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BIBLIOTECA AUTORES ESPANOLES, DESDE LA FORMACION DEL LENGUAJR HASTA NUESTROS DIAS. OBRAS PADRE JUAN DE MARIANA. COLFCCION DISEUESTA Y BATADA, CON UN DISCLRSO PRELINIUR, a0 D.F.P. y Bt TOMO PRIIERO. is gy MADRID. M. RIVADENEYRA.— EDITOR. —IMPRESOR. ‘SALON ora PAARO, 8, 1854, -DISCURSO PRELIMINAR {oui ora Maniawa? Quién éra ese hombre, que sin mas armas que la pluma se atrevia & de> -saflar los dos mas formhidables poderas de su siglo, la Inquisicion y los reyes? ; Bra un fildsofo sin ‘cero, 6-uno de esos escritores que halagan las pasiones de los pueblos solo para haodrlos ins trimentos de sus ocultas y ambiciosas miras? Cémo el que fué consultor del Santo Ofleio paido nogar la autenticidad dela Pulyata y denunciar sin tregua los abusos de la Iglesia? Como al quo no vacilé en dedicat al monarea sus principales obras pudo legitimar en las mismas y hasta san tiffcar ol regicidio? Coma el que de muy joven habia abrazado con ardor la regla de San Ignacio pudo revelar 4 los ojos del mundo las enfermedades dela Compaitia, 4 Ia oual debia con este Solo paso hacerse sospechoso ? Fué docididamente catdlico, fué deotdidamenté mondrquico, fué decididamente und de Ios que mas escribieron porque se realizasen en algun tiompo los sueitos de Hildebrando; por qué, sin embargo, ha debido correr sobre parrafos enteros de sus obras Ia fatal pluina de tos’ inquiside~ res? Por qué su libro De Rege ha debido sor quemado en Paris por mano del xerdugh ? Por qué ha debido ser terminantemento prohibido su folleto sobre la alteracion de la moneda,’ que tanto habia amargado ya los dias de su vida? yPredicaha acaso ése hombre una doctrina, nueva: pata su siglo? zVertié acaso ideas sediciosas que pudiesen inspirar serios temores por Ya tranquilidad del Estado 6 dela Telesia? Maniaxa no es aum conocido ni en sti patria. Escribié de filosofia , de religion, de politica, de ‘economia, de hacienda; sond6 todas las cuestiones graves de su época ; emitié sw opinion:sobre cuanto podia Tastimar sus creeucias y la futura paz del reino; pero, como si no existiesen: ya sus obras ni quedase de ellas memoria, es considerado aun, no somo un hombre de éieneia, sino como un zureidor de frases, como an literalo que apenas hasabido hacer mas quo poner en: buen estilo los datos historicos rocogidos por sus antecesores. Elev indudablemente imn plan er-cuanto di6 Ala prensa, yeste plan no ha sido atin de nadie comprendido; tuvo, como: pocos, ideas, al parecer, demasiado adolantadas para su época, y estas ideas son aun el seereto dé un cfreulo re- ducido de eruditos. Fug, como ninguno, audaz é independiente, no café ante el peligro, cxecié on Gy llamé sin titubear sobre si las iras de Jos que mas podian { hablé, grit6, trond contra todo Ma. u aa pISCURSO PRELIMINAR. Jo que le pareeio digno do consura ; gquiém, no obstanto, le ha apreciado aun sino como un es~ citor que ha comptiosto tranguilamonte ea su retrote un Hbro, donde fo de menos era inflair er Ia marcha de los sucesos pilblieos, y 10 de mas dar & conocer lagala y insjestad de 1a longna. castollana’ 4Qué se conoce de 1 entre nosotros mas que sa Historia general de Espaiia? {Si cuando menos hubiesen sabido jagarla! Mas ,d6nde esta, han dicho, 10 critica y 1a filo~ sofia, de ese hombre? ,No es 41 quien, despues do haber desechado como inverosimiles antiguas y respetables tradiciones, ha consagrado paginas enleras de su libro 4 fabulas que hasta el Seu~ tito coma rechaza? ,Qu6 nos ba’ dicho aperea-del objeto que leva te espeoid humana ni acerea del camino que esta sigue para llegar 41a realizavion ‘de sus deseos? {No ha eonvertido acaso la, historia de los pueblos en una serie cronolégica de biografias de principes y reyes? Tran subido aun de punto los cargos cuando algan critica, entre tantos, queriendo hacerse superior 4 sus predocesores , ha vuelto Tos ojos al libro De Rege 6 & otra de sus obras politico- sociales. yDéndo est, ha dicho, et sontimaiento monirquico de un hombre que deriva el po- der real de} consentimiento de Jos pueblos, consigna ol derecho de insurreccion y da hasta 4 los particulares fa facuttad de atentar contra Ia vida de un monarea? 3 Qué reglas nos ha dado para, distinguir do los reyos & 1os quo él Mama tiranos? St adimitimos que un hornbre puede matar al roy que violo las leyes fondamentales do un fstado y se esonde tras las armas de soldados elegi~ dos entre el mismo pueblo, gqué razon. habré para castigar al que'mate a.otro hombre euyos orimenes, cometidos & la sombra de Ja hipocresia, escapen ‘fila accion de:la justicia? Bl regici~ dio, por buenos que pueda ser sus resultados, 410 seri siempre tn delito en ol que to-cometa? Por qué. pues ha debide guandar el autor las mas pellas lores de su clocuencia para esparoirlas ‘hasta eon amor sobre el sepuloro de Jacobo Clemente, matador do Enrique Ul.de Francia, ven gador, segun Maniana, de la farpilia de los Guisas? Eee libro De Rege arm indudablemente Ta mano de Ravaillac contra Enrique IV ; es hasta un poéron para nuestra patria que haya sido es- crito y comentado jor plumas espaitolas. ‘No falta quion en vista de tan graves aousaciones nya salido 4 gu defensa, sobre todo en nuestros tierapos, en que las nuevas ideas politicas Jehan hecho considerar como un eseritor quo prevéla ydeterminaba ya la forma demoeratieo-moniirquica, bajo'la cual vivinos ; pero dejando 4 un Jado'todo espiritu de partido, esos ardientes dofensores ghan sido tampoco mas inteligentes ‘ni mas justos? ,A qué puede sor debido su entusiasmof A que “Manuana,, buseando un correetivo Ala tivanta, no le haya encontrado sino en la espada de un soldado 6 en el punal de un asesino? ‘A.quo Manuva, ereyendo corrompida la nobleza de su tiempo, la haya, doprimido do continuo asta hacerla odiosa 6 Ios mismos que entonces Ta adulaban y sorvian? A quo, recordando las victorias obtenidas por las armas de Kspatia en Flindes yen Talia, haya clamado contia of des~ ‘arme de los pueblos y Ia tendeneia de los gobiernos & hhacerlos consamir en ol ocio y Is maoticie? [A que, bajo el pretexto de que los buenos reyes no necesitan de guardias para sus personas, Se haya dectarado contra la formacion del ejército por hombres morcenarios?. 4cOmo-no han ad— ‘vortido, af leer la obra & que prinoipalmente nos relerimos, ane todas estas ideas han sido suge~ ridas al autor por un solo pensataiento, por eb pensamiento de onganizar una teocracia poderosa, ante Ta cual debiesen enmudecer el rey y la nobleza., fanieos obsticulos que se oponian & la sa~ tisfaccion de sus deseos? Pues qué, gn0 Te han visto & cada paso abogando porque los obispos ‘ocupen 10s primeros puestos del Estado ; porque se jes confirmen 4 estos, no solo sus pingites mayorazgos, sino la tenencia de los alcdzares con que jabian hecho 6 podian hacer frente 4 las constantes invasiones de la aristocracia y 4 tas de Ja corona? Vese clarameate’que Mantaxa aspie DISCURSO PREEIMINAR, vr raha 4 organizar constitucionalmente ol reino ; mas jse’ cree acaso que podvian, encontrarse, six guiera puntos de contacto entre la constitucion que au habia eserito y la que busoamos nosotros on medio de las rninas de lo pasado? Ys ‘Manian, lo hemos dicho y to repetimos ; no es aun conocido ni,en su inisina patria. Le he= nos leido detenidamente, Jo hemos analizado, hemos inquirido el. pensamiento que podria. unir sus mas contrapuestas ideas y sus obras mas heterogéneas; hemos pensado, hemos miieditado sobre-cada nna de sus proposiciones atrevidas y al parecer aventuradas ;, le hemos. examtinado en detalie, le hemos examinado en conjunto, y nos hemos debido convencer por momentos,:no solo de que no-se le conoce, sino tambien de que nunca se le ha preséntado, ni tal cual fad para su Gpoca, ni tal qual es para nosotras y seré mas.tarde para nuestros hijos. : {No seria hora ya de que, levanténdole sobre el pedestal do una critica, tan. imparoial. como severa,, le interrogfsemos sobre cada uno de los puntos do quo ha escrito y apreciisemos por sus mismas explicaciones lo que le deben en el campo de la ciencia su generacion y las genera ciones posteriores? La generacion de que formé parte ha muerto; zeudndo mejor que ahora po- drémos juzgarle, libres de toda pasion bastarda? ‘Tenemos, es verdad , ideas fllosdficas distintas de las suyas,, ideas polticas distintas de tas sus yas, ideas econdmicas distintas de las suyas ; mas 4 quién por eso Hegaré 4 creer: que pretenda— mos juzgarle al través de opiniones que no tnvo-ni pudo tener do modo alguno? Nosotros somos precisamente los que profesamos tal vez en su mayor latitud el principio. de la tolerancia; Sino admitimos ef fatalismo individual, admitimos cuando menos el fatalismo. social: el fatalismo histérico, Creemas que todas las ideas de un siglo han sido necesarias en aquel siglo. y-aun en Jas mas encontradas opiniones vemos fuerzas cuyo choque ha de acelerar el :prograso de la. 8s peoie humana, Todos los hombres, con tal que no hayan acallado la voz dela conciencia con la del interés, son pues para nosotros diguos de consideracion y de respeto; todos los hombres han de ser juzgados con relacion 4 su época y su pueblo, Poirémos engaiiarnos, ,quién Io duda? Mas nmestros errores nacerain sieropre de ignoranoia, nunea de perversidad ni de malicia, No abrigamos hicia Mantana amor ni odio; buscarémos en él mismo las premisas ; cada lector podré con nosotros 6 sin nosotros deducir Jas consecuencias. ke : # Abraza el periodo de Ia. vida de Mariana’ una de las 6pocas mas fecundas en. acontecimien— tos (1). Hu ella se olevd Espatia 4 la cumbre de su grandeza, y bajé precipitadamente hacia el abismo que debia mas tarde devorarla;. on ella subieron mezclados at cielo los. alaridos de isiunfo de ejércitos terribles y los dosgarradores ayes de victimas sacrificadas en la hognera; en ella se fortalecievon las creencias de Jos pueblos y se debilitaron las de: los hombres. consa~ grados at estudio de la ciencia ; en ella resonaron los primerds gritos de la revolucion moderna y se extinguieron las altimas Hamaradas del fuego que habian encendido los cruzados vi." repiblicas de Italia; en ella yi6 el clero medio muerta la aristooracia, que tantos celos Ie ius pivuba, y abierto de nuevo el'paso para establecer el predoininio 4 que con tanta fuerza y sin cesar aspira ; en ella paso la monarquta por la politica de las armas , por la dela diplomacia (1) Nacio Jusx ne Blansswa eu el aiio 1356, merié en 16 de febrero de 4625. vi DISCURSO PRELIMINAR. Aocorosa, por lade la humildad y la bajeza. Mansaxa, hombre que ha revelado en todas sus obras una alta inteligencia, hombre naturalmente pensador y que, por lo que permiten jurgar algunos de sis libros , pretendia apreciar la situacion op que los intereses sociales se encontra— ban, no podia mends de aprender mucho en esa rapida y no interrumpida série de sucesos ca~ pares de excitar hasta las facultades intelectuales menos ejercitadas y mas inactivas ; pero tuvo aun ovasion de aprender mas on paises extranjeros , donde por trece afos leyé teologia con uni- versal aplauso de los varones sabios de su tiempo (1). Pudo estimar mejor que otros muchos es- paftoles da la misma época las causas y progresos de Ja reforma, las disidencias entre los pi dos protestantes, el porvenir que aguardaha 4 las nuevas doctrinas , el potigro que en si encer— raban tanto para los poderes existentes como para la futura autoridad del clevo, los efectos que habian ya producido, la influencia que habian ejercido en las costumbres y en la constitucion general de, las sooiedades europeas, los medios que aun existian para contrarestar esa misma in- fluencia, detenida en algunas naciones solo por el terror, solo por las armas del verdugo. Los sucesos fueron durante aquel periodo grandes y variados; mas la reforma era el hecho capital, el hecho dominante, ol hecho que mas preocupaba y mantenia en continua alarma el animo de Ios filésofos y of de los politicos ; yes siquiera posible suponer quo Mantana dejase de ostudiarla y seguirla paso 4 paso? So hadicho y repetido hasta la saciedid quie esta gran revolucion no encontrs eco en Kspaiia, consagrada de corazon al catolicismo desde remotos siglos ; mas ,no parece hasta inverosimil que haya podido pasar esta asercion sin ser ya desde un principio refutada? 4 Contra quiénes se ejercian entonces los furores de la Inquisicion? 4 Quiénes eran esos herejes que, 4 pesar del su— plicio de sus correligionarios , soguian las ideas que habian abrazado y las sellaban oon su san gre? Puede olvidarse acaso que fueron & las edrceles del terrible tribunal Jos mas aventajados tedlogos de aquellos desdichados tiempos; que se ensoharon doctrinas heterodoxas hasta en el sono de las universidades? El pueblo pudo dejar de tomar parte en esta cuestion gravisima ; pero gla aristocracia, al mismo clero, los hombres de inteligencia?... Dirin tal vex que la historia no lo ha consignado asi ; mas g podia consignarlo? ,Cémo no se conoibo que ef simple hecho de hablar de los adelantos de 1a reforma habia de ser considerado por Ia severa politica de aquellos tiempos como un gran delito? Y qué, yno tenemos, sin em argo, testimonios que to acreditan? No se ha lamentado ol mismo Mantaxa on una do sus obras do la diversidad de opiniones religiosas quo 4 Ja sazon existian en Espatia; diversidad que, se- gun 41, era mayor que en otras muchas naciones por la vecindad de la Francia y la Tnglater- ra(2}? Durante el periodo de mas movimiento y trastornos quo aquella revolneion produjo ges tuvimos, por otra parte, tan arrinconados dentro de nuestras fronteras que no pudiéramos ad- quitir noticias de las nuevas ideas? , No nos hellamos constantemente en el teatro de los sucesos ? La reforma fué una revolucion europea, una reyolucion motiyada, como todas, por abusos palpables y genoralmente conocidos : penetrd, como no podia menos de penetrar, en todas par~ tes. En unos paises vencid, y salié on otros vencida ; pero en todas conspird y en todas aspird & yealizarse y entronizarse. Los hechos hablan, y los hechos son del dominio de todo el mundo. Para convencerse de lo que dejamos sentado basta leerlos. (4) Bnsefié en ef gran colegio de jesultas de Roma, en _ (2) Desptes do los tiempos de Arvio jantis hubo mayo- ‘otro de Siclin'y en la universidad de Paris, Abrazan estos res distdencias en materias de religion, especialmente ex rece aos desde el veinte y cuatro al trelnta y siete de su Espaita por su proximidad a Francia ya Inglaterra: Jeemos edad, det 4863 al 1374, ‘en su libro De Rege, lib. 3, cap. 2. DISCURSO PRELIMINAR. 1 Ahora bieti, para iosotros, cuando menos, es indudable que Maniaa comprendié tous ai ries, go que Hevaba consigo esta reforma. Hs preciso detenerla, dijo para si, y los medios puestos hasta ahora en juego son insuficientes. Las armas no acaban con las revoluciones; las armas bastan, cuando mas, para levantarles diques, que aquellas han de romper tarde 6 tomprano, Mientras subsistan las causas que les dieron origen, las revoluciones pueden estar reducidas 4 la impotencia; pero viven, y viviendo son temibles. Enhorabuena que los reyes empleen contra ellas 1a espada ; pero esto no basta si los amenazados no empiezan por acceder 4 los deseos jus~ tos de sus enemigos. Se pide 4 voz en grito la reforma de la Iglesia, y la Iglesia debe sin’ duda, reformarse, j Ojai lo hubiese hecho al sentir ef primer soplo del huracan sobre su frento! Conocia bien Mariana las fuerzas y reoursos de sus adversarios, Ja indole de Ia guerra enta— blada, lo peligroso que podia parecer 4 sus mismos amigos haciendo concesiones 4 los rebel— des, la astucia de que debia asar para con unos y para con otros 4 fin de vencerlos; y hecho el apresto de armas necesario, eatré en combate con toda Ia energia de que era susceptible su al— ma. Llevaba dentro de si un pensamiento quo, como hemos indicado, habia de ser 4 sus-ojos el objeto final de sus esfuerzos ; mas lo oculté por macho tiempo, y puede asegurarse que no lo re~ vel nunca sino embozadamonte y como quien lo vierte al acaso sin intencion marcada, «La religion, dijo, es ef verdadero culto de Dios, derivado de la piedad del énimo y del co- nocimiento de las cosas divinas (1).» Qué quiso ya indicar cdn esta definicion Mariana’ sino que Ja religion no es, como algunos creen , hija exclusiva del sentimiento, sino del sentimiento y dela razon quo, habiéndose elevado & las ideas de Dios, comprende que ha de amar al sér de quien fué separado y 4 quien debe su existencia? Entre Ja religion y la ciencia, atiade, no bay un abismo, hay una identidad completa ; y basta verlas separadas para compronder que la reli~ gion esta condenada 4 morir, que la religion es falsa, En la época del paganismo, continga, & un lado estaban los saverdotes, al otro los fildsofos; ved si el paganismo no ha mnerto al fin abriendo paso al cristianismo. La verdad es una; ni es posible que haya mas de una religion ni que deje de confundirse con ella la filosofia (2). En un siglo en que so proclamaba con ontusiasmo la soberania de la razon, eseribir estas pa- labras no era ya colocarse en el terreno de los disidentes? No ora lamentarse, por una parte, del divorcio quo so estaba verificando entre Ja religion y la flosofia, y manifestar, por otra, que. preveia la inevitable muerte dol catolicismo? No era decir : racionalicese la religion, ya que solo la razon es admitida como origen legitimo de las creencias de los pueblos? Bastaria para con— vencernos de que Mantana consignaba con esta intencion tales ideas recordar por un momento la tondencia general de todas sus producciones literarias ; mos nos to praeban aun de una ma~ nora mucho mas eficaz otras ideas vertidas 4 continnacion de aquellas, destinadas 4 revelar la nocesidad de eliminar dol oristianisma todo género de supersticiones, mas que estuviesén auto- rizadas por la tradicion y la fuerza de los sigtos. «Nada, dico, hay mas contrario 4 la religion que la supersticion; como aquella procade de la verdad , procede esta del error y la mentira.» Y qué, g podemos acaso negar que supersticiones las hay oa Ja religion que profesamos? Nuestros anales eolesiisticos estén Nenos de manchas; existen en la mayor parte de los templos reliquias de dudoso origen ; so entregan 4 laadoracion de los fieles cuerpos de gentes profanas como si fuesen de martires y santos. ;Hemos de confir— mar al vulgo en sus preocupaciones, on lugar de disiparlas con la antorcha de la eritiea? 4 Habré- (1) De adventu B. Jacobi Apostolt in Hispaniam, 6.1. (2) aa, ia, x DISCURSO PRELIMINAR. mos) porno ‘pafeser inipios, de callar sobre tan graves escdndalos, lo mas ofensivos posible & Ja Satta doctiina quo todos sostendmos? Bs triste que no quepa negar lo que no puede confesarse sin que se pinté el'rostro de vergiienza; pero considero en todo cristiano hasta el deber de con- tribuir eon fodas sus fucrzas 4 quitar tan negro borron de nuestra historia, Hl coneitio de Trento propuso li’ obra, y Tos pontifices la han inaugurado ya con un éxito brillante 5 trabajemos todos porquo se eunisume, y toda mancha so borre, toda tiniebla se disipe (1). slog abusos do le Tglesia , tatt oportunamente denunoiados, eran la principal arma de que Jos reformistas sé valian’para encender la nueva, revolucion en Jas naciones; y Manna pens6 ante todo-en arrobatarsela, {Podia segnir al pareger mejor carnino para atrostrar Inego com yen~ tajalos azares de una lucha? Condonais abusos, parene decir 4 los disidentes, y yo tambien Jos condeno ; aceptais la razon como Arbitro supremo en todas las cuestiones que pueden inte~ resat al hombre, y yo tambien la acepto; ; donde esta la necesidad que manifestais do separaros del circulo catélico? Estaba tan persmadido Manvina de la utitidad de estos medios para abatir & sus contrarios, quo rara vex dejaba do empleartos, aun on las obras que menos voce tonian con Jas discusiones religiosas de su tiemps, no déndose unca por satisfecho ex el examen desus propasiciones hasta haberlas déjado bien establecidas en el terreno de la razon pura. Los libros de Dios, exclama- ba 4 menudo, prueban la verdad de mis asertos; mas la palabra eserita por los profetas no es hoy suficiente autoridad para los que dudan : hemos de buscar la afirmacion 6 Ta negueion den= tro de nosotros misaios, en el fondo de nuestra propia frente. Como catético, no podia ni de— jaba de aotidir nunca & los Santos Paires & los Bvangelistas, & Tos libros do Moists, & todos los ‘sublimos’cinticos qne componen el Antiguo Testamento; pero no citaba ya los textos de tan lustres varones como una prueba irrécusable, sino como una prueba supletoria, como una con= firmacion de fo’ que la razon decia (2). ELerror, dice en el mas tllos6fico de sus tratados, es general on el mundo; zpor a8? Porque por una parte nos dejamos Hvar del testimonio do los sentidos ; por otra de las opiniones que han logrado universalizarsey se imponen por este solo hecho 4 nuestro entendimiento: Pues qué, zn pueden engaharnos los sentidos? Y ta universali- zavion de esas opinioies ;n0 puede sbr debida & la ignovancia? Nos imponen unos y olvos, yuo dobon imponernos; Ia razon ve siempre mas que los ojos; las opiniones, por generales que-sean, deban'enmadecer constantemente anto los fallos de la ciencia (3). Es ya muchas veees tal 1a energla oof que expresa estas ideas , quo so siento vmo movido & creetlas,, no tanto bijas de las circunstancias en qué él'se habia colocado, como de su organiza cion intelectual’ y su nunca desmentida independoncia do earetor. {Soria tan fuera de proposito ponsar quo si bubiese nacido en nuestros dias tendriamos eu él uno de los pocas racionalistas con que contamos en Espaiia? Manuana empero hizo mas que aeeptar la soberania de la razon ; protest, cosa entonees muy dificil contra la’ intolorancia de sit siglo. Los poderes de su siglo no hallaban contra las invasionos de la reforma otro medio que el de aterrar con el castigo; él lo encontré jneonducen- Ic, injusio; y lo dijo, aunque indiveotamente, exponiéndese 1-mismo 4 ser vietima do aquel jneonsiderado furor do reyes'y prelados. Acahbaba de'darse & luz la edicion Valgata de la Biblia, ‘d) De adwtintn B, Jacobs Apostoltin Hispanian, §. 1, et ta foitaasispatett. felon et arguments pains nati seq. ‘rae prineipiispelitis agemus. ~ De morte esinmertalio~ £2) Verum nos, leemas enuno de sustratades, noi divi- fe, ih. &, eas 1. ‘nis testimondis pugnabimas quae impies ficte edcommenti- (8) De morte et immortatitdte, WD. 1, eap. 4. DISGURSO; PRELIMINAI x y eslaban disoovdes sobre su autenticidad log mas eminontes-teblogos. Fue de dia. endia vmbras yeciéndose la discusion hasta tal punto, qua egé a inspirar serios recelos 4 los inquisidores. Se, ‘empez6 por manifestar desagrade & los que en mayor 6 menor eseala negaban’ le infulibilidad de aquolla fradugeion latina, se les eensurd & poco, y se terminé por ahogar suis acentos dentro:de los muros dela eércel, Desonoadendronse los inquisidores, y no vacilaron en cometer’ todo ge nero'de violencias , violencias que produjeron, como era natural, en la mayor parte de'los‘éni- mos-una impresion fanesta. Tablanse ya retirado del palenque la mayor parte de los sostenedo~* ‘yes cuando entré en él Manian. Presentibase con deseo de conciliar los dos opuestos bandos ; mas no por esto habia de dejar de emitir dudas sobre puntos que se protendia fuesen. accpta~ dos como dogmas. Abords de frente la cuostion, dieiendo : «Las violencias hasta ahora: come~ tidas habran podido atertar &-muchos; mas no 4 mi, & quien no sirvon sino de estimulo: pari’ que entre en tucha, Me he propuesto restablecer 1a paz entre los combatientes, y voy dintentarloy. cnalesquiera que sean los peligros que yo corra. Ba los negocios asperos y escabrosos es! donde sas so debe ejercitar la pluma (1).» ! ois Eran acaso ostas dignas y enérgicas palabras mas que tna protesta, y ania protosta élocuen; te contra la arbitrariedad que entonces reinaba'en materias eclesidsticas?. Maniawa queria ‘are atar aun otra arma 4 los reformistas. Los reformistas decian , y con razon: «Abt los teneis & Jos catélieos.: vencidas en el campo de la ciencia, evan la tirania hasta el extremo de ahogat: nuestra vor con el filo de fa espada,zPor qué no-nos combaten en él terreno del puro rasioci= nio?» Y Mariana ; «Vosotros recusais ta fuerz,-y yo tambien la. recuso ;-e1 mismo catolicism6 me da armas, y no necesito de la tea ni del bacha del verdugo. Estas armas, ni las admito,-ni Jas temo; ved como, aun-siendo eatslico, se puede pensar y obrar como vosotros.» ah Tirigiése despues Massana 4 los que por hacer alarde deta fuerza do su fo seencolorizaban contra los que prétendian aun entraren discusiones; y animado del mismo deseo de tolerancia;! no solo les acusaba-de injustos, sino de hombres ignorantes y de corazon mezquino; de hombres inlopes, incapaces de apreciar toda la majestad de la voligion oristiana. «Violais torpemente'él principio de la caridad , les dice: haceis mas, comprometeis nuestra misma, causa; poneis-en manos de fos enemigos los eastillos en que ereeis defender con tanta enorgia la ley de Jesucristo:' No, no mereceis que nadie os oiga ni as siga en tan evrada via (2).» : Reveld su opinion sobre la Fulgata, la expland, ta. sostnvo con razones , ya histiricas, ‘ya fit Joséfioas ; y Idjos de atraarse los males que temia, gan6 eh reputacion y puso un freno hasta cierto punto. 4 sus mismos enemigos, ; Gloria no poco estimable, sobre todo cuando dé olla de Dian redundar grandes ventajas para ta delensa de los intereses que con tanta fuerza de volun\ tad acabaha de cargar sobre sus hombros ! i , {mpieza 4 conoserse ahora quién eva Mantaxa? Empieza & comprenderse ahora nan errada 2s la opinion de-los que no han visto en él sino un hablista? ;Qué significa su mérito literarioal Jado del que le dan los esfverzos con que procuraba sostener una doctrina amenazada por gran= alos ponsadores, y lo que es mas, por pueblos enteros animados de una nueva idea? oh Mas no se cvea que. sé cid Mantana defenderse ni 4 defender Ia religion de sas mayorés 5: pensador profundo, consumado tedlogo, hombre enseitado a dirigir deste una céteira_ el desar— rollo intelectual de la juventud, quiso ademas dejar consignada su opinion sobre todas las eues : Sy () Pro editions Vedgatae, §. 1. opinion castelta pro fide placitis defendtunt. ipsam mine 2) ... pusitio hontines anima, oppleti tenebris angustd- —arcem prodere videntur fraternam charitaten turpissini® ‘que sentientes de religicnis nestrac majestete, qui dum — violaeies.—Dro eiitione Vulgatae,§. 3. ny DISCURSO: PRELIMINAR. tiones capitales de su asignatura, Estas cuestionas, si bien habian sido tratadas por otros con ef debido detenimiento, merecian ser debatidas de nuévo gracias 4 Ins sombras que estaba espar— ciendo sobre ellas Ia filosofia, merecian y debian ser examinadas bajo un punto de vista mas ré~ cional que teolégico’; ,no-habian de Hamar naturalmente la atencion de.on hombrg que, como Tevamos dicho, so proponia contener él torrente de las ideas innovadoras de su siglo? Acometié Mansana la dilucidacion de estas cuestiones en su tratado De morte et immortalitate, escrito, no solo con fuerza de ciéncia, sino tambien con buen método y belleza y elevacion de estilo A}. «La idea de la muerte , empieza por decir en este bellisimo tratado, ha veuide hasta nosotros anvuelta on preocupaciones que nos la hacen coneebir como un espectro destinado 4 interram~ pir sin tregua los mas legitimos goces de la vida. Si apelando 4 nuestra razon y sobreponiéndo— nos i los groseros errores del vulgo, la desnadamos de tan falsos atavios, no solamente la deja- rémos de temer, sino que hasta la amarémos, encontrando en ella el mas.dulce consuelo para os amargos males que de continuo palecemos. Porque la muerte no es un genio del mal, es et genio del bien, es el Angel quo viene 4 cerrar nuestros ojos cansados de lorar por Ja maldad 6 ingralitud del undo. Solo-en el sepulero recobrimos el desvauso que al nacer ‘perdimos ; solo en el sepuloro la igualdad quo rompieron el capricho dela suerte 6 la tiranfa de los que mas pu- dieron (2); solo en el sepulero Ja libertad que tanto apetecemos y nunca conquistamos. Qué €s, por otra-parte, la losa'de Ja tumba mas que Ja puerta de ia verdadera vida? Morimos mien— tas vivimos; morir no es en rigor sino fin de morir ; morir es romper los lazos que nos unen & Ta muerte.» De qué depende empero que la idea de la muerte esté tan falseada y oscurecida ? «Dios, habia ya dicho en otro tratade, nos ha dado para movernos 4 obrar sin necesidad de impulso-ajeno el apetito y el conocimiento. Deseamos 6 repugnamos; y a0 debemos resolver— nos 4 abrazar ni & rechazar sino despues de haber consultado Ja razon, 4 la que incumbe exch sivamente determinar nuestras acciones. Si obramos en virtud de un decreto de nuestra inteli- gencia, somos hombres, y cumplitnos con los deberes que la naturaleza de tales nos impone ; si obramos obedeciendo tan solo 4 1a fuerza de los instintos, caemos en el vicio y nos embrutece~ mos. Para actos cuyas consectiencias no pnedan sernos muy penosas sentimos goneralmente el apotito débil; fuerte y muy fuerte para acciones de ouya realizacion depende tal vez nuestra fe~ licidad y 1a felicidad do nuestros hijos; mas faerte 6 débil ha de encontrar y encuentra indu— dablemente en nosotros mismos wn poder capaz de sujetarlo y dirigirlo, la Facultad que nos cons- titnye hombres (3). »Hemos de cultivar incesantomente la razon , tenerla en continua actividad, robustecerla ; de no, podran mas que la razon los apctitos. |Ay entonces de nosotros, que seguirémos ciegos la senda dela vida y marcharémos de vieio un vieio y de error en error hasta el borde del abismo! Sentirémos pronto el vértiga; y atrofiada nuestra, inteligencia por la inaccion, eaerémos af fin sin poderlo resistiv en.lo mas profundo del espantoso precipicio. ;Guardenos Dios de dejarnos goherniar por nuestros apetitos! (1) Advidvtase quesi ponemos entrecomillasla siguiente exposicion de las doctrinas fifoséticas de Mariana no es porque la hayemos copindo 4 la letra de ninguna de sus ‘obras, sine porque nos ha parecido bien poner!a en bocadel tuismo autor, y no entrecoméndola nos expouiamos 4 que el lector no pudiese distinguir claramente J parte pura ‘mente expositiva de nuestro trabajo, de la parte enltica. @ Athacerse Mamata cargo dé este efecto de lamuerte; soi notables sus palabras: Natura cunetos homies e:xae- quavit; ann est cmnibus conditio nascend, Fortunse seu poteutioram tyrannide fuctum est ub ex communis quast ‘cuinuto meld occuparint attis nudatis qué pasi conditions ‘evant nati.—De morte et iiamortalitate, lib-A, ap. Gltimo. (@) De spectacntis, DISCURSO, PRELIMINAR. uw »]Son estos, sin embargo, tan poderosos en la mayor parte de los hombrest:Varonvs esfotaan. dos, queno dejaron vencerse ni por pucblos armados do ira, ni por los rigores del calor ni el trio, ni por fas tempestades, han eedido ante los halagos de placeres condenados por la vor de sm ra~ z0't, no solo como iliitos, sino oomo destruetores de las mismas fuerzas con que habian logrado encadonar sus banderas la victoria, Los acontos de una prostituta-han podido dispertar & ve~ ces on ellos torpes apetitos, cuya satisfaccion habia de reducirlos 4 una condioion inferior 4 la do la mujor mas a6bil;; la vistade un tesoro 6 de wa objeto de menos valor ha podido otras cor- romper sus generosos corazones Hevdndolos al crimen ({). >V hé aqui por qué somos desgraciados! 1Cémo no hemos de engafiarnos euando egamos 4 wna sitnacion tan triste y deplorable! Como no hemos de desconocer la naturaleza de las co— sas, confundiendo la verdad con él error y tomando por bienes reales, los bienes aparentes! jAsi es como hemos coneebido wna tan equivocada idea dela muerte, 4 1a cual solo debiamos conside~ rar como un sér bajado del cislo para romper lu eércel de nuestro espiritu y levantar en sus alas. hasta ol trono de Dios el alma de los justos! Asi es vomo si preguntamos al yulgo, y.aun 4 hombres que se arrogan el titulo de filésofos, por ol verdadero asiento de Ja felicidad humana, hallamos tan pocos que lo pongan en la virlud,, sublime aspivacion 4 la bienaventufanza eterna, y tantos que la vean ya en las riquozas, ya en los placeres de los sentidos, ya an los honores y en las dignidades, ya en bienes aun mas pasijeros! Decidles 4 muchos que la muerte es el. um— bral del bien supremo; los veréis al punto cubriéndose de horror como si tuviesen ya la aterra— dora figura ante sus ojos. »Desventurados! continia el autor en su tratado De morte, 4 qué veis detras de las riquezas que tanto codiciais sino envidias, celos, vicisitudes que han de llenaros de amargura? Qué veis detrds de los placeres sino la mas 6 menos rapida aniquilacion de vuestras fuerzas, el progresivo oscuirecimiento de yuestra inteligencia, la deshonra de yuestro nombre, y allé 4 lo 1éjos la-som- bra de un fantasma que viene 4 turbar vuestros eseasos momentos de reposo? Qué veis detras de 10s honores y las dignidades sino la inquietnd y la espada de Démooles pendiente de un ca— bello sobre el trono que habeis tal vez amasado con sangre y sentado sobre victimas cuyos ca- déveres piden sin cosar venganza? Ved en el fondo de un modesto gabinete al verdadero sabio, Esta entregado 4 la ciencia, mas. no para satisfacer su vanidad, sino para fortalecer su inteligencia y procurar la felicidad de sus: hermanos. Sujeta al fallo de su razon las prescripeiones de sus apetitos, busea el placer, no para ahogar como otros la voz de su conciencia, sino para reparar las fuerzas que consumié. la me~ ditacion , que consumié el estudio. Estima tambien la gloria; pero no esa gloria, ruidosa que: unos hacen brotar del ensangrentado suelo de los campos de batalla, y entretejen otros gon las brillantes flores de una imaginacion destinada mas 4 destumbrar que 4 ditigir los pueblos, sino- esa faena que van constituyendo los pensamientos fecundos elaborados en el erisol de Ia: ciencia y Va solidando el recuerdo del saber y las virtndes. ; Qué-tranquilidad la suyal Ve pasar por de~ hhajo de sus ventanas los fastuosos trenes ds la aristocracia y de los reyes sin que sienta en su pecho la codivia; admira las bellezas de la mujer sin que la Injuria le tifta el rostro ni el recuer- (4) Es notable ta verdad y betlesa de estilo con que constitute mentem evertit atque ta omné vitiorum genus pinta Mantana tos efectns de Tos placetes sensuales, ayo praccipitera dat... Itaque alromni memoria quosneque hos poder encarvee : Magna est potestas voluptatis, vires in~ tea ineere, neque alla aestue, frigaris autinediaeinjuria eredibiles; lenis enim quamvis ef Dlanda, non maguo ten frangere potuit, eos videseus €6leginus itlecebris volupta- poris spatio, nisi caves, animi et corporis partes omnes tum fuisse superatas.— De spectacnlis, expuguad, virtutes onervat, ipsamque arcem in sublimi ea i) xw DISCURSO PRELIMINAR. o de un placer sensual turbe sn frente ;-no suspira-por gozar de la bulliciosa algazara del festin. ni por tomar parte en- un bangueto. Es hombre 'y sufre; mas'ni'se rebela contra su suotte ni alza Ja yor-al cielo con la desesperdcion en ol fondo delalma y la blasfemia en el borde de sus la~ _ bios. Sabe que Dios cuenta una por tuna las lagrimas quéle arranque ol dolor sobre 1a Lemna, "y sigue’ tranquild. hasta en medié: de sus mas terribles sufrimientos. La-muerte, dice, pondra un © dia {in & mis quobrantos, y esta sola idea lo restituye la caluia y le consuela, |Pobre dncianol: | “Yedie ya moribundo en su lecho ile posar y de amargura. Bendiee 4 sus hijos, levanta luego Tas manos al cielo, y al ver bajar al éngel de la muerte, hé aqui, por fin, exclama, 18 hora de au resurrecoion, la hora en que s¢ va & emancipar mi éspirite rompiendo los muros do mi estrecha carcel: . >No da ol anciano gran procio Ala vida actual, ni z e6mo ha de darto? ,Qué es ja vida mas que un ligero soplo? Qué es ta vida mas que un dia de suftisiento en la gran serie de sigles que ‘ooulta 1a eternidad ‘bajo uno de los pliogues de su manto? Venimos sedientos de amor, y no amainos qué el amor no sea para nosotros una fuente de dolores ; apelamos en nuestra sed y on rmestra hambre 4 la caridad ajena, y hallamos echado ch puente sobre los mas genevosos cora~ zones} pedimos Juz para‘mnestro entendimiento, y nos hallamos siempre coreados de tinieblas ; quoremos para los demas altas virtudes, y no recogemos por premio sino Ja ingratitud y la trai” cion de nuestros protegidos. Jas flores se nos convierten en espinas; en la misma enpa del placer apuramos el tésigo que ha de derribarnos al fondo del sepulero. $i pobies, no hay quion vaya & vorter una ligrima sobre ta cruz de nuestra fosa ; si vices, no bien movimos, cuando ya nuestros hijos so dispatan sobre el inismo atand nuestios tesoros. A hombres quo solo han sido verdugos de la lnmanidad se les levantan grandiosos monuientos y se les gralva el nombre en las piginas imperecederas de la historia; 4 otros que han contrihuide @ levantarla de sus mas terribles y | dolorosas caidas so les escasean los honores , cnando no se Jes condena para siempre & las os~. curas regiones del olvido. »jOb muerte! {Por qué han debido pintarte con tan negras eotores, cuando eres 14 el nico vayo de esperanza quo nos alumbra en la carrera do Ta, vida? jLibertadora y salvadora nuestra! ABI ;Ven y rompe de na ver para sierapre los hierros de smi esptritu! Ta eras ol Tinite entre él tiempo y laetarnidad, Ia inmensidad y el espacio, lo finito y 10 infinito, Io aecidental y To ab- solute; desata de una vex para siempre fos Jazos que mo unen al tiempo y al espacio (t). Mas gsoy yo efectivamente inmortat ? No estan indisolublemente unidos el alma y la mate~ ria? Siento que en milo fisigo y lo moral se afoctan mituamente, que la imaginacion ejerce nna decidida-influencia sobre mis sentidos, y mis sentidos sobra todas las facultades de mi entandimieato.; ,eémo puede elcuerpo mort y sobrevivir el alma? Ei mismo Dios me ha dicho + ‘Viviras eternamente; mi conciencia me dice 4 cada injuria que recibo y 4 cada falta que come~ to : Vivirés elernamente ; mas mi razon, ,dénde, emo ba de encontrar motivos que la acallen sobre este punto, toda dnda? Oigo al impio diciendo : No hay mas atid en el mundo; vigo Méso~ fos que dospues de haber meditalo ensilencio, exciaman : Fl universo no es mas qae la trasfor~ macior: incesante-de'und misma vida; el alma es inmortal, pero terrena. Por dénde habré de empezar .darme cuenta de mis propias,creencias? ,Déndo habré de huscar Ja base de mis largos raciocinios? Tyvoco do nuevo ef favor de Dios para coatianar mi libro (2}.» Mamana, colli se podré apreciar facilmente por esa sucinta exposicion de sv doctrina , no. _ A eerie (1) De morte et immortatitate, lib. te @) Hil, ib. 2, emp. 4, DISCURSO PRELIMINAR.* aw higo aun mas en esta primera parte de su tratado que seguir 4 14. letra 1as-tradiciones de la:roli= gion oristiania, ta cual partiendo del prineipio que somos-almas caidas quo aspiramos sin easar 4 unirnos con el centro universal de que fuimos separados, no puede considerar la tierta, sino como un valle de Migrimas y un Jugar do prueba, ni dejar de ver en la muerte un gonio deta re. dencion consagrado 4 volvernos 4 nuestra antigua y verdadera vida. Manifiesta indiferencia -y hasta desprecio por las viquoras, los placeres y las dignidades; y 4 la verdad, nada mas natural, suponiendo, como debia, que todas nuestras buenas acciones se reducen & buscar do nuevo al: camino por donde podréinos volver muestro perdido y suspirado cielo, .Los placeres, las riquo— ras y las dignidades no sirven, bajo este supuesto, sino para distraernos del objeto final & que. tondenios; coasideracion que bastaria por sf sola para condeparlas, cuando no tuviéramos ade— mas otros motivos poderoses que el mistio autor expone. {No se ha observado, sin embargo, o6mo Maniana,, separdindose ya del rigoroso asvetismo de muchos do sus contemporineos , admite y legitima en el hombre el amor 4 la ciencia y & le gloria? Otros filésofos cristianos han dicho : «Dios y solo Dios ha de ser el objeto de todas tus ‘aseiones: ts mas altos hechos, tus mas singulares rasgos' de horoismo para nada te serdn con— tados en ol libro de tus destinos, si al realizarlos te har ocupado: un solo momento la idea de lo que dirdn de ti los hombres. El mérito de la accion esté en la causa que la determina, y no hay causa legitima fuera del amor & Dios. Busca on Dios el principio de cada uno de tus actos, y s¢- nis constantemente buend y justo, y no perderts nunca el camino que debe conducirte a la: bea Jtitud eterna. Dices que amas tambien la ciencia porque ennoblece tu espivitu y puede sliviar los dolores de tus somejantes ; mas ,¢4mo no adviertes que tu entendimiento estd cercado de tinie~ blas, y dejando de oir Ia voz de Dios para consultar la de tu razon, vas 4 apagar tn fe y a per— dorte en tas sombras de la duda? ,No te ha dicho ya el Sedor por boca de sus apéstoles y de sus profetas la tltima palabra de la ciencia? Compara al ignorante con ol sabio, y ve quién. guarda mas calma y quién mas fécilmente abandona la senda abierta por los verdaderos Mlosofos de Ts~ rael. Lleno de su saber, no respira el sabio sino orguilo, deja de pensar en Dios y pierde sit al- ma. Kl ignorant oye siempre con hamildad Ja santa palabra del Grucificado.» Manuaxa no dice que se proponga refutar esta doctrina, mas indadablemente la refuta. «La hmmanidad es 1a hija predilecta de Dios, parece que lems en su tratado De morte; y yo, soli- davio con ella por el pecado de mis primeros padres, siento y- no puedo menos de sentir la nece- sidad desu amor, la necesilad de ser quovido do 1a generacion que boy vive y de las generacio~ nos venideras, Si yo, siéndole ttil y contribuyendo 4 realizar sus destinos , ‘puedo inmortalizar mai nombre, ebjeto 4 que me hacen aspivar instintos casi irvesislibles, gpor qué he de combatir~ los? Sirviendo la humagidad sirvo & Bios; gno es.pues-dé todos modos ese mismo Dios ta cauda de mis actos? Bs sabido que 20 tenemos obligacion de abogar la vor de nuestros apetitos sino cuando ol oonocimiento los condena,; y qué; el conocimiento condena ni ka’ condenado nunca, que pretendanos conquisiar un nombre a fuerza de ejercer las mas sehaladas virtudes y eontri~ buir &la mayor felicidad de anestros semejantes? —~ Combatis tambien, afade, el amor dla ciencia ; mas 4 cbmo pretendois rebajar tanto all hombre? Qué Te queda si le quitais hasia la fa~ callad de pensar sobre si mismo? Ser dotado de razon, 0s en él, no un placer, sino una nevesidad, darse wna explicacion mas 6 ménos satisfactoria‘de cuanto pasa dentro de si yen torno suyo; quitarle hasta la fucultad de razonar 4 no es contrariar sa nateraieza y basta anonadarle? ; Quién, por otra parle, puede impedirme 4 mi que piense y dude? ;Puedo tal vez yo mismo? Mi alina tiene ana actividad propia, que no necesita ni del estimule de mi voluntad ni de ningun impulso

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