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Tiaduccién de Joan Tovar. CARLOS CASTANEDA, Las ENSENANZAS DE DON JUAN UNA FORMA YAQUI DE CONOCIMIENTO Prologos de \ ~ Octavio Paz y ‘Waurer Goupscummr FONDO DE CULTURA ECONOMICA México ae i LA MIRADA ANTERIOR Hace Nos afios me dijo Heari Michaux: “Yo comence publicando pequetas plaguetes de poesia. El tiro era de unos 200 ejemplares, Después subf a 2 mil y ahora he fle: ‘gado a los 20 mil, Le semana pasada un editor ine propaso publicar mis libros en una coleccién que tre 100ml ejem- pilates, Rehusé: lo que quiero es regresar a los. 200 del principio." Es diffcil no simpatiza con Michaux: mibwale ser desconocido que mal conocido, La mucha. fuz es Ja mucha sombra! no deja ver. Ademis, Ia obra debe pre- seevar su misterio, Cert, la publicidad no disips los miste- los y Homero sigue siendo Homero después de miles de afios y miles de ediciones. No los disipa pero los degiada: hace de Prometeo un especticalo de creo, de Jesucristo una estrella de masie-ball, de Las meninas un icono de obtusas devociones y de ls libros de Macx objets simulténeamente sagrados € ilegibles (en los paises comunistas nadie los lee y todos juran en vano sobre ellos). La degradacién de'la publicidad es una de las fases de la operacién que llamamos consumo. Transformadas en golosinas, ls obras son literal mente deglutidas, yz que no gustada, por letores apresura- dos y distaidos Algunos devesperados de talento oponen a las faciida- des de la publicidad un texto impenetrable. Recurso suicida La verdadera defense de a obra coasiste en itvtar y seducie Ja atencién del lector con un testo que pueda leerse de muchas manerss. El ejemplo mayor es Finmegans Wake; 9 la dficttad de ese libro no depende de que su sigaificado sea inaccesible sino de que es miitiple: cada frase y cada palabra es un haz de sentidos, un pufado de semillas semén- ficas que Joyce siembra en nueseas orjas con la esperanza de que geeminen en nuestra cabeza, Ixi6n converido en libro, Ixiin y sus reflexiones,flexiones y flaxiones. Una bra que dara —I6 que lamamos: un clisico— es una obra que no cesa de producir nuevos sigaificados. Las grandes obras se reproducen asi mismas en sus distntos letores y asi cambian continadmente, De lz capacidad de autoproduc- ifn se sigue la plucalidad de sigoificados y de éta la smulkiplicidad de lectures, Solo hay una manera de ler las ‘ikimes noticias del diario pero hay muchas de leer a Cet: ‘antes, El periddico es hijo de la publicidad y ella lo devo- ra: es un lenguaje que se usa y que, al usarse, se gasta hasta que termina en el cesio de basora; el Quijote es un lenguaje que al usarse se reproduce y se vuelve otto, Es una iransparencia ambigua: el sentido deja ver otros posibles stds, we Qué pensaré Carlos Castaneda de la inmensa popula dad de sas obras? Probablemente se encogert de hombros un equivoco més en’ una obea que desde su aparicin pro- va el desconcierto y la incertidumbee, En la revista Time se publicb hace unos meses una extensa entrevista con Cas taneda, Confieso que el “‘misterio Castaneda” me interesa menos que su obra. El secreto de su origen —ges peruano, brasleRo 0 chicano?— me parece un enigma mediocre, s- bee todo si se piensa en los enigmas que nos proponen sus libros* BI primero de esos enigmas se refiere a su "on test The Tescinar of Don Tuas: A Yen Wey of Keour ledge, Univesity of Calin Pres 1968; A Separate Reality: Further Conversations with Dow fase, Simon ad Sehuser, 1970; Jowrney to Inn: The Levant of Dow Juan, Son 20d Schuster, 1972. 10 i 9 rnaturalera: gantropologia o ficciin Iteraria? Se dick que ri pregunta es ociosa: documento antropolégico o fiibn, dl significado de la obraes el nismo, La ficcin literati es ya un documento etnogrifico y el documento, como ss ttiticos mis encarnizados lo reconocen, posee indudable valor literario, El ejemplo de Tries Tropiques —autobi agrafis de un antropélogo y testimonio etnogtifico— contes- ta a pregunta, gla contesta realmente? Si fos libros de ‘Castaneda son una obra de ficién liteasia, Io son de una manera muy extraia: su tema es la derrota. de In antropo- logis y la vitoria de I magia; si son obeas de antropologi su tema no puede ser lo menos: In venganza del “objet Antropolégico (un beajo) sobre el antropSlogo hasta con- vertitlo en ua hechicero. Antiantopotogia 1a desconfisnza de muchos anttopélogos ante los libros de Castaneda 0 se debe silo los clos profesionales 0 ala rmiopia del especaista, Es natural a bo frente 2 una obra que comienza como un trabajo de etnografie (las plan tas alucinégenas —peyote, hongos y datbra— en las préc- ticas y situales de {a hechicerfa yaqui) } que a las pocas pginas se transforms en Is historia d¢ una conversin, Cambio de posicidn: el “objeto” del esladio —don Juan, chamin yaqui— se convierte en el sujeto que estudia y el sujeto —Carlos Castaneda, antropSlogo— se vuelve el obje- to de estudio y experimentacién. No s6lo cambia le posicién de los elementos de la relacién sino que también ella cam- bia, La dualided sujeto/objeto el sujeto que conoce y el ‘objeto por conocer— se desvancce y en su lugar aparece Jn de macsteo/eesfito, La relacién de orden cientfico se transforma en una de orden migico-eligiso. En la rela- Gién inical, el antrapSlogo quiere conocer al oto; en la segunda, el ne6fito quiere converte en otto La conversi6n es doble: 1a del antropilogo en brajo y Ja de Ig antropologia en otro conocimiento, Como relato u de su conversién, fos libros de Castaneda colindan en un ‘extremo con la etaografa y en otto con la fenomeoologi, sms que de Ia religia, de la experiencia que he llamado Ae le oiredad.* Esta experiencia se expresa ei la magi, la teligin y Ja poesta peto no silo en ellas: desde el paleo- Iitico hasta uestros dias es parte centrl de Ja vida de hombres y eaujeres, Es una experiencia constitutiva dl hom- bre, como el trabajo y ef lenguaje. Abarca del juego infantil al encuentro erético y del saberse solo en el mando a sen- tise parte del mundo, Fs un desptendimiento del yo que somos (0 creemos ser) hacia el ofro que también somos y due siempre es distnto de nosotros. Desprendimiento: apa sicién: Experiencia de {a exirafieza que es set hombres. Como destruccién ctitica de la antropologta, Ia obra. de Castaneda roza las opuestas fronteras de [a filosofta y Ja religiin. Las de Ia filosfia porque nos propone, después ddesuna critica radical de le realidad, otro conocimiento, no: cientifico y aldgico; las de la religién porque exe conoc- riento exige un cambio de naturaleza en el inicado: une conversin, El otro conocimiento abre ls pueras de la ofr realidad a condicién de que el nedfito se vuelva oto. La ambigiiedad de, los signficados se despliega en el centro de la expetiencia de Castaneda. Sus libros son Ia crénica de tina conversin, ef rlato de-un despertarespiritaly, al mis- smo tiempo, son el redescubrimiento y Ia defenst de un saber despreciado por Otcidente y la ciencia contemporinea. Et tema del saber esti ligado al del podee y ambos al de la smetamorfosis: ef hombre que sabe (el brujo) es el hombre. , de poder (el guerrero) y ambos, saber y poder, son las llaves del cambio, El brujo puede vee la otea realided por- gue la ve con ottos ojos —con los ojos del ofr. "ch, BI arco y la tra, México, 1956, epeilmente “Lon signee ‘etc 2 . | J wa | , ‘Los medios para cambiar de oaturaleza son cirtas do- ages usadas por los indios americanos, La varieded de: las plantas alucindgenas que conocian las sociedades precolom- binas es asombrose, del yagé 0 ayabwaca de Sudamérica al peyote def altiplano mexicano, y de los hongos de las mon- tafas de Oaxaca y Puebla 2 la datara que da don Juan a Castaneda en el primer libro de le tilogla, Aunque los mmisioneres espafles conocieron (y condensron) el us0 de substancies alucin6genas poe los indios, los entropélogos modernos no se iteresaron en el tema sino hasta hace may Poco tiempo. En realidad, sefila Michael J. Harner, “los estudios més importantes sobre la materia se deben, mis que 4s antropélogos, « farmacélogos como Lewin y 8 bot «0s comno Schulte y Watson.” Uno de los mérits de Cas- teneda es haber pasado de'la botinica y Ie fisiologia a lx antropologia, Castaneda he peneteado en una tradiciéa ceta- dla, una sociedad subterrinea y que coesiste, aunque no convive, con Ia sociedad moderna mexicana, Una tradicién en vias de extincén: la de los brajos, herederos de los Sacerdotes y chamanes precolombinos, La sociedad de los brujos de México es una sociedad vA clandestina que se etiende en el tiempo y ea el espacio En el tiempo: es nuestra contemparinea, pero por sus creen- ciss, pricticas y rituales unde sus refces en el mundo prehispinico; en el espacio: es una coftadia que por st * Hallcinogens ond Shomesiomo, edited b9 Michal J, Harter, (Oxf University Press. Ere los eajen que scope est liber dos me lmatom partclarmente Ia stern, uno de Hency Mana sobre ux de Tos hongos ene ls chamaoer mazsteot yoo de Hacaet Sobee Ik importancia, hasta ahora ignorada de oy alcindgenos ‘ara, mandrgora, belldona-— en le beciceria medieval yteoacen- isa. La hipéesis de Masa ex apadenante: lor hengos excan faealad hablante y poetizante del chamda. Ex cunty a la heh seria de Ostlene, hay que ree, ala luz del estudio de Harner, sieras obras eliss, como los primers captulos de Haima de oo. 13 / asl ramificaciones abarca a.toda la repiblice y penetra haste el sar de los Estados Unidos: Una tradicin sincttist, lo mismo por sus pricticas que por su vsién del mundo. Por fjemplo, don Juan usa indistintamente el peyote, os hon: os y Je daturs mientras que los chamancs de Huatla, sen ‘Mana, se sizven tnicamente de los hongos. En las ideas de don Juan sobre lx naturaleza de la realidad y del hombre aparece contingamente-f tema del doble animal, el nabual, cardinal en las creencias precolombinas, al lado de concep- tos de oxigen cristiano, Sin embargo, no me parece aventu- rado afirmat que se trata de un sincreismo en el que tao cl fondo como las. prictcas son esencialmente precolom- Dinas. La visién de-don Juan es la de una civilizacin veacida y oprimida por ef crstianismo,vierenal y por las sucesivas ideologias de Ia Repiblica Mexicana, de los libe rales del siglo XIX a los revolucionaios del xx. Un vencido indomable. Las ideologias por las que matamos, y nos ma- tan desde la Independencia, han dutado poco; las creencias de don Juan han slimentado y enriquecido le sensibilidad y Ja imaginacién de Jos indios desde hace varios miles de Es notable, mejor dicho: seveladora, la eusencia de nom bres mexicanos-entre los de los investigadores de Iz faz secrets, noctutna de México, Esta indiferencia podsla atc buiese'a una deformaci6n profesional de nuesicos antrop6- logos, victimas de prejuicios cientistas que, por To demés, sno comparten todos sus colegas de otras partes, A mi juicio se trata mis bien de una inhibiciin debida a ciertas ctcuns- tancias histéricas y sociales, Nuestros anteopélogos son los hherederos directos de los misioneros, del mismo modo que los brujos lo son’d los'sicerdotes prehispinicos. Como los aisioneros del siglo xv, los antropblogos mexicanos se acer ‘an a les comunidades ‘ndigenas no tanto pare conoceras como pata cambiarlas. Su actitud es inversa ata de Castane- 4 a da, Los misioneros querian extender la comunidad cristiana 4 los indios; nuestros anteopélogos quieren integarlos en In sociedad mexicana. El etnocentrismo de los primeros era religioso, el de los segundos es progeesista y nacionalista Esto tiltimo limite geavemente su comprensién de ciertes formas de vida. Sahagtin comprendia profundamente la reli 46m india, incluso si In concebla como una monstruosa artimafa del demonio, porque la contemplaba desde la pers pectiva del crstianismo, Para fos misioneros as creencias y pricticas religiosas de los indios eran algo perfectamente Serio, endemoniademente serio; para los antropélogos son aberraciones,errores, productos culturaes que hay que clsi- ficat y catalogar en ese museo de curiosidades 7 monstruo- sidades que se llama etnografa Otco de fos obsticulos para la recta comprension del mundo indigena, lo mismo el antiguo que el contempork- neo, es Ia extrafia mezcla de béhaviorismo norteamericano y de marxismo vulgar que impera en los estadis sociales Inetages El primero es menos dato, limita avin pero no lz deforma. Como método cientifico es valioso, no ‘como filosofla de la ciencia, Esto es evidente en. la esfera de la lingiistica, Ie tnica de las lamadas cienbias Sociales que se ha constituido verdaderamente como/t4l. No es ne- ‘cesario extenderse sobre ef tema: Chomsky/hha dicho ya 10 esencal, La limitacién del marsismo es de otra indole, Redu- cic la-magia a una mera soperestrucura ideoligica puede ser, desde cierto punto de vista exact, Sélo que se trata de tun punto de vista demasiado general y que no nos deja ver el fenémeno en su particulaidad concreta, Entre antropologia yy marxismo hay una opesicién, La primers es una ciencia 0, iis bien, aspics a convertitse en una; por eso se interest cen Ja descripcién de cada fenémeno particelar y 00 3 atreve sino con las mayores réservas a emitic conctusiones ‘generales, Todavia no hay lees antropologicas en el seati- 1s do en que hay Leyes fisies, El marxisio no es une clencia, sino una teoria de la ciencia y de la historia (mis exacte- mente: una teasia iatrica de la’ ciencia); por eso engloba todos los fenémenos sociales en categorfas histéricas ‘i: versales: comunismo primitive, esclavismo, feudalism, ck pitalismo, socialism, El modelo histérico del marxismo ¢s ‘scesivo, progresista y tnico; quiero decir, todas las socie- dades haa pasido, pasarin o deben pasar por cada unt de esas fases de desartollo histéico, desde el comunismno ori- ginal hasta el comunismo de la eri industrial. Pare el marxismo no hay sino una historia, la misma para todos. Fs un universilismo que no admit It plaalidad de civil- aciones 7 que reduce Ia extraordinaria diversidad de soci~ dades ¢ anas cuantas formas de otganizaci6n econémica, El * modelo histrico de Marx fue la sociedad occidental; el mar- sismo es un etnacentrismo que se ignora* En otras piginas me he referdo a la funcién de las drogas alucinégenas en la experiencia visionatia (Corrente alterna, ‘México, 1967). Serfa una impestinenciarepetir aqut lo que dije entonces, de modo que me limitaré 2 recordar que el uso de los alucindgenos puede equipararse a las pricticas| ascéticas: son medios predominantemente fiscos y fisiol6- gicos pare provocar [a ihyminacién espirtue En la esfera de In imaginacién son el equivalente de lo que son el ascetistae para los sentidos y los ejercicios de meditacién pars el en tendimiento, Apenas si debo afadir que, para ser efict2, ef empleo de las substancas alucindgents ha de insestarse en una visién del mundo y del trasmundo, una escatologia, una teologia y un ritual. Las drogas son parte de ana disciplina aturaente, 2 cferenia de sus dilpulos, Marx no fue in tenable det todo 2 la prodigina pluralidad de vcedades. jemplos tus ebsrvaconer Tobie lx Tia y sus ideas, por desgracia nce feseroladay, aera de lo que Uamabs “el medo asco de pro- cin". 16 ’ ‘sic y esprtwal, como las prctcesascttics. Las macera- cones del eremita cristiano corresponden a los padecimie. tos de Cristo y de sus mirtces; el vegetarianism del yoguin 4 Ta fratemidad de todos los sees vos y a los misteros del karma; fos giro del dervche a la espicalcésmica y a a disolacidn de las formas en su movimiento. Dos transge siones opuestss, pero oincidentes, de la sexualidad normals In esta del clrigo cristiano y los sito etios del adepto tantrista, Ambas son negaciones religiosas de la generacién animal. La comunién huichol del peyote impli. probbi clones sexuales y alimenticias mis riguroses que la Cuares- ima eatblca y el Ramadin islimico, Cada una de estas prc tices es parte de un simbolismo que abarca al macrocosmos ~ y al microscosmos; cada una de ella, asimismo, posee una periodicidad sitmica, es decir, se inscribe denteo de un c= lenderio sagrado. Li prictia es visi y stcramento, mo- mento Gaico y repeticibn «ital, Las drogas, las prcticas ascicas y los ejecices de me- ditacién-no son fines sino medios, Si el medio se vuelve fin, se convierte en agente de destrcci6a. El resultado ino es la liberacién interior sino la esclavitud, le locura y no J sabiduria, ta degeadacién y no la visiin, Esto es lo aque ha ocurtido en los dikimes afi gi ahocind- feos fan vce pti desi pore han so atrancidas de su context teol6gico ritual, Lo primero Jes daba sentido trascendeacia; lo segundo, al intzoducir perfor dos de abstinencia y de uso, minimizaba los tastornos pst- ‘gicosy fisiolgicos [EI uso, modeeno de Tos alucndgencs 6 la profanacibn de un antiguo sacramento, como 1a pro- riscuidad contemporines es Ia profanacién del cuerpo. Los alucindgenos, por lo demis, s6lo son stiles en Ix primera fase dela iniciaci, Sobre este punto Castaneda es explic- to y terminante: una vez rota da percepcién cotidiana de la tealided —ana ver que la visién de la otra eclidad ces 0 de ofender a nuestros sentidos y 2 ruestra razén— las drogas salen sobrando. Su funciGn es semejante a le del ‘mandala del badismo tibetano: es un apoyo de la mei: ibn, necesario para el principiante, no para el iniciado, >) La accién de los alucindgenos es doble: som una critica de la realided y nos proponen otra realidad, El mundo que vemos, sentimos y pensamos aparece desfigirado y distor sionado; sobre sus tuinas se eleva otro mando, horrible 0 hermoso, segin el caso, pero siempre, maravilloso, (La droga otorga. parasos ¢ infiernos conforme 2 una justia ‘que. 90 €5 de este mundo, pero que, indudeblemente, se parece a la del otro segtin lo han descito los misticos de todas las religiones.)ffavisiéa de Ia ofra realidad reposa sobre las ruinas de esta realidad. La destruccién de la rea lidad cotidiana ¢s el resultado de lo que podtia lamarse Ia exti sensible del mundat Es el equivalente, en In es fera de los sentidos, de la critica racional de fa realidad. La visién se apoya en un escepticismo radical que nos hace ddudar de la coherencia, consistencia y aun existencia de este mundo que vemos, ofimos, olemos ¥ tocamos. Para ver la ‘otra realidad hay que dudar dela realidad que vemos con los ojos, Pietén es el patrono de todos los mistcos y cha- mane. 1a exftien de la realidad de este mando y del yo Ia hizo mejor que nadie hace dos siglos, David Hume: nada cierto podemos afirmar del mundo objetivo y del sujeto que to, Iniza, salvo que uno y otro son haces de percepcionesinstan tess ¢ inconexas ligadas por la memoria y la imaginaciG EI mundo ¢s imaginaro, aunque no lo sean las percepciones cen qi, altermativamente, se manifesta y se dsipa, Puede parecer acbitrario.acudie al gran critico de la religi6n. No oes: "When I view this table and that chimney, nothing is present to me but particular perceptions, which are of a like natuce with all the other perceptions... When I tun 18 my reflection on myself, I never can perceive this self without some one or mote perceptions: nor can I ever perceive anything but the perceptions. Its the compositions of these, therefore, which forms the self”* Don Juan, ol chamén yaqui, no dice algo muy distinto: Jo que lismamos Ureaidad no son sino “dscripcones del mundo" (pinturas las llama Castaneda, siguiendo ea esto a Russell y 2 Witt genstcin més que a su maestro yaqui)D Estas descripciones ro son més sino menos consistentes © intensas que as vi siones del peyote en ciertos momentos privilegiados. El mundo y yo: un har de percepciones percibidas (gem das?) por otro haz de petcepciones, Sobre este esepticis mo, yt no sensible sino racional, se constraye lo que Hume ama la creencig —auestea idea del mundo y de la identi- ad personal— y don Juan la visién del guerrero, El escepticismo, si es congruente consigo mismo,. esti condenado a neyatse, En un primer momento sa crltica des truye los fandamentos pretendidamente cacionales en que descansa nuestea fe en In existencia del mundo y del set del hhombre: uno y otto son opiniones, creencias.despeovistas de certidumbre racional. El escéptico se sieve de la rax6n para mostrar la insuficiencas de la raz6n, su sinezzén secre- ta, Inmediatamente después, en un movimiento circular, se ‘wielve sobre si mismo y examina su rezonamiento:-si-sareet= tica ha sido efectivamente racional, debe eaF marcada pot J misma inconsistencia, La sinrazén de Te raz6n, la inco- hrerencia, aparecen también en la critica de Is raain, El 84 Trestve of Haman Natare. “Cuando ven ea me y es hi mene, 10 dni que se me bace pesente son determina pice tones particles, que son de-natualza sencjante 2a de tolae las dems pereepeioner.. Cuando watlvo mi elles sabre mf mi ‘mo, no pel junds pee ete yo milo sin alguna 0 algunas prcepiones: ni puelo.yercie aads mis que ls peepsone, Es pues Ta eampmitin de tas ln que forma al 90" 19 esclptico tiene que cruzarse de brazosy, para no eontrade> cirse una vee mis,'resignatse al silencio ya la innovili: dad, Si quiere seguir viviendo y hablando debe afirnar, con una Sonrisa desesperada, la validee no-facional de las creencas El razonamiento de Hume, incluso su rics del yo, ape rece en un filésofo budista‘del siglo n, Nagarjuna. Pero el sihilismo circular de Nagatjuna no termina ea una soneisa de resignacién sino en una afirmacién religiosa, El indio aplica Ia critica del badismo a la realidad del mondo y del yo —Son vacuos, irteales— al budismo mismo: tam- bién la doctzina es vacua, ifeal. A su ver, la cftica que muestra la vacuidad ¢ irvealidad de le doctina es vacua, inral, Si todo esté vacto también “todo-sti-vacfosinclusola- doctrina-todo-esié-tacio™ ests vaio, El nihilism de Nagar- juna se disuelve a si mismo y reintroduce sucesivamente Ja realidad (elativa) del mundo y del yo, después la reali- dad (también relativa) de la doctrina que predica Ia ites lidad del ovando y del yo, al fin, la realidad (igualmente relativa) de la critica de la doctrina que predica la ietea- lidad de mando y del yo, Bt fundamento del budismo con sus millones de rundes y, en cada uno de eles, sus mllo- nes de Budas y Bodisatvas es un precipicio en el que nus: ca nos despefiamos. El precipico es un reflejo que nos refleja 'No sé que pensarén don Juan y don Genaro de las espe- calaciones de Hume y de Nagarjuns, En cambio, estoy (casi) seguro de que Carlos Castaneda las aprucha —aunque con ciertaimpaciencia, Lo que le intrest no es mostrat Ia ine consistenca de nuestras descripciones de la realidad —sean las de la vida cotidiana o las de Ia filosofia— sino Ia consistencia dela visién mégica del mundo. 1a vsién y la prictica: Ia magia es ante todo una prictica. Los libros de Castaneda, aunque poseen un fundimento teérico: el 20 escepticiimo radical, son ef relato de una iniciaciéa a une dloctrna en la que le prictica ocapa el luge central, Lo que, cuenta no es 10 que dicen don Juan y don Genato, sino lo que hacen, 2¥ qué hacen? Prodigics. Y esos prodigios en el sitio de la brujerf, o puede barterse; no imparts Es mejor barreilo y echarlo al matorl para que slgin pijaco se lo com, Puede comérslo un lo toque? | No. Ningin pijero es tan estipido,teJo aseguro, Los péjaros no se le acercan \ Don Juan describ entonees un Pei com plejo por medio del cual pueden obtenerse tales, mafees de poder, —Debses tenet en cuenta que el mafz pinto es un simple instrumento, 90 un aliado —dijo—. Cando hayas hecho se distincién no tendsés problema, Pero si considenis que as hetramientas son supremas, serés un tonto, Son los objetos de poder tan poderosos como un alia: do? —preguaté Don Juuan rié desdeioso antes de contesta, Farecia estat esforzindose por tenerme paciencia, BI maiz pinto, os crstales y las plumas’son simples jnguetes en comparaciin con un aliado —dijo—, Un hom he necesita objetos de poder sélo cuando no tiene un aliado. Buscarlos es perder el tiempo, sobre todo pars ti. TG deberias trtar de ganaste un aliado; cuando lo logres ljuco antes de que ef hombre fy Comprenderis lo que te estoy diciendo shots, Los objetos de poder son como juego de nifos No me entienda mal, don Juan —protesé— Por supuesto que quieo tener un aldo, pero también quiero saber todo lo que pueda acerca de les objetos de poder, Usted mismo ha dicho que stber es poder, + —iNo! —aijo cateporico—. Bl poder depende de la cle se.de saber que se tenga, De qué sieve saber cosas que no valen la pena? 59 En ol. sistema de ceencias de don Juan, la, adquisicién de un aliado significaba exclusivamenie fa'explotacion de Jos sestados de realidad no ordinaria que produjo en mf usando plantas alucindgenas. Crefa que enfocando dichos ‘stados y omitiendo ctros aspectos del saber que él impar- tia, yo legaria a una vision coherente de los fenémenos experimentados. Por tanto, he dividido este libro en dos partes. En la primera, preseato selecciones de mis notas de campo, rla- fivas a los estados de realidad no oxdinaria que atravesé durante ef aprendizaje. Como he ordenado mis notss de acuerdo con Ia continuidad del relat, no siempre tienen tuna secuencia cronolégica exacta, Nunca describt por os crito un estado de realidad no ordinaria hasta varios dias después de haberlo experimentado, cuando ya podta tratar- lo con calma y objetvided, En cambio, mis conversaciones ‘con don Juan fueron anotadas conforme ocurttan, inmedia- tamente después de cadz estado de realidad no ordinaia, Por ello, mis informes de estas conversaciones tienen a veces fecha anterior ala descripcién completa de una expe- Mis notas de campo revelan la version subjetiva de lo que yo peecibia al atravesar Ia experiencia, Esa versin se presenta aqut tal como Ia narraba a don. Juan, quien exigla tuna teminiscencia completa y fiel de cada’ detalle y un recuento en pleno de cada experiencia. AL anotar dichas experiencas, afadf detalles incidentales, ea un intento por fecuperar el Ambito total de cade estado de realidad no ordinaria, Queria describir en la forma mis completa pos: ble el efecto emotivo que habia experimentado. Mis notas de campo manifiestan asimismo el contenido dl sistema de crencias de don Juan, He condensado largas piginas de prejuntas y respuestas entre don Juan y yo, ‘con el fin dé no reproduc la repetitivided propia de toda 60 eee conversacién, Peto como también quiero reflejer con exacti- tud ef tono general de muestras conversaciones, he quitado tinicarente el didlogo que no aport® nada 2 mi comprensién de los conocimientos que don Juan me impart. Le infor. smacién que él me daba era siempre espérédica, y por cada arranque de parte suya habia horas de/sondeo por [a mia. Sin embargo, en muchas ocisiones expo libremente sus cO- nocienientos / En la segunda parte de este libfo, presento un andlisis estructural sucado exclosivamente/de los datos oftecidos en fa primera parte, A través de mi andlsisintento cimentar los siguientes argumentos: 1) don Juan presentabe sus censefanzas como un sitema de pensamiento l6gico; 2) et sistema sé tenia sentido examinado ala luz de sus props, ‘unidades esteucturales, y 3) el sistema estaba planeado para sua al aprendiz a un nivel de conceptuslizacién que explic cabs el orden de Tos fenbmencs que habfa experimentado el mismo aprendiz, [PRIMERA PARTE LAS ENSENANZAS 1 ‘Las Notas sobre mi primera sesi6n con don Juan estén echadas el 23 de junio de 1961, En esa ocssi6n principia ron las ensefanzas. Yo habia visto a don Juan varias veces antes, finicamente en calidad de observador. En cada opor- tunidad le habia pedido instuitme sobre el peyote. Siempre hacia caso omiso de mi peticién, pero jamés rechazaba de plano el tema y yo interpretaba sus titubeos como una posbilidad de que, rogindole més, podria inclinarse a ha- Blar de sus conocimientos. En esta sign inicial me dio a entender claramente que podria tener en cuenta mi peticién siempre y cuando yo poseyera claidad de mente ¥ propésto con respecto a lo que le habia preguntado. Me era imposible cumplir tal condicién, pues yo sélo le habla pedido ensefanta sobre el peyote como medio de establecer con él un lazo de comunicacin. Pensé que sx familieidad corel tema podta predisponerlo a estar mis abierto y mis dispuesto 2 hablar, ° permitiéndome asi_el ingeeso en sx conocimiento de las propiedades de las plants, Sin embargo, l habla tomado ini peticn en sentido literal, y Ie preocupsba mi prop6- sito de desear aprender sobre el peyote. a Viernes, 23.de junio, 1961 —éMe va usted a ensefir, don Juan? “Por qué quieres emprender tin aprendizaje ast? —Quiero, de veras que me ensfie usted lo que se hace con al peyote, No es buena razén nada tds que querer saber? —iNo! Debes buscar en tu corazin y deschbrie por qué un joven como ti quiere emprender tama tree de apren- dizge —gPor qué aprendi6 usted, don Juan? —@Por qué preguntas eso? Qui Ios dos tenemos las mismas razones, Lo dude. Yo soy indio, No endamos por los mismos caminos —Mi finica aan es que quiero aprender, slo por saber Pero le aseguro, don Juan, que mis intenciones no soa ‘malas —Te creo, Te he fumado, — Cima dice? No importa ya, Conozco tus intenciones, —Quiere usted decir que vio a través de mi? Puedes decitlo —Eotonces me ensefars? ;No! —@Porque no soy indio? ; No, Porque no conoces tu coraztin, ko importante es que sepes exactamente por qué quieres comprometete Aprender ls asuntos det "Mescalito” es un aco de lo mis, serio. Si fueas indio, tu solo deseo seria suficiente. May ocos indios tienen ese deseo. Domingo, 25 de junio, 1961 Me quedé con don Juan toda Ia tarde del viernes, Tha a rmarcharme a eso de las 7 p.m, Estibamos sentados en el 6 aguin de su casa y yo resolvi preguatarle una vez mis acerca de la ensefanaa, Era casi una pregunta’ de rutins y esperaba que é volviese a negarse. Le pregunté si habta alguna forma de aceptar mi solo dese6 de’ saber, como si yo fuera indio, Taedé un rato lago en responder, Me seati ‘obligado a quedarme, porque don Juan parecia estar tra tando de decidie algo Finalmente me dijo que habia una forma, y procedié 2 delinear un problema, Sefalé que yo estaba muy cansado sentado en el suelo, y que fo adecuado ers hallat un “sitio” en el suelo donde pudiera sentarme sin fatign. Yo tenia as rodillas contra el pecho y fos brazos enlzzados en torno a las pantorrillas. Cuando don Juan dijo que yo estaba cansado, adverti que me dolia la espalda y me hallaba casi) exhausto, Esperé sa expcacién con respecto 2 fo de va “sito”, pero don Juan no hizo ningtin intento abierto de aclarar el panto, Pensé que aciso queria indicatme cambiar de posi- Giga, de modo que me levanté y fui a sentarme mis cerca de dl, Don Juan protesté. por mi movimiento y recaleb laramente que un sitio significa un Tugar donde uno podia sentirse feliz y fuerte de manera natural. Palmed el lugar donde se hallaba sentado y dijo que ése era su sitio, afadiendo que me habia puesto una adivinanzi: yo debta resolverla solo y sin mis deliberacién, Lo que él habia planteado como un problema que ha de ser resueto era ciettamente una adivinanza, Yo 0 tenia idea de cdimo empezar, ni idea de lo que él tenia en mente Varies veces pedi una pista, 0 al menos un indcio, sobre cémo proceder a Ja localizacién de un punto donde me sintiera feliz y fuerte, Insisti y argumenté que no tenia Ja menor idea de qué queria decir él en realidad, porque sno me era posible concebir el problema, El me sugirié caminar por el zaguin, hasta halla el sitio 64 “ty ‘Me levanté y empecé a recorrer el suelo, Me sent ridfculo y fui a sentarme frente a don Juan. , El se enoj6 mucho conmigo y me acus6 de no escuchar, diciendo que aciso no quisiera aprender, Tras un rato 38 calimé y me explics que no cualquier lugas era bueno para senlarse 0 para estar ep dl, y que dentro de les confines del ‘again habia. un finico sitio donde yo podiaSestar en. las ‘mejotes condiciones. Mi tares consista en distingdinlg entre todos Jos dems lugares, La norma general ers "sentif”to- dos tos sitios posibles a mi alcance hasta determinar sin lugar 4 dudas cull era el sitio correspondiente. Argil_ que, si bien el zaguin no era demasiado grande (3.5 X 2.5 mettos), el almero de sitios posibles era ava llador, que requerieia un tiempo muy largo para probatios tedlos y que como él no espeificaba el tamafio del sti, las posibilidades podian see infinitas, Mis argumentos resulta fon fitiles. Don Juan se puso en pie y, con mucha seve Fidad, me advitié que resolver el problema tal vez requitie- 1 dlas, peo de no resolverlo daba igual que me marchara, porque él no tendria nada que decirme, Recaleé que 4 sabia dénde era mi sitio, y que por tanto yo no podria men- title; dijo que sélo en esta forma le seria posible aceptar como razén vélida mi deseo de aprender ios asuntos del Mexclito. Afadié que nada en este mundo era un regalo: todo cuanto hubiera que aprender debia aprenderse por el canioo de, ve re Dio vuelta la casa para ic orinar en el chaparal, De fegieso entr6 drectamente en su casa por la parte trisra. Pensé que a mision de hallar ef supuesto sitio de felici- dad era su propio modo de deshacerse de mi, pero me levanté y empecé a pasear de un lado a ot, El cielo estaba claro, Podia ver cuanto habla en el zaguin y sus inmedia ciones. Debt de caminar una hora 0 mis, pero no ccurtié ~:nada que revelase la ubicaciba del siti, Me cansé de andar 6 ies y tomé asiento; Iugar, y luego en otto, hasta cbr todo el piso en forma sermisistemética, Deliberadamente procuraba "sentt” dife- rencias entre lugares, pero carecia de crterio para la diferen- ciacién, Senti que estaba perdiendo el tiempo, pero me quedé. Mi racionalizacién fue que habla venido de lejos silo para ver a don Juan, y en realidad no tenia ott cosa que hacer. Me acosté de espaldas y puse [as manos bajo le cabera 4 manera de almoohada, Luego rodé y permanect un rato sobre mi estémago. Repeti este proceso rodando pot todo cl piso, Por primera vex me pareci6 haber tropezado con tn ‘ago ctiteio, Sentia mis calor acostado de espaldas. Rodé nuevamente, ahora en direccién contrari, y otra ver cubst el largo del piso, yaciendo boca abajo en los sitios donde stave boex arriba en mi primera gira rodante, Expe- rimenté las mismas senssciones de tibieza y-frio segin la postura, pero no diferencia entre los sitios. Entonces se me ocursié wna idea que cref billante: jel sitio de don Juan! Me senté alli y luego me acosé, boca abajo al principio y después de espaldas, pero el lugar era gual a los oteos. Me levant6,Estaba harto, Quetia despedi- sme de don Juan, pero no me atrevia a desperterlo, Micé smi reloj.jBian las 2 de la mafiana! Habia estado rodando ducante seis hora, En ese momento don Juan salié y soded la cxsa pata i al chapatcal. RegresS y se detuvo junto a la puerta, Me sentia, completamente abatido, y quise dectle algo desagre able y marcharme. Pero me di cuente de que no era alps suyas yo mismo habia querido prestaeme 3 todas esas tonteris, Le declaré mi fracaso: Hevabs toda la noche rodando en el suelo, como un idiota y aén 90 podia hallar pies ni cabeza ata adivinanza, 6 8 unos cuantos Minutes me senté en otro. Don Jun rid y dijo que «50 no lo, sorprendia, porque yo no fabiaproctdo coecamente, Ne habla uta ak ‘jos. Eso era cieto, pero yo estaba may Seguro de que él ime habia indicado sentir la diferencia, SefaléYto,y el argu- 6 que es posible sentir con los ojos, cuando no estén rando de lleno las cosas, En ai propio caso, dijo, no tenta yo otro medio de resolver el problema que usar cuanto tenia: mis ojos. Entré en la casa, Tuve la certeza de que me habia obser. vado, No tenia, pensé otra forma de saber que yo no habia estado usando los oj, Empecé 2 rodar de nuevo, porque ése eta el procedimien: to mis cémodo. Esta ver, sin embargo, apoyé la batilla en las manos y mitt cada detalle Tras un iatervalo cambi6 la oscuridad en torno mio. Mientras enfocaba el punto direcamente frente a mi, toda Ja zona periférica de mi campo de visién adquitié una co- loracién brilante, un amarillo verdoso homogéneo. El efec- to fue pasmnoso, Mantuve los ojos fijos en el punto frente 1 mi y empecé a reptar de lado, boca abajo, trecho por trecho, De pronto, ea un punto cercano a Ja mitad del piso, ad- vert{ otro cambio de color. En un sitio, a mi derech, afin ‘en Ia periferia de mi campo de visibe, el amaillo verdoso se hacia intensamente pispura. Concenté ali a atencién. El pcpora se desvanecié en un color pilido, pero brillaate todavia, que permaneci6 estble mientras detuve en él mi atencién, ‘Marqué el sitio con mi chaquetay Mlamé a don Juan, Salié al zaguin, Yo estaba realmente exctado; habia visto clact- mente el cambio de matices. Don Joan no pareié impresio arse, pero me indicé sentarme en el sitio informarle de qué clase de sensacién era aquélla, ‘Tomé asiente!y luego me tendi de espaldas, En pie junto 4 ml, don Juan pregunt6 repetidamente: é6mo me seats, ero yo no experimenté nada diferente, Dufiaté nos quince minutos trté de sentir 0 ver una diferencia, mientras don Juan aguardaba paciente junto a mi, Me senti fastidiado, “Tenia un sabor metéico en la boca, De wn momento a otto sme dolia Ie cabeza. Estabs a punto de vomitar. La idea de mis esfuerzos absuedos me initaba hasta Ia furia, Me levanté, Don Juan debi6 notar mi profunds amarguea. No ti: dijo. con mucha seriedad que, si queria yo aprender, debia set inflexible conmigo mismo, Sélo una opciin me esta abierta, dijo: reaunciar y marcharme, caso en el cual jar mis aprenderia,o resolver la adivinanza. Entt6 de muevo, Yo queria irme en el acto, pero me ha- liaba demasiado cansado para conduc; ademés, el pecibir fos colores habfa sido tan asombroso que yo no vaclaba en sconsiderar aquello como un criterio de algén tipo, y acaso pudieran perciirse aeos cambios. De cualquier modo, era demasiado tarde para irme, Me senté,estiré las piecnas hacia atrés y volvi a comenzar desde principio, Durante esta ronda atravesé eipidamente cada lugar, px sando por el sitio de don Juan, hasta el final del piso, y luego viré para cubrirel lado exterior. Al legar al centro advert que otto cambio de coloracién estaba ocurtiendo de nuevo en el bore de mi campo de vsién, El color verdoso pilido percbido en toda el dcea se convertia, en cierto sitio a mi derecha, en un verdigls ntido, Peemanccé un momento y luego se metamorfoseé stbitamente en otzo ratia fijo, distinto del que yo habia percibido antes. Me ‘gute un zapato para marcar el punto, y segut rodando hasta cubrir ef selo en todas las direcciones posibles, No thubo ningéin otro cambio de coloracién 68 Volvi al punto indicado por mi pato’y lo examiné Quedaba a metro y medio o poco mis\del sitio indicado por mi chaguets, aproximadamente en dieucidn surest. Ha- bia una piedta grande junto a él, Estve Yendido af an buen rato, tatando de descubric pista, obs etal, pero no sent nada diferente, Decidi probar el ofto sitio, Répidamente gité sobre mis sodas, y estaba a punto de acotame en la chaguetacuan- do senti una aprensin insta, Era mis bien como la sen- saciénfisca de que algo empujsba mi etémago, Me evanté de un salto, retrocedendo con el mismo impalso, El ci- bello de mi nuca se ecizé. Mis piemas se ablan arqueado ligeramentc, mi tronc estaba echado hacia adelante y mis bros se proyectabuncigidamente frente aa, con los dedos contraidos como garts, Adverti Ia extrae postu, y mi sobresito aument Retrocediendo involuntaiamente, tomé asento en Ie pie- dra junto a-mi zapato, De alll me dejé resbalar al suelo, Intentéaclarar qué cosa habla podido ocuse para prodacir- tne tal susto. Pensé que debia haber sido mi feign, Ya casi er de dis, Me setiridculo y confuso. Sin embargo, a0 tenla modo de expliar qué cosa me a8is6, ni habia descuberto fo que deseaba don Juan, Resolvf hacer un titimo inteto, Me levaté, me acerqué espacio al Ingar marcado por mi chaquet, y de nuevo senti la misma aprenién, Esta ver hice un vigoroso esfve. zo por dominarme. Tomé asiento y luego me arodillé para tenderme bocs abajo, pero no pude accstarme pese & mi volunta. Pase las manos en el suelo, Mi aliento se acele6; se me revolvis el extomago, Tuve una cara sensici de Pinico y luché por no salir coerendo, Pensé que tal vee lon Juan me vigilaba. Lentamente repté de regreso al otto sito y apoyé la espulda contra la piedta. Quera descansat 0 pra poner en orden mis ideas, pero me quedé dormido. 5 ‘Of a don Joan hablar y reir por encima de mi cabeza, Desperté, —Hallaste el sitio —ajo, A principio no entendi, pero él me asegur de nuevo que ef lugar donde me habia. quedado dormido era el sitio. en cucstin, Una ver mis pregunté qué sentia ali tendo, Le dije que en realidad no advertia ninguna diferencia, Me pidié comparar mis sensaciones en aquel momento con Jo que habia sentido al yacer en el otro sitio, Por ver primera se me ocurtié conscientemente que me ere imposi- ble explcar mi aprensién de la noche anterior. Don Juan’ me inst, con una especie de acttad de reto, x sentarme en el ‘tro sitio. Por algtin motivo inexplicable, yo tenia. miedo a ese Ingar, y 00 me senté en él. Don Juan aseveré que sélo un tonto podia dejar de ver in diferencia ‘Le pregunté si cada uno de los dos lugares tenia un nombre especial, Dijo que ef bueno se llamaba el sitio. y el malo el enemigos dijo que estos dos lugares eran la clave del bienestar de ust hombre, especialmente si buseaba cono-

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