Professional Documents
Culture Documents
Lahire para Que Sirve Sociologia
Lahire para Que Sirve Sociologia
tan sin-
•
gular de la sociología,
mismo tiempo
la convierte
las exigencias
en blanco de las críticas,
de reflexividad y provecho pueden
al
Bernard Lahire
revelarse altamente productivas.
(dir.)
,'-y --
dirigido por
Bernard Lahire
I
I
siglo
veintiuno
editores
Traducción de
VÍCTOR GOLDSTEIN
Siglo veintiuno editores Argentina s.a.
TUCUMÁN 1621 7" N (C10SOAAG), BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA
Lahire, Bernard
¿Para qué sirve la sociología? - la ed. - Buenos Aires:
Siglo XXI Editores Argentina, 2006.
208 p. ; 21x14 cm, (Sociología y política)
ISBN 987-1220-50-2
l. Sociología. 1. Título
CDD 301
ISBN-lO: 987-1220-50-2
ISBN-13: 978-987-1220-50-2
La pregunta "¿Para qué sirve la sociología?" tiene una respuesta Desde ya que esa pregunta fue formulada con mucha fuerza y
contundente y sólida en esos gestos fundacionales donde se herma- curiosidad por sectores medios del mundo urbano occidental, cuan-
nan los dos elementos mencionados. No se duda en la segunda mitad. do esa disciplina comenzaba a legitimarse cada vez más en el mundo
del siglo XIX y en las primeras décadas del xx de la utilidad social de académico y se institucionalizaban espacios de formación en las uni-
los productos generados por la ciencia. Los gestos fundacionales que versidades, sobre todo a partir de la segunda posguerra mundial en
le dieron el estatus científico a la ciencia social de hecho la habilita- el siglo xx. Al formular esa pregunta, esos sectores medios sustenta-
ron como una actividad útil para el progreso de la sociedad. En Amé- ban su ignorancia, en la comparación con profesiones liberales cono-
rica Latina, aunque se hayan producido intentos asociados a preocu- cidas (las que tenían cerca), más que con otras disciplinas científicas,
paciones iluministas de algunos gobiernos en los umbrales del siglo xx, de las que tampoco poseían demasiada información. La pregunta
la sociología va a existir realmente en términos institucionales luego concreta que se esgrime es si esta especialidad adquiere forma de pro-
de la segunda posguerra. Y desde ese nacimiento institucional estará fesión liberal y qué supone; y por supuesto, también puede ser for-
ligada -específicamente desde la segunda mitad de la década del 50 mulada por estudiantes iniciales de la disciplina. Peroesa inquietud
en adelante- a diferentes propuestas de cambio, quizá con mucha se relaciona con la capacidad de difusión pública de la actividad, no
mayor fuerza y transparencia que en otros espacios nacionales de los con las preocupaciones que en este libro interesan, que son las que
centros académicos. Con distintos sentidos políticos, con distintos se pueden plantear desde el propio espacio académico, porque supo-
promotores e influencias, tendrá hasta el presente una implicación nen además de cuestiones referidas a la política y ética científica y
(en algunos casos sólo como parte de un proyecto y en otros reali- profesional, a la propia definición de la disciplina.
zándolo) en procesos de cambio social y político.
Es pertinente plantear que esa pregunta, más allá de los momen-
tos fundacionales en los que se hace necesario reafirmar una identi-
dad en germen, no se formula reflexivamente dentro de la comuni- lI.
dad de sociólogos de manera azarosa en cualquier momento de su
corta vigencia. Existen elementos que rondan por cada comunidad
nacional, regional, o que se extienden por toda la comunidad interna- En verdad, el interrogante --quizá como todas las cuestiones pen-
cional, que activan esa pregunta en determinadas situaciones o la sus- adas por la sociología para volver comprensibles sus sentidos-e- es
penden en otras. Por supuesto que al tratarse de una disciplina con posible de imaginar sólo si se lo formula en relación con un contex-
menor grado de legitimación que las ciencias duras, puede haber
interrogantes, todavía en estos tiempos, sobre el estatus científico de
la sociología e, implícitamente, sobre su utilidad científica. Aunque,
nldad formada en su mayoría por científicos sociales me enfrentó con problemas que
a decir verdad, si eso puede aparecer eventualmente, quizá bajo la no había anticipado y que se referían a las diferencias que existen entre tales comuni-
forma de un murmullo de pasillo, no se presenta como descalifica- ti, des y las de los científicos naturales entre las que fui educado. Sobre todo, me sor-
ciones formales y argumentadas desde el propio espacio científico. prendió el número de desacuerdos abiertos, así como su alcance, en torno a la natu-
Hay sí pertinentes reflexiones sobre su singularidad.' Ialeza de los problemas y métodos científicos legítimos. Tanto la historia como el trato
fl rsonal me inclinaban a dudar de que quienes practican las ciencias naturales pose-
y ran respuestas más firmes o permanentes a estas cuestiones que las de sus colegas en
1 En su conocido libro La estructura de las revoluciones científicas Thomas Khun for- 11 iencia social. No ob~tante y de algún modo, la práctica de la astronomía, la física,
mula el siguiente comentario que supone un reconocimiento legitimador a la par que 1, química o la biología dejan de evocar las controversias sobre lo fundamental que
la aceptación de una especificidad: "El haber pasado un año en el seno de una comu- parecen endémicas entre, pongamos por caso, [...] los [...] sociólogos [Khun, 1971].
12 LUCAS RUBINICH
'I'RES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 13
podría formular sin ambigüedades una respuesta: la sociología pro- socialismos reales de Europa del Este, se fueron generando debates
movida por organismos internacionales, por el Estado o por grupos ompatibles con los referidos a la crisis del marxismo en los centros
académico-intelectuales intervino en discusiones relevantes de la vida ulturales europeos. Claro que magnificados por el fracaso de dife-
pública de esas sociedades. Pudo ser una herramienta que identifi- rentes experiencias revolucionarias en manos de Estados que pudie-
cara los obstáculos para el desarrollo de los países periféricos, o que ron practicar con inusitada contundencia acciones terroristas contra
diese cuenta de un desarrollo ligado a la dependencia; pudo pensar los grupos opositores y el conjunto de la población. En ese contexto
las formas que adquiriría una revolución en la región y también en rupos intelectuales ligados a la sociología comenzarán a construir
los impedimentos que posibilitarían consolidar una democracia. Por perspectivas que resultarán -con variaciones- en una sociología polí-
último, desde una situación de marcada heteronomía, pudo contri- tica legítimamente preocupada por explicar las posibilidades de esta-
buir a las transformaciones neoconservadoras de las políticas públi- blecimiento de un orden democrático. Orden ligado a las experiencias
cas, principalmente en las áreas de educación y acción social. ccidentales de convivencia de partidos que había sido descalificado
En sus primeros momentos de presencia institucional fuerte, en m los años sesenta como democracia formal. En los foros regionales
el contexto de derrota de los fascismos y de la lucha contra el comu- la sociología política emergida tras un proceso dramático estudiaba
nismo que supuso la Guerra Fría, se crearon en América Latina, pro- 1 s sistemas de partidos, daba cuenta de los procesos que habían con-
movidas por organismos internacionales, instituciones que valori- fluido en la formación de los Estados terroristas y analizaba desde dis-
zaban el papel de los científicos sociales en los diagnósticos que tintas dimensiones las posibilidades y los obstáculos de un orden
posibilitarían el crecimiento y el despegue de los países subdesarro- uyos significados estaban en discusión.
llados. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) será una Paralelamente a esa preocupación predominante en los espacios
de las más significativas,junto con otros organismos regionales encar- tcadémicos y culturales, el mundo profesional no académico fue
gados de formar y relacionar a los nuevos científicos sociales, además 1 grando un crecimiento importante en distintos países de América
de fundaciones patrocinadoras de ese nuevo mundo académico. La Latina a medida que avanzaban los años ochenta, y se afianzó como
utilidad de las ciencias sociales entendidas como recursos que posi- IIn espacio heterogéneo reconocido y legitimado en distintas áreas
bilitarían la puesta en marcha y ejecución de proyectos de desarrollo n la década del 90. El desarrollo de estos espacios y su consecuente
parecía ser el fundamento de esos proyectos regionales promovidos I gitimación produjo una dinamización de la práctica profesional y
por organismos internacionales. La revolución cubana primero, la 110 crecimiento concreto de posiciones laborales. Además hubo un
radicalización del catolicismo latinoamericano luego y, quizás en I conocimiento público cada vez más amplio y, a la vez, la generación
simultáneo, el aggiornamiento del marxismo en algunos centros aca- el algunos significativos' nuevos problemas para la producción de
démicos y culturales mundiales, fueron cambiando los significados ( nocimiento en autonomía.
políticos de esa intervención de la sociología en la vida pública. Aun- El doble papel de la sociología, como insumo técnico y como
que, en verdad, se mantendría una concepción vinculada a los cam- espacio de productividad intelectual, fue significativo en los años
bios sociales: en primer lugar, con el paso del subdesarrollo al desa- Jl venta, en los procesos de transformaciones del Estado promovidos
rrollo, y muy inmediatamente después, con la posibilidad de explicar p r las políticas neoliberales a nivel regional. Las instituciones clave
condiciones que facilitaran una revolución social. d ese proceso fueron los organismos financieros internacionales,
Luego de la experiencia de dictaduras (que en casos conocidos que en ese período se convirtieron en actores políticos relevantes de
practicaron terrorismo de Estado) y de la derrota de diferentes mo~- 1I políticas nacionales. Y su relación con las ciencias sociales tiene
mientos político-militares que se habían extendido por el mundo lati- 1 s aspectos principales a considerar. Por un lado su capacidad para
noamericano desde los años sesenta, sumadas a las crisis finales de los ,1 ordar el diseño, la fundamentación teórica y metodológica de las
16 LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 17
1 olíticas públicas y de los distintos programas que implicaban su ins- En el primer caso es necesario deslindar dos aspectos, para no
trumentación puntual. Esas tareas fueron imaginadas por investi- transformar la cuestión en una crítica política legítima, pero no per-
gadores de ciencias sociales, algunos de ellos con una relación de tinente a la cuestión a tratar aquí. Que los organismos financieros se
pertenencia directa al organismo, y otros (una franja importante de convirtieran en diseñadores conceptuales de políticas públicas de los
esos recursos intelectuales) con una circulación parcial por esos Estados nacionales de América Latina en los años noventa, y tuvie-
espacios y pertenencia simbólica principal al mundo académico. De ran la suficiente capacidad política para lograr la instrumentación
manera alternativa, esta nueva inteliguentsia internacional se desem- concreta de esas políticas públicas, los convierte en un espacio del
peñó específicamente en los espacios de producción de conoci- mundo tecnocrático con gran fortaleza política. Pero que posean no
miento de los propios organismos o en distintas funciones en los sólo la capacidad de producir conocimiento sobre lo social, sino que
Estados nacionales. Algunos de los más prestigiosos continuaban además hayan logrado prestigiarlo como conocimiento científico,
con su pertenencia académica. Pero, por otro lado, el diseño de esas plantea algunos problemas a la sociología académica, a la producción
políticas públicas, como ya se ha mencionado, presuponía en el de conocimiento en autonomía. La autonomización relativa del
Estado un tipo de recursos humanos con una capacitación técnica mundo científico y cultural de los poderes políticos, económicos y reli-
profesional que habría que buscar en el mundo de las ciencias socia- giosos es el ideal de funcionamiento de la ciencia y la cultura moder-
les. Principalmente las secretarías o ministerios de Acción Social y nas, y existen instituciones que no sin tensiones expresan ese ideal. En
de Educación, aunque también las áreas de Trabajo y de Salud, fue- la década de los noventa una visión individualista de lo social que
ron, y aún son, 'contratantes importantes de profesionales técnicos podía ser predominante en una ciencia económica al servicio de pode-
provenientes de la sociología. res transnacionales, pero que apenas tenía alguna presencia marginal
en el mundo académico de la sociología, ocupó un lugar importan-
te en éste a partir de una relación de ida y vuelta entre franjas de ese
mundo académico e instituciones financieras internacionales como el
111. Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Si la ciencia social fuese acumulativa en un sentido lineal, se
habría superado esta discusión hace ya casi ciento cincuenta años,
Si en la América Latina de la última década y media se junta el cuando Marx refutaba de manera categórica esas perspectivas en sus
mapa de lo que efectivamente se hace con la sociología, con los ele- discusiones con los economistas clásicos y los jóvenes hegelianos, al
mentos comunes del deber ser planteados por las zonas más presti- caracterizar como robinsoniadas esas tendencias que no tomaban en
giosas de esta comunidad, aparecen por lo menos un par de proble- cuenta la determinación de la acción social. Las robinsoniadas resu-
mas interesantes. En realidad, los dos que se plantearán aquí están citaron en la sociología de fines del siglo XX bajo la categoría moral
relacionados con maneras de resolver la tensión autonomía-hetero- de pobre. Esa categoría casi deshistorizada y definida a través de atri-
nomía. El primero está en parte indicado en el punto anterior y refie- butos, y no de relaciones, ocupó un lugar no sólo en estadísticas públi-
re a la influencia que los organismos financieros internacionales han cas y en los análisis tecnocráticos, sino también en los académicos.
producido en zonas del mundo académico, y el segundo se relaciona La sobrefinanciación del mundo tecnocrático en relación con el
con las discusiones surgidas al calor de los intentos de transformación mundo académico universitario pudo explicar en algunos países,
del sistema universitario, también promovidos por los organismos como la Argentina, una parte central de esa pérdida de autonomía,
financieros, en los que se plantea el debate de la relación entre la pero su extensión a otros casos nacionales en donde esa relación no
sociología y el mercado de trabajo. era tan evidente, permite suponer que esos espacios también pro-
18 LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ
19
porcionaban reconocimiento. No habría que subestimar tampoco el s~ciólog~s al mercado de trabajo. Una carrera de grado de sociolo-
deterioro de objetivos trascendentes en esas comunidades intelec- gIa conSIgue que sus profesionales tengan una inserción importante
tuales o, para decirlo más puntualmente: los objetivos trascendentes en un mercado de trabajo heterogéneo y dinámico, como se ha
de la reconstrucción democrática no fueron percibidos como tan tras- demostrado en distintos casos, cuando los egresados cuentan con una
cendentes por franjas importantes de la comunidad que intentaron formación que les per~ite abordar cuestiones de la vida social apo-
una salida profesional que posibilitase una supervivencia adecuada a ya~os en los grandes pilares de la teoría social y en los estilos de tra-
su estatus. Además, la llamada crisis de paradigmas afectaba al mundo bajo metodológicos y técnicos que les permiten hacer andar esa teo-
ideológico que se había planteado como alternativo en los setenta, y r~a so~ial y producir conocimiento. Eso los posiciona para pensar
también a las ciencias sociales, aliadas de ese mundo ideológico. De diversidad de hechos sociales. No es posible formar a un profesional
resultas de esa situación, se emprendían caminos nuevos en un uni- para u~a. ~osición exclusiva y puntual del mercado de trabajo, ya que
verso que al fragmentarse en diversidades legítimas no poseía la capa- esa posicion puede resultar inexistente cuando el profesional esté for-
cidad de coerción del que sólo cuenta con algunos centros fuertes. mado. Es la imaginación sociológica la que hará que un sociólogo
Es verdad que la politización de la sociología en los años sesenta pueda abordar un nuevo problema referido al consumo de distintos
en el caso latinoamericano pudo ser vista como una situación de hete- sectores sociales, o la pertinencia y forma de un plan de viviendas de
ronomía; sin embargo, aun en sus modos más radicalizados, una rea- acuerdo con las características socioculturales de una población, o las
firrnación de un cierto tipo de autonomía que no es extraña a las gran- formas que adquiere la reproducción de la dominación en determi-
des tradiciones del mundo científico parecía observarse en su práctica na~~ instituciones, o las grietas que abre un grupo subordinado para
concreta. Como decía Charles Wright MilIs: se puede producir cono- resistir a esa dominación.
cimiento sobre el poder y conocimiento útil para el poder. El papel de El sociólogo Roben Nisbet, que fue titular de la cátedra Albert
una sociología implicada culturalmente con movimientos políticos radi- Schweitzerde Humanidades en la Universidad de Columbia, escribió
calizados supuso la primera opción no simplemente por una apuesta un agradable l.ibro publicado en 1976 y titulado La sociología como
de autonomíacientífica, sino porque la mirada política alternativa se forma de arte [Nisbet, 1976). Allí plantea cuestiones referidas a las difi-
valía -o eventualmente se la imaginaba valiéndose- de ese conoci- cultades que resultan de la "sacralización" de las técnicas. Nisbet sos-
miento crítico de algunas de las formas en que se daban las relaciones t~n.ía que la pr:ocupación en la sociología norteamericana de prin-
sociales en su proceso de construcción. Además, porque en el proceso CIpIOSde los anos setenta por atribuir cientificidad a una disciplina
de construcción política los espacios académicos no estaban condicio- que permanentemente debía luchar para defender su identidad ame-
nados por las directivas de un partido, sino por un clima político-cul- nazada resultaba en el olvido de lo que otro sociólogo norteamerica-
tural que habilitaba preguntas por el cambio. Por eso es diferente cuan- no llamó "la imaginación sociológica", y en la pura atención a la "lógi-
do existe una politización implícita de la sociología que se transforma ca de la demostración". La lógica del descubrimiento, dirá Nisbet es
en dadora de visiones del mundo para el Estado u otras instituciones la que posibilita la construcción de objetos sociológicos científicos
bajo la forma de conocimientos técnicos proveedores de legitimidad, no las técnicas [Nisbet, 1978) que, según Bachelard, están absoluta~
en tanto allí existe el abandono o, al menos, condicionamientos fuer- mente subordinadas a las preguntas que surgen de la teoría. Se trata
tes para el intento de formular las preguntas en autonomía. básica~ente de lograr la formulación de preguntas construidas por
La relación entre sociología y mercado de trabajo puede ser pro- la teona, ~o de responder de manera técnica y sofisticada a pregun-
blemática cuando, como ocurrió en algunas de las discusiones impues- tas de sen tido común formuladas por un contratante.
tas en los años noventa por las políticas públicas neoliberales en toda Para mantener su identidad reconociendo su herencia de tradi-
la región, se plantea una subordinación mecánica de la formación de ciones científicas y culturales, la sociología necesita irremediable-
LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 21
20
gía?". Pregunta que también puede ocultar inquietudes prosaicas pe- ria) , si se tiene en cuenta que a menudo cumple una función críti-
ro muy comprensibles, del tipo: "¿Qué salida profesional puedo al- a y, por último, que sus resultados pueden leerse en los mismos "ob-
canzar con un diploma universitario de sociología?", así como inte- J tos" de esas investigaciones (a diferencia de una parte de la histo-
rrogaciones científicamente más pesadas para la misma disciplina, 'ia, que habla de los muertos o de una parte de la antropología, que
por ejemplo: "¿Por qué, con qué objeto, con qué objetivos, etc., de- interesa en poblaciones que no comparten ni la misma lengua ni
be hacerse el análisis del mundo social?" o "¿Qué papel representa la ¡ misma cultura que el antropólogo, pero también y sobre todo, a di-
sociología en el curso de la historia y en los cambios sociales?". rencia de todas las ciencias de la materia y de la vida, que no tienen
Por normales que puedan ser, tales preguntas se formulan con por objeto a lectores potenciales), la sociología es una de las raras
mayor asiduidad a medida que uno tiene que vérselas, por un lado, iencias que, para superar los malentendidos, está obligada a pasar
con una disciplina académica y científicamente menos legítima que tanto tiempo explicando yjustificando su actitud como ofreciendo
otras (por ejemplo, la física, la química, las matemáticas, las neuro- I s resultados de sus análisis.
ciencias, etc.) y, por el otro, con una ciencia obligada, por su mismo La situación (social, académica y cognoscitiva) singular de la so-
objeto, a tropezar con más frecuencia que otras con exigencias de jus- iología, pues, es muy particularmente incómoda. Porque no sólo es
tificación o cuestionamiento de sus resultados. agotador tener que responder sin descanso a la pregunta "¿para qué
Por lo que respecta al primer punto, es evidente que si la interro- irve?", sino que lo más molesto radica en el hecho de que la respues-
gación "¿para qué sirve?" no es tan frecuente en física como en socio- ta "no sirve para nada" a menudo está ya en la mente de quien hace
logía, es por razones que tienen que ver a la vez con una legitimidad la pregunta. Precisamente por eso todo sociólogo que pretende ha-
académica más sólida y con salidas profesionales más claras y diversi- er un trabajo científico y, en consecuencia, defender su independen-
ficadas. Para convencerse de esto basta imaginar un mundo social don- ia de espíritu contra cualquier imposición exterior a la lógica de su
de el estatus de sociólogo fuera globalmente reconocido, valorizado y ficio, un día u otro deberá defender, de manera discreta o rabiosa,
gratifican te, y donde obtener un doctorado de sociología permitiera $U libertad respecto de toda especie de exigencia social (política, re-
con certeza alcanzar una profesión y una posición social envidiable. ligiosa, económica, burocrática ... ).1
Puede concebirse con facilidad que una situación semejante inmedia- Estos distanciamientos de las exigencias de utilidad adoptan for-
tamente daría sentido y valor a la enseñanza de la sociología. En con- mas diferentes según los autores y los contextos. Por ejemplo, Émile
secuencia, el hecho de no saber para qué sirve la sociología no está Durkheim podía insistir en el indiferentismo de principio que debe
exclusivamente ligado a su especificidad. El sentimiento de utilidad o adoptar la sociología frente a las consecuencias prácticas de sus des-
inutilidad de un saber a menudo no proviene tanto de la índole de ese ubrimientos, cuando establecía una diferencia tajante entre sociolo-
saber como de su valor académico y extraacadémico (débil o fuerte ía de la educación (que dice "lo que es") y teorías pedagógicas (que
prestigio de los estudios, pocas o muchas salidas profesionales, peque- determinan "lo que debe ser"):
ñas o grandes reputaciones de los empleos ocupados). La alta legiti-
midad y el gran valor (económico y simbólico) que el mundo social
atribuye a ciertas actividades salen al paso de toda interrogación me- J Puede leerse con interés lo que escribía Nicolas Herpin a propósito de una par-
1 de los sociólogos norteamericanos (entre ellos, H. S. Becker, E. Goffman, L L. Ho-
dianamente importante sobre sus razones y su utilidad.
rowitz, R. Merton y O. Lewis) que, en los años sesenta, reaccionaron contra las tenden-
Por lo que respecta al segundo punto, si se tiene en cuenta que ias a la "miopía" que caracterizó a los sociólogos "seculares". Estos últimos, financiados
dedica su atención a su propia sociedad (a diferencia de una parte de por los organismos oficiales, las empresas privadas o las fundaciones, dócilmente acep-
la antropología y de los especialistas de otras sociedades u otras áreas tan investigar por encargo a propósito de problemas que les son designados pero que
de la civilización) ya hechos contemporáneos (a diferencia de la his- no definen ellos mismos [Herpin, 1973).
h
BERNARD LAHlRE INTRODUCCIÓN 27
26
La ciencia -escribía- comienza cuando el saber, cualquiera que sea, es va al poder. Mientras que su función científica es comprender el mun-
buscado por sí mismo. Sin lugar a dudas, el científico sabe claramente do social, comenzando por los poderes. Operación que no es neutra so-
que sus descubrimientos, a todas luces, serán susceptibles de ser utili- cialmente y que sin duda alguna cumple una función social. Entre otras
zados. Puede ocurrir incluso que dirija preferentemente sus investiga- razones, porque no existe poder que no deba una parte -y no la menor-
ciones sobre tal o cual punto porque de ese modo presiente que serán de su eficacia al desconocimiento de los mecanismos que lo fundan
más aprovechables, que permitirán satisfacer necesidades urgentes. Pe- [Bourdieu, 1980, pp. 23-24].
ro en la medida en que se entrega a la investigación científica, se de-
sinteresa de las consecuencias prácticas. Dice 10 que es; comprueba lo Contra las exhortaciones multiformes de producción de un "saber
que son las cosas y ahí se queda. No se preocupa por saber si las ver da- útil", los sabios siempre tuvieron que luchar por la "curiosidad gratui-
des que descubre serán agradables o desconcertantes, si es bueno que U\"o la "búsqueda de la verdad" en sí misma y por sí misma. Y realmen-
las relaciones que establece sean lo que son, o si más valdría que fue- I es así como hay que interpretar la posición radical-y en muchos as-
ran de otro modo. Su papel es expresar lo real, no juzgarlo [Durkheim, p ctos provocativa- de un filósofo como Peirce, que, como lo recuerda
1977, p. 71]. I cques Bouveresse, "creía más que cualquiera que la motivación prin-
( ipal del científico y el filósofo debe ser la búsqueda de la verdad por
El sociólogo también puede resistirse al llamado de la utilidad I verdad sin ninguna relación directa con la mejora de su propia exis-
(rentabilidad) económica de los saberes. Como escribió Raymond I ncia, la defensa de los intereses de la sociedad o la promoción de
Aron en su prefacio a la traducción de la obra de Thorstein Veblen, una forma más democrática de coexistencia y cooperación entre los
Teoría de la clase ociosa, "La curiosidad sin otra preocupación que el co- hombres" [Bouveresse, 1996, p. 140]. Al mismo tiempo, de esa mane-
nocimiento, sin otra disciplina que la que se impone por sí misma, I los sociólogos se ven obligados a dar una justificación que puede re-
sin consideración por la utilidad que, en la civilización pragmática y ultar muy productiva, porque no es en las condiciones más cómodas
pecuniaria, sigue siendo la de algunos y no de todos, esa curiosi- (' mo el saber científico y la reflexividad conocen los mayores avan-
dad entregada a sí misma ofrece una garantía contra el despotismo S.2 Así, habría que preguntarse quién (¿en qué condiciones?, ¿en
del dinero, una posibilidad de progreso y de crítica" [Aro n , 1978, qué posición?, ¿en qué relación con su objeto?) tiene interés en de-
( ir qué tipo de verdad sobre el mundo social.
p. XXIII].
Por último, es capaz de ver lo que la "noble utilidad" puede ocul- ¿Para qué sirve la sociología? ¿A quién sirve la sociología? ¿Debe
tar de servilismo respecto de las dominantes (en lo cultural, lo polí- necesariamente servir para algo? 0, para plantear la pregunta de otro
tico, lo religioso y lo económico ... ) y considerar que la producción modo, ¿para qué sobre todo no debe servir? Y si la sociología debe te-
de verdades sobre el mundo social, con frecuencia, va en sentido ner una utilidad cualquiera, ¿cuál debe ser su naturaleza: política (so-
opuesto a las funciones sociales de legitimación de los poderes que ciólogo-experto, sociólogo-consejero del príncipe, sociólogo que ofre-
pueden querer que la sociología represente: armas para la lucha a los dominados de todo tipo), terapéutica (la
ciología como socioanálisis y medio de disminuir sus sufrimientos
Hoy, entre quienes depende la existencia de la sociología, cada vez hay mediante la comprensión del mundo social y de sus determinismos),
más que se preguntan para qué sirve la sociología. De hecho, la socio-
logía tiene tantas más posibilidades de decepcionar o de contrariar a los
2 El mismo Peirce escribió lo siguiente: "Allí donde hay una clase extendida de pro-
poderes cuanto mejor cumpla con su función propiamente científica. íesores académicos, a los que se otorga buenos ingresos y que se considera como seño-
Esta función no es servir para algo, vale decir, para alguien. Pedir a la r s, la investigación científica sólo puede languidecer. En todas panes donde esos buró-
sociología que sirva para algo es siempre una manera de pedirle que sir- e ratas pertenecen a la clase más cultivada, la situación es todavía peor." [Peirce, 1.51].
28 BERNARD LAHIRE INTRODUCCIÓN 29
cognoscitiva (la sociología como saber que carece de otro objetivo Los interrogantes tal y como son fueron reformulados de manera
que no sea el de ser lo más racional y lo más ampliamente fundado liferente por los autores de esta obra, y las respuestas que empezaron
de forma empírica)? ¿Cómo el mundo social se adueña de ella y la , aportar, de hecho, deben leerse como incitaciones a la reflexión co-
utiliza realmente, incluso cuando quienes la practican pretendan no I ctiva y al trabajo de investigación sobre el oficio de sociólogo, sus fun-
encarar ninguna utilidad extracientífica? Toda una serie de pregun- iones sociales y sus relaciones con los contextos sociohistóricos en los
tas que giran alrededor de la utilidad y de la inutilidad, efectivas o de- uales -ya sea que uno se desvele por olvidado o no- se inscribe.
seadas, de la sociología, y a las que procuran responder los autores
de este libro.
Que lo hicieron de diferentes maneras, esforzándose por explici- Post scriptum: Algunos días antes de la entrega de esta introduc-
tar los supuestos de su manera de hacer sociología y el tipo de utili- ión al editor nos enteramos de la muerte de Pierre Bourdieu. Al
dad (o de no utilidad) a la que puede pretender, considerando la omienzo de esta empresa, yo le había pedido una contribución pa-
cuestión de las condiciones del compromiso (de índole política o ra este volumen, porque todo el mundo sabía no sólo la importancia
científica) de los sociólogos en los debates públicos y las luchas socia- que él concedía a una sociología de la sociología, sino también su evo-
les, interrogando la función crítica de gran parte de los trabajos so- lución intelectual sobre la cuestión del compromiso del sociólogo. El
ciológicos o haciendo el análisis de las formas de profesionalización recargo de trabajo y sus múltiples compromisos lo habían forzado a
del oficio de sociólogo. Otra manera de responder a la pregunta, au- declinar, muy amablemente, el ofrecimiento. Varios capítulos de es-
sente de esta obra porque es inexistente en el campo de las investiga- ta obra muestran a las claras hasta qué punto -de manera implícita o
ciones sociológicas contemporáneas, supondría escribir un capítulo xplícita- él está presente en la reflexión llevada a cabo sobre la cues-
de la sociología acerca de los usos sociales efectivos y de la recepción tión de la utilidad de la sociología. Se los puede leer como homena-
diferenciada de los trabajos sociológicos por instituciones, grupos o jes en acto.
individuos singulares. Se trataría entonces de describir y analizar las
funciones sociales efectuadas (o los servicios realizados) por los di- Lyon, 2 de febrero de 2002
ferentes tipos de sociología: "¿Para qué sirve realmente talo cual so-
ciología?" o "¿Cómo los actores sociales utilizan publicaciones socio-
lógicas a las que pueden tener acceso?". Muy probablemente, una
sociología de las recepciones reales de las producciones sociológi-
cas estaría plagada de sorpresas, porque entre las intenciones de los
"productores" y los usos reales de los "consumidores" (comunida-
des eruditas, medios, partidos o sindicatos, Estado, cuerpos profe-
sionales involucrados en las investigaciones o simples "particulares")
en ocasiones hay un abismo. A todas luces, de ponerse en marcha,
una obra semejante saldría ganando, y sería más útil que la cantidad
de abstracciones epistemológicas contemporáneas producidas por so-
ciólogos que permanecen encerrados en los límites del comentario
de textos (teóricos, eso cae de maduro), y que de ese modo ignoran
poco más o menos por completo el mundo social que, sin embargo,
supuestamente, tienen por objeto ...
horizontes de la izquierda".
32 FRAN<;;OIS DE SINGLY OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 33
duos o grupos que procedan del mismo campo. El polo de produc- I¡ n a los sociólogos que no sabían diferenciar "objeto social" y "ob-
ción restringido sería científicamente útil, el amplio sería socialmente 1II sociológico", demasiado sensibles a las presiones de los medios,
útil, tal vez, pero no debería recibir la etiqueta de "científico". En con- e! ' las políticas. La demanda social era entonces una palabra grosera
secuencia, una línea divisoria separaría a erudito e ingeniero de lo so- t¡1l utilizaban otros; la escisión más fuerte separaba la "verdadera"
cial, erudito y experto, erudito e interviniente: estas categorías son iología y la "pcicosociología", al servicio de in tereses sociales y,
utilizadas sobre todo por aquellos que reivindican la ciencia para des- p r, de intereses patronales. Sin embargo, progresivamente, la so-
valorizar el trabajo de lo.sotros, o para observar la degradación de las I i logía me resultó doblemente útil. Me condujo a no separar ya "con
condiciones de la investigación [Godin, 'Irépanier, 2000]. una frontera infranqueable los Juicios de hecho' y los Juicios de va-
En un marco teórico sen.ejante, lo ideal es la autonomía del in- lor'" [Boltanski, Chiapello, 1999, p. 31], Ya integrar más explícita-
vestigador, que no debe responder a la demanda de los mandatarios ID nte en el razonamiento sociológico los valores que sustentan bue-
políticos, administrativos, o.de los comentadores mediáticos. El silen- u cantidad de razonamientos sociológicos.
cio que rodea los trabajos del sociólogo es una prueba de su separa-
ción con el amplio mundo de la producción, mientras que, por el
contrario, el éxito es un signo del compromiso: el sociólogo escucha-
do es aquel que se guía por el sentido común. Desgraciadamente, o CEstosirve para hacer ciencia"
felizmente, algunos sociólogos del primer círculo (hay que observar
que los otros no adoptan ese esquema teórico) pueden tener éxito
en los medios. Lo "científicamente útil" puede unirse a lo "socialmen- La respuesta "Esto sirve para hacer ciencia" estaba justificada por
te útil" -perceptible a través de esta recepción- sin que por ello las ,1 modelo de Émile Durkheim: cazador de prenociones [1963], en-
razones de una alianza semejante se vuelvan comprensibles: ¿por qué 'errado en su proyecto de sociología científica, él sabía resistir. Pe-
algunos individuos, o algunas instituciones, cegados por su sentido r la publicación de los tres volúmenes de Textes en 1975 reveló otra
común y sus intereses particulares, prestan atención a los enunciados imagen de Durkheim: así fue como utilizó Le Suicide* [1963] Ysu teo-
científicos? ría de la integración para tomar posición contra el restablecimiento
Me parece necesario someter a la crítica la respuesta a la pregun- del divorcio por consentimiento mutuo que amenazaba el lazo con-
ta formulada por esta obra: "Para casi nada (socialmente), salvo para yugal [1975]. Puede descubrirse que, más allá de las reglas del mé-
hacer ciencia". Como es la que yo aprendí durante mi socialización lodo, la sociología no vale "una hora de trabajo si no debiera tener
sociológica, operada en el marco de la teoría del Centre de sociolo- más que un interés especulativo" [1967]. Durkheim ciudadano y po-
gie européenne'' con Le rnétier de sociologue" [Bourdieu, Chamboré- lítico se ocultaba detrás de Durkheim erudito, consagrándose el pri-
don, Passeron, 1968] como recurso principal," puede comprenderse mero a la ciencia, deseando el segundo extraer enseñanzas para el
por qué este capítulo adopta la forma de una novela de aprendizaje buen funcionamiento de la sociedad. Más precisamente, la lectura
sociológico. Como me explicaron entonces, las otras respuestas se de- de sus Textes, de suJournal [1969], de sus libros, muestra que se tra-
taba no solamente de una difusión de los resultados de la sociología
ientífica hacia la sociedad sino también de una retroacción, porque
3 Que progresivamente se convirtió en la teoría de Bourdieu, [Singly de, 1998.]
las preocupaciones de Durkheim como ciudadano republicano irra-
* Versión en español: El oficio de sociólogo: presupuestos epistemológicos, Madrid, Siglo
XXI de España editores, 2005. [N. del T.]
4 En 1970 me inscribí en la tesis de tercer ciclo, con la dirección de J·C. Passeron:
L'intériorisation de la normauuité dans le cercle domestique. * Versión en español, El suicidio, Madrid, Akal, 1992.
34 FRANCOIS DE SINGLY IA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA 35
diaban completamente su pensamiento sociológico; en su curso so- u ras de narrarse. Había que romper con "el sentido común't.Ll,a des-
bre [L'Éducation morale, 1963], ¿no hay yuxtaposiciones constantes dicha de las ciencias del hombre, se afirma en El oficio de sociólogo (y
entre los dos niveles de realidad? n el programa televisivo que vulgariza su con tenido), es tener un ob-
¿La ruptura epistemológica constituía una representación exac- I to que habla. Por lo tanto, la urgencia no es dar cuenta a los indivi-
ta del trabajo sociológico, puesto que los intereses de la sociedad no duos de sus prácticas, de las razones objetivas o del sentido objetivo
eran olvidados en el gabinete del sociólogo preocupado por los inte- el sus conductas; es elaborar ciencia. Progresivamente, esta postura
reses de la ciencia? La sociología tenía funciones externas, de las que me molestó; por un lado, me parecía despreciativa para los individuos
El oficio de sociólogo hablaba y aconsejaba poco. La única recomenda- que, de algún modo, permanecían en la ignorancia, creyendo inge-
ción era el distanciamiento -perceptible, por ejemplo, en el hecho nuamente en el sentido vivido de sus comportamientos. ¿No era ne-
de no firmar las peticiones-i'' que significaba no indiferencia sino ex- sario rehabilitar de una manera o de otra a los individuos, y esto
presión del trabajo específico del sociólogo. Todo ocurría como si las tanto más dado que las sociedades contemporáneas concedían más
funciones externas de la sociología no fueran centrales desde el pun- lugar al individuo? ¿Hasta dónde un modelo concebido a partir de
to de vista de la construcción de la disciplina como ciencia. Pero ¿có- ociedades tradicionales, en cuyo seno el grupo prevalezca sobre el
mo comprender esa ignorancia relativa, mientras que, cuando se tra- individuo, sigue siendo pertinente para explicar una sociedad en cu-
taba de dar cuenta de la institución escolar, se lanzaba el movimiento yo seno el individuo es más autónomo de su grupo de origen? Mi tra-
contrario: una mayor atención a las funciones externas (la contribu- bajo sobre las estrategias matrimoniales de reproducción me condu-
ción en la reproducción social) que a las internas (como la relación fa a esa interrogación. Las respuestas recibidas teóricamente no me
pedagógica o la transmisión del saber)? satisfacían por completo, aunque las objeciones fueran comprensi-
Cuando yo creía en esa visión erudita del mundo, esa idea pre- bles:8 el individuo conservaba, y conserva, un estatus menor, alguien
concebida no me molestaba demasiado porque los individuos eran quien hay que explicar las razones objetivas -las "verdaderas" razo-
"agentes" que, sobre todo, estaban movidos, con frecuencia a su des- nes desde el punto de vista científico- de su conducta, sin saber có-
pecho, por los determinantes sociales, incluso si al final, siempre al mo el conocimiento de esas razones podía engendrar un nuevo indi-
final de los libros, como "apertura", los autores dejaban entender que
la toma de conciencia de las determinaciones era posible, y útil, y
principalmente no eran "actores"." Lo que importaba ante todo era 7 Nombre emblemático de la colección dirigida por Pierre Bourdieu en las edi-
desconfiar de la experiencia de los hombres y las mujeres, de sus ma- iones de Minuit. Puede observarse que la nueva colección se llama "Liber, Raisons
d'agir" (Razones de actuar).
8 También habría que analizar sistemáticamente la manera en que las objeciones
5 Guál no fue mi sorpresa al comprobar que, algunas décadas más tarde, el deber son anticipadas, por un lado, en las notas, o comprendida por la recuperación en los
del sociólogo era firmarlas. textos siguientes. Un solo ejemplo, a propósito de las estrategias matrimoniales de re-
6 En esa época -hoy se puede sonreír- una de las fronteras, implícitas, entre la "ver- producción. El interrogante recae en la sobreestimación de la homogeneidad del gru-
dadera" sociología y otras sociologías, era perceptible en los usos de los términos "agen- po doméstico, de sus intereses: "No ignora usted las tensiones y los conflictos inheren-
te" y "actor". Una historia de la sociología francesa, en la segunda mitad del siglo xx, po- tes por ejemplo a la vida común". La respuesta (Bourdieu, 1987, p. 86) es representativa
dría ser delineada a partir de un estudio sistemático de las apariciones de esas dos del modelo de rectificación, propio de esa teoría: "Las estrategias matrimoniales a me-
palabras. Si, como lo afirma Pierre Bourdieu, lo propio del sociólogo es "describir la ló- nudo son la resultante de las relaciones de fuerza en el seno del grupo doméstico ... ".
gica de las luchas a propósito de las palabras" (1987, p. 71], habría que demostrar cómo Se da la señal de que el mensaje es entendido: "... la mujer ( ... ) tiende a reforzar su
se desarrollaron esas luchas, y quién, a largo plazo, prevaleció ... Tan sólo se observará posición tratando de encontrar un partido en su descendencia", pero nada se escribe
que las declaraciones de principio sobre la objetivación del "sujeto objetivante" no con sobre la manera cómo se articula ese interés personal con el de su gupo de origen, so-
mucha frecuencia tuvieron consecuencias, vale decir, indagaciones específicas. bre la relativa, eventual, autonomía, del interés personal,
36 FRAN<;:OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 37
viduo. El psicoanálisis, que tiene un punto de partida comparable, se libro, el mundo de la universidad estaba poblado de herederos,
considera que después de un análisis el individuo no sólo ha tomado pero ella figuraba. Ese libro, que denuncia el sentido común del
conciencia de su historia sino que también se ha transformado en al- "don", refuerza otra dimensión de dicho sentido, la del "mérito", sin
guien más dueño de sí mismo para su porvenir. nunciarlo de manera explícita. Fue en el mismo momento en que
No obstante, en el marco de la sociología objetivista, expuesta la universidad se volvió progresivamente masiva cuando se escribió
en El oficio de sociólogo, ¿para qué sirve poner a disposición de la so- Los herederos, y lo leyó un público nuevo y ávido por justificar su pre-
ciedad la:sociología? ¿Para suscitar resistencias'' que revelan la legi- sencia!' en un espacio improbable. Como el título hace referencia
timidad de la distancia entre el discurso erudito y el sentido común? xplícita al "mundo doméstico", según la terminología de Boltanski
Pero ¿qué ocurre con ese sentido común cuando incorpora esque- y Thévenot [1991], demuestra la injusticia de los "grandes" que se
mas eruditos? Cuando Pierre Bourdieu evoca eata cuestión toma el ienten a sus anchas en la institución universitaria. En "Ce dont les
ejemplo de las categorías -"tal vez algunos de mis términos clasifi- gens sont capables" [1990], Boltanski destaca que es posible "ver a las
catorios figuren un día en las cédulas de identidad" [1987, p. 69]-, personas comprometidas en casos de injusticia que retornan de ma-
vale decir, transformaciones de las categorías eruditas en "variables nera explícita y casi en los mismos términos, para demostrar y apoyar
de Estado" (según la terminología de Thévenot). Él permanece en u posición, determinado análisis o concepto tomado de sociólogos
el nivel de la objetivación del mundo social sin encarar la manera del momento" [p. 37]. Los no herederos, para engrandecerse, apo-
en que se articula ese nivel con el de la subjetivación del mundo. 10 yándose en el libro de Bourdieu y Passeron, disminuyeron la altura
Sin embargo, es en esta unión donde también se juega una de las cimbólica de los herederos rebajando su mérito.
funciones de la sociología. Escribir esto nada quita a la producción de los conocimientos
Tomemos el caso de Héritiers" [Bourdieu, Passeron, 1964]. ¿Có- ontenidos en el libro, pero por lo menos suministra un bosquejo de
mo dar cuenta de su considerable éxito en el seno de una genera- espuesta "externa" al interrogante "¿para qué sirve la sociología?":
ción? ¿Por qué la teoría expuesta en ese gran libro no permite com- ¡para sus lectores! Resta saber por qué Bourdieu y Passeron no expli-
prender las condiciones de su recepción? ¿Debe hacerse como si ese 'itaron los usos sociales del trabajo sociológico en El oficio de sociólogo.
éxito no existiera -lo que parece la postura adoptada con mayor fre- .'n todo caso, la sociología de la sociología -y hasta la epistemología-
cuencia-, como si sólo contara la lectura "científica", como si preva- debería centrarse más en una sociología de la recepción de la sociolo-
leciera la función interna? Fue durante una investigación de campo gía: de no hacerlo, ambas contribuyen a tomar como equivalentes los
cuando una encuestadora de la generación de los "herederos" me re- dos enunciados, "la sociología sirve para hacer ciencia" y "la sociolo-
veló el secreto: esa mujer de origen popular había leído con placer gía sólo sirve para hacer cien~". Esta equivalencia -que parece con-
der una autonomía más que relativa a la ciencia- tiene efectos en el
mbito de la disciplina; por ejemplo, la descalificación de determina-
dos "competidores" cuyas obras pueden ser útiles socialmente.
9 Véase P. Bourdieu [1987, p. 9], donde el autor explica que su objetivo es susci-
tar "el máximo de resistencia".
Pero la recepción de los trabajos de sociología no sólo permite
10 En este artículo nos centramos en "el" Bourdieu del primer período, que dura V r las funciones "externas" de la ciencia; también interroga las ma-
hasta los años ochenta. El segundo período, durante el cual franquea "las fronteras en-
tre saber positivo y pensamiento normativo" {Colliot-Théléne, 1995, p. 632], se inicia
sobre todo a partir de Razones prácticas [1994]. Que yo sepa, aunque se recalque el gi.
ro, ningún texto en la perspectiva de Bourdieujustifica esta periodización. En efecto, 11 El interés de esta interpretación es comparar la trayectoria social de los lectores y
¿por qué el pasaje no es posible antes? r¡uella -no conocida en esa época- de sus autores. Quedaría por interrogarse sobre las
* Versión en español: Los herederos, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003. diferencias del universo de lectores entre Los herederos y La escuela capitalista en Francia.
38 FRAN<;;OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA
39
neras de hacer sociología. Para Francois Dubet, una teoría "creíble" toma de conciencia de los límites del aprendizaje sociológico. Me lan-
debe no solamente responder "a criterios internos de cientificidad", cé con entusiasmo -para lo que se convertirá en una tesis de Estado-
sino también estar "cerca de la experiencia de los actores" [1994a, n la medida del costo del matrimonio para las mujeres, independien-
p. 92]. Idealmente, una teoría debe descansar en dos tipos de reco- temente de la manera en que ellas lo estimaban. El rendimiento del di-
nocimiento: el de los pares, que aprueban la ejecución del trabajo ploma en el mercado del trabajo en [unción del sexo, de la situación
científico, y la de cierto público, que considera que la visión erudita matrimonial y familiar, conformaba el indicador principal de ese costo
del mundo propuesta no le es totalmente ajena, aunque ambas no se [Singly de, 1982]. Fue así como el amor pasó a ser un obstáculo episte-
confundan ni tengan el mismo peso en la formación de la autoridad mol~gico ~u~ había que superar para no tomar en cuenta más que el
científica. La teoría del campo literario, tomada entre el polo de la sentido objetivo de las conductas. La recepción de Fortune el inJortune de
producción restringida y el de la gran producción [Bourdieu, 1992],
no se aplica tan bien al campo sociológico puesto que los grandes
la!emme =: [1987] fue un objeto de controversia porque, luego de
mis conferencias, las mujeres que venían a interrogarme eran en gene-
nombres de la disciplina -incluido el de Pierre Bourdieu- en gene- ral solteras, separadas, o estaban en un proceso de divorcio. Los favo-
ral recibieron esa doble consagración, en ocasiones incluso en libros res del sociólogo "objetivista" correspondían más a los de las mujeres
eruditos, y no solamente ensayos. No es posible considerar secunda- separadas que a los de las mujeres que vivían en pareja. Al principio
rio el reconocimiento del público cuando uno se interroga sobre las esto no me molestaba: era previsible, ya que las mujeres felices eran
funciones de la sociología. Por eso habría que analizar la lista de los víctimas de la ilusión amorosa. Pero progresivamente no comprendía
libros de la disciplina que superan el círculo de los sociólogos (y que por qué la actitud sociológica debía ser sistemáticamente coincidente
son validados por éstos), para conocer mejor los criterios externos de con la visión de los individuos más desencantados, y por qué no ilumi-
validación de los trabajos eruditos. También habría que comprender naba, salvo en el registro de la denuncia de las ilusiones, la conducta
la manera en que algunos libros de sociología que tienen cierta au- de los individuos que tenían otra relación con sus comportamientos.
diencia logran mezclar resultados científicos y distintas justificacio- En efecto, no lograba explicar el interés del amor fuera de los efec-
nes para la conducta de los actores. Así, para volver a Los herederos, po- tos no ilusorios de esta ilusión, o sea, el mantenimiento de la domi-
drían buscarse, por un lado, indicadores de la recepción deseada en nación masculina.
la propia escritura del libro, y por el otro, el sentido de su lectura por
los estudiantes de hoy, que no necesariamente buscan las mismasjus-
tificaciones a su presencia en los muros de la universidad. El sociólogo, especialista en máscaras
Toda teoría tiene la pretensión de proponer una concepción del Por el lado de la institución escolar, muchos autores, en la déca-
mundo que descansa en una jerarquización de las dimensiones según da si.gu~ente a 1968, cedieron a la tentación del principio de equiva-
su importancia. Pero abusa de su fuerza eventual cuando quiere ha- lencia, mcluso del principio de la ilusión (que constituye una varian-
cer creer que esa clasificación en elementos decisivos y elementos se- te más crítica). Así fue como Pierre Bourdieu yJean-Claude Passeron,
cundarios es indiscutible, y que, por tanto, es la única que obedece a en La Reproduction* [1970], así como Christian Baudelot y Roger Es-
criterios científicos. En el campo sociológico hay sitio para varias teo- tablet en La escuela capitalista en Francia [1971],17 afirmaron que la
rías, y metateorías.P Para comprender esta afirmación, ilustrémosla contribución de la escuela en la reproducción de las relaciones de
con el análisis de La Distinction [1979], esquematizada en un texto de clase era casi independiente de la pedagogía puesta en práctica por
Questions de sociologie" ['1930]. Pierre Bourdieu considera que beber los docentes. La pedagogía era el equivalente teórico del amor: am-
un vaso de tal aperitivo es equivalente a escuchar tal fragmento de bos tenían por función objetiva ocultar esa contribución. y, en con-
música clásica. Esta equivalencia puede ser planteada con una sola secuencia, cuanto menos autoritaria era la pedagogía (más afirmado
condición, la de considerar como secundarias algunas de las funcio- era el amor), tanto más fuertes eran los efectos no ilusorios porque
nes, de los beneficios extraídos de la bebida o de la música, y como la pedagogía (y el amor) ocultaban a los ojos de los niños (o de los
principal la contribución de todo consumo en la reproducción social, enamorados) las verdaderas relaciones de fuerza. lB En definitiva, la
a través del mecanismo general de distinción. Basta con adoptar otro f~erza de l~ implicación de los docentes (o de los sentimientos) po-
punto de vista para no aceptar esta equivalencia y privilegiar otras di- día ser pehgrosa, porque reforzaba la creencia en esa institución es-
mensiones de esas prácticas. Un individuo que bebe para olvidar su colar (o conyugal) .19 Un profesor autoritario, o un marido violento,
pena, su desgracia, puede aceptar cualquier alcohol. Aunque, según eran "mejores", teóricamente, porque la máscara de las relaciones
sus medios, tenga acceso a diferentes bebidas, lo que cuenta para él simbólicas era menos difícil de retirar, ya que una de las funciones
es lo que le ofrecen los vapores del alcohol. Un melómano puede es- del sociólogo es ayudar a los individuos y a los grupos a deshacerse
tar orgulloso de su capacidad; pero no es seguro que la totalidad de de sus ilusiones, de su sentido común, a "despertar [los] de [su) sue-
sus inversiones en tiempo y dinero se explique tan sólo por un pruri- ño dóxico" [Bourdieu, 1987, p. 68).
to de distinción; este hombre o esta mujer se complace en la música, ¿Por qué no? Pero uno puede interrogarse, por un lado, acerca
legítima o no, en la medida que corresponde a lo que él o ella tiene
ganas de experimentar. No todo placer es ilusión.l" no todo placer se
disuelve en la búsqueda de la distinción [Passeron, 1990]. magia de la escritura teórica se juega en el "no tiene gran cosa en común". Para este
autor, la falda plisada de la tenista está más cerca de la visita a la ópera que de la vesti-
menta de un jugador de clase media. En definitiva, lo único que cuenta para definir
lo "común" es el medio social.
intuición de que el mundo no está administrado únicamente por esa "variable" de los * Versión en español: La reproducción.
capitales. 17 Sin embargo, Baudelot y Establet, indirectamente, hicieron su autocrítica, pues-
15 El pluralismo no conduce al relativismo; contrariamente, por ejemplo, a las afir- to que en Le Niveau monte (1989) rinden homenaje a Freinet, de quien se inspiraron
maciones de los defensores de la tesis Teissier sobre la astrología. para su propia pedagogía. De ese modo, sin explicitarIo teóricamente, afirman que
* Traducciones al español: La distinción: criterios y bases sociales del gusto [Madrid, una pedagogía, aunque no logre perturbar el orden social, puede contribuir a desa-
Taurus, 1988) y Cuestiones de sociología [Madrid, Istmo, 2000). rrollar otras dimensiones de la vida de los alumnos.
16 Un solo ejemplo de esta indiferencia por el contenido de la práctica: "El tenis 18 Yo mismo participé en ese movimiento de crítica de la pedagogía antiautorita-
de los pequeños clubes municipales que se practica enjeans y en Adidas sobre super- ria [Singly de, 1988).
ficies duras no tiene gran cosa en común con el tenis con vestimenta blanca y falda 19 Para el trabajo social hubo una difusión de esquemas comparables [Donzelot
plisada [ ... ) que se perpetúa en los clubes selectos" [Bourdieu, 1987, p. 206). Toda la 1977;Verdes-Leroux, 1978). '
44 FRAN<;:OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 45
de los efectos de esta puesta en equivalencias de todas las pedago- punto de vista.21 A su manera, también contribuye a simplificar lo real
gías desde el punto de vista de los actores sociales, acerca de la des- jerarquizándolo, eliminando lo que considera como secundario: por
movilización que puede ser engendrada por semejante toma de po- lo tanto, no es en ese nivel donde se diferencia del pensamiento común.
sición.P? Por otro lado, puede pensarse que la totalidad del mundo
social no se reduce a las luchas por puestos y posiciones, y a la for-
mación del capital que permita conquistarlos [Singly de, 2001]. En La inconsciencia de los agentes y sus métodos de localización
consecuencia, las variaciones de las relaciones pedagógicas o amo-
rosas remiten también a esas otras dimensiones, y por lo tanto pue- La desvalorización de la experiencia de los individuos en sociolo-
den legitimar intervenciones pedagógicas, aunque no reduzcan las gía explicativa proviene de dos factores: los comportamientos están de-
desigualdades sociales. Así, un alumno en una clase antiautoritaria terminados socialmente, y los individuos no tienen conciencia de ello
puede no ver que se modifica su destino de clase, al tiempo que, gra- [Bourdieu, Chamborédon, Passeron, 1968]. Esta ruptura exigida con
cias al respeto con que se beneficia, aprende a construirse una iden- el sentido común deriva del débil estatus concedido a la conciencia. En
tidad personal diferente; gracias a las discusiones colectivas sobre efecto, varios índices -por ejemplo, expresiones repetidas con frecuen-
los programas, sobre la administración de la clase, aprende a ser ciu- cia, como las palabras "conscientemente o no", a propósito de las es-
dadano de otro modo que mediante la elección de los delegados. trategias de reproducción- demuestran que la conciencia importa po-
Las nuevas pedagogías pueden tener una utilidad social que las teo- co para definir sociológicamente la práctica. Lajerarquización de los
rías de la reproducción no logran aprehender, debido a su reduc- métodos en El oficio de sociólogo refleja esta posición: en la cumbre, la
cjón del mundo social. observación directa de los comportamientos, sin palabras; en el me-
Para Bachelard, "Lo simple nunca es otra cosa que lo simplifi- dio, el cuestionario; y en la parte inferior, la entrevista.V Esta postu-
cado", recuerda Pierre Bourdieu [1987, p. 166], pidiendo la ruptu- ra de la objetivación aconseja no escuchar lo que "la gente piensa de
ra con las "evidencias que nos entrega nuestra experiencia del sen- lo que hace", para explicar "lo que la gente hace a partir de lo que es"
tido común o la familiaridad con una tradición erudita". A menudo [Bourdieu, Passeron, 1967-1968]. Así, plantear que el consumo es dis-
no se entiende más que la primera parte del consejo, olvidando que tinción depende de la competencia exclusiva del sociólogo: "Las dife-
las teorías enceguecen tanto por la evidencia no ya del sentido co- rencias funcionan como signos de distinción, y esto precisamente fuera
mún sino de su iluminación. Para ser eficaz, empero -para obtener de todo propósito de distinción" [Bourdieu, 1987, p. 158]. Únicamen-
la condición de teoría general-, una teoría tiende a no proponer
más que una sola puesta en escena de lo real, para engendrar en el
lector el sentimiento de que está frente a lo real: el efecto de real
21 Precisamente por eso no estoy convencido de la gran distancia entre escritura
no es propio del novelista, se observa en sociología a partir del mo- sociológica y escritura novelesca, tal y como la describen Claude Grignon yJean-Claude
mento en que el autor lo hace todo para que se olvide de que de- Passeron [1989]. Véase también Grenier, Grignon, Menger [2001].
terminadas dimensiones de lo social casi no son perceptibles por su 22 La Misére du monde [1993] no modifica esta clasificación, en la medida en que
el autor siempre pone de manifiesto "la objetivación" a la que sólo añade "partici-
pante". Por consiguiente, se trata de una tentativa -lograda o no, ésa no es la cues-
tión- de anexión de la entrevista en la primera postura de la objetivación. Los "ca-
20 Así, los riesgos de falta de responsabilización están contenidos en este enuncia- sos" ilustran posiciones. Explícitamente, no hay consideración de la "singularidad de
do: la crítica científica "descarga a las personas de responsabilidades que les incumben las personas sociales", característica, según Pierre Bourdieu, de una "visión ingenua-
mucho menos que lo que ellas mismas querrían creer" [Bourdieu, 1987, p. 224]. Cyril mentepersonalista" [p. 916; el destacado es del autor]. [La miseria del mundo, Madrid,
Lernieux recalca muy bien estos riesgos [1999, p. 218]. Akal,1999].
46 FRANGOIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 47
te el sociólogo, gracias a su postura, puede ocupar un lugar específico to en su recepción como en sus usos, en consecuencia la sociología
en el espacio social que le procura una lucidez extraordinaria: de las ciencias, en este caso la sociología de la sociología, debería
prestarle más atención.
Lo que yo quería hacer era un trabajo capaz de escapar en la medida
de lo posible a las determinaciones sociales, gracias a la objetivación
de la posición particular del sociólogo y a la toma de conciencia de
las probabilidades de error inherentes a esa posición [Bourdieu, 1987, La sociología es un humanismo
p.114].
Luego hace que los gmpos e individuos interesados se beneficien La sociología no puede pensar su utilidad científica sino dando
con sus luces. en sus propias teorías cierto lugar a la conciencia. Lo que no ocurre
con Pierre Bourdieu, como lo recuerdaJeffrey Alexander [2000], que
concede poco sitio al sí reflexivo, cuando escribe en Le Sens pratique"
Develar los usos del Jevelamiento sociológico [1980]: "En cuanto reflexiona sobre su práctica, ubicándose así en
una postura casi teórica, el agente pierde toda posibilidad de expre-
La importante función de develamiento es la que coincide con sar la verdad de su práctica" [p. 152]. Por el contrario, en Compren-
esa perspectiva sociológica. No obstante, se ignoran el sentido y la dre la sociologie [1973], Peter Berger considera que "más vale la con-
amplitud de sus efectos; Si a menudo esa sociología, explícitamen- ciencia que la inconsciencia", al afirmar que existe "una diferencia
te, tiene por objetivo, como señala Stéphane Beaud [1996, p. 107], esencial entre el teatro de marionetas y el drama que vivimos: con-
un "proyecto igualitario y emancipador", debería incluir en la cons- trariamente a las marionetas, nosotros tenemos la posibilidad de in-
trucción de su objeto el análisis de sus efectos. Si a una política no terrumpir nuestros movimientos, levantar los ojos y descubrir así la
le basta con ostentar una voluntad de democracia cultural para te- maquinaria responsable de nuestros movimientos. Éste es el primer
ner efectos en ese sentido, ¿por qué la sociología podría abstener- paso hacia la libertad. Y también la justificación última de la sociolo-
se de estudiar sus propios efectos? Por ejemplo, la revelación de la gía, concebida como una disciplina humanista" [p. 242]. Anthony
parte social de los nombres [Besnard, Desplanques, 1986], o de los Giddens teoriza esta detención con el término de reflexividad, forma
mecanismos de reproducción de la burguesía [Pincon, Pincon- de competencia de los individuos y las instituciones que examina, de
Charlot, 1997], ¿contribuyó en desestabilizar esos elementos de di- manera permanente y sin desfase temporal, sus actividades y aquellas
ferenciación, de dominación social? ¿Quién se beneficia? Así como que las rodean. Es "el examen y la revisión constantes de las prácticas
la sociología de la cultura examina el perfil sociocultural de los vi- sociales, a la luz de las nuevas informaciones referentes a esas mismas
sitantes de un museo o de los auditores de un concierto de música prácticas, lo que de este modo altera constitutivamente su carácter"
contemporánea [Menger, 1986], ¿no debería también estudiar la [Giddens, 1994, p. 45]. En las sociedades modernas avanzadas, más
identidad de los lectores de las obras de sociología? ¿Por qué la so- que en las precedentes, esa "revisión de la convención" se radicaliza
ciología escaparía a los principios de análisis que aplica a las otras "hasta aplicarse, en principio, a todos los aspectos de la vida huma-
prácticas? Si el valor de todo consumo cultural puede ser encarado na" [ídem]. Este retorno sobre la práctica se opera a partir del mo-
por l~ posición de los consumidores en el espacio social, entonces
los libros de sociología pueden ser definidos también por la posi-
ción de sus lectores. Como el sentido de la sociología se refracta tan- * Versión en español: El sentido práctico, Taurus , Madrid, 1991. [N. del T.]
11
mento en que las rutinas de la vida social, el "sentido práctico", se blo- defensores del iletrismo. Cuando Pierre Michel Menger dibuja los
quean de una u otra manera. Surge entonces una reflexión sobre la perfiles de los actores y comediantes, lo que hace es suministrar re-
acción pasada, o presente, de tal manera que las fronteras entre los cursos a los negociadores de un nuevo estatuto [1997; 1998]. Cuan-
niveles de conciencia y de preconciencia se abren y autorizan idas y do Robert Castel escruta Les Métamorphoses de la question sociale [1995],
vueltas entre el actor que actúa y el actor que reflexiona. Para rectifi- lo que hace es presentar la historia del ocaso relativo del Estado pro-
car eventualmente sus motivaciones, sus maneras de actuar, sus justi- videncial, y alentar la producción de otras formas de protección so-
ficaciones, el individuo abreva en el saber común o en otros saberes cial para limitar la extensión de los efectos del individualismo nega-
a su disposición. Para Giddens, la originalidad de las sociedades mo- tivo. Cuando Jean-Claude Kaufmann analiza la pareja por su ropa
dernas avanzadas radica en la importancia de los usos de los saberes interior [1992], lo que hace es permitir que sus lectoras (y lectores)
eruditos en la vida común: "El saber constituye un elemento impor- comprendan algunos de los mecanismos que hacen que la mujer que
tante de ese proceso [de reflexividad]". y sobre todo las ciencias hu- vive en pareja resulte progresivamente "congelada", para retomar la
manas y sociales en la medida en que "la revisión crónica de las prác- metáfora de Annie Ernaux [1981]. Cuando Christian Baudelot y Ro-
'ucas sociales a la luz del conocimiento de esas prácticas forma parte ger Establet comparan lo que significa Avoir trente ans en 1968 et en
íntimamente del tejido de las instituciones modernas" [1994, p. 47]. 1998 [2000], lo que hacen es dar elementos a dos generaciones para
La reflexividad se apoya tanto en la sociología como en la psicolo- efectuar su balance. Cuando Margaret Maruani, con algunos colegas,
gía,23 por eso "la modernidad es profunda e intrínsecamente socio- recorre los territorios de lo masculino y lo femenino para describir
lógica" [1994, p. 49].24 Les Nouvelles Frontiéres de l'inégalité * [1998], lo que hace es revelar la
Las instituciones, los grupos, los individuos hacen ese desvío re- tensión entre "progresiones evidentes y regresiones impertinentes",
flexivo sobre sus acciones. Las diferentes sociologías, las diferentes es- y la necesaria vigilancia a pesar del ascenso del trabajo profesional de
cuelas, les proponen, de manera explícita o no, servicios de reflexivi- las mujeres. Cuando Francois Dubet se hunde en La Galére [1992], lo
dad. Éstos no son equivalentes; únicamente una sociología de la que hace es mostrar desde el interior cómo, al terminar las formas de
sociología permitiría conocerlos y aprehender las correspondencias regulación tradicional de los barrios obreros, éstas dejan el sitio a nue-
entre las instituciones, los grupos, los individuos y los tipos de socio- vas maneras de conducirse de los jóvenes dominados. Cuando Stép-
logía. Cuando Bernard Lahire toma por objeto la categoría de iletris- hane Beaud y Michel Pialoux se establecen en las fábricas Peugeot,
mo [1999] para demostrar cómo se impuso gracias, sobre todo, a la 10 que hacen es dar -como lo declara la sobrecobertura de la obra-
acción del movimiento ATD Cuarto Mundo, lo que hace es suminis- "todo [su] lugar a la palabra obrera, para rendir homenaje a esos
trar armas críticas a aquellos y aquellas que, en el seno del Estado o hombres y esas mujeres cuya dignidad es tan imponente como la que
de las asociaciones, pueden querer una mayor igualdad de acceso a demostraron sus padres a la hora de las victorias" [1999] ...
la lectura ya la escritura sin adoptar los principios subyacentes de los Esta lista podría prolongarse, prueba de que las investigaciones
n sociología sirven a los individuos definidos por su pertenencia a
Un grupo de edad, sexo, o clase social, a una profesión, a una asocia-
23 Para]. Donzelot [1977] y R. Castel [1981], la modernidad está asociada a la psi- ión, un partido, un sindicato, por su compromiso en su vida priva-
cologización. da. Cada uno quiere hacerse cargo de su destino, apoyándose even-
24 En este texto, A. Giddens subestima, a mi juicio, el aporte de la psicología, mien-
tras que en sus trabajos sobre la intimidad, por el contrario, se apoya en dicha discipli-
na y sus derivados. Su modelo de la "relación pura" está sacado explícitamente de un
trabajo de terapia conyugal. Véase A. Giddens [1991; 1992]; y sobre la crítica de este * Versión en español: El trabajo del género: las ciencias sociales ante el reto de las diferen-
modelo, F. de Singly, K. Chaland [2001]. as de sexo, Velencia, Cermania, 2005. [N. del T.]
-
50 FRANCOIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA
51
tualmentc en recursos suministrados por el saber sociológico, los que d.iscip~ina, l~,psicología o el psicoanálisis. El principio del "todo es so-
deberían ser estudiados de manera sistemática para ser clasificados cíologízabíe y el de. la no jerarquización de los objetos sociológicos,
según su función. Muy esquemáticamente, pueden distinguirse dos: afirmados en Eloficzo de sociólogo, incluso cuando son explícitamente
- La función de develamiento producida por un análisis cuan ti- ~pro~ados, ~o s,~n ejecutados. También habría objetos "grandes" y ob-
tativode las desigualdades (por la apropiación de las prácticas cultu- Je~os pequen os , y ser los primeros tema de debates con más facilidad,
rales j' de la escuela; de los recorridos biográficos, profesionales), o mientras que los segundos alimentarían la conversación privada. Esta
un análisis centrado en los efectos perversos, inesperados (de una po- postura revela el olvido de las consecuencias de la individualización
lítica, una norma), o incluso un análisis de las lógicas argumentativas en las.sociedades modernas avanzadas: los individuos, también ellos,
que ~tiliza la gente para legitimar sus acciones.P necesIt~n construirse sin recurrir necesariamente a una concepción
=-La función deacompañamiento producida por un análisis corn- normativa propuesta por la psicología o el psicoanálisis.
prensivoIrealizado con seriedad) de la vida de los individuos a través .. A menudo los sociólogos no son conscientes de los usos que los in-
de la manera en que éstos dan cuenta de su historia, describen los en- d~~duos hacen .de su trabajo, en la forma de publicaciones pero tam-
sayos y errores de la vida común, exponen sus desilusiones, sus desen- bl~n durante la mvestigación. Un artículo de Willy Pelletier [1996] per-
·D¿.ños,su desdicha y expresan su experiencia (que no serácobrein- mite demostrarlo ~~ manera .casi experimental. Este sociólogo, con
terpretada por el sociólogo que lo escucha). harIes ~enry, envio un cuestIOnario a docentes de ciencias económi-
Esta clasificación, que no remite a diferencias según el sitio acor- as y SOCIales.Cuando volvieron los cuestionarios, al observar en uno
dado pC'r las teorías a la conciencia, muchas veces opone a los so- de ellos .~n "Gracias" que no comprendía, se dedicó a trabajar los datos
ciólogos especialistas en la esfera pública y las instituciones con los n funciór¡ de ese "gracias" y de muchos otros indicios del compromi-
sociólogos de la esfera privada.é'' Estas dos funciones no deberían de responder; una de las profesoras respondió con cuidado una vez
ser jerarquizadas, contrariamente a los juicios frecuentes de los so- uperada am~!iament~ la fecha de entrega. Comprendió que:más allá
ciólogos,27 calvo que se piense que la vida privada depende de otra d la ~nnaclOn de la Imposición de la problemática por el cuestiona-
o, existen "beneficios 'por expresarse", que algunos individuos -los
ue se comprometieron sin ser los mejor provistos de capitaI- utilizan
25 El trabajo de Laurent Mucchielli sobre la delincuencia puede servir de ilustra- Icuestionario p~~ lograr una puesta en escena de ellos mismos, yjus-
ción a esta función [2001]. ficar con postenondad su trayectoria y su compromiso profesional. Así
26 Sin embargo, algunas sociologías de lo "público" -como la propuesta por Callan, e como la docente que había escrito "Gracias" "señalaba su satisfac-
Lascoumes, Barthe [2001]- a nuestro juicio también dependen del segundo registro.
6n por haber ~odido desarrollar una serie de operaciones aptas para
Para ellos, en efecto, a todo lo largo del proceso de "traducción", eruditos y profanos
se acompañan mutuamente. En un dispositivo semejante, los lugares no están defini-
I var su autoesuma, para conferir una explicación a su recorrido a su
dos de manera tan clara como en la lógica de la denuncia, porque "los no especialis- I table.cimiento' en la enseñanza, para apaciguar dudas, para silenciar
tas, por lo tanto, pueden participar en un colectivo de investigación, en los debates que terminados cuestionamientos" [1986, p. 41].
lo atraviesan y las opciones que opera" [p. 129]. .Ese cuestionario -desviado- condujo a algunos docentes a ser re-
27 Esta jerarquización refuerza una concepción del mundo "masculina", según la
XIVOS al ofrecerles una pausa, al obligarIos a relacionar su presen-
cual la esfera pública es el espacio más importante. Existe una oposíción interna a las
intervenciones propias de los especialistas en la esfera pública entre el compromiso y
la experticia. El primero parecería mejor considerado que la segunda, lo que es per-
ceptible por ejemplo a lo largo de la obra Au-delá du Pacs. L'expertise [amiliale a l'éfmmvn Id de I~s d~minados, de los "pequeños"; esto suministra una definición, las más de
de l'homosexualité [Barrilla, Fassin, Iacub, 1999]. Sin duda porque el experto está del la- I VecesIm~hclta, de los buenos usos de la sociología "científica", a saber, una contri-
do del gobierno, de los "grandes", mientras que el sociólogo comprometido está del 11 16n erudita contra la dominación.
FRAN<;OIS DE SINGLV OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 53
52
te con su pasado, tomándolos en serio. Puede parecer paradójico, Se leerá este libro como otros tantos pequeños cuentos de una asisten-
porque el cuestionario, por cierto, es la herramienta más cercana a te social en un hospital abandonado, un metalúrgico huérfano de la
una sociología del develamiento. Por lo tanto, no se lo concibe como clase obrera, un desocupado al que se le terminó el subsidio de de-
el soporte de una sociología del acompañamiento para los individuos sempleo y cayó en la indigencia, el director de un instituto de ense-
capaces de desviarlo en su beneficio. Esta posibilidad revela que, en ñanza media víctima de la violencia urbana, un policía de calle en un
la realidad, los dos niveles están mezclados y que la sociología, por ra- barrio bajo.
zones teóricas, los separó sin lograr luego reunirlos.
Reducir el desfase entre el "sentido objetivo" y el "sentido subjeti- Las otras dimensiones de la identidad son dejadas en la sombra;
vo" de las conductas -como lo señala Bruno Karsenti [2000]- debería I arccen en segundo plano; en el proscenio, la posición, la trayecto-
ser el objetivo de la sociología, al encontrar "su razón en su imposible lo Al final de la obra, Pierre Bourdieu intenta definir una sociología
recuperación y en los trastornos que siempre corren el riesgo de intr imprensiva que pueda articularse con una sociología objetivista. Se
ducirse en virtud de esa desunión" [p. 239]. En nuestra opinión, la di I U de comprender su manera de proceder por su enunciado "los agen-
ciplina lo logra sólo ocasionalmente, por razones teóricas y metodol l sociales no tienen la ciencia infusa de lo que son y de lo que hacen"
gicas. Más bien hay una especialización de los sociólogos en el 11 .918], que retama los de El oficio de sociólogo, y que prueba la perma-
develamiento, en la denuncia (por ejemplo, de los perjuicios del indio ncia del postulado de la ruptura y el develamiento. La actitud com-
vidualismo), o en el acompañamiento (generalmente menos crítico). nsiva consiste en tener en cuenta, además, las consecuencias subje-
Reunir ambos sentidos -sin tratar el sentido subjetivo de ilusión, o sin v 15 del sentido objetivo, sobre todo el sufrimiento, para aliviarlo
buscar que entre en razones, vale decir, sin querer transformarlo ha v lando su fuente social; Pierre Bourdieu ubica allí
ta que el sentido subjetivo interiorice completamente el sentido obj
tivo- es difícil. La tentación en el sentido opuesto es olvidar las cae la eficacia del mensaje sociológico[ ... ], al permitir que los que sufren
ciones en cuyo seno juegan los actores, tomar demasiado en serio la" descubran la posibilidad de imputar su sufrimiento a causas sociales y
justificaciones de sí y. de su vida a tal punto que estas últimas eximirían así se sientan disculpados, y al hacer conocer ampliamente el origen
social, colectivamente ocultado, de la desgracia en todas sus formas, in-
de conocer el sentido objetivo.
Raramente se encuentra el equilibrio justo, ya que, a nuestro jui- cluidas las más Intimas y secretas [p. 944].
cio, pocas teorías proponen principios de reunión entre los dos sen-
tidos, sinjerarquizar a favor de uno u otro.28 Es así como en La mise El sentido subjetivo sólo se vuelve objeto legítimo cuando, felizmen-
ría del mundo [1993], Bourdieu da predominio al sentido objetivo, al I s iluminado por el sentido objetivo del que está en posesión el so-
ilustrar cada entrevista un tipo de trayectoria social. Ante todo, la logo. Esta teoría de la subjetividad resulta pobre, porque la articula-
n entre el hábitus, órgano central de la individualidad en Bourdieu,
"persona" es definida por su posición:
Il conciencia está poco desarrollada.P
En la órbita de Alain Touraine, algunos investigadores proponen
28 Vincent de Gauléjac [1987; 1999] forma parte de esta minoría, pero su arti ti ti' procedimiento que permite hacerse cargo de los dos niveles, el
lación LOmamucho en préstamo del psicoa ..-ilisis para la vertiente -le la subjetividad,
Francois Dubet, en Sociologie de l'expérience [1994], afirma que "el sujeto siempre est
parcialmente 'fuera del mundo'" [p. 128] Yque debe efectuar un "trabajo", definido 29 jean-Claude Kaufrnann, en E.go. Pour une sociologie de l'individu [2001], suminis-
principalmente por "una distancia de sí, una capacidad crítica" [p. 181]. Para este so 11 pocos elementos referentes a esta articulación, al negar la idea de un "centro de
ciólogo, el individuo experimenta una "impresión de extrañeza, de no adhesión" [p. 1851, mando". Otorga al relato un lugar limitado [pp. 220-222], su nominación es significa-
engendrada por la heterogeneidad de las lógicas que pone en acción. I : "un cuento biográfico", término que no repudiaría Bourdieu [1986].
54 FRANCOIS DE SINGLY OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 55
del sociólogo y el construido por los actores. Francois Dubet narra de 1',to da como resultado reconocer en la entrevista un lugar central
este modo algunas investigaciones en cuyo seno "los actores rechazan 11 la producción sociológica, y no ya el último lugar (como en El
las interpretaciones de los investigadores", ya sea de manera cortés o /I/Icio de sociólogo). El trabajo sobre sí se hace principalmente a tra-
por oposición tajante [1994, p. 245]. "El sentido para el actor" y "el V del lenguaje, en la conciencia de un relato hecho para otro, o
sentido para el investigador" no son lo mismo. ¿Es por un error de JI ra sí. Algunas investigaciones deberían aprehender la variación
"traducción" por parte del sociólogo, como lo deja entender el autor, d los aportes en la construcción de la identidad narrativa según el ti-
o en ocasiones se trata de otra cosa? ¿Debe realizarse obligatoriamen- l' )de conversación: consigo mismo en el diario íntimo, por ejemplo;
te el acuerdo? ¿Los dos sentidos están hechos para estar siempre reu- Ion un familiar; con una persona que represente un papel público
nidos? ¿En qué condiciones? A falta de tener respuestas totalmente ciólogo, psicólogo, pero también asistente/asistenta, trabajador/
fundadas teóricamente, se observa que el hecho de proponer duran- trabajadora social...-; con un desconocido (como la confidencia en
te algunas reuniones el sentido construido por el sociólogo a las per- I afé, en el tren, o incluso en Internet). Para Isabelle Astier, las en-
sonas involucradas suministra un doble reconocimiento: a los indivi- Ir vistas de inserción en el marco del Ingreso mínimo de inserción*
duos y su capacidad de comprender otro sentido, los cambia al 11995] pueden tener un doble efecto positivo, no sólo al obligar una
hacerles notar ese otro sentido de sus prácticas; y a la democracia, o laboración de un discurso coherente de su vida pasada y actual, si-
a la ética de la discusión [Habermas, 1991], le abre un espacio don- 110 también al efectuar esa reflexividad fuera de la esfera privada, lo
de el saber está sometido al intercambio. Resta aclarar el sitio de es- IU da paso a cierta generalización posible de la experiencia persa-
ta confrontación en la propia elaboración de los enunciados científi- tu tl, y por tanto ofrece cierta manera de "agrandarse" (en el senti-
cos. Es lo que hacen Michel Callon, Pierre Lascoumes y Yannick lit de Boltanski y Thévenot [1991]). En ciertas condiciones de res-
Barthe en Agir dans un monde incertain [2001], al describir maneras de \' to, esas erttrevistas pueden "realizar a pesar de todo algo en el
luchar contra lo que ellos llaman "la ciencia confinada": por ejemplo, \' I aje de los rasgos de carácter hacia rasgos ejemplares y generales,
los foros híbridos donde el papel de los ciudadanos comunes no se limo un 'realce' del individuo, de sus capacidades de entrar en las
limita ya a escuchar las informaciones de los expertos, e incluye la par- ~ ras del derecho, como gesto de legitimidad y manera de com-
ticipación en la definición de los problemas y las soluciones. Partida- l' meterse" [Astier, 1995, p. 127]. No se trata ni de disculpar ni de
rios de cierta continuidad entre mundo erudito y mundo profano, el olver a la persona en su trayectoria social, ni de encadenarla a
ellos estiman que la ruptura epistemológica remite a otro corte, el 1111 culpabilidad. El camino entre esos dos excesos, entre la psico-
que se produce entre el pueblo y sus representantes. Una actitud se- IOKizaciónde lo social y la sociologización de lo personal, es difícil
mejante, que descansa en una concepción de la sociedad donde los I eguir, más exactamente de trazar, para los sociólogos. La perso-
individuos comunes conservan un papel erudito y otro político a pe- I lización -en el sentido del trabajo que el individuo produce pa-
sar de la especialización profesional, tiene que ver, también, con la I onstruirse como persona y como individuo responsable- es un
función de acompañamiento. I iovimiento histórico del que debe dar cuenta la sociología, ya sea
En el nivel del individuo, Claude Dubar aboga porque la sociolo- Iravés de una sociología crítica que denuncie "las tiranías del
gía reconozca una "identidad personal" que "señale el pasaje de una
concepción objetivista y cosificada de la identidad 'para otro' a una ela-
boración subjetiva y virtual de la identidad 'para sí" [2000, p. 201].30
"El RMI (Rcuenu Minimum d'Insertion), o Ingreso mínimo de inserción, fue crea-
lu por ley del 10 de diciembre de 1988, y su objetivo es permitir que todos dispongan
1 los recursos suficientes para hacer frente a sus necesidades y permitir la reinserción
30 O Francois de Singly [1996]. .1 los más desprotegidos. [N. del T.]
___________
1 _
SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA
56 FRAN<;:OISDE SINGLY 57
ferencias bibliográficas
yo",3l ya a través de "procedimientos dialógicos" [Callon, Lascou-
mes, Barthe, 2001] que conducen a una sociología hermana de una de-
mocracia participativa o a una sociología comprensiva. La sociología
puede adoptar varios rostros para sostener el movimiento reflexivo ge-
~1111111
neral de las sociedades modernas avanzadas.
~ 11
lbert, M., y Bernard, P. (2000), "Faire utile ou fsire savant? La 'nou-
velle production de connaissances' et la sociologie québécoise"
1I 1
1 Sociologie et Sociétés, vol. XXII, n° 1, pp. 71-92. '
1 I xander,j.-C. (2000), La Réduction. Critique de Bourdieu, Cerf, París.
tier; I. (1995), "Du récit privé au récit civil: la construction d'une
nouvelle dignité?", Lien social et politiques, n" 34, pp. 121-130.
n rudelot, C., y Establet, R. (971), L'École capitaliste en France París
Maspero. ' ,
-; (989), Le Niveau monte, París, Seuil.
----; (2000), Avoir trente ans en 1968 et en 1998, París, Seuil.
n < ud, S. (1996), "Quelques observations a propos du texte de Ber-
nard Lahire", Critiques sociales, n" 8-9, pp. 102-107.
-; Pialoux, M. (999), Retour sur la condition ouuriére París
Fayard. ' ,
rger, P. L. (973), Comprendre la sociologie, París, Le Centurion.
" • nard, P., y Desplanques, G. (1986), Un prénom pour toujours. La ca-
te des prénoms, París, Balland.
I nltanski, L. (990), "Ce dont les gens sont capables", en L'Amour et
laJustice comme compétences, París, Métailié, pp. 15-134.
--; Chiapello, E. (1991), Le Nouvel Esprit du capitalisme, París,
allimard.
31 Es lo que propone P. Corcuff [2001], tras los pasos de R. Sennett [1979]; C. ---; Thévenot, L. (991), De la justification. Les économies de la
Lasch [1981]; A. Ehrenberg [1998], por ejemplo. Pero cabe preguntarse por qué el grandeur, París, Gallimard.
trabajo sobre sí debería
te a las tiranías personales.
adoptar necesariamente
Esta afirmación
la forma de la emancipación
equivale a plantear
freno
que la sociología crío
111 ?;
rillo: :a~~in, E., y Iacub, M. (1999), Au-delá du Pacs. L'expertise
jamzlzale a l épreuoe de l 'homosexualité, París, PUF.
tica es la única significativa, y que basta con extender su esfera de intervención al
mundo íntimo. Sin embargo, basta con tomar en serio el enunciado -citado por Coro uurdieu, P. (1972), "Les stratégies matrimoniales dans les stratégies
cuff- de Wittgenstein: "Será revolucionario aquel que sea capaz de revolucionarse a de reproduction", Annales ESC, 27, n° 4-5, pp. 1105-1127.
sí mismo" para captar que esta "revolución de sí mismo" no obedece necesariarnen- ; (974), "Avenir de c1asse et causalité du probable", Reoue
te a los mismos principios que la otra revolución. Nada dice acerca de que sólo la francaise de sociologie, vol. xv, 1, pp. 3-42.
sociología crítica sea capaz de producir la segunda revolución. Otras formas de tra-
--; (979), La Distinction, París, Minuit. [La distinción Madrid
bajo sobre sí son posibles, que tienen más que ver con lo que yo llamo el "acampa. 'Iaurus, 1988.] , ,
ñamiento".
11
____ ; (1980), Questions de sociologie, París, Minuit. [Cuestiones de ----; (1994a), "La vraisemblance: entre les sociologues et les ac-
sociología, Madrid, Istmo, 2000.] teurs", L'Année sociologique, 3a serie, n° 44, pp. 83-107.
____ ; (1986), "L'illusion biographique", Actes de la recherche en ---; (1994b), La Sociologie de l'expérience, París, Seuil.
sciences sociales, n° 62-63, pp, 53-76. urkheim, É. (1963), L'Éducation morale, París, PUF (l a ed. 1925).
____ ; (1987), Choses dites, París, Minuit. [Cosas dichas, Buenos Ai- ---; (1963), Les Regles de la méthode sociologique, París, PUF (1a ed.
res, Gedisa, 1988.] 1894). [Las reglas del método sociológico, Buenos Aires, Schapire, 1965.]
____ ; (1992), Les Regles de l'art. Genése et structure du champ littérai- ----; (1967), De la division du travail social; París, PUF (1a ed.-1893).
re, París, Seuil. [Las reglas del arte, Barcelona, Anagrama, 1995.] [La división del trabajo social, Madrid, Akal, 1995.]
___ ; (1994), Raisonspratiques. Sur la théorie de l'action, París, Seuil. [Ra- ---; (1969) ,journal sociologique, París, PUF.
zones prácticas. Sobre la teoria de la acción, Barcelona, Anagrama, 19~7.] ---; (l975), "L'application de la loi de divorce en France" en
____ ; (1998), La Domination masculine, París, Seuil. [La domina- Textes, tomo 2, París, Minuit, pp. 198-204 (1 a ed. 1906). '
ción masculina, Barcelona, Anagrama, 1998.] . ---; (1975), "Le divorce par consentement mutuel", en Textes,
___ ; Chamborédon, j.-C., y Passeron, j.-C. (1968), Le Métier de tomo 2, París, Minuit, pp. 181-194 (la ed. 1906).
sociologue, París-La Haya, Mouton-Bordas. [El oficio del sociólogo, ---; (1975), Textes, volúmenes 1, 2, 3 (establecidos por V. Ka-
Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003.] rady) , Minuit, París.
----; y otros (1993), La Misére du monde, París, Seuil. [La miseria ---; (1986), Le Suicide, París, PUF (I" ed. 1897). [El suicidio, Ma-
del mundo, Madrid, Akal, 1999.] drid, Akal, 1982.]
____ ; Passeron,j.-c. (1964), Les Héritiers, París, Minuit. [Los her. h nberg, A. (1998), La Fatigue d'étre soi. Dépression et société, París, O.
deros, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2004.] Jacob.
____ ; Passeron,j.-c. (1967-1968), Introduction a la sociologie, Phi- naux, A. (1981), La Femme gelée, París, Gallimard.
losophie, ministere de l'Éducation nationale, Institut pédagogi- uléjac de V. (1987), La Névrose de classe, París, Hommes et Groupes
que national, pp. 4-15. diteurs.
____ ; Passeron,j.-C. (1970), La Reproduction, París, Minuit. bbons, M.; Limoges, C.; Nowotny, E.; Schwartzman, S.; Scott, P.,
Callon, M.; Lascoumes, P., y Barthe, Y (2001), Agir dans un monde in. r Trow, M. (1994), The New Production of Knowledge. The dynamics
certain. Essai sur la démocratie technique, París, Seuil.
Castel, R. (1985), La Gestion des risques, París, Minuit.
«
Science and Research in Contemporary Societies, Londres, Sage Pu-
blications.
____ ; (1995), Les Métamorphoses de la question sociale, Fayard, París. 11 ns, A. (1987), La Constitution de la société, París, PUF. [La consti-
Colliot-Théléne, C. (1995), "La sociologie réflexive, l'anthropologi , tución de la sociedad, Buenos Aires, Amorrortu, 1994.]
l'histoire", Critique, n° 579-580, pp. 630-645. [Las metamorfosis d~ ---; (1991), Modernity and Selfldentity. Self and Society in the Late
la cuestión social, Buenos Aires, Paidós, 1997.] Modern Age, Stanford, Stanford University Press.
Corcuff, P. (2001), "L'engagement aujourd'hui, entre les tyrannics ---; (1992), The Transformation 01Intimacy. Sexuality, love and era-
du nous et les tyrannies du je", Critique communiste, verano. tlcism in modern societies, Stanford, Stanford University Press. [La
Donzelot, j. (1985), La Police des familles, París, Minuit. [La policía d~ tmnsformacion de la intimidad, Cátedra, Madrid, 1999.]
las familias, Valencia, Pre-textos, 1990.] ---; (1994), Les Conséquences de la modernité, L'Harmattan, París.
Dubar, C. (2000), La Crise des identités. L'interprétation d'une muta/ion, 1 ,B., Y Trépanier, M. (2000), "La science: nouvel environne-
París, PUF. 11 nt, nouvelles pratiques?", Sociologie el Sociétés, XXXII, n° 1. [Las
Dubct, F. (1987), La Galere: jeunes en suroie, París, Fayard. rtmsecuencias de la modernidad, Madrid, Alianza, 1994.]
60 FRAL"l(:OIS DE SINGLY
SOCIOLOGÍA. FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA
61
11
por Bernard Lahire
que tuvieron a bien formularme acerca de una primera versión de este texto, y que es-
tuvieron en el origen de cantidad de precisiones o modificaciones.
2 Recientemente (el 7 de abril de 2001, en la Universidad París-V, bajo la direc-
16n de M. Maffesoli) , la defensa de la tesis de Élisabeth Teissier en sociología fue re-
64 BERNARD LAHIRE
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL
65
lo escribía Georg Simmel, un autor querido por una parte de los sociólogos de lo inlll
ginario y citado muy pertinentemente porYankel Fijalkow [2001, p. 18]: "Las cienchu
4 Aquí concentro mis ideas sobre los sociólogos que están sometidos a coerciones
en vías de formación tienen el privilegio mediocremente envidiable de servir como a~1
dl~ciplinarias fuertes, dejando voluntariamente fuera del campo de mi reflexión a to-
lo provisional a todos los problemas que flotan en el aire, sin haber encontrado su v J
dos aquellos que, sociólogos de formación y que más o menos reivindican el título, ins-
dadero lugar. Por la indeterminación y el fácil acceso de sus fronteras, atraen a los 'sln
J iben sus actividades y producciones en marcos extradisciplinarios (empresas, colec-
patria' de la ciencia, hasta que hayan reunido la suficiente fuerza para rechazar fuclll Ilvidades locales, oficinas de estudios o de consejos ... ).
de sí todos esos elementos ajenos: en ocasiones la operación es cruel, pero ahorra 11111
5 Es evidente que ninguna escritura, siquiera la más austera, está desprovista de
chas decepciones para el porvenir" [Simmel, 1889, p. 71].
Iectos de seducción, y que algunos autores pueden combinar un "bello estilo" y un
66 BERNARD LAHIRII,
flLlDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL
67
Se puede observar que el cuadro no menciona ninguna difer '11 Manuales, notas de síntesis, compilaciones de textos comentados,
cia de "escuelas" (de paradigmas teóricos, de teorías de lo social..,) /1sentaciones de teorías, de métodos o de autores ...
o de credo metodológico (cualitativista versus cuantitativista), que ~ 1I
embargo muy a menudo ocupan todo el espacio físico de los manun versus Producciones escolares de lectores
les universitarios y todo el espacio mental de los espíritus escolam
que los leen. A priori, todos los paradigrnas pueden pretender tlIll
igual dignidad científica en la medida en que respeten un alto grarlu
versus
de severidad empírica, exigencia metodológica y persuasión ar~1
mentativa. En los hechos, empero, las diferencias teóricas encubr 11
a menudo diferencias de exigencia científica. Así, hay escuelas te ti versus
fueren sus adhesiones teóricas y metodológicas, debería tender. Po", otra parte, pll
.101 gía experimental versus Sociología social (los temas,
en gris más o menos los polos que deberían desaparecer del campo de una discipllu
nuvaciones teóricas
más exigente desde el punto de vista científico. . objetos, son más importantes que
lodológicas, fuerte
7 Estos criterios, que permiten seleccionar en el grado de fuerza probatona el la inventiva científica ... utilización
lvidad ... )
diferentes trabajos sociológicos, están presentes en una parte de las reflexiones el)I!1 de los productos de un "arte de
mológicas deJean-Claude Passeron (Lahire, 2001a]. inventar ya inventado")
68 BERNARD LAHIRE \JTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 69
,'
Entre sociología social y sociología experimental ciales, morales, culturales, ideológicas ... 9 A la inversa, el "sociólo-
" 1
experimental" es comparable al partidario del "arte por el arte"
I
1 n el hecho de que debe inventar su posición social, o sea, la del eru-
I[
La distinción que yo opero entre "sociología social" y "sociología dlto "profesional con dedicación exclusiva, consagrado a su trabajo
experimental" se apoya en la oposición, clásica en el campo del arte, el manera total y única, indiferente a las exigencias de la política y a
entre "el arte social" y "el arte por el arte". Por supuesto, se trata de lIS exhortaciones de la moral, y sin reconocer ninguna otra jurisdic-
, I
una oposición de naturaleza ideal típica que nunca existe de mane- d n que la norma específica de su arte"lO [Bourdieu, 1992, p. 115).
ra tan tajante en el campo de las ciencias sociales, pero que permite ',Rteprivilegia la construcción del objeto sobre el objeto de estudio,
ver más claro en la complejidad de las orientaciones científicas obser- r e niega a que cualquiera (tanto dominantes como dominados) le
vables.f Hasta puede añadirse, para ser todavía más claros, que al de- mponga sus objetos y temas de estudio.l!
signar actitudes y maneras de hacer, estos dos ideales típicos pueden La sociología experimental se caracteriza por una atención refle-
aplicarse a producciones diferentes de un mismo autor, hasta a aspec- lvasobre las herramientas teóricas y metodológicas utilizadas respec-
tos diferentes de una sola y misma producción científica. Esta distin- lo de objetos empíricos bien delimitados, por una inventiva metodo-
I
I
I ción de las obras y sus productores es necesaria si se quiere romper I igica y la posesión de cierto gusto por la variación de las escalas de
con las simplificaciones académicas ordinarias aplicadas a los indivi- observación o de los modos de desglose de los objetos, con miras a
duos ("él es esto", "no es más que eso"). ngendrar conocimientos específicos. 12 A menudo, semejante dispo-
Así como existen artistas que asignan funciones sociales al arte y
conceden un interés primordial a los temas y contenidos de sus obras,
que deben mostrar un aspecto didáctico, existen sociólogos que se 9 En definitiva, la sociología social no sólo privilegia determinados objetos (como
inscriben en la tradición de lo que podría llamarse la "sociología so- I mundo obrero o subproletario, las clases sociales, las luchas sindicales o políticas,
cial", y que desean realizar trabajos útiles en el marco de las luchas t .), sino que además selecciona una serie de cuestiones teóricas: desigualdades, lu-
1111\5, relaciones de fuerza, de dominación, etc. Asíjean-Claude Passeron, en un ras-
IClllfpico de la sociología social, escribía hate veinte años: "Únicamente las diferencias,
I ontradicciones y desigualdades alimentan útilmente el conocimiento sociológico"
8 Hay que aclarar que a partir del momento en que ya están dadas las posicio- Il'nsseron, 1981, p. 7].
nes en el campo científico aparecen en todos los campos estrategias de bluffque con- 10 La frase famosa de Flaubert: "Soy un hombre pluma. Siento a través de ella, a
sisten en imitar los "gestos" y las palabras asociados a esas posiciones. De este modo, 1 uusa de ella, respecto de ella y mucho más con ella" condensa, a su manera, esta iden-
nunca fue tan grande la distancia entre la invocación de la ciencia, el rigor, el asee- 1111 ación total con la actividad de escritor.
tismo, la modestia, la limitación de la parte de shoto, etc., y el hecho más ingenuo de 11 Los escritores que defienden una concepción del arte por el arte también se
erigirse como un héroe, la retórica romántica del compromiso personal, las estrate- rnracterizan por un doble rechazo: rechazan a la vez el moralismo del espíritu burgués
gias literarias más comerciales efectivamente desplegadas por algunos investigado. y 1 utilitarismo de los defensores del pueblo. Ni conformismo moral burgués o peque·
res. Un ejemplo caricaturesco de estas contradicciones en acto se muestra en la obra 1 burgués ni moralismo populista, su posición estructuralmente ambigua les deparó
de Loic Wacquant, C011)S& Ame. Carnets etlinographiques d'un apprenti boxeur [2001). taques cruzados procedentes de los dos campos opuestos. Cabe recordar la frase vi·
así como en las entrevistas del sociólogo que acompañaron la salida del libro (e in- rulenta de Théophile Gautier frente a la exhortación de utilidad en el campo litera-
cluidas por su editor). Habría que preguntarse qué queda en materia de saber socio- 110: "El lugar más útil de una casa son las letrinas".
lógico en este tipo de empresa de autopromoción comercial y militante por partes 12 Tales disposiciones (ese "prurito por la experimentación") fueron característi-
iguales, luego de haber quitado cuidadosamente el narcisismo, la exaltación de una 111 de la actitud de los microhistoriadores italianos, según Jacques Revel [Revel, 1996,
carrera académica en los Estados Unidos, la "farsa" de la evocación de los "miles dr 1', 13]. En Francia, si Pierre Bourdieu calificó hace poco su actitud de "antropología
páginas" de notas etnográficas y las manifestaciones vibrantes de la fascinación pOI' 1 flexiva", esta reflexividad es puesta en práctica sobre opciones conceptuales fijas y
un maestro. 110 discutibles. Así, la reflexividad puede ser orientada hacia las condiciones de pro·
70 BERNARD LAHIRE
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 71
crítica las producciones comerciales de la sociología social, de las qu . ¡ n entre una sociología social (que privilegia los objetos y tiende a
percibe el débil grado de autonomía científica. moralizar y a politizarlos adoptando una jerarquía implícita de su dig-
Por último, tanto una como la otra se distancian de una "sociolo- nidad científica) y una sociología experimental (que corre el riesgo
gía académica" (políticamente conservadora y demasiado distancia- el encerrarse en una creatividad meto do lógica o teórica sin objeto)
da de una parte de las realidades sociales según la sociología social.l" parece a aquella que existe entre el arte social y el arte por el arte,
totalmente desprovista de audacia y de inventiva teóricas y metodoló- O re la voluntad de decir cosas "importantes" sobre el mundo social
(ron el riesgo de abandonar totalmente la forma) y la búsqueda pu-
I \ de la estética, el estilo, la forma (con el riesgo de no decir ya nada
el 1 mundoj.l?
--..,.. 15 Sobre este punto, véase B. Lahire, "Entre experts et savants" [1999, pp. 193·
, Vista a partir de una sociología social, el arte por el arte de la so-
252]. La sumisión más completa a la doxa más común, por otra parte, hoy puede pre·
sentarse en la forma combatiente de una crítica de las críticas y reivindicar la perte- I ¡ logía (la sociología por la sociología) posee algo un poco sospe-
nencia a una "sociología comprensiva". El sociólogo "comprensivo" (nueva manera) hoso. La insistencia (por fuerza nominalista) en la construcción
\ a todas luces percibe al sociólogo crítico~;;;;;:;- ~estas, un ser que no sabe de- ¡ ntífica de los objetos, la eventual sofisticación de los modelos o las
I gustar el sabor de las cosas; en pocas palabras, un personaje grosero que no vive las In todologías o el juego con las escalas de observación pueden ser
cosas sino que las pone a distancia. A contracorriente de los sociólogos críticos, oca-
lado de aquellos que, al no luchar explícitamente contra el orden,c!.e- Para evocar lostemas del desarrollo y la globalización, los únicos textos
sigual del mundo, sólo pueden ser sus cómplices silenciosos. "">, significativos hoy en lengua francesa nos vienen de historiadores, geó-
A la inversa, el partidario del arte por el arte en sociología mi- grafos, economistaso incluso politólogos. La sociología francesa, tan bri-
ra con desconfianza al sociólogo social, a menudo comprometido, llante en estoscampos en los años 1950-1980, ya no tiene nada que de-
demasiado inmerso en las luchas sociales para romper con nume- cir, Y comprendo muy bien a mis estudiantes, que se alejan de esas
11
rosos implícitos y salvaguardar su autonomía, demasiado involucra- temáticas porque, con el mejor de los legajos, lo que esperan mis cole-
do con sus objetos para tener al mismo tiempo el deseo y los medios gas que van a reclutarlos son temas como "Lasdescortesías en el 93", "Mi
de inventar nuevas maneras de hacer ciencia. El que apunta a ha, portátil, mi computadora y mi nuera", o "Lo intercultural entre la calle
cer progresar o a "inventar" nuevos puntos de vista de conocimien, de los Rosales y el barrio de la Rosa" [Copans, 2001] .18
to sabe descubrir en el sociólogo social la utilización incuestionada
y sin innovación de los productos congelados de la investigación pa, Sin embargo, la crítica de los objetos descansa en un realismo
sada (que en ocasiones fue la más avanzada de su época) y percibe epistemológico que confunde objeto y punto de vista de conoci-
claramente los límites sociales y políticos de su pensamiento, la~ miento sobre el objeto. Para tomar las palabras de un eminente de-
deudas que contrajo implícitamente con los grupos o categorías do, fensor del arte por el arte en literatura, Claude Simon, podría decir-
minados. Ve y critica al investigador atrapado por sus objetos y pri, e que, como la pintura y la novela, la sociología no debería extraer
sionero de una voluntad de utilidad social que lo at.rae hacia un rea, su pertinencia o su valor "de alguna asociación con un tema impor-
lismo epistemológico y un olvido de las construcciones científicas tante" [Simon, 1986, p. 29]; a la inversa, la sociología no debería
Porque la sociología social, como el arte social, alcanza tanto mejo¡ ser condenada sobre la base de alguna asociación con un tema con-
sus objetivos en la medida en que no se interroga demasiado sobr~ iderado trivial o insignificante. La sociología experimental no so-
los instrumentos (o las formas estéticas) que pone en práctica y sI:), porta bien la exhortación moral y política, percibida como terro-
bre los efectos límites del punto de vista del conocimiento que el'l\, rista, en materia de elección de ciertos objetos de investigación que
prende. Si procediera de ese modo, decepcionaría las expectativ<ts la sociología SOcial descarga sobre los investigadores que son afec-
realistas de sus lectores potenciales: sindicalistas, políticos, milita~_ tos a ellos. Ella desarrolla un amoralismo de principio al negarse
tes, etc. Ligada a (y sostenida por) su público, esta sociología nI) absolutamente a dejarse imponer criterios ideológicos o morales
puede permitirse el lujo de perderlo mostrando lo que apareceqa scogidos.
como una floritura metodológica y teórica, al ser demasiado invel:¡_ Pero, si pUeden encontrarse figuras casi ejemplares de estos dos
tiva, y, al mismo tiempo, al exponer demasiado la arbitrariedad cl.e polos (aunque la cantidad de sociólogos que representan la tenden-
su actitud. da experimental sea extremadamente limitada), no es ilusorio que-
El sociólogo experimental tampoco aprecia en el sociólogo soci~l
el moralismo (y la jerarquía implícita o explícita) de los objetos q~e
~teñza su proceder. Para éste, en efecto, algunos objetos ~t- 18Este upo
. de at"gumentos, a menudoutilizadospolíticamenteporaquellosquees-
--- -
cos son más importantes que otros, y termina por imponer una co:o_ Un en luchapor la definiciónde la desgraciamáslegítima,carecede límitesde utiliza-
'-. _ ••• ~ .- •••••• _ J' '''' __ '.... ~--=-,
.'_ • ........--
ce ción política o moral de los objetos principales y los s<:.:und~J;:!~s. e n y fácilmentePUedevolverse contraquieneslo emplean.En efecto,¿cuántovaleel
Realmente ~;l~ que-ani~;' poreje~plo, aJean Copans cuando ~a- tudiodel movimientoobrerofrancésfrenteal de la miseriade lospueblosafricanos?
I ué legitimidadCOnceder al estudiode la dominaciónculturalo de lasdesigualdades
ce la crítica de los objetos estudiados por gran parte de los sociólogt¡s .olares,aliado del estudiode losefectosde la explotacióneconómica?Frentea tales
franceses de hoy: l'Kumentos, el sociÓlogoexperimentalsólopuedeafirmarclaramenteque,en materia
.1 iencia,el argumento "moral"o "político"sobrelosobjetosesinaceptable.
76 BERNARD LAHIRE UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCrÓLOGÍA SOCIAL 77
rer aunar ambos puntos de vista dirigiendo el estudio, a partir de ndignaciones y compromisos:
una concepción experimental, sobre temas o campos de interés que ¿de qué naturaleza es su utilidad?
pertenezcan al universo de la sociología social y crítica (desigualda-
des, dominaciones, poderes, estigmatizaciones, etnocentrismos ... ) .19
En definitiva, la voluntad de reunir dos posiciones en tensión no es No obstante, vemos muy bien cómo, sin ser totalmente incompa-
ajena a la actitud de los escritores que, al tiempo que defienden una tibles, ambos puntos de vista entran claramente en tensión cuando se
concepción del arte por el arte (piénsese en Baudelaire o en Flau- nsidera su orientación respectiva en materia de indignación y de
bert} , y que privilegian la forma sobre el contenido, no fueron sin em- mpromiso. Para el defensor de una sociología experimental, po-
bargo totalmente ajenos al arte social. Criticados, conducidos ante la dría decirse que el compromiso y la indignación, primero y ante to-
justicia por su amoralismo, nunca llevaron a cabo realmente el pro- el ,son científicos.é! En cambio, más cerca del militante político, el
grama puro evocado por Flaubert, en una carta fechada el 16 de ene- ciólogo social tiene un compromiso e indignaciones de índole esen-
ro de 1852 y dirigida a Louise Colet: talmente social y política. Abrazar la causa de la ciencia para los pri-
meros, la de los dominados para los segundos.
Lo que me parece hermoso, lo que me gustaría hacer, es un libro so- Encontramos una formulación ejemplar de la primera actitud en
bre nada, un libro sin un lazo exterior, que se sostendría a sí mism un comentario de Jean-Claude Passeron:
por la fuerza interna de su estilo, como la Tierra, que sin estar soste-
nida se sostiene con comodidad [... ]. Precisamente por eso no hay te- Puesto en esa roldana de la responsabilidad de los efectos sociales o po-
mas bellos ni feos, y casi podría establecerse como axioma, ubicá.ndo- líticos de su sociología, el sociólogo no tiene más que una escapatoria:
se en el punto de vista del Arte puro, que no existe ningún tema, ya la de terminar, categóricamente, con todas esas inquietudes semejantes
que el estilo por sí solo es una manera absoluta de ver las cosas [Flau- a una tempestad en un vaso de agua, por la elección de asumir su incons-
bert, 1980, p. 31]. ciencia política, haciendo oídos sordos a las amonestaciones de derecha
y de izquierda sobre su political incorrectness. Una sola solución: décirlo
Aunque Flaubert estuviera más interesado en la transgresión d • todo (si se encontró algo), publicarlo todo (si uno llega a eso), cuales-
las convenciones literarias, y sobre todo de las estructuras formales quiera que sean el lugar y la hora, cualquiera que sea el efecto coyuntu-
de la novela, su éxito público se construyó, en parte -sobre todo con ral más o menos pronosticable. La verdad sociológicanunca es realmen-
Madame Bovary-, en virtud de la transgresión de las costumbres.I? te mala, aunque siempre molesta a alguien, no siempre al mismo: al
conservador un día de la semana, al revolucionarioal siguiente. [... ] Que
I
se le muestre con el dedo el punto donde yace el error de razonamien-
to o el sesgo de la observación, nada mejor que eso: él es responsable de
11
esto por el oficio que eligió. Pero en nombre de esta responsabilidad no
puede hacer otra cosa que asumirse al mismo tiempo como irresponsa-
I ble de los efectos (políticos o morales) de lo que publica: de otro modo,
ya entró en una casuística de la political correctness donde, en nombre de
la responsabilidad social del sociólogo, pronto se verá llevado a razonar, Con facilidad, los sociólogos sociales pued '1) :1\1 I '11'
hablar y publicar bajo la dictadura de una hipotética utilidad (o inutili- sición de aquellos que, tratando de hacer su ofi i dI 1, \11111 I 1 I I
dad) social" [Passeron, Moulin y Veyne, 1996, p. 303]. orrecta posible, comienzan por enfocar la ciencia aun- d, lit' 11
tra parte. Por ejemplo, precisamente con el mism mdo el l' 111 ,
Por lo demás, el mismo autor distingue la "indignación lógica" ión, Pierre Bourdieu podía, ayer (a partir de una e n 'P \111 ",11 '1
-como horror de la contradicción entre el razonamiento y la conduc- por el arte" de la sociología), elogiar al sociólogo que había h '( 1,,1 11
ta de una persona- de la "indignación ética". Si se desviara el sentido lección de "desgarrar las adherencias y las adhesiones por las 'ti ti
inicial de esta expresión, podría decirse que las primeras (lo que no por lo general, uno valora los grupos", "abjurar de las cre n ias <\\1('
significa las únicas) indignaciones que debería experimentar un so- son constitutivas de la pertenencia" y "renegar de todo lazo d a illu
ciólogo de oficio son indignaciones lógicas, cuando -al releerse o leer ión o de filiación" [Bourdieu, 1982, pp. 8-9], o hacer la crítica di)
a sus colegas- cae en la cuenta de errores de razonamiento, contra- intelectuales "que se apoyan en la autoridad de la competencia [... ] qu '
dicciones argumentativas, sinsentidos lógicos, incoherencias entre la les reconoce socialmente para hablar con autoridad mucho me S
interpretación y el material interpretado, torpezas metodológicas, etc. allá de los límites de su competencia técnica" [Bourdieu, 1980, p. 72J;
'( No. es que el sociólogo deba negarse s~temátic':.~el Y hoy puede fustigar a los eruditos que escogieron las "facilidades vir-
debate político o social, sino que su primer deber es tratar de r~li- tuosas del encierro en su torre de marfil"23 [Bourdieu, 2001, p. 9],
zarel trabajo de la manera más controlada científicamente que sea
posible. Su ideología profesional debería ser la del arte por el arte,
1 de la ciencia por la ciencia, ~s que la de la ciencia en~cada a eers- ración no están representados entre los sociólogos de oficio. Los argumentos expr sa-
rI s por Max Weber para defender la idea de que un anarquista pueda útilmente u-
"J pectivas y utilidades extracientfficas. A la pregunta: "¿Para qué sirve
pltr una cátedra en una facultad de derecho van en ese sentido: "En efecto, no cab in
la sociología?", el sociólogo responde entonces serenamente: "Nada ludas de que un anarquista puede ser un buen conocedor del derecho. Y si lo es, ,1
más que para producir verdades científicas sobre el mundo social". punto arquimediano, por así decido, donde se encuentra ubicado en virtud de su con-
El sociólogo no está al servicio de nadie (cosa que parcialmente ad- vi ción objetiva -con tal de que sea auténtica=y situado juera de las convenciones y los
mite el sociólogo social, que de buena gana denuncia a los sociólo- (11esupuestos que a nosotros nos parecen tan eviden tes, puede darle la ocasión de d 's-
ubrir en las intuiciones fundamentales de la teoría corriente del derecho una probl '-
gos "aplicados" que sirven a los poderes políticos, económicos, me-
m, tica que escapa a todos aquellos para los cuales son demasiado evidentes. En ef -
diáticos ... ), está únicamente al servicio de la verdad dificultosamente
In, la duda radical es el padre del conocimiento" [1992, pp. 375-376].
conquistada. Decir esto no significa que los eruditos deban estar des- 23 Es forzoso comprobar que fue en otro estado de creencia, y limitando el ti m-
provistos de reflexiones y compromisos políticos, éticos o sociales. Lo pu pasado a otras actividades fuera de la actividad propiamente científica, como Pie-
cual tampoco significa que las investigaciones sociológicas deberían r Bourdieu creó la obra que, paradójicamente, posibilita en adelante un discurso
estar cuidadosamente desconectadas de las cuestiones sociales, mo- muy diferente. Pero, como cualquier actor común, el sociólogo no posee la represen-
ión verdadera de su situación objetiva. A propósito de Bourdieu, podría decirse que
rales y políticas de su época. Es bien sabido que, en función de sus
l modelo de la fructificación público-política (en la muy última parte de su carr -
trayectorias y de sus relaciones con los valores, los investigadores tras- ) de un saber científico dificultosamente conquistado en la autonomía más intran-
ladan a su oficio cuestionamientos, puntos de vista, preocUpaciones, 111nte (primera parte de la carrera) lo que parece pertinente para describir la verde d
y en ocasiones hasta iras e irritaciones que les son propias,,22 hl tiva de las condiciones de su compromiso, y no el modelo del vínculo establecido
antemano entre el "investigador competente" y los militantes [2001, pp. 10-12]~c-
afirmarse que si él mismo hubiera sido ~cido por los cantos de sirena del com-
umiso, es evidente que no habría tenido la obra que ~ne ..Los jóvenes investigad
22 Teniendo en cuenta esta situación, hay motivo para inquietarse a partir del m que se comprometen en la acción pública como consecuencia de las incitación 8
mento en que se comprueba que una parte de los tipos de cuestionamiento o de irri- I sociólogo deberían, por lo menos, ser conscientes -para no vivir desilusiones el •
80 BERNARD LAHIRE TILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 81
Cuando se conoce el ascetismo, el esfuerzo permanente consentido 1 s datos empíricos porque los guía la convicción política -que ya es-
y la modestia que supone una conciencia científica, podría decirse tá presente, antes de la encuesta y antes de la interpretación de los
que la facilidad está más del lado de la crítica (dirigida en este caso a datos de la encuesta-, al denunciar más que enunciar, al aceptar tra-
un estado anterior de sí). De igual modo, a las (presuntas) "facilida- bajar sobre objetos tal como son definidos por una parte del mundo
des virtuosas" del sociólogo concentrado en su oficio pueden oponer- cial porque S011 acreditados por fuerzas sociales progresistas (la crí-
se las "facilidades" de aquellos que abandonan el trabajo fastidioso de tica del sentido común y de los "falsos problemas" se atrincheraeu' á
investigación para "mezclarse a los debates [... ] del mundo periodís- ( rítica dirigida a los 'a V"~riós": empresariad¿, Estado, m~dios, ;in-
tico y político" [Bourdieu, 2001, p. 9]. elicatos re or;¡SG.s-;etc~), y así sucesivamente. De·peqt;.~ilOs desliza-
Pero en definitiva, nada es fácil para nadie -ni para el sociólogo nuentos a pequenos ajustes, al fin de cuentas, al sociólogo social pue-
preocupado por su autonomía, ni para el sociólogo que realmente el costarle trabajo mantene~eglas de¡'-arte que, en un momento
quiere entrar en un diálogo con militantes o intervenir con alguna () en otro, estáñ fatalmente en cOntradicción consus pulsiones o sus
1
11 científica-, y los debates no deberían reducirse a intercambios de in- De igÜaí modo, n~ se puede dejar de creer que la conjugación de
111
1
1
sultos académicos trasnochados (por ejemplo, el argumento de "la los tiempos de la ciencia y del compromiso es una operación que se
torre de marfil"). No obstante, para que pueda haber un acercamien- f ctúa en la armonía más perfecta. Claramente -y todos aquellos que
\ to entre los sociólogos que tienen algunas buenas razones de resistir lo vivieron o lo viven todavía pueden dar fe de ello- hay un conflicto
I a todo compromiso un poco duradero, y aquellos que quieren com- I intereses. Estar en la cumbre de su arte (sociológico) supone poder
prometerse con algunas buenas razones de pensar que pueden apor- onsagrarle un tiempo importante que no deja mucho para lo que es-
tar algo específico a la acción política y social, sería necesario que de- , fuera de la ciencia. Por lo demás, es realmente lo que evoca Pierre
batieran seriamente acerca de las dificultades concretas del pasaje de 1\ urdieu cuando afirma que "sólo se es sociólogo con dedicación ex-
la pertinencia y la competencia científicas a la utilidad social y política. lusiva" [Bourdieu, 2000, p. 43]. ¿Cómo es posible que, a esa dedica-
Por ejemplo, a aquellos que de antemano tienen un enfoque po- I n ya exclusiva, pueda añadirse otra, la de la colaboración con mili-
lítico, ideológico, moral en el momento de su trabajo de encuesta y , ntes para instalar nuevas formas de acción y de lucha?24 La verdad es
que conservan de manera permanente un ojo atornillado a las fun- 111 el tiempo del compromiso serio es también un tiempo muy ocu-
ciones sociales o a los servicios que podría ofrecer su trabajo, en oca- 1 do, y que resulta difícil poner todo en una sola senda. Por lo demás,
siones les cuesta mucho no confundir en ellos al erudito y al político: I razonamiento es igualmente cierto cuando se parte de los militan-
al abstenerse de formular expresiones que podrían ser consideradas, I " quienes no siempre disponen de un tiempo de "estudio" suficien-
por sí mismos ypor otros, como políticamente incorrectas, al evitar I para apropiarse con provecho los productos de los trabajos eruditos.
ser demasiado desmovilizadores en la medida en que la lógica de la ha visto a cantidad de aquellos que se codeaban con el mundo de la
acción sURone una fe sin fisuras (precisamente cuando la lógicadel
a
. conocirñi;~t~ puede conducir en oc;:siones ci~~to-d~~eñCañtOdel
..' mundo), al ir un -poco más rápido en la tarea interpretativa fre-nte a 24 Además, hay cierta ingenuidad en consentir que se piense que los "investigado-
I • ornpetentes'' (en general) y los "responsables militantes" [Bourdieu, 2001, p. 12),
unque se sientan todos "progresistas" y "de izquierda", forzosamente están cerca des-
I un punto de vista ideológico. Es como si se sobreentendiera que "el progreso" sig-
¡ masiado grandes- de que aquel cuyo trabajo científico admiran no es lo que es sino I In ara lo mismo para todo el mundo, y como si no hubiera contradicciones ni incom-
porque, en su época, hizo exactamente lo contrario de lo que ahora exhorta hacer. I tlbilidades profundas entre los diferentes movimientos que hoy, con la misma fe,
"No es sabio -decía Nietzsche- dejar que la noche juzgue al día" [1989, p. 271). J1 lan al progreso de la humanidad.
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 83
BERNARD LAHIRE
82
actores que ellos estudian. La mayoría de las veces, los problemas n-
investigación y que, progresivamente, abandonaron el militantismo pa-
retos son eludidos y reemplazados por grandes discursos abstra t 11
ra saborear las alegrías de la reflexión filosófica o científica.P Y por posiciones de principio alrededor de la (buena, mala o falsa)
Desde ese punto de vista, sin duda, no es sólo por falta de coraje, "neut
. ra Iid
1 ad axio
. 1"
oglCa" ,e 1" compromiso" o el "descornpromiso" d
por desprecio hacia las acciones políticas o debido a concepciones in-
1 s mtelectuales. Considerado en ese nivel de abstracción, el sociólo-
telectualistas de las tareas y de la acción políticas por lo que varios inte-
go que trata de mantener contra viento y marea el rumbo científico
lectuales reducen su intervención pública a la firma de peticiones ya re-
le, antema~o es perdedor, en.la medida en que siempre aparecerá
dactadas por otros: primero y ante todo es por falta de tiempo, porque
~as mez,q~mo y menos heroico con su evocación de las reglas del ofi-
la firma es el acto que, al comprometer la autoridad científica del inves-
10 Yel límite de las competencias que el que lanza de manera gene-
tigador y su capital de reconocimiento social, le cuesta menos tiempo y
r~sa .(pero totalmente gratuita) la idea según la cual se puede jugar
se adapta mejor a la dedicación exclusiva de su actividad científica, pe-
In dificultad con dos barajas, y que ciencia y compromiso no sólo son
dagógica e ínstitucíonal" Por las mismas razones, es comprensible que
.ompatibles sino deseables para el bien de la ciencia (que-de todos
algunos investigadores puedan negarse a participar en ese acto mini-
modos, se lo quiera o no, siempre sería comprometida) tanto como
malista de compromiso, que perciben como un gesto demasiado senci-
para el de la acción social o política. Al mismo tiempo, se llega a una
llo para ser honesto: socialmente poco eficaz, ofrece un beneficio sim-
lefensa ~eramente verbal de la "ciencia" y de sus valores que no es
bólico sin costar nada o casi nada en tiempo de trabajo.27 I uena m para la ciencia ni para aquellos a quienes el sociólogo quie-
La cuestión de la utilidad de la sociología y el compromiso del so-
llevar su ayuda. Porque más vale un militante con dedicación ex-
ciólogo rara vez es planteada de manera tan clara por los sociólogos,
clusiva que se apropió los trabajos de las ciencias sociales que un eru-
que, por otra parte, a menudo aconsejan objetivar las prácticas de los
dito que de manera parcial o completa dejó de serlo en los hechos
para convertirse en un actor público de media jornada.
Finalmente, la cuestión que se plantea es la de los fundamentos del
25 Y sólo de manera muy abstracta evocamos aquí, por falta de tiempo, los conflic-
~promis~ o de la utilidad del sociólogo. ¿En nombre de qué él pue-
tos de intereses entre tiempo de la ciencia y tiempo del compromiso. Porque, para no
dejar nada suelto, habría que recordar que los sociólogos también "deben" tiempo co- de mtervemr fuera de su campo de actividad (la producción de verda-
mo padre o madre, hijo o hija, hermano o hermana, etcétera. d s -parciales pero que pasaron por todas las etapas del control cien-
26 Observaremos aquí que son numerosas las tareas, propias del oficio de docen- I fico- sobre el mundo social) para modificar el curso del mundo? En
te-investigador o de investigador, cuando se quiere organizar de la mejor manera ese I rimer lugar, se podría recalcar la arrogancia de los intelectuales-eru-
rinconcito de vida social que es la vida colectiva de las instituciones pedagógicas y cien-
ditos que en ocasiones -por su status de erudito- creen ser más legíti-
tíficas: comisiones de reclutamiento o de calificación, consejos científicos, comités d .
redacción, reuniones pedagógicas, lecturas de los trabajos de los estudiantes, evalua-
mos que otros para intervenir en cuestiones sociales y políticas. 'Es ne-
. ~ ~
ciones de esos trabajos, participaciones en las atribuciones de becas y~bsidios diver- . s~~o ser eru ito, y reconocido por sus pares, para poder indignarse
sos, etc. Y cuando le queda tiempo para leer las producciones de sus colegas (cada vez I gtumamente de la extensión del trabajo esclavo, de los despidos en
más numerosas y difíciles de conocer), realizar encuestas, interpretadas y publicarías. masa organizados por empresas que por otra parte mantienen sus be-
entonces la dedicación ya es más que ampliamente exclusiva. n ficios, del tratamiento político reservado a los "indocurnentados" de
27 No es un cinismo evocar aquí los beneficios simbólicos que los intelectualeM
pueden obtener al aparecer regularmente en la prensa intelectual, al asociar su nom-
I S precarias condiciones de alojamiento, del destino que se brin~a a
bre a otros más prestigiosos que ellos, etc. Una sociología de la manera en que se fir- los "sin techo", del cierre de las pequeñas maternidades, de los actos
man las peticiones se vería llevada a comprobar que, en más de un caso, la decisión d . violencia racistas, sin hablar de los genocidios o de los actos de tor-
firmar o no firmar no está tanto ligada a la "causa" defendida como a los nombres d ura pasados o presentes? Si los especialistas del mundo social en oca-
los primeros firmantes con los que uno quiere asociarse o frente a los cuales uno pr • ¡ nes pero no siempre, pueden poseer competencias específ:cas para
tende diferenciarse.
84 BERNARD LAHIRI': l'I'ILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 85
28 Cuando Max Weber expresa claramente su preferencia por una República parla.
mentaría en 1918, no lo hace en nombre de una autoridad científica ni evocando SU!
Referencias bibliográficas posséder le métier de sociologue?", Revue européenne des sciences so-
ciales, tomo XXXIX, n° 122, pp. 5-29.
----; (2002), Portraits sociologiques. Dispositions el variations indioi-
duelles, París, Nathan, col. "Essais & Recherches''.
Meyerson, 1. (2000), Existe-t-il une nature humaine?, París, Sanofi /Synt-
hélabo, "Les ernpécheurs de penser en rond".
Bourdieu, P. (1980), Questions de sociologie,París, Minuit. [Cuestiones dn Nietzsche, F. (1989), Aurore, París, Folio-Gallimard. [Aurora, Barcelo-
sociología, Madrid, Istmo, 2000.] na, Alba, 1999.]
____ ; (1982), Lecon sur la lecon, París, Minuit. I asseron.Tc-C. (1981), "Le sens et la domination", en F. Chevaldon-
____ ; (1992), Les Régles de l'art. Genése et structure du champ littérai- né, La Communication inégale, París, Éditions du CNRS, pp. 7-14.
re, París, Seuil. [Las reglas del arte, Barcelona, Anagrama.] ---; Moulin, R., yVeyne, P. (1996), "Entretien avec jean-Clau-
___ ; (2000), Propos sur le champ politique, Lyon, P~L. de Passeron. Un itinéraire de sociologue", Revue européenne des
____ ; (2001), Contre-feux 2, París, Raisons d'agir Editions. sciences sociales, tomo XXXIV, n" 103, pp. 275-354.
____ ; y Wacquan t, L. (1992), Réponses. Pour une anthropologie réJle vel,]. (1996), "Présentation", en]. Revel (dir.),jeux d'échelles.La mi-
xive, París, Seuil. [Invitación a la sociología reflexiva, Buenos Aires, croanalyse a l'expérience, París, Gallimard/Seuil, col. "Hautes Étu-
Siglo XXI Editores, 2005.] des", pp. 7-14.
Bouveresse, P. (2000), Essais I. Wittgenstcin, la modernité, le progres el In immel, G. (1889), "Comment les formes sociales se maintiennent",
déclin, Marsella, Agone. Année Sociologique, l.
Copans,]. (2001), "~ciolo_gie, a~ologie des scien~ociales?", lmon, C. (1986), Discours de Stockholm, París, Minuit.
Le Monde, lunes 30 de abril. Wacquant, L. (2001), Corps & Ame. Carnets ethnographiques d'un appren-
I 1 Fualkow, Y (2001), "L'affaire Teissier: chronique internaute", Science ti boxeur, Marsella, Agone. [Contra las cuerdas, Buenos Aires, Siglo
etpseudo-sciences, n" 247, junio, pp. 15-18. XXI Editores, 2006.]
Flaubert, G. (1980), Correspondances, tomo 2, París, Gallimard. W ber; M. (1992), Essais sur la théorie de la science, París, Presses Poc-
Foucault, M. (1976), "La fonction politique de l'intellectuel", Politi ket, Agora.
que-Hebdo, 29 de noviembre-5 de diciembre, pp. 31-33.
Kaufmann,].-C. (2001), "Voyeurisme ou mutation anthropologique",
Le Monde, viernes 11 de mayo.
Lahire, B. (1995), Tableaux defamilles. Heurs el malheurs sc~laires en mi
lieux populaires, París, Gallimard/Seuil, col. "Hautes Etudes".
____ ; (1999), L'Invention de l'''illetrisme''. Rhétorique publique, 1
hique et stigmates, París, Éditions La Découverte, col. "Textes
l'appui".
____ ; (2001a), "Sociologie et analogie:]ean-Claude Passeron, 11\
métaphore et le disjoncteur", en].-L. Fabiani (dir.) , Le Goút de l'en
quéte. Pour Jean-Claude Passeron, París, L'Harmattan, col. "Logiqu .~
sociales", pp. 37-70.
____ ; (2001b), "Cornment devenir docteur en sociologie saru
111
· La sociología y la respuesta
a la demanda social!
1 Texto aparecido inicialmente en la revista Sociologie du travail, n" 2, vol. 42, abril-
IlInl de 2000, pp. 281-287 .
•••Director de estudios en la EHESS, miembro del Centro de estudios de los movi-
11I ntos sociales (CNRS).
90 ROBERT CASTIII o IOLOGÍA y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 91
meten la responsabilidad profesional de cada uno en particular y el ,1 que la interpretación que uno proponga será entendida mal, y hay
medio sociológico en general. No parecen susceptibles de recibir lIJII\ \1 saber rehusar demandas de intervenciones mediáticas. Eso me
respuesta unívoca, por eso todo el mundo podría ser invitado a ehll o urrido; porque si, por ejemplo, una radio periférica le propu-
su criterio para vertirlo al debate. Ypuesto que me lo han pedido, ('Mil I \ tomar partido en dos minutos sobre una huelga en curso de los
es lo que intentaré hacer aquí, abriendo la discusión a una opini 111 IlIt s de Air France, habría que ser estúpido para no prever que una
que, como se dice, sólo a mí mismo me compromete. ti 'encia que podría expresar sobre la huelga sin poder explicitar
Personalmente, he respondido muy poco a encargos y he he 1111 das sus razones, correría el riesgo de ser interpretada como una
muy pocos trabajos financiados en el marco de contratos. No 1111 11 lena a la huelga en general. Pero esa renuncia es la libertad del
enorgullezco de eso, simplemente es un hecho que me dio el placoi V seigador; que aquí es absoluta: nadie está obligado a ir a charlar
de ser totalmente libre en la elección y ejecución de mis investigaciu I radio, ni a mostrarse en la televisión.
nes, pero que también limita los temas que se pueden tratar y la mil En cambio, el que acepta es responsable de su elección, y no pue-
nera en que se lo puede hacer. El caso es que en general yo mismu refugiarse tras un discurso demasiado común de lamento por la
me autoencargué y autofinancié, lo que no exigió grandes sacrificios, Iversidad mediática. Según mi experiencia, la mayoría de los pe-
porque, con más frecuencia, lo que necesité fueron boletos de subte distas son hombres y mujeres de buena voluntad, con los cuales en
rráneo para ir a la biblioteca o tiempo del que pudiera disponer pll neral se puede entablar una relación de confianza, si uno se toma
ra escuchar a la gente, más que créditos para montar grandes enCU('H molestia de hacerla. En cambio, ellos están inmersos en un siste-
tasoLa contraparte es que sólo hice un trabajo artesanal, pero no estoy de coerciones profesionales muy estrictas. Como regla general,
seguro de que la comunidad científica haya perdido mucho. Tampo ben actuar de manera rápida y breve, lo que se presta mal para la
ea creo haber abusado de las prestaciones mediáticas. Lituciónde los meandros del pensamiento y de la sutileza de los ar-
Parto de este enunciado, de una postura meramente personal, umentos invocados. Pero indignarse por no encontrar en una pági-
para situar la opinión que vaya proponer. A pesar del hecho de qut los matices y precisiones que requerirían doscientas para explici-
nunca corrí tras la demanda social, y que no vaya empezar a hacerlo los es dar muestras de un etnocentrismo pueril. Hasta me ha
a esta altura, tengo un enorme recelo respecto de una actitud pusil: dido pensar que un periodista daba una forma de expresión más
ni me que podría calificarse de puritanismo sociológico, que desprc nvincente y accesible a lo yo que había querido decir que lo que
cia los compromisos con el siglo y exalta las virtudes de la investiga biera podido hacer yo mismo.
ción desinteresada a la manera en que algunos artistas, antaño, Sin embargo, no todo puede ser controlado, y existe un riesgo
predicaban el arte por el arte. Y para provocar reacciones, y hasta tal 1 de simplificación excesiva, de deformación, hasta de traición
vez la indignación de algunos, defenderé incluso la proposición d 1mensaje que uno querría transmitir. Pero mi punto de vista -que
que todo trabajo sociológico digno de ese nombre es una tentativa do videntemente es discutible- es que las más de las veces vale la pe-
respuesta a una demanda social, a condición, por supuesto, de UJI correr ese riesgo luego de haberlo sopesado, es decir, haber juz-
acuerdo acerca del sentido de las palabras. do que no representaba más que un riesgo del orden de lo alea-
Tomemos primero la cuestión desde el ángulo de la relación con I río más que de lo probable. Esto a partir de la convicción de que
los medios, que sin embargo no constituye más que uno de sus aspec. 1 sociólogo debe dar cuentas al conjunto de sus conciudadanos, y
tos. En primer lugar, el puritanismo sociológico, a mijuicio, tiende u solamente a sus instituciones oficiales de control y a su grupo de
sobrestimar la incompetencia o la mala fe de los medios para restituir res. Por cierto, hay que hacer de modo tal que el conocimiento so-
las informaciones que uno les transmite. Por cierto, existen situacio- I lógico sature los criterios más rigurosos del ejercicio de la profe-
nes tramposas, temas que se dominan malo de los que puede prever. n. Pero también -si por lo menos enuncia algo que importa- hay
92 ROBERT CASTEL SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 93
que desear que sea conocido, discutido y eventualmente retornado da social, dislocan el funcionamiento de las instituciones, amenazan
en el espacio público, y la mediatización es un canal importante, en el lnvalidación categorías enteras de sujetos sociales. Como la deso-
ocasiones necesario, para lograrlo. Es evidente que, salvo que uno eupación masiva, la precarización de las relaciones laborales, la de-
sea completamente ingenuo, las nuevas manifestaciones -en el nivel Kradación de las condiciones de vida en ciertos suburbios, pero tam-
de la opinión pública, de los "que toman decisiones" o de los respon- lIi n la crisis de las sociabilidades cotidianas, los disfuncionamientos
sables políticos, por ejemplo- no pueden ocurrir sin los peligros d el la escuela, la familia o el sistema de salud, los fracasos de la pro-
simplificación o de deformaciones que he evocado. Sin embargo, l( ción social, etc. Todos los días se evocan estas situaciones en los
¿no es preferible correr esos riesgos que quedarse crispado en una medios, ellas constituyen la trama de las preocupaciones de una mul-
concepción de la objetividad confinada a Un círculo de especialistas, tluid de personas que, las más de las veces, las viven en la forma de la
a menudo autoproclamados? Ésta es la preguIlta que yo formulo. Pe- Incomprensión y el desamparo.
ro, como quiera que sea, me parece mejor que un trabajo riguroso
de investigación contribuya a alimentar el debate público, así fuer
al precio de simplificaciones, hasta de deformaciones, más que que- Me atreveré a expresar que la paleta de estas "configuraciones
darse aislado en la semiconfidencialidad de los intercambios entr ~blemáticas", problemáticas porque cuesta trabajo comprenderlas,·
iniciados. No porque pretenda cambiar el mundo. Pero tal vez d
-
sociales que nos solicitan hic et nunc, y cuya expresión más o menos la como consumadas las situaciones adquiridas y, de este modo, las
espontánea, más o menos confusa, más o menos oculta, es la deman- I(arantiza. Apelo aquí al testimonio de Erving Goffman [1968], soció-
da social. En consecuencia, hay que movilizar los recursos de nuestra logo que por cierto nada tenía de izquierdista:
disciplina para descifrarlayLa demanda social no es expresada sola-
mente por los grupos dominantes, también está agazapada en los su- Describir fielmente la situación del enfermo es, necesariamente, propo-
frimientos de quienes padecen sin tener los medios de comprend r ner una visión parcial de él. Para mi defensa, diré que al ceder a esa par-
por qué "la cosa no funciona". La demanda social no es tampoco so- cialidad se restablece por lo menos el equilibrio, ya que casi todas las
lamente el pedido que dirigen los mandatarios oficiales encargados obras especializadas relativas a los enfermos mentales presentan el pun-
de las cuestiones de la sociedad, tambjén hay que saber leerla a tra- to de vista del psiquiatra, que, socialmente hablando, es totalmente
vés de las rebeliones sin palabras y el desamparó-de aquellos que es- opuesto (Asiles, "Préface").
unidimensional, vale decir, meramente empirista de la realidad so- ma obra, Les Métamorphoses de la question sociale [Castel, 1999], "a aque-
.'Cial-;5égún"!;i cual sólo existiría lo qUt;.s~p~e¿~ observar en rimel' lla y aquellos a quienes, tanto ayer como hoy, se les negó un porvenir
grado. Pero si esta realidad social está atravesada de conflictos y con- mejor". Espero que esta idea preconcebida haya podido producir al-
.. .~~ ...•• --.. '- . ',-~~ unos efectos que tienen que ver con la sociología (si no es con la so-
~
tradicciones, siempre hay, Ror lo menos, dos lecturas de los desafíos
~ ~ - - . ,,,,,----..--
en función de la posición que ocupan los protagonistas. Así, la ele -
~ --~ I logía del trabajo, por lo menos con la sociología del sentido que
~~.,..-..... .• "'-"'""•..•......•. - -'" ~ los hombres y las mujeres dan al trabajo). Pero, como quiera que sea,
cíón del punto de vista generalmente ocultado pór las ideologías do-
minantes, si es sostenido con rigor, puede ser provechoso para el co- i 'mpre habrá bastante gente para celebrar las virtudes del manage-
nocimiento sociológico. Por ejemplo, realmente es un punto de vista men: y de la adhesión incondicional al espíritu de empresa. Sólo de-
crítico sobre el hospital psiquiátrico o sobre la prisión lo que contri- a que no sea la totalidad de los sociólogos los que en adelante se
buyó a fundar una sociología de esas instituciones, mientras que 1 ntreguen a esos ejercicios tan up-to-date.
discurso de los profesionales y de los administradores las más de las Para volver a la demanda social, ese joven desorientado que vive
veces se contentaba con repetir lasjustificaciones oficiales que les da- ti changas o ese desempleado despedido luego de veinte años de
ban el papel destacado. Pero nosotros -digo nosotros porque yo tra- uenos y leales servicios cuando su empresa es floreciente sin duda
O expresan una "demanda" específica, y es posible que yo amplíe un
bajé en el marco de ese movimiento, y hoy en día no lo lamento- pen-
sábamos que había una contradicción que era preciso poner de lOCO el sentido habitualmente aceptado de esa expresión. Digamos
manifiesto entre esa autocelebración de las virtudes del progreso y ntonces que -aunque no me guste mucho esa palabra- ellos nos in-
del saber científico y el tratamiento casi medieval reservado en esas rpelan, y que si la sociología tiene un sentido, realmente también
instituciones a algunos de los ciudadanos de una sociedad democrá- el de contribuir a comprender situaciones de este tipo. Por lo me-
tica. Esta postura produjo una plusvalía de saber "objetivo". Los par- os es así como entiendo el precepto de alguien a quien, como a
tidarios de un objetivismo puro y duro, por cierto, no dejarán de in- ~ ffman, resulta difícil negarle la calidad de sociólogo, porque se tra-
tentar descalificar esta actitud, diciendo que está fundada en una idea de Émile Durkheim [1986]: "Nosotros consideramos que nuestras
preconcebida. Pero si hay una idea preconcebida, hace contrapeso a nvestigaciones no merecen ni una hora de trabajo si sólo debieran
otra idea preconcebida, la del discurso "neutro" del objetivismo, qu I ner un interés especulativo" (De la division du travail social, "Préfa-
ROBERT GASTEI
96 SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 97
I1
ce"). Porque Durkheim no era oscurantista al punto de desp~ec~ar 111 onfiguración actual de un problema. Volvemos así a aquello de lo
especulación, ni lo bastante ingenuo para creer que el coriocrmientu ue habíamos partido, de una demanda a una demanda, pero mien-
sociológico basta para resolver los problemas de l~ práctica. P~ro .cr (1 s tanto habremos, si no encontrado la respuesta, por lo menos des-
que él pensaba que nuestras especulaciones no tienen otra justifi :1 lindado algunos de los principales parámetros que estructuran la de-
ción que hacerse cargo de esos problemas que son l~ t~ama. d.e la vi anda tal y como hoy se formula, De manera que, en su punto límite,
da de los sujetos sociales, para tratar de volverlos mas inteligibles y, odría concebirse la sociología, no como un discurso único o total
eventualmente, para esclarecer a los "que toman decisiones", como bre la sociedad, sino como el conjunto de las tentativas para eluci-
hoy se dice, admitiendo la posibilidad de que la instru~entaciólI r las diferentes configuraciones problemáticas, o demandas socia-
práctica de ese saber impregne mediaciones muy complejas que, hlH l s, que hoy coexisten en nuestra sociedad.
más de las veces, escapan al control del sociólogo. ¿Es éste el "compromiso" del sociólogo? Por cierto, la palabra ha
Para atenemos a la demanda social en la perspectiva ampliada ba nvejecido, como la de "lucha ideológica" que antaño se empleaba.
jo la cual la he encarado, realmente aparece como la materia del.cu ~ in embargo, realmente es de algo de ese tipo de lo que se trata. Si
tionamiento que alimenta a la sociología, de donde debe partir; y 11 impugna el mito de la objetividad absoluta, que postula que no hay
donde debe volver. Porque ¿de dónde extraería la sociología los intc n discurso (por tanto total y totalitario) sobre la realidad social, hay
rrogantes que se formula si no es de la sociedad? Sin lugar a duda~, ue reconocer que existen puntos de vista sobre esa realidad. Y tam-
hasta podría especificarse: del estado de la sociedad de hoy. En efec- lén que no 'es posible justificar un punto de vista íntegramente a par-
\\\ to tratar de comprender los interrogantes que se formulaban en ti r de un sistema de razones. Por ejemplo, el núcleo axiológico del ul-
Renacimiento, o incluso en la Belle Époque, eso se llama hacer histo liberalismo no es refutable, estrictamente hablando, porque la
ria. Todos esos actores están muertos, y ya no tienen demandas. EII sición del que decide que la persecución de las riquezas es el im-
11 cambio, tratar de comprender las demandas de hoy no es atenerse :1 rativo categórico al que debe someterse toda la vida social no pue-
lo contemporáneo. Por lo que a mí respecta, no podrán acusarme dr ser combatida solamente con razones. A la inversa, defender-co-
no haber tomado desvíos respecto de la actualidad, ya que creí ql.ll' O lo hago yo- la necesidad de ofrecer protecciones al trabajo, o
\1'
debía remontarme por lo menos hasta el siglo XIV para ver cómo SI' fender un Estado social fuerte, tampoco es totalmente deducible
anudaban los hilos de la cuestión social contemporánea. Pero lo ha un sistema de razones. Es la implicación lógica de un juicio de va-
cía con la convicción de que los análisis empiristas, vale ~m. r que plantea que el mantenimiento de la cohesión social, o de una
bién instantaneÍstaS del presente," que c<??sti~uy~nuna buena partl' lidaridad "orgánica" entre todos los miembros de una sociedad, son
de la _p~cc~?n -so~i~l?gi.~á~so~re~~c~r~s .:especto de lo que ~H nalidades de la existencia humana superiores a la maximización de
en j~ego c~an~<>.. uno_~ ?~g~ a la_~?:lOlog~a.Redu~tores, o sea, CI, productividad a cualquier precio. Al adoptar estas posiciones, pues,
gos al espesor de las demandas sociales contemporaneas. No hab:l:l y perfectamente consciente de ocupar una posición "partidaria", y
-que mirar dewe arn a esas demandas en nombre de un saber ca~~o inscribirme en el marco de una "lucha ideológica", y precisamen-
de no se sabe dónde, ni despreciarlas en nombre de una concepcion a eso me dedico en los debates actuales sobre el lugar y el porve-
formalista o cuantitativa del rigor científico, sino más bien hundirse Ir del trabajo. Pero eso no me molesta, por el contrario, a condición
en ellas, trabajarlas desde el interior con las herramieruas que puC'· que el hecho de pertenecer a un campo no excluya sino que afi-
den proporcionar la disciplina y las disciplinas vecinas (pienso en par.. la preocupación por el rigor, rigor para establecer un diagnóstico
ticular en la historia, pero también se puede recurrir a la antropolo n preciso como sea posible sobre la situación actual, integrando to-
gía). Entonces es posible deslindar detrás de la ~ema~~a estratos de s los parámetros que la constituyan, y rigor para extraer y confron-
significaciones y etapas de constitución cuya articulación produce la todas las implicaciones de la elección de una u otra de las opcio-
98 ROBERT CASTEL
lA SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL
99
nes "ideológicas" en competencia. De este modo, mi idea preconce- eferencias bibliográficas
bida, si bien no es íntegramente demostrable, se puede argumentar
desde el punto de vista de la objetividad y es posible defender en
cuanto elección de sociedad. ¿Se le puede pedir otra cosa a un soció-
logo, salvo que se exija de él que esté en situación de extraterritor~a-
lidad total respecto de la demanda social, vale decir, de hecho, pedir-
le que se olvide de que él también es un sujeto social?
;astel, R. (1999), Les Métamorphoses de la question sociale: une chronique
du salariat, París, Gallimard. [La metamorfosis de la cuestión social;
Buenos Aires, Paidós, 1997.]
Durkheirn, É. (1986), De la division du travail social, París, PUF. [La di-
visión del trabajo social, Madrid, Akal, 1995.]
offrnan, E. (1968), París, Asiles: études sur la condition sociale des mala-
des mentaux, Minuit. [Internados. Ensayos sobre la situación social de
los enfermos mentales, Buenos Aires, Amorrortu, 1997.]
· Por un examen reposado
de los hechos de sociedad
por Louis Quéré*
presupuestos realistas les impiden captar el tenor propiamente sim- pr~~lemáticas, de sus conceptualizaciones y de sus métodos de explo-
bólico del lazo social". r~clOn, hasta de emprender investigaciones que, a primera vista, "no
Tal vez no sea malo que la disciplina sea sometida de este modo sirven para nada". La segunda dimensión es una consecuencia de es-
a la duda, hasta enjuiciada. En principio es una estimulación no des- te primer fenómeno: se espera que el cuestionario y el estudio socio-
deñable para someter más la investigación sociológica a las exigen- lógicos tengan una pertinencia social inmediatamente accesible y que
cias del método científico. Pero también es una evocación de la posi- ~rodu.zcan un sentido para cualquiera. En cierto modo, la sociología
ción ambigua del proyecto de un conocimiento científico de la I~tervlene en un campo de investigación para el que cualquiera se
realidad social en una sociedad democrática. Se sabe que un proyec- SIente con el derecho de decir si las preguntas formuladas son inteli-
to semejante es indisociable de la emergencia histórica de una figu- gibles, pertinentes, válidas o no, y si los resultados obtenidos son inte-
ra determinada de lo político, y a través de él, de un modo inédito de :esan~es, sensatos, esclarecedores, etc. Es una experiencia que, como
institución del espacio social: al mismo tiempo que deben buscar y investIgadores, nos sucede con relativa frecuencia y puede resultar una
encontrar en sí mismas las respuestas a los interrogantes de su razón ver~ader~ prueba: constantemente nos vemos llevados a explicar en
de ser y de su finalidad, las sociedades modernas tratan de dominar que trabajamos, y por tanto a demostrar el interés y la pertinencia de
los procesos de su propia constitución, entre otros mediante el cono- nuestras investigaciones. Pero ese interés y esa pertinencia general-
cimiento que adquieren sobre su organización y funcionamiento. Pe- ment~ ~eben ser de.finidos en función del trasfondo de los campos pro-
ro, por otro lado, ese cuestionamiento y esa exploración de síjamás blema~cos estable.cldos por la investigación social, y considerados, por
pueden cerrarse, porque nadie puede tener la pretensión de saber ualquiera, como Importantes, pertinentes, dotados de sentido, útiles,
qué ocurre, en última instancia, con la constitución del mundo so- .tc. ~esde ese punto de vista, la sociología es una disciplina que debe
cial, so pena de poner fin a la "interrogación democrática"; por prin- ndir cuentas, en el lenguaje ordinario, a un público muy amplio, el
cipio, toda respuesta está sometida a la discusión y confrontación de de todos aquellos que pueden estar interesados por e involucrados en
las opiniones. Únicamente un régimen totalitario puede pretender los problemas de su sociedad en un momento determinado.
haber elucidado de una vez por todas el misterio de la institución y No estoy abogando por que la sociología se sustraiga a ese tipo de
organización del espacio social. xpectativa y se aísle de la investigación social. Por el contrario, dicha
Sin embargo, las reacciones escépticas o críticas suscitadas con fre- nvestigación social, imprescindible para la organización de un públi-
cuencia por la investigación sociológica revelan otras dimensiones qu ' O capaz de garantizar una regulación normativa de las "condiciones
merecen atención. Vaya destacar dos. La primera es que una parte d ' l.a~sociación social", tiene todo por ganar si se somete a los pro-
esa perplejidad se debe al hecho de que el cuestionamiento sociológi- xiimientos del método científico. Pero, a pesar de todo, esta inves-
co a menudo se encuentra en una situación inestable respecto del l~ación social es relativam.,ente select.iva. ~. ella, únicamen~_ )
cuestionamiento social. En cierto modo, se espera de la sociología qu<' os aspectos de los fenomenos SOCIalesson susceptibles de ser
,I
entre en el molde de la investigación social, que comparta sus preocu- I'oblematizados; la g!.ma de las dimensiones que lla~;~a atenció~
paciones y su orientación pragmática, que adopte sus procedimientos, limitada; hay cu_esti.<:.nes-que
no puede~.~m~rge;'-~~and; s¿;;-c;u-
que se regule directamente sobre el trabajo de problematización quv 1 les ara la com rensió~a_estr.ru:Ju ación del mund~~iai:Por
la sociedad efectúa de manera permanente sobre sí misma. Por lo tan tanto, a la investigación sociológica le corr~;'po~de temat¡;a~. El
to, toda toma de distancia respecto de la investigación social recibir¡ ha de formular preguntas socialmente no pertinentes y la mane-
esa inquietud de base y requerirá ser justificada. Pero si ocupa su 111 de examinarlas podrán suscitar perplejidad y escepticismo. Pero si
gar en el estudio social, la sociología también está en todo su derecho quiere ampliar o profundizar la comprensión que se tiene del mun-
de reivindicar, como disciplina científica, una total autonomía de SllH social, es importante que el cuestionamiento que permite acceder
LOUISQUÉRÉ
104 POR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 105
a ella no sea definido únicamente en función de l~s criterios de inte- de la investigación social [... ] con la práctica es intrínseca, y no ex-
ligibilidad, interés y pertinencia en vigor en l.a~oCiedad. trínseca". En principio, los problemas a los que se aplica surgen de
A renglón seguido, me gustaría circunscnblr algunos aspectos, de las condiciones sociales reales o "prácticas": nacen de tensiones, de-
esta selectividad de la investigación social. Ante todo presentare lo sequilibrios, "trastornos" sociales reales. Luego, se enuncia un pro-
., .. es la dinámica de esta investigación. En una segun- blema normalmente en referencia a una o varias soluciones posibles:
que, a lnljUlClO, . .
da etapa, trataré de apuntar algunas dimensiones de la Vidasocial que se problema sólo es realmente definido cuando ya se vislumbró la
escapan al formato de la investigación, Yproponer una postura para manera de resolverlo. Como esta solución depende de hábitos de
examinadas. cción y de modos de intervención disponibles, la definición de un
problema está directamente indexada sobre un entorno práctico de
medios, dispositivos y procedimientos instituidos. Por último, la in-
vestigación social en gran parte está orientada hacia la organización
La investigación social como hecho de sociedad de la acción colectiva (cualesquiera que sean sus formas y soportes),
destinada a tratar las situaciones problemáticas: en definitiva, este tra-
miento constituye el objetivo que controla las operaciones del estu-
A menudo se recuerda que la sociología es una ciencia hi~tórica, lo. Desde este punto de vista, implica necesariamente juicios de eva-
que trabaja sobre situaciones, acontecimientos o co:unturas sm~la. luación sobre lo que conviene hacer o no hacer. Pero los criterios
res, sobre los cuales emite proposiciones cuya propl~dad es ser indc- ibre los cuales se regulan estos juicios no son exteriores a la investi-
xadas al conte'xto sociohistórico en el que son enuncl~d~ .[Passeron, ción. De naturaleza hipotética, están determinados por ella.
1991]. Otra manera de dar cuenta de este carácter hlst~nco ~el ~~a.
bajo sociológico es aprehendedo en la dinámi~a de l~ mvesugaclOll La investigación social debe juzgar determinadas consecuencias objeti-
social en la que participa. Por investigación social entiendo el tr~ba. vas como el fin que vale la pena ser alcanzado en las condiciones dadas.
jo de exploración, problematización Yobservación"qu~ s~ desplie íI Pero [ ... ] esta afirmación no significa lo que a menudo se dice que sig-
en el tipo de sociedad a la que pertenecemos ~ara . socializar las SOl nifica: o sea, que es posible asumir los fines y valores fuera de la tarea
presas" creadas por los acontecimientos y las situaciones ~ue .rev~la~1 científica, de manera que esta última se vea entonces reducida a deter-
[Luhmann, 1990, p. 32], para identificar las consecue~Cias iridir (. minar los medios mejor calculados para llegar a la realización de esos
tas extendidas de las iniciativas y de las actividades sociales sobre laN valores. Muy por el contrario, significa que los fines, en cuanto valores,
y . ., . 1" [D ey 1927] para transformut
"condiciones de la asocracion socia ew,. '. . " no pueden ser válidamente determinados sino sobre la base de las ten-
situaciones sociales confusas, turbias, contrad~cto~as o conflictivas, siones, los obstáculos y las potencialidades positivas que, por observa-
que plantean problemas de definición y orga~lzaciOn de las con~tl( ción controlada, se descubre que existen en la situación real [Dewey,
tar en situaciones sufiCientemente determin
tas que se, deben adop . ., I 1993, p. 606].
das y unificadas para ser resueltas [Dewey, 1993]. La modlfica~l~n (
estas situaciones problemáticas implica actuar sobre sus condición • Puede decirse de la investigación social que está socialmente dis-
circundantes, reducir las tensiones, contrarrestar los fa~tores negat buida: varias categorías de actores participan en ella, que van de
vos y hacer aparecer potenciales de resolución. Por lo tanto, se requ militantes, las asociaciones a los periodistas y hombres políticos,
re un gran esfuerzo de conocimi:nto. . . ndo por todo tipo de organizaciones (sindicatos, partidos polí-
Esta investigación social esta ampliamente subordl~ada a fi~1( , etc.). Solamente una parte de esta investigación -la que corres-
prácticos. Como lo recalcaba Dewey [1993, pp. 601-602], la conexi 11 de a las ciencias sociales- se somete a las exigencias del método
POR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 107
106 LOUISQUÉRÉ
de la observación y la descripción, en suma, una selectividad de la pr u apunta a individualizarlos está guiada por formatos instituidos de
blematización. No se debe tan sólo a la orientación pragmática de I1 blematización. Así, en cuanto se trata de dar cuenta de lo que ha-
investigación; también depende de las estructuras de accountability d l mos o vemos hacer a los otros, tenemos a nuestra disposición los re-
mundo social que utiliza [Garfinkel, 1967]. Con esto quiero decir quo I ursos de la semántica natural de la acción. Ésta nos suministra un mo-
el trabajo de problematización efectuado por la investigación social I! de problematización de lo que hace la gente, y a la vez una red
está orientado y a la vez constreñido por un conjunto de esquemas y onceptual para articular respuestas a preguntas bien definidas. A gros-
formatos que estructuran la atención que se da a los fenómenos, as (1 modo, uno da cuenta de la acción identificando lo que se hizo bajo
como las preguntas que se pueden formular a su respecto y la descri una descripción determinada, refiriéndolo a un sujeto intencional al
ción que de ellos se puede hacer. '1ue se atribuyen intenciones, motivos y razones de actuar, y mostran-
( cómo éstos están ligados a una situación o a un contexto determi-
liados. Esta semántica natural, pues, suministra un cuadro inmediato
( te matización y de encuesta. Así, si hay algo por descubrir respecto
La selectividad de la investigación social ( una acción específica, la investigación se hará esencialmente en tér-
minos de: ¿quién hizo qué, con qué intención, con miras a qué y por
[ué razones, en qué circunstancias? En cambio, toda una serie de otros
¿Qué estructura la problematización de las situaciones y los acon- , pectos escapará a la problematización. Así, si usted solicita a alguien
tecimientos en la investigación social? Para descubrirlo, hay que volve que le informe acerca de lo que ocurrió en una conversación, no se le
se hacia las maneras habituales de hacer cuando se trata de dar cuen- o urrirá espontáneamente prestar atención a las operaciones a través
ta de una acción, explicar un acontecimiento o configurar un problema I las cuales los interlocutores organizaron secuencialmente sus inter-
público. En el primer caso, la investigación social utiliza los recursos d ambios, ,a los procedimientos que emplearon y a la habilidad que pu-
la semántica natural de la acción; en el segundo, los esquemas de la i ron en acción. En suma, no conseguirá de manera espontánea una'
normalización de los acontecimientos, y en el tercero, los procedimien- descripción operativa de la conversación. En cambio, la persona po-
tos y los referentes de la manifestación pública de los problemas socia- drá explicitar a voluntad lo que él o su interlocutor quiso decir o ha-
les. También aquí no puedo aportar más que un breve resumen. .er, formular las razones por las que dijo o hizo tal o cual cosa, o in-
Una parte importante de nuestras prácticas nunca llama la aten- (uso explicar por qué ocurrió tal peripecia, qué consecuencias tuvo,
ción, porque es evidente. Por tanto, escapa regularmente a la tema- n qué contexto se produjo, etcétera.
tización. Hasta es posible identificar con bastante claridad lo que no ¿Por qué es tan poco disponible una descripción operativa? A to-
está problematizado: esencialmente, las operaciones tácitas de orga- das luces no es una cuestión de elección deliberada. Una de las expli-
nización y sus métodos, las modalidades del juicio en situación, los pro- aciones posibles consiste en decir que la accountability de las acciones
cederes del razonamiento práctico y la infraestructura de capacidades, stá estructurada de tal manera que las descripciones meramente ope-
hábitos y habilidades que los sustentan. ¿Cómo explicar esta selectivi- rativas no encuentran lugar espontáneamente en losjuegos de lengua-
dad de la observación y la descripción de las prácticas? Esencialmen- je a los que nos entregamos en nuestras acciones recíprocas (salvo en
te por la estructura de la accountability. En efecto, las accio.ses son apre- ircunstancias muy específicas; por ejemplo, las del aprendizaje);' Otra
hendidas en ciertos aspectos más que en otros (por ejemplo, como
totalidades significantes más que como secuencias de movimientos ató-
micos); su observación, su identificación, su descripción yjustificación I Sobre esta cuestión, de buena gana compartiría el punto de vista de Luhmann
están organizadas según esquemas determinados, y la investigación [1'995, p. xliii]: "Actions are not ultimate ontological givens that emerge as unavoida-
112 LOUIS QUÉRÉ. I R UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 113
explicación sería que carecemos de un vocabulario apropiado para l' parar ofensas o daños, o para encarar maneras de controlar las
articular tanto las operaciones tácitas efectuadas como los hábitos y ( ndiciones que producen consecuencias nefastas para el bien o el
las capacidades que los sustentan, mientras que disponemos de con- bienestar común.
ceptos y significaciones instituidas para nombrar, designar, explicar, Un tercer esclarecimiento sobre la selectividad de la investigación
justificar las acciones realizadas y darles sentido. Por otra parte, esos ocial puede encontrarse por el lado de la construcción de los pro-
conceptos y esas significaciones forman parte de las mismas prácticas; I lemas públicos. Es otra forma de problematización, también social-
aprenden con ellas y sirven para articularlos discursivamente, y, para mente instituida, que prevalece en el caso de éstos: se trata de hacer
algunas de ellas, realizarlae. En este sentido, la descripción simbólica parecer la Índole problemática, y por tanto inaceptable, de algunos
prevalece inevitablemente sobre la descripción operativa, y hay que ontecimientos o algunas situaciones frente a valores o principios
adoptar una actitud especial frente a la acción para que la segunda (por ejemplo, el de lajusticia) considerados como referentes últimos
adquiera cierta pertinencia. n la organización de la coexistencia en una sociedad democrática,
Se obtiene así un primer esclarecimiento sobre la selectividad lescubrir los caminos y medios de su transformación posible, abrir
de la investigación social, cuando ésta se deja guiar por los recur- perspectivas para realizar acciones públicas capaces de ponerles re-
sos del lenguaje común y los esquemas sociales de la accountability. medio, atribuir la responsabilidad de las acciones que se deben em-
El análisis ya evocado más arriba de la manera en que los aconteci- render a tal o cual actor social o a talo cual instancia pública de de-
mientos se individualizan y socializan suministra un esclarecimien- isión e intervención.
to similar. Por un lado, su identificación pasa por su normalización, La breve eyocación de esos tres casos permite hacerse una idea
y ésta representa una forma definida de problematización: prevale- un poco más precisa de la selectividad de la investigación social y de
cen la puesta en forma de intriga, la comparación con aconteci- U subordinación a las estructuras de accountability disponibles en el
mientos similares, la reconstrucción de encadenamientos de causas mundo social. Estas estructuras no son cosas que se añaden a los fe-
y efectos; la reconstitución de secuencias de motivaciones, de deci- nómenos sociales: forman parte de ellos,·entre otros como métodos
siones y actos; la inserción en campos problemáticos, etc. Por el nternos de organización e individualización. Así, las acciones y los
otro, en la medida en que los acontecimientos importan por sus contecimientos no serían ya lo que son para nosotros si les estuvie-
consecuencias, una preocupación permanente de la investigación n asociados formatos de observación, descripción y explicación di-
social es identificar esas consecuencias, referirlas a iniciativas socia- ~ rentes, Pero mi propósito no es tanto hacer aparecer esa selectivi-
les, designar culpables y víctimas, determinar responsabilidades, ya dad de la investigación social sino suscitar el problema que plantea
sea para censurar, sancionar, para hacer valer derechos y deberes, ara la sociología. En efecto, a menudo son las estructuras de la ac-
countability social las que están en el origen del cuestionamiento so-
iológico y que son utilizadas por las explicaciones sociológicas. Es
ble empirical e!ements that force themselves upon one in every sociological analysis. omprensible que, debido a que es parte interesada de la investiga-
[oo .] Actions are artifacts of processes of attribution, the results of observing observers [oo. J. ión social, la sociología ponga sus preocupaciones e interrogantes,
which emerge when a system operates recursively on the leve! of second-order obser- us observaciones y análisis, en el molde de esas estructuras, actuali-
vation. The action theory preferred by contemporary sociologists is sustained by the e los esquemas de problematización que ellas suministran, adopte
corpus mysticumofthe subjetct.1t is also sustained by the empirical plausibility, the daily
I perspectivas que organizan y no se inquiete por los puntos ciegos
visibility of self-inspired actions by human beings. But conceptually as well as ernpiri-
cally these are superficial 'frames'. Progress in the development ofsociological theory
que implican. Si no está en mis intenciones negar la legitimidad de
[oo,] depends on implausiblecertainties, which must be secured through protracted, con- se compromiso de la sociología en la investigación social-es un cam-
ceptually controlled, theoretical work", [En inglés en el originaL] po donde se puede realizar una obra científica-, en cambio me pare-
114 LOUISQUÉR. /'( R UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 115
bía ser la escuela laica: la sociología, según sus propios términos, debía Contrariamente a otros países y a otros contextos, la sociología
ser un "instrumento de educación moral" [Durkheim, 1900]. A causa de investigación, en Francia, no ha logrado construirse e imponerse,
de eso, el sitio de la sociología en la enseñanza universitaria se encon- precisamente cuando era parte constitutiva del proyecto de los durk-
tró al lado de la moral, en una carrera de filosofía que, a todas luces, heimianos." En consecuencia, será necesario refundarla.
no implicaba ninguna iniciación a un método de análisis empírico y,
afortiori, ninguna preparación para un trabajo "de campo't.P Y cuan-
do en 1924 se creó el Institut francais de sociologie, que duró hasta
1962, sus iniciadores lo concibieron como una "sociedad erudita, ex- La "re fundación" de la sociología
clusivamente científica y cerrada" [Karady, 1976], un lugar de encuen- hasta la creación de la licencia (1945-1958)
tro para los investigadores "sociologizantes" de todas las disciplinas
de lo que ellos llamaban la "ciencia social", definida como "ciencia
del hombre que vive en sociedad". Todo comienza a cambiar con la creación, en 1946, del Centre
C!l' études sociologues (CES)por el CNRS.Como lo describe atinadamen-
Puede comprenderse con bastante facilidad, en el contexto de la
t Chenu [1998], "un cuerpo de investigadores profesionales que
época, que esos eminentes eruditos, especialistas en historia antigua,
etnología o geografía humana, se negaran a defender la enseñanza practican, con dedicación exclusiva, una sociología empírica cen-
de la sociología en las escuelas normales primarias cuando ésta fue trada en la observación y el análisis de las sociedades contemporá-
amenazada y luego suprimida (por la derecha, en 1934). También se neas se instala en el marco del CNRS".Una generación pionera, pro-
negaron a comprometerse en la creación de una enseñanza de la so- edente de todos los horizontes y animada por motivaciones diversas
ciología en la universidad y hasta de escribir ese "gran manual socio- [Tréanton, 1992] se forma "sobre la marcha" y descubre el "trabajo
lógico" que Marcel Mauss, sobrino de Durkheim, deseaba ardiente- , de campo". Se conoce hoy el papel decisivo que representó Georges
mente [Karady, 1976]. Es así como hoy se puede tratar de dar cuenta Friedrnann, entre 1948 y 1951, al atribuir grandes campos de investi-
de ese "descrédito intelectual de la sociología en el seno de la gene- gación (escuela, ciudad, esparcimiento, sindicalismo, trabajo, etc.) a
ración de 1930" (la que accede a una enseñanza superior muy elitis- I venes investigadores emprendedores [Mendras, 1995]. Las grandes
ta), que no conoce más que una suerte de "sociología vulgarizada", ncuestas por cuestionario comienzan a organizarse en elINED, el
de ninguna manera favorable al reconocimiento de un "oficio de so- INSEE,el IFOP,* creados por Stoetzel en 1938.
ciólogo" y a lajustificación de "creaciones de puestos" en la universi- En 1947 se organiza una iniciación a la investigación en el seno
dad [Heilbron, 1986]. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la de la sexta sección de la École pratique des hautes études (EPHE)que,
sociología francesa aparece relativamente afectada: sólo existen tres luego de 1968, se convertirá en la École des hautes études en scien-
cátedras de Sociología en la universidadf París, Burdeos, Estrasbur-
go) y la enseñanza de la sociología permanece encastrada en la de Fi-
losofía y provista de una imagen bastante vaga. 6 Una de las obras mayores de Durkheim, Le Suicide [1997], tuvo muy poca in-
Iluencia sobre la manera de enseñar la sociología en Francia, en el período entre las
dos guerras. Fueron sociólogos norteamericanos (Selvin, Lazarsfeld ... ) quienes, des-
Iués de 1945, presentarán esa obra como fundadora de la sociología moderna .
• Institut National des Études Démographiques (Instituto Nacional de Estudios
5 Y esto contrariamente a lo que ocurría en la misma época en Chicago, donde,
I mográficos), Institut National de la Statistique et des Études Économiques (Institu-
con el impulso sobre todo de Robert Park, los estudiantes eran firmemente invitados
11) Nacional de la Estadística y de los Estudios Económicos), Institut Francais d'Opi-
a "ir sobre el terreno" y producir conocimientos sociológicos a partir de investigaci
nlon Publique (Instituto Francés de Opinión Pública). [N. del T.]
nes empíricas, Véase Chapoulie [2001].
122 CLAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALIZACIÓN 123
ces sociales (EHESS). Se comienza así a hablar de "profesionalización" una asociación de sociólogos (la American Sociological Association,
de la sociología, para designar esta disciplina nueva, decididamente desde esa época la más poderosa) reivindicaba mayoritariamente
vuelta hacia la comprensión del mundo contemporáneo y fundada (contra una fuerte minoría) el estatus de "profesional" para sus miem-
en la "utilidad de las investigaciones con una base empírica" [Heil- bros, vale decir, una suerte de reconocimiento jurídico de su autono-
bron. 1986, p. 69]. mía en nombre de los servicios prestados a la colectividad y de su ca-
Es en este contexto donde Georges Friedmann, Edgar Morin y pacidad para dotarse de un código de deontología (sobre el modelo
Jean-René Tréanton presentan una comunicación a la reunión de Lie- de las profesiones médicas yjurídicas). Esta posición no era compar-
ja de la International Sociological Association (ISA), en 1953, titula- tida por todos los sociólogos de la Asociación, y sobre todo por los
da: "Observaciones sobre las actividades y responsabilidades profesio- "militantes" que se consideraban "portavoces" de los "dominados", de
nales de los sociólogos en Francia", donde defienden la idea de que quienes se sentían solidarios. También luego fue criticada, en varias
la sociología debe centrarse en "los problemas económicos y sociales oportunidades, por aquellos que no compartían las posiciones "fun-
del siglo xx", y que sus investigaciones deben estar "orientadas hacia ionalistas" según las cuales las "profesiones", en las sociedades mo-
la acción práctica". Abogan por el desarrollo de una "investigación dernas más avanzadas, representaban una "garantía de expertos al
aplicada", por ejemplo, en el seno de los "servicios de estudios de las ervicio de la democracia", lo que Carr-Saunders [1933] y luego Par-
empresas y las administraciones del Estado", y citan el Institut natio- ons [1968] llaman "la fusión de la legitimidad cultural y de la efica-
nal d'études démographiques (INEO) como modelo en el que debían ia económica't.f
inspirarse para "crear sus propios institutos de investigación". Sugie- Los sociólogos que se decían "críticos" consideraban que esta es-
ren la organización de una enseñanza decididamente inclinada ha- trategia de profesionalización no descansaba en ninguna práctica
cia esa investigación aplicada, una verdadera "formación profesional" fectiva, y encerraba a los sociólogos en un papel de "consejero del
en la sociología de encuesta." Insisten en el hecho de que esta orien- príncipe" que no querían adoptar. Este debate entre diversas concep-
tación descansa en la "garantía de objetividad que sabrán adquirir di- iones epistemológicas y éticas de la práctica sociológica, desde ese
chos trabajos", y que ésta implica que no puedan ser pasibles de sos- pisodio, se encuentra en el corazón de la cuestión de la "profesiona-
pechas "de servir a ideologías o intereses particulares" [Friedmann, lízación't.l? ¿El sociólogo puede ser un "experto" por encima de la
Morin, Treanton, 1953]. ontienda (de las clases en lucha) o está necesariamente ligado a un
Ese texto conlleva una concepción particular de la "profesionali- punto de vista (de clase) sobre lo social que estudia? ¿Existen reglas
zación", que no deja de recordar los debates que dividieron a los so- deontológicas susceptibles de precaverlo de sus ideas preconcebidas?
ciólogos norteamericanos en el momento de la gran crisis de 1929 y Lo que había dividido a los sociólogos en los Estados Unidos, en los
del programa dirigido por Ogbum.P que dieron lugar a un volumi- ños treinta, comenzaba a agitar a los sociólogos franceses del CES en
nOSOinforme prologado por el presidente Herbert Hoover (1933). los cincuenta [Chapoulie, 1992]. Por falta de un consenso suficiente
Sin lugar a dudas, era la primera vez en la historia de la disciplina qu obre estos asuntos, la cuestión de la formación profesional no podía
r tratada.
7 La que existía en la École pratique des hautes études (sexta sección) se dirigía
no a estudiantes sino a adultos, y sobre todo a investigadores en ciencias sociales preo· 9 Sobre las teorías funcionalistas en materia de "profesionalización", véase Dubar
cupados por iniciarse en la metodología de las encuestas. y Tripier [1978, cap. 4].
8 Sobre este episodio de la historia de la sociología norteamericana, véanse las in- 10 Así como de la construcción y el uso de las estadísticas. Véase Desrosiéres
terpretaciones diversas de Desmarez [1984], Heilbron [1986] y Chapoulie [2001]. 11993].
124 . ClAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN 125
El texto de 1953 no tendrá ningún resultado concreto, en lo in- omprobaba que "la licenciatura es un diploma engañoso: la ense-
mediato, en materia de "profesionalización" de la sociología. Tam- ñanza es únicamente retórica y enciclopédica [... ] no hay forma-
bién ocurre que los investigadores del CES están muy alejados de la so- ión para la investigación" [Heilbron, 1986, p. 71]. Las reivindica-
ciología "universitaria" de Ceorges Davy y de Georges Gurvitch. Muy iones de estos estudiantes de la UNEF* tenían sensatez: introducir
pocos de ellos enseñan, y existe un gran desfase entre las preocupa- un período de prácticas, aligerar los programas, formar para la in-
.T> d e esos mvesnga
ciones . . d ores y 1os conteru id os d e a 1gunas ensenanzas
- vestigación empírica. Iban en el sentido de esa práctica profesional
de sociología que, salvo excepciones,ll permanecen encastrados en rdientemente deseada por Friedmann y Tréanton en 1953. Pero
la carrera de Filosofía y con una orientación fuertemente especulati- ran difícilmente compatibles con las estructuras de las facultades
va. Habrá que esperar a la elección de Raymond Aron en La Sorbo- de Letras de la época (clases magistrales en anfiteatro, nada de la-
na en 1957 para que finalmente, el 2 de abril de 1958, se cree la li- boratorios, pruebas meramente teóricas, etc.). No obstante, la cues-
cenciatura de Sociología, autónoma respecto de la de filosofía. Al tión estaba planteada.
comienzo comprende cuatro certificados: sociología general, psico- Tan cierto es que la muy nueva Société francaise de sociologie
logía social, economía política y una opción para escoger en una lis- (SFS) , creada en 1962 para reemplazar al viejo Instituto francés mo-
ta restringida (demografía, historia económica y social, etc.). Se crea ribundo, pone en el orden del día de su sesión de octubre de 1964
en La Sorbona a comienzos del año escolar de 1959 y, durante la pri- una propuesta, distribuida en sesión y sostenida sobre todo por
mera parte de los años sesenta, se dispersará por una decena de gran- Tréanton, de crear un "diploma de experto" en sociología. La veri-
des ciudades universitarias (Lyon, Nancy, Estrasburgo, Lila, Burdeos, ficación es simple: hay un "gap" entre la licenciatura (bachillerato
Aix-en-Provence, Toulouse, ete.). ¿Se abre una nueva era para la so- + 3), todavía muy académica, y la tesis (bachillerato + 7), forzosa-
ciología francesa? mente elitista. Los psicólogos, los demógrafos, los geógrafos se do-
taron de diplomas de experto que parecen atraer a los estudiantes.
Comienza a organizarse un mercado de contratos de estudios y de
investigación, sobre todo a incitación de la nueva Délégation géné-
La institucionalización de la disciplina en la rale a la recherche scientifique et technique (DCRST) creada por su-
Universidad y más allá: 1958-1976 gerencia del general De Gaulle en 1959. En consecuencia, según los
redactores, es tiempo de organizar una formación "profesionalizan-
te" de la sociología que sea sancionada por un "diploma reconocí-
La existencia de una licenciatura de sociología, incluso acom- do". La propuesta fue recibida con una cortés indiferencia. ¿Cuáles
pañada por la creación de un tercer ciclo (1962), no significa que erán las salidas efectivas de este diploma "profesional"? ¿Abrirá el
exista entonces una formación profesional para la sociología en la amino a la enseñanza universitaria? En este punto, la posición de
universidad francesa. El Groupe d'étudiants de sociologie de l'uni- toetzel parece recibir el asentimiento mayoritario de los presentes:
versité de París (CESUP) no se equivocaba cuando, a partir de 1959, "La cátedra de Filosofía continúa suministrando -o debería decir
vuelve a garantizar- un reclutamiento de alta calidad del personal
universitario en sociología" [Heilbron, 1986, p. 71]. Más vale ser
11 Entre éstas debe mencionarse la enseñanza de Ceorges Friedmann en el Con-
servatoire national des arts et métiers, así como el EPRASS, ciclo de aprendizaje en la in-
vestigación en ciencias sociales organizado por la sexta sección de la EPHE. Pero tanto
uno como el otro involucrabarr ';0~re codo a adultos ;'3 insertos en el mundo profesio- * Union nationale des étudiants de France (Unión Nacional de Estudiantes de
nal o científico. Francia). [N. del T.)
127
126 CLAUDE DUBAH TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN
alumno secundario o catedrático de Filosofía que doctorado en so- iento ideológico destinado a hacer prevalecer una concepción
12
ciología para ser luego asistente. En cuanto al acceso a los contra- « xperta" y "bien pensante" de la investigación sociolÓgica. Algu-
tos de investigación, es un asunto demasiado malsonante para ser nos abandonan la Société denunciando la parcialidad de los orga-
encarado por la Société: las cosas están claras. nizadores a favor de una sociología "consejera del príncipe", lista
Sin embargo, lo que se produce en esa época (1962-1968) en la para todos los arreglos con el Poder. Es lo que Heilbron [1986, p.
muy reciente "comunidad sociológica" es interesante para nuestro 73] llama una "mimoprofesionalización", vale decir, "un discurso
trabajo. En efecto, por un lado, sobre todo a incitación de Aron, la para uso externo de presentación y :epresentac~~n~ de una so~i,o-
Société francaise de sociologie ostenta explícitamente su voluntad 1 gía seudoprofesional. Esta estrategia no sobreVlVlraa la explosión
de contribuir a la constitución "de una verdadera profesión de so- le mayo de 1968. .
ciólogo" [Revue [rancaise de sociologie, 1963, pp. 63-64]. Ella agrupa Los acontecimientos de mayo del 68 van a revelar y amphficar
a la vez a investigadores del CNRS (cuyo número pasa de 50 en 1958 1corte precedente entre los sociólogos-militantes Ylos sociólogo~-
a 100 en 1964) formados, en su mayoría, en el espíritu de los pio- xpertos. La imagen de la sociología como "disciplina agitada y agi-
neros del CES, en la investigación empírica y en la práctica de los tadora" [Chenu, 1998] data de esa época, que parece sellar la falta
contratos de investigación que se multiplican pero también, cada de consenso sobre el sentido mismo de la práctica sociológica y, pre-
vez más, a docentes-investigadores cuya cantidad aumenta a medi- isamente por eso, sobre sus modos de formación y sus cumcula. Pe-
da que se abre la carrera de Sociología (pasa de 20 en 1958 a cerca o, al mismo tiempo que se divide en forma duradera (por lo me-
de 100 en 1968). Se interesa en la política científica del CNRS tanto nos hasta mediados de los años ochenta), la sociología francesa se
como en los proyectos pedagógicos de crear facultades de Ciencias institucionaliza: las Sciences économiques et sociales (SES, que com-
Sociales, separando a la sociología de las facultades de Letras. Pe- prenden una buena dosis de sociología) entran e~ la enseñanza se-
ro, por otro lado, permanece muy dividida en la misma concepción un daría en 1970; en las escuelas normales supenores se crean sec-
de la práctica sociológica y en su significación ética y política. El iones SES (1972); se instauran el CAPES* y luego la cátedra de
contexto de la época inclina a muchos sociólogos a "escoger su cam- iencias económicas y sociales (1976). La institucionalización que-
po" entre el de las direcciones de empresa o del Estado y el de los da formalmente concluida precisamente cuando se asiste a un de-
sindicatos, de la clase obrera y de las organizaciones "revoluciona- arrollo masivo de la investigación contractual, gracias a la Déléga-
rias". Entre una práctica "militante" de la sociología, denunciado- tion générale a la recherche scientifique et technique (DGRST) pe.ro
ra de la dominación económica o simbólica, y una práctica de ex- también al CORDES y a diversos ministerios (Equipamiento, Relacio-
pertos al servicio de los que toman decisiones, la conciliación nes Sociales, Trabajo, etc.) que financian y contribuyen a la estruc-
parece imposible. turación de sociologías especializadas (urbana, de la familia, del tra-
El episodio de las Jornadas de octubre de 1965, impulsadas por bajo, etc.). Por cierto, la sociología siempre aparece ~rofun~amente
la Société francaise, con el apoyo de Pierre Massé, comisario del dividida "en lo ideológico", pero en adelante se diferencia clara-
Plan, y de Claude Gruson, administrador del INSEE, es revelador de mente de la filosofía social (salvo en algunos bastiones irreducti-
este corte interno de la sociología. La publicación, con el título Ten- bles). La cantidad de sociólogos tuvo un inmenso desarrollo: 300
dances et volontés de la société [rancaise [Tendencias y volun tades de la
sociedad francesa], de las Actas de esa Jornada, suscita una polémi-
ca: las comunicaciones demasiado "críticas" no fueron publicadas, 12 Sobre este episodio, véase M. Pol1ack (1976], así como C. Durand (ed.) (1984].
sin que las justificaciones ofrecidas parezcan convincentes. Los so- • Certificat d 'aptitude pédagogique de i'enseignement du second degré (Certificado de Ap-
ciólogos "críticos" interpretan esta "censura" como un pronuncia- titud Pedagógica de la Enseñanza de Segundo Grado). (N. del T.]
128
CI.AUDE D 11 I S TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN 129
las universidades donde ya existía una carrera completa de sociolo- puede negar, so pena de perder toda credibilidad social" [Sainsau-
gía: de 10 a 15 puestos a fines de los ochenta se pasó a 35 a 40 pues- lieu, 1992, p. 15]; "Hay que obligarse a mirar las verdaderas carreras
tos a fines de los noventa. Puede estimarse que alrededor de un ter- de sociólogos que se desarrollan según tres ejes: actividades prácticas,
cio de los doctores en sociología-demografía encuentra hoy un investigación, enseñanza, y admitir finalmente que cuarenta añ~s de
empleo de funcionario en la universidad, en el CNRS (muy poco) o vida activa pueden permitir deslizamientos de una a otra de dichas
en los grandes organismos públicos (INED, INSEE, CEREQ, IRD, INRA, actividades" [Magaud, 1992, p. 32]. "Evocar la profesionalización, la
etc.).* Comparada con los ochenta, la tasa de acceso de los docto- organización de salidas laborales fuera de la enseñanza y la investiga-
res en sociología a empleos públicos correspondientes aumentó mu- ción, aparece como un imperativo moral, aunque no se conozcan
cho. El cuerpo de sociólogos docentes-investigadores casi duplicó bien esas salidas" [Chenu, marzo de 1999, p. 47]. Se podrían multi-
su plantel en diez años: de 380 en 1988 pasó a 660 en 1999, y la pi- plicar las citas. Se establece un amplio acuerdo para aspirar a que la
rámide de edades, lentamente, comenzó a enderezarse (aunque la sociología comprenda tres aspectos complementarios (y no dos vías
mitad del cuerpo se jubilará antes de 2010). La sociología, gracias escindidas entre sí y una tercera invisible): la investigación, la ense-
a la "universidad de masas", obtuvo puestos de enseñanza que per- ñanza y la práctica profesional. ¿Cómo llamarse sociólogo no hacien-
miten que una parte de sus mejores estudiantes pueda encontrar do otra cosa que enseñar sociología (sin practicariajamás luego de la
empleos que correspondan a su calificación. Pero ¿qué ocurrió, tesis)? ¿Cómo separar completamente la "investigación" y la "inter-
exactamente, en esta dinámica, con la "profesionalización" de los vención sociológica" [Kuty y Vranken, 2001]? ¿Cómo soportar el cor-
estudios de sociología? te actual entre los sociólogos "en [unciones" y los sociólogos "no aca-
démicos" o "extrauniversitarios,,?2o
Al término del año de maestría, la elección entre la entrada en
DEA, que debe conducir a una tesis y a un eventua 1"puesto "d e " puro
I I Una nueva coyuntura: ¿hacia una profesionalización sociólogo", y la entrada en DESS, que conduce a una actividad .de "so-
de los estudios de sociología? ciología aplicada", cada vez es cuestionada con mayor frecuencia. Hoy
se conocen mejor las composiciones y características de cada una de
esas dos vías. Los principiantes en DEA no son mucho más que la mi-
Al parecer, un consenso está en vías de realizarse en el ámbito de tad de los que obtienen su diploma, uno o dos años más tarde. En
las asociaciones de sociólogos (Société francaise de sociologie, Asso- 1990,468 DEA habían sido entregados en Sociología, y un poco más
ciation des sociologues enseignants du supérieur, Association inter- de 250 diplomados se habían inscripto en una tesis. Entre 1987 y
nationale des sociologues de langue francaise) y, por interm~dio de 1990, alrededor de 120 tesis de sociología habían sido sostenida:' ca-
esas asociaciones, en los diversos segmentos de la "comunidad socio- da año (478 tesis en cuatro años). Diez años más tarde, esa cantidad
lógica" en Francia, acerca de la necesaria y urgente "profesionaliza- tuvo un gran incremento: el número de doctores candidatos a ,la ca-
ción" de los estudios de sociología. "La sociología está profundamen- lificación de' maestro de conferencias en sociología-demografta era
te comprometida en una aventura de profesionalización que ya no de 288 en 1999, de los cuales tres cuartas partes, aproximadamente,
• CEREQ, Centre d'études et de recherches sur les qualifications; IRD, Institut de la 20 Véase la tesis de Frédérique Streicher [2000], que cataloga la mayoría de las si-
recherche démographique; INRA, Institut national de la recherche agronomique. tuaciones típicas de esos sociólogos a menudo no reconocidos como tales cuando ejer-
[N. del T.] cen actividades de encuestas, análisis e interpretaciones sociológicas.
134
CLAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFES10NAL1ZACrÓN 135
habían obtenido una tesis en esas discíplínas." Ese mismo año 163
"profesionales" en "oficios" que tienen que ver con la sociología. Sin
candidatos habían sido calificados, y, entre ellos, 25 fueron re~luta- mbargo, ¿se llaman sociólogos profesionales?
dos como. maestros de conferencias (o sea, 9% de los doctores y 16% La respuesta es claramente negativa. Al parecer, es posible orde-
de los calIficados). Habida cuenta de los plazos para ser reclutado y
nados detrás de cuatro tipos de apelativos que conciernen a cuatro
de los otros concu.rsos de investigadores, puede estimarse entre 50 y ampos de evaluación "que representan más de los tres cuartos de los
60% la_tasa de cahficados que terminan por obtener un puesto (en OESS involucrados" [Chenu, 1999]. Por otra parte, hay que observar
la ensenanza superior o en la investigación pública) en el período ac-
que estas identificaciones son más o menos las misma~ que las de ~as
tual. ¿Qué pasa con los otros? ¿Están preparados para convertirse en maestrías ciencias y técnicas (MST) abiertas a los licenciados en SOCIO-
"sociólog~s profesionales"? Tal vez tuvieron la posibilidad de prepa-
logía en los escalafones universitarios que se organizaron: los consul-
rar su teSISe~ uno de los laboratorios de sociología donde se prepa- tores, consejeros, expertos en "organización", "managemenf' o "inno-
ra a los candidatos a doctores en las tres funciones evocadas anterior- vación" salen de DESS, cuyo título incluye a menudo el término
ment: ... De otro modo, su "caída" corre el riesgo de ser muy dura ...
"empresa" (una decena sobre los 40); los encargados de estudios, acon-
Fm~l~ente, se comienza a conocer mejor también los DESS que dicionadores, "desarrolladores", expertos en desarrollo local salen de
se multIplIcaron, para los sociólogos, desde comienzos de los años no-
DESS, que a menudo incluyen ese término de "local" y en ocasiones ~l
venta. Los diplomas profesionales de ese tipo "con dominante socio-
de "urbano" (también una decena); los ingenieros, encargados de mi-
lógica" eran evaluados en 9 en 1989, y en 1996 habría 31. Esta cifra
sión, jefes de proyecto, expertos en políticas sociales salen de DESS,
se une a la de cuarenta DESS concerniente a la sociología avanzada pa- con apelativos diversos pero que a menudo incluyen el término "so-
ra el consultor del ministerio en 1999.22 Se asistiría así a una verda-
cial" (cinco o seis sobre40); los consejeros, consultores en políticas cul-
dera explosión de los diplomas "profesionales" de bachillerato + 5
turales y gestión del patrimonio salen de DESS, que incluyen la pala-
q~e no sólo están abiertos a los estudiantes de sociología sino tarn- bra "cultura" (4 casos).
b.Ien ~ los de disciplinas vecinas (administración económica y social,
Los otros títulos son mucho menos concentrados: algunos se re-
ciencias de la educación o de la comunicación, psicología, gestión,
fieren a los métodos y técnicas de encuestas (2) o a los procedimientos
etc.) ya adultos en formación continua. No importa: como los res-
de intervención sociológica (1) o incluso de "sociología aplicada" (1).
ponsable~ .de ~~os DESS deben "colocar" a sus estudiantes so pena de Uno concierne a la ingeniería de formación (pero otros dependen
no rehabIhtacIOn y que un DESS, en promedio, recibe a una veintena
principalmente de las ciencias de la educación) y uno al análisis del
de estudiantes, son alrededor de 800 "profesionales" que tienen que
trabajo (pero otros dependen más bien de la ergonomía). Vemos la
v:r con la sociología, entre los cuales un poco menos de la mitad que
dificultad: ¿sobre qué criterios vincular un DESS a la sociología más
sm duda sale de los estudios de sociología. Frente a los "doctores" en
que a otra disciplina vecina, a partir del momento en que la mayo~ía
sociología que encuentran un "empleo público", son alrededor de
de los diplomas están "a caballo" de varias disciplinas (lo que no qUIe-
tres veces más de estudiantes de sociología los que se convierten en
re decir pluridisciplinarias)? Llegamos aquí a un problema epistemo-
lógico con el que ya tropezamos, y que no se puede separar de un pro-
21 Todas estas cifras provienen de los números de La Le/he de ['ASES, que consti-
blema ético ya igualmente evocado.
tuye un excelente medio de información para los adherentes (alrededor de 1/3 del Para considerarse "sociólogo profesional", al parecer, es preciso
cuerpo).
sentirse doblemente ligado: primero a un "campo de especialidad",
22 Véase La LeUre de ['ASES, n" 26, marzo de 1999 (artículos de M. Legrand, P. Ca- un "campo de problemas", una "configuración de actores", en suma,
sella, A. C~enu, etc.). Hay que tomar estas cifras con prudencia, a tal punto es dificil
un terreno en el que se hayan desarrollado no sólo conocimientos si-
evaluar cual es la disciplina "dominante" de algunos DESS.
no "competencias operatorias", "habilidades" de evaluación que per-
136 CLAUDE DUBM 137
TENTATIVAS DE PROFESIO IALlZACIÓ
miten ser requerido y reconocido por actores (de ser posible finan- posibilidad de una nueva etapa en la "profesionalización" de las for-
cistas o con acceso a financiamientos) sobre la base de las capacida- maciones en sociología.
des de "resolución de problemas". Tenemos aquí una exigencia ética
que simplemente consiste en no engañar al otro (hablando de lo qm'
no se conoce). Pero luego, también, estar ligado a una "comunidad
científica", una "disciplina" reconocida y enseñada por la universidad, ara no concluir
con la que se comparten referencias teóricas y normas metodológi-
cas y que permite llamarse y hacerse reconocer como "sociólogo", lo
que no quiere decir "tener la verdad sobre lo social" sino "querer bus- En consecuencia, la coyuntura de este cambio de siglo.y d~ ,mile-
caria a cualquier precio, de manera autónoma, teniendo en cuenta nio parece propicia para nuevas iniciativas de profesionah~aCI~~ de
todos los puntos de vista sobre ese universo't.P En ello entra en jue- los estudios de sociología, por ejemplo, al hacer m~~ho m~s ,?s~bl~,s
go una convicción epistemológica fuerte. Esta doble identidad es y explícitas las orientaciones de los DESS ~on "vocac~o~ soclOlo?ca ,
constitutiva del "modelo profesional" que supone una doble fijación: l tender puentes con los DEA "más idennficables teonca~ente . Na-
a una "disciplina" que remite a la universidad y a un "medio" que im- da o casi nada permite hoy que la mayoría de las est~dIantes (muy
plica actores convertidos/" a la legitimidad de esos "saberes" y a su mayoritarias) y los estudiantes de sociología que obt~Vl~ron s~ mae~-
"aplicabilidad" sobre su terreno. Es en el corazón de esta doble refe- tría sepan si deben avanzar hacia una teSIS,~ara ser pnmero m~~st~-
rencia, a la universidad y al terreno, donde se construyen las identi- gadores (o docentes-investigadores)", o hacia un DESS, para s:r pn-
dades de "profesionales", productos, siempre inestables, de una do- mero experto" (lo que no excluye la ínvesugacíon ni l~ ~nsenanza).
ble transacción; "con el otro", vale decir, los compañeros del terreno, Por lo tanto, parece posible defender la hipótesis, ~~mInda cada vez
pero también "consigo mismo", habiendo interiorizado, por la for- , fr ecuencia , de la triple función de los sOClologos: docente,
con mas , .
mación y la experiencia biográficas, una definición de sí que uno as- investigador y experto. Por qué entonces no imaginar,:uentes ~ultl-
pira a que los otros reconozcan [Dubar, 1991]. Por cierto, las identi- ples entre los tres tipos de empleo: reclutamiento de expertos que
dades del sociólogo son múltiples, y no podría ser de otro modo, si hicieron sus pruebas en la universidad (o en. el CN~) y destacamen-
se tiene en cuenta la historia de la disciplina que los produjo. Pero se tos regulares de investigadores Yde docentes-mvestlgadores (a menu-
comprueba el ascenso de una exigencia de articulación entre las tres do aplastados por las tareas de la universidad de masas) no. sol~men-
funciones precedentes, que implican que uno se defina como "cien- te en el CNRS sino en las empresas, administraciones, smdIcatos,
tífico" y como "profesional", y por lo tanto, como "experto". Esta municipalidades, ete., para contribuir en la resolu~~ón de pro~lemas.
exigencia también se aplica en adelante a la gran mayoría de los "so- Cada uno de esos "oficios" ganaría algo. Cada sociólogo podría cu~-
ciólogos extrauniversitarios", cualesquiera que sean su campo de plir las tres funciones en un mom.en~o u otro de su carrera, a condl~
evaluación o sus estatus de empleo [Streicher, 2000]. Ella funda la ción de conservar una fijación principal en una u ~tra.~e estas fun
ciones. ¿Por qué habría que resignarse a lajerarqUlz~Clon actual de
estas tres funciones (implicando a menudo la excluSlOn de los e.xper-
23 Al respecto, pueden leerse las contribuciones muy convergentes sobre este pun-
tos fuera de la comunidad)? ¿Quién puede perder si se la modifica?
to de Francois Dubet, Ehrard Friedberg y jean-Yves Trépos, en O. Kuty y D. Vranken
[2001J.
24 Esta conversión ahora es facili tada por la presencia de viejos sociólogos en pues-
tos de responsabilidad en el campo del management, los estudios e investigaciones, las
políticas públicas. Véase Piriou [2000J.
138 CLAUDEDUBAI\ lASTENTATIVAS
DEPROFESIONALlZACIÓN 139
Voy a tratar de salir de esta alternativa examinando las relaciones Cuanto más se autonomizan las ciencias del hombre respecto del
que la sociología mantiene con la acción sobre los hechos sociales por movimiento de las ideas de las que surgieron, tanto más desarrollan
intermedio de la experticia política y la crítica social. Tanto una co- una "supercrítica" que les es propia. La crítica social cuestiona el or-
mo la otra forman parte del oficio y de la tradición sociológicas; sin
embargo son problemáticas, o por lo menos deberían serio, porque
---- --
den establecido en nombre de un orden ideal, más justo, más racio-
~l; es una desvalorización que implica una valorización. Su motor es
)-
cuestionan, cada una a su manera, la independencia de la sociología el mismo que el de la sátira: castigat (no siempre ridendo) mores respec-
respecto de las demandas extracientíficas poderosas.' to de una norma implícita. Por principio, la sociología científica, por
el contrario, se abstiene de desvalorizar lo que relativiza: se contenta
con poner de manifiesto, develar los mecanismos sociales ocultos cu-
yo producto son las valorizaciones (normas, creencias). De este mo-
La tradición crítica y el desvío edificante do conquista una posición superior de árbitro; al abstenerse de tomar
partido, al esforzarse por ser imparcial y objetiva, domina el debate y
se ubica por encima de la refriega. Nada se le escapa, ninguna valo-
Como la antropología, como la crítica histórica, la sociología sur- rización, y por lo tanto ninguna desvalorización, ninguna idealización
gió del espíritu de libre examen que se desarrolló en el siglo XVIII, implícitamente contenida en la desvalorización del mundo tal y co-
de una crítica de la autoridad que apunta tanto al orden social co- mo es, a la que se entrega la simple crítica social. Se ha reconocido la
mo a los dogmas religiosos y el poder político. El carácter y el pro- oposición weberiana entre el erudito y el político: 2.,arapasar de la crí-
yecto sociológico nacieron del sentimiento de que el orden social no tica social a la crítica sociológica, es reciso que la división de los pa-
es natural ni necesario, así como tampoco el orden político, que, co- peles y del trabajo sea escrupulosamente respetada, que el erudito se
mo él, se impuso por la fuerza y la costumbre; en suma, que es arbi- abstenga de juzgar y decidir.2 - - -
trario. Para que las ciencias del hombre pudieran constituirse, era ne- El pasaje d~ la crítica social a la crítica sociológica, pues, confie-
cesario que ese relativismo protocientífico hubiera penetrado ya el re a la sociología una suerte de jurisdicción suprema. Cuanto más lo-
pensamiento erudito. La sensación de lo arbitrario sigue siendo uno gran las ciencias del hombre afirmarse como ciencia, tanto más dan
de los motores del pensamiento sociológico, como lo testimonia, por la autoridad de la ciencia a la crítica de la autoridadfSu capacidad de
ejemplo, el papel que la sociología de la educación hizo representar desencanto sistemático carece de límites; de la misma manera que la
a la noción de arbitrario cultural extendiéndolo de la cultura, en el economía, la sociología, por una referencia por lo menos implícita al
sentido antropológico del término, a la cultura erudita; es uno de axiomatismo utilitari!ta, reduce los compromisos mora es y políticos
sus principios, en la medida en que las leyes que rigen el orden so- a la expresión y al disfraz de los intereses de quienes los imponen o
cial, y que la sociología se propone descubrir, tienen una dimensión com arten. Al proponerse poner de manifiesto 100000canismos so-
arbitraria. ciales ocultos que están en el origen de toda producción simbólica,
~ \
2 "Tomar una posición política práctica es una cosa, analizar científicamente es- )
1 Retorno aquí las reflexiones que desarrollé en una conferencia ofrecida en el Ins- tructuras políticas y doctrinas de partido es otra [... ]. El establecimiento de los hechos,
tituto de Antropología y Sociología de la Universidad de Lausana en abril de 2000 invi- la determinación de las realidades matemáticas y lógicas, y, por otra parte, la respues-
tado por Giovanni Busino, y en Grignon, 2000. Me apoyo en mi doble experiencia de ta a los interrogantes que conciernen al valor de la cultura [ ... ] o incluso aquellos re-
experto (en el Observatoire de la Vie Étudiante) y de crítico (en dos revistas, Actes de la ferentes a la manera en que habría que actuar en la ciudad, constituyen dos tipos de I
recherche, de la que me ocupé mucho en su creación, y Critiques sociales, que dirigí). problemas completamente heterogéneos" [Weber, 1963, pp. 81-82].
144 CLAUDE GRIGNON OCIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL 145
"*' tica respecto de una ortodoxia se expone a ser tomada por un ataque contra las causas
que esa ortodoxia pretende defender, uno se ve forzado a recordar que esta observación
no implica ninguna desvalorización de causa alguna (cosa que debería ser evidente). 4 Sobre los "artículos de variedad" [Hesse, 1955, p. 27).
146 CLAUDE GRlGNON OCIOLOGÍA, EXPERTICIA Y CRÍTICA SOCIAL 147
mayoría de los sociólogos académicos son ante todo, cuando no ex- marxista, una reputación recelosa de cientificidad, tiene bu nas po-
clusivamente, profesores.P Los elementos dramáticos y fusionales de sibilidades de imponerse como teoría sociológica y de hacer escu la.
la prestación profesoral, la comunicación oral, la relación directa con En sociología como en otras partes, la fórmula de la obra personal
el auditorio, la "presencia" personal, en resumen, todo aquello por contraría y traba el pensamiento científico; y además corre el riesgo
1,
lo cual un curso se emparenta con un espectáculo incita a desarro- de comprometerla. Para conquistar y retener una clientela, para po-
llar los elementos carismáticos de la relación pedagógica y a transfor- pularizarse, la sociología edificante, en efecto, debe hacer vibrar en
mar la transmisión del saber en una relación iniciática de maestro a todo momento la cuerda de la crítica social; pero para luchar contra
discípulos. Así, el profesorado expone a los sociólogos a la tentación la competencia de las otras producciones intelectuales y afirmar su
del profetismo. En nuestra disciplina, favorece la transformación de soberanía, también debe hacer pasar la crítica social por una crítica
pensamientos de -escuela en escuelas de pensamiento constituidas sociológica. Cuanto más toma el análisis sociológico las ~p~riencias,
alrededor de "teorías-obras", que reivindican el estatus de teorías imperturbablesdela cieñci~~ C'ua.ntomis mulupllCa la; refer~n~ia-s\
científicas, que hacen las veces de ella y ocupan su lugar, pero son rudTtas:-cuanto más se
escuda tra;cluso, 'Ostentatori~ y retó-;'i~,d~r
concebidas y conducidas sobre el modelo tradicional de la obra per- l~dísticas, de los gratos y los e'¿tractos de entrevistas. tañto más
--- - - -~ -~~ -.- ---".
sonal, literaria o filosófica [Grignon, 1996]. A la inversa de las teorías inadvertidos pasan los efectos que produce; y cuanto más inadverti-
científicas, que saben que son y pretenden ser provisionales, las "teo- dospasan esos efectos, tanto más·fuerte;·~~n. E!_soci~!?go-q~e .ambi-,
rías-obras" tratan de eternizarse; mientras que la investigación podría cio~era la vez profeso;:-idemagogo-;~~ueva así lajug~a d<:l ?~J
ponerlas a prueba del trabajo empírico, la enseñanza -por la cual se vel~:ealista que hace _co~~_gue_se-óorr~ detrás de ~u creación; alL,
hacen-las exime de ello. Destinadas a ser aprendidas, recitadas y re- pretender que se contenta con "dejar hablar a los hechos" y refugiar-t
petidas, no piden más que tomar la forma memorable de una doctri- e t'i=ásla fachada científica de una teoría que supuestamente asume \
na: lo didáctico engendra lo dogmático. 6 Bi~u~rerüria función de develamiento social, loque h~ce esj~gar '(,
Un pensamiento que logra abrazar una "buena" causa, vale decir, con dos barajas, Como dice M. Weber [1963, p. 80], "evidentemente
una causa aprobada, que cuenta con cantidad de simpatizantes en el Slarr;:;;n-~ra-~ás desleal de imponer desde lo alto de su cátedra una
medio profesional, al tiempo que se construye, según la vieja receta toma de posición" (tanto más desleal cuanto que la cátedra está en-
caramada más arriba en la escala académica).
La sociología crítica no puede escapar al desvío edificante que la
menaza, salvo que practique sin tregua la vigilancia que le es pro-
5 "Nos hemos acostumbrado demasiado a no encarar la ciencia sino para la enss- pia.? Resultado de la competencia entre los sociólogos, la radicali-
ñanza. Esto reside siempre en ese miserable punto de vista de lo útil. Así, hay gente qu .
zación de la crítica sociológica desemboca desdichadamente en des-
no concibe al erudito sino enseñando; las ciencias, sobre todo clásicas y literarias, no
progresan más que en provecho del colegio. ¡Miseria! La ciencia es por sí misma. Ella
calificar y prohibir la "vigilancia de vigilancia" de que hablaba G.
no tiene problemas en prestarse al colegio y empequeñecerse para entrar por su pue Bachelardj'' fue así como la sociología de las ciencias, para superar a
ta, pero es una merced que nos hace. La ciencia es una parte del todo del hombre h
cho; pero ocurre, por accidente, que además tiene una utilidad secundaria: la de ser-
vir en la educación. ¡Ybien! Accede a hacerlo: pero distingan siempre ese uso accesorio 7 Cuanto más rechaza una sociología las disciplinas propias de las ciencias, tan- (~~
de su oficio principal, distingan al profesor (que no es más que profesor) y el libro ele- to ~~te a las resiones que se ejercen sobre ella; sm dú a por eso los soció- ,
mental del erudito del libro de ciencia" [Renan, 1984, pp. 201-202]. legos que pretenden ser los más contestatarios que en general con un en indisci li-
6 "No es la ciencia la que es incompatible con la poesía, sino la didáctica, la cá- na e insüñiísíón) son a menudo los más dóciles.
tedra sobre su estrado, el enfoque dogmático-programático-edificante" [Lévi, 1992, "--8'"U~ realmente instalado en la filosofía de lo racional sino cuando com-
p.205]. prende que comprende, cuando puede denunciar con seguridad los errores y las apa-
148 CLAUDE GRIGNON SOCIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL 149
Merton, pasó del relativismo cultural al relativisrno cognosciti\'o:. Sin un sociologismo y etnocentrismo disciplinario, que es el mismo que
duda, el relativismo absoluto es la forma extrema de la sociología edi- es impone a las leyes que rigen el mundo físico el relativismo abso-
. ficante, p-er~ada nuevo0 sin duda no es tan radicalcomo l luto quita a la sociología crítica la índole científica y objetiva que
\t \ parece. Se inscribe en la tradición de la crítica ;~doIÓgl,a, cuyo prin-
cipio retoma: la objetividad científica que la distingue de la crítica so-
sin embargo continúa invocando; de este modo la reduce al primer
nivel, el de la crítica social. Mediante una inversión completa, la ra-
cial y que le confiere su soberanía. Nada nuevo tampoco en la idea dicalización de la sociología de las ciencias conduce así a la socio-
de que es preciso extender la crítica sociológica a las ciencias, y, en- logía a favorecer el retorno de la necesidad anticientífica como
tre las ciencias, a las ciencias humanas, entre las ciencias humanas a creencia, aquel que el espíritu de libre examen había combatido y
la antropología y a la propia sociología: por definición, la crítica so- expulsa~
ciológica no se impone ningún límite en la elección de sus objetos;
crítica en segundo grado, crítica de la crítica, necesariamente es crí-
tica de sí misma. La idea en apariencia radical según la cual los pro-
ductos de la ciencia, lo que la ciencia presenta como "verdades", es- La experticia, la ley y la norma
tán determinados por sus condiciones sociales de producción y s
reducen a convenciones, nunca es otra cosa que una aplicación d I
programa reductor de base de la sociología crítica, la expresión de cu La oposición weberiana entre el erudito y el político ilustra clara-
escepticismo de principio. mente la ambivalencia de la ley en el mundo social. Como en las cien-
Todo esto no tiene nada que no sea muy sociológico; por eso UII cias de la naturaleza, la ley, en sociología o en economía, tiene un ca-
sociólogo coherente no puede rechazar de entrada el relativism rácter objetivo y verificable; pero, a diferencia de la ley natural,
absoluto, y esto es lo que le permite introducirse sin resistencias en también tiene un aspecto normativo y prescriptivo.? Puede decirse
las instituciones académicas-que se propone conquistar y subvertir. asimismo que la ley, en ciencias sociales, es a la vez del orden del he-
El relativismo sólo se vuelve contra la sociología porque se niega a cho y del orden del valor. El espíritu de la crítica social, que heredó
t
i. transformar suescep¡:iC~mo enüOalllI)Oi:esi~ba,' la sociología, considera exclusivamente a la ley bajo su aspecto nor-
y verificar, vale-deCif,"por todós Iós medios tratar de rechazar, y 1 mativo, lo que la torna incompatible con el espíritu científico. Uno
I convierte en un postulado, unatesisque se propone ilustrar y, sea no se imagina a un biólogo criticando "la vida", "el orden biológico
\ como fueré; poneraresguardo ae la crítica. I)e este modo, por UII establecido", y que se proponga reemplazarlo por un "orden nuevo"
l
pase a.e ~c.?_=, ~uevo, la s;dología se encuentra al fundado en otro principio, por ejemplo, reemplazar la vida basada
servicio de un prejuicio filosófico, que por lo demás escapa a todo en la química del carbono por una vida basada en la química del sili-
/:e~AIP<;;tular-qUelas leyes que rigen el mundo social cio. Sin duda, el físico, el biólogo, se proponen actuar sobre la natu-
son absolutamente arbitrarias, y de ningún modo necesarias, y poI' raleza; no es imposible que un genetista loco sueñe con "revolucio-
nar" la vida en nombre de una visión personal del mundo. Pero los
más voluntaristas saben que para actuar eficazmente primero es pre-
riencias de comprensión. Para que una vigilancia de sí tenga toda su seguridad, de al. ciso "aceptar" la realidad, vale decir, admitir que existe de manera in-
guna manera es necesario que sea ella misma vigilada. Entonces se corporizan formas
dependiente de nosotros, y que nos resiste: naturae non imperatur nisi
de vigilancia de vigilancia, lo que nosotros, para abreviar el lenguaje, designaremos
por la notación exponencial: (vigilanciaj I. Daremos incluso los elementos de una vi
gilancia de vigilancia de vigilancia; en otras palabras. de (vigilanciaj ?" [Bachelard,
1949, p. 77]. 9 Sobre la "tensión" entre estos dos aspectos véase Israel, 2000, p. 82.
150 CLAUDE GRlGNON OCIOLOGÍA, EXPERTIC!A y CRÍTICA SOCIAL 151
parendo.t'' La tradición crítica denuncia la arbitrariedad de las leyes ponen? La tecnicidad, la impecabilidad científica reales o supuestas
que rigen la sociedad; el espíritu científico, por el contrario, obliga de la experticia lo convierten en un desafío político e ideológico. La
a reconocer que no son menos necesarias que las leyes del mundo ixperticia ad hoc, destinada ajustificar una decisión a priori, totalmen-
físico. te guiada por los fines que se le piden que sirva, sin duda es un caso
En su principio, la experticia se atiene al aspecto verificable por extremo, pero todo experto resulta confrontado con las demandas
el cual las leyes que rigen a la sociedad se emparientan con las que ri- de un comanditario más o menos urgente, más o menos inclinado a
gen a la naturaleza. Mientras que la crítica social, que denuncia una 'specificarle las cuestiones que le interesan y a sugerirle los resulta-
realidad detestable y anuncia una sociedad ideal, es una profecía, la dos que espera.
experticia es un diagnóstico, destinado, como el del médico, a mejo- La experticia sólo parece confiable porque su tecnicidad garan-
rar el estado del paciente; para perfeccionar el mundo, renuncia" tiza que sus veredíctos sean meras verificaciones, exentas de todo jui-
querer un mundo perfecto. Al apoyarse en una modelización estadí. - io de valor. De hecho, las demostraciones sociológicas nunca están
tica y en la formalización matemática, al dotarse de un vocabulario a resguardo de las valoraciones y las ideas preconcebidas; la sociolo-
técnico especializado, la experticia escapa a las facilidades y a las tram- gía de servicio más sometida a una política o a una doctrina ocasio-
pas del lenguaje natural [Grignon, 2001]. A diferencia de la crítica nalmente se esfuerza por adoptar la apariencia de la experticia.!! La
social, la experticia se impone límites: aparta las cuestiones demasía- xperticia sociológica más rigurosa e independiente está muy lejos
do generales y se niega a interrogarse sobre el valor último de los fi- del modelo de la experticia técnica derivada de un saber científico
nes que persiguen los tomadores de decisiones que la solicitan. La r '- hace ya mucho constituido y experimentado, suficiente para deci-
serva del experto se parece mucho a la del erudito que, para conocer dir acerca de lo verdadero y lo falso en el fragmento circunscripto de
el cómo de los fenómenos, renuncia a interrogarse acerca del por- realidad al que se lo aplica; el sociólogo (y el economista) experto dis-
qué: la interrogación sobre el sentido es el equivalente de la interro- pone mucho menos que el ingeniero,. menos todavía que el médico,
gación sobre el valor [Bernard, 1925, p. 54]. de una teoría que le permita plantear con seguridad las preguntas
En consecuencia, puede imaginarse sin mucho trabajo un ese - onvenientes y tener de antemano la seguridad de que existen las
nario donde la experticia reemplazaría a la crítica social a medida qu ' oluciones correctas. La apariencia de certeza técnica que nuestras
la sociología se distanciara de la infancia de las ciencias. Pero el pa- xperticias logran producir resulta, por un lado, de la aplicación
saje de la adivinación o de la receta de sabiduría a la experticia pre- mecánica a objetos particulares de una instrumentación y una forma-
senta el mismo riesgo que el pasaje de la crítica social a la crítica so- lización matemática tomada de las ciencias exactas; la especialización,
ciológica; en la medida en que el experto se propone aplicar los que permite escapar a los lugares comunes de la cultura general, pe-
métodos científicos a las cuestiones políticas y morales, también re ro que ignora por definición los límites en los cuales se encierra pa-
encuentra en posición de árbitro supremo. Cuanto más neutra e im- ra desarrollarse, corre el riesgo de transformar las investigaciones en
parcial es o parece ser la experticia, tanto mejor justifica las decisio- studios alejados de toda reflexión teórica o crítica. Por no someter
nes políticas: al reducirlas a imperativos técnicos, les da un fundamen- I demanda de experticia a la crítica sociológica, se olvida que "cuan-
to racional porque les da un fundamento necesario. De hecho, todos do se trata de problemas fundamentales, el objetivo no nos es dado"
los días vemos que lo político se cobija tras el experto: ¿cómo consi- [Weber, 1963, p. 90].
derarIo responsable de decisiones que toma solamente porque se im-
Al suministrar o tener la apariencia de suministrar respuestas me- valores de que es portadora a las posiciones y los intereses de los ac-
ramente técnicas a las cuestiones políticas y morales, las experticias tores ~ gru~~~ de los que emana, y tanto más el sociólogo debe hacer
más coincidentes con e! espíritu científico ocultan e! carácter norma- ~l socíoanálísis de su caso y de sus simpatías personales. Por no prac-
tivo de las leyes de que se ocupan las Ciencias sociales. Olvidan que su ~car este ejerci~i~ elemental de desencanto, e! sociólogo comprome-
verificación no tiene ni e! mismo sentido ni las mismas consecuencias tido, pero tambiéri el experto, tienen todas las posibilidades de com-
que la de una ley física: al verificarlas, sin demasiado trámite, se hace partir cr_ee~ciasq~e al mismo tiempo se prohiben relativizar y de ese
algo más que reconocerlas, se las acepta. Hemos visto que e! sentimien- modo ariadir ~ las Ilusiones que la sociología podría ayudar a disipar.
to de lo arbitrario, que alimenta el humor crítico, hace olvidar que la . En la medida en que la experticia está estrechamente asociada a la
necesidad de las leyes que rigen el mundo social no es menor que la en~uesta, ya la encuesta estadística [Armatte, 1992], obliga a la socio-
de las leyes naturales. A través de un desvío opuesto y simétrico, el sen- logia a tareas de observación, descripción y verificación que la ayudan
timiento de la necesidad, de que está animado e! espíritu Científico de a reformular en sus propios términos los problemas sociales y políticos
la experticia, corre e! riesgo de hacer olvidar su arbitrariedad. que s~ le ~lantean. Toda encuesta sigue siendo una prueba empírica.
la mas onentada, por poco que observe las reglas elementales del mé-
todo, todavía corre el riesgo de sorprender: jamás confirmará totalmen-
co de poner de manifiesto las relaciones entre las entradas y las sal! ya real~zación se inclina hacia la catástrofe. La necesidad de anticipar
das de un proceso sin tener que conocer los encadenamientos qUI\ el conjunto de los efectos posibles de una decisión, a jortiori de un
conducen de las causas a los efectos. La experticia fundada en 11\ Irograma, es tanto mayor cuanto más diferidas y fáciles de eludir son
investigación estadística, pues, consiste no tanto en explicar a postn las sanciones de la realidad a la que se aplican: es la ausencia de san-
riori una tendencia o un acontecimiento como en multiplicar las va ió~ inmediata la que permite lanzar quimeras políticas que son el
riaciones imaginarias y simular los efectos posibles de las decisiones quivalente de lo que sería un avión concebido en ausencia de teoría
I
1
políticas. ~rodinán:ica del ala por mimetismo ingenuo con el pájaro. El prin-
Si la cantidad de lugares en la ciudad universitaria aumenta '-,( ipal obstaculo para el desarrollo de esta sociología preventiva, sin
ustedes la aumentan-, entonces las posibilidades de los buenos alum duda, es la tendencia de la sociología de engendrar utopías, a través
nos (mención en el bachillerato, bachillerato obtenido a los 18 años el sesgo de seudoteorías que deben una buena parte de su éxito a
o antes) surgidos de familias pobres (menos de 5.000 francos pOI u índole profética. El carácter precien tífico de estas visiones perso-
mes) de exiliarse para hacer estudios científicos largos aumentan (UN ales del mundo se observa muy particularmente en el contraste en-
tedes las aumentan). e su ambición interpretativa ex post, capaz de poner en claro el me-
El desarrollo académico de la sociología, la diversidad de los em or signo del pasado, y su completa impotencia predictiva.
pleos que llegó a ocupar no deben hacer olvidar que sólo pudo nacer Cabe esperar que las tareas de experticia favorezcan el desarro-
en una configuración histórica singular, sin duda demasiado singul.u llo de l~ sociología preventiva.F Hay que desear que las generacio-
para durar. En consecuencia, la sociología dispone de un plazo bastan es venideras se sorprendan de la brutalidad de nuestra medicina'
te corto para hacer sus pruebas. A falta de notar su ventaja específi :\, I violencia primitiva de nuestra historia, sin embargo, hace soña:
de mostrar que su punto de vista y sus métodos son los únicos que pel on ~~a sociología que sería a la política lo que la biología es a la
miten hacerse una idea objetiva y realista de la estructura y el funciona edicina actual. Sin lugar a dudas estamos muy lejos de ello. Para
miento de la sociedad, de penetrar el misterio de las relaciones sociales o sería necesario que la sociología deje de depender tan comple-
y de este modo hacer que la vida social sea un poco más tolerable, la so mente de la esfera política, y logre sustraerse a una dominación
ciología propiamente dicha tiene muchas posibilidades de desaparecer, ue se ejerce sin pensado, por intermedio de la politización de los
de disolverse en parasociologías domésticas y de reabsorberse para t I
minar en las variedades culturales y en el debate de ideas ordinario. Pa ti
ciólogos. De no ser así, la experticia correría el riesgo de transfor-
ar la sociol~gía "" un~ ~ecnología social servicio del más fuerte:
ue.stra utopla s~,mver~na an~es incluso Je haber comenzado a cor-
ra sobrevivir a la reunión improbable y precaria de las condiciones so
ciales que la hicieron posible, la sociología debe satisfacer una necesidat I onz~se. También sena preciso que la sociología logre abstenerse
latente de inteligibilidad de la sociedad que el inconsciente de las prá: las Ideologías políticas, que -otra forma de dependencia- son la
ticas políticas e intelectuales no deja de reprimir y disfrazar; en suma, roga en la que busca la inspiración y por la que se esfuerza en esti-
debe cumplir con sus funciones sociales, a condición de que renun it ular el entusiasmo del público. Parece cada vez más difícil mante-
a la mayoría de los usos sociales a les que se presta. er la e~igencia de una sociología científica. Sin embargo, es el úni-
A! trabajar para el conocimiento de las leyes que rigen la socio me~l~ de e~capar a la alternativa de la utopía fatal y de la
dad y el curso de la historia, la sociología ayuda a prever, y acaso 11 eptacion fatalista del orden establecido.
prevenir; sin lugar a dudas, aquí es donde su intervención es m:'ÍN
necesaria y urgente. En efecto, es en ausencia de un conocimienrn
12 S b 1 . "
suficiente de esas leyes, a favor de una ignorancia más o menos d (' o re a OpOSIClOnentre el espíritu del utopista y el "del innovador, del inven-
ta, donde germinan y se desarrollan las utopías políticas y sociales cu r, cambiante, fantasioso, extravertido", véase Lévi, 1992, p. 30.
156 CLAUDE GRIGNON
tamcnte aceptados ni discutidos como tales. Las virtudes de la postura crítica son
)' Entonces, la salud de la sociología no sería más que un asunto dI °nmt partidas por lo~ sociólogos. y para PO~::I~ee~~:~:~i:~e:sl::~~~
equidistancia entre esos dos escollos, porque la experticia sin crítir 1 emente necesano qu 1 . 1 '
crítica p l f e a SOCIOogla logre contener los desvíos de
'no tiene alma, y la crítica sin experticia carece de carne. Las dificul o.r, a. uerza de la verdad científica, desconfiando de toda
tades, incluso reconocidas, son no obstante minimizadas y concch presentacIOn madecuada de la realidad P .
os siguen concibiendo el mundo social co or Cierto, pocos sociólo-
das a lo sumo como un desvío superficial, corregible en cuanto a 11 ., mo estructurado por un
esencial con ayuda de un movimiento pendular que va de la expert ~IOn entre ~~silusiones y las bases reales de la existencia, una suer~
cia a la crítica, y viceversa. En consecuencia, siempre son captadas ('(1 e concepcIOn de dos caras de la realidad. Pero en la m ía d
s casos si di' . ayona .e
mo tensiones que de ningún modo cuestionan la legitimidad del 1 t : lempre es e conOCimIento científico de los hechos y d 1
ve1amlento de lo real que . , e
zo entre el conocimiento sociológico y la acción social. . garantIza, de donde supuestamente flu-
Por desgracia, no todo es tan sencillo. Si no viene mucho a CU<-II , armonIosamente, la verdadera crítica de la sociedad. y de todas
to desdeñar radicalmente el valor del saber sociológico, a tal puutu aneras, para esa perspectiva, un sociólogo no puede no enf t
los conocimientos -en cuanto experto- adquiridos por cualquier ~(I con la cara Oscura de una sociedad, con sus mentiras o idar ar-
ciólogo y las solicitaciones de que es objeto reducen su alcance, '11 tal.~u.n~osus trab<ti~sregistran desvíos asombrosos en~re~;~~i::~;~
cambio la utilidad o la pertinencia prácticas de los conocimiento o lCia es y las realIdades sociales 'Cómo pod '
g' '. .é na entonces la socio-
sociológicos a menudo distan mucho de ser evidentes. La multip] ~a,:n su misma actitud, no ser crítica? En consecuencia hasta se-
cación de evaluaciones de resultados diversos, hasta contradictorlm, a ermana gemela de la crítica. '
el aggiornamento constante de categorías más o menos operativas, 111 ~in emb~:go, sociología y postura crítica no se confunden El p
~~ct· . ~
evidentes errores inducidos por la transposición abusiva de los I n ICOno puede alimentarse en exclusiva de 1
sultados, la proliferación de resultados de investigaciones sin 1I 11 l~s!nvestiga~iones. En este sentido, la bUena SOCiolo;;ar~:::dos
tízó la exacnrud de una toma de posición crítica. Ya la i~versa~~
DANILO MARTUCCELLI SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 161
160
exactitud de una postura crítica a menudo puede oponerse a las exi- miento de otros lectores, transformándose entonces, verdaderam n-
te, en formas de "conocimiento" de lo real. El misterio y la mistifí-
gencias de una actitud sociológica.
De hecho, existe una serie de tensiones estructurales entre la so- cación de toda postura crítica es que en el mismo momento en que
ciología y algunas dimensiones, acaso las mejores, de la crítica social. supuestamente describe la realidad, de hecho está recreándola, en
En la primera, la verosimilitud del conocimiento producido, así co ocasiones inventándola. Precisamente por eso cuando se mira de
mo la fidelidad a la realidad, son de rigor, mientras que, en la segun- cerca, rara vez las posturas críticas dan verdaderamente cuenta del
da, las adhesiones morales y las iras personales son centrales. La so mundo. A menudo, excesivas o aproximativas, más figurativas que
ciología sólo existe cuando permite captar mejor la realidad, mientras demostrativas, no dejan por ello de tener una increíble fuerza de
que la crítica, con mucha frecuencia, supone la evocación de otro enunciación y evocación. Puede cuestionarse la legitimidad de la
mundo. La sociología está obsesionada por la realidad, y de ninguna realidad económica de la plusvalía, pero difícilmente se pueda ha-
manera puede tomar distancia a su respecto; la crítica, a la inversa, cer a un lado la evocación carnal que transmitió de la explotación.
tarde o temprano, frente a ella, debe tomarse libertades intelectun Después de todo, la obra probablemente más profunda de crítica
les. Si la sociología necesita cierta concepción de la verdad es porq\1 que lás ciencias humanas produjeron en el siglo xx, la de M. Fou-
se mide y se confronta con la realidad, mientras que los méritos d 111 cault, es a menudo juzgada sociológicamente de una increíble inve-
crítica como palanca de la acción están más fundados en su fuerza d rosimilitud. Y sin embargo, sus obsesiones personales, como pocas
persuasión, en sus capacidades para convencer, en la indignación 01~ otras representaciones -claro que ciertamente más en los medios
ral que suscita, en ocasiones a despecho incluso de la inverosimilitud intelectuales- terminaron por convertirse en fórmulas cotidianas de
relativa de los hechos expresados. La postura crítica se apoya en /111 nuestra percepción de la realidad.
lapados pero siempre importantes distanciamientos con la realidad Es difícil entonces no formular el interrogante: ¿por qué el tra-
Mucho más de lo que se cree, se encuentra bajo el dominio de -1 bajo y los sondeos sociológicos, a despecho de su verosimilitud, no
mentos subjetivos, de reacciones morales que introducen una VII logran impactar las imaginaciones de manera tan fuerte y durade-
luntad de modificación de lo real, aunque retóricamente siernpt a como las obras críticas, que sin embargo son, si no falsas manifies-
se presente como una respuesta a una situación determinada y a 11 mente, en todo caso más bien inverosímiles? ¿Cómo es posible, por
~emplo, que el establecimiento de una causalidad inmediata entre
posibilidades virtuales que encubre.
Decir entonces que la sociología en cuanto ciencia contribu los prejuicios raciales en lo cotidiano y el exterminio de una minoría,
a una obra de claridad, y que una vez escogidas las perspectivas 11111 incluso la comparación entre el principio identitario del pensa-
rales está obligada a rigurosas exigencias científicas comunes a 1"1 iento humano y el Holocausto, a despecho de su inverosimilitud so-
cuerpo profesional, es en este punto una posición muy atinada, l' ial e histórica, se hayan impuesto?
ro insuficiente [Weber, 1965]. La tensión intelectual entre el trah 1 Es posible que una parte de la explicación radique en la escritura.
jo sociológico y la postura crítica, más todavía que la relación enh 1 trabajo sociológico, más allá de la diversidad de los métodos, se pre-
la ficción novelesca y la realidad social, es un verdadero asunto ti nta siempre como interpretando la realidad a partir de los discursos
contrabando [Vargas Llosa, 1996]. Llegado el momento, en efu I uministrados por los propios actores, cualquiera que sea, por lo de-
se trata de hacer pasar, sin resguardos, una voluntad por una V I ás, el grado de distancia que el sociólogo adopte luego respecto de
dad. En su forma consumada, lo que la postura crítica agreg \ I as representaciones. Esta perspectiva, empero, casi inevitablemente
mundo supera de manera inconmensurable lo que se extraía dI I nduce a la sociología a redactar sus libros en la mejor tradición del
con ayuda de los estudios sociológicos. y la paradoja es que en (1 rrador omnisciente de las grandes novelas del siglo XIX [Cohn,
siones las imágenes críticas así construidas impactan el ent '11 11 81]. La intriga, presentada con una gran ingenuidad narrativa, siem-
)1
162 DANILO MARTUCCELLI
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 163
pre ocurre en dos niveles diferentes: por un lado, las peripecias "no-
velescas" de los actores, y, por el otro, y de tanto en tanto, la mirada te a cubierto de observaciones atinadas qUe señalan sus límites o sus
omnisciente del escritor-sociólogo que emerge tras las líneas y ION exageraciones. Luego, su poder de persuasión pasa evidentemente
acontecimientos presentados, con mayor o menor discreción, para r ,- por el uso de fórmulas más o menos literarias que se dirigen a la emo-
cordal' al lector que él sigue siendo el dueño de la composición final. ción y al sentimiento de injusticia de los lectores. Aquí la crítica es
En la novela del siglo XIX se adoptaba la forma de las intervencion 'N más bien moral, y en la actualidad, a despecho de todos sus extravíos
"exteriores a la ficción" del narrador. En la sociología, las más de I<lN políticos, fue lo esencial de la actitud sartreana y de la terrorífica be-
veces se adopta la forma de una gravosa discusión sobre las diversas l~ezade más de una fórmula cuyo secreto conservó para siempre con-
perspectivas de interpretación posibles u opuestas. SIgO.Por último, existe una crítica que se ubica en el límite de las cien-
Hagamos a un lado aquí el hecho de saber si esa distancia es o no cias humanas porque, con más honestidad que las dos precedentes,
una prenda de plausibilidad científica del discurso sociológico, all acepta que es una forma de extrapolación imaginaria, y que por otra
donde el individuo objetivado por determinaciones objetivas sería in- parte muy a menudo se presenta literariamente como una obra de
capaz, entregado a sí mismo, de acceder a sus propias objetivacion ·8, ficción distópica. Evidentemente pensamos en Kafka, Orwell y Hux-
Más importantes para nuestra reflexión actual son las consecuencias le~ pero también, y más cerca de nosotros, aunque la frontera ya es
directas que se deben extraer de la estructura narrativa en movimien mas porosa, en Mcl.uhan, Debord y Baudrillard.
to. La exterioridad de la mirada sociológica conduce a un divor io A despecho de sus evidentes limitaciones sociológicas, estas estrate-
bastante grande entre los diferentes niveles, donde, llegado el mo gias críticas hablan en ocasiones más que los laboriosos estudios de la
mento, la razón última de una situación está ubicada fuera de toda ociología. Por cierto, no de la misma manera ni con los mismos efec-
posibilidad ordinaria de acción. Bien mirado, el relato sociológico no tos. Pero eso no impide que el poder de evocación de la postura crítica
argumenta tanto a través de sus partes y subpartes como ilustra Ull I veces sea casi inversamente proporcional a su grado de verosimilitud
actitud a través de los fragmentos transformados en secuencias. ociológica. En cambio, el estudio sociológico, si logra restituir fielmen-
hecho, el principio mayor de argumentación sociológica puesto '\1 te una situación social, casi inmediatamente ve cómo se agota su actitud
práctica se asemeja al de los reportajes televisados durante los sini ' rítica en lo que a lo sumo no es más que una denuncia de los sufrimien-
tros: los actores del drama, los bomberos y los socorristas, y más l¡\I os o las oportunidades desigualmente repartidas. De este modo los so-
de, más lejos, los responsables políticos. Ésta es la tríada de los papr iólogos no pueden dejar de criticar fuertemente las posturas críticas,
les, en el fondo rara vez perturbada, de los relatos sociológicos: I que, con justa razón, consideran exageradas y a menudo muy simple-
malestar y la desorientación de los actores, los estados de ánimo dCII ente ~alsas;~ientras que los partidarios de las posturas críticas no pue-
personal estatal colocado en el frente; por último, la mirada objetiv I en dejar de tildar de conformismo a una disciplina cuyo criterio de ver-
y objetivante del sociólogo. ad científica limita la imaginación crítica.
A la inversa, la postura crítica en sus mejores momentos recun
a otros tres recursos narrativos. Ante todo, y en una relación estre "1
con el modo de argumentación que se pone en marcha en el relatu
cinematográfico, utiliza imágenes que, paradójicamente, van a a 11 ites
rar tanto mejor lo real en la medida en que en un primer momento
se alejan ostensiblemente. Desde Rousseau hasta Foucault, pasandu
por Marx, Lévi-Strauss y la Escuela de Frankfurt, los ejemplos SOII El reconocimiento de una tensión estructural entre el conocimien-
abundantes. Por eso mismo la postura crítica se pone inmediatamcn sociológico y la postura crítica debe llevamos a una revisión de sus
spectivos lazos con la acción social. E incluso si el problema no se Ii-
164 DANILO MARTUCCELI.J SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 165
mita de ningún modo a la tradición marxista, es en sus diversas filiacio- sentido como se debe interrogar el lazo de desgaste localizable en-
nes, reconocidas o no, donde la sociología conoció las expresiones más tre la postura crítica y una suerte de fatiga de la opinión pública,
ambiciosas de este proyecto. El problema central no es otro que el d '1 frente a cierto discurso de la denuncia. Sartre vivió a lo largo de to-
pasaje de lo informe social y cultural al orden político y a la disciplina da su vida con la ilusión de que bastaba denunciar el escándalo de
moral. Esta perspectiva es inseparable de la convicción íntima de qu(' la opresión para lograr, aunque fuera un poco, restablecer el senti-
es preciso arrancar a los hombres del estado brumoso o de la impuro do de la verdad. Nuestra situación actual obliga a reconocer los lí-
za en los que se encuentran para llevarlos a un nivel más alto de con- mites de esta actitud. En este sentido, el deslizamiento de algunos
ciencia y libertad. El combate revolucionario no era otra cosa que la ea- intelectuales, más allá de los narcisismos individuales, en ocasiones
pacidad de oponer a la disciplina burguesa, mecánica y autoritaria, una traduce una verdadera desesperación. ¿Qué hacer cuando no basta
contradisciplina proletaria autónoma y espontánea. Desde entonces, ya con escribir para "intervenir" en los acontecimientos? ¿Qué ha-
las variantes fueron muy diversas, pero siempre, de una manera o de cer cuando la denuncia -a despecho de su vigor como tema de la
otra, se trató de escapar al dominio de una concepción dominante d 1 crítica de lo cotidiano- no atrae, o lo hace de una manera extraña-
mundo, rutinaria, familiar, logrando forjar una visión alternativa cons mente selectiva, la atención pública? Por supuesto, ningún sociólo-
cien te. En la medida en que los individuos están sumidos en las eviden- go es ingenuo al punto de pensar que la publicación de sus investi-
cias de una concepción del mundo que no cuestionan, se ven obliga gaciones podría conducir a un cambio social, que basta con conocer
dos a pensar de manera dispersa y ocasional. A la inversa, gracias al o descubrir las desigualdades para que sean corregidas. Pero hay
saber, los individuos supuestamente son capaces de cuestionar sus si. que extraer todas las consecuencias del hecho de que ya no estamos
tuaciones de vida, salir de un estado no reflexivo o rutinario, y lograr en un mundo donde la ignorancia de los hechos todavía podía ha-
alzarse a una concepción del mundo reflexiva y coherente. Gracias a cer las veces, para algunos, de excusa moral. Y tampoco se trata ya
ese trabajo, el individuo debe así convertirse en un "protagonista", ay r de decir que la gente no quería entender o no quería saber, como
de la historia, hoy más modestamente de su propia vida. En resumen: a veces pudo ocurrir a propósito de la experiencia de los campos de
en esta perspectiva, el conocimiento crítico siempre, supuestamente, concentración. Hay que rendirse a la evidencia de que de ahora en
informa de manera más o menos inmediata acerca de la acción. Pero más la opinión pública las más de las veces está informada, y que
¿siempre ocurre eso? Un exceso de conocimiento ¿llevanecesariamen- permanece indiferente.
te a un exceso de acción, aun de liberación? La denuncia se extendió como metástasis durante el siglo xx.
Las sendas de pasaje de la ignorancia al saber, y de éste a la a '. Con razón, acompañó la expansión del poder totalitario, así como
ción, a través de la crítica, son mucho más complejas que lo que UII la politización de campos hasta entonces a resguardo de la mirada
relato ampliamente ecuménico deja entender. Por cierto, una paru crítica, pero, de ese modo, terminó por socavar en el fondo sus pro-
de la sociología se esforzó por distinguir entre diversos tipos de resis- pias bases. Para emplear una expresión de Simmel, estamos aburri-
tencias u obstáculos según se tratara de la falsa conciencia, de la ma- dos de la denuncia. Por cierto, hay escenas que nos siguen irnpac-
la fe, de la ignorancia, del error, del cinismo, de la conciencia desga- tando, y las violencias políticas denunciadas o mostradas por los
rrada. Indudablemente, una vez más, la sociología no dejó d periodistas tienen todavía un papel de catalizador, a menudo de una
cuestionar el lazo entre los marcos de interpretación y las oportunl empatía moral, en ocasiones de una toma de conciencia, más rara-
dadesde acción, como desde hace décadas lo hacen los teóricos do mente de un bosquejo de acción. Pero lentamente se extiende una
la movilización de recursos. abulia, un estado de ánimo colectivo que hace que nuestra capaci-
y sin embargo, estas actitudes a menudo dejan fuera de la pro dad de indignación moral frente a las injusticias se debilite conside-
blemática las dimensiones propiamente morales. Pero es en esto rablemente [Tester, 1997].
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 167
166 DANILO MARTUCCELLI
las fronteras de la responsabilidad profesional en la escucha y la pro- alguna parte, un poco, debe s~r cercana a los actores sociales. El (
ducción de conocimientos verosímiles. Pero entonces es preciso ser nocimiento sociológico es una alteridad familiar. De este modo,
conscientes del hecho de que esos "diagnósticos", por críticos que siempre corre el riesgo de conocer dos formas de degradación. Por
sean, de ningún modo pueden hacer las veces de "proyectos". un lado, construcciones demasiado alejadas de la práctica real de los
Estas situaciones, empero, por anecdóticas que parezcan, no de- actores pueden entonces resultar incapaces de inspirar una ..renova-
ben obstruir la conclusión que se impone. Hay que apartar de entra- ción de las prácticas sociales. Por el otro, y exactamente a la mvers~,
da posiciones extremas que, so pretexto de crítica radical, impugnan, los conocimientos no sólo no parecen aportar nada a los actores, Sl-
en nombre de un nihilismo intelectual estéril, toda validez crítica al no que, demasiado cercanos a ellos, termin~n dando vuel.tas, ~rodu-
conocimiento sociológico. En muchos campos de la vida social sería ciéndose y repitiéndose las mismas observaciones con vanas decadas
posible mostrar hasta qué punto influye en forma duradera en las
de intervalo.
prácticas sociales. Por tanto, de ningún modo se trata de cuestionar Pero estas dificultades, y precisamente sobre eso vamos a detener-
una vez más la idea, tan consustancial a cierta representación de la nos, también proceden de las modificaciones localizables por el lado
modernidad, del papel liberador de la razón en la historia humana. de la dominación social. Durante mucho tiempo el punto nodal del
En cambio, hay que tomar debida nota de que la acción social no es proceder sociológico, y no ya solamente de la postura del intelectual
la hija pródiga del conocimiento, por crítica que sea. Idea simple y crítico, fue mostrar los conflictos detrás del orden. Entonces la pos-
evidente, dista mucho de ser una revelación contemporánea;jamás tura fue criticar las imágenes de una modernidad conquistadora que
fue totalmente ignorada. Y sin embargo, las dudas estaban como se identificaba con el progreso y con la confiscación por las elites del
aplastadas por la confianza que una buena parte de los sociólogos, monopolio de la razón. La sociología, mucho más y con .mu~~a más
más o menos inmediatamente, ponía por un lado en el saber, por el fuerza que otras disciplinas, supo mostrar la parte de dominación que
otro en los beneficios de la opinión pública. Inclusive en las versio- implicaba ese proceso, pero sobre todo hasta qué pu~to la ~xplota-
nes más reflexivas y autocríticas, la sociología sólo encara de manera ción y la alienación eran inherentes a las sociedades mdustnales de
muy marginal los perjuicios posibles del conocimiento sobre la ac- clases. Más allá, entonces, de tomas de posición políticas personales,
ción, porque, a pesar de todo, sigue adhiriendo a una imagen de la esa actitud crítica le era casi consustancial, a tal punto supo mostrar
emancipación asociada de manera muy ingenua con el pasaje de for- las situaciones de incertidumbre detrás de la supuesta racionalidad
mas sociales mistificadas a la verdad. de las organizaciones [Crozier, 1963), y los conflictos de clase detrás ~e
los valores de una sociedad [Touraine, 1973). En pocas palabras, de tras
de la opacidad de los procesos, encontrar a un responsable. El o~den
social aparecía como una evidencia y el conflicto, como un.a .reahdad
Desafío mucho más frágil y "oculta", o como una realidad que participaba en
su mantenimiento.
En la historia del pensamiento sociológico, y a despecho del
El cuestionamiento de la relación considerada en lo inmediato cambio de lenguaje, sin duda alguna es la fórmula de Marx del pa-
como universalmente positiva entre el saber sociológico y la acción saje de la "apariencia" a la "esencia" la que mejor ,sintetizó esta ~o-
emancipadora remite a dificultades de diferentes naturalezas. En la luntad crítica. Sin embargo, al respecto, hoy en dia nuestras SOCle-
raíz, el origen es de índole epistemológica: la sociología debe ofre- dades en el nivel de sus representaciones, tienen que habérselas
cer una interpretación mejor, o por lo menos, siempre una interpre- meno~ con el orden y el fijismo de las formas sociales que con el "de-
tación "diferente" del comportamiento social que, sin embargo, en sorden". Piénsese en la representación liberal de la sociedad de mer-
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 171
170 DANILO MARTUCCELLI
ciales situaciones que tendía a vivir como personales, como los estu- postura crítica y a la vez reconocer el nuevo horizonte de intercam-
dios feministas -mucho mejor que otros- supieron mostrarlo desde bios en el que entraron sus relaciones. En esta situación, la sociolo-
hace años. Así, el objetivo es llegar a socializar esas pruebas, quitan- gía tiene más de una cosa por aprender de la imaginación narrativa
doles una parte de su carga negativa, logrando incluso que domina- puesta en práctica en la postura crítica, y requiere más modestia en
ciones ordinarias que hoy en día tienden demasiado naturalmente" us capacidades para informar la acción.
psicologizarse sean resocializadas, en parte gracias al conocimiento
sociológico.
La sociología, en su vocación crítica, puede participar en ese
trabajo modificando un poco sus relatos analíticos para dar cuenta
de la similitud de los estados y las pruebas de dominación entre gm-
pos sociales ubicados, sin embargo, en universos sociales distant ,
y muy diferen tes en apariencia [Martuccelli, 2001]. Si se demora 11
el develamiento de las causas, de la "esencia" de la dominación, la
sociología crítica abandona el nuevo desafío. A saber, la producci 11
del sentimiento de semejanza, a falta del cual la solidaridad no 'H
posible. Por cierto, ese trabajo no desemboca supuestamente ya 11
forma directa, como lo predicaba antaño la crítica, en un exced ,()
te de acción. Y no es el único ni el principal atributo de la sociolo
gía. Pero debe tomar debida nota de que la toma de conciencia en
adelante pasa no tanto por un despertar crítico como por una pr o
cupación de comunicación de las desdichas. Para ello, no basta ylI
con mostrar las interdependencias estructurales. El reconocimicn
to del sufrimiento del otro permanece difuso porque es alimen tII
do por el sentimiento de que demasiadas cosas nos separan de '1.
La sociologíajamás se confunde con la postura crítica, porque su
exigencias insoslayables de verosimilitud y de rigor la alejan de elln.
Pero los límites crecientes de una posición que hace derivar inrnedin
tamente la verdad crítica de la verdad científica invitan a un nuevo
examen de la complicación actual de sus relaciones. De ser necesaria,
la solidaridad no será un producto del reconocimiento de la sola 1111
manidad del otro. A la inversa, pasa por la capacidad de la postura ('1
tica de establecer una relación social y subjetiva entre situaciones dI
vida, a despecho de las cercanías y a pesar de las distancias a la V('~,
Los sociólogos, al tiempo que respetan sus exigencias disciplinad \ ,
deben integrar esa nueva necesidad crítica cuando definen sus plt\
blemas, cuando dan forma a sus resultados. Así, en un único y mismu
movimiento, es preciso afirmar la diferencia entre la sociología y 11
174 DANILO MARTUCCELLI
Referencias bibliográficas
8. Ciencias, sociología, política:
¿quién peritará a los peritos?
por Samuel Johsua *
trario, es fundamental, y Sokal y los suyos todavía no acabaron con él. es, y de las relaciones con esos objetos? ¿Por qué milagro pueden
En efecto, aquí realmente hay una "ciencia" universal y común a lO- 'construir", de manera independiente, concepciones justamente ap-
das las culturas: uno no se arroja sin precauciones de una altura de s para ser compartidas? Ya Ludwig Wittgensteín, pues, había impug-
treinta metros al vacío. No tenemos ninguna necesidad de Galileo pa- ado ese abordaje de la ciencia como "producción del lenguaje" (y
ra saberlo. ¿Cómo (por qué milagro) determinadas relaciones con '1 e una manera general como "producción social") para afirmar final-
saber, tan diversas a través de las culturas humanas, podrían desem- ente que, tarde o temprano, el lenguaje debía hacer sitio a la desig-
bocar en una universalidad semejante, si una naturaleza igualmente ación de los objetos. "La Luna -dirá la madre a su hija- es eso", mos-
universal no impusiera toda su férula? randa el astro con el dedo. Es poco y es mucho. Poco, como lo
ostraron los relativistas, porque ¿qué se quiso decir con eso? ¿La Lu-
a es un planeta, redondo y macizo como la Tierra, o bien un disco
hato, o incluso un trozo de cartón puesto ahí,justo sobre el edificio?
La realidad como actividad stá claro que la respuesta depende del sistema de creencias sobre el
undo de unos y otros. Pero es mucho, porque ese gesto de designa-
ión sólo tiene sentido si la Luna es un "ya presente", independiente
En este marco, que privilegia el conocimiento "común", es posi- e los personajes.
ble captar efectivamente la realidad como actividad. En otras palabra, , 2. El segundo nivel es el del mesounioerso de los aparatos de medi-
como relación social. Esto me conduce a distinguir tres niveles: a que hablan "macroscópicamente" de tamaños evidentemente
1. El primero es el de los objetos macroscópicosy de su "regularidad", onstruidos" en forma teórica (temperatura, intensidad), pero mos-
objetos por lo menos designables, mostrables, aunque subsistan Vil bles de manera indirecta. Aquí es donde interviene la "especifici-
riaciones por lo que respecta a su "significación". Es todo el problr d" de las ciencias, en particular por la "convocatoria del Laborato-
ma de la "referencia", tratado con argumentos muy convincentes P( I o" con miras a "cerrar las controversias" [Stengers, 1993].
Ludwig Wittgenstein. Se cuenta que, confrontado con los argum '11 3. El tercer nivel es el de las entidades postuladas en una modeliza-
tos idealistas de Bertrand Russel, el filósofo le esgrimió por sorpr Al én (quarks, electrones), como señales alejadas de un horizonte pro-
una antorcha bajo la nariz, y, ante el retroceso espontáneo del mate' ndo [Gonseth, 1994], o incluso más, el de los grandes principios (co-
mático, consideró el debate como cerrado ... Este recurso deíctic I o las "conservaciones" de los físicos, entre las cuales la más conocida
"la naturaleza", en efecto, es mayor en el debate que nos ocupa. 1 ( la de la energía) no "mostrables" y ciertamente mucho más frágiles.
hecho, ninguna persona sensata tiene la menor duda sobre la "reall En los dos últimos casos, pero sobre todo en el tercero, puede in-
dad" universal de tales "objetos". Además, eso supera a la sola espe carse que esa "realidad" sigue siendo, como siempre, dependiente
cie humana: hasta un gato se eclipsaría ante una tea encendida [v 'u una actividad social, pero esta vez compartida solamente por una
se Musil, 1984]. Suponiendo que no sólo las leyes físi~as (formalizada inoría, por tanto no "universal" en ese sentido (sólo es "mostrable"
por humanos, y por tanto "sociales", en un sentido)' sino la propia ]"('U manera indirecta y en el interior de un sistema teórico específico)
lidad física dependen de las comunidades que las formulan, ¿cón\(! ás movible. Pero, como lo indica Pierre Bourdieu contra los rela-
explicar que todas las culturas humanas sin excepción hayan fabric istas, esta minoría dispone de medios de hacer la selección (entre
do "leyes" que "predicen" un aterrizaje difícil en caso de caída del p ros, la coherencia interna, la predictibilidad, la acción repetida y
so veintiuno? Más ampliamente, ¿cómo puede ser posible la comuu onada sobre la naturaleza).
cación entre culturas diferentes si ninguna significación compartid La ciencia no tendría sentido si no construyera relaciones entre los
puede ser supuesta (o construida) a propósito de los objetos mat rI s niveles. Pero, en resumidas cuentas, realmepte es la actividad so-
182 SAMUELjOHSUA
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 183
bre los objetos del primer nivel lo que zanja la cuestión. Estos objetos,
yJean Bricmont [1997], de donde procede una constante tenta i n
en términos deJean Piaget, "no se dejan hacer, resisten". Pero no "ha
"normativa" que ellos desarrollan a propósito de las ciencias "hi l -
cen nada" por sí mismos, en todo caso, en el modo de la intencionali-
ricas". En efecto, ¿de dónde proviene que el libro de Sokal y Bri -
dad. Las relaciones causales de la naturaleza -y esto es decisivo- no son
mont produzc.a cier~o malestar entre aquellos que no son muy sos-
históricas (por lo menos a escala humana). Es la conclusión que daba
pechados de SImpatizar con el posmodernismo? Sin duda radica en
Gy6rgy Lukács en su época, y que a mi manera de ver sigue siendo pe
la mezcla de géneros. Ellos afirman alto y claro que no tienen com-
fectamente válida. En una obra por lo demás apasionante, Lucien S .
¡petencia para juzgar globalmente acerca de los escritos de los auto-
ve [1998] afirma que Lukács renegó de ella, por lo menos en parte, pc
res que critican, más allá justamente de los préstamos indebidos a
ro temo que sea en el curso de su "autocrítica" de la fase estalinista.
las ciencias de la naturaleza. Pero, desdichadamente, su libro está
¿Debe ser mantenida esta conclusión? ~eve insiste en los elementos qu
r~pleto de comentarios sesgados, de notas, de frases asesinas que in-
van en el sentido de la historicidad de la naturaleza. Pero no da como
dican sin po~ibiüdad de error que realmente a lo que ellos·apuntan
ejemplo más que "objetos" eminentemente históricos (emergencia d
es el contenido de conjunto. Aquí el problema no está en sus arre-
los organismos vivos, irreversibilidad de los procesos termodinámicos,
metidas en ocasiones bienvenidas contra los "posmodernos". Está
hasta nacimiento del propio universo) sin ver que éstos se moldean 11
en el método, ~ue no sólo reagrupa en la crítica a autores muy di-
"coerciones" rúas y ahistóricas (como las supersimetrías). ¿Dónde es
ersos (en ocasiones de una manera simplemente injusta, como en
el equivalente en las sociedades humanas? Como todos pueden ver, e
el caso de Derrida) sino sobre todo que pretende hacerlo en nom-
to está ligado a la historicidad o no de las cosas. Finalmente, ahí está I
re de un sano (¿y único?) método "científico". Como si las vías de
debate. No tanto saber si el mundo es "histórico" (de hecho, no se SI
cceso al conocimiento representadas por las ciencias de la natura-
be responder a ese interrogante) o si algo nuevo "no-laplaciano" acat
eza, que ellos defienden con razón y ardor contra el subjetivismo
ce (sabemos que la respuesta es positiva, aunque más no fuera por la.
e moda, fueran las únicas posibles, las únicas que pueden exhibir
quebraduras espontáneas de simetría), sino si, a causa de historicid \
u pertinencia. Sin querer jugar al cómodo juego de los espejos,
des diferentes, las lógicas formales ("calculables") corresponden r al
uede expresarse que aquí, poco o mucho, sucumben a las mismas
mente a los procedimientos científicos, mientras que las lógicas "natu
acilidades que sus adversarios.
rales" (humanas) son de un aspecto muy diferente (polisémicas, s 11
Por el momento supongamos entonces admitida la existencia
principio de tercero excluido, sin identidad del ser, etcétera).
e una "naturaleza" (en singular). Sin embargo, esto casi no echa-
Pero ¿cómo construyen los hombres significaciones comunes
ía en saco roto sino el idealismo de las "construcciones radicales"
propósito del mundo? Aquí es donde imperativamente debe ser r 1\ de los sistemas del mundo cuya realidad está únicamente referí:
tivizada la frontera entre lo subjetivo y lo objetivo. No bien se toro
a a los hombres. (Véase la increíble escisión del mundo entre "hu-
conciencia de que la naturaleza no habla por sí misma, la construt
anos" y "no humanos" expresada por Bruno Latour: ¿el Sol, un
ción del sentido respecto de ella es una actividad humana mayor. I-
no h~~an~"?) Pero deja casi intacta aquella, más específica, del
esa construcción la que es irremisiblemente "histórica" (histórica, 1
relativismo . Esto es lo que tratan de hacer sentir con prudencia
ro moldeada en "coerciones"). y Dahan Dalmedico y Dominique Pestre:
Por consiguiente, esto conduce a admitir también una separu
ción cualitativa entre las ciencias de los objetos "históricos" -enu
Se habrá notado que la cuestión epistemológica, por lo tanto, raramen-
ellos las ciencias humanas y sociales [Passeron, 1991]- Yaquellas ('\1
te est~ en el cor~zón de las preocupaciones de estos trabajos (un rasgo
yos objetos no lo son, salvo en una escala sin medida común con 1" cuya rmportancia en su totalidad Sokal y sus amigos no parecen haber
precedentes. Esto es lo que manifiestamente no aceptan Alan S 1I captado), y decidir si los saberes científicos están determinados (o en qu
SAMUELJOHSU¡\
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 185
184
q~iridos "en situación" los más importantes, en cuya primera fila
proporción lo están) por la "naturaleza" y por "lo humano que da unn
tan los saberes discursivos, los que permiten comunicarse, ent n-
de sus representaciones" en estos estudios como una cuestión que no
derse sobre la significación que se debe atribuir a una situación de-
es la suya, que no es su problema del momento; y que tal vez, en gene
terminada, incluso actuar sobre el entendimiento de los otros. Un
ral, es indeterminable [1998, p. 91].
enunciado .del tiP.o "el médico es aquí; pero no está"* se comprende
e ~anera mm:dlata, pragmática. Sin embargo, qué ambigüedad po-
Salvo que llamarla "indeterminable" es justamente el relativia
~n~lal en ese SImple enunciado: ¿es aquí o no es aquí? ¿Es allá o no?
mo. Esta cuestión no puede ser pasada por alto. Michel Callon ('~
mcame~te ~n análisis lingüístico sofisticado -que, por ejemplo, de-
más directo: "Los enunciados no son válidos sino en sus redes dI'
He la sutil diferencia entre la utilización de "aquí" y "allá" en la len-
traducción (relativismo), pero esas redes son muy reales (realismo)!
ua- puede dar cuenta de ello en un nivel erudito.
todo el resto es sólo metafísica" [1998, p. 258]. Es claro, nítido y PI'('
Todos los "saberes cotidianos" son de ese tipo: horriblemente
ciso. La única realidad admitida es la de las redes. Después de estn,
omplicados si quiero dar cuenta de ellos mediante modelos raciona-
¿por qué quejarse de que Alan Sokal pregunte qué "red" explica qu
s, y sin embargo al alcance de cualquiera. Pero esos saberes, de le-
cualquiera vacile en arrojarse del piso veintiuno?
o s, son los ~~ ~umerosos, y, digámoslo, los más útiles porque garan-
Para encarar esta cuestión, conviene seguir captando que únit
zan la sociabilidad constitutiva de los seres humanos.
mente la praxis social posee la respuesta. Las significaciones diferon
Tambi~n existen en la sociedad saberes mucho más raros yespe-
tes vinculadas a los objetos sólo adquieren su amplitud en función di
ficos, atnbuto de grupos restringidos [johsua, 1998]. Muchos sabe-
la acción sobre las cosas. Pero sólo una de estas concepciones es p I
s prácticos -quiero decir, más bien, saberes sobre la práctica- son
tinente si se trata de enviar un cohete ... "La atracción universal" 1111
e:e orden. ¿Cómo no sentirse impactado por la pertinencia, en
es una descripción de la naturaleza tomada en bloque, sino un 1/1'
aslOn~sl~ sofistica~ión, de algunos de esos saberes? Así, los emplea-
delo teóricopara un problema abstracto. Cada vez que este problema \11
s de vialidad de mi barrio en Marsella poseen saberes muy especí-
tracto pueda ser localizado, lo que sin duda supone "instrum 1111
os sobre la manera de levantar los contenedores, sobre el orden de
cálculo, laboratorio", pero donde sea y cuando sea, el modelo será HlI!
operaciones que se deben efectuar, pero también sobre la mane-
universalmente válido, hasta en sus propios límites, vale decir, (1111
de organizar los recorridos en función de las horas, las ciudades,
una "universalidad" limitada a su objeto. Así como las canse \1 11
. Probablemente, los especialistas hayan reconocido detrás de es-
cias técnicas que se le pueden vincular: ¿cambia el vuelo del av \11
últi~a ,~uestión el famoso problema matemático "del viajante de
cuando sobrevuela París o una tribu Navaja? Y,hasta prueba en (1111
mercio , ¡que todavía no se sabe tratar de una manera completa!**
trario, únicamente la teoría física es compatible con esta "ac I I
~n consecuencia, todo depende del sitio donde se dirige la mira-
o 1 se buscan los límites del efecto de universalidad producido por
la elaboración científica, se los encontrará sin mucho trabajo. Pero mismo contenido. Es lo que subestiman Sokal y Bricmont, y que apa-
decir que la universalidad en este sentido es un mito no significa qur rece con claridad en cuanto se discuten, por ejemplo, temas de salud,
"todo es igual", y que no disponemos de ningún criterio que su~e.IT ecología, climatología. Hasta aquí, en efecto, no importa lo que se ha-
las redes parajuzgarlo. Un ejemplo: los sociólogos están en condicio podido decir, la ciencia ha sido marginal en e! debate social. Las
nes de mostramos la variedad inimaginable de las "maneras de mesa ", ás de las veces su presencia, incluso masiva, estaba ligada a un esta-
Muy bien. Observemos que la ciencia (o las ciencias) de la naturaleza tus de apoyo para cuestiones que la superaban ampliamente. Todas
efectivamente no tiene nada que decir acerca de esta diversidad (yesLO as nuevas teorías científicas dieron lugar a una renovación de la re-
debería limitar toda tentación cientificista). Pero ¿por qué diablos, 11 exión filosófica, hicieron las veces de bases de retaguardia en polé-
esas diversas maneras, digamos de beber, no se encuentra ninguna so icas ideológicas feroces, pero esas teorías carecieron de una influen-
ciedad que haya "construido" "beber" arrojando cualquier líquido d ia directa sobre las opciones sociales. Nunca como hoy la respuesta
trás del hombro y en la boca? Porque "beber", universalmente, es anu cuestiones científicas estuvo tan directamente ligada a opciones de-
todo (física, química, biológicamente) el hecho de ingerir un líquido isivas que comprometen el porvenir de una manera global. Pero si
por la boca. Uno siempre se siente un poco molesto de recordar est IN 1abordaje científico que gobierna los campos de que trata Sokal no
trivialidades a tantos espíritus ciertamente menos terrenales ... ubre más que pequeña parte de la práctica social humana, es peli-
roso pedir a este solo abordaje la respuesta a las cuestiones que sin
mbargo realmente plantea a la sociedad. No habrá un control "cien-
ífico" de la ciencia. Este control, si existe, deberá tomar referencias,
Acerca de "la incompetencia" como dato central untos de apoyo, fuera de ella. Esto es lo que Sokal y Bricmont des-
eñan, enfrascados en su lucha contra la alta inteliguentsia. Si "pro-
íben" a esta última e! derecho a decir necedades en el plano cien tí-
Por consiguiente, ¿cuáles son las implicaciones políticas de '/11 co (y es cierto que tiene tendencia a abusar de ellas ... ), se lo
debate? Consideremos primero la posición de aquellos que jamás d prohíben" a todo el mundo.
ron muestras de "radicalismo" en materia de transformación so 1I Por cierto, fácil es comprender que la cuestión de! impacto so-
De este modo, Bruno Latour prosigue hace ya algunos años una plll ial de las ciencias estaría ampliamente facilitado si el dominio de
posición de nueva "constitución", que daría su lugar a los "mixt 1M" s contenidos científicos fuera más extendido. Una sociedad corn-
(esos "objetos" nuevos que la evolución de las ciencias importa en "1 uesta de ciudadanos de alto nivel científico, ése es e! ideal. Pero es
naturalezas") y al debate acerca de ellos. Así, él tiene argumentos lHIt almente fácil darse cuenta de qué lejos estamos de eso, y por ra-
fuertes y particularmente convincentes en favor de la introdu e I 11 nes que no radican todas en las dificultades de mejorar la ense-
de los "objetos" técnico-científicos en política, y con justa razón d • anza científica de nuestras escuelas. La primera consiste en la ex-
rrolla un posicionamiento claro para la sistematización instituciun I losión de las producciones científicas. Esto corre parejo con una
de la duda, y una visión de la democracia como desaceleradora dI I1 pecialización cada vez más incrementada de las disciplinas. Aquí
tomas de decisión. ay una tendencia gravosa, nunca desmentida desde cuatro siglos
Podemos seguirlo sin reticencias en este terreno. En efecto, 1111 rás, y que radica en la índole profunda de los procedimientos cien-
vemos enfrentados con un problema completamente nuevo: el el I ICOS,los que multiplican lo~recortes teóricos de los objetos estu-
proyección de la ciencia como ingrediente principal de un de~al( I ados. Ganan en pertinencia,.pero pierden en un dominio de con-
cial mayor, que supera las cuestiones tradicionales de su financiam 11 nto. No faltan autores, entre los más respetables y prestigiosos, que
to y su aplicación, pero inevitablemente exige una incursión '11 11 sean ardientemente una inversión de esa tendencia, el fin de la
188 SAMUEL]OHSUA CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 189
fragmentación interminable. Pero si esta inversión se produce algún cias son ya poderes, sino tan sólo habilidades puestas en acción, de ma-
día, para eso falta todavía. nera nueva, para agitar al conjunto de la colectividad y ponerIa en
Además, incluso simplificada para uso escolar, la física no es un movimiento" (el destacado es de Latour) [Latour, 1999]. Si ya no hay
saber espontáneo cualquiera. Es la representante de toda la ciencia, naturaleza, entonces el saber científico construido en su intención
de varios siglos de teorías y experiencias acumuladas. Yese saber ra- pierde su irreductibilidad para el saber común. Se convierte en una
ra vez se presenta como la prolongación razonada del sentido común. "habilidad", ciertamente privilegiada, para aportar argumentos suple-
Muy por el contrario, hoy sabemos que es el producto de rupturas mentarios (además de objetos nuevos) gracias al laboratorio y a la ex-
con los razonamientos que podrían llamarse "naturales". Sin embar- perimentación. Pero nada más.
go, habría que hacer los mismos esfuerzos para todas las disciplinas, Si esto es cierto (pero no lo es), es evidente que la cuestión de la
las cuales, como dijimos, no dejan de especializarse y exigir nuevas movilización del pueblo en la democracia científica se convierte sim-
rupturas para simplemente comprenderlas, muy lejos de poder pro plemente en un asunto de voluntad. Finalmente es poco ambicioso.
ducirlas. Porque aquf tropezamos con una dificultad inmediata: el principio
De tal modo que aquí llegamos al siguiente punto: hay un desa- del debate democrático no es el del debate científico. No se decide
fío social fundamental para el dominio de las ciencias; este dominio acerca de la validez de una teoría a través del voto de una Asamblea.
no puede ejercerse solamente desde el interior de las ciencias; pero De esto se desprende una segunda dificultad: en este terreno, la du-
de todos modos exige una aculturación que ya da la escuela, y podría da es la regla; la certeza está ausente.
dar todavía mejor; desdichadamente, no obstante, teniendo por s El verdadero problema es realmente que, en efecto, existe una
guro que se perderá la carrera de velocidad entablada con la explo incompetencia en el público por lo que respecta al campo científico,
sión de la producción científica y su especialización aparentemente y que, sin embargo, la democracia debe dar la palabra a los incompe-
sin fin. Por otro lado, por supuesto, está excluido el hecho de deja, tentes. Debemos pensar bien tanto la experticia verdadera como el
sólo a los "expertos", y a sus "redes" -para hablar como Latour-la res derecho democrático "incompetente". También aquí, si uno quiere
ponsabilidad de las opciones que se deben operar. Mal que les pes(' persuadirse de eso, hay que abandonar las altas esferas "nobles" de la
a los especialistas, no sólo nadie puede impedir que el pueblo se adulo ciencia y discutir del mismo problema a propósito de campos técni-
ñe de una cuestión científica, sobre todo si le concierne directamen cos no tan socialmente valorizados. Por ejemplo, ¿hay que votar una
te, sino que es una necesidad democrática fundamental. subvención para dotar al equipo de fútbol local de una pelota que no
Bruno Latour se dedica a dar una solución política (una nueva salte tan alto como las pelotas normales, de manera de facilitar eljue-
"constitución") a esos desafíos. Pero esto va de la mano con una vi go de cabeza de la categoría 'Junior"? Las opiniones autorizadas al
sión singularmente restrictiva de las "asambleas" que se deben cons respecto pueden ser múltiples, pero comoparteconstitutiva suponen
tituir para deliberar acerca de ello. Bruno Latour no se interesa m,N un conocimiento "técnico" del juego, que no está al alcance de cual-
que en grupos de "especialistas" (científicos, políticos, economistas, quiera. Este "corte" es "irreductible" (esa técnica, aunque ampliamen-
moralistas: un panel para France Culture ... ), y manifiestamente <'1 te compartida, no forma parte de la "cultura común", del mismo mo-
pueblo llano se queda en su Caverna. Además, como todos los "p ~ do que la conversación hablada en lengua nativa, por ejemplo),
modernos", consagra una verdadera devoción al interaccionismn mientras no se produzca un aprendizaje igualmente "técnico" (que
(aquí entre esos cuatro grupos), y como cantidad de ellos, manifie puede ser más o menos largo). En la práctica, es más que probable
ta una confianza desmesurada en el procedimiento. Eso dibuja UII que la elección se hará confiando en los entrenadores del equipo, lo
mundo sin conflictos irremediables, sin contradicciones insuperabl '/1, que es una de las maneras de decidir "en la incompetencia". Y si la
Llega incluso a decir que en su modelo" [... ] ni la política ni las ci 1\ cuestión es más conflictiva, más "cargada", por el contrario, será ine-
CIENCIAS. SOCIOLOGÍA. POLÍTICA 191
190 SAMUELjOHSUA
de las ciencias sociales, y en particular en desplazamientos epistemo- cia académica y a menudo se basa en la autoridad de la tradición
lógicos sustentados por cierta cantidad de trabajos desde dos décadas ciológica. Desde ese punto de vista, no es inútil volver sobre los lási-
atrás [véase sobre todo Corcuff, 1995b], al tiempo que integraré los cos, Émile Durkheim y Max Weber, que participaron fuertemente n
límites de esta autonomización, a los que justamente introducen esos la consolidación de una autonomía científica en las ciencias del hom-
desplazamientos epistemológicos. Estas reorientaciones epistemoló- bre y de la sociedad. Pero,justamente, esa vuelta a los "padres funda-
gicas conciernen a la cuestión de las relaciones entre juicios de he- dores" nos lleva a distinguir los aportes contrastados y las tension s
cho yjuicios de valor, ya la de las relaciones entre conocimiento eru- propias de los análisis de Durkheim y de Weber y los usos más simpli-
dito y conocimiento común. Ambos aspectos convergen para volver ficadores de sus textos, que pudieron volverse rutinarios en las cien-
a interrogar las relaciones entre actores e investigadores. Al fin y al cias sociales.
cabo, lo que se plantea, dibujando lo que en otra parte llamamos "lu- En un primer tiempo, puede comprenderse la posición de Durk-
ces tamizadas" [Corcuff, 2001], es entonces el problema episternoló- heim [1951] en su texto sobre 'Juicios de valor yjuicios de realidad"
gico y a la vez político de la re evaluación de lo que las ciencias socia- de 1911, como una manera de sortear la cuestión axiológica plantea-
les heredaron, en sus presupuestos, de lo que se llama de manera sin da a las herramientas de las ciencias sociales. Allí él indica que "la so-
duda demasiado global la "filosofía de las Luces". De paso, converg·· ciología positiva [... ] no trata el ideal sino para convertido en cien-
remos con observaciones hechas por el sociólogo norteamericano C. cia [... ] lo toma como un dato, como un objeto de estudio, y trata de
Whright Mills en 1959 en su gran obra, La imaginación sociológicatll analizado y explicado" [pp. 120-121]. De este modo, muy sugestiva-
[1977]. Las proposiciones que aquí se expresan también se alimen- mente, se abre una sociología de la moral, pero permanece como al-
tan de los resultados y los interrogantes asociados a una serie de tra go impensado la moral de la sociología. Sin embargo, la apertura de.
bajos de investigación sobre los terrenos del sindicalismo y de la ;1( un nuevo campo de la sociología ¿puede reemplazar completamen-
ción pública en lo cotidiano. te la reflexión epistemológica, entendida como una parte de la refle-
xividad de las ciencias sociales sobre sí mismas? Algunos, sin embar-
go -pienso en particular en la contribución de Bernard Lacroix en
un col~quio en Lausana-c.? siguen, todavía hoy, tapándose los ojos y
Volviendo a Durkheim y a Weber las orejas en nombre de esa parte de la orientación durkheimiana.
De este modo, tal vez no tomaron muy en cuenta otros aspectos del
texto de Durkheim. Por cierto, éste observa diferencias entre juicios
Es en el interior de una lógica de autonomización de las ciencl ,_ de realidad yjuicios de valor: al expresar los primeros "las realidades
sociales, sobre criterios propios de cientificidad, como pudieron '01 las que se aplican [... ] tal Ycomo son", y los segundos al tener la fun-
porizarse los debates sobre las relaciones entre juicios de hecho Y.l" ión "de transfigurar las realidades a las que son referidos" [pp. 119-
cios de valor. Hoy en día, la discusión es en ocasiones un poco . I 120]. Pero Durkheim también señala proximidades entre los dos ti-
reotipada: algunos tienden a reivindicar una separación tajante '1111 pos de juicios:
conocimiento positivo yjuicio normativo, mientras que otros s . VI 11
tentados de pensar que se trata de la misma cosa y que entonces \lO _
posible distinguidas con claridad. El primer polo tiene más aud f 11
2 Durante el coloquio "La sociologie est-elle un humanisme? Politique, objectivi-
I er sciences sociales", organizado por el Institut de sociologie politique de la Univer-
ldad de Lausana,los días 29 y 30 de mayo de 1997, en una comunicación titulada "Les
* Versión en español: La imaginación sociológica, Madrid, FCE, 1999. [N. d 1 '1 I sages sociaux de la morale",
198
PHILIPPE CORCUFF
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 199
¿Se dirá que losjuicios de valor ponen en juego los ideales? Pero no ocu- go -"un papel de mediación, de construcción de compromisos entre
rre otra cosa con los juicios de realidad. Porque los conceptos también los intereses y los valores en juego, hasta de refundación de un con-
son construcciones del espíritu, por lo tanto, ideales; y no sería difícil senso" [p. 81]- tiene sin duda relaciones con cierta concepción de la
mostrar que son incluso ideales colectivos, porque sólo pueden consti- política y la democracia, que no es la única posible en la coyuntura.
tuirse en y por el lenguaje [p. 119]. Una posición epistemológica semejante, ¿no compromete también
algo así como una elección de filosofía política que, de alguna mane-
Por otra parte, Durkheim indica que en ambos casos eljuicio tam- ra, enfrenta "el actuar comunicacional" deJürgen Habermas contra
bién tiene "una bas e en e 1d ato "{ibíd
I I .] , pero no saca consecuencias "la desavenencia" de Jacques Ranciére? Max Weber observaba ya que
d.e es~as últimas verificaciones en cuanto a la epistemología de las "El Justo medio' de ningún modo es una verdad más cientijica que los
c~e~cI~ sociales. Lo que queda entonces, por lo general, en nuestras ideales más extremos de los partidos de derecha o de izquierda"
disciplinas es más la finta que la complejidad y las tensiones, sin em- [1992a, p. 129]. Asimismo, el análisis "neutralista" de Nathalie Hei-
bargo tal :~z más heurísticas para volver a trabajar el problema. nich revela corno mínimo "residuos" éticos, no estrictamente reduc-
También en Weber las cosas son complejas y tensas, y no obstan- tibles a una lógica científica. ¿Ysi no sólo fueran "residuos" sino algo
te a menudo es en su nombre como se plantea un estricto corte en- más consustancial a las ciencias sociales, que nos obligara a reconfi-
tre juicios de hecho yjuicios de valor, con el estandarte de la famosa gurar la cuestión de "la neutralidad axiológica"?
"neutralidad axiológica". Un ejemplo reciente de esta lectura en mi Si volvemos a Weber, las cosas se muestran más complicadas y per-
opinión demasiado unilateral de los análisis de Weber, tan extendida manecen abiertas a esa reconfiguración. En primer lugar, él combate
e~ l~s cien:ias ~ociales, es dado por Nathalie Heinich en Ce que l'ari la tesis de una ciencia social sin presuposiciones, porque "solamente
faz~ a la ~ocwlogte [1998]. La "nueva sociología" que ella reivi .dica es- una porción de la realidad singular adquiere interés y signifzcación a nues-
~na guiada por el siguiente precepto: "atenerse tanto COin~o~ tra manera de ver, porque sólo esa porción está en relación con las ideas
sible a la descripción, absteniéndose de toda normatividad, evaluati- de valores culturales con que encaramos la realidad concreta" [1992a, p.
va o prescriptiva" [p. 62]. En su opinión, la dificultad para separar 157]. De aquí proviene la idea de una "relación con los valores" en "la
claramente descripción y evaluación formaría parte "de esas faltas de selección y la formación del objeto de una investigación empírica"
razonamiento que sin duda aparecerán en las generaciones futuras [l992b, p. 395]. No obstante, él insiste en una distinción entre "rela-
corno los indicios de una fase todavía prehistórica de las ciencias so- ción con los valores" y "evaluación" [1992b, p. 396]. Precisamente res-
ciales" [p. 67]. Y la apelación a una suspensión de "todo discurso so- pecto del segundo término adquiere sentido la "neutralidad axiológi-
bre la naturaleza o el valor de las cosas para hacer del discurso inter- ea" -expresión por lo demás siempre entre comillas en él-, entendida
preta~vo o normativo -ya sea ordinario o erudito, esteta o sociólogo- corno un rechazo "a afirmar cualquier cosa sobre lo que debe valer"
el objeto de su análisis" [p. 77] puede entonces acumular la finta [l992b, p. 384], o como "la exigencia extremadamente común que im-
durkheimiana y una "neutralidad axiológica" unilateral. No obstan- pone al erudito o al profesor que haga absolutamente la distinción, por-
te, cabe preguntarse si su crítica de "una sociología que coloca a la que son dos series de problemas sencillamente heterogéneos, entre la
verdad en la violencia que se ejerce sobre los actores" y "más preocu- verificación de los hechos empíricos [... ] y su propia toma de posición
pa~~ por ten:r razón sobre los actores que por comprender sus razo- evaluativa de erudito que emite un juicio sobre los hechos" [1992b, p.
nes ~~. 85] uen~ que ver solamente con la ciencia o si no se arraiga 380]. En ese nivel, tenemos realmente una tensión entre el reconoci-
tarnbiérr ~n conSIderaciones éticas. Por otra parte, el "papel social" miento de una "relación con los valores" del erudito y el hecho de re-
que se atnbuye a "la neutralidad comprometida" del nuevo sociólo- husar las "evaluaciones". Porque, incluso si sé descarta del trabajo cien-
tífico "tomas de posición" directas sobre "lo que debe valer", ¿acaso
200 PHlLIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 201
debe habérselas uno con problemas completamente "heterogéneos", La primera, como ya lo indiqué, tiene una raigambre académica más
y no tiene ya, de una manera más indirecta, una presencia de "lo que fuerte; la segunda, en cambio, se expresa rara vez públicamente de ma-
debe valer" en la "relación con los valores" comprometida en el traba- nera tan radical. Es más una posibilidad lógica, que progresa de
jo científico, sus herramientas y su lenguaje? manera subyacente en las críticas de la primera posición. Un retorno
Sin embargo, Weber ofrece otra pista, también ella contradictoria, más contrastado sobre Durkheim y Weber, así como algunos desarro-
para trabajar esta tensión, porque no prohíbe completamente que los llos sociológicos contemporáneos, podrían señalar otro camino, tra-
eruditos "expresen en forma de juicios de valor los ideales que los ani- tando de tener en cuenta los inconvenientes de las dos posiciones.
man" [1992a, p. 131], pero con dos condiciones. La segunda nos remi- La primera posición pasaría por alto el hecho de que las ciencias
te al polo más cientificista de la primera tensión: la necesidad de dis- ociales no pueden escapar completamente a lo normativo, que sus
tinguir "claramente" lo que depende de la "discusión científica de los enunciados permanecen en parte encastrados en esquemas axiológi-
hechos" y del "razonamiento axiológico" [l992a, p. 132]. La primera cos' Aquí se entiende "normativo" y "axiológico" en un sentido am-
es tal vez más interesante en la lógica del desarrollo actual de las cien- plio, apuntando a una familia de cuestiones que tienen relación con
cias sociales: "llevar escrupulosamente, a cada instante, a su propia con- los valores y que no se desprenden de las estrictas condiciones cien-
ciencia y a la de los lectores, cuáles son los patrones de valor que sirven tíficas de producción de los saberes. Simplemente querríamos recor-
para medir la realidad y aquellos de los que hacen derivar eljuicio de dar que nuestras disciplinas utilizan modos de evaluación de los com-
valor" [l992a, p. 131]. Reinterpretada en el marco de los interrogan- portamientos y los procesos sociales que tienen una doble dimensión
tes contemporáneos sobre la reflexividad social, podría desembocar en técnica (sistemas de medida) y moral (sistemas de valores) que resulta
un esfuerzo de explicitación de las dimensiones axiológicas del traba- difícil disociar por completo.t La historia sociopolítica de las herra-
jo sociológico que contribuye a tornado más riguroso. Si se entiende mientas estadísticas (con nociones tan en apariencia "neutras" como
entonces la "neutralidad axiológica" como una "intención", así como la de media) puesta en acción por Alain Desrosiéres [1993] es escla-
por otra parte lo hace Nathalie Heinich [1998, p. 72], o, en una inspi- recedora desde este punto de vista, al poner de manifiesto la mane-
ración kantiana, como un horizonte regulador, una actitud reflexiva se ra en que la constitución y los usos de tales técnicas también son atra-
mejante podría constituir un instrumento de orientación hacia ese ho vesados por debates políticos y morales.
rizonte, reemplazando las tentaciones cientificistas de negación o dr Esta inserción normativa es particularmente clara en el caso de
purga de los aspectos normativos. Tal desplazamiento invita a pensar:\ las sociologías críticas, vale decir, aquellas que están centradas en la
un tiempo tensiones y pasajes entre la ética del erudito y la ética del mi manifestación de los aspectos negativos de un orden social (desigual-
litante, abandonando los sueños de purificación. dades, dominaciones, etc.). 5 Poner de manifiesto lo negativo ¿no su-
3 "Esto significa que, al trabajar, todos los sociólogos adoptan opciones morales o
Dialectizar las relaciones entre juicios de hecho políticas, o se refieren a ellas de manera implícita", observaba C. W. Milis [1977, p. 79).
y juicios de valor Y añadía: "Los valores se deslizan en la elección de los problemas; también se deslizan
en las concepciones angulares que empleamos en su formulación; por último, influ-
yen en sus soluciones" [p. 81).
4 También para C. W. Milis: "El trabajo sociológico nunca careció de problemas
Hemos recordado que dos posiciones tendían a oponerse hoya 1 de evaluación" [1977, p. 79).
ea de la cuestión de las relaciones entre conocimiento positivo yjui I11 5 Para argumentos más desarrollados, véase Philippe Corcuff y Claudette Lafayc
normativo: una separación tajante o, a la inversa, una identificaci 11 [1996].
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGlCAS 203
202 PHILIPPE CORCUFF
científicos), constituiría entonces una dimensión clave de esa neutra- cuanto a las dimensiones normativas de los enunciados de las cien-
lidad axiológica en movimiento." El ejemplo de Pierre Bourdieu en cias sociales: a un autor no correspondería una sola orientación éti-
este caso es particularmente interesante, en el hecho de que él desa- ca o antropológica según una elección voluntaria, pero los métodos
rrolló una sociología crítica con un enfoque científico que incluye un y conceptos utilizados en sus diferentes encuestas podrían remitir a
imperativo de reflexividad{'Eñ sus Méditations pascaliennes [Bourdieu, elementos normativos diversos y no necesariamente conscientes. De
1997, pp. 279-288] se tomó en serio esa exigencia, tratando de iden- aquí la importancia de la reflexividad sociológica para ayudar a clari-
tificar la antropología normativa (la concepción de lo humano val ficar el campo de validez de los enunciados científicos producidos.
ocuparse de sus trabajos científicos. Así, para él, no se podría 'esca~ En las relaciones entre investigadores y actores, pues, el proble-
para losjuegos cuyo desafio es la vida y la muerte si~~<:.~ [p. 281~, ma no sería negar, y por tanto poder expulsar por completo, las cues-
-lo queconsuturria en ciert¡;-~;douña'inv;riant;;ntropológi~a tiones axiológicas, a las que los enunciados científicos estarían asocia-
pista interesante, pero no es seguro de que no haya en esto una so- dos de múltiples maneras, sino asumirlas de manera reflexiva. Esta
breestimación de la coherencia tanto de su obra como de la antropo- reflexividad sería a la vez individual (pero la reflexividad individual
logía que lo inervaría. ¿No sería entonces lo que el propio Pierre tiende a encontrar fuertes límites, sobre todo por lo que Pierre Bour-
Bourdieu podría llamar una tentación "escolástica"? Parece más bien dieu [1982a, p. 22] llamó "la ley de las cegueras y las perspicacias cru-
que, en función de las investigaciones, de los momentos, de los con- zadas") y colectiva (en dispositivos científicos de controles recípro-
ceptos utilizados o de las herramientas técnicas movilizadas, se ten- cos). 'Iendría dos funciones principales: 1) desde el punto de vista de
drían puntos de apoyo normativos diferentes, hasta contradictorios, la investigación, para delimitar mejor el campo de validez, y por tan-
o en ocasiones, en el seno de un mismo análisis, flotantes y vacilan- to el rigor, de los enunciados sociológicos; y 2) desde el punto de vis-
tes. Por ejemplo, Claude Grignon yJean-Claude Passeron [1989] pu- ta del compromiso en la ciudad, hacia atrás, para clarificar los apoyos
sieron de manifiesto que el concepto de "capital cultural", en cuan- normativos de nuestras intervenciones, y, hacia adelante, para tratar de
to instrumento de medida de las prácticas culturales legítimas propias contribuir a orientar los usos sociopolíticos de nuestros trabajos en el
de los universos sociales dominantes, tendía a referir juicios de valor sentido que nos parece más deseable.
legitimistas y despreciativos frente a las prácticas populares. Por otra En ese plano, hemos heredado fuertemente los esquemas intelec-
parte, en otro lugar [Corcuff, 2000, pp. 78-79] se sugirió que la críti- tuales de la "filosofía de las Luces", en los lazos que fueron plantea-
ca sociológica de los mecanismos de desposesión política de los ciu- dos entre el desarrollo de las ciencias, su alcance desmistificador fren-
dadanos comunes, en beneficio de los profesionales de la política, de- te 'a prejuicios y dogmas, el uso público de la razón y la mejoría del
sarrollada por Pierre Bourdieu [véase sobre todo, 1984] podía tener orden sociopolítico [véase sobre todo Cassirer, 1990]. Los análisis pro-
puntos de apoyo normativos en los ideales de la democracia directa. puestos aquí no impugnan totalmente esta perspectiva, pero condu-
Estas pocas indicaciones apuntan a pluralizar la reflexividad en cen a acondicionarla. ~_!~<!?!J?J:i.~tori~ d~l,~igl~ xx, así como
algunos interrogantes de la filosofía y algunos resultados de las cien-
~laí.es, -;-oshañ -hecho ~enos confiados en las' capacidades
7 Contra "el técnico a sueldo de la sociología aplicada", oculto tras "su supuesta em~_~clpadoias '(fe fá "cienci,::" y de la "raz?n", v,!ledecir, en los su-
neutralidad", C. W. Milis defendía la figura del "intelectual de oficio", que se esfuerza
"por tener en claro las hipótesis y las implicaciones inherentes a su trabajo, de las cua-
les no son las menores las significaciones morales y políticas que reviste para la socie-
dad donde se manifiesta, y para el papel que él mismo representa" [1977, p. 80]. Por-
po~~livosy
...-
.•.
dé la
..•. .
".~--
__
puestos progresos concomitantes del movimiento de conocimientos
emancipación.
..,.--.---- .• Po~ --.,
~l'~tr;'''eld~~inio
,,----...~~_
roces<;la arece más relativo y aleatorio. Así, la raz~aí
..•----..-....-~~_--...
•..•..••....•...•
humano d 1
...,~~ •..•.•.......•. ".....,."
sin du-
----
que, para él, en efecto, "la objetividad del sociólogo reclama que él se esfuerce en todo da ~rdi~posición de sobrevuelo que la filosofía y luego la cien ia
momento por tomar conciencia de lo que pone en la empresa" [p. 133]. a menudo le ~oo:Apart1r-de iquí~e diblijañ, nOun "aband •
-
206 PHILlPPE CORCUFF
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 07
no de los principios de las Luces, sino una reanudación más humil- mond Boudon), constructivismo (Peter BergeryThomas Luckmanu),
de de su apuesta, flexibilizada y desplazada, abandonando la preten- etc. En ocasiones puede descubrirse lo que Pierre Bourdieu [1982b lila-
sión excesiva de someter una acción humana pluridimensional, in- ma "efectos de teoría" (de las ciencias sociales hacia los actor s) 1")('-
mersa en la historia y las relaciones sociales, al plano de una razón ro, en otros casos, la génesis de las formas cognoscitivo-discursivas in-
unívoca; en pocas palabras, "luces tamizadas" [Corcuff,2001]. volucradas se muestra más difusa, y alimenta la hipótesis de una
relación en el otro sentido (de los actores hacia los investigadores).
~ Por lo demás, debe observarse, a propósito de la idea de ruptura e n
el "sentido común", que ese sentido común es plural, hasta contra-
Dialectizar las relaciones entre conocimiento dictorio, tanto en el nivel del conjunto social como en el individual,
erudito y conocimiento ordinario y que al tomar distancia de ciertos segmentos del sentido común es
posible alcanzar otros.
Sin embargo, a diferencia de las tentaciones etnometodológicas, es-
Otra cuestión epistemológica, en parte adyacente a la de "neutra- te trabajo puso de manifiesto que las sociologías profesionales y las so-
lidad axiológica", tiene que ver con el asunto del compromiso del so- ciologías de los actores se inscriben en categorías de prácticas parcial-
ciólogo: la de las relaciones entre conocimiento erudito y conoci- mente disímiles, en cuyo seno, por ejemplo, la reflexividad no tiene la
miento ordinario. También en este caso, tales controversias en misma importancia. No sólo hay conocimiento ordinario en el conoci-
ciencias sociales emergieron en el proceso mismo de su autoriomiza- miento sociológico erudito; pensar proximidades no es proyectar un
ción científica. universo práctico y cognoscitivo sobre otro. Para retomar una noción
Esquemáticamente, dos polos se enfrentan. Por un lado, los par- de Alfred Schütz [1987], los "sistemas de pertinencias" de los investiga-
tidarios de "la ruptura epistemológica" establecen un "corte" nítido dores y los actores son autónomos. Así, el sistema de pertinencias del
entre las ciencias sociales y las sociologías "espontáneas" de los agen- investigador en general está más descentrado respecto de lo que ocu-
tes sociales [véase sobre todo Bourdieu, Chamboredon y Passeron, rre u ocurrió en la situación observada. Inspirado en Ludwig Wittgens-
1983]. Por el otro, los etnometodólogos se interesan particularmen- tein [1961], puede decir que "formas de vida y de actividad" en part
te en aquello en lo cual los "professional sociological inquiries are practi-
disímiles alimentan 'Juegos de lenguaje" en parte diferentes. Así, el tra-
cal through and through", para retomar una expresión de Harold Car- bajo de explicitación, de formalización y de reflexividad, en div rs s
finkel [1967, p. VIII]. grados en función de las categorías de situaciones, es economizad p r
Siguiendo los pasos del trabajo de Anthony Giddens [1987], a
los actores, cuando constituye justamente la economía del ti mp d
partir de una investigación sobre el sindicalismo ferr~viario .se desa- trabajo del investigador profesional. E incluso cuando los actor s r \1-
rrolló una posición intermediaria [Corcuff, 1991]. A diferencia de los rren a herramientas teóricas formalizadas o a una fuerte refl xivida ,<
adeptos de "la ruptura epistemológica", esa investigación puso el la manera de las ciencias sociales, a menudo lo hacen bajo las r i
acento en los parentescos discursivos y cognoscitivos entre las soci nespragmáticas de una acción en vías de realización. Pero es s 'Ju
logías profesionales y lo que se pudo llamar "sociologías de los acto- de lenguaje", o más exactamente esos juegos de conocimiento, S~ n d ta-
res". De este modo, en el terreno sindical pueden observarse seme- dos de una autonomía solamente relativa, porque existen pr s sd
janzas entre análisis de actores y esquemas eruditos: culturalism interpenetración, que pueden ser identificados con formas n s iü-
(como aquellos desarrollados por Renaud Sainsaulieu), sociología d vo-discursivas análogas en universos de prácticas diferent s.
los movimientos sociales (Alain Touraine), dialéctica de los hábitus y Esta senda de análisis permite pensar a un tiempo s m janzas y
los campos (Pierre Bourdieu), individualismo metodológico (Ray- diferencias, continuidades y discontinuidades entre sociologías pro-
208 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 209
fesionales y sociologías de los actores, pero también interrelaciones comprenslOn, en suma un distanciamiento comprensible, hablando
(por tanto, en los dos sentidos: la formalización de conceptos por con propiedad, no desembocan en una "ruptura epistemológica"
los investigadores a partir de esquemas cognoscitivo-discursivos or- unívoca.
dinarios y el uso por los actores de nociones procedentes de las cien- Esta perspectiva sugiere varias proposiciones: 1) la relación con
cias sociales). La implicación del investigador (cognoscitiva, lingüís- los actores ya forma parte de los oficios de las ciencias sociales, y una
tica, práctica, en grupos particulares como en relaciones sociales de las fuentes de alimentación de las ciencias sociales, no sólo en
más amplias) es tanto un punto de apoyo como~ló al tra- cuanto a las informaciones sino también en lo que concierne a las he-
bajo de investigación, mientras que las herramientas conceptuales rramientas lingüísticas y cognoscitivas, viene de la vida cotidiana; 2) es-
y técnicas que hereda de la tradición sociológica pueden constituir tas relaciones no son exclusivas de una autonomía del trabajo cientí-
recursos pero también pantallas en la construcción de su objeto. Lo fico; y 3) esta doble dimensión no justifica una pretensión jerárquica
que constituye un obstáculo, tanto en la encuesta propiamente di- desde arriba sino, a lo sumo, intercambios y traducciones entre uni-
cha como en la elaboración de un análisis sociológico, aparece así versos de prácticas en parte disímiles.
más complejo de lo que lo deja entender la idea de un "corte" en- Pero ¿qué nos dicen esos análisis en cuanto al concepto de razón,
tre los universos ordinarios y las conceptualizaciones eruditas. Por que las ciencias sociales heredaron sobre todo de "la filosofía de las Lu-
ejemplo, algunas investigaciones pusieron de manifiesto que, cuan- ces" [Cassirer, 1990], 10 Yal universalismo que se asocia frecuentemen-
do determinados terrenos se apropiaron de las herramientas proce- te en los mismos pasajes de lo cognoscitivo a lo político (la mejora de
dentes de las ciencias humanas, un afinamiento del análisis pasó por la condición humana por el hecho de recurrir a la razón contra los pre-
un distanciamiento de dichas herramientas. Así -habiendo conoci- juicios asociados al orden antiguo)? Una vez más, nuestro abordaje con-
do cierta difusión el vocabulario del "poder" y las temáticas de la so- duce a relativizar y pluralizar semejante enfoque, sin necesariamente
ciología de las organizaciones iniciada por Michel Crozier, en el se- abandonar todos sus elementos. Así, razón erudita y razones prácticas
no de los universos administrativos-, una profundización del trabajo no constituyen un conjunto homogéneo, aunque puedan tener lazos.
sociológico en esos terrenos puede pasar por una investigación so- y cuando determinados recursoseruditos están implicados en la acción,
bre el poder como categoría ordinaria de la acción pública, lo que es entre y en relación con otros recursos, en la dependencia de la ac-
supone su postergación como herramienta sociológica [véase Corcuff ción en vías de desarrollarse, funcionando como referenciasde la acción,
y Lafaye, 1993]. Otro caso: acercarse a la experiencia ordinaria de y no como determinantes de ésta. También aquí, las Luces no resultan
la compasión, entendida como ética práctica y corporizada= entre apagadas sino simplemente "tamizadas" [Corcuff, 2001].
las enfermeras implica distanciarse de las racionalizaciones gene-
rales que una parte de estas enfermeras extrae de las ciencias hu-
Conseil, 1990], se encuentra un pasaje sobre los "Aportes de los conceptos freudia-
manas, y en particular del psicoanálisis, y que las llevan, por ejem-
nos al estudio de la profesión" [pp. 92-97], que comprende tres puntos: "El narcisis-
plo, a buscar relaciones "sadornasoquistas 'detrás' de sus 'pulsiones'
mo" [pp. 92-93], "El masoquismo y el sadismo" [pp. 93-94J Y "El lugar del sadismo y
altruistas para con los enferrnos't.? En consecuencia, si las ciencias el masoquismo en la relación enfermera-enfermo" [pp. 94-97J. En este último punto
sociales implican un doble movimiento de distanciamiento y de dice, sobre todo a propósito de la "posición de dominación" del personal de salud y
de la "dependencia" del enfermo [p. 94J: "Si la dimensión del sadismo no es claram '(1-
te perceptible en todo enfermero, siempre nos pareció más o menos omnipresente C'II
8 Para un primer abordaje de ese modelo de compasión, véase Philippe Corcuff las relaciones enfermero-enfermo" [p. 96J.
[1996]. 10 "El papel de la razón en los asuntos humanos y la idea de que el individu ) !'
9 Así, en un libro destinado a la formación de las enfermeras, escrito por una huésped de la razón, ésos son los dos grandes temas legados por los filósof 8 del SI¡{III
de ellas, por otra parte psicóloga y docente en una escuela de enfermeras [Isabelle de las Luces a los sociólogos de hoy", escribía, por ejemplo, C. W. Milis [1977, p, 17~ Io
210 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGlCAS
211
Referencias bibliográficas ----; (2000), Philosophie politique, París, Nathan, col. "12 "
---; (2001), "Les Lumiéres tamisées des constructivismes. L'hu-
manité, la raison et le progrés comme transcendances relativ s",
Revue dú MAUSS, n" 17.
----; YLafaye, C. (1993), "Les dilemmes de l'équilibre so ial.
Une innovation local e dans le secteur HLM", Revue francaise des af
Bensaid, D., YCorcuff, P. (1998), "Le travail i;ttellectuel au risque de faires sociales, vol. 47, n" 3,julio-septiembre.
l'engagement", Agone, Marsel~9. , " ----; y Lafaye, C. (1996), "Légitimité et théorie critique. Un au-
Boltanski, L. (1990), L'Amour et la Iustice comme competences, Pans, Me- tre usage du modele de lajustification publique", Mana, Univer-
tailié. sidad de Caen, n" 2.
____ ; y Thévenot, L. (1991), De lajustification, París, G~:limard. ----; YSanier, M. (2000), "Social scientists et syndicalistes. Éthique
Bourdieu, P. (1982a), Lecon sur la lecon, París, Minuit. [Lecczon sobre la du travail intellectuel et nouvelles formes d'engagement dans l'a-
lección Barcelona, Anagrama, 2002.] prés-décembre 1995", en P. Fritsch (ed.), Implication et engagement.
____ ;' (1982b), Ce que parler veut dire, París, Fayard. [Qué significa Hommage ti Philippe Lucas, Lyon, Presses universitaires de Lyon.
hablar, Madrid, Akal, 1985.] Desrosiéres, A. (1993), La Politique des grands nombres. Histoire de la rai-
____ ; (1984), "La délégation et le fétichisme politique", Actes de son statistique, París, La Découverte.
la rechercheen sciences sociales, n" 52-53,junio. Durkheim, É. (1951), "[ugements de valeur etjugements de réalité"
____ (1997), Méditations pascaliennes, París, Seuil, col. "Liber".
o
(1 a ed. 1911), retornado en Sociologie et philosophie, París, PUF.
____ ; ChamboredonJ.-C. y PasseronJ.-C (1983), Le Métier de so- Élias, N. (1993), Engagement et distanciation. Contributions ti la sociologie
ciologue (1 a ed. 1968), París, Mouton. [El oficio de sociólogo,Buenos de la connaissance (1" ed. 1983), trad. fr., París, Fayard.
Aires, Siglo XXI Editores, 2003.] .. Garfinkel, H. (1967), Studies in Ethnomethodology, Prentice Hall, Engle-
Caillé, A. (1993), La Démission des clercs. La crise des sctences sociales et wood Cliffs.
l'oubli du politique, París, La Découverte. Giddens, A. (1987), La Constitution de la société (1" ed. 1984), trad. fr.,
Cassirer, E. (1990), La Philosophie des Lumiéres (1 a ed. 1932), trad. fr., París, PUF. [La construcción de la sociedad, Buenos Aires, Amorror-
París, Presses Pocket/" Agora" y Fayard. tu,1998.]
C onsel,·1 I ., (1990) La Personnalité de l'iniirmiére
1·
et son incidence sur ce
._ " Grignon, C., y Passeron, J.-e. (1989), Le Savant et le Populaire, París,
choix professionnel, París, Lamarre, col. "Recher~he.lnfirmlere .. Hautes Études-Gallimard-Seuil.
Corcuff, P. (1991), "Élérnents d'épistémologie ordrnaire du syndica- Heinich, N. (1998), Ce que l'art fait ti la sociologie,París, Minuit.
lisme", Revue [ramcaise de science politique, vol. 41, n° 4, ,a~osto. Mauger, G. (1999), "Pour une sociologie de la sociologie. Notes pour
____ ; (1995a), "Quand le terrain prend la parole ... Elements de une recherche", L'Homme et la Société, n" 131.
sociologie réflexive", L'Homme et la Société, n° 115. Mills, C. W. (1977), L1magination sociologique (1" ed. 1959), trad. fr.,
____ ; (1995b), Les Nouvelles Sociologies, París, Nathan, col. "128". París, Maspero, "Petite Collection Maspero". [La imaginación so-
____ (1996) "Ordre institutionnel, fluidité situationnelle et
o
ciológica, Madrid, FCE, 1999.]
com~assion. ~es interactions au guichet de deux caisses ~'alloca- Passeron, J.-C. (1991), Le Raisonnement sociologique, París, Nathan.
tions familiales", Recherches et Prévisions, CNAF, n° 45, septiembre. Schutz, A. (1987), Le Chercheuret le Quotidien (selección en los Collac
____ ; (1999), "Le sociologue et les acteurs: épistémologie, éthique ted Papers 1y II, publicados de manera póstuma en 1962 y 1964),
et nouvelle forme d'engagement", L'Homme et la Société,n° 131. trad. fr., París, Méridiens-Klincksieck.
214 PHILIPPE CORCUFF