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Pera el demumbe de sceso 10 dele patios policor Com shes eooce n ho nin polticn de tou a chad, que sem ‘ta Revolucion, Scat de los Tabopdors, Poliiea Overs, | nlf fervorosamente dando hie Ohvero Trotskits y Comunista ‘un singular campaaelee- Nita Lenni, cya secive i ve evar al runf, e130 des qucitan pebibidis de Gra i de octubre de 1983, al radical Ras Alf shaolin, Reconlemas gue al mi ‘mo tem, 2 ols “epee lac stiles gremialss de abs iors, empresarioe y peolsons less Des luego. ante la susp sién como la rchbicdn 90 ple rom pee ue Ls di fn i i Process de Reo alc hak sci plies ye es rocco nivel malo, po mi ain | Si bien come abeninen dl i Proce soe deci quel extern cones pics fon esis TAUCR. ilenci val In pela sal y municipal silo mf sever co leno pene fos ssp isn, Ex ele agente mea de Mane de Hs, ‘fa prs bs | | | ye inten a conver tr fy "Movi Nacional” Ene taneia de que envi se periaan Angst, fe En sma, la pins vn per il 3 Vila Visi se manera |El heredero de Balbin ccf deo (3) {pote Ap a eve tore fer Dever en un a 63 st aor sgn ew srs Ovo. Hit Sale Joaquin Moraes Soi ord LOS ERRORES |DEL GOBIERNO : Le fei de es pres Pero ex teats del “mal me oe ef derma en fot paar del Proce. Lo Muttiportidria A fines de 1978 yprincnion de 1979 amahos gente cles 3 alarmaron ance bs tesones pene tals prelate sobre et Bea fle Aungueflamente supecaloe ven enfenamiento mie ae renting cena, re svete ba fonioccin del Proceso fa 050 confab ypropensa al avenue ‘mobo Sin ear eletio de Moncey ay la Junta y de Viel como "evs bee lta fa exper de I se pode ak, confi una gral anferenca dep tke a los cies: Peto af ago de 1979 y 189 el pan de Manne Je os fe reveal a icons cin ef mesa soil coc yO ood aan ve, eccanes del mov snlento sings que los drgetes polite no poian ignore Deade el poder se sgut ins tiendo en que, aunque se brea alguna forma de dialog, ells no lnpliaba que se ersara en sls rewnela de Vie lees Aste lags de 9S cum Viola en La Preslencia Exe no ocala se propio de fora ‘on vera mento, ua era Pulleca ques enwirer en ae Forde Proce Elon pros Aig dejo inc gees {de Te UCR eclaminn Ballin swe promoviera ls coineldencla ‘Sov tds fs ss poles de roceitcas y dermis sectors de “pwc soc” fin de ni care elamo del regress al esto de detecho, la vigencia de a sob rina popular la coneatoria ae En cumple rcnto de este sclame, Balbo, imo pesilente del Comité No hal tt ay dcamento que ‘ona a “no lo sectre po ns, ep tures neler relat sn estate ie eft eer Ia dereracis neluyendo lin omental “ana pin Je mein elecione” (Cam readeljtician, elMvimiento de Inept y Dee ‘srl el Pati foansgete y bh Democrcts Cesta larsan en onsn una consoraori al pa EL nuevo consensoprtagoiza por los fcr plea ms potantes 2 conochla con el nombre de "Avamblea Muliportidia” y se omc ol 2L dejo de 1981, EL J a a] aah he Govern easel «a ile. Frond y geo exit fern Franc Frgein: mali ‘gyn aparece coms “ant ana (16 se jun) al gobierno pa {a pn we weenie de eter yates” erence a ‘np ncn il, Enis bs Mule lr emo hy on Ju La educacién | militar op aie mh antl conahe sta ubherct mp run pred Eee eel te fcr po aera dl deli ler elitr by gaan de mace ean ite se Inka el ent y Ra Alona lel putin eon fen ue osc se bis ha También Abogsray relanaby a sada un sl “el problems porns fe resulto aly el 17 de ur io pero ya es demi rnd Seba 1 aso ‘ato aah pedo ‘lea del Edo on one upeeccararvet, By consmne yrs een parepacn itr debe ser dietn err dt : te fess rors resolver: ors abel que ‘ona exclsvamente en la se ‘ate el pueblo argentino. Ee ne smaenny una ssc oe «imosteibey pa tomae pls’ Peromisllde bo que shins irs en ses pea, promo plisco ya ea Indrribl, yen ele 1 de ky pros bala 1s agacin ue suele rover a canoes tov electors impr tante Cong cctiklad dara sce ‘on, er inipensble revlon de oe rents, cable cqlansialil ees rents tts tn bs te “enc epee en a o> lets En la UCR, Als, Arado el Mosimiento de Reno pas Cate ee ae toda canara prestenciat que 2 le plies oponee por ree de los elementos balbinias ‘lendos en Linea Nacional. En entre quienes dieron las Grdenes que condujecon al get tocidio, quienes te limitaron a cumplitls y quienes se excedieron, cometiendo delitos aberrantes. Se trataba de concentra el castigo en las cipulasy en las mis notoras bites noire y aplcar al resto el eriterio de la obedienci dsbida. Sobre todo, el gobierno confiaba en que las pro. pias Fuerzas Armadas te comprometieran con esta prot Puerta, intermedia entre las demandas de la civilidad y fa postra dominante entre los militares, que asumiran Ia erties de s4 propia acci6n y procedicran a su depura- Si6n, castgendo s fos méaines culpabes. Para ello, so procedié a reformar el Cédigo de Justicia Militar, esta: Deciendo una primera instanciaeastrense y otra civil, se dispuro el enjuiciamiento de las tres primeras Juntas Mltre, alas que se sum fa edpula de las organizacio- tes armadas ERD (de hecho extinguida) y Montoneros. 3a Se trataba de transitar un dificil camino, entce dos in tcansigencias, El primer contratiempo sobrevino cuando se hizo evidente que los militares se negaban a revises su accién y a juzgar a sus jefe: a fin del ao 1984, cuando se sentian los primeros remezones en los cuarels, los ti- bunales casrensesproclamaron la correccién de lo actus- do por las Juntas, y entonces las causa judiiales fueron ppasadas por el Ejecutivo a los tribunals civiles; en abril de 1985, en un elima mucho més agiado atin, comenzd el juiciopblco de los ex comandantes. El juicio, que di 16 hasta fin de ao, termind de zevela las atrocidades de la represién, pero mostré una cierta pérdida de miltancia de la civildad, mientras las organizaciones defensoras de los derechos Rumanos hacfan oir una vou cada vex mis dlura¢ intransigente. Comenzaron a escucharse otras vo- ces, hasta entonces prudentemente slenciadas, que defen- dieron la aczién de los miliaresy reclamazon su amnie- A fin de 1985, poco después de que el gobierno {ganara las clecioneslegisltivas, ¢ conoci6 el fallo, que condené a los ex comandantes, negé que hubiera habido guerra alguna que jusificara su accién, distingui6 entre Ins esponsabilidades de cada uno de ellos, y dispuso con- sinuar a accién penal contra los demés responsables de Jas operaciones. La justcia habia certfcado la aberrante conducta de los jefes del proceso, habia descalificado sualquierjustficacin y los militares habian quedado so- retidos a la ley civil —circunstancia absolutamente ex cepcional— y en ese sentido fue un fallo ejempla, Pero no clausuraba el problema pendiente entre Ia sociedad y |a insttucién militar, sino que lo mantenia abierto De ahi en ms la justicia siguié activa, dando curso a tas multiples denuncias contea oficiales de distinta grax uacién, citindolos y encauséndoles. Le convalsibn in- tema de las Fuerzas Armadas, y muy especialmente del jétcito, vo un nuevo ej: ya no ae tataba tanto de ls reivindicaci6n global como de la situacién de los citados pot los jueces, oficiales de menor geaduaci6a, que no se 342 coosideraban los responsables sino los ejecutores de lo imputado, El gobierno, por s parte, inicid un largo y dlesgastanteintento de acotac y poner limies a la acein judicial, paca asi contener ese clima de fronda que fer mnentaba en los cuarteles,alimentado por oa soldacidad Horizontal que desbordaba Ia estevcrurajerdrquica. Se trataba de una decision politica, ni ica ni judi, basa da en un cileulo de fueraas que demosted ser bastante sjustado, materializada sucesvamence en [a eyes llara- das de Punto Final y de Obediencia Debida. La primera, Sancionada a fines de 1985, ponia wn limite teaporal de dios meses als ciacione udicials, pasado el cual ya 20 habia ots nuevas. Nadie acompai al gobiemo co Ia Sancidn de esta ley a deecha, peroietsy liberal, por ser partdacios de una amoisia completa; los sectors progte- Iisa, incluyendo al peronisina fenovsdor, por no cargar on sus costos politicos. Estos fron altos, y sus ceslta- dos terminaron siendo contraproducentes, pcs slo 3¢ loge ald rained Y extant, cen lagar de aligerae el problema lo agudizaron. Mun ese contexto se ego alepiodio de Semana Santa de 1987. Un grapa de oficiales, eneaberaéo po el tenien te coronel Aldo Rico te aevarteld en Campo de Mayo txigiendo una solucgn politica la euestion de ls cit Clones y,en general, wna reconsideracin de la conducta del Ejercivo, 2 0 jucioinjustamente condenado. No se ttataba de fos tipicor levantamientos de los aoteriores Sincuenta © ssenta afr, pues los oficiales amotinados fo cuestionaban el arden consicional sino que le pe- dian al gobierno que solucionara el problema de wo gs po de aicales, Tampoco tuvieron, a diferencia de todos Eqveloe levantamientos anteriores, el respaldo de seeo- tes de ln sociedad civil que normslmente eran los moto- tes de los golpes, Cucstionaban en cambio, y con vehe- tueaea, la propia condussion del Eris los generale gue descargaban sus responsabilidad en los subordi dos, y que ademis cran responsables de la deers en 343 Malvinas y dela “entrega” del pais los intereses extean- jeros, pues los amotinados asumieron las coasignas del ticionalismo fascistizante, asf como formas de accién ‘erdaderammente subversivas del orden militar, movilizan do a las bases —es decie a los oficiales de baja gradus- cién— y proclamndose como la conduccién del autént- co Fecto nacional Frente a ellos, la reaccién de Is sociedad civil fue un. nime y masiva. Todos los partidos politicos y todas las organizaciones de la sociedad —pateonales, sindicales, culturales, civles de todo tipo— manifestaron activamen- fe su apoyo al orden institucional, firmaton un Acta de CCompromiso Democritico —que incluia desde las orga niacones empresarias los drigentes de inquierds— y rodearon al gobierno. La reacciéa masiva e instanténea pexmitisevitae deseciones © ambigdedades, y cor toda posibilidad de spoyo civil s los amotinados. La eiviidad fe movilzo, lens las plazas del pais y se mantuvo en Vigi- lia durante ls cuatro dias que duré el episodio. Muchos de ellos etaban dispucstos a matchar sobse Campo de Mayo. La tensién dal polo civil —que en el fondo era el gets reapaldo del gobiermo— fue méxima. Alcan26 pata pater un atague directo Ia insttucionalidad, pero no fue suficiente para que los militares se doblegaran ante [a sociedad. Aunque el motin suscité pocas adhesiones ex- plicitas entre los militares, en el fondo todos acordaban on sus eamatadas “carapintadas”:ninguno de ellos estu- vo dispuesto a disparae un tiro para obliarlos a deponer ss atid Durante Ine cuatro tentas jornadas hubo muchas ne- gociaciones, pero éstas no se concretaton hasta que Al- fonsin —quien presidia la gran concentracincivca dela Diszs de Mayo— no se entrevist6 con los amotinados en Campo de Mayo. Se llegé a un extra acuerdo. El go- Bieeo sostuvo que haria lo que ya habia decidido hacer lo que sera Ia ley de Obediencia Debida, que exculpa be masivamente a los suboedinados— y los amorinados 344 no impusieron ninguna condicién y aceptaron la respon sabilidad de su aeci6n. Pero para todos apareci6 conio una elaudicacién, en parte porque asi lo presentacon ta~ to ls “carapincadas” amotinados como la oposicién po- Ttica, que no quis6 asumir ninguna responsabilidad en el acuerdo. Pero pes6 mucho mas el desencanto, la eviden- ia del fin de la slusén: la eivilidad era ineapaz de doble- ar a los militares. Para la sociedad, era el fin de la ilu- én de la democracia. Para el gobierno, el fracaso de su tento de resolver de manera digna el enfrentamiento del Fército con la sociedad, y el comienzo de un largo y de5- tastante calvari. Comparativamente, el combate con la corporacion sindical, que tuvo resultados similares, fue mucho menos heroico. El poder de los sindicalistas,restaurado en parte al final del gobierno militar, se hallaba debilitado por la derrota electoral del peronismo —en cuya conduccién los ditigentes sindicales tenfan ua peso importante— y en ge- eral por el repudio de la sociedad a las viejas précticas de a corporaci6n, que habian aflorado durante la camps- fia, a lo que debfa sumarse la profunda divisién existente cate los drigentes. Por otra pate, su situacién era insti- tucionalmente precaria: buena parte de ls legilacién normaba la accién gremial habia sido barrida por el régi- men militar; muchos sindicatos estaban intervenidos,y €n otros los dirigentes s6lo tenian_titulos provisionales,|0 smandatos prorogados desde 1975, de modo que la nor- ralizacin electoral debia ser inmediata, El gobierno se propuso aprovechar esa debilidad re- lativa, asi como el respaldo de la eivlidad que, seqiin juzgaban, debia incluir sectores no desdefiables de tra- bajadores, cuya voluntad participativa se manifestaba claramente, y se anz6 a democratizr os sindiatos, pata abr ls puertas a un espectro més amplio de corrientes. EI ministro Mucei —an veterano sindicalista de origen socialista— proyect6 una ley de normalizacién insttucio ral de los sindicatos que ineluia el voto secret, directo y sis obligaorio, la representacin de las minoras, la limita- ‘cin de la cecleczi6n, y sobre todo la fscalizacién de los \comicios por el Estado. Se tataba de un desafo frontal, ‘ante el eval se unifiaron todas las corientes del peronis ‘mo, geemialy politico: en marzo de 1984 la ley fue apro- ‘bada en la Cémara de Diputados, pero el Senado la re- chazé, por un tnico pero decisive voro. De inmediato el \gobierno arrié banderas, puso 2 funcionarios més flexi ibles al frente de la negociacién con los gremialistas y acordé con ellos nuevas normas clectorales. A mediados de 1985 se habian normalizado los euezpos dizectivos de los sindieatos, y aunque ls listas de oposicién babian ga- ‘nado algunos lngaces, en lo esencial las vieas dreeciones sesultaron confiemadas, | EL impulso civil y democrético habia experimentado Jon temprano y fuerte contraste ante el poder sindealre- keonstituido, que apoyandose en las ceecientes dificultades vondmicas se enfrent sistemsticamente con el gobieena, Entre 1984 y 1988, cuando decidié concentrar 1 aten in en la campaia electoral, la CT organi tree paros igenerales contra el gobierno constiticional, cifra que con- frastaba con la escasa movilizacién ea tempos del ante- rior gobierno militar. Salvo el breve pesioda posterior a junio de 1985, cuando el gobierno abruvo un respaldo importante de la sociedad para su plan econémico, con- talidado en [a excelente eleecién de noviembre, la presia 4de la CGT fue intensa, Se apoyé en las indudables tensio- hnes sociales generadas por Ia inflacién —que llevaba a fina permanente lucha por mantener el salacio real— Jos comienzos del ajuste del sector estatal, que movilizd partcularmente a los empleados piblicos,pezo su car fer fue dominantemente politico. Los sindicaistas logra- ron expresar de manera unificada el descontento social ¢ integrar a sectores no sindicaizados, como los jubilados, pero también hicieron alianza con los empresarios, la Iglesia y los geupos de inquierda. Los zeclamos fueron po- co coherentes —ineluian desde las aspicaciones ms lie 346 rales dl establishment econémico hasta pedides de rp: tara con el Fondo Monetario— pero te uificaban en un Ceumdn ataque contra el gobiemo, que icluyé en alga momenta decane lesan que vata" certcign que abrié el gobierno, pec fo hia con el esto Que habia desplegado exitoamence entre 1955 y 1973 tegocia golpear, conversry abandonar la negocacia fon un “portazo", lo cual pemiti6 unity galvaniar las Fueraas propia, que en otros aspectos pretentaban peo fundas diferencias, Sail Ubsldn,diignte de un pequ io sindicato ysecetaria general dela Co, fue Ia gure CGtdctectcn deena erp, no ado por peculiar exo, adecuad para sella el arco de alanaat del mundo del trabajo y ls pobreza, sino sobre todo porque su escass Fuecea propa lo convetnen pn de equiibio ene as distintascorientes en que se ida el indica. El gobierno, que sbré permanentemente los espacios para cl ddlogo y la concertacién, pero tn dscte ls l= feamentos dea polit exons, pado resis ben cl nificaba para la exabizacin econdmica, en tant conto fon el apoyo consistent de la cividad Ia esata pre sibn de ors feria corportivas. La apertura de ditn- tos lentes de oposiin, y my pacculamente el militar impulscon al gobiema a ua aniobea aude: concerts: fon un grapo importante de sindicatos —os "13", que inclfan los mis importantes dela actividad privada y de ls empresas del Estado y nombrat a uno de sus dt figentes tn el cargo de minisro de Trabajo. El acuerdo tra transparete cai grotto, «inclu la saneiéa del Conjunto de leyes que organiasba la actividad sindieal je asocaciones profesinales, de convenciones clect- vas, de obras sociales, contrladas por lr sindicatos— en teeminos similares a ios de 1975. A cambio de esas im portantes concesiones, el gobierno —que sactificaba prin: ipios enunciados largamente— obcenia poco: una relsti- 347 '2 tegua social, pues la oposicién sindicsl qued6 pro- fundamente dividida, y ua eventual apoyo politico, que en rigor nunca se concret6. Quizd tambiéo, un respaldo feente al embate de la corporacién militar, que no debia darse por descontado. Luego de la victoria del peronis: mo en Ia eleccién de septiembre de 1987, el gobierno prescindié de su ministro-sindicalista, pero mantuvo los compromisos. Con Is nueva legislacién, el poder de Iz poracién sindical quedaba plenamente reconstituido y Is ilosién de la eivilidad democeética de someterlos a sus reglas se desvaneci, EI Plan Austral En ls estentegis seguida ante el poder sindical se habia optado inicialmente por el enfrentamiento, desdefando Ia posibilidad de concertar con él soluciones a la crisis eco- némica. En verdad, aunque al principio parecié mucho menos urgente que los problemas politicos, esta cuestién cera extremadamente grave. La inflacin, desatada desde mediados de 1982, estaba institucionalizada, y todos los sctores habian incorporado a sus pricticas el supuesto de la incertidumbee y la especulacién, incluso para defender rmodestor ingresos. Junto con el déficit fiscal y Ia deuda externa, que seguia ececiendo, constiufan la parte mis vi- sible del problema, que se prolongab: en una economia estancada desde principios de la década, cerrada ¢ incfi- ciente y fuertemente vulnerable en lo extemo, en la que ceseaseaban los empresarios dispuestos 9 arriesgar y apos- car al crecimiento y donde los grupos econSmicos mis coneentrados, que & teavés del Estado absorbjan recursos de toda la sociedad, habian alcanzado la posibilidad de bloquear los intentas que desde el poder puiblico se hicie- ran paca modificar su situacin ese a que el flujo de capitales re habia cortado desde 1981, la deuda externa seguia cxeciendo por la acumula ua j cid de iteress, al punto de que al fin de fs década du} Plicatia con exceso fos valores de 1981, y el Estado, gud 1982 habia asumido Ia deuda de lor particulaes, cary tba con el pago de unoe servicios que insiman buena arte de aus ingeesos correntes. Ciertamente, esas oblige ones se refinanciaban con frecuencia, pero slo cuando te contaba con Ia buena voluntad del Fondo Monetario Internacional, que a cambio exigia Ia adopcién de politi Gis orientadas prineipalmente a aumentas Is capacidad ‘nmediata de pago de lor servicios. El Estado, a s vet, afrontaba un défieitereciente, cuyo origen lejano quizd rodia ubicarse —como afiemaban sus erticos liberales— tls magnitud del apazato de servicios sociales a an épocas de mayor bonanza, peo sobre todo en la mi tcciente caida espectacular de sus recaudaciones, en el pe zo de los pagos al exterior y en Ia magnitud de las subs ‘enciones de todo tipo que recibfan los sectores empresa ‘ios ligados a él en forma parasitaia. Esa masa de gastos! debia afrontarse con recaudaciones en baj, comidas por, Ia inflacion y la indisciplina de los contribuyentes, sin ré- dito externo ni interao —todo el mundo transformaba, sus aborros en délares— y sin grandes bolas de recursos scumulados de donde romarlos, como en ottos tempos Io habian sido los excedentes del comercio exterior o los delascajas de jubilaciones. Bl problema, que en lo iame-| diate repeccutia en una inflacion permaneote que distor- Sionaba las condiciones de la economia, afectaba final: mente l propia eapacidad del Estedo para gobernar efetvamente la economia y la sociedad misma. Sia la distancia la necesidad de encarae soluciones de fondo puede resularevidente, en el momento parciéne~ cxirio subordinaras alas necesidades de la reconstuc- Gién de un sistema demoerdtico todavia débil y de un Estado més débil atin, El nuevo gobierno y muchos de auienes lo acompafiaron consideraron prioritario no ca divsiones en el campo de le civilidad, que consti- tua su gran apoyo, y evtar al conjunto de le poblacién 349) los costos de una reforma profunds, cuya necesidad, por otra parte, no parecia evidente, sobre todo si alguno de los rumbos clegidot chocaba con tradiciones sélidamente arraigadas acerca de los deberes y funciones del Estado. Por otra parte, si esa reformas habsian de tener un senti- do democritico, equitativo y justo, slo serian viables con un poder extatal fuerte ysélidamente cespaldado Durante el primer afio del gobierno radical, la politica éconémiea, orientada por el ministro Grinspun, se ajust6 a las foros dirgistas y zedstibutivasclisicas,simila~ res a las aplicadas entre 1963 y 1966, que en sus rasgos sgenerales el radialismo compara con el peconismo’his- ico. La mejora de las emuneraciones de los trabajado junto con eréditos égiles& los empresarios medi ib para la reactivaci6n del mercado interno y la movi- linaci6n de la eapacidad ociosa del aparato productivo. La politica incluia el control esata del exédito, el merea- dio de cambios y los precios, y se completaba con impor- tantes medidas de accién social, como el Programa mentario Nacional, que proveyd a las necesidades rinimas de los sectores mis pobres. Con tado ello, no sélo se apuntaba a mejorar la situacion de los sectores ‘dios y popes, sino a satisfacer las demandas de jus- ficia y equidad social, que babian sido banderas en la campaia electoral. Tal politica concité la activa oposi- cién de distintos sectores empresarios, que esgeimieron Jas consignas del iberalismo coneza lo que denominaban populism e intervencionismo estatal, pero tambiéa la e- sistencia de la CGT, en este caso de eaizdefinidamente po- Iitiea, lo que hizo fracasar los intentos de concertacién que eran parte de la estratepia del gobierno. Este debi6 afrontar a la vex un juego de pinzas de los dos grandes actores coxporativos —unidos para el ata- ‘que-—y una puja desatada por Ia distribucién del ingreso, ‘agudizada por la fuerte inflacién, Todo ponia de mani- festo [a insuficiencia de una politica que no tomabs ea cuenta la radical trnsformacién de Iss condiciones de la 350 economia luego de 1975, el deteriora del aparato produc- tivo y su incapacidad pata reaccionar eficientemente ante los estimulos de la demands, la magnitud del déficit fiscal y de la deuda externa. Con ésta se oscil entce dos cami- ‘nos, que reflejaban ambos el espiritu del impulso demo- eritico de la hora pero resultaron igualmence iacondu: centes. Se teat6 de lograr la buena voluacad de los screedores, con el argumento de que las jévenes democra cias debian see protegidas, y se los. amenazé con la cons: tirucién de un lub de deudores” lasinoamericano, gue repudiara la deuda en conjunto. A principios de 1985, cuando la inflacién amenazaba desbordar en una hiperinflacin, la conflictividad social se agudizaba y los acreedores externos hacian sentie enérgicamente su disconformidad, el presidente Alfoasia ‘reemplazé a su ministeo de Economia por Juan Soucrou Ile, un técnica recientemente acereado al radicalismo, ue lo acompaié casi hasta el final de su gobierno. Para formulae su plan de accidn, el ministro necesit6 casi cua tro meses, que fueron teriblemente duros para el gobicc- no, pues al descontcol de la economia se sutnaba la mo- Vilizacion de la Cot con su plan de lucha, la de los distintos sectores empresarios y sus voceras politicos, particularmente Alsogaeay y el ex presidente Frondizi, sobee todo la agiracién miliar, en visperas del inicio del juicio a las Juncas. A fines de abril, I eivilidad, convocs- daa la Plaza de Mayo para defender al gobiceno y des baratar un posible golpe de Estado, recibié el anuncio el inicio de una “economia de guerra", que anulé los Glcimos intentos de concertacién. El 14 de mayo de 1985, finalmente, se anuncié el auevo plan econémico, bautizado como Plan Austral. Su objetivo era superar la coyuncara adversa y estabi liaar la economia en el corto plazo, de modo de ereat las condiciones para poder proyectar transformaciones més profundas, de reforma o de crecimiento. Aunque éstes n0 estaban enunciadas, sin duda incluian desalentar las eon: ast vers espeulativas estmuladas por fa itso, in- Sn version peodostiv el eecmienr, Pero lo urgente tra deen in nlaion, Se congelavon simulSoeamente resin salatory tarts de sericion pbc, se egul- Fon ios cambios tsa de ates, sopra mio tmooetetia pare eguibrar el defi fncal lo que supo- Sa sumic ona rigia dsilina en gesos © ingresos—, Se ciminaron los mecanismoe de indexacén desareoll Gos cuca In anterior etapa dealt inflacin yeesponse- bles desu mantenimicnta ines Smbolo el inicio de ton nueva caps, se cambiabs fa moneda y el peso ert reemplzado pore sual Tborade por un equipo técnica de excelente nivel pero ajeno tant a pstido gbernante como a exalgue- fade on grandes grupo de teen el plan se sustensba Scasivamente ee cepa del gobiemo, de iio falor, cn su capscided pa suc apoyo cn ls soc. {ad Ripidament loge fenat a inflaton, yan se gan sso apoyo general, paca lo eval fue decisivo que el plan no aecaracopectcamente 2 ingin sector de a soce- Gnd, No hobo aida de scivdad ni desocepacion, oe teadcionalmente eran fa clave de lo planes de estaba Sign, pero ampoce se afer a fr ectoresempeesaran les ialuyendovs lo que medraban con el Estado, x¥os onsatos fueron en general resptados, El ajuse fiseal fe sensible per wo dramatic ov salacios Tos em plcados esiataesfuczom congelador ma exrctamente fue low del sear privado, pero no bo despid EXuseiSn mejors sobre toda como consecvencia ce ls eclucin fet I fn sad» algoos im fs an los gastos del Endo, Los ateedoresexterns sea tangs tase pol meena ini dl hicene de carpe los ceenpsomiros com por la ag fade mors dels finanze estates, ysobe todo pore ine apovo gue el plan recibi tanto dl gobiern ner meas internacionales Se trataba del “plan de todos”, quizé la mis pucaide las ceaizacioncs dela iusion democrtic: cate todos, on solidaridad yin dolor podian solucionars: los pro- blmas més complejo, aun aquelloe que implcaban cho: ues de interes me profundos. El gobierno obtuvo ou premio en la lecionesparcales de noviembre de 1985: apenas seis meses después de estar el pat al borde del aor, logs un claro éxito electoral que sigificabe el apo- yo general de la civilidad a la politica econémica. La to- tedad estaba, sin embargo, en que en la preeeupecién fe- neal, las cuestioneseconSmicas habfan pasado al primer plano, de modo que en lo sucesivo, éxitos y fracasos'se ‘medirian por ellas. a plaeidcr durd poco. Ya desde fines de 1985 se ad vie fs waceaincpiene de i inflacidn, que el gobiano debi reeonocer en abil de 1986 con un “sinceramiento™ Y ajuste parcial, Infuyeron en parte las difcultades re- fientes en el sector extemo, dsbido al detrumibe de los precios mundiales de los eereales como conseevencia de Azcisiones polticas de Estados Unidon, que afets tanto los ingress dei Estado como de los productores rule, Se sumé el aflojamiento de la disciplina social que requ ria el pla, senible «cualquier intento de modifica los precios celativos. Renacieron ls pujas corporates, que realimentaron la nflacion: l cor, embanderad conta, Congelamizntosalaral, que afectaba sobre todo a lo pleados estatales, y lor empresarios, iderados por los productores rules, que se movilizaron contra el conge~ lamiento de precios. Curiosamente, ambos coincidian x un reclamo comin contra el Estado. La reaparici6n tin tapida de los vsjos problemas indicaba que, en el fondo, nada habia cambiado demasiado. El plan, cficaz para la cstabilizacion ripida, uo preveia cambiar las condiciones de fondo, o intentaba hacerlo con ajustes que no supusic- ‘an ni dolores ni conflicos. Se intent eeactiva la sibn exscnjere,eapecialmente en el ren. ptclers —el presidente Alfa anunlé este pla co Houston, capital Eins grades empress pecker yy tambien te ebo- throm flanes de tlonma faral mis prfunda, avai Clém de empress exntalesy desegulacion del eeone- tia: Todo llochocsba ton tees y convisiones muy floes en la soceded, araigada tnto en el procs thine en el propio paride gobernante, de dade sig. tho bloqureraeautlniceivn: Sob todo, eniques de estos rumbos hubieasgnifado, a diferencia dl Plan fhusal,enentarse Con aiguno de os fuses interests phuriuidon 0 grevar al gruso ee lasoiedad con los pst de la rforma, A medida que se bacla ma lars I pert ph woanepereeeay syleraye eran Teal dccubva gue sus bse de apoye eran a tenes 1 iad por cobs peincpies de 1967, cuando ve volva 4 agualze le confcvidd socal, ef gobierno decid theta en lon grandes groponcorportivon « on ue thus principlo habe ausndoy combutdo. Ea none {oven que un sndiait,propueto por un coojunto de tor mds importantes sndiaton, ve hacia cargo del Mi fiber de"Trabejo, un grupe de fancionuros de ls pander empresas ligadat' los contatosenatales fat Eeavocado par eligi ln erprees palin yun pole ‘en dea de mance en lv asocetones rues ea tombrado sccretario de Agriculture, Se renunclaba al fucio de coutrlar las corporecione, se cerraba i et fa de lesion del predominio del interés publica, {elvan a dominar lr terse particulars de lord ntos sectores de la sociedad, y entre ellos, naturalmen- te, los de los mas poderosos. Ventajas ¢ inconvenientes dle nocen pola we blancearon: la tegua socal lo. fads tuvo Como contrapatida el blogueo que le dr ira cosporacooesinpentan epoliins gor lx ui fam afecta, Emprctrioe y siodclisasdejaron de exer de acuerdo, sabre todo cuando ets lograron la sancion de le lepislacn premial que aeababa an las expecta 354 vas de flexibilizar las celaciones salariales. Pero por orca parte, cuando en abril de 1987 los milicares dessfiaron el poder civil, por primera vez desde 1930 no enconte:- ron ningin apoyo en la sociedad. En cierto sentido, [a institucionalidad democrética estaba salvada, a costa Is posibilidad de una reforma de la economia encacauia democraticamente. En julio de 1987 el gobiemo encaré un nuevo reformas, que conté con el aval de los principales area nismos externas —particularmente el Banco Mundial, ya politica empez6 a distanciarse de la del FMI— y 9; procuré conciliar la necesidad del ajuste del Estado con Jos intereses de os grandes empresatios. Una reform impo sitiva mas dua y profunda debia acompafarse de una poli- tica de privatizacién de empresas exatales y de una deietica reduecién de sus gastos. Pero este inteato nacié sin la fuecza politica capaz de sustentarlo, sobre code luego de Ia derrota electoral de septiembce de 1987. En noviein bre, los gremialistas se alejaron del gabinece. A los conflic: tos entre sindicalistas y empresarios se sum6 la dificultad de éstos, divididos en sectores de intereses conteapucstos, para proponer una linea comiin de avcién. El peronismo, sobre todo, apuntando con auevo optimismo a las ele ciones presidenciales de 1989, se neg6 a respaldae cefor- mas cuyo costo social era evideate. De ese modo, la pro: yectada reconciliacién con las corporaciones, que supuso un fuerte deteriora de la imagen del gobierno radical ance la civilidad, no rindié tampoco los frutos esperados en el terreno ecanémico, donde Ia inestabilidad y la sensaciéa de falea de gobernabilidad fue creciente La apelacién a la civilidad Inicialmente el gobierno radical sélo habia sido tolerado por las grandes corporaciones —en rigor, el eandidato peronista huiera satisfecho mucho ms cabalmente a las 355 Fuereas Aemadasy a la Ilesia—, de modo que debia res paldarse en mu poder institucional. Pero alli también = apoyo ers limitado, particularmente en el Congeeso: It roayorfa que tuvieron los radicale en la Cara de Dips- tados hasta 1987 se contrapesaba con la mayoriacelativa de los peronstasen el Senado, donde un grupo de repre sentantes de partidos provinciales desempesaban el be- neficioso papel de arbiteos inconstantes. Asi, los dos grandes partidos tenian en el Congeso —que era el eo ratén del sistema democritico— la posbilidad de veta. se reciprocamente, y como no habia habido acuerdos previo sobre e6mo se conduciria el proceso politico, que nadie dudabs en ealficar como teansicional, fue mas di fic ain llegar a ellos cuando cada partido procuraba dlesempedar con eficacia sus reepectivos papeles de of ialismo y oporiién, sea siniaeién planteaba un problema para el gobice- so, necesitado de un fuere apoyo institucional en Is reso- lucida de los problemas de la criss, y también para el proceso, todavia frag, de insttucionalizacia de la de- mocracia. A menudo, al gobiemo se le plantes a opcién de gobernazefectivamente, desplegando su voluncad pol tics pero teosando las cuerdas del sistema insiteciona, © eater de concertar las distintas opiniones y llegar a acuztdos que, al costo de soslayar problemas y opciones, foralecieran el sistema institucional. Titoneado por dis tintgstradiiones polticas, el gobieeno redical adopt, rientras pudo, una suerte de via media entre ambas al Lor grandes apoyos del gobierno se encontraban en el tadiealismo, y en el amplio conjunto de la eivilidad que directa indireeramente lo habia respaldado. Se trataba 4e un actor politico mucho mis inestable que aquél pero aque, por las peevliaceseireunstancias de la ers del régi ‘en militar tenia inicialmeate un gran poder. La Union Civiea Radieal baba sido tradizionalmente el gran part do de la evilidad, y el que contaba con mayores antece- 6 dentes y capacidades para organiarlay galvanizatla realidad, se trataba de un partido complejo y fragmenta- ro, en el que coexistian variadas tendencias y donde se ‘epresentaban miliples intereses, a menudo de peso local 6 regional, todo lo cual daba un gran mosaico, dificil de) snificar. Desde 1983 Rasil Alfonsin establecié un fuerte lideraz-| gp, sobre todo capitalizando en el interior del partido el fran apoyo que haba ganado en la civilidad. Su agrupa-, sién interna, el Movimiento de Renovacién y Cambio) que fundé en 1972, cuando disputaba la condueci6n con Ricardo Balbin—, era poco més que una red de| aliaazas personales, a la ver eficaz y poco contistente cunndo se trataba no ya de ganar eleccones interna sino| de proponer a la sociedad grandes lineas programmteas. Més notable fue la accid de un grupo de dieigentesjéve des, provenieotes en su may cia de fa militancia univers tara, que integra Junta Coordinadoca Nacional, 0 sim-| plemeate [a *Coordinadora”. Surgido hacia 1968, el, frupo arrastraba en sus ideas y modos de accién mucho) dela experiencia que culminé en 1975: confluencia de| teadiciones socialistas y antiimperialistas, sentido de la) ia orgénica y la disciplina partidara, fe en In mo-) Vlizacign de las masas. Voleados en 1982 a la vida partic) asia detcés de Alfonsin, aportaron algunos elementos| ieoldgicos a su discurso, pero sobre todo una gran eapa-| Gidad para la organizacién y la movilizacin de esa civili-| dad que estaba constituyéndose en actor politico, y a Ia] que Alfonsin convocaba con el programa de la Gonstitu-| tién. También aportaron euadros cfcaces, tanto pata la| lucha partidaria como para la administeacién del, pats, y, mm ambos campos sobresaieron por su disciplina, su ef-| cacia y también su pragmatismo, en cl dificil arte de tejer slianzas y en la ejecucidn de poiiticas que sélo genética- mente podian filiarse en los contenidos programiticos originales. La Coordinadora gané mucho poder, y suscité resistencias intemas, en un contexto de disputa partidaria 357 en el que la unidad, dificil y precaria, solo podia mante nerse gracias ala conduccin, fuerte yen cierto mode ca Uillsca, de quien era a la vex presidente de la Nacién y del partido. EL pacto entce Alfonsia y la civilidad se sll6 en la no- table campatia electoral de 1983, en sus grandes actos masives yen la fe comin en la democracia como pana- cea, Consciente de que ali esidia su gran capital politico, ‘Alfonsinsiguié utilizando csa movilizacia, convocindo- ta-en ocasiones a la Plaza de Mayo o al referéndum para resolver situacionesdifcles, como la resistencia del Sena- doa aprobar el tratado por el Beagle, o el cimulo de menazas que se cernfa en las vsperas éel Plan Austr Pero, vobre todo, tabaj6 intensamente en su educaci en la constitucin de la evilidad como actor politico ma dro y conscent. Para la movilizacibn callejera —un ex: lo poltico emparentado con el de las grandes jornadas de dice aftor aeét— In Coordinadora era insusttuible, pero para esta otra labor necesit6 del apoyo de un importante Eonjunto de intleetales, convocades para asesorrlo en diversos lates instancias. Estos le suministraron los in- sumos de ideas, relaboradas y voleadas con singslar per Gia por ts dirigente que —camo ba puncalizado Carlos | Altamirano— estaba convencido de que el nico gobier- no legitimo era el que se basaba en el convencimiento de la sociedad por medio de argumentos racionales. Alfonsin le propuso los grandes temas y las grandes metas. La luca contra el autoritarismo y por la democra- tizaci6n cubri la primera fase de su gobierno, pero desde 1 Plan Austral, y sobre todo luego del triunfo electoral de noviembre de 1985, su discurso se orient6 hacia los te ‘mas del pacto democritico, la participacién y la concerts cién, y hacia la nueva meta de la modernizacién, un eon- ceepto que incluia desde las estructuras institucionales hasta los mecanismos de la economfa, en los que las cues tiones dela reforma del Estado, la apertura y la desregu Tacién aparecfan formulados en el contexto de la demo: | craci, la equidad y loca de sldarided. Tales temas {e mantfesticon en una seie de eeformas concen, gut tuceivamentepropuss la refonma dl Esco rad dela Capital lsu la efomaconstivcionl, no cones. tadas pero con ls ue logré manteee la insane en Giscstn pala, En todes ells subyact Una Ingustad Ta convergencia de distetas tedcones policas deers de un proyecto democritco y modemizidor co. ‘i Tari oe ean ati et pe correfeenci' or antcendenres el eguyeiunay tiga tes ne planteo, ue nunc legs a explicit plenamea- te ho fechinar I estvtara el paride gubernane, que lcvaba cuatro décadas combatiendo ef ovimienehae: dePeiéo, de Fronds, dela corporacion india de alga, nos sectors emesis: evo, obe cada la apace a Is moviliacon dela cvidaaysumade al ue provag. aise presienen suse das sob au ielacign ae tica com el proceso de insucinalizaion demeceitic, Dado el equa de fueransy el repr de posione inatiuconale, el gobierno lebie a menudo eegi ene én muchos catorhubierallevado 2 une concereacign tal te implica renunciar alos ebctivespropramicos, 0 Combinar aque apoyo, de natuslers més Ben plebana fia, con el amplio marge de aterided pesdenial que Us nonmasy lox anrecedentes aocdabany yaa preionat 21 Congreso desde la calle pasar pr the, ole ge isa It usta, En varios cases, gbiere de Alfonin :vanaé por ere camino, pro su sila convecones sat lofenaron pronto, ycon ell modertton una volun. tad pola ques contra Maguiavlo se neprba 2 conten Tis fries bats desu poder esidan en lcobereneia teasin deers cvlidad que lo habia consgende pes dente. Sus limitaciones pasaban por la tidelidad al pacto inicial, construido en torno del principio del bien comin, Pronto corrofdo por el resurgimiento de los intereses sce toriales, por la primacfa de nuevas cuestiones, n0 contem- pladas inicialmente, como la econémiea, y por la emer- sgencia de quevas alernativas politias, que lo privaron de Ie iniciativa dscursiva, Estas surgieron a izquierda y der. cha, pero sobre todo de un peronismo renovado. Un heterogéneo conjunto de fuerzas provenientes de la inguierda y de la experiencia de 1973 se nucleé en tomo de! Partido Intransigente (P, con un programa que se ubjcaba en el mismo terseno que el del alfonsinismo —la defensa de los derechos humanos, la revindicacién de I vilidad y la democracia— aunque agregaba consignas n cionalitas y antiimperialistas, aplicadas a la cuesti6n de In deuda externa. Inicialmente esta fuerza aspiré —de tuna manera ya conocida en laizquiecda— a capitalizar Is prcvista disgtegacion del peronismo, pero luego se dedico 4 sefalae la infdelidad del gobiemo al programa primige nio y 4 radicalizar las consignas de los derechos huma nos, al tempa que el antimperialismo le permita satoni zar con aquellos sectores del sindicalismo que levantaron Ia bandera del epudio a la deuda externa, No lograron sin embargo consttuir un polo altemativo: el Pt se disgse 136 fue absorbido por el peronismo renovado. ‘Alla derecha, e intentando también aprovechar el de- bilitamiento de la bipolaridad de 1983, execié la Unisn del Centro Democritico, fundada por Alvaro Alzogacay. el veterano mentor de las ideas liberals. Esas ideas, que gozaban de un gean predicamento en el mundo, en cl contexto de la ersis del blogue sovietico y el del Estado de bienestar, fueron teaducidas agui de una manera nove dosa y atractiva por un partido que enconteé en el con texto de la democracia la frmula de la popularidad, par- ticulsemente entre los jévenes. Su éxito electoral fue relativo —no logré afiemarse mis allé de la Capital, sunque pudo aspirar a converttse en la tercera fuerza, 360 que arbiteara entre radicaes y peconistas. Mucho mis ror tundo fue su éxito ideol6gico, sobre todo a medida que la crisis econémica ponia de relieve la necesidad de solucio- nes de fondo. No es seguro que el liberalismo las tuviers, pero en cambio disponia de rccetas facies y atractivas, ¥ de una aguda capacidad para sefalar los males del esta- tismo y el dirigismo. Compiti6 eon éxito con el alfonsi mismo en Ia educacién de Ia civilidad, y hasta recluté adeptos en el propio partido gobernante. i ‘Al competic con la fuerza gobernante en el terreno de Ia opinién publica, los partidos y las insticuciones, i2~ aquierdas y derechas —con la salvedad de grupos extre- ‘mos y minoritarios— contribuyeron a reforzar la insti~ tucionalidad. Algo similar ocusrié con el peronismo después de una etapa inicial de vacilacién. Inmediatamen- te después de las clecciones de 1983, y en medio de un in desconcierto y de profundas divsiones, predomina~ fon quicnes —eneabezados por el disigente de Avellaneda HexminioIglesias— quisieron combatic al gobierno desde las viejas posiciones nacionalistas de derecha, y alentaron dl acuerdo de politicos y sindicalistas peronistas con los rilizaces y con quienes, como cl ex presidente Frondizi, se habian convectido en sus voceros. En exe contexto, se ‘opusieron al acuerdo con Chile y fueron categoricamente derrotados en el plebiscito. Progresivamente fue artici- lindose dentro del peronismo una corciente opuesta —fa renovacién— que combatié duramente con la conducci6n oficial, al punto de que en 1985 se dividié el bloque de Diputados, hasta que a fines de ese afio conquisté la pree- minencia en el partido. El peronismo renovador —cuyas principales figuras eran Antonio Cafiero, Carlos Grossb, José Manvel de la Sota y el gobernador de La Rioja Car- Jos Menem—se_proponia adecuar el peronismo al nuevo contexto demoeritico, insertacse en el discurso de a civic lidad y agregaele el de las demandas sociales tradicional- rente asumidas por el peronismo, compitiendo desde Ia inguierda de su propio terreno con el gobierno, a quien ah acompafiaron incluso en temas como el plebiscito sobre Beagle. Cuando se produ la crisis militar de Semana Sanca de 1987, el comportamiento de los dirgentes ren0- adores fue impecable: manifestaron una solidaidad t0- tal con Ia insttucionalidad democritica y espaldacon sin condiciones al gobierno. No sélo inserbian al peronismo en el juego democritico, sino que, finalmence, pacecian creat la conclcién de éste: Ia posible alternancia entre partidos competidores y copartcipes. ' El fi de la ilusion 'ELafio 1987 fue decsivo para el gobierno de Alfonsin. EI episodio de Semana Santa represent la eulminacién dela participacion de fa civilidad, el maximo de tensin que se podiaaleanzar, yal mismo tiempo la evidencia de sf mitacién paca doblegar un factor de poder igualmente ‘ensado, Ea la Pascua de 1987 coneluyé defiitvamente In ilusién del poder iimitado de Ia democracia. Adem, y yaembarcado en la negociacin con los distintos intere ses que habian sobrevivido al embate civil —militaees mpresaros,sindcalistas—, Alfonsin perdi Ia exclusii- lad del iderazgo sobee la eivilidad. Si bien los compet “dores de derecha eizquierda cosecharon algo, las mayo ‘res ganancias fueron para el peronismo renovador. En us clima de deteioro econémico agudizado y de inflaién reciente, las elecciones de septiembre de 1987 les dieron un triunfo si no categérco, claramente importante: ez dicalismo perdié la mayoria en la Cara de Dipurados, y el control de todas las gobernaciones, con excepeién de dos, Cérdoba y Rio Negeo, nics distits, junto con la Capital Federal, donde loge trunfar. HL gobierno sinti6 fuercemente el impacto de una de rota que cuestionaba su misma legitimidad y su capac dad de gobernar, y desde entonces hasta que reaspasé cl gobiemno, en julio de 1989, las cificuleades para su ges 362 si6n fueron crecientes, hasta llegar a convertirse en un calvario. Bl plan econémico lanzado en julio y completa- do en octubre le dio un momeatineo respiro, sobre todo porque la oposicién peronista aceps6 compact Ia ¢ ponsabilidad en Ia aprobacién de los nuevos impuestos recesarios para equilibrar las cuentas del Estado. Pero no acompaiié al gobieeno en las transformaciones de fondo, como el programa de privatizacién de empeesas estata- les, de modo que la credibilidad de fa aueva orientacién, fue escasa y los signos de la crisis —fuerte inflacién, in ‘capacidad para afrontae los pagos de la deuda— pronto reapatecieron. En el propio partido, alzaron sus voces los disconformes con la conduccién de Alfonsin, quien ripidamente propuso como candidato presidencial paca 1989 al gobernador de Cérdoba, Eduardo Angeloz, pro- veniente de los sectores més tradicionales y escasamente identificado con las tendencias de alfonsinismo, La cuesti6n militar, no eerrada en abril de 1987, cuvo dos nuevos episodios, en parte porque la situacién de los oficiales seguta irresoiuta, pero sobre todo porque los 3 tivistas militares estaban dispuestos a aprovechar la debi lidad del gobierno, En enero de 1988 el tenieate coronel Rico, jefe de aquel alzamiento, huyé de su prision y vol- vig a sublevarse en ua Iejano vegimienco en el nordesce. & diferencia del aio anterior, la movilizacién civil fue mi ma, aunque también el respaldo militar a los sublevados result6 escaso: Rico fue perseguido por el Ejércco y, lue- 30 de un breve combate, se rindi6 y fue encarcelado en un establecimiento penal, A fines de 1988 bubo una nueva sublevs zada por el coronel Seineldia, que como Rico pectenccia al selecto gcupo de los “héroes de las Malvinas”, y a qui res todos sindicaban como el verdadero jefe de los “ca zapintadas". Seineldin se sublevé en un regimiento en el Limite mismo de la Capital y reclamé una amplia amnis- tia y una reivindicacién de la institucién, Como en Sema- nna Santa, se comprobs que el grueso del Bjército, y pro- jn, encabe- 363 bablemente porciones importantes de las otras armas, compartian tus ideas, sc negaban a eeprimiclo y hasta hacian suyo su programs. Como en Semana Santa, y pe- s¢ 2 que los amotinados terminazon en prisin, el resul- tado final fue incierto. Desde el punto de vista del go- biemo, quedaba claro que no acertaba a conformar i 2 la eivilidad —que lo encontraba claudicante— ni a los oficiales, euyos reclamos pataban de la “amplia amnis- tia” al indulto a los condenados y la reivindicacién de la Iueh conte Ia subversin. En defnitiva, habia fracasa- do el proyecto de ceconciliac a la sociedad con las Fuer- za Armadas. Aquélla se scotia totalmente ajena a las inguienudes de los “earapineadas”, y aun quienes tradi- ionslmeate habian apelado a los militares repudiaban fs setitud subversiva ¥ el nacionalismo fascstizante que csgrimfan. Estas, por su parte, se enceztabao en reivindi- Sscionce absolutamente corporativas, pues la demanda ‘le rchabiltacion se sumaba a novedosos planteos s2- lerales que mosteaban eémo la eisis del Estado también Jos habia aleanzado a ellos. En enero de 1989 vn grupo terrorist, escaso en nime- ro, pobre en recursos, aislado y trasnochado, asalté el cartel de La Tablads en el Gran Buenos Aires y el Bjezc- to cacontré la ocasién para realizar una aplstante demos tracion de fuerza, que culminé con el aniquilamiento de toe asaltantes, El reconoeimiento que recogio por la acciin fue el primer inicio del cambio de prioridades y valotes cen la opiniGn pblie. Podia aniiparse que ala larga, Is cuestion militar abierta se solucionaria eon Ia cevindiea- ign los milieace, el olvido de los erimenes de la “gue tra sucia™y el entero delasilusiones dela civilidad, aun- que tocaria dar el gran paso de amnistiar 2 los jefes condenados al gobierno que siguié al doctor Alfons. La cuestin politica tampaco se cerré satisfactoria mente para la evilidad democritica, Luego dela elecién septiembre de 1987 ereié la figura de Antonio Cafe- ro, gobemador de Buenas Aires, presidente del Partido 364 Justicialsta y jefe dl grupo “renovador", que se perfil ba como candidato de su partido y, probablenente, sice- sor de Alfonsin. En muchos aspectes, Cebieroy lor réna- vadores habfan remodelado el peronismo a imagen y semejanza del alfonsnismo: estricto respeto a la institu onalidad republicana, propuestas modernas y demot ticas,elaboradas por sectores de intelectuales, dita miento de ls grandes corporaciones y establecimiento de acuerdos minimos con el gobierno para asegurar el t#in- sito ordenado entee una presencia y ora. ' Quizas es0 los perjudic frente al candidato rival den- t¢0 del peronismo: el gobernador de La Rioja, Catlos Me- nem, también enrolado en la “renovaci6n” peto cultor de un estilo politico mucho més teedicional. Menem dentos- ‘td una notable capacidad para reunir en torno suyolto- dos los segmentos del peronismo, desde los drigentes tn- dicales, eechazados por Cafiero, hasta antiguos militaites dela extrema derecha o la exteema iquierda de los aos setenta, junto con todo tipo de caudillos o dirigentes lo cales desplazados por los renovadores. Como ha dicho Ricardo Sidicaro, se tataba de una “antclite", que heria la sensbilidad de la civlidad democrdtiea, Con este hete- rogénco apoyo, explotando su figura de caudillo tradi nal para diferenciarse de sus rvales modernizadores, y sin necesidad de formular propuesta © programa algun, g2- 16 a eleccién intern, y en julio de 1988 qued6 consagea- do candidato a Presidente. En los meses siguientes exten- 4i6 y perfeccioné su fSemula. Teji6 en pri alianzas con los grandes intereses corporatv tes empresatins, como el grupo Bunge y Bora, diigentes de a Iglesia, altos oficiales de las Fuerzas Armadas, inchi- yendo los “carapintadas”. Peco en publico apelé al vasto mundo de “los humildes”, a quienes se dirigi8 con tn mensaje casi mesidnico, formulado con un desplieguc es- cenogrifico que lo hacia aparccer como un santén, y en el que la “revolucién producriva” y el “salaciazo” prome- tidos prenuneiaban la entrada en le tiera de promisién 365 do fo demds lo diferenciaba, al tiempo que textimoaiaba la Yealidad de una nueva sociedad, daminada por Is mise- ria y la margnalidad, en la que exte tipo de discursosre- sultaba mucho mis efca2. Bn suma, nadie sabia qué ha ria exactamente el eandidato peconista cn caso de resultar triunfante, pero estaba caro que seria pragmstico y poco apegado a compeomisos programéticos. ‘Angeloz, su competidor,eritc6 a Menem aprovechan- do el temor que despertaba en muchos pero también tra~ 16 de eaptar al eletorado que eriicaba en Alfonsin sus facetas ms progresista. Por ello, acentué los aspectos de su programa que lo acercabaa a las propuestas liberales, ¥y mientras Menem prometia volver al paraiso dela distr buciéo, Angeloz antcipaba un recorte de la beneficencia estatal, que simbolizaba en un Iipiz rojo dispucsto a ear char todo gasto innecesario. Ts posible que, con esas atemnativa, fueca inevitable cl tiunfo del candidato opositor, segin une dinimica muy propia de las democracias consolidadas, en las que Ins dificultades de la sociedad engrosan la cuenta de los gobemantes. Peo faltaba el ingzedieate final, que trans- found una posible transcién ordenada en otra catastri- ca, Fn agosto de 1988 el gobiemno lanzé ua nuevo plan econémico, que denominé “Primavera”, con el propésito delegate las eleeciones con la inflacién controlads, pero Sin realizar ajustes que pudieran enajenar la voluntad de Ja poblacin. Al congelamiento de precios, slatos y tai- fas —acepiado a regaiadientes por los representantes em presarios— se agregé la declarada intencién de reducir drasticamente el déict esatal,condiciéa para logear el indispensable apayo de los acreedores externos, mucho mis remisos que antes, En condiciones politicas muy di tintas que ls de 1985, el plan marché te entrada condi ficultades: la predisposicién de los distintos actores a mantener el congelamiento fue escasa, los coxtes en los gastos fiscales fueron resistidos, la negociacién con las principales entidades externas marché muy lentamente, ¥ los fondos prometidosllegacon con cuentagotas; en car- bio lo hicieron los capirales especulativos, para aprove- chat la diferencia entre tasas de interés elevadas y cambio fijo, contando con retornar en cuanto se anuaciasa la amenaza de una devaluacin, Se tataba, en suma, de una situacién explosiva, que reposaba exclusivamente sobre la confinza existente en la eapacidad del gobiemo para mantener la paridad cambiaria, En diciembre de 1988 ‘cureé el episodio de Seineldin al que siguié una aguda crisis en el suministra de electriidad, y poco después, el asalto al cuartel de La Tablada. Por entonces Domingo Cavallo, ua economist afiliado al jusicalsmo, habia re comendado

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