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TRATADO DB Las ENFERMEDADES VENEREAS © 1 su TRATAMIENTO HOMEOPATICO. + LIBRERIA DE BAILLY-BAILLIERE Librero de cdmora de SS. MM., de la Universidad central, del Congreso de los Sres. Dipucados y de la Academia de jurisprudencta y legislacton . Calle del Prineipe, n.° 44. PARSEVAL. Obserwaciones pricticas de Samuel Heh- nemanp, y clasificacion de sus indagaciones sobre las propieda- des caracteristicas de los medicamentos, por Parseval, traducidas al castellano por D. José Perez Valls, licenciado en medicina, condecorado con la cruz de mérito y distiucion de epidemias, etc. Madrid, 1861. Un tomo en 42.° (En prensa). ao | MIIRSCHEL, Guia del Médico homedpata 4 la cabecera del enfermo y Repertorio de terapéutica homeopatica, por Hirs- chel. Traducida del aleman al francés por el Dr. Leon Simon, hijo, y de este al espaiiol, por D. Silverio-Rodriguez Lopez. Ma- drid, 4859. Un tomo en 42.°, 46 rs. en Madrid y 48 en provin- cias, franco de porte. JAH. Nuevo manual de medicina homeopatica. Primera parte : Manual de materia médica, 6 Resimen de los principales efectos de los medicamentos homeopaticos, con indicacion de las observaciones clinicas. Segunda parte : Repertorio terapéulico y sintomatolégico, 6 Tablas alfabéticas de los priucipales sintomas de los medicamentos homeopaticos con avisos clinicos, por Jahr; traducido del francés al castellano de la tiltima edicion, por D. Silverio Rodriguez Lopez, médico homedpata. Segunda edi- cion espafiola. Madrid, 1888. 4 tomos en 8.°, 80 rs. en Madrid Yy 96 en provincias, franco de porte. _SAHIB y caTELLan. Nueva Farmacopea homeopitica, 6 Historia natural y preparacion de los medicamentos homeopati- cos, y Posologia, 6 de la administracion de las désis. Segunda edicion, revisada y considerablemente aumentada , con 13 figu- ras intercaladas en el testo, por Jahr y Catellan; traducida al espafiol por D. Silverio Rodriguez Lopez, médico homedpata. Madrid , 4860. Un tomo en 8.°, con 438 grabados. Precio : 30 rs. en Madrid y 34 en provincias, franco de porte. ' 7 JAHR. Nociones elemeatales acerca de la homeopatia y del modo de practicarla, con alguno de los mas importantes efectos de diez de los principales remedios homeopaticos ; dedi- cadas 4 las personas de buena [6 que quieran convencerse espe- rimentalmente de la verdad de esta doctrina, por Jahr. Vertidas al castellano, de la ultima edicion francesa, por los Sres. don Tomés Pellicer, médico homedpata, y D. J. Alvarez-Peralta (de Puerto-Rico), escritor médico, individuos de la Sociedad Hahne- manniana matritense. Segunda edicion espafiola. Madrid, 4854. Un tomo en 8.°, 8 rs. en Madrid y 9 en prov., franco de porte. CHAMBERI : 1860.—Imp. de Bailly-Bailliere. TRATADO ENFERMEDADES VENEREAS TRATAMIENTO ‘HOMEOPATICO M. LEON SIMON, hijo, NG Doctor en medicina de la Facultad de Paris, Miembro titular de la Sociedad médica homeopatica de Francia, Miembro corresponsal de la Sociedad hahnemanniana de Madrid, de la Academia homeopatica de Palermo, de la Academia médica homeopatica del Brasil, de la Sociedad neerlandesa de medicina homeopatica, de la Sociedad de farmacodinamia homeopatica de Bruselas TRADUCIDO AL .CASTELLANO POR UN DOCTOR EN MEDIGINA Y CIRUGIA. MADRID CARLOS BAILLY-BAILLIERE LIBRERO DE CAMARA DE 58. MM., DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL, BEL CONGRESO DE LOS SENORES DIPUTADOS Y DE LA ACADEMIA DE 7 JUBISPRUDENCIA Y LEGISLACION —Calle del Prinelpe, numero 44,— Panis, J. B. Bailliere ¢ hijo.—Lonpnes, H. Bailliere. Nugva-York, Bailliere hermanos. 2 1860, Su editor, D. Carlos Bailly-Bailliere, tiene adquitido de los propietarios franceses el derecho esclusivo de traduccion, segun el convenio de propiedad literaria entre Espatia y Francia, I. por lo tanto perseguir4, con arreglo a las leyes, 4 quien la reimprima en todo 6 en parte. PROLOGO. Ei estudio de las enfermedades venéreas inte- tesa al médico homedpata por mas de un ttulo. No esté ligado con la doctrina de las enfermedades . crénicas, sino que se refiere 4 los problemas mas encumbrados de la cienvia y 4 los detalles mas minuciosos de la prdctica. Tambien nos permite someter la doctrina de Hahnemann 4 una prueba decisiva, demostrando por un grupo de sintomas ‘muy limitado , hasta qué punto la homeopatia esta conforme.con las verdades demostradas, y hasta qué punto es capaz tambien de rectificar las solu- ‘ciones dudosas. Para establecer este juicio, basta aplicar 4 la sifiliografia los principios ensefiados por Hahne- mann, espuestos en el Organon, y precisados y justificados en los Comentarios aiiadidos 4 la ul- 4ima edicion de esta obra : tales el objeto del 4ratado que publico. vi PROLOGO. El mismo objeto de este trabajo indica su divi- sion. Dos partes le componen : la una, consagrada al exdmen de las cuestiones de patologia y de te- rapéutica generales suscitadas por ‘los sifilidgra- fos; y la otra, 4 la descripcion de cada estado mor- boso y 4 la indicacion de los medicamentos capa— ces de triunfar de ellos. En patologia general , la homeopatfa no acepta la tendencia de las escuelas reinantes. Estas quie- ren hacer de la sffilis una enfermedad separada , con sus caractéres y sus leyes, tan solo por que se burla de la influencia de la medicina racional, para ceder 4 la accion de los especificos. Los hom- bres que han consagrado su talento y su celo al estudio de esta didtesis, hacen de su practica una ‘especialidad. Para Hahnemann la sffilis no es una escepcion , es un tipo; y 4 este tipo es al que conviene refe- tir las enfermedades crénicas, que, por consi- guiente, merecerian el titulo de enfermedades virulentas. Y debiendo toda esta gran clase de padecimientos ser combatida segun los mismos principios , la sifilis deja de constituir una escep- cion , no pudiendo, por lo tanto, ser ya una espe- cialidad. Colocdndose bajo este punto de vista, tiene uno delante un doble problema, cuyo ex4men forma PROLOGO. vit toda la primera parte de esta obra. Para resol- verle, era conveniente dividirle. Y asi, despues de haber indagado en el primer capitulo cudl era el sentido exacto de estas dos espresiones , sifilis y enfermedades venéreas; despues de haber es— puesto las nociones de los antiguos y de los auto— res de la edad media, relativamente 4 estas afec- ciones ; despues de haber resumido las doctrinas que en el dia tienen divididos 4 los médicos: la de Hunter, la de Hahnemann, la de M. Ricord, he dedicado todo un capitulo 4 investigar los ca- ractéres generales de este tipo de las enfermeda- des virulentas y especificas, la Sifilis. Satisfecho este primer cuidado, era preciso saber si la blenorragia y las vegetaciones -eran tambien el efecto de la infeccion del organismo por un virus, y si ademas convenia coiisiderarlas como especificas, 6 si se las debia considerar como los efectos diferentes de una misma causa. El examen de estas tres cuestiones forma el ob- jeto del tercer capftulo , que esté dedicado al es- tudio de la blenorragia, y el del cuarto, que se ha reservado para la sicosis. De estos estudios patolégicos se desprende un hecho : 4 saber, que la homeopatia, por lo que respeta 4 las enfermedades venéreas, se refiere de un modo estricto 4 la observacion; que no se . Vin S PROLOGO. apoya en ninguno de los descubrimientos sérios de la ciencia moderna; que, por el -contrario, puede atilizarlos -y esplicarlos; pero que se se- para evidentemente de las doctrinas pasadas y de las teorfas reinantes en lo que estas tienen de cuestionable é hipotético. ;No es esto una nueva prueba irrefragable de la verdad de la doctrina de Hahnemann? Pero no ha bastado al fundador de la homeopa- tia aceptar la tradicion , sino que ha tenido la di- cha de completarla. Mientras que los sifilidgrafos proclaman la utilidad de los espectficos, sin poder decir cémo se los reconoce, Hahnemann precisa de antemano el sentido que conviene dar 4 esta palabra; y para dirigirnos en la indagacion de este érden de medicamentos, indica la ley de los semejantes, apoyada por una parte en la esperi- mentacion pura, y por otra en el principio de in- dividualizacion absoluta de las enfermedades. En vista de este hecho, es necesario consagrar otro capitulo al estudio de la terapéutica general de las enfermedades venéreas , capitulo que debia comprender la profilaxis, la sifilizacion y el tra- tamiento curativo homeopatico : es decir, la elec- cion del medicamento, su modo de administra- cion, el uso de los medios auxiliares' y el ré- - gimen. PadLogo. x La segunda parte del libro que publico esté consagrada totalmente al estudio de la patologia y de la terapéutica especiales. La descripcion de las formas morbosas, que se puede referir 4 cada una de las grandes didtesis reconocidas anterior- mente, ha sido espuesta con toda la estension ne- cesaria, y el tratamiento homeopatico ha sido tra- zado con todas sus indicaciones. En lo sucesivo se agregardn seguramente al numero de las afec- ciones que he debido recorrer; pero en este mo- mento era necesario que me limitase 4 las que sin género alguno de duda pertenecen 4 cada virus. Aqui se ha estudiado la sffilis la primera (cap{- Salo I); despues viene la blenorragia (capitulo II); finalmente la sicosis (capitulo III). Cuando de este modo se entra en el terreno de ja practica, suele ser util unir el ejemplo al pre- cepto; asi es que no he dejado de citar muchas observaciones. Sin embargo , como aqui no se tra- taba de un tratado clinico, he creido que debia ser muy parco en esta especie de comunicaciones, © Tefiriendo los hechos que se ligan directamente con mi objeto. Basta recorrer el programa que precede para apreciar las dificultades que he debido encontrar en mi camino; y al recordarlas, ellas solas pueden hacer que se me disimulen las imperfecciones de x PROLOGO. este trabajo, imperfecciones que de modo alguno pretendo ocultar. _ Yaun las confesaré sin rodeos :.debiendo ca- minar por una via aun desconocida, hubiera va- cilado al imponerme una tarea tan pesada, 4 no tomar por guia una doctrina médica bien definida; si no hubiese tenido para dirigirme sabios y pa- termales consejos , y si no hubiera podido compro- har los resultados de mi observacion personal con los de una esperiencia mucho mas estensa, rico patrimonio 4 que puedo recurrir diariamente. Mi objeto quedaré completamente satisfecho , si, aprovechando todas estas ventajas, he podido escribir un libro util 4 los progresos de la homeo- patia y digno de la escuela médica 4 que tengo el honor de pertenecer. Dr. Leon Summon, #10. Panis 4.° de junio de 4860. DE LAs ENFERMEDADES VENEREAS SU TRATAMIENTO HOMEO PATICO. PRIMERA PARTE. PATOLOGIA Y TERAPEUTICA GENERALES. CAPITULO PRIMERO. Consideraciones generales. § 1. Designanse con el nombre de enfermedades venéreas 6 sifiiticas unas afecciones virulentas, cuyas formas pri- mitivas, esencialmente contagiosas, se han contraido las tas veces durante las relaciones sexuales, y por esta ra- zon ocupan los érganos génitales del hombre y de la mujer. Estas espresiones son de origen moderno. Los médi- cos de la Grecia y de Roma, y los de la edad media nun- ca han hablado de sifilis. Creadas 4 principios del siglo diez y seis, estas denominaciones sirvieron desde luego para indicar una enfermedad que acababa de observarse en Europa, y que tanto 4 los médicos como 4 los enfer= mos inspiraba un justo terror. Esta’ enfermedad se presenté cuando Cristébal Colon volvié 4 Espafia despues de su primer viaje 4 América, yal mismo tiempo que las armas de Carlos VIII invadian a Italia. Esta coincidencia hizo que cada pueblo acusase 412 ' DE LAS ENPERMEDADES VENEREAS. &eu enemigo, induciendo 4 los médicos y 4 los enfer- mos 4 dar 4 Ia sifilis nombres diversos. Los espaitoles pretendieron haber cogido el mal en América, y los ha- _bitantes del Nuevo-Mundo sostuvieron que sus conquis- tadores les habian levado estos nuevos padecimientos guntamente con las cadenas de la esclavitud ; los france- 8es acusaron 4 los napolitanos, y estos 4 nuestros com- patriotas. De aqui Ios nombres de mal americano, mal espatiol, mal de Ndpotes, mat francés, de que los médi- cos hicieron uso en un principio. De todas estas denomi- naciones, la de moréus gallicus fué la mas popular y la mas generaimente empleada. El mal francés, en su origen, parecié ser epidémico; pero despues de muchos aiios de observacion, cuando disminuy6 su primera intensidad , los médicos aprecia- ron con mas exactitud su modo de trasmision. Desde esta época se reconocié que era esencialmente contagio- 80 y comunicable sobre todo por el céito. Esta razon pa- recié suficiente para considerarle como un resultado in- mediato de la intemperancia, y para sustituir el titulode enfermedad venérea, /ues venerea, alde morbus gallicus. Segun Kurtz Sprengel (1), & cuyo testimonio debe agregarse el de los seiiores Robin y Littré (2), Santiago Béthencourt fué el autor de esta sustitucion. Paracelso Ja adopté igualmente y la justificé del siguiente modo (3): «Quamobrem autem veneris nomen illi a quibusdam »inditum sit, hec seré causa est, quod Venus hujus » morbi quasi mater quadam sit , et quod eo ipso tem- » pore Veneris influcntia in sua exaltatione fuerit... Ita- (1) Véase Kurtz Sprengel, Hist. de la médecine, t. III, p. 66. (2) Véase Robin y Littré, Dictionnaire de médecine, de Nysten. Pa- tis, 1858, palabra Véndrien. : (8) Paracelso, De causis et origine luis Gallica, lib. I, cap. mn. CONSTDERACIONES GENERALES,. 43 » que, rectissime illud nomen (veneris seilicet influxio~ »nis) retinetur, cum Venerem hujus morbi matrem » esse comprobatum jam sit, ad bec constet, nullum » omnino hominem hoc affectu corripi, nisi qui actum » venereum vel vere, vel cum perfecta imaginatione » perficiat (1). » Fracastor reemplazé la espresion de /ues venerea con la de stfifis, queriendo recordar de esta manera eb nombre del pastor que representé como la primera vie- tima de esta terrible plaga, efecto maniflesto de la célera de los dioses. - - . . Primus regi qui sanguine faso - Institait divina, sacrasque in montibus aras, Syphilus , ostendit \urpes per corpus achores, Insomnes primus noctes, convulsaque membra Sensit, et a primo traxit cognomina morbus, Syphilidemque ab eo labem dixere coloni (2). En este pasaje del Poema sobre a sifilis se encuentra la justificacion del titulo creado por Fracastor, y los ver- daderos caractéres dela enfermedad 4 que esta espresion se referia. Por esta citase ve tambien que la palabra s#filis, como la de dues venerea , se aplicaba 4 una afeccion que empezaba por pustulas 4 las cuales sucedian ulceracio- nes horribles, el insomnio acompafiado de dolores atro- ces en los miembros y la ulceracion de los huesos. Cuando se establecié el eardcter contagioso y venéreo del mal francés, los médicos colocaron 4 su lado las (8) La thtima condicion, vel cum perfoca imaginatione, no puede ad- mitirse en el dia. (a) J. Fracastor, Syphilis ou le, Mal vénérien, poema en versos la~ tinos con la traduccion en versos franceses y notas por Prosper Yva~ ren. — Paris, 4487, p. 888. 44 + DE LAS ENFERMEDADES VENEREAS. otras enfermedades contagiosas de los érganos genitales, P. Maynard unié las vegetaciones 4 los otros sintomas de la sifilis, y Musa Brassavola afiadié la gonorrea 4 los, condilomas. Primeramente Astruc, y despues de él Hunter, adoptaron este modo de ver; y aun es justo de- cir que en nuestros dias la blenorragia , el chancro, los bubones, las vegetaciones y las formas morbosas que les suceden, comprenden lo que la mayor parte de los autores llaman emfermedades venereas 6 sifiliticas. Hay, sin embargo, gran numero de sifilidgrafos-para quienes estas espresiones no son absolutamente sindni- mas, y que reservan cl término de sififis para designar una didtesis que empieza por el chancro indurado, con- tinuandose por las sifilides, las ulceraciones de las mu- cosas, las enfermedades de los huesos, y se termina por un estado caquéctico que concluye con la muerte. La pri- mera espresion tiene para estos médicos un sentido mucho mas lato que la segunda; asi es, que la emplean mas comunmente cuando se trata de designar de un mo- do general las enfermedades contagiosas de los érganos de la generacion, entre cuyas enfermedades ocupa la sifilis el primer lugar. § IL. La historia de la sifilis justifica esta distincion. Los pa- télogos han querido averiguar silos antiguos conocieron las enfermedades venéreas, y sus investigaciones los han conducido4 recibir sobre esta cuestion dos contestaciones contradictorias. Los unos, entre los cuales se deben co- locar los contemporaneos de la epidemia del siglo xv, creyeron en la novedad de la enfermedad, y se admitiéd por mucho tiempo que esta habia sido traida de Améri- «a por los marineros de Cristébal Colon. Pero en tanto CONSIDERACIONES GENERALES. 15 que Astruc defiende esta opinion con todos los recursos. de la dialéctica y de la historia, otros médicos, y parti- cularmente Sanchez, demuestran comparando las fe~ chas, que el mal francés asolaba 4 la Europa antes de la: vuelta de los espaiioles. En sentir de estos autores 1a si- filis existia desde muy antiguo, como se ve por las prue- vas manifiestas, que de esto nos suministran las obras antiguas. Cuando para reconocer la verdad en este punto, se consultan los libros de los médicos griegos y romanos (4), nada de exacto se encuentra en ellos , relativamente 4la enfermedad que nos ocupa. Es cierto que se encuentran en dichas obras vestigios de lo que en el dia se llama enfermedades venéreas primitivas; pero como no se hace mencion del caracter contagioso dé estas afeccio- nes, y como ninguna forma morbosa secundaria se encuentra ligada 4 las formas primitivas, es imposible decir si estos autores conocieron verdaderamente la si- filis, y si en su tiempo existia esta enfermedad. Yo espero que algunos ejemplos probaran la verdad de esta proposicion. Y desde luego, por lo que hace 4 las ulceraciones, es cierto que jos antiguos reconocieron su presencia en las mismas regiones en que nosotros las encontramos, y que las han descrito con los caractéres de alguna de las variedades que en el dia se admiten. Hipocrates, por ejemplo, las indica en las mujeres, y (4) No es uno masfeliz cuando interroga 4 los historiadores y poetas; y aun resulta de numerosas notas recegidss por uno de nuestros mas eruditos comprofesores, el Dr. F. Andry, que nada hay en estos auto- Tes que pueda aplicarse rigurosamente 4 la sifilis. Y sin embargo, se sabe cual era la libertad deJenguaje de los antiguos, y hasta dande Iegaba su franqueza. 16 DE LAS EXFERMEDADES VENEREAS. habla de las ulceraciones del uitere y de los labios ma- yores (f). En eltercer libro de las Epidemics (2) designa de un modo general las ulceraciones de las partes geni- tales. Galeno indica las ulceras del pene : «Qua in pene sunt, aulcerum magis etiam siccari postutant;» las del glande: «et que extra hunc etiam finem ejus, gui glans dicitur, »infectant;» las que tienen su asiento en la piel del pene: entque et his minus, quecumque tn requa sunt cute, aque tatam colem vestit (3).» Finalmente las ticeras de las partes genitales: ulcera pudends , rime pudendi, son estudiadas por Aecio (4), Pablo de Aigina (5), etc.; al paso que Celso (6) describe las afecciones de las partes pudendas, y Actuarius (7) las de los érganos de la gene- racion. (4) Véase Hipdcrates, OEuores complétes , t. VIII, Paris, 1883, Des maladies des femmes, lib. I, p. 245, trad. de M. Littré. Oribasio, Synopseos, lib. VII, cap. cx, habla tambien de cule in~ flammationes , dolores, ulcsrationes, etc. Pablo de Aigina , De re medica, libro III, cap. Lxvi, deecribe las ulceraciones del utero, De ulceratione wheri. Areteo, en el libro II, De curatione acut. mord., estudik en el cap. x1, las enfermedades del titero,. De uteri morbis, entre las cuales indica Ja ulceracion. (2) Epidemies, lib. 111, §7: «Muchos tuvieron aftas y ulceraciones en la boca. Fluxiones frecuentes en las partes genitales, lceraciones, tumores por dentro y por fuera, etc.» ' (8) Galeno, Method. medend., lib. V, cap. xv. (4) Aecio, Tetrabil., cap. XIV, XVI, XVIII. (8) Pablo de Zgina, De re med., lib. III, cap. 11x, Pudendorum ac sedis affectiones. (6) Celso, lib. VI, cuya seccion xvi esté dedicada 4 las enfermedades que pertenecen « los érganos genitales: «Ea quiead partes obacenss pertinent.» (7) Actuarius, De methodo medendi, lib. I, cap. xxn: De morborum qui partes genitales tum marium, tum foeminarum tentant dignatione. CONSID ERACIONES GRNERALES. a7 Les caractéres que los antiguos atribuyen 4 estas ul- ceraciones prueban que presentaban todus las formas con que se las encuentra en el dia. Con efecto, seria di- ficil ver otra cosa que el chancro simple en las ulceras con flictenas, de que habla Hipdcrates (4), en las ulceras hhuecas indicadas por Aecio(2), en las exulceraciones indicadas por Oribasio (3), y en el ulcus purum de que habla Pablo de Agina (4). El chancro fagedénico se en- cuentra en Galeno (5), en Celso (6), que le da su verda- dero nombre; en Aecio , que le designé con los médices §riegos con el titulo de nomas (7). La ulcera gangrenosa, carbunculus, est indicada por el mismo autor (8) y por Celso (9), al paso que Aecio hace mencion de la ulcera (4) Hipécrates, OEveres compléies. Paris, 4853 t. VIII, p. 245, tra- duccion de M. Littré. (2) Aecio, Tetrabil, cap. xxxm1: De cavis ulceribus non malignis. (3) Oribasio, De locis affect. curat., lib. IV, cap. 1: Ulcera sine in- flammatiane, uteri vesiceeque exulcerationes {4) Pablo de Zgina, De re medendi, lib. III, cap. Lxv1. (8) Galeno, Method. medendi, lib. XV, cap. xvu, en donde lama, -serpens ulcus, qui herpes Gracis dicitur. » (6) Celso es que Je describe con mas exactitud. Dice, lib. VI, capi- talo xvus, § 4: « Nonnunquam etiam id genus cancri quod gayéSaive. a Grecis nomipatur, oriri solet. In qaa minime differendum, sed pro- tinus iisdem medicamentis occurrendum eat; et, si parum valent ferro adurendum. Quaedam etiam nigrities est, qu nen sentitar, sed serpit; ac, si sustinuimus, usque ad vesicam tendit, neque succurri postes » (7) Aecio loc: cit., cap. xvi1, «ad Nomas pudendis. » «Ulcus depascens (nomen Grasci vocant) aut erosio fiat, laxa forin. secus apperet pars erodenda; et, si cireumprimatur,- humorem te- nuem subcruontum excernit ; deinde feculentum.» Le trata con les astringentes. (8) Ibidem, cap. xvi, «Carbunculus pudemdorum.» {9) Celso, loc. cit., $5: «Carbuneulus autem ibi natus, ut primum epparet oriculario clystere eluendus est; deinde ipse quoque ae 48 DE LAS £NFERMEDADES VENEREAS. Vegetante (41), descrita igaalmente por Oribasio (2). Por lo que hace 4 la ulcera indurada, los escritos de Jos antiguos son menos esplicitos; sin embargo, en Hipé- crates, in Hominis liber, se encuentra el pasaje siguien- te: «Uicus callosum factum, ubi quod durum est medi- scamento putrefaciente expuleris, demum occluden- »dum (3).» «Occalescit etiam in cole interdum aliquid, adice Celso, idgue omni pene sensu caret; quod ipsum squoque excidi debet (4).» Aecio (5) parece todavia mas preciso en su capitulo sobre las grietas del prepucio. ‘Sin duda por un error las hace depender de la distension que sufre un prepucio demasiado estrecho. Las distin- gue en recientes y antiguas, y aiiade: « Antiqua vero cal- »losa sit, et rursts quum violenter disparatur, rupta »rursis cruentetur, proinde ad curam festinare oportet, »Ubi verb antiquate fuerint , et callosee facte curatio- anem distulerint , nihil proficientibus medicamentis, »confert cutem abducere, et callosa rimarum labia su- apino scalpro, quantum ejus fieri potest , superficiaria »sectione diducere.» Sin duda pudiera decirse que todos los caractéres locales del chancro hunteriano se encuen- mentis urendus.... ubi is excidit, liquidis. medicamentis utendum est, que ad oris ulcera componentur. » Preciso es referir 41a tlcera fagedénica y 41a gangrenosa aquella otra especie 4 que los autores dan el nombre de wlcus sordidum !P. de ZEgina) y las que ha descrito Aecio en el cap. xt, con este titulo: «De malignis et sgré recipientibus cicatricem. » (4) Aecio, loc. cis., cap. xxxvi: «De ulceribus in quibus caro su- perexcrescit. » (2) Oribasio, Synopseos VII, cap. xxx1x : «Thymus est ulcus aspera et squalida carne excrescens. » (8) Véase Artis medica principes, t.1, p. 84. (&) Celso, loc. cit., § 5. (3) Aecio, Tetrab., IV, serm. u, cap. xiv: «De rimis in pudendis, Leonidas. » CONSIDERACIONES GENERALES. 19 tran en esta cita, y que el titulo de ca/osus (4) en que 8e- detienen los autores, no puede presentar una significa- cion dudosa. Puede, por lo tanto, decirse con verdad que los antiguos conocieron las ulceras de los érganos genitales; que las han descrito como se hace en el dia, y que por lo tanto, ateniéndose 4 sus obras, puede sos- tenerse que esta forma primitiva de-las enfermedades venéreas existia en la antigiiedad. . Esta opinion se funda ademas en la mencion de dos sintomas, que ordinariamente acompaiian al chancro, y sobre los cuales se han esplicado los autores de que hablo, es decir, el bubon y la hinchazon del prepucio, 4 la cualse da el nombre de «fimosis» 6 de «parafimosis,» segun la posicion que ocupa. La hinchazon inflamatoria del prepucio es el primer sintoma de que habla Celso al ocuparse de las enferme- dades de los érganos genitales. Dice (2): «lgitur si ex »inflammatione coles intumuit, reducique summa cu~ alts, aut rursis induci non potest.....» E indica la ver- ‘dadera causa de esta complicacion: «Sive autem hoc »modo victa erit, sivenungquam repugnaverit, ulcera vel »in cutis ulteriore parte, vel in glande, ultrave eam ain cole, repertuntur.» Pablo de Agina dedica todo un capitulo al estudio del fimosis (3); dice: «Duplex phimo- Seos, id est preputit circa -glandem constricti, causa est. Quandoque enim preputium ita intexit glandem (4) Castelli, en su Lewique, art. «Callositas,» confirma esta interpre- tacion de la palabra callum, la cual, segun Paracelso, indicaria la ma- lignidad de la sifilis: « Interdum etiam malignitatem luis gallieas subes- se lestatur. » , (2) Celso, De re medica, lib. VI, seccion xvi. (3) Vease Pablo de Agina, in Artis -medicw principes, De re medica, Ib. VI, cap. tv: «De phimo, sive prepatio circa glandem constrieto.» , £0 DE LAS ENYBAMEDADES VENEABAS. “ud rursts detrahi non possit; quandoque retro abdwe~ tum, non amplius induct potest: gue species proprig parephimosis appellater.» En cuanto 4 los tumores de las glAndulas inguinales, se los encuentra indicados por Hipécrates en el sétine libro dé las Epidemias, pero sin indicacion de la rela- gion que pudiera existir entre ellas y las ulceraciones del pene (1). La misma observacion se aplica 4 la enferme- dad descrita por Aecio con el nombre De glandularum inguinis inflammatione. Pero este infarto de los gin- glios inguinales no se reflere aqui 4 la existencia de un chancro, sino solamente al éstasis de los humores y & ‘una ulcera del muslo 6 de los dedos de los pies (2) Oribasio, por el contrario, despues de haber hablado de una especie de bubones duros y voluminosos, no acom- patados de supuracion, y que existian-durante la pesta, afiade : «4 veces, esta especie de bubones, pudiera so- brevenir muy bien en una afeccion de tas partes genita- 4s, 10 mismo que la tilcera pestilencial y ba fiebre bama- da pestilenctal (3).» No hay duda que estas citas son incempletas; pere demuestran que los médicos de la antigiedad ‘observa— ban lceraciones de los érganos genitales acompaiadas de fimosis y parafimosis cuando existian en el prepucia, y podian dar lugar 4 bubones. Semejantes uleeras se tendrian indudablemente en el dia por venéreas. Sin (4) En este libro habla Hipécrates de bubones que sobrevienen en los bataneros y estan acompaiiados de tos, de fiebre y de tumores see mejantes, y causan la muerte. Aqui no hay analogia alguna con e bubon yenéreo. (8), Aecio, loc. cit., cap. xxx. (3) Oribasio; Ouores. Paris, 41858 t, UI, p. 608, traduccion de M,.Daramberg. CONSIDBRACIONES CENERALES. at etabargo , estos autores no hablar de des caractéres esenciales casi patognomdnices, y cuya ausencia siem- pre deja dudas acerca de la verdadera naturaleza de los ebancros, aun cuando ocupen los érganos de la genera- cien. Ninguno de ellos dice espresamente que estas W- En la mujer, ocupan las paxtes esternas de la gerera- tion y presentan formas variades faciles de reconocer : -« Fhymus eminentia gueedam est aliquando rubicunda, » guandoque alba, plerumque sine dolere , thymi herb »corymbis , sive ceacuminibus similis. Condylomata » vero rugese exturbinantie sunt (4).» En el ano no se diferencian de lo que son en la mujer sino en virtnd de la testura de las partes afectas: «Can- » dyloma in ano solum leco differt ab eo quod tn mu- »Uebribus pudendis est; etenim etiam. ipsum rugosa » sedis eminentia, inflammatione aut rima pregressy. » Primum igitur eminentia appellatur, ubivero callescit, » condyloma (5).» Las anteriores citas demuestran la identidad absoluta. que existe entre las vegetaciones, tales como las observa- ban los antiguos, y Jas que desoriben todos los sifilidgra~ fos. Los primeros no hablaban de su carActer contagioso, ni tampoco de su trasmision por el céito; y ninguno de ellos pensaba en que fuesen una consecuencid de las ul- ’ teraciones de los érganos genitales. ,Estaban en un er- ror? Algunos to creen aai; pero la mayer parte de las autores modernos piensan como ellos. No tardaré en examinar esta cuestion, indagando si los condilomss son (A) Aéeio, Tetrab, IV, serm..m, cep. xin. + (9) Celso, loc. cit., § 2. (3) Oribasio, Synopseos loc. cit., cap. cit. +8) P. de gins, lib. Vi, cap. rxx1. (3) Ibid., cap. Lxxx. 30 DE LAS ENFERNEDADES VENERBAS. realmente de naturaleza sifilitica; pero ahora solamente quiero hacer constar un hecho: saber, el conocimiento exacto de esta forma particular de las enfermedades ve- néreas en los escritores de la antigiiedad, y la distincion que establecian entre ellas y las ulceras. 2Conocian igualmente la blenorragia? La mayor parte de los sifiliégrafos asi lo creen, y aun van 4 buscar en la sagrada escritura la primera mencion de esta enfer- medad. Léense efectivamente en el capitulo décimoquinto del Levitico los siguientes versiculos: « Locutusque est Do- » minus ad Moysem et Aaron, dicens: —2. Loquimini » filtis Israel, et dicite eis: Vir qui patitur flucum semi- » nis, immundus ertt. —3. Et tune judicabitur hutc vi- . 2» tio subjacere, cum per singula momenta adheserit » carni ejus, atgue concreverit fedus humor. » Swédiaur (4) ha visto en esta espresion, fluxum se- minis, un flujo del conducto de la uretra, flujo cuyo ca- r4cter contagioso se hallaba implicitamente demostrado por la especie de reprobacion que recaia en el hombre impuro (immundus), y por la facultad que tenia de tras- mitir su impureza 4 aquellos con quienes tenia algun contacto directo 6 indirecto. Moisés declara efectivamente impuro al que descanse en la cama de uno de estos enfermos: «Si guis homi- » num tetigerit lectum ejus, lavabit vestimenta sua, et » ipse, lotus aqua, immundus erit usque ad vesperum» {versiculo 5); al que se siente en el asiento en que el mismo se haya sentado : «Si sederit ubi sederat» (versi- culo 6); al que haya tocado la carne de este hombre : (1) Traité complet des maladios oéuériennes ow syphilitigues, 1." edicion. Paris, 1847, t. J, p. 16.” CONSIDERACIONES GENERALES. 34 t Qui tetigerit carnem suam>» (vers. 7); finalmente, al que este enfermo haya manchado con su saliva: «Si sa~ »tvam hujuscemodi homo jecerit super eum qui mun- » dus est» (vers. 8). En todas estas circunstancias, el hombre, puro hasta entonces, quedar4 impuro; debera someterse 4 las abluciones prescritas, y permanecera manchado hasta la tarde, usgue ad vesperum (versi- culo 8). En todas estas prescripciones hay indudablemente razones para suponer que la enfermedad de que habla Moisés era contagiosa; y sin embargo, los comentadores _ no han admitido en esta parte la interpretacion de los médicos. Dom Calmet no ve en el fluxum seminis mas que una pérdida seminal : « Morbum gonorrhee (uti vo- » cant medici), gui oritur ex debilitate nature et poten- » tie recedive (1).» Compara esta afeccion con las po- luciones nocturnas, que siempre deben evitarse con cuidado, porque engendran la molicie del cuerpo y del espiritu: «Hic gignit mollitiem tum in corpore ipso, » tum in imaginatione, que pollutionem provocat.» Por lo que hace 4 la palabra immundus, el mismo au- tor no la aplica 4 un individuo que tiene una enferme- dad contagiosa, sino solamente 4 un hombre incapaz de tomar parte en las‘ cosas sagradas. Esto es lo que se des- prende de la traduccion francesa de los versiculos que he citado: « El Sefior hablé d Moises y d Aaron, y les dijo: Hablad d los hijos de Israel y (para hacerles com- prender cuanto aborrezco toda especie de impureza) de- cidles: El hombre que sea acometido de la gonorrea, serd impuro y separado de las cosas sagradas (2).» Nada (4) Cursus sheologic completus, t. VI, p. 800. (2) Loc. cit., p. 804. 32 DE LAS ZNRRRMEDADES VENERRAS. hay por lo tanto, ni en el testo latino, ni en la traduc- cion francesa hecha por hombres competentes, que pue- da permitirnos asimilar el flucum seminis & wna enfer- amedad contagiosa. uO Por otra parte, muchas razones deben alejarnos de esta idea. El hombre que padecia esta afeceion, es cierto que podia trasmitir su impureza; pero el que de este modo quedaba impuro, no conservaba esta mancha sing por un tiempo limitado, usque ad vesperum. Su estado no era, por consiguiente, idéntico al del enfermo, él cual quedaba impure hasta despues de su curacion, cuya época no estaba indicada. « St sanatus fuerit qui hujusce- » modi sustinet passionem, numerabit septem dies post » emundationem.sui; et lotis vestibus et toto corpore tm » aguis viventibus, erit mundus» (vers. 13). Ademas, este hombre no se hallaba enfermo al mis- mo tiempo que'el primero y no podia 4 su vez trasmi- tir 4 nadie su impureza. «Nota hic canonem,» escribe dom Calmet: «in lege veteri, qui vel que, in se immun- » da erant, immunditiem suam transfundebant in tan- »gentes: tales erant leprosi, seminiflui , menstruate, » reptilia; qua verd non in se, sed tantum per contac- » tum rei immunde immunda fiebant , hec suam im- » munditiem non transfundebant in tangentes se; ut qui » tetigérat reptile immundus erat, non tamen polluetat » alium quem tangebat (1).» No sucede lo mismo cuando se trata de una enferme- dad contagiosa. El que la contrae puede pexrmanecer enfermo tanto tiempo como el que la trasmite, quedan- do contagiado hasta su perfecta curacion, y no tan sole hasta el fin del dia, usque ad vesperum. En segundo (1) Loe. cit., p. 808. CONSIDERACIONES GENERALES. 33 lugar, el contacto es tan peligroso con él, como con el primer enfermo; pues trasmite su enfermedad con la misma seguridad, y la da con todo su poder y con to- dos sus peligros. Facil es comprender ahora por qué los comentado- res de Moisés no han considerado el fluxum seminis como una blenorragia, y cémo han hecho de ella una pérdida seminal, y nada mas. Una ultima razon pudiera invocarse todavia en su fa- vor, y es la especie de asimilacion que entre los hebreos se hacia entre el hombre atacado de esta enfermedad y la mujer que tiene sus reglas (seminiflui et menstruate), asimilacion admitida por el mismo Moisés, puesto que tambien indica en el capitulo décimoquinto del Levitico las precauciones 4 que la mujer esta sujeta durante sus épocas , declarandola impura como lo habia hecho con el mismo hombre. De todos los detalles precedentes resulta que es im- posible admitir la existencia de la blenorragia entre los hebreos, apoyandose solamente en el testo del Levitico. La misma duda subsiste cuando se trata de hallar en la descripcion de la gonorrea de los griegos y de los ro- manos los signos de esta enfermedad. Todos saben que esta gonorrea les era perfectamente conocida. Hipécra- tes, segun M. Littré, la ha indicado en la mujer: «Si ef »sémen se escapa puro y sin intermision, dice, la mu- »jer no quiere tener relaciones con su marido (4);» en cuyo pasaje el traductor ve la primera mencion de la gonorrea. Galeno describe esta afeccion y la define: «Una escrecion involuntaria del esperma,» 6 mejor : (1) OEuo. comp. d’Hippocrate, trad. de M. Littré, t, VIII. Paris, 4858. Traité des maladies des femmes, lib. I, p. 68. 3 Mu DE LAS EBNFERMEDADES VENEREAS. « una escrecion frecuente del esperma, sin conocimiento » de ella y sin ereccion del pene (4).» Esta escrecion del esperma, segun Galeno, se verifica por la debilidad de Ja facultad retentiva, 6 por la fuerza del poder espulsi- vo. En el pasaje siguiente de Celso se encuentra: «Est » circa naturalia vilium, nimia profusio seminis, quod » sine Venere, sine nocturnis imaginibus sic fertur, ut, »interposito spatio , tabe hominum consumat (2).> Despues de haber hablado de la diabetes, Alejandro de Tralles trata de seminis profluvio (3), y Oribasio (4) es- tudia en el mismo capitulo la gonorrea y las poluciones nocturnas, prueba cierta de la relacion admitida por los antiguos entre estas dos afecciones. Los caractéres de esta gonorrea son tales, que la di- ferencian completamente de la gonorrea sifilitica des- cerita por Astruc, Hunter, Cockburn, etc., y 4 la cual Swediaur da el nombre de blenorragia. Esta se presen- ta efectivamente con tres grupos de sintomas que no encontramos en los escritos de los antiguos. Hablo del flujo cuyos caractéres son los del pus y no los del esper- ma; del dolor, tan vivo durante la emision de la orina, que ha valido a esta enfermedad su nombre popular; finalmente, de un estado de turgencia del pene que exis- te durante todo el periodo de agudeza de la enfermedad, y aun llega 4 trasformarse en erecciones permanentes y dolorosas, 4 las cuales se ha dado el nombre de gara- batillo. ‘ En lugar de estos sintomas hallamos mencionado en (1) OEuv. de Galien, trad. de M. Daremberg, Traité des lieuw affectés, lib. VI, cap. v1, t. II, p. 698. (2) Celso, loc, cit., lib. IV, seccion xxt. (3) Alejandro de Tralles, lib. IX, cap. 1x. (4) Oribasio, De loc. affect. curat., lib. 1V, cap. cvit. CONSIDERACIONES GENERALES. 3S en los pasajes anteriores: un flujo que se verifica sin placer, pero tambien sin dolor, y sobre todo sin erec- «ion, capaz de producir el aniquilamiento del enfermo, Jo cual es una prueba de las pérdidas seminales, y nun- a se observa en la blenorragia. Diré, pues, de la gonorrea de los griegos y del semi- nis profluvius de los romanos, lo que hace poco decia del fluaus seminis de Moisés: Esta no es una blenor- ragia; pues todo lo mas seria una blenorrea, y mas pro- bablemente una pérdida seminal. Galeno, en su tratado De locis affectis, menciona otra enfermedad del pene, y le concede los caractéres si- guientes : mitiva (p. 50).» (3) » Cuando el pus venéreo ha pasado & la circulacion, afade » Hunter, y circula con la sangre, determina en la economia una irri- 48 DE LAS ENFERMEDADES VENERBAS. en la piel y las membranas mucosas, en el periostio y en los huesos, y que, finalmente, ocupan las visceras durante el ultimo periodo de la enfermedad. Hunter hace notar con mucha justicia que la sifilis, en medio de estas trasformaciones , afecta una marcha constante- mente invasora, que se estiende desde las partes super- ficiales 4 los érganos situados mas profundamente, y atribuye 4 causas secundarias, particularmente 4 la ac- cion de la temperatura, la preferencia del virus 4 los tejidos mas superficiales (4). El cirujano inglés divide estos sintomas consecutivos en dos partes ; los que mira como una consecuencia ha- bitual de la blenorragia y los que, segun él, suceden lo mismo 4 los chancros que 4 la gonorrea (2). Solo 4 estos Ultimos es 4 los que reserva el titulo de sifilis constitu- cional. Esta division de los sintomas secundarios est4 en opo- sicion con la reunion de los sintomas primitivos en un solo grupo; porque si la blenorragia no se diferencia del chancro mas que en su forma, si es un efecto del » tacion, que da por resultado una accion morbosa. De esta irritacion » pacen muchas enfermedades locales, tales como pistulas en la piel, »ulceras en las amigdalas, e] engrosamiento del periostio y del tejido « huesoso (p. 54).» (Comp. avec la Description de la syphilis constitution- nelle, p. 894 et passim). (1) Véase loc. cit., p. 885. (2) Desde el principio de su libro admite Hunter esta identidad de ondo entre estas afecciones de formas diversas; sostiene «que el pus de la gonorrea produce indistintamente una gonorrea, un chancro 6 la sifilis constitucional , y que el pus de un chancro puede producir nigualmente una gonorrea, un chancro 6 la sifilis constitucional (pa- gina 33).» Sin embargo , esto no le impide describir por separado las »eermedades que se consideran como tin efecto consecutivo de la gonorrea y la sifilis constitucional , p. 248. CONSIDERACIONES GENERALES. 49 virus venéreo, no se comprende por qué ha de produ- cir efectos especiales, diferentes de los que suceden 4 la misma ulcera. En su primer periodo, la enfermedad venérea es esclusivamente contagiosa , y entonces se trasmite del _marido 4 la mujer, de la nodriza al nino, 6 reciproca- mente (4). Luego que llega al estado constitucional; pue- de penetrar tambien el organism. , con tal que el pus virulento sea depositado en una herida, en una ulcera simple, 6 enalguna otra superficie absorbente. «En gene- » ral, escribe Hunter, tiene su origen en las afecciones » locales que he descrito anteriormente , y cuyo pus es » absorbido y trasportado 4 la. constitucion. Parece que » el pus venéreo puede penetrar en la constitucion con- »secutivamente 4 su aplicacion pura y simple, y sin » haber producido desde luego uno w otro de los efectos » arriba mencionados, como lo he dicho al tratar de la »,formacion de los bubones; pero esto no parece tener » lugar sino cuando se aplica 4 ciertas partes del cuerpo, » tales como el glande, que se pueden llamar superficies » semt-iniernas. Creo que no puede ser absorbido por » los vasos absorbentes 6 por la piel sana; pero aqui no » hago mas que espresar una opinion (2).» Afiade ade- mas: « El virus puede ser llevado tambien 4 la cons- »titucion despues de haber sido aplicado 4 las ulceras »comunes, si bien no hace necesariamente venéreas » estas ulceras (3).» Por estas citas se ve que Hunter adrnitia la sifilis cons- titucional de un modo inmediato, lo cual ha negado completameate Ia escuela de M. Ricord. (4) Loc. cit., p. 50. (2) Traité de 1a maladie oénérienne , p. 543. (8) Loc. cit., p. 48.

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