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JOSE CARLOS CHIARAMONTE Nacién y Estado en Iberoamérica El lenguaje politico en tiempos de las independencias Sudamericana Pensamiento VI. NOTAS SOBRE EL FEDERALISMO Y LA FORMACION DE LOS ESTADOS NACIONALES Lo que sigue son los textos de dos resefias criticas —la de los libros de Anderson y Halperin y de otro sobre el federalis- mo de Bolivar, expuesto en el seno de un cangresa internacio- nal con ocasién del bicentenario de su muerte. Estos textos, si bien por su naturaleza no son integrables en los capftulos ante- riores, tienen estrecha conexién con lo alli tratado y contienen algunas reflexiones que me ha parecido itil ineluir en este libro. 1. AcERcA DE COMUNIDADES IMAGINADAS, DE BENEDICT ANDERSON* Bl libro de Benedict Anderson, editado en Londres hace diezafios y que acaba de aparecer en versién castellana, integra 1 conjunto de obras que renovaron el interés por el tema del nacionalismo en los iltimos veinticinco afios. Fue abjetive de su autor, segtin lo explica en a Introduecién, superar la calidad de “anomalfa” que el nacionalismo posee en el enfoque del mar xismo y del liberalismo, mediante lo que llama un giro copernicano en la cuestidn. Este propésito revolucionario lo cexpresaré en su tesis de considerar a las naciones como comu- nidades constituidas en el nivel del imaginario colectivo. Mas precisamente, su punto de partida es que la nacionalidad y el nacionalismo son artefactos culturales de una naturaleza pe- culiar: creados hacia el fin del siglo XVII, como destilacion es Ponténea de un entrecruzamiento complejo de fuerzas hist cas, a partir de ali habran devenido “modulares", es decir, ca- paces de ser trasplantados a diversos terrenos sociales y con intensidades diversas. ‘Anderson nos entrega asf una aproximacién al problema de la formacién de las naciones modernas que posee el interés de sefialar la historicidad del fenémeno y de vincular esa historicidad con conceptos en boga en la historiografia recien- — 161 Jost Cantos Curanamonte —————— te, como los de invencién e imaginario, Pero, por una parte, practica una injustifieable ligereza en el manejo de Tos datos, fue, unida & la tendencia a faciles generalizaciones, produce ereiitados tan inexplicables como los que comentamos mas ubajo. Por otra, aspectos centréles de su tesis podrian conside~ vance reformulaciones de lo que, si bien con expresa adhesion il sentiiniento nacional, habia sido ya sefialado por Ernesto Renin en su clésico éQué es ura nacién? (1887): "1a nacion moderna es un resultado histérico provocado por una serie de hecho que convergen en un mismo sentido.” O: “Las naciones ho gon eternas, Han tenido un comienzo y tendran un fin.” "Anderson critica a Ernest Gellner, autor del también ya clisico libro Nations and Nationalism (2983), porque en su es- fuerzo por desenmascarar al nacionatismo, al concebir ala na tion como “invento”, asimila el concepto de “invenci6n” a “fa- bricacion® y “falsedad”, més que a “imaginacién” y “ereaci6n”. ¥en una toma del toro por las astas, que ha constituido el as~ pecto mis atractivo de su trabajo, afirma que “todas las comu- Ridades mayores que las aldeas primordiales de contacto diree- to (9 quizas incluso éstas) son imaginadas”, Y afiade que clas “no deben distinguirse por su falsedad o legit elestilo con el que son imagiradas”. Pero el esquematismo con que maneja luego los diversos aspectos que confluyen en la génesis de las naciones opaca, si ho invalida, el valor de aquel hallazgo conceptual. Segin ‘Anderson, la nacién se hizo posible por un conjunto de factores convergentes: el declive de las grandes lenguas que se conside- aban las tinicas vias de acceso a la “verdad ontol6gica”, la de- saparicion de “la creencia de que la sociedad estaba natural- mente organizada alrededor y bajo centros elevados”, como los mnonarcas que gobernaban bajo lo que se crefa alguna forma de favor divino, y el fin de una concepcién de la temporalidad en a que cosmologia e historia eran indistinguibles y el origen del mundo y del hombre eran “idénticos en esencia’. La declina- tion de estas tres certezas ~que, Sostiene, arraigaban las vides hiumanas a la naturaleza de las cosas y daban cierto sentido a las fatalidades de la existencia cotidiana—, bajo el efecto del ‘cambio econmico, los descubrimientos geograficos y la veloci- ad ereciente de las comunicaciones, introdujo una cufia dura entre la cosmologia yla historia, e impuls6 a busear "una nueva forma de unién de la comunidad, el poder y el tiempo, dotada —162— [NaciOn y Esrano en IneRoamtica, ———— de sentido”, proceso en el que influyé en mayor medida el desa- ‘rollo del “capitalismo impreso” (“print-capitalism” en el origi- nal en lengua inglesa). Teste ultimo concepto, casi una caricatura de un complejo fenémeno como la invencion y expansién de la imprenta, que “Anderson utiliza repetidamente en diversos lugares del libro, és revelador de una de sus mayores debilidades: la tendencia a Construir explicaciones globales con escasa fundamentacion. ‘haf, en uno de los tantos pérrafos en que convergen estos £as- 40s, afirma que“Io que, en un sentido positivo, hizo imaginables ago comunidados nuevas era nna interacei6n semifortuita, pero explosive, entre un sistema de produccién y de relaciones pro- Guetivas (el eapitalismo), una tecnologia de las comunicacio- nes (la imprenta) y la fatalidad de la diversidad lingiifstiea hu- Taana’, Sustancialmente, esa convergencia del capitalismo y de Ja tecnologia impresa “hizo posible una nueva forma de comu- nidad imaginada, que en su morfologfa bsica prepard el esee- nario para la nacién moderna”. Pero como enseguida advierte qque las naciones hispanoamericanas, o las de la familia anglo- Sijona, comparten una lengua comin, orilla el problema, que compromete gran parte de su esquema interpretativo, por el Sencillo procedimiento de declararlo objeto de ulterior investi gacion. ‘De manera que en una serie de capftulos dedicados a dis- tintos casos historieos el libro acumula informacion de dispar valor, y tanto cae en insélitos esquematismos como cautiva al lector con atractivas interpretaciones ~ampliadas ahora pot los dios nuevos capitulos que incluye esta edicion—, respecto de te- nas como el papel de la imprenta, la politica de diversos Esta~ Gos hacia grupos no homogéneos culturalmente, ola importan- cia del “eenso, el mapa y el museo”, en Ia eclosign de las comu- stidades imaginadas. Pero, en general, posiblemente con excep ign del material referido a la historia del sudeste asiatico region en la que se especializa el autor, los fundamentos de 5u anilisis resultan por demas endebles, caracteristica ala que rho escapa la ligereza con que se ocupa de la historia latinoame- Heana. Bl tratamiento de ésta —tanto més sorprendente dada Ta confesign del autor, en la Introduecién, acerca de su escaso conocimiento del tema— llega al absurdo, al pretender explicar Ia formacion de las comunidades imaginadas que habrfan co- rrespondido a las posteriores naciones hispanoamericanas, por — 163— + José Cannas Cutaramonte el “peregrinaje” de los funcioaarios criollos y el papel de los edi- tores de periédicos eriollos provinciales. En este tipo de argu. mentacién no sélo reduce fenémenos histéricos tan eomplejos a algunos pocos elementos qve lo cautivaron por haber sido uti- | lizados en atrayentes trabajos monogréficos de otros autores, y [sino que ademés supone que ia Independencia advino como ex. presién de nacionalidades ya formadas en el periodo colonial. De manera que cuando toma nota, al tratar el papel de la im- rentay los periédicos, que los criollos se autocalificaban ame- iranos, y no mexicano, venezolanos v urgentinos, sortea nue. vamente la dificultad por el procedimiento de declararla fruto de una ambivalencia en el primer nacionalismo hispanoamert. cano, su alternancia de perspectiva amplia americana y de lo- calismo. No advierte asf que en esa conjuncidn de ameticanis- mo y localismo lo que falta es precisamente el nacionalismo correspondiente a las naciones que surgirian luego, naciona. lismo que en realidad fue mucho més tardfo, en la medida en que su apariciOn es fruto y no causa del proceso de la Indepen dencia. En sintesis, respecto de la historia hispanoamericana, Anderson esboza una interpretacién del proceso dela Indepen. dencia que lo muestra todavfa apresado en la perspectiva abierta Por el romanticismo y criticada por la historiografia reciente, -¥ de que las naciones derivan de nacionalidades preexistentes, perspectiva que hace que su atencién se dirija ala genesis de los factores que durante los siglos XVI a XVIII habrian contiui_ do en la formacién de nacionalidades, deformando con esta pre. suncién anacr6nica el sentido de ellos. En este cometido, se le escapa ademas que los iberoamericanos que intentaban orga nizar Estados nacionales, desde comienzos de las independen- y antes del romanticismo, ignoraban el concepto de nacio- ‘| nalidad y justificaban su aparicién en términos racionales, | contractualistas, al estilo de los contentdos iusnaturalistas de Ja cultura de la Hustracién, Por otra parte, el tipo de andlisis realizado por el autor descuida factores tan decisivos como la necesidad de reempla- zar la legitimidad politica de las monarquias en declive por una nueva forma de legitimidad que, al mismo tiempo, fuese eapaz de concitar la adhesion afectivade una poblaci6n. A fin de cuen- tas, el fendmeno de la nacin 2s también de fundamental ea- acter politico, y esto reclama no excluit explicaciones de simi- — 64 — Nero Bstapo a Toenonnencca Jar naturaleza que, junto a factores de otro orden, den cuenta, de la fisonomia con que se gesté desde fines del XVIII y, ade- ‘més, de la variedad de formas que adquirié (EE,UU., Francia, Inglaterra, etc.). La intenci6n de resolver el problema dela gé- nesis de la naci6n a partir de datos apresuradamente seleccio- nados de todo el orbe y todo tiempo es la mayor debilidad, al ar quizé que su no menor atractivo para una lectura répida, del trabajo que comentamos. 2. PANAMERICANISMO Y FEDERALISMO EN Smmon Boutvar Seria un equivoco, proveniente del anacronismo de supo- ner existentes las actuales nacionalidades latinoamericanas en los comienzos de la Independencia, interpretar el paname- ricanismo de Bolivar como una unién de naciones. Su experien- cia habia sido no la de una real existencia de naciones —Vene- mucla, Colombia— sino de gobiernos ocasionales, con una ex- tensién de dominio comprensiva del actual territorio de los pat- ‘ses con esas denominaciones, pero que en la época no eran otra cosa que un conjunto de “puebl \dades o “provincias”, en las que era més fuerte el espiritu local que el general —evita- mos escribir “nacional” dado que atin no existian realmente ni ese espfritu nacional ni la realidad fisico-politica que le podia corresponder—. Por lo tanto, las grandes unidades politicas que concibe Bolivar, como la unin de Venezuela y la Nueva Granada,” de- ben entenderse como proyectos de naciones no sobre la base de naciones menores, sino de pueblos mal unidos, euyas disen- siones Bolfvar atribuye desde un comienzo al sistema federal en realidad, confederal— El panamericanismo de Bolivar seria asf una variante de los proyectos de organizar nuevos paises a partir de las ex colo- nias hispanas, desde una perspectiva que convertia la inefica- cia del federalismo para organizarlos en argumento en pro de su prescindibilidad, sin atender a la interpretacién alternativa de la no posibilidad atin dé esos nuevos paises. Por lo tanto, Bolivar concedia al poder centralizado posibilidades de accién que no existian... Desde tal perspectiva, proyectar una nacién colombiano-venezolana, 0 colombiano-venezolano-ecuatoriana — 165 —

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