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MOMENTO V

PROCESO DE IMPLEMENTACIÓN Y FUNDACIÓN DE LA HACIENDA


AZUCARERA EN SAN JOSÉ DE CARUPANO MUNICIPIO SAN FELIPE
DEL ESTADO YARACUY.

La cañicultura venezolana ha sido muy distinta en lo que respecta a otros


países, ya que, en lugar de grandes plantaciones, aquí proliferaron inicialmente las
haciendas papelonearas, productoras de aguardiente y ron. De allí que los agricultores
tuvieron que crear sus propias prácticas de campo y adoptar algunas de otros países
azucareros especialmente de las Antillas.
Así pues, la mayoría de las haciendas cañeras, estaban ubicados en los valles
angostos, en las vegas y muy próximas a los ríos, de los cuales tomaban agua para el
riego, los lotes de cañas o porciones de las haciendas se llaman tablones y
generalmente tenían un área de seis mil metros cuadrados (6.000 m2), que era la
capacidad de molienda de un día para el otro, hoy son más grades, el agua para el
riego provenía de los ríos y era captada en lo que se llaman las tomas, estas son
cuidadas por los dueños de las haciendas por la gran importancia que son para la
producción de caña de azúcar.
La modernización de la industria azucarera venezolana se ha caracterizado por
su extrema lentitud. En las últimas décadas del siglo XIX subsistían todavía métodos
de producción originarios, con el predominio de trapiches que empleaban fuerza
hidráulica, mientras que el uso de las máquinas de vapor era poco frecuente en
muchas regiones del país (Rodríguez, 1986). Asimismo, el estancamiento de la
actividad azucarera a lo largo del siglo XIX se inscribía dentro de la crisis general de
la agricultura, ocasionada por la incidencia de distintos factores: la insuficiencia de
capitales, el reducido tamaño del mercado interno, la escasez de mano de obra y las
dificultades del transporte.
La Industria azucarera en la región centro-occidental del país no escapó de la
anterior situación, pues unían los problemas derivados de la inestabilidad política y la
consiguiente falta de confianza para la inversión. A inicios del siglo XX, los primeros
signos de transformación de la industria azucarera se manifestaron en la región
zuliana, donde se había desarrollado una intensa dinámica comercial gracias a las
exportaciones de café.
En ese contexto, se conformó un poderoso núcleo mercantil regional, de
origen extranjero en su mayor parte, que emprendió la modernización de la
explotación azucarera mediante la instalación de centrales, que tenían una mayor
capacidad de molienda de caña y, por tanto, estaban en condiciones de elaborar
volúmenes superiores de azúcar con elevados rendimientos; tal caso en 1912 se
constituyó en el Zulia la C.A. Central Azucarero, que puede ser considerada la
primera experiencia en este tipo de factorías, también se estableció al año siguiente la
firma Venezuela Sugar Company, que en 1920 pasó a denominarse Central
Venezuela, por otro lado en 1913 se funda el Central Tacarigua (Carabobo), y así
posteriormente van creciendo los centrales azucareros en varios estados del país.
La primera experiencia exitosa en la región centro occidental fue la fundación
en 1946 del Central Matilde, el resultado de las inversiones realizadas por Jesús
Azqueta, de origen cubano, quien adquirió una hacienda de 7.000 hectáreas
denominada: Los Calderones, al sur de Chivacoa (Yaracuy). En virtud, en el estado
Yaracuy y Lara las tierras fueron muy productivas para lo cometido, que fue la
producción de caña de azúcar, además de eso el sistema hidrográfico fue otro factor
importante en ello; por ejemplo, los riegos de las siembras fueron conducidos por
canales de tierras de gran capacidad que son utilizados en la gran mayoría de las
haciendas de los estados antes mencionados.
De tal manera, en las haciendas de Yaracuy al igual que el resto del país, la
marcha total de la explotación dependía del trapiche, pues si se dañaba no se podía
cortar la caña, la parte vital del trapiche era el molino generalmente de tres masas y
una quebradora el cual era movido por fuerza hidráulica la cual con el pasar del
tiempo fue sustituida por la maquina a vapor y los modernos motores diésel.
Igualmente, se ha mención que el sistema de riego utilizado en las haciendas
se aplica al suelo por surcos trazado por los obreros y los bueyes, el cual son
conocidos como los “Gañan”, orientados por las estacas plantadas por el caporal de
riego que a su parecer tenía un nivel en su vista, las variedades de caña que eran
sembradas en estos surcos no eras muchas, las cuales provenían de puerto rico,
trinidad, y de cuba, la cuales era especiales para la elaboración de panela del papelón,
la cual fue llamada la caraqueña o cotiza, con el paso del tiempo en java se produjo
una semilla de caña de azúcar, la cual tuvo una gran aceptación en la gran mayoría de
los países productores de caña, esta llegó a costar hasta un dólar la yema (retoño), ya
que resultó inmune a los mosquitos, de ahí que así todas las variedades que se tiene
hoy tiene algo de esa semilla, pero la calidad de su jugo era especial para la
preparación de papalón fino.
Ahora bien, los espacios geográficos que ocuparon los primeros habitantes de
la comunidad de san José de Carúpano del Municipio San Felipe Estado Yaracuy,
fueron bendecidas porque sus tierras son actas para diferentes actividades
económicas, gracias a esto se fueron fundando aquellas pequeñas plantaciones
(conucos), que servían para sembrar todo tipo de rubro entre los más destacados
tenemos el plátano, ocumo auyama, cambures, cacao y la caña de azúcar.
De esta manera aquellos primeros pobladores fueron llevando el sustento a sus
humildes hogares. Para los años de 1940, aproximadamente la comunidad presenta un
proceso de cambio ya que hace presencia el señor Antonio cabré de origen cubano
con la finalidad de poner en marcha un gran proyecto como era fundar una hacienda
que se iba a dedicar a cultivo de caña de azúcar y todos sus derivados. De acuerdo a
ello, Camacaro, L. (2002) manifiesta que:

“Hay también estaba la central azucarera, la fundo Don Antonio Cabrec,


cubano, hay en ese central no refinaban sacaban era azúcar morena, la
refinaban en Matilde, Chivacoa, bueno Don Antonio Cabrec compra San
José no el caserío, las tierras, siembra allí caña y cría ganado…”
(Entrevista, 2022)
Al mismo tiempo, afirma que: “el central lo funda el señor ese y a raíz de
eso empieza a crecer el caserío, empieza a formarse el caserío de San José
como tal…” (entrevista 2022). Por su parte también hace mención a que:

“ese central tenía 942 hectáreas que ahora están perdidas, el compro ese
lote de tierras completo, lo primero que el compro fue lo que llamaron
“Quintana” por donde está la barranca amarilla como hasta la mitad, hasta
la quebrada del Carúpano de allí para abajo lo fundaron la gente del
Matilde que fue lo que posteriormente lo compró, bueno y Carúpano y
Carachico eso lo fundaron los cubanos, y compraron parte de terrenos
donde estaba la ganadería, los cubanos eran Antonio Cabrec y Pilo
Azqueta, quien era el accionista mayor del Central Matilde en Chivacoa,
ese central lo funda me imagino que para los años 40, si porque las
familias que fueron las autóctonas de San José, la familia de los Blanco,
los Sanabria, los Lovetos, ellos no vivían en el caserío, ellos llegaron al
caserío cuando comienza a funcionar el central…” (Entrevista, 2022).

Es de esta manera que comienza a comprar todas esas pequeñas parcelas


(conucos), con el objetivo de aglomerar tierras con la finalidad de dar inicio a la
fundación de su hacienda que se iba a comenzar con el cultivo de caña de azúcar, esto
era algo nuevo para los habitantes de comunidad, ya que a pesar que cultivaban y
conocían este rubro no contaban con la experiencia de cultivar a gran escala. De esta
manera, se le da inicio al proceso de formación de la hacienda azucarera de san José
de Carúpano, haciendo una gran inversión de capitales con el objetivo fundamental de
poner en marcha el proyecto.
Es de hacer notar que las diferentes actividades agrícolas que se dieron en
estas pequeñas parcelas (conucos), pasaron hacer unas grandes extensiones de tierras
con su destino ya planificado que era el cultivo y producción de caña de azúcar. Esta
nueva actividad económica que comenzó en la comunidad vino a dar una pequeña
revolución ya que a pesar que los habitantes conocían de la caña no estaban
acostumbrados a todo aquel proceso de preparación de la tierra, cultivo, cosecha,
zabra y productos terminados que brindaba estas varas que producían miel sin
necesidad de abejas dicho en una oportunidad por unos de hombres más grades de la
historia como lo era el gran Alejandro Magno.
Así pues, comienza el proceso de fundación de esta hacienda azucarera y la
implementación de la producción de la caña de azúcar en la comunidad de San José
de Carúpano; fue tanto impacto económico que tuvo esta hacienda que las personas
que hacían vida dentro de esta comunidad no dieron basto a las diferentes fuentes o
puestos de trabajo que originó esta actividad económica, a tal punto que los
administradores de la hacienda se vieron en la necesidad de buscar en otras latitudes
como por ejemplo en estado Lara, Falcón, portuguesa y hasta del vecino país
Colombia llegaron familias completas a trabajar en estas tierras y a la fuerte tarea que
significa la producción de caña de azúcar.
Al respecto Tovar, T. (2022), expresa que:

“esa era la fuente principal de trabajo de esta comunidad, la gente no se


alcanza para trabajar allí, aquí traían mire cuatro gandolas llenas de
personal de afuera de donde es los chucos de Guama, los coloraos, la
parte de Chivacoa, San Pablo, traían a toda esa gente, hasta de Campo
Nuevo, de todas esas partes” (Entrevista, 2022)

Asimismo, Cordero, J. (2022), menciona que:

“Yo llego aquí a Yaracuy y aquí a San José más menos como en los años
50, yo vengo del estado Lara, me vine aquí buscando una mejor vida,
porque aquí había mucho movimiento laboral cuando en ese tiempo
estaba el Central Azucarero, allí trabajaba todo el mundo de esta
comunidad tanto hombres y mujeres” (Entrevista, 2022).

Por su parte, Camacaro, L (2022), hace referencia que

“venia una cuadrilla de campo nuevo, una cuadrilla de Guama, una de


San Pablo, y la otra de donde llaman Faldiquera, bueno eso era una fuente
de trabajo del estado, por lo menos esas gandolas como uno le decía
traían mínimo 350 personas a cortar caña diario más la gente del caserío y
los que traían del central Venezuela del Zulia, gente de las Guajiras…”
(Entrevista, 2022).

Continuando con este mismo orden de ideas, la hacienda azucarera


encantándose en su máximo nivel de producción comienza a realizar visiones a futuro
que les iba a permitir consolidar más en cuanto al campo comercial, la producción y
la distribución de este importante rubro que se volvió fundamental en las dietas de los
hogares y la industrias. Es por ello que comienza un nuevo proyecto como era la
fabricación de un pequeño central que se iba a dedicar a procesar toda la caña
producida bajo el ardiente sol y en las plantaciones de caña de azúcar.
Por lo que fue de esta manera, que se pasó a la modernización e
industrialización de la producción de caña de azúcar y sus productos terminados
como lo era el guarapo, panela y el azúcar (morena) y sin refinación ya que para ese
tiempo histórico no se contaba con la tecnología. Ya puesto en marcha el nuevo
proyecto de embardara como fue plantación del pequeño central trajo consigo
consecuencias que dentro de la hacienda y la comunidad no existirá un personal
capacitado para poner en marcha en central, lo cual se tuvo que buscar mano de obra
capacitada y profesional que se encargara de todo el funcionamiento y el sistema
operativo del central.

Figura. Maquinarias que fueron utilizadas para la molienda de la caña de


azúcar en la Hacienda Azucarera de San José de Carúpano.
Fuente: Arteaga Eduardo (2022)

Fuente: Arteaga Eduardo (2022)

Cabe destacar que el dueño de hacienda hizo una gran inversión de capitales y
estaba claro de la importancia que tenía la producción de caña de azucara a nivel
comercial ya que era un rubro que paso hacer deseable para el consumo humano y
para la industria, la hacienda tuvo tanto impacto económico en esta comunidad y por
ende a nivel regional, se convirtió en una fuente de empleo significativa y un lugar
sumamente productivo.
Aunado al hecho, esta hacienda azucarera fue una de escuela para todo aquel
que allí laboró, debido a que existían diferentes actividades que permitieron a las
nuevas generaciones ponerlas en prácticas como por ejemplo todo lo relacionado a la
preparación de la tierra, cultivo, mantenimiento y producción de caña, a su vez la
práctica y conducción de las maquinarias utilizadas como lo son las jaibas,
remolques y tractores que eran utilizados para la arrime de la caña que estaba lista
para llevar al proceso de molienda y de esta manera obtener los productos terminados
como lo eran el guarapo y la azúcar moscabada que era la que se obtenía para la
época.
Como complemento, Camacaro, L. (2022), comenta que:
“el que no trabajaba en la hacienda trabaja de herrero, mecánico, pero de
la misma empresa, ellos tenían su propio taller, con dos mecánicos cuatro
o cinco ayudantes, hay mucha gente aprendió, Joseito Travieso es el
herrero de San José y el aprendió fue ahí, eso fue como una escuela, y
muchos tractoristas aprendieron fue en la hacienda a manejar y trabajar
con los equipos y maquinarias agrícolas” (Entrevista, 2022).

Es de señalar, que a partir de la década de los cincuenta, se produjo un gran


cambio en el ámbito cañero ya que se inicia en Venezuela la instalación de varias
fábricas de azúcar por parte del sector privado. Las haciendas papelonearas, se
resistían a desaparecer al menos en el centro de país, pero no era posible continuar sin
participar de los grandes adelantos ocurridos, tanto en campo como en fábricas ahora
en lugar de moler sus propias cañas, los cañicultores las remitían a los centrales
azucareros.
Para tal efecto, esta transformación tampoco ocurrió como en otros países, los
nuevos centrales compraron tierras, si no que prefirieron comprar caña, los centrales
azucareros que existían mejoraron sus sistemas de fabricación de azúcar, para poder
subsistir en un mercado que no pronto empezó a tener excedentes de azúcar. En el
campo los cambios que se operaron fueron muy grandes y fue necesario establecer
programas de siembra, ya que había que adaptarse para poder tener caña de corte,
para cuando se podía moler que es durante la estación seca, cundo la caña alcanzaba
la mayor concentración del azúcar y puede sacarse de los tablones sin dañar las cepas,
a esta época se le conoce como zafra.
No obstante, la hacienda San José de Carúpano no escapo de la anterior
situación, sus dueños implementaron nuevos cambios y procesos en la producción de
la caña de azúcar, lo cual conllevo a grandes producciones y convertirse en un
pequeño centro azucarero importante para el Central Matilde que funcionaba en el
estado y otros cercanos al estado Lara, pues sus grandes producciones eran llevadas a
tales centrales para su proceso industrial y obtención de la azúcar refinada.
Mientras tanto, para finales de 1949, se inicia en Venezuela el renacimiento de
la industria azucarera y con la llegada de los centrales azucareros, llego también la
moderna tecnología de fabricación, ya que la mayoría de los centrales eran nuevos y
solo algunos estados operando anteriormente. Entre las innovaciones que se
introdujeron, fue que se instaló una refinería, de tal manera que en lugar de producir
azúcar morena o moscabada que es la que se produce y se consume en otros países
productores de azúcar, los centrales venezolanos han llegado al máximo nivel de
perfección tecnológica en cuanto a la refinación de la azúcar, como lo fue el caso del
Central Matilde en Chivacoa estado Yaracuy, teniendo como productor de caña,
papelón, aguardiente y azúcar morena al pequeño central ubicado en la comunidad de
San José de Carúpano.
En cuanto a la fabricación del azúcar fue necesario de un personal técnico
muy especializado, así como obreros especializados en toda la técnica de la ingeniería
química. En los centrales existen dos épocas de trabajo llamadas las moliendas o
zafras y el tiempo muerto que en realidad no tiene nada de muerto, pues si bien, no se
muele, se aprovecha para desmontar prácticamente todo el central, especialmente sus
partes móviles para revisar y hacer reparaciones y modificaciones; para lo cual en el
central azucarero de San José de Carúpano también se aplicó este proceso en la época
llamada muerta.
En este sentido, ya plantada y trabajando al máximo nivel de explotación del
cultivo de la caña de azúcar el pequeño central azucarero de San José de Carúpano,
con un personal acto y capacitado en cuanto a la preparación del suelo, cultivo y
preparación técnica en espera para la cosecha o zafra, los dirigentes de esta hacienda,
dan un paso más al proceso de modernización e industrialización de la hacienda la
cual solamente no se iba a encargar de producir la caña sino también de procesar la
caña para obtener los productos terminados como lo eran el guarapo y la preparación
del azúcar.
De esta manera comienza a dar los primeros pasos para la instalación del
pequeño central que venía a modernizar, industrializar y afianzar la hacienda ya que
iba a dar un paso muy importante para la el crecimiento de la misma, de la comunidad
y el estado en general, debido a que se podía contar no solo con guarapo para la
fabricación de panela de papelón, sino también con el azúcar morena que tenía gran
demanda en los hogares, e importancia para la distribución de la producción en las
industrias encargadas de la fabricación de alimentos con azúcar.
Este cambio tecnológico en la hacienda fue de gran impacto ya que fue
necesario buscar una mano de obra calificada la cual no contaba la hacienda ni en la
comunidad, buscar maquinaria y tecnología; de esta manera la hacienda comienza
con este proceso de gran relevancia para la industria y el mercado comercial de este
producto, teniendo un auge económico importante y determinantes en las actividades
socioeconómicas de la comunidad de San José de Carúpano del Municipio San Felipe
Estado Yaracuy, y así pues consolido en su momento su implantación y crecimiento
en dicha comunidad.
La Forma De Trabajo Y Su Fuerza Productiva En La Central Azucarera De
San José De Carúpano Municipio San Felipe Del Estado Yaracuy

Buscar material teórico sobre la fuerza productiva según autores

Explicar la fuerza productiva de sus orígenes en el mundo, Venezuela,


Yaracuy y san José Carúpano
forma de trabajo en el central azucarero de san José
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Existieron nexos directos entre la esclavitud y el azúcar desde 1493, cuando


Cristóbal Colón trajo consigo los primeros negros africanos como esclavos e
introdujo la caña de azúcar, que se sembró en la isla de La Española. Así comenzó el
matrimonio entre esclavitud y azúcar. Ese modelo prefería islas para construir
plantaciones-una especie de campos de concentración-, exterminó a las poblaciones
indígenas e introdujo esclavos negros, fomentó la mono producción, configuró
extensos circuitos de tipo geográfico (por la “separación espacial de las zonas de
aprovisionamiento de esclavos, de producción de azúcar y de consumo”. En suma, en
ese modelo emergió un “carácter precozmente capitalista de la producción”
(Coquery-Vidrovitch/Mesnard, 2015: 109).
El comercio de esclavos creció después de 1680, ya que más de 10 millones
fueron traídos entre 1700 y 1850, a un ritmo anual de 70 mil (ibíd.: 117), motivado
por el auge en la producción de azúcar. Los negros traídos de África eran raptados
jóvenes y su tiempo de vida, después de ser raptados, era de siete años. Los esclavos
eran medios de producción, que se evaluaban a partir de tres variables: el precio de la
compra, las horas diarias de trabajo y la esperanza de vida estimada, desde el
momento en que los incorporaban a la producción.
En las “islas del azúcar” emergió una aberrante estructura demográfica, con
pocas mujeres, niños y ancianos, porque “eran cárceles productoras de azúcar, donde
no hay relaciones familiares y perviven aberrantes módulos de comportamiento
sexual. La subsistencia de una economía basada en una estructura demográfica de
este tipo exigía la entrada libre e ilimitada de los africanos” (Moreno Fraginals, 2001:
333).
Los esclavos y el azúcar fueron importantes en el desarrollo del capitalismo en
algunos lugares de Europa, puesto que traficantes de carne humana en ese continente
se beneficiaron directamente con el “comercio triangular”, que se iniciaba en las islas
del Caribe. Luego de la zafra y de refinar el azúcar esta se cargaba en las bodegas de
los barcos, con destino a Londres, Ámsterdam, París, y allí se intercambiaba por
productos manufacturados y baratijas, que se llevaban a la costa occidental de África,
donde se cambiaban por esclavos, y de regreso se completaba el triángulo con el
retorno a las islas del Caribe, lugar en donde se vendían los esclavos.
En la travesía por el Atlántico murieron miles de africanos, porque el tráfico
triangular era un comercio sangriento. La mercancía principal de estos dos triángulos
estaba constituida por cargamentos humanos de esclavos. Para obtenerlos se
embarcaban productos al África con los que se intercambiaban, luego los esclavos en
América creaban riqueza, materializada en mercancías diversas (como productos
agrícolas, incluido el azúcar), que se iban hacia Inglaterra, donde se consumían esos
productos. Los bienes manufacturados por los ingleses (ropas, herramientas,
instrumentos de tortura) eran consumidos por los esclavos, “quienes a su vez eran
consumidos en la creación de riqueza” (Mintz, 1996: 76-77).
Las plantaciones azucareras del Caribe precisaban de esclavos, cuya oferta no
era suficiente, por su gran mortalidad, siendo necesario recurrir a nuevos trabajadores
traídos de África. Los propietarios proporcionaban el capital y el equipamiento,
empleaban capataces para que vigilaran a los esclavos, determinaban las jornadas y
condiciones de trabajo, así como los castigos. Las plantaciones abastecían mercados
lejanos (principalmente en Europa), con materias primas que satisfacían la creciente
demanda de los consumidores, con lo que se alcanzaban las ganancias para los
propietarios. El control político de las plantaciones se localizaba en Inglaterra,
Holanda, Francia, Portugal y España.
La plantación de azúcar necesitaba tres veces el número de esclavos y de
ganado que se requería en una plantación de otro producto (algodón, por ejemplo),
pero también generaba más ganancias. Esto se manifestaba en el lujo, el derroche y la
ostentación de que hacían gala los dueños de las plantaciones, hasta el punto que ese
propietario absentista tenía “suficiente azúcar y ron para hacer ponche con toda el
agua del Támesis” (Williams, 2009: 219). Era imprescindible garantizar el flujo de
esclavos negros desde África, para mantener esos niveles de ganancia, que
alcanzaban un 70 por ciento, con respecto a la inversión inicial.
En una plantación se sembraba caña y se manufacturaba azúcar. Se utilizaban
máquinas rudimentarias y técnicas de producción poco mecanizadas, que se reducían
a un molino vertical, movido por agua, viento, o por animales, donde se cocinaba el
producto a fuego directo, en calderas al aire libre.
Cabe destacar que cuando saboreamos una deliciosa bebida o un exquisito
platillo, jamás pensamos que el azúcar que contiene es fruto del esfuerzo tesonero, de
la fe ilimitada y de la voluntad creadora de unos cuantos miles de hombres esparcidos
a lo largo y ancho del territorio nacional, desde el campesino que siembra la caña
después del arado interminablemente el suelo hasta el obrero que con su maravillosa
precisión adaptas sus movimientos al ritmo de la tolva, hay un sinnúmero de personas
cuyo entusiasmo y coraje han hecho posible este milagro.
El hombre que se hace referencia es básicamente un hombre dedicado a su
trabajo, su ritmo lo impone la actividad misma que ha escogido. El agricultor, cuyas
tierras deben ser preparadas para el cultivo en determinada época del año, los
corteros, que esperan la maduración de la caña para cortarla dentro de un periodo
preciso, los cargueros, que recogen en burros o camiones para su transporte, los
hombres que ejecutan y supervisan su procesamiento, las mujeres que elaboran
granjerías y los que llevan la carga administrativa, todos deben dar lo mejor de cada
uno, su dedicación absoluta su esfuerzo permanente.
Cuando se habla de los pequeños trapiches, numerosos aun, los cuales la caña
llega en desvencijados camioncitos, jeep e incluso en burros y en los cuales lo
primitivo de la industria se manifiesta por la alimentación manual del ruidoso molino,
por el transporte del bagazo sobre grandes cueros de animales arrastrados por
encorvados pero fuertes hombres, por los grades ramillones utilizados para el
trasvasado del guarapo de una a otra paila y por el batido con la paleta hasta obtener
el punto deseado para el papelón o panela.
continuando con el mismo orden de ideas y hacemos referencia a los grades
centrales con una voracidad infinita por la caña que arriban en poderosos camiones
alineados interminablemente a sus puertas, de sus gigantesco y complicados molinos
alimentados por una correa transportadora que no se necesita descansar y debajo de la
cual el foso donde cae el bagazo que esta ves recorre en carretilla la distancia que lo
separa del lugar de almacenamiento en su camino a la caldera. De sus importantes y
pesadas maquinarias que inspiran respeto y asombro a quienes la observan por
primera vez, de los hombres que los controlan con ese sello característicos de quien
sabe lo que hace, el proceso de conversión de guarapo en melao hasta azúcar de los
responsables por su refinación, por su secado en las enormes centrifugas y hasta los
que vigilan su paso hasta el almacén de empaque.
Esta actividad laboral no es para nada fácil, no es el pleno campo, bajo un sol
inclemente o entre repentinos aguaceros, ni tampoco en trapiche o la fábrica, de
humedad permanente, altas temperaturas y por tantas horas de pie, pesadas cargas,
viejas maquinarias, iluminación y ventilación deficiente no constituye el mejor
ambiente desde el punto de vista de seguridad industrial y humana.
Es de hacer notar que los tiempos en que los centenares de trapiches bordaban
el territorio nacional hasta nuestros días, en que los gigantescos centrales acusan
definitivamente su presencia, la actividad azucarera ha marcado indeleblemente la
comunidad donde se asienta. A tal punto que los tiempos de zafra era el tiempo de
ebullición, de mayor concentración de personas en las zonas, de tensiones y
apresuramientos, de emociones desbordadas, de dinero a manos llenas, era el tiempo
de la vida. El otro tiempo muerto, identificaba su presencia por perezosas
conversaciones a la sombra de los árboles, por dolorosas migraciones por escases y
penurias.
Actualmente las comunidades aledañas a los centrales han crecido y sus
pobladores, ya no depende exclusivamente para su subsistencia ya que mayoría de sus
trabajadores se quedan todo el año realizando tareas de manteamiento cuando no es
tiempo de zafra. Paro aun así la actividad efervescente del central contagia. Por otra
parte, su influencia ha cambiado paulatinamente fisonomía de los poblados trayendo
como consecuencia un mayor ingreso la cual aumenta la capacidad adquisitiva de los
pobladores la cual estimula el comercio y la oferta de servicio, se incorporan nuevos
grupos de personas a contribuir con la actividad laboral, la comunidad se proyecta a
una modernización y trasformación en cuanto a los servicios básicos dentro de la
comunidad.
Es de hacer notar que los primeros productores de la caña de azúcar en la
comunidad de san José de Carúpano, tuvieron sus inicios de una manera muy lenta ya
que no contaban con los recursos tecnológicos y financieros que se requería para
aquel tiempo histórico. Esta actividad agrícola comienza a tener grades cambio
cuando el ciudadano de nacionalidad cubana comienza al proceso de compra de esas
pequeñas plantaciones que se dedicaban a la siembre de algunos rubros incluyendo la
caña de azúcar que les permitía llevar el sustento a sus hogares, siendo este producto
que vino a dar una revolución gracias a la gran demanda que tuvo tanto a nivel local,
regional e internacional.
Ahora bien, esto se logra gracias a la gran inyección de capital que se le dio
estas tierras que resultaron actas para este tipo de rubro como lo es la caña de azúcar,
fue tanta la influencia que tuvo esta hacienda azucarera que la capacidad de los
habitantes de la comunidad no dio basto para cumplir las plazas vacantes de trabajo
en las diferentes áreas de trabajo. Los cuales se vieron a la necesidad de buscar
personas foráneas específicamente en los estados Falcón, Lara, portuguesa y
Colombia. (Marbella Barrera pg. 72)
En cuanto a la fuerza de trabajo implementada por los primeros productores
de caña de azúcar, fue muy arcaica y rudimentaria ya que no contaban con los
equipos especializados, por ejemplos ellos cuando iban a la preparación de las tierras
(arados), utilizaban bastidas (bueyes), que tiraban los arados improvisados que
utilizaban, de igual forma eran utilizados los burros como transporte para llevar la
producción hasta sus casa donde tenían sus quijadas tradicionales y extraían tanto el
guarapo para la elaboración de la panela de papelón que era muy utilizada por los
pobladores de la comunidad.
Una vez que estas tierras pasan en manos del señor Antonio Cabré comienza
el proceso de trasformación y modernización de la producción de caña de azúcar en la
comunidad de San José Carúpano ya que él contaba con los recursos suficientes para
hacerlos y pasa a traer equipos y maquinarias acordes para poner en marcha en la
máxima capacidad posible en cuanto a su producción, de esta manera surgen otras
fuentes de trabajos con una mano de obra más clasificada la cual iba a facilitar el
trabajo en la plantaciones de caña de azúcar.
Continuando con el mismo orden de ideas cuando nos tomamos una deliciosa
bebida jamás pensamos, que el azúcar que contiene es del esfuerzo de unos cuantos
miles de hombre esparcidos por todo el largo y ancho del territorio nacional. Desde el
campesino que siembra la caña después de haber labrado la tierra para su preparación,
hasta llegar a los centrales para logra el milagro de la preparación del tan agradable
producto como es la caña de azúcar.
El hombre que hablamos es básicamente dedicado a su trabajo, su ritmo lo
impone la actividad misma que has escogido, el agricultor cuyas tierras deben ser
preparadas para el cultivo en determinada a la época del año, los corteros que esperan
la maduración de la caña para cortarla dentro de un periodo preciso, los cargueros que
la recogen en burros o camiones para su transporte para llevar a centrales para su
preparación. Todos estos hombres y mujeres ponen su mejor esfuerzo para llevar a
cabo tan importante proceso.

No importa que hablemos de los pequeños trapiches, los cuales llega la caña
en camioncitos o en burros en los cuales los primitivos de la industria se manifiesta
por la alimentación manual del ruidoso molino, por el traslado del bagazo sobre los
grandes cueros de animales y arrastrados por hombrecitos, por los grandes ramillones
utilizados para el transporte del guarapo para obtener la panela.
No importa que se hable de los grandes centrales, con una velocidad por la
caña de azúcar que la arria grandes camiones, de sus gigantescos y complicados
molinos alimentados por una correa transportadora que no necesita descansar, de sus
importantes maquinas controladas por hombre con el sello característico de quien
sabe lo que hace, para obtener el proceso del guarapo, el melado, la azúcar hasta su
refinación.
No es fácil su trabajo, no lo es en pleno campo bajo un sol implacable o
repentinos aguaceros, tampoco en trapiche o en la fábrica de humedad permanente,
altas temperaturas y ruidos trepidantes. Su vida es dura, su trabajo es duro, largas
horas de pie, pesadas cargas, viejas maquinarias, iluminación y ventilación deficiente
no constituye el mejor ambiente desde el punto de vista de seguridad industrial y
humana.
En las áreas rurales la familia del trabajador de la caña de azúcar conserva
muchas de características de la familia venezolana tradicional, el padre es el sostén
del hogar y la madre es el eje del hogar que establece pautas y patrones de conducta.
El hijo tiene una vida de privaciones, si se les considera desde el punto de vista de su
formación académica o de su nutrición, pero infinitivamente rica en contacto con la
naturaleza e intercambios humanos. Por eso, aunque su infancia transcurra en su
caserío lleno de otros niños, con una escuela lejana y carente de atractivo la mayoría
de ellos encuentra alimentos para superar estas limitaciones.
Desde los tiempos en que centenares de trapiches bordaban el territorio
nacional hasta nuestros días, en que los gigantescos centrales acusan definitivamente
su presencia, la actividad azucarera ha marcado indeleblemente la comunidad en que
se asienta.
Los niños corretean por todo el espacio de los trapiches, beben hasta saciarse
o comen ávidos de la melcocha todavía caliente. En épocas pasadas en tiempo de
zafra era tiempo de ebullición, de mayor concentración de la zona, de tensiones,
apresuramientos, emociones y de dinero a manos llenas era el tiempo de vida.
En la actualidad las cosas han cambiado muchos para estas comunidades ya
que los centrales han crecidos y sus pobladores ya no dependen exclusivamente de el
para su subsistencia, también la mayoría de sus trabajadores se queda todo el año
realizando metimiento cuando no es tiempo de zafra. Pero aun asi las actividades
efervescentes del central en su tiempo de vida se contagia igual que antaño inundando
a todos los corazones.
Por otra parte, su influencia ha cambiado paulatinamente la fisonomía de los
poblados vecinos.
 Genera un ingreso que aumenta la capacidad adquisitiva de un grupo
de personas, lo cual a su vez estimula el comercio y la oferta de
servicios.
 Incorpora la población autóctona grupos de diversas formaciones,
capaces de contribuir a enriquecer las tradiciones del lugar
 Proyecta sobre la comunidad obras de grandes trascendencias;
comedores, servicios médicos y programas cultures.
No cabe duda de que el central representa como antes el trapiche un papel
determinante en la comunidad que lo acobija y la inversa la comunidad sigue siendo
vital para su existencia

La mujer en la industria azucarera


La mujer americana en su importación en el mundo masculino es conquista de
reciente origen aún son tímidos los pasos que se marcan su ingreso al mismo. La
elaboración y venta de dulces, mantecadas, tortas, conservas, y jaleas de las más
increíbles heterogeneidades ha tenido un valor incalculable desde el punto de vista
económico, social y cultural, ha permitido a preservar tradiciones, ha permitido que lo
que hacía nuestras bisabuelas sea preservado para nuestros hijos y nietos atreves de
estas mujeres.
Las mujeres de hoy ingresan también al mundo de la fábrica, durante mucho tiempo
se quiso mantener relegada al area administrativa bajo el pretexto de que las
condiciones ambientales compatibles con su feminidad. Hoy empieza ocupar
posiciones de importancia en el laboratorio donde con ojo visor verifican la química
de la fabricación del azucar

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