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—Ven y agárrame, antes de que mate a esa perra. —Bailey Bradford salió
furioso de la tienda de ropa, mientras lágrimas enojadas se reunían en sus ojos.
—¿A quién vas a matar? — Preguntó Corky. No parecía sorprendido por sus
palabras.
—Solo ven a buscarme. —Caminó una manzana para poner distancia entre
él y su jefa. Lo habría hecho. Si no hubiese salido, podría haber envuelto sus
dedos alrededor de su garganta, estrangulándola y quitándole el aire de sus
pulmones.
—Estoy en camino, pero dime que pasó. —Dijo su mejor amigo.
—Sabes que he estado teniendo problemas con Sarah. —Sacó su paquete de
cigarrillos de su bolsillo delantero y encendió uno. Inhaló profundamente,
esperando que la nicotina lo relajara lo suficiente como para no volver a Clothes
Posh y cometer un asesinato.
—¿Qué hizo tu jefa esta vez? 3
—Ni siquiera fumé antes de entrar al trabajo, y tan pronto como entré, ella
agitó su mano delante de su nariz y dijo que no podía tenerme trabajando allí
con ese olor flotando alrededor de los clientes. —Se volvió y observo la tienda.
—Dijo que no podía trabajar hoy, y que tendría que escribirme una nota, y
escucha esto. ¡Ella quería dejar constancia de la reprimenda por escrito!
Eso era la gota que derramo el vaso. Desde que había empezado a trabajar
allí, uno de sus compañeros de trabajo, Jane, había ido a por él. Era una mujer
mayor con una opinión negativa sobre todo.
Una vez le había dicho, que se encontraba en un trabajo sin futuro y que
necesitaba hacer algo más con su vida. Pero Jane también trabajaba allí.
Entonces, ¿eso no significa que ella también trabajaba en un trabajo sin futuro?
Pero seguía corriendo hacia Sarah, quejándose de todo. Dado que Jane había
estado en Clothes Posh durante seis años y él había empezado allí hace dos
meses, al parecer su palabra era de oro.
Todavía no entendía lo que le había hecho. Se aseguraba de siempre estar de
buen humor cuando entraba en el trabajo, incluso cuando tenía ganas de
enseñarle el dedo a todos en su lugar sonreía.
—¿Te hizo salir porque olías a cigarrillos? —Corky finalmente sonó
sorprendido. —Nunca he oído hablar de nadie haciendo eso. Sin embargo, te lo
he estado diciendo desde que empezaste con ese desagradable hábito, que
necesitas dejar de fumar.
—¿En serio? ¿Vas a darme un sermón cuando estoy teniendo una crisis? —
Se dirigió hacia la taberna local, la necesidad de ahogar sus penas le provocaba
sed. —Ese viejo murciélago no debería estar trabajando allí. No puede armar
un atuendo aun si su vida dependiera de ello. Quiero decir, vamos, estamos
hablando de una tienda de segunda mano. Puedo entender que Sarah y Jane sean
exigente sobre que no fume, en alguna tienda de ropa de gama alta. ¿Pero en
una de segunda mano?
Llegó al bar, justo cuando Corky se detuvo en la acera junto a él. El neumático
delantero del lado del pasajero golpeó el bordillo, rodó sobre el, y luego aterrizó
en el suelo, mientras Corky tocaba la bocina y señalaba el asiento del pasajero.
—Trae tu culo aquí. No te vas a emborrachar. Son las diez de la mañana. —Dijo
Corky al teléfono.
Después de colgar, se metió en el Honda Fit rojo de su mejor amigo. El idiota
tenía valor para comprar las cubiertas de los asiento de un rosado difuso al
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coche, pero tenía que admitir, en tiempos fríos, eran cálidos y cómodos.
—Solo renuncia. —Corky se apartó de la acera.
—Tú puedes decir eso. —Discutió. —Tienes dinero en el banco. No puedo
darme el lujo de estar desempleado.
—Te dije que te prestaría, si alguna vez necesitabas dinero. —Corky tomó la
esquina demasiado rápido, sus neumáticos chirriando. Se agarró del cinturón de
seguridad, estrangulándolo, mientras apretaba los dientes.
Corky era un conductor terrible. Quería conocer a la persona que le había
dado la licencia. El necesitaba examinarse la cabeza. Se detuvo ante las luces
rojas, como si estuviera esperando una carrera, acelerando el motor mientras
golpeaba con los dedos el volante. Hizo una pausa en los letreros de parada y se
detuvo tan cerca detrás del auto frente a ellos, que sus parachoques debían
haberse tocado.
Pero como él no era dueño de un auto, lidiaba con las horribles habilidades
de conducir de Corky.
—Deberías mudarte conmigo. —Sugirió Corky por centésima vez, desde que
se había hecho su amigo desde hacía un año.
—Y yo te dije que no iba a estar viviendo de otra persona. Tengo que hacer
mi propio camino en el mundo.
—¿Por qué, debido a que tu papá te llamó vago y dijo que estabas
desperdiciando tú vida? —Corky resoplaba, mientras apenas presionaba el
pedal del freno en la señal de stop y luego continúo. —Eso viene de un
alcohólico, que trabaja como asistente, en una gasolinera.
—No todos nos ganamos la lotería. —Discutió. Los padres de Corky lo
habían hecho, pero habían explotado sus ganancias tan rápido que se habían
escondido de los prestamistas. Lo único bien que había salido de su experiencia,
era que su mamá le compró un coche y le dio diez de los grandes.
Diez grandes. Habían obtenido dos millones. Antes de eso, habían vivido en
el parque de casas rodantes en el lado oeste de Grizzly Ridge. Corky nunca se
había llevado bien con su gente. Su viejo había tratado de arrancarle la vida a
golpes, cuando descubrió que su único hijo era gay. Entonces el tipo se había
ido y regresado borracho, diciéndoles a sus amigos que tenía una hija en lugar
de un hijo.
La madre de Corky había sido la que le había dejado el dinero y le había 5
comprado el coche, jurándole que lo guardara en secreto. Probablemente eso
era lo único bueno que había hecho por él.
Su propio padre no era mucho mejor. Todavía vivía en ese mismo parque de
casas rodantes, pero al menos tenía un trabajo. Su madre se había ido, cuando
tenía seis meses de edad, y su padre había culpado a su hijo por su partida. Bebía
como un pez, jugaba la mayor parte de sus ingresos y se acostaba con cualquier
zorra que le abriera las piernas.
Y siempre estaba tratando de pedirle prestado el poco dinero que él ganaba.
—No me recuerdes a mis padres perdedores. —Gruñó Corky. Se metió en el
estacionamiento de la tienda de videojuegos.
—¿Mi vida se va a la mierda y quieres un nuevo juego? —Suspiró cuando
salió y cerró la puerta del coche. —Juro que odio mi vida.
—¿Qué mejor manera de quitarte de la cabeza el matar a alguien, que pasar
horas matando zombis? —Corky le revolvió el pelo. —Podemos obtener un
poco de tabaco, algunos tentempiés, y drogarnos mientras jugamos. Los zombis
se verán mucho más fríos si estamos elevados.
—Sabes que no fumo esa mierda. —Abrió la puerta y entró. Un tipo que
parecía como si hubiera retrocedido a a los días hippies estaba detrás del
mostrador, tecleando en su tableta. Alguna extraña canción de los años sesenta
se reproducía a través de los altavoces detrás de él, y la tienda olía a naftalina.
El trabajador levantó la vista y sonrió. —Bienvenidos, amigos.
Su cinta de pelo tie-dye1 mantuvo su pelo largo y seco en su lugar. Esas gafas
al estilo John Lennon, no le hacían ningún favor, y tenía un tatuaje de un signo
de la paz en cada muñeca. —Déjenme saber si necesitan ayuda.
—Creo que estamos bien. —Dijo Corky, sonriéndole.
—Fabuloso. —El hippie asintió y volvió a su tableta. Medio esperaba que el
tipo comenzara a lanzarle flores.
Corky se dirigió a la sección de PS4 y escaneó las selecciones, pero él no
estaba sintiendo esto. No después de la mañana que había tenido.
No después de la vida que he tenido.
—Estaré afuera.
Su mejor amigo asintió con la cabeza, pero podía decir que Corky no le estaba
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prestando atención. Estaba perdido en su propio cielo personal. Lanzo un signo
de paz al hippie detrás del mostrador y se dirigió afuera. Los últimos días de
otoño estaban frescos, lo que le hizo cerrar su chaqueta mientras se inclinaba
contra el coche de Corky y escaneaba sus cuentas de redes sociales en su
teléfono. Cuando una puerta de coche se cerró de golpe, levantó los ojos y tuvo
que mirar dos veces. ¡Santa mierda! El tipo que había entrado en la gasolinera
de al lado, era un sueño húmedo andante. Él se paró en la bomba, sacando su
billetera, y envidio a la cartera por estar tan cerca de su culo.
Sus ojos se dirigieron a la tienda adjunta a la bomba y decidió que necesitaba
algo, cualquier cosa que lo acercara al dios del sexo. No le importaba si toda la
estación tuviera a la venta petróleo. Compraría una maldita caja, si tuviera que
hacerlo.
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Colocando su teléfono en el bolsillo trasero, entró en el estacionamiento,
pasando al extraño sexy que ahora estaba cargando su tanque de gasolina. El
hombre no le prestó atención, lo cual fue un poco decepcionante.
Podría haberse detenido y entablar una conversación, pero perdió los nervios
y se apresuró a entrar en la estación. El lugar olía a aceite viejo y parecía como
si las estanterías no hubiesen sido desempolvadas en una década. No había
manera de que el comprara una bolsa de papas fritas o una barra de chocolate.
Se decidió por una botella de agua ya que la nevera parecía limpia.
Mientras pagaba por el agua, echó un vistazo por la puerta de cristal. El tipo
estaba apoyado en su camioneta marrón, con los brazos cruzados, mirando la
bomba. Si no salía y decía algo, perdería la oportunidad de lo que era
positivamente un buen sexo.
—Aquí tienes. —El cajero le entregó su cambio. ¿En serio? Le había dado
cinco y le había dado dos billetes de uno y cincuenta centavos. La vida solo era
demasiado cara.
Después de meter el cambio en su bolsillo, abrió la puerta y destapo su agua.
Si iba a hablar con el tipo, no necesitaba ahogarse con su garganta seca. 7
Se detuvo a pocos pies del dios del sexo, en el lado opuesto de la bomba, y
su mente se quedó completamente en blanco. Abrió la boca y exclamó.
—¿Tienes hora?
El desconocido finalmente lo miró. Tenía más de seis pies de altura, con los
ojos grises más bonitos que había visto jamás, en realidad, nunca había visto a
nadie con ojos grises antes, y llevaba barba pero no bigote. Eso pudo verse
estúpido en la mayoría de los hombres, pero a este tipo le quedaba bien.
El desconocido metió la mano en el bolsillo y saco su teléfono. —Once en
punto.
—Gracias. —Se quedó allí, como un completo idiota, buscando algo más que
decir que prolongara su conversación, pero no tenía nada. Irritado consigo
mismo, se dirigió al coche de Corky y encendió un cigarrillo, tratando de sacar
al dios del sexo de su mente.
Cuando se apoyó de nuevo en el coche, miró al extraño y descubrió que este
lo miraba directamente. Sus gruesas cejas negras se fruncían y no pudo entender
por qué estaba tan confundido. No había hecho nada que lo hiciera mirar tan
atentamente.
Aunque disfrutaba de la atención. Se volvió de lado, apoyando la cadera en
la puerta del conductor, sobresaliendo ligeramente el culo para darle algo que
mirar al chico. Se pasó la mano por su cabello corto, posando como loco y
esperando atraer al tipo. Su corazón corrió cuando el desconocido colgó la
manguera, volvió a colocar la tapa en el tanque de gasolina y se dirigió hacia él.
Quería bombear el brazo y gritar en victoria, pero se obligó a parecer
desinteresado, mientras miraba su teléfono.
Cuando el desconocido llegó a él, el tipo se detuvo y ladeó la cabeza hacia
un lado. Aguardó expectante a que dijera algo. —Si tienes un teléfono, ¿por qué
necesitabas que te dijera la hora?
Atrapado. Sin embargo, nunca había tenido a alguien tan malditamente
maravilloso hablando antes con él, y se volvió loco.
—Yo solo... no estaba seguro... —Dejó de sonar como un completo idiota y
se encogió de hombros. —No lo sé. —Se confundió completamente, cuando el
desconocido se inclinó y lo olfateó. Se echó hacia atrás, preguntándose qué
clase de bicho raro era el tipo. —¿Quieres fumar?
El hombre arrugó la nariz. —El hábito te matará. 8
Puso los ojos en blanco. Como si no hubiera oído eso un millón de veces.
—Entonces, ¿por qué diablos me estás olisqueando? —Se había duchado
aquella mañana y el día no estaba lo suficientemente caliente como para hacerle
sudar.
Apretó el teléfono con más fuerza, cuando se dio cuenta de lo oscuro que el
gris de los ojos del hombre se había vuelto, y que tenía dos puntos gruesos
metidos debajo del labio superior, como si sus dientes se hubiesen alargado de
algún modo.
¿Qué mierda?
Avanzó hacia él. En pánico, corrió alrededor del coche para poner cierta
distancia entre ellos. — ¡Quédate lejos de mí!
Su débil grito, no hizo nada para detenerlo. El tipo se movió alrededor del
capó, viniendo directo a por él. Lo esquivó desplazándose hacia atrás, arrojando
su cigarrillo a un lado dijo. —Se karate. —Mintió.
—Mío. —El monstruo gruñó.
No valía la pena volverse loco por sexo. Corrió una amplia distancia,
dirigiéndose directamente a la puerta de la tienda de juegos, con la esperanza
de poder escapar y llamar a la policía, antes de que este loco le pusiera las manos
encima.
Por desgracia, Corky estaba saliendo cuando alcanzó la manija. La puerta lo
golpeó en la cara. Agarró su cabeza y aulló, cuando dio un saltó hacia atrás.
—Amigo, ¿qué demonios estás haciendo? —Corky se quedó allí, con una
mirada perpleja, agarrando su bolsa en su mano. —¿Te has emborrachado
mientras estuve allí?
—No—Palpo su frente buscando un chichón, agradecido cuando no encontró
uno. —¿Quién abre una maldita puerta, como si estuvieran huyendo de la
policía?
Con una sonrisa, Corky levantó su bolsa. —Conseguí un juego
impresionante.
Gritó y los ojos de Corky se agrandaron, cuando fue tomado por la cintura, y
un dolor explosivo se disparó por encima del hombro y alrededor de su cuello.
Luchó por liberarse, cuando Corky golpeo la bolsa contra el tipo que lo tenía 9
atrapado.
—¡Suéltalo, bastardo loco! —Gritó Corky.
Fue liberado un segundo después. Se tambaleó a un lado, giró, y lanzó el
puño al alto idiota, sólo para fallar en la mandíbula del tipo. —¿Qué diablos,
hombre?—Gritó, mientras se pasaba la mano por la herida. —¿Quién va
mordiendo a la gente?
—Llamaré a la policía. —Corky sacó el teléfono, pero el desconocido se lo
quitó de la mano. El tipo lo agarró por el brazo y lo arrastró hacia su camioneta.
Mientras luchaba por liberarse, Corky le dio una patada y un puñetazo al
desconocido. —¡Dejalo ir!
De repente, estaba libre. No esperaba ser puesto en libertad. Había estado
retrocediendo, tratando de soltar su brazo. El impulso hacia atrás lo hizo caer
sobre su trasero. Corky trató de luchar contra el extraño, mientras él se ponía de
pie.
—¿Eres una especie de enfermo mental? —Exclamó. —Será mejor que no
tengas rabia.
Otro coche se detuvo en la estación. Un tipo salió y hecho un vistazo.
—¿Todo está bien?
—No. —Gritó. —Este idiota está intentando secuestrarme.
El desconocido que lo había atacado, se dirigió hacia las bombas. Miró en su
dirección, con los ojos aún oscuros, los dientes aún largos, antes de subir a su
camioneta y despegar, sus neumáticos chirriaban, mientras golpeaba la carretera
principal y se largaba.
—Amigo, ¿qué demonios estabas haciendo aquí, mientras estaba dentro? —
Preguntó Corky, recogiendo su bolsa del suelo. —¿No te he advertido acerca de
tomar dulces de extraños?
Estaba allí temblando como loco, mirando el camino por el que el hombre
había desaparecido, y se preguntó qué demonios había sucedido.
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Capítulo 2
Walker se detuvo al lado de la carretera y golpeó su puño contra el volante,
mientras su corazón latía salvajemente en su pecho. Eso era lo que conseguía al
parar en Grizzly Ridge por gasolina. Pensó que podía entrar y salir sin que nadie
lo notara, pero la había jodido de todas las maneras posibles.
Ahora, su compañero pensaba que era un lunático. No tenía más opción que
huir o arriesgarse a ser arrestado. Después de todo lo que había estado
ocurriendo últimamente, con el sheriff local muerto, junto con un agente del
FBI, evitar a los policías era su mejor opción.
En lugar de dirigirse hacia el camino que conducía a las montañas, esperó en
una calle lateral. No iba a acercarse a su compañero, todavía no. Por ahora sólo
quería saber dónde vivía el hombre. El ser humano estaría pasando por el calor
de apareamiento pronto, y quería estar con él, cuando eso sucediera.
Esto era especialmente importante porque unos cuantos shifters vivían en la
ciudad, y podían oler el calor en el humano. La sola idea de que alguno de ellos
tocara lo que había tomado su oso, le daba deseos de matar. Había molestado a
sus hermanos por no poder controlar a su oso cuando habían descubierto a sus 11
compañeros, pero no tenía ni idea, ni puta idea, de que su oso básicamente lo
sacaría del camino y tomaría el control.
Ahora estaba sentaba allí, tratando de atrapar su mierda. No era así como se
imaginaba su día. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó.
—¿Qué pasa? —Preguntó Trigger cuando contestó.
—Podría haberme metido en un lío. —Revisó la calle, buscando a su
compañero y asegurándose de que no hubiera enviado coches de policía.
¿Quién había sido el tipo junto a su compañero? ¿Era su novio, hermano, o
alguien que simplemente estaba tratando de ayudar? Mierda. Sabía cómo
meterse en problemas. Esta no era la primera vez que tenía que esconderse
después de hacer algo completamente estúpido.
—¿Qué clase de problema? —Preguntó Trigger. —¿Tengo que ir a rescatarte
o ayudarte a enterrar un cadáver?
—Tal vez los dos. —Si los policías lo atrapaban, definitivamente rescatar. Si
ese tipo con su pareja era su amante, entonces se necesitarían las palas.
Aunque no hubiera secuestrado a su compañero, como algunos de sus
hermanos habían hecho con los suyos, no compartiría. Sólo pensar en el humano
tocando a su compañero, hacia a sus dientes rechinar. Le explicó a Trigger lo
que acababa de suceder.
En lugar de que su segundo hermano mayor le diera consejo, en lo cual
Trigger era muy bueno, se echó a reír.
—¿Cuánta mierda me dijiste sobre Dean?—Preguntó. —Dios, me encanta
cuando los papeles se invierten.
—Disfrútalo. —Gruñó. Se agachó cuando creyó ver... ¿era un coche de
policía? No, era uno con un estante de equipaje en la parte superior. De sentó
de nuevo. —Estaré en la ciudad, esperando que el calor surta efecto.
Trigger se puso serio. —¿Necesitas respaldo?
¿Lo hacía? ¿Y si ese loco hijo de puta con su compañero intentaba atacarlo
otra vez? ¿Realmente quería matarlo? Su oso dio un rotundo sí. Pero había
habido demasiada sangre durante el último año.
Se echó hacia delante cuando el estúpido pequeño coche rojo pasó. 12
—Tengo que irme—Colgó, luego se apartó de la acera y mantuvo una
distancia segura, mientras lo seguía.
Incluso a esta distancia, oyó la música rap golpeando en el coche. Por un
segundo, pensó que iba a entrar en la estación de policía, pero el coche pasó por
la estación y fue hacía la derecha. El conductor se detuvo con un chirrido en la
señal de stop, el neumático del pasajero delantero rodando sobre la acera.
Mientras seguía el coche durante varias manzanas, se dio cuenta de que la
persona con su pareja no podía conducir una mierda. Avanzaba a través de las
luces amarillas, algunas luces que se volvían rojas al pasar bajo ellas, apenas
deteniéndose en las señales de stop y conduciendo como si tuviera la ley en la
cola. No respiró tranquilo, hasta que el coche se detuvo en una entrada de coches
y su compañero salió. El cerró la puerta, apunto con un dedo al conductor y dijo
algo con líneas enfurecidas grabadas en su rostro. Probablemente estaba
teniendo un ataque, por la falta de habilidades de conducción.
Estudió a su compañero, y su polla se endureció ante lo hermoso que era el
ser humano. Tenía corto cabello caoba, que estaba rapado en la parte de atrás y
más largo en la parte superior, y unos bonitos ojos azules. Su físico era delgado,
pero maldita sea si no tenía un buen culo. No demasiado grande, pero sólo
suficiente llamativo para que su boca babeara.
Quiso mordisquear ese culo, mientras deslizaba su lengua, respiro
entrecortadamente. Necesitaba dejar de pensar en follar a su compañero, antes
de salir de su camioneta e intentar secuestrarlo de nuevo.
Lo que probablemente iba a hacer de todos modos.
El conductor se bajó, riendo, y los dos se apresuraron a entrar.
La casa era de un solo piso blanco y marrón que parecía haber visto días
mejores. El césped delantero, aunque estaba cubierto de hojas caídas, parecía
tener parches vacíos y el pórtico se hundía.
Walker estaba determinado, el calor comenzó, mientras una lluvia ligera
empezaba a caer, esperando el momento adecuado para entrar y conseguir a su
compañero. No quería que el calor de su pareja entrara en acción, mientras el
ser humano estaba con otra persona. Tendría que matar a ese pequeño hijo de
puta si ponía las manos sobre su compañero.
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Capitulo 3
Estaba demasiado frío para estar afuera buscando la fuente del mal olor, que
Walker había olido. Muchas criaturas vivían en las montañas, y por lo que él
sabía, el olor podía haber sido algún animal salvaje muerto. Pero había sentido
como si alguien lo hubiera estado observando, y aún continuaba percibiéndolo.
No le gustaba dejar a Bailey solo en la casa, pero se negaba a pasarse la noche,
preguntándose si el peligro estaba cerca.
—¿Soy yo o se está poniendo más oscuro aquí?
Clint se detuvo y miró hacia el cielo. Él vio que las nubes habían cubierto la
luna.
—Esto es una locura. —Dijo. —Hace muchísimo frío y lo único que habrá
aquí, serán nuestros cadáveres congelados si continuamos. Me regresare.
—Eras tú el que nos arrastró aquí, en primer lugar. —Dijo Clint. — Además,
el olor vale la pena echarle un vistazo. Jesse dijo que algunos alimentadores
estaban cerca.
—Te lo contó hace dos noches. —Comentó. —Y estoy empezando a pensar
que estaba drogado cuando te llamó. Hemos estado buscando por diez minutos
y lo único que he visto, es mi maldita respiración.
Con un gruñido, Clint se volvió. —La próxima vez que llames a alguien,
porque has olido algo extraño, llama a Bobby Ray. Yo estaba en medio de... —
Clint sonrió. —Cosas.
No tenía que adivinar en qué consistía "cosas". Olía a sexo. Y tan frío como
estaba, con el viento soplando y la nieve cayendo, todavía olía el calor de Bailey,
como si su compañero estuviera caminando justo a su lado.
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No se sorprendería si todos sus hermanos estuvieran teniendo sexo, debido al
olor de Bailey. El calor de este lo tenía duro y estaba listo para regresar a la
casa, para poder azotar la mierda fuera de Bailey por fumar, luego follarlo hasta
que no pudiera caminar durante una semana. Acababan de regresar a su casa,
cuando algo pesado choco contra su espalda. Gritó, mientras volaba hacia
delante, golpeando el frío y duro suelo. Sus palmas rasparon los ladrillos que
cubrían su patio.
Clint gruñó, mientras cambiaba en su forma de oso y se empujaba a sus patas
traseras, gruñendo una advertencia a lo que lo había sacado volando. Sus ojos
se abrieron, cuando el alimentador rodeó a Clint.
Dios, la cosa era horrible. Éste no estaba tan demacrado como el que había
atacado hacía unos meses, pero todavía tenía un aspecto aterrador, le faltaban
dientes y tenía largas garras. Sus ropas desgarradas y sucias colgaban como
velas de un barco fantasma, los harapos ondulantes en el viento invernal.
Se puso de pie y se lanzó contra él, pero el alimentador le dio un bofetón,
como si fuera una mosca molesta. Voló hacia atrás, su cabeza golpeó los
ladrillos esta vez, y maldita sea si no vio estrellas. Mientras yacía allí, tratando
de orientarse, Clint rugió y la cosa silbó, mientras se enfrentaban.
Cuando volvió a ponerse de pie, el oso de Clint tenía el alimentador clavado
en el suelo. Había sido rápido, y el cuarto trasero de Clint estaba ensangrentado.
El oso jadeó, la mandíbula cerrada alrededor de la garganta de la cosa.
Él también cambio, y se metió en la pelea, mientras el alimentador luchaba
debajo Clint, arañando su rostro, mientras emitía chirriantes ruidos.
Clint y él lo despedazaron. No había mucha sangre, pero Jesús, temía que
nunca sacaría el nocivo sabor de su boca. Era como morder carne descompuesta,
que se había dejado al caliente sol del verano. Cambio y miró al cuerpo
destrozado. —Me pondré algo de ropa y me desharé de él.
Después de que hubiera terminado, se iba a limpiar la boca con una esponja.
Tal vez también haría gárgaras con agua hirviendo.
Cuando se volvió hacia la casa, vio a Bailey de pie en una de las ventanas de
la sala, con la mandíbula abierta y los ojos azules muy abiertos.
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Capítulo 5
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Capítulo 6
Bailey había estado bien cuando Walker lo dejó en la cocina con Corky. Sin
embargo, olfateó la inquietud de su compañero mientras caminaba por el
pasillo. Cuando todos se fueron, Bailey había ido a su dormitorio y no había
salido desde entonces.
Entró en la habitación para encontrar a Bailey junto a las ventanas, mirando
hacia la oscuridad.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó.
Bailey se volvió para mirarlo, su expresión era solemne. —Imagina que te
dejen caer en un mundo donde nada tiene sentido y las cosas que pensabas... no,
porque ni siquiera pensé en animales transformándose en hombres, en hombres
quedándose embarazados o en cosas que se esconden en los oscuros bosques,
listos para destrozar a una persona. Nada de eso se me pasó por la cabeza. Pero
ahora no sólo estoy unido a un animal, estoy llevando a su bebé. ¿Cómo te
sentirías, Walker? ¿Honestamente?
—Mira. —Dio un paso hacia Bailey. —Yo sé…
Bailey negó con la cabeza. —No te atrevas a quedarte allí y decirme que
sabes que esto es mucho para asimilar. Es más que eso. Mucho que asimilar, es
descubrir que un miembro de la familia murió o que tiene cáncer. Esto…—
Bailey movió la mano alrededor. —Está más allá de superar algo que te ha
pasado. Me mordiste, preparando mi cuerpo para la concepción, sin que yo ni
siquiera supiera lo que estabas haciendo. Sí, me has dicho que tu oso se hizo 49
cargo, pero... Tengo un maldito bebé dentro de mí. Tengo el derecho a asustarme
como la mierda, de cuestionar la vida, de estar tan asustado que quiera salir
corriendo y gritando de este lugar.
Cuando las lágrimas de Bailey comenzaron a fluir, su oso gruñó, listo para ir
con su compañero. Pero no se atrevía a moverse, ni siquiera a respirar. Su
instinto le decía que era un punto crucial en su relación, un momento de todo o
nada, y no sabía qué encrucijada tomar, cuál arruinaría y cuál salvaría la vida
que él quería tan mal con Bailey.
—Todo el mundo aquí, actúa como si esto estuviera bien, que lo que hiciste
es normal. No lo es. ¡No es normal morder a alguien y embarazarlo!
Cerró la distancia y trató de tirar de Bailey a sus brazos, pero su compañero
lo apartó. —¡No me toques!
Retrocedió, sintiendo como si su corazón estuviera siendo arrancado. Su
compañero no quería tener nada que ver con él, y no tenía ni idea de cómo
arreglar esto. Por lo que había visto, la forma en que Bailey había actuado, había
pensado... pero había pensado mal. Bailey era humano y no entendía nada sobre
su mundo.
—No te voy a dejarte ir. —Murmuró. —No puedo. —Bailey estaba llevando
a su hijo, y preferiría morir antes que dejarlo ir, llevándose a su niño con él,
llevándose al único hombre que el destino había escogido para él. Si Bailey se
iba, se llevaría su alma con él.
Bailey pasó junto a él.
—¿Dónde vas?
—A dormir en el dormitorio de invitados. —Dijo Bailey. —Tengo mucho
que pensar en este momento, y necesito hacerlo solo.
Nunca se había sentido tan indefenso en toda su vida. No sabía qué decir o
hacer para rectificar la situación. Las cosas eran diferentes para los de su tipo.
Los shifters tenían un corazón animal, y su animal los gobernaba. No pudo
evitar morder a Bailey más de lo que él podría haber impedido que su propio
corazón latiera. Pero este no quería oír eso.
—Puedo ayudarte con esto—Agarró el brazo de su compañero, impidiéndole
salir de la habitación. —Podemos superar esto. Me tienes a mí, mi familia y...
—No necesito una familia. La familia te fastidia. —Bailey tiro de su brazo. 50
No lo detuvo esta vez, cuando Bailey se dirigió a la puerta del dormitorio.
Tal vez se calmara y podían resolver las cosas. Él no sería el primer compañero
que se asustaba por estar embarazado. Y al igual que los otros compañeros,
Bailey se acostumbraría a su nueva vida y los dos serían felices.
Lo esperaba. Maldijo entre dientes, mientras se dirigía a la sala de estar y
llamaba a Bobby Ray. —¿Puedes venir?
—¿Ahora?
—Sí, ahora. —Necesitaba que su hermano le dijera que todo estaría bien, que
su mundo no estaba realmente cayéndose a pedazos, y que Bailey no lo odiaba
de verdad.
—Estoy en camino. —Dijo Bobby Ray antes de colgar.
Se dejó caer en el sofá y esperó a que llegara.
Tan pronto como los pies de Bailey golpearon el suelo fuera de la ventana del
dormitorio, la duda lo agarró. Tan enojado como había estado, no quería dejar a
Walker.
—Conozco esa mirada—Susurró Corky mientras deslizaba la ventana
cerrándola. —Estás teniendo dudas.
—No, no lo estoy. —Mintió.
—Amigo, si quieres quedarte, entonces quédate. Lo que quieras hacer, te
apoyare. Tú lo sabes. Pero toma una decisión, porque se están congelando mis
bolas.
Pensó en cómo Walker lo había mirado durante el sexo, como si fuera su
mundo entero. Walker no había sido nada más que dulce con él, y aunque le
había gritado a este, y había dicho algunas cosas bastante duras, Walker había
permanecido allí, en silencio, mientras se sacaba todo eso del pecho. Nunca
había atacado ni dicho nada para herir sus sentimientos. 52
Apretó la mano contra el estómago y se mordió el labio inferior. Corky había
dicho que se encargarían del problema creciendo en su vientre, pero uno, no
consideraba que su hijo por nacer fuera un problema. Y dos, probablemente
terminaría en un laboratorio en algún lugar, si algún humano descubría que
estaba embarazado.
Las lágrimas brotaron, mientras sacudía la cabeza.
—No puedo dejarlo, Corky—Se limpió los ojos. —Tan confuso cómo es esto,
simplemente no puedo...
Corky dejó escapar un suspiro. —Maldición, gracias. Para ser honesto,
realmente no quería irme. Les he tomado cariño a los Russells.
Ansiaba a Walker con cada aliento que tomaba. Sólo quería acurrucarse en
los brazos del hombre y sentirse a salvo del mundo que lo rodeaba. Se agacharon
cuando oyeron pasos que se aproximaban. Echó un vistazo, a la vuelta de la
esquina, para ver a uno de los hermanos que se dirigía hacia las puertas de la
sala. Si recordaba correctamente, el tipo era Bobby Ray.
—Tengo que volver a entrar—Susurró. Le dio a Corky un rápido abrazo.
— Gracias por estar ahí para mí.
—Siempre te cubriré la espalda—Dijo Corky. —Incluso cuando tomas
decisiones estúpidas.
Frunció el ceño. —Fuiste tú el que dijo que necesitábamos salir de aquí.
—Tú eras el que parecía que ibas a tener un ataque de nervios—Replicó
Corky. —Yo sólo estaba tratando darte apoyo. Sabes que tomo las peores
decisiones en mi vida. ¿Por qué demonios me escucharías?
—Podrías haberme dado un abrazo y decirme que todo iba a estar bien.
Corky puso los ojos en blanco. —En primer lugar, no soy realmente de los
tipos que abrazan. Tú lo sabes. En segundo lugar, pensé que te estaba diciendo
lo que querías oír.
Levantó la mano, cuando un olor nocivo flotó hacia él. —¿Hueles eso?
Corky se cubrió la nariz con la mano. —¿Qué diablos es eso? Es como la
carne podrida y repollo hervido. —Hizo un ruido de arcadas. —Huele a la
cocina de mi madre.
Un nudo de miedo obstruyó su garganta, mientras pensaba en la criatura que
Clint y Walker habían hecho pedazos. ¿Podría haber más de uno? Dios, no 53
quería pensar así, pero él sentía el mismo ambiente espeluznante que había la
noche cuando esa cosa apareció. Corrió hacia la ventana e intentó abrirla, pero
estaba atascada. Tembló cuando oyó ramas secas rompiéndose y el olor fétido
se hizo más fuerte.
—Vamos. —Corky le agarró la mano y se apresuró a ir a un lado de la casa.
—¡Ayuda! —Gritó, cuando vio algo precipitándose hacia él. Se había movido
tan rápido que no había sido capaz de ver lo que era.
Los aullidos estallaron. Sintió como si se meara, cuando tres lobos salieron
del claro, dirigiéndose hacia ellos. Eran bastante grandes, y sospechaba que
eran shifters, en vez de animales salvajes.
—Tienes que estar bromeando conmigo—Gritó Corky. —¿Lobos? ¿Son
realmente lobos?
Entonces, ¿qué tipo de gatos eran esos? Entornó los ojos, parecían ser
leopardos corriendo a su lado y pasando por delante de los lobos. Sus abrigos
de pieles eran blancos con puntos negros, y sus ojos eran de un vibrante azul,
casi brillante.
—Este es un maldito zoológico. —Gritó.
—Oh, Dios mío—Dijo Corky, como si estuviera más enojado que
asustado.—Vamos a morir y ni siquiera estoy elevado.
Deseaba poder estar borracho, mientras lo destrozaban. Lástima que no
pudiera tener un último cigarrillo. Mejor aún, lástima que aún no estuviera en
la casa. Esto era una increíble pesadilla. Se giró, cuando uno de los leopardos
pasó apresuradamente a su lado y se lanzó a algo detrás. Ni siquiera había visto
a las criaturas acercarse, pero había más de una. Parecían estar saliendo del
bosque, con sus ropas hechas jirones, sus cuerpos eran tan delgados, que
parecían esqueletos de pie.
Los ojos de Corky se agrandaron. —¡Mierda! ¡Zombies en vivo! ¡Que
alguien me dé un arma!
Walker y su hermano irrumpieron desde el salón, la puerta golpeo tan fuerte
detrás de ellos, que se salió de sus bisagras y quedo colgando allí, mientras ellos
cambiaban a osos. Más osos corrieron por el patio.
Agarró la mano de Corky y lo empujó hacia la casa. —Tenemos que entrar.
Esta es una pelea que no quiero ver.
—Es como Clash of the Titans versus World War Z. —Dijo Corky, mientras 54
corría junto a Bailey. —Solo que con animales y... dime que esos no son
realmente zombis.
—Lo dudo seriamente, pero no me detendré lo suficiente como para
preguntar. —Dijo.
Antes de que pudieran llegar a salvo adentro, una de las criaturas cargo contra
él, enviándolo a chocar contra las ventanas de doble cristal. Golpeó el suelo,
todo su lado derecho estallo de dolor.
Corky gritó. Sacudió la cabeza e intentó levantarse, pero el dolor lo obligó a
retroceder. Intentó otra vez y logró pararse sobre sus inestables pies.
Buscó a Corky, pero no lo vio en ninguna parte. El patio se había convertido
en un gran campo de batalla. Él ni siquiera sabía qué oso era Walker. Sus
instintos le dijeron que entrara en la casa, pero no iba a ir a ninguna, parte hasta
encontrar a Corky.
Entonces lo vio. Corky estaba en el suelo, acostado sobre su estómago,
mientras un lobo estaba parado sobre él. El lobo gruñó, cuando una de esas
cosas lo rodeó.
—¡Corky! —Corrió por el patio, pero un oso se le acercó y bloqueó su
camino. Trató de esquivarlo, pero el oso golpeó su cabeza, persuadiéndolo de ir
hacia la casa.
—No, tengo que ir con Corky. —Exclamó. Corrió a la izquierda, moviéndose
alrededor del oso y se marchó. Fue entonces cuando vio la sangre en la camisa
de Corky. Había sido herido. —¡Corky!
Este miró en su dirección, y vio el terror crudo en los ojos avellana de su
amigo, mientras intentaba escabullirse de debajo del lobo, pero este se movía
cada vez que Corky lo hacía, manteniéndolo inmovilizado.
—¡Sácame de este puto lugar! —Gritó Corky.
El oso lo atrapó y lo derribo, poniéndole debajo de quinientas libras de piel.
Luchó por liberarse, pero el oso no se movía. Sólo podía adivinar que se trataba
de Walker.
—Tengo que ayudarlo—Le suplicó. —Tienes que dejarme ayudar a Corky.
Pero el oso no se movía. Entonces Walker cambio y lo sacó del suelo.
—Jesse lo tiene—Dijo Walker. —No permitirá que ningún alimentador le 55
haga daño.
¿Era así como se les llamaba? ¿Alimentadores? Sentía que se pondría
enfermo.
—Pero está sangrando—Gritó. Golpeó la mano de Walker, tratando de
liberarse. —¡Déjame ir!
Walker lo empujó para que se parara, y sus ojos grises se llenaron de ira.
—Mi única preocupación eres tú. Tengo que sacarte de aquí. Corky será
atendido.
Trató de darle un puñetazo, pero Walker esquivó su puño en el aire, su agarre
en el brazo, nunca disminuyo. —¡Déjame ir!
Walker permaneció allí, mirándolo por un segundo, y el siguiente voló hacia
atrás, llevándoselo con él. Se cayeron unos sobre otros, cuando un alimentador
saltó sobre su pecho, con sus mandíbulas cerca de la garganta.
—¡No!—Gritó Walker, mientras él empujaba su mano contra la huesuda
mandíbula de la criatura, haciendo todo lo posible para evitar que esos afilados
dientes, se hundieran en su carne.
Walker cambio y utilizó su peso para golpear al alimentador apartarlo de él.
¡Esto era una completa pesadilla!
Se puso en pie y miró a su alrededor. Vio a Corky, que seguía atrapado bajo
el lobo. Entonces, miró a Walker y a la criatura luchando.
Estaba dividido. No podía derrotar a una de esas poderosas criaturas, y el
enorme oso estaba ganando de todos modos. No quería correr por el patio, de
nuevo, porque una de esas cosas podría llegar a él, y con Walker ocupado, no
tendría ninguna oportunidad.
Cayó a cuatro patas y vomitó, cuando Walker destrozo a la cosa. Los huesos
crujían y la carne volaba, mientras Walker aniquilaba a la cosa.
No, no, no. No podía hacer esto. Simplemente no podía. Este mundo era
demasiado insano para quedarse. Miró alrededor del patio y vio que la lucha
estaba menguando, que la mayoría de las criaturas huían, o que había
fragmentos de ellos alrededor. Los lobos y los leopardos les dieron caza. Todos
excepto el lobo, que todavía se paraba sobre Corky.
Se secó la boca, mientras sollozaba. Tan mal como quería alejarse de esta
locura, no podía dejar a Walker. Lo había intentado y fallado. Su corazón no lo 56
dejaba marcharse. Walker lo levantó y lo envolvió con sus brazos. Ignoró el
hecho de que Walker oliera como esas cosas sucias y que acababa de verlo
despedazar una de ellas. Se hundió en el hombre, llorando, mientras Walker lo
tranquilizaba.
—Te tengo, Bailey. Está bien. Está bien, pequeño.
Pero no parecía que lo estuviera. Su universo se había volteado al revés, y
estaba luchando por aferrarse con ambas manos.
—Aléjate de mí, maldito enfermo.
Se volvió, para ver a Corky de pie, alejándose del lobo. Entonces el lobo se
transformó en un hombre. Un hombre muy desnudo y guapo, de cabello oscuro
y penetrantes ojos azules.
—No te atrevas a huir de mí—Gruñó el hombre. ¿No había Walker llamado
a este tipo Jesse?
Corky levantó los puños y fulminó a Jesse. —Trata de morderme de nuevo y
patearé tus nueces, perrito.
—¿Qué diablos? —Susurró. Miró a Walker. —¿Qué está pasando?
Walker tenía los ojos muy abiertos, mientras miraba a la pareja.
—Si Jesse está tratando de morder a tu amigo, entonces los dos deben ser…
—No—Dijo. —¿Corky es el compañero de Jesse?
—Parece que es así—Dijo Walker. —Eso o Corky molesto al alfa.
—¿Alfa? —Tragó saliva. Eso no era bueno.
Corky Se fue a través del patio, con Jesse dándole caza. Trató de alejarse de
Walker, para poder ayudar a su mejor amigo, pero este se negó a dejarlo ir.
—Deja que solucionen esto.
—No—Empujó el pecho de Walker. —Sé lo que pasará si Jesse lo muerde, y
Corky merece una opción.
Walker lo agarró del brazo, antes de que pudiera correr tras ellos.
—¿Crees que hay opciones? Jesse podría estar en forma humana, pero su
lobo está en control ahora mismo. Es la naturaleza, nuestra naturaleza. Un
compañero, es nuestra única oportunidad de tener hijos, nuestra única
oportunidad de felicidad. Siento que te enojes porque no tuviste opciones, pero 57
esto es lo que somos, cómo hemos vivido desde el principio de los tiempos, y
si dejaras de pelear contra esto, verías lo feliz que podría hacerte.
—Pero Corky merece saber en qué se está metiendo.
—Estoy bastante seguro de que le explicaste todo. —Dijo Walker. — Oí parte
de tu conversación en la cocina. Le dijiste que estabas embarazado. Él sabe
sobre el calor de apareamiento, sobre qué sucede cuando un compañero es
mordido.
No sabía que Walker había estado escuchando. ¿Los había oído tramar su
plan para escapar? Si lo hacía, ¿por qué no había intentado detenerlo?
—¿Sólo parte de la conversación?
—Estaba tratando de darte privacidad. Pero no debería haberlo hecho—
Replicó Walker. —Debería haber seguido escuchando. Así, me habría dado
cuenta de que planeabas huir.
El dolor en los ojos grises de Walker, fue como un puñetazo para su intestino.
—Pero cambié de opinión.
—Y te pusiste a ti mismo en peligro.
—¿Cómo diablos iba a saber que esas cosas estaban aquí? —Discutió. —¿Y
qué soy, un prisionero? ¿Me estás diciendo que no puedo salir afuera, que estoy
atrapado en la casa para siempre?
—No estas atrapado. —Walker negó con la cabeza. —Pero si quieres salir,
sería prudente hacerlo a la luz del día y tener siempre a alguien contigo.
Miró hacia la casa de Deloris y Abe. No podía verla desde donde estaba, y se
preguntó si Jesse ya había mordido a Corky. Se sentía como un canalla por
dejarlo con Jesse, cuando se volvió y se dirigió al interior.
Walker tuvo que admitir que los últimos dos meses y medio, desde que Bailey
había llegado a las montañas, habían sido los mejores de su vida. Tal vez no al
principio. Bailey no había sido el único lleno de dudas, pero las cosas habían
cambiado, y para mejor. O eso había pensado, hasta que Corky entró en la casa
a través de la sala de estar, dejando nieve por todos lados. El rebotaba entre las
casas, haciendo todo lo posible para mantenerse alejado del radar de Jesse.
Y a este no le gustaba eso, pero a él no le importaba. Sólo quería que Corky
aprendiera a limpiar sus malditos pies.
—Walker te va a matar—Dijo Bailey desde el sofá, aunque estaba a menos
de cinco pies de él. —Eres un cerdo, Corky.
Corky puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá. —Conocías todos mis
malos hábitos, antes de venir aquí. No empieces a quejarte ahora.
—Necesito un mejor sistema de alarma—Gruñó. —Una que mantenga las
plagas afuera. 72
Se levantó y se dirigió a la cocina. Bailey se acercó caminando como un pato,
con las manos apretadas contra la parte baja de la espalda. —¿Por qué te fuiste?
No le importaba cuántas veces veía el vientre hinchado de su compañero.
Todavía le asombraba de que su cachorro creciera dentro de Bailey. Se dirigió
hacia su compañero y colocó su mano sobre el estómago de este. No sólo se
había acercado más a él, sino que no podía imaginar su vida sin él.
—Creo que es hora de dar el siguiente paso.
Bailey parecía confundido. —¿Qué siguiente paso?
Dejó escapar un suspiro y sonrió. —He estado deseando decirte esto durante
un tiempo, pero no estaba seguro de si te asustaría. —Le dio un beso rápido en
los labios. —Te amo.
Las cejas castañas de Bailey se alzaron. —Realmente espero que lo hagas.
Vamos a tener un bebé juntos.
—Dile que lo amas ya—Gritó Corky desde el salón. —Eres un maldito idiota.
Gruñó. Bailey se rió entre dientes. —Lo siento. Sé que esto no es gracioso,
pero ya ves, ya le he dicho a Corky lo que siento por ti. Supongo que necesito
decirte lo que sigue.
A pesar de que se habían llevado bien durante dos meses y medio, habían
compartido momentos íntimos juntos, y estaban conectados en niveles que
nunca había soñado, él todavía estaba un poco nervioso mientras esperaba a que
Bailey continuara.
—Verás, Walker—Bailey le pasó las manos por los brazos. —Desde la noche
que salí por la ventana, he sabido lo profundo que eran mis sentimientos por ti.
Estaba demasiado asustado para admitirlo. —Se inclinó y le dio un beso en la
barba. —Si no te amara, confía en mí, no me habría quedado alrededor después
de toda esa locura.
—Dios, apestas expresándote. —Gritó Corky.
—¡Cállate! —Devolvió el gritó Bailey. —Quédate en el maldito salón y deja
de entrometerte, imbécil.
Ahuecó la mejilla de Bailey. —Di las dos palabras, pequeño.
La sonrisa de Bailey tembló. —Te amo.
Sintió como si su corazón fuera a estallar, mientras deslizaba sus brazos
alrededor de Bailey y lo abrazaba. —Me has hecho el hombre más feliz del 73
planeta.
El fuego se encendió en los ojitos azules de Bailey. Conocía esa mirada.
Anhelaba esa mirada. —Vete, Corky.
—Ustedes dos, tienen que dejar de joder como conejos—Dijo Corky, desde
la sala de estar. —Así es como te metiste en este aprieto, en primer lugar.
— ¿Por qué no vas a ver lo que está haciendo Jesse? —Gritó.
Silencio.
Esperó hasta oír el portazo, antes de arrastrar a Bailey por el pasillo, su
compañero riendo detrás de él.
—Sabes que eso fue malo.
—Lo sacó de aquí—Dijo. —Además, lo siento por Jesse. Ha sido más que
paciente, esperando que Corky recuperara sus sentidos. No estoy seguro de
cuánto tiempo más va a esperar.
—¿Por qué estamos hablando de ellos? —Bailey deslizó la camisa por su
cabeza y la tiró a un lado. Él estaba allí, hipnotizado por la vista ante él. Bailey
era nada menos que impresionante.
Sus ojos se deslizaron desde el rostro de Bailey, por su cuello de cisne, luego
hasta su estómago hinchado y... Sus ojos se abrieron. Justo delante de sus ojos,
la oscura línea de concepción se puso roja.
Bailey le sonreía con el calor en los ojos un segundo, al siguiente sus manos
se dirigieron a su estómago, sus ojos rodando. Él comenzó a caer de rodillas,
mientras aullaba de dolor, pero lo atrapó y ayudó a Bailey a subir a la cama.
—Está bien, no entres en pánico.
—¿No entres en pánico? —Gritó Bailey. —¡Se siente como si me estuvieran
golpeando en el intestino con un martillo!
Lo ayudó a quitarse la ropa, antes de deslizar la manta sobre su mitad inferior.
Arrancó el teléfono de su bolsillo y llamó a Clint. Tan pronto como contestó,
gritó —¡Bailey está a punto de tener el bébe!
Clint se echó a reír. —Tengo que ver eso.
Se dio cuenta de lo que había dicho y gruñó —Sabes a qué me refiero. Trae
tu culo aquí. Llama a los demás, mientras estás en ello.
Dejó el teléfono a un lado y se sentó al borde de la cama. Se sintió indefenso, 74
mientras Bailey hacía una mueca, sus dientes apretados, mientras agarraba su
estómago. —¡Haz que se detenga!
—Solo tenemos que respirar profundo, pequeño.
—¿Tenemos?—Bailey lo miró como si hubiera perdido la cabeza. —Yo soy
el que está a punto de tener un bebé. No hay un tenemos.
Saltó y corrió al baño, casi chocando con la puerta cerrada. Se detuvo, respiró
hondo, luego giró la perilla antes de entrar. Se frotó las manos y los brazos,
luego tomó una toalla del armario y la mojó, antes de regresar rápidamente con
Bailey.
El sudor ya se había reunido en la frente de Bailey. Le limpió la cara de su
compañero. —¿Cómo te sientes?
—Adolorido—Gimoteó Bailey. —Mierda, esto duele tanto.
Acomodó las almohadas. No sabía qué más hacer. Su compañero estaba en
agonía y no podía hacer una maldita cosa al respecto. Su mirada seguía
rebotando entre el rostro de Bailey y su estómago. La línea de parto se abría
lentamente.
Había estado emocionado por este momento, durante meses. Ahora que había
llegado la hora, y se sentía mareado. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no podía sacar
a su cachorro? ¿Qué tal si realmente apestaba siendo padre? Tantas dudas
corrían por su mente, que un dolor de cabeza comenzó a golpear en la parte
posterior de su cráneo.
Bailey agarró su mano, apretándola. —Lo puedo ver en tus ojos. No te atrevas
a volverte loco conmigo. Necesito que seas el sensato aquí.
Asintió, tragando a través de su garganta seca. —Lo tengo.
Deloris fue la primera en entrar en el dormitorio. Echó un vistazo al estómago
de Bailey y sonrió. —Estaré aquí, si me necesitas.
Nunca había estado tan agradecido, de que tuvieran una enfermera viviendo
entre ellos. Ojalá no estropeara esto, pero si lo hacía, por lo menos un
profesional estaba aquí de pie.
Uno a uno sus hermanos, sus compañeros y sus hijos se reunieron en su
dormitorio. Sabiendo que tenía allí a su familia, sus hermanos que siempre
habían estado allí para él, ayudaron a aliviar su ansiedad.
75
Bobby Ray y Wade podían haber sido los hijos favoritos de su padre para
abusar, pero él era el más joven, y aunque había hecho todo lo posible para
evitar la mano abusiva de Clarence, no se había escapado de ella. Pero cada uno
de sus hermanos lo había protegido, y ahora estaban allí, para presenciar el
nacimiento de su hijo.
Sintió un amor y un orgullo tan abrumador en la habitación, cuando se volvió
hacia Bailey. —Vamos a tener a este cachorro, pequeño.
Bailey asintió con la cabeza. Olio el miedo de su compañero, mientras seguía
apretándole la mano.
—¡Oh, Dios mío! —Corky entró en la habitación, con sus ojos color avellana
bien abiertos.
—Tranquilo—Clint gruñó.
—Estoy demasiado sobrio para esto. —Corky parecía a punto de vomitar,
mientras miraba el estómago de Bailey.
Sabía a ciencia cierta, que Corky había dejado de fumar esa mierda desde
hace unos dos meses. Por un lado, se había quedado sin su suministro, y nadie
había estado dispuesto a llevarlo a Grizzly Ridge para obtener más.
Dos, Jesse había amenazado con romper la puerta de Deloris y arrastrar a
Corky pateando y gritando de la casa, si tocaba esas cosas de nuevo. No estaba
seguro de si la amenaza fue la responsable, o el hecho de que Corky no pudiera
poner sus manos en más de esas cosas, pero había estado viviendo limpio
durante ocho semanas.
El grito de Bailey lo sacó de sus pensamientos. Miró el estómago de su
compañero, mientras su corazón golpeaba sus costillas. La línea se había abierto
aún más.
—Es el momento—Dijo Deloris, mientras le apoyaba una mano en el
hombro. —Agarra a tu cachorro.
Soltando un largo suspiro, asintió. Deslizó sus manos dentro del estómago de
Bailey y sintió la cabeza de su hijo o hija. Corky golpeo una mano contra su
boca y corrió al baño. Lo ignoró, mientras movía una mano bajo el trasero de
su cachorro, el otro detrás de su cabeza, luego empezó a sacarlo.
Cuando Bailey empezó a gritar y temblar, Clint lo mantuvo inmóvil desde
sus hombros. Benny se movió hasta el final de la cama y agarró los tobillos de
Bailey. Elijah se movió al lado de la cama y agarró la mano de Bailey. 76
—Solo respira—Dijo Elijah. —Pronto terminará.
Estabilizó su respiración, moviéndose tan lentamente que los segundos
parecían horas. No quería cometer ningún error.
—Lo estás haciendo muy bien—Dijo Deloris, con voz tranquilizadora.
—Lento y constante, Walker. Eso es todo.
Bailey no era el único que sudaba. El latido de su corazón, todavía no había
vuelto a la normalidad. Las lágrimas se juntaron en sus ojos, cuando la cabeza
del cachorro emergió. Una vez que los hombros estuvieron despejados, la
extracción del cachorro fue bastante rápida.
—Déjalo en la cama—Dijo Deloris, con un firme tono.
No tenía ni idea, de por qué sonaba tan urgente. Luego se dio cuenta de lo
azul que estaba el cachorro. El miedo lo congeló. Tenía a su hijo en sus manos,
y el cachorro no se movía.
—Acuéstalo—Dijo Deloris, en un tono más firme.
Dejó al bebé en las sábanas y Deloris lo apartó del camino. Ella masajeó el
diminuto pecho, volvió al cachorro y dio unas palmaditas en la pequeña espalda.
No respiró en todo ese tiempo. Se quedó allí, con el corazón en la garganta.
—¿Qué pasa?—Preguntó Bailey. Trató de sentarse, pero Clint todavía
sostenía sus hombros y lo obligó a permanecer en su posición boca arriba.
— ¿Qué pasa? —Gritó Bailey.
Corky salió del cuarto de baño, corriendo al lado de la cama.
—Nada está mal—Le pasó una mano por el cabello de Bailey. —Lo prometo.
Apartó a Corky del camino y tiró a Bailey entre sus brazos. No estaba seguro
de lo que pasaría, pero si las cosas se volvían malas, quería darle todo el apoyo
que necesitaba. Aunque sentía como si todo su mundo se desmoronaría, si su
cachorro no empezara a respirar pronto.
Entonces, el llanto del recién nacido llenó la habitación. Las lágrimas cayeron
de sus ojos, mientras abrazaba a Bailey con fuerza. —Ves, nada está mal,
pequeño.
Había estado tan aterrorizado, que no había mirado para ver si tenía un hijo 77
o una hija. Se volvió y recogió el cachorro de las sábanas, mientras Deloris
retrocedía, y le presentó al recién nacido a Bailey.
Sonrió, mientras las lágrimas seguían fluyendo.
—Tenemos una hija, pequeño.
No era el único que lloraba. Gruesas lágrimas rodaban por el rostro de Bailey,
mientras extendía sus brazos. Los aplausos sonaron, y más de un hermano, le
dio palmadas en la espalda.
—Nunca tuve la menor duda—Dijo Wade.
—Es hermosa—Dijo Bobby Ray.
—Lo hiciste bien. —Clint le dio un rápido abrazo. —Pero el susto, no va a
salvarte de que te pateemos el culo esta noche.
—¡Fiesta esta noche! —Duane se rió entre dientes.
—Ella es guapa, hermano pequeño. —Trigger le apretó los hombros.
Se sentó en la cama y pasó su mano por el cabello de Bailey. —Nosotros lo
hicimos muy bien, pequeño. —Presionó un beso a la cabeza de Bailey. —Te
amo.
Mientras este arropaba a su hija en sus brazos, le sonrió con cansancio en sus
ojos. —Yo también te amo.
—Eso no fue tan malo. —Dijo Corky detrás suyo. —Me había imaginado tu
estómago estallando y tripas por toda la pared.
Se giró e hizo una mueca. —Realmente, necesitas dejar de jugar esos juegos
de zombis.
—¿Cómo se llama? —Preguntó Corky, ignorando su comentario.
Bailey y él se miraron. No habían dicho nada acerca de nombres, porque
querían que fuera una sorpresa, en este caso el cachorro resultó ser una niña.
Con una sonrisa llena de orgullo, dijo —Victoria.
Había sido el nombre de su madre.
La habitación se quedó en silencio. Sus hermanos miraron hacia él. Clint
sonrió cálidamente y asintió. —A mamá le habría gustado eso.
Bailey y él pasaron el resto del día conociendo a su hija, prodigándola con
todo el amor que tenían.
78
Más tarde, esa noche, los hombres Rising se aferraron a su tradición y
construyeron una hoguera. La música rock sonó, y cada uno tomó un turno
tratando de superarlo en una pelea.
La vida en las montañas no era fácil, pero valía la pena. Todos los Hombres
Rising finalmente habían encontrado sus propios pequeños trozos de cielo, y la
vida no podía ser más perfecta que eso.
Fin
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable. También ama
a un héroe que puede ver más allá de todas las asperezas, para encontrar el
brillante diamante de un corazón hermoso.
La puedes encontrar, cualquier día, acurrucada con su portátil y una taza de
café caliente, dejando que el siguiente conjunto de personajes, cuenten su
historia.
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CREDITOS
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