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FILOSOFIA POR UNA METABOLIZACION Tristan Garcia Anabolizacién de la critica 1. Critica Paradéjicamente, siempre cuesta someter a un examen cri- tico aquello que Ilamamos «critica». Por abuso del lenguaje, terminamos encontrando una invo- cacion a la critica en todos los campos intelectuales y, como ya no se sabe bien de qué estamos hablando cuando defendemos o cuando atacamos a /a funcién critica del pensamiento, quiza sea imposible definir un concepto lo suficientemente grande como para abarcar todas las tradiciones que la reivindican, y a la vez, lo suficientemente consistente como para no disolverse en una idea demasiado vaga de la critica, reducida al mero uso de la taz6n o de la conciencia reflexiva, al rechazo de los prejuicios, D bate contra toda forma de dominacién. ntemos otra operacién. 237 SS Procuremos construir una figura imaginaria, un concept exagerado que inflaria uno de los rasgos de todo lo que hoy 0 dia llamamos «critica», aun con el riesgo de caricaturizarla, i con el objeto de distinguir mejor aquello en lo que la funcign critica del pensamiento puede convertirse si se la confunde con todas sus posibles actividades. Plantearemos la hipstesis de que ese rasgo artificialmente inflado a lo largo de nuestro texto corresponde a una tendencia contemporanea de la criti- ca: la reduccidn del pensamiento a /a puesta bajo condicién del pensamiento. Imaginemos entonces una suerte de pensamiento critico resumido, que no es toda la critica de hoy en dia, mucho mas diversa, sino su figura desmesurada, como en una pesadilla afie- brada: un simulacro monstruoso, una amalgama de Marx, de Freud, de Nietzsche, de Durkheim, del programa de la Escuela de Frankfurt, de la arqueologia foucaultiana de los discursos y las practicas, de la tercera ola feminista, de Ja desnaturalizacién y la historizacién bourdieusiana de los fenémenos sociales, de la deconstruccidn de los discursos dominantes, de la psicologia de la colonizacion de Fanon, de la relectura del Orientalismoy sus mitos, del pensamiento poscolonial y descolonial, de la pro- vincializacién de Occidente, del antiespecismo, de los estudios de género y la performatividad de los roles sexuales, de la lucha contra la heteronormatividad, la cisnormatividad y la x sae de un pensamiento queer, del rechaz0 “'cismo por parte de personas que experimentan una dis- capacidad o de la gordofobia por parte de personas juzga obesas... La former a a ie no es exhaustiva, Imaginemos que podamo® ar el sentido critico de a ; : le estos pensami een legitimidad hasta el punto e ® pensamnientos aa en el que ya no percibamos mas qué SU grosero ensz j 4 > de « ‘Osero ensamblaje, bajo el de «la criti y nombre ue esta aleacion se convierta en el princi ae de todo lo que decimos y de to Imaginemos que no hubiera otra cosa: es decir, un pensamiento condicionad condicién. pio de todo lo que do lo que hacemos, pensamiento Critico, © a poner todo bajo 2. Condicién critica Semejante «condicién criti solamente a discursos erudito: a discursos, ca» del pensamiento no atafie s. Mas aun, no atafie solamente Tenemos la intuicion de esta fi imaginacin por las formas de de las regiones de nuestro mun Sura amalgamada en nuestra Pensar, de hablar y de actuar do que se presentan como li- ‘as tanto en las canciones stiper Publicados Por los usuarios de las redes sociales, en las con- Versaciones, amigables y hostiles, en el café, en los transportes Piiblicos © en Jas comidas familiares, Abunda desde hace un tempo en el discurso militante, pero ha conquistado también, Mucho més alld de los circulos de vanguardia, las performances, $ Poemas, las novelas, las peliculas, las series de television fotografias, Es desde hace un tiempo objeto de = atencién en la interpretacién incesante de las ~ aes Palabras «descifradas» por los editorialistas y los Re a sus * Recesidad de sia perhalizades nee snposniat a nepincndodniion mma manera de msn pei ans ct Beeeasoneatroe ele educacién, sostiene 10: ita nuestras reflexiones sobre 239 discursos de oposicién a toda institucién al mis remodela los discursos de la institucién escol, las acciones y las reacciones de los nifios, los sistemas de ciencias humanas que son la Punta de lanza de la critica erudita, estalla hoy en dfa de manera €sponténea y ey. plosiva al menor chasquido de dedos, por un silbido, ung burla, una ocurrencia, por las querellas sobre el humor, los chistes y las ofensas que suscitan, en todos los campos, entre los uniyer- salistas, los diferencialistas, los minoritarios 0 los identitarios, Nuestra «condicién critica» intuitiva, que deseariamos com- prender, definir y someter a examen, es en su sentido més am- plio una vaga forma de actividad del pensamiento operando en nuestros discursos y nuestros cuerpos, y que parece aumentar con la modernidad. Qué es esta efervescente «condicién critica»? Es una suerte de sintesis permanente de representaciones en nuestra cultura, mediante la cual vive nuestro pensamiento contemporaneo. Conservemos un poco mas esta metéfora vitalista. Representémonos al pensamiento como un cuerpo vivo. Al estudiar un organismo se denomina «anabolismo» al conjunto de las operaciones mediante las cuales el organismo realiza la incesante sintesis quimica de lo que lo mantiene con vida y lo ayuda a renovarse, a partir de elementos basicos que provienen de su alimentaci6n. Para facilitar nuestra comprensién del fenémeno critico, representémonos un anabolismo del pensamiento: la sintesis in~ cesante por parte de todos los que piensan, a partir de todas las representaciones que les son impuestas para alimen' (discursos, imagenes, peliculas, publicidades, tomas de status, reglas, normas y leyes...), de distintas que alimentan, revigorizan y renuevan su smo tiempo jue ar. Ya influenes Mucho mas alld de ensamiento esta bajo condicién critica en tanto a bated y digiriendo sin cesar todas €sas representa- ae ait absorbiéndolas, rompiéndolas y analizandolas Cove ansformarlas en nuevos productos de sintesis ~tepre- Peotaciones ya no inmediatas sino complejas, ya no inocentes sino representaciones que tienen que ser interrogadas, ya no incondicionadas sino puestas bajo condicién-, 3. Representacion Todo empieza con Tepresentaciones que son como el ali- mento de ese metabolismo intelectual, Nuestro Pensamiento que sintetiza la c ritica (social, racial, de género, de capacida -+) jamas crea representa- Presentado brota jamés ©a ya una representacion dada. Primero ha sido alimentada Por signos, imagenes Y Cuerpos que representan, Lo que le interesa a nuestro pensamiento bajo condicién critica es e] sentido que le damos a las cosas y no las cosas Mismas, A su vez, ningan. Pensamiento critico se aventura mas all de log limites di absolutizarse, pued era de esas repre: des, de especie. ™A que «no hay fuera de texto». Pero la mayoria de las ve- ar con prudencia que saberes, ciencias o artes yan hecho uso de representaciones ideolédgicas de las cosas Ode la Naturaleza, Las cosas o la Naturaleza convertidas en tura estan entonces maduras para volverse objetos de critica, Sto que ya han sido absorbidas y filtradas por subjetivida- circunstanciadas y condicionadas de sujetos que a itereses, ventajas, privilegios, y un punto de vista criticadle. 241 \bandonando a discursos primeros el contac ace entre la subjetividad y la objetividad, el p ondicion critica solo comienza verdaderam uando tiene que lidiar con representaciones éQué hace entonces? Progresemos metdédicamente, ¢Qué se entiende ante todo por el concepto general de «re- a ae mas que /a presentacién de alga ausente, or el ausentamiento de algo presente. Es en este punto ex: iparentemente abstracto, donde el nensaltienea bajo i. ‘i6n critica comienza su obrar. Para representar, en efecto, es reciso ante todo que una subjetividad haga como si algo que std presente no lo estuviera. Por ejemplo, es necesario que aquel que produce y aquel que recibe una imagen actten como ‘i una dimension del espacio estuviera ausente, como si un objeto tridimensional se volviera un objeto bidimensional. En realidad, toda imagen es un odjero en tres dimensiones, aunque to con la inter. ensamiento bajo ente a funciona subjetivas, sea un objeto notablemente plano. Pero, para reconocer una representaci6n en tanto representacion es preciso comportarse como si —como si tres dimensiones se redujeran a dos, a fin de ver la imagen-. No es ni una mentira ni una ilusién. Sino que es una suerte de simulacién («como si») perceptual e intelectual: ignoro el reverso de la imagen, esta escultura eminentemente plana, para no prestarle atencién y no darle sentido mas que a su anverso; asi, yo cuasiausento la tercera dimensién de la ima- gen, su espesor y su inscripcion en el espacio tridimensional. La critica es lo que ataca por detrés al caracter simulado de todas nuestras representaciones, intimas o colectivas. Todo discurso, todo saber y toda ciencia utilizan tales repre- sentaciones simuladas. Y el como si es su punto débil, el hue- co en la armadura al que todo pensamiento critico apunta en 242 primer lugar. Todo lo que es ausentado por una representacién: he ahi lo que la critica nos presenta. La condicign escondida de una representacién es siempre el objeto evidente de su critica. 4. Condicién Una representacién, es decir, la presentacion de algo ausente mediante la intermediacién de la ausencia simulada de algo presente, no puede ser concebida, producida y difundida sin condiciones, simbélicas y materiales. Sucede que la represen- tacin (la imagen, el discurso, el concepto, la ley...) escamotea siempre esas condiciones, que forman parte de sus medios, a fin de tomar como fin al objeto ideal, el objeto apuntado (algo que no esta alli pero que querriamos hacer aparecer). La funcién critica del pensamiento es lisa y llanamente una manera fulgurante de invertir la prioridad entre el fin y los medios de las imagenes, de los sonidos, de los textos, de los discursos y de los conocimientos: en lugar de dejarse dirigir hacia afuera por nuestras representaciones hacia su objeto, se hunde hacia adentro hacia sus condiciones. La mayor parte de las veces, esta actividad critica se acom- Ppafia de una dramaturgia que le asegura su publicidad. Al me- nos desde Marx, Nietzsche, Freud o Durkheim, ella pretende develar lo que nadie entre nosotros habja visto, por estar tan cautivados por los objetos de nuestras representaciones. Con elcalculado gesto del genial desmitificador, del prestidigitador invertido, el pensador critico devela las condiciones ocultas de una representacién que aparentaba ser ideal y auténoma, re~ por grandes principios, ideas y valores, y dirigida hacia objetos. 243 Bajo condicién critica, el pensamiento descubre entonces una fa//a entre lo que se cree que una representacién Tepresenta y lo que verdaderamente representa. Mientras que antes de Ja critica se piensa que una representacién tepresenta lo que representa (su objeto), uno descubre asombrado tras Ja Critica que esta representa de hecho las condiciones bajo las cuales fue elaborada, producida y difundida: es decir, los intereses materiales y simbdlicos mas o menos inconscientes que han presidido a su puesta en forma. A menudo, ese descubrimiento puesto en escena por la ope- racion critica del pensamiento suscita una inversién especta- cular: la representacin, el valor o la idea son lo inverso de lo que habiamos crefdo que eran. El discurso de la igualdad es en realidad un discurso de dominacién; la verdad es una suerte de mentira; lo que se presenta como progreso es una regresién; la ley es un forzamiento; la necesidad aparece como una con- tingencia; lo universal no es mas que una particularidad como tantas otras, etc. Asi, la condicion critica moderna incita a nuestro pensa- miento a liberar nuestras representaciones tanto de sus autores (de la intencién que ha presidido a su creacién) y de aque- Ilo a lo que apuntan (su idea), como de su sujeto y su objeto. Mediante un verdadero giro dramitico, la critica expone sobre la escena del pensamiento que esas representaciones se vin- culan de hecho con sus condiciones concretas de fabricacién: los privilegios que han permitido su concepcién por parte de algunos mas que de otros; las relaciones de fuerza; la propie- dad, el imperialismo, el colonialismo, la dominacién masculina; las estructuras y sistemas de poder; las asimetrias adquiridas mediante el habito y la educacién; los intereses particulares que han presidido la formacién subjetiva de tal pensamiento 244 aparentemente universal, de tal palabra profunda, de tal Princi- pio generoso, de tal relato que nos parecia infantile inofensivo, de tal imagen que se presentaba como neutra, de tal uso al dae se le daba poca importancia, etc, La fuerza psicoldgica del choque explica la conversién re- pentina de muchos espiritus modernos a un pensamiento cri- tico: este les hace percibir todo bajo una nueva luz, donde ya nada es inocente, al darse cuenta, como fulminados por esta revelacién, que nada de lo que nos representamos es incondicionado. 5. Representacién bajo condicién Una condicion es desde luego aquello sin lo cual jams se habria podido producir lo que se ha producido. Pero a ese muy amplio sentido se agrega otro, més preciso: es aquello a lo que la subjetividad productora de una representacion se halla so- metida. Es lo que hace que ella no sea ni umiversal (no es todas las subjetividades) ni singular (no es ella y solamente ella), sino particular. La condicién, en el sentido en el que quisiéramos compren- derla aqui, es la particularidad en juego en una subjetividad. Esta no es ni «todas» ni «una sola», sino «algunas». Por ende, nuestra condicién adquiere diversos aspectos, que corresponden a todas las maneras en las que las subjetividades pueden ser varias sin ser todas. Es la clase social, la educacion, la cultura, la confesién, la lengua, la época, la especie, el aparato cognitivo... Todo lo que, a los sujetos que somos, nos aa y nos separa los unos de los otros. Concebida de ese ee condicién es lo que explica que cuando produzco una = cra tacion no se trata para nada de la obra de un sujeto = saree que bien podria haberla producido en mi lugar {una pro 245 -_ comtn), ni de una obra mia y solo mia, de la obra incompara~ ble de una pura singularidad (una produccién genial). A una misma distancia de lo comin y de lo genial, la condicion es ef principio de lo que, en un libro, en una pelicula, pero también en una teoria, una opinion, un gesto, un rasgo de humor 0 una manera de ser, puede ser explicado mediante aquello que, en el autor, vale también para otros: lo que lo devuelve a su educacién de clase media, a su forma compartida con otros individuos de su clase... De modo mas general, es lo que depende de su psi- cologia de ser humano. Pero, de modo mis estrecho, es lo que atafie a su lengua, a su cultura, a su educacién, a las que fueron sus ventajas, a las discapacidades que, por el contrario, le han impedido asimilar la ortografia, los usos que le fueron trans- mitidos 0 a aquellos a los que no tuvo acceso en su medio... Es su educacién de varén o de mujer, en una época dada. Es su estigmatizacion, su racializacién o los estereotipos de género y de sexualidad a los que él 0 ella han tenido que responder. Por «condicién» entendemos entonces el conjunto de las particularidades sin las cuales una representacion jamas podria haber sido elaborada, producida, difundida y recibida por otros. Se entiende que no se trata del objeto de la representacién, de lo que alguno ha querido decir o mostrar. No, se trata mas bien de aquello que le ha permitido hacerlo —o aquello que se lo ha impedido-. Esta condicién se halla determinada por el modo de pro- duccién econémico y por la distribucién de clases sociales en Marx, por el inconsciente en Freud, por la sociedad como Todo en Durkheim, por la construccién social de la raza en el pensamiento descolonial, por la dominacién masculina en el feminismo radical, por los diferentes sistemas de dominacién y de opresién en los modelos interseccionales, por los Privilegios 246 ie humana se arroga e: i i que la especie idad y el estatu: _ n el antiespecismo, Por la neteronormatividad y el es : S privilegiado que se otorgan los jndividuos cis en el pensamiento queer. Retomemos el hilo de nuestra argumentacién y laconstruc- cion de nuestra grosera figura de la «condicién critica» actual, Ahora que el sentido que le damos a los términos «representa- cién» y «condicién» son claros, para comprender cémo el pen- samiento critico es anabolizado por la modernidad nos alcanza con inferir las consecuencias de la siguiente definicién: est sometido a lo que llamamos la «condicion critica» moderna lo que asigna al pensamiento la funcién de develar todas las condiciones de nuestras representaciones. Con este fin, nuestro pensamiento desvia nuestras represen- taciones de su objeto, su idea o su valor. Y los reorienta hacia su condicién. Soy un ser humano, de sexo masculino, soy heterosexual, soy blanco, soy de clase media: mi condicién es también, al menos en parte, la de mi discurso, la de lo que escribo aqui, .parte, dicié la de lo que pienso; es cierto, pero esta verdad de Ja condicién Particular de mis tesis y de mis ideas amenaza sin cesar con * ON sin; ar a obstaculizar otras dos verdades, la de su con x H ie : que solo depende de mi, el caracter vernal “ mee oS y “ ee . eventual valor para todas las de su condicién universal (Ia de ae : identidad todos nosotros, mis all4 de nuestras identidades cosas 9 aa La pasion contemporanea por lo particular corto- Particulares) . gulary Jo universal: no solo pone a todo lo que se circuita lo sin: ‘ue se dice 0 todo lo que se piensa bajo condicién, hace, todo lo qu fica a su vez la condicién con la particularidad, . identi! . sino que iden” que de mio de lo que produzco es compartido es decir, com valer jamds para todo el mundo. Me hace a mi por a aqui expuestas, no lo suficientemente generales is ide yom ££ 247 como para pretender volverse universales, nerales como para no ser reemplazables, como Para no ser e| sintoma de mi especie, de mi orientacién sexual, de mi Enero, de mi raza o de mi clase —de mi condicién y de la condicién de mi pensamiento en este sentido preciso: categorias-. pero demasiado ge- mi pertenencia La condicién critica del pensamiento pretende pues rom- per la historia en dos al invocar el descubrimiento irreversible, durante los siglos xvi y x1x, de que todas nuestras represen- taciones, todas las obras de la subjetividad son categoriales bajo condicién: no hay ontologta de las representaciones mds que condicionada por particularidades. El ser de las representaciones no esta determinado por Principios sino por condiciones ca- tegoriales. En el relato implicito que se cuenta la modernidad critica, se caracteriza por tanto como premoderno a todo pen- samiento filosdfico o religioso que vincula nuestras represen- taciones con valores principiales (que se fundan a si mismos), universales (sin particularidad) o singulares (fuera de catego- rfa), abstraccién hecha de las condiciones de su enunciacion, de su difusién y de su imposicin. A los ojos de quien piensa bajo condicién critica, todo pen- samiento que todavia se refiera a esos valores se vuelve crimi- nalmente inocente 0 ingenuamente culpable, Es ingenuamente culpable si es premoderno: atin no ha pasado la prueba de su puesta bajo condicién critica. Es criminalmente inocente si, tras la modernidad, desea retornar a un estado anterior, pre- critico, del pensamiento, y retornar a su sumision a los valores (se vuelve entonces reaccionario), Opera en toda la tradicién critica una tendencia mas o me- nos afirmada (que caricaturizamos aca a Propésito) a condicio- nar nuestro pensamiento, a disciplinarlo al prohibirle retornar 248 a representaciones religiosas, morales y incondicionadas. Pero solo es una ten real, la funcién critica del pensamien dang Y Metafisicas en j cia. En su €Jjercicio to se adapta Siempre a tuna. Por momentos, y en Particular h no obstante, su pretensién de extend i nuestras facultades, sobre todas nues tr: a . ies, nuestros te as actividades intelectua- nuestros cu: rPos o nuestras maneras de ser. Teaccién de un suj inc, tujeto humano, masculino, blanco, cis y hetero- sexual, > sé media, ante el acto de re: itir 1; i ala singslaridad pant ‘mitir las pretensiones ‘ agul © a Ja universalidad de su discurso a sus par- cularidades. No hay nada decir: aad 'y por decir: alcanza con mostrarlo, an nae . : . rando mi discurso hacia aquel que lo enuncia y hacia las condiciones de su enunciacion, Es algo indiscutible. En ese caso, ya no puedo responder a la critica: debo res- Ponder sobre mi condicién y sobre la condicién de mi discurso ante ella. Diremos que la actividad critica se vuelve entonces hiperbélica. Se acerca a Ja caricatura grosera que acabamos de hacer. No se vuelve a pesar de ello ni falsa ni nena. sino " . fae ’ lida que que tiende a absolutizarse. Y desde ese i : ~— ile casi parédico que hemos ext se acerca al concepto F vidente: al acelerar ella, presenta un defecto cada vez mas © abolizar nues' representaciones 4 su capacidad de an a sin cesar Pa tomaticamente nuevas representaciones q y de sintetizar 249 ae Smet reenvian las antiguas a sus condiciones, se h: alla Paradgij : icg- mente ralentizada. ‘ica 6. Critica hiperbélica Siempre hay una razén para pasar de un Pensamiento cri. tico que anaboliza algunas de nuestras representaciones a un pensamiento critico hiperbélico que tiende a no hacer més que eso. Esta razon es la necesidad imperiosa de cambiar las cosas, cambiar por lo menos las condiciones de nuestras representa- ciones, cuya desigualdad se ha vuelto flagrante. So pena de sentirse culpable de mantener el orden estable- cido del mundo, en el que todas las condiciones parecen injus- tas, prontamente quien pretende pensar no puede ya reconocer otro imperativo mas que el de someter a la critica todo lo que se le presenta: lo que oye, lo que lee, lo que ve, lo que siente, lo que padece, los discursos, las teorfas ordinarias, profanas 0 sagradas, espontaneas o elaboradas, populares o eruditas —todo debe ser criticado en vistas a su transformacién radical-. De allf en més el pensamiento ya no es mas que el pasaje por el tamiz de la critica de todo lo representado por los sujetos. Asi, im4genes, misicas, textos, discusiones, opiniones, pero también tesis, teorias, sistemas, actitudes, construcciones, proyectos de urbanizaci6on, posturas corporales, chistes, maneras de hacer, formas de amar, normas, reglas, leyes, usos, deseos y placeres, alimentacién y cosmética se hallan sistematicamente filtra- dos por un pensar. En primer lugar, este niega que nuestras representaciones sean verdaderamente lo que pretenden ser. Luego, sustituye su objeto por el descubrimiento dramiatico de sus condiciones asimétricas de representacion, que remiten a las relaciones de dominacién entre especies, géneros, clases, 250 oed E : : transf, ades. Finalmente, impone al pensamiento el deber de Storma “ Ral 2 € iguali = condiciones y de concebir unas nuevas, justas Sualitarias entre todos los seres Seguramente haya. p ara quien piensa, algo embriagador en celerar de ese modo | 1 I , algo embriagador e MBiones ideologicas on de todas las representa- ‘aga, y que esté conminado a consumir para poder romperlas y recomponerlas: su pensamiento vive de anabolizar todo lo que le llega, imagenes e ideas, cuerpos conceptos. Es una potencia. pitas: Pero de tanto volver a poner todo bajo condicién, su pensa- miento est4 casi siempre tomado por una duda. No es una condena externa, ni un juicio moral o politico acerca de las consecuencias de su actividad critica devenida hiperbélica. Es un escripulo, una duda interna al mecanismo critico mismo que se ha acelerado y absolutizado. Algo -una representacién en particular— escapa en efec- to al recondicionamiento sistematico de todas nuestras representaciones. De una coherencia terrible, la critica parece ya no presentar el menor hueco en su armadura, el menor punto débil: pone todo bajo condicién. Sin embargo, se halla ahora expuesta a un vuelco completo. Por qué? Porque al volverse hiperbdlica se ofrece en su totalidad al reproche de ser exactamente lo contrario de lo que exige de todas las representaciones: una representacién incondicionada. La tinica representacién que escapa al condicionamiento critico de todas las representaciones es el condicionamiento critico mismo, Es ella misma su propio talon de Aquiles. Al volverse, como en la caricatura que haciamos de ella, Un pensamiento reducido a su facultad critica, amenaza con 251 presentarse como una puesta bajo co ella misma de condicién. He ahi el punto de inflexién fatidico de una actividad cy tica hiperbélica, el momento en el que la critica generaliza al descubre en si misma una debilidad, se desboca, se da Vuelta y duda en emprender una critica de Ia critica. Mientras algo en nosotros sigue criticando con una con- ciencia incrementada las representaciones sexistas, racializadas, especistas, validistas y normalizadas que hacemos de nosotros mismos, de los otros y del mundo en general, algo distinto se desprende en secreto, inconscientemente al principio, de esta actividad intelectual militante. En primer lugar, algo emprende una critica reflexiva de nuestro punto de vista. A continuacién, algo toma consciencia de la repeticién de la actividad conscien- te: sabemos de aqui en mds que criticaremos sin fin, y que hara falta que critiquemos nuestro propio punto de vista critico. Escuchamos entonces emerger, entre los discursos antinor- mativos, el temor de que la antinormatividad se vuelva una norma establecida como cualquier otra. Sentimos asomar en la deconstruccién sistematica de los discursos un malestar res- pecto del discurso instituido de la deconstruccién. El escrapulo se hace presente. ndicién de todo, desprovisra Para deshacerse de él, en un primer momento alcanza con tener un enemigo. Siempre esta alli, y le da un sentido al com- bate. Antes de iniciar una autocritica, uno se dice que primero conviene llevar a cabo la critica del adversario que atin sobre- vive, mas potente que nunca (el capitalismo, la Reaccién, él patriarcado, la supremacia blanca, el validismo, el especismo). No ha sido vencido, y quiz4 nunca lo sera completamente. Pero porque es urgente transformar las condiciones de produccién de nuestras representaciones, reformarlas o 252 revolucionarlas, y porque Ja lucha apenas comienza, el pensa- miento que habilita esta lucha no debe flaquear. En nombre del combate, en nombre del deber, por fidelidad a su deseo inicial y para no cederlo a sus enemigos, la critica se mantiene como puede. Se frena sin embargo regularmente y, dentro de cada tradicién, la anabolizacién de todas nuestras representa- ciones funciona cada vez mas dificilmente -o quiz demasiado facilmente: se ha vuelto una figura retérica, una artimafia del discurso, un truco previsible de la mente-. Muy pronto, eso ya no basta para quien piensa. La anabolizacion del pensamiento critico tiene tendencia a ralentizar tras haberse vuelto hiperbdlica, ella misma se obsta- culiza; incluso a veces simplemente se detiene. Catabolizacién de la critica 1. Revision Regularmente, cuando la anabolizacién critica del pensa- miento empieza a agotarse surgen otras maneras de pensar que buscan més bien catabolizar. Este ejercicio de depuracion no es el contrario del proceso anabolizante que acabamos de describir: mas bien lo acompa- fia. Si conservamos la metéfora vitalista que nos ha ayudado a concebir nuestra caricatura de la critica, al figurarnos al pen- samiento como un cuerpo, este ya no remite a la sintesis de *epresentaciones por parte del espiritu que se alimenta de ellas sino a la degradacién y a la eliminacién de representaciones critica falsas o ilusorias, Este catabolismo permite liberar la ©nergfa necesaria para la renovacién de nuestra actividad. 253 En la mayoria de las tradiciones cr freudismo, de los estudios de género a pensamiento poscolonial al antiespe mente reconoceremos semejantes mo pensamiento por el pensamiento. No hay actividad Critica hj- perbolica del pensamiento sin temibles purgas que permiten comprender sus ciclos histéricos. La critica se vuelve contra si misma, pretende furiosamente separar la paja del trigo y la falsa critica de la verdadera. Para catabolizarla, se somete a la pregunta y regresa de manera reflexiva sobre sus Ppropias con- diciones de produccién. Al descubrir su ceguera parcial espera entonces adquirir una nueva forma de lucidez. Ya era ese el sentido de la «critica de la critica critica» lle- vada habilmente a cabo por los jovenes Marx y Engels en La sagrada familia. Al punto de vista critico de Bauer y de ciertos discipulos hegelianos demasiado idealistas, Marx y Engels le oponen el «punto de vista real» que anuncia su materialismo, es decir, el tomar en cuenta las «condiciones concretas» en las cuales los hombres tienen ideas. Lo que aparece en esta virulen- ta «critica de la critica» es que una critica real siempre deberia iticas, de] Marxismo a] 1 feminis i mi | ° tadical, del Cismo, parece que facjj- mentos de purgacién de] eliminar una critica aparente, una critica verdadera denunciar una critica falsa. Ese sera el tema de las grandes revisiones criticas: lo que parece critico no lo es necesariamente. Es pues importante devolverle a ese semblante de critica la realidad ocultada de sus condiciones. Se regenera asi la condicién eri- tica del pensamiento al purgarlo regularmente de sus falsas producciones (las expresiones preconcebidas, los reflejos del pensamiento, los nuevos clichés, las normas provenientes de la critica de las normas, la institucionalizacion...). Devenida agonistica y luchando en si misma para desenterrar en su seno la parte muerta que usurpa su vida, la critica cataboliza. Pero, al 254 hacerlo, persigue su movimiento hiperbdlico y no resuelve pues nuestro dilema: gCémo salir de un pensamiento critico que a fuerza de acelerarse se ralentiza, que de tanto incrementarse termina disminuyéndose, y que al ponerse cada vez mas critico termina siéndolo cada vez menos? ~Cémo pensar todo bajo condicién, si esta puesta bajo condicién se vuelve ella misma incondicional? Un pensamiento critico que se revisa no nos sacara de esta condicién critica ficticia y caricatural, que examinamos me- diante la imaginacién para comprender mejor aquello a lo que el pensamiento critico real se acerca hoy en dia en ciertas oca- siones, cuando tiende a devenir todo el pensamiento. Quiza se purga y se regenera, pero se ve Ilevado a una critica de la critica, y en lugar de sustraernos de nuestro dilema nos hunde en él un poco mas. 2. Reaccién Existe, desde el siglo xviu1, una via inversa. Mas que esta reflexién mediante la cual el pensamiento critico se vuelve regularmente contra si mismo, otro tipo de pensamiento ha buscado muy tempranamente, después de la Revolucién francesa, disolver y evacuar al pensamiento critico en su conjunto. Ha pensado una Reaccién mas que una revision. Elsentido del pensamiento critico es literalmente invertido. Lo que este ve como un progreso la Reaccién lo considera pee ie regresién. Lo que parm el primero parecia a etngot retrocede a los ojos del segundo. i Pentamiento oe Mundo es ab Antiguo. Estimando que el iSecboratu, jo condicién critica, primero el ccnastanienn para de Maistre, luego la Revolucién contra la 255 cual escriben Bonald o Burke, y finalmente la modernida dia la que se opone Donoso Cortés, invierte diabélicamente (ya que en su mayoria son cristianos) el sentido del mundo, los primeros grandes reaccionarios no son simplemente anticriti- cos. Critican el pensamiento critico desenfrenado, hiperbélico, pero critican ante todo lo que, en su realizacion, ha contradicho a su promesa. Todos estiman que nada se ha vuelto mas dog- miatico que la critica del dogmatismo, que la afirmacién de la libertad de pensamiento es ahora una esclavitud, que la lucidez bajo condicién critica ya solo es una mera ceguera aborregada. Detras de los conceptos el reaccionario ya no oye mas que pa- labras. En esas palabras no oye resonar otra cosa que el deseo paradéjico de sumisién de aquellos que pretenden pensar y hacer pensar por si mismo: «Todo innovador inventa una pa- labra que sirve de punto de encuentro a sus discipulos, si ha de tenerlos. Bacon con su induccién, Kant con su critica, Condillac con su andlisis, han enrolado a la multitud» se queja de Maistre. Elles opone su desconfianza, su propia clarividencia mediante el examen de las ideas y de las palabras. Mientras que la revisién mediante «critica de la critica» bus- caba hacer triunfar una critica regenerada por sobre la critica degenerada, la Reaccién querria hacer valer, contra el espiritu de sistema, los derechos del esptritu critico. Procurando darle la raz6n al pasado contra el presente y el porvenir, la Reaccién esta en la busqueda de un sentido original del espiritu critico singular, ultrajado por su sistematizacién, su vulgarizacién y su democratizacién moderna que han Ilevado a darle el nombre de «pensamiento critico» a la inversion misma del primer impulso dctron Scenes weed ec nee Sees tio gasta asi toda su energia en Serpette ae que el pensamiento 256 is que un conjunto de dogmas: la critica de los valores tradicionales | j ~onales no ha dado a luz a nada mejor que una nueva tradicién de yy or el hecho d Pp © de neg 4 presentarse como tal. Por esta ra- z6n, el reaccionario prefiere siempre | alores, mucho mas hipdcrita que las otras ‘i i a tradicién que se asume como tal y que dice su nombre, por ejemplo el conformismo pascaliano antes que la apariencia de revolucién, de revuelta, de transgresion y de transformacién de nuestros valores que nunca es mas que un conformismo que se ignora a si mismo. No le reprocha a quien piensa bajo condicién critica que actue si- guiendo los ideales de progreso, de emancipacién y de igualdad; le reprocha que se niegue a presentar esas ideas y esos valores en tanto valores, para poder discutirlos. Inmediatamente después del Terror, una parte importante del discurso reaccionario con- sistir4 por lo tanto en elaborar la psicologia del critico fanatico que se niega a todo debate contradictorio, que no acepta poner sobre la mesa sus valores contra los del reaccionario a fin de debatir valor contra valor. Ese seré el retrato del bolchevique y, luego, mas ampliamente, del militante cegado por su causa, devenido un topos en la literatura reaccionaria. Al psicologizarlo, el pensador reaccionario ubica las ideas dentro de las personas y juzga, como Barbey, que no se ha destruido una idea hasta tanto no se ha atacado a la perso- nas Busca catabolizar el pensamiento bajo condicién critica “incorporandolo en un sujeto individual, en afectos e intere- *s personales, en maneras y manjas, a fin de tomar a contra- Lae meni eeltico que se ha despersonalizado, que Subjetivay nae ehacnte, singular, «el elemento de la verdad tencionado, ata cam Kierkegaard. Voluntariamente malin- d teaccionarig ando a la persona singular (el fisico, los yeites), “spera asi dar vuelta como un guante toda la 257 = condicién critica del sujeto moderno. Toma la critica como un todo y ataca en la persona que la enuncia el Punto ciego, ja condicién singular de todas sus condiciones Particulares, Cree asi mostrarse mas y mejor critico que el critico, En lugar de simplemente revisar la critica, ataca el sistema del Pensamiento critico, que reenvia a su condicién ciega masiva yasu falsedaq de conjunto, encarnada en uno 0 varios individuos Tidiculos, Mientras el critico asigna nuestras representaciones a sus condiciones particulares (de clase, de género, de sexualidad...), el reaccionario rechaza la representaci6n critica hacia su con- dicidn singular: ta que la enuncias y que la defiendes, tus ma- neras, tu obstinacién y tu estupidez... Ofendido y herido, el pensador critico nunca responde sobre ese terreno. Encuentra en el reaccionario su enemigo existen- cial schmittiano, su otro, su contrario y su antitesis absoluta. Contra él, no queda otra que pelear. En cuanto al reaccionario, sin nunca jamés penetrar dentro del pensamiento critico, que percibe de lejos como un bloque, una fortaleza inexpugnable donde se amontonan todos sus enemigos, todos los que desprecia, se complace por su parte en la certeza de su propio espiritu critico, a la vez universal (el buen sentido del que es el garante) y singular (su propia genia- lidad ante la estupidez del rebaiio humano). Mira a todos los que se someten a la condicién moderna critica, los militantes exaltados, alternativamente ~Y 4 veces simultaneamente— como estupidos y peligrosos, Opuesto al pensamiento critico Sistematico, tico le sirve para sacar a la luz lo pretende sustraerse a la critica: tor transformados en ideas que no se que un subterfugio de su advers su espiritu cri- que, bajo condicién eritica, dos esos Principios y valores discuten jams. No ve alli mas ario, una suerte de autoridad 258 disimulada ¢ hipécrita que el pensamiento critico se da al no ng rrOwar jams su propia condicién escondida. tico oe = 7 reaccionario le reprocha al pensamiento cri- S¢ reproche es la mayoria de las veces inaudible— el ser critico de todo salvo de sf mismo. La operacién reaccionaria consiste al contrario en exhibir como principios escondidos aquello con cuya ayuda el pensamiento critico pretende de- construir los principios del pensamiento precritico: el progre- so, la emancipacién, la igualdad... El reaccionario espera asf descomponer el pensamiento critico hasta sus principios disi- mulados. Sustituye siempre las condiciones por los principios, por valores fundados sobre si mismos (lo bello, lo verdadero, el bien) que desearia restablecer. Asi, cada uno se cree mas y mejor critico que el otro: uno porque somete todo al examen minucioso de sus condiciones particulares; el otro porque remite esta puesta bajo condicién aun principio que nunca dice su nombre. He ahi en algunas palabras el malentendido fundamental entre el critico hiperbdlico y el reaccionario. El critico hiper- bélico aumenta la critica de nuestras representaciones hasta absolutizarla. Considera como reaccionario a todo lo que la ralentiza y Ja relativiza. Por el contrario, el reaccionario ve en la hipérbole critica un redoblar la apuesta, una fuga hacia ade- lante mediante la cual Ja critica al aumentarse se disminuye, al avanzar retrocede y disimula sus principios. En un mundo invertido, la Reaccién considera haberse convertido en el ver- dadero espiritu critico, un espiritu libre que combate un pen- samiento Programatico y previsible que no tiene de «critico» mas que el nombre, Llevando a cabo cada uno un inalterable oot contrario, se cruzan en una simetria casi perfecta pan jamas, 259 Por esa razén, el catabolismo o la gran purga espiritual ini rados por el reaccionario jamas tienen lugar. El debate o incluso el encuentro entre la Reaccién y nuestra condicién critica son imposibles. Uno y otro estan pies contra cabeza, pretendiendo cada uno hallarse en posesion del verdadero sentido de la critica yacusando al enemigo de ser un peligroso fanatico o un cretino que nadie puede hacer entrar en raz6n —las dos tinicas opciones son por lo tanto: un loco que hay que encerrar o un imbécil que hay que hacer callar-. Puesto que Ja reforma interna de la condicién critica no es posible, es una no-relacién o una relacién completamente ex- terior la que se establece entre dos formas de pensamiento ra- dicalmente hostiles y sin conciliacién imaginable, dos mitades que jamas formaran el menor todo y que seria absurdo intentar mantener unidas. Bajo condicién critica, «reaccionario» deja incluso de ser un concepto para remitir solamente al insulto, ala infamia: la palabra basta para descalificar a cualquiera que deba ser criticado. Esta descalificacién es vana, pero la Reaccién no lo es menos, si es que espera sacarnos de nuestra condicién critica. Noes la puerta de salida lo que esperamos, sino solamente una manera de plantarse del otro lado de la critica moderna. Una Reaccién intelectual, aun pretendiendo defender al espiritu critico contra el condicionamiento critico de nuestro pensamiento, no constituye jamds una solucién critica. Ella nos encierra afuera. Se condena a si misma y es condenada por la critica a permanecer por fuera de lo que hemos denominado la condicién critica: quizd refuerza su hostilidad, la radicaliza, al tiempo que aumenta su propia hostilidad para con ella; pero nunca puede participar en el catabolismo que, en el seno del cuerpo critico, nos permitiria sa/ir de aquella condicién. 260 La catabolizacién del pensamiento critico, ya sea por revi- sién o por Reaccion, fracasa. Nunca nos hard salir del dilema del impasse de esta condicién caricatural a la que hoy en dia en realidad nos acercamos. ¢Estamos condenados a anabolizar sin fin, hasta el agota- miento, representaciones criticas y metacriticas que se inflan y que muy pronto obliteran nuestras otras maneras de pen- sar estamos condenados a una critica hiperbélica—? ;O no tenemos otra opcién que Ja de catabolizar en vano esta critica sistematica, debemos acaso purgarla de nuestro espiritu al pun- to de perder conciencia de las condiciones escondidas de los principios y los valores que la modernidad nos habia dado —no tenemos otra opcién que la Reaccién-? Tanto en un caso como en el otro, es Ja vida critica de nuestro pensamiento lo que dejaremos apagarse en nosotros. Metabolismo critico: de la condicién a la posicién critica Si se lo observa mejor, nuestro problema no es insoluble —so- lamente esté mal planteado-. «Critica» no se entiende del todo en el mismo sentido en cada rama del dilema. O bien se trata de la «condicién critica» de la que se quiere salir, o bien se trata solamente de la critica, cuya posibilidad esperamos conservar. Debe siempre existir una solucién que nos permitiria con- fae la posibilidad de la critica sin hacer de ella la condicién el pensamiento.

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