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Ensayo Memoria
Ensayo Memoria
A mediados del siglo XX la memoria se convirtió en una categoría significativa en el campo de las
ciencias sociales sociedades contemporáneas y van constituyendo múltiples formas de culto al
pasado, llegando al punto en el que como lo afirma Traverso, “Hoy, todo se transforma en
memoria”
reaparecen en el Viejo Continente fantasmas del pasado a los que se creía ya definitivamente
enterrados: racismo, xenofobia, discriminación, violencia contra minorías, etcétera. Diversos
grupos y movimientos de ultraderecha adquieren un importante auge entre la juventud y un
notable peso en las urnas. Sin embargo, Europa se confronta también con las viejas heridas de su
pasado. Así, Austria, Francia y Alemania, entre otros países, rescatan verdades olvidadas y
reinterpretan su historia a la luz del presente. El dilema es, entonces: ¿Qué tendrá mayor peso: el
olvido o el vigor de la memoria? Ciertamente, los dirigentes alemanes de la posguerra
reconocieron la responsabilidad moral del país por su pasado nazi. Sin embargo, fue el silencio
soterrado, pero turbador, lo que permeó a la sociedad alemana desde 1945 en adelante. La
memoria colectiva de ese país reprimió los doce años de régimen nazi. Su inmediata división
después de 1945, la guerra fría y el proceso de desnazificación impulsado por las fuerzas aliadas
impidieron que Alemania elaborara el duelo, llorara el luto de la derrota y saldara cuentas con su
historia
la cuestión clave, tanto para Le Pen como para Haider, es el problema de la inmigración extranjera,
a la cual culpan del desempleo creciente en sus respectivos países y contra la cual dirigen su
discurso excluyeme, racista, nacionalista y autoritario. Se trata, en ambos casos, de un discurso
xenófobo que responde más a obsesiones ideológicas y a la voluntad política de cerrar las
fronteras nacionales que a preocupaciones económicas relativas al desempleo supuestamente
causado por la migración 7 De igual modo, el paulatino desmantelamiento del Estado de bienestar
ha dejado a la intemperie a quienes hasta ahora gozaban de educación y salud aseguradas,
protección contra el desempleo y generosas pensiones de retiro. Asimismo, la reorganización
productivo-tecnológica en el marco de una economía globalizada y competitiva ha trasladado el
conflicto social a la “inclusión” o “exclusión” de los puestos de trabajo y del acceso al consumo.
y miedo al futuro,19 situación que afecta principalmente a los sectores más vulnerables de las
capas medias y bajas,20 y que evoca el clima político y económico de los años treinta y propicia el
surgimiento de líderes mesiánicos y autoritarios.21 A lo anterior cabe agregar los gigantescos
procesos migratorios que se dirigen hacia el Viejo Continente y que, más allá de la amenaza que
representan en relación con la disputa por las fuentes de empleo, confrontan a Europa con la
extranjería y el misterio del otro mediante palabras, rostros, gestos y vestimentas diferentes.
Europa Occidental —un espacio geográfico relativamente homogéneo y con una identidad
histórica común. teme perder su identidad nacional y cultural. Lo anterior se traduce, como se ha
señalado, en el apoyo electoral a partidos y movimientos de extrema derecha,23 como asimismo
en la victimización del otro—migrantes, refugiados, minorías, etcétera— por medio de nuevas
formas de racismo en las cuales la estigmatización, la discriminación, la segregación y la violencia
se producen en virtud de criterios de una “otredad” étnico-cultural. límites de trágica memoria.
“No es que se desee la conversión del otro, sino su muerte... pero la muerte del otro debe
entenderse en una multiplicidad de sentidos, desde el más simbólico hasta el más empírico: desde
la invisibilidad del otro hasta su aniquilamiento, su destrucción física. Sin embargo, al mismo
tiempo que Europa es recorrida por este abanico de trágicas memorias, el Viejo Continente
también se confronta con las cenizas de su pasado, y saca a la luz pública los fantasmas que un
largo silencio había escondido entre los pliegues de su conciencia, al tiempo que reinterpreta
también una historia hasta ahora considerada tabú.
Hoy la conciencia europea se encuentra dispuesta, en muchos sentidos, a abrir la caja de Pandora
de los silencios del pasado.28 Nuevos documentos, testimonios, investigaciones y análisis
evidencian el imperativo de rescatar verdades olvidadas, desmoronar viejos mitos, rescribir la
historia y reinterpretar la memoria de un siglo que llega ya a su fin.
rvorosamente a este régimen político. Suiza, por su parte, ha debido reconocer, en fechas
recientes y en medio de un gran escándalo internacional, que tras su imagen de país neutral,
democrático y eficiente, se esconde el “lavado” de millones de dólares saqueados por los nazis.
Este dinero permitió el funcionamiento de la maquinaria de guerra y, al mismo tiempo, contribuyó
a su fortaleza económica. Francia también se ha confrontado —y aun obsesionado— con lo
ocurrido entre los años 1940 y 1944, en especial cuando hoy existe una fuerte ofensiva de lo que
fue la ideología del régimen de Vichy.29 Por una parte, testimonios, documentos y libros han dado
reciente cuenta del destino individual de miles de personas en el interior de una historia colectiva
que llevó a entregar a la Gestapo a tres cuartas partes de los judíos que vivían en aquel momento
en Finalmente, en 1995 el presidente Chirac reconocía la responsabilidad del Estado francés en la
deportación de 70 000 judíos franceses a Alemania, y en fechas recientes, se ha comenzado a
identificar la propiedad confiscada y las obras de arte robadas a los judíos durante la Segunda
Guerra Mundial.
n segundo lugar, los partidos fascistas tradicionales de derechas han optado por moderar su
mensaje y el perfil de sus simpatizantes y profesar un "fascismo edulcorado". Los que antes eran
partidos puramente fascistas son ahora partidos populistas de derechas cuyos adeptos
constituyen una variada grey que engloba desde personas de ideología fascista hasta racistas,
xenófobos y los blancos alienados de clase trabajadora. Ahora se expresan en términos de nación,
tradición, soberanía y comunidad, en vez de eugenesia, exterminio y patria. La creación en 2007 del
Grupo Identidad, Tradición, Soberanía (ITS) en el Parlamento Europeo permitió asociarse a los
partidos ultraderechistas y racistas de Austria, Bélgica, Francia e Italia, así como de Bulgaria y
Rumania
Europa es reflejo de los buenos resultados obtenidos a nivel nacional. En 2002, Le Pen, que cree que
la ocupación nazi de Francia fue "esencialmente beneficiosa" pese a la muerte de 70.000 judíos
franceses en campos de concentración, quedó segundo en las elecciones presidenciales El líder del
Vlaams Belang, Filip Dewinter, anunció con orgullo que su partido era islamófobo, lo cual no fue
óbice para que casi se hiciera con el control en 2006 de Amberes, Alessandra Mussolini, nieta de
Benito Mussolini y fundadora del partido neofascista Azione Sociale, tendría una cartera ministerial.
En Polonia, el partido en el poder, Prawo i Sprawiedliwosc (Partido Ley y Justicia), ha formado desde
2005 una coalición no oficial con la LPR, que ha emponzoñado el entorno político con su
fundamentalismo católico y su nacionalismo extremo.
Tras la ocupación nazi y soviética al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1944 se formó un
gobierno provisional que acabaría como satélite de Moscú y sería bautizado como República
Popular de Polonia en 1952. En 1980 se formó el sindicato independiente Solidaridad
(Solidarność) que acabó convirtiéndose en partido político y liderando las revueltas que dieron
paso al cambio de régimen y ganando las primeras elecciones parlamentarias parcialmente
libres y democráticas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El movimiento Solidaridad
fue la vanguardia del colapso del bloque comunista y su dirigente, Lech Walesa, se convirtió en
Presidente de la flamante III República de Polonia. Hasta la Segunda Guerra Mundial, Polonia
era una sociedad religiosamente diversa, en la que coexistían una importante comunidad judía
(10% de la población polaca antes de la Shoah y cuna del judaísmo jasídico), cristianos
ortodoxos, protestantes, cristianos armenios y católicos romanos. Como resultado de la
devastación del Holocausto y la expulsión de las poblaciones alemanas y ucranianas, Polonia
pasó a ser en su gran mayoría católica romana y así permanece hasta hoy. El largo papado
(1978-2005) de Juan Pablo II (Karol Józef Wojtyła), fue crucial en la caída del régimen comunista.
El catolicismo es un pilar fundamental de la identidad nacional polaca y siempre jugó un papel
de guardia cultural en las luchas históricas por la independencia. De sus 38.476.269 habitantes
(datos de julio de 2017) el 87,2% son católicos.
Esta fecha es para los polacos el recuerdo de la soberanía recuperada tras 123 años de
ocupación extranjera y de lucha por mantener su legado cultural y religioso
BORRAR LA MEMORIA Desde que el PiS gobierna, Polonia ha caído 36 posiciones en el ranking de
libertad de medios (escandalosos despidos de periodistas en emisoras públicas, presiones
financieras sobre medios privados, propaganda progubernamental en medios públicos,
financiación de medios afines como el Gazeta Polska etc). Reporteros Sin Fronteras y Human
Rights Watch ha pedido a la UE sanciones para el gobierno por graves violaciones de la libertad
de prensa y el pluralismo, como amenaza no solo en el plano interno sino a los valores que
representa la propia UE.
El euroescepticismo es un movimiento político y social que se basa en el rechazo, en mayor
o menor medida, de la Unión Europea por parte de los ciudadanos europeos. El partido está
hoy liderado por Jaroslaw Kaczyński (quien también dirige el Gobierno en la sombra), con un
programa duro de ley y orden basado en aumento de penas y restablecimiento de la pena de
muerte, la lucha contra la corrupción y un euroescepticismo combativo. Apoyan una economía
social de mercado, con políticas proteccionistas que han dejado atrás su liberalismo originario.
Profundamente católicos, se oponen a la eutanasia o al matrimonio entre personas del mismo
sexo. El PiS tiene 16 europarlamentarios y pertenece al Grupo de los Conservadores y
Reformistas Europeos (ECR).