Professional Documents
Culture Documents
Abusar Sexualmente de Su Pareja
Abusar Sexualmente de Su Pareja
Reg. n° 930/2021
En la ciudad de Buenos Aires, a los 30 días del mes de junio de 2021,
se reúne la Sala II de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal
y Correccional de la Capital Federal, integrada por los jueces Eugenio
C. Sarrabayrouse, Pablo Jantus y Gustavo A. Bruzzone, asistidos por
la secretaria Paula Gorsd, a los efectos de resolver el recurso de
casación interpuesto por la defensa del imputado en la presente causa
nº CCC 15275/2017/TO1/CNC2CNC3, caratulada “Castro, Julio
César s/ recurso de casación”, de la que RESULTA:
I. El 20 de noviembre de 2019 el Tribunal Oral en lo
Criminal y Correccional n° 8 condenó a Julio César Castro a la pena
de seis años y seis meses de prisión, accesorias legales y el pago de
las costas, por unanimidad, por considerarlo autor de los delitos de
lesiones leves agravadas por haber sido cometidas contra una mujer
en un contexto de violencia de género reiterado en dos oportunidades,
en concurso real entre sí (hechos II y IV); y, por mayoría, por ser
autor penalmente responsable del delito de abuso sexual con acceso
carnal reiterado también en dos oportunidades en concurso real entre
sí (hechos I y III), y con los anteriores (arts. 12, 29 inc. 3°, 45, 55, 89
y 92 en función del 80 inc. 11° y 119, tercer párrafo, CP; 403, 530 y
531, CPPN; fs. 736/737).
Los fundamentos fueron expuestos el 22 de noviembre
del mismo año (fs. 738/982vta.).
II. Contra esa decisión las defensoras particulares
Roxana Gabriela Piña, Pamela Amelia Aguirre y el defensor
Sebastián Le Bourgeois interpusieron recurso de casación (fs.
986/1068), concedido por aquel tribunal (fs. 1069/vta.) y al cual la
#30922401#294657179#20210630151001261
Sala de Turno de esta cámara otorgó el trámite previsto en el art. 465,
CPPN (fs. 1078).
III. La defensa fundó sus agravios en el inc. 2º del art.
456, CPPN y estructuró sus críticas en tres ejes. Cuestionó:
a. El razonamiento probatorio del voto de la mayoría para
considerar acreditados los hechos de abuso sexual (I y III).
b. El razonamiento probatorio para considerar
acreditados los hechos que configuraron lesiones agravadas (II y IV).
c. Ciertas medidas de prueba que a su criterio implicaron
una vulneración de los derechos y garantías constitucionales de su
asistido, relacionadas con cuatro temas: la designación de expertos
para el peritaje sobre la denunciante; la actuación de técnicos en la
obtención de material de los teléfonos celulares; el ocultamiento de
parte del acervo probatorio y la imposibilidad de acompañar prueba
pertinente y útil durante el debate.
Por las razones que expuso y que serán reproducidas más
adelante al examinarlas, solicitó a este tribunal que case la sentencia
impugnada y absuelva a Julio César Castro por no haberse podido
destruir su estado de inocencia (in dubio pro reo), o bien anule la
sentencia recurrida.
IV. En el término de oficina previsto por los arts. 465,
cuarto párrafo, y 466, CPPN, no se efectuó presentación alguna (fs.
1080).
V. De acuerdo con lo establecido en la Acordada n°
27/2020, CSJN (en particular considerandos 12° y 13°) y la Acordada
n° 11/2020 –con remisión a la Acordada n° 1/2020– de esta cámara, el
pasado 12 de noviembre de 2020 se hizo saber a las partes que
contaban con un plazo de diez días hábiles para interponer un
memorial en sustitución de la audiencia del trámite ordinario
establecida en el art. 465, CPPN o solicitar su realización a través de
un sistema de videoconferencia.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
de acceso a la justicia y el artículo 7 de la Convención de Belém do
Pará.
En punto a las declaraciones de Bruh en el proceso,
indicaron que la impugnante hacía hincapié en marcar supuestas
diferencias, pero todo se trataba de una reiteración de lo alegado en la
discusión final del juicio y había sido correctamente analizado en el
voto de la mayoría (en torno a los hechos de abuso). El recurso no
lograba demostrar que la valoración hubiera sido arbitraria o
incorrecta. Remarcaron que las diferencias en el relato no eran
esenciales, con lo cual era irrelevantes, y que en lo medular la versión
de la nombrada había permanecido inalterada.
Seguidamente pasaron a referirse a la interpretación que
efectuaron las defensoras sobre el delito de abuso sexual, requiriendo
resistencia por parte de la damnificada. Alegaron que nuevamente
intentaban trasladar el centro de atención del victimario a la víctima,
con la exigencia de que ésta se defendiera y, si no lo hacía, se la
responsabilizaba. Expresaron su opinión contraria y le dieron
sustento.
Luego, analizaron los actos procesales cuestionados por
la defensa. Aseveraron, en definitiva, que los planteos de nulidad eran
extemporáneos y acudieron a los principios de preclusión y
progresividad en el proceso penal. Entre otras cosas, explicaron que la
“reserva de nulidad” no era un planteo concreto, sino una simple
protesta o manifestación de quien se considera agraviado por una
resolución que estima que no es recurrible en lo inmediato; sin
embargo, ante decisiones adversas la defensa debía haber hecho uso
oportuno de las facultades que la ley le otorga para obtener una
decisión que satisficiera sus pretensiones. Citaron el art. 456 inc. 2°,
CPPN y sus alcances; y aclararon que la asistencia técnica no podía
agraviarse de la valoración de prueba cuya incorporación peticionó,
impulsó y consintió durante el juicio.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Trataron luego el fondo del planteo concerniente a los
peritajes y aseguraron que no había razones para anular las medidas.
En punto al supuesto ocultamiento de prueba hasta las
primeras audiencias de debate, expresaron los motivos que conducían
al rechazo de la cuestión; entre ellos, que el tribunal había terminado
admitiendo el acceso al material en bruto y que el reclamo no dejaba
de ser abstracto y genérico porque no aclaraba en qué sentido se había
afectado la estrategia de la parte. En efecto, se había aludido a una
violación del derecho a la defensa sin efectuar un adecuado desarrollo
argumental ni demostrar la existencia de un perjuicio concreto.
Finalmente, acerca de la aducida imposibilidad de
acompañar prueba pertinente y útil durante el debate, esgrimieron que
la impugnante no lograba demostrar la pertinencia y utilidad de esa
prueba, más allá de su intención de seguir haciendo afirmaciones
genéricas sobre la personalidad de Bruh.
Como corolario, resumieron que en ninguno de los casos
la defensa había logrado acreditar afectaciones a garantías
constitucionales: “…ha aludido genéricamente a la violación de
defensa en juicio sin sortear la inadmisibilidad que implica el planteo
extemporáneo de las observaciones ligadas a los peritajes y la toma
de información de los celulares. Tampoco ha podido acreditar en
ningún supuesto un perjuicio concreto al derecho a la defensa, ni
tampoco la utilidad de los elementos de prueba que pretendía
acompañar…tampoco ha explicado en ninguno de los supuestos cómo
se configura la afectación al debido proceso, principio de
contradicción e imparcialidad que ha enumerado en el título de su
presentación y en sus conclusiones. Por último…tampoco propone
qué aplicación normativa correspondería realizar; se limita a señalar
que se violaron garantías constitucionales…” (ver p. 21 de la
presentación).
Por todo lo dicho, solicitaron el rechazo del recurso de
casación y se confirmara la sentencia impugnada.
#30922401#294657179#20210630151001261
2. Por su parte, la defensa presentó un memorial en
formato de audio (también como sustitución de la audiencia) en el que
reprodujo sintéticamente los argumentos expuestos en el recurso de
casación sobre la valoración probatoria de los cuatro hechos tenidos
por probados. Se refirió a ciertas manifestaciones de la presentación
del Ministerio Público Fiscal en esta instancia y afirmó que no debían
minimizarse las diferencias en el relato de la denunciante y que
algunas afirmaciones de la acusación constituían falacias.
VI. Una vez presentadas las exposiciones de las partes
mediante el sistema Lex100 se inició la deliberación establecida en el
art. 469, CPPN a través de medios digitales. La deliberación concluyó
con el acuerdo de los jueces Sarrabayrouse y Bruzzone en los
términos que a continuación se exponen. En virtud del acuerdo
alcanzado, el juez Jantus decide hacer uso de la facultad establecida
en el art. 23, último párrafo, CPPN (texto según ley 27.384) y no
emite su voto.
Y CONSIDERANDO:
El juez Eugenio C. Sarrabayrouse dijo:
I. Cuestiones para resolver
De conformidad con lo previsto en los arts. 398 y 469,
CPPN, propongo al acuerdo el tratamiento de las siguientes
cuestiones: 1) si el razonamiento probatorio con respecto a los hechos
calificados como abuso sexual con acceso carnal (I y III) es correcto;
2) si el razonamiento probatorio con respecto a los hechos
considerados lesiones agravadas (II y IV) es correcto; y 3) si la
recepción y admisibilidad de la prueba fue correcta o lesionó los
derechos y garantías constitucionales del imputado.
II. Primera cuestión: el razonamiento probatorio con
respecto a los hechos I y III
1. Como primer aspecto significativo debe destacarse
que, si bien la condena referida a los hechos calificados como abusos
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
Bruh de nuevo, al accederla con el pene por vía anal, pese a la
rotunda negativa de la víctima, que tampoco consintió esa conducta.
Para concretar ese abuso, Castro aprovechó que la
víctima había consentido tener relaciones por la vagina y se
encontraba desnuda de espaldas a él. En esas circunstancias, la tomó
con fuerza de los brazos inmovilizándola y sorpresivamente decidió
accederla por el ano. Pese a que ella le reiteró que no quería tener
ese tipo de relaciones y en todo momento se resistió, Castró logró
consumar el ataque. Luego de eyacular, la tiró a un costado y le dijo
‘no te creas que esto significa que volvimos’.” (ps. 294/296 de la
sentencia)1.
2. La jueza y el juez valoraron las siguientes pruebas y
las ordenaron de este modo.
i) La prueba del hecho I
a. Los chats extraídos del celular de Andrea Sofía Bruh
n° 1530948383, de los que surgen conversaciones mantenidas con
Castro antes y después del viaje a Mar del Plata (ps. 296/302).
b. Las constancias de la atención médica de la nombrada
en el Hospital Alemán de esta ciudad, extendidas por el ginecólogo
Vladimir Valencia Jaramillo el 16 de octubre de 2016; por la
psicóloga Laura Nora Barcala el 17 de octubre de 2016; y por la
psiquiatra Claudia Schmee el 18 de octubre de 2016, quienes además
declararon en el debate (ps. 302/308).
Valencia Jaramillo la atendió por síntomas urinarios y
dolor vaginal, y durante el juicio explicó que es usual que las
infecciones urinarias se originen por bacterias trasladadas del ano a la
vagina, por la cercanía de ambos órganos, aunque las infecciones
pueden deberse a “diez mil cosas distintas” (p. 303).
Barcala, quien luego de la consulta asentó ciertas
manifestaciones de Bruh (“Julio es muy maltratador, a un paso de
pegarle, es un mujeriego. La bloquea de todos lados, ella no para de
1
Todas las citas de páginas de la sentencia recurrida corresponden al documento digital.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
pensar en él y de perseguirlo. Derivación a psiquiatría”), en el debate
expresó que la paciente refería permanentemente situaciones de
destrato y maltrato de su pareja (verbal, físico y psicológico) y de
psicopatía (por ejemplo, le sugería que salía con otras personas, lo
cual la desequilibraba debido a que era muy celosa). Sin embargo, y
de modo simultáneo, lo admiraba y quería mucho; esa ambivalencia le
dificultaba poder separarse de él, aunque ésa era su intención.
Especificó que Bruh se sentía atrapada en un vínculo del que le
costaba muchísimo salir, era muy lábil emocionalmente y su muy baja
autoestima pudo haberse incluso acentuado por la relación, ya que
refería insultos de parte de él (le decía que se muriera y que no valía
nada). Añadió que era un vínculo muy dependiente, absolutamente
tóxico y patológico; existía un manejo psicopático, manipulación y un
juego de sometimiento de parte de Castro, dada su personalidad
envolvente y la posibilidad otorgada por la diferencia de edad; ella
pasaba entonces a ser una víctima y no tenía muchas defensas frente a
todo esto: “estaba embelesada por la investidura posiblemente”. En
punto a las relaciones sexuales, dijo que relataba los encuentros como
más que pasionales, “como [él] pasándose de la raya”; y que en una
oportunidad le comentó que irían de viaje porque él estaba en “actitud
reparatoria” a raíz del miedo que le provocaba que ella lo denunciara
por malos tratos (ps. 304/306).
Por su parte, Schmee consignó referencias de Bruh en
torno a la relación tóxica con Castro (“él es fiscal y mayor que ella, 54
años”, “la maltrata verbalmente”, “es mujeriego, la bloquea de todos
lados, la dejó recientemente”, “baja autoestima”, “no puede dejar de
pensar en él, ambivalencia afectiva, celotipia”, “labilidad afectiva,
crisis de llanto”) y en el debate declaró que la atendió varias veces;
que la primera consulta fue motivada por un alto monto de angustia
debido a una relación conflictiva con su pareja; y que el diagnóstico
consistió en un trastorno de personalidad con patrón generalizado de
#30922401#294657179#20210630151001261
inestabilidad emocional, afectiva y cognitiva en el vínculo. Resaltó
que la situación conflictiva podría generar un estrés agudo en ella,
además de los síntomas ansiosos y depresivos que tenía; y en la
historia clínica asentó que el 25 de enero de 2017 “le mostró unos
audios donde la insulta y agrede verbamente” (ps. 307/308).
c. Los audios y chats extraídos del celular de Bruh n°
1557810687, una de cuyas carpetas contiene una conversación
telefónica con Castro del 16 de noviembre de 2016 de 1:56 hs. de
duración, en dos tramos (ps. 308/314).
ii) La prueba de la materialidad del hecho III
a. Los audios y chats obtenidos del celular de Bruh n°
1530948383, de los que destacaron diálogos mantenidos con el
acusado unas horas antes del suceso y a la mañana siguiente (ps.
314/318).
b. Parte de la información del celular de María Florencia
Fusoni, extraída por la División Apoyo Tecnológico Judicial de la
P.F.A., de la que emergen diversos audios, capturas de pantalla de
chats y diálogos entre ella y Bruh (ps. 318/324).
iii) Otras pruebas sobre el contexto de los hechos
a. El expediente en trámite n° M779/15 de la Procuración
General de la Nación (en adelante, PGN) que contiene las denuncias
administrativas realizadas por siete mujeres contra Castro por
situaciones de acoso sexual o ambiental (ps. 324/330).
b. El informe interdisciplinario de la Oficina de Violencia
Doméstica (en adelante, OVD), en el que consta que el 14 de marzo
de 2017 especialistas de esa dependencia entrevistaron a Bruh luego
de que formulara la denuncia y, entre otras cosas, observaron cierta
naturalización de los episodios, sin evidenciar una apropiación real de
la situación en que se encontraba inmersa y del peligro en que podría
hallarse; que se podía inferir que había vivido situaciones de violencia
en la pareja; que el curso y contenido del pensamiento no presentaba
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
Los informes de la Dirección General de
Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (en
adelante, DOVIC) de la PGN elaborados por la directora Malena
Derdoy, la licenciada Susana Larcamon y la abogada Andrea
Bonardo, relacionados con el peritaje anterior. A criterio de estas
profesionales había implicado una práctica revictimizante y durante su
desarrollo se habían valorado las actitudes de Bruh, ya que había sido
preguntada si sabía que Castro podía ir preso e informada de que, por
tratarse de una pareja, “se sobreentendía el consentimiento”. Se marcó
su compleja situación de vulnerabilidad caracterizada principalmente
por la relación asimétrica de poder; que en la tercera entrevista del 20
de abril de 2017 la nombrada se mostró muy angustiada por ciertas
consecuencias de su denuncia (la sugerencia de que renunciara al
posgrado que coordinaba); que se responsabilizaba de la dependencia
emocional que le generaba la relación con el imputado; y que se había
trabajado en la asimetría del vínculo producido tanto por la diferencia
de edad como por la relación de poder ejercida por él desde su cargo
(ps. 334/336).
El psiquiátrico del 17 de abril de 2017 realizado por el
médico Jorge Kiss del CMF, quien asentó que Bruh no presentaba
trastornos ni alteraciones psicóticas y brindaba un relato similar a la
denuncia efectuada en la causa; que denotó ansiedad con depresión
controlada; que era posible que su autoestima se hallara lesionada
tornándola lábil a vínculos inestables; que el manejo de su
posicionamiento frente a la violencia podía verse mermado por su
baja autoestima; y que su relato era lógico y coherente y describía un
duelo frente a un cese vincular reciente (ps. 336/337).
d. Los peritajes e informes sobre la personalidad de
Castro.
El psicológico del 26 de junio de 2017, elaborado por
Bueres, quien notó que frente a situaciones que le generaran
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
frustración podía tender a desbordes emocionales; dificultades para
percibir las necesidades y diferencias psicoemocionales de su entorno,
privilegiando las propias; y tendencia a minimizar consecuencias y
riesgos de situaciones vinculares patológicas. En el juicio explicó,
entre otras cosas, que su autoexigencia motivaba que quisiera
controlar, porque el descontrol le generaba angustia.
La licenciada tomó en cuenta la evaluación a Bruh y
señaló que había registrado en ambos una sintomatología
concomitante a un vínculo amoroso de características patológicas, con
irrupciones de situaciones dilemáticas (potencialmente violentas) y
escasos recursos de auto preservación que los había dejado expuestos
a situaciones de riesgo (ps. 337/338).
El psicológico realizado por la licenciada Elba Beatriz
Sarlo (ofrecida por la otrora parte querellante). Consignó que en la
relación de pareja había estado presente la vinculación violenta en el
discurso; y en el debate aclaró que Castro es una persona neurótica
con rasgos obsesivos y que potencialmente, si no se hubieran
separado, “podría haber sido mucho más grave” (ps. 338/339).
El psiquiátrico efectuado el 20 de marzo de 2019 en el
CMF, suscripto por Noemí Tenenbaum del Ministerio Público Fiscal
(en adelante, MPF). Especificó que que se trataba de una relación
desigual y asimétrica en edad, nivel laboral y social, conflictiva y
reiterada en el tiempo; que se jugaban posiciones y valores subjetivos
como el poder, sometimiento, reclamos de reconocimiento, control; y
que afloraban amenazas y la violencia cuando el poder era puesto en
disputa y los métodos no violentos ya no servían. Señaló que Castro
refirió que la denuncia le provocó un “suicidio social”, expresión con
la que quería explicar el daño y las pérdidas. Era llamativo el uso de
esa expresión que aludía a un daño autoinfligido e implicaba su
intervención en los hechos y en las consecuencias sufridas. Agregó
que decía estar destruido, aunque no se observaban elementos que
#30922401#294657179#20210630151001261
denotaran la magnitud de lo dicho: en ningún momento se alteraba
emocionalmente y no aparecían signos de tristeza, depresión, angustia
o enojo. Además, el entrevistado conocía las implicancias de los
peritajes y demostraba manejo y control emocional de la tensión y el
estrés (ps. 339/340).
e. Las impresiones de dos correos electrónicos enviados
por Castro a Bruh, uno del 1 de agosto de 2016 y el segundo del 15 de
noviembre de 2016 (ps. 340/342).
f. Otros audios entre ambos, extraídos del teléfono celular
de ella (ps. 342/346).
g. Otros chats entre ellos mismos (también extraídos del
teléfono celular de la víctima) sobre algunos temas resaltados por la
fiscal en su alegato: violencia verbal y maltratos, tercera etapa del
ciclo de violencia y temores de él de ser denunciado por ella (ps.
346/366).
h. Las constancias de la División Monitoreo de Alarmas
Fijas y Móviles de la Policía de la Ciudad, según las cuales, el 6 de
mayo de 2017, por orden del juez, se entregó a Bruh un botón
antipánico (p. 366).
iv) Testimonios que acreditan la responsabilidad penal
de Castro en los abusos sexuales
a. Andrea Sofía Bruh reseñó el contexto que enmarcaba
su relación con Castro y precisó las circunstancias de tiempo, modo y
lugar en que sucedieron ambos abusos (ps. 366/380), las cuales –
según afirmó más adelante, en la valoración de la prueba– “…no
fueron cuestionadas por el acusado, con la salvedad obvia de callar
aquello que lo comprometía…” (p. 407).
b. Roberto Scaia, amigo de Bruh, caracterizó el vínculo
entre aquéllos como muy tóxico y violento, con celos mutuos y
permanentes, e hizo referencia a una situación de relaciones sexuales
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
anales forzadas que ella narró como ocurrida en uno de los viajes,
Tailandia o Mar del Plata (ps. 380/381).
c. Agustín Buono, compañero del posgrado que cursaban,
refirió que Bruh contaba los problemas que tenía con su pareja, una
persona mayor que era fiscal, incluidos maltratos verbales (que era
una pendeja, una inútil y que no iba a conseguir trabajo; incluso se
ocupaba de que no lo lograra si tenía alguna entrevista); que más
adelante comenzó a especificar que él quería mantener relaciones
sexuales anales y ella no; y que en el grupo todos le aconsejaban que
terminara la relación.
También declaró que en octubre o noviembre de 2016
estaban en un bar de la facultad junto con otra compañera (Sandra
Schmidt) y Bruh hablaba, pero no le prestaban atención, cansados de
que reiterara siempre lo mismo. En esa oportunidad, les hizo saber
que Castro la había forzado a mantener relaciones vía anal en un viaje
que habían realizado a Mar del Plata. Que él se ofreció a acompañarla
a formular la respectiva denuncia y ella respondió que por el momento
no la haría; luego supo de su reconciliación y que viajarían juntos al
exterior, lo cual le pareció “mínimo extraño” después de lo que había
contado. Por eso dejó de aconsejarle que terminara la relación; de
todos modos, le preocupaba que le pasara algo más grave y así se lo
hizo saber. Aclaró que Bruh y su pareja se peleaban y reconciliaban
todo el tiempo (ps. 381/384).
d. Sandra Schmidt relató que comenzó a tener diferencias
con Bruh porque ella le sugería que dejara a Castro dado que contaba
peleas permanentes. Aquélla le respondía que no podía por la
situación de sometimiento que padecía, al tiempo que la calificaba de
machista. La describió como muy celosa y dijo que chequeaba si su
pareja estaba “en línea” y deducía con quién podría estar hablando.
Contó que en octubre o noviembre de 2016 estaban con
Buono y la denunciante en un bar y Bruh, tras comentar que había
#30922401#294657179#20210630151001261
viajado con Castro a la costa, repentinamente comenzó a llorar y
expresó que él la había forzado a mantener relaciones; que ella “no
entendió mucho” ya que al principio había referido que la pasaron
bien y se irían de viaje próximamente a Tailandia. Asimismo, dijo que
su compañera contaba episodios de violencia física y verbal y les
había hecho escuchar audios de peleas; también había comentado que,
si ella conseguía una entrevista de trabajo, él “se la boicoteaba” (ps.
384/386).
e. María Florencia Fusoni, quien para el momento de los
hechos era muy amiga de Bruh (la primera trabajaba en un tribunal
oral y la segunda en una defensoría). En el debate manifestó que Bruh
le había relatado incidentes de violencia física con Castro. Un día en
su casa le mostró su brazo y le dijo que él le había pegado, al igual
que había ocurrido en Tailandia (desde donde le había enviado una
foto).
Sobre prácticas sexuales no consentidas dijo que podía
ser que hubiera contado algo al respecto, pero no recordaba. Añadió
que le aconsejaba que terminara la relación. En la misma instancia, y
ante diversas preguntas, señaló que el sexo anal no era una práctica
que Bruh tuviera con su pareja; seguidamente, se leyó su declaración
en instrucción en la que aludía a un zamarreo, a una relación vía anal
intentada en un viaje en Mar del Plata y a que su amigo Pablo la
acompañó a una clínica por los dolores que padecía, y dijo que si
estaba allí lo había dicho, aunque no se acordaba. Expresó que, según
su amiga, él tenía un cargo político en miras, ella estaba desempleada
y él hacía hincapié en la disparidad laboral. En este punto, en el
debate también le fue leída su anterior declaración en la etapa
preparatoria, más precisamente cuando refirió una frase de Castro
contada por Bruh (“que él era juez y ella no era nadie”), y respondió
que podía haber sido así; lo mismo contestó cuando se le preguntó si
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
económicamente, muy triste, con anorexia y muchos síntomas
relacionados con haber padecido una situación como la relatada; y que
la mayor parte de las mujeres en situación de violencia de género
concurre a la justicia porque no pueden finalizar la relación y buscan
que un tercero ponga un límite. Sobre la dinámica del vínculo entre
Castro y Bruh dijo que era totalmente asimétrico, no sólo por la
diferencia de edad sino por las implicancias de una relación de poder
en la que él era un funcionario y eso tenía un peso simbólico; destacó
que él había trabajado con delitos sexuales y sabía cómo defenderse y
eso también marcaba asimetría. “Pocas veces he visto tantos abogados
de este lado” (ps. 390/392).
h. Daniel Pavlovski, supervisor de Bruh en el posgrado
que coordinaba, manifestó que ella le comentó que no estaba bien con
Castro, que lo quería pero había situaciones que no le gustaban; y,
como él tenía muchos casos en su fiscalía de “situaciones entre
hombre y mujer”, le recomendó que hablara con su terapeuta. Agregó
que el acusado tenía un carácter temperamental “en su forma” (por
ejemplo, hablaba alto); y ella daba a entender que era una relación
violenta. Negó haberla desvinculado a raíz de la denuncia (p. 393).
v) Tras la descripción de esas pruebas, los jueces
resumieron el descargo de Castro (quien negó las imputaciones y
sostuvo que Bruh lo denunció cuando él decidió terminar la relación)
y lo mismo hicieron con los “óbices” planteados por la defensa en su
alegato (ps. 393/403 y 403/407 respectivamente); para luego,
agrupándolos conforme a cada reproche, analizarlos mediante la
ponderación de la prueba recién resumida (ps. 407/424).
Luego respondieron el resto de las consideraciones
genéricas efectuadas por la defensa (ps. 424/436) y, por último,
realizaron una “Valoración sobre el desarrollo del debate y sobre la
prueba” (ps. 436/455).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
El desarrollo de todos estos argumentos se efectuará más
adelante, en lo pertinente y a medida que se examinen los agravios
planteados por la asistencia técnica.
3. Críticas de la defensa
Con respecto a estos sucesos, la parte impugnante señaló,
de modo general, que el voto de la mayoría presentaba una
fundamentación aparente que violentaba la garantía de la defensa en
juicio y los principios del contradictorio e in dubio pro reo, y con
ellos el debido proceso legal. A su vez, destacaron lo que
consideraron “signos elocuentes de parcialidad”, en los que podía
radicar la causa del alto grado de arbitrariedad detectado. La mayoría
de las afirmaciones efectuadas en la sentencia carecía de sustento en
la prueba, lo cual las transformaba en afirmaciones dogmáticas
compatibles con la íntima convicción de quien juzga, situación que le
quitaba toda validez al pronunciamiento (p. 14 del recurso)2.
a. En primer lugar, la defensa cuestionó la descripción
de los hechos. Alegó que se incorporaron valoraciones o
adjetivaciones que no surgían del requerimiento de elevación a juicio
y menos aún de la prueba (y, si surgían de ella, “allí no se indicaba”).
En relación con el hecho I y en lo relativo al tiempo en
que habría ocurrido, no surgía de ninguna prueba ni de los dichos de
la denunciante que hubiera sucedido en la madrugada o por la tarde
del 9 de octubre de 2016. Recordó que Bruh no había mencionado
este abuso en su primer testimonio ante la OVD y que en sus
declaraciones nunca había señalado el día, sino que sólo lo ubicaba en
un fin de semana largo de aquel mes, durante el cual había viajado
con Castro a Mar del Plata. Con esa imprecisión se había construido la
imputación que lo llevó a juicio; y luego, se había fijado aquella fecha
porque de la causa se desprendía que el día siguiente habían regresado
a Buenos Aires. Con ello, ya desde el inicio el voto mayoritario partía
de dudas y no se advertía “…de dónde sacó…la ubicación temporal
2
Todas las citas de páginas del recurso corresponden al documento digital.
#30922401#294657179#20210630151001261
que da por acreditada en el debate y que sigue siendo difusa, pues no
es lo mismo la madrugada que la tarde, claramente…son dos
momentos bien distintos…” (ps. 17/18).
En la misma línea, destacó que se había agregado una
circunstancia, sin sustento probatorio, consistente en que Castro “…la
tomó con dureza de sus brazos y la inmovilizó…” y que consumado el
acto la habría “…dado vuelta y penetrado vaginalmente, práctica que
tampoco habría consentido…”. Si bien ella había dicho que Castro la
tomó de sus manos con las suyas, había referido que pudo zafarse.
Igualmente, nunca pudo haberla inmovilizado según la maniobra que
describió, circunstancia que no se había explicado en la sentencia (ps.
18/19).
Asimismo, la supuesta penetración vaginal nunca había
sido denunciada y tampoco había sido materia de investigación, en
tanto la primera vez que Bruh había aludido a ese evento como un
abuso había sido en el debate. Ante el juez de instrucción había
situado el abuso anal en medio de una relación sexual vaginal sin la
posterior penetración; momentos antes de su segunda declaración en
sede judicial, había atestiguado Fusoni contando la visita al Hospital
Alemán y entonces Bruh, a sabiendas, recién allí había introducido la
infección urinaria (desechada en el juicio como producto del abuso) y
cambiado la mecánica del suceso, aunque sin aducir la falta de
consentimiento de esa segunda penetración. Esto llevaba a
preguntarse cómo, quien dijo sufrir una violación anal, luego expresa
un acceso vaginal consentido. Y recién en el debate había manifestado
espontáneamente que también eso había ocurrido contra su voluntad
(ps. 19/21).
Por otro lado, añadió que la referencia a un
“aprovechamiento” era injustificada y quedaba descartada, pues la
propia Bruh había dicho que Castro le habría propuesto tener
relaciones por esa vía y ella habría rechazado la invitación. Lo mismo
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
sucedía con las reseñas en cuanto a que en todo momento ella se negó
reiteradamente; a que él tenía conocimiento de que no consentía esa
práctica sexual ya que en anteriores oportunidades se lo había
aclarado; y a que no logró eyacular por su resistencia y gritos, tras
“zafarse” de la posición de sometimiento. Todo esto había sido
considerado probado cuando la mayor parte ni siquiera era compatible
con el relato de la denunciante, y tampoco se exponía qué prueba
permitía arribar a “semejantes afirmaciones” (p. 21).
En punto al hecho III, la idea de “aprovechamiento” y
“sorpresa” que se consignaba era pura creación de la jueza y era
incompatible con el discurso de Bruh, quien, aun habiéndolo mutado,
siempre indicaba que Castro dijo querer mantener relaciones vía anal
y ella se negó. El “aviso” o “permiso” seguido de una negativa no era
compatible con aquellos términos (ps. 21/22).
b. Tras ello, criticó la prueba de la materialidad del
hecho I.
Sobre los chats extraídos del celular de Bruh n°
1530948383, dijo que nada aportaban.
En efecto, correspondían a una “edición” de más de
novecientas fojas de un intenso intercambio y no plasmaban las
situaciones que la pareja atravesaba para esa época, es decir el
contexto, única manera para comprender su sentido y significado. Ese
“número mínimo” nada decía del hecho y tampoco se había efectuado
reflexión alguna, luego de transcribirlos, que permitiera comprender
el criterio para utilizarlos como prueba. En todo caso, mostraban que
el abuso del 9 de octubre de 2016 “jamás existió” (ps. 22/23).
Sostuvo que si se contextualizaban los mensajes
anteriores se advertía que la pareja venía discutiendo y que había sido
Bruh quien propuso hacer un viaje a Mar del Plata para recomponer la
relación, contrariamente a lo esgrimido durante el juicio; mientras que
los posteriores mostraban menos. Era contrario al sentido común que,
#30922401#294657179#20210630151001261
tras haber padecido una violación, le preguntara a “su victimario” si
había llegado bien. Ese día había “insistido” enviando mensajes “para
estar todo el tiempo conectada a Julio Castro” y del abuso no había
una sola referencia, lo cual resultaba extraño. De lo que daban cuenta
las trascripciones analizadas era que, ya desde esa época, el anuncio
de la ruptura causaba inestabilidad emocional en Bruh y hacía surgir
la amenaza de denunciarlo, con el consiguiente temor de parte de él,
que no obedecía a lo que hubiera o no hubiera realizado “sino a lo
que finalmente tuvo que atravesar: este injusto juicio y su posterior
condena” (ps. 23/25).
Con relación a las constancias de atención médica en el
Hospital Alemán razonó que, a diferencia de lo sostenido en la
sentencia, Bruh no concurrió a la guardia psicológica por este hecho.
Según constaba en la historia clínica, en septiembre de 2016 había
sido entrevistada en el servicio de psiquiatría para comenzar terapia,
oportunidad en que se le otorgó un turno para el 17 de octubre.
Agregó que, “fiel a su método de exposición”, el voto de la mayoría
citaba parte del material sin valorarlo y tampoco aquí se comprendían
las razones por las que se colegía que esto acreditaba la materialidad
de un abuso (ps. 25/28).
Adicionalmente, se había prescindido de parte importante
de la prueba. Valencia Jaramillo (ginecólogo del nosocomio)
desmentía a Bruh y a la testigo Fusoni. La primera mintió cuando dijo
haber contado al profesional que había mantenido relaciones sexuales
anales y vaginales, porque él aseguró que si se lo hubiera dicho
debería constar en la historia clínica, y no constaba. Por otra parte,
mucho se había remarcado la supuesta infección urinaria, pero la
historia clínica ampliada durante el debate había demostrado que
nunca existió (dado el resultado negativo del cultivo para bacterias),
lo cual echaba por tierra la materialidad del abuso (ps. 28/30).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
basada en un único aspecto (la edad) que por sí solo no la confirmaba
(p. 36).
Lejos de evaluar que se partía de una mentira, el voto de
la mayoría valoraba una edición parcial de la conversación, de la que
emergía la admisión de que él nunca le pegó, lo cual echaba por tierra
la existencia de esta conducta (si reconocía eso, no era posible
sostener que un mes antes la había violado). Y aunque allí Bruh dijera
que la agredía de otra forma, no se había referido nunca a un abuso,
sino a “hacerle pedir perdón por sus errores”. Igualmente se
desatendía que, si bien ella insistió en presentarlo como un
maltratador, en cada oportunidad él negó ser violento o haberle
pegado, sin saber que era grabado (ps. 37/40).
c. La siguiente crítica estuvo encaminada a controvertir
las pruebas sobre la materialidad del hecho III.
En cuanto a los audios y chats extraídos del celular de
Bruh n° 1530948383, reiteró que se citaban conversaciones parciales
de las que no podía extraerse información útil si se las
descontextualizaba; y nada se desprendía que permitiera acreditar la
materialidad (p. 40).
Adelantó que era necesario, para comprender cuál era la
situación de la pareja para esa época, reconstruir qué había acontecido
los días anteriores y el día posterior, pues de los chats con Fusoni
surgía el verdadero estado de ánimo de Bruh y sus preocupaciones a
horas del aparente abuso. En tan solo cuatro o cinco días, sus cambios
eran contundentes y se la veía en una situación ambivalente. Por
ejemplo, mientras hablaba amorosamente a su pareja, con Fusoni se
refería a él con “insultos y adjetivaciones denigrantes” (ps. 41/42).
Seguidamente, la defensa describió los hechos siguientes.
Castro había expuesto que debían tomarse un tiempo ya que la
relación estaba muy intoxicada; sin embargo, Bruh había insistido
“para que Julio Castro volviera a caer” y tanto lo había buscado “por
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
el lado que sabía lo podía manipular” que había logrado su objetivo y
acordaron verse. Así, el 24 de enero de 2017 había existido un juego
erótico previo entre ambos en el que se invitaban a mantener
relaciones sexuales. Al día siguiente, “cuando el supuesto agresor se
va de la casa”, ella le había mandado un mensaje preguntando si había
llegado, lo cual resultaba inexplicable si acababa de ser abusada. Por
ende, la lógica, la psicología y la experiencia indicaban que no había
ocurrido (ps. 42/43).
Con respecto a la información del celular de Fusoni,
prueba parcialmente ocultada hasta el inicio del debate (según se
agraviaría más adelante), el primer audio transcripto (enviado por
Bruh en la mañana del 25 de enero de 2017) nada decía de una
agresión o violación; mientras que en el segundo, si bien existía una
referencia (hasta ahora la primera) del intento de una relación sexual
vía anal, describía una escena diversa de la narrada en sus
declaraciones. Dijo que él “intentó” hacerlo, nada similar a lo
expresado en sus testimonios (penetración completa con eyaculación),
y relató la situación de un modo que, por la ambigüedad del lenguaje
y la contradicción con sus dichos, ninguna certeza daba. En definitiva,
la trascripción mostraba su preocupación por no continuar siendo
pareja de Castro y la ausencia de profundización en lo que debía ser el
centro de la conversación: el abuso. Por el contrario, manifestaba
sentirse denigrada por no ser novios y haber mantenido relaciones
sexuales; en otro orden, su locución no se compadecía con un abuso,
porque se colocaba en un rol activo en la relación sexual,
incompatible con aquél (ps. 43/44).
Luego la recurrente cuestionó que la jueza hubiera
insólitamente seleccionado material del 11 de marzo de 2017 para
probar un hecho ocurrido el 24 de enero. Se trataba de audios de los
que surgiría, a criterio de la integrante del tribunal, que Fusoni tenía
conocimiento de los maltratos de Castro. Pero la lectura de las
#30922401#294657179#20210630151001261
trascripciones no aportaba nada y, del abuso, no había una sola
mención (p. 44).
A eso añadió que de las capturas de pantalla del teléfono
de Fusoni se veían chats donde su amiga le pedía que dijera en la
causa toda la verdad; y la ambigüedad de esa frase en el contexto en
que había sido proferida, sumada a la reticencia y escasa memoria de
la testigo al declarar en el juicio, dejaba “grandes dudas” de su
significado y sentido, al tiempo que la interpretación que pretendía
otorgar la jueza resultaba “totalmente arbitraria y sin fundamento”. Se
remitió en esto al voto en disidencia (ps. 44/45).
Reiteró lo extraño de que la sentencia no concluyera con
una mínima ponderación de la prueba. A su vez, se ignoraba que parte
del audio descartaba la existencia del suceso I. Bruh refería haber
esperado 29 años y la única interpretación posible (de ser cierto, pues
Castro había expuesto que era una práctica consentida) era que el
abuso del 9 de octubre, “penetración anal contra su voluntad de por lo
menos 7 cm”, nunca pudo haber sucedido (p. 45).
d. Posteriormente la parte impugnante abordó las “otras
pruebas” sobre el contexto de los hechos.
En cuanto al expediente en trámite ante la PGN dijo que
con idéntico método se transcribían citas parciales sin una sola
valoración. Criticó que se consideraran declaraciones e imputaciones
que no tenían ninguna relación con los hechos aquí ventilados; más
aún, ese expediente todavía no tenía resolución final en la sede natural
ni tampoco ante la justicia en lo Contencioso Administrativo Federal e
incluso se habían promovido diversas nulidades que no habían sido
decididas. Aclaró que era evidente que cada una de las personas que
había denunciado a Castro allí tenía motivos para estar enojada; les
había denegado licencias, o les había exigido tareas que no querían
hacer, o que cumplieran con la presentación de certificados. Y nada de
esto había sido atendido (ps. 46/49).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Resaltó que utilizar esos datos, aunque más no fuera para
fijar un patrón, no correspondía a un derecho penal de acto sino a uno
de autor (p. 49).
Adicionalmente, sólo se evaluaban los dichos de quienes
se habían pronunciado en su contra (interesados en el resultado de la
causa o con razones objetivas para no ser imparciales) y no los de los
veinte testigos que lo habían hecho a su favor o negado haber sufrido
maltrato o acoso sexual o visto ese tipo de situaciones. Todos
describían a Castro como trabajador, exigente, el primero en llegar,
que promovía a la gente que trabajaba con él, de trato cordial, que
jamás insultaba. Se preguntó la defensa de qué patrón de conducta se
hablaba: si del de Castro o del de quienes lo denunciaban (p. 50).
En suma, incorporar como prueba de cargo referencias no
probadas de un expediente que no había alcanzado la cosa juzgada y
que además era ajeno a la imputación conculcaba las garantías del
debido proceso legal y defensa en juicio y representaba el uso de
criterios abandonados por la ciencia penal para fundar la potestad
punitiva del Estado (p. 51).
Sobre el informe interdisciplinario de la OVD, entendió
que nada sustancial aportaba, amén de habérselo citado parcialmente
y sin evaluar. Reprochó que de la inferencia de los entrevistadores en
cuanto a que Bruh había vivido situaciones de violencia en la pareja
se pretendiera derivar en la sentencia que fue víctima de dos abusos,
cuando del primero nada dijo en la OVD, del segundo (hecho III)
había pasado más de un mes y medio, del hecho IV una semana y de
la ruptura de la relación (promovida irremediablemente por Castro)
tan sólo horas. En efecto, de los chats surgían reclamos de ella (por
haber él incorporado a una mujer a sus redes sociales) mas nada de
violencia física y menos aún sexual; en ese marco había concurrido a la
OVD (ps. 52/53).
#30922401#294657179#20210630151001261
Señaló que la pareja tenía “una historia detrás” que todos
los profesionales reseñaron como un vínculo tóxico y algunos llegaron
a calificar como potencialmente violento. Y la ansiedad, verborragia y
angustia no eran consecuencia de los sucesos aquí ventilados, sino de
larga data, según se advertía del contraste con la historia clínica del
Hospital Alemán (como lo indicaba el juez Sañudo). Todas esas
características eran rasgos de su personalidad; por ende, nada del
informe era pertinente para acreditar los hechos I y III (ps. 53/54).
Tampoco era cierto lo allí consignado acerca de que el
vínculo de Bruh con su familia y amistades se encontraba debilitado
desde el inicio de la relación. Testigos que la conocían habían dicho
que no tenía trato con su familia, pero no que ello fuera “por culpa de
él”; y la propia damnificada en sus declaraciones había referido estar
muy sola y no tener trato con sus familiares, o tener uno muy
esporádico. La atribución a su asistido de esa falta de vínculo no era
cierta y, si así lo había manifestado ella en aquella oportunidad, eso
respondía “a su labilidad que le impide procesar la frustración
(ruptura de la relación de pareja) y reacciona con un desborde
emocional responsabilizando al protagonista de su frustración (Castro)
de todo” (sic). Y sus “supuestos amigos” eran vínculos por acotado
tiempo y ligados a situaciones puntuales; una vez más, trasmitía a
“sus entrevistadores de turno” la realidad que quería presentar (ps.
54/55).
Finalmente, se preguntó si resultaba compatible con los
abusos que en el informe se aludiera a “riesgo medio” (p. 55).
Con respecto a los peritajes e informes sobre la
personalidad de la denunciante y el imputado, la asistencia técnica
primero anunció que abordaría el de la licenciada Balcone Rey luego,
junto con su declaración (ps. 55/56).
Acto seguido señaló que el voto de la mayoría era tan
parcial que sólo tomaba los exámenes de los peritos de la querellante
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
o de la fiscalía; aparte de hacerlo parcialmente y sin valorarlos. En
este sentido, se eludían los informes de los expertos de la defensa e
incluso los de los oficiales Orggatti (psicológico) y Verducci
(psiquiátrico), ambos de Castro, pese a que habían sido solicitados por
la acusación pública como instrucción suplementaria (ps. 56/57).
Tampoco se mencionaba que la perita psicóloga oficial
Bueres, quien había participado en todos los peritajes y compulsado
todas las constancias de la causa, dijo que se trató de una relación
patológica no violenta y que no había notado una relación asimétrica;
ni que había sido testigo del hostigamiento de la entonces querellante
a su propia perita de parte Sarlo (interviniente en el informe elaborado
sobre el acusado). De ésta se evadía casi la totalidad de su testimonio,
que revestía vital importancia para probar la ajenidad de Castro en los
hechos. Y, por último, aquel hostigamiento también había sido
corroborado por la perita psicóloga de la defensa Sedler en el debate
(ps. 57/62).
Se preguntó qué más era necesario para entender que no
había existido violencia física de ningún tipo en esta relación
patológica y que Bruh, además de mentir, manipulaba toda la prueba
(p. 62).
En cuanto a la referencia que se hacía a los informes de la
DOVIC, sostuvo que nada aportaban con relación a los
acontecimientos, con lo cual no cabía analizar o cuestionar lo que allí
se indicaba (p. 62).
Del peritaje psiquiátrico realizado por Jorge Kiss del
CMF, se omitía que el profesional nada podía decir de la verosimilitud
del relato toda vez que “la verosimilitud completa es una convicción
que la psiquiatría por sí misma no puede probar ni descartar, no siendo
la medicina una ciencia exacta”. En efecto, la expresión “el relato es
lógico y coherente” no tenía igual significado que “el relato es lógico
y coherente pero nada puede decirse de su verosimilitud” (p. 62).
#30922401#294657179#20210630151001261
Asimismo, se acudía al peritaje psiquiátrico realizado por
Noemí Tenenbaum del MPF, mas obviando que era una perita de parte
de la acusación; y, si bien ella había suscripto el informe realizado
sobre Castro en el CMF, las transcripciones de la sentencia no
correspondían a ése, sino a su “informe pericial ampliatorio”. Así, se
habían esquivado las conclusiones a las que había arribado junto con
la técnica de esa parte y con el oficial, Verducci (ps. 62/63).
Tampoco se consideraba el informe psicológico de Castro
suscripto por tres expertas: la oficial (Orggatti), la de la defensa
(Sedler) y la de la fiscalía (Valero). En cambio, se había valorado el
psicológico “privado” de Bruh, que se abordaría junto con los dichos
de quien lo suscribió (ps. 63/64).
Resumió que el informe ampliatorio de Tenenbaum era el
único citado y contradecía lo que ella misma detallaba en el
psiquiátrico junto con los demás peritos y lo aceptado por todos en el
psicológico; lo cual brillaba por su ausencia en el fallo (ps. 64/65).
Sobre las impresiones de los dos correos electrónicos
enviados por Castro a Bruh la impugnante dijo que no se detendría
porque no se entendía en qué contribuía su contenido para la
acreditación de la materialidad de los abusos. Uno había sido enviado
más de dos meses antes del hecho I y casi seis del III; y el otro, más
de un mes después del hecho I y más de dos antes del III (p. 65).
De todos modos, se editaba esa prueba para “hacerle
decir lo que no dice” y en ambos casos se sorteaban expresiones que
le daban sentido y contexto real a las palabras (p. 65).
De los otros audios entre Bruh y Castro extraídos del
teléfono celular de la primera se habían transcripto sólo quince,
cuando obraban ochenta y cinco. Citó uno enviado por él y aclaró que,
si bien era cierto que no tenían fecha, la jueza asumía que estaban
“sacados absolutamente de contexto” y de esa forma lograba engañar
al lector. Sin perjuicio de ello, la defensa había conseguido establecer
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
su data y agregó que, si se leían en su totalidad las más de novecientas
páginas de chats y se escuchaban todos los audios contextualizados,
no podía llegarse a otra deducción que la de los peritos psicólogos y
psiquiatras, oficiales y de parte: “un vínculo amoroso de
características patológicas, con irrupciones de situaciones dilemáticas
(potencialmente violentas) y escasos recursos de autopreservación,
que los ha dejado expuestos a situaciones de riesgo” (ps. 66/67).
Apuntó que, si la mayoría del tribunal hubiese querido invertir los
roles, extrayendo unos cuantos audios y mensajes sin
contextualizarlos, habría obtenido el mismo efecto respecto de la
denunciante (p. 67).
Los otros chats entre Bruh y Castro, extraídos del
teléfono celular de la víctima, sobre los tópicos resaltados por la fiscal
en su alegato nuevamente habían sido transcriptos en una parte
mínima, a la que habría que sumar los mensajes de texto; con lo cual
mal podía evaluarse una relación con una porción tan escasa de
mensajes sacados de contexto y a los que la acusadora pública había
clasificado antojadizamente con sus propios criterios, dándole un
sentido funcional a sus intereses. Esa clasificación “podría tener mil
variables dependiendo la fecha y circunstancias que se tomaran en
cuenta”, pues en esa relación tóxica los roles se intercambiaban
permanentemente (ps. 68/69).
En torno a las constancias de la División Monitoreo de
Alarmas Fijas y Móviles de la Policía de la Ciudad relativas al botón
antipánico, indicó que eran impertinentes e inútiles probatoriamente,
lo cual eximía a esa parte de mayores explicaciones. El botón
antipánico nunca había sido activado y había sido solicitado tiempo
después de los hechos, sin que existiera constancia de que el acusado
hubiera intentado acercarse a Bruh (p. 69).
Como conclusión reseñó que todas las trascripciones eran
parciales; la edición efectuada tergiversaba su significado; se
#30922401#294657179#20210630151001261
prescindía de prueba que contradecía a la consignada (remarcada en
su alegato y en el voto en disidencia); y en más de cincuenta y siete
páginas no se contaba con ninguna valoración. Entendiendo que al
hablar de “materialidad” se había querido aludir a los aspectos
objetivos del tipo penal, ninguna mención se efectuaba de los
subjetivos y se pasaba a analizar sin más “la responsabilidad” (ps.
69/70).
e. Seguidamente, cuestionó las pruebas que la sentencia
analizó para establecer la responsabilidad de Julio Castro.
Dijo que del testimonio de Bruh se citaban fragmentos
sin valorar, destacando con negrilla sólo algunas manifestaciones, sin
explicarlas. En punto a la ponderación crítica de sus dichos y la
“infundada credibilidad” atribuida, adelantó que se expediría luego, al
tratar la contestación a sus óbices (p. 70).
Acerca del testigo Scaia, la sentencia soslayaba que no
se sabía si conocía a la damnificada para la época de los sucesos, ya
que se había remontado a dos años y medio atrás (es decir, marzo de
2017), pese a aclarar: “tal vez un poco más”. Por otro lado, no
compartían salidas y todo lo que conocía de la relación lo sabía por
ella. Al ser preguntado por actos violentos o de abuso, no había
precisado lugar ni tiempo de ninguno, sino sólo una situación forzada
en un viaje, pero dudaba si se trataba de Mar del Plata o Tailandia;
sobre el tiempo, había referido “habrá sido hace un año y medio”,
situándolo entonces en marzo de 2018; y, de lo ocurrido, lo único que
había recordado era que Bruh dijo que Castro la forzó a tener
relaciones anales. El testigo también había dicho que en una ocasión
ella le mandó por Whatsapp fotos con rasguños en el brazo, aunque no
se acordaba del contexto ni del lugar (ps. 70/72).
La defensa tildó de curioso que la denunciante no
quisiera aportar sus comunicaciones con Scaia; y marcó que ella
afirmó haber contado al nombrado los dos episodios de violación anal,
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
mientras que él sólo hizo alusión a uno, de modo muy impreciso y
confuso (p. 72).
Igualmente se había esquivado parte del relato de
Buono sobre el momento y circunstancias en que la víctima se
expidió, así como algunos puntos que debilitaban la importancia de su
declaración y la de su compañera Schmidt. Con ello no podían
tomarse siquiera como indicios, porque los testigos de oídas carecían
de valor, según una cita transcripta (ps. 72/73).
En esta inteligencia, nada se decía de que Buono había
señalado que “todo era en base a lo que Bruh decía, a lo que ella les
contaba”; que en el transcurso de casi dos años ella narraba maltratos
verbales o peleas por celos que tenían con Castro y los compañeros
del posgrado le aconsejaban que terminara con la relación. Además,
todos le decían que no comentara más nada, puesto que era cansador y
ya no le prestaban atención: fue ahí, hacia fines de 2016 y en un bar,
que él bromeó diciendo que no la quería escuchar y ella comenzó a
llorar y les contó (estaba presente Schmidt) lo ocurrido en Mar del
Plata. Es decir que, frente a la insistencia de sus amigos de que no
hablara más, ella “sin escala” pasaba de la broma al llanto y contaba
un presunto abuso (ps. 73/74).
Destacó que por ello se insistía en que mentía
constantemente a todas sus relaciones, incluidos sus “supuestos
amigos” (p. 74).
El testimonio de Schmidt era interpretado
antojadizamente y se sorteaban algunos tramos (siempre en contra de
Castro): ella había sido sumamente crítica con Bruh y explicado por
qué (como Buono) no se había consustanciado tanto con su relato (ps.
74/75).
En definitiva, ambos testigos habían sido contestes en
que resultaba cuanto menos extraña la forma y el contexto en que les
había contado los aparentes abusos: durante un recreo, en un bar de la
#30922401#294657179#20210630151001261
facultad, tras haber estado bromeando y que ambos le pidieran que
cesara de exponer cuestiones de su relación de pareja. Tanto, que
Buono aclaró que llamó su atención que pasara de la broma al llanto
“sin escalas” y calificó esta circunstancia como mínimo de extraña; en
tanto que Schmidt afirmó que “llamó su atención que hable de abuso
cuando un rato antes dijo que la había pasado genial y que estaba
programando un viaje a Tailandia” (ps. 75/76).
Nada de esto había sido mencionado, cuando debía haberlo
sido al evaluarse su peso, como había realizado el juez Sañudo (p. 76).
Más aún, era sugestivo que Bruh no hubiera propuesto la
convocatoria de Schmidt y que se produjera a instancias de la fiscal;
máxime al tratarse la primera de una profesional en el ámbito de la
abogacía. La explicación que encontraba esa parte consistía en que
advertía la inconveniencia de que su compañera declarara,
seguramente por la entidad que daba a su versión (p. 76).
Añadió que, si bien podía concluirse que la damnificada
efectivamente había contado a los dos testigos el presunto abuso
sexual, las consideraciones efectuadas por ellos acerca de la manera
en que lo expuso y en que lo percibieron relativizaban su importancia
como único indicio (p. 77).
En otro orden, la defensa alegó que los fragmentos
citados del relato de Fusoni estaban alejados de la realidad. No había
dicho que tenía una amistad con Bruh, sino que ese concepto era
relativo; se omitía consignar que no había recordado si observó
lesiones cuando concurrió a su casa y le mostró su brazo, ni si
escuchó referencias a prácticas sexuales no consentidas; y había dicho
que Bruh controlaba a Castro (inclusive a través suyo) y tenía una
aplicación para saber subrepticiamente si estaba “en línea”, un
teléfono “tumbero” para espiar o esconder conversaciones, y que
borraba los mensajes “inconvenientes”. Nada de esto era valorado en
la sentencia (ps. 77/79).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Asimismo, se hacía un “collage” mezclando los audios
escuchados por la testigo durante el debate, deformando los sucesos y
confundiendo a todos. Y se recogía parte de su testimonio como
prueba, pero nada probaba, sino lo contrario (como había expuesto el
juez Sañudo): se destacaba por sus inconsistencias y falta de memoria,
no aseveraba nada y todo lo suponía o no lo recordaba, actitud
inexplicable si se reparaba en la gravedad de los hechos confiados.
Aclaró que compartía esa visión y la creía una testigo reticente (ps.
79/80).
Por otro lado, la víctima había dicho que a Fusoni narró
el segundo abuso, no el primero; sin embargo, en la instrucción ésta
aludió al inicial (p. 80).
De los audios del 25 de enero de 2017, en los que Bruh
relataba a Fusoni lo ocurrido horas antes, recordó que su pupilo había
explicado que las relaciones sexuales vía anal con su pareja eran una
práctica común; de todos modos, lo que surgía de tal audio era que
contó a su amiga que hasta ese día no había realizado “lo otro”, que
esperó 29 años y que quería hacerlo con un novio. Esa aseveración
desechaba cualquier relación vía anal previa, consentida o no, incluida
la de octubre de 2016 (p. 81).
En punto a la declaración de Balcone Rey, sostuvo que
en el voto de la mayoría fue expuesta parcialmente y nada se decía
sobre cómo había arribado al juicio la testigo. La entonces
querellante, al ofrecer prueba para el debate, había solicitado como
instrucción suplementaria la incorporación del informe psicológico
“privado” que le habían realizado y la convocatoria de esta “novedosa
testigo”, a lo cual la defensa no se opuso. Esto ocurrió en un marco en
el que la fiscalía había requerido un nuevo peritaje psicológico y
psiquiátrico de Castro, que tampoco encontró oposición en la
asistencia técnica; aunque sí se sugirió que también se le practicara a
la damnificada. Pero ella se negó, limitándose a aportar ese informe
#30922401#294657179#20210630151001261
privado que no se había sometido a control procesal y era parcial (ps.
81/83).
Además, la licenciada había contado que la conoció
porque “no conseguía turnos rápido en la obra social”, lo cual era
falso según las profesionales del Hospital Alemán; igualmente era
mentira que Bruh hubiera terminado con la pareja (lo había hecho su
asistido). Aparte, la testigo había expuesto que todo lo sabía a través
de su paciente, a quien atendió durante no más de dos meses; y que no
hizo un solo test psicológico y no tenía forma de corroborar los
síntomas, pese a lo cual había realizado un diagnóstico psiquiátrico
(basado en síntomas no corroborados). Por el contrario, la perita
psicóloga oficial Bueres había destacado que el estrés postraumático
era una categoría psiquiátrica y no podía expedirse; nada de lo cual
fue ponderado en el voto mayoritario (ps. 83/85).
Por último, Bruh había dicho que contó a Balcone Rey
sólo el primer abuso, mas la última dudó si éste había ocurrido en un
viaje o a la vuelta; y no le había relatado el segundo, que era apenas
dos meses previo a sus sesiones, cuando aparentemente padecía de
estrés postraumático (p. 85).
En relación con Larcamon, la defensa señaló que “no
calificaba” como testigo: conoció los hechos por boca de la
denunciante y, en segundo lugar, era integrante de la DOVIC del
MPF, es decir de la parte acusadora. Repasó sus funciones y enfatizó
que, como tal, no tenía las mismas obligaciones que un testigo
(permanecer incomunicado, aún tras haber declarado, si así lo
ordenaba el presidente). Aquí, la licenciada había acompañado a la
querellante (testigo) no sólo desde el inicio de la causa y durante toda
la instrucción, sino que había estado a su lado al declarar y, luego,
junto a la fiscal por el resto del debate. En definitiva, haberla
escuchado equivalía a oír a la acusadora alegar (ps. 86/87).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
la fiscalía), ella no cesaba de exigirle respuestas inmediatas. Sin
embargo, se tomaba esa afirmación como una maniobra para buscar la
“empatía del tribunal” (p. 89).
Más allá de eso, no se compartía que “entre la prueba para
acreditar la responsabilidad” se considerara el propio descargo del
acusado como incriminatorio. Ni siquiera en una confesión se eximía
al juez de la exigencia de probar la verdad y justificar motivadamente
su decisión (p. 90).
g. Con respecto a la contestación a los óbices de la
defensa cuestiónó que se hubieran efectuado pocas citas y en muchos
casos equivocadas de lo alegado, minimización que evidenciaba que la
jueza Ruiz López nunca había estado dispuesta a responderlos.
Reprodujo la introducción que había realizado en aquella oportunidad
en torno a la violencia de género y siguió destacando otros yerros que
advertía en la sentencia (ps. 90/93).
En cuanto a la mecánica de los abusos, explicó lo que
planteó en el debate. La forma en que Bruh los relató era
impracticable (“dos de sus manos supuestamente la inmovilizan”) e
incluso la fiscalía le había preguntado si la había sujetado de alguna
otra manera, poniendo como ejemplo “con la rodilla”. Tampoco se
comprendía cómo podía consumarse el acto dadas las precisiones
relativas a la penetración anal brindadas por el Dr. Fama. Sin el
consentimiento era muy difícil y la víctima debía “quedar totalmente
inmovilizada pues basta un movimiento para evitarla.” Además,
Castro no contaba con ninguna ayuda para concretar su objetivo, al
tener ambas manos sosteniendo las de ella (ps. 93/94).
Añadió que, según Bruh, él comenzó a insistir con
mantener relaciones sexuales vía anal, lo cual constituía un aviso, una
verbalización de su acción, que habría motivado la respuesta negativa.
Y si esto había ocurrido, la concreción debía haber conllevado
violencia explícita y lesiones que jamás se indicaron ni constataron (y
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
que a Tailandia viajaría con ellos un amigo de Castro y que su
incorporación al plan obedecía a sus exigencias. En definitiva,
mediante esas comparaciones ponderaba “la coherencia y consistencia
de la prueba y su confronte con las manifestaciones de la
denunciante”, cuyas conclusiones “saltaban a la vista” (ps. 96/104).
También reclamó que se hubiera valorado el expediente
que registraba Castro en la PGN y no el sumario administrativo
tramitado contra Bruh en la Defensoría General. Los siete testigos de
estas actuaciones habían referido que maltrataba compañeros, incluso
de mayor rango; los difamaba diciendo que eran amantes; mostraba
nerviosismo; discriminaba a asistidos; tenía desequilibrios
emocionales y actitud hostil; gritaba e insultaba; era conflictiva,
prepotente y agresiva; tenía carácter complicado; se irritaba
fácilmente. Destacó los dichos de Analía Cofrancesco y de Tomás
Barón Livio, a quien la damnificada había pedido recomendaciones de
Tailandia (llamada que había merecido el enojo de Castro, porque no
comprendía cómo podía haberse expuesto así). Este sumario se había
formado, entre otras razones, por mal desempeño sistemático y
constante; y, frente a la posibilidad cierta de una sanción, había
renunciado y por ello se había tornado abstracto. Sin embargo, su
contenido no podía dejar de considerarse a la hora de analizar sus
características personales (ps. 104/106).
Todo eso evidenciaba que Bruh no era “la joven débil y
manipulada por la asimetría que, fundada solo en la edad de Castro,
únicamente veían la fiscalía y el voto de la mayoría”; versión
desvirtuada por los peritajes. Por ende, la “desmedida e infundada
credibilidad” otorgada, “por sobre el resto de la prueba que la
contradice, solo responde a un acto de autoridad” (p. 106).
h. Por último, la recurrente criticó lo que definió como un
“apartado insólito”, titulado “Valoración
sobre el desarrollo del debate
y sobre la prueba.” No obstante, dijo que no respondería los agravios
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
3
Sentencia del 18.6.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 168/15.
#30922401#294657179#20210630151001261
constituya un proceso intersubjetivo, verificable y que permita
reconstruir los pasos que dio el juez para llegar a la decisión del caso.
Asimismo, en cuanto al principio in dubio pro reo, en los
precedentes “Marchetti”4, “Taborda”5, “Castañeda Chávez”6,
“Guapi”7, “Fernández y otros”8 y “Díaz”9, entre muchísimos otros,
expliqué que duda razonable significa duda razonada o, mejor, duda
justificada razonablemente, donde “razonable” equivale a carente de
arbitrariedad. La consistencia de la duda no se justifica en sí misma,
sino contrastándola con los argumentos proclives a la condena; y, a la
inversa, la contundencia de la hipótesis condenatoria tampoco se mide
en sí, sino según su capacidad para desbaratar la presunción de
inocencia y la propuesta absolutoria.
A su vez, los alcances de la psicología del testimonio10 (o
“psicología de la declaración de personas”, como prefieren llamar
otros autores) fueron precisados en los casos “Cantos”11, “Juncos
Possetti”12 y “Garoni”13, en los que recordé, con cita de un trabajo
fundamental de Laura DEANESI, que aquélla tiende un puente entre el
derecho y la psicología; ofrece conocimientos y técnicas que permiten
una valoración confiable de la prueba testimonial; y estudia
principalmente dos grandes ejes: la exactitud del testimonio y la
credibilidad del testigo.
Por credibilidad se entiende la correspondencia entre lo
sucedido y lo relatado; mientras que la exactitud puede definirse como
la correspondencia entre lo sucedido y lo representado en la memoria,
esto es, entre lo que ocurrió y lo que el testigo recuerda. Ambos
4
Sentencia del 2.9.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 396/15.
5
Sentencia del 2.9.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 400/15.
6
Sentencia del 18.11.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 670/15.
7
Sentencia del 24.11.16, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 947/16.
8
Sentencia del 10.11.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 1136/17.
9
Sentencia del 27.2.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 132/18.
10
Cfr. Jordi NIEVA FENOLL, Fundamentos de Derecho Procesal Penal, Edisofer y Editorial B. de F.,
Montevideo – Buenos Aires, 2012, ps. 232 y sigs., en particular, p. 233.
11
Sentencia del 17.12.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 790/15.
12
Sentencia del 1.4.16, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 235/16.
13
Sentencia del 23.9.16, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 742/16.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
14
Cfr. Laura DEANESI, Introducción a la psicología del testimonio: Nuevas perspectivas, en Anales
de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 2010, ps. 5-14; ese trabajo está
reproducido en Daniel PASTOR (director) / Nicolás GUZMÁN (coordinador), Problemas actuales del
Derecho procesal penal, Ad – Hoc, Buenos Aires, 2012, ps. 439-448; véase en particular la
bibliografía que se indica en las ps. 447-448.
15
Cfr. Jordi NIEVA FENOLL, Inmediación y valoración de la prueba: el retorno de la irracionalidad,
Civil Procedure Review, v.3, n.1: 3–24, jan.-apr., 2012.
#30922401#294657179#20210630151001261
presente y el cual la defensa (como se vio) niega y desconoce (ver
punto II.1 de este voto).
En el caso “Escobar” (ya citado) junto con los jueces
Morin y Bruzzone sostuve “…que en el actual estadio cultural del
mundo occidental se ha tomado conciencia de la necesidad de ofrecer
un mayor marco de protección a las mujeres frente a la problemática
de la violencia sexista de la que, culturalmente, estamos
contaminados. Es por ello que nuestro país ha ratificado, entre otros
instrumentos internacionales, la CEDAW…y la Convención de Belém
do Pará…”.
Luego, en “Mangeri”16 repasé que la cuestión de género
ha sido regulada en nuestro país a través de distintas leyes y
convenciones; y que se trata de una tendencia legislativa visible en
toda América Latina destinada a lograr avances en los derechos de las
mujeres y la promoción de la igualdad de género17. “…De esta forma
también se intenta cumplir con la obligación internacional asumida
por muchos Estados (incluido el argentino) de prevenir, erradicar y
sancionar la violencia contra ellas basada en su condición de tales.
En esta línea, la ley 26.485 (de protección integral a las mujeres)
nació a partir del compromiso que asumió el Estado nacional
mediante la suscripción de los Tratados de Derechos Humanos…
Entre éstas se destaca la Convención de Belém do Pará, que permite
reconocer en la violencia de género un atentado contra los derechos
humanos de las mujeres…”. Según este Tratado, “…debe entenderse
por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en
su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el
privado…” (art. 1); y además: “…Se entenderá que violencia contra
la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a. que tenga
16
Sentencia del 7.6.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 441/17.
17
Cfr. Nicole LACRAMPETTE, Presentación, en “Género, sexualidades y derechos humanos”, Revista
Electrónica Semestral del Programa Mujeres, Género y Derechos Humanos, Facultad de Derecho,
Universidad de Chile, Vol. I, N° 02, julio 2013, p. 3.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra
relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre
otros, violación, maltrato y abuso sexual; b. que tenga lugar en la
comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende,
entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas,
prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo,
así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o
cualquier otro lugar, y c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado
o sus agentes, donde quiera que ocurra…” (art. 2).
Adicionalmente marqué que la regla local define que “…
se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u
omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito
público como en el privado, basada en una relación desigual de
poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal…” (art. 4, ley 26.485). Entre sus diversas formas,
se menciona expresamente la sexual, caracterizada como “…
cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas,
con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir
voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de
amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la
violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de
parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada,
explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres…”
(art. 5).
Más adelante, en la causa “La Giglia”18 y posteriormente
en “Roumieh”19, “Mejía Mendoza”20 y “Florentín”21, y ya en
referencia al estándar de prueba exigible en estos casos, indiqué que
18
Sentencia del 14.8.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 686/17.
19
Sentencia del 19.9.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 873/17.
20
Sentencia del 12.3.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 184/18.
21
Sentencia del 6.8.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 911/18.
#30922401#294657179#20210630151001261
de todos modos las complicaciones probatorias que presentan los
casos de violencia de género, de violencia contra la mujer o los abusos
sexuales no deben significar la abrogación de los principios básicos
que informan el proceso penal ni la imposibilidad absoluta de
condenar. Aquí también la hipótesis acusatoria debe comprobarse más
allá de toda duda razonable. Y éste es el sentido que debe otorgarse a
los arts. 16 inc. i y 31, ley 26.485. En definitiva, no se trata de
modificar el estándar de prueba que rige éste y todos los casos
penales, sino de extremar las medidas para realizar una investigación
completa y profunda, acompañada de una valoración integra, ya en
la etapa de la sentencia, de todas las pruebas colectadas para
establecer las peculiaridades que presenta cada uno de aquéllos.
De este modo, el contexto de violencia de género en que
se desarrollan los hechos también debe ser objeto de examen, para
alcanzar una solución correcta de los distintos supuestos (sobre éstos
y otros aspectos relacionados ver los precedentes “Gurevich”22,
“Domínguez”23, “Agreda González”24, “Gurnik”25 y “Torrez
Herbas”26, que serán citados a lo largo de este voto). En la misma
dirección sostuve en “Velarde Ramírez”27 que “…si el objetivo
principal es proteger a la mujer maltratada, la respuesta a la
violencia sexista debe evitar soluciones unitarias y uniformes lejanas
a las particularidades del caso…”28; por ende, para que se configure
un caso de violencia de género puede bastar un episodio aislado; y, así
como no todo acto contra una mujer será violencia de género,
tampoco resulta necesaria su reiteración para que se configure.
22
Sentencia del 21.2.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 113/18.
23
Sentencia del 6.11.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 1413/18.
24
Sentencia del 12.2.19, Sala II, jueces Días, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 75/19.
25
Sentencia del 14.2.19, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 85/19.
26
Sentencia del 29.11.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1811/19.
27
Sentencia del 18.9.15, Sala II, jueces Morin, Garrigós de Rébori y Sarrabayrouse, registro n°
474/15.
28
Cfr. Julieta DI CORLETO, La concesión del juicio a prueba en casos de violencia de género.
Límites y condiciones para su concesión. A propósito del fallo “Góngora”, en Leonardo G.
Pitlevnik, Jurisprudencia penal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, t. 15, Hammurabi,
Buenos Aires, 2015, p. 197.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
29
Sentencia del 10.11.15, Sala II, jueces Sarrabayrrouse, García y Garrigós de Rébori, registro n°
636/15.
30
Sentencia del 13.10.15, Sala II, jueces Garrigós de Rébori, García y Sarrabayrrouse, registro n°
544/15.
31
Véase también las “Estrategias y Medidas Prácticas Modelo para la eliminación de la violencia
contra la mujer en el campo de la prevención del delito y la justicia penal” de la ONU, que
establece: “7. Se exhorta a los Estados Miembros a que examinen, evalúen y enmienden sus
procedimientos penales, según proceda, para cerciorarse de que: […] “f) En todo proceso penal
se tengan en cuenta las pruebas de actos de violencia, malos tratos, acecho y explotación
perpetrados con anterioridad por el autor del hecho, de conformidad con los principios
aplicables del derecho penal interno”; cfr. Asamblea General de Naciones Unidas. Medidas de
prevención del delito y de justicia penal para la eliminación de la violencia contra la mujer.
A/RES/52/86, 2 de febrero de 1998. Párr. 7.
#30922401#294657179#20210630151001261
Por último, en “Cabrera”32 mencioné que “…la
declaración de la víctima debe analizarse teniendo en cuenta si entre
ella y su agresor existe o existió una relación asimétrica de poder. En
este examen no puede faltar la información sobre posibles contactos
entre la víctima y su victimario, o sobre la existencia de amenazas o
manipulaciones que alteren el relato; o incluso sobre las
consecuencias generadas por la denuncia en el plano económico,
afectivo o familiar…”33.
5. Además de las consideraciones expuestas en los
precedentes citados, cabe añadir algunas cuestiones adicionales.
a. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
desarrollado una vigorosa jurisprudencia en la materia, con sustento
en los Tratados citados y la jurisprudencia de la Corte IDH, cuestión
analizada por la jueza Llerena en su voto en la causa “Moreno
Charpentier”34 de la Sala I de esta cámara. Con los límites señalados
en el caso “Habiaga”35, la Corte ha destacado tanto la obligación
estatatal de investigar con la debida diligencia los casos de violencia
contra la mujer como así también ha fijado pautas para la valoración
de la prueba. Así, cabe citar los siguientes casos: “Góngora” (Fallos:
336:392); “Gallo López” del 7 de junio de 2011; “Leiva” del 1 de
noviembre de 2011; “Fariña Acosta” sentencia del 11 de octubre de
2016; “Chaparro Guerrero” del 1 de octubre de 2019; “R, C.E.”
del 29 de octubre de 2019; “Ca. y C.” del 27 de febrero de 2020; y
“Sanelli” del 4 de junio de 2020.
En cuanto a los estándares exigidos en la valoración de la
prueba en este tipo de casos, un rápido relevamiento de la
jurisprudencia de las distintas salas de esta cámara muestra que la Sala
I ha propuesto seis elementos de análisis: 1) origen de la
32
Sentencia del 12.9.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro nº 835/17.
33
Cfr. Julieta DI CORLETO, Igualdad y diferencia en la valoración de la prueba: estándares
probatorios en casos de violencia de género, en Julieta Di Corleto (comp.), Género y justicia
penal, Didot, Buenos Aires, 2017, ps. 298-299.
34
Sentencia del 18.2.21, Sala I, jueces Llerena, Bruzzone y Sarrabayrouse, registro n° 135/21.
35
Sentencia del 21.11.16, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 934/16.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
permite mostrar el error de ciertas generalizaciones (en definitiva,
máximas de la experiencia) aplicadas a un colectivo de personas por
la sola circunstancia de pertenecer a él, sin atender a las características
particulares de cada caso. Estos estereotipos suponen que ciertas
personas deben comportarse de cierta manera ante determinadas
situaciones porque es lo que se espera de ellas en función del papel
que se les asigna en la sociedad por la sola circunstancia de
pertenecer a cierto colectivo. La utilización de estos estereotipos
conduce a cristalizar situaciones de desigualdad (sea por el género, la
religión o la raza). En el caso de las mujeres, el movimiento feminista
(con sus diferentes vertientes) ha puesto en evidencia cómo esos
“modelos” esperados de conductas han repercutido en todos los
ámbitos jurídicos. Así, la asignación del papel de madre justificó las
limitaciones a la capacidad jurídica de las mujeres, su posiblidad de
participar en la vida política o en el mundo del trabajo. Un buen
ejemplo de las consecuencias de la eliminación de estos estereotipos
son las sentencias de la Corte Suprema sobre la legítima defensa de
las mujeres en los casos “Leiva” y “R., C.E.”, ya citados.
c. Desde otra perspectiva, entiendo que es necesario
remarcar que, por definición, todo estándar de prueba tiene un cierto
margen de vaguedad, lo que permite afirmar que hay casos que se
encuentran en una zona gris (razonamiento que se asemeja a la teoría
de HART sobre la interpretación de la ley, en tanto distingue casos
fáciles y difíciles40). A esto se suma la imprecisión del resultado
probatorio: “…el límite que separa la revocación de una decisión y su
reemplazo por una de signo contrario sin otras consecuencias…se
10.33115/udg_bib/qf.i0.22370; Raymundo GAMA, Prueba y perspectiva de género. Un comentario
crítico, “Quaestio facti. Revista Internacional sobre Razonamiento Probatorio / International
Journal on Evidential Legal Reasoning”, año 2020, n. 1, ps. 285-298, Marcial Pons, Madrid, DOI:
10.33115/udg_bib/qf.i0.22373; Olga FUENTES SORIANO, “La perspectiva de género en el proceso
penal. ¿refutación? de algunas conjeturas sostenidas en el trabajo de Ramírez Ortiz «el
testimonio único de la víctima en el proceso penal desde la perspectiva de género»”, Prueba y
perspectiva de género. Un comentario crítico, “Quaestio facti. Revista Internacional sobre
Razonamiento Probatorio / International Journal on Evidential Legal Reasoning”, año 2020, n. 1,
ps. 271-284, Marcial Pons, Madrid, DOI: 10.33115/udg_bib/qf.i0.22372.
40
Ver al respecto H. L. A. HART, El concepto de derecho, traducción de Genaro Carrió, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 2004, ps. 155-183; Genaro CARRIÓ, Notas sobre derecho y lenguaje, 4ª ed.,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1994, ps. 49-89, en particular ps. 55-56.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
encuentra en si el juez que decidió «erróneamente» se encontraba
dentro del campo semántico del estándar y cumpliendo los
parámetros, criterios, y pautas aceptados para valorar la prueba
dentro del contexto de conocimientos y técnicas dadas, o si
directamente tomó una resolución completamente arbitraria e
irracional…”41. Por otro lado, es posible afirmar que ciertos grupos
de delitos “tienen” su prueba típica, aspecto que está más allá del
principio de la libertad probatoria. Así, “…al menos en la gran
mayoría de los casos por infracción de un tipo penal (p ej. tráfico de
estupefacientes, abuso sexual, corrupción, contaminación ambiental,
etc.) los mecanismos de detección de los hechos y el conjunto de
evidencia que suele reunirse guarda bastante parecido entre los
casos y es el resultado de algunas de las pruebas críticas –que se
repiten en cada investigación por el mismo delito– lo que define si se
alcanza una condena o no…”42. Una idea similar fue expuesta en el
precedente “Franco, González y Fernández” de la provincia de
Tierra del Fuego43, sentencia en la que analicé las características
particulares de la prueba de hechos cometidos en un marco de
violencia institucional carcelaria; en otros casos, se ha establecido que
es posible considerar acreditada la utiliación de un cuchillo con la
declaración de la persona damnificada (“Pérez”44); o sus
conocimientos especiales son suficientes para considerar probada la
utilización de un arma de fuego (ver precedente “Castro Fernández
y otros”45, en el que se dijo que la cualidad de gendarmes de las
víctimas permitía tener por válidas sus aseveraciones sobre las
características y modo de manipulación de los instrumentos, pues
tenían conocimiento y experiencia en la portación de esa especie de
41
Cfr. Santiago EHYERABIDE, La relación entre la práctica de los sistemas penales y la
determinación de los estándares de prueba, en “Quaestio facti. Revista Internacional sobre
Razonamiento Probatorio / International Journal on Evidential Legal Reasoning”, año 2021, n. 2,
DOI: 10.33115/udg_bib/qf.i2.22457; p. 194.
42
Cfr. Santiago EHYERABIDE, op. cit., p. 199.
43
Tribunal de Juicio en lo Criminal del Distrito Judicial Norte, jueces Varela, Borrone y
Sarrabayrouse, registro nº 21, T. II, Fº 244/294, Protocolo Sentencias Definitivas año 2012.
44
Sentencia del 6.7.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 569/17.
45
Sentencia del 14.5.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro nº 522/18.
#30922401#294657179#20210630151001261
armas). De este modo, es posible afirmar la existencia de formas
“típicas” de acreditar ciertos hechos.
Como ya se dicho en numerosos precedentes y está
reconocido en la doctrina, en los casos de violencia sexual la prueba
central será el testimonio de quien se presente como víctima;
característica que de algún modo colisiona con la concepción habitual
de la prueba de ciertos sucesos.
Así, tradicionalmente, y partiendo del caso paradigmático
del homicidio (“modelo” de estudio tanto dogmático como procesal)
su constatación se construye sobre la base, por ejemplo, del testigo
que observó cuando A le disparó a B y de ese modo lo mató (prueba
que algunos autores consideran directa). El problema es que, como
destaqué precedentemente, hay otros universos de casos que carecen
de esa forma típica de prueba. Uno de ellos son los delitos contra la
integridad sexual, particularmente cuando suceden en un ámbito de
intimidad. De este modo, quien se presenta como víctima de esos
hechos pasa a ser la principal (sino la única) fuente de información;
el problema es que, desde la perspectiva propuesta de la valoración de
la prueba, esa misma declaración se constituye en la hipótesis de la
acusación y, por tanto, la que hay que probar más allá de toda duda
razonable. A partir de esto, calificada doctrina ha cuestionado el valor
de estas declaraciones, sosteniendo incluso que no pueden ser
considerados testigos, en tanto tienen un interés en el resultado del
caso. Sobre este punto, vuelvo a remitirme a lo dicho sobre la
psicología del testmonio, el valor del testimonio único y la posibilidad
de condenar con él, en los precedentes “Garoni” y “Juncos Posseti”.
Aquí solo corresponde agregar algunas consideraciones adicionales
sobre la prueba de indicios46.
En el proceso penal se trata de probar hipótesis que a su
vez están ramificadas en otras subhipótesis. Así y a modo de ejemplo,
46
Al respecto, véase Juan IGARTÚA SALAVERRÍA, Cuestiones sobre prueba penal y argumentación
judicial, en particular, Capítulo IV, Los indicios tomados en serio, pEdiciones Olejnik, Santiago
de Chile – República Argentina, ps. 69-89.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
aquí se discute el contexto en que se desarrolló la relación entre Bruh
y Castro: si uno de violencia de género u otro marcado por la paridad
entre ambos y la patología del vínculo. De allí también que la
estrategia de la defensa haya sido generar otras subhipótesis (o atacar
las que consideró probadas el tribunal de mérito) para así acreditar la
suya (como ya se vio, en esencia, “Bruh miente”) o al menos
establecer que la comprobación de la acusacion no superó el estándar
de la duda razonable.
También es importante establecer qué pruebas poseen
aptitud para probar directa o indirectamente cualquiera de estas
hipótesis y cuáles no, cuestión que está condicionada por el valor
otorgado a cada una de ellas (relevante o irrelevante).
Del mismo modo, no hay que olvidar que, cuando en un
caso existe abundante prueba de indicios, es posible que ella no
apunte a probar la hipótesis principal sino a un objeto secundario (es
decir, las subhipótesis mencionadas), lo cual, a su vez, robustece (o
debilita) la imputación (esto es, la hipótesis principal). Para este
análisis resulta clave testear la fiabilidad de las pruebas que conducen
a la acreditación de los hechos o hipótesis secundarias; y luego, las
inferencias para enlazar esos hechos secundarios con la hipótesis
principal.
d. En resumen de todo lo expuesto, cabe concluir que
tanto la violencia como la perspectiva de género son conceptos que
deben ser aplicados por quienes resultan competentes para resolver
casos judiciales, en tanto ese deber surge de los tratados
internacionales suscriptos por el Estado argentino, las sentencias de la
Corte IDH y de la misma Corte Suprema de Justicia de la Nación. Por
otro lado, la perspectiva de género no es incompatible con la
valoración racional de la prueba, sino todo lo contrario, ya que bien
conceptualizada es un complemento que permite eliminar errores
basados en generalizaciones.
#30922401#294657179#20210630151001261
6. Formuladas estas precisiones, corresponde ingresar al
análisis de los agravios de la defensa vinculados con los hechos I y
III.
De manera general, no se encuentra controvertido que
entre Bruh y Castro existió un vínculo sentimental desde marzo de
2015 hasta la formulación de la denuncia que originó esta causa
(marzo de 2017). Tampoco está en discusión, con respecto a estos dos
sucesos, que ambos estaban juntos (en Mar del Plata y en la casa de
ella en esta ciudad, respectivamente) y que mantuvieron relaciones
sexuales; aquí, el punto central de la discusión radica en si en ambas
oportunidades Castro accedió carnalmente a Bruh vía anal sin su
consentimiento, extremo negado categóricamente por el imputado y
su defensa.
Como se adelantó, un punto central de la sentencia
recurrida (señalado por los tres votos que la integran, esto es, incluso
por el juez Sañudo que disintió con respecto a la prueba de los hechos
I y III) es que la relación entre Castro y Bruh se desarrolló en un
contexto de violencia de género. Además, la jueza y el juez que
conformaron la mayoría consideraron creíble el relato de Bruh.
En esta instancia, al igual que en la anterior, la defensa
considera, en lo medular, que la denuncia de los hechos juzgados fue
consecuencia de que Castro decidió terminar la relación tóxica que
mantenía con Bruh. Para la recurrente, la denunciante miente y actuó
por despecho y venganza. Además, niega categóricamente la
existencia de ese contexto de violencia de género.
Según hemos analizado en los puntos anteriores, en este
tipo de casos analizar si efectivamente estuvo correctamente probada
la existencia de violencia de género constituye un elemento central,
porque obliga a mirar el caso con esa perspectiva.
7. La prueba del contexto de violencia de género. La
argumentación de la sentencia
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
a. El voto del juez Sañudo, tras repasar la prueba reunida
en el debate, en el punto B.II transcribió mensajes de la red social
Whatsapp, intercambiados entre Castro y Bruh (ps. 212/219 de la
sentencia). Luego, en el punto 4 de su voto (“Valoración y
calificación legal”), bajo el título “Consideraciones generales del
caso” aseveró, de modo contundente: “…creo imprescindible aclarar
de modo previo que los hechos denunciados a tratar…se han
desarrollado en un contexto de violencia de género, punto en el que
todos hemos coincidido…”. Después de explicar en qué consiste ese
tipo de violencia (con cita de calificada doctrina), afirmó que no se
trataba de analizar “…hechos aislados sino que fueron producto de
una relación entrampada y patológica por ambas partes…en [la] que
terminó prevaleciendo el imputado, más allá de las características de
la personalidad de la denunciante (celotipia, y otras características
asimilables a un trastorno límite de la personalidad, en especial su
baja autoestima) que no hicieron más que acrecentar su
vulnerabilidad y aflorando a lo largo de los aproximados dos años de
noviazgo…una disminución de su, de por sí, baja autoestima que la
llevó a ser dominada por la fuerte personalidad del acusado;
potenciado esto último por una innegable asimetría dada su
investidura y trayectoria profesional y judicial (admirado por
Bruh…) incluso siendo considerado un referente de los delitos de
violencia de género y abusos…” (ps. 220/221).
El mismo juez consideró que Castro no era “un típico
golpeador”, sino que su forma de actuar era “…impactar y herir con
insultos, humillaciones, desprecios y otras modalidades lesivas por
igual; sino que, además, se trata de una persona que, al menos en
esta relación, actuaba asiduamente al límite del desborde emocional
que comenzó con agresiones psíquicas hasta llegar a lo físico…”.
Estimó que esta característica estaba verificada frente a otras mujeres,
según se desprendía del expediente M779/2015 de la PGN.
#30922401#294657179#20210630151001261
Seguidamente, analizó los siete casos investigados en el
expediente citado (ps. 222/232) y realizó un pormenorizado análisis
de esta prueba. Infirió que la actitud de Castro con respecto de Bruh
se verificó frente a otras mujeres, “…con lo cual contamos con un
perfil del nombrado objetivado, en su modo de actuar, en planos de
asimetría, es decir laboral y funcional, sucediendo que se extralimitó
en innumerables casos con al menos otras 7 mujeres con las que
estaba relacionado, y no por casualidad, también haciendo
prevalecer su superioridad jerárquica…”. Resaltó que “…a partir
del análisis que formularon los integrantes de la Consejo Evaluador
del Ministerio Público Fiscal…resulta posible sostener la existencia
de un patrón de conducta de Julio César Castro en relación a
mujeres que, ya sea por su condición de empleadas o por cumplir
funciones en el mismo ámbito en que éste ejercía su magistratura,
estaban directa o indirectamente vinculadas a él…se advierten una
serie de características que podrán ser consideradas un
‘denominador común’ y que cobran relevancia, a modo de indicio, al
ser confrontadas con ciertos aspectos que he considerado verificados
en la relación de pareja que mantuvo con Sofía Bruh, así como en la
consecuencia en la psiquis de la denunciante…” (ps. 221/223).
Puntualizó que en los cinco casos calificados como de
acoso sexual y en los dos considerados como acoso sexual ambiental
“…se han verificado ciertas actitudes por parte del nombrado que
permiten establecer un patrón de conducta, en particular respecto de
las mujeres, todas ellas mucho más jóvenes y con cargos por debajo
de su rango jerárquico. A modo de ejemplo, he de destacar las
siguientes: *comentarios e insinuaciones inapropiadas sobre el
aspecto físico de las empleadas fuera de lugar (…); *gestos o
actitudes que han sido consideradas como libidinosas o de contenido
sexual (…) *invitaciones inapropiadas o situaciones de hostigamiento
(…); *establecimiento de un círculo de confianza entre otros
empleados del que expresamente era excluido la víctima; *destacar
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
quedes como, una boluda. Sos, una mujer. Actúa como, tal (….)
Nunca serás una mujer normal (…)”; “Ahora meta mensaje, porque
estas al pedo (…)”; “cualquiera, que mira tus fotos. Ve tus fotetas. Es
necesario mostrar, las tetas y hacerte la gata (…)”; “Re seria la,
profesora. Todas mostrando las tetas, hay, necesidad? (…)”;
“Cualquier tipo te va a llamar por, una, consulta profesional. Muy
gato (..)”; “Muy trola la pendeja (…)”; “Ándate definitivamente a la,
mierda. Nunca voy a ser, feliz, con vos, Me, da, vergüenza estar así,
frente a, mis amigos (…)”; “Ándate, con, los, que te adulan y ándate,
de, una vez. Ya te dije la, paso, mal, y hoy me canse de esta locura.
Que dios te ayude. Sos, inaguantable (..)”; “Jamás voy a, ser feliz con,
vos. Matate (…)”; “Anda a, joder, a, otro, pelotudo (…)”; “..Estas
muy mal, estas enferma de celotipia. Lo haces, a cada momento (…)”;
“..Una mujer insegura a mi, no me gusta. Nada menos atractivo, que
una, mujer insegura y celosa (…)”; “….Olvídate de, mi…..Olvídate,
que existo. Trucha……Tu actitud da, asco. Desaparece de, mi vida,
chiflada (…)”; “…Vos sos toxica y yo solo te padezco. Me estas
destruyendo la vida (…)”; “…Ay te estoy empezando, a, odiar.
Detesto tus preguntas (…)”; “…BOLUDAAAAA(…)”; “…Admiro a
las personas inteligentes. Pensa, en eso, si podes (…)”; “….Veo tu
foto y se ve un rollo con tu autoestima. Me pregunto que hago con
alguien que necesita tanto y tanto mostrarse y que la adulen (…)”; “…
No, pongas nada conmigo. Ni en pedo quiero quedar pegado a tus
fotetas (…)”; “…Sofía yo aspiro, a tener, una, mujer segura,
independiente, inteligente, madura, comprensiva, y por sobre, todas
las, cosas equilibrada. No quiero estar, con alguien que se, comporta
como una nena. (…)”; “…. Vos sos la, misma celosa, insoportable y
desequilibrada de, siempre (…)”; “… Sos muy básica. No quiero
tener nada que ver con una persona asi. Muy calienta bragueta. La
verdad lamentable. Tus fotos siempre mostrando algo y pidiendo con
desesperación elogio (…)”; “…Por eso no quiero que me, relacionen
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
con vos. Tu imagen no me, gusta. En serio. Me siento un pelotudo.
Muy calienta chorizo la, mina (…)”; “… Matate enferma
desquisiada…..Ándate a internar loca, de mierda (…)”; “….estúpida,
de, mierda. Es, porque mis amigos colegas desde lo que paso no, me
invitan mas, a, almorzar o, asados, como hacíamos antes (…)”; “…Ya
me, tenes podrido con preguntas pelotudas” (la transcripción es
textual de la sentencia, de allí la reiteración de comas).
Por su parte, a lo largo del voto que resultó mayoritario la
jueza Ruiz López y el juez Larraín también definieron el caso como
uno de violencia de género.
La afirmación de la existencia de ese trasfondo surge
tanto de la adhesión a la ponencia del juez Sañudo como de todo este
voto, en tanto cada uno de los hechos fue contextualizado con los
mensajes intercambiados entre Castro y Bruh; es decir que, si bien no
hay un punto específico, el contexto aludido surge de diversas pruebas
e inferencias. Sin embargo, en el apartado destinado a contestar los
“óbices” de la defensa, el voto de la jueza Ruiz López analiza más en
detalle la cuestión, por lo que corresponde reproducir textualmente
algunos de sus párrafos. La jueza y el juez indicaron que “…la
prueba es completa y confirma que no asiste razón a la defensa:
Castro no fue una víctima ni estaba entrampado en una relación que
a modo de telaraña maligna le impedía tomar decisiones. Nada
justificaba que el imputado, 25 años mayor que su joven novia, que
detentaba un cargo de mucha responsabilidad recurriera a gritos y
agresiones; humillaciones y reiterados rechazos; engaños y
seducciones para someter a la víctima a su arbitrio.
“Los hechos que consumó contra la integridad física y
sexual de su pareja, fueron reales y voluntarios. Cercenó los
derechos de aquélla, violentando su oposición manifiesta de no
querer soportar las conductas que Castro le imponía, tanto en la
actividad sexual como en la integridad corporal de ella.
#30922401#294657179#20210630151001261
“A tal fin, Castro aprovechó la labilidad, admiración e
incondicional dependencia que la joven víctima tenía hacia él para
someterla a un vínculo perverso en que él ejercía su supremacía para
abusar de ella en todo sentido. Escenario en el que le provocó las
lesiones descriptas en el primer voto –del presidente del debate–, y
los abusos sexuales acreditados, que se sumaron al maltrato
psicológico en un micro clima de juegos de seducción y rechazo, con
la inentendible aceptación de la víctima, según sus amigos, pero
totalmente armoniosa con su perfil psicológico (…).
“No obstante, que la joven Bruh buscara el consejo de la
gente que la rodeaba y la quería proteger, cuando Castro reaparecía
seductoramente, prometiéndole que todo iba a mejorar, olvidaba los
sufrimientos pasados y volvía a relacionarse con él. A Bruh le
resultaba irresistible que Castro le dijera que estaba enamorado de
ella y quería que fueran novios. Ella le creía –o al menos deseaba
creerle con tal intensidad que dejaba de lado sus propias
percepciones de alerta y augurios provenientes de experiencias
pasadas– desoyendo los consejos de su entorno, volvía a ingresar en
la trampa de Castro, que operaba de amo.
“Idas y venidas del manual de violencia de género. La
Fiscal en su alegato, con agudeza, mostró el rol de cada uno de ellos,
en una vinculación perversa de amo y esclava. Relación que, en su
tipo, no ofrecía ninguna peculiaridad; nada original ni sorprendente
había en ese vínculo, en que prevalecía Castro a expensas de la
víctima, seriamente vulnerable…” (ps. 441/443; el destacado no es
del original).
Posteriormente añadieron que Castro “…en un tramo de
su exposición le atribuyó a Bruh características sicopáticas que, de
ser ciertas, le resultarían útiles para poder alterar los roles
ratificados en la prueba y mostrarse como víctima de la manipulación
de Bruh. No obstante, su intento de demonizarla, lo desdice la extensa
prueba del debate (…).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
“La prueba indica que [é]l abusaba de su preeminencia
sobre la víctima, sometiéndola y haciéndola sufrir a causa de su
impiadosa dominación y arbitrariedad, sumadas a un constante mal
trato verbal y descalificación permanente de la víctima.
“En las comunicaciones entre ellos, si bien es clara la
intensidad e insistencia de Bruh, no hay duda de que Castro es el alfa
en la relación, que impone sus deseos, horarios, encuentros y quien
formula infinidad de críticas y humillaciones a la víctima,
ninguneándola, cuestionando todas las decisiones que ella toma,
atacando su auto estima y subordinándola a su antojo (…).
“El desamparo de Bruh era palmario, Castro la había
cercado en una relación tóxica, especialmente dañosa para ella. Él
mantenía su vida, sintiéndose un hombre de éxito y cada vez más
trasformaba la relación amorosa, limitándola a vinculación sexual,
pese [a] que la víctima le insistía con que lo amaba y quería que
continuara el noviazgo. El propio imputado admitió en la audiencia
que la relación se circunscribía a actos sexuales. Pero, no lo
afrontaba terminantemente, manteniéndola a ella en un limbo
colmado de contradicciones.
“Era permanente la desvalorización de Castro hacia
Bruh, exacerbando la baja estima de ella, que percibía que Castro no
le era fiel, le constaban varias relaciones amorosas con otras
mujeres, que él le negaba tildándola de celotipia, cuando esa
negativa era solo una manipulación cruel, obligándola a que le
pidiera perdón por sus celos. Juego perverso en que el imputado
sometía a la víctima haciéndola dudar de sus propias
percepciones…” (ps. 446/448).
b. La defensa critica la existencia de un contexto de
violencia de género a lo largo del recurso. Pese a esta crítica
generalizada, y sin perjuicio de que cada uno de esos planteos será
tratado nuevamente en lo sucesivo, es posible encontrar dentro del
escrito una reseña analítica en la que reitera lo dicho en su alegato,
#30922401#294657179#20210630151001261
vinculado con el acceso a la justicia de la mujer víctima y los
principios y garantías que deben regir el proceso aun en esos
supuestos (ps. 90/93). La defensa considera, en verdad, que la
acreditación de la existencia de este contexto en el caso particular está
fundada en la parcialidad y animadversión del tribunal de mérito. Sin
embargo, advierto que en numerosas oportunidades utiliza el vocablo
“contexto” (ver por ejemplo: “…en ningún caso se plasma en el
desarrollo del voto la o las situaciones concretas que la pareja
atravesaba para esa época el contexto, única manera que
permitiría comprender acabadamente el sentido y significado del
intercambio que se transcribe…”, p. 23; “…La ambigüedad de esa
expresión en el contexto en el que fue utilizada y la reticencia o
escasa memoria de Fusoni al declarar en este juicio, dejaron
grandes dudas acerca del significado…”, p. 44; “…En ese contexto
fue Bruh a denunciar y a entrevistarse con los firmantes del informe
en análisis…”, p. 53; “…En ambos mails se omiten expresiones que
le dan el sentido y contexto real a las palabras de Castro en tanto que
se destacan otras que sacadas de contexto podrían tener un
significado diverso…”, p. 65; “…mal puede evaluarse una relación
con una porción tan escasa de evidencia de intercambios de
mensajes, sacados de contexto y a los que, a su vez, la Fiscal, en su
alegato, clasifica en forma antojadiza…”, p. 68; “…Ambos
testigos…fueron contestes en que resulta cuanto menos extraña la
forma y el contexto en que Bruh les habría dado cuenta de los
supuestos abusos…”, p. 75; “…la asimetría tiene que ver con el
manejo del poder en un vínculo, no se trata de hacer jugar
arbitrariamente diferencias que pueden tener significados
ambivalentes de acuerdo al contexto y a las circunstancias
particulares del caso…”, p. 115; “…En verdad las citas puestas en
contexto, no tiene la connotación que se pretende dar en el voto en
análisis…”, p. 117; “…La realidad es que tomar cuatro o cinco
mensajes sin analizar el contexto de ese día o de los días previos o
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
posteriores, es mostrar algo que no es real…”, p. 120; “…No está
bien por parte de ninguno, pero tomar esa frase de Castro fuera de
contexto desdibuja la dinámica de la relación…”, p. 121; “…En ese
contexto de discusiones y de muchos reproches por parte de Bruh,
ella le pregunta si va a seguir siendo siempre el mismo, etc. y
entonces Castro le dice ‘vos y tus preguntas pelotudas’…”, p. 122;
“…lo que puede observarse es que discutían mucho por Whatsapp…
Pero esos mensajes sacados de contexto no muestran la realidad…”,
p. 122; “…En efecto, en el contexto de esta relación…el sentido
común indica que si hubiera existido el hecho que Bruh relata,
necesariamente debió haberse registrado…”, p. 132; “…Lo mismo
ocurre con las citas de chats que, sacados de contexto, colocan a
Castro en un rol verbalmente violento…Al sacarse de contexto se
muta el significado probatorio de la cita…”, p. 135; “…En el
desarrollo de la sentencia que aquí se impugna se citan pasajes de
diálogos mantenidos entre Castro y Bruh, como dice esta defensa,
sacados de contexto en la mayoría de los casos, lo que claramente
cambia el sentido de las manifestaciones que se transcribieron…”, p.
156) lo que muestra cierta contradicción en su planteo. De esto se
infiere que efectivamenete existió un contexto (como en toda
relación), pero lo que se discute es si fue de violencia de género, o
algo patológico en una relación de iguales. Además, el escrito de la
defensa cuenta con un punto dedicado a esta cuestión: el B.3.1
titulado “La referencia al contexto de violencia de género asimetría
violencia psicológica”, ubicado casi al final, y que será analizado a
continuación.
Allí la defensa sostiene que, en realidad, el tribunal
equivocó el modo de razonar pues la “…lógica y el respeto de las
garantías constitucionales, indicarían que como consecuencia de
tener acreditados los hechos con determinadas características, recién
allí uno podría concluir si nos encontramos o no en un caso
enmarcado en el contexto de delitos de violencia de género. Por el
#30922401#294657179#20210630151001261
contrario, que ese sea el punto de partida, sin haber analizado
ninguna prueba, resulta absolutamente contrario al proceso que debe
seguirse en cualquier razonamiento válido…”. El camino inverso “…
lleva a que…el juicio en sentido amplio…carece de todo sentido
porque el imputado termina siendo condenado en el mismo momento
en que se lo sindica como autor del delito que le atribuye la supuesta
víctima. Proceder de esa manera implica el avasallamiento de todas
las garantías previstas para el imputado en la Constitución Nacional,
implica echar por tierra toda la evolución del derecho penal…” (ver
ps. 113/114).
Estas críticas de la defensa son exageradas. Pese al
lenguaje apocalíptico utilizado, lo cierto es que lo que el tribunal de
mérito hizo en definitiva es resolver una cuestión que había sido
planteada en el juicio. No olvidemos que la fiscalía contextualizaba el
caso, precisamente, en un marco de violencia de género, con todas las
consecuencias que ello implica, según lo visto en el punto II.5 de este
voto, con lo cual obligatoriamente debía ser analizado en la sentencia.
Asimismo, cabe destacar que, según el razonamiento que propone la
defensa, lo que debería probarse sería primero los delitos y luego que
todos ellos, sumados, constituyen esa violencia de género. Sin
embargo, esto contradice lo dicho más arriba sobre su
conceptualización como un continuo, esto es una película, en la que
cada imagen que la integra puede constituir un delito. Por lo demás, la
comprobación de un contexto de violencia de género no conduce
necesariamente a una condena, lo cual puede observarse en este
caso: el voto al cual dirige sus críticas la defensa en este tramo de su
recurso (el del juez Sañudo) fue el que propuso la absolución de
Castro por los dos hechos de violencia sexual.
Por otro lado, cabe remarcar que es habitual que las
sentencias primero expliquen el marco teórico que aplicarán y luego
determinen si el caso se subsume en él (ver, por ejemplo, los
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
que dirima la cuestión: la necesidad de fundar correctamente la
cuestión fáctica de la sentencia que debe constituir un procedimiento
intersubjetivo, verificable, que permita reconstruir críticamente los
pasos que llevaron al juez a tomar su decisión…”.
En la misma línea, pero desde una perspectiva procesal,
el CPPN solamente sugiere (no ordena, como deja traslucir el
recurso) un modo de redacción de la sentencia basado en la resolución
de las cuestiones objeto del juicio (ver arts. 398 y 399), temas que a su
vez son discutidos en la deliberación. De ahí que no existe un orden
predeterminado en el que deban exponerse los fundamentos, en tanto
esa exposición no repercuta en la validez o razonabilidad de la
sentencia, aspecto que aquí no advierto. En definitiva, de lo que se
trata es que la fundamentación de la sentencia sea clara y suficiente
para entender los motivos que llevaron a los jueces a decidir del modo
en que lo hicieron y así posibilitar la facultad de discutir sus
argumentos (ver, en esta inteligencia, lo resuelto en la causa
“Pedro”55).
La recurrente también cuestionó que la sentencia
consideró que existía una relación entrampada y patológica entre
ambos (Bruh y Castro), para luego aseverar que era dominada por la
“fuerte personalidad” de él y su investidura. Sin embargo, para la
defensa este dato carecía de sustento pues ningún testigo ni peritaje lo
indicaba. En realidad, para la parte recurrente se trataba de una
apreciación subjetiva y su contenido no se entendía. Incluso de los
dichos de varios testigos se extraía que Bruh tenía una fuerte
personalidad (Schimdt, Buono, Fusoni), no obstante lo cual nada se
decía al respecto (ps. 114/115).
En punto a la asimetría entre ambos, ningún perito oficial
la había ratificado; y la psicóloga Bueres la había descartado, al igual
que la propia experta de parte, Sarlo. Pese a ello, la acusadora (debío
decir “la sentencia”, pues ya no se trata de la etapa del alegato en el
55
Sentencia del 5.3.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 284/20.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
juicio) insistía con esa concepción, cuando en definitivia nada avalaba
la asimetría manifestada en la sentencia más que el aspecto
cronológico –la diferencia edad– (p. 115).
De esta forma, la construcción sobre la violencia de
género resultaba infundada, ya que al faltar la mentada “asimetría”, no
podía afirmarse que existió. De todas maneras, e incluso si la
consideraba probada, aun en esos casos debían respetarse las garantías
constitucionales del imputado y la versión de la denunciante debía ser
corroborada por el resto de prueba (ps. 115/116).
Pese a lo afirmado por quienes recurrieron la condena, lo
cierto es que la sentencia en este punto se basó en distintas pruebas.
Con respecto a la personalidad de Castro, cabe remitirse a lo dicho por
la licenciada Bueres, quien detectó en él desbordes emocionales y
dificultades para percibir las necesidades y diferencias
psicoemocionales de su entorno, privilegiando las propias, además de
autoexigencia y deseo de control (punto II.2.iii.d); Tenenbaum, quien
señaló que él conocía las implicancias de los peritajes y, sin alterarse,
demostraba manejo y control emocional de la tensión y el estrés
(mismo punto II.2.iii.d); y Daniel Pavlovski, quien reveló su “carácter
temperamental” (punto II.2.iv.h).
Del mismo modo, otros testigos expresaron las
repercusiones de la función del imputado en el vínculo con Bruh y las
maneras en que pretendía hacerlas predominar, lo cual constituye
prueba válida y relevante para sostener esa asimetría (ver en general
los testimonios de: Barcala y Schmee, punto II.2.i.b; Bueres y
Tenenbaum, punto II.2.iii.d; Buono, punto II.2.iv.c; Schmidt, punto
II.2.iv.d; Fusoni, cuando le fue leída su declaración en la etapa
preparatoria, punto II.2.iv.e; Larcamon, punto II.2.iv.g).
Además, en cuanto a esta característica asimétrica de la
relación, lo que la sentencia afirmó (en particuar, el voto del juez
Sañudo) es que, dadas las características psicológicas de cada uno,
#30922401#294657179#20210630151001261
quien terminó imponiéndose fue Castro. Esto se basó en el testimonio
de Larcamón (ver punto II.2.iv.g), quien, entre otras cuestiones, se
refirió a la cantidad de abogados que asistían a Castro. Además, la
sentencia valoró la diferencia de edad (único elemento que reconoce
la defensa) y el desarrollo profesional de cada uno de ellos, la
admiración que Bruh sentía por Castro, su trayectoria y su carácter de
referente con respecto a la investigación y castigo de los delitos de
violencia de género y abusos sexuales. Asimismo, y según se vio, el
voto del juez Sañudo tomó en cuenta un patrón de comportamiento de
Castro (hacer valer la jerarquía y la situación de poder) que surgía del
sumario administrativo de la PGN seguido contra él. Acerca de estos
argumentos e inferencias, la defensa nada dijo en particular y no
advierto que ellas sean incorrectas, ilógicas o arbitrarias.
En definitiva, estimo que el tribunal consideró
correctamente que el caso se enmarcaba en un contexto de violencia
de género.
8. La prueba de los hechos I y III
Además del contexto de violencia de género, el voto de la
mayoría que condenó a Castro por estos dos sucesos se sustentó en la
credibilidad que otorgó al relato de Bruh.
De este modo, la lectura integral de ese voto mayoritario
muestra que, luego de exponer el contenido de las diversas pruebas en
que había reposado su razonamiento en torno a la materialidad de
ambos hechos, al contexto y a la responsabilidad del acusado (ver las
clasificaciones detalladas en el punto II.2), valoró las pruebas y
simultáneamente respondió los así llamados “óbices” planteados por
Castro y su asistencia técnica (ver el apartado de la sentencia titulado
“Contestación a los óbices de Castro y su defensa, agrupados según
las imputaciones por los abusos sexuales”). En este aspecto, una de
las críticas centrales del recurso es que no existió un razonamiento
probatorio en tanto se trató de una mera cita de las distintas pruebas
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
valorarlo…”, p. 81; “…Insistimos, nada de todo esto fue valorado
por la Dra. Ruiz López, quien como venimos reiterando, se limitó a
citar parcialmente sin valorar, el testimonio de Balcone Rey…”, p.
83; “…Realmente, la cita parcial del testimonio, sumado a la omisión
de estas citas y su consecuente ausencia de valoración y
contrastación con lo dicho por mismísima denunciante, a estas
alturas, no tienen gollete; no hay forma, sana crítica mediante, de
entender este voto como fundamento serio de una condena…”, ps.
85/86; “…Seguiremos con lo expuesto por el voto de la Dra. Ruiz
López, en relación, otra vez, a la cita parcial y sin valoración de la
testigo Larcamón…”, p. 86; “…Sin perjuicio de ello, al analizar las
citas NO VALORADAS del voto de la mayoría, esta defensa hizo una
crítica pormenorizada de lo allí consignado…”, p. 95; “…Es tan así
lo que aquí se afirma que la Dra. Ruiz López tras anunciar que se va
a ocupar de acreditar la responsabilidad penal de Castro por los
hechos I y III, nuevamente se ocupa de ‘citar parcialmente prueba sin
valorarla’ y nada dice acerca de la culpabilidad…”, p. 108). En
definitiva, la sentencia razonó sobre la prueba y sus argumentos y
conclusiones podrán compartirse o desecharse, pero lo cierto es que
hubo una valoración de la prueba. Y en esta instancia corresponde
determinar su acierto o su error.
También a lo largo del recurso se reiteran ciertos
argumentos, que han sido mencionados en el punto II.7.b al tratar el
contexto de violencia de género. Se trata de aquellos que cuestionan la
estructura de la sentencia y no su motivación (por ejemplo: “…
entendiendo que al hablar de ‘materialidad’ quiso decir que tiene por
acreditados los aspectos objetivos del tipo penal en el que los hechos
I y III deberían subsumirse…sin ninguna mención respecto de los
aspectos subjetivos del tipo penal, la Dra. Ruiz López pasa a analizar
‘la responsabilidad’ de Julio Castro…”, cfr. p. 70; ver también ps.
107/108). Sin embargo, cabe descartarlos porque las conductas
reprochadas sólo admiten la forma dolosa de comisión y a lo largo del
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
juicio no se ha discutido nada con respecto a los aspectos subjetivos
de los delitos imputados (existencia de un error, por ejemplo), en
tanto, como ya se resumió, la defensa y Castro niegan la existencia de
tales hechos (pues consideran que las relaciones sexuales, en todo
caso y de haber existido en tales términos, fueron consentidas).
a. Así, y con respecto a la credibilidad de Bruh, el voto
de la mayoría afirmó que “…sobre los hechos padecidos y su relación
con Castro fue un relato creíble, preciso, inestructurado y
coherente…cargado de la angustia propia de quien recuerda los
abusos sufridos…”. Esta circunstancia surgía de los informes
psicológicos analizados y de las filmaciones del debate, “…donde se
observa que en varios tramos de su declaración Bruh no pudo
contener el desasosiego y lloró sin consuelo…”. Destacó
especialmente que ella “…se limitó a denunciar a Castro por cuatro
hechos específicos: dos lesiones y dos abusos sexuales…” y que
circunscribió los últimos a aquéllos “…en los que Castro la accedió
por la fuerza por vía anal, omitiendo la vía vaginal por la que
también la accedió solo porque percibía más humillante el acceso
anal…”; de allí concluyó que, si realmente hubiera querido perjudicar
a su expareja, “…inventando hechos para vengarse porque la dejó,
sería lógico que lo denunciara por conductas o hechos aún más
graves y/o reiterados…[máxime] tratándose de una abogada con
conocimientos sobre derecho penal…”. A eso sumó que tampoco
denunció “…otros hechos que surgen de los chats y que podrían
haber tenido consecuencias penales, como por ejemplo las amenazas
de Castro de usar su cargo para hacerle algo, cuando fuera
designado juez federal…”. Y eso servía “…para demostrar que la
víctima denunció lo que realmente la afectó: que la lastimara; pero,
por sobre todo, que avanzara sobre su libertad sexual de decidir qué
tipo de relaciones quería tener y con qui[é]n…”. En este último
aspecto, Bruh había referido que históricamente nunca quiso ser
#30922401#294657179#20210630151001261
accedida por vía anal y Castro siempre lo había sabido, extremo que
se correspondía con el audio enviado a Fusoni el 25 de enero de 2017
(ps. 407/409).
Asimismo, el voto resaltó otro elemento que reforzaba la
veracidad de la denuncia. Enfrentar judicialmente al imputado solo
le había ocasionado problemas y descalificaciones de diversa índole,
en especial, en la esfera de su integridad psicofísica. No sólo lo había
afirmado ella (dijo que estaba tomando medicación y siendo atendida
por diversos profesionales; que las distintas declaraciones e
intervenciones en el proceso habían sido “tremendas” y se le habían
cerrado numerosas posibilidades laborales; que se había quedado sola,
sin trabajo y sin dinero; que atravesaba crisis de angustia y depresión;
que arruinó su futuro y su carrera y que “nada ganaba con esto”), sino
que este aspecto también lo habían resaltado las psicólogas Larcamon
y Balcone Rey (ps. 409/411).
En este punto, el voto de la mayoría remarcó que ninguno
de los peritajes e informes sobre el relato de Bruh o su personalidad
había inferido que mintiera, fabulara o fuera incoherente; al respecto
citó las conclusiones de la licenciada Bueres y del psiquiatra Kiss,
ambos del CMF. En suma, el estudio de la prueba acreditaba que el
relato de la denunciante carecía de fallas internas (ps. 411/412).
Más adelante, al tratar lo que la defensa denominó
“óbices”, el voto de la mayoría marcó otro aspecto que a su criterio
reafirmaba la veracidad atribuida al relato de Bruh. Castro había
expresado que juntos hicieron muchos viajes en los que “…no
aconteció nada, estaba todo fantástico…” y ni siquiera habían sido
mencionados. Este dato demostraba que Bruh “…solo denunció los
hechos sufridos en uno de esos viajes: Mar del Plata…”. Agregaron
que no estaba en duda que la pareja había tenido “…momentos
buenos en los que no se registraron agresiones…”; circunstancia que
no exculpaba al imputado, “…ya que justamente el círculo de
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
violencia doméstica se caracteriza por etapas de enamoramiento en
las que el agresor se comporta con cariño hacia la víctima…” (ps.
426/427).
Por otro lado, en el último apartado titulado “Valoración
sobre el desarrollo del debate y sobre la prueba”, la jueza Ruiz López
y el juez Larrain señalaron que en su declaración “…la testigo Bruh
fue espontánea, accesible, directa, poco sofisticada,
sorprendentemente precisa. Su relato no tuvo golpes de efecto ni
exageraciones o menoscabo del imputado, al que nombró como un
importante amor en su vida…”. Enfatizaron que acentuó “…los
momentos agradables vividos con él y su deseo de que no hubiera
sido así el derrotero de la relación. Mostró un perfil que coincidía
con lo señalado por los profesionales que la examinaron.
Efectivamente denotaba labilidad, dependencia, inseguridad, un dejo
infantil. Técnicamente, los peritos describieron un perfil que fue
constatado al oírla en la audiencia a la víctima…” (p. 446).
b. Junto con estas observaciones que cimentaron la
credibilidad del relato de Bruh, a lo largo del voto, como se anticipó y
se transcribió en el punto II.7.a, la jueza Ruiz López y el juez Larraín
también hicieron referencias al contexto de violencia de género, que
ya han sido analizadas.
c. La parte recurrente no cuestionó todos estos
fundamentos en concreto; incluso sobre el apartado final, que tildó de
“insólito” (p. 106), anunció que no respondería “…aquí a los
agravios que se dirigen a la defensa y al imputado. En primer lugar,
porque en su esencia fueron respondidos en los capítulos precedentes
y porque, además, el único significado que se puede extraer de sus
términos, es la animadversión frente al imputado, al caso y/o a la
defensa de parte de quien los pronuncia…” (p. 107).
La defensa tampoco controvirtió las inferencias
realizadas por el voto de la mayoría a partir del relato de Bruh durante
#30922401#294657179#20210630151001261
el juicio oral, producto de la inmediación, que le permitieron calificar
su relato como creíble. Sus cuestionamientos están dirigidos a
demostrar que ella mentía en su vida cotidiana y de allí deducir que
también lo hizo con respecto a las acusaciones dirigidas a Castro. Esta
forma de argumentar surge evidente si se lee el “muestreo de falta de
coincidencias” efectuado en el cuadro comparativo de ps. 96/104. De
él no emergen datos referidos a los reproches concretos de los que se
acusa a su asistido. Se trata de la estrategia mencionada en el punto
II.5.c de este voto.
De hecho, los ejemplos en los que fundó su postura
(sintetizada en sus palabras: “…no es la defensa la que ‘hace quedar
a la denunciante como mentirosa’ sino es la denunciante que
mintió…”, p. 96) radican en asuntos y conductas personales de Bruh
que nada tienen que ver con las imputaciones: si borra o no mensajes
de su celular, si oculta su vida privada o sus sentimientos e
intenciones, cuántos teléfonos tiene, si dijo la verdad a su psiquiatra
cuando negó haber llamado a Castro. Sin embargo, y éste es el punto
central, muchas de estas afirmaciones parten de una estimación
sesgada de la prueba y la mayor parte de ellas reside en conjeturas que
no han sido acreditadas, por lo cual son afirmaciones e hipótesis
irrelevantes. Esto, pese a que la defensa las muestre como ciertas (si
Bruh grabó o no grabó a Castro; si fue ella quien guardó en su
teléfono archivos de él; si fue desvinculada laboralmente por las
razones que mencionó o por otras; a qué motivo obedeció su viaje de
Tailandia).
De este modo, si se comparan estas manifestaciones
(calificadas por la defensa como “contradicciones y falsedades
detectadas”, p. 104) nada indican sobre “…la coherencia y
consistencia de la prueba y su confronte con las manifestaciones de
la denunciante de modo que pueda verificarse o no su congruencia y
consistencia…” (sic, misma p. 104). Es que estos elementos no
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
guardan relación con lo probado en la causa. En este sentido, en torno
a los hechos juzgados, la defensa sólo refirió que la denunciante “ha
ido cambiando los datos de la imputación” en cada una de sus
declaraciones (p. 96). Se trata de una aseveración indefinida sin
especificación de a qué declaraciones alude (los puntos remarcados en
el acápite relativo a la descripción de los hechos se abordarán
oportunamente –la falta de mención del abuso I en la OVD y la
incorporación de la penetración vaginal posterior a la anal–).
Así, advierto que, pese a lo extenso y minucioso del
recurso interpuesto, nada dice sobre las inferencias que el voto de la
mayoría realizó a partir de lo que percibió en el debate al declarar
Bruh para sustentar la credibilidad de su relato; tampoco cuestiona el
razonamiento sobre el carácter limitado y acotado de la denuncia (esto
es que, si la denunciante quería dañar a Castro e inventó los hechos,
bien pudo anoticiar muchos más); ni cuestiona concretamente las
conclusiones de los peritajes acerca de la ausencia de fabulación e
incoherencia en su declaración.
Los cuestionamientos hacia los profesionales que
elaboraron los peritajes sobre las declaraciones de Bruh y la
entrevistaron se fundan también en un análisis parcial y en detalles
menores que no alcanzan a debilitar ni poner en duda sus
conclusiones. Del dictamen del médico psiquiatra Kiss del CMF, la
defensa remarcó que no se había expedido en punto a la verosimilitud
del relato por tratarse de una convicción que la psiquiatría por sí
misma no podía alcanzar. Sin embargo, la sentencia enfatizó muchas
otras expresiones del experto, pertinentes y relevantes para evaluar una
declaración: las respuestas de Bruh eran lógicas, coherentes, con
conciencia de su estado; que tenía buena memoria; que no había
comprobado alteraciones en el curso del pensamiento; que había
presentado una narración similar a la denuncia; que su relato era “…
#30922401#294657179#20210630151001261
lógico y coherente y describe un duelo frente a un cese vincular
reciente…” (ps. 411/412).
Por lo demás, con respecto a las conclusiones de Bueres
(también ponderadas por el a quo: “…su discurso es coherente, sin
fallas lógicas…El relato de los hechos denunciados es coincidente en
aspectos generales con la denuncia realizada en OVD y declaración
testimonial…no se registra…indicadores de productividad de índole
psicótica ni alteraciones en la sensopercepción…Presenta
sintomatología de tensión emocional, ansiedad, baja autoestima y
sentimientos de menoscabo moral concomitantes a los hechos
denunciados…”, p. 411 citada), la defensa nada cuestionó.
De la licenciada Larcamon, la recurrente criticó su papel
de testigo de oídas y por pertenecer a la DOVIC; y, en cuanto a los
síntomas que había percibido en Bruh, dijo que la historia clínica
determinó que eran anteriores a la relación con Castro y entonces no
era cierto que hubiera denunciado para terminar al vínculo. Sin
embargo, las apreciaciones de esta psicóloga, recogidas en el voto de
la mayoría (“…estaba muy mal…no le habían renovado un contrato
de trabajo que ella tenía, había tenido que volver a vivir con su
mam[á], estaba muy mal había bajado no sé cu[á]ntos kilos est[á] con
anorexia con un montón de síntomas que tienen que ver con haber
padecido una situación como la que ella describió…”, sic, p. 410)
responden claramente a la etapa siguiente a los sucesos investigados,
independientemente de los padecimientos que había presentado antes,
que no excluyen a los posteriores. En este sentido, no se comprende
por qué un mismo síntoma no puede resurgir o extenderse a lo largo
del tiempo, aun reconociendo distintas causas; o inclusive acentuarse
frente a determinadas circunstancias adversas (o vínculos nocivos).
Menos aún se concibe cómo de eso podría derivarse que
Bruh no acudió a la justicia para poner fin a la relación (así lo había
sostenido Larcamon apuntando a la mayor parte de las mujeres en
situación de violencia de género, cfr. punto II.2.iv.g de este voto) sino
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
56
Cfr. Elena LARRAURI, “¿Por qué retiran las mujeres maltratadas las denuncias?”, Revista de
derecho penal y criminología, ISSN 1132-9955, Nº 12, 2003, p. 296.
#30922401#294657179#20210630151001261
en esta línea los precedentes “Flores Moreno”57, “Vargas”58 y
“Casella”59), lo cierto es que esta profesional también declaró en el
debate, con lo cual sus dichos (al igual que los de Larcamon) pudieron
ser objeto de un amplio contralor de las partes y las defensoras
tuvieron la posibilidad concreta de interrogarla, cuestionarla y, en
definitiva, ejercer todos los aspectos que componen el ejercicio del
derecho de defensa de Castro.
Tampoco reviste trascendencia la razón por la que habría
conocido a su paciente (si conseguía o no conseguía turnos en su obra
social), ni quién, según ella, había terminado la relación de pareja, ni
si había corroborado su diagnóstico a través de un test o sólo mediante
su entrenamiento y percepciones en la entrevista, ni si dudó al afirmar
que el primer abuso ocurrió en un viaje o a su vuelta. En realidad, lo
relevante de su intervención radicó en las conclusiones detalladas por
el a quo que no merecieron reparo: dijo que Bruh “…no podía
dormir, estaba muy angustiada, lloraba mucho, eso recuerdo. Estaba
desganada, toda esa situación la llevaba al trabajo. No podía
trabajar… estaba muy mal…” (p. 411). Aquí no alcanzo a visualizar
qué fundamentos serían exigibles para la evocación efectuada por la
experta sobre la situación anímica de su paciente.
Sobre la queja en torno a que todo cuanto conocían estas
dos psicólogas tenía su origen en la “boca de la querellante”, más
adelante se tratará el valor probatorio de los testigos de oídas y de los
expertos.
Bajo la misma óptica, la asistencia técnica luego aludió al
sumario administrativo tramitado en la Defensoría General contra la
denunciante (“entre otras personas”, cfr. p. 106). Amén de la
resolución adoptada (habría devenido abstracto por su renuncia), aquí
nuevamente se acude a extremos relativos a su personalidad o
desempeño laboral, sin que advierta o esté demostrada cuál es la
57
Sentencia del 4.9.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Niño, registro n° 787/17.
58
Sentencia del 8.6.18, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 647/18.
59
Sentencia del 19.2.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 100/19.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
sensación de que el objeto de juzgamiento no eran los hechos
atribuidos a Castro sino la personalidad y el comportamiento sexual
de Bruh…” (ps. 432/434).
Seguidamente se citaron en la sentencia ejemplos del
descargo de Castro, quien se expidió sobre la personalidad y
características de Bruh y concluyó que no estaba entrampada, sino que
“manejaba la situación”. Finalmente se agregó que acertaba la fiscal
“…en remarcar que en un juicio por robo raramente se cuestiona con
tanto ímpetu el testimonio de quien denuncia, ni se investigan
cuestiones personales a su respecto, que ninguna relación guardan
con el hecho. Esos artificios, construidos sobre los patrones
discriminatorios profundamente arraigados en nuestra sociedad con
relación a las mujeres que denuncian haber sido víctimas de
violencia de género, caen frente al peso de la prueba, que en esta
causa fue categórica. No es cierto, como afirmó la defensa, que por
tratarse de un caso de violencia de género, la víctima tenga
preeminencia sobre el acusado…” (ps. 434/435). En este sentido, no
se trata de poner límites a la tarea de la defensa, sino de despejarla de
estereotipos, esto es, de aquellas máximas de la experiencia
erróneamente fundadas que impiden alcanzar una correcta valoración
racional de la prueba.
Los argumentos expuestos están íntimamente ligados con
el contexto de la relación (punto II.7) y con los parámetros y
lineamientos establecidos en los precedentes repasados en los puntos
II.4 y II.5.
Pero, además de sostener la credibilidad del testimonio de
Bruh, la sentencia consideró corroborado cada uno de los hechos por
otras pruebas e inferencias extraídas a partir de ellas.
9. Así, en lo que respecta al primer suceso de abuso
sexual (Hecho I), el voto de la mayoría estimó que el testimonio de
Bruh estaba avalado por las declaraciones de sus compañeros de
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
posgrado Schmidt y Buono, así como por la de su amigo Scaia (ps.
412/414 de la sentencia; ver punto II.2.iv de este voto).
a. Con relación a ellos –y también a Larcamon y Balcone
Rey, como dije antes– la asistencia técnica cuestionó que todo lo
expresado había sido conocido a través de los dichos de Bruh. Esta
situación remite al concepto de los testigos de oídas, cuyo peso
probatorio, aunque para la defensa sea nulo (cfr. punto II.3.e de este
voto), fue establecido en el precedente “Santa Marinha”60 y reiterado
en “Florentín” (ya citado), “Báez Brizuela”61, “Ortiz”62, “Ortiz
Alarcón”63 y “Sheriff”64.
Allí indiqué que en los sistemas donde la prueba es
analizada por jueces profesionales se admite el testimonio de oídas,
pero con un valor probatorio menor, que lo equipara a un indicio 65. Y,
en cuanto a las razones de este trato diferenciado, que DAMAŠKA
señala: “…Cuando un testigo reproduce la declaración de otra
persona realizada fuera del proceso, o cuando esa declaración está
contenida en un documento, en la atmósfera relajada de los litigios
continentales hay tiempo suficiente para buscar a esa persona al
objeto de que se presente ante el tribunal –en la próxima audiencia,
si es necesario–. Y si el testimonio judicial de esta persona difiere del
realizado por el testimonio de referencia, el tribunal habrá
escuchado a ambos, por lo que estará en condiciones de valorar qué
declaración le merece mayor fiabilidad. Y debido al modo
relativamente informal de práctica de la prueba que prevalece en el
derecho continental…el testigo de referencia y el declarante pueden
someterse a un careo. Y si el declarante no está disponible,
normalmente hay tiempo suficiente antes de la próxima audiencia
para recoger la información necesaria para valorar su credibilidad.
60
Sentencia del 12.9.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 836/17.
61
Sentencia del 13.3.19, Sala I, jueces Bruzzone, Llerena y Sarrabayrouse, registro n° 215/19.
62
Sentencia del 26.8.19, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 1132/19.
63
Sentencia del 5.3.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 283/20.
64
Sentencia del 11.3.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 339/20.
65
Así, por ejemplo, lo destaca Klaus VOLK, Curso fundamental de Derecho procesal penal,
traducción de la 7ª ed. alemana de Daniel Pastor et al, Hammurabi, Buenos Aires, 2016, p. 358.
#30922401#294657179#20210630151001261
Además, si el tribunal de primera instancia se basa en el testimonio
de referencia, el nuevo juicio de las cuestiones de hecho en la
apelación proporciona a los tribunales continentales otra nueva
oportunidad de comprobar la información que se tenga sobre la
fiabilidad de las declaraciones de segunda. Un enfoque más
favorable al uso de la prueba derivada, potencialmente engañosa,
parece justificado…”.66 Por otro lado, sostuve que un aspecto
controvertido para estos supuestos es el respeto por el derecho a la
confrontación, esto es, dentro del marco del ejercicio del derecho de
defensa, que el imputado tenga en el debate la oportunidad de
interrogar a los testigos en general y al de referencia en particular, tal
como desarrollé en “Arrieta”67.
Ahora bien, en este caso todos los testigos declararon en
el juicio oral sin reparo de las defensoras, quienes tuvieron
oportunidad cierta de interrogarlos y confrontarlos con el descargo.
Asimismo, el a quo ponderó otros elementos para afirmar los hechos
que estimó probados y la participación del condenado en ellos, como
ya se vio. Por ende, la crítica por sí sola no debilita la contribución
que, equivalente a un indicio relevante, efectuaron al atestiguar.
b. En relación con Scaia, la defensa insistió en el recurso
en remarcar sus imprecisiones sobre las fechas en que había conocido
a Bruh y en la que había ocurrido el abuso que ella le contó. Sin
embargo, la parte pasa por alto lo dicho por el tribunal de mérito en
cuanto a que “…el testigo dio la mayor precisión que pudo sobre esos
extremos…” y a que resulta “…absurdo pretender que una persona
recuerde con absoluta exactitud hechos de hace más de dos años…”
(ps. 412/413), observación que se aprecia razonable. Además, lo
determinante reside en la precisión que brindó categóricamente acerca
de lo narrado por Bruh: que “…en Tailandia o Mar del Plata…la
forzó a tener relaciones anales…” (p. 412).
66
Cfr. Mirjan R. DAMAŠKA, El derecho probatorio a la deriva, traducción de Joan Picó i Junoy del
original en inglés, Evidence Law Drift, Marcial Pons, Madrid, 2015.
67
Sentencia del 30.5.17, Sala II, jueces Niño, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 421/17.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
descalificar a la víctima por sus titubeos68. Pero además, y aún
asumiendo la posición de la defensa, no pueden perderse de vista las
características de la personalidad de Bruh resaltadas en los informes
psiquiátricos y psicológicos ya reseñados, que están reflejadas y
reforzadas por los dichos de estos testigos.
De todas formas, vale remarcar que aquí nadie de sus
amistades aventuró que Bruh hubiera mentido ni aseguró que no le
creyeron, sino únicamente que llamaba su atención y resultaba
extraño el marco en que reveló ese abuso y que continuara
igualmente con la relación: es decir, una conducta que coincide con la
de quien está inmersa en un círculo de violencia y que se enmarca,
reitero, en lo que dictaminaron quienes la evaluaron (Bueres, Kiss,
Barcala, Schmee, Balcone Rey, Larcamon). En esta inteligencia, los
testigos pueden desconocer los obstáculos y los problemas que afectan
a quienes sufren esta clase de delitos (sin abrir juicio y sólo como
ejemplo, Schmidt dijo que Bruh la calificaba como “machista”, cfr.
punto II.2.iv.d).
En definitiva, quienes recurrieron soslayan que las
críticas personales de los declarantes hacia el comportamiento de su
compañera (que según el recurso “…desacreditan lisa y llanamente la
versión de Bruh…”, p. 76) no desvirtúan la veracidad de sus
manifestaciones, ni la efectiva ocurrencia de los hechos, ni su
gravedad; por el contrario, se reducen a impresiones subjetivas de dos
amigos que, para ese entonces, ya le recomendaban alejarse de
Castro y no comprendían por qué no rompía ese vínculo nocivo,
ignorando quizás sus impedimentos para lograrlo o la magnitud de sus
dificultades en ese sentido.
Pero además es importante recalcar que el voto de la
mayoría respondió este asunto. Indicó que no se había tratado de
68
También allí se dijo que el asunto remite a una cuestión bastante más compleja que un mero
cambio de opinión, esto es, a los problemas analizados en los precedentes “Domínguez” y
“Agreda González” (ya citados), entre otros, sobre las manifestaciones de las mujeres en los
hechos de violencia de género que las afectan y la autonomía que debe reconocérseles para no caer
en un papel “pedagogo represivo”.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
allá de destacar la inexplicable falta de memoria de la testigo, agregó
que ella en la instrucción se había expedido sobre este abuso cuando
la víctima dijo que solamente le había contado el segundo.
Al margen de que eso no fue específicamente valorado en
la sentencia y no se distingue con nitidez cuál sería el agravio en el
punto, conviene recordar lo dicho en casos como “Escobar” (ya
citado), “Canto Bordón”69 y “Cañete”70: no debe otorgarse
preeminencia a lo sucedido durante la instrucción por encima de lo
ocurrido en el debate, en el que los testigos declaran ante el tribunal y
con el control de las partes, rodeados de las garantías de la publicidad
y la inmediación. Como añadí en “Segovia”71 (y esto se aplica para
todos quienes atestiguaron en este juicio), lo relevante es lo que
ocurre en el debate, porque de lo contrario se lo convierte en una
mera reiteración de lo ocurrido en la instrucción, patología que las
recientes reformas procesales intentan superar.
Ahora bien, ateniéndome justamente a lo ocurrido
durante el debate, lo cierto es que –como ya se vio– allí la testigo
confirmó lo oportunamente declarado en la instrucción sobre este
puntual abuso: “…Cuando se leyó parte de su declaración en
instrucción de foja 132 “sobre el zamarreo y la relación vía anal
que intentó en un viaje a Mar del Plata y que su amigo Pablo la
acompañó a una clínica porque tenía dolores”, dijo que ‘si está ahí
lo dijo, pero no recuerda la conversación en la que ella se lo
contó’…” (p. 388 de la sentencia y punto II.2.iv.e de este voto; las
negritas corresponden al original). Así, la contundencia de esta
ratificación no cede frente a la crítica de la defensa sobre qué episodio
o episodios habría dicho Bruh que contó a su otrora amiga, en tanto
ésta despejó toda duda al respecto.
69
Sentencia del 30.8.16, Sala I, jueces Sarrabayrouse, Días y García, registro n° 662/16.
70
Sentencia del 4.9.17, Sala II, jueces Días, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 788/17.
71
Sentencia del 17.7.20, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 2096/20.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
e. La objeción introducida al audio del 25 de enero de
2017 enviado a Fusoni también fue analizada en la sentencia
cuestionada. Se señaló que lo único que allí mencionaba Bruh era que
quería “hacerlo” con un novio y de ninguna manera negaba que ya
hubiera sido accedida forzadamente por vía anal en octubre, en tanto
“…nadie podría computar una violación como un acto sexual
consentido, como ella pretendía tener con un novio. En otras
palabras, que haya sido forzada a mantener relaciones anales, no
anula su voluntad de realizar esa práctica sexual solo con un novio y
no en el marco de una relación como la que tenía con Castro…” (p.
409).
En definitiva, se dijo que afirmar haber esperado años
para ejercer una práctica consentida con un novio no equivalía a
negar que hubiera existido previamente una forzada (máxime si se
tiene en cuenta que la primera, conforme a la descripción fáctica,
había terminado trunca porque consiguió zafarse).
f. Otra prueba valorada por el tribunal fue que Bruh, a los
pocos días de ocurrido este primer suceso, concurrió a una guardia
ginecológica por temor a que su vagina se hubiera infectado con
bacterias anales, “…indicio que solo puede leerse en el sentido de lo
denunciado en esta causa…” (p. 414).
La recurrente adujo que la supuesta infección urinaria
había sido descartada al requerirse la historia clínica ampliada durante
el juicio y ello echaba por tierra la materialidad del abuso; mas el dato
relevado por el a quo no consistió en la existencia y causas concretas
de la infección (en efecto, en la historia clínica quedó asentado que no
era posible asegurar que se hubiera originado en tal traspaso de
bacterias), sino en la sola circunstancia de que ella se hubiera
presentado en esa guardia, que resultaba coherente con el abuso
sufrido (“…fue al hospital porque consideró que los fuertes dolores
que venía sintiendo podían estar conectados con el hecho de haber
#30922401#294657179#20210630151001261
sido penetrada por la vagina sin preservativo, luego del acceso
anal…”, p. 414 citada). Por ende, carece de repercusión el resultado
final del cultivo, pese a que de todos modos se constató la presencia
de bacilos en la muestra, según reconoce la defensa en su alegato (p.
83). En este sentido, se destaca que el ginecólogo Valencia Jaramillo
indicó, con la historia clínica a la vista, que por los síntomas que
padecía la paciente había sido tratada con ciprofloxacina (p. 168); a lo
que se suma de su lectura que el tratamiento también incluyó óvulos
(fs. 174). En cuanto al urocultivo, en la constancia respectiva, se lee:
“…Se obtuvo regular desarrollo de mezcla de cocos Grampositivos y
bacilos Gramnegativos. Probable contaminacion…”. Todos estos
extremos permiten colegir que los síntomas que presentaba Bruh
efectivamente eran compatibles con una infección en la zona, lo cual
se traduce en un indicio más que abona su versión.
Alegó la defensa que Valencia Jaramillo había
desmentido a Bruh al aclarar que, si ella le hubiera referido haber
mantenido relaciones sexuales anales y vaginales, lo habría
consignado; en la misma línea agregó que, mientras que ella dijo
haber manifestado lo ocurrido a la psicóloga Barcala y a la psiquiatra
Schmee, éstas negaron recordar algún episodio de violencia sexual.
Pues bien, aquí nuevamente la sentencia recogió estos
cuestionamientos y expuso que, aunque fuera cierto que la
denunciante no contó lo ocurrido a los profesionales del Hospital
Alemán, tenía una explicación lógica que ella misma había dado en el
debate (y que la asistencia técnica aquí desatendió): “…tenía
vergüenza de que extraños supieran que había sido violada por el
ano. Además, no quería enfrentarse con la realidad de quién era
Castro…” (p. 415).
Las restantes observaciones sobre las constancias de
atención en ese nosocomio (que no concurrió a la guardia psicológica
por este abuso sino antes, que Barcala había asentado
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
comportamientos obsesivos de la paciente con su pareja, que podía
acercarse a un trastorno límite de la personalidad) resultan irrelevantes
para el caso y no inciden en la apreciación de este hecho juzgado; por
lo demás, las relativas a que la licenciada había aclarado “que todo lo
que decía de Castro era por dichos de Bruh” y al origen previo –a la
relación– de los síntomas ya han sido respondidas antes (al desarrollar
el valor de los testigos de oídas y al negar que los síntomas anteriores
excluyan a los posteriores, cfr. puntos II.9.a y II.8.c).
Pero más aún, el voto de la mayoría entendió que, si el
abuso de Mar del Plata hubiera sido falso, el comentario a su amigo y
el acompañamiento al Hospital Alemán (todo coetáneo y muy anterior
a la denuncia) habría implicado una preconstitución de prueba
absurda, incompatible con el perfil percibido en ella (p. 416), lo que
resulta una inferencia pertinente y relevante para validar la
credibilidad al relato de Bruh asignada en la sentencia.
g. En cuanto a la declaración de Bruh ante la OVD, la
jueza y el juez explicaron que, de haber sido cierta la preconstitución
de prueba recién señalada, lo primero que habría contado en esa
oficina habría sido justamente este abuso (p. 415). Asimismo, ella
había concurrido a relatar el último padecimiento: las lesiones del 8 de
marzo de 2017; y si bien se desconocían los motivos por los que había
sorteado el primer hecho (quizás por olvido o por vergüenza), la
defensa no la había confrontado en el juicio con aquella declaración.
Aquí resaltaron (como ya se adelantó) que no podían obviarse las
dificultades que Bruh debió superar para finalmente animarse a
denunciarlo: “…enfrente tenía a un fiscal general con aceitados
contactos en el poder judicial, que en reiteradas oportunidades le
hizo saber cuál era el rol y el poder de cada uno; las características
de la relación perversa en la que se encontraba sometida la llevaban
a perdonarlo todo el tiempo y a justificar los maltratos de Castro; su
frágil personalidad le impedía poner límites a situaciones de riesgo;
#30922401#294657179#20210630151001261
denunciarlo implicaba asumir consecuencias costosas a nivel
emocional, laboral y académico; entre otras…”. Entonces, resultaba
lógico que, una vez que pudo poner en palabras los maltratos sufridos
(con el correr del tiempo y el asesoramiento adecuado), también pudo
exponer el abuso de octubre de 2016 (ps. 415/416).
La explicación se presenta razonable y no ha sido
discutida. La circunstancia de que la nombrada no haya narrado este
acontecimiento en la OVD resulta insuficiente para fundar la duda de
si efectivamente ocurrió, máxime cuando (como reconoce la propia
parte) sí lo relató en todas las oportunidades en que declaró en sede
judicial. Del mismo modo, cabe reiterar aquí lo indicado sobre el
valor de la declaración prestada en el juicio y la falta de confrontación
de sus dichos con anteriores declaraciones.
h. Luego, en la sentencia se abordaron las críticas
concernientes al contenido de los mensajes intercambiados entre la
pareja, vinculados con los planteos efectuados en el recurso sobre la
prueba de la materialidad de este primer suceso. En síntesis, la
defensa postula que los chats extraídos del teléfono celular de Bruh
nada aportan puesto que, amén de tratarse de una “edición” de más de
novecientas hojas de un “intenso intercambio”, no se plasma el
contexto que la pareja atravesaba para esa época (única manera de
comprender su “sentido y significado”) y en ellos no se menciona este
hecho puntual ni ella se lo recrimina. Incluso era contrario al sentido
común que, tras haber sido víctima de una violación, Bruh le
preguntara a Castro si había llegado bien.
Esto último fue específicamente analizado en la
resolución. Se indicó que el reproche no podía prosperar, en tanto la
fiscal había argumentado y acreditado “…el contexto de violencia de
género en el que Bruh se encontraba inmersa, como también su
compleja situación de extrema vulnerabilidad y sumisión a Castro.
Cuadro que evidencia la falta de reacción de la víctima luego de ser
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
abusada sexualmente y la naturalización de tales conductas…”. En
esta inteligencia, se destacó que los múltiples informes y peritajes
psicológicos, sumados al contenido de las conversaciones entre ellos,
probaban “…acabadamente su dificultad para poner límites a
situaciones que la afectaban seriamente, ya que se trataba de una
mujer lábil con inmadurez emocional y dependencia afectiva, con
pocos recursos defensivos para hacer frente a situaciones de
riesgo…” (p. 417). Más adelante se añadió que ella “…
constantemente lo perdonara o soportara las agresiones a las que la
tenía sometida dentro de un círculo de innegable violencia doméstica,
explica por qué en esos momentos toleró y ‘naturalizó’ ese abuso: ‘le
terminaba pidiendo disculpas yo por lo que él me hacía. Viéndolo a
lo lejos no puedo creer que acepté tantas cosas’…” (la negrita es del
original, ps. 419/420); circunstancia que no exculpaba a Castro y que,
de todos modos, había sido exteriorizada por ella frente a terceros que
así lo habían rememorado en el debate (recordar aquí el análisis de los
testimonios de sus compañeros de posgrado Buono y Schmidt, ver
punto II.9.c).
En este marco, las objeciones de la asistencia técnica
reposan en la negación del contexto de violencia de género, como ya
se vio antes, y en la utilización de ciertos estereotipos. En primer
término, justifica los mensajes enviados por Castro con el argumento
de “las situaciones concretas que la pareja atravesaba para esa época”,
sin embargo, este razonamiento desconoce que los altercados
puntuales a los que refiere no autorizan esta clase de violencia ni
modifican el “sentido y significado del intercambio”; en definitiva, el
contenido de esos mensajes no puede ser minimizado. Por lo demás, la
sentencia sí consideró el contexto que reclama la parte, como ya se
analizó a lo largo de este voto; sólo que le otorgó un alcance distinto
al que postulan Castro y su defensa (que evidencia, reitero, un recorte
a meros altercados específicos).
#30922401#294657179#20210630151001261
En sentido similar, las valoraciones que efectúa la
defensa sobre el presunto comportamiento posterior de Bruh (que no
recriminó el abuso y que “…insistió enviando mensajes para estar
todo el tiempo conectada a Julio Castro…”, p. 24), además de
desconocer los fundamentos de la sentencia sobre aquel entorno y sus
implicancias, parten del estereotipo de que todas las víctimas de
violencia sexual necesariamente deben registrar ciertas secuelas y
reaccionar o responder de acuerdo con un determinado patrón
uniforme. Así, propone una visión unitaria, uniforme y alejada de las
particularidades del caso, que no encuentra sustento en la prueba y es
contraria a lo dicho en el punto II.4.b. Al mismo tiempo, las
explicaciones orientadas a restarle entidad a las frases proferidas por
el imputado conducen a normalizar el maltrato que caracterizaba el
vínculo. Cabe recordar que, si bien se adviertieron ciertos mensajes de
la denunciante en los que insultaba a Castro, existen muchos otros que
demuestran que deseaba mantener la relación (“…Solo que me
preocupa pifiarla, tengo miedo de que sea tarde y que sea irreversible
tus sentimientos hacia mi…”, p. 296; “…Te pedí que pienses en que
volvamos a estar juntos pero en otras condiciones modificando yo
lo q hice mal. Mis celos etc. yo si voy a cambiar…”, ps. 300/301; “…
Y por favor no te abuses de mis sentimientos puros para herirme.
Vos sabes que si hay una persona que te defiende a muerte ante
quien sea y te cuida soy yo…yo soy una simple piba que le pide a su
ex que reconsidere mejorar un vínculo con ella, tener un vínculo
sano y normal sin insultos ni agresiones, en paz…Si lo pensas dos
minutos te das cuenta que realmente me importa lo q suceda entre
ambos y la relación…”, p. 302; “…Por momentos estábamos bien y
quiero q estemos bien. Te amo y te extraño…”, p. 315; “…Extraño
todo con vos. Sos la única persona con la que quiero estar :(…Yo
quiero la relación con vos y el sexo está incluido en ello…Pero yo
no quiero que sea sexo solo entre nosotros…Para mí no sos eso…”,
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
p. 315; “…Me gustaría que te quedes a dormir conmigo…”, p. 316;
“…Perdona que este tan triste pero para mí es muy frustrante no
poder seguir siendo tu novia. Yo extraño la estabilidad y estar con
vos. Me pone mal estar a la deriva. Y nada te veo tan decidido a no
estar conmigo q me mata. Es eso…”, p. 317; “…Te pido que aunque
sea tratemos de tener un vínculo mientras nada más…Yo quiero estar
con vos del todo. No la situación ambigua de que tenemos sexo como
pareja (sabes a q me refiero) y sin embargo estamos separados. Me
pone mal me gustaría que podamos tener un vínculo distinto…No
quiero estar con otros tipos mientras espero que vos te decidas por si
queres o no estar conmigo. O viceversa…A mí me importas…”, p.
318).
Por otro lado, si bien la defensa cuestiona que el tribunal
haya optado por seleccionar sólo algunos de los mensajes,
proporciona una pequeña parte de los que considera omitidos, con lo
cual carece de justificación suficiente la conclusión que propone a
partir de ellos, esto es, que ese abuso “jamás existió”. Al margen, cabe
preguntarse de qué otra forma podrían haberse incorporado esos
mensajes sino a través de una “edición” (que no es otra cosa que una
interpretación de cuáles son relevantes), cuando la propia recurrente
reconoce que el material alcanza novecientas hojas.
Finalmente, las restantes observaciones que formula
radican en pormenores carentes de relevancia (que la pareja venía
discutiendo, que ella propuso hacer el viaje, que estaba inestable
emocionalmente por el posible corte de la relación de parte de él y
hacía surgir la amenaza de la denuncia); y lo mismo aplica para la
grabación hallada en el segundo celular pues, independientemente de
quién la habría registrado, del solo hecho de que Castro allí negara
haberle pegado y ella hubiera asentido no se deriva la imposibilidad
de “sostener que un mes antes la había violado” (máxime cuando ella
#30922401#294657179#20210630151001261
seguidamente aclara que “la agredía de otras maneras”, sin perjuicio
de la interpretación que de esa frase propone la defensa).
En suma, el planteo sobre el contexto reflejado en estos
mensajes se origina en un enfoque incompleto y en muchos aspectos
refleja una concepción estereotipada, basada en estructuras que
avasallan el lugar de la mujer y, entre otras cosas, le cargan la
responsabilidad de los ataques (de todo tipo) que ella misma sufre.
También soslaya el valor del continuo (citado en el punto II.4.b) como
perspectiva para determinar el mérito de la imputación, en tanto “…la
violencia contra la mujer, en importante cantidad de casos, no está
constituida por un hecho aislado que se resume en los elementos de la
tipicidad, sino por una situación dinámica y más o menos perdurable,
multiforme, y no necesariamente típica, que debe ser aprehendida de
modo contextual…Esta comprensión…que examina de modo
dinámico la conducta del imputado y de la presunta víctima, las
relaciones de dominio, sometimiento y subordinación, es pertinente
en la apreciación de los hechos típicos…” (cfr. precedente “Montes”
transcripto en aquel acápite).
i. El siguiente punto destacado y discutido concierne a la
mecánica del hecho. Aquí nuevamente la impugnante reprodujo sus
alegaciones del juicio y expuso que la descripción de Bruh era
impracticable (“dos de sus manos –las de Castro– supuestamente la
inmovilizan” y él no contaba con ayuda para alcanzar el objetivo);
amén de que, dada la verbalización de la intención, la concreción
debía haber dejado marcas o lesiones que no se habían constatado.
Esta cuestión también fue analizada en la sentencia: “…Pese a lo
alegado, Bruh describió perfectamente en qué consistió el abuso,
cómo estaban ubicados ambos, qué dijeron, de donde la tomó,
etcétera. Como ya mencioné, no hay elementos para dudar de su
testimonio…” (p. 419).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
A eso cabe sumar otras reflexiones. La primera, que la
defensa insistió en el asunto sin responder concretamente los
fundamentos del a quo, desconociendo que la mera reedición de la
controversia en esta instancia sin nuevos argumentos es insuficiente
para refutar el razonamiento. La segunda, que de la visualización del
registro fílmico del debate (llevada a cabo con el fin de garantizar de
la manera más amplia posible la revisión de la sentencia cuestionada)
efectivamente se observa que Bruh explicó en detalle, incluso con
ciertas mímicas y gestos corporales, cómo fue sujetada (ver archivo
titulado “12968”, hora 1:04:40 en adelante). Y, cuando fue preguntada
por el representante de la fiscalía sobre la posibilidad de
inmovilización con otra parte del cuerpo, no respondió
afirmativamente, sino que reiteró y reprodujo el empleo de los brazos,
remarcando que su pareja tenía mucha fuerza (“…parecía un animal,
o sea no era normal…estaba como muy exacerbado…exaltado, no
sé…”). Esto impregna de un grado de seguridad mayor a la mecánica
del hecho descripta.
La tercera, atinente a la dificultad de concretar una
penetración anal sin consentimiento (según el Dr. Fama) y sin
“ayuda”. Resulta claro que estas precisiones brindadas por el médico
no se traducen necesariamente en una imposibilidad lisa y llana de
hacerlo; además, justamente en esta oportunidad, según narró Bruh,
movió su cadera y pudo zafarse, como reseñó en su relato y como
receptan los propios defensores al citar los dichos del médico en el
debate: “debe quedar totalmente inmovilizada pues basta un
movimiento para evitarla” (p. 93). De este modo, el testimonio del
médico Farma avala lo dicho por Bruh, en cuanto a que ella logró
soltarse.
En cuarto lugar, las consideraciones vinculadas con el
modo en que se desenvolvió la relación sexual, es decir el “aviso” que
había dado Castro de su intención, el necesario uso de violencia
#30922401#294657179#20210630151001261
explícita (que aquí no había dejado secuelas físicas) y la clase de
resistencia que debía emplear la damnificada (conforme a la doctrina
que reprodujo) no hacen sino, nuevamente, cargar en la mujer la
responsabilidad del abuso por no haber reaccionado de determinada
forma frente a él o no haber hecho lo suficiente para impedirlo. Como
dije en los casos “Báez”72 y “Contrera Serrano”73, se traslada a la
mujer la responsabilidad de repeler una agresión sexual cuando no
existe ningún motivo por el cual deba soportarla, pese a que exista un
“anuncio” previo; y se trasluce la concepción cultural estereotipada
mencionada antes, en desmedro de los derechos de aquéllas y del
carácter fundamental de su consentimiento. Reconocidas opiniones
destacan que “…la utilización de estas concepciones estereotipadas
influye en el mayor grado de desprotección para la libertad sexual de
las mujeres y coarta el acceso al sistema de administración de
justicia en condiciones de igualdad…”74.
Por lo demás, la recurrente pasa por alto que, para que se
configure este delito y más allá de la mecánica efectivamente
comprobada que aquí incluyó el uso de violencia, nuestra legislación
no requiere que la víctima oponga resistencia, sino tan sólo que no
haya consentido la relación sexual, lo cual entiendo ha sido
acreditado en el caso.
10. En cuanto al segundo abuso (Hecho III), para
relacionarlo con lo recién analizado, comenzaré con el planteo de su
imposibilidad mecánica.
a. Bruh aclaró en el juicio (ver mismo archivo “12968”,
hora 1:06:35 en adelante) que en este caso Castro había conseguido
inmovilizarla mucho más fácilmente, aprovechando que estaban
dispuestos a mantener relaciones sexuales vía vaginal y la posición en
que ella se había colocado (de espaldas, en cuatro puntos de apoyo).
72
Sentencia del 9.9.19, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 1232/19.
73
Sentencia del 25.10.19, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1518/19.
74
Cfr. Julieta DI CORLETO, “Límites a la prueba del consentimiento en el delito de violación”,
“Nueva Doctrina Penal”, t. 2006/b, p. 430.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Especificó y exhibió gráficamente, mediante gesticulaciones con sus
brazos y torso, cómo se encontraba ella (con los brazos extendidos),
qué movimiento hizo él para tomarla con sus manos y sujetarla, y
cómo quedó posicionada en consecuencia (con sus brazos flexionados
y en cuclillas).
La contundencia y claridad de su exposición, sumadas a
lo analizado en el punto anterior en torno al hecho I, despejan toda
incertidumbre acerca de la mecánica de este hecho.
b. Con respecto a este suceso, el voto de la mayoría
reiteró que no existía ningún indicio para dudar de la veracidad de los
dichos de Bruh. Acto seguido evaluaron los audios enviados a Fusoni
el 25 de enero de 2017, que transcribieron; y resaltaron que la
descripción allí narrada guardaba correlato con el contenido de los
chats entre la denunciante y el acusado del 24 de enero de 2017,
previos a ese encuentro (ps. 420/421).
La defensa sostuvo (reiterando lo alegado en el debate)
que en el primer audio enviado a Fusoni nada se decía sobre una
agresión o violación y que en el segundo, si bien existía una referencia
a una relación sexual vía anal, reseñaba una escena diversa a la
relatada en el testimonio ya que aludía a un “intento”; además, de allí
surgía la preocupación por no ser novios y la ausencia de
profundización en lo que “debía ser el centro de esa conversación, el
supuesto abuso”. Frente a esto, los jueces de mérito contestaron que se
desconocían los motivos por los que no habría dado más detalles y se
podía inferir de la prueba que había sido por vergüenza; pero que
poco importaba cuando no existían elementos para descreer de su
veracidad y en el juicio había asegurado “…categóricamente que
Castro la penetró por el ano…” (ps. 422/423).
La impugnante insiste en sus críticas pero no repara en
los fundamentos de la sentencia. Además, desliza algunos argumentos
y frases con poco o nulo sustento. Así, que “por la ambigüedad del
#30922401#294657179#20210630151001261
lenguaje y la contradicción con sus dichos, ninguna certeza aporta
sobre lo realmente ocurrido”, sin exponer claramente en qué consiste
tal ambigüedad o contradicción; o bien que “su expresión no se
compadece con un abuso, pues se colocaba en un rol activo en la
relación sexual”, sin explicar de qué dato extrae esa aseveración. Lo
mismo con respecto a la “ambigüedad” que asigna a las locuciones de
Bruh cuando solicitaba a Fusoni “que declarara en la causa toda la
verdad”, lo cual a su criterio generaba “grandes dudas” por “el
contexto” y la escasa memoria de la testigo: aquí tampoco señala ni se
vislumbra la supuesta anfibología de tal frase, que se percibe clara y
directa; ni la conexión entre tal pedido y el modo en que finalmente se
expidió la nombrada.
Ahora bien, la presunta discordancia entre la frase del
segundo audio (“intentó” accederla analmente) y su testimonio
(penetración completa) no reside en una contradicción propiamente
dicha, sino que refleja descripciones de distintos segmentos del iter
criminis de una misma conducta que no se excluyen entre sí. En
efecto, y amén de que no resulta exigible la misma exactitud en un
mensaje de Whatsapp que en una declaración judicial, el contenido de
aquél no descarta que Castro haya hecho luego caso omiso a su
negativa y consumado la penetración; e incluso podría llegar a
sugerirlo (“…Encima intentó hacerme ya sabés qué, lo otro, y lo otro
yo tipo lo quería hacer con un novio. Imaginate esperé 29 años y…
cómo se llama, nada, quiso intentar. No sé qué, bla, bla. Igual yo le
decía ‘me duele la situación, yo quiero hacerlo con un novio, no sé
qué’, y el tipo nada, no le importaba nada. No escucha al otro ni le
importa…”; lo cual puede traslucir la consumación del hecho –cfr. p.
319 de la sentencia, la negrita me pertenece–). De todos modos,
cualquiera sea la interpretación, es incorrecto inferir que la
imprecisión marcada conduzca a dudar sobre la efectiva existencia del
abuso carnal (independientemente del grado de introducción del
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
como ya se vio (punto II.9.h). Del mismo modo, la defensa argumenta
lo improbable de que haya sucedido el abuso si Bruh envió al acusado
un mensaje al día siguiente preguntando si había llegado,
razonamiento que también responde a un estereotipo (mismo punto
II.9.h).
d. En cuanto a los cuestionamientos hacia el testimonio
de Fusoni, éstos desatienden que, si bien es cierto que la testigo poco
recordó, el aspecto esencial vinculado con ella para la sentencia no
residió en su relato en el juicio, sino en los mensajes intercambiados
con Bruh. De allí que poca trascendencia revistan los siguientes
detalles, que de por sí son periféricos, irrelevantes para contradecir las
hipótesis en juego: si dijo que no tenía amistad con la denunciante, o
que no memorizara referencias a prácticas sexuales no consentidas, o
si contó que aquélla controlaba a Castro o que poseía ciertas
aplicaciones instaladas y otros teléfonos.
Además, lo “inexplicable” de su actitud reticente, dada la
gravedad de los hechos que aquélla le había confiado, no conduce a
afirmar que existió mendacidad de su parte; más bien, puede hallar
mejor explicación en las razones consignadas en la sentencia al
decidir no promover la investigación de la posible comisión del delito
previsto en el art. 275, CP, (falso testimonio): “…la falta de memoria
es una reacción común por el tiempo transcurrido y dudar de datos
de los que no estaba segura, puede obedecer a que, como empleada
del Poder Judicial, dimensiona más que otros testigos la importancia
de ser preciso y no dar por cierto situaciones de las que no esté
segura en un juicio para no inducir a error a los jueces…” (p. 462).
O, quizás mejor aún, en las reflexiones sobre el desarrollo
del debate y la prueba plasmadas en el último acápite del voto: “…En
el debate llamó la atención que los testigos amigos de Bruh parecían
atemorizados y hubo que preguntarles varias veces hasta que
contaron lo percibido por ellos, en consonancia con la versión de la
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
víctima. De sus dichos se descarta que Bruh los intimidara, más bien
parecía originarse en la situación de juicio y tener frente a ellos a un
conocido Fiscal General…” (p. 450).
e. Del silencio de Bruh ante la psicóloga Balcone Rey (ya
alegado en el juicio), quien la atendió al día siguiente de ocurrido este
abuso, nuevamente se hizo cargo el tribunal. Destacó que no podía
desconocerse “…la lucha interna que existe en la víctima de este tipo
de delitos, entre la vergüenza de exteriorizar los abusos, la dificultad
para enfrentarse a la idea de que la persona que ama la lastima y la
necesidad desesperada de pedir ayuda…”; y agregó que al contarlo
“…no podía seguir negando los abusos de todo tipo de Castro,
cuestionándose, como lo dijo finalmente en la audiencia, que era
increíble que hubiera soportado semejantes sufrimientos…” (p. 423).
Esta fundamentación resulta pertinente (y concordante con lo ya dicho
acerca de las dificultades que atraviesan las víctimas de esta clase de
delitos).
11. Tras estimar contestados los descargos relativos a los
dos sucesos puntuales, el voto de la mayoría pasó a referirse al resto
de las consideraciones genéricas realizadas por el imputado y sus
letrados; y muchas de ellas fueron analizadas en el recurso
(principalmente al abordar las “otras pruebas sobre el contexto de los
hechos”).
a. Así, la asistencia técnica objetó los peritajes e informes
de personalidad de la denunciante y de su pupilo. Los planteos que
apuntan a la primera ya han sido tratados en el punto II.8.c de este
voto, al analizar la credibilidad de su relato; los demás serán
examinados aquí.
En primer término, el recurso esgrimió que la sentencia
era tan parcial que sólo citaba informes de los peritos de las partes
acusadoras y eludía los de la defensa (e incluso los oficiales),
regañando genéricamente que se hubiera valorado el informe privado
#30922401#294657179#20210630151001261
suscripto por Balcone Rey. Sin embargo, de los propios de la defensa,
solo mencionó: “…Evitaremos su valoración para no cansar aún más
la atención de V.E…”; “…no cansaremos la atención de V.E.
evaluando lo expuesto por los peritos de parte de Castro…” (ps. 58 y
61 respectivamente). La falta de mención y análisis sobre estos datos
cuya omisión reprocha impide establecer su pertinencia y quita todo
apoyo al reclamo, con lo cual nada cabe añadir.
La siguiente crítica versó en torno a la psicóloga oficial
Bueres, quien había participado en todos los peritajes, compulsado
todas las constancias y concluido que se trató de un vínculo
patológico no violento y que no había notado una relación asimétrica;
lo cual era ignorado en el voto. Sin embargo, la defensa soslaya
diversos aspectos importantes evaluados en la resolución. Primero,
allí se recordó “…que la información que pueda desprenderse de
tales exámenes es tan sólo un indicio más a tener en cuenta al
momento de valorar la totalidad de la prueba producida, sin que
quepa asignarle un valor determinante sobre la definición de la
personalidad del imputado y menos la imposibilidad de cometer
delitos…” (p. 430). Este argumento no mereció reparo de la
recurrente y, a su vez, coincide con lo dicho en precedentes como
“Paredes”75 y “Benítez Martínez”76 en cuanto a que la actividad de
los peritos no es de por sí vinculante, sino que está sujeta a la
valoración de los jueces y su fuerza persuasiva dependerá de sus
fundamentos y su relación con las conclusiones a las que arriban.
Fue sobre esa base que la jueza y el juez aquí derivaron la
existencia de la asimetría, ponderando diversa prueba a la que
asignaron relevancia, sin tomar en cuenta únicamente la de peritos: la
notoria diferencia de edad entre ambos (Castro le llevaba casi
veinticinco años) demostraba “…que tenía mayor facilidad para
imponer su voluntad en base a su amplia experiencia sobre las cosas
75
Sentencia del 9.4.18, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 346/18.
76
Sentencia del 24.8.18, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1012/18.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
y sus relaciones profesionales e interpersonales. En ese sentido, de
los chats se desprende que muchas veces le reprochaba a ella que
debía consultarlo antes de tomar decisiones, como también que se
enojaba si Bruh no actuaba como él pretendía…”. A eso se sumaba
“…la circunstancia probada de que él era un fiscal general de la
Nación y con probabilidades en ese momento ciertas de convertirse
en juez federal; mientras que la víctima era una joven empleada de
rango bajo. Castro contaba con 35 años de experiencia en el ámbito
judicial, era titular de la UFISEX y desarrollaba numerosas
actividades académicas. Es por ello que Bruh tanto lo admiraba,
colocándolo en un pedestal, en un rol de superioridad, como ella
reconoció y surge de los chats. Situación que era aprovechada por
Castro para ‘trabajar’ sobre su baja autoestima y manipularla
fácilmente. Así, en muchas oportunidades generaba en la víctima un
estado de inseguridad que muchas veces la llevaba a ocultar los
maltratos o a complacerlo…” (ps. 427/428).
Recién allí destacaron que la marcada desigualdad en el
vínculo, en perjuicio de Bruh, también había sido advertida por
algunos de los especialistas; y trajeron a colación el testimonio de
Larcamon, quien apuntó que el vínculo era “…totalmente
asimétrico…No solo en la diferencia de edad…sino también por todo
lo que implica esta relación de poder en la que el doctor era un
funcionario, esto tiene peso simbólico. La diferencia también estaba
dada por la relación que él tenía con otras personas, con otros
profesionales. El trabajo por delitos sexuales. Sabe de este tema.
C[ó]mo defenderse. Pocas veces he visto tantos abogados de este
lado…” (ps. 428/429, el resaltado es del original). Que en el recurso
se reduzca este examen a “meras apreciaciones subjetivas” no le resta
validez a la inferencia del a quo sobre la modalidad vincular; antes
bien, refleja una pura disconformidad de criterio.
#30922401#294657179#20210630151001261
Además, el planteo se origina en un análisis segmentado
de las conclusiones de Bueres, pues la sentencia tomó en cuenta
conclusiones que avalaban su razonamiento. Sin perjuicio del empleo
del concepto “violencia”, la profesional señaló que Castro “…frente a
situaciones que le generen frustración, puede tender a desbordes
emocionales…Denoto dificultades para percibir las necesidades y
diferencias psicoemocionales de su entorno, privilegiando las
propias; tendiendo a minimizar las consecuencias y/o riesgos, de
situaciones vinculares patológicas…Dichas características
repercuten en el establecimiento de sus vínculos y en su relación con
el entorno…” (ps. 430/431). Acerca de este análisis nada se dijo en la
impugnación.
Luego, se discutió que se citara el peritaje psiquiátrico
realizado por Noemí Tenenbaum del MPF obviando que se trataba de
una profesional de la acusación, transcribiendo sólo las conclusiones
de su informe ampliatorio y soslayando que éstas contradecían
“abierta y palmariamente” las plasmadas junto con el psiquiatra
oficial Verducci y las asentadas en el informe psicológico (elaborado
por tres peritas: la oficial, Orggatti, y las propuestas por la defensa y
por la fiscalía: Sedler y Valero). En este punto, las defensoras no sólo
no explican y ni siquiera mencionan a qué contradicciones aluden, lo
cual de por sí impide abordar la queja, sino que tampoco precisan de
qué forma los tramos que transcriben de aquellas piezas abonarían su
hipótesis del caso, cuando sólo se leen afecciones mentales o
características no verificadas en Castro (p. 64).
Aquí queda claro que no se atiende a las consideraciones
que, tras recordar el informe de Tenenbaum, la jueza y el juez
brindaron en lo relativo a los peritajes: “…a los fines de establecer la
responsabilidad penal de cualquier imputado en este tipo de casos,
no se requiere necesariamente la constatación de un perfil de
abusador sexual o de un trastorno vinculado con la sexualidad. Los
informes psicológicos y psiquiátricos solo en algunos casos permiten
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
contemplaron (ver también punto II.7.b). Así, este testimonio es
insuficiente para acreditar la pretendida ajenidad de Castro.
b. Otra de las pruebas discutidas es el sumario
administrativo de la PGN seguido contra Castro. La defensa señala
que las imputaciones no tenían relación con los hechos aquí
ventilados, que el expediente carecía de resolución final, que cada una
de las personas que lo denunció tenía motivos laborales para estar
enojada con el imputado, que se había ignorado a veinte testigos que
habían declarado a su favor o referido no haber sufrido maltrato y que
la mención correspondía a un “derecho penal de autor”.
Ahora bien, inicialmente interesa remarcar que quienes
ejercen la defensa no se opusieron a la incorporación de ese
expediente al juicio (cfr. el decreto que ordena su producción a
instancias de la querellante y el que plasma su recepción, fs. 466/468
y 540 respectivamente). Aclarado esto, en el voto de la mayoría se lo
valoró concretamente así: “…Sin ingresar en el análisis sobre la
veracidad del contenido de las denuncias, lo cierto es que de su
lectura surge que al menos siete mujeres dijeron que, muchos años
antes de que Castro conociera a Bruh, éste las maltrataba y acosaba
laboral y sexualmente en el trabajo, incomodándolas con gestos,
frases, gemidos o miradas libidinosas. Prueba que como mínimo
constituye un indicio sobre la personalidad de Castro y, al menos, lo
mal que se sienten muchas mujeres a causa de su trato…” (p. 432;
el destacado no es del original).
Frente a tal evaluación, la defensa deja de lado que ese
elemento fue caracterizado como un mero indicio de la personalidad
de Castro; extremo que relativiza la falta de conexión con esta causa,
la ausencia de resolución final y las reflexiones sobre la clase de
derecho penal materializado en la sentencia, que, por lo demás,
rechazó aplicar un derecho penal de autor sobre la base de peritajes
psiquiátricos o psicológicos, como se vio en el punto anterior. Por otro
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
paso del tiempo transcurrido desde el segundo (que, por cierto, no se
advierte excesivo) no desvirtúa la solidez de su anuncio ni la
credibilidad que ya ha sido materia de análisis (punto II.8).
Luego, la defensa apuntó al vínculo tóxico de la pareja
definido por los profesionales, que algunos llegaron a calificar como
potencialmente violento; mas ya se ha visto al examinar la modalidad
de la relación que sus características no empañan la gravedad de los
hechos que Bruh denunció y se consideraron probados. Finalmente, la
defensa insiste otra vez en que sus rasgos o cualidades personales
(ansiedad, verborragia, angustia) eran anteriores al vínculo con
Castro; tema ya respondido y cuya relevancia probatoria fue
desechada (punto II.8.c).
De este mismo informe la defensa objetó, al igual que en
el debate, que tampoco era cierto lo allí consignado sobre la relación
de Bruh con su familia y amigos, que todos eran vínculos cercanos
por acotado tiempo y que la nombrada había referido estar muy sola.
Así, ignoró los fundamentos de la sentencia en este aspecto: “…
Descargo cuya conexión con los hechos no logró demostrar, ya que
hasta los más solitarios tienen derecho a que se respete su libertad
sexual. Sin perjuicio de ello, en el debate declararon varios amigos
de ella, aunque un poco cansados por la labilidad de ella, pero
cercanos y que sostuvieron en su relato cierta profundidad del
vínculo que los unía. Recuérdese que todos la alentaban para poder
salir del vínculo enfermizo que padecía…” (p. 426). El razonamiento
resulta pertinente y el argumento propuesto por la defensa de que
Bruh trasmitía a “sus entrevistadores de turno” la realidad que quería
presentar carece de sustento.
Por último, la parte recurrente esbozó una duda sobre este
informe: si el “riesgo medio” verificado por el equipo interviniente
resultaba compatible con los abusos. Amén del carácter retórico de la
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
orden, se acude nuevamente a la idea genérica de que las expresiones
son “descontextualizadas” (porque no se había establecido su fecha
exacta) y a un cambio de roles permanente, intentando una suerte de
justificación de Castro que soslaya el contexto de violencia de género
ya narrado y pormenorizado.
d. Asimismo, fue citado en el recurso el testimonio de
Daniel Pavlovski, mas sólo para remarcar que había negado recordar
situaciones violentas entre la pareja y haberla desvinculado a ella del
posgrado por la denuncia formulada. Sin embargo, resulta claro que
ninguno de esos dos extremos, que reposan en apreciaciones
subjetivas del testigo, alcanza a demostrar que la víctima haya sido
mendaz o que los sucesos no hayan existido; así, este solitario
cuestionamiento pierde virtualidad frente al resto de las pruebas.
13. Otro de los planteos, articulado al inicio del recurso,
atañe a la descripción de los hechos y a lo que la defensa denunció
como la incorporación de valoraciones o adjetivaciones que no
surgían del requerimiento fiscal ni de la prueba. Sobre el hecho
número I, en concreto, la defensa impugna el momento específico en
que habría ocurrido, la inmovilización de Bruh tomándola con dureza
de los brazos (el modo), la penetración vaginal posterior no
consentida, el aprovechamiento (esto también con respecto al hecho el
III), la negación constante de Bruh y que haya conseguido “zafarse”.
Ahora bien, en primer lugar interesa resaltar que la
asistencia técnica no vinculó estas críticas con una eventual
vulneración al principio de congruencia, ni explicó de qué manera la
imprecisión en el horario y la añadidura de los demás pormenores
configuraban un agravio, o afectaban algún derecho de su defendido,
o implicaban la invalidez de la sentencia. No obstante, y en aras de
garantizar su revisión amplia, advierto que la idea básica de la
imputación se mantuvo inalterada a lo largo del proceso en los
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
términos desarrollados en numerosos casos (“Acosta”77, “Gómez”78,
“Álvarez”79, “Pumara”80, “De Rosa”81, “Ledesma”82, “Miranda y
Pérez”83, “Cicopieri”84, entre muchos otros) y descarto que las
diferencias apuntadas se vinculen con aspectos esenciales de los
sucesos que de alguna forma hayan sorprendido a Castro o le hayan
impedido ejercer debidamente su defensa.
Por otro lado, algunos de los datos cuestionados ya
estaban descriptos en la acusación y otros se desprenden de la
declaración de Bruh en el debate (cuyo registro fílmico, como ya
expuse, obra en el archivo de nombre “12968”); pero, reitero, no
alteran ni modifican el núcleo de la imputación. Ella se pronunció en
torno a la manera en que logró ser inmovilizada por un momento y
cómo luego pudo zafarse (esto ya se vio antes, al desecharse la
reclamada imposibilidad de la mecánica, ver punto II.9.i); a que en
todo momento ella se negaba a la práctica, límite que había sido
establecido con anterioridad; a que ningún tramo de aquella relación
sexual había sido consentido, incluida la penetración vaginal
posterior, pese al carácter acotado de la denuncia (explicado en el
fallo y ya repasado en el punto II.8.a; además relevo que esta
circunstancia de modo está descripta en el requerimiento de elevación
a juicio, ver fs. 380/399); y al aprovechamiento por estar ambos
acostados en la cama y ella, cansada y en ropa interior (sobre los
últimos puntos ver hora 1:03:00 en adelante del video de su
declaración).
Finalmente, la idea de aprovechamiento en el hecho III
también fue precisada por Bruh en el juicio, concretamente mediante
la expresión “valerse de” (ver video, hora 1:06:35), con lo cual no
77
Sentencia del 20.5.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 88/15.
78
Sentencia del 21.12.15, Sala II, jueces Bruzzone, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 793/15.
79
Sentencia del 17.5.16, Sala II, jueces Niño, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 369/16.
80
Sentencia del 16.2.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 83/17.
81
Sentencia del 15.8.17, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 691/17.
82
Sentencia del 7.9.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 806/17.
83
Sentencia del 19.9.17, Sala II, jueces García, Garrigós de Rébori y Sarrabayrouse, registro n°
885/17.
84
Sentencia del 30.11.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 1250/17.
#30922401#294657179#20210630151001261
comparto que haya sido “pura creación” de la jueza –al decir de la
defensa– ni que dicha circunstancia fuera incompatible con el resto de
la descripción. Sucede que, más allá del “aviso” previo recalcado en el
escrito, el “aprovechamiento” y la “sorpresa” justamente se dan
cuando, pese a la negativa firme, la conducta no consentida se lleva a
cabo igual.
Con relación a las circunstancias de tiempo, fue el propio
acusado quien situó temporalmente ese primer suceso aclarando que
el lunes 10 de octubre regresaron a esta ciudad y que podía inferir que
había sido un sábado ya que fueron al cine (ps. 8/9 de la sentencia); a
esto se suma que Bruh agregó que esa tarde habían concurrido a
visitar a su tía abuela que vivía en el mismo edificio donde se alojaban
(ver minuto 14:12 del video). Especificaciones que disipan toda duda
e imprecisión pues queda claro que ambos identificaron el día y el
marco en que sucedió, independientemente del horario.
En otras causas (aunque principalmente con víctimas
menores; ver “Balbastro”85, “Lamaestre”86, “Cervantes Sánchez”87,
“Pacheco”88, “Martínez y otros”89) expliqué que, si bien es cierto
que el derecho de defensa impone el deber de que la acusación
cumpla con los requisitos “…de contar con una relación clara,
precisa y circunstanciada de los hechos…” (art. 347, CPPN), en
general las precisiones temporales de los abusos sexuales se tornan
más dificultosas cuando, entre otras cosas, los actos tuvieron un largo
desarrollo en el tiempo. En este tipo de sucesos no puede exigirse que
necesariamente se precisen con exactitud días y horarios, sino que
bastará una referencia que permita marcar el contexto en que
ocurrieron. Aquí Bruh brindó reseñas de tiempo, modo y lugar que, de
acuerdo con las características particulares del caso, permitieron
precisar el marco de los actos considerados probados (fueron
85
Sentencia del 30.6.17, Sala II, jueces Niño, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 539/17.
86
Sentencia del 5.9.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 796/17.
87
Sentencia del 15.12.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro nº 1349/17.
88
Sentencia del 31.10.18, Sala II, jueces Días, Morin y Sarrabayrouse, registro n° 1389/18.
89
Sentencia del 2.7.19, Sala II, jueces Días, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 867/19.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
receptadas en el requerimiento de elevación a juicio), suficientes para
que Castro pudiera ejercer adecuadamente su defensa.
Párrafo aparte merece la mención relativa a las supuestas
variaciones del relato de la denunciante a lo largo del proceso acerca
de la penetración vaginal posterior en el hecho I (ps. 19/21; asunto
adelantado en el punto II.8.c). Aquí la defensa puntualiza una vez más
que en la OVD Bruh no aludió a ese episodio (tema ya tratado, punto
II.9.g); que ante el juez de instrucción situó el abuso anal en medio de
una relación sexual vaginal, sin expedirse sobre la penetración
ulterior; que en su segunda declaración judicial introdujo la cuestión
de la infección urinaria sólo debido a que momentos antes Fusoni
había destacado la visita al Hospital Alemán, pero sin exponer la falta
de consentimiento de ese acceso vaginal; y que recién en el debate
había manifestado espontáneamente que esa otra penetración había
ocurrido contra su voluntad.
Amén de consistir en un punto que no modifica la
imputación, porque incluso y de cualquier modo la integró (el
requerimiento de elevación a juicio reza: “…para después agarrar a
su víctima nuevamente, tumbarla y accederla vía vaginal…”, ps. 2/3
de la sentencia, como ya se dijo), y no sin antes reiterar que es
incorrecto otorgar preeminencia a lo ocurrido durante la instrucción
frente a lo sucedido en el debate (en tanto aquí los testimonios se
brindan ante el tribunal y con el control de las partes, cfr. punto
II.9.d), lo cierto es que ya se vieron las razones que, según el tribunal
de mérito, explicaban la primigenia exclusión de esos datos por parte
de Bruh (“…omitiendo la vía vaginal por la que también la accedió
solo porque percibía más humillante el acceso anal…”, cfr. punto
II.8.a).
De todas formas, cabe agregar lo siguiente, pese a que
las anteriores declaraciones no integran las pruebas recibidas en el
debate, pero que aquí se revisan nuevamente en aras de garantizar la
#30922401#294657179#20210630151001261
revisión amplia de la sentencia de condena. Que en la primera
oportunidad la víctima no especificó que la penetración anal hubiese
ocurrido “en medio” de una relación sexual vaginal: no es eso lo que
se interpreta de la lectura del tramo transcripto en el recurso (p. 19).
Que, en la segunda, sin perjuicio de quién había atestiguado antes y de
los motivos por los que Bruh incluyó la temida infección urinaria por
la penetración vaginal ulterior, eso no altera la circunstancia de que
efectivamente había concurrido al Hospital Alemán, como surge de
las constancias respectivas y ya se analizó (punto II.9.f). Y,
finalmente, que el hecho de que recién en el juicio aclarara que en
realidad ninguna fracción de esa relación sexual contaba con su
consentimiento no importa una modificación, sino un agregado. En
verdad, los extremos que la impugnante define como “cambios en el
relato” consisten en adiciones o aclaraciones que, además de no
apreciarse inverosímiles, en nada influyen en la credibilidad
adjudicada a la damnificada (cfr. punto II.8) ni en el reproche crucial
endilgado a Castro, que es el que corresponde analizar y juzgar.
En suma, no advierto ninguna mutación fáctica que haya
alterado la imputación y, respecto de los detalles precisados y
añadidos en la sentencia, queda claro que emergieron de las pruebas
producidas en el debate (sin necesidad de haber sido indicadas al
momento de describir los hechos) y que no reflejan las dudas o
“difusión” pretendidas, ni una modificación del núcleo de la
imputación.
14. Por último, en cuanto al descargo de Castro,
respondido en cada fragmento como se vio, la recurrente cuestionó
que se lo hubiera atendido parcialmente y deslizando desprecio y
“falta de parcialidad” (sic, p. 89). Esto, porque la sentencia afirma
que, más que defenderse, había denostado a Bruh e intentado generar
empatía con el tribunal, resaltando que ella interfería en su trabajo
diario de magistrado. Señaló que en las más de novecientas páginas de
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
aquí los dichos de la víctima fueron correctamente confrontados con
otras pruebas, sin que se aprecie la contradicción esgrimida por la
defensa.
En esta inteligencia, y tal como se anticipó, la
contundencia de la hipótesis acusatoria no se mide en sí misma, sino
en su relación con la propuesta absolutoria, lo planteado por el propio
imputado y el respeto de la presunción de inocencia. Se trata de
establecer cuál de las hipótesis en pugna reúne los requisitos de no
refutación y mayor confirmación que sus concurrentes. Aquí, Castro
se limitó a negar la imputación y sus letrados pretendieron demostrar
que Bruh fue mendaz en sus relatos, pero en mayor medida reeditando
los argumentos de su alegato ya contestados en la instancia y
aduciendo genéricamente “parcialidad” y “animadversión”. En
definitiva, no se logró socavar fundadamente la credibilidad de la
nombrada, ni refutar concretamente el contexto de violencia de género
en que se desarrollaron los sucesos, ni controvertir la valoración
global de las restantes pruebas que confirmaron su versión.
Así las cosas, no advierto elementos que permitan afirmar
que la argumentación y las inferencias realizadas por el a quo
conduzcan a dudar razonadamente sobre la materialidad de los hechos
I y III y la participación de Castro en ellos del modo en que se estimó
acreditado, como para justificar la aplicación del principio in dubio
pro reo invocado.
Por ende, propongo rechazar el primer agravio y de esta
manera respondo a la primera cuestión.
III. Segunda cuestión: el razonamiento probatorio de
los hechos de lesiones (II y IV)
1. Al condenar a Castro por estos otros dos sucesos, el
tribunal del mérito, en este caso por unanimidad (voto del juez
Sañudo al que adhirieron sus colegas), los consideró acreditados
conforme a la reseña que sigue.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
“…HECHO Nº 2:
‘El 25 de noviembre de 2016 cuando Julio Cesar Castro
se encontraba con Andrea Sofía Bruh, en la casa de aquél sita en
Juramento 5042, piso 4° de esta ciudad, por la mañana y antes de
irse ambos a trabajar, [é]l dejó su celular abierto con una
conversación con un amigo hablando sobre relaciones con otras
mujeres, por lo que la nombrada Bruh lo increpó y Castro le dijo "ves
que sos una loca celosa, estamos separados" para tomarla de un
brazo, rasguñándola’…” (p. 3).
“…HECHO Nº 4:
‘El 8 de marzo de 2017, Julio Cesar Castro zamarreó y
lesionó a la nombrada Bruh, en el marco de una discusión de pareja
que estaban teniendo en el interior del domicilio de la víctima,
ubicado en la calle Güemes 4144, piso 4°, departamento "E" de esta
ciudad, alrededor de las 22.30 horas. Relató la damnificada, que ese
día Castro concurrió a su casa porque era su cumpleaños y le regaló
un ramo de flores podridas y dos DVD’s y le dijo "Esto es lo único
que vos te mereces, una persona como vos se merece esto y no más"
agregando que ella "era vieja para él, que tenía comportamientos de
adolescente y le daba vergüenza que lo identifiquen con tener una
relación con ella". Acto seguido, le dijo que "era una basura, que la
odiaba, que ella no estaba a su altura y que quería otro tipo de mujer
a su lado", mientras intentaba quitarle el celular de la víctima para
borrarle las conversaciones y le decía "hija de puta, vos guardas
todo" y fue ahí en el marco de un forcejeo, que la lesionó en su brazo
tras la fuerza que ejerció con sus dedos en los antebrazos de la
damnificada, perdiendo la nombrada Bruh el equilibrio por los tacos
que llevaba, lo que provocó que trastabillara y se cayera al piso
golpeándose un brazo, y que él le dijera "Lo haces a propósito hija de
puta, mi psicólogo me dijo que eras una mierda" para después
agregar "¿Por qué no te matas de una vez? Matate así terminamos
#30922401#294657179#20210630151001261
con esto, va a ser la única salida" para luego de ello retirarse del
lugar’…” (ps. 4/5).
2. Para decidir de ese modo, el voto del juez Sañudo, al
que adhirieron la jueza Ruiz López y el juez Larrarín, primero
formuló unas “Consideraciones generales del caso” relativas al
contexto de violencia de género que enmarcó los hechos denunciados
y al patrón de conducta del imputado en relación con las mujeres (ps.
219/233), conforme ya se vio y analizó en el punto 7 de este voto.
Seguidamente, valoraron las siguientes pruebas en
particular.
a. Un extracto de frases que Castro le expresó a Bruh en
diversos chats (ps. 233/236).
b. La denuncia de la nombrada ante la OVD el 14 de
marzo de 2017, ratificada en todos sus términos en el debate y donde
describió cada uno de los episodios (ps. 236/237).
Sobre el Hecho II:
c. El intercambio de chats vía Whatsapp entre Bruh y
Castro, incluida la fotografía que ella le envió el 25 de noviembre de
2016 pasadas las 10 horas, donde se observa “una alteración física de
su brazo a modo de rasguño” (p. 237).
d. El testimonio de Augusto Coronel, a quien la
nombrada contó lo sucedido el mismo día, al llegar a su lugar de
trabajo: él recordó en el juicio que ella narró el incidente y que vio en
su brazo “una marca o una huella” (ps. 237/238).
Sobre las lesiones sufridas en Tailandia:
e. Las seis imágenes documentadas por la víctima que en
su momento envió a varios amigos, y que fueron reconocidas en el
debate tanto por ella como por Fusoni y Scaia; este último en el
debate corroboró su recepción en aquel entonces (p. 238).
Sobre el Hecho IV:
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
ll. Concluyeron que no había duda de que estos dos
sucesos juzgados habían ocurrido tal como había narrado la
denunciante en el debate, oportunidad en que ratificó sus expresiones
previas; a las que se sumaban, como indicios inequívocos y
coadyuvantes: el trato violento, ya físico, que había comenzado a
producirse en su relación con Castro y lo que fue anunciando a las
profesionales de la salud que la atendían para esa época (ps. 245/246).
3. Críticas de la defensa
La recurrente sostuvo que este voto unánime también
ostentaba una motivación aparente que violentaba la garantía de
defensa en juicio y el principio in dubio pro reo; y que su
fundamentación era arbitraria y contradictoria, pues si el juez Sañudo
hubiera evaluado el material concerniente a estos sucesos del mismo
modo que lo había efectuado con el relativo a los hechos I y III, es
decir conforme a la sana crítica, habría colegido que no hay elementos
que permitan tener por acreditados los términos de la acusación (p.
113).
a. Primero –indicó– era extraña la modalidad en la que se
planteaba que el caso debía ser analizado en el contexto de los delitos
de violencia de género “más allá de lo que cada uno de quienes
integramos este Tribunal considere probado o no”: la lógica y el
respeto de las garantías constitucionales implicaban que tras estimar
acreditados los hechos con determinadas características se podría,
recién allí, concluir si se daba aquel marco. Por el contrario, partir de
allí sin haber examinado la prueba era opuesto al proceso que debía
seguirse en cualquier razonamiento válido (p. 113).
b. En cuanto al sumario administrativo del MPF contra
Castro, la defensa se remitió a las críticas que ya había articulado
antes (p. 116).
c. Sobre los chats entre Castro y Bruh, citó los
transcriptos en el voto de Sañudo y resaltó que cada vez que él explicó
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
el sentido de sus locuciones indicó que trataba de cuidar a su pareja;
por su parte, en muchos de esos diálogos ella se reía y le decía que
quitaría las fotos que había publicado en su red social. Agregó que las
charlas, puestas en contexto, no tenían la connotación que se pretendía
y, aunque pudieran coincidir en que se trataba de un “lenguaje poco
decoroso”, no podía soslayarse que el objeto de la sentencia era
desentrañar dos casos de lesiones. Igualmente, ambos utilizaban ese
tipo de lenguaje (“mierda”, “cagar/cagada”, “pelotudo/a/s”,
“joder/jodido”) –ps. 116/117–.
Respecto de los mensajes anteriores al viaje a Tailandia,
mencionó la situación en que se produjeron y que había referido antes:
Bruh había pedido consejos a Tomás, un excompañero que había
declarado en su contra en el sumario de la defensoría y que había
terminado “diciéndole barbaridades”, con lo cual el enojo de Castro se
basaba en que se había expuesto a esa situación sin necesidad. Aparte,
ella luego le pedía un contacto para tomar represalias contra Tomás;
aquí se advertían los rasgos destacados por Schmidt (era vengativa) y
por Buono (no se le podía decir que no) –ps. 117/119–.
Entonces, los párrafos transcriptos para acreditar que
Castro era irascible debían ser entendidos en el marco de la “charla
real”. Repasó varios mensajes y concluyó que, de cientos de ellos, él
le había dicho “boluda” sólo dos veces y cuestionado su modo de
actuar, mas la discusión era “pareja”: “ella también le dice un montón
de cosas a él y le da golpes bajos” (p. 119).
Continuó relatando que de los mensajes surgía que
cuando a Bruh no le gustaba lo que él decía y comenzaban las
referencias a terminar la relación, ella solía recurrir a la amenaza de la
denuncia, cuestión que lo preocupaba y, al así decírselo, “le daba
poder” pues ella aprovechaba ese miedo y lo manipulaba. “[L]o hace
rogarle, prometerle, pedirle perdón. El maltratado psicológicamente
en esas horas es Castro”. Esgrimió que tomar “cuatro o cinco
#30922401#294657179#20210630151001261
mensajes” sin analizar la situación de esos días era mostrar algo irreal;
no estaba bien que él le dijera “boluda” pero tampoco que ella
amenazara con denunciarlo (p. 120).
Sobre otro de los chats transcriptos alegó que, si bien
Castro le dijo que era una “calienta chorizo” por una foto publicada en
la red social, se trataba de un juego de reproches mutuos; ese mismo
día ella le mentía acerca de su estadía en Punta del Este. En otro
mensaje él le refería “matate…loca desquiciada”: se debía a los
regaños de Bruh por su actitud con las mujeres y habían estado
discutiendo todo el día, incluso antes ella le había dicho “matate”. Por
otro lado, cuando la llamó “estúpida de mierda” estaba motivado en
los celos de ella y en el desgaste de la relación, al margen de que él se
sentía excluido de sus propias amistades. El día posterior al
cumpleaños de Bruh, Castro estaba decidido “a pelearse” y ella no
admitía esa opción, con lo cual le dijo “sos una basura” y siguieron
discutiendo toda la madrugada por distintos motivos; en ese marco fue
que él expresó “vos y tus preguntas pelotudas” (ps. 121/122).
Es decir que discutían durante horas y “se decían de
todo”, ambos por igual, sin que existiera prevalencia de ninguno ni
asimetría. De todos modos, nada de ello corroboraba las lesiones
físicas; y pretender probar esos dos hechos transcribiendo la
imputación del sumario administrativo en curso y extractos de chats
con lenguaje poco decoroso fuera de contexto no respondía a la sana
crítica racional. Se pretendía llenar el vacío de pruebas demonizando a
Castro bajo un “patrón de conducta” y se suplantaban las reglas del
derecho penal de acto por las de autor (ps. 122/123).
d. Con relación al análisis de la prueba de los hechos, el
intercambio de chats vía Whatsapp entre la pareja no demostraba la
existencia de la primera
lesión
, sino la extorsión y manipulación de ella
para obtener el pasaje a Tailandia. Le preguntaba por qué la había
zamarreado y lastimado y en cada oportunidad él había respondido
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
que no le había hecho nada; luego, poco más de una hora más tarde,
ella le había dicho repentinamente “te quiero” y agradecido por
cumplir lo que había prometido: comprarle el pasaje (ps. 123/124).
Con respecto a la imagen o video de la supuesta lesión,
tampoco probaba nada y ni siquiera se conocía la fecha en que había
sido tomada; aparte, se adjuntaba en un CD días después de la
denuncia y, pese a que la damnificada era abogada con experiencia en
el fuero penal, no había brindado la información completa de su
celular (p. 124).
Sobre el testigo Augusto Coronel, a diferencia de lo
sostenido en la sentencia, su testimonio no acreditaba los sucesos:
había dicho que no conoció nada delictivo, sino que Bruh le contó que
había discutido con Castro y le señaló el brazo pero él no vio nada
más que una huella o una marca. Es decir, aclaró que no se trataba de
una lesión y no ratificó su existencia ni su forma (ps. 124/125).
e. En punto a las lesiones ocurridas en Tailandia, era
insólito que el juez las describiera como indiciarias de las que
constituían la imputación: mencionarlas pese a ser ajenas al proceso
era clara demostración de orfandad probatoria y, una vez más, se
intentaba buscar un perfil en el imputado propio del derecho penal de
autor. Además, Bruh relataba eventos de violencia física que jamás
acreditó: contaba una escena donde se golpeó las piernas y mandaba
fotos de los brazos y de la oreja. Más allá de eso, quienes debían
confirmar su versión (Scaia y Fusoni) lo hacían sumidos en dudas que
no permitían contextualizar el modo, tiempo y lugar de su producción
(ps. 125/126).
Scaia había sido sumamente impreciso, no recordaba
fechas ni lugares y estaba nervioso. No había podido precisar sitio ni
tiempo de ningún hecho y había aludido a un viaje, pero dudaba si era
a Mar del Plata o a Tailandia, aclarando siempre que todo cuanto
conocía era por dichos de Bruh. También había expuesto que en una
#30922401#294657179#20210630151001261
oportunidad ella envió por Whatsapp fotos con rasguños en el brazo,
mas no recordaba el marco ni el lugar; ni siquiera había podido
detallar si para la época del viaje a Tailandia se conocían. Aquí
llamaba nuevamente la atención que ella no hubiera aportado las
comunicaciones con él (ps. 126/127).
Por su parte, Fusoni sólo había dicho que “cuando se
fueron de viaje a Tailandia ella giró algunas fotos o audios donde
reproducía situaciones de discusiones con él y en las fotos ella decía
que él le había pegado”; declaración que nada acreditaba más que el
plan de Bruh contra Castro, iniciado por lo menos desde que lo grabó
el 16 de noviembre de 2016 (p. 127).
Asimismo, el voto unánime omitía valorar el intercambio
de mensajes entre Bruh y Fusoni: la primera expresaba que había
publicado fotos en la red social “para que todo el mundo supiera lo
que estaba ocurriendo” y su amiga le contestaba que nadie
interpretaría nada, es decir que no se advertía ninguna lesión. Y el 14
de enero, incompatiblemente con el aparente temor que sentía, se
quejaba con Fusoni por la falta de sexo con él (ps. 127/128).
f. Finalmente, acerca de las últimas lesiones la defensa
recogió la situación en que estaba inmersa la pareja para esa época: en
los días inmediatos anteriores Bruh venía insistiendo en pasar juntos
su cumpleaños; ese día, a partir de una publicación que él efectuó en
la red social, estalló una sucesión de reclamos e insultos que duró
horas, aunque insólitamente en ese marco ella le exigía verlo. Eso
demostraba que para la noche Castro estaba agobiado y alertado del
desborde de la nombrada; fue a su casa, aunque no cubrió sus
expectativas y surgió la pelea; él intentó irse y ella estalló
zamarreándolo de su remera; y en medio de ese descontrol se cayó
golpeando contra una mesa y un adorno. Ésa había sido la escena y
nada contradecía al acusado, ni la denunciante ni el audio que había
enviado inmediatamente a Fusoni (ps. 128/131).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Con relación al informe médico, sostuvo que la lesión era
compatible con el rastro de cualquier golpe accidental y cotidiano,
como el que podría haber sufrido al trastabillar y caer; en cambio, si
Castro le hubiera pegado o zamarreado, los rastros de la agresión
“necesariamente deberían ser otros”. Criticó que tampoco se hubiera
tomado en cuenta que, de acuerdo con la historia clínica, ella era
proclive a hacer hematomas (p. 131).
Agregó que Fusoni dijo no recordar haber detectado nada
cuando Bruh le mostró estas lesiones, con lo cual la evaluación de su
testimonio era forzada; y si bien esa testigo en muchos tramos había
dudado, aquí había sido categórica. Las restantes referencias sólo
atendían a altibajos de la relación; amén de haber aclarado que sólo
reproducía lo que decía aquélla (ps. 131/132).
Por otro lado, se esquivaba toda mención a los cientos de
mensajes intercambiados entre los integrantes de la pareja con
posterioridad al encuentro del 8 de marzo, donde (pese a que los
regaños de ella eran habituales y de todo tipo) no había una sola
alusión a lesiones, zamarreo, golpes o expresiones similares, sino
únicamente a lamentos por el regalo recibido (p. 132).
g. Sobre los dichos de Barcala en el juicio y sus
constancias de la historia clínica, la impugnante se remitió al análisis
efectuado antes (peritajes de víctima e imputado); y lo mismo hizo en
cuanto a las anotaciones y expresiones de la psiquiatra Schmee. Sólo
destacó que el juez pretendía comprobar una lesión física con la
descripción de un estado de ánimo o síntomas que esta profesional
advertía en su paciente, características que se encontraban en ella
desde mucho antes (como el mismo juez Sañudo valoraba respecto de
los abusos, razonamiento que aquí resultaba contradictorio) –ps.
132/133–.
Además, las justificaciones que daba el juez para
desconocer las conclusiones de los peritos sobre la ausencia de
#30922401#294657179#20210630151001261
violencia de género y asimetría no resistían la sana crítica racional; y,
si bien podía apartarse de aquéllas, debía dar razones de tal
apartamiento. El juez indicaba que las psicólogas no habían tenido
acceso a los audios de Castro, pero éstos siempre habían estado
disponibles: los ocultos hasta el debate habían sido los obtenidos del
teléfono de Fusoni. Y, como surgía de diversas declaraciones, los
profesionales habían tenido acceso a todos los elementos probatorios
del expediente. Era cierto que, como se consignaba, no habían podido
compulsar la historia clínica “completa” del Hospital Alemán, mas no
resultaba correcto afirmar que eso “les impidió apreciar la situación”,
pues de haberla leído habrían notado que mucho antes de él y también
después Bruh tenía ansiedad, insomnio, estrés, taquicardia, celotipia
(ps. 133/134).
En suma, que una persona fuera proclive a enojarse no
llevaba a aseverar que hubiera agredido físicamente; por otra parte, se
había tratado de un vínculo patológico, de dos adultos entrampados en
una relación tóxica, sin asimetría y fuera de un contexto de violencia
de género, como habían colegido los peritos intervinientes (ps.
135/136).
4. Análisis de los agravios de la defensa
Como ya se adelantó, en este caso tampoco se encuentran
controvertidas las circunstancias de tiempo y lugar en que estuvieron
juntos Bruh y Castro, sino si las lesiones denunciadas efectivamente
ocurrieron.
Así se encuentran demarcadas las hipótesis en pugna,
desde donde partirá el análisis de los agravios.
a. Las primeras críticas alusivas al contexto de violencia
de género probado en la sentencia ya han sido analizadas, por lo que
corresponde remitirse a lo dicho en el punto II.7.
b. Los siguientes planteos se vinculan con lo que la
sentencia denominó la prueba en particular.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Primero, el extracto de frases que Castro expresó a Bruh
en diversos chats. La defensa los agrupó situando su marco temporal y
esgrimió que su asistido había explicado el sentido de sus
manifestaciones aclarando que “trataba de cuidar a su pareja”; que en
muchas ocasiones ella se reía; que puestos en contexto no tenían la
connotación que se pretendía; y que, aunque se trataba de lenguaje
“poco decoroso”, ambos lo utilizaban y el objeto de la sentencia era
acreditar dos casos de lesiones.
Los argumentos adolecen de las mismas falencias
remarcadas y analizadas anteriormente (puntos II.9.h y II.12.c): una
vez más, la defensa considera válido justificar mediante el aparente
“marco de la charla real” las expresiones del acusado y quitarles
entidad, ahora también mediante la idea de un lenguaje poco
decoroso de parte de los dos. Pero soslaya que las palabras escogidas
en su escrito (“mierda”, “cagada”, “pelotudos”, “joder”) no empañan
el maltrato igualmente dispensado por su asistido e inferido en la
sentencia, en tanto se trata de conceptos distintos.
Las ofensas y humillaciones que emergen de los casi
treinta (no fueron “cuatro o cinco”) mensajes transcriptos en el voto
(por mencionar sólo algunas: “boluda”, “trucha”, “chiflada”, “gato”,
“trola”, “calienta bragueta”, “calienta chorizo”, “loca de mierda”,
“estúpida de mierda”, “inaguantable”, “enferma desquiciada”,
“insegura”, “tóxica”, “insoportable”, “desequilibrada”, “básica”, que
nunca sería normal, que le daba vergüenza; cfr. ps. 233/236) no
encuentran aproximación ni semejanza con las locuciones de Bruh
destacadas en el recurso. Su lectura y análisis conjunto permite
deducir que, lejos de consistir en “discusiones parejas” o un “juego de
reproches mutuos”, los insultos no eran recíprocos ni propios del
lenguaje general, sino personales y estaban dirigidos específicamente
de Castro hacia ella, con un claro tono humillante. De ahí que
aseverar que “ella también le dice un montón de cosas a él y le da
#30922401#294657179#20210630151001261
golpes bajos” (sic), más aún sin despejar la vaguedad e imprecisión de
tales términos, resulta insuficiente para invalidar el razonamiento del
tribunal en el punto.
Por lo demás, no se percibe cómo de esta forma Castro
podría estar procurando “cuidar” a su pareja. Como bien apuntó el a
quo al abordar el encuadre jurídico, “…el sentido de sus
expresiones…no pueden tener otro propósito que desacreditarla,
despreciarla, humillarla y…con la personalidad vulnerable de la
nombrada, indudablemente le provocaron el estado que padece…”
(p. 247).
Tampoco puede negarse que tales frases constituyen
manifestaciones agresivas con independencia de la situación concreta
en que se formularon y las causas que hubieran generado enojo en él
(si ella se había “expuesto” escribiendo a un excompañero, si le había
mentido, si se mostraba celosa, si habían discutido todo el día, si la
relación estaba “desgastada”, si él se sentía excluido de sus propias
amistades, si ella anunciaba que lo denunciaría y eso le preocupaba).
Indicar que “…[n]o está bien que le haya dicho ‘Boluda’, tampoco
que ella amenace con denunciarlo…” (p. 120), además de minimizar
y reducir la cantidad innumerable de improperios a uno solo, compara
el trato de Castro con el mecanismo mediante el que Bruh intentaba
defenderse, cuando son conductas no equiparables. Igual de
inconsistente es la conclusión que se procura extraer de aquel anuncio
(que el “maltratado psicológicamente” era él, porque ella aprovechaba
su miedo y lo “manipulaba para que le pidiera perdón”).
En definitiva, la crítica de la parte impugnante no sólo se
asienta en un examen fragmentado de la prueba, sino que desconoce
la cantidad y magnitud de los mensajes enviados por Castro y plantea
una dinámica totalmente distinta de la que surge de las conversaciones
develadas y que fue correctamente analizada e inferida por el tribunal.
Es que el negar el entorno de violencia ya reseñado y basarse en una
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
noción del vínculo apoyada en esquemas estereotipados conduce a la
defensa a conclusiones diferentes, pero sin sustento en la prueba. Por
lo demás, los planteos analizados no hacen otra cosa que normalizar
las distintas clases de violencia desarrolladas en el marco de una
relación de pareja.
Finalmente, es cierto que estos mensajes por sí solos no
prueban las lesiones físicas, mas también lo es que coadyuvan a
desentrañar el marco en que éstas se produjeron. Se trata de una de las
subhipótesis a las que me referí en el punto II.5.c.
5. Con respecto a las primeras lesiones (Hecho II),
producidas en el domicilio particular de Castro, la defensa sostuvo
que el primer elemento valorado consistía en el intercambio de chats
vía Whatsapp entre él y la denunciante.
En rigor de verdad, no es ésa la primera prueba que
evalúa el tribunal, sino la denuncia ante la OVD respecto de todas las
lesiones que sufrió, “…en donde en un extenso relato luego ratificado
en todos su términos en el curso del debate donde dio fundada cuenta
de cada uno de los episodios que integran el reproche punitivo
postulado por la Sra. Fiscal en su alegato final, como otro que
aunque no integra el objeto del juicio, es sumamente útil como
prueba indiciaria para confirmar que los desbordes físicos
(agresiones) existieron en reiteradas ocasiones…” (p. 236). Pese al
carácter fundamental como punto de partida de este relato sostenido
en el tiempo, el recurso prescindió de analizar y valorar este acto.
Cuestionó el intercambio de chats entre la pareja y dijo
que sólo demostraba la manipulación ejercida por ella para obtener un
pasaje a Tailandia, en tanto allí él no admitía haberla lesionado sino
que respondía “que no le había hecho nada”. Pues bien, la ausencia de
una manifestación asertiva de Castro no excluye la importancia del
reclamo que en ese sentido exteriorizaba Bruh, por lo cual
válidamente puede ser considerado como un indicio.
#30922401#294657179#20210630151001261
Por lo demás, fue en el marco de esa conversación que
ella le envió la fotografía también ponderada en la sentencia: “…
enviada por Bruh vía whatsapp a Castro con fecha 25 de noviembre
de 2016 (…) observándose en esa imagen (…) una alteración física
de su brazo a modo de rasguño…” (p. 237). La contundencia de su
descripción y de su fecha de envío no logra ser controvertida mediante
su sola negación como prueba.
En cuanto al conocimiento que tomó Augusto Coronel de
lo ocurrido, los letrados señalaron que dijo que “no conoció nada
delictivo” y, si bien narró que Bruh le comentó que había discutido
con Castro, en su brazo sólo vio una huella o una marca (aclarando
que no hablaba de una lesión) y no ratificó su lugar ni su forma. Aquí
se aprecia el mismo análisis solitario y sesgado, que elude la
importancia de la coincidencia temporal y del confirmado marco
fáctico de la discusión: los jueces y la jueza sostuvieron que “…la
nombrada se lo relató ese mismo día al llegar [a]l lugar en donde…
trabajaba bajo el mando del nombrado, al atestiguar en el juicio (…)
recordó que Bruh le narró el incidente y llegó a verle algo en el
brazo, sin poder dar mayores precisiones, más que se podría tratar
de una marca o una huella…” (ps. 237/238).
Además, como se ve, Coronel sí se expidió acerca de la
zona del cuerpo donde observó la marca (el brazo); mientras que la
falta de detalle de sus características fue recibida en el voto, aunque
con un alcance menor al postulado en la impugnación (que pretendía
despojar a esa referencia de todo valor probatorio: “podía ser otra cosa
o nada”). De cualquier modo, más allá de las ponderaciones del
testigo dependientes enteramente de su subjetividad, cabría
preguntarse qué otras variables existen para una huella o marca en un
cuerpo más que una lesión. Aun así, lo sustancial es que su
declaración no descarta ni desvirtúa la de Bruh, sino que la refuerza.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
En relación con Fusoni, su declaración fue más
contundente aún al indicar, como se reprodujo en el recurso (p. 127),
que “…cuando se fueron de viaje a Tailandia ella giró algunas fotos
o audios donde reproducía situaciones de discusiones con él y en las
fotos ella decía que él le había pegado…”. Que la parte concluya que
esto nada acredita más que “el plan de Bruh contra Castro, iniciado
por los menos desde que lo grabó el 16 de noviembre de 2016” sólo
deja al descubierto la ausencia de una crítica razonada y refleja una
conjetura desierta y desprovista de todo apoyo, amén de un grado de
sofisticación absurdo en la supuesta preconstitución de prueba (al
igual que lo destacó el voto de la mayoría sobre la concurrencia al
Hospital Alemán junto con un amigo, tras el primero de los abusos,
cfr. punto II.9.f).
Por lo demás, los datos del intercambio de mensajes entre
ambas que la asistencia técnica destaca no eclipsan aquello que la
testigo aseveró; sólo pretende acentuar otras fotografías distintas de
las que verdaderamente incumben a este suceso y ciertas quejas de la
víctima hacia su pareja que no son incompatibles con la ambivalencia
y los ciclos del entramado de violencia ya relevados.
7. Las últimas lesiones (Hecho IV) fueron objeto de un
planteo que significó una reiteración de lo expuesto en el alegato y
que partió directamente de una mecánica del hecho distinta. Mientras
la sentencia dice que “…Castro la zamarrea tomándola de los brazos,
produciendo lesiones a la vez que termina cayendo al piso…” (p.
238), en la impugnación se insiste en que, en medio de peleas e
insultos, él habría intentado irse y ella “estalló zamarreándolo de su
remera; en medio de ese descontrol se cayó golpeando contra una
mesa y un adorno”. Y se recalca que nada contradecía al acusado, ni
siquiera la propia denunciante que había descripto la secuencia de ese
modo en la OVD y en el debate, sólo agregando que Castro le pegó, la
zamarreó y que se cayó al piso.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
a. La sola lectura del testimonio de Bruh en el juicio es
suficiente para establecer la endeblez del planteo. Según la sentencia,
aquélla dijo de este hecho: “…Me dice que yo guardaba todo, me
agarra de los brazos en el living de mi casa…la discusión era al lado
de la mesa de vidrio. Me quiere sacar el celular, me agarra como de
la muñeca para que lo suelte, decía ‘¿por qué no te matás de una vez
hija de puta, así terminamos esto?’ Tenía tacos, me caigo, se cae una
ganeshita que compr[é] en Tailandia, se cae, y me dice ‘me lo hacés a
propósito, mi psicólogo me lo dijo, sos una hija de puta.’ Esas
marcas son las que se constataron en la OVD días después, me
quedaron por varios días. Me duró bastante…En el forcejeo, para
evitar caerme, me sostengo de la remera de él para no caerme, me
iba a dar la cabeza contra el vidrio, me agarré para no caer, y me
decía ‘encima me rompiste la remera’…” (ps. 123/124). Es evidente
que estas expresiones no confirman la mecánica propuesta por la
parte: en ningún momento hace referencia a que ella “estalló
zamarreándolo”, ni a que “en medio de ese descontrol se cayó”, ni a
que de esa manera golpeó “contra una mesa y un adorno”. Tampoco
dijo que Castro “le pegó”, con lo cual no es cierta ni ajustada la reseña
que se efectúa en el escrito. Es decir, no le asiste razón cuando afirma
que la secuencia propuesta en el descargo fue descripta por la propia
Bruh, porque ella indudablemente narró otra totalmente diferente.
Pero además, el detalle que se extrae de la declaración, y
que se ilustra más claramente en la reproducción que realiza la fiscal
en su alegato, es que la lesión fue producida por la presión que él
ejerció en el brazo de ella mediante sus dedos, provocándole un
hematoma. La acusadora lo recoge así: “…empezó a atacarme…Y
quiere sacarme el celular, y yo ‘para ¿qué te pasa?’. Empezó a
forcejear, qué sé yo, me agarra de los brazos, en mi living de mi casa
hay una mesa de vidrio. Cuando me agarra, no sé cómo explicarte,
acá, como que me quería sacar el celular. Me quería hacer
movimiento de muñeca para que yo suelte…y yo justo tenía tacos, yo
#30922401#294657179#20210630151001261
pensé que íbamos a salir. Trastabillo y me caigo. Pero nada, y se me
cae una ‘ganeshita’ que había comprado en Tailandia, y que se cae
por el movimiento del golpe, cuando yo caigo al piso…Fue con tanta
presión que me quedaron marcas, yo que soy muy pálida pero me
duró bastante. Es más, en ese forcejeo, en un momento, para evitar
caerme me sostengo, me agarro de la remera de él para no caer al
piso porque me iba a dar la cabeza contra el vidrio. Porque la mesa
tiene esta altura, entonces me iba a dar la cabeza, entonces me
agarré para no caer. Y encima me dice ‘encima me rompiste la
remera’, y yo le digo ‘me iba a romper la cabeza contra el vidrio,
Julio’. Me agarró de acá, yo estaba en tacos. Por la presión, acá,
agarrándome, perdón, no quiero ser agresiva. Pero así, fuerte, más
fuerte, agarrándome, entonces es cuando yo trastabillo que me
quería sacar el celular que yo tenía en la mano. Por eso fue la
presión…Cuando se le exhibieron las fotos del informe de la OVD…
explicó la lesión que le hizo con los dos dedos el acusado…” (ps.
56/57 de la sentencia; la negrita me pertenece).
b. Esta descripción de la mecánica por parte de Bruh se
corresponde con el informe médico elaborado en la OVD por Liliana
Gambandé y con la fotografía extraída, como valoró el a quo: “…
surgió que presentaba en su antebrazo izquierdo tercio inferior cara
anterior, dos equimosis violáceas azuladas tenues de 2,5 por 2,5 cm
cada una, y cuyo mecanismo de producción concuerda con el relato
de Bruh, en cuanto se produjeron por choque golpe o presión contra
un elemento duro, romo sobre la piel de una data de entre 4 a 7 días.
El hecho ocurrió el 8 de marzo y el examen es del día 14 de ese
mismo mes. A fs. 12 vta obra glosada la fotografía de las lesiones…”
(p. 239). Es decir que las características de la lesión constatada
armonizan con la secuencia descripta por la denunciante, más que con
la del descargo.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Antes de esto, el fallo había añadido que ella a su vez “…
se lo relató de inmediato a su, para entonces, amiga Fusoni, según se
puede leer y escuchar en los respectivos textos y audios del día 9 de
marzo de 2017, entre las 0:30 y 00: 37 horas (…); y confirmado por
ésta última al atestiguar durante el debate…” (p. 238).
La asistencia técnica dijo sobre estos elementos que la
lesión constatada era compatible con “cualquier golpe accidental y
cotidiano” (como al trastabillar y caer) mas no con su mención a
Fusoni (“estoy toda rota”), y que si su pupilo le hubiera pegado o
zamarreado los rastros “necesariamente deberían ser otros”. El planteo
no precisa ni explica qué otra clase de secuelas deberían haberse
hallado, ni por qué razón esto debía ser necesariamente así; tampoco
aclara por qué no se compadecería con el comentario inmediato a su
amiga, ilustrativo quizás de cómo se sentía; además, soslaya que poco
importa si la lesión era compatible con otro tipo de embate, en tanto lo
significativo es que haya coincidido con el relatado por Bruh; y
finalmente se asienta en un análisis totalmente aislado de estas dos
piezas, desvinculado del resto de las pruebas destacadas por los jueces
que las refuerzan.
También criticó que no se tuviera en cuenta que la
víctima era proclive a hacer hematomas; pero en verdad no se
comprende cabalmente a qué apunta el reclamo. Esta cualidad, que
fue incluso deslizada por ella misma cuando declaró como se vio
antes (“…me quedaron marcas, yo que soy muy pálida…”), sólo
demuestra la facilidad con que su cuerpo registra secuelas y no indica
otra cosa más que la lesión efectivamente existió.
c. En lo que atañe a los dichos de Fusoni, la defensa
marcó que ésta había sido categórica al aseverar que no recordaba
haber detectado nada cuando Bruh le mostró la lesión; que las demás
referencias sólo atendían a altibajos de la relación; y que había
aclarado que reproducía lo que decía aquélla. Sobre esto último, ya se
#30922401#294657179#20210630151001261
dijo repetidas veces cuál es el valor del testimonio de oídas (punto
II.9.a); por lo demás, el resto de la crítica se origina en un recorte de
la sentencia, donde se asentó que la testigo “…confirmó que Bruh le
manifestaba que era maltratada por Castro, y reconoció diversos
audios en los que aquella le narraba situaciones violentas que vivió
con él. También reconoció haber recibido la foto con una lesión,
cuando se encontraba con él en Tailandia. Que le hizo referencias a
zamarreos y que le atribuía las lesiones a Castro. Asimismo recordó
frases que, según ella, Castro se las decía como que ‘..él era juez y
ella no era nadie..’…” (p. 244).
Más allá de que ya ha sido explicada la falta de memoria
de Fusoni (punto II.10.d), que en este caso habría abarcado al cotejo
de la lesión, las restantes apreciaciones de la testigo que ponderó el a
quo rebasan lo que en el recurso se reduce a “altibajos de la relación”:
el maltrato, las situaciones violentas, la foto de la contusión, los
zamarreos y las frases ofensivas; todas omitidas en la impugnación.
Únicamente planteó que en los cientos de mensajes
intercambiados entre la pareja no había una sola mención a todo ello y
sólo se notaba un regaño de la damnificada por su regalo de
cumpleaños; sin embargo, también se vio antes que la ausencia de
registro de reproches en las comunicaciones no conduce a negar la
existencia del hecho, máxime a la luz de la naturalización y
vulnerabilidad que signaban el vínculo entre ambos (cfr. punto II.9.h).
8. Luego, sobre las declaraciones de Barcala y Schmee en
el juicio y sus respectivas constancias de la historia clínica, los
letrados se remitieron a los cuestionamientos formulados antes en
torno a los peritajes, que ya merecieron respuesta (punto II.9.f).
Solamente agregaron que el juez Sañudo pretendía probar una lesión
física con la descripción de un estado de ánimo y que las
características personales se advertían en Bruh desde mucho antes,
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
como el propio magistrado valoraba contradictoriamente respecto de
los abusos.
La detección de algunos síntomas con carácter previo al
vínculo con el acusado no se encuentra controvertida, pero su
importancia ya ha sido analizada y descartada como un argumento
válido para invalidar el razonamiento del tribunal (punto II.8.c);
mientras que la argumentación –en minoría– del juez Sañudo acerca
de los abusos, en realidad, muestra que no ha sido consecuencte con
el contexto de violencia de género que consideró probado en tanto
muchas de las inferencias que realizó responden a estereotipos. Así,
dijo: “…Es decir, frente a la insistencia de los amigos de que no
cuente más la relación, ella ‘sin escala’ pasa de la broma al llanto, y
cuenta el presunto episodio de Mar del Plata…”, p. 258; “…el tono
de los mensajes de Bruh no se corresponden en absoluto con los de
una mujer que acaba de ser víctima de un abuso sexual de las
características del denunciado…”, p. 265; “…bien puede ser que una
mujer no quiera ventilar estas cuestiones íntimas; pero llama la
atención que no haya ni siquiera una referencia a la violencia sexual
como una característica de su personalidad en una entrevista
inmediata con una psicóloga y una psiquiatra…”, p. 271; “…Dice la
Fiscal que “no es no”. Esto no quiere decir que no haya necesidad
de acreditar, por un lado, que la damnificada efectivamente haya
dicho que no quería ser accedida carnalmente vía anal, y por otro,
que el imputado, frente a ese ‘no’, haya seguido adelante por esa
vía…”, p. 277; “…de tales mensajes, de los muchos otros
incorporados como prueba, del audio entre Bruh y Fusoni…e incluso
de los propios dichos de la denunciante ante la OVD se pone de
manifiesto la necesidad de Bruh de que Castro le dijera que eran
novios, que eran pareja, que la iba a cuidar…”, p. 279; “…
¿estaríamos analizando hoy estos supuestos hechos de abuso sexual
si Castro hubiese accedido a las peticiones de Bruh para
#30922401#294657179#20210630151001261
recomponer la relación de pareja, si le hubiese dicho que eran
novios, si le hubiese dicho que la cuidaría?…”, p. 286 (los
destacados en negrita me pertenecen). Por lo demás, carece de asidero
que la materialidad de estos sucesos haya partido exclusivamente de la
descripción de un “estado de ánimo o síntomas” de Bruh pues, como
se vio, se produjeron varias y diversas pruebas al respecto.
De aquel documento médico la sentencia infirió: “…
revisando la historia clínica del Hospital Alemán, puede advertirse
que comenzó a mencionar el maltrato que recibía de Castro, desde
fines de septiembre del año 2016, ya que en la consulta con la Lic.
Barcala, dicha profesional dejó constancia de que Bruh le refiere que
el nombrado ‘se pone agresivo’, a la vez que le manifiesta que lo
admira y quiere (“mutua paranoia”); el 17 de octubre que es muy
maltratador ‘.a un paso de pegarle..’; el 18 de ese mes (a la Dra.
Schmee –psiquiatra) refiere maltrato verbal, agresión verbal; y el 25
de enero de 2017 (17:01 hs) a la Dra. Schmee le refiere que se fue de
viaje con su pareja que es un psicópata que la pasaron muy mal,
mencionando situaciones de violencia verbal, psíquica y física. Le
muestra audios en los que la insulta y agrede verbalmente. Desde tal
ocasión hasta la fecha de la denuncia no hizo más consultas.
Posteriormente les comunica a ambas profesionales que lo denunció
a Castro, y vuelve a tener sesiones esporádicas (…) y ya con otros
profesionales…, pero ya sin contacto con el imputado…” (ps.
239/240). La reseña es categórica y muestra que no se estimaron
puramente los síntomas de Bruh, sino sus referencias explícitas a
episodios y datos concretos que concuerdan con los sucesos y con la
época en que ocurrieron.
Del testimonio de Barcala, la sentencia resaltó ciertas
referencias sobre su paciente que merecen ser transcriptas: “…refería
permanentemente hechos de destrato y maltrato de todo tipo, verbal,
físico, psicológico. A la vez ella refería admirarlo, que lo quería y su
intención siempre era poder separarse de él, cosa que no le resultaba
Fecha de firma: 30/06/2021
Firmado por: GUSTAVO A. BRUZZONE
Firmado(ante mi) por: PAULA GORSD, Secretaria de Cámara
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
fácil, por la patología de él…por esa ambivalencia que sentía por él.
Por un lado, admiración, afecto y, por otro lado, la situación de
malos tratos constantes, era como ir y venir…refería
permanentemente situaciones de destrato, psicopateo, como que le
sugería que salía con otras personas, lo cual a partir de ahí, ella tuvo
episodios con otros hombres como en represalia, venganza…
evidenció síntomas de estrés agudos, dice que ‘comentaba, ella
refería, yo no podía constatar, que le costaba dormir, que tenía
miedo, era una paciente muy lábil emocionalmente, con muchas
ambigüedades…se sentía como atrapada en un vínculo del que le
costaba muchísimo salir’…”. Posteriormente, en cuanto a su
personalidad, se asentó que destacó: “…la labilidad, la autoestima
muy baja, y admiraba mucho a este hombre, que entiende la testigo
que es fiscal, ella es abogada, le tenía mucha admiración, era
ambiguo todo…el tema de la autoestima se pudo haber acentuado por
la relación, dice que sí, claro, refería insultos de parte de él, que se
muriera, que no valía nada, este tipo de cosas, que la ponían
terriblemente mal…entendía que había que medicarla, para
tranquilizarla y equilibrarla…era un vínculo con mucha dependencia,
un vínculo absolutamente tóxico y patológico, lo tenía en claro…la
notaba angustiada, dice que sí…Preguntada si es un síntoma de
validación de este cuadro, dice que sí, es una buena respuesta, una
respuesta coherente…puede ser con personalidad límite, con juicio
conservado, enganchada en una relación, con una personalidad de
parte de él psicopática, mucho manejo psicopático de parte de
Julio…” (ps. 240/242).
Y a las características de Castro las calificó (a partir de
los dichos de Bruh) como “…de manipulación, sabiendo que tenía
características celotípicas, celos patológicos, permanentemente
refería Andrea que le mostraba que estaba con otras mujeres, que era
deseado por otras mujeres, y eso la desequilibraba…es un juego de
sometimiento, el que tiene características psicopáticas registra y
#30922401#294657179#20210630151001261
percibe esto, son personalidades muy brillantes, muy
manipuladoras…tiene una seducción, del canto de la sirena,
envolvente, había bastante diferencia de edad…gravita…con mucha
posibilidad de someter al otro. Se juega con cartas diferentes. El
psicópata juega con el as de espada, con carta ganadora, por sobre
la víctima, en una relación donde una parte tiene características
psicopáticas, el otro pasa a ser una víctima…según lo que refería de
su relación, las características del partenaire, eran como claramente
psicopáticas…diría que infantilmente, era como por revancha, ‘yo
entonces también voy a salir’, yo no profundizo, no sé las
características de esas relaciones…creo que consta que la psiquiatra
escuchó audios de Julio, y creo que ahí se evidencia el destrato que él
tenía. Ella no tenía muchas defensas frente a todo esto, estaba
embelesada por la investidura posiblemente…los malos tratos que
ella refería que él tenía permanentemente, que la intimidaba, que le
decía que se muriera, que no servía para nada, de descalificación
importante para una persona tan lábil afectivamente…” (ps.
242/243).
Para concluir con el punto, la sentencia también detalló
que Schmee confirmó todas las anotaciones que figuraban en la
historia clínica sobre el maltrato y agresiones verbales que Bruh
recibía de Castro; y que escuchó audios de los insultos de él y de su
miedo ante la posibilidad de que ella lo denunciara. Indicó el a quo:
“…Asimismo, describió síntomas y características de la personalidad
de la nombrada que, según mi entender, confirman su alta
vulnerabilidad, esto es su angustia por las situaciones de esa pareja,
síntomas de ansiedad, depresivos también…” (p. 243).
Las críticas escuetas que la defensa formuló antes no
refutan la contundencia de esta prueba de peritos y testimonial.
Tampoco las que esbozó posteriormente, cuando atacó la
argumentación tendiente a explicar –al momento de fundar la
calificación legal– el contexto verificado. Es que reclamó que se
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
hubieran apartado inmotivadamente de los informes de peritos acerca
de la ausencia de violencia de género y asimetría, cuando ya se
repasaron a lo largo de este voto los diversos fundamentos, incluso
ajenos a los peritajes, en los que se asentaron tales comprobaciones
(puntos II.7, II.11.a). Así se lo plasmó en ese mismo acápite: “…En lo
concerniente al contexto de violencia de género, en el debate se ha
contado con numerosos datos objetivos que superan toda
interpretación psicológica al respecto…” (p. 246).
Esto, con independencia de que los profesionales hayan
tenido la concreta oportunidad de acceder a todo el expediente y a los
audios y mensajes intercambiados. Igualmente, en respuesta al recurso
(“los audios entre Castro y Bruh siempre estuvieron disponibles”),
merece aclararse que el voto pudo haberse referido a los vedados del
teléfono de Fusoni. De cualquier forma, en nada repercute
desentrañarlo, porque la conclusión está clara y fue debidamente
motivada.
9. Por último, en la sentencia se analizó el descargo del
acusado. Se repasó que admitió haber estado con Bruh en las tres
oportunidades, pero negó haberla zamarreado o golpeado; y dio su
versión de cómo se habrían producido las lesiones: en Tailandia,
supuso que se golpeaba al subir a los botes dada su altura; en la casa
de la nombrada, ella habría trastabillado y caído contra una estatuilla
y, como golpeaba con los puños sobre la mesa, se debía haber
lesionado así; y en la vivienda de él, lo atribuyó a una marca de uña o
huella solitaria (ps. 244/245).
Sin embargo –infiere la sentencia como se adelantó
antes–, “…la inmediatez en que transmitió lo que le ocurrió a varias
de sus amistades o conocidos, las fotos que envió de inmediato en
donde se observan las lesiones y lo atestiguado y peritado en el
expediente tramitado ante la OVD dan por tierra con la inocencia
argüida por Castro, pues en este sentido el relato de la nombrada es
#30922401#294657179#20210630151001261
categórico, validado por los expertos de dicha Oficina (…) y
objetivado, no solo fotográficamente sino pericialmente…con el
informe médico…y la fotografía glosada…”. Y: “…no hay resquicio
de duda alguno de que los acontecimientos de los días 25 de
noviembre de 2016 y 8 de marzo de 2017, ocurrieron tal cual lo
relató la damnificada en el debate, ratificando sus expresiones…
sumado al indicio del trato violento (ahora en lo físico) que había
comenzado a producirse en su relación con Castro (el hecho sucedido
en Tailandia) y lo que les fue anunciando a las profesionales de la
salud que la atendían para esa época (Lic. Barcala y Dra. Schmee)
como indicios inequívocos y coadyuvantes con el resto de las
probanzas ya enumeradas (audios, chats, fotografías peritajes
informe de riesgo de la OVD y testimonios coadyuvantes), que dan
acabada cuenta de la realidad material de ambos hechos y de la
autoría penalmente responsable del imputado Castro, acaecidos en
un contexto de violencia de género como ya lo argumenté al inicio…”
(ps. 245/247).
Frente a tal fundamentación, la defensa sintetizó que el
hecho de que una persona fuera “proclive a enojarse” no llevaba a
aseverar que hubiera agredido físicamente; y reiteró que se había
tratado de un vínculo patológico, sin asimetría y fuera de un entorno
de violencia de género. Es decir, todas objeciones que ya fueron
abordadas y descartadas y que sugieren una lisa y llana divergencia de
opinión, de cara a una sentencia que ha valorado correctamente la
prueba reunida.
10. En conclusión, el examen realizado por el a quo
concuerda con los lineamientos de los distintos precedentes ya citados
en los puntos II.4 y II.5 e incluye una confrontación apropiada del
relato de la denunciante con la restante prueba, actividad que permitió
desvirtuar la hipótesis de descargo frente a la consistencia de la
acusatoria.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
Por su parte, la impugnante, en muchos pasajes, hizo lo
que critica: analizar parcialmente la prueba y, en definitiva, plantear
generalidades sin refutar el contexto general en que el tribunal
consideró desarrollado el vínculo Bruh–Castro y los sucesos en
particular, postulando un escenario diverso que no encuentro que
tenga apoyo en las pruebas reunidas en el juicio. En efecto, no se
consiguió controvertir el marco descripto ni demostrar la pretendida
mendacidad de Bruh.
En suma, aquí tampoco aprecio la existencia de motivos
para aseverar que la argumentación y las inferencias realizadas por
quienes integraron el tribunal de mérito conduzcan a una duda
razonada en cuanto a la materialidad de los hechos II y IV y la
intervención de Castro como se estimó probado.
A raíz de todo lo expuesto, propongo rechazar todos los
agravios analizados.
IV. Tercera cuestión: la recepción y admisibilidad de
la prueba
1. Antes de ingresar al análisis en concreto, y pese a que
en el escrito no queda claro si se persigue la declaración de nulidad de
los actos y medidas cuestionadas (como se verá más adelante),
conviene recordar ciertas consideraciones de carácter general.
Como sostuve en numerosos precedentes de esta cámara
(“Medina Cantero”, “Mangeri”, “Flores Moreno” –ya citados– y
“Di Filippo”90, entre muchos otros), el alcance y la naturaleza de las
nulidades procesales es uno de los temas más arduamente debatidos
tanto en la doctrina como en la jurisprudencia. En este último ámbito
encontramos fallos que exigen la existencia de un perjuicio efectivo y
otros que directamente ni lo mencionan.
La doctrina, por su parte, cuenta con importantes y
valiosos trabajos. Entre ellos, Julio B. J. MAIER ubicaba a las reglas
90
Sentencia del 23.10.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 1040/17.
#30922401#294657179#20210630151001261
procesales dentro de las potestativas señalando: “…Quien lesiona
estas reglas, lo que ya es una manera incorrecta de referirse al
fenómeno (no observa sería más adecuado), no comete ningún ilícito
sino, a lo sumo, lleva a cabo una acción inválida que no puede
alcanzar su finalidad…”, que consiste en conceder a los individuos
potestades jurídicas91. Traducida esta posición en un ejemplo
concreto, sería el caso de quien desea realizar un testamento ológrafo:
si no lo realiza con los recaudos que exige la ley civil, el acto no
tendrá los efectos que su autor pretende. Lo mismo ocurre en el caso
de las reglas procesales: determinados actos deben realizarse de la
manera establecida; de lo contrario, no producirán el efecto que
persiguen.
Por otro lado, y como sostuve en la causa “Cantos” (ya
citada), una de las características del proceso inquisitivo reformado
(en el que puede incluirse el maltrecho CPPN, ley 23.984) y que lo ha
llevado a su crisis actual, es el planteo continuo de nulidades con la
intención de impedir que la causa avance. En este aspecto, el tribunal
debe evitar que el proceso se transforme en una verdadera
competencia para anularlo, pues como bien enseñaba MAIER “…la
nulidad y su sistema dan origen a un torneo cuya meta final es
eliminar la mayor cantidad de actos posibles para que no puedan
influir en la sentencia, pero cuya meta intermedia consiste en, cada
tanto, intentar que el procedimiento regrese hacia atrás para
comenzar de nuevo. Incluso los jueces, de oficio, intervienen en este
torneo y evitan con este mecanismo la necesidad de dirimir el
caso…”92.
2. En este caso, la parte recurrente planteó que hubo una
afectación a la intervención, asistencia y representación de su
defendido. Explicó que antes del dictado de la sentencia, aunque con
91
Cfr. autor citado, La función normativa de la nulidad, Depalma, Buenos Aires, 1980, ps. 117-
119.
92
Cfr. autor citado, Proyecto de Código Procesal Penal para la Provincia del Chubut. Exposición
de Motivos, CDJP 10 “A”, p. 589.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
directa incidencia en ella, habían ocurrido vicios que vulneraban las
garantías de defensa en juicio y debido proceso y los principios de
contradicción e imparcialidad del juez (p. 137). Fraccionó su reclamo
en cuatro puntos.
a. Designación de perito psicólogo y psiquiatra para el
peritaje sobre Bruh
Tras realizar un repaso de las medidas ordenadas en los
albores de la investigación, recordó que el 22 de marzo de 2017 el
juez instructor (en el mismo decreto en que tuvo por designado al
otrora defensor) fijó la realización del peritaje psicológico de Bruh
para el día siguiente, sin esperar el plazo legal necesario para darle la
posibilidad de designar perito. Aclaró que el 23 de marzo el letrado
expresó la voluntad de esa parte de ser notificada “con la antelación
suficiente” de las medidas de prueba para participar activamente de
ellas; que no existía urgencia que ameritara que el juez procediera
como lo hizo; que dar el tiempo a la asistencia técnica nada habría
cambiado el objeto de la peritación; y que los plazos legales debían
ser de posible cumplimiento y no una mera formalidad (ps. 137/139).
Luego, señaló que el 27 de marzo se designó a la nueva
defensa (los impugnantes) y ese día también se ordenó un nuevo
examen psicológico de la víctima y uno psiquiátrico; entonces, esa
parte hizo saber que designaría peritos dentro de las 24 horas y así lo
hizo el 29 de marzo, proponiendo a la psiquiatra Intebi y a la
psicóloga Nudel.
Al día siguiente se les comunicó que el peritaje se
realizaría esa misma tarde y que Intebi no estaba inscripta en la lista
correspondiente. Dada la premura, Nudel no podía intervenir y se
consiguió con esfuerzo contar en su lugar con el licenciado Di Yorio,
quien fue designado; sin embargo, no se le permitió proponer puntos
de pericia (tal como venía pidiendo desde su primera presentación).
Culminó este repaso con un paréntesis en el que plasmó y subrayó:
#30922401#294657179#20210630151001261
“primera adversidad para la intervención y asistencia del imputado
conforme la ley procesal lo ordena” (ps. 139/140).
Prosiguió analizando que, seguidamente, tras lograr
tomar vista de la causa por primera vez el 5 de abril y obtener copias
el 7, propuso a una nueva profesional como perita psiquiatra de parte,
en tanto Intebi, por no estar inscripta, había sido rechazada “de momento”
(según rezaba el proveído) y no parecía una decisión definitiva (y, si
lo era, el respeto del derecho de defensa ameritaba una fórmula más
clara). Pero el juez denegó la petición por haber transcurrido el plazo
para ello. Aquí asentó: “segunda adversidad para la intervención y
asistencia del imputado conforme la ley procesal lo ordena” (p. 141).
Como conclusión, resumió que el peritaje había sido
ordenado “sin notificar a esta defensa en los términos del art. 258,
segundo párrafo C.P.P. y por las características de la medida de
prueba no nos encontrábamos frente a un caso de urgencia que
amerite la excepción del texto legal”. Y destacó que el 12 de abril de
2017 había realizado una presentación resaltando todos estos
obstáculos y formulando reservas (ps. 142/143).
b. Actuación de peritos informáticos en la obtención del
material de los celulares de Bruh, Castro y la testigo Fusoni
A continuación, detalló que el 27 de marzo de 2017,
cuando se ordenó la extracción de información de los teléfonos con
intervención de la División Apoyo Tecnológico de la Policía Federal,
esa parte designó a dos expertos para que participaran de la medida;
no obstante, el 30 de marzo 2017 la propuesta se proveyó haciendo
saber que, una vez que aceptaran el cargo, los profesionales serían
notificados de los resultados arribados (p. 143).
Así, el 4 de abril se solicitó la suspensión del peritaje
hasta tanto se diera intervención a los peritos por entender que su
participación no se compadecía con lo decidido y se precisó que la
medida podría ser irreproducible (si se llegaba a dañar la información
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
al intentar obtenerla); sin perjuicio de lo cual el juez rechazó el pedido
porque la orden había radicado en extraer lo que contenían y no en un
examen técnico (ps. 143/144).
Más allá de ese criterio, no se comprendía el
inconveniente que representaba el que participaran los profesionales
en la “toma de información”; ni el sentido de designar expertos para
notificarles los mensajes y audios extraídos, tarea de los letrados y no
de los peritos (quienes debían participar en la obtención del material).
Justamente esa falta de intervención había provocado que se omitiera
bajar datos del celular de Castro (quien, a diferencia de la antes
querellante, lo había ofrecido sin restricción), situación que tenía
directa relación con la obtención parcial de prueba que recién se había
notado en pleno debate oral y de la que se agraviaría más adelante (p.
144).
En definitiva, se había impedido su participación eficaz
en las medidas ordenadas; y los plazos que se indicaban vencidos se
transformaban en una formalidad que afectaba el goce del derecho de
defensa (ps. 144/145).
También en este punto se había hecho protesta de recurrir
(p. 145).
c. Ocultamiento hasta las primeras audiencias del debate
de parte de prueba
Acto seguido la asistencia técnica repasó que, en
oportunidad de prestar declaración Fusoni durante la instrucción, por
iniciativa del MPF se la invitó a que aportara su celular, a lo cual ella
accedió. Luego, pidió que de la información obtenida el juez se
limitara a “glosar al expediente aquellas vinculadas a los sujetos
intervinientes y en relación al objeto de investigación”, al igual que lo
requirió la otrora querellante; y en esos términos se ordenó y se
materializó por intermedio de la actuaria (compulsa, selección y
obtención en formato digital únicamente de las conversaciones entre
#30922401#294657179#20210630151001261
Fusoni y Bruh en las que se hiciera referencia al imputado, y reserva
en caja fuerte –en un sobre lacrado– del remanente a fin de preservar
la intimidad de la testigo). Entonces, la defensa entendió que se había
impreso todo el material hallado y que sólo se había tachado aquello
que era ajeno a la causa conforme al criterio de la funcionaria (ps.
145/147).
Señaló que, igualmente, durante toda la instrucción y los
albores del juicio insistió en acceder a la información reservada pues
el criterio de la secretaria sobre el “interés para la investigación”
podía no coincidir con el suyo; además, por estar todos los
involucrados obligados por el secreto profesional, la intimidad de la
testigo quedaba a resguardo. Pero no tuvo éxito (p. 147).
Aclaró que, sin conocer todo el material aunque
“convencidos que no puede defenderse satisfactoriamente a un pupilo
procesal si no se tiene acceso a toda la prueba”, en la oportunidad
prevista por el art. 354, CPPN esa parte lo ofreció y peticionó acceder
a él de forma digital, planteando que estaba en juego el derecho de
defensa. Así fue que el 10 de agosto de 2018 el tribunal rechazó el
pedido de acceso porque la cuestión ya habría sido resuelta por el
juzgado de primera instancia. Sin embargo, lo que se había solicitado
hasta ese momento era extraer copias (no tener acceso a los CDs), con
lo cual no había sido un tema resuelto antes; siempre habían entendido
que la información digital era igual que la impresa, sólo que en ésta se
habían tachado algunas citas (ps. 147/148).
Continuó relatando que, próximos al inicio del debate, a
través del secretario y por orden del presidente del tribunal, se realizó
el chequeo correspondiente y se advirtió que existían, amén de las
impresiones de pantalla materializadas antes, ciertos audios y
numerosos mensajes de Whatsapp que podían resultar de interés. Esto
se traducía, según la recurrente, en desconocimiento de prueba que
habría “tenido incidencia en la defensa” y motivó que en los albores
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
del juicio el a quo aceptara, por mayoría, el acceso. Aclaró que el voto
de la minoría “dejaba traslucir cierta animosidad hacia la defensa, el
imputado y todo aquello que significara el pleno ejercicio de la
garantía de defensa de nuestro pupilo procesal” (ps. 149/150).
Esta situación –agregó– tenía directa relación con la
intervención, asistencia y representación del imputado en el material
de convicción y, por ende, en el ejercicio de una defensa efectiva. No
podía sostenerse que había precluido “la posibilidad de la defensa de
cuestionar la compulsa de los diálogos y la obtención de los datos, ya
que tuvo la oportunidad procesal durante la instrucción y optó por no
oponerse”, en tanto se trataba de una nulidad absoluta aún declarable
de oficio en cualquier momento (art. 168, CPPN) –ps. 150/151–.
Sostuvo que, en definitiva, desde que se incorporó hasta
que tuvo acceso a ella, se manejó con una edición de la verdadera
prueba puesto que no se habían obtenido audios y las impresiones
eran parciales, lo cual terminaba distorsionando el intercambio entre
Bruh y Fusoni. De ese modo, la estrategia de esa parte “se vio
claramente afectada por el hecho de no haber conocido íntegramente
ese material desde su origen. En efecto, por ejemplo, se podría haber
citado a otros testigos que desconociendo el contenido de la aludida
información no hubiera podido explicarse la pertinencia” (sic, p. 151).
Finalmente, añadió que los “audios y chats que se habían
ocultado por no tener vinculación con el caso fueron usados por
ambas partes en sus alegatos y también por los jueces en sus
respectivos votos”, lo cual demostraba la arbitrariedad en la selección
y la afectación que “semejante proceder” tuvo en la garantía de
defensa (ps. 151/152).
d. Imposibilidad de acompañar prueba pertinente y útil
durante el debate por parte del imputado
Por último, repasó que parte de los chats entre Castro y
Bruh que obraban en la causa, así como mensajes de texto extraídos
#30922401#294657179#20210630151001261
del celular de él, no tenían lógica y por momentos aparecían
locuciones que no se compadecían con su contestación, o bien se
contaba con expresiones de él que claramente eran respuesta de otras
de ella. Ahora bien, durante el debate esa parte había logrado
interpretar y descubrir que ello se debía a que, cuando su pupilo
bloqueaba a la damnificada en su teléfono, los mensajes eran
receptados y archivados en una carpeta especial llamada
“Bloqueados”. De esta manera se consiguió dar sentido a muchas
frases de él (ps. 152/153).
Entonces, al declarar Castro en el juicio, aludió a muchos
de esos mensajes informando al tribunal y a las partes que ponía a
disposición su celular, donde estaba archivada toda esa información
(por ejemplo, la amenaza de Bruh de que la atendiera o iría a la OVD,
enviada días antes de la denuncia; entre “muchas otras
manifestaciones atinentes al caso”). Luego, los letrados intentaron
reforzar su petición al tribunal brindando las razones por las cuales
esa prueba no se había ofrecido antes y, aun estando dentro del
teléfono, no había sido notada por los expertos ni por esa parte;
aclarando incluso que no había sido adulterada ya que se trataba de
mensajes enviados por Bruh. Asimismo, solicitaban incorporar
documentación que había encontrado él entre sus archivos digitales y
que no recordaba poseer: la reserva y compra de los pasajes a
Tailandia para ella, que tenía directa relación con uno de los sucesos
(la imputación del hecho II era una extorsión para que Castro sacara
esos pasajes, viaje que él había organizado con un amigo y al que ella
había querido sumarse) –ps. 153/154–.
No obstante, el pedido fue rechazado por unanimidad
porque todo era conocido de antemano y porque no se había fundado
en ninguno de los supuestos del art. 388, CPPN. Si bien esa parte no
recordaba si había citado o no tal artículo, lo cierto era que la mención
de esa omisión se trataba de un exceso ritual manifiesto que había
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
limitado arbitrariamente la amplitud del ejercicio de la garantía de
defensa por una mera cuestión formal. Y, si mediante los términos del
rechazo se había pretendido explicar que la petición escapaba a las
hipótesis previstas en la norma, la afirmación era contraria a la
interpretación de autorizada doctrina, que transcribió (p. 154).
Por el contrario, y arbitrariamente, se había dado un
tratamiento distinto a ciertos documentos que habían sido
incorporados como prueba nueva: la historia clínica completa del
Hospital Alemán, pedida por la fiscalía; y las historias clínicas que
obraban en poder de los psiquiatras Schmee y Alfie al declarar,
requeridas por el presidente del tribunal (ps. 155/156).
La importancia de su prueba también se colegía de la
circunstancia de que en el desarrollo del fallo se recogían pasajes de
diálogos mantenidos entre Castro y Bruh sacados de contexto en la
mayoría de los casos, lo que cambiaba su sentido, en tanto muchos se
utilizaban para sostener que él era violento o que la manipulaba, mas
tenían respuesta o se contextualizaban con el material cuyo ingreso
había sido rechazado. Como ejemplo trajo un día en que ella le envió
a él ciento cincuenta y cinco mensajes de texto, conforme informó la
empresa prestadora del servicio, pero allí no surgía su contenido, que
sí podría haberse visto en su celular ofrecido en el debate. Esgrimió
que “tamaña magnitud de mensajes” no formaba parte de la causa sólo
porque la División de Apoyo Tecnológico no los había extraído
cuando su defendido entregó su celular sin reparos (ps. 156/157).
Seguidamente dijo que podría sostenerse que los ciento
cincuenta y cinco mensajes de texto enviados por la denunciante el 21
de enero de 2017 (y otros doscientos sesenta y ocho del 22 de enero)
no tendrían vinculación con los hechos o no servirían
probatoriamente; sin embargo, de ser así, idéntico temperamento
debería adoptarse con los mensajes de Castro y aquí se apreciaba que
los judicantes tomaban un parámetro de evaluación para el imputado y
#30922401#294657179#20210630151001261
uno diverso para aquélla: “Los dichos de Castro lo condenan, en tanto
que los dichos de Bruh nada acreditan”, ni siquiera la manipulación
que ejercía permanentemente sobre él (p. 157).
Al finalizar, vinculó este agravio con el alusivo a la
intervención de sus peritos de parte en la extracción de información de
los teléfonos celulares, quienes habrían podido notar la omisión de los
especialistas actuantes (p. 158).
3. Análisis de estos planteos
El primer planteo de la defensa discurrió, como su título
lo indica, en torno a la designación de peritos para el examen
psicológico y psiquiátrico practicado sobre la damnificada (punto
IV.2.a).
a. Para empezar, ciertas observaciones. Amén de la
cantidad de actos procesales que repasa y critica genéricamente
(mayormente por su “injustificada” celeridad), aunque sin traducirlos
en agravios concretos, lo primero que se advierte del derrotero es una
desvinculación entre los argumentos y la conclusión. En efecto, se
consigue extraer en limpio lo siguiente: dos “adversidades”, que
podrían entenderse representadas por los rechazos del juez instructor
(a la proposición de puntos de pericia del perito psicólogo de parte Di
Yorio, a la designación de una perita psiquiatra no inscripta y a la
admisión de una nueva ya vencido el plazo), y la deducción como
corolario de que no se había notificado a esa parte en los términos
del art. 258 segundo párrafo, CPPN (“…y por las características de
la medida de prueba no nos encontrábamos frente a un caso de
urgencia que amerite la excepción del texto legal…”, p. 142). El
razonamiento es incorrecto porque, en rigor, la notificación existió y
de hecho le permitió postular a distintos profesionales para que
intervengan en el proceso.
A estas inexactitudes, que de por sí relativizan el reclamo
al dificultar su comprensión cabal, se suma que tampoco explica
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
93
Sentencia del caso “Briones” del 23.10.15, Sala III, jueces Jantus, Garrigós de Rébori y
Sarrabayrouse, registro n° 580/15; entre otras.
94
Sentencia del 1.12.16, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Niño y Morin, registro n° 965/16.
95
Sentencia del 2.6.17, Sala II, jueces Niño, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 428/17.
96
Sentencia del 23.8.17, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 706/17.
97
Sentencia del 17.10.17, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1006/17.
98
Sentencia del 27.10.17, Sala II, jueces Morin, Días y Sarrabayrouse, registro n° 1070/17.
99
Sentencia del 4.12.17, Sala II, jueces Morin, Niño y Sarrabayrouse, registro n° 1268/17.
#30922401#294657179#20210630151001261
de marzo se ordenó su ampliación y la realización simultánea de un
peritaje psiquiátrico, ambas notificadas ya a la actual defensa (fs.
37/38); que dos días después ésta propuso peritas de parte para que
participaran de esas medidas (la psiquiatra Intebi y la psicóloga
Nudel, fs. 45/vta.); que la primera no se encontraba inscripta en el
respectivo listado y por esa razón no se hizo lugar a su propuesta (fs.
49); que la segunda no pudo intervenir, pese a lo cual se postuló
rápidamente a otro psicólogo que participó (Di Yorio, fs. 50/vta., 51,
86/91 y 128/131); y que al solicitar la designación de una nueva
psiquiatra en el mes de abril se rechazó la petición por haber
transcurrido el plazo para hacerlo. Si bien no lo aclara, esto ocurrió el
día 10 (fs. 72 y 73). Tampoco aclara que al designar a Di Yorio había
pedido la proposición de puntos de pericia in situ (fs. 50) y ése fue el
motivo para denegar la solicitud, por ser el tribunal quien los
determina (fs. 51).
Ahora bien, frente a las medidas del juez de instrucción
que describe en su impugnación como afectaciones del derecho de
defensa, la asistencia técnica se ciñó a realizar una presentación el 12
de abril de 2017 titulada “Hace reserva de plantear nulidad y recurrir
en casación – reserva del caso federal” (cfr. fs. 75/78), pero sin
plantear nulidades ni objeciones en concreto en esa ocasión, ni en
ningún otro momento en el transcurso del proceso.
El art. 456 inc. 2°, CPPN establece como regla general la
carga del recurrente de exigir “…oportunamente la subsanación del
defecto, si era posible, o hecho protesta de recurrir en casación…”
(con excepción de los casos de nulidad absoluta). Es decir: si la parte
había advertido la inobservancia de normas procesales en aquellos
actos, debió efectuar los planteos pertinentes en aquel mismo
momento, oponiéndose a la producción del peritaje, o requiriendo la
reposición de las medidas que considerara improcedentes, o exigiendo
la declaración de nulidad que había anunciado antes.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
este aspecto, en su conjugación con el derecho a una defensa eficaz,
ver el precedente “Bertolino”100). A la misma estrategia conciernen
las objeciones sobre los términos de la denegación de esa perita por
no estar inscripta, en tanto la idea de que un rechazo “de momento”
(fs. 49) conlleva suspender los plazos procesales impuestos por el
código sólo es producto de la interpretación de los defensores.
Tampoco explicaron debidamente, como se adelantó, si
los asuntos versarían acerca de nulidades absolutas, esto es, aquéllas
que podían ser introducidas y decididas (aun de oficio) en cualquier
estado y grado del proceso (art. 168 segundo párrafo, CPPN), para
sortear el obstáculo que establece el art. 170 inc. 1°, CPPN. O bien de
una cuestión federal que obligue a la intervención de esta cámara.
Por último, y como destaqué en otros precedentes (ver,
por todos, “Ciampa”101), si se entiende al recurso de casación como
una garantía a favor del condenado, la consecuencia será revisar todo
aquello que pueda ser revisado en esta instancia. Sin embargo, que
aquél posea el derecho a un recurso amplio no conlleva la derogación
de las formalidades y cargas inherentes a su formulación propias de la
instancia recursiva que prevé el ordenamiento procesal, por lo cual
una excepción a ellas debe justificarse en razones sustanciales, que
aquí se omitieron consignar.
Pero además de todo lo expuesto, lo que sella la suerte de
este planteo es la cantidad de oportunidades procesales que tuvo la
defensa de ofrecer más peritos (si lo consideraba necesario), ampliar
los puntos ya discutidos y, esencialmente, interrogar, contraexaminar
y controlar así todas las declaraciones de los expertos (pues todos –a
excepción de Kiss– declararon en el debate: Bueres, Di Yorio, Sarlo,
Sedler, Barcala, Schmee, Balcone Rey, Larcamon). Además, Bruh
también declaró en el juicio oral y de esa manera las defensoras
contaron con la posibilidad concreta de ejercer un control amplio,
100
Sentencia del 3.5.18, Sala II, jueces Morin, Sarrabayrouse y Días, registro nº 461/18.
101
Sentencia del 19.6.17, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Niño y Morin, registro n° 522/17.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
normas procesales y canalizar correctamente el asunto relativo al
peritaje informático. Si los letrados consideraban irregular o inválido
el procedimiento (por ejemplo, por incumplimiento de los principios
del tratamiento de la evidencia digital) o algún acto procesal
concerniente a él, debieron discutirlo pertinentemente. Los
mecanismos previstos por el ordenamiento procesal tampoco fueron
accionados a este respecto, sin que existiera ningún obstáculo ni se
brindara una explicación atendible aquí en torno a tal omisión.
Por lo demás, los abogados no detallan a qué plazos se
refieren cuando reprochan la formalidad que representó atenerse a su
vencimiento; con lo cual no es posible vislumbrar (tampoco en esos
términos) la alegada ineficacia del goce del derecho de defensa.
Por ende, propongo rechazar también este agravio.
5. El tercero radicó en el ocultamiento de una porción de
la información extraída del teléfono celular de la testigo Fusoni hasta
las primeras audiencias del juicio (punto IV.2.c).
Los argumentos que la asistencia técnica articuló sobre
este punto también adolecen de ciertas imprecisiones que emergen de
su sola lectura. Así, afirma simultáneamente que “…[d]
urante toda la
instrucción esta parte insistió para acceder a la información
reservada toda vez que el criterio del ‘interés para la investigación’
aplicado por la secretaria del juzgado podía no coincidir con el
criterio de esta defensa…” y, acto seguido, que “…el tribunal oral al
proveer la prueba ofrecida nos rechazó el pedido de acceder a la
información…se indicó que la cuestión del acceso a dicho material,
ya había sido resuelta por el juzgado de primera instancia…[s]in
embargo, aclaramos que en aquella oportunidad no pedimos tener
acceso a los CD Roms, porque siempre entendimos que la
información de los CD era la misma que la impresa…[l]
o que había
solicitado en aquella ocasión era sacar copias de esa prueba…” (p.
147, el subrayado es propio).
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
acceso contaron con la efectiva posibilidad de valorar y dar sentido al
intercambio de mensajes entre Bruh y Fusoni y de requerir la
convocatoria de los testigos que entendían necesarios para sostener su
hipótesis del caso; sin que aquí se haya expresado ni demostrado lo
contrario. Por ende, más allá de que se aduzca arbitrariedad en la
selección previa al debate, no advierto el detrimento que dicha
circunstancia habría acarreado para la estrategia de la parte en el
juicio.
Por lo demás, tampoco queda claro de qué
comunicaciones omitidas se trataba en concreto ni qué vinculación
existía entre éstas y los sucesos investigados, datos que sencillamente
no se recogen ni exponen en el escrito. Una vez más, se elude
explicitar la manera en que la cuestión habría tenido “directa
incidencia en el fallo”. Incluso, la defensa omite mencionar aquí, a la
manera de un recurso de revisión o en aras de garantizar un examen lo
más amplio posible de la condena, qué comunicaciones en concreto
podían torcer o modificar el razonamiento de la sentencia.
Asimismo, advierto que la decisión cuestionada sí
consideró que esa información había sido utilizada, con lo cual el
agravio pierde todavía más sustento. De este modo, en las
observaciones finales del voto de la jueza Ruiz López y el juez
Larraín en la sentencia se lee: “…Sin pretender reeditar la cuestión
ya zanjada…lo cierto es que la defensa en su alegato para lo único
que usó la información de la prueba reservada fue para denostar a
la damnificada. En innúmeras críticas se mencionó a la víctima y su
entorno, sin obtener nada de interés para dilucidar las lesiones y los
abusos sexuales padecidos por ella…” (p. 440); “…tales audios
mencionados por la defensa nada aportaron para el esclarecimiento
del caso y menos para demostrar la ajenidad de Castro en los
hechos imputados. En definitiva, tal prueba solo se limitó a habilitar
la escucha de conversaciones privadas entre amigas, en torno a su
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
vida privada. Informaciones privadas para denostar a la víctima, a su
interlocutora y a sus amigos. Develándose, en el discurso de Castro y
sus defensas, circunstancias o datos de la vida privada de muchos de
aqu[é]llos. Intrusión que la única función que cumplió en el debate
fue oír cómo se solazaban, el imputado y su defensa, mencionando
personas, lugares, actividades, cargos, edades, entre otras muchas
especulaciones. Indagaciones absolutamente ajenas e innecesarias
para el esclarecimiento de los delitos cometidos por el imputado.
Pseudo prueba que, tras la injustificada invasión en la vida privada
de terceros, a la postre no representó lo que sostuvo la defensa que
aportaría, en cuanto le constaba que esa información era esencial
para resolver el caso…” (ps. 444/445); “…ninguna de las citas
extraídas de esa prueba fue dirimente ni mucho menos. A mi
entender, estuvo al servicio de que la defensa cuestionara a la
víctima. Sin embargo, las especulaciones de la defensa, inspiradas
en esos audios y en los restantes, no aportaron ningún plus de
información útil para su pretensión…” (p. 454; las negritas me
pertenecen).
En suma, no advierto cómo esto se habría traducido en
una afectación a la intervención y al derecho de defensa de Castro, en
tanto efectivamente lo ejerció, según se ha visto en los párrafos
precedentes.
Lo dicho sella la suerte del agravio.
6. El último de los planteos, atinente a la denegación de
prueba cuya incorporación fue requerida en el juicio oral (punto
IV.2.d), amerita la delimitación previa del marco teórico y normativo
del tema.
a. En el precedente “Grinstein”102 lo abordé de manera
general, repasando el diseño del CPPN, sus problemas estructurales y
la necesidad de interpretar algunas de sus reglas en clave
constitucional; además del valor epistemológico de la prueba que se
102
Sentencia del 12.9.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 1122/18.
#30922401#294657179#20210630151001261
incorpora al debate y la dificultad que representa para la asistencia
técnica el rechazo de la que propone.
A modo de síntesis y a partir de las reglas y los casos
citados allí, destaqué entre otras cosas que la jurisprudencia
internacional ha reconocido violaciones del derecho de la defensa a
presentar pruebas en –al menos– tres situaciones: 1) cuando su
naturaleza parece haber sido de crucial importancia para la resolución
de las cuestiones bajo consideración; 2) cuando se niegan de manera
sistemática las peticiones de la defensa; y 3) cuando se pone de
manifiesto un desequilibrio entre las partes violatorio del principio de
igualdad en esta materia103.
Añadí que el derecho a ofrecer prueba de descargo
también puede ser analizado desde la perspectiva de la calidad y
cantidad de información que ingresa en el debate y su impacto en la
búsqueda de la verdad como objetivo del proceso. En este sentido,
recordé lo expuesto en el mentado caso “Escobar”: “…[d]e acuerdo
con un modelo ‘cognoscitivista’, los procedimientos de fijación de los
hechos se dirigen a la formulación de enunciados fácticos que serán
verdaderos si los hechos que describen han sucedido y falsos en el
caso contrario. En palabras de Marina Gascón Abellán ‘…la fijación
judicial de los hechos no puede ser, por ejemplo, consecuencia del
puro decisionismo o constructivismo, sino el resultado de un juicio
descriptivo de hechos a los que se atribuye ‘existencia
independiente’. Por ello, el concepto de verdad requerido por el
modelo es el semántico de la correspondencia y el principal criterio
de verdad es la contrastación empírica…’.”104 De allí que –según
extraje– dentro de este modelo de valoración de la prueba deba
103
Comité de Derechos Humanos, caso Gordon c. Jamaica, párr. 6.3 (1992), sobre la relevancia
del principio de igualdad entre las partes. Un desarrollo más detenido de esta cuestión puede
encontrarse en: Daniel O’DONNELL, Derecho Internacional de los Derechos Humanos: normativa,
jurisprudencia y doctrina de los Sistemas Universal e Interamericano, Bogotá, D.C., Colombia:
Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
2da edición, 2012, ps. 422 y ss.
104
Cfr. Marina GASCÓN ABELLÁN, Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba,
Marcial Pons, Madrid, 1999, p. 47-52; Luigi FERRAJOLI, Derecho y Razón. Teoría del garantismo
penal, Trotta, Madrid, 1995, p. 540.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
permitirse el ingreso y la producción de toda aquélla que sea legítima
y pertinente para resolver el caso.
Concluí que la sentencia es el resultado de un proceso
artesanal en el que quien decide parte de dos datos (uno normativo,
que conoce por su formación, y otro fáctico, que le aportan las partes
o él mismo averigua en los ordenamientos procesales que así lo
permiten) y luego los engarza en un laborioso proceso de ajuste que
implica la preparación o adaptación previa de cada uno de ellos105. En
consecuencia, cuanto más rico sea el conjunto de los elementos y más
información relevante se encuentre a disposición de quien debe
decidir, menores serán las posibilidades de que la persona que
resuelve pueda incurrir en un error. Por eso, y siempre que la prueba
no resulte sobreabundante (“peligro de desborde”), debe regir el
principio de inclusión.
Con posterioridad, me expedí acerca de este tema
aplicando tales parámetros en las causas “Cevilan”106, “Aráoz”107,
“Constant”108, “Gamdzyk”109, “Contrera Serrano” (ya citada) y
“Garcete Martínez”110.
b. En este caso, corresponde analizar de modo
pormenorizado lo ocurrido en el debate en torno a la prueba cuya
denegación se reclama.
En el acta del 9 de octubre de 2019 (fs. 704/705vta.; esto
es, tras una decena de jornadas del juicio que comenzó el 21 de agosto
de 2019) se lee que Castro declaró por segunda vez y brindó un relato
de los hechos; allí “…hizo referencia a numerosos mensajes de la
denunciante que, por tenerla él bloqueada, fueron a una casilla del
teléfono que no fue oportunamente examinada cuando se ordenó el
105
Cfr. Alejandro NIETO, El arbitrio judicial, Ed. Ariel, Barcelona, p. 110 y, en este mismo sentido,
Eugenio C. SARRABAYROUSE, Responsabilidad penal por el producto, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2007,
ps. 302-307.
106
Sentencia del 17.10.18, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Días y Morin, registro nº 1318/18.
107
Sentencia del 28.12.18, Sala II, jueces Días, Sarrabayrouse y Morin, registro n° 1683/18.
108
Sentencia del 25.2.19, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Días y Morin, registro nº 115/19.
109
Sentencia del 7.8.19, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 1029/19.
110
Sentencia del 21.2.20, Sala II, jueces Sarrabayrouse, Morin y Días, registro n° 218/20.
#30922401#294657179#20210630151001261
peritaje respecto de su teléfono celular en la etapa de instrucción.
Explicó que a dicha casilla, que no había visto antes, ingresaron los
mensajes de texto que le enviaba Andrea Sofía Bruh durante el
tiempo que mantuvo bloqueadas las comunicaciones con la
nombrada. También puso a disposición del tribunal las constancias
de las reservas del pasaje a Tailandia y del pago correspondiente,
para que de considerarlo pertinente el Tribunal, se incorporen como
prueba al debate…”.
Trascartón, se asentó que la defensa manifestó lo
siguiente: “…quienes tuvieron acceso a la prueba son conscientes de
la cantidad de material que hay. Que esa parte no es técnica en la
materia y por ello es que oportunamente designaron peritos de parte
que aceptaron el cargo en la etapa de instrucción. Sin embargo, del
análisis de la causa surge que no se les permitió participar desde un
inicio de la pericia ordenada porque en un primer momento el
juzgado de Instrucción dijo que era prueba de informes y no de
pericias, y fue así que se mandaron entonces los teléfonos y el resto
del material a analizar a la división Apoyo Tecnológico de la PFA
para que extraigan la información. Señaló, en cuanto a la labor de
esa división, que en relación al teléfono de Castro, se agregaron al
expediente tres videos que ‘bajó’ dicha división, videos que se
corresponden con las conversaciones que mantuvo su defendido con
la querellante, conversaciones que al ser analizadas se advierte a
simple vista que en muchos casos les falta la ‘interconexión’, es
decir, su correlato con la respuesta al mensaje enviado. En esta
casilla de ‘bloqueados’ que encontraron recientemente en el teléfono
de Castro es donde estaban estos mensajes, casilla de cuya existencia
no supieron sino hasta que el equipo fue examinado por quienes
conocen más de tecnología. Explicaron que oportunamente Castro
aportó el teléfono para que bajen toda la información contenida en él
y vinculada a los hechos objeto ahora de este debate, y lo que hizo en
cambio la División Apoyo Tecnológico fue un análisis parcial e
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
antemano, y porque su petición no se fundó en ninguno de los
supuestos del art. 388 del CPP. Se tuvieron presente las reservas…”.
c. Del resumen efectuado precedentemente se deduce que
el razonamiento del a quo para denegar la prueba requerida por la
asistencia técnica resultó razonable y no advierto que sea arbitrario.
En efecto, la argumentación del tribunal radicó en que la prueba ya
era conocida y en que la petición no se había basado en ninguno de
los supuestos de la regla que rige el caso, lo cual implica que, en
definitiva, no encuadraba dentro de lo establecido por el art. 388,
CPPN porque tal prueba no podía ser considerada nueva y tampoco se
trataba de una manifiestamente útil según el texto legal.
Sin perjuicio de esto, y nuevamente en aras de un
escrutinio amplio de la sentencia de condena, la cuestión puede ser
analizada desde la perspectiva de un recurso de revisión (art. 479,
CPPN), con las salvaguardas del caso, en tanto, obviamente, no nos
encontramos ante una sentencia firme. En cuanto a los requisitos de
aquel recurso, el aplicable al caso es el inc. 4º de la regla, que
establece: “Después de la condena sobrevengan o se descubran
nuevos hechos o elementos de prueba que, solos o unidos a los ya
examinados en el proceso, hagan evidente que el hecho no existió,
que el condenado no lo cometió o que el hecho cometido encuadra en
una norma penal más favorable” (cfr. el análisis que sobre este
recurso se efectuó en “Rodríguez”111, “Severi”112, “Ramírez”113,
“Petriz”114, “Schlenker, Alan”115 y “Schlenker, William”116). Se
trata entonces de analizar la prueba ya reunida con aquella que la
111
Sentencia del 6.7.17, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
1335/17.
112
Sentencia del 8.9.17, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
2326/17.
113
Sentencia del 1.9.17, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
2483/17.
114
Sentencia del 6.4.18, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
470/18.
115
Sentencia del 30.8.19, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
1320/19.
116
Sentencia del 15.9.19, Sala de Turno, jueces Bruzzone, Jantus y Sarrabayrouse, registro n° ST
1767/19.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
En cuanto a los términos concretos del rechazo efectuado
por el tribunal, la defensa alude un “exceso ritual manifiesto” que
habría cercenado el derecho de defensa. Sin embargo, este planteo no
tiene un sustento jurídico suficiente ni expone apropiadamente las
razones que causarían la arbitrariedad alegada. La mera aclaración de
que la prueba “no había sido advertida con anterioridad” por esa parte
o por Castro, o bien que él no recordaba poseerla, no suple la carga de
motivación establecida en el art. 463, CPPN; tampoco lo hacen las
opiniones doctrinarias que reproduce y que no conecta de forma
específica con el caso.
En esa línea, los impugnantes pretendieron respaldar la
arbitrariedad esgrimida en un supuesto tratamiento distinto del
imputado en relación con la parte acusadora, en tanto a instancias de
la fiscalía se había aceptado la incorporación de la historia clínica
completa de la víctima (la cual “ya existía” y había sido ofrecida por
esa defensa y rechazada por el tribunal, p. 156). No obstante, la
observación no se condice con lo efectivamente actuado. Del acta de
debate del 11 de septiembre de 2019 surge que la fiscalía “…
manifiesta que quiere pedir la historia clínica al Hospital Alemán,
más precisamente el resultado del urocultivo. La defensa dice lo
ofreció como prueba en la oportunidad del 354, no se había hecho
lugar en principio, con lo cual no tiene ningún inconveniente, pero
solicita que se pida la historia clínica completa. El tribunal hace
lugar a lo solicitado, y hace saber que se va a pedir la historia clínica
completa, incluido el resultado del urocultivo…” (fs. 665/666, la
negrita me pertenece). Es decir, no sólo la defensa no se opuso al
requerimiento del informe propuesto por la acusación, sino que fue
por su propio pedido que se dispuso la remisión de la pieza completa
que ahora presenta como un supuesto de trato desigual y arbitrario.
Advierto un intento similar cuando reclama que, si se
sostenía que los mensajes enviados por Bruh no servirían para
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
el primer párrafo de sus considerandos, adelanto que habré de
compartir su desarrollo y la conclusión respecto del “razonamiento
probatorio con respecto a los hechos considerados lesiones
agravadas (II y IV)”. También coincido en que no existe ninguna
duda que la relación que tuvieron Andrea Sofía Bruh y Julio César
Castro se había convertido en tóxica para ambos, y estaba enmarcada
dentro de un contexto de violencia de género del hombre para con la
mujer; es decir: de Castro para con Bruh. La defensa intenta
controvertir estas conclusiones sin éxito, porque la prueba presentada
por la acusación y la fundamentación de la sentencia, respecto de
estas cuestiones resueltas por unanimidad, y receptadas en el voto del
colega que lo hace en primer término, es contundente, sella la cuestión
y a ella me remito en honor a la brevedad.
Si bien también habré de coincidir respecto de la
acreditación de “los hechos calificados como abuso sexual con acceso
carnal (anal) (I y III)”, como la defensa argumenta lo contrario, pero
con apoyo en el voto en minoría que se aparta de la condena dictada
por sus colegas Ruiz López y Larrain, quisiera efectuar algunas
consideraciones partiendo de los argumentos del juez Sañudo.
2) El voto disidente evalúa ambos abusos sexuales con
acceso carnal y reflexiona acerca del contexto en que se habrían
producido partiendo, como ya se adelantó, de que la relación de
Castro con Bruh estaba teñida de violencia de género, pero al
concretarlo en el caso respecto de estos delitos, los dichos de la
denunciante fueron analizados y puestos en crisis, como le proponía la
defensa, para ser descartados por el in dubio pro reo, a mi criterio, en
forma arbitraria.
El caso admite ser revisado en esta instancia conforme la
doctrina del fallo “Casal”, donde el límite está dado por la
inmediación con la valoración de la prueba concentrada en el debate.
Y en este caso es para destacar lo que enfáticamente viene reseñado
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
en el voto de la jueza Ruiz López, alertando que lo vivenciado durante
el debate podría exceder lo que es posible reseñar por escrito luego de
emitir el veredicto de condena. Destaca en su voto que el debate en
algún momento, y en aras de permitir amplitud y extensión para
ejercer el derecho de defensa, más que sobre la acreditación de los
delitos concretos imputados al acusado, se le permitió a esa parte
descalificar de manera genérica a la víctima, ventilando incluso su
vida privada como si de ello se pudiera obtener algún rédito para
ubicarla en una posición de paridad con el autor. Por ese motivo,
sugiere ver las diferentes audiencias en las que se extendió el debate
para poder aproximarnos a la inmediatez que otorgan los registros
audiovisuales para valorar la prueba que tuvieron ellos como jueces
del juicio. Es difícil encontrar referencias tan directas a los límites en
el control de la valoración probatoria en una sentencia, no ya desde lo
teórico como advertencia a los que debemos controlar el fallo en este
momento, que siempre se encuentra presente; sino desde lo práctico,
para advertir hasta qué punto en algún momento el debate perdió su
norte en cuestiones de detalle por las características tóxicas de la
relación provenientes del análisis del frondoso intercambio de
mensajes y audios agregados a la causa desde la instrucción y los
incorporados en el debate por decisión de la mayoría del tribunal.
Los agravios se dividen en varios planteos que se
refieren, básicamente, a la valoración probatoria efectuada en la
sentencia y donde la versión del condenado y su defensa se
contraponen con la conclusión a la que llega el tribunal por mayoría.
La valoración global de ese contexto es lo que nos puede permitir
extraer conclusiones para, en su caso, convalidar una sentencia de
condena conforme la certeza correspondiente117.
Como ya dijimos, en este caso, como suele ocurrir
generalmente en esta clase de delitos la acusación se sustenta, “casi
exclusivamente, en la versión de la víctima”, lo que nos reconduce a
117
Sala 1, “Rodríguez”, Reg. n° 400/2019, del 16/4/2019, jueces Bruzzone, Rimondi y Jantus.
#30922401#294657179#20210630151001261
la problemática de los dichos del testigo único donde “se confrontan
dichos contra dichos, frente a una versión acusatoria en boca de la
víctima lineal y coherente y otra defensiva del acusado reñida con
elementales criterios de la experiencia general –máxime en un
contexto de violencia de género, se impone el peso de los primeros.
Cuando se señala críticamente, que en la encrucijada de valorar
dichos contra dichos, el testigo único que acusa no puede pesar más
que el descargo del imputado que niega, debe ponderarse el contexto
en el que se producen y su entidad para contradecirlos”118.
En la sentencia, el voto mayoritario, consideró verosímil
la versión de la denunciante en cuanto a los abusos sexuales con
acceso carnal anal y los dio por probados, así como la relación
asimétrica y la violencia de género implicada.
Por el contrario, en el voto en minoría del juez Sañudo
esa parte de la imputación fue descartada por duda, por no
encontrarse, para él, debidamente acreditado. Su conclusión luego del
desarrollo y repaso de las pruebas producidas, es la siguiente:
“(L)a circunstancia de que Bruh le reclame en
numerosas oportunidades a Castro haberle efectuado lesiones y todo
tipo de malos tratos verbales y psicológicos, pero ninguna referencia
haga, en ninguna comunicación, a un reclamo por supuesto abuso
sexual; las interminables referencias de Bruh, inmediatamente luego
del hecho presuntamente cometido el 24 de enero de 2017 y también
los días previos a la denuncia, acerca de si eran o no pareja, si eran
o no novios, si él quería o no ser su novio, si podían recomponer la
relación, situación que no permite establecer hasta qué punto, dado
el caso –no probado de una relación anal ese día, hubo o no
consentimiento, o si ella lo condicionó a que fueran novios. Y en
este punto, a modo de ejemplo, basta leer algunos de los muchísimos
mensajes de whatsapp que intercambiaran Castro y Bruh pocas horas
118
Sala 2, “Taborda”, causa 400/2015, 2/9/2015.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
después del supuesto abuso del 24 de enero de 2017, o entre el 10 y el
14 de marzo de ese mismo año, hasta las 10.31.07, para comprender
el porqué de mis dudas”, el juez Sañudo se hace la siguiente
pregunta: “¿estaríamos analizando hoy estos supuestos hechos de
abuso sexual si Castro hubiese accedido a las peticiones de Bruh
para recomponer la relación de pareja, si le hubiese dicho que eran
novios, si le hubiese dicho que la cuidaría?” (el resaltado me
pertenece)
3) La tesis central de la defensa es sostener que el sexo
anal formaba parte de las prácticas sexuales de la pareja. Castro en su
indagatoria en el debate calificó de “una situación extraña”119, que en
su declaración original ante la OVD Bruh no haya mencionado el
primer hecho de abuso ocurrido en Mar del Plata en octubre de 2016,
circunstancia que el juez Sañudo consideró relevante para dudar de su
testimonio, ya que siguiendo lo puntualizado por Castro, consideró
“curioso” que no lo haya mencionado en su denuncia originaria, como
para dudar de su veracidad.
Con carácter general, sobre cómo se desarrollaron las
relaciones sexuales que tuvo con Bruh, dijo que: “En ese momento y
en otras oportunidades, cada vez que teníamos algún vínculo íntimo
era consensuado. Tanto en su momento como en su forma. No era
una práctica habitual la que ella me imputa; estamos hablando
concretamente de sexo por esta vía alternativa que ella hizo
referencia en contra su voluntad. Era esporádica. Si Uds me
preguntan no les puedo decir exactamente, con la certeza que tengo
para otras cosas, en qué momento ni cuándo porque no se pueden
fijar esas cosas. No lo tengo claro, pero sí que teníamos ese tipo de
prácticas de esa naturaleza….”120
Lo primero que considero importante destacar es que
tanto la denunciante como el acusado reconocen una relación de
119
Indagatoria de Julio César Castro en el debate: 09/10/2019, 03/29/40.
120
09/10/2019, 03:30:17 PM
#30922401#294657179#20210630151001261
noviazgo por cerca de dos años, donde las relaciones sexuales
formaban parte de sus prácticas y eran, en principio, habituales y
satisfactorias para ambos, pero se diferencian en lo referido al sexo
anal: Bruh dice que nunca fue consentido y Castro dice que sí, como
se encuentra expuesto con claridad en el párrafo anterior.
Es importante dejar en claro que no se está juzgando el
tipo de relación “enfermiza” y “patológica” como los mismos
interesados la definieron; así como los amigos o conocidos que
supieron de la relación por el relato de ellos, y los funcionarios y
profesionales que tuvieron contacto con el caso. Son muchas las
relaciones afectivas donde uno de los dos, o los dos no pueden darlas
por canceladas y se vuelven tóxicas y donde la responsabilidad es
compartida hasta que uno de los dos le pone fin con alguna decisión
definitiva. Pero siempre hay que prestar especial atención la violencia
de género que enmarcó la relación y la asimetría entre las partes,
como se valoró en este caso por unanimidad. Entonces, no se trata de
establecer cuánto de responsabilidad en que la relación naufrague
tiene cada uno, por escenas de celos, violaciones a la intimidad de las
comunicaciones telefónicas y reproches varios y variados derivados
de una obsesión en el control del otro, sino en establecer si se
cometieron los delitos que la denunciante le atribuye a su ex novio.
Precisamente el punto de disenso de los jueces del
tribunal oral e incluso de las partes, no era establecer si eran una
pareja con una relación tóxica. La cuestión es establecer, más allá de
toda duda razonable, si en el marco del trato sexual que se
dispensaban el sexo anal estaba incluido como sostiene Castro o, por
el contrario no, como sostuvo Bruh a lo largo de todo el proceso, más
allá de la forma en cómo lo fue relatando tanto en el expediente como
en sus entrevistas con profesionales o con su entorno de amistades y
conocidos.
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
#30922401#294657179#20210630151001261
funcionarios de esa dependencia saben que más allá del hecho
puntual, “la gota”, deben intentar indagar sobre todo el contenido del
vaso para poder expedirse, a su vez, sobre el informe de riesgo que se
puede estar atravesando para establecer medidas de protección o a qué
órgano jurisdiccional darle intervención.
Entonces, respecto del origen de la denuncia en cuanto al
lugar y la forma en que se llevó a cabo, no advierto que surjan fisuras
o alguna clase de debilidad probatoria para poner en crisis la denuncia
originaria que dio comienzo a esta investigación.
El asunto fue derivado de la OVD a un juzgado de
instrucción, donde la versión de Bruh, como víctima, se concretó en
dos oportunidades. En la primera, ratificó su denuncia y mencionó,
también, el abuso sexual con acceso carnal ocurrido durante el viaje a
Mar del Plata de octubre de 2016 y, en la segunda, amplió sus dichos
indicando que a su regreso de ese viaje concurrió al área de
ginecología del Hospital Alemán por tener una inflamación vaginal
que la denunciante atribuía al hecho de haber sido accedida
vaginalmente por Castro luego de haberlo hecho analmente, lo que
por no haberse higienizado debidamente trasladó las bacterias que
provocaron la infección urinaria.
En el debate reiteró lo dicho hasta ese momento y aunque
no fue interrogada puntualmente de por qué no dijo todo lo que
manifestó en la audiencia el mismo día en que concurrió a la OVD,
queda claro, como lo analiza la jueza Ruiz López en su voto al que
adhirió el juez Larrain, al decir:
“Tal como ya adelanté, el testimonio de Andrea Sofía
Bruh sobre los hechos padecidos y su relación con Castro fue un
relato creíble, preciso, inestructurado y coherente. Estuvo cargado de
la angustia propia de quien recuerda los abusos sufridos.
Circunstancia que surge de los informes psicológicos analizados y se
aprecia en las filmaciones del debate, donde se observa que en varios
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
tramos de su declaración Bruh no pudo contener el desasosiego y
lloró sin consuelo”. Esta es la valoración directa de su testimonio en
el debate que hicieron dos de los jueces que integraban la troica y que
le creyeron.
5) El juez disidente adhirió a los argumentos expuestos
por Castro al prestar declaración indagatoria, donde se ocupó de
analizar la forma en que durante la etapa preparatoria del juicio se fue
conformando la acusación, poniendo el énfasis, básicamente, en la
supuesta incoherencia en la forma en que se fueron incorporando los
hechos que concluyeron con su condena, pero básicamente, su actitud
al declarar fue la de intentar descalificar a Bruh para lograr empatía
con el tribunal, pero, como ya se adelantó, reconociendo que aunque
era esporádico, el sexo anal formaba parte de sus prácticas sexuales y
que la denuncia estaba motivada exclusivamente en despecho y
venganza porque él le había puesto un corte definitivo a la relación.
El voto mayoritario toma esta cuestión que, a mi criterio
es central para lo que estamos analizando, y concluye en que, “(s)obre
ambos abusos, Bruh precisó las circunstancias de tiempo, modo y
lugar, que no fueron cuestionadas por el acusado, con la salvedad
obvia de callar aquello que lo comprometía”, con lo que no puedo
menos que coincidir.
Como se destaca en el fallo: “Bruh dijo que
históricamente nunca quiso ser accedida por vía anal y que esa
circunstancia Castro la supo siempre. En ese sentido, en el audio del
25 de enero de 2017 cuenta a Fusoni que esperó 29 años en vano
para hacerlo con un novio, dándole a entender que Castro no era su
novio ya que solo la quería para tener relaciones”, y es esto lo que
marca la discrepancia central del caso, porque por un lado se sostiene
que las relaciones sexuales anales, aunque esporádicas, existieron y
por otro lado, y sin solución de continuidad, se intenta cuestionar que
los hechos denunciados puntualmente se encuentren probados, como
#30922401#294657179#20210630151001261
se deduce de uno de los audios incorporado a la causa de un
intercambio con la testigo Fusoni, donde la defensa interpreta que
Bruh le dijo “que la noche anterior Castro quiso accederla por el ano
por primera vez”, de donde sostienen que el hecho de octubre no
ocurrió.
Más allá de la interpretación que se pueda hacer del
contenido de ese audio y de otros que Bruh intercambió con Fusoni, la
testigo en este aspecto central del caso y luego de muchas preguntas, y
no obstante su incomodidad por la forma en que se estaban ventilando
cuestiones que hacían a su intimidad y que nada tenían que ver con el
objeto del juicio, sí fue clara en señalar en el debate que entendía que
el sexo anal no era una práctica que Bruh llevara a cabo, lo que
coincide con lo que les relató a sus compañeros en la facultad cuando
regresó de su viaje a Mar del Plata respecto del primer abuso.
Dice el fallo: “El relato de Buono, sumado a los dichos
de Bruh, derriban otro de los argumentos de descargo de Castro: ‘ya
habían tenido relaciones anales antes de Mar del Plata’. No existe
una sola prueba de tal extremo, inventado por el acusado. Por el
contrario, la prueba indica que ese tipo de relaciones estaban
vedadas por la víctima, quien precisó en el debate: ‘era algo
hablado, era una vía que yo no quería, un montón de veces insistía
en que me iba a encantar, yo le decía que no, no tengo interés,
nunca fue una práctica habitual, nunca lo hice’” (el resaltado me
pertenece).
Como vengo diciendo, a mi criterio el punto central gira
en torno a resolver la cuestión de la existencia de relaciones anales
consentidas en el marco de sus prácticas sexuales, lo que debe ser
descartado. Por lo demás, todos los “óbices de la defensa” planteados
respecto de los dichos y conductas de la denunciante, fueron
adecuadamente analizados y descartados en el voto de la jueza Ruiz
#30922401#294657179#20210630151001261
Poder Judicial de la Nación
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL - SALA 2
CCC 15275/2017/TO1/CNC2 - CNC3
López así como en el del colega Sarrabayrouse, a los que me remito
en honor a la brevedad.
6) A mi criterio no hay dudas que el acusado llevó a cabo
las conductas reprochadas de abuso sexual con acceso carnal anal en
la forma y los momentos indicados, sabiendo lo que hacía y que su
novia Bruh no lo consentía. Por ello quisiera concluir destacando que,
la pregunta acerca de las dudas que se generaron en el ánimo del juez
Sañudo, parece estar enfocada en la conducta posterior de la víctima
más que en lo que se le atribuye al acusado. Más allá en la forma que
lo desarrolla, considerando que no estarían probados, cuando se
pregunta si “¿estaríamos analizando hoy estos supuestos hechos de
abuso sexual si Castro hubiese accedido a las peticiones de Bruh
para recomponer la relación de pareja, si le hubiese dicho que eran
novios, si le hubiese dicho que la cuidaría?”, se está implícitamente
admitiendo que pese a llevar a cabo los abusos sexuales que se le
reprochan, si su actitud para con Bruh hubiera sido otra, ella no lo
hubiera denunciado, constituye una valoración de la conducta
posterior de ella, que preguntado de esa forma no constituye una duda
respecto de lo que se le imputa al acusado, sino de la denunciante. De
esa manera está modificando el objeto de juzgamiento que no era, ni
es, establecer por qué Bruh ejerció su derecho a instar la acción penal
(art. 72, CP).
Por ello, la reconstrucción de las razones que lo llevan a
dudar, su fundamentación, es arbitrario en cuanto a lo que se juzgó en
este proceso y no se puede contraponer al grado de certeza alcanzado
por sus colegas para condenar por esos hechos.
Con estas consideraciones, adhiero a las conclusiones del
voto del colega Sarrabayouse.
En virtud del acuerdo que antecede, la Sala II de la
Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal RESUELVE:
#30922401#294657179#20210630151001261
RECHAZAR el recurso de casación interpuesto por la
defensa de Julio César Castro y CONFIRMAR la sentencia
impugnada en todo cuanto fue materia de agravio; con costas (arts.
456, 465, 468, 469, 470 y 471 a contrario sensu, 530 y 531, CPPN).
El juez Sarrabayrouse emitió su voto en el sentido
indicado pero no suscribe la presente en cumplimiento de las
Acordadas n° 4, 6, 7, 8, 10, 27 y cc., todas de 2020, de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y las Acordadas n° 1, 2, 3, 11 y cc.
de 2020 de esta cámara.
Se deja constancia de que, conforme surgió de la
deliberación y en razón del voto coincidente de los jueces
Sarrabayrouse y Bruzzone, el juez Jantus (actualmente en uso de
licencia) no emitió su voto por aplicación de lo que establece el art.
23, último párrafo, CPPN (texto según ley 27.384, B.O. 02 octubre de
2017).
Regístrese, comuníquese mediante oficio electrónico al
tribunal de la instancia, quien deberá notificar personalmente al
imputado, y notifíquese (Acordada n° 15/13, CSJN; Lex 100).
Remítase la causa oportunamente (cfr. Acordada n° 8/2020, CSJN).
Sirva la presente de atenta nota de estilo.
GUSTAVO BRUZZONE
Ante mí:
PAULA GORSD
SECRETARIA DE CÁMARA
#30922401#294657179#20210630151001261