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EL TRABAJO SOCIAL EN LOS

PROCESOS DE MALTRATO
INFANTIL
Fecha de Presentación: Junio de 2014

Laura María Mey Pérez de Lara

Grado en Trabajo Social


Facultad de Ciencias del Trabajo.
Universidad de Cádiz.
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Índice
1. Introducción……………………………………………………………………. Pág. 4

1.1 Justificación………………………………………………………………… Pág. 5


1.2 Objetivos……………………………………………………………………. Pág. 6

2. Marco teórico………………………………………………………………….. Pág. 7

2.1. Maltrato infantil…………………………………………………………. Pág. 7


2.1.1. Definición de maltrato infantil……………………………………..... Pág. 7
2.1.2. Clasificación de maltrato………………………………………..…... Pág. 9
2.1.3. Factores intervinientes en el maltrato. Indicadores y
factores de riesgo……………………………………………...……. Pág.13
2.1.3.1. Indicadores de riesgo……………………………………...... Pág.14
2.1.3.2. Factores de riesgo………………………………………….. Pág.15
2.1.4. Situación actual de maltrato infantil…………………………….….. Pág.18

2.2. Importancia de la escuela en la detección y notificación del maltrato


Infantil……………………………………………………………….….. Pág.19
2.2.1. Protocolos existentes sobre la detección del maltrato en el centro
escolar…………………………………………………………….… Pág.20

2.3. El papel del trabajador social en las situaciones de riesgo/maltrato


infantil en el ámbito educativo…………………………………….……. Pág.24

3. Marco empírico………………………………………………………………… Pág.27

3.1. Objetivos……………………………………………………………….. Pág.27


3.2. Hipótesis……………………………………………………………….. Pág.27
3.3. Construcción y validación del cuestionario……………………………. Pág.28
3.3.1. Cuestionario utilizado……………………………………………..... Pág.29
3.3.2. Muestra…………………………………………………………….. Pág.30
3.3.3. Procedimiento de administración del cuestionario……………….... Pág.30
3.3.4. Metodología………………………………………………………… Pág.31
3.4. Análisis e interpretación de los resultados obtenidos………………….....Pág.32
3.5. Discusión…………………………………………………………….….. Pág.40
3.6. Conclusiones de la investigación……………………………………….. Pág.43

4. Propuesta de mejora para la detección y notificación del maltrato


infantil en el ámbito educativo desde el Trabajo Social……………………… Pág.45

5. Consideraciones finales….……………………………………………………. Pág.49

6. Referencias bibliográficas……………………………………………………… Pág.50

7. Anexos…………………………………………………………………………….Pág.58

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Resumen
No son pocos los casos que se encuentran en nuestra sociedad de menores víctimas de
maltrato infantil, por lo que es preciso que los profesionales que trabajan en el ámbito
educativo posean competencias y conocimientos que los capaciten para dar respuesta a
esta grave problemática, tanto en la detección precoz como a la hora de notificar e
intervenir, para lo que se considera necesario conocer los protocolos de actuación vigentes
actualmente.

Para ello, tras la exposición del marco teórico del maltrato infantil, se realizará una
investigación sobre cuáles son los conocimientos que poseen los docentes de Educación
Infantil y Primaria que trabajan en un colegio concertado de Cádiz, a la hora de abordar
un caso de maltrato infantil entre sus alumnos, ya que se aprecia que es el colectivo de
profesionales que más tiempo dedica a estar con los menores. Finalmente, se presenta los
resultados obtenidos así como una propuesta de mejora para ello.

Palabras claves: Maltrato infantil, Detección, Notificación, Educación Infantil,


Educación Primaria, Protocolo de actuación.

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1. Introducción

Todos aquellos profesionales que centran su labor en la infancia y en la


adolescencia, tienen como objetivo primordial conseguir que éstos se desarrollen de
forma correcta y satisfactoria en las distintos aspectos de su vida (físico, mental,
intelectual, social, etc.) considerándolos como sujetos de pleno derecho.

Con cierta frecuencia, podemos encontrarnos con menores sin sus necesidades
básicas cubiertas en función de su edad y con sus derechos vulnerados, haciendo con esto
que se encuentren en un contexto de riesgo y/o exclusión, provocado por las personas y/o
instituciones encargadas de velar por su bienestar y cuidado, quedando en situación de
desprotección, provocando dificultades para su adecuado desarrollo en función de la edad
que le corresponde. Es aquí donde el trabajador social tiene una función muy importante,
ya que, según la definición de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales
(FITS, 2000), el Trabajo Social tiene como objetivo promover el cambio social, la
resolución de problemas en las relaciones humanas, y el fortalecimiento y la liberación
del pueblo, para incrementar el bienestar, siendo los principios de los Derechos Humanos
y la Justicia Social fundamentales para el Trabajo Social. Es por ello por lo que se
establece como un pilar fundamental para conseguir ese cambio, para resolver esos
problemas que impiden el adecuado desarrollo de los menores, luchando por sus derechos
a fin de aumentar el bienestar de éstos.

Como se verá a lo largo del presente trabajo, son los docentes en el caso de la
infancia y adolescencia, un pilar clave para detectar de forma precoz una posible situación
de riesgo y/o maltrato, ya que la escuela y/o el instituto es el lugar que más frecuentan los
menores, convirtiéndose el centro educativo en el contexto idóneo que nos lleva a detectar
posibles situaciones de desprotección que estén sufriendo, sabiendo observar y
conociendo cuáles son las conductas y comportamientos que sí se adaptan a los patrones
normalizados de desarrollo y cuáles no.

Bringiotti (2000), dice que la escuela, por el rol fundamental que desempeña en la
vida infantil, es el lugar privilegiado para promover la defensa y la vigilancia de los
derechos de la infancia, como también para detectar su posible vulneración.

Para ello, se considera fundamental desde el Trabajo Social dotar a los docentes
de los conocimientos y destrezas necesarias para poder detectar, notificar y actuar en

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posibles situaciones de riesgo y/o maltrato, a fin de lograr que no aumenten su gravedad
y haciendo que el infante o adolescente sufra las menos repercusiones posibles. Con esto
se pretende conseguir que los menores se desarrollen en contextos adecuados, con
personas que garanticen su bienestar y cobertura de sus necesidades básicas.

1.1.Justificación

El maltrato infantil es uno de las problemáticas más graves y vigentes en nuestro


país, siendo el sufrimiento que esta situación provoca en el menor, así como las
consecuencias que desencadena este tipo de comportamientos, motivos suficientes para
combatir de forma generalizada y multiprofesional esta problemática, siendo cada vez
más los organismos que tienen competencias en la detección, diagnóstico e intervención
de situaciones de maltrato en infancia y adolescencia.

Es cada vez mayor el papel que tiene el centro escolar a la hora de detectar una
posible situación de maltrato infantil. El contacto cotidiano que tienen los docentes con
los alumnos, la posibilidad de observar a los niños y niñas, conocer sus actitudes,
comportamientos, hábitos, reacciones ante situaciones conflictivas, permite que lleguen
a conocerlos muy bien, y ocupen un lugar privilegiado como detectores de situaciones de
riesgo y/o maltrato infantil (Farcas y Roth, 2011; Ceballos y cols, 2007; Pérez de Albéniz
y cols., 2011). Es bastante frecuente que este tipo de maltrato, ya sea a través de conductas
activas, como puede ser el maltrato físico o psicológico, como conductas pasivas, como
es la negligencia o abandono de las necesidades del menor, se encuentre oculto, no siendo
fácil de detectar en muchas ocasiones. Tiene aquí el docente una labor muy importante
de detección y notificación de situaciones que pueden estar poniendo al menor en una
situación de riesgo. Es por esto que se considera necesaria la realización de un estudio
que nos ayude a conocer los conocimientos y competencias con el que cuenta el
profesorado escolar a la hora de detectar, notificar y/o intervenir ante una posible
situación de maltrato infantil entre sus alumnos, contribuyendo esto a la labor que se
realiza desde el Trabajo Social a la hora de evitar y/o acabar con muchas situaciones
complicadas y conflictivas que pueden estar ocurriendo en muchos núcleos familiares,
siendo el menor el principal perjudicado, a la vez que el más vulnerable.

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1.2.Objetivos

El objetivo general que se quiere alcanzar con este trabajo de fin de grado es
identificar cuáles son los principales conocimientos, creencias, carencias, y dificultades
con las que se encuentran los docentes a la hora de detectar, notificar o intervenir ante un
caso de maltrato entre sus alumnos, consiguiendo con estos resultados una mayor eficacia
y concreción en la labor del trabajador social a la hora de indagar, analizar e intervenir
ante casos de esta índole.

Entre los objetivos específicos que se pretenden con este estudio se encuentran:

1. Detectar los conocimientos previos con los que cuentan los docentes de infantil y
primaria del Colegio Salesianos “San Ignacio” de Cádiz a la hora de enfrentarse
a un caso de riesgo y/o maltrato infantil.

2. Aportar al profesorado de unos conocimientos básicos sobre cómo detectar,


notificar y/o intervenir ante casos de desprotección que puedan apreciarse en los
menores en el contexto socio-familiar.

3. Ofrecer instrumentos y herramientas que sean útiles para los docentes a la hora de
hacer frente a un caso de maltrato infantil.

4. Mejorar si es posible las actuaciones protocolarias del profesorado y del propio


Centro escolar Salesianos “San Ignacio” en las situaciones de riesgo y/o maltrato
infantil.

5. Adecuar las actuaciones del Trabajo Social para que respondan a las necesidades
concretas de las que carece el profesorado escolar del centro anteriormente citado.

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2. Marco teórico

2.1.Maltrato infantil

El maltrato infantil puede ser considerado como una problemática muy reciente,
ya que empezó a ser considerada para los profesionales como objeto de estudio en 1961,
cuando Kempe describió «el síndrome del niño apaleado», es decir, cuando hizo la
descripción de las consecuencias del maltrato físico desde la visión pediátrica. Autores
como Verhellen (1994) consideró que con este trabajo fueron descubiertos los malos
tratos infantiles. Pero esto no significa que anteriormente a que fuese considerado como
objeto de estudio, no hubiera casos de malos tratos en niños y niñas. De hecho, en New
York en 1866, se descubrió el caso de Mary Ellen Wilson, la cual, a sus nueve años, sufría
maltrato y abusos. Fue curioso como la ley, que aún no protegía a la infancia, pero sí lo
hacía con los animales, actuó considerando a la niña perteneciente al Reino Animal,
siendo protegida por la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los
Animales. Esta situación se convirtió en el primer reconocimiento del maltrato infantil en
EEUU, creándose posteriormente la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los
niños (SPCC) de New York.

Así mismo, en España se estimó en el bienio 1997/1998 por el Programa Nacional


de Epidemiología de la Violencia en el Ámbito Familiar del Centro Reina Sofía, una
frecuencia de 0,71 por cada 1000 niños. La prevalencia sigue siendo constante en España,
manteniéndose en torno a 0,4% por cada 1000 niños, siendo la negligencia, según un
Estudio del Centro Reina Sofía (2000), el tipo de maltrato más frecuente con un 84,4%
del total de maltratos detectados, seguido del maltrato emocional y del maltrato físico.

i. Definición de maltrato infantil

Puede ser frecuente la aparición de problemas a la hora de dar una definición


adecuada de maltrato infantil, ya que no es fácil establecer los límites de lo que es y lo
que no es maltrato, donde hay que tener en cuenta las acepciones étnicas, religiosas,
sociales, educativas, etc., siendo el matiz cultural uno de los mayores obstáculos a la hora
de establecer cuándo una conducta puede dar lugar a una desprotección del menor.
Además, es difícil establecer los parámetros de intensidad, frecuencia, intencionalidad,
consecuencias, etc., que hacen que una conducta se considere maltrato o no, además de

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la posibilidad de repetición de la conducta, la edad y la vulnerabilidad del menor. Por
ejemplo, no es lo mismo castigar a un bebé de 6 meses solo en su cuarto, que hacérselo a
un adolescente de 15. Incluso es hasta posible que se admita el castigo físico dentro de
unos límites “tolerables”, como la edad del menor, por ejemplo, y de forma puntual.
(Baumrind, 1994).

Aun así, y a pesar de la falta de homogeneidad en la definición, hay una serie de


autores e instituciones que aportan una definición relativamente completa e integrada
sobre lo que se puede considerar o no maltrato infantil, acomodándose siempre al tipo de
proyecto realizado y desde el punto de vista de la disciplina desde la que se abarca.

El Artículo 19 de la Convención de los Derechos de Niño de Naciones Unidas,


que fue ratificada por España el 30 de Noviembre de 1990, recoge que se considera
maltrato infantil: «toda violencia, perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato
negligente, malos tratos o explotación, mientras el niño se encuentra bajo la custodia de
sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona que le tenga a su cargo».

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el maltrato infantil como:


«los abusos y la desatención del que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos
los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y
explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud,
desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de
una relación de responsabilidad, confianza o poder». La exposición a la violencia de
pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil.

Kempe, desde el punto de vista de médico pediátrico, definió maltrato, o síndrome


de niño apaleado, como una condición clínica de los niños que han sido maltratados
físicamente de forma severa, generalmente por sus padres o cuidadores (Kempe y cols.,
1962). No tenía en cuenta como maltrato ni el abuso sexual cuando no provocase daño
físico, ni la negligencia.

Así mismo, y a pesar de las diversas definiciones de maltrato infantil que se


pueden constatar, la aportada por el Observatorio de la Infancia en 2008 es la más
consensuada, definiéndose como maltrato infantil: «toda acción, omisión o trato
negligente, no accidental, que prive al niño o niña de sus derechos así como de su

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bienestar o amenacen o interfieren en su desarrollo físico, psíquico y social, siendo el
maltratante cualquier persona, institución o la propia sociedad».

Su estudio es muy complejo y con enormes dificultades a la hora de realizarlo.


En función del país y del método de investigación que se utilice, la estimación variará.
Según la OMS, las estimaciones dependerán de:

 Las definiciones de maltrato infantil utilizadas.


 El tipo de maltrato infantil estudiado.
 La cobertura y la calidad de las estadísticas oficiales;
 La cobertura y la calidad de las encuestas basadas en los informes de las propias
víctimas, los padres o los cuidadores.

2.1.1. Clasificación de maltrato

Según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2007), son varios los


criterios que se deben utilizar para clasificar el maltrato:

- En función del momento en el que se produce, es decir, prenatal (durante el


embarazo) o posnatal.

- Según la acción u omisión concreta que se esté produciendo (maltrato físico,


psicológico, negligencia, abuso sexual…)

- Según los autores del maltrato (Familiar, extrafamiliar, institucional y social)

Según el protocolo de Actuación en caso de maltrato infantil de la Junta de


Andalucía (2011), son varios los tipos de maltrato que se pueden encontrar:

a) Maltrato físico: Cualquier acto, no accidental, ocasionado a un menor o una


menor por su progenitor o progenitora o sustituto o sustituta que le provoque
daño físico o enfermedad o le coloque en situación grave de padecerlo.

b) Maltrato psíquico o emocional: Provocado por las personas adultas del grupo
familiar cuando manifiestan de forma reiterada hostilidad verbal hacia el menor

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o la menor, a través de insultos, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y
un constante bloqueo de las iniciativas infantiles de interacción (desde la
evitación hasta el encierro).

c) Negligencia o abandono: Se produce cuando las necesidades, tanto físicas


como psicológicas básicas del menor de edad (alimentación, vestido, higiene,
protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación
y cuidados médicos) no son atendidas, de forma temporal o permanente, por
ninguno de los miembros del grupo con el que convive. Es decir, no se ocupan
de su alimentación, de que tenga ropa de abrigo, de su control o tratamiento
médico. No tiene horarios, pasa horas sin atención protectora o educativa y se
le expone a situaciones que ponen en peligro su integridad física.

La negligencia incluye también el absentismo escolar, que consiste en la falta


de asistencia total o frecuente a la escuela.

d) Abuso/ Sometimiento sexual: Cualquier clase de contacto o interacción sexual


de una persona adulta con un menor, en la que la persona adulta que por
definición goza de una posición de poder o autoridad sobre aquél o aquella, lo
utiliza para la realización de actos sexuales o como objeto de estimulación
sexual. También se contempla su comisión por personas menores de 18 años,
cuando sean significativamente mayores que el menor o la menor víctima o
cuando estén en una posición de poder o control sobre éste o ésta.

e) Corrupción: Cuando la persona adulta incita al menor o a la menor a la realización


o implicación en conductas antisociales, autodestructivas o desviadas,
particularmente en las áreas de agresión, sexualidad (contempladas ya en el abuso
sexual) o uso de sustancias adictivas. Ello dificulta la normal integración social
infantil y puede producir una incapacidad para las experiencias sociales normales.

f) Explotación laboral o inducción a la mendicidad: Los padres o cuidadores


asignan al menor o a la menor con carácter obligatorio, y para la obtención de
beneficios económicos o similares, la realización continuada de trabajos
(domésticos o no) que exceden los límites de lo habitual, deberían ser realizados

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por personas adultas e interfieren de manera clara en sus actividades y necesidades
sociales y/o escolares.

g) Síndrome de Munchaüsen por poderes: Los padres o cuidadores someten al


menor o la menor a continuos ingresos y exámenes médicos alegando síntomas
físicos patológicos ficticios o generados de manera activa por ellos mismos,
mediante la inoculación de sustancias al niño o niña, por ejemplo. Como
consecuencia, el menor o la menor se ve sometido a continuos ingresos, exámenes
médicos y pruebas diagnósticas molestas e innecesarias y que incluso pueden ser
perjudiciales para su salud física y mental.

Además de los tipos de maltrato recogidos en el protocolo de actuación en caso


de maltrato infantil de la Junta de Andalucía que se han citado anteriormente, la Dirección
General de Atención a la Infancia y Adolescencia (DGAIA) (2006), menciona otros tipos
de maltrato que también se pueden dar en menores. Entre ellos se pueden encontrar:

 Sometimiento a drogas o fármacos: Se somete al menor a cualquier tipo de


drogas, sin prescripción médica, que le incapacita para el desarrollo de su
autonomía, resistencia o control, y que perjudica a su salud.

 Maltrato prenatal: Falta de cuidado del propio cuerpo, por acción u omisión, o
el consumo de drogas o sustancias psicotrópicas por parte de la mujer durante el
proceso de gestación que perjudican al feto. También lo puede inducir de forma
indirecta el maltratador de la mujer en un proceso de gestación.

 Maltrato institucional: Es causado por cualquier legislación, procedimiento,


actuación u omisión procedente de los poderes públicos o derivado de la actuación
individual del profesional que comporte abuso, negligencia o cualquier perjuicio
para la salud, seguridad, estado emocional, bienestar físico o correcta maduración,
o que viole los derechos básicos del niño o el adolescente.

 Explotación sexual: Se induce u obliga al menor de edad al sometimiento


sexual como forma de explotación laboral. También puede ser indirecto, como
es el caso de la pornografía.

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Es difícil encontrar un tipo de maltrato aislado, siendo habitual que cuando se da
un maltrato físico aparezca un maltrato emocional detrás. Esto queda confirmado por el
estudio realizado por Cerezo, Mas y Simó (1998) sobre solapamientos de maltrato, cuyos
resultados afirmaban que:

 Dos tercios de quienes han sufrido abandono físico también habían padecido
abandono emocional.
 El 86,6% de los que padecieron abuso sexual también padecieron maltrato
emocional.
 El 82,7% de los que padecieron maltrato emocional, padecieron además maltrato
físico.

Como se ha citado anteriormente, también es importante hacer referencia, en las


modalidades de maltrato infantil, al propio autor causante de éste, pudiéndose distinguir
por tanto, según Larraín y Bascuñán (2006), los siguientes tipos:

 Maltrato familiar: como es realizado por un miembro de la propia familia del


menor.
 Extrafamiliar: siendo ejercido por un miembro ajeno a la familia.

 Institucional: cuando las propias instituciones no garantizan una atención


adecuada el infante.

 Maltrato Social: cuando se dan un conjunto de factores de carácter social o


contextual impiden salvaguardar la protección y atención al menor.

Así mismo, el daño, las consecuencias y las repercusiones tanto físicas como
psicológicas, a corto, medio y largo plazo que se desencadenan tras un episodio de
maltrato en un niño o niña, se producen con total independencia de quién lo haya
provocado. Además, según un Estudio realizado por la Adverse Childhood Experiences
Study (ACE) entre 1995 y 1997, en el cual se quería revelar las consecuencias a largo
plazo del maltrato infantil, se deja ver que estas consecuencias pueden influenciar
significativamente en aspectos conflictivos de ese menor cuando vaya convirtiéndose en
adulto. Por ejemplo, el estudio dejó muestra de que las personas que han sido maltratadas
durante su infancia tienden, entre otras cosas, a:

 Incrementar la probabilidad de padecer alcoholismo, drogadicción y tabaquismo.

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 Tener baja autoestima, depresión e intentos de suicidio.
 Aumentar la probabilidad de prácticas sexuales de riesgo y adquisición de
enfermedades de transmisión sexual.
 Falta de Actividad y obesidad.

2.1.2. Factores intervinientes en el Maltrato. Factores e Indicadores de Riesgo/


Maltrato

Si se analiza la explicación desencadenante de una situación de maltrato, se puede


ver que hay una gran diversidad explicativa a la hora de abordar las causas de éste, ya que
los modelos explicativos han ido evolucionando a lo largo de la historia, pasando de un
enfoque psiquiátrico, basado en la falta de competencias de los padres, a un enfoque
socioeconómico de los modelos socioambientales en los años 70. El modelo ecológico o
ecosistémico, enunciado por Urie Bronfrenbrenner (1977,1979), nace de la integración
de estos dos enfoques, adquiriendo aquí el trabajador social un papel muy relevante. Este
modelo abarca los múltiples factores que forman parte del maltrato. Los autores pioneros
referentes de este modelo fueron Belsky (1980) y Garbarino (1977). Belsky señala la
historia del desarrollo de los padres, el papel del menor en la interacción familiar
(microsistema), el contexto (exosistema), y el contexto cultural (macrosistema), como
factores a tener en cuenta al abordar la aparición del maltrato y tratar dicha problemática.

Así mismo, a la hora de detectar una posible situación de riesgo o maltrato, se


encuentra una serie de indicios que nos pueden ayudar a sospechar de la existencia de
algún tipo de conducta de esta índole. Estos indicios pueden ser factores de riesgo e
indicadores de riesgo. Pueden darse casos en los que haya factores de riesgo, ya sean en
el menor, en los padres, en el núcleo familiar o en el entorno, y no darse indicadores de
riesgo, porque aún no se han manifestado conductas directas que pueden hacernos
sospechar de la posible situación conflictiva a la que nos estamos enfrentando. El
conocimiento de estos factores e indicadores de riesgo nos pueden ayudar a prevenir
situaciones de maltrato, las cuales pueden ser evitadas gracias a una detección previa.

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2.1.2.1.Indicadores de Riesgo

Del mismo modo, también hay una serie de indicadores de riesgo aportados por
el Manual de Referencia de los Equipos de Tratamiento Familiar realizado por la
Dirección General de Infancia y Familias de la Junta de Andalucía (2007), que facilitan
la posibilidad de detección de un posible caso de maltrato. Pueden ser de riesgo o de alto
riesgo, dependiendo del tipo de comportamiento que se esté llevando a cabo por parte de
los progenitores.

Por un lado, entre los indicadores de riesgo se encuentran:

- Absentismo escolar reiterado en el niño o niña.


- Menor sujeto a mendicidad
- Negligencia leve, no llegando a afectar a la integridad física o psíquica del menor.
- Consumo de sustancias tóxicas.
- Conductas desadaptadas y/o antisociales.
- Embarazos
- Huidas sin hogar.
- Autolesiones y/o intentos de suicidio.
- Roles parentales inadecuados.
- Hábitos de sueño y alimentación inadecuados.
- Seguimiento médico del infante excesivo, ausente o con deficiencias.
- Falta de higiene y vestimenta inadecuada, tanto en el menor como en sus padres o
cuidadores.

Por otro lado, los comportamientos considerados como indicadores de alto riesgo
son los que abarcan el maltrato prenatal, físico, emocional, abuso sexual, prostitución
infantil, explotación tanto sexual como laboral, negligencia y/o abandono de las
necesidades del menor, corrupción, etc., que hacen poner al menor en una situación de
peligro extremo.

Desde los Centros de Servicios Sociales Comunitarios de Extremadura (2006), se


aporta una serie de los indicadores de maltrato más alarmantes que los Trabajadores
Sociales deben tener en cuenta por parte de los padres o cuidadores, entre los que se
encuentran:

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- Aspecto descuidado en la higiene y en el vestido.
- Vivienda precaria / hacinamiento
- Ingresos económicos muy escasos e inestables.
- Consumo habitual de alcohol / drogas.
- Relaciones conyugales conflictivas.
- Existencia de sintomatología de trastorno mental.
- Ausencia de apoyos funcionales (familiares, amigos, vecinos, etc.)
- Dificultades de acceso a los recursos (educativos, sanitarios, etc.)
- Manifestación de problemas de relación con el menor (es hiperactivo,
introvertido, provocador, etc.)
- Manifestación de problemas de control sobre el niño (hace lo que quiere, es malo,
desobediente, etc.)
- Ausencia de supervisión sobre las actividades del niño (desconocimiento de lo
que hace, a dónde va, si acude a la clase, de quienes son su grupo de iguales, etc.)
- Utilización del menor como apoyo habitual al trabajo y a las tareas domésticas
(cuidado de hermanos, etc.)
- Manifiestan dificultades del niño para relacionarse con su grupo de iguales; se
quejan de características marginales de sus amigos.
- Los padres dificultan o impiden a los profesionales contacto con el menor

2.1.2.2. Factores de Riesgo

Según el Manual de Referencia de los Equipos de Tratamiento Familiar realizado


por la Dirección General de Infancia y Familias de la Junta de Andalucía (2007), varios
son los factores de riesgo que pueden facilitarnos la posibilidad de conocer o identificar
una posible situación de riesgo o de maltrato en un menor. Estos factores se pueden
asociar tanto a los padres, al núcleo familiar en su conjunto, a los infantes y adolescentes,
así como al entorno.

Aquellos factores de riesgos asociados a los padres abarcan tanto la historia


familiar de ambos progenitores como los aspectos propios de su personalidad.

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Entre los aspectos de relevancia por su riesgo en el maltrato, en aquello que
respecta a la historia familiar, se encuentra, entre otros:

- Haber sufrido malos tratos, abusos, falta de afecto o desestructuración familiar en


su infancia.
- Haber crecido en un entorno marcado por conductas como la toxicomanía,
delincuencia, etc.
- Infancia desarrollada de forma institucionalizada.
- Ausencia de padre o madre, ya sea por muerte, abandono…
- Haber establecido vínculos inadecuados.
- Disfunción en los roles parentales.

En relación a los aspectos propios de los progenitores, pueden ser factores de riesgo:

- Alto grado de consumo de alcohol u otras drogas.


- Tener dificultades a la hora de saber controlarse y/o baja tolerancia a la frustración.
- Tener antecedentes policiales o haber estado en prisión.
- Incapacidad o deterioro a la hora de organizar y estructurar la vivienda y el entorno
de convivencia.
- Falta de aceptación y/o implicación en el tratamiento o la intervención dirigida por
profesionales.
- No concienciación de su problemática.
- Falta de empatía.
- Vinculación afectiva poco adecuada entre padre e hijos.
- Desconocimiento de las funciones parentales.
- Deficiencia en el desarrollo del rol parental.
- Pautas educativas inapropiadas y/o incoherentes.
- Patologías mentales como depresión, psicosis…

En cuanto al núcleo familiar, muchos son los factores que se encuentran


relacionados a la situación socio-económica. Algunos de ellos pueden ser:

- Situación de desempleo cronificada, sin deseo de trabajar y con escasos recursos


personales para encontrar empleo.
- Inestabilidad emocional
- Falta de una vivienda.

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- Hacinamiento y/o viviendas con déficits o sin condiciones adecuadas.
- Falta de red apoyo social.

La estructura y dinámica familiar también posee una serie de aspectos que pueden
dar lugar a indicios de posibles situaciones de riesgo o maltrato. Entre ellas se pueden
encontrar:

- Hijos frutos de embarazo no deseado por parte de alguno de los padres.


- Maternidad o paternidad adolescente.
- Familia numerosa.
- Monoparentalismo y/o padres separados o divorciados.
- Falta de comunicación e interacción entre los miembros de la familia.
- Falta de normas y pautas educativas familiares.

Los menores son sujetos susceptibles de sufrir maltrato debido a su especial


vulnerabilidad. Ellos mismos en muchas ocasiones presentan características que les hacen
estar en situación de riesgo de ser maltratados. Entre tales características de los menores
se encuentran:

- Enfermedades físicas crónicas.


- Niños con déficit físico, psíquico o sensorial.
- Prematuridad
- Niños con TDAH (Trastornos de déficit de atención con Hiperactividad), con
problemas de sueño o con la alimentación, llanto continuado.
- Niños adoptados.
- Menores con escasa red social.
- Niños frutos de matrimonios separados, que sufren rechazo por la nueva pareja de
su progenitor.
- Menores con menor grado de autonomía, con cierta dependencia para la realización
de actividades de la vida cotidiana.
- Niños con historias previas de maltrato/ abandono

Por último, el entorno en el que viven los maltratadores y los menores también
puede presentar factores de riesgo, a la hora de desarrollarse una conducta de maltrato.
Entre estos elementos se pueden ver:

- Falta de recursos destinados al tiempo libre de los menores.

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- Entorno social rodeado de situaciones conflictivas y problemáticas no deseables
para niños y adolescentes.
- Entorno que rodea caracterizado por un alto índice de violencia, delincuencia o
victimización.

2.1.4 Situación actual de Maltrato Infantil

Son varios los estudios y estimaciones realizadas sobre la situación actual de


maltrato infantil, con los que se intenta alcanzar un conocimiento aproximado de la cifra
de menores que actualmente están enfrentados a una situación de desprotección y riesgo.

Según la fuente de información y el tipo de instrumento que se utilice para realizar


las estadísticas, distintos serán los datos obtenidos, por lo que siempre se hablará de estos
datos como aproximados o estimados. En el presente trabajo, se utilizará en concreto la
investigación recogida en la Jornadas sobre avances en los Derechos de la Infancia: de la
Invisibilidad del Maltrato a la Promoción del Bienestar, realizada por el Observatorio de
la Infancia de Andalucía, a fecha del 11 de Julio del 2012.

En España, se han obtenido resultados muy variados a la hora de estudiar la


prevalencia de menores afectados por maltrato. Una investigación realizada por Inglès
(1991), en Cataluña en 1988, basada en datos aportados por los Servicios Sociales,
hospitales, así como utilizando datos de educación, médicos pediatras y expedientes de la
Dirección General de Atención a la Infancia, reflejaba que 4 de cada mil niños de entre 0
y 16 años eran víctimas de maltrato infantil.

En 1995, fue realizado por Jiménez, Oliva y Saldaña (1995) uno de los estudios
en Andalucía sobre maltrato infantil con más relevancia, dónde se estimó una prevalencia
de 15 casos por cada mil menores de edad.

Años más tarde, en 1997 y 1998, se realizó en Andalucía, en concreto en el Centro


Reina Sofía, un estudio basándose en expedientes del Servicio de protección del menor,
obteniéndose entonces que la tasa de incidencia de maltrato infantil era de un 0.72 por
cada mil menores.

Según lo recogido en las Jornadas sobre avances en los Derechos de la Infancia:


de la Invisibilidad del Maltrato a la Promoción del Bienestar, del Observatorio de la
Infancia de Andalucía, si se suponen las mismas condiciones de estudio anteriores en las

18
que se encontraban los menores maltratados, podría deducirse que, en 2011, un total
aproximado de 24.700 menores habrían podido ser objeto de una situación de maltrato.
Hay que reseñar los progresos que se han ido dando a lo largo de los años en base a la
protección social de los menores, así como los programas y políticas centradas en la
infancia desde los distintos órganos con competencias al respecto, como son los Servicios
Sociales y las instituciones educativas y sanitarias. Además, cada vez son más los
profesionales que se forman y profesionalizan para saber hacer frente a situaciones de
maltrato infantil. Por todo ello, es posible pensar que la tasa real de menores que han
sufrido episodios de maltrato infantil es muy inferior a la establecida, en función de la
continuación de las condiciones.

2.2.Importancia de la escuela en la detección y notificación del maltrato infantil.

Como se ha dicho anteriormente, el centro escolar, debido a las horas que los niños
y adolescentes pasan allí, así como el trato cercano y cotidiano que los docentes
desarrollan con los alumnos, se coloca en una posición privilegiada a la hora de poder
detectar una posible situación de maltrato, siendo en muchas ocasiones la primera persona
y/o institución que puede darse cuenta de que el menor se encuentra en una posible
situación de desprotección. No obstante, es muy importante que los profesores posean las
destrezas y habilidades necesarias para conseguir ese fin.

El profesorado debe conocer las pautas de desarrollo normalizado en función de


la edad por las que pasan sus alumnos, teniendo que mostrar especial interés cuando uno
de ellos presenta conductas, actitudes o retrasos en el desarrollo fuera de lo normal, que
puedan actuar como signos de alarma en el profesorado acerca de posibles indicadores de
riesgo. Por ello es fundamental el conocimiento de los docentes sobre tales indicadores y
factores de riesgo que se citaban en un apartado anterior.

También es importante el papel de la escuela a la hora de conocer el contexto


socio-familiar en el que está inmerso cada alumno. Es posible que las circunstancias de
vida de la familia de un menor motiven la posible situación de desprotección a la que se
está enfrentando éste, teniendo el docente mayor facilidad para conocer cuál es la
verdadera realidad de cada uno de sus alumnos, siendo también esto fundamental para la
realización del trabajo en red. En este sentido, cabe destacar aquí la importancia de un
trabajador social en el contexto escolar, el cual puede ayudar a facilitar la comunicación

19
con los Servicios Sociales Comunitarios en caso de la existencia de alguna dificultad en
el contexto socio-familiar de algún alumno del centro.

Según informaciones recogidas en la investigación del Observatorio de la Infancia


de Andalucía a fecha del 11 de Julio del 2012, el cual se encargaba de dar a conocer la
situación del maltrato infantil actualmente, se demuestra la falta de conocimientos y de
información que tienen los centros educativos y los docentes a la hora de hacer frente a
una situación de maltrato, tanto en formación a la hora de la detección, como a la hora de
intervenir, siendo considerada fundamental tanto por el Equipo de Orientación Escolar
como por los Jefes de Estudio.

2.2.1. Protocolos existentes sobre la detección del maltrato y/o abusos sexuales en
el centro escolar.

Es importante saber actuar ante una situación de riesgo y/o maltrato infantil desde
el centro escolar, ya que una buena actuación puede conseguir que se evite el
agravamiento de situaciones de esta índole, así como la aparición y/o continuación de este
tipo de comportamientos. Por otro lado, actuar de forma errónea puede hacer que las
circunstancias a las que se tenga que enfrentar el menor tras ese error empeoren la
situación en la que éste se encuentra. Para evitar esto, se han establecido protocolos de
actuación que faciliten a los profesionales, y en este caso, a los docentes, las técnicas y
conocimientos de intervención adecuados para no cometer errores que puedan agravar la
situación y el bienestar del menor. Son centenares los protocolos que se pueden encontrar.
A continuación se realizará un recorrido de los principales protocolos, desde los más
generales a los más específicos.

2.2.1.1. Protocolo básico de Intervención contra el maltrato infantil


del Observatorio de la Infancia (2008)

Este protocolo fue elaborado por el Observatorio de la Infancia en 2008, el cual,


bajo las recomendaciones ya dadas por el Comité de los Derechos del Niño de las
Naciones Unidas, realizadas a través de su último informe realizado. La finalidad es la de
garantizar el cumplimiento de los derechos reconocidos en la Convención de los Derechos
del Niño, queriéndose lograr la creación de un protocolo de actuación ante las situaciones
de maltrato infantil con el que se lograse actuar de forma íntegra, conjunta y entre distintas
instituciones en cada Comunidad Autónoma.

20
La idea de este protocolo interinstitucional parte de la base de evitar que fuese
utilizado de forma independiente. Más bien se trataría de usarlo como complemento a los
protocolos determinados que se diesen en cada ámbito profesional concreto por separado,
a la hora de detectar, notificar e intervenir en una situación de maltrato infantil. Así, por
ejemplo, si en un caso de maltrato infantil actuase la institución educativa desde el centro
escolar y la institución sanitaria desde el centro de salud, ambos con protocolos
diferenciados propios de su ámbito, la intención es que se aplicase el instrumento del
Observatorio de la Infancia como complemento a aquellos propios de su ámbito de
actuación.

Este protocolo de actuación recoge como objetivos específicos las siguientes


fases, a fin de lograr la correcta coordinación entre las instituciones con competencias en
casos de maltrato infantil:

1. Detección
2. Notificación
3. Evaluación
4. Intervención y tratamiento
5. Seguimiento

Este instrumento puede ser muy útil para saber hacer una correcta distinción entre
los distintos tipos de maltrato en función de su gravedad, para así facilitar qué circuito
institucional hay que seguir para la correcta atención e intervención social, en función de
la clasificación y las consecuencias del maltrato que esté sufriendo el menor.

2.2.1.2. Protocolo de derivación a los programas de evaluación,


diagnóstico y tratamiento de casos de abusos sexuales a menores en
Andalucía (2011)

Son numerosas las situaciones de maltrato en menores que están acompañadas de


abusos sexuales. Han sido varios los programas con actuaciones concretas que se han ido
ejecutando dirigidas a los menores víctimas de abusos sexuales en distintos ámbitos y que
abarcaban desde programas de evaluación, como de diagnóstico o tratamiento. Si bien,
estas actuaciones eran independientes y sin un equipo de profesionales que trabajarse en
red en cada provincia de Andalucía. No fue hasta 2008 cuando se implantó un Equipo de
Evaluación y Diagnóstico y otro de Tratamiento de Casos de Abusos sexuales en cada
una de las provincias que conforman Andalucía.

21
Esta creación hizo que se viera como necesaria la creación de un circuito de
derivación a estos programas de abusos, con carácter homogéneo para todas provincias
de Andalucía, con el fin de hacer un buen uso y optimización de los recursos
especializados disponibles, buscando siempre el bienestar y cumplimiento de los
derechos de los niños y niñas de Andalucía. Además, con el objetivo de evitar la
revictimización a la que en muchos casos se tienen que enfrentar los menores en esta
situación por parte de las distintas instituciones que intervienen en los casos de maltrato
infantil, se hace necesario la creación de un circuito de actuación que posibilite el trabajo
en red entre los distintos profesionales. Del mismo modo es imprescindible una
agilización en el proceso de intervención y una mayor protección de los niños y niñas
víctimas de abusos sexuales, velando siempre por su bienestar y cumplimiento de sus
derechos.

En este protocolo se establece una serie de criterios para la priorización de los


casos que se vayan dando, como son la fuente de derivación del caso (Servicio de
Protección de menores, expediente judicial abierto, derivados por otros organismos, etc.),
las características de los episodios de abusos (frecuencia y severidad, tipo, probabilidad
de reiteración de los episodios, etc.).

La novedad de este protocolo es que le da especial relevancia a la evaluación y


seguimiento de los casos de abusos sexuales, creando para ello Comisiones de
Seguimiento en cada provincia, con una reunión semestral como mínimo. Tales
comisiones son formadas por representantes de las entidades encargadas de llevar a cabo
los programas, Dirección General de Infancia y Familias y de los Servicios de Prevención
y Apoyo a la familia de la Delegación Provincial de la Consejería para la Igualdad y
Bienestar social correspondiente.

2.2.1.3. Protocolo de actuación en caso de maltrato infantil de la


Junta de Andalucía.

Si por algo se caracteriza este protocolo es por ser el instrumento de referencia


para la creación de los protocolos propios de cada centro escolar.

Este instrumento, nacido desde la Junta de Andalucía, de acuerdo con la Ley


1/1998, de 20 de abril, de los derechos y la atención al menor, nos aporta seis pasos vitales

22
y necesarios para una correcta actuación ante una situación de maltrato infantil desde un
centro escolar.

El paso que este protocolo establece como prioritario es el de identificar y


comunicar la situación de maltrato, de acuerdo a la Ley 1/1998, de 20 de Abril, de los
Derechos y la Atención al Menor, por la que se establece que cualquier persona o entidad
que tenga noticia de la existencia de una situación de maltrato, debe ser puesto en
conocimiento de cualquier autoridad, la cual lo comunicará de forma inmediata a la
administración competente, autoridad judicial o ministerio fiscal.

Como segundo paso, este protocolo incorpora como novedad a los servicios
médicos, al que deberá acudir, según este instrumento, el menor acompañado de algún
miembro del equipo directivo, cuando se tenga sospecha de la posible existencia de
lesiones, a fin de que éste sea sometido a una valoración clínica, poniéndolo en
conocimiento de la familia posteriormente. Se considera imprescindible la solicitud de
informe o parte de lesiones para que se adjunte al informe que se realice.

Tras esto, como tercer paso, se realiza desde el equipo de orientación educativa o
departamento de orientación, a petición de la dirección del centro, la evaluación inicial
del menor con ayuda de la información que pueda ser aportada por el tutor.

Como cuarto paso, se determina la gravedad del maltrato y se elabora la hoja de


detección y notificación del maltrato infantil, aprobada por la Orden de 23 de Junio de
2006. En función de la gravedad del maltrato, la hoja será enviada a las distintas
instituciones de una forma u otra.

El quinto paso a llevar a cabo según el protocolo, y siguiendo la Orden de 11 de


Febrero de 2004 por la que se acuerda la publicación del texto íntegro del procedimiento
de coordinación para la atención de menores víctimas de malos tratos de Andalucía, será
la derivación del caso de maltrato en función de la gravedad de éste (leve, moderado,
maltrato grave y/o urgentes).

Por último, este protocolo también da gran relevancia a la evaluación y


seguimiento de los casos que se hayan dado, con independencia de si la intervención de
agentes externos al centro educativo ha sido necesaria o no.

23
2.3.El papel del trabajador social en las situaciones de riesgo/ maltrato infantil en el
ámbito educativo.

Es fundamental comprender, en un primer lugar, que un trabajador social actuando


desde cualquier campo (ámbito sanitario, laboral, Servicios Sociales, etc.) está realizando
labores educativas, desde el punto de vista de educación informal o no formal; desde un
punto de vista independiente al vínculo formal de una institución educativa concreta, y
abierta a las necesidades educativas específicas de una población determinada.

Así mismo, las competencias y el papel de un trabajador social en un centro


educativo ha estado frecuentemente infravalorada a lo largo de la historia del Trabajo
Social, viéndose como figuras principales al profesorado y al equipo directivo del centro
apoyados por la figura del “orientador”, considerándose las figuras referentes de enlace
ante cualquier problemática social que pudiese ocurrir dentro del centro escolar.

Según Espinosa, Mateo y De Felipe (1990), son varias las funciones que un
trabajador Social debe desempeñar en un centro educativo. En concreto, entre todas
ellas, las que deben cumplir de forma exhaustiva para garantizar que una situación de
maltrato infantil se resuelva de forma adecuada, se encuentran:

 Elaborar mapa de necesidades y recursos necesarios.


 Colaborar en la elaboración de los Proyectos Educativos de Centros,
especialmente, en las condiciones socioculturales del Entorno y los
aspectos sociales y familiares de los alumnos escolarizados.
 Contribuir a la potenciación de la acción tutorial.
 Información y orientación a los padres, en el ámbito de sus funciones.
 Facilitar información a los docentes en relación a los aspectos sociales y
familiares de los alumnos.
 Realización del estudio y valoración social y familiar de los alumnos.
 Derivar y canalizar adecuadamente, según la demanda y necesidades
detectadas.
 Apoyo a familias desestructuradas.
 Orientaciones y pautas de actuación en situaciones problemáticas, ya sean
individuales o grupales.

24
En los últimos años, se ha ido haciendo presente el papel del trabajador social en
el sistema educativo formal, gracias a los Equipo de Orientación Educativa (EOE).

Estos Equipos de Orientación Educativa nacen bajo la Ley 14/1970 de 4 de


Agosto, la cual, en sus artículos 9, 125 y 127, establece los Servicios e Orientación en
los niveles de E.G.B., F.P., B.U.P. y C.O.U.

El 29 de noviembre de 1995 se regulan los Equipos de Orientación Educativa a


través del Decreto 233/1995.

Se caracterizan por estar formados por un equipo interprofesional de psicólogos,


pedagogos, logopedas y trabajadores sociales, que trabajan en red en el centro escolar,
buscando la forma de abarcar distintas problemáticas que surjan en dicho centro, desde
distintos puntos de vista. Estos equipos están presentes en los centros de Educación
Primaria y Secundaria Obligatoria, encargándose cada EOE de los colegios de una
determinada zona de la ciudad.

En estos equipos, los trabajadores sociales tienen una función fundamental,


analizando y actuando en las distintas problemáticas desde una visión más social e
integral, abarcando todos los matices que hacen que nazca esa dificultad. Así mismo, y
debido al aumento de las problemáticas que se dan en los centros educativos, como es el
fracaso escolar, el absentismo, violencia escolar, bullying, etc., con unas determinadas
causas y consecuencias sociales, es necesario que aumente la presencia de profesionales
de esta disciplina en estos contextos.

El centro escolar, como ya se ha mencionado anteriormente, es uno de los


contextos con mayor facilidad a la hora de detectar una situación de riesgo y/o maltrato
de un menor, teniendo el profesorado un papel fundamental en ello. Es aquí donde
también entra en juego el papel del trabajador social en un centro educativo, por varios
motivos. Por un lado, es de vital importancia que en el centro educativo haya una persona
que se tenga como referente y que se encargue de hacer de enlace entre el centro
educativo, los Servicios Sociales y el Servicio de Protección de Menores. Además, mucha
de las problemáticas que pueden dar lugar a una situación de maltrato o desprotección en
un menor son sociales, siendo el trabajador social la persona con competencias para
trabajar con esta problemática de forma integral, realizando una intervención social con
la familia, el menor y la escuela, buscando siempre el bienestar y adecuado desarrollo de

25
los niños y niñas, y en este caso, en aquellos que se encuentran en ese centro educativo
en concreto.

El problema nace a la hora de dividir las competencias entre los profesionales de


un centro escolar, ya que, si se trabaja en red de forma correcta, el trabajo que se realiza
es mucho más satisfactorio, en lugar de querer realizar su labor cada uno de forma
independiente, lo que provocaría una fractura interna entre los propios profesionales.

«La colaboración entre profesorado y trabajadores sociales en situaciones como


las descritas parece totalmente imprescindible, sin embargo, en las escuelas y en los
institutos no siempre se consiguen unas relaciones eficaces entre los profesionales de
ambos campos. La principal dificultad radica en comprender que no se trata de repartirse
los problemas sino de actuar conjuntamente y el profesorado a menudo espera que el
trabajador/a social se ocupe del problema para que él pueda dedicarse mejor a enseñar en
vez de asumir que también debe implicarse en la solución». (Torra, 2009, p. 126).

Además, cada vez son más los centros educativos que se nutren de los
conocimientos de los profesionales del Trabajo Social para la realización de determinados
cursos o talleres de diversos ámbitos (sexual, de valores, de igualdad de género, de salud,
de no violencia…). En estos casos actúan como profesionales de referencia para la
realización de tareas educativas, que además pueden posibilitar consultas internas como
medio de enlace con los alumnos de forma más “anónima”, educando y ayudando a
solucionar problemas más concretos de manera más directa con el alumnado. El
problema es que habitualmente los centros educativos recurren para la realización de estas
actividades a trabajadores sociales de centros sanitarios o de otras instituciones, en lugar
de contar con un trabajador social referente del propio centro educativo. Esto impide una
continuidad y un seguimiento de los casos, fundamental para la realización de una labor
adecuada del trabajador social, viéndose el profesional limitado continuamente.

Por último, y como señalan Díaz y Cañas (2003. p. 540): «El trabajador social es
una figura que en el sector educativo se encarga de hacer de puente entre el ámbito
escolar, el familiar y el social, de acuerdo con el proyecto educativo de centro, elementos
de conocimiento del alumnado y del entorno sociofamiliar». Siendo, en este caso,
considerado fundamental su papel a la hora de detectar, notificar e intervenir en una
situación de riesgo y/o maltrato infantil desde el centro escolar.

26
3. Marco empírico

3.1.Objetivos

3.1.1. Objetivo General

 Identificar y contextualizar la situación en la que actualmente se encuentra


el profesorado de Infantil y Primaria de un Centro Escolar concertado de
la provincia de Cádiz en cuanto a detección, notificación e intervención de
una situación de maltrato infantil y desprotección del menor.

3.1.2. Objetivos Específicos

 Mostrar cuáles son los conocimientos con los que cuentan estos docentes
acerca del maltrato infantil, así como la forma que tienen de actuar ante la
sospecha de un caso de esta índole entre sus estudiantes.

 Conocer y analizar cuáles son las carencias que estos profesores manifiestan
a la hora de abordar una posible situación de maltrato infantil.

 Conocer cuál es la importancia que el personal docente de este centro le da


a la formación y competencias que ellos tienen o deberían tener, para
responder de forma satisfactoria a indicios o casos de maltrato en sus
alumnos.

3.2.Hipótesis

 Existe un desconocimiento generalizado entre los docentes a la hora de


saber detectar, notificar y/o intervenir ante una posible situación de maltrato.

 El profesorado más joven cuenta con mayores competencias y habilidades


para saber identificar y abordar un posible caso de maltrato y/o desprotección de
un menor.

27
 Los docentes con menor experiencia consideran más importante la
formación en habilidades y cualidades a la hora de detectar, notificar y/o intervenir
en un caso de maltrato infantil que aquellos que cuentan con mayor experiencia.

 El profesorado con menor experiencia tiene mayor conocimiento sobre el


protocolo de actuación en caso de maltrato de su centro escolar que aquellos que
tienen mayor experiencia.

3.3.Construcción y validación del cuestionario.

Con la finalidad de realizar esta investigación, se ha procedido a la realización de


un cuestionario con el objetivo de conocer los conocimientos que poseen el personal
docente de Infantil y Primaria del Colegio Salesianos “San Ignacio” de Cádiz sobre la
identificación, detección, notificación y/o intervención ante una posible situación de
maltrato infantil. En el cuestionario se intenta indagar tanto sobre los conocimientos
generales de maltrato infantil que poseen, como acerca de la importancia que le dan a las
competencias, habilidades y actitudes que deben presentar los docentes para desarrollar
un buen trabajo ante este tipo de situaciones. Igualmente se indaga sobre sus
conocimientos acerca de la existencia y necesidad del uso de un protocolo de actuación
ante el maltrato infantil.

Tras la realización de un cuestionario piloto, éste fue sometido a un proceso de


validación a través de un juicio de expertos, en el que participaron tres profesores del
Departamento de Psicología de la Universidad de Cádiz: Dr. Prf. Serafín Cruces Montes,
Prf. Juan Manuel Picardo y Dr. Prf. Antonio Francisco Romero Moreno.

Tras su validación, se obtuvieron una serie de consideraciones que fueron tenidas


en cuenta a la hora de la realización del cuestionario definitivo, que se repartiría
posteriormente entre los docentes del Colegio Salesianos “San Ignacio” de Cádiz. Entre
estas consideraciones que se propusieron, se destacan a continuación las que se tuvieron
en cuenta para la elaboración del cuestionario final.

Entre las mejorías que el Dr. Serafín Cruces Montes puntualizó tras la lectura del
cuestionario, se tienen en consideración las siguientes:

 Introducir en las respuestas la opción de No sabe/ no contesta (NS/NC)

28
 Especificar los cursos académicos, pues así puede el personal especificar
en cuál se encuentra (2012-2013; 2011-2012).
 Cuestiones relativas a la hora de numerar y redactar preguntas y
respuestas.
 En la pregunta 5b. unificar maltrato emocional y psicológico.
 En la cuestión 12. habría que preguntar primero si existe manual de
detección y notificación.
 La pregunta 14b. es independiente de que conteste si/no a la 14, por lo que
se puede hacer de ella una pregunta propia.
 La 21. podría dar lugar a deseabilidad social, por lo que habría que quitarle
el “muy” que antecede a “importante”.

El Prf. Juan Manuel Picardo, en su validación, sugirió que se incorporara la


siguiente pregunta al cuestionario, considerando interesante a la hora de elaborar la
investigación la respuesta aportada a ella:

- ¿Sería necesario, a su parecer, el informar a los menores y al profesorado sobre


maltrato y abusos desde entidades externas al centro?

Por último, el Dr. Antonio Romero Moreno, tras la presentación del cuestionario
piloto, presentó las siguientes propuestas de mejora:

- Sugiere la posibilidad de acortar el cuestionario, viendo considerable la reducción


de éste a 15-20 preguntas a lo sumo.
- Propone eliminar las preguntas con opciones abiertas, por su dificultad a la hora
de categorizarlas en el programa estadístico.
- Señala la existencia de preguntas muy similares que pueden dar lugar a la
duplicación de información en varias cuestiones, puntualizando cuáles considera
más relevantes y adecuadas para la investigación.

3.3.1. Cuestionario Utilizado.

Tras tener en cuenta todas las consideraciones aportadas en el juicio de expertos


por los distintos profesores, se realiza el cuestionario final (ver Anexo 1) que se facilitó
posteriormente a los docentes.

29
Este cuestionario final consta de 22 preguntas cerradas, divididas en tres partes.

La primera parte es especialmente informativa, buscando la posibilidad de obtener


distintas informaciones básicas del encuestado. Se hacen dos tipos de preguntas, una
dicotómica en la que el encuestado selecciona su sexo (1), y de la 2 a la 4, se pide que el
encuestado aporte un valor numérico a la respuesta (edad, curso que imparte y años de
experiencia).

De la 5 a la 14 se busca que los encuestados seleccionen una opción entre


respuestas múltiples, pudiendo elegir la opción de “NS/NC” (No sabe, No contesta). De
las preguntas 5 y 10, surgen las sub-preguntas 6 y 11 respectivamente, teniéndose que
contestar únicamente si la respuesta anterior es afirmativa. En concreto, en la 6, se tiene
que señalizar el tipo de maltrato que se hayan encontrado y aportar un valor numérico en
función de los casos que se haya encontrado.

La segunda parte del cuestionario, a partir de la cuestión 15, se utilizan preguntas


tipo Likert con 5 valores, siendo 1, “totalmente en desacuerdo” y 5, “totalmente de
acuerdo”, presentando a los docentes una serie de afirmaciones buscando que éstos
respondan dando un valor numérico a la respuesta en función del grado de acuerdo o
desacuerdo con la afirmación, pudiendo contestar también “NS/NC”.

3.3.2. Muestra

Como se ha expuesto anteriormente, este cuestionario está dirigido al profesorado


de 2º y 3º de Educación Infantil y al Primer y Segundo ciclo de Educación Primaria del
Colegio Salesianos “San Ignacio” de Cádiz.

El cuestionario fue realizado por los 15 profesores que conforman estos cursos,
siendo el 100% de la población susceptible la que forma parte de la investigación.

3.3.3. Procedimiento de administración del cuestionario

Finalizada la encuesta que se iba a facilitar entre los docentes de este centro
escolar, se procedió a tener una cita con el director del Centro, acompañada de un breve
escrito para ponerle al tanto de todo. Esto se vio facilitado gracias al voluntariado que he
realizado en una asociación juvenil perteneciente a este Colegio, así como por ser antigua
alumna y tener una estrecha relación tanto con el director como con el profesorado del
centro escolar.

30
El director me derivó directamente a la Jefatura de Estudios de Infantil y Primaria,
a la que también le aporté la carta informativa, dirigida a ella y al profesorado,
contextualizando acerca del propósito la investigación y pidiendo su colaboración (ver
Anexo 2).

Una vez obtenido la aprobación para la realización del cuestionario, facilité el


cuestionario uno a uno a cada profesor, informando sobre el carácter anónimo de éste, y
siendo contestado por los docentes de una forma auto-administrada.

3.3.4. Metodología

Como se ha descrito, la presente investigación se realizó administrando un


cuestionario a un conjunto de profesores. De esta forma, la fuente primaria de esta
investigación es la encuesta, que constituye una de las técnicas más apropiadas para
obtener datos sobre aspectos objetivos y subjetivos (actitudes, opiniones y creencias) de
una población, basándonos en la información escrita que proporciona el encuestado.

La composición del cuestionario abarca una amplia variedad de preguntas, todas


ellas codificadas y cerradas, posibilitando al sujeto la elección entre diferentes respuestas
que se le proponen. Las preguntas de carácter perceptivo se constituyen a través de escalas
tipo Likert, mediante las cuales los sujetos se posicionan ante el grado de aceptación o
rechazo del ítem propuesto. Como se ha abordado en el apartado anterior, el cuestionario
ha pasado por una prueba de validez de contenido a través de un Juicio de Expertos.

Por las características de este estudio (muestra de sujetos no aleatoria, carácter


voluntario de los respondientes, etc.), el diseño que se presenta queda encuadrado en la
metodología cuasi-experimental. Una vez los sujetos hayan cumplimentado las encuestas
y obtenidos los datos, se someterán estos a diferentes tipos de análisis estadísticos a objeto
de verificar las diferentes hipótesis de nuestro estudio. De esta forma, se obtendrán, en un
primer abordaje, las frecuencias y los estadísticos descriptivos básicos, además de realizar
pruebas no paramétricas (pruebas de bondad del ajuste como la chi-cuadrado para una
muestra y la binomial). También se realizarán correlaciones, cruces de contingencia y
contrastes de medias para muestras independientes. El procesamiento de los datos se
efectuará principalmente con el paquete estadístico SPSS 15, bajo licencia de la
Universidad de Cádiz.

31
3.4.Análisis e interpretación de los resultados obtenidos.

Una vez recogidos todos los datos, se pasa a analizarlos e interpretarlos en función
de la información obtenida a partir de los datos del cuestionario.

En primer lugar, se puede ver que de los 15 docentes que han aceptado participar
en este estudio, 9 son hombres mientras que 6 son mujeres. La edad media con la que
cuenta el profesorado de educación infantil y primaria de este centro escolar es de 40.2
años, perteneciendo la mayoría de docentes encuestados al rango de edad de entre 30 y
40 años, dejando ver que se trata de equipo de profesorado relativamente joven.

En lo que hace referencia a la experiencia docente, son 14.73 años los años de
experiencia media con los que cuenta el profesado. Se puede apreciar que la mayor parte
de los encuestados se encuentran entre los 7 y 10 años de experiencia, siendo excepcional
los casos de docentes con más de 35 años de experiencia.

Los cursos en los que imparten docencia se pueden observar en el siguiente


gráfico:

Curso en el que Imparte


7% 13%
20%
20%
13%
27%

Segundo Infantil Tercero Infantil Primero Primaria


Segundo Primaria Tercero Primaria Cuarto Primaria

Ahondando en las aportaciones más concretas acerca de los conocimientos con


los que cuentan este grupo de profesores relacionados con el maltrato infantil, se aprecia
que tan sólo el 20% del profesorado, es decir, 3 profesores de los 15 encuestados, se han
encontrado a lo largo de los dos últimos cursos con algún caso de riesgo y/o maltrato
infantil. Comparando los datos obtenidos, se aprecia que los docentes que sí han detectado
o sospechado casos de maltrato entre sus alumnos poseen una media de 22,5 años de
experiencia, por una de media de 12,2 años entre los que no han identificado ningún caso,
por lo que se puede interpretar que o bien la mayor experiencia docente de los

32
profesorados posiblemente ha ayudado a saber identificar de forma adecuada casos de
maltrato infantil entre los alumnos frente aquellos con menor experiencia, o bien que el
mayor número de años impartiendo clases ha dado lugar a más oportunidades de
encontrase con algún caso de maltrato infantil.

Entre aquellos casos que han sido detectados, se han obtenido los siguientes datos:

Casos de Maltrato detectados en los dos últimos cursos

2,5

2
3
1,5
2
1
1
0,5
0 0 0
0
Maltrato Maltrato Negligencia o Abuso Sexual Maltrato Explotación
Físico Psicológico abandono situacional Laboral

Por tanto, el tipo de maltrato que se ha dado con mayor incidencia ha sido el
maltrato físico, con tres casos, siguiéndole el emocional/psicológico con dos y el
abandono o negligencia con uno.

Además, es interesante conocer en los casos en los que se ha establecido o


sospechado de situaciones de maltrato, en qué cursos se han realizado tales observaciones.
Así, se observa que de los cuatro casos en los que los docentes manifiestan haber
encontrado o sospechado maltrato, estos se distribuyen entre segundo de infantil, tercero
de infantil, primero de primaria y segundo de primaria, hallándose un caso en cada uno
de esos cursos.

En cuanto a la notificación ante la sospecha de una posible situación de maltrato


en un alumno, todos los docentes coinciden en que está dentro de sus competencias. Esto
quiere decir que los propios profesores sienten que son una figura importante en el
proceso de detección de maltrato infantil. Sin embargo, como se verá más adelante, es
curioso comprobar cómo la totalidad de los profesores saben de su deber en notificar las
situaciones de maltrato, aunque la mayoría declara no tener formación en protocolo
alguno que ayude a la identificación de tales casos, ni tan siquiera conocen de la existencia
de dicho instrumento, cosa que debe ser considerada fundamental en su labor educativa.

33
Del mismo modo, aunque el profesorado tenga claro que son competentes ante la
detección de una posible situación de maltrato, emergen dudas en lo que respecta a cuál
es el primer paso que tienen que seguir a la hora de hacerlo, encontrando disparidades
entre ellos. Por ejemplo, ningún encuestado ha contestado a las opciones “Llamar a los
Servicios Sociales” ni “Denunciar ante la fiscalía de menores”.

La mayoría de los profesores encuestados declaran que el primer paso ante una
situación de maltrato sería comunicarla a la Dirección del Centro. Llama la atención que
cuatro profesores (26,5%) optarían por llamar en primer lugar a los padres. De estos, se
aprecia que sólo un docente que ha observado o sospechado maltrato físico en uno de sus
alumnos llamaría a los padres en vez de comunicarlo al centro. Es posible que esta
decisión se deba a la sospecha de que dicho maltrato provenga de los compañeros, y no
de los padres, en cuyo caso no tendría sentido comunicárselo a sus posibles maltratadores.
Es importante señalar que, tal y como se explicita en la guía “Detección y prevención del
maltrato infantil desde el centro educativo. Guía para el profesorado” (Puerta y Colinas,
2013), en caso de sospecha de maltrato es necesario observar y recabar la mayor
información posible sobre la situación del menor en diferentes espacios y momentos a fin
de tener una base consistente sobre la que realizar la oportuna notificación.

En lo que respecta a la pregunta que tiene la finalidad de conocer si los profesores


creen que los conocimientos sobre detección y notificación de maltrato son los adecuados,
se obtienen datos muy interesantes. Cuatro de los profesores encuestados, es decir, el
26.7% de los profesores, han dicho que sus conocimientos son apropiados, mientras que
más de la mitad, concretamente, el 53.3% de los docentes encuestados, es decir, 8 de los
15, opinan que sus conocimientos no son adecuados. Esto es, son conscientes de que
tienen un papel fundamental en cuanto a la detección de una situación de riesgo de un
menor pero, aun así, se consideran con escasos conocimientos en la materia. Así mismo,
hay 3 profesores que desconocen cuáles son sus conocimientos en esta área, contestando
la opción de No Sabe/ No contesta, no sabiendo si poseen o no las habilidades necesarias
para saber hacer frente a una situación de esta índole. De igual manera, se considera
interesante conocer cuántos de los encuestados que sí han detectado algún caso de
maltrato en sus alumnos en los dos últimos cursos, creen tener conocimientos suficientes
sobre detección y notificación del maltrato. Tras comparar ambos datos se aprecia que
ninguno de los que sí han observado casos de maltrato en sus alumnos en los dos últimos
cursos afirma tener los conocimientos adecuados para la detección del maltrato. El 75%

34
declara no tener dichos conocimientos y un 25% no sabe o no contesta. Se aprecia, por
tanto, que no hay una relación entre el haber observado alguna situación de maltrato y el
poseer conocimientos sobre la detección de mismo (Anexo 4, Tabla 2).

Conocimientos sobre Detección /


Notificación
NS/NC
adecuados
0%
20% Si
27%

No
53%
Si No

En cuanto a la pregunta sobre la existencia en el centro escolar de un manual


para la detección y notificación de situaciones de desprotección y maltrato infantil, la
gran mayoría, exactamente 10 profesores (nada menos que el 66.6%) no han querido o
sabido responder a esta pregunta, mientras que tan sólo uno de ellos dice conocerlo y.
además, saber manejarlo, frente a cuatro que declaran que el centro carece de tal
instrumento.

Por otro lado, de entre los profesores que sí han observado o sospechado de
alguna situación de maltrato entre sus alumnos en los dos últimos años, ninguno declara
conocer la existencia de un protocolo de detección y notificación del maltrato en su centro
escolar. De un total de cuatro profesores que se han encontrado o sospechado de casos
de maltrato, uno señala la no existencia de dicho protocolo en su centro educativo (25%).y
tres no saben o no contestan (75%), pudiendo verse estos datos en la tabla 3 adjunta en el
anexo 4

Sobre la existencia de un perfil “prototipo” de padres maltratadores que ayuden


a detectar posibles situaciones de maltrato, también se ha encontrado grandes
disparidades en las respuestas. Aunque hay un 60% que afirma que no existe un perfil
prototipo, hay un 26.7% que dice que sí lo hay. Un 13.3% desconocen si esto se puede
dar o no, optando por contestar No Sabe/ No Contesta. Tras estudiar teorías y artículos
de distintos autores, se ve que, efectivamente, no existe un prototipo de maltratador en lo

35
que respecta al maltrato infantil. Neyla Castillo (2006) resalta que los padres o cuidadores
maltratadores son personas pertenecientes a todo tipo de clase social, con distintos niveles
de educación y pocos son los casos que tienen diagnosticada alguna enfermedad mental,
declarando por tanto que no existe un perfil propio de padres maltratadores. Esta autora
resalta que, según las últimas investigaciones realizadas en los últimos años, sólo se puede
hablar de una serie de factores de riesgo (mencionados en el primer punto del presente
trabajo) basados en características y hábitos de los padres, que da lugar a que muestren
un mayor riesgo a la hora de llevar a cabo una conducta maltratadora hacia sus hijos.

Existencia de un Perfil Prototipo de


Padres Maltratadores
0

13,3
26,7

60

Si No NS/NC

La inmensa mayoría de los encuestados (salvo uno) declara que es importante


comunicar al resto de docentes y profesionales del colegio un caso de maltrato infantil
antes de comunicárselo a los padres. Como era de esperar, la prueba binomial nos informa
de una diferencia significativa entre el porcentaje que señala Sí y No en este ítem, a favor
de los primeros (p=0,003).

En cuanto a la pregunta de si consideran necesario informar a menores y docentes


sobre el maltrato y abusos desde entidades externas al centro, el 93.3% de los docentes
encuestados opinan que sí, que en efecto es fundamental.

En la segunda parte del cuestionario, donde el profesorado encuestado tuvo que


manifestar su grado de acuerdo o desacuerdo a través de una escala Likert de 5 valores
(donde 1 es Muy en desacuerdo y 5 Muy de acuerdo), se obtuvieron datos muy
interesantes que se analizará a continuación.

En la pregunta que hace referencia a si es fácil detectar en el centro escolar si un


niño está sufriendo maltrato infantil en el hogar, el 66.7% de los profesores, es decir, 10
de los 15 encuestados, se ha mantenido en una posición intermedia, “ni de acuerdo ni en

36
desacuerdo”, por lo que se puede interpretar que, según la situación y el caso del menor,
será o no fácil la detección. Un 26.6% está entre muy en desacuerdo y en desacuerdo,
siendo para ellos muy difícil detectar tal situación. Llama la atención la indeterminación
del profesorado a la hora de responder a esta cuestión, teniendo en cuenta la cantidad de
horas que los escolares pasan en el centro educativo, por lo que en principio los docentes
contarían con mucha información válida para realizar las labores de detección.

Ante la premisa de que los docentes cuentan con una formación especializada para
detectar posibles situaciones de maltrato infantil, más de la mitad, el 53.3% está muy en
desacuerdo, es decir, piensa que su formación específica en esta área es bastante escasa.
Un 26.7%, manifiesta desacuerdo con esta afirmación. Si sumamos así el porcentaje de
respuestas que muestras estar en desacuerdo y muy en desacuerdo, se obtiene nada menos
que el 80% del total de encuestados. Apenas un 13.3 % se mantiene en una posición
intermedia, mientras que un 6.7% prefiere contestar no sabe/no contesta. Ningún profesor
ha mostrado estar de acuerdo o muy de acuerdo con la noción de que se hallan preparados
de manera especializada para detectar y notificar el maltrato infantil. Estos resultados
sirven para confirmar lo que ya se había analizado en la pregunta realizada al principio,
acerca de si consideran o no adecuados sus conocimientos ante situaciones de maltrato
infantil, en la que un 53.3% opinaba que no tenía conocimientos adecuados, coincidiendo
aquí también por tanto.

Docentes cuentan con formación en


Detección
0

13,3

26,7 53,3

Si No NS/NC

Una correlación entre esta variable y los años de experiencia docente, nos revela
que a menor experiencia docente menos consideran estar cualificados en la detección y
notificación del maltrato infantil (r=0,03).

37
Siendo, como se ve, el desacuerdo la respuesta generalizada, si se compara los
profesores que sí declaran haber sospechado o detectado casos de maltrato en los dos
últimos cursos con los profesores que no, se aprecia que los primeros están
significativamente más en desacuerdo con la idea de que los docentes cuentan con una
formación adecuada en detección del maltrato (t=-2,72, p=0,02).

Ante la afirmación de que las situaciones de maltrato infantil son competencia


exclusiva de los Servicios Sociales, sin tener los docentes un papel específico en tal
proceso, la amplia mayoría, es decir, el 60% y 20% están muy en desacuerdo y en
desacuerdo respectivamente, pudiéndose interpretar con esto que ellos consideran que
tienen un papel importante en este proceso, como docentes que son, al gozar de un
contacto directo y diario con el menor. No deja de llamar la atención que el único docente
que señala estar muy de acuerdo con la afirmación de que los docentes no juegan un papel
específico en las situaciones de maltrato infantil, posee una experiencia de 41 años de
docencia, habiendo, además, identificado un total de dos casos de malos tratos en los dos
últimos cursos (uno de maltrato infantil y otro de maltrato emocional/psicológico). No
obstante, considera que la actuación del docente no es competente para estos casos.

Ante la premisa de que los profesores del centro escolar actualizan continuamente
su formación para adaptarse a las nuevas situaciones de maltrato infantil que se dan
actualmente, el 33.3% está totalmente en desacuerdo con ella, negando por tanto que esto
se cumpla. El 20% piensa que esto no se da casi nunca, mientras que el 40% de los
profesores encuestados, un amplio número de docentes, mantiene una posición intermedia
sin posicionarse ante esta pregunta, por lo que se interpreta que no consideran de vital
importancia tal actualización, pero que quizá puntualmente sí pueda ser de utilidad.
Ningún docente manifiesta acuerdo con este ítem. Este dato puede servir como base para
aumentar y mejorar la oferta de cursos especializados sobre detección y notificación de
las situaciones de maltrato en los que puedan y/o deban participar los docentes.

En cuanto a la afirmación acerca de que si no hay señales físicas en el menor, el


caso de maltrato no es tan grave, prácticamente la inmensa mayoría, exactamente el
93.3% de los encuestados, coinciden al estar en total desacuerdo con la premisa, siendo
contundente la negativa del profesorado a esta afirmación.

De nuevo se ve un acuerdo casi unánime entre los encuestados a la hora de afirmar


estar en total desacuerdo con la idea de que el maltrato físico sea menos grave que el de

38
tipo psicológico. Catorce de los quince encuestados marcan la opción “muy en
desacuerdo”, encontrándose tan sólo un caso de un docente que no se posiciona
claramente al respecto.

Según el informe publicado el pasado 30 de Julio 2012 por la Academia


Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics), éste cita que: «El maltrato
psicológico es tan dañino como otros tipos de maltrato», por lo que, de acuerdo con esto,
la inmensa mayoría de los profesores que han sido encuestados están en lo cierto al estar
en desacuerdo con que el maltrato físico es menos grave que el psicológico.

La afirmación de que en todos los casos de maltrato, con independencia del tipo
que sea, se actúa de la misma forma, se puede observar que genera muchas dudas entre
los encuestados. Aunque un 40% y un 26.7% responde que están en total desacuerdo y
en desacuerdo respectivamente, es importante señalar que un 26.7% prefiere contestar
no sabe/no contesta, pudiéndose interpretar con esto que un número considerable de
profesores no sabe si deben o no actuar de una misma forma ante un caso de maltrato,
pudiendo dar pie este desconocimiento a negligencias institucionales y posibles
dificultades a la hora de detectar, notificar e intervenir en situaciones de maltrato.

Los distintos protocolos de actuación que se pueden encontrar en los diversos


centros educativos nos facilita una serie de pautas y pasos a seguir ante un caso de
maltrato infantil que se de en la escuela, por lo que nos da la posibilidad de llevar a cabo
en todos los casos de maltrato infantil una misma actuación.

Por otro lado, es interesante constatar que, al comparar el grupo de docentes que
sí detectaron o sospecharon de casos de maltrato en los dos últimos cursos respecto a los
que no lo hicieron, los primeros están significativamente más en desacuerdo que los
segundos con la afirmación de que se tenga que actuar del mismo modo antes los diversos
tipos de maltrato. (t=-2,37, p=0,04).

La mayoría de los encuestados, concretamente 66,7% (10 profesores) están de


acuerdo o muy de acuerdo con la premisa de que los docentes tienen un papel importante
a la hora de reducir las consecuencias desencadenadas por una situación de riesgo o
maltrato infantil en el menor. Un 26,4% no se posiciona ni a favor ni en contra de este
ítem. Así mismo, cabe destacar que un 6.7% desconoce el papel con el que cuentan los

39
docentes a la hora de reducir las posibles consecuencias que se deriven de una situación
de riesgo o maltrato infantil, prefiriendo por ello contestar no sabe/no contesta.

Es curioso comprobar cómo un importante número de docentes está convencidos


de que su labor es de gran relevancia a la hora de reducir las consecuencias de una
situación de maltrato, aunque, como se ha visto anteriormente, la mayoría declara no
encontrarse lo suficientemente preparado para afrontar tales casos.

3.5. Discusión

Tras analizar los datos obtenidos de la encuesta administrada entre los docentes,
varias son las consideraciones que se pueden derivar de tales resultados.

En lo que hace referencia a la notificación ante una sospecha de una situación de


maltrato a un alumno, se ha visto que todos coinciden en que forma parte de sus
competencias, viéndose como una figura importante en el proceso de detección del
maltrato infantil. En cambio, a pesar de esto, se ha apreciado que desconocen con
exactitud cuál es el primer paso a seguir a la hora de actuar ante una situación de esta
índole.

Del mismo modo, prácticamente la totalidad de los profesores han opinado que
consideran más importante comunicar al resto de docentes una posible situación de
maltrato infantil, a fin de pedir opiniones que puedan utilizar de apoyo a la hora de actuar
en una situación de maltrato, antes de hacerlo a los padres.

Ciertamente, el comunicar al resto de docentes del colegio una posible situación


de maltrato infantil, con la idea de buscar diversas opiniones, puede ser positivo, ya que
tal comunicación puede aportar informaciones relevantes sobre el menor, dado que se
vería el caso desde distintos puntos de vista aportados por los diferentes profesionales que
interactúan con el menor.

Estas mismas dudas se podrían solventar si los docentes supieran de la existencia


del protocolo de actuación ante situaciones de maltrato infantil, así como de los
conocimientos para poder manejarlo. Sin embargo, la mayoría de profesores han
declarado que no conocen de la existencia de tal instrumento, o incluso algunos afirman
que el centro carece de dicho recurso. No deja de ser llamativo, sin embargo, que uno de
los docentes afirma que sí existe tal protocolo de actuación en el centro y que sabe
manejarlo, pudiéndose deducir de esto que es el único que ha mostrado interés a la hora

40
de formarse para saber actuar ante situaciones de esta naturaleza, o ha tenido que recurrir
a él por algún motivo en su trayectoria laboral en el centro.

Es importante destacar que el centro escolar debería presentar este instrumento,


útil y muy necesario, entre sus docentes, ya que, aunque el profesorado debería mostrar
interés en saber de la existencia de tal protocolo, debería ser obligatorio que el colegio
mostrara los recursos con los que cuenta. Y en especial éste, dado que puede ayudar a
facilitar el diagnóstico y detección de un caso de maltrato infantil, al ser el contexto que
más frecuentan los menores, como ya se ha expuesto con anterioridad.

Así mismo, es de reseñar la contradicción que surge entre algunos de los datos
recabados de la encuesta, ya que, por un lado, y como se ha citado anteriormente, todos
los profesores son conscientes de que deben tener competencias en los procesos de
detección de maltrato infantil. En cambio, más de la mitad de los encuestados opinan que
sus conocimientos sobre esto no son adecuados. Debería ser fundamental que tales
conocimientos se impulsaran en la formación de los docentes, comenzando por la
Universidad. Sería esencial, a la hora de formar a futuros maestros, que algo tan básico
como los conocimientos a la hora de la detección de situaciones de maltrato infantil estén
dentro de itinerario de su formación, como pieza clave para poder hacer frente al trabajo
con menores. Es importante que todo aquel que trabaje con niños y niñas tuviera
formación en este aspecto; y en concreto el profesorado del centro escolar, debido a que,
como ya se ha mencionado, pasa una cantidad significativa de horas con el menor o la
menor.

Los datos aportados por la pregunta cerca de la existencia de un perfil “prototipo”


de padres maltratadores que permita detectar posibles situaciones de maltrato, dejan ver
que se han producido muchos avances a lo largo de los últimos años. Tradicionalmente
se consideraba la existencia de tal prototipo, pero hoy en día esto se rechaza, lo cual
coincide con la opinión de los profesores más jóvenes (más del 60% afirma que no existe
tal prototipo de padre o madre maltratador). Esta información nos permite deducir que el
profesorado no se va a guiar por las apariencias a la hora de detectar o no una situación
de maltrato, sino que van a ir más allá, dejando a un lado el arquetipo del maltratador que
sí se tenía en consideración con anterioridad. No obstante, no hay que olvidar que un
26.7% sigue afirmando que en efecto sí existe tal prototipo, en contra de las más actuales
nociones. Este dato se presenta sobre todo en los docentes de mayor edad, dejando ver la

41
necesidad de actualizar a este grupo en lo que respecta a las nociones más actuales sobre
el maltrato infantil, derivadas de los más recientes estudios.

Del mismo modo, encontramos que la mayoría de profesores están en total


desacuerdo con la idea de que el maltrato psíquico en el menor sea menos grave que el
maltrato físico. Sin embargo, encontramos un único caso (docente de mayor edad), que
manifiesta una posición intermedia, lo lleva a pensar que, aunque no taxativamente, pueda
seguir creyendo que el maltrato físico sea más grave que el psíquico, cosa que la
investigación en este campo se ha encargado de poner en cuestión.

De hecho, se ha podido constatar que la mayoría de los docentes piensan que la


formación que poseen sobre el maltrato infantil no está actualizada. Es por ello por lo
que, desde el centro escolar, además de la propia iniciativa de los docentes, debería
promoverse cursos de formación periódicos que ayudasen a renovar tales conocimientos
ante el maltrato. Ello evitaría que ciertos profesores veteranos mantuvieran algunas
nociones arcaicas, tales como la de la existencia de un perfil prototipo de maltratador, o
que el maltrato psíquico siempre es de menor gravedad que el físico.

Es curioso ver cómo prácticamente la totalidad de los profesores encuestados


consideran como fundamental y necesario que menores y docentes sean formados e
informados sobre el maltrato infantil y abusos por entidades externas al centro. Por un
lado, es positivo, ya que ven su propia formación por instituciones externas como algo
importante. Es llamativo que consideren que deban ser entidades externas las que tengan
que venir al centro a ofrecer formación sobre el maltrato, evitando ser el mismo
profesorado, ya sea por propia iniciativa o del mismo centro escolar, quien lo lleve a cabo.
Pudiera interpretarse este dato como un cierto desentendimiento a la hora de formar a los
alumnos en aspectos externos a las asignaturas concretas que imparten. Sería interesante
que profesores y tutores aprovecharan las horas de tutoría para formar al alumnado acerca
del maltrato infantil. Esto facilitaría la adquisición de determinadas pautas que permitirían
que, si un menor está sufriendo algún tipo de maltrato, lo verbalizara o manifestara al
profesorado, dado que muchos niños y niñas no son conscientes de que están siendo
sometidos a una situación de ese tipo; esto podría dar lugar a que lo silenciaran, lo que
supondría una importante barrera para la detección por parte del docente de una situación
de maltrato.

42
3.6.Conclusiones de la investigación

De los datos obtenidos en la encuesta distribuida entre los docentes, y


ateniéndonos a las hipótesis enunciadas previamente al inicio de la investigación, varias
son las conclusiones que se han podido establecer.

- En relación a la primera hipótesis enunciada, en la que se establecía que existe


un desconocimiento generalizado entre los docentes a la hora de saber detectar, notificar
y/o intervenir ante una posible situación de maltrato, se puede decir que ésta ha quedado
confirmada tras la investigación. Así, aunque los docentes muestran en general un interés
por formarse en este ámbito, e incluso son conscientes del gran papel que estas situaciones
juegan, ha quedado reflejado que el profesorado por lo general desconoce los pasos a
seguir a la hora de saber detectar, notificar y/o intervenir ante un caso de maltrato.

- Por otro lado, en cuanto a la hipótesis en la que se establece que el profesorado


más joven cuenta con mayores competencias y habilidades para saber identificar y
abordar un posible caso de maltrato y/o desprotección de un menor, la investigación
realizada no permite confirmar tal hipótesis. Así, los docentes que sí han detectado o
sospechado alguna situación de maltrato entre sus alumnos, poseen una experiencia media
de 22,5 años frente a los 12,2 años de los que no han identificado ningún caso. Queda
establecido que el profesorado con mayor experiencia cuenta con mayores habilidades a
la hora de detectar casos de esta índole. Así mismo, los docentes que sí han detectado
casos de maltrato no consideran que tengan unos conocimientos adecuados en la
detección del mismo, por lo que no se hay una relación entre haber observado una
situación de maltrato y poseer los conocimientos apropiados para hacerlo.

- La hipótesis que establece que los docentes con menor experiencia consideran
más importante la formación en habilidades y cualidades a la hora de detectar, notificar
y/o intervenir en un caso de maltrato infantil que aquellos que cuentan con mayor
experiencia no queda confirmada. Prácticamente la totalidad de profesores encuestados
desean ser formados por entidades externas en materia de maltrato infantil, siendo tanto
los profesores de menor y mayor experiencia, los que consideran importante formarse y
aumentar sus conocimientos sobre esta problemática.

- La hipotética premisa de que el profesorado con menor experiencia tiene mayor


conocimiento en el protocolo de actuación en caso de maltrato de su centro escolar, que

43
aquellos que tienen mayor experiencia, tampoco puede ser confirmada a la vista de los
datos obtenidos. De hecho se ha detectado un desconocimiento generalizado por parte de
todo el profesorado, con independencia de los años de experiencia que posean, en cuanto
a la existencia y, por tanto, utilización del protocolo de actuación. Tan sólo encontramos
un único caso que conoce de la existencia y manejo de tal instrumento.

Además de comprobar la validez de las hipótesis planteadas al principio de la


investigación, se han podido extraer otras conclusiones consideradas relevantes. Entre
ellas, se aprecia que los docentes dudan sobre cuál es el primer paso que hay que dar ante
una posible situación de maltrato infantil, siendo el 26,5% de los docentes los que opinan
que el primero que hay que dar es el de llamar a los padres, mientras que 73,5%
consideran que la primera actuación que se debe llevar a cabo es la de comunicárselo a la
dirección del centro. Estas dudas serían resueltas, por tanto, si todos los profesores
conociesen la existencia y manejo del protocolo de actuación del centro escolar, actuando,
por tanto, todos los profesores de forma homogénea. Se puede concluir así que los
docentes necesitan de una formación exclusiva y concreta sobre el instrumento básico
necesario a seguir ante situaciones de maltrato infantil, tal y como es el protocolo de
actuación.

Por último, considerar esta investigación como relevante para el Trabajo Social,
ya que ha dejado ver el vacío de conocimiento con el que cuenta un sector tan importante
como es el de los docentes de educación infantil y primaria ante una problemática social
latente, y que afecta a un colectivo tan elemental y vulnerable como son los menores. Ello
podría ayudar a concretar cuáles son las necesidades fundamentales que se deben cubrir,
con el objetivo de que esta problemática vaya siendo reducida de forma progresiva a
través de una detección e intervención precoz que ayude a minimizar, en todo lo posible,
las consecuencias fatales que afectan a los menores víctimas de maltrato infantil.
Queremos destacar la necesidad formativa fundamental que tales profesores necesitan en
cuanto al conocimiento y uso de un protocolo de actuación, que oriente los pasos a seguir
ante casos detectados de maltrato infantil, con la intención de reducir al máximo tales
situaciones.

44
4. Propuesta de mejora para la detección y notificación del maltrato infantil en el
ámbito educativo desde el Trabajo Social.

Como se ha explicitado, los resultados del estudio realizado acerca de los


conocimientos que poseen los docentes sobre la detección y notificación de una situación
de maltrato infantil, deja ver la necesidad, entre muchas otras, de trabajar en la formación
del profesorado del centro sobre aspectos relativos al maltrato infantil. De hecho, los
docentes son conscientes de estas lagunas formativas acerca de cómo actuar ante casos
de esta índole, si bien la gran mayoría no proponen soluciones a tal situación de
desconocimiento.

Es por ello por lo que, tras analizar e interpretar los datos obtenidos, se aprecia
que es necesario implantar programas formativos sobre el maltrato infantil en el ámbito
educativo, con el objetivo de, como señala Álvarez y cols. (2004), lograr capacitar a los
docentes de las habilidades y conocimientos necesarios para saber identificar los signos
del maltrato infantil y conocer cómo, cuándo y a quién se debe notificar tal situación,
siendo fundamental para esto presentar el instrumento del “Protocolo de actuación ante
situaciones de maltrato infantil” vigente en cada centro, para así garantizar una actuación
correcta y adecuada por parte del profesorado.

También se hace necesario, tal y como recomiendan The American Psycological


Association (APA) (2001) y Division of Child, Youth and Family Services (1996), no sólo
formar en este ámbito a los profesionales, sino también a aquellos que están formándose
para ser docentes, fomentándose con esto que reciban una formación útil para su futuro
laboral, ya que, como se ha visto anteriormente, el docente tiene un papel imprescindible
en este proceso de detección y notificación, debido al contacto diario y cercano que tiene
con el alumnado. Para ambas instituciones, es igual de importante la formación de los
profesionales para la prevención como para la intervención de estos casos (Álvarez y
cols., 2004).

Estas organizaciones recogen una serie de necesidades formativas para los


docentes, entre las que se encuentran algunas que pueden ser primordiales para la
formación de los docentes de este centro escolar (Álvarez y cols., 2004):

 Definiciones sobre distintos casos de maltrato infantil.


 Consecuencias del maltrato infantil en los niños.

45
 Características sobre las personas que comenten el maltrato infantil.
 Intervención con los niños maltratados y padres maltratadores.
 Marco legal.

Además de esto, también se considera imprescindible la formación de los docentes


en el conocimiento y manejo de los distintos protocolos y manuales de actuación en las
situaciones de maltrato infantil. Especialmente, en el de su propio centro escolar,
permitiendo con esto que adquieran mayores competencias tanto en la detección como en
la notificación de dichas situaciones.

Del mismo modo, autores como González y Guinart (2011) han aportado un
conjunto de pasos concretos que pueden facilitar la detección de situaciones de maltrato
en el centro educativo. Esos pasos que se recogen son los siguientes:

 «Conocer el entorno familiar y social del propio alumno», Siendo


fundamental para los profesionales hacer un trabajo íntegro con el menor,
abarcando todo tipo de problemáticas que pueden dificultad el bienestar
del menor.
 «Desarrollar la capacidad de observación», siendo fundamental para los
profesionales el tener grandes destrezas en la observación, no sólo durante
las horas en clase, sino también en contextos más distendidos como
excursiones, recreos, etc.
 «Trabajar en equipo con otros profesionales y servicios de la
comunidad». Para abordar casos de maltrato infantil en el centro educativo
es fundamental el trabajo en red, tanto con los propios profesionales del
Centro, como con los Servicios Sociales, familia, etc. Facilitando esto la
realización de un trabajo cooperativo e integral.
 «Tener capacidad parar ordenar y sistematizar la información
observada». Es importante ser selectivo y ordenador con la información
recopilada entre las distintas observaciones realizadas por los
profesionales, facilitando con esto dar una visión de conjunto a las
observaciones aportadas, evitando que sean aisladas unas de otras.

Así mismo, y como se ha mencionado antes, no sólo es importante formar a los


profesionales que se encuentran en los centros educativos en contacto continuo con los

46
menores, sino que habría que poner solución a este vacío de conocimiento mucho antes,
promoviendo la creación de asignaturas o temarios formativos en los estudios
universitarios centrados en el maltrato infantil, fomentando con esto que los docentes y
demás profesionales que se incorporan al mercado laboral cuenten con los conocimientos
básicos de detección y notificaciones de posibles casos de maltrato infantil. Así se
conseguiría que los distintos profesionales del centro educativo que van a trabajar con los
menores sepan actuar ante un caso de esta índole, sin tener que recibir una formación
complementaria centrada en ello, poseyendo ya, por tanto, los conocimientos necesarios
para realizar una actuación satisfactoria desde la Universidad.

También es de vital importancia para abordar esta problemática de forma


satisfactoria el poner en conocimiento de todos los docentes y profesionales del colegio
tanto la existencia del protocolo de actuación ante el maltrato infantil, como formarlos en
las destrezas y habilidades para saber manejarlo sin dificultad. Es importante saber qué
profesional debe actuar en cada fase, cuál es la función que debe realizar, así como
realizar una comunicación y un trabajo en red con los Servicios Sociales que posibiliten
un intercambio de informaciones, observaciones y opiniones. El objetivo sería promover
la realización de actuaciones conjuntas entre ambos equipos.

Poseer tales conocimientos y formación en maltrato infantil ayudaría, como


señalan Walsh y Farrel (2008), a que los profesionales no tuvieran que buscar sus propias
soluciones a esta problemática, no garantizándose que sean las más beneficiosas para los
menores.

Para finalizar este apartado, son varios los autores que han realizado propuestas
de mejoras para la detección y notificación del maltrato infantil. En el presente trabajo,
destacaremos la realizada por el equipo de investigación ERIDIQV de la Universidad de
Girona, a petición de la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia
(DGAIA) (2006) de Cataluña. En esta propuesta se ofrece una herramienta informática
para dar apoyo a los profesionales a la hora de la detección y notificación de una situación
de maltrato infantil. Esta herramienta abarca cualquier ámbito relacionado con menores,
desde educación hasta servicios sociales, pasando por la salud, cuerpos de seguridad, etc.

Tal herramienta fue diseñada con el objetivo de: «identificar qué datos de las
observaciones seleccionadas por cada profesional de cada distinto ámbito son
compatibles con indicadores de maltrato y le orienta sobre la valoración del riesgo, la

47
tipología del maltrato, la posibilidad de repetición de la situación observada y, finalmente,
sugiere una acción en función del conjunto de datos introducidos». (Montserrat y Casas,
2012, p. 12).

La posibilidad de acceder a ella de forma libre, así como las facilidades que aporta
para la realización de un trabajo en red entre los Servicios Sociales, Educación y entre
otros ámbitos en continuo contacto con los menores, pueden considerarse grandes
ventajas de esta herramienta.

No hay que olvidar que dicho instrumento tiene un carácter orientativo acerca de
cómo actuar ante la sospecha de una posible situación de maltrato infantil. Por lo tanto,
pueden convertirse en un apoyo fundamental para los profesionales, ya que, como ha
quedado recogido a lo largo del presente trabajo, existe poco conocimiento sobre el
maltrato infantil. En consecuencia, una herramienta e este tipo puede ser utilizada con la
finalidad de mejorar la detección y notificación de situaciones de maltrato, contribuyendo
así a mejorar el bienestar de los menores.

48
5. Consideraciones finales

Para finalizar este trabajo fin de grado, es importante hacer una síntesis de todos
los conocimientos que han sido obtenidos, analizados y estudiados. A lo largo del trabajo,
se ha apreciado el papel relevante que poseen los profesionales que trabajan en los centros
educativos a la hora de detectar posibles situaciones de maltrato infantil, así como la
realización de una correcta notificación y actuación de tal situación, priorizándose
siempre el bienestar del menor.

Gracias a la investigación realizada, se ha podido comprobar cuáles son los vacíos


formativos más relevantes que poseen los docentes y demás profesionales de los centros
educativos en materia de maltrato infantil. Se ha constatado que el profesorado desconoce
la existencia de un protocolo de actuación en casos de maltrato infantil, y, por lo tanto,
tampoco conoce el correcto manejo de tal instrumento, haciendo que las actuaciones ante
posibles casos de maltrato infantil difieran mucho una de otra en función del menor, la
familia, las circunstancias, del profesional que haga la detección, etc. Por ello, se
considera necesario una formación del profesorado en lo que respecta al el protocolo de
actuación en casos de maltrato, para lo cual puede ser fundamental la figura del trabajador
social.

Del mismo modo, se ha podido comprobar que los docentes son conscientes de
sus competencias en la materia, considerándose a ellos mismos como figuras relevantes
para abordar casos de esta índole, pero, sin embargo, reconocen que los conocimientos
que poseen no son los adecuados para hacerse cargo de situaciones de maltrato infantil
entre el alumnado, no tomando, por otra parte, la iniciativa para formarse en tal materia
y atribuyendo las competencias para ello a entidades externas al centro escolar.

Por último, para finalizar con el presente trabajo, es importante reseñar que la
problemática del maltrato infantil es un tema que está muy vigente actualmente en la
sociedad, y contra la que todos debemos luchar, concienciando sobre la importancia de
prevenir situaciones de riesgo y desprotección en los menores, causadas por el maltrato.
Son los profesionales que trabajan en el ámbito educativo los que juega un papel relevante
en el tema, ya que sus conocimientos específicos sobre la infancia, así como las horas que
invierten con los menores en la escuela, los convierten en principales detectores e
interventores tempranos de tales situaciones.

49
6. Referencias bibliográficas

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57
Anexos.

58
Anexo 1. Cuestionario final.

CUESTIONARIO SOBRE CONOCIMIENTOS EN LA DETECCIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

1. Sexo
1) Mujer
2) Hombre

2. Edad:

3. Años de experiencia docente:

4. Curso en el que imparte clase:

5. En los dos últimos cursos (2011-2012/2012-2013), ¿Se ha encontrado con algún caso o
sospecha de maltrato infantil?
1) Si
2) No
9) NS/NC

En caso que la respuesta sea afirmativa:

6. ¿Cuántos casos de los siguientes tipos de maltrato infantil se ha podido encontrar a lo


largo de los dos últimos cursos?. Indique un valor numérico.

1) Maltrato físico
2) Maltrato emocional/psicológico
3) Negligencia o abandono
4) Abuso sexual
5) Maltrato institucional
6) Explotación laboral o inducción a la mendicidad
9) NS/NC

7. Si sospecha que un alumno suyo está sufriendo maltrato, ¿Cree usted que notificarlo entra
dentro de sus competencias?
1) Si
2) No
9) NS/NC

59
8. Imagínese que usted se encuentra con un caso de maltrato infantil, ¿Cuál de los
siguientes pasos sería el primero que usted tomaría? (Señalar tan sólo el primero de los
pasos)
1) Llamar a los padres para tener conocimiento de lo que está pasando
2) Hablar con la dirección del centro para comunicárselo
3) Llamar a los Servicios Sociales para ponerles al tanto de todo
4) Denunciar el caso en la fiscalía de menores
9) NS/NC

9. ¿Cree usted que los conocimientos que tiene sobre la detección y notificación de maltrato
son los adecuados?
1) Si
2) No
9) NS/NC

10. ¿Existe en el centro escolar un manual para la detección y notificación de situaciones de


desprotección infantil?
1) Si
2) No
9) NS/NC
En caso de que la respuesta sea afirmativa:
11. ¿Lo conoce y sabe manejarlo?
1) Si
2) No
9) NS/NC

12. ¿Piensa usted que existe un perfil “prototipo” de padres maltratadores, que ayuden a
detectar posibles situaciones de maltrato?
1) Si
2) No
9) NS/NC

13. ¿Considera que es importante comunicar al resto de docentes y profesionales del colegio
el caso de maltrato infantil antes de comunicárselo a los padres, para obtener varias
opiniones antes de actuar?
1) Si
2) No
9) NS/NC

14. ¿Sería necesario, a su parecer, el informar a los menores y al profesorado sobre maltrato y
abusos desde entidades externas al centro?
1) Si
2) No
9) NS/NC

60
A CONTINUACIÓN, ASIGNE USTED UN VALOR NUMÉRICO DEL 1 AL 5 SEGÚN EL GRADO DE
ACUERDO O DESACUERDO CON LAS SIGUIENTES CUESTIONES, SIENDO 1 “MUY EN DESACUERDO”
Y 5 “MUY DE ACUERDO”.

15. “Es fácil detectar en el centro escolar si un niño está sufriendo maltrato infantil en el
hogar”: __________
9) NS/NC

16.“Los docentes cuentan con una formación especializada para detectar posibles situaciones
de maltrato infantil”: __________
9) NS/NC

17. “Las situaciones de maltrato infantil es competencia exclusiva de los Servicios Sociales, sin
tener los docentes un papel específico en tal proceso”: __________
9) NS/NC

18. “Los profesores del centro escolar actualizan continuamente su formación para adaptarse
a las nuevas situaciones de maltrato infantil que se dan actualmente”: __________
9) NS/NC

19. “Si hay señales físicas en el menor, el caso de maltrato es más grave”: __________
9) NS/NC

20. “El maltrato físico en el menor es más grave que el maltrato psíquico”: __________
9) NS/NC

21. “En todos los casos de maltrato, con independencia del tipo que sea, se actúa de la misma
forma”: __________
9) NS/NC

22. “Los docentes tienen un papel importante a la hora de reducir las consecuencias
desencadenadas por una situación de riesgo o maltrato infantil en el menor”: __________
9) NS/NC

61
Anexo 2. Carta al Director del centro escolar.

Estimado Director del Centro.

Soy Laura Mey Pérez de Lara, antigua alumna del centro y actual animadora de una de
las asociaciones pertenecientes al Centro. Estoy estudiando Trabajo Social y necesito su
colaboración para la realización de mi Trabajo Fin de Grado, requisito necesario para
acabar mis estudios universitarios.

Mi trabajo se titula «El Trabajo Social en los procesos de maltrato infantil» y está
centrado en conocer los conocimientos que poseen los docentes a la hora de identificar,
notificar e intervenir ante un caso de maltrato infantil que pueda estar dándose entre los
alumnos, para así poder hacer una actuación desde el Trabajo Social mucho más
específica y concreta en las necesidades formativas que se vean demandadas en casos de
esta índole.

Para ello, realizo este escrito para solicitar su permiso, así como su colaboración y la del
equipo docente de Infantil y Primaria que conforman el centro, para la realización de un
cuestionario, de forma anónima y voluntaria, que nos facilite conocer cuál es la realidad
del tema objeto de estudio.

Le agradezco de antemano la atención prestada.

Un saludo.

Laura Mey Pérez de Lara.

62
Anexo 3. Marco normativo en materia de Maltrato Infantil.

La necesidad y obligación estatal de proteger a los menores es algo que surge a nivel
internacional, viéndose aplicada a nivel Estatal en los diferentes marcos normativos
aquellas decisiones tomadas a niveles de mayor escala.

Si hacemos un recorrido histórico, se puede ver cuál ha sido la trayectoria que ha llevado
a la protección de los menores con la que se cuenta actualmente.

En 1924 se plantea por primera vez la protección de los menores, naciendo con ello la
Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño. Posteriormente, en 1959 es
aprobada por la Asamblea General de las Naciones la Declaración de los Derechos del
Niño, en la cual, se insiste en los derechos y necesidades básicos que se deben garantizar
en los menores, especialmente, aquellos con mayor necesidad de protección,
priorizándose su desarrollo personal, la coberturas afectivas, y necesidades básicas de la
vida diaria como alimento, higiene, vestido, etc.

La Convención de los Derechos del Niño es aprobada el 20 de Noviembre de 1989 por la


Asamblea General de las Naciones Unidas, en cuyo artículo número 1 queda definido
niño como «Todo ser humano menor de dieciocho años, salvo que, en virtud de la ley que
le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad». Esta convención es ratificada
por España el 26 de Enero de 1990.

A nivel europeo, El Parlamento Europeo aprueba en 1992 la Carta Europea de los


Derechos del Niño, en cuyo artículo II-84, se recoge que:

1. Los niños tienen derecho a la protección y a los cuidados necesarios para su bienestar.
Podrán expresar su opinión libremente. Esta será tenida en cuenta para los asuntos que
les afecten, en función de su edad y madurez.

2. En todos los actos relativos a los niños llevados a cabo por autoridades públicas o
instituciones privadas, el interés superior del niño constituirá una consideración
primordial.

3. Todo niño tiene derecho a mantener de forma periódica relaciones personales y


contactos directos con su padre y con su madre, salvo si ello es contrario a sus intereses.

A nivel Español, y gracias a la Constitución Española de 1978, son muchos los derechos
fundamentales de los menores que son impulsados, buscándose su bienestar y cobertura

63
de necesidades básicas de la infancia. Son varios los artículos que recogen estos derechos.
Un ejemplo de ello es el Artículo 39, que dice que:

Artículo 39 de la Constitución Española.

1. Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia.

2. Los poderes públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos, iguales
estos ante la Ley con independencia de su filiación y de la madre, cualquiera que sea su
estado civil. La Ley posibilitará la investigación de la paternidad.

3. Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del
matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proceda.

4. Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan
por sus derechos.

Asimismo, según lo establecido en el artículo 148.1.20 de la Constitución Española,


queda establecida la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas en
materia de asistencia social, haciendo con esto por tanto que cada Comunidad tenga su
propia legislación que vele por la protección a la infancia.

Por otro lado, la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de Enero, de Protección Jurídica del Menor
es la ley encargada de velar en España por la Protección de los menores ante posibles
situaciones de Maltrato Infantil de las que puedan ser sujetos. En esta ley quedan
establecidas una serie de actuaciones de carácter obligatorio que deben realizar los
poderes públicos para los casos en los que los menores se encuentren en situación de
desprotección, primando el interés de los menores sobre cualquier otro interés legítimo
que se pudiera dar. Además de vincular a estos poderes públicos, también lo hace con las
instituciones, familias y la Sociedad en General.

Entre los derechos que esta ley establece en el Título 1, se encuentran:

- Derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen (art. 4).


- Derecho a la información (art. 5).
- Derecho a la libertad ideológica (art. 6).
- Derecho de participación, asociación y reunión (art. 7).
- Derecho a la libertad de expresión (art. 8).
- Derecho a ser oído (art. 9).

64
En el artículo 10 se establecen las medidas para la defensa y garantía de los derechos de
los menores:

 Solicitar la protección y tutela de la entidad pública correspondiente.


 Poner en conocimiento del Ministerio Fiscal las situaciones que considere
que atentan contra sus derechos con el fin de que este promueva las
acciones oportunas.
 Plantear sus quejas ante el Defensor del Pueblo.
 Solicitar los recursos sociales disponibles de las Administraciones
Públicas

Por último, la Ley Orgánica 1/1998, de los derechos y la atención al menor es la normativa
en materia de maltrato infantil con la que se cuenta en Andalucía, encargada de garantizar
los derechos reconocidos en la Constitución Española y las atenciones básicas necesarias
en la infancia. Esta legislación tiene como finalidad prioritaria la de proteger de forma
integral al niño, buscando normalizar la situación en la que se puede encontrar.

Entre los derechos que quedan establecidos en esta ley se encuentran:

1. Identidad.

2. Inscripción en el registro civil.

3. No discriminación por razón del nacimiento.

4. Derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen.

5. Derecho a la información.

6. Derecho a la educación.

7. Derecho a la salud.

8. Derecho a la integridad física frente al maltrato.

9. Derecho a disfrutar de un medioambiente adecuado.

10. Derecho a promover asociaciones.

11. Derecho a ser oídos.

65
Anexo 4. Tablas estadísticas.

 Tabla 1: Frecuencias y Medias estadísticas.

N Media

Edad 15 40,20
Años experiencia docente 15 14,73
Fácil detectar maltrato en
15 2,67
hogar
Docentes cuentan con
14 1,57
formación en detección
Maltrato competencia
15 1,73
SS.SS.
Profesores actualizan
14 2,07
formación en Maltrato
Señales físicas maltrato
15 1,27
es más grave
Maltrato físico más grave
15 1,13
que el físico
Actuar del mismo modo
11 1,55
en todos los maltratos
Importancia de docentes
14 4,14
para reducir maltrato
N válido (según lista) 10

66
 Tabla 2. Tabla de contingencia Maltrato en los dos últimos cursos *
Conocimientos detección/notificación adecuados

Conocimientos
detección/notificación adecuados

Si No NS/NC Total

Maltrato en Si Recuento 0 3 1 4
los dos
% de Maltrato en los
últimos cursos ,0% 75,0% 25,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Conocimientos
detección/notificación ,0% 37,5% 33,3% 26,7%
adecuados
% del total ,0% 20,0% 6,7% 26,7%
No Recuento 4 4 2 10
% de Maltrato en los
40,0% 40,0% 20,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Conocimientos
detección/notificación 100,0% 50,0% 66,7% 66,7%
adecuados
% del total 26,7% 26,7% 13,3% 66,7%
NS/NC Recuento 0 1 0 1
% de Maltrato en los
,0% 100,0% ,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Conocimientos
detección/notificación ,0% 12,5% ,0% 6,7%
adecuados
% del total ,0% 6,7% ,0% 6,7%
Total Recuento 4 8 3 15
% de Maltrato en los
26,7% 53,3% 20,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Conocimientos
detección/notificación 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
adecuados
% del total 26,7% 53,3% 20,0% 100,0%

67
 Tabla 3. Tabla de contingencia Maltrato en los dos últimos cursos *
Existencia en el Centro de manual de detección

Existencia en el Centro de manual


de detección

Si No NS/NC Total

Maltrato en los Si Recuento 0 1 3 4


dos últimos
cursos % de Maltrato en los
,0% 25,0% 75,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Existencia en el
Centro de manual de ,0% 25,0% 30,0% 26,7%
detección
% del total ,0% 6,7% 20,0% 26,7%

No Recuento 1 3 6 10
% de Maltrato en los
10,0% 30,0% 60,0% 100,0%
dos últimos cursos
% de Existencia en el
Centro de manual de 100,0% 75,0% 60,0% 66,7%
detección
% del total 6,7% 20,0% 40,0% 66,7%
NS/NC Recuento 0 0 1 1
% de Maltrato en los
,0% ,0% 100,0% 100,0%
dos últimos cursos

% de Existencia en el
Centro de manual de ,0% ,0% 10,0% 6,7%
detección
% del total ,0% ,0% 6,7% 6,7%
Total Recuento 1 4 10 15
% de Maltrato en los
6,7% 26,7% 66,7% 100,0%
dos últimos cursos
% de Existencia en el
Centro de manual de 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
detección

% del total 6,7% 26,7% 66,7% 100,0%

68
 Tabla 4. Correlaciones

Docentes cuentan con


formación en Años experiencia
detección docente

Docentes cuentan con Correlación de Pearson


1 ,558(*)
formación en detección
Sig. (bilateral) ,031

N 15 15
Años experiencia docente Correlación de Pearson ,558(*) 1
Sig. (bilateral) ,031
N 15 15
* La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral).

 Tabla 5. Contraste de medias para muestras independientes

Prueba de Levene
para la igualdad
de varianzas Prueba T para la igualdad de medias

Diferenci Error típ. 95% Intervalo de


Sig. a de de la confianza para la
F Sig. t gl (bilateral) medias diferencia diferencia

Inferior Superior Inferior Superior Inferior Superior Inferior Superior Inferior

D Se han asumido
o varianzas
c iguales
e
n
t
e
s
c
u
e
n
t 11,423 ,006 -1,441 11 ,177 -,600 ,416 -1,516 ,316
a
n
c
o
n
f
o
r
m
a
c
i

69
ó
n
e
n
d
e
t
e
c
c
i
ó
n

No se han
asumido
-2,714 9,000 ,024 -,600 ,221 -1,100 -,100
varianzas
iguales

 Tabla 6. Prueba binomial

Proporción Prop. de Sig. exacta


Categoría N observada prueba (bilateral)

Maltrato en los dos últimos Grupo 1


Si 4 ,29 ,50 ,180
cursos

Grupo 2 No 10 ,71

Total 14 1,00

Notificar maltrato Grupo 1 Si 15 1,00 ,50 ,000

Total 15 1,00

Conocimientos Grupo 1
detección/notificación No 8 ,67 ,50 ,388
adecuados

Grupo 2 Si 4 ,33

Total 12 1,00

Existencia en el Centro de Grupo 1


No 4 ,80 ,50 ,375
manual de detección

Grupo 2 Si 1 ,20

Total 5 1,00

Existencia perfil prototipo Grupo 1 No 9 ,69 ,50 ,267

Grupo 2 Si 4 ,31

Total 13 1,00

Comunicar a docentes Grupo 1


No 1 ,08 ,50 ,003
antes que a padres

Grupo 2 Si 12 ,92

Total 13 1,00

70
Formación sobre maltrato Grupo 1
Si 14 1,00 ,50 ,000
desde entidades externas

Total 14 1,00

 Tabla 7. Contraste de medias para muestras independientes

Prueba de
Levene para la
igualdad de
varianzas Prueba T para la igualdad de medias

Diferenci Error típ. 95% Intervalo de


Sig. a de de la confianza para la
F Sig. t gl (bilateral) medias diferencia diferencia

Inferior Superior Inferior Superior Inferior Superior Inferior Superior Inferior

Actuar del mismo Se han


modo en todos los asumido
6,667 ,033 -1,136 8 ,289 -,625 ,550 -1,894 ,644
maltratos varianzas
iguales

No se han
asumido
-2,376 7,000 ,049 -,625 ,263 -1,247 -,003
varianzas
iguales

71

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