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CARMEN IGLESIAS HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES «Nada ocurrié como se cuenta, pero todo es verdad», ha- cia decir un esctitor a uno de sus personajes de ficci6n en un juego de espejos miiltiples en el que nada era lo que pa- recfa. Siempre me parecié una buena definicién para casi cualquier tipo de narracién, Pues, por muchas fuentes ob- jetivas que se consulten para un hecho determinado, el or- denamiento posterior natrativo de aquel hecho, aun en su simple descripcién secuencial, lo conforma con unos perfi- les que, siendo verdaderos en el mejor de los casos, nunca podemos garantizar su exactitud. «Conocfa la historia. Ig- noraba la verdad», escribe Carlos Fuentes en el comienzo de Los aitos con Laura Diaz. Y, como ya escribi en «De His- toria y de Literatura como elementos de ficcién», ese ele- mento narrativo es, a mi parecer, el que une la historia y la novela, aunque ambas escrituras diverjan radicalmente en sus métodos, fuentes y desarrollo creacional. Complemen- tarias y necesarias ambas —-Historia y Literatura— para entender algo de nuestro mundo, situadas «en los confines de dos territorios» compartidos —con diferentes énfasis en uno u otro— y al tiempo distintos entre sf, como son la Ra- z6n y la Imaginacién, siempre me ha parecido evidente que la creacién ficcional, y expresamente la novelistica, cuan- 543, 344 CARMEN IGLESIAS do es obra de un gran escritor —-como es el caso de Carlos Fuentes— puede recrear una atmésfera histérica, un tiem- po pasado y una memoria con perfiles mas profundos y du- raderos que el simple relato historicista. La primera novela de Carlos Fuentes, cuyo cincuente- nario festejamos, que marcé indudablemente un antes y un después en la historia de la literatura hispana —latinoame- ticana y espafiola—, mantiene acrecentada su fascinaci6n al releerla, tanto como gran creacién literaria como desde la perspectiva de la historia de México y de la historia en general. Desde ese primer gran relato de la comedia huma- na con el que un joven y ya sabio —literariamente ha- blando— Carlos Fuentes sorprendié a sus contempordneos, la pasion de su autor por desentrafiar unas complejas rafces histéricas que sostienen un presente y un futuro opaco e in- cierto sigue deslumbrando en una escritura que nos arras- tra con su riqueza de matices y formas, con la fuerza y la verdad de la aventura del vivir de sus personajes en el ojo del huracén de una ciudad vibrante y absorbente. HISTORIA Y MITOS Ya desde esta primera gran novela, estén presentes varios de los hilos que reencontraremos una y otra vez, en dis- tintas metamotrfosis y en variadas interrelaciones, en toda la obra de Fuentes. El primero que quisiera resaltar, des- de el punto de vista de historiadora, serfa la integracién que nuestro autor hace del mito, de la leyenda y de la ma- gia, en la historia; esos mitos, esas leyendas populares, for- man parte indispensable de los hechos histéricos, pues la realidad humana nunca es algo dado, algo que est ahi y Lle- gamos a conocer, sino algo en construccién continua y lo HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES $45 que pensamos 0 creemos sobre ella forma parte indisolu- ble de eso que [lamamos realidad. Esas creencias, arrai- gadas en un pasado mitico en el que se cree, configuran la accién y forman parte de la historia del presente y de los proyectos de futuro. En definitiva, pertenecen a ese con- glomerado heredado que, segtin la metdfora de Dodds, igual en la geologia que en la historia humana, nunca esta del todo definitivamente enterrado, sino que las sucesivas capas geolégicas acumuladas y mezcladas unas con otras, aparentemente sustituidas y perdidas algunas, emergen sorpresivamente a veces, dramaticamente ottas, pata tes- timoniar un pasado tanto mds virulento cuanto que no ha- ya sido asumido. Asf, los guardianes de La region mds trans- parente, el muy inquietante y enigméatico Ixca Cienfuegos y la figura de la viuda Teddula Moctezuma, que reclama insistente el necesario sacrificio a los dioses semiolvida- dos, reviven en la obra de Fuentes como arquetipos muy vivos y reales de un pasado idealizado, magico y religio- so al tiempo, en el que la totalidad del mundo no se ha fragmentado todavia. Como sabemos hoy, magia, religion, mitos, técnicas que exigen racionalizacién, no son estratos diferenciados nitidamente en la historia y en la psicologia de la especie humana; no hay un corte drdstico ni un es- calonamiento sucesivo que sepate pata siempre lo preldgi- co de lo légico y lo cientifico, sino que existe en la histo- ria de las sociedades humanas una simultaneidad de todos esos estratos, si bien con diferente énfasis de unos u otros, segtin cada momento histérico y cada civilizacién concre- ta. La magia o «la potencia de fabulacién», como la defi- nia Bergson, traténdola como «una necesidad psicolégica con tanta fuerza como la razén». Y por ello en nuestras sociedades actuales, altamente tecnificadas y légicas, que han apostado —se supone— en términos generales por la 546 CARMEN IGLESIAS razon y la historia, y que en el mundo occidental se han definido en su evolucién claramente como antimagicas y no miticas, cuando no antirreligiosas o arreligiosas se- gin qué épocas o paises, pervive sin embargo siempre la necesidad psicoldégica de creencias de diferente tipo, in- cluso mégicas-astrolégicas-cosmolégicas, que remiten a esa totalidad, esa supuesta armonta primaria que relaciona to- do con todo. El esfuerzo por dotar al mundo caético y cam- biante de un orden que suavice el terror ante lo imprevi- sible, ante lo radicalmente arbitrario y, por ende, siempre desconocido, es un esfuerzo de ordenacién que estarfa en el origen de las diferentes formas simbélicas con que los humanos intentan enfrentarse a un mundo que, como con- sagt6 el existencialismo de mediados del siglo xx, resulta fundamentalmente ajeno. El mito, la propia idea de sa~ crificio, la elaboracién del simbolo exigen por tanto una compleja construccién intelectual y vivencial, como in- tentos de superar la indiferencia del mundo, la ausencia definitiva que supone la Muerte. EI mundo no nos es dado —intenta convencer Cienfuegos a Ro- drigo Pola—. Tenemos que recrearlo. Tenemos que mantenerlo. El mundo es ciego y es bruto. Dejado a sus fuerzas, se arrugarfa como una manzana arrancada al tronco, penetrada de gusanos. El tronco le dio su savia y su vida, sf. Pero la mano que arrancé la manzana debe conservarla, o morir con ella (p. 294). Mitos y simbolos no son, pues, toscos disfraces de la rea- lidad, sino que intentan complementar la presentacién del mundo ante la conciencia: no solo viendo ese mundo «co- mo utensilio», al que se responde con las categorias de ra- cionalidad y causalidad —como sefialé ya Sartre en su and- lisis de las emociones—, sino el mundo como «totalidad HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES 547 magica, sin distancia entre las cosas». Totalidad irremisi- blemente perdida en las grandes urbes desarrolladas bajo coordenadas no controlables individualmente y con fre- cuencia no comprensibles. Lo racional y lo no-racional in- disolublemente unidos en la mente y psicologfa humanas. Creo que de todo ello trata Fuentes a través de Ixca y Teddula Moctezuma. Pues, en efecto, esa totalidad ansia- da, ese posible mundo sin escisiones dolorosas porque se ha purificado a través del sacrificio, y también de la ven- ganza, esa necesidad humana de /o absoluto que, en defi- nitiva, intenta relativizar o dar un sentido a cada una de nuestras muertes individuales solo puede reconstruirse en el mundo de la imaginacién creadora, en la recreaci6n de unos sfmbolos que tuvieron —y siguen arrastrando— una profunda significacién. Pues, en la medida que, segtin la tesis cldsica de Saussure, el simbolo no es nunca arbitra- rio, formaria parte de la historia mental y emocional de una determinada cultura, al tiempo que, tal como sabe- mos desde Mallarmé y los simbolistas, su condicién esen- cial, en palabras de Roland Barthes, esté caracterizada por la polisemia, por «su pluralidad misma de sentidos». Por eso, cuando Moctezuma y Cienfuegos creen realizar en el mun- do concreto el simbolo sacrificial a través de las muertes su- cesivas de ese 15 de septiembre (ese impresionante capitulo «Calavera del quince»), el dia de la fiesta del Grito —el simbolo a su vez de la Independencia de México—, el re- sultado acaba siendo el vacio y la muerte —fisica 0 espi- ritual o social— de ellos mismos y de los que les rodean. Lo mitico, el mundo de los sfmbolos, pues, forma parte importante de esa historia mexicana que Fuentes recons- truye dentro de un flujo apasionante de vidas distantes y se- paradas aparentemente, pero unidas e interrelacionadas como partes de un sodo; pero al tiempo la historia acaba re- 548 CARMEN IGLESIAS. chazando la resurreccién efectiva de un pasado simbélico que ha dejado de tener significacién en el mundo concreto tecnolégico e industrializado, en un mundo citadino y de supervivencia material muy alejado de esa Madre-Tierra cargada de joyas simbélicas y poderosas, madre y madrastra a la vez que no solo protege sino que lleva en sf también el terror y la muerte. Y asi, la historia se revela como lo contrario de la tra- dicién, de una tradicién compuesta de mitos, de leyendas, de recuerdos y simbolos fijados, una tradicién sin embar- go con cuya memoria hay que contar para comprender el pasado. Como escribiera el historiador José Antonio Ma- ravall Casesnoves, en los afios sesenta del pasado siglo, la historia —en cuanto conocimiento de algo alejado que ha sucedido pero del cual se tiene una conciencia reflexiva— acaba siendo «el antidoto de la tradicién», pues opone al fin el cambio histérico, la ordenacién de novedades y de supervivencias en movimiento, frente a la fijacién o per- manencia repetitiva de la tradicién mitica. Pero ninguna «argamasa histérica», ningtin «conglomerado» histérico, podrfa comprenderse profundamente sin esos sustratos he- redados de las viejas tradiciones. Y quizds a esa «argamasa hist6rica», compuesta de emociones y creencias, y de espe- ranzas y expectativas las mas de las veces irrealizables, y de tanto dolor y sangre de hombres y mujeres encadenados a su época como en una gran rueda infernal de Ixién, qui- zas, en mi opinién, solo podemos acercarnos a ella, inten- tar su reconstruccién, a través de la ficcién verdadera, como Tomas Eloy Martinez definié un cierto tipo de escritura novelistica, en la que encaja la creacién de Fuentes. Por eso son complementarias y no opuestas, a pesar de sus dife- rentes territorios, la historia y la novela. Y por eso no se puede prescindir de ninguna de ellas, aunque prefiramos, HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS EUENTES 549. en funci6n de nuestros gustos € intereses, una u otra. Y por eso Carlos Fuentes puede reconstruirnos esos mundos complejos, ya desde esta primera y fundamental novela, jugando con esas relaciones fronterizas entre historia y no- vela, y recteando para nosotros las vidas de hombres y mu- jeres concretos dentro de la rueda histérica de la ciudad de México, de manera que, en ese encuentro del pueblo con su historia —-como escribié Alberto Dfaz-Lastra—, los he- chos hist6ricos conforman personajes reales y vibrantes, no simples prototipos acartonados. Fuentes funde a través de ellos en esta gran novela urbana las distintas tradiciones en la forma y en el fondo, dando lugar asi, a través de una historia determinada de un pafs —México— y de una ciu- dad —Distrito Federal—, a una novela universal que ha- bla de todos y cada uno de nosotros, de los miedos y las esperanzas y las cobardifas y la heroicidad a veces, de todos y cada uno de los seres humanos. Como brillantemente di- jo Georgina Garcfa Gutiérrez, los dias personales de cada uno de los personajes que viven o han vivido en /a regidn mds transparente se convierten en dias histéricos, de mane- ta que los avatares vividos y las elecciones tomadas por ca- da uno de ellos en momentos cruciales atafien igualmen- tea la historia de México y de todos. La interrelacién entre las vidas individuales y la historia que afecta a la colecti- vidad no puede estar mejor reflejada en esa vuelta de tuer- ca para saber ligar, ahora a otro nivel, el todo con todo. Por lo demas, el propio Fuentes es consciente de que, como declaré en alguna ocasién, la tradicién «puede ser una ruptura enriquecedora, mds que una continuidad es- clerética»; la tradicién suele ser lo opuesto a lo que signi- fica la historia como cambio, pero al mismo tiempo, co- mo decfa, forma parte indisoluble de su conglomerado, al que conforma. E] mundo tradicional puede resultar opre- 55° CARMEN IGLESIAS sivo, como ocurre en la novela, en la que nuestro autor se aleja de toda visién idealizada respecto a mitos tradicio- nales (véase el capitulo, por ejemplo, «Para subir al no- pal», y la conversacién de Zamacona, Ixca y Robles, sobre teodicea y sobre muerte y sactificios), pero no puede pres- cindirse de sus elementos y de su recuerdo. Cuando todo ello se pone en movimiento y se interrelaciona, cuando, como hace nuestro autor, se enriquecen las perspectivas para poder observar a México desde dentro y desde fuera a la vez, cuando se agrega la critica y la mirada «distancia- da» en el sentido histérico del término es cuando esa apa- rente historia local de una ciudad se transforma en una his- toria universal que nos enriquece a todos. UNIVERSALIDAD, MESTIZAJE E IDENTIDAD Esa universalidad, signo de los grandes escritores, a partir de lo mas inmediato, de lo aparentemente més local, trans- pita por asf decir en toda la obra de Fuentes. Y asf, la his- toria de México y la historia personal de unos grupos so- ciales mexicanos en un determinado fragmento del tiempo histérico enlazan con el espacio y tiempo de una cultura ampliada, producto de un enriquecedor y doloroso —co- mo es toda la historia en general— mestizaje. El propio au- tor, en esas confesiones liicidas de Ex esto creo, cuando ha- bla de la Historia, la tefiere a esa historia cainita, una historia universal de la violencia, una historia de dolor y sufrimiento de los més, la historia que hacia exclamar a Heine: «Ay de nosotros!, cada palmo de terreno ganado por la humanidad cuesta torrentes de sangre. ¢No es este un precio demasiado elevado? {...}. Cada hombre aislado es un mundo completo, que vive y muere con él, y cada losa HISTORIA ¥ NOVBLA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES 551 de cada tumba cubre una historia universal». Y, a pesar de ello, en la estela que mostraron los griegos —«el hom- bre més fuerte que el destino»—, la apuesta por la vida que Fuentes hace en su escritura, la apuesta por la lucha por la justicia aun en medio de la desesperanza, por la razén y la voluntad frente al fatalismo y la resignaci6n del des- tino, est4 siempre presente ya desde esa primera gran no- vela de La regiin mds transparente, como luego insistiré. Mestizaje fecundo, pero traspasado dramaticamente de violencia. Mestizaje que cubre un pasado ambiguo, al que se proyecta «un sentido de angustia, de fracaso, de pérdi- da de algo que, en triste y decreciente esperanza —escri- bia Zamora Vicente en sus «Apostillas a La regién mds transparente» —, an nos sostiene sobre la tierra». Un mes- tizaje simbolizado con una fuerza inigualable en la histo- ria concreta de Herndn Cortés y dofia Marina, pero un mestizaje que mueve a preguntarnos por nuestra identi- dad, qué y quiénes somos, como consecuencia de una «co- lectividad insegura, aferrada a mitos y falta de sdlida ac- titud hist6rica», sefialaba Zamora. Una actitud histérica de la que también se lamentaba Marfa Zambrano, refi- riéndose a Espafia, pero quizds extensible a todo el area his- pana. En mi opinidn, esta pregunta por la propia identi- dad recorre con frecuencia distintos espacios de nuestro Ambito cultural hispano; no es esta comunidad latinoa- mericana y espafiola la Gnica, como bien sabemos, en ha- cerse esas preguntas, pero si es una de las més persistentes en una biisqueda perpleja acerca de cémo sus orfgenes y mestizajes han configurado una historia que, con frecuen- cia, se reviste de esencialismo al considerarla como una re- peticion tragica, casi siempre igual a si misma. Y creo que especialmente revive en cada conmoci6n histérica o en el recuerdo también persistente y fijo de esa conmocién. 552 CARMEN IGLESIAS Ya Maravall insistfa en que la memoria de una crisis 0 de una catdstrofe pervivia en la historia de las mentalidades y en la vivencia de la gente mucho después de que todo aquello hubiera pasado. Carlos Fuentes ha indagado una y otta vez en las motivaciones de esa inseguridad identi- taria que oscila con frecuencia desde la vana creencia en su superioridad a la aceptacidn resignada y masoquista de un complejo de inferioridad, que, a su vez, hace crecer el rencot, el resentimiento y la envidia cainita proyectada parad6ji- camente sobre los mas préximos. De ahf que ningtin héroe con éxito puede set aceptado como tal, reflexiona Zamaco- na, solo el héroe muerto puede ser considerado digno de re- cuerdo entre nosotros. De ahi que la caracteristica de nues- tra cultura sea la excentricidad: Excentricidad, mds que contraste [...]. No sentirnos parte de ningtin engranaje racional, susceptibles de alimentarlo y per- mitir que nos alimente. Claustro cerrado, de espaldas al mun- do. No sentir que nuestras obras, que nuestro espiritu, penetran en un orden légico, comprensible para los demés y para noso- tros (p. 73). Lo que sigue detallando Manuel Zamacona sobre esa excentricidad, propia también de Espaiia, Rusia y otros pafses, lo encontramos resumido més tarde por Fuentes en su prélogo a Todos los gatos son pardos, una obra que es a la vez una memoria personal e histGrica, pues indagar nues- tros orfgenes comunes pata entender nuestra existencia presente requiere ambas memorias en México, el Ginico pafs que yo conoz- co, ademés de Espafia y los del mundo eslavo —no en balde ex- céntricos, como nosotros— donde preguntarse ¢quién soy yo?, eguién es mi papd y quién es mi mamé?, equivale a preguntar- se ¢qué significa toda nuestra historia? HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES 553 Ese sefialamiento en la «excentricidad» me parece es- pecialmente lticido y aclaratorio. Lo excéntrico esta siem- pre rozando las fronteras de otros territorios y lo fronte- tizo esté rozando significativamente con lo peligroso: roza o puede caer en el caos. Es siempre inseguro y necesita pro- teccién simbélica y efectiva. Darnton ya insistié en cé6mo el mundo de los hechizos, el mundo magico de los cuen- tos y de los sfmbolos, juega siempre con los restos ambi- guos, fronterizos, de los seres vivos: pelo, ufias, heces, ani- males «de frontera» con valor ritual o tabties que desaffan el temor irracional que despiertan, ya sean ratas 0 reptiles, que estan cerca de los humanos, pero que no comparten en absoluto la categoria de «domésticos». Como ya escri- bf en otra ocasién, en la obra de Fuentes hay siempre un empuje de lo fronterizo hacia nuevas dreas de significado consciente, hay una apertura de lo que Jacob denomina- ba «el campo de lo posible», especialmente enriquecedo- ra, en las fronteras entre historia y novela, que historia- dores como John Elliott resalté de forma sobresaliente a propésito de Terra nostra. Pero, refiriéndonos a ese pro- blema de identidad que se plantea ya desde La regién mds transparente, ese caracter «excéntrico» y «fronterizo» re- fuerza sin duda la inseguridad del quiénes somos. El mesti- zaje y la integracién forzosa que supone la adopcién en la conquista hispana de lo que también Elliott Jlamé «fron- teras de inclusién», como signo distintivo espajfiol frente a las «fronteras de exclusién» de la expansién anglosajo- na, ninguna exenta de violencia pero con resultados muy diferentes, son factores explicativos en parte de esa ambi- giiedad hacia los propios origenes, hacia el pasado vivido y no asumido, que contribuirfan a la espiral de inseguri- dad identitaria. Fuentes realiza un profundo intento de in- tegracién, de comprensi6n, para fundir o al menos para 554 CARMEN IGLESIAS conectar lo prehispdnico, lo espafiol, la Revolucién mexi- cana y el presente en un caleidoscopio, a mi parecer, de mestizajes en distintos niveles, personales e hist6ricos, mi- ticos y racionales, emocionales y reflexivos. Lo original es lo impuro, lo mixto. Como nosotros, como yo, co- mo México —sigue escribiendo Zamacona—. Es decir: lo origi- nal supone una mezcla, una creacién, no una puridad anterior a nuestra experiencia. Mas que nacer originales, llegamos a ser ori- ginales: el origen es una creacidn (p. 74). LOS «MODELOS AJENOS». EL DESTINO Y LAS MASCARAS Asumir esa mezcla, esa mixtura nunca perfecta, impura, como la marca de origen que no supone ningtin pecado original mds all4 del «aherrojamiento» existencial de la propia condicién humana, es decir, que no es mejor o peor que otras tradiciones culturales supuestamente mds exi- tosas en su desenvolvimiento histérico, es una de las op- ciones que, en mi opinién, se podrfan rastrear en la obra de Fuentes ya desde esta primera de sus grandes novelas. Asumir el presente y por tanto proyectar hacia el futuro a partir de las cartas que nos han tocado, pues quizds la maxima estoica de Epicteto de contestar de la mejor ma- nera posible en el juego de la vida, y de la historia, a las cartas que nos tocan por nacimiento y que no elegimos, incluso considerdndolas malas, sitva tanto para las perso- nas individuales como pata los pueblos. En la interrelacién entre destino o necesidad, azar y voluntad, que configura la vida humana, no todo esté escrito, determinado, para siempre; frente al fatalismo y la resignacién quizds poda- HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES 555 mos oponer el apotegma heracliteano sobre «el cardcter es el destino», apostando por la raz6n y la historia, pero sin rechazar ni olvidar la propia tradicién y orfgenes. Ahi creo que se podria inscribir la insistencia de la reflexion de Fuentes sobre el error histérico de la adopcién de «mo- delos ajenos». No solo los modelos superficiales —jmés- caras ligeramente encubridoras de la nada?— de unas clases sociales poderosas y esnobistas —«Quizd el esno- bismo sea algo mds grave [...}. Quiz4 no sea sino una for- ma de ceguera del espfritu: considerar todas las cosas en si, sin atributos» (p. 348)-— tan magistralmente presentes en La regién mds transpavente, sino, lo que es mds impor- tante, la adopcién de modelos culturales € histéricos que, como en el lecho de Procrusto, fuerzan artificialmente a una adaptacidn violenta que tritura los miembros y que hace fenecer la apertura de la experiencia hist6rica. A la intemperie —escribe Fuentes en su reflexién sobre «Ibe- roamérica», dentro de En esto creo, al hablar de los procesos de in- dependencia—, creamos democracias instanténeas, reptiblicas nescafé, desesperadamente confiadas en la imitacién extralégica de Francia, Inglaterra y los Estados Unidos, fatalmente conde- nadas a ahondar las diferencias entre el pais real y el pafs legal. El resultado fue el movimiento pendular entre la dictadura y la anarqufa [...}. Entre la civilizacién y la barbarie... Manuel Zamacona ya escribfa significativamente: «Constantes. Gestacién lenta, intuitiva, del pueblo mexicano, sin contacto con las formas sociales exteriores. Busqueda de una defi- nicién formal, juridico-politica, frente a busqueda de una filiacion sustancial, histérico-cultural. Afirmacién de las definiciones for- males en proyectos antihistéricos, fundados en la importacién, en la imitaci6n extraldgica de modelos prestigiosos. Negacién del pa- sado como supuesto inicial de todo proyecto salvador». 556 CARMEN IGLESIAS ¢Pero cudl es el modelo, el modelo propio, y realmente salva- dor, que México debe atender? (p. 75). Desde la perspectiva histérica, es evidente que el mun- do hispano en su conjunto —Iberoamérica y Espafia— se enfrent6 desde la primera década del siglo xix, en medio de una ctisis aguda, de un vacfo de poder pavoroso y de gue- tras civiles, a unos procesos de modernizacién complejos y que la transicion hacia un régimen liberal se realiza den- tro de un marco organicista —holista—, que interrumpe su propia tradicién, sin llegar tampoco a incorporar so- cialmente los valores que exaltan la libertad y responsabi- lidad del individuo. Como ya escribi en otta ocasién, nues- tras sociedades hispanas estaban quiza histéricamente mds cercanas al modelo de un ideal de «cepublicanismo de ba- se agraria» y virtuoso, de caracter mds igualitario que li- beral; un ideal que enlazaba mejor con tradiciones inte- gradoras holisticas y con ideales utépicos de perfeccién de las instituciones que con el valor politico del pluralismo y con el criterio pragmatico, moral y utilitario, de la biis- queda o de la conformidad en una forma de gobierno que sea simplemente la mejor de las existentes —o la menos mala—. La unidad, la integracién, la legitimidad son preo- cupaciones de una mentalidad social holista que, en de- terminados momentos histé6ricos, pueden dar lugar a so- ciedades mas generosas, pero también menos tolerantes para el individuo concreto, y donde el clientelismo, el com- padrazgo, el paisano, ocupa el lugar del posible individuo libre. La crisis politica de esos comienzos de la moderni- dad condicioné quiza en demasfa la adopcién de modelos aptiorfsticos y de ideales que solo forzadamente podian en- cajar en un tipo de sociedad que procedia de otros valores y que hubiera necesitado posiblemente un tiempo y una HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS ‘TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES 557 evolucién menos traumdatica. La novela de Fuentes capta licidamente esta distorsién: Siempre hemos querido correr hacia modelos que no nos perte- hecen, vestirnos con trajes que no nos quedan, disfrazarnos para ocultar la verdad [...}. No, no se trata de aflorar nuestro pasado y regodearnos en él, sino de penetrar en el pasado, entenderlo, reducirlo a razin, cancelar lo muerto —que es lo estiipido, lo rencoroso—, rescatar lo vivo y saber, por fin, qué es México y qué se puede hacer con él (pp. 314-315, subrayados mios). Varios hilos complejos y relacionados entre si se deri- van de estas reflexiones: uno es desde luego las sucesivas rupturas de los procesos de evolucién interrumpidos en la historia; otro podria ser la btisqueda de la identidad en la accién sobre la base de la aceptacién del propio pasa- do. Y para esto serfa necesario esquivar tanto la Escila de lo que Maravall llam6 «la nostalgia del diferencialismo» (lo excéntrico desembocando en esa oscilacién entre creerse superior o definitivamente inferior: .. ésentimiento de inferioridad? —reflexiona Manuel Zamaco- na— [...]. «Qué cosa es el sentimiento de inferioridad sino el de superioridad disimulado? En la superioridad plena, sencillamen- te, no existe el afan de justificacién. La inferioridad nuestra no es sino el sentimiento disimulado de una excelencia que los demas no alcanzan a distinguir...» (p. 78), petro siempre dentro de un «narcisismo de la diferencia»), como la Caribdis de imitar y envidiar otros modelos, adoptar unas méscaras impuestas tan forzadamente que desfiguran monstruosamente las facciones originarias. Nada enten- demos de nosotros mismos, de nuestra historia, si no la 558 CARMEN IGLESIAS comparamos con los otros, pero poco aprendemos de esa com- paracién si solamente nos fijamos en categorfas que ho- mogeneizan y trazan un tinico camino, Traducido al pla- no de la historia, supondria no caer en lo que Elliott describia como el error de «hablar de éxitos 0 fracasos en la larga duraci6n histérica», el creer que pueden medir- se las experiencias histéricas en funcién de unos pocos ca- sos concretos, juzgados como exitosos, y por ello elevados a la categoria de modelo, el creer que solo determinados mo- delos o determinado canon cultural, o una tinica «gran na- rracién», pueden ser la «salvacién». De nuevo, el lecho de Procrusto como medida. No se trata de poner todo al mis- mo nivel, pero sf de intentar que los mitos de la excep- cionalidad extrema o los estereotipos esencialistas de unos «caracteres nacionales» siempre iguales a s{ mismos se eri- jan como dirigentes de los proyectos del futuro. Siem- pre me gusta recordar en estos temas uno de los libros de otro historiador hispanista, Geoffrey Parker, cuando al ha- blar de la Monarquia Hispdnica lo titulé E/ éxito nunca es definitivo; el «fracaso» tampoco, habrfa que afiadir. El des- tino tampoco es definitivo, nos hace reflexionar la obra de Fuentes, desde una perspectiva histérica, por mds que no tengamos demasiadas razones para ningtin optimismo utdpico. En el forcejeo dramatico entre Rodrigo Pola y su ma- dre, y entre Rodrigo e Ixca, se filtra constantemente esa traégica oscilacién: «Yo tengo mi propio destino», pretende reivindicar el hijo frente a la aitada negacién de Rosen- da: «No tienes ningtin destino, sdbelo ya. Tienes respon- sabilidades, y una madre que no ha tenido (ni querido, no, nunca) su destino, sino penas y amarguras y luchas (p. 164). «Conocer el destino es no tenerlo» (p. 507), di- ra mds tarde un Rodrigo Pola triunfador social y defini- » HISTORIA Y NOVELA. LA REGION MAS TRANSPARENTE, DE CARLOS FUENTES $59 tivamente superficial, pero que, a la vez, ha escapado del Angel destructor que buscaba su sacrificio y al tiempo su redencién posible en la Muerte: No hay nada indispensable en México, Rodrigo —le habfa alec- cionado Ixca, en un lamento desoladot y fatalista, identificando a Rodrigo con el propio pafs en su desidia moral y justificadora de futuras traiciones—. Tarde o temprano una fuerza secreta y and- nima lo inunda y transforma todo. Es una fuerza més vieja que to- das las memorias, tan reducida y concentrada como un grano de pdlvora: es el origen. Todo lo demas son disfraces. All4, en el ori- gen, esté todavia México, lo que es, nunca lo que puede ser. Mé- xico es algo fijado para siempre, incapaz de evolucién. Una ro- ca madre inconmovible que todo lo tolera. Todos los limos pueden crecer sobre esa roca. Pero la roca en si no cambia, es la misma, pa- ra siempre (pp. 149-150). Pero solo la Muerte, podrfamos afiadir con Malraux, so- lo el fin definitivo, cuando ya no podemos cambiar nun- ca mds, convierte la vida en destino. MEMORIA Y OLVIDO. TIEMPO CICLICO Y TIEMPO HISTORICO Por todo ello, en la obra de Fuentes, pasado, presente y fu- turo se mueven simulténeamente, y no ordenada y sucesi- vamente, y en esa espiral nunca acabada gita esa relacién compleja entre memoria y olvido, que es también un as- pecto sustancial de toda su escritura creadora. «Rescatar el pasado mexicano del olvido y de la mentira», medita Zamacona (p. 318). Pero la memoria del pasado no es ho- mogénea, existe. memorias compartidas aunque sean di- ferentes, pero también memorias opuestas que se intro- 560 CARMEN IGLESIAS ducen sin cesar en las heridas abiertas. Sin memoria no existirfamos, no podriamos calibrar la textura del presen- te, pero sin olvido nuestros deseos se convertirfan en ob- sesiones petrificadas, sin futuro posible.

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