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La vida no es fácil para Bailey.

Su madre partió cuando era un bebé, y creció


con un padre que lo culpaba por ello el lado positivo es su mejor amigo, Corky
que le hace la vida no sólo soportable, sino divertida. Hasta que visitan una
tienda de videojuegos y ve al tipo más caliente en el que haya puesto los ojos.
Lástima que el tipo resulte ser un lunático que lo muerde y trata de secuestrarlo.
El último hermano Rising encontró a la persona destinada a ser suya. Por
desgracia, lo que podría salir mal, salió mal. Por aparearse no sólo Walker tiene
que esconder su culo antes de que sea arrestado, sino que tiene que llegar a
Bailey antes de que el humano entre en el calor de apareamiento. Tiene un
trabajo duro frente a él, pero Bailey es su única oportunidad de ser feliz, y nada
se interpondrá en su camino.
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Capítulo 1

—Ven y agárrame, antes de que mate a esa perra. —Bailey Bradford salió
furioso de la tienda de ropa, mientras lágrimas enojadas se reunían en sus ojos.
—¿A quién vas a matar? — Preguntó Corky. No parecía sorprendido por sus
palabras.
—Solo ven a buscarme. —Caminó una manzana para poner distancia entre
él y su jefa. Lo habría hecho. Si no hubiese salido, podría haber envuelto sus
dedos alrededor de su garganta, estrangulándola y quitándole el aire de sus
pulmones.
—Estoy en camino, pero dime que pasó. —Dijo su mejor amigo.
—Sabes que he estado teniendo problemas con Sarah. —Sacó su paquete de
cigarrillos de su bolsillo delantero y encendió uno. Inhaló profundamente,
esperando que la nicotina lo relajara lo suficiente como para no volver a Clothes
Posh y cometer un asesinato.
—¿Qué hizo tu jefa esta vez? 3
—Ni siquiera fumé antes de entrar al trabajo, y tan pronto como entré, ella
agitó su mano delante de su nariz y dijo que no podía tenerme trabajando allí
con ese olor flotando alrededor de los clientes. —Se volvió y observo la tienda.
—Dijo que no podía trabajar hoy, y que tendría que escribirme una nota, y
escucha esto. ¡Ella quería dejar constancia de la reprimenda por escrito!
Eso era la gota que derramo el vaso. Desde que había empezado a trabajar
allí, uno de sus compañeros de trabajo, Jane, había ido a por él. Era una mujer
mayor con una opinión negativa sobre todo.
Una vez le había dicho, que se encontraba en un trabajo sin futuro y que
necesitaba hacer algo más con su vida. Pero Jane también trabajaba allí.
Entonces, ¿eso no significa que ella también trabajaba en un trabajo sin futuro?
Pero seguía corriendo hacia Sarah, quejándose de todo. Dado que Jane había
estado en Clothes Posh durante seis años y él había empezado allí hace dos
meses, al parecer su palabra era de oro.
Todavía no entendía lo que le había hecho. Se aseguraba de siempre estar de
buen humor cuando entraba en el trabajo, incluso cuando tenía ganas de
enseñarle el dedo a todos en su lugar sonreía.
—¿Te hizo salir porque olías a cigarrillos? —Corky finalmente sonó
sorprendido. —Nunca he oído hablar de nadie haciendo eso. Sin embargo, te lo
he estado diciendo desde que empezaste con ese desagradable hábito, que
necesitas dejar de fumar.
—¿En serio? ¿Vas a darme un sermón cuando estoy teniendo una crisis? —
Se dirigió hacia la taberna local, la necesidad de ahogar sus penas le provocaba
sed. —Ese viejo murciélago no debería estar trabajando allí. No puede armar
un atuendo aun si su vida dependiera de ello. Quiero decir, vamos, estamos
hablando de una tienda de segunda mano. Puedo entender que Sarah y Jane sean
exigente sobre que no fume, en alguna tienda de ropa de gama alta. ¿Pero en
una de segunda mano?
Llegó al bar, justo cuando Corky se detuvo en la acera junto a él. El neumático
delantero del lado del pasajero golpeó el bordillo, rodó sobre el, y luego aterrizó
en el suelo, mientras Corky tocaba la bocina y señalaba el asiento del pasajero.
—Trae tu culo aquí. No te vas a emborrachar. Son las diez de la mañana. —Dijo
Corky al teléfono.
Después de colgar, se metió en el Honda Fit rojo de su mejor amigo. El idiota
tenía valor para comprar las cubiertas de los asiento de un rosado difuso al
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coche, pero tenía que admitir, en tiempos fríos, eran cálidos y cómodos.
—Solo renuncia. —Corky se apartó de la acera.
—Tú puedes decir eso. —Discutió. —Tienes dinero en el banco. No puedo
darme el lujo de estar desempleado.
—Te dije que te prestaría, si alguna vez necesitabas dinero. —Corky tomó la
esquina demasiado rápido, sus neumáticos chirriando. Se agarró del cinturón de
seguridad, estrangulándolo, mientras apretaba los dientes.
Corky era un conductor terrible. Quería conocer a la persona que le había
dado la licencia. El necesitaba examinarse la cabeza. Se detuvo ante las luces
rojas, como si estuviera esperando una carrera, acelerando el motor mientras
golpeaba con los dedos el volante. Hizo una pausa en los letreros de parada y se
detuvo tan cerca detrás del auto frente a ellos, que sus parachoques debían
haberse tocado.
Pero como él no era dueño de un auto, lidiaba con las horribles habilidades
de conducir de Corky.
—Deberías mudarte conmigo. —Sugirió Corky por centésima vez, desde que
se había hecho su amigo desde hacía un año.
—Y yo te dije que no iba a estar viviendo de otra persona. Tengo que hacer
mi propio camino en el mundo.
—¿Por qué, debido a que tu papá te llamó vago y dijo que estabas
desperdiciando tú vida? —Corky resoplaba, mientras apenas presionaba el
pedal del freno en la señal de stop y luego continúo. —Eso viene de un
alcohólico, que trabaja como asistente, en una gasolinera.
—No todos nos ganamos la lotería. —Discutió. Los padres de Corky lo
habían hecho, pero habían explotado sus ganancias tan rápido que se habían
escondido de los prestamistas. Lo único bien que había salido de su experiencia,
era que su mamá le compró un coche y le dio diez de los grandes.
Diez grandes. Habían obtenido dos millones. Antes de eso, habían vivido en
el parque de casas rodantes en el lado oeste de Grizzly Ridge. Corky nunca se
había llevado bien con su gente. Su viejo había tratado de arrancarle la vida a
golpes, cuando descubrió que su único hijo era gay. Entonces el tipo se había
ido y regresado borracho, diciéndoles a sus amigos que tenía una hija en lugar
de un hijo.
La madre de Corky había sido la que le había dejado el dinero y le había 5
comprado el coche, jurándole que lo guardara en secreto. Probablemente eso
era lo único bueno que había hecho por él.
Su propio padre no era mucho mejor. Todavía vivía en ese mismo parque de
casas rodantes, pero al menos tenía un trabajo. Su madre se había ido, cuando
tenía seis meses de edad, y su padre había culpado a su hijo por su partida. Bebía
como un pez, jugaba la mayor parte de sus ingresos y se acostaba con cualquier
zorra que le abriera las piernas.
Y siempre estaba tratando de pedirle prestado el poco dinero que él ganaba.
—No me recuerdes a mis padres perdedores. —Gruñó Corky. Se metió en el
estacionamiento de la tienda de videojuegos.
—¿Mi vida se va a la mierda y quieres un nuevo juego? —Suspiró cuando
salió y cerró la puerta del coche. —Juro que odio mi vida.
—¿Qué mejor manera de quitarte de la cabeza el matar a alguien, que pasar
horas matando zombis? —Corky le revolvió el pelo. —Podemos obtener un
poco de tabaco, algunos tentempiés, y drogarnos mientras jugamos. Los zombis
se verán mucho más fríos si estamos elevados.
—Sabes que no fumo esa mierda. —Abrió la puerta y entró. Un tipo que
parecía como si hubiera retrocedido a a los días hippies estaba detrás del
mostrador, tecleando en su tableta. Alguna extraña canción de los años sesenta
se reproducía a través de los altavoces detrás de él, y la tienda olía a naftalina.
El trabajador levantó la vista y sonrió. —Bienvenidos, amigos.
Su cinta de pelo tie-dye1 mantuvo su pelo largo y seco en su lugar. Esas gafas
al estilo John Lennon, no le hacían ningún favor, y tenía un tatuaje de un signo
de la paz en cada muñeca. —Déjenme saber si necesitan ayuda.
—Creo que estamos bien. —Dijo Corky, sonriéndole.
—Fabuloso. —El hippie asintió y volvió a su tableta. Medio esperaba que el
tipo comenzara a lanzarle flores.
Corky se dirigió a la sección de PS4 y escaneó las selecciones, pero él no
estaba sintiendo esto. No después de la mañana que había tenido.
No después de la vida que he tenido.
—Estaré afuera.
Su mejor amigo asintió con la cabeza, pero podía decir que Corky no le estaba
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prestando atención. Estaba perdido en su propio cielo personal. Lanzo un signo
de paz al hippie detrás del mostrador y se dirigió afuera. Los últimos días de
otoño estaban frescos, lo que le hizo cerrar su chaqueta mientras se inclinaba
contra el coche de Corky y escaneaba sus cuentas de redes sociales en su
teléfono. Cuando una puerta de coche se cerró de golpe, levantó los ojos y tuvo
que mirar dos veces. ¡Santa mierda! El tipo que había entrado en la gasolinera
de al lado, era un sueño húmedo andante. Él se paró en la bomba, sacando su
billetera, y envidio a la cartera por estar tan cerca de su culo.
Sus ojos se dirigieron a la tienda adjunta a la bomba y decidió que necesitaba
algo, cualquier cosa que lo acercara al dios del sexo. No le importaba si toda la
estación tuviera a la venta petróleo. Compraría una maldita caja, si tuviera que
hacerlo.

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Colocando su teléfono en el bolsillo trasero, entró en el estacionamiento,
pasando al extraño sexy que ahora estaba cargando su tanque de gasolina. El
hombre no le prestó atención, lo cual fue un poco decepcionante.
Podría haberse detenido y entablar una conversación, pero perdió los nervios
y se apresuró a entrar en la estación. El lugar olía a aceite viejo y parecía como
si las estanterías no hubiesen sido desempolvadas en una década. No había
manera de que el comprara una bolsa de papas fritas o una barra de chocolate.
Se decidió por una botella de agua ya que la nevera parecía limpia.
Mientras pagaba por el agua, echó un vistazo por la puerta de cristal. El tipo
estaba apoyado en su camioneta marrón, con los brazos cruzados, mirando la
bomba. Si no salía y decía algo, perdería la oportunidad de lo que era
positivamente un buen sexo.
—Aquí tienes. —El cajero le entregó su cambio. ¿En serio? Le había dado
cinco y le había dado dos billetes de uno y cincuenta centavos. La vida solo era
demasiado cara.
Después de meter el cambio en su bolsillo, abrió la puerta y destapo su agua.
Si iba a hablar con el tipo, no necesitaba ahogarse con su garganta seca. 7
Se detuvo a pocos pies del dios del sexo, en el lado opuesto de la bomba, y
su mente se quedó completamente en blanco. Abrió la boca y exclamó.
—¿Tienes hora?
El desconocido finalmente lo miró. Tenía más de seis pies de altura, con los
ojos grises más bonitos que había visto jamás, en realidad, nunca había visto a
nadie con ojos grises antes, y llevaba barba pero no bigote. Eso pudo verse
estúpido en la mayoría de los hombres, pero a este tipo le quedaba bien.
El desconocido metió la mano en el bolsillo y saco su teléfono. —Once en
punto.
—Gracias. —Se quedó allí, como un completo idiota, buscando algo más que
decir que prolongara su conversación, pero no tenía nada. Irritado consigo
mismo, se dirigió al coche de Corky y encendió un cigarrillo, tratando de sacar
al dios del sexo de su mente.
Cuando se apoyó de nuevo en el coche, miró al extraño y descubrió que este
lo miraba directamente. Sus gruesas cejas negras se fruncían y no pudo entender
por qué estaba tan confundido. No había hecho nada que lo hiciera mirar tan
atentamente.
Aunque disfrutaba de la atención. Se volvió de lado, apoyando la cadera en
la puerta del conductor, sobresaliendo ligeramente el culo para darle algo que
mirar al chico. Se pasó la mano por su cabello corto, posando como loco y
esperando atraer al tipo. Su corazón corrió cuando el desconocido colgó la
manguera, volvió a colocar la tapa en el tanque de gasolina y se dirigió hacia él.
Quería bombear el brazo y gritar en victoria, pero se obligó a parecer
desinteresado, mientras miraba su teléfono.
Cuando el desconocido llegó a él, el tipo se detuvo y ladeó la cabeza hacia
un lado. Aguardó expectante a que dijera algo. —Si tienes un teléfono, ¿por qué
necesitabas que te dijera la hora?
Atrapado. Sin embargo, nunca había tenido a alguien tan malditamente
maravilloso hablando antes con él, y se volvió loco.
—Yo solo... no estaba seguro... —Dejó de sonar como un completo idiota y
se encogió de hombros. —No lo sé. —Se confundió completamente, cuando el
desconocido se inclinó y lo olfateó. Se echó hacia atrás, preguntándose qué
clase de bicho raro era el tipo. —¿Quieres fumar?
El hombre arrugó la nariz. —El hábito te matará. 8
Puso los ojos en blanco. Como si no hubiera oído eso un millón de veces.
—Entonces, ¿por qué diablos me estás olisqueando? —Se había duchado
aquella mañana y el día no estaba lo suficientemente caliente como para hacerle
sudar.
Apretó el teléfono con más fuerza, cuando se dio cuenta de lo oscuro que el
gris de los ojos del hombre se había vuelto, y que tenía dos puntos gruesos
metidos debajo del labio superior, como si sus dientes se hubiesen alargado de
algún modo.
¿Qué mierda?
Avanzó hacia él. En pánico, corrió alrededor del coche para poner cierta
distancia entre ellos. — ¡Quédate lejos de mí!
Su débil grito, no hizo nada para detenerlo. El tipo se movió alrededor del
capó, viniendo directo a por él. Lo esquivó desplazándose hacia atrás, arrojando
su cigarrillo a un lado dijo. —Se karate. —Mintió.
—Mío. —El monstruo gruñó.
No valía la pena volverse loco por sexo. Corrió una amplia distancia,
dirigiéndose directamente a la puerta de la tienda de juegos, con la esperanza
de poder escapar y llamar a la policía, antes de que este loco le pusiera las manos
encima.
Por desgracia, Corky estaba saliendo cuando alcanzó la manija. La puerta lo
golpeó en la cara. Agarró su cabeza y aulló, cuando dio un saltó hacia atrás.
—Amigo, ¿qué demonios estás haciendo? —Corky se quedó allí, con una
mirada perpleja, agarrando su bolsa en su mano. —¿Te has emborrachado
mientras estuve allí?
—No—Palpo su frente buscando un chichón, agradecido cuando no encontró
uno. —¿Quién abre una maldita puerta, como si estuvieran huyendo de la
policía?
Con una sonrisa, Corky levantó su bolsa. —Conseguí un juego
impresionante.
Gritó y los ojos de Corky se agrandaron, cuando fue tomado por la cintura, y
un dolor explosivo se disparó por encima del hombro y alrededor de su cuello.
Luchó por liberarse, cuando Corky golpeo la bolsa contra el tipo que lo tenía 9
atrapado.
—¡Suéltalo, bastardo loco! —Gritó Corky.
Fue liberado un segundo después. Se tambaleó a un lado, giró, y lanzó el
puño al alto idiota, sólo para fallar en la mandíbula del tipo. —¿Qué diablos,
hombre?—Gritó, mientras se pasaba la mano por la herida. —¿Quién va
mordiendo a la gente?
—Llamaré a la policía. —Corky sacó el teléfono, pero el desconocido se lo
quitó de la mano. El tipo lo agarró por el brazo y lo arrastró hacia su camioneta.
Mientras luchaba por liberarse, Corky le dio una patada y un puñetazo al
desconocido. —¡Dejalo ir!
De repente, estaba libre. No esperaba ser puesto en libertad. Había estado
retrocediendo, tratando de soltar su brazo. El impulso hacia atrás lo hizo caer
sobre su trasero. Corky trató de luchar contra el extraño, mientras él se ponía de
pie.
—¿Eres una especie de enfermo mental? —Exclamó. —Será mejor que no
tengas rabia.
Otro coche se detuvo en la estación. Un tipo salió y hecho un vistazo.
—¿Todo está bien?
—No. —Gritó. —Este idiota está intentando secuestrarme.
El desconocido que lo había atacado, se dirigió hacia las bombas. Miró en su
dirección, con los ojos aún oscuros, los dientes aún largos, antes de subir a su
camioneta y despegar, sus neumáticos chirriaban, mientras golpeaba la carretera
principal y se largaba.
—Amigo, ¿qué demonios estabas haciendo aquí, mientras estaba dentro? —
Preguntó Corky, recogiendo su bolsa del suelo. —¿No te he advertido acerca de
tomar dulces de extraños?
Estaba allí temblando como loco, mirando el camino por el que el hombre
había desaparecido, y se preguntó qué demonios había sucedido.

10
Capítulo 2
Walker se detuvo al lado de la carretera y golpeó su puño contra el volante,
mientras su corazón latía salvajemente en su pecho. Eso era lo que conseguía al
parar en Grizzly Ridge por gasolina. Pensó que podía entrar y salir sin que nadie
lo notara, pero la había jodido de todas las maneras posibles.
Ahora, su compañero pensaba que era un lunático. No tenía más opción que
huir o arriesgarse a ser arrestado. Después de todo lo que había estado
ocurriendo últimamente, con el sheriff local muerto, junto con un agente del
FBI, evitar a los policías era su mejor opción.
En lugar de dirigirse hacia el camino que conducía a las montañas, esperó en
una calle lateral. No iba a acercarse a su compañero, todavía no. Por ahora sólo
quería saber dónde vivía el hombre. El ser humano estaría pasando por el calor
de apareamiento pronto, y quería estar con él, cuando eso sucediera.
Esto era especialmente importante porque unos cuantos shifters vivían en la
ciudad, y podían oler el calor en el humano. La sola idea de que alguno de ellos
tocara lo que había tomado su oso, le daba deseos de matar. Había molestado a
sus hermanos por no poder controlar a su oso cuando habían descubierto a sus 11
compañeros, pero no tenía ni idea, ni puta idea, de que su oso básicamente lo
sacaría del camino y tomaría el control.
Ahora estaba sentaba allí, tratando de atrapar su mierda. No era así como se
imaginaba su día. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó.
—¿Qué pasa? —Preguntó Trigger cuando contestó.
—Podría haberme metido en un lío. —Revisó la calle, buscando a su
compañero y asegurándose de que no hubiera enviado coches de policía.
¿Quién había sido el tipo junto a su compañero? ¿Era su novio, hermano, o
alguien que simplemente estaba tratando de ayudar? Mierda. Sabía cómo
meterse en problemas. Esta no era la primera vez que tenía que esconderse
después de hacer algo completamente estúpido.
—¿Qué clase de problema? —Preguntó Trigger. —¿Tengo que ir a rescatarte
o ayudarte a enterrar un cadáver?
—Tal vez los dos. —Si los policías lo atrapaban, definitivamente rescatar. Si
ese tipo con su pareja era su amante, entonces se necesitarían las palas.
Aunque no hubiera secuestrado a su compañero, como algunos de sus
hermanos habían hecho con los suyos, no compartiría. Sólo pensar en el humano
tocando a su compañero, hacia a sus dientes rechinar. Le explicó a Trigger lo
que acababa de suceder.
En lugar de que su segundo hermano mayor le diera consejo, en lo cual
Trigger era muy bueno, se echó a reír.
—¿Cuánta mierda me dijiste sobre Dean?—Preguntó. —Dios, me encanta
cuando los papeles se invierten.
—Disfrútalo. —Gruñó. Se agachó cuando creyó ver... ¿era un coche de
policía? No, era uno con un estante de equipaje en la parte superior. De sentó
de nuevo. —Estaré en la ciudad, esperando que el calor surta efecto.
Trigger se puso serio. —¿Necesitas respaldo?
¿Lo hacía? ¿Y si ese loco hijo de puta con su compañero intentaba atacarlo
otra vez? ¿Realmente quería matarlo? Su oso dio un rotundo sí. Pero había
habido demasiada sangre durante el último año.
Se echó hacia delante cuando el estúpido pequeño coche rojo pasó. 12
—Tengo que irme—Colgó, luego se apartó de la acera y mantuvo una
distancia segura, mientras lo seguía.
Incluso a esta distancia, oyó la música rap golpeando en el coche. Por un
segundo, pensó que iba a entrar en la estación de policía, pero el coche pasó por
la estación y fue hacía la derecha. El conductor se detuvo con un chirrido en la
señal de stop, el neumático del pasajero delantero rodando sobre la acera.
Mientras seguía el coche durante varias manzanas, se dio cuenta de que la
persona con su pareja no podía conducir una mierda. Avanzaba a través de las
luces amarillas, algunas luces que se volvían rojas al pasar bajo ellas, apenas
deteniéndose en las señales de stop y conduciendo como si tuviera la ley en la
cola. No respiró tranquilo, hasta que el coche se detuvo en una entrada de coches
y su compañero salió. El cerró la puerta, apunto con un dedo al conductor y dijo
algo con líneas enfurecidas grabadas en su rostro. Probablemente estaba
teniendo un ataque, por la falta de habilidades de conducción.
Estudió a su compañero, y su polla se endureció ante lo hermoso que era el
ser humano. Tenía corto cabello caoba, que estaba rapado en la parte de atrás y
más largo en la parte superior, y unos bonitos ojos azules. Su físico era delgado,
pero maldita sea si no tenía un buen culo. No demasiado grande, pero sólo
suficiente llamativo para que su boca babeara.
Quiso mordisquear ese culo, mientras deslizaba su lengua, respiro
entrecortadamente. Necesitaba dejar de pensar en follar a su compañero, antes
de salir de su camioneta e intentar secuestrarlo de nuevo.
Lo que probablemente iba a hacer de todos modos.
El conductor se bajó, riendo, y los dos se apresuraron a entrar.
La casa era de un solo piso blanco y marrón que parecía haber visto días
mejores. El césped delantero, aunque estaba cubierto de hojas caídas, parecía
tener parches vacíos y el pórtico se hundía.
Walker estaba determinado, el calor comenzó, mientras una lluvia ligera
empezaba a caer, esperando el momento adecuado para entrar y conseguir a su
compañero. No quería que el calor de su pareja entrara en acción, mientras el
ser humano estaba con otra persona. Tendría que matar a ese pequeño hijo de
puta si ponía las manos sobre su compañero.

Mientras Corky montaba el juego, Bailey se acercó a la ventana y miró hacia 13


fuera. Desde que habían dejado la tienda de juegos, se había sentido como si
alguien los hubiera estado siguiendo. Había revisado el espejo lateral en el
camino a la casa de Corky y había visto la camioneta marrón, pero se había
dicho que había muchas camionetas marrones en Grizzly Ridge. O eso pensaba,
pero eso no significaba que aquel lunático no lo hubiera seguido.
Aun así, no podía quitarse la sensación de que el loco los había seguido. Pero
cuando miró hacia fuera, la camioneta no estaba a la vista. Había comenzado a
nublarse. El tiempo había pasado de soleado a nublado, y la lluvia había
comenzado a caer. Se estaba convirtiendo en un día aburrido. Por otra parte,
eran finales del otoño. La mayoría de los días eran así.
—Conseguí esta mierda. —Corky entró en la sala de estar, con una pequeña
bolsa en la mano. —¿Quieres fumar un porro?
Negó con la cabeza. —Sabes que no me meto con esa basura. —Tal vez
debería haber ido a casa. No estaba de humor para jugar videojuegos. Tampoco
para hacer nada más que acurrucarse en su sofá, llorar con un contenedor de
Häagen Dazs, y ver viejas películas en blanco y negro. Si Sarah decidía
despedirlo, se encontraría en serios problemas. Tenía muy pocos ahorros, los
que ni siquiera serían suficientes para cubrir su renta del próximo mes.
—Bien, agarraré algo que te guste. —Corky entró en la cocina y regresó con
una botella de whisky. —Sé que dije que era demasiado temprano para beber,
pero al diablo con eso.
Tomó la botella y le quitó la tapa, luego tomó un largo trago. Lo lamentó
cuando siseó y empezó a toser, mientras el whisky le quemaba la garganta.
Corky se echó a reír. —Deja de intentar beber como si fueras un campeón.
Bebe un sorbo, imbécil.
Le enseño un dedo y tomó otro trago, antes de caer en el sofá. Corky comenzó
a fumar, y la habitación se llenó con el desagradable olor. Agitó una mano
delante de su cara. —Abre una ventana.
Corky entró en un ataque de tos, cuando se levantó y abrió una ventana detrás
del sofá. —Amigo, es como cuatro grados afuera. Se van a congelar nuestras
bolas.
El aire frío entró, demostrando el punto de Corky, pero prefería congelarse
que estar atrapado en una habitación llena de ese nocivo olor. Agarró la botella, 14
palmeó los bolsillos y encontró lo que estaba buscando.
—Ahora, ese es un hábito desagradable. —Corky señaló su paquete de
cigarrillos mentolados. —El olor me da dolor de cabeza.
—Ídem. —Le dijo. —Sólo tu humo me da una jaqueca. —Se rieron mientras
bebía de la botella, su preocupación de que el loco los hubiera seguido estaba
desapareciendo. El whisky lo sereno y decidió jugar el juego de zombis con
Corky.
Una hora más tarde, luchó para pararse del sofá y se tambaleó por el pasillo
hasta el baño. Su mano golpeó la pared tres veces, antes de lograr encender la
luz. El maldito interruptor había intentado escapar, pero lo había atrapado. Hizo
un ruido como si una multitud lo estuviese animando. La habitación se inclinó,
cuando su cuerpo se calentó. La ventana de la sala había permanecido abierta,
la corriente de aire lo había enfriado. Pero ahora que estaba en el baño, estaba
tan caliente que quería desnudarse.
Se encargó de su negocio, lavó las manos y se las limpió con la camisa, antes
de regresar al pasillo. Se detuvo cuando oyó un ruido en la habitación de Corky.
Giró hacia la izquierda, casi chocando con la pared, mientras entrecerraba los
ojos.
Su cuerpo pulsaba y su polla se endureció. Se apoyó contra la pared,
gimiendo. ¿Por qué estaba tan cachondo? No era por culpa de Corky. Era como
un hermano, no un amante, y era guapo, pero no su tipo. A él le gustaban los
hombres fuertes, fornidos y viriles.
Una imagen del extraño apareció en su cabeza. Se pasó la mano por el grueso
contorno de sus vaqueros. Siseó y dio un golpe con sus caderas hacia adelante,
pensando seriamente en masturbarse en el pasillo de Corky. Entonces oyó el
ruido de nuevo. Su mano cayó lejos de su polla, mientras se tambaleaba hacia
la habitación de Corky. Había sonado como si las tablas del piso hubieran
chirriado. ¿Había ido Corky a su habitación mientras había estado en el baño?
—¿Qué estás haciendo ahí dentro? —Preguntó, mientras golpeaba la puerta
con una mano, abriéndola.
—¿Con quién estás hablando? —Gritó Corky desde la sala de estar. —
Consigue tu culo borracho de vuelta aquí, para que puedas ayudarme a aniquilar
a estos zombies. Siguen matándome.
Parpadeó unas cuantas veces. Si Corky estaba en la sala de estar, ¿quién
estaba en el dormitorio? Eructó, dio un paso adelante, y empujó sus puños sobre 15
sus caderas. —Está bien, ladrón, muéstrate—Se rió. Esa estuvo buena.
Corky caminó por el pasillo y se detuvo detrás de él. —¿Con quién diablos
estás hablando?
—El ladrón—Dijo. —Sigue chirriando el suelo.
—Creo que necesito detenerte, si estás escuchando cosas. —Corky agarró su
brazo y luego se apartó. —Amigo, estás ardiendo.
El sudor corría desde su cuero cabelludo, lo que hacía que se le pegara la
camisa, al pecho y la espalda. Se abanicó la cara, apoyado contra el marco de la
puerta. —Hace calor aquí.
—Voy a poner un poco de hielo en una bolsa. —Dijo Corky. —Puedes usarlo
en la nuca.
Una refrescante corriente de aire atrajo, su atención. Agarró el brazo de
Corky, cuando su mejor amigo se alejó. —¿Dejaste abierta la ventana de tu
habitación?
Corky frunció el ceño. —No.
—Bueno, se abrió. —Utilizó el dobladillo de su camisa para secarse la frente.
El aire fresco no hacía nada para aliviar el calor que corría por su cuerpo.
Cuando el sudor se reunió de nuevo, se sacó la camisa por encima de la cabeza,
casi cayendo en el proceso.
Corky entró en la habitación y cerró la ventana. Cuando se volvió, gritó.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Preguntó. ¿Por qué Corky arrojaba su
lámpara y sus libros al armario?
—¡Fuera de mi casa, psicópata! —Corky tomo su despertador y lo arrojó a
través de la habitación.
Confundido, tropezó en la habitación y casi se cayó sobre su trasero, cuando
vio al desconocido de la gasolinera. Lo señalo con un dedo en el aire,
balanceándose. —¡Tú!
Se acercó al hombre. Cuando estuvo lo bastante cerca, metió el dedo en el
pecho del chico. —¿Por qué me mordiste?
Tan pronto como tocó al extraño, su cuerpo pulsó más fuerte. Gimió y se
apoyó en los músculos duros, frotándose contra el extraño como un gato en celo. 16
Y eso era exactamente como se sentía.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Gritó Corky. —Aléjate de él, Bailey.
Pero no pudo alejarse. Especialmente no, cuando el extraño hecho sus brazos
alrededor de él. —Se siente tan bien. —Ronroneó.
—Es un lunático que intentó secuestrarte. —Le recordó Corky. —¿Ahora
estás acurrucado con él? ¿Qué diablos tenía ese whisky?
—Retrocede—El forastero le gruñó a Corky.
—Vete a la mierda. —Gruñó este.
—¿Cuál es tu nombre?
El tipo volvió sus ojos grises hacia él. —Walker.
—Soy Bailey.
Corky saltó, cuando alguien golpeó la puerta principal. Parpadeó un par de
veces hacia su amigo, pero no pudo retirarse para alejar su cuerpo del de Walker.
—Ve a ver quién eshh.
Corky se quedó boquiabierto ante él. — ¿Hablas malditamente en serio?
El sonido de la madera haciéndose astillas, llenó la habitación. Corky corrió
a su armario y sacó un bate. Le lanzó una mirada furiosa a Walker.
—Voy a usar esto en ti, tan pronto como golpee a quien acaba de irrumpir en
mi casa.
Estaba borracho y más excitado de lo que había estado en su vida, pero el
sentido común se abrió paso y se apartó del abrazo de Walker. Se acercó a la
cómoda y se agarró al borde, mientras sacudía la cabeza, tratando
desesperadamente de recuperar la sobriedad, pero sin éxito. Gritó cuando un
hombre alto, que era tan ancho como Walker, apareció en la puerta. Corky lanzó
el bate al recién llegado, pero el tipo lo agarró y se lo arranco de la mano.
—¿Qué demonios? —Gruñó el hombre. —Podrías haberme roto el cráneo
con esta cosa.
—Ese era el plan. —Dijo Corky mientras retrocedía, su mirada saltando entre
los dos intrusos. —¿Quién demonios son ustedes?
—Vigilancia vecinal. —Respondió Walker, con una expresión seria.
—¡Pero tú me mordiste! —Estaba cubierto de sudor ahora, rogándole a Dios 17
el tener un baño de hielo donde sumergirse. —¿Qué vigilancia vecinal hache
hecho?
—Amigo, no son la vigilancia vecinal. —Repuso Corky. —La única
vigilancia vecinal que tenemos por aquí, son los vecinos vigilando una casa para
poder robarse alguna cosa.
En este punto, no le importaba quiénes eran los hombres. Sólo quería que el
fuego lo consumiera hasta desaparecer. Lástima que no estaba nevando afuera.
Se habría desnudado y acostado en la maldita cosa.
Walker alzó las manos, mientras se acercaba. Lo observó de cerca, todavía
agarrado al borde de la cómoda.
—Mantente alejado de él. —Advirtió Corky.
Walker lo ignoró, mientras se detenía justo a su lado. —Siento haber dejado
que mi oso tomara el control. No era así como habría manejado las cosas, pero
tienes que venir conmigo.
—Espera. —Corky giró la cabeza. —¿Acabas de decir oso? —Aparto los
brazos. —Estás más loco de lo que pensaba.
—¿Por qué no vamos a la sala de estar? —Preguntó el recién llegado.
—¿Por qué no te vas al infierno? —Replicó Corky. —Toma al lunático
contigo, mientras estás en ello.
El tipo resopló. —No va a suceder, enano.
Miró a Walker. —¿Que me está pasando?
El calor parecía estar matando su borrachera. Cuanto más tiempo permanecía
allí, más clara se volvía su mente. Y su hablar.
—Estás en calor, pequeño. —Dijo Walker.
—¿Como un maldito gato? —Las cejas rubias de Corky se alzaron hasta la
línea del cabello. —¿Con que te has drogado?
Walker miró ferozmente a Corky. —Trigger, ¿puedes sacarlo de aquí?
—No voy a ninguna parte. —Discutió Corky. —Esta es mi casa. Los únicos
que se van son ustedes dos. —Se dirigió hacia la puerta del dormitorio. —Voy
a llamar a la policía.
—¿Y cómo explicarás las drogas? —Una de las cejas de Trigger se alzó.
—Esa es una gran bolsa de hierba la que tienes en tu mesa de café. 18
Corky frunció el ceño, mientras señalaba con un dedo a Trigger. —Y es mejor
que no te sirvas tú mismo.
No peleó cuando Walker lo atrajo hacia sus fuertes brazos. De hecho, se
inclinó hacia Walker y gimoteó mientras se aferraba a él.
—Venga, pequeño. Vamos a llevarte a casa.
De alguna manera sabía que Walker no estaba hablando de llevarle a unas
manzanas de aquí. —Sólo quiero que esto se detenga.
—Lo hará. —Walker lo levanto de sus pies y lo sacó de la habitación. Trigger
y Corky siguiéndolos.
—No lo llevaras a ninguna parte. —Comentó Corky.
—Miranos. —Gruñó Trigger.
—Bien, entonces yo voy. —Dijo Corky. —No me dejarás atrás.
—Demonios que lo haremos. —Dijo Walker por encima del hombro.
—Sólo llévalo. —Suplicó. No estaba seguro de qué estaba mal con él, pero
no estaba a punto de ser llevado a Dios sabía dónde estando solo. —Por favor.
—De ninguna manera. —Discutió Trigger. —No puede venir.
Walker se detuvo y se volvió hacia Trigger. —Haz que Bocazas te lleve a
casa de mi compañero y recoja sus cosas.
—¿Tú qué?—Corky miró a Walker con los ojos entrecerrados. —¿Cómo
acabas de llamar a Bailey?
Trigger agarró a Corky por el brazo. —Vamos, mocoso.
—Quítame las manos de encima, antes de que te patee en las bolas.—Corky
se soltó y sacó la bolsa de hierba de la mesita. —Iré, pero sólo porque necesito
asegurarme de que ustedes no le hagan nada a mi mejor amigo.
Walker se dirigió hacia la puerta, mientras Corky y Trigger discutían. No
tenía ni idea de a dónde se lo estaban llevando, o lo que pasaría, pero lo único
que quería, era enfriase.
Y entonces mataría a Walker por hacerle esto en primer lugar.

19
Capitulo 3

Después de permitir que Corky reuniera algunas cosas, incluyendo su consola


de videojuegos, Trigger llevó al ser humano a la casa de su mejor amigo. Del
porqué, no tenía ni idea. El patio trasero de Bailey estaba junto al patio trasero
de Corky. Podrían haber saltado la maldita cerca y haber entrado por la puerta
trasera.
No se molestó en preguntar por qué Corky lo había hecho conducir. Estaba
demasiado ansioso por volver con su compañero y con su hija, como para
preocuparse. Emilia tenía sólo un mes de edad y Dean no sólo había puesto cinta
a todos los enchufes de la casa, sino que había cubierto cada esquina en todas
las superficies disponibles y había cortado los cables para que su hija no pudiera
estrangularse. Se había molestado cuando había tratado de utilizar su maquinilla
de afeitar eléctrica, sólo para encontrar el cable cortado. Había colocado cojines
como parachoques, alrededor de toda la casa.
Su compañero había perdido su maldita cabeza y él tenía miedo de irse
demasiado tiempo. Dean sólo podría envolver de burbujas toda la casa él 20
mismo.
—No estoy seguro de lo que Bailey podría querer. —Dijo Corky, mientras
permanecía en la habitación, girando en un lento círculo.
No había mucho en casa de Bailey. Los muebles eran pocos. No había fotos
colgadas en las paredes, ni tampoco cosas personales esparcidas alrededor.
Mientras Corky permanecía de pie como una cometa, mirando a la mesa de
café como si fuera la cosa más fascinante del mundo, fue al dormitorio.
La habitación parecía como si un ocupante ilegal viviera allí. Había un
colchón de aire en el suelo, una caja que sostenía una lámpara sin pantalla, y las
prendas de Bailey estaban dobladas en unos cuantos pilares en el suelo acorde
a pantalones vaqueros, camisas, ropa interior y calcetines. Un solo par de
zapatos de tenis se posaba al lado de los pequeños montones.
Recogió la ropa en sus brazos. No se molestó con las cosas de higiene
personal de Bailey... si es que tenía alguna. Podía usar las cosas de Walker.
—Vamos a salir de aquí. —Dijo, mientras salía de la habitación. Corky ya no
estaba en la sala de estar. Estaba en la cocina, buscando en los armarios,
quejándose de que Bailey no tenía aperitivos. Rodó los ojos.
Si Bailey no hubiera rogado a Walker que llevara a Corky, lo abandonaría.
—Oye, vamos.
Corky se dirigió hacia la puerta principal. —¿Tienes bocadillos a dónde
vamos?
Esa era una pregunta ridícula, considerando que los hombres Rising eran
osos. —Sí, tengo aperitivos.
Aunque no estaba dispuesto a dejar que Corky se quedara con él. Tal vez los
padres de Benny le permitieran quedarse a dormir en su casa. Esto era un
desastre con el que no quería lidiar, pero no tenía elección. Se dirigieron a su
camioneta, mientras la lluvia que había estado cayendo suavemente más
temprano, había retomado y caía a raudales. Saltó dentro y dejo la ropa a un
lado.
—Estoy malditamente mojado. —Corky se quejó, mientras subía.
—No te preocupes. —Dijo, mientras arrancaba su camioneta y salía de la
acera. —La mierda no se derrite.
—Ahora suenas como mi viejo—Corky cruzó sus brazos sobre su pecho. 21
—Él también piensa que soy un pedazo de mierda.
Frunció las cejas, mientras miraba a Corky. —No quise llamarte así.
Pasaron el resto del viaje en silencio.

Bailey había dormido durante la mayor parte del viaje. O se desmayó. No


estaba muy seguro de cuál era. Pero cuando despertó, ya no estaba borracho. La
forma en que se había calmado tan rápidamente era un misterio, pero la realidad
de lo que había hecho se hundían él, mientras Walker entraba en un claro y
estacionaba su camioneta junto a otras. Su atención se dirigió al lago, luego a
un pozo donde unos troncos estaban quemándose. Había una cortina de árboles
detrás de ello, y más allá, creyó ver el contorno de una casa.
—¿Dónde estamos? —Se agarró la cabeza. No debería haber bebido con el
estómago vacío. Sentía que vomitaría por todas partes si hacía movimientos
repentinos. Podía estar sobrio, pero no había escapado de las secuelas.
Su cuerpo no estaba ardiendo como lo había estado en el dormitorio de Corky,
pero aunque lo hacían en menor medida, las llamas seguían allí, como si
estuvieran a la espera de ser alimentadas en cualquier segundo.
—Casa. —Walker apagó la camioneta. —Te llevaré a casa, para que puedas
terminar de dormir.
Ya no estaba cansado. Preocupado, asustado... no, aterrorizado sería la
palabra correcta. Por lo que podía ver desde su asiento, estaba profundamente
en el bosque. —¿Dónde está exactamente casa?
—Estamos en las montañas. —Walker abrió la puerta y salió. Se sentó y echó
un vistazo a su entorno. Árboles, árboles y más árboles. Él quería saber que tan
profundo estaban en las montañas.
Viendo que el sol desaparecía, supuso que habían conducido durante una
buena hora, tal vez más. Si le había llevado tanto tiempo llegar aquí, entonces,
estaba en serios problemas. Se deslizó de la camioneta, sus eran movimientos
lentos y cuidadosos. También estaba teniendo frio, porque no había vuelto a
ponerse la camisa y no había tomado un abrigo. Nunca antes había bebido así,
y ahora lamentaba drenar la mitad de la botella de whisky. 22
Se le revolvió el estómago y se dio una palmada en la boca, rezando para no
vomitar, pero sabía que su oración era en vano. La saliva en su boca tenía un
sabor metálico y la bilis le subía por la garganta.
Walker lo condujo rápidamente a un grupo de arbustos. —Vomita aquí.
—No voy a... —Habría ido de cabeza a los arbustos, si Walker no lo hubiera
agarrado y aferrado a él, mientras vomitaba el whisky.
—Me estoy muriendo. —Gimoteó. —No quiero enfermarme. No quiero.
Su estómago se contrajo, mientras sus piernas temblaban. Mientras seguía
vomitando, se prometió a sí mismo que nunca volvería a tocar una gota de licor,
si los dioses hacían que sus intestinos dejaran de bailar.
—Eres un verdadero desastre. —Walker lo levantó y lo llevó más allá de la
línea de árboles. Tan fuera de sí como se encontraba, todavía se las arregló para
mirar alrededor de las casas, que estaban lo bastante separadas para dar
privacidad a los ocupantes, pero lo bastante cercanas como para caminar de una
a la otra, sin que tomara mucho tiempo.
Una tenía una terraza trasera con una piscina, que estaba cubierta. Otra tenía
un parque infantil en el patio, mientras que otra parecía más una cabaña de
troncos. Una casa incluso tenía un porche alrededor con un columpio y una
hamaca.
De los muchos juguetes que vio, supuso que niños también vivían aquí.
El humo se elevaba de las chimeneas, mientras algunos copos de nieve caían.
Había estado lloviendo cuando dejaron Grizzly Ridge. Tal vez la nevada llego
más pronto aquí que en la ciudad, debido a la gran altitud. Sin ropa en la mitad
superior de su cuerpo, se acurruco en los brazos de Walker. Se detuvieron en la
parte trasera de una casa de una sola planta con un precioso patio de losa, con
un jardín rodeado de ladrillos. La parte de atrás de la casa no era más que
ventanas, con un conjunto de puertas corredizas de vidrio en el medio.
Walker lo puso de pie y abrió la puerta.
—¿No cierras tu casa? —No poseía prácticamente nada, pero nunca había
soñado con salir de mi lugar alquilado, dejándolo sin cerrar. Vivía en la parte
más ruda de Grizzly Ridge, donde los adictos a las drogas eran abundantes y las
invasiones en casa eran más comunes de lo que deberían ser. 23
—No hay necesidad. —Walker entró y luego hizo un gesto con la mano para
que se uniera a él.
Se quedó sin habla, cuando entró en la sala de estar. Un sofá de crema estaba
posado diagonalmente en el centro, detrás de una mesa de centro de madera
curvada. Fuego crepitaba en la chimenea, y una pintura multicolor de un oso se
posaba en la repisa. Había dos sillas de cuero marrón con almohadas blancas
peludas, una acogedora ventana con asiento de cajoneras por debajo, e incluso
un techo abovedado. La habitación entera era rica con maderas oscuras y
paredes color crema.
Nunca había estado en un lugar tan agradable. Tenía miedo de moverse.
Tal vez podría romper algo.
—Aquí.
Siguió a Walker a la cocina y estuvo aún más impresionado. Cinco de sus
cocinas probablemente podrían encajar en la de él. Los pisos y armarios eran de
madera oscura, y la isla en el medio, era lo suficientemente grande para cuatro
sillas. El fregadero estaba en la isla, mientras la estufa se sentaba en el gran
mostrador de granito detrás suyo.
Había luces colgantes sobre la isla, y una planta grande se sentaba a un lado
de la habitación. También había muchas ventanas. Aparentemente, a Walker le
encantaba ver afuera y dejar entrar la luz. Su boca cayó abierta, cuando vio un
sofá de dos piezas con aspecto cómodo, escondido en uno de los rincones.
Este lugar tenía que haber costado una fortuna. Entonces, ¿por qué en la tierra
Walker se había vuelto loco por él? Por lo que podía ver, Walker estaba cargado.
También era guapo como el infierno. ¿Qué en la tierra vio en él?
—Siéntete como en tu casa. —Dijo Walker. —El dormitorio está en el pasillo.
—Si no te importa, creo que necesito una ducha. —Estaba un poco sucio,
debido a que parte de su vomito cayó sobre él. Se sentía como un vagabundo,
en la casa de Walker cuando este lo condujo por el pasillo.
Entró en un dormitorio que le hizo sentir como si necesitara ducharse, antes
de ir a la ducha. De nuevo había una pared de ventanas, y una chimenea al otro
lado de la cama. Dos sillones acolchados estaban posados en una esquina, y la
cama parecía acogedora y tentadora.
Walker hizo un gesto con la mano hacia una puerta de madera oscura. —Está
ahí dentro. 24
El baño era muy fantástico, con suelos de granito oscuro y un armario de
madera oscura. La ducha, que tenía acceso directo desde afuera, se desnudó en
segundos antes de entrar y dejar que el agua lo limpiara, durante una buena
media hora. Encontró toallas esponjosas en un armario empotrado en la pared,
cuando finalmente salió.
Cansado y hambriento, con el estómago todavía un poco acalambrado, se
arrastró hasta la cama y tiró de las mantas sobre él. Esto tenía que ser un sueño.
Tenía que serlo. De ninguna manera un tipo rico enloquecería por alguien como
él y lo traería a casa, a menos que tuviera motivos ocultos.
Walker ya había demostrado ser un chiflado, deseó no haber aceptado venir
aquí. Si hubiera estado sobrio, no lo habría hecho.
Debería haber llamado a la policía, pero en cambio, se acurrucó bajo la manta
y se durmió.
Walker se sentó en el asiento de la ventana y observó a su compañero dormir,
agradecido de que Bailey hubiera venido voluntariamente en lugar de que
tuviera que secuestrar al tipo. Y lo habría hecho. No habría dejado que su
compañero permaneciera en la ciudad, mientras estaba en calor. Eso era pedirle
a su oso que se volviera loco.
Nunca antes había visto a alguien dormir acurrucado en una pelota o moverse
y girar tanto. Dentro de los primeros diez minutos durmiendo, Bailey se había
despertado y había mirado a su alrededor, antes de caer de nuevo dormido. No
salió de la habitación, hasta que oyó un golpe en la puerta principal. Salió del
dormitorio y cerró la puerta detrás de él, antes de ver quién era.
Clint estaba de pie en el porche delantero, con su gruesa chaqueta con
cremallera, y sus manos metidas en los bolsillos. —Oso o no, odio este clima.
Se apartó y dejó entrar a su hermano mayor. Se trasladaron a la cocina antes
de preguntar. —¿Qué estás haciendo aquí?
Bailey estaba en calor de apareamiento, y su oso quería destrozar a Clint en
pedazos por acercarse demasiado a su compañero. Pero la expresión feroz de
este lo hizo empujar a su bestia. En honor a la verdad, la única cosa que detuvo 25
a su oso de ir todo salvaje era el hecho de que Clint estaba apareado y olía como
Dane.
—Recibí una llamada sobre alimentadores cerca de aquí. Sólo estoy
revisando a todo el mundo.
Puso el hervidor para un poco de chocolate caliente. Los alimentadores eran
criaturas sanguinarias que mataban a sus víctimas. Siempre le había parecido
un mito, escucho historias sobre ellos cuando era más joven, pero había jurado
que su padre estaba lleno de mierda.
Al parecer, por primera vez en su miserable vida, Clarence había estado
diciendo la verdad. Desde que descubrieron los alimentadores, ese era el
nombre que todos decidieron darle, eran reales, los shifters de las montañas
habían estado tratando en vano el saber dónde dormía.
Si lo hacían. No estaba seguro, ya que se sabía muy poco acerca de ellos.
—¿Qué tan cerca? —Vació el contenido de los paquetes de chocolate caliente
en dos tazas y se volvió hacia Clint.
—Los lobos recogieron su olor a una milla de aquí. —Clint tomó asiento en
la isla. Tanto como le gustaba cuando alguno de sus hermanos lo visitaba, estaba
ansioso por volver a Bailey. Por otra parte, no estaba seguro de cuánto tiempo
iba a dormir el ser humano. Aunque estaba más sobrio, este parecía agotado.
—Otra cosa. —Dijo Clint con un poco de diversión en sus ojos. —No tendrás
dos compañeros, ¿verdad?
Frunció el ceño. —¿De qué estás hablando?
—Bueno, sé que Trigger no eligió a otro por el camino. Supongo que el ser
humano está contigo.
—¿Corky? —Hizo una mueca. —Demonios no. Esa mierda ruidosa no es mi
compañero. Pero Bailey me pidió que trajera a su mejor amigo.
Una de las cejas oscuras de Clint, se alzó. —Entonces, ¿qué demonios se
supone que debemos hacer con él?
Se encogió de hombros, mientras el hervidor silbaba. —Dáselo de comer a
los lobos.
—A menos que les haya hecho algo, no veo a Jesse matándolo. 26
Vertió el agua junto a la infusión en las tazas y le pasó una a Clint, junto con
una cuchara. Su hermano revolvió su bebida, antes de tomar un sorbo.
—Estaba pensando en pedirle a los padres de Benny que lo alojaran, mientras
este por aquí. Ellos construyeron su nuevo lugar, y supongo que a Deloris no le
importaría cuidar de alguien. Eso le dará a Benny un descanso de su constante
vigilancia.
Clint se rió entre dientes. —Ella lo vigila.
—Mucho—Dijo. —No veo cómo Wade se ocupa de ello. —Sopló la parte
superior de su taza, antes de tomar de su bebida. —Pero por mucho que me
gustaría sentarme aquí y charlar...
—¿Está durmiendo? —Preguntó Clint, mientras se ponía de pie y colocaba
su taza en el mostrador. —He oído decir que lo atraparon borracho, cuando
entraron en la casa.
De nuevo con la mirada divertida. Estaba tan contento de que Clint no
estuviera recibiendo una patada por esto. —Puede que haya tomado unas copas.
—Sí, está bien. —Clint se dirigió a la puerta. —Te dejaré solo. —Su sonrisa
se deslizó, cuando se volvió hacia él. —Cierra tus puertas y ventanas. El Señor
sabe que tienes suficiente de ellas.
—¿Qué? —Preguntó. —Me gusta mucho el sol y la iluminación ambiental
por la noche.
—Te gusta estar desnudo frente a tus ventanas, exhibicionista. —Clint abrió
la puerta y entró en el porche. —Lo que me recuerda, deja de darle a Dane un
maldito show.
Las ventanas de su dormitorio, daban de frente a la casa de Clint. Por la
noche, cuando todas las luces estaban apagadas en su habitación, podía ver la
sala de estar de Clint. Era gracioso como el infierno que Dean lo hubiese estado
espiando, pero al parecer Clint no encontró lo divertido en ello.
Se rió. —Dile a la lindura, que deje de mirarme.
Clint gruñó. —No me hagas cortar tu maldito pene. —Con esas palabras de
despedida, trotó por los escalones y se dirigió a través del patio.
—¿Qué es un alimentador? 27
Se volvió para ver a Bailey de pie al final del pasillo. Tenía una manta
envuelta alrededor de su cuerpo, y su cabello castaño revuelto. Dios, era un
sueño húmedo. Aquellos ojos azul oscuro, se destacaban en contraste con su
pálida piel.
—¿Cuál era la pregunta? —Por su vida, no podía recordarla.
Bailey entró en la sala de estar y se acurrucó en el sofá, mirando las ventanas.
—¿Qué es un alimentador?
Eso no era una pregunta que quisiera contestar ahora mismo. —¿Dormiste
bien?
—¿Evades siempre las preguntas?
Sonrió. —Sólo a lo que no quiero contestar.
—¿Así de malo? —Preguntó Bailey.
—No está bien.
—Entonces volvamos al comienzo—Dijo Bailey. —Dime qué es lo que
quieres decir con oso. —Se volvió y metió los pies debajo de él. —¿Estás
hablando de los rumores que flotan alrededor de Grizzly Ridge?
Se sentó en la silla de cuero al lado del sofá, después de cerrar la puerta.
Hecho los pies en la mesa de café y se acomodó. —Depende de qué rumores.
Sabía muy bien de qué rumores hablaba Bailey. Aquellos que decían que los
Hombres Rising podían domesticar osos salvajes en las montañas, o eran los
osos salvajes. Puede que haya habido más rumores, pero aquél era el único que
conocía.
Bailey pasó la mano por la mordida que él le había propinado, en la tienda de
juegos. —Supongo que puedes convertirte en un oso.
—En realidad. —Dijo, apoyando los dedos entrelazados sobre su
estómago.—Es al revés. Los osos pueden transformarse en seres humanos.
En vez de asustarse, Bailey se sentó allí, estudiándolo. Sintió como si los ojos
de su compañero perforaran directamente en su alma. —Creo que necesito un
trago.
—Creo que ya has tenido suficiente. —El calor de apareamiento lo golpearía
de nuevo, y de ninguna manera tendría relaciones sexuales con un hombre
borracho. No es que no tendría relaciones sexuales con Bailey si ambos
estuvieran hechos una cuba, pero no en su primera vez, y no cuando este 28
pudiera quedar embarazado.
—Creo que necesito algo para comer. —Bailey hizo una mueca, mientras se
frotaba el vientre. —Creo que el vomitar me hizo pedazos el estómago.
Quería decirle que el dolor era más que probable que fuera su cuerpo
cambiando, preparándose para llevar a un niño. Hasta ahora Bailey no se había
asustado. Tal vez podría manejar las noticias, pero no quería arriesgarse a que
este tuviera un colapso. Una cosa era descubrir que los osos podían volverse
humanos, pero otra muy distinta era que un hombre se enterara de que quedaría
embarazado.
Sin embargo, abrió la boca para explicarle a Bailey lo que estaba pasando con
su cuerpo, pero este se levantó y mantuvo la manta a su alrededor. —Me voy a
vestir. ¿Crees que pueda comer algo, antes de volver a casa?
Sonrió mientras se levantaba. —Cariño, estás en casa. No vas a dejar estas
montañas.
Se alejó, cuando la mandíbula de Bailey cayó.
Capítulo 4
Bailey se apresuró a ir al dormitorio y volvió a ponerse los pantalones, pero
tuvo que pedir prestada una de las camisas de Walker, la que era demasiado
grande para él, antes de llamar a Corky. Le sorprendió que su teléfono
funcionara tan bien, en lo alto de las montañas.
Corky contestó en el segundo timbre. —Yo, ¿qué pasa, amigo?
—Tenemos que salir de aquí. —Caminó hacia las amplias ventanas y miró
hacia el bosque más allá. Tenía que admitir, este lugar era hermoso. Y la casa
de Walker era increíble. Pero acababa de decir alguna mierda loca que no podía
ignorar.
—¿Quieres salir en mitad de la noche? —Preguntó Corky.
—Tenemos que salir de aquí. Creo que este tipo me está manteniendo como
un rehén.
Corky resopló. —Esta vieja pareja tiene una televisión de cincuenta pulgadas
y todos los bocadillos que podría desear. ¿Me estás tomando el pelo? No quiero
irme nunca. Son como los padres que nunca tuve. 29
—Creciste con tus padres. —Dijo.
—No me lo recuerdes. Creo que deberíamos darle a este lugar una
oportunidad. ¿Dijo lo que quería contigo? No creo que quiera cortarte en
pequeños pedazos o que haya puesto loción en la canasta. Probablemente, sólo
quiere tener relaciones sexuales contigo.
—¡Corky! —No podía creer que acababa de decirle eso. —No tendré ningún
tipo de sexo con él.
—Bueno, ésta bien, no lo hagas. —Dijo Corky. —Sólo ven aquí y
terminaremos este juego de zombies.
—¿Has traído tu consola contigo? —Corky era completamente imposible.
Se perdió lo que Corky dijo a continuación. El calor ardió en su cuerpo tan
rápido, tan ferozmente, que dejó caer su teléfono y se agarró el borde de la
cómoda. Su polla estaba tan dura, que temía que explotara. El calor latía dentro
de él, mientras se tambaleaba hacia el baño.
¿Qué diablos le pasaba? ¿Estaba enfermando? ¿Lo había drogado Walker?
Cuando miró en el espejo, del cuarto de baño, su piel tenía un rubor profundo.
Se desnudó y corrió a la ducha, donde cambió la temperatura del agua a
helada. Eso no ayudó. Todavía estaba ardiendo y también temblando ahora.
Tenía que ser la gripe o algo así. No podía pensar en otra cosa que lo tuviera
frío y caliente al mismo tiempo.
El invierno pasado, se había resentido de la gripe por dos semanas. Se había
quedado con Corky para ser atendido. Si se podía considerar una caja de
pañuelos y un “No te atrevas a enfermarme.”
Pero esto se sentía mucho peor. A pesar de que no tenía los otros síntomas
como una secreción nasal, migraña o fatiga, todavía estaba ardiendo mientras
sus dientes castañeaban.
—¿Estás tratando de atrapar un resfriado? —Walker lo sacó de la ducha y lo
envolvió en una manta. Lo llevó a la cama y lo acostó antes de secarlo. —Esa
agua estaba helada.
No había olvidado cómo se había frotado contra Walker, en la habitación de
Corky. Quería hacerlo de nuevo, solo quería a Walker desnudo, también. Le
agarró los bíceps, acercándolo a él, apretando los dientes.
—¿Qué me has hecho? 30
—Fue mi oso. —Walker retrocedió y se sentó en la cama. —Él se hizo cargo
y te persiguió, cuando descubrí que eras mi compañero.
—¿Tú qué? —Apenas escuchaba, mientras Walker le explicaba lo que era un
compañero. Estaba demasiado ocupado mirando los gruesos brazos de este, su
amplio pecho, los labios que parecían lo suficientemente buenos para besar, y
Dios, deseaba que Walker estuviera desnudo para poder ver la polla del hombre.
Le habló sobre el destino y cómo estaban destinados a estar juntos. Incluso
dijo algo sobre un bebé, pero estaba demasiado excitado y todo lo que realmente
oía era "Blah, blah, blah." Se volvió hacia sus manos y rodillas y se arrastró
hacia Walker. —Cógeme.
¿Había sonado realmente tan necesitado? No recordaba que su voz llegara a
ser tan profunda y grave. Tiró de la camisa de Walker, mordisqueó su barbilla
barbuda e intentó arrastrarse en el regazo del hombre. Nunca había estado tan
caliente en su vida, ni siquiera cuando era un adolescente. No así, como si
moriría si Walker no lo jodiera en los próximos cinco segundos.
Hundió la cabeza en el regazo de Walker y articulo en el contorno de la dura
polla del hombre. —Déjame chuparte.
Walker estaba fuera de la cama, prácticamente arrancándose la ropa antes de
que se hubiera acomodado a su lado. Se acarició a sí mismo, mientras
observaba, y maldita sea si cada centímetro que Walker revelara no era
magnífico. Los marcados músculos se flexionaban con cada movimiento. Sus
bíceps eran del tamaño del pomelo y había un sendero sexy de pelo oscuro que
corría desde el ombligo hasta la ingle. Su piel bronceada hacía que su cuerpo
pulsara con más fuerza.
Cuando Walker estuvo completamente desnudo, rodó hacia su espalda y abrió
las piernas. Se retorció sobre el cobertor, mientras trataba de tocarse, pero no
importaba lo rápido que moviera su mano, su orgasmo estaba fuera de su
alcance.
—¡Mierda! —Golpeó la cama con el puño. —¡Haz algo ya! No puedo
aguantar esto.
—Te tengo, pequeño—Walker se acomodó entre sus piernas. Estaba tan fuera
de sí, por la lujuria que ni siquiera había pensado en un condón y en el
lubricante, y ahora no le habría importado menos. Enganchó sus manos detrás
de sus rodillas y tiró de sus piernas hacia atrás, exponiéndose a Walker. 31
Este se lamió los labios. —Maldita sea.
—No sólo mires—Se quejó. Su pene latía como si ya hubiese llegado al
clímax, pero sólo pre-semen había escapado.
Walker apretó la cabeza de su polla contra su doloroso agujero. Algo mojado
chorreó contra su entrada y sus músculos se relajaron. Si no hubiera estado loco
por la necesidad, podría haberse detenido y preguntado qué diablos era eso, pero
simplemente no le importaba.
Solo no le importaba.
—Dentro de mí, ahora—Se mordió el labio y arqueó la espalda, jadeando
cuando la gruesa circunferencia de Walker lo llenó, estirándolo de par en par,
mientras empujaba más profundamente. Agarró su saco y tiro de él, quejándose
ante el dolor, gimiendo ante el placer que lo asaltaba.
El fuego lamió su camino a través de él, expandiéndose dentro suyo, hasta
que pensó que se incendiaría. Ya no le importaba que Walker lo hubiera
secuestrado por sexo. En este punto, sería su esclavo sexual. Haría lo que
Walker le pidiera, siempre y cuando extinguiera el fuego que ardía a través de
él.
Por mucho que le aclaro a Corky que no iba a tener sexo con Walker. Habría
defendido su opinión, si no hubiera tenido una erección infernal, ni tampoco
hubiera estado tan desesperado por ser jodido.
Pero tenía que ser honesto consigo mismo. Su padre era un pedazo de mierda
y su vida había sido también una. La atención que Walker le estaba dando, hacía
que se sintiera... especial. Cuánto iba a durar, no tenía ni idea, pero por ahora,
tal vez Corky tenía razón. Tal vez le daría a este lugar, a Walker, les daría una
oportunidad.
Realmente has perdido la cabeza debido a la lujuria.
Esos pensamientos huyeron, cuando Walker se metió en su culo, haciéndolo
gritar. Soltó sus piernas y las enrolló alrededor de la cintura de Walker,
agarrando el bíceps del hombre para acercarlo más. Sus caras estaban a unas
pulgadas de distancia, mientras levantaba su trasero, ayudando a Walker a
penetrar más profundamente en su interior. Los ojos grises de Walker se
oscurecieron, como las nubes en tormenta. Aquellos dientes puntiagudos que
había visto en la tienda de videos aparecieron. No había pensado que los
rumores eran ciertos, pero ¿cómo podía negarlos ahora? Nadie podía hacer que
sus dientes se alargaran o fueran más gruesos.
32
De hecho, estoy teniendo relaciones sexuales con alguien que no es humano.
El pensamiento lo habría aterrorizado. En su lugar, sus lenguas se enredaron,
batallando por el dominio, mientras se retorcía debajo de él. No podía tener
suficiente del gusto de Walker, de la forma apasionada en que trataba de beber
de él. Por mucho que le encantaba besar a Walker, tuvo que retirarse finalmente
cuando sus pulmones ardieron por aire.
Inclinó la cabeza hacia un lado, gimiendo, mientras Walker arrastraba besos
a lo largo de su cuello y hombro, lamiendo su piel, mientras se pasaba la mano
por la polla dolorida, acariciándose con desesperación.
Entonces Walker hundió esos afilados dientes en su piel.
—¡Mierda! —Se hizo añicos. Su semen se disparó entre ellos, moviendo sus
cuerpos, mientras Walker gruñía contra su hombro, su polla latiéndole en el
culo.
Pero... ¡maldita sea! Su pene seguía rígido en su mano, mientras seguía
ardiendo sin control. Lo que fuera, esto lo mataría antes de terminar. Era como
si le hubieran inyectado lujuria líquida.
Walker extrajo sus dientes, se alejó de él y se deslizó por la cama. Tomó su
polla con su boca y ahueco sus mejillas, creando succión, mientras balanceaba
la cabeza y le palmeaba el saco, tirando de la arrugada carne. Su lengua plana
se deslizó sobre su polla, antes de que le tomara el pene con su garganta.
Se sacudió y se retorció, enrollando sus dedos en la ropa de cama, mientras
trataba de empujar su pene más profundamente. Y Walker tomó cada pulgada
como un profesional, su barba le raspaba la piel, añadiendo sensaciones
excitantes que lo hicieron gritar. Otro orgasmo lo desgarró. Yacía jadeante,
agradeciendo a quien sea que lo escucho para que su polla se hubiese finalmente
ablandado. Aun así, los fuegos sólo habían retrocedido a un calor lento, en lugar
de desaparecer por completo. Gruñó, mientras permanecía allí sin huesos,
demasiado cansado para pensar en nada más que en dormir.
Walker se acurrucó alrededor de él, acercándolo, casi doblándolo bajo el
cuerpo del hombre. —Descansa, pequeño. El calor podría volver. Y si lo hace,
necesitarás tú energía.
Esas palabras no fueron tranquilizadoras. No quería que el calor volviera. No
quería sentirse como si hubiera entrado en un horno de mil grados. Su piel se 33
erizo y su corazón galopeó, cuando jadeó por respirar. Su trasero estaba tan
adolorido, que se estremeció cuando se movió.
Si tuviera que pasar por ese calor otra vez, simplemente podría dispararse a
sí mismo, en su lugar.

Bailey no podía soportarlo más. Simplemente no podía. Su cuerpo se sentía


como si hubiera sido arrastrado sobre las brasas, y ni los suficientes baños fríos
en el mundo ayudarían con el calor. Decidió que ir fuera le ayudaría a
refrescarse.
Eso, y estaba teniendo un ataque de nicotina.
Dos noches después de llegar, se escapó fuera y sacó un cigarrillo de su
mochila. Ahora también mataría por un trago. Pero la casa de Walker no tenía
ni una gota de alcohol en ninguna parte.
Había buscado.
Lo prendió e inhaló profundamente, cerrando los ojos, mientras la nicotina
llenaba sus pulmones y le ayudaba a relajarse. Se apoyó contra la casa, oculto
por un matorral de arbustos, y estaba disfrutando de su cigarrillo cuando notó
algo moviéndose por el rabillo del ojo.
Cuando se volvió para mirar, no vio nada más que árboles, árboles, y, oh sí,
más malditos árboles. No había una acera o un camino de entrada en estas
montañas, ninguna tienda de esquina, tienda de licores, o incluso una sirena de
mala muerte, para decirle que la civilización existía.
Sólo soplaba el viento y las ramas de los árboles crujían. Tiró de su chaqueta
más apretada sobre su pecho, afortunadamente Corky lo había agarrado de su
casa, mientras inhalaba su cigarrillo otra vez. Nunca le había gustado la
oscuridad, pero su inquietud aumentó al sentir que no estaba solo fuera. Miró a
su alrededor pero no pudo ver nada, excepto los bosques oscuros y algunas luces
de las casas alrededor de Walker. Se apartó el cabello y el viento le sopló en la
cara, mientras estudiaba el bosque, tratando de echar un vistazo a lo que se
escondía en la oscuridad. En las rarezas en las que se había metido, la sensación
podía ser su imaginación, pero no creía que lo fuera.
Se alejó de la casa y se acercó más a los bosques. Un pájaro voló de una rama,
34
dándole un susto de muerte. Podría haber chillado como una chica, pero como
nadie lo había oído, no admitía eso.
Sin embargo, nadie salió de detrás del árbol o aparecía en el aire. No estaba
seguro si alguien podía realmente hacer eso, ya que sabía muy poco sobre el
mundo de Walker. Tampoco habían pasado mucho tiempo hablando. Con el
calor absorbiéndolo, habían pasado las últimas cuarenta y ocho horas haciendo
el mambo horizontal. Su corazón se aceleró y su cuerpo se tensó, cuando oyó
un sonido silbante bajo. No estaba seguro de qué clase de animales salvajes
vivían en las montañas, y no quería averiguarlo. Ya estaba lo suficientemente
lejos de la casa de Walker, que si en caso de que un animal salvaje lo atacara,
tendría un tiempo malditamente corto para alejarse.
Retrocediendo por la nieve que caída ligeramente, se dirigió hacia la puerta
lateral. Miró por encima del hombro un par de veces, para asegurarse de que
ningún animal grande lo siguiera.
Necesitas relajarte. Estás demasiado asustado sin ninguna razón.
Pero la sensación de que todos sus movimientos estaban siendo vigilados,
seguía allí. Se detuvo junto a la puerta lateral de la que había salido y decidió
terminar su cigarrillo. Si el problema lo encontraba, podría simplemente entrar
corriendo.
Gritó cuando algo le golpeó el hombro. Giró, cayéndose hacia atrás. Habría
caído en los arbustos, si Walker no hubiera agarrado su brazo.
La mirada entrecerrada de Walker fue directamente al cigarrillo en su mano.
—¿Qué crees que estás haciendo?
Alzo sus defensas. —¿Qué diablos parece que estoy haciendo?
Walker fue a tomar el cigarrillo, pero apartó el brazo. —Apaga eso. —Gruñó
Walker.
—¿Qué eres, mi padre? —Exclamó. —Tengo veintitrés años. Si quiero
fumar, nadie puede detenerme.
Walker le tiro de la mano. —Es un hábito repugnante que estás abandonando.
No quiero que fumes, mientras llevas a mi hijo.
Walker podría haberle golpeado y habría estado menos atónito. Su mandíbula 35
cayó abierta, mientras retrocedía hacia la puerta. —¿Que acabas de decir?
Tenía que haber escuchado mal a Walker.
—No hable claro. —Dijo Walker. —Te lo expliqué todo, antes de tener sexo.
El mundo se inclinó sobre su eje, mientras presionaba su mano en la puerta
para mantener el equilibrio. El calor. Los calambres. El hecho de Walker siendo
un oso que podía convertirse en un hombre. Su mano instintivamente se dirigió
a su estómago, mientras miraba a Walker.
Luego entrecerró los ojos. —¡Eres un bastardo! ¡Deberías haberme hecho
escuchar antes de que me cogieras en todas las superficies planas de la casa!
Sabías que estaba demasiado caliente para escuchar lo que decías.
—¿Cómo diablos iba a saber que no estabas escuchando? —Preguntó Walker.
—Porque todavía quería que me follaras—Respondió. —¡Eso debería
haberte hecho saber que no te estaba escuchando!
La mirada de Walker destello hacia el bosque. Sus cejas se fruncieron
mientras olfateaba el aire. Él también se quedó boquiabierto por la noticia de
que... maldición, ni siquiera podía pensar en las palabras. La posibilidad era
demasiado inimaginable.
—Entra.
—Vete a la mierda. —Intentó esquivarlo, pero Walker le bloqueó el paso.
—Ve. Adentro. Ahora. —La seriedad de su voz, hizo que obedeciera a
regañadientes.
Tan pronto como Walker entró, cerró la puerta con llave y tomó su teléfono
celular de la mesa de centro. Él se volvió y miró por las ventanas. ¿Qué había
asustado tanto a Walker?
—Clint, hay algo en el bosque.
Así que tenía razón.
—No, Bailey está a salvo. —Walker hizo una pausa. —De acuerdo, te
encontraré en la parte de atrás.
Cuando este puso su teléfono en la repisa de la chimenea, lo miró. —
Permanece en el interior.
—¿Qué ocurre? —Su estómago estaba hecho un nudo, mientras se esforzaba
por ver en el bosque.
36
—No estoy seguro, pero no es nada bueno. —Walker se dirigió a la puerta y
se marchó antes de que pudiera preguntarle algo más.
Se frotó las manos arriba y abajo de sus brazos, asustado, confundido, y no
le gustaba tanto el mundo de Walker. Estaba empezando a reconsiderar su
decisión de que, una aventura con un tipo rico, podría ser divertida.
Esto no era divertido y sólo quería ir a casa. Lo primero que haría, era hacer
entrar en razón Corky y los dos se irían muy rápidamente de estas montañas.

Estaba demasiado frío para estar afuera buscando la fuente del mal olor, que
Walker había olido. Muchas criaturas vivían en las montañas, y por lo que él
sabía, el olor podía haber sido algún animal salvaje muerto. Pero había sentido
como si alguien lo hubiera estado observando, y aún continuaba percibiéndolo.
No le gustaba dejar a Bailey solo en la casa, pero se negaba a pasarse la noche,
preguntándose si el peligro estaba cerca.
—¿Soy yo o se está poniendo más oscuro aquí?
Clint se detuvo y miró hacia el cielo. Él vio que las nubes habían cubierto la
luna.
—Esto es una locura. —Dijo. —Hace muchísimo frío y lo único que habrá
aquí, serán nuestros cadáveres congelados si continuamos. Me regresare.
—Eras tú el que nos arrastró aquí, en primer lugar. —Dijo Clint. — Además,
el olor vale la pena echarle un vistazo. Jesse dijo que algunos alimentadores
estaban cerca.
—Te lo contó hace dos noches. —Comentó. —Y estoy empezando a pensar
que estaba drogado cuando te llamó. Hemos estado buscando por diez minutos
y lo único que he visto, es mi maldita respiración.
Con un gruñido, Clint se volvió. —La próxima vez que llames a alguien,
porque has olido algo extraño, llama a Bobby Ray. Yo estaba en medio de... —
Clint sonrió. —Cosas.
No tenía que adivinar en qué consistía "cosas". Olía a sexo. Y tan frío como
estaba, con el viento soplando y la nieve cayendo, todavía olía el calor de Bailey,
como si su compañero estuviera caminando justo a su lado.
37
No se sorprendería si todos sus hermanos estuvieran teniendo sexo, debido al
olor de Bailey. El calor de este lo tenía duro y estaba listo para regresar a la
casa, para poder azotar la mierda fuera de Bailey por fumar, luego follarlo hasta
que no pudiera caminar durante una semana. Acababan de regresar a su casa,
cuando algo pesado choco contra su espalda. Gritó, mientras volaba hacia
delante, golpeando el frío y duro suelo. Sus palmas rasparon los ladrillos que
cubrían su patio.
Clint gruñó, mientras cambiaba en su forma de oso y se empujaba a sus patas
traseras, gruñendo una advertencia a lo que lo había sacado volando. Sus ojos
se abrieron, cuando el alimentador rodeó a Clint.
Dios, la cosa era horrible. Éste no estaba tan demacrado como el que había
atacado hacía unos meses, pero todavía tenía un aspecto aterrador, le faltaban
dientes y tenía largas garras. Sus ropas desgarradas y sucias colgaban como
velas de un barco fantasma, los harapos ondulantes en el viento invernal.
Se puso de pie y se lanzó contra él, pero el alimentador le dio un bofetón,
como si fuera una mosca molesta. Voló hacia atrás, su cabeza golpeó los
ladrillos esta vez, y maldita sea si no vio estrellas. Mientras yacía allí, tratando
de orientarse, Clint rugió y la cosa silbó, mientras se enfrentaban.
Cuando volvió a ponerse de pie, el oso de Clint tenía el alimentador clavado
en el suelo. Había sido rápido, y el cuarto trasero de Clint estaba ensangrentado.
El oso jadeó, la mandíbula cerrada alrededor de la garganta de la cosa.
Él también cambio, y se metió en la pelea, mientras el alimentador luchaba
debajo Clint, arañando su rostro, mientras emitía chirriantes ruidos.
Clint y él lo despedazaron. No había mucha sangre, pero Jesús, temía que
nunca sacaría el nocivo sabor de su boca. Era como morder carne descompuesta,
que se había dejado al caliente sol del verano. Cambio y miró al cuerpo
destrozado. —Me pondré algo de ropa y me desharé de él.
Después de que hubiera terminado, se iba a limpiar la boca con una esponja.
Tal vez también haría gárgaras con agua hirviendo.
Cuando se volvió hacia la casa, vio a Bailey de pie en una de las ventanas de
la sala, con la mandíbula abierta y los ojos azules muy abiertos.

38
Capítulo 5

El plan de Bailey para marcharse, fue dejado en segundo plano a la mañana


siguiente. Saltó de la cama y corrió al baño, tan pronto como sus ojos se
abrieron.
—Te traje un poco de té y galletas. —Dijo Walker, mientras entraba en el
cuarto de baño, después de que hubiera terminado de vomitar. —La bandeja
está en el dormitorio. ¿Necesitas algo?
—Salir de estas montañas. —Dijo, mientras tiraba del inodoro y se empujaba
sobre sus tambaleantes piernas. No había suficiente alcohol en el mundo, para
ayudarlo a olvidar lo que había visto anoche.
Walker salió del cuarto de baño, dejándolo solo, para cepillarse los dientes y
enjuagarse. Le había preguntado a Walker anoche, qué era esa cosa, pero este
se había negado a decírselo. Simplemente había dicho que era una amenaza que
había sido eliminada. Aún estaba tratando de llegar a un acuerdo con el hecho
de que había visto a Walker convertirse en un oso. Pero tan loco como las cosas
habían estado anoche, y tan asustado como había estado, todo lo que había 39
notado cuando Walker cambió de nuevo, era su cuerpo sexy y desnudo.
La gran altitud estaba cortando los circuitos de su cerebro.
Moviéndose lentamente hacia el dormitorio, su estómago todavía revuelto,
miró por una de las ventanas. Vio la nieve perturbado, pero el cuerpo se había
ido, y ni siquiera había sangre para demostrarle que lo que había visto había
sido real. ¿Cómo podría una persona, si hubiera sido una, y todavía era
discutible, ser despedazada sin litros de sangre pintando la nieve?
Cavó a través de la ropa que Trigger había traído de su casa y se vistió con
un par de pantalones vaqueros y una camiseta Henley verde. Decidió no ponerse
los zapatos, por ahora. En cambio, se encogió en uno de los sillones en el
dormitorio y mordisqueó las galletas, mientras llamaba a Corky.
—Es demasiado temprano. —Gimió Corky.
—Es mediodía. —Gruñó. Debía de estar agotado porque él nunca había
dormido hasta tan tarde. —¿Por qué sigues en la cama?
—Abe y yo nos quedamos hasta las dos de la mañana, jugando mi juego de
zombies. Te llamaré cuando esté despierto. —Colgó.
Dejó el teléfono a un lado y tomó su taza de té. Tomó pequeños sorbos,
mientras observaba el bosque, como si otra de esas cosas pudiese saltar en
cualquier momento. No se quedó sentado mucho tiempo. El olor del tocino y
las galletas recién horneadas, hizo que su estómago retumbara. Dejó su taza y
se puso de pie, todavía un poco inestable por vomitar.
La habitación daba al oeste, por lo que la luz de la mañana no era directa, ya
que se filtraba en la cocina con un brillo suave, que le gustaba. Pero se
oscureció, cuando las nubes aparecieron. Parecía como si una tormenta se
acercara.
Demasiado para salir y trabajar mi camino por las montañas.
Mientras se sentaba en la isla, miró a un cuenco con algo blanco y granoso
dentro. —¿Qué es eso?
Walker miró por encima del hombro. Él estaba de pie ante la estufa, con unas
pinzas para quitar tocino de la sartén. Su culo se veía delicioso en sus pantalones
de pijama. Quería ir a él, arrodillarse y lamer la espalda de Walker. En su lugar,
se quedó sentado.
—¿Nunca has oído hablar de la sémola? —Preguntó Walker. 40
No había podido permitirse nada más lujoso que los cereales y, al crecer, tuvo
la suerte de conseguir una comida al día, y normalmente no era el desayuno.
—He oído hablar de ella. —Admitió. —Pero nunca la había visto antes.
Sin embargo, no estaba seguro de querer probarla. Parecía... extraña. Un bote
amarillo con mantequilla, también estaba posado en el centro.
No es que fuera un gran fanático de la salud, porque la comida sana costaba
mucho y le gustaba mucho su comida chatarra, pero incluso, él sabía que la
mantequilla no era saludable. Pero su apetito rugió a la vida. Como sabiendo lo
hambriento que estaba, Walker colocó un plato delante de él, con gofres, tocino
y huevos. Añadió un poco de sémola a un tazón más pequeño, lo removió con
una cucharada de azúcar y lo puso al lado de su plato.
—¿Por qué la comida que es mala para ti, tiene que saber tan bien?—
Introdujo un tenedor con waffles en su boca. Tenían que ser los mejores que
había probado. El tocino se había cocinado a la perfección, no demasiado
crujiente. Sus huevos estaban a término medio, las yemas todavía estaban
blandas, pero el blanco bien cocinado.
Como le gustaban. Incluso la sémola era increíble.
—No lo sé, pequeño—Walker se sentó a su lado. Se sentía como un enano
junto al tipo, pero secretamente admitía que le gustaba lo cerca que estaba
Walker de él. —No me preocupa el colesterol ni la diabetes. Mi cuerpo se cura
cuando estoy en mi forma de oso.
Tomo su cuchillo de mantequilla. —¿Así que puedo apuñalarte y tu
simplemente cambias a tu oso y te curas?
Walker frunció el ceño. —Sí, aunque me molestaría que me apuñalaras.
—Amigo, es un cuchillo de mantequilla. Ni siquiera romperá la piel. —El
dejo el cuchillo. —¿Y si te disparo?
—¿Y si desayunas en silencio? —Walker bebió un sorbo de café y él miró su
vaso de jugo.
—¿Dónde está mi café?
—No debes tomar cafeína cuando estás embarazado. No es bueno para el
bebé.
Su tenedor hizo un estruendo, cuando cayó de su mano. —No estoy
embarazado. —Su protesta había salido en un susurro suplicante. No llamaría a 41
Walker un mentiroso sobre todo el asunto del embarazo masculino, ya que su
mundo era demasiado malditamente loco para empezar, pero... no, no quería
pensar que Walker estaba diciendo la verdad, a pesar de que habían discutido
acerca de la noche anterior y él había enloquecido.
Simplemente no quería creer que fuera posible.
—Ya no estás sobrenaturalmente caliente, y la línea de concepción ha
aparecido. Walker se volvió de lado y le levantó el dobladillo de la camiseta.
—¿Ves?
Cuando miró hacia abajo, sus cejas se alzaron. Una débil línea corría desde
su ombligo hasta debajo de la cintura de sus pantalones. No había estado allí
antes. Lo habría notado.
Empezó a apartar su plato, pero su apetito no había disminuido. Su estómago
retumbó como si no hubiera comido en años. Recogió su tenedor y decidió
negar la verdad era preferible a tener un colapso. Así que metió la cabeza
proverbialmente en la arena y terminó su desayuno.
—¿Entonces quieres decirme por qué no me permitieron venir aquí por dos
días? — Corky se dejó caer en el sofá de Walker una hora después de que Bailey
terminara de desayunar. Quería reírse por lo absurdo, y llorar porque su
estómago le decía que estaba realmente embarazado. —Si mi exilio duraba más,
habría venido aquí y te hubiese rescatado. —Corky miró a su alrededor antes
de susurrar. —¿No te ha, digamos, atado en su sótano o algo así, verdad?
—Si lo hubiera hecho, hubieras llegado dos días tarde para rescatarme. —Lo
fulmino con la mirada. —Vaya mejor amigo que eres.
Los ojos avellana de Corky brillaban. Estaba obviamente drogado. No había
nada nuevo en eso, aunque dudaba de que la vieja pareja con la que se estaba
alojando, lo dejara fumar en casa.
—Pero estás bien—Dijo Corky. —No te enojes conmigo, B.
Odiaba cuando Corky lo llamaba así. —No deberías ir a escondidas a fumar
a los bosques. —Le contó a su mejor amigo lo de anoche, y lo que creyó ver,
junto con el hecho de que Clint y Walker se habían convertido en osos
gigantescos.
Corky cayó de nuevo sobre los cojines del sofá. —Hombre, me perdí toda la 42
emoción.
—¿Me has oído?
Corky lo miró. —Creo que has estado empinando el codo.
Era lo que él deseaba.
—No estaba bebiendo anoche. —Dijo. —¿Entendiste mi advertencia, idiota?
—Sí, sí. No vayas al bosque. Ya te he oído—Se sentó. —Por otro lado, de
todas maneras, Abe y yo conseguimos un juego para después del almuerzo.
Corky volvió a mirar a su alrededor y bajó la voz. —Creo que Abe quiere
fumar, discretamente, un cigarro de marihuana pero tiene miedo de que su
señora se entere.
Puso los ojos en blanco. —Deja de corromper al viejo.
Corky se encogió de hombros. —¿Quién soy yo para impedir que alguien
abra su mente?
El tipo no tenía esperanzas. Se preguntó si debería decirle a Corky que lo
habían embarazado, pero algo lo detuvo, aparte de lo loco que sonaba. Walker
estaba en la cocina con algunos de sus hermanos, por lo que no podía oírle, aun
así, se guardó la noticia.
Corky se levantó y se dirigió a las ventanas. —No puedo creer que esté
nevando aquí. No tengo la ropa adecuada para esta mierda. —Se volvió hacia
él. —¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí?
Las ominosas palabras de Walker resonaron en su cerebro. "Cariño, estás en
casa. No vas a abandonar estas montañas”. —No estoy muy seguro. —Walker
le había dado esa amenaza. No estaba seguro si Corky era libre de irse. Pero si
lo era, él no quería quedarse aquí solo.
—Bueno, este lugar es genial. Quiero decir, mira esta casa. —Corky agitó las
manos. —¿Qué tan afortunado eres de tener a un hombre rico queriendo
cogerte? Gracias por insistir en que venga. Deloris y Abe son impresionantes.
Ella sigue alimentándome con pasteles y tartas. Creo que gané una libra, en los
últimos dos días.
Había comido todo lo que Walker le había servido, pero todavía tenía hambre. 43
No quería ir a la cocina con todos esos hombres, pero allí donde estaba la
comida. —¿Tienes buena comida por aquí?
Sonrió. —Grandes mentes piensan igual.
—Entonces, vamos a ir a la alacena. —Corky le agarró la mano y lo llevó a
la cocina. Él hubiera ido de buena gana, pero dejó que su amigo lo arrastrara.
Cuando entraron, Walker, Bobby Ray y Wade, él sabía quiénes eran porque
Walker los había presentado cuando habían entrado, miraron en su dirección.
Tuvo el impulso de caminar hasta Walker y acurrucarse en sus brazos, pero no
era del tipo de mostrar afecto en una sala llena de gente. Por otra parte, no había
tenido demasiadas oportunidades para mostrar afecto en privado. Grizzly Ridge
no era una ciudad grande, y la mayoría de los hombres gay no eran tan
atractivos.
—Ustedes pueden tener la sala de estar. —Dijo Corky, mientras le soltaba la
mano. —Vamos a cocinar algunas mierdas.
Walker dirigió sus ojos grises hacía él. —¿Hambriento?
Se sintió hambriento de nuevo, pero simplemente se encogió de hombros.
—Solo un poco.
Se sentía como si estuviera en una habitación con mariscales de campo. Los
tres hermanos eran enormes, guapos como el infierno, y se sintió intimidado
cuando los observo.
—Sírvete cualquier cosa que quieras. —Dijo Walker.
—Mis palabras favoritas—Corky se dirigió a la nevera y rebuscó, mientras
él simplemente permanecía allí, atascado estúpidamente. No podía dejar de
mirar a Walker, o quererlo. Aunque ya no se sentía consumido por el calor,
recordó todas las cosas traviesas que Walker le había hecho, y él quería una
repetición.
Una de las veces que habían tenido relaciones sexuales, Walker lo había atado
a la cama. Eso lo habría asustado al principio, pero ahora Walker había dado
vuelta su mundo. Como si supiera lo que pasaba por su mente, Walker le guiñó
un ojo. Su rostro se sonrojó cuando apartó los ojos. Walker se rió entre dientes
y quiso fundirse en el suelo.
—Los dejaremos con su comida—Walker miró a Corky. —Limpia cualquier
lío que hagas, y no fumes esa mierda en mi casa. Hueles como si te hubieses
bañado en ella. 44
Corky se olisqueó. —No, no lo hace.
Walker se tocó la nariz. —Tengo un excelente olfato y hueles como un
zorrillo.
Con un rodamiento de ojos, Corky volvió a atacar la nevera. Su rubor se hizo
más profundo, cuando Walker le dio un apasionado beso antes de que los tres
hombres se dirigieran a la sala de estar. Se quedó allí jadeando, lamiendo sus
labios, mientras miraba el trasero de Walker.
—Necesito a un tipo así. —Apenas había entendido lo que Corky le había
dicho, dado el pedazo de carne que estaba almorzando, en su boca. Después de
tragar, Corky preguntó. —¿Tiene hermanos solteros?
Buscó en los armarios. —No lo sé.
—Voy a interrogar a Abe más tarde.
Se sentó en la isla y observó a Corky comiendo chips con galletas. Cuanto
más tiempo se sentaba allí, más pensaba en su situación con Walker. Su mano
fue a su estómago, y ya no pudo continuar con el secreto.
—Estoy embarazado.
Corky estaba en medio de beber una lata de Coca-Cola y se ahogó ante su
confesión. Saltó y lo golpeó en la espalda.
—¡Amigo! —Corky respiró profundamente y levantó la mano. —Estoy bien,
deja de golpearme. —Apartó su lata y se limpió la boca. —¿Que acabas de
decir? ¿Dijiste que estabas embarazado?
Se llevó un dedo a los labios. —No tan fuerte.
Una de las rubias cejas de Corky, se alzó. —¿Qué tipo de juego raro estás
jugando conmigo?
—No lo hago—Se mordió el labio. —Es la verdad. —Le mostró a Corky la
línea de concepción en su estómago. —Pensé que Walker estaba loco cuando
me lo dijo, pero hay muchas cosas que no sabes.
Le explicó acerca de la mordedura que Walker le había dado, el calor, los
compañeros, y sobre cómo su cuerpo había pasado por algún tipo de cambio.
—Esto es tan malo.
—¿Me crees? —Preguntó.
—No creo que ningún tipo, mienta sobre algo así. —Le levantó de nuevo la
45
camisa y estudió su estómago. —Entonces, ¿cómo exactamente se supone que
das a luz? —Él dejó caer el material y se estremeció. —No estoy seguro de
querer saberlo.
Tampoco él. Estaba empezando a enamorarse de Walker, pero cuanto más
pensaba en su situación, más aterrado se sentía. —¿Qué se supone que debo
hacer? —Esto estaba sucediendo tan rápido, demasiado rápido. Había estado
allí por tres días. Tres días. Ahora estaba acoplado y tenía un bollo en el horno.
Podría estar enamorándose de Walker y hasta podría querer al hombre
sexualmente, pero se sentía como si estuviera en un tren bala y no pudiera
bajarse. Sólo quería que las cosas se ralentizaran, descendieran. No estaba listo
para ser padre. Nunca pensó que eso sería posible, ya que era gay, pero ahora
que lo estaba, quería impedir que el mundo siguiera moviéndose para poder
respirar profundamente.
—Mi subidón se ha ido oficialmente. —Dijo Corky. —Así es mi apetito.
Amigo, si fuera yo, estaría molesto como el infierno. ¿Y no te contó nada de
esto?
Se encogió de hombros. —Trató de hacerlo, pero estaba tan distraído por la
lujuria, que mi mente no estaba captando sus palabras.
—Tenemos que salir de aquí. —Corky miró hacia la sala de estar. — ¿Cómo
sabes que no te esperan otras sorpresas? No los conocemos. Podrían ser brujas
o satanistas. Tal vez Walker te haya puesto una especie de maleficio.
Dudaba mucho de eso, pero Corky tenía un buen punto. ¿Y si hubiera más
cosas que averiguar, cosas por las que no quisiese quedarse?
—Espera a que Walker se vaya a la cama, y luego escaparemos—Dijo Corky.
—Vamos a salir de aquí, entonces vamos a averiguar qué hacer con ese bollo
en tu horno.
Asintió con la cabeza. Pero no planeaba simplemente escabullirse.
Necesitaba dejar que Walker supiera cómo se sentía, lo equivocado que era todo
esto. Necesitaba un cierre antes de irse y nunca mirar hacia atrás.

46
Capítulo 6

Jesse Callahan había pasado la mayor parte de la noche buscando un


alimentador. La cosa era astuta y rápida, manteniéndose un paso por delante.
Pero cuanto más seguía el olor nocivo, más se daba cuenta de que el olor fuerte
podría pertenecer a más de uno.
Avery y Declan lo flanqueaban, olfateando el suelo, mientras se acercaban
cada vez más a su territorio. Había recibido una llamada la noche anterior de
Clint, diciéndole que él y uno de sus hermanos habían matado a una de esas
criaturas. No le gustaba que los alimentadores estuvieran tan cerca de su propio
territorio, y estaba enojado porque nadie había encontrado dónde descansaban
esas cosas durante el día. Si pudieran encontrar ese lugar, podrían eliminar el
problema por completo.
Avery cambio y miró a su alrededor, mientras frotaba sus manos por sus
brazos. —Estamos en el territorio de Clint. Deberías llamarlo y entregar esta
cacería a los osos.
Cambió a su forma humana. Dios, hacía frío como la mierda. Su polla intento 47
arrastrarse dentro de él, cuando el viento soplo sobre su cuerpo desnudo.
—Este es un problema para todos—Dijo. —Valentino me llamó antes.
Encontró a otro excursionista con la garganta arrancada. Ya ha habido suficiente
atención en estas montañas. No necesitamos que los policías vengan aquí y
sigan dando vueltas.
Gracias a la muerte del sheriff de Grizzly Ridge y de un agente del FBI en
las montañas, la gente en los pueblos de los alrededores estaba inquieta. No
tenía problemas con Howling Cavern como los Rising tenían en Grizzly Ridge,
y quería mantenerlo de esa manera.
Mientras que los osos hicieron todo lo posible para mantenerse alejados de la
civilización, a él le encantaba Howling Cavern, amaba ir a cenar, ver una
película, ir de compras. Muchos de los residentes eran shifters y él trabajaba
con la ley local, aunque el Sheriff Gilmore no tenía ni idea de que la mayor parte
de la ciudad fuera sobrenatural. Este nunca se quejó cuando él y sus hombres
ayudaban. Habían ido a almorzar en varias ocasiones sólo disipar la mierda y
relajarse.
Mantenía buenas relaciones con la mayoría de la gente, y estaría condenado
si dejaba que los alimentadores lo quitaran eso. Pero si esas criaturas seguían
matando a los humanos, se formaría una pandilla, y el último grupo de humanos
que había entrado en las montañas, aún le continuaba un mal sabor en la boca.
—Seguiremos hasta encontrar a estas cosas—Dijo. Además, su primo, Elijah,
estaba apareado con uno de los osos. Es posible que ya no tuviese la
responsabilidad de cuidarlo, pero todavía quería proteger no sólo a Elijah, sino
también a su hijo, Weston. Elijah había dado a luz no mucho tiempo después de
Dean, y se había enamorado de su sobrino a primera vista. Lo amaba ferozmente
y mataría a cualquiera que pensara en hacerle daño.
—Entonces, espero que encontremos a uno—Dijo Avery. —Quiero
arrancarle la garganta, sólo por hacerme congelar mis nueces. —Cambio a su
lobo y trotó lejos.
Sabía cómo se sentía Avery. La nieve había comenzado a caer más temprano
ese día y aún tenía que detenerse. El invierno parecía llegar temprano a las
montañas, y él preferiría estar en casa, en su cálida cama.
Pero era el alfa de la manada de lobos, y tenía el deber de defender no sólo 48
su territorio, sino también los habitantes de Howling Cavern. Cambio y se unió
a Avery y Declan, deseando tener su teléfono celular para poder llamar a Clint
y advertirle que estaban siguiendo el olor, en el lado del bosque de los osos.
Normalmente, uno necesitaba pedir permiso antes de entrar en el dominio de
otro shifter, pero éstas no eran circunstancias normales, y el tiempo estaba en
contra de ellas. Si sus hombres y él no rastreaban a esos alimentadores, los osos
podrían sufrir otro ataque. Aunque no era muy amigos de los tipos, admitía a
regañadientes que eran familiares por defecto, porque Elijah se había apareado
a uno de ellos.
Y él defendía a su familia.

Bailey había estado bien cuando Walker lo dejó en la cocina con Corky. Sin
embargo, olfateó la inquietud de su compañero mientras caminaba por el
pasillo. Cuando todos se fueron, Bailey había ido a su dormitorio y no había
salido desde entonces.
Entró en la habitación para encontrar a Bailey junto a las ventanas, mirando
hacia la oscuridad.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó.
Bailey se volvió para mirarlo, su expresión era solemne. —Imagina que te
dejen caer en un mundo donde nada tiene sentido y las cosas que pensabas... no,
porque ni siquiera pensé en animales transformándose en hombres, en hombres
quedándose embarazados o en cosas que se esconden en los oscuros bosques,
listos para destrozar a una persona. Nada de eso se me pasó por la cabeza. Pero
ahora no sólo estoy unido a un animal, estoy llevando a su bebé. ¿Cómo te
sentirías, Walker? ¿Honestamente?
—Mira. —Dio un paso hacia Bailey. —Yo sé…
Bailey negó con la cabeza. —No te atrevas a quedarte allí y decirme que
sabes que esto es mucho para asimilar. Es más que eso. Mucho que asimilar, es
descubrir que un miembro de la familia murió o que tiene cáncer. Esto…—
Bailey movió la mano alrededor. —Está más allá de superar algo que te ha
pasado. Me mordiste, preparando mi cuerpo para la concepción, sin que yo ni
siquiera supiera lo que estabas haciendo. Sí, me has dicho que tu oso se hizo 49
cargo, pero... Tengo un maldito bebé dentro de mí. Tengo el derecho a asustarme
como la mierda, de cuestionar la vida, de estar tan asustado que quiera salir
corriendo y gritando de este lugar.
Cuando las lágrimas de Bailey comenzaron a fluir, su oso gruñó, listo para ir
con su compañero. Pero no se atrevía a moverse, ni siquiera a respirar. Su
instinto le decía que era un punto crucial en su relación, un momento de todo o
nada, y no sabía qué encrucijada tomar, cuál arruinaría y cuál salvaría la vida
que él quería tan mal con Bailey.
—Todo el mundo aquí, actúa como si esto estuviera bien, que lo que hiciste
es normal. No lo es. ¡No es normal morder a alguien y embarazarlo!
Cerró la distancia y trató de tirar de Bailey a sus brazos, pero su compañero
lo apartó. —¡No me toques!
Retrocedió, sintiendo como si su corazón estuviera siendo arrancado. Su
compañero no quería tener nada que ver con él, y no tenía ni idea de cómo
arreglar esto. Por lo que había visto, la forma en que Bailey había actuado, había
pensado... pero había pensado mal. Bailey era humano y no entendía nada sobre
su mundo.
—No te voy a dejarte ir. —Murmuró. —No puedo. —Bailey estaba llevando
a su hijo, y preferiría morir antes que dejarlo ir, llevándose a su niño con él,
llevándose al único hombre que el destino había escogido para él. Si Bailey se
iba, se llevaría su alma con él.
Bailey pasó junto a él.
—¿Dónde vas?
—A dormir en el dormitorio de invitados. —Dijo Bailey. —Tengo mucho
que pensar en este momento, y necesito hacerlo solo.
Nunca se había sentido tan indefenso en toda su vida. No sabía qué decir o
hacer para rectificar la situación. Las cosas eran diferentes para los de su tipo.
Los shifters tenían un corazón animal, y su animal los gobernaba. No pudo
evitar morder a Bailey más de lo que él podría haber impedido que su propio
corazón latiera. Pero este no quería oír eso.
—Puedo ayudarte con esto—Agarró el brazo de su compañero, impidiéndole
salir de la habitación. —Podemos superar esto. Me tienes a mí, mi familia y...
—No necesito una familia. La familia te fastidia. —Bailey tiro de su brazo. 50
No lo detuvo esta vez, cuando Bailey se dirigió a la puerta del dormitorio.
Tal vez se calmara y podían resolver las cosas. Él no sería el primer compañero
que se asustaba por estar embarazado. Y al igual que los otros compañeros,
Bailey se acostumbraría a su nueva vida y los dos serían felices.
Lo esperaba. Maldijo entre dientes, mientras se dirigía a la sala de estar y
llamaba a Bobby Ray. —¿Puedes venir?
—¿Ahora?
—Sí, ahora. —Necesitaba que su hermano le dijera que todo estaría bien, que
su mundo no estaba realmente cayéndose a pedazos, y que Bailey no lo odiaba
de verdad.
—Estoy en camino. —Dijo Bobby Ray antes de colgar.
Se dejó caer en el sofá y esperó a que llegara.

Lazarus Russo se movió sigilosamente por el bosque, Riley, Kieran y Rogan


a sus costados, mientras seguía el olor de la muerte.
Había rastreado el olor por kilómetros, el olor cada vez más fuerte a medida
que avanzaban hacia el sur en territorio oso. Hasta ahora, aún no se los había
encontrado cara a cara, pero sabía lo que estaba siguiendo. Jesse y Clint le
habían descrito el olor de los alimentadores, y sus instintos le decían que había
más de uno. Tenía que haberlo. El hedor era demasiado fuerte para pertenecer a
una sola criatura. Desaceleró cuando otro olor flotó hacia él.
Lobo.
Cambió a su forma humana, cuando entró en un sendero. Segundos después,
Jesse y dos de sus lobos aparecieron en el bosque.
—¿Cuántos crees que hay? —Preguntó.
Jesse cambio, pero sus lobos, junto a sus leopardos, permanecieron en sus
verdaderas formas. —Más de uno—Con la mandíbula apretada, Jesse miró a su
alrededor. —Cuanto más nos acercamos al territorio Rising, más quiero vomitar.
Esas malditas cosas apestan.
—Y nadie ha localizado su nido todavía. —Dijo.
—Estamos hablando de más de 500.000 acres—Dijo Jesse. —Eso es un 51
montón de terreno para cubrir.
No necesitaba el recordatorio. Junto con su ejército, habían peinado
centenares de cuevas, pero seguían volviendo con las manos vacías. Y no se
podía decir cuántos alimentadores había o si sólo había un nido.
—Estamos perdiendo el tiempo de pie aquí—Dijo Jesse.
Aunque los diferentes shifters en las montañas eran reservados y no tuvieran
las mejores relaciones los uno con los otros, los osos tenían compañeros y
cachorros, y cualquier shifter sabía lo precioso que eso era. Además, esta pelea
pertenecía a todos ellos. Los alimentadores amenazaban su estilo de vida, y él
moriría para defender no sólo su territorio, sino su existencia.
—Entonces, nos juntamos y cazamos a estas cosas. —Habían unido fuerzas
durante los últimos meses, trabajando en conjunto para localizar a esas cosas.
Todavía no podía creer que las historias acerca de ellos fueran verdad, todavía
le costaba envolver en su cabeza el hecho, pero como realmente existían, se
aseguraría de que cada una de ellas fuera erradicada.
Volvieron a sus verdaderas formas y se movieron uno al lado del otro,
corriendo para llegar donde los osos, antes de que fuera demasiado tarde.
Capítulo 7

Tan pronto como los pies de Bailey golpearon el suelo fuera de la ventana del
dormitorio, la duda lo agarró. Tan enojado como había estado, no quería dejar a
Walker.
—Conozco esa mirada—Susurró Corky mientras deslizaba la ventana
cerrándola. —Estás teniendo dudas.
—No, no lo estoy. —Mintió.
—Amigo, si quieres quedarte, entonces quédate. Lo que quieras hacer, te
apoyare. Tú lo sabes. Pero toma una decisión, porque se están congelando mis
bolas.
Pensó en cómo Walker lo había mirado durante el sexo, como si fuera su
mundo entero. Walker no había sido nada más que dulce con él, y aunque le
había gritado a este, y había dicho algunas cosas bastante duras, Walker había
permanecido allí, en silencio, mientras se sacaba todo eso del pecho. Nunca
había atacado ni dicho nada para herir sus sentimientos. 52
Apretó la mano contra el estómago y se mordió el labio inferior. Corky había
dicho que se encargarían del problema creciendo en su vientre, pero uno, no
consideraba que su hijo por nacer fuera un problema. Y dos, probablemente
terminaría en un laboratorio en algún lugar, si algún humano descubría que
estaba embarazado.
Las lágrimas brotaron, mientras sacudía la cabeza.
—No puedo dejarlo, Corky—Se limpió los ojos. —Tan confuso cómo es esto,
simplemente no puedo...
Corky dejó escapar un suspiro. —Maldición, gracias. Para ser honesto,
realmente no quería irme. Les he tomado cariño a los Russells.
Ansiaba a Walker con cada aliento que tomaba. Sólo quería acurrucarse en
los brazos del hombre y sentirse a salvo del mundo que lo rodeaba. Se agacharon
cuando oyeron pasos que se aproximaban. Echó un vistazo, a la vuelta de la
esquina, para ver a uno de los hermanos que se dirigía hacia las puertas de la
sala. Si recordaba correctamente, el tipo era Bobby Ray.
—Tengo que volver a entrar—Susurró. Le dio a Corky un rápido abrazo.
— Gracias por estar ahí para mí.
—Siempre te cubriré la espalda—Dijo Corky. —Incluso cuando tomas
decisiones estúpidas.
Frunció el ceño. —Fuiste tú el que dijo que necesitábamos salir de aquí.
—Tú eras el que parecía que ibas a tener un ataque de nervios—Replicó
Corky. —Yo sólo estaba tratando darte apoyo. Sabes que tomo las peores
decisiones en mi vida. ¿Por qué demonios me escucharías?
—Podrías haberme dado un abrazo y decirme que todo iba a estar bien.
Corky puso los ojos en blanco. —En primer lugar, no soy realmente de los
tipos que abrazan. Tú lo sabes. En segundo lugar, pensé que te estaba diciendo
lo que querías oír.
Levantó la mano, cuando un olor nocivo flotó hacia él. —¿Hueles eso?
Corky se cubrió la nariz con la mano. —¿Qué diablos es eso? Es como la
carne podrida y repollo hervido. —Hizo un ruido de arcadas. —Huele a la
cocina de mi madre.
Un nudo de miedo obstruyó su garganta, mientras pensaba en la criatura que
Clint y Walker habían hecho pedazos. ¿Podría haber más de uno? Dios, no 53
quería pensar así, pero él sentía el mismo ambiente espeluznante que había la
noche cuando esa cosa apareció. Corrió hacia la ventana e intentó abrirla, pero
estaba atascada. Tembló cuando oyó ramas secas rompiéndose y el olor fétido
se hizo más fuerte.
—Vamos. —Corky le agarró la mano y se apresuró a ir a un lado de la casa.
—¡Ayuda! —Gritó, cuando vio algo precipitándose hacia él. Se había movido
tan rápido que no había sido capaz de ver lo que era.
Los aullidos estallaron. Sintió como si se meara, cuando tres lobos salieron
del claro, dirigiéndose hacia ellos. Eran bastante grandes, y sospechaba que
eran shifters, en vez de animales salvajes.
—Tienes que estar bromeando conmigo—Gritó Corky. —¿Lobos? ¿Son
realmente lobos?
Entonces, ¿qué tipo de gatos eran esos? Entornó los ojos, parecían ser
leopardos corriendo a su lado y pasando por delante de los lobos. Sus abrigos
de pieles eran blancos con puntos negros, y sus ojos eran de un vibrante azul,
casi brillante.
—Este es un maldito zoológico. —Gritó.
—Oh, Dios mío—Dijo Corky, como si estuviera más enojado que
asustado.—Vamos a morir y ni siquiera estoy elevado.
Deseaba poder estar borracho, mientras lo destrozaban. Lástima que no
pudiera tener un último cigarrillo. Mejor aún, lástima que aún no estuviera en
la casa. Esto era una increíble pesadilla. Se giró, cuando uno de los leopardos
pasó apresuradamente a su lado y se lanzó a algo detrás. Ni siquiera había visto
a las criaturas acercarse, pero había más de una. Parecían estar saliendo del
bosque, con sus ropas hechas jirones, sus cuerpos eran tan delgados, que
parecían esqueletos de pie.
Los ojos de Corky se agrandaron. —¡Mierda! ¡Zombies en vivo! ¡Que
alguien me dé un arma!
Walker y su hermano irrumpieron desde el salón, la puerta golpeo tan fuerte
detrás de ellos, que se salió de sus bisagras y quedo colgando allí, mientras ellos
cambiaban a osos. Más osos corrieron por el patio.
Agarró la mano de Corky y lo empujó hacia la casa. —Tenemos que entrar.
Esta es una pelea que no quiero ver.
—Es como Clash of the Titans versus World War Z. —Dijo Corky, mientras 54
corría junto a Bailey. —Solo que con animales y... dime que esos no son
realmente zombis.
—Lo dudo seriamente, pero no me detendré lo suficiente como para
preguntar. —Dijo.
Antes de que pudieran llegar a salvo adentro, una de las criaturas cargo contra
él, enviándolo a chocar contra las ventanas de doble cristal. Golpeó el suelo,
todo su lado derecho estallo de dolor.
Corky gritó. Sacudió la cabeza e intentó levantarse, pero el dolor lo obligó a
retroceder. Intentó otra vez y logró pararse sobre sus inestables pies.
Buscó a Corky, pero no lo vio en ninguna parte. El patio se había convertido
en un gran campo de batalla. Él ni siquiera sabía qué oso era Walker. Sus
instintos le dijeron que entrara en la casa, pero no iba a ir a ninguna, parte hasta
encontrar a Corky.
Entonces lo vio. Corky estaba en el suelo, acostado sobre su estómago,
mientras un lobo estaba parado sobre él. El lobo gruñó, cuando una de esas
cosas lo rodeó.
—¡Corky! —Corrió por el patio, pero un oso se le acercó y bloqueó su
camino. Trató de esquivarlo, pero el oso golpeó su cabeza, persuadiéndolo de ir
hacia la casa.
—No, tengo que ir con Corky. —Exclamó. Corrió a la izquierda, moviéndose
alrededor del oso y se marchó. Fue entonces cuando vio la sangre en la camisa
de Corky. Había sido herido. —¡Corky!
Este miró en su dirección, y vio el terror crudo en los ojos avellana de su
amigo, mientras intentaba escabullirse de debajo del lobo, pero este se movía
cada vez que Corky lo hacía, manteniéndolo inmovilizado.
—¡Sácame de este puto lugar! —Gritó Corky.
El oso lo atrapó y lo derribo, poniéndole debajo de quinientas libras de piel.
Luchó por liberarse, pero el oso no se movía. Sólo podía adivinar que se trataba
de Walker.
—Tengo que ayudarlo—Le suplicó. —Tienes que dejarme ayudar a Corky.
Pero el oso no se movía. Entonces Walker cambio y lo sacó del suelo.
—Jesse lo tiene—Dijo Walker. —No permitirá que ningún alimentador le 55
haga daño.
¿Era así como se les llamaba? ¿Alimentadores? Sentía que se pondría
enfermo.
—Pero está sangrando—Gritó. Golpeó la mano de Walker, tratando de
liberarse. —¡Déjame ir!
Walker lo empujó para que se parara, y sus ojos grises se llenaron de ira.
—Mi única preocupación eres tú. Tengo que sacarte de aquí. Corky será
atendido.
Trató de darle un puñetazo, pero Walker esquivó su puño en el aire, su agarre
en el brazo, nunca disminuyo. —¡Déjame ir!
Walker permaneció allí, mirándolo por un segundo, y el siguiente voló hacia
atrás, llevándoselo con él. Se cayeron unos sobre otros, cuando un alimentador
saltó sobre su pecho, con sus mandíbulas cerca de la garganta.
—¡No!—Gritó Walker, mientras él empujaba su mano contra la huesuda
mandíbula de la criatura, haciendo todo lo posible para evitar que esos afilados
dientes, se hundieran en su carne.
Walker cambio y utilizó su peso para golpear al alimentador apartarlo de él.
¡Esto era una completa pesadilla!
Se puso en pie y miró a su alrededor. Vio a Corky, que seguía atrapado bajo
el lobo. Entonces, miró a Walker y a la criatura luchando.
Estaba dividido. No podía derrotar a una de esas poderosas criaturas, y el
enorme oso estaba ganando de todos modos. No quería correr por el patio, de
nuevo, porque una de esas cosas podría llegar a él, y con Walker ocupado, no
tendría ninguna oportunidad.
Cayó a cuatro patas y vomitó, cuando Walker destrozo a la cosa. Los huesos
crujían y la carne volaba, mientras Walker aniquilaba a la cosa.
No, no, no. No podía hacer esto. Simplemente no podía. Este mundo era
demasiado insano para quedarse. Miró alrededor del patio y vio que la lucha
estaba menguando, que la mayoría de las criaturas huían, o que había
fragmentos de ellos alrededor. Los lobos y los leopardos les dieron caza. Todos
excepto el lobo, que todavía se paraba sobre Corky.
Se secó la boca, mientras sollozaba. Tan mal como quería alejarse de esta
locura, no podía dejar a Walker. Lo había intentado y fallado. Su corazón no lo 56
dejaba marcharse. Walker lo levantó y lo envolvió con sus brazos. Ignoró el
hecho de que Walker oliera como esas cosas sucias y que acababa de verlo
despedazar una de ellas. Se hundió en el hombre, llorando, mientras Walker lo
tranquilizaba.
—Te tengo, Bailey. Está bien. Está bien, pequeño.
Pero no parecía que lo estuviera. Su universo se había volteado al revés, y
estaba luchando por aferrarse con ambas manos.
—Aléjate de mí, maldito enfermo.
Se volvió, para ver a Corky de pie, alejándose del lobo. Entonces el lobo se
transformó en un hombre. Un hombre muy desnudo y guapo, de cabello oscuro
y penetrantes ojos azules.
—No te atrevas a huir de mí—Gruñó el hombre. ¿No había Walker llamado
a este tipo Jesse?
Corky levantó los puños y fulminó a Jesse. —Trata de morderme de nuevo y
patearé tus nueces, perrito.
—¿Qué diablos? —Susurró. Miró a Walker. —¿Qué está pasando?
Walker tenía los ojos muy abiertos, mientras miraba a la pareja.
—Si Jesse está tratando de morder a tu amigo, entonces los dos deben ser…
—No—Dijo. —¿Corky es el compañero de Jesse?
—Parece que es así—Dijo Walker. —Eso o Corky molesto al alfa.
—¿Alfa? —Tragó saliva. Eso no era bueno.
Corky Se fue a través del patio, con Jesse dándole caza. Trató de alejarse de
Walker, para poder ayudar a su mejor amigo, pero este se negó a dejarlo ir.
—Deja que solucionen esto.
—No—Empujó el pecho de Walker. —Sé lo que pasará si Jesse lo muerde, y
Corky merece una opción.
Walker lo agarró del brazo, antes de que pudiera correr tras ellos.
—¿Crees que hay opciones? Jesse podría estar en forma humana, pero su
lobo está en control ahora mismo. Es la naturaleza, nuestra naturaleza. Un
compañero, es nuestra única oportunidad de tener hijos, nuestra única
oportunidad de felicidad. Siento que te enojes porque no tuviste opciones, pero 57
esto es lo que somos, cómo hemos vivido desde el principio de los tiempos, y
si dejaras de pelear contra esto, verías lo feliz que podría hacerte.
—Pero Corky merece saber en qué se está metiendo.
—Estoy bastante seguro de que le explicaste todo. —Dijo Walker. — Oí parte
de tu conversación en la cocina. Le dijiste que estabas embarazado. Él sabe
sobre el calor de apareamiento, sobre qué sucede cuando un compañero es
mordido.
No sabía que Walker había estado escuchando. ¿Los había oído tramar su
plan para escapar? Si lo hacía, ¿por qué no había intentado detenerlo?
—¿Sólo parte de la conversación?
—Estaba tratando de darte privacidad. Pero no debería haberlo hecho—
Replicó Walker. —Debería haber seguido escuchando. Así, me habría dado
cuenta de que planeabas huir.
El dolor en los ojos grises de Walker, fue como un puñetazo para su intestino.
—Pero cambié de opinión.
—Y te pusiste a ti mismo en peligro.
—¿Cómo diablos iba a saber que esas cosas estaban aquí? —Discutió. —¿Y
qué soy, un prisionero? ¿Me estás diciendo que no puedo salir afuera, que estoy
atrapado en la casa para siempre?
—No estas atrapado. —Walker negó con la cabeza. —Pero si quieres salir,
sería prudente hacerlo a la luz del día y tener siempre a alguien contigo.
Miró hacia la casa de Deloris y Abe. No podía verla desde donde estaba, y se
preguntó si Jesse ya había mordido a Corky. Se sentía como un canalla por
dejarlo con Jesse, cuando se volvió y se dirigió al interior.

Walker estaba de pie bajo el rocío de la ducha, lavando el pelo de su


compañero, mientras intentaba retroceder su ira.
—¿Todavía estás enojado conmigo? —Preguntó Bailey.
—No es el hecho de que entraras en pánico, o que incluso trataras de irte. Me
mentiste, Bailey. Sabías exactamente lo que planeabas, cuando entraste en el
dormitorio de invitados. 58
Sip, todavía estaba enojado. Sentía como si pudieran solucionar cualquier
problema que tuvieran, pero el dibujaba la línea en la mentira. Quería un vínculo
inquebrantable de confianza con Bailey, pero su humano no parecía sentir lo
mismo.
—Puede que estés acostumbrado a estar solo, haciendo las cosas a tu manera,
pero tienes algo más que considerar ahora. —Guió la cabeza de Bailey bajo el
rocío, lavando el champú. —¿Y si te hubiera pasado algo o al cachorro? Pensé
que mi corazón se detendría, cuando golpeaste las ventanas o cuando ese
alimentador intento arrancarte la garganta.
Cerró los ojos, haciendo todo lo que podía para librarse de esas imágenes.
Nunca en su vida había estado más aterrorizado. Si vivía hasta los cien años,
nunca olvidaría el temor paralizante que lo había atravesado.
—Lo siento—Murmuró Bailey. Se volvió y lo miro, y se perdió en esos ojitos
azules. Bailey era su mundo entero, y casi había perdido su mundo, esta noche.
Cuanto más tocaba a su compañero, mientras lo lavaba, más su ira se
escapaba. Estaba más herido que cualquier otra cosa, porque Bailey le hubiera
mentido, pero... maldita sea. No podía quedarse enojado.
Giró a su compañero para enfrentarlo y le tomó la mandíbula. —Dime que
estar conmigo es tan horrible, que arriesgaste tu vida para escapar.
Bailey le miró el pecho. —No puedo.
—¿Por qué? —Quería oír las palabras, necesitaba oírlas. Se sentía como si
estuviera balanceándose en el borde, listo para caer en cualquier momento.
Bailey era su única oportunidad a la felicidad, y estaba desesperado por hacer
lo que fuera necesario para hacer que su compañero viera la razón.
Había crecido con un padre abusivo, que se complacía con el dolor de sus
hijos. Todo lo que había soñado durante años, era encontrar a su pareja,
encontrar la paz, un pedacito de cielo que pudiese reclamar como suyo.
Todos sus hermanos lo habían encontrado, y él quería lo que tenían, alguien
a quien amar y que lo amara, cachorros corriendo bajo sus pies, risas, intimidad
y un lazo tan profundo, que nadie pudiera romper.
—¿Por qué no puedo decirte eso? —Preguntó Bailey. —Porque cuando me
escapé, todo en mí quería regresar al interior, encontrarte y acurrucarme en tus
brazos. Tan enojado y confundido como estaba, no quería dejarte. Sentí como
si mi corazón estuviera siendo arrancado. 59
Tomó los labios de Bailey en un suave, lento, ardiente beso. —Sólo habla
conmigo. —Dijo cuándo se apartó. —Dime qué está pasando por tu cabeza. No
quiero perderte, Bailey. Quiero años de felicidad, cachorros, y alguien que me
ame, más allá de la luna y las estrellas. No creo eso sea tan malo desear.
—No lo es—Bailey cerró la ducha y salió. —Pero no puedes esperar que salte
dentro y acepte este nuevo mundo sin... No lo sé, volverme loco primero.
—Vuélvete loco todo lo que quieras. —Tomó dos toallas del armario y se las
entregó a su compañero. —Pero hazlo en la seguridad de nuestro hogar.
—¿Nuestro hogar? —Bailey dejó de secarse, mientras lo miraba.
—Sí, nuestro hogar. Eres mío, Bailey, y nunca te dejaré. Lucha contra mí
todo, lo que quieras, pero no vuelvas a escapar.
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Bailey. —Nunca he tenido a
nadie que me quisiera tanto.
—Acostúmbrate—Tiró la toalla a un lado y agarró la mano de Bailey.
— Ahora déjame mostrarte, lo mucho que significas para mí.
Capítulo 8

Walker caminó hacia atrás, mientras conducía a su compañero a la cama. El


olor de Bailey le decía que estaba inseguro, incluso asustado. Era por este loco
mundo en el que él vivía. Tenía que serlo, y estaba decidido a mostrarle que las
montañas no eran el lugar duro y violento, que su compañero pensaba que era.
La familia Rising tenía muchos buenos momentos, mucha risa, amor y
lealtad. Estaba seguro de que Bailey podría ser feliz aquí, si sólo su pareja lo
intentaba.
Pero por ahora, quería mostrarle a Bailey lo mucho que el ser humano
significaba para él, para darle a su pareja una razón para querer quedarse. En
vez de poner a Bailey en la cama, se movió más allá y se dirigió hacia el asiento
de la ventana. Se sentó primero, luego a Bailey entre sus piernas. Desde este
ángulo de la casa, no se veían cadáveres ni piezas de criaturas, sólo la nieve, los
bosques y la brillante pálida luna.
—No puedo esperar hasta la primavera—Dijo.—Las montañas parecen
cobrar vida, con vibrantes colores, y el olor... es increíble. Nadamos en el lago, 60
hacemos barbacoa, y hogueras. Es como un mundo totalmente diferente, cuando
la nieve se derrite y la cálida brisa regresa.
—Suena maravilloso—Dijo Bailey. —Pero todavía hay muchas amenazas.
—También hay en el mundo humano—Señaló. —Robos de coches, tiroteos,
allanamientos de casas. Tu mundo es igual de peligroso, Bailey. Pero al menos
aquí, conmigo, estarás protegido.
Pasó la mano por el brazo de Bailey, y este se volvió, presionando su cara
contra su pecho. Continuo acariciándolo, necesitaba tocar a su compañero, oler
su aroma y tomar consuelo de su ligero peso contra él.
—Pensé que podría manejar esto—Dijo Bailey. —Me dije que una aventura
con un tipo rico, no sería tan malo.
Una de sus cejas se alzó. —¿En serio?
Bailey se rió entre dientes. —Sólo estoy siendo honesto.
—¿Y ahora? —Movió su mano del brazo de Bailey a su cadera, deslizando
sus dedos sobre la suave piel de su compañero. Mientras su mano viajaba, la
polla de Bailey se endureció.
—Un alimentador puede arrancarte la garganta.
—Una bala también puede acabar contigo—Dijo. —Lo único que te pido, es
que nos des una oportunidad. Nuestro hijo o hija, está creciendo dentro de ti, y
sé que eso no sólo es aterrador, sino alucinante—Apoyó su mejilla, en el cabello
de Bailey. —Pero tengo la sensación, de que serás un padre increíble.
—No como mi padre. —Dijo Bailey y oyó el tono de tristeza en su voz.
—Tampoco como el mío. —Se sentó allí y le dijo a Bailey sobre la crueldad
de Clarence, su locura, y su muerte. Cuando terminó de hablar, Bailey lo miraba
con horror en sus ojos.
—Mi papá es un verdadero idiota, pero nunca me golpeó.
— ¿Y tu madre? —Preguntó.
—Mi mamá se fue, cuando tenía seis meses. Mi padre me culpó. Creo que es
por eso que se convirtió en un alcohólico, porque no podía superar su partida, o
el hecho de que estaba atrapado criándome. Juega como loco y folla todo lo que
no está clavado al suelo, y siempre me miraba con odio en los ojos.
—Maldición, eso es realmente un fastidio—Dijo. —Quiero decir, ¿cómo 61
demonios culpas a un niño, por una decisión tomada por un adulto? No fue tu
culpa que tu mamá se fuera. Esa era mierda entre tus padres, y tu padre no
debería haber puesto esa culpa en ti.
Bailey resopló. —¿Ambos tenemos padres jodidos y crees que lo podremos
hacer mejor?
—Sé que lo haremos—Lo levantó y ayudó a Bailey a montarse en su regazo.
Pasó las manos por la espalda de este y las apoyó justo encima del culo de su
compañero. —No nos enfoquemos en de dónde venimos, sino a dónde vamos,
¿de acuerdo? Este será un nuevo comienzo para los dos.
Bailey se secó las lágrimas, con las palmas de las manos. —Está bien.
—Dios, pequeño. No llores. Rompe mi maldito corazón, ver esas lágrimas—
Besó cada párpado, luego los labios de Bailey. Eran suaves y calientes mientras
deslizaba su lengua sobre ellos. Cuando Bailey entreabrió sus labios, hundió su
lengua profundamente.
Bailey gimió, y el sonido lo volvió loco. Tiró a Bailey levemente y presionó
la cabeza de su polla contra la entrada de su compañero, permitiendo que su
lubricante natural, relajara sus músculos.
Luego gimió, cuando Bailey bajó lentamente, empalándole el culo en su
polla. El calor y la opresión hicieron que se obligara a no ir rápido, a saborear
el cuerpo de Bailey, a mostrarle que este mundo, era el adecuado para él.
Mientras Bailey tomaba su placer, le agarró las caderas de su compañero,
observando sus magníficos ojos azules y viendo su futuro en ellos. No había
forma de que lo dejara ir. Haría lo que fuera necesario, para hacer feliz a su
compañero.
Lo que sea necesario.
Movió sus manos de las caderas de Bailey para tomar el rostro de su
compañero, atrayéndolo para otro profundo beso. Los dedos de Bailey se
envolvieron en sus hombros, cuando empezó a revotar. Los pequeños ruidos
sexuales que hacía, lo condujeron a la locura. Sus caninos descendieron, pero
Bailey no dejó de besarlo. Él deslizó su lengua sobre los dos puntos, mientras
se movía más rápido, gimiendo y retorciéndose, sus dedos clavándose en su
pecho.
—Eso es, bebé—Dijo, echándose hacia atrás. —Toma lo que necesites de mí.
—Estoy cerca—Bailey gimoteó. Sus piernas se clavaron en sus costados, 62
mientras el sudor se acumulaba en su piel. Acurrucó la mano alrededor de la
erección de su compañero, acariciando la caliente carne.
Bailey echó la cabeza hacia atrás y gritó, su semen chorreando entre ellos.
Gruñó, antes de hundir sus caninos en el hombro de Bailey, profundizando su
vínculo, mientras su pene palpitaba profundamente en el culo de Bailey.
Este se desplomó contra él, acurrucándose contra su pecho, mientras jadeaba.
Envolvió sus brazos alrededor de su compañero, manteniendo a Bailey cerca,
mientras miraba a la luna y a los árboles, disfrutando de la tranquilidad que
había caído sobre la zona. El ataque había terminado, por ahora. Pero quién
sabía cuándo regresarían esas cosas. Se aferró a su compañero, rezando para
que los shifters terminaran con la vida de los alimentadores, que la paz se
restaurara y pudieran volver a sus usuales discusiones, con los otros shifters.
Aunque fuera la última cosa que hiciera, encontraría su escondite y destruiría
a cada alimentador. Se aseguraría de que las montañas fueran un lugar seguro
para que Bailey y él, criaran a sus hijos, incluso si eso lo mataba.
Una semana después del ataque, Clint salió furioso, bajo sus escaleras,
mientras se dirigía a la casa de Deloris y Abe.
—No puedes acampar aquí—Le gruñó al lobo, acurrucado en el porche
delantero de los Russells. —Estás asustando a los conejos.
Jesse cambió a su forma humana y lo miró. —No me voy sin mi compañero,
así que acostúmbrate a que duerma en el porche, hasta que Corky salga.
Estaba más helado que la mierda y Jesse tenía que estar congelándose, pero
ese no era su problema. Tener al alfa de la manada de lobos, significaba que sus
hombres se quedaban cerca. Y eso significaba hostilidad. Dos veces, hasta
ahora, las cosas casi habían llegado a los golpes entre los osos y los lobos.
Se movió más allá de Jesse y se dirigió dentro de la casa de los Russells.
Cerró la puerta y la cerró con llave, antes de que Jesse pudiera seguirlo. Por qué
no estaba cerrado en primer lugar era un misterio, pero tendría que tener una
charla con Abe, sobre mantener las puertas y ventanas aseguradas.
—¿Se ha ido?—Preguntó Deloris, mientras salía de la cocina. Recordó
cuando la vio por primera vez. Ella había llegado a las montañas para proteger
a su hijo, Benny. Los osos habían querido comerse a los shifters conejo, y 63
Deloris tenía un carácter que los desafiaba a intentarlo.
Todavía estaba contento de no haberlo intentado. Venía viéndola como una
figura maternal, y simplemente la adoraba. —No—Meneó la cabeza. — Sabes
tan bien como yo, que no se va a ir sin Corky.
—Entonces dispárale—Dijo Corky, mientras se acercaba por el pasillo y
entraba en la sala de estar. —No voy a ir a ninguna parte con él, y ya sé lo que
pasará, si lo hago. No hay ningún tipo poniendo un bollo en mi horno. De
ninguna manera. De ningún modo. Se puede ir a la mierda—Corky arqueó las
cejas, al mirar a Deloris. —Lo siento, por mi boca sucia.
—Estás perdonado—Le dirigió una severa mirada, que le advirtió que no lo
hiciera de nuevo.
—Además—Dijo Corky. —Me gusta vivir aquí, y mi mejor amigo me va a
necesitar, cuando salga ese bebé de dondequiera que los bebés salgan de los
chicos—Lanzó un pulgar hacia Deloris. —Ella se niega a decirme, y para ser
honesto, yo no quiero saber.
—Entonces, deja de preguntarme—Deloris se giró y se dirigió hacia la
cocina. —Tengo galletas, que necesito sacar del horno.
Miró a Corky. Algo estaba definitivamente mal con el ser humano. En dos
ocasiones, lo había atrapado deslizándose furtivamente hacia el bosque, para
fumar hierba, y dos veces, lo había regañado por tener drogas en sus tierras y
los peligros de entrar en el bosque.
Aunque Corky ignoró sus amenazas, el extraño tipo empezaba a gustarle. Era
hablador, pero divertido. —Tienes que hacer algo acerca de Jesse.
—Lo único que tengo que hacer, es que espere afuera. —Dijo Corky,
mientras se sentaba en el sofá y tomaba el control remoto, de la mesa de café.
—Quiero decir, ¿cuánto tiempo puede estar afuera, antes de convertirse en
una paleta?
Gimió. —Por lo menos, habla con él.
—¿Para que pueda morderme? —Corky negó con la cabeza. —Vi lo rápido
que Walker fue, cuando mordió a Bailey. El maldito fue rápido. No me
arriesgare.
Era como hablar a una pared. Nada de lo que dijo, llego a Corky. Tal vez,
necesitaba que Bailey hablara con su mejor amigo. 64
Valía la pena intentarlo.
Salió por la puerta trasera, para no tener que lidiar con Jesse, pero algo tenía
que cambiar, y pronto, antes de que perdiera la paciencia y despellejara a los
lobos.
Capítulo 9

Después de la enorme batalla la vida se calmó, pero Bailey no se dejó llevar


por la falsa sensación de seguridad. Seguía esperando que esas cosas volvieran
a atacar. Era un manojo de nervios, mientras Walker actuaba como si no hubiera
una amenaza en el bosque.
—Creo que necesitas un poco de aire fresco—Dijo Walker, mientras entraba
en el dormitorio. Estaba acurrucado en una de las tumbonas, mirando la
televisión, con un tazón de palomitas en su regazo.
Las palabras de Walker deberían haberlo animado, pero no quería ir a ninguna
parte, cerca del bosque. —Creo que estoy bien.
Walker balanceo un juego de llaves.
—Estaba hablando de ir a la ciudad. Tenemos poca comida gracias a ti y a
Corky, y...
No le dio la oportunidad de terminar. Dejó el cuenco a un lado y saltó de su
asiento. —Estoy dentro. No me importa si vamos porque necesitas recoger 65
cadáveres. Sólo dame la oportunidad de hacer algo.
Todo lo que llevaba puesto era una camiseta y boxers. Nunca se había vestido
tan rápido en su vida. Se puso los calcetines, los vaqueros y un suéter, antes de
meter los pies en sus zapatillas de tenis.
—Creo que tenemos que ir de compras, algo de ropa de invierno para ti—
Dijo Walker, mientras lo veía vestirse. —Necesitarás un abrigo más grueso,
unas botas y unos pantalones que se expandan junto con tu estómago.
Eso atrajo su atención. —¿Qué, como pantalones de maternidad?—Se
encogió ante la idea de usar pantalones de mujer, con una cinturilla elástica.
Walker se encogió de hombros. —Algunos de los otros compañeros los
llevaban.
—Creo que me quedaré con los pantalones de deporte. —Dijo. De ninguna
manera llevaría ropa de maternidad. Podría estar embarazado, pero todavía era
un hombre.
Walker se echó a reír. —Sólo estaba bromeando. Ningún compañero llevaba
eso. Todos usaban pantalones de deporte, o algo similar.
Entrecerró los ojos, pero por dentro, sonrió al sentido del humor de Walker.
Había transcurrido una semana desde que Corky se había encerrado en casa de
los Russells, y él estaba ansioso y deprimido. Echaba de menos a Corky, pero
su amigo se negaba a salir, mientras Jesse estuviera cerca. Y el alfa no se había
ido demasiado lejos del porche delantero, de Deloris y Abe.
Lo sabía, porque había ido dos veces a hablar con Corky, pero este había
dicho, que cualquiera que tratara de convencerlo de que se fuera con Jesse era
mierda de perro y no quería hablar con ellos. Tal vez, lo intentaría de nuevo
cuando regresaran. Sin embargo, no intentaría que Corky se fuera con Jesse.
Sólo quería pasar el rato. Antes de que llegaran a las montañas, habían sido
inseparables, y no verlo todos los días, lo estaba matando.
—Hey. —Walker se acercó y le tomó la mejilla. —Acabas de ponerte triste.
Dime qué está pasando en tu cabeza.
No estaba demasiado entusiasmado, con el hecho de que Walker pudiera
percibir sus emociones. —Simplemente, extraño a Corky.
Walker lo envolvió en sus brazos. Le encantaba cuando el hombre hacía eso.
Sus fuertes brazos siempre hacían que se sintiera seguro, querido, y también 66
caliente. ¿Qué tipo gay en su sano juicio, no querría una tonelada de músculos
envueltos alrededor de él? Pero si no se alejaba, no saldrían de la casa.
Walker le deslizó la mano por la espalda, luego le tomó el culo. Lo miró, con
puro calor en los ojos.
—Nop. —Se alejó de sus brazos. —No me estés distrayendo. Vamos a dar un
paseo, incluso si tengo que golpear tu cabeza y lanzar tu cuerpo inconsciente a
la parte de atrás de tu camioneta.
Walker lo guiñó un ojo. —Podría hacer que valga la pena.
Estaba bastante seguro de que podría hacerlo, pero necesitaba una dosis de
civilización. Tal vez podría hablar con Walker en ir a la tienda de videojuegos
y conseguirle a Corky un juego nuevo. Eso podría levantar el ánimo de su mejor
amigo. También quería una gran, gorda, grasienta hamburguesa y patatas fritas
y un batido engordante. Su estómago rugió ante la idea.
—Bien, vayamos, entonces—Cuando Walker salió de la casa, lo siguió. Tan
pronto como salieron, quiso correr dentro. La temperatura había descendido y,
con su delgada chaqueta, estaba seguro de que se le iban a congelar sus nueces,
antes de llegar al camión de Walker.
La nieve también cubría el suelo. Sus pies se pusieron fríos, luego de dar unos
pocos pasos, y no ayudó el que caminara más lento que Walker. Siguió mirando
a su alrededor, por los alimentadores, su corazón golpeando violentamente
contra su caja torácica.
Afortunadamente llegaron al claro, sin ser atacados. Se deslizó en el asiento
del pasajero y se estremeció, mientras esperaba que la camioneta se calentara.
—Cinturón de seguridad—Dijo Walker, después de encender la camioneta.
Se sentó, tan emocionado que ya no se preocupaba por lo frío que estaba.
Había estado tan aburrido, que estaba seguro de que dar un paseo por el lago le
habría gustado, aunque el viento helado hubiera matado rápidamente esa
emoción.
Mientras Walker se alejaba, miró alrededor e intentó imaginar cómo sería este
lugar en la primavera, pero con los árboles estériles y la nieve en el suelo, no
estaba teniendo mucho éxito. El viaje por los sinuosos caminos tenía su
estómago en nudos, especialmente cuando Walker condujo a lo largo del
acantilado. Un movimiento erróneo y caerían a sus muertes. No es de extrañar
que la gente no se acercara a las casas de los Rising. Cualquiera estaría loco por 67
tratar de conducir. Bailey no respiro tranquilo, hasta que estuvieron casi en la
parte inferior, a una milla de Grizzly Ridge. Los caminos eran como espaguetis,
retorcidos y girando en diferentes direcciones, pero tan pronto como Walker fue
más allá de la cortina de árboles, vio la ciudad.
—Tenemos que parar primero por gasolina. —Dijo Walker.
No se dio cuenta de que no estaban dirigiéndose a la gasolinera al lado de la
tienda de videos, hasta que Walker entró del lado este de la ciudad.
Hizo una mueca. Grizzly Ridge tenía dos gasolineras, y éste era en el que su
padre trabajaba. Lo último que quería, era encontrarse con su viejo. John
Bradford miraría a Walker y vería el signo dólar. Lo rondaría y trataría de
convencerlo de que le pidiera un préstamo a su "rico" novio.
—¿Vienes?—Preguntó Walker, cuando se detuvo al lado de una de las
bombas y apago el motor.
—Creo que me sentaré aquí—Dijo. Waverly Station tenía muchas más
opciones que solo la estación de gasolina, con la tienda de videojuegos, y a no
le importaría un chocolate caliente, pero no valía la pena encontrarse con su
padre por esa bebida.
Walker salió, puso la manguera en su camioneta, y luego se dirigió al interior.
Se sorprendió de que Walker confiara en él lo suficiente como para dejarlo solo,
pero en realidad, ¿a dónde iría? ¿De vuelta a su patética casa alquilada? Había
perdido varios turnos de trabajo, y estaba bastante seguro de que ya lo habían
despedido.
Tan loco como el mundo de Walker era, no podía imaginarse vivir en ninguna
parte sin él. En menos de dos semanas, se había acostumbrado a estar cerca de
Walker. Le encantaba su sonrisa, el sonido de su risa, la manera masculina en
que olía, y el sexo fuera de serie.
Estaría loco por querer dejar todo eso, para volver a esa lúgubre vida.
Se sobresaltó, cuando alguien llamó a su ventana. Cuando volvió la cabeza,
gimió. Los ojos azules de su padre estaban inyectados de sangre, y parecía que
no se había bañado en un mes. Su barba se había vuelto ridículamente larga, y
su pelo castaño rojizo, estaba casi hasta los hombros.
Parecía un vagabundo.
Cerró los ojos y se volvió, rezando para que su padre se fuera, pero John
volvió a golpear la ventana. —No actúes como si no me vieras. 68
—Has actuado como si no me hubieras visto, toda mi vida. —Gruñó en voz
baja. Se volvió hacia su padre e hizo una mueca. —¿Qué quieres?
—Baja la ventana.
A regañadientes, obedeció. El frío viento azotó el interior de la camioneta,
haciéndole temblar, mientras miraba fijamente a un hombre que debía haberlo
amado y criado, en lugar de hacerle sentir como si su nacimiento hubiera sido
el error más grande en la vida de sus padres.
—¿Qué quieres, John? —Su padre lo había educado, para que lo llamara por
su nombre en lugar de por su título.
—Simplemente hablar. —Su aliento olía a alcohol, haciendo que los pelos de
su nariz se rizaran.
—¿Desde cuándo quieres hablar conmigo? —Se obligó a no gritar. Ya
debería mostrarse indiferente con su padre a estas alturas, pero no lo hacía, y al
igual que cualquier otra vez que vio a su padre, los años de dolor y cólera
afloraron. —La última vez que te vi, dijiste que yo era un vagabundo y
desperdicio de vida.
La triste verdad, era que esas palabras no habían sido las más duras que John
le había dicho a lo largo de los años. Su padre nunca había asistido a ninguno
de sus eventos escolares y ni a su graduación superior, nunca le había comprado
un regalo de cumpleaños o de Navidad, y no le había dicho ni una sola vez que
lo amaba.
El odio con el que siempre lo miraba, se reflejó en sus ojos durante un breve
instante, antes de apartar la mirada. —Sólo quería saber, si tenías unos cuantos
dólares para tu viejo.
Fue entonces, cuando notó que su padre no llevaba su uniforme de trabajo.
Tenía una camisa de franela manchada de aceite y un par de andrajoso vaqueros.
Ni siquiera llevaba abrigo. —¿No acabas de recibir tu pago?
Su padre se encogió de hombros. —Podría haber perdido mi trabajo.
—Porque no pudiste permanecer sobrio el tiempo suficiente, para
mantenerlo—Exclamó. Había estado avergonzado casi toda su vida, porque
todo el mundo en Grizzly Ridge llamaba a su padre el Borracho John. No podía
contar las veces, en que su padre se había presentado en su escuela bebiendo
alcohol y tratando de golpear a cada mujer que trabajaba en la oficina. 69
—No me señales con el dedo—Dijo John bruscamente. —He oído que
perdiste tu trabajo.
Abrió mucho los ojos. —Entonces, ¿por qué me pides dinero?
—Porque—John hizo señas con la mano, hacia la camioneta de Walker, —
parece que tienes un papá rico. Debería pagarme por follar a mi hijo.
Rechinó los dientes, mientras sus músculos temblaban. Empezó a cerrar la
ventana, pero su padre metió la mano en el camión y lo agarró por el frente de
su chaqueta. —¡No te atrevas a actuar como si fueras mejor que yo!
—¡Suéltame! —Empujó a su padre, pero el agarre de John era demasiado
fuerte. Retorció la tela y lo tiró, acercándolo.
—Deberías haber sido una mancha de esperma en las sábanas, muchacho—
Él tiró con más fuerza, como si tratara de arrastrarlo a través de la ventana.
—Eres la razón por la que mi esposa me dejó. ¡Te odiaré hasta el día de tu
muerte!
Gritó, mientras golpeaba la mano de John, tratando de desenrollar sus dedos.
Oyó un gruñido bajo y amenazador. Miró más allá de su padre, para ver a Walker
parado allí, con las puntas de sus caninos expuestos. Walker agarró a John por
la parte de atrás de su franela y lo arrancó de la camioneta. Había tirado tan
fuerte, que John voló hacia atrás y cayó al suelo.
— ¡Voy a demandarte! —Gritó John, mientras se ponía de pie.
Salió de la camioneta y cerró la puerta. —¡Entonces voy a demandarte por
ponerme las manos encima!
Walker se dirigió hacia John, pero lo agarró por el brazo y lo hizo retroceder.
No necesitaba que Walker fuera a la cárcel por matar a su padre. —No lo hagas.
Walker volvió su mirada hacia él. Cuando habló, fue en un susurro áspero.
—Él tocó a mi compañero embarazado. Es una sentencia de muerte.
Corrió delante de Walker y presionó ambas palmas contra su pecho,
impidiéndole seguir adelante. Un coche policía entró en la estación, las luces
parpadeando.
Mierda, mierda y doble mierda. —Cálmate. Los policías están aquí. Guarda 70
esos dientes, antes de que alguien los vea.
Por un momento, no pensó que Walker lo escucharía. Él frunció los labios
contra John, con las manos cerradas en puños. Le presiono su pecho en las
palmas, como si realmente quisiera asesinarlo.
— ¿Hay algún problema aquí? —Preguntó el policía.
Walker retrocedió, las puntas de sus caninos desaparecieron. —Este tipo
atacó a mi novio.
Notó la etiqueta de nombre. Sheriff Connelly. Mierda. Todavía era bastante
nuevo en estos lugares, tras haber tomado el cargo después de la muerte del
sheriff Blake, pero había oído cómo Connelly no soportaba ninguna tontería.
Sin embargo, era un hombre decente y justo. A diferencia del sheriff Blake.
—Es mi padre—Dijo rápidamente. —No quiero presentar cargos. Sólo
quiero irme.
Walker lo miró. — ¿Qué?
Bajó la voz para que sólo Walker lo oyera. —Si presento cargos, tendré que
volver a la ciudad. No quiero volver nunca más aquí.
—Todavía voy a matarlo. —Susurró Walker.
—La bebida hará eso por ti. Es un borracho miserable, Walker. Recibirá su
merecido. —Se estremeció. —Me estoy congelando.
Durante la semana pasada, había estado deseando un trago mientras estaba
en la casa de Walker, pero al mirar a su padre, supo que tenía que romper el
ciclo. Había estado caminando por un camino peligroso antes de que Walker
hubiera entrado en su vida. Vio su futuro de pie delante de él, si no dejaba ir ese
hábito.Walker le dijo al sheriff lo que había sucedido, y Connelly accedió a
llevar a John a la estación, para que pasara la borrachera. Walker sacudió la
mano del sheriff, antes de colgar la manguera y mantener la puerta abierta para
que él entrara.
—Lo siento, pequeño—Dijo Walker. —Lamento que te haya tratado así.
—Curiosamente, no estoy herido por esto. Estoy aliviado de que nunca tenga
que volver a verlo. —Se puso el cinturón, antes de que Walker se apartara de la
gasolinera.
—¿Estás seguro?
71
—Estoy seguro. —Deslizó su mano sobre el asiento y la envolvió con la de
Walker. —Supongo que tenías razón.
— ¿Sobre qué? —Walker salió a la calle y se dirigió hacia la autopista.
—Que si yo nos diera una oportunidad, sería feliz. —Se aseguraría de ser un
padre malditamente mejor, de lo que el suyo había sido. Dado que las
habilidades de crianza de John estaban por el suelo, no sería difícil. Pero se
negaba a centrarse en lo que su padre había dicho y hecho. En cambio, pensó
en una vida con Walker, y la imagen le hizo sonreír.
—Entonces nos dirigiremos a la ciudad, pequeño. Hay un centro comercial
donde podemos conseguirte algo de ropa. —Walker le apretó la mano.
Prácticamente rebotó en su asiento. —¿Vas a malcriarme?
—En cada oportunidad que pueda. —Walker sonrió y su corazón se derritió.
La locura podía llover sobre él en esas montañas, pero no había ninguna
posibilidad en el infierno, de que alguna vez intentara apartarse del lado de
Walker.
Capítulo 10

Walker tuvo que admitir que los últimos dos meses y medio, desde que Bailey
había llegado a las montañas, habían sido los mejores de su vida. Tal vez no al
principio. Bailey no había sido el único lleno de dudas, pero las cosas habían
cambiado, y para mejor. O eso había pensado, hasta que Corky entró en la casa
a través de la sala de estar, dejando nieve por todos lados. El rebotaba entre las
casas, haciendo todo lo posible para mantenerse alejado del radar de Jesse.
Y a este no le gustaba eso, pero a él no le importaba. Sólo quería que Corky
aprendiera a limpiar sus malditos pies.
—Walker te va a matar—Dijo Bailey desde el sofá, aunque estaba a menos
de cinco pies de él. —Eres un cerdo, Corky.
Corky puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá. —Conocías todos mis
malos hábitos, antes de venir aquí. No empieces a quejarte ahora.
—Necesito un mejor sistema de alarma—Gruñó. —Una que mantenga las
plagas afuera. 72
Se levantó y se dirigió a la cocina. Bailey se acercó caminando como un pato,
con las manos apretadas contra la parte baja de la espalda. —¿Por qué te fuiste?
No le importaba cuántas veces veía el vientre hinchado de su compañero.
Todavía le asombraba de que su cachorro creciera dentro de Bailey. Se dirigió
hacia su compañero y colocó su mano sobre el estómago de este. No sólo se
había acercado más a él, sino que no podía imaginar su vida sin él.
—Creo que es hora de dar el siguiente paso.
Bailey parecía confundido. —¿Qué siguiente paso?
Dejó escapar un suspiro y sonrió. —He estado deseando decirte esto durante
un tiempo, pero no estaba seguro de si te asustaría. —Le dio un beso rápido en
los labios. —Te amo.
Las cejas castañas de Bailey se alzaron. —Realmente espero que lo hagas.
Vamos a tener un bebé juntos.
—Dile que lo amas ya—Gritó Corky desde el salón. —Eres un maldito idiota.
Gruñó. Bailey se rió entre dientes. —Lo siento. Sé que esto no es gracioso,
pero ya ves, ya le he dicho a Corky lo que siento por ti. Supongo que necesito
decirte lo que sigue.
A pesar de que se habían llevado bien durante dos meses y medio, habían
compartido momentos íntimos juntos, y estaban conectados en niveles que
nunca había soñado, él todavía estaba un poco nervioso mientras esperaba a que
Bailey continuara.
—Verás, Walker—Bailey le pasó las manos por los brazos. —Desde la noche
que salí por la ventana, he sabido lo profundo que eran mis sentimientos por ti.
Estaba demasiado asustado para admitirlo. —Se inclinó y le dio un beso en la
barba. —Si no te amara, confía en mí, no me habría quedado alrededor después
de toda esa locura.
—Dios, apestas expresándote. —Gritó Corky.
—¡Cállate! —Devolvió el gritó Bailey. —Quédate en el maldito salón y deja
de entrometerte, imbécil.
Ahuecó la mejilla de Bailey. —Di las dos palabras, pequeño.
La sonrisa de Bailey tembló. —Te amo.
Sintió como si su corazón fuera a estallar, mientras deslizaba sus brazos
alrededor de Bailey y lo abrazaba. —Me has hecho el hombre más feliz del 73
planeta.
El fuego se encendió en los ojitos azules de Bailey. Conocía esa mirada.
Anhelaba esa mirada. —Vete, Corky.
—Ustedes dos, tienen que dejar de joder como conejos—Dijo Corky, desde
la sala de estar. —Así es como te metiste en este aprieto, en primer lugar.
— ¿Por qué no vas a ver lo que está haciendo Jesse? —Gritó.
Silencio.
Esperó hasta oír el portazo, antes de arrastrar a Bailey por el pasillo, su
compañero riendo detrás de él.
—Sabes que eso fue malo.
—Lo sacó de aquí—Dijo. —Además, lo siento por Jesse. Ha sido más que
paciente, esperando que Corky recuperara sus sentidos. No estoy seguro de
cuánto tiempo más va a esperar.
—¿Por qué estamos hablando de ellos? —Bailey deslizó la camisa por su
cabeza y la tiró a un lado. Él estaba allí, hipnotizado por la vista ante él. Bailey
era nada menos que impresionante.
Sus ojos se deslizaron desde el rostro de Bailey, por su cuello de cisne, luego
hasta su estómago hinchado y... Sus ojos se abrieron. Justo delante de sus ojos,
la oscura línea de concepción se puso roja.
Bailey le sonreía con el calor en los ojos un segundo, al siguiente sus manos
se dirigieron a su estómago, sus ojos rodando. Él comenzó a caer de rodillas,
mientras aullaba de dolor, pero lo atrapó y ayudó a Bailey a subir a la cama.
—Está bien, no entres en pánico.
—¿No entres en pánico? —Gritó Bailey. —¡Se siente como si me estuvieran
golpeando en el intestino con un martillo!
Lo ayudó a quitarse la ropa, antes de deslizar la manta sobre su mitad inferior.
Arrancó el teléfono de su bolsillo y llamó a Clint. Tan pronto como contestó,
gritó —¡Bailey está a punto de tener el bébe!
Clint se echó a reír. —Tengo que ver eso.
Se dio cuenta de lo que había dicho y gruñó —Sabes a qué me refiero. Trae
tu culo aquí. Llama a los demás, mientras estás en ello.
Dejó el teléfono a un lado y se sentó al borde de la cama. Se sintió indefenso, 74
mientras Bailey hacía una mueca, sus dientes apretados, mientras agarraba su
estómago. —¡Haz que se detenga!
—Solo tenemos que respirar profundo, pequeño.
—¿Tenemos?—Bailey lo miró como si hubiera perdido la cabeza. —Yo soy
el que está a punto de tener un bebé. No hay un tenemos.
Saltó y corrió al baño, casi chocando con la puerta cerrada. Se detuvo, respiró
hondo, luego giró la perilla antes de entrar. Se frotó las manos y los brazos,
luego tomó una toalla del armario y la mojó, antes de regresar rápidamente con
Bailey.
El sudor ya se había reunido en la frente de Bailey. Le limpió la cara de su
compañero. —¿Cómo te sientes?
—Adolorido—Gimoteó Bailey. —Mierda, esto duele tanto.
Acomodó las almohadas. No sabía qué más hacer. Su compañero estaba en
agonía y no podía hacer una maldita cosa al respecto. Su mirada seguía
rebotando entre el rostro de Bailey y su estómago. La línea de parto se abría
lentamente.
Había estado emocionado por este momento, durante meses. Ahora que había
llegado la hora, y se sentía mareado. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no podía sacar
a su cachorro? ¿Qué tal si realmente apestaba siendo padre? Tantas dudas
corrían por su mente, que un dolor de cabeza comenzó a golpear en la parte
posterior de su cráneo.
Bailey agarró su mano, apretándola. —Lo puedo ver en tus ojos. No te atrevas
a volverte loco conmigo. Necesito que seas el sensato aquí.
Asintió, tragando a través de su garganta seca. —Lo tengo.
Deloris fue la primera en entrar en el dormitorio. Echó un vistazo al estómago
de Bailey y sonrió. —Estaré aquí, si me necesitas.
Nunca había estado tan agradecido, de que tuvieran una enfermera viviendo
entre ellos. Ojalá no estropeara esto, pero si lo hacía, por lo menos un
profesional estaba aquí de pie.
Uno a uno sus hermanos, sus compañeros y sus hijos se reunieron en su
dormitorio. Sabiendo que tenía allí a su familia, sus hermanos que siempre
habían estado allí para él, ayudaron a aliviar su ansiedad.
75
Bobby Ray y Wade podían haber sido los hijos favoritos de su padre para
abusar, pero él era el más joven, y aunque había hecho todo lo posible para
evitar la mano abusiva de Clarence, no se había escapado de ella. Pero cada uno
de sus hermanos lo había protegido, y ahora estaban allí, para presenciar el
nacimiento de su hijo.
Sintió un amor y un orgullo tan abrumador en la habitación, cuando se volvió
hacia Bailey. —Vamos a tener a este cachorro, pequeño.
Bailey asintió con la cabeza. Olio el miedo de su compañero, mientras seguía
apretándole la mano.
—¡Oh, Dios mío! —Corky entró en la habitación, con sus ojos color avellana
bien abiertos.
—Tranquilo—Clint gruñó.
—Estoy demasiado sobrio para esto. —Corky parecía a punto de vomitar,
mientras miraba el estómago de Bailey.
Sabía a ciencia cierta, que Corky había dejado de fumar esa mierda desde
hace unos dos meses. Por un lado, se había quedado sin su suministro, y nadie
había estado dispuesto a llevarlo a Grizzly Ridge para obtener más.
Dos, Jesse había amenazado con romper la puerta de Deloris y arrastrar a
Corky pateando y gritando de la casa, si tocaba esas cosas de nuevo. No estaba
seguro de si la amenaza fue la responsable, o el hecho de que Corky no pudiera
poner sus manos en más de esas cosas, pero había estado viviendo limpio
durante ocho semanas.
El grito de Bailey lo sacó de sus pensamientos. Miró el estómago de su
compañero, mientras su corazón golpeaba sus costillas. La línea se había abierto
aún más.
—Es el momento—Dijo Deloris, mientras le apoyaba una mano en el
hombro. —Agarra a tu cachorro.
Soltando un largo suspiro, asintió. Deslizó sus manos dentro del estómago de
Bailey y sintió la cabeza de su hijo o hija. Corky golpeo una mano contra su
boca y corrió al baño. Lo ignoró, mientras movía una mano bajo el trasero de
su cachorro, el otro detrás de su cabeza, luego empezó a sacarlo.
Cuando Bailey empezó a gritar y temblar, Clint lo mantuvo inmóvil desde
sus hombros. Benny se movió hasta el final de la cama y agarró los tobillos de
Bailey. Elijah se movió al lado de la cama y agarró la mano de Bailey. 76
—Solo respira—Dijo Elijah. —Pronto terminará.
Estabilizó su respiración, moviéndose tan lentamente que los segundos
parecían horas. No quería cometer ningún error.
—Lo estás haciendo muy bien—Dijo Deloris, con voz tranquilizadora.
—Lento y constante, Walker. Eso es todo.
Bailey no era el único que sudaba. El latido de su corazón, todavía no había
vuelto a la normalidad. Las lágrimas se juntaron en sus ojos, cuando la cabeza
del cachorro emergió. Una vez que los hombros estuvieron despejados, la
extracción del cachorro fue bastante rápida.
—Déjalo en la cama—Dijo Deloris, con un firme tono.
No tenía ni idea, de por qué sonaba tan urgente. Luego se dio cuenta de lo
azul que estaba el cachorro. El miedo lo congeló. Tenía a su hijo en sus manos,
y el cachorro no se movía.
—Acuéstalo—Dijo Deloris, en un tono más firme.
Dejó al bebé en las sábanas y Deloris lo apartó del camino. Ella masajeó el
diminuto pecho, volvió al cachorro y dio unas palmaditas en la pequeña espalda.
No respiró en todo ese tiempo. Se quedó allí, con el corazón en la garganta.
—¿Qué pasa?—Preguntó Bailey. Trató de sentarse, pero Clint todavía
sostenía sus hombros y lo obligó a permanecer en su posición boca arriba.
— ¿Qué pasa? —Gritó Bailey.
Corky salió del cuarto de baño, corriendo al lado de la cama.
—Nada está mal—Le pasó una mano por el cabello de Bailey. —Lo prometo.
Apartó a Corky del camino y tiró a Bailey entre sus brazos. No estaba seguro
de lo que pasaría, pero si las cosas se volvían malas, quería darle todo el apoyo
que necesitaba. Aunque sentía como si todo su mundo se desmoronaría, si su
cachorro no empezara a respirar pronto.
Entonces, el llanto del recién nacido llenó la habitación. Las lágrimas cayeron
de sus ojos, mientras abrazaba a Bailey con fuerza. —Ves, nada está mal,
pequeño.
Había estado tan aterrorizado, que no había mirado para ver si tenía un hijo 77
o una hija. Se volvió y recogió el cachorro de las sábanas, mientras Deloris
retrocedía, y le presentó al recién nacido a Bailey.
Sonrió, mientras las lágrimas seguían fluyendo.
—Tenemos una hija, pequeño.
No era el único que lloraba. Gruesas lágrimas rodaban por el rostro de Bailey,
mientras extendía sus brazos. Los aplausos sonaron, y más de un hermano, le
dio palmadas en la espalda.
—Nunca tuve la menor duda—Dijo Wade.
—Es hermosa—Dijo Bobby Ray.
—Lo hiciste bien. —Clint le dio un rápido abrazo. —Pero el susto, no va a
salvarte de que te pateemos el culo esta noche.
—¡Fiesta esta noche! —Duane se rió entre dientes.
—Ella es guapa, hermano pequeño. —Trigger le apretó los hombros.
Se sentó en la cama y pasó su mano por el cabello de Bailey. —Nosotros lo
hicimos muy bien, pequeño. —Presionó un beso a la cabeza de Bailey. —Te
amo.
Mientras este arropaba a su hija en sus brazos, le sonrió con cansancio en sus
ojos. —Yo también te amo.
—Eso no fue tan malo. —Dijo Corky detrás suyo. —Me había imaginado tu
estómago estallando y tripas por toda la pared.
Se giró e hizo una mueca. —Realmente, necesitas dejar de jugar esos juegos
de zombis.
—¿Cómo se llama? —Preguntó Corky, ignorando su comentario.
Bailey y él se miraron. No habían dicho nada acerca de nombres, porque
querían que fuera una sorpresa, en este caso el cachorro resultó ser una niña.
Con una sonrisa llena de orgullo, dijo —Victoria.
Había sido el nombre de su madre.
La habitación se quedó en silencio. Sus hermanos miraron hacia él. Clint
sonrió cálidamente y asintió. —A mamá le habría gustado eso.
Bailey y él pasaron el resto del día conociendo a su hija, prodigándola con
todo el amor que tenían.
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Más tarde, esa noche, los hombres Rising se aferraron a su tradición y
construyeron una hoguera. La música rock sonó, y cada uno tomó un turno
tratando de superarlo en una pelea.
La vida en las montañas no era fácil, pero valía la pena. Todos los Hombres
Rising finalmente habían encontrado sus propios pequeños trozos de cielo, y la
vida no podía ser más perfecta que eso.

Fin
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen ama escribir sobre algo imperfecto, pero adorable. También ama
a un héroe que puede ver más allá de todas las asperezas, para encontrar el
brillante diamante de un corazón hermoso.
La puedes encontrar, cualquier día, acurrucada con su portátil y una taza de
café caliente, dejando que el siguiente conjunto de personajes, cuenten su
historia.

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CREDITOS

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