inicios de la comunicacién 47 Jgualada, A» Bosch, L. y Prieto, P. (2015). Language development at 18 months is related t0 multimodal communicative strategies at 12 months. Infant Behavior and Development, 39, 42-52. Jaard, C-E., Huebner, R., Risser, D., MeGinness, G. y Dougherty, L. (1980). The Young infant's ability i produce disetete emotional expres: Developmental Psychology, 16, 132-140. Jacobson, S.W. (1979). Matching behavior in the young infant. Child Developinent, 50, 544-549. Jaffe, J., Stem, D. y Peery, J.C. (1973). “Conversational” coupling of gaze ‘behavior in prelinguistic human development. Journal of Psycholinguistic Research, 2, 321-329 Karousou, A. y Lépez-Omat, 8. (2013). Prespeech vocalizations and the emergence of speech: a study of 1005 Spanish children. The Spanish Journal of Psychology, 16(2013), E32. Karrass, J. y Braungart-Ricker, J.M. (2005). Effects of shared parent-infant book reading on early language acquisition. Journal of Applied Developmental Psychology, 26(2), 133-148 Kaye, K. (1982). The mental and social life of babies: How parents create persons. London: Harvester Press (Bd. cast.: La vida mental y social del bebé. smo los padres crean personas. Barcelona: Paidés, 1986), Kaye, K. y Fog ‘A. (1980). The temporal structure of face-to-face ommunivatioi between mothers and in 16(5), 454-464. Kaye, K. y Wells, A. (1980). Mothers’ jiggling and the burst-pause pattern in neonatal sucking. Infant Behavior and Development, 3, 29-46. Kisilevsky, B.S., Hains, SM.J., Lee, K., Xie, X., Huang, H., Ye, H.-H., Zang, K., y Wang, Z. (2003). Effects of experience on fetal voice recogni Psychological Science, 14, 220-224. mente! Psychology Kitamura, spe Kokkinaki, T. y Kugiumutzakis, G. (2000). Basic aspects of vocal imitation in infant-parent interaction during the first 6 months. Journal of Reproductive ‘and Infant Psychology, 18, 173-187. >, y Burham, D. (2003). Pitch and communicative intent in mother’s ‘Adjustments for age and sex in the firt year. Infancy, 4, 85-110. Kugiumutzakis, G. (1993). Intersubjective vocal imitation in early mother-infant imitation. En J, Nadel y L. Camaioni (Eds.), New Perspectives in early communicative development (23-47). London: Routledge. Kuhl, PK., Andruski, J.E., Chistovich, LA., Chistovich, EV, Ryskin, V.L., Stolyarova, E.1., Sundberg, U. y Lacerda L.A., Kozhevnikova, F, (1997). Cross 48 La adquisicion det lenguale language analysis of phonetic units in language addressed to infants. Science, 277, 684-686. Kuhl, PK. y Rivera-Gaxiola, M. (2008). Neural substrates of language acquisition. Annual Review of Neuroscience, 31, 511-534. Kuhl, PK., Stevens, E., Hayashi, A., Deguchi, T., Kiritani, S., Iverson, P. (2006) Infants show a facilitation effect for native language phonetic perception between 6 and 12 months. Developmental Science, 9, F132! LaGasse, L.L., Neal, A.R. y Lester, BM. (2005). Assessment of infant cry: ‘Acoustic cry analysis and parental perception. Mental Retardation and Developmental Disabilities Research Reviews, 11, 83-93. Lavelli, M. y Fogel, A. (2005). Developmental changes in the relationship between the infant’s attention and emotion during early face-to-face communication: the 2-month transition. Developmental Psychology, 41, 265— 280. Leavens, D.A., Sansone, J., Burfield, A., Lightfoot, S., O’Hara, 8. y Todd, B.K. (2014), Puiting the “Joy” in joint attention: Affect b parents who point for their babies. Frontiers in Psychology, 5, 879, 1 production and comprehension of , 93-102, Lempers, J.D. (1979). Young children’s nonverbal deictic behaviors. The Journal of Genetic Psychology, | Leung, E.H. y Rheingold, H.L. (1981). Development of pointing as a social gesture, Developmental Psychology, 17(2), 215-220. Lewontin, R.C. (1981). On constraints and adaptation. Behavioral and Brain Sciences, 4, 244-245, Liu, H.M., Kuhl, PK. y Tsa0, FM. (2003). An association between mothers’ speech clarity and infants’ speech discrimination skills. Developmental Science, 6(3), 1-10. Lock, A. (1980). The guided reinvention of language. London: Academic Press. Longhurst, T. y Spephanic, L. (1975). Mothers? speech adressed to one-, two-, and three-year-old normal children. Child Study Journal, 5, 3-11. Lyons, J. (1972). Human language. En R.A. Hinde (Eds.), Non-verbal Communication (pp. 49-85). Cambridge: Cambridge University Press. Mackay, D.M. (1972). Formal analysis of communicative processes. En R. Hinde (Ed), Non-Verbal Communication (pp. 3-26). Cambridge: Cambridge University Press. McCune, L. ¥ Vihman, M.M. (2001). Early phonetic and. lexical development: A productivity approach. Journal of Speech, Language, and Hearing Research, 44, 610-684 49 Los inicios de la comunicacion McGillion, M., Herbert, J.S., Pine, J., Vihman, M., dePaolis, R., Keren-Portnoy, T. y Matthews, D. (2017). What Paves the Way to Conventional Language? The Predictive Value of Babble, Pointing, and Socioeconomic Status. Child Development, 88(1), 156-166. ane, 1 (1980). Learning to talk, Cambri McSh Malatesta, C.Z.. Culver, C., Tesman, J.R. y Shephard, B. (1989). The development ‘of emotion expression in the first two years of life. Monographs of the Society ‘for Research in Child Development, 54, 1-2. Mampe B., Friederici A.D., Christophe A. y Wermke K. (2009), Newborns’ ery melody is shaped by their native language. Current Biology, 19, 1994-1997. Mandel, D.R., Jusczyk, P.W. y Pisoni, D. (1995). Infants’ recognition of the sound patterns of their own names. Psychological Science, 6, 912-9 Maratos, O. (1982), Trends in development of imitation in early infancy. En T.G Bever (Ed.), Regressions in mental development: basic phenomena and theories (pp. 81-101). Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum, McRoberts, G.W., McDonough, C. y Lakusta, L. (2009), The role of verbal repetition in the development of infant speech preferences from 4 to 14 months of age, Infancy, 14, 162-94, Mehler, J. (1981). The role of syllabes in speech processing: infant and adult data. Philosophical Transactions of the Royal Society, B 295, 333-352. Mehler, J., Betoncini, J., Barriére, M. y Jassik-Gerchenfeld, D. (1978). Infant recognition of mother s voice. Perception, 7, 491-497. Mehler, J., Jusczyk, P.W., Lambertz, G., Halsted, G., Bertoncini, J. y Amiel-Tison, 1988). A precursor of language acquisition in young infants. Cognition, 29, 178. Melwzoff, AN. (2007). “Like me”: A foundation for social cognition, Developmental Science, 10, 126-134. Meltzoff, A.N. y Moore, M.K. (1983). Newborn infants imitate adult facial Bestures. Child Development, 54, 702-709. Ma zoff, A.N. y Moore, M.K. (1997). Explaining facial imitation: A theoretical wodel. Early Development and Parenting, 6, 179-192. Messinger, D.S, (2002). Positive and negative: infant facial expressions and emotions, Current Directions in Psychological Science, 11(1), 1-6. Messinger, D.S., Fogel, A. y Dickson, K.L. (2001). All smiles are positive, but Some smiles are more positive than others, Developmental Psychology. 31(3). 642-653, Los inicios de la comunicacion 51 foehs, B- y Schieffelin, B. (1995). The impact of language socialization on rammatical development, En P. Fletcher y B. MacWhinney (Eds.). The Handbook of Child Language (pp. 73-94). Oxford: Blackwell. Oller, D.K. (2000). The emergence of the speech capacity. Mahwah, NI Lawrence Eilbaiii. Oller, DK., Niyosi, P., Gray, S., Richards, J.A., Gilkerson, J., Xu, D. y Warren, SF. 2010). Automated vocal analysis of naturalistic recordings from children with autism, language delay, and typical development. Proceedings of the National Academy of Sciences, USA, 107, 13354-13359. Pan, B.A., Imbens-Bailey, A., Winner, K. y Snow, C. (1996). Communicative intents expressed by parents in interaction with young children. Merrill- Palmer Quarterly, 42, 248-266. Pancsofar, N. y Vernon-Feagans, L. (2006). Mother and father language input to young children: Contributions to later language development. Jownal of Applied Developmental Psychology, 21(6), 571-87. Papaeliou, C., Minadakis, G. y Cavouras, D. (2002). Acoustic patterns of infant vocalizations expressing emotions and communicative functions. Journal of Speech, Language, and Hearing Research, 45(2), 311-317. Parke, R.D. (2002). Fathers and families. En M. Bornstein (Ed.), Handbook of parenting: Being and becoming a parent (2nd ed.), vol. 3. (pp. 27-74) Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum. Pascalis, ©., de Schoncs, S., Morton, J., Deruetle, C. y ‘ Mother's face recognition by neonates: A replication and an extension. Infant Behavior and Development, 18(1), 79-85. yF M. (1995), Payne, A.C., Whitehurst, G.J. y Angell, A.L. (1994). The role of home literacy environment in the development of language ability in preschool children from low-income families. Early Childhood Research Quarterly, (3-4), 427-440. Peirce, Ch. (1987). Obra ligico-semistica. Madrid: Taurus. Phillips, J. (1973). Syntax and age and sex compa a Piaget, J. (1936). La naissance de l’intelligence chez l'enfant. Neuchatel y Paris: Delachaux et Niestlé (Edicién en castellano: Los origenes de la inteligencia en el nifio, Madrid: Aguilar, 1969), Reddy, V, (1999). Prelinguistic communication, En M. Barrett (Ed), The development of language: studies in developmental psychology (pp. 25-50). Phipadelphia, PA: Psychology Press. focabulary of mothers’ speech to young children ild Development, 44, 182-185. La adquisicién del lenguaje Remick, H. (1975). Maternal speech to children during language acquisition, En W. von Raffler-Engel y Y. Lebrun (Eds.), Baby talk and infant speech. Swets & Zeitlinger: Lisse: Riba, C. (1990). La comuni ‘Anthropos. cién animal. Un enfoque zoosemidtico. Barcelona: Rivero, M. (1993). La influencia del habla de estilo materno en la adquisicién det lenguaje: valor y limites de la hipdtesis del input. Anuario de Psicologia, $7, Rivero, M. (2001). Una aproximacis pragmatica als inicis de la comunicacién i del llenguatge: expressié d’intencions comunicatives en I’activitat conjunta mare-fill (Tesis doctoral). Recuperado de_http://hdl.handle,net/10803/2630 Rivero, M. (2003). Los inicios de la comunicacién: la intencionalidad comunicativa. y el significado como procesos graduales. Anuario de Psicologia, 34, 337-356 Rivero, M. (2010), Maternal expression of communicative intentions and 3-86 Rivero, M., Ferndndez-Viader, M. P. y Gracia, M. (1995). Evolucién de los turnos, de conversacién en la interaccién madre-hijo. Revista de Logopedia, Foniatria y Audiologia, XV, 164-173. Rivera-Gaxiola, M., Silva-Pereyra, J., Kuhl, P.K. (2005). Brain potentials to native and non-native speech contrasts in 7- and 11-month-old American infants. Developmental Science, 8162-72. sinenanstesnnt nett caeeeneamariaenmemimsanetl Robson, K.S. (1967). The role of eye-to-eye contact in matemal-infant | attachment. Journal of Child Psychology & Psychiatry, 8, | Rogoff, B., Malkin, C. y Gilbride, K. (1984). Interaction with babies as guidance in development. En B. Rogoff y J.V. Wertsch (Eds.), Children’ learning in the ‘Zone of Proximal Development” (pp. 31-44). San Francisco: Jossey-Bass Inc Rohlfing, K.J., Longo, M.R. y Bertenthal, B.1. (2012) Dynamic pointing triggers, shifts of visual attention in. young infants. Developmental Science, 15(3), 426- 435. Ruch, W. y Ekman, P. (2001). The expressive pattern of laughter. In A.W. Kaszniak (Ed.), Emotion, qualia, and consciousness (pp. 426-443). Tokyo Word Scientific Publisher Sachs, J. (1977). The adaptative significance of linguistic input to prelinguistic infants. En C.E, Snow y Ch, Ferguson (Eds.), Talking to children: language input and acquisition (pp. 51-61). Cambridge: Cambridge University Press.

You might also like