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BAJO LA DIRECCION DE Laurent de Sutter POSCRITICA Mark Alizart, Dorian Astor, Armen Avanessian, Emanuele Coccia, Johan Faerber, Tristan Garcia, Camille Louis, Laurent de Sutter, Pacéme Thiellement, Marion Zilio Traduccién Diego Abadi ISLA DESIERTA Sutter, Laurent de Poscritica / Laurent de Sutter, - 1a ed. - Ciudad Auténoma Ediciones Isla Desierta, 2021, de Buengy 272 p.; 20x 14 em, - (Actus ; 4) Traduccién de: Diego Abadi. ISBN 978-987-47323-3-0 1. Filosofia, 2. Ensayo Filosdfico. 1, Abadi, Diego, trad. II. Titulo, CDD 199 ‘Titulo original: Postcritique (2019) © Presses Universitaires de France/Humensis © sla Desierta, 2020 Cet owwrage, publié dans le cadre du Programme d'aide @ la publication Vie Ocampo, a bénéficié du soutien de l'Institut frangais d’ “Argentine. Esta obra, publicada en el marco del Programa de ayuda a la publicacién Viet Ocampo, cuenta con el apoyo del Institut frangais Argentine. DERECHO POR UNA CLINICA Laurent de Sutter § 1. Durante el mes de mayo de 1977, la universidad de Madison, en Wisconsin, albergé la primera edicién de una serie de coloquios destinados a recibir un gran eco académico ymediatico: las Conferences on Critical Legal Studies.’ Se trataba de una reunion informal de personalidades provenientes de los horizontes mas diversos pero que compartian un mismo deseo de terminar con el dogmatismo del pensamiento juridico de la época, para sustituirle un enfoque ms politico. La manera en el derecho norteamericana abordaba su objeto la que la teoria di sobre de estudio les parecia pecar por exceso de irenismo —y, todo, negar la herencia directa de los combates feministas 0 de las luchas por los derechos civiles-. Seguin ellos, habia que favorecer, dentro de las facultades de derecho, la emergencia rara la manera en la de un punto de vista «critico», que integ) : que el derecho, lejos de ser el operador neutro que los liberales 1. Sobre la historia de los Critical Le; ver Se Legal Studies: A Political History», Yale Law Journal eo : - —e y ss; N. Duxbury, Patterns of American Jurisprudence, ee os University Press, 1995, P- A2y ss St M. Feldman, Americar -_ i ee from Premodernism to Postmodernism. University Press, 2000, p. 131 y 8 gal studies, ‘An Intellectual Voyager 191 “= querian ver en él, era un instrumento de poder,' Este pode, T era Istas eran TO partj- ia, la raza a la vez el de una clase especifica, de la cual los jur al mismo tiempo defensores y miembros, de un gén cular, el género masculino, y de una etnicidad prop’ blanca. La pseudoneutralidad del derecho disimula, sostenian los participantes de la conferencia, una triple parcialidad ~que el discurso de la neutralidad tiene justamente como objetivo disimular bajo un velo de retérica igualitarista-. En realidad, més que ser el promotor de la igualdad, aunque sea formal, e| derecho es la instancia que sedimenta, mediante la potencia de sus pretensiones normativas, la estructura desigualitaria de la sociedad que defiende.? Era preciso pues denunciar sus exi- gencias naturales, deconstruir sus argumentos justificativos y exponer sus verdaderos pormenores, a fin de poder reorientar su politica en direccién a una igualdad plena y entera. Semejante tarea, sin embargo, no era solamente teérica; implicaba una revision completa del curriculo de las facultades de derecho, de los métodos de ensefianza, desde la formacién hasta la practica -y luego, por supuesto, de la practica misma-.° La totalidad del espacio intelectual del derecho debia ser reconfigurada, de tal manera que este pudiera nuevamente cumplir su rol en la promocién de una sociedad més justa, como lo habia podido hacer en el perfodo de entreguerras. Del mismo modo que los juristas progresistas comprometidos con el movimiento del rea- lismo juridico habian contribuido en su época a la instauracién 1. Ver A. Hunt, «The Theory of Critical Legal Studies», Oxford Journal of Legal Studies 6, 1986, p. 1 y ss. Ver también Roberto Mangabeira Unger, The Critical Legal Studies Movement. Another Time, a Greater Task (1986), Londres, Verso, 2015. 2. Ver N. Duxbury, Patterns of American Jurisprudence, op. cit, p.421 y ss. 3.Ibid., p 450 y ss. 192 eaomde proteccion social o a la ampliacién de los dere- egy 3 2 del 68) Jos «Crit, como no se tardé en llamarlos, querfan 7 civiles, - ee if sociedad mediante el derecho. Esta voluntad cayé cal como una bomba. §2.Sin embargo, una exigencia de ese tipo no era algo nue- vo -por lo dems, la importancia de la conferencia no residia tanto en su peticién de principio como en el efecto de masa que produjo: de repente, se trataba de una exigencia compartida. Algunos afios antes, en Francia, Bernard Edelman, un abogado especialista en derecho de la propiedad intelectual y artistica, habja publicado en «Theorie», la coleccidn dirigida por Louis Althusser en Maspero, una obra que iba en ese mismo sentido,? Le Droit saisi par la photographie, a pesar de su titulo enigma- tico, daba a entender a su vez que una reforma del derecho era necesaria, en la medida en que éste era incapaz de resistir a las criticas que se le objetaban. Expresion de una sociedad de clase, manifestacién de un poder injusto, testigo de estrategias de dominacidn sobre las cuales la sociedad se funda, el dere- cho, en si mismo, solo puede pretender cumplir su tarea de un modo hipécrita. Como lo habia precisado Althusser mismo en ‘ i el perfodo de en- 1, Sobre el momento «realista» en el derecho americano en treguerras, ver L. M. Friedman, 4 History of American Law Sok maar Touchstone, 2005;M. J. Honwits 7 we —.. oe 1992 eae pone ° . ¢ —_ ae - — emi Oxfors ie Se paiipaurine Ge . B. Edelman, ar la photogra) pov? , marxiste du droit (1973) Peni Flaromasion, 2001 [La practica ideolégica del ‘iste Au are a y Derecho. Elementos para una tearfa ma rxista del Derecho, Madrid, Tecnos, trad. Roque Carrion Wam, 1980]. 193 su famoso articulo de 1970 sobre «Ideologia y aparatos ideolg gicos del Estado», el derecho atafie a la maquinaria ee 6~ mediante la cual se consolida el poder del Estado, ona masas.! Mas que un instrumento al servicio de la salt de la proteccién de todos es una herramienta mediante Ja cual se garantiza el mantenimiento de la desigualdad, asf como ik, proteccién de la institucién que la legitima, a saber, el Estado burgués en tanto tal. En su libro, Edelman retomaba los argu- mentos de Althusser, ejemplificandolos mediante la manera en la que la historia de la proteccién del derecho de autor, en el Ambito de la fotografia, funcionaba en efecto como refrato de esa légica de Estado. Posteriormente, en 1976, Michel Miaille, en ese entonces profesor en la universidad de Montpellier, pro- puso una sistematizacion de esa perspectiva a través de un ma- nual destinado a estudiantes de primer ciclo: Una introduccién critica al derecho.2 Publicado también en Maspero, intentaba presentar de manera sencilla los conceptos desarrollados por sus predecesores —asi como por una serie de tedricos marxistas, como el pensador ruso Evgeny Pasukanis-. La obra maestra de este ultimo, Teoria general del derecho y marxismo, acababa de ser traducida al francés, casi cuarenta afios después de su publicacién en Rusia, y suscitaba un sostenido interés en los 1. Louis Althusser, «deologia y aparatos ideolégicos del Estado», en La filosofia como arma de la revolucién, Siglo XXI, México, trad. Oscar Del Barco, 1974, p. 102 y ss. Sobre la teoria del derecho desarrollada en ese texto, ver Fr Demichel, «Althusser et le droit», en S. Lazarus (dir.), Politique et philosophie dans V'ewvre de Louis Althusser, Paris, Puf, 1993, p. 117 y ss.; L. de Sutter, «Louis Althusser et la critique du droit», Droit et société 75, 2010, p. 455 y ss. Ver también los estudios reunidos en L. de Sutter (dir.), Althusser and Law, Londres, Routledge, 2013. 2.M. Miaille, Une introduction critique au droit, Paris, Maspero, 1976. 194 “15 1 Mijai i uridicos militantes.’ Miaille lo reconocia de entrada: ataba de un clasico del que su propio trabajo no podia mas ett he dee : 8 esperar operar la vulgarizacion —asi como pretendia poner ue : an al alcance de todos—,? ‘ Jas tesis de Edelma ito Lo esencial, en lo ve le concernfa, era que su mensaje circulara, qu 4mbitos J § 3. En la «Introduccién» de su Introduccion, Miaille expli- caba cémo habia que comprender los diferentes términos que componian el titulo del libro, insistiendo sobre aquel que le pa- recia decisivo: la palabra «critica».* @riticar, aclaraba, noconsis= teencorregir tal error, en detectar tal laguna, endenunciartal insuficiencia»; no se trata de conformarse con «cuestionar» tal o cual aspecto de un edificio, sea cual sea.* Criticar, en el sentido en el que él lo entendia, significa mas bien «a»posibilidadede haceraparecer“lo:invisible”», de tornar perceptible, mediante el pensamiento, lo que no deberia serlo —pero que constituye sin embargo el principio mismo de lo visible-.° Al tornar visible lo invisible, y al volver entonces lo visible contra si mismo, la critica se presenta al mismo tiempo como un instrumento de comprension y como una herramienta de emancipacién, en el sentido en que liberardelasilusiones que pesan sobre la practica. Interviniendo al nivel de la teoria, transforma apeesuene® esta tltima en una de las formas de Ja practica ~en cuanto la is , Labor, 1.E.Pasukanis, Zeorta general del derecho y marsismo (1924), Barcelona, Labor, trad. Virgilio Zapatero, 1976. 2.M. Miaille, Une introductio’ 3. Ibid., p.17 y ss. 4, Ibid, p. 18. 5. Ibid., p. 20. n critique au droit, op. cit., P» 10. 195 revelacién de lo invisible hace imposible que la practica se siga ejerciendo tal como estaba confo: riormente-. En consecuencia, introducir al derec critica consiste ante todo en ofrecer a los estudia: Mencionada Tmada ante. ho de manera ntes la porty- nidad de reformar su practica mediante la teoria, antes que esta practica pueda siquiera ser deformada por la ideologia juridica, Y la observacion decisiva en esta empresa de reforma es aquella que, decia Miaille, versa sobre la manera en la que los juristas piensan su objeto, sobre la teoria ordinaria que movilizan para activar su propia practica.' Ya que el objetivo de dicha teoria es precisamente conformarse con lo visible, forcluir lo invisible, de modo que los principios que gobiernan el funcionamien- to del derecho permanezcan fuera de alcance, en beneficio de un puro discurso de legitimacién. Criticar el derecho era por lo tanto para Miaille criticar el discurso mediante el cual los juristas legitiman su objeto y sustituirlo por la consideracién directa de lo que explica esa necesidad de legitimacién, a saber, el sistema social al que contribuye el derecho. «Lo tinico que pretendo demostrar es que, en la mayorfa de los casos, la teoria de los juristas no es més que el calco de las instituciones, de los medios y de las técnicas del mundo de los profesionales», en cuanto mundo al servicio de la ideologfa de Estado.? Mas que una ayuda en la exploracién del espacio social, el derecho es la mascara tras la cual se disimula, inaccesible e intocable, la légica de su funcionamiento —una légica de un extremo a otro desigualitaria, y de la que los juristas son los custodios—. * 1. Ibid, p.26. 2. id, p.27. 196 jon era severa, pero encontré el asentimiento g4.La acusac! , ficiente de investigadores como para suscitar de un numero su ca to ja creaciOn de un recoadae movimiento, «Critique du droit», adosado a una coleccién de ube y auna revista, Procés, funda- daen 1978.' Lo mismo sucedia en los Estados Unidos, donde el coloquio de la universidad de Madison dio a luz a una vasta corriente intelectual, relevada a partir de 1984, con la prime- ra Critical Legal Conference, por una rama britanica.? Desde el punto de vista de todos esos investigadores, era extrema- damente importante proponer un relato que despertara a los estudiantes y a los profesionales del derecho a las dimensiones invisibles de su trabajo —hacerles tomar consciencia de ellas—. En el discurso de los «Crits» se podia escuchar el eco del llamado formulado por los modernos en la época de la Ilustracién: un llamado a favor de la promocién de la lucidez contra la ceguera del oscurantismo. Su tesis principal era que la ignorancia no era nada sin el dispositivo politico, econémico, ético, o incluso estético, que apuntaba a organizarla en nombre de valores 0 de ideas, para los que era mds que conveniente permanecer en las sombras. En realidad, no hay oscurantismo; solo existen las innumerables estrategias que velan por que ciertas cosas, aun- que sabidas por todos, no lo sean realmente, o mas bien, que su saber sea indecible, informulable. Lo «invisible» sefialado por BE. Serverin, Saciologie du 1, Sobre el desarrollo de la «Critique du droit», ver szynski, «Sous les pavés, droit, Paris, La Découverte, 2000, p. 35 y 88-5 M. Kalu ; le droit. Le mouvement “Critique du droit”, ou quand le droit Abe politique », Droit et société 76, 2010, p.523 ys. Ver también M. stapes Pour une critique du droit. Du, juridique au politique, Paris/Grenoble, Masp Presses universitaires de Grenoble, 1978. Critical Legal Studies, Ja suma absoluta es 2. Sobre la rama inglesa de los C. Douzinas et C. Perrin (dir.), Critical Legal Theory, Londres, Routledge, 4 vols., 2010. 197 Miaille designaba ese espacio de lo informulable ~del con; a On; de las proposiciones de saber que no tenfan vo: Junto Z EN el ag ‘ ye ‘ su que no podian ser recibidas mas que como bromas 6 p nto, TOVvo- : ie my importante para numerosos Crits, describia ya en 1986 la logica de repa to del espacio del lenguaje que posibilitaba la formulacién de tal o cual proposicién —e imposibilitaba la de otras—,! Esta era lg intuicién que compartian la mayoria de los partidarios de |, «critica del derecho» ~y era contra ese reparto del espacio de] lenguaje, tal como lo reproducia, por ejemplo, la ensefianza, que se dirigfan la mayoria de sus esfuerzos—. Esa era la razén por la que el libro de Miaille tomo la forma de un manual de iniciaci6n y por la que el texto quiz4 ms célebre de la historia de los Critical Legal Studies no sea sino un pequefio libro dedi- cado a la educaci6n juridica. Publicado en 1982, Legal Education and the Reproduction of Hierarchy, de Duncan Kennedy, en ese entonces un joven profesor de Harvard, adoptaba sin reservas el programa de reforma de las conciencias al que aspiraban también sus colegas europeos.? caciones-. Pierre Bourdieu, cuyo trabajo fu y ie § 5. Entre los fundadores del movimiento de los Critical Legal Studies, quien con ms claridad expresaba el meollo del asunto era Roberto Mangabeira Unger, que previamente habia formulado sus principales considerandos en Law in Modern 1.P. Bourdieu y G. Teubner, La 1 fuerza del derecho, Elementos para una sociologta del campo juridico (1986), Bogota, Siglo del Hombre Editores, trad. Carlos Morales de Setién Ravina, 2000, 2. D. Kennedy, La ensenanza del derecho como forma de accién politica (1982), Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, trad. Teresa Arijén, 2012. 198 _ le parecia que se podia ser mas ) fuerte quello que era juzgado, Para la critica la realidad es aque: | lo que, a pesar de ser esencialmente incognoscible, sigue siendo Susceptible de ser juzgada mediante una investigacién por la via de la raz6n, que puede esclarecer sus zonas de sombra a fin de condenarlas o de absolverlas. Habia alli algo irdnico: aquellos “para quienes el Juicio era una operacién sesgada por la politica desigualitaria subrepticia de aquellos que lo ejercian, eran a su vez quienes mas lo necesitaban para denunciar esta tiltima. * 1. Para mas precisiones sobre este punto, reenvio a L, de Sutter, Indignation to- tale. Ce que notre addiction au scandale @ fait de nous, Paris, Observatoire, 2019. 206 § 10. La critica es insostenible: no hay nada en ella que no se transforme inmediatamente en su contrario, €n una pretension desmedida por jerarquizar una realidad que no lo reclama, en Special porque el saber no cambia hada én ella: La crisis del movimiento mismo de los Critical Legal Studies termina je manifestarlo: a pesar de todos sus esfuerzos, su intento de hacer visible lo invisible acabé en un encogimiento de hombros yen un retorno al dusiness as usual.’ Los partidarios de la critica del derecho se convirtieron en profesores respetados, que circula- ban por el mundo a fin de cultivar sus redes y promover los libros y revistas en los que sus ideas estaban expuestas. El resto del mundo del derecho, por su parte, se entregé por completo alas delicias prometidas por una nueva generacién de tedricos, mas preocupados por la economia que por la critica, y mas preocupados por las estadisticas que por teorias inspiradas en el pensamiento francés.” Era algo previsible: al defender una posicion critica, los Crits no habian dejado de hacer lo mismo que cualquier moderno —incluidos sus peores enemigos, quie- nes, aun sin compartir sus convicciones, usaban empero sus mismos métodos-. La tesis que pretendia que el saber era por esencia de izquierda alli donde la ilusién (y por tanto, el triba- lismo) era de derecha, constitufa en efecto una pura peticién de principio —por lo menos, en boca de profesores de Harvard-. 1. Sobre la deflacién del movimiento de los Critical Legal Studie tee Goodrich, «Sleeping with the Enemy. On the Politics of pork i Studies in America», Law in the Courts of Love. Literature an is . 185 y ss. lurisprudences, Londres, Routledge, 1996, p. 1 ; . : Ver N. Duxbury, Patterns of American Jurisprudence, oP. ‘tty P> 301 y ss. merican Ve ién T. i gi it, p. 129 y ss. Ver también M. Feldman, 4) an Legal Thought, op. cit P me Kirat, Economie du droit, Paris, La Découverte, ed eee? Geest, Encyclopedia of Law and Economics, Cheltenham, vols., 2009-2012. 207 Para poder demostrarla, antes que nada, estos Ultimos hubie ran tenido que renunciar a tener razén y a disipar, mediante tribles que los desmintio fue en efecto el hecho de que quisieran tener razén ~el hecho de que pretendieran juzgar una realidad en funcién de criterios formales que le preexistian de manera absoluta, sin hacerse la pregunta de lo que los autorizaba a ello-. Ya que si se la hubieran hecho se hubieran dado cuenta de que lo que les conferia la licencia de criticar era lo mismo que fundaba el or- den que pretendfan criticar: valores, elecciones, preocupaciones —prejuicios... Toda critica esta fundada sobre el prejuicio; toda critica esté fundada sobre la. organizacion material del triunfo del Prdjuicio sobre el juicio -en cuanto el prejuicio designa el conjunto de valores o de principios con los que se juzga-. Asi como la raz6n solo apunta a la victoria de la razén, el juicio tiene como tinica meta la de asegurar la legitimidad del acto mismo de juzgar; todo el resto no es mas que lo que posibilita, lo que autoriza esta perpetuacién del formalismo critico. el poder de la critica, las sombras que disimulan los ho complots de los juristas del capitalismo triunfante, Lo § 11. A los partidarios de la critica del derecho les falta- ba muy probablemente el deseo de equivocarse —es decir, de abandonarse a lo que el derecho podia ensefiarles, mas que | pretender darle si o si su sentido. Desde ese punto de vista, el hecho de que aquel sentido fuera el de una forma de canallada, no era muy diferente de la hipétesis irenista defendida por los liberales de toda estirpe, para quienes el derecho era el garante de la paz y del equilibrio social. Elegir e uivocarse hubiera po- dido en efecto permitir imaginar la apertura de otra dimensién ——— 208 je la ex seriencia del derecho, segtin la cual Ja cuestién ya no je la expe’ partes 7 -Ya_no d ja tanto a de Ia legitimidad de su aparato sino la de lo que sci cle se puede hac y fectivamente aquella segtin la cual el derecho garantiza, ‘on.él. Si la posicién tradicional de los juristas ee se trata de una posicion que prohibe mas de lo que autoriz: que hace imposible mas de lo que hace posible pero la posi- cidn critica no proponia nada mejor-. La tnica posibilidad que se desprendia de la critica era en efecto la de la adhesion sin condicién a un programa politico cuyo horizonte parecia estar escrito de una vez por todas, y encarnado por los términos de igualdad y emancipacién. En lugar de emancipacién, el gesto se pareceria mas al del encierro en una pretendida prisién de oro -un encierro basado en el prejuicio segtin el cual se postulaba, en nombre de todos, que él valia mas que otro-. Articularlo de otra manera, una que hubiera aceptado considerar al derecho en si mismo y no ya como la simple ilustracidn de una politica presentada como indeseable, les habria quiz permitido a los Crits sobrevivir a su propio agotamiento. En vez de sermonear asus alumnos acerca del condicionamiento del que eran objeto y del que el profesor, aunque él también condicionado, mos- traba de todos modos la salida (salida que, evidentemente, no habia tomado), quiz4 hubieran debido haber estado dispuestos a escucharlos. ¢Quién sabe? Quiza, después de todo, son los profesionales quienes tienen todo por ensefiar a quienes pre- tenden juzgarlos —y quizé, si hace fa todo, el que con= siste en cuchar es mejor que aquel que se apoya._ en la capacidad «critica»—. Solo se trata evidentemente de una sconce hipotesis, indecisa y fragil, y de la cual no se puede decidir si tiene el menor valor antes de haberla puesto a prueba —sin z= tenga vocacién de triunfar sobre lo que Ja pondria a prueba. 209 Serfa una prueba que se reprobaria, pero cuyo rej rob i jeune rafeneaic Probar pode, ser la fuente de una nueva reflexidn, con consecu encias inéditas § 12. En la introduccién de Critica y clinica, Gilles Deleuze le habia dado un nombre a ese régimen de hipétesis -un nom- bre tanto mas bello por el hecho de aparecer en su obra una sola vez, y sin ser definido-: lo llamd «clinicad.! En efecto, puede ser que no necesitemos una critica del derecho, sino una clinica del derecho una manera de acompaiiar la orientacién que una practica enfrentada con su propio devenir se da—. Alli donde Se ——— la critica es un juzgar acerca de la legitimidad de las causas en las que se apoya Ja practica, la clinica seria un abandonarse al —_—— ent eS s posibles que las consectiencias de su ejercicio despliegue de lo _abren —una incitacion a proseguirlos—-. Mas que de remontar _Ta cadena de las causas hasta el principio fundamental que jus- Y Fificaria la arquitectura de la totalidad del edificio, se trataria de descender Ja sucesion de los embra es de consecuencias producidas por su implementacién. Gcompariar los asibless ese, podria ser el unico articulo de lo que, a decir verdad, no-seria un pliego de condiciones clinico sino una suerte de apuesta, un posible que, en caso de desplegarse, podria a su vez producir otras lineas de destino. Un acompafiamiento de ese tipo solo podria empero desplegarse en la mayor cercanja de las opera- ciones mismas de la practica ~y no en la cercania de aquellas mediante la cuales se halla juzgada por su eficacia, su desem- pefio osu validez—, Seria un acompafiamiento vago y flotante, aa Deleuze, Critica y clinica, Barcelona, Anagrama, trad, Thomas Kauf, dil ren comentario al respecto, ver L. de Sutter, Deleuze, La ‘del derecho, Buenos Aires, Jusbaires, trad. Sol Gily Ariel Dilon, 2015. 210 spiraciones al saber apuntarian siempre a un saber por as 2! eee aber que deshaga lo sabido en beneficio de lo igno- enif, ‘ Beis Ey que trate a lo ignorado como si fuera el tinico saber ver- a erver- Fader . Porque es efectivamente un nuevo régimen del «como si» lo narracin del derecho que ya no se pliegue a la omnipotencia de Jos argumentos sino que reclame que su capacidad de invencién sea tomada en serio. Poco importa que se trate de capitalismo de socialismo, de desigualdad o de igualdad; Jo que importa es la manera en la que aquello que importa pueda hallarse . implicado en el despliegue clinico de los posibles. Ahora bien, ny.se-cue lo —como Si. que necesitamos, es decir, una nueva forma de Jo que importa no se juzga sino que se cuenta largo de una narracién cuya direccién io $ ] menos que se pretenda someterla de nuevo, reducirla, sujetarla ued predoats comin, a la omnipotencia del pensamiento-. Necesitamos una clinica del derecho porque necesitamos un pensamiento débil, flojo, enfermo, cuyo cardcter esencial yace en lo que esa debilidad hace hacer y hace contar —hace hacer porque hace contar-. ADS = - oeree § 13. Narrar en lugar de juzgar; aceptar la debilidad en lugar de aspirar a la fuerza; posibilitar en lugar de imposibilitar; crear i er; acoger en ; proseguir en lugar de detener; acog' clinicar en lugar de criticar. Esos podrian ser poscritica, es decir, en lu; le lugar de dividir; los principales parametros de una posicion niet de una posicién que también acepte dialogar con:la oot dad bajo un modo que no sea niel de la liquidacion niel 24 forclusion. En el caso del derecho ello significa eh : aceptar que quiza exista el derecho ~y que este no sea por com una sociologia o una economia, pleto soluble en una politica, 2u sean «de derecha» o «de izquierda»~. Existe detec. y ee ‘ ‘ fse no es mas. que lo que se hace con é1 derecho no es mas.quelo que se hace con él - ; que sus categorias son ejecutadas ¢ afin de producir una Conse. cuencia mas que otra, en funcién de su capacidad de Proseguir su despliegue-. Fue Gabriel Tarde quien en Las transforma. ciones del derecho, en 1893, destacéd el inexorable Movimiento mediante el cual, en la modernidad, el derecho habia trabajado en pos de implicar en su seno una cantidad cada vez mayor de seres.' Ese trabajo de implicacién es quiz lo que reclama una ecologia de pensamiento poscritico, en cuanto rechaza lo que seria su contrario: la explicacion —un desplegar que expulsa ha- cia afuera lo que alli se disimulaba—. Cuando Deleuze escribfa «experimenten, no interpreten jamas», era eso lo que tenia en mente: prosigan la hipotesis que haga posible la mayor impli- cacién; dejen que ella misma prosi; én disponibles para su n embargo, una implicacién de ese tipo no tiene Spmadlecatnenico: no es una nueva iglesia que le abriria sus puertas a cualquiera a fin de asegurar su salvacion; mas que a un templo, se asemejaria a una suerte de red telepatica. Como en la serie Sense8 de Lana y Lilly Wachowski, se trataria de una implicaci6n que no reuniria sino que diseminaria —una impli- caci6n sin proyeccién en un espacio dado sino, por el contrario, que lo haga explotar en todas las direcciones—3 En la légica de 1.G. Tarde, Les Transformations du droit. Etude Sociologique (1893), Paris, Berg, 1994, Para un comentario al respecto, ver L. de Sutter, Magic. Une métaphysique du lien, Paris, Puf, 2015, 2. G. Deleuze y C, Parnet, Didlogos, Valencia, Pre-textos, trad. José Vazques Pérez, p. 58, trad, modificada, Sobre esta maxima, ver D, Debaise, «“Expérimentez, nlinterprétez jamais”», Multitudes 23, 2005, p, 97 y ss. 3. Sobre esta serie, ver G. Wajeman, Les Séries, le Monde, la Crise, les Femmes, Lagrasse, Verdier, 2018, 212 nica, en st ecologia en el sentido radical del término, no ja clit . e “ la ninguna norma: todo puede volverse posible —cual- subsiste ! ‘ es ier cosa puede dar lugar a cualquier cosa, a condicién de que ie’ ‘ +t a algo-. Y ¢s de hecho asf como la proposicién clinica serA sea algo: i a ‘ recibida por los espiritus fuertes: como siendo verdaderamente cualquier cosa a saber, en su espiritu, una hipétesis absurda, ri- dicula, infantil, ingenua y, para ser sincero, efectivamente floja~. § 14. Existe el derecho, y el derecho es débil; es tan débil, estd tan a merced de los espiritus fuertes, de aquellos que sa- ben, de aquellos que tienen un proyecto para él, y tan despojado de toda capacidad de resistirles como cualquier otra cosa. Los modernos han querido hacer de la gran invencién romana (y de todas las invenciones vinculadas que fueron realizadas en todo el mundo a lo largo de la historia) un instrumento de policia politica, adosado a un dispositivo de policfa intelectual.’ Cuando se restituye el derecho a su dimensién de cualquier cosa, una policia de ese tipo se deja ver tal cual es: una pura sujecion del objeto mediante el cual ella pretendia sujetar -o que denun- ciaba como operador de sujecién, sujetandolo aun mas de esa manera-. Liberar al derecho tanto de sus portavoces como de sus criticos debe ser por lo tanto la primera tarea de toda clinica del derecho -librarlo de todo lo que lo convertia en un instru mento de gestion de lo imposible y que no le era propio~. Dues las cadenas que lo atan, la mas temible ha sido seguramente de la ley, ese suefio de fildsofo de nido pesadilla universal, y 5 ,, Aix-en-Provence, 1. Sobre este punto, ver I. de asenrenigpnehtepeles Rouge Profond, 2017. 213 que los partidarios de la critica del derecho han transformag lo Vocaban, detechs asi como era en nombre de la ley que sus defensores Moderns en su blanco principal sin darse cuenta de que se equi Era en nombre de la ley que los criticos juzgaban e| pretendian conferirle una dignidad superior ~obliterando asi unos y otros todo lo que hacia al derecho Y que era lo que ¢| derecho hacia-.' Lo que hace el derecho es lo que hace la ley: tal era la ecuacién en la que se basaba la mirada moderna sobre la ley y la que los criticos denunciaban; que esa ecuacién estropeara la singularidad del derecho en si mismo nunca les vino ala mente. Para ellos, la tarea principal consistia en hacer imposible que el derecho pueda tener la capacidad de desplegar posibles que no se reducian a él: imposibilitar las posibilitaciones pro- pias del derecho. Era una historia un poco triste, y que estaba destinada a terminar en un callején sin salida —o mas bien, en una especie de vodevil donde los buenos y los malos acaban por confundirse los unos con los otros, siendo que unos no eran mas que el reflejo de los otros. Olvidar la ley, por el contrario, rmite restituirle al derecho su capacidad clinic: lo _las narraciones hipotéticas acompafiar rel despliegue de posibles que sus operaciones | propias permiten imaginar. Una clinica del = quiza deberia comenzar como una clinica de las operaciones; una vez que el derecho se halle liberado de la ley, se tratara de devolver a las operaciones juridicas su poética, su ni |. Para desarrollos mas consecuentes sobre todo esto, me permito reenviar a L. de Sutter, Apres la loi, Paris, Puf, 2018, 1 214 a 4 bien, lo que las operaciones del derecho son es, en efecto, cualquier cosa ~y pueden hacerlo nera y con cualquiera, con cualquier objetivo § 15. Ahor: capaces de hace: de cualquier ma y siguiendo cualquier intencién-. La poética del derecho es y ia poética infinita, con una Unica reserva: la de la positividad afirmativa de su hacer —a saber, que aun cuando deshace sigue tratindose de una manera de hacer algo distinto-. Anular un matrimonio, romper un contrato, disolver una persona moral siguen siendo operaciones que hacen posible otras operacio- nes, bifurcaciones nuevas en direcciones siempre inesperadas. A condicion de poner palabras-sobre esas bifurcaciones -y alli se sittia la exigencia defarracién’que constituye el corazén de la posicién clinica, una-exigencia que, aun ‘siendo impulsada por un motivo eventualmente erudito, no se despliega sin embargo mas que coméignorancia-. No se sabe lo que puede el derecho: lo nico que se sabe al respecto es lo que ha podido, lo que ha hecho —el diagrama de operaciones que se han generado las unas a las otras y han terminado por recortar el perimetro de su circulo de implicacién-. Si hay una esperanza en el corazén de la proposicion clinica, solo puede ser esta: que el recorte de ese diagrama exprese en qué medida, al ser capaz de cual- quier cosa, el derecho es en efecto capaz de algo. Y aun mis: que al ser capaz de algo, ese algo es en realidad del orden de la revolucién —una revolucién molecular, casuistica, operacion por eso mismo, es permanente~. El por operacion, pero que, ; h ae r, de hacer haciendo tanto derecho no deja de hacer y deshacer, de haciendo t como deshaciendo, de complejizar el tejido de Lae es todo lo que moviliza su capacidad operacionals e om - deja de revolucionar. Como se debe, semejante revoluci6n p jeti ses una manente es una revoluci6n sin ob} eo : revolucién puramente inmanente a ropio funcionamiento 215 a -de modo que no pueda ser asignada a un campo-, Pero i seguramente sea algo bueno: terminar con la critica significa asu vez terminar con la polemologia moderna, con la Tetorica agonal, con un reparto de lo sensible formulado en los términogs de una geografia de los frentes. La era del western ha termi- nado; de aqui en mas es tiempo de que un nuevo modelo de pensamiento venga a suplementar lo imaginario -un modelo que podria ser, por ejemplo, el de la ciencia ficcién, el del delirio propio a la ciencia ficcidn—. Quiza sea esa, por cierto, la ultima palabra de la clinica: delirio —el delirio del derecho inismo-. 216

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