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CapituLo 3. LA DISOLUCION DEL ORDEN COLONIAL Y LA CONSTRUCCION DEL PRIMER ORDEN INDEPENDIENTE La ruptura del nexo colonial como revolucién La histotiografia sobre ol proceso de ruptura de la dominacién colonial es extensisima y ba propuesto una vasta gama de hipbtesis coincidentes, com- plementarias, antagénicas, excluyentes... Se traté de un proceso para muchos inesperado. Como pregunta Benedict Anderson (1993: 81) a propésito de las colonias espafiolss: “Por qué el imperio hispanoamericano, que habia persistido cranquilamence durance casi tres siglos, se fragments de repente en 18 Estados distintos?”, En rigor, la dominacién colonial no fue tan “tranquila”, como se vio en el capitulo 2, ni la fragmentacién en 18 nuevos paises fe tan rdpida. Pero el niicleo duro de la pregunta es bien pertinente. Jorge Dominguez setiala que se trata de “acontecimientos complejos que han sido extensamente extudiados pero poco analizados”. & su juicio, la pregunta clave es: “zPor qué algunas colonias escogieron la insurreccién mientras que otras permanecieron leales en las mismas circunstancias internacionales?". O, en otros términos: “;Por qué no ocurrieron guertas de independencia por doquier, y por qué difiris el proceso, tanto que se requirié la conquista militar pararexpulsat a los espafioles de América, para consternacién de tantos de sus antiguos sibditos que habian luchado por sal var al imperio?” (Dominguez, 1985: 11-12), Tras una investigacién centrada en “la relacién entre la participacién politica y la respuesta del Gobiceno y Ia capacidad de las insticuciones gubernamentales para adaptarse mds allé de crisis ttansitorias”, basada en la teorfa de la competencia entre elites y utilizando el método comparativo (casos de Chile, Cuba, México y Venezuela), Dominguez ha consttuido bipétesis alterativas para eliminar 0 atenuar otras hipdcesis plau- sibles, muchas de ellas rauy difundidas: 1) la de la movilizacién social; 2) la del movimaiento “precrrsor” (“las explosiones paliticas de masas” peevias 4.1810); 3) la subjetiva del comercio exterior (en sus dos versiones); 4) la de las moder. nas ideas intelectuales; 5) la del desplome de la legitimidad imperial en 1810; 6) la del amor a Espafia (en las ciudades donde no hubo levantamientos); 7) la 1601 W. ANSALDI Y V. GIORDANO de las elites criollas insurgentes por no tener acceso a los cargos publicos; 8) la del desplome del gobierno por tradicional y rigido: 9) la de las insurrecciones independentistas como culminacién de procesos generadores de conciencia de ‘su propia identidad entre los hi Para Dominguez, “[l]os cambios sociales, politicos y econémicos 2 largo plazo habian diferenciado internamente al imperio espafiol de América, condu- ciendo & la formacién de grupos en comperencia consciente. Al desplomarse li legitimidad imperial, estos grupos preexistentes pasaron de la competencia por status y siquieza ala competencia por el poder [...} La explicacién de los comien- ‘os inmediatos de las guerras de independencia en 1810 |...] depende del com- portamento politico de las elites; de si se levantaran en armas, y de edmo”. Para responder 2 ello, sostiene el autor, es necesario analizar las relaciones de regateo politico de elites, masas y gobierno. A su juicio, “[lJa politica se encuentra ei el meollo de lx explicacién [...] Economia, sociedad, la invasion napoleénica 6 las ideas de la Hustracidn, aun cuando concribuyeran 2 las explicaciones en casos ppatticulares, no explican sistemadticamente las variables de insurreccién y lealtad dentro y entre las colonias durante el perfodo de las guerras de independencia”, La reconstruccién politica se explica, sostiene el mismo autor, por el andlisis de las elives: “El regateo politico y la formacién de coaliciones politicas son las principales ayplicaciones tanto de lealzad como. de. insurreccién en el desplome del imperio espaol de América” (Dominguez, 1985: 276-277), Jacques Solé entiende que el derrumbe del régimen colonial ibérico fue pre- parado por muchas tensiones anteriores. En el caso de la América espafola, fue importante la fuerza opositora de “Ia elite criolla” a los “mérodos del despotis- mo ilustrado” adoptados por la metrépoli a partir de 1760. Aunque, alrededor de 1780, los criollos se plegaron con dificultad a las rebeliones de indigenas y mestizos, no dejaron de mostrar aspiraciones independentistas en las cuales se _mezclaron “el antiguo orgullo ceiotlo, las nuevas ideas de la Tlustracién y el des- contento ptovocado por las reformas”. Asi, al escallar, el movimiento euprurista surgié portando “los estigmas de las contradicciones inherentes a fa situacién del mundo hispanoamericano”. Como otros historiadotes, Solé considera que 4a crisis institucional de la monarquia espafiola creada por las abdicaciones de Jos Borbones en 1808 fue mds decisiva que “la influencia eventual de la Revolu- Francesa”. Las juntas constituidas por doquier, excepto en Lima y México, Jevantaron un programa opuesto al de los jévenes liberales reunidos en Cédie y ‘convergente “con el patriotismo criollo mds tradicional” (Solé, 2008: 271 y 293). ‘A su ve2, en Brasil, considera el mismo autor, la “lite criolla” ~compuesta or propictarios esclavistas~ también se opuso a las reformas del despor ilustrado, pero lo hizo sin poseer “ni las tradiciones ni los problemas de sus homslogos espafioies". Cuando loges twindependencia, ex 1822, opt6 por blecer un imperio capaz de “defender el orden social tradicional”. Los plantado- res brasilesios eran conservadores y se opusieron fuercemente a “los esfuerzos de LA DISOLUCION DEL ORDEN COLONIAL Y LA CONSTRUCCION... | 161 la Academia de Ciencias de Lisboa por desarrollar la agricultuta de su coloni: (Solé, 2008: 271 y 303). or su parte, el punto de partida de John Lynch para explicar el proceso es gue cl sistema colonial ibgrico -sobre todo el espatiol~ se habia asentado en un tripode mis 0 menos equilibrado: 1) la Corona y la administracién monérquica; 2) ta Iglesia Catdlica, y 3) las clases propierarias locales. La primera detentaba el poder politico; la segunda, el ideol6gico; las terceras, el econémico, En el imperio espafol ese delicado equilibrio fue roto, segiin argumenta Lynch, por la politica de los Borbones. Bl desporismo ilustrado forralecié el poder estatal y amengud el privado, afectando fuertemente alas clases propletarias americanas. Las refor- mas ~politcas, administrativas, militares, econdmicas, financieras, exc.~, a las que aludimos en el capitulo anterior, fueron concebidas por sus propulsores “como un desarrollo racional” y por “las elites locales {...} como wn ataque a los incereses” propios, una contradiceién destacable. Un aspecto sustantivo de Ia politica borbénica fue el ataque a las corporaciones y sus privilegios ~“Todo ptivilegio es odioso”, decia el conde de Campomanes-, Io cual, como es obvio, afects intereses y posiciones bien consolidadas, canto insticucionales la Iglesi cjército— como privados. “El poder de la Iglesia, aunque no st doctrina, fue uno de los blancos principales de los reformistas Borbénicos”. Es que ella gozaba de Jneros de inmunidad para sus mierabros ~sustraidos ala jurisdiccién civil- y era poseedora de enormes riquezas que Ia habjan converrido “en la principal fuente de inversién de capirales en la América espatiola” (Lynch, 1991¢: 5-6). Lynch (1976: 27) considera las reformas borbénicas como la segunda con- quista de América por Espafia -la que fue, bdsicemente, “una conquista bur critica’ y ese caricter es el que le permite considerar ls independencias como una reaccién americana anticolonial, “un mecanismo de defensa puesto en movi- ‘mieno por la nueva invasién espafiola del comercio y los cargos oficiales”. El ejéscito ~sobre todo a partir de 1760— fue reesteucturado profundamen- ‘e apuntando a mejorar sustancialmente la defensa de las coloniss, fundada en milicias americanas, toda vez que los recursos materiales no permitfan dejarla ~ en manos de efectivos peninsulares. Se abiié, asi, una posibilidad de ingreso de «xiollos a la oficialidad, lo cual les permitia gozar de fueros y privilegios similares alos de los oficiales espaiioles. Empero, sobre todo después de la derrota de las ailicias locales en la tepresién de la rebelién andina (1780-1782), esa posibilidad se restringié fuertemente, en particular en Nueva Espafia y Per, no asi en otras reas del imperio, donde “las crecientes necesidades defensivas probaron set més fuertes que los prejuicios imperiales contra los americanos”. La breve experiencia cedi6 lugar a una politica de defensa confiada al ejército regular, a cuyo frente como también se decidlié en el caso de las milicias~ estaban oficiales expafoles. Al misino tiempo, fue sestringido el aleance del fuezw mili menos en Pert, ambas medidas, en tanto frenaron las posibilidades dle promo- resultado revolucionario® planteada por Tilly) como la posibilidad dela derrota del movimiento revolucionario. Es una variance también contem- plada por Rod Aya (1997: 9-10), quien sostiene que existen res significados de revolucién: 1) atendicndo @ la insencién, una revolucién “es un intento de establecer ua cambio ripido, radical y violento del Estado y de la sociedad”; 2) definigndola por el resultado, se trata de un cambio violento del Estado y de la sociedad que tiene lugar con indlependencia de la intencién, y 3) si, en cambio, se presta atencién a la sitvacién, una revolucién “es una lucha total por el poder politico del Estado independientemente de la intencién o el resultado”. Si hay triunfo, obviamente hay revolucién. Si hay fracaso, este puede ser el resultado de 1) la imposibilidad de los revolucionarios dle a) lograr un cierto grado de ejercicio dual del poder, o de soberania miltiple, en rizén de derrotas militares y/o politicas en la fase inicial del proceso (tal el caso de las guerrillas latinoamericanas de los afios 1960 y 1970), o de b) alcanzar esa situacién y mantenerla durante un cierto tiempo, pero sin lograr consolidar su poder, lo cual lleva 2 ta derrora, como el caso del artiguismo en los inicios del proceso sevolucionario independentista. La derrota, a su vez, puede consolidar la fraccién de clase dominance existente en la etapa prerrevolucionaria en su poder, © bien puede que también sea derrotada y por lo tanto desplazada por otra fraccién de la misma clase (Pasquino entiende que la Comuna de Parfs de 1871 y la insu- sreccibn hiingara de 1956 ejemplifican tal posibilidad). También es posible que cl fracaso sea el resultado de 2) la imposibilidad 0 incapacidad de Jos revohcio- zarios, que alcanzaron el poder y lo administraron par si mismos, produciendo cambios de cierta envergadura, de mantener el contro del poder y complctar el proceso de transformaciones radicales, sea por razones subjetivas u objetivas. Pasquino ejemplifica con los casos de las revoluciones boliviana y, en cierta medi- da, la mexicana, pero no nos parecen los ejemplos més felices; en cambio, si Io ilustran muy bien los procesos guaternalteco y nicaragtiense.!4 Para Pasquino (1994: 1412), ““revolucidn’ es la tentativa acompafiada del uso de la violencia de derribar a las autoridades politicas existentes y de susti- tuirlas con el fin de efeccuar profundos cambios en las relaciones poliicas, en 14, Nuestra proposicién 6e ta irustacién, el facaso 0 el cardcter tunco de un receto revolucionario se bosa en la de Pasquino (1994: 1413}, pero inttodu: 9 modificaciones que permiten contemplar més situaciones. Velveramos sobre esto en oi toma 1901 W. ANSALDIY V. GIQRDANO el ordenarniento juridico-constitucional y en la esfera socioeconémica”. Como puede apreciasse, enfatiza el componente politico del proceso revolucionario: la toma del poder por los revolucionarios es la condicién necesaria para llevar adelante las eransformaciones, sean solo del poder politico y sus instituciones (revoluciones politicas) 0 bien societales 0 profundas, de las estructuras socioeco- némicas (revoluciones sociales).!8 En un proceso revolucionario, en tanto proceso, puede ocurric, como ade- laneamos, que en una situacién de soberanta miltiple 0 de poder dual, los revo- ucionatios detenten poder politico-militar en un espacio més 0 menos amplio de tecritorio, en disputa con el poder estatal existente a escala de todo el pals, y en ese espacio lleven adelante transformaciones més o menos radicales (desde reformiscas hasta efectivamente revolucionarias), posibilidad més factible en pro- cesos prolongados (como fue el caso de los comunistas chinos durante la Larga Marcha, particularmence al lograr a administracién de Shaanxi) que en aquellos de répido desenlace (como en la Revolucién Boliviana) A nuestro juicio, es necesario considerar con mucha atencién las tentativas, como cambién la posibilidad de la derrota de los revoluctonatios, la frustracién o el proceso fllido, Si bien se tiende a pensar de revolucién como social, no es para descuidar la importancia de las revoluciones politicas, esas que transforman ius estructuras del poder politico, incluso la forma Estado, y mantienen invariantes las estruc- ‘ura socioeconéimicas, la matriz societal. Al respecto, es bien pertinente y dtil fa definicién formulada por Eugene Kamenka, para quien la revohicién politica 5 “todo cambio o intento de cambio brusco y profuado en la ubicacién del poder polisico que implique el uso o la amenaza de la violencia y que, si tiene éxito, se craduce en la transformacién manifiesta, y tal vez radical, del proceso de Pasquino resalta tas ciferencios existentes entre “revolucién', "rabarn" 0 revuclta” y "golpe de fstodo". La "vebelién” © “revusita 8s une accion “generciments imiicda a un érea geogratica circunserto, carece en gone. relde motivaciones iéeologicas, no propugnaa tuna subvasion tatel del arden Cconsituido sino un retomo a los principios ariginarios que regulaban Ios rela Slones cutoricedes polticas-chidadianos, y cpunta 6 una satiefaccién inne dato de reivincicaciones poificas y econémicas", como la sustitucién 9 la restitucion de alguna personalidad police 6 Ie obteneién de concesiones © beneficios en cuaiquiera de esc: dos campos. El "golpe de Estado". su vez, 6519 tentative o la concrecién de "

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