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cién, cuando funciona como tal no se muestra sin objeto, el éxito de su ser representacién es sy colaps Mo sy mueve como tal representacién y alcanza lo represen, ind ‘ado; «En la recta aprehensién de la Tepresentacién ary. creemos slo de “una manera modificada” que ea Attistic, la presencia real del objeto representado, Sabemos roa blemente que su presencia es imaginaria. Y las fina propias del arte modulan esa presencia imaginaria sin fee tar que nos engafiemos acerca de su naturaleza, La mines, artistica se sabe diversa de la presencia real del objeto ee sentado, y se sabe libre para configurar su presencia imaging. tia, sus sujeciones a una imitacién fiel de las presencias reales, Se sabe abierta a la posibilidad del “estilo”. Pero al dar la espalda a un esfuerzo simplemente «tepro- ductivo» de presencias reales, y rechazar con ello un imperati- vo de verdad singular total o de ilusién “absoluta”, la repre- sentaci6n artistica se define declaradamente como “ficcién”», (F. Martinez Bonati, 1981:100) Siendo la representacién imagen (vicaria) de lo ausente, de lo que no estd, puede tanto serlo de lo que ha existido y ya no existe como de lo que nunca existid. Si algo ha existido o no es un asunto empirico o incierto, pero nunca un asunto artistico, es externo a la obra de arte. Lo que es fundamental a la estética artistica y a la significacién de la ficcién es que la presencia de eso que existe 0 existid o no existid, obtenga sY cualidad de ser «imagen», «parece» existir. Pero es image? «enajenada»: el personaje es imagen de la persona y sélo cuando se enajena, cuando funciona como imagen es rea mente personaje y no persona y existe como ficcién. Hable- mos de Emma Bovary como existente siendo sélo una image? mental precisamente porque le es fundamental a la percep” cién natural de la ficcién la presencia enajenada del objeto. Martinez Bonati recorre esta tesis con amplias y profun- das argumentaciones desarrolladas en sus implicaciones filo- séficas en los capitulos 8 y 12 de su reciente libro: La fieciin narrativa, Su ldgica, Su ontologta (1992), cuyo detalle es im posible resumir aqui. Si en estos capitulos Martinez Bonati desarrolla su teorl@ de la ficcién como explicacién fenomenolégica del «estatuto 108 de realidad» peculiar de la tepresentaciones literarias como imagenes Y de i Bee imaginarias transpuestas a su rea- a ja por el receptor, en otros capftulos del mismo libro Y singularmente en su libro La estructura de la obra lite- varia (Martine Bonati, 1960), el autor ha mostrado una teorfa dela ficcidn literaria que defiende ésta como hablar imagina- rio: el problema de la ficcién no podria entenderse en todo ni en parte si 00 analizamos cémo la estructura de la literatura y el modo de ser representacién imaginaria «afecta al discurso mismo. Adelantd el profesor Martinez Bonati con su teoria del hablar imaginario distingos categoriales que la teorfa lite- erior ha popularizado hoy, pero que no han saltado apenas al discurso de la filosofia analftica, como vimos. Por allo, las criticas que F Martinez Bonati hizo a las teorfas de Searle y Ohmann y las matizaciones a Gérard Genette, nacen precisamente, como dije en su momento, de su rechazo a considerar Ia literatura como un acto de lenguaje no serio o simulado, porque en rigor no es un acto de lenguaje del au- smjino la creacién de un hablar que es imaginario, y que tiene otra fuente, creada en y por la estructura discursiva de sus frases imaginarias. La estructura de la obra literaria senté las bases de esta teorfa del discurso ficticio en una distincién clave: la que se da entre «frase real sustantiva, pseudo-frase y frase imaginaria. La frase real auténtica, apofantico-asertiva, se origina en la accién comunicativa de hablante-oyente: por ejemplo: «Pe- dro es mi amigo.» Las pseudo-frases son las representantes de frases reales auténticas. Cuando «yo» en estilo directo digo: «El ha dicho: “Pedro es mi amigo”», la frase «Pedro es mi amigo», pronunciada por mi, «ahora» no es un signo lingiiis- tico, si lo fuera representarfa que Pedro es mi amigo, lo cual no es lo representado en ese signo. Esa cita es un icono que mg al signo lingiifstico auténtico. La virtud de la pseudo- ae hacer presente una frase auténtica, pero de «otra» cit- incia Comunicativa. raria post «Lo asombroso es la aparicion de pseudofrases sin contex- to ni situacién concretos, vale decir, de frases icénicamente Tepresentadas por ellas, imaginadas sin determinaci6n exter- na de su situacién comunicativa. Tal es el fenémeno literario. Aceptar como lenguaje tales frases, atribuirles en general 109

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