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"¿Para qué sirve la sociología?

" La pregunta es a un tiempo


ingenua y provocadora. ¿Debe necesariamente servir para algo
la sociología? 0, para decirlo de otro modo, ¿para qué no debe
servir? Y si la sociología debe tener una utilidad, écuál debe ser
su naturaleza? é.Polltlca, es decir el sociólogo-experto, el
sociólogo-consejero del príncipe, el sociólogo al servicio de las
,
\

luchas de los dominados? aerapéutica, donde la sociología actúe


como un socioanálisis capaz de disminuir el sufrimiento gracias
a la comprensión del universo social? ¿Cognoscitiva, que conside-
re la sociología un saber que no tiene otro objetivo que el de ser

¿PARA QUÉ SIRVE


lo más científica posible?
Los autores de esta obra, convocados por Bernard Lahire,
aceptaron enfrentarse a este conjunto de interrogantes. En el
momento en que la clase dominante denuncia, en ocasiones, el , '
presunto
seguridad
"socioloqisrno" de la teoría, sobre todo en materia
y control social, la realidad pone al descubierto
de
que la
LA SOCIOLOGíA?
sociología es una disciplina académica menos "legítima" que
otras, una ciencia particularmente
justificación y al cuestionamiento
Pero si la situación social, académica
expuesta a las demandas
de sus resultados.
y cognoscitiva,
de

tan sin-

gular de la sociología,
mismo tiempo
la convierte
las exigencias
en blanco de las críticas,
de reflexividad y provecho pueden
al
Bernard Lahire
revelarse altamente productivas.
(dir.)

,'-y --

:.PAkA.QUE SiRVE LA SDCrüLOGI~?


3i1 5/2ül1
't7HQd7i22f)50i SOCIGuJGíA
85 160. OO~}00 J siglo veintiuno editores
¿PARA QUÉ SIRVE
LA SOCIOLOGÍA?

dirigido por
Bernard Lahire

I
I
siglo
veintiuno
editores
Traducción de
VÍCTOR GOLDSTEIN
Siglo veintiuno editores Argentina s.a.
TUCUMÁN 1621 7" N (C10SOAAG), BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA

Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248, DELEGACiÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D. F.

Siglo veintiuno de España editores, s.a.


CIMENÉNDEZ PIDAL, 3 BIS (28036) MADRID

Cet ouorage, publié dans le cadre du Programme d'Aide


a la Publicalion Vicloria Ocampo, bénéficie du soutien.
du Ministére des Affaires Etrangéres el du Service Culturel
de l'Ambassade de France en Argentine,

Esta obra, publicada en el marco del Programa de Ayuda


a la Edición Victoria Ocampo, ha sido beneficiada con el apoyo
del Ministerio de Asuntos Extranjeros y del Servicio Cultural
de la Embajada de Francia en la Argentina.

Lahire, Bernard
¿Para qué sirve la sociología? - la ed. - Buenos Aires:
Siglo XXI Editores Argentina, 2006.
208 p. ; 21x14 cm, (Sociología y política)

ISBN 987-1220-50-2

l. Sociología. 1. Título
CDD 301

Título original: A quoi sert la sociologie?


© Éditions La Découverte, 2002, 2004

"'ortada: Peter Tjebbes

©2006, Siglo XXI Editores Argentina S. A.

ISBN-lO: 987-1220-50-2
ISBN-13: 978-987-1220-50-2

Impreso en Artes Gráficas Delsur


Alte. Solier 2450, Avellaneda,
en el mes de julio de 2006

Hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en Argentina - Made in Argentina
rólogo:
res notas sobre el para qué
Índice
por Lucas Rubinich*

Prólogo: Tres notas sobre el para qué


por Lucas Rubinich 9 La pregunta que organiza este libro se puede abordar intentan-
Introducción lo múltiples respuestas, que quizás en todos los casos estén teñidas,
por Bernard Lahire 23 un que con distinta intensidad, por dos elementos significativos. El
l. La sociología, forma particular de conciencia primero es el discutido estatus científico de las llamadas ciencias blan-
por Francois de Singly 31 as, la cercanía y parentesco de la sociología con las humanísticas; y
2. Utilidad: entre sociología experimental y sociología social l segundo, relativo a la participación de la sociología (más allá de las
por Bernard Lahire 63 V luntades de los actores concretos) en las luchas por la imposición
3. La sociología y la respuesta a la demanda social de visiones del mundo, lo que la implica potencialmente con la polí-
por Robert Castel 89 tica. El primero tiene una particular fuerza en las reflexiones de algu-
4. Por un examen reposado de los hechos de sociedad nos de los modernos padres fundadores, como Durkheim y Weber,
por Louis Quéré 10 1 ue reivindicaron y normativizaron -como corresponde a los gestos
5. Las tentativas de profesionalización de los estudios fundacionales- una autonomía que ya comenzaba a gozarse en el
de sociología: un balance prospectivo mundo académico occidental moderno de fines del siglo XIX y prin-
por Claude Dubar 117 ipios del xx. Se realizaban principios ideológicos que manifestaban
6. Sociología, experticia y crítica social la necesaria separación del mundo del saber, de los poderes políticos,
por Claude Grignon 141 r ligiosos y económicos. Antes que ellos Karl Marx dejaba planteadas
7. Sociología y postura crítica uestiones centrales para el corpus de la teoría social moderna en un
por Danilo Martuccelli 157 e: ntexto que, a la par que posibilitaba reivindicar el conocimiento
8. Ciencias, sociología, política: ¿quién peritará a los peritos? .ientífico y su autonomía frente a esos poderes, habilitaba una cien-
por Samuel Johsua 175 'ia social que buscaba lograr (y que efectivamente conseguiría) efec-
9. Sociología y compromiso: nuevas pistas episternológicas l s políticos y culturales bastante inmediatos.
después de 1995
por Philippe Corcuff 195 * Lucas Rubinich es sociólogo y director de la carrera de Sociología de la Uni-
v rsidad de Buenos Aires.
-

10 LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 11

La pregunta "¿Para qué sirve la sociología?" tiene una respuesta Desde ya que esa pregunta fue formulada con mucha fuerza y
contundente y sólida en esos gestos fundacionales donde se herma- curiosidad por sectores medios del mundo urbano occidental, cuan-
nan los dos elementos mencionados. No se duda en la segunda mitad. do esa disciplina comenzaba a legitimarse cada vez más en el mundo
del siglo XIX y en las primeras décadas del xx de la utilidad social de académico y se institucionalizaban espacios de formación en las uni-
los productos generados por la ciencia. Los gestos fundacionales que versidades, sobre todo a partir de la segunda posguerra mundial en
le dieron el estatus científico a la ciencia social de hecho la habilita- el siglo xx. Al formular esa pregunta, esos sectores medios sustenta-
ron como una actividad útil para el progreso de la sociedad. En Amé- ban su ignorancia, en la comparación con profesiones liberales cono-
rica Latina, aunque se hayan producido intentos asociados a preocu- cidas (las que tenían cerca), más que con otras disciplinas científicas,
paciones iluministas de algunos gobiernos en los umbrales del siglo xx, de las que tampoco poseían demasiada información. La pregunta
la sociología va a existir realmente en términos institucionales luego concreta que se esgrime es si esta especialidad adquiere forma de pro-
de la segunda posguerra. Y desde ese nacimiento institucional estará fesión liberal y qué supone; y por supuesto, también puede ser for-
ligada -específicamente desde la segunda mitad de la década del 50 mulada por estudiantes iniciales de la disciplina. Peroesa inquietud
en adelante- a diferentes propuestas de cambio, quizá con mucha se relaciona con la capacidad de difusión pública de la actividad, no
mayor fuerza y transparencia que en otros espacios nacionales de los con las preocupaciones que en este libro interesan, que son las que
centros académicos. Con distintos sentidos políticos, con distintos se pueden plantear desde el propio espacio académico, porque supo-
promotores e influencias, tendrá hasta el presente una implicación nen además de cuestiones referidas a la política y ética científica y
(en algunos casos sólo como parte de un proyecto y en otros reali- profesional, a la propia definición de la disciplina.
zándolo) en procesos de cambio social y político.
Es pertinente plantear que esa pregunta, más allá de los momen-
tos fundacionales en los que se hace necesario reafirmar una identi-
dad en germen, no se formula reflexivamente dentro de la comuni- lI.
dad de sociólogos de manera azarosa en cualquier momento de su
corta vigencia. Existen elementos que rondan por cada comunidad
nacional, regional, o que se extienden por toda la comunidad interna- En verdad, el interrogante --quizá como todas las cuestiones pen-
cional, que activan esa pregunta en determinadas situaciones o la sus- adas por la sociología para volver comprensibles sus sentidos-e- es
penden en otras. Por supuesto que al tratarse de una disciplina con posible de imaginar sólo si se lo formula en relación con un contex-
menor grado de legitimación que las ciencias duras, puede haber
interrogantes, todavía en estos tiempos, sobre el estatus científico de
la sociología e, implícitamente, sobre su utilidad científica. Aunque,
nldad formada en su mayoría por científicos sociales me enfrentó con problemas que
a decir verdad, si eso puede aparecer eventualmente, quizá bajo la no había anticipado y que se referían a las diferencias que existen entre tales comuni-
forma de un murmullo de pasillo, no se presenta como descalifica- ti, des y las de los científicos naturales entre las que fui educado. Sobre todo, me sor-
ciones formales y argumentadas desde el propio espacio científico. prendió el número de desacuerdos abiertos, así como su alcance, en torno a la natu-
Hay sí pertinentes reflexiones sobre su singularidad.' Ialeza de los problemas y métodos científicos legítimos. Tanto la historia como el trato
fl rsonal me inclinaban a dudar de que quienes practican las ciencias naturales pose-
y ran respuestas más firmes o permanentes a estas cuestiones que las de sus colegas en
1 En su conocido libro La estructura de las revoluciones científicas Thomas Khun for- 11 iencia social. No ob~tante y de algún modo, la práctica de la astronomía, la física,
mula el siguiente comentario que supone un reconocimiento legitimador a la par que 1, química o la biología dejan de evocar las controversias sobre lo fundamental que
la aceptación de una especificidad: "El haber pasado un año en el seno de una comu- parecen endémicas entre, pongamos por caso, [...] los [...] sociólogos [Khun, 1971].
12 LUCAS RUBINICH
'I'RES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 13

que es manifiesta, no está dirigida a construir lo que las miradas


to determinado y con un período histórico determinado. Es perti-
mtiintelectuales llaman la torre de cristal indiferente al mundo, sino
nente, no obstante, pensar en dos situaciones típicas e ideales que
l evitar obstáculos que impidan obtener el mejor conocimiento. Yal
habilitan con más fuerza esa pregunta en el propio campo de la socio-
flnal, eso que puede presentarse como fin en sí mismo no es otra cosa
logía. La primera es cuando se producen luchas en el interior del
que el aislamiento relativo frente a la inmediatez mundana en fun-
campo que pueden suponer replanteos de definiciones más o menos
ión de objetivos trascendentes que son, sin duda, morales. De una
significativas del estilo de producir conocimiento sociológico. En esas
manera quizá más clara y amparada en su propia experiencia, Rob rt
definiciones pueden estar incluidas, con estilos las más de las veces
astel sostiene algo similar en el presente volumen.
ambiguos, las maneras de explicar la utilidad social; pero no hay rela-
La pregunta en el caso de este libro es, probablemente, el cm
ción evidente con actores exteriores al propio campo que motiven los
ente de condiciones particulares en un determinado momento d 1
interrogantes. En general se discute, en un espacio de ciencia plural,
ampo académico específico en el cual surge. Quizá su aparición n
sobre perspectivas que resultan para las posiciones en debate de
ea extraña, como permiten observar explícitamente algunos de 1 ,
mayor o menor pertinencia científica, e implícitamente se acepta que
trabajos, a los reposicionamientos frente a la figura referente de Pierr .
su utilidad estará directamente relacionada con su pertinencia o reco-
Bourdieu y a sus planteas de intervención pública. Tal vez esto impli-
nocimiento dentro de las tradiciones de ese mundo. La segunda es
que también disputas complejas por procesar la capitalización de una
cuando la preocupación de la disciplina por la cosa pública y las
herencia. Si se formula en esta época, es porque el arco que va d la
expectativas políticas de sectores del Estado o la sociedad se encuen-
xclusiva reivindicación de la autonomía científica de El oficio del soció-
tran y producen una relación estrecha. Yes entonces cuando se plan-
logo [Bourdieu, 1983] al agregado de la intervención político-cultural
tea como cuestión central el papel político cultural de la disciplina.
directa de La Miseria del mundo [Bourdieu, 1999] y también el conjun-
En la primera situación está la presencia de la tradición que rei-
to de acciones públicas registradas en Contrafuegos [Bourdieu, 1999),
vindica una fuerte autonomía, que no debería ser leída como com-
sostenida con coherencia argumental por Bourdieu, problematiza, s
partimentación. Porque a lo que se está atendiendo es a la relación
quiera o no, el conjunto de ese campo académico-nacional que pos .
más o menos inmediata, más o menos directa con la sociedad, pero
influencia a nivel internacional. Se plantea la pregunta sobre los sig-
siempre a una relación. Cuando en uno de los extremos, el científi-
nificados de una trayectoria de quien se constituyó en un referent d
co de cualquier disciplina dice que hacer ciencia sirve simplemente
la sociología francesa y también de la comunidad sociológica interna-
para hacer ciencia, está reafirmando la autonomía del moderno
cional, y sobre la manera legítima para el propio campo de procesar-
campo científico tensionada por distintos factores, y entonces actua-
la y a la vez hacer posible alguna forma de apropiamiento simbólic .
liza ingenua o reflexivamente una abarcadora tradición moderna que
supone una utilidad trascendente: se está produciendo conocimien-
En lo que respecta a América Latina, la utilidad de la sociolog a
to de distinto tipo -aunque existan consecuencias no queridas de la
parece estar fuera de discusión en la práctica real de su vida institu-
acción- para el bien de la humanidad. Y no se preocupa por las
cional de los últimos cincuenta años. Por supuesto, si se es flexibl
mediaciones que posibilitarán concretizar ese saber conquistado en
con la noción de utilidad y se reconoce que, en distintos moment S,
beneficios efectivos. Quizá si se observasen no sólo los dichos sino
diferentes perspectivas lograron que sirviese para algo important .
también los hechos (la práctica político-cultural) en que se implica-
Además, que bajo el predominio de un tipo de estilo y relación 11
ron los grandes referentes de la sociología que pelearon por la auto-
el mundo de las sociedades concretas, otras miradas desde el int ri r
nomía científica y la identidad particular de la disciplina, no queda-
del propio espacio académico pudieron cuestionar esa utilidad. '¡
rían demasiadas dudas acerca de que esa apuesta trascendente era
se consideran los procesos más significativos de esas cinco décadas
tomada en serio. La reafirmación de la autonomía, en los casos en
14 LUCAS RUBINICH
TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 15

podría formular sin ambigüedades una respuesta: la sociología pro- socialismos reales de Europa del Este, se fueron generando debates
movida por organismos internacionales, por el Estado o por grupos ompatibles con los referidos a la crisis del marxismo en los centros
académico-intelectuales intervino en discusiones relevantes de la vida ulturales europeos. Claro que magnificados por el fracaso de dife-
pública de esas sociedades. Pudo ser una herramienta que identifi- rentes experiencias revolucionarias en manos de Estados que pudie-
cara los obstáculos para el desarrollo de los países periféricos, o que ron practicar con inusitada contundencia acciones terroristas contra
diese cuenta de un desarrollo ligado a la dependencia; pudo pensar los grupos opositores y el conjunto de la población. En ese contexto
las formas que adquiriría una revolución en la región y también en rupos intelectuales ligados a la sociología comenzarán a construir
los impedimentos que posibilitarían consolidar una democracia. Por perspectivas que resultarán -con variaciones- en una sociología polí-
último, desde una situación de marcada heteronomía, pudo contri- tica legítimamente preocupada por explicar las posibilidades de esta-
buir a las transformaciones neoconservadoras de las políticas públi- blecimiento de un orden democrático. Orden ligado a las experiencias
cas, principalmente en las áreas de educación y acción social. ccidentales de convivencia de partidos que había sido descalificado
En sus primeros momentos de presencia institucional fuerte, en m los años sesenta como democracia formal. En los foros regionales
el contexto de derrota de los fascismos y de la lucha contra el comu- la sociología política emergida tras un proceso dramático estudiaba
nismo que supuso la Guerra Fría, se crearon en América Latina, pro- 1 s sistemas de partidos, daba cuenta de los procesos que habían con-
movidas por organismos internacionales, instituciones que valori- fluido en la formación de los Estados terroristas y analizaba desde dis-
zaban el papel de los científicos sociales en los diagnósticos que tintas dimensiones las posibilidades y los obstáculos de un orden
posibilitarían el crecimiento y el despegue de los países subdesarro- uyos significados estaban en discusión.
llados. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) será una Paralelamente a esa preocupación predominante en los espacios
de las más significativas,junto con otros organismos regionales encar- tcadémicos y culturales, el mundo profesional no académico fue
gados de formar y relacionar a los nuevos científicos sociales, además 1 grando un crecimiento importante en distintos países de América
de fundaciones patrocinadoras de ese nuevo mundo académico. La Latina a medida que avanzaban los años ochenta, y se afianzó como
utilidad de las ciencias sociales entendidas como recursos que posi- IIn espacio heterogéneo reconocido y legitimado en distintas áreas
bilitarían la puesta en marcha y ejecución de proyectos de desarrollo n la década del 90. El desarrollo de estos espacios y su consecuente
parecía ser el fundamento de esos proyectos regionales promovidos I gitimación produjo una dinamización de la práctica profesional y
por organismos internacionales. La revolución cubana primero, la 110 crecimiento concreto de posiciones laborales. Además hubo un
radicalización del catolicismo latinoamericano luego y, quizás en I conocimiento público cada vez más amplio y, a la vez, la generación
simultáneo, el aggiornamiento del marxismo en algunos centros aca- el algunos significativos' nuevos problemas para la producción de
démicos y culturales mundiales, fueron cambiando los significados ( nocimiento en autonomía.
políticos de esa intervención de la sociología en la vida pública. Aun- El doble papel de la sociología, como insumo técnico y como
que, en verdad, se mantendría una concepción vinculada a los cam- espacio de productividad intelectual, fue significativo en los años
bios sociales: en primer lugar, con el paso del subdesarrollo al desa- Jl venta, en los procesos de transformaciones del Estado promovidos
rrollo, y muy inmediatamente después, con la posibilidad de explicar p r las políticas neoliberales a nivel regional. Las instituciones clave
condiciones que facilitaran una revolución social. d ese proceso fueron los organismos financieros internacionales,
Luego de la experiencia de dictaduras (que en casos conocidos que en ese período se convirtieron en actores políticos relevantes de
practicaron terrorismo de Estado) y de la derrota de diferentes mo~- 1I políticas nacionales. Y su relación con las ciencias sociales tiene
mientos político-militares que se habían extendido por el mundo lati- 1 s aspectos principales a considerar. Por un lado su capacidad para
noamericano desde los años sesenta, sumadas a las crisis finales de los ,1 ordar el diseño, la fundamentación teórica y metodológica de las
16 LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 17

1 olíticas públicas y de los distintos programas que implicaban su ins- En el primer caso es necesario deslindar dos aspectos, para no
trumentación puntual. Esas tareas fueron imaginadas por investi- transformar la cuestión en una crítica política legítima, pero no per-
gadores de ciencias sociales, algunos de ellos con una relación de tinente a la cuestión a tratar aquí. Que los organismos financieros se
pertenencia directa al organismo, y otros (una franja importante de convirtieran en diseñadores conceptuales de políticas públicas de los
esos recursos intelectuales) con una circulación parcial por esos Estados nacionales de América Latina en los años noventa, y tuvie-
espacios y pertenencia simbólica principal al mundo académico. De ran la suficiente capacidad política para lograr la instrumentación
manera alternativa, esta nueva inteliguentsia internacional se desem- concreta de esas políticas públicas, los convierte en un espacio del
peñó específicamente en los espacios de producción de conoci- mundo tecnocrático con gran fortaleza política. Pero que posean no
miento de los propios organismos o en distintas funciones en los sólo la capacidad de producir conocimiento sobre lo social, sino que
Estados nacionales. Algunos de los más prestigiosos continuaban además hayan logrado prestigiarlo como conocimiento científico,
con su pertenencia académica. Pero, por otro lado, el diseño de esas plantea algunos problemas a la sociología académica, a la producción
políticas públicas, como ya se ha mencionado, presuponía en el de conocimiento en autonomía. La autonomización relativa del
Estado un tipo de recursos humanos con una capacitación técnica mundo científico y cultural de los poderes políticos, económicos y reli-
profesional que habría que buscar en el mundo de las ciencias socia- giosos es el ideal de funcionamiento de la ciencia y la cultura moder-
les. Principalmente las secretarías o ministerios de Acción Social y nas, y existen instituciones que no sin tensiones expresan ese ideal. En
de Educación, aunque también las áreas de Trabajo y de Salud, fue- la década de los noventa una visión individualista de lo social que
ron, y aún son, 'contratantes importantes de profesionales técnicos podía ser predominante en una ciencia económica al servicio de pode-
provenientes de la sociología. res transnacionales, pero que apenas tenía alguna presencia marginal
en el mundo académico de la sociología, ocupó un lugar importan-
te en éste a partir de una relación de ida y vuelta entre franjas de ese
mundo académico e instituciones financieras internacionales como el
111. Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Si la ciencia social fuese acumulativa en un sentido lineal, se
habría superado esta discusión hace ya casi ciento cincuenta años,
Si en la América Latina de la última década y media se junta el cuando Marx refutaba de manera categórica esas perspectivas en sus
mapa de lo que efectivamente se hace con la sociología, con los ele- discusiones con los economistas clásicos y los jóvenes hegelianos, al
mentos comunes del deber ser planteados por las zonas más presti- caracterizar como robinsoniadas esas tendencias que no tomaban en
giosas de esta comunidad, aparecen por lo menos un par de proble- cuenta la determinación de la acción social. Las robinsoniadas resu-
mas interesantes. En realidad, los dos que se plantearán aquí están citaron en la sociología de fines del siglo XX bajo la categoría moral
relacionados con maneras de resolver la tensión autonomía-hetero- de pobre. Esa categoría casi deshistorizada y definida a través de atri-
nomía. El primero está en parte indicado en el punto anterior y refie- butos, y no de relaciones, ocupó un lugar no sólo en estadísticas públi-
re a la influencia que los organismos financieros internacionales han cas y en los análisis tecnocráticos, sino también en los académicos.
producido en zonas del mundo académico, y el segundo se relaciona La sobrefinanciación del mundo tecnocrático en relación con el
con las discusiones surgidas al calor de los intentos de transformación mundo académico universitario pudo explicar en algunos países,
del sistema universitario, también promovidos por los organismos como la Argentina, una parte central de esa pérdida de autonomía,
financieros, en los que se plantea el debate de la relación entre la pero su extensión a otros casos nacionales en donde esa relación no
sociología y el mercado de trabajo. era tan evidente, permite suponer que esos espacios también pro-
18 LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ
19

porcionaban reconocimiento. No habría que subestimar tampoco el s~ciólog~s al mercado de trabajo. Una carrera de grado de sociolo-
deterioro de objetivos trascendentes en esas comunidades intelec- gIa conSIgue que sus profesionales tengan una inserción importante
tuales o, para decirlo más puntualmente: los objetivos trascendentes en un mercado de trabajo heterogéneo y dinámico, como se ha
de la reconstrucción democrática no fueron percibidos como tan tras- demostrado en distintos casos, cuando los egresados cuentan con una
cendentes por franjas importantes de la comunidad que intentaron formación que les per~ite abordar cuestiones de la vida social apo-
una salida profesional que posibilitase una supervivencia adecuada a ya~os en los grandes pilares de la teoría social y en los estilos de tra-
su estatus. Además, la llamada crisis de paradigmas afectaba al mundo bajo metodológicos y técnicos que les permiten hacer andar esa teo-
ideológico que se había planteado como alternativo en los setenta, y r~a so~ial y producir conocimiento. Eso los posiciona para pensar
también a las ciencias sociales, aliadas de ese mundo ideológico. De diversidad de hechos sociales. No es posible formar a un profesional
resultas de esa situación, se emprendían caminos nuevos en un uni- para u~a. ~osición exclusiva y puntual del mercado de trabajo, ya que
verso que al fragmentarse en diversidades legítimas no poseía la capa- esa posicion puede resultar inexistente cuando el profesional esté for-
cidad de coerción del que sólo cuenta con algunos centros fuertes. mado. Es la imaginación sociológica la que hará que un sociólogo
Es verdad que la politización de la sociología en los años sesenta pueda abordar un nuevo problema referido al consumo de distintos
en el caso latinoamericano pudo ser vista como una situación de hete- sectores sociales, o la pertinencia y forma de un plan de viviendas de
ronomía; sin embargo, aun en sus modos más radicalizados, una rea- acuerdo con las características socioculturales de una población, o las
firrnación de un cierto tipo de autonomía que no es extraña a las gran- formas que adquiere la reproducción de la dominación en determi-
des tradiciones del mundo científico parecía observarse en su práctica na~~ instituciones, o las grietas que abre un grupo subordinado para
concreta. Como decía Charles Wright MilIs: se puede producir cono- resistir a esa dominación.
cimiento sobre el poder y conocimiento útil para el poder. El papel de El sociólogo Roben Nisbet, que fue titular de la cátedra Albert
una sociología implicada culturalmente con movimientos políticos radi- Schweitzerde Humanidades en la Universidad de Columbia, escribió
calizados supuso la primera opción no simplemente por una apuesta un agradable l.ibro publicado en 1976 y titulado La sociología como
de autonomíacientífica, sino porque la mirada política alternativa se forma de arte [Nisbet, 1976). Allí plantea cuestiones referidas a las difi-
valía -o eventualmente se la imaginaba valiéndose- de ese conoci- cultades que resultan de la "sacralización" de las técnicas. Nisbet sos-
miento crítico de algunas de las formas en que se daban las relaciones t~n.ía que la pr:ocupación en la sociología norteamericana de prin-
sociales en su proceso de construcción. Además, porque en el proceso CIpIOSde los anos setenta por atribuir cientificidad a una disciplina
de construcción política los espacios académicos no estaban condicio- que permanentemente debía luchar para defender su identidad ame-
nados por las directivas de un partido, sino por un clima político-cul- nazada resultaba en el olvido de lo que otro sociólogo norteamerica-
tural que habilitaba preguntas por el cambio. Por eso es diferente cuan- no llamó "la imaginación sociológica", y en la pura atención a la "lógi-
do existe una politización implícita de la sociología que se transforma ca de la demostración". La lógica del descubrimiento, dirá Nisbet es
en dadora de visiones del mundo para el Estado u otras instituciones la que posibilita la construcción de objetos sociológicos científicos
bajo la forma de conocimientos técnicos proveedores de legitimidad, no las técnicas [Nisbet, 1978) que, según Bachelard, están absoluta~
en tanto allí existe el abandono o, al menos, condicionamientos fuer- mente subordinadas a las preguntas que surgen de la teoría. Se trata
tes para el intento de formular las preguntas en autonomía. básica~ente de lograr la formulación de preguntas construidas por
La relación entre sociología y mercado de trabajo puede ser pro- la teona, ~o de responder de manera técnica y sofisticada a pregun-
blemática cuando, como ocurrió en algunas de las discusiones impues- tas de sen tido común formuladas por un contratante.
tas en los años noventa por las políticas públicas neoliberales en toda Para mantener su identidad reconociendo su herencia de tradi-
la región, se plantea una subordinación mecánica de la formación de ciones científicas y culturales, la sociología necesita irremediable-
LUCAS RUBINICH TRES NOTAS SOBRE EL PARA QUÉ 21
20

mente construir conocimiento "sobre el poder", porque es la única Referencias bibliográficas


forma de intentar decir algo productivo sobre el hecho social. En
tanto existan instituciones como las universidades que posibiliten el
mantenimiento de la relativa autonomía frente a los poderes políti-
cos, económicos y religiosos, esa tarea, no sin dificultad~s, .tendr~ ~l
menos la posibilidad potencial de realizarse. El conocimiento útil
para el poder, cuando de alguna m~nera está ,te~sionad~ por el ~spa-
cio de formación del mundo cientIfico-acadcmICo autonomo, tiene Bachelard, G. (1948), La formación del espíritu científico, Buenos Aires,
dimensiones problematizadoras que lo vuelven quizá más útil para :1 Argos.
poder. En el momento que la institución de formación se plantea sm Bourdieu, P. (2000), Los usos sociales de la ciencia, Buenos Aires, Nue-
mediaciones como un espacio de formación que genera productores va Visión.
exclusivos de conocimiento útil para el poder, de profesionales que ----; (1999), Contrafuegos. Reflexiones para servir a la resistencia con-
se mimetizarán con una posición situada históricamente en el mer- tra la invasión neoliberal, Barcelona, Anagrama.
cado, la disciplina se transformará apenas en un rutinari~ conoci- ----; y otros (1999), La miseria del munedo, Buenos Aires, FCE.
miento técnico con poca utilidad para la sociedad entendIda en el ---; y otros (2003), El oficio del sociólogo, México, Siglo XXI Edi-
sentido trascendente y, seguramente, también para los actores del tores.
poder ubicados ya en el llamado mercado o en el Estado. Khun, Th. (1971), La estructura de las revoluciones científicas, Buenos
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complejas. Algunos comentarios sobre el campo de la sociología
analizado a partir de las ocupaciones de los sociólogos. Resulta-
dos preliminares de la encuesta", mimeo, Proyecto UBAcyT "Las
ciencias sociales en el fin de siglo", director: Lucas Rubinich.
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WI igth MilIs, Ch. (1985), La imaginación sociológica, México, FCE.
Introducción
por Bernard Lahire*

Si algún día, para admitir la utilidad de los cursos de matemáticas


trascendentes en el Collége de France, los contribuyentes tuvieran
que comprender para qué sirven las especulaciones que allí se
enseñan, esta cátedra correría grandes riesgos.
E. Renan, L'Instruction supérieure en France

¿Para qué sirven los médicos, los agricultores o los bomberos? A


'ualquiera se le ocurren inmediatamente respuestas sencillas: para
urar, para producir medios de subsistencia, para salvar vidas. Pero
I s diversos oficios que componen la formación social están desigual-
mente justificados en su existencia y desigualmente trabajados por la
c-uestión de su utilidad social. "¿Para qué sirve la sociología?" La pre-
Kurita es a la vez radical y provocadora. Cuando se ejerce una activi-
dad, uno raramente se ve llevado a plantearse de manera permanen-
t la cuestión de saber cuál es su "razón de ser". Por lo menos, quienes
la practican le encuentran una utilidad: la de "convenirles". Pasatiern-
I o como cualquier otro, la sociología ocupa el intelecto y el tiempo
le quienes la utilizan y de ese modo los exime de preguntarse para
qué puede servir lo que hacen.
Pero en primer lugar son los "debutantes" los que, con su "inge-
nuidad" de recién llegados, plantean interrogantes que los profesio-
nales pueden terminar por olvidarse de formular, debido a su com-
promiso en juegos cuyos fundamento y razón de ser con frecuencia
permanecen informulados. Qué docente de sociología no oyó en bo-
'a de sus estudiantes la pregunta: "Pero, ¿para qué sirve la sociolo-

* Profesor en la École normale supérieure (ENS) de Letras y Ciencias humanas,


miembro del grupo de investigación sobre la socialización (Centre national de la re-
herche scientifique, CNRS).
24 BERNARD LAHIRE INTRODUCCIÓN 25

gía?". Pregunta que también puede ocultar inquietudes prosaicas pe- ria) , si se tiene en cuenta que a menudo cumple una función críti-
ro muy comprensibles, del tipo: "¿Qué salida profesional puedo al- a y, por último, que sus resultados pueden leerse en los mismos "ob-
canzar con un diploma universitario de sociología?", así como inte- J tos" de esas investigaciones (a diferencia de una parte de la histo-
rrogaciones científicamente más pesadas para la misma disciplina, 'ia, que habla de los muertos o de una parte de la antropología, que
por ejemplo: "¿Por qué, con qué objeto, con qué objetivos, etc., de- interesa en poblaciones que no comparten ni la misma lengua ni
be hacerse el análisis del mundo social?" o "¿Qué papel representa la ¡ misma cultura que el antropólogo, pero también y sobre todo, a di-
sociología en el curso de la historia y en los cambios sociales?". rencia de todas las ciencias de la materia y de la vida, que no tienen
Por normales que puedan ser, tales preguntas se formulan con por objeto a lectores potenciales), la sociología es una de las raras
mayor asiduidad a medida que uno tiene que vérselas, por un lado, iencias que, para superar los malentendidos, está obligada a pasar
con una disciplina académica y científicamente menos legítima que tanto tiempo explicando yjustificando su actitud como ofreciendo
otras (por ejemplo, la física, la química, las matemáticas, las neuro- I s resultados de sus análisis.
ciencias, etc.) y, por el otro, con una ciencia obligada, por su mismo La situación (social, académica y cognoscitiva) singular de la so-
objeto, a tropezar con más frecuencia que otras con exigencias de jus- iología, pues, es muy particularmente incómoda. Porque no sólo es
tificación o cuestionamiento de sus resultados. agotador tener que responder sin descanso a la pregunta "¿para qué
Por lo que respecta al primer punto, es evidente que si la interro- irve?", sino que lo más molesto radica en el hecho de que la respues-
gación "¿para qué sirve?" no es tan frecuente en física como en socio- ta "no sirve para nada" a menudo está ya en la mente de quien hace
logía, es por razones que tienen que ver a la vez con una legitimidad la pregunta. Precisamente por eso todo sociólogo que pretende ha-
académica más sólida y con salidas profesionales más claras y diversi- er un trabajo científico y, en consecuencia, defender su independen-
ficadas. Para convencerse de esto basta imaginar un mundo social don- ia de espíritu contra cualquier imposición exterior a la lógica de su
de el estatus de sociólogo fuera globalmente reconocido, valorizado y ficio, un día u otro deberá defender, de manera discreta o rabiosa,
gratifican te, y donde obtener un doctorado de sociología permitiera $U libertad respecto de toda especie de exigencia social (política, re-

con certeza alcanzar una profesión y una posición social envidiable. ligiosa, económica, burocrática ... ).1
Puede concebirse con facilidad que una situación semejante inmedia- Estos distanciamientos de las exigencias de utilidad adoptan for-
tamente daría sentido y valor a la enseñanza de la sociología. En con- mas diferentes según los autores y los contextos. Por ejemplo, Émile
secuencia, el hecho de no saber para qué sirve la sociología no está Durkheim podía insistir en el indiferentismo de principio que debe
exclusivamente ligado a su especificidad. El sentimiento de utilidad o adoptar la sociología frente a las consecuencias prácticas de sus des-
inutilidad de un saber a menudo no proviene tanto de la índole de ese ubrimientos, cuando establecía una diferencia tajante entre sociolo-
saber como de su valor académico y extraacadémico (débil o fuerte ía de la educación (que dice "lo que es") y teorías pedagógicas (que
prestigio de los estudios, pocas o muchas salidas profesionales, peque- determinan "lo que debe ser"):
ñas o grandes reputaciones de los empleos ocupados). La alta legiti-
midad y el gran valor (económico y simbólico) que el mundo social
atribuye a ciertas actividades salen al paso de toda interrogación me- J Puede leerse con interés lo que escribía Nicolas Herpin a propósito de una par-
1 de los sociólogos norteamericanos (entre ellos, H. S. Becker, E. Goffman, L L. Ho-
dianamente importante sobre sus razones y su utilidad.
rowitz, R. Merton y O. Lewis) que, en los años sesenta, reaccionaron contra las tenden-
Por lo que respecta al segundo punto, si se tiene en cuenta que ias a la "miopía" que caracterizó a los sociólogos "seculares". Estos últimos, financiados
dedica su atención a su propia sociedad (a diferencia de una parte de por los organismos oficiales, las empresas privadas o las fundaciones, dócilmente acep-
la antropología y de los especialistas de otras sociedades u otras áreas tan investigar por encargo a propósito de problemas que les son designados pero que
de la civilización) ya hechos contemporáneos (a diferencia de la his- no definen ellos mismos [Herpin, 1973).

h
BERNARD LAHlRE INTRODUCCIÓN 27
26

La ciencia -escribía- comienza cuando el saber, cualquiera que sea, es va al poder. Mientras que su función científica es comprender el mun-
buscado por sí mismo. Sin lugar a dudas, el científico sabe claramente do social, comenzando por los poderes. Operación que no es neutra so-
que sus descubrimientos, a todas luces, serán susceptibles de ser utili- cialmente y que sin duda alguna cumple una función social. Entre otras
zados. Puede ocurrir incluso que dirija preferentemente sus investiga- razones, porque no existe poder que no deba una parte -y no la menor-
ciones sobre tal o cual punto porque de ese modo presiente que serán de su eficacia al desconocimiento de los mecanismos que lo fundan
más aprovechables, que permitirán satisfacer necesidades urgentes. Pe- [Bourdieu, 1980, pp. 23-24].
ro en la medida en que se entrega a la investigación científica, se de-
sinteresa de las consecuencias prácticas. Dice 10 que es; comprueba lo Contra las exhortaciones multiformes de producción de un "saber
que son las cosas y ahí se queda. No se preocupa por saber si las ver da- útil", los sabios siempre tuvieron que luchar por la "curiosidad gratui-
des que descubre serán agradables o desconcertantes, si es bueno que U\"o la "búsqueda de la verdad" en sí misma y por sí misma. Y realmen-
las relaciones que establece sean lo que son, o si más valdría que fue- I es así como hay que interpretar la posición radical-y en muchos as-
ran de otro modo. Su papel es expresar lo real, no juzgarlo [Durkheim, p ctos provocativa- de un filósofo como Peirce, que, como lo recuerda
1977, p. 71]. I cques Bouveresse, "creía más que cualquiera que la motivación prin-
( ipal del científico y el filósofo debe ser la búsqueda de la verdad por
El sociólogo también puede resistirse al llamado de la utilidad I verdad sin ninguna relación directa con la mejora de su propia exis-
(rentabilidad) económica de los saberes. Como escribió Raymond I ncia, la defensa de los intereses de la sociedad o la promoción de
Aron en su prefacio a la traducción de la obra de Thorstein Veblen, una forma más democrática de coexistencia y cooperación entre los
Teoría de la clase ociosa, "La curiosidad sin otra preocupación que el co- hombres" [Bouveresse, 1996, p. 140]. Al mismo tiempo, de esa mane-
nocimiento, sin otra disciplina que la que se impone por sí misma, I los sociólogos se ven obligados a dar una justificación que puede re-

sin consideración por la utilidad que, en la civilización pragmática y ultar muy productiva, porque no es en las condiciones más cómodas
pecuniaria, sigue siendo la de algunos y no de todos, esa curiosi- (' mo el saber científico y la reflexividad conocen los mayores avan-
dad entregada a sí misma ofrece una garantía contra el despotismo S.2 Así, habría que preguntarse quién (¿en qué condiciones?, ¿en
del dinero, una posibilidad de progreso y de crítica" [Aro n , 1978, qué posición?, ¿en qué relación con su objeto?) tiene interés en de-
( ir qué tipo de verdad sobre el mundo social.
p. XXIII].
Por último, es capaz de ver lo que la "noble utilidad" puede ocul- ¿Para qué sirve la sociología? ¿A quién sirve la sociología? ¿Debe
tar de servilismo respecto de las dominantes (en lo cultural, lo polí- necesariamente servir para algo? 0, para plantear la pregunta de otro
tico, lo religioso y lo económico ... ) y considerar que la producción modo, ¿para qué sobre todo no debe servir? Y si la sociología debe te-
de verdades sobre el mundo social, con frecuencia, va en sentido ner una utilidad cualquiera, ¿cuál debe ser su naturaleza: política (so-
opuesto a las funciones sociales de legitimación de los poderes que ciólogo-experto, sociólogo-consejero del príncipe, sociólogo que ofre-
pueden querer que la sociología represente: armas para la lucha a los dominados de todo tipo), terapéutica (la
ciología como socioanálisis y medio de disminuir sus sufrimientos
Hoy, entre quienes depende la existencia de la sociología, cada vez hay mediante la comprensión del mundo social y de sus determinismos),
más que se preguntan para qué sirve la sociología. De hecho, la socio-
logía tiene tantas más posibilidades de decepcionar o de contrariar a los
2 El mismo Peirce escribió lo siguiente: "Allí donde hay una clase extendida de pro-
poderes cuanto mejor cumpla con su función propiamente científica. íesores académicos, a los que se otorga buenos ingresos y que se considera como seño-
Esta función no es servir para algo, vale decir, para alguien. Pedir a la r s, la investigación científica sólo puede languidecer. En todas panes donde esos buró-
sociología que sirva para algo es siempre una manera de pedirle que sir- e ratas pertenecen a la clase más cultivada, la situación es todavía peor." [Peirce, 1.51].
28 BERNARD LAHIRE INTRODUCCIÓN 29

cognoscitiva (la sociología como saber que carece de otro objetivo Los interrogantes tal y como son fueron reformulados de manera
que no sea el de ser lo más racional y lo más ampliamente fundado liferente por los autores de esta obra, y las respuestas que empezaron
de forma empírica)? ¿Cómo el mundo social se adueña de ella y la , aportar, de hecho, deben leerse como incitaciones a la reflexión co-
utiliza realmente, incluso cuando quienes la practican pretendan no I ctiva y al trabajo de investigación sobre el oficio de sociólogo, sus fun-
encarar ninguna utilidad extracientífica? Toda una serie de pregun- iones sociales y sus relaciones con los contextos sociohistóricos en los
tas que giran alrededor de la utilidad y de la inutilidad, efectivas o de- uales -ya sea que uno se desvele por olvidado o no- se inscribe.
seadas, de la sociología, y a las que procuran responder los autores
de este libro.
Que lo hicieron de diferentes maneras, esforzándose por explici- Post scriptum: Algunos días antes de la entrega de esta introduc-
tar los supuestos de su manera de hacer sociología y el tipo de utili- ión al editor nos enteramos de la muerte de Pierre Bourdieu. Al
dad (o de no utilidad) a la que puede pretender, considerando la omienzo de esta empresa, yo le había pedido una contribución pa-
cuestión de las condiciones del compromiso (de índole política o ra este volumen, porque todo el mundo sabía no sólo la importancia
científica) de los sociólogos en los debates públicos y las luchas socia- que él concedía a una sociología de la sociología, sino también su evo-
les, interrogando la función crítica de gran parte de los trabajos so- lución intelectual sobre la cuestión del compromiso del sociólogo. El
ciológicos o haciendo el análisis de las formas de profesionalización recargo de trabajo y sus múltiples compromisos lo habían forzado a
del oficio de sociólogo. Otra manera de responder a la pregunta, au- declinar, muy amablemente, el ofrecimiento. Varios capítulos de es-
sente de esta obra porque es inexistente en el campo de las investiga- ta obra muestran a las claras hasta qué punto -de manera implícita o
ciones sociológicas contemporáneas, supondría escribir un capítulo xplícita- él está presente en la reflexión llevada a cabo sobre la cues-
de la sociología acerca de los usos sociales efectivos y de la recepción tión de la utilidad de la sociología. Se los puede leer como homena-
diferenciada de los trabajos sociológicos por instituciones, grupos o jes en acto.
individuos singulares. Se trataría entonces de describir y analizar las
funciones sociales efectuadas (o los servicios realizados) por los di- Lyon, 2 de febrero de 2002
ferentes tipos de sociología: "¿Para qué sirve realmente talo cual so-
ciología?" o "¿Cómo los actores sociales utilizan publicaciones socio-
lógicas a las que pueden tener acceso?". Muy probablemente, una
sociología de las recepciones reales de las producciones sociológi-
cas estaría plagada de sorpresas, porque entre las intenciones de los
"productores" y los usos reales de los "consumidores" (comunida-
des eruditas, medios, partidos o sindicatos, Estado, cuerpos profe-
sionales involucrados en las investigaciones o simples "particulares")
en ocasiones hay un abismo. A todas luces, de ponerse en marcha,
una obra semejante saldría ganando, y sería más útil que la cantidad
de abstracciones epistemológicas contemporáneas producidas por so-
ciólogos que permanecen encerrados en los límites del comentario
de textos (teóricos, eso cae de maduro), y que de ese modo ignoran
poco más o menos por completo el mundo social que, sin embargo,
supuestamente, tienen por objeto ...

-------- ••••••••••••• Lr.••••••••••••••.... _


30 BERNARD lAHIRE

Referencias bibliográficas 1. La sociología, forma particular


de conciencia 1
por Francois de Singly*

Aron, R. (1978), "Avez-vous lu Veblen?", en T. Veblen, Théorie de la


. classe de loisir, París, Gallimard-Tel.
Bourdieu, P. (1980), Questions de sociologie, París, Minuit. [Cuestiones de
sociología, Madrid, Istmo, 2000.]
Bouveresse, J. (1996), La Demande philosophique, París, Éditions de
La pregunta "¿Para qué sirve la sociología?" parecería capaz de
l'Éclat.
recibir una respuesta calcada de una expresión de Bernard Lahire
Durkheim, É. (1977), Éducation et sociologie, París, PUF.
[1996], quien, cuando asume la dirección de Critiques sociales,2 decla-
Herpin, N. (1973), "Les militants ou la fin des sociologues séculiers?",
ra que esa revista "es científica y socialmente útil": la sociología sería
Les Sociologues américains et le siécle, París, PUF, pp. 147-158.
doblemente útil. Pero si miramos este enunciado más de cerca, per-
Peirce, C. S. (1987), The Collected Papers ofe. S. Peirce, vol. 5, editado
ibimos que el "y" es problemático: que existan textos científicamen-
por Ch. Harsthorne y P. Weiss (1931-1935), Cambridge, Mass,
te útiles está bien; que existan textos socialmente útiles, también. Pe-
Harvard University Press.
ro ¿en qué condiciones, mediante qué procedimientos, esos textos
pueden pertenecer a la misma categoría? Esta articulación entre las
justificaciones científica y social no me parece suficientemente ana-
lizada en sociología. En efecto, más bien domina un esquema que
tiende a separar esos dos niveles y a criticar a quienes los confunden.
Pierre Bourdieu, a propósito del mercado de los bienes simbólicos
[1971], distingue así dos polos: la producción restringida, donde el
modo de reconocimiento y la acumulación del capital dependen de
los pares, y la producción ampliada, en la cual la validación proviene
del público, de instancias no científicas (o literarias, todo depende
de la índole del campo). En esta perspectiva, en las ciencias sociales
habría investigaciones "científicas" y otras investigaciones, otros tex-
tos cuyo valor científico es menor, aunque estén escritos por indivi-

1 Este título retorna el del segundo capítulo de Comprendre la sociologie [Berger,


1973].
* Profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de La Sorbona, director del Centro
de investigaciones sobre los lazos sociales (CNRS).
2 Que agrupa a "investigadores en ciencias sociales y militantes de los diferentes

horizontes de la izquierda".
32 FRAN<;;OIS DE SINGLY OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 33

duos o grupos que procedan del mismo campo. El polo de produc- I¡ n a los sociólogos que no sabían diferenciar "objeto social" y "ob-
ción restringido sería científicamente útil, el amplio sería socialmente 1II sociológico", demasiado sensibles a las presiones de los medios,
útil, tal vez, pero no debería recibir la etiqueta de "científico". En con- e! ' las políticas. La demanda social era entonces una palabra grosera
secuencia, una línea divisoria separaría a erudito e ingeniero de lo so- t¡1l utilizaban otros; la escisión más fuerte separaba la "verdadera"
cial, erudito y experto, erudito e interviniente: estas categorías son iología y la "pcicosociología", al servicio de in tereses sociales y,
utilizadas sobre todo por aquellos que reivindican la ciencia para des- p r, de intereses patronales. Sin embargo, progresivamente, la so-
valorizar el trabajo de lo.sotros, o para observar la degradación de las I i logía me resultó doblemente útil. Me condujo a no separar ya "con

condiciones de la investigación [Godin, 'Irépanier, 2000]. una frontera infranqueable los Juicios de hecho' y los Juicios de va-
En un marco teórico sen.ejante, lo ideal es la autonomía del in- lor'" [Boltanski, Chiapello, 1999, p. 31], Ya integrar más explícita-
vestigador, que no debe responder a la demanda de los mandatarios ID nte en el razonamiento sociológico los valores que sustentan bue-
políticos, administrativos, o.de los comentadores mediáticos. El silen- u cantidad de razonamientos sociológicos.
cio que rodea los trabajos del sociólogo es una prueba de su separa-
ción con el amplio mundo de la producción, mientras que, por el
contrario, el éxito es un signo del compromiso: el sociólogo escucha-
do es aquel que se guía por el sentido común. Desgraciadamente, o CEstosirve para hacer ciencia"
felizmente, algunos sociólogos del primer círculo (hay que observar
que los otros no adoptan ese esquema teórico) pueden tener éxito
en los medios. Lo "científicamente útil" puede unirse a lo "socialmen- La respuesta "Esto sirve para hacer ciencia" estaba justificada por
te útil" -perceptible a través de esta recepción- sin que por ello las ,1 modelo de Émile Durkheim: cazador de prenociones [1963], en-
razones de una alianza semejante se vuelvan comprensibles: ¿por qué 'errado en su proyecto de sociología científica, él sabía resistir. Pe-
algunos individuos, o algunas instituciones, cegados por su sentido r la publicación de los tres volúmenes de Textes en 1975 reveló otra
común y sus intereses particulares, prestan atención a los enunciados imagen de Durkheim: así fue como utilizó Le Suicide* [1963] Ysu teo-
científicos? ría de la integración para tomar posición contra el restablecimiento
Me parece necesario someter a la crítica la respuesta a la pregun- del divorcio por consentimiento mutuo que amenazaba el lazo con-
ta formulada por esta obra: "Para casi nada (socialmente), salvo para yugal [1975]. Puede descubrirse que, más allá de las reglas del mé-
hacer ciencia". Como es la que yo aprendí durante mi socialización lodo, la sociología no vale "una hora de trabajo si no debiera tener
sociológica, operada en el marco de la teoría del Centre de sociolo- más que un interés especulativo" [1967]. Durkheim ciudadano y po-
gie européenne'' con Le rnétier de sociologue" [Bourdieu, Chamboré- lítico se ocultaba detrás de Durkheim erudito, consagrándose el pri-
don, Passeron, 1968] como recurso principal," puede comprenderse mero a la ciencia, deseando el segundo extraer enseñanzas para el
por qué este capítulo adopta la forma de una novela de aprendizaje buen funcionamiento de la sociedad. Más precisamente, la lectura
sociológico. Como me explicaron entonces, las otras respuestas se de- de sus Textes, de suJournal [1969], de sus libros, muestra que se tra-
taba no solamente de una difusión de los resultados de la sociología
ientífica hacia la sociedad sino también de una retroacción, porque
3 Que progresivamente se convirtió en la teoría de Bourdieu, [Singly de, 1998.]
las preocupaciones de Durkheim como ciudadano republicano irra-
* Versión en español: El oficio de sociólogo: presupuestos epistemológicos, Madrid, Siglo
XXI de España editores, 2005. [N. del T.]
4 En 1970 me inscribí en la tesis de tercer ciclo, con la dirección de J·C. Passeron:
L'intériorisation de la normauuité dans le cercle domestique. * Versión en español, El suicidio, Madrid, Akal, 1992.
34 FRANCOIS DE SINGLY IA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA 35

diaban completamente su pensamiento sociológico; en su curso so- u ras de narrarse. Había que romper con "el sentido común't.Ll,a des-
bre [L'Éducation morale, 1963], ¿no hay yuxtaposiciones constantes dicha de las ciencias del hombre, se afirma en El oficio de sociólogo (y
entre los dos niveles de realidad? n el programa televisivo que vulgariza su con tenido), es tener un ob-
¿La ruptura epistemológica constituía una representación exac- I to que habla. Por lo tanto, la urgencia no es dar cuenta a los indivi-
ta del trabajo sociológico, puesto que los intereses de la sociedad no duos de sus prácticas, de las razones objetivas o del sentido objetivo
eran olvidados en el gabinete del sociólogo preocupado por los inte- el sus conductas; es elaborar ciencia. Progresivamente, esta postura
reses de la ciencia? La sociología tenía funciones externas, de las que me molestó; por un lado, me parecía despreciativa para los individuos
El oficio de sociólogo hablaba y aconsejaba poco. La única recomenda- que, de algún modo, permanecían en la ignorancia, creyendo inge-
ción era el distanciamiento -perceptible, por ejemplo, en el hecho nuamente en el sentido vivido de sus comportamientos. ¿No era ne-
de no firmar las peticiones-i'' que significaba no indiferencia sino ex- sario rehabilitar de una manera o de otra a los individuos, y esto
presión del trabajo específico del sociólogo. Todo ocurría como si las tanto más dado que las sociedades contemporáneas concedían más
funciones externas de la sociología no fueran centrales desde el pun- lugar al individuo? ¿Hasta dónde un modelo concebido a partir de
to de vista de la construcción de la disciplina como ciencia. Pero ¿có- ociedades tradicionales, en cuyo seno el grupo prevalezca sobre el
mo comprender esa ignorancia relativa, mientras que, cuando se tra- individuo, sigue siendo pertinente para explicar una sociedad en cu-
taba de dar cuenta de la institución escolar, se lanzaba el movimiento yo seno el individuo es más autónomo de su grupo de origen? Mi tra-
contrario: una mayor atención a las funciones externas (la contribu- bajo sobre las estrategias matrimoniales de reproducción me condu-
ción en la reproducción social) que a las internas (como la relación fa a esa interrogación. Las respuestas recibidas teóricamente no me
pedagógica o la transmisión del saber)? satisfacían por completo, aunque las objeciones fueran comprensi-
Cuando yo creía en esa visión erudita del mundo, esa idea pre- bles:8 el individuo conservaba, y conserva, un estatus menor, alguien
concebida no me molestaba demasiado porque los individuos eran quien hay que explicar las razones objetivas -las "verdaderas" razo-
"agentes" que, sobre todo, estaban movidos, con frecuencia a su des- nes desde el punto de vista científico- de su conducta, sin saber có-
pecho, por los determinantes sociales, incluso si al final, siempre al mo el conocimiento de esas razones podía engendrar un nuevo indi-
final de los libros, como "apertura", los autores dejaban entender que
la toma de conciencia de las determinaciones era posible, y útil, y
principalmente no eran "actores"." Lo que importaba ante todo era 7 Nombre emblemático de la colección dirigida por Pierre Bourdieu en las edi-
desconfiar de la experiencia de los hombres y las mujeres, de sus ma- iones de Minuit. Puede observarse que la nueva colección se llama "Liber, Raisons
d'agir" (Razones de actuar).
8 También habría que analizar sistemáticamente la manera en que las objeciones
5 Guál no fue mi sorpresa al comprobar que, algunas décadas más tarde, el deber son anticipadas, por un lado, en las notas, o comprendida por la recuperación en los
del sociólogo era firmarlas. textos siguientes. Un solo ejemplo, a propósito de las estrategias matrimoniales de re-
6 En esa época -hoy se puede sonreír- una de las fronteras, implícitas, entre la "ver- producción. El interrogante recae en la sobreestimación de la homogeneidad del gru-
dadera" sociología y otras sociologías, era perceptible en los usos de los términos "agen- po doméstico, de sus intereses: "No ignora usted las tensiones y los conflictos inheren-
te" y "actor". Una historia de la sociología francesa, en la segunda mitad del siglo xx, po- tes por ejemplo a la vida común". La respuesta (Bourdieu, 1987, p. 86) es representativa
dría ser delineada a partir de un estudio sistemático de las apariciones de esas dos del modelo de rectificación, propio de esa teoría: "Las estrategias matrimoniales a me-
palabras. Si, como lo afirma Pierre Bourdieu, lo propio del sociólogo es "describir la ló- nudo son la resultante de las relaciones de fuerza en el seno del grupo doméstico ... ".
gica de las luchas a propósito de las palabras" (1987, p. 71], habría que demostrar cómo Se da la señal de que el mensaje es entendido: "... la mujer ( ... ) tiende a reforzar su
se desarrollaron esas luchas, y quién, a largo plazo, prevaleció ... Tan sólo se observará posición tratando de encontrar un partido en su descendencia", pero nada se escribe
que las declaraciones de principio sobre la objetivación del "sujeto objetivante" no con sobre la manera cómo se articula ese interés personal con el de su gupo de origen, so-
mucha frecuencia tuvieron consecuencias, vale decir, indagaciones específicas. bre la relativa, eventual, autonomía, del interés personal,
36 FRAN<;:OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 37

viduo. El psicoanálisis, que tiene un punto de partida comparable, se libro, el mundo de la universidad estaba poblado de herederos,
considera que después de un análisis el individuo no sólo ha tomado pero ella figuraba. Ese libro, que denuncia el sentido común del
conciencia de su historia sino que también se ha transformado en al- "don", refuerza otra dimensión de dicho sentido, la del "mérito", sin
guien más dueño de sí mismo para su porvenir. nunciarlo de manera explícita. Fue en el mismo momento en que
No obstante, en el marco de la sociología objetivista, expuesta la universidad se volvió progresivamente masiva cuando se escribió
en El oficio de sociólogo, ¿para qué sirve poner a disposición de la so- Los herederos, y lo leyó un público nuevo y ávido por justificar su pre-
ciedad la:sociología? ¿Para suscitar resistencias'' que revelan la legi- sencia!' en un espacio improbable. Como el título hace referencia
timidad de la distancia entre el discurso erudito y el sentido común? xplícita al "mundo doméstico", según la terminología de Boltanski
Pero ¿qué ocurre con ese sentido común cuando incorpora esque- y Thévenot [1991], demuestra la injusticia de los "grandes" que se
mas eruditos? Cuando Pierre Bourdieu evoca eata cuestión toma el ienten a sus anchas en la institución universitaria. En "Ce dont les
ejemplo de las categorías -"tal vez algunos de mis términos clasifi- gens sont capables" [1990], Boltanski destaca que es posible "ver a las
catorios figuren un día en las cédulas de identidad" [1987, p. 69]-, personas comprometidas en casos de injusticia que retornan de ma-
vale decir, transformaciones de las categorías eruditas en "variables nera explícita y casi en los mismos términos, para demostrar y apoyar
de Estado" (según la terminología de Thévenot). Él permanece en u posición, determinado análisis o concepto tomado de sociólogos
el nivel de la objetivación del mundo social sin encarar la manera del momento" [p. 37]. Los no herederos, para engrandecerse, apo-
en que se articula ese nivel con el de la subjetivación del mundo. 10 yándose en el libro de Bourdieu y Passeron, disminuyeron la altura
Sin embargo, es en esta unión donde también se juega una de las cimbólica de los herederos rebajando su mérito.
funciones de la sociología. Escribir esto nada quita a la producción de los conocimientos
Tomemos el caso de Héritiers" [Bourdieu, Passeron, 1964]. ¿Có- ontenidos en el libro, pero por lo menos suministra un bosquejo de
mo dar cuenta de su considerable éxito en el seno de una genera- espuesta "externa" al interrogante "¿para qué sirve la sociología?":
ción? ¿Por qué la teoría expuesta en ese gran libro no permite com- ¡para sus lectores! Resta saber por qué Bourdieu y Passeron no expli-
prender las condiciones de su recepción? ¿Debe hacerse como si ese 'itaron los usos sociales del trabajo sociológico en El oficio de sociólogo.
éxito no existiera -lo que parece la postura adoptada con mayor fre- .'n todo caso, la sociología de la sociología -y hasta la epistemología-
cuencia-, como si sólo contara la lectura "científica", como si preva- debería centrarse más en una sociología de la recepción de la sociolo-
leciera la función interna? Fue durante una investigación de campo gía: de no hacerlo, ambas contribuyen a tomar como equivalentes los
cuando una encuestadora de la generación de los "herederos" me re- dos enunciados, "la sociología sirve para hacer ciencia" y "la sociolo-
veló el secreto: esa mujer de origen popular había leído con placer gía sólo sirve para hacer cien~". Esta equivalencia -que parece con-
der una autonomía más que relativa a la ciencia- tiene efectos en el
mbito de la disciplina; por ejemplo, la descalificación de determina-
dos "competidores" cuyas obras pueden ser útiles socialmente.
9 Véase P. Bourdieu [1987, p. 9], donde el autor explica que su objetivo es susci-
tar "el máximo de resistencia".
Pero la recepción de los trabajos de sociología no sólo permite
10 En este artículo nos centramos en "el" Bourdieu del primer período, que dura V r las funciones "externas" de la ciencia; también interroga las ma-
hasta los años ochenta. El segundo período, durante el cual franquea "las fronteras en-
tre saber positivo y pensamiento normativo" {Colliot-Théléne, 1995, p. 632], se inicia
sobre todo a partir de Razones prácticas [1994]. Que yo sepa, aunque se recalque el gi.
ro, ningún texto en la perspectiva de Bourdieujustifica esta periodización. En efecto, 11 El interés de esta interpretación es comparar la trayectoria social de los lectores y
¿por qué el pasaje no es posible antes? r¡uella -no conocida en esa época- de sus autores. Quedaría por interrogarse sobre las
* Versión en español: Los herederos, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003. diferencias del universo de lectores entre Los herederos y La escuela capitalista en Francia.
38 FRAN<;;OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA
39

neras de hacer sociología. Para Francois Dubet, una teoría "creíble" toma de conciencia de los límites del aprendizaje sociológico. Me lan-
debe no solamente responder "a criterios internos de cientificidad", cé con entusiasmo -para lo que se convertirá en una tesis de Estado-
sino también estar "cerca de la experiencia de los actores" [1994a, n la medida del costo del matrimonio para las mujeres, independien-
p. 92]. Idealmente, una teoría debe descansar en dos tipos de reco- temente de la manera en que ellas lo estimaban. El rendimiento del di-
nocimiento: el de los pares, que aprueban la ejecución del trabajo ploma en el mercado del trabajo en [unción del sexo, de la situación
científico, y la de cierto público, que considera que la visión erudita matrimonial y familiar, conformaba el indicador principal de ese costo
del mundo propuesta no le es totalmente ajena, aunque ambas no se [Singly de, 1982]. Fue así como el amor pasó a ser un obstáculo episte-
confundan ni tengan el mismo peso en la formación de la autoridad mol~gico ~u~ había que superar para no tomar en cuenta más que el
científica. La teoría del campo literario, tomada entre el polo de la sentido objetivo de las conductas. La recepción de Fortune el inJortune de
producción restringida y el de la gran producción [Bourdieu, 1992],
no se aplica tan bien al campo sociológico puesto que los grandes
la!emme =: [1987] fue un objeto de controversia porque, luego de
mis conferencias, las mujeres que venían a interrogarme eran en gene-
nombres de la disciplina -incluido el de Pierre Bourdieu- en gene- ral solteras, separadas, o estaban en un proceso de divorcio. Los favo-
ral recibieron esa doble consagración, en ocasiones incluso en libros res del sociólogo "objetivista" correspondían más a los de las mujeres
eruditos, y no solamente ensayos. No es posible considerar secunda- separadas que a los de las mujeres que vivían en pareja. Al principio
rio el reconocimiento del público cuando uno se interroga sobre las esto no me molestaba: era previsible, ya que las mujeres felices eran
funciones de la sociología. Por eso habría que analizar la lista de los víctimas de la ilusión amorosa. Pero progresivamente no comprendía
libros de la disciplina que superan el círculo de los sociólogos (y que por qué la actitud sociológica debía ser sistemáticamente coincidente
son validados por éstos), para conocer mejor los criterios externos de con la visión de los individuos más desencantados, y por qué no ilumi-
validación de los trabajos eruditos. También habría que comprender naba, salvo en el registro de la denuncia de las ilusiones, la conducta
la manera en que algunos libros de sociología que tienen cierta au- de los individuos que tenían otra relación con sus comportamientos.
diencia logran mezclar resultados científicos y distintas justificacio- En efecto, no lograba explicar el interés del amor fuera de los efec-
nes para la conducta de los actores. Así, para volver a Los herederos, po- tos no ilusorios de esta ilusión, o sea, el mantenimiento de la domi-
drían buscarse, por un lado, indicadores de la recepción deseada en nación masculina.
la propia escritura del libro, y por el otro, el sentido de su lectura por
los estudiantes de hoy, que no necesariamente buscan las mismasjus-
tificaciones a su presencia en los muros de la universidad. El sociólogo, especialista en máscaras

Las últimas páginas de Pierre Bourdieu en La Domination masculirufl'


[I9~8~ ilu:'tran c~n claridad la ambigüedad de la teoría objetivista, que
La función de develamiento y sus límites n última mstancia concibe toda representación en el registro de la ilu-
ión (o de la illusio). En efecto, el autor se ve obligado a inventar dos
mores: el "falso", de acuerdo con la teoría, máscara de los intereses en
La relación distante con esta socialización de la ruptura epistemo- j~e~o en las relaciones sociales de sexo, y el "verdadero", muy raro esta-
lógica del principio de no conciencia y del develamiento sociológico dísticamerite, que corresponde a la representación ideal de un sentí-
sólo se me reveló muy lentamente. El relato de desaprendizaje no se
ofrece aquí sino para demostrar que las condiciones de recepción -in- * Versión en español: La dominación masculina, Anagrama, Barcelona, 2005. [N.
dicadoras de los usos sociales de la disciplina- fueron centrales en mi del T.)
40 FRANGOIS DE SINGLY
LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 41
miento desinteresado y fuera de lo social [pp. 116-119]. ¿Qué pensar de
una teoría que sólo ve el mundo en negro (color dominante) o en blan- Un mundo multidimensional,
co (para los pocos raros elegidos, de quienes no se comprende por qué explicado par una sociología unidimensional
dios social fueron elegidos), mientras que, en lo social, el amor adopta
otros colores, inclusive el gris? Así, la función de revelación y confirma- Las reacciones de los lectores ante ese mundo unidimensional no
ción de sí [Singly de, 1996], que puede ser garantizada por un lazo afec- dependen, o no dependen solamente, de la resistencia al develamien-
tivo, no depende del registro de la reproducción social ni del de la ilu- to; a condición de tomarlas en serio, permiten percibir ciertos frag-
sión. Todo cuanto no contribuye a la lógica de la reproducción social mentos de lo real que fueron eliminados. El uso del término "ilusión"
no pertenece automáticamente al mundo de las ilusiones. Lo real es un se convierte entonces en un indicador de lo que la teoría conside-
espacio social de varias dimensiones cuyos desafios son múltiples; no se rada no logra explicar, si se tiene en cuenta su perspectiva. Para re-
reduce exclusivamente a luchas por los puestos, por las posiciones en la tomar este ejemplo, el amor es una ilusión únicamente para los in-
jerarquía de los campos y de la sociedad en general. dividuos que no ven el mundo sino bajo la sola dimensión de las
El esquema teórico adoptado inicialmente -el de las estrategias relaciones de fuerza entre grupos. A partir del momento en que cam-
de reproducción [Bourdieu, 1972; 1974]-, poderoso para demostrar bia el cuadro teórico, el amor deja de ser una ilusión.
la importancia de las luchas en el seno de las relaciones sociales en- La teoría o las teorías que construyen el mundo bajo esta dimen-
tre las clases, los géneros, las generaciones, también enceguecía por- sión de las luchas sociales tienden a minimizar el "contenido" de las
que todo el resto era codificado como "ilusión". El uso de este térmi- prácticas: lo que cuenta sobre todo es su resultante, en términos de
no -del que habría que hacer un análisis sistemático- se convierte a relaciones sociales. Se trata a la vez de la fuerza y la debilidad de ese
mi juicio en una ilusión, porque sirve para ocultar, bajo las aparien- punto de vista, como se puede observar con el concepto de "estrate-
cias de la explicación, otras dimensiones de lo social de las que no da gias de reproducción"; a pesar de las diferencias entre el dominio de
cuenta la teoría. Los sociólogos que recurren a dicho término son a la fecundidad, la elección de un colegio, de un barrio, la elección de
su vez magos, porque, gracias a las virtudes del lenguaje, logran ha- un cónyuge, todas estas actividades presentan un punto común: con-
cer desaparecer los elementos de lo real que les molestan. tribuyen a la reproducción social [Bourdieu, 1974]. Es totalmente le-
Cuando Émile Durkheim, para construir su objeto sobre el suici- gítimo -insisto en esto para que no haya malentendidos- elaborar
dio, suprime las representaciones que tienen los individuos de ese una teoría, vale decir, a mijuicio,jerarquizar en lo social lo que me-
comportamiento, simplifica lo real para no conservar más que lo que rece consideración y lo que parece secundario desde el punto de vis-
en su opinión se refiere a su explicación en términos de integración ta de la perspectiva considerada; pero es abusivo declarar que todas
social. Esta construcción es legítima; lo que no lo es tanto es deducir las otras maneras de ver dependerían del sentido común o semieru-
que es la única teoría justa, y por consiguiente, que es el único modo dito:13 no, los individuos comunes, y los eruditos, tienen derecho a
de construcción de la realidad. Cada teoría elimina lo que no le con- no jerarquizar el mundo de la misma manera, y a no adherir por en-
viene, pero el abuso de confianza comienza cuando, por efectos de tero a la visión truncada del mundo propuesto.l?
la escritura, el lector es incitado a creer que la actitud científica se
confunde con la actitud expuesta.P'
13 También aquí sería necesario realizar un estudio de los procesos de desvalo-
rización de las otras sociologías, reflejo de las luchas por las posiciones en el cam-
po científico.
14 Así, en sociología, uno se asombra de que determinados individuos sean sensi-
12 Véase B. Lahire [1998 l. bles a la proximidad social o cultural entre los cónyuges, al tiempo que se niegan a ad-
mitir que la endogamia dé cuenta de la elección totalmente. La gente común tiene la
42 FRAN<;;OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 43

Toda teoría tiene la pretensión de proponer una concepción del Por el lado de la institución escolar, muchos autores, en la déca-
mundo que descansa en una jerarquización de las dimensiones según da si.gu~ente a 1968, cedieron a la tentación del principio de equiva-
su importancia. Pero abusa de su fuerza eventual cuando quiere ha- lencia, mcluso del principio de la ilusión (que constituye una varian-
cer creer que esa clasificación en elementos decisivos y elementos se- te más crítica). Así fue como Pierre Bourdieu yJean-Claude Passeron,
cundarios es indiscutible, y que, por tanto, es la única que obedece a en La Reproduction* [1970], así como Christian Baudelot y Roger Es-
criterios científicos. En el campo sociológico hay sitio para varias teo- tablet en La escuela capitalista en Francia [1971],17 afirmaron que la
rías, y metateorías.P Para comprender esta afirmación, ilustrémosla contribución de la escuela en la reproducción de las relaciones de
con el análisis de La Distinction [1979], esquematizada en un texto de clase era casi independiente de la pedagogía puesta en práctica por
Questions de sociologie" ['1930]. Pierre Bourdieu considera que beber los docentes. La pedagogía era el equivalente teórico del amor: am-
un vaso de tal aperitivo es equivalente a escuchar tal fragmento de bos tenían por función objetiva ocultar esa contribución. y, en con-
música clásica. Esta equivalencia puede ser planteada con una sola secuencia, cuanto menos autoritaria era la pedagogía (más afirmado
condición, la de considerar como secundarias algunas de las funcio- era el amor), tanto más fuertes eran los efectos no ilusorios porque
nes, de los beneficios extraídos de la bebida o de la música, y como la pedagogía (y el amor) ocultaban a los ojos de los niños (o de los
principal la contribución de todo consumo en la reproducción social, enamorados) las verdaderas relaciones de fuerza. lB En definitiva, la
a través del mecanismo general de distinción. Basta con adoptar otro f~erza de l~ implicación de los docentes (o de los sentimientos) po-
punto de vista para no aceptar esta equivalencia y privilegiar otras di- día ser pehgrosa, porque reforzaba la creencia en esa institución es-
mensiones de esas prácticas. Un individuo que bebe para olvidar su colar (o conyugal) .19 Un profesor autoritario, o un marido violento,
pena, su desgracia, puede aceptar cualquier alcohol. Aunque, según eran "mejores", teóricamente, porque la máscara de las relaciones
sus medios, tenga acceso a diferentes bebidas, lo que cuenta para él simbólicas era menos difícil de retirar, ya que una de las funciones
es lo que le ofrecen los vapores del alcohol. Un melómano puede es- del sociólogo es ayudar a los individuos y a los grupos a deshacerse
tar orgulloso de su capacidad; pero no es seguro que la totalidad de de sus ilusiones, de su sentido común, a "despertar [los] de [su) sue-
sus inversiones en tiempo y dinero se explique tan sólo por un pruri- ño dóxico" [Bourdieu, 1987, p. 68).
to de distinción; este hombre o esta mujer se complace en la música, ¿Por qué no? Pero uno puede interrogarse, por un lado, acerca
legítima o no, en la medida que corresponde a lo que él o ella tiene
ganas de experimentar. No todo placer es ilusión.l" no todo placer se
disuelve en la búsqueda de la distinción [Passeron, 1990]. magia de la escritura teórica se juega en el "no tiene gran cosa en común". Para este
autor, la falda plisada de la tenista está más cerca de la visita a la ópera que de la vesti-
menta de un jugador de clase media. En definitiva, lo único que cuenta para definir
lo "común" es el medio social.
intuición de que el mundo no está administrado únicamente por esa "variable" de los * Versión en español: La reproducción.
capitales. 17 Sin embargo, Baudelot y Establet, indirectamente, hicieron su autocrítica, pues-
15 El pluralismo no conduce al relativismo; contrariamente, por ejemplo, a las afir- to que en Le Niveau monte (1989) rinden homenaje a Freinet, de quien se inspiraron
maciones de los defensores de la tesis Teissier sobre la astrología. para su propia pedagogía. De ese modo, sin explicitarIo teóricamente, afirman que
* Traducciones al español: La distinción: criterios y bases sociales del gusto [Madrid, una pedagogía, aunque no logre perturbar el orden social, puede contribuir a desa-
Taurus, 1988) y Cuestiones de sociología [Madrid, Istmo, 2000). rrollar otras dimensiones de la vida de los alumnos.
16 Un solo ejemplo de esta indiferencia por el contenido de la práctica: "El tenis 18 Yo mismo participé en ese movimiento de crítica de la pedagogía antiautorita-
de los pequeños clubes municipales que se practica enjeans y en Adidas sobre super- ria [Singly de, 1988).
ficies duras no tiene gran cosa en común con el tenis con vestimenta blanca y falda 19 Para el trabajo social hubo una difusión de esquemas comparables [Donzelot
plisada [ ... ) que se perpetúa en los clubes selectos" [Bourdieu, 1987, p. 206). Toda la 1977;Verdes-Leroux, 1978). '
44 FRAN<;:OIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 45

de los efectos de esta puesta en equivalencias de todas las pedago- punto de vista.21 A su manera, también contribuye a simplificar lo real
gías desde el punto de vista de los actores sociales, acerca de la des- jerarquizándolo, eliminando lo que considera como secundario: por
movilización que puede ser engendrada por semejante toma de po- lo tanto, no es en ese nivel donde se diferencia del pensamiento común.
sición.P? Por otro lado, puede pensarse que la totalidad del mundo
social no se reduce a las luchas por puestos y posiciones, y a la for-
mación del capital que permita conquistarlos [Singly de, 2001]. En La inconsciencia de los agentes y sus métodos de localización
consecuencia, las variaciones de las relaciones pedagógicas o amo-
rosas remiten también a esas otras dimensiones, y por lo tanto pue- La desvalorización de la experiencia de los individuos en sociolo-
den legitimar intervenciones pedagógicas, aunque no reduzcan las gía explicativa proviene de dos factores: los comportamientos están de-
desigualdades sociales. Así, un alumno en una clase antiautoritaria terminados socialmente, y los individuos no tienen conciencia de ello
puede no ver que se modifica su destino de clase, al tiempo que, gra- [Bourdieu, Chamborédon, Passeron, 1968]. Esta ruptura exigida con
cias al respeto con que se beneficia, aprende a construirse una iden- el sentido común deriva del débil estatus concedido a la conciencia. En
tidad personal diferente; gracias a las discusiones colectivas sobre efecto, varios índices -por ejemplo, expresiones repetidas con frecuen-
los programas, sobre la administración de la clase, aprende a ser ciu- cia, como las palabras "conscientemente o no", a propósito de las es-
dadano de otro modo que mediante la elección de los delegados. trategias de reproducción- demuestran que la conciencia importa po-
Las nuevas pedagogías pueden tener una utilidad social que las teo- co para definir sociológicamente la práctica. Lajerarquización de los
rías de la reproducción no logran aprehender, debido a su reduc- métodos en El oficio de sociólogo refleja esta posición: en la cumbre, la
cjón del mundo social. observación directa de los comportamientos, sin palabras; en el me-
Para Bachelard, "Lo simple nunca es otra cosa que lo simplifi- dio, el cuestionario; y en la parte inferior, la entrevista.V Esta postu-
cado", recuerda Pierre Bourdieu [1987, p. 166], pidiendo la ruptu- ra de la objetivación aconseja no escuchar lo que "la gente piensa de
ra con las "evidencias que nos entrega nuestra experiencia del sen- lo que hace", para explicar "lo que la gente hace a partir de lo que es"
tido común o la familiaridad con una tradición erudita". A menudo [Bourdieu, Passeron, 1967-1968]. Así, plantear que el consumo es dis-
no se entiende más que la primera parte del consejo, olvidando que tinción depende de la competencia exclusiva del sociólogo: "Las dife-
las teorías enceguecen tanto por la evidencia no ya del sentido co- rencias funcionan como signos de distinción, y esto precisamente fuera
mún sino de su iluminación. Para ser eficaz, empero -para obtener de todo propósito de distinción" [Bourdieu, 1987, p. 158]. Únicamen-
la condición de teoría general-, una teoría tiende a no proponer
más que una sola puesta en escena de lo real, para engendrar en el
lector el sentimiento de que está frente a lo real: el efecto de real
21 Precisamente por eso no estoy convencido de la gran distancia entre escritura
no es propio del novelista, se observa en sociología a partir del mo- sociológica y escritura novelesca, tal y como la describen Claude Grignon yJean-Claude
mento en que el autor lo hace todo para que se olvide de que de- Passeron [1989]. Véase también Grenier, Grignon, Menger [2001].
terminadas dimensiones de lo social casi no son perceptibles por su 22 La Misére du monde [1993] no modifica esta clasificación, en la medida en que
el autor siempre pone de manifiesto "la objetivación" a la que sólo añade "partici-
pante". Por consiguiente, se trata de una tentativa -lograda o no, ésa no es la cues-
tión- de anexión de la entrevista en la primera postura de la objetivación. Los "ca-
20 Así, los riesgos de falta de responsabilización están contenidos en este enuncia- sos" ilustran posiciones. Explícitamente, no hay consideración de la "singularidad de
do: la crítica científica "descarga a las personas de responsabilidades que les incumben las personas sociales", característica, según Pierre Bourdieu, de una "visión ingenua-
mucho menos que lo que ellas mismas querrían creer" [Bourdieu, 1987, p. 224]. Cyril mentepersonalista" [p. 916; el destacado es del autor]. [La miseria del mundo, Madrid,
Lernieux recalca muy bien estos riesgos [1999, p. 218]. Akal,1999].
46 FRANGOIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 47

te el sociólogo, gracias a su postura, puede ocupar un lugar específico to en su recepción como en sus usos, en consecuencia la sociología
en el espacio social que le procura una lucidez extraordinaria: de las ciencias, en este caso la sociología de la sociología, debería
prestarle más atención.
Lo que yo quería hacer era un trabajo capaz de escapar en la medida
de lo posible a las determinaciones sociales, gracias a la objetivación
de la posición particular del sociólogo y a la toma de conciencia de
las probabilidades de error inherentes a esa posición [Bourdieu, 1987, La sociología es un humanismo
p.114].

Luego hace que los gmpos e individuos interesados se beneficien La sociología no puede pensar su utilidad científica sino dando
con sus luces. en sus propias teorías cierto lugar a la conciencia. Lo que no ocurre
con Pierre Bourdieu, como lo recuerdaJeffrey Alexander [2000], que
concede poco sitio al sí reflexivo, cuando escribe en Le Sens pratique"
Develar los usos del Jevelamiento sociológico [1980]: "En cuanto reflexiona sobre su práctica, ubicándose así en
una postura casi teórica, el agente pierde toda posibilidad de expre-
La importante función de develamiento es la que coincide con sar la verdad de su práctica" [p. 152]. Por el contrario, en Compren-
esa perspectiva sociológica. No obstante, se ignoran el sentido y la dre la sociologie [1973], Peter Berger considera que "más vale la con-
amplitud de sus efectos; Si a menudo esa sociología, explícitamen- ciencia que la inconsciencia", al afirmar que existe "una diferencia
te, tiene por objetivo, como señala Stéphane Beaud [1996, p. 107], esencial entre el teatro de marionetas y el drama que vivimos: con-
un "proyecto igualitario y emancipador", debería incluir en la cons- trariamente a las marionetas, nosotros tenemos la posibilidad de in-
trucción de su objeto el análisis de sus efectos. Si a una política no terrumpir nuestros movimientos, levantar los ojos y descubrir así la
le basta con ostentar una voluntad de democracia cultural para te- maquinaria responsable de nuestros movimientos. Éste es el primer
ner efectos en ese sentido, ¿por qué la sociología podría abstener- paso hacia la libertad. Y también la justificación última de la sociolo-
se de estudiar sus propios efectos? Por ejemplo, la revelación de la gía, concebida como una disciplina humanista" [p. 242]. Anthony
parte social de los nombres [Besnard, Desplanques, 1986], o de los Giddens teoriza esta detención con el término de reflexividad, forma
mecanismos de reproducción de la burguesía [Pincon, Pincon- de competencia de los individuos y las instituciones que examina, de
Charlot, 1997], ¿contribuyó en desestabilizar esos elementos de di- manera permanente y sin desfase temporal, sus actividades y aquellas
ferenciación, de dominación social? ¿Quién se beneficia? Así como que las rodean. Es "el examen y la revisión constantes de las prácticas
la sociología de la cultura examina el perfil sociocultural de los vi- sociales, a la luz de las nuevas informaciones referentes a esas mismas
sitantes de un museo o de los auditores de un concierto de música prácticas, lo que de este modo altera constitutivamente su carácter"
contemporánea [Menger, 1986], ¿no debería también estudiar la [Giddens, 1994, p. 45]. En las sociedades modernas avanzadas, más
identidad de los lectores de las obras de sociología? ¿Por qué la so- que en las precedentes, esa "revisión de la convención" se radicaliza
ciología escaparía a los principios de análisis que aplica a las otras "hasta aplicarse, en principio, a todos los aspectos de la vida huma-
prácticas? Si el valor de todo consumo cultural puede ser encarado na" [ídem]. Este retorno sobre la práctica se opera a partir del mo-
por l~ posición de los consumidores en el espacio social, entonces
los libros de sociología pueden ser definidos también por la posi-
ción de sus lectores. Como el sentido de la sociología se refracta tan- * Versión en español: El sentido práctico, Taurus , Madrid, 1991. [N. del T.]
11

48 FRANCOIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 49

mento en que las rutinas de la vida social, el "sentido práctico", se blo- defensores del iletrismo. Cuando Pierre Michel Menger dibuja los
quean de una u otra manera. Surge entonces una reflexión sobre la perfiles de los actores y comediantes, lo que hace es suministrar re-
acción pasada, o presente, de tal manera que las fronteras entre los cursos a los negociadores de un nuevo estatuto [1997; 1998]. Cuan-
niveles de conciencia y de preconciencia se abren y autorizan idas y do Robert Castel escruta Les Métamorphoses de la question sociale [1995],
vueltas entre el actor que actúa y el actor que reflexiona. Para rectifi- lo que hace es presentar la historia del ocaso relativo del Estado pro-
car eventualmente sus motivaciones, sus maneras de actuar, sus justi- videncial, y alentar la producción de otras formas de protección so-
ficaciones, el individuo abreva en el saber común o en otros saberes cial para limitar la extensión de los efectos del individualismo nega-
a su disposición. Para Giddens, la originalidad de las sociedades mo- tivo. Cuando Jean-Claude Kaufmann analiza la pareja por su ropa
dernas avanzadas radica en la importancia de los usos de los saberes interior [1992], lo que hace es permitir que sus lectoras (y lectores)
eruditos en la vida común: "El saber constituye un elemento impor- comprendan algunos de los mecanismos que hacen que la mujer que
tante de ese proceso [de reflexividad]". y sobre todo las ciencias hu- vive en pareja resulte progresivamente "congelada", para retomar la
manas y sociales en la medida en que "la revisión crónica de las prác- metáfora de Annie Ernaux [1981]. Cuando Christian Baudelot y Ro-
'ucas sociales a la luz del conocimiento de esas prácticas forma parte ger Establet comparan lo que significa Avoir trente ans en 1968 et en
íntimamente del tejido de las instituciones modernas" [1994, p. 47]. 1998 [2000], lo que hacen es dar elementos a dos generaciones para
La reflexividad se apoya tanto en la sociología como en la psicolo- efectuar su balance. Cuando Margaret Maruani, con algunos colegas,
gía,23 por eso "la modernidad es profunda e intrínsecamente socio- recorre los territorios de lo masculino y lo femenino para describir
lógica" [1994, p. 49].24 Les Nouvelles Frontiéres de l'inégalité * [1998], lo que hace es revelar la
Las instituciones, los grupos, los individuos hacen ese desvío re- tensión entre "progresiones evidentes y regresiones impertinentes",
flexivo sobre sus acciones. Las diferentes sociologías, las diferentes es- y la necesaria vigilancia a pesar del ascenso del trabajo profesional de
cuelas, les proponen, de manera explícita o no, servicios de reflexivi- las mujeres. Cuando Francois Dubet se hunde en La Galére [1992], lo
dad. Éstos no son equivalentes; únicamente una sociología de la que hace es mostrar desde el interior cómo, al terminar las formas de
sociología permitiría conocerlos y aprehender las correspondencias regulación tradicional de los barrios obreros, éstas dejan el sitio a nue-
entre las instituciones, los grupos, los individuos y los tipos de socio- vas maneras de conducirse de los jóvenes dominados. Cuando Stép-
logía. Cuando Bernard Lahire toma por objeto la categoría de iletris- hane Beaud y Michel Pialoux se establecen en las fábricas Peugeot,
mo [1999] para demostrar cómo se impuso gracias, sobre todo, a la 10 que hacen es dar -como lo declara la sobrecobertura de la obra-
acción del movimiento ATD Cuarto Mundo, lo que hace es suminis- "todo [su] lugar a la palabra obrera, para rendir homenaje a esos
trar armas críticas a aquellos y aquellas que, en el seno del Estado o hombres y esas mujeres cuya dignidad es tan imponente como la que
de las asociaciones, pueden querer una mayor igualdad de acceso a demostraron sus padres a la hora de las victorias" [1999] ...
la lectura ya la escritura sin adoptar los principios subyacentes de los Esta lista podría prolongarse, prueba de que las investigaciones
n sociología sirven a los individuos definidos por su pertenencia a
Un grupo de edad, sexo, o clase social, a una profesión, a una asocia-
23 Para]. Donzelot [1977] y R. Castel [1981], la modernidad está asociada a la psi- ión, un partido, un sindicato, por su compromiso en su vida priva-
cologización. da. Cada uno quiere hacerse cargo de su destino, apoyándose even-
24 En este texto, A. Giddens subestima, a mi juicio, el aporte de la psicología, mien-

tras que en sus trabajos sobre la intimidad, por el contrario, se apoya en dicha discipli-
na y sus derivados. Su modelo de la "relación pura" está sacado explícitamente de un
trabajo de terapia conyugal. Véase A. Giddens [1991; 1992]; y sobre la crítica de este * Versión en español: El trabajo del género: las ciencias sociales ante el reto de las diferen-
modelo, F. de Singly, K. Chaland [2001]. as de sexo, Velencia, Cermania, 2005. [N. del T.]
-
50 FRANCOIS DE SINGLY LA SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICUlAR DE CONCIENCIA
51

tualmentc en recursos suministrados por el saber sociológico, los que d.iscip~ina, l~,psicología o el psicoanálisis. El principio del "todo es so-
deberían ser estudiados de manera sistemática para ser clasificados cíologízabíe y el de. la no jerarquización de los objetos sociológicos,
según su función. Muy esquemáticamente, pueden distinguirse dos: afirmados en Eloficzo de sociólogo, incluso cuando son explícitamente
- La función de develamiento producida por un análisis cuan ti- ~pro~ados, ~o s,~n ejecutados. También habría objetos "grandes" y ob-
tativode las desigualdades (por la apropiación de las prácticas cultu- Je~os pequen os , y ser los primeros tema de debates con más facilidad,
rales j' de la escuela; de los recorridos biográficos, profesionales), o mientras que los segundos alimentarían la conversación privada. Esta
un análisis centrado en los efectos perversos, inesperados (de una po- postura revela el olvido de las consecuencias de la individualización
lítica, una norma), o incluso un análisis de las lógicas argumentativas en las.sociedades modernas avanzadas: los individuos, también ellos,
que ~tiliza la gente para legitimar sus acciones.P necesIt~n construirse sin recurrir necesariamente a una concepción
=-La función deacompañamiento producida por un análisis corn- normativa propuesta por la psicología o el psicoanálisis.
prensivoIrealizado con seriedad) de la vida de los individuos a través .. A menudo los sociólogos no son conscientes de los usos que los in-
de la manera en que éstos dan cuenta de su historia, describen los en- d~~duos hacen .de su trabajo, en la forma de publicaciones pero tam-
sayos y errores de la vida común, exponen sus desilusiones, sus desen- bl~n durante la mvestigación. Un artículo de Willy Pelletier [1996] per-
·D¿.ños,su desdicha y expresan su experiencia (que no serácobrein- mite demostrarlo ~~ manera .casi experimental. Este sociólogo, con
terpretada por el sociólogo que lo escucha). harIes ~enry, envio un cuestIOnario a docentes de ciencias económi-
Esta clasificación, que no remite a diferencias según el sitio acor- as y SOCIales.Cuando volvieron los cuestionarios, al observar en uno
dado pC'r las teorías a la conciencia, muchas veces opone a los so- de ellos .~n "Gracias" que no comprendía, se dedicó a trabajar los datos
ciólogos especialistas en la esfera pública y las instituciones con los n funciór¡ de ese "gracias" y de muchos otros indicios del compromi-
sociólogos de la esfera privada.é'' Estas dos funciones no deberían de responder; una de las profesoras respondió con cuidado una vez
ser jerarquizadas, contrariamente a los juicios frecuentes de los so- uperada am~!iament~ la fecha de entrega. Comprendió que:más allá
ciólogos,27 calvo que se piense que la vida privada depende de otra d la ~nnaclOn de la Imposición de la problemática por el cuestiona-
o, existen "beneficios 'por expresarse", que algunos individuos -los
ue se comprometieron sin ser los mejor provistos de capitaI- utilizan
25 El trabajo de Laurent Mucchielli sobre la delincuencia puede servir de ilustra- Icuestionario p~~ lograr una puesta en escena de ellos mismos, yjus-
ción a esta función [2001]. ficar con postenondad su trayectoria y su compromiso profesional. Así
26 Sin embargo, algunas sociologías de lo "público" -como la propuesta por Callan, e como la docente que había escrito "Gracias" "señalaba su satisfac-
Lascoumes, Barthe [2001]- a nuestro juicio también dependen del segundo registro.
6n por haber ~odido desarrollar una serie de operaciones aptas para
Para ellos, en efecto, a todo lo largo del proceso de "traducción", eruditos y profanos
se acompañan mutuamente. En un dispositivo semejante, los lugares no están defini-
I var su autoesuma, para conferir una explicación a su recorrido a su
dos de manera tan clara como en la lógica de la denuncia, porque "los no especialis- I table.cimiento' en la enseñanza, para apaciguar dudas, para silenciar
tas, por lo tanto, pueden participar en un colectivo de investigación, en los debates que terminados cuestionamientos" [1986, p. 41].
lo atraviesan y las opciones que opera" [p. 129]. .Ese cuestionario -desviado- condujo a algunos docentes a ser re-
27 Esta jerarquización refuerza una concepción del mundo "masculina", según la
XIVOS al ofrecerles una pausa, al obligarIos a relacionar su presen-
cual la esfera pública es el espacio más importante. Existe una oposíción interna a las
intervenciones propias de los especialistas en la esfera pública entre el compromiso y
la experticia. El primero parecería mejor considerado que la segunda, lo que es per-
ceptible por ejemplo a lo largo de la obra Au-delá du Pacs. L'expertise [amiliale a l'éfmmvn Id de I~s d~minados, de los "pequeños"; esto suministra una definición, las más de
de l'homosexualité [Barrilla, Fassin, Iacub, 1999]. Sin duda porque el experto está del la- I VecesIm~hclta, de los buenos usos de la sociología "científica", a saber, una contri-
do del gobierno, de los "grandes", mientras que el sociólogo comprometido está del 11 16n erudita contra la dominación.
FRAN<;OIS DE SINGLV OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 53
52

te con su pasado, tomándolos en serio. Puede parecer paradójico, Se leerá este libro como otros tantos pequeños cuentos de una asisten-
porque el cuestionario, por cierto, es la herramienta más cercana a te social en un hospital abandonado, un metalúrgico huérfano de la
una sociología del develamiento. Por lo tanto, no se lo concibe como clase obrera, un desocupado al que se le terminó el subsidio de de-
el soporte de una sociología del acompañamiento para los individuos sempleo y cayó en la indigencia, el director de un instituto de ense-
capaces de desviarlo en su beneficio. Esta posibilidad revela que, en ñanza media víctima de la violencia urbana, un policía de calle en un
la realidad, los dos niveles están mezclados y que la sociología, por ra- barrio bajo.
zones teóricas, los separó sin lograr luego reunirlos.
Reducir el desfase entre el "sentido objetivo" y el "sentido subjeti- Las otras dimensiones de la identidad son dejadas en la sombra;
vo" de las conductas -como lo señala Bruno Karsenti [2000]- debería I arccen en segundo plano; en el proscenio, la posición, la trayecto-
ser el objetivo de la sociología, al encontrar "su razón en su imposible lo Al final de la obra, Pierre Bourdieu intenta definir una sociología

recuperación y en los trastornos que siempre corren el riesgo de intr imprensiva que pueda articularse con una sociología objetivista. Se
ducirse en virtud de esa desunión" [p. 239]. En nuestra opinión, la di I U de comprender su manera de proceder por su enunciado "los agen-
ciplina lo logra sólo ocasionalmente, por razones teóricas y metodol l sociales no tienen la ciencia infusa de lo que son y de lo que hacen"
gicas. Más bien hay una especialización de los sociólogos en el 11 .918], que retama los de El oficio de sociólogo, y que prueba la perma-
develamiento, en la denuncia (por ejemplo, de los perjuicios del indio ncia del postulado de la ruptura y el develamiento. La actitud com-
vidualismo), o en el acompañamiento (generalmente menos crítico). nsiva consiste en tener en cuenta, además, las consecuencias subje-
Reunir ambos sentidos -sin tratar el sentido subjetivo de ilusión, o sin v 15 del sentido objetivo, sobre todo el sufrimiento, para aliviarlo
buscar que entre en razones, vale decir, sin querer transformarlo ha v lando su fuente social; Pierre Bourdieu ubica allí
ta que el sentido subjetivo interiorice completamente el sentido obj
tivo- es difícil. La tentación en el sentido opuesto es olvidar las cae la eficacia del mensaje sociológico[ ... ], al permitir que los que sufren
ciones en cuyo seno juegan los actores, tomar demasiado en serio la" descubran la posibilidad de imputar su sufrimiento a causas sociales y
justificaciones de sí y. de su vida a tal punto que estas últimas eximirían así se sientan disculpados, y al hacer conocer ampliamente el origen
social, colectivamente ocultado, de la desgracia en todas sus formas, in-
de conocer el sentido objetivo.
Raramente se encuentra el equilibrio justo, ya que, a nuestro jui- cluidas las más Intimas y secretas [p. 944].
cio, pocas teorías proponen principios de reunión entre los dos sen-
tidos, sinjerarquizar a favor de uno u otro.28 Es así como en La mise El sentido subjetivo sólo se vuelve objeto legítimo cuando, felizmen-
ría del mundo [1993], Bourdieu da predominio al sentido objetivo, al I s iluminado por el sentido objetivo del que está en posesión el so-
ilustrar cada entrevista un tipo de trayectoria social. Ante todo, la logo. Esta teoría de la subjetividad resulta pobre, porque la articula-
n entre el hábitus, órgano central de la individualidad en Bourdieu,
"persona" es definida por su posición:
Il conciencia está poco desarrollada.P
En la órbita de Alain Touraine, algunos investigadores proponen
28 Vincent de Gauléjac [1987; 1999] forma parte de esta minoría, pero su arti ti ti' procedimiento que permite hacerse cargo de los dos niveles, el
lación LOmamucho en préstamo del psicoa ..-ilisis para la vertiente -le la subjetividad,
Francois Dubet, en Sociologie de l'expérience [1994], afirma que "el sujeto siempre est
parcialmente 'fuera del mundo'" [p. 128] Yque debe efectuar un "trabajo", definido 29 jean-Claude Kaufrnann, en E.go. Pour une sociologie de l'individu [2001], suminis-
principalmente por "una distancia de sí, una capacidad crítica" [p. 181]. Para este so 11 pocos elementos referentes a esta articulación, al negar la idea de un "centro de
ciólogo, el individuo experimenta una "impresión de extrañeza, de no adhesión" [p. 1851, mando". Otorga al relato un lugar limitado [pp. 220-222], su nominación es significa-
engendrada por la heterogeneidad de las lógicas que pone en acción. I : "un cuento biográfico", término que no repudiaría Bourdieu [1986].
54 FRANCOIS DE SINGLY OCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA 55

del sociólogo y el construido por los actores. Francois Dubet narra de 1',to da como resultado reconocer en la entrevista un lugar central
este modo algunas investigaciones en cuyo seno "los actores rechazan 11 la producción sociológica, y no ya el último lugar (como en El
las interpretaciones de los investigadores", ya sea de manera cortés o /I/Icio de sociólogo). El trabajo sobre sí se hace principalmente a tra-
por oposición tajante [1994, p. 245]. "El sentido para el actor" y "el V del lenguaje, en la conciencia de un relato hecho para otro, o
sentido para el investigador" no son lo mismo. ¿Es por un error de JI ra sí. Algunas investigaciones deberían aprehender la variación
"traducción" por parte del sociólogo, como lo deja entender el autor, d los aportes en la construcción de la identidad narrativa según el ti-
o en ocasiones se trata de otra cosa? ¿Debe realizarse obligatoriamen- l' )de conversación: consigo mismo en el diario íntimo, por ejemplo;
te el acuerdo? ¿Los dos sentidos están hechos para estar siempre reu- Ion un familiar; con una persona que represente un papel público
nidos? ¿En qué condiciones? A falta de tener respuestas totalmente ciólogo, psicólogo, pero también asistente/asistenta, trabajador/
fundadas teóricamente, se observa que el hecho de proponer duran- trabajadora social...-; con un desconocido (como la confidencia en
te algunas reuniones el sentido construido por el sociólogo a las per- I afé, en el tren, o incluso en Internet). Para Isabelle Astier, las en-
sonas involucradas suministra un doble reconocimiento: a los indivi- Ir vistas de inserción en el marco del Ingreso mínimo de inserción*
duos y su capacidad de comprender otro sentido, los cambia al 11995] pueden tener un doble efecto positivo, no sólo al obligar una
hacerles notar ese otro sentido de sus prácticas; y a la democracia, o laboración de un discurso coherente de su vida pasada y actual, si-
a la ética de la discusión [Habermas, 1991], le abre un espacio don- 110 también al efectuar esa reflexividad fuera de la esfera privada, lo
de el saber está sometido al intercambio. Resta aclarar el sitio de es- IU da paso a cierta generalización posible de la experiencia persa-
ta confrontación en la propia elaboración de los enunciados científi- tu tl, y por tanto ofrece cierta manera de "agrandarse" (en el senti-
cos. Es lo que hacen Michel Callon, Pierre Lascoumes y Yannick lit de Boltanski y Thévenot [1991]). En ciertas condiciones de res-
Barthe en Agir dans un monde incertain [2001], al describir maneras de \' to, esas erttrevistas pueden "realizar a pesar de todo algo en el
luchar contra lo que ellos llaman "la ciencia confinada": por ejemplo, \' I aje de los rasgos de carácter hacia rasgos ejemplares y generales,

los foros híbridos donde el papel de los ciudadanos comunes no se limo un 'realce' del individuo, de sus capacidades de entrar en las
limita ya a escuchar las informaciones de los expertos, e incluye la par- ~ ras del derecho, como gesto de legitimidad y manera de com-
ticipación en la definición de los problemas y las soluciones. Partida- l' meterse" [Astier, 1995, p. 127]. No se trata ni de disculpar ni de
rios de cierta continuidad entre mundo erudito y mundo profano, el olver a la persona en su trayectoria social, ni de encadenarla a
ellos estiman que la ruptura epistemológica remite a otro corte, el 1111 culpabilidad. El camino entre esos dos excesos, entre la psico-
que se produce entre el pueblo y sus representantes. Una actitud se- IOKizaciónde lo social y la sociologización de lo personal, es difícil
mejante, que descansa en una concepción de la sociedad donde los I eguir, más exactamente de trazar, para los sociólogos. La perso-
individuos comunes conservan un papel erudito y otro político a pe- I lización -en el sentido del trabajo que el individuo produce pa-
sar de la especialización profesional, tiene que ver, también, con la I onstruirse como persona y como individuo responsable- es un
función de acompañamiento. I iovimiento histórico del que debe dar cuenta la sociología, ya sea
En el nivel del individuo, Claude Dubar aboga porque la sociolo- Iravés de una sociología crítica que denuncie "las tiranías del
gía reconozca una "identidad personal" que "señale el pasaje de una
concepción objetivista y cosificada de la identidad 'para otro' a una ela-
boración subjetiva y virtual de la identidad 'para sí" [2000, p. 201].30
"El RMI (Rcuenu Minimum d'Insertion), o Ingreso mínimo de inserción, fue crea-
lu por ley del 10 de diciembre de 1988, y su objetivo es permitir que todos dispongan
1 los recursos suficientes para hacer frente a sus necesidades y permitir la reinserción
30 O Francois de Singly [1996]. .1 los más desprotegidos. [N. del T.]

___________
1 _
SOCIOLOGÍA, FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA
56 FRAN<;:OISDE SINGLY 57

ferencias bibliográficas
yo",3l ya a través de "procedimientos dialógicos" [Callon, Lascou-
mes, Barthe, 2001] que conducen a una sociología hermana de una de-
mocracia participativa o a una sociología comprensiva. La sociología
puede adoptar varios rostros para sostener el movimiento reflexivo ge-
~1111111
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Lasch [1981]; A. Ehrenberg [1998], por ejemplo. Pero cabe preguntarse por qué el grandeur, París, Gallimard.
trabajo sobre sí debería
te a las tiranías personales.
adoptar necesariamente
Esta afirmación
la forma de la emancipación
equivale a plantear
freno
que la sociología crío
111 ?;
rillo: :a~~in, E., y Iacub, M. (1999), Au-delá du Pacs. L'expertise
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tica es la única significativa, y que basta con extender su esfera de intervención al
mundo íntimo. Sin embargo, basta con tomar en serio el enunciado -citado por Coro uurdieu, P. (1972), "Les stratégies matrimoniales dans les stratégies
cuff- de Wittgenstein: "Será revolucionario aquel que sea capaz de revolucionarse a de reproduction", Annales ESC, 27, n° 4-5, pp. 1105-1127.
sí mismo" para captar que esta "revolución de sí mismo" no obedece necesariarnen- ; (974), "Avenir de c1asse et causalité du probable", Reoue
te a los mismos principios que la otra revolución. Nada dice acerca de que sólo la francaise de sociologie, vol. xv, 1, pp. 3-42.
sociología crítica sea capaz de producir la segunda revolución. Otras formas de tra-
--; (979), La Distinction, París, Minuit. [La distinción Madrid
bajo sobre sí son posibles, que tienen más que ver con lo que yo llamo el "acampa. 'Iaurus, 1988.] , ,
ñamiento".
11

I 58 FRANC;;OIS DE SINGLY SOCIOLOGíA. FORMA PARTICULAR DE CONCIENCIA


59

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· Utilidad: entre sociología experimental
y sociología social!
por Bernard Lahire

Pocas veces se entra en sociología con ideas claras sobre el tipo


sociología que se quiere practicar, y muy progresivamente, a me-
Ida que se acumulan los trabajos de investigación, se aprende a ea-
terizar el estilo que uno practica distinguiéndolo de -y a veces lu-
hando contra- otros estilos. A la manera del psicólogo Ignace
cyerson, que definía su psicología hablando de "psicología objeti-
y ,comparativa, histórica" [Meyerson, 2000, p. 83], podría calificar
"mi" manera de hacer sociología de racional, empírica, totalmente
perimental y social, pero también crítica, disposicionalista, etc. Al-
unas de esas propiedades -y muy en particular las dos primeras- de-
I rían ser evidentes y no ser mencionadas en la caracterización de
na "manera" de hacer sociología, sino admitidas como propiedades
nerales en la base de toda sociología, sea cual fuere su estilo.
Sin embargo, es forzoso comprobar que aquellos que institucio-
Imente están autorizados a hablar y escribir en nombre de la socio-
fa no son portadores unánimes de esas propiedades generales, y
es muy difícil hacer avanzar una concepción, y sobre todo una
tica, un poco exigentes y rigurosas de una disciplina que, como
s, durante mucho tiempo fue el receptáculo de las empresas más
I~das del espíritu científico.f Inversamente, es corriente ver a so-

I Agradezco a Fabienne Federini y a Pierre Mercklé por los comentarios críticos


tuvieron a bien formularme acerca de una primera versión de este texto, y que es-
I ron en el origen de cantidad de precisiones o modificaciones.
R Recientemente (el 7 de abril de 2001, en la Universidad París-V, bajo la direc-
n de M. Maffesoli), la defensa de la tesis de Élisabeth Teissier en sociología fue re-
. Utilidad: entre sociología experimental
y sociología social!

11
por Bernard Lahire

Pocas veces se entra en sociología con ideas claras sobre el tipo


sociología que se quiere practicar, y muy progresivamente, a me-
dida que se acumulan los trabajos de investigación, se aprende a ea-
acterizar el estilo que uno practica distinguiéndolo de -y a veces lu-
hando contra- otros estilos. A la manera del psicólogo Ignace
Meyerson, que definía su psicología hablando de "psicología objeti-
v , comparativa, histórica" [Meyerson, 2000, p. 83], podría calificar
"mi" manera de hacer sociología de racional, empírica, totalmente
xperimental y social, pero también crítica, disposicionalista, etc. Al-
unas de esas propiedades -y muy en particular las dos primeras- de-
I rían ser evidentes y no ser mencionadas en la caracterización de
na "manera" de hacer sociología, sino admitidas como propiedades
nerales en la base de toda sociología, sea cual fuere su estilo.
Sin embargo, es forzoso comprobar que aquellos que institucio-
almente están autorizados a hablar y escribir en nombre de la socio-
I gía no son portadores unánimes de esas propiedades generales, y
ue es muy difícil hacer avanzar una concepción, y sobre todo una
práctica, un poco exigentes y rigurosas de una disciplina que, como
tras, durante mucho tiempo fue el receptáculo de las empresas más
lejadas del espíritu científico.f Inversamente, es corriente ver a so-

1 Agradezco a Fabienne Federini y a Pierre Mercklé por los comentarios críticos

que tuvieron a bien formularme acerca de una primera versión de este texto, y que es-
tuvieron en el origen de cantidad de precisiones o modificaciones.
2 Recientemente (el 7 de abril de 2001, en la Universidad París-V, bajo la direc-
16n de M. Maffesoli) , la defensa de la tesis de Élisabeth Teissier en sociología fue re-
64 BERNARD LAHIRE
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL
65

ciólogos que defienden su manera singular de hacer sociología (con


Pero la cuestión de la utilidad de la sociología hace trabajar en
la lista entera de calificativos) como "la única manera de hacer socio-
I nrticuiar otras dos propiedades citadas más arriba, a saber: las di-
logía científica" ("La sociología soy yo"). Y precisamente porque con-
111 nsiones social y experimental. Tras haber presentado el cuadro de
funden su manera de hacer sociología con la "sociología a secas", Ios
e enjunto de los estilos de producciones sociológicas y haber encara-
investigadores no pueden ponerse de acuerdo sobre criterios prof .
do la cuestión de las fronteras de la sociología, trataré de mostrar de
sionales de entrada en el oficio y, por consiguiente, sobre el umbral
qué modo la pregunta "¿Para qué sirve la sociología?" engendra fuer-
Q~ propiedades común a todos, independientemente del "estilo" (m .
I!' tensiones en todo investigador que pretende inscribir sus trabajos
todológico y teórico) de cada uno.
n la tradición crítica de la "sociología social", al tiempo que reivin-
r (O obstante, dado que la utilidad extracientífica de la sociología Ii a la mayor libertad experimental en sus investigaciones y la más
depende en parte de su reconocimiento social en cuanto discurso 111 rte autonomía científica.
científico legítimo, está claro que cuanto mayor sea el grado de rigo:
científico de la sociología, tanto más podrá estar segura de tener pe·
so L1 un mundo social que pone (¿todavía?) en alto la producción de
verdades de tipo científico. Antes de responder a la pregunta: "¿Para ociología y sociologías
qué sirve la sociología?", por lo tanto, habría que ser capaz de respon
der al interrogante más fundamental: "¿Qué es lo que define a la so
ciología y lo que está fuera de la sociología?". Aceptar, de manera [al
El cuadro que ofrecemos a continuación indica algunos principios
samente democrática, que lo mejor y lo peor se codean en el seno dI' 110 exhaustivos de clasificación de las producciones (más que de los
esta disciplina; es el mejor modo de perder toda legitimidad colectl-
productores, que pueden ser los autores de producciones de natura-
va y, al mismo tiempo, toda utilidad social.f
I zas muy diferentes en el curso de su carrera) de los sociólogos tal co-
rno existen hoy en la universidad, en los institutos de formación y los
veladora de la persistencia en la disciplina de docentes-investigadores que reivindican randes organismos de investigación.4 No todos estos principios de
el título de sociólogo sin manifestar el mínimo rigor intelectual (para no hablar de I1 le sificación tienen el mismo valor. Así, una sociología científicamen-
gor científico) y de voluntad de comprobarlo a través de la investigación empírica. Pr I más avanzada no debería aceptar ya en su seno producciones que
ro este mismo acontecimiento también, a través de cierta cantidad de reacciones y co tengan por principio un mínimo de espíritu racional y argumen-
mentarios que siguieron, probó que se podía hacer pasar la ausencia de rigor y el
1 uivo, y que se caractericen más por estrategias retóricas o estéticas de
investigación por "un estilo sociológico" como cualquier otro, y la crítica de las falnu
al rigor intelectual y al oficio de sociólogo por un crimen contra la libertad sociológl
ducción (pegatinas semánticas, florilegios verbales, uso de palabras
ca de expresión [Lahire, 2002b]. ruditas que "suenan bien" unas a continuación de otras, etc.) que por
3 El caso "Maffesoli-Teissier'', por lo tanto, participa claramente en una disminu un esfuerzo sostenido para convencer racionalmente a su lector.5 Tam-
1
ción de la legitimidad, y, al mismo tiempo, de la utilidad social de la sociología. COIlIJI
1

lo escribía Georg Simmel, un autor querido por una parte de los sociólogos de lo inlll
ginario y citado muy pertinentemente porYankel Fijalkow [2001, p. 18]: "Las cienchu
4 Aquí concentro mis ideas sobre los sociólogos que están sometidos a coerciones
en vías de formación tienen el privilegio mediocremente envidiable de servir como a~1
dl~ciplinarias fuertes, dejando voluntariamente fuera del campo de mi reflexión a to-
lo provisional a todos los problemas que flotan en el aire, sin haber encontrado su v J
dos aquellos que, sociólogos de formación y que más o menos reivindican el título, ins-
dadero lugar. Por la indeterminación y el fácil acceso de sus fronteras, atraen a los 'sln
J iben sus actividades y producciones en marcos extradisciplinarios (empresas, colec-
patria' de la ciencia, hasta que hayan reunido la suficiente fuerza para rechazar fuclll Ilvidades locales, oficinas de estudios o de consejos ... ).
de sí todos esos elementos ajenos: en ocasiones la operación es cruel, pero ahorra 11111
5 Es evidente que ninguna escritura, siquiera la más austera, está desprovista de
chas decepciones para el porvenir" [Simmel, 1889, p. 71].
Iectos de seducción, y que algunos autores pueden combinar un "bello estilo" y un
66 BERNARD LAHIRII,
flLlDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL
67

bién debería no sólo tornar difícil para un sociólogo el hecho de nun


que engendran pocas investigaciones empíricas o que se con ten-
ca producir una investigación empírica (en el sentido más amplio del
11 on un grado bastante débil de control metodolÓgico. Hay inves-
término: cuestionarios, entrevistas, observaciones, archivos ... ) en (·1
ti lores que pertenecen a tal o cual tradición teórica que afirman
curso de su carrera, sino también marginar las producciones con un
h¡ que lo que tratan de convencer, etc. De igual modo, una escue-
débil grado de severidad empírica y de exigencia metodológica qul'
I I rica que pudo producir en el pasado numerosos trabajos a la vez
apuntan hacia el periodismo menos documentado o el.ens~~s,mo m: H
1111íricamente fundados, metodológicamente manejados y cuidado-
relajado. En una situación científicamente sana, en mi opmIOn, y pll
111nte argumentados, puede haberse congelado en una doctrina o
ra condensar el propósito del cuadro.P las producciones de tipo es <1
I un catecismo que desdeña la investigación empírica o la calidad
lar deberían ser esencialmente producto de "productores" y no dl~
la construcción de las encuestas. En sí, ninguna escuela teórica ga-
puros "lectores", los productores deberían estar todos animados po,
utiza la calidad científica de los trabajos realizados en su marco: ea-
un espíritu racional, la primacía debería ser concedida por los invcs
producción singular debe ser juzgada en cuanto tal a partir de cri-
tigadores a publicaciones de investigaciones empíricas (vers~s publ
rlos científicos ya evocados (solidez argumentativa, extensión y
caciones de notas de síntesis, divulgación, manuales o reflexiones di
nul za de la base empírica, rigor y control metodológicos).
orden meramente teórico) y, por último, esas publicaciones deberíau
ser juzgadas a la vez sobre el plano de la solidez argumentativa y ~(I
bre el grado de severidad empírica y exigencia metodológica puestu
en práctica." CONJUNTO DE !.AS PRODUCCIONES DE LOS SOCIÓLOGOS

Se puede observar que el cuadro no menciona ninguna difer '11 Manuales, notas de síntesis, compilaciones de textos comentados,
cia de "escuelas" (de paradigmas teóricos, de teorías de lo social..,) /1sentaciones de teorías, de métodos o de autores ...
o de credo metodológico (cualitativista versus cuantitativista), que ~ 1I
embargo muy a menudo ocupan todo el espacio físico de los manun versus Producciones escolares de lectores
les universitarios y todo el espacio mental de los espíritus escolam
que los leen. A priori, todos los paradigrnas pueden pretender tlIll
igual dignidad científica en la medida en que respeten un alto grarlu
versus
de severidad empírica, exigencia metodológica y persuasión ar~1
mentativa. En los hechos, empero, las diferencias teóricas encubr 11
a menudo diferencias de exigencia científica. Así, hay escuelas te ti versus

"espíritu racional". El problema se plantea precisamente cuando el efecto de 'NIIII versus


reemplaza el trabajo argumentativo. Todo es una cuestión de gradación.
6 Puse en versalitas los polos hacia los cuales creo que todo sociólogo, sean CIIIII

fueren sus adhesiones teóricas y metodológicas, debería tender. Po", otra parte, pll
.101 gía experimental versus Sociología social (los temas,
en gris más o menos los polos que deberían desaparecer del campo de una discipllu
nuvaciones teóricas
más exigente desde el punto de vista científico. . objetos, son más importantes que
lodológicas, fuerte
7 Estos criterios, que permiten seleccionar en el grado de fuerza probatona el la inventiva científica ... utilización
lvidad ... )
diferentes trabajos sociológicos, están presentes en una parte de las reflexiones el)I!1 de los productos de un "arte de
mológicas deJean-Claude Passeron (Lahire, 2001a]. inventar ya inventado")
68 BERNARD LAHIRE \JTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 69

,'
Entre sociología social y sociología experimental ciales, morales, culturales, ideológicas ... 9 A la inversa, el "sociólo-
" 1
experimental" es comparable al partidario del "arte por el arte"
I
1 n el hecho de que debe inventar su posición social, o sea, la del eru-
I[
La distinción que yo opero entre "sociología social" y "sociología dlto "profesional con dedicación exclusiva, consagrado a su trabajo
experimental" se apoya en la oposición, clásica en el campo del arte, el manera total y única, indiferente a las exigencias de la política y a
entre "el arte social" y "el arte por el arte". Por supuesto, se trata de lIS exhortaciones de la moral, y sin reconocer ninguna otra jurisdic-
, I
una oposición de naturaleza ideal típica que nunca existe de mane- d n que la norma específica de su arte"lO [Bourdieu, 1992, p. 115).
ra tan tajante en el campo de las ciencias sociales, pero que permite ',Rteprivilegia la construcción del objeto sobre el objeto de estudio,
ver más claro en la complejidad de las orientaciones científicas obser- r e niega a que cualquiera (tanto dominantes como dominados) le
vables.f Hasta puede añadirse, para ser todavía más claros, que al de- mponga sus objetos y temas de estudio.l!
signar actitudes y maneras de hacer, estos dos ideales típicos pueden La sociología experimental se caracteriza por una atención refle-
aplicarse a producciones diferentes de un mismo autor, hasta a aspec- lvasobre las herramientas teóricas y metodológicas utilizadas respec-
tos diferentes de una sola y misma producción científica. Esta distin- lo de objetos empíricos bien delimitados, por una inventiva metodo-
I

I
I ción de las obras y sus productores es necesaria si se quiere romper I igica y la posesión de cierto gusto por la variación de las escalas de
con las simplificaciones académicas ordinarias aplicadas a los indivi- observación o de los modos de desglose de los objetos, con miras a
duos ("él es esto", "no es más que eso"). ngendrar conocimientos específicos. 12 A menudo, semejante dispo-
Así como existen artistas que asignan funciones sociales al arte y
conceden un interés primordial a los temas y contenidos de sus obras,
que deben mostrar un aspecto didáctico, existen sociólogos que se 9 En definitiva, la sociología social no sólo privilegia determinados objetos (como
inscriben en la tradición de lo que podría llamarse la "sociología so- I mundo obrero o subproletario, las clases sociales, las luchas sindicales o políticas,
cial", y que desean realizar trabajos útiles en el marco de las luchas t .), sino que además selecciona una serie de cuestiones teóricas: desigualdades, lu-
1111\5, relaciones de fuerza, de dominación, etc. Asíjean-Claude Passeron, en un ras-
IClllfpico de la sociología social, escribía hate veinte años: "Únicamente las diferencias,
I ontradicciones y desigualdades alimentan útilmente el conocimiento sociológico"
8 Hay que aclarar que a partir del momento en que ya están dadas las posicio- Il'nsseron, 1981, p. 7].
nes en el campo científico aparecen en todos los campos estrategias de bluffque con- 10 La frase famosa de Flaubert: "Soy un hombre pluma. Siento a través de ella, a
sisten en imitar los "gestos" y las palabras asociados a esas posiciones. De este modo, 1 uusa de ella, respecto de ella y mucho más con ella" condensa, a su manera, esta iden-
nunca fue tan grande la distancia entre la invocación de la ciencia, el rigor, el asee- 1111 ación total con la actividad de escritor.
tismo, la modestia, la limitación de la parte de shoto, etc., y el hecho más ingenuo de 11 Los escritores que defienden una concepción del arte por el arte también se
erigirse como un héroe, la retórica romántica del compromiso personal, las estrate- rnracterizan por un doble rechazo: rechazan a la vez el moralismo del espíritu burgués
gias literarias más comerciales efectivamente desplegadas por algunos investigado. y 1 utilitarismo de los defensores del pueblo. Ni conformismo moral burgués o peque·
res. Un ejemplo caricaturesco de estas contradicciones en acto se muestra en la obra 1 burgués ni moralismo populista, su posición estructuralmente ambigua les deparó
de Loic Wacquant, C011)S& Ame. Carnets etlinographiques d'un apprenti boxeur [2001). taques cruzados procedentes de los dos campos opuestos. Cabe recordar la frase vi·
así como en las entrevistas del sociólogo que acompañaron la salida del libro (e in- rulenta de Théophile Gautier frente a la exhortación de utilidad en el campo litera-
cluidas por su editor). Habría que preguntarse qué queda en materia de saber socio- 110: "El lugar más útil de una casa son las letrinas".
lógico en este tipo de empresa de autopromoción comercial y militante por partes 12 Tales disposiciones (ese "prurito por la experimentación") fueron característi-
iguales, luego de haber quitado cuidadosamente el narcisismo, la exaltación de una 111 de la actitud de los microhistoriadores italianos, según Jacques Revel [Revel, 1996,
carrera académica en los Estados Unidos, la "farsa" de la evocación de los "miles dr 1', 13]. En Francia, si Pierre Bourdieu calificó hace poco su actitud de "antropología
páginas" de notas etnográficas y las manifestaciones vibrantes de la fascinación pOI' 1 flexiva", esta reflexividad es puesta en práctica sobre opciones conceptuales fijas y
un maestro. 110 discutibles. Así, la reflexividad puede ser orientada hacia las condiciones de pro·
70 BERNARD LAHIRE
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 71

uira, así como reintrodujeron desafíos políticos o morales, se carac-


sición experimental es provocada por la ruptura más o menos radi-
t rizan por sus disposiciones militantes, por su débil propensión a
cal con marcos y costumbres teórico-metodológicos rutinarios que,
1 invención teórica y su alejamiento de las investigaciones demasia-
originales en su época, terminaron por perder parte de su rendimien-
do formales.P Así como el arte social es tanto más fuerte y está tan-
to heurístico, al punto de no aprender ya de talo cual parte o de tal
1. más representado en el seno del campo literario cuanto más pro-
o cual aspecto del mundo social sino lo que el modelo ya nos había
enseñado cien veces antes sobre otros terrenos o a propósito de otros
I ido sea el contexto social y político a un cuestionamiento de las
campos. Pero una ruptura ciega y desprovista de reflexividad no con- r laciones de dominación y de poder existentes, y a una interroga-
ión sobre los "dominados" de toda naturaleza, la sociología social
duce a ese gusto por la experimentación y la invención teóricas y me-
urfea de ese modo sobre las olas de los cuestionamientos sociales
todológicas. Sólo cuando se pregunta lo que el cambio de desglose
que le garantizan cierta audiencia y dan visibilidad a sus productos
de los objetos, de escala de observación o de método de producción de
[Bourdieu, 1992, p. 352] .14
los datos crea como tipos de conocimiento, y cuando se cuida de con-
A pesar de sus numerosas diferencias, uno y otro comparten sin
siderar la nueva versión del mundo social así producida como la (úni-
ca) verdad (posible) sobre ese mundo, sólo entonces el investigador, mbargo aborrecimientos comunes. Por ejemplo, porque perdió to-
a fin de cuentas, adquiere esa actitud de curiosidad que puede su-
da veleidad crítica al ponerse al servicio de los poderes (punto de vis-
(~crítico del sociólogo social) y porque perdió toda autonomía cien-
gerir el calificativo de "experimental", si se lo refiere al sentido que
adopta tanto en la expresión "cine experimental" o "literatura expe-
tffica y toda perspectiva de conocimiento para convertirse en un
"hombre de acción" o al servicio de la acción (punto de vista crítico
rimental" como en aquella de "ciencia experimental" [Lahire, 1995,
d 1sociólogo experimental), el "sociólogo de institución" (sociólogo
pp. 38-39, y 2000].
Por su parte, la sociología social considera que, frente a los gra-
el empresa, sociólogo de Estado, consejero de los príncipes ... ), que
I ivindica una utilidad y un asidero sobre lo real contra todos los
ves problemas sociales (explotación económica, desocupación, domi-
"idealistas" que se niegan a enfrentar las realidades del poder, como
nación política o cultural, miserias de toda índole, etc.), sería incon-
I "artista burgués", es esas dos corrientes.
veniente, inmoral, abusivamente lujoso y decadente ocuparse de
De igual modo, la sociología blanco de las críticas de social y la ex-
objetos (juzgados) socialmente menores y desprovistos de desafíos
p rimen tal toman distancia de una parte de la sociología del "gran pú-
ideológicos. Los sociólogos sociales, como los partidarios del arte so-
blico" o "comercial" que, como el "arte comercial", halaga los gustos
cial, que siempre asignaron funciones sociales o políticas a la litera-
d la mayoría tomando temas exitosos, de actualidad, casi sin cuestio-
nar la doxa vigente y borrando lo más posible las marcas propias del
ducción de los datos (reflexividad sobre las operaciones de codificación en las encues- oficio (tanto de artista como de sociólogo). Esta sociología; de la que
tas estadísticas, sobre las opciones de terreno, el modo de selección de los encuesta- : hacen eco regularmente las revistas, es al mismo tiempo muy poco
dos ... ), la posición del investigador en el dispositivo de la encuesta (sobre todo cuan- () falsamente crítica (apenas lo necesario para presentarse como eru-
do hace una observación participativa, o incluso entrevistas), su relación con el objeto,
etc. Esta reflexividad, a la que nos acostumbró una parte de la sociología -y que po-
dría resumirse diciendo que la interpretación no comienza una vez terminada la en-
13 Por ejemplo, en literatura, "Duranry y Champfleury querían una literatura de
cuesta, sino a partir de los primeros actos de investigación y a cada nuevo paso-, no
pllra observación, social, popular, que excluyera toda erudición, y consideraban al es-
obstante deja sin interrogar a personajes centrales de la intriga científica: la escala de
1110como una propiedad secundaria" [Bourdieu, 1992, p. 135].
observación adoptada y las herramientas conceptuales utilizadas. Véase el notable tex-
14 Puede pensarse en L'École capitaliste en France, de C. Baudelot y R. Establet, pu-
to de Pierre Bourdieu, " Transmettre un métiet' [1992, pp. 189-195], que sin embargo ol-
hll ada en Maspero en 1971, o en La Misére du. monde, de Pierre Bourdieu, publicada
vida recordar que los consejos prácticos prodigados a los aprendices sociólogos siem-
11 euil en 1993.
pre encierran teorías sociológicas en estado práctico.
72 BERNARD lAHIRE
I lTIUDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 73
dita, pero no demasiado para no resultar pedante) 15 Ydébilmente ar-
loIi as y demasiado respetuosa de las fronteras disciplinarias para la so-
gumentada y erudita (dirigirse a un universo de lectores extendido su-
pone hacer concesiones objetivas que los editores comerciales no de- II logía experimental), la que termina por perder todo contacto, no
jan de recordar a los autores: no excederse en la extensión, no hablar lo con la realidad social, sino con la realidad de las investigaciones
demasiado en "jerga", no utilizar demasiadas notas al pie de página, mpíricas más contemporáneas, para encerrarse en la exégesis inter-
no hacer "desaparecer" el objeto detrás de su construcción ... ). No obs- minable de los "grandes autores" o de las "grandes tradiciones", o en
tante, la sociología social y la experimental se distinguen en el hecho 1incansable perfeccionamiento técnico de los métodos.
de que la primera sólo rechaza las producciones comerciales de natu- La percepción mutua de la sociología experimental y la social es
raleza conservadora, mientras que la segunda también engloba en su hl\ tante parecida a la que se observa en el campo artístico. La ten-

crítica las producciones comerciales de la sociología social, de las qu . ¡ n entre una sociología social (que privilegia los objetos y tiende a
percibe el débil grado de autonomía científica. moralizar y a politizarlos adoptando una jerarquía implícita de su dig-
Por último, tanto una como la otra se distancian de una "sociolo- nidad científica) y una sociología experimental (que corre el riesgo
gía académica" (políticamente conservadora y demasiado distancia- el encerrarse en una creatividad meto do lógica o teórica sin objeto)
da de una parte de las realidades sociales según la sociología social.l" parece a aquella que existe entre el arte social y el arte por el arte,
totalmente desprovista de audacia y de inventiva teóricas y metodoló- O re la voluntad de decir cosas "importantes" sobre el mundo social
(ron el riesgo de abandonar totalmente la forma) y la búsqueda pu-
I \ de la estética, el estilo, la forma (con el riesgo de no decir ya nada
el 1 mundoj.l?
--..,.. 15 Sobre este punto, véase B. Lahire, "Entre experts et savants" [1999, pp. 193·
, Vista a partir de una sociología social, el arte por el arte de la so-
252]. La sumisión más completa a la doxa más común, por otra parte, hoy puede pre·
sentarse en la forma combatiente de una crítica de las críticas y reivindicar la perte- I ¡ logía (la sociología por la sociología) posee algo un poco sospe-

nencia a una "sociología comprensiva". El sociólogo "comprensivo" (nueva manera) hoso. La insistencia (por fuerza nominalista) en la construcción
\ a todas luces percibe al sociólogo crítico~;;;;;:;- ~estas, un ser que no sabe de- ¡ ntífica de los objetos, la eventual sofisticación de los modelos o las
I gustar el sabor de las cosas; en pocas palabras, un personaje grosero que no vive las In todologías o el juego con las escalas de observación pueden ser
cosas sino que las pone a distancia. A contracorriente de los sociólogos críticos, oca-

I sionalmente sus intervenciones


tantes de la doxa. Así, a propósito
ofrecen un apoyo inesperado
del programa
a todos los represen-
Loftstory, difundido en M6,]ean-
JI rcibidos como signos culpables de lujo (o de diversión) intelectual
y de indiferentismo social. Así, el sociólogo experimental cae bajo el
Claude Kaufmann no vaciló en tratar a quienes tuvieron la audacia de criticar el mismo tipo de crítica que el partidario del arte por el arte: la defen-
programa de "nuevos garantes del orden moral", o en acusarlos de "poujadisrno in- l intransigente de su autonomía, el amor puro por el conocimiento
telectual". [El poujadismo fue un movimiento de derecha, caracterizado por una el mtífico en cuanto tal y la desconfianza respecto de toda demanda
mentalidad reacia al cambio (N. del T.)]. Pero es cierto que en la actualidad se pue-
1) ial (incluso implícita) lo hacen pasar por un espantoso "individua-
11 de hacer pasar cualquier ignominia por una "mutación antropológica". Y no son
l! ta apolítico" (alejado de las realidades sociales y políticas), juicio
quienes cometen las faltas sino quienes las denuncian los que son designados como
los verdaderos culpables: "Lo más importante no es denunciar, sino comprender. Y ¡ue, a pesar suyo, lo vuelve a ubicar en eljuego político y social del
si hay que denunciar, el crimen más grave no es quizás el que uno cree: en mi opi-
nión, es la obra de los nuevos inquisidores que quieren imponemossus juicios prees-
~blecidos" [Kaufmann, 2001, p. 14].
16 Loic Wacquant opone su "sociología visceral, que viene de las tripas" a la cal' 1 11 emboscados, etc. Pero esta lógica de clasificación y desclasificación no tiene nada
window sociolog)\ que se practica "emboscado detrás del parabrisas de su Chevrolet", ver- 11 una lógica científica, y el grado de cientificidad de los sociólogos no se mide en la
sión norteamericana del sociólogo emboscado detrás de su escritorio. A partir de en- 1 ntidad de "costillas rotas" sobre el terreno.
tonces, están los verdaderos y los falsos, los que arriesgan el pellejo y los que permane- 17 Como ocurre con una parte de las producciones literarias vinculadas a lo que
• llamó en Francia el "Noveau TOman".
74 BERNARD LAHIRE UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 75

lado de aquellos que, al no luchar explícitamente contra el orden,c!.e- Para evocar lostemas del desarrollo y la globalización, los únicos textos
sigual del mundo, sólo pueden ser sus cómplices silenciosos. "">, significativos hoy en lengua francesa nos vienen de historiadores, geó-
A la inversa, el partidario del arte por el arte en sociología mi- grafos, economistaso incluso politólogos. La sociología francesa, tan bri-
ra con desconfianza al sociólogo social, a menudo comprometido, llante en estoscampos en los años 1950-1980, ya no tiene nada que de-
demasiado inmerso en las luchas sociales para romper con nume- cir, Y comprendo muy bien a mis estudiantes, que se alejan de esas
11
rosos implícitos y salvaguardar su autonomía, demasiado involucra- temáticas porque, con el mejor de los legajos, lo que esperan mis cole-
do con sus objetos para tener al mismo tiempo el deseo y los medios gas que van a reclutarlos son temas como "Lasdescortesías en el 93", "Mi
de inventar nuevas maneras de hacer ciencia. El que apunta a ha, portátil, mi computadora y mi nuera", o "Lo intercultural entre la calle
cer progresar o a "inventar" nuevos puntos de vista de conocimien, de los Rosales y el barrio de la Rosa" [Copans, 2001] .18
to sabe descubrir en el sociólogo social la utilización incuestionada
y sin innovación de los productos congelados de la investigación pa, Sin embargo, la crítica de los objetos descansa en un realismo
sada (que en ocasiones fue la más avanzada de su época) y percibe epistemológico que confunde objeto y punto de vista de conoci-
claramente los límites sociales y políticos de su pensamiento, la~ miento sobre el objeto. Para tomar las palabras de un eminente de-
deudas que contrajo implícitamente con los grupos o categorías do, fensor del arte por el arte en literatura, Claude Simon, podría decir-
minados. Ve y critica al investigador atrapado por sus objetos y pri, e que, como la pintura y la novela, la sociología no debería extraer
sionero de una voluntad de utilidad social que lo at.rae hacia un rea, su pertinencia o su valor "de alguna asociación con un tema impor-
lismo epistemológico y un olvido de las construcciones científicas tante" [Simon, 1986, p. 29]; a la inversa, la sociología no debería
Porque la sociología social, como el arte social, alcanza tanto mejo¡ ser condenada sobre la base de alguna asociación con un tema con-
sus objetivos en la medida en que no se interroga demasiado sobr~ iderado trivial o insignificante. La sociología experimental no so-
los instrumentos (o las formas estéticas) que pone en práctica y sI:), porta bien la exhortación moral y política, percibida como terro-
bre los efectos límites del punto de vista del conocimiento que el'l\, rista, en materia de elección de ciertos objetos de investigación que
prende. Si procediera de ese modo, decepcionaría las expectativ<ts la sociología SOcial descarga sobre los investigadores que son afec-
realistas de sus lectores potenciales: sindicalistas, políticos, milita~_ tos a ellos. Ella desarrolla un amoralismo de principio al negarse
tes, etc. Ligada a (y sostenida por) su público, esta sociología nI) absolutamente a dejarse imponer criterios ideológicos o morales
puede permitirse el lujo de perderlo mostrando lo que apareceqa scogidos.
como una floritura metodológica y teórica, al ser demasiado invel:¡_ Pero, si pUeden encontrarse figuras casi ejemplares de estos dos
tiva, y, al mismo tiempo, al exponer demasiado la arbitrariedad cl.e polos (aunque la cantidad de sociólogos que representan la tenden-
su actitud. da experimental sea extremadamente limitada), no es ilusorio que-
El sociólogo experimental tampoco aprecia en el sociólogo soci~l
el moralismo (y la jerarquía implícita o explícita) de los objetos q~e
~teñza su proceder. Para éste, en efecto, algunos objetos ~t- 18Este upo
. de at"gumentos, a menudoutilizadospolíticamenteporaquellosquees-
--- -
cos son más importantes que otros, y termina por imponer una co:o_ Un en luchapor la definiciónde la desgraciamáslegítima,carecede límitesde utiliza-
'-. _ ••• ~ .- •••••• _ J' '''' __ '.... ~--=-,
.'_ • ........--

ce ción política o moral de los objetos principales y los s<:.:und~J;:!~s. e n y fácilmentePUedevolverse contraquieneslo emplean.En efecto,¿cuántovaleel
Realmente ~;l~ que-ani~;' poreje~plo, aJean Copans cuando ~a- tudiodel movimientoobrerofrancésfrenteal de la miseriade lospueblosafricanos?
I ué legitimidadCOnceder al estudiode la dominaciónculturalo de lasdesigualdades
ce la crítica de los objetos estudiados por gran parte de los sociólogt¡s .olares,aliado del estudiode losefectosde la explotacióneconómica?Frentea tales
franceses de hoy: l'Kumentos, el sociÓlogoexperimentalsólopuedeafirmarclaramenteque,en materia
.1 iencia,el argumento "moral"o "político"sobrelosobjetosesinaceptable.
76 BERNARD LAHIRE UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCrÓLOGÍA SOCIAL 77

rer aunar ambos puntos de vista dirigiendo el estudio, a partir de ndignaciones y compromisos:
una concepción experimental, sobre temas o campos de interés que ¿de qué naturaleza es su utilidad?
pertenezcan al universo de la sociología social y crítica (desigualda-
des, dominaciones, poderes, estigmatizaciones, etnocentrismos ... ) .19
En definitiva, la voluntad de reunir dos posiciones en tensión no es No obstante, vemos muy bien cómo, sin ser totalmente incompa-
ajena a la actitud de los escritores que, al tiempo que defienden una tibles, ambos puntos de vista entran claramente en tensión cuando se
concepción del arte por el arte (piénsese en Baudelaire o en Flau- nsidera su orientación respectiva en materia de indignación y de
bert} , y que privilegian la forma sobre el contenido, no fueron sin em- mpromiso. Para el defensor de una sociología experimental, po-
bargo totalmente ajenos al arte social. Criticados, conducidos ante la dría decirse que el compromiso y la indignación, primero y ante to-
justicia por su amoralismo, nunca llevaron a cabo realmente el pro- el ,son científicos.é! En cambio, más cerca del militante político, el
grama puro evocado por Flaubert, en una carta fechada el 16 de ene- ciólogo social tiene un compromiso e indignaciones de índole esen-
ro de 1852 y dirigida a Louise Colet: talmente social y política. Abrazar la causa de la ciencia para los pri-
meros, la de los dominados para los segundos.
Lo que me parece hermoso, lo que me gustaría hacer, es un libro so- Encontramos una formulación ejemplar de la primera actitud en
bre nada, un libro sin un lazo exterior, que se sostendría a sí mism un comentario de Jean-Claude Passeron:
por la fuerza interna de su estilo, como la Tierra, que sin estar soste-
nida se sostiene con comodidad [... ]. Precisamente por eso no hay te- Puesto en esa roldana de la responsabilidad de los efectos sociales o po-
mas bellos ni feos, y casi podría establecerse como axioma, ubicá.ndo- líticos de su sociología, el sociólogo no tiene más que una escapatoria:
se en el punto de vista del Arte puro, que no existe ningún tema, ya la de terminar, categóricamente, con todas esas inquietudes semejantes
que el estilo por sí solo es una manera absoluta de ver las cosas [Flau- a una tempestad en un vaso de agua, por la elección de asumir su incons-
bert, 1980, p. 31]. ciencia política, haciendo oídos sordos a las amonestaciones de derecha
y de izquierda sobre su political incorrectness. Una sola solución: décirlo
Aunque Flaubert estuviera más interesado en la transgresión d • todo (si se encontró algo), publicarlo todo (si uno llega a eso), cuales-
las convenciones literarias, y sobre todo de las estructuras formales quiera que sean el lugar y la hora, cualquiera que sea el efecto coyuntu-
de la novela, su éxito público se construyó, en parte -sobre todo con ral más o menos pronosticable. La verdad sociológicanunca es realmen-
Madame Bovary-, en virtud de la transgresión de las costumbres.I? te mala, aunque siempre molesta a alguien, no siempre al mismo: al
conservador un día de la semana, al revolucionarioal siguiente. [... ] Que
I
se le muestre con el dedo el punto donde yace el error de razonamien-
to o el sesgo de la observación, nada mejor que eso: él es responsable de
11
esto por el oficio que eligió. Pero en nombre de esta responsabilidad no
puede hacer otra cosa que asumirse al mismo tiempo como irresponsa-
I ble de los efectos (políticos o morales) de lo que publica: de otro modo,
ya entró en una casuística de la political correctness donde, en nombre de

I 19 Porlo que a mí respecta,fueestadoblecoerciónla que orientópublicacion 'j

talescomo Tableaux defamilles [1995) y L'Invention de t'riüeunsme" [1999).


11
20 La educación sentimental; queapareciódiezañosmástardesin dejarcasininguna Así,loscomentadoresde la obra y la biografíade Baudelairepudieronhablar
21

ambigüedadsobrela intenciónestéticadelautor,no tuvoel mismoéxitode público. 11 () asionesde su "compromisopoético".


!I
I
-..... ••••• ,,11
78 BERNARD LAHIRE UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y S( (:1()1 1H 111 1 I

la responsabilidad social del sociólogo, pronto se verá llevado a razonar, Con facilidad, los sociólogos sociales pued '1) :1\1 I '11'
hablar y publicar bajo la dictadura de una hipotética utilidad (o inutili- sición de aquellos que, tratando de hacer su ofi i dI 1, \11111 I 1 I I
dad) social" [Passeron, Moulin y Veyne, 1996, p. 303]. orrecta posible, comienzan por enfocar la ciencia aun- d, lit' 11
tra parte. Por ejemplo, precisamente con el mism mdo el l' 111 ,
Por lo demás, el mismo autor distingue la "indignación lógica" ión, Pierre Bourdieu podía, ayer (a partir de una e n 'P \111 ",11 '1
-como horror de la contradicción entre el razonamiento y la conduc- por el arte" de la sociología), elogiar al sociólogo que había h '( 1,,1 11
ta de una persona- de la "indignación ética". Si se desviara el sentido lección de "desgarrar las adherencias y las adhesiones por las 'ti ti
inicial de esta expresión, podría decirse que las primeras (lo que no por lo general, uno valora los grupos", "abjurar de las cre n ias <\\1('
significa las únicas) indignaciones que debería experimentar un so- son constitutivas de la pertenencia" y "renegar de todo lazo d a illu
ciólogo de oficio son indignaciones lógicas, cuando -al releerse o leer ión o de filiación" [Bourdieu, 1982, pp. 8-9], o hacer la crítica di)
a sus colegas- cae en la cuenta de errores de razonamiento, contra- intelectuales "que se apoyan en la autoridad de la competencia [... ] qu '
dicciones argumentativas, sinsentidos lógicos, incoherencias entre la les reconoce socialmente para hablar con autoridad mucho me S
interpretación y el material interpretado, torpezas metodológicas, etc. allá de los límites de su competencia técnica" [Bourdieu, 1980, p. 72J;
'( No. es que el sociólogo deba negarse s~temátic':.~el Y hoy puede fustigar a los eruditos que escogieron las "facilidades vir-
debate político o social, sino que su primer deber es tratar de r~li- tuosas del encierro en su torre de marfil"23 [Bourdieu, 2001, p. 9],
zarel trabajo de la manera más controlada científicamente que sea
posible. Su ideología profesional debería ser la del arte por el arte,
1 de la ciencia por la ciencia, ~s que la de la ciencia en~cada a eers- ración no están representados entre los sociólogos de oficio. Los argumentos expr sa-
rI s por Max Weber para defender la idea de que un anarquista pueda útilmente u-
"J pectivas y utilidades extracientfficas. A la pregunta: "¿Para qué sirve
pltr una cátedra en una facultad de derecho van en ese sentido: "En efecto, no cab in
la sociología?", el sociólogo responde entonces serenamente: "Nada ludas de que un anarquista puede ser un buen conocedor del derecho. Y si lo es, ,1
más que para producir verdades científicas sobre el mundo social". punto arquimediano, por así decido, donde se encuentra ubicado en virtud de su con-
El sociólogo no está al servicio de nadie (cosa que parcialmente ad- vi ción objetiva -con tal de que sea auténtica=y situado juera de las convenciones y los
mite el sociólogo social, que de buena gana denuncia a los sociólo- (11esupuestos que a nosotros nos parecen tan eviden tes, puede darle la ocasión de d 's-
ubrir en las intuiciones fundamentales de la teoría corriente del derecho una probl '-
gos "aplicados" que sirven a los poderes políticos, económicos, me-
m, tica que escapa a todos aquellos para los cuales son demasiado evidentes. En ef -
diáticos ... ), está únicamente al servicio de la verdad dificultosamente
In, la duda radical es el padre del conocimiento" [1992, pp. 375-376].
conquistada. Decir esto no significa que los eruditos deban estar des- 23 Es forzoso comprobar que fue en otro estado de creencia, y limitando el ti m-
provistos de reflexiones y compromisos políticos, éticos o sociales. Lo pu pasado a otras actividades fuera de la actividad propiamente científica, como Pie-
cual tampoco significa que las investigaciones sociológicas deberían r Bourdieu creó la obra que, paradójicamente, posibilita en adelante un discurso
estar cuidadosamente desconectadas de las cuestiones sociales, mo- muy diferente. Pero, como cualquier actor común, el sociólogo no posee la represen-
ión verdadera de su situación objetiva. A propósito de Bourdieu, podría decirse que
rales y políticas de su época. Es bien sabido que, en función de sus
l modelo de la fructificación público-política (en la muy última parte de su carr -
trayectorias y de sus relaciones con los valores, los investigadores tras- ) de un saber científico dificultosamente conquistado en la autonomía más intran-
ladan a su oficio cuestionamientos, puntos de vista, preocUpaciones, 111nte (primera parte de la carrera) lo que parece pertinente para describir la verde d
y en ocasiones hasta iras e irritaciones que les son propias,,22 hl tiva de las condiciones de su compromiso, y no el modelo del vínculo establecido
antemano entre el "investigador competente" y los militantes [2001, pp. 10-12]~c-
afirmarse que si él mismo hubiera sido ~cido por los cantos de sirena del com-
umiso, es evidente que no habría tenido la obra que ~ne ..Los jóvenes investigad
22 Teniendo en cuenta esta situación, hay motivo para inquietarse a partir del m que se comprometen en la acción pública como consecuencia de las incitación 8
mento en que se comprueba que una parte de los tipos de cuestionamiento o de irri- I sociólogo deberían, por lo menos, ser conscientes -para no vivir desilusiones el •
80 BERNARD LAHIRE TILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 81

Cuando se conoce el ascetismo, el esfuerzo permanente consentido 1 s datos empíricos porque los guía la convicción política -que ya es-
y la modestia que supone una conciencia científica, podría decirse tá presente, antes de la encuesta y antes de la interpretación de los
que la facilidad está más del lado de la crítica (dirigida en este caso a datos de la encuesta-, al denunciar más que enunciar, al aceptar tra-
un estado anterior de sí). De igual modo, a las (presuntas) "facilida- bajar sobre objetos tal como son definidos por una parte del mundo
des virtuosas" del sociólogo concentrado en su oficio pueden oponer- cial porque S011 acreditados por fuerzas sociales progresistas (la crí-
se las "facilidades" de aquellos que abandonan el trabajo fastidioso de tica del sentido común y de los "falsos problemas" se atrincheraeu' á
investigación para "mezclarse a los debates [... ] del mundo periodís- ( rítica dirigida a los 'a V"~riós": empresariad¿, Estado, m~dios, ;in-
tico y político" [Bourdieu, 2001, p. 9]. elicatos re or;¡SG.s-;etc~), y así sucesivamente. De·peqt;.~ilOs desliza-
Pero en definitiva, nada es fácil para nadie -ni para el sociólogo nuentos a pequenos ajustes, al fin de cuentas, al sociólogo social pue-
preocupado por su autonomía, ni para el sociólogo que realmente el costarle trabajo mantene~eglas de¡'-arte que, en un momento
quiere entrar en un diálogo con militantes o intervenir con alguna () en otro, estáñ fatalmente en cOntradicción consus pulsiones o sus
1

eficacia el espacio público, al tiempo de conservar una credibilidad (onviccion-es-polÍticas.-· . ". -- -- - -

11 científica-, y los debates no deberían reducirse a intercambios de in- De igÜaí modo, n~ se puede dejar de creer que la conjugación de
111

1
1

sultos académicos trasnochados (por ejemplo, el argumento de "la los tiempos de la ciencia y del compromiso es una operación que se
torre de marfil"). No obstante, para que pueda haber un acercamien- f ctúa en la armonía más perfecta. Claramente -y todos aquellos que
\ to entre los sociólogos que tienen algunas buenas razones de resistir lo vivieron o lo viven todavía pueden dar fe de ello- hay un conflicto
I a todo compromiso un poco duradero, y aquellos que quieren com- I intereses. Estar en la cumbre de su arte (sociológico) supone poder
prometerse con algunas buenas razones de pensar que pueden apor- onsagrarle un tiempo importante que no deja mucho para lo que es-
tar algo específico a la acción política y social, sería necesario que de- , fuera de la ciencia. Por lo demás, es realmente lo que evoca Pierre
batieran seriamente acerca de las dificultades concretas del pasaje de 1\ urdieu cuando afirma que "sólo se es sociólogo con dedicación ex-
la pertinencia y la competencia científicas a la utilidad social y política. lusiva" [Bourdieu, 2000, p. 43]. ¿Cómo es posible que, a esa dedica-
Por ejemplo, a aquellos que de antemano tienen un enfoque po- I n ya exclusiva, pueda añadirse otra, la de la colaboración con mili-
lítico, ideológico, moral en el momento de su trabajo de encuesta y , ntes para instalar nuevas formas de acción y de lucha?24 La verdad es
que conservan de manera permanente un ojo atornillado a las fun- 111 el tiempo del compromiso serio es también un tiempo muy ocu-

ciones sociales o a los servicios que podría ofrecer su trabajo, en oca- 1 do, y que resulta difícil poner todo en una sola senda. Por lo demás,
siones les cuesta mucho no confundir en ellos al erudito y al político: I razonamiento es igualmente cierto cuando se parte de los militan-
al abstenerse de formular expresiones que podrían ser consideradas, I " quienes no siempre disponen de un tiempo de "estudio" suficien-
por sí mismos ypor otros, como políticamente incorrectas, al evitar I para apropiarse con provecho los productos de los trabajos eruditos.
ser demasiado desmovilizadores en la medida en que la lógica de la ha visto a cantidad de aquellos que se codeaban con el mundo de la
acción sURone una fe sin fisuras (precisamente cuando la lógicadel
a
. conocirñi;~t~ puede conducir en oc;:siones ci~~to-d~~eñCañtOdel
..' mundo), al ir un -poco más rápido en la tarea interpretativa fre-nte a 24 Además, hay cierta ingenuidad en consentir que se piense que los "investigado-
I • ornpetentes'' (en general) y los "responsables militantes" [Bourdieu, 2001, p. 12),
unque se sientan todos "progresistas" y "de izquierda", forzosamente están cerca des-
I un punto de vista ideológico. Es como si se sobreentendiera que "el progreso" sig-
¡ masiado grandes- de que aquel cuyo trabajo científico admiran no es lo que es sino I In ara lo mismo para todo el mundo, y como si no hubiera contradicciones ni incom-
porque, en su época, hizo exactamente lo contrario de lo que ahora exhorta hacer. I tlbilidades profundas entre los diferentes movimientos que hoy, con la misma fe,
"No es sabio -decía Nietzsche- dejar que la noche juzgue al día" [1989, p. 271). J1 lan al progreso de la humanidad.
UTILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERlMENTAL y SOCIOLOGÍA SOCIAL 83
BERNARD LAHIRE
82
actores que ellos estudian. La mayoría de las veces, los problemas n-
investigación y que, progresivamente, abandonaron el militantismo pa-
retos son eludidos y reemplazados por grandes discursos abstra t 11
ra saborear las alegrías de la reflexión filosófica o científica.P Y por posiciones de principio alrededor de la (buena, mala o falsa)
Desde ese punto de vista, sin duda, no es sólo por falta de coraje, "neut
. ra Iid
1 ad axio
. 1"
oglCa" ,e 1" compromiso" o el "descornpromiso" d
por desprecio hacia las acciones políticas o debido a concepciones in-
1 s mtelectuales. Considerado en ese nivel de abstracción, el sociólo-
telectualistas de las tareas y de la acción políticas por lo que varios inte-
go que trata de mantener contra viento y marea el rumbo científico
lectuales reducen su intervención pública a la firma de peticiones ya re-
le, antema~o es perdedor, en.la medida en que siempre aparecerá
dactadas por otros: primero y ante todo es por falta de tiempo, porque
~as mez,q~mo y menos heroico con su evocación de las reglas del ofi-
la firma es el acto que, al comprometer la autoridad científica del inves-
10 Yel límite de las competencias que el que lanza de manera gene-
tigador y su capital de reconocimiento social, le cuesta menos tiempo y
r~sa .(pero totalmente gratuita) la idea según la cual se puede jugar
se adapta mejor a la dedicación exclusiva de su actividad científica, pe-
In dificultad con dos barajas, y que ciencia y compromiso no sólo son
dagógica e ínstitucíonal" Por las mismas razones, es comprensible que
.ompatibles sino deseables para el bien de la ciencia (que-de todos
algunos investigadores puedan negarse a participar en ese acto mini-
modos, se lo quiera o no, siempre sería comprometida) tanto como
malista de compromiso, que perciben como un gesto demasiado senci-
para el de la acción social o política. Al mismo tiempo, se llega a una
llo para ser honesto: socialmente poco eficaz, ofrece un beneficio sim-
lefensa ~eramente verbal de la "ciencia" y de sus valores que no es
bólico sin costar nada o casi nada en tiempo de trabajo.27 I uena m para la ciencia ni para aquellos a quienes el sociólogo quie-
La cuestión de la utilidad de la sociología y el compromiso del so-
llevar su ayuda. Porque más vale un militante con dedicación ex-
ciólogo rara vez es planteada de manera tan clara por los sociólogos,
clusiva que se apropió los trabajos de las ciencias sociales que un eru-
que, por otra parte, a menudo aconsejan objetivar las prácticas de los
dito que de manera parcial o completa dejó de serlo en los hechos
para convertirse en un actor público de media jornada.
Finalmente, la cuestión que se plantea es la de los fundamentos del
25 Y sólo de manera muy abstracta evocamos aquí, por falta de tiempo, los conflic-
~promis~ o de la utilidad del sociólogo. ¿En nombre de qué él pue-
tos de intereses entre tiempo de la ciencia y tiempo del compromiso. Porque, para no
dejar nada suelto, habría que recordar que los sociólogos también "deben" tiempo co- de mtervemr fuera de su campo de actividad (la producción de verda-
mo padre o madre, hijo o hija, hermano o hermana, etcétera. d s -parciales pero que pasaron por todas las etapas del control cien-
26 Observaremos aquí que son numerosas las tareas, propias del oficio de docen- I fico- sobre el mundo social) para modificar el curso del mundo? En
te-investigador o de investigador, cuando se quiere organizar de la mejor manera ese I rimer lugar, se podría recalcar la arrogancia de los intelectuales-eru-
rinconcito de vida social que es la vida colectiva de las instituciones pedagógicas y cien-
ditos que en ocasiones -por su status de erudito- creen ser más legíti-
tíficas: comisiones de reclutamiento o de calificación, consejos científicos, comités d .
redacción, reuniones pedagógicas, lecturas de los trabajos de los estudiantes, evalua-
mos que otros para intervenir en cuestiones sociales y políticas. 'Es ne-
. ~ ~
ciones de esos trabajos, participaciones en las atribuciones de becas y~bsidios diver- . s~~o ser eru ito, y reconocido por sus pares, para poder indignarse
sos, etc. Y cuando le queda tiempo para leer las producciones de sus colegas (cada vez I gtumamente de la extensión del trabajo esclavo, de los despidos en
más numerosas y difíciles de conocer), realizar encuestas, interpretadas y publicarías. masa organizados por empresas que por otra parte mantienen sus be-
entonces la dedicación ya es más que ampliamente exclusiva. n ficios, del tratamiento político reservado a los "indocurnentados" de
27 No es un cinismo evocar aquí los beneficios simbólicos que los intelectualeM
pueden obtener al aparecer regularmente en la prensa intelectual, al asociar su nom-
I S precarias condiciones de alojamiento, del destino que se brin~a a
bre a otros más prestigiosos que ellos, etc. Una sociología de la manera en que se fir- los "sin techo", del cierre de las pequeñas maternidades, de los actos
man las peticiones se vería llevada a comprobar que, en más de un caso, la decisión d . violencia racistas, sin hablar de los genocidios o de los actos de tor-
firmar o no firmar no está tanto ligada a la "causa" defendida como a los nombres d ura pasados o presentes? Si los especialistas del mundo social en oca-
los primeros firmantes con los que uno quiere asociarse o frente a los cuales uno pr • ¡ nes pero no siempre, pueden poseer competencias específ:cas para
tende diferenciarse.
84 BERNARD LAHIRI': l'I'ILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL 85

hablar de las lógicas que conducen a tal o cual situación considerada


escandalosa, no tienen, en cuanto tales, más legitimidad para indigna Sin embargo, dado que el capital de reconocimiento social no es
se y luchar que cualquier otro ciudadano.P I r pio de los eruditos y que éstos tampoco son los mejor dotados en
De la respuesta que se dé a la cuestión del fundamento del com- I materia (desde ese punto de vista, más vale tener el apoyo de un
promiso de los sociólogos dependerán la forma y los límites de éste, ran cantante o de un grupo de rack reconocido que de un sociólo-
En general se proponen tres grandes tipos de justificaciones: ( ); dado que, por otra parte, uno puede emitir algunas dudas sobre
s valores universales sobre los que los intelectuales estarían más
1) el investigador se siente autorizado a intervenir en la vida pú- I trticularmente interesados'" (¿por qué, en ese caso, no evocar tam-
blica sobre el modelo del intelectual específico [Foucault, 1976], va- I ¡ n los valores igualmente nobles de "solidaridad" de los que a me-
le decir, a partir de las competencias específicas que adquirió sobre talo rudo fueron portadores los movimientos obreros?), parece evidente
cual parte del mundo social. Esto, en buena lógica, lo conduce a abs- lile las razones del compromiso de los eruditos y su utilidad específica
tenerse de toda intervención a partir del momento en que no posee n las luchas sociales están ligadas a sus competencias científicas. En
ninguna competencia particular sobre el tema de marrasr'" ( nsecuencia, y de la manera más correcta y lúcida posible, resta pen-
2) el investigador interviene sobre la base de un capital de recono- r las sendas concretas mediante las cuales los sociólogos, sin inmo-
cimiento, de una "conversión en luminaria" adquirida en su campo 1 r o debilitar al científico que está en ellos, pueden contribuir útil-
científico al principio, luego en los medios. En un caso semejante, no n nte en la reflexión y la acción pública. Todo un programa.
hace otra cosa que poner su peso simbólico en la balanza, indepen-
dientemente de sus competencias, como pueden hacerlo las estrellas
de cine, los cantantes olas deportistas que desean defender una cau-
sa, sostener una acción, una personalidad política ... ;
3) por último, el investigador puede comprometerse en nombre
de valores universales ("desinterés", "probidad", "verdad" ... [Bourdieu,
2001, pp. 33-34]) cuyos portadores privilegiados supuestamente son
los productores culturales en general, los científicos en particular.

28 Cuando Max Weber expresa claramente su preferencia por una República parla.
mentaría en 1918, no lo hace en nombre de una autoridad científica ni evocando SU!

competencias científicas o los resultados de sus trabajos de economista o de sociólogo.


29 Era por ejemplo la posición de un filósofo tan exigente intelectualmente como
Ludwig Wittgenstein: "El silencio deliberado y casi agresivo de Wittgenstein, tan diíf-
cil de comprender por aquellos que juzgan a los intelectuales esencialmente en fUII' so Una sociología un poco lúcida de los eruditos conduciría a muchos más rnati-
ción de sus tomas de posición sobre las cuestiones cotidianas, no tiene sin embargo 1101' 8 en este tipo de cuadro muy idealizado: el campo de las ciencias sociales es tanto un
da que ver con una indiferencia ordinaria respecto de los problemas y los dramas d ·1 ropo de batalla donde se observan mezquindades, ausencia total de solidaridad, in-
mundo contemporáneo. La idea de pronunciarse, por obligación o por profesión, so dividualismo, violencias, espíritu de venganza, voluntad de vencer por cualquier me-
bre cuestiones particularmente graves para las cuales él consideraba que no tenía nin- llo, etc., ligados a una situación de fuerte competencia y de incertidumbre sobre los
gún derecho real a la palabra, siempre le fue completamente ajena. [oo.] Wittgensteill m dios de lograrlo, como asimismo un campo portador de valores universales ... Po-
debe ser comprendido como un filósofo que reivindicó y ejerció en prioridad el den. I~[adecirse más atinadamente que es a pesar de esos comportamientos como un poco
cho a callarse" [Bouveresse, 2000, p. 154]. verdad, de todos modos, logra ser producida sobre el mundo social.
BERNARD lAHlRE 87
86 TILIDAD: ENTRE SOCIOLOGÍA EXPERIMENTAL Y SOCIOLOGÍA SOCIAL

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111
· La sociología y la respuesta
a la demanda social!

por Robert Castel*

La "demanda social" suscita reacciones ambiguas entre los soció-


logos. Darle respuesta sería en gran medida aceptar el compromiso
y orrer el riesgo de desviar las exigencias del rigor al servicio de fi-
n lidades ajenas a la búsqueda de la objetividad científica. Pero, al
mismo tiempo, la investigación en ciencias sociales es cada vez más
ti pendiente de financiamientos propuestos por organismos públicos
I privados que solicitan el análisis o la experticia sociológica, en fun-

n de las cuestiones prácticas que se plantean, y no de la preocu-


I ¡ ción por hacer progresar el saber, y de hecho, pocos sociólogos son
ndiferentes a tales demandas. Lo mismo ocurre con la relación con
I S medios, que puede ser considerada un caso particular de respues-
1t a la demanda social. Una actitud muy común en el ambiente socio-
I gico consiste en denunciar las simplificaciones desmedidas y las in-
l rpretaciones parciales, cuando no perversas, que el tratamiento
1 diático hace padecer al trabajo sociológico. Sin embargo, a menu-
lo los sociólogos se quejan de la confidencialidad a que están conde-
das sus investigaciones, y no es seguro que la acusación de narcisis-
no dirigida a algunos colegas que con frecuencia se ve en la televisión
o oculte cierta envidia.
Estas cuestiones no son nuevas ni originales. No obstante, mere-
rían ser francamente debatidas entre sociólogos, porque compro-

1 Texto aparecido inicialmente en la revista Sociologie du travail, n" 2, vol. 42, abril-
IlInl de 2000, pp. 281-287 .
•••Director de estudios en la EHESS, miembro del Centro de estudios de los movi-
11I ntos sociales (CNRS).
90 ROBERT CASTIII o IOLOGÍA y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 91

meten la responsabilidad profesional de cada uno en particular y el ,1 que la interpretación que uno proponga será entendida mal, y hay
medio sociológico en general. No parecen susceptibles de recibir lIJII\ \1 saber rehusar demandas de intervenciones mediáticas. Eso me
respuesta unívoca, por eso todo el mundo podría ser invitado a ehll o urrido; porque si, por ejemplo, una radio periférica le propu-
su criterio para vertirlo al debate. Ypuesto que me lo han pedido, ('Mil I \ tomar partido en dos minutos sobre una huelga en curso de los

es lo que intentaré hacer aquí, abriendo la discusión a una opini 111 IlIt s de Air France, habría que ser estúpido para no prever que una
que, como se dice, sólo a mí mismo me compromete. ti 'encia que podría expresar sobre la huelga sin poder explicitar
Personalmente, he respondido muy poco a encargos y he he 1111 das sus razones, correría el riesgo de ser interpretada como una
muy pocos trabajos financiados en el marco de contratos. No 1111 11 lena a la huelga en general. Pero esa renuncia es la libertad del
enorgullezco de eso, simplemente es un hecho que me dio el placoi V seigador; que aquí es absoluta: nadie está obligado a ir a charlar
de ser totalmente libre en la elección y ejecución de mis investigaciu I radio, ni a mostrarse en la televisión.
nes, pero que también limita los temas que se pueden tratar y la mil En cambio, el que acepta es responsable de su elección, y no pue-
nera en que se lo puede hacer. El caso es que en general yo mismu refugiarse tras un discurso demasiado común de lamento por la
me autoencargué y autofinancié, lo que no exigió grandes sacrificios, Iversidad mediática. Según mi experiencia, la mayoría de los pe-
porque, con más frecuencia, lo que necesité fueron boletos de subte distas son hombres y mujeres de buena voluntad, con los cuales en
rráneo para ir a la biblioteca o tiempo del que pudiera disponer pll neral se puede entablar una relación de confianza, si uno se toma
ra escuchar a la gente, más que créditos para montar grandes enCU('H molestia de hacerla. En cambio, ellos están inmersos en un siste-
tasoLa contraparte es que sólo hice un trabajo artesanal, pero no estoy de coerciones profesionales muy estrictas. Como regla general,
seguro de que la comunidad científica haya perdido mucho. Tampo ben actuar de manera rápida y breve, lo que se presta mal para la
ea creo haber abusado de las prestaciones mediáticas. Lituciónde los meandros del pensamiento y de la sutileza de los ar-
Parto de este enunciado, de una postura meramente personal, umentos invocados. Pero indignarse por no encontrar en una pági-
para situar la opinión que vaya proponer. A pesar del hecho de qut los matices y precisiones que requerirían doscientas para explici-
nunca corrí tras la demanda social, y que no vaya empezar a hacerlo los es dar muestras de un etnocentrismo pueril. Hasta me ha
a esta altura, tengo un enorme recelo respecto de una actitud pusil: dido pensar que un periodista daba una forma de expresión más
ni me que podría calificarse de puritanismo sociológico, que desprc nvincente y accesible a lo yo que había querido decir que lo que
cia los compromisos con el siglo y exalta las virtudes de la investiga biera podido hacer yo mismo.
ción desinteresada a la manera en que algunos artistas, antaño, Sin embargo, no todo puede ser controlado, y existe un riesgo
predicaban el arte por el arte. Y para provocar reacciones, y hasta tal 1 de simplificación excesiva, de deformación, hasta de traición
vez la indignación de algunos, defenderé incluso la proposición d 1mensaje que uno querría transmitir. Pero mi punto de vista -que
que todo trabajo sociológico digno de ese nombre es una tentativa do videntemente es discutible- es que las más de las veces vale la pe-
respuesta a una demanda social, a condición, por supuesto, de UJI correr ese riesgo luego de haberlo sopesado, es decir, haber juz-
acuerdo acerca del sentido de las palabras. do que no representaba más que un riesgo del orden de lo alea-
Tomemos primero la cuestión desde el ángulo de la relación con I río más que de lo probable. Esto a partir de la convicción de que
los medios, que sin embargo no constituye más que uno de sus aspec. 1 sociólogo debe dar cuentas al conjunto de sus conciudadanos, y
tos. En primer lugar, el puritanismo sociológico, a mijuicio, tiende u solamente a sus instituciones oficiales de control y a su grupo de
sobrestimar la incompetencia o la mala fe de los medios para restituir res. Por cierto, hay que hacer de modo tal que el conocimiento so-
las informaciones que uno les transmite. Por cierto, existen situacio- I lógico sature los criterios más rigurosos del ejercicio de la profe-
nes tramposas, temas que se dominan malo de los que puede prever. n. Pero también -si por lo menos enuncia algo que importa- hay
92 ROBERT CASTEL SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 93

que desear que sea conocido, discutido y eventualmente retornado da social, dislocan el funcionamiento de las instituciones, amenazan
en el espacio público, y la mediatización es un canal importante, en el lnvalidación categorías enteras de sujetos sociales. Como la deso-
ocasiones necesario, para lograrlo. Es evidente que, salvo que uno eupación masiva, la precarización de las relaciones laborales, la de-
sea completamente ingenuo, las nuevas manifestaciones -en el nivel Kradación de las condiciones de vida en ciertos suburbios, pero tam-
de la opinión pública, de los "que toman decisiones" o de los respon- lIi n la crisis de las sociabilidades cotidianas, los disfuncionamientos
sables políticos, por ejemplo- no pueden ocurrir sin los peligros d el la escuela, la familia o el sistema de salud, los fracasos de la pro-
simplificación o de deformaciones que he evocado. Sin embargo, l( ción social, etc. Todos los días se evocan estas situaciones en los
¿no es preferible correr esos riesgos que quedarse crispado en una medios, ellas constituyen la trama de las preocupaciones de una mul-
concepción de la objetividad confinada a Un círculo de especialistas, tluid de personas que, las más de las veces, las viven en la forma de la
a menudo autoproclamados? Ésta es la preguIlta que yo formulo. Pe- Incomprensión y el desamparo.
ro, como quiera que sea, me parece mejor que un trabajo riguroso
de investigación contribuya a alimentar el debate público, así fuer
al precio de simplificaciones, hasta de deformaciones, más que que- Me atreveré a expresar que la paleta de estas "configuraciones
darse aislado en la semiconfidencialidad de los intercambios entr ~blemáticas", problemáticas porque cuesta trabajo comprenderlas,·
iniciados. No porque pretenda cambiar el mundo. Pero tal vez d
-

ese modo -por lo -menos en la medida en que el investigado!..pien-


,- y más aún dominarlas, representa un programa (¿el programa?) pri-
vilegiado de la investigación tanto teórica como práctica en sociolo-
se lo qt:~ diga, y diga lo que piense- pueda dar algunos elementos Ría.La demanda social, entendida en ese sentido, es la demanda que
para ayudar a interpretarlo . 1\ sociedad, o sea, los sujetos sociales diferentemente configurados
.Estoy tentado de extrapolar estas observaciones sobre la mediati- n el espacio social, dirigen a la sociología, y el trabajo de los soció-
zación de la investigación sociológica con la relación m~_ge~~~qu logos es tratar de darle respuesta. Para ello, sin duda hay que alejar-
5:: .¡febe mante",", la sociología con la "demanda social", entendida e de su formulación inmediata ("deconstruirlas" y "reconstruirías").
~\\ mo el sistema de expectativas de la sociedad respecto de 19sproble- Pero jamás deberían dejar de ser a la vez el horizonte y la finalidad
,j ). \l' i?as cotidianos 'que actualmente lasolicitan. También aquí, el purita- le toda investigación sociológica. Voy a ir hasta el extremo del razo-
.':5f nismo sociológico me parece la expresión de un elitismo de mala n miento para provocar reacciones: las investigaciones que no estu-
P calidad. A no dudarlo, no hay que adherir como tales a las formula- vieran referenciadas por esta problemática de la demanda social
() ciones del sentido común sino trabajarlas, deconstruirlas y recons- deberían, por cierto, tener derecho de ciudadanía, pero no ser cali-
C/
\/) truirlas, como siempre se dice. Tanto más convencido de eso estoy ficadas de investigaciones sociológicas. La metodología por la meto-
,.l) que es lo único que siempre hice.\i>ero voy a insistir en la proposi- dología, la epistemología por la episte~orogia, cái1tidadd~-anarísis
c¡ ción, mucho más sujeta a controversias, de que siempre hay que pa d situaciones o de inte~~ccio~~~;~n meramente formales, eso
6 tir de esas demandas comunes y volver a ellas. En otras palabras, I o es SOcIO~gfa ..Jengo una éónsideración eiZ~siva por algunos de
\) objetivo principal, o por lo menos uno de los objetivos principales d I s que se entregan a esas actividades para, evidentemente, impugnar
.-:-
l¡....
"-'-- --
la sociología, sería intentar comprendery asu.!!lir !o g.!1eproblemau- I \ utilidad de esos trabajos. Tampoco pretendo, mucho más eviden-
~ -zaaIagent:e,Q" sea,"~;;biin a los n<:?~speciali~~~l vulg!!:m pe~1fS' En t mente, que sólo la sociología tenga interés, ni que sea una construc-
'-térmInos'más iebuscados,-e;o significa que en toda sociedad, sin du- ión completamente autónoma. Por tanto, puede tener necesidad de
da, y ciertamente hoy en la nuestra, existe lo que podría llamarse con- les aportes metodológicos, epistemológicos, y de muchos otros más.
figuraciones problemáticas, cuestiones que se imponen a la atención, ero ¿para qué? Para tratar de comprender lo que ocurre hoy. En
y no solamente a la atención de los eruditos, porque perturban la vi. uanto tal, la sociología es un tra aJo de asunciÓn de las c;e~ti"~nes
__ o •• -.-- "'-"--
94 ROBERT CASTE!. SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 95

sociales que nos solicitan hic et nunc, y cuya expresión más o menos la como consumadas las situaciones adquiridas y, de este modo, las
espontánea, más o menos confusa, más o menos oculta, es la deman- I(arantiza. Apelo aquí al testimonio de Erving Goffman [1968], soció-
da social. En consecuencia, hay que movilizar los recursos de nuestra logo que por cierto nada tenía de izquierdista:
disciplina para descifrarlayLa demanda social no es expresada sola-
mente por los grupos dominantes, también está agazapada en los su- Describir fielmente la situación del enfermo es, necesariamente, propo-

frimientos de quienes padecen sin tener los medios de comprend r ner una visión parcial de él. Para mi defensa, diré que al ceder a esa par-

por qué "la cosa no funciona". La demanda social no es tampoco so- cialidad se restablece por lo menos el equilibrio, ya que casi todas las

lamente el pedido que dirigen los mandatarios oficiales encargados obras especializadas relativas a los enfermos mentales presentan el pun-

de las cuestiones de la sociedad, tambjén hay que saber leerla a tra- to de vista del psiquiatra, que, socialmente hablando, es totalmente

vés de las rebeliones sin palabras y el desamparó-de aquellos que es- opuesto (Asiles, "Préface").

tán condenados -~~iviuomo un destino lo que ies ocurr~uando


'----'-~- _.- - ~.-- --- --------- •..
realmente para~so hay algunas razones de las que la sociología tien Con un patrocinio semejante, tal vez tenga algunas excusas por
~ go··qué-~¡;'-\-_._~--- -- ------- haber persistido en esta actitud, que algunos, posmodernismo obli-
. ste abordaje de una sociología crítica rechaza la representación a, no dejarán de juzgar pasada de moda. Así, pues, dediqué mi últi-
__ • __ ....-~ ••••• __ > ••• ~~." ••• 1,_.~ ._._

unidimensional, vale decir, meramente empirista de la realidad so- ma obra, Les Métamorphoses de la question sociale [Castel, 1999], "a aque-
.'Cial-;5égún"!;i cual sólo existiría lo qUt;.s~p~e¿~ observar en rimel' lla y aquellos a quienes, tanto ayer como hoy, se les negó un porvenir
grado. Pero si esta realidad social está atravesada de conflictos y con- mejor". Espero que esta idea preconcebida haya podido producir al-
.. .~~ ...•• --.. '- . ',-~~ unos efectos que tienen que ver con la sociología (si no es con la so-
~
tradicciones, siempre hay, Ror lo menos, dos lecturas de los desafíos
~ ~ - - . ,,,,,----..--
en función de la posición que ocupan los protagonistas. Así, la ele -
~ --~ I logía del trabajo, por lo menos con la sociología del sentido que
~~.,..-..... .• "'-"'""•..•......•. - -'" ~ los hombres y las mujeres dan al trabajo). Pero, como quiera que sea,
cíón del punto de vista generalmente ocultado pór las ideologías do-
minantes, si es sostenido con rigor, puede ser provechoso para el co- i 'mpre habrá bastante gente para celebrar las virtudes del manage-
nocimiento sociológico. Por ejemplo, realmente es un punto de vista men: y de la adhesión incondicional al espíritu de empresa. Sólo de-
crítico sobre el hospital psiquiátrico o sobre la prisión lo que contri- a que no sea la totalidad de los sociólogos los que en adelante se
buyó a fundar una sociología de esas instituciones, mientras que 1 ntreguen a esos ejercicios tan up-to-date.
discurso de los profesionales y de los administradores las más de las Para volver a la demanda social, ese joven desorientado que vive
veces se contentaba con repetir lasjustificaciones oficiales que les da- ti changas o ese desempleado despedido luego de veinte años de
ban el papel destacado. Pero nosotros -digo nosotros porque yo tra- uenos y leales servicios cuando su empresa es floreciente sin duda
O expresan una "demanda" específica, y es posible que yo amplíe un
bajé en el marco de ese movimiento, y hoy en día no lo lamento- pen-
sábamos que había una contradicción que era preciso poner de lOCO el sentido habitualmente aceptado de esa expresión. Digamos

manifiesto entre esa autocelebración de las virtudes del progreso y ntonces que -aunque no me guste mucho esa palabra- ellos nos in-
del saber científico y el tratamiento casi medieval reservado en esas rpelan, y que si la sociología tiene un sentido, realmente también
instituciones a algunos de los ciudadanos de una sociedad democrá- el de contribuir a comprender situaciones de este tipo. Por lo me-
tica. Esta postura produjo una plusvalía de saber "objetivo". Los par- os es así como entiendo el precepto de alguien a quien, como a
tidarios de un objetivismo puro y duro, por cierto, no dejarán de in- ~ ffman, resulta difícil negarle la calidad de sociólogo, porque se tra-
tentar descalificar esta actitud, diciendo que está fundada en una idea de Émile Durkheim [1986]: "Nosotros consideramos que nuestras
preconcebida. Pero si hay una idea preconcebida, hace contrapeso a nvestigaciones no merecen ni una hora de trabajo si sólo debieran
otra idea preconcebida, la del discurso "neutro" del objetivismo, qu I ner un interés especulativo" (De la division du travail social, "Préfa-
ROBERT GASTEI
96 SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL 97

I1

ce"). Porque Durkheim no era oscurantista al punto de desp~ec~ar 111 onfiguración actual de un problema. Volvemos así a aquello de lo
especulación, ni lo bastante ingenuo para creer que el coriocrmientu ue habíamos partido, de una demanda a una demanda, pero mien-
sociológico basta para resolver los problemas de l~ práctica. P~ro .cr (1 s tanto habremos, si no encontrado la respuesta, por lo menos des-
que él pensaba que nuestras especulaciones no tienen otra justifi :1 lindado algunos de los principales parámetros que estructuran la de-
ción que hacerse cargo de esos problemas que son l~ t~ama. d.e la vi anda tal y como hoy se formula, De manera que, en su punto límite,
da de los sujetos sociales, para tratar de volverlos mas inteligibles y, odría concebirse la sociología, no como un discurso único o total
eventualmente, para esclarecer a los "que toman decisiones", como bre la sociedad, sino como el conjunto de las tentativas para eluci-
hoy se dice, admitiendo la posibilidad de que la instru~entaciólI r las diferentes configuraciones problemáticas, o demandas socia-
práctica de ese saber impregne mediaciones muy complejas que, hlH l s, que hoy coexisten en nuestra sociedad.
más de las veces, escapan al control del sociólogo. ¿Es éste el "compromiso" del sociólogo? Por cierto, la palabra ha
Para atenemos a la demanda social en la perspectiva ampliada ba nvejecido, como la de "lucha ideológica" que antaño se empleaba.
jo la cual la he encarado, realmente aparece como la materia del.cu ~ in embargo, realmente es de algo de ese tipo de lo que se trata. Si
tionamiento que alimenta a la sociología, de donde debe partir; y 11 impugna el mito de la objetividad absoluta, que postula que no hay
donde debe volver. Porque ¿de dónde extraería la sociología los intc n discurso (por tanto total y totalitario) sobre la realidad social, hay
rrogantes que se formula si no es de la sociedad? Sin lugar a duda~, ue reconocer que existen puntos de vista sobre esa realidad. Y tam-
hasta podría especificarse: del estado de la sociedad de hoy. En efec- lén que no 'es posible justificar un punto de vista íntegramente a par-
\\\ to tratar de comprender los interrogantes que se formulaban en ti r de un sistema de razones. Por ejemplo, el núcleo axiológico del ul-
Renacimiento, o incluso en la Belle Époque, eso se llama hacer histo liberalismo no es refutable, estrictamente hablando, porque la
ria. Todos esos actores están muertos, y ya no tienen demandas. EII sición del que decide que la persecución de las riquezas es el im-
11 cambio, tratar de comprender las demandas de hoy no es atenerse :1 rativo categórico al que debe someterse toda la vida social no pue-
lo contemporáneo. Por lo que a mí respecta, no podrán acusarme dr ser combatida solamente con razones. A la inversa, defender-co-
no haber tomado desvíos respecto de la actualidad, ya que creí ql.ll' O lo hago yo- la necesidad de ofrecer protecciones al trabajo, o
\1'
debía remontarme por lo menos hasta el siglo XIV para ver cómo SI' fender un Estado social fuerte, tampoco es totalmente deducible
anudaban los hilos de la cuestión social contemporánea. Pero lo ha un sistema de razones. Es la implicación lógica de un juicio de va-
cía con la convicción de que los análisis empiristas, vale ~m. r que plantea que el mantenimiento de la cohesión social, o de una
bién instantaneÍstaS del presente," que c<??sti~uy~nuna buena partl' lidaridad "orgánica" entre todos los miembros de una sociedad, son
de la _p~cc~?n -so~i~l?gi.~á~so~re~~c~r~s .:especto de lo que ~H nalidades de la existencia humana superiores a la maximización de
en j~ego c~an~<>.. uno_~ ?~g~ a la_~?:lOlog~a.Redu~tores, o sea, CI, productividad a cualquier precio. Al adoptar estas posiciones, pues,
gos al espesor de las demandas sociales contemporaneas. No hab:l:l y perfectamente consciente de ocupar una posición "partidaria", y
-que mirar dewe arn a esas demandas en nombre de un saber ca~~o inscribirme en el marco de una "lucha ideológica", y precisamen-
de no se sabe dónde, ni despreciarlas en nombre de una concepcion a eso me dedico en los debates actuales sobre el lugar y el porve-
formalista o cuantitativa del rigor científico, sino más bien hundirse Ir del trabajo. Pero eso no me molesta, por el contrario, a condición
en ellas, trabajarlas desde el interior con las herramieruas que puC'· que el hecho de pertenecer a un campo no excluya sino que afi-
den proporcionar la disciplina y las disciplinas vecinas (pienso en par.. la preocupación por el rigor, rigor para establecer un diagnóstico
ticular en la historia, pero también se puede recurrir a la antropolo n preciso como sea posible sobre la situación actual, integrando to-
gía). Entonces es posible deslindar detrás de la ~ema~~a estratos de s los parámetros que la constituyan, y rigor para extraer y confron-
significaciones y etapas de constitución cuya articulación produce la todas las implicaciones de la elección de una u otra de las opcio-
98 ROBERT CASTEL
lA SOCIOLOGÍA Y LA RESPUESTA A LA DEMANDA SOCIAL
99
nes "ideológicas" en competencia. De este modo, mi idea preconce- eferencias bibliográficas
bida, si bien no es íntegramente demostrable, se puede argumentar
desde el punto de vista de la objetividad y es posible defender en
cuanto elección de sociedad. ¿Se le puede pedir otra cosa a un soció-
logo, salvo que se exija de él que esté en situación de extraterritor~a-
lidad total respecto de la demanda social, vale decir, de hecho, pedir-
le que se olvide de que él también es un sujeto social?
;astel, R. (1999), Les Métamorphoses de la question sociale: une chronique
du salariat, París, Gallimard. [La metamorfosis de la cuestión social;
Buenos Aires, Paidós, 1997.]
Durkheirn, É. (1986), De la division du travail social, París, PUF. [La di-
visión del trabajo social, Madrid, Akal, 1995.]
offrnan, E. (1968), París, Asiles: études sur la condition sociale des mala-
des mentaux, Minuit. [Internados. Ensayos sobre la situación social de
los enfermos mentales, Buenos Aires, Amorrortu, 1997.]
· Por un examen reposado
de los hechos de sociedad
por Louis Quéré*

Es posible imaginar los diferentes contextos en los que la pre-


unta "¿Para qué sirve la sociología?" puede ser formulada. Esta
regunta no tendrá la misma significación de un contexto al otro.
lla suscitará a veces una descripción, otras una explicación, otras
ás una justificación o una profesión de fe. Sin embargo, cualquie-
que sea el contexto, a menudo expresará una duda, una perple-
ldad, un escepticismo. En efecto, aquí tenemos una disciplina cu-
y estatus dista de estar garantizado, ya sea el estatus científico
regularmente se encuentran investigadores en "ciencias duras"
ue abren los ojos de par en par cuando se dan cuenta de que los
ociólogos cohabitan con ellos en las grandes instituciones nacio-
ales de la investigación científica-, o el estatus social; por lo me-
os para las "verdaderas" ciencias no hay dudas de que merecen ser
stenidas por el esfuerzo colectivo de la nación, porque se sabe,
or lo menos a grosso modo, para qué sirven (para el progreso técni-
, para la salud pública, para el dominio de la naturaleza, para la
guridad y la prosperidad de todos, etc.). y de la duda al juicio no
y más que un paso, que se da con rapidez. Algunos la emprende-
n de buena gana con el carácter exorbitante de las pretensiones
levadas por los sociólogos cuando dicen ser capaces de revelar el
creto de fabricación de una sociedad. Otros denunciarán más
ien la índole reduccionista de las explicaciones sociológicas: "Us-
des creen haber alcanzado los secretos del mundo social, pero sus

* Director de investigaciones y miembro del Centre d'études des mouvements


ciaux (CNRS).
102 LOUISQUÉRÉ POR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD
103

presupuestos realistas les impiden captar el tenor propiamente sim- pr~~lemáticas, de sus conceptualizaciones y de sus métodos de explo-
bólico del lazo social". r~clOn, hasta de emprender investigaciones que, a primera vista, "no
Tal vez no sea malo que la disciplina sea sometida de este modo sirven para nada". La segunda dimensión es una consecuencia de es-
a la duda, hasta enjuiciada. En principio es una estimulación no des- te primer fenómeno: se espera que el cuestionario y el estudio socio-
deñable para someter más la investigación sociológica a las exigen- lógicos tengan una pertinencia social inmediatamente accesible y que
cias del método científico. Pero también es una evocación de la posi- ~rodu.zcan un sentido para cualquiera. En cierto modo, la sociología
ción ambigua del proyecto de un conocimiento científico de la I~tervlene en un campo de investigación para el que cualquiera se
realidad social en una sociedad democrática. Se sabe que un proyec- SIente con el derecho de decir si las preguntas formuladas son inteli-
to semejante es indisociable de la emergencia histórica de una figu- gibles, pertinentes, válidas o no, y si los resultados obtenidos son inte-
ra determinada de lo político, y a través de él, de un modo inédito de :esan~es, sensatos, esclarecedores, etc. Es una experiencia que, como
institución del espacio social: al mismo tiempo que deben buscar y investIgadores, nos sucede con relativa frecuencia y puede resultar una
encontrar en sí mismas las respuestas a los interrogantes de su razón ver~ader~ prueba: constantemente nos vemos llevados a explicar en
de ser y de su finalidad, las sociedades modernas tratan de dominar que trabajamos, y por tanto a demostrar el interés y la pertinencia de
los procesos de su propia constitución, entre otros mediante el cono- nuestras investigaciones. Pero ese interés y esa pertinencia general-
cimiento que adquieren sobre su organización y funcionamiento. Pe- ment~ ~eben ser de.finidos en función del trasfondo de los campos pro-
ro, por otro lado, ese cuestionamiento y esa exploración de síjamás blema~cos estable.cldos por la investigación social, y considerados, por
pueden cerrarse, porque nadie puede tener la pretensión de saber ualquiera, como Importantes, pertinentes, dotados de sentido, útiles,
qué ocurre, en última instancia, con la constitución del mundo so- .tc. ~esde ese punto de vista, la sociología es una disciplina que debe
cial, so pena de poner fin a la "interrogación democrática"; por prin- ndir cuentas, en el lenguaje ordinario, a un público muy amplio, el
cipio, toda respuesta está sometida a la discusión y confrontación de de todos aquellos que pueden estar interesados por e involucrados en
las opiniones. Únicamente un régimen totalitario puede pretender los problemas de su sociedad en un momento determinado.
haber elucidado de una vez por todas el misterio de la institución y No estoy abogando por que la sociología se sustraiga a ese tipo de
organización del espacio social. xpectativa y se aísle de la investigación social. Por el contrario, dicha
Sin embargo, las reacciones escépticas o críticas suscitadas con fre- nvestigación social, imprescindible para la organización de un públi-
cuencia por la investigación sociológica revelan otras dimensiones qu ' O capaz de garantizar una regulación normativa de las "condiciones
merecen atención. Vaya destacar dos. La primera es que una parte d ' l.a~sociación social", tiene todo por ganar si se somete a los pro-
esa perplejidad se debe al hecho de que el cuestionamiento sociológi- xiimientos del método científico. Pero, a pesar de todo, esta inves-
co a menudo se encuentra en una situación inestable respecto del l~ación social es relativam.,ente select.iva. ~. ella, únicamen~_ )
cuestionamiento social. En cierto modo, se espera de la sociología qu<' os aspectos de los fenomenos SOCIalesson susceptibles de ser
,I
entre en el molde de la investigación social, que comparta sus preocu- I'oblematizados; la g!.ma de las dimensiones que lla~;~a atenció~
paciones y su orientación pragmática, que adopte sus procedimientos, limitada; hay cu_esti.<:.nes-que
no puede~.~m~rge;'-~~and; s¿;;-c;u-
que se regule directamente sobre el trabajo de problematización quv 1 les ara la com rensió~a_estr.ru:Ju ación del mund~~iai:Por
la sociedad efectúa de manera permanente sobre sí misma. Por lo tan tanto, a la investigación sociológica le corr~;'po~de temat¡;a~. El
to, toda toma de distancia respecto de la investigación social recibir¡ ha de formular preguntas socialmente no pertinentes y la mane-
esa inquietud de base y requerirá ser justificada. Pero si ocupa su 111 de examinarlas podrán suscitar perplejidad y escepticismo. Pero si
gar en el estudio social, la sociología también está en todo su derecho quiere ampliar o profundizar la comprensión que se tiene del mun-
de reivindicar, como disciplina científica, una total autonomía de SllH social, es importante que el cuestionamiento que permite acceder
LOUISQUÉRÉ
104 POR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 105

a ella no sea definido únicamente en función de l~s criterios de inte- de la investigación social [... ] con la práctica es intrínseca, y no ex-
ligibilidad, interés y pertinencia en vigor en l.a~oCiedad. trínseca". En principio, los problemas a los que se aplica surgen de
A renglón seguido, me gustaría circunscnblr algunos aspectos, de las condiciones sociales reales o "prácticas": nacen de tensiones, de-
esta selectividad de la investigación social. Ante todo presentare lo sequilibrios, "trastornos" sociales reales. Luego, se enuncia un pro-
., .. es la dinámica de esta investigación. En una segun- blema normalmente en referencia a una o varias soluciones posibles:
que, a lnljUlClO, . .
da etapa, trataré de apuntar algunas dimensiones de la Vidasocial que se problema sólo es realmente definido cuando ya se vislumbró la
escapan al formato de la investigación, Yproponer una postura para manera de resolverlo. Como esta solución depende de hábitos de
examinadas. cción y de modos de intervención disponibles, la definición de un
problema está directamente indexada sobre un entorno práctico de
medios, dispositivos y procedimientos instituidos. Por último, la in-
vestigación social en gran parte está orientada hacia la organización
La investigación social como hecho de sociedad de la acción colectiva (cualesquiera que sean sus formas y soportes),
destinada a tratar las situaciones problemáticas: en definitiva, este tra-
miento constituye el objetivo que controla las operaciones del estu-
A menudo se recuerda que la sociología es una ciencia hi~tórica, lo. Desde este punto de vista, implica necesariamente juicios de eva-
que trabaja sobre situaciones, acontecimientos o co:unturas sm~la. luación sobre lo que conviene hacer o no hacer. Pero los criterios
res, sobre los cuales emite proposiciones cuya propl~dad es ser indc- ibre los cuales se regulan estos juicios no son exteriores a la investi-
xadas al conte'xto sociohistórico en el que son enuncl~d~ .[Passeron, ción. De naturaleza hipotética, están determinados por ella.
1991]. Otra manera de dar cuenta de este carácter hlst~nco ~el ~~a.
bajo sociológico es aprehendedo en la dinámi~a de l~ mvesugaclOll La investigación social debe juzgar determinadas consecuencias objeti-
social en la que participa. Por investigación social entiendo el tr~ba. vas como el fin que vale la pena ser alcanzado en las condiciones dadas.
jo de exploración, problematización Yobservación"qu~ s~ desplie íI Pero [ ... ] esta afirmación no significa lo que a menudo se dice que sig-
en el tipo de sociedad a la que pertenecemos ~ara . socializar las SOl nifica: o sea, que es posible asumir los fines y valores fuera de la tarea
presas" creadas por los acontecimientos y las situaciones ~ue .rev~la~1 científica, de manera que esta última se vea entonces reducida a deter-
[Luhmann, 1990, p. 32], para identificar las consecue~Cias iridir (. minar los medios mejor calculados para llegar a la realización de esos
tas extendidas de las iniciativas y de las actividades sociales sobre laN valores. Muy por el contrario, significa que los fines, en cuanto valores,
y . ., . 1" [D ey 1927] para transformut
"condiciones de la asocracion socia ew,. '. . " no pueden ser válidamente determinados sino sobre la base de las ten-
situaciones sociales confusas, turbias, contrad~cto~as o conflictivas, siones, los obstáculos y las potencialidades positivas que, por observa-
que plantean problemas de definición y orga~lzaciOn de las con~tl( ción controlada, se descubre que existen en la situación real [Dewey,
tar en situaciones sufiCientemente determin
tas que se, deben adop . ., I 1993, p. 606].
das y unificadas para ser resueltas [Dewey, 1993]. La modlfica~l~n (
estas situaciones problemáticas implica actuar sobre sus condición • Puede decirse de la investigación social que está socialmente dis-
circundantes, reducir las tensiones, contrarrestar los fa~tores negat buida: varias categorías de actores participan en ella, que van de
vos y hacer aparecer potenciales de resolución. Por lo tanto, se requ militantes, las asociaciones a los periodistas y hombres políticos,
re un gran esfuerzo de conocimi:nto. . . ndo por todo tipo de organizaciones (sindicatos, partidos polí-
Esta investigación social esta ampliamente subordl~ada a fi~1( , etc.). Solamente una parte de esta investigación -la que corres-
prácticos. Como lo recalcaba Dewey [1993, pp. 601-602], la conexi 11 de a las ciencias sociales- se somete a las exigencias del método
POR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 107
106 LOUISQUÉRÉ

social bien armada puede suministrar los conocimientos que posibi-


científico: trabajo de análisis para definir un problema y determinar
litan los juicios públicos sobre lo que es y sobre lo que conviene ha-
su naturaleza; establecimiento de los hechos que sirven para delimi-
cer [Dewey, 1927, p. 348].
tar el problema e indicar una solución posible; definición de los mé-
No obstante, una "intelectualización" semejante no consiste sim-
todos de observación que permitan disponer de los datos que sirvan
plemente en aplicar el método científico en un sentido estrecho.
para experimentar las hipótesis; selección de las concepciones y las
También consiste en promover el modo de investigación que preva-
ideas apropiadas; observación analítica controlada, etc. Esta "cienti-
lece en un medio científico: normalmente, aquí la investigación es
fización" obliga a cuestionar cierta cantidad de suposiciones comu-
libre; se otorga a sí misma sus objetos en función de campos proble-
nes de la investigación ordinaria: que los problemas sean definidos
máticos constituidos o por constituir, y sus resultados son comuni-
anteriormente a la investigación; que la observación bruta baste pa-
cados, difundidos, discutidos, sometidos aljuicio y a la crítica de los
ra captar su naturaleza; que los problemas sociales se planteen en
miembros de la comunidad. En un sentido, la investigación sólo pro-
términos morales; que sea preciso eliminar losjuicios y procedimien-
duce conocimientos en la medida en que sus resultados son cornu-
tos de evaluación para que las conclusiones del estudio estén verda-
nicados y discutidos: no hay verdadero conocimiento de los fenóme-
deramente fundadas en los hechos; que las características de los fe-
nos sino cuando son objeto de un saber compartido. Sin embargo,
nómenos puedan ser establecidas sobre la base de generalizaciones
en la investigación social, ese reparto se extiende más allá de la co-
conceptuales, teorías generales o definiciones meramente nomina-
munidad de los investigadores. En una sociedad democrática, todo
les, más que derivadas del examen atento de hechos observables y
ciudadano está en su derecho de tomar parte en ella. J. Dewey, en
verificables, etcétera.
The public and its problems, sostuvo que un público no podía emerger
No hay nada que exija que la investigación social esté sometida
y organizarse a partir del sentimiento que experimentan sus miem-
a los principios del método científico. Sin embargo, puede pensarse
bros de ser afectados por las consecuencias indirectas de iniciativas
que esta investigación tiene tantas más posibilidades de alcanzar su
o actividades sociales en las que no participaron directamente, sal-
objetivo -resolver situaciones problemáticas reduciendo su indeter-
vo que una "intelectualización" del trastorno y del afecto experi-
minación y su estallido- cuanto más se someta a las coerciones de la
mentados tuviera lugar a través de una investigación libre y pública,
observación analítica controlada. En efecto, lo que es problemático
I problematizando la experiencia de esas consecuencias y tratando
en la sociedad en general primero es experimentado en la forma de
de identificar las condiciones que las engendran para canalizarlas y
emociones y sentimientos, sobre un trasfondo de expectativas de
controlarlas. Desde ese punto de vista, la investigación social no es-
"normalidad", así como de sensibilidades, hábitos y actitudes deter-
tá tanto destinada a esclarecer a los gobernantes o a aconsejar al
minados. La expresión privilegiada de estos afectos sociales es la in-
príncipe como a sostener la identificación y la organización de un
dignación moral, a la que está asociado un comportamiento paradig-
público capaz de velar por las "condiciones de la asociación social":
mático, la denuncia pública. Pero para ser tratados de manera
apropiada, los acontecimientos y las situaciones que plantean pro-
La necesidad esencial es mejorar los métodos y las condiciones del de-
blemas deben ser convertidos en problemas definidos. Lo que exige
bate, de la discusión y la persuasión. Ése es el problema del público.
pasar del sentimiento a la percepción, de la interpretación en térmi-
[... ] Esamejora depende esencialmente de una liberación y un perfec-
nos morales a la formulación intelectual del problema que se deb
cionamiento de los procesos de la investigacióny de la difusión de sus
tratar. Cuanto más experimentada y garantizada por un análisis con-
conclusiones. [... ] No es necesario que todo el mundo tenga el saber
trolado sea esta "intelectualización", tantas más posibilidades tien
y la habilidad necesarios para realizar las investigacionesrequeridas; lo
de contribuir a determinar claramente la situación problemática y a
que hace falta es que todo el mundo sea capaz dejuzgar el alcance del
encontrarle una solución apropiada. Únicamente una investigación
108 LOUISQUÉR, OR UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 109

¡'II saber suministrado


por otros sobreproblemasde interés común" [D - blematización, el acontecimiento-sorpresa no sólo es normalizado (en
wey, 1927, p, 364], 1sentido en que ahora aparece como "normal", teniendo en cuen-
ta el contexto en el que está adosado o el campo problemático del
.Sin embargo,sería abusivo considerarla investigación social co- que depende), sino también socializado: por una parte, se convierte
1
o totalmente orientada hacia la resolución de problemas plantea- n un acontecimiento en un mundo social determinado; por la otra,
1
dos or situacionessociales confusasyconflictivas. Sin duda, aquí no u individualidad tiene como trama un conjunto definido de creen-
se traPta másquede una de las. modalidadesde su inscripción social. das y valores sociales, de actitudes y sensibilidades, de usos y costum-
I ~ Existe otra quequiero señalar de maneraesquemática, Consiste en bres, de hábitos de acción y de pensamiento sostenidos sobre instru-
fiiar las creenciassobre lo que es ysobrelo que ocurre, vale-decir, en- mentos, dispositivos técnicos y organizativos, instituciones, etc. Al
.. 11
U drar acercade lassituaciones ylosacontecimientos, un estado d r specto, podría retomarse lo que G. H. Mead decía de la constitu-
gen , , ,
segun 'dad suficientementeestablecidoque pueda servir de punto d ión del objeto físico: éste está dotado de un "inside" a través de la
a o o para actuar,pensar, razonar,deuna manera determinada (esas prueba que hacen los agentes humanos de su capacidad de resistir a
p y ias queentonces, segun , 1a expreslOn
ión d e P eirce,
, son "h altos
íbi
creenc , las presiones que ejercen sobre él, de reaccionar, de actuar sobre
ara la acción",pueden ser revisadasen una investigación posterior), lIos, de afectados, de solicitar sus actitudes y sus respuestas [Mead,
~e este modo,la investigaciónsocialcontribuye a individualizar y so- 1997]. Pero esta capacidad está totalmente definida en función de la
· l'Iza r esassituacionesyesos acontecimientos. Es en parte lo qu
era structura del organismo que se enfrenta al objeto, por tanto, de sus
fectúan las descripciones,las explicaciones y las interpretaciones ensibilidades, de sus capacidades y hábitos de acción, de las opera-
epropu estaScotidianamentepor losinvestigadores en ciencias socia- iones y las manipulaciones que efectúa, de sus herramientas y los ins-
les sobre diferentesfenómenos sociales.En ocasiones, esas produc- trumentos técnicos de que dispone, de las habilidades y destrezas, etc.
I
·
ciones no sontanexterioresal mundosocial como lo pretenden: ellas En cierto modo, la investigación social sobre los acontecimientos, las
1IIIIIIilll · 'pan en formadirecta en losdispositivosde institución y man- situaciones ylas coyunturas produce un resultado del mismo género:
par UCI
. .ento deun sentido común enelespacio social. no sólo los inscribe en un mundo social determinado, también con-
Ijl ierurru
Los procedimientosde estafijaciónde las creencias para la inves- figura su individualidad en función de un contexto sociohistórico de-
ugaClíón socialson cuantiososy complejos.Aquí no puedo dar más
. terminado. De este modo, hace más que situar el acontecimiento en
que una idea muygeneral. Pensemos,por ejemplo, en el tipo de aná- un entorno social o incorporar al segundo en el primero: también
lisis que proponen los,sociólogo,scuando se produce un ac~nt:ci- configura ese entorno, lo hace existir como correlato de los aconte-
miento socialdecierta ímportancia.Locomparan con acontecirmen- cimientos y las situaciones que individualiza.
tos similares delpasado,reconstituyenel contexto de causas y motivos Este cuadro muy esquemático hace aparecer a la investigación so-
ieron provocado, identificana los actores que se moviliza-
I ,1 que p ud , ' cial como partícipe activo de la dinámica de estructuración del mun-
on los ubicanSOCIalmente yles atnbuyenrazones para actuar, estra- do social, que representa en él un papel funcional. Todavía podrían
r .' lo'gicasdeacción;muestrantambién cómo esas motivaciones añadirse algunos toques, uno más hermenéutico, por ejemplo, que
regias. , '.
ur .eron de cambiosde la situacion, o fueron provocadas por el com- haría surgir la contribución de la investigación social a la compren-
s ortamiento
gt '1 es,Por u'l' timo, mscn
deotros actoressOCIa . ib en e 1 acon-
sión de sí individual y colectiva, y de ese modo, a la determinación de
pteclmI. 'entO enun campoproblemáticodonde encuentra su significa- la identidad y la formación de capacidades de acción. Pero mi preo-
Clon, o bien lorefieren a una intrigaen la que representa una nueva
· , cupación no es establecer un cuadro completo de la investigación so-
eri ecia, un cambiode fortuna, hastaun desenlace, etc. A través de cial. Más bien, es hacer aparecer la selectividad que la caracteriza. Es-
~od:ese trabajode descripcióny explicación,de interpretación y pro- ta selectividad es una selectividad de la atención y el cuestionamiento,
110 LOUISQUÉR R UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 111

de la observación y la descripción, en suma, una selectividad de la pr u apunta a individualizarlos está guiada por formatos instituidos de
blematización. No se debe tan sólo a la orientación pragmática de I1 blematización. Así, en cuanto se trata de dar cuenta de lo que ha-
investigación; también depende de las estructuras de accountability d l mos o vemos hacer a los otros, tenemos a nuestra disposición los re-
mundo social que utiliza [Garfinkel, 1967]. Con esto quiero decir quo I ursos de la semántica natural de la acción. Ésta nos suministra un mo-
el trabajo de problematización efectuado por la investigación social I! de problematización de lo que hace la gente, y a la vez una red
está orientado y a la vez constreñido por un conjunto de esquemas y onceptual para articular respuestas a preguntas bien definidas. A gros-
formatos que estructuran la atención que se da a los fenómenos, as (1 modo, uno da cuenta de la acción identificando lo que se hizo bajo
como las preguntas que se pueden formular a su respecto y la descri una descripción determinada, refiriéndolo a un sujeto intencional al
ción que de ellos se puede hacer. '1ue se atribuyen intenciones, motivos y razones de actuar, y mostran-
( cómo éstos están ligados a una situación o a un contexto determi-
liados. Esta semántica natural, pues, suministra un cuadro inmediato
( te matización y de encuesta. Así, si hay algo por descubrir respecto
La selectividad de la investigación social ( una acción específica, la investigación se hará esencialmente en tér-
minos de: ¿quién hizo qué, con qué intención, con miras a qué y por
[ué razones, en qué circunstancias? En cambio, toda una serie de otros
¿Qué estructura la problematización de las situaciones y los acon- , pectos escapará a la problematización. Así, si usted solicita a alguien
tecimientos en la investigación social? Para descubrirlo, hay que volve que le informe acerca de lo que ocurrió en una conversación, no se le
se hacia las maneras habituales de hacer cuando se trata de dar cuen- o urrirá espontáneamente prestar atención a las operaciones a través
ta de una acción, explicar un acontecimiento o configurar un problema I las cuales los interlocutores organizaron secuencialmente sus inter-
público. En el primer caso, la investigación social utiliza los recursos d ambios, ,a los procedimientos que emplearon y a la habilidad que pu-
la semántica natural de la acción; en el segundo, los esquemas de la i ron en acción. En suma, no conseguirá de manera espontánea una'
normalización de los acontecimientos, y en el tercero, los procedimien- descripción operativa de la conversación. En cambio, la persona po-
tos y los referentes de la manifestación pública de los problemas socia- drá explicitar a voluntad lo que él o su interlocutor quiso decir o ha-
les. También aquí no puedo aportar más que un breve resumen. .er, formular las razones por las que dijo o hizo tal o cual cosa, o in-
Una parte importante de nuestras prácticas nunca llama la aten- (uso explicar por qué ocurrió tal peripecia, qué consecuencias tuvo,
ción, porque es evidente. Por tanto, escapa regularmente a la tema- n qué contexto se produjo, etcétera.
tización. Hasta es posible identificar con bastante claridad lo que no ¿Por qué es tan poco disponible una descripción operativa? A to-
está problematizado: esencialmente, las operaciones tácitas de orga- das luces no es una cuestión de elección deliberada. Una de las expli-
nización y sus métodos, las modalidades del juicio en situación, los pro- aciones posibles consiste en decir que la accountability de las acciones
cederes del razonamiento práctico y la infraestructura de capacidades, stá estructurada de tal manera que las descripciones meramente ope-
hábitos y habilidades que los sustentan. ¿Cómo explicar esta selectivi- rativas no encuentran lugar espontáneamente en losjuegos de lengua-
dad de la observación y la descripción de las prácticas? Esencialmen- je a los que nos entregamos en nuestras acciones recíprocas (salvo en
te por la estructura de la accountability. En efecto, las accio.ses son apre- ircunstancias muy específicas; por ejemplo, las del aprendizaje);' Otra
hendidas en ciertos aspectos más que en otros (por ejemplo, como
totalidades significantes más que como secuencias de movimientos ató-
micos); su observación, su identificación, su descripción yjustificación I Sobre esta cuestión, de buena gana compartiría el punto de vista de Luhmann
están organizadas según esquemas determinados, y la investigación [1'995, p. xliii]: "Actions are not ultimate ontological givens that emerge as unavoida-
112 LOUIS QUÉRÉ. I R UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 113

explicación sería que carecemos de un vocabulario apropiado para l' parar ofensas o daños, o para encarar maneras de controlar las
articular tanto las operaciones tácitas efectuadas como los hábitos y ( ndiciones que producen consecuencias nefastas para el bien o el
las capacidades que los sustentan, mientras que disponemos de con- bienestar común.
ceptos y significaciones instituidas para nombrar, designar, explicar, Un tercer esclarecimiento sobre la selectividad de la investigación
justificar las acciones realizadas y darles sentido. Por otra parte, esos ocial puede encontrarse por el lado de la construcción de los pro-
conceptos y esas significaciones forman parte de las mismas prácticas; I lemas públicos. Es otra forma de problematización, también social-
aprenden con ellas y sirven para articularlos discursivamente, y, para mente instituida, que prevalece en el caso de éstos: se trata de hacer
algunas de ellas, realizarlae. En este sentido, la descripción simbólica parecer la Índole problemática, y por tanto inaceptable, de algunos
prevalece inevitablemente sobre la descripción operativa, y hay que ontecimientos o algunas situaciones frente a valores o principios
adoptar una actitud especial frente a la acción para que la segunda (por ejemplo, el de lajusticia) considerados como referentes últimos
adquiera cierta pertinencia. n la organización de la coexistencia en una sociedad democrática,
Se obtiene así un primer esclarecimiento sobre la selectividad lescubrir los caminos y medios de su transformación posible, abrir
de la investigación social, cuando ésta se deja guiar por los recur- perspectivas para realizar acciones públicas capaces de ponerles re-
sos del lenguaje común y los esquemas sociales de la accountability. medio, atribuir la responsabilidad de las acciones que se deben em-
El análisis ya evocado más arriba de la manera en que los aconteci- render a tal o cual actor social o a talo cual instancia pública de de-
mientos se individualizan y socializan suministra un esclarecimien- isión e intervención.
to similar. Por un lado, su identificación pasa por su normalización, La breve eyocación de esos tres casos permite hacerse una idea
y ésta representa una forma definida de problematización: prevale- un poco más precisa de la selectividad de la investigación social y de
cen la puesta en forma de intriga, la comparación con aconteci- U subordinación a las estructuras de accountability disponibles en el
mientos similares, la reconstrucción de encadenamientos de causas mundo social. Estas estructuras no son cosas que se añaden a los fe-
y efectos; la reconstitución de secuencias de motivaciones, de deci- nómenos sociales: forman parte de ellos,·entre otros como métodos
siones y actos; la inserción en campos problemáticos, etc. Por el nternos de organización e individualización. Así, las acciones y los
otro, en la medida en que los acontecimientos importan por sus contecimientos no serían ya lo que son para nosotros si les estuvie-
consecuencias, una preocupación permanente de la investigación n asociados formatos de observación, descripción y explicación di-
social es identificar esas consecuencias, referirlas a iniciativas socia- ~ rentes, Pero mi propósito no es tanto hacer aparecer esa selectivi-
les, designar culpables y víctimas, determinar responsabilidades, ya dad de la investigación social sino suscitar el problema que plantea
sea para censurar, sancionar, para hacer valer derechos y deberes, ara la sociología. En efecto, a menudo son las estructuras de la ac-
countability social las que están en el origen del cuestionamiento so-
iológico y que son utilizadas por las explicaciones sociológicas. Es
ble empirical e!ements that force themselves upon one in every sociological analysis. omprensible que, debido a que es parte interesada de la investiga-
[oo .] Actions are artifacts of processes of attribution, the results of observing observers [oo. J. ión social, la sociología ponga sus preocupaciones e interrogantes,
which emerge when a system operates recursively on the leve! of second-order obser- us observaciones y análisis, en el molde de esas estructuras, actuali-
vation. The action theory preferred by contemporary sociologists is sustained by the e los esquemas de problematización que ellas suministran, adopte
corpus mysticumofthe subjetct.1t is also sustained by the empirical plausibility, the daily
I perspectivas que organizan y no se inquiete por los puntos ciegos
visibility of self-inspired actions by human beings. But conceptually as well as ernpiri-
cally these are superficial 'frames'. Progress in the development ofsociological theory
que implican. Si no está en mis intenciones negar la legitimidad de
[oo,] depends on implausiblecertainties, which must be secured through protracted, con- se compromiso de la sociología en la investigación social-es un cam-
ceptually controlled, theoretical work", [En inglés en el originaL] po donde se puede realizar una obra científica-, en cambio me pare-
114 LOUISQUÉR. /'( R UN EXAMEN REPOSADO DE LOS HECHOS DE SOCIEDAD 115

ce insatisfactorio que no trate de conquistar una mayor autonomía eferencias bibliográficas


de su modo de problematización. Porque esa autonomía forma par"
te de las condiciones de la cientificidad de una disciplina. Desde ese
punto de vista, no basta con decir que a la misma encuesta le corres
ponde instituir sus problemas; también es importante que moldee y
controle sus formatos de problematización, más que simplemente to
marlos del campo de su objeto. 1) wey,]. (1927), The Public and its Problems, en The Later Works, 1925-
¿Cómo lograrlo? La primera idea que a uno se le ocurre es que 1953, vol. 2, Carbondale, Southern Illinois University Press. [La
la sociología debería adoptar una postura objetivante frente.a las es- opinión pública y sus problemas, Madrid, Morata, 2004.]
tructuras de accountability disponibles en el mundo social y tratar de ---; (1993), Logique. Théorie de l'enquéte, París, PUF [1938].
tematizarIas, más que simplemente utilizarlas como recursos. Pero ese ,arfinkel, H. (1967), Studies in Ethnomethodology, Englewood Cliffs,
cambio de postura no es tan simple de realizar como parece a prim " Prentice-Hall.
ra vista. Porque eso supone tornar observable y descriptible lo que n Luhrnann, N. (1990), Essays on Self-Reference, Nueva York, Columbia
lo es "naturalmente". Además, hemos visto que el hecho de ser obser- University Press.
vables y descriptibles no son fenómenos inmediatos, que dependen ----; (1995), Social Systems, Stanford, Stanford University Press
de cierta estructuración de la atención y la percepción, que están li· [1984].
gados a los juegos de lenguaje a los que cotidianamente nos entrega- Mead, G. H. (1997), "La chose physique", Réseaux, n" 85, pp. 195-211
mos, y que requieren disponer tanto de significaciones instituidas co [1932].
mo de herramientas de observación y de descripción apropiadas asseron,].-C. (1991), Le Raisonnement sociologique, París, Nathan.
(vocabularios para dar cuenta de las operaciones y habilidad, en pal" , Wittgenstein, L. (1961), Tractatus logico-philosophicus, seguido de Inves-
ticular). Si puede desearse que la sociología consagre al porvenir una tigations philosophiques, París, Gallimard [1953]. [Tractatus Logico-
mayor parte de sus esfuerzos para hacernos acceder a esa parte de In philosophicus, Madrid, Alianza, 1982; Investigaciones filosófuas, Bar-
11 vida social que no sabemos o no podemos ver (por falta de las herr: celona, Laia, 1983.]
mientas apropiadasjvo para poner de manifiesto conexiones o corr
laciones inadvertidas entre los hechos familiares, para incrementar
I nuestra inteligencia del mundo social, por fuerza debemos recono
cer que sólo podrá hacerlo al precio de un nuevo despliegue de Sil
imaginación creadora y de una evolución de su modo de expresión.
Desde ese punto de vista, sería bueno que, por lo que respecta a ION
hechos de sociedad, se consagre al género de tarea que Wittgenstein
se fijaba en materia de análisis de los hechos de lenguaje, a saber, di
bujar un cuadro de conjunto "de hechos tan familiares que pasall
inadvertidos": "En vez de la turbulencia de las hipótesis y las explica
ciones, queremos instaurar el examen tranquilo de los hechos de len
guaje" [Wittgenstein, 1961].
5. Las tentativas de profesionalización
de los estudios de sociología:
un balance prospectivo
por Claude Dubar*

Con frecuencia la pregunta u ¿Para qué sirve la sociología?" puede


i I ser traducida por otra, a menudo planteada por los estudiantes: u ¿Qué
. I salida laboral tienen los estudios de sociología?". En efecto, la sociolo-
gía forma parte, en la actualidad en Francia,' de esas disciplinas uni-
versitarias cuyos diplomados -antes del bachillerato + 5 por lo menos,
I salvo excepciones- no ejercen su "especialidad" y no se consideran co-
:¡1 mo "profesionales" de la disciplina que estudiaron.f El asunto de la
"profesionalización" de la sociología -y especialmente de su enseñan-
za- debe ser examinado ante todo desde un punto de vista histórico.
Es inseparable de la historia de la disciplina, y aún más de su enseñan-
za que, en Francia, comienza a ser objeto de análisis globales relativa-
mente consensuales, sobre todo en lo que concierne a su periodización
[Chenu, 1998]. En la primera parte de este texto veremos en qué cam-
bió de sentido el término mismo de "profesionalización" en el curso
de esta corta historia. Volveremos sobre algunas tentativas de creación
de diplomas "profesionalizados" de sociología e intentaremos explicar

* Profesor en la Universidad de Versalles Saint-Quentin-en-Yvelines: director del


laboratorio Printemps (CNRS).
I No siempre fue así: en los años sesenta, en Francia, la gran mayoría de los licen-
ciados en sociología y, en los setenta, los titulares de una maestría, fácilmente encon-
traban un empleo relacionado con sus estudios. Para el ejemplo de Lila, véase Thibaut
[1989].
2 Según el estudio conducido por Odile Piriou [1999], alrededor del 70% de los
titulares de un DEA [Diplome d'Études Approfondies, diploma de estudios avanzados (N.
del T.) 1 de sociología de 1983-1984 se consideraban, diez años más tarde, como soció-
logos, contra menos del 20% de los titulares de una maestría.
118 CLAUDE DUBAR
LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALIZACIÓN
119
por qué sigue sin existir, hoy en día, un diploma de "so~iólogo ~r~fe-
sional" stricto sensu, como los hay para los demógrafos, los estadlStI~~S llamarán los "durkheimianos" [Karady, 1976; Mucchielli, 1998]. Se
o los psicólogos. También veremos en qué el asunto de la introd~cc~on trataba de intelectuales, filósofos pero también antropólogos, hi~to-
de las "ciencias económicas y sociales" en los programas de los mstitu- riadores, economistas, etc., a quienes podría calificarse de "compro-
tos de segunda enseñanza no fue un vector de "profesion~lización" ~e metidos", a tal punto la fundación de la sociología como "ciencia" es-
los diplomados de sociología, como ocurre, ,desde largo tiempo atras, taba ligada, para ellos, al triunfo de los ideales republicanos. En
para los historiadores, los geógrafos o los filosofos. . efecto, esta fundación, por lo menos en parte, se hizo contra otra ten-
Esta contribución también pretende ser prospectiva. Ella examma tativa de creación de la sociología, bajo la égida de René Worms, que
la hipótesis según la cual la enseñanza de la sociología, ~ace ya algu~os había lanzado la primera Reoue international de sociologie, en 1893, dos
años,3 se encontraría en un viraje decisivo, y comenzana~ a cumplI~se años antes del primer número de L'Année sociologi.que. La lucha entre
las condiciones para hacer más legibles y eficace~ las salId~s profesio- las dos concepciones de la sociología, en pleno caso Dreyfus, final-
nales de los estudios sociológicos, sobre todo graCias a los diplomas d,e mente se volcó para el lado de los "durkheimianos''. La creación por
estudios superiores especializados (DESS). Pero el proceso no h~ce mas éstos de la École des hautes études sociales," en 1900, provocó la se-
que comenzar, y nada prueba que irá efectivamente .en ese sentl~o. Pa- cesión de los adversarios de Dreyfus (Tarde, Boutroux, etc.), que
ra comprender esa situación incierta, hay que elu~ldar :os obstacul.os constituyeron un "Collége libre" que no tuvo mucho futuro. Pero fue
para el logro de una "profesionalización" de la soclOlogl~,e~ ,Francl~, un poco una victoria pírrica; en efecto, la introducción de la sociolo-
a través de los sucesivos fracasos de instalación o de valorización de di- gía en la universidad fue lenta y muy parcial: la cátedra que ocupó
plomas o de escalafones "profesionales". Por lo tanto, hay ~ue .v,olver primero Durkheim en Burdeos se llamaba "Pedagogía y ciencia so-
atrás y evocar brevemente los grandes moment~s de la cOnStIt~Ciond cial", y aquella a la que accedió en La Sorbona, en 1902, "Ciencias de
la enseñanza de esta disciplina que, en Francia, se construyo en dos la educación". Sólo se convirtió en "Sociología" en 1913 y no fue pro-
tiempos separados por un período de declinación. rrogada luego de su muerte en 1917. La que Maurice Halbwachs, uno
de sus discípulos, ocupó en el Colegio de Francia, en 1944, se llamó
"Psicología colectiva".
Para el tema que nos ocupa, es importante comprender por qué
La primera fundación de .la so~iol??a en Francia 1 sociología durkheimiana no logró convertirse en una disciplina uni-
yel fracaso de su institucionalización (1895-1945) versitaria autónoma en el período entre las dos guerras, y cómo se
mantuvo en la órbita de la filosofía. Fue en 1920 cuando se creó el
"certificado de moral y sociología", que durante cerca de cuarenta
Se conocen ya, de manera bastante precisa, las ci~c~nsta~cia: hiH" iños será el único certificado (un cuarto de la licencia de Filosofía)
I tóricas de la constitución de la sociología como "disciplina científica universitario de esta disciplina. Ese mismo año, la sociología fue in-
I en los últimos años del siglo XIX, alrededor de aquellos que luego M troducida en las escuelas normales primarias, de acuerdo con el de-
o del propio Durkheim, que había relacionado estrechamente la
ociología con la educación, el proyecto sociológico "científico" con
1\ fundación de una moral "republicana" cuyo vector de difusión de-
3 Puede fecharsea mediados de los noventa el despegue de los DESS [Diplóme d1í'/lI
des Supéneures Spécialisées, diploma de estudios superiores especializa~os (N. del T.)) 011
fuerte componente sociológico, al mismo tiempo que la multiplicación de encuentros (1
las asociaciones involucradas (AlSLF, ASES ... ) sobre este tema. Véase Legrand (1999). 4 Se trataba de un lugar de encuentro, de seminarios y de coloquios, más que de
un lugar de formación [Mucchielli, 1998).
120 CLAUDE DUBAR
LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALIZACIÓN 121

bía ser la escuela laica: la sociología, según sus propios términos, debía Contrariamente a otros países y a otros contextos, la sociología
ser un "instrumento de educación moral" [Durkheim, 1900]. A causa de investigación, en Francia, no ha logrado construirse e imponerse,
de eso, el sitio de la sociología en la enseñanza universitaria se encon- precisamente cuando era parte constitutiva del proyecto de los durk-
tró al lado de la moral, en una carrera de filosofía que, a todas luces, heimianos." En consecuencia, será necesario refundarla.
no implicaba ninguna iniciación a un método de análisis empírico y,
afortiori, ninguna preparación para un trabajo "de campo't.P Y cuan-
do en 1924 se creó el Institut francais de sociologie, que duró hasta
1962, sus iniciadores lo concibieron como una "sociedad erudita, ex- La "re fundación" de la sociología
clusivamente científica y cerrada" [Karady, 1976], un lugar de encuen- hasta la creación de la licencia (1945-1958)
tro para los investigadores "sociologizantes" de todas las disciplinas
de lo que ellos llamaban la "ciencia social", definida como "ciencia
del hombre que vive en sociedad". Todo comienza a cambiar con la creación, en 1946, del Centre
C!l' études sociologues (CES)por el CNRS.Como lo describe atinadamen-
Puede comprenderse con bastante facilidad, en el contexto de la
t Chenu [1998], "un cuerpo de investigadores profesionales que
época, que esos eminentes eruditos, especialistas en historia antigua,
etnología o geografía humana, se negaran a defender la enseñanza practican, con dedicación exclusiva, una sociología empírica cen-
de la sociología en las escuelas normales primarias cuando ésta fue trada en la observación y el análisis de las sociedades contemporá-
amenazada y luego suprimida (por la derecha, en 1934). También se neas se instala en el marco del CNRS".Una generación pionera, pro-
negaron a comprometerse en la creación de una enseñanza de la so- edente de todos los horizontes y animada por motivaciones diversas
ciología en la universidad y hasta de escribir ese "gran manual socio- [Tréanton, 1992] se forma "sobre la marcha" y descubre el "trabajo
lógico" que Marcel Mauss, sobrino de Durkheim, deseaba ardiente- , de campo". Se conoce hoy el papel decisivo que representó Georges
mente [Karady, 1976]. Es así como hoy se puede tratar de dar cuenta Friedrnann, entre 1948 y 1951, al atribuir grandes campos de investi-
de ese "descrédito intelectual de la sociología en el seno de la gene- gación (escuela, ciudad, esparcimiento, sindicalismo, trabajo, etc.) a
ración de 1930" (la que accede a una enseñanza superior muy elitis- I venes investigadores emprendedores [Mendras, 1995]. Las grandes
ta), que no conoce más que una suerte de "sociología vulgarizada", ncuestas por cuestionario comienzan a organizarse en elINED, el
de ninguna manera favorable al reconocimiento de un "oficio de so- INSEE,el IFOP,* creados por Stoetzel en 1938.
ciólogo" y a lajustificación de "creaciones de puestos" en la universi- En 1947 se organiza una iniciación a la investigación en el seno
dad [Heilbron, 1986]. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la de la sexta sección de la École pratique des hautes études (EPHE)que,
sociología francesa aparece relativamente afectada: sólo existen tres luego de 1968, se convertirá en la École des hautes études en scien-
cátedras de Sociología en la universidadf París, Burdeos, Estrasbur-
go) y la enseñanza de la sociología permanece encastrada en la de Fi-
losofía y provista de una imagen bastante vaga. 6 Una de las obras mayores de Durkheim, Le Suicide [1997], tuvo muy poca in-
Iluencia sobre la manera de enseñar la sociología en Francia, en el período entre las
dos guerras. Fueron sociólogos norteamericanos (Selvin, Lazarsfeld ... ) quienes, des-
Iués de 1945, presentarán esa obra como fundadora de la sociología moderna .
• Institut National des Études Démographiques (Instituto Nacional de Estudios
5 Y esto contrariamente a lo que ocurría en la misma época en Chicago, donde,
I mográficos), Institut National de la Statistique et des Études Économiques (Institu-
con el impulso sobre todo de Robert Park, los estudiantes eran firmemente invitados
11) Nacional de la Estadística y de los Estudios Económicos), Institut Francais d'Opi-
a "ir sobre el terreno" y producir conocimientos sociológicos a partir de investigaci
nlon Publique (Instituto Francés de Opinión Pública). [N. del T.]
nes empíricas, Véase Chapoulie [2001].
122 CLAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALIZACIÓN 123

ces sociales (EHESS). Se comienza así a hablar de "profesionalización" una asociación de sociólogos (la American Sociological Association,
de la sociología, para designar esta disciplina nueva, decididamente desde esa época la más poderosa) reivindicaba mayoritariamente
vuelta hacia la comprensión del mundo contemporáneo y fundada (contra una fuerte minoría) el estatus de "profesional" para sus miem-
en la "utilidad de las investigaciones con una base empírica" [Heil- bros, vale decir, una suerte de reconocimiento jurídico de su autono-
bron. 1986, p. 69]. mía en nombre de los servicios prestados a la colectividad y de su ca-
Es en este contexto donde Georges Friedmann, Edgar Morin y pacidad para dotarse de un código de deontología (sobre el modelo
Jean-René Tréanton presentan una comunicación a la reunión de Lie- de las profesiones médicas yjurídicas). Esta posición no era compar-
ja de la International Sociological Association (ISA), en 1953, titula- tida por todos los sociólogos de la Asociación, y sobre todo por los
da: "Observaciones sobre las actividades y responsabilidades profesio- "militantes" que se consideraban "portavoces" de los "dominados", de
nales de los sociólogos en Francia", donde defienden la idea de que quienes se sentían solidarios. También luego fue criticada, en varias
la sociología debe centrarse en "los problemas económicos y sociales oportunidades, por aquellos que no compartían las posiciones "fun-
del siglo xx", y que sus investigaciones deben estar "orientadas hacia ionalistas" según las cuales las "profesiones", en las sociedades mo-
la acción práctica". Abogan por el desarrollo de una "investigación dernas más avanzadas, representaban una "garantía de expertos al
aplicada", por ejemplo, en el seno de los "servicios de estudios de las ervicio de la democracia", lo que Carr-Saunders [1933] y luego Par-
empresas y las administraciones del Estado", y citan el Institut natio- ons [1968] llaman "la fusión de la legitimidad cultural y de la efica-
nal d'études démographiques (INEO) como modelo en el que debían ia económica't.f
inspirarse para "crear sus propios institutos de investigación". Sugie- Los sociólogos que se decían "críticos" consideraban que esta es-
ren la organización de una enseñanza decididamente inclinada ha- trategia de profesionalización no descansaba en ninguna práctica
cia esa investigación aplicada, una verdadera "formación profesional" fectiva, y encerraba a los sociólogos en un papel de "consejero del
en la sociología de encuesta." Insisten en el hecho de que esta orien- príncipe" que no querían adoptar. Este debate entre diversas concep-
tación descansa en la "garantía de objetividad que sabrán adquirir di- iones epistemológicas y éticas de la práctica sociológica, desde ese
chos trabajos", y que ésta implica que no puedan ser pasibles de sos- pisodio, se encuentra en el corazón de la cuestión de la "profesiona-
pechas "de servir a ideologías o intereses particulares" [Friedmann, lízación't.l? ¿El sociólogo puede ser un "experto" por encima de la
Morin, Treanton, 1953]. ontienda (de las clases en lucha) o está necesariamente ligado a un
Ese texto conlleva una concepción particular de la "profesionali- punto de vista (de clase) sobre lo social que estudia? ¿Existen reglas
zación", que no deja de recordar los debates que dividieron a los so- deontológicas susceptibles de precaverlo de sus ideas preconcebidas?
ciólogos norteamericanos en el momento de la gran crisis de 1929 y Lo que había dividido a los sociólogos en los Estados Unidos, en los
del programa dirigido por Ogbum.P que dieron lugar a un volumi- ños treinta, comenzaba a agitar a los sociólogos franceses del CES en
nOSOinforme prologado por el presidente Herbert Hoover (1933). los cincuenta [Chapoulie, 1992]. Por falta de un consenso suficiente
Sin lugar a dudas, era la primera vez en la historia de la disciplina qu obre estos asuntos, la cuestión de la formación profesional no podía
r tratada.

7 La que existía en la École pratique des hautes études (sexta sección) se dirigía
no a estudiantes sino a adultos, y sobre todo a investigadores en ciencias sociales preo· 9 Sobre las teorías funcionalistas en materia de "profesionalización", véase Dubar
cupados por iniciarse en la metodología de las encuestas. y Tripier [1978, cap. 4].
8 Sobre este episodio de la historia de la sociología norteamericana, véanse las in- 10 Así como de la construcción y el uso de las estadísticas. Véase Desrosiéres
terpretaciones diversas de Desmarez [1984], Heilbron [1986] y Chapoulie [2001]. 11993].
124 . ClAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN 125

El texto de 1953 no tendrá ningún resultado concreto, en lo in- omprobaba que "la licenciatura es un diploma engañoso: la ense-
mediato, en materia de "profesionalización" de la sociología. Tam- ñanza es únicamente retórica y enciclopédica [... ] no hay forma-
bién ocurre que los investigadores del CES están muy alejados de la so- ión para la investigación" [Heilbron, 1986, p. 71]. Las reivindica-
ciología "universitaria" de Ceorges Davy y de Georges Gurvitch. Muy iones de estos estudiantes de la UNEF* tenían sensatez: introducir
pocos de ellos enseñan, y existe un gran desfase entre las preocupa- un período de prácticas, aligerar los programas, formar para la in-
.T> d e esos mvesnga
ciones . . d ores y 1os conteru id os d e a 1gunas ensenanzas
- vestigación empírica. Iban en el sentido de esa práctica profesional
de sociología que, salvo excepciones,ll permanecen encastrados en rdientemente deseada por Friedmann y Tréanton en 1953. Pero
la carrera de Filosofía y con una orientación fuertemente especulati- ran difícilmente compatibles con las estructuras de las facultades
va. Habrá que esperar a la elección de Raymond Aron en La Sorbo- de Letras de la época (clases magistrales en anfiteatro, nada de la-
na en 1957 para que finalmente, el 2 de abril de 1958, se cree la li- boratorios, pruebas meramente teóricas, etc.). No obstante, la cues-
cenciatura de Sociología, autónoma respecto de la de filosofía. Al tión estaba planteada.
comienzo comprende cuatro certificados: sociología general, psico- Tan cierto es que la muy nueva Société francaise de sociologie
logía social, economía política y una opción para escoger en una lis- (SFS) , creada en 1962 para reemplazar al viejo Instituto francés mo-
ta restringida (demografía, historia económica y social, etc.). Se crea ribundo, pone en el orden del día de su sesión de octubre de 1964
en La Sorbona a comienzos del año escolar de 1959 y, durante la pri- una propuesta, distribuida en sesión y sostenida sobre todo por
mera parte de los años sesenta, se dispersará por una decena de gran- Tréanton, de crear un "diploma de experto" en sociología. La veri-
des ciudades universitarias (Lyon, Nancy, Estrasburgo, Lila, Burdeos, ficación es simple: hay un "gap" entre la licenciatura (bachillerato
Aix-en-Provence, Toulouse, ete.). ¿Se abre una nueva era para la so- + 3), todavía muy académica, y la tesis (bachillerato + 7), forzosa-
ciología francesa? mente elitista. Los psicólogos, los demógrafos, los geógrafos se do-
taron de diplomas de experto que parecen atraer a los estudiantes.
Comienza a organizarse un mercado de contratos de estudios y de
investigación, sobre todo a incitación de la nueva Délégation géné-
La institucionalización de la disciplina en la rale a la recherche scientifique et technique (DCRST) creada por su-
Universidad y más allá: 1958-1976 gerencia del general De Gaulle en 1959. En consecuencia, según los
redactores, es tiempo de organizar una formación "profesionalizan-
te" de la sociología que sea sancionada por un "diploma reconocí-
La existencia de una licenciatura de sociología, incluso acom- do". La propuesta fue recibida con una cortés indiferencia. ¿Cuáles
pañada por la creación de un tercer ciclo (1962), no significa que erán las salidas efectivas de este diploma "profesional"? ¿Abrirá el
exista entonces una formación profesional para la sociología en la amino a la enseñanza universitaria? En este punto, la posición de
universidad francesa. El Groupe d'étudiants de sociologie de l'uni- toetzel parece recibir el asentimiento mayoritario de los presentes:
versité de París (CESUP) no se equivocaba cuando, a partir de 1959, "La cátedra de Filosofía continúa suministrando -o debería decir
vuelve a garantizar- un reclutamiento de alta calidad del personal
universitario en sociología" [Heilbron, 1986, p. 71]. Más vale ser
11 Entre éstas debe mencionarse la enseñanza de Ceorges Friedmann en el Con-
servatoire national des arts et métiers, así como el EPRASS, ciclo de aprendizaje en la in-
vestigación en ciencias sociales organizado por la sexta sección de la EPHE. Pero tanto
uno como el otro involucrabarr ';0~re codo a adultos ;'3 insertos en el mundo profesio- * Union nationale des étudiants de France (Unión Nacional de Estudiantes de
nal o científico. Francia). [N. del T.)
127
126 CLAUDE DUBAH TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN

alumno secundario o catedrático de Filosofía que doctorado en so- iento ideológico destinado a hacer prevalecer una concepción
12
ciología para ser luego asistente. En cuanto al acceso a los contra- « xperta" y "bien pensante" de la investigación sociolÓgica. Algu-
tos de investigación, es un asunto demasiado malsonante para ser nos abandonan la Société denunciando la parcialidad de los orga-
encarado por la Société: las cosas están claras. nizadores a favor de una sociología "consejera del príncipe", lista
Sin embargo, lo que se produce en esa época (1962-1968) en la para todos los arreglos con el Poder. Es lo que Heilbron [1986, p.
muy reciente "comunidad sociológica" es interesante para nuestro 73] llama una "mimoprofesionalización", vale decir, "un discurso
trabajo. En efecto, por un lado, sobre todo a incitación de Aron, la para uso externo de presentación y :epresentac~~n~ de una so~i,o-
Société francaise de sociologie ostenta explícitamente su voluntad 1 gía seudoprofesional. Esta estrategia no sobreVlVlraa la explosión
de contribuir a la constitución "de una verdadera profesión de so- le mayo de 1968. .
ciólogo" [Revue [rancaise de sociologie, 1963, pp. 63-64]. Ella agrupa Los acontecimientos de mayo del 68 van a revelar y amphficar
a la vez a investigadores del CNRS (cuyo número pasa de 50 en 1958 1corte precedente entre los sociólogos-militantes Ylos sociólogo~-
a 100 en 1964) formados, en su mayoría, en el espíritu de los pio- xpertos. La imagen de la sociología como "disciplina agitada y agi-
neros del CES, en la investigación empírica y en la práctica de los tadora" [Chenu, 1998] data de esa época, que parece sellar la falta
contratos de investigación que se multiplican pero también, cada de consenso sobre el sentido mismo de la práctica sociológica y, pre-
vez más, a docentes-investigadores cuya cantidad aumenta a medi- isamente por eso, sobre sus modos de formación y sus cumcula. Pe-
da que se abre la carrera de Sociología (pasa de 20 en 1958 a cerca o, al mismo tiempo que se divide en forma duradera (por lo me-
de 100 en 1968). Se interesa en la política científica del CNRS tanto nos hasta mediados de los años ochenta), la sociología francesa se
como en los proyectos pedagógicos de crear facultades de Ciencias institucionaliza: las Sciences économiques et sociales (SES, que com-
Sociales, separando a la sociología de las facultades de Letras. Pe- prenden una buena dosis de sociología) entran e~ la enseñanza se-
ro, por otro lado, permanece muy dividida en la misma concepción un daría en 1970; en las escuelas normales supenores se crean sec-
de la práctica sociológica y en su significación ética y política. El iones SES (1972); se instauran el CAPES* y luego la cátedra de
contexto de la época inclina a muchos sociólogos a "escoger su cam- iencias económicas y sociales (1976). La institucionalización que-
po" entre el de las direcciones de empresa o del Estado y el de los da formalmente concluida precisamente cuando se asiste a un de-
sindicatos, de la clase obrera y de las organizaciones "revoluciona- arrollo masivo de la investigación contractual, gracias a la Déléga-
rias". Entre una práctica "militante" de la sociología, denunciado- tion générale a la recherche scientifique et technique (DGRST) pe.ro
ra de la dominación económica o simbólica, y una práctica de ex- también al CORDES y a diversos ministerios (Equipamiento, Relacio-
pertos al servicio de los que toman decisiones, la conciliación nes Sociales, Trabajo, etc.) que financian y contribuyen a la estruc-
parece imposible. turación de sociologías especializadas (urbana, de la familia, del tra-
El episodio de las Jornadas de octubre de 1965, impulsadas por bajo, etc.). Por cierto, la sociología siempre aparece ~rofun~amente
la Société francaise, con el apoyo de Pierre Massé, comisario del dividida "en lo ideológico", pero en adelante se diferencia clara-
Plan, y de Claude Gruson, administrador del INSEE, es revelador de mente de la filosofía social (salvo en algunos bastiones irreducti-
este corte interno de la sociología. La publicación, con el título Ten- bles). La cantidad de sociólogos tuvo un inmenso desarrollo: 300
dances et volontés de la société [rancaise [Tendencias y volun tades de la
sociedad francesa], de las Actas de esa Jornada, suscita una polémi-
ca: las comunicaciones demasiado "críticas" no fueron publicadas, 12 Sobre este episodio, véase M. Pol1ack (1976], así como C. Durand (ed.) (1984].
sin que las justificaciones ofrecidas parezcan convincentes. Los so- • Certificat d 'aptitude pédagogique de i'enseignement du second degré (Certificado de Ap-
ciólogos "críticos" interpretan esta "censura" como un pronuncia- titud Pedagógica de la Enseñanza de Segundo Grado). (N. del T.]
128
CI.AUDE D 11 I S TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN 129

docentes-investigadores en 1978, 148 investigadores CNRS en 1H11


ra encarar un ejercicio "profesional" d'e la sociologíal'' a partir de
(lIS solamente en París) pero también una cantidad importalll
la práctica contractual en pleno desarrollo.
(más de 600 según el censo de los sindicatos en 1976) de "invesrlq
do~es fuer: de convenio" que se convirtieron en una suerte de "piu
fesionalss de los contratos de investigación, fuertemente relaci 11\
dos con "poblaciones" y "campos" específicos y cuyas investigaci 111.
sociología, la integración de los "fuera de convenio"
son financiadas por esos organismos públicos beneficiarios todrn
la universidad de masas (1976-1998)
con una parte de la "cobertura investigación".
Por cierto, durante ese segundo período fracasó la creación d
escalafones profesionales de enseñanza, pero cuantiosas experir-n
Esta coyuntura va a ser perturbada por dos acontecimientos que en
cias de enseñanza de la sociología a partir de la práctica de encu
pariencia no tienen ninguna relación pero cuyas consecuencias serán
tas tuvieron lugar en Vincennes (París-VIII), en Lila y otras partes,'
l mibles. El primero es la decisión de integración sobre empleos del
Se c~earon verdaderos laboratorios dotados de programas y pers
ONRS de todos los "fuera de convenio" que trabajaron cierta cantidad
pe~tlvas de investigación. Se construye una verdadera cultura pJ'(t
de horas en la "cobertura investigación" antes de! 10de enero de 1974.
fesioria] de la investigación de campo, en ocasiones más allá de IIIH
Esta decisión hizo crecer brutalmente la cantidad de sociólogos de!
escisiones entre sociología "militante" y sociología "experta". POI
NRS de 148 en 1976 a 320 en 1982, es decir, más de! doble, lo que dio
cierto, las creaciones de puestos se agotaron en la Universidad, d '
como resultado agotar e! reclutamiento ulterior de sociólogos en e!
de 1972, pero los estudiantes de Sociología, que aprenden su "01
CNRS, pero también de parar en seco e! proceso de "profesi~~ali~:ción"
cio" a menudo a partir de eu memoria de maestría, al poner cad 1
precedente. En efecto, a partir de! momento en que los SOCIO~OgOS
vez con más frecuencia métodos rigurosos en acción, encuentran
profesionales" podían resultar funcionarios gracias al nomb~mle~to
trabajo como encargados de estudios, sustitutos o fuera de conve
como agentes CNRS (cosa que se hizo en 1983) en un laborato~o de ~n-
nio. Precisamente durante ese período los sociólogos frances "
vestigación (ya sea como encargados de investigación o como mge~l:-
aprenden a reconocer su diversidad sin que esta toma de concien-
ros de investigación, según criterios en ocasiones dudososj.P Ia dma-
cia implique, como en otras disciplinas vecinas, una fragmentación
mica de constitución y reconocimiento de una "profesión" de sociólogo
total. Las escisiones del período precedente tienden progresivamen_
susceptible de dotarse de una carrera de formación espe.cífica .res~,tó
te a esfumarse, ya algunost+ las condiciones les parecen cumplidas
bloqueada en forma duradera. Los créditos públicos de m~estJgaclOn
comenzaron a decrecer, precisamente cuando los reclutamientos en la
universidad estaban en su punto más bajo. La cantidad de tesis de so-
13 E ras '. ti
s expenenclas ueron evocadas durante la segunda media jornada del co- ciología empezó a disminuir peligrosamente: 205 en 1979 (la mitad ~x-
loqui~ sobre la.Escuela de Chicago que se realizó ante más de trescientos sociólogo~ tranjeros), 170 en 1985,94 en 1988 (alrededor de140~ ~e :xtranJe-
en Samt-Quentm-en-Yvelines. Véase Tripier (ed.) [1998].
ros). La sociología estaba en VÍasde convertirse en una disciplina en su
14 En el curso de este período se abren formaciones para la investigación ancla-
das en laboratorios y que preparan a los estudiantes para practicar intervenciones so-
ciológicas (véanse por ejemplo las experiencias de la IEP [Institur d'études politiques
(N. del T.)] de París alrededor del Centre de sociologie des organisations de Michel
15 En 1980 se crea una Association professionnelIe des sociologues (APs) que lan-
Crozier,luego del Laboratoire de sociologie du changement institutionnel de Renaud
za una encuesta sobre las prácticas profesionales de los sociólogos.
Sainsaulieu), que se convertirán en DEA o DESS, los que formarán a varias generaciones
de "sociólogos profesionales". 16 Todavía no se ha escrito este episodio importante de la historia de la sociología
francesa. Pero no puede ser ignorado en la perspectiva de esta obra.
131
LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALlZACIÓN
130 CLAUDE DUBAR

La organización de los diplomas de estudios avanzados (OEA) y de


ocaso, replegada sobre sí misma, y sus miembros, en la universidad o los diplomas de estudios superiores especializados (DESS), a mediados
en el CNRS, envejecían sobre el terreno sin una formación eficaz de la de los ochenta, en efecto contribuyó a desplazar hacia lo alto (de ba-
generación más joven. chillerato + 4 a bachillerato + 5) el umbral a partir del cual se consi-
El segundo a~o.ntecimiento es esa "predicción autocumplida" for- dera a un estudiante como un futuro "profesional" o "científico" de
mulada por el mimstro Chevénement en 1984: "El 80% de una clase u disciplina. Efectivamente, en la mayoría de las disciplinas, es en esa
de ~dad debe llegar al nivel del bachillerato en el año 2000". Ese volun- etapa de la carrera cuando las admisiones comienzan a hacerse de
tansmo político que no distó mucho de haberse realizado'? tuvo con- otro modo que de manera automática, a partir de la obtención del
secuen.cias mucho más temibles en los estudios de sociología. Una par- diploma del nivel anterior. Es necesario que los candidatos tengan un
te creciente de ~Iumnos de la enseñanza secundaria, general y técnica proyecto profesional (OESS) o un "proyecto de tesis" (OEA). Un jura-
(y has~a en ocasiones profesional tras la instauración del bachillerato do examina la adecuación de ese proyecto a las exigencias de la for-
p.rofesIOnal),,,,queno pud~ entrar en las formaciones "cortas" (IUT prin- mación involucrada que permite entrar en el "tercer ciclo" Y que no
cipalmente)," que se volvieron cada vez más selectivas, se encontró, sin admite más que una cantidad limitada de estudiantes. En Sociología,
haberlo deseado, en las secciones consideradas las menos exigentes de ese pasaje introduce una ruptura en la carrera y obliga a los estudian-
l~~ DEUG,*~ e~ particular en sociología (pero también en administra- les a realizar elecciones de graves consecuencias. El hecho de que es-
cion e~ono~Ica y .social, y en psicología). En todas partes, las carreras ta etapa decisiva sólo involucre a una pequeña minoría de estudian-
de Sociología debieron recibir a una masa de estudiantes a los que no tes que entraron en una carrera de sociología plantea problemas
se preparaba para "llegar a ser sociólogos". Por lo demás, en general importantes. Uno de los más serios es el siguiente: cómo incitar a las
no !Iegan a ~erl~..Sobre la base de un control de tres promociones su- formaciones profesionales "cortas" (bachillerato + 2) a recibir a la ma-
c.eslvasde ~nnclplantes en 10 año de DEUG de Sociología en Saint-Quen- a de los "nuevos bachilleres" que tienen absoluta necesidad de un
tI.n~n-YVelmes(en 1991, 1992 Y 1993), yo encontré (de 100 a 150 prin- acompañamiento pedagógico y una preparación para oficios (clasifi-
ClpI~ntes) re~pectiva~ente 12, 2 y 6% de estudiantes que, en 1999, cados como "profesiones intermedias") que los escalafones de la uni-
hablan obtemd~ un .dlploma de nivel bachillerato + 5 (OEA o OESS). Al- versidad prácticamente no pueden garantizar. Las tentativas de "pro-
r~dedor de la mitad mterrumpe sus estudios en el primer ciclo, un ter- fesiona!ización" de los primeros ciclos fracasaron ampliamente en
CIOluego de la I~cen~i~tura y un décimo luego de la maestria.l'' Al pa- ociología (y en otras partes). Muchos estudiantes ingresan porque
recer,. es una s~tuacIOn media: muchas carreras de Sociología en fracasaron en un concurso de entrada en iUT (carreras sociales) o en
Francia, que reciben a muchos más principiantes (en ocasiones más de
una escuela. ¿Es tolerable?
1.~00?, "" llegan a esas tasas. No importa: en la actualidad, sobre 100 Todas las evoluciones precedentes sólo implicaron inconvenien-
~n~.CIplantes en una carrera de Sociología, menos de 10 tienen la po- tes para la sociología. Debido al modo de cálculo de las dotaciones
sibilidad de poder llamarse, un día, "sociólogos". de empleo, la cantidad de doctores en sociología, que nuevamente
comenzó a crecer luego de 1989, como consecuencia de una política
voluntarista,19 encontró más puestos de maestro de conferencias en
17 V'case e l excelente artículo de Florence Maillochon [1994].
* Institut universitaire de technologie (Instituto Universitario de Tecnología) [N
del T.] . .
** Diplórne d'études universitaires générales (Diploma de Estudios Un' . . 19 Véase el informe Chapoulie, Dubar [1992]. Este informe, que emanaba de una
Generales). [N. del T.] rversitanos
comisión pluralista, preconizaba el desarrollo de las tesis preparadas en verdaderos la-
. 18V'eanse las cifras
. recolectadas durante laJornada de la Association des sociolo es boratorios y financiadas por subsidios de investigación.
enseignants du supérieur (ASES) de 1996, y que se refieren a una decena de carrerasgu
132 133
CLAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFESIONALIZACIÓN

las universidades donde ya existía una carrera completa de sociolo- puede negar, so pena de perder toda credibilidad social" [Sainsau-
gía: de 10 a 15 puestos a fines de los ochenta se pasó a 35 a 40 pues- lieu, 1992, p. 15]; "Hay que obligarse a mirar las verdaderas carreras
tos a fines de los noventa. Puede estimarse que alrededor de un ter- de sociólogos que se desarrollan según tres ejes: actividades prácticas,
cio de los doctores en sociología-demografía encuentra hoy un investigación, enseñanza, y admitir finalmente que cuarenta añ~s de
empleo de funcionario en la universidad, en el CNRS (muy poco) o vida activa pueden permitir deslizamientos de una a otra de dichas
en los grandes organismos públicos (INED, INSEE, CEREQ, IRD, INRA, actividades" [Magaud, 1992, p. 32]. "Evocar la profesionalización, la
etc.).* Comparada con los ochenta, la tasa de acceso de los docto- organización de salidas laborales fuera de la enseñanza y la investiga-
res en sociología a empleos públicos correspondientes aumentó mu- ción, aparece como un imperativo moral, aunque no se conozcan
cho. El cuerpo de sociólogos docentes-investigadores casi duplicó bien esas salidas" [Chenu, marzo de 1999, p. 47]. Se podrían multi-
su plantel en diez años: de 380 en 1988 pasó a 660 en 1999, y la pi- plicar las citas. Se establece un amplio acuerdo para aspirar a que la
rámide de edades, lentamente, comenzó a enderezarse (aunque la sociología comprenda tres aspectos complementarios (y no dos vías
mitad del cuerpo se jubilará antes de 2010). La sociología, gracias escindidas entre sí y una tercera invisible): la investigación, la ense-
a la "universidad de masas", obtuvo puestos de enseñanza que per- ñanza y la práctica profesional. ¿Cómo llamarse sociólogo no hacien-
miten que una parte de sus mejores estudiantes pueda encontrar do otra cosa que enseñar sociología (sin practicariajamás luego de la
empleos que correspondan a su calificación. Pero ¿qué ocurrió, tesis)? ¿Cómo separar completamente la "investigación" y la "inter-
exactamente, en esta dinámica, con la "profesionalización" de los vención sociológica" [Kuty y Vranken, 2001]? ¿Cómo soportar el cor-
estudios de sociología? te actual entre los sociólogos "en [unciones" y los sociólogos "no aca-
démicos" o "extrauniversitarios,,?2o
Al término del año de maestría, la elección entre la entrada en
DEA, que debe conducir a una tesis y a un eventua 1"puesto "d e " puro

I I Una nueva coyuntura: ¿hacia una profesionalización sociólogo", y la entrada en DESS, que conduce a una actividad .de "so-
de los estudios de sociología? ciología aplicada", cada vez es cuestionada con mayor frecuencia. Hoy
se conocen mejor las composiciones y características de cada una de
esas dos vías. Los principiantes en DEA no son mucho más que la mi-
Al parecer, un consenso está en vías de realizarse en el ámbito de tad de los que obtienen su diploma, uno o dos años más tarde. En
las asociaciones de sociólogos (Société francaise de sociologie, Asso- 1990,468 DEA habían sido entregados en Sociología, y un poco más
ciation des sociologues enseignants du supérieur, Association inter- de 250 diplomados se habían inscripto en una tesis. Entre 1987 y
nationale des sociologues de langue francaise) y, por interm~dio de 1990, alrededor de 120 tesis de sociología habían sido sostenida:' ca-
esas asociaciones, en los diversos segmentos de la "comunidad socio- da año (478 tesis en cuatro años). Diez años más tarde, esa cantidad
lógica" en Francia, acerca de la necesaria y urgente "profesionaliza- tuvo un gran incremento: el número de doctores candidatos a ,la ca-
ción" de los estudios de sociología. "La sociología está profundamen- lificación de' maestro de conferencias en sociología-demografta era
te comprometida en una aventura de profesionalización que ya no de 288 en 1999, de los cuales tres cuartas partes, aproximadamente,

• CEREQ, Centre d'études et de recherches sur les qualifications; IRD, Institut de la 20 Véase la tesis de Frédérique Streicher [2000], que cataloga la mayoría de las si-
recherche démographique; INRA, Institut national de la recherche agronomique. tuaciones típicas de esos sociólogos a menudo no reconocidos como tales cuando ejer-
[N. del T.] cen actividades de encuestas, análisis e interpretaciones sociológicas.
134
CLAUDE DUBAR LAS TENTATIVAS DE PROFES10NAL1ZACrÓN 135

habían obtenido una tesis en esas discíplínas." Ese mismo año 163
"profesionales" en "oficios" que tienen que ver con la sociología. Sin
candidatos habían sido calificados, y, entre ellos, 25 fueron re~luta- mbargo, ¿se llaman sociólogos profesionales?
dos como. maestros de conferencias (o sea, 9% de los doctores y 16% La respuesta es claramente negativa. Al parecer, es posible orde-
de los calIficados). Habida cuenta de los plazos para ser reclutado y
nados detrás de cuatro tipos de apelativos que conciernen a cuatro
de los otros concu.rsos de investigadores, puede estimarse entre 50 y ampos de evaluación "que representan más de los tres cuartos de los
60% la_tasa de cahficados que terminan por obtener un puesto (en OESS involucrados" [Chenu, 1999]. Por otra parte, hay que observar
la ensenanza superior o en la investigación pública) en el período ac-
que estas identificaciones son más o menos las misma~ que las de ~as
tual. ¿Qué pasa con los otros? ¿Están preparados para convertirse en maestrías ciencias y técnicas (MST) abiertas a los licenciados en SOCIO-
"sociólog~s profesionales"? Tal vez tuvieron la posibilidad de prepa-
logía en los escalafones universitarios que se organizaron: los consul-
rar su teSISe~ uno de los laboratorios de sociología donde se prepa- tores, consejeros, expertos en "organización", "managemenf' o "inno-
ra a los candidatos a doctores en las tres funciones evocadas anterior- vación" salen de DESS, cuyo título incluye a menudo el término
ment: ... De otro modo, su "caída" corre el riesgo de ser muy dura ...
"empresa" (una decena sobre los 40); los encargados de estudios, acon-
Fm~l~ente, se comienza a conocer mejor también los DESS que dicionadores, "desarrolladores", expertos en desarrollo local salen de
se multIplIcaron, para los sociólogos, desde comienzos de los años no-
DESS, que a menudo incluyen ese término de "local" y en ocasiones ~l
venta. Los diplomas profesionales de ese tipo "con dominante socio-
de "urbano" (también una decena); los ingenieros, encargados de mi-
lógica" eran evaluados en 9 en 1989, y en 1996 habría 31. Esta cifra
sión, jefes de proyecto, expertos en políticas sociales salen de DESS,
se une a la de cuarenta DESS concerniente a la sociología avanzada pa- con apelativos diversos pero que a menudo incluyen el término "so-
ra el consultor del ministerio en 1999.22 Se asistiría así a una verda-
cial" (cinco o seis sobre40); los consejeros, consultores en políticas cul-
dera explosión de los diplomas "profesionales" de bachillerato + 5
turales y gestión del patrimonio salen de DESS, que incluyen la pala-
q~e no sólo están abiertos a los estudiantes de sociología sino tarn- bra "cultura" (4 casos).
b.Ien ~ los de disciplinas vecinas (administración económica y social,
Los otros títulos son mucho menos concentrados: algunos se re-
ciencias de la educación o de la comunicación, psicología, gestión,
fieren a los métodos y técnicas de encuestas (2) o a los procedimientos
etc.) ya adultos en formación continua. No importa: como los res-
de intervención sociológica (1) o incluso de "sociología aplicada" (1).
ponsable~ .de ~~os DESS deben "colocar" a sus estudiantes so pena de Uno concierne a la ingeniería de formación (pero otros dependen
no rehabIhtacIOn y que un DESS, en promedio, recibe a una veintena
principalmente de las ciencias de la educación) y uno al análisis del
de estudiantes, son alrededor de 800 "profesionales" que tienen que
trabajo (pero otros dependen más bien de la ergonomía). Vemos la
v:r con la sociología, entre los cuales un poco menos de la mitad que
dificultad: ¿sobre qué criterios vincular un DESS a la sociología más
sm duda sale de los estudios de sociología. Frente a los "doctores" en
que a otra disciplina vecina, a partir del momento en que la mayo~ía
sociología que encuentran un "empleo público", son alrededor de
de los diplomas están "a caballo" de varias disciplinas (lo que no qUIe-
tres veces más de estudiantes de sociología los que se convierten en
re decir pluridisciplinarias)? Llegamos aquí a un problema epistemo-
lógico con el que ya tropezamos, y que no se puede separar de un pro-
21 Todas estas cifras provienen de los números de La Le/he de ['ASES, que consti-
blema ético ya igualmente evocado.
tuye un excelente medio de información para los adherentes (alrededor de 1/3 del Para considerarse "sociólogo profesional", al parecer, es preciso
cuerpo).
sentirse doblemente ligado: primero a un "campo de especialidad",
22 Véase La LeUre de ['ASES, n" 26, marzo de 1999 (artículos de M. Legrand, P. Ca- un "campo de problemas", una "configuración de actores", en suma,
sella, A. C~enu, etc.). Hay que tomar estas cifras con prudencia, a tal punto es dificil
un terreno en el que se hayan desarrollado no sólo conocimientos si-
evaluar cual es la disciplina "dominante" de algunos DESS.
no "competencias operatorias", "habilidades" de evaluación que per-
136 CLAUDE DUBM 137
TENTATIVAS DE PROFESIO IALlZACIÓ

miten ser requerido y reconocido por actores (de ser posible finan- posibilidad de una nueva etapa en la "profesionalización" de las for-
cistas o con acceso a financiamientos) sobre la base de las capacida- maciones en sociología.
des de "resolución de problemas". Tenemos aquí una exigencia ética
que simplemente consiste en no engañar al otro (hablando de lo qm'
no se conoce). Pero luego, también, estar ligado a una "comunidad
científica", una "disciplina" reconocida y enseñada por la universidad, ara no concluir
con la que se comparten referencias teóricas y normas metodológi-
cas y que permite llamarse y hacerse reconocer como "sociólogo", lo
que no quiere decir "tener la verdad sobre lo social" sino "querer bus- En consecuencia, la coyuntura de este cambio de siglo.y d~ ,mile-
caria a cualquier precio, de manera autónoma, teniendo en cuenta nio parece propicia para nuevas iniciativas de profesionah~aCI~~ de
todos los puntos de vista sobre ese universo't.P En ello entra en jue- los estudios de sociología, por ejemplo, al hacer m~~ho m~s ,?s~bl~,s
go una convicción epistemológica fuerte. Esta doble identidad es y explícitas las orientaciones de los DESS ~on "vocac~o~ soclOlo?ca ,
constitutiva del "modelo profesional" que supone una doble fijación: l tender puentes con los DEA "más idennficables teonca~ente . Na-
a una "disciplina" que remite a la universidad y a un "medio" que im- da o casi nada permite hoy que la mayoría de las est~dIantes (muy
plica actores convertidos/" a la legitimidad de esos "saberes" y a su mayoritarias) y los estudiantes de sociología que obt~Vl~ron s~ mae~-
"aplicabilidad" sobre su terreno. Es en el corazón de esta doble refe- tría sepan si deben avanzar hacia una teSIS,~ara ser pnmero m~~st~-
rencia, a la universidad y al terreno, donde se construyen las identi- gadores (o docentes-investigadores)", o hacia un DESS, para s:r pn-
dades de "profesionales", productos, siempre inestables, de una do- mero experto" (lo que no excluye la ínvesugacíon ni l~ ~nsenanza).
ble transacción; "con el otro", vale decir, los compañeros del terreno, Por lo tanto, parece posible defender la hipótesis, ~~mInda cada vez
pero también "consigo mismo", habiendo interiorizado, por la for- , fr ecuencia , de la triple función de los sOClologos: docente,
con mas , .
mación y la experiencia biográficas, una definición de sí que uno as- investigador y experto. Por qué entonces no imaginar,:uentes ~ultl-
pira a que los otros reconozcan [Dubar, 1991]. Por cierto, las identi- ples entre los tres tipos de empleo: reclutamiento de expertos que
dades del sociólogo son múltiples, y no podría ser de otro modo, si hicieron sus pruebas en la universidad (o en. el CN~) y destacamen-
se tiene en cuenta la historia de la disciplina que los produjo. Pero se tos regulares de investigadores Yde docentes-mvestlgadores (a menu-
comprueba el ascenso de una exigencia de articulación entre las tres do aplastados por las tareas de la universidad de masas) no. sol~men-
funciones precedentes, que implican que uno se defina como "cien- te en el CNRS sino en las empresas, administraciones, smdIcatos,
tífico" y como "profesional", y por lo tanto, como "experto". Esta municipalidades, ete., para contribuir en la resolu~~ón de pro~lemas.
exigencia también se aplica en adelante a la gran mayoría de los "so- Cada uno de esos "oficios" ganaría algo. Cada sociólogo podría cu~-
ciólogos extrauniversitarios", cualesquiera que sean su campo de plir las tres funciones en un mom.en~o u otro de su carrera, a condl~
evaluación o sus estatus de empleo [Streicher, 2000]. Ella funda la ción de conservar una fijación principal en una u ~tra.~e estas fun
ciones. ¿Por qué habría que resignarse a lajerarqUlz~Clon actual de
estas tres funciones (implicando a menudo la excluSlOn de los e.xper-
23 Al respecto, pueden leerse las contribuciones muy convergentes sobre este pun-
tos fuera de la comunidad)? ¿Quién puede perder si se la modifica?
to de Francois Dubet, Ehrard Friedberg y jean-Yves Trépos, en O. Kuty y D. Vranken
[2001J.
24 Esta conversión ahora es facili tada por la presencia de viejos sociólogos en pues-
tos de responsabilidad en el campo del management, los estudios e investigaciones, las
políticas públicas. Véase Piriou [2000J.
138 CLAUDEDUBAI\ lASTENTATIVAS
DEPROFESIONALlZACIÓN 139

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6. Sociología, experticia y crítica social

por Claude Grignon*

- Paralos sociólogos a quienes el estatus e istemol~gico d_esu dis-,


- - -- ~-
ciplina preocupa más que su estatus social, la cuestión de la utilidad
de la socIOlogía no se plantea. Como toda ciencia, responde en prin-
......--.---- - - -- -
cipio a la necesidad desin teresada de saber y comprender; los únicos
beneficios que uno debe esperar de esto son de conocimiento e inte-
ligibilidad. Si uno quiere que desemboque en aplicaciones prácticas,
primero hay que dejarla desarrollarse por sí misma. En el lado opues-
to de ese ideal, el reflejo sociológico más elemental fuerza a recono-
cer que la sociología sirve ante todo a quienes la sirven y a quienes se
sirven de ella: un pie en la institución académica, donde es equipada
y mantenida sobre el modelo de las ciencias, el otro en el medio in-
telectual, proporciona carreras y reputaciones a sociólogos que man-
tienen con ella relaciones muy diferentes, más o menos sacrificadas,
más o menos exclusivas; hacer sociología puede ser una manera des-
-----=---- - - - ~
viada de _ha_cer~losofía,Jiteratura, yub..!icidad o polític~. La diversi-
dad de los usos sociales a los que se presta la sociología confunde su
percepción y su identidad social: de las encuestas de opinión a la psi-
cología, de la psicología al marketing, de la ciencia política a la astro-
logía; entra en composición, en los dos sentidos del término,** con
tantos ingredientes, en la composición de tantos productos, que es
muy difícil saber con exactitud en qué consiste.

* Sociólogo, presidente del comité científico del Observatoire de la Vie Étudiante.


** La locución francesa entrer en composition, traducida aquí literalmente, signifi-
ca llegar a un acuerdo, avenirse, pactar. Ése es uno de los sentidos. El otro es su expre-
sión literal: formar parte de. [N. del T.)
142 CLAUDE GRIGNON SOCIOLOGÍA, EXPERTIClA y CRÍTICA SOCIAL 143

Voy a tratar de salir de esta alternativa examinando las relaciones Cuanto más se autonomizan las ciencias del hombre respecto del
que la sociología mantiene con la acción sobre los hechos sociales por movimiento de las ideas de las que surgieron, tanto más desarrollan
intermedio de la experticia política y la crítica social. Tanto una co- una "supercrítica" que les es propia. La crítica social cuestiona el or-
mo la otra forman parte del oficio y de la tradición sociológicas; sin
embargo son problemáticas, o por lo menos deberían serio, porque
---- --
den establecido en nombre de un orden ideal, más justo, más racio-
~l; es una desvalorización que implica una valorización. Su motor es
)-

cuestionan, cada una a su manera, la independencia de la sociología el mismo que el de la sátira: castigat (no siempre ridendo) mores respec-
respecto de las demandas extracientíficas poderosas.' to de una norma implícita. Por principio, la sociología científica, por
el contrario, se abstiene de desvalorizar lo que relativiza: se contenta
con poner de manifiesto, develar los mecanismos sociales ocultos cu-
yo producto son las valorizaciones (normas, creencias). De este mo-
La tradición crítica y el desvío edificante do conquista una posición superior de árbitro; al abstenerse de tomar
partido, al esforzarse por ser imparcial y objetiva, domina el debate y
se ubica por encima de la refriega. Nada se le escapa, ninguna valo-
Como la antropología, como la crítica histórica, la sociología sur- rización, y por lo tanto ninguna desvalorización, ninguna idealización
gió del espíritu de libre examen que se desarrolló en el siglo XVIII, implícitamente contenida en la desvalorización del mundo tal y co-
de una crítica de la autoridad que apunta tanto al orden social co- mo es, a la que se entrega la simple crítica social. Se ha reconocido la
mo a los dogmas religiosos y el poder político. El carácter y el pro- oposición weberiana entre el erudito y el político: 2.,arapasar de la crí-
yecto sociológico nacieron del sentimiento de que el orden social no tica social a la crítica sociológica, es reciso que la división de los pa-
es natural ni necesario, así como tampoco el orden político, que, co- peles y del trabajo sea escrupulosamente respetada, que el erudito se
mo él, se impuso por la fuerza y la costumbre; en suma, que es arbi- abstenga de juzgar y decidir.2 - - -

trario. Para que las ciencias del hombre pudieran constituirse, era ne- El pasaje d~ la crítica social a la crítica sociológica, pues, confie-
cesario que ese relativismo protocientífico hubiera penetrado ya el re a la sociología una suerte de jurisdicción suprema. Cuanto más lo-
pensamiento erudito. La sensación de lo arbitrario sigue siendo uno gran las ciencias del hombre afirmarse como ciencia, tanto más dan
de los motores del pensamiento sociológico, como lo testimonia, por la autoridad de la ciencia a la crítica de la autoridadfSu capacidad de
ejemplo, el papel que la sociología de la educación hizo representar desencanto sistemático carece de límites; de la misma manera que la
a la noción de arbitrario cultural extendiéndolo de la cultura, en el economía, la sociología, por una referencia por lo menos implícita al
sentido antropológico del término, a la cultura erudita; es uno de axiomatismo utilitari!ta, reduce los compromisos mora es y políticos
sus principios, en la medida en que las leyes que rigen el orden so- a la expresión y al disfraz de los intereses de quienes los imponen o
cial, y que la sociología se propone descubrir, tienen una dimensión com arten. Al proponerse poner de manifiesto 100000canismos so-
arbitraria. ciales ocultos que están en el origen de toda producción simbólica,

~ \
2 "Tomar una posición política práctica es una cosa, analizar científicamente es- )
1 Retorno aquí las reflexiones que desarrollé en una conferencia ofrecida en el Ins- tructuras políticas y doctrinas de partido es otra [... ]. El establecimiento de los hechos,
tituto de Antropología y Sociología de la Universidad de Lausana en abril de 2000 invi- la determinación de las realidades matemáticas y lógicas, y, por otra parte, la respues-
tado por Giovanni Busino, y en Grignon, 2000. Me apoyo en mi doble experiencia de ta a los interrogantes que conciernen al valor de la cultura [ ... ] o incluso aquellos re-
experto (en el Observatoire de la Vie Étudiante) y de crítico (en dos revistas, Actes de la ferentes a la manera en que habría que actuar en la ciudad, constituyen dos tipos de I
recherche, de la que me ocupé mucho en su creación, y Critiques sociales, que dirigí). problemas completamente heterogéneos" [Weber, 1963, pp. 81-82].
144 CLAUDE GRIGNON OCIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL 145

implícitamente p.ostula que las creencias políticas, estéticas o mora-


les son ilusiones.jlis lo que ocurre, por ejemplo, con el análisis webe-
---
I rnos, las relaciones entre las tomas de posición y las estrategias de.
- -- - -- ----
los líderes, los motores de las luchas y la~ cr~~ncias internas, =. Es-
riano de la legitimidad; preguntarse "por qué y en qué condiciones" I sociología que se compromete sin simpatizar esclarecería a los mi-
los "dominados se someten a la autoridad reivindicada por los domi- \ltantes; a todas luces, tiene pocas posibilidades de ser tolerada por
nadores" [Weber, 1963, p. 101] es plantear una cuestión propiamen- usjefes y por los sociólogos orgánicos que los rodean.
te "anarquista". Sin duda, la sociología no cedería tan fácilmente al desvío edifi-
Esta soberanía crítica de las ciencias sociales hace de éstas un de- ante si las condiciones sociales en que se ejerce no la condujeran a
safío; en cuanto crítica última, crítica de la crítica, se convierten en onfundir de manera espontánea la crítica sociológica y la crítica so-
un arma envidiable, y están más que nunca expuestas a ser utilizadas ial, La formación literaria de la gran mayoría de los sociólogos difí-
y reclutadas por los partidos políticos e intelectuales. Así, la sociolo- ilmente les permite imaginar otros modelos de la excelencia intelec-
~~
gía crítica cede al desvío edificante cada ve:3ue sacrifica sus propias re- tual que los pensadores consagrados, sobre quienes aprendieron a
glas y sus propiaS cens~as directivas y la;prohi6ici~e le oncentrar su capacidad juvenil de admiración. Cuanto mayor es el
~~~~--~--------~--------~----,-~~----~~
imponen las causas que abraza, antaño causa del pueblo o del prole- xito escolar de los sociólogos, tanto más elevadas son sus ambicio-
tariado, ahora causa de las mujeres o del "ambieni¡;;';3 la detem;:r-na- es, y tanto más posibilidades tiene esa identificación con los mode-
ció~ ~~s el único objetivo ~ti- I s de pensamiento de imponerse a ellos, de constituir la referencia
g~be entonces inclinarse ante la determinación mplícita de la idea que se hacen de su vocación y de su misión, el pa-
in~injusto;que
. ~-- ---- tom~ar.
--~
A fuerza de simpatizar con los grupos que estudia, el sociólogo termi-
trón sobre el cual ajustan sus proyectos. La atracción que ejerce el
modelo consagrado del "intelectual" sobre los sociólogos es reforza-
na por compartir sus creencias, por hacerse cargo de las racionaliza- do por las expectativas del público cultivado, por su gusto por la "cul-
ciones que le prodigan las "teorías indígenas". Así es como la socio- tura general" (y su reticencia respecto de la cultura científica "estre-
logía de las religiones se convierte en una sociología religiosa, o como hamente" especializada). Para parecer útil e interesante, para ser
la sociología de las culturas populares cede a la atracción del popu- onsiderada, mantenida y comprendida, la sociología debe dejarse
lismo. Cuando cede a este desvío, la sociología comprometida, pues- . llevar por los movimientos sociales, apoyarse en los intereses, las
ta al servicio de una causa, no difiere de la sociología aplicada, puesta reencias, las emociones e ilusiones que suscitan; la sociología más
al servicio de una firma: en ambos casos, la investigación está encua- reocupada por su dignidad magistral debe entrar en la escuela de
drada y guiada por los fines que le son asignados del exterior. Los so- I sociología divertida y, sin más vueltas, consentir en ofrecer su con-
ciólogos comprometidos no pueden ser realmente útiles a las-causas tribución regular a las variedades culturales por intermedio de los de-
que quieren-defender (vale decir~ aquellos a quie~a; causas pre- ates de ideas." El medio académico parece ofrecer cada vez menos
tenden representar, y no a aquellos que las representan), salvo que ompensaciones a aquellos que aceptan sacrificar los beneficios mun-
les apliquen el programa de la sociología crítica, y pongan-de~i- anos del compromiso a una concepción más científica de la socio-
fiest:> los ~esafios yJos rn...ecanismosd;"los conflictos de ~ese-S in- logía, y protegerlos cada vez peor de los anatemas a los que inevita-
blemente los expone su falta de ortodoxia.
El prestigio del modelo de pensamiento ante los sociólogos resul-
también de la confusión entre la enseñanza y la investigación: la
.\ 3 Como las doctrinas se cobijan tras las causas que abrazan, de manera que toda crí-

"*' tica respecto de una ortodoxia se expone a ser tomada por un ataque contra las causas
que esa ortodoxia pretende defender, uno se ve forzado a recordar que esta observación
no implica ninguna desvalorización de causa alguna (cosa que debería ser evidente). 4 Sobre los "artículos de variedad" [Hesse, 1955, p. 27).
146 CLAUDE GRlGNON OCIOLOGÍA, EXPERTICIA Y CRÍTICA SOCIAL 147

mayoría de los sociólogos académicos son ante todo, cuando no ex- marxista, una reputación recelosa de cientificidad, tiene bu nas po-
clusivamente, profesores.P Los elementos dramáticos y fusionales de sibilidades de imponerse como teoría sociológica y de hacer escu la.
la prestación profesoral, la comunicación oral, la relación directa con En sociología como en otras partes, la fórmula de la obra personal
el auditorio, la "presencia" personal, en resumen, todo aquello por contraría y traba el pensamiento científico; y además corre el riesgo
1,
lo cual un curso se emparenta con un espectáculo incita a desarro- de comprometerla. Para conquistar y retener una clientela, para po-
llar los elementos carismáticos de la relación pedagógica y a transfor- pularizarse, la sociología edificante, en efecto, debe hacer vibrar en
mar la transmisión del saber en una relación iniciática de maestro a todo momento la cuerda de la crítica social; pero para luchar contra
discípulos. Así, el profesorado expone a los sociólogos a la tentación la competencia de las otras producciones intelectuales y afirmar su
del profetismo. En nuestra disciplina, favorece la transformación de soberanía, también debe hacer pasar la crítica social por una crítica
pensamientos de -escuela en escuelas de pensamiento constituidas sociológica. Cuanto más toma el análisis sociológico las ~p~riencias,
alrededor de "teorías-obras", que reivindican el estatus de teorías imperturbablesdela cieñci~~ C'ua.ntomis mulupllCa la; refer~n~ia-s\
científicas, que hacen las veces de ella y ocupan su lugar, pero son rudTtas:-cuanto más se
escuda tra;cluso, 'Ostentatori~ y retó-;'i~,d~r
concebidas y conducidas sobre el modelo tradicional de la obra per- l~dísticas, de los gratos y los e'¿tractos de entrevistas. tañto más
--- - - -~ -~~ -.- ---".
sonal, literaria o filosófica [Grignon, 1996]. A la inversa de las teorías inadvertidos pasan los efectos que produce; y cuanto más inadverti-
científicas, que saben que son y pretenden ser provisionales, las "teo- dospasan esos efectos, tanto más·fuerte;·~~n. E!_soci~!?go-q~e .ambi-,
rías-obras" tratan de eternizarse; mientras que la investigación podría cio~era la vez profeso;:-idemagogo-;~~ueva así lajug~a d<:l ?~J
ponerlas a prueba del trabajo empírico, la enseñanza -por la cual se vel~:ealista que hace _co~~_gue_se-óorr~ detrás de ~u creación; alL,
hacen-las exime de ello. Destinadas a ser aprendidas, recitadas y re- pretender que se contenta con "dejar hablar a los hechos" y refugiar-t
petidas, no piden más que tomar la forma memorable de una doctri- e t'i=ásla fachada científica de una teoría que supuestamente asume \
na: lo didáctico engendra lo dogmático. 6 Bi~u~rerüria función de develamiento social, loque h~ce esj~gar '(,
Un pensamiento que logra abrazar una "buena" causa, vale decir, con dos barajas, Como dice M. Weber [1963, p. 80], "evidentemente
una causa aprobada, que cuenta con cantidad de simpatizantes en el Slarr;:;;n-~ra-~ás desleal de imponer desde lo alto de su cátedra una
medio profesional, al tiempo que se construye, según la vieja receta toma de posición" (tanto más desleal cuanto que la cátedra está en-
caramada más arriba en la escala académica).
La sociología crítica no puede escapar al desvío edificante que la
menaza, salvo que practique sin tregua la vigilancia que le es pro-
5 "Nos hemos acostumbrado demasiado a no encarar la ciencia sino para la enss- pia.? Resultado de la competencia entre los sociólogos, la radicali-
ñanza. Esto reside siempre en ese miserable punto de vista de lo útil. Así, hay gente qu .
zación de la crítica sociológica desemboca desdichadamente en des-
no concibe al erudito sino enseñando; las ciencias, sobre todo clásicas y literarias, no
progresan más que en provecho del colegio. ¡Miseria! La ciencia es por sí misma. Ella
calificar y prohibir la "vigilancia de vigilancia" de que hablaba G.
no tiene problemas en prestarse al colegio y empequeñecerse para entrar por su pue Bachelardj'' fue así como la sociología de las ciencias, para superar a
ta, pero es una merced que nos hace. La ciencia es una parte del todo del hombre h
cho; pero ocurre, por accidente, que además tiene una utilidad secundaria: la de ser-
vir en la educación. ¡Ybien! Accede a hacerlo: pero distingan siempre ese uso accesorio 7 Cuanto más rechaza una sociología las disciplinas propias de las ciencias, tan- (~~
de su oficio principal, distingan al profesor (que no es más que profesor) y el libro ele- to ~~te a las resiones que se ejercen sobre ella; sm dú a por eso los soció- ,
mental del erudito del libro de ciencia" [Renan, 1984, pp. 201-202]. legos que pretenden ser los más contestatarios que en general con un en indisci li-
6 "No es la ciencia la que es incompatible con la poesía, sino la didáctica, la cá- na e insüñiísíón) son a menudo los más dóciles.
tedra sobre su estrado, el enfoque dogmático-programático-edificante" [Lévi, 1992, "--8'"U~ realmente instalado en la filosofía de lo racional sino cuando com-
p.205]. prende que comprende, cuando puede denunciar con seguridad los errores y las apa-
148 CLAUDE GRIGNON SOCIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL 149

Merton, pasó del relativismo cultural al relativisrno cognosciti\'o:. Sin un sociologismo y etnocentrismo disciplinario, que es el mismo que
duda, el relativismo absoluto es la forma extrema de la sociología edi- es impone a las leyes que rigen el mundo físico el relativismo abso-
. ficante, p-er~ada nuevo0 sin duda no es tan radicalcomo l luto quita a la sociología crítica la índole científica y objetiva que
\t \ parece. Se inscribe en la tradición de la crítica ;~doIÓgl,a, cuyo prin-
cipio retoma: la objetividad científica que la distingue de la crítica so-
sin embargo continúa invocando; de este modo la reduce al primer
nivel, el de la crítica social. Mediante una inversión completa, la ra-
cial y que le confiere su soberanía. Nada nuevo tampoco en la idea dicalización de la sociología de las ciencias conduce así a la socio-
de que es preciso extender la crítica sociológica a las ciencias, y, en- logía a favorecer el retorno de la necesidad anticientífica como
tre las ciencias, a las ciencias humanas, entre las ciencias humanas a creencia, aquel que el espíritu de libre examen había combatido y
la antropología y a la propia sociología: por definición, la crítica so- expulsa~
ciológica no se impone ningún límite en la elección de sus objetos;
crítica en segundo grado, crítica de la crítica, necesariamente es crí-
tica de sí misma. La idea en apariencia radical según la cual los pro-
ductos de la ciencia, lo que la ciencia presenta como "verdades", es- La experticia, la ley y la norma
tán determinados por sus condiciones sociales de producción y s
reducen a convenciones, nunca es otra cosa que una aplicación d I
programa reductor de base de la sociología crítica, la expresión de cu La oposición weberiana entre el erudito y el político ilustra clara-
escepticismo de principio. mente la ambivalencia de la ley en el mundo social. Como en las cien-
Todo esto no tiene nada que no sea muy sociológico; por eso UII cias de la naturaleza, la ley, en sociología o en economía, tiene un ca-
sociólogo coherente no puede rechazar de entrada el relativism rácter objetivo y verificable; pero, a diferencia de la ley natural,
absoluto, y esto es lo que le permite introducirse sin resistencias en también tiene un aspecto normativo y prescriptivo.? Puede decirse
las instituciones académicas-que se propone conquistar y subvertir. asimismo que la ley, en ciencias sociales, es a la vez del orden del he-
El relativismo sólo se vuelve contra la sociología porque se niega a cho y del orden del valor. El espíritu de la crítica social, que heredó

t
i. transformar suescep¡:iC~mo enüOalllI)Oi:esi~ba,' la sociología, considera exclusivamente a la ley bajo su aspecto nor-
y verificar, vale-deCif,"por todós Iós medios tratar de rechazar, y 1 mativo, lo que la torna incompatible con el espíritu científico. Uno
I convierte en un postulado, unatesisque se propone ilustrar y, sea no se imagina a un biólogo criticando "la vida", "el orden biológico
\ como fueré; poneraresguardo ae la crítica. I)e este modo, por UII establecido", y que se proponga reemplazarlo por un "orden nuevo"

l
pase a.e ~c.?_=, ~uevo, la s;dología se encuentra al fundado en otro principio, por ejemplo, reemplazar la vida basada
servicio de un prejuicio filosófico, que por lo demás escapa a todo en la química del carbono por una vida basada en la química del sili-
/:e~AIP<;;tular-qUelas leyes que rigen el mundo social cio. Sin duda, el físico, el biólogo, se proponen actuar sobre la natu-
son absolutamente arbitrarias, y de ningún modo necesarias, y poI' raleza; no es imposible que un genetista loco sueñe con "revolucio-
nar" la vida en nombre de una visión personal del mundo. Pero los
más voluntaristas saben que para actuar eficazmente primero es pre-
riencias de comprensión. Para que una vigilancia de sí tenga toda su seguridad, de al. ciso "aceptar" la realidad, vale decir, admitir que existe de manera in-
guna manera es necesario que sea ella misma vigilada. Entonces se corporizan formas
dependiente de nosotros, y que nos resiste: naturae non imperatur nisi
de vigilancia de vigilancia, lo que nosotros, para abreviar el lenguaje, designaremos
por la notación exponencial: (vigilanciaj I. Daremos incluso los elementos de una vi
gilancia de vigilancia de vigilancia; en otras palabras. de (vigilanciaj ?" [Bachelard,
1949, p. 77]. 9 Sobre la "tensión" entre estos dos aspectos véase Israel, 2000, p. 82.
150 CLAUDE GRlGNON OCIOLOGÍA, EXPERTIC!A y CRÍTICA SOCIAL 151

parendo.t'' La tradición crítica denuncia la arbitrariedad de las leyes ponen? La tecnicidad, la impecabilidad científica reales o supuestas
que rigen la sociedad; el espíritu científico, por el contrario, obliga de la experticia lo convierten en un desafío político e ideológico. La
a reconocer que no son menos necesarias que las leyes del mundo ixperticia ad hoc, destinada ajustificar una decisión a priori, totalmen-
físico. te guiada por los fines que se le piden que sirva, sin duda es un caso
En su principio, la experticia se atiene al aspecto verificable por extremo, pero todo experto resulta confrontado con las demandas
el cual las leyes que rigen a la sociedad se emparientan con las que ri- de un comanditario más o menos urgente, más o menos inclinado a
gen a la naturaleza. Mientras que la crítica social, que denuncia una 'specificarle las cuestiones que le interesan y a sugerirle los resulta-
realidad detestable y anuncia una sociedad ideal, es una profecía, la dos que espera.
experticia es un diagnóstico, destinado, como el del médico, a mejo- La experticia sólo parece confiable porque su tecnicidad garan-
rar el estado del paciente; para perfeccionar el mundo, renuncia" tiza que sus veredíctos sean meras verificaciones, exentas de todo jui-
querer un mundo perfecto. Al apoyarse en una modelización estadí. - io de valor. De hecho, las demostraciones sociológicas nunca están
tica y en la formalización matemática, al dotarse de un vocabulario a resguardo de las valoraciones y las ideas preconcebidas; la sociolo-
técnico especializado, la experticia escapa a las facilidades y a las tram- gía de servicio más sometida a una política o a una doctrina ocasio-
pas del lenguaje natural [Grignon, 2001]. A diferencia de la crítica nalmente se esfuerza por adoptar la apariencia de la experticia.!! La
social, la experticia se impone límites: aparta las cuestiones demasía- xperticia sociológica más rigurosa e independiente está muy lejos
do generales y se niega a interrogarse sobre el valor último de los fi- del modelo de la experticia técnica derivada de un saber científico
nes que persiguen los tomadores de decisiones que la solicitan. La r '- hace ya mucho constituido y experimentado, suficiente para deci-
serva del experto se parece mucho a la del erudito que, para conocer dir acerca de lo verdadero y lo falso en el fragmento circunscripto de
el cómo de los fenómenos, renuncia a interrogarse acerca del por- realidad al que se lo aplica; el sociólogo (y el economista) experto dis-
qué: la interrogación sobre el sentido es el equivalente de la interro- pone mucho menos que el ingeniero,. menos todavía que el médico,
gación sobre el valor [Bernard, 1925, p. 54]. de una teoría que le permita plantear con seguridad las preguntas
En consecuencia, puede imaginarse sin mucho trabajo un ese - onvenientes y tener de antemano la seguridad de que existen las
nario donde la experticia reemplazaría a la crítica social a medida qu ' oluciones correctas. La apariencia de certeza técnica que nuestras
la sociología se distanciara de la infancia de las ciencias. Pero el pa- xperticias logran producir resulta, por un lado, de la aplicación
saje de la adivinación o de la receta de sabiduría a la experticia pre- mecánica a objetos particulares de una instrumentación y una forma-
senta el mismo riesgo que el pasaje de la crítica social a la crítica so- lización matemática tomada de las ciencias exactas; la especialización,
ciológica; en la medida en que el experto se propone aplicar los que permite escapar a los lugares comunes de la cultura general, pe-
métodos científicos a las cuestiones políticas y morales, también re ro que ignora por definición los límites en los cuales se encierra pa-
encuentra en posición de árbitro supremo. Cuanto más neutra e im- ra desarrollarse, corre el riesgo de transformar las investigaciones en
parcial es o parece ser la experticia, tanto mejor justifica las decisio- studios alejados de toda reflexión teórica o crítica. Por no someter
nes políticas: al reducirlas a imperativos técnicos, les da un fundamen- I demanda de experticia a la crítica sociológica, se olvida que "cuan-
to racional porque les da un fundamento necesario. De hecho, todos do se trata de problemas fundamentales, el objetivo no nos es dado"
los días vemos que lo político se cobija tras el experto: ¿cómo consi- [Weber, 1963, p. 90].
derarIo responsable de decisiones que toma solamente porque se im-

II Sobre las "parasociologías optativas, sern,piternos mosquitos del arado ministe-


10 Como dice, entre otros, Poincaré [1927, p. 59]. rial" que acompañan las políticas económicas y sociales [Grignon, Passeron, 2000, p. 10].
152 CLAUDE GRIG ON SOCIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL
153

Al suministrar o tener la apariencia de suministrar respuestas me- valores de que es portadora a las posiciones y los intereses de los ac-
ramente técnicas a las cuestiones políticas y morales, las experticias tores ~ gru~~~ de los que emana, y tanto más el sociólogo debe hacer
más coincidentes con e! espíritu científico ocultan e! carácter norma- ~l socíoanálísis de su caso y de sus simpatías personales. Por no prac-
tivo de las leyes de que se ocupan las Ciencias sociales. Olvidan que su ~car este ejerci~i~ elemental de desencanto, e! sociólogo comprome-
verificación no tiene ni e! mismo sentido ni las mismas consecuencias tido, pero tambiéri el experto, tienen todas las posibilidades de com-
que la de una ley física: al verificarlas, sin demasiado trámite, se hace partir cr_ee~ciasq~e al mismo tiempo se prohiben relativizar y de ese
algo más que reconocerlas, se las acepta. Hemos visto que e! sentimien- modo ariadir ~ las Ilusiones que la sociología podría ayudar a disipar.
to de lo arbitrario, que alimenta el humor crítico, hace olvidar que la . En la medida en que la experticia está estrechamente asociada a la
necesidad de las leyes que rigen el mundo social no es menor que la en~uesta, ya la encuesta estadística [Armatte, 1992], obliga a la socio-
de las leyes naturales. A través de un desvío opuesto y simétrico, el sen- logia a tareas de observación, descripción y verificación que la ayudan
timiento de la necesidad, de que está animado e! espíritu Científico de a reformular en sus propios términos los problemas sociales y políticos
la experticia, corre e! riesgo de hacer olvidar su arbitrariedad. que s~ le ~lantean. Toda encuesta sigue siendo una prueba empírica.
la mas onentada, por poco que observe las reglas elementales del mé-
todo, todavía corre el riesgo de sorprender: jamás confirmará totalmen-

La tlVestigación: interpretación y previsión


t: los presupuestos que se le han introducido. Esta capacidad retroac-
trva de desmentido depende del grado al que la encuesta recae en
hechos objetivos, vale decir, en hechos capaces de resistir a la voluntad
y la s~bjetivi~a~ tanto del informador como del analista, y en conse-
¿Puede escaparse a esa alternativa, que parece inscripta en el ob- cuencia, de limitar sus fantasías interpretatI·vas. Las "pref10rmaCIones
. ",
jeto propio de las ciencias sociales? Observemos primero que, lejos las "ocurrencia:", las "hipótesis constructivas" [Simiand, 1903] que, de
de serle ajeno, el sentimiento de la arbitrariedad es constitutivo del una manera mas o menos oscura, guían la construcción de toda encues-
espíritu científico. El rechazo a atenerse a la evidencia de lo que co- ta, no impiden que ésta ofrezca informaciones que antes de haberla rea-
múnmente es considerado como evidente sin duda anima muy en li~do se ~gnoraban, y que de ese modo procure ganancias en conocí-
particular las ciencias sociales, que, desde ese punto de vista, son las miento e mteligibilidad. Lo que importa es que los resultados obtenidos
herederas de la filosofía crítica: e! cuestionamiento de! "eso es eviden- uedan ~er l:ídos independientemente de esas intenciones, que se los
te" de la vida cotidiana o de las convenciones implícitas del lenguaje ueda dISOCIar,de manera de construir nuevos conceptos a partir de
proceden de! mismo humor intelectual que la disposición al asom- llos, y abandonar o rectificar interpretaciones preconcebidas.
bro, époche cartesiana o thaumazein husserliana. Pero la investigación Si~ ,lugar a dudas, se encuentra cantidad de ejemplos de inter-
de las leyes que rigen la naturaleza también descansa en el cuestiona- retacion, para las necesidades de una causa o de una doctrina de
miento de lo que parece ser evidente; para las ciencias físicas, la evi- os datos. sum,in~strados por las encuestas; pero la obligación de' pa-
dencia sensible es una apariencia engañosa, impuesta por los límites r del dIagnostIco al pronóstico, de decidir acerca de lo verdadero
y por la escala de! fragmento de realidad al que tenemos acceso. lo falso para ayudar a la decisión, conduce al experto a hacer de la
Para conservar la autonomía que necesita para ser realmente útil, ncuesta.un uso muy diferente. Si es cierto que la explicación grose-
respecto de las demandas que se presentan, la sociología debe apli- , sugen~a por el sentido común y la experiencia subjetiva, a me-
carles el espíritu y los métodos de la crítica sociológica. Cuanto más udo s~ remtroduce en el comentario de los cuadros estadísticos, las
evidente parece ser una proposición, tanto más hay que reconstituir g~landades estadísticas, en su principio, eximen explicar, y a for-
su génesis y su origen social, tanto más hay que dedicarse a referir los mterpretar, dado que permiten prever. Son un medio económi-
CLAUDE GRlGNON CIOLOGÍA, EXPERTICIA y CRÍTICA SOCIAL
154 155

co de poner de manifiesto las relaciones entre las entradas y las sal! ya real~zación se inclina hacia la catástrofe. La necesidad de anticipar
das de un proceso sin tener que conocer los encadenamientos qUI\ el conjunto de los efectos posibles de una decisión, a jortiori de un
conducen de las causas a los efectos. La experticia fundada en 11\ Irograma, es tanto mayor cuanto más diferidas y fáciles de eludir son
investigación estadística, pues, consiste no tanto en explicar a postn las sanciones de la realidad a la que se aplican: es la ausencia de san-
riori una tendencia o un acontecimiento como en multiplicar las va ió~ inmediata la que permite lanzar quimeras políticas que son el
riaciones imaginarias y simular los efectos posibles de las decisiones quivalente de lo que sería un avión concebido en ausencia de teoría
I

1
políticas. ~rodinán:ica del ala por mimetismo ingenuo con el pájaro. El prin-
Si la cantidad de lugares en la ciudad universitaria aumenta '-,( ipal obstaculo para el desarrollo de esta sociología preventiva, sin
ustedes la aumentan-, entonces las posibilidades de los buenos alum duda, es la tendencia de la sociología de engendrar utopías, a través
nos (mención en el bachillerato, bachillerato obtenido a los 18 años el sesgo de seudoteorías que deben una buena parte de su éxito a
o antes) surgidos de familias pobres (menos de 5.000 francos pOI u índole profética. El carácter precien tífico de estas visiones perso-
mes) de exiliarse para hacer estudios científicos largos aumentan (UN ales del mundo se observa muy particularmente en el contraste en-
tedes las aumentan). e su ambición interpretativa ex post, capaz de poner en claro el me-
El desarrollo académico de la sociología, la diversidad de los em or signo del pasado, y su completa impotencia predictiva.
pleos que llegó a ocupar no deben hacer olvidar que sólo pudo nacer Cabe esperar que las tareas de experticia favorezcan el desarro-
en una configuración histórica singular, sin duda demasiado singul.u llo de l~ sociología preventiva.F Hay que desear que las generacio-
para durar. En consecuencia, la sociología dispone de un plazo bastan es venideras se sorprendan de la brutalidad de nuestra medicina'
te corto para hacer sus pruebas. A falta de notar su ventaja específi :\, I violencia primitiva de nuestra historia, sin embargo, hace soña:
de mostrar que su punto de vista y sus métodos son los únicos que pel on ~~a sociología que sería a la política lo que la biología es a la
miten hacerse una idea objetiva y realista de la estructura y el funciona edicina actual. Sin lugar a dudas estamos muy lejos de ello. Para
miento de la sociedad, de penetrar el misterio de las relaciones sociales o sería necesario que la sociología deje de depender tan comple-
y de este modo hacer que la vida social sea un poco más tolerable, la so mente de la esfera política, y logre sustraerse a una dominación
ciología propiamente dicha tiene muchas posibilidades de desaparecer, ue se ejerce sin pensado, por intermedio de la politización de los
de disolverse en parasociologías domésticas y de reabsorberse para t I
minar en las variedades culturales y en el debate de ideas ordinario. Pa ti
ciólogos. De no ser así, la experticia correría el riesgo de transfor-
ar la sociol~gía "" un~ ~ecnología social servicio del más fuerte:
ue.stra utopla s~,mver~na an~es incluso Je haber comenzado a cor-
ra sobrevivir a la reunión improbable y precaria de las condiciones so
ciales que la hicieron posible, la sociología debe satisfacer una necesidat I onz~se. También sena preciso que la sociología logre abstenerse
latente de inteligibilidad de la sociedad que el inconsciente de las prá: las Ideologías políticas, que -otra forma de dependencia- son la
ticas políticas e intelectuales no deja de reprimir y disfrazar; en suma, roga en la que busca la inspiración y por la que se esfuerza en esti-
debe cumplir con sus funciones sociales, a condición de que renun it ular el entusiasmo del público. Parece cada vez más difícil mante-
a la mayoría de los usos sociales a les que se presta. er la e~igencia de una sociología científica. Sin embargo, es el úni-
A! trabajar para el conocimiento de las leyes que rigen la socio me~l~ de e~capar a la alternativa de la utopía fatal y de la
dad y el curso de la historia, la sociología ayuda a prever, y acaso 11 eptacion fatalista del orden establecido.
prevenir; sin lugar a dudas, aquí es donde su intervención es m:'ÍN
necesaria y urgente. En efecto, es en ausencia de un conocimienrn
12 S b 1 . "
suficiente de esas leyes, a favor de una ignorancia más o menos d (' o re a OpOSIClOnentre el espíritu del utopista y el "del innovador, del inven-
ta, donde germinan y se desarrollan las utopías políticas y sociales cu r, cambiante, fantasioso, extravertido", véase Lévi, 1992, p. 30.
156 CLAUDE GRIGNON

Referencias bibliográficas 7. Sociología y postura crítica

por Danilo Martuccelli*

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barométres économiques (1885-1930)", Histoire et Mesure, vIl-1/2,
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81-98. larIos armoniosamente, por fuerza habrá de comprobarse que a me-
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VIII,n° 118, pp. 101-113. as, 1976] como el estar llamadas a convertirse, alternativamente, en
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l'homme, pp. 7-43. sociológico participa en la expansión de las capacidades de domi-
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rabilisme et populisme en sociologie et en littérature, París, Callimard/ ieza maestra del proceso de modernización, a tal punto los conoci-
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Lévi, P. (1992), Le Métier des autres, París, Gallimard. isciplina. Del mismo modo, cíclicamerxe, la corrección saludable
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roles, París, Robert Laffont. linarios, en los debates políticos, volv~r a sus raíces profundas del la-
Simiand, F. (1903), "Méthode historique et science sociale", Reoun 11 de las movilizaciones colectivas, para tomar distancia con su
Synthese historique. ducción a un mero papel de ingeniería social.
Weber, M. (1963 [1919]), Le Savant et le Politique, París, Plon. [El 1'01
tico y el científico, Madrid, Alianza, 1967.]
* Encargado de investigaciones en el CNRS, miembro del CADIS (e RS). agregado
la Universidad de Lila-3.
158 DANILO MARTUCCELLI
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA
159
Para la actitud crítica, a diferencia del caso precedente, el soció-
logo es aquel que recuerda la "realidad" contra las ensoñaciones de 9una cEonsecuencia analítica, etc., la lista de los problemas es muy
1arga. n otras palab . 1
los actores, pero también aquel que malogra las supuestas "realida- los .. ' . ras, rnc uso antes de extraviarse en la crítica de
des" ideológicas de la dominación ilustrando sus desfallecimientos y perJuICIOSde una especialización sin alma hab '
sus contradicciones. De este modo, los sociólogos se autoconceden seealntetodo acerca de la verdadera naturalez~ de l~: !:pa:~:~~;::
d os expertos.
un certificado de satisfacción profesional de vigor crítico, aunque más
Pero lo que aquí ,
no sea porque confrontan los discursos más autosatisfechos de una . , 1 nos ocupara es la otra postura. La ue .
sociedad con las vivencias desencantadas de los actores. Antaño acu- que la SOCIO logía, autoinvestida actitud crítica por excelen~ia postula
tamente deb ' supues-
sada y desterrada del campo revolucionario por "ciencia burguesa", , e aportar un valor agregado a la acción. También a uí
la sociología lentamente se autoinvistió, con una gran complacencia Incluso antes de enfocar la corrección d " q ,
. , e sus excesos mejor sena
profesional, como la disciplina crítica por excelencia. Pero una ve: minar mas de cerca la realidad de sus virtudes.' exa-
más, tarde o temprano, y contra los extravíos de los militantes, se obli-
gó a recordar la pertinencia y la necesidad de los datos científicos, 111
legitimidad del análisis desapasionado y riguroso de la vida social. Es
Complicación
ta corrección resulta necesaria porque la voluntad crítica corre el ri H
go de cegar al investigador con diktats partidarios, encerrándolo '11
I
obsesiones personales o compromisos morales que nunca son abi '1
, 1I

tamcnte aceptados ni discutidos como tales. Las virtudes de la postura crítica son

)' Entonces, la salud de la sociología no sería más que un asunto dI °nmt partidas por lo~ sociólogos. y para PO~::I~ee~~:~:~i:~e:sl::~~~
equidistancia entre esos dos escollos, porque la experticia sin crítir 1 emente necesano qu 1 . 1 '
crítica p l f e a SOCIOogla logre contener los desvíos de
'no tiene alma, y la crítica sin experticia carece de carne. Las dificul o.r, a. uerza de la verdad científica, desconfiando de toda
tades, incluso reconocidas, son no obstante minimizadas y concch presentacIOn madecuada de la realidad P .
os siguen concibiendo el mundo social co or Cierto, pocos sociólo-
das a lo sumo como un desvío superficial, corregible en cuanto a 11 ., mo estructurado por un
esencial con ayuda de un movimiento pendular que va de la expert ~IOn entre ~~silusiones y las bases reales de la existencia, una suer~
cia a la crítica, y viceversa. En consecuencia, siempre son captadas ('(1 e concepcIOn de dos caras de la realidad. Pero en la m ía d
s casos si di' . ayona .e
mo tensiones que de ningún modo cuestionan la legitimidad del 1 t : lempre es e conOCimIento científico de los hechos y d 1
ve1amlento de lo real que . , e
zo entre el conocimiento sociológico y la acción social. . garantIza, de donde supuestamente flu-
Por desgracia, no todo es tan sencillo. Si no viene mucho a CU<-II , armonIosamente, la verdadera crítica de la sociedad. y de todas
to desdeñar radicalmente el valor del saber sociológico, a tal puutu aneras, para esa perspectiva, un sociólogo no puede no enf t
los conocimientos -en cuanto experto- adquiridos por cualquier ~(I con la cara Oscura de una sociedad, con sus mentiras o idar ar-
ciólogo y las solicitaciones de que es objeto reducen su alcance, '11 tal.~u.n~osus trab<ti~sregistran desvíos asombrosos en~re~;~~i::~;~
cambio la utilidad o la pertinencia prácticas de los conocimiento o lCia es y las realIdades sociales 'Cómo pod '
g' '. .é na entonces la socio-
sociológicos a menudo distan mucho de ser evidentes. La multip] ~a,:n su misma actitud, no ser crítica? En consecuencia hasta se-
cación de evaluaciones de resultados diversos, hasta contradictorlm, a ermana gemela de la crítica. '
el aggiornamento constante de categorías más o menos operativas, 111 ~in emb~:go, sociología y postura crítica no se confunden El p
~~ct· . ~
evidentes errores inducidos por la transposición abusiva de los I n ICOno puede alimentarse en exclusiva de 1
sultados, la proliferación de resultados de investigaciones sin 1I 11 l~s!nvestiga~iones. En este sentido, la bUena SOCiolo;;ar~:::dos
tízó la exacnrud de una toma de posición crítica. Ya la i~versa~~
DANILO MARTUCCELLI SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 161
160

exactitud de una postura crítica a menudo puede oponerse a las exi- miento de otros lectores, transformándose entonces, verdaderam n-
te, en formas de "conocimiento" de lo real. El misterio y la mistifí-
gencias de una actitud sociológica.
De hecho, existe una serie de tensiones estructurales entre la so- cación de toda postura crítica es que en el mismo momento en que
ciología y algunas dimensiones, acaso las mejores, de la crítica social. supuestamente describe la realidad, de hecho está recreándola, en
En la primera, la verosimilitud del conocimiento producido, así co ocasiones inventándola. Precisamente por eso cuando se mira de
mo la fidelidad a la realidad, son de rigor, mientras que, en la segun- cerca, rara vez las posturas críticas dan verdaderamente cuenta del
da, las adhesiones morales y las iras personales son centrales. La so mundo. A menudo, excesivas o aproximativas, más figurativas que
ciología sólo existe cuando permite captar mejor la realidad, mientras demostrativas, no dejan por ello de tener una increíble fuerza de
que la crítica, con mucha frecuencia, supone la evocación de otro enunciación y evocación. Puede cuestionarse la legitimidad de la
mundo. La sociología está obsesionada por la realidad, y de ninguna realidad económica de la plusvalía, pero difícilmente se pueda ha-
manera puede tomar distancia a su respecto; la crítica, a la inversa, cer a un lado la evocación carnal que transmitió de la explotación.
tarde o temprano, frente a ella, debe tomarse libertades intelectun Después de todo, la obra probablemente más profunda de crítica
les. Si la sociología necesita cierta concepción de la verdad es porq\1 que lás ciencias humanas produjeron en el siglo xx, la de M. Fou-
se mide y se confronta con la realidad, mientras que los méritos d 111 cault, es a menudo juzgada sociológicamente de una increíble inve-
crítica como palanca de la acción están más fundados en su fuerza d rosimilitud. Y sin embargo, sus obsesiones personales, como pocas
persuasión, en sus capacidades para convencer, en la indignación 01~ otras representaciones -claro que ciertamente más en los medios
ral que suscita, en ocasiones a despecho incluso de la inverosimilitud intelectuales- terminaron por convertirse en fórmulas cotidianas de
relativa de los hechos expresados. La postura crítica se apoya en /111 nuestra percepción de la realidad.
lapados pero siempre importantes distanciamientos con la realidad Es difícil entonces no formular el interrogante: ¿por qué el tra-
Mucho más de lo que se cree, se encuentra bajo el dominio de -1 bajo y los sondeos sociológicos, a despecho de su verosimilitud, no
mentos subjetivos, de reacciones morales que introducen una VII logran impactar las imaginaciones de manera tan fuerte y durade-
luntad de modificación de lo real, aunque retóricamente siernpt a como las obras críticas, que sin embargo son, si no falsas manifies-
se presente como una respuesta a una situación determinada y a 11 mente, en todo caso más bien inverosímiles? ¿Cómo es posible, por
~emplo, que el establecimiento de una causalidad inmediata entre
posibilidades virtuales que encubre.
Decir entonces que la sociología en cuanto ciencia contribu los prejuicios raciales en lo cotidiano y el exterminio de una minoría,
a una obra de claridad, y que una vez escogidas las perspectivas 11111 incluso la comparación entre el principio identitario del pensa-
rales está obligada a rigurosas exigencias científicas comunes a 1"1 iento humano y el Holocausto, a despecho de su inverosimilitud so-
cuerpo profesional, es en este punto una posición muy atinada, l' ial e histórica, se hayan impuesto?
ro insuficiente [Weber, 1965]. La tensión intelectual entre el trah 1 Es posible que una parte de la explicación radique en la escritura.
jo sociológico y la postura crítica, más todavía que la relación enh 1 trabajo sociológico, más allá de la diversidad de los métodos, se pre-
la ficción novelesca y la realidad social, es un verdadero asunto ti nta siempre como interpretando la realidad a partir de los discursos
contrabando [Vargas Llosa, 1996]. Llegado el momento, en efu I uministrados por los propios actores, cualquiera que sea, por lo de-
se trata de hacer pasar, sin resguardos, una voluntad por una V I ás, el grado de distancia que el sociólogo adopte luego respecto de
dad. En su forma consumada, lo que la postura crítica agreg \ I as representaciones. Esta perspectiva, empero, casi inevitablemente
mundo supera de manera inconmensurable lo que se extraía dI I nduce a la sociología a redactar sus libros en la mejor tradición del
con ayuda de los estudios sociológicos. y la paradoja es que en (1 rrador omnisciente de las grandes novelas del siglo XIX [Cohn,
siones las imágenes críticas así construidas impactan el ent '11 11 81]. La intriga, presentada con una gran ingenuidad narrativa, siem-

)1
162 DANILO MARTUCCELLI
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 163
pre ocurre en dos niveles diferentes: por un lado, las peripecias "no-
velescas" de los actores, y, por el otro, y de tanto en tanto, la mirada te a cubierto de observaciones atinadas qUe señalan sus límites o sus
omnisciente del escritor-sociólogo que emerge tras las líneas y ION exageraciones. Luego, su poder de persuasión pasa evidentemente
acontecimientos presentados, con mayor o menor discreción, para r ,- por el uso de fórmulas más o menos literarias que se dirigen a la emo-
cordal' al lector que él sigue siendo el dueño de la composición final. ción y al sentimiento de injusticia de los lectores. Aquí la crítica es
En la novela del siglo XIX se adoptaba la forma de las intervencion 'N más bien moral, y en la actualidad, a despecho de todos sus extravíos
"exteriores a la ficción" del narrador. En la sociología, las más de I<lN políticos, fue lo esencial de la actitud sartreana y de la terrorífica be-
veces se adopta la forma de una gravosa discusión sobre las diversas l~ezade más de una fórmula cuyo secreto conservó para siempre con-
perspectivas de interpretación posibles u opuestas. SIgO.Por último, existe una crítica que se ubica en el límite de las cien-
Hagamos a un lado aquí el hecho de saber si esa distancia es o no cias humanas porque, con más honestidad que las dos precedentes,
una prenda de plausibilidad científica del discurso sociológico, all acepta que es una forma de extrapolación imaginaria, y que por otra
donde el individuo objetivado por determinaciones objetivas sería in- parte muy a menudo se presenta literariamente como una obra de
capaz, entregado a sí mismo, de acceder a sus propias objetivacion ·8, ficción distópica. Evidentemente pensamos en Kafka, Orwell y Hux-
Más importantes para nuestra reflexión actual son las consecuencias le~ pero también, y más cerca de nosotros, aunque la frontera ya es
directas que se deben extraer de la estructura narrativa en movimien mas porosa, en Mcl.uhan, Debord y Baudrillard.
to. La exterioridad de la mirada sociológica conduce a un divor io A despecho de sus evidentes limitaciones sociológicas, estas estrate-
bastante grande entre los diferentes niveles, donde, llegado el mo gias críticas hablan en ocasiones más que los laboriosos estudios de la
mento, la razón última de una situación está ubicada fuera de toda ociología. Por cierto, no de la misma manera ni con los mismos efec-
posibilidad ordinaria de acción. Bien mirado, el relato sociológico no tos. Pero eso no impide que el poder de evocación de la postura crítica
argumenta tanto a través de sus partes y subpartes como ilustra Ull I veces sea casi inversamente proporcional a su grado de verosimilitud
actitud a través de los fragmentos transformados en secuencias. ociológica. En cambio, el estudio sociológico, si logra restituir fielmen-
hecho, el principio mayor de argumentación sociológica puesto '\1 te una situación social, casi inmediatamente ve cómo se agota su actitud
práctica se asemeja al de los reportajes televisados durante los sini ' rítica en lo que a lo sumo no es más que una denuncia de los sufrimien-
tros: los actores del drama, los bomberos y los socorristas, y más l¡\I os o las oportunidades desigualmente repartidas. De este modo los so-
de, más lejos, los responsables políticos. Ésta es la tríada de los papr iólogos no pueden dejar de criticar fuertemente las posturas críticas,
les, en el fondo rara vez perturbada, de los relatos sociológicos: I que, con justa razón, consideran exageradas y a menudo muy simple-
malestar y la desorientación de los actores, los estados de ánimo dCII ente ~alsas;~ientras que los partidarios de las posturas críticas no pue-
personal estatal colocado en el frente; por último, la mirada objetiv I en dejar de tildar de conformismo a una disciplina cuyo criterio de ver-
y objetivante del sociólogo. ad científica limita la imaginación crítica.
A la inversa, la postura crítica en sus mejores momentos recun
a otros tres recursos narrativos. Ante todo, y en una relación estre "1
con el modo de argumentación que se pone en marcha en el relatu
cinematográfico, utiliza imágenes que, paradójicamente, van a a 11 ites
rar tanto mejor lo real en la medida en que en un primer momento
se alejan ostensiblemente. Desde Rousseau hasta Foucault, pasandu
por Marx, Lévi-Strauss y la Escuela de Frankfurt, los ejemplos SOII El reconocimiento de una tensión estructural entre el conocimien-
abundantes. Por eso mismo la postura crítica se pone inmediatamcn sociológico y la postura crítica debe llevamos a una revisión de sus
spectivos lazos con la acción social. E incluso si el problema no se Ii-
164 DANILO MARTUCCELI.J SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 165

mita de ningún modo a la tradición marxista, es en sus diversas filiacio- sentido como se debe interrogar el lazo de desgaste localizable en-
nes, reconocidas o no, donde la sociología conoció las expresiones más tre la postura crítica y una suerte de fatiga de la opinión pública,
ambiciosas de este proyecto. El problema central no es otro que el d '1 frente a cierto discurso de la denuncia. Sartre vivió a lo largo de to-
pasaje de lo informe social y cultural al orden político y a la disciplina da su vida con la ilusión de que bastaba denunciar el escándalo de
moral. Esta perspectiva es inseparable de la convicción íntima de qu(' la opresión para lograr, aunque fuera un poco, restablecer el senti-
es preciso arrancar a los hombres del estado brumoso o de la impuro do de la verdad. Nuestra situación actual obliga a reconocer los lí-
za en los que se encuentran para llevarlos a un nivel más alto de con- mites de esta actitud. En este sentido, el deslizamiento de algunos
ciencia y libertad. El combate revolucionario no era otra cosa que la ea- intelectuales, más allá de los narcisismos individuales, en ocasiones
pacidad de oponer a la disciplina burguesa, mecánica y autoritaria, una traduce una verdadera desesperación. ¿Qué hacer cuando no basta
contradisciplina proletaria autónoma y espontánea. Desde entonces, ya con escribir para "intervenir" en los acontecimientos? ¿Qué ha-
las variantes fueron muy diversas, pero siempre, de una manera o de cer cuando la denuncia -a despecho de su vigor como tema de la
otra, se trató de escapar al dominio de una concepción dominante d 1 crítica de lo cotidiano- no atrae, o lo hace de una manera extraña-
mundo, rutinaria, familiar, logrando forjar una visión alternativa cons mente selectiva, la atención pública? Por supuesto, ningún sociólo-
cien te. En la medida en que los individuos están sumidos en las eviden- go es ingenuo al punto de pensar que la publicación de sus investi-
cias de una concepción del mundo que no cuestionan, se ven obliga gaciones podría conducir a un cambio social, que basta con conocer
dos a pensar de manera dispersa y ocasional. A la inversa, gracias al o descubrir las desigualdades para que sean corregidas. Pero hay
saber, los individuos supuestamente son capaces de cuestionar sus si. que extraer todas las consecuencias del hecho de que ya no estamos
tuaciones de vida, salir de un estado no reflexivo o rutinario, y lograr en un mundo donde la ignorancia de los hechos todavía podía ha-
alzarse a una concepción del mundo reflexiva y coherente. Gracias a cer las veces, para algunos, de excusa moral. Y tampoco se trata ya
ese trabajo, el individuo debe así convertirse en un "protagonista", ay r de decir que la gente no quería entender o no quería saber, como
de la historia, hoy más modestamente de su propia vida. En resumen: a veces pudo ocurrir a propósito de la experiencia de los campos de
en esta perspectiva, el conocimiento crítico siempre, supuestamente, concentración. Hay que rendirse a la evidencia de que de ahora en
informa de manera más o menos inmediata acerca de la acción. Pero más la opinión pública las más de las veces está informada, y que
¿siempre ocurre eso? Un exceso de conocimiento ¿llevanecesariamen- permanece indiferente.
te a un exceso de acción, aun de liberación? La denuncia se extendió como metástasis durante el siglo xx.
Las sendas de pasaje de la ignorancia al saber, y de éste a la a '. Con razón, acompañó la expansión del poder totalitario, así como
ción, a través de la crítica, son mucho más complejas que lo que UII la politización de campos hasta entonces a resguardo de la mirada
relato ampliamente ecuménico deja entender. Por cierto, una paru crítica, pero, de ese modo, terminó por socavar en el fondo sus pro-
de la sociología se esforzó por distinguir entre diversos tipos de resis- pias bases. Para emplear una expresión de Simmel, estamos aburri-
tencias u obstáculos según se tratara de la falsa conciencia, de la ma- dos de la denuncia. Por cierto, hay escenas que nos siguen irnpac-
la fe, de la ignorancia, del error, del cinismo, de la conciencia desga- tando, y las violencias políticas denunciadas o mostradas por los
rrada. Indudablemente, una vez más, la sociología no dejó d periodistas tienen todavía un papel de catalizador, a menudo de una
cuestionar el lazo entre los marcos de interpretación y las oportunl empatía moral, en ocasiones de una toma de conciencia, más rara-
dadesde acción, como desde hace décadas lo hacen los teóricos do mente de un bosquejo de acción. Pero lentamente se extiende una
la movilización de recursos. abulia, un estado de ánimo colectivo que hace que nuestra capaci-
y sin embargo, estas actitudes a menudo dejan fuera de la pro dad de indignación moral frente a las injusticias se debilite conside-
blemática las dimensiones propiamente morales. Pero es en esto rablemente [Tester, 1997].
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 167
166 DANILO MARTUCCELLI

o menos ayudados en esto por los conocimientos sociológicos, su vul-


Gracias en parte a los progresos de las ciencias sociales, la opi-
garización o su perversión, tienen tendencia a desarrollar una serie
nión tolera menos hoy en día el dominio de los discursos desconec-
de estrategias para ponerse a resguardo del mundo, transfiriendo a
tados de los hechos sociales. Desde este punto de vista pueden obser- otros los riesgos de la vida moderna.
varse transformaciones bien reales, aunque más no fuera porque los Por otra parte, esta metástasis de la denuncia coincidió con una
conocimientos sociológicos informan con mayor abundancia los dis-
modificación del modo de intervención de los sociólogos en el espa-
cursos de los actores. Y sin embargo, cómo no ser sensibles al hecho
cio público. A un modelo tradicional identificado con el intelectual
de que el aumento de la reflexividad de los actores sociales sobre ellos
crítico que enuncia el sentido de los acontecimientos vino a añadir-
mismos se incrementa más rápidamente que sus capacidades de ac-
se otro, propio de las ciencias sociales, que escucha los murmullos de
ción. Llegado el momento incluso, y en figuras por el momento e~-
la gente. En el primero, los intelectuales, en función de la legitimi-
tremas y más bien raras, hasta resueltamente patológicas, el ~on~~l-
dad adquirida en su campo científico y de sus oportunidades de in-
.miento se convierte en un sucedáneo de la acción, una explicación
tervención en las redes mediáticas, enuncian el sentido de los acon-
de su debilidad ya la vez una excusa del desprendimiento del acto~.
tecimientos, que "forman" la opinión pública, apuntando así con su
O incluso, y para los actores más instruidos, opera como una formi-
mirada a acompañar la voz de los movimientos. En el segundo escu-
dable palanca de neutralización crítica porque el actor "conoce:' ,la
chan, y aportan entonces en sus intervenciones públicas las técnicas
objeción, y hasta se cuida mucho de extraer de ello una conclusión
de investigación propias de las ciencias sociales; ellos escuchan, por-
práctica cualquiera. . ., que saben escuchar, en empatía con el sufrimiento de los otros. En el
El saber social es, en parte, responsable de esta situacion. Acaso,
primero se legitiman, como siempre, mediante un desplazamiento
vivimos más que en el pasado con una conciencia acrecentada de los
solapado del aura intelectual del campo científico a la escena políti-
abusos, de las injusticias, los horrores, pero sobre todo vivimos en me-
ca. En el segundo se legitiman mediante la transferencia de su habi-
dio de una inteligencia creciente de las interdependencias de los fe-
lidad profesional, de sus competencias de expertos en un campo de-
nómenos sociales. Y es en este sentido como la sociología, a menudo terminado, sobre la escena pública.
de manera involuntaria, participó en el cuestionamiento de los valo-
Tendencialmente, lo que se impone es la última actitud. Los so-
res de la denuncia. Si ya casi no nos impacta, no es solamente porque
ciólogos no dejan de validar de manera creciente sus tomas de po-
habría una suerte de relajamiento moral generalizado, del que se que-
siciones políticas a través de una apelación a los resultados más o
jan los conservadores desde siempre, o una simple abulia, sino ta~-
menos directos de sus investigaciones. De este modo, se trata de pre-
bién porque lentamente, con la extensión de cierto tipo de conocí-
sentarse, si no realmente como un portavoz, por lo menos como un
miento, somos capaces de reconocer, o de anticipar, de manera muy
intérprete fiel de las dificultades de la gente de abajo. Por cierto, la
prosaica, el "costo" que tendría sobre nuestras vidas una intervención
figura del intelectual tradicional, que domina los acontecimientos so-
públic~ cualquiera. . ., . ciales a través del discurso de un relato estereotipado sobre el senti-
En otras palabras, la sociología creó un espaCiO de acción partl-
do de la historia, no es de lamentar, pero esa tendencia a legitimar su
cular, que con mucha frecuencia se opuso a una voluntad de solida-
propia posición con ayuda de un conocimiento científico metodoló-
ridad y de movilización clásicas. La toma de conciencia creciente de gicamente obtenido es cuanto menos limitada.
nuestros límites de intervención sobre el mundo social, en gran me- Si la escucha es la virtud profesional mayor de un sociólogo, cons-
dida gracias a los conocimientos producidos por la sociología en la
tituye en cambio una estrategia muy restringida de toma de posición
percepción de los diferentes riesgos sociales, vuelca en parte la~ :s- política. No se cambia una sociedad permaneciendo a su escucha. Sin
trategias de impugnación hacia lógicas más ancladas en la protecclO~.
duda, legítimamente es posible definir -y es un camino muy sabio-
Como las causalidades últimas son demasiado lejanas,los actores, mas
168 DANILO MARTUCCELLI 111
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA

las fronteras de la responsabilidad profesional en la escucha y la pro- alguna parte, un poco, debe s~r cercana a los actores sociales. El (
ducción de conocimientos verosímiles. Pero entonces es preciso ser nocimiento sociológico es una alteridad familiar. De este modo,
conscientes del hecho de que esos "diagnósticos", por críticos que siempre corre el riesgo de conocer dos formas de degradación. Por
sean, de ningún modo pueden hacer las veces de "proyectos". un lado, construcciones demasiado alejadas de la práctica real de los
Estas situaciones, empero, por anecdóticas que parezcan, no de- actores pueden entonces resultar incapaces de inspirar una ..renova-
ben obstruir la conclusión que se impone. Hay que apartar de entra- ción de las prácticas sociales. Por el otro, y exactamente a la mvers~,
da posiciones extremas que, so pretexto de crítica radical, impugnan, los conocimientos no sólo no parecen aportar nada a los actores, Sl-
en nombre de un nihilismo intelectual estéril, toda validez crítica al no que, demasiado cercanos a ellos, termin~n dando vuel.tas, ~rodu-
conocimiento sociológico. En muchos campos de la vida social sería ciéndose y repitiéndose las mismas observaciones con vanas decadas
posible mostrar hasta qué punto influye en forma duradera en las
de intervalo.
prácticas sociales. Por tanto, de ningún modo se trata de cuestionar Pero estas dificultades, y precisamente sobre eso vamos a detener-
una vez más la idea, tan consustancial a cierta representación de la nos, también proceden de las modificaciones localizables por el lado
modernidad, del papel liberador de la razón en la historia humana. de la dominación social. Durante mucho tiempo el punto nodal del
En cambio, hay que tomar debida nota de que la acción social no es proceder sociológico, y no ya solamente de la postura del intelectual
la hija pródiga del conocimiento, por crítica que sea. Idea simple y crítico, fue mostrar los conflictos detrás del orden. Entonces la pos-
evidente, dista mucho de ser una revelación contemporánea;jamás tura fue criticar las imágenes de una modernidad conquistadora que
fue totalmente ignorada. Y sin embargo, las dudas estaban como se identificaba con el progreso y con la confiscación por las elites del
aplastadas por la confianza que una buena parte de los sociólogos, monopolio de la razón. La sociología, mucho más y con .mu~~a más
más o menos inmediatamente, ponía por un lado en el saber, por el fuerza que otras disciplinas, supo mostrar la parte de dominación que
otro en los beneficios de la opinión pública. Inclusive en las versio- implicaba ese proceso, pero sobre todo hasta qué pu~to la ~xplota-
nes más reflexivas y autocríticas, la sociología sólo encara de manera ción y la alienación eran inherentes a las sociedades mdustnales de
muy marginal los perjuicios posibles del conocimiento sobre la ac- clases. Más allá, entonces, de tomas de posición políticas personales,
ción, porque, a pesar de todo, sigue adhiriendo a una imagen de la esa actitud crítica le era casi consustancial, a tal punto supo mostrar
emancipación asociada de manera muy ingenua con el pasaje de for- las situaciones de incertidumbre detrás de la supuesta racionalidad
mas sociales mistificadas a la verdad. de las organizaciones [Crozier, 1963), y los conflictos de clase detrás ~e
los valores de una sociedad [Touraine, 1973). En pocas palabras, de tras
de la opacidad de los procesos, encontrar a un responsable. El o~den
social aparecía como una evidencia y el conflicto, como un.a .reahdad
Desafío mucho más frágil y "oculta", o como una realidad que participaba en
su mantenimiento.
En la historia del pensamiento sociológico, y a despecho del
El cuestionamiento de la relación considerada en lo inmediato cambio de lenguaje, sin duda alguna es la fórmula de Marx del pa-
como universalmente positiva entre el saber sociológico y la acción saje de la "apariencia" a la "esencia" la que mejor ,sintetizó esta ~o-
emancipadora remite a dificultades de diferentes naturalezas. En la luntad crítica. Sin embargo, al respecto, hoy en dia nuestras SOCle-
raíz, el origen es de índole epistemológica: la sociología debe ofre- dades en el nivel de sus representaciones, tienen que habérselas
cer una interpretación mejor, o por lo menos, siempre una interpre- meno~ con el orden y el fijismo de las formas sociales que con el "de-
tación "diferente" del comportamiento social que, sin embargo, en sorden". Piénsese en la representación liberal de la sociedad de mer-
SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 171
170 DANILO MARTUCCELLI

dad de las responsabilidades en acción. Precisamente por eso, al in-


cado (donde todo se mueve), en ciertas imágenes de la globalización terpretar esas situaciones exclusivamente como relaciones sociales
(donde todo está desregulado), en cierta representación de la so- que no pudieron comprometerse como tales, y que apelan a una con-
ciedad (donde todo es un asunto de redes), o incluso en una repre- flictualización, se corre el riesgo de dejar escapar una parte del pro-
sentación de la exclusión como una fatalidad (puesto que no hay ya blema. Descuidarlo conduce a un trabajo crítico insuficiente. Con fre-
un adversario social identificable), una buena cantidad de nuestras cuencia -a lo sumo con ayuda del saber social- el actor logra -pero a
representaciones sociales requiere una renovación de nuestras com- menudo fuera de toda posibilidad de acción- forjarse una represen-
petencias críticas. tación más amplia de las causalidades puestas en acción, que enton-
En un contexto de este tipo, la postura crítica debe modificarse. ces hacen las veces de estructuración más o menos imaginaria de una
Por una parte, debe enfrentar las consecuencias de la ausencia de relación social ausente. Pero el actor sigue estando tanto más reple-
una ideología dominante, deshacerse entonces de lo que fue y sigue gado sobre sí mismo en la medida en que los desafíos le parecen fue-
siendo a menudo su pretensión mayor, descubrir las relaciones de ra de su alcance. La relación del sociólogo con el actor no puede, en-
dominación "detrás" de la apariencia de los acontecimientos. En ade- tonces, traducirse casi inevitablemente por diversas formas de
lante, debe decidirse a extraer todas las consecuencias de una domi- decepción práctica, puesto que los actores, en el mismo momento en
nación que se abstiene de la imposición de una visión global del que "comprenden" su situación, están como bajo el efecto de un en-
mundo [Abercrombie, Hill, Turner, 1980]. A menudo, ya no se tra- granaje de relaciones sociales, persuadidos de que no lograrán modi-
ta de denunciar prácticas ocultas de dominación, sino de encontrar ficarlos. Aquí, la lucidez, el hecho de poner en forma de intriga y de
un sentido a situaciones cada vez más transparentes, donde en oca- relato las causalidades de la propia desdicha, con mucha frecuencia
siones, pues, inclusive cuando los anima una comprensión de los fe- van a ir de la mano con la toma de conciencia, paradójicamente, del
nómenos, los individuos tienen la experiencia de una pérdida exis- cierre práctico de los horizontes. En ocasiones el actor se frustra tan-
tencial de la que se sienten mucho más las víctimas que los actores. to más cuanto que se ha vuelto consciente de la situación. La toma de
Por otra parte, la postura crítica debe reconocer modificaciones en conciencia no libera, no conduce a la acción colectiva, pero se tradu-
el seno de la larga tradición de una actitud que apunta a permitir ce en una amargura. Confesémoslo: en esas situaciones, el conoci-
que los actores tengan una mejor comprensión del mundo. Para ello miento sociológico es lo que, extrañamente, permite el pasaje de la
debe hacer algo más que esforzarse por clarificar los principios de fatalidad al resentimiento.
justicia que se ponen en marcha en las críticas sociales o en lasjusti- En el momento en que las interconexiones se generalizan, las si-
ficaciones de los actores [Boltanski, Thévenot, 1991]. Debe partici- tuaciones de vida tienden a separarse analíticamente. A menudo el
par, más activamente que en el pasado, en la producción de una so- mundo aparece, en el imaginario contemporáneo, al mismo tiempo
lidaridad de un nuevo tipo que, precisamente porque las coerciones como cada vez más integrado prácticamente y cada vez más analítica-
eociales actúan más a la distancia, exige un aumento de imaginación mente opaco y desunido. Por lo demás, la capacidad de compromiso
en la conexión de actores alejados y sin embargo ubicados en un mis- a distancia en asuntos políticamente distantes, que se convierte en
mo eje de dominación. una exigencia ciudadana indispensable en el mundo de hoy, se re-
La sociología, en su vocación crítica, debe romper con la preten- siente mucho por esta situación [Bauman, 1993]. Para restaurarla,
sión de un trabajo de imputación global, porque los aspectos de la cualesquiera que sean las posibilidades de análisis universitario en tér-
dominación, en adelante, son demasiado diversos para ser reducidos minos de explicaciones causales, es preciso mostrar en mayor medi-
a una perspectiva única. Por cierto, en muchos campos restringidos, da la proximidad de las prueb~ a que se enfrentan los individuos. La
una conexión de este tipo siempre está presente, pero ya no permit . postura crítica debe permitir que el actor comprenda en términos so-
dar cuenta de todos los efectos colaterales en actividad, de la plurali-
172 DANILO MARTUCCELI.I SOCIOLOGÍA Y POSTURA CRÍTICA 173

ciales situaciones que tendía a vivir como personales, como los estu- postura crítica y a la vez reconocer el nuevo horizonte de intercam-
dios feministas -mucho mejor que otros- supieron mostrarlo desde bios en el que entraron sus relaciones. En esta situación, la sociolo-
hace años. Así, el objetivo es llegar a socializar esas pruebas, quitan- gía tiene más de una cosa por aprender de la imaginación narrativa
doles una parte de su carga negativa, logrando incluso que domina- puesta en práctica en la postura crítica, y requiere más modestia en
ciones ordinarias que hoy en día tienden demasiado naturalmente" us capacidades para informar la acción.
psicologizarse sean resocializadas, en parte gracias al conocimiento
sociológico.
La sociología, en su vocación crítica, puede participar en ese
trabajo modificando un poco sus relatos analíticos para dar cuenta
de la similitud de los estados y las pruebas de dominación entre gm-
pos sociales ubicados, sin embargo, en universos sociales distant ,
y muy diferen tes en apariencia [Martuccelli, 2001]. Si se demora 11
el develamiento de las causas, de la "esencia" de la dominación, la
sociología crítica abandona el nuevo desafío. A saber, la producci 11
del sentimiento de semejanza, a falta del cual la solidaridad no 'H
posible. Por cierto, ese trabajo no desemboca supuestamente ya 11
forma directa, como lo predicaba antaño la crítica, en un exced ,()
te de acción. Y no es el único ni el principal atributo de la sociolo
gía. Pero debe tomar debida nota de que la toma de conciencia en
adelante pasa no tanto por un despertar crítico como por una pr o
cupación de comunicación de las desdichas. Para ello, no basta ylI
con mostrar las interdependencias estructurales. El reconocimicn
to del sufrimiento del otro permanece difuso porque es alimen tII
do por el sentimiento de que demasiadas cosas nos separan de '1.
La sociologíajamás se confunde con la postura crítica, porque su
exigencias insoslayables de verosimilitud y de rigor la alejan de elln.
Pero los límites crecientes de una posición que hace derivar inrnedin
tamente la verdad crítica de la verdad científica invitan a un nuevo
examen de la complicación actual de sus relaciones. De ser necesaria,
la solidaridad no será un producto del reconocimiento de la sola 1111
manidad del otro. A la inversa, pasa por la capacidad de la postura ('1
tica de establecer una relación social y subjetiva entre situaciones dI
vida, a despecho de las cercanías y a pesar de las distancias a la V('~,
Los sociólogos, al tiempo que respetan sus exigencias disciplinad \ ,
deben integrar esa nueva necesidad crítica cuando definen sus plt\
blemas, cuando dan forma a sus resultados. Así, en un único y mismu
movimiento, es preciso afirmar la diferencia entre la sociología y 11
174 DANILO MARTUCCELLI

Referencias bibliográficas
8. Ciencias, sociología, política:
¿quién peritará a los peritos?
por Samuel Johsua *

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Martuccelli, D. (2001), Dominations ordinaires, París, Balland,
de orden didáctico. Ni hombres, ni mujeres, ni pobres, ni ricos, ni na-
'fe'ster, K. (1997), Moral Gulture, Londres, Sage Publications.
tivos, ni extranjeros. Cuando se alejaban de ese orden didáctico, sus
Touraine, A. (1973), Production de la société, París, Scuil.
miradas se dirigían más bien hacia la psicología. Como por otra par-
Vargas Llosá, M. (1996), La utopía arcaica, México, FCE.
te lo había observado Passeron [1991], para lamentarlo, y para ape-
Weber, M. (1965), Essais sur la théorie de la science, París, Plon.
lar a una renivelación por el lado sociológico. Indudablemente, los
specialistas en la didáctica nunca ignoraron las grandes constantes
manifestadas por la sociología cuantitativista, por ejemplo, la influen-
cia masiva de los orígenes sociales sobre los éxitos escolares. Pero es
más bien con una sociología más "fina", más cualitativa, como las di-
dácticas en adelante tratan de estrechar relaciones, informadas como
10 están de trabajos como los de Lahire [1998], o de Charlot, Bautier
y Rocher [1992]. .
El encuentro de la didáctica de las ciencias con la sociología, en
fecto, es inevitable, por lo menos si uno no se contenta con una vi-
ión estrechamente tecnicista de la primera. Sociologías de la educa-
ion, del trabajo, coberturas antropológicas: sendas de investigación
uyos resultados son otras tantas ayudas o desafíos para el especialis-

• Profesor de Ciencias de la educación en la Universidad de Provenza; director


d I Centre de recherche interdisciplinaire: apprentissage, didactique, évaluation.
176 SAMUELjOHSUA CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 177

ta en la didáctica. Si éste quiere comprender los fenómenos de ensr La tentación "posmoderna"


ñanza escolares, las relaciones con los saberes que permiten, pero d!
los que también son su condición u obstáculo, debe salir de su cam
po de especialización limitado y captar, por ejemplo, el sentido qlll' Dígámoslo de entrada: hay un aspecto seductor en los abordajes
puede adoptar tal o cual actividad en tal institución, situada y fechn expresados por la corriente llamada de la "sociología de las ciencias".
da, para tal alumno(a) con múltiples determinaciones sociales. Cuando Amy Dahan Dalmedico y Dominique Pestre [1998, p. 105]
Al mismo tiempo, la reflexión didáctica tiene el deber de permll nos dicen: "No hay más que ventajas en querer también pensar las cien-
necer centrada en las relaciones que se establecen con los saberes: ('N cias como instituciones sociales en interacción con el mundo mate-
to es lo que hace a su especificidad. Y no puede sino considerar COII rial, pensarlas de manera 'materialista', como trabajo y como institu-
atención lo que los epistemólogos, los historiadores de las ciencias, ción, y no solamente como sistemas de ideas", ¿cómo no sentirse
le dicen en cuanto a la índole de la actividad científica. Y lo que el conquistado? Esto es lo que también defiende Isabelle Stengers
cen los sociólogos, en su diversidad. En este marco, el presente texto [1998] cuando afirma, en un ejemplo de modestia bajo los golpes de
está principalmente consagrado a analizar la dificultad planteada pOi la polémica iniciada por Alan Sokal, que todo su proyecto sólo apun-
el encuentro de la didáctica con algunos de sus abordajes, muy pal ta a salvaguardar realmente la especificidad (y los límites) de las
ticulares e influyentes, de la llamada "sociología de las ciencias". ciencias, considerada como actividad práctica. Sin embargo, según
En efecto, una zona completa de esta "sociología de las ci 1\ los textos y los públicos enfocados, el discurso varía, se vuelve menos
cias", rompiendo radicalmente con toda la tradición "internalisui" prudente, más militante, y la tentación de responder de manera uní-
de la historia de las ciencias (como sucesión de problemas que dr vaca a ese programa de investigación es fuerte (en ocasiones irresis-
pende únicamente de sus lógicas internas), se ocupa de respond ') tible). No sólo la ciencia debería ser aprehendida como actividad so-
a dos interrogantes fundadores de sus propias preocupaciones: ¿qu cial, sino que no debería gozar de ningún privilegio respecto de otros
es la ciencia?, y ¿qué es la actividad científica? Pero hete aquí qw sistemas de conocimiento. Como lo dice Bruno Latour [1991] "cier-
rápidamente nos inquietamos: ¡tantos autores dicen que nada dia tamente el occidental puede creer que la atracción universal es uni-
tingue en realidad esos campos de otras actividades humanas! PCI'O versal incluso en ausencia de todo instrumento, de todo cálculo, de
entonces, ¿por qué tantos esfuerzos? En efecto, ¿qué sentido ten todo laboratorio", y tiene razón de criticar el posicionamiento idea-
dría pensar un sistema de transmisión de saberes si éstos no pued 'ti lista que eso supone. Pero añade que "[ ... ] aquí se trata de las creen-
reivindicar ninguna autenticidad, ningún alcance general, ninguna cias respetables que la antropología comparada ya no tiene que res-
eficacia particular? petar". Es el famoso "principio de simetría", reivindicado por los
Al mismo tiempo, el especialista en didáctica ve con claridad que sociólogos de las ciencias. Pero no siempre de la misma forma. Se
quienes disponen de una base, así fuera mínima, por lo que resp (' comprende entonces que tanto "posmodernos" declarados como
ta a los saberes científicos "establecidos", casi no se encuentran en JaN "materialistas" (marxistas, por ejemplo), sin ver contradicciones, pu -
clases dominadas, y se pregunta si no hay algún interés simbóli '0 dan adherir con entusiasmo a esa corriente. Ocurre que no se refie-
"aristocrático" en la negación de las ciencias ... Entonces, el modesto ren a los mismos enunciados. Y no parecen advertir que, además del
físico y especialista en didáctica que soy se dice que, tal vez, esa cu 'H debate específico que está enjuego (¿cuál es la naturaleza de la pro-
tión llevaría las de ganar si se hiciera un nuevo esfuerzo para retornar ducción científica?), entre muchos "sociólogos de las ciencias" hay un
la, como cuestión política. Finalmente, siempre es esclarecedor palll verdadero posicionamiento político, indiscutiblemente "pasmad rno"
las cuestiones de educación. [johsua, 2001]. Observemos sin embargo que éste puede combinar-
se tanto con una vigorosa impugnación social, como en Stengers, co-
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 179
178 SAMUEL]OHSUA

ci.ent~ficas? Bruno Latour [1999], con muchos otros, afirma que en


mo con una radicalidad política más vacilante, como en Bruno La-
nmgun caso es posible convocar a "la naturaleza" para ello. Pero aquí
tour (véase más adelante), o en Michel Callon [1998].
procede por movimientos de fuerza. Todos sus adversarios se ven lle-
Por lo tanto, hay cierta injusticia en reagrupar posicionamientos
vados a Platón, quien encerró a los hombres en la "caverna", constru-
tan diversos en una crítica global del "posmodernismo relativista". Por
yendo (y reservándose) en contrapartida el mundo puro de las ideas.
otro lado, sin embargo y e;; totalmente notable-, estos autores se sos-
Pero el hecho de que Platón sea un idealista, ¿significa que Bruno La-
tienen sistemáticamente unos a otros, cosa que quedó demostrada
tour tiene definitivamente razón? En este marco, el movimiento de
por la manera en que actuaron en bloque durante la polémica abier-
fuerza teórico mayor es el siguiente. La Ciencia, dice Latour, preten-
ta por ~an Sokal. Lo cual puede legitimar una interrogación común
de hablar de "La Naturaleza". Sin embargo, la Ciencia no existe (no
respecto de ellos.
ha! más que ciencias). Por lo tanto, la Naturaleza no existe (no hay
mas que naturalezas). Pero ¿por qué "algunas ciencias" no podrían
hablar de "la" naturaleza?
Muchas veces, el abordaje de este interrogante conduce a un diá-
El ineludible de-slizamiento relativista
logo de sordos. Para el "constructivista" es pan comido alinear los
ejemplos que muestran que la convocatoria de "la naturaleza" en tal
o cual controversia científica es cualquier cosa menos constante. Pe-
Son conocidos los puntos principales compartidos por todos los
r~ -y ésta es toda la dificultad- se comprobará que siempre esos
"constructivistas" en materia de desarrollo de las ciencias. Del "pro-
eJe~plos apuntan a "la ciencia en vías de realización", ya sea por-
grama fuerte" de la sociología de las ciencias de mediados de los se-
que ~n~olucre una controversia en curso (la amplitud de los aspectos
tenta, los autores de esta escuela conservan el "principio de simetría",
antropicos sobre el recalentamiento del planeta, la transmisión de la
,que rechaza todo anacronismo en la historia de las ciencias, Un mis-
enfermedad de la vaca loca), o la comprensión "desde el interior" de
mo tratamiento debe ser aplicado para lo verdadero y lo falso, y hay
una ~~ntro~ersia histórica. O bien, entonces, son convocadas para la
que negarse a convocar la continuación de la historia "juzgada" cuan-
ocasion entidades fuertemente esotéricas para el común de los mor-
do uno se interroga sobre la manera en que se cierran las "controver-
tales (los quarks, los gluones), de las que se deja entender que nadie
sias científicas". Este punto de vista ha resultado extremadamente fe-
sabe si su posteridad superará la de los "torbellinos de Maxwell". En-
cundo al romper con una visión de una ciencia que se desarrolla en
tonces, formulemos doctamente la pregunta: ¿se puede razonable-
el estricto terreno de las ideas, una visión idealista de una práctica so-
mente hablar de la misma "naturaleza" cuando se trata de una natu-
cial de hecho muy concreta, que es aquella de la producción de los
raleza "con quarks, con genes" o de una naturaleza sin esos seres
hechos científicos. El científico pudo ser tomado, por esta sociología,
extraños, hasta de una "naturaleza" con brujas, demonios y duendes?
en su lugar de producción, el laboratorio, en la estrecha red que lo
Pero estas maneras de hacer, por eficaces que sean, están muy en se-
une con los colegas (o competidores), con los instrumentos, lo~ tex-
gundo plano sobre la cuestión que se trata de aclarar. Para compren-
tos, los financiamientos, las presiones políticas y sociales, etcétera.
der dónde van a pescar Bruno Latour y los suyos, sobre todo no hay
Pero, en general, también abandonaron rápidamente otro de los
que aceptar "salir de la caverna", dejar el mundo de los humanos, si-
principios fundadores, el de "causalidad", que consiste en hacer de-
no que, por el contrario, hay que partir de los saberes más común-
pender del contexto histórico-social el contenido preciso de la cien-
mente compartidos. Por ejemplo, Bruno Latour se siente excedido
cia. De hecho, este abandono es perfectamente revelador de que el
por la imagen de Alan Sokal (¿por qué vacila uno en arrojarse del pi-
abordaje deja escapar algo decisivo. Lo que también se encuentra en
so quince?). A él este argumento le parece bajo y simplista. Por el con-
esta otrapregunta: en definitiva, ¿cómo se cierran las controversias
180 SAMUEL]OHSUA IENCIAS. SOCIOLOGÍA. POLÍTICA 181

trario, es fundamental, y Sokal y los suyos todavía no acabaron con él. es, y de las relaciones con esos objetos? ¿Por qué milagro pueden
En efecto, aquí realmente hay una "ciencia" universal y común a lO- 'construir", de manera independiente, concepciones justamente ap-
das las culturas: uno no se arroja sin precauciones de una altura de s para ser compartidas? Ya Ludwig Wittgensteín, pues, había impug-
treinta metros al vacío. No tenemos ninguna necesidad de Galileo pa- ado ese abordaje de la ciencia como "producción del lenguaje" (y
ra saberlo. ¿Cómo (por qué milagro) determinadas relaciones con '1 e una manera general como "producción social") para afirmar final-
saber, tan diversas a través de las culturas humanas, podrían desem- ente que, tarde o temprano, el lenguaje debía hacer sitio a la desig-
bocar en una universalidad semejante, si una naturaleza igualmente ación de los objetos. "La Luna -dirá la madre a su hija- es eso", mos-
universal no impusiera toda su férula? randa el astro con el dedo. Es poco y es mucho. Poco, como lo
ostraron los relativistas, porque ¿qué se quiso decir con eso? ¿La Lu-
a es un planeta, redondo y macizo como la Tierra, o bien un disco
hato, o incluso un trozo de cartón puesto ahí,justo sobre el edificio?
La realidad como actividad stá claro que la respuesta depende del sistema de creencias sobre el
undo de unos y otros. Pero es mucho, porque ese gesto de designa-
ión sólo tiene sentido si la Luna es un "ya presente", independiente
En este marco, que privilegia el conocimiento "común", es posi- e los personajes.
ble captar efectivamente la realidad como actividad. En otras palabra, , 2. El segundo nivel es el del mesounioerso de los aparatos de medi-
como relación social. Esto me conduce a distinguir tres niveles: a que hablan "macroscópicamente" de tamaños evidentemente
1. El primero es el de los objetos macroscópicosy de su "regularidad", onstruidos" en forma teórica (temperatura, intensidad), pero mos-
objetos por lo menos designables, mostrables, aunque subsistan Vil bles de manera indirecta. Aquí es donde interviene la "especifici-
riaciones por lo que respecta a su "significación". Es todo el problr d" de las ciencias, en particular por la "convocatoria del Laborato-
ma de la "referencia", tratado con argumentos muy convincentes P( I o" con miras a "cerrar las controversias" [Stengers, 1993].
Ludwig Wittgenstein. Se cuenta que, confrontado con los argum '11 3. El tercer nivel es el de las entidades postuladas en una modeliza-
tos idealistas de Bertrand Russel, el filósofo le esgrimió por sorpr Al én (quarks, electrones), como señales alejadas de un horizonte pro-
una antorcha bajo la nariz, y, ante el retroceso espontáneo del mate' ndo [Gonseth, 1994], o incluso más, el de los grandes principios (co-
mático, consideró el debate como cerrado ... Este recurso deíctic I o las "conservaciones" de los físicos, entre las cuales la más conocida
"la naturaleza", en efecto, es mayor en el debate que nos ocupa. 1 ( la de la energía) no "mostrables" y ciertamente mucho más frágiles.
hecho, ninguna persona sensata tiene la menor duda sobre la "reall En los dos últimos casos, pero sobre todo en el tercero, puede in-
dad" universal de tales "objetos". Además, eso supera a la sola espe carse que esa "realidad" sigue siendo, como siempre, dependiente
cie humana: hasta un gato se eclipsaría ante una tea encendida [v 'u una actividad social, pero esta vez compartida solamente por una
se Musil, 1984]. Suponiendo que no sólo las leyes físi~as (formalizada inoría, por tanto no "universal" en ese sentido (sólo es "mostrable"
por humanos, y por tanto "sociales", en un sentido)' sino la propia ]"('U manera indirecta y en el interior de un sistema teórico específico)
lidad física dependen de las comunidades que las formulan, ¿cón\(! ás movible. Pero, como lo indica Pierre Bourdieu contra los rela-
explicar que todas las culturas humanas sin excepción hayan fabric istas, esta minoría dispone de medios de hacer la selección (entre
do "leyes" que "predicen" un aterrizaje difícil en caso de caída del p ros, la coherencia interna, la predictibilidad, la acción repetida y
so veintiuno? Más ampliamente, ¿cómo puede ser posible la comuu onada sobre la naturaleza).
cación entre culturas diferentes si ninguna significación compartid La ciencia no tendría sentido si no construyera relaciones entre los
puede ser supuesta (o construida) a propósito de los objetos mat rI s niveles. Pero, en resumidas cuentas, realmepte es la actividad so-
182 SAMUELjOHSUA
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 183

bre los objetos del primer nivel lo que zanja la cuestión. Estos objetos,
yJean Bricmont [1997], de donde procede una constante tenta i n
en términos deJean Piaget, "no se dejan hacer, resisten". Pero no "ha
"normativa" que ellos desarrollan a propósito de las ciencias "hi l -
cen nada" por sí mismos, en todo caso, en el modo de la intencionali-
ricas". En efecto, ¿de dónde proviene que el libro de Sokal y Bri -
dad. Las relaciones causales de la naturaleza -y esto es decisivo- no son
mont produzc.a cier~o malestar entre aquellos que no son muy sos-
históricas (por lo menos a escala humana). Es la conclusión que daba
pechados de SImpatizar con el posmodernismo? Sin duda radica en
Gy6rgy Lukács en su época, y que a mi manera de ver sigue siendo pe
la mezcla de géneros. Ellos afirman alto y claro que no tienen com-
fectamente válida. En una obra por lo demás apasionante, Lucien S .
¡petencia para juzgar globalmente acerca de los escritos de los auto-
ve [1998] afirma que Lukács renegó de ella, por lo menos en parte, pc
res que critican, más allá justamente de los préstamos indebidos a
ro temo que sea en el curso de su "autocrítica" de la fase estalinista.
las ciencias de la naturaleza. Pero, desdichadamente, su libro está
¿Debe ser mantenida esta conclusión? ~eve insiste en los elementos qu
r~pleto de comentarios sesgados, de notas, de frases asesinas que in-
van en el sentido de la historicidad de la naturaleza. Pero no da como
dican sin po~ibiüdad de error que realmente a lo que ellos·apuntan
ejemplo más que "objetos" eminentemente históricos (emergencia d
es el contenido de conjunto. Aquí el problema no está en sus arre-
los organismos vivos, irreversibilidad de los procesos termodinámicos,
metidas en ocasiones bienvenidas contra los "posmodernos". Está
hasta nacimiento del propio universo) sin ver que éstos se moldean 11
en el método, ~ue no sólo reagrupa en la crítica a autores muy di-
"coerciones" rúas y ahistóricas (como las supersimetrías). ¿Dónde es
ersos (en ocasiones de una manera simplemente injusta, como en
el equivalente en las sociedades humanas? Como todos pueden ver, e
el caso de Derrida) sino sobre todo que pretende hacerlo en nom-
to está ligado a la historicidad o no de las cosas. Finalmente, ahí está I
re de un sano (¿y único?) método "científico". Como si las vías de
debate. No tanto saber si el mundo es "histórico" (de hecho, no se SI
cceso al conocimiento representadas por las ciencias de la natura-
be responder a ese interrogante) o si algo nuevo "no-laplaciano" acat
eza, que ellos defienden con razón y ardor contra el subjetivismo
ce (sabemos que la respuesta es positiva, aunque más no fuera por la.
e moda, fueran las únicas posibles, las únicas que pueden exhibir
quebraduras espontáneas de simetría), sino si, a causa de historicid \
u pertinencia. Sin querer jugar al cómodo juego de los espejos,
des diferentes, las lógicas formales ("calculables") corresponden r al
uede expresarse que aquí, poco o mucho, sucumben a las mismas
mente a los procedimientos científicos, mientras que las lógicas "natu
acilidades que sus adversarios.
rales" (humanas) son de un aspecto muy diferente (polisémicas, s 11
Por el momento supongamos entonces admitida la existencia
principio de tercero excluido, sin identidad del ser, etcétera).
e una "naturaleza" (en singular). Sin embargo, esto casi no echa-
Pero ¿cómo construyen los hombres significaciones comunes
ía en saco roto sino el idealismo de las "construcciones radicales"
propósito del mundo? Aquí es donde imperativamente debe ser r 1\ de los sistemas del mundo cuya realidad está únicamente referí:
tivizada la frontera entre lo subjetivo y lo objetivo. No bien se toro
a a los hombres. (Véase la increíble escisión del mundo entre "hu-
conciencia de que la naturaleza no habla por sí misma, la construt
anos" y "no humanos" expresada por Bruno Latour: ¿el Sol, un
ción del sentido respecto de ella es una actividad humana mayor. I-
no h~~an~"?) Pero deja casi intacta aquella, más específica, del
esa construcción la que es irremisiblemente "histórica" (histórica, 1
relativismo . Esto es lo que tratan de hacer sentir con prudencia
ro moldeada en "coerciones"). y Dahan Dalmedico y Dominique Pestre:
Por consiguiente, esto conduce a admitir también una separu
ción cualitativa entre las ciencias de los objetos "históricos" -enu
Se habrá notado que la cuestión epistemológica, por lo tanto, raramen-
ellos las ciencias humanas y sociales [Passeron, 1991]- Yaquellas ('\1
te est~ en el cor~zón de las preocupaciones de estos trabajos (un rasgo
yos objetos no lo son, salvo en una escala sin medida común con 1" cuya rmportancia en su totalidad Sokal y sus amigos no parecen haber
precedentes. Esto es lo que manifiestamente no aceptan Alan S 1I captado), y decidir si los saberes científicos están determinados (o en qu
SAMUELJOHSU¡\
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 185
184
q~iridos "en situación" los más importantes, en cuya primera fila
proporción lo están) por la "naturaleza" y por "lo humano que da unn
tan los saberes discursivos, los que permiten comunicarse, ent n-
de sus representaciones" en estos estudios como una cuestión que no
derse sobre la significación que se debe atribuir a una situación de-
es la suya, que no es su problema del momento; y que tal vez, en gene
terminada, incluso actuar sobre el entendimiento de los otros. Un
ral, es indeterminable [1998, p. 91].
enunciado .del tiP.o "el médico es aquí; pero no está"* se comprende
e ~anera mm:dlata, pragmática. Sin embargo, qué ambigüedad po-
Salvo que llamarla "indeterminable" es justamente el relativia
~n~lal en ese SImple enunciado: ¿es aquí o no es aquí? ¿Es allá o no?
mo. Esta cuestión no puede ser pasada por alto. Michel Callon ('~
mcame~te ~n análisis lingüístico sofisticado -que, por ejemplo, de-
más directo: "Los enunciados no son válidos sino en sus redes dI'
He la sutil diferencia entre la utilización de "aquí" y "allá" en la len-
traducción (relativismo), pero esas redes son muy reales (realismo)!
ua- puede dar cuenta de ello en un nivel erudito.
todo el resto es sólo metafísica" [1998, p. 258]. Es claro, nítido y PI'('
Todos los "saberes cotidianos" son de ese tipo: horriblemente
ciso. La única realidad admitida es la de las redes. Después de estn,
omplicados si quiero dar cuenta de ellos mediante modelos raciona-
¿por qué quejarse de que Alan Sokal pregunte qué "red" explica qu
s, y sin embargo al alcance de cualquiera. Pero esos saberes, de le-
cualquiera vacile en arrojarse del piso veintiuno?
o s, son los ~~ ~umerosos, y, digámoslo, los más útiles porque garan-
Para encarar esta cuestión, conviene seguir captando que únit
zan la sociabilidad constitutiva de los seres humanos.
mente la praxis social posee la respuesta. Las significaciones diferon
Tambi~n existen en la sociedad saberes mucho más raros yespe-
tes vinculadas a los objetos sólo adquieren su amplitud en función di
ficos, atnbuto de grupos restringidos [johsua, 1998]. Muchos sabe-
la acción sobre las cosas. Pero sólo una de estas concepciones es p I
s prácticos -quiero decir, más bien, saberes sobre la práctica- son
tinente si se trata de enviar un cohete ... "La atracción universal" 1111
e:e orden. ¿Cómo no sentirse impactado por la pertinencia, en
es una descripción de la naturaleza tomada en bloque, sino un 1/1'
aslOn~sl~ sofistica~ión, de algunos de esos saberes? Así, los emplea-
delo teóricopara un problema abstracto. Cada vez que este problema \11
s de vialidad de mi barrio en Marsella poseen saberes muy especí-
tracto pueda ser localizado, lo que sin duda supone "instrum 1111
os sobre la manera de levantar los contenedores, sobre el orden de
cálculo, laboratorio", pero donde sea y cuando sea, el modelo será HlI!
operaciones que se deben efectuar, pero también sobre la mane-
universalmente válido, hasta en sus propios límites, vale decir, (1111
de organizar los recorridos en función de las horas, las ciudades,
una "universalidad" limitada a su objeto. Así como las canse \1 11
. Probablemente, los especialistas hayan reconocido detrás de es-
cias técnicas que se le pueden vincular: ¿cambia el vuelo del av \11
últi~a ,~uestión el famoso problema matemático "del viajante de
cuando sobrevuela París o una tribu Navaja? Y,hasta prueba en (1111
mercio , ¡que todavía no se sabe tratar de una manera completa!**
trario, únicamente la teoría física es compatible con esta "ac I I
~n consecuencia, todo depende del sitio donde se dirige la mira-
o 1 se buscan los límites del efecto de universalidad producido por

La ciencia no cubre todo el espacio


del conocimiento humano ~ L~ formulación francesa es mucho más ambigua: Le médecin, c'est ici; mais il n 'est
/ti, Llter~lmente, el médico es aquí; pero no está allá; a lo cual, sobre todo, hay que
lrle la indiferenciación entre ser y estar. [N. del T.)
uEI vlapnte
.. del problema aludido debe resolver cómo ir a todas sus citas sin
Al mismo tiempo, es decisivo comprender que la ciencia 111111
r r una distancia excesiva. Existen numerosas soluciones al problema, que cues-
ta más que una muy pequeña parte de los saberes reconocibl<, , 11
los plantees de la matemática, el álgebra y la física. [N. del T.)
de ese punto de vista, sin ninguna duda son los saberes práctit (1
SAMUELJOHSU¡\ 187
186 CIENCIAS. SOCIOLOGÍA. POLÍTICA

la elaboración científica, se los encontrará sin mucho trabajo. Pero mismo contenido. Es lo que subestiman Sokal y Bricmont, y que apa-
decir que la universalidad en este sentido es un mito no significa qur rece con claridad en cuanto se discuten, por ejemplo, temas de salud,
"todo es igual", y que no disponemos de ningún criterio que su~e.IT ecología, climatología. Hasta aquí, en efecto, no importa lo que se ha-
las redes parajuzgarlo. Un ejemplo: los sociólogos están en condicio podido decir, la ciencia ha sido marginal en e! debate social. Las
nes de mostramos la variedad inimaginable de las "maneras de mesa ", ás de las veces su presencia, incluso masiva, estaba ligada a un esta-
Muy bien. Observemos que la ciencia (o las ciencias) de la naturaleza tus de apoyo para cuestiones que la superaban ampliamente. Todas
efectivamente no tiene nada que decir acerca de esta diversidad (yesLO as nuevas teorías científicas dieron lugar a una renovación de la re-
debería limitar toda tentación cientificista). Pero ¿por qué diablos, 11 exión filosófica, hicieron las veces de bases de retaguardia en polé-
esas diversas maneras, digamos de beber, no se encuentra ninguna so icas ideológicas feroces, pero esas teorías carecieron de una influen-
ciedad que haya "construido" "beber" arrojando cualquier líquido d ia directa sobre las opciones sociales. Nunca como hoy la respuesta
trás del hombro y en la boca? Porque "beber", universalmente, es anu cuestiones científicas estuvo tan directamente ligada a opciones de-
todo (física, química, biológicamente) el hecho de ingerir un líquido isivas que comprometen el porvenir de una manera global. Pero si
por la boca. Uno siempre se siente un poco molesto de recordar est IN 1abordaje científico que gobierna los campos de que trata Sokal no
trivialidades a tantos espíritus ciertamente menos terrenales ... ubre más que pequeña parte de la práctica social humana, es peli-
roso pedir a este solo abordaje la respuesta a las cuestiones que sin
mbargo realmente plantea a la sociedad. No habrá un control "cien-
ífico" de la ciencia. Este control, si existe, deberá tomar referencias,
Acerca de "la incompetencia" como dato central untos de apoyo, fuera de ella. Esto es lo que Sokal y Bricmont des-
eñan, enfrascados en su lucha contra la alta inteliguentsia. Si "pro-
íben" a esta última e! derecho a decir necedades en el plano cien tí-
Por consiguiente, ¿cuáles son las implicaciones políticas de '/11 co (y es cierto que tiene tendencia a abusar de ellas ... ), se lo
debate? Consideremos primero la posición de aquellos que jamás d prohíben" a todo el mundo.
ron muestras de "radicalismo" en materia de transformación so 1I Por cierto, fácil es comprender que la cuestión de! impacto so-
De este modo, Bruno Latour prosigue hace ya algunos años una plll ial de las ciencias estaría ampliamente facilitado si el dominio de
posición de nueva "constitución", que daría su lugar a los "mixt 1M" s contenidos científicos fuera más extendido. Una sociedad corn-
(esos "objetos" nuevos que la evolución de las ciencias importa en "1 uesta de ciudadanos de alto nivel científico, ése es e! ideal. Pero es
naturalezas") y al debate acerca de ellos. Así, él tiene argumentos lHIt almente fácil darse cuenta de qué lejos estamos de eso, y por ra-
fuertes y particularmente convincentes en favor de la introdu e I 11 nes que no radican todas en las dificultades de mejorar la ense-
de los "objetos" técnico-científicos en política, y con justa razón d • anza científica de nuestras escuelas. La primera consiste en la ex-
rrolla un posicionamiento claro para la sistematización instituciun I losión de las producciones científicas. Esto corre parejo con una
de la duda, y una visión de la democracia como desaceleradora dI I1 pecialización cada vez más incrementada de las disciplinas. Aquí
tomas de decisión. ay una tendencia gravosa, nunca desmentida desde cuatro siglos
Podemos seguirlo sin reticencias en este terreno. En efecto, 1111 rás, y que radica en la índole profunda de los procedimientos cien-
vemos enfrentados con un problema completamente nuevo: el el I ICOS,los que multiplican lo~recortes teóricos de los objetos estu-
proyección de la ciencia como ingrediente principal de un de~al( I ados. Ganan en pertinencia,.pero pierden en un dominio de con-
cial mayor, que supera las cuestiones tradicionales de su financiam 11 nto. No faltan autores, entre los más respetables y prestigiosos, que
to y su aplicación, pero inevitablemente exige una incursión '11 11 sean ardientemente una inversión de esa tendencia, el fin de la
188 SAMUEL]OHSUA CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 189

fragmentación interminable. Pero si esta inversión se produce algún cias son ya poderes, sino tan sólo habilidades puestas en acción, de ma-
día, para eso falta todavía. nera nueva, para agitar al conjunto de la colectividad y ponerIa en
Además, incluso simplificada para uso escolar, la física no es un movimiento" (el destacado es de Latour) [Latour, 1999]. Si ya no hay
saber espontáneo cualquiera. Es la representante de toda la ciencia, naturaleza, entonces el saber científico construido en su intención
de varios siglos de teorías y experiencias acumuladas. Yese saber ra- pierde su irreductibilidad para el saber común. Se convierte en una
ra vez se presenta como la prolongación razonada del sentido común. "habilidad", ciertamente privilegiada, para aportar argumentos suple-
Muy por el contrario, hoy sabemos que es el producto de rupturas mentarios (además de objetos nuevos) gracias al laboratorio y a la ex-
con los razonamientos que podrían llamarse "naturales". Sin embar- perimentación. Pero nada más.
go, habría que hacer los mismos esfuerzos para todas las disciplinas, Si esto es cierto (pero no lo es), es evidente que la cuestión de la
las cuales, como dijimos, no dejan de especializarse y exigir nuevas movilización del pueblo en la democracia científica se convierte sim-
rupturas para simplemente comprenderlas, muy lejos de poder pro plemente en un asunto de voluntad. Finalmente es poco ambicioso.
ducirlas. Porque aquf tropezamos con una dificultad inmediata: el principio
De tal modo que aquí llegamos al siguiente punto: hay un desa- del debate democrático no es el del debate científico. No se decide
fío social fundamental para el dominio de las ciencias; este dominio acerca de la validez de una teoría a través del voto de una Asamblea.
no puede ejercerse solamente desde el interior de las ciencias; pero De esto se desprende una segunda dificultad: en este terreno, la du-
de todos modos exige una aculturación que ya da la escuela, y podría da es la regla; la certeza está ausente.
dar todavía mejor; desdichadamente, no obstante, teniendo por s El verdadero problema es realmente que, en efecto, existe una
guro que se perderá la carrera de velocidad entablada con la explo incompetencia en el público por lo que respecta al campo científico,
sión de la producción científica y su especialización aparentemente y que, sin embargo, la democracia debe dar la palabra a los incompe-
sin fin. Por otro lado, por supuesto, está excluido el hecho de deja, tentes. Debemos pensar bien tanto la experticia verdadera como el
sólo a los "expertos", y a sus "redes" -para hablar como Latour-la res derecho democrático "incompetente". También aquí, si uno quiere
ponsabilidad de las opciones que se deben operar. Mal que les pes(' persuadirse de eso, hay que abandonar las altas esferas "nobles" de la
a los especialistas, no sólo nadie puede impedir que el pueblo se adulo ciencia y discutir del mismo problema a propósito de campos técni-
ñe de una cuestión científica, sobre todo si le concierne directamen cos no tan socialmente valorizados. Por ejemplo, ¿hay que votar una
te, sino que es una necesidad democrática fundamental. subvención para dotar al equipo de fútbol local de una pelota que no
Bruno Latour se dedica a dar una solución política (una nueva salte tan alto como las pelotas normales, de manera de facilitar eljue-
"constitución") a esos desafíos. Pero esto va de la mano con una vi go de cabeza de la categoría 'Junior"? Las opiniones autorizadas al
sión singularmente restrictiva de las "asambleas" que se deben cons respecto pueden ser múltiples, pero comoparteconstitutiva suponen
tituir para deliberar acerca de ello. Bruno Latour no se interesa m,N un conocimiento "técnico" del juego, que no está al alcance de cual-
que en grupos de "especialistas" (científicos, políticos, economistas, quiera. Este "corte" es "irreductible" (esa técnica, aunque ampliamen-
moralistas: un panel para France Culture ... ), y manifiestamente <'1 te compartida, no forma parte de la "cultura común", del mismo mo-
pueblo llano se queda en su Caverna. Además, como todos los "p ~ do que la conversación hablada en lengua nativa, por ejemplo),
modernos", consagra una verdadera devoción al interaccionismn mientras no se produzca un aprendizaje igualmente "técnico" (que
(aquí entre esos cuatro grupos), y como cantidad de ellos, manifie puede ser más o menos largo). En la práctica, es más que probable
ta una confianza desmesurada en el procedimiento. Eso dibuja UII que la elección se hará confiando en los entrenadores del equipo, lo
mundo sin conflictos irremediables, sin contradicciones insuperabl '/1, que es una de las maneras de decidir "en la incompetencia". Y si la
Llega incluso a decir que en su modelo" [... ] ni la política ni las ci 1\ cuestión es más conflictiva, más "cargada", por el contrario, será ine-
CIENCIAS. SOCIOLOGÍA. POLÍTICA 191
190 SAMUELjOHSUA

vitable compartir el saber técnico (y no sólo, como Bruno Latour lo ),


.' Ese silencio permitiría oír otra voz, por ejemplo, la de una madre afri-
deja entender, discutir cada uno a partir de su punto de vista). Lo que
cana aquejada de sida que rechaza el aborto terapéutico propuesto:
siempre es posible en parte, pero puede resultar muy delicado. Sobre
"Tengo sida y no estoy muerta. Entonces estoy protegida, y mi niño tam-
este ejemplo, vemos bien que, lejos de la caricatura que hace Brun
bién lo estará". Lo que nosotros llamamos "probabilidad", o "grupo de
Latour, el saber técnico realmente es "de la caverna", nunca de afue-
riesgo", no tiene ninguna significación para ella, y no por ignorancia.
ra. y que sin embargo puede ser especializado a tal punto (procedi-
mientos, saberes, modos de validación) que dividirá al pueblo de la
Que también, evidentemente, pueden parecerse a la campaña
caverna. No veo por qué estas afirmaciones serían incompatibles. Por
del presidente de África del Sur, Thabo Mbeki, contra las afirmacio-
otra parte, me pregunto si no es una conciencia difusa de esas difi-
nes "imperialistas" sobre la naturaleza viral del sida. Cuando tales po-
cultades lo que conduce a Bruno Latour a directamente suprimir al
siciones pueden ser directamente responsables de la muerte de mi-
verdadero pueblo de su "constitución".
llones de personas, ¿de qué vale la "simetría"?
¿Qué queda, entonces? La política, en sentido pleno, con el con-
flicto entre grupos de no competentes, o, para ser más precisos, con
niveles de competencia diferentes, porque es necesario repetir aquí
La negación
con fuerza que "no todo da igual". Algunos grupos que debatirán a
partir de sus intereses propios (en ocasiones irreductibles), de sus
puntos de vista propios, de sus conservadurismos y sus esperanzas.
Aquí podría utilizarse el concepto freudiano de "negación" (pOI
Que crearán los criterios de sus juicios a partir de su ser social, crite-
lo menos en esa forma analógica que tanto displace a Alan Sokal. .. ),
rios legados por el pasado por una parte, y aquellos surgidos del mis-
Negar a la ciencia la superioridad efectiva que se dio para ciertos carn
mo debate, siempre renovado. Hay que esperar que, en el curso mismo
pos (cuando esa superioridad se manifiesta de manera cada día má
del debate, los expertos no sean dominantes por el solo hecho de su
invasora) es abstenerse de asumir los medios de su dominio social. S
condición de tales. Para ello, ante todo hay que contar con el debate
todo es "simétrico", ¿por qué inquietarse tanto? Al mismo tiempo,
y la confrontación entre grupos de "expertos" diferentes (surgidos de
abstenerse de medir las dificultades que se deben superar para insta
las "redes" descriptas por los sociólogos de las ciencias), lo que es una
lar una efectiva "constitución" democrática.
manera de admitir que la experticia, aunque totalmente real, puede
Siempre es importante recordar que el discurso universalista COII
no ser sinónimo de verdad, y por tanto, de autoridad sin apelación.
frecuencia (¿siempre?) ocultó la palabra bruta del más fuerte. P ro
Es necesario además que la incompetencia inevitable de los ciudada-
¿puede hacerse eso al precio de caer en la fragmentación "pasmo
nos no sea sinónimo de incultura. De ahí la importancia decisiva de
de rna", de la que es constitutiva el rechazo de toda universalidad
la aculturación producida por la Escuela y de un cambio cultural en
(hasta parcial, hasta como proceso)? ¿Aceptar incluso las exhort \
la relación con las ciencias y las técnicas. A su vez, esto condiciona el
ciones de Tobie Nathan [1994] cuando afirma: "Los niños de los, O
hecho de que la incompetencia pueda disminuir en el mismo curso
ni nké, bambaras, peuls, diolas, ewundus, dualas, pertenecen a Sil"
del debate, por lo menos sobre los problemas en discusión. Lejos de
antepasados. Lavarles el cerebro para convertirlos en blancos repu
ser una utopía, esto es en verdad la realidad manifestada por todos
blicanos, racionalistas y ateos es lisa y llanamente un acto de guerr \11 I
los movimientos sociales que se apoderaron en profundidad de cues-
Y"Hay que favorecer los guetos, para no obligar jamás a una famll ,
tiones donde los modelos científicos aparecían como elementos cen-
a abandonar su sistema cultural"? Fórmulas terribles que pueden p \
trales del debate.
recerse a las de Isabelle Stengers [1997]:
192 SAMUEL]OHSUA
CIENCIAS, SOCIOLOGÍA, POLÍTICA 193

El planteo es saber si ese funcionamiento democrático es posibl~,


Referencias bibliográficas
cuando la "ley del mercado" y la ideología ultraliberal se vuelven ~1l1-
versales. Desdichadamente la respuesta, como lo vemos todos los días,
es negativa, por lo menos si uno tiene una visron .. , am bilC~ 'osa. , de la
cuestión. Pero lo qUe ocurre es que en este caso la contradicción en-
tre incompetencia obligada del mayor número y desarrollo ~e ~as
ciencias está recubierta, sin por ello anularse, por las contradiccio-
Callon, M., "Défense et illustration des recherches sur la science", en
nes socioeconómicas. El programa " re 1anvista.. " f racasa visiblemente
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tilización. Pero el reino de la mercancía no trae aparejada solamentn
quesoLes malentendus de l'affaire Sokal, París, La Découverte/ Allia-
la hegemonía bárbara del triunfo de "la razón" y de la técnica.i,nst~\I
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berbio. Pero, no COntento con desdeñar lo que hace a la raiz pro{1I11
La Dispute, pp. 319-344.
da del poder de las ciencias, así se evita también la fuente princip ,1
]ohsua, S. (1998), "Des 'savoirs' et de leur étude: vers un cadre de ré-
que impide toda "constitución" democrática. Negación, ahora '
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París, La Découverte/ Alliage, pp. 268-292. miso cívico de universitarios e investigadores en ciencias sociales. Al
asociar directamente a social scientists a la vida ética y política de las
sociedades en las que están insertos, el compromiso constituye una
de las entradas clásicas en la cuestión de la utilidad sociopolítica de
la sociología. Pero este tipo de utilidad, ¿no amenaza la autonomía
del trabajo científico? Y si éste no es ineludiblemente el caso, ¿en qué
medida las ciencias sociales pueden abrevar en los puntos de apoyo
de un compromiso semejante en lo interno, en la autonomía de sus
oficios, o en lo externo, en consideraciones sociales, políticas, éticas
más amplias? ¿Autonomía o heteronomía? Quisiera proponer aquí
algunas pistas epistemológicas nuevas;' a partir de una experiencia
personal de compromiso a partir de 1995 [véase Bensaid y Corcuff,
1998]. Esto me llevará a volver sobre los recursos complejos y en par-
te contradictorios que nos entrega la tradición sociológica sobre esta
cuestión. Llevaré a cabo la reflexión tratando de dialectizar el com-
promiso y el distanciamiento, para retomar las categorías de Norbert
Élias [1993], en las relaciones de las ciencias sociales con la interven-
ción ético-política. Trataré entonces de enfocar una dirección donde
el compromiso se apoya en las adquisiciones de la autonomización

* Maestro de conferencias en el Institut d'études politiques de Lyon, miembro


del Groupe de sociologie politique et morale (CNRS).
1 La reflexión siguiente constituye el encuentro actualizado de dos publicaciones
anteriores [Corcuff, 1999; Corcuffy Sanier, 2000).
196 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGTCAS 197

de las ciencias sociales, y en particular en desplazamientos epistemo- cia académica y a menudo se basa en la autoridad de la tradición
lógicos sustentados por cierta cantidad de trabajos desde dos décadas ciológica. Desde ese punto de vista, no es inútil volver sobre los lási-
atrás [véase sobre todo Corcuff, 1995b], al tiempo que integraré los cos, Émile Durkheim y Max Weber, que participaron fuertemente n
límites de esta autonomización, a los que justamente introducen esos la consolidación de una autonomía científica en las ciencias del hom-
desplazamientos epistemológicos. Estas reorientaciones epistemoló- bre y de la sociedad. Pero,justamente, esa vuelta a los "padres funda-
gicas conciernen a la cuestión de las relaciones entre juicios de he- dores" nos lleva a distinguir los aportes contrastados y las tension s
cho yjuicios de valor, ya la de las relaciones entre conocimiento eru- propias de los análisis de Durkheim y de Weber y los usos más simpli-
dito y conocimiento común. Ambos aspectos convergen para volver ficadores de sus textos, que pudieron volverse rutinarios en las cien-
a interrogar las relaciones entre actores e investigadores. Al fin y al cias sociales.
cabo, lo que se plantea, dibujando lo que en otra parte llamamos "lu- En un primer tiempo, puede comprenderse la posición de Durk-
ces tamizadas" [Corcuff, 2001], es entonces el problema episternoló- heim [1951] en su texto sobre 'Juicios de valor yjuicios de realidad"
gico y a la vez político de la re evaluación de lo que las ciencias socia- de 1911, como una manera de sortear la cuestión axiológica plantea-
les heredaron, en sus presupuestos, de lo que se llama de manera sin da a las herramientas de las ciencias sociales. Allí él indica que "la so-
duda demasiado global la "filosofía de las Luces". De paso, converg·· ciología positiva [... ] no trata el ideal sino para convertido en cien-
remos con observaciones hechas por el sociólogo norteamericano C. cia [... ] lo toma como un dato, como un objeto de estudio, y trata de
Whright Mills en 1959 en su gran obra, La imaginación sociológicatll analizado y explicado" [pp. 120-121]. De este modo, muy sugestiva-
[1977]. Las proposiciones que aquí se expresan también se alimen- mente, se abre una sociología de la moral, pero permanece como al-
tan de los resultados y los interrogantes asociados a una serie de tra go impensado la moral de la sociología. Sin embargo, la apertura de.
bajos de investigación sobre los terrenos del sindicalismo y de la ;1( un nuevo campo de la sociología ¿puede reemplazar completamen-
ción pública en lo cotidiano. te la reflexión epistemológica, entendida como una parte de la refle-
xividad de las ciencias sociales sobre sí mismas? Algunos, sin embar-
go -pienso en particular en la contribución de Bernard Lacroix en
un col~quio en Lausana-c.? siguen, todavía hoy, tapándose los ojos y
Volviendo a Durkheim y a Weber las orejas en nombre de esa parte de la orientación durkheimiana.
De este modo, tal vez no tomaron muy en cuenta otros aspectos del
texto de Durkheim. Por cierto, éste observa diferencias entre juicios
Es en el interior de una lógica de autonomización de las ciencl ,_ de realidad yjuicios de valor: al expresar los primeros "las realidades
sociales, sobre criterios propios de cientificidad, como pudieron '01 las que se aplican [... ] tal Ycomo son", y los segundos al tener la fun-
porizarse los debates sobre las relaciones entre juicios de hecho Y.l" ión "de transfigurar las realidades a las que son referidos" [pp. 119-
cios de valor. Hoy en día, la discusión es en ocasiones un poco . I 120]. Pero Durkheim también señala proximidades entre los dos ti-
reotipada: algunos tienden a reivindicar una separación tajante '1111 pos de juicios:
conocimiento positivo yjuicio normativo, mientras que otros s . VI 11
tentados de pensar que se trata de la misma cosa y que entonces \lO _
posible distinguidas con claridad. El primer polo tiene más aud f 11
2 Durante el coloquio "La sociologie est-elle un humanisme? Politique, objectivi-
I er sciences sociales", organizado por el Institut de sociologie politique de la Univer-
ldad de Lausana,los días 29 y 30 de mayo de 1997, en una comunicación titulada "Les
* Versión en español: La imaginación sociológica, Madrid, FCE, 1999. [N. d 1 '1 I sages sociaux de la morale",
198
PHILIPPE CORCUFF
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 199

¿Se dirá que losjuicios de valor ponen en juego los ideales? Pero no ocu- go -"un papel de mediación, de construcción de compromisos entre
rre otra cosa con los juicios de realidad. Porque los conceptos también los intereses y los valores en juego, hasta de refundación de un con-
son construcciones del espíritu, por lo tanto, ideales; y no sería difícil senso" [p. 81]- tiene sin duda relaciones con cierta concepción de la
mostrar que son incluso ideales colectivos, porque sólo pueden consti- política y la democracia, que no es la única posible en la coyuntura.
tuirse en y por el lenguaje [p. 119]. Una posición epistemológica semejante, ¿no compromete también
algo así como una elección de filosofía política que, de alguna mane-
Por otra parte, Durkheim indica que en ambos casos eljuicio tam- ra, enfrenta "el actuar comunicacional" deJürgen Habermas contra
bién tiene "una bas e en e 1d ato "{ibíd
I I .] , pero no saca consecuencias "la desavenencia" de Jacques Ranciére? Max Weber observaba ya que
d.e es~as últimas verificaciones en cuanto a la epistemología de las "El Justo medio' de ningún modo es una verdad más cientijica que los
c~e~cI~ sociales. Lo que queda entonces, por lo general, en nuestras ideales más extremos de los partidos de derecha o de izquierda"
disciplinas es más la finta que la complejidad y las tensiones, sin em- [1992a, p. 129]. Asimismo, el análisis "neutralista" de Nathalie Hei-
bargo tal :~z más heurísticas para volver a trabajar el problema. nich revela corno mínimo "residuos" éticos, no estrictamente reduc-
También en Weber las cosas son complejas y tensas, y no obstan- tibles a una lógica científica. ¿Ysi no sólo fueran "residuos" sino algo
te a menudo es en su nombre como se plantea un estricto corte en- más consustancial a las ciencias sociales, que nos obligara a reconfi-
tre juicios de hecho yjuicios de valor, con el estandarte de la famosa gurar la cuestión de "la neutralidad axiológica"?
"neutralidad axiológica". Un ejemplo reciente de esta lectura en mi Si volvemos a Weber, las cosas se muestran más complicadas y per-
opinión demasiado unilateral de los análisis de Weber, tan extendida manecen abiertas a esa reconfiguración. En primer lugar, él combate
e~ l~s cien:ias ~ociales, es dado por Nathalie Heinich en Ce que l'ari la tesis de una ciencia social sin presuposiciones, porque "solamente
faz~ a la ~ocwlogte [1998]. La "nueva sociología" que ella reivi .dica es- una porción de la realidad singular adquiere interés y signifzcación a nues-
~na guiada por el siguiente precepto: "atenerse tanto COin~o~ tra manera de ver, porque sólo esa porción está en relación con las ideas
sible a la descripción, absteniéndose de toda normatividad, evaluati- de valores culturales con que encaramos la realidad concreta" [1992a, p.
va o prescriptiva" [p. 62]. En su opinión, la dificultad para separar 157]. De aquí proviene la idea de una "relación con los valores" en "la
claramente descripción y evaluación formaría parte "de esas faltas de selección y la formación del objeto de una investigación empírica"
razonamiento que sin duda aparecerán en las generaciones futuras [l992b, p. 395]. No obstante, él insiste en una distinción entre "rela-
corno los indicios de una fase todavía prehistórica de las ciencias so- ción con los valores" y "evaluación" [1992b, p. 396]. Precisamente res-
ciales" [p. 67]. Y la apelación a una suspensión de "todo discurso so- pecto del segundo término adquiere sentido la "neutralidad axiológi-
bre la naturaleza o el valor de las cosas para hacer del discurso inter- ea" -expresión por lo demás siempre entre comillas en él-, entendida
preta~vo o normativo -ya sea ordinario o erudito, esteta o sociólogo- corno un rechazo "a afirmar cualquier cosa sobre lo que debe valer"
el objeto de su análisis" [p. 77] puede entonces acumular la finta [l992b, p. 384], o como "la exigencia extremadamente común que im-
durkheimiana y una "neutralidad axiológica" unilateral. No obstan- pone al erudito o al profesor que haga absolutamente la distinción, por-
te, cabe preguntarse si su crítica de "una sociología que coloca a la que son dos series de problemas sencillamente heterogéneos, entre la
verdad en la violencia que se ejerce sobre los actores" y "más preocu- verificación de los hechos empíricos [... ] y su propia toma de posición
pa~~ por ten:r razón sobre los actores que por comprender sus razo- evaluativa de erudito que emite un juicio sobre los hechos" [1992b, p.
nes ~~. 85] uen~ que ver solamente con la ciencia o si no se arraiga 380]. En ese nivel, tenemos realmente una tensión entre el reconoci-
tarnbiérr ~n conSIderaciones éticas. Por otra parte, el "papel social" miento de una "relación con los valores" del erudito y el hecho de re-
que se atnbuye a "la neutralidad comprometida" del nuevo sociólo- husar las "evaluaciones". Porque, incluso si sé descarta del trabajo cien-
tífico "tomas de posición" directas sobre "lo que debe valer", ¿acaso
200 PHlLIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 201

debe habérselas uno con problemas completamente "heterogéneos", La primera, como ya lo indiqué, tiene una raigambre académica más
y no tiene ya, de una manera más indirecta, una presencia de "lo que fuerte; la segunda, en cambio, se expresa rara vez públicamente de ma-
debe valer" en la "relación con los valores" comprometida en el traba- nera tan radical. Es más una posibilidad lógica, que progresa de
jo científico, sus herramientas y su lenguaje? manera subyacente en las críticas de la primera posición. Un retorno
Sin embargo, Weber ofrece otra pista, también ella contradictoria, más contrastado sobre Durkheim y Weber, así como algunos desarro-
para trabajar esta tensión, porque no prohíbe completamente que los llos sociológicos contemporáneos, podrían señalar otro camino, tra-
eruditos "expresen en forma de juicios de valor los ideales que los ani- tando de tener en cuenta los inconvenientes de las dos posiciones.
man" [1992a, p. 131], pero con dos condiciones. La segunda nos remi- La primera posición pasaría por alto el hecho de que las ciencias
te al polo más cientificista de la primera tensión: la necesidad de dis- ociales no pueden escapar completamente a lo normativo, que sus
tinguir "claramente" lo que depende de la "discusión científica de los enunciados permanecen en parte encastrados en esquemas axiológi-
hechos" y del "razonamiento axiológico" [l992a, p. 132]. La primera cos' Aquí se entiende "normativo" y "axiológico" en un sentido am-
es tal vez más interesante en la lógica del desarrollo actual de las cien- plio, apuntando a una familia de cuestiones que tienen relación con
cias sociales: "llevar escrupulosamente, a cada instante, a su propia con- los valores y que no se desprenden de las estrictas condiciones cien-
ciencia y a la de los lectores, cuáles son los patrones de valor que sirven tíficas de producción de los saberes. Simplemente querríamos recor-
para medir la realidad y aquellos de los que hacen derivar eljuicio de dar que nuestras disciplinas utilizan modos de evaluación de los com-
valor" [l992a, p. 131]. Reinterpretada en el marco de los interrogan- portamientos y los procesos sociales que tienen una doble dimensión
tes contemporáneos sobre la reflexividad social, podría desembocar en técnica (sistemas de medida) y moral (sistemas de valores) que resulta
un esfuerzo de explicitación de las dimensiones axiológicas del traba- difícil disociar por completo.t La historia sociopolítica de las herra-
jo sociológico que contribuye a tornado más riguroso. Si se entiende mientas estadísticas (con nociones tan en apariencia "neutras" como
entonces la "neutralidad axiológica" como una "intención", así como la de media) puesta en acción por Alain Desrosiéres [1993] es escla-
por otra parte lo hace Nathalie Heinich [1998, p. 72], o, en una inspi- recedora desde este punto de vista, al poner de manifiesto la mane-
ración kantiana, como un horizonte regulador, una actitud reflexiva se ra en que la constitución y los usos de tales técnicas también son atra-
mejante podría constituir un instrumento de orientación hacia ese ho vesados por debates políticos y morales.
rizonte, reemplazando las tentaciones cientificistas de negación o dr Esta inserción normativa es particularmente clara en el caso de
purga de los aspectos normativos. Tal desplazamiento invita a pensar:\ las sociologías críticas, vale decir, aquellas que están centradas en la
un tiempo tensiones y pasajes entre la ética del erudito y la ética del mi manifestación de los aspectos negativos de un orden social (desigual-
litante, abandonando los sueños de purificación. dades, dominaciones, etc.). 5 Poner de manifiesto lo negativo ¿no su-

3 "Esto significa que, al trabajar, todos los sociólogos adoptan opciones morales o
Dialectizar las relaciones entre juicios de hecho políticas, o se refieren a ellas de manera implícita", observaba C. W. Milis [1977, p. 79).
y juicios de valor Y añadía: "Los valores se deslizan en la elección de los problemas; también se deslizan
en las concepciones angulares que empleamos en su formulación; por último, influ-
yen en sus soluciones" [p. 81).
4 También para C. W. Milis: "El trabajo sociológico nunca careció de problemas
Hemos recordado que dos posiciones tendían a oponerse hoya 1 de evaluación" [1977, p. 79).
ea de la cuestión de las relaciones entre conocimiento positivo yjui I11 5 Para argumentos más desarrollados, véase Philippe Corcuff y Claudette Lafayc
normativo: una separación tajante o, a la inversa, una identificaci 11 [1996].
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGlCAS 203
202 PHILIPPE CORCUFF

las ciencias sociales de lo más normativo a lo más científico. jean- 1 u-


pone acaso, por lo menos de manera implícita, una referencia a lo pa-
de Passeron [1991] puso de manifiesto hasta qué punto una a urnu-
sitivo, en una escala de valores que posibilita la evaluación? ¿Cóm
l~tividad general no era evidente en nuestras disciplinas, por sus pro-
cuestionar des-igualdades, injusticias, des-posesiones o dominaciones,
piedades epistemológicas; ya que tales autor o teoría anteriores n
si no es en referencia a conceptos más o menos implícitos de igual-
ne~esariamente son menos científicos que tales otros autor o teoría pos-
dad, de justicia, de posesión o de no dominación? Si ese referente po-
tenores, lo que conduce a relativizar la noción de "adquirido".
sitivo fuera negado y si por lo tanto todo enunciado fuera considera-
No obstante, la manifestación de un ajuste axiológico de los enun-
do con puntos de contacto con la dominación, ¿qué garantizaría la
ciados científicos no conduce necesariamente a un acuerdo con la se-
legitimidad de la crítica de la dominación? ¿Qué nos permitiría inclu-
gunda posición. Esta última cae en una trampa, a menudo destacada
so hablar de dominación, sin la existencia, por lo menos en concep
por Ludwig Wittgenstein, que consiste en extraer relaciones de analo-
to de posibilidad lógica (o utópica), de una situación de no domina-
gía (mezclando semejanzas y diferencias) de las relaciones de identidad
ción? Si esa dimensión axiológica, como referente ideal, no p~diera
(un pensamiento de lo mismo), lo que con frecuencia condujo a gene-
aparecer, sólo estaríamos condenados a oponer enunciados en la do
ralizaciones apresuradas. Decir que hay algo normativo en lo científi-
mi nación centrados ya a los enunciados existentes, en un relativismo
co, pues, no significa que no hay más que algo normativo en los enun-
generalizado. Ese relativismo, en la forma del "todo es igual", no CH
ciados científicos, y que normativo = científico; ya que la misma noción
caparía a su vez a los sistemas de valores, porque se trata de uno di'
de "normativo", en el sentido amplio empleado aquí, emparienta co-
los sistemas de valores posibles. Pero, en general, una postura semc
sas no estrictamente equivalentes. También hay puntos de apoyo pro-
jante rara vez es llevada hasta el extremo, y el analista vacila más bi 11
piamente cognoscitivos y técnicos en el trabajo científico, que no se
entre la crítica de un negativo (a partir de un positivo cuya existen
pueden reducir a consideraciones axiológicas. Así, históricamente, las
cia sin embargo niega) y un relativismo plenamente asumido (que
ciencias sociales produjeron herramientas de objetivación y de distan-
tiene la ventaja táctica, en la crítica de los "queridos colegas", de p 1
ciamiento que posibilitan cierta separación de los dos aspectos. Por otra
mitir atacar a todo el mundo a partir de puntos de apoyo cambian
parte, la sedimentación de tradiciones científicas condujo a la emer-
tes, hasta contradictorios). De este modo, por lo tanto, la cuestión del
gencia de una ética propiamente científica, más o menos puesta en ac-
instrumento de medida en sociología encerraría cuestiones éticas, sin
ción tanto en las disposiciones de las personas (que, por ejemplo, lle-
por supuesto reducirse a tales cuestiones. Aquí es donde podría r('
van a considerar como una transgresión difícilmente aceptable el
sultar fructífero el diálogo entre ciencias sociales y filosofía política y
hecho de falsear un cuadro estadístico o una entrevista) como en los
moral [véase Caíllé, 1993; Corcuff, 2000]. En la perspectiva de un di
dispositivos colectivos de control. Por eso podría considerarse la neu-
lago semejante, la sociología de los sentidos ordinarios de la justi 1"
tralidad axiológica, no como un dato o incluso como algo que fácil-
y la justificación pública iniciada por Luc Boltanski y Laurent ThéVC'
mente se podría tocar con el dedo siguiendo lo que sería la vía cientí-
not [véase Boltanski, 1990; Boltanski y Thévenot, 1991; Corcuffy J .11
fica "pura", sino como un horizonte regulador, nunca alcanzable en su
faye, 1996] abrió pistas y ofreció herramientas interesantes por lo qut
totalidad, pero que orienta la actividad.
respecta a la explicitación de sus puntos de apoyo morales y políti <IN
La rejlexividad,6 a la vez individual (en el autoanálisis) y colectiva
por la crítica sociológica.
(en "los controles cruzados" que deberían emerger de los debates
Sin duda, habría que hacer intervenir variaciones históricas en I1
relación de los enunciados científicos con las dimensiones axiológi :1 I
dado el error de creer que siempre, de manera intemporal, estaría UIIII
6 Sobre la 7l1jlexividadsociológica, véanse sobre todo una investigación sobr el sindi-
ante el mismo problema. Pero esta inscripción histórica no debería 11
calismo (Corcuff, 1995aJ. y las pistas programáticas presentadas por Gérard Maug r [1 J.
ducirse a una visión chatamente evolucionista, que vería evolucioruu
204 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGlCAS 205

científicos), constituiría entonces una dimensión clave de esa neutra- cuanto a las dimensiones normativas de los enunciados de las cien-
lidad axiológica en movimiento." El ejemplo de Pierre Bourdieu en cias sociales: a un autor no correspondería una sola orientación éti-
este caso es particularmente interesante, en el hecho de que él desa- ca o antropológica según una elección voluntaria, pero los métodos
rrolló una sociología crítica con un enfoque científico que incluye un y conceptos utilizados en sus diferentes encuestas podrían remitir a
imperativo de reflexividad{'Eñ sus Méditations pascaliennes [Bourdieu, elementos normativos diversos y no necesariamente conscientes. De
1997, pp. 279-288] se tomó en serio esa exigencia, tratando de iden- aquí la importancia de la reflexividad sociológica para ayudar a clari-
tificar la antropología normativa (la concepción de lo humano val ficar el campo de validez de los enunciados científicos producidos.
ocuparse de sus trabajos científicos. Así, para él, no se podría 'esca~ En las relaciones entre investigadores y actores, pues, el proble-
para losjuegos cuyo desafio es la vida y la muerte si~~<:.~ [p. 281~, ma no sería negar, y por tanto poder expulsar por completo, las cues-
-lo queconsuturria en ciert¡;-~;douña'inv;riant;;ntropológi~a tiones axiológicas, a las que los enunciados científicos estarían asocia-
pista interesante, pero no es seguro de que no haya en esto una so- dos de múltiples maneras, sino asumirlas de manera reflexiva. Esta
breestimación de la coherencia tanto de su obra como de la antropo- reflexividad sería a la vez individual (pero la reflexividad individual
logía que lo inervaría. ¿No sería entonces lo que el propio Pierre tiende a encontrar fuertes límites, sobre todo por lo que Pierre Bour-
Bourdieu podría llamar una tentación "escolástica"? Parece más bien dieu [1982a, p. 22] llamó "la ley de las cegueras y las perspicacias cru-
que, en función de las investigaciones, de los momentos, de los con- zadas") y colectiva (en dispositivos científicos de controles recípro-
ceptos utilizados o de las herramientas técnicas movilizadas, se ten- cos). 'Iendría dos funciones principales: 1) desde el punto de vista de
drían puntos de apoyo normativos diferentes, hasta contradictorios, la investigación, para delimitar mejor el campo de validez, y por tan-
o en ocasiones, en el seno de un mismo análisis, flotantes y vacilan- to el rigor, de los enunciados sociológicos; y 2) desde el punto de vis-
tes. Por ejemplo, Claude Grignon yJean-Claude Passeron [1989] pu- ta del compromiso en la ciudad, hacia atrás, para clarificar los apoyos
sieron de manifiesto que el concepto de "capital cultural", en cuan- normativos de nuestras intervenciones, y, hacia adelante, para tratar de
to instrumento de medida de las prácticas culturales legítimas propias contribuir a orientar los usos sociopolíticos de nuestros trabajos en el
de los universos sociales dominantes, tendía a referir juicios de valor sentido que nos parece más deseable.
legitimistas y despreciativos frente a las prácticas populares. Por otra En ese plano, hemos heredado fuertemente los esquemas intelec-
parte, en otro lugar [Corcuff, 2000, pp. 78-79] se sugirió que la críti- tuales de la "filosofía de las Luces", en los lazos que fueron plantea-
ca sociológica de los mecanismos de desposesión política de los ciu- dos entre el desarrollo de las ciencias, su alcance desmistificador fren-
dadanos comunes, en beneficio de los profesionales de la política, de- te 'a prejuicios y dogmas, el uso público de la razón y la mejoría del
sarrollada por Pierre Bourdieu [véase sobre todo, 1984] podía tener orden sociopolítico [véase sobre todo Cassirer, 1990]. Los análisis pro-
puntos de apoyo normativos en los ideales de la democracia directa. puestos aquí no impugnan totalmente esta perspectiva, pero condu-
Estas pocas indicaciones apuntan a pluralizar la reflexividad en cen a acondicionarla. ~_!~<!?!J?J:i.~tori~ d~l,~igl~ xx, así como
algunos interrogantes de la filosofía y algunos resultados de las cien-
~laí.es, -;-oshañ -hecho ~enos confiados en las' capacidades
7 Contra "el técnico a sueldo de la sociología aplicada", oculto tras "su supuesta em~_~clpadoias '(fe fá "cienci,::" y de la "raz?n", v,!ledecir, en los su-
neutralidad", C. W. Milis defendía la figura del "intelectual de oficio", que se esfuerza
"por tener en claro las hipótesis y las implicaciones inherentes a su trabajo, de las cua-
les no son las menores las significaciones morales y políticas que reviste para la socie-
dad donde se manifiesta, y para el papel que él mismo representa" [1977, p. 80]. Por-
po~~livosy
...-
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dé la
..•. .

".~--
__
puestos progresos concomitantes del movimiento de conocimientos
emancipación.
..,.--.---- .• Po~ --.,
~l'~tr;'''eld~~inio
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roces<;la arece más relativo y aleatorio. Así, la raz~aí
..•----..-....-~~_--...
•..•..••....•...•
humano d 1
...,~~ •..•.•.......•. ".....,."
sin du-

----
que, para él, en efecto, "la objetividad del sociólogo reclama que él se esfuerce en todo da ~rdi~posición de sobrevuelo que la filosofía y luego la cien ia
momento por tomar conciencia de lo que pone en la empresa" [p. 133]. a menudo le ~oo:Apart1r-de iquí~e diblijañ, nOun "aband •
-
206 PHILlPPE CORCUFF
SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 07

no de los principios de las Luces, sino una reanudación más humil- mond Boudon), constructivismo (Peter BergeryThomas Luckmanu),
de de su apuesta, flexibilizada y desplazada, abandonando la preten- etc. En ocasiones puede descubrirse lo que Pierre Bourdieu [1982b lila-
sión excesiva de someter una acción humana pluridimensional, in- ma "efectos de teoría" (de las ciencias sociales hacia los actor s) 1")('-
mersa en la historia y las relaciones sociales, al plano de una razón ro, en otros casos, la génesis de las formas cognoscitivo-discursivas in-
unívoca; en pocas palabras, "luces tamizadas" [Corcuff,2001]. volucradas se muestra más difusa, y alimenta la hipótesis de una
relación en el otro sentido (de los actores hacia los investigadores).
~ Por lo demás, debe observarse, a propósito de la idea de ruptura e n
el "sentido común", que ese sentido común es plural, hasta contra-
Dialectizar las relaciones entre conocimiento dictorio, tanto en el nivel del conjunto social como en el individual,
erudito y conocimiento ordinario y que al tomar distancia de ciertos segmentos del sentido común es
posible alcanzar otros.
Sin embargo, a diferencia de las tentaciones etnometodológicas, es-
Otra cuestión epistemológica, en parte adyacente a la de "neutra- te trabajo puso de manifiesto que las sociologías profesionales y las so-
lidad axiológica", tiene que ver con el asunto del compromiso del so- ciologías de los actores se inscriben en categorías de prácticas parcial-
ciólogo: la de las relaciones entre conocimiento erudito y conoci- mente disímiles, en cuyo seno, por ejemplo, la reflexividad no tiene la
miento ordinario. También en este caso, tales controversias en misma importancia. No sólo hay conocimiento ordinario en el conoci-
ciencias sociales emergieron en el proceso mismo de su autoriomiza- miento sociológico erudito; pensar proximidades no es proyectar un
ción científica. universo práctico y cognoscitivo sobre otro. Para retomar una noción
Esquemáticamente, dos polos se enfrentan. Por un lado, los par- de Alfred Schütz [1987], los "sistemas de pertinencias" de los investiga-
tidarios de "la ruptura epistemológica" establecen un "corte" nítido dores y los actores son autónomos. Así, el sistema de pertinencias del
entre las ciencias sociales y las sociologías "espontáneas" de los agen- investigador en general está más descentrado respecto de lo que ocu-
tes sociales [véase sobre todo Bourdieu, Chamboredon y Passeron, rre u ocurrió en la situación observada. Inspirado en Ludwig Wittgens-
1983]. Por el otro, los etnometodólogos se interesan particularmen- tein [1961], puede decir que "formas de vida y de actividad" en part
te en aquello en lo cual los "professional sociological inquiries are practi-
disímiles alimentan 'Juegos de lenguaje" en parte diferentes. Así, el tra-
cal through and through", para retomar una expresión de Harold Car- bajo de explicitación, de formalización y de reflexividad, en div rs s
finkel [1967, p. VIII]. grados en función de las categorías de situaciones, es economizad p r
Siguiendo los pasos del trabajo de Anthony Giddens [1987], a
los actores, cuando constituye justamente la economía del ti mp d
partir de una investigación sobre el sindicalismo ferr~viario .se desa- trabajo del investigador profesional. E incluso cuando los actor s r \1-
rrolló una posición intermediaria [Corcuff, 1991]. A diferencia de los rren a herramientas teóricas formalizadas o a una fuerte refl xivida ,<
adeptos de "la ruptura epistemológica", esa investigación puso el la manera de las ciencias sociales, a menudo lo hacen bajo las r i
acento en los parentescos discursivos y cognoscitivos entre las soci nespragmáticas de una acción en vías de realización. Pero es s 'Ju
logías profesionales y lo que se pudo llamar "sociologías de los acto- de lenguaje", o más exactamente esos juegos de conocimiento, S~ n d ta-
res". De este modo, en el terreno sindical pueden observarse seme- dos de una autonomía solamente relativa, porque existen pr s sd
janzas entre análisis de actores y esquemas eruditos: culturalism interpenetración, que pueden ser identificados con formas n s iü-
(como aquellos desarrollados por Renaud Sainsaulieu), sociología d vo-discursivas análogas en universos de prácticas diferent s.
los movimientos sociales (Alain Touraine), dialéctica de los hábitus y Esta senda de análisis permite pensar a un tiempo s m janzas y
los campos (Pierre Bourdieu), individualismo metodológico (Ray- diferencias, continuidades y discontinuidades entre sociologías pro-
208 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGICAS 209

fesionales y sociologías de los actores, pero también interrelaciones comprenslOn, en suma un distanciamiento comprensible, hablando
(por tanto, en los dos sentidos: la formalización de conceptos por con propiedad, no desembocan en una "ruptura epistemológica"
los investigadores a partir de esquemas cognoscitivo-discursivos or- unívoca.
dinarios y el uso por los actores de nociones procedentes de las cien- Esta perspectiva sugiere varias proposiciones: 1) la relación con
cias sociales). La implicación del investigador (cognoscitiva, lingüís- los actores ya forma parte de los oficios de las ciencias sociales, y una
tica, práctica, en grupos particulares como en relaciones sociales de las fuentes de alimentación de las ciencias sociales, no sólo en
más amplias) es tanto un punto de apoyo como~ló al tra- cuanto a las informaciones sino también en lo que concierne a las he-
bajo de investigación, mientras que las herramientas conceptuales rramientas lingüísticas y cognoscitivas, viene de la vida cotidiana; 2) es-
y técnicas que hereda de la tradición sociológica pueden constituir tas relaciones no son exclusivas de una autonomía del trabajo cientí-
recursos pero también pantallas en la construcción de su objeto. Lo fico; y 3) esta doble dimensión no justifica una pretensión jerárquica
que constituye un obstáculo, tanto en la encuesta propiamente di- desde arriba sino, a lo sumo, intercambios y traducciones entre uni-
cha como en la elaboración de un análisis sociológico, aparece así versos de prácticas en parte disímiles.
más complejo de lo que lo deja entender la idea de un "corte" en- Pero ¿qué nos dicen esos análisis en cuanto al concepto de razón,
tre los universos ordinarios y las conceptualizaciones eruditas. Por que las ciencias sociales heredaron sobre todo de "la filosofía de las Lu-
ejemplo, algunas investigaciones pusieron de manifiesto que, cuan- ces" [Cassirer, 1990], 10 Yal universalismo que se asocia frecuentemen-
do determinados terrenos se apropiaron de las herramientas proce- te en los mismos pasajes de lo cognoscitivo a lo político (la mejora de
dentes de las ciencias humanas, un afinamiento del análisis pasó por la condición humana por el hecho de recurrir a la razón contra los pre-
un distanciamiento de dichas herramientas. Así -habiendo conoci- juicios asociados al orden antiguo)? Una vez más, nuestro abordaje con-
do cierta difusión el vocabulario del "poder" y las temáticas de la so- duce a relativizar y pluralizar semejante enfoque, sin necesariamente
ciología de las organizaciones iniciada por Michel Crozier, en el se- abandonar todos sus elementos. Así, razón erudita y razones prácticas
no de los universos administrativos-, una profundización del trabajo no constituyen un conjunto homogéneo, aunque puedan tener lazos.
sociológico en esos terrenos puede pasar por una investigación so- y cuando determinados recursoseruditos están implicados en la acción,
bre el poder como categoría ordinaria de la acción pública, lo que es entre y en relación con otros recursos, en la dependencia de la ac-
supone su postergación como herramienta sociológica [véase Corcuff ción en vías de desarrollarse, funcionando como referenciasde la acción,
y Lafaye, 1993]. Otro caso: acercarse a la experiencia ordinaria de y no como determinantes de ésta. También aquí, las Luces no resultan
la compasión, entendida como ética práctica y corporizada= entre apagadas sino simplemente "tamizadas" [Corcuff, 2001].
las enfermeras implica distanciarse de las racionalizaciones gene-
rales que una parte de estas enfermeras extrae de las ciencias hu-
Conseil, 1990], se encuentra un pasaje sobre los "Aportes de los conceptos freudia-
manas, y en particular del psicoanálisis, y que las llevan, por ejem-
nos al estudio de la profesión" [pp. 92-97], que comprende tres puntos: "El narcisis-
plo, a buscar relaciones "sadornasoquistas 'detrás' de sus 'pulsiones'
mo" [pp. 92-93], "El masoquismo y el sadismo" [pp. 93-94J Y "El lugar del sadismo y
altruistas para con los enferrnos't.? En consecuencia, si las ciencias el masoquismo en la relación enfermera-enfermo" [pp. 94-97J. En este último punto
sociales implican un doble movimiento de distanciamiento y de dice, sobre todo a propósito de la "posición de dominación" del personal de salud y
de la "dependencia" del enfermo [p. 94J: "Si la dimensión del sadismo no es claram '(1-

te perceptible en todo enfermero, siempre nos pareció más o menos omnipresente C'II
8 Para un primer abordaje de ese modelo de compasión, véase Philippe Corcuff las relaciones enfermero-enfermo" [p. 96J.
[1996]. 10 "El papel de la razón en los asuntos humanos y la idea de que el individu ) !'
9 Así, en un libro destinado a la formación de las enfermeras, escrito por una huésped de la razón, ésos son los dos grandes temas legados por los filósof 8 del SI¡{III
de ellas, por otra parte psicóloga y docente en una escuela de enfermeras [Isabelle de las Luces a los sociólogos de hoy", escribía, por ejemplo, C. W. Milis [1977, p, 17~ Io
210 PHILIPPE CORCUFF SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: NUEVAS PISTAS EPISTEMOLÓGlCAS
211

en las necesarias exigencias de rigor científico. Los compromisos éti-


e'Una función heurística de la utopía?
cos y políticos del sociólogo, si no son demonizados sino aprehendi-
dos en su dualidad, pueden contribuir a relanzar esta cuestión, rea-
La verificación del ajuste axiológico de las ciencias sociales nos briendo la lista de recursos con que el sociólogo puede hacer su
conduce a una zona de interrogación que tiende a escapar a sus he- agosto. Frente al "empequeñecimiento del campo de la atención" del
rramientas tradicionales, y que hasta podría ser n;gada por algun~s investigador, a "la inhibición metodológica" y a las "especializaciones
. ..
tentaciones cientificistas, S'In em b argo, co
~tra sta pendiente
. POSI- arbitrarias", C. W. MilIs, entre otras cosas, proponía "liberar la imagi-
tivista, es posible pensar con C. W. 'M-ilt que "Sólo cuestlOna~do nación" recurriendo sobre todo a "la incongruencia" y a "mundo(s)
abiertamente esas influencias los hombres pueden conocerlas pl~~ imaginario(s) que agrando o achico a voluntad" [1977, p. 219J. No pa-
namente y de ese modo regular sus repercusiones sobre el trabajo ra reemplazar las pruebas de la actividad, sino para alimentar el cues-
sociológico, y su significación
... , po 1""
mea [1977 ,.,P 181]' Mills habla,. tionamiento y la constitución de sus dispositivos. Lo que era con-
aquí de las "influencias" del 'juicio implícito, en moral y en políti- gruente con su caracterización del objeto de la sociología: "la
ca". En esa investigación reflexiva, sin duda la sociología no puede humana diversidad, donde entran todos los universos sociales, en cu-
tener la pretensión de cerrarse sobre sí misma, sin diálogo con la fi- yo seno los hombres vivieron, viven o podrían vivir" [p. 135]. Por lo
losofía así como con las disciplinas adyacentes. Porque, como lo ob- tanto, habría una función heuristica de la utopía en la investigación so-
servó Pierre Bourdieu [1982a, p. 23], "no debe es.perars~ de~ p~ns~- ciológica, a un tiempo como herramienta de desnaturalización de lo
miento de los límites que dé acceso al pensamiento SIn límites , que existe en un momento determinado, en un contexto sociohistó-
siquiera sijustamente la reflexividad individual y colectiva puede am- rico específico, pero también como instrumento para ampliar el es-
pliar los márgenes de lo pensable. ., pacio mental de la encuesta, el campo de las preguntas formuladas.
A menudo, las implicaciones éticas y políticas del sociólogo fue- In fine, en las "luces tamizadas" dibujadas por las ciencias sociales
ron consideradas como "obstáculos epistemológicos", o sea, como tra- contemporáneas, llegamos a la inspiración utópica, parte constituti-
va de la filosofia de las Luces.
bas a la cientificidad de sus análisis, al abastecerlo de antemano de fal-
sas eVlidenci
enClasnaClid as del "sentí do común" . Hoy en día tal vez
,. estemos Habíamos partido del compromiso como orientación controver-
en condiciones de encarar su ambivalencia: siempre obstaculos epls- tida del sociólogo hacia cierto tipo de utilidad sociopolítica, y desem-
temológicos de los que el investigador debe desconfiar en u~ .extremo bocamos en la utilidad propiamente sociológica de esa utilidad ex-
de la cadena, pero del mismo modo estimulante cognosCltlvo en l~ terior. Esta progresión supone reconocer la tensión, la ambivalencia
otra punta.'! Para no estar demasiado desequi~ibrados, ¿no se necesi- y la fragilidad en las relaciones de nuestros oficios científicos con la
ta caminar sobre dos piernas, tanto en sus tensiones como en sus co~- ética y la política, y por tanto, la insuperable impureza de nuestras
prácticas.
troles recíprocos? Tal vez sea una manera de recuperar la dobl~ am~l-
ción de rigor e imaginación que C. W. Mills asi~~aba ~ la ,s~c\Ologla.
Con toda seguridad, la cuestión de la imaginaCl~n sO~lOlog¡ca,en la
lógica legítima de la autonomización de las ciencias socI~lesalrede~or
de criterios propios, padeció por una inversión demasiado exclusiva

11 Sophie Wahnich [2000], en la dinámica de la investigación histórica, defendió


una combinación análoga de objetivos éticos y científicos.
PHILIPPE CORCUFF
212 SOCIOLOGÍA Y COMPROMISO: r-..flTEVASPISTAS EPISTEMOLÓGICAS 213

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