La iglesia de Santa Cristina, en Pola de Lena (Oviedo)
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Q UEDAN atrás las altas y apretadas montañas
del puerto de Pajares, esfumadas por la niebla pegajosa. Hacia Navidiello y Puente de los Fierros, el sol rompe por breves instantes cuerdos. Por la Pola de Lena y por los alrede- dores de las ermitas, anduvo la famosa Sapa de la Balesquida, demostró su bizarría el jugador zaban iS un víejito que conducía unas vacas, y se ponían á bailar á la orilla del mar. Bajo la lluvia pertinaz calentábanse el estó- de pica y se congregaron ios alfayates traídos á mago con las fabes, los tropiezos, los pasteles la niebla para descubrir el paísaie encantador de la memoria por viejos papeles de la capital de rellenos y el vinillo blanco, que no se conoció en Asturias, con sus boscajes de castaños y avella- Oviedo. Asturias hasta que lo llevaron los maragatos de nos, sus hórreos pintorescos y sus espesos mai- 9 Por los vericuetos suben de vez en cuando los anchos calzones. 9 zales. mozos, alegres y con el alma llena de esperan- Sin temor á la llovizna, en torno de los san- 9 Comienzan las verdes praderas y los vastos zas, cantando y riendo. Aridan de boca en boca tuarios acampaban toda la noche los romeros que 9 9 planteles de manzana, alternando las blancas la sidra y el vino rancio, mientras suena la gaita no querían privarse de oír á punto del alba la 9 casitas montadas al aire, como las piedras pre- en manos del mismo músico á quien conocieron voz privilegiada del mejor cantor de la Pola 9 ciosas, sólo que en lu^ar de brillantes tonalida- los ojos nifios, en aquellos lejanos días en los de Lena. 9 des sólo reflejan la miseria de unos pobres seres que la mocedad de hoy venía en brazos de las Cantos afables y melancólicos que vibráis des- g condenados al duro trajín. madres que traían sus hijos á ofrendarles á la de Maivedo á Covadonga: os ha inmortalizado Corren mansamente los ríos que afluyen al Virgen. Y ayer como hoy, son los romeros de un claro de luna que presidió el floreo de unas 9 mar Cantábrico, tifiándose de negro sus ao;uas Columbiello y San Miguel del Rio, de Zureda y notas inspiradas en la propia gaita, y os liacen 9 Las Segadas, los que fueron á la Fontica á gus- 9 or el lavado del carbón en las minas de Ujo y perdurables las aldeanas que caminan á tó vera 9 i K 'ieres. Se embellecen soberbiamente tierra y cielo, á tar los grandes esponjazos con agua milagrosa, de la cual reza una sentencia análoga á la del de la carreta destartalada y chirriante, llevando á la cabeza la cesta con los pucheros de leche. 9 9 medida que se cruza la tierra de Gonzalo Bayón, madrileño manantial que brota junta á la ermita Luna de misterio en noche de amorosas aventu- aquel cerebro vigoroso que en el año 1555 de San Isidro: ras; cadencias dormidas en la monotonía del tam- conquistó La Florida. boril; voces claras y potentes de rapazas que en- Son estos los campos espléndidos de la Pola «El que de este agua bebiere, trelazan..sus manos y forman el ruedo de la dan- en un siglo no se muere.» za prima. de Lena, favorecidos por la Naturaleza. Campos dond^ se habla cadenciosamente, con la dulzura Y del agua de la Fontica bebían todos los pe- Todo esto dicen los campos de romería, los del ropiance, y se viste el típico traje del país. regrinos, los peregrinos que volvían á encon- campos de la Pola de Lena, donde todas las tar- Campos de laboriosidad, de amor y de fe, que trarse en Cabezón, en Sotiello y en Campoma-. des, día por día, con el toque de oraciones se conservan unas ermitas antiquísimas visitadas nes; los que todavía no viajaban en los coches confunde esta copia popularísima: 6 por todos los vecinos del contorno. Campos de diminutos del ferrocarril vasco, sino que por los «Santa .María; romería, alegrados por los danzantes de Cudi- senderos revueltos seguían el curso del Nalón, por la noche a la foguera, llero. y se colgaban del brazo de una nena calzada mañana á la romería.» e Campos de paz, de bendición, de gratos re- con madreñas y la ferrada á la cabeza, y abra- ANTONIO V E L A S C O ZAZO ec7(S4it;u$]ciic$u;ii2:[ti[;ic;ic^:i:$cíi[:^[í]c;]$[$}$$$ i^cfic^ciicíiiíicpc^jt^ (^t$ia3iii[;]Cí:$:$ic;:$[:í]c;i[;icíi[$]$i[;]Eí]t£i[{¡ct]$c;3$i$$i+][4][$ir;] ií3[3i[^i«:cí][;]t$][;}i43i$<$c;]4uíJ\y