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ACTORES LOCALES VW PODER CENTRAL: LA HERENCIA COLONIAL Y EL CASO DE MEXICO RELACIONES 7S, INVIERNO 1999. VOL. 21x Horst Pietschmann UNIVERSIDAD DE HAMBURGO os comflicios entre poderes locales y gobiernos centra- les tienen una larga tradiédn no sdlo en Hispanoamé- rica colonial sino en la Europa modema en general, como lo atestigua una interminable serie de conflictos, muchos de los cuales desembocaban en rebeliones o en guerr en la época modema. Se prescinde a continuacidn de la multilud de tumultos contra autoridades o lites locales que pertenecen a otra categoria, Nos interesan, en cambio, las rebeliones de mayor al- cance espacial y con articulacién de reclamos politicos. Para el caso del imperio espanol basta con mencionar las Comunidades de Castilla y las Germanias de Valencia; el levantamiente catalin y el portugués en 1640; ta Guerra de Sucesidin en la Peninsula con el intento de los antiguos rei- nos de la Corona de Aragén de defender sus autonomfas mediante la adhesidn al pretendiente Habsburgo; el Motin de Esquilache en Madrid en 1766 y los tumultos loceles en gran parte de la Peninsula que Ie si- guieron y, finalmente, el levantamiento popular contra las bropas de Na- ‘dn en 1808. Los ejemplos de los Paises Bajos y, de Nipoles en el siglo xvu, la rebelién de Gonzalo Pizarro en el Peni, la caida del virrey Gelves en Nueva Espaiia en la década de 1620, los Comuneros del Pa- raguay y de Nueva Granada asi como la rebelién de Tupac Amard en el Perti son casos quizd mis espectaculares en la periferia del imperia es- Pafiol que atestiguan el allo grado de conflictividad existente en este vaso conglomerado de reinos, principades, ducados y sefiorios que la politica dindstica de los Trastdmara, primero, y de los Habshurgos des- pués, logrd reunir bajo un misme gobierno mondrquica, A primera vista, parece tal vez que referir estos ejemplos tan lejanos tiene poco o nada que ver con el tema de este estudio 0, si acasa vagga- mente, con la temitica general de Nation-Building o State-Building. Sin embargo, si creo que es conveniente recordar estos antecedentes lejanos desde una perspectiva braudeliana que distingue entre la longue durée y la conjonciure. Los antecedentes histiricos referidos ciertamente respon- dena la primera, mientras que las reformas borbdnicas del siglo xvuL perlenecen a la segunda perspectiva. Mas ambas estuvieron siempre presentes en los actores del siglo x ¥ fueron empleadas en sus debates sobre el modelo de Estado que pretendian constrair y en la solucion a los conflictos que surgieron. Asi lo prueban no sélo los libros que estos 53 HORS HMANM adiores manejaron, sino sus referencias a antecedentes histiricos men- cionados en sus escritos.' La coyuntura de las reformas borbénicas se hizo también presente, pues parte de los actores politicos de la primera milad del siglo xb vivid esa ultima época del periodo colonial. Se podria alegar que aquella confluencia se halla entre los actores politicos centrales, pero que el nivel intelectual de los actores locales no les penmitié alcanzar y manejar los parimetros histéricos arriba men- cionados, No obstante, habria que advertir que con frecuencia se subes- tima este nivel intelectual en la bibliografia histirica; que hay muchos ejemplos que atestiguan la importancia de tales argumentos, y es que se buscaban comocedores de esas tradiciones para que ayudaran a justifi- car alegatos en defensa de lo que creian eran sus derechos. Claro esta ademas que Ins conflictos entre poderes locales y centra- les no fueron primordialmente de naturaleza histérico-intelectual, sino que en los mas de Ins casos fueron suscitados por intereses econdmices, politicos y de control de recursos, segtin ha insistido la historiografia de los tiltimes tiempos; tanto la que se ocups de manera general del con- flicto en torno al centralismo y federalismo, como la que estudid casos concretos de tales enfrentamientos, Sin lugar a dudas es este un segun- do nivel que hay que analizar al plantearse el problema de la herencia colonial que arrastran aquéllos durante el siglo xix. Insisto en que tarm- bign en este nivel de anilisis hay continuidades entre el siglo xix y la época colonial precedente. Esta afirmacién se basa especialmente en el hecho de que la historio- prafia de los vilmos tiempos ha detectade precisamente para la época borbénica un proceso de rompimiento de estructuras tradicionales y el surgimiento de desequilibrios que en parte se originaron por las refor- mas mismas y en parte por cambios estructurales a nivel demografico, ' Carlos Stoetzer, El penssatiento politico en Uz América espatota dunsete of period ale fa emancipacidn, 1789-1825, 2 vals., Madrid, 1968; ofr. por ejemplo José Maria Luis de Mora, (Obras suritas, Mésien, 1963; vedse también Magnus Mimer, State sad Region m Latin Alem stoa’s Pest, Ballimore?Lonckm, 1942. Para la tematica en general eff, tamiblenG. A. Banick, R. Baye, L. van Venondioven, eds, State and Region ix Latin Awserica: A warkshop. Amster dam 1981; Magnes Mamur, Lecel Communities ami Actors in Latin Asertors Post, Estocalmn, 19941. 54 Y PODER CENTRAL social y econdmico, politica y cultural, Sigue sin resolverse, si las refor- mas sélo trataron de reajustar lo que se habia desarrollado de forma au- lénoma o si ellas fueron el motordel cambio? Lo importante es, sin em- bargo, que estos contlictos derivados del rompimiento de equilibrios tradicionales se solucionaron en la abrumadora mayoria de los casos a lo largo del sistema legal-institucional, y es en este contexto que adquie- re importancia el discurso legitimador intelectual-histdrico-juridico aludido, Por cierto hay que mencionar que las ciencias sociales han in- sistida en que los estaclos latinoamericanos emanados del proceso emancipador tuvieron problemas en monopolizar el ejercicio del poder y, sobre todo, el ejercicio de Ja violencia; pero esto, siendo cierto, vale sdlo para los estados pestindependientes y nunca para los reinos y pro- vincias americanas de la Monarquia espanola.’ Asi lo prueba el hecho de que las reboliones en Hispanoamérica, hasta muy poco antes de 18008, siempre se habian desarrollado bajo el lema “viva el rey y muera el mal gobierno”, lo cual demuestra el respeto a Ja autoridad suprema y sober- ana del monarea, Esta fue impugnada de manera radical sdlo en los ini- cios de la colonizacién por rebeldes como Gonzalo Pizarro y Lope de Aguirre, que recurrieron a las ideas pactistas bajomedievales al declarar al rey én turno como tirdnico, y derivar asi la legitimacién de sus rebe- liones. Estas ideas de un derecho de resistencia en casos determinados fueron precisadas posteriormente por los autores de la escolistica tardia castellana como Mariana y Suirez en la segunda mitad del siglo xvi, El movimiento emancipador recurrira de nuevo al intento de legitimacién. En esta linea de rebeliones siempre se encuentra presente de una u otra manera la institucién que es por antonomasia el organismo de cris- talizacin del poder local; es decir, los municipios y los cabildos. Estos casi siempre articulan el descontento local. Incluso en casos de rebelion. abierta se busca siempre por parte de los grupos levantados asegurarse * Marcello Carmagnani, Die keloniale Raumordnung: Muttrland, Peripherie ured Grenagebiete, enc Horst Pietachenann jed.), Handbuch der Geschichte Lateinameritng, vol. I, Stutlgart 194, pp. 534-564; cfr. tambidn Carmagnani, (coord), Frderafisams (atieoameri- canes: MécicwBrosilfAngenting, México, 1993. * Hans-Werner Tobler, Peter Waldmann (eds), Stsalfiche und parashantlicle Geet i Lateinamerike, Frankfurt, 1991. TPMETSCHMAMT élcontrol sobre el organismo municipal, ya que sélo éste hace posible Ta legitimacién politica de cualquier actu de resistencia y evita el peligro de ser declarado un simple bandido, amotinado o una persona puesta fuera de la ley y del orden, El lema citade de tantas rebeliones “viva el rey y muera el mal gobierno” demuestra ademas que la rebelidn o la resistencia van siempre dirigidas no contra el rey sino contea una jerar- quia interpuesta entre quienes protestan y este ultimo, o sea la auto- ridad central del Estado, de la Monarquia o come quiera Mamarse Ia totalidad de la colectividad, Esto prueba que en lineas penerales la in- feracciin entre Jos actores locales y la autoridad central, al menos durante la época colonial aun en los casos de resistencia armada, se de- sarrolla a Jo largo del andamiaje institucional-legal existente.’ Habra que ver qué tanto cambio después de la Independencia. La historiografia reciente que ha estudiado el trinsito de la organi- zacidn eslatal colonial a los estados independientes se ha desarrollado en forma ciclica. Hasta los sesenta y parcialmente aun después tuvo una aproximacién institucional, en gran parte cultivada por historiadores del derecho! A partir de los sesenta, la temitica del desarrollo estatal sdlo interesd a las ciencias politicas o a algunos historiadores que [raba- jaban con modelos procedentes de las ciencias sociales, al aplicar las teorias del socilogo aleman Max Weber al caso latinoamericano.’ A pat- tir de los setenta la historiografia se dedicd, en cambio, a problemas s0- ciales y econdmicos ¢ intent rastrear las complejas redes de intereses econdmicos, sociales y hasta familiares a lo largo de la época colonial, i oseph Pérez, Les mecimirntes precursares de ia emencipanion ex Hispenormérice, Madrid, 1977; John Preston Moore, The eats in Perw unaler he Mapsiwrgs, Asta in the origins ced powers of the fnew com iu dhe oiceroyally of Pere, 1530-1700, Durham, 1954; Avent, The cabilat in Pang unuler the Bourbons. A study iv the decting and resurgence of local go ‘vernment fit the Amfienes of Lévva, 1700-1524, Durham, 1966, * Alberio de la Hera, Ana Maria Barrero, Ross Maria Martines de Codes, La histortz del derecho tnelitma. Aporteciones del Institute Internacional de Historia del Detect Indians a Le ifdingrats jurtlic indigenista, Madrid, 1989, fel Leddy Phelan The atypia of Quito in the Seremternth Century. Bureacralic Spat gli arfalti, Spouish Burenncrotic Patrimo- Americ. #,nam. 1, Institute of International Sta- les Rerkeley 1956; Shmuel MN. Bisenstadt, The Palitical Systems of Empires, Landon, 1963, 56 pero especialmente en la época del reformismo borbdnico.’ Se perdid por algtin tiempo de vista la perspectiva del desarrollo estalal o se la traté mis bien de maneea indirecta. Luego de una serie de estudios em- pezéa cruzar el limite temporal de la Independencia; al principio sdlo cor una aproximaciin mas bien de historia politica y mas tarde en for- ma mas amplia.’ De ahi surgié un interés mis general en las continui- dades y discontinuidades entre la época colonial ¥ la postindependiente y fue en este contexto que el tema del Estado adquirid nuevo interés,’ aunque con una tendencia a prestar mas bien poca atencién a los aspec- tos institucionales y doctrinales. Sdlo bastante recientemente éstos se han vuelto a integrar en los debates como los principales ejes vertebra- dores del sistema politico-administrativo. Para el siglo sax, en cambio, y especialmente para el caso de México, se sabe relativamente poco sobre el funcionamiento del sistema institucional y en especial desconocemos bastante la historia social del aparato gubernamental, Para el propdsito de esta contribucién se deducen de las delibe- raciones precedentes los aspecios metodoldgicos siguientes: hay que proseguir el desarrollo de la relacién entre el nivel politico-administra- tivo local y el central a Io largo de des ejes cronoldgicos: el de fa larga duracién durante toda la época colonial y el coyuntural que coincide miso menos con el periodo de las reformas borbdnicas y que abarca los teinados de Fernando v1, Carlos of y Carlos tv. En el primer eje cronold- gico hay que resumir de forma muy general las distintas fases del *Florst Fietachmann, “El desarrollo de la historingrafia sefre la cotonizacién espaibo- Jaen América desde la segunda guerra mundial”, en: V. Vazquez de Prada e Ignacio Ola- barri (Hy), Balance de ba Historiografia sobre Tberoamézica (1945-1588), Actes de bee iv Comerrsicioucs Indemacinuales de Historias, Universidad de Never, Pamplona, 1-12 mare 1984, Pamplons, L889, pp. HI-112. "Ch. por ojempla Timothy E, Anna, The Fall af the Royel Gooemnment tn Mexico Cily, Lincoln, 1978; diem, The Full of the Royal Government ix Pere, Lincoln 1979; Brian RB. Hammett, Revaluciin y contraorneonucitie oe México uel Perd: fiberalistao, realeat y separatieno (TSO0-1824), México, 197; iilem, Reuls of Insurgency. Mexican Regimns, 1750-1824, Cambridge 1985; Jaime FE. Rodriguez. O, (ed.), The fmitqpenslence of Mexico and! the Creation of the New Nation, Loa Anpeles, 196%. "je. per ejemplo Antonio Anmine et-el (eds ), America Latin. Dalla stato cefoniale alle stato waziong, 2 vals, Mildn, LU? HORST PETSCHMALT desarrollo estructural, para intentar después un analisis con apoyo en la amplia bibliografia existente sobre el reformismo borlsinico en la Nue- va Espana. En cada una de estas lineas de analisis es necesario no perder de vista los distinios escalafones verticales del sistema gubernamental aun en su proyecciin regional; su papel en las relaciones entre poderes y élites locales y centrales y la transformacién de papel en el largo, mediano y corte plazas. Es importante destacar que la colonizacién espafiola de Amériea se Ilevé a cabo en un momento his de cambio profundo en la teoria del Estado; un cambio que contribuyé en buena medida al estallido de Ja revolucion de las Comunidades de Castilla. La Monarguia contractu- al bajomedieval con su sistema representative-estamental se transforma en soberana y absolutista y empezo a legitimar su preponderancia con el recurso a su origen divino, que derivé de ahi un “poderio real abso- Juto”. Este cambio ha sido interpretado de manera muy diferente por Jas historiografias nacionales europeas: la espafiola, italiana y alemana Je atribuyeron mucha importancia, la francesa al principio también, pero casi ninguna a partir del predominio de la escuela de los Annales; Ja historiografia anglosajona con su tradicidn del common Law también le ha concedide poca o ninguna, por lo menos entre los historiadores de- dicados al mundo ibérico. El cambio referido, sin embargo, fue impor- tante porque se produje a la par de la imposicién del derecho romano sobre el derecho comin y consuctudinario preexistente. En el sistema bajomedieval la legitimacién mondrquica apoyada en la teorfa del con- trato original entre rey y reine hacia que el poder de legislar residiera siempre enel “rey y el reine reunido en cortes”, por lo que las “leyes” propiamente dichas sélo podian emanar de una reunidn de las cortes. Con el cambio, la potestad de legislar fue absorbida cada vez mas sélo por el rey, Este cambio fue muy claramente sentido precisamente por los poderes locales, segxin lo demuestran los escritos de justificacién y los pro- yectos de un nuevo ordenamiento legal emanados de los ayuntamien- tos en rebeldia contra Carlos v. La Monarquia veneedora se aprovechd con mucha moderacton de su victoria y hasta concedio praciosamente, con Felipe 1, una exigencia central de los insurrectos: que el rey residiera siempre en Castilla. De esta manera el antiguo sistema gubernamental bipolar y equilibrado se invirtié en favor de la Corona, constituyéndo- 58 ACTOIES LOCA BOCEMTRAL se ésla en instancia superior del reino. Para consolidar esta situaciin, la Corona por un lado institucionalted en forma definitiva el sistema de corregidores como representantes del poder real en los municipios; pero al mismo tiempo concedio a las élites locales la consolidacion de su poder al convertir los cargos municipales en propiedad de sus repre- sentantes con el derecho de traspasarlos como herencia a sus descen- dientes. Pero al instalarse el my en Castilla, el aparato gubernamental quedé reducido a dos niveles: el central, constituido por el rey y sus consejos, y el local de los municipios. De esta manera las élites locales tuvieron rapide acceso al rey sin contar con una jerarquia intermedia. Esta situacién se dio por lo menos en las tierras de realengo; en las de seforio mantuvo su existencia, por supuesto, la jerarquia intermedia de les sefiores de vasallos que pooo a poco absorberia la burocracia modema. En Ins demas reinos que heredd la Corona, el ejercicio del poder se gjercié en tres niveles por lo menos: el central del rey y de sus consejos, el central propiamente dicho del reino respectivo, en manos de virreyes y gobernadores con su aparato respectivo surgide de las tradiciones historicas del reino propiamente dicho; finalmente, en el nivel local, con sunégimen municipal particular, Sera casualidad de que todas las rebe= liones serias posteriores a las Comunidades de Castilla se dieron en reinos ¥ teritorios de este tiltimo tipo, es decir, dentro de un sistema administrative escalafonado al menos en tres niveles: uno central lejanc en donde reside el monarea, otro central relativo a las tradiciones del reino 9 territorio respective pero en manos de un delegado del rey, y finalmente el local, que en vista de sus dos niveles centrales distintos conté con mayor libertad de aceidn politica, segiin sus conveniencias? Arin no disponemns de un anilisis sistemition y comparativo sobre el significado de estas dos alternativas de gobierno a Jo largo del Imperio espanol, Sin embargo el problema parece tener importancia también en la América de la época de las reformas borbinicas y en el desarrollo posterior a la Independencia. Los defensores de un Estado basado en las ideas contractualistas 0 pactistas una vez vencidas las Comunidades en Castilla no se manifes- taron mas en la forma tan acentuadaen que lo hicieron durante el levan- famiento, si bien la corriente tedrica de la escolastica tardia en Castilla 59 siguid insistiendo en esta linea, como lo manifiestan los auteres ya men- cionados como Mariana o Suarez; es especialmente signilicalivo que precisamente la nueva orden religiosa de los jesuites se ubique en esta linea de pensamiento. Tal fenmeno resulta de interés si recordamos el fuerte impacto jesuita sobre las sociedades americanas como edu- cadores de sus élites. Es importante recordar asimismo que también defendian el casuismo en materia juridica y legal; aunque no fue inven- chon suya, éste contribuyé mucho a paliar las tendencias normativas del derecho romano y del nuevo sistema de gobierno originada por la vic- toria de Ja Corona en la Iucha contra el contractualismo.” (Con respecto a América conviene recordar que los conquistadores estuvieron impregnados de ideas contractualistas o pactistas y que se sirvieron de ellas en caso de necesidad: tal la actuacién de Hernan Cor- tés en Veracruz al emprender la conquista del imperio azteca en contra de sus superiores. De ahi surgid también el conflcto entre el rey y los conquistadores en torno a sus aspiraciones de recompensa, del impacto politico concreto de la nueva idea del “poderio real absolute”. La base de relacién entre Corona y conquistadores fueron evidentemente las capitulaciones, textos legales que fijaban los encargos de los jefes de una empresa con promesa de recempensas. Los conquistadores interpre- faron estos textos come contralos y desprendieron de ahi que al cumplir con su encange tenian derecho irrevocable a determinadas recompen- sas. La Corona no tard en interpretar estos textos como concesiones graciosas o mercedes reales que le daban al rey el derecho de revocarlas si le parecia que el jefe de conquista agraciado con una capitulacién semejante no se comportaba come la Corona queria!" Una gracia real podia ser mucho mas ficilmente revocada que un contrate con un con quistador que tenia éxito con su empresa. Esta politica de la Corona tuva su origen en esta ultima, que per- seguia la realizacién de un modelo de sociedad diferente al de los con- © Of, Victor Tau Anacdtegui, Casuismo y sisteme. Indagackin histdrica sobre ef esprit del Derecho Indiano, Bwenes Aires, 1992 © Horst Pietschmanm, “Estado y conquistadores: les capitulacienes”, ene Historia, val. 22, 1857 (Homenaje a Mario Googora), pp. 249-262: adem, El eshuds y su evelinedin al prime Pied Ie colonizactix espetioia ae América, México, 1989, 60 quistidores.* En este caso temprana de conflict entre Corona y conquistadores se percibe que metodologicamente no basta con rect los comflictos entre poder contral y sociedades locales tinicamente a in- tereses divergentes o a luchas por el poder, septin la historiografia reciente implicitamente suele hacer, sing que por encima de estos con- flictos con frecuencia se hallan conceptes divergentes sobre el tipo de sociedad o de organizacidn estatal que se pretende realizar; de lo cual surgen determinadas pretensiones de autoridades locales y medidas politicas por parte del gobierno central, Este tiltimo recibe de forma mu- cho mis ripida nuevas corrientes europeas de pensamiento que la leja- na América. A ésta silo trascienden, si acaso, mucho mas tarde. Cabe la hipdtesis de que la metrépoli, en cuanto a nuevas ideas y modelos, se encuentra siempre en vanguardia con respecto a sus vasallos america- nos, de modo que los conflictos ideoldgicos entre poder central y poder focal casi se encuentran institucionalizados solamente por las distan- das. Esta dimensidn espacial como causa de discrepancias ideoldgicas se prolonga luego en America entre los grandes centros urbanos en con- tacto regular con la metropoli y las zonas midis alejadas y rurales, despro- vistas de.un sistema diferenciado de formacion escolar e intelectual, En este primer conflicto entre gobierno central y sociedades con- quistadoras en América, la Corona procede en un principio de acuerdo ala politica aplicada en Castilla con anterioridad. Se establece un apara- to burocritico diferenciado y asi se desplaza el poder politico de los comquistadores. En una segunda fase, las tendencias feudalizantes en las sociedades conquistadoras, manifiestas en las aspiraciones de perpeluacién de la encomienda, son articuladas por les eonquistadores y primems colonos; pero también el poder feudal de los caciques prehispinicos es mediatizado primero por el establecimiento del régi- men municipal castellano en las sociedades indigenas y vege se abro- ga su posicidn de sefiores de vasallos” En la Nueva Espaiia este proceso * Por ejempla Horst Pietschenann, “Die derische Expansion im Atlentik und die kastilisch-spantsche Entdockung und Ercbenang Amerikas’, en: Horst Pietschmann: (ed), Hendhuch der Grchichie Lateinamerites, val. |, Stultgart, 19M, pp. 20-273. "Charles Gibson, The Aztecs Under Sporeisle Rule, A History of the Indies of the Valley of Mexico, 1519-1410, Stanford 144; item, The Transformation af the Endiac Community in New Spain, 13-1810, enc Jornal of Parld History 2, 1955, pp, 581-807; Brangeis Che- 61 HORST tuvo lugar entte los afios treinta y sesenta del siglo xv1y en el Peri en los sesenta y sobre todo setenta, bajo el gobierno del virrey Toledo, Los conquistadores reciben como recompensa el derecho de preferencia en los cargos de corregidores y de alcaldes mayores y el establecimiente de un sistema de reclutamiento de mano de obra indigena controlado por las autoridades burocrilicas nuevamente establecidas. Es significative que sélo entonces se inicid en gran eseala el proceso de acurulaciin de tierras por los colonos europeos y una parte del elemento indigena. De modo queal frenarel gobierno central metropelitano el proceso de apo- deramiento del control sobre la mano de obra indigena, los grupos loce- les se Ianzaron en gran escala a apoderarse de la tierra como medio de preduccidn principal. No resulta coineidencia casual que al mismo tiempo también la mineria se desarrolle en forma intensiva. Con esto la Corona logra que !a nueva sociedad colonial se empivce a organizar sobre la base de actividades econémicas de los mismos colonos euro- peos, evitando asi que la sociedad colonial se establezca tinicamente con apoyo en el consumo de un superivit determinado de Ja produccidn autéctona, coma tendencialmente podria haber resultado si se hubiere generalizado la encomienda, forma de parasitismo social que perduré en algunas zonas marginales. Al convertirse los conquistadores y colonos en gran escala en pro- ductores en los sesenta a ochenta del siglo xvi, crecid su poder a nivel local, puesto que ya no eran sélo guerteros o especuladores sobre el pra- ducto ajeno en una posicidn débil frente al poder central metropolitan con sus reclamaciones de recompensas por sus servicios militares, Esta situacidin se detecta muy bien en los cambios de la estructura del comer- cio trasatlintica metropolitang, en el cual los productos de primera ne- cesidad empezaron rapidamente a ser remplazados por articulos de lujo omedios de inversidn de origen europeo. Este cambio ciertamente indi- ca también un incremento de competividad o de bargaining power de las valier, Les muanicipalites indiermes en Nouvelle Espagne, 1520-1620, en: Anuariody Historts del Derecho Espedil, vol. 15 (HHA, pp. 352386; Charles Verlinden, Gouvernés et Gawver- nants dans les "Républicas de indios” du Méxique aux v1 et xem sitcles, en: Fercwrils ale fs socteé Jen Badia pour histoire comparalice des institutions, wal, sary; Gouwernés et Gou- ‘yeranls, Bas Mayen Age et Temps Modemes, Druselas, 1985, pp. 483-X02 62 ACTORES 1OCALES ¥ PODE sociedades coloniales en proceso de “crioltizacién”, El mecanismo aglu- tinador y gestor de estos nuevos poderes fue el municipio, que no sila se consolidé rapidamente a nivel dela urbanizacién, sino también como organismo con poder negociador frente a las autoridades metropolita- nas; mis aun, frente a los delegados de éstas en América, en especial los virreyes y su aparato de gobierno. La aceptacién del mecanismo instilu- cional municipal por parte de las sociedades conquistadoras contribuyd aconvertir la organizacién militar de la hueste conquistadora en una organizacion civil y sus lealtades personales se convirtieron en lealtades civiles, organizades en tomo a las instituciones municipales, sobrepo- niéndose éStas sobre las personales de los miembros de las huestes de Ja época de la Conquista, Claro que enesta situacién los grupos de presion constituidos con apoyo en lealtades personales pugniron ahora por el contral de las instituciones municipales. Es interesante cémo el mismo proceso se desarrollé en las comunidades indigenas después de la insta- lacidn del sistema municipal en ellas. También en las comunidades de indios el poder personal de los caciques se sustituyd poco a poco por el poder institucional de la organizacién municipal. Ya en la segunda mi- tad del siglo 2x1 les municipios indigenas en forma enérgica utilizaron los resortes de las vins administrativas superiores para buscar lo que consideraban su derecho. Esto se produjo hasta el punto de que los in- dios adquirieron pronto la fama de ser muy pleiteadores, inundando los juzgados con reclames y procesos. Ahora empieza a tener importancia que -al igual que en los reinos y provincias perifézicas del imperio espaol en Europa- los poderes municipales tuyieron por delante un gobierno central bipartilo: el rey y su Consejo de Indias en la peninsula, por un lado, y los virreyes, au- diencias y demas funcionarios enviades desde la metrdpoli, pero resi- dentes en América. Estos fueron durante gran parte del siglo xvi agentes mas o menos fieles de la politica de la Corona en América, pero confor me aumenté el poder econdmico de las sociedades coloniales, su pastu- Ta cambid poco a poco para convertirse mis y mas en mediadores entre el poder metropolitano y el local, Este cambio paulatino respondié en gran parte a intereses propios. A América se iba, en especial, si se iba por un mimero determinado de afos, no sélo para servir al rey, sino también para conseguir ventajas 6a propias, ya sea econdémicas, o bien econdmice-seciales. Asi, lus virreyes y otros altos funcionarios Hegaban de Europa con tedo un séquito de personas relacionadas por medio de Jazos de parentesco, de compa- drazga, clientelismo o de origen local. Buscaban cargos y acomodos, y frecuentemente fueron utilizadas por su amo para lejer una red de per- sonas de confianaa en cargos repartidos a lo largo del ambito de la juris- diccidn del virrey o presidente, gobemador y capitin general, eleétera. Para que estos sujetos funcionaran, fue necesario que hicieran arreglos con los respectivos poderes locales, tanto mas si tentan ambiciones de Jucro. Si estas personas cometian la imprudencia de oponerse abiertamen- te a los intereses locales podian contar, tal vez, con el respaldo de su amo. Sin embargo ya la audiencia del distrito con sus funcionaries mas o menos permanentes salia en la defensa de los intereses locales y asi- mismo el gobierno metropolitano ofrecia este respaldo, pues temia por Jo general que sus propios delegados se hicieran demasiado poderosos. Este apoyo de las autoridades locales fue tanto mas facil si éstas repre- sentaban municipios o intereses econémicamente fuerles 0 importantes para el,control politico y militar de una regidn. El mecanismo aperd de forma mas efectiva si los intereses locales actuaban de comin acuerdo. En caso de conflictos entre grupos de interés a nivel local, los contrin- cantes buscaban con frecuencia el apoyo de dislintos niveles adminis- tratives superiores. El apoyo mids efectivo era, por cierto, el de los drganos administratives metropolitanos, pero generalmente ésta fue la via que mas tiempo requirié para llegar a decisiones y al mismo tiempo fue la més costosa, puesto que lograr una decisién favorable en la corte requeria poner en movimiento todo un sistema de agentes de negocios y abogados que habla que pagar. Asi pues, buscar apoyo en la corte de manera efectiva sdlo lo lograban poderes locales fuertes capaces de mobilizar recursos y de disponer de tiempo como para aguardar una resolucién favorable. También costosa, aunque en menor grado, fue la via a través del nivel central administrative americano, es decir La de los virreyes y audiencias." Hay que decir que ya desde muy temprano forst Pietschmann, Die steatliche Cnganiscitiar des halonéalen Ubermarcrtiet, Shattgart 1980; idem, Alcaldes mayores, Corregidores und Subdelegadus. Zum Problem der Dis- 6a NIRAL inlervinieron en este tipo de pestiones no silo lo: fastos ordinarios de escribania y derechos de toda clase de funcionarios, sino tambien rega- los a veces considerables en dinero efective w otros valores comerciales o ficilmente negociables en dinero. También las comunidades de indios adoplaron muy rapidamente este medio para promover sus intereses, De mado que, los poderes locales frecuentemente tuyieron que movi- lizar recursos financieros para lograr sus fines ante los distintos niveles de la superioridad por medios corruptos, Con todo, seria exagerado alirmar que Ja justicia se vendia al que mejor pagaba. Aunque tales casos existian, lo mis comin era por lo visto que aquellos procedimien- tos fuesen necesarios para engrasar la pesada y lenta maquinaria administrativa. Siempre que los intereses de los poderes locales se ha- llaban involucrados de manera colectiva, el asunto cobraba importancia politica y se solucionaba de alguna forma a nivel politico. A pesar de la falta de un sistema representative colectivo al estilo de las cortes, los municipios supieron coordinar en tales casos sus esfueraos por la via informal, pero asimismo representaron paralelamente ante la superio- ridad sobre el mismo asunto, Parece que por lo general las aulorida- des centrales distinguieron muy bien entre inlereses individuales y colectives. Conforme se consolidaba la economia colonial en los centros princi- pales de asentamiento espanol, fa Corona empexd a establecer el sis- tema fiscal castellano en América; termind con la politica de exencién de impuestos indirectos como la alcabala y otras rentas, y al mismo tiempo comenzé a intreducir medidas prolectoras para la economia metropoli- tana. Asi, se prohibieron determinados cultivos como el de la vid y del gusano de seda, y se introdujeron asimismo restricciones para el comer- cio interprovincial. Para poder imponer estas medidas fue necesario ofrecer concesiones a las sociedades locales. Asi, Ja Corona empezd a conceder en propiedad los cargos municipales a las élites locales y a convertirles en “oficios vendibles y renunciables”, lo cual permitié su traspaso de generacidn en generaciin y favorecié la transformacidn de las élites locales en oligarquias hereditarias. La relacién entre poder frikisbe pamberechatt im Vizekiinigrelch Neuspanden, ere: fateful fiir Gesthichte enw St : Lateinemvetbas (JOLA), we 9, 1972, pp 173-270 65 local y poder central se convirtié asi definitivamente en un forcejeo mas © menos subterrineo por el control de los recursos econdmicus o, mejor dicho, por el porcentaje del producto global que quedd bajo el control local o que entrd en poder de la fiscalidad real para sufragar ya fuera gastos de defensa o de administracién en Amét icomo de la politi- ca europea, cada vex mis costosa de la Corona. Por cierto que esta Pugna se produje también entre grupos locales.” Esto contribuyd a que aumentara el poder mediador de las jerar- quias administrativas superiores en América y a que el aparalo burocri- fico americane se independizara mis y mas, al menos en su conjunto, dela voluntad de La Corona; resultaron poco efectives [ns mecanismos tradicionales de control burocratico, Como estos mecanismos funciona- ban mds bien por denuncias procedentes del nivel local y regional, fue- Fan poco operantes para controlar o fiscalizar la gestién de un funciona- io en cuanto al cumplimiento de drdenes recibidas de la metrépoli, ya que beneficiaban mas bien los intereses locales que los metropolitanos. De esta manera poco a poco se introdujo de hecho, aunque no de dere- cho, una especie de “federalizacién” clandestina, Para la Corona resulta dificil imponer su politica contra una alianza de intereses locales y Tegionales que se articulé en una colaboracién entre autoridades muni- cipales y administracién regional o virreinal, El sistema casuista de la le- gislacién y la abundancia, muchas veces contradictoria 0 poco clara, permilié que alianzas semejantes siempre encontraran alguna justifi- cacién juridica para oponerse a las drdenes recibidas de la metrépoli. Frente a este proceso la Corona reacciond en distintas formas: tejid de manera mas compleja el sistema administrative; amplié el campo de su control; empled funcionarins de cardcter comisarial que solo debian ac- tuar de acuerdo a instrucciones recibidas y fwera del montaje institu- cional ordinario; envié visitadores generales con plenitud de facultades desde la metrdpoli etcétera, Cuando finalmente, a principios del reina- do de Felipe tv fracasaron las medidas de reforma que tendian a lograr mayor vineulo de las sociedades americanas a los intereses y a la politi- “Cft. par gemplo Bernard Lavalle, Le menguis ef te marclumnd, Les tuttes de paunoir au Cuzco (T7M-1740), Paris, 1987; ofr. también Thomas Calvo, Cireulos de paler en ta Goede jana del siglo aviv g fa Nueva Gulicis er hos siploe cv y tv, Mien, 1989, 66 en metropolitana, Ja Corona comenaé a introducir el mecanismo del beneficia de los empleos, “vendiéndolos" por el liempo de durecién previsto legalmente para cada cargo. No sélo se beneficiaron emplens por entonces vyacantes, sino también. “futuras” para cada uno de ellos, de modo que a veces exislian (res o cuatro personas al mismo tiempo, que habian comprado un cargo que no estaba vacante sino que espera- ban a que distintos compradores cumplieron su periodo, De esta mane- ra log cargos administrativos mismos se convirtieron no sélo en mee- cancia, sino también en objeto de politica fiscal” y La competencia por el control de los recursos entre poder local y poder central se hizo atin mas patente. Esta politica resulté sin embargo contraproducente, pues permitia la penetracién masiva de elementus criollos aun en la alta jerarquia de la administracidn, lo cual intensificé de hecho la “federalizacién". Por otra parte, los criollos que penetraron en la alla jerarquia burocriitica se acer- caron mas ala metndpoli como parte de una élite nueva, més desligads de intereses locales y con un mayor dmbito espacial, que se adaptaba a Jos intereses de las capitales americanas. ‘Asi, las consecuencias politicas para la Corona no deben haber sido fan importantes como ha expuesto parte de Ja literatura histérica, Por otra via, en camibio, el sistema de beneficio de empleos fue uti- lizado también de manera sumamente habil por los poderes locales. Es- tos introdujeron, por lo visto, la costumbre de comprar de la Corona la “fulura” del cargo burocritico mas préximo, es decir el de un comegi- dor o un alealde mayor. Sin embargo no hacian efectiva la compra. Es decir, que la persona en favor de la cual habian adquiride el titulo no ocupaba el cargo tan pronto quedaba éste vacate. Esperaban, ent cam- bio, logear la colaboracién de los funcionarios que consecutivamente ocupaban e] puesto; sdlo en el caso de que una persona no se prestara a colaborar con ellos sacaban el titulo propio; argiiian preferencia por la antigiiedad de su candidato. De esta manera actuaron por lo menos los grupos de podera nivel municipal en el caso de las ciudades y villas dle Horst Pretschmann, “Buracraca ¥ corrupexin en hispaneameérica onlonéal, Una aprodmacion bentativa’, er: Nev Americana, arin, 5, 1982, pp. L137. oy HORST CM MANM “espaioles”. No hay indicins de que las comunidades de indios hayan hecho lo mismo. Por lo tanto se puede deducir que la colaboracidn entre dirigentes locales y el funcionario real mis cercano fue de importancia central para la defensa de les intereses locales. Veremos mis tarde en qué consistia esta colaboracion, La criollizacién del sistema gubernamental americana que se pro- dujo al finalizar el primer tercio del siglo xvit se completa con la intro- duccidn del sistema de recaudacion indirecta de impuestos indirectos, especialmente la aleabala, En este campo se introdujo el sistema de "en- cabezamiento”, por medio del cual el mejor postor arrendaba contra pago de sums fijas la recaudacion de una renta en determinada regién ¥ por un tiempo determinado, En las eapitales virreinales Jos consula- dos de comercia solian adquirir este derecho, mientras que en las ciu- dades y villas provincianas fueron sobre todo los cabildes los que se aduenaron de tal prerrogativa, de manera que los representantes locales de los contribuyentes se encargaron también de la recaudacin. Este fue quizd el momento del maximo poder logrado por las élites locales, ya que a partir de entonces su control sebre el ambito local fue perfecto; se controlaron no silo les recursos locales y regionales, sino también el funcionario local o regional de la Corona, el régimen municipal y hasta el sistema fiscal local y regional. Ast se formaron monopolios y oligopo- ling de peder y de control de recursos que para su gestidn se adaptaron, generalmente a la legislacton, aunque manipulindola a su anlojo. Pero mientras las élites locales cerraban filas con el control casi total de los recursos coonémicos y politico-administratives, se organizaron otros grupos de Ja élite en torno a los centros de poder administrativo, politico, eclesiastico y econdmico de las capitales, Estos grupos eran en. parte criollos y en parte peninsulares, unides en muchos aspectos por lazos familiares y por el mayor ambito geografico de sus intereses eco- némicos y hasta politicos. Se trataba de comerciantes de largo alcance en América con vinculos en Europa; alles funcionarios que, aunque eran criollos, tenant en muchos casos intereses en un ambito peogrifion mayor, o eclesiasticos con ambiciones de carrera, universitarios, etcéte- ra. Se trata de una élite en un nivel superior a los grupos locales para los que ne cabe el simple antagonisme criollos-peninsulares y que empezd a surgir paralelamente. Aunque los grupos de poder y las élites metro- LOCALES ¥ politanas americanas mantuvieron vincules estrechos en muchos aspec- tos, las élites melropolitanas no sélo se sentian mds poderusas por estar muis cereanas al poder tanto en America como en la metropoli, sino tam- bién per sus miras mas amplias, su refinatniento cultural y sucial supe- rior, lo que las empezaba a distinguir mas y mas de los grupos de poder local, Asi se produjo un lejide social complejo en lo vertical y lo hori- zontal, en el cual las élites metropolitanas se distinguieron de las loca- les, independientemente de su estatus criollo o peninsular, identificin- dose mis bien de acuerdo al ambito espacial de sus intereses y al campo de su actuacién.” Este tejido ecomdmico, soctal, politico, administrativo, eclesiastico con sus monopolios y oligopolios fue atacado de frente ¥ a todos los niveles por las reformas borbonicas. En la epoca de Felipe v, estas refor- mas se inspiraron todavia en un modelo mercantilista al estilo colber- iano. Pero ya en la segunda mitad del siglo se empieza a imponer poco a poco un nuevo medelo social basado mas en la preponderancia del individue frente a Jos intereses de los grupos favorecidos por la legis- Jacién previa, pero que se derivaba también de conceptos econdrmicas. En su, afan de devolver al pais su antigua grandeza e importancia, los reformadores coinciden en que este fin sélo se puede lograr a través del desarrollo de la economia. Seguin ellos el éxito econdmico de un pais re- side en la suma de los éxitos econdmicos individuales. De ahi se deduce Ja idea de que la politica del Estado debia onentarse a liberar al indi- viduo de limitaciones colectivas y gremiales de todo tipo al permitirle desarrollar su inclinacion natural, es decir, buscar el éxito ecomdmico in- dividual. Asi, la politica estatal se propuso de manera mas ¥ mas clara Ja eliminacién de todo tipo de monopolios y oligopolios frente a todas las resistencias que no tardaron en surgir del ambito de los intereses de grupos firmemente establecidos, cuanto mas lejanos de la metrépoli.” * Tor ejemplo Magnus Morner, Die sozialen Strukturen im Wandel, en: Horst Piel- schimana (ed), irfiuck der Geschichte Liteluimerttas, vol. 1, Shattgart, ISM, pp. 454-513. * Por ejemplo Horst Pietschmann, “Tas ‘Proyecto econimicy’ von Bernardo Ward. Zur Auslandsorienbecung der bourbonischen Refarmpoli rival Justine (el, Spanier wud Curepe fer Zeichen dee Autilfrane. Intemationabes Kalli man der Urtver- Duisburg vom 8-11, octubre, WRG, FramkFurt, MAL, pp. 211-227, 69 Pero antes de entrar a discutir el impacto de las reformas conviene retener en forma sintética los resultados de esta perspectiva de larga duracién. En primer lugar hay que afirmar que desde que se empezaron a formar las sociedades criollas con apoyo en activid idades economicas propias, comenzd a crecer el poder local frenteal gobierno central y sus delegados en Am Alimponer novedades importantes ~por ejem- plo a nivel fiseal- el gobierno central se vid obligado a hacer concesio- nes politicas, a ayudar a las nuevas lites locales a consolitlar su poder mediante formas de institucionalizacian a nivel municipal, Estas conce- siones contribuyeron a que las Gites locales aceptaran las formas legales cinstitucionales elaboradas por el gobierno metropolitano para la solu- én de conflictos, al manipular en medida creciente el aparato institu- cional y legal en su favor, incluse con medios ilicitos y corruptos. La misma sociedad indigena acepti cl sistema legal institucional para defender sus intereses y derechos frente a la sociedad colonial, debido a la general aceptacién del sistema municipal castellano. El poder econd- mico y politico crecienle de estas élites locales contribuyé a que las autoridades que representaban a la monarquia en América tendieran a alejarse de la metrépoli y de su aparato gubernamental, inclinandose muis hacia los nuevos poderes locales hasta adquirir de este modo una posicién intermediaria. El crecimiento econdmico regional desigual in- dujo a la Corona a crear nuevas entidades administrativas intermedias, fendmeno que fue fomentado por la enorme extensin de los espacios. Asi se crearon nuevas jerarquias intermediarias y paulatinamente los grandes espacios escaparon mas y més a la autoridad de los dos virrel- nates de Nueva Espaita y Pend. Esto fue, por un lado, consecuencia del niento de los poderes locales, pero también un fendmeno que per- incrementar estos poderes al facilitarles un mayor nimero de po- sibilidades de accién y de gestién. Este proceso podria denominarse también una especie de “federalizacién avant ly lettre” y complica en da las competencias por el control de los recursos econdmi- cos; contribuye a la formacidn de nuevas élites que se clevan por enci- ma de su marco inmedialo y que adoptan conforme a la extensién espa- cial de sus intereses una identidad y autoconciencia distintas de las lites locales, De esa forma surgié un nuevo competidor por el control de los recursos econdmicos y la posicién del gobierno metropolitano se 70 debilité mucho; al punto de que con el reinado de Felipe rv la Corona, con tal de recibir un total calculable, entregd la gestién fiscal a las auto- ridades locales y regionales y a sus clites respectivas ¢ inicid el benefi- cio desenfrenado de los cargos; fomentaba ast atin mas la criollizaciin de los distintos niveles de gobierno en América y su autonomia legal de gestion. Desde esta perspectiva conviene replantearse el problema del im- pacto de las reformas borbonicas y volver sobre la pregunta de si fueron silo una reaccién a los procesos arteriores que se habian producide o si fueron un factor dinamico que contribuyd a desarticular el orden ante- clos. Habra que admitir que fueron tanto lo uno como Lo otro. La rees- tructuracion territorial con la creacién de dos nuevos virreinatos, de nuevas audiencias ¥ de otras entidades gubernamentales, fue sin lugar a dudas una reaccion a una situacién desarrollada anteriormente. Lo mismo se podrd decir de La politica de liberalizacién del comercio me- tropolitano con América. Otras medidas, en cambio, desarticularon el tejido econdmico, politico administrative y hasta financiero, por lo me nos en algunas regiones. Nueva Espana fue probablemente una de las zonas mids alectadas. En fa Nueva Espana tuvieron ya un fuerte impacto las reformas de Felipe vy Fernando wi. Estos dos reinados establecieron no sdlo un apa- rato de administraciin fiseal estatal que retomé on administracién di- recla Jas rentas antes arrendadas, sino que eslablecio un monopolio estatal de] tabaco, cuyo producto neto se transferia por completo a la metrépeli.” Con esto, las autoridades locales perdieron la gestion direc- tay legal de una parte importante de Ins recursos, pero también las po- sibilidades de financiamiento de negocios propios; los ingresos fiscales habian sido empleados con frecuencia por las autoridades locales como crédito a corto plazo para financiar transacciones propias. Naturalmen- te se encontraron mas tarde posibilidades de parlicipar de alguna mane: rade aquellos ingresos o de sustraer sumas mediante colaboracién con los nuevos funcionarios fiseales a nivel local; sin embargo ahora tenian un earicter ilegal. El crecimiento impresionante de los ingresos fiscales fr Susan Deans-Smith, Burrawcrats, Mantes, end Workers: The Making of the Tilecco Mopapaly-in Bourn Marco, Austin, 1A, entre los anos 1750 y 1780, prectsamente en las rentas que eran menos independientes de la coyuntura minera, testimonian de f muy clara el impacto de estas reformas fiscales. Estas no afectaron tanto a las cites regionales, ya que el aumento de los ingresos ented en gran parte en la masa comin del fisco novohispano, de la cual se pagaban los gastos administrativos y militares y a este nivel el virrey y Ja adminis: tracién virreinal tuvieron cierla influencia sobre la forma de gastar estos ingresos; Las élites virreinales tuvieron, pues, la oportunidad de caleu- lar come participar de alguna forma de estas sumas, debido a que te nian hasta en Io espacial un radio mayor de actividades. De modo que lo que a nivel local fue esencialmente una mayor extraccidn de dinero en efectiva, no fue percibido asi por las élites regionales, sepuin fuera te pidn productora de metales preciosos con capacidad de ficil reposicidn, oregidn que slo indirectamente tenia acceso a las “fuentes” monetarias mas alejadas. También la supresion del sistema de beneficio de empleos en 1750! 1751 afectd a las elites locales mucho mis que a las regionales, pues ya no tenian la misma influencia para asegurar la complicidad del corregi- doco del alealde mayer, y comprar el cargo para una persona desu con- fianza. Ahora era necesario entenderse con él de otras formas, Io cual a veers pudo haber sido mas costoso. Las «ites regionales con intereses directos en Ia ciudad de México, en cambio, siguieron teniendo influen- cia sobre este tipo de funcionarios, a pesar de ser nombrados por el rey. ‘Como estos funcionarios necesitaban dar fianzas por su actuacion y pre- cisaban del cobro del tribute indigena para llevar a cabo el comercio a crédito -de repartimiento- en su jurisdiceién se proporcionaba alsin ingreso, La élite central del virreinato les olorgaba las fianzas necesarias y les prestaba dinero para el comercio de repartimiento; mantenia asi influencia y hasta control sobre el funcionario real local y sobre el co- mercio de su distrito. Esta élite capitalina vio amenazado su poder me- diante el mecanismo referido con el inlento de la Corona de cuantificar y teglamentar este comercio seguin tarifas fijas mediante el proyecto de reforma introducido a fines de la década de 1740, Sin embargo simple mente maniobré para hacer desaparecer el expediente correspondiente, haciéndolo reaparecer afios muds tarde a través de un sacerdote bajo el secret de la confesiin, cuando el peligro ya habia pasado. En suma, se 72 puede afirmar que las reformas fiscales hasta comienzos del reinade de Carlos i alectaron de forma considerable a las elites locales nowohtspa- nas, cepecialmente en las regiones mis alejadas de los principales cen- frog mineros.* Auin es dificil decir hasta qué punto otro fendmeno se puede rela- conar con lo expuesto. Me refiero a una serie de casos de pleitos de competencia entre el virrey de México, por un lado, y el capitin general de Yucatin y el gobemadaor y presidente de la audiencia de Guadalajara por el otro lado, Estas autoridades regionales disputaban al virrey el ejercicio del gobierne superior en sus jurisdicciones respectivas, es decir que se querian independizar del mando virreinal de México y ser reco- nocidos come subordinades directos de Madrid. Si bien las competen- clas entre funcionaries eran muy frecuentes, es casi imposible que en casos de tal trescendencia el intento haya sido motivado dnicamente por el capricho de los individuos respectivos; es probable que represen- taran intereses locales. Esto sobre todo en Guadalajara, donde estos intentos empiezan a surgir desde mediadns del sigh xvi con cierta fre cuencia y culminan hacia finales de ese siglo en una solicitud a la Co- rona para erigirse en virreinato propio. Por Io visto, el proceso de “fede- ta, observado ya en el proceso estructural anterior, empieza a encontrar ahora poco a poco articulacidn politica. En ambos casos, el de Yucakin y el de Guadalajara, hay motives para pensar que estas aspiraciones se apoyaban en élites locales poderosas con afin de elevarse y equipararse a aquella élite que desde mucho tiempo antes manejaba los asuntos econdmicos, administrativos y politicos en la ca- pital del virreinato y que empezaba a reclamar cierta representaciin politica para el conjunto del virreinato, seguin puede deducirse de Ja fa- aoga representacidn del eabildo de la ciudad de México de 1771," luego * Jotm J. TePaste, Herbert 5. Klein, The Reyel Treasuries of tire Spanish Enypdre tit America, 3 vols, Durham 1982; Herbert Klein y [olin J. TePaske, Ingresos y egeesasdle by Ren dncierae de bi Nnetw Espaita, 3 vols,, México, 187,en prensa en un homenaje a Hans Pol, Hoss! Pietschmann, Geli cast Krvail ix der Wirtschaft des spatiatowialen Meiko (1750-1870), (bertequmgen sum Forscungestand. © Representaciin que hizo la ciudad de México al rey D. Carlos ton 1771 sobre que Ios criollos deben ser preferides a los europece en la distribuctin de empleos y beneti- 73 MAME de que estos mismos grupos metropolitanos habian ya empezado a for- jar elementos de una identidad cultural durante cl sigho xvi Un principal reclame politico de esta élite fue en esa representacidn, la criollizacién de los cargos administratives, es decir, la preferencia de criollos sobre peninsulares. Efectivamente, habia aumentado mucho el mimero de funcionarios estatales con el montaje de toda el aparato ad- ministrative nuevo a nivel fiseal. Por su parte la prohibicién del benefi- cio de empleos parece haber dificultado el acceso de Ins criollos alos carges administeatives, La historiografia ha insisido mucho, ademés, en el empefo de Ja Corona en nombrar peninsulares para los cargos en América. Sin embargo se ha podido probar esta tendencia solo a nivel de las audiencias americanas, que representan el tinico sector adminis- trative estudiado de forma sistematica.” En este sector, se ye una ten- dencia clara hacia una preferencia de europeos en los nombramientos para los cargos de vidor o alealde del crimen, pero habia que pregun- tarse si puede hacerse tal generalizaciin. En primer lugar hay que mencionar que en la misma metropoli exis- tian obviamente pareceres discrepantes sobre el punto, Asi, por ejemplo, el conde de Aranda exigié en un dictamen a principics de los setenta que los cargos en América debian otorgarse a aquéllos que tuvieran ca- pacidad, sin fijarse en su origen étnica, Segdn 4], indivs, negros y mesti- #os podian ser nombrados cuando cumplieran los requisitos necetarios. Por tanto aungue en las filas del fiseo, engrosadas considerablemente, se haya dado preferencia a los peninsulares para los altos cargos, no pudo Henarse preferentemente con ellos el mimero de los nuevos fun- cionarios. A nivel local foreosamente se colocaron en la administraciin fiscal también muchos criollos, aunque fuera en niveles jerdrquicos mas hajos." Adems, con el establecimiento del sistema de milicias, promo- cing de estes reines, en: Hernandes. y Ckivalos (ed), Coleecin de docwmwrrdcs para ba filsto- fin de Uy germ de independencia de Métice de 18M 8 1421, vol I, Mésaen, 18F7, p. 452 = Erving A. Leonard, Dan Carles Sigtience y Giingere, @ Meniora Savant of tke Seeent- teenth Century, Berkeley, 1929; see, Baroque Times it Old Mesa, Ann Arbor, 1959, 2 0y1, Mark Burkholder Devitt §. Chandler, Erin Impotence to Awthority, The Spanish Crows and the American Aufiencias, 1647-1808, Columbia/ Londres, 1977, * Of Linda Arnedd, flurenuenacy and Huremcrals ie Mexico City: 1742-1815, Tucson, 1988. 74 vido por Carlos tii desde 1765, muchos criollos de las élites locales ad- quirieron cargos de oficiales con privilegios jurisdiccionales conside- rables.” Por otra parte, a fines de 176 se empezé a introducir en los cabildos de las ciudades y villas de espanoles el sistema de los regidores honerarios y de les sindicos personeros del comun; al principio nom- brades por el virrey para un numero determinado de anos y luego elec- tos por los mismos cabildos. Los dos inicos estudios serios que tenemos sobre miembros de cabildos en esta época -el de R. Liehr sobre Puebla y el de J. MeiBner sobre México- Ilegan a conclusiones opuestas. Liehur, sin perseguir en detalle la actuacién de ambas categorias de regidores —propietarios y honorarios-concluye que el impacto de esta medida fue poco importante porque el sistema de eleccidin de Ins regidores propie- tarios tuvo par consecuencia la eleccién de personas del mismo grupo elitista que manejaba al cabildo; MeiBnes, tras seguir en detalle el papel de los regidores honorarios, destaca que el impacto de esta medida fue muy importante y hasta contribuyd a un aumento considerable en el peso de esta institucin. Por el momento es imposible generalizar sobre este punto, ya que es posible que ambos autores tengan razon; en el caso de Puebla se trata mas bien de una lite local tradicional en una ciudad en crisis econémica, mientras el cabildo de México aglutind a otro tipo de élite con extensas actividades ¢ intereses ecomémicos y con una aulo- conciencia o identidad que el propio autor califica de protonacional” De manera que se podria pensar asimismo que la representacién del ca- bildo de México en 1771 sea una expresidn del pensamiento de esta élite de jerarquia clevada y que su reclamo de cargos se refiera mis bien a lo que ellos consideran adecuado para sus miembros; es decir los cargos més altos de la administracién virreinal, pues muchos de ellos tenian puestos en las oficinas mas variadas de la administracisn central, como asesores letrados, promotores, etcélera. En todo caso lo cierto es que las élites propiamente locales tambien recibieron compensaciones por las pérdidas que les causé la eliminacién de la administraciin directa de ® Cr. por eemplo Christen L Archer, The Army it Bourbon Mexico, Mbuguerque, 1977. * fteinhard Liehw, Stsdbrat znd stadtische Oberschicint cont Puebla ont Ende der Kolowial- eit {1787-1400}, Wiesbaden 1971; Jochen Meifner, Cite Elite far Umbruch. Der Stadtrat 20 Meciko 2wéechen telonister Ordnumg unl omabhimgigert Stat, Shaltgart, 193, pp, 123 ss wt) rentas ¥ del beneficio de empleos. Estas compensaciones de nuevo pare- cen haber consistido mas bien en cargos y honores, pero cargos y hon- ores que indirectamente se podian traducir en venlajas econdmicas, bien fuera a través de las exenciones del fuero militar, o a través de la integracién en la administracién municipal y¥ el manejo de fondos que suponia. Con las reformas que empiczan a introdueirse a partir de que José de Galvez asume el ministerio de Indias en 1776, parece que la situaciin cambia de manera mas radical. Primeramente hay que mencionar los limites que se ponen a las exenciones fiscales y econdmicas de la Iglesia y de las drdenes religiosas. Si bien la expulsién de los jesuitas fue ya un duro golpe para amplios sectores criollos de Nueva Espania, éstos se consolaron con lener poco a peco acceso relativamente barate a las pro- piedades dela orden, al administrar o comprar estas “temporalidades”. Amplios sectores de la Iglesia misma no estuvieron muy inconformes con la expulsidn de por si, de manera que la primera conmocién se aca- llé. Pero cuando la Corona empezd a extinguir las franquicias fiscales y econdmicas de los eclesiasticos y a intervenir de forma mis directa en suadministracién y sebre lode en la reparticidn de los diexmos eclesias- ticos surgieron tensiones, ya que esta vez no se concedieran compensa ciones de ningtin tipo. De todas formas estas medidas no afectaron de forma especial ni a las élites locales ni a las centrales, a excepeidn del clero, En cambio empezaron a afectar las condiciones de los eréditos que las instituciones eclesiasticas facilitaban,” sin que se sepa hasta ahora si lo segundo era consecuencia de lo primero, ‘Mas dura debe haber sido la reforma de las finanzas municipales introducida con el establecimiento de la contaduria de peopios y arbi- trios y bienes de comunidad en 1778/1779. Esta oficina pidid cuentas a todos los ayuntamientos y repdiblicas de indies y les exigié hacer un ba- lance de ingresos y epresns y la elaboracidn de un plan financiero que debia ser aprobado por la contaduria. Ademds se prohibieron gastos extraordinarios por encima de una cantidad bastante pequefia sin la au- torizacién de los virreyes y se reclamaron los excedentes para ser depo- sitadns en las cajas reales metropolitanas a ser administradas en benefi- cela von Wobeses, El cridito eclestisticn em fe Nuria Espaila, Sigh xvin, Mésien, 1994 76 cio de los respectivos municipios. Esta medida produjo cantidades e documentos y resulta sorprendente que hasta la fecha no se estudiado a fondo el impacto de dichas medidas. Después de una mica de esta decumentacién parece que los municipies quedaron mayoritariamente bastante afectados y muchos funcionarios al descubierto. A nivel de los municipios mas pequefios y de las comu- nidades de indios parece haber reinado un cans bastante generalizado porque la contabilidad institucional y la contabilidad privada de los funcionarios no estuvieron nunca bien separades; esto quiere decir que las élites locales empleaban el dinero publico también para fines priva- dos y pagaban gastos de la institucidn sin separacién de su peculio par- ticular. Aparentemente Ia fiscalidad municipal y comunal fungia como banca a pequefa escala en manos de quienes manejaban los negocios publicos. La reforma, por lo tanto, cegd una fuente importante de finan- ciacidin para las élites locales. Esta hipdtesis se ve confirmada por las sumas considerables de exeedentes acumulados por los municipios en los aftos consecutivas que estuvieron a punto de convertirse en fuente codiciada de crédito, Invertidlas estas sumas en el banco fracasado de San Carlos o reelamadas por la Corona a titulo de crédito a fines de 1760, nunca se devalvieron, por lo que la reforma fiscal municipal ases- té un duro golpe a los poderes locales, extrayéndoles sumas impar- tantes de dinero en efectivo. Cuando a partir de 1787 sobrevino la introduccidn de las intenden- cias, el impacto momentineo también fue muy duro, lo cual explica la fuerte opesicin local en muchos casos. Sein la perspectiva de poder local y poder central, esta medida tenia un sentido muy ambivalente. Estaba pensada en clerta manera como una reaccidn al proceso de fe- deralizacion inmanente ya aludido; adseribia a los centros urbanos im- portantes su dmbite de influencia econdmica mas o menos existente tambien en lo politico y administrativo, legalizando hasta cierto punto ¥ haciendo efectivo el proceso de regionalizaciin o federalizaciin pre- vio. Pero al mismo tiempo Las intendencias se presentaron como agentes directos de la metrépoli y en la legislacién tenian muchas funciones hasta ahora desempenadas por los virreyes y el aparato virreinal. Como al mismo tiempo se suprimieron [os corregimientos y alcaldias mayores y, sobre todo, el comercio de repartimientos que ellos gestionaban, la 77 HORST nueva instilucién amenaz6 con corlar muchas relaciones econdmicas administrativas y financieras entre el nivel local y el nivel virreinal, Se climinaba © reducia considerablemente el papel moderador de éste entre poderes locales y poderes metropolitanos. Por cierto que la refor- ma pensé en entregar a nivel de los pueblos el poder a los subdelega- dos, que debian elegirse de entre las personas de distinciin del pueblo. Sin embargo este nivel de por si conté politicamente muy poco en el vi- rreinato, precisamente por el proceso de federalizacién paulatina. Asi, esta compensaciin ofrecida pudo calmar muy poco los espiritus en mu- nicipios importantes, ya que este nivel dependia completamente de la comercializaciin y del crédito de las élites urbanas superiores, Ademiis la supresién de los repartimientos amenazé con cortar un circuito im- portante que Ilevaba dinero en efectivo a regiones alejadas de los centros mineros donde el sistema no habia existide como tal; una grave crisis financiera se produjo muy pronto por el alza de precies basicos, por ejemplo de los del transporte, precisamente en las zonas mas pobladas del virreinato alefadas de los centros mineros.” Frente a esta siluacién no puede sorprender que la administracién virreinal, apoyada por las élites metropolitanas, reaccionara pronto para revocar los aspectos mas graves de [a reforma y para convertir a los nuevos intendentes en funcionarins subordinados de los virreyes, quie~ nes recobraron poco a poco sus antiguas funciones. Sin embargo las es- tructuras antiguas se debilitaron y el poder local fue mermado. Parece que éste, en defensa de sus intereses, tuvo que recurrir mis y mis a pro- cedimientos ilegales y corruptos, como puede observarse en el caso de un pleito en la intendencia de Puebla. Ahi, el intendente Manuel de Flon habia elegido como escribano de la intendencia a un tal Manuel Zam- brano, también escribano del cabildo. Luega de unos aiios, el intendente le lana graves acusaciones al escribano, todas bien documentadas. Al parecer en defensa de los intereses del grupo local dirigente, este stltimo * Brian R. Hammett, Politics and Trade Southern Mexico, 1750-1821, Cambridge 1971; Horst Tietschnane, “Der Repartimiente-Handel det Cistrikisbeamlenschafl im Raum, Puebla im 18, Jabriunedert™, en: bt, 10 (1973), pp, 236-250) Juan Carlos Garavaglia, Juan Carlos Grosso, Mexican Elites of a Prowincist Toawe: the Lendawisers of Tepeace (1700-1470), en: HAIR 71), 1990, pp. 255-293. ¥ PODER CENTRAL habia falsificado documentos para legilimar lransacciones prohibidas o para evilar el pago de impuestos, retuve documentaciin que hubiera re- percutido en page de deudas o de impuestos y manipulé documenta- cién procesal” Aunque podrian sumarse eslos procedimientos bajo el nubro de corupeién, parece que este caso demuestra el grado de ame- haza que constituia esta reforma para las dites locales. El esquema de las nuevas provincias o intendencias les convenia mucha, pero slo a condicién de que pudieran controlar ellos los nuevos mecanismos ins- titucionales.* Esto se corrobora con la gran aceptacidn que tendrian pos- teriormente las diputaciones provinciales y los mecanismos electives introducides por la constituciin de Cidiz. La reforma de Jas intenden- cins prefigurd en gran medida este esquema posterior, mas en condi- clones de un absolutismo monirquico con funcionarios incorruptibles y forineos que manejaban la legislacién de manera normativa y no ca- suista, El dicho de “La ley se aplica y después se vera lo que de ahi resulta”, resultaba absolutamente inaceplable y produjo una oposicién, silenciosa pero efectiva, que el nivel virreinal aprovecharia para Tecons- truir su autoridad. El virrey interino de Nueva Espafia, el arzobispa Nufiez de Haro, se habia opuesto enérgicamente a varios de los intendentes, en especial al superintendente de real hacienda Mangino y a su sucesor, el virrey Flo- rez, quien traia de Nueva Granada malos recuerdos sobre del impacto de las reformas, habiéndole tocado la rebelidn de los Comuneros. Una vez Ilegado a México se acercé a los circulos criollos capitalines y liqui- dé algunas de Jas reformas mas drésticas por medio de un acuerdo de Ja junta superior de real hacienda, En esta situacién se ve claramente como la administracién virreinal tradicional y la élite capitalina se unie- ron para paliar la parte del sistema de intendencias que mis directa- mente afectaba a los intereses metropolitanos.” Fue entonces el segundo. * Horst Tietschmann, “Un testimonio del impacto del refurcnisme bocbdmica en. Nueva Espada: la representicitin del intendete de Puebla de los Angeles del 27 de junio de 17927, en: (ELA, 31, 1994, pp, 1-38. “Ofe. Nettle Lee Benson, La diputaciin provincial yet federalisme mexicama, México, 1995, " Howst Pietschmana, Die Finfwhmong des [nlerulintensystems én New-Spanien im Rak men der aligereinen Vermullengerefine der spantschen MMomanctie fre 14, Jalurundert, Koln! 79 Conde de Revillagigedo quien en sus anos en el yirreinato remodeld el sistema de intendencias de tal forma que quedé directamente subordi- nado a la administracion virceinal y a los inteneses de las elites me- tropolitanas. Fue en estos afios que la Nueva Espana revibié en sustancia la es- tructura politico-administrativa que conservaria después de la inde- pendencia: un dispositive local-municipal bajo control fuerte de una administracién provincial en manos de los intendentes que, por su par- te, estaban funcionande directamente como agentes de les virreyes y de su aparate administrative central. En 1789174 se organize el sistema administrativo, en grandes lineas, de acuerdo a los modelos que tendrian la repiiblica centralista 0 el sistema del Porfiriato, Antes de las reformas. borbénicas el nivel municipal habia sido muy fuerte y las reformas bor- bonicas redujeron considerablemente su poder. Al principio dejaron in- tacto el poder de La adiministracién virreinal e incluso lo fortalecieron, pero cuando la Corona intento desmantelar el poder virreinal con la introduccién de los intendentes o sea, al fortalecer el sistema de “fede- ralizacién”, fracasé en su intento. Las protestas locales contra la reforma fueron hébilmente aprovechadas per el virrey Revillagigedo para reor- ganizar el poder virreinal central; mantuvo a los intendentes pero Jos convirtié en agentes directos del virrey. Asi se tranquilizaron los pode- res locales ¥ se repuso el antiguo equema tripartita: poder central, in- termedio y local. La diferencia estuvo en el hecho de que el ctimulo de facultades convirtié ahora al esquema administrative virreinal, hasta entonces de nivel intermedio, en el central, alejando considerablemente el poder metropolitano de la peninsula respecto del poder lucal. Esto fue tanto mas cierto ahora que se habia introducido el respeto al nivel jerarquico administrativo, y que se obligaba a gestionar a Jo largo del cscalafén jerarquico para elevar un asunto al nivel de la administracion real, pasando por las autoridades locales, los intendentes y las institu- ones virreinales para apelar finalmente al rey. Incluso las representa- ciones directas al rey hicieron que el asunto se tramitara desde Espaiia al virreinato, de ahi al intendente y de éte al subdelegado o cabildo de Wien 1972, capitulo rv. Off, tarnbidn José Antonio Calderdn Quifane, ed. Les virreyes de Nucon Espatts cx ef retnado de Caring 0 2 Dds, Sevilla, 1967-1964, 80 lume, para pedir los informes necesarios. Asi, a finales del gobiemo de Revillagigedo , Nueva Espana tenia la organizacién politica-institu- cional del México independiente. Esto resullé claro a varios contempo- raneos y el intendente de Puebla, Manuel de Flon, pronosticé que, se- gunel estado de cosas, el virreinato se independizaria cuando la ciudad de México y sus organismos e intereses lo decidieran, ya que la ciu- dad de México arrastraba todas las cosas hacia ella y decidia todo y sdlo una descentralizacion efectiva podria evitar ese peligro” Al mismo tiempo hay que decir que a finales del siglo aumentaron, signos de una fuerte presion social sobre las élites establecidas tanto a nivel local, de las provincias, como-a nivel central, después de que a lo largo del siglo se habia producido un crecimiento demogriafico que de por sf complicé Ja situacién, Durante toda la época colonial hubo mu- chos tumultos y rebeliones locales, signos de malestar economico, poli- tice, social o de luchas de facciones por el poder; pero a fines del siglo avin se multiphcaron casos individuales de conflictos entre personas 0 grupos como evidencia del surgimiento de nuevos sistemas de valores, Un mimero sin fin de pleitos y quejas contra autoridades en todos los niveles da testimonio de que existen grupos sociales en ascenso que cuestionan la autoridad de las capas sociales establecidas, Estas en no pocas oportunidades se vieron favorecidas por los nuevos funcionarios. Algunos intendentes nombran subdelegados a negros, mulatos y mesti- 20s y hasta un cabildo acusa al asesor letrado de un intendente de ser mulato. Hay alcaldes ordinarios en ciudades como la de Guanajuato, que se declaran imposibilitades para cobrar el tributo indigena porque los indics ahi suelen vestirse como los espafoles y no tienen medios para distinguir a los tributarios de los no tributarios. Un intendente recomienda que se cobre el tribute sélo a los indios vestidos como tales y alos otros perdondrselos para estorzarse en adoptar Ja cultura demi- nante. Muchos casos mas demuestran que la Nueva Espatia de fines del siglo es una sociedad en plena fermentacién secial, una problemati- © Represertackin del intendente de Puebla, Manuel de Flon, de 21 de diciembre de 1801 al Bono. Sr. Don Miguel Cayetano Soler, en: Horst Metschmann, “Dos documentos slgnificalives para la historia del négimen de interlencias en Nueva Espafia®, en: Baletin del Archiog General de ta Naciin, serie 2, vol a, ois. 34, Mésicu, 1971, pp. 415 y ss. HORST PIETSCHMANN ca que aun no se ha investigado a fondo en su dimensién espacial, pero que resulta evidente en una larga serie de testimonios en fuentes coeta- neas.” Estos cambios sociales también son parte de la herencia politica y social del México independiente que afecta el problema de las relacio- nes entre poderes locales, intermedios y centrales y si bien hay ya bas- tantes estudios individuales y locales sobre esta problematica, habria que destacar que falta un andlisis global que respete las diferencias re- gionales y analice la problematica desde una perspectiva espacial. Lo Gerto es que el norte del pais a pesar, o tal vez por su escesa poblacion, tiene una organizacién social mucho mas individualista y con menores recelos éinicos que el centro sur. Quiza haya sido este fenomeno la cau- sa de que las reformas borbénicas beneficiaran mucho mis a los poderes locales en el norte que en el centro-sur, en donde, por el contrario, redu- jeron considerablemente su poder de gestién politica y econémica* Si bien el sistema de gobierno pudo reorganizarse en un esquema propiamente mexicano en Ja época del gobierno del virrey Revillagige- do (1789-1794), parece que no se logro reconstituir el sistema econdmico vertical preexistente como habia existido previamente a la introduccién, de las intendencias, a pesar de que se volvieron a tolerar los reparti- mientos de comercio. Esto parece que debe explicarse por el impacto del “comercio libre” que se introdujo junto con las intendencias o por los cambios sociales o, tal vex por ambos factores a la vez. La metropoli, que habia aceptado la centralizacién del sistema gubernativo introducido por Revillagipedo, en lo econémico mantuvo una politica de descentra- lizacién, estableciendo nuevos consulados de comercio en Guadalajara y Veracruz y mas tarde en Puebla. El virrey marqués de Branciforte, sucesor de Revillagigeda, trabajé intensamente en favor de la reconsti- tucién del sistema econémico antiguo; se quejé amargamente de Ja politica econémica metropolitana que impedia al comercio de la ciudad. * William, B. Taylor, Drinking, Homicide, anf Rebellion in Colonia! Mexican Villages, Stanford 1979; Horst Pietschmann, Estado colonial y mentalidad social: el eferelcio del poder frente a distintos sistemas de valoces. Siglo svat en: Antoni Annino ef af (eds), Anteriza Latina, Dalle Sau Colonial alla state nesioww (17-19 40), vol, Milano, 1987, pp. AQT 447, * Horst Pietschmann, Geld und Kredit, ofr. nota rain. 18 a2 ¥ PODER MITRAL de México recobrar su viejo papel® Después de que su antecesor habia constalado que con el “comercio libre” se habia formado una nueva clase de comerciantes medianos en las provincias, Ja Corona queria fomentar este proceso con el establecimiento de Ins nuevos consulados. Esta medida pretendié robustecer econdmicamente al nivel provincial, pero mas bien confirmed la desintegracién econdmica del virreinato, deseonectando la zona centro-sur del norte minero y, por lo tanto, de una via de acceso inmediato al abasto monetario por la zona minera nortefa que previamente habia asegurado el sistema de los repar- timientos controlado por los comerciantes de México, Ciertamente asi se debilité el poder econémico de Ja capital y se robustecié el de les nive- Jes provincial y local, pero a un nivel muy inferior, Es probable que se haya intensificado asi el comercio intermedio, pero esta diferenciaciin econdmica repercutié probablemente en un debilitamiento de los vin~ culos econdmices entre las distintas regiones y de las élites dirigentes a nivel local y regional, beneficiando de esa manera las aspiraciones Politicas de los grupos sociales ascendentes. “Cf UP Conde de Revillagigedo. “Informe sobre el estado del comercio de Nueva Espaiia’ ftetin del Archive Generel de fa Nacain vol. L rim. 2. México, IG, pp. 192 y 33. y val. 0, rim. 2, 1931, pp. 16 y ss. Sobre la situaciéa del comercio exterior om aquella epoca, gr. Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Comercio exterior de Veracruz, 1778-1821, (Criss de dependencia, Sevilla, 1978. Cf. José Antociy Caldertn Quijana, ed, Las wrrues de Nevere Esperia en of reinada de Conlos iv, 2 Bde, Sevilla, 1972. a3

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