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no se encuentran cerca del transpo; a estan conectadas a otras zonas urb; k : anas esencialmente por el transporte colectivo privado de tipo pesero. ; En todo caso, usar cualquiera de estos dos tipos de transporte implica un gasto. El problema radica en el he- cho de que, como muestran los cuadros 8.14 y 8.17, la mayoria no te- nfa quien le esperara al momento de la salida ni disponia de dinero para transportarse. Las estrategias varian entonces de una persona a otra: al- gunas optan por irse caminando, unas piden un “paro” al chofer del pe- sero, es decir, que suben a la unidad sin pagar, otras indican al chofer del taxi que se le pagardn al llegar al destino. Asimismo, como relat6 una re- firiéndose al trabajo sexual, “el primer auto que pasa fuera de la carcel es tu primer cliente potencial”, es decir, el que la puede acercar a algan lugar de su eleccién a cambio de relaciones sexuales. Experiencias poscarcelarias Un anilisis de las entrevistas en profundidad, centrado en algunas pro- blematicas como la reincidencia, la precariedad social y econémica, y el trabajo sexual, permitira complejizar los anilisis de la encuesta presen- tados hasta ahora. Para ello, escogi los relatos de dos mujeres que per- mitiran ilustrar estos fendémenos y ahondar en la comprensién de las complejidades de sus trayectorias poscarcelarias. Maria Desde que conoci a Maria en octubre de 2018, en la casa de Kenya, nos hemos visto incontables veces, alli o en la Ciudad de México, a solas 0 en compajfiia de otras personas, en parques, cafés y ferias, incluso nos 141 oa oe en la calle y enel metro en dos oportu- . mentos y espacios compartidos permitieron co- nocernos bastante bien. A pesar de varias inconsistencias en sus relatos, Tas cuales atribuyo a las distintas precariedades y traumas que implicé, entre otras cosas, haber vivido en la calle desde la infancia (Alcalde et al., 2011), ser rechazada por su familia, consumir drogas de manera recu- trente y haber vivido violencia sexual (Hermosa y Polo, 2018; Ramos et al., 2001), retomo aqui algunos elementos centrales de su trayectoria Poscarcelaria que muestran una situacin actual de alta precariedad. Maria fue arrestada después de haber querido presentar una que- Ja por maltrato ante el Ministerio Publico contra quien fuera su pareja. Este la viol6 y la contagié de vin. Cuando Maria se entera de su estado de salud, pretende matarlo y suicidarse: “la mente se me turb6, pasaron sinfin de cosas, pero mi idea era ‘lo mato a él y me mato yo’, 0 sea, esa fue mi idea, dije: primero él y después yo”. Mientras peleaban y Maria ya presentaba marcas de golpes, aparecié la madre de su pareja y se inter- puso. Fue cuando Maria acudié al Ministerio Pablico (mp): No me aceptan la demanda de maltrato, me la rechazas, MP, ti MP me rechazas la demanda de maltrato y me pones que ponga una queja como victima de posible maltrato, o sea me ves con el ojo morado, me ves gol- peada, pero ti mp, me dices que soy victima de un posible maltrato [...]. Incluso me tomaron en cierto punto como loca, [dijeron] que yo me autoagredia para dafiar a esta persona [...]. Fue més facil hacerle caso a un hombre que a una mujer transexual, cuando yo fui y puse mi queja que este hombre me golpeaba, me maltrataba, me ponen a mi que es una posible queja de maltrato, cuando este hombre va y pone la deman- da, procede como intento de homicidio [...] Cuando yo llego al mp, me aumentan (a) dos delitos, o sea este delito mas otro, ponen trata de personas y me ponen a diecisiete personas acusindome a mi, que en mi vida los habia visto, o sea, son dos delitos, yo entré por uno y en el mp me montan otro. Asi, “mientras que practicamente todos los miembros de la sociedad experimentan la dificultad 0 falta de acceso a la justicia, en las gictimas de violencia sexual se agrega el hecho de que el suceso que experimen- tan suele conllevar una alteracién psicolégica que podria dificultar los 142 procesos juridicos en caso de que se quisiera hacer una denuncia” (Ra- mos, 2011, p. 242). Ademis, la identidad sexual de Maria muy proba- blemente constituye un elemento que dificulta atin mas su acceso a la justicia,"* en un pais donde la discriminacién por motivos de género es moneda corriente y donde los operadores de justicia suelen revictimizar a las mujeres sobrevivientes de violencia (Saucedo y Melgar, 2011). La sugerencia de presentar una queja por posible maltrato, y la no acepta- cién de su demanda, reflejan particularmente bien la tragica realidad del pais en materia de justicia de género. Después de un aiio vivido entre dos reclusorios, donde suftid una serie de maltratos y discriminaciones vinculadas a su identidad sexual,'° Maria sale absuelta gracias al apoyo de un organismo de derechos hu- manos. En un primer momento, es reguardada ante la Fiscalia del Insti- tuto Nacional de las Mujeres, que la manda a un albergue para mujeres maltratadas. En sus palabras, ahi fue donde se le brindaron las primeras herramientas para su reinsercién social: “Me comienzan a reintegrar a una sociedad, a través de talleres de manualidades, ufias, y entonces es donde yo comienzo a reintegrarme. Me cost6 mucho trabajo, si, porque una mujer que es maltratada, sale con una devaluacién muy cabrona, y la primera devaluacién (con la) que ya sales es con esta, no valgo, no sir- vo, no soy bonita [...]”. Marfa refiere claramente al problema de baja autoestima que padecen las mujeres sobrevivientes de violencia de gé- nero. Por otro lado, los talleres impartidos en el albergue reflejan el tipo de actividad feminizada que suele ser ensefiada en varias instituciones como las carceles de mujeres. Asi, se pretende empoderar a las mujeres a partir de la realizacién de actividades que serian complementarias al tra- bajo de cuidado, y no constituyen, en nuestro contexto capitalista, una fuente de ingreso que permite asegurar una vida digna (Carrasco, 2003). Hasta donde logré averiguar, no existen investigaciones cientificas sobre las dificul- tades de acceso de las mujeres trans* a la justicia penal, pero numerosos casos pue- den ilustrar este problema en México. Véase por ejemplo el del transfeminicidio de Paola Buenrostro, que dio lugar a la recomendacién 02/2019 de la Comisi6n Na~ cional de Derechos Humanos. Esta reconoce la “falta de debida diligencia y de apli- cacin de la perspectiva de género y enfoque diferenciado en Ia investigacién de transfeminicidio” (cNDH, 2019). Para un anilisis detallado de las violencias que sufren las mujeres trans* recluidas en la cpmx, consultar (Constant), 2018b. : te critica respecto a lo que le ensefaron dentro _ Adentro te dicen “no te Ppreocupes, mira, ti vas a salir de esta prision, vas a conseguir un trabajo mejor, vas a poder, con lo que aprendiste ac4 aden- tro”. Uno lo que aprende aca, adentro, no digo que no sirve, nunca dije €S0, 0 sea sirve mucho, pero es como para autoempleo |...]. Un ejemplo, [una personal] ve un vasito de ceramica con un popote de barro, por decir algo asi, va a decir “ede dénde lo aprendiste a hacer?”, “ah, de la prisién”, gente que no sabe dice “ay, qué hermoso est, me lo llevo como artesania”. Realmente te vuelves una Persona como artesana, o sea, no hay una em- presa que te diga, a ver tt sabes hacer vasitos Y popotitos de cerdmica, ven yo te doy el trabajo, o sea, no te lo valoran [...]. [Eres] un artesano més, una artesana en velas més [...]. O sea, no es el problema, o sea, es muy bueno, pero qué crees, que no seria nomis el autoempleo. Porque imaginate, yo que me estoy integrando a la sociedad necesito pagar agua, luz, renta y vendo dos al dia y mis gastos son de 500 a la semana.Y ahf es alo que voy, dices bueno vendo mi artesanfa a lo mejor los sibados y los domingos, pero de lunes a viernes quiero un trabajo estable, donde yo gane para mi renta, mi desayuno y mi comida, y lo de la ceramica lo hago yo como para gastos extras de pasajes. [...]. Pero vas a un trabajo y te dicen “tus antecedentes penales?”. Maria se queda en el albergue para mujeres maltratadas cerca de un afio, a contrario de muchas mujeres que suelen permanecer de 3 a 6 meses: [...] porque yo seguia yendo a la Clinica Condesa, donde me atiendo por la enfermedad de seropositiva, pero yo ahi sigo, sigo viendo a este sujeto [su expareja] porque él también se atiende ahi, entonces cada [vez] que lo veia era una amenaza, otra amenaza, otra amenaza y otra amenaza, entonces al ver la trabajadora social que eran amenazas tras amenazas y que mi vida independiente corria peligro, por no tener una red de apoyo, pues dijeron sabes qué, que se quede. El albergue donde residia, como la mayoria de las estructuras de este tipo, no dejan salir a las mujeres, salvo necesidades juridicas o 144 médicas, por ejemplo. La trabajadora social acompafiaba a Maria a la Clinica Condesa y presencié las amenazas.Volviendo al tema de la re- insercién social, el problema es que finalmente esta expresidiaria estaba entonces confinada dentro de otra institucién, volvia a vivir en condi- ciones de encierro, lo cual en definitiva no apuntaba hacia alguna po- sibilidad de reinsercién social. Ademis de que su vida corria peligro por los reencuentros frecuen- tes con su expareja, como lo menciona, de manera explicita, Maria no contaba con una red de apoyo, motivos por los cuales fue trasladada a Puebla, a una casa albergue dirigida por religiosas. En esta nueva insti- tucion, Maria podia entrar y salir libremente. La estructura le brindaba apoyo econdmico para tomar un curso de estética: Te dicen, a ver qué sabes hacer, quieres que te busquemos un trabajo, te buscamos un trabajo, qué necesitas, dinero para los pasajes, con cuanto, no sé $30, $50 diarios, no te preocupes te los vamos a dar [...].Y si, me meto a todo lo de belleza, pues le comencé, le comencé, y ahi aprendi pues a hacer tintes, a hacer maquillaje, hacer ufias, manicure y pedicure. Me falté el corte y el peinado. Maria no acaba la carrera de estilista por la depresi6n que empieza a sufrir en ese entonces, a raiz de un sentimiento de aislamiento reforzado por la preocupacién de su enfermedad: Para mi pues fueron [momentos] muy dificiles, muy padres también, en momentos Iloré, en esas etapas de la vida donde me sentia sola, donde sen- tia que no habia, y se va a oir asi, pero desgraciadamente no hay un apoyo moral, que te diga “‘a ver amiga, aqui esta mi mano, aqui esté mi hombro, llora conmigo, qué tienes, qué te pasa”... y desinformada totalmente de lo que es una enfermedad seropositiva. Maria vuelve a la Ciudad de México, acude al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, que le consigue una habitacién compartida con otras mujeres sobrevivientes de violencia de género. El lugar es muy cémodo porque tienes todos los servicios, tienes el desayu- no, la comida [...]. Ahi es como otro tipo de espacio, ya mas familiarizado, aunque no se paga una renta, aunque no se paga nada, pero ya es como una familia. [..-]. El cuarto es gratuito, pero ya te ensefian a ser una persona independiente por ti misma, Cada habitante tiene que pagar los gastos comunes, como luz, agua, gas, teléfono, etcétera.Ya no se trata entonces de una institucién de en- cierro, pero Maria sigue dependiente para su alimentacién y vivienda. Fue cuando empezé a trabajar en el metro, ofteciendo al publico usuario folletos con algtin mensaje espiritual a cambio de alguna moneda, activi- dad en la que atin se desempafiaba cuando la conoci y que a duras penas le permitia ganar entre 100 y 400 pesos por semana. Habia transcurrido un afio desde que habia salido de prisién. Para ese entonces, se habia mudado a la casa de Kenya, quien le brindaba alojamiento gratuito y empezé a integrarla a los trabajos vo- luntarios de su asociacién civil. Por este medio Maria tejié algunas re- des sociales y de apoyo. También se habia juntado con una nueva pareja. Pretendia poner un negocio de ufias en el mercado cercano, pero varios meses después de haberme compartido su idea de ese proyecto, no lo habia concretado y seguia ofreciendo folletos en el metro. De qué reinserci6n social podemos hablar en el caso de esta mujer, altamente precarizada en términos sociales, econdémicos y de salud, que paso de instituci6n en institucién,'* que no tiene contacto con su fami- lia y cuenta con una escasa red de apoyo? Pamela Hija menor de una familia de doce hijas e hijos, Pamela era muy con- sentida por su madre y, por la misma raz6n, asi como por lo que deno- mina su “preferencia sexual”, fue rechazada por los demas miembros de la familia. Consumié distintos tipos de drogas y alcohol desde que era adolescente y a los 23 afios la arrestaron por robar, actividad que Ievaba a cabo “por la drogadiccién”. Poco después de llegar al reclusorio fallece No cabia dentro del presente relato poscarcelario, pero quisiera mencionar que Ma- rfa estuvo en albergues de la asistencia social en algunas ocasiones durante su infancia y adolescencia. 146 su madre y sus hermanos la culpan por ello. Las tensiones con la familia se hacen entonces mayores a raiz del encierro. Aun asi, durante su Primera reclusi6n: “mi hermana, mi tia, un amigo, el papa de un amigo, si tuve visitas, pero muy muy cortas”. En la c4rcel se enamord de un hombre con el cual tenia acceso facil a las drogas y el alcohol: “no viviamos muy bien porque la mayoria del dinero nos los gastabamos en la droga [...] mi familia ya me habfa abandonado”. Cuando sale libre, se siente absolutamente sola. “Cuando sales de una cArcel y te abren las puertas y te quedas sin familia, no sabes qué hacer”. Después de poco mis de un afio, Pamela decide robar para volver a vivir con esa pareja en el reclusorio. En esta segunda reclusi6n, la visitaron: si recibié visitas dos veces mi hermana y mi hermano y ya, entonces [fue] como un castigo para mi, “quédate aqui recluida, piidrete, muérete, y te odio”, o sea un re~ sentimiento y un odio ante la sangre de ellos no? Por eso es de que yo me volvi muy... Me aislé de la familia, el ver el rechazo, el que no te quieren, dije bueno no, entonces qué hago yo con ellos, para qué les hablo, para qué los busco, para que me estén ofendiendo, me estén diciendo, con perd6n de la palabra decfa yo, que vayan y chinguen a su madre, yo me quedo sola. Su pareja que, igual que ella, vivia con vin, fallecié. Un tiempo des- pués, Pamela empez6 una relacién con otro interno, al que podia mante- ner por el poder econdmico que consiguié por integrar redes delictivas internas. Al salir, siguid manteniendo a este hombre con los ingresos que consegujia del trabajo en una estética y del trabajo sexual. En ese enton- ces, dejé de consumir alcohol y drogas y, poco a poco, se dedicé exclu- sivamente al trabajo sexual, con lo cual seguia manteniendo a su pareja presa. Vivia entre las distintas casas de los hermanos y las hermanas que aceptaban recibirla. Cuando aquel hombre salié de reclusién, Pamela se dio cuenta de que él tenia otra vida con otra pareja desde hacia mucho tiempo, y se separaron. Fue cuando ella volvié a consumir drogas. Des- pués de un tiempo que no podria determinar con seguridad, Pamela volvié a ser arrestada por robo simple. En poco tiempo, consiguié la li- bertad condicional y entré en contacto con personas que la orientaron para que acudiera a la Clinica Condesa para recibir tratamiento antirre- troviral. Entonces, vivia en un centro de tratamientos para adicciones a las drogas y trabajaba de encargada de un sal6n de belleza. Tenia que co- 147 laborar con los gastos de ese lugar y aun asi lograba guardar unos $500 para ella; fue entonces cuando se reencontrd con Kenya, a quien habia conocido en la cércel, y que pronto le ofreceria un espacio en su casa. Rapidamente, Pamela empezé como voluntaria en la asociacion civil de esta Ultima, frecuentando grupos de derechos humanos, pero estas ac~ tividades no le aseguraban ingresos econdmicos. Los tinicos que tenia provenian del trabajo sexual que ejercia sobre todo los fines de semana. Entonces planted un nuevo proyecto: Le dije (a Kenya) prefiero trabajar que meterme en esto porque a veces yo no tengo dinero, a veces ni para el pasaje ni para comer, entonces de donde yo voy a sacar, de dénde yo voy a generar, entonces [...] ella me oftece este local [...] y le digo, si, dice: junta dinero, y le digo, deja trabajo, igual deja Junto para secadoras, maquinas, peines, cuestan le digo, y junto para ropa y todo eso para que tenga yo. En ese momento, volvié a su barrio de origen donde algan contac- to politico le permitié trabajar en estéticas. Esto implicaba volver a estar cerca de su familia, pero Pamela queria su independencia: Yo me quiero desprender ya de ellos porque ya no quiero dar molestias y quiero sobresalir, salir yo sola al mundo de afuera, integrarme a la sociedad como Dios manda y ya no quiero carcel, quiero libertad, quiero sobrevivir, quiero vivir, quiero dar testimonio que si se puede vivir como rea en la calle, con errores, con cosas, pero tengo oportunidad como ser humano de rehacer mi vida, de sobrevivir, entonces me doy cuenta que ya todo lo pasado lo dejo enterrado, todo lo que pasé ya qued6 atras. Cuando nos conocimos, Pamela seguia compartiendo sus activida- des laborales entre la pequeiia estética que habia puesto en casa de Kenya y el trabajo sexual que realizaba en Chimalhuac4n. Tomaba con regula- tidad su tratamiento antiretroviral y acudia a una asociacién cristiana para dejar de consumir alcohol y drogas. Es decir, entre las personas que vivian en la casa y la asociaci6n cristiana, de alguna manera habia vuelto a formar redes de apoyo. Su negocio funcionaba de manera muy inter- mitente. Un dia, me comenté que habia bajado el precio del corte de cabello de $50 a $30, con la esperanza de conseguir mis clientela; su si- tuacién econémica era muy precaria. Aun asi, sus redes de apoyo pare- cian motivarla mucho para lograr sus metas: El dia de ahora tengo que estar firme en mis cosas que hablo y digo, tengo que estar con firmeza porque si no estoy con firmeza, si no estoy con eso voy a valer queso, entonces el dia de ahora le doy gracias a Dios que tengo vida, que estoy con libertad, que a pesar de todo lo que he pasado, fuera y dentro de una cArcel, estoy todavia arriba y estoy firme, porque tengo que echarle muchas ganas a la vida mia, a la vida que tengo que llevar yo, a la vida que tengo que sobrevivir para mi, para que ya no caiga en errores como en los que he caido, el dia de ahora tengo que valorar querer a la gente, tengo que estar con la gente que me quiere, con la gente que ha estado conmigo. [...] El dia de ahora tengo que ahorrar, juntar para poder pagar una renta, poder comer, poder sobresalir, poderle echar ganas y el estar bien conmigo misma. Otra vez, el ejemplo de esta mujer nos demuestra que el paso por la cArcel tuvo efectos devastadores en la trayectoria de quien ya habia sufri- do miltiples violencias y exclusiones. El problema de la reincidencia refle- ja la situacion de casi la mitad de la poblacién recluida en la cbMx (INEGI, 2016). La precariedad social y econémica que Pamela vivia antes del en- cierro no se modificé con los supuestos aprendizajes educativos ni labora- les en la reclusi6n. Pamela siguié ejerciendo el trabajo sexual y de belleza al salir de la cArcel, y estos constituyen dos 4mbitos donde la violencia es particularmente comin, como ya lo demostré en el capitulo 4. Pamela fue asesinada en su casa, en el espacio donde habiamos char- lado, el 28 de enero de 2019. Tenia 45 afios. Era una mujer bastante re- servada. No sabemos si el hombre con el que habia iniciado una relaci6n sentimental fue el que se ensaiié contra ella o si fue alguna otra persona. Tal vez, algtin cliente transfobico. El acceso a la justicia, para las mujeres trans*, aplica menos atin después de la muerte. Ultimas reflexiones, por ahora Quizas uno de los principales problemas del principio de reinsercién so- cial sea considerar que la poblacién interna es uniforme; no considerarla 149 teristicas intersectadas de género y de clase, ni a partir ‘experiencias particulares sino desde grandes principios socializa- dores que aplicarian para el conjunto de los sujetos encarcelados. Desde ahi se pretende aplicar un tratamiento penitenciario nico que tiene por Meta la reinsercién del individuo a la sociedad que lo aislé. No es mi fi- nalidad evidenciar lo absurdo que conllevan la dicotomfa aislamiento/ reinsercién o sentencias tan largas que pueden ser consideradas senten- cias de muerte ~y no solo en el sentido social. Lo que si quisiera subrayar es el problema de la ausencia de consideracién de las trayectorias de vida antes de la cArcel, en particular las experiencias de desvinculacién social y de violencia, para sujetas generizadas y empobrecidas. Al examinar las trayectorias de vida, las experiencias poscarcela- rias y las consecuencias que tuvo la cArcel sobre las vidas de las mujeres trans*, evidencian que el ambito familiar ha sido sinénimo de violen- cia, rechazo y exclusién para muchas de ellas. Estas mujeres cuentan, en ocasiones, con algunas redes de apoyo, pero las familiares no consti- tuyen las principales. Ademis, las politicas pablicas mexicanas se basan en una nocion de familia nuclear que no corresponde con la realidad de las familias mexicanas de hoy (Gonzalez, 1999; Roudinesco, 2002) y las politicas carcelarias no escapan a esta tendencia. Las experiencias familiares de las mujeres trans* con las que he trabajado ilustran esta realidad. Ahora, no esta de mds mencionar que algunos estudiosos de la problemiatica de la reinsercién social aportan lefia a los des-enfoques institucionales cuando, por ejemplo, hacen énfasis en la importancia de la familia y el fortalecimiento de las relaciones familiares durante la re- clusién (Acosta, 2014). Sin duda, a veces, los vinculos estrechados entre academia e instituciones publicas pueden resultar poco fructiferos para aportar a una perspectiva critica de la temitica. Ignorar las experiencias que precedieron a la carcel, obviarlas, tam- bién abona a uniformar las experiencias socioeconémicas. Varias de las mujeres con las que he trabajado han conocido situaciones de calle, épo- cas de adiccion al alcohol y a distintas drogas. Pocas se desempefiaban en el mercado laboral formal antes de ser arrestadas y no contaban con un bagaje educativo que les permitiera ingresar al mercado Hien neoli- beral que exige una formacién vy, especializaciones cada vez ee agudas y discriminan por motivos se género (Falquet et al., 2010). Mas bien, su condicion social y econémica ya era muy precaria antes del encierro, y este no les ha brindado conocimientos que consideraran titiles para la reinsercion social ni laboral. Su ocupacion y nivel de ingresos actuales dan muy bien cuenta de esta realidad. Finalmente, al considerar su bajo nivel educativo, su trayectoria en el ambito laboral informal, asi como los antecedentes penales que conlleva el encierro, se puede afirmar que la reinsercién social por medio del trabajo y el sistema reconocido como “productivo” constituye definitivamente una ilusién insostenible. Ahora bien, si la mayoria de la poblacién penitenciaria liberada comparte las tres caracteristicas anteriores, la identidad genérica de las mujeres trans* junto con la realizacién de actividades criminalizadas como, por ejemplo, el trabajo sexual y la venta informal, las expone no solamente a precariedades socioecondmicas, sino también a sufrir vio- lencia por motivos de género, asi como al riesgo de ser arrestadas y en- cerradas de nuevo. Cualquiera que fuera el enfoque que se le quiera dar a la reinser- cién, ya sea social 0 econdédmica y productiva, los anilisis presentados aqui muestran que no se logré para las mujeres trans* con las que tra- bajé. Mas bien, el encierro ha conllevado a la profundizacién del de- bilitamiento del vinculo familiar, al desempleo, a un nivel de ingresos muy bajo y redes de apoyo fragiles que las colocan en situaciones de alta precariedad. En la cArcel, las experiencias de violencia se repitieron y agravaron y, ademas, ahora estas mujeres viven con el estigma de tener antecedentes penales, lo cual les afecta tanto en lo social como en lo la- boral. Frente a estas realidades, no parece superfluo presentar mis evi- dencias para contrarrestar los discursos politicos que siguen sosteniendo la necesidad y utilidad del sistema penitenciario como instrumento de reinsercion social. _qve puede one var res e para poder conkfnvar enm? ofda, dod ee ee eg ene al cc adeno Genpra eda le pecilfttled de clepe de | raise 26 me hace cenlic Eien y enlonces , comerzacerclacio- | ine SONENGS Personas y reahacer ai dvcale de avidtedes. 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Siyo respeto, creo que la sociedad también me tiene que respetar 152 osides: ale de 4 ales r que yo nac! solo 4 o lomefor morlg ademas eonforme dga vluiende me Ey (de mcs conocido 0 de bueno pero real buenes amigos. ha secledad slenpre te vo he Aiseriminar pero en ono esha el dejar que cso nos afecte, > Wharrlo es muy Johero 3 ho llegado a aceptor a ctres personas trangencro © transeroales asique porque ne we aceplaria a mie pensando que debenos de acep tee lees, ciao nes come somo, endiohes, muy beng onda, do amargos, como somo 8} nosetnes no acepiane o las demas personastrome es que pedimos que nos accP Jen a nosotras? asi que plerso que lenemos una lang | per de lante, Aifundir ta aceptacion de lagente cone esto quiere se y come esta se gstenta conoday veliz principalmente, Sigo pensando que debemos de aceptarnos como somos. 153 Bis obra esta atravesada por el poder y la violencia caracteristicos de las relaciones sociales generizadas, sexualizadas y racializadas, y se sostie- ne gracias a un entramado de subjetividades que reflejan la complejidad de nuestras vidas en nuestro contexto. Realizar esta investigacion con mujeres trans* que estan o han es- tado en prisién ha significado compartir momentos, espacios, lugares, vidas y emociones. El trabajo de los tiltimos afios me permite reafirmar que la etnografia, en general, y la etnografia carcelaria feminista, en par- ticular, es un proceso en el que involucramos nuestras corporalidades. En el quehacer socioantropolégico se encuentran cuerpos fisicos, socia- les, psicolégicos y emocionales; entender todas las interacciones sociales y subjetivas en presencia implica una serie de retos: tener paciencia, mi- rarse y cuestionarse a una misma, una y otra vez; desarrollar resistencia al darse cuenta de que el poder y la violencia atraviesan tanto a Ixs su- jetxs de estudio como a una, por més que sus materializaciones varien; ser flexible; saber dialogar, escuchar y reconocer que algunas respuestas tardan en Ilegar, si es que llegan alguna vez, pero hay que aceptar esta incertidumbre. En la primera parte, comparti algunas de mis experiencias de investi- gadora més significativas, considerandolas indicadores de cierta realidad, como diria Harding (2002), pues busqué transmitir emociones, adver- tencias y métodos de la etnografia carcelaria feminista. A partir de la teoria feminista de las experiencias y las corporalidades, asi como de la teoria sociolégica de las trayectorias de vida y el método socioan- tropolégico de las historias de vida, anclé la presentacion de los anilisis en un contexto muy particular, el carcelario, capitalino y masculinizado _ que representa la Penitenciarfa de la Ciudad de México. De ahi resulta- ron tres capitulos de reflexiones metodoldgicas que develan cuestiona~ mientos, retos y algunas intimidades. En la segunda parte, analicé las experiencias de las mujeres trans* que he conocido a través de este espacio, centrando la mirada sobre las formas de violencia que han vivido a lo largo de su vida, antes, durante y después de la carcel. Este lugar, enmarcado en una sociedad poscolo- nial, violenta, sumamente desigual, androcéntrica y cisheteronormativa, constituye el depdsito de los cuerpos indeseables, dentro de los cuales los cuerpos trans* son especificamente excluidos y marginados, violentados y violentables. Quizas la ley interna que defino en esta parte, y permi- te entender cémo se materializa la violencia transfObica en la Peniten- ciaria, pueda variar en funcién de intersticios que se den segdn algunas reconfiguraciones de poder; sin embargo, sus origenes y la crueldad que la caracteriza cuentan con tanto respaldo institucional y social que pu- diera parecer un bloque monolitico cuyas tnicas grietas serian las que permitirian agudizar la violencia, esta misma que ya se exacerba alli para las mujeres trans*. En definitiva, el poder, tal como se configura actual- mente en esta prisién, es parte constitutiva del contexto y parece casi inamovible. Espero haber logrado visibilizar algunas de sus materializa- ciones desde el dispositivo carcelario de la sexualidad, este mismo que también conforma el contexto. Visibilizar para memorizar —en eco a las primeras lineas— y sacar de su escondite algunos males y muchas muertes; para reafirmar, si hiciera falta, que la prision es una institucién violenta regida no solamente por el Estado sino también por un con- junto de poderes sombrios. Por ello, el feminismo es incompatible con la carcel, pues el punitivismo que lleva al encierro masivo afecta en pri- mer lugar a Ixs sujetxs marginadxs, generizadxs, sexualizadxs, empobre- cidxs y racializadxs: Ixs sujetxs del feminismo. Esto podria ser tema de reflexiones ulteriores. El conocimiento que generé se articulé a partir de nuestras voces y sentires. Resulta indisciplinado porque partié de la sospecha, saliendo del confort de la disciplinariedad y de las historias tnicas. Muestra las mani- festaciones mAs insidiosas del poder en la investigadora y las investigadas; fisuras esperadas por las que ruge el poder y también las inesperadas que permiten manifestaciones de resistencia frente al regimen carcelario de poder-saber-placer-deseo, y el mantenimiento de las identidades. Sin duda, queda mucho en el tintero. Mas de una vez me ha pasado que alguien me pregunta algo especifico sobre mi trabajo en las c4rce- les y, cuando pienso en la respuesta, me doy cuenta de que mi memoria acumul6 miles de detalles y anécdotas que seria imposible recopilar y, si lo fuera, la obra resultante cobrarfa una forma muy distinta a la que tie- ne la presente. Paralelamente, me ha resultado dificil, doloroso, ahondar en los anilisis sobre violencia sexual; por eso quedan archivos a los que quizas nunca regresaré. Recordando un concepto preciado por Rodrigo Parrini, serian archivos de otros cuerpos que han atravesado mi cuerpo de tal manera que no cobrarn otro cuerpo que el de archivos guarda- dos, archivos de investigadora. En eco al capitulo 2, son parte de mis in- conclusiones. No he podido visibilizar todo y tampoco estoy segura de que sea deseable. En 2020, durante el “II Coloquio Internacional Experiencias, Cuer- pos y Corporalidades en espacios de encierro. Subjetividades y Emo- ciones”, presenté una ponencia en la que recordaba mi trayectoria de investigadora con mujeres en la carcel, desde mi primer ingreso a un pe- nal de Lima en 2007, y revelaba cudntas veces habia intentado cerrar con la carcel; cambiar de enfoque, de tema, de lugar. Posteriormente, tuve la oportunidad de profundizar en estas reflexiones (Constant, 2022). Este ejercicio me permitié darme cuenta de que cada etapa de investigacion me dejaba preguntas en suspenso que resultaron detonantes para nuevas investigaciones y, a la fecha, puedo asegurar que las carceles y sus habi- tantes siguen brindindome inquietudes por resolver, temas por explorar e impulso por seguir trabajando en y con ellxs. 157 Acosta, D. (2014). Sociologia en el Penitenciarismo, Practicas de integracién social. Bo- gota: Ministerio de Justicia y Derecho/Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario. Anénimo (2014). Fuego queer. La briada George Jackson, Hombres contra el sexis- mo y lucha gay contra la cdrcel. Bloomington: Untorelli Press. Anstett, E. y Gélard, M.-L. (2012). Les objets ont-ils un genre? Culturelle matérielle et production sociale des identités sexuées. Paris: Armand Colin. Antillano,A. (2015, octubre-diciembre). Cuando los presos mandan: control in- formal dentro de la cdrcel venezolana. Espacio Abierto, 24(4), 16-39. Antony, C. (2007). 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