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Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social

Maestría en Antropología Social (Promoción 2021-2023)


Seminario Tradiciones Teóricas en Antropología Social
Profesor: Dr. Roberto Melville
Reseña del libro:

Colette Guillaumin, Paola Tabet, Nicole Claude Mathieu, 2005, El patriarcado al desnudo. Tres

feministas materialistas, Ochy Curiel y Jules Falquet (compiladoras), Buenos Aires, Brecha

Lésbica.

Sendic Sagal Luna

Composición argumentativa y contexto de la discusión y, breve semblanza intelectual de las autoras

El objetivo de esta compilación es realizar una historización del movimiento feminista y dar cuenta de

una postura radical que se convertirá en la base del feminismo materialista francés –en adelante FMF-

: darle la espalda al esencialismo que naturaliza las relaciones entre los sexos bajo el discurso de la

complementariedad, para hacer surgir el sexo analizado como fenómeno de clase en sus concreciones

históricas singulares (Curiel y Falquet, 2005). A partir de esta propuesta de análisis entenderemos que

la binaridad de las clases de sexo –ideológicamente universalizada- no se origina en lo biológico sino

en la organización del trabajo y su explotación; dicha organización y su expresión bipartita están

basadas en un acceso diferenciado a los procesos técnicos y cognoscitivos (Curiel y Falquet, 2005).

Herramientas y procesos metodológicos como la etnografía, el análisis de fuentes primarias como

documentos empresariales, cartas de colonos y reportes militares, entrevistas, constituyen un cuerpo

de evidencia documental que sustenta el guion argumentativo de la crítica teórica desarrollada por

Colette Guillaumin, Paola Tabet y Nicole-Claude Mathieu. La revisión etnográfica de la producción

antropológica en torno a las sociedades cazadoras-recolectoras y su interacción con las sociedades

colonizadoras, esta en la base del giro materialista de la crítica feminista francesa y de sus importantes

aportaciones a la discusión teórica en torno al género, sexo, sexualidad, trabajo, relaciones de poder

y lucha de clases. La recuperación etnográfica realizada por Paola Tabet en su texto es nodal.

Paola Tabet es italiana y filóloga de formación; reconocida como una de las antropólogas centrales en

la teorización del feminismo materialista. Hacia 1978, Paola Tabet estableció relaciones con quienes

serían sus colegas de investigación y construcción teórico conceptual: Nicole-Claude Mathieu,

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Christine Delphy, Colette Guillaumin y Monique Wittig –en el contexto de producción de la revista

“Questions féministes”- (Wikipédia, 2021, Cánepa 2021). La crítica a la teoría de la diferencia sexual

es la crítica de la diferenciación sexo/género como situación biológica inmutable diferenciada de la

construcción sociocultural e histórica; el giro radical estriba en problematizar el sexo como categoría

política (Cánepa, 2021).

La diferenciación de acceso a los instrumentos de trabajo y a los medios de producción es determinante

en el desdoblamiento de la desigualdad que establece a los hombres como clase dominante; esta es

la base materialista del feminismo de Paola Tabet (Cánepa, 2021).

Colette Joséphine Raymonde Guillaumin fue etnóloga, psicóloga y socióloga (1934-2017). Su teoría y

discurso crítico fueron soterrados por el constructo estadounidense de “French Feminism” que entronó

el posestructuralismo de ciertos feminismos (“nuevos materialismos”) –reducción de la potencia

emancipadora de las teorías feministas francesas- (Femenías y Bolla, 2019).

Guillaumin denuncia que para el caso de las mujeres no hay una disociación contractual entre cuerpo

y trabajo, sino que son constituidas como “máquina de fuerza de trabajo”: relación de clase basada en

la apropiación, sexaje (Femenías y Bollas, 2019).

Nicole-Claude Mathieu (1937-2014) fue antropóloga y socióloga, interpeló a autores como Bernard

Saladin –en torno a la teorización de un “tercer sexo” en los Inuit-, Maurice Godelier –sobre el

consentimiento de las mujeres en la relación de dominación-, Pierre Bourdieu –en relación con la

dominación masculina y la violencia simbólica- y Claude Lévi-Strauss –en torno al carácter cultural de

la división sexual del trabajo- (Falquet, 2018).

Es la problematización de las relaciones de poder la que le permite desbordar la naturalización del

sexo y el esencialismo del género, enfatizando en el carácter dialéctico y relacional de la producción

de las categorías hombre y mujer (Falquet, 2018).

A manera de introducción

Más allá de ser un trabajo académico, es un corpus de análisis que sirve concretamente para luchar

contra el patriarcado y las devastaciones sociovitales que ha producido. El colectivo trasnacional

Brecha Lésbica se suma al esfuerzo para crear otro mundo (no para caber mejor en él, sino para

habitarlo radicalmente): “No sabemos qué cara tendrá […] pero sabemos que el camino, que incluye

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el arte, la creatividad, la libertad, el juego y el placer, pasa también por la acción, la lucha, el debate y

la reflexión teórica.” (Curiel y Falquet, 2005: 2)

El nodo reflexivo central del FMF es que hombre y mujer no son grupos biológicos y no poseen una

identidad cultural especifica, sino que están definidos por una relación social, material, concreta e

histórica: surge entonces el género como problemática de clase y a la par la sexualidad como un

conjunto de coacciones políticas fundamentales para la opresión de la mujer en tanto clase social

(Curiel y Falquet, 2005).

La naturalización de la división sexual del trabajo, como proceso ideológico de la dominación de la

clase de hombres sobre la clase de mujeres, se hace institución a través de su concreción efectiva, es

decir, mediante el acaparamiento de los instrumentos y las actividades “masculinizadas” a raíz de este

mismo monopolio. Si no son las limitantes biológicas las que sostienen materialmente está asignación

diferenciada, ¿cuáles serían los mecanismos institucionales y de la violencia, materiales y subjetivos,

que han sostenido históricamente este constructo ideológico en las distintas sociedades?

Práctica de poder e idea de naturaleza. Colette Guillaumin

El argumento medular de Guillaumin es que las mujeres en tanto clase social son apropiadas por una

relación de dominación y explotación por la clase de los hombres mediante: a) la restricción y/o

exclusión del mercado de trabajo, b) el confinamiento en el espacio, c) la demostración de fuerza, d)

la obligación sexual y e) un arsenal jurídico y un derecho consuetudinario que hablan desde y para la

perpetuación de dicha explotación y dominio (Guillaumin en Curiel y Falquet, 2005).

Esta apropiación contiene dentro de sí una contradicción que, lejos de debilitarla, la refuerza: es,

simultáneamente colectiva e individual. Tiene una expresión individual –a través del contrato

institucionalizado del matrimonio que implica la apropiación del tiempo, de los productos del cuerpo, la

obligación sexual y la carga del cuidado material y afectivo de quienes integran el entorno doméstico-

y una colectiva –expresada en las relaciones corporales, las costumbres verbales, el sentido común,

la explotación del cuerpo y la fuerza de trabajo, así como en otras instituciones no contractualizadas:

la familia, la vida religiosa y la prostitución- (Guillaumin en Curiel y Falquet, 2005).

Ambas expresiones de la apropiación están sustentadas materialmente como relaciones de poder e

ideológicamente bajo el discurso de naturaleza –que es en realidad la forma mental que asumen las

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relaciones sociales concretas-. Esta función ideológica no solo está en el discurso naturalista, sino que

encuentra en el arte hegemónico un aliado que le permite producir un grupo sociosexual de “mujeres”

/ bien material, sujeto de ser poseído y mirado, desprovisto de autorización discursiva e incapaz de

poseerse a sí mismo. El sentido común hace de la violencia un fenómeno de consumo:

“[…] estos bienes en particular, por más materiales que sean, se mueven y hablan, lo que complica

considerablemente las cosas. Es a esto que los artistas intentan poner orden: privándonos frecuentemente de la

cabeza, de los brazos, de las piernas. La Venus de Cnide (la que se encuentra en el Museo de Louvre), decapitada,

sin piernas y manca, sigue siendo un ideal femenino de referencia. Y mejor aún, una mujer “muerta y aún caliente”,

como lo deja percibir la cultura viril de las bromas y de los espectadores de westerns” (Guillaumin en Curiel y

Falquet, 2005: 34)

La apropiación material tiene dos apéndices: el acaparamiento de la fuerza de trabajo y a su través la

apropiación material del cuerpo mismo, transformado en instrumento de trabajo. Guillaumin realiza una

analogía entre la apropiación de la unidad material productora de la fuerza de trabajo, es decir, el

cuerpo en la economía esclavista –vasallaje- y la apropiación de la unidad material reproductora de la

fuerza de trabajo, es decir, el cuerpo de la mujer en la economía doméstica –relación de sexaje cuyo

epítome son la carga física del cuidado de la comunidad, no evaluada ni temporal ni económicamente,

y la obligación sexual-: la mujer pasa a ser apropiada en su materialidad corporal, y por supuesto,

restringida en su subjetividad. (Guillaumin en Curiel y Falquet, 2005).

Las manos, los instrumentos, las armas. Paola Tabet

El objetivo de Paola Tabet (Curiel y Falquet, 2005) es realizar un análisis crítico del trabajo de las

mujeres y las formas en las que este se expresa en concordancia con la dominación masculina sobre

ellas. En el caso de Sky Woman, Tabet demuestra cómo las oportunidades de acceso a los

instrumentos y técnicas de caza se ven anuladas en la relación contractual del matrimonio: solo cuando

esta mujer enviuda y accede nuevamente a los instrumentos y técnicas de caza, puede incursionar en

la esfera del poder en su dimensión ritual y volverse chamán –el matrimonio como relación contractual

de subordinación individual de las mujeres se devela como un proceso de objetivación del cuerpo y la

potencia de la fuerza de trabajo a través de lo que Guillaumin propone como relación de sexaje-. El

carácter excepcional de este ejemplo etnográfico a la vez confirma el carácter cultural y político de la

división sexual del trabajo y muestra que las condiciones de equipamiento a las que pueden acceder

las mujeres están delimitadas por la relación contractual de poder:

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“[…] se puede avanzar la hipótesis que la ruptura de la división sexual del trabajo, en el sentido de ruptura de la

prohibición para las mujeres de hacer los trabajos masculinos y la posibilidad de hacerlos con los instrumentos

pertinentes, o sea, en condiciones de equipamiento no inferior al masculino para el mismo trabajo, es incompatible

con la vida conyugal: puede existir sólo cuando no hay pareja hombre-mujer.” (Tabet en Curiel y Falquet, 2005:

84)

La división sexual del trabajo no es neutra, es construida con base en la generación de identidades

sociológicas femeninas y masculinas, cada una acotada a un espacio (privado y público) y expresada

con privilegio a ciertas actividades que tiene por finalidad la mayor explotación de la naturaleza y de

los cuerpos-mujeres objetivados como instrumentos para la reproducción de la fuerza de trabajo.

Este análisis crítico abre las puertas para nombrar un subequipamiento técnico de las mujeres y un

control masculino de los instrumentos de producción como origen de la división sexual del trabajo en

que se concretan relaciones de dominación, exclusión ritualizada, restricción y subordinación de unos

y otras –fenómeno simultaneo que expresa una relación social entre los sexos, no solo de carácter

técnico o económico sino esencialmente político- (Tabet en Curiel y Falquet. 2005). 1

Otro ejemplo de subversión de la norma, que hace por confirmarla es Woman Chief, quién al tener

acceso a los instrumentos, armas y técnicas de caza, sus capacidades son moldeadas en

consecuencia: “[…] A la muerte del padre adoptivo emprende acciones de guerra y pronto se convierte

en una guerrera famosa. Así entra en el consejo de los guerreros y de los jefes con una posición de

prestigio.” (Tabet en Curiel y Falquet, 2005: 83). La inserción de Woman Chief al espacio de poder

masculino implicó que para producir y comerciar las pieles de los animales que cazaba se apropiara

del cuerpo, trabajo y tiempo de otra mujer a la que toma por esposa; para obtener prestigio y consolidar

su estatus como jefa-guerrera posteriormente toma otras tres esposas más –reafirmando así el doble

rol en el monopolio masculino de los instrumentos: técnico y político, uso de los instrumentos y de los

cuerpos femeninos en los procesos de trabajo y la acción de poder a través del uso de las armas para

la guerra-.

1 A lo largo del recorrido etnográfico, podemos darnos cuenta de la inserción limítrofe de las mujeres en las
actividades productivas de carácter masculino, es decir, altas en la gama jerárquica de actividades. Pero esta
participación soporta una prohibición especial, sustentada en discursos ceremoniosos del orden social: las mujeres
no han de hacer uso de los instrumentos complejos, mucho menos de los más emblemáticos de cada actividad
de subsistencia. Al contrario, podrán y deberán participar cuando así son llamadas a hacerlo, poniendo en juego
y a trabajar, el único instrumento realmente suyo: su cuerpo, que, al extremo, pasa este mismo a convertirse en
instrumento, en uso, por un miembro o la totalidad del grupo de hombres.

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¿Identidad sexual/sexuada/ de sexo? Tres modos de conceptualización de la relación entre sexo y

género. Nicole Claude Mathieu

Nicole-Claude Mathieu desarrolla tres formas para conceptualizar las relaciones entre los sexos y el

género. El primer modo partiría de la búsqueda del sexo en la conciencia individual, como elemento

esencial en el proceso de construcción de la identidad sexual y por consiguiente en la estrategia

bipartita de socialización que homologa sexo y género, lo natural es traducido por lo social y el sexo

entonces se traduce en comportamientos –esta diferenciación estaría en la base de los procesos de

construcción identitaria, del orden social y del orden simbólico del modelo heterosexual dominante-

(Mathieu en Curiel y Falquet, 2005). La identidad transexual transgrede lo social –el género- a través

del atributo biológico –el sexo-, por lo que se verifica como un cierto acomodo diferencial que concuerda

con la norma heterosexual.

El segundo modo, la construcción de la identidad sexuada, estaría anclada en la conciencia de grupo

por lo que las formas a través de las cuales el individuo se percibe estarían marcadas por el todo social

y su diferenciación complementaria entre los sexos. En este nivel existe conciencia política respecto

de los rasgos socializados culturalmente y que componen el esquema bipartito del sexo, en este hay

un predominio del género sobre el sexo y un proceso de integración de la diversidad sexual, pautado

para su adecuación a las formas jerárquicas del género –como traducción constructora de asimetrías

(Mathieu en Curiel y Falquet, 2005).

En el tercer modo, la identidad de sexo se vincula con una conciencia de clase, la bipartición

sociocultural del género se plantea como ajena a la realidad biológica del sexo. El género construye al

sexo. Devela la naturalización ideológica de la apropiación de los cuerpos, y opone a esta una

politización en la anatomía con consciencia de clase de sexo. Para la construcción del género, el tabú

de la diferencia sexual exacerba las diferencias entre los atributos biológicos para establecer así la

división sexual del trabajo (Mathieu en Curiel y Falquet, 2005).

En este nivel, la homosexualidad puede analizarse como una actitud política de lucha contra el género

heterosexual base de la definición de las mujeres y sus formas de opresión. La conceptualización

política de lesbiana desborda la bicategorización del género y del sexo, yendo más allá de la bipartición

de los roles:

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“La conciencia de clase de sexo no parece limitarse a los países occidentales. Ciertamente, en la mayoría de las

sociedades tradicionales (pero también en las nuestras), es la conciencia de grupo sexuado que preside las

rebeliones de mujeres en contra de su condición (rebeliones la mayoría de las veces individuales) -y los etnólogos

tienen muy a menudo la ligereza de ignorar esta conciencia dolorosa de las mujeres porque no la encuentran

eficaz, diríamos, ya que no logra sobrepasar ni la alienación de la conciencia, ni el fatalismo, ni … la represión.”

(Mathieu en Curiel y Falquet, 2005: 162)

La crítica feminista materialista a la relación social dominante

Los mecanismos materiales y subjetivos que han sostenido históricamente en diversas sociedades la

dominación de clase, por parte de los grupos de hombres sobre los grupos de mujeres, son tanto de

disciplinamiento social como de coerción institucional contractual. Las relaciones de poder dominantes

ejercen una fuerza social, material e ideológica, que disciplina a los cuerpos-mujeres mediante el

control y acceso diferenciados a los instrumentos, en especial a las armas y su uso en la guerra –la

violencia bélica como potestad del poder dominante de la clase hombres-. La relación institucional de

coerción contractual, el matrimonio, ejerce formas de violencia concretas y subjetivas que despojan a

las mujeres de su cuerpo, tiempo y capacidad de equipamiento técnico.

Bibliografía
Curiel, Ochy y Jules Falquet –coompiladoras- (2005). El patriarcado al desnudo. Tres feministas
materialistas: Colette Guillaumin – Paola Tabet – Nicole Claude Mathieu. Buenos Aires, Brecha
Lésbica.
Falquet, Jules (2018). “Nicole-Claude Mathieu: hacia una anatomía de las clases de sexo”. En revista
Andaluza de Antropología, Número 14: Irrupciones feministas. Problemáticas epistemológicas y
Políticas, pp. 178 – 199.
Femenías, María Luisa y Luisina Bolla (2019). “Narrativas invisibles: lecturas situadas del feminismo
materialista francés”. En La Aljaba, Segunda Época, Volumen XXIII, pp. 91 – 105.
Medios electrónicos
Cánepa, Natalia (2021). “Paola Tabet. Feminismo Materialista Frances”. En Youtube. Tomado de
https://www.youtube.com/watch?v=r6xdXaZJqRc
Wikipédia (2021). Paola Tabet. Tomado de https://fr.wikipedia.org/wiki/Paola_Tabet#cite_note-:1-1

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