Al igual que sin ver un elefante, podemos visualizarlo en
nuestra mente, o podemos cantar mentalmente una canción, sin emitir ni oír ningún sonido, también podemos utilizar la mente para el sentido del gusto, imaginando los sabores. A esta facultad se le denomina paladar mental. Aunque el paladar mental ha interesado últimamente a cocineros y aficionados a la gastronomía, no es un concepto nuevo, ya que Brillat- Savarin lo describió en su obra “Fisiología del gusto”, en 1825, donde realizó un análisis de la relación que tiene el paladar con la mente, usando como hilo conductor al sentido del gusto. Este tema, ha sido recientemente “popularizado” gracias a las reflexiones de Ferrán Adriá, que en su libro “Los secretos del Bulli” define el paladar mental como la capacidad relacionada con el análisis gustativo que consiste en imaginar el sabor y la armonía de un plato tan sólo viéndolo o escuchando su nombre. El paladar mental y la cocina creativa Este concepto, está estrechamente vinculado a la cocina creativa. En palabras sencillas, el paladar mental se refiere al uso de la memoria identificando sabores, facilitando así la posibilidad de crear combinaciones, solamente con imaginar el resultado. El paladar mental es tan solo el registro que tiene nuestro cerebro de todos los sabores y olores que hemos probado en la vida, y que mediante la evocación, permite realizar una combinación de los mismos, creando platos adecuados a nuestro gusto. El paladar mental funciona como un archivo de códigos de sabor, de forma que al probar un alimento o un plato, los sabores son identificados informando al cerebro de qué sabor se trata. Además, la mente es capaz, tan solo con pensar en un producto determinado, de sentir el sabor e incluso reproducir la reacción que produce en nuestro paladar. Así es obvio el ejemplo de imaginar morder un limón, y experimentar la reacción de salivar al igual que si lo estuviéramos probando verdaderamente. En este proceso, hay mucha intervención del cerebro puesto que los sensores de las papilas gustativas de la lengua, sólo reconocen cuatro tipos de sabores, dulce, salado, ácido y amargo, siendo el resto de sabores, combinaciones de los mismos, y mezcla de otros sensores, ya no del gusto, sino olfativos retronasales. Así, la identificación de un determinado código, se combina en su interpretación, con otros datos memorizados en el cerebro, agrupando el código con el resto de sensaciones gustativas, olfativas etc, como un todo.
Entrenamiento del paladar
mental La experiencia y el entrenamiento del paladar mental, con ejercicios de identificación de sabores individuales, es similar al entrenamiento de los expertos en aromas, los denominados “nariz” de la enología o de los perfumes, que a base de entrenamiento, reconocen notas componentes de aromas, mucho más ricas que las que notamos los ciudadanos comunes.
Al entrenar, aumentaremos el número de códigos que
quedan fijados en la memoria, en nuestro paladar mental, junto con otros datos y recuerdos que se evocarán también cuando volvamos a probar ese determinado sabor. Por ese motivo, hay veces, cuando probamos algún plato, en que su sabor nos transporta a la infancia, a la casa de los abuelos, al aroma que salía de la tienda del pueblo, etc. Y esta evocación del paladar mental, aumenta nuestra capacidad de identificación de sabores e ingredientes en futuras catas. El desarrollo del paladar mental es un objetivo para todo cocinero que se precie, ya que nos permitirá sólo con imaginarlo, combinar alimentos mentalmente y facilitará que podamos pensar al probar un plato, “esto quedaría muy bien también con limón”, “a este plato le iría muy bien un bouquet de hierbas aromáticas” o tener reacciones similares. Por supuesto, hay que respetar que cada cual tiene su gusto, y que por tanto, hay combinaciones más o menos difíciles de aceptar, y que un determinado sabor gustará a unos y será rechazado por otros, siendo todas las opiniones totalmente respetables. Como resulta obvio, el paladar mental nunca coincidirá con los gustos de todas las personas que prueben un plato. El cocinero, cuya habilidad y desarrollo del paladar mental, le permita realizar combinaciones de sabores que gusten a mayor número de personas, será el que tendrá más éxito en la cocina creativa.
EL FOOD PAIRING https://www.foodpairing.com/
Hace años que venimos oyendo hablar de Foodpairing y por
ese motivo, también en Directo al Paladar hemos hablado ya sobre esta forma científica de combinar los alimentos, para conseguir que las mezclas "funcionen bien". Hace unas semanas, tuve la ocasión de conocer a Bernard Lahousse, el científico belga que inventó esta forma de trabajar con los alimentos y aproveché la oportunidad para entrevistarle y pedirle que me explicara esta técnica. El encuentro tuvo lugar en una presentación realizada por los aceites Castillo de Canena, porque este aceite de oliva virgen extra había sido el primer aceite que se ha sometido a este estudio/análisis para comprobar la aplicación práctica del maridaje de unos alimentos con otros. Como ya os explicamos hace tiempo en un post dedicado a la ciencia del Foodpairing, esta disciplina consiste en realizar un análisis químico de los alimentos y establecer una lista de los aromas moleculares de los que se componen. ¿Cómo funciona? Lo primero que hace falta es realizar un análisis de los aromas presentes en un alimento. Esta técnica analítica que combina la cromatografía de gases y la espectometría de masas, se utiliza sobre todo para encontrar las mejores mezclas para la elaboración de perfumes. Esta forma de analizar los aromas se empieza a utilizar en la cocina para ver cómo usar unos alimentos en combinación con otros y comprobar los maridajes que pueden funcionar mejor. Una vez analizado el alimento, se plasma la composición de los elementos que lo integran en forma de árbol de aromas o ingredientes detectados. Los ingredientes de que se compone un alimento se agrupan en diferentes categorías, que se representan como ramas del árbol. Cada rama muestra una categoría como lácteos, carne, hierbas y especias, etc., facilitando así la comprensión de esa descomposición de aromas. Después se hace una comparación del arbol de aromas del alimento analizado con la base de datos de Food pairing (hay más de 1300 alimentos y bebidas que han sido analizados por este sistema) y se buscan las coincidencias. Cuanto más tengan en común los aromas de dos alimentos, mejor funcionarán su combinación.
¿Para qué sirve?
El olfato es el sentido que más utilizamos para apreciar un alimento, ya que los distintos sabores se perciben a través de la nariz. (No olvidemos que la lengua sólo detecta los sabores básicos, dulce, salado, ácido, amargo y umami) Por ese motivo parece razonable que la descomposición molecular de los aromas presentes en un alimento pueda tener esta utilidad para combinar correctamente los alimentos. ¿Pero cómo se hace? Bernard Lahousse me lo explicó con un ejemplo. Si en un alimento como el aceite de oliva se hayan presentes los aromas del plátano o la tomatera y en el caviar o en el chocolate blanco se encuentran presentes algunos de esos mismos aromas, entonces se podrá maridar bien el aceite de oliva con el chocolate blanco y el caviar, por ejemplo para elaborar un plato lleno de contrastes.
Con el mismo procedimiento, se analizaron los aromas
existentes en los aceites de oliva virgen extra de Castillo de Canena y después se descubrieron las mejores combinaciones de ingredientes para elaborar bizcochos tan peculiares como el de kumquats con aceite de oliva picual o el de chocolate con avellanas y aceite arbequino cuya foto veis sobre este párrafo. Aunque esta técnica/teoría de la combinación de los aromas como criterio para elaborar alimentos que encajen bien no es algo que pueda establecerse como un hecho y haya algunos que la cuestionen, yo tuve la oportunidad de probar algunas de las combinaciones sugeridas y en el caso de los bizcochos, me pareció que la mezcla de sabores presentes en ambos era excelente. Entre los usuarios de este método, destaca Heston Blumenthal quien se interesó mucho por esta forma de trabajar para encontrar combinaciones impensables. Otros grandes cocineros como Andoni Luis Aduriz han dado sus testimonios sobre esta forma de maridar los distintos sabores y consideran que este método es muy efectivo.