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LUIS ALBERTO ROMERO. BREVE HISTORIA CONTEMPORANEA DE LA ARGENTINA FONDO DE CULTURA ECONOMICA “MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE ESPANA - ESTADOS UNIDOS - PERU - VENEZUELA IIL LA RESTAURACION CONSERVADORA 1930-1943 E16 de septicmbre de 1930 el general José Félix Uribur asumié como presidente provisional y el 20 de febrero de 1932 transfitié el mando al general Agustin P. Justo, que habia sido clecto, junto con el doctor Julio A. Roca, en noviembre del afo anterior. En el faterin} el goblerno provisional habia realizado una elecci6n de gobernador Ena provincia de Buenos Aires aS de abril de 1931 Ja que triunfo el candidato radical Honorio Pueyrredsn,y, ave fue anulada El episodio muestra la ieetiduubre en que se debatié el gobiemo provisional, vaclante entre la “regeneracién nacional” ola restauracién constituciohal, Regeneracién nacional 0 restauracién constitucional La incertidumbre era comin a todos los sectores qu hi bian concurrido a deribar al gobierno de Yeigoyen e'in- tecrumpit la continuidad institucional, Ciectimente Goin- cian en ee primes eb, se sidaaban cp gobierno cuando persegua a los dirigentes radiales, de- oe cnn ly emleados picts nombgador pr gobierno derribado o investigaba fantasiosas te nes. La mayoria también apoyaba la politica de mang di ta adoptada con el movimiento social: la intérvencign en fos puertos para desarmar all el control sindieal, lak de- portaciones de dirigentesanarquistas o combhistss ~per- guides por la nueva Seccion Especial de lal Policia y hasta el fsiamiento del “anarquistaexpropigdoc" Sever no Di Giovanni. Pero en rigor —y a diferencia de 1919. en 1930 la movilizacién social era escasa, Ia Depresign paralizaba la contestacién, y las dirccciones sindicales,¢s- | cashmtnte idntificadas con Ia institucionalidad democré ''tica, habian hecho poco para defenderla, Este no habia si do el pbjetivo desencadenante de la revolucién, como tamipoco lo fe fa erisis econémica mundial, ausente del | debate y cuyas vastasconsecuencias parecfan no advertt- | se fodjvia, Para sus protagonists, Ia revoucin se habia | hecho contea los vicios ateibuidos a la democracia pero \lund We depufsto Yrigoyen, no habia scuerdo sobre qué | hacer, y las clases propietarias, asi como el Ejército, que | paulatinamente se iba constitiyendo en un nuevo actor palitco, vailaban entre diversas propuestas. 1 Lajmis vosinglra era lade los nacionalstas, que dpi- " damerte tomaron Ia inciativa, Su voz habia sido muy ef- | enz con ariete contra el radicalismo, por el talento polé | mico de sus voceros, por su capacidad para articular diseurSos divérsos, que apelaban a distintas sensibilida- des, asi como para expresar y legitimar lo que para otros era inconfesable: un elitism autortario del que se enor- tullecan, También los fotaecia el suceso que en todo el mundo estaban teniendo este tipo de propuestas, que ins- Piraban tanto a regimenes autortarios muy tradicionales to a novisimas y por entonces exitosas experiencas, como Ia de Mussolini en Italia. Finalmente, podian com tar con algtin respaldo,limitado pero importante, del po- dec, Hn el gabinete de Uribueu, compuesto de conserva- dotes de viejo estilo, los apoyaba el ministco del Incerior, Matias Sinchiez Sorondo, un conservador tradicional co- ‘mo Ufiburu, que simpatizaba con estas nuevas formas de autoritarismo; también lo hacfan algunos oficiales del en- torno presidencal y otros altos funcionarios, como al in- teryentor en CBrdoba, el escrtor y ensayista Carlos Tbar- sguren, uno dé los inieiadores de la rehabilitacin de Juan Manuel de Rosas. Los militantes nacionalistas, en cam- bio, slo ocuparon algunos cargos de menor importancia en distintos gobiernos provinciales. | “Urjbura hizo todo lo posible por apoyarlos. Hablé en Aistintos foros, principalmente militares, abominando de | ii N90! | la democracia, reclamando una reforma institucional de fondo-y predicando las ventajas del corporativismo y la representacién funcional. Pero su poder y su habilidad politica eran escasos. Paraddjicamente, jugé todas sus cartas a una eleccién, confiando en un ttiunio plebisi rio en Buenos Aices, y la deerota del 5 de abeil peactica- mente lo convirtié en un cadaver politico. Fracasada su apelacién a la sociedad, intent6 sin embargo una segunda baza con el Ejrcito, al que quizo movlizar mediante la Legién Civiea, una escuadra civil organizada por oficia- les, que debia ser la vanguardia de la revolucién anuncia da pero que no pudo superar la inteascendencia. Los nacionalistas eran mucho mas eficaces para gol pear que para construir, y esta participacién marginal en el poder mas los estorbaba que los beneficiaba, Progcesi vamente se fueron distanciando del gobierno, a medida que crecia la influencia de quienes rodeaban a Justo y a la alternativa insticucional, a la cual sin embargo termina- ron apoyando. Por entonces habian acabado de confor- ‘mar su discurso, que pronto emplearon tanto para com- batir la solucién triunfante como para apelar, con energia reciente, al Bjérito. Los temas eradicionales cont democracia se habian integrado con un vigoroso antic rmunismo y ua ataque al liberalismo, fuente peimigenia de los males denunciados. En una operacién muy tipica de la época, redujeron todos sus enemigos a uno: las altas fi ‘, nnanaas y la exploracién internacional se fundian con los comunistas, los extranjeros causantes de la disgregacién nacional, y también los judios, unidos en una siniestra confabulacién. Reclamaban por la vuelta a una sociedad jerérquica, como la colonial, no contaminada por el libe- ralismo, organizada por un Estado corporativo y cimen- tada por un catolicismo integral. Si mucho de esto podia identiicarse con el fascismo, carecian dela vocacién y ca- pacidad plebiscitaria de aquél; mas bien, reclamaban la constitucién de una nueva minoria dirigente, nacional y no enajenada al extranjero, que confiaban encontrar en 1 te los militares, Fracasada la alternativa de Uribura, el Ejército se convirtié en su objetivo principal. Mienteas los nacionalistas peoponian un camino reac cionario pero novedoso, el grueso de la clase politica op- taba por la defensa de las instituciones constitucionales, pero sefialando que éstas no habfan estado nunca supedi- tadas a las formas més crudas de la democracia. Por ef contrario, existia en el pasado una amplia experiencia acerca de cémo resolver [a cuestién electoral y formas, no necesaciamente gcoseras, de mediatizar la voluntad popu- lar. Esta alteenativa, que salvaba los principios del liber lismo, fue reclamada desde Ia sociedad, fue defendida vi gorosamente por los principales érganos de opinién, como La Nacién 0 Critica, y fue asumida por los parti- ddos politicos que habian constituido la oposici6n a Yrigo- yen, Mienteas los socialistas y demoprogresistas pasaron ‘nucvamente a Ta opasici6n, los partidos que en 1928 ha- ‘ban apoyado In eandidatura de Leopoldo Melo os: centee enfeentar los proyectos autoritarios y corporat tas de Uriburu y utilizar para una eventual eleccién el apoyo del gobierno, sin duda indispensable para derrotar 1 los radicales, Las diferencias técticas los dividieron pro- Funéamente. El primer grupo que se constituyé, la Fede- racién Nacional Demoerética, definidamente liberal y enérgicamente opuesta a Uriburu, fue fraccurado por el Partido Conservador de la provincia de Buenos Aires, menos hostl a la politica presidencial, pero su derrota el 5 de abril —que clausur6 a la vez los proyectos de rege- neraciéa y Ia ilusién de veneer a los radicales en cleccio- nes limpias— cre6 las condiciones para un reagrupamien- e las fuerzas, en toro de a ya perflada candi del general Justo. El sector mas consistente de la coalicién eran los gripos conservadores, que constituyeron el Parti- do Dembcrata Nacional, una coalicin heterogénea de partidos provinciales que inclufa desde los mas tradicio- nales de Buenos Aires hasta los més liberales de Cérdoba (© Mendoza. El radicalismo antipersonalista, su competi- 2 dor en el feente en formacién, se habia desgcanado|liuego de que muchos retonaran al viejo tronco, digido ahora por Alvear. El Partido Socalista Independiente s6lo pod! ofrecer una base s6lida en la Capital, y también un jeupo calificado de dirigentes. Este conglomerado 4e uni teas la figuce dal geSeraljoat, pero sin superar fs diferéncies, al punto de que lo apoyaron con dos candidatos 4 vice. presidente distintos. Justo —pieza central en esta alianza— podia pfesen- tarse como un militar con vocacién civil, pero sobe bs do como quien contaba con el espaldo del Fjerito| Des. de el 6 de septiembre ibeé una guerea sorda con Unburit ppor el control de los mandos principals, y salié triun- fante. Su mis fielsostén, el coronel Mandel A. Kodri- gun, no s6lo mandaba Campo de Mayo hino quel fut, tleto presidente del Cirulo Militar, lo que atestiguaba el estado de dnimo predominante en la institucién. Los oficiales eran reclamados por diferentes geupos de acti vistas: los radicales, embareados en conspiraciones, los nacionalistas, igualmente activos, y los adeptos a justo, que unian las banderas del constitucionalismo edn las del profesionalismo; pero en el grueso de ellos predomi naba todavia la desconfianza hacia la politica y una pos- turn biscamente profesional, que inching It Blane en favor de Justo. Ta ayer ifeutad eb en fos rds au bian resurgido como el ave Fénix luego’ de la victoria de abril de 1931 y del retorno de Marcelo de Alvear quien, con la bendici6n de Yrigoyen, reunfieé el partido. Tam: poco entre los radicales estaban claras las oe ‘muchos apostaban a la carta electoral y otros’ a detribar al gobierno provisional, con un movimient® civic tar. Los numerosos oficiales radicales conspiraron, gobierno utilizé las conspiraciones para desarmar|a sui mas temible opositor politico. En julio de 1931 ot by Corrientes una revolucién, encabezada por el coronel Po- ;pidamente sofocada permitjendo a} 0" 3 mar, que fue |, bieend detenér o deportar ala plana mayor del pastido | Pese a ello, la Convencién proclamé la candidatuea pre- sidencial de Alvear, que el gobierno vets aduciendo de modo especidso a la vez razones constitucionales y de se- sutidnd. Los'radicales volvieron entonces a su antigua ticticn de la abstencién, sin abandonar los intentos de conspiracion, y dejaron el campo libre a la candidatura de Justo, quel incluso pudo presentarse como un téemino medio entre Ja dictadura de Uribucu y el extremismo subversive de Alvear. "En la eleccién de noviembre de 1931 lo enfrenté tx camente una coalicién del Partido Socialista y el Demé- crata Progresista, que proponian a dos prestigiosos diri- sentes: Lisandro de la Torre y Nieolés Repetto. Aunque eventualmente podia capitalizar la oposicién al gobieeno, tenia la debilidad de la escasa organizacién partidaria fuera|de la Capital y de Santa Fe, asi como el conocido " antirfadicalismo de sus candidatos. En noviembre de 1931, y en una eleceién no totalmente escandalosa, la f6rmbla encabezada por Justo obtuvo un triunfo que tampoco fue aplastance y permitié que la oposicién gana~ ra,el pobieeno de una provincia y una respetable repee- sentacién parlamentaria Las formas institucionales estaban salvadas y la revo- uci parecia haber encontrado un puerto seguro. En el Congreso hubo un oficalismo y una oposicién, que se de- sempei6 proljamente y fue reconocida como tal, quiza porque unos y otros sabian que no competian realmente por el poder. La abstencién radical pesaria luego, pero de ‘moménto consticufa una ventaja, pese al llamado de aten- cin que pudo significar el multitudinario acompaia- riento popular al funeral de Hipdlito Yrigoyea, muerto | enjuljo de 1933. |" Organizas el oficialismo no fue una tarea sencilla |! Justo procuré equilibrar la participacién de las distin- | tas fuerzas en su gobierno, aunque fue notoria su reti- |; cencia hacia los partidos conservadores, que sin embar- 40 constituian su mas sélida base, Sélo uno de sus mi- nistcas —el de Obras Pblicas, Alvarado— provenia de esas filas, aunque otros dos —el canciller Carlos Saave~ dea Lamas y el ministro de Hacienda, Horacio Hueyo— de alguaa manera pertenecian a ese tronco. Los anti personalistas cuvieron dos ministerios Leopoldo Me~ lo-en Interior y el santafesino Simén de Ieiondo en Edu- cacién y Justicla— y los socialistas independientes uno: Antonio de Tomaso, uno de los politicos més respeta- dos por Justo, y el tinico de origen plebeyo, fue minis tro de Agricultura. ese a que el Partido Socialista Independiente pronto decling electoralmente y se disolvi6, sus dirigentes, y par- ticularmente De Tomaso y Federico Pinedo, cumplieron ‘un papel fundamental en la estructuracién de la alianza y cen a formacién de lo que se lamé la Concordancia par- lamentaria, asi como en el disefio de las principales politi cas del gobierno. Los partidos oficialistas ganaron las clecciones utilizando técnicas muy conocidas, sobre las ‘que habia una vasta experiencia acumulada, que combi- rnaban el apoyo de la autoridad —particularmente los co- ‘isarios— con el sistema del caudillismo, y exploraban las maliples colusiones entre ambos. Mientras los radica les mantuviecon su abstencién, la aplicacin de estos me- ccanisinos sievié principalmente paca dieimir los conilictos fen el seno del oficialismo, pero desde 1935 se us6 para bloquea el camino al partido conducido por Alvear. La ciudad de Buenos Aires —mas expuesta a la opini6n pil blica— se vio libre de ellos, y siempre gan6 all la opo- sicién; en la provincia de Buenos Aires, en cambio, se practicaron las formas mas groseras del fraude, que un gobernador, Manuel A. Fresco, calificd de patridtico, di- ciendo lo que seguramente muchos pensaban. Quizé sea significativa la estigmatizacién por la sociedad de estas practicas, en el fondo muy tradicionales, que cevela has ta qué punto la cultura democrética habia empezado a arraigar en la sociedad. 95 Intervencion y cierre econdmica Lacicacia del gobierno debia quedar demostrada, ante la sociedad en general y particularmente ante las clases pro: Pietarias, por su capacidad para enftentar la diffi situa- cién econémica. La Depresin, que se venia manifestando desde 1928, persisté hasta 1932, golpeando duramente a lo que —pese a los cambios de la década anterior— era hrasta entonces una economia abierta. Ces el flujo de ca- pitales, que tradicionalmente la habia alimentado, y mu- thos incluso retornacon a sus lugares de origen. Los pre- cios internacionales de los productos ageicolas cayeron facetemente —mucho més atin que en la crisis de 1919- 1922—y aunque el volumen de las exportaciones no des- cendi6, los ingeesos del sector agrario y de la economia toxia se contrajeron fuestemente. Como el gobieeno opts por mantener el servicio de la deuda externa, mucho mas geavosa por la disminucién de los recursos corrientes, de- bieron reduciese drésticamente tanto las importaciones como los gastos del Estado, cuyo déficit pas6 a convertir- se-en'un problema grave. Por otra parte, el dislocamiento de la economia inter- nacional, ya anunciado en la década anterior, era cada ver mayor. En la criss, los palses centrales utlizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el pago de las deudas y proteger las inversiones. Gran Bre- tafia se refugié en el proteccionismo comercial y consti- tuy6 un “Area” de la libra, defendida por el control de cambios primero y por la inconvertibilidad de la moneda después. Idéntico eamino tomaron Alemania y Francia y finalmente Estados Unidos, que en 1933 declaeé la in- convertibidad del délar. Era un mundo distineo, que re- queria de una politica econémica nueva e imaginativa. La adoptads inicislmente —por Uriburu y por Justo al principio de su gobierno, se habia limitado a las medi- 96 das reactivas clisicas, y s6lo incursioné tinlidamerts bot | nuevos caminos; a mediados de 1933, con la-desighacron como ministo de Hacienda de Pinedo —con quien 16 Rail Prebiseh— se avanz6 por un rambo mis | 0, delinéandose dos tendencias que habrian de perdurar: lagen: treet inerencin del Estado Gre progcesvo de la economia. También otca, menos deadera | pero de mayor trascendencia en lo inmediator el rorza-| siento dela zelacién con Gran Brera. fei y ‘A fines de 1931 —poco antes de que Justo suceflera a! Uriburu-~ se estableci6 el impuesto a los kéditos] segin|| tun antiguo proyecto de Yrigoyen, sistemétjcamente veta- do hans euonces, pero que tn el wurro clfun de cis —y en manos de un gobiemno eonfiable fue aceptado|) sin discusién por los sectores propietacios- Las finanzas piblicas dejaron de depender exclusivamente de (os pucstos a las importaciones o de préstamos externps. Su | tuado ala deéstia reduci6n inca de gastbs, hac 1933 cl gobierno habia logrado equilibrar su presupucst9. “También de 1931 fue el establecimiento del conteol | de cambios, mediante el cual el gobieeno centralizaba la, compe y wnt de vias. Orinaiamee fe up me: ida para enfrentac Ia crisis y asegucar la disponbilidad | para el pago de la deuda externa, pero prdnto se Yio que | onsttuia un poderoso instrumento de politica econémi ca: desde el gobierno podian establecerse priorida(es pa-) za el uso de divsas, y esto era una cuestidn que preoct| paba no s6lo a los distintos sectores internot sino,| particularmente, a los dos grandes aspirates externos a) Sisponer de ellas: Gran Bretafia y Estados Unidos, En noviembre de 1933, una sustancial reforma estableci dos mercados de cambio; uno, cegulado por el Eitndo,| administraba las divisas provenientes de las expdrtacio;| hes agropectarastadicionales, mientras que ene beg se compraban y vendian libremente las originadas en préstamos recibidos o en exportaciones né tradicfonalest| como las industriales. Para el primero la devaluacién fue) 97 | mininla, aundue se estableci6 una ditecencia del 20% en- “tre el precio de compra y el de venta, El Estado se hizo | de und importante masa de recursos, y sobre rodo pudo decidif sobre $u uso. As estableci6 una sere de priorids- "Gs pata vender las divisas que controlaba: el servicio de Ja deulla externa era la primera; luego, atender las im- 'portacjones esenciales, y en tercer término las remesas de as empresas de servicios publicos, como las ferroviarias En el segundo mereado se negociaban las escasas divisas | rescantes, tanto para la importacién de bienes de consu- mo €érho para atender al equipamiento de las empresas. ‘Avapando fobre el control de las finanzas, en 1935 se cre6 el [Banco Central, euya funcién principal era regular lias fluckuacionesciclicas de la masa monetaria, evitando tanto ajoa excesiva holgura como la escasez, asi como \controlie la actividad de los bancos privados —-que parti \cipaban| de su Directorio, sobre todo en el manejo de sus eréditos. El Instituto Movilizador de Inversiones Ban- lcacias abumié Ip liquidacibn ordenada de los bancos gol- Ipeados por la criss. También para atenuar los efectos de las crisis cicicas y defender a los productores locales, se Lod a reghlar Ia comercalizacién de la peoducrién Agropecuaria. Uslizando los fondos provenientes del con- trol de cambios, la Junta Nacional de Granos asegueé un precio sninimo para los productores rurales, evitindoles {ener que vender en el peor momento, La Junta Nacional {de Caries apunt6 al mismo objetivo, aunque limitada al fscaio sector del mercado que escapaba a los frigorilicos Ecteajofos. El sistema se extendio también a productos ex- trapampeanos como el algodén y el vino br [se camino, el Estado fue asumiendo funciones inayore} en la actividad econémica, y pas6 de la simple Fegulacibn de la crisis a la definicién de reglas de juego ada, ver mis amplias, segiin un modelo que teoriz6 el conomista britinico John Maynard Keynes y que empe- zaba/a aplicarse en todo ef mundo, A la vez, el conjunto te les fnomts ue erindose progesivamente aun mun do donde también se dibujaban, con nitider ereciente, ‘eas relativamente cerradas. Era todavia una tendencia incipient, impulsada por factores coyunturales, pero que se fue afiemando progeesivamente, ¥ estimulé modifica- ciones que finalmente la harian ireversible. La mis importante tuvo que ver con la industria, cuya, produccién comenz6 a crecer en el marco de la crisis, y siguié-haciéndolo luego de la recuperacién de la segunda mitad de la década. Con la prosperidad de las décadas anteriores se habia constituido en el pais un mezeado consumidor de importancia, El cierre reciente de la eco- noma, los aranceles y la escasez de divisas creaban con- diciones adecuadas para susttuir los bienes importados por otros producidos localmente, sobre todo sila produc- cin no exigia una instalacién fabril muy eompleja o siya existia una base industrial, que podia ser utiizada mis intensamente, Esta se habia extendido en la década de 1920 y siguid expandindose, sobre las mismas lineas, luego de 1930. Crecié mucho el textil, pero también la :ayoria de las actividades voleadas al Consumo: alimen- tos, confecciones y productos quimicos y metilicos diver- sos. Los grandes capitales, vinculados hasta entonces en forma predominante a las actividades agropecuarias para Ia exportacién, acentuaron su orientacion hacia la indus tria. El mas impostance grupo exportador, Bunge y Born, ‘que ya tenfa otras industras, instalé en 1932 la empresa textil Geafa, precisamente en la rama por entonces mis dindmica. Lo mismo hicieron otros grupos econémicos tradicionales, como Leng Roberts o Tornquist —que combinaban actividades agropecuarias con industriales © financieras— y también nuevos inversores extranjeros: significativamente, a mediados de la década de 1930 se instalaron tees grandes empresas textiles norteamerica~ nas, Anderson Clayton, Jantzen y Sudamtex, y en seguida Duxilo, dedicada al hilado sintético. La sustitucidn de importaciones oftecia el atractivo de tun mercado existente y cautivo y una ganancia répida 99 Una ver saisecho, era mis conveniente pasar a otra sna, igualmente insatisfecha, antes que profundizar la in- version enla anterior. A esto concurtieron factores de dis- tinto tipo. Como mostearon Jorge Sabato y Jorge Scharzer, la viela dinimica de los sectores propiiaris, de divesiticacin en distintas actividades sin atarse defin- tivamente a una, encontc6 en la industealzacion sustcuti- ve un nievo campo, que se complement6 posteriosmente con ia inversin inmobiliaria. Por otra parte, la combina- cida de un mercado cerrado y algunas pocas grandes em- s por cada rama o actividad torn poco eelevante Ia ion por la mayor eficiencia 0 el menor precio. Lo xan, en eambio, las reglas de juego que ponia el Estado, 3 fuera por la via de los aranceles o del tipo de cambio. 1 crecimiento industrial abrié un nuevo campo de ne- goviacién entre los sectores propietaros y el Estado, os cambios en el sector agropectario fueron menos notables, sobre todo en la region pampeana. La ganad ria siguié retrocediendo tespecto de In agriculeura, al igual que en la década anterior. La produccién agricola no decay, pese al decrumbe de los precios, aunque la si- tuacién de los produetores se deterior6 sensiblemente, en especial la de los més pequefios, y se fueron deineando las condiciones del &xodo rural, visible luego del comien- 20 de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces, las exportaciones de mat crecieron mucho en los afos cen- trales dela década —aprovechando un periodo de sequia en Estados Unidos— lo que influyé tanto en el equilibrio fiseal como en la elativa prosperidad de la economfa en tee 1934 y 1937, al punto de que sus efectos e manifsta- ron en el estimulo a la industria y le consteuecién. El cambio mis importante se produjo fuera del area pam- peana, donde crecieron algunos culeivos industriales ovientados al mercado interno, y muy especialmente el Gel slgodn, que desde 1930 se consumia casi integea- mente en el pais, En todo el nordeste se extendié la ocu- pacion de nuevas tcras, iniciada en la década anterior, y 100 se consticuy6 un amplio sector de pequetoh profilo, Spm de eer come = nda may concen, Tambien aut el Bad ering pa regular comerlaleacin, 23 on Isc ee epueas deffo co} sal bianca un sree conticonl noes ue fact muy dif cl ssorng aa stuatopera Pi Scan el equlibae yl tela romper bors advectia kacia-1936 —y que se manifestabs en und reac tivacion de la protesta sindical— debia atribuise esos cambios o simplemente —como ha planteado Arturo OtComels a tans prospered de as by recone bag el cre del ronemin If neeveen Sa Budo yn see eremiene inurl poe Seavey lor re pode er La presencia briténica os cambios s fueron produiendo graualmeresn susctar grandes discuslones ni polarizaciaes. Ef bio la euestion de la elacion son Gran Bretata for #2 vena debatiendo desde lx decada anterior reali aur ‘ho mas controvertids, Pesionada por el afance dé Ex dos Unidos, y en el marco de la ertss desalada en|1930, Gran Breaha opt por reconcentrarse ens Imperi; for- talecer sus vines con las colon y dominios y ncotar tm ellos la presencia etadounidene. A la ve, en th cone texto mundial de restieonesflnancera, de propuso de fender sos aniguos metendosy salvar sus ngieso pave hicates de préstamos oiveriones antigua] No todes los chjesvos eran compacibes, de modo que al enablectse Tas piocdades habia un margen considerable para a gociacién. En 1932, la Conferencia Imperial de Ottawa) Arcliné le balanza hacia los miembros del Corhinon wealth, quienes tendcfan prefrenca en las importdciones britdnieas. Entre otras medidas, se decidié|reducie|en! un tot! Wi til | sei ts compeas de carne congsada argentina, que pos || dia reemplazarse por la de Australia, yen un 10% a en- || friada, tomando para esto como base las compras de 1 1932, ya muy bajas. Se trataba de un punto extremada- mente sensible para la Argentina, quid no tanto por st Jmpottancia éconémica intrinseca como por la magnitud 4s imerss consis en oro de exporcin de productores, frigorficos y empresas navieras eran capacks de presionar fuertemente sobre el gobierno. A la ven el gobi argentino posta un ama tambien dss vas lalpolitica arancelariay el control de eambios petmi- “tian djsriminar las importaciones y regular el moneo de las divisas que seria utiliaado para pagar el servicio de la | doudalbriniga, para seguir comprando productos brits nicoé 6 para fem las utilidades de las empzesas brténi- | cas initaladas en la Argentina. En un contexco de escasez | de divsas, y con fuertes demandas de los interesescomer- | clales norteamericanos, el punto se convertia en suma- mente importante para Gran Bretafa, n|1933 una mision encabezada por el vicepresidente JlioA. Rocal negocis en Londees las condiciones para el ‘mantenimiento de la cuota argentina de carne. Ello era vital ara asegurac la eredibilidad del gobierno entre los diversossectoresligados a la actividad pecuaria,y en este | aspect obruvo un éxito celativo: se mantendia ls con- | diciongs de 1932, y se consultarian eventuales reduccio- esipaeriores que furan neceraras, No logeé gran cosa “en Su Segundo objetivo: aumentas la pasticipacin de los | produjtores locales en el control de las exportaciones, de | modo de negociar en mejores téeminos con los frigorifi- cos. El teatado, firmado por Roca y el ministro beiténico Runcitnan,limieé a 15% el cupo que podefa see maneja- do por frigorificos nacionales, entre los cuales se preveia ‘que podria existic uno de tipo cooperativo, sin fines de luceo. A cambjo de eso, Gran Bretafa se aseguré de que la totalidad de las libeas genecadas por este comercio se emplevan en la propia Gran Brtaa: en el pag dela Hoa | | deuda, en la importacién de carbén, material fe © textiles —para los que se establecia un tratamiento arancelario peefecencial— y en la remisiGn de utiidades cde empresas brténicas. A la ver, se estipulaba un “trata- micnto benévolo” para esas empresas, que estaban some- tidas a moltiples dificultades. Se cataba sin duda de una ‘gran victoria para los briténicos: a cambio del manteni- miento de la participacién argentina en el mercado de cearnes —un negocio en el que los empresarios briténicos eran el socio principal— se aseguraban el cobro de los servicios de sus antiguas inversiones y el control de partes significativas de un mercado interno amenazado. Los norteamericanos, por su parte, discriminados con los aranceles y con el uso de las divisas, retrocedieron en este mercado, aunque luego contraatacaron realizando inver- siones industeiles que saltaban la barrera arancelaria, La tendencia al bilateralismo con Gran Bretafia, insinuada en 1929 con el Tratado D'Abernon, quedé ampliamente racificada. El “tratamiento benévolo” apuntaba a reflotar empre- sas britinicas en dificultades: las ferroviarias y las de transporte urbano. Los ferrocaeriles estaban atenazasios por gastos fijos muy altos, una reduccién general de su actividad y la creciente competencia del transporte auto- motor, estimulado por la sistemsitica construccidn de ca sminos iniciada en 1928 y mantenida con vigor por Just. El eami6n sola llevarse la parte ms apetecible del nego- cio de carga, y a la ver estimulaba las importaciones de automotores, repuestos y neumsticos, de origen nortes- ‘mericano. El eatado aseguré a las empresas que podrian enviar sus ganancias, pero éstas fueron minimas a lo lar 40 de toda la década. Algo parecido ocustia con la em: presa Anglo de tranvias de Buenos Aires —propietaria también de la primera linea de subterrineos—,victima de Ja competencia de los taxis colectivos, mas répidos y eli caces. EI “tratamiento preferencial” consistié en la cres- cidn de una Corporacién de Transporte de la Ciudad de 103 Buenos Aires, que desperts Ia indignacién general sin lo- grar su objetivo: que los colectiveros se incorporaran a ella y cesaran con su competencia. En ambos casos, se trataba de empresas que habian dejado de ser rentables y ‘que, por otra parte, no habian hecho las inversiones nece- sarias para consecvar su peso, de modo que el “trata- ricato preferencial” s6lo buscaba aumentar algunas ven- tajas monopélicas y dilatar su ineludible deterioro, para cual los ditectivos empezaron a trazar una nueva estra- : venderlas al Estado, Pese a que los beneficios no eran parcjos para todos los involuerados, el tratado de Londzes fue apoyado por los diversos geupos propietarios: cuando se discutié en el Congreso, la oposicin mas consistente fue la del Partido Socialista, preocupado por las repercusiones que estos acveglos tendsfan sobre los consumidores locales. Sin en bargo, casi de inmediato afloraron los conflictos entre los distineos intereses: los figorificos, los ganaderos “in vernadores”, que suministraban la eatne para el enfriado y babian conservado casi intacta su cuota en el mercado britdnico, y el grueso de los “eriadores”, que debian op- tar entre la exportacin de carne congelada de menor ca- lidad, la venta a los invernadores 0 el consumo interno. Los grandes invernadores, mas estcechamente vinculados con los frigorificos, se expresaban a través de la Socie- dad Rural; los eriadores organizaron la Confederacién de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa {CARDAP), vocero de sus intereses sectoriales. En el acalo- ado debate, no se discutieron tanto los téeminos del tra- ado como la forma en que los frigorificos habrian de ‘mancjar los precios internos, las ventajas relativas de unos productores y otros, y la posibilidad de que los produc tores partciparan en su regulacién a través de un frigori- fico corporativo, utilizando la cuota del 15% que el tra tado les reservaba. En 1933 se sancioné la ley que establecia una Junta Nacional de Carnes, destinada a in- tervenir de manera limitada en la regulacién del merca- 104 do, y se dispute intensamente por la composicin de! su directorio, Dos aos después se produo el episod mas espectaculae del debate. | En 1935 el senador por Santa Fe, Lisandro de la Torre, aque ya habia manifestado reseevas ante el teitado dé Lon” dees, solicité una investigacién sobre el comercio He las carnes en el pais y las actividades de los frigorificos. Los senadores oficialistas reconocieron la existencia de abu- sos importantes por parte de los frigorficos, de peécios éxcesivamente bajos pagados alos produetéres,pricticas smonopélicas, evasin de impuestos y reluctancia dnt la investigacién. De la Torre fue més ala, y unie el atlque's los frigorificos con una embestida muy fugrte contra él sobiceno. Propietario coral él mismo, y dirigente de una sociedad rural santafesina, De la Torte habja sido gandi- dato presidencial en 1916 contea Yrigoyen y en) 1932 | contea Justo, y era por entonces la figura destacada dé la | ‘oposicién parlamentaria de socialistas y demoprogeess- tas, Denuneid que los frigorficos, protegidos por las au toridades, no pagaban impuestos, ocultaban sus ganan- cias y daban trato preferencial a algunos ganaderos jnfluyentes, como el propio ministro de Agriculturh Luis Duhau, que habia sido presidente de la Sociedad Rita. Fue una intervencién espectacular, que dur6 vario$ dias, | atrajo ls opinién paiblica y suscité una vioenta respuesta de los ministros Duhau y Pinedo. En lo mis violeato de | tuna de las sesiones cay6 asesinado el senador clecto Enzo Bordabchere, compaiiero de bancada de De la Térie, & guien iba ditigido ef disparo, a manos de un hombre de accién vinculado con Duhau. El debate terminé abrupta- mente, sin rezolueida. El gobieeno perdié mucho te la opinig, y sobre todo, comprobé que la etapa my facil de su gestin habla terminado. En los aii’ siguientes, y con vistas a las eleeciones presidenciales, la oposicidn te- consttuyé sus filas. Tel ‘Aunque be apoyaba en fos reclamos de un sect de| sganaderor, de la Torze habia sabido dar tina amplitud 105 politca mayor a su reclam, esprimiendo un argumento capat de polariar, conte el *imperialismo” y la “oliga- aia, una opinion sensibilieada por el avance, en cierto modo grosero, de los interesesbritinicos. La argumenta- Cia ge reconocia en la tadicén socialistay de iequieréa “en /Manuel Ugarte 0 en Alfredo Palacios, pero tam- bign en lade orosintlecuales provenientes de las clases teadicionales y moviizados por la erisis. En 1934 los he- ‘mands Rodolfo y Julio Irazusta —ganaderos entrerrianos Y veseranos del nacionalismo ancirradial— publicaron un libro de impacto: La Argentina y el imperalismo bri- tio, en el que historiaban una celacién que juzgaban peduicial desde sus comienzos, alla por 1810; responsa- bilizaban tanto a los britnicos como a la clase diigente local, encancilada por ef liberalismo y cicga a los verda- devos interes nactonales, Alla contraponfan la figura de Rosas, expeesin de los intereses autenticamente na- cionales,y a la ver de una forma de gobierno dictatorial no contaminada pore liberalism corruptor. {a reivindicacion de la figura de Rosas ya habia em- perado en la década anterior y se desarroll6 intensa- nn eos aos tit, toon maioshsorog cos domo politicos. Servia para identificar tanto a acres eran movidos por el rechazo de [a intluensia Britinica como a lor que vefan al liberalismo como el Principal enemigo. Alli confluyeron natuealmente el na- Clonafismo flofascist y sobre todo las nuevas corren- tes del catolicismo, para quienes Rosas repeesentaba no él antimperialismo sino la teadicion hispana de una so- ciedad autortaca, jerirquica y eatéica, que contrapo- nian a la cohtemporinea, cocrompida por el iberalis- smo, 4l peotestantismo, ef judafsmo y el marxismo. El fcercjmiento de ls cases diigentes y la Iglesia Carica ee ircesler lee cranes eae ddl Coamen ee arislco de 1934—- ereé el espacio pata la expansién de estas |deas, que empezaban a revertc el tradicional libe rls dela bocedad argentina Un Frente Popular frustrado Pese a sus éxitos en lo econémico, el régimen presidido por Justo fue visto —con intensidad creciente— como ilegit ‘mo: fraudulento, corrupto y ajeno a los intereses naciona- les, Si hasta 1935 el gobierno habia avanzado sin grandes contcatiempos, desde esa fecha se hicieron evidentes los signos de una creciente movilizacin social y politica En julio, el prestigioso general Ramén Molina habia clogiado en forma pablica la presidencia de Alvear, y po- co después hizo un reclamo por la vigencia de la sobeca- nia popular y de elecciones libres, que recibid el entusias- ta apoyo de la Federacin Universitaria. Cuando en 1937 fue pasado a retiro, hubo una importante manifestacién de apoyo, en la que hablaron Alfredo Palacios y el propio Alvear. En octubre de 1935 los trabajadores de Ia construc cién de Buenos Aires, conducidos por dirigentes comunis- tas, iniciaron una ielga que duré més de noventa dias en los barrios de la ciudad se manifest6 una amplia solic daridad y en enero la CGT realiz6 una huelga general de dos dias —Ia dnica de la década— al cabo de la cual los hhuelguistas obtuvieron Ia satisfaccién de una parce sus- tancial de sus demandas. El saldo més imporcance fu qui, la constitucién de 1a Fedeeacién Obrera Nacional de la Construccién, uno de los sindicatos més impoctan tes y combativos del pais. En 1936 se efectuaron muchas hhuelgas, al igual que en 1935 y 1937, coincidiendo pro- bablemente con Ia reactivacién econémica. En ese ait la Confederacién General del Trabajo, cuya direccién se ha~ bia reconstituido con predominio de socialistas y comu- nistas, celebr6 el 1° de Mayo con un acto conjunto con los distintos partidos de oposicin: radicales, demopro- peesistas, socialistas y convunistas adhirieron a los recla~ mos de los tabajadores, fustigaron a los “herederos del & 107 dle septiembre” y reclamaron por Ia libertad y Ia demo- cxacia. Por primera ver en esa fecha, se eanté el Himno) Nacional, y Marcelo T. de Alvear fue elogiado como “un obrero auténtico de la democracia nacional” En 1936 la Unién Civica Radical, que el fo anterior habia levantado la abstencién electoral, triunf6 en las clecciones de diputados en algunos de los principales dis- tritos —Capital, Santa Fe, Mendoza, Cérdoba— y alcan- 26 la mayoria en la Camara de Diputados; en Cérdoba, ademés, triunf6 su candidato a gobernador, Amadeo bactni.. Quizd para compensar, el gobieeno incervino la provincia de Santa Fe, gobernada por el demoprogresista Luviano Molinas, y-aval6 ef desembozado fraude con ef {que Manuel Fresco gané en la provincia de Buenos Aires. Un "manifesto de las deeechas", que redact6 Pinedo, alert contra el resurgimiento de las “masas ciegas” y la a democracia, desplazada en 1930, y justified el aude patritico”, que desde entonces ef gobierno utili- 25 sistematicamente en favor de los partidos oficialistas, ‘con la nica excepcién de la Capital. La reaccién del gobierno se diigié también hacia el nuevo sindiealismo combativo: a ley de Residencia fue 1937 contra los principales dirigentes de la , comunistas de origen italiano deportados a la Italia fascista. A la vez, se aprobs en el Senado una ley de Represién del Comunismo, que fue bloqueada por los diputados. Para equilibrar el aglutinamiento de las fuer- 2s que reclamaban por la democracia, Justo abrié un po- co el juego a los sectores nacionalistas que hasta entonces bia eelegado: asi, el gobernador Fresco pudo hacer fe piibliea de militancia fascistay los oficiales nacionalistas, entusiasmados con los nuevos éxitos del Tercer Reich, ppodieron hacer campaa con libertad entre los cuadros del Fjércto, Se decia que el coronel Juan Bautista Moli- 1a, acélito de Uriburu en la creacién de la Legién Civica, conspiraba contra Justo, quien sin embargo lo promovis, a general 108 Las derechas habjan convocado a un ‘frente iséio- nal”, contra el Frente Popular que se esbozaba. Las deno- | tninaciones no eran caprichosas, pues los huevos lines | mientos y polasizaciones que se estaban dandé eh cl| ssundoinflufan ea los conficos locales, alectabah fuer | zas adormecidas, suministeaban consignas y baideras, | definian a ls indecisos y ayudaban a delinéar vor alianzas, | i En el campo de los opositores al gobierno fue uy importante el cambio de posicién de Partido Comunista, que en marzo de 1935, adoptando répidamente las muc- vas orientaciones del Comintern, habfa abrazado fa con-| signa del Frente Popular. En los afios anteriores, con Ia consigna de “lucha de clase contra clase”; los cofnunis- tas habian combatido por igual a los nazs|yfascistas y a los partidos socialdemécratas, a quienes éstigmati como los més peligrosos enemigos del proletariad, desde 1935 se lanzaron a impulsar la unidad de ls tores democraticos” para enfrentar el nadifasciseo, s2-'| ctificando las consignas y précticas que pudieran © atemorizar a los grupos progresistas y democriticos de Ja burguesia. Con tal programa, en Francia y en Espatial integrazon, junto con socialstas y partids radicales de | centro, sendosfrentes populares que ganarpn las eleci-| nes de 1936. Aunque la situacién local no era éxacta mente igual, el gobierno de la Concordancia fue identifi cado con el enemigo universal, y el reclamo de ui frente popular y democratico sivi6 para cerrar las ene! sus opositores. | re TLuego, la Guerra Civil espafola, cuyo impacto en Ia Argentina fue enorme, sirvi6 para definir mas elaramente | ain los campos. No s6lo se dvidié la extensisima colect- vidad de espatioles sino la sociedad argentina toda, prol-| ferando colectas, comités de ayuda, manifestacionésy pe-| leas en cualquier ambito compartido por partidacios y/| adversarios de la Repablica. En las derechas, la Guerra) Civil integeé a conservadores autoritarios, nacionalistas, | 109) filofae|stas y éatdlicos incegeistas, en una comin reac- cin contra el liberalismo democrético. En el campo con- trario, termin6 de soldar el bloque de solidaridades que iba deste ef r4dicalismo hasta el comunismo, pasando ‘por socalistas, demoprogeesisas, los estudiantes de la Fe- deracidh Universitaria, los digentessindicales agrapados fen la OG y un vasto sector de opinién independiente y progresista, que también inclufa figuras del liberalismo conservador, Salvo éstos, probablemente eran los mismos Ge en{1931 habian apoyado la Alianza Civil de De a Torre y Repetto, pero lo-cierto es que la Espafia Republi- {cana, y/la conviccién de que las democracias se apresta- ‘ban a dar na batalla final contra el fascismo, creaba un ‘polo de solidaridad e identiicacién mucho més ateactivo y movilzador. ) Unal parte importante de ese arco se asentaba en el ‘mundo jntelectual, cuya politizacin se acentud en la se- igunda thitad de la década. La Reforma Universitari su ideologia genéricamente antiimperalista, democritica ¥ popular, empezaba a penetrar en la politica: algunos de sus prifeipalesdirigentes se incorporaron a los partidos —José Peco al radical, Alejandro Korn y Julio V. Gonai- lex al sbcialista, Rodolfo Ardoz Alfaro al comunista— y ‘otros tuvieron militancia independiente, como Deodoro [Roca y/Satil Taborda. Similar combinacién de lo acadé- rico y lo politico, desde una perspectiva progresista, se encuientra en el'Colegio Libre de Estudios Superiores, una suerte de Universidad popular fundada en 1930, orienta- ida tanto a los temas de alta cultura como a la discusiéa, de ls cuestiones politicas, econémicas y sociales. La mis- ‘ma combinaci6n se encuentra en la revista Claridad, de- jcada al ensayo, Ia critica y los temas politicos, que fue- on ocpando un espacio creciente. Claridad, que ade editaba| diversas colecciones populares de literatura y en- ‘ayo, reunié a muchos de los intelectuales yescritores que habian miltado en el “grupo Boedo", y que habian def ‘hide uta opeidn por ef “arte comprometido"; ene ellos, Leénidas Barletta cre6 en 1931 el Teatro del Pueblo, don- de por 20 centavos podia verse a Ibsen, Andreiev 0 Act. Ese mismo aio, los herederos de “Florida”, partidarios de la renovacién estética y de la “creacidn pura”, se nu clearon en la revista Sur, fundada por Victoria Ocampo. Es significative que ambos grupos se alinearan —aungue con distinto entusiasmo— en ef bando de'los defensores de la democracia La instalacin de algunas editoriales creadas por emi- agrados espavioles —Losada, Emecé y Sudamericana entre cllas— multiplicé la actividad del mundo intelectual y ar tistico y dio trabajo a eseritores, traductores y criticos. Esta actividad se prolongaba naturalmente fuera de los Ambitos intelectuales, en infinidad de publicaciones popu- lates y conferencias, por obra de un amplio grupo de mi lcantes de la cultura, que frecuentemente también lo eran de la politica, sobre todo a medida que el cima de polasi- zacién sc iba extendiendo. Habia en todo este movimien- to una tendencia fuerte al andlisis de los problemas de a sociedad, la critica y la propuesta de soluciones alter vas para cuestiones especifias: la educacién, Ia salud, In cuestign agraria, la condicion de la mujer. Aungue et ruchos aparece la referencia a la Unidn Sovigtica, se «c3- ta mis bien de un modelo de sociedad organizada ravion nalmente antes que una iacitacién a la toma violenta del poder. Lo que predomina es el espicicu reformista y la convocatoria a todos quienes coinciden en Ia aspiracion al progeeso, la libertad, la democracia, y una sociedad nds usta Muchas de esas preocupaciones estin presences en la Confederaci6n General del Trabajo, méxima representa- cidn de los obreros organizados. La CGT habia nacido en 1930, uniendo a los geupos sindicalistas y socialistas has- ta entonces separados. Sus primeros afios fueron azaro- sos: la dura eepresién guberoamental, aunque diigida a anarquistas y comunistas, dsuadia de cualquier accién demasiado militante, que por ota parte estaba lejos de ul las intenciones de los dirigentes, peedominantemente “sindicalistas"; la fuerte desocupaci6n provocada por la crisis restaba eapacidad de moviliacin, pese a que no fal- taban motivos los salarios eayeron fuertemente,y sdlo en 1942 se recuperd el nivel de 1929, Desde 1933, la recuperacin econdmica y la seorienta- cién industrial empezaron a hacerse nota. La desocupa- cidn fue gradualmente absorbida, y empez6 lentamente el movimiento de migrantes de las zonas eurales hacia los srandes centros urbanos, ateafdos por el nuevo empleo industial. En Buenos Aires, hasta mediados de la década este crecimiento se radied en los barcios perféricos de la ciudad para ir luego engeosando progeesivamente cl cin- turéa suburban, Entre las organizaciones gremiales se- guian dominando los grandes sindicatos del transporte y los servicios In poderosa Unig Ferroviaria en primer lu~ gar —verdadero ejemplo de organizacion—, la Frateroi- chad, de los maquinistas de tenes, la Unién Tranviara, los municipales, los empleados de comercio. Pero poco & poco fueron cxeciendo los grupos de trabajadores de las nuevas industeias manufactureras o de la construccii Ai los dirigentes eomunistas tuvieron éxito en organizat Sindicatos que ageaparan los antiguos oficios por tamas ic industria: metalgicos, textiles, madereros,alimenta- entre los cuales dominaban los teabajadores de la ne y sobre todo obeeros de Ia construccién. Con 4s de 50 000 afiiados, la Federacién Obrera Nacional de la Consteuccién era hacia 1940 el segundo sindicato, detcis de la Unién Ferroviaria, que rondaba los 100 000. ‘Adormecida en los afios inmediatamente posterioes 3 la ccisis, la actividad sindical resurgié hacia 1934 y ereci6 rnvcho en los afos siguientes hasta 1937, acompatiando al ciclo econdmico. Los drigentessindicales de entonces —comandados por lo ferrovarios— mantuvieron la ten- ncia_gestada en la década anterior de deslindar sus re clagnos gremiales de los planteos politicos mas generals, ¥’ esto valié incluso para muchos que pertenecian al Parti- do Socialist. Gradualmente obtuviecon algunas moras | pero concedidas en forma parcial y aplicadas « rtgah dientes, Los feroviazios pudieron salvar jus emeos pesae de Ia erisis, pero costa de una redecin solarial. Los empleados de comercolograron una ly que cable a i HEStan pi ceraedely in ines sesh pel despido pero fue vetada por el presidente Justo en 1932, fsunque luego fue sancionada. La jornada| de trabajo se! redujo progresivamente, especialmente por a gendraliza| cin pablatina del "sbado inglés yen algunds ackivids|| des se instrumentaron sistemas de ubilaciéa, pero én nin-|| fin caso existieron ls vacaciones pagas. | EL Estado no ignord 1 los reclamos ni la importa de este actor social. Hl presidente Roberto M. Ort, gi habia seed ast en 1938, oslo mptuvo yen | contactos con los fetroviarios sino que procuré folsnari entre ellos una base de apoyo, interviniendo activdmente | ‘en sus conflictos internos. El gobernador Ise & H alla; siguiendo las practicas del Estado fagcista ilian | declard que sa objetivo era armonizar el capital y l tra: jo. Al tiempo que reprimia duramente a los comuinisty | legalizaba los sindicatos y utlizaba el poder acbtral'del| Estado para protege alos trabojadores. Mis discrete: tel Departamento Nacional del Trabajo —que feliz tina notable tarea de cecopilaciin de informacion fue | exendiendo gradualmente la prictiea del eonvenil cole | tivo y del arbittajeestaral; sus frutos se aprerian en a can tidad de huelgas reels por alain tipo de pkey Enteadere dieetaments con uno de los fore pps Alef dele Sociedad focoabe pasts dg a desteid bo || fal del Estado intecvencionista y dirgista y,a la vet, cine | Eitaicoa le conducts de ac dlseeter arent a tapaco de a polit patdariay deiazifuhuciohes ee presentaivas, como el Congreso. Reconoces Ia imforta cia del Estado y hacer de él su interlocutor principal cons-|| tituia también una tendencia muy fuerte entre los|| disigentes sindicales. Esta tendencia —denbminads “sin | icalisth”— fue ritiada por quienes, desde los partidos olitiegs opositores, empezaron a dar prioridad a los re- [Bane demcctcicos al enfrentamienro politico con el |gobietno, y presionaron para alinear en él alas organia- |ciones fndicales. Un confico interno de la Unién Ferso- viaia' Gondujoa fines de 1935 —en el marco de una agi- rea findica reciente a una renovacién radical de la onduceién de la CGT y a un peso mayor de los diigentes |eremiafesfirmemente alineados con el Partido Socialist; 4 laivee, permit el ingeeso progresivo a la conduccién de los comunistas, cuya fuerza sindical era creciente. | Unos fn impulsaron el acto del 1° de Mayo de 1936, leon la bacicipacin de los partidos politicos que debian integrab el freite popular. Esa coincidencia no se repitid, 'y en 1939 incluso se separaron socialistas y comunistas, |ividides cuando Stalin pacté con Hider. Por entonces, la |agitacién sindical estaba mermando, y las dificuleades del | Frente Popular eran crecientes 1 pieva clave del fente era la Unign Civica Radical EI levaptamiento de la abstencién electoral, en 1935, ha- bia Ep ‘mpuliado por los sectores més conciliadores del partidd, que rodeaban a Marcelo T. de Alveae. Con fuerte | peso en la Cémara de Dipurados y en el Coneejo Delibe- “inte; 1 radicalismo conteibuyé a mejorar la imagen de ‘las instituciones, cuya legitimidad se hallaba fucrtemente |cuestionada, asf como a convalidar algunas de las decisio- | nes mids controvertidas, como la renovacidn de las conce- |siones tlécrricas de la Capital, una medida que, segtin pro- 5 ung investigacin posterior, aport6 al partido una ‘generosa gratificacin, Pero la vuelta a la lucha politica también aument6 las posibilidades de manifestacion de los tsrupos mis avanzados del radicalismo, nutridos de j6ve- {fee vebanos de la mileanciauniversieriay que reving |eaban ina tradicién yrigoyenista, Sabattini, en Cérdoba, ostuvd un programa muy innovador en lo social, y en la Capital los opdsiores a Alvear consttuyeron una tenden- cia fuelte, que! ceitcé el electoralismo conciliador de los dirigentes, mientras que el grupo de Foria, consticuido en 1935, comenz6 a definir una linea més preocupada por los problemas nacionales. El propio Alvear oscilaba enste ambas corrientes: jefe natural de los conciliadores, sus propuestas de 1937, cuando compitis en la eleccién presi dencial, recogian mucho del discurso progeesista y de iz auierds afin con el esbozado frente popular En esa ocasién sélo lo acompaiié formalmente el Par- tido Comunista, pues el socialista se hallaba en franca competencia eon el radical. Hasta 1936 los socialists ha~ bian tenido una fuerte represenracién parlamentaria, que se redujo dristicamente con el retorno electoral de los ra dicales. Simulténeamente_mejoré su sitacién en el cam po gremial, con la nueva direccién de la CGT, pero en 1937 sufrié la escisién de un grupo de militances discon- formes con la anquilosada elite dirigente: muchos de ‘quienes por entonees integearon el Partido Socialista Obrero pasacon luego al Comunista y este conflict, pro- fandizado en 1939 luego de la firma del pacto nazi-sovie- tico, compli las alianzas de un feente popular por en- tonces cada vez més problematic. La consigna de la democratizacién, despojada de sus axistas mas radicalizadas,result6 tentadora para grupos del oficialismo, preocupados por Ia legitimidad del cexi- men y espoleados por disputas inteznas erecientes. En 1937 el presidente Justo pudo imponer a sus partidarios ia candidatura presidencial de Roberto M. Ortiz, de ori- igen radical antipersonalista como él, pero debid accprar para la vicepresidencia a un representante de los grupos conservadores mas tradicionales: el catamarquefio Ra- mén S, Castillo. Para enfrentar la candidatura de Alvear se recurrié sin disimulos a procedimientos fraudulentos que —segin Pinedo— hacian “imposible catalogar esas elecciones entee las mejores ni entre las regulaces que ha habido en el pais”. A Ortiz le resulté mas dificil que a Justo mantener el equlibrio con los grupos conservadores de su partido, y menos atin con los nacionalistas, fuertes Ls cn Ie calle y en el Ejéccito. A fa vex, le atrajo la posibili- dad de acercarse al radicalismo; con el apoyo de Alvear, Ortiz se propuso depurar los mecanismos electorales y desplazar a los ditigentes conservadores de sus principa- les bastiones. En febrero de 1940 intervino la provincia dde Catamarea —de donde provenia el vicepresidente— y al mes siguiente hizo lo mismo con la de Buenos Aires, ‘cuando el gobernador Fresco se aprestaba a transfer el mardo a Alberto Barcelé, el ejemplo mas conspicuo del ‘caudillismo fraudulento y gangsterl. Ese mes, los radica- les teiunfacon en las elecciones de diputados y consolida- con su predominio en la Camara, Pero cuando todo parecia conducir al triunfo de esta versién del programa de la democratizacién, oficialista y se derecha, aunque también apoyado inicialmente por et Partido Comunista, la enfermedad del presidente Ortiz lo obligé en julio de 1940 a delegar el mando en el vicepre ente Castillo, Aunque teacé de resistirse a su sino, final- mente debié renunciar definitivamente, luego de presen= ciat cémo Castillo deshacia todo lo construido en pro de la cemocratizacién. AA fines de 1940, en las elecciones pro~ es, volvieron a usarse los peores métodos fraudulen- tos, En octubre de 1941, y probablemente por presién de Jos militares, Castillo disolvié el Concejo Deliberante de la ciucad de Buenos Aires sin despertar con esta medida ma- vores resistencias. Asi, el intento de democratizacién ini- ciado en 1936 se desmoronaba a fines de 1940. Este feaca- 0 sin duda cenfa que ver con el cambio de la coyuntura internacional que lo habja alimentando: los frentes popu laces habian sido decrotados en Espafia y en Francia, et nnszismo acumulaba triunfos militares contundentes en ef inicio de la guerra, la Unién Sovitca desertaba del campo aniinazi, y [a guerra generaba alineamientos diferentes. Sin embargo, la corziente que desde 1936 habfa hecho dela democracia un punto de convergencia contra los he- redecos de septiembre se habja afirmado también en un proceso mis especifico de Ia sociedad. La democracia, 116 concedida en 1912, habia arraigado lenth y prokisi mente en la sociedad. Una red de asociaciones de stint tipo, destinadas a canalizar hacia las autoridades los ret) clamos de sus diferentes sectors, contibuyé a la yz ala formacién de los ciudadancs, al desartolg de los hibitos| y peéctieas de partcipaién, al ejerciio de los dicechos, La tarea docente realizada por el amplio movimignco in| ileal y pltco de corte progress de eur] contribuyé 2 moldear a los “ciudadanos leducados” ca racteriatcos de esta década, Ciertamente fue un proceso| desigual, mucho més visible en las grande ciudages qu cn las zonas rurale, pero no por eso mend real} ipad| de afirmarse pese a las restricciones que desde el [Estado se pusieron a la vida politica partidacia, y 4 su deshatura| lizacién por las précicas frauulentas. Quiza los partidos ‘no supieron canalizar y dar forma a esa on de: mocritica, encontrar el punto de acuerd9 entre fllos adoptar una posicién verdaderamente opotitora: quienes debian enfrentarcategdricamente al gobierno fraudulento| optaron por las transacciones, y contribuyeron a un pro, sresivo desecimiento ciudadano: las bandefas de I rege-| neracién democrética habian pasado a miembros del mis-|| mo régimen. Pero en verdad, desde ¢l Estado se!| contsibuyé en mucho a esa descalificacién de los partidos || polticos y del mismo sistema representative: mientras la le asociada con el fraude, el Estadd enca én de as eustiones de gobierno des ment con os cst acres dea seed los sd catos, los empresarios, las fuerzas armada}, la Iglesia 'y tases ssocacones Griler—iguorando af Congrdsoy a |) los parides politicos. La guerra y el “frente nacional’ La guerra mundial que se desencadené en lecenldld de 1939 cambié gradualmente el panorama politico, teaco- | i | | 117 i | rode lps dnintos grupos internos —sobre todo acercé resins entre los radicales y algunos sectores conserva- ores—y plante6 nuevas opciones. Pero las diferentes al- ternativas no s¢ superpusieron ni recostaron en forma de- finida'a los actores politicos, de modo que en los atios iniciates de la guerra los alineamientos fueron confusos y ontradictorios, | EL primer impacto lo produjo sobre las celaciones co ymerciales y econdmicas con Gran Bretafia y Estados Uni- os. El progeesivo cierre de los mercados europeos —pro- iyocado por los triunfos alemanes— redujo drésticamente las sta ageicolas, pero en cambio aumentaron ‘imho Jas ventas de carne a Gran Bretafa, tanto enfriada 'como chngelada. Como a la ver disminuyecon las impor- itaciones de orgen britnic, la Argentina empez6 a tener ‘con el Reino Unido un importante saldo a su favor; en 1939, 4m acuerdo entre el Banco Central y el Banco de Inglatefra estableci6 que las libras permanecerian blo- ‘queadas en Londres durante la contienda, y que, conclui- |da é5ta se aplicarfan a saldar las deudas por compras de |produictos briténicos o a repatriar ttulos de la deuda. Por |otea parte, aprovechando las dificuleades en todo el co- |mercio internacional, y una suecte de “vacfo de poder” [ebony se emezaron a exportar a pies inkeoes po- ‘actos industeales: las ventas de textiles, confecciones, Jalimentos y bebidas, ealzdo y productos quimicos acen- ‘tuscon|el crecimiento industrial iniciado con ln susticu- | cidn de importaciones y el pais empezé a tener saldos co- | merciales favorables, incluso con Estados Unidos. |. La novedosa situacién confirmaba las expectativas de | muchos: los cambios exeados por la crisis del 30 se pro- ‘fundiagban y la vuelea a la normalidad, es decie ala situa ‘ron existente antes de la risis, se hacia cada vez mis re- [ese los sectores empresarios comenzaron a | siscutitse distintas alternativas, sin que se defiieran cla- | ramene intereses ni alineamientos fijos. Las exportacio- nes tricionales parecfan tener pocas perspectvas en el largo plazo, pasada la coyuncura de guerra que beneficia- ba a los ganaderos, pero en cambio las expoctaciones ia- dlustrales, yen general la expansin de este sector, ruvie ron perspectivas promisorias. En cualquier caso, esas lkernativas iniplicaban aumentar la intecvencion del E tado en la eegulacin econdmica, y también un cierce ma yor de la economia local. En noviembre de 1940 Pinedo, designado ministo de Hacienda por Castillo, formulé una evaluacin hicida de este nuevo escenario y una propuesta audaz y despre ciada, Su Plan de Reactivacién Econdmica proponia, co- mo salida alas dificultades generadas por la guerra, insi- tir en la compra de las cosechas por parte del Estado, para sostener su precio, y a la vez estimular la construc- én, publica y peivada, capaz de movilizar muchas occas actividades; sobre todo, remarcaba Ia importancia de esti- rmular la industria: si el comercio exterior segufa siendo la “rueda maestra” de Ja economia, estas orcas actividades, “ruedas menores”, contibuiran al equilbrio general. Pi. nedo advertia el problema de una economia excesivamen- te cetrada en si misma y proponia estimular las industrias “naturales”, que elaboraran materias primas locales y pu- diecan exportar a los paises vecinos y a Estados Unidos. Por esa via, a largo plazo, la Argentina habria de solucio- ‘nar un deficit comercial con el pais del Norte, que sin du- da se haria mis geavoso a medida que fuera ereciendo el sector industrial y aumentara la demanda de maquinas, epuestos o combustibles. Se trataba de una opecacién compleja, que modificabs los términos de Ia relacién triangular, proponienda una vinculacién estrecha con Estados Unidos, e incluso apun- taba a una insercién sustancialmente distinta de la Argen- tina en In economia mundial. Requeria de una firme drientacién por parte del Estado y de un desasrollo ma- yor de sus instramentos de intervencién. El Estado debia movilizar el crédito privado, orientindolo hacia inversio- nes de largo plazo, entre ellas las industrials. Las expor- uw taciones de productos manufacturados se beneficiasian con sistemas de reitegtos, eyes conta el dumping y una intensa promocin del intercambio. EI proyecto fue aprobado por el Senado, con mayoria oficialista, pero la Camara de Diputados nolo tat6. Co- mo seBalé J. J. Llach, su fracaso fue politico antes que econdmico. Los radicales, que eran la mayoria y no te- nian objeciones de fondo a la propuesta —incluso reto- maron luego partes de ésta—, habjan decidido bloquear cuslquier proyecto oficial como una forma de repudio a J nueva orientacin fraudulenta del gobierno de Castillo. Piredo intent6 solucionar el problema entrevisténdose con Alvear, pero no logré convencer al jefe radical, ¢in- uso debié tenunciar por ello al ministerio. El “bloque dlemocritico", que reclamaba un compromiso diplom: co més estecho con Estados Unidos, no advirié las ven- tsias de este plan, que suponia In elausura del féeeo bi- Interalismo con Gran Bretafa, Tal situacin revela lo fas0s que por entonces eran los alineamientos La otra dimensin del teidngulo —la diplomética— mparchaba por cactiles diferentes. Desde 1932, con Roo- sevelt, Estados Unides habia modificado sustancialmente su politica exterior, al menos en sus formas: la clsica del “gaerote™ fue reemplazada por la de la “buena vecin- dad"; Estados Unidos aspiraba a estrechar la relaciones bilacerales, y en el marco del panamericanismo, a alinear deteis de sial “hemisfrio”. Esto era particularmente di- ficil con la Argentina: el comercio bilateral —viejaaspi- raci6n de los productores rurales argentinos— estaba obstaculizado por la oposicién del llamado “farm block, es deci los iteresesagrarios competidores dela Argentina. La subordinacién era igualmente dificil de sceptae para un pais que todavia aspicaba a una posicién independiente y hasta hegeménica en el Cono Sue, y que rradicionalmente se habia opuesto a la dteccién nortea- merieana, contraponiendo a la fSrmula “América para los americanos”, del presidente Monroe, la de “Amécica pe elle od, ee le con Europa. Los golbeonantes de Ia déeada del trinta persistieron en ese rumbo tradicional, y en las sucesivas conferencias panamericanas hicieron todo lo posible paca porter obs- taculos al alineamiento. En 1936, en Iq celebehda en Buenos Aices mala que coneurié Roosertetaneporat Ce Ee ad eee ch guica = uia'aninidnda daltbina| ‘momento impuesta por el caneller Saavedra Lamas tela’ tivizé una deelaracin sobre consulta entre gobieinds en ‘azo de agrsion cxmacontinenal, ed In Gut los pea] mericanos habian puesto mucho empefio; en 1938! canciler José Maria Cantilo desairé a sus colegat aban) donando sorpeesivamente la reunin de Lima antes de Ia! firma de la declaracion fina aaa 1a neutralidad en caso de guerra curopea también er tna tradicin argentina, Su adopeién en 1939 —aina'met dida logica, pues permit segue comerciando con los ta dicionales lientes— no fue objeada por Estados Unidos, ‘que propuso precsamente esa politica comin en|la eu nign de Canclleres de Panama en 1939. Por entonecs, el gobierno de Ortiz procuraba acercarse a Estados Unidos, fn el eontexto de su poltica democratzadéra,yl|misms hizo el primer cancillee de Castillo, Julio A. Rota, que) acompané Ia gestién de Pinedo. Pero progeesivanfente la guerca se impuso en las dscusiones intemnas y empets a) revivir los agrupamientos de la opinién que asocigban: cl | apoyo a los aliados con la reivindiacién de la democray, cia y el ataque al gobierno. En junio de 1940 se constitu 6 Accién Argentina, dedicada a denunciar las aetvid| des de los nazis en el pas y la injerencia de la Enjbajads| alemana. En ella participaron radicals, socalista, mu chos intelectual independientes y muchos conipicuos| miembros dea oar onservadors, cin Arent | a lia el stig Frcs Popa po sencia de estos recientes conversos alos valores de a de rmocraca, lo que reflejaba las perplejidades y divisiones | p34) red] {ide quitnes hada enconces habian apoyado al gobierno de la Contordancia. También, por dos ausencias conspicuas: “cl Partido Comunista, que a consecuencia del pacto Hic |ler-Stalin haba optado por denunciar por igual a ambos “imperalsmos, ye grupo de radicales opostores a la con- dluccioy de Alyear, entre quienes descllaban fos milan ‘es de Fora, muy aetivos en denunciag, al igual que los | comunjstas, el eardctr interimpeiaisa dela guerra. PEL panorama eambié sustancialmente en la segunda | mitad de 1941, En junio Hitler invadié la Unin Sovitica |y en digiembre los japoneses atacaron alos norteamerica- | nos; Estados Unidos ent en lagueera y procuré forzar a los paises americanos a acompatarlo, En enero de 1942 | se ceunié en Rjo de Janeto la Conferencia Consultiva de CCancilleres,y puevamente la oposicin argentina frusted ‘los planes norteamericanos: la decisién de que todos los paises del hemisferio entraran en guerra fue cambiada “por uns simple “recomendacién” debido a la férrea opo- sicin del canciller argentino Enrique Ruiz Guifazé, que “habia feemplazado a Roca. Para Estados Unidos estan “en jucgo intereses espeificos, pero sobze todo una cues- tim de prestigio, y rexpondio con fuerteseepreslias: Ia ‘Aggentina fue excluida del programa de rearme de sus aliados en la guerra —mienttas Brasil era partiularmente ‘beneliciadoy los grupos democriticos, opositores al go- Ibiemo, empezston ¢ rei fuerte apoye'de a embaiade |" feente que se agrupaba en tomo de las consignas emocriticas y rupturistas empez6 a czecee,engrosado hora por los comunistas —nuevamente patidarios de combate al narifascismo— y por conspicuos conservado- res, como Pinedo y el general Justo, a quienes la opci6n entre ll fascisno y la democracia los levaba a alinearse don sus antiguos adversarios, La Comision de Investig Sin de Actividades Antinegentnas,creada por la Camara {de Diputalos, se dedicd a denunciae la infiltracion naz, ¥ ‘en una Serie dé actos piblicos se proclamé simultsinea- ‘nene la solidatidad con Estados Unidos y Ia oposcion al wt | feaude. En esa caracterizacién de amigos y enemigos, ciertamente simplificadora, predominaban las necesida- des retéricas y politicas. Ei gobierno de Castillo no ne cesitaba simpatizar con los nazis —un adjetivo aplicado con amplitud— para aferarse a la neutralidad, Bastaba con mantener la continuidad de una tradicin politica del Es tado —otrora sostenida por Yrigoyen— y sumarle alguna lealtad a los tradicionales socios britinicos, que veian con alarma cémo, con motivo de Ia guerra, Estados Unidos avanaaba sobre sus Glimos baluartes. Pero habia adeais tuna razén politica clara: los eupeurstas, que asumian la bandera democrética, condenaban simultSneamente al ‘gobierno fraudulento; quienes se mantenian fieles a él —y resistian Ia transaccién que proponian otros, como Pine- do o Justo— encontraban en el neutralismo una buena bandera para ceeear fils y enfrentar a sus enemigos. Es- tos eran cada vez mis ente los politicos, por lo que Cas- Lillo opt6 por buscar apoyo entee los militares. Castillo seguia aqui la teadicién de sus antecesores. Justo cultivé a los militares, aument6 los efectivos bajo bandera, consteuyé notables edificios, como el Ministerio dde Guerra, que eclipsaba a la mismisima Casa Rosada, pero a la vex se propuso despolitizar la instieucién, ac lise ls discusion interna y mantener el equilibria entee las distintas facciones. Sobre todo, loge mantener el control de los mandos superiores, lo que obligé a sus sucesores a apoyarse en los hombres de Justo. Ortiz enconts6 un mi- nist fil en el general Marques, quien fue dersibado por un escéndalo —sobre la compra de tiecras en El Pal mar— que tenia como destinatario final a su peesidence Castillo a su veo debi6 designar ministeo de Guerra a otto justisa, el general Tonazzi, pero se dedicé a cultivar a los jefes y a colocar progeesivamente en los mandos a enemi- gos del ex presidente. Bajo su gobieeno se crearon la Di- reccidn General de Fabricaciones Militazes —cuyo primer director fue el coronel Savio— y ef Instituto Geogrico Militae,impulsando asi el avance de las Fueraas Asmadas 123 sobee texcenos mis amplios que los especificos. Durante st gobierno, la presencia de los militares fue cada vez mis vir sible, asf como la sensibilidad del presidente a las opinio- nes ¥ peesiones de los jefes militares. Répidamente, las Fuerzas Armadas se constituyeron en un actor politico. Un elemento central del nuevo perfil militar fue ef desarrollo de una conciencia nacionalista. El tecreno ha- bia sido preparado por el nacionalismo uriburista, di fundide por un geupo minoritario pero activo, de den- tro y fuera de la institucién, Era éste un nacionalismo icional, antiliberal, xenéfobo y jerdrquico. La gue- ra cambié las preocupaciones. Predominaba en el Ejér~ cito, tradicionalmence influide por el germanismo, un neutralismo visceral. Pero ademas veian que el equili- brio regional tradicional se alteraba por el apoyo de Es- ‘ados Unidos a Brasil y In exclusién de la Argentina de los programas de rearme. La solucin debia buscarse en cl propio pais, y ast la guerra estimulé preocupaciones dle tipo econémico, pues la defensa requeria de equipa- rmiento industrial, y éste de insumos basicos. Desde me- diados de la década el Ejército habia ido montando dis tintas fabricas de armamentos. Desde 1941, y a través de la Direccién de Fabricaciones Militares, se dedicé a promover industrias como la del acero,.que juzgaban tan “natural” como [a alimentaria, ¢ indispensable para sgarantizar Ia autarquia. Los militares fueron encadenando las preocupaciones cestratégicas con las institucionales y politicas. La guerra demandaba movilizaci6n industrial, y ésta a su vez un Es- tado activo y eficiente, capaz de unificar la volumtad na- cional. Los ejemplos de Italia y Alemania lo demostraban fchacientemente, y asi lo repetian los periédicos apoyados por In embajada alemana, como EI Pampero o Crisol ‘También era importante el papel del Estado en una socie- ddad que seguramente seria acosada en [a posguerta por agudos conflictos: la reconstitucién del Frente Popular, las banderas rojas en los mitines obreros y Ia presencia en 124 Jas calles del Partido Comnista paren Signos dn sos de ese fututo, y para enfrentarlo se reguecia oxden y) paz social Ese ideal de Estado legitimo y fuerte, caps. de capeat las torments de a gueray Ta posguera foo se parecfa al gobierno tambaleante y radicalmience ilégitimo | del doctor Castillo. Ya desde 1941 hubd militades que’ cempezacon a conspirar, mienteas otcos empujaban|s Cas- Lillo por la senda del autortarismo, Desde dicienjbee de! 1942, cuando renunci6 el ministeo Tonazzi la deltera| cién se extenci en el Ejército. | tad Esa difusa pero pujante sensibilidad nacional no, se lid] mitaba al Ejército. Mas que de una idea definida ¥ pécci | | sa, se trataba de un conjunto de sentimientos, attudes e ideas esbozadas, presentes en vastos sectotes de Id socie- ddad. ide ellos no podia deduciese una idedlogia ch sii do cauicto —pues cabfan pesiiones divergantcs } thats fantagdnicas—, revelacon tina gran capacilad, acibuibe | en parte al empeio de los militantes de algunas |e) ss tendencias parciales mas definidas, para digolveraptigua polarizaciones y crear otras. Asi, cuando todo parecia | conduci al tsunf del rene Popular, un rent nai nal” se comenzé a dibujar como alternativa. tell Las raices de ese sentimiento nacional leran skis | pero ea tiempos mas recientes las habian abonadolls co | rrientes europess antiliberales, de Maurras|a Muslin, y| ‘con ellas habia empalmado una Iglesia aa fortalec-| da en el integrismo. Sobre esta base habia opefado el) fecro: Iazusta siguieron el de Sealabrini Ortiz sobre I carries, y en general toda la prédica del grupo Fata. En esta nueva inlexién, los enemigos de la ngcionalidad no)| fran ni los inmigrantes, i la "chusma democrtica,ni| los *zojos”, sino Gran Bretaia y Ia oligarguia * oe ta”, Este antiimperialismo result6 un arma retérica y po-| ltica formidable, eapaz de convocar apoyos a defecha ¢| izquierda, como lo demostrd en 1935 Lisandco de la, To! sre: a consigna antiimperialista empezé a ser fecuente en | as los disetirsos dé politicos eadicales o socialistas, como Al- Iredo Pdlacios, de dirigentes sindicales y de intelectuales, ‘que empezaron'a encarar desde esa perspectiva el anilisis de los'prroblemas nacionales y muy particularmente los econdmicos. 7 re end ¥} tabepedo por el reformisme propredsta del fivierda, y ambos podtan coincdie en distintos foros. Con ¢ naciopalismo tradicional de derecha se encontraba en btr0 terfeno: el del revisionismo histérico, donde la con dena a {Gran Bretafa y sus agentes locales derivaba en tina reivjndicacion de la figura de Rosas hecha en nombre dle valofes diversos y anttéticos, desde Ia emaneipacién fiacional hasta el integeismo eatélico. En esa plasticidad radic6,precisamente Ia eapacidad de esta corriente pata arraigar,en und sociedad cuya preocupacién por los te~ inas nacionales Se manifestaba de muchas otras maneeas. En la literatura —sobre todo la difundida a teavés de pu blicaciones peciddicas de amplia ciculacién— los temas surales 6 camperos solian traer la contraposicién entre el interior hacional y el litoral gringo, o entre el mundo ru ral yleripllo y el mundo urbano y extranjeco. Los temas histérieos, donde la presencia del Restaurador era fre- abundaban en los follesines, y también en exito- gos radioteatros, como Chispazos de tradicién, avidamen- te consuinidos, [La preocupatién por lo nacional se manifest, fnal- Jpentech inelegruaes y esritores, Tres notables ensayos éxpresaron intuiciones profundas sobre el “ser nacional” ysdieron el mafco a una amplia reflexién eolectiva. En 1931, Rail Scalabrini Ortiz publicé El hombre que esté 4olo y'espera; el hombre de “Corrientes y Esmecalda”™ aamalgamaba las diferentes tradiciones de un pais de inmi- tracibn, [se definia por sus impulsos, intuiciones y senti- ‘ientos, que anteponia a cualquier elaboracién o céleulo racional, y —retordando a Ortega y Gasset— constr on ellos una imagen de si mismo y de lo que podia llegar i a ser, que juzgaba més valiosa que su propia realidad. Ps- ra Eduardo Mallea, tal amalgama era dudosa; observaba la crisis del sentido de argentinidad, parsicularmente en: tre las elites, ganadas por la vida cémoda, el facilismo y Ia apaciencia, y renunciantes a a espicitualidad y las preocupaciones més profundas sobre el destino de la co- monidad, En Historia de wia pasiéu argentina, apacecida en 1935, contraponia esa “Argentina visible”, a otra “in- visible”, donde las nuevas elites, de momento ocultas, se estaban formando en una “exaltacién severa de la vid Ezequiel Martinez Estrada era mis radicalmente pesimsis- ta, y vein a la colectividad argentina presa de un destino fatal, originado en la misma conquista. En Radiografia de la pampa, que se publicé en 1933, sefialé la escisidn entre tunas multitudes anacquicas, que acumulaban el resent miento originario del mestizo, y ciertas elites europeizan- tes ¢ incapaces de comprender esta sociedad y encarnar en ella un sistema de normas y principios sustentado en creencias colectivas. Estos esfuerzos por develar la natu raleza del “see argentino”, inquitiendo en clave oncol6gi- «a por los elementos singulares y esenciales de la sociedad y la cultura, aunque entroncaban en preocupaciones co- ‘munes de todo Occidente, eran sin duda la expresién in- teleccual de esta nueva inguietud comin por entender, de fender o constituir lo “nacional”. La fuerza de esta corriente nacional, que en el caso de la guerra se inclinaba por el neutralismo, rardé en mani festarse. De momento, el geupo de los partidarios de la rruptura con el Bje iba ganando nuevos adeptos, especial- mente entre los grupos conservadores. Sin embargo, en pocos meses los principales dirigentes del bloque demo- critico murieron: en marzo de 1942 Alvear, en los meses es el ex presidente Ortiz —con cuyo hipotético re toro aiin se especulaba— y el ex vicepresidente Roca, y en enero de 1943 Agustin P. Justo, quien se perflaba co- ‘mo el mas firme candidato a encabezar una frmula de acuerdo con los radicales. Encontrar candidatos no era 127 Sicil, y ala ver In posible vietoria electoral parcefa més que dudosa, a medida que el gobierno retornaba sin em- pacho @ las préctcas fraudulentas: a fines de 1941 el con- servador Rodolfo Moreno gané en la provincia de Bue- nos Aires y al aio siguiente la Concordancia triunfS en Ins elecciones legslativas. Poco antes, Castillo habia clau- surado el Concejo Deliberanté y establecido el estado de sitio, ¢ ignoraba ostensiblemente a la Cémara de Diputa- dos. No obstante, la Concordancia enfrentaba el grave problema de la eleccién de su candidato. Castillo se inci- 16 finalmente por el senador Robustiano Patrén Costas, proderoso empresario azucarero saltefio y figura destaca- dda del Partido Demécrata Nacional, en una opeién de sentido discutido, que muchos interpretaron como un se ezuro cambio de rumbo en la furura politica exterior y que clviclé atin mas a sus partidarios. Lis dos alianzas politens, que se sentian débiles, era- rezaron a cultivar a los jefes militares, esperando que las Fuerzas Armadas ayudaran a desequilibrar una situacién teabada y a fortalecer un régimen institucional cada vez mis débil. Cultivando a los militares, Castillo conteibuy6 a debilitatfo ain mas, Los radicales, por su parte, se Su macon al nuevo juego y especularon con la candidatura del nuevo ministeo de Guerra, el general Pedro Pablo Ra- mires. Por su parte, los jefes militares discutieron casi abjertamente todas las opciones, y aparecieron grupos solpistas de diversa indole y tendencias, entre fos cuales se destacé una logia, el Grupo de Oficiales Unidos, que reunia a algunos coroneles y ottos oficiales de menor gra- duacién. Muchos apostaban a la ruptura del orden insti= tucional, sin que se perfilara el sujeto de la accion. Esta finalmente se desencadend, cuando Castillo pidié Ia re- nuncia al ministro Ramirez. El 4 de junio de 1943 el Ejée- cito depuso al presidente e interrumpi6 por segunda vez «l orden constitucional, antes atin de haber definido el programa del golpe, y ni siquiera la figura misma que lo encabezatia. IV. EL GOBIERNO DE PERN, |! | || 1943-1955 | | i asumié el 4 de junio de 1943 fue ue le permit ganar las elecconshge febero de1946, poco despues de que hanes en Sn jm po de sini, de ocr 1943, Pern completo ow period de cis Woe y fe f= Ieeto en 1951, para ser detrocad por un golpemiltar en | septcnire de 1955. En ests doce aos en qu ft fa fi | fu central de lepolics, al uno de da|su nombre a | movimiento que lo Apoyaba, Perén y el perbnismo mpri- | rmieron a la vida del pafs un giro sustancial y perducable: \ | tt i La Ge ty La revolucin del 4 de junio iain snare i por el general Rawson, quien renuncié antes de prestar | juramento, y fue reemplazado por el general Pedeo Pablo | smigez, ministo del sltimo gobieeno constituciopal. El!) episodio es expresivo de la pluralidad de tendencia exis: tentés.en el grupo revolucionario y de su indeff acerca tel rumbo 2 seguis, mas alld We coincidif en la conviesigh de que el orden constitucionalgstaba sin i ostasinlle- | y que la prodlamada candidatura de Paeé Teli acto poser extent El nue foe cité variadas exy fuera de las Fuerzas Armailas, | pues muchos conesrdaban con el diagnéstic, y adem {speraban algo del golb, incluso los radicals, sin ttbar-| 20, se constituyé casi eXelusivamente con militares, ye

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